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Paula Morales

Segundo BGU “Abedules”


Lengua y Literatura
Paulina Balseca
2018/02/01
El reflejo de una mujer en la publicidad

“No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan
más poder sobre sí mismas”- Mary Shelley. Según una encuesta realizada por la
revista norteamericana “People” el 80 por ciento de las mujeres asegura que el reflejo
femenino presentado en los medios de comunicación impresos y audiovisuales les ha
generado inseguridad. Durante siglos la figura de la mujer ha sido denigrada por los
medios de comunicación quienes se han encargado de adoctrinarlas para convertirlas en
seres perfectibles, en objetos sexuales y en ejercedoras de ciertos roles sociales y
profesionales determinados.
Dentro de la publicidad el rostro y cuerpo de la mujer es perfectible. Este se
muestra lleno de defectos que hay que corregir según los cánones de belleza del
momento. En los comerciales usualmente se evidencia a la representante del producto
anunciado como un ideal al que pueden aspirar las consumidoras si se animan a adquirir
el producto. Se tiende también a asociar erróneamente la apariencia y la juventud al al
éxito profesional y personal, con el objetivo de persuadir a la mujer a cuidar todos los
aspectos de su apariencia física. Sin embargo la mujer presentada en los anuncios
comerciales no es precisamente un modelo natural ni mucho menos parecido a nuestra
realidad causando así muchas repercusiones en aquellos que se encuentran
influenciados por los medios. Según una encuesta elaborada dentro de una escuela en
los Estados Unidos el 69% de las chicas declararon que las modelos de revistas influían
en su idea de la forma perfecta del cuerpo y facciones faciales. En mi criterio
primeramente es incorrecto que la sociedad imponga que puede ser considerado
hermoso y que es socialmente indeseado, y más allá de eso también se debe hacer
conciencia ,citando las palabras de Lupita Nyong` o, que “No puedes depender de
como luces para sostenerte.”
Los medios de comunicación han logrado que las mujeres se vean reducidas a
objetos sexuales. En los anuncios publicitarios las mujeres de proporciones exuberantes
que aparecen escasamente vestidas tienen el fin de atraer la mirada del espectador varón
para así posteriormente pasar su atención al verdadero producto que pretende ser
vendido. Rara vez la exposición del cuerpo femenino tiene alguna relación directa con
el producto que se ofrece. La mujer queda entonces como el valor agregado, vista como
una más de las posesiones del hombre que le permite catalogarse en una posición
social. Se presenta a la mujer como un trofeo primordialmente en la promoción de
automóviles o bebidas alcohólicas. También en otros casos el cuerpo de la mujer es de
manera indirecta el objetivo final de la utilización de cierto producto, como claro
ejemplo se muestra al desodorante AXE cuyo beneficio se enfoca en la posibilidad de
obtener mujeres. Es erróneo pensar que la mujer puede ser presentada como extensión
del éxito del hombre, ya que esta es completamente capaz de conseguir éxito propio.

En los anuncios publicitarios se confina a las mujeres a ejercer determinados


roles sociales y profesionales. El hogar por generaciones ha sido un espacio considerado
femenino, y esta idea errónea se ve plasmada en comerciales además de en otros
muchos medios de comunicación. Únicamente se muestra a la mujer desempeñando
tareas domésticas; y la labor domestica ni siquiera es considerada un trabajo con su
respectivo reconocimiento sino es considerada una condición natural del género. La
mujer se vuelve casi obligatoriamente responsable del cuidado de la casa y aunque los
productos, ya sea de limpieza, de cuidado del hogar o de alimentación familiar, puedan
ser usados tanto por hombres como mujeres en los anuncios se muestran la figura
femenina reflejada por todas partes y si aparece la figura masculina es para hacer
hincapié a la dependencia de la mujer respecto al hombre. De la misma manera se
transmite la idea de que el cuidado de hijos o de personas dependientes es
primordialmente exclusivo de las mujeres. Las profesiones trabajos o posiciones de las
mujeres tienen menor relevancia que las de los hombres. Como ejemplo fundamental
esta la enfermera frente al médico, o la azafata frente al piloto. Desde el 2000, ha
aumentado el rol de mujer independiente, pero solo un 1,4% de los anuncios muestran
este lado de la mujer puesto a que los varones ocupan hasta el 80% de los papeles de
autoridad, y están asociados a decisiones importantes mientras que las mujeres
únicamente se ven asociadas a asuntos prácticos.
En la publicidad se denigra a la mujer en el momento en que sobre ella se
impone la idea de que es perfectible, un objeto sexual y aquella obligada a ejercer
única y primordialmente ciertas ocupaciones. Esta mentalidad viene de hace mucho
tiempo, estos estereotipos fueron designados una vez y hasta el día de hoy se cree
exactamente igual. Sin embargo el cambio empieza por uno mismo, debemos empezar
reconocer la realidad y preguntarnos de donde vinieron estas ideas primitivas y por qué
se siguen implantando en las mentes más jóvenes. Citando las palabras de Indira Gandhi
“El poder de cuestionar es la base de todo progreso humano”. El mensaje que nos da la
publicidad es eficaz porque la mayoría lo identifica, pero que pasaría si la gente deja de
identificarlo y reconoce al fin que las mujeres iguales a los hombres en todos los
aspectos y que por esto es incoherente que su imagen sea inferior y no merezca el
mismo respeto. Debemos hacer que quede claro que el respeto no es cuestión de género.
Se dice que la publicidad es un reflejo de la realidad, sin embargo yo he sido testigo de
que la publicidad también crea y propicia situaciones irreales. Debemos aceptar que el
concepto de belleza en la mujer es cada vez más amplio y que cada vez las mujeres son
más determinadas a conseguir lo que quieren sin limitaciones. Reflejemos entonces
estos pensamientos modernos dentro de los medios de comunicación, pero no nos
quedemos ahí implantamos esto en nuestras mentes, por que únicamente se erradicara
toda forma de desigualdad de género cuando cada mujer pueda asegurar al cien por
ciento que no es inferior al hombre y que más bien la capacidad para el éxito le sobra.
En un futuro yo personalmente me encargare no depender de mi esposo porque
dependo de mi misma y de lograr incluso que él sea quien se encargue de las tareas
domésticas. Porque mientras más personas piensen de esta manera más racional,
mayores serán las oportunidades de que en futuras generaciones existan conceptos como
que los hombres también lavan la ropa y las mujeres pueden ser jefas de una empresa.
En conclusión somos capaces de cambiar la realidad y por ende la figura subordinada
de la mujer en la publicidad ya como dijo Jane Austin “Si antes los hombres tenían el
poder de elegir, ahora las mujeres tienen el poder de rechazar.”

Bibliografía
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