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Saving capitalism

La sensación de querer ser escuchado desesperadamente y que nadie te escuche


Roberte Reich lo explica con algo que experimento en un trabajo que tenia de noche
en la radio, en el cual la política de este solo era poner canciones, pero una vez
quiso hablar con sus oyentes donde ofreció hasta 100 dólares si alguien que estaba
escuchando le llamaba para tener una breve discusión pero nadie llamo. Las
personas en EEUU tienen esa sensación en todo momento temen por su salario,
empleos sienten que no tienen voz política o económicamente hablando
La pregunta es por q se quedria salvar al capitalismo cual es el problema en ello
La mayoría de los ciudadanos dudan mucho del sistemacreen q son corruptos el
problema es si el sistema trabaja para la moyoria o para una elite

Para explicarse la tensión económica que los trabajadores en Estados Unidos han
sufrido durante las últimas décadas, se culpa a menudo a la globalización y el
progreso tecnológico. Si bien es cierto que hoy en día, las máquinas o los
trabajadores peor remunerados en otros países son capaces de realizar muchos
trabajos con un menor coste, estos dos factores no explican de ninguna manera lo
sucedido. Para Robert Reich, este razonamiento ignora, en particular, la
concentración de poder político cada vez mayor que la élite empresarial y
financiera ha obtenido, a través de la influencia que han tenido sobre las reglas
que rigen la economía. El debate actual entre la Derecha y la Izquierda sobre los
méritos del llamado “libre mercado” ha desviado la atención sobre la organización
actual de los mercados, muy diferente a la de hace medio siglo. Según el autor, la
organización actual no es capaz de proporcionar la seguridad y prosperidad
compartida que solía proporcionar. La concentración de poder es la razón principal
por la que los paquetes de compensaciones de los altos directivos de las grandes
compañías se han disparado, los salarios y perspectivas laborales se han reducido
y la clase media en Estados Unidos tiene menor seguridad laboral que hace una
década. En Saving Capitalism (Salvar el capitalismo), Reich explicará de forma
clara y argumentada que los mercados no existen sin reglas. Cuando las grandes
corporaciones, los principales bancos y los individuos más ricos tienen la mayor
parte de la influencia sobre dichas reglas, el resultado de los mercados les
favorece, y su riqueza e influencia política aumenta en un círculo vicioso sin fin.
Ahora bien, esta tendencia no es sostenible –ni económica ni políticamente–. Hoy
ya somos testigos de la frustración y el enfado creciente de un gran porcentaje del
electorado
estadounidense, que durante muchos años ha trabajado duro sin obtener
incremento salarial alguno. A lo largo de la obra, Robert Reich mostrará las
razones que han llevado al mercado a generar tales resultados y ofrecerá unas
primeras recomendaciones que se tendrán que llevar a cabo si queremos revertir
la situación y establecer un mercado que funcione y vuelva a garantizar
prosperidad para la mayoría de lo población. Aunque el autor se centra en Estados
Unidos, su análisis encuentra grandes resonancias con lo que está sucediendo en
otros países del mundo, empezando, en palabras de Reich, por Reino Unido.

padres. Y las reglas del juego eran básicamente justas. Pero hoy esta realidad ya
no existe. La confianza en el sistema se ha resquebrajado profundamente. La
aparente arbitrariedad e injusticia de la economía han mermado la confianza de la
población en las premisas fundamentales de la economía. El cinismo va en
aumento. Para la mayoría, el sistema político y económico parece fraudulento,
amañado a favor de los que se sitúan en la cúpula. La amenaza al capitalismo ya
no es el comunismo o el fascismo, sino la creciente pérdida de confianza en el
sistema por parte de la sociedad, necesitada de crecimiento y estabilidad. Cuando
la mayoría de la población deja de creer en el sistema, el contrato social se rompe.
En su lugar aparece la subversión, a pequeña y gran escala: hurtos menores,
fraude, soborno, corrupción. Además, los recursos económicos cambian
gradualmente de la producción a la protección. Sin embargo, opina Reich, aún
podemos cambiar esto, recreando una economía que funcione para la mayoría, y
no solo para unos pocos. A diferencia de lo que sostenía Karl Marx, no hay nada
en el capitalismo que lleve inexorablemente a una inseguridad económica en
ascenso y a un aumento de la desigualdad. Las reglas básicas del capitalismo no
están grabadas en piedra. Están escritas y puestas en práctica por humanos. No
obstante, para determinar qué debemos cambiar y cómo conseguirlo, el autor
considera fundamental analizar qué ha sucedido. Centrarnos en el debate sobre
los méritos del “mercado libre” desvía la atención sobre cuestiones fundamentales:
cómo el mercado ha logrado organizarse de una manera completamente diferente
a como lo hacía medio siglo atrás, por qué su organización actual no consigue
garantizar la prosperidad compartida que garantizaba antes, y cuáles deberían ser
las reglas básicas del mercado –porque, como insiste Reich, el mercado libre no
existe–. Para su propia existencia, los mercados dependen de reglas que regulan
sus cinco pilares básicos: la propiedad (lo que puede poseerse), el monopolio (el
grado de poder de mercado que está permitido), los contratos (qué puede
intercambiarse y bajo qué condiciones), la bancarrota (qué sucede cuando los
compradores no pueden pagar), y cómo se aplican estas reglas. Todo este
conjunto de reglas no existen por naturaleza. Las crean y las deciden las personas.
Durante las últimas décadas, estas reglas han sido modificadas, a medida que las
grandes compañías, Wall Street y los individuos ricos conseguían aumentar su
influencia sobre las instituciones políticas responsables de establecer dichas
reglas. De forma simultánea, se han desvanecido los actores que ejercían de
contrapeso al poder entre los años 30 y 70, y que permitieron a las clases bajas y
medias estadounidenses ejercer influencia en el sistema –tales como los
sindicatos, los pequeños negocios e inversores, y los partidos políticos anclados a
escala local y estatal–. La consecuencia ha sido un mercado organizado por
aquellos que poseen mayor riqueza y que pueden movilizarla para obtener aún
mayores ingresos. Si la democracia funcionase como debe, apunta Reich, los
cargos electos, responsables
El exsecretario de Trabajo de EE. UU. Robert Reich se reúne con ciudadanos de todas
las clases sociales mientras narra el cambio trascendental en la economía del país.

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