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Resumen
Este trabajo propone una reflexión acerca del vínculo, siempre cambiante, entre estética,
política y derecho, en una primera aproximación, desde una lectura de Walter Benjamin
y Jacques Rancière. Partimos de la idea benjaminiana de aura y de división de lo
sensible de Rancière para caracterizar el arte como una herramienta particular: no
meramente de uso contemplativo sino también político. En este sentido, nos centramos
en la pregunta acerca de los modos en que los actores de una comunidad pueden ser
reconocidos y visibilizados a través de sus experiencias estéticas y cómo ellas se
relacionan con la esfera del derecho. Para abordarla recurrimos a la caracterización
foucaulteana de los “movimientos de contraconducta” en cuanto se constituyen como
movimientos con diferentes metas y formas de salvación, que se operan a partir de
procedimientos y métodos específicos (Foucault, 2006: 225). Ellos constituyen una
práctica de subjetivación en cuanto modos de actuar y resistir a una gubernamentalidad
específica e implican un enfrentamiento con una hegemonía social determinada. El
vínculo entre contraconducta (1978) y estética de la existencia (1984) en los cursos de
Foucault está en el centro de aquella primera pregunta. Una vez delineado el núcleo de
la misma, se puede comenzar a poner en diálogo la noción de derecho propuesta por
Benjamin, en cuanto violencia fundadora de nuevos códigos, normas y convenciones,
con la cuestión de los derechos humanos acuñada por Rancière, quien los entiende como
elementos que configuran la partición de lo sensible. La finalidad última de nuestra
indagación es dar una interpretación a los discursos que los autores mencionados
presentan sobre el tema en cuestión, como parte del trabajo de elaboración de un marco
teórico que, en investigaciones futuras, permita abordar estudios de caso.
El arte dejó de ser un objeto de culto, se emancipó de él, la pérdida del aura rompe con
el peso tradicional que la obra poseía. Entonces, el arte se politiza al perder el aura,
cambiando con ello su función. Es la desintegración del aura, según Habermas, “la que
empieza abriendo la oportunidad de una generalización de la experiencia. La teoría del
arte de Benjamin es una teoría de la experiencia” (Habermas, 1975:316). En efecto, y de
acuerdo con Benjamin, la obra de arte debe ser entendida como experiencia y no cómo
“arte vivencial” como bien cuestiona Hans-Georg Gadamer (2012: 96). La obra de arte
no se presenta como el resultado de una vivencia no reflexiva; sino que debe ser
entendida como experiencia.
Sin embargo y en contraste, más allá de Benjamin, para Rancière, la política sobreviene
cuando aquellos que “no tienen tiempo se toman ese tiempo necesario para erigirse en
habitantes de un espacio común y para demostrar que su boca emite perfectamente un
lenguaje que habla de cosas comunes” (2005: 14). Siendo así, la postura de Rancière no
incurre en una política estetizada ni en un arte políticamente comprometido dedicado
únicamente a la denuncia y a la propaganda, sino que traza los contornos de un arte que
ya contiene en sí mismo una relación implícita con la política, una relación que pasa por
la reconfiguración del espacio público y visible. En este aspecto, en palabras de
Rancière, “la política es un asunto estético” (2011:198). La política es el conflicto sobre
la existencia de un escenario común y, por ende, ella es siempre un desafío, un
desacuerdo sobre los modos de inclusión de los sujetos en la comunidad, de la parte de
los que no tenían parte.
Por consiguiente, así como en Benjamin partimos de la noción de aura para desarrollar
la cuestión sobre la política, también partimos de la noción de división de lo sensible
para desarrollar la concepción política de Rancière, quien lo denomina como “la
correlación fija entre una capacidad y una actividad. Esta hace ver quién puede tener
parte en lo común en función de lo que hace, del tiempo y el espacio en los cuales esta
actividad se ejerce” (Rancière, 2009:10). Esto es, la división policial de lo sensible: “la
existencia de una relación armoniosa entre una ocupación y un equipamiento, entre el
hecho de estar en un tiempo y un espacio específicos, de ejercer en ellos ocupaciones
definidas y de estar dotado de las capacidades de sentir, de decir y de hacer adecuadas a
esas actividades” (Rancière, 2013: 46). En efecto, al igual que la concepción
benjaminiana de aura, Rancière nos habla de la división de lo sensible como un tiempo
y espacio específico, y al igual que el primero, la política aparece cuando está se
corrompe.
Para Rancière, lo sensible, es decir, aquello que puede ser aprehendido por los sentidos,
constituye un espacio común que, sin embargo, está determinado por la distribución de
sus lugares y partes. Tanto el arte como la política intervienen en la división de este
espacio común y, por ende, se encuentran estrechamente interrelacionados. Hay
entonces, en la base de la política, una estética y es a partir de esta que las prácticas
estéticas, se manifiestan como formas de visibilidad de prácticas del arte, del lugar que
ellas ocupan, de lo que hacen a la mirada de lo común. En efecto, “las prácticas
artísticas son las que poseen maneras de hacer que intervienen en la distribución
general de estas y en sus relaciones con las formas de visibilidad” (2009: 11).
Por lo tanto, “lo propio de las experiencias estéticas consiste en practicar una
distribución nueva del espacio material y simbólico. Y por ahí es por donde el arte tiene
que ver con la política” (2009: 13). La política consiste en reconfigurar la división de lo
sensible, en introducir sujetos y objetos nuevos, en hacer visible aquello que no lo era,
en escuchar como a seres dotados de la palabra a aquellos que no eran considerados más
que como animales ruidosos. Rancière es claro en afirmar que “el régimen estético del
arte tiene una función comunitaria que consiste en construir un espacio específico, una
forma inédita de reparto del mundo común” (2005: 16). Se podría decir, entonces, como
las obras y las experiencias estéticas impulsan un sentido de comunidad, en aquellos que
participan en ellas. De tal forma:
En tal sentido, el arte no es político en primer lugar por los mensajes y los sentimientos
que transmite sobre el mundo. No es político tampoco porque representa las estructuras
de la sociedad, los conflictos o las identidades de los grupos sociales, sino que: “es
político por la distancia misma que guarda con relación a estas funciones, por el tipo de
tiempo y de espacio que establece, por la manera en que divide ese tiempo y puebla ese
espacio” (2005: 13).
Así, el régimen estético del arte instaura la relación entre las formas de identificación
del arte y las formas de la comunidad política, de un modo que rechaza por adelantado
cualquier oposición entre un arte autónomo y un arte heterónomo: un arte por el arte y
un arte al servicio de la política, un arte del museo y un arte de la calle. Debido a que “la
autonomía estética es una forma de experiencia sensible. Y es la experiencia la que
constituye el germen de una nueva humanidad, de una nueva forma individual y
colectiva de vida” (2005: 23). De la misma manera, la autonomía de una obra es
también la expresión del comportamiento de la comunidad de la que proviene.
Es en este nivel, así como en Benjamin lo es la pérdida del aura, el del recorte sensible
de lo común, de las formas de su visibilidad y de su disposición, que se plantea la
cuestión de la relación estética y política. Por lo tanto, esta relación es entonces, más
concretamente, la relación entre esta estética de la política y la política de la estética, es
decir, la manera en que las prácticas y las formas de visibilidad del arte intervienen en la
división de lo sensible y en su reconfiguración, en el que recortan espacios y tiempos,
sujetos y objetos, lo común y lo particular. La política, de acuerdo con esto, es obra de
actores concretos, de sujetos que construyen la esfera verosímil del disenso,
afirmándose además a costa de los grupos que constituyen una población. Estos sujetos,
en todos los casos “son sujetos políticos en tanto dan lugar a escenas de enunciación y
de manifestación que pleitean hasta con los datos sensibles de la comunidad” (2005:
52).
Ahora bien, en cuanto a la relación que establecemos con Foucault, partimos de la idea
de estética de la existencia para abordar el arte y sus experiencias estéticas como formas
de resistencia a una gubernamentalidad especifica. La estética de la existencia se
constituye como la producción de la vida como una obra de arte. Teniendo en cuenta
que, en una relación de poder, los modos de producción de un determinado sujeto
implica un doble juego articulado entre dos elementos: gobierno de los otros,
tecnologías de poder externas al sujeto y gobierno de si, tecnologías del yo. Las técnicas
del gobierno y tecnologías del yo conducen las conductas del sujeto, quien reproduce la
conducta que se le impone. En su foro interno también la reproduce. El término “ética”
hace referencia, en Foucault, a la relación consigo mismo; es una práctica, un éthos, un
modo de ser.
Es a partir de la noción de ética que Foucault elabora en El uso de los placeres, según
Castro (2004), podemos comprender la noción de estética de la existencia como modo
de sujeción, es decir, como una de las maneras en las que el individuo se encuentra
vinculado a un conjunto de reglas y de valores. Este modo de sujeción está
caracterizado por el ideal de tener una vida bella y dejar la memoria de una existencia
bella (2004: 384). Un individuo, entonces, acepta ciertas maneras de comportarse y
determinados valores porque decide y quiere realizar en su vida la belleza que ellos
proponen. Por lo tanto, la vida, como bíos, es tomada como el material de una obra de
arte.
En efecto, ““las artes de la existencia” son prácticas sensatas y voluntarias por las que
los hombres no solo se fijan reglas de conducta, sino que buscan transformarse a sí
mismos, modificarse en su ser singular y hacer de su vida una obra que presenta ciertos
valores estéticos y responde a ciertos criterios de estilo” (Foucault, 2001:17). Por lo
tanto, la estética de la existencia se encuentra claramente vinculada a las tecnologías de
sí.
Así, la estética de la existencia es un arte reflejo de una libertad percibida como juego
de poder (2001:271). Es en este sentido que habría que caracterizar el modo de sujeción
de la moral griega de los aphrodísia no sólo como estético, sino como estético-político.
Aun cuando es decisión del individuo tener una vida bella y los comportamientos y
valores que definen esta belleza no tienen la forma ni de la ley ni de la norma, esto no
significa que carezcan de universalidad. La estética de la existencia nos pone, en efecto,
ante una universalidad sin ley. Foucault opone la estética de la existencia a la
hermenéutica cristiana del deseo, “Me pregunto si nuestro problema hoy no es, en cierto
modo, el mismo; puesto que la mayoría de nosotros no creemos que una moral pueda
fundarse en la religión y no queremos un sistema legal que intervenga en nuestra vida
moral, personal e íntima” (DE4, 385). En este sentido, el ser moderno es para Foucault
una cuestión de éthos, de estilo. (Castro, 2004: s/d).
Por lo tanto, la estética de la existencia entendida como esa coincidencia entre la vida y
sus formas posibles en relación con el poder y la verdad, se presenta, asimismo, como
una forma de resistencia, práctica ética pero también política. El plano de la resistencia
se da en el plano del gobierno de sí, son las contraconductas, que se evidencia como
resistencia a la conducta impuesta, tanto autoimpuesta (gobierno de sí), como
heteroimpuesta (gobierno de los otros).
Blengino (s/d), analiza la resistencia a partir de la relación entre la ética entendida como
estética de la existencia y el bio-poder. Así, la gubernamentalidad, a través de las
diferentes articulaciones entre el gobierno de los otros (la esfera política) y el gobierno
de sí (la esfera ética) permitiría explicar de qué modo el viraje foucaulteano hacia la
problemática ética como una nueva dimensión de su obra es sólo aparente pues
correspondería a la articulación de estrategias de resistencia al poder político (s/d:1).
Para Foucault, “donde hay poder hay resistencia, y no obstante (precisamente por esto),
ésta nunca está en posición de exterioridad respecto del poder. […] Los puntos de
resistencia están presentes en todas partes dentro de la red de poder (Foucault, 2000: 91-
92) Es decir, siguiendo a Blengino, la categoría ‘resistencia’ no debe entenderse sólo en
su aspecto negativo sino que posee una positividad, que hace posible revertir y
configurar nuevas relaciones de poder (s/d:4).
Sobre la cuestión del derecho, para Benjamin la tarea de una crítica de la violencia
puede ser definida como la exposición de la relación de la violencia con el derecho y
con la justicia. Aquí la violencia es un comportamiento que se lleva a cabo justamente
para ejercer un derecho. Cuando ese comportamiento sea activo, “la nueva situación es
reconocida como nuevo derecho” (Benjamin, 2007: 188-189). El autor distingue entre la
violencia fundadora de derecho y la conservadora de derecho: “si la primera violencia
exige que se identifique en la victoria, la segunda que esté sujeta a la restricción de no
fijar nuevos fines” (2007: 192). En efecto, si la primera función de la violencia consiste
en el hecho de instaurar el derecho, la segunda función consiste por su parte en
mantener el derecho ya existente, sin modificaciones, ni alteraciones. Ahora bien, en
última instancia, en tanto que medio, toda violencia es instauradora de derecho o
mantenedora de derecho:
En este sentido, es que según Benjamin siempre que hay derecho no hay justicia, porque
siempre hay poder y violencia. En este aspecto, Benjamin cita a Kraus, quien acusa al
derecho en su sustancia, pero no en sus efectos: “la acusación es, en su caso, la traición
del derecho a la justicia” (2007:357). Al mismo tiempo, Kraus alude a esto justamente
con las siguientes palabras: “los derechos humanos son el frágil juguete de los adultos,
con el cual todos quieren jugar y que por eso no dejan que les quiten”. De este modo,
“la delimitación entre lo privado y lo público, para Benjamin, se ha convertido hoy en
un sarcasmo” (2007: 364). De este modo, Benjamin realiza una crítica al derecho y a los
derechos humanos, específicamente.
Asimismo, aquí podríamos considerar la lectura marxiana que realiza Benjamin, cuando
afirma que “todas las concepciones que tanto el trabajador como el capitalista poseen
del derecho, todas las mistificaciones del modo de producción capitalista, todas sus
ilusiones de libertad” (Benjamin, 2016: 667). Expresa aquí otra concepción del derecho,
donde resalta la crítica del joven Marx a los derechos del hombre en cuanto distintos de
los derechos del ciudadano. De acuerdo con Marx, “ninguno de los llamados derechos
humanos va más allá del hombre egoísta. Lejos de que en ellos se haya concebido al
hombre como ser genérico (...) el único vínculo que los mantiene unidos es la necesidad
natural y el interés privado, la conservación de la propiedad y de su persona egoísta”
(Marx, 2004:31). Por lo tanto, estos derechos no sirven más que a modo de ilusión y
ocultamiento de otros intereses privados.
Sin embargo, a este respecto nos es útil la lectura habermasiana de Benjamin que
distingue entre el poder o violencia que crea derecho y el poder mantenedor del
derecho. Este último es la violencia legítima que ejercen los órganos del Estado. Y,
separándose de este, para Habermas, “el poder creador de derecho no tiene un carácter
instrumental como lo tiene el mantenedor de derecho, sino que, más bien, se manifiesta”
(Habermas, 1975: 325-326). Según esta lectura, se podría considerar que las
experiencias estéticas se evidencian como un modo de esta manifestación, siendo así,
violencia creadora de derechos.
De la misma manera, Benjamin afirma que “lo relegado de la historia -los harapos, los
desechos-, no los quiere inventariar, sino dejarles alcanzar su derecho de la única
manera posible: empleándolos” (2016:462). De esto se desprende, que los derechos se
manifiestan, justamente, empleándolos, un ejemplo de ello es el derecho a ser filmado.
Ya que con la época de la reproductibilidad técnica cualquiera puede hoy estar en la
situación de ser filmado, “todos tienen hoy una pretensión de ser filmados” (2008:33).
Esto se puede ver, por ejemplo también, con la literatura. Durante siglos en la literatura
solo un pequeño número de escritores se enfrentaba a muchos miles de lectores. Con la
gigantesca expansión de la prensa, que no deja incansable de poner a disposición de los
lectores nuevos órganos políticos, religiosos, científicos, profesionales y locales, una
parte cada vez mayor de los lectores se convirtió en escritores. Es decir, surgen nuevos
modos de expresión y manifestación que posibilitan nuevas experiencias y modos de
expresión.
Es decir, sobre el derecho en Rancière, lo que está dado no es sólo una situación de
desigualdad. Es también una inscripción, una forma de visibilidad de igualdad. Los
derechos son los derechos de aquellos que hacen algo de esa inscripción, que deciden
“no sólo usar sus derechos sino también construir tal cual caso para la verificación del
poder de la inscripción” (2004:5). Desde la perspectiva de la igualdad, política, estética
y derecho se anudan de una manera directa y crítica.
Rancière va a concebir que la política es el momento en que el demos por medio de una
situación litigiosa toma y visibiliza esa diferencia para modificarla. Es así como si la
esfera del derecho y la esfera del hecho coinciden la sociedad se despolitiza, se anula la
política, es decir, no hay lugar para el litigio, los derechos pasan a ser totalmente
inútiles. Consecuentemente y como se nombró, los derechos humanos en este contexto
son inscripciones nominales necesarias que al declarar que los hombres nacen libres e
iguales, y ante la situación de que ellos ven que en la práctica esa condición no se
cumple, les permite manifestar esa desigualdad dado que pueden mostrar que también
son sujetos de esos derechos. Por tal motivo, los derechos humanos irrumpen en la
división de lo sensible, como lo hace la estética y la política, o la relación entre estética
y política.
Del mismo modo, aquí nos interesa abordar la lectura que realiza Díaz Marsá (2016),
sobre la cuestión del derecho en Foucault. Para el autor, durante finales de los ‘70 y
principios de los ’80, Foucault, propone una nueva concepción de lo jurídico: como un
límite real a la dominación y un instrumento de liberalización y de articulación de
libertades (2016:36). Este nuevo planteamiento del problema del derecho obedece a un
profundo desplazamiento en las formas generales de la problematización foucaultiana
(2016:37). La idea de derecho como límite -y límite real- del poder se podrá tornar
operativa, pudiendo integrarse lo jurídico, sus discursos y sus prácticas, en las
estrategias de la libertad frente a la dominación, así como en la definición de las
relaciones de poder -constitutivas de toda sociedad- en condiciones de libertad e
igualdad. Ello comporta la posibilidad de establecer en el pensamiento foucaultiano, una
definición del poder con un carácter político, jurídico-política e institucional,
complementaria tanto de la determinación del poder como una dimensión de las
relaciones humanas, como de la idea de poder como práctica gubernamental (2016: 38).
Desde esta perspectiva, el derecho ya no se presenta entonces como una ficción o como
una representación, tampoco como una herramienta de dominación, sino como un
instrumento de dominación real de los abusos gubernamentales, como algo también que
ha impuesto en nuestra realidad histórica “lentamente y por vías tortuosas” (2016: 43-
44).
En este aspecto, según Habermas, el derecho vigente debe interpretarse de una manera
nueva en los contextos cambiantes a la vista de las nuevas necesidades. Esta disputa
sobre la interpretación y realización de las pretensiones no satisfechas históricamente se
transforma en una lucha por derechos legítimos en la que de nuevo están involucrados
actores colectivos que oponen resistencia al desprecio de su propia dignidad. “En esta
lucha por el reconocimiento se articulan experiencias colectivas de integridad
vulnerada” (Habermas, 1999: 190). Podría decirse que del mismo modo que Rancière,
el derecho se encuentra ligado al reconocimiento y visibilización de los actores y sus
necesidades. Así, “el proceso de realización del derecho debe insertarse en contextos
que requieren tanto un importante componente político como también discursos sobre
una concepción común del bien y de la forma de vida deseada y reconocida como
auténtica” (1999: 205).
3. A modo de no cierre
Sin embargo, en este trabajo se propuso una lectura del derecho en Benjamin,
relacionándola más con la violencia instauradora de nuevos derechos, como sucedió con
la literatura o con el derecho a ser filmado, a pesar de que la violencia instauradora de
derecho se convierte en conservadora de derecho. En tal sentido, resulta fundamental
una crítica de la violencia, que sin dudas, conllevara una trasformación en los lazos
entre estética, política y derecho. Aquí, se resaltó que la relación entre estas tres esferas
se constituye como una relación siempre cambiante.
Desde este punto de vista, la relación entre estética, política y derecho debe ser
verificada continuamente, analizando de qué modo se relacionan dichas esferas en
distintos casos específicos, en las distintas experiencias estéticas que se desarrollan en
una comunidad. En tal sentido, en investigaciones futuras se intentara dilucidar de qué
modo las experiencias estéticas reconfiguran el reparto de lo sensible, a través del
reconocimiento, la visibilizacion y entendiendo a estas como formas de resistencia y
contraconductas; y si estas se manifiestan como potenciadoras de derechos. Lo que aquí
nos interesa son las experiencias estéticas que generan, en términos de Rancière, nuevas
formas de vida común. Podríamos decir, individuales (contraconducta) y colectivas.
4. Bibliografía
-Benjamin, Walter (2007), “Hacia una crítica de la violencia”, en Obras, Libro II, vol.
1, Madrid: Abada Editores, pp. 183-207.
-Benjamin, Walter (2007), “Experiencia y pobreza”, en Obras, Libro II, vol. 1, Madrid:
Abada Editores, pp. 216-222.
-Benjamin, Walter (2007), “Karl Kraus”, en Obras, Libro II, vol. 1, Madrid: Abada
Editores, pp.341-376.
-Benjamin, Walter (2007) “Pequeña historia de la fotografía”, en Obras, Libro II, vol. 1,
Madrid: Abada Editores, pp. 377-403.
-Benjamin, Walter (2009), Estética y política, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Las
cuarenta.
-Foucault, M. (2001) Historia de la Sexualidad II: el uso de los placeres, México, Siglo
Veintiuno editores.
-Marx, Karl 2004 (1844), Sobre la cuestión judía, Buenos Aires: Prometeo.
-Podesta, Beatriz, “La estética de la existencia, posibilidad para una ética como política
de resistencia” en El banquete de los dioses, Volumen 2 Nº3, Noviembre 2014 a Mayo
2015, pp. 98-121.
-Rancière, Jacques (2004), “Who is the subjet of the Right of Men?” en South Atlantic
Quarterly, Spring/Summer: Duke University Press.
-Rancière, Jacques, (2012), Las distancias del cine, Buenos Aires: Manantial.
Resumen
1
Expresión tomada de Merieu en la obra ya citada, p. 97.
fundan la institución, pero después la institución forma a aquéllos” (Rousseau: 1998,
55).
En Frankenstein, el producto de la creación se vuelve contra su mentor. En
Rousseau el producto de la educación, la cual no responde a la voluntad de uno, sino de
todo el cuerpo político, es el ciudadano, quien se funde con el Estado en virtud de un
sentimiento cohesivo de amor patriótico. El ciudadano nace del cuerpo político, es parte
de él y es sostenido por él también. ¿No se lo abandona? Al respecto, Rousseau afirma
lo siguiente:
“El contrato social tiene por fin la conservación de los contratantes. El que quiere el
fin quiere los medios, y estos medios son, en el presente caso, inseparables de algunos
riesgos y aún de algunas pérdidas” (Rousseau: 1998, 50).
Más adelante, el ginebrino agrega:“En consecuencia, el ciudadano no es juez del
peligro a que la ley lo expone, y cuando el soberano le dice: “Es conveniente para el
Estado que tu mueras”, debe morir, puesto que bajo esa condición ha vivido en
seguridad hasta entonces, y su vida no es ya solamente un beneficio de la naturaleza,
sino un don condicional del Estado” (Rousseau: 1998, 50).
Quien viola las leyes es un traidor a la patria y la conservación del Estado es
incompatible con la vida del traidor. La aplicación de la pena de muerte o el destierro
recae, no ya sobre el ciudadano, sino sobre un enemigo que ha violado el contrato social
y, por ese acto mismo, ha dejado de ser parte del Estado. Se abandona a quien ha
abandonado primero. Debe morir quien no puede vivir sin poner en peligro al cuerpo
mayor, al cuerpo político.
El ciudadano, el hombre nuevo de la república, ¿quién es? Es el resultado del
contrato social y no su punto de partida en el acto fundacional del cuerpo político. En
algunos casos, ¿o tal vez la mayoría?, es un hombre que ha sido obligado a ser libre
cuando todavía no podía ver por sí mismo que en la suscripción del contrato yacía el
reencuentro con su libertad, resignificada en libertad política y moral. ¿Cómo llegan los
hombres al pacto? Para poder pactar, los hombres deben actuar como ciudadanos, como
hombres esclarecidos. Si es así, ¿por qué apelar entonces a una figura excepcional como
el legislador, figura en quien Rousseau deposita la responsabilidad de la
transformación? “Para que un pueblo naciente pueda apreciar las sanas máximas de la
política y seguir las reglas fundamentales de la razón de Estado, sería necesario que el
efecto se convirtiera en causa, que el espíritu social, que debe ser la obra de la
institución, precediese a la institución misma, y que los hombres fuesen ante las leyes lo
que deben llegar a ser por ellas” (Rousseau: 1998, 57).
Es posible conjeturar que al momento del contrato, el burgués no había terminado
de ser superado por el ciudadano. El hombre aún se seguía conduciendo por el amor de
sí, pervertido en amor propio en la sociedad civil.
En este punto de partida, la figura del legislador asume un rol pedagógico clave.
Al repasar la secuencia argumentativa rousseauniana (contrato-legislador-Estado), se
advertiría que la figura excepcional del legislador posibilita el pasaje de la dimensión
proyectual y fundacional del Estado a su concreción y regulación social y política
(Quintana; 2008, 2). El legislador asume una función de mediación que supondría una
dimensión pedagógica. Su presencia en la teoría permite, como bien afirma Waterlot,
apreciar las condiciones materiales, concretas mediante las cuales la voluntad del Estado
de expresa, se substancia.
Sin educación no hay ciudadano pleno en la república. La educación deviene una
suerte de “actividad protésica” (Quintana, 2) que despoja al hombre de una existencia
alienada, egoísta y corrupta. Una educación que lo conduce a conocer lo que se
efectivamente quiere. La educación, promovida desde un comienzo por el propio
legislador, posibilita el pasaje de la naturaleza a la política, puesto que el legislador
despoja al hombre de sus propias fuerzas naturales para dotarlo de otras, más sólidas y
duraderas, que le son extrañas y que solo puede utilizar con la ayuda de otro, dirá
Rousseau. “El que se atreve a emprender la tarea de instituir un pueblo, debe
sentirse en condiciones de cambiar, por así decirlo, la naturaleza humana; de
transformar a cada individuo, que por sí mismo es un todo perfecto y solitario, en parte
de un todo mayor, del cual recibe en cierta manera la vida y el ser, de alterar la
constitución del hombre para fortalecerla, de sustituir por una existencia parcial y
moral la existencia física e independiente que hemos recibido de su naturaleza. Es
preciso, en una palabra, que despoje al hombre de sus fuerzas propias, dándole otras
extrañas de las cuales no pude hacer uso sin el auxilio de otros. Mientras más se
consuman las fuerzas naturales, mayores y más duraderas serán las adquiridas, y más
sólida y perfecta la institución” (Rousseau: 1998, 55-56).
Se necesita esta presencia prometeica, el legislador, puesto que el pueblo carece
de las luces suficientes o correctas para inteligir la necesidad de las leyes por los
grandes sacrificios que éstas imponen. El pueblo no tiene la capacidad de reconocer a la
voluntad general. Es por ello que necesita un intérprete de esta voluntad para que ésta
pueda ser reconocida como objetivación del interés del cuerpo político. En palabras de
Rousseau:
“Las miras y objetos demasiados generales como demasiados lejanos están fuera
de su alcance, y no gustando los individuos de otro plan de gobierno que aquél que se
relaciona con sus intereses particulares, perciben difícilmente las ventajas que sacarán
de las continuas privaciones que imponen las buenas leyes” (Rousseau: 1998, 57).
La tarea educativa trata del inculcamiento de un amor, del amor a la patria y sus
leyes, de modo tal de forjar el reconocimiento de la parte en virtud de su pertenencia al
todo. De esta forma, todo resabio de egoísmo e intereses particulares queda subsumido
en dicho amor y su corolario, su recompensa, sea la genuina autoestima, esa que
depende de la capacidad de fijarnos leyes y obedecerlas. La disociación entre el interés
individual y el deber público debe ser superada por el Estado, puesto que esta
disociación es tendencia y “el sentido del deber no tarda en ser más que una máscara
con la que se cubre el interés individual” (Waterlot: 2008, 139). En este sentido, apelar
únicamente a la razón es insuficiente; se requiere de una fuerza más cohesiva, más
movilizadora. “Pero, desafortunadamente, el interés personal se encuentra siempre en
razón inversa respecto del deber, y aumenta a medida que la asociación se torna más
estrecha y el compromiso menos sagrado” (Bloom, 27).
En la medida que el legislador pronuncia el fiat performativo secularizado “ésta es
la ley”, enciende el motor de la república y se licúa como trascendencia. En palabras del
propio Rousseau:
“El legislador es el mecánico que inventa la máquina, el príncipe el obrero que la
monta y la pone en movimiento” (Rousseau: 1998, 55).
Frankenstein inventó a un hombre artificial; el legislador de Rousseau inventa una
máquina estatal que permita la transformación del hombre en su seno. Frankenstein y el
legislador son extranjeros en la escena del montaje de sus artificios. Ambos se retiran
tras el montaje. Uno deja las bases para que la labor siga, para que otros tomen la posta;
el otro deja la labor inconclusa, de forma tal que nadie pueda tomar la posta.
¿Cuál es la relación entre educación pública y religión civil en el pensamiento de
Rousseau? ¿La educación pública se reduce a la religión civil? La educación pública es
un contenido que Rousseau aborda en el Discurso sobre la Economía Política (1758),
en tanto dispositivo creado por el gobierno. El yo debe desplazarse hacia la patria a los
fines de que ésta sea amada y el amor de sí sea transformado en virtud “sublime”. La
patria deja de ser una abstracción en la medida que el sentimiento media entre ella y el
hombre. “Solo el sentimiento encuentra un fundamento para una verdadera causa
común” (Bloom, 74).
Rousseau entiende por esta virtud cívica lo mismo que Montesquieu, a saber, “la
preferencia continua por el interés público por sobre el suyo propio” (Montesquieu:
2007, 65). No obstante, el ginebrino se diferencia de Montesquieu al concebir a la
virtud, no en tanto resorte de las repúblicas, sino de todo Estado bien constituido. “…La
virtud es difícil de practicar a causa de la tendencia a remitir todo a uno mismo a
expensas de la comunidad de la que se es miembro” (Waterlot, 12). Rousseau define en
el Discurso sobre la Economía Política a la virtud como “la conformidad de la
voluntad particular con la general” (Rousseau: 2011, 39), la cual se expresa en el amor
a la patria. ¿Cómo hacer que los pueblos sean comunidades políticamente virtuosas?
Rousseau responde:
“Empecemos, pues, por hacerlos amar la patria” (Rousseau: 2011, 44).
La patria, para su estabilidad, requiere de la educación del ciudadano desde la
niñez, antes de que las inclinaciones naturales se cristalicen en hábitos. Como bien
señala Waterlot, la postura de Rousseau es radical: los padres no deben tener
responsabilidad total sobre la educación de sus hijos Gracias a la educación, se
desarrolla la virtud cívica, apoyo necesario de la libertad y ésta de la patria. En síntesis,
la educación apunta a moldear una autopercepción desde la temprana infancia ligada al
cuerpo político. El yo se identifica con el Nosotros. Amando a la patria, el ciudadano se
ama a sí mismo.
Resulta a prima facie extraña la ausencia de tratamiento de la religión civil en el
Discurso sobre la Economía Política. Se podría considerar, siguiendo la línea
interpretativa de Waterlot, que Rousseau plantea una alternativa: o religión civil,
contenido del Contrato Social o educación pública, contenido del Discurso sobre la
Economía Política. Cabe recordar que este último texto versa sobre el gobierno y en él
la educación pública se presenta como una suerte de dispositivo armado por el gobierno.
La educación pública es incumbencia del gobierno, no del soberano quien se abocaría a
la designación de los funcionarios responsables de la enseñanza. Lo que sí parece
corresponderle al soberano es el acto de instituir leyes generales en el marco de la
república.
Ahora bien, en El Contrato Social, el filósofo se aboca a dar cuenta de las partes
que constituyen al Estado y de su funcionamiento. En ese sentido, la religión civil es
uno de estos elementos constitutivos, es decir de la estructura del Estado. Puede
entonces comprenderse por qué el autor en el Discurso sobre la Economía Política,
texto que, como afirmaba, versa sobre la obra del gobierno, no se ocupa de la religión
civil. También se pueden señalar otros motivos por los cuales Rousseau no incluye la
religión civil en el Discurso, como ser que la noción misma de ella, en tanto verdadera
profesión de fe cívica, todavía no había tomado forma en su pensamiento, pero es una
hipótesis.
Lo cierto es que la religión civil en el Contrato “se manifiesta aquí como el
sostén, real pero moderado, de las leyes; es decir como un refuerzo a la vez adecuado e
insuficiente” (Waterlot, 147). La religión civil es una invención que nace de la mezcla
de la religión del hombre y la del ciudadano, cuyas religiones componentes ya no se
reconocen como tales. La religión civil es una religión de Estado, de carácter
obligatorio, que apunta a generar una emotividad cívica, un sentimiento de sociabilidad
basado en dogmas casi religiosos, dotando al cuerpo político de estabilidad, cohesión y
motivación. Se podría afirmar que la religión civil brinda el marco político-afectivo para
el desarrollo de los contenidos de la educación del ciudadano, contenidos no
explicitados por Rousseau en su Discurso.
Bibliografía
e-mail: renatogbrandan@gmail.com
Hay dos ideas que marcarán a fuego desde sus orígenes a la Argentina,
primeramente, la idea de nación que será articulada en el momento de conformar un
mito fundacional de la comunidad política, que sirva para las bases y la continua
relegitimación de un poder y autoridad. En segundo lugar, la conformación de lo
propiamente político, es decir, una vez hecha la diferenciación hacia afuera, la nación,
vendrá la necesidad de conformar el esquema amigo-enemigo donde se entablarán las
relaciones de los sujetos.
La idea de nación la recorreremos para poder pensar cómo esta idea se articulará
para dar origen primero a una soberanía que fuera independiente de los imperialismos
coloniales, y segundo interpelar la construcción amigo-enemigo que se dará en parte por
las luchas políticas posteriores
Para poder hacer una génesis del proceso mismo de cómo este concepto fue
afianzándose en el marco ideal de referencia podemos empezar acercándonos desde su
hermano menor, el concepto de patria.
La palabra patria viene de la acepción latina partibus, que significa dar a luz, la
patria era técnicamente la tierra que nos había parido, Rice nos marcará que existe una
diferencia entre 3 conceptos fundamentales, el de patria, el de nación y el de pueblo. El
de patria como ya hemos dicho era más primerio y elemental, relacionado con la
persecución natural de la vida y su relación con el territorio que los había visto nacer.
Por su parte, nación hacía referencia ya a “estructuras políticas” (un uso poco correcto
históricamente del término) por fuera de los límites del Imperio Romano, o de aquellas
naciones que se habían asentados en él. Para los romanos, como recalca Rice, “natio”
era una locución que hacía referencia a los pueblos que podían reconocerse como
herederos de cierta cultura tribal o pertenencia fuertemente asociada a algún tipo de
sociedad anterior a la ciudad. Es decir, si bien patria y nación son concepciones que
difieren en su origen, comparten en si una raíz de hacer referencias a pueblos a los
cuales se creía atrasados o incivilizados.
Por último debemos establecer a que se refiere el vocablo pueblo, este deriva de
“populus”, el cual ya no se relaciona con una población civilizada, en tanto como lo
hace “civitas” o habitante de ciudades. Los pueblos griegos y romanos se verán así
mismos como pueblos civilizados (civitas) que han dejado atrás los comportamientos
propios de sus “patrias” o “populus”. Los romanos renegando de su origen etrusco y
sabino, y los griegos dejando de lado el origen de las migraciones jónicas.
Cicerchia (2012) nos presentará esto de una manera muy clara, nos llevará a
analizar cómo estos tres diferentes registros fueron haciéndose eco primero en la
revolución de mayo, y luego en las generaciones que le sucedieron
Este peso conceptual del terruño solo persistirá en la literatura y los cancioneros
populares, donde los folkloristas reconocerán siempre las figuras y conflictos inherentes
entre quienes poseen una pertenencia a la patria “chica” y aquellos representantes del
nacionalismo, esto será analizado hacia el final de nuestro trabajo. Pero ya podemos
intuir como serán pensadas las realidades regionales argentinas.
En tanto, como recalcan tanto Halperin Donghi (1985) como el propio Cicerchia
(2012) ya citado, la caída de la monarquía significa el regreso de la soberanía a las
diferentes organizaciones de base en las unidades más pequeñas, los cabildos coloniales
americanos, donde se reclamaba la soberanía que ya no era ejercida por el rey y deba
recae de nuevo en ellos. Este es el momento de los primeros discursos vecinalitas,
donde el vecino era invitado a discutir el devenir de su comunidad política celular en el
cabildo. Responder a las juntas rebeldes peninsulares o crear juntas autónomas
coloniales fue la gran discusión. La Primera Junta gobernaba en nombre del rey ausente,
luego decantó en una soberanía que fuera propia e independiente para estas tierras.
Esto no fue tan pacífico como puede parecer, sino que las luchas constantes
entre diferentes elites, entre unitarios y federales, como reconoce Halperin Donghi
(1990), llevaron a un derramamiento de sangre atroz. Esta idea de cómo construir y
legitimar un discurso de nación, se topó rápidamente con otro de los conceptos centrales
de este trabajo, el de amigo-enemigo schmitteano, el cual analizaremos más adelante.
Por su parte, la idea de pueblo será desarrollada en nuestro país mucho más
tarde, podemos ver una primera apelación en la Revolución del Parque de los
simpatizantes de la causa Radical, pero su apelativo será solo a las capas medias y
descontentas con las políticas de elites que emanaban desde el gobierno.
Para detenernos más detalladamente en la idea de nación, que será central para el
presente trabajo y dejando de lado a las anteriores articulaciones discursivas para
trabajos posteriores, utilizaremos los textos de Balibar y Renan para poder llegar así a
un paneo y una contextualización acabada de la idea de nación.
Balibar (1988) nos planteará que la idea de nación, una idea vulgar, es la de que
una nación es el desenlace previsto para un pueblo que se reconoce heredero de una
sustancia invariable e inerte de sus antepasados. El problema es cómo establecer que es
lo heredado y como reconocer lo unívoco de ese desenlace. La representación que hace
este pueblo como una pertenencia casi espiritual a una realidad aglutinante, como diría
Hegel, los hace reconocerse a ellos mismos como la expresión material de la realidad
abstracta que es la nación para sí misma. Entonces, siguiendo los pasos de este autor,
podríamos usar su concepto de etnicidad ficticia, donde estas construcciones del
imaginario no son más que mitologías fundacionales.
A modo de conclusión podemos ver como cada autor desandará un camino para
explicar la idea de nación, para esta noción Balibar (1988) usara la filología del
lenguaje, la cual será vista como la mejor explicación del aglutinamiento social,
desplazando la idea anterior de la etnografía y la idea de una “filia” o “gens” que
explicara el lazo social. Estas dos serán vistas como ineficientes en la actualidad.
Renan, por su parte, analizará diferentes explicaciones que se han dado como
características de la formación de una identidad nacional, pero verá en la construcción
de un relato histórico y su perpetuación en el presente la explicación más cabal posible.
Es la fundación, para Arendt (2003), la fuente de toda autoridad, pues si bien hay
una clara diferencia entre poder y autoridad, esta última nos es dada por el “religare”
continuo que cada acción es capaz de obtener de ella, cada continuación y
reactualización de la virtud de esa fundación será esencial para la autoridad. El poder y
la autoridad son diferenciados por la autora, ya que si el poder es aquello que ejerce, la
autoridad son aquellos consejos no obligatorios que se cumplen.
El gaucho, por otra parte, será siempre el enemigo público número uno durante
mucho más tiempo, se podría decir que su figura será central hasta mediados de la
década del 1910, cuando la discusión deje de ser tanto el clivaje centro-periferia y se
transforme en un debate más estructural en torno a primeramente al estado nación laico,
democrático y republicano pretendido por los reformistas y los miembros de la naciente
Unión Cívica Radical y ese otro debate estructural en relación al clivaje capital-trabajo.
El Gaucho
Hay tal vez 2 recitados muy esclarecedores para detenernos, el primero aquel
que se refiere a la relación del gaucho arquetípico con el estado, la primera aquella que
dice “Yo sé que en el pago me tienen idea, porque a los que mandan no les cabresteo”,
haciendo una clara referencia a que el gaucho se relaciona de una forma muy particular
con la autoridad del estado nacional argentino, y complementando esta con el broche
final que versa “Y a mí que me importa soy chúcaro y libre , no sigo a caudillos ni en
leyes me atraco”, donde el gaucho independiente de la legalidad y toda autoridad busca
la forma de vivir su vida sin la presión de una narración cosmopolita que pueda alterar
su realidad
Otras partes que se nos revelan interesantes son las referidas a la posición del
gaucho frente a la implementación de un nuevo proyecto económico, el modelo
agropecuario capitalista, donde Cafrune nos dice “Porque aunque no tenga ni ande
caerme muerto, soy más rico que esos que ensanchan sus campos, pagando en
sancochos de tumbas resecas, al pobre peón que hecha los bofes cinchando”. Lo
interesante de este pasaje, es como se muestra en entredicho las penurias del trabajador
rural y las riquezas de los propietarios, pero aun es más interesante el entender como
muchas veces esas empresas acumulativas se llevaban la vida de los propios peones por
las ganancias del estanciero. Al hablar de la implementación de la moneda también será
bastante descriptivo “Porque no me llenan con cuatro mentiras, los maracanases que
vienen del pueblo, a elogiar divisas ya desmerecidas, y hacernos promesas que nunca
cumplieron” donde el papel moneda se veía como un engaño ya que ningún banco daría
por buena aquel en posesión de un gaucho, no eran mas que endémicas los llamados
“vales” que acuñaba el propio patrón y que solo tenían validez en la pulpería o almacén
que también era propiedad del mismo patrón, haciendo del gaucho una población
cautiva de estos modos de producción, no solo a través de la coerción y legalidad, sino a
también librado a la suerte de la violencia económica de sus patrones.
“Por eso en el pago me tienen idea, porque entre los ceibos estorba un
quebracho, porque a tuitos ellos le han puesto la marca, y tiene envidia de verme
orejano” Es una de las frases finales de la escena, donde si comienza peleándose con el
comisario por los abusos continuos sufridos por sus pares, cerrará diciendo que él sabe
que estorba ante las nuevas corrientes políticas, pero que nunca dejara de “cantar
verdades”. Esta estrofa será aun más relevante en la vida de Cafrune, sobre todo en su
final.
El caso argentino
Por lo tanto el caso argentino no es más que una clara mitificación de un sujeto
nacional, donde los diferentes clivajes fueron formando una identidad política en su
población, pero tal vez, lo más interesante de ver de este caso es lo paradójico del
triunfo de la idea de nación y del estado nacional frente al gaucho.
Como bien dicen Lipset y Rokkan (2001), el clivaje centro periferia siempre es
entre un sector cosmopolita que ocupa el centro de la maquinaria del estado que quiere
fagocitar a aquellos que están por fuera de sus representaciones.
“El Facundo” era respondido por el “Martin Fierro” de José Hernández (2009),
que si bien es una gran obra literaria, es ante todo una denuncia de las condiciones de
estos gauchos. José Hernández defenderá la figura arquetípica del gaucho, denunciara
las vejaciones y violencias que vivirá este, pero ante todo, inmortalizara al gaucho como
el motor de la construcción del modelo estado argentino, dándole un sujeto anónimo a
los dichos de Alberdi en el Gigante Amapolas […] ¡Compañeros! La patria ha sido
libertada, sin que hayan intervenido libertadores. Saludad las revoluciones anónimas:
¡ellas son los verdaderos triunfos de la libertad! […] (Alberdi, 2018 :43)
El Gaucho mascota del mundial de 1978, será el clímax de todo esto, recordando
que Cafrune encuentra su muerte en un atentado pergeñado por la dictadura luego de
cantar Zamba de mi esperanza, canción prohibida del cancionero popular. Cafrune
vuelve a recordarnos ese gaucho contestatario y mártir que enfrenta al poder del estado
nacional en manos de una elite que censura a su propio pueblo, para poder asi
conformar una nueva identidad colectiva.
Este último apartado no es más que un gran recondo de la imagen colectiva que
se posee del gaucho, pero a la vez una gran justificación por el tema, la bibliografía y la
especial importancia de rescatar la literatura y las producciones artísticas populares para
dar cuenta de estos olvidos y ficciones que se construyen alrededor de figuras y sujetos
históricos para conformar narraciones y sentidos de realidad estructurantes de las
propias pertenencias, colectivas e individuales. La importancia de Cafrune, de “El
Orejano” y el espíritu de este trabajo busca responder a eso.
Conclusión
Haciendo nuestro recorrido central pasando por el primer momento de la
construcción nacional, un segundo momento pensando la construcción de ese enemigo
interno que será el gaucho, podemos preguntarnos cómo “el olvido selectivo” propio de
las mitificaciones nacionales fue capaz de cubrir de bruma las violencias e
invisibilizaciones continuas del gaucho perpetradas por el Estado en nombre del bien
del pueblo y la nación; y nos llevaron a reconocer al gaucho como la esfinge de lo
nacional y ser el icono del mundial del ’76.
Bibliografía
-Alberdi, J.- El Gigante Amapolas, Editorial Red Ediciones S.L., Buenos Aires,
2018
-Hernandéz, J.- Martin Fierro y La vuelta del Martin Fierro, RTM S.A., Buenos
Aires, 2009
Filmografia:
- Canaro, F. , Carreras, E. – (1967) “Ya tiene comisario el pueblo” Argentina,
Productora del Rio de la Plata.
Anexo
Letra de El Orejano
E-mail: valeriacabreira@gmail.com.br
Resumo
Conclusão
Sem podermos nos alongar muito mais, finalizamos este artigo salientando que
nossa ideia foi contribuir com o debate sobre a difusão de certas representações que
circundam a produção do conhecimento, legitimando determinadas interpretações do
mundo social e político a partir de achados empíricos robustos, mas com pouca
discussão teórica entre os pares. A teoria do desenvolvimento humano foi replicada
inúmeras vezes ao redor do mundo por pesquisadores interessados em descobrir se os
modelos estatísticos propostos por Inglehart eram consistentes em seus países
(KYVELIDIS, 2002; RIBEIRO, 2007, 2011). Muitos encontraram falhas nas
construções dos modelos e do índice de pós-materialismo e propuseram outras versões
(DAVES; DAVENPORT, 1999; FIALHO, 2012). A alguns, como Daves e Davenport
(1999), Inglehart mesmo se preocupou em responder (INGLEHART; ABRANSOM,
1999). A teoria em si, entretanto, quase não foi posta em discussão; há exceção por
causa do velho embate entre culturalistas e neo-institucionalistas no mainstream da
Ciência Política. É como se uma teoria amparada em resultados probabilísticos não
precisasse mais equalizar seus pressupostos à realidade social.
Por exemplo, o tratamento do processo de democratização como dependente da
trajetória de cada país acaba por isentar o papel de intervenções externas na forma como
instituições políticas foram criadas e funcionam. No entanto, os resultados estatísticos
confirmam a diferença no nível de democratização entre países desenvolvidos e não
desenvolvidos e fim de conversa. Obviamente, não se pretendeu aqui desvendar
intenções subjacentes da representação de Inglehart sobre a democratização e o avanço
democrático, mas sim demonstrar que sua tese possui contradições em seus
pressupostos e que, apesar disso, atingiu o efeito objetivo de difundir-se e de tornar-se
uma linha orientadora do pensamento de grande parte de uma subárea robusta da
Ciência Política, a Cultura Política.
Foi interessante notar como o próprio Inglehart (2018) acredita na desigualdade
social como promotora de um processo de corrosão da democracia e, ainda assim,
interpreta o fenômeno de forma a reafirmar as previsões da sua teoria, quando seu
próprio argumento indica que talvez a análise estatística não seja capaz de captar a
contingência típica dos fenômenos sociais e políticos. Para o autor, um dos fatores
geradores de desigualdade social foi a introdução de questões não-econômicas ligadas
ao pós-materialismo, deslocando o foco da discussão política da redistribuição.
Contrário sensu, para Inglehart (2018), não foi o desenvolvimento econômico que gerou
desigualdade social profunda, e sim o fato de as políticas sociais terem deixado por
certo período de aparar as arestas das diferenças econômicas entre as pessoas. Para nós,
em um raciocínio quase primário, pode-se interpretar que se o desenvolvimento
econômico não gerasse arestas a serem aparadas, não haveria desigualdades sociais
profundas.
De certo, algum leitor dirá que lemos Ronald Inglehart com outras lentes que
não aquelas da Political Science. É verdade. Inevitavelmente, leituras outras nos fizeram
lembrar de argumentos e de autores não afeitos à teoria da Cultura Política. No entanto,
neste caso, foi preciso fazer essa conversa entre Ciência Política e Teoria Política, pois
aqui o que estava em questão era a teoria do desenvolvimento humano, e não a sua
verificação empírica, mas sobretudo porque o processo de comprometimento da
democracia liberal tem sido já há bastante tempo anunciado na Teoria Política, agora
com maior veemência.
No entanto, este paper trata apenas de delinear linhas gerais de uma crítica à
teoria do desenvolvimento humano de Inglehart. Para continuarmos essa análise, nossos
trabalhos futuros precisarão dar conta de desvendar minuciosamente: (a) quais
pressupostos levam o autor a compreender a democratização como um processo de
mudança cultural; (b) porque essa mudança cultural é tida pelo autor como dependente
da trajetória de cada país, como se as sociedades não estivessem inseridas em um
sistema global; (c) que lugar ganha “o político” no conceito de democracia de
Inglehart; e d) como o autor interpreta casos de sociedades que não se enquadram em
sua regra geral.
Já para melhor compreender a dinâmica da teoria do desenvolvimento humano,
será preciso decifrar porque Inglehart crê que: (a) o desenvolvimento econômico gera
mudança cultural tendente à abertura à diversidade, mas isso não se aplica à imigração;
(b) a desigualdade social é oriunda da era da inteligência artificial, mas não decorre do
desenvolvimento econômico; e (c) finalmente, a reação autoritária era previsível perante
a desigualdade social, mas essa desigualdade não merece lugar de destaque na teoria do
desenvolvimento humano.
Como uma pista a orientar essa discussão, salientamos que a ausência de crítica
por parte de Inglehart (2018) ao modelo de democracia liberal é uma questão essencial.
O autor apenas se preocupa em descrever fatores que provavelmente expandirão pelo
mundo esse modelo, considerado ideal; logo, não aborda suas patologias, na medida em
que busca explicar questões problemáticas sempre como externas, e não como inerentes
a ele. De qualquer sorte, terminamos esse texto com mais indagações do que respostas,
e deixamos uma questão retórica a se pensar: de que serve vender a ideia de que o
desenvolvimento econômico propicia a democratização ou o avanço em direção da
democracia efetiva? O diálogo com a Teoria Política é sempre saudável para nos tornar
atentos a certas interpretações do mundo, como as de Inglehart (2018), que nos levam a
crer numa normalidade ou neutralidade duvidosa.
Referências
BROWN, Wendy. Undoing the demos: Neoliberalismo stealth revolution.
Cambridge, USA: MIT Press, 2015.
MOUFFE, Chantal. Sobre o político. Tradução: Fernando Santos. São Paulo: Editora
WMF Martins Fontes: 2015.
Abstract:
Dentro de las diversas teorías trabajadas en las Relaciones Internacionales, se observa
una nueva teoría que se viene desarrollando desde fines del siglo XX. Ésta es la
perspectiva decolonial, la cual busca reconsiderar las relaciones internacionales,
replanteando el rol de los países no occidentales. Los diferentes autores analizados
buscan asimismo problematizar una realidad inesperada, y poner en jaque la idea de
progreso, novedad, división racial y salvación planteada por la modernidad.
Proponiendo una mirada contra hegemónica, repensando la relación entre la
colonización y el poder, y los estudios eurocéntricos.
El objetivo de este trabajo fue el de observar si en Argentina se han producido trabajos
que se configuren dentro de esta perspectiva, rastreando que autores han sido los
encargados de dichas producciones y desde que año. Otro objetivo fue el dar cuenta de
la cantidad de trabajos propios de la perspectiva decolonial, publicados en diferentes
revistas de relaciones internacionales, desde 1996 hasta el 2016.
Para lograr estos objetivos se llevó a cabo una metodología de tipo cuantitativa y
cualitativa. Desde el campo cuantitativo se produjo una recopilación y sistematización
de autores y revistas de relaciones internacionales. Desde el lado cualitativo se hicieron
entrevistas y analizaron los discursos de los autores
Introducción
El siguiente trabajo se llevó a cabo con el fin de indagar sobre el papel que la teoría
decolonial tiene en las relaciones internacionales dentro de Argentina. Si bien en un
primer momento, lo que se buscaba era dar cuenta de la influencia de la perspectiva
decolonial en toda argentina, por cuestiones espacio temporales, la investigación hizo
foco únicamente en el área de Relaciones Internacionales, área en la cual se desarrolla la
adscripción en investigación.
Para lograr este objetivo se propusieron tres propuestas de análisis. La primera sería
indagar en diversas revistas de relaciones internacionales, de carácter nacional. La
segunda propuesta fue observar en programas de esta área en diversas universidades
nacionales. Y por último se propuso llevar a cabo entrevistas a personas que investiguen
o tengan vinculación con las relaciones internacionales.
A continuación se comenzará esta investigación trabajando con autores reconocidos o
en algunos casos como Aníbal Quijano, pionero dentro de esta perspectiva. Luego se
pasará a trabajar con las propuestas.
Walter Mignolo en su texto “La idea de América Latina (la derecha, la izquierda y la
opción decolonial)” sostiene que la perspectiva decolonial surge como una alternativa, a
una única manera de ver la realidad, como una opción de reclamo a la “diversidad” de
pensamiento occidental, marxista, liberal, cristiano. Así mismo plantea que el problema
a resolver, es la matriz colonial de poder, la cual la economía es una esfera. El autor,
busca hacer hincapié en que esta matriz hace del control de saber y el conocimiento un
instrumento central de dominio, por ende, se debe decolonizar el saber y ser. Ya que
son, estos saberes, los que reproducen y naturalizan subjetividades y conocimientos, y
los que permiten generar una cultura jerarquizada que a su vez está avalada con
instituciones.
Por otro lado, teniendo en cuenta esta necesidad de decolonización. El autor hacer
referencia al quiebre epistémico, ético y político del siglo XX, que es el que promueve
un espacio de dialogo pluri-versal y asume la objetividad entre paréntesis.
La opción decolonial, confronta a la matriz colonial del poder, la cual fue creada por
imperios europeos y hoy es controlada y mantenida por Estados Unidos. El autor
propone que existen - o por lo menos él plantea- dos maneras de confrontar la
colonialidad del saber y ser. Una de estas formas, es si se lo hace con el imperialismo
europeo y otra es la que llevan a cabo desde la perspectiva decolonial (decolonialidad
del saber y del ser) hombres mujeres, heterosexuales, homosexuales, desde países no
europeos, trabajando desde este dialogo pluri- versal y desde la multiplicidad de
“nuestras modernidades”.
Siguiendo con la lógica que plantea Mignolo, es decir la de presentar a la perspectiva
decolonial como una alternativa. Encontramos a Edgardo Lander cuyo texto titulado
“Ciencias Sociales: saberes coloniales y eurocéntricos” plantea la necesidad de repensar
a las ciencias sociales.
El autor explica que se ha producido una naturalización de las relaciones sociales, y que
las ciencias sociales jugo un papel importante en esto, al hacer posible que las personas
crean que las características de la sociedad “moderna” son el resultado de un desarrollo
histórico que evoluciona de forma natural y necesaria. Y que por esto es la única forma
de sociedad que puede existir.
Con la conquista ibérica del continente americano, se produce dos procesos que
conjuntamente conforman la historia posterior, ellos son la modernidad y la
organización colonial del mundo. Con ambos procesos comienza un universalismo no
universal, es decir se niega todo derecho diferente al liberal, se produce así mismo la
constitución colonial de saberes, lenguajes, memoria imaginación.
En relación a los derechos de las personas, el autor hace mención a la falta de derechos
que tenían los indios. Para esto trae a colación a pensadores como Locke, con quienes
comenzó a producirse una postura que sostenía, que si la tierra no se trabajaba en pos
del capitalismo, por más que allí habite un indígena, ésta debía ser tomada y trabajada
según la lógica capital-salario. Así mismo las comunidades sin soberano, ni
constitución, quedan excluidas de un nivel paritario del ordenamiento jurídico.
Como bien planteó desde un principio Lander, las ciencias sociales, contribuyeron y
fueron una base, para que lo dicho anteriormente, no sólo tenga lugar, sino y por sobre
todo se naturalice. Con las ciencias sociales, se produce un proceso de cientifización,
objetivación y universalización de la sociedad liberal. Acceder a la ciencia que se
consideraba algo propio de la sociedad liberal, marcaba la diferencia entre lo moderno
(occidentales) y el resto del mundo. Y esta diferencia sirvió siempre para que las
ciencias estudien a las colonias, desde el contraste con la experiencia histórico cultural
universal de Europa. En relación a esto Edgardo Lander plantea:
“Los diferentes discursos históricos (evangelización, civilización, la carga del
hombre blanco, modernización, desarrollo, globalización) tienen todos como sustento
la concepción de que hay un patrón civilizatorio que simultáneamente superior y
normal. Afirmando el carácter universal de los saberes científicos eurocéntricos se ha
abordado estudios de todas las demás culturas y pueblos a partir de la experiencia
moderna occidental, contribuyendo de esta manera a ocultar, negar, subordinar, o
extirpar toda experiencia o expresión cultural que no ha correspondido con este deber
ser que fundamenta a las ciencias sociales.” (Lander; 2000, pp. 11).
En América Latina, las ciencias sociales, y su objetividad universal han sido utilizadas
por las elites latinoamericanas, para lograr la “superación” de los rasgos tradicionales y
premodernos, que obstaculizaban el progreso; buscando transformar y generar
sociedades a la imagen y semejanza de las sociedades liberales. Al hacer esto, se le
niega la cultura o cosmovisión propia, a la personas que se hallaban en América antes
de la conquista o a quienes habían traído desde otros países como mano de obra. “Al
colocarlas como expresión del pasado, se les niega la posibilidad de su
contemporaneidad.” (Lander; 2000, pp. 11).
Para lograr desnaturalizar las ciencias sociales, que es lo primero que planteo el autor en
su texto, es necesario cuestionar todos los saberes que se conocen como globalmente
ciencias sociales. Saberes que como se ha dejado en claro, son excluyentes, generadores
de desigualdades y tergiversados a favor de los europeos y la lógica capitalista.
Entre las alternativas que se están llevando a cabo -y que buscan repensar y poner en
jaque a las ciencias sociales, tal como se las conoce- se encuentran:
“Las múltiples vertientes de la crítica feminista , el cuestionamiento de la
historia europea como historia universal, el desentrenamiento de la naturaleza del
orientalismo, la exigencia de “abrir las ciencias sociales”, los estudios subalternos de
india, la producción intelectual de africanos…, y el amplio espectro de la llamada
perspectiva postcolonial que se encuentra en universidades norteamericanas y
europeas.” (Lander; 2000, pp. 4, 5)
Para ahondar en las ideas, teorías que proponen pensadores que se encuentran dentro de
la perspectiva decolonial, primero se traerá a colación a autores como Immanuel
Wallerstein y Aníbal Quijano y su texto :“La americanidad como concepto o América
en el moderno sistema mundial”. Ellos proponen dentro de este texto, la idea de que en
el siglo XVI se determina a América como una entidad geo social. Con ella fue posible
no sólo la diferenciación entre Europa y aquella, sino que, con este hecho comenzó el
sistema mundo capitalista (Emergencia del circuito del atlántico que considero
fundamental en la historia del capitalismo de la modernidad/colonialidad, y el impacto
que tuvo). Así mismo sostienen que el colonialismo produjo cuatro novedades.
La primera fue la colonialidad en sí, es decir se genera un sistema interestatal jerárquico
entre un conjunto de estados reunidos, en el cual las colonias pertenecen al sistema más
bajo. La segunda novedad que produjo fue la etnicidad, (que son límites comunales
impuestos por otros y por la propia comunidad), esta novedad fue, por un lado una
consecuencia inevitable de la colonialidad, pero también por la no respuesta de los
Estados de América.
El tercer elemento que instauro el colonialismo fue el racismo, como elemento que
reforzaba la etnicidad, elemento que cobró más relevancia en el siglo XIX, y se lo
utilizó para apuntalar culturalmente una jerarquía económica cuyas garantías políticas se
estaban debilitando.
El último elemento fue la novedad misma, junto con la fe en la ciencia como pilares de
la modernidad. Dicha novedad o americaneiad estableció instituciones y maneras de ver
el mundo de una manera que permitía mantener el sistema.
Respecto del tercer elemento mencionado anteriormente (el racismo). Es un elemento en
el cual ahonda Quijano en su texto “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América
Latina”. Sostiene así, que fue la idea de raza uno de los ejes fundamentales para la
clasificación social de la población, y como forma de legitimar las relaciones de
dominación impuestas por la conquista. Sobre esto el autor expresa:
“América se constituyó como el primer espacio/tiempo de un nuevo patrón de
poder de vocación mundial y, de ese modo y por eso, como la primera id-entidad de la
modernidad. Dos procesos históricos convergieron y se asociaron en la producción de
dicho espacio/tiempo y se establecieron como los dos ejes fundamentales del nuevo
patrón de poder. De una parte, la codificación de las diferencias entre conquistadores y
conquistados en la idea de raza, es decir, una supuesta diferente estructura biológica
que ubicaba a los unos en situación natural de inferioridad respecto de los otros. Esa
idea fue asumida por los conquistadores como el principal elemento constitutivo,
fundante de las relaciones de dominación que la conquista imponía. Sobre esa base, en
consecuencia, fue clasificada la población de América y del mundo después, en dicho
nuevo patrón de poder. De otra parte, la articulación de todas las formas históricas de
control de trabajo de sus recursos, de sus recursos y de sus productos en torno del
capital y del mercado mundial. (Quijano; 2000, pp. 202)
Sobre la base del racismo se crearon nuevas identidades: indios, blancos, negros,
mestizos. A cada identidad le fue asignado o correspondía una determinada tarea,
estableciendo así la división del trabajo. Se relegó a una situación de inferioridad a los
pueblos sometidos, los cuales trabajan en condiciones de esclavitud, servidumbre, o por
un mínimo salario en condiciones paupérrimas. El genocidio de los indios no sólo
estuvo asociado a la violencia de los conquistadores, sino y por sobre todo a las
condiciones de trabajo forzado.
Todas las formas de control y explotación del trabajo, se construyeron e impusieron de
cero, ya que fueron articuladas en torno a la relación capital- salario. Se generaron para
crear mercancías para el mercado mundial, este control sobre el trabajo determinó la
distribución geográfica de cada una de las formas integradas en el capitalismo
industrial.
Los colonizadores, no solo, dispusieron una lógica de trabajo en pos del capitalismo,
terminando así con los diferentes modos de trabajos que existían en la región, sino que
ejercieron diversas operaciones que permitieron generar un nuevo universo de
relaciones intersubjetivas de dominación. Expropiaron a las poblaciones colonizadas
aquellos que resultaban más aptos para el desarrollo del capitalismo y en beneficio del
centro europeo. Reprimieron tanto como pudieron las formas de producción de
conocimiento de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su universo
simbólico sus patrones de expresión u de objetivación de la subjetividad. Forzaron a los
colonizados a aprender parcialmente la cultura de los dominadores en todo lo que fuera
útil para la reproducción de la dominación, sea en el campo de la actividad material
tecnológica como la subjetiva, especialmente religiosa.
En relación a lo dicho en el párrafo anterior, el autor sostiene, que existe una relación
entre los procesos que se van generando y las intersubjetividades que estos procesos
conllevan. En este caso, se hace mención de las intersubjetividades de los pueblos que
se van integrando al nuevo patrón de poder mundial. Estos cambios son la expresión
subjetiva de lo que las personas en el mundo están haciendo, de cómo ellas perciben al
mismo, luego de integrarse e interactuar con otras culturas. Es por esto que debe
entenderse que con América se constituye un nuevo espacio tiempo, material y
subjetivo.
Sobre esta idea de intersubjetividades que se generan, Quijano sostiene que los
conquistadores, imponen un pensamiento eurocéntrico, es decir una forma de
conocimiento y de producción que queda ceñida al carácter de patrón mundial del
poder: colonial/ moderno, capitalista y eurocentrado. Este tipo de pensamiento, estuvo
aparejado con la idea de que lo no europeo pertenecía al pasado, primitivo e inferior,
“como causa de ello” se los despojó de su identidad histórica, se le puso una identidad
racial.
En relación a lo dicho anteriormente por Quijano –es decir a través de la conquista se
impuso la logia colonial, primitivo e inferior/ moderno avanzado, superior-. Enrique
Dussel en su texto “Europa, modernidad y eurocentrismo”, sostiene que la modernidad
es justificación de una praxis irracional de violencia. Ya que se utilizó la idea de
modernidad, de necesidad de salir de lo primitivo e incivilizado, porque era algo propio
y natural del desarrollo de la historia de la humanidad, y que los conquistadores,
debieron llevar a cabo todos sus actos por el simple hecho de que era lo que mandaba el
curso de la historia. Cuando en realidad sus prácticas violentas (muchas veces
irracionales), tenían otros objetivos. A esto lo denomina el mito de la modernidad y lo
enuncia así:
Este tema fue también tratado por Santiago Castro Gómez en su texto “Ciencias
sociales, violencia epistémica y el problema de “la invención del otro”. Este autor
también sostiene que la modernidad en nombre de la razón y el humanismo genero
alteridades, excluyendo la hibridez, al multiplicidad, la ambigüedad, la contingencia de
las formas de vida concreta. Por invención del otro, el autor sostiene:
Así como Dussel hace referencia a los conquistadores o a los modernos, cuando se
refiere a los responsables de alterar la historia. Castro Gómez, hace hincapié en el rol
que tuvo el Estado para generar reformas e “inventar al otro”. Este Estado, fue el
garante de la organización racional de la vida humana, a través del monopolio de la
violencia, “dirige” racionalmente las actividades de los ciudadanos, de acuerdo con
criterios científicos preestablecidos.
El autor también da cuenta de la relevancia que las ciencias sociales tuvieron para que el
Estado logre asignar a los ciudadanos en una identidad cultural. Las ciencias sociales
enseñan cuales son las “leyes” que gobiernan la economía, la sociedad, la política y la
historia. El Estado se encarga de definir sus políticas gubernamentales a partir de lo que
la ciencia determinaba.
El autor retoma en una parte de su texto a Gonzales Stephan para dar cuenta de cómo
fue el proceso y los elementos que se utilizaron para forjar al ciudadano ideal. Así
mismo citando Gonzales Sthephan, comenta que en parte fue posible este nuevo
ciudadano, por el rol que jugó la palabra escrita. Ella, dice el autor, construye leyes, e
identidades nacionales, diseña programas modernizadores, organiza la comprensión del
mundo en términos de inclusiones y exclusiones. Reglamenta la conducta de los actores
sociales, establecen fronteras entre unos y otros y les transmiten la certeza de existir
adentro o afuera de los límites definidos. Por otro lado, los elementos usados por el
Estado para crear el ciudadano fueron: las constituciones, los manuales de urbanidad, y
la gramática de la lengua.
El manual de ciudadanía, es el propio del ciudadano burgués, el que sabe cómo hablar,
comer, utilizar los cubiertos, etc. Estos manuales junto con la educación cívica,
sirvieron para generan diferencias entre la republica de la colonia, la civilización de la
barbarie.
Las ciencias sociales, generaron la idea de una Europa, que se autogeneró, y se realizó y
racionalizo sin tener contacto con otras culturas, por mérito propio. El rol de las
América, Asia y África, desde este punto de vista sería irrelevante para comprender el
fenómeno de la modernización, y la interacción entre estas culturas y Europa, significó
el comienzo hacia el desarrollo y hacia la modernización.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, el autor plantea que las ciencias sociales,
jamás generaron una ruptura epistemológica con la ideología europea, y tal como lo
planteó Lander, estas sirvieron para pensar a América a través de la confrontación. Para
caracterizarla como el primer estadio del desarrollo, y determinar a Europa como el
desarrollo ya alcanzado, desarrollo que necesaria y naturalmente debía llevarse a cabo
en América. Así mismo sirvieron para legitimar la división internacional del trabajo y la
desigualdad en los intercambios de comercio.
Dussel por su parte, sostiene que para lograr superar la modernidad y tener otra visión
de la historia, será necesario negar el mito de la modernidad. Es por esto que se debe
descubrir como “inocente” como víctima no culpable, a la “cara negada” de la
modernidad. Una vez que se la descubra como tal, deberá juzgar a la modernidad como
violenta, sacrificadora sin causa justa, conquistadora, generadora de alteridades. El
mundo periférico colonial, el indio sacrificado, el negro esclavizado, la mujer oprimida,
el niño y la cultura popular alienada, deben mostrar su versión.
El autor sostiene que se debe transcender la razón moderna, en tanto razón violenta,
eurocéntrica, hegemónica y desarrollista. Este proceso lo denomina como “proyecto
transmoderno”, que significa observar una modernidad junto a su alteridad negada que
se co-realizan por mutua fecundidad creadora. Una modernidad que nace realmente en
1492.
Para Castro Gómez, la tarea de una teoría crítica de la sociedad es, entonces, hacer
visibles los nuevos mecanismos de producción de las diferencias en tiempos de
globalización. Para el caso Latinoamérica, se debe decolonizar las ciencias sociales.
Finiquitando las categorías binarias utilizadas anteriormente por la filosofía de la
liberación y las teorías de la dependencia, ya que no es posible seguir definiendo las
categorías de poder con aquel instrumento teórico.
Francisco Lópes Segrera, en, en su texto “Abrir, impensar, y redimensionar las ciencias
sociales en América Latina y el Cribe ¿Es posible una ciencia social no eurocéntrica en
nuestra región? Plantea a la necesidad de empezar las ciencias sociales, poniendo en
cuestión el legado del siglo XIX. Es decir se debe reconciliar lo estático y lo dinámico,
lo sincrónico y lo diacrónico, analizando los sistemas históricos como sistemas
complejos con autonomía, y límites temporales y espaciales (Lópes Segrera; 2000,108).
Es necesario lograr una trasndiciplinariedad de las ciencias sociales, y lograr una
reunificación epistemológica del mundo del conocimiento.
El autor resume la agenda de las ciencias sociales en la región con tres
propuestas:
“Organizar debates entre los científicos sociales ideográficos (historiadores) y
nomotéticos de nuestra región, en que también participen representantes
latinoamericanos y caribeños de las ciencias duras e igualmente figuras de
primer nivel de otras latitudes.
Fomentar la transdiciplinariedad medite proyectos de investigación en torno a
problemas de suma importancia actual.
Revalorizar las grandes teorías explicativas evitando la ultra-especialización.”
(Lópes Segrera; 2000, 116)
Artículos
Si bien el objetivo de la investigación, es observar la incidencia que la perspectiva
decolonial, tiene en las Relaciones internacionales, una de las propuestas que se
estableció para observarla fue, recabar artículos de revistas argentinas en dicha área. En
esta sección del trabajo se observarán, entonces, aquellos que responden a la perspectiva
decolonial, y a los planteos trabajados dentro del marco teórico.
Es menester, establecer que las revistas en las cuáles se ha recolectado información han
sido: “Temas y debates”, de la universidad de Rosario, se han indagado artículos desde
su creación hasta el presente. También se buscó información en la revista “Integración y
cooperación internacional”, desde su creación hasta el momento.
Así mismo se indagó en la “Revista de Relaciones Internacionales” de la Universidad
Nacional de la Plata desde el año 1996 hasta el presente. Otra revista fue la de “Studia
politicae” de la Universidad Católica de Córdoba, donde se han observados artículos
desde su creación hasta el momento. La revista de “S.A.A.P” también fue consultada.
A continuación se hará un breve resumen de cada artículo encontrado que responden a
los planteos de la perspectiva decolonial. Así mismo se establecerá relación entre dichos
artículos y algunos de los autores utilizados para realizar el marco teórico.
Etnocidio: ¿una revolución de los pueblos americano? Fernando Quiroga- IRI
Este artículo comienza indagando sobre la palabra cultura, y hace un recorrido histórico
sobre sus acepciones, con el objetivo de comprender el sentido actual del término y su
uso en las ciencias sociales. Dentro del recontó, da cuenta de la diferencia entre la
concepción universalista (la cultura como algo único y universal) y particularista
(aborda cada cultura sin preconceptos y sin determinar categorías).
Luego, el autor trae a colación la idea que el relativismo cultural posee sobre la cultura
–rechaza todo juicio que un pueblo haga sobre culturas diferentes a la suya, basado en
sus propias pautas y valores-. En cambio, dice el autor, con el eurocentrismo, la
situación es totalmente diferente, “es en cierto modo natural que los individuos
pertenecientes a un grupo determinado, endoculturados, observen y analicen las
diferentes culturas a partir de los valores y principios adquiridos en su proceso de
socialización. Cada grupo considera que su propia cultura es la única verdadera,
considera inferiores a las restantes a las que en muchos casos desprecia.” (Quiroga;
2004, pp. 122)
Siguiendo con lo planteado en el párrafo anterior, el autor sostiene que el etnocentrismo,
tiene la concepción de un desarrollo evolutivo de la historia, distinguiendo así a las
culturas primitivas de las desarrolladas, pero concibiendo a ambas como parte de un
solo proceso. Caracteriza de primitivos todos aquellos pueblos que no adopten los
cánones occidentales de la ciencia y la tecnología.
Luego de dar cuenta sobre las diversas corrientes y las concepciones que estas tienen en
torno a la cultura, el autor se enfoca en indagar sobre cómo ha sido receptada la cultura
en los tratados internacionales y en el sistema regional americano. El autor retoma la
declaración americana de los Derechos y Deberes del Hombre aptada en 1948, y
sostiene que el derecho de la cultura se declara como colectivo en la concesión de la
independencia a los países y pueblos coloniales, determina que todos los pueblos tienen
el derecho de libre determinación, y que en virtud de este derecho determinan
libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social
y cultural. Así mismo habla del derecho de las minorías, de disfrutar su propia cultura y
el deber del Estado de proteger y promover la identidad de estas minorías.
Si bien retoma los derechos colectivos que se generaron en la declaración, da cuenta del
genocidio y etnocidio que se da en América Latina. Para dar cuenta de esto, primero
retoma Cardoso de Oliveira, y la forma en que este construye la idea de identidad.
Para este, “la identificación de la identidad se construye en el plano de lo social, lo cual
hace difícil su percepción. De este modo se entienden las identidades étnicas como
categorías sociales generadas en procesos complejos… no comprender la íntima
relación que existe entre la construcción de las categorías étnicas y las situaciones de
dominación/subordinación que ordenan a los grupos que las constituyen, nos conduce a
no plantear que muchas de ellas han servido y aun sirven para legitimar y justificar
acciones de dominación y ejercicios impunes del poder y la violencia” (Quiroga; 2004,
127).
En el caso americano, dice el autor, los grupos más estigmatizados fueron los negros e
indios, esta estigmatización comenzó con el colonialismo. Recalca también, el status de
esclavo que se le asignó al negro, y el lugar de colonizado e inferiores que se le dio al
indio. No sólo se puso en una situación de inferioridad al indio, sino que se cometió un
genocidio contra esta población, a través de la matanza directa, las malas condiciones de
trabajo, las enfermedades, la destrucción del tejido social y económico.
A los aborígenes se les impuso una cultura, valores, pautas y normas diferentes, han
sido obligados a modificar su forma de vida, adoptar otra lengua y obedecer la ley
occidental. En la actualidad la situación de estos pueblos no ha variado. No sólo se
degrado en la época del colonialismo a estas identidades étnicas, sino que muchas veces
se dijo que el atraso económico de estos países, se debe a cuestiones étnicas.
En cuanto al rol del Estado, el autor da cuenta de los Estados multiétnicos, y sostiene
que estos, formulan proyectos que proceden de una minoría, y que paradójicamente bajo
la bandea de “integración nacional” han negado el pluri-culturalismo. Reforzando
diferencias étnicas y culturales, desde el propio Estado, para encubrir de ese modo la
desigualdad social y mantener latente los mecanismos de explotación.
Otra estrategia que utiliza el estado, es la de manipular el concepto de etnicidad,
rescatándola, sólo como atractivo turístico. Se busca resaltar las características exóticas
y folclórica, tornándola un elemento inocuo, fuera de su realidad social.
El autor termina su artículo diciendo, que si bien existen diversos derechos que buscan
proteger a estos pueblos, el etnocidio (asesinato cultural en nombre de la unidad
nacional) no tiene status jurídicos, por lo cual los Estados etnocidas no sufren sanción
alguna, ni los pueblos protección. Las demandas sobre mayor control de recursos
naturales, tierras, participación en el gobierno y la identidad cultural, por parte de los
pueblos originarios, muchas veces quedan en eso, sólo demandas.
Derechos indígenas en América Latina. Emergencia política, autonomía y zapatismo.
Manuel Martínez de Espinoza. –Temas y debates-.
Este artículo, hace un recorrido histórico desde la creación de los “caracoles” y “las
Juntas de Buen Gobierno” hasta el presente momento en que se publicó el artículo para
dar cuenta de la lucha de los indígenas por sus derechos en México. Sus demandas giran
en torno de garantías, instrumentos y procesos para su desarrollo. Este asunto es
controvertido aún a nivel nacional, pues sus contenidos, especialmente la demanda de la
autonomía, influyen directamente en pilares sobre los cuales asentado los Estados
modernos.
Los movimientos de demanda en América Latina, se dieron en un contexto de,
agotamiento de los proyectos nacional- desarrollistas y de las formas burocrático
autoritaria y la liberalización del sistema económico y político. En relación a este
contexto, se debe pensar y comprender al movimiento indígena como un sujeto político
en constante evolución, producto de relación con otros sujetos. En contacto con estos
otros sujetos (iglesia católica, profesionales de la antropología y las redes humanitarias
internacionales) recrea normas, procesos e instrumentos, lo cual lo ayudó a tomar parte
en la estructura política que se le presentaba.
Con los movimientos indígenas se crean diversos debates y confrontaciones. En el
artículo se mencionan dos, uno de ellos tiene que ver con el basamento de los Estados-
Nación y el otro con los Derechos Humanos.
“Respecto del Estado-Nación, se reconocen dos posturas relativas a la
emergencia de los movimientos indígenas y la reivindicación de sus derechos: a) que el
reconocimiento de la autonomía y la autodeterminación de los Pueblos Indígenas
significan la disgregación de los fundamentos dl Estado- Nación. Y b) que el
reconocimiento de la autonomía y la libre determinación asienta los elementos
esenciales que fortalecen los pactos sociales, con lo que el Estado refuerza la
legitimidad de las funciones.” (Martínez Espinoza; 2007, pp.5).
“Respecto de los Derechos Humanos, existen esencialmente, tres posturas: a)
que el reconocimiento de los derechos colectivos (base teórica fundamental de los
derechos indígenas) lacera y superpone al disfrute de los derechos humanos, que se
sustentan en el individuo. B) Que el reconocimiento de los derechos colectivos significa
resarcir la histórica hegemonía y dominio de las ideas liberales (occidentales)
colonizadoras frente a concepciones colectivas (de los pobladores originarios). Y c)
que el reconocimiento de los derechos indígenas es posible siempre y cuando no
vulnere las garantías individuales de la sociedad (esta postura puede catalogarse como
una liberal que media ente las liberales radicales y comunitaritas). (“Martínez
Espinoza; 2007, pp. 5; 6).
Luego de observar la las demandas de los movimientos indígenas, en torno al Estado
nación, y los Derechos Humanos. El autor busca hacer foto en los conceptos de
autonomía.
Comienza esta parte del articulan, dando cuenta de que la historia de los pueblos
originarios en América Latina, se ha caracterizo por ser una historia de relación de
dominación, etnocidio, de relegación de los indígenas a los estratos más bajo en todas
los campos. En base a esta historia, el autor plantea la necesidad de establecer que es
autonomía, y en relación a esta, las demandas generadas por los pueblos indígenas.
La autonomía es, dice el autor, un régimen jurídico político que reconoce atribuciones
actividades específicas de una comunidad sobre la base de un marco normativo mayor.
El movimiento indígena demanda autonomía en cuatro cuestiones:
Para seguir dando cuenta de la lucha por la autonomía, este autor hace un repaso de las
causas composición y etapas del movimiento zapatista. Sin embargo lo que quisiera
rescatar de este apartado es como define él a este movimiento. Para el autor el
movimiento Zapatista es “producto de una mixtura de factores coyunturales, históricos
y estructurales provenientes tanto del escenario internacional como de los escenarios
nacional, estatal y local.” (Martínez Espinoza; 2007, pp.10).
Luego de todo el recorrido que produce el autor, sostiene que a pesar de que el
movimiento zapatista ha visto insatisfecha sus demandas por autonomía ante las
instituciones oficiales del sistema político mexicano. Los indígenas (que forman parte
del zapatismo), llaman la atención, ya que están ejerciendo sus autoproclamados
derechos indígenas bajo formas que no son plenamente reconocidas por la ley
mexicana.
La dimensión educativa en el MERCOSUR: tensiones lingüísticas y poblaciones
indígenas. Las problemáticas ocultas en la Cooperación Sur-Sur Regional para el
Desarrollo. Débora Fagaburu- Integración y Cooperación internacional-
El siguiente artículo busca dar cuenta, de que si bien en las últimas décadas, desde el
MERCOSUR, los países con tinte centro izquierda, han tendió dentro de sus agendas, la
inclusión de vastos sectores de la población, los pueblos originarios, siguen siendo
relegados en muchos aspectos. La autora hace un análisis y comparación entre las metas
y la real situación que atraviesan en el ámbito educativo, los pueblos originarios,
especialmente aquellos que viven en las fronteras.
Fagaburu comienza resaltando la importancia que los miembros del MERCOSUR le
dan a la educación como proceso de integración regional, y como pieza central de
construcción ciudadana. Así mismo plantea que en la última década la población ha
mejorado el acceso a salud, educación fueron reconocidos sus derechos territoriales
A su vez sostiene que si bien, la población indígena comienza a ganar protagonismo
antes los desafíos del cambio climático y la igualdad de género, ella sostiene que si se
busca que su participación aumente, estas poblaciones deben ser concebidas como
comunidad de ciudadanos y no individuos. Para esto será necesario reforzar su
educación, ya que un sistema educativo fuerte, les permitirá a dichas comunidades
formar parte de los nuevos “Objetivos de Desarrollo Sostenible”
Sin embargo la capacidad de los sistemas educativos vigentes, para configurar un
espacio realmente abierto, es insuficiente para satisfacer las demandas de la población
indígena en relación a la interculturalidad. Estas, ven restringido el acceso a la
disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y adaptabilidad, cuatro dimensiones que
fueron establecidas como derecho por el comité de las naciones unidas.
Según el documento de Metas 2021 las dificultades que han tenido las minorías étnicas
para acceder al sistema educativo, de forma equitativa se deben a dos causas. En primer
lugar, el espacio geográfico (lejos de las escuelas) donde se hallan las poblaciones. Así
mismo algunos jóvenes acceden a instituciones con deficiencias infraestructural,
mantenimiento, servicios básicos, materiales didácticos y docentes, lo cual hace
completamente inadecuada para poder tener un buen aprendizaje. Cabe resaltar la falta
de capacitación que poseen los docentes para dar respuestas a las demandas de
interculturalidad.
En segundo lugar se reconoce la falta de adecuación, de relevancia y pertinencia en los
currículos. Existe una escasa vinculación entre la cultura de los indígenas con lo que se
cursa en las escuelas, por lo que las formas de aprender que se da en las escuelas posee
una racionalidad diferente a las que poseen estos pueblos. Legitimar la cosmovisión
indígena en el diseño curricular depende de mantener los sentidos significados
generados en unos contextos socio-históricos específicos a los que les subyace un
episteme particular. Hacer esto significa generar rupturas epistemológicas en la
construcción didáctica y curricular, con los modelos promovidos desde la
institucionalidad de la sociedad occidental.
Estas problemáticas quedan relegadas en los procesos de toma de decisión y políticas
educativas regionales, afectando directamente el impacto y los resultados de los
acuerdos de cooperación e integración en este campo.
Si bien con la llegada de los gobiernos de centro-izquierda, se comenzó a repensar la
importancia de rescatar y proteger las lenguas, esto se piensa sin tener en cuenta a la
persona que la habla. Se debe tener en cuenta los matices de las lenguas, es decir que no
todas se hayan en la misma situación, es por esto que será necesario plantear soluciones
para cada situación. El plurilingüismo se reconoce en abstracto pero no se reconocen las
lenguas que lo constituyen.
Si bien es cierto que desde el nacimiento del Estado-nación, la tendencia había sido la
de homogeneización culturales sistemas educativos fueron sustituyendo las diferentes
lenguas con las que los alumnos llegaban, por la “lengua nacional” También es cierto,
que frente a esto, los gobiernos Latinoamericanos, se han esforzados en las últimas
décadas por superar los conflictos en torno a la educación multicultural. Los países del
bloque buscan profundizar la integración educacional y respetar la diversidad cultural a
través de los mismos mecanismos que ofrece la Cooperación Internacional.
En relación a lo establecido anteriormente, ella sostiene que, aunque uno de los pilares
de los modelos de desarrollo nacional de la mayoría de los países de América Latina es
la inclusión social, los pueblos indígenas lejos están de ser empoderados por los Estados
en el diseño e implementación de políticas que incentiven su inclusión a la sociedad
como una comunidad con características culturales distintivas como son las políticas y
las prácticas educativas. La enseñanza bilingüe (o ineficiencia de ella) es sólo una de las
caras de los dilemas que afrontan los pueblos aborígenes tanto dentro del sistema
educativo como fuera de él.
Buen vivir y decolonialidad: Crítica al desarrollo de la racionalidad instrumental.
Sebastián Perez-Temas y debates-
Este artículo es una reseña a la obra titulada con dicho nombre. El mismo busca pensar
el desarrollo, la actividad humana por fuera del pensamiento instrumental eurocéntrico,
y capitalista. Poniendo en discusión elementos teóricos con razonamiento alternativo y
opuesto al hegemónico.
Este libro, busca también “restablecer un lazo relacional entre las personas y con la
naturaleza, basado en la solidaridad y la reciprocidad” (Perez; 2014,1). Luego el autor
comienza a describir de forma general en que se basa cada capítulo.
La primer parte busca discutir elementos teóricos y generar aportes a una propuesta
analítica. La segunda parte, apunta analizar estudios de casos, que responde a la
pregunta ¿Cómo se procesa esa nueva racionalidad en la vida cotidiana, con que
contracciones y avances?
El autor comenta como se trabaja la teoría de la colonialidad. La misma, dice Pérez, es
presentada desde el asentamiento de las lógicas capitalistas en una estructura de
explotación y dominación en la que la clasificación social de la población mundial
tendrá su principal sustento en la idea de raza, esto es, en la construcción –imposición
de diferencias sociales entre la gente a partir de diferencias biológicas, lo que se
constituirá en el criterio de clasificación social en la modernidad/colonialidad, para la
distribución de la población en las relaciones de poder. Luego se repasa que se trabajará
en cada capítulo
La causa, por la cual se rescata este artículo, es porque en él, el escritor recalca en su
reseña la importancia que el libro le da perspectiva decolonial, como alternativa a una
única mirada homogénea y eurocéntrica. Otra de las causas es porque en el mismo se
retoman conceptos trabajados por Aníbal Quijano –pionero en esta perspectiva, y autor
como base para construir este trabajo-.
Como bien se anticipó al comienzo de esta sección los artículos aquí presentados son
aquellos que de una u otra manera responden a las propuestas realizadas por los autores
de la perspectiva decolonial. Como se logra observa, casi la totalidad de los textos
abordan la problemática aborigen, ya sea desde sus demandas o sus derechos. De los
inconvenientes que aún día existen para que estos pueblos vean satisfechos ciertos
derechos propios y colectivos.
En relación a las demandas planteadas por estas comunidades, Quijano ya planteaba
cuestiones de raza y degradación de clase y/o cultura, por parte de los colonizadores,
justificando dichos actos a través del pensamiento eurocéntrico. Estos conceptos
sostienen que sobre la base del racismo se crearon nuevas identidades: indios, blancos,
negros, mestizos. A cada identidad le fue asignado o correspondía una determinada
tarea, estableciendo así la división del trabajo. Se relegó a una situación de inferioridad
a los pueblos sometidos.
Por otro lado dice el autor, reprimieron tanto como pudieron las formas de producción
de conocimiento de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su universo
simbólico sus patrones de expresión u de objetivación de la subjetividad. Se les impuso
otro “modelo de vida” que respondía a los intereses y necesidades capitalistas.
En relación al rol del Estado, Castro Gómez, hace un interesante análisis sobre el papel
que aquel jugó en el proceso de invención del otro. Dicho autor sostiene que fue el
Estado, -con colaboración de las ciencias sociales- quien orquestó la “invención del
otro” a través de diversos mecanismos, entre ellos podemos encontrar, las
constituciones, los manuales de urbanidad y la gramática
Especialmente se puede establecer una relación con el artículo que plantea la
problemática de educación que deben afrontar los pueblos originarios y la capacidad de
dar respuesta que poseen los estados, con lo que plantea Rita Segato. Para ella un papel
del estado es el de restituir a los pueblos, su fuero interno y a trama de la historia
expropiada por el proceso colonial.
Sin embargo dice la autora, el Estado entrega con una mano lo que ya retiró con otra. Si
bien en dicho texto la autora utiliza esta frase para hacer mención a la situación de las
mujeres aborígenes y el femicidio; bien se podría aplicar esa frase aquí. El Estado
valiéndose de la “necesidad” de la creación de una “Nación” homogeneizo y estableció
la lengua castellana como principal, prohibiendo durante muchos años cualquier tipo de
lengua –propia de los aborígenes- en las instituciones públicas.
Programas de cátedra
En este apartado, se trabajara con otra de las propuestas hechas para poder observar la
influencia de la perspectiva decolonial en las relaciones internacionales. Al igual que en
el apartado anterior, aquí se hará una breve mención de los textos que responden a
dichas perspectivas y que son incluidos en los programas de cátedras de diversas
universidades.
Han sido consultados los programas de la universidad de UBA, UNL, ambos programas
del año 2016, cuya jefa de cátedra es Elsa Llenderroza. Programa de la universidad de
Lomas de Zamora (año 12015) y la Matanza (2016), y el jefe de cátedra es Lavolpe,
Francisco. La universidad de UNCUYO año 2015, cuyo responsable de cátedra es
Martín Pouget.
Otros programas consultados han sido de la UNR programa del año 2016, y su
responsable es Lechini Gladys. Así mismo se indagó sobre el programa de la UNSAM,
del año 2015 y tiene como jefe de cátedra a Marcelo Saguier. Por último se indagó el
programa de UNER, del año 2015, cuya jefa de cátedra es María Alejandra Saccone.
Pensamiento decolonial: ¿una “nueva” apuesta en las relaciones internacionales?
Melody Fonseca y Ari Jerrems. UNSAM
La autora comienza haciendo una introducción del pensamiento decolonial. Sostienen
que dicho pensamiento surge dentro del debate crítico (hacia las teorías poscoloniales)
en las ciencias sociales, originalmente en las áreas de Sociología Historia y Economía
Política y más recientemente en las disciplinas de las RRII.
Se genera en América Latina, su proyecto es conocido como
modernidad/colonialidad/decolonialidad, que nos invita a cuestionar la modernidad
europea. Los conceptos que retoman estas autoras son:
Luego de dar cuenta de los conceptos más relevantes del pensamiento decolonial,
las autoras se enfocan en mostrar el carácter eurocéntrico de las Relacione
Internacionales. En relación a esto, sostienen que la historia tradicional de este
campo, siempre se ha centrado en los sucesos europeos y girado en torno a las
grandes potencias y hegemonías.
A pesar de ello, rescata al autor Hedley Bull, quien ha dado cuenta de que el sistema
internacional, debe su existencia a la expansión del modelo europeo en la
colonización y la dominación colonial. Debido a que las relaciones internacionales
se limitan a estados con un gobierno estable, soberanos, y con un determinado
patrón de civilización, Bull sostiene que aunque en ciertos países de África,
Oceanía, y Australia, existían comunidades políticas, por no responder a este
modelo soberano y civilizado, no eran considerados actores políticos.
Las autoras vuelven a trabajar sobre conceptos propios o utilizados por el
pensamiento decolonial, en esta ocasión retoman y profundizan la teoría
heterarquica del poder que se traduce en la colonialidad. La heterarquía es un
entramado de relaciones complejas y cruzadas “Un dispositivo es una “red que se
establece entre varios elementos”, que incluyen lo material y lo inmaterial, el
espacio, el tiempo, lo enunciado y lo que permea en la psiquis” (Fonseca y Jerrems;
2012, 114). Así mismo sostiene que es un dispositivo que contiene lo micro, maso y
macrofisico niveles del poder. Las acciones de los numerosos actores en diversos
niveles pueden y deben ser estudiadas con las herramientas que genera la
perspectiva decolonial.
Las autoras finalizan dicho artículo señalando las epistemologías otras –saberes que
han sido silenciados con la colonización-. Y en relación a esto plantean que la
perspectiva aboga por un dialogo horizontal que deconstruyan las estructuras
coloniales de poder. En el ámbito de las relaciones internacionales significa generar
debate en torno a los estados y organizaciones internacionales como verdaderos
representantes democráticos de los movimientos sociales. Así mismo las autoras
sostienen que dicha perspectiva, aportaría más si hiciese un uso crítico, creativo de
sus conceptos, metodologías y lenguaje.
Postmodernismo, postcolonialismo y feminismo: manual para (in)expertos.
Catalina Arreaza y Arlene B. Tickner- UNSAM-
En este artículo, las autoras dan cuenta de esas tres teorías. Teorías que interpretan y
critican el paradigma de la modernidad, buscan dar voz a la hibridez, multiplicidad y
ambigüedad, que el eurocentrismo por tanto tiempo ocultó.
A continuación se hará un breve resumen de cada una de las teorías trabajadas por
las autoras:
-Las teorías postmodernas: ellas surgen en un marco de la crisis de la modernidad y
el comienzo de una nueva época histórica. Buscan abordar la realidad a través de
conceptos que van contra los preceptos de la modernidad. Dichas teorías están
contra el sujeto, la historia y razón en tanto principales elementos privilegiados por
la ilustración.
El hombre, según los postmodernos, es un artefacto social, histórico y del lenguaje
siempre se encuentra envuelto en un mundo de significados. En relación a la
historia, rechazan la noción de que exista una sola, y dicen que es necesario
escuchar a los “otros” para hacer legítimo un acto histórico. En tanto la razón, para
los modernos el hombre tiene la capacidad de racionalizar de tal manera que puede
conocer todas las verdades, en base a esto las autoras dan cuenta del rol de la
hermenéutica para pautar una nueva forma de conocimiento.
-Las teorías postcoloniales: ellas buscan reinterpretar al sujeto y la historia colonial,
sus autores tratan de explicar la relación entre la formación de conocimiento entre
las colonias y ex colonias, el poder que se emplea en ellas. Así mismo buscan que el
individuo postcolonial adquiera agencia como sujeto.
Estos enfoques al surgir de diversas disciplinas no pueden considerarse como un
grupo homogéneo. Dentro de este enfoque distingue los estudios subalternos. Estos,
buscan revisar la historiografía durante la colonia inglesa y luego de la
independencia. Buscan que los grupos subalternos sean considerados como sujetos
de la historia.
Por otra parte retoman a Edward Said y su trabajo sobre oriente, este sostiene que
oriente ha sido configurado en el imaginario de occidente, por medios de discursos
para fundamentar las relaciones de poder. Dentro de este texto genera un análisis
sobre las formas en que el discurso imperialista, sostiene el tiempo las relaciones de
dominación y la construcción de la inferioridad del sujeto colonial.
Por otro lado el trabajo de Homi Bhabah busca mostrar como los colonizadores y
colonizados una vez generado el encuentro se construyen. Este encuentro dice el
autor siempre genera alteridad y negación entre uno y otro grupo. La ambivalencia
radica en el hecho de que la superioridad del colonizador si o si requiere de un
colonizado inferior para crearse, es decir necesita primero tener contacto con el otro
para luego diferenciarse.
Entrevistas:
Otro de las propuestas, que se trabajó, para abordar más de lleno la influencia de la
perspectiva decolonial a las relaciones internacionales, fue generar entrevistas a diversas
personas que se vinculan con éste área.
Hugo Ramos
¿Qué lugar piensa que tienen los estudios en la perspectiva decolonial en el estudio de
las relaciones internacionales?
Marginal, la mayor parte de los desarrollos disciplinares son tributarios de las
perspectivas realistas/neorrealistas e idealistas/neoliberales, en sus distintas versiones.
En los últimos años se ha desarrollado más ampliamente el campo vinculado con el
cognitivismo y constructivismo (depende de cómo lo denominen los distintos autores).
En lo que refiere a perspectivas críticas, el marxismo tiene un mayor desarrollo, aunque
se ha avanzado también desde el feminismo y otras vertientes; de todas maneras, estas
últimas líneas, entre las que podemos incluir a la perspectiva decolonial, son -como
decía más arriba-, marginales.
¿En el programa de su cátedra implementó autores que trabajan esta perspectiva? En
caso afirmativo, ¿Desde cuándo? Puede dar ejemplos de cuales autores o temas
Actualmente trabajo en una cátedra vinculada con las relaciones internacionales
(Conflictos Mundiales y Seguridad Internacional) pero no he tenido oportunidad de
trabajar con autores vinculados a la perspectiva decolonial. En otra materia abordo un
par de textos de Sousa Santos y de E. Dussell, pero vinculados a la epistemología de las
ciencias sociales, no a las relaciones internacionales. Anteriormente trabaje en Teoría de
las Relaciones Internacionales como Ayudante de Cátedra por tres años; en este caso la
Cátedra no tenía ningún autor vinculado con la perspectiva.
Por la investigación realizada hasta el momento pensamos que es una perspectiva que
no se trabaja en muchas universidades ¿Coincide con esta apreciación? ¿Por qué
razones cree que se produce ello tanto en el ámbito de las relaciones internacionales,
como en otras áreas?
Concuerdo con esa apreciación; en general en Argentina se trabaja con las perspectivas
teóricas dominantes en Estados Unidos. Las razones creo que son varias: la formación
de quienes “iniciaron” la disciplina en Argentina, en general realizada en los Estados
Unidos o vinculada a la academia norteamericana; las dificultades de inserción y
desarrollo en el ámbito universitario de quienes trabajaban desde otras miradas, en
particular las denominadas teorías críticas, en los años 60 y 70 (que implicó además la
desarticulación de equipos de investigación que podrían haber avanzado en esta línea)
De hecho, la perspectiva estructuralista y la teoría de la dependencia, tampoco cuentan
hoy con un número importante de especialistas. En la actualidad, posiblemente los
organismos que financian becas de investigación (locales y extranjeros) también tiendan
a imponer determinadas miradas y perspectivas al financiar de forma diferencial a las
distintas líneas de investigación en marcha o a nuevas propuestas.
¿En Qué revistas científicas considera usted que tienen lugar abordajes dicha
perspectiva? ¿Utiliza alguna de estas revistas? En su programa ¿Recomienda la consulta
las mismas?
No conozco revistas que trabajen exclusivamente publicaciones vinculadas a la
perspectiva decolonial. Sí he localizado contribuciones en Tabula Rasa, Viento Sur, en
la Revista Relaciones Internacionales (UAM-México), ésta última bastante conocida en
el campo; Otra Economía, Crítica y Emancipación, Polis, entre otras.
En Argentina ¿Qué autores latinoamericanos, o incluso argentino le parece que tienen
reconocimiento?
Enrique Dussel, Edgardo Lander, Aníbal Quijano y Sousa Santos Boaventura
Juan Battelame
¿Qué lugar piensa que tienen los estudios en la perspectiva decolonial en el estudio de
las relaciones internacionales?
Al estar subsumidos a los estudios críticos, y ser considerados marginales a nivel de
grado no se le dan una identidad propia. Este tipo de estudio queda entonces como una
variante de los estudios críticos.
¿En el programa de su cátedra implementó autores que trabajan esta perspectiva? En
caso afirmativo, ¿Desde cuándo? Puede dar ejemplos de cuales autores o temas
No. Al ser una materia de grado nos concentramos en las vertientes principales. Los
nichos se ven en materias optativas.
Por la investigación realizada hasta el momento pensamos que es una perspectiva que
no se trabaja en muchas universidades ¿Coincide con esta apreciación? ¿Por qué
razones cree que se produce ello tanto en el ámbito de las relaciones internacionales,
como en otras áreas?
1) Se pone énfasis en los troncos epistemológicos, lo cual hace que los derivados
tengan que ser vistos en etapas posteriores de estudio.
2) Coincido con que no se trabaja, aunque entiendo que en la formación de grado,
solo es importante señalar su existencia y dar a conocer nombres y lecturas, pero
no profundizar.
3) Las perspectivas –como entiendo que son esta clase de estudios- son importantes
una vez que el estudiante conoce la raíz de todos estos estudios. En grado hay
que centrarse en la raíz.
¿En Qué revistas científicas considera usted que tienen lugar abordajes dicha
perspectiva? ¿Utiliza alguna de estas revistas? En su programa ¿Recomienda la consulta
las mismas?
En las revistas más importantes que sigo tanto de habla inglesa como española no suelen
aparecer este tipo de estudios. Si en aquellas que son alternativas y de cierta relevancia
como Dissent.
En Argentina ¿Qué autores latinoamericanos, o incluso argentino le parece que tienen
reconocimiento?
Conozco el trabajo de Santiago Castro Gómez y Melody Fonzeca. Hace poco se editó
un libro sobre África sobre estudios desde el sur, pero no recuerdo sus autores, aunque
de una lectura rápida de los objetivos del libro podría extraerse que su base era más
argumentativa ensayística que científica.
Sergio Eissa
¿Qué lugar piensa que tienen los estudios en la perspectiva decolonial en el estudio de
las relaciones internacionales?
No sé.
¿En el programa de su cátedra implementó autores que trabajan esta perspectiva? En
caso afirmativo, ¿Desde cuándo? Puede dar ejemplos de cuales autores o temas
No están incorporados.
Por la investigación realizada hasta el momento pensamos que es una perspectiva que
no se trabaja en muchas universidades ¿Coincide con esta apreciación? ¿Por qué
razones cree que se produce ello tanto en el ámbito de las relaciones internacionales,
como en otras áreas?
Así es. Porque es una perspectiva que no forma parte del mainstream de las Relaciones
Internacionales y, creo, que de la ciencia política en Argentina. De hecho, me gustaría
conocer esta perspectiva y sus autores en el campo de las relaciones internacionales.
¿En Qué revistas científicas considera usted que tienen lugar abordajes dicha
perspectiva? ¿Utiliza alguna de estas revistas? En su programa ¿Recomienda la consulta
las mismas?
No sé. No porque no las conozco.
En Argentina ¿Qué autores latinoamericanos, o incluso argentino le parece que tienen
reconocimiento?
Si te referís a autores argentinos reconocidos en relaciones internacionales, puedo
nombrar a Roberto Russell, Juan Gabriel Tokatlian, Carlos Escudé, Juan Carlos
Puig…pero no creo que trabajen desde la perspectiva decolonial.
Emanuel Porcelli
¿Qué lugar piensa que tienen los estudios en la perspectiva decolonial en el estudio de
las relaciones internacionales?
EP: En el caso de los estudios de grado, depende si son carreras de RRII o carreras de
Política con materias de RRII (con es el caso de la UBA). En ambos casos, los enfoques
decoloniales tienen un acercamiento tangencial dentro de las currículas. En el caso de
los estudios de posgrado, en algunos casos tienen un papel más presente dentro de la
estructura curricular.
¿En el programa de su cátedra implementó autores que trabajan esta perspectiva? En
caso afirmativo, ¿Desde cuándo? Puede dar ejemplos de cuales autores o temas
EP: En nuestro caso, ya que es una materia de Teoría de las RRII en el marco de una
carrera de Política, la única presencia de autores decoloniales es un texto introductorio
del enfoque en términos generales.
GALINDO RODRIGUEZ, Fernando “Enfoques postcoloniales en Relaciones
Internacionales: un breve recorrido por sus debates y sus desarrollos teóricos”
Relaciones Internacionales Nro. 22 • febrero-mayo 2013.
Por la investigación realizada hasta el momento pensamos que es una perspectiva que
no se trabaja en muchas universidades ¿Coincide con esta apreciación? ¿Por qué
razones cree que se produce ello tanto en el ámbito de las relaciones internacionales,
como en otras áreas?
EP: Coincido con la apreciación. En gran medida los enfoques decoloniales provienen
del campo de la sociología y parte de los desarrollos en el campo de las RRII se solapan
con parte de los autores (algunos de ellos más reproducidos desde el mainstream) de las
teorías críticas.
¿En Qué revistas científicas considera usted que tienen lugar abordajes dicha
perspectiva? ¿Utiliza alguna de estas revistas? En su programa ¿Recomienda la consulta
las mismas?
EP: En español creo que los trabajos de los GT de CLACSO producen materiales
interesantes sobre el enfoque en términos más generales. En el caso específico de las
RRII, la revista Relaciones Internacionales de la UCM. En Ingles, más que en revistas
utilizo los servicios online de JSTOR y SAGE para encontrar trabajos académicos sobre
el tema. Por otro lado, resulta muy interesante el blog http://www.e-ir.info/
Conclusiones
A lo largo de la investigación se trabajó con diferentes propuestas para poder observar
la influencia que la perspectiva decolonial tiene en las relaciones internacionales. Estos
medios fueron, observar artículos que trabajen con esta temática en diversas revistas,
observar programas de distintas universidades y llevar a cabo entrevistas.
En base a algunos conceptos claves como raza, eurocentrismo, colonialidad del poder y
saber, decolonizar, modernidad/colonialidad trabajada por diversos autores, se indagó
en las revistas, con el fin de observar si se publicaban trabajos que trabajen estos
conceptos. Las revistas evaluadas fueron, Temas y debates”, de la universidad de
Rosario, se han indagado artículos desde su creación hasta el presente. También se
buscó información en la revista “Integración y cooperación internacional”, desde su
creación hasta el momento.
Así mismo se indagó en la “Revista de Relaciones Internacionales” de la Universidad
Nacional de la Plata desde el año 1996 hasta el presente. Otra revista fue la de “Studia
politicae” de la Universidad Católica de Córdoba, donde se han observados artículos
desde su creación hasta el momento. La revista de “S.A.A.P” también fue consultada.
En relación a esto los resultados obtenidos fueron que de todas ellas, se han encontrado
cuatro artículos que se relacionan con esta perspectiva. Dos de ellos fueron publicados
en la revista temas y debates, uno titulado “Derechos indígenas en América Latina.
Emergencia Política, autonomía y zapatismo”, su autor es Manuel Martínez de
Espinosa, y la fecha de publicación agosto del 2007. El otro es Buen vivir y
decolonialidad. Crítica al desarrollo y la racionalidad instrumentales”, su autor es
Sebastián Perez, y fue publicado en el año 2004.
Los otros dos artículos que tratan y abogan por las demandas indígenas son “Etnocidio:
¿una revolución de los pueblos latinoamericanos?, cuyo autor es Fernando Quiroga, se
publicó en el año 2004 en la revista IRI. El otro artículo es “La dimensión educativa en
el MERCOSUR: tensiones lingüísticas y poblaciones indígenas. Las problemáticas
ocultas en la Cooperación Sur-Sur Regional para el Desarrollo”, su autora es Débora
Fagaburu, fue publicado en la revista integración y cooperación internacional en el año
2015.
A modo de conclusión de esta sección se puede determinar entonces que la perspectiva
decolonial poco es trabajada y publicada en revista de relaciones internacionales de
Argentina. Y que de los cuatro artículos encontrados, tres de ellos, reivindican y buscan
dar voz a las comunidades indígena, se podría establecer entones que si bien es limitado,
en esta área estas comunidades comienzan a ser tenidas en cuenta.
Respecto de la segunda propuesta trabajada, la cual era repasar programas de diversas
universidades, con el fin de encontrar textos o unidades que trabajen sobre este tema.
Han sido consultados los programas de la universidad de UBA, UNL, ambos programas
del año 2016, cuya jefa de cátedra es Elsa Llenderroza. Programa de la universidad de
Lomas de Zamora (año 12015) y la Matanza (2016), y el jefe de cátedra es Lavolpe,
Francisco. La universidad de UNCUYO año 2015, cuyo responsable de cátedra es
Martín Pouget.
Otros programas consultados han sido de la UNR programa del año 2016, y su
responsable es Lechini Gladys. Así mismo se indagó sobre el programa de la UNSAM,
del año 2015 y tiene como jefe de cátedra a Marcelo Saguier. Por último se indagó el
programa de UNER, del año 2015, cuya jefa de cátedra es María Alejandra Saccone.
Los textos encontrados que tienen relación con el enfoque decolonial son dos textos
utilizados en la universidad de la matanza y lomas de Zamora, cuyo jefe de cátedra es el
mismo. Ellos son De la sociología del poder a la sociología de la explotación. “El
colonialismo interno”. Pablo Gonzales Casanova. Y el otro es “Colonialidad del poder y
clasificación social (introducción)”. Aníbal Quijano
Dos textos trabajados en la universidad Nacional de San Martín. Estos son Pensamiento
decolonial: ¿una “nueva” apuesta en las relaciones internacionales? Melody Fonseca y
Ari Jerrems y “Postmodernismo, postcolonialismo y feminismo: manual para
(in)expertos.” Catalina Arreaza y Arlene B. Tickner
Un texto usado en los programas de las universidades de la UBA y UNL. Este es
“Enfoques postcoloniales en Relaciones Internacionales: un breve recorrido por sus
debates y sus desarrollos teóricos.” Fernando Galindo Rodríguez.
En las otras universidades, no se han encontrado programas que contengan textos
propios de la perspectiva decolonial. Si bien a muchos programas de diversas
universidades no se ha podido acceder, a los que sí se pudo acceder, se observa que la
perspectiva es poco trabajada, en relación a los programas de otras áreas. Pero no se
debe dejar de aclarar que en contrate con programas de relaciones internacionales de
otros años, esta perspectiva comienza a tener más lugar.
Respecto de las respuestas de la entrevista, se puede observar que la gran mayoría de los
que respondieron sostiene que el lugar de esta perspectiva en las relaciones
internacionales es marginal. Ya sea porque en carreras de grados debe trabajarse con la
raíz de las relaciones internacionales, porque depende de la formación de quienes
“iniciaron” la disciplina en Argentina, por la difícil inserción de quienes trabajan desde
otras miradas.
Salvo Emanuel Porcelli, el resto de los entrevistados no utiliza en sus programas autores
que trabajen esta perspectiva. En relación a la revista, la mayoría de las recomendadas
son de carácter internacional o no pertenecen al área de las relaciones internacionales.
Respecto de los autores que conocen o recomiendan, en su mayoría son autores que se
han trabajado en esta investigación.
A modo de conclusión general se puede establecer que la perspectiva decolonial no
posee una gran influencia en las relaciones internacionales. Esto se hizo evidente al
observar tanto, la escases de artículos como de autores en los programas de relaciones
internacionales. Esta apreciación se encuentra avalada por las respuestas y el lugar
marginal que le han otorgado algunas de las personas que han respondido la encuesta.
Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI
Congreso Internacional sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia
Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario.
Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.
Título de la ponencia:
La modernidad política entre la crítica y la crisis. Reinhart Koselleck
como lector de Carl Schmitt
Autores:
Resumen:
Durante los siglos XVI y XVII el pensamiento europeo fue sacudido por una inmensa
revolución que transformó los marcos de nuestro pensamiento y de nuestra acción. Tal
como enseñó Alexandre Koyré, la ciencia y la filosofía moderna constituyen tanto la
raíz como el fruto de esta mutación intelectual que tuvo como resultado “que el hombre
perdiese el propio mundo en que vivía y sobre el que pensaba, viéndose obligado a
transformar y sustituir no sólo sus conceptos y atributos fundamentales, sino incluso el
propio marco de su pensamiento” (Koyré, 2008: 6). Esa pérdida del propio mundo está
marcada por dos rasgos íntimamente relacionados. Por un lado, la destrucción del
Cosmos, esto es, la paulatina desaparición de la concepción del mundo como una
totalidad cerrada, finita y jerárquicamente ordenada. Por otro lado, la geometrización y
consecuente infinitización del espacio, el abandono de la concepción del espacio
cualitativamente diferenciado.
Ésta disolución del mundo cerrado y su sustitución por un universo infinito fue el
resultado de una gran batalla filosófica, histórica y teológica, que se encuentra revestida
de interés no sólo para el ámbito de la ciencia y de su historia, sino para toda
investigación que pretenda pensar la modernidad. Esta mutación intelectual resulta ser,
a su vez, la antesala del período que Koselleck analiza, y debe ser considerada como el
preludio a la identificación de las postrimerías del siglo XVIII como la época de la
crítica, sintetizada en el primer prefacio (1781) de Kant a su Crítica de la razón pura:
A través del orden político que creó el Estado al pacificar el espacio devastado por
las guerras civiles religiosas, creó también los presupuestos para el
desenvolvimiento del mundo moral. (…) La separación entre moral y política,
consumada una vez por el Estado, se vuelve ahora contra éste, por cuanto que se ve
forzado a someterse al proceso acusatorio moral. (Koselleck, 2007: 29)
Como vemos, la hipótesis propuesta por Koselleck debe ser contrastada por medio del
estudio historiográfico de una mutación institucional e intelectual. Un estudio que, en
los hechos, involucra dos derivas co-pertenecientes. Por un lado, el devenir político-
institucional del absolutismo a la revolución francesa, es decir, una historia de la crisis.
Por otro lado, el devenir filosófico, la mutación intelectual que va del núcleo arcano de
la intimidad a la ilustración, y de esta a la constitución de la filosofía de la historia, es
decir, una historia de la crítica. Ambas derivas se presentan entrelazadas, y no son sino
el anverso y el reverso de una misma moneda con la que Koselleck, por lo demás, busca
saldar cuentas en su presente de posguerra3. De modo que esta historia porta una
significación que excede por mucho el relevamiento de una transformación
institucional. De ella se deriva un profundo diagnóstico acerca del sentido del desarrollo
3
No podemos extendernos aquí, aunque resulta pertinente dejar mencionado que la pretensión
historiográfica del autor tiene una nietzscheana utilidad para la vida en su presente. Su investigación se
inscribe en un diagnóstico filosófico extendido acerca del desarrollo de la modernidad y de sus derivas en
el siglo XX. Esto queda explicitado al comenzar Crítica y crisis: “El siglo XVIII es la antesala del tiempo
presente, cuya tensión interna se ha venido agudizando de modo creciente desde la Revolución francesa,
por cuanto que el proceso revolucionario ha engullido a todo el mundo, extensivamente, y a todos los
hombres intensivamente. El presente trabajo quisiera arrojar una luz esclarecedora precisamente en el
interior de esta antesala. A este respecto, estudiará el nexo existente entre el surgimiento de la moderna
Filosofía de la historia y el comienzo de la crisis que desde el año 1789 -y por de pronto en Europa-
determina el acontecer político universal” (2007: 24).
de la modernidad y de sus implicancias. Así, la conclusión trasciende el campo de
indagación propio de la historiografía y lo conduce a una indagación sobre los
fundamentos y alcances de lo político. De ahí que las conclusiones a las que arriba el
autor sean tan próximas al diagnóstico de la modernidad trazado por Carl Schmitt unos
años antes. El señalamiento de la posición contradictoria de la burguesía, la denuncia de
la moralización de la política, y la defensa de lo político como condición insuprimible
de la vida comunitaria, son tesis schmittianas a las que Koselleck arriba y documenta
mediante su estudio historiográfico desde las guerras de religión hasta la revolución
francesa.
Es por eso que Koselleck afirma que con el rechazo a la política, los individuos
pertenecientes al mundo espiritual privado de la burguesía se instauran a sí mismo como
la mejor conciencia de la política. La crítica razonada porta una contradicción: se
extiende hasta la política sin renunciar a su pretensión originaria apolítica o supra-
política. Del mismo modo, ocurría respecto a la supuesta apoliticidad de los nuevos
conceptos que la ilustración traía con ella: “en el anonimato político de la razón, de la
moral, de la naturaleza, etc., radicaban su singularidad y su eficiencia características. Su
valor político consiste, precisamente, en ser apolítica” (2007: 131). De este modo, el
proceso de delimitación de las esferas implicó una completa moralización de la política.
Contrariamente a sus pretensiones declaradas, significó una politización de la moral, es
decir, una politización total de las esferas de la vida social. Ahora bien, esta nueva
situación se producía en un ambiente intelectual incapaz de comprender las implicancias
de la transformación. Por el contrario, alimentaba el fuego de una crisis larvada en el
convencimiento de que la moral podía eludir las aporías propias de la vida política. Este
insistente encubrimiento de la significación política de la crítica provoca no un
apaciguamiento sino una agudización de la crisis.
la relación indirecta con la política, esto es, la utopía, que desde la formación
secreta de un frente contra el soberano absolutista, constituido por la sociedad,
aparece dialécticamente en liza, se transformó en las manos del hombre de los
nuevos tiempos en un capital carente de cobertura política, el pagaré fue saldado
por vez primera en la Revolución francesa (2007: 162).4
El prefacio a la primera edición de Crítica y crisis lleva una marca que predispone al
lector. Allí se lee el nombre de Carl Schmitt, quien “ayudó, diálogo mediante, a plantear
interrogaciones” (2007: 19). Bien podría tratarse de una mención circunstancial, aunque
podemos suponer que se trata de una efectiva anticipación del libro que se presentaba.
De hecho, no es exagerado plantear que la obra de Koselleck está marcada por una serie
de problemas constitutivos del pensamiento del jurista alemán. Para los fines de este
trabajo, podemos resumir en dos tesis su influencia. Una tesis general, relativa al auge
liberal de una política neutralizada. Una tesis específica que se inscribe en la anterior,
4
El sugerente párrafo con el que concluía Crítica y crisis respecto a un capital sin cobertura política,
resulta una anticipación de la importante tesis de Koselleck sobre la modernidad como la época en la que
“va aumentando progresivamente la diferencia entre experiencia y expectativa”, de modo que “sólo se
puede concebir a la modernidad como un tiempo nuevo desde que las expectativas se han ido alejando
cada vez más de las experiencias hechas” (Cf. Koselleck, 1993: 342-343).
relativa al lugar asignado a Hobbes en el planteamiento del problema de la autoridad
política en la temprana modernidad. Ambas tesis confluyen, como es evidente, en un
diagnóstico profundo de la génesis de la modernidad política y sus efectos.
Simplificando, podemos decir que mientras que en Koselleck ese diagnóstico lleva el
nombre de patogénesis del mundo burgués, en Schmitt lleva el de la época de las
neutralizaciones5. Justamente hacia aquel texto debemos dirigirnos ahora. La época de
las neutralizaciones y las despolitizaciones, presenta un breve e incisivo análisis del
desarrollo de la modernidad desde el siglo XVI hasta la primera mitad del XX. Se trata
de un diagnóstico del decurso histórico e intelectual de la conciencia europea. El
propósito declarado por Schmitt es reconstruir las “fases” por medio de las cuales se
desarrolló el espíritu europeo y las “esferas espirituales” en las que la experiencia
humana encontró su centro de referencia.
5
La proximidad entre las tesis de Koselleck y de Schmitt no es en sí misma una novedad y, por lo demás,
resulta evidente. Ahora bien, quizás por el tenor de las tesis de ambos, el estudio de sus coincidencias y
divergencias, y más profundamente el estudio de una herencia schmittiana en la obra de Koselleck no
puede agotarse en estas consideraciones preliminares. Por su parte, Alfonso Galindo Hervás ha señalado
en un sugerente trabajo que la crítica al liberalismo (de cuño schmittiana) puede tomarse como la clave de
lectura que permite unificar el proyecto intelectual de Koselleck. (Cf. Galindo Hervás, 2009)
La primera fase está marcada por la trasmutación de la teología en metafísica en el
curso del siglo XVII, se trata de “la edad heroica del racionalismo occidental” (Schmitt,
1984: 79) de la cual participan, figuras disímiles que Schmitt encadena con simpleza
mediante comas: Bacon, Galileo, Kepler, Descartes, Grocio, Hobbes, Spinoza, Pascal,
Leibniz y Newton. La segunda fase va de la metafísica a la ilustración, impulsada por la
consolidación de una filosofía deísta que impulsa el desarrollo de la Aufklärung. En la
tercera fase, propia del siglo XIX, se alcanza una economización general de la vida
espiritual mediante la producción, el intercambio, el consumo y la filosofía que la
impulsa: el liberalismo económico y político. En la última fase, se consolida el siglo XX
como el siglo de la técnica, de una fe religiosa en la técnica.
6
Mientras Crítica y crisis se detiene específicamente en las dos primeras fases, La época… presta
particular atención a la tercera y la cuarta, específicamente a la última como culminación necesaria de
aquel largo proceso histórico de la modernidad europea. En cierta medida, podemos considerar que el
análisis del liberalismo tanto en El concepto de lo político como en Sobre el parlamentarismo, no es sino
una manera singular de narrar la historia de las dos últimas fases del auge de la economía y la técnica.
humanidad transita un camino desde un campo de lucha hacia un terreno
pretendidamente neutral, el cual se constituye a su vez en un nuevo campo de batalla,
situación que empuja a la búsqueda de un nuevo centro de referencia neutral y
estabilizador.
Llegado a este punto se torna evidente el impacto de estas consideraciones para la obra
de Koselleck. Tal es así que ésta puede ser pensada como la elaboración paciente y
documentada de las premisas necesarias para la formulación de las polémicas
conclusiones a las que Schmitt había llegado desde la década del veinte. Pero tal como
anticipamos, la relación con el pensamiento de Schmitt no se reduce a esta tesis general
acerca de la deriva de la modernidad, sino que se expresa también en una tesis
específica acerca del lugar teórico que ocupa una filosofía como la de Hobbes.
Recordemos que Koselleck daba inicio a su trabajo considerando la importancia del
pensamiento del filósofo inglés para la génesis de la moderna teoría del Estado:
a partir de la segunda mitad del siglo XVI, se volvió virulento un problema que
resultaba ya imposible de resolver y dominar con los medios del orden tradicional:
el imperativo de la época era hallar una solución en medio de las Iglesias
intolerantes (…). Una solución que evitase la pugna de una vez por todas. ¿Cómo
podía alcanzarse la paz? El Estado absolutista supo hallar la respuesta histórica a
esta pregunta epocal. (Koselleck, 2007: 33)
Como se sabe, Hobbes fue quien desarrolló de manera paradigmática su teoría del
Estado y del mandato a partir de la situación histórica planteada por la guerra civil. Su
objetivo era ponerle un punto final a dicha guerra mediante la formulación de una
doctrina jurídica que se hallase por encima de las partes. Ahora bien, en su respuesta
anidaba un elemento que a la larga terminaría con la paz que se proponía fundar: la
distinción entre una esfera pública del individuo, donde no puede más que obedecer, y
una esfera íntima de libertad7. Esta escisión del hombre constituye la génesis del
misterio sobre el que se montará la ilustración.
7
“Un hombre particular (puesto que el pensamiento es libre) tiene siempre la libertad de creer o no creer
íntimamente ciertos actos que han sido presentados como milagros, considerando, según su propio
testimonio, qué beneficio puede derivar, de la creencia de los hombres, para aquellos que lo reconocen o
lo combaten, y conjeturar a base de ello si son milagros o mentiras. Pero cuando se llega a la confesión de
esta fe, la razón privada debe someterse a la pública, es decir, al representante de Dios.” (Hobbes, 2005
[1651]: 369).
Ésta tesis a la que Koselleck recurre y desarrolla con fines específicos, ya se encontraba
presente en otro texto de Schmitt: El Leviatán en la teoría del Estado de Thomas
Hobbes de 1938. Luego de señalar la novedad teórica de Hobbes como aquel que
produce un desplazamiento de todos los argumentos tradicionales propugnando la
unidad entre religión y política en la figura del soberano, Schmitt reconoce su principal
limitación:
Por medio de esta reserva individualista penetra en el sistema político del Leviatán la
distinción entre una creencia interna y una confesión externa, entre lo privado y lo
público, la fe y la confesión de la que se derivará con el correr de los siglos el Estado de
derecho liberal. Fuera de la razón pública, opera encomendada al fuero propio de cada
uno y de manera latente e inerradicable la libertad general del pensamiento en tanto ésta
no se traduzca en confesión externa. Esta distinción entre lo privado y lo público, “fue
germen letal que destruyó desde dentro al poderoso Leviathan y puso en el último trance
al Dios mortal” (Schmitt, 2002: 56). Semejante trance es propio de la deriva moderna tal
como Schmitt la anticipó y describió por medio de formulaciones tan incisivas como
polémicas, y tal como luego Koselleck la narró históricamente.
muy pocos años después de publicado el Leviatán, la mirada del primer judío
liberal acertó a descubrir la brecha apenas visible. Pronto se dio cuenta de que era
la gran brecha de invasión del liberalismo moderno, desde la cual se podía trastocar
enteramente todo el sistema de relaciones entre el fuero interno y el externo, lo
público y lo privado, que había concebido y montado Hobbes (…). El filósofo
judío lleva a completa madurez lo que era simple germen, hasta que consigue lo
contrario [de lo que Hobbes buscaba] y deja sin alma al Leviatán. (2002: 56)
Las referencias a la torsión del pensamiento de Hobbes se dirigen a tres fragmentos del
Tratado teológico-político. Primero, la presentación de la obra como una defensa de la
libertad de filosofar. Segundo, el capítulo XIX donde se defiende el culto externo
fundado en una esfera jurídica individual. Y tercero, el capítulo XX y final, donde se
defiende la libertad de que cada uno piense lo que quiera y diga lo que piense8. Según
Schmitt, es tan notoria la estrecha dependencia entre Spinoza y Hobbes, como la torsión
que el filósofo holandés produce del pensamiento del inglés:
en Hobbes siempre están en primer plano la paz pública y el derecho del poder
soberano; la libertad individual de conciencia es sólo una última reserva oculta en
el trasfondo. Pero es que ahora la libertad individual de pensamiento se convierte
en principio configurador, mientras que los imperativos y el derecho del poder
estatal soberano se han transformado en simples reservas. Un leve giro del
8
Acerca del primer punto Spinoza decía en su prefacio del Tratado teológico-político: “Viendo, pues,
que nos ha caído en suerte la rara dicha de vivir en un Estado, donde se concede a todo el mundo la plena
libertad para opinar y rendir culto a Dios según su propio juicio, y donde la libertad es lo más preciado y
lo más dulce, he creído hacer algo que no sería ni ingrato ni inútil, si demostrara que esta libertad no sólo
se puede conceder sin perjuicio para la piedad y la paz del Estado, sino que, además, sólo se la puede
suprimir, suprimiendo con ella la misma paz del Estado y la piedad. Esto es lo principal que me he
propuesto demostrar en este tratado” (Spinoza, 2011 [1670]: 80). Con respecto al segundo punto el
filósofo holandés sostenía que el “el culto interno a Dios y la misma piedad son del derecho exclusivo de
cada uno, el cual no puede ser transferido a otro” y que el culto religioso y el ejercicio de la piedad
[externos] deben adaptarse a la paz y a la utilidad del Estado, y que, por lo mismo, sólo deben ser
determinados por las supremas potestades” (2011, 481). Referido al tercer punto Spinoza aseveraba que
“el Estado más violento será, pues, aquel en que se niega a cada uno la libertad de decir y enseñar lo que
piensa” (1670, 502)
pensamiento, provocado por una exigencia esencial del espíritu judío, hace que el
destino del Leviatán se trastrueque enteramente. (Schmitt, 2002: 57)9
Por su parte, aunque sin recoger el trasfondo antisemita de sus declaraciones, el lugar
asignado a Spinoza en Crítica y crisis es el mismo. Si bien las referencias al filósofo son
escasas, éstas aparecen para reforzar las dos tesis schmittianas respecto a Spinoza. Por
un lado, su rol como catalizador del germen liberal en el pensamiento de Hobbes (Cf.
Koselleck, 2007: 36). Por otro lado, la importancia del Tratado teológico-político para
la configuración de la época de la crítica (Cf. Koselleck, 2007: 97-98).
Ahora bien, esta tesis sobre Spinoza no es nueva. De hecho, forma parte de la historia
de la recepción de su filosofía hasta entrado el siglo XIX. Incluso podemos decir que la
misma es un corolario de una pesada herencia producto de un acontecimiento fundante
para la filosofía en las postrimerías del siglo XVIII en Alemania: la llamada polémica
del spinozismo. Sin detenernos en los pormenores de dicha discusión10, aquí basta con
recordar que comienza con una provocación lanzada por parte Friedrich Jacobi al
afirmar que Gotthold Ephraim Lessing, uno de los padres de la Aufklärung, le había
confesado su identificación con la filosofía de Spinoza. De este hecho que puede
parecer anecdótico resultó un profundo debate hacia el interior de la ilustración alemana
puesto que la imputación de spinozismo dirigida hacia su máximo referente, significaba
un ataque al conjunto del proyecto: la ilustración devenía sinónimo de ateísmo y
anarquía.
9
Como vemos, mientras Hobbes en la lectura de Schmitt se muestra como una figura en la que habitan
dos caras, Spinoza está destinado a encarnar una sola, “la del responsable, casi un chivo expiatorio, de la
desviación criticista, individualista y formalista de la modernidad” (Galli, 2010: 137).
10
Lo que aquí exponemos lo debemos al instructivo trabajo de Jimena Solé (2013), al cual nos remitimos
para la comprensión de las implicancias de dicha polémica.
11
Si bien formaría parte de otro trabajo, anticipemos que la recepción de Spinoza en Dialéctica de la
ilustración está condicionada por la misma pesada herencia. De todos modos, que esté condicionada por
es errado plantear, entonces, que la recepción que hiciera Schmitt (y por extensión
Koselleck) de semejante polémica resulta fundamental en la formulación de la tesis
relativa a la indisolubilidad entre crítica filosófica y crisis política en la modernidad.
Aquí basta con recuperar la posición de Jacobi. Éste filósofo conservador era un teísta,
es decir, afirmaba la necesidad de la revelación para el acceso a la divinidad. De este
modo, la religión se presentaba como parte de una experiencia indemostrable por medio
de los preceptos de la razón. Frente a su posición, se ubica el deísmo de toda la tradición
filosófica ilustrada que sostenía la posibilidad de demostrar racionalmente los dogmas
religiosos. Es a esta tradición a la que Jacobi imputa de spinozista. Tal como creía,
Spinoza se presentaba como una amenaza para la moral, la religión y el orden político.
De este modo, el gesto provocador consistía en señalar que esa amenaza no era distinta
a la del propio pensamiento ilustrado. Partiendo de una expresión de Leibniz acerca del
pensamiento de Spinoza como un cartesianismo exagerado, Jacobi argumentaba que su
filosofía era la consecuencia necesaria de toda filosofía, de ahí que Lessing -en palabras
de Jacobi- afirmara no hay otra filosofía que la filosofía de Spinoza. Pues su sistema era
la consecuencia necesaria del uso desmedido de la razón por parte de la filosofía. De
este modo la filosofía moderna, incluso aunque así no se reconociera, ya era spinozista:
Jacobi afirma que Spinoza ha sido el filósofo más consecuente de la historia, que
ha seguido los principios de la razón hasta sus últimas consecuencias y ha aceptado
los resultados a los que el camino de la explicación causal de la naturaleza lo
habían conducido. (…) No es, pues, Spinoza quien ha realizado la negación de la
libertad, de Dios, de la Providencia, sino la razón humana misma en su pretensión
de explicarlo y demostrarlo todo. Fatalismo, ateísmo, nihilismo y anarquía son,
según Jacobi, los resultados necesarios hacia los que avanza todo aquel que adopte
principios racionalistas. (Solé, 2013: 58-59)
la misma herencia no significa que los objetivos de esta obra, sus hipótesis, sus énfasis y sus conclusiones
sean idénticas a las del pensamiento conservador alemán. De hecho, ocurre lo contrario. “La proposición
de Spinoza «conatus sese conservandi primum et unicum est fundamentum» contiene la máxima
verdadera de toda civilización occidental, en la cual logran la calma las divergencias religiosas y
filosóficas de la burguesía. El sí mismo, que tras la metódica eliminación de todo signo natural como
mitológico no debía ya ser cuerpo ni sangre, ni alma ni siquiera yo natural, constituyó, sublimado en
sujeto transcendental o lógico, el punto de referencia de la razón, de la instancia legisladora del obrar.”
(Adorno y Horkheimer, 1998 [1944]: 82-83). La siguiente referencia a Spinoza es aún más sugerente: “La
Ilustración destierra de la teoría esta diferencia. Ella contempla las pasiones «como si fuese cuestión de
líneas, superficies o cuerpos». El orden totalitario se ha tomado esto absolutamente en serio” (1998: 133).
Si volvemos a El Leviatán en la teoría del Estado de Thomas Hobbes veremos que al
momento de dar cuenta del impacto pernicioso de la filosofía de Spinoza (en las mismas
páginas que ya hemos comentado), Schmitt menciona como su continuador al filósofo
judío Moses Mendelssohn. Paradójicamente fue Mendelssohn quien en la polémica
había ocupado un lugar protagónico en el intento por demarcar a la ilustración del
pensamiento del autor de la Ética (Cf. Mendelssohn, 2013 [1785]). Si bien la malicia de
Schmitt al colocar como spinozista a quien explícitamente había declarado no serlo es
notoria, su gesto esconde un argumento de peso: Schmitt abraza la tesis de que el
spinozismo es a la vez el presupuesto y la máxima expresión de la ilustración. De ahí
que todo defensor de la Aufklärung fuera, incluso contra su voluntad, secretamente
seguidor del filósofo de Ámsterdam.
Llegado a este punto, vemos con claridad que la posición de Koselleck motivada por las
incisivas consideraciones de Schmitt, tienen un antecedente fundador: una visión teísta
y antifilosófica que reconocía en todo uso de la razón la posibilidad de su desatamiento,
de su uso ilimitado. Una visión políticamente conservadora que se resistía al
cuestionamiento filosófico de toda autoridad. Esta constatación, sin embargo, no refuta
los argumentos de Schmitt primero y de Koselleck luego, sino que simplemente los
coloca en su lugar, poniendo en escena la figura de un filósofo responsable, si no único,
sí protagonista de desencadenar la deriva de la modernidad.
A modo de conclusión: la modernidad política revisitada
El recorrido que hemos emprendido nos coloca ante el desafío de reflexionar acerca de
la veracidad de una interpretación del pensamiento de Spinoza como la que acabamos
de comentar. De hecho, su figura sólo puede cuadrar en las interpretaciones de la
modernidad propuestas por Jacobi, Schmitt y Koselleck a fuerza de una consecuente
falsificación. Ocurre que en la tesis schmittiana de un Spinoza liberal, responsable de la
destrucción privada de la política hay sin dudas una incomprensión del tenor de su
pensamiento. De esa incomprensión se deriva un error historiográfico, del cual esta vez
sí es responsable Koselleck: la consideración de la modernidad como un desarrollo
lineal con un punto de partida significativo en Spinoza, y en el que se suceden de
manera necesaria y equivalente el liberalismo, la crítica y el cuestionamiento radical a la
autoridad estatal. Por el contrario, la deriva de la modernidad política, en caso de que
tuviera como punto de inicio la filosofía de Spinoza, resulta irreductible a un trayecto
lineal, pues se compone de caminos por demás entreverados. En fin, se trataría de un
proceso contradictorio, que se resiste a ser reducido a una lisa y llana oposición entre
autoridad estatal pública y pensamiento ilustrado privado.
Por lo tanto, mi primera meta es tratar de transmitir, aunque sea de manera inexacta
y tentativa, la idea de la Ilustracion Europea como un solo movimiento cultural e
intelectual sumamente integrado, que en efecto no sucedió al mismo tiempo, pero
que en su mayor parte se preocupó no sólo por los mismos “problemas
intelectuales”, sino también por los mismos libros y entendimientos en todas
partes, desde Portugal hasta Rusia y desde Irlanda hasta Sicilia. (Israel, 2012: 10)
Desde nuestro punto de vista, este esquema de disputa intelectual triangular propuesto
por Israel tensiona la tesis de Koselleck del desarrollo lineal de la modernidad producto
de una confrontación directa entre dos polos, el conservador propio de la autoridad
política y el moderno-ilustrado portador de la dialéctica entre crítica y la crisis. Se torna
visible, así, un antagonismo productivo que en su historia se mostraba neutralizado
teórica e históricamente: el antagonismo entre una Ilustración radical que se proponía
rechazar todo compromiso con el pasado terminando con todas las estructuras
existentes, y una tendencia moderada que si bien se movía en sintonía con la revolución
de las ideas aspiraba a efectuar una síntesis viable de lo viejo y lo nuevo, de la fe y la
razón, de la autoridad y el pensamiento. En consecuencia, aquello que hoy conocemos
como Ilustración no sería otra cosa que la consolidación de una tendencia moderada,
resultado de aquella batalla de ideas entre partes.
Llegados a este punto, podría realizarse una objeción a nuestro cuestionamiento del
pensamiento de Koselleck. Esa objeción señalaría que, en realidad, la figura de Spinoza
no ocupa un rol central en el desarrollo de la tesis de Crítica y crisis. Lo cual daría
cuenta de que el historiador fue consciente del carácter injustificado que tenía la
interpretación de Spinoza formulada por Schmitt en el marco de su lectura del Leviatán.
De ahí que el lugar que ocupa el filósofo holandés en el argumento schmittiano sea
ocupado por John Locke en el argumento de Koselleck. Si bien esta objeción puede
tener asidero, no nos exime de realizar la siguiente pregunta: ¿por qué Koselleck, que
tan original se reveló en su manera de seguir los trazos de su maestro, permaneció en
silencio ante las exageraciones que éste hiciera respecto al “primer liberal judío”?
Bibliografía
Galindo Hervás, A., (2009) “El antiliberalismo como clave de la obra de Koselleck”.
Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, Nº
21, pp. 44-62.
Galli, C. (2010). La mirada de Jano. Ensayos sobre Carl Schmitt. Buenos Aires: Fondo
de cultura económica.
Koyré, A. (2008). Del mundo cerrado al universo infinito. México: Siglo XXI.
Koselleck, R. (1993). Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos.
Barcelona: Paidós.
UBA
Magalí Bucasich
UBA
Introducción
Nuestra propuesta parte de la idea de que estos aportes de Marx, sumado a otros
de Engels, operan como base para posteriores conceptualizaciones de la noción de
democracia. En función de ello, en las líneas que integran este trabajo buscamos trazar
un recorrido –entre otros posibles– que, uniendo pasado y presente, dé cuenta de cómo
puede pensarse la democracia desde la teoría marxista y de qué modo coadyuva al
intento de delimitar un término que se encuentra anclando en un amplio campo
semántico.
Hasta aquí tenemos una definición de democracia liberal que la sitúa como una
mera ilusión; sin embargo, cabe resaltar que a partir de la Comuna de París, Marx
comienza a reconocerle al Estado Moderno un carácter democrático limitado: para él,
dicha experiencia mostraba alguna bondad del principio de la representatividad, pues el
sufragio universal que ahí tuvo lugar se enmarcaba “dentro del proceso de lucha por la
abolición del Estado y la sociedad civil” (Sánchez Vázquez, 1983, p.8).
Así, ambos principios -la autodestrucción del Estado desde el ejercicio del
principio de representatividad, así como la puesta en marcha de instituciones
verdaderamente democráticas a partir de mecanismos de democracia directa- aparecen
como cuestiones indisolubles al momento de pensar la democracia en el marxismo.
En lo que refiere al rol de la sociedad civil, éste se expresa como “un amplio
concepto cultural en el que se incluyen las funciones de organismos que él cataloga de
privados y que hay que diferenciar expresamente de las funciones del Estado” (Soto
Rodríguez, 2006, p.8). Para Gramsci, la sociedad civil ocupa un papel central en la
organización del consenso, el cual resulta del prestigio que el grupo dominante alcanza
en la producción y, en segundo término, del aparato coercitivo del Estado que asegura la
disciplina de aquellos grupos que no dan su respaldo.
Su crítica está dirigida contra aquellos que pretenden aplicar de forma lineal el
modelo marxista en América Latina sin tomar en cuenta las especificidades de su
historia. Acorde a sus postulados, aquella cuestión que hay que considerar es la
problemática de lo nacional y sus relaciones con lo universal a partir de las perspectivas
latinoamericanas y el problema del indigenismo, sin los cuales no se podría encauzar
ningún proceso revolucionario (Soto Rodríguez, 2006).
El pueblo. Una revisión del concepto desde la óptica del marxismo y la democracia
Siguiendo esta línea, Vilas (2013) eniende al populismo como una estrategia de
acumulación esbozada por una fracción de la burguesía; es en esta dirección que se
delinea el principal cuestionamiento por parte de la izquierda marxista ortodoxa. Acorde
a esta perpectiva, el populismo significa una salida capitalista a las crisis de
representación política y económica. Las alianzas de clases que éste supone pueden
funcionar mientras la débil burguesía nacional lo requiera ya que, en el momento en el
que el modelo de acumulación vuelva a entrar en crisis, se pondrá nuevamente de
manifiesto la oposición entre los intereses de la burguesía nacional y de la clase
trabajadora. Podemos inferir, entonces, que desde el marxismo ortodoxo el populismo
es pensado o bien como una alianza de clases cuyo objetivo es resolver una crisis
política a través de la integración de las masas al consumo, o bien como una estrategia
burguesa de acumulacion. No obstante, este argumento deja de lado que los intereses de
las clases populares puedan hallar puntos en común con los de la burguesía nacional,
gestándose así una alianza en pos de la soberanía nacional y la industralización de las
economías.
El “pueblo” se constituye así como una categoría que va más allá de la clase
obrera como “sujeto histórico”. Partiendo de las experiencias de las revoluciones china,
sandinista y boliviana, en palabras de Dussel, “lo cierto es que siempre, en concreto,
histórica y políticamente fue el ‘pueblo’ el actor colectivo” (Dussel, 2007, p.8). El
argumento anterior adquiere mayor consistencia cuando se observa cómo la toma de
conciencia del “pueblo” implica el abandono de su pasividad, de la obediencia cómplice
frente a la dominación de una minoría. El disenso del “pueblo” trae consigo su
organización, así como la formulación de sus reivindicaciones; de este modo, Dussel
entiende a los movimientos sociales como “el ‘pueblo para-sí, son la ‘conciencia del
pueblo’ en acción política transformadora” (2007, p.9).
Para Urbinati, hoy es posible hablar de una democracia “de los” partidos en
lugar de una “por medio de los” partidos. Desde su perspectiva, estamos frente a un
“formidable adelgazamiento democrático” de estas organizaciones, lo cual se traduce en
la erosión del “partido sólido”, basado en la organización y en el ejercicio intermedio
entre Estado y sociedad, en contraposición a la emergencia del “partido electoralista”,
“líquido”, “ligero”, “esponja”, el cual solo tiene por objeto captar los intereses y las
opiniones de los ciudadanos para triunfar en las elecciones.
Más allá del posicionamiento ideológico de cada uno de estos líderes populistas
(López Obrador a la izquierda del espectro en función de sus propuestas para terminar
con los privilegios y la corrupción en México; Trump a la derecha por su orientación
xenófoba y excluyente de las minorías), las líneas anteriores manifiestan una de las
principales características del próximo gobierno de López Obrador: una preocupación
por incoporar actores históricamente relegados, silenciados, por un régimen
institucional, cultural, económico y político. Lo anterior, en aras de crear un orden
democrático en el que dichos actores estén incluidos.
Tal como señalamos a lo largo del trabajo, se trata de que el pueblo se asuma
como protagonista histórico-político, pero ya no en miras de la abolición del Estado. Si
algo hay que destruir, o más bien refundar, son aquellos mecanismos institucionales que
se han encargado de marcar la frontera entre representantes y representandos, para que
el Estado acompañe (y garantice) la lucha del pueblo por abandonar el lugar de “bloque
social de los oprimidos” (Dussel, 2007).
Bibliografía
Resumen:
La tradición socialista latinoamericana tiene a Juan B. Justo como uno de los pensadores
más importantes de principios del Siglo XX. La obra del fundador del viejo Partido
Socialista argentino fue convidada de piedra por parte de la izquierda revolucionaria y
olvidada por la tradición socialista reformista encarnada en el Partido Socialista,
unificado a principios del nuevo milenio.
Fueron pensadores como Aricó y Portantiero los que intentaron, después del último
golpe de Estado en nuestro país, revisar la obra justista para actualizar la amplia
tradición socialista aquí y latinoamérica en general. Estos debates giraban en torno a
conciliar socialismo y democracia, y a criticar al Estado como única forma de
representación de la sociedad, incorporando una visión de éste que amplíe la idea de lo
público.
El presente trabajo se propone explorar dos puntos de la obra de Juan B. Justo. La
primera, aquella referida a la forma de entender la política y la democracia. La segunda,
la relacionada al peso de las cooperativas para la socialización posible. De dicha
exploración se pasará a una crítica al componente iluminista que las sustenta, mostrando
las limitaciones que presenta a la hora de pensar un socialismo en democracia.
Por otro lado, el miedo que provocó el movimiento obrero durante el siglo XX (sobre
todo, con la Revolución Rusa y, posteriormente, la Revolución Cubana) parece haber
desaparecido (Domènech, 2013). Pasado el convulsionado 68, el retour a la normale
anunciaba, trágicamente, eso: el capitalismo victorioso, con la cancha abierta para
operar sin concesiones a un debilitado movimiento obrero. La caída de la Unión
Soviética y el devenir de la experiencia china en un mero capitalismo con régimen de
partido único forma parte de aquello. Es el inicio del “fin de la historia”, y con ella, un
nuevo tipo de capitalismo, comúnmente denominado “neoliberal”. Éste consiste, según
Domènech (2013), en cuatro puntos fundamentales. La primera, la remundialización de
la economía. El paso a una economía estadounidense deficitaria que se sustenta en la
deuda de la familias y que motoriza la economía mundial al ser dicho país el
consumidor de los productos elaborados por las potencias industriales. Segundo, se
desacopla la demanda efectiva agregada de los salarios reales. Ello a partir de la
posibilidad de financiar aquella mediante el endeudamiento barato, dejando como
contrapartida una huida hacia lo privado, en tanto que la lucha por el salario se ve
desarticulada. En tercer lugar (y como consecuencia de lo anterior), se desbarata el
poder de las organizaciones sindicales, dando lugar a un crecimiento de la productividad
que se despega del crecimiento de los salarios reales. Por último, la conversión de
capitales industriales hacia el ámbito de las finanzas. Por todo esto, el neoliberalismo es
el capitalismo del rentismo.
A partir de muchas de estas transformaciones, pero también por las acaecidas en nuestro
país, durante las décadas de los 80 y 90 se inició una relectura de la tradición socialista
argentina por parte de intelectuales como Juan Carlos Portantiero y José Aricó. La
revisión (enfocada en la obra de Juan B. Justo) tenía como motivo fundamental explorar
los posibles aportes que dicha tradición podría brindar a la consolidación de una
democracia recientemente conquistada.
Otros elementos ameritaban el retorno a la obra del fundador del Partido Socialista
argentino. Al ya mencionado fracaso de la experiencia del “socialismo realmente
existente” en Rusia y China se sumaba el desarme del Estado benefactor, modelo que
puso en evidencia el máximo de humanidad que puede tolerar el modo de producción
capitalista. Esto suponía, para los miembros del “Grupo socialista de discusión”, saldar
cuentas con la experiencia soviética, como condición necesaria para construir una
alternativa socialista en nuestro país.
Si la vuelta a la democracia era un terreno propicio para incursionar en los aspectos que
la tradición socialista podía aportar en la consolidación democrática, el contexto actual
lo es en mayor medida. Pasada la década de los 90, parecía que una vuelta a un gobierno
de corte extramadamente neoliberal era poco probable. Por primera vez en la historia de
nuestro país un partido de derecha toma las riendas del ejecutivo nacional sin acudir al
fraude electoral o a un golpe de Estado. Pero, si bien se hace de la victoria electoral, está
demostrando que la democracia le es una piedra en el zapato (por no decir 'en la bota').
Si no ha tenido problemas con incumplir con procedimientos democráticos formales,
menos lo ha tenido con atentar con otras manifestaciones de la vida democrática. Solo
basta recordar los operativos de las fuerzas de seguridad en las afueras del Congreso de
la Nación cuando se debatía la reforma previsional, por mencionar un ejemplo.
En tal sentido, el punto central de dicha teoría que se pretende abordar es la concepción
que Justo tiene de la política. Entendida ésta como conflicto, como luchas de clases
institucionalizada, tiene tanto aportes como obstáculos para la construcción de una
nueva cultura de izquierda democrática. De manera menos exhaustiva se considerará el
aporte que tiene el componente societal de su teoría, a la hora de pensar nuevas
comunidades y movimientos sociales, que sin ser necesariamente cooperativas, se rigen
por producir bienes de uso. Nos centraremos en ambos puntos de manera crítica para, a
partir de ella, aportar a la actualización del debate de la tradición socialista en un
contexto donde la democracia evidencia lo que es capaz de lograr en el capitalismo.
Al indagar sobre las razones por las cuales en los escritos de Marx latinoamérica carece
de autonomía y personalidad propias, Aricó intenta ir más allá de los contenidos del
texto que ha suscitado más debates en torno a este asunto – a saber, el panfleto donde se
expresa lapidariamente sobre la figura de Bolívar –. Para el pensador cordobés lo que
interesa no es tanto el contenido explícito de dicho texto, sino el contextualizar a Marx
(histórica y teóricamente) para poder rastrear por qué se inclinaba a realizar dicha
interpretación. En este sentido, descarta cuatro de las excusas comúnmente esgrimidas
(que van desde la supuesta fragmentación entre un Marx periodísta y otro teórico hasta
la acusación de un supuesto eurocentrismo) y sostiene que hay dos razones
fundamentales del “soslayamiento prejuicioso”. La primera, proviene del rechazo del
postulado hegeliano del Estado como instancia productora de la sociedad civil. El
segundo, un prejuicio político, que asocia la figura de Bolívar a la de Luis Bonaparte.
En palabras del pensador argentino:
Obnubilado por el prejuicio político, Marx no pudo saldar teóricamente el papel que
representaban (o que les correspondían) a figuras como la de Simón Bolivar. En vez de
preguntarse sobre las fuerzas sociales que hacían emergen un actor político de ese tipo,
se ocupó de describir sus características personales desde el recelo que le generaba la
figura de Luis Bonaparte.
Pero esto cambia con la expansión capitalista en el globo. Es a partir de la demanda del
mercado mundial y la escasez de fuerza de trabajo de algunas regiones que se impulsa,
fuertemente, el proceso de creación de una masa de trabajadores libres. La misma (para
las clases dominantes) debería ser formada con elementos migratorios, con aquellos
residuos de mano de obra europea o asiática. Con tales elementos es que el marxismo
parece poder brindar, desde adentro, su potencial explicativo y, por qué no,
transformador.
Con correr del tiempo, el contenido socialista de esta vertiente se irá erosionando para
quedar sólo su dimensión estatalista, con un gran recelo por la democracia, que la
entiende (al igual que gran parte de la familia socialista), como la expresión política de
la economía capitalista. A este tipo izquierda, que un pensador como De Ípola las
llamaría “protomodernas” se le contrapone la izquierda “moderna”, la cual “sin negar la
necesidad de intervención estatal en un proceso de transformación, reivindica y
promueve ante todo la esfera de lo público (entendida como instancia diferenciada del
Estado y del Mercado)” (1989:14). Dicho en esos términos, la teoría de Justo (en cuanto
al papel de organizaciones como cooperativas o la perspectiva municipalista) puede ser
reapropiada para pensar una izquierda moderna. El hecho de que tal teoría haya sido
enterrada en el olvido durante gran parte del siglo XX y que tenga cosas para decirnos
hoy, se debe (según Aricó) a que fue este personaje, con sus escritos, un “fenómeno de
destiempo” (citado en Martinez Mazzola, 2015). Es la obra del político argentino uno de
los primeros intentos por hacer de la lectura marxista una expresión propia de la
realidad argentina (aun cuando el mismo Justo no se identifique como marxista ni
materialista dialéctico) y quizá tenga algo para decirle a la izquierda de hoy.
Si bien es a partir de su labor como médico que él registra el sufrimiento que padece la
clase trabajadora, la formación positivista propia de las ciencias naturales de la época
influirá fuertemente en la forma en el que él mismo concibe al socialismo y la lucha de
clases. Esto es palpable en el modo en que concibe a la historia como regida por
“fuerzas tan regulares como las que mueven el sistema solar y han moldeado la corteza
terrestre” (Justo, 1969:10). Empapado de una visión evolucionista, observa que la
historia tiene una base biológica, que las formaciones de las sociedades son la respuesta
a la adaptación de los individuos indefensos ante el medio físico-biológico. Con el
devenir de esa cooperación se da el progreso técnico-económico, que lo entiende como
“la adaptación de la labor humana a las crecientes necesidades de la especie” (Ídem.:
299). Asimismo, esta tendencia a la asociación por parte de miembros de una misma
especie es, para Juan B. Justo, corrompida por la aparición de miembros parasitarios
dentro del mismo homo sapiens: “la especie humana es la única que practica y sufre el
parasitismo en su propio seno” (Ídem.:36).
La condena a las clases dominantes residía en el triste papel que las mismas
desempeñaban en cuanto agentes modernizadores de la sociedad. Se creía que para que
la sociedad socialista tuviera asidero, tendría que culminar el proceso de introducción a
la modernidad capitalista – desarrollo que la clase dirigente estaba (cuando menos)
obstaculizando por su componente criollo –, pues con tal ingreso aumentaría la masa
crítica de asalariados que haría posible el paso a la sociedad de productores libres y
asociados. Es decir, si había componentes de otros modos de producción en la economía
latinoamericana, el socialismo debería bregar para el rápido paso a la homogeneidad del
mundo burgués. En el proceso, los trabajadores argentinos tendrían que nutrirse de la
experiencia del movimiento obrero de otras latitudes para sacar provecho del hecho de
haber iniciado tarde el proceso de constitución de la clase. Y era el Partido Socialista el
encargado de recopilar y absorber tales experiencias, para posteriormente difundirlas y
llevarlas a la práctica.
Tales experiencias, según la idea de Justo, podrían ser adquiridas por la clase
trabajadora por el hecho de no haber en éstas estructuras ideológicas fuertemente
12
En “Teoría y práctica de la historia” (1969) recién aparece una referencia explícita a Marx y Engels en
la página 60. También es llamativo la lectura de la plusvalía en Marx como una mera alegoría, por
cuanto “que el valor de la fuerza de trabajo depende también de 'un elemento histórico y moral',
elemento que no entra absolutamente en el precio de las mercancías” (Justo, 1969:257).
arraigadas. Esta “relación de 'transparencia' entre economía y política” implica, para
Justo, una “privilegiada posibilidad expresiva de la estructura” (Aricó, 1999:77). Este
componente iluminista forma parte, nuevamente, ya de la tradición liberal y
democrática argentina. Paradójicamente, desde la idea de que la cultura popular es un
campo virgen a ser sembrado remite a una muy enraizada ideología difundida entre los
intelectuales de época, la cual consistía en que se podía proyectar y diseñar la nación
con el uso de una pluma. Pero si en tal punto se asemeja el modo de pensar justista a la
de la tradición liberal, lo que lo diferencia es el motor de modernización. Para el
socialista quien ha de movilizar el país hacia la modernidad son las clases populares. La
garantía de su proyecto era el agente histórico que surgía del paso a una economía de
tipo capitalista. Y el canal por el cual debía actuar el nuevo sujeto social transformador
era la vía política (electoral/legislativa). A su vez, dicha acción política permitiría, en tal
concepción, unificar a la disgregada clase trabajadora en expansión. Esta visión tenía
como presupuesto la nacionalización de los trabajadores migrantes, sin la cual no
podrían participar de la vida política.
Si hubo, durante gran parte del siglo XX, grupos de izquierda que rechazaran la
democracia por considerarlo el régimen político de la burguesía (y, por ende, se
abstenían de participar en ella), hoy la gran mayoría de las tradiciones de izquierda
disputa en el plano electoral. Partidos trotskistas como el Movimiento Socialista de los
Trabajadores (MST) o el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), aunque
consideren a la democracia actual como el mal menor (o como la “revolución de
febrero”), ingresan al terreno electoral siguiendo las reflexiones que Nahuel Moreno
hiciera en Actualización del Programa de Transición:
Aunque en 1981 Jorge Altamira criticara la idea morenista de distinción entre una
“revolución inconsciente democrática” (revolución de febrero) y una “revolución
consciente” (de octubre), acusándola de caer en un “democratismo liberal más
rampante” (Altamira, 1999:147), en 1989 se presenta como candidato presidencial por
el Partido Obrero, partido que hace tiempo conforma el Frente de Izquierda y de los
Trabajadores junto con el PTS, que lo ha llevado a ocupar cargos legislativos en
legislaturas locales, provinciales y nacionales. Salvando grandes diferencias y los tipos
de estrategias planteadas, la izquierda hoy comparte (aunque sin adherir explícitamente)
la práctica de política electoral que tuviera el viejo Partido Socialista regido por la teoría
que planteara Justo. Sin afirmar algo similar a que Nahuel Moreno llega en 1980 a
dónde empezó el fundador del Partido Socialista, hay sin dudas un punto de encuentro.
Y la diferencia que en la actualidad tiene el Partido Socialista es que ha perdido, de la
tradición que se forma con Justo, el componente marxista (ya de por sí escaso) del que
tal teoría se nutría. Es muy raro escuchar a dirigentes del PS afirmar algo así como que
están inmersos en la lucha de clases. Por el contrario, es muy común oírlo de dirigentes,
legisladores y legisladoras de partidos herederos de la tradición trotskista morenista.
Para introducirnos al primer punto, va de suyo que la noción que el fundador del PS
tiene de política va asociada a la aceptación de una democracia republicana. Es el
régimen democrático, para él, el medio civilizado a través se desenvuelve la lucha de
clases, y por ello lo que hay que conquistar son derechos políticos que posibiliten
establecer reglas de juego claras que le permitan a los trabajadores participar libremente
de él. Ahora bien, harto conocido son los debates que se han suscitado a lo largo del
Siglo XX sobre socialismo y democracia, en los cuales gran parte del izquierda
manifestaba que la democracia era una conquista burguesa, y que llevaba a considerar a
la democracia como el régimen político de la burguesía.
Es contra estas afirmaciones que discute Antoni Domènech. Este académico español
sostiene que la tradición política socialista no es adanista, sino que es heredera de la
tradición democrático-republicana moderna (Domènech, 2013). ¿En qué consiste esa
tradición y cómo se manifiesta en los idearios socialistas? En primer lugar, la idea de
libertad asociada necesariamente a la igualdad. Para la concepción republicana, la
libertad se entiende en términos positivos, es decir, en formar parte del cuerpo político
no sólo como súbdito sino, sobre todo, como soberano. Pero si la inalienabilidad de la
libertad aparece en dicha tradición en el plano de lo político, en el socialismo esta se
amplía para alcanzar la dimensión económica.
El socialismo denunciará que los capitalistas son malos fideicomisarios. Los mismos
han fallado en la administración de la propiedad porque sacan provecho de su lugar
económico para explotar cada vez más a los asalariados, como así también de la
situación que tienen en el mercado (para subir los precios a los productos que el pueblo
consume) y porque utilizan su poder económico para actuar de forma plutocrática en la
política.
13
Entendemos que aquí el autor quiere decir “fideicomitente”.
Por todo ello es que el intelectual español afirma que
Otro lugar donde podemos encontrar una lectura diferente a la difundida idea de
socialismo y democracia como dos opuestos irreconciliables es ni más ni menos que en
Rosa Luxemburgo, en la obra en la cual discute con la revisión de Bernstein. Le refuta
a éste la afirmación de que la democracia sea parte del desarrollo inevitable de la
sociedad moderna, sosteniendo que “no se puede construir ninguna conexión interna y
absoluta entre desarrollo capitalista y democracia” (Luxemburgo, 2010b:155). La
misma no rechaza la democracia en sí, pues “las formas democráticas de la vida
política son un fenómeno que expresa del modo más claro el proceso de conversión del
Estado en sociedad y, en este medida, constituye una etapa hacia la transformación
socialista” (Ídem:129). En todo caso, lo que le interesa marcar a la socialista polaca-
alemana es la esencia de la democracia en una sociedad capitalista. No critica la forma,
sino el contenido que hace que la misma se convierta en un instrumento de los intereses
de la burguesía. ¿Cómo se manifiesta esto para Rosa Luxemburgo? Cuando la
democracia se convierte en una molestia a la clase dominante: “en cuanto la democracia
muestra una tendencia a negar su carácter de clase y a convertirse en un instrumento de
los intereses concretos del pueblo, la burguesía y sus representantes en el Estado
sacrifican las formas democráticas” (Ídem: 130). Por ende, la crítica de la vía
parlamentaria del socialismo que plantea Bernstein es en tanto que el mismo sólo
considera la democracia en su plano formal y no en su contenido real.
En otra obra, la pensadora marxista discute con la concepción que tienen Lenin y
Trotsky sobre la democracia. Nuevamente, objeta el hecho de concebir a la democracia
sólo en su forma y no en su contenido. Pero si a Bernstein lo critica por enaltecer a la
democracia sólo en su aspecto formal, hace lo propio con los bolcheviques pero porque
al criticar éstos la democracia, lo hacen confundiendo forma y contenido. Cuestionan el
mecanismo de las instituciones democráticas pero porque sólo entienden a la
democracia en términos burgueses. Tal confusión se basa en una interpretación rígida de
la democracia, donde las instituciones representativas y los representantes estarían
únicamente vinculados con el pueblo a partir del acto eleccionario. “Se niega aquí toda
relación espiritual viva, toda interacción permanente entre los representantes, una vez
han sido electos, y el electorado” (Luxemburgo, 2017:49).
En este sentido, la tarea que se presenta como ineludible es la de reflexionar sobre los
vínculos entre las formas inorgánicas en que se presenta el conflicto político y las
instituciones democráticas del Estado, porque es éste el punto que posibilita pensar la
democracia más allá de su aspectos formales. Retomando las reflexiones de Rosa
Luxemburgo, el proceso a través del cual la democracia se puede llenar de otro
contenido es con la dirección que desde afuera de lo formal le impulse el pueblo. En
cuanto que las libertades democráticas abren paso a la libre expresión política del
pueblo es que ha de defenderse los derechos que el régimen democrático garantiza.
Pero, por otro lado, es la misma huelga de masas, el mismo pueblo en movimiento y
acción lo que garantiza la instauración de todo tipo de conquistas. La salida del callejón
en el cual se encontró gran parte de la familia del socialismo donde fue gobierno o
donde tuvo un papel importante por su tamaño y por su representación parlamentaria
implica ahondar en los modos que adquiere el conflicto y que escapa a toda
planificación estática pensada desde un centro, acarrea abandonar la inocente
percepción del “rígido y vacío esquema de una árida 'acción' política, llevada a cabo con
cautela y según un plan determinado por las supremas instancias” para reparar en el
pueblo como “algo vivo, de carne y hueso” (Luxemburgo, 2010a:54).
Escapar al “fetichismo político” del cual Justo se considera exento pero del cual no
logra deshacerse nos obliga a pensar la dimensión jurídica de manera compleja.
Comprende no caer en el lugar de los “amantes de las 'ordenadas y bien disciplinadas'
batallas” (Ídem.:40), como así también huir de la visión que sólo toma la relación
derecho-sociedad de manera unidireccional, como el primero actuando sobre el
segundo, y que supone que la única forma que tiene la sociedad de encauzar
transformaciones es mediante vía electoral. Todo esto nos impulsa a pensar en cómo se
configuran las identidades que se dan en el seno de los sectores subalternos; cómo se
articulan las demandas dentro de los mismos; las formas en que estas cobran fuerza y
logran abrir debates en el seno de las instituciones democráticas formales cuando temas
parecían cerrados; o cuando logran torcer el curso de un debate. Pero tampoco hace
falta, para discutir este punto de la teoría de Justo, alejarse del círculo de influencias
políticas internacionales que él mismo tenía. Si para Justo “el pueblo obrero es llamado
a influir mediante el sufragio universal” (1947:201), Jaurès dice algo diferente:
Cerrando el punto fundamentalmente político de Justo, vemos que hay algunos aportes
para pensar la relación entre democracia y dictadura del proletariado. Aquel nunca
rechaza la vía revolucionaria, pero lista algunos inconvenientes con los cuales se podría
encontrar el proletariado realizada la revolución. Sobre todo en lo referente a la
capacidad técnica-económica de los trabajadores para hacerse del mando de la política y
de la economía. Es, para él, ésta la razón por los cuales los soviets en la Rusia
revolucionaria fallaron, lo mismo que ocurriera en el aparato estatal del gobierno
revolucionario. En ambos casos tuvieron que incorporar a burócratas especializados del
gobierno zarista. Cuando se refiere a la dictadura del proletariado llevada a cabo en
Rusia el mismo sostiene
El segundo punto de la teoría que nos interesa rescatar – de manera más breve – para
mostrar las formas en que puede actualizarse es la cuestión de las cooperativas. Para
Justo con aquellas el trabajador se hace de los medios de producción, habiendo así
“productos, pero no mercancías” (Justo, 1969:430). Existen hoy una heterogeneidad de
movimientos que, sin reconocerse como “empresas cooperativas” gestionan recursos de
modo comunitario, siendo productores y consumidores de los bienes que producen;
movimientos, también, que resisten a la avanzada mercantilista de bienes naturales y
culturales14. Tales movimientos se oponen a la mercantilización de la vida, y en tanto tal
son anticapitalistas (se perciban como tales o no). Hay por parte de estos movimientos
un rechazo a la apropiación de los bienes, sean en manos del Estado o de privados.
Donde yerra la visión de las cooperativas que tiene Justo es, como ya se dijo, producto
de su sustento iluminista. Al separar tajantemente lo político de lo económico esta teoría
no permite ver espacios dónde tales dimensiones son en modo algunos distinguibles (sin
ir más lejos y por dar un ejemplo que el mismo autor tenía a la vista: los soviets). En
muchas comunidades la organización que se da en torno a un recurso rebalsa los
motivos económicos: elaborando (sólo a veces de forma escrita) mecanismos de toma
de decisiones y resolución de conflicto, estas comunidades construyen identidades al
rededor de la satisfacción de alguna necesidad, material o simbólica. Y lo pueden hacer
en tanto que el acceso al recurso en cuestión no está mercantilizado. En este punto vale
la pena introducir las palabras de Portantiero en cuanto a cómo piensa un socialismo
para el Siglo XXI:
14
Cuando se debatía el proyecto de ley de propiedad intelectual en 1933 el diputado socialista Enrique
Dickmann manifestaba “Estamos creando por ley una nueva propiedad y los socialistas que somos
críticos de la propiedad ya constituida, hemos de ser muy parcos en la creación de nuevas formas de
propiedad; hemos de establecerla con toda clase de limitaciones, restricciones; denunciándolas desde
su creación en todas sus fallas o defectos” (1933).
privatización de la vida y de expropiación del espacio público (…) La tarea
del nuevo socialismo es la de impugnar ética y políticamente tanto a la
tiranía del Estado cuanto a la del mercado, proponiendo una visión de la
sociedad y de la política en la que la dimensión de lo público pueda ser
recuperada (1995:19)
A modo de cierre.
Bibliografía:
Aricó, José (1983). “Marx y América Latina”, en Revista Nueva Sociedad N°66.
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Aricó, José (1991). “1917 y América Latina”. En Revista Nueva Sociedad N°111.
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Mario y Gabetta, Carlos. ¿Tiene porvenir el socialismo?. Eudeba. Buenos Aires.
Domènech, Antoni (2013). “Socialismo ¿De dónde vino? ¿Qué quiso? ¿Qué logro?
¿Qué puede seguir queriendo y logrando?
Portantiero, Juan Carlos (1995). “Los socialismos ante el Siglo XXI”. En Leviatán:
Revista de hechos e ideas, N°65. Fundación Pablo Iglesias. Madrid.
Resumen
Antecedentes
15
“Conduct of conduct” es el término original traducido a los fines del presente trabajo.
redistribución de riesgos y protección “dejando al individuo a merced del mercado”
(2009: 111). Así, Lazzarato se propone sumar una nueva dimensión al análisis
foucaulteano, tomando como caso de estudio a los trabajadores de la industria cultural,
la reconfiguración en el sistema de seguridad social y la destrucción del lazo social.
16
La gubernamentalidad es abordada en tres aspectos sustanciales: en primer lugar, debe ser
comprendida el conjunto de instituciones, procedimientos, cálculos y estrategias que caracteriza una
forma específica del ejercicio del poder sobre la población a través de los dispositivos de seguridad como
instrumentos técnicos esenciales (Foucault, 2011). En segundo lugar, refiere a la preeminencia del tipo de
poder conocido como gobierno y que indujo al desarrollo de una serie de aparatos y de saberes. Por
último, el proceso de transformación del Estado que comenzó a partir del Medioevo.
misma se postuló como “principio organizador y regulador” del orden estatal, es decir,
“un Estado bajo la vigilancia del mercado más que un mercado bajo la vigilancia del
Estado” (2016: 149).
Sin embargo, el desplazamiento hacia una nueva corriente obligaba a repensar
hasta qué punto los mecanismos políticos podían extenderse para informar la economía
de mercado. Precisamente, se asistió al pasaje de una lógica del intercambio, en tanto
característica esencial del liberalismo, a una racionalidad cimentada en la competencia
que implicó, consecuentemente, el traspaso del paradigma de la equivalencia a un
“juego formal entre desigualdades” que debe ser producido (2016: 153). En definitiva,
el neoliberalismo dio por sepultada la filosofía del laissez-faire que justificaba la
operatividad del mercado bajo sus propias leyes naturales.
La gubernamentalidad naciente se situó bajo el signo de una política activa pero
sin dirigismo, ya que la instauración de la estructura competitiva requería de la
fabricación de condiciones artificiales por parte del Estado para su funcionamiento.
Ahora bien, este tipo singular de participación se expresó en las acciones reguladoras y
las acciones ordenadoras (Foucault, 2016). Respecto de las primeras, se orientan a las
políticas crediticias, cuya finalidad es la estabilidad de los precios, no como fijeza
determinante sino como control de la inflación. Nunca se apelará a una estrategia de
planificación ni se postulará al pleno empleo como un objetivo de la política estatal.
Foucault explicó que, desde la perspectiva neoliberal, el desocupado lejos de ser una
víctima social es un trabajador en tránsito de una actividad más rentable. En cuanto a las
acciones ordenadoras, se propone dar una “política de marco” atendiendo a las
cuestiones estructurales, extraeconómicas y generales para garantizar la existencia de
las condiciones del mercado (Foucault, 2016: 172).
Dentro del ordoliberalismo, la producción de subjetividad, en tanto correlato del
orden económico neoliberal, se concentra en implementar mecanismos tendientes a la
construcción del homo economicus concebido como el “hombre de la empresa y de la
producción” (Foucault, 2016: 182). En conclusión, el tránsito de la gubernamentalidad
liberal a la neoliberal conllevó el traspaso de una sociedad signada por la dinámica de la
mercancía a la lógica de la competencia, de una sociedad de supermercado a una
sociedad de empresa. La innovación institucional mediante la cual se postula a la unidad
empresa en tanto agente económico supuso, a su vez, la construcción de un aparato
jurídico funcional a la nueva tecnología de poder que reglara el comportamiento.
Es preciso señalar que, para los ordoliberales la constitución del Estado de
derecho implica asumir a la economía como un juego y a través de la intervención
estatal se pretende asegurar la formalización de las reglas que permitan a los agentes
económicos ser partícipes de la instancia lúdica. Se trata de “un juego regulado de
empresas dentro de un marco jurídico institucional” que establezca y garantice la
posibilidad de actuación de la mayor cantidad de individuos (Foucault, 2016: 209). Sin
embargo, es necesario que ninguno de los competidores quede total y definitivamente
fuera del juego. Existe, por lo tanto, un umbral que marca los límites de la exclusión.
Diferenciándose de la concepción bienestarista17, el ordoliberalismo se vale de la
política social desde una perspectiva privatista e individualista cuya función no es
erigirse en tanto mecanismo redistributivo del ingreso, sino asegurar un determinado
nivel de consumo con motivaciones y frustraciones suficientes para que el individuo
prefiera trabajar a conformarse con una asignación. A través de la aplicación de un
conjunto de dispositivos, se busca asistir sólo a aquellos que lo necesiten en un
momento determinado.
Según Foucault, este tipo de impuesto negativo se caracteriza por asignar un
subsidio de dinero constante que asegure recursos complementarios a quienes no
alcancen el umbral de subsistencia. Se trata de una asignación compensatoria que sólo
actúa para atenuar los efectos de la pobreza, en lugar de mitigar sus causas. En efecto,
dicha delimitación en los niveles de consumo implica la existencia de una pobreza
absoluta sobre la cual actuará el recurso compensatorio. De esta manera, se reintroduce
la figura del pobre en un nuevo escenario entre asistidos y no asistidos. Otra
particularidad del impuesto negativo consiste en presentarse como una política de
seguridad general “por abajo” destinados a los que conforman una población flotante,
infra y supraliminar, funcional a la lógica de la competencia que incluso puede ser
utilizada como una reserva constante de mano de obra18 (Foucault, 2016: 247).
Es preciso recordar que la conformación de una política económica que no está
enfocada en garantizar el pleno empleo sino integrarse a la economía de mercado
implica la generación de una población flotante “en el que los mecanismos de seguros
17
El Estado de Bienestar se caracterizaba por la aplicación de mecanismos compensatorios y
redistributivos del ingreso para estabilizar y estimular los niveles de consumo por medio de la
intervención de instituciones públicas (Lo Vuolo, 1991). Se trataba de un protagonismo activo del orden
estatal en la esfera económica.
18
En términos foucaulteanos, la población flotante es aquella que no logra superar el umbral de
supervivencia, constituyéndose como los nuevos excluidos dentro del sistema de competencia.
permitirán a cada uno subsistir de determinada manera y hacerlo de tal modo que
siempre pueda ser candidato a un empleo posible, si las condiciones del mercado lo
exigen” (Foucault, 2016: 247). En palabras de Castel (1999), los supernumerarios
sufren la “imposibilidad de procurarse un lugar estable en las formas dominantes de
organización del trabajo y en los modos conocidos de pertenencia comunitaria” (1999:
18). Las transformaciones en la figura del salariado corresponden a un nuevo paradigma
laboral que, lejos de ser homogeneizante, promueve mecanismos de desafiliación y
precarización.
La clave del nuevo arte de gobernar reside en la proyección de una “economía
de mercado competitiva, acompañada de un intervencionismo social que, en sí mismo,
implica una renovación institucional en torno a la revalorización de la unidad ‘empresa’
como agente económico fundamental” (Foucault, 2016: 213). En este sentido, el
principio de regulación económica era regido por el mercado mientras que el gobierno
se ocupaba de organizar la sociedad con el fin de garantizar la actuación de dichos
mecanismos competitivos. La estrategia política consistía en poner en marcha ciertos
procesos sociales tendientes a “evitar la centralización, favorecer las medianas
empresas, sostener lo que ellos denominaban empresas no proletarias (…), multiplicar
el acceso a la propiedad, tratar de sustituir las coberturas sociales de los riesgos por
seguros individuales” (Foucault, 2016: 276).
La política pública se transforma en un mecanismo funcional a las tecnologías
de poder neoliberal que imprime y reproduce una forma de subjetivación específica
(Shore y Wright, 2005). Precisamente, este tipo de dispositivos institucionales
categorizan a los sujetos y reglan su comportamiento induciendo en la construcción que
ellos hacen de sí mismos a través de una subjetivación interna y externa. En este punto,
es preciso exponer dos aclaraciones.
En primer lugar, haciendo una relectura de Foucault, Zangaro (2011) explica que
los modos de subjetivación son prácticas históricas que se vinculan con las formas de
obrar y de pensar, poniendo en marcha una doble articulación de objetivación-
subjetivación. La autora da cuenta que una de las tres formas de objetivación se
relaciona con las actuaciones que el sujeto aplica sobre sí mismo, mejor conocidas como
tecnologías del yo. Se refiere, en definitiva, a prácticas autoimpuestas que se
complementan con las prácticas héteroimpuestas pertenecientes a las tecnologías de
gobierno.
En segundo lugar, considerando que los sujetos son el correlato de determinados
procesos históricos, comprender la subjetividad implica comprender los modos de
subjetivación correspondientes a determinada racionalidad histórica. La
gubernamentalidad moderna, en este sentido, aplica un nuevo mecanismo de control
sobre la población que reproduce y manifiesta determinadas estrategias y cálculos de
poder. Foucault (2011) los denomina dispositivos de seguridad que se suman a los
dispositivos disciplinarios (las normas) en tanto técnicas específicas de gobierno. En
este marco es que pueden ser entendidas las políticas públicas ya que, lejos del carácter
prohibitivo de la ley, actúan sobre la realidad para regularla en lugar de circunscribirla.
En consecuencia, dentro del ordoliberalismo los dispositivos institucionales
producen y custodian el juego del libre mercado y la competencia a través de la
intervención estatal que otorgue un mínimo marco regulatorio. En cambio, el
anarcocapitalismo norteamericano es una faceta aún más radicalizada porque extiende la
operación del cálculo económico a todos los aspectos de la vida, introduciendo la teoría
del capital humano y modificando la concepción del homo economicus, que no necesita
ya ser generado masivamente. La molecularización de la unidad-empresa dio a luz al
empresario de sí mismo, un sujeto que ya se supone producido con aptitudes gerenciales
para autosustentarse, siendo su propio productor y fuente de ingresos.
Aquí radica, precisamente, la contribución de Gary Becker (1964), retomado por
Foucault (2016), quien introdujo un aporte innovador en la teoría del consumidor. El
individuo deja de ejercer un rol pasivo, ya que los gastos para adquirir bienes deben ser
considerados como gastos de inversión, y no sólo operaciones de consumo, con el fin de
producir y alcanzar su propia satisfacción (Castro Gómez, 2012; Lapage, 1979; Neffa,
2007). Resultan inversiones que los sujetos hacen en sí mismos sobre sus competencias
que luego podrán capitalizar. La determinación de la capacidad productiva en los
trabajadores no es homogénea, todo lo contrario, y es en este punto donde la inversión
en educación resulta indispensable al proveer un mayor costo de oportunidad. La
cuestión nodal del capital humano reside en el desarrollo de las propias aptitudes innatas
y adquiridas por medio de la inversión en aprendizaje.
El paradigma anarcoliberal implicó una vuelta de tuerca dentro del campo de
estudio económico que dejó de sustentarse sobre cuestiones abstractas, y redirige su
atención en el comportamiento del sujeto y su racionalidad interna para descubrir los
cálculos por los cuales, considerando la escasez de recursos, realiza determinadas
actividades por sobre otras (Foucault, 2016). La estrategia de subjetivación reestructuró
la concepción del trabajo, ya no como fuerza productiva que el trabajador vende al
mercado, sino como un elemento constitutivo, una aptitud, un capital inicial que lo
invierte en una transacción. La mutación epistemológica neoliberal le imprime al
individuo un carácter emprendedor autoasistido, mediante el cual él mismo es
responsable de sus acciones y tiene la obligación de invertir en sus capacidades
(Hamann, 2009).
Lejos de la doctrina marxista, el salario resulta un elemento sustancial para ser
utilizado como fondo de inversión convirtiendo al trabajador en una suerte de capitalista
e invirtiendo la ecuación: se asiste al pasaje del obrero víctima del sistema de
dominación económica al inversor empresario de sí mismo. En esta nueva lógica, no
hay lugar para la alienación. Si bien el individuo es percibido en tanto máquina, la
conceptualización debe ser entendida en un sentido positivo, al generar sus propios
flujos de ingresos con el objeto último de potenciar sus competencias a través de
cálculos racionales.
Acorde a lo señalado por Castro Gómez (2012), las modalidades de construcción
y reproducción de sujetos funcionan en la racionalidad neoliberal como estrategias
biopolíticas con la formación de un medio ambiente competitivo a partir de “un
desmonte sistemático de las seguridades ontológicas”, garantizando una constante
inseguridad generalizada en el medio que propicie la innovación en el emprendedor
(2012: 208). El homo economicus al responder de manera sistemática ante las técnicas
impuestas “es un hombre eminentemente gobernable (…) como el correlato de una
gubernamentalidad que va a actuar sobre el medio y modificar sistemáticamente sus
variables” (Foucault, 2016: 310).
El Programa Inclusión Social con Trabajo (PRIST), popularizado como Plan Argentina
Trabaja, se puso en marcha oficialmente el 6 de agosto del 2009 con la resolución
3182/09 del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, en ese momento a cargo de
Alicia Kirchner bajo la administración de Cristina Fernández. Según consta en el
artículo 2, el objetivo principal consistía en propiciar “el desarrollo económico y la
inclusión social, a través de la generación de nuevos puestos de trabajo genuino, con
igualdad de oportunidades, fundado en el trabajo organizado y comunitario,
incentivando e impulsando la formación de organizaciones sociales de trabajadores”.
La medida estaba destinada para aquellas personas que no integraban el mercado
laboral formal. Los beneficiarios percibían un ingreso mensual a cambio de la
realización de tareas comunitarias en obras y mantenimiento del espacio público. En un
principio, sólo podían tener acceso los desocupados que no cobraran ningún tipo de
subsidio social, excepto la Asignación Universal por Hijo. Una vez organizados en
cooperativas, quedaban a cargo de un Ente Ejecutor (ya sea con rango municipal,
provincial o nacional).
Considerando la cita transcripta y lo expuesto en el marco conceptual, el PRIST
se constituye como una política social sustentada en el otorgamiento de un recurso
compensatorio (el subsidio) para garantizar el nivel de consumo de aquellos que se
encuentren por debajo del umbral.
Una de las características del impuesto negativo, que puede ser apreciada en la
medida analizada, es la concesión de una suma de dinero constante aunque insuficiente,
que obligue al sujeto a no conformarse con dicha asignación y buscar un trabajo formal.
La división que plantea el umbral entre asistidos y no asistidos configura un nuevo
escenario en el cual el grupo beneficiario del programa, los desempleados organizados
en cooperativas, integran la población flotante, funcional a la lógica competitiva dentro
de la gubernamentalidad neoliberal al ser una continua reserva de mano de obra
disponible. A través de las políticas sociales se atendían los efectos de la pobreza, en
lugar de ocuparse de subsanar sus causas.
Vale subrayar que los dispositivos asistenciales de este tipo permiten la
existencia de un tipo de sujeto que sea “candidato a un empleo posible” acorde a las
demandas del mercado (Foucault, 2016: 247). Bajo el nuevo paradigma, el desempleado
no es una víctima social, sino que es un trabajador en tránsito, es decir, en búsqueda de
un empleo que le permita jugar dentro de los niveles de competencia con las unidades-
empresa. Es así como queda de manifiesto que la normativa ejecutada por el
kirchnerismo, interpretándola desde un punto de vista ordoliberal, se presenta como una
política de seguridad general “por abajo” (Foucault, 2016: 247).
Realizando una interrelación con la obra de Castel (1999), la transfiguración de
la figura del salariado por una progresiva mutación en la concepción del Estado y su
incidencia en el tejido social permite establecer un punto en común entre la población
supraliminar y los supernumerarios, quienes no cuentan con la posibilidad estable de
tener un lugar en las formas dominantes de la organización del trabajo. Los
desocupados, principales beneficiarios del PRIST, se encuentran precisamente en una
zona de vulnerabilidad bajo un proceso de desafiliación que retrasa ese proceso de
exclusión y por eso mismo pueden ser tomados como reserva de mano de obra. La
desafiliación, en efecto, puede ser sinónimo de “disociación, descalificación o la
invalidación social” que permite asegurar estratégicamente una estructura social
determinada (Castel 1999: 17). Según lo explicó Castel (1999), la transformación de la
cuestión social llevó a la implementación de nuevas formas de configuración del empleo
sustentadas en la precarización del trabajo.
Continuando con el análisis foucaulteano, la clave del nuevo tipo de
gubernamentalidad reside, precisamente, en la garantía de las reglas del juego que
aseguren el funcionamiento de la lógica competitiva a través de la implementación de
dispositivos específicos. De hecho, entre los fundamentos de la resolución 3182/09 se
establece que el “Estado continúe jugando el rol de articulador y realizando una fuerte
inversión social”. En este sentido, vale hacer dos aclaraciones. En primer lugar, el
Estado se asume como garante de la reproducción de un sistema que penetra en el tejido
social generando mecanismos de subjetivación funcionales al nuevo paradigma,
mediante la ejecución de una política activa pero sin dirigismo.
En vinculación con el apartado anterior, se explicó cómo operaban la puesta en
marcha de mecanismos que se proponían moldear la conducta de los sujetos a través de
intervenciones indirectas. La conducta de conducta, en este caso, habilita la existencia
de un tipo de individuo que no se desempeña como una unidad-empresa pero cuya
existencia resulta necesaria para la operatividad del mercado.
En segundo término, el PRIST puede ser comprendido como una acción
ordenadora, al proveer políticas marco de tipo estructurales que inciden sobre la esfera
extraeconómica del sujeto. En este caso, los beneficiarios del programa eran capacitados
en distintos oficios y conformaban cooperativas de trabajo cuyas actividades estaban
destinadas al mantenimiento del espacio público. Incluso, puede apreciarse cómo el
orden estatal influye sobre el aspecto extraeconómico del individuo ya que entre los
fundamentos de la resolución se deja asentado que “el Ministerio de Desarrollo Social
se encuentra abocado a diseñar todas las estrategias posibles que permitan ligar el
desarrollo al aspecto territorial, incorporando, aumentando y mejorando los ingresos de
las familias y generando actividades que apunten al desarrollo humano”. Así, a partir de
la aplicación de distintas herramientas se pretende sumar jugadores a la partida para
competir en el mercado y robustecerlo. Vale recordar que la implementación de este
tipo de medidas en conjunción con las acciones reguladoras, orientadas a la política
crediticia, constituían la base funcional del paradigma ordoliberal para mantener la
continuidad del juego económico.
Por otra parte, si bien en el párrafo transcripto al inicio del apartado la normativa
buscaba garantizar la “inclusión social, generando nuevos puestos de trabajo genuino”,
lo cierto es que la racionalidad neoliberal no tiene como prioridad el empleo sino
garantizar la funcionalidad continua de la competencia. En este aspecto, resulta
contradictorio que la creación de puestos de trabajo se base en la promoción de
asociaciones mutuales de obreros que, a pesar de contar con aportes jubilatorios y
cobertura médica, son incapaces de competir a la par de las unidades empresas. No sólo
existen diferencias en cuanto a la estructura jurídica de ambas modalidades (empresas y
cooperativas) sino también cabría atender la constitución impositiva y financiera.
Por lo tanto, también resulta cuestionable los términos de “inclusión social”
perseguidos siendo que la política social se encuentra supeditada a la esfera económica.
Entre los fundamentos del PRIST se afirma que “las políticas sociales así concebidas
apuntan a promover la participación activa de los actores locales, vinculando lo social a
una política que no se escinde de lo económico y productivo. Esta articulación es la base
de un modelo de gestión cristalizado en lo institucional”. En efecto, la
gubernamentalidad neoliberal se sustenta en un entramado institucional y jurídico que
habilita y sustenta su operatividad.
De esta manera, en conjunción con las acciones reguladoras y ordenadoras y su
implicancia en los modos de subjetivación y considerando el análisis presentado, se
asienta una desigualdad relativa que es funcional e indispensable para la operatividad de
la nueva lógica competitiva. Por un lado, la existencia de unidades empresa que
compiten constantemente y, por el otro, la presencia de una población flotante que
requiere ser asistida momentáneamente ya que resulta necesaria al erigirse como mano
de obra de reserva. Para la corriente ordoliberal, la política social no tiene por objeto la
redistribución del ingreso sino propiciar mecanismos compensatorios que no sean de
consumo masivo. Lejos de la concepción bienestarista, la política social se asume aquí
tan sólo como un mecanismo individualista y privatista para asegurar ciertos niveles de
subsistencia.
19
Disponible en: http://diagnosticopolitico.com.ar/2018/01/04/2017-hubo-5-221-piquetes-pais/
corresponde con una concepción del homo economicus desplegada en la Ley de Apoyo
al Capital Emprendedor.
En el presente apartado, se realizó una enumeración de los hechos más
relevantes que permiten comprender el ambiente mediante el cual es generado el actual
sujeto neoliberal, a partir de una constante inestabilidad que lo incentive a competir
constantemente, por un lado, y a invertir en sí mismo con el objeto de desarrollar sus
potenciales, por el otro.
Comentarios finales
Bibliografía
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Disponible en: http://diagnosticopolitico.com.ar/2017/01/04/informe-anual-2016-se-
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performances en el escenario managerial”. En Michel Foucault 30 años después.
Aportes para pensar el problema del cuerpo y la educación. Buenos Aires: FAHCE.
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keynesianos. Argentina: Fondo de Cultura Económica.
Pensar la Democracia y sus desafíos, reflexionar sobre los distintos fenómenos políticos
y sociales que tienen lugar en las sociedades actuales – siendo algunos más o menos
aprehensibles – nos requiere de una apertura disciplinaria que abarque elementos
conceptuales más allá de los predominantemente difundidos por el cientificismo más
ortodoxo.
Ahora bien, poniendo atención en uno de los debates actuales respecto a la Democracia
– particularmente por la cercanía cultural – nos encontramos con una contraposición de
discursos, una especie de disputa intelectual, académica – aunque no siempre de este
origen – que tiene enérgica vigencia en el escenario sociopolítico argentino, y
latinoamericano. Nos referimos al Populismo y la Democracia como polos dicotómicos,
como fenómenos contrarios e incompatibles, y en la mayoría de los casos poniendo al
primero como perjudicial para el desarrollo del segundo. Muchos son los disparadores
que se alegan para sostener esta polarización y – marcadamente – presentar al fenómeno
Populista como “peligroso” al orden democrático: así como lo “subversivo” que viene a
socavar una atmósfera armoniosa y legalmente constituida, como la irracionalidad
animal e instintiva que degrada la civilización, o como la cohesión social entorno a la
figura de un líder político que no se corresponde con los valores democráticos.
Pero si el objeto principal de la reflexión es aprehender fenómenos de poder dados en la
Democracia, es necesario despejar todo juicio a priori, todo discurso lejos de aportar
comprensión, se embauca en distinguir axiológicamente a unos de otros.
Por un lado, entonces, el intento de comprender el fenómeno Populista requiere, en
primera instancia, despojarlo de las formas y soluciones – nuevamente, académicas y no
académicas – que, lejos de explicarlo, lo emplazan en la dualidad orden/desorden,
normal/anormal. Luego, el desafío de explorar nuevos enfoques cuyos elementos de
comprensión nos permitan pensar en él y no a pesar de él; esto es: no acabar el debate
sólo en las formas, sino concebir la determinante dimensión simbólica y discursiva que
opera en este, y en cualquier fenómeno de poder. De esta manera, resulta imperioso
reivindicar el esfuerzo teórico de Ernesto Laclau por rescatar al Populismo de las
concepciones patológicas que la psicología de las masas había asignado, y de las
descripciones inacabadas en las que la Teoría Política ha tropezado. En el primer caso,
será Freud, con su aporte en la Psicología de las Masas, quien erosiona las fronteras de
la normalidad; y en el segundo, la advertencia de una ofuscación entre los cientistas
políticos a raíz en una encubierta negación de lo político.
Esta última sentencia del pensador, nos orienta a una conocida distinción que realizan
diversos teóricos y que refleja la complejidad de la materia: es la distinción entre la
política y lo político; en términos generales: entre las formas institucionalizadas en y
por las reglas formales, y el conflicto originario e irreductible que conmueve a las
sociedades de todos los tiempos. Eduardo Rinesi se inscribe en esta distinción, y destaca
que ambos escenarios son constitutivos de uno sólo, es decir, como las dos caras de una
misma moneda, no como espacios contrapuestos, sino más bien que se revelan
recíprocamente.
Este punto – el de señalar dos dimensiones constitutivas, necesarias e inescindibles – es
de igual importancia que el de desentrañar la red asociativa de conceptos, premisas y
principios establecidos alrededor de la noción de Democracia, y que posibilitan
argumentar el carácter disruptivo y trasgresor que generan los fenómenos populistas en
el orden de las Instituciones. En este sentido, referir la Democracia en términos
administrativistas, racionalistas, sistémicos, institucionalistas y todas aquellas
acepciones que habiliten el discurso de la seriedad y la normalidad, en tanto palabras
exploradas en sus significados (semántica) no presentaría inconvenientes con el
fenómeno populista. Ahora, si se explora el discurso desde sus significantes
(pragmatismo) se puede resolver el misterio de una dicotomía, que a la luz de la razón,
no pareciera tener sentido. En la performatividad del discurso es donde se descubre la
interpelación de las palabras a ciertos lugares de la sociedad que no son fácilmente
conceptualizables con instrumentos de la lógica formal.
2. Lógica y Retórica
Para introducirnos en el tema, no es posible pasar por alto el ensañado debate que tuvo
como beligerantes a los Filósofos socráticos (o de la tradición que comienza en
Sócrates) y a los Sofistas. Ambos, fueron los representantes de dos formas distintas de
aprehensión de la realidad: La Lógica, en el primer caso y la Retórica, en el segundo.
La problemática del lenguaje y sus posibilidades performativas en la vida comunitaria,
es fundamental. Para Aristóteles, la Polis, era la causa final por excelencia, el “vivir
bien”. Esto era posible por ser una “comunidad de logos”: Entre tantas otras cosas,
Logos, significa “el decir del hombre”. Justamente, “lenguaje” posee en su raíz
etimológica al “logos” griego. Por otro lado, fue a partir de los estudios de Aristóteles
respecto del Lenguaje y la Lógica, que se empezaron a identificar a ambos: Para el
estagirita “el ser se hace decir”, es un portador de logos. Pero además, la identificación
del lenguaje con la lógica nutrió nuevas consideraciones acerca de lo que era el “recto
pensamiento”. En otras palabras, un recto pensamiento es aquel que no viola las reglas
de la lógica. Pongamos por ejemplo, el estudio del “silogismo” para Aristóteles: Una
forma particular de pensar era la “deducción”, ya que el silogismo es un razonamiento
cuya conclusión se deriva de sus premisas: “Si todo M es P, y todo S es M entonces
todo S es P” (Mora, 2010: p. 331). El silogismo aristotélico designa una manera
“lógica” de pensar, el enunciado debe ser coherente y sin ambigüedades. Sim embargo,
hay proposiciones que pueden “aparentar” ser racionales, ya sea por un problema
“lingüístico” o “extralingüístico”.
Por otro lado, alrededor del siglo V antes de J.C, los llamados Sofistas, también estaban
ocupando un papel importante, en lo que respecta a dirigir el esfuerzo intelectual en lo
propiamente humano (lo antropológico): la sociedad, el hombre y la educación. Estos
Sofistas, enseñaban la “Retórica”, definida como el “arte de hablar en público”, y que
estaba destinada a la preparación de jóvenes que pretendían ocupar cargos públicos.
Además, estos sofistas, cobraban una contraprestación por la instrucción impartida (lo
que generó las críticas especialmente de Platón)
Si para Aristóteles “la verdad podía ser dicha”, y para esto se encarga de estudiar una
forma de alcanzarla (Lógica), los Sofistas instruían sobre la Retórica para “convencer”.
No se podemos minimizar el problema, fue el quid del debate entre Sócrates, Platón y
los Sofistas. “Se encuentra a un Platón escandalizado porque el discurso se independiza
del ser, y tiene posibilidad de dar sustento a las apariencias” (Rossi, 2012: p.99).
Nos permitamos un per saltum histórico y nos preguntemos si acaso existe algún
paralelo entre el “discurso de las apariencias” y lo que contemporáneamente se
denomina “relato”: abracadabra de los mass medias para designar un discurso que
convence pero que se aleja de la realidad. El relato, tal y como lo exponen los medios de
comunicación, se sustentaría en “Ideología” –con todas las valoraciones negativas que
esta palabra connota actualmente- y es naturalmente “demagógica” en sus efectos. Es
interesante analizar cómo estos juicios no pueden comprenderse sin observar el telón de
fondo que los sustenta, y del que somos herederos desde la Modernidad: el optimismo
por la supuesta “racionalidad humana”, el individualismo como sinónimo de “salud
mental”, y lo colectivo como equivalente a la pérdida de la soberanía del sujeto. Por
estos días –y los ejemplos aumentan a cada día- cuando se quiere deslegitimar la
opinión política de algún interlocutor, se lo acusa de “hacer populismo”. Las cadenas de
asociaciones no son caprichosas: se encadenan para establecer un sentido y una
“identificación”.
Lógica y Retórica no se contraponen cuando se trata de la constitución del Lenguaje.
Sin embargo, aparentemente entran en conflicto cuando el problema es de
“identificación” (con un discurso determinado): Por ejemplo, cuando se tratan de
sentencias metafóricas que intentan expresar un mensaje determinado (que no serían
efectivas formuladas de manera literal) quienes no se identifiquen con el mensaje
criticarán la expresión desde un punto de vista lógico y apelarán a la irracionalidad de la
idea propuesta. Por el contrario, quienes se identifiquen con el mensaje apelarán a
entenderlo desde el recurso retórico. Pongamos por ejemplo algunos casos concretos de
la Política Argentina: Las discusiones acerca de que no deben llamarse “Fondos
Buitres” (metáfora) a los “Holdouts”. Uno de los slogans de campaña de Cambiemos
fue el de “Pobreza Cero” (Hipérbole), y es una de las críticas que la oposición política
le realiza, en cuanto a lo “demagogo” del mensaje. Entran también en esta disputa, los
debates encarnizados en torno a la legalización del aborto (la expresión “Pro-Vida”, por
ejemplo) y el menosprecio del Lenguaje Inclusivo, alegando la deformación caprichosa
del mismo. Sin embargo, existen otros ejemplos de deformación del lenguaje que han
suscitado menos controversia: “País Normal”, “Diktadura”, “Korrupción”, “Macrismo”
y todo recurso de agregar “ismo” a los nombres propios para caracterizar al
movimiento, etc. En suma, como podemos observar, en el fondo el debate se da entre
“identificaciones”, porque como se dijo, lógica y retórica son dos caras de una misma
moneda cuando se trata del Lenguaje.
Del mismo modo, “Democracia” y “Populismo” no se contraponen sino en el mundo de
los Significantes y de las representaciones: Las imágenes mentales que los discursos
generan en los sujetos, y que bajo el proceso de “identificación”, los ubica
inmediatamente en determinadas posiciones políticas. La tradición liberal (moderna) y
su optimismo en las capacidades de la Razón para ordenar esquemáticamente el campo
social, han legado una perspectiva negativa acerca de los “populismos” por
considerarlos contrarios a los valores democráticos: estos lesionarían las instituciones
¿Y qué son las “instituciones” sino una variante de la defensa de la “República”, su
división de las funciones del poder y la alternancia en el gobierno? ¿Qué son las
“instituciones” sino la “Objetividad” por encima del peligro de las voluntades
caprichosas y arbitrarias? ¿No es otra variante del “Gobierno de las leyes”?
Sobre el Gobierno de las Leyes, Norberto Bobbio (1986) aclara:
El principio de la rule of law pasó de Inglaterra a los Estados constitucionales en las
teorías jurídicas, dando origen a la doctrina, ahora verdaderamente constitucional (en
el sentido de que en principio ya no es criticada por ninguno; tan es así que cuando
no se reconoce se invoca el Estado de necesidad o de excepción) del ‘Estado de
derecho’, es decir, del Estado que tiene como principio inspirador la subordinación
de todo poder al Derecho, desde el nivel más bajo hasta el más alto, mediante el
proceso de legitimación de toda acción de gobierno que fue llamada desde la primera
Constitución escrita de la época moderna, ‘constitucionalismo’ “ (p. 123-124).
No hay que perder de vista la “tradición liberal” como ideología que nos permite
verificar un antecedente concreto de esta dualidad irreconciliable. Ya expresamos que la
contraposición gira en torno a las identificaciones que generan ambos discursos y que,
mientras la Democracia representó un síntoma más en la posibilidad racional de ordenar
la sociedad, el Populismo quedó relegado al personalismo carismático de algún líder
que pone en peligro las instituciones.
Si la Democracia es el resultado de una visión “lógica” de la política ¿De dónde vienen
las consideraciones acerca del Populismo, en tanto “exceso peligroso”? En cuanto a la
entidad histórica de estos interrogantes ¿Qué responsabilidad les toca a las Monarquías
despóticas contra la que se alzó la Razón del Siglo de las Luces? ¿Qué sintetizó la figura
de Luis XIV para los liberales? ¿Qué sombras del rey francés se aparecen cuando
resurge un proyecto político “populista”? ¿Qué es la división de poderes, frente al poder
que siempre tendería a desmadrarse? ¿Encontramos en nuestro país, polifonías de estos
debates?
Carlos Casali (2012) en su trabajo “Saúl Taborda 1993: una crítica biopolítica a la
república liberal” analiza la tesis de éste pensador cordobes y advierte que en “La caída
del Dios Mortal” (el Estado Moderno) el racionalismo moderno está desprovisto de dar
respuestas a un “todo”. Más aún, atiende a su contradicción:
el racionalismo – y, de modo general, la razón misma y sus productos – encuentra su
límite en el flujo de lo irracional y encuentra también allí la fuente de la que se
alimenta: ‘todo lujo vital no es otra cosa que una levadura histórica, que necesita
cuajar en formas adecuadas y en normas reguladoras de su ritmo’ (p. 213).
El autor francés significó un paradigma para teorizaciones posteriores, pero sus aportes
también representaron a una opinión pública por fuera de la academia. Sin ir más lejos,
podemos traer a colación algunos ejemplos de exponentes de nuestra literatura y de la
política:
Rememoremos al Borges que vituperaba al Peronismo, justamente, porque en cuanto
“populismo”, representaba un exceso de las pasiones. Será por esto que en “La Fiesta
del Monstruo”, cuento que escribió junto a Bioy Casares – aunque durante mucho
tiempo atribuido a Honorio Bustos Domecq, autor ficticio – y en el que se presenta una
nueva modalidad del consejo romano que reza “Pan y Circo”. La fiesta de la que
hablaba Borges, tenía que ver con una celebración montada, engañosa, manipuladora,
en el que el Monstruo (Perón) era no solo la atracción de los jóvenes peronistas (a los
cuales el escritor les atribuye caracteres nazis) sino también, él mismo, el espectador de
su engaño, empalagado de esa fiesta que se le armaba. Por lo mismo, habrá dicho el
escritor que “los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles”. Todo el relato
está teñido de cierto nivel de aversión, entre lo que podemos destacar la utilización del
“Lunfardo” para hablar en la primera persona del militante político (recordemos que el
Lunfardo era una degeneración del Lenguaje para Borges), la anécdota de que se
repartían “bufosos” entre los militantes, y cómo éstos terminaron por matar a piedrazos
a un sinagoga que pasaba cerca de ellos. De esta forma, el Peronismo pasó a ser la
versión Nazi de la Argentina. Las comparaciones entre los “populismos
latinoamericanos” del SXXI y el Nazismo, siguen vigentes al día de este artículo.
Pero no solo fue Borges quien bebió el veneno del odio popular, cuando se trató de
mirar hacia el Pueblo, otro gran ejemplo fue D. F. Sarmiento y su famosísimo
“Facundo”. Aquí, el “Maestro de América”, advierte que lo salvaje, lo instintivo y
bárbaro, se convierte –con Rosas- en sistema y cálculo.
Leyendo ambas obras mencionadas, e incluso revisando textos clásicos de la literatura
argentina, podemos encontrar las mismas señales: lo popular es lo ignorante, lo
irracional, lo engañado, lo estúpido, sin criterio y sin quicio. Y el Líder que conglomera
esa -desde ahora- mal llamada “masa”, es el “Monstruo”, una excepción natural, un
psicópata, un manipulador, un Loco, etc. Veamos algunas citas paradigmáticas:
- Los pueblos en masa no son capaces de comparar distintamente unas épocas con otras;
el momento presente es para ellos el único sobre el cual se extienden sus
miradas… (Sarmiento, 2010: pág. 80).
- No me cansaba de pensar que toda esa muchachada moderna y sana pensaba en todo
como yo, porque hasta el más abúlico oye las emisiones en cadena, quieras que
no. (Rodriguez Monegal, 1985: p. 259)
- En efecto, los intereses o aspiraciones de un solo hombre no explican la actitud de las
muchedumbres mejor que las aspiraciones e intereses de esas muchedumbres. La
adhesión al Jefe nace de la ineptitud de las masas para reformar la legislación o el
estado de las cosas que motiva el estallido; le obedecen como seguirían las órdenes de
un médico para curar la enfermedad que no atinan a combatir por sí mismos. Hay sitio
sin duda para la sugestión del que manda y el efecto del que se deja arrastrar. (…) Tal
dice Juan Álvarez en las guerras civiles argentinas (pág. 4)” (Jauretche, 2011: pp. 43-
44)
- Citemos a Martínez Estrada: “(…) La esclavitud de la gleba, que se dice en la lengua
poética de los agitadores, se convirtió entre nosotros en la servidumbre de los pastores o
del rebaño político en masa. No liberó con ello al campesino de su ancestral y
proverbial esclavitud a la tierra sino que sometió a servidumbre campesina al obrero
(Jauretche, 2011: p. 49).
Lo anterior son sólo pasajes claves. Todo esto podría resumirse en la expresión de
Séneca, al decir: “Vulgus veritatis pessimus interpres”.
Gustave Le bon habló de la imitación, el contagio y la afirmación. Ahora bien, aún si el
Líder fuera un “psicópata” capaz de engañar y “convencer” a una multitud (démosle la
razón) podríamos preguntarnos: ¿qué hay en el pueblo que ha dejado engañarse? La
cuestión no es menor, porque siguiendo el razonamiento de que el pueblo es un todo
homogéneo que carece de discernimiento, y que acata sin más, todo lo que se le dice;
llegamos a concluir lo que el autor del Aleph dijo alguna vez acerca de la Democracia:
“Un vicio de las estadísticas”.
Sin embargo, es menester avanzar con algunas teorizaciones que nos permitirán estudiar
el fenómeno populista con nuevos elementos conceptuales: nos referimos
específicamente al psicoanálisis y al aporte fundamental que hizo Sigmund Freud.
Sigmund Freud fue un psiquiatra vienés, cuyos estudios aportaron la posibilidad de una
hasta entonces desconocida dimensión del Sujeto, la realidad psíquica. Para esto, el
médico de Viena tuvo que trascender los límites que imponía la Psiquiatría en la
comprensión de las causas de diversos síntomas –que parecían no tener una base
objetiva desde el aspecto fisiológico del sujeto. Por entonces, la aventura de las nuevas
investigaciones eran guiadas por el mismo imperativo de la medicina tradicional: Curar
al enfermo. Ortega y Gasset, en su reconocido prólogo a la primera edición de 1922,
precisa que “Freud tuvo la osadía de querer curar, cualquiera que fuese la castidad
lógica de los procedimientos. Para ello se resolvió a tomar en serio el carácter de
‘mentales’ y no ‘somáticos’, que se atribuye a ciertos fenómenos” (Freud, 2014: p. 36)
Se puede hablar de un “giro freudiano”, en cuanto que retomó el estudio de las masas
pero con nuevas categorías. En nuestro caso, y a efectos analíticos, retomaremos su
perspectiva bajo dos sentencias psicoanalíticas fundamentales: 1) En la psicopatología
se encuentra el secreto de la psiquis normal y 2) Todo lazo social, es un lazo libidinal.
Es importante recalcar el paso del carácter meramente somático de ciertos trastornos, al
reconocimiento de factores mentales. La psiquis –como el cuerpo- tiene su propia lógica
de funcionamiento. Sufre y se expresa. Esta “alma” es susceptible de padecer
enfermedades: “hernias espirituales” y “heridas psíquicas”, que solo admiten ser
tratadas desde la “Cirugía Psicológica”.
El segundo punto a resaltar, gira en torno al concepto de Libido. “Para Freud, neurosis y
psicosis son perturbaciones engendradas por conflictos sexuales de la infancia. Freud
amplía notablemente el concepto de sexualidad que suele llamar ‘libido’” (Ortega y
Gasset, en Freud, 2014: p. 36). Esta distinción, entre energía sexual y Libido es crucial
para no poner en la boca del autor, cosas que nunca quiso decir.
Para aclarar, vamos a tomar la siguiente definición de Libido:
Energía postulada por Freud como sustrato de las transformaciones de la pulsión
sexual en cuanto al objeto (desplazamiento de la catexis), en cuanto al fin (por
ejemplo, sublimación) y en cuanto a la fuente de la excitación sexual (diversidad de
las zonas erógenas) (J. Laplanche y J. B. Pontails., 2013: p. 210).
4. ¿Populismo vs Democracia?
La Democracia es un término que se ha extendido en Occidente como un dogma, un
valor que debe estar en constante crecimiento. Un valor positivo, casi incuestionable.
Por lo general no se discute “democracia sí/democracia no”, sino que “la democracia no
funcionaría como debiera” o que está viciada, etc. Es el abracadabra del discurso
pretendidamente des-ideologizado, ligado a la gobernabilidad y a la sana república:
recambio de autoridades, división de poderes, independencia y a la defensa de las
instituciones. Así como un orden de la Cosa Pública que no interesa mucho más allá de
sus premisas fundamentales: la soberanía popular representada por un conjunto de
gobernantes, regidos bajo el “gobierno de las leyes”.
Es en este contexto donde nace lo que hoy se dice como “relato”. Son palabras que
mienten, que engañan y manipulan. Pero, como se ha pretendido demostrar, hace falta
más que la unilateralidad de un discurso para afectar visceralmente a la teleplatea.
No resulta casual esta mirada pretensiosa de la Política en general y del Populismo en
particular (éste último, posiblemente sea el más denostado por la comunidad
académica). Es que la mirada estuvo limitada por una fuerte impronta racionalista en la
que siempre se intentó atrapar en ejes cartesianos a una realidad inconmensurable. Una
constante dentro de la teoría política – heredada de la filosofía clásica– es la de pensar la
Política a través de su representación esquemática. En otras palabras, la tradición insta a
ordenar, delimitar, graduar y categorizar sistemáticamente la realidad social, los
fenómenos que en ella se dan, e imaginar un estado ideal en el que el deber ser funciona
como factor excluyente de todas las formas que él no contempla:
lo que se denomina ‘filosofía política bien podría ser el conjunto de las operaciones
del pensamiento mediante las cuales la filosofía trata de terminar con la política”
(Rancière, p. 11), de sofocar, de conjurar, de suprimir – dice Rancière – el escándalo
de la política. ¿En qué consiste ese escándalo? Pues en la actualización del litigio
fundamental, de la distorsión básica, del desequilibrio secreto que divide y perturba
todo orden (Rinesi, 2011: p.15).
Tal sentencia, aunque osada, lleva a señalar cuál es el verdadero componente de la
Política al que a la que tal tradición escapa, o bien, niega. En este sentido, entiende
Rinesi, que se trata de las contradicciones, de la tensión permanente, y de la
irreductibilidad propia de la realidad social. Se asume, entonces, una sociedad no
perfectible en un orden ideal; por el contrario, escindida, antagónica, pujante donde el
conflicto es su elemento constitutivo.
Pero la Política no se reduce sólo al conflicto, no se agota en él, de lo contrario no
podría asegurarse su existencia, y menos, su desenvolvimiento. Es la articulación, una
instancia previa que posibilita el consenso si se quiere, lo que permite que el conflicto
sea comprendido y resuelto parcialmente; es el poder, entonces, el otro elemento
constitutivo de la Política que viene a dar respuestas – nunca acabadas, puesto que se
trata de un desorden irresoluble – y a abrir espacios comunes y de diálogo.
Ahora bien, antes de seguir, debemos preguntarnos ¿Cuál es, entonces, el lugar del
Populismo en este asunto? Entendemos al Populismo como una de las formas posibles
de dar respuestas a la conflictividad social siempre presente en la realidad; lejos de la
tan anunciada demagogia, y cercano a una construcción de poder legítima.
Nuestra tesis principal es que ambos fenómenos, el populismo y la democracia en
cuanto “Significantes” y no por su significado (tomados en forma aislada), representan
o modulan mentalmente dos formas de concebir el problema de la política: Mientras que
en la Democracia se perfila una visión “administrativista” o “institucionalista” de
verificar el ordenamiento del espacio público, la posibilidad de encontrar un modo
lógico, esquemático y racional de abordar la conflictividad social, un optimismo en que
el “poder controle al poder” (sistema de “Check and Balance”), etc.; el Populismo
expresa el reconocimiento del conflicto como lo propiamente político, la disputa
ineludible e irreductible, la “violencia originaria”, la dimensión trágica del teatro
público, en el que el conflicto es desde y para siempre. Sólo al fenómeno populista se le
acusa de “ideológico” (variante de la crítica a la retórica) y lo democrático se advierte
como una estructura neutral, lo reglamentario en el que lo “electoral” alcanza el grado
de lo meramente matemático o cuantificable, pues no habría ningún componente
ideológico en los esquemas racionales.
Con la evocación de Sarmiento a la “sombra de Facundo” intentamos sintetizar al
Populismo y su lugar relegado en la tradición filosófica-política: los atributos que
Sarmiento le asigna a Facundo –su salvajismo, lo impulsivo, irracional e iracundo- y
todo lo que este representa en el escenario argentino en el que vivió el autor, es
comparable a lo que se percibe cuando se habla de las identidades colectivas en el
proceso populista. Lo “terrible” en ambos casos, es verificar que ningún proyecto
alcanza los grados de racionalidad óptimos que impidan per se, lograr agenciar
finalmente al conflicto. Lo terrible es lo trágico de esta realidad. Facundo (su sombra) se
hace sistema, así como el Populismo nos devela componentes esenciales de la política
en general. Mientras que lo democrático es imparcial y neutral, los populismos son
fenómenos “demagógicos”, fácilmente identificables con discursos grandilocuentes que
abusan de recursos retóricos con el único fin de exaltar a un colectivo homogéneo
dispuesto a ceder su juicio sobre lo que es mejor y más preferible para la sociedad.
El Populismo es el reconocimiento de que existe algo esencial de la política, que se
halla por fuera de lo normativo, del ordenamiento jurídico, de lo institucional, de lo
“administrativo”. Consideramos que el sistema democrático no contradice por sí mismo
al fenómeno popular, pero que ambas manifestaciones expresan y señalan dos aspectos
fundamentales: el conflicto fundante (populismo) y su articulación necesaria
(democracia).
Referencias Bibiliográficas
Caseli, C., (2012), Saúl Taborda 1933: una crítica biopolítica a la república liberal, en
Raffin, M., Podestá, B., Problemas y debates de la tradición y la actualidad de la
filosofía política, San Juan: Universidad Nacional de San Juan, Facultad de Filosofía
Humanidades y Artes.
Freud, S., (2013), Obras completas: volumen 1, Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores
Jauretche, A., (2011), Los profetas del odio y la yapa, Buenos Aires: Corregidor.
Laclau, E., (2014), La razón populista, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica
Rinessi, E., (2011), Política y Tragedia: Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes, Buenos
Aires: Colihue
Rodriguez Monegal, E., (1985), Jorge Luis Borges, Ficcionario, antología de sus
textos, México DF.: Fondo de Cultura Económica
Resumen
La trágica brutalidad de la República hace referencia al carácter consensual, iluminista y
precarizante que la tradición liberal ha impuesto sobre una forma política particular. En
este sentido, es menester pensar formas alternativas de la República que den cuenta de
nuestra historia, nuestra lucha y nuestra identidad.
Hoy solo vemos la cara liberal y aristocrática de una forma que también puede ser
plebeya y popular. Como primera tarea se impone, entonces, rescatar ese componente
popular y (re) pensar lo que ya está pensado: la libertad, la igualdad, la virtú, el pueblo y
el Estado. La construcción de nuevas epistemologías que den cuenta de otra República
es una tarea de la periferia.
En segundo lugar, hay un propósito de praxis política. Cuando un/a representante del
campo popular argentino llega a ocupar el gobierno, los ataques mediáticos-filosóficos
se dirigen principalmente a estigmatizar al movimiento nacional en el poder como
populista, caudillesco y poco republicano. Es objetivo de esta ponencia, también, echar
luz sobre el carácter republicano de los movimientos nacionales y populares y
posicionarlos como formas alternativamente republicanas, irremediablemente populistas
y profundamente democráticas.
Por último, recorre toda la ponencia el intento de desentrañar la falsa dicotomía
República - Populismo y preguntarnos: ¿puede una República no ser populista?
La escena ocurre en una oficina sin ventanas de Buenos Aires. Son varios
alrededor de un cuerpo inmóvil que lo miran sin mirar. Uno toma la palabra y celebra
el trabajo realizado. Varios asienten. Otros, más sobresaltados, sonríen
estrepitosamente, risa que funciona como máscara de la incomodidad. Sonríen con esa
risa estertora que produce la tragedia y el goce por la superioridad de lo hecho, de la
imposibilidad de escapar, de lo que es como debe ser. Finalmente, el de traje negro
anuncia que la República está a salvo, que tras un período de peligro institucional los
garantes del orden y el consenso triunfaron. Todos se regocijan en la incompletitud y
celebran la muerte de otro César, esta vez hecho mujer. Luego prenden varios cigarros,
miran la televisión y continúan susurrándose acerca de la superioridad de la República
y otras nimiedades.
20
Shakespeare, 2006: 140. En esta parte de la pieza, Bruto, con cierta inocencia, le reclama a Casio
haberlo incitado para matar a César el 15 de marzo (Idus de Marzo). Luego Casio morirá en una guerra
interna a manos de Píndaro y Bruto se suicida por culpa y vergüenza ante la visita del espectro de César.
Muere la República romana y comienza el Imperio.
existen, y deben existir, varios enfrentamientos agonísticos21 por definir ¿cuál es esa
República que se antepone al populismo? Y una pregunta aún más incisiva y que
contradice lo escrito hasta acá: ¿hay realmente una República que se contrapone al
populismo? O mejor aún: ¿puede una República no ser populista?
Porque, quizá, los que proponen la oposición República y Populismo, estén en una
sola guerra ganando varias. Quizá hayan entendido muy mal (o demasiado bien) a Karl
Marx y, dando un rodeo22 ganen una batalla que no proclaman. Es decir, que la
(falsa)oposición República - Populismo realice un rodeo sobre la batalla invisible y real
entre dos tipos de República: la aristocrática/liberal y la popular/democrática y que
quienes creyendo defender la República por temor al populismo terminen corriendo y
encadenados a la defensa de un liberalismo fuertemente antipopular y escasamente
republicano. Ah, las hermosas trampas del lenguaje. Fuertemente antipopular en el
sentido anglosajón de lo “popular”, como consumido o preferido por las mayorías. El
lenguaje, sus vicios y su saña, que nos confunde lo antipopular (como generación de
privilegios) con lo antipopular (como contrario al gusto común). Ah, la vil apariencia
del lenguaje, que en palabras de Polonio en Hamlet23, solo sirven para engañar mejor.
Vayamos poco a poco.
Los términos son polisémicos y todos han aportado a la confusión. Todos, excepto
el pensamiento nacional argentino del siglo XX. La República, ese fantasma que desde
nuestro país hemos asimilado al liberalismo y a la defensa de lo "individual" (sean
derechos o propiedades), tiene, quizá, mucho que aportar a la defensa de un proyecto de
nación que sea antiimperialista, popular y no-iluminista.
La República, dentro del pensamiento nacional, ha funcionado como si fuese una
gran zoncera aún no escrita por Arturo Jauretche, que nos dice que la República es lo
que es, que es un régimen oligárquico o aristocrático y que no puede rescatarse su
contenido popular y plebeyo. Como crítica constructiva, podríamos decir que el
pensamiento nacional también ha sido víctima de una zoncera. La historiografía oficial,
21
Retomo aquí la noción de "agonísmo" que propone Chantal Mouffe (2014), como lucha entre amigo-
adversario en el marco de reglas comunes y aceptadas que se suceden en la arena democrática.
22
Marx, 2004: 18.
23
Shakespeare, 2000: 21. Polonio le grita a su hermana, Ofelia, que su ¿enamorado? Hamlet utiliza
palabras que son fementidas y que no son del verdadero color que aparenten, que intentan lograr
profanos deseos y que solo sirven para engañar mejor.
la intelligentzia, el pensar colonial y la cultura imperial han logrado que el pensamiento
nacional ni siquiera se acerque a la República para examinarla, para jugar con ella, para
extraerle lo necesario, para llenarla de historia propia, de tradiciones, de deseos de acá.
El pensamiento nacional nunca ha pensado nacionalmente sobre la República, o
mejor, siempre ha pensado liberalmente sobre la República, ha pensado como desea que
piense el pensamiento liberal. Gran victoria liberal. Gran victoria anti-popular. La
República entendida como liberalismo económico y conservadurismo político es una
zoncera no desentrañada. Es, como define una zoncera Jauretche, un "… principio
introducido en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia -y en dosis
para adultos- con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país
por la simple aplicación del buen sentido" (Jauretche, 1984: 12).
Es un desafío y una tarea indelegable comenzar la construcción de un concepto de
República desde nosotros mismos, ya que somos conscientes de su necesidad. Alcira
Argumedo establece que:
24
Shakespeare, 2012: 181. Ante el suicidio de Lucrecia, producto de la deshonra por haber sido violada
por el hijo del rey, Tarquino, Bruto saca el puñal del vientre de Lucrecia y jura vengarla. Se produce así la
expulsión de los Tarquinos en 509 a.c.
25
Rosler, 2016: 68. Maquiavelo en "Discursos sobre la primera década de Tito Livio" dice que muerto
Tarquino, es posible la República por la virtú cívica (la no-corrupción) de todos los romanos, con Bruto a
la cabeza.
republicanismo, muta su forma en nuestro país y bajo una República popular hacia la
definición amplia que Hernández Arregui desarrolla sobre el "ser nacional" como:
(…) una comunidad establecida en un ámbito geográfico y económico
(…) unida por un pasado común, instituciones históricas, creencias y
tradiciones (…) tales representaciones colectivas, en sus clases no
ligadas al imperialismo, es una actitud de defensa ante embates internos
y externos, que en tanto disposición revolucionaria de las masas
oprimidas, se manifiesta como conciencia antiimperialista, como
voluntad nacional de destino. (Hernández Arregui, 2017: 20).
26
Es la noción de "sociedad de consumo" y "consumismo" que Z. Bauman le otorga a la modernidad de
hoy en "Vida de Consumo". El individuo hiper-consume productos para producirse él mismo y poder
venderse mejor, transformándose en un producto.
En este sentido, la República popular desarrolla un tipo específico de libertad que
no es entendida como ausencia de obstáculo (como la entiende la tradición liberal), sino
como no-dominación (luego, sobre esa no-dominación y sobre esa autoconciencia,
como momento posterior, se construye la emancipación).
Como la libertad como no-dominación presupone a la igualdad como requisito
fundamental para su realización es necesaria la presencia de un conjuntos de
instituciones que monopolicen la fuerza legítima y puedan intervenir sobre el espacio
privado (que es el espacio de la necesidad y la desigualdad). Surge de esta manera el
Estado.
El cuarto, y último elemento, el Estado se desarrolla no como aparato
imposibilitador sino como instrumento de realización. La República popular habla a
través del Estado. La importancia del Estado radica no solo en que es garante de la
libertad sino en que es "… el dador del bien social, al que no es posible arribar por
fuera del Estado." (J.W. Cooke en Gaude, 2015: 64).
Tulio Halperín Dongui (2005: 62) pone en boca de Alberdi y Sarmiento la idea de
que:
La intervención del Estado sobre el ámbito privado dentro de una forma republicana
popular interpela, siempre, a la propiedad y rompiendo la tradición liberal de libre e
inagotable acumulación, el Estado establece la función social de la propiedad "…cuyas
formas, límites y características principales han de determinarse a partir de acuerdos
democráticos (…) reconociendo el carácter usurpatorio y no "natural" del poder
económico en el continente y jerarquizando las necesidades de las mayorías."
(Argumedo, 2009: 245). En este sentido la tradición republicana popular es
profundamente estatalista, "… la cosa pública, la cosa de todos, el bien común, el
bienestar general, el patrimonio colectivo se defiende, se protege y se garantiza por
medio del Estado, a través del Estado en el que la cosa pública se encarna y se
manifiesta jurídicamente." (Rinesi, 2015: 37).
Es pertinente también la preocupación de Juan Domingo Perón (2005: 110) cuando
establece "la solución ideal debe eludir ambos peligros: un colectivismo asfixiante y un
individualismo deshumanizado." ¿Cómo llevar a cabo ese "justo medio" le preguntaría
Aristóteles? Ese es el desafío de (re) pensar nacional y popularmente una República.
27
¿Tú también, Bruto? - Expresión de César, inmortalizada en la obra "Julio César" de Shakespeare
(2006: 95), al ver que Bruto, su más fiel amigo, también lo apuñala.
En efecto, la preocupación por la libertad como no-dominación, la
institucionalización del poder público y la emergencia del pueblo como
actor soberano de la comunidad, trinomio básico de la tradición
republicana popular, adquiere sentido en el territorio solo cuando existe un
elemento que permite vincular al pueblo con las instituciones. Tal elemento
es el caudillo, amalgamando al republicanismo con la teoría democrática
populista. (Gaude, 2015: 94).
Ardés
Perdida en el fuego
Vos sos, Mujer
La hoguera
Y te quemás
No te dimos más lugar
Perdida en el fuego.28
Afuera, en otro tiempo, pero en el mismo lugar, suenan gritos y disparos. Se oye el
ruido atronador de cacerolas golpeándose. La tragedia desborda el cauce de la política
y salpica de precariedad a la vida. Junto a la mujer también muere cualquier tipo de
República.
28
La canción se llama "Perdida en el fuego" y corresponde a un grupo denominado Los Espíritus.
Bibliografía consultada
- Argumedo, Alcira (2009) Los silencios y las voces de América Latina: notas sobre el
pensamiento nacional y popular. Buenos Aires: Colihue.
- Bauman, Zygmunt (2009) Vida de consumo. México D.F.: Fondo de Cultura
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- Chávez, Fermín (1966) El revisionismo y las montoneras: la "Unión Americana",
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- Cooke, John William (2011) Apuntes para la militancia. Entre Ríos: Tolemía.
- HalperínDongui, Tulio (2005) Una Nación para el Desierto Argentino. Buenos Aires:
Prometeo.
- Hernández Arregui, Juan José (2017) ¿Qué es el ser nacional? Buenos Aires: Peña
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--------------------------------------- (2005) Imperialismo y cultura. Buenos Aires: Peña
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- Herrero, Alejandro (2009) Ideas para una República. Una mirada sobre la Nueva
Generación Argentina y las doctrinas políticas francesas. Buenos Aires: Edunla.
- Hobbes, Thomas (2005) Leviatán. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económico.
- Gaude, Cristian (2015) El peronismo republicano. Buenos Aires: Ed. UNGS.
- Jaramillo, Ana (2014) La descolonización cultural. Un modelo de sustitución de
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- Jaramillo, Ana. Comp. (2012) Epistemología para la periferia. Obras escogidas de
Fermín Chávez. Buenos Aires: Edunla.
- Jauretche, Arturo (2011) Los profetas del odio y la yapa. Buenos Aires: Corregidor.
------------------- (2006) Política nacional y revisionismo histórico. Buenos Aires:
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------------------- (1984) Manual de zonceras argentinas. Buenos Aires: Peña Lillo.
- Marx, Karl (2004) Sobre la cuestión judía. Buenos Aires: Prometeo.
- Mouffe, Chantal (2014) Agonística. Pensar el mundo políticamente. Buenos Aires:
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- Muñoz, María (2010) Sísifo en Argentina: orden, conflicto y sujetos políticos. Villa
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- Perón, Juan Domingo (2005) Proyecto nacional. Buenos Aires: CS Ediciones.
- Pestanha, Francisco y Bonforti, Emanuel (2014) Introducción al pensamiento nacional.
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- Rinesi, Eduardo (2015) Filosofía y política de la universidad. Buenos Aires: IEC-
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- Rosler, Andrés (2016) Razones públicas: seis conceptos básicos sobre la República.
Buenos Aires: Katz Ed.
- Scalabrini Ortiz, Raúl (2009) Yrigoyen y Perón. Buenos Aires: Lancelot.
- Shakespeare, William (2012) La violación de Lucrecia. Mar del Plata: EUDEM.
------------------ (2006) Julio César. Barcelona: Losada.
------------------ (2000) Hamlet. Barcelona: Edimat.
Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso
Internacional sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de
2018.
Contacto: guadajancik@gmail.com
Abstract: En el presente trabajo se recuperan las nociones aristotélicas acerca del carácter
diferenciado de la ciudadanía masculina y femenina, para ponerlas en diálogo con las nociones
contemporáneas sobre ciudadanía. La Democracia como hoy la conocemos y los Estados
Nacionales, sostienen un lenguaje neutral para un ciudadano universal, que en realidad, tiende a
ser masculino. Las mujeres no han alcanzado un estatus de ciudadanas plenas, y esto se observa,
entre otras cosas, en la falta acceso libre al aborto.
En efecto, luego de la conquista del voto, como condición sine qua non para
considerarse ciudadanas, las mujeres, titulares de iguales derechos que los varones; han
percibido en carne propia que el derecho y los derechos están construidos por y para los
varones. Luego de una larga historia de movimientos de mujeres que han luchado por la
igualdad en todas las esferas del mundo de la vida, en particular los asociados con la autonomía
y la ciudadanía integral; cabe hoy preguntarse si el Derecho y los derechos son suficientes para
afirmar plenamente la libertad femenina, y a través de qué mecanismos, algunos elementos del
ordenamiento jurídico, lejos de aportar derechos e igualdad ciudadana, tienden a perpetuar una
condición de subordinación de las mujeres a través de su tutelaje.
Nuestro análisis en éste trabajo estará centrado en la negación del acceso al aborto libre,
como indicador de una continuidad respecto a la percepción de una “minoría de edad” de las
mujeres, y la negación de su status como ciudadanas plenas. Observaremos que las políticas
reproductivas de la mayoría de los Estados nacionales de Occidente (incluyendo a la Argentina,
hasta la fecha) jerarquizan la toma de decisiones sobre la reproducción a favor de los varones y
del Estado, negando poderes decisorios a los cuerpos gestantes. Utilizando como marco teórico
textos de Aristóteles, Simone de Beauvoir y Tamar Pitch, llegaremos a comprender la
continuidad de los sujetos femeninos como ciudadanos de segunda en las Democracias actuales.
Recuperamos en primer lugar a Aristóteles.
La ciudadanía generizada en la filosofía política aristotélica
Respecto al aborto en primer lugar, es importante destacar que el filósofo griego no sólo
estaba a favor, sino que lo consideraba necesario y hasta obligatorio para controlar la tasa de
natalidad: al respecto, en La Política dirá
Ahora bien, el motivo por el cual las mujeres no pueden abortar hasta la actualidad,
dijimos, responde a otro tipo de imperativos, que impiden que la misma se sitúe como
ciudadana plena, como realmente autónoma y con derechos sobre sí misma. La mujer sigue
siendo hasta el día de hoy susceptible de tutelaje. En este sentido, lo que nos ocupa realmente,
es recuperar las nociones de ciudadanía de Aristóteles, que adquieren un sentido diferente en
tanto se es varón o en tanto se es mujer.
El filósofo griego señala que los varones están naturalmente predispuestos a ejercer el
mando y las mujeres naturalmente predispuestas a obedecer
La filósofa y criminóloga italiana Tamar Pitch, dirá que a pesar de la ficción jurídica de
la libertad, la igualdad y la autonomía, aún hoy, las mujeres parecemos seguir relegadas a una
posición de ciudadanas “de segunda” que se visualiza de forma patente respecto al acceso al
aborto por ejemplo:
Los orígenes de ésta disparidad y tutelaje sobre los cuerpos de las mujeres aún en
Democracia y considerando a las mujeres ciudadanas plenas, se remonta justamente, a la
inclusión democrática de las mujeres, al debate que inicia en la época de la Revolución francesa,
y culmina a mediados del siglo XX acerca de la incorporación de las mujeres a la vida política.
Joan Stuart Mill publicaba en 1869 una obra llamada “La Esclavitud Femenina” y
pronunciaba también por esos años un discurso ante el Parlamento Inglés a favor del voto de la
mujer, en el que señalaba que “las relaciones sociales de ambos sexos, que subordinan un sexo
al otro en nombre de la ley, son malas en sí mismas y constituyen uno de los principales
obstáculos que se opondrán al progreso de la Humanidad; estoy convencido de que deben
ceder el sitio a una igualdad perfecta”. Auguste Comte, contrario a las ideas de Stuart Mill,
recurre a la metáfora de la infancia, las mujeres no deben tener acceso a la vida política, ya que
“el sexo hembra se constituye en una especie de estado de infancia radical”. Se niega que la
mujer se encuentre en un estado de esclavitud, por el contrario, es libre, pero está sumida en la
infancia, éste es un estado definitivo de la mujer. La minoría política (y no biológica) pertenece
a la historia de las mujeres.
Olympe de Gouges, fuerte precursora del feminismo en el S.XVIII, cuando reclama por
la inclusión de la mujer en la vida política, recurre a una pluralidad de imágenes feminizadas:
las madres, las hijas, las hermanas, como las representantes de la nación. Es decir, la mujer
incluso en los discursos feministas, se enuncia como agente social relevante en cuanto a sus
múltiples roles feminizados, no se presenta como ser humano abstracto, igual al varón y por
ende con iguales derechos a integrar la comunidad política a priori.
Volviendo al Siglo XX, las activistas del feminismo de la segunda ola o las pacifistas
durante la primera guerra mundial, justifican un compromiso político a través de la maternidad:
ni la hermana ni la esposa son imágenes tan fuertes como la de madre a la hora de
comprometerse con la lucha política. El argumento más fuerte para ejercer el reclamo de un
papel político venía dado por las cualidades maternas de las mujeres. La maternidad es el
“servicio militar de las mujeres”. En el período entreguerras hay un avance en derechos
políticos para las mujeres, hay una amplia tendencia a incorporar el sufragio femenino en gran
parte de Europa y en Estados Unidos. La ONU reconoce el derecho al voto femenino en 1948,
en Estados Unidos se instituye el voto femenino en 1920, en Inglaterra hacia 1922, en Rusia
durante 1917, y en la República de Weimar en 1918, por citar algunos ejemplos.
Las mujeres pasaron a formar parte de la vida política como ciudadanas y los derechos
políticos de varones y mujeres tendieron a igualarse, pero la política social reafirmó la
diferencia entre ambos. El maternalismo fue la punta de lanza de las políticas de género del
periodo bélico. La vigilancia doméstica de las mujeres y las familias por parte de la policía y los
asistentes sociales era generalizada en los países beligerantes durante la primera guerra mundial.
Muchas mujeres, debido a que sus esposos participaban de la guerra, pasaron a ser sostén de sus
familias y a trabajar en empleos masculinizados. Sin embargo a pesar de ésta autonomía sin
precedentes de las mujeres, las políticas de género de los distintos países – como los subsidios
por ejemplo – tendieron a construir los derechos de las mujeres en dependencia de los hombres.
El sostén de las mujeres y niños siguió siendo una responsabilidad masculina que el Estado
sustituía en forma temporal (Elley, 2003).
Como señala Alain Touraine en su obra El mundo de las mujeres, la categoría política
“las mujeres” no existe. Se trata más bien de una “clase paradójica” en palabras de Étienne
Balibar, en tanto las mujeres como grupo tienen como objetivo obtener el reconocimiento para
insertarse en el tejido social y fundirse en él. Las mujeres solo constituyen un grupo en nombre
de exigir que se las integre en lo universal. Se dividen y generan por ejemplo sus propios grupos
de activismo feminista, esperando dejar de necesitarlos. No estamos ante un “repliegue
identitario”, sino más bien ante un “despliegue identitario”, ante un florecimiento de la
semejanza de los hombres y las mujeres a partir del conocimiento y reconocimiento de que sus
diferencias con los varones conllevan desigualdad (Touraine, 2007).
Los varones – o “los hombres” – han existido siempre como neutro, como abstracto.
Todos los varones pueden ser abstraídos de sus roles de padre, hijo, proletario o capitalista. En
cambio las mujeres siempre existen en cuanto la referencia hacia ellas alude a alguna de sus
categorías que corresponde a otras situaciones, y no en cuanto humanas per se. Solo
entendiendo esta diferencia fundamental, podemos comprender también las dificultades en el
camino de la emancipación, del acceso a la ciudadanía y a la ciudadanía plena para las mujeres.
Es decir, si las mujeres no son una clase ni grupo es porque las maneras de hacer presencia de
las mujeres en la sociedad y en la nación se construye a partir de alguna categoría que
constituye su feminidad, su otredad. El ordenamiento jurídico actual, tiende a ocultar este
proceso.
Ya mencionamos como las primeras feministas que lucharon por el acceso al sufragio,
como inclusión en calidad de ciudadanas al Estado, como Olympe de Gouges, cayeron en
sostener la premisa de reconocerse como madres u otras categorías feminizadas para justificar y
exigir su inclusión en el sistema político. Ahora bien, señala Simone de Beauvoir en 1949 que
por más vinculadas al Estado y por mas ciudadanas que sean las mujeres, esto no las desliga de
un sometimiento o relación de subordinación con los varones, y que el control sobre la
concepción o la anticoncepción como medida de tutelaje sobre los cuerpos de las mujeres ha
estado siempre presente. Y aunque no se puede obligar a las mujeres de forma directa a
practicar relaciones sexuales con el objeto de concebir y dar a luz, sí se puede lograr encerrarlas
en situaciones donde la maternidad sea para ellas la única salida: como la ley o las costumbres
sobre el matrimonio, la prohibición de métodos anticonceptivos y aborto, la prohibición del
divorcio, entre otras.
El aborto como práctica no fue en ninguna época histórica un problema o delito en sí.
Más bien, éste buscó constituirse como delito en pos de negarle autonomía a las mujeres en un
contexto en el que las mismas reclamaban para sí derechos de ciudadanía, inclusión en el
sistema político. La ciudadanía de las mujeres, será aceptada pero siempre teniendo en cuenta
sus diferencias, su rol subordinado, y su imperativo moral último, de “darle hijos” a la nación.
Haciendo un recorrido histórico, nos encontramos con que fue el cristianismo el que
logró efectivamente la modificación de las ideas morales previas, y le asignó alma y autonomía
al embrión; y así se convirtió de forma definitiva al aborto se convirtió en un crimen, en el
asesinato de un tercero. “Toda mujer que hace de cuenta que no puede engendrar tantos hijos
como podría, se hace culpable de otros tantos homicidios, lo mismo que la mujer que trata de
herirse después de la concepción” dice San Agustín. La mayor parte de los autores cristianos
hablan de la fijación del alma hacia los cuarenta días para los niños y hacia los ochenta para las
niñas; introduciendo una distinción entre feto animado y feto inanimado.
Debemos tener en cuenta, que a pesar de ésta contradicción adversarial de la mujer con
la construcción humanizante del embrión; en la actualidad convivimos con un gran número de
técnicas contraceptivas, en materia de obstetricia son casi nulos los riesgos del parto, y también
han avanzado las técnicas de concepción que contrarrestan la infertilidad: la Humanidad ha
logrado dominar casi totalmente la reproducción. Tales cambios tienen una importancia vital,
sobre todo para la mujer, que gracias a estos avances logra “emanciparse” de la naturaleza y
dominar su propio cuerpo. Es decir, conquistar autonomía, igualarse reproductivamente con los
varones y ocupar el mismo lugar en el sistema político y económico. Sin embargo, estos
progresos no muestran correlato alguno con el avance de las mujeres en materia de conquista
real de autonomía y control sobre sus propios cuerpos. Persiste, nuevamente, una cosmovisión
de la mujer como ciudadana de segunda, susceptible de tutela estatal sobre su cuerpo.
Aborto como autonomía
Lo que buscan las legislaciones prohibitivas del aborto, o de legalización con causales,
es limitar la libertad femenina de decidir en lo referente al propio potencial de fertilidad. Lo que
el aborto pone en evidencia la contradicción, entre sexualidad femenina y sexualidad masculina.
Esta contradicción y desigualdad dista de ser biológica o de tener cualquier fundamento
biológico, ético o moral. Se funda más bien en la inscripción histórica de las mujeres como
ciudadanos de segunda, y la necesidad de tutelaje por parte de los varones de la familia o del
Estado.
Conclusiones
Hemos señalado a lo largo del trabajo, que los Estados nacionales y sus ordenamientos
jurídicos operaron históricamente y lo siguen haciendo en la actualidad, bajo la premisa ficticia,
de reconocer derechos universales para un ciudadano universal; que tiende a ser masculino. Pero
la ficción no deja de tener consecuencias, y puede convertirse en una profecía autocumplida: si
se promueven y sostienen promesas sobre la igualdad y la justicia, esto se convierte en un motor
de transformación social. La lucha de las mujeres con, y a través del Derecho y los derechos ha
arrojado luz acerca de la estructura masculina de los mismos. La proclama de un derecho
universal e igual para todos, puede terminar, incluyendo a la mujer como ser humano abstracto,
como ciudadana plena y universal, efectivamente, con los mismos derechos y capacidades
reconocidas de ese ciudadano universal que siempre ha buscado ser.
Es menester que las mujeres sean reconocidas como personas humanas y ciudadanas
plenas en igualdad de condiciones con los varones, y no como una otredad. Debería estar fuera
de discusión la calidad de sus capacidades en cualquier esfera de la vida. Los Estados nacionales
no deberían intervenir para inclinar la balanza a través de desigualdades reproductivas tuteladas.
Tanto la maternidad como la no-maternidad, la concepción o la contracepción y el aborto, son
decisiones individuales que deben ser tomadas por sujetos racionales libres.
En este sentido, propone la apropiación por parte de las mujeres de una “política de la
soberanía”, es decir, una política que se enfoque en las acciones positivas, más que en derecho
negativo. Que desplace al derecho de su discurso para enfocarse en la ampliación de las
capacidades de acción, en lugar de demandar nuevas legislaciones protectoras. Pone como
ejemplo el caso del aborto, entendiendo que la eliminación de toda legislación sobre ese tema,
sancionaría el poder y la responsabilidad de la mujer sobre su propio cuerpo y sobre la esfera
completa de la reproducción (Pitch, 1995: 291). La igualación de varones y mujeres respecto a
las decisiones sobre el propio cuerpo y la esfera reproductiva inseparable del mismo, es una de
las condiciones fundamentales, para lograr una ciudadanía plena por parte de las mujeres.
Abortando de forma libre, las personas con cuerpos gestantes igualarían sus capacidades
reproductivas con los varones. La procreación no debe estar signada por lo biológico o por la
naturaleza, en nuestras sociedades, de hecho, no lo está hace siglos (tecnologías de
contracepción, tecnologías de fertilidad, etc.), la mano humana interviene de forma racional en
el proceso reproductivo. Sin embargo persiste una desigualdad fáctica que el Derecho y los
Estados se encargan de sostener.
El aborto legal seguro y gratuito, despenalizado y libre. O más bien un código penal que
ni siquiera mencione la cuestión abortiva para permitirlo ni para rechazarlo, es el horizonte
utópico. En donde todas las personas independientemente de su género tengan autonomía sobre
sus cuerpos, igualdad reproductiva y una ciudadanía plena, en la que el Estado opere en el
mismo nivel y no de forma despótica. Como observamos, el particular desarrollo de la
problemática, desde la edad antigua hasta nuestros días y las concepciones estatales sobre el
aborto, están relacionadas estrechamente con la percepción de las mujeres como sujetos
inferiores, a la par que procreadoras al servicio del Estado, o bien como reconocidas
jurídicamente como ciudadanas, en su virtud de ser madres.
Si las mujeres abortasen de forma libre, sin regulación alguna por parte del Estado, y la
práctica de aborto fuese una prestación de salud regular como cualquier otra, tanto en el sector
público o privado de la salud, existiría una igualdad reproductiva entre varones y mujeres, que sí
sería “natural”. Por supuesto, esto repercutiría en el orden social y político, ya que las personas,
independientemente de sus preferencias sexuales y de los órganos reproductivos que posean,
podrían de forma igualitaria tomar decisiones sobre su propia reproducción, y sobre sus propios
cuerpos, sin mediación estatal. Los ideales democráticos revolucionarios de “libertad-igualdad-
libertad” estarían más cerca de realizarse, al menos en cuanto a cuestiones de género.
Bibliografía
-https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9874-2015-07-03.html
TOURAINE, Alain (2007): El mundo de las mujeres, Ed. Paidós, Buenos Aires.
DESCONFIANZA CIUDADANA, NUEVAS SUBJETIVIDADES Y
DEMOCRACIAS. Rol de las redes sociales y las políticas mediáticas29
Resumen
29
Este texto tiene como antecedente un articulo a ser publicado en la Revista Internacional online de
Derecho de la Comunicación (REDECOM)., Nª 25.Democracia, libertad de información y redes sociales.
Publicación S/F. Se encuentra en proceso de evaluación
INTRODUCCIÓN
Aún siendo así, la opinión pública no puso en tela de juicio lo que estaba ocurriendo
respaldándose en el carácter liberador e igualador de las redes sociales, parte de las
nuevas promesas que ofrecían las TIC, ya que hacía más fácil la creación de espacios de
defensa de las inequidades de los gobiernos y los políticos.
Pero hubo un punto donde este tránsito inocente tuyo su quiebre. Lo ocurrido en las
elecciones de EEUU de 2016, con el uso intensivo de Twitter por parte de Trump, y la
aparición de noticias falsas o fake news, generadas por Rusia a través de las plataformas
monopólicas, han marcado un antes y un después en la credibilidad de las redes sociales
que transitan por las plataformas de grandes corporaciones. El uso de las redes en las
campañas no era nuevo pero las características de este hecho, sí. Pone en la palestra un
punto al parecer límite. El escándalo llegó al propio Congreso de EEUU, que acusó a
Facebook, Google y Twitter por sus roles en la injerencia rusa en la campaña de
referencia. YouTube tampoco quedó al margen30. Todas ellas debían responder por su
rol. Finalmente, Facebook terminó admitiendo el uso de su red para llevar propaganda
rusa a 126 millones de estadounidenses. Según el Diario “El Mundo” “Dos de cada
cinco estadounidenses vieron publicaciones que tendrían como objetivo interferir en la
política estadounidense”31. Eso no fue todo. Luego estallaron en la escena pública otras
intervenciones como la de Cambridge Analytica como veremos más adelante.
30
Ver https://www.lanacion.com.ar/2077856-facebook-google-youtube-rusiagate-donald-trump-
elecciones
31
Ver http://www.elmundo.es/internacional/2017/10/31/59f84fd5e5fdead57e8b4627.html
Así se extendió el debate sobre la responsabilidad de estas plataformas en las campañas
difamatorias difundidas mediante redes sociales, llevadas a cabo mediante el uso no
controlado de datos personales.
Lo que transita por las redes es múltiple y diverso. Muchos de sus intercambios son
benéficos y todos los estamos aprovechando. Aquí sólo consideraremos los espacios
involucrados con las políticas de escándalo. Vale la pena también aclarar que la
corrupción no es una entelequia, es algo que existe y nos perjudica a todos pero,
agregamos, no puede ser enfocada por fuera de las estrategias políticas que alimentan
las acusaciones. Haberla transformado en un eje casi exclusivo del discurso por parte de
todo el espectro político y de las narraciones ciudadanas genera consecuencias
impensadas. Por eso queremos despejar “la corrupción”, como un problema real y
contundente, del uso que de ella se hace como parte de las batallas simbólicas para el
acceso al poder.
Más que adaptarse al grupo de quienes le rodean, cada individuo tiene su propia
“comunidad personal”. La gente está dejando de identificarse como miembro de un solo
grupo, y comienza a desarrollar conexiones con múltiples redes. Las personas pueden
usar sus lazos con una red para llevar recursos a otra. Esto es importante ya que el puro
hecho de su vinculación con otra red se constituye en un recurso, porque crea la
posibilidad de conexión, intercambio y cooperación. Por otra parte, cada persona es un
"nodo" inteligente en la red. No sólo se comunica reactivamente, sino que toma la
iniciativa, aconseja a los otros miembros de su comunidad y disfruta la posibilidad de
cultivar una identidad pública múltiple en los nuevos mundos virtuales.
El resultado es la configuración de lógicas individualistas, por un lado, y de promoción
de la capacidad colectiva, por el otro32.
Existen múltiples ejemplos de las bondades de las redes en los escenarios políticos. Por
ejemplo, la campaña de Obama y la obtención de fondos. Internet le posibilitó ganar
autonomía de la burocracia partidaria para llegar directamente a los militantes.
Hasta aquí estamos en el campo de lo admitido desde hace muchos años. Sin embargo,
la aparición de plataformas monopólicas como, Facebook, Twitter y otras, por donde la
mayoría de las redes circulan, está generando otro tipo de consecuencias, muchas de
ellas nefastas. Sobre ello trabajaremos en este artículo, sobre la polarización generada,
la construcción de enemigos, la violencia que conlleva, las manipulaciones, las mentiras
(o fake news), la pérdida de privacidad y la degradación de las formas de relación
institucional y política de las democracias tal como las conocemos.
32
A su vez los grupos de poder, “las corporaciones” conforman redes sociales (Cárdenas, & Julián,
2014:5). Para ello constituyen mecanismos para formular y difundir las normas y procedimientos en los
negocios. También se vinculan para influir en la agenda pública, cohesionarse al tiempo de distanciarse
del resto de la sociedad.
REDES SOCIALES: IMPACTOS NEGATIVOS
Señalan los efectos nocivos de las “fake news”34 transmitidos por las redes durante las
elecciones presidenciales de 2016 en EEUU. Ellos mismos reconocen el daño que
33
Todos ellos son del 22 de enero de 2018
“Facebook reconoce que redes sociales pueden perjudicar la democracia.” Diario Ámbito.
http://www.ambito.com/910128-facebook-reconoce-que-redes-sociales-pueden-perjudicar-la-
democracia
“Facebook reconoce que el uso de redes sociales puede ser dañino para la democracia” Diario La
Nación. Tecnología. http://www.lanacion.com.ar/2103044-facebook-reconoce-que-el-uso-de-redes-
sociales-puede-ser-danino-para-la-democracia
“Facebook reconoce, ahora, que las redes sociales pueden dañar la democracia” El Español
https://www.elespanol.com/economia/empresas/20180122/facebook-reconoce-redes-sociales-
pueden-danar-democracia/279222896_0.html
34
Reproducimos algunas definiciones del propio Facebook, que descarta el término “fake news” y utiliza
varios otros, distinguiéndolos. (Nuestra traducción)
(https://fbnewsroomus.files.wordpress.com/2017/04/facebook-and-information-operations-v1.pdf:
Noticias falsas / False News: artículos de noticias que pretenden ser objetivos, pero que
contienen declaraciones erróneas intencionales de hechos con la intención de despertar
pasiones, atraer espectadores o engañar.
Amplificadores falsos / False Amplifiers: actividad coordinada por cuentas no auténticas con la
intención de manipular la discusión política (por ejemplo, desalentar a las partes
Internet está ocasionando. Expresan que estos riesgos empeoran cada año y que las
soluciones deben encontrarse urgentemente. Recuerdan que Facebook fue originalmente
diseñada para conectar amigos y familiares y constituyó un medio excelente para
acrecentar los lazos. Sin embargo, no advirtieron el cambio que se estaba produciendo
en el uso de la Plataforma, cambio que estalló con los abusos mencionados…; o eso
declaran.
Es sabido que lo admitido constituye solo de una milésima parte del desastroso impacto
que dichas corporaciones han causado y siguen causando.
Ellos están preocupados, fundamentalmente, por el uso de redes y la injerencia rusa para
favorecer a Trump, aunque haya habido muchas más injerencias, como lo reconocen.
"No estoy siendo ciego ante el daño que Internet puede hacer incluso en una democracia
que funciona bien", dijo Chakrabati.
Frente a ello, Facebook se niega a ser el árbitro que decida que es verdad y qué es
mentira. Dicen que se están asociándose con terceros para que chequeen las historias, y
si estos socios comprueben que una historia es falsa, podrían reducir la reproducción de
la misma en Facebook en un 80%. Paralelamente, para limpiar su imagen, anuncian que
les pedirían a sus usuarios calificar la fiabilidad de las fuentes para evitar el flujo de
noticias faltas.
2. La privacidad destruida
Más allá de la mascarada, semi realidad o verdadera transparencia de los gobiernos, los
que quedan totalmente transparentes son nuestros datos y vida digital, para que estos
sectores puedan preguntarles casi lo que quieran.
Lo grave es que estas son parte de las estrategias desarrolladas por actores estatales y
privados en grandes escenarios democráticos. En este decurso se va diluyendo nuestra
adhesión incuestionada por las TIC, considerando solo sus efectos benéficos, y más
tarde por la transparencia y por los datos abiertos.
En el mismo blog donde Facebook hace su “mea culpa”, Cass Sunstein, profesor de
Harvard Law School, observa que con las redes sucede como con los automóviles: así
como ayudan a que nos transportemos, también protagonizan numerosos accidentes
terribles. En su uso negativo aumentan la fragmentación, la polarización y el
extremismo. Pueden hacernos creer noticias falsas y utilizarlas para intereses contrarios
a los procesos democráticos.
Los resultados fueron muy preocupantes. Los miembros de cada grupo terminaron
asumiendo una posición más extrema a la inicial después de debatir entre ellos. Esto
verificó la polarización en acción. Por ejemplo, los liberales favorecieron un tratado de
control del cambio climático, de modo mucho más rotundo cuando se pronunciaron en
conjunto. Los conservadores, que eran inicialmente neutrales respecto a dicho tratado,
terminaron oponiéndose colectivamente al mismo..
Podemos reconocer en esta experiencia lo que nos suele suceder todos los días: que los
grupos adversarios no sólo no quieren oír argumentaciones en contra sus posturas sino
que incrementan su polarización respecto de los “otros”.
Frente a ello, Sunstein considera importante para la democracia que los ciudadanos
puedan ser expuestos a contenidos que no seleccionaron antes, dada la tendencia de
buscar las noticias que refuercen sus propias posturas. Comenta que “Serendipity is a
good thing”, y propone la creación de mecanismos para incorporar otras experiencias y
perspectivas: de extranjeros y aún de enemigos.
Otra cuestión es garantizar competencias a los ciudadanos para que puedan distinguir en
Internet lo que es cierto de lo que no lo es.
36
El contenido del mismo puede encontrarse en Schkade, D., Sunstein, C. y Hastie, R. (2007)
https://scholarship.law.berkeley.edu/cgi/viewcontent.cgi?referer=&httpsredir=1&article=1221&context
=californialawreview .
Frente a esta postura creemos que existe una pasión por exagerar y transmitir lo
exagerado y que las polarizaciones mencionadas forman parte de esa inclinación del ser
humano. Por eso, la propuesta mencionada puede ser un poco ingenua aunque vale la
pena intentarlo, de ser posible.
37
Twitter se creó el 21 de marzo de 2006, en San Francisco, California, Estados Unidos
38
Para estudiar las tendencias de los rumores en esta Plataforma, los investigadores examinaron
alrededor de 126,000 cascadas de tweets…Deb Roy, del MIT, investigó qué tan lejos y rápido se extendía
cada cascada. Las discusiones sobre historias falsas tendían a comenzar con menos tweets originales,
pero algunas de esas cadenas de retweet llegaron a decenas de miles de usuarios, mientras que las
noticias verdaderas nunca se extendieron a más de 1.600 personas. Las noticias verdaderas también
tomaron alrededor de seis veces más tiempo que las falsas para llegar a 1,500 personas. Descubrieron,
además, que los responsables eran los humanos más que los robots. Inicialmente eliminaron del análisis
la actividad de las cuentas de Twitter automatizadas llamadas bots. Pero cuando el tráfico de robots se
volvió a incorporar a la mezcla, los investigadores descubrieron que estos programas de computadora
difunden noticias falsas y verdaderas por igual. Este hallazgo indica que los humanos, más que los bots,
son los principales culpables de difundir noticias falsas (Traducción de la autora de lo publicado por
Science News Magazine, 2018).
Vosoughi et al/Science 2018
Verde: nuevas historias verdaderas
Rojo: fake news
Según Castells (2009: 270) existe un común denominador: “la información de más éxito
es aquella que maximiza los efectos del entretenimiento que corresponden a la cultura
de consumismo de marca que se ha hecho predominante en nuestras sociedades”.
Postman (1986) agrega que “la idea de una democracia deliberativa basada en
exposiciones profundas….no concuerda con las tendencias culturales de nuestra época”.
La exposición de noticias no sólo debe divertir sino también narrar tragedias, como ha
sido siempre. Todo se transforma en cotilleos o jugadas sucias, puro “sensacionalismo
político”. Esta política teatralizada y simplificada responde a los requerimientos de
audiencias que quieren lenguajes simples o, en lo posible, sólo imágenes.
Así lo sostiene también Hollihan (2008) que considera que la mayoría rechaza las
narraciones complicadas sobre asuntos políticos. La gente confía más en su capacidad
de juzgar por su carácter y apariencia a los candidatos; lo que Wattenberg (2004:144)
denomina “política centrada en los candidatos”. Este tipo de política desprende a los
candidatos de sus partidos, debilitando a estos últimos como referencias ideológicas
39
Recomendamos acceder al video explicativo del texto
(https://www.youtube.com/watch?v=paOiRWnZMiM&t=16s)
colectivas. Lo que vale, para cada candidato, es crear acontecimientos que generen la
atención de los medios. El resto va perdiendo importancia.
Una de sus facetas refiere a las diferentes interpretaciones que los actores realizan sobre
lo que es la corrupción. En otro artículo relacionado con el mismo tema (Krastev y
Ganev; 2003: 92) aducen que la elite gobernante, cuya promesa era combatir la
corrupción, perdió en la lucha para imponer su propia definición porque su
argumentación giraba en torno a un enfoque institucional de la misma. Esta situación
desincentivó al gobierno para avanzar en su campaña.
Siguiendo esas líneas, se destaca la aparición de nuevas formas de percepción del “yo”
o nuevas subjetividades que participan en estos panópticos digitales no desde el
sometimiento, sino desde pulsiones de exhibición en el marco de una fantasía
generalizada de libertad individual y autonomía.
1. La mirada sobre “sí mismo” y sobre “los otros” en relación a nuevos tipos de
violencia
Según dicho autor, para constituirse en estos nuevos modos de estar en el mundo,
instalados en una naturalización de los usos tecnológicos, debemos dejar atrás la
“violencia como negatividad” que nos ha caracterizado históricamente, para
entregarnos a la “violencia como positividad”. En el primer caso, existe el “yo” pero
está también el “otro” fuera del “yo”. El sometimiento tiene como destinatario a alguien
externo a uno mismo y la represión también es exterior. En el segundo caso, propio de
la modernidad tardía, emerge la violencia como positividad, en donde lo externo pierde
relevancia diluyendo la lógica de amigo-enemigo anterior y las formas de represión
externas al sujeto y ejercidas sobre él. La violencia ahora aparece como presión al
interior de cada persona transformándola en un sujeto de rendimiento, que compite
consigo mismo y se autoexige con desmesura. Esta presión interna, según Han,
desarrolla un nuevo tipo de “depresión”, fruto de una autoexplotación mucho más
eficiente y acorde con el modo de producción capitalista. Dicha depresión no es
consecuencia de la represión externa sino de las oportunidades infinitas e incontrolables
que percibe el “yo” en su imaginario de libertad y de éxito.
Por otra parte, el mundo virtual es pobre en la percepción del otro. El “yo” narcisista”,
en la virtualidad, se encuentra principalmente consigo mismo. Lo real, en estas
circunstancias, se va desvaneciendo. El “sujeto del rendimiento” no es capaz de
desarrollar un vínculo intenso ya que, a diferencia de la melancolía de antaño, no ha
sufrido ninguna pérdida40. Compite consigo mismo para llegar a conformar el “yo
ideal”. Esta autocompetencia genera agresividad y violencia autodirigida, la peor de
todas (Han; 2016:55). El sujeto pierde su energía libidinal, disperso en relaciones cada
vez más pasajeras: los “amigos” de las redes sociales, cuya principal función es
incrementar el narcisismo hacia un yo que es pura mercancía al consumidor. Nosotros
agregamos que ese yo vive anhelante por lograr la aceptación de “otros” que ni siquiera
conoce, por lograr una popularidad cuantificable en las redes con los números del “Me
gusta”.
40
En Red Filosófica del Uruguay, en el artículo sobre este autor (“Byung-Chul Han: «Hoy no se tortura,
sino que se “postea” y se “tuitea””), mencionan una película ligada a estos temas. Se llama
“Melancholia” y su director es Lars von Trier. La película plantea que “…solo un apocalipsis, una
catástrofe, podría liberarnos del infierno de lo igual”. Justine, la protagonista, es depresiva “porque está
absolutamente agotada, fatigada de sí misma. Toda su libido se dirige contra su propia subjetividad. Por
eso no es capaz de amar”. De pronto aparece un planeta llamado Melancholia, que va acercándose
peligrosamente a la Tierra. El planeta mortífero se muestra a Justine como lo totalmente distinto que la
arranca del pantano del narcisismo. Ante el planeta letal casi revive. Descubre también a los otros, su
familia presente en el film. El planeta desata un deseo erótico. Eros, como relación con lo totalmente
distinto, elimina la depresión. El desastre implica la salvación.
Han, en esta nueva violencia, el dinero lo sustituye y da poder a quien más posee y,
también, a quien más consume y se transforma a sí mismo en una mercancía, en una
“marca”. El dinero y la voracidad por su obtención, se ha transformado en una meta
mucho más dominante, mercantilizando a los sujetos, quienes pretenden ser consumidos
y consumir.
Consigna un artículo de la Red Filosófica de Uruguay (2016) que “el estado policial de
Orwell, con telepantallas y cámaras de tortura, se distingue fundamentalmente del
panóptico digital que representa Internet, teléfonos inteligentes y Google, que es
controlado por la ilusión de la libertad y la comunicación ilimitadas. Aquí no se tortura
sino que se postea y se tuitea”. Tesoro (2016) comenta sobre el panóptico carcelario de
Jeremy Bentham, que el mismo “permite observar y controlar desde un único punto a la
totalidad de los reclusos, a quienes se aísla e impide comunicarse entre sí”. Los
residentes del actual panóptico digital, son incitados a comunicarse y a ser
crecientemente extrovertidos. Nosotros, en conjunto, participamos en la construcción de
nuestro Gran Hermano digital, entregando gustosamente la propia información debido a
nuestras pulsiones internas de extroversión inducida.
Hasta aquí lo dicho por Han o sus comentaristas. Nos preguntamos si lo que sucede es
totalmente así. Más allá de las lógicas de dominación capitalista, cabe preguntar si esa
especie de nuevo futuro con individuos absortos en sí mismos, es posible o real. Sur
Corea (de donde proviene Han) tiene a Corea del Norte sobre su cabeza, y la sufre como
violencia negativa. Lo mismo puede decirse del primer mundo europeo y
estadounidense, donde la inmigración y la estigmatización de los “otros” están a la
orden del día. La construcción imaginaria del enemigo sigue siendo una distinción
existencial.
Los avances y retrocesos (si pueden llamarse así) atraviesan escenarios de complejidad,
variedad y variabilidad social donde conviven, como dijimos, el narcisismo despojado
de interés, las confrontaciones simbólicas de posicionamiento donde la lógica “amigo-
enemigo” se encuentra presente y las batallas de sangre y fuego tienen lugar para
consolidar el poder. Como muestra de esto último véase la política exterior de Trump y
los nuevos ataques concretados contra grupos “terroristas” o ataques organizadas por
gobiernos, como es el caso de los conflictos de Medio Oriente.
Pensamos, a diferencia de Han, que aun existiendo una pobreza notable en la percepción
del otro, las guerras lingüísticas de destrucción simbólica del “enemigo externo” están a
la orden del día y las confrontaciones de violencia de sangre también.
Por otra parte Wolin (2008) se pregunta qué pasaría si la población de esta nueva
democracia sin derechos de las mayorías, empobrecida, y con su privacidad deshecha,
comenzara a inquietarse. Augura que la misma “se transformará en algo tan brutal y
violento como los estados totalitarios del pasado”. En ese caso, se “comenzaría a matar
ciudadanos con impunidad”. Por eso creemos que la violencia aún subsiste en su
capacidad de explotar hacia afuera, en vez de implosionar hacia adentro, como lo
sugiere el sujeto de la positividad y del rendimiento descripto por Han.
En estos escenarios también debemos preguntamos por los efectos sobre las
subjetividades en términos de valores sociales. ¿Cómo se consolidan valores que
permiten sostener el tejido social en estos escenarios de farandulización y de
acusaciones recíprocas?: Si nos remitimos a los relatos mitológicos griegos los
escenarios de descontrol y violencia extrema tienen su escenario relevante y jerárquico
en las acciones de Cronos comiéndose a sus propios hijos, en los atropellos de Zeus, y
de todos los dioses principales del Olimpo, quienes no restringen ninguna de sus
pulsiones básicas. Son estas figuras “relevantes” para el conjunto social las que marcan
los límites, lo bueno y lo malo y también los dispositivos que aseguran o destruyen el
tejido social. Algo en menor escala pero con alguna semejanza puede acontecer con
nuestras propias sociedades donde está desapareciendo toda referencia seriamente
planteada, donde cada cual dice que responde a las reglas para transgredirlas
alegremente después.
Como lo reconoce Soros, con una democracia degradada, muchas veces próxima al
autoritarismo, y los individuos transformados en átomos sincronizados solo con el éxito,
el dinero y el consumo, quienes manejan los datos e información pueden transformar la
vida social en un infierno. Nosotros agregamos que puede suceder lo contrario: que
muchos sean felices, como nos cuenta Aldous Huxley en “Un Mundo Feliz”. El infierno
estará destinado para los que se rebelen, como sucede con los personajes “Marx” y
“Engels” de la novela.
Vale aclarar que el poder es cambiante y los que sufren penurias un día pueden gozar de
alegría, el otro, o viceversa. Hillary Clinton, luego de perder su poder padeció la
violencia de los medios y de las redes igual que en la actualidad sucede con Mark
Zuckerberg, creador de Facebook. Sus subjetividades también se ven alteradas. No
existen hombres o mujeres más allá del bien y del mal en sociedades donde la Caja de
Pandora está al alcance de cualquiera.
Observemos a los EEUU. Ramoneda (2009), comentando a Wolin (2008). dice que el
tipo democracia consolidada en 1980 por Ronald Reagan y esparcida hasta el hartazgo
desde el ataque a las Torres Gemelas el 11-S de 2001, ha consolidado un totalitarismo
diferente al clásico: el “totalitarismo invertido” ya mencionado. Su objetivo principal es
la desmovilización de las masas desde el poder, hasta llevarlas a un estado infantil. Ya
Tocqueville había advertido sobre ese peligro en la democracia americana, de diluir el
rol de la ciudadanía hasta reducirlo al ejercicio del voto el día de las elecciones. Esta
neutralización es la base de una nueva forma de democracia donde el poder corporativo
y el gubernamental consagran un sistema de control total llamado por Wolin
“Superpoder”. Para ello construyen a un “enemigo” imaginario, contra quienes “pocos”
dirigirán las acciones en pos de su derrota, con batallas verbales o reales que servirán
para proteger los negocios de las grandes corporaciones frente a una ciudadanía
aterrorizada por esa construcción. "Una de las partes más difíciles de mi trabajo", decía
Bush, "es vincular a Irak con la guerra del terrorismo". Como sostiene Wolin, "en el
fondo, mentir es la expresión de una voluntad de poder. Mi poder aumenta si una
descripción del mundo que es producto de mi voluntad es aceptada como real".
Otra característica es la banalidad de los debates donde se toman posiciones firmes
sobre asuntos no sustanciales para distraer la atención de la gente y llevar el escenario
político hacia lo inconsistente. Los grupos de poder ahora tienen herramientas para
lidiar con grandes disparidades y diferencias que ellos mismos ayudaron a generar,
creando tensión y competencia como una pelea confusa para formar mayorías (op.cit.)
Los grandes relatos y mitos surgen en todas las tierras. Muchos mitos pueden ser bellos
y positivos; otros no. Los negativos, en los casos que narramos, refieren al
“totalitarismo invertido” en EEUU. Hedges (2017) comenta:
Esta es la clase de violencia que conocemos desde siempre. Lleva a guerras sangrientas
alimentadas por el odio exacerbado de quienes comunican las políticas. Pero ahora
también existe un tipo de violencia “proteica”, que es la más generalizada en las redes
sociales y los medios. Han (2016:9), dice que este tipo de violencia
42
Traducción propia.
muta de visible en invisible, de frontal en viral, de directa en mediada, de real en
virtual, de física en psíquica, de negativa en positiva, y se retira a espacios
subcutáneos, subcomunicativos, capilares y neuronales, de manera que puede
dar la impresión de que ha desaparecido… la violencia material deja lugar a una
violencia anónima, desubjetivada y sistémica…, a la vez que difamadora,
desacreditadora o denigradora.
Soros manifiesta que las grandes empresas tecnológicas como Facebook, son una
amenaza para la sociedad, debido a su conducta monopólica y su estímulo a la
"adicción", parecida a lo que generan las compañías dedicadas a los juegos de azar.
También anticipó la posible aparición de regulaciones más estrictas. Enfatiza que no es
posible que puedan influir tan libremente sobre la mente de las personas, al punto de
impactar en el funcionamiento de los sistemas democráticos43.
Sostuvo que estas corporaciones donde las redes sociales se alojan "engañan a sus
usuarios al manipular su atención y dirigirla hacia sus propios propósitos comerciales".
Intencionalmente causan adicción, dijo. Citó a la comisaria de Competencia de la Unión
Europea, Margrethe Vestager —quien ha impuesto multas a compañías
como Qualcomm, Apple y Microsoft, entre otras tecnológicas—, como un modelo que
debería inspirar a otros reguladores del mundo: "El hecho que sean distribuidores cuasi
monopólicos", aludió a los grandes nombres tecnológicos, "los convierte en servicios
públicos"44. Como tales —como la telefonía o la televisión— "deberían estar sujetos a
regulaciones más estrictas, que apunten a preservar la competencia, la innovación y el
acceso universal justo y abierto".
43
Declaración de Soros en DAVOS: http://www.infobae.com/america/eeuu/2018/01/26/george-soros-
dijo-que-las-empresas-como-facebook-son-monopolios-causan-adiccion-y-afectan-a-la-democracia/
44
Se aclara que no son servicios públicos en sentido estricto.
Por último, señaló, las ganancias de estas empresas crecen y les permiten ampliarse
porque "venden productos y servicios directamente a los usuarios" ya que "explotan los
datos que controlan" con fines comerciales, algo que "socava la eficiencia de la
economía de mercado".
Finalmente, apuntó a que las democracias no tienen por qué pervivir para siempre. Se
registra una degradación creciente que hace que muchas de ellas sean ya difíciles de
reconocer. Plantea que “una alianza entre los estados autoritarios y estos monopolios
tecnológicos tan grandes y ricos en información" nos llevaría un futuro muy oscuro.
Juntos podrían alumbrar "sistemas de vigilancia corporativa" que "bien podrían dar
como resultado una red de control totalitario de dimensiones tales que ni siquiera
Aldous Huxley o George Orwell podrían haber imaginado".
Luego del estallido del escándalo por el mal uso de datos privados de Cambridge
Analytica, el 16 de marzo de 2018 Facebook dio a conocer que dicha empresa, que
trabajó en la campaña de Trump, fue suspendida por parte de la red social por haber
usado datos de los usuarios de Facebook de manera inapropiada. Mark Zuchergerg,
CEO de Facebook, y su lugarteniente, Sheryl Sandberg, pidieron disculpas, y
anunciaron que ambos eran permeables a discutir regulaciones para la empresa.
"No estoy seguro de que no deberíamos ser regulados", dijo Zuckerberg en una de sus
entrevistas, con la CNN. "La tecnología es una tendencia cada vez más importante en el
mundo, y en realidad creo que la pregunta es cuál es la regulación correcta, más que si
debe ser regulada o no", agregó dicho CIO45. ´
Más allá de la pertinencia de mejorar regulaciones o aclarar vacíos jurídicos que pueden
ser llenados de todas formas, este es el debate que asoma. Y en el centro de la discusión
aparece el modelo de negocios de estas empresas: el corazón del problema"46.
Más allá del uso de datos que estas grandes corporaciones han hecho y hacen, nos
centraremos en el ejemplo recién mencionado que terminó en un escándalo global.
45
https://www.lanacion.com.ar/2120014-crisis-facebook-de-mina-de-oro-a-amenaza-para-las-
democracias
46
La Nación, (25/3/2018), https://www.lanacion.com.ar/2120014-crisis-facebook-de-mina-de-oro-a-
amenaza-para-las-democracias
En una nota recogida por El Economista 24/3/2018)47, titulada “¿Cómo Cambridge
Analytica utilizó los datos de los usuarios de Facebook en la elección de Trump?”,
explican que se trata de una empresa de datos que ofrece ideas a sus clientes sobre el
comportamiento de los votantes o consumidores. Ella elabora herramientas como, por
ejemplo, la segmentación del mercado, dividiendo a las audiencias en grupos para que,
luego, sean destinatarios de anuncios a través de “múltiples plataformas”. Menciona que
combinan la precisión del análisis de datos con los conocimientos de la psicología
conductual, a la que le suman lo mejor de la tecnología publicitaria con segmentación
individualizada. De ese modo entusiasmaron a un destacado donante del partido
conservador que para utilizar en trabajos políticos la metodología de dicha empresa.
Según dicha nota, uno de los servicios que ofrece dicha empresa se refiere a las
“perspectivas de la psicología del comportamiento”.
Dice El Economista:
47
https://www.eleconomista.com.mx/internacionales/Como-Cambridge-Analytica-utilizo-los-datos-de-
los-usuarios-de-Facebook-en-la-eleccion-de-Trump-20180324-0015.html
Kogan creó una aplicación, cuyo objetivo era aprovechar las herramientas de
Facebook para extraer información del sitio. Posteriormente, utilizó una
herramienta de Amazon llamada Mechanical Turk, una plataforma
crowdsourcing (colaborativa), que permite a los desarrolladores contratar a
humanos (denominados turkers) para realizar tareas simples a cambio de pagos
pequeños.
De este modo utilizó información de millones de personas que no estaban al tanto del
uso de sus datos personales. Para ello recibió una subvención del gobierno ruso
destinada a investigar el comportamiento en las redes sociales. Ante las acusaciones de
Facebook, Kogan contratacó señalando que lo que está en cuestionamiento es el modelo
de negocios de las redes sociales. “Lo que Cambridge Analytica presuntamente hizo,
que es usar información de Facebook para llevar un contenido específico a un
consumidor, es el principal uso que se hace de los datos en estas plataformas”, señaló a
la BBC”48.
48
https://www.infobae.com/america/tecno/2018/03/21/hablo-aleksandr-kogan-el-cerebro-moldavo-
que-diseno-la-app-para-robar-los-datos-de-facebook-y-ahora-trabajara-en-rusia/
49
https://www.lanacion.com.ar/2118307-4-claves-para-entender-el-escandalo-politico-de-cambridge-
analytica-y-facebook
50
https://www.lanacion.com.ar/2120014-crisis-facebook-de-mina-de-oro-a-amenaza-para-las-
democracias
“monetizando la información”. Bregó por penalizar a las empresas que no protejan la
privacidad reconociendo que este tema apunta a la calidad de la democracia.
51
Tesoro (2016) menciona en su artículo que
Somos también conscientes de que cada vez que ingresamos a un sitio web se instalan en
nuestro dispositivo diversos microprogramas denominados “cookies” (galletas) –tanto del sitio
visitado como de terceros- que envían, a archivos ignotos, información sobre nuestra dirección
IP o MAC (la «matrícula» de nuestro dispositivo), las páginas que transitamos, el tiempo que
permanecemos en cada una, los archivos que descargamos, y quizás también sobre los demás
sitios web que consultamos simultáneamente, nuestros historiales de navegación, “cookies”
previas, entre otros datos. Un despliegue similar de conexiones no controlables se produce
cuando utilizamos, por ejemplo, una tarjeta de crédito o una tarjeta de cliente para una
compra, y se producirá también -en los próximos años- con las actividades que realicemos en
nuestros hogares, en nuestros ámbitos laborales o mientras deambulamos por el espacio
público.
2. El Neuromarketing
A través de preguntas indirectas, se puede saber de los individuos más de lo que ellos
creen saber de sí mismos, para luego segmentar las audiencias y sus respectivos deseos,
convirtiendo los discursos en algo cuasi irresistible (op. cit:: 408). Con estas
metodologías los encuestados no podrían engañar a sus encuestadores a través de
mentiras, disimulando una reacción u ocultando sus creencias.
En cuanto a las campañas políticas, el acento está puesto en la elección del lenguaje que
sostiene cosmovisiones diferentes. Como señala Lakoff (2007: 16), también
En la misma línea se agrega, además, otro negocio. Mark (2007:p. 5-6) lo identifica
como “investigación de la oposición” con miras a destruir al rival político. Este tipo de
procedimientos es muy caro y requiere recurrir al financiamiento no legal ya que no
alcanzan los fondos oficiales dados para las campañas, al igual que el neuromarketing y
el conjunto de acciones de identificación y procesamiento de datos personales. Estas
empresas son unas de las causantes de la corrupción, precisamente, aunque usan como
bandera de sus negocios la lucha contra la misma.
Castells, en una sección llamada “Licencia para matar, la política del ataque personal”
(op.cit.:317) asevera que “la difamación es el arma más potente de la política
mediática”. Esa difamación puede llegar al punto de involucrar la vida privada de los
candidatos, ligando estereotipos negativos con la personalidad del candidato. Los dichos
de los mismos se distorsionan hasta anclarlos en disvalores fundamentales del
electorado: actividades ilegales, corrupción, conductas inmorales. La potencia de las
imágenes negativas va llevando a un crecimiento de tácticas de la utilización de las
imágenes destructivas. Sólo se requiere sacar la información del contexto y
operacionalizar una relación con otros elementos como los señalados en este texto.
Estas prácticas se identifican en Estados Unidos como “hurgando en la basura”, según el
mismo Marks (2007) añadiendo a estos fenómenos el chantaje político para torcer
conductas. Castells titula estas prácticas como “La política del escándalo” (2009: 320).
El escándalo, entonces es el modo en que se dirimen, en mayor medida, las políticas.
Como se ha visto, existen empresas globalizadas que obtienen pingues ganancias en sus
búsquedas del escándalo,
Durante el New Deal de EEUU se suponía que en democracia el pueblo era soberano y
que el gobierno tenía como misión reducir las inequidades producidas por el
capitalismo. Así fueron creadas, en dicho país y en muchos otros, una gran cantidad de
agencias regulatorias, programas de seguridad social y la fijación legal de un salario
mínimo. Se organizaron sindicatos con derecho a defender a sus trabajadores. La
reducción de la desocupación mediante trabajos públicos fue parte de la agenda pública,
desde ópticas keynesianas y se mantenía un sistema de partidos que debía, idealmente,
representar a quienes los votaran cada tantos años.
Ese parecía ser un sistema donde la mayoría quedaría representada por cuerpos
específicos, mediante votación popular, y a los elegidos les correspondería atender a los
intereses y necesidades de sus votantes. La política, a través de distintos mecanismos de
representación y también de acción directa, era reivindicada como la forma de acceder
al poder en democracia. La pretensión era obtener algún dominio del mundo de lo
económico o, al menos, su regulación, con vistas a preservar el interés general.
Zaffaroni (2018:.31-2) agrega que a lo largo de la historia de estos dos últimos siglos
cada nueva tecnología de la comunicación e información fue percibida, en un principio,
como una herramienta para el pluralismo democrático para luego observar cómo iba
cayendo en manos de quienes pretenden distorsionar o neutralizar la democracia. Esto
es lo que hemos visto a través del aporte de Wolin. En el plano de las democracias
plurales, agrega dicho autor, “no podemos ocultar la impresión de que los totalitarismos
corren en tecnología detrás de las democracias”.
CONCLUSIONES
Para Wolin, el desafío de hoy "es recuperar el terreno perdido, popularizar las
instituciones y las prácticas políticas que han sido excluidas del control popular". Según
dicho autor no cree que tengamos oportunidades de reflotar la democracia, o esto es
algo muy difícil, considerando el escaso margen de maniobra que tuvo Obama ya que
"el sistema imponía límites muy estrictos a cualquier cambio indeseado".
Sin embargo, hay momentos de quiebre donde las mayorías perciben que los abusos
corporativos han llegado muy lejos. Lo vimos en la elección de Trump y también en la
matanza de la escuela de Parkland, Florida, para poner ejemplos bisagra, donde a
comienzo de 2018 murieron 17 personas: 14 estudiantes y 3 profesores. Esto provocó
una multitudinaria reacción popular contra el uso de rifles53. La respuesta del poder
político gobernante (Trump) fue sugerir que debían armarse a los “mejores” maestros.
Tal es, en acto, la organización del “totalitarismo invertido” donde la preponderancia de
la Asociación Nacional del Rifle es incontrastable. Ni siquiera pudieron aumentar la
edad mínima para comprar un fusil semiautomático, considerando que el asesino
contaba con solo 19 años. Además, a los 3 días de esos asesinatos, dicha Asociación
montó en Florida su gran feria, feria donde los niños menores de doce años entraban
gratis54. Sin embargo, la reacción popular aún subsiste y se desconoce, obviamente, su
desenlace. Como en todos los casos, nunca puede augurarse un “control total”, menos
en estas épocas.
Más allá de la guerra lingüística y las de otro tipo, subsiste la necesidad de conservar el
tejido social y eso supone que hay reglas que se nutren de valores comunes. Los relatos
mitológicos dan un claro mensaje de que son las instituciones, valores y reglas las que
pueden calmar la violencia que transita por nuestras vidas públicas y privadas.
Retomemos la historia de Tántalo. En esos mitos los dioses no tienen otras reglas que
las dictadas por la pasión, la culpa y la venganza creciente e interminable (Bartra, R.,
1998 p.33). En la descendencia de Tántalo encontramos secuencias de antropofagia,
violaciones, incestos, asesinatos; hasta que llegamos a Agamenón, muerto por su mujer
Clitemnestra, madre de Electra, Orestes e Ifigenia. Orestes venga a su padre matando a
Clitemnestra. Es en este punto donde los dioses del Olimpo deciden que ya era tiempo
53
Castells prevé un aumento de la participación política (Castells, 20009, 385-388) traducida en
movilizaciones, aunque ya pueden producirse también fuera del sistema político.
54
Noticias extraídas de https://www.diariolasamericas.com/florida/fuerte-rechazo-maestros-florida-
propuesta-armarlos-proteger-las-escuelas-n4144251 y http://www.abc.es/internacional/abci-florida-
monta-gran-feria-armas-tres-dias-despues-matanza-parkland-201802180208_noticia.html
de poner límites a esta cadena de horrores. Y, sorprendentemente, recurren a lo
institucional, Atenea organiza por primera vez un juicio formal, con sus reglas y pone el
destino de Orestes en manos de un tribunal formado por ciudadanos respetados. De este
modo se apacigua esta cadena de locuras, porque son los verdaderos “terceros” los que
median o, más precisamente, condenan. Orestes es el primero de esta larga familia que
pudo gozar de un poco de paz, luego de ser declarado inocente en ajustado voto que
nadie cuestionó en su legitimidad. Esta imposición cultural de una institucionalidad
fuerte pudo poner coto a esas y a muchas otras historias.
Quizás nos aproximemos a una etapa donde los límites institucionales comiencen a ser
requeridos. Para nuestro caso, ello signifique reforzar las regulaciones de protección
individual en estas plataformas globales. Tal vez las redes sociales aún no
contaminadas, pongan sus propios límites también, recurriendo a espacios seguros,
seguramente pagos. O quizás a la mayoría de la personas no les interese el uso que
hacen de sus datos. En este último caso, seguirán defendiendo la gratuidad a toda costa.
55
https://eduabierta.uchile.cl/courses/course-v1:UniversidadDeChile+MDA001+2018/about
Este nuevo mundo requiere, además, ser percibido sin espejos retrovisores, al decir de
Mc Luhan, y con la actitud del prisionero de Siberia que interpreta más allá de los
discursos e intenta comprender lo que han tapado las cataratas de palabras.
BIBLIOGRAFÍA
Cárdenas, & Julián. (2014). El poder económico mundial: Análisis de redes de “interlocking
directorates” y variedades de capitalismo. CIS- Centro de Investigaciones Sociológicas.
Ubicable en http://books.google.com/books?id=6snCAwAAQBAJ&pgis=1
Resumen
Debido a la amplitud del tema elegido, este texto expondrá el escenario actual de la
sociedad junto con los puntos que se consideran de mayor relevancia para su estudio.
Dado que durante el trabajo se emplearan conceptos ampliamente utilizados, resulta
adecuado definirlos previamente.
La noción de libertad será usada en dos sentidos: en primer lugar, la concepción clásica
liberal de Constant, que refiere a la misma como la posibilidad de obtener un goce
privado mediante las garantías brindadas por el Estado. En segundo lugar, Byung-Chul
Han toma a la libertad como un "episodio" en la vida de los individuos, los cuales son
libres mediante el paso de una sumisión (el capitalismo), hacia otra sumisión (el
neoliberalismo). No adhiero a una definición estática debido a que ambas acepciones se
complementan durante el desarrollo de “libertad moderna” que emplea Byung- Chul
Han.
La ponencia tiene la siguiente estructura: se utiliza un apartado para tratar cada autor.
En primer lugar, Benjamín Constant y su discurso Sobre la libertad de los antiguos
comparada a la de los modernos, donde se exponen las diferencias entre la libertad en
la Antigua Grecia y la libertad de las sociedades modernas. Para llevar a cabo la
comparación, Constant utiliza puntos claves: libertad individual; comercio y negocios
en forma de capitalismo desarrollado; democracia representativa; vigilancia activa, entre
otros. En el segundo apartado, se examinan los aportes de Michel Foucault. En sus
obras sobre tecnologías políticas de dominación, formula un análisis de cuestiones como
la disciplina y la educación; la vigilancia activa sobre los sujetos haciendo alusión a el
Panopticom o Panóptico de Bentham; y la sociedad disciplinaria como una forma de
poder integrada al Capitalismo. Todas estas nociones servirán de nexo para llegar a
Byung- Chul Han.
Byung-Chul Han, uno de los filósofos más reconocidos del incipiente Siglo XXI,
expone en sus obras Psicopolítica; La sociedad de la transparencia y En el enjambre,
una descripcióndel poder como una técnica de dominación que ha evolucionado hasta
convertirse en una forma sutil, casi imperceptible, adaptada al régimen neoliberal. Este
poder utiliza los medios de comunicación masivos y las redes sociales, que funcionan
como un nuevo panóptico digital.
“El peligro de la libertad antigua consistía en que los hombres atentos únicamente a asegurarse el poder
social, no apreciaban los derechos y los goces individuales. El peligro de la libertad moderna es que
absorbidos por el disfrute de nuestra independencia privada, y en la gestión de nuestros intereses
particulares, renunciamos demasiado fácilmente a nuestro derecho de participación en el poder
político."
Constant, 1819
56
Constant se refiere durante toda la obra a Atenas, debido a que era elrégimen democrático más
desarrollado de la época.
57
Constant (1989: 16).
Los antiguos concebían una libertad colectiva; por esto era necesario el uso de leyes que
regularan las costumbres. Los antiguos no consideraban necesario poseer garantías
individuales que aseguraran el ejercicio de esa libertad. El derecho a ser libre era
considerado como el derecho a vivir en sociedad sin ser dominado por otros pueblos. Se
ejercía la soberanía sobre temas como la paz, la votación de leyes, los pactos realizados
con extranjeros, la condena publica a determinados individuos, etc.
La opresión existente en las repúblicas antiguas puede resumirse como "La libertad
individual de los antiguos se padecía al ejercerse".
La diferencia entre las repúblicas antiguas y las modernas aparece de forma clara en la
diferente concepción del voto. En la Antigüedad, votar era un acto realizado por unos
pocos, engendrando orgullo en quienes podían ejercer este derecho. Actualmente, el
voto queda perdido en la multitud y el individuo no siente la influencia que ejerce por
medio de él.
"No es en absoluto la garantía lo que hay que abolir, es el goce lo que hay que
58
extender” Constant, exige que sea respetada la libertad civil junto con la libertad
política.
Los antiguos eran apasionados por la política; En cambio, los modernos nos
encontramos menos atentos y esto representa un peligro inminente a nuestra
independencia.
58
Constant (1989: 7).
2.4. Vigilancia activa sobre nuestros representantes:
"Rogamos a la autoridad que permanezca en sus límites. Que se limite a ser justa,
nosotros nos encargaremos de ser felices"59Aquí el autor plantea una organización en la
cual los hombres elegidos como administradores, se encargan de velar por los intereses
de la nación.
En este punto se plantea el problema respecto a quien ejerce la vigilancia activa: ¿La
ejercemos nosotros, los ciudadanos, o la realizan nuestros representantes? Esta pregunta
nos lleva a formular la cuestión del goce privado y del nivel de privacidad que tenemos.
"¿Por qué me interesa tanto la política? Si pudiera responder de una forma muy sencilla, diría lo
siguiente: ¿por qué no debería interesarme? (...)No estar interesado por la política es lo que constituye
un problema. De modo que, en lugar de preguntarme a mí, debería preguntarle a alguien que no esté
interesado por la política y entonces su pregunta tendría un fundamento sólido, y usted tendría todo el
derecho de gritar enfurecido ¿Por qué no te interesa la política?"
Michel Foucault-1971
Michel Foucault (1926-1984) filosofo francés; entre sus obras se encuentran Vigilar y
castigar (1975), La arqueología del saber (1969), Microfísica del poder (1977). El
contexto histórico en el cual escribe Foucault se encuentra signado por la aparición de la
59
Constant (1989: 19).
sociedad de consumo influida por la generalización de masas, el éxodo rural y un
cuestionamiento al sistema de dominación europeo y al imperialismo.
Foucault, utiliza el término "sujeto" ya que el poder se debe ejercer hacia el individuo
mediante el control y la dependencia. "Relaciones de poder" es el término empleado por
el autor debido a que según él, el poder, queda demostrado solo cuando modifica las
acciones que pueden tomar los individuos. Es decir, es una forma que necesita tener un
campo de acción donde ejercer sobre las voluntades de cada sujeto. La libertad es la
precondición y condición excluyente para que esto ocurra. El ejercicio de poder solo es
posible sobre sujetos libres y dicha libertad debe permanecer como soporte permanente,
ya que sin posibilidad de resistencia, el poder solo sería determinación física 60.Por
último, la dominación para Foucault es el resultado del entrecruzamiento de las
relaciones de poder con relaciones de estrategias, las cuales conllevan, además, luchas
en la sociedad y resistencias.
Michel Foucault expone a la disciplina como una tecnología política, una herramienta
que utiliza el poder para lograr controlar al cuerpo social, es decir, los individuos.
60
Dreyfus y Rabinow (1982: 254).
61
Castro (2011: 104).
junto con el saber cómo una "forma discursiva de control de la producción de nuevos
discursos". Concibiendo así, una relación recíproca entre saber y poder”62
Jeremy Bentham (1748-1832) fue un filósofo inglés, encargado de realizar una reforma
penitenciaria ha pedido de Jorge III, rey de Reino Unido. Su tarea consistió en
implementar un modelo de cárcel donde no le fuera posible a los internos escapar al
control activo de los vigiladores.
62
Castro (2011: 102).
una sociedad estatal. La visión jurídica de la sociedad presenta como condición el
control de los individuos con el fin de que las normas impuestas sean cumplidas y
respetadas.
“La sociedad disciplinaria aparece como una forma de poder que se integra a los
mecanismos de producción desarrollado por el capitalismo”63
Eduardo Galeano.
63
Albano (2004).
64
Castro (2011: 104).
mismos resultados o se necesitará un nuevo poder, que se adapte a los cambios
tecnológicos y sociales de la nueva era?
Han, escribe en Psicopolítica una frase que, a nuestro comprender, es la idea central de
su obra:
"La técnica del poder del régimen neoliberal adopta una forma sutil. No se
apodera directamente del individuo. Por el contrario, se ocupa de que el
individuo actue de tal modo que reproduzca por sí mismo el entramado de
dominación que es interpretado por él como libertad" 66
Técnica, poder, régimen neoliberal, dominación y libertad son los conceptos en los que
se basa este trabajo debido a la importancia que toman dichas palabras en la obra de
Han.
65
Bobbio (1986: 97-98).
66
Han (2014a: 46).
67
La dominación para Weber consta de dos elementos centrales: violencia y norma. El primer elemento
aparecen la definición de Estado dada en El político y el científico (Weber, 1986: 83): "Comunidad
humana que dentro de un determinado territorio reclama con éxito para si el monopolio de la violencia
física legitima”. Entre los tipos de dominación se encuentra la dominación racional como resultado del
pasaje de dominación tradicional a la dominación burocrática. Este tipo de dominación, se basa en un
cuadro administrativo burocrático el cual se apoya en la norma. Weber reconoce que es necesario que el
individuo internalice el orden legítimo de la norma como condición,pues de este modo, el individuo la
reproduce por sí mismo.
4.1 Poder:
El poder se manifiesta de diversas formas. La forma de poder más visible ocurre con la
negación de la libertad, generalmente impuesta de forma violenta.
A esta forma, surgida en los siglos XVII y principios del siglo XIX se la denomina
Poder disciplinario. En este momento la sociedad era vista desde un punto normativo68.
Por ello, el poder era considerado negativo, prohibitivo, inhibidor de voluntades por
medio de la sumisión del individuo y lo enfrenta continuamente contra su propia
naturaleza, volviendo al sujeto un agente obediente al sistema de dominación.
Sin embargo, Han afirma que este tipo de poder no se adapta al régimen del
Neoliberalismo. La diferencia entre el capitalismo y este régimen reside en que durante
el siglo XIX, el capitalismo operaba con coacciones y prohibiciones disciplinarias69.
Dentro del neoliberalismo el sujeto sometido no es consciente de su sometimiento y se
busca que los individuos se sometan por sí mismos.70
"La presente crisis de libertad consiste en que no estamos ante una técnica de poder
que no niega o somete a la libertad, sino que la explota. Se elimina la decisión libre en
favor de la libre elección entre distintas ofertas"71
Han denomina a esta dependencia "Smart Power" (Poder Inteligente) la cual utiliza la
forma permisiva y amable, encajando dentro de la positividad que menciona el autor
como característica principal del neoliberalismo, para su sujeción.
68
Retomando la idea planteada por Michel Foucault.
69
Han (2014a: 30).
70
Han (2014a: .29).
71
Han (2014a: 29).
El "Smart Power" busca que los individuos expresen, compartan y comuniquen sus
opiniones, necesidades y deseos72, tomando como herramientas a la comunicación y las
redes sociales.
“Lo más horrible de los Dos Minutos de Odio no era que la participación
Aquí reside el punto más importante para el éxito de esta coacción: el ser no se reconoce
como sujeto por la falta de sometimiento visible. Ya no es necesario ejercer violencia ni
coaccionar a los individuos, solo basta que se perciba como "Empresario de su propia
vida". En la sociedad neoliberal, no existen quejas ni resistencia al sistema75; el éxito o
el fracaso dependen de sí mismo.
72
Han (2014a: 29).
73
Han (2014a: 14).
74
Han (2014b: 75).
75
Han (2014b: 18).
lo remite hacia su parte "esclava" y en caso de no trabajar, no conformaría a su parte
"amo".
Retomando la idea que plantea Constant, Han describe al régimen como un supresor de
las garantías que debe brindar el Estado. Esto ocurre debido a que el "deber" ha sido
suplido por la "libertad del poder hacer".
El” poder hacer” recae sobre el individuo y es aquí donde el Neoliberalismo demuestra
la eficiencia que posee para explotar la libertad.76
Emile Durkheim.
Han plantea a la sociedad actual como una sociedad del rendimiento, mencionado en el
apartado anterior y, a la vez, como la sociedad de la transparencia.
La transparencia aparece como "nuevo imperativo social" debido a que los valores
morales existentes, como la confianza, pierden su significación.77
76
Han (2014b: 13).
77
Han (2013: 92).
78
Comprendemos al mundo sensible como aquel que percibimos desde los sentidos.
prolonga y resuenan dichas reglas. La parte teórica de las reglas queda relegada al
deber, el bien y el derecho, por esto posee características similares a lo sagrado. 79
"La sociedad actual no es una sociedad del amor al prójimo en la que nos
realizamos recíprocamente. Es más bien una sociedad del rendimiento, que nos
aísla. El sujeto del rendimiento se explota a sí mismo, hasta que se derrumba. Y
desarrolla una autoagresividad que no pocas veces desemboca en el suicidio"80
En esta frase, Han emplea nuevamente un tema postulado por Durkheim: el suicidio81
como hecho social colectivo. Las sociedades tienen una tendencia a generar una
determinada cantidad de muertes voluntarias según el momento histórico en el que se
encuentran. Durkheim utiliza tres variables: egoísmo, alturismo y anomia. Las cuales se
plantean como ideales morales de la sociedad. Si alguno de estos factores modifica
individualmente un grado de intensidad se convierte en una corriente suicidógena. Es
decir, crea una tendencia al suicidio entre los individuos.
Siguiendo con esta línea de pensamiento, los suicidios que producen la sociedad del
rendimiento y la transparencia, son de tipo anómico82 y de tipo egoísta83.
79
Durkheim (1985:44-58).
80
Han (2014a: 76).
81
Entendemos por suicidio a toda acción mediata o inmediata que tiene como finalidad la muerte del actor
que la provoca a si mismo
82
Suicidio Anómico: Dado por el continuo cambio de las normas sociales.
83
Suicidio Egoísta: Dado por una falta de cohesión social.
84
Han (2014b:75).
"La comunicación digital hace que se erosione fuertemente la comunidad, el nosotros”;
“Destruye el espacio público y agudiza el aislamiento del hombre"85
Esta idea nos remonta al discurso de Constant en el cual expone la necesidad de que la
sociedad se encuentre unida, con el fin de realizar una vigilancia activa sobre los
representantes que hemos elegido.
4.4. Dominación:
Aquí aparece al capital como una dominación impersonal sobre el obrero, es decir una
coerción sórdida en las relaciones económicas.
Marx define a la libertad, retomando una idea de Aristóteles87 como una relación
lograda con el otro: "Solamente dentro de una comunidad es posible, por lo tanto la
libertad personal. Ser libre significa realizarse mutuamente”88
Han retoma este punto comparando dicha dominación impersonal, en forma de deuda,
como una nueva manera de tomar al capital y convertirlo en una religión la cual le quita
la posibilidad de ser libre al individuo. Para esto utiliza una frase de Walter Benjamín
(1892-1940) "Es el primer caso de un culto que no es espiratorio sino culpabilizador"89
Al no poder saldar las deudas, se extienden de forma universal a cada individuo.
85
Han (2014b: 75).
86
Han (2014b: 167).
87
Idea de que el individuo es y solo se realiza en tanto este civilizado (zoom politikon).
88
Marx (1958: 82).
89
Kapitalismus als Religion, en Gesammelte Schriften, tomo IV, Frankfurt del Meno, 1992, pág.100
y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte”.
El autor explica a los individuos como agentes que necesitan compartir datos para
sentirse parte de la sociedad:
"(...) donde el miedo a tener que renunciar a su esfera privada e íntima cede el
paso a la necesidad de exhibirse sin vergüenza, es decir, donde no pueden
distinguirse la libertad y el control".90
Han afirma que "Los medios sociales se equiparan con los panópticos. Más eficiente
que el Benthaniano"91 y denomina a las redes sociales como "Panóptico Digital".
El panóptico digital plantea una mejora sobre el panóptico disciplinario. Dentro del
panóptico digital, no quedan "espacios" de intimidad, no hay momentos donde la luz,
como si ocurría dentro del Panopticom, no permita el control continuo del sujeto.
Por ello, la comunicación toma real importancia dentro de las redes sociales. La
información es compartida constante e intensamente, exponiendo así sus opiniones al
alcance de cualquier otro individuo dispuesto a leerlas. Han refiere a esto como un tipo
moderno de explotación: "La explotación de datos hace visibles modelos colectivos de
comportamientos, de los que ni siquiera somos conscientes como individuos"92
90
Han, Byung-Chul (2014b: 101).
91
Han (2014a: 21).
92
Han, Byung-Chul (2014b: 109).
Esto genera un efecto de conformidad en los individuos ya que produce una sensación
de libertad. El neoliberalismo promueve el uso de la tecnología como elemento
exteriorizador: "La comunicación así como las personas, se desinteriorizan93”.La des-
interiorización es el factor necesario para conocer, y poder modificar, la psique de los
individuos.
5. A modo de cierre:
“Todo aquel que desee saber que ocurrirá debe examinar que ha ocurrido:
Todas las cosas de este mundo, en cualquier época, tienen su réplica en la antigüedad”
Maquiavelo, El príncipe
Los actores internacionales y los propios de cada sociedad han modificado la manera de
relacionarse entre individuos, trayendo consigo un cambio de paradigma político y
económico.
Constant utiliza a la libertad moderna individual como el goce privado garantizado por
el Estado. Han en cambio, expone que dicha libertad esta siendo explotada por el
régimen actual.
93
Han, Byung-Chul (2014a: 23).
Actualmente, podemos encontrar en los indiviuos una tendencia a compartir su agrado o
disconformidad política por medio de una red social, en una especie de "reemplazo de
soberanía".
Sin lugar a dudas las redes sociales poseen una cierta implicancia dentro de algunas
decisiones políticas, sin embargo, estas no deben tomar mayor importancia que el acto
de votar.
Han postula que la cantidad de datos que recorren en los medios de comunicación,
especialmente los que utilizan internet como forma de compartirlos ejercer sobre los
individuos una forma imperceptible de dominación.
La cuestión política interpela a todos los individuos,es necesario que exista un "nosotros
político" para que dichas cuestiones sean realmente cumplidas y respetadas por nuestros
representantes.
Una posible conclusión surgida de este trabajo reside en que la "verdadera" libertad, es
posible encontrarla mediante el ejercicio de la soberanía y el volver a comprender, tal
como los antiguos, que la vigilancia depende de los individuos y se debe realizar sobre
los encargados de velar por nuestros intereses.
Bibliografía
Foucault, Michel. (1996). [1° edición: 1976]. Las redes del poder. Buenos Aires:
Almagesto.
Han, Byung Chul (2014a). Psicopolítica. Buenos Aires: Herder.
Han, Byung Chul (2014b). En el enjambre. Buenos Aires: Herder.
Han, Byung Chul. (2012). La agonía del Eros. Buenos Aires: Herder.
Han, Byung Chul. (2015). La sociedad de la transparencia. Buenos Aires: Herder.
Marx, Karl. (1958). Ideología Alemana. Montevideo: Pueblos Unidos.
Marx, Karl. (1992) “Kapitalismus als Religion”, en Gesammelte Schriften, tomo IV,
Frankfurt del Meno.
Weber, Max. (1986). El político y el científico. Madrid: Alianza.
La deuda como dispositivo de control. Producción de subjetividad en la
era neoliberal
Leticia Analía Menón
letmenon@gmial.com
Facultad de Trabajo Social Universidad Nacional de Entre Ríos
Área Temática: Teoría y Filosofía Política
Resumen:
Lazzarato nos propone una cuarta forma de poder que se suma a la soberanía, la
disciplina y la biopolítica: la noo-política. Su significado etimológico remite a la
palabra griega nous (intelecto). Lo que está en juego en la noo-política según Lazzarato,
es fundamentalmente una forma de ejercicio de poder a distancia sobre los cerebros
buscando intervenir y capturar dos elementos que hacen al intelecto: la memoria y la
atención. “Los públicos son la expresión de subjetividades nuevas y de formas de
socialización que eran ignoradas en las sociedades disciplinarias” (LAZZARATO,
2006:94)
Si en la soberanía el poder se remite al territorio y en la disciplina al moldeo de un
cuerpo individual, en la noo-política lo que está en juego es el control a distancia de los
públicos. El sujeto-objeto en la noo-política ya no es el territorio, el individuo o la
población sino los públicos. Para Lazzarato esto implica la necesidad de redefinir la
propia noción de vida que está implícita en la biopolítica. Ya no se trata de la vida
orgánica del individuo o de la especie; de esa vida sobre la que opera la biopolítica; sino
de una vida a-orgánica que tiene que ver fundamentalmente con el tiempo y con lo
virtual.
Con la noo-política, los anteriores dispositivos de poder no desaparecen, sino que se
yuxtaponen en una nueva forma de poder que los engloba. Lazzarato observa que en las
sociedades contemporáneas se pone cada vez más énfasis en la acción a distancia sobre
los públicos, sobre el tiempo y sus virtualidades, sobre la atención cerebral. Se produce
una subordinación del espacio al tiempo: cuando uno piensa en las disciplinas, lo
fundamental es un determinado espacio institucional donde se produce el moldeado de
los cuerpos (como las fábricas). Los dispositivos tecnológicos de los actuales medios de
comunicación permiten amplificar los lugares de enunciación y el alcance de un
mensaje enunciado desde un solo lugar. Espacios abiertos como Internet o las Redes
sociales.
Los públicos tienen otra característica respecto de las masas o las clases: la
multipertenencia. Puedo pertenecer simultáneamente a una diversidad de públicos
mientras que no puedo pertenecer a más de una clase. La división de las sociedades en
públicos se superpone cada vez más a las divisiones tradicionales (religiosa, económica,
estética, etc.).
Eso complejiza mucho mas la cuestión de cómo entendemos a los sujetos sociales. Ya
no podemos seguir pensando en términos de dualismo. Como bien lo expresa Lazzarato:
“(…) los procesos de segmentación social se hacen flexibles, se desterritorializan,(…)
La dificultad para imaginar y aprehender estos nuevos procesos de subjetivación
después del estallido de las clases sociales seguramente está ligada, por un lado, a la
dificultad que se tiene para captar las leyes de constitución y de variación de estas
segmentaciones móviles y cambiantes que parecen no tener ningún fundamento objetivo
y, por el otro, a la tradición teórica marxista que remite a las modalidades de
asociación de los públicos a la ideología” (LAZZARATO, 2006:95)
Lazzarato identifica dos fenómenos vinculados a los públicos del siglo XX; por un lado
a la emergencia de la cooperación entre cerebros y su funcionamiento por flujos y redes;
y, al desarrollo de los dispositivos tecnológicos de operación a distancia como el
telégrafo, el teléfono, internet, entre otros, que cumplen un rol fundamental en este
sentido. Posteriormente identifica los procesos de subjetivación y sometimiento en dos
dimensiones del poder: la sujeción social, que utiliza los significantes, las
representaciones hechas por el lenguaje. La conformación de un sujeto social - el yo-
con las formas de socialización que pasan fundamentalmente a través de los cuerpos. A
su vez, concomitantemente existen formas de servidumbre maquinal o sujeción
maquinal. Según Deleuze, ya no es el sujeto el que actúa, sino que el sujeto pasa a ser
un elemento más dentro de un dispositivo funcional que no es el sujeto sino el
mecanismo en el que queda inserto, como por ejemplo lo procesos de compras por
tarjeta de crédito, las operaciones por cajero automático, etc.
Capitulo 2
La deuda como dispositivo de control.
Capitulo 3
Algunas perspectivas para pensar la crisis europea en 2008.
“La fábrica del hombre endeudado”, es un texto que articula un entramado teórico con
un texto catártico. Lazzarato mismo lo expresa en una entrevista realizada en el año
2012. En ella ofrece algunas perspectivas para pensar la crisis europea. La lucha de
clases en Europa, como ha ocurrido en otras partes del mundo, se manifiesta y se
concentra hoy en torno a la deuda. El problema de las crisis financieras, afirma
Lazzaratto, es que estas son más difíciles de percibir por la sociedad, a diferencia de la
crisis de una fábrica, puesto que si esta cerraba, todos quedaban en la calle y el conflicto
se hacía inmediatamente evidente.
La crisis financiera comenzó en los Estados Unidos y a partir de allí de desplazó a los
bancos europeos. “Los Estados han financiado a los bancos y, en este punto, el Estado
se lanzó a buscar el dinero ahí donde este se encontraba: en la población. Hasta que la
crisis no se transformó en nuevos impuestos y tasas, y recortes en el gasto público,
nadie se dio cuenta realmente de lo que estaba ocurriendo” (LAZZARATO, 2012:240)
Lazzarato hace una crítica a los análisis realizados por la izquierda, sobre la centralidad
que ésta le sigue dando a la producción, considerándola la economía real, frente a las
finanzas como algo virtual. Al continuar con el discurso de que hay que salvar la
producción y destruir las finanzas, se produce un sesgo teórico puesto que las finanzas
no son una parte o una forma del capitalismo, sino que representa al capitalismo
colectivo. Lazzarato afirma que el concepto foucaultiano de gubernamentalidad nos
puede ayudar a comprender la relación entre capital y Estado, pero no alcanza. Desde
este punto de vista, el problema original del liberalismo era justamente como gobernar
lo menos posible. Por lo tanto le resultan más acertadas las hipótesis que proponen
Deleuze y Guattiari, donde sugieren que el capitalismo no ha sido nunca liberal sino que
siempre ha habido capitalismos de Estado y los liberales fueron solo una forma de
subjetivación de este capitalismo. Con la crisis financiera esto quedó en evidencia, el
Estado interviene efectivamente para salvar al capital, se ve una clara subordinación de
las funciones estatales al mercado. El problema que plantea Lazzarato, es que ya no es
posible hacer una política reformista como fue la keynesiana, puesto que esto
significaría asesinar o al menos reducir a las finanzas, como lo hizo el Estado
Keynesiano en su momento, expropiar las finanzas, reducir su poder y reorientarlas con
vistas al pleno empleo y hoy esto ya no es posible por que las finanzas son el corazón
del sistema. Lazzarato afirma que esto conduce inevitablemente a un Estado más
autoritario.
Para el autor, si bien existen multiplicidades de resistencia, como lo son los Occupy
Wall Street, los indignados en España, etc. no consiguen transformarse en una forma
real de bloquear este proceso. La lucha de clases en la fábrica se ha desplazado y esto es
un problema, puesto que no hay elementos que la reemplacen para bloquear al capital.
El capitalismo financiero no ha encontrado un equivalente a la huelga y frente a una
gran precariedad laboral (los contratos) se dificulta más aún esa posibilidad. “Hoy
estamos en una situación en la que ha habido una ruptura, una discontinuidad respecto
de esa tradición que se remonta a la primera internacional (…) Hasta ahora, siempre
habíamos tenido una clase obrera en el centro. Hoy el problema es que no existe más
aquella clase obrera”. (LAZZARATO, 2012:245)
Nos estamos moviendo hacia una profundización de la crisis. El bloque de poder
neoliberal no puede y no quiere regular los excesos de las finanzas, ya que su programa
político obedece siempre a las opciones y decisiones que nos han llevado a esta crisis
financiera. Por el contrario, con el chantaje de la quiebra de las deudas soberanas, quiere
llevar hasta las últimas consecuencias su programa soñado desde los años setenta:
reducir los salarios a su mínima cuantía, recortar los servicios sociales para poner el
welfare al servicio de los nuevos asistidos (las empresas y los ricos) y privatizar todo lo
que aún no se haya vendido a los particulares, y carecemos de los instrumentos teóricos,
para analizar no tanto las finanzas, como sí la economía de la deuda, que las incluyen y
va más allá, así como su política y sus dispositivos de control.
La crisis que estamos viviendo nos obliga a tomar en cuenta la relación acreedor-deudor
elaborada por Deleuze y Guattari, en el cual nos presenta una alternativa para pensar la
relación social fundamental que postula el vínculo asimétrico acreedor-deudor como la
relación social fundamental. La moneda pasa a ser pensada como una potencia de
creación y destrucción del orden social, y la deuda, como una relación al mismo tiempo
económica y moral. El tiempo, la acción y la mecánica de la promesa, son algunas de
las nociones revisadas críticamente por Lazzarato, todo lo cual fundamenta la hipótesis
de que el análisis crítico del presente debe consistir en la exploración de la fábrica
económica y subjetiva del hombre endeudado.
Cada vez somos más deudores del Estado, de los seguros privados y, en general de las
empresas; y para respetar nuestros compromisos se nos incita a ser los «empresarios» de
nuestra vida, de nuestro «capital humano». De ese modo se reconfigura y se altera todo
nuestro horizonte material, mental y afectivo. ¿Cómo escapar a la condición neoliberal
del hombre endeudado? Sin una salida simplemente técnica, económica o financiera,
debemos poner radicalmente en tela de juicio la relación social fundamental que
estructura el capitalismo: el sistema de la deuda.
Capitulo 4
La deuda como declaración moral.
BIBLIOGRAFIA
CONICET
Introducción:
El recall otorga a los ciudadanos la facultad de dejar sin efecto el mandato del titular de
un cargo de elección popular como resultado de un proceso de consulta también popular
(Zovatto, 2008:260). Es una institución mediante la cual un número de electores (que en
la mayoría de los casos va del 10 al 35% del padrón) impulsa la destitución de algún/os
cargo/s ejecutivo/s y/o legislativo/s que dejó/aron de gozar de la confianza de la
ciudadanía (García Lema, 1994:260).
Su procedimiento abarca una serie de pasos y requisitos básicos, los que adoptan
diversas definiciones y niveles de exigencia según lo estipule la normativa
reglamentaria correspondiente. Entre ellos se destaca: el tipo y nivel de cargo sujeto a
revocatoria, el plazo del mandato abierto a revocatoria, la cantidad de avales que debe
reunirse para solicitar su convocatoria, la cantidad de días concedidos a la recolección
de firmas, el mínimo de presencia requerida en las urnas para validar el referendo, la
cantidad de votos necesarios para revocar el mandato, el modo en que se define el
reemplazo del mandatario revocado.
Entre tales requisitos, puede también hallarse uno referido a las causales previstas para
solicitar una revocatoria. Algunas normativas delimitan una cantidad de motivos (como
la presencia de casos de corrupción comprobada, el atropello a los derechos ciudadanos,
etc.) y excluyen otros (como aquellas decisiones que se toman dentro de las atribuciones
y alcances específicos del cargo). En estos casos, el ciudadano que quiere impulsar un
revocatorio debe ajustarse a dichos motivos o abstenerse de solicitarla por los otros. Las
causales esgrimidas por los solicitantes son luego supervisadas por el órgano electoral
competente, quién determina si se ajustan o no a las previsiones legales, pudiendo
aceptarlas (y convocar al correspondiente referendo) o rechazarlas (y dar por terminado
el proceso). Un motivo muy común que suele ser contemplado por varias legislaciones
es el “incumplimiento del programa de gobierno”, dando con ello a la plataforma
electoral presentada por el candidato una fuerza imperativa que autoriza la destitución
del mandatario en caso de comprobarse su incumplimiento.
También hay reglamentaciones que solo piden al promotor que explicite los motivos
que fundamentan su solicitud, dejándolo en libertad para determinar los mismos.
Finalmente, algunas normas no se expresan al respecto. En el fondo presuponen que el
soberano es libre tanto de elegir como de revocar a quién lo representa, por los motivos
que él mismo considere válidos, sin estar sujeto a restricciones ni debiendo rendir
cuentas al respecto.
Desde la teoría imperativista del derecho, el jurista británico Austin considera a las
leyes propias, o propiamente llamadas tales, como mandatos (1832:1). Entiende por ley
a una regla establecida para la guía de un ente inteligente por un ente inteligente que
tiene poder sobre él (1832:10). Estas leyes conforman el “´derecho´ en sentido estricto o
´derecho positivo´, esto es, derecho existente por haber sido puesto” (Isler Soto,
2010:150). Austin concibe al mandato como la voluntad de un superior (el mandante)
que dirige a un sujeto inferior (mandatario) para que realice una determinada conducta
o, en caso de incumplimiento, perciba un castigo o sanción.
El superior impone una voluntad sobre el inferior y éste tiene un deber hacia el primero:
“donde hay mandato existe un deber correlacionado como parte elemental de la norma
jurídica” . Quien emite el mandato, es decir, la autoridad superior, tiene la capacidad
suficiente para imponer la sanción al sujeto que infringe la norma (mandatario): “para
Austin, el término ´mandato´ es ´la clave de las ciencias de la jurisprudencia y moral´
(Austin, 1832:13)” (Isler Soto, 2010:151).
Si invertimos los términos del concepto de mandato formulado por Austin, donde el
mandante es el gobernante que emite la ley o mandato y el mandatario es el gobernado
que la obedece en tanto obligatoria y a riesgo de ser sancionado si la incumple,
podríamos considerar a los ciudadanos electores como los mandantes, es decir, el
soberano que impone, a través de su voto, un mandato al elegido. Este mandato es, sin
embargo, formulado por el propio candidato a los fines de su elección (su plataforma de
gobierno) y no por el mandante/elector. Una vez elegido el representante (mandatario)
en virtud de su plan de gobierno (mandato), este se convierte en obligatorio o de
obligatoria ejecución para él. El mandato adquiere así el carácter de deber para el
mandatario, quien debe ponerlo en práctica. En caso de que el mandatario se aparte de
dicho mandato, se expone a recibir una sanción por parte de su mandante.
Cabe aquí aclarar que si bien la modalidad de revocatoria que estipula como causal el
incumplimiento del programa de gobierno hace explícito el carácter obligatorio del
contenido del mandato para los mandatarios y la sanción asociada a su incumplimiento,
todo mecanismo de recall es en sí mismo un instrumento de sanción de los gobernados
hacia los gobernantes que simplemente han perdido su apoyo, cualquiera sea el motivo
(un acto de corrupción, un escándalo de su vida privada, resultados económicos
adversos, etc.).
Respecto de la Teoría del Mandato, uno de sus principales exponentes fue León Duguit
(1911). Según su visión, el representado sería la sociedad en su conjunto (nación,
pueblo, comunidad), el representante sería un grupo humano institucionalizado también
en su conjunto (un órgano como el Parlamento), y la “técnica de la representación”
consistiría en la elección de los integrantes del segundo por los integrantes del primero
(López, 1971:371).
Dice López: “en cuanto al carácter de la relación y a las facultades del representante, la
´teoría del mandato´ se ha visto precisada a distinguir entre el mandato propiamente
dicho y este otro ´mandato´ propio de la representación política” (:374).
La concepción del mandato representativo (también llamado libre) nació en pugna con
la del mandato imperativo (…)
Ciertamente, tal como lo define Mario Justo López, el mandato representativo puro no
daría lugar al mecanismo revocatorio y, menos aún, a la causal de revocatoria por
incumplimiento del mandato más arriba mencionada. La noción de “irresponsabilidad
jurídica” presentada por este autor dejaría poco espacio a las concepciones hoy
ampliamente difundidas de responsiveness y accountability.
Este mandato híbrido tomaría, del mandato imperativo, los elementos de: a) sujeción del
representante a una serie de instrucciones, y b) revocabilidad del cargo por
incumplimiento de las mismas; y, del mandato representativo, c) la representación de la
nación en su conjunto (y no de un grupo). A dichos elementos se agregaría una novedad
de la época contemporánea: las instrucciones del representante no son dadas por el
representado (como en la Edad Media), sino por el propio representante que formula su
plataforma de gobierno a partir de la cual es elegido.
Además de esta Teoría del Mandato, la otra teoría sobre la naturaleza jurídica de la
representación es la Teoría del Órgano. Como se refirió más arriba, Jellinek concibe al
pueblo como órgano (primario) del Estado, que puede actuar en forma mediata o
inmediata (a través de un órgano secundario representativo que expresa la opinión del
órgano primario). Ambos órganos manifiestan jurídicamente una unidad y todo
miembro de una Cámara es representante del pueblo en su unidad (y no de un grupo).
Mario Justo López deriva de esta concepción las mismas consecuencias jurídicas que las
resultantes del mandato representativo: “libertad e irresponsabilidad del diputado;
irrevocabilidad de la designación” (1971:375). Sin embargo, pronto agrega que “más
allá de esa libertad de cada uno de los integrantes del órgano u órganos representativos
con respecto a quienes los designan, es de la esencia de la representación política (…)
que, en sus decisiones, dicho órgano (…) no es totalmente libre, sino que, por el
contrario, su competencia, poder o facultades, se encuentran limitados jurídicamente por
la Constitución” (:376).
Profundizando en la Teoría del mandato: Mandato imperativo y Mandato
representativo
Ahondando ahora en la Teoría del mandato, que por el cometido de este artículo nos
atañe más directamente, es válido agregar que la concepción jurídica de la
representación para dicha perspectiva “es el resultado de una lenta elaboración en el
ámbito del derecho privado, a través de la cual se ha trasladado la idea de representación
propia de aquél a las relaciones de carácter político, con el propósito de suministra a
éstas una figura jurídica” (López, 1971:375).
Para desglosar esta teoría se puede comenzar por definir el mandato político y distinguir
dos clases del mismo: el mandato imperativo y el mandato representativo:
Comenzando con la noción del mandato político como mandato imperativo cabe volver
a señalar que esta forma es propia de tiempos pasados, de los estamentos medievales, en
donde se permitían los cahiers d´instructions (“libros de instrucciones”) y las
revocatorias de mandato (Ramírez Cleves, 2000:160). Efectivamente, “la teoría del
mandato imperativo se concibe antes de la Revolución Francesa ante los estados
generales, como vínculo jurídico entre los representantes de la nobleza, el clero y el
Estado llano. Así, los representantes llegaban a los estados generales con las
instrucciones recibidas de sus electores” . Esa modalidad representativa, propia del
Derecho privado, que regía en las Asambleas medievales (por ejemplo en la antigua
Francia y la España de las Cortes estamentales), se apoyaba en el concepto de mandato
imperativo, “o vínculo en función del cual los electores otorgan a sus elegidos
instrucciones concretas a las que éstos han de sujetarse necesariamente” (Alzaga,
Gutiérrez y Rodríguez, 1998:289).
La prohibición del mandato imperativo resulta ser también “la lógica consecuencia del
principio de la soberanía nacional y por tal el principio constitucional en virtud del cual
el parlamentario no representa a sectores concretos sino a la Nación entera” . En ese
sentido, como se dijo anteriormente, varias constituciones esgrimen una especie de
cláusula de protección de los parlamentarios frente a la eventual imposición de órdenes
o instrucciones y otorgan libertad plena a los parlamentarios en el ejercicio de sus
funciones como representantes de la nación.
Hauriou, Gicquel y Gélard (1980) señalan que para la Teoría de la soberanía nacional o
de la Nación-Persona más arriba referenciada, “el representante, nombrado
normalmente por elección, no es un mandatario, o, en todo caso, no es el objeto de un
mandato imperativo” (1980:396). Por el contrario, “cuando se le ha elegido para
representar a la nación y expresar su soberanía, debe tener la libertad necesaria para
interpretar la voluntad de la cual es portavoz y adaptarla a los acontecimientos. Desde
este punto de vista, los electores tienen por única misión designar a los representantes”
(:396-397).
Sin embargo, para Ramírez Cleves el mandato político no puede ser explicado sobre los
mismos fundamentos que el de índole civil: “primero, porque el representante es elegido
por una masa indeterminada de votantes y no por vinculación con un mandato en
particular”; “y segundo, porque el mandato del representante tiene como finalidad la
consecución de una voluntad política y no de una mera labor determinada y delegada”
(2000:159-160): “los representantes no pueden asumir su función decisoria y legislativa
en tanto no dejen de ser delegados” (Sartori, 1999:4).
Esta concepción del mandato político se podría en adelante combinar con la doctrina
que entiende a la representación electiva a partir de las condiciones de: receptividad de
los representantes respecto de las demandas de sus representados (responsiveness),
rendición de cuentas (accountability), y se suma ahora también la posibilidad de
destitución de los representantes (removability), donde la revocatoria de mandato
estudiada en este trabajo, adquiriría un rol central. En síntesis: “de esta manera el
representante político surge con unas especiales responsabilidades o cargas, pero no
como un mero delegatario del electorado, sino como un carácter independiente y
funcional” (Ramírez Cleves, 2000:160).
Es en este punto donde Bidegain considera necesario tomar en cuenta las distintas
explicaciones existentes acerca del carácter del vínculo que se crea entre los electores y
los elegidos: “porque según como se entienda, el comportamiento de estos debe variar
sustancialmente y merecer juicios muy diversos” (Ídem):
Sin embargo, “la reacción del constitucionalismo fue general y así los primeros
documentos constitucionales franceses prohibieron dar instrucciones a los
representantes” (Bidegain, 1991:126). En adelante y por mucho tiempo la función de los
representantes fue concebida como representación libre, coincidente con la doctrina
francesa de la soberanía de la nación que entiende establecido el lazo jurídico entre el
representante y aquélla mediante una delegación y no entre el representante y sus
electores: “el representante fue considerado no como el receptor de un mandato
otorgado por personas capaces sino más bien como investido por la ley con la función
de representación que la ley civil acuerda a tutores y curadores de personas incapaces
para tomar decisiones por sí mismas (…) Se confiaba que el pueblo elegiría a los
mejores” (Ídem).
Sin embargo, Bidegain advierte que esa idea de la representación libre, dominante hasta
las primeras décadas del siglo pasado, sufrió las consecuencias de la interposición de los
partidos entre el elector y el representante (1991:127). Dice el autor: “bajo la forma de
las plataformas y programas partidarios está de retorno la idea del mandato imperativo.
Esas promesas llevan implícitas el compromiso ético de intentar su cumplimiento y éste
se traslada del partido a los representantes elegidos por él y consagrado por los
electores” (Ídem).
Ciertamente, esta situación señalada por Bidegain, de retorno a una idea de mandato
imperativo, es la que completa el recorrido del propósito inicial que motivó este
artículo: reconstruir el sentido y los alcances que la relación jurídica entre electores y
elegidos fue asumiendo a lo largo de la historia de las organizaciones políticas, desde la
Edad Media hasta la Modernidad, a fin de comprender su significado y contenido actual
en el contexto de las “Democracias de Audiencia” (Manín, 1997). Es en este contexto,
donde las plataformas partidarias adquieren un nuevo peso por sobre el accionar de los
mandatarios; donde su desempeño, antes libre, es ahora monitoreado en forma
permanente por los ciudadanos; y donde una mala gestión, la pérdida del carisma o el
incumplimiento del programa de gobierno, puede ser sancionado en forma definitiva por
la población a través de la vía institucional de la revocatoria de mandato.
Las transformaciones en el modelo de representación se corresponden con otras tantas
en el modelo democrático: si el mandato imperativo es más propio de la sociedad
estamental medieval y de la democracia directa rousseauniana, el mandato
representativo es la columna vertebral de la democracia representativa pura, llegando a
que la incorporación de herramientas de control como la revocatoria de mandato
(mecanismos de democracia directa) en los entornos representativos de la democracia,
dan por resultado el arribo a las formas de democracia participativa y/o deliberativa.
Conclusiones
En la actualidad, numerosas son las posturas y corrientes teóricas que se inclinan por
reintroducir el mandato imperativo (incluso cuando parecía superado en los tiempos
modernos), abriendo una amplia polémica. De Vega reconoce que la prohibición del
mandato imperativo, como principio de la democracia representativa, ha sido
consagrada expresa o tácitamente en numerosas constituciones, pero enseguida
menciona como excepción aquellas que incluyen el recall o la revocatoria de mandato
(1985:25).
La referida disputa entre ambos tipos de mandato se traslada al vínculo entre el elegido
y su partido. Se identifican aquí dos posturas. La primera sostiene que los
parlamentarios vendrían a ser una especie de voceros de sus partidos, ya que en su labor
en las Cámaras se deben a ellos. La segunda, denuncia que el mandato imperativo del
partido sobre sus legisladores es incompatible con las exigencias éticas elementales de
la vida pública y con la aspiración de que en las Cámaras se incorporen personas de
criterio y formación sólidos (Alzaga en Ramírez Clevez, 2000:161).
Otra manera de reflexionar sobre la misma cuestión es la traída, entre varios autores, por
Bidart Campos (1996), quién, a la hora de identificar las fuente del poder, concebido
como la “competencia o energía de que el estado dispone para cumplir su fin” (:425),
utiliza los términos de “legitimidad de origen” y “legitimidad de ejercicio”. La primera,
alude a la forma de acceso al poder mediante las vías previstas en el derecho positivo
(elecciones, designación, etc.), mientras que la segunda refiere al modo de ejercer el
poder. Respecto de la segunda, dice el autor, si “el fin de todo estado radica en la
realización del bien común o valor justicia, la legitimidad de ejercicio se obtiene
siempre por la gestión gubernativa enderazada a aquél fin, y, viceversa, se pierde por el
apartamiento o la violación del mismo” (:426). Por tanto “la pérdida de la legitimidad
de ejercicio proporciona título, con base en la justicia material (…), para la resistencia
del pueblo contra el gobernante” (Ídem). La revocatoria de mandato, teorizada en este
artículo, vendría a dar una vía concreta e institucional para canalizar la resistencia
ciudadana.
Claro está que en este caso no se trataría de la situación extrema prevista por Locke,
respecto de un gobierno que en repetidas ocasiones “muestra odio, no sólo hacia
algunos individuos en particular, sino hacia todo el cuerpo del Estado de que él es
cabeza y con intolerable abuso tiraniza cruelmente a todo el pueblo” (1689:223). Por el
contrario, la sola percepción generalizada de un mal desempeño del gobierno (visto
como ineficiente, o contrario a los intereses del mayor número), o la pérdida de
legitimidad de ejercicio del representante a ojos de una parte importante de la población,
bastaría para poner en marcha esta nueva vía institucional de “resistencia”.
Asimismo, un cabal uso de esta herramienta por parte de la ciudadanía sólo será posible
bajo gobiernos que respetan la institucionalidad democrática y la supremacía de la
Constitución y de la ley, y estériles en regímenes cuyos líderes sean propensos a
cometer atropellos contra los derechos civiles y políticos de la población.
Bibliografía
Jellinek, G. 1980 Teoría general del Estado. Buenos Aires: Editorial Albatros.
Primera edición 1900.
Locke, J. 1998 Segundo tratado sobre el gobierno civil. Madrid: Alianza Editorial.
Publicado en 1689
López, M. J. 1971 Introducción a los estudios políticos. Vol. II: Formas y fuerzas
políticas. Buenos Aires: Editorial KAPELUSZ.
INTRODUCCIÓN:
Objetivos
Una vez elaborados los elementos distintivos de cada variante se procederá a identificar
en América Latina un caso de populismo de derecha y uno de izquierda en el siglo XXI.
A continuación, buscaremos, mediante el análisis de variables como estructura
productiva, distribución del ingreso (mediante políticas sociales), promoción
investigación+desarrollo, etc. qué modelo de desarrollo adoptó cada régimen,
analizaremos diferentes discursos de los mandatarios elegidos y las políticas públicas
que hayan realizado; tratando de establecer criterios para definir una tendencia aplicable
a otros casos. Además, buscaremos aportar una definición característica de los
fenómenos populistas de izquierda y derecha, considerando que no son sólo la
yuxtaposición Populismo + Orientación ideológica.
La atracción de los seguidores no solo se da por una cuestión clientelar sino también por
la incorporación de estos mismos al propio sistema político generando una
materialización de derechos ausentes hasta el momento.
La autora marca su posición negativa sobre los gobiernos populistas, al expresar “Más
allá de esta tensión lo que no puede olvidarse es que los liderazgos populistas dejan
tierra arrasada una vez que abandonan el poder” (Freidenberg, 2012, p19), haciendo
alusión a un presunto bienestar provocado durante su mandato y degradado al finalizar.
El populismo debe debatirse no sólo cómo las relaciones prácticas que se dan en los
gobiernos, sino también como concepto propiamente dicho, ya que es necesario analizar
la lucha de intereses que pugnan entre las fuerzas políticas y una contextualización de
está misma en el tiempo. (Freidenberg, 2012, p19).
En congruencia con la revisión de los conceptos a los que apunta el trabajo, nos parece
necesario hacerlo también con las tan mentadas y tradicionales categorías de izquierda y
derecha. Entendemos que al ser de procedencia europea, y con la dinámica misma de los
fenómenos políticos, estos conceptos no han permanecido estáticos a lo largo de la
historia, por lo que debemos hacer un pequeño repaso de los objetos a los que aluden, y
luego apuntar hacia nuestro continente. Intentaremos entonces una explicación de a qué
hacemos referencia con izquierda y derecha en América Latina, generando categorías
propias que explican nuestra realidad.
Debemos tener en cuenta el carácter decimonónico de las realidades a las que las
definiciones hasta aquí ofrecidas aluden, en coincidencia con la intención de evaluar,
someramente, la evolución histórica de los conceptos. Tenemos entonces que la
izquierda se distinguirá por su carácter racionalista y universal, careciendo de cualquier
tipo de intuición o revelación mística, y pretendiendo a su vez un carácter universal que
trasciende las fronteras y puede aplicarse a todos los hombres. Respecto de la evolución
histórica, el mismo Bueno dirá que:
Terminadas las experiencias fascistas, las derechas europeas serán aquellas tendientes a
adoptar posiciones conservadoras del status quo y las izquierdas del bloque occidental
aquellas con reivindicaciones que cuestionan el orden social establecido. Siguiendo
nuevamente al autor antes mencionado, observamos que el eje de la distinción se dará
en los ámbitos que conciernen a las libertades individuales, así como en lo relativo a la
redistribución del ingreso. La izquierda tenderá a reivindicaciones igualitaristas en
cuanto a redistribución, así como la fractura de los cánones tradicionales de sexualidad
y matrimonio, abogando por la libertad de elección de los individuos. También, tomará
generalmente posiciones antibelicistas, contrarias a la pena de muerte, de corte
ecologista, pro aborto y eutanasia, entre otras. (Bueno, 1994).
En este punto es que nos son útiles los lineamientos que marcará el italiano Norberto
Bobbio (1996), respecto al igualitarismo antes mencionado. Para él:
“ El elemento que mejor caracteriza las doctrinas y los movimientos que se han
llamado «izquierda», y como tales además han sido reconocidos, es el igualitarismo,
cuando esto sea entendido, lo repito, no como la utopía de una sociedad donde todos
son iguales en todo sino como tendencia, por una parte, a exaltar más lo que convierte
a los hombres en iguales respecto a lo que los convierte en desiguales, por otra, en la
práctica, a favorecer las políticas que tienden a convertir en más iguales a los
desiguales”. (Bobbio, 1996 p 152).
Es entonces que para la izquierda la igualdad entre las personas será su elemento
distintivo, ya que “lo igualitario parte de la convicción de que la mayor parte de las
desigualdades que lo indignan, y querría hacer desaparecer, son sociales y, como tales,
eliminables; lo no igualitario, en cambio, parte de la convicción opuesta, que son
naturales y, como tales, ineliminables” (Bobbio,1996 p 146). Habiendo hecho alusión a
esto, podemos introducir entonces la clásica clasificación del autor, la cual versa sobre
la díada igualdad-libertad:
A partir de 1999, con el advenimiento del llamado “socialismo del siglo XXI” en
América Latina, el conjunto de opciones políticas que se hacen con las primeras
magistraturas de varios países de la región comparten una visión -en distinto grado-
progresista en el campo social, tendiente al igualitarismo a través de la redistribución
del ingreso con fuerte incidencia estatal. Con contextos sociales complejos, y economías
asfixiadas por la deuda externa, estos movimientos de corte popular ven al Estado como
un agente capaz de satisfacer las demandas y tender a la igualdad. Al respecto, son
interesantes las palabras de Bobbio, cuando explica que:
“El gesto político de izquierdas por antonomasia consiste, por tanto (en
contraste con el lema típico de la derecha de "cada cual en su sitio"), en cuestionar el
existente orden global concreto en nombre de su síntoma, es decir, de aquella parte
que, aún siendo inherente al actual orden universal, no tiene un "lugar propio" dentro
del mismo (por ejemplo, los inmigrantes clandestinos o los sin techo). El proceder de
izquierdas reivindica enfáticamente (y se identifica con) el punto de
excepción/exclusión, el "residuo" propio del orden positivo concreto, como el único
punto de verdadera universalidad”. (2008. p 66).
94
Al respecto, se puede encontrar una muy buena síntesis en “las conquistas históricas”, desarrolladas por García Linera, A.
(2016): “¿Fin de ciclo progresista o proceso por oleadas revolucionarias?” Disponible en:
https://www.vicepresidencia.gob.bo/?page=publicaciones. 19/10/17
95
Entendemos por progresistas el concepto que definiera Lánzaro (2007, P.14): “Convencionalmente, en la hora actual podemos
pues considerar como «progresistas» a aquellos gobiernos que articulan discursos críticos y buscan introducir innovaciones –de
porte variado– en el horizonte de las políticas «neo– liberales», prevaleciente en la región desde la década de 1990”.
Teniendo en consideración lo presentado en los objetivos del presente trabajo,
haremos ahora alusión a los modelos de desarrollo, planteando una conceptualización y
algunas categorías de análisis.
“El desarrollo humano consiste en ampliar las libertades de modo que todos
los seres humanos puedan aprovechar las posibilidades que consideren más valiosas.
Estas libertades tienen dos aspectos fundamentales: la libertad de bienestar,
representada por los funcionamientos (functionings) y las capacidades (capabilities), y
la libertad de agencia (freedom of agency), representada por la voz y la autonomía.
(2016, P. 1).
En tercer lugar, el neodesarrollismo de base agrícola. Este modelo sugiere crecer a partir
del aprovechamiento de ventajas comparativas, exportando productos primarios a
bloques regionales y sistemas bilaterales. También favorecer la inversión extranjera
directa, con las redes empresariales como principal capitalizador. El Estado no
interviene activamente a través de redistribución, pero establece las reglas generales,
teniendo cierto grado de participación en la asignación de recursos. La tecnificación del
agro llevará, según este modelo, a salarios altos por mano de obra calificada.
Otro aporte interesante, y que sintetiza el propuesto más arriba, es el que hacen
Actis, Lorenzini y Zelicovich (2016). Para establecer sus modelos de desarrollo, toman
como parámetro la siguiente definición, que establece que hay dos visiones. Por un lado,
quienes ven que: “El libre mercado resolverá los problemas económicos y que una
política macroeconómica ‘sana’ genera incentivos suficientes como para que los
empresarios lideren por sí mismos una transformación productiva basada en las
ventajas comparativas internacionales del país” ([Devlin y Moguillansky, 2009] en
Actis, Lorenzini y Zelicovich, 2016 p.18). Enfrente se ubican los que: “Desconfían de
algunas de las señales del mercado y de que las ventajas comparativas estáticas por sí
solas puedan impulsar la transformación productiva a un ritmo adecuado para lograr
la convergencia con los países desarrollados”, por lo que es necesario la intervención
gubernamental para lograr dicha transformación. ([Devlin y Moguillansky, 2009] en
Actis, Lorenzini y Zelicovich, 2016 p.18). Es a partir de estos enfoques que los autores
proponen los modelos “ortodoxo” o “neoliberal” -inspirado en la primera propuesta- y
el modelo “neodesarrollista” o “heterodoxo” reflejado en la segunda.(Actis, Lorenzini y
Zelicovich, 2016). Se habla también de un intermedio, el modelo “desarrollista”, que a
los efectos de este trabajo dejaremos de lado, dado que su espacio histórico temporal de
aplicación es propio del siglo XX, siendo el modelo neodesarrollista una versión
posterior con aplicación efectiva en el siglo XXI, como más adelante veremos.
DESARROLLO:
Siendo el populismo muy versátil, la relación con la población podrá ser identificada a
partir de la movilización popular y/o intermediado por los medios de comunicación.
Estos dos modos de tener contacto con la sociedad civil podrán encontrarse como
antagónicas o yuxtapuestas.
96
Hobbes, T. (2011) “Leviatán”. FCE, Argentina.
en la gestión gubernamental para garantizar el orden público. Los gobiernos serán
administradores de la cosa pública, sobre todo en la tendencia pospolítica, donde será
clave el apoyo de los tecnócratas y sectores empresariales de toda índole, bajo un
modelo de desarrollo de corte neoliberal. Se observa en el campo discursivo una
tendencia a privilegiar el consenso que no se condice con la práctica, en la cual prima la
lógica agonista. En el ámbito internacional, tenderán al aprovechamiento de las ventajas
comparativas, y una diplomacia que priorice los esquemas de inserción en los ámbitos
financieros globales y la cooperación con las potencias tradicionales.
Por otro lado, los movimientos de izquierda priorizan la igualdad por sobre la libertad.
Creen que la desigualdad es una construcción social histórica, y el Estado debe ser la
herramienta que promueva formas de solventarlas para alcanzar un mínimo de bienestar
universal aceptable en el marco de una concepción neodesarrollista. Además, ponen en
cuestión valores o concepciones tradicionales, posibilitando la incorporación de nuevos
actores a la agenda política. Las organizaciones partidarias y sociales serán importantes
a la hora de articular demandas, y la lógica de consenso se verá subsumida por la lógica
agonista en la práctica y en el discurso. En el plano de las relaciones exteriores, habrá
una tendencia a la búsqueda de mayores márgenes de autonomía, apoyándose en
vínculos multilaterales y la profundización de la cooperación regional.
Para poder definir a los populismos según la ideología podría pensarse como una falta
de correspondencia con el propio concepto, ya que este carece de la misma o se
caracteriza por el pragmatismo. Teniendo en cuenta las consecuencias históricas que
han atravesado a Latinoamérica, los diferentes líderes populistas que emergieron en sus
Estados desde su “forma de ejercer el gobierno” han elegido diferentes modelos de
desarrollo de su proyecto político, los cuales nos ayudarán a definir a un populista de
izquierda o de derecha. Los líderes populistas, al confluir las demandas de la población
también incorporarán a éstas en el sistema de valores que propondrán al romper con el
status quo existente, logrando así la conservación radicalizada o el cambio de estos, para
permitir la introducción de debates en la agenda política.
A los efectos del presente trabajo, y en base a los criterios desarrollados anteriormente,
optamos por elegir los gobiernos de Álvaro Uribe en Colombia (2006-2010) como
populismo de derecha, y de Rafael Correa en Ecuador (2007/9-2013) como populismo
de izquierda.
La elección de estos gobiernos no es azarosa. Como reflejaba el cuadro de Lánzaro
citado anteriormente, Ecuador se inscribe en la lista de países con gobiernos de
izquierda en el siglo XXI. Colombia no está presente en la misma, siendo junto a Perú
los dos países de Sudamérica que no aparecerán a lo largo de la década hasta hoy día.
Nos resulta llamativo que durante el mismo período, en dos países limítrofes, con
características similares, una historia y cultura compartidas, se puedan dar al mismo
tiempo dos fenómenos populistas, de orientación contraria. Son gobiernos que han
llegado al poder con amplio apoyo popular, incrementando incluso el caudal de votos en
su reelección. A su vez, poseen un modelo comunicacional similar, donde el ciudadano
puede acceder sin intermediarios a un diálogo con el primer mandatario. Para aseverar
que en el caso colombiano estamos ante un fenómeno populista, resulta muy útil el texto
de Galindo (2006). De todos modos, hacemos una salvedad, por la cual diferimos en las
cuestiones que suscribe como típicas del populismo97 ausentes en el uribismo. Las
mismas faltan porque, según nuestro análisis, pertenecen al modelo populista de
izquierda, y no a la derecha, categoría donde encaja Uribe. Sostenemos que el análisis
elaborado por la autora, válido a la hora de señalar los elementos propios del caso
colombiano, se da sin contemplar las características particulares que asume cada modelo
populista al orientarse hacia un lado del espectro ideológico; por lo que busca en el
gobierno de Uribe características más propias de la tendencia de izquierda. Asumimos
que Galindo, con buen tino, ha querido evitar agrupar bajo una misma categoría a
fenómenos disímiles como el peronismo, el varguismo o el uribismo, por ejemplo.
Estamos de acuerdo con este proceder, a la vez que observamos la dificultad que le ha
representado terminar de clasificar el fenómeno que estudia. Pareciera que el uribismo
es una especie de populismo incompleto, a la vez que se niega la existencia de un
“neopopulismo” por carecer de antecedentes históricos en Colombia (dando además la
autora las causas por las que no se ha desarrollado un fenómeno populista en aquel país
con anterioridad). En vistas de esto, se hace mucho más evidente la necesidad de
generar nuevas categorías de análisis a la hora de evaluar la condición populista, que en
términos de este escrito se remiten a populismo de izquierda y derecha; afirmando por
partida doble la validez de la categoría populista y la vitalidad de las zonas del espectro
97
“La política de seguridad nacional del presidente Álvaro Uribe no ha logrado constituirse como un proyecto de
unidad nacional, ni mucho menos cimentado en una sólida base popular, rasgo fundamental del populismo
latinoamericano” (p.161). Además, en la página 160 enfatiza que las políticas fiscales rigurosas y de reforma del
Estado no serían coincidentes con los modelos populistas de gasto público redistributivo, tendencia a la inflación y el
déficit (aunque estos dos últimos puntos no se perciban en el caso ecuatoriano).
ideológico, a diferencia de muchas corrientes académicas que las dan por obsoletas.
Habiendo aclarado esto, a través del análisis discursivo, y de variables aportadas por el
modelo de Actis, Lorenzini y Zelicovich (2016) definiremos el modelo de desarrollo por
el que ha optado cada caso.
En primer término, y dadas las cuestiones esgrimidas en las distintas alocuciones del
presidente Uribe, podemos ubicar el período colombiano dentro de la centroderecha en
el arco político. Llama la atención que en su discurso en el foro internacional ‘Los
desafíos de la democracia en Colombia y en América Latina’ (18/8/2009) tacha de
obsoletas las categorías de izquierda y derecha, rasgo distintivo de las corrientes que no
se enmarcan en los socialismos del siglo XXI, que será un rasgo clave de la pospolítica.
Observamos también un especial énfasis a las cuestiones relativas a la seguridad,
teniendo en cuenta un contexto donde las FARC aún no habían depuesto las armas,
sumado al proceso de securitización que inicia EE.UU en el 2001, del cual Colombia
aprovechará los aportes financieros en la lucha contra los grupos revolucionarios, que
serán etiquetados de terroristas. Esto viene de la administración Pastrana, con el plan
Colombia, por el cual el país caribeño acepta el aporte económico y la presencia militar
estadounidense. Para el 2005, un informe98 presentado al Congreso del país del norte
daba cuenta de algunos avances en materia de seguridad en Colombia, pero ningún
logro concreto por cuanto a disminución de consumo de estupefacientes en los EE.UU.
Analizado algunos de sus discursos, notamos el énfasis puesto en la llamada “seguridad
democrática”, la cual define así en su alocución del 9/10/2008, por tener carácter
general, y ser para todos los colombianos (sindicalistas, periodistas, maestros,
empresarios, etc.), junto con procedimientos transparentes observados por la comunidad
nacional e internacional. (Uribe, 2008). Sin embargo, Galindo ve a la seguridad
democrática como un regreso al tradicional esquema de seguridad nacional, habiendo
reiteradas violaciones a los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario
(2006. p153). Incluso, hasta fechas recientes, el ex mandatario y su familia enfrentan
acusaciones de crear milicias paramilitares99 100.
98
https://fas.org/sgp/crs/row/RL32774.pdf 19/10/17
99
http://caracol.com.co/radio/2014/03/01/nacional/1393673700_106445.html19/10/17
100
http://www.semana.com/nacion/articulo/paramilitarismo-alvaro-uribe/359518-319/10/17
Por cuanto a la estructura productiva, Colombia vivió una creciente tendencia a la
primarización de su economía, como muestra el Departamento Administrativo Nacional
de Estadística (DANE. 2017a). A lo largo del mandato aquí desarrollado, el sector
minero creció en porcentaje de participación en el total de exportaciones, en detrimento
de la industria, teniendo al petróleo y las briquetas de carbón como principales
productos de venta101. Hubo además privatizaciones de sectores estratégicos como el
petróleo102, y quita de subsidios, como dijera el mismo Uribe (2010). En dicha
alocución, enfatizó además la necesidad y la importancia de la inversión extranjera
(para lo cual era clave la “seguridad democrática” que proporciona el Estado) y la
búsqueda de mercados, sumado a una reforma que se llevó a cabo en distintos
organismos estatales. Además, se firmaron numerosos tratados de libre comercio103,
teniendo a Estados Unidos como principal socio comercial, como indica la DANE
(2017b).
Teniendo en cuenta los diferentes discursos que Rafael Correa ha dictado desde su
asunción como presidente del Ecuador encontramos un lenguaje antistatuquísta al
encontrarse como claro opositor a toda la dirigencia anterior a su gobierno dirigiéndose
a ellos como responsables de haber secuestrado la patria y que a partir del 26 de
noviembre del 2006 (fecha en que gana las elecciones) los ecuatorianos vuelven a tener
patria, generando así un clima de polarización constante entre un ellos y un nosotros.
Alianza País inicia un proceso revolucionario en materia política, económica y social.
Su primer discurso el cual está divido en diferentes ejes están titulados con la palabra
Revolución, estará atravesado por el enfrentamiento con el sistema neoliberal, al cual
denomina inhumano, que viola la dignidad humana incluso llegando a citar Juan Pablo
II. El presidente presenta como necesaria la intervención del Estado en la economía con
vehemencia. La necesidad de integrarse con la región alineándose con los gobiernos
progresistas de su contemporaneidad, esgrime su propuesta del Banco Sur, el cual
101
http://atlas.media.mit.edu/es/profile/country/col/19/10/17
102
http://www.ecopetrol.com.co/wps/portal/es/ecopetrol-web/nuestra-empresa/quienes-somos/acerca-de-
ecopetrol/nuestra-historia19/10/17
103
http://www.tlc.gov.co/publicaciones/5398/acuerdos_vigentes19/10/17
consiste en un banco de desarrollo latinoamericano para romper la tradicional
dependencia que se tiene con los países del norte.104
Los discursos de Rafael Correa cuentan con dos constantes un inicio de saludo amplio a
diferentes sectores históricamente segregados y los imparte en territorio ecuatoriano
mayormente los finaliza con saludos en idioma quechua.
Rafael Correa el día que tomó posesión del poder dejó dicho que llamaría a consulta
popular para legitimar el llamado a la Asamblea Nacional Constituyente para generar un
nuevo pacto social, la cual para el año 2008 estaba constituída. En su intervención frente
a la Asamblea Nacional Constituyente mantuvo los atisbos revolucionarios que hicieron
base a Alianza País y la necesidad de generar una constitución inclusiva e igualitaria,
que contenga a los diferentes sectores sociales del Estado.105
Cada año cumplido de gobierno de Rafael Correa cuenta con intervenciones las cuales
son denominadas Intervención del presidente a un año de gobierno, a dos años de
gobierno y así sucesivamente.
Al inicio del tercer año de gobierno el presidente incorpora nuevos temas desde la
misma tónica revolucionaria, entre los cuales incluye la necesidad de explotar los
recursos naturales. Frente a esto se encontraba en conflictos internos por grupos de
izquierdistas, movimientos indígenas y ecologistas, Rafael Correa llama a estos grupos
a ser más razonables y ver la necesidad de explotar los recursos pero desde una visión
de respeto al medio ambiente lo que denomina como “Minería Responsable”.106
Para el tercer año cumplido de gobierno Rafael Correa continúa polarizando con los
opositores los cuales son parte de la “partidocracia”, se solidariza con el pueblo haitiano
que sufrió días antes una catástrofe natural y lo reivindica apelando a su historia como
el primer país en independizarse de la región, desarrolla sobre los impactos de la crisis
del 2008 y hace hincapié en el rol del Estado en los diferentes servicios sociales los
cuales no ha abandonado a pesar de la baja del petróleo y la reducción de remesas.
Continuando con la lógica Norte-Sur repatrió el dinero del Ecuador antes en bancos
extranjeros.
Enumera los diferentes apoyos sociales del Estado para con la ciudadanía los cuales van
desde el uniforme escolar de un niño y la supresión de las matrículas hasta las grandes
carreteras que conectan diferentes puntos del país. En tal contexto de crisis el Estado
ecuatoriano con el gobierno en manos de Rafael Correa garantiza derechos
fundamentales a su nación. Practicamos una política digna y soberana que no busca
liberar mercados, sino liberar al Ser Humano.
107
http://www.presidencia.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2013/10/2009-06-25-INTERVENCI%C3%93N-
PRESIDENCIAL-EN-LA-CONFERENCIA-SOBRE-CRISIS-FINANCIERA-Y-SU-IMPACTO-EN-EL-DESARROLLO-MUNDIAL-EN-
LA-ONU-NEW-YORK-F1.pdf 21-10-17
Mantendrá la fuerte crítica al sistema neoliberal reforzando los conceptos de soberanía,
dignidad e integración latinoamericana.108
Cuarto aniversario de gobierno y Rafael Correa hace un repaso de las políticas sociales
que han llevado adelante, mantiene el enfrentamiento Norte-Sur y la “partidocracia” a la
cual le dedica el siguiente pasaje […] Hemos pasado de una anarquía política
absolutamente destructiva y sin “norte”, a una propuesta histórica con un “sur” muy
bien señalado, y todo esto, con el abrumador respaldo de la ciudadanía [...]
Tras la nueva constitución Rafael Correa llamó a elecciones las cuales ganó con el
%51,99 de los votos, frente a estos resultados el presidente esgrimió LA PATRIA YA ES
DE TODOS y que los cambios continuarán manteniendo coherencia con sus anteriores
intervenciones y discursos.109
Tras enumerar diferentes nuevos derechos sociales que impartió desde su gobierno
mantiene los mismos ejes que ha llevado adelante en sus diferentes intervenciones. En
esta oportunidad su intervención es mucho más cercana a los ciudadanos que las
anteriores y mantiene el énfasis en recordar los gobiernos anteriores a los de Alianza
País catalogados como “la triste noche neoliberal” cada dolencia que nombra el
presidente hace un cierre con su famoso y reiterado “¡Prohibido Olvidar!”. En palabras
de Correa desde el inicio de sus gobiernos Ecuador vive un cambio de época.110
108
http://www.presidencia.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2016/01/III-ANIVERSARIO-RC.pdf 21-10-17
109
http://www.presidencia.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2012/10/2011-01-15-Informe-a-la-Nacion-
Cuarto-Aniversario.pdf 22/10/2017
110
http://www.presidencia.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2012/10/2012-01-14-Quinto-Aniversario-de-la-
Revolucion-Ciudadana-Cuenca.pdf 22-10-17
discurso navega en diferentes ejes como la educación, la salud, la lucha contra la
corrupción, la partidocracia, la integración regional, el desarrollo integral, la soberanía,
la reducción de pobreza, la banca pública, etc.111
Para finalizar es necesario tener en cuenta también el formato comunicacional que eligió
Rafael Correa al que llamó Enlace Ciudadano, el cual se emitía los días sábados vía
radio y televisión. El espacio se emitió desde el 20 de enero del 2007 hasta el 20 de
mayo del 2017, así también las diferentes intervenciones observadas encontramos que el
Presidente Rafael Correa corresponde al modelo de populismo de izquierda a pesar de
que él se diferencie del término populismo. Su relación cercana con los ciudadanos,
homogeneizando las demandas de diferentes sectores de la sociedad, incorporando la
problemática de género, la discriminación, su lenguaje y políticas antistatuquísta, el
modelo de desarrollo que llevó adelante a partir del neodesarrollismo con centralidad en
el Estado, la redistribución de la riqueza, el llamado constante a la movilización
popular, la incansable búsqueda de la integración latinoamericana, la revalorización de
la soberanía, etc. Claramente Rafael Correa propone un nuevo status quo, a partir de la
Revolución Ciudadana, de reemplazo al anterior respondiendo a características descritas
como parte del populismo.
112
Económica Redistribu Coeficiente 2006: N/D 2007: 54,3
ción del de Gini
ingreso 2010: 55,5 2011: 46,2
111
http://www.presidencia.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2014/01/2013-01-12-6RC.pdf 22-10-17
112
https://datos.bancomundial.org/indicador/SI.POV.GINI?end=2015&locations=CO-EC&start=1987&view=chart
113
PBI per 2006:8.957,3 2007: 8.366,1
cápita (PPA)
2010:10.680,0 2011: 9.926,9
114
Inflación 2006: 4,29 2007: 2,27
interanual
(precios al 2010: 2,27 2011: 4,47
consumidor)
115
Deuda 2006: 24.417 2007: 46.832
Externa (en
millones de 2010: 23.000 2011: 21.612
dólares)
116 117
Política Participaci Herramien Plebiscitos Aplica bajo Aplica bajo
ón Popular tas de consultivos/Re la ley 132 de el art 106 de la
participaci ferendo 1994 CN
ón
ciudadana
118 119
Revocatoria sí- aplica sí- alcaldes,
del mandato para los prefectos y
alcaldes y diputados
gobernadores
120 121
Proceso Edad mínima 18 años 16 años
113
https://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.PCAP.PP.CD?locations=CO-EC
114
https://datos.bancomundial.org/indicador/FP.CPI.TOTL.ZG?locations=CO-EC
115
https://datos.bancomundial.org/indicador/DT.DOD.DECT.GN.ZS?locations=EC-CO&view=chart
116
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=330
117
http://www.wipo.int/edocs/lexdocs/laws/es/ec/ec030es.pdf
118
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=330
119
http://www.derechoecuador.com/articulos/detalle/archive/doctrinas/derechopolitico/2005/11/24/la-
revocatoria-del-mandato
120
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-134939
121
http://www.eleccionesenecuador.com/informacion-desde-que-edad-puedo-votar-elecciones-ecuador-130.html
electoral de habilitación
para sufragar.
122 123
Porcentaje de 43%-2006 24,0-2006
sufragantes en
relación al 24,7-2009
padrón
electoral.
124
Cupos Paridad de Mínimo de 125Asegura la
género un 30%- art 4, paridad los arq
ley 581 de 200 65 y 116 de la
CN.
126
Minorías ley 649 de S/D
étnicas 2001,
establece 2
lugares para la
comunidades
negras, 1 para
las minorías
indígenas, 1
para las
minorías
políticas y 1
para los
extranjeros
122
http://www.colombia.com/noticias/autonoticias/2006/DetalleNoticia27386.asp
123
http://www.sciencespo.fr/opalc/sites/sciencespo.fr.opalc/files/tendencias_dela_participacion_ciudadana_Ecuad
or.pdf
124
http://www.oas.org/juridico/PDFs/Mesicic5_col_RJ_anex42.pdf
125
http://www.asambleanacional.gov.ec/documentos/constitucion_de_bolsillo.pdf
126
http://www.urosario.edu.co/jurisprudencia/catedra-viva-intercultural/Documentos/ley_649_de_2001.htm
127 128
Social Desarrollo Participaci Salud 5,9% del 5,9% del
general. ón estatal (Porcentaje de PBI destinado PBI destinado
en tarifas pbi destinado) a salud a salud
de gratuita, año gratuita, año
servicios (gratuidad) 2010. 2008.
públicos
129
Energía Cuenta con Aplica
subsidios a la subsidio por
(subsidio) energía regiones y en
eléctrica, el base a la
valor del cantidad
mismo consumida por
depende de la los usuarios.
categoría en al Los subsidios
que se se reparten
encuentra el entre las
ciudadano empresas
como usuario- eléctricas
Resolución (generadoras y
CREG 079 de distribuidoras
1997 de energía) y
los usuarios
residenciales.
Decreto n°451.
130
Gasto social 11.731 2007: 2996
millones de millones de
Colombia y dólares en el dólares
Ecuador plan “jóvenes
cuentan con en acción” 2011: 6954
parámetros millones de
diferentes. 452.892 dólares131
millones de
dólares en el
plan “más
familias en
127
http://www.scielosp.org/pdf/spm/v53s2/10.pdf
128
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0036-36342011000800013
129
http://apolo.creg.gov.co/Publicac.nsf/Indice01/Resoluci%C3%B3n-1997-CRG79-97
130
http://www.dps.gov.co/ent/gen/prg/Paginas/Transferencias-Monetarias-Condicionadas.aspx
131
https://www.unicef.org/ecuador/ASAMBLEA_Presentacion_Proforma_del_PGE_2016_GastoSociaNinez_Adolesc
encia_FS.pdf
acción” (2016)
CONCLUSIÓN:
133
https://www.datosmacro.com/idh?anio=2011
134
https://datos.bancomundial.org/indicador/SE.XPD.TOTL.GD.ZS?locations=CO
135
https://datos.bancomundial.org/indicador/SE.XPD.TOTL.GD.ZS?locations=EC
136
https://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-article-291572.html
137
https://educacion.gob.ec/gratuidad-de-la-educacion-publica/
región tenderán a modelos neodesarrollistas; Estado fuerte que asigna recursos,
prioridad del consumo interno, modelos de exportación de materia prima que sustenten
una industria incipiente, política monetaria y cambiaria regulada, esquemas de diálogo
regional y aspiraciones latinoamericanistas.
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calidadvidaantioquia.pdf
Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso
Internacional sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13
de septiembre de 2018
En los últimos años ha crecido el campo de los estudios sobre las distintas dimensiones
del neoliberalismo, al ritmo de su hegemonía como praxis política en la mayoría de los
países del orbe occidental. Aquellos estudios sobre diversos aspectos de la
globalización, la internacionalización, el campo de lo transnacional, tanto desde lo
jurídico, sociológico, económico y hasta sicológico vinculado a esos tópicos, aparecen
hoy con mayor claridad con posibilidades de unificar ciertos sentidos alrededor del
campo ideológico denominado neoliberalismo. En ese orden es posible pensar una
gobernanza neoliberal internacional que marca el sentido de los neoliberalismos
periféricos, y las condiciones de posibilidad de tal gobernanza galvaniza varias
cuestiones que desarrollamos; la idea de la existencia de un régimen internacional que
ordena asignación de potencia o impotencia a los Estados según el lugar en la estructura
del régimen; centro-periferia. La de una diplomacia de connivencia, ambigua, sin
códigos desde 1989 cuando al democratizarse el escenario de participación internacional
se alteran las formas de convivir “aristocrática” de los Estados, y comienzan a ganar la
escena los actores “nacionales” vinculados al capitalismo y ocupan la escena de la
diplomacia de club. Y finalmente las transformaciones consolidadas a partir del 2008 en
los dispositivos del capitalismo financiero transnacional que completan el triunfo de la
ideología neoliberal.
La palabra neoliberalismo ha sido usada de distintos modos a lo largo del tiempo, desde
su aparición en la década del 50 del siglo XX cuando nace para designar lo “nuevo” en
relación al liberalismo y así se refieren a él los propios neo liberales.
Ha sido abordado tanto como macro proyecto ideológico político, como set de políticas
específicas, y como conjunto de significados político-ideológicos capaz de construir
sentidos ordenadores de la conducta humana. Una perspectiva más comprehensiva ha
138
venido de la mano de una lectura de Foucault que enfatiza su noción de
gubernamentalidad, para referirse a los estudios que el autor plantea alrededor de la
racionalidad propia del capitalismo que impregna una manera de gobernar y gobernarse
a partir del siglo XVIII, que tiene como norma de conducta la competencia y a la
empresa como forma de subjetivación.
La forma del poder liberal propicia la emergencia de los Estados como una de sus
estrategias para el gobierno de la población en territorios cada vez más amplios dentro
de una expansión con tendencia a lo global. Así entre naciones las lógicas del mercado
dictan su verdad en torno a las prácticas gubernamentales, y en el marco de los Estados
138
Los autores en general refieren a lo producido en dos textos centrales: Seguridad, territorio y
Población ( 2006) e Historia de la Biopolítica (2007)
nacionales las libertades, los derechos adquieren las condiciones de su instauración y
expansión constante (Echeverri Alvarez, 2011: 154)
Por ello podemos pensar en tres campos que se acoplan; el de una gobernanza neoliberal
internacional que funciona como una lógica ordenadora del segundo nivel; que es el de
las políticas internas de los Estados que se incorporan en dicha lógica con sus niveles de
acomodamiento o resistencia o activismo, y un tercer nivel; el de las subjetividades
colonizadas por la racionalidad neoliberal.
Este título refiere a lo producido en los espacios internacionales en el que los distintos
actores nacionales intervienen y donde se producen los dispositivos de regulación de
dichos acuerdos. En términos internacionalistas, aquí es donde surgen los regímenes
internacionales como el conjunto de normas, acuerdos, reglas que estructuran los
vínculos entre los Estados.
Este orden internacional es neoliberal y esto implica que la manera en que los Estados
organizan y definen sus vínculos entre si corresponde a la máxima de la competencia
como norma de conducta y la lógica de mercado como principio de asignación de
recursos entre sí. Aún los vínculos entre los Estados en foros u organizaciones
multilaterales que no aparecen directamente asociados a lógicas mercantiles, de
mercado o comerciales, como puede ser la OIT o la FOA por ejemplo, tienen sin
embargo entre sus reglas criterios de participación interna o capacidad de influenciar
definidos por su capacidad de ganar en el ámbito de mercado.
La gobernanza neoliberal internacional opera sin necesidad de un vértice de poder que
asegure la coacción, como ocurre con los Estados nacionales. Por el contrario los
Estados se regulan a sí mismos administrando sus libertades, tal como sostenía
Foucault, pero significándolas de acuerdo a unas normas no necesariamente escritas que
establecen que la asignación y distribución de recursos entre ellos corresponde a la
lógica de mercado. Por ello la gobernanza hace referencia a un poder que establece
criterios de asignación de recursos y formas de funcionamiento que operan casi
naturalmente regulando las conductas de los Estados, sin necesidad de un conjunto de
reglas escritas que las impongan.
Así sostiene Badie que el proceso de selección al club de los decisores se refina, se
vuelve más estricto aunque con apariencia de democratización, ahora los Grupos: el G
6, el G8, el G20 arman una diplomacia paralela que censura y habilita los temas de
cooperación. “Esta diplomacia de club se ve hipotecada por dos de sus rasgos
esenciales; la selección de sus miembros y la débil pertinencia de sus decisiones” (
2013, 159) Y el punto 4, el periodo que comienza en 1989 y que el autor designa como
“apolar”, la época del anonimato y la pérdida de la certeza del enemigo, por finalización
de la guerra fría, con diplomacias paralelas que abren la puerta al regreso oligárquico
del sistema internacional, a una connivencia desquiciada entre países y a una
profundización de la humillación y el consecuente resentimiento de los Estados
“menores”.
El tercer punto tiene que ver con instrumentos emergentes de la racionalidad neoliberal
que operativizan su sentido a través de procedimientos administrativos y que son
funcionales y efectos de las transformaciones del capitalismo. Siguiendo a Sassen
(2017) la actual fase de financiarización de la economía capitalista comenzó con fuerza
en los años 80 con medidas de Estados Unidos, con la desregulación de todos los
sistemas y dispositivos asociados a la reproducción del capital financiero en la mayoría
de los Estados occidentales, y se consolida a partir del año 2008 al momento en que
Estados nacionales y capitalismo financiero transnacional sellan una nueva alianza, que
es la de proteger a los bancos-principales acumuladores del capital financiero-y no a los
ciudadanos frente a las crisis de ese momento.
El giro neoliberal, desde un punto de vista teórico, se originó en los países centrales,
pero se convirtió en la ideología y praxis para exportar a los países periféricos donde
tuvo las expresiones más ortodoxas. Así se menciona a Chile como el primer
experimento de formación de un Estado Neoliberal ortodoxo no democrático instaurado
luego del Golpe de Estado dado a Allende en 1973, el que promovido por Estados
Unidos estaba destinado a asegurar los intereses comerciales del capital. Se destaca su
“éxito” desde una perspectiva neoliberal, en tanto frente a una recesión que se
diagnosticó como fruto del socialismo imperante, se logró revertir absolutamente sus
políticas, abriendo su economía y provocando un crecimiento económico inmediato,
desactivando toda participación y demandas sociales, lo que sirvió como guía para los
países centrales. Otro caso “temprano” neoliberal fue la Argentina con la dictadura
militar del año 1976, cuando se afianza el ciclo neoliberal comenzado con la dictadura
de 1966.
La agenda política del neoliberalismo que se instaura a partir de estos países implicaba
la promoción del crecimiento económico por medio del mercado libre, lo que
demandaba aumento de la tasa de ganancia del capital privado y para ello reducción de
los costos salariales, con merma en el costo de la fuerza de trabajo con firme contención
del gasto público social
Desde mediados de los años 80 entonces, el proyecto neoliberal es incitado por los
Estados centrales por si mismos (a través de su estrategia exterior) y por medio de las
instituciones económico-financieras internacionales, que son su brazo ejecutor.
Sobresale el papel del FMI y Banco Mundial que se constituyeron en dispositivos de
ayuda condicionada para los países periféricos, como Latinoamérica y luego el ex
bloque soviético. Estos países ahogados por la deuda externa comienzan a aceptar las
condiciones neoliberales de ajuste estructural interno, que estos imponían para los
préstamos y refinanciamiento de la deuda. Al comienzo las condiciones que las
instituciones financieras internacionales exigían a cambio de sus préstamos eran los
paquetes de estabilización. En 1985 el llamado plan Baker desplazó el énfasis hacia las
reformas estructurales: especialmente la liberalización del comercio y la reducción del
Estado. Por otra parte, a diferencia de lo que ocurría en los 70, en los 80 se creó un
frente unido de acreedores en una alianza de las instituciones financieras
internacionales, los bancos privados y los gobiernos de los países fuertes. Aparece así la
llamada “condicionalidad cruzada” que establecía la fuerza de los acreedores. Por ello
en América latina al momento que gran cantidad de países transitaban hacia la
democracia, los planes de ajuste establecidos por los organismos internacionales
constituyeron una seria limitación para el desarrollo de sus democracias que
pretendieran apartarse del modelo neoliberal. La década del 80 fue llamada la década
perdida, no solo por la crisis económica y de crecimiento bajo general de la región, sino
también porque aparecieron las llamadas democracias tuteladas por el orden
internacional neoliberal.
La tercera etapa corresponde a la década de los años 90, en las que el llamado
“Consenso de Washington” estableció la agenda de políticas para los países periféricos,
que fueron las mismas recetas originarias de implementación para abrir las barreras
comerciales, privatizar y permitir la libre entrada de capitales inversionistas sin trabas.
Los organismos financieros se encargaron, en esta etapa, de condicionar a su
cumplimiento interno por los Estados periféricos a través de lo que se llamó “las ayudas
focalizadas”. Con esto se hace referencia a que bajo el argumento de la corrección de
ciertos efectos del ajuste estructural-desempleo y pobreza-los organismos
internacionales diagnostican los problemas de la periferia, determinan los sectores de
ayuda (educación, salud, producción etc) y proponen reformas sectoriales que incentiva
la intervención del Estado y la regulación de sectores por medio de aparato jurídico. Se
trató de una intervención mercantilizada destinada a auspiciar la generalización de
criterios y mecanismos de mercado en el Estado. La flexibilización laboral, la
privatización de la salud, la descentralización educativa y otras reformas fueron los
mecanismos focalizados por donde se consolidó el neoliberalismo.
En los 90 Harvey (2007) marca el amplio consenso existente en los Estados sobre los
beneficios del neoliberalismo, aunque deban realizarse ajustes continuos, y en este
orden puede ser leído el “Informe sobre la pobreza” en 1990 del Banco Mundial, donde
se admite que la pobreza ha crecido y se requiere refocalizar las políticas, aunque no
cambiar de rumbo general. Este consenso se da, en parte, en los países periféricos,
donde se generaliza una aceptación de lo que Przeworski (1998, 23) llamó
“modernización vía internacionalización”, para aludir a la estrategia de modernización
por integración económica y emulación de pautas económicas, políticas y culturales
prevalecientes en los países avanzados: democracia, mercado y la cultura individualista
y consumista que domina al capitalismo avanzado.
La cuarta etapa es la que predomina a partir del 2008 y que en América Latina se instala
con fuerza al desarticularse los gobiernos progresistas de la región que habían
impulsado la creación de instituciones sudamericanas para una gobernanza regional con
fines defensivos del neoliberalismo imperante a nivel internacional.
Esto define un orden internacional en el que siguiendo a Puig (1986) hay Estados que
por su poder, son los decisores y los repartidores en tanto deciden las reglas y reparten
potencia o impotencia a otros de acuerdo a sus propios intereses. Los Estados menos
poderosos, los que reciben dichas potencias o impotencias, en general tratan de
mantener ciertos márgenes de autonomía, avanzando y retrocediendo en sus
negociaciones con los repartidores y decisores, salvo que haya una plena coincidencia
ideológica neoliberal en el gobierno nacional, y allí entonces el plegamiento a la
gobernanza internacional es total.
Hay un nuevo bloque de poder a nivel internacional, una nueva alianza neoliberal, y si
en el neoliberalismo general el Estado actúa en orden a preferencias, en el
neoliberalismo periférico éstas están dictadas por la articulación entre los intereses y
valores de los actores “nacionales” con los internacionales
En este cuestión optamos por un autor que se asume neoliberal en RRII; Moravcsik
(1997) que sostiene que el neoliberalismo gana en RRII porque no es una teoría
ideológica sino descriptiva del funcionamiento real de los Estados, el que busca
proteger los intereses de los actores. La unidad de análisis y el motor de una política
internacional neoliberal son los individuos; los actores centrales en la política
internacional son los individuos y los grupos privados, por lo cual los resultados son
siempre agregados de intereses en conflicto y cooperación, estructurados a partir de
demandas societales concretas. Individuos y grupos que son vistos como actores
racionales que buscan maximizar su bienestar.
En esta perspectiva, que tomaremos sesgadamente a los fines de este trabajo, aunque su
teoría es de una gran riqueza explicativa; y se comprende más acabadamente en diálogo
con otras teorías de RRII, hay tres patrones que el autor considera inciden en el
accionar de los Estados; las preferencias que el Estado representa en su política exterior
en base a la lectura que realiza de las identidades sociales nacionales, las que encuentra
configuradas por tres elementos: seguridad, política y economía. El segundo supuesto
que configura las preferencias del Estado, resulta de las maneras en que se evalúan los
costos de llevar adelante ciertas transacciones comerciales internacionales y el tercero
son las maneras en que las configuraciones políticas de representación domésticas
catalizan dichas articulaciones. O al decir del autor (1997, 520) el “modo de
representación política”.
La primera aproximación es que los actores hacia los cuales el Estado está
representando como importantes o claves o poderosos, para que configuren las
preferencias del Estado en materia política son todos aquellos actores nacionales
capaces de confluir en esquemas transnacionales. Esta nueva ciudadanía transnacional
(Sassen, 2016) o clase transnacional ( Cox, 1980) se vincula a la manera en que el
horizonte de acumulación capitalista enhebra sus articulaciones.
Porque la deuda pública, con todo el dramatismo que tiene para Latinoamérica por la
pobreza que ha generado, se ha financiarizado también, se cotiza en bonos en el
mercado de deuda internacional y se negocia según las condiciones que impone dicho
mercado.
140
Nos referimos a la distinción entre centro y periferia de acuerdo a las elaboraciones de la Cepal, de los enfoques
de la dependencia y del mismo Puig.
En ese marco se entiende que el Presidente Macri coloque bonos, por decreto, de la
deuda pública a 100 años con una tasa de interés del 7% (cuando el resto de los países
están pagando entre el 3 y 4%). Esto supone que durante 86 años Argentina pagará
intereses. Una nota es que el Gobierno está aumentando por año en 35.000.000 millones
de dólares, según datos del Ministerio de Hacienda de la Nación, la deuda pública, y
más del 70% está contraída en dólares, mientras que este año lo que más ha aumentado
en el gasto público ha sido la carga de intereses de la misma. De hecho, el proceso de
endeudamiento probablemente supere los que se dieron en las otras dos grandes olas
históricas de aumento de deuda: la del Proceso Militar 1976-1983 y la de la década de la
convertibilidad menemista del ´90.
El chantaje de una deuda pública eterna, siempre sigue la misma lógica: macro-
endeudamiento sin capacidad de repago, creciente pago de intereses, refinanciaciones
totales de los vencimientos de capital y toma permanente de más deuda para sostener la
política de endeudamiento y el doble déficit – Fiscal y de Balanza de Pagos – que esa
política conlleva y luego restricciones y extensión del “ajuste” a los sectores sociales, es
decir reproducción de la deuda social interna. Y además, en este caso, deuda no
orientada a grandes inversiones nacionales, sino a refinanciar gastos corrientes.
Argentina se incorpora así al gran grupo de países que decide dar señales a los mercados
financieros, de acompañar los procesos riesgosos que están viviendo los grandes fondos
de inversión extranjeros, ya que nos comprometemos con el sector a seguir contrayendo
deuda, por lo tanto a priorizar a esos actores internacionales.
Con esta nueva orientación, se culmina con un ciclo en el que Argentina estuvo entre las
cinco naciones que redujeron sus pasivos respecto de su producto bruto interno (PBI).
Según un informe de McKinsey Global Institute (MGI), el total de deuda de Argentina
cayó 11 puntos porcentuales respecto de su PBI, en gran medida debido al
desendeudamiento del anterior gobierno. Como resultado, el país figuró como la nación
con menor nivel de deuda en relación a su producto (33%), según el informe que
examinó la evolución de la deuda en 47 economías -22 avanzadas y 25 en desarrollo-
desde 2007 a 2014141.
141 https://www.cronista.com/finanzasmercados/Argentina-es-uno-de-los-unicos-cinco-paises-que-redujo-su-nivel-
de-deuda-desde-2007-20150217-0036.html
El proceso de articulación entre deuda pública y capitalismo financiero en Argentina,
luego de los años de desendeudamiento, se inicia con la primera ley que envía Macri al
Congreso. La llamada ley de pago a los fondos buitres, fue la decisión fundante de
política exterior económico financiera, ya que puso en escena que el modelo de
desarrollo propuesto para la Argentina y pensado por el gobierno, es por
endeudamiento internacional.
Los lineamientos fiscales que guiarán la política económica hacia un ajuste de 500.000
millones de pesos a lo largo de los próximos tres años estarán acompañados por
profundos cambios en el esquema de política monetaria y cambiaria Entre los
elementos del ajuste ciudadano identificados figura “la reducción del salario real de los
trabajadores públicos” fijando un techo nominal para los incrementos del 8 por ciento
hasta junio de 2019. “Reducir la nómina salarial ajustando el empleo público a través
del recorte sostenido de empleados no prioritarios en 2018 y congelando las
contrataciones en la administración federal”, sostiene el informe interno elaborado por
el staff del organismo multilateral que fue remitido un mes atrás a las autoridades del
FMI.
Bibliografía citada
Badie, Bertrand (2013) Diplomacia del Contubernio. Los desvíos oligárquicos del
sistema internacional. EDUNTREF. Buenos Aires
142
Como el voto a Macri por parte de los sectores populares y vulnerables.
Laval, Christian y Dardot, Pierre (2013) La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la
sociedad neoliberal. Gedisa, Barcelona
Puig, Juan Carlos (1986) “La política exterior argentina: incongruencia epidérmica y
coherencia estructural”, en J. C. Puig. (comp.), América Latina: Políticas exteriores
comparadas. Tomo 1, Buenos Aires: GEL, 1986.
Vargas, Walter (2018) “La subordinación de los derechos a la nueva lex mercatoria: del
giro constitucional a la expansión extractivista en Perú” en Revista: Administración
Pública y Sociedad, N° 5 enero-junio 2018.
“Opinión pública y democracia en Carl Schmitt: el legado de
Weimar para el análisis de la democracia actual”*
RESUMEN:
A partir del año 2001, el enfoque central de los estudios sobre la democracia estuvo
dirigido a la cuestión de la seguridad, la inclusión y exclusión, la identidad y la
pertenencia frente a la renovada amenaza del terrorismo global; todos ellos conceptos y
cuestiones de los que se ocupó Carl Schmitt hace casi un siglo. Sus escritos y su
correspondencia con publicistas y periodistas de la época de la República de Weimar no
son anacrónicos. La esfera pública alemana de los años anteriores a 1933 se asemeja por
su pluralidad más a la realidad occidental-global de hoy que a la de los años marcados
por el conflicto bipolar de la “Guerra Fría”, y las problemáticas fundamentales respecto
a la democracia, como la legitimidad, el poder o el conflicto permanecen actuales. La
obra de Schmitt nos proporciona instrumentos preventivos. Escribió durante el auge de
la República de Weimar, supo diagnosticar sus fallas y debilidades y pronosticar la
inevitable concentración de poder, causada tanto por características jurídicas de su
Constitución como por los intereses económicos y privados que llevaron a la des-
politización y neutralización técnica hasta desembocar en el totalitarismo más terrible
de la historia.
Introducción
La historiadora Christina von Hodenberg establece en su libro “Consenso y crisis. Una
historia de la esfera pública mediática de Alemania occidental 1945-1973”, que los
debates intelectuales en la Alemania de postguerra alrededor del tema de la esfera
pública estuvieron marcados por dos corrientes: primero, por Jürgen Habermas,
representante tardío de la Escuela de Frankfurt, quien se ha esmerado por sustituir, o
bien, recontextualizar los conceptos marcados por el régimen nacionalsocialista; y
segundo, por Reinhart Kosellek, discípulo de Schmitt. El historiador alemán y
especialista en comunicación Kai Burkhart agrega que tanto Kosellek como también
Habermas se encuentran en la misma línea intelectual que Schmitt en el sentido de que
entienden sus publicaciones como tomas de postura políticas y no tanto como aportes
académicos (Burkhart 2013:15).
El mayor peligro que acecha al Estado según Schmitt es el aumento de los medios
técnicos o tecnológicos (technische Mittel) de influencia de masas. En “El posterior
desarrollo del Estado Total en Alemania”, incluido en Positionen und Begriffe, Schmitt
afirma que “ningún Estado puede darse el lujo de delegar estos nuevos medios técnicos
de transmisión de noticias, de influencia y sugestión masiva y de formación de opinión
pública, o mejor dicho, colectiva, a otro”. Está claro que este pasaje invita a ser
entendido como un llamado a concentrar el control de los medios de comunicación en
manos del Estado. Pero según propone Helmut Quarisch, Schmitt escribió estas líneas
pensando en advertir sobre el avance de la propaganda agresiva nacionalsocialista, que
combinó una inusitada creatividad con nuevos instrumentos tecnológicos de la época, en
especial durante la campaña masiva de 1932 con ocasión de la elección del Presidente
del Reich (Quaritsch 2010). Los nazis fueron los primeros en elaborar películas con
audio y en presionar a los cines para que mostraran su propaganda. La radio, que estaba
limitada políticamente a los canales de uso oficial, transmitió a mediados de 1932 por
primera vez discursos de líderes nacionalsocialistas, sobre todo los de Goebbels.
Para Schmitt es crucial el poder de decidir, tanto del poder ejecutivo como del pueblo en
la calle, que podría imponer decisiones solamente con su presencia y aclamación. Esa es
la razón por la cual su concepto de esfera pública nunca ha sido definido de manera
precisa. Consideraba que la amplitud del campo semántico de Öffentlichkeit se prestaba
a malentendidos, y criticaba el hecho de que lo investigaran sobre todo sociólogos y
politólogos, y no juristas.
Este trabajo pretende reflexionar con fundamento sobre cómo concibe Schmitt el
vínculo entre la democracia y lo público en la época de la República de Weimar, y
establecer a partir de ello elementos para el análisis de la actualidad democrática.
Para lograr nuestro propósito, es necesario hacer una breve revisión del contexto
histórico, o al menos de las circunstancias conflictivas en las que el pensador alemán
concibió sus escritos de aquel entonces. Haré, por lo tanto, una revisión de dicho
contexto histórico-político y de lo que Schmitt entendía por democracia, haciendo
mención de algunas publicaciones puntuales de la época que nos ocupa. Expondré
también algunos de los puntos clave de su crítica al parlamentarismo y sus
repercusiones. En tercer lugar, pretendo aportar con un breve excurso sobre el concepto
de representación en Schmitt a una comprensión más acabada del concepto de
democracia schmittiano y de su crítica al parlamentarismo. Finalmente, volveré sobre el
concepto de la esfera pública en Schmitt.
1. El contexto histórico.
Durante la República de Weimar tuvo su auge el renacimiento de corrientes metafísicas
del pensamiento, con representantes como Walter Benjamin, por ejemplo. Fueron sobre
todo una reacción en contra del positivismo imperante, en el marco de un creciente
“vacío intelectual” y un “pesimismo del progreso” (Fortschrittspessimismus) o crítica a
la técnica y la tecnología floreciente. Se impone el pensamiento alrededor del “mito” y
se cuestionan los fundamentos del consenso racional del método científico. Los influjos
irracionalistas fueron tomados por la prensa y canalizados en una protesta generalizada
contra el sistema económico y político, incluyendo a la democracia liberal.
2. Schmitt en Weimar
Muchos de los escritos weimarianos breves de Schmitt fueron recopilados por él mismo
en “Posiciones y conceptos en la lucha contra Weimar – Ginebra – Versalles (1923-
1939)”. Las principales obras jurídicas y políticas de Schmitt – la así llamada “obra
temprana”, centrada en la crítica a la modernidad desde la teología política - datan de
aquella época. Algunas de ellas son “Romanticismo político”, de 1919; “La Dictadura”,
de 1921; “Teología política”, de 1922; “La situación histórica del parlamentarismo
actual”, de 1923; “Catolicismo Romano y Forma Política”, del mismo año; “El concepto
de lo político”, de 1927; “Teoría de la Constitución”, de 1928; “El guardián de la
Constitución”, de 1931 y “Legalidad y Legitimidad”, de 1932 entre otras.
Con su ferviente rechazo al Tratado de Versalles, que marcó sin duda la producción
escrita de aquellos años, Schmitt no se encontraba aislado. Max Weber, e incluso su
contrincante Hans Kelsen se habían pronunciado fervientemente en contra de esta
humillación nacional. Sin embargo, permaneció ajeno al mainstream representado por
juristas como Gerhard Anschütz, Rudolf Smend o Richard Thoma, con quien libró un
importante debate acerca del concepto de democracia. Las disputas intelectuales de
Schmitt con Kelsen, representante principal del positivismo jurídico, son bien
conocidas.
En 1928 Carl Schmitt sucedió a Walther Stücking como titular de cátedra en Berlin.
Durante esta etapa se relacionó estrechamente con Johannes Popitz y Ernst Jünger, tuvo
desacuerdos con Herman Heller y con Walter Benjamin y provocó polémicas con Leo
Strauss. Después de permanecer un corto período en la ciudad de Colonia, en octubre de
1933 Schmitt asumió nuevamente una cátedra en Berlín, esta vez en la Friedrich-
Wilhelms-Universität.
Kai Burkhardt insiste en que la posición política de Schmitt ya era conocida en esa
época: había advertido en un artículo publicado en la Kölnische Volkszeitung el 15 de
marzo de 1925143 que “ninguna Constitución del mundo legaliza tan fácilmente un golpe
de Estado como la Constitución de Weimar”. La crítica fundamental de Schmitt hacia el
parlamentarismo de aquella época se refería a que el verdadero poder no reside en el
pueblo, sino que reside en aquel grupo o facción que logra imponer su propia visión del
mundo a través del poder físico, o bien, mediático. Durante su segundo período berlinés
Schmitt comenzó a involucrarse política e intelectualmente con el régimen
nacionalsocialista emergente. Para el período previo a este involucramiento el biógrafo
de Schmitt Paul Noack propone una fase de indecisión, que duró hasta la aprobación del
Ermächtigungsgesetz en marzo de 1933, según el artículo 76 de la Constitución de
Weimar. La impotencia de los partidos opositores ante este hecho lo llevó a Schmitt a
ponerse a disposición del régimen en calidad de jurista (Noack 1996).
1. Democracia y dictadura.
Si bien a Schmitt le atraía el pensamiento dicotómico, no era suya la dicotomía
democracia-dictadura en el sentido en que la concebimos nosotros hoy.
143
Incorporado a Staat-Groβraum-Nomos (1995), p. 25.
concepto “desde los comienzos de las ideas modernas de la soberanía hasta la lucha de
clase proletaria” (subtítulo del libro) con el propósito de aclarar su contenido jurídico.
Contrasta la dictadura con el despotismo, advirtiendo que, si bien ambos implican la
suspensión del orden legal, el despotismo no es más que un gobierno arbitrario. La
dictadura, en cambio, está limitada por normas, es decir, lleva a cabo objetivos políticos
delimitados claramente (Schmitt 1994: XVI). Schmitt define la dictadura como un
estado de excepción que puede diferenciarse según el tipo de norma que se defiende,
que puede ser la Constitución existente o un ideal político. Además, la dictadura según
Schmitt puede ser comisarial en el sentido de Bodino. Esto implica la suspensión de un
orden constitucional, autorizada por el orden mismo, como medio excepcional para su
protección de una amenaza particular, o bien, puede ser soberana, como la de la
Revolución Francesa, que suprime un orden constitucional establecido como primer
paso hacia un orden completamente nuevo.
Aunque se sitúe fuera del orden constitucional que elimina, la dictadura soberana
obtiene su legitimación del pueblo, que, en su papel de poder constituyente originario,
no está limitado por Constitución existente alguna (Schmitt 1994: 137-139). En
términos schmittianos, el dictador en este caso debe su “cargo” al poder constituyente
del pueblo.
El punto que aquí nos interesa es que, para Schmitt, el “uso común de la lengua” no
puede ser la instancia que defina un concepto, en este caso el de democracia, porque la
interpretación del mismo ha ido variando con el tiempo. Y la definición de un concepto
tan crucial no debe ser delegada en la opinión pública.
Si bien para Schmitt es posible establecer una relación entre la democracia y una “visión
del mundo” (Weltanschauung) determinada, refuta la premisa de Hans Kelsen, que
considera al relativismo como la visión del mundo propia del sistema democrático.
Kelsen se refiere a que el relativismo permite el pluralismo y la tolerancia a lo diferente.
Ahora bien, para Schmitt, las ideas no pueden apropiarse de un concepto si no tienen
nada en común con él; mejor dicho, si no se identifican con él. Hay que aclarar que
Schmitt no concibe al relativismo como una visión válida del mundo. Porque sí
considera que si la democracia no está vinculada a una idea, no puede realizar la verdad
144
Publicado primero en el Heidelberger Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, Band 51, Heft 3.
145
Schmitt utiliza el concepto de “unmittelbare Demokratie”; véase al respecto la interpretación de la
Constitución de Weimar que hace Schmitt en Volksentscheid und Volksbegehren, de 1927.
esencial, completa, del Estado. Y solamente puede existir como una técnica jurídico-
constitucional (verfassungsrechtliche Technik), una forma de Estado más entre otras.
Schmitt concibe al liberalismo y a la democracia como dos cosas diferentes que deben
mantenerse separadas. Para él, la democracia encuentra su fundamento en la igualdad, y
esto implica necesariamente que lo desigual debe ser desechado. Es altamente polémica
su frase sobre la necesidad de aniquilar lo heterogéneo, sobre todo cuando a
continuación expone los ejemplos contemporáneos de Turquía, que radicalmente
expulsó a la población griega de su territorio, o de Australia, que fomenta una
inmigración selectiva. Cabe destacar que la polémica no nos dispensa de las
asociaciones con la situación de los refugiados en la actualidad, por ejemplo.
Schmitt, como hemos visto, considera fundamental la igualdad para la convivencia
dentro de una unidad política. Se refiere a la igualdad substancial, política, que implica
la potencialidad de la desigualdad en analogía a su dicotomía amigo-enemigo. Es decir,
que, para Schmitt, la democracia puede excluir una parte de su población, sin dejar de
ser democrática, porque a la igualdad necesariamente le corresponde la desigualdad.
Los casos idílicos de igualdad pura, como pudo haber existido en sociedades primitivas,
ya no existen. Pero el sufragio individual y secreto es contradictorio a la democracia
para Schmitt, en tanto que es un mecanismo de emisión de voto atomizado y, como tal,
se sitúa fuera de la esencia aclamatoria de la propia democracia.
Pues bien, de acuerdo con Schmitt, la igualdad de todos los humanos como tales no es
democracia, sino una clase de liberalismo. No es una forma de Estado, sino una suerte
de moral combinada con una determinada visión del mundo (Weltanschauung). Y en la
vinculación de ambas se basa la democracia moderna de masas.
En este prólogo, Schmitt reacciona a las críticas del jurista Richard Thoma del libro
mencionado. Esto, afortunadamente para nosotros, lo lleva a profundizar y esclarecer
algunas cuestiones y así a enriquecer su análisis. Nos interesa particularmente, puesto
que, más allá de esbozar los aspectos más conocidos de su crítica al parlamentarismo de
Weimar - como lo son la problemática de la dominación mayoritaria sobre las minorías
o el tema de la igualdad de chances para partidos antisistema – Schmitt se detiene en el
concepto de discusión (Diskussion).
El verdadero problema surgió con la desaparición del poder monárquico como enemigo
en común de las diferentes líneas políticas, que comenzaron a reclamar la legalidad
como propia. En el caso del positivismo jurídico, se mantuvo abierto el acceso al poder
a todas las corrientes, puesto que se basa justamente en la voluntad de la mayoría. Es
aquí en donde se enciende la crítica de Schmitt al principio de la legalidad, que, en su
visión, se convierte en una mera estadística, en una tiranía de las mayorías. Cualquiera
puede acceder de este modo legalmente al poder, porque la legalidad no se encuentra
ligada a valores sustanciales y cambia según van cambiando las composiciones de las
mayorías (Heuer 2010:78).
La unidad política debe ser integrada, porque “no está presente por naturaleza, sino que
se asienta en una decisión humana” (Schmitt 1993: 207). La decisión popular soberana
es la del poder constituyente que logra una integración jurídico-política y societal.
Schmitt asume el Contrato Social rousseauniano como referente para explicar su lógica
de la identidad, pero luego somete a la inmediatez existencial del pueblo a una
mediación realista en orden de lograr que alcance su condición política efectiva en tanto
ciudadanía estatal (Schmitt 1993: 205). La representación es la forma superior de la
identidad porque respeta la lógica de la legitimidad moderna y la hace posible en la
práctica. Es a través del pueblo mediador que el soberano representa al Estado, “pues no
hay representación sin dimensión pública (Öffentlichkeit), ni dimensión pública sin
pueblo” (Schmitt 1993: 208).
La esfera pública
A pesar de que la mención del concepto de esfera pública en la obra de Schmitt no es
sistemática ni frecuente, el jurista alemán se ha ocupado durante toda su vida de lo
público desde una postura crítica. En cuanto al período que nos interesa aquí, en 1930
fue invitado a participar del Siebenten Deutschen Soziologentag en Berlín, bajo la
dirección de Ferdinand Tönnies, del cual formaron parte grandes pensadores
contemporáneos de Schmitt como Carl Brinkmann y Werner Sombart. Schmitt participó
alegando que el concepto de esfera pública constituía un instrumento de poder,
solamente comprensible partiendo desde un análisis semántico de los términos “dogma”
y “creencia” (Glaube).
La introducción de la radio como elemento tecnológico novedoso tuvo lugar sin previa
discusión sobre la libertad de expresión. Esto lo convirtió en monopólico, sostiene
Schmitt. Al ver la inmensa capacidad de influencia de este aparato, se ha utilizado el
término de neutralidad en relación a este instrumento, y Schmitt remarca que el debate
alrededor de la neutralidad política de la radiodifusión se ha dado soslayando la
discusión sobre la libertad de prensa, porque quienes deciden no persiguen realmente la
radiodifusión independiente. Está claro que quien posea el dominio sobre este medio
tecnológico, tiene un enorme poder en sus manos. En el ensayo “El desarrollo
(Weiterentwicklung) del Estado Total en Alemania”, de 1933, Schmitt reconoce que
cualquier orden público dispone de posibilidades inéditas de influencia masiva si tiene
en su poder la radiodifusión y el cine. Reitero la advertencia de Schmitt: por más liberal
que sea un Estado, no puede darse el lujo de dejar estos avances tecnológicos en manos
de otra instancia que el poder ejecutivo.
También es erróneo pensar que Schmitt entiende la esfera pública como instancia
netamente aclamatoria, sin otorgarle una participación política a los ciudadanos. Schmitt
considera que el pueblo puede aclamar rechazando o aceptando una propuesta del
ejecutivo, es decir, que sí posee la capacidad de optar. Es cierto, sin embargo, que
Schmitt no considera al ciudadano individual como relevante. Para él, el pueblo es un
grupo de personas que se junta en la plaza principal de una ciudad, y que obviamente no
es representable por ser heterogéneo. Los intereses particulares y opiniones diversas
pueden ser representados por un diputado, plantea Schmitt; pero no el pueblo en su
totalidad y como tal. De esa manera solo existe en la esfera pública. Schmitt critica en
este sentido la utilización de términos como “voluntad general” o “voluntad del
pueblo”, que considera son instrumentos para convencer a grupos o facciones disidentes
de que “están equivocados en cuanto a lo que constituye la voluntad general” (Schmitt
1979: 35-37). La realidad del sistema democrático de Weimar es, diagnostica Schmitt,
que el poder no reside en el pueblo, sino en aquellos grupos que están en condiciones de
imponer su propia cosmovisión a la sociedad a través del poder físico, o bien,
dominando la esfera pública (Burkhardt 2013:24).
Un ejemplo que cita Schmitt es que, si el concepto de clase (social) puede competir con
el concepto de pueblo, es muy dudoso que sea posible establecer un concepto de pueblo
homogéneo, que, sin embargo, debería corresponder al concepto de opinión pública.
Esto quiere decir que la opinión de 100 millones de individuos no constituye ni la
voluntad del pueblo ni la opinión pública. Sólo la presencia física del pueblo posibilita
la democracia verdadera, que en Estados modernos solamente se presenta de manera
parcial, en celebraciones, en el teatro o en el estadio de fútbol. Vinculado a las
posibilidades que brinda hoy el internet, podemos coincidir con Burkhardt en que este
aspecto cobra una dimensión sumamente actual.
Ninguna democracia, por más inmediata y directa que sea, puede eludir el hecho de que
el pueblo solamente está en condiciones de negar o de asentir. Esto es un hecho para
Schmitt. Pero él no encuentra la solución en el voto secreto, porque éste suma
netamente voluntades individuales que no conforman la voluntad del pueblo. Por el
contrario: el pueblo como unidad es desplazado de la esfera pública mediante el voto
secreto; el soberano “desaparece en el cuarto oscuro” (Schmitt 1994a:110). Para
Schmitt, no hay pueblo - que es el verdadero soberano - sin esfera pública, ni esfera
pública sin pueblo.
Giorgio Agamben, por ejemplo, observa una “anfibología” del concepto político
fundamental de democracia; una ambigüedad por la que la democracia se presenta a la
vez como constitución y como gobierno, vaciándose de contenido al no estar definido
claramente. En los años noventa del siglo pasado, David Collier y Steven Levitsky
(1997) se han ocupado de la “democary with adjectives”, en un sentido similar. Sartori
llama a nuestra época la “era de la democracia confusa” (Sartori 1987:4). Alain Badiou
califica a la democracia como un emblema dominante de la sociedad política
contemporánea, que constituye el elemento intocable de un sistema simbólico, e insinúa
que este elemento enceguece ante la verdad del mundo en que vivimos. Realismo á la
Schmitt.
Desde el año 2008, Europa y el mundo se encuentran inmersos en una crisis financiera,
cuyo origen reside en un sistema capitalista financiero globalizado y digitalizado, que, a
su vez, surgió de la dinámica neoliberal desreguladora característica de las últimas dos
décadas del siglo XX. La relación entre la Unión Europea y Rusia se ha deteriorado, y
dentro de la propia UE, las diferencias políticas y culturales, en especial entre los
“viejos” europeos y los “nuevos” países del este, han sido subestimadas por demasiado
tiempo. Sumadas a la nueva crisis de refugiados, que tuvo su punto máximo en 2015, la
situación de inestabilidad se torna, por lo menos, preocupante.
Es cada vez más difícil gobernar, porque los procesos de toma de decisiones se des-
institucionalizan y se instrumentalizan por parte de élites económicas y spin doctors
(Seefried 2016). Este tema lo desarrolla Colin Crouch en el libro “Posdemocracia”,
donde plantea que la mayoría de los ciudadanos que se perciben a sí mismos como
demócratas liberales, solamente cumplen una función pasiva dentro del sistema
democrático. Los medios masivos de comunicación, formadores de opinión pública por
excelencia, juegan aquí un rol considerable. Una democracia se vacía de sentido si no se
discuten alternativas, si no hay intercambio de argumentos, si no hay discusión. La
reacción no tarda en llegar: es creciente el llamado a incorporar, nuevamente, elementos
de la democracia directa, plebiscitos y referendos, tanto en Europa como también en
nuestra América Latina.
Bibliografía
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Von Hodenberg, Christina: Konsens und Krise. Eine Geschichte der westdeutschen
Medienöffentlichkeit 1945-1973, Göttingen, Wallstein Verlag, 2006.
Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso
Internacional sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de
septiembre de 2018.
Resumen
El objetivo principal del presente trabajo es analizar si la compasión puede ser valorada
positivamente en una teoría de la justicia social y – en su caso – qué estatus tendría en la
misma. Para ello, de manera previa y necesaria se debe partir de una descripción de las
teorías de la justicia y un posicionamiento con respecto a qué teoría se va a preferir y
por qué.
En este sentido, se comenzará planteando las premisas compartidas por las diferentes
teorías de la justicia social. Luego, se procederá a describir los dos grandes modelos
existentes en la temática, a saber, el modelo de la igualdad de oportunidades y la
igualdad de posiciones. Si bien suelen ser presentadas en términos de oposición o
incompatibilidad temporal, ha sido Rawls quien ha logrado compatibilizar ambas
propuestas al establecer el principio de diferencia y la prohibición de los grandes grupos
de poder a fin de lograr una democracia deliberativa.
Por ello, se procederá a describir la propuesta rawlsiana que caracteriza al agente como
aquella persona razonable, racional, libre e igual (autónomo) que se relaciona con otros
en el marco de una estructura básica de sociedad en la que se ingresa al nacer y sólo se
sale al morir.
Las distintas teorías de la justicia social que se han elaborado intentan establecer las
bases, principios o presupuestos necesarios para pensar una sociedad justa. Este objetivo
surge a partir de reconocer algunas problemáticas que funcionan como premisas. La
primera está vinculada con la suerte moral, entendida como aquello que depende de
factores ajenos al agente. Desde el mismo momento en que nacemos, estamos
vinculados con estos factores. El lugar de nacimiento, quiénes son nuestros
progenitores, cómo estará compuesta nuestra familia, cómo será nuestra salud, qué sexo,
color de piel, altura, inteligencia, habilidad natural, entre otros tantos son sólo algunos
ejemplos de ello.
Por otro lado, hay un acuerdo generalizado que los cargos y funciones deben estar
abiertos para aquellos agentes que mejor estén formados para el mismo. Aquí entra en
cuestión el problema del mérito, que debe ser considerado teniendo en cuenta la suerte
moral. Esta situación abre un sinnúmero de interrogantes que van desde cómo debe ser
analizado el mérito hasta cómo se deben distribuir los recursos de la sociedad para
lograr equiparar la posición de todos los agentes.
La otra premisa está vinculada con el pluralismo existente en las sociedades actuales.
Esto se ve ilustrado en el hecho que nuestras sociedades se encuentran atravesadas por
una diversidad de religiones, culturas, tradiciones e ideologías que conviven diariamente
y así quieren continuar en el futuro.
Dentro de las diversas clasificaciones que se pueden hacer de la justicia social, una de
ellas es la división entre el modelo de igualdad de oportunidades y el de igualdad de
posiciones. Mientras que el primero busca ofrecer a todos las mismas posibilidades de
acceder a las mejores posiciones en orden de un principio meritocrático, el segundo
intenta reducir la brecha existente entre las distintas posiciones en la vida social.
Igualdad de oportunidades
Estos requisitos relevantes, Fishkin los llama qualifications y serían los criterios que
están relacionados con el trabajo y que pueden ser interpretados como indicadores de
competencia o motivación para el desempeño de un individuo en determinada posición
(aquí se incluye la educación, esfuerzo, antecedentes laborales, resultados de
evaluaciones, etc.). Además, esto supone que cada posición puede admitir diferentes
criterios y elaborar un ranking diferente de los postulantes. Estas qualifications, lejos de
ser estáticas, son dinámicas y deben tomar en consideración no sólo el pasado del
individuo, sino también su actual potencial para ocupar el cargo. (Ídem: 23 – 24).
La idea básica del autor es que existen determinadas características que escapan a la
responsabilidad de los individuos, y que no deberían ser tomados en cuenta en los
procesos evaluativos. Por ello, propone que la evaluación debe ser realizada en dos
niveles: a) la evaluación de las qualifications, y b) la determinación de los estándares
que se tomarán en cuenta en dichas evaluaciones, es decir qué será considerado como
una qualification para ocupar un cargo o posición (cfr. ídem: 28).
Igualdad de posiciones
Este modelo plantea una preocupación específica sobre el problema de la distancia entre
las posiciones sociales, entendido como un factor determinante a la hora de eliminar las
inequidades en la distribución de recursos, al menos de los que son distribuidos por la
lotería natural.
Por otro lado, este modelo plantea las desigualdades en términos de discriminación. En
sus palabras: “[c]on la igualdad de oportunidades se pasa de la pareja
explotación/trabajo a la pareja discriminación/identidad. Este cambio implica dos
especies de obligaciones: la de demostrar que se es víctima de desventajas o de
discriminaciones, y la de reivindicar una identidad propia contra los prejuicios y las
identidades asignadas” (Idem: 77). Es decir, que conduce a jerarquizar a las víctimas
que tienen interés en exhibir sus desventajas con el fin de obtener ayudas específicas y
adquirir una ventaja diferencial con respecto a los otros. Además, conduce a una
obligación de asignación, en el sentido que “[n]o basta con decir que soy víctima de mi
identidad (porque esa identidad se encuentra estigmatizada): estoy obligado a
someterme a ella” (Ídem: 78 – 79).
En concreto, estas tres críticas denuncian que las desigualdades fruto del modelo de la
igualdad de oportunidades no son buenas para la democracia, ya que lejos de afianzar
los vínculos sociales, profundiza la desconfianza entre las personas y aumenta la
hostilidad entre los grupos e individuos (cfr. ídem, p. 96 – 97).
Por ello, Dubet sostiene que la superioridad del modelo de igualdad de posiciones se
basa en que la igualdad es un bien sí mismo y como esta postura busca disminuir las
distancias entre las posiciones, más se acerca a la igualdad. En segundo lugar, al acercar
las posiciones, se logra más fácilmente la igualdad de oportunidades, ya que permite el
dinamismo entre las posiciones. Al no haber una amplia distancia entre cada una, los
sujetos pueden subir y bajar de las mismas con menos esfuerzo que si las distancias son
mayores.
En principio, se podría decir que esta crítica hacia el modelo de las oportunidades sólo
logra rebatir la postura débil, en cuanto no asegura una distribución de los recursos para
facilitar el acceso a las posiciones más elevadas de la sociedad y profundiza las
diferencias en base a las situaciones que escapan de la evaluación imparcial. Mientas
que la postura fuerte parece escapar de ellas al preocuparse por la igualación de las
oportunidades de los desigualmente dotados, antes de la evaluación imparcial.
El problema que queda vigente es el de la limitación a los ingresos más elevados y la
posibilidad de movilidad dentro de la sociedad. Parecería que las propuestas de Romer y
Fishkin se encuentran alcanzadas por la crítica. Sólo les importa el punto de partida o
aquellas circunstancias que escapan a la voluntad de los individuos y que no debería ser
evaluadas o – cuanto menos – igualadas.
Jhon Rawls
Sin embargo, ésto no logra alcanzar a John Rawls, quien desarrolla su producción a
partir de la tesis de la posición original146, como un mecanismo de representación que
parte de la necesaria igualdad y libertad de los sujetos a fin de poder realizar una
discusión razonable y que lleguen a una conclusión reflexiva basada en buenas razones.
146
Esta se caracteriza por tratarse de un grupo de representantes que se encuentran reunidos a fin de
establecer una concepción de justicia. La discusión que llevarán a cabo se desarrolla en una situación de
igualdad, en el sentido de que ninguno está en condiciones más ventajosas de negociación que los otros,
ya que cuentan con serias restricciones de información. Desconocen diversos datos acerca de las personas
que representan (posición social, edad, características físicas, rasgos de carácter, concepciones del bien a
las que adhieren, etc.). Sin embargo, saben que sus representados poseen un plan de vida definido,
asociado con una concepción del bien y del mundo. Por lo tanto, sus deliberaciones tienen el interés de
garantizar una cuota de bienes primarios que garanticen la posibilidad de poder llevar adelante esos
planes, de la mejor manera posible. En otras palabras, al no saber a quién representan, tenderán a que sus
decisiones abarquen el amplio espectro de las realidades sociales y no genere desventajas en los
ciudadanos.
De aquí surgirán dos principios de justicia necesarios para lograr que las instituciones
básicas de la sociedad se orienten a realizar los valores de libertad e igualdad: a)
Principio de la libertad: Todas las personas son iguales en punto a exigir un esquema de
derechos y libertades básicos e iguales para todos, y ese esquema sólo garantiza el valor
equitativo de dichas libertades. b) Principio de diferencia: Las desigualdades sociales y
económicas se deben vincular a posiciones y cargos abiertos a todos en igualdad de
condiciones equitativas de oportunidades, y – además – deben promover el mayor
beneficio para los miembros menos aventajados de la sociedad (Rawls 2006a: 31).
Este esquema obliga a garantizar la libertad equitativa de las personas y sólo aceptar las
diferencias de posición si significan un beneficio para los menos aventajados. Además,
esto prohíbe la concentración de poder, en el sentido que el mismo podría distorsionar
los debates a través de su influencia. Esta respuesta es explicitada por Rawls en
“Derecho de gentes” donde, al sostener su ideal de democracia deliberativa, profundiza
esta postura y explícitamente sostiene que la democracia no puede ser posible si existen
grandes grupos de poder (vrg. económicos) que distorsionen el debate a través de su
influencia.
En efecto, el autor plantea algunos requisitos necesarios para lograr un régimen justo y
democrático, en el que, lejos de desconocer el problema de la diferencia entre las
posiciones, sostiene la importancia de no permitir una concentración de poder en la
cima y por lo tanto dificultar las posibilidades de movilidad de los sujetos (Rawls 2001).
Por otro lado, en la propuesta rawlsiana, las relaciones entre las personas se dan en el
marco de una estructura básica de sociedad en la que ingresamos al nacer y sólo salimos
al morir, además estas relaciones se dan entre personas libres e iguales que ejercen el
poder político.
Por estructura básica de la sociedad, Rawls entiende “el modo en que las grandes
instituciones sociales distribuyen los derechos y deberes fundamentales y determinan la
división de las ventajas provenientes de la cooperación social. Por grandes
instituciones entiendo la constitución política y las principales disposiciones
económicas y sociales. Así, la protección jurídica de la libertad de pensamiento y de
conciencia, la competencia mercantil, la propiedad privada de los medios de
producción y la familia monógama son ejemplos de las grandes instituciones sociales.
Tomadas en conjunto, como esquema, las grandes instituciones definen los derechos y
deberes del hombre e influyen sobre sus perspectivas de vida, sobre lo que puede
esperar hacer y sobre lo que haga” (Rawls 2006b: 20).
Esto es así, porque los ciudadanos reconocen las cargas del juicio 147 y por ende aceptan
el pluralismo existente en las sociedades actuales. El pluralismo se encuentra en la
variedad de doctrinas comprehensivas148. Pero no todas las doctrinas pueden ser
aceptadas en este esquema149, sino aquellas que sean razonables, caracterizadas por: a)
ser un ejercicio de la razón teórica, en el sentido de cubrir los aspectos religiosos,
filosóficos y morales principales de la vida humana de una manera más o menos
consistente, a fin de lograr una concepción inteligible del mundo. Cada doctrina lo hará
de manera diferente. b) Dentro de esas diferencias se encuentra el peso que se le dará a
147
Las cargas del juicio son las fuentes de los desacuerdos entre las personas razonables. Rawls las
ejemplifica realizando una enumeración meramente enunciativa: a) La evidencia que se dispone siempre
es compleja y tal vez no sea completa. b) Aunque se esté de acuerdo en las consideraciones existentes,
puede haber desacuerdo en el peso de las mismas. c) Hasta cierto punto, todos nuestros conceptos, son
vagos y tienen límites imprecisos. d) El modo en que realizamos nuestros juicios está influido por el
contexto en el que vivimos. e) Frente a consideraciones normativas de distinto peso se hace dificultoso
realizar una evaluación en conjunto. f) Las instituciones sociales no pueden abarcar todos los valores
existentes (Cfr. Rawls, 2006a: 73 – 74).
148
Rawls sostiene que “[u]na concepción moral es general, si se aplica a una extensa gama de sujetos y,
en última instancia, si se aplica universalmente, a todos los sujetos. Es comprensiva cuando incluye
concepciones de lo que es de valor en la vida humana, e ideales de amistad y de relaciones familiares y
de asociación, y otros muchos elementos que conforman nuestra conducta y, en última instancia, nuestra
vida en su totalidad. Una concepción es del todo comprensiva, si abarca con precisión todos los valores y
virtudes reconocidos en un sistema articulado; en cambio, una concepción es sólo parcialmente
comprensiva cuando incluye sólo cierto número de valores y virtudes no políticos, mas de ningún modo
todos, y se encuentra articulada sin mucha cohesión” (Idem: 37 – 38)
149
Imagínese una doctrina intolerante, como el antisemitismo, el racismo, el machismo, etc. no puede ser
aceptada en una sociedad basada en la cooperación intergeneracional.
determinados valores y los criterios que permitan sopesarlos cuando entren en conflicto.
De este modo, una doctrina razonable se convierte también en un ejercicio de la razón
práctica. c) Las doctrina razonables, aunque no necesariamente sean fijas e inmóviles,
derivan a de una tradición intelectual y doctrinal estable a lo largo de tiempo que tiende
a evolucionar lentamente sobre la base de lo que entiende como razones buenas y
suficientes.
De ésta manera, toda decisión pública dictada en el marco del foro político público, será
legítima si es la expresión mayoritaria de los ciudadanos razonables, y por lo tanto será
obligatoria.
En efecto, Rawls caracteriza al agente como aquella persona razonable, racional, libre e
igual (autónomo) que se relaciona con otros en el marco de una estructura básica de
sociedad en la que se ingresa al nacer y sólo se sale al morir.
Tanto la posición original como los dos principios de justicias son mecanismos que
buscan generar un agente autónomo, en el sentido de la tercera formulación del
imperativo categórico kantiano150. El agente autónomo es aquel que puede actuar por el
uso de razón y en consecuencia, obrar moralmente de acuerdo al imperativo categórico
(Kant 2012: 101). El agente al tener garantizado un esquema de derechos y libertades
básicos e iguales equitativamente, y que las posiciones y cargos se encuentren abiertos a
todos en igualdad de condiciones equitativas donde las diferencias sólo se aceptan para
mejorar la posición de los menos aventajados, impide el uso de coacciones directas o
indirectas para controlar su voluntad.
150
El imperativo dice “obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la
persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”
(Kant 2012: 85).
La compasión como emoción política
Estas características del agente pueden entenderse como unas características básicas,
en el sentido que en la teoría rawlsiana se admitirían otras características. En efecto, lo
que aquí interesa analizar es si la compasión se podría aceptar en el esquema rawlsiano
y bajo qué estatus.
Para Nancy Snow, la compasión es “sufrir con otro”, lo que implica una preocupación
por el bien del otro. Esta emoción requiere que quien se compadece debe ser capaz de
identificarse con la difícil situación que está sufriendo quien es compadecido (cfr. Snow
1991: 196 – 197).
151
Nussbaum habla de pensamientos o ideas, ya que los mismos no necesariamente son formulados o
formulables por la vía lingüística verbal (cfr. Nussbaum 2014: 175).
152
La autora, a través de un juego experimental donde acude a ejemplos, sostiene que no es necesario el
reconocerse vulnerable o ponerse en el lugar del otro. Por el sólo hecho de ver una persona sufriendo sin
que sea totalmente culpable de su situación, ya se está en condiciones de sentir la emoción. Ahora bien,
no se puede desconocer los problemas neurológicos, psicológicos y contextuales que pueden nublar la
capacidad del agente. En particular, entiendo que Nussbaum está viendo los problemas contextuales,
De esta manera, en términos generales153, se puede aceptar que la compasión es una
emoción que, frente al sufrimiento de otro (que no es del todo culpable de su situación),
busca mitigar o no empeorar su situación, porque el agente compasivo reconoce que
puede ser vulnerable de manera similar.
Esto lleva al problema de saber si una sociedad edificada sobre la base de ciudadanos
compasivos es preferible a una sociedad que no contemple la compasión, por ej. que
esté construida sobre la base de un egoísmo racional al estilo hobbesiano. La respuesta
– entiendo – surge de la misma caracterización de la compasión. Del hecho de
reconocerse como vulnerable.
Esto es compatible con una teoría de la justicia, toda vez que se podría plantear una
conexión entre la suerte moral y la desdicha del agente objeto de la compasión.
Además, esta emoción no rechaza el pluralismo y busca mejorar la situación del
compadecido. Más aún, en la propuesta rawlsiana podría reforzar la reciprocidad ya que
abre la posibilidad de articular razones y decisiones en base a la igual vulnerabilidad de
los ciudadanos.
De esta manera, los incentivos para ser compasivo son mayores que para actuar de
forma egoísta. El negar la compasión, abre paso al sentimiento de piedad. Aquí, no cabe
la posibilidad de reconocerse como vulnerable, toda vez que la desdicha es atribuida al
mismo agente. La piedad implica un sentimiento de superioridad con respecto a quien
sufre el mal y puede traer consecuencias no deseadas como la degradación o la
humillación (Cfr. Snow 1991: 196 – 197).
Otro extremo sería darle un rol auxiliar, en donde la compasión funcionaría como un
complemento para llegar a decisiones justas. En este caso, la emoción no funcionaría a
la par de los demás principios, sino que los fortalecería en determinadas situaciones.
En un principio, este rol sería el correcto, pero no puede dejar de observarse la cantidad
de emociones que, de la misma manera, se podrían reconocer como valiosas y ocuparían
el mismo rol154. Ahora bien, esta respuesta permite cambiar la perspectiva, y reconocer
a la compasión como una causa. La emoción no sólo forma parte del carácter del
agente, sino que también permite pensar determinados problemas desde la perspectiva
de un sujeto compasivo.
En este sentido, la compasión es una emoción valiosa para pensar la justicia social
porque respeta la tercera formulación del imperativo categórico. No jerarquiza a los
sujetos, sino que los iguala. Reconoce a las personas como fines en sí mismos. Al
derribar la barrera existente entre los mismos y permitir sufrir con el otro, genera que
los agentes se reconozcan vulnerables en la misma medida – o por lo menos en una
medida equivalente.
Por otro lado, esta emoción no contradice las premisas sobre las que se construyen las
teorías de la justicia. Al contrario, parte de su reconocimiento. Tanto la suerte moral
como la finalidad de estas teorías, buscan cambiar o no empeorar aquellas situaciones
que escapan al total control del agente.
Con respecto al mérito, si bien no lo toma directamente, puede ser pensado desde la
perspectiva de la responsabilidad. El agente objeto de la compasión no es – en todo o en
parte – responsable de su situación, esto significa que la emoción puede llegar a ser
154
En este punto es interesante la propuesta de la teoría de la virtud y el agente virtuoso, quien a partir del
concepto de prudencia, logra que las virtudes funcionen como un todo coherente.
causa de políticas compensatorias a fin de lograr la igualdad y evitar situaciones en la
que los agentes queden librados a su suerte y, en consecuencia, poder competir en
condiciones de equidad.
Finalmente, la compasión puede servir como un argumento en sí mismo, toda vez que,
al ser reconocida como una emoción positivamente valorada en un sistema de justicia,
puede dar las bases normativas para tomar una decisión. En otras palabras, en
situaciones que generen compasión, la emoción misma puede ser un fundamento para
tomar una decisión concreta.
Conclusiones
Si bien esta postura logra posicionarse mejor que el modelo de las oportunidades, es
Rawls quien consigue garantizar la equidad y el respeto de la autonomía. Para ello, a
partir de su noción de posición original, los principios de justicia y el principio de
reciprocidad, busca que los agentes puedan participar en un sistema basado en el respeto
de la autonomía de los mismos.
Fishkin, James (1983). Justice, Equal Opportunity, and the Family. New Heaven: Yale
UniversityPress.
Resumen: En esta ponencia abordaremos algunas cuestiones sobre un debate caro para
la historia de las ideas latinoamericanas. La presencia de un conflicto entre aquellas
voces y discursos que han sido validados mediante mecanismos de dominación e
introducidos en los espacios de conocimiento, y aquellos que han sido silenciadas. Este
conflicto comienza a salir a la luz a partir de la crítica como herramienta para develar
esos mecanismos de dominación y la necesidad de producciones teórico políticas
latinoamericanas.
Introducción
El eje principal de esta ponencia rondará en torno a algunas cuestiones que hacen a un
caro debate para la historia de las ideas latinoamericanas. La presencia de un conflicto
entre aquellas voces y discursos que han sido validados mediante mecanismos de
dominación e introducidos en los espacios de conocimiento, como las universidades, y
aquellas voces y discursos que han sido silenciadas. O, en términos de Argumedo
(2006), la oposición entre una matriz de pensamiento dominante y una matriz de
pensamiento nacional y popular, silenciada.
Para abordar este conflicto inmanente en nuestra historia asumiremos una perspectiva
centrada desde la recepción de ideas, su utilización por parte de los sectores
intelectuales y la intención de intervenir en una situación particular a partir de
enunciados particulares. Intentaremos, mediante esta decisión, sortear una aparente
contradicción establecida entre la posibilidad de adoptar marcos teóricos provenientes
de otros contextos de producción, y la utilización de las ideas producidas en nuestra
región. Intentaremos, entonces, abordar el complejo problema de la colonialidad al
interior del propio conocimiento (Lander, 2000).
Este abordaje forma parte de un trabajo de investigación más extenso, que pretende ser
una tesina de grado en torno al quehacer de lo que denominamos la red intelectual de
Pasado y Presente, integrada por un grupo de intelectuales-militantes del PCA que
comienza su actividad en las décadas de 1950 y 1960. Esta red intelectual se interiorizó
principalmente en los escritos del marxista italiano Antonio Gramsci, y con el objetivo
de contribuir a las discusiones contemporáneas de la izquierda latinoamericana, se
lanzan en el intento de editar una revista. De allí nace la revista Pasado y Presente, que
verá la luz entre los años 1963 y 1965 como primera etapa, y una breve segunda etapa
en 1973.
Pero, quizás, en realidad lo que más nos interesa, pero es un poco más difícil la
respuesta, es preguntarnos: ¿Es necesario incluir a Pasado y Presente dentro de esta
matriz para validarla como parte del pensamiento crítico latinoamericano? Nos
valdremos del caso puntual de esta red intelectual para abstraer el debate en torno a la
recepción de teorías producidas en otro lugar, y utilizadas para intervenir en la escena
pública.
Partimos de la idea de entender a la recepción como “un proceso activo por el cual
determinados grupos sociales se sienten interpelados por una teoría producida en otro
campo de producción, intentando adaptarla (recepcionarla) a su propio campo” (Tarcus,
2013, 53). Este proceso, como sostiene Tarcus, es activo, y por ello nos permite relegar
el paradigma de la “influencia” que tendrían ciertos autores (maestros) sobre otros
(discípulos), y postular la recepción como un ejercicio propositivo por parte de quienes
leen las obras, en este caso de la corriente marxista, y deciden utilizarlas en el campo de
lucha de las ideas.
Cuando hablamos de red intelectual lo hacemos en los términos de Valdés (2007) que
define a una “red intelectual” como “un conjunto de personas ocupadas en la
producción y difusión del conocimiento, que se comunican en razón de su actividad
profesional, a lo largo de los años” (p.30). Esta definición nos permite encuadrar el
quehacer intelectual del grupo de Pasado y Presente en la escena político-cultural de la
Argentina posterior a al derrocamiento del gobierno de Perón. Contexto nacional que no
resulta inocuo ya que habilita comprender las nuevas claves de la intelectualidad de
aquellas capas intelectuales que han rechazado al peronismo en el Estado, pero
asimismo mantenían una gran distancia respecto de los sectores liberales.
La intención y voluntad de realizar una revista que reuniera discusiones teóricas para la
formación de la izquierda latinoamericana en un período de gran confusión y
reacomodamiento del escenario político llevó a José Aricó, Oscar del Barco -entre
otros- a fundar Pasado y Presente. Lo que pretendemos abordar es cómo esta “red
intelectual” se corresponde o no con una “matriz de pensamiento teórico político
nacional y popular” en los términos de Argumedo y si dicha correspondencia no entra
en contradicción con los postulados de Palti sobre los fundamentos de la historia de los
lenguajes políticos.
Este intento les costó la expulsión del Partido Comunista Argentino, lo que también
abrió un nuevo espectro para la participación política de estos intelectuales. Como
sostiene Sztulwark (2014, 26), “PyP devino el partido comunista de los intelectuales
politizados sin partido”. Este autor destaca que se volvió un espacio no estrictamente
partidario, abierto por ello a la participación política de aquellos sectores identificados
con la izquierda nacional, regional e internacional. Esta intención de abrir el debate en
torno a nuevos temas destaca por su centralidad en cuanto al rol que asumieron en tanto
intelectuales.
La revista hace explícita ya desde sus primeras páginas, en la editorial con que salen al
mundo, una clara alusión a su influencia gramsciana. Alrededor de los años cincuenta, si
bien Argentina es de los primeros países en asumir una recepción de Gramsci, a partir
del trabajo de Héctor Agosti (Ver los trabajos de Alexia Massholder y Patricia Dip en
torno a este tema) este era un autor controversial al interior del propio Partido
Comunista Argentino, a causa de su heterodoxia teórica. Principalmente, la lectura que
se realizaba de Gramsci no se correspondía con sus aportes teóricos, sino que rondaba
más que nada en torno a su rol de mártir del partido a partir del encarcelamiento sufrido
en las prisiones del fascismo de Mussolini.
Sorteando los detalles anecdóticos -no por ello menores- sobre la expulsión del PCA o
sobre las características propias de ese Partido a mediados del siglo XX, nos interesa
definir a este grupo de intelectuales-militantes como una “red intelectual” porque por
esos años en nuestro país, este grupo, junto a varios de índole similar, se reinventará a sí
mismo para llevar adelante actividades significativas en la escena político cultural.
Emprendimientos como las revistas Sur o Criterio dan muestra de las nuevas formas de
intelectualidad que irrumpen en la escena cultural, pero con gran efecto en la política.
Lo interesante de abordar esta forma de intelectuales que no reconocen herencias ni
ataduras proviene de lo que Oscar Terán (1991) señala al respecto, esto es, que “entre la
institución y los márgenes, entre la universidad y el autodidactismo, quedaba un espacio
en el que se inscribirán futuras tensiones en la constitución de una nueva figura del
intelectual” (p. 153). Estas nuevas figuras de la intelectualidad tendrán gran relevancia
en nuestro país a partir de la renovación de una izquierda argentina y latinoamericana
efectuada a partir de los años sesenta. En esta empresa serán fundamentales los aportes
realizados desde las revistas culturales o intelectuales.
Aparentes contradicciones
Sin embargo, para Palti (2014) “la expresión ‘ideas fuera de lugar’ se trataría, en
realidad, de una contradicción en los términos: las ideas pueden ser verdaderas o falsas,
pero nunca pueden estar fuera de lugar, puesto que ello es una función del contexto
pragmático de enunciación” (p.12-13). Por este motivo, adoptar la posición que propone
Schwarz habilita un reduccionismo, según Palti, del pensamiento latinoamericano a la
mera búsqueda de particularidades basadas en un “esquema de modelos y desviaciones”
(Palti, 2014:11).
Esta aparente contradicción, entre señalar las relaciones de poder que ejercen matrices
teórico políticas al interior de países de la periferia global, y el reconocimiento del acto
volitivo de los grupos intelectuales de rescatar determinada teoría producida en el
extranjero, rechazando la posibilidad de que existan “ideas fuera de lugar”, creemos,
puede ser superada y elegimos demostrarlo a partir del análisis de la red intelectual
conformada por los participantes de la revista Pasado y Presente.
Que una idea sea producida en otro lugar y sea luego tomada en nuestro país no
necesariamente se corresponde con una relación de poder, o dominación, ya que al
simplificar el planteo de esa manera se corre el riesgo de caer en un esencialismo que no
permite dar cuenta de la riqueza del pensamiento latinoamericano. En otras palabras,
asumir esta posición conllevaría necesariamente la idea de pensar las capas intelectuales
de la región de una manera pasiva y meramente adaptativa frente a unas
“todopoderosas” ideas provenientes del viejo continente.
Por ello, en el caso que venimos trabajando, la adopción de Gramsci como intelectual de
base para los integrantes de Pasado y Presente no es resultado de una colonialidad
latente, de un ejercicio pasivo de mera “influencia”, sino que en realidad están
colocando en el centro de la escena, y usando a un teórico y sus ideas para dar batalla,
justamente, en el plano de las ideas. Sostenemos, entonces, que el hecho de tomar las
ideas foráneas y colocarlas en el centro de la escena constituye un acto político de
autonomía intelectual.
Retomamos estas palabras de Borges porque creemos fundamental para el campo de las
ideas latinoamericanas romper con el esencialismo que nos ata a hablar “solamente” de
lo nuestro, como si no estuviésemos habilitados para nada más. Parte de recuperar las
voces silenciadas necesariamente incluye inaugurar nuestra propia voz en temas en los
que antes estábamos vedados.
Volviendo, Gramsci fue un teórico que bastante resistido al interior de las filas del
marxismo por destacar las nociones de “nacional y popular” como fundamentales para
comprender la historia italiana, y en consecuencia, transformarla. La introducción de
estos elementos por parte de la red intelectual de Pasado y Presente en la escena política
pos caída del peronismo, y asumirlas como bases para comprender y pensar la lucha
contra el sistema capitalista no podemos afirmar que sea el fruto de relaciones de
dominación sino mas bien, resulta más acertado según nuestro criterio, destacar el
elemento político de su utilización para pensar su contemporaneidad en otros términos,
para ese momento, heterodoxos a las líneas presentes en el Partido Comunista
Argentino.
Como afirma Sztulwark (2014), Pasado y Presente “se presenta como la autoconciencia
de la tarea de ‘una nueva generación’ de intelectuales de ‘entre 25 y 35 años’ esforzada
en ‘aplicar el materialismo histórico’ y darle forma no sólo teórica, sino política: la
constitución de un efectivo bloque histórico’ con ‘hegemonía’ proletaria” (p.29). En
otras palabras, la red intelectual tomó la iniciativa de ampliar la zona de consensos,
abrir el debate y la participación política en busca de la inclusión tanto de otros
intelectuales, como también de los sectores populares. Trabajar por una “renovación
ideológica, teórica y cultural” (De Ípola, 2005: 18) era el objetivo que perseguían este
grupo de jóvenes intelectuales.
Aricó sostiene que la opción por Gramsci como autor de base para la construcción
teórico-política era, precisamente, aquello por lo que era rechazado en el marxismo
ortodoxo de su época: resalta “su carácter nacional; el hecho de que por primera vez
podíamos dialogar con un pensamiento estrechamente vinculado a la historia de un país
tan próximo a nosotros como era Italia” (Aricó, 2014: 76). El ejercicio de aproximación
no resulta forzado si tenemos en cuenta que los fundadores de la revista provienen
principalmente de la provincia de Córdoba, provincia con altos niveles de migración y,
al mismo tiempo, con un desarrollo industrial creciente y concentrado para la época.
Si bien, retomando a Palti, no existe algo así como “ideas fuera de lugar”, debemos
señalar este autor deja de lado lo que Argumedo muy bien destaca en su producción, y
son los procesos de dominación cultural e intelectual que en la región constituyen una
presencia insoslayable, lo que determinaría una centralidad de determinadas “ideas”
enunciadas en estos “lugares” por encima de otras que no han tenido lugar en las
academias o círculos intelectuales. Con base en estas ideas podemos sostener que la
inclusión de Gramsci como parte del bagaje teórico de Pasado y Presente podría
entenderse como una “idea fuera de lugar”.
Concretamente Schwarz sostiene que las ideas en América Latina están “fuera de lugar”
porque no se condicen con las estructuras materiales, por eso puede existir algo tan
ilógico, según estos postulados, como una constitución brasileña (1824) que se inspire
en el liberalismo y al mismo tiempo mantenga el orden de esclavitud, sin embargo, esta
consideración que caracteriza como “ilógica”, o contradictoria, una forma de
liberalismo esclavista parte de lo que ya señalamos como el “esquema de modelos y
desviaciones” que habilita la interpretación de definiciones y conceptos a la manera de
construcciones eternas, inmutables y únicas, que luego sufren deformaciones al ser
trasladadas a otras latitudes. Mediante esta idea existiría una única definición de
liberalismo, una única de marxismo, etcétera, y sus aplicaciones en diversos lugares
serían desviaciones de ellas.
Referencias Bibliográficas
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el pensamiento nacional y popular. Buenos Aires, Ediciones del Pensamiento Nacional,
2004.
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Diego Andrés Sztulwark -1ed.-Buenos Aires : Biblioteca Nacional.
Ciudadanía e identidad política: reflexiones desde la
conflictividad social.
Marilina Truccone
mari_truccone@hotmail.com
CIECS CONICET – UNC
Área temática: Teoría Política
Resumen
Frente a esto, nuestro desafío es entablar una nueva discusión acerca de la emergencia
de la ciudadanía. Por lo tanto, nos proponemos analizar la categoría de ciudadanía desde
una perspectiva que, poniendo en discusión los enfoques clásicos definidos entre la
corriente liberal y la corriente republicana, manifieste las carencias de estos enfoques
para explicar determinadas experiencias políticas. De esta manera, nuestra intención es
investigar acerca de la conformación de la ciudadanía en relación a una propuesta
posfundacional. Específicamente, nos proponemos analizar el estatus que implica la
conflictividad social para la configuración de la ciudadanía; y por el otro, investigar
acerca de la emergencia de una identidad atravesada por un gesto ciudadano.
En este marco, retomamos las concepciones que Chantal Mouffe propone para volver a
pensar la democracia y específicamente en nuestro caso, la ciudadanía. De este modo,
suponemos que la sedimentación de la noción de ciudadanía parte de un arraigo del
consenso y de un principio de exclusión de lo otro. Estas dos aristas de enunciación
delimitan la construcción de la ciudadanía como membresía a una comunidad y como
práctica deseable. Es decir, se evita descender en las prescripciones de órdenes sociales
en los cuáles impera la libertad individual o bien, la existencia de una comunidad con
valores establecidos de antemano. Por ello, abrevamos en la necesidad de hacernos eco
de las tensiones que recorren el debate sobre esos modos de institucionalización
política. En esto, asumimos que el antagonismo es el momento articulador a todo orden
social y nos proporciona una nueva salida para analizar a la ciudadanía recuperando sus
condiciones de emergencia.
Por ello, Mouffe (1999) considera en primer lugar, la exclusión como indispensable
para postular la generalidad de la esfera pública. En un segundo momento, la apelación
a la distinción público/privado fue necesaria para la afirmación de la libertad por sobre
todas las cosas: aseguramiento de la libertad individual en el ámbito de lo público, para
asegurar un desempeño también individual a nivel privado. Y que justamente, el
conflicto domine en lo privado para que el consenso sea la característica de lo público
para mantener ese orden particular.
De este modo, todo orden preconizado como dado objetivamente, no es más que un
momento de instanciación política de una particularidad y que contiene en su haber las
huellas de la exclusión que hicieron posible su constitución (Mouffe, 1999). En ello, la
sedimentación de una particularidad como la identificación de una totalidad, implica
entonces un acto de poder. En este sentido, el poder “(…) no debería ser concebido
como una relación externa que tiene lugar entre dos identidades preconstituidas, sino
que es el poder el que constituye esas mismas identidades.” (Mouffe, 1999: 192). De ahí
que abrevamos a la afirmación en la cual las maneras de organización social no son más
que un intento de reducir el margen de indecidibilidad que caracteriza a las identidades
de los sujetos, a través de excluir, desplazar a aquello que quiere negarse. Por ello,
concluimos retomando a Mouffe (1999) que todo consenso basado en un sistema de
reglas objetivo, implica siempre una dimensión de coerción, para mantener ese
consenso.
En ello, la autora sostiene que el problema que se disputan los liberales y comunitarios
es la ciudadanía y sus modos de articular la identidad en torno a este concepto. De ahí
que, desde la concepción liberal, se sostiene la idea que los ciudadanos se perciben a sí
mismos como sujetos que para su bienestar, necesitan valores básicos (libertad e
igualdad) como también los medios aptos para lograr sus fines individuales. De esto, se
deriva que la ciudadanía implicó la capacidad de cada persona, para formar, revisar y
perseguir racionalmente su propia definición del bien. Entonces, la cuestión de la
ciudadanía se encuentra definida por la promoción de los intereses propios dentro de
límites impuestos que conlleva la exigencia de respeto a los derechos de los otros.
De todos modos, Mouffe alude a cierta carencia de pensar a la ciudadanía en términos
de maximización de beneficios, sumándole a esta percepción las críticas que desde el
republicanismo cívico se desarrollan. Esta crítica se centra, sobre todo, en la
potencialidad que supone pensar la ciudadanía como el momento en que los sujetos se
reconocen como participantes de una comunidad política. En esta recuperación, Mouffe
advierte sobre el riesgo de retomar de manera amplia una noción de ciudadanía
comunitarista republicana, en tanto se recupera la idea premoderna de lo político y por
ello, no se reconocería la característica pluralista que recorre los intersticios de la
política en nuestros días. Entonces, se hace evidente la imposibilidad de la organización
de una comunidad política moderna sobre la idea del bien común y rechazando todo
indicio de libertad individual, en pos de una idea participativa de ciudadanía.
Por ello, abrevamos al punto en que la tensión que recorre ambas tradiciones sobre la
concepción de la ciudadanía nos otorga un principio articulador, en tanto desde el
republicanismo cívico se enfatiza la actividad cívica y la participación política en una
comunidad determinada; mientras que desde el liberalismo se opta por pensar la vida
política a partir de la inexistencia de coerción para garantizar la libertad de los
individuos. Esta tensión tiene que ver con la imposibilidad de reconciliar aquella
libertad pre-moderna de la que se nutre el republicanismo cívico, con el pluralismo que
caracteriza a las democracias modernas. Entre esta tensión, Mouffe cimenta su trabajo
teórico, para pensar la ciudadanía recuperando la acción cívica desde sus componentes
éticos, pero sin sacrificar la democracia heredada evitando “(…) aceptar una falsa
dicotomía entre libertad individual y derechos, o entre actividad cívica y comunidad
política.” (Mouffe, 1999: 95).
Para ampliar estas afirmaciones, advertimos en los estudios sobre la ciudadanía una
intención en demostrar las falencias de la ciudadanía pensada desde el liberalismo; y por
tanto, en detrimento de esta, se opone la idea de ciudadanía en su acepción republicana,
como la mejor versión de esta noción en tanto reconduce a los sujetos a un modo de
intervención deseable en el orden comunitario en el que viven. Es decir, que los sujetos
se comprometen férreamente sobre los asuntos comunes y por tanto, la
comunitarización y colectivización de sus accionares preponderan por sobre sus
individualidades. Ambos modos de ordenamiento de lo social mencionados, son
percibidos como visiones prescriptivas acerca de cómo una sociedad y sus miembros
deben interaccionar; en tanto no se cuestiona sobre los modos de interacción que tienen
lugar, o bien, en qué condiciones esos sujetos-ciudadanos se conforman como tal.
Entonces, nuestra apuesta pasa por pensar que en estos ordenamientos de la vida en
comunidad - ya sea como un agrupamiento de individuos que expresan su maximización
del bienestar a partir de la consecución de derechos individuales o como la
colectivización de la vida a partir de la enunciación sobre lo bueno y lo común a todos
los miembros de una sociedad- el antagonismo social cobra relevancia, al expresar el
carácter contingente de esas mismas relaciones sociales, que se suponen dadas y en
vistas a un fin último sobre la vida en comunidad. Esta afirmación encuentra sustento a
partir de lo que Mouffe (2007) establece acerca de los modos en que se pensó a la
ciudadanía, y que, en general, esos modos dejaron de lado la problematización sobre la
dimensión de lo político.
Hacer referencia a lo político, damos cuenta de la distinción que la autora elabora entre
la política y lo político. En tanto la primera noción se referencia a un nivel óntico, como
las diversas prácticas de la política convencional (es decir las instituciones, los reglas
electorales y la administración); lo político tiene que ver con el modo mismo en que se
instituye la sociedad (Mouffe, 2007). Por ello, lo político opera en un plano que
recupera las condiciones de posibilidad por los cuales el poder se expresa. En este
sentido, Mouffe (2007) afirma que la tendencia que dominó el estatuto de la ciudadanía
fue a partir de un esquema racionalista. En este punto, señalamos que al establecerse un
modo hegemónico de pensar la constitución de las relaciones sociales y de nuestro
concepto analizado - la ciudadanía - estamos demostrando que lo político supone
diversas posibilidades de ser nombrado. Es decir, que lo político posee significaciones
variables y que a partir de relaciones hegemónicas, adquiere una significación que se
condensa en los modos en que se expresa la política.
En la tensión sobre los modos de concebir la ciudadanía de la que Mouffe se hace eco,
damos cuenta de la potencialidad para pensar esta misma noción a partir de la
conformación de identidades políticas. Si en general la ciudadanía se pensó como un
estatus igualador de índole legal, entonces nuestra tarea implica pensar la
heterogeneidad a partir de ese intento igualador. Una primera aproximación nos viene
desde lo trabajado por Mouffe (1999) que establece a la ciudadanía como una forma de
identificación política y, por tanto, algo a construir.
Para ampliar esta idea, Laclau y Mouffe (1987) señalan en referencia a las múltiples
formas de regulación de las relaciones sociales que dejaron de formar parte del dominio
privado, que el desplazamiento de la línea que demarca a lo público de lo privado tiene
efectos ambiguos. Es decir, por un lado devela el carácter político de las relaciones
sociales y los modos en que estas se instituyen; pero por el otro, la creación de espacios
públicos a partir de la intervención estatal supone nuevas formas de subordinación.
De ahí que esa misma tensión que caracteriza a la ciudadanía, tanto en su acepción
liberal como republicana, atraviesa de manera inherente a la constitución de los sujetos
mismos como ciudadanos. Por ello, esa tensión no implica una reconciliación definitiva,
sino más bien que le otorga un principio articulador por el cual los sujetos se conforman
como ciudadanos desde esa misma tensión; reconociéndose de este modo la
multiplicidad de lógicas sociales que recorren a los sujetos.
Desde este punto de vista, la autora supone entonces que la ciudadanía es una identidad
socialmente producida y reproducida. Por lo tanto, al especificarse la tensión que
recorre en su constitución implica que la ciudadanía no es una identidad entre otras
155
En este sentido, Balibar (2013) supone que la constitución de la ciudadanía implica
desplazamientos del antagonismo social, por lo que esa conflictividad se encuentra sedimentada
en el otorgamiento de nuevos derechos.
como en el liberalismo; pero tampoco es una identidad dominante que suprime a las
demás como sostiene el republicanismo. La ciudadanía, en todo caso, es el principio
articulador que afecta las diferentes posiciones de sujeto de los agentes sociales. Pensar
en distintas posiciones de sujeto nos da una oportunidad para pensar acerca del estatuto
del sujeto y la emergencia de una identidad ciudadana.
Para concluir este apartado, traemos a colación la reflexión que Mouffe (1999) establece
acerca de la emergencia de una identidad de ciudadanos radicales. Su apuesta pasa por
una versión de la ciudadanía que implique una forma colectiva de identificación. Es
decir, que a través de una identificación colectiva de los principios de libertad e
igualdad se apunte a la construcción de un nosotros, para articular cada demanda
particular en un principio de equivalencias. La implicancia de esta afirmación se centra
en la modificación de cada identidad particular que interviene en esa articulación; a
partir de relaciones de poder entre otras particularidades, que se conjugan en un
momento de subjetivación.
Conclusiones
Por otra parte, como consecuencia de lo anterior, ponemos en tela de juicio la idea de la
ciudadanía como membresía a una comunidad; en tanto suponemos que todo orden
implica un cuestionamiento inicial acerca de quién es considerado miembro legítimo de
una comunidad determinada. En ello, se conjuga la idea que para que exista un orden, es
preciso contar con un principio de exclusión, que excluye a aquello otro que no
responde con los parámetros racionales-legales estipulados. Es decir, se crea un otro
indeterminado, para el desarrollo de un orden social legítimo. En tanto esa
indeterminación es un signo más de la contingencia de las relaciones sociales, esa idea
de lo otro se encuentra en constante definición.
Todas estas afirmaciones intentan dar cuenta de los límites del recorrido del análisis
sobre la ciudadanía. Desde la acepción liberal, la limitante tiene que ver con la
inexistencia de la recuperación del conflicto y de las relaciones de poder como modo
intrínseco a su constitución; y desde la versión republicana, la prescripción acerca del
modo de participación deseable de los sujetos-ciudadanos. En todo caso, ambas
versiones de la ciudadanía no problematizan por la condición en la que el sujeto deviene
ciudadano. Por ello, la apuesta de Mouffe implica romper con este juego dicotómico, al
pensar la ciudadanía como una identidad más, socialmente producida y reproducida.
Bibliografía
Abstract
Abstract
In the article we will analyze the discourse on teaching work in María Eugenia
Vidal. We seek to elucidate the logic with which the Governor confronts the teachers'
union, based on the efficient reason that governs the laws of the market economy.
The case studied is taken as an example of the commodification of the public,
where the performance - and productivity - of individual work is placed before the
collective rights defended by social organizations, which should be disciplined by the
market. The figure of the successful entrepreneur is proposed as an alternative to the
corrupt trade unionist who achieves achievements thanks to the coercion that allows the
collective association - sometimes treated as an illicit and criminal association: 'the
trade union mafia'-.
Introducción
Nuestra hipótesis es que si bien la relación entre los diferentes gobiernos con el
sindicalismo docente se configura en un marco de tensiones, la Gobernadora Vidal
orientó la disputa a un conflicto de enemistad manifiesta y un campo de confrontación
mediática, con el objeto de interpelar a la opinión pública y conducirla a tomar un
posicionamiento en el debate. En consecuencia, queremos desnudar que la intención
enunciativa tiende a criminalizar y deslegitimar la lucha sindical, en pos lesionar los
derechos laborales adquiridos y propiciar un terreno fructífero para profundizar la
flexibilización laboral.
Contexto histórico
Por otro lado, dentro de la organización sindical se puede distinguir que los
docentes, de manera predominante, se reúnen en dos organizaciones sindicales:
SUTEBA -Sindicato Único de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires- el cual
representa más claramente a los docentes noveles o con una baja posición en el
escalafón docente y FEB - Federación de Educadores Bonaerenses- que posee mayor
representación de cargos supervisores, directivos y docentes de mayor antigüedad.
(Perazza y Legarralde, 2007)
En los últimos años, y sobre todo en torno de las negociaciones salariales a nivel
de la provincia, FEB y SUTEBA han actuado de manera conjunta, en el Frente Gremial
Docente, de cuya alianza para la negociación, ambas organizaciones han conferido
mucho más peso a las organizaciones sindicales, además de dotar de mayor legitimidad
a la acción de cada organización en relación con sus miembros. (Perazza y Legarralde,
2007)
156
En línea: https://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-287680-2015-12-06.html
157
En línea: http://www.unsam.edu.ar/institutos/idaes/observatorio-elites-argentinas/informeN1.pdf
régimen de licencias, salud e higiene laboral, prevención del riesgo de trabajo, entre
otras.
Marco teórico
En Cambio, el Anarcoliberalismo
Por lo tanto, se despende que la diferencia clave entre ordo y anarco liberalismo
es la radicalidad de esta última.
Es una teoría de prácticas político- económicas que afirma que la mejor manera
de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre
desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo
dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad
privada fuertes, mercados libres, y libertad de comercio. El papel del Estado es
crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de estas
prácticas. (p .6)
Estas tendencias son fácilmente discernibles en todos los Estados que han
emprendido la senda neoliberal. De esto resulta, un aumento del ataque violento
ejercido contra todas las formas de organización obrera y contra los derechos laborales.
Además, de la gran dependencia de las masivas reservas de trabajadores en los mayores
de los casos desorganizadas. Por lo que se podría decir que el control de la fuerza de
trabajo así como el mantenimiento de una elevada tasa de explotación laboral, han sido
un elemento central y una constante, de la neoliberalización. (Harvey, 2015)
Análisis
“En los últimos 10 años la Provincia tuvo 110 paros. Y eso ni mejoró el salario
docente, ni mejoró la escuela pública porque cada vez más familias se van a la escuela
privada, ni tampoco sirvió para que los chicos aprendan más. Porque hace pocos días
atrás el Presidente presentó los resultados del Operativo Aprender en la Provincia de
Buenos Aires y la mitad de los chicos llega a sexto año del secundario solo sabiendo
restar y multiplicar, no pueden hacer problemas de varios pasos, no pueden
comprender un texto en la mitad de los casos, y eso lo que quiere decir, que esos chicos
el año que viene, van a salir a buscar trabajo, y después nos preguntamos porque no
consiguen trabajo, ¿no?”
En este contexto, María Eugenia Vidal sostiene que tanto el fracaso escolar de
los alumnos – la incapacidad de adquirir conocimientos básicos-, el rendimiento bajo en
los resultados del Operativo aprender y la inequidad en la educación público/privado,
es responsabilidad del sindicalismo docente.
158
En línea: https://www.argentina.gob.ar/educacion/aprender
neoliberal los sindicatos independientes u otros movimientos sociales tienen que ser
disciplinados, en nombre de la supuestamente libertad individual del trabajador aislado.
Por otra parte, podemos observar que si todo tipo de colectivo es destruido,
poniéndonos en una situación de asimetrías de poder, que es a lo que apunta todo
gobierno neoliberal, Harvey nos recuerda que en un contexto de gobierno neoliberal, la
flexibilidad se convierte en una consigna a desarrollar en lo que se refiere a los
mercados laborales, lo que se traduciría en salarios bajos, en la inseguridad laboral y, en
muchas instancias, en la pérdida de los beneficios y de las formas de protección laboral
previamente existentes. Es por esto que es tan importante que toda lógica colectiva no
sea desmembrada, ya que lo que aparenta estar detrás del discurso de la gobernadora es
desmantelar todo acto solidario colectivo a través de la criminalización. Esto lo
podemos observar en otro de su discurso emitido en canales amigos, donde señalaba lo
siguiente:
“Creo que hay una lógica que se instaló en la provincia en particular en los
últimos 14 años de que hay un día en que la paritaria docente se tiene que cerrar
porque es el viernes anterior al lunes que empiezan las clases Y ahí empieza un
mecanismo donde toman de Rehenes a los chicos…los dirigentes gremiales tienen que
entender que hay un determinado método y una manera de hacer las cosas que se cortó
en la provincia se cortó pensar en la chiquita se cortó la mezquindad hace corto pensar
que me llevo ,Cuál es mi cargo, Cuál es la mía ,no es más mía…”
Por lo tanto, una vez más se desprende como la gobernadora categoriza a los
gremios docentes de “secuestradores” al señalar que toman de “rehenes a los chicos”.
Podemos observar como los dirigentes gremiales son acusados de ser una “manga de
delincuentes” o de “mafiosos” al decir “que hay un determinado método y una manera
de hacer las cosas que se cortó y de que no va más pensar en cuál es la mía”. En
consecuencia, volvemos a observar la hostilidad de la gobernadora hacia los gremios
docentes y sus dirigentes, culpabilizando a éstos de que el problema de que no haya
clases en la Provincia de Buenos Aires se debe a la insistencia de los dirigentes
sindicales, que se obstinan, de hacer paros y no ir a laburar por el hecho de ser “vagos”
y no estar comprometidos en una solución. En consecuencia, los pibes no tendrían
clases causándoles no aprender lo básico, sin ponerse a pensar que si un pibe no
aprende se deba por ejemplo a una falta de alimentación acorde a su edad, entre otras
causales. Es decir, que constantemente la gobernadora pone el énfasis en echar la culpa
a los dirigentes gremiales como el “mal absoluto” que debe ser combatido para que la
educación funcione como corresponde, escondiéndose detrás de esta lógica de
hostigamiento todo un programa de ajuste, de flexibilización , de pérdidas de derechos,
entre otros. Por lo que estas tendencias son fácilmente discernibles en todos los Estados
que han emprendido la senda neoliberal. De esto resulta, un aumento del ataque violento
ejercido contra todas las formas de organización obrera y contra los derechos laborales
señala Harvey. A respecto María Eugenia Vidal enunciaba en otro de sus discursos en
una entrevista televisiva que:
En este sentido una vez más dirige con toda fuerza el problema del conflicto docente, no
ya a un clima de tensión sino más bien a un clima de amigo-enemigo, donde dicho
enemigo, en este caso los dirigentes gremiales, deben ser eliminados y de no ser posible,
al menos atenuado su poder mediante limitaciones como ser a través de fallos judiciales
que impliquen la conciliación obligatoria. Por otro lado, también podemos observar en
esta línea que al ser el neoliberalismo una teoría de prácticas político económicas que
afirma que la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no
restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del
individuo dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad
privada fuertes, mercados libres, y libertad de comercio. El papel del Estado es crear y
preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de estas prácticas. (Harvey,
2015). Es decir, que en el discurso de la Gobernadora puede vislumbrarse ese
entramado de ideas, en el cual el Estado neoliberal se torna un Estado hostil a todas
aquellas formas de solidaridad social que logran entorpecer la acumulación de capital.
Por lo tanto, Harvey (2015) nos refiere que los sindicatos independientes u otros
movimientos sociales que adquirieron un imponente poder bajo el liberalismo
embridado, tienen que ser disciplinados, cuando no destruidos, en nombre de la
supuestamente libertad individual del trabajador aislado.
Conclusiones
Bibliografía Consultada
Harvey, D. (2007). Breve historia del neoliberalismo. (A. V. Mateos, Trad.) Madrid:
Akal.