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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE CIENCIAS MEDICAS


CARRERA DE MEDICINA
CATEDRA DE PSICOLOGIA CLÍNICA

QUINTO SEMESTRE

DOCENTE: DR. JESUS ENRIQUE VELEZ CELAA

GRUPO: 21 SUB-GRUPO: A

APELLIDOS Y NOMBRE DE LA ALUMNO:

Rommel Jardel Acuña Lucero

TRABAJO DE INVESTIGACION CIENTIFICA N.05

TEMA:

TRASTORNO DE DEPRESION, TRSITEZA Y ANGUSTIA

SUBTEMA:

TRASTORNO DE ANGUSTIA

FECHA:

17/Feb/2018
Contenido

1. INTRODUCCION ...................................................................... 1
2. DESARROLLO DEL TEMA ...................................................... 2
TRASTORNO DE PANICO .......................................................... 2
CLASIFICACION ......................................................................... 3
1) Trastorno de Angustia Generalizada (TAG) ................... 3
2) Trastorno de pánico ........................................................ 7
3) Trastornos fóbicos .......................................................... 8
4) Agorafobia sin historia de trastorno de pánico............. 9
5) Trastorno de Estrés Posttraumático .............................. 9
3. RESUMEN .............................................................................. 12
4. CONCLUSIONES ................................................................... 13
5. PALABRAS CLAVES ............................................................. 13
6. BIBLIOGRAFÍA ...................................................................... 13
1. INTRODUCCION

Aun cuando algunos autores establecen distinciones entre ansiedad y angustia


(aquella, básicamente caracterizada por fenómenos subjetivos, a los que se
añaden en ésta signos físicos eventualmente mensurables), ambos términos se
consideran como sinónimos. De manera muy general, angustia engloba un
espectro de respuestas emocionales que van desde la adaptación como proceso
biopsicosocial normal hasta la presencia de sintomatología clínica, en algunos
casos, invalidantes. Presente en la historia de la humanidad desde tiempo
inmemorial, la ansiedad ha ocupado también la atención de científicos y artistas
a lo largo de centurias, aun cuando su delimitación clínica data sólo de mediados
del siglo pasado.

Las crisis de angustia (o crisis de pánico, panic attack) se definen como aquellas
entidades caracterizadas por la aparición repentina y rápida (habitualmente
alcanza su máxima expresión en menos de 10 minutos) de una sensación de
aprensión o malestar intensos, miedo o terror (de aquí el nombre de crisis de
angustia), a menudo asociada con sentimientos de catástrofe inminente
(sensaciones de muerte inminente, de estar volviéndose loco o de estar
perdiendo el control) junto con una urgente necesidad de huir de la situación,
que aparecen de forma paroxística (autolimitadas en el tiempo, con una duración
habitual de varios minutos o, rara vez, de horas) y que se acompañan de una
serie de síntomas somáticos y cognitivos.

La angustia como fenómeno emocional o síntoma clínico es, quizás, el más


frecuente en la población general. Se dice que hasta un 20% de cohortes
supuestamente sanas han experimentado ansiedad en un momento u otro de su
existencia. Más de la cuarta parte de pacientes que asisten a la consulta externa
experimentan alguna forma de ansiedad, en tanto que por lo menos un 15% de
aquellos que van al médico general presenta ansiedad clínicamente detectable.

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2. DESARROLLO DEL TEMA

TRASTORNO DE PANICO

Los trastornos de angustia se caracterizan, de modo general, por sensaciones


subjetivas de tensión más o menos intensas e intranquilidad difusa, un estado
consciente y comunicable de premoniciones penosas, no necesariamente
relacionadas a amenazas externas. En ocasiones, la angustia alcanza niveles
extremos de pánico o terror con agitación psicomotriz a veces incontrolable.
Estos estados pueden inducir extensos cambios fisiológicos, desencadenando
respuestas somáticas y viscerales mediadas por, entre otros, el sistema nervioso
autónomo y el sistema hipotalámico-pituitario-endocrino. Las situaciones
precipitantes pueden simbolizar, en ciertos casos, conflictos o impulsos
inconscientes.

La angustia puede ser entonces tanto un estado emocional transitorio como una
causa subyacente de determinadas conductas, un instinto o impulso, una
respuesta situacional, un rasgo de personalidad, un síntoma de entidades
clínicas variadas o un trastorno psiquiátrico definido. En este último rubro, un
hecho importante ha sido la gradual identificación de varias formas clínicas más
o menos autónomas a partir de la llamada neurosis de angustia, popularizada
hasta hace dos décadas por el predominio de las escuelas psicodinámicas. Hoy
en día, se habla incluso de ansiedad condicionada (respuestas autonómicas
mediadas por mecanismos cerebrales), psicogénica (con dinámica inconsciente
añadida), y somatogénica (con claras manifestaciones conductuales y un alto
grado de compromiso fisiológico global). Sheehan ha postulado la existencia de
ansiedad exógena (fobias) y ansiedad endógena (pánico y ansiedad
generalizada). Los investigadores biológicos han identificado una variedad de
compuestos con metabolismo alterado (esteroides endógenos) o aquellos cuya
interacción con sistemas neurotransmisores, tales como el ácido gama-amino-
butírico (GABA), permite la formulación de posibles mecanismos patogénicos.

(Rotondo, 1998)

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CLASIFICACION

a clasificación clínica más aceptada de los cuadros de angustia es la basada en


criterios diagnósticos descriptivos, que agrupan categorías generales tales como
trastornos situacionales, inespecíficos, secundarios o atípicos, y categorías más
delimitadas y específicas. Los sistemas nosológicos más conocidos son los de
la Clasificación Internacional de Enfermedades, Décima Edición (CIE-10),
publicada por la Organización Mundial de la Salud (1993) y el Manual
Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Psiquiátrica Americana, cuarta edición
(DSM-IV), publicado en mayo de 1994.

Un concepto clínico importante por tenerse en cuenta es que tanto el llamado


ataque de pánico como la agorafobia pueden ocurrir en el contexto de cualquiera
de los otros trastornos de angustia. El ataque de pánico se define como un
período corto de miedo o malestar intenso que alcanza su acmé
aproximadamente a los diez minutos, se acompaña de una sensación de peligro
inminente y urgencia de escapar, además de por lo menos tres de catorce
síntomas físicos que van desde palpitaciones, temblor y sensación de asfixia
hasta mareos, parestesias, náuseas o escalofríos. El ataque puede ser
inesperado, situacionalmente causado (inmediatamente después del evento
desencadenante) o situacionalmente predeterminado (de ocurrencia variable, no
inmediatamente después del evento).

La agorafobia es un estado de angustia precipitado por lugares o situaciones de


los que resulta difícil o embarazoso escapar, con ataques de pánico
situacionalmente predeterminados y sin posibilidades de ayuda o alivio; hay
conducta evitativa concomitante y, cuando ella no ocurre, se presentan
incomodidad intensa, tensión y síntomas físicos persistentes y severos.
(Rotondo, 1998)

1) Trastorno de Angustia Generalizada (TAG)

Equivale al viejo concepto de neurosis de angustia o neurosis de ansiedad. Se


ha encontrado que el TAG es de tres a cinco veces más frecuente que el

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trastorno de pánico. Es importante notar que el TAG puede coexistir con otros
trastornos de angustia y con depresión, dando lugar a la posible ocurrencia de
cuadros mixtos o transicionales (la llamada depresión ansiosa). Se estima, por
otro lado, que el compromiso del funcionamiento social u ocupacional del
individuo afecto es leve o moderado y sólo excepcionalmente severo, aun
cuando exhibe tendencia a la cronicidad. El TAG ocurre aparentemente en igual
número en hombres y mujeres.

1.1) Sintomatología.

De acuerdo al DSM-IV, los principales síntomas de TAG pueden agruparse en


los siguientes rubros:

a) Tensión motora: tremor, sacudidas musculares, torsiones bruscas, debilidad,


temblor generalizado, dolores, entumecimiento, inquietud, fatigabilidad fácil.

b) Hiperactividad autonómica: dificultad para respirar, sensación de falta de


aire, palpitaciones, taquicardia, taquípnea, respiración profunda, escalofríos,
palidez, bochornos, sequedad de boca, mareos, náuseas, vómitos, diarrea,
poliuria, dificultad para deglutir, sensación de "nudo en la garganta".

c) Hipervigilancia: sensación subjetiva de tensión, estado de hiperalerta e


hiperexploración sensorial, irritabilidad, impaciencia, distraibilidad, insomnio.

El cuadro clínico del TAG exhibe una gran variedad de síntomas físicos
concomitantes, con asiento en distintos órganos y sistemas. Manifestaciones
físicas atribuibles a los sistemas nervioso, cardiovascular, respiratorio,
gastrointestinal y génito-urinario.

1.2) Etiopatogenia.

Abundan las teorías o hipótesis psicogenéticas en relación con el TAG. El


psicoanálisis conceptúa la ansiedad, como el síntoma neurótico nuclear,
expresión de conflictos intrapsíquicos no resueltos o de represión sexual (Freud);
de agudos sentimientos de inferioridad (Adler); de inseguridad (Horney) o
expresión de cogniciones no verbales (Jung). En la vertiente conductual, la
ansiedad reflejaría la imposibilidad de evitar un estímulo estresante (Mowrer) o
una cognición defectuosa (Beck). La corriente existencialista conceptúa la
ansiedad como respuesta a amenazas al sistema de valores del individuo (May).

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El TAG y otros trastornos ansiosos perturban la arquitectura del sueño, tal como
se ha demostrado en estudios polisomnográficos que muestran bajo output,
organización pobre de ondas alfa y amplitud reducida de variaciones negativas
contingentes; en comparación con pacientes depresivos, individuos con TAG
muestran reducciones mayores del estadio I del sueño y en porcentajes de sueño
REM.

Algunos estudios familiares y de gemelos sugieren la presencia de un


componente genético. Existe acuerdo, sin embargo, en que la base genética sólo
podría ser actualizada por la vigencia de factores ambientales estresantes.
(Rotondo, 1998)

1.3) Diagnóstico

El problema diagnóstico fundamental estriba en el señalamiento de la línea


divisoria entre ansiedad normal y patológica que, en último caso, es arbitrario y
basado más que nada en la experiencia clínica. La heterogeneidad del cuadro
sintomático es otro inconveniente significativo. El rasgo esencial del trastorno es,
desde luego, la ansiedad excesiva, sin base realista, y la preocupación
exagerada o desproporcionada frente a circunstancias o situaciones no
necesariamente alejadas de lo cotidiano. Los síntomas deben estar presentes
por espacio de seis meses o más.

1.4) Diagnóstico Diferencial.

Se da fundamentalmente con:

a) Depresiones, particularmente el tipo de depresión agitada en el cual la


depresión domina el cuadro clínico y la tensión severa ocurre sólo
intermitentemente.

b) Trastorno de adaptación con ánimo ansioso, en el cual existe un factor


estresante definido, de naturaleza psicosocial; no se encuentran todas las
manifestaciones del TAG y la duración es menor de seis meses.

c) Trastornos psicóticos, tales como manía irritable, esquizofrenia


(especialmente en estadios iniciales) o depresión psicótica.

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2) Trastorno de pánico
El rasgo fundamental del trastorno de pánico (TP) es la ocurrencia repetida de
ataques de angustia intensa (pánico), situacionalmente predeterminados, sin
base orgánica demostrable.

El TP puede estar o no acompañado del cuadro de agorafobia ya descrito. Esto


ha dado lugar a que se postule una distinción entre TP con y sin agorafobia. Esta
última ocurre por igual en hombres y mujeres, en tanto que TP con agorafobia
parece afectar dos veces más a mujeres que a varones.

2.1) Sintomatología

Los ataques de pánico -componente clínico cardinal del TP- ocurren


inesperadamente y sin relación alguna con factores precipitantes demostrables.
Durante los ataques, el paciente presenta síntomas físicos tales como dísnea,
sensación de asfixia o de desmayo, mareos, taquicardia, transpiración,
atragantamiento, náuseas, despersonalización o desrealización, parestesias,
escalofríos, bochornos, dolor precordial, sensación de muerte inminente, miedo
a perder el control o a "volverse loco". Los síntomas pueden desarrollarse en
cascada durante períodos de pocos minutos. Por espacio de un mes después de
ocurrido un ataque, el paciente debe mostrar un significativo cambio de conducta
que traduce su preocupación por la posibilidad de un nuevo ataque o por las
repercusiones a largo plazo que ello pueda tener. (Rotondo, 1998)

2.2) DIAGNÓSTICO

El criterio cuantitativo para el diagnóstico de TP es un mínimo de cuatro ataques


en cuatro semanas, o uno o más seguidos de un mes de intenso temor
anticipatorio. Cada ataque debe presentar por lo menos cuatro de los síntomas
enumerados arriba; tres o menos constituyen un ataque limitado o leve. Los
criterios de severidad y remisión en casos de TP con agorafobia se configuran
en base a la intensidad y curso clínico del cuadro. El carácter súbito del ataque
es indispensable para el diagnóstico.

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En general, el diagnóstico de TP requiere de la evaluación del complejo
sintomático global y de la identificación de un patrón clínico característico más
que de componentes individuales.

2.3) Diagnóstico diferencial

Debe agotarse el descarte de patología orgánica especialmente cardiovascular,


endocrina, neurológica, gastroenterológica, músculo-esquelética y metabólica.
Deben considerarse, además, las siguientes entidades psiquiátricas:

- Síndrome de abstinencia o intoxicación por barbitúricos o estimulantes.

- Episodio depresivo mayor.

- Trastornos de somatización o de despersonalización

- Otros trastornos de angustia; considerar siempre la impredecibilidad del cuadro


de pánico, su más rápido comienzo y el severo temor a morir o perder el control.

3) Trastornos fóbicos
Fobias específicas

Anteriormente denominada fobias sociales, este tipo de trastornos tienen como


síntoma cardinal el miedo o temor persistente a un estímulo circunscrito, temor
que, a su vez, desencadena una irrefrenable conducta de evitamiento del
estímulo provocador; cuando ello no es posible puede producirse un cuadro
ansioso de severidad variable. Las fobias específicas más comunes en la
población general involucran animales tales como perros, gatos, serpientes,
insectos y ratones; sin embargo, los casos de fobia más frecuentemente vistos
en la práctica clínica tienen que ver con injuria corporal o enfermedad
(nosofobia), muerte (tanatofobia), espacios cerrados (claustrofobia), altura
(acrofobia) y travesías en avión.

Fobia social

O trastorno de ansiedad social. Se trata de un temor excesivo, con concomitante


conductual de evitamiento, en relación con situaciones en las cuales el individuo
puede ser evaluado u observado más o menos intensamente por otros, o forzado
a actuar de una manera que él percibe como embarazosa o humillante. Como

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ejemplos típicos se cita la fobia a hablar, escribir o cenar en público o a usar
servicios higiénicos públicos.

4) Agorafobia sin historia de trastorno de pánico


Aun cuando los síntomas son los mismos que los de TP, su foco clínico es el
miedo a la ocurrencia de los mismos, en ausencia de historia de TP. No es el
tipo de fobia más común en la población general, pero puede ser el más
invalidante de estos trastornos. El temor conduce por cierto a conductas
evitativas, con gradual y a menudo severa reducción de las actividades
cotidianas. (Rotondo, 1998)

4.1) Sintomatología

Los síntomas más frecuentes son mareos, sensación de caída inminente,


despersonalización o desrealización, incontinencia urinaria, diarrea, vómitos,
taquicardia y ahogos. La presentación más común es de ataques limitados, leves
o moderados, pero la situación potencialmente más peligrosa es el persistente
temor a recurrencias. Muchos agorafóbicos tienen una historia de crisis de
angustia o de TAG al comienzo del cuadro; otros presentan historia previa de
episodios depresivos. Fobias mixtas o polifobias representan probablemente
variantes del trastorno.

5) Trastorno de Estrés Posttraumático


Históricamente, el estudio sistemático del trauma emocional y de sus efectos
psicológicos comenzó solamente en la segunda mitad del Siglo XIX.
Observaciones clínicas derivadas de la Guerra de Secesión en los Estados
Unidos, en los conflictos bélicos en Europa a fines del siglo pasado y más tarde
en las dos guerras mundiales, fueron dando forma a la entidad bautizada
sucesivamente como corazón irritable, shock de bombardeo, ansiedad de las
trincheras, fatiga de combate, neurosis de guerra y astenia neurocirculatoria. En
la década de los 70 se describió el "síndrome de Vietnam", y desde 1980 se ha
oficializado el nombre de trastorno de estrés post-traumático (TEPT).

A pesar de que la mayoría de las observaciones clínicas de TEPT provienen de


la psiquiatría militar, el concepto de trauma ha sido recientemente expandido

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para abarcar una variedad de situaciones psicológicamente perturbadoras, cuya
característica común es que exceden un rango más o menos aceptable de
intensidad. En las últimas décadas se ha estudiado intensamente la
psicofisiología y otros factores neurobiológicos en la patogénesis del trastorno,
así como una variedad de intervenciones diagnósticas y terapéuticas.

El TEPT ocurre a cualquier edad y parece afectar a cerca del 4% de la población


general. Se estima que un 30% de veteranos de la guerra de Vietnam presentan
evidencia de TEPT total o parcial. El daño y complicaciones ulteriores determinan
una tendencia marcada a la cronicidad. La existencia previa de psicopatología
parece ser condición importante, pero, no indispensable para el desarrollo de
TEPT. Se presenta más en varones, pero no hay hallazgos concluyentes en
relación a su distribución por sexo, raza o en individuos con historia familiar de
trastornos psiquiátricos. Las condiciones comórbidas más frecuentes son
alcoholismo y abuso de drogas.

En el DSM-IV se incluye el llamado Trastorno de Estrés Agudo, con síntomas


prácticamente similares a los de TEPT, pero con cierto predominio de
manifestaciones disociativas y una duración de dos días a cuatro semanas.

5.1) Sintomatología

El evento traumático debe ser tal que encierre una verdadera amenaza de
muerte, lesiones severas o peligro serio a la integridad física y psicológica del
paciente. Las reacciones inmediatas son de miedo, desamparo y horror. Un
grupo importantísimo de síntomas se resume en la llamada re-experiencia del
evento en la forma de recuerdos o imágenes intrusas, pesadillas, flashbacks,
pseudopercepciones y alta reactividad fisiológica. La conducta evitativa y el
entumecimiento emocional abarcan áreas amplias del funcionamiento individual
incluyendo problemas de memoria, apatía, desapego, indiferencia y/o pesimismo
intenso frente al futuro. Finalmente, el estado de hipervigilia se traduce en sueño
irregular, irritabilidad, dificultades cognitivas y reacciones excesivas de estupor
psicomotriz. (Rotondo, 1998)

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5.2) Diagnóstico

La repetición del acontecimiento traumático en la percepción subjetiva del


paciente con la consiguiente perturbación psicológica, las conductas de
evitamiento sistemático y, sobre todo, el "entumecimiento psíquico" y el
alejamiento, desapego, indiferencia o rudeza concomitantes son características
distintivas del TEPT. Debe agregarse a ellas la variedad de síntomas físicos
(similares al cuadro de TAG) y la súbita producción de las manifestaciones
ansiosas frente a estímulos simbólicos o situaciones que recuerdan el evento
traumático, v. gr. víctimas de terremotos, al paso ruidoso de un vehículo pesado,
excombatientes en un aeropuerto o al olor de la gasolina en estaciones de
servicio, etc.

Nosológicamente, el TEPT está todavía ubicado entre los trastornos de angustia


en las dos grandes clasificaciones mundiales. Muchos autores han sugerido un
grupo nosológico distinto que abarque todos los trastornos relacionados con
eventos traumáticos, pero tal propuesta aguarda todavía aceptación más amplia.

5.3) Diagnóstico Diferencial

Dada la prominencia de los síntomas ansiosos, el diagnóstico diferencial del


TEPT debe incluir por fuerza todos los restantes trastornos de angustia. Debe
también tenerse en cuenta la comorbilidad con otros cuadros. Por otro lado, el
clínico debe saber distinguir entre TEPT y:

-Trastornos de ajuste o adaptación, en los que el estresor es usualmente


menos severo y más "rutinario" (v. gr., enfermedad leve, divorcio, duelo no
complicado, problemas económicos) y los síntomas ansiosos parecen ser menos
complejos y elaborados.

-Depresión: diagnóstico diferencial difícil por la prominencia del síntoma dentro


del cuadro de TEPT, la frecuente asociación de ambos diagnósticos y la
respuesta favorable de TEPT a antidepresivos tales como los inhibidores de la
MAO o de la recaptación de serotonina. Sin embargo, los síntomas ansiosos,
propiamente tales, están ausentes en la depresión como lo están también las

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conductas de evitamiento, embotamiento emocional, reexperimentación del
trauma e hiperexcitabilidad motora.

- Trastornos disociativos: de frecuente ocurrencia comórbida con el TEPT, se


confunden con éste por la presencia de flashbacks, notable distraibilidad,
distanciamiento afectivo y hasta amnesia para algunas conductas automáticas.
La duración de estos síntomas es significativamente menor en TEPT y aparecen
estrechamente vinculados al trauma o a eventos que lo recuerdan.

-Esquizofrenia y otras psicosis: las similitudes son innegables


(pseudoalucinaciones, ideación paranoide, manifestaciones catatoniformes,
afecto constreñido, curso crónico), pero en TEPT no se encuentra. disgregación
del pensamiento, delusiones o los llamados síntomas primarios de Schneider.
(Rotondo, 1998)

3. RESUMEN

La ansiedad es un síntoma muy común en la mayoría de las personas; cuando


se presenta sin un desencadenante previo constituye un trastorno; el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV) distingue varios
trastornos de ansiedad: trastorno de angustia, agorafobia, fobia específica, fobia
social, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno por estrés postraumático y
trastorno de ansiedad generalizada. El trastorno de angustia (o trastorno de pá-
nico) se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprehensión, miedo
pavoroso o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte
inminente. El trastorno de pánico es un trastorno frecuente en la consulta de
primer nivel, sin embargo hasta un 50% de los pacientes no son diagnosticados;
es muy importante conocerlo y diagnosticarlo adecuadamente ya que es un
trastorno invalidante, que aísla al paciente de su entorno y actividades
habituales, causándole gran sufrimiento.

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4. CONCLUSIONES

 El trastorno de angustia es un trastorno frecuente en la consulta de primer


nivel.
 Es un trastorno invalidante, que aísla al paciente de su entorno y
actividades habituales, causándole gran sufrimiento, por lo que debe ser
diagnosticado a tiempo.
 Se debe asumir una conducta de apoyo para estos pacientes, ya que la
mayoría necesita comprensión de sus personas más cercanas.

5. PALABRAS CLAVES

Amsiedad: Estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una
intensa excitación y una extrema inseguridad.

Trauma: Choque o impresión emocional muy intensos causados por


algún hecho o acontecimiento negativo que produce en el subconsciente
de una persona una huella duradera que no puede o tarda en superar.

Fobia: emor intenso e irracional, de carácter enfermizo, hacia una


persona, una cosa o una situación.

Pánico: Miedo muy intenso y manifiesto, especialmente el que sobrecoge


repentinamente a un colectivo en situación de peligro.

Agorafobia: Temor obsesivo ante los espacios abiertos o descubiertos


que puede constituir una enfermedad.

6. BIBLIOGRAFÍA
Rotondo, R. (1998). MANUAL DE PSIQUIATRIA. Lima.

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