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Introducción
Objetivos
Algunos autores definen a la pedagogía como ciencia, arte, saber o disciplina, pero todos
están de acuerdo en que se encarga de la educación o también puede decirse que la
pedagogía es un conjunto de normas, leyes o principios que regulan los aprendizajes en el
proceso educativo.
Como puntualiza Lemus (1969), la pedagogía es una disciplina que tiene por objeto el
planteo, estudio y solución del problema educativo. Por tanto, para este autor es claro
que la pedagogía es ciencia en cuanto tiene un objeto de estudio propio, hace uso de
métodos generales, y el resultado de sus estudios y de sus hallazgos forma un sistema de
conocimientos regulado por ciertas leyes.
Con estos antecedentes, ¿podemos afirmar que la pedagogía es una ciencia? La ciencia no
se circunscribe a las ciencias naturales o a las “exactas”, sino que es un sistema integral
que incluye: el estudio de la naturaleza y de la sociedad; la filosofía y las ciencias
naturales, el método y las teorías, las investigaciones técnicas y las aplicadas.
Hernández (2003) expone que, en el campo de las ciencias sociales, el sujeto y el objeto de
la investigación (el ser humano) coinciden, y el investigador forma parte del mundo que
estudia, de manera que no podemos alcanzar la objetividad que se pretende en la ciencia,
ni aun en las ciencias naturales.
De acuerdo con Sarramona y Marqués, citados en Meza (2002), se han planteado las
siguientes posiciones:
3. Crítica. Esta propone una transformación de las prácticas y de los valores educativos, y
aún más, el cambio de las estructuras sociales. Esta no propone una investigación acerca
de la educación, sino en y para la educación, donde el docente debe renunciar a su papel
autoritario dentro de la clase y propiciar la transformación de las prácticas y de los valores
educativos en su aula partir de un proceso educativo basado en la interacción entre
iguales, donde se vincula el proyecto educativo con el ámbito de la comunidad. Estamos
lejos de lograr este tipo de pedagogía, pero podemos ir buscando transformaciones que la
propicien.
a) La filosófica, que estudia el objeto de la educación, los ideales y los valores que
constituyen la axiología pedagógica y los fines educativos.
Por otro lado, Hernández (2003), basándose en otras categorías, la clasifica así:
Sciacca, en Soto y Bernardini (1984), ve la educación como un proceso que lleva a cabo
cada persona, del cual es sujeto y objeto, y puede ser orientado o ayudado por otras
personas; específicamente la familia cumple un papel importante. Coincido con esta
definición y la ampliaría respondiendo a la pregunta “¿Qué es educar?” Educar es un
proceso que consiste en enseñar y dura toda la vida. En todos los ámbitos se observa una
multiplicación de posibilidades de aprendizaje. La UNESCO habla de “educación
permanente” y plantea que esta no es neutral, pues asume una posición política o
ideológica según el momento histórico y geográfico donde se ubique.
Ubicándonos en el proceso educativo, según Cordero (1993) este se mueve entre el ser y
el deber ser, haciendo del logro presente el punto de partida hacia una nueva meta.
En este campo de la educación, han tenido incidencia algunos sistemas filosóficos que
menciona Hernández (2003):
6. Liberacionismo: Se origina por las ideas de Freire que concibe la educación como
concienciadora, donde enseñar no es transferir conocimientos.
Abogamos hoy por una educación liberadora, que deje atrás el currículo que
compartimenta los conocimientos, que da valor solo a la racionalidad abstracta lógico-
matemática y que deja de lado el espíritu crítico, los valores éticos y la criticidad del
estudiante. Debemos buscar una educación con influencias de pensamientos como el de
Pablo Freire o como el de Lombardo Radice, que ve en la educación descubrimiento y
creación continua, imbuida de valores estéticos y morales que respondan a los intereses
del educando, pero relacionados con el mundo exterior, en estrecha vinculación con el
medio ambiente Soto y Bernardini (1984).
Gardner, por su parte, destaca que la escuela tradicional no solo sobrevalora las
inteligencias lógico-matemática y lingüística, sino que además no promueve el desarrollo
de otras inteligencias como la intrapersonal y la interpersonal, tan importantes para lograr
uno de los pilares fundamentales de la educación, mencionados por Delors: Aprender a
vivir juntos. Ya sea educación formal o informal, intencional o no, debe preocuparse por la
formación integral de los individuos, capaces de vivir en una sociedad dentro de sus
valores éticos y normas morales.
Conclusiones
Como dice Morin (2002), debemos tener la cabeza bien puesta, no acumulando saberes
sino teniendo aptitudes para plantear y analizar problemas, logrando que la enseñanza
haga converger a las ciencias naturales, las humanas, la cultura de las humanidades y la
filosofía en el estudio de la condición humana, para lograr el cumplimiento de los fines de
la educación costarricense.
Bedoya (2002) nos plantea que la pedagogía no debe ser un asunto estratégico sino la
disciplina que oriente y le dé sentido a una articulación disciplinaria de saberes que
contribuyan al logro integral curricular, teniendo en cuenta que para ser pieza clave del
proceso de aprendizaje no es suficiente dominar la asignatura que se pretende dar a
conocer.
Es necesaria una enseñanza donde el docente no castigue los errores del estudiante, pues
el aprendizaje es un proceso de construcción y reconstrucción nunca acabado y en
permanente reelaboración. Por tanto, hay que admitir la discusión de los procesos que
condujeron a los resultados, explorando el lado pedagógico del error. No olvidemos que
“fracaso” y “error” son distintos por naturaleza. El primero lleva a la negación y a la
renuncia; el segundo, al recomienzo y a la esperanza, como afirma Rivas (2005).
Bibliografía
Morin, E. (2002). La cabeza bien puesta. Ediciones Nueva Visión: Buenos Aires.
Rivas, P. (2005). “La educación matemática como factor de deserción escolar y exclusión
social”. Revista Venezolana de Educación (Educere), 9(29).
Soto, A. & Bernardini, A. (1984). La educación actual en sus fuentes filosóficas. 2a ed.
EUNED: San José.