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Facultad de Psicología
2018
Introducción.
El proceso de aprendizaje conlleva una relación inherente con la subjetividad. Podemos observarlo
en tanto las teorías de la subjetividad se plantean los orígenes del pensamiento, así como cuando
ocurren perturbaciones de la inteligencia.
A los fines de este trabajo, tomaremos en cuenta la noción de aprendizaje como conocimiento o
capacidad de representación o pensamiento, o como lo entiende Silvia Bleichmar “es la forma con
la cual se hace activo en el campo del psiquismo algún tipo de elemento ideativo”. (Bleichmar,
1998).
Por otro lado, la subjetividad nos remite a un sujeto efecto de prácticas sociales, en tanto incluido en
relaciones sociales que lo instituyen desde la Modernidad, como lo es la escuela. (Grimblat y
Palazzini, 2011).
Entre las aludidas teorías de la subjetividad, tendremos en cuenta el constructivismo de Jean Piaget,
el constructivismo social de Lev Vigotsky y el psicoanálisis de Sigmund Freud, enriquecido por las
teorizaciones de Silvia Bleichmar. Dichos autores van a coincidir en que existe una insuficiencia
respecto de las condiciones biológicas con las cuales el niño llega al mundo, que no alcanzan para la
conservación de su vida ni para propiciar el aprendizaje. Para que éstos últimos tengan lugar, será
necesario un proceso de desarrollo, que según los autores dependerá de diferentes circunstancias,
las cuales haremos entrar en tensión, relacionando sus semejanzas y contraponiendo sus diferencias.
Por otro lado, intentaremos hacer hincapié en “los aspectos estructurales del psiquismo que impiden
tanto la socialización como el aprender, haciendo de tales problemáticas, una cuestión clínica y no
pedagógica”, como nos indica el texto Panorama en psicología en educación. (Grimblat, 2017).
En este sentido, consideramos el no aprender, como un síntoma o expresión fallida de las funciones
del Yo, cuya causalidad es inconsciente. El aprendizaje parte de una necesidad del yo, que debe ser
desarrollado (Freud, 1993). En las vicisitudes que hacen a su constitución, pueden producirse
conflictos, que podrían traer aparejados síntomas o trastornos. Seguiremos la distinción que realiza
Silvia Bleichmar, ya que la consideramos de orientación clínica en tanto da cuenta de las
perturbaciones en la constitución de la subjetividad del niño.
Por último, presentaremos a la medicalización como profundización de la biopolítica, que intenta
transformar a los ciudadanos en organismos biológicos, desde que atribuyen toda expresión del
sufrimiento humano a una causa biológica. Es decir, “donde las teorías de la subjetividad indagaban,
historizaban o pretendían profundizar, la medicalización simplifica”. (Grimblat, 2017).
Desarrollo
Comenzaremos por situar los dos sentidos que reconoce Sebastián Grimblat de la educación: el
disciplinar y el antropogénico. “Los aspectos antropogénico y disciplinar de la educación
constituyen el suelo sobre el que la psicología se encuentra y reencuentra tanto con problemáticas
afines al quehacer del psicólogo en lo relativo a las teorías de la subjetividad, como a la demanda
que el campo educativo genera en concreto desde su matriz disciplinar en un momento histórico
singular”. (Grimblat, 2017).
Podemos decir que el aspecto disciplinar, comienza con la Modernidad, época en la cual el Estado
toma a su cargo la educación masiva de los ciudadanos. El suelo disciplinar, producto del Estado
Nación Moderno, despliega un conjunto de prácticas regulatorias del campo social. De esta manera,
la educación disciplinar configura un sistema de reglas que constituyen un campo específico,
históricamente fundado. A su vez, tenemos en cuenta que la Ilustración también cobra influencia, ya
que “se vincula con una serie de cambios que impactan sobre la subjetividad, generando, en sus
inicios, una nueva forma de representación del mundo creada por el avance del conocimiento”. “Por
lo tanto, el sujeto ilustrado será un sujeto de conocimiento, tal conocimiento será el producto de la
ciencia y de la racionalidad, en oposición a la superstición, el oscurantismo y la religión como
forma de comprender el mundo”. En este sentido, “el suelo institucional moderno encontrará en la
institución escolar, en lo que se tiende a llamar educación formal, el dispositivo de distribución del
capital cultural y se constituirá en la institución que socializa y capacita desde los valores de la
ilustración” (Grimblat, 2017).
Respecto al aspecto antropogénico, tiene que ver con “una práctica del hombre sobre el hombre
cuyo fin es la transmisión de la cultura”, donde lo humano deviene tal en tanto es atravesado por
instituciones de la cultura. “Una postura centrada en una concepción antropogénica, haría hincapié
en los aspectos estructurales del psiquismo que impiden tanto la socialización como el aprender,
haciendo de tales problemáticas una cuestión clínica y no pedagógica”. (Grimblat, 2017). Esta
perspectiva intentaremos abordar.
De esta manera, el psicoanálisis reconoce que el otro va alojando al niño en la cultura, en el mismo
movimiento que actúa como soporte de su subjetividad. Silvia Schlemenson manifiesta que la
capacidad de pensar se encuentra influida por la calidad de las relaciones primarias, siendo la
primera de ellas, la relación que el niño establece con su madre, en la cual encontrará el sentido y
placer en la actividad representativa. Con su actividad discursiva y amorosa, la madre no sólo lo
asiste al niño en sus necesidades, sino que interpreta sus requerimientos, de acuerdo con su parecer.
La función materna produce una especularización de la madre con el pequeño, el diseño de un
espacio en el cual queda fundada esta relación preponderante, que “constituye un estado de plenitud
libidinal, producto de las imposiciones de un adulto sexualizado, del que el infans depende y con el
que se fusiona”. (Schlemenson, 1997).
Como dice Freud, en Introducción del narcicismo (1914), es necesario que el niño sea objeto de
sobrestimación, es decir que le sean atribuidas todas las perfecciones valiosas, es necesario que el
niño tenga la característica de lo deseado. La narcisización, dice Schlemenson, corre por cuenta de
la madre fundamentalmente. (Schlemenson, 1997).
Para referirnos a la particularidad que adquiere el conocimiento en el sujeto humano, tenemos que
hacer mención a la primera vivencia de satisfacción y su implicancia en la constitución subjetiva. El
otro que asiste al niño en su desvalimiento inicial, en sus cuidados introducirá un plus de excitación
que sexualizan al niño y que irá inscribiendo huellas mnémicas como signos de percepción. De esta
manera, el niño cuando vuelva a percibir una tensión de necesidad, tratará de investir estos indicios
de placer, pero en esta oportunidad se encontrará con la alucinación primitiva, que no es acción
eficaz en tanto no satisface la necesidad, pero el niño “trata de hacer algo con esto inscripto”. Se
trata de “un trabajo del aparato destinado a producir algo que no lo deje librado a un exceso de
sufrimiento”. (Bleichmar, 1998).
El pensamiento tal como surge desde la perspectiva psicoanalítica rompe la idea de que está al
servicio de la adaptación. A partir de que el otro parasita al niño simbólicamente, con sus sistemas
representacionales, se produce el quiebre de la inmediatez, la relación al objeto se encuentra
atravesada por esta mediación del otro. No hay adecuación entre el sujeto de la cultura y el objeto
de la realidad dada desde el origen. El sujeto tendrá que buscar en la cultura los objetos, ya que
estos no están definidos biológicamente y a partir de su relación con el otro semejante persigue
objetos de deseo. (Bleichmar, 1998)
Por otro lado, como postula Bleichmar, para que el sujeto pueda pensar, es importante que las
representaciones de lo pulsional, de la sexualidad materna queden fijadas en el inconsciente, por
efecto de la represión originaria. De esta manera se impedirá que estas representaciones busquen
satisfacción en el polo motor, lo cual puede perturbar los procesos cognitivos. De no efectuarse la
represión, el niño quedaría librado a un circuito de repetición inconsciente, con un consecuente
empobrecimiento psíquico. (Bleichmar, 1999).
Por ende, podemos decir que el inconsciente resulta pre-condición del conocimiento pero no es
suficiente para posibilitar un aprendizaje. El conocimiento es posibilitado luego de la estratificación
del aparato psíquico en las instancias que plantea Sigmund Freud, en el texto de 1914, Introducción
del narcicismo: Yo, Ideal del Yo e Inconsciente. Es una función del Yo conocer el mundo a partir
de una de sus grandes instituciones que es el examen de realidad. (Grimblat, 2016).
Al respecto, Bleichmar dice que la realidad exterior, en tanto constituida por el cuerpo y el otro
humano al producir estímulos, introducen permanentes desequilibrios en el niño, que lo impelen a
un trabajo de ligazón y evacuación, el cual complejiza las funciones, “generando las condiciones
que propician la emergencia de toda representación, de todo pensamiento” y resulta un “motor del
crecimiento psíquico”. (Bleichmar, 2002).