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CONCEPTOS Y FUNDAMENTOS DE

LA MEDIACIÓN PENAL
MEDIACIÓN Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS

Beatríz Álvarez García


Gloria María Hijano Rosal
Palma Guerrero Rodríguez
Laura María Navarro Montes
DOBLE GRADO DERECHO Y CRIMINOLOGÍA. 5º CURSO
I. CONCEPTO DE MEDIACIÓN PENAL

1. Definición.

La mediación se define como la acción y efecto de mediares, decir, intervenir en un asunto


entre varias personas, para ponerlas de acuerdo.

En el ámbito del derecho es una “actividad desarrollada por una persona de confianza
sobre personas que sostienen intereses contrapuestos, con el fin de evitar o finalizar un
litigio.”

En la mediación penal, la víctima e infractor, a través de un proceso de diálogo y


comunicación confidencial, conducido y dirigido por un mediador imparcial, se
reconocen capacidad para participar en la resolución del conflicto derivado del delito.

1.1. Relación con la justicia restaurativa.

La mediación penal es un proceso a través del cual se alcanzan los objetivos de la justicia
restaurativa. Siendo sus objetivos: reparación de la víctima, reinserción del infractor y el
servicio a la comunidad.

La mediación es un instrumento porque promueve el acercamiento, a través, del diálogo,


entre los involucrados en un conflicto.

El procedimiento inicia cuando una persona reconoce su participación en un hecho


dañoso, tipificado por la ley, y existe consentimiento libre y voluntario de víctima y
responsable para gestionar su conflicto a través de la mediación.

Pretende devolver la seguridad a la víctima, concienciar sobre el efecto de sus actos al


ofensor y restablecer la paz.

1. Objetivos.
1.1 Víctima.
 Reparación o resarcimiento del daño.
 Recuperación del sentimiento de seguridad. Recuperar la confianza, dejar
a un lado el miedo y la incertidumbre a futuras represalias.
 Asegurar su papel en el proceso.
 Evitar una segunda victimización.

1.2 Persona responsable:

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 Evitar un resentimiento con el sistema y la sociedad que puede llevar a una
reincidencia.
 La evasión de la responsabilidad y poco a nada aprendizaje del deber de
respeto a los bienes jurídicos protegidos. Lograr que se responsabilice por
su conducta infractora y la repare, además de desarrollo de actitudes de
empatía.
 Evitar múltiples penas. Muchas veces afectan más derechos que solo la
libertad y poca atención se pone a la reinserción. Medidas alternativas para
dar solución a las causas que subyacen en la conducta infractora.

2. Características.
 Voluntariedad. Las partes libremente han de manifestar su voluntad de acudir al
proceso, así como de elegir o aceptar el mediador.
 Libre decisión de las partes. Éstas han de alcanzar un acuerdo por sí mismas,
siendo ellas las que tomen las decisiones de forma absolutamente libre y sin
imposiciones de ninguna otra parte o de terceros.
 Imparcialidad. Esta característica se refiere al mediador pues éste no podrá
posicionarse respecto de alguna de las partes y, si observara que alguno de los
acuerdos perjudica a una de ellas, deberá interrumpir la mediación. La
imparcialidad exige que el mediador preste su ayuda a ambas partes sin tomar
partido por alguna de ellas.
 Neutralidad. El mediador no impone ni dirige acuerdos adaptados a su propia
escala de valores.
 Flexibilidad. Se trata de un proceso a medida de las necesidades de las partes y
del tipo de conflicto.
 Confidencialidad. Tanto las partes como al mediador se comprometen a mantener
en secreto todo lo que traten en las sesiones.
 Carácter personalísimo. Las partes han de asistir personalmente a las sesiones de
mediación no pudiendo designar éstas a un tercero que les represente.
 Defensa del interés de los menores. El mediador y las partes deberán velar por el
interés de los menores, en caso de que existan, garantizando que los acuerdos no
resulten perjudiciales para éstos.

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 Profesionalización. Y es que el mediador deberá tener formación adecuada con
una cualificación profesional obtenida de una formación específica en el ámbito
de la mediación.
3. ¿La mediación penal es una negación del Estado y su sistema de justicia?

El modelo de justicia restaurativa no es una ruptura o negación de las potestades del


Estado y su sistema legal actual.

La mediación no trata de reducir el ius puniendi del Estado, si no diseñar formas


alternativas a la pena de prisión con mayores beneficios, ante una realidad caracterizada
por un colapso del Poder Judicial, desconfianza de la ciudadanía en las instituciones
jurisdiccionales… La mediación penal implica un cambio de enfoque, primar la solución
y reparación sobre el castigo.

Propone contribuir a una justicia penal menos retributiva, que tenga más en cuenta a la
víctima y al infractor y lo que para ellos representa el conflicto. La mediación penal busca
la reparación del daño y la resolución no violenta de conflictos.

No se niega la intervención del Estado porque en las actuales legislaciones los casos que
llegan a mediación son derivados de la propia jurisdicción.

El desarrollo de la mediación no contraviene los procedimientos judiciales formales ni el


marco de garantías que representan. Confluyen los principios de oficialidad y legalidad,
que aseguran el poder del Estado como ente supra partes, con los principios de flexibilidad
y voluntariedad característicos de la mediación.

II. FUNDAMENTOS DE LA MEDIACIÓN.

El actual sistema de justicia penal ha puesto de manifiesto efectos negativos que afectan
tanto al delincuente como a la víctima. La duración de los procesos judiciales, con la
resolución muchas veces tardía de los mismos, provoca que la imposición de la pena
pierda su carácter resocializador.

Además, aún en los casos en que la respuesta judicial llegue de manera rápida, el sistema
de justicia penal tampoco proporciona una respuesta satisfactoria en algunas ocasiones.
El juez penal está sometido a imperativos jurídicos que no le permiten alejarse de la pura
determinación de si la persona imputada ha participado en el hecho enjuiciado, si está

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tipificado como un ilícito penal, y si de esto se deduce la imposición de una pena. Y ello
sin recoger otro tipo de consideraciones de interés social: el pasado de la persona
delincuente, su futuro, el objetivo corrector y resocializador de la pena, el resarcimiento
de los daños causados. En muchos casos, las penas impuestas sólo producen un mal
privado a la persona delincuente, pero ningún bien público.

También se ha de considerar que las personas víctimas en el proceso penal ocupan un


papel casi secundario, y ello, en muchos casos, no ayuda a disminuir el dolor que le ha
producido la situación y, por ende, no se aminoran las consecuencias emocionales y
patrimoniales del delito.

La mediación penal pretende paliar todos estos efectos negativos que surgen directamente
del proceso penal, proponiendo un sistema en el que tanto el delincuente como la víctima
son protagonistas principales y marcado por la celeridad y la inmediación.

1. La preferencia de la víctima.

Hasta no hace mucho, la víctima se hallaba en un régimen de semi-abandono por parte


del sistema de Justicia penal, relegada a desarrollar un rol pasivo en un proceso en el que,
sin embargo, se ventilaban cuestiones de significativa importancia para ella. Como
sabemos, el auge de la Victimología —entre otros factores—ha contribuido a, de manera
progresiva, “reequilibrar” la situación. Sin embargo, vemos como el proceso penal
tradicional no está estructuralmente diseñado para satisfacer de manera integral las
demandas de reparación de la víctima.

El contacto —directo o indirecto— posibilitado a través de la mediación, revitaliza la


posición de la víctima, se le reconoce un papel activo frente a la habitual
instrumentalización de la que es objeto en el proceso penal tradicional. En otras palabras,
la mediación en sus múltiples variantes posibilita un encuentro de la víctima con el
causante del daño que, si bien no cuenta con la sobreprotección formal del proceso
tradicional, sí le permite desempeñar un rol acorde con sus necesidades reales.

Así, el procedimiento mediador comporta no sólo la minoración de la referida


victimización, sino también, y muy especialmente, la capacidad de ser protagonista
insustituible de la resolución de su conflicto.

Con todo, lo realmente relevante es que la mediación favorece de modo real y efectivo la
reparación de la víctima. La víctima puede tanto por afirmación, como por exclusión,

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determinar los términos de su reparación. Y todo ello a través del consenso generado entre
las partes y no por la imposición de un tercero ajeno al conflicto.

Con todo ello podemos concluir que la mediación penal, con respecto a la víctima:

 Posibilita el diálogo entre las partes sobre el hecho delictivo y sus consecuencias:
ayuda a la víctima a expresar el dolor sufrido, y a superar sus sentimientos de
desconfianza, miedo, rencor o venganza.
 Permite a la víctima recuperar su papel protagonista, recogiendo su opinión, sus
necesidades, permitiéndole encontrar el resarcimiento más satisfactorio para ella.

1.2. Objetivos

En relación con la víctima, la mediación penal persigue tres objetivos:


 La reparación o resarcimiento del daño.
 La recuperación del sentimiento de seguridad, como forma ésta de
reparación simbólica.
 Evitar una segunda victimización.

2. La integración y colaboración del victimario.

El procedimiento mediador le proporciona al sujeto activo del delito un espacio en el que


afrontar la realidad del hecho cometido y las consecuencias que se derivan para la
comunidad y, muy especialmente, para la víctima.

Se permite así que, de un modo real y efectivo, el victimario no sólo asuma su propia
responsabilidad, sino que también tome conciencia de la responsabilidad derivada de sus
propios actos, como paso previo y habilitante para la efectiva reparación de la víctima y
de la comunidad.

En efecto, la percepción del proceso penal como una instancia ajena y enjuiciadora, acaba
por difuminar el impacto del daño sufrido por la víctima en aras del cumplimiento de
otros fines del sistema de Justicia penal, de modo que dificulta, cuando no imposibilita,
la asunción del daño generado por parte del victimario. Desdibujando la rigidez de este
marco y situando al victimario en uno presidido por el diálogo real y efectivo con la
víctima, se pretende favorecer en aquél la asunción de valores como la empatía, para así
facilitar su reeducación y resocialización.

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La posibilidad de un nuevo aprendizaje social para el victimario es factible porque en la
mediación no se halla sujeto a una decisión externa respecto a su conducta, sino que
puede, si lo desea, participar libre y activamente en la resolución del conflicto generado.

En otras palabras, la mediación facilita al victimario la concienciación y el


responsabilizarse de las propias acciones y consecuencias, así como la posibilidad de
entender el delito y obtener beneficios previstos en el Código Penal.

Por otra parte, de la evidencia empírica se colige que mediante este método se mitigan
los efectos estigmatizantes del proceso penal, particularmente con respecto al victimario.

Con todo ello podemos afirmar que la mediación penal:

 Estimula a quien ha delinquido en el desarrollo de su capacidad para


responsabilizarse del hecho, al enfrentarse a la víctima y al daño causado, lo que
le permite comprender mejor los efectos de su conducta, reconocer su
responsabilidad y mostrar su disposición a reparar el daño causado. En definitiva,
también contribuye a su reinserción social.

2.1. Objetivos.
Los objetivos tratándose de la persona responsable son:
 Evitar múltiples penas. Las restricciones a la libertad del responsable al
declararlo culpable por el sistema legal, mu- chas veces afectan más
derechos que sólo su libertad y poca atención se pone a su reinserción.
 Evitar un resentimiento con el sistema y la sociedad que puede llevar a una
reincidencia.
 La evasión de la responsabilidad y poco o nada aprendizaje del deber de respeto
a los bienes jurídicos protegidos.

Por todo ello es importante:

Que el victimario reconozca su participación en los hechos y su responsabilidad, siquiera


lo haga de manera parcial, y se muestre explícitamente favorable a reparar o, en su caso,
aminorar el daño causado, si bien no considero que deba ser un impedimento el no
reconocimiento de los hechos por el infractor para ir a mediación; es obvio que parece

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que el reconocimiento de los mismos es un elemento que a priori puede presentarse como
el idóneo, pero no por ello entiendo que deba ser una condición previa exigible.

Por su parte, la víctima debe mostrar interés en ser reparada y en participar activamente
en el proceso para encontrar una solución al conflicto (hecho delictivo)1, aun cuando
inicialmente puede mostrarse reticente con un modelo que desconoce y que le va a llevar
a consensuar con su infractor.

En definitiva, dentro de los diversos sistemas de reacción frente al delito, la mediación


implica apostar por un modelo integrador. Así, frente al punitismo del modelo disuasorio
clásico y el fracaso del enfoque resocializador, El modelo integrador busca conjugar los
intereses de la sociedad, de la víctima y del victimario.

La mediación presenta elementos de identificación ventajosos en relación al desarrollo


convencional del proceso penal. Y ello porque ofrece beneficios de inequívoca
importancia para la sociedad, además de para las partes; porque cuestiona la
deshumanización del sistema de Justicia penal e incorpora como elemento la cultura del
diálogo en la resolución de conflictos; y finalmente, porque posibilita el restablecimiento
de la víctima y la reinserción social del victimario, favoreciendo así la paz social y el
respeto al ordenamiento jurídico.

III. REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO

La reparación del daño consiste básicamente en una obligación de los delincuentes de


beneficiar equitativamente, cuando proceda, a las víctimas, sus familiares o las personas
a su cargo. Es decir, que las personas responsables del delito respondan por él, poniendo
su empeño en “arreglar lo producido” o, al menos, amenizando el daño ocasionado.

Actualmente la reparación del daño es vista como una posible respuesta penal.

Uno de los factores que ha influido en la consideración de la reparación del daño como
forma para resolver conflictos es la atención a la víctima, que antes solo poseía la función
de denunciante, testigo, u ofendida con el hecho ilícito.

A través de este instrumento se viene a conseguir de forma más eficaz la función de la


pena, que es la estabilización de la confianza de los ciudadanos en el orden jurídico penal.
De esta manera la víctima considera reparados sus intereses legítimos, el autor de la

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infracción se responsabiliza de sus actos y la sociedad observa cómo el sistema jurídico
ha dado respuesta al conflicto planteado.

1. Formas de reparar el daño


El daño causado por el delito necesita ser reparado, y esta reparación se puede llevar a
cabo, según el CP, mediante la restitución, indemnización o satisfacción.

2. Autocompasión
Forma de resolver una disputa sin que un tercero decida sobre el asunto. En este caso son
las propias partes las que ponen fin al conflicto a través de un acuerdo de voluntades.

En nuestro país se puede hacer uso de la autocompasión en el caso de la justicia penal de


menores, por ejemplo. La LO 5/2000 reguladora de la responsabilidad penal de los
menores, prevé en su art.19 el sobreseimiento (Suspensión por parte de un juez o de un
tribunal de un procedimiento judicial, por falta de pruebas o por otra causa) del expediente
por conciliación o reparación entre el menor y la víctima cuando se trate de un delito
menos grave.
Entre los métodos de autocomposición tenemos el desistimiento, la mediación, la
negociación y la conciliación entre otros.

3. Artículo Ríos Martín: Justicia restaurativa y mediación penal

En este artículo se presenta aquella situación en la que les preguntamos a los condenados
qué necesitarían ellos para sentirse reparados si hubiesen sido las víctimas.

Ante esta pregunta nos encontraríamos con distintas formas de responder a ella:

 Los severos, dejándose llevar por sus emociones, optarían por la cárcel, la
severidad y la venganza. Eligen la condena como método de reparación del daño
 Los que prefieren la restauración. Se basan en que es necesario el diálogo y la
comunicación para expresar la motivación de la conducta, el arrepentimiento y
pedir disculpas, así como pagar por el daño o devolver lo sustraído junto con las
actividades terapéuticas o de otro tipo que sean necesarias. Sobre todo, estas
personas prefieren la restauración para pedir perdón y solucionar el problema que
ha llevado a la persona a delinquir.
 Los indiferentes. No dan solución a la forma de reparar el daño. Optan por no
denunciarlo.

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 Y por último la opción terapéutica: poner distancia, dejar pasar el tiempo,
exclusión de la cárcel. Se basan sobre todo en la terapia.

4. Atenuante por reparación del daño

El apartado 5.º del art. 21 del Código Penal (LA LEY 3996/1995) establece que es
circunstancia atenuante de la responsabilidad criminal «la de haber procedido el culpable
a reparar el daño ocasionado a la víctima, o disminuir sus efectos, en cualquier momento
del procedimiento y con anterioridad a la celebración del acto del juicio oral».

Los requisitos para aplicar la atenuante son de naturaleza cronológica y sustancial:

 requisito cronológico: la acción reparadora tendrá lugar con anterioridad a la


celebración del acto del juicio oral; excluye del efecto atenuatorio las reparaciones
realizadas durante el mismo plenario, después de su finalización o con
posterioridad a la sentencia.
 requisito sustancial: se refiere a la reparación del daño o a la disminución de sus
efectos; no se refiere sólo a daños materiales, sino que incluye los de naturaleza
moral y, de otro lado, comprende cualquier forma de «reparación del daño o de
disminución de sus efectos», sea por la vía de la restitución, de la indemnización
de perjuicios, de la reparación moral o incluso de la reparación simbólica.
En todo caso, para aplicar la atenuante, la restauración deberá ser significativa y relevante,
aunque se admitirá la reparación parcial.

En este sentido la STS de 19 abril de 2011 menciona que la reparación del daño no tiene
por qué ser total, sino que basta con el esfuerzo por reparar el daño sea significativo, ya
que si es así, el legislador considera que también contribuye a disminuir los efectos.

IV. LA ECONOMÍA PROCESAL

En la Mediación Penal, además de la aplicación de cada uno de los principios generales


del derecho procesal general y penal en particular, se aplican una serie de principios
constitucionales que garantizan el debido proceso. Entre ellos, encontramos:

 Eficacia del proceso: Esto quiere decir que deben de concurrir los
presupuestos de accesibilidad y mediadores capacitados con un perfil
determinado. Es preciso que la regulación de la mediación establezca con claridad

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y precisión cuál puede ser el contenido del acuerdo, cómo ha de garantizarse su
eficacia y cumplimiento, y cuáles deben ser las consecuencias y garantías ante un
eventual incumplimiento.

 Principio de debido proceso: Está incluido en las garantías constitucionales


del proceso. Es una garantía en si misma. Es un derecho fundamental de carácter
instrumental.

 Principio de economía procesal : Este principio no es únicamente aplicable


al Derecho penal o a la mediacion penal; se aplica a todas las ramas del derecho
como el derecho procesal civil, de los trabajadores, etc. Guarda relación con la
concentración de las actuaciones y con la celeridad del proceso (CELERIDAD Y
SIMPLICIDAD). El proceso debe terminar en el menor plazo posible de manera
que no ocasione trastorno psicológico para los involucrados. Es decir, se busca
evitar que por actuaciones actuaciones innecesarias se dilate el proceso o
procedimiento. Este principio persigue de forma inmediata la agilización del
proceso y el logro de una justicia oportuna; la obtenención del máximo
rendimiento con el mínimo gasto y tiempo posible.

La economía procesal vendría a ser un superprincipio que informaría a todos los demás
principios técnicos del proceso. Es un principio configurado como un poder-deber del
juez o mediador en la realización del proceso.

La economía procesal representa, por consiguiente, una corrección de la ineficacia


procesal; responde a la supresión de trámites, cuando son superfluos o a que las
formalidades del proceso son únicamente una garantía de la justicia y que no deben
utilizarse cuando retarden el proceso, pero su verdadero sentido es evitar que tenga que
tramitarse un segundo proceso.

De hecho, este principio es tan importate que en nuestro Código Penal lo encontramos
recogido como una de las atenuantes en el artículo 21.6 del Código Penal. Se establece
que será considerada como atenuante: La dilación extraordinaria e indebida en la
tramitación del procedimiento, siempre que no sea atribuible al propio inculpado y que
no guarde proporción con la complejidad de la causa.

Dilación indebida es un concepto jurídico indeteminado y por ello, para aplicar dicha
atenuante ha de atenderse a una serie de requisitos:

 una dilación indebida en la tramitación del procedimiento.


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 que esa dilación sea susceptible de ser calificada como extraordinaria.
 que no sea atribuible al propio inculpado.
 que el retraso no guarde proporción con la complejidad de la causa.

De la misma manera, el artículo 50 Convenio Europeo de Derechos Humanos, establece


una reparación económica a la victima por parte del Tribunal con el fin de de paliar los
efectos negativos de una dilación no razonable.

Por último hay que tener en cuenta que dilaciones indebidas en el proceso, o la lentitud
de un proceso puede afectar tanto a la victima como al agresor, puede afectar a la
seguridad de la víctima, confusiones de sus declaraciones con el paso del tiempo y por
supuesto, afectar a la salud mental.

Por todo ello, la mediación y justicia restaurativa

 Posibilita el diálogo entre las partes sobre el hecho delictivo y ayuda a la víctima a
expresar el dolor sufrido, y a superar sus sentimientos de desconfianza, miedo, rencor
o venganza.
 Permite a la víctima recuperar su papel protagonista, recogiendo su opinión, sus
necesidades, permitiéndole encontrar el resarcimiento más satisfactorio para ella.
 Estimula a quien ha delinquido en el desarrollo de su capacidad para responsabilizarse
del hecho, al enfrentarse a la víctima y al daño causado. En definitiva, también
contribuye a su reinserción social.
 Permite agilizar la respuesta social ante la comisión de un delito, aportando al sistema
judicial un instrumento flexible que además ahorra costes judiciales.

V. BIBLIOGRAFÍA

1. http://guiasjuridicas.wolterskluwer.es/Content/Documento.aspx?params=H4sIAAAAA
AAEAMtMSbF1jTAAA0tTY0O1stSi4sz8PFsjAwNzQ0MDU5BAZlqlS35ySGVBqm1
aYk5xKgCZ_ktjNQAAAA==WKE
2. http://revistas.upcomillas.es/index.php/revistaicade/article/view/7139/6979
3. http://academica-e.unavarra.es/handle/2454/11257?locale-attribute=es
4. http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/principio-de-econom%C3%ADa-
procesal/principio-de-econom%C3%ADa-procesal.htm
5. http://www.ipdt.org/editor/docs/Laguna_07-11-2012.pdf
6. http://www.vittimologia.it/rivista/articolo_villarrealsotelo_2013-01.pdf

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