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TECNOLOGIA Y CULTURA Comenzaremos con la filosofia, porque pienso que nuestro pro- plema americano no consiste en que nuestra realidad es indémita, sino antes bien en el hecho de que no tenemos formas de pensa- miento para comprenderla. Por eso hemos precedido nuestra exposicién por una advertencia filos6fica, y por consiguiente quiero aclarar en qué sentido tomaré Ja filosofia, Quiza no podria tomarse el término mucho més alla que como una forma especial del pensar, en tanto este pensar, desde el punto de vista etimolégico, implica el concepto de pesar. Segtin esto el filosofar no es mas que un pesar Jo que nos ocurre. Filosofar sig- nifica entonces indagar puntos de mayor densidad en la retahila de problemas que nos afectan. Se trata de lograr los puntos de mayor consistencia, 0, si se quiere, la coherencia légica de lo que ‘ocurre, por side esta manera pudiéramos de alguna manera advertir el sentido de lo que ocurre. Si quiero construir una maquina para mejorar la bomba de agua, naturalmente me coloco en el plano del tecnélogo y, por consiguien- te, requiero una ciencia y delante un objeto que debo construir. Pero en el campo filos6fico se trata de hacer la reflexién sobre el conte- nido de conciencia, y meditar sobre cual es el sentido que tiene la accion de hacer una maquina. Claro que esto tiene sus consecuencias. No puedo pensar, en el sentido de pesar lo que acontece, si no concibo, desde el punto de vista filoséfico, una fusién entre sujeto y mundo. No puedo ir més alla de mi vivencia. El hecho de hacer una maquina no se explica sélo por la utilidad que ella nos brinda. Esto seria un plano superficial. Se trata de teflexionar sobre este tema en un plano més profundo, en donde me sumerjo en un horizonte de mayor comprensién, por cuanto Ros encontramos con nuestro propio existir en todos sus otros aspec- 94 GEOCULTURA DEL HOMBRE AMERICANO tos, en los que se esconde el motivo por el cual en wltima instancia hago la maquina, Se trata de recuperar de esta manera el horizonte quizé demasiado humano en el cual se desplaza la técnica. Hacer una maquina no es entonees filosdficamente fundamental, sino que lo es el que, primero, estemos nosotros, y segundo, que querramos hacer una maquina. La maquina se convierte en un epi- sodio de nosotros mismos. Puedo evitar esto ultimo y residualizarlo, en el sentido de desecharlo, pero con eso nada resuelvo, porque lo cierto es que tengo que tolerarlo, La prueba esta en que mi existen- cia puede incluso incidir en la maquina, por el simple hecho de no querer hacerla, y no habré maquina. «A esto me conduce el pensar que me brinda Ja posibilidad de encontrar el grado de gravitacién del hecho de estar haciendo una maquina, pero claro esta en mi més pura e irremediable subje vidad, pero donde sin embargo recuperé los grados de verdad de mi quehacer. Y sélo a partir de esa subjetividad, situada a su vez aqui en este lugar en el cual estoy condenado a existir, preguntaré por cultura y época. Cultura y época es lo mismo que decir cultura y ciencia, 0 cultura y tecnologia. En el plano de la generalidad 0 de la abstraccién, la cultura, tomada como lo hacemos a nivel antropoldgico, implica siempre algo recesivo residual respecto a la tecnologia. No se tole- ran ambos campos. Destacamos a la tecnologia o la cultura, pero dificilmente implicamos una en otra. Tomamos generalmente cul- tura como entretenimiento. Pero eso hace al quehacer dentro de una cultura, América es pluricultural. En general, cultura implica una ubicacién, pertenece a una comu- nidad y presenta aspectos peculiares que hacen que distintas cultu- ras se diferencien entre si. En este sentido la tecnologia, como es un.producto de nuestra época, es algo general que trasciende las fronteras y que, al contrario de las culturas, es esencialmente di- namica, Mencionaré a este efecto, y con el fin de encarrilar el tema, un episodio, que, si bien no es totalmente significativo, sin embargo encierra graficamente el problema central de cultura y tecnologia aqui en nuestra América. En un libro mio, publicado en México hace algin tiempo, dedico todo un capitulo a un episodio que me habia ocurrido cuando reali- zaba mi trabajo de campo en Bolivia. Le insistimos a un campesino aymara que compre una bomba hidraulica, porque era evidente que Ja necesitaba. Tenia una pequefia majada de animales flacos y sucios que pastaban en una altiplanicie seca y 4rida. Le dijimos que habia oNTOLOGiA CULTURAL 95 una oficina del Estado boliviano que le facilitaria el erédito nece- sario, Ademés, todos los integrantes de la comunidad podrian pagar- la a plazos, de tal mado que no tendria mayores problemas eco- némicos. La proposicién era alentadora y conveniente. Sin embargo, el campesino no nos contestaba. El hijo, que estaba mas adaptado a Ia cultura occidental, se limité a balbucear una respuesta, y lo cierto es que no querian comprar la bomba, El caso indudablemente es aislado, pero hondamente significativo. Es probable que encontremos otros campesinos que no actuarian de esta manera. Sin embargo, hace muchos afios que se insiste y los indigenas aymarés siguen en las mismas condiciones que antes. No hay manera de inculcarles una tecnologia para facilitar su tra- bajo y mejorar sus condiciones. ‘Ahora bien, en vista de este episodio iniciemos una demostracién por el absurdo. Partamos entonces de la tesis de que América no tolera una tecnologia y que aqui naufragan todas las presuntas universalidades que solemos manejar. Y hagamos asi porque en- tonces es probable que logremos profundizar el problema. Ante todo, lo que se cree que hay que decir sobre el tema, suele darse en un plano excesivamente consciente. Desde la época del Descubrimiento, hasta Ja fecha, los procedimientos que se basaban en lo que licida y conscientemente se debia decir y hacer no tuvo resultados. El obsticulo parece radicar en Ja peculiaridad de nuestra América. Es claro que algo debe ocurrir cuando Espafia no logra espafiolizar totalmente a América, ni la Iglesia pudo cristianizarla, nj la burguesia europea y norteamericana pudo convertirla total- mente en un mercado de consumo, ni las doctrinas revolucionari: marxistas 0 fascistas pudieron encontrar campo propicio, y por con- siguiente tampoco la tecnologia, por mas bien intencionada que sea, Podré imponerse totalmente, sino con violencia, y no con la euforia de la coincidencia, Supongamos también que quien diga lo contrario, lo hara porque no conoce a América y porque la ve como una tierra de nadie donde todo lo podemos introducir, desde planes de educacién hasta pro- gramas marxistas, desde maquinas hasta la vestimenta patentada en el extranjero, A esto podemos agregar una tesis social y es que creemos que Podemos hacer cualquier cosa en América, porque pertenecemos a una clase media, muy pequefia aunque muy heroica, formada a la cecidental, y que se refugia en las plantas urbanas para defender Su tesis, Occidente nos provee para ello de un material ponderado

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