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El nacimiento de Jesús

Jesucristo y los cristianos del primer siglo jamás


celebraron Navidad. ¿Por qué? Si estudiamos el tema,
descubriremos que en realidad, la Navidad se trata de
comercio, tradiciones pre-cristianas y ambigüedades.
¿Qué implica todo esto?

¿Realmente nació Jesús un 25 de diciembre? ¿Qué otros aspectos de la


Navidad son cuestionables?

Hoy en día, la Navidad se ha convertido en el cuadro nostálgico de un


pasado que nunca existió. En vísperas navideñas, las vidas de hogares
cristianos y no cristianos giran en torno a Santa Claus, árboles de
Navidad y regalos por montón.

Pero, todas estas tradiciones tienen muy poco que ver con la Biblia. Se
alejan mucho de la verdadera historia del nacimiento de Cristo y el
mensaje y significado de su primera venida. Si bien el relato bíblico del
nacimiento de Jesús nos revela muchas cosas acerca su identidad y su
mensaje (“Cristo” significa “Mesías” o “Ungido”), ¡las tradiciones
navideñas a menudo confunden, tergiversan e incluso contradicen las
Escrituras!

¿Le sorprendería saber que la Biblia nunca menciona la fecha del


nacimiento de Cristo, que la Iglesia del primer siglo nunca celebró
Navidad y que algunos cristianos tampoco la celebran en la actualidad
por razones bíblicas y doctrinales?

¿Por qué?

¿Honrando a Jesucristo?

El mayor problema es que, en realidad, la Navidad no proviene del


cristianismo, sino de tradiciones religiosas politeístas y paganas. La
Iglesia del primer siglo tenía la convicción de que Jesucristo había sido
enviado para librarnos del error, la oscuridad y el pecado. Por lo tanto,
habiendo dejado atrás el paganismo para seguir a Cristo, ¡los primeros
cristianos jamás hubieran continuado con sus tradiciones paganas
tratando de honrarlo!
Es por esto que el apóstol Pablo escribió: “en otro tiempo erais tinieblas,
mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto
del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que
es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las
tinieblas, sino más bien reprendedlas” (Efesios 5:8-11).

Si los cristianos del primer siglo hubiesen seguido practicando “obras


infructuosas de las tinieblas”, continuando con sus tradiciones basadas
en el paganismo y la adoración a dioses falsos, ¡habrían ido en contra de
la fidelidad y devoción que profesaban a su Salvador y Rey Jesucristo!

Sabiendo esto, no debería sorprendernos que la Iglesia del Nuevo


Testamento nunca celebrara la Navidad.

¿Cómo llegó la “Navidad” a ser una tradición “cristiana”?

Según la World Book Encyclopedia [Enciclopedia de literatura universal],


“La primera referencia conocida de la Navidad menciona el 25 de
Diciembre del año 336 d.C.—según el antiguo calendario romano—como
fecha de celebración” (1990, artículo “Navidad”). En otras palabras, ¡la
Navidad no fue mencionada sino hasta más de 300 años después de la
muerte de Cristo! ¿Por qué eligieron el 25 de diciembre para celebrarla
si la Biblia no dice la fecha en que Jesús nació?

“Esta celebración fue probablemente influenciada por festivales paganos


(no cristianos) de la época. En el antiguo imperio romano, se realizaban
celebraciones de fin de año en honor a Saturno, dios de la cosecha, y
Mitra, dios de la luz. Y muchos pueblos del norte de Europa tenían
festivales en honor al fin de la época de cosechas a mediados de
diciembre…[Sus] tradiciones se fueron mezclando poco a poco con las
celebraciones navideñas” (Ibídem).

E incluso personas religiosas que celebran Navidad han escrito sobre sus
raíces paganas. En el sitio web Grace to You, encontramos la siguiente
historia de esta tradición: “La decisión de celebrar Navidad el 25 de
diciembre fue tomada en algún momento del siglo cuarto por obispos de
la iglesia en Roma, quienes tuvieron una razón muy específica para
hacerlo.

“Habiéndose alejado del único y verdadero Dios y Creador de todas las


cosas desde hacía mucho tiempo, varios de los pueblos del antiguo
imperio romano comenzaron a practicar la adoración al sol.
Reconociendo su dependencia de la trayectoria anual del sol a través de
los cielos, realizaban fiestas para celebrar el solsticio de invierno durante
el mes de diciembre, en los días más cortos del año. Sus celebraciones
incluían la construcción de grandes fogatas con el fin de fortalecer al
dios sol y volverlo a la vida. Cuando notaban que los días comenzaban a
alargarse, se regocijaban en gran manera.

“Los líderes de la iglesia romana decidieron establecer la celebración del


nacimiento de Cristo durante el solsticio de invierno en un intento por
cristianizar estas populares tradiciones paganas. Pero sus intentos para
complacer a la gente no fueron exitosos en su mayoría y, por lo tanto,
las tradiciones paganas continuaron”.

“Un insulto a la gracia de Dios”

Estos festivales romanos se caracterizaban por el libertinaje


desmesurado, que también ha estado presente a través del tiempo en la
celebración “cristiana” que surgió a partir de ellos.

“Durante la mayor parte del su historia, la Navidad ha sido una época de


grandes festejos estridentes e indulgencias bacanales más similares a
Martes de Carnaval o Año Nuevo que a una santa noche de paz. De
hecho, la reputación de la Navidad era tan mala en América durante la
época colonial, que su celebración estaba prohibida en la Nueva
Inglaterra puritana, donde el célebre ministro Cotton Mather describía
las fiestas navideñas como ‘un insulto a la gracia de Dios’” (Jeffery L.
Sheler, “In Search of Christmas” [“En busca de la Navidad”], U.S. News
and World Report, Dic. 23, 1996).

Y, a pesar del crecimiento de las ciudades y estos festivales, el mal


nombre de la Navidad se mantenía. De hecho, en 1828, “la ciudad de
Nueva York organizó el primer grupo de fuerzas policiales en respuesta a
una violenta protesta en contra de la Navidad” (Ibídem). Sin embargo,
estas vehementes y a veces violentas manifestaciones pronto se
transformarían en las cordiales reuniones familiares alrededor del árbol
de Navidad que hoy se han convertido en motivo de nostalgia. E,
irónicamente, esto se debe en gran parte a la publicidad y
comercialización que hoy en día tantos condenan.

“La nueva tradición de intercambiar regalos en Navidad tuvo inmediatas


consecuencias positivas para el comercio; debido a esto, tanto
negociantes como publicistas comenzaron en seguida a promover esta
festividad casi tanto como sus propios productos. Fue tanto así que,
según un historiador, para la década de 1870 ‘los grandes almacenes a
menudo superaban a las iglesias en decoración y uso de símbolos,
valiéndose de órganos, coros,…estatuas de santos y ángeles’ para así
disfrazar ‘el consumismo con la gloria de la Navidad’” (Ibídem).

¿Está Cristo presente en Navidad?


En la actualidad, muchas personas intentan “traer a Cristo de vuelta a la
Navidad”, pero la verdad es que el 25 de diciembre nunca ha sido una
celebración de origen cristiano; más bien, proviene de una tradición
politeísta basada en un mito. El solo hecho de llamar a algo cristiano no
quiere decir que lo sea, sin importar cuánto lo racionalicemos.. ¿Puede
alguien introducir a Cristo en una tradición pagana? ¿Acaso no se opone
a la pureza, luz y verdad que Él representa?

A lo largo de las décadas, los padres han contado historias a sus hijos
acerca de Santa Claus y su taller ubicado en el Polo norte. ¿Acaso la
Biblia justifica la mentira en alguna parte—en especial si se trata de
nuestros hijos?

Ni siquiera la tradición de intercambiar obsequios tiene raíces cristianas.


En su libro 4.000 Years of Christmas: A Gift From the Age [4.000 años de
Navidad: Un regalo de las épocas] (1997), el sacerdote episcopal Earl
Count nos cuenta de la conexión histórica que existe entre el
intercambio de regalos durante los 12 días de navidad y las tradiciones
paganas de la antigua Babilonia. Además, el autor explica que la
tradición navideña del muérdago proviene de rituales mistéricos del
Druidismo, y el 25 de diciembre es una fecha relacionada con las
Saturnales romanas y no con Jesucristo.

¿Qué podemos decir del nacimiento de Jesús?

Pero, ¿qué sucede si nos deshacemos de todas las tradiciones paganas,


evitamos el consumismo y nos enfocamos solamente en el nacimiento
de nuestro Salvador? ¿No sería la Navidad una buena oportunidad para
hacerlo?

Como hemos visto, el 25 de diciembre no fue un día escogido


específicamente para honrar a Cristo; es una fecha escogida por quienes
no querían abandonar sus tradiciones paganas. Y, de hecho, las
Escrituras comprueban que Jesús no nació en esta fecha ni cerca de ella.

Veamos el relato en Lucas 2:8-11: “Había pastores en la misma región,


que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he
aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó
de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis;
porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el
pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
es CRISTO el Señor”.

Según el Adam Clarke’s Commentary [Comentario de La Santa Biblia de


Adam Clarke], “Ya que los pastores aún no habían llevado sus rebaños
de vuelta a casa, es bastante probable que este evento hubiera
sucedido antes del mes de octubre. Por lo tanto, el Señor no nació un 25
de diciembre, pues ya no habría ganado en los campos para entonces.
Debido a esto, la fiesta de Navidad de diciembre no debería ser
celebrada” (comentario de Lucas 2:8).

Y el Interpreter’s One-Volume Commentary [Comentario bíblico del


intérprete de un volumen] concuerda con esto: “Estos humildes pastores
estaban en el campo con sus rebaños de noche—lo cual es un aspecto
de la historia que se opone a la creencia de que el nacimiento (de Cristo)
ocurrió un 25 de diciembre, pues, durante esa fecha, el clima no hubiese
permitido tal cosa” (1971, comentario de Lucas 2:4-7).

¿Y qué hay de los magos?

Pero la fecha del día de Navidad no es el único aspecto de esta


celebración que se aleja de la realidad. En su libro Deslumbrado por la
Biblia, Joe Kovacs nos dice “Si alguien preguntara cuántos magos
estuvieron presentes frente al pesebre de Belén cuando Cristo nació,
seguramente la mayoría de las personas respondería ‘tres’. Pero estarían
equivocados. En realidad, ¡a respuesta correcta según la Biblia es…
cero!” (2008, p.3).

Esta es la verdadera historia—la que no encontraremos ilustrada en


ninguna representación navideñas: “Cuando Jesús nació en Belén de
Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos
magos,… Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y
postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron
presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:1, 11).

Como vemos, la Biblia no indica el número de magos que visitaron a


Jesús y tampoco dice que lo encontraron en un pesebre, sino en una
casa. En otras palabras, el popular relato de los tres magos que llegaron
al pesebre donde Cristo nació simplemente no es bíblico. Además, en
Mateo 2:16 leemos que el rey Herodes mandó matar a todos los niños de
Belén que tuvieran dos años o menos, lo cual también implica que había
pasado algún tiempo entre el nacimiento de Jesús y la visita de los
magos a aquella casa.

Pero, ¿qué diferencia hay?

Algunos se preguntarán: “¿Qué diferencia hay? Actualmente, esas


tradiciones paganas se han convertido en ‘cristianas’. ¿No las hace eso
aceptables?”

Si tratamos de encontrar la respuesta usando nuestro razonamiento


humano, discutiríamos interminablemente. Pero Dios dio instrucciones
específicas para adorarle. Es en la Biblia donde debemos buscar la
respuesta.

Y la encontramos en Deuteronomio 12:29-32: “Cuando jehova tu Dios


haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para
poseerlas…guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después
que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses,
diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo
también les serviré. No harás así al Eterno tu Dios; porque toda cosa
abominable que el Eterno aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun
a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidarás de
hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”.

Además, en Marcos 7:6-9, Jesús mismo dijo lo siguiente a los muy


religiosos fariseos: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como
está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos
de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas
mandamientos de hombres…dejando el mandamiento de Dios, os
aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de
los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes”.

A los ojos de Dios, sí hay diferencia; nuestro Creador quiere que le


adoremos como Él nos dice que lo hagamos.

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