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En realidad esos son los puntos que amparan al acosador psicológico, la dubitativa
respuesta de los llamados a ser responsables ejercer el poder público (legislativo,
ejecutivo y judicial) y la poca o escasa demanda de la sociedad en su conjunto de
situar al mismo nivel de importancia el trauma físico, psicológico e incluso social,
cuando en realidad son tres elementos que interaccionan de igual forma para
lograr el bienestar de la persona, en definitiva su salud (O.M.S. 1947).
Al igual que la actividad física va dejando paso, con el avance de las nuevas
tecnologías (informática, robótica, TIC.), a una actividad caracterizada por la
toma de decisiones, que no por ello proporciona un clima laboral mas humano; la
naturaleza de los sujetos agresivos, intransigentes y egoístas encuentra una valiosa
válvula de escape en la agresividad psicológica y con ella la satisfacción de sus
necesidades opresoras, dañinas y no pocas veces de compensación de su esquizoide
incapacidad de disfrutar sin destruir todo lo que les rodea.
La persona agredida tiene que defenderse. Una de las características que definen
usualmente a la violencia psicológica es su persistencia en el tiempo. Se infringe la
agresión de manera prolongada y esto provoca que la víctima atraviese por todo
un proceso de desgaste (Leyman, 1996) entre tímidas tentativas de solución y
negación del problema, hasta llegar a una situación en la que cuestiona todos los
anclajes que definen su personalidad en el entorno social y termina entrando en
una espiral de autolesión (Barón, 2001) en la que la su precario estado de salud
dificulta una respuesta personal eficaz contra el agresor.
El rol del entorno social es básico tanto para la víctima, que espera encontrar en él
un reflejo para la recuperación de su autoestima y el apoyo necesario para salir de
la espiral en la que está envuelta; como para frenar la conducta del agresor, con la
pérdida de la impunidad que tiene al trabajar en la sombra.
Una de las maneras más eficaces de conseguir aquello que por su envergadura
trasciende de los recursos y posibilidades de una sola voz, en ocasiones maltratada,
desorientada y tal vez, desgraciadamente afectada por alguna patología fruto del
acoso psicológico, es la de organizar el apoyo social que necesita a través de la
formación de grupos de actividad (sirvan de referencia los denominados Círculos
de Calidad ó los Grupos de Solución de Problemas), que dominen los medios de
tratamiento de la información, dado que estos son los que más rápidamente
puedan servir para frenar (en cualquier caso legalmente) a la figura del acosador.
BARON DUQUE.M.
Profesor Titular de Psicología.
Facultad de Psicologia.
Universidad de Sevilla