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No se amolden al tiempo
presente
No se amolden al tiempo
presente
Las relaciones Iglesia-sociedad
en los documentos de la
Conferencia Episcopal del Uruguay (1965-1985)
MONTEVIDEO 2009
© 2009, OBSUR.
OBSUR
Observatorio del Sur
José Enrique Rodó 1727
(11200) Montevideo - Uruguay
Tel. (598-2) 409 08 06
E-mail: obsur@adinet.com.uy
http://www.obsur.org.uy
Imagen de portada:
Pbro. Ricardo Ramos, La nueva creación,
retablo en acrílico y dorado a la hoja, 2007.
ISBN 978-9974-670-60-0
1ª Edición, junio 2009.
Impreso en Uruguay.
CONTENIDO
PRESENTACIÓN
Pbro. Oscar A. Chapper
Observatorio del Sur (OBSUR) ............................................................................ 21
PRÓLOGO
Pbro. Antonio Bonzani
Rector de la Facultad de Teología del Uruguay .................................................... 23
INTRODUCCIÓN GENERAL ...................................................................... 27
1. El plan del trabajo ..................................................................................... 31
2. El marco en el que de hecho se situó este trabajo ..................................... 33
2.1.Mi objetivo es dar cuenta de, comprender, evaluar un recorrido ....... 33
2.2.En un período excepcional para la Iglesia y para el país .................... 34
2.3.Entre la implicación del protagonista
y la distancia de quien analiza ............................................................ 34
2.4.La necesidad de tener en cuenta las raíces ......................................... 35
3. Observaciones metodológicas ................................................................... 37
3.1.El corpus de documentos colectivos de la CEU,
entre 1965 y 1985 ............................................................................... 37
3.1.1. Definición del corpus ............................................................. 37
3.1.2. Otras tipificaciones al interior del corpus .............................. 38
3.2.La periodización y los criterios que la guiaron .................................. 39
3.3.Jerarquización de textos al interior del corpus ................................... 39
3.4.El tratamiento del contexto secular .................................................... 41
3.5.Y del contexto eclesial ....................................................................... 42
3.6.Lectura teológica de un recorrido ....................................................... 45
3.6.1. El valor teológico del recorrido ............................................. 45
3.6.2. Explicitando cuestiones clave ................................................ 46
4. Aclaración sobre la perspectiva de la recepción ....................................... 48
PREÁMBULO HISTÓRICO
ELEMENTOS PARA SITUAR LAS RELACIONES
IGLESIA-SOCIEDAD-ESTADO EN LA HISTORIA URUGUAYA
(HASTA 1965)
INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 53
PARTE I
PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR:
LOS OBISPOS CONSUSTANCIADOS Y SOLIDARIOS
CON EL PUEBLO, PREOCUPADOS POR LA CRISIS (1965-1973)
INTRODUCCIÓN:
Observaciones generales y delimitación de la etapa.................................... 124
PARTE II
SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA:
¿CÓMO EVANGELIZAR EN UN TIEMPO DE ESTUPOR
Y DESCONCIERTO? ¿NO HABREMOS BUSCADO
UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? (1973-1981)
CAPÍTULO 5: ¿No habremos andado buscando una solidaridad sin Dios? ... 381
5.1.Los documentos entre 1976 y 1981.................................................. 382
5.2.Idas y vueltas de un ambicioso Plan pastoral ................................... 385
5.3.Proteger y robustecer la identidad católica....................................... 388
5.3.1. Pero, ¿qué es lo que amenaza la identidad católica? ............ 390
5.3.2. Primacía a la referencia al Dios de Jesucristo ...................... 392
5.3.3. Reforzar la formación, afirmar lo doctrinal ......................... 394
5.3.4. Revalorizar la cultura y la historia de nuestro pueblo .......... 395
5.4.Acercarse a la realidad con ojos de pastores ................................. 399
5.4.1. ¿Qué realidades preocupan a la Iglesia uruguaya
en estos años?: las miradas de la CEU ................................. 399
5.4.2. Más en concreto todavía ...................................................... 402
5.4.3. Restaurar incluso todo el orden temporal ............................ 405
CAPÍTULO 6: Caminando con Cristo en la historia de nuestro pueblo ..... 410
6.1.Primeros signos de la transición democrática (1981) ....................... 410
6.2.La persistencia de una óptica más abierta ........................................ 411
6.3.¿Señal de un nuevo despertar? ......................................................... 413
CAPÍTULO 7: Acentos que marcan el pensamiento de la CEU en estos años ... 416
7.1.De la lectura de los signos de los tiempos
a la animación de lo temporal........................................................... 416
7.2.El predominio acordado a la renovación interior ............................. 418
7.3.Desplazamiento de Dios, materialismo, crisis de la sociedad .......... 418
7.4.El regreso del laicismo ..................................................................... 419
7.5.Promoción humana y evangelización: una relación poco clara........ 420
7.6.Escaso reconocimiento del pluralismo de la sociedad uruguaya...... 420
7.7.Ocaso de la dimensión escatológica ................................................. 421
7.8.Defender la identidad católica .......................................................... 421
PARTE III
TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN:
EN SOLIDARIDAD Y ESPERANZA
CON TODOS LOS HERMANOS URUGUAYOS (1981-1985)
1
Cf. Antonio BONZANI, La teología en el Magisterio Episcopal de Medellín, Mon-
tevideo, 1992, tomo I, pp. 57s.
2
Recordamos aquí, por ejemplo, la publicación (parcial) de la tesis para el doctorado
en Teología (Nº 2 de nuestra Facultad), de la investigación del Pbro. Carlos Eduardo
SILVA GUILLAMA, El sacerdote en el Magisterio Episcopal de la Iglesia que peregri-
na en Uruguay (Extracto), Montevideo, 2005, 139 pp., que analiza el concepto de
sacerdote entre 1965 y 1992 y también se detiene a considerar, si bien no es tema
24
específico de la investigación, la Iglesia en el Uruguay, entre 1965 y 1992. Cf. ID., p.
10: se trata del Cap. 4 del manuscrito: pp. 166-207.
También la tesis doctoral del Pbro. Richard ARCE, La recepción del Concilio Vatica-
no II en la Arquidiócesis de Montevideo (1965-1985), Montevideo, 2008, 492 pp. Se
trata de la disertación para el doctorado en la Facultad de Teología de la Pontificia
Universidad Gregoriana de Roma, llevada a cabo el 2 de diciembre de 2006.
También se está en la etapa conclusiva de la tesis doctoral del Padre Carlos SA-
NABRIA, sdb, Génesis y desarrollo de la restauración del diaconado como grado per-
manente de la Jerarquía en la Provincia Eclesiástica del Uruguay desde los pronuncia-
mientos de su Conferencia Episcopal del Concilio Vaticano II a Aparecida (1965-2007).
3
Cf. por ejemplo, Silvia SCATENA, In populo pauperum. La Chiesa Latinoame-
ricana dal Concilio a Medellín 1962-1968, Bologna: Società Editrice Il Mulino,
2007, 545 pp.
4
Cf. BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana, del 22 de diciembre de
2005, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua española), del 30 de diciembre de
2005, pp. 10s.
25
no sólo en ese curso sino en varias otras ocasiones con diversos grupos
de sacerdotes, sobre todo de Montevideo, quedó sin embargo como un
material interesante, susceptible de ser analizado con mayor atención,
pero en definitiva encarpetado. Tiempo después, una serie de circunstan-
cias se combinaron para que surgiera la posibilidad de retomarlo y
retrabajarlo con mayor rigor y amplitud. Esta investigación comenzó su
camino en 1995 y se prologó con diversos ritmos hasta la fecha ya citada.
Tengo que decir que, desde ese primer análisis rápido e incompleto,
pude apreciar por cierto la significación de ese material para la Iglesia
uruguaya, pero tal vez también para el conjunto de nuestra sociedad, por-
que los años que corren desde 1965 conocieron un fenómeno realmente
nuevo, como fue el ingreso de la Iglesia católica, y concretamente de sus
obispos, en la vida pública del país. Una Iglesia que con rarísimas excep-
ciones, desde la separación con el Estado (1917-19), se había mantenido
como al margen de la sociedad oriental, desarrollando su vida y su acción
por carriles paralelos. Teniendo enfrente, y casi como su espejo, la con-
vicción muy extendida en las elites gobernantes y las formadoras de opi-
nión, de que lo perteneciente al campo de la religión, la acción y la pala-
bra de la Iglesia (y de cualquier grupo religioso) era de resorte
exclusivamente privado, sin significación o interés para el conjunto de la
comunidad uruguaya y su construcción. Este tenaz prejuicio, que persiste
de manera considerable hasta el día de hoy, y que fue extrañamente
interiorizado en el mismo campo católico, alcanzó un innegable éxito en
su penetración en la mentalidad uruguaya promedio.
Esto fue precisamente lo que, mirado al menos desde la Iglesia, desde la
docencia episcopal en la ocasión, saltó en pedazos en esos años, con las
consiguientes reacciones de diverso tipo que ello provocó en la sociedad,
o al menos en los sectores con más poder de incidencia en la conforma-
ción del convivir uruguayo. De allí surgió el desafío de un análisis deteni-
do de esta evolución, no con la pretensión de dar explicaciones acabadas
(se trata en efecto de un fenómeno muy reciente y en evolución), sino de
abrir caminos para la reflexión y la práctica, en la Iglesia ante todo, pero
también, en la medida de eventuales intereses, en círculos más amplios.
Sintetizando mucho y como pincelada introductoria, creo que es justo
afirmar que la separación Iglesia-Estado en el país, y en los hechos más que
en la fórmula constitucional, resultó muy tajante, y durante los primeros 20
o 30 años en general beligerante, llevando a que la Iglesia se replegara
INTRODUCCIÓN GENERAL 29
1
Para completar y fundamentar esta breve síntesis, remito al Preámbulo histórico:
elementos para situar las relaciones Iglesia-sociedad-Estado en la historia uruguaya
(hasta 1965), ver p. 51.
2
Antiguo nombre de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. A la teología de la
Iglesia de esta época se le llama también eclesiología de manuales, y estaba caracteriza-
da por la preeminencia dada a las dimensiones societaria y jerárquica, así como al enfoque
apologético y centralizado en torno al primado papal. Aunque comenzaban a aparecer
nuevas tendencias, en la relación con la sociedad lo predominante era la definición de la
30 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
3
Es lo que por otra parte plantea para la interpretación con perspectiva del Vaticano
II el profesor Giuseppe ALBERIGO en La condición cristiana después del Vaticano
II, en G. ALBERIGO y J.-P. JOSSUA (ed.), La recepción del Vaticano II, Madrid: Ed.
Cristiandad, Senda Abierta 11, 1987, p. 17s.
36 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
4
Concretamente, el tema de la conferencia versó sobre las relaciones entre los textos
del Vaticano II y el acontecimiento mismo.
Ver M. T. FATTORI y A. MELLONI (a cura) Levento e le decisioni: studi sulle
dinamiche del Concilio Vaticano II, Bologna: Società Editrice Il Mulino, 1997.
INTRODUCCIÓN GENERAL 37
3. OBSERVACIONES METODOLÓGICAS
5
En este número no están comprendidos dos de los tres memorandos que durante el
período dictatorial los obispos dirigieron a las autoridades de facto, secretos en el mo-
mento en el cual fueron escritos y entregados, y que hasta el día de hoy no se encuen-
tran en los archivos de la Conferencia Episcopal del Uruguay. El tercero se conoce por
una publicación italiana, como lo señalaré en su momento.
6
Según consulta hecha a monseñor Carlos Nicolini, poco antes de su temprana muer-
te en 1991.
INTRODUCCIÓN GENERAL 39
de inflexión o ruptura. Viene al caso señalar que los límites entre las
etapas no son rígidos, sino que buscan ayudar a comprender mejor los
momentos de un mismo proceso.
La explicitación de los límites y criterios que sustentan la determina-
ción de cada etapa están incluidos en el cuerpo de mi estudio, al comien-
zo de cada una de ellas.
gen más pura del pensamiento de la CEU en esos momentos. Pero el hecho
de conocer sólo uno de los tres, y el que tengan por destinatario exclusivo a
las autoridades de facto me ha conducido a la opción que tomé.
Buscando evitar al máximo imágenes distorsionadas del corpus, que
podrían ser causadas por esta mayor importancia y atención prestada a
algunos documentos, he reproducido en un anexo abundantes extractos
de todos los textos analizados, de modo que también la jerarquización
operada pueda ser situada en su justo término.
7
Gilles ROUTHIER, La réception dun concile, Paris: Éd. du Cerf (Cogitatio Fidei
174), 1993, pp. 114, 115 y 119 (la traducción de este y otros textos es mía, salvo indica-
ción en contrario)
En cuanto a la prescindencia de los factores socio-históricos, un buen ejemplo urugua-
yo es el artículo de N. COTUGNO, La eclesiología a los 30 años del Concilio y en el
umbral del tercer milenio, Soleriana 4, 1995, pp. 61-93, muy especialmente en la parte
dedicada a una cierta evaluación del recorrido pastoral de la Iglesia de Montevideo.
42 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
8
G. ROUTHIER, op. cit., pp. 137 y 139.
Cf. también los trabajos referidos al contexto eclesial en G. ALBERIGO y J.-P.
JOSSUA, op. cit.
9
No está demás aclarar que hay todavía mucha documentación a la que no he tenido
acceso, así como numerosos testimonios personales que podrían enriquecer mi trabajo.
Aunque la tentación fue persistente, no era mi objetivo escribir una especie de historia
de la Iglesia uruguaya en el pasado reciente, aunque creo que lo hecho aporta bastante a
esa tarea necesaria.
44 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
10
De hecho, en el momento de tener que tomar algunas decisiones importantes en
este campo, pude confrontar mis intuiciones y las observaciones recibidas, con colegas
de la Facultad de Teología del Uruguay Mons. Mariano Soler, sobre todo con aque-
llos que trabajan en el área de la teología fundamental. El aporte de Pablo BONAVÍA,
Hacer Teología hoy, fue publicado luego en Soleriana 11, ene.-jun. 1999, pp. 139-
143. No cité expresamente, aunque tuve en cuenta en la misma ocasión el aporte de
Jerónimo Bórmida, capuchino.
46 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
11
Ibid., p. 142. Bonavía remite a las afirmaciones de Y. M.-J. CONGAR, Situation et
tâches présentes de la théologie, Paris: Éd. du Cerf, 1967, p. 72. Y concluye: Tomarse
en serio los hechos históricos en su irreductible autonomía y consistencia forma parte
por tanto de una sana metodología teológica.
INTRODUCCIÓN GENERAL 47
que, RSPT 56, 1972, p. 370. Congar advierte que la recepción
pertenece al ámbito
de una teología de comunión, que por su parte requiere una teología de las Iglesias
locales, una pneumatología, y también una teología de la Tradición y un sentido de la
conciliaridad profunda de la Iglesia (p. 392).
13
Op. cit., p. 62. Y en otro lugar, de forma más desarrollada: Proceso de asimila-
ción, la recepción es indisociablemente proceso de comunión [
] Realizada por una
Iglesia local, en la sinergia de todos los miembros que la componen y que confiesan su
fe bajo la presidencia de su obispo, la recepción de las decisiones de un concilio, hace
vivir en comunión a esta Iglesia local, en el espacio, con las demás Iglesias locales
diseminadas por el mundo, y en el tiempo, con la fe confesada por las Iglesias desde los
apóstoles (p. 168). Remito, por otra parte, a la completísima bibliografía de esta obra.
INTRODUCCIÓN GENERAL 49
14
Publicado luego en Soleriana 5, 1996/1, pp. 13-39. A partir de ese texto fue que se
me solicitó estudiar la actuación de los obispos uruguayos en el Vaticano II.
15
G. ALBERIGO, Fedeltà e creatività nella ricezione del Concilio Vaticano II,
Cristianesimo nella storia 21, 2000, p. 384. El autor refiere a G. ROUTHIER, Orienta-
menti per lo studio del Vaticano II come fatto di ricezione, en Levento e le decisioni
,
pp. 465-499.
16
Ver también H. LEGRAND, J. MANZANARES y A. GARCÍA (dir.), La recep-
ción y la comunión entre las Iglesias. Actas del coloquio internacional de Salamanca,
8-14 abril 1996, Salamanca: Departamento de Publicaciones de la Universidad
Pontificia, 1997.
50 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
17
J.-M. TILLARD, El Informe Final del último Sínodo, Concilium 208, nov.
1986, p. 393. Al comentar ese documento del Sínodo de Obispos de 1985, el autor
advierte que
a los obispos les faltó tiempo para que su texto expresara de una
manera totalmente adecuada lo que nosotros llamaríamos el estado de la recepción
del Vaticano II [
] Pero, por otra parte, esta situación tiene un reverso positivo: per-
mite captar de modo vivo la conciencia habitual del episcopado frente al Concilio,
veinte años después de su celebración.
18
Richard ARCE, La recepción del Concilio Vaticano II en la Arquidiócesis de Mon-
tevideo (1965-1985), Montevideo: OBSUR-Facultad de Teología del Uruguay, 2008.
PREÁMBULO HISTÓRICO
Este preámbulo busca ser una introducción necesaria para poder proce-
der al estudio del pensamiento de los obispos uruguayos, en lo que tiene
que ver con la relación Iglesia-sociedad-Estado en el país, en dos décadas
especialmente densas, como fueron las que van desde la clausura del Con-
cilio Vaticano II (diciembre de 1965) hasta el final de la dictadura en
Uruguay (marzo de 1985). En esos veinte años, el modo de situarse del
episcopado (y en buena medida de toda la Iglesia) en la sociedad y con
relación al Estado, conoció cambios importantes, en el sentido de una
mayor presencia y protagonismo, con las reacciones que ello provocó.
Por eso, para lograr comprender ese período clave, me parece necesa-
rio presentar, en sus grandes rasgos, un marco que sirva como referencia
y contraste para poder apreciar mejor las posibles continuidades, evolu-
ciones, rupturas. Este es el propósito de las páginas que siguen, que pre-
tenden presentar un panorama sucinto de la cuestión (un poco más traba-
jado en los años cincuenta y mitad de los sesenta), en la relativamente
corta historia de la Iglesia (y el país) en estas tierras, si tomamos en cuen-
ta como fecha de partida los tiempos de la erección de la primera dióce-
sis, contemporáneos del comienzo del proceso secularizador (mediados
del siglo XIX), según opinión común de los historiadores uruguayos. Está
casi demás decir que en este material introductorio no pretendo profundi-
dad ni originalidad, sino solamente agrupar y ordenar, en la mayoría de
54 PREÁMBULO HISTÓRICO
1
Contemporáneamente a la redacción de esta sección, los historiadores Gerardo
CAETANO y Roger GEYMONAT publicaron La secularización uruguaya (1859-1919).
Tomo 1. Catolicismo y privatización de lo religioso, Montevideo: Taurus-OBSUR, 1997.
Esta obra de casi 300 páginas, que se detiene sin embargo en 1919, desarrolla mucho
más cuidadosamente el asunto, y a ella remito, teniendo en cuenta además que con los
autores reflexioné y trabajé algunas cuestiones centrales.
2
Existen sólo estudios parciales sobre la historia del catolicismo uruguayo, como el
de Juan VILLEGAS, en AA.VV. Historia general de la Iglesia en América Latina, IX,
Cono Sur (Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay), Salamanca: CEHILA-Sígueme, 1994
(llega hasta 1808). Especialmente sugerente me ha resultado el estudio de Carlos
ZUBILLAGA y Mario CAYOTA, Cristianos y cambio social, Montevideo: CLAEH,
Serie Investigaciones, Nº 26, 27 y 28, 1982 (utilizo esta primera versión, no idéntica a
ID., Cristianos y cambio social en el Uruguay de la modernización (1896-1919) Mon-
tevideo: CLAEH-Ed. de la Banda Oriental, 1988).
Con pretensiones de mayor globalidad, pero desiguales y sobre todo débiles a partir
de los años veinte de este siglo: AA VV, La Iglesia en el Uruguay. Estudios históricos.
Libro conmemorativo en el Primer Centenario de la Erección del Obispado de Monte-
video. Primero en el Uruguay. 1878-1978, Montevideo: Cuadernos del ITU, 4, 1978.
Daniel BAZZANO et al., Breve visión de la historia de la Iglesia en el Uruguay, Mon-
tevideo: OBSUR-Librería San Pablo, 1993.
Otros intentos de interpretación global y más de tipo ensayístico: Juan Luis SEGUN-
DO y Patricio RODÉ, Presencia de la Iglesia (Enciclopedia Uruguaya, 37), Montevi-
deo: Editores Reunidos-Arca, 1969; Alberto METHOL FERRÉ, Las corrientes religio-
sas (Nuestra Tierra, 35), Montevideo: Ed. Nuestra Tierra, 1969.
Ver también Hans-Jürgen PRIEN, La historia del cristianismo en América Latina,
Salamanca: Sígueme, 1985. Esta obra monumental llega hasta 1976 para Uruguay, pero
con un inevitable grado de generalidad.
INTRODUCCIÓN 55
3
G. CAETANO y R. GEYMONAT, op. cit., p. 24. De la obra de Joan ESTRUCH, El
mito de la secularización, en R. DÍAZ-SALAZAR, S. GINER y F. VELASCO, For-
mas modernas de religión, Madrid: Alianza, 1994, pp. 271ss. El capítulo de Caetano y
Geymonat dedicado a Visiones y revisiones sobre la secularización uruguaya, con su
muy abundante bibliografía, ocupa las pp. 15-38.
4
Ver también para esto a G. CAETANO y R. GEYMONAT, op. cit., p. 21s y notas.
CAPÍTULO 1
1
Diario de Sesiones de la Convención Nacional Constituyente (DSCNC), tomo 4, p.
346. Tomado de C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., p. 460, nota 27.
2
Cf. D. BAZZANO, et al., op. cit., pp. 64-105. Los autores ubican como fecha inicial
de lo que llaman el proceso de secularización de nuestra sociedad, el 18 de abril de
1861, con el decreto de secularización de los cementerios. Y establecen una lista de
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 57
5
Para el caso francés utilizo a Emile POULAT, Liberté, laïcité. La guerre des deux
France et le principe de modernité, Paris: Éd. du Cerf-Cujas, 1988; y La laïcité au nom
de lÉtat, Documents Épiscopat Nº 15, Paris: Secrétariat Général de lÉpiscopat, 1990.
Para el caso uruguayo, en el que la bibliografía sobre el tema preciso es poca, me remito
a Pablo DA SILVEIRA, Laicidad, esa rareza, Prisma 4, julio de 1995, pp. 154-185.
6
Mientras que la ley de separación en Francia (art. 2 de la ley de 1905) establece
netamente que La République ne reconnaît, ne salarie ni ne subventionne aucun
culte
, en el caso de la Constitución uruguaya de 1917 se dice más modestamente que
El Estado no sostiene religión alguna
(art. 5). Aunque las interpretaciones de cada
texto varíen, en el primero se trata de no reconocimiento, mientras que en el segundo
más bien de neutralidad.
7
Ver por ejemplo E. POULAT, La laïcité au nom de lÉtat, p. 9s.
8
Tiene por ejemplo una alta carga simbólica el hecho de que ocho meses después de
que la Constitución de 1917 entrara en vigor (1º de marzo de 1919), el 23 de octubre, el
Gobierno nacional hizo aprobar la Ley de secularización de feriados religiosos, con
denominaciones que han tenido diversa fortuna en los usos de la población.
9
Utilizo este término con el contenido que le da E. Poulat en el ya citado La laïcité au
nom de lÉtat, p. 3, como proceso legal, distinguido de la secularización, considerada
un proceso social.
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 59
10
El proceso de secularización uruguayo, o lo que comúnmente se llama, sobre todo en
ambientes católicos del país, el laicismo uruguayo, ha sido todavía relativamente poco
estudiado como tal. Los primeros análisis surgen significativamente con el comienzo de la
crisis del Uruguay batllista, identificado en buena medida con ese proceso.
Un trabajo pionero, y todavía no superado, es el ya citado del metodista Julio de
SANTA ANA. Antes que él (y muy utilizadas en su trabajo), las referencias más impor-
tantes, sin ser un estudio directo de la cuestión, las debemos a Arturo ARDAO, en sus
varias obras sobre la evolución de las corrientes de pensamiento en Uruguay.
En el campo católico, trabaja parcialmente el tema en esos mismos años Galo
MARTÍNEZ ARONA, Función de la Iglesia en la cultura nacional, Montevideo: Ed.
Ap. OCE., 1966.
Bastante antes, Eduardo PAVANETTI, sdb, publicó en 1952 su libro El laicismo
superado en su historia y en sus dogmas, Montevideo: Editorial Don Bosco, 1952. Se
trata de un grueso volumen de más de 600 páginas, demostrativo de la casi nula aten-
60 PREÁMBULO HISTÓRICO
ción a la realidad concreta uruguaya: el mismo autor reconoce que
parece, a prime-
ra vista, escrito para Francia y no para nuestra Patria. Pensé que al prescindir de los
hechos nacionales, facilitaría la obra de las ideas (p. 12). Para él, el laicismo es
un producto importado de la Francia revolucionaria y masónica, sin arraigo en nues-
tra tradición
, por lo que es mejor conocerlo en su origen e intenciones (Ibid.).
En nuestros días ha surgido un nuevo interés por la cuestión en el campo católico,
ambientado por lo que parece una nueva ubicación de lo religioso en el país. En los
meses de setiembre, octubre y noviembre de 1995, el Observatorio del Sur (OBSUR)
realizó un curso sobre El proceso de Secularización en el Uruguay: apuntes para un
análisis renovado. Adopto su perspectiva general en esta parte. Este curso adelantaba
las principales hipótesis y una especie de presentación sintética del libro de Caetano y
Geymonat, editado luego en 1997.
También se ha ocupado recientemente del tema José P. BARRÁN, en Iglesia católica
y burguesía
, aunque de manera más indirecta.
11
Sigo fundamentalmente el análisis que hacen D. BAZZANO et al., op. cit., pp. 42-
46 y 72-73, rescatando las observaciones que consigna el P. José Ignacio Víctor
Eyzaguirre, sacerdote chileno que pasó por Montevideo a mediados de 1856, en gira de
promoción de la creación del Colegio Pío Latino Americano de Roma.
Aunque su análisis comienza sobre el final del siglo, es una preciosa guía la obra de
Zubillaga y Cayota. Me han sido igualmente de mucha utilidad el enfoque general y las
observaciones de Caetano y Geymonat, en el citado curso de OBSUR.
12
Para J. de SANTA ANA, op. cit., p. 86, y BARRÁN, op. cit., p. 5, esta debilidad del
catolicismo (poca importancia de la influencia de la Iglesia, la llama el primero), es
una de las causas que explica que el proceso de secularización se haya dado con tanta
rapidez en Uruguay.
13
Hijo tardío de los Borbones del siglo XVIII, llama BARRÁN, op. cit., p. 5, a lo
que hoy es el Uruguay. Y J. de SANTA ANA, se refiere a una
debilidad institucio-
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 61
nal y teológica del catolicismo hasta la mitad del siglo XIX [
] ¿Hubo alguna vez
verdadera cristianización del Uruguay? Por cristianización no entendemos única-
mente el bautismo de los habitantes de un país, sino la conformación de la vida social
y cultural del mismo a partir de pautas cristianas. Su respuesta es negativa, ya que
la presencia católica durante la colonización careció del rigor doctrinal y del
celo expansivo que mostró en otras partes de América (op. cit., pp. 87s y 92).
Idéntica falta de arraigo de la Iglesia en nuestra tierra señala Juan J. ARTEAGA,
Una visión de la Historia de la Iglesia en el Uruguay, en AA VV, La Iglesia en el
Uruguay, op. cit., p. 9.
14
Ver, por ejemplo, A. METHOL FERRÉ, op. cit., pp. 8-39.
15
No es inocente este juicio histórico, para concepciones posteriores, como lo vere-
mos en la Conferencia Episcopal del Uruguay en los años setenta, ya que alentará (o no)
a remitirse teológica y pastoralmente a un pasado católico de Uruguay. Más allá de las
apreciaciones sobre el grado de densidad histórica de esa primera evangelización de
estas tierras, por lo menos hay práctica unanimidad en decir que no sobrevivió, o que
abortó, para utilizar la expresión de J. J. ARTEAGA, op. cit., p. 10. Las razones tienen
que ver estrechamente con el proceso de secularización.
Me resulta muy sugerente (para nuestra manera de pensar el país y la Iglesia en él) la
opinión de METHOL FERRÉ (op. cit., pp. 19-39), quien vincula la derrota del proyecto
artiguista con lo que él llama agotamiento de la cristiandad. Seguramente no es
ajeno a esta cuestión el importante papel jugado por líderes católicos notorios como
Francisco Bauzá y Juan Zorrilla de San Martín, en la reivindicación polémica de la
tradición hispánica el primero, y de la figura de Artigas el segundo, como consignan C.
ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., p. 87s. Se trata, sin embargo, de una cuestión
que supera completamente los límites de este trabajo.
62 PREÁMBULO HISTÓRICO
16
C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., pp. 85 y 88. Sobre los Curas de la
Patria, ver D. BAZZANO et al., op. cit., pp. 20-24.
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 63
17
Analizando algunas prácticas de índole religiosa, Barrán califica así a los dos ban-
dos uruguayos:
el Montevideo blanco, criollo y español del Cerrito [
] la ciudad
colorada, ítalo-francesa, argentina y oriental del Sitio Grande, en Historia de la sen-
sibilidad en el Uruguay. Tomo II. El Disciplinamiento (1860-1920), Montevideo: Ed. de
la Banda Oriental-Facultad de Humanidades y Ciencias, 1990, p. 16).
18
D. BAZZANO et al. citan un informe de Mons. Jacinto Vera al nuncio en Buenos
Aires, en 1861, en que consigna, para los 235.000 habitantes del país (25% extranjeros),
13 sacerdotes uruguayos y 71 extranjeros, en un total de 26 parroquias (ver op. cit., p. 47).Y
en la p. 34 señalan los factores tanto políticos como eclesiásticos de esa inestabilidad.
19
José P. BARRÁN, Iglesia católica y burguesía
, pp. 8 y 19.
A pesar de algunas matizaciones en cuanto a la severidad del juicio sobre el clero de
esa época, D. BAZZANO et al., op. cit., pp. 46-50, hacen ver la prioridad que atribuyó
a ese problema Mons. Jacinto Vera y la vigorosa política de promoción de un clero
autóctono y bien formado que emprendió.
Otra causa de la debilidad y desorganización, relacionada con el clero, la señala G.
FURLONG, sj, La Santa Sede y la Emancipación Hispanoamericana, Buenos Aires:
Ed. Theoria, 1957, p. 118s: Quienes se quejan de que la Santa Sede no reanudara
desde los inicios de la guerra de emancipación, sus relaciones con las repúblicas ame-
ricanas, no tienen en cuenta las corrientes heterodoxas y hasta antipapales que hubo
en algunas regiones, provocadas o iniciadas por clérigos de conciencia laxa o de am-
biciones desmedidas (citado por J. de SANTA ANA, op. cit., p. 89).
20
ID., op. cit., p. 90
64 PREÁMBULO HISTÓRICO
21
Sigo de manera especial, también aquí a D. BAZZANO et al., op. cit. pp. 47-74; a
Zubillaga y Cayota, lo mismo que las sugerencias de Caetano y Geymonat. Tengo igual-
mente en cuenta los trabajos de Rodé y Segundo, y Methol Ferré, ya citados.
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 65
22
En los tiempos inmediatamente anteriores y posteriores a la presentación de este
trabajo como tesis doctoral, en febrero de 2007, se publicaron tres libros que arrojan
nueva luz sobre la masonería en estas tierras y las relaciones con la Iglesia católica, y
obligan a revisar ciertos análisis dados ya por adquiridos, que personalmente he refle-
jado en estas páginas y que no podía reelaborar. Parece bastante claro que habrá que
conceder mayor importancia al estudio, sin ningún tipo de espíritu beligerante o aproxi-
maciones de corte conspirativo, a lo que fue realmente la estrategia de la masonería para
desalojar a la Iglesia católica del Estado y la sociedad uruguayos, por no apuntar más
que un aspecto. Las obras a las que me refiero son las de Mario DOTTA OSTRIA,
Inmigrantes, Curas y Masones, Montevideo: Ed. de la Plaza, 2004, y Caudillos, Docto-
res y Masones, Ibid., 2007; y en especial, por su enfoque nuevo, la de Julio FERNÁNDEZ
TECHERA, sj, Jesuitas, Masones y Universidad en el Uruguay, T. I, 1680-1859, Mon-
tevideo: Ed. de la Plaza, 2007.
23
C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., p. 92s.
66 PREÁMBULO HISTÓRICO
24
Ibid., p. 92s. La relación entre la afirmación y la defensa de la identidad nacional
con la obra de católicos prominentes, como Zorrilla de San Martín y Bauzá, es anotada
también por Enrique MÉNDEZ VIVES, El Uruguay de la modernización. 1876-1904,
Montevideo: Ed. de la Banda Oriental, Historia Uruguaya, T. 5, 1994, p. 44s.
25
Utilizo operativamente el concepto manejado por C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA,
op. cit., p. 97: Ese proceso [de modernización] combina aunque no siempre todos, ni
todos contemporáneamente los siguientes factores: urbanización, industrialización,
superación de pautas tradicionales de comportamiento, eliminación de referentes reli-
giosos de la normatividad social, y articulación de una estructura política democrática
y participativa. Los autores, en las pp. 97-100 analizan las categorías en juego para
clarificar el carácter instrumental del concepto usado.
26
J. P. BARRÁN, Iglesia católica y burguesía
, p. 5. El mismo autor, en Historia de
la sensibilidad
, p. 15, apunta: Llama la atención que estas tres décadas claves en que
la sociedad generó una nueva sensibilidad (1860-1890), sean aquellas mismas en que el
Uruguay se modernizó, es decir, acompasó su evolución demográfica, tecnológica, eco-
nómica, política, social y cultural a la de la Europa capitalista, entrando a formar parte
plenamente de su círculo de influencia directa.
27
ID., Ibid., p. 100.
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 67
28
Tomo estas afirmaciones del aporte de Gerardo Caetano en el citado curso de
OBSUR. El expositor hizo notar, por ejemplo, que autores tan diferentes en su manera
de apreciar el papel de la Iglesia en esos años como Zubillaga y Cayota por un lado, y
Barrán por el otro, concuerdan sin embargo en esa perspectiva global. Aunque el mismo
Barrán cuestione la identificación entre desacralización de la sociedad y secularización,
cosa infrecuente hasta hace muy poco, tanto en medios eclesiales como fuera de ellos.
Ver, por ejemplo, Iglesia católica y burguesía
, p. 7s.
29
J. P. BARRÁN, Historia de la sensibilidad
, p. 18. Hay que notar que este Estado
fuerte será frecuentemente militar hasta comienzos del siglo XX.
30
J. P. BARRÁN y B. NAHUM, El nacimiento del batllismo, Montevideo: Ed. de la
Banda Oriental, 1982, p. 38.
68 PREÁMBULO HISTÓRICO
rante el siglo XIX; en los últimos diez años del siglo el crecimiento
había aumentado. En el Novecientos, el batllismo impulsó consciente-
mente y con vigor la tendencia. Ella había precedido al batllismo. Éste
la aceleró. 31 Precisamente, el batllismo va a dar características parti-
culares al Estado uruguayo, sobre todo en lo referente a las relaciones
con la Iglesia, cosa a la que me referiré más adelante.
Espacio abierto, Uruguay lo es muy particularmente en cuanto a su
poblamiento (en 1852, al final de la Guerra Grande, el país tiene sola-
mente 131.919 habitantes). 32 Desde mediados del siglo XIX se produce
una importante ola migratoria europea (entre 1869 y 1873, un promedio
de más de 18.000 inmigrantes por año), 33 de composición compleja: a
los ingleses y sobre todo franceses, que llegaron en especial a Montevi-
deo, sucedieron luego españoles e italianos. Para mi estudio importa
destacar que este último grupo venía marcado por las luchas contra el
poder papal en la naciente Italia y, por tanto, con una fuerte carga de
anticlericalismo y con una experiencia acumulada de pertenencia a lo-
gias masónicas. 34
31
Ibid., pp. 38-61. G. CAETANO y J. RILLA, Historia contemporánea del Uru-
guay: de la Colonia al siglo XXI. Montevideo: CLAEH-Fin de Siglo, 2005, p. 48s,
prefieren hablar de una debilidad relativa del Estado, ya que la sociedad civil es
aún más débil que él,
que al fin y al cabo, como en la Colonia, se ofrecía como el
único núcleo posible de articulación de lo social. Así, el naciente Estado uruguayo
se vio forzado a asumir una multiplicidad de roles y funciones que forzosamente
debieron trascender el escenario estrictamente político [
] preeminencia del Estado
sobre la sociedad civil y por derivación [
] de la política sobre toda otra actividad
de la sociedad uruguaya.
32
Para lo que tiene que ver con los estudios de la conformación de la población
uruguaya, una referencia ya clásica es el libro de Juan A. ODDONE, La formación del
Uruguay moderno. La inmigración y el desarrollo económico-social, Buenos Aires,
1966. La caracterización de Uruguay como un país de inmigración, ha sido cuestionada
más recientemente sobre todo por César AGUIAR, Uruguay, país de emigración (Te-
mas del Siglo XX, 3), Montevideo: 1982. Apoyado en cifras, el autor demuestra que en
realidad la emigración ha sido una constante en la historia uruguaya, lo que sin embargo
no niega la existencia de importantes aportes de población europea en el poblamiento
de Uruguay.
33
Según datos consignados por J. de SANTA ANA, op. cit., p. 94, tomados de la
Dirección de Estadística. El año pico es justamente 1873, con 24.339 pasajeros.
34
Oddone recoge la información del encargado de negocios francés en Montevideo,
sobre la presencia bulliciosa de numerosos garibaldinos en la ciudad, en 1868. D.
BAZZANO et al., consignan también una cita de Ardao sobre el regocijo de la Masone-
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 69
ría local, en 1879, ante la llegada de estos refuerzos italianos (ver, en ambos casos, op.
cit., p. 62). El fenómeno se verifica sobre todo en el contexto urbano, y es en él que se
produce el encuentro con el batllismo. Es diferente el caso de grupos italianos que se
instalaron en la campaña, conservaron sus costumbres religiosas, y dieron origen a al-
gunas de las pocas manifestaciones uruguayas de religiosidad popular.
35
J. P. BARRÁN, Iglesia católica y burguesía
, p. 6. Ver también p. 8.
J. de SANTA ANA, op. cit., p. 96 y G. MARTíNEZ ARONA, op. cit., p. 27, son más
enfáticos al hablar de esa influencia. En el marco de la investigación de OBSUR ya
citada, Alejandro Sánchez ha estudiado algunos fenómenos de religiosidad popular pro-
tagonizados sobre todo en el interior del país por inmigrantes italianos, y que nacieron y
se desarrollaron precisamente de manera contemporánea al proceso de secularización. A
la luz de estos fenómenos y lo datos aportados por Barrán, me parece correcto hablar de
una influencia cierta, reducida en número, pero fuerte cualitativamente, centrada sobre
todo en Montevideo, y que a diferencia de los grupos mayoritarios más bien prescindentes
en cuanto a las luchas que agitan al país, se integraron militantemente en la lucha
anticlerical, a través tanto de las logias masónicas como del Partido Colorado.
36
J. P. BARRÁN, Ibid., p. 5, considera como una de las señales significativas de la
tendencia secularizadora, el hecho de que Montevideo admitió desde 1843 y sin un
solo incidente notable, el culto protestante. El vicario Larrañaga se opuso a la cons-
trucción del templo, en un alegato del 29 de diciembre de 1840, llamando especialmen-
te la atención sobre el nuevo factor de división que ello introduciría, en lo que llama
infancia débil política y religiosa del país (reproducido por A. METHOL FERRÉ,
op. cit., p. 34s. Allí mismo da cuenta de la cuestión de las Biblias, incidente produci-
do con la Sociedad Bíblica, el mismo 1844).
70 PREÁMBULO HISTÓRICO
valdenses. Y algunos años más tarde los luteranos y sobre todo los meto-
distas. Fue uno de sus pastores el primer protestante en predicar en espa-
ñol. Quedaba así instaurado el pluralismo religioso en Uruguay, en el
momento justo de iniciarse el proceso secularizador. 37
Por el mismo tiempo, la gran presencia extranjera en Montevideo du-
rante la Guerra Grande, y el flujo inmigratorio, aceleraron una influencia
temprana y creciente de las ideas que en Europa provocaban el enfrenta-
miento de la Iglesia con los Estados nacionales en plena consolidación. 38
Es posible apreciar que a lo largo del siglo XIX, a falta de una tradi-
ción nativa vigente y por influencia de una clase media de indudable
origen extranjero que tendía a ser más influyente, los patrones culturales
del país fueron conformándose según pautas de invariable cuño euro-
peo, y por lo tanto marcadas profundamente por el proceso seculariza-
dor que se había desarrollado allende el océano. 39
Es importante subrayar que esta importación, en olas sucesivas, de
ideas sobre todo francesas y anglosajonas, se produjo con un simultá-
neo desconocimiento (y aun negación) del pasado hispánico (en el que
quedaba envuelto el catolicismo), y también artiguista. 40 Pero aunque
37
A. METHOL-FERRÉ, op. cit., pp. 34, 40 y 45. El autor nota que el pastor metodista
Thompson
hizo frente común con las racionalistas contra los católicos, pero defen-
dió contra los racionalistas al cristianismo.
38
Cf. C. ZUBILLAGA, Hacer la América. Estudios históricos sobre la inmigración
Española al Uruguay, Montevideo: Fin de Siglo, 1993, pp. 17-22: El proceso de sus-
titución de las elites coloniales y de la base criolla resultó innegable [por sucesivas
oleadas migratorias a una sociedad en gestación], construyéndose no sin conflictos ni
situaciones traumáticas una identidad nacional escasamente referida a lo autóctono
prehispánico [
] Un país de corta y precipitada historia se abrió entonces al pacífico
flujo humano europeo (citado por G. CAETANO y J. RILLA, op. cit., pp. 45s).
39
J. de SANTA ANA, op. cit., p. 99.
Para conocer la evolución de las ideas en el Uruguay del siglo XIX e inicios del XX,
la referencia obligada son las obras de A. Ardao, así como A. ZUM FELDE, Proceso
histórico del Uruguay, Montevideo: Arca, 19722.
40
Cf. D. BAZZANO et al., op. cit., p. 71: Los intelectuales buscaban un modelo
para imitar. Pero su criterio de búsqueda no era el de que ese modelo fuera viable, o
adaptado a la realidad del país, sino que fuera el mejor, el más avanzado, el más
perfecto en sí mismo. Los autores hacen ver acertadamente cómo, entonces, no se
tuvieron en cuenta instituciones político-sociales arraigadas en el pueblo y utilizadas
por ejemplo por el propio Artigas, como los cabildos, que desaparecen desde la Consti-
tución de 1830 (citan en apoyo a A. ZUM FELDE, op. cit., pp. 118-123).
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 71
41
C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., p. 85.
42
D. BAZZANO et al., op. cit., p. 73.
Ver también María Blanca PARIS de ODDONE, La Universidad de Montevideo en
la formación de nuestra conciencia liberal, Montevideo: Departamento de Publicacio-
nes de la Universidad de la República, 1958.
43
ID., op. cit., p. 66.
72 PREÁMBULO HISTÓRICO
44
ID., op. cit., p. 100.
La Universidad de la República constituía el vivero en que los jóvenes se formaban
para la incredulidad; su profesorado, su librería, su atmósfera, todo era olvido o nega-
ción, desdén olímpico sobre todo, del principio religioso
, dirá Zorrilla de San Mar-
tín en 1900 (en A. ARDAO, Racionalismo y liberalismo en el Uruguay, Montevideo:
Departamento de Publicaciones de la Universidad de la República, 1962, p. 276).
45
M. B. PARIS de ODDONE, op. cit., p. 158.
46
José Pedro Varela, el gran protagonista de la reforma escolar y
el verdadero
iniciador, al regreso de su viaje [a EE UU] de la influencia anglosajona, en opinión de
Ardao (citado por D. BAZZANO et al., op. cit., p. 71), en 1877 tuvo que renunciar a
suprimir la enseñanza y las prácticas religiosas de la escuela pública, cosa que se hará
efectiva con una ley de 1909.
A pesar de que la reforma vareliana se realizó bajo influjo anglosajón, la polémica
escolar en Uruguay, entre laicistas y católicos, se hizo en referencia sobre todo al caso
francés. Es muy significativa al respecto, como ya lo apunté antes, la obra de E. Pavanetti.
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 73
47
Sobre una caracterización de Batlle y de la evolución de su pensamiento y su obra y
relación con la Iglesia, ver, entre otros: R. MATÍNEZ CES, El Uruguay Batllista, Monte-
video: Ed. de la Banda Oriental, 1962; Milton VANGER, José Batlle y Ordóñez of Uru-
guay: The Creator of this Time, 1902-1907, Massachussets: Harvard University Press,
1963 (en ellos se apoya Julio de Santa Ana); A. ARDAO, Batlle y Ordóñez y el positivismo
filosófico, Montevideo: Número, 1951; J. P. BARRÁN y B. NAHUM, Un diálogo difícil.
1903-1910 (tomo II de Batlle, los estancieros y el Imperio Británico), Montevideo: Ed. de
la Banda Oriental, 1981; ID., Las primeras reformas (tomo IV de la misma obra), Monte-
video: Ed. de la Banda Oriental, 1983; C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., pp. 393-
427; C. ZUBILLAGA, El Batllismo, una experiencia populista, en Jorge BALBIS et
al., El Primer Batllismo. Cinco enfoques polémicos, Montevideo: CLAEH-EBO, 1985.
48
Para este juicio y los datos que siguen sobre el grupo batllista, ver J. P. BARRÁN y
B. NAHUM, op. cit., pp. 62-79 y 83-119.
74 PREÁMBULO HISTÓRICO
49
Citado en C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., pp. 393-395. Las palabras del
obispo se encuentran en un intercambio de notas con el nuevo ministro de Relaciones
Exteriores y Culto, en simetría con los mensajes intercambiados por Batlle y León XIII.
50
Ver ID., p. 395.
51
ID., p. 399.
52
Esta es la opinión de C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., p. 329ss., que
discrepan con A. METHOL FERRÉ, op. cit., pp. 38s y 49, quien considera mayoritaria-
mente liberal, racionalista y positivista a la dirigencia del Partido Nacional desde los
años setenta del siglo XIX.
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 75
1.3.3. Recomponer los lazos con Roma: las respuestas del episcopado
uruguayo (Vera, Yéregui, Soler)
53
Sigo en esto a C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., por ser quienes han anali-
zado con más cuidado la cuestión, aunque su análisis no sea compartido por algunos en
el campo católico.
54
Para una breve pero justa visión de la obra de Vera, ver D. BAZZANO et al., op.
cit., pp. 47-52 y 66-69.
55
De un liberalismo, sin embargo, propio de la ilustración española, caracterizada
por su no ruptura inicial con el catolicismo.
76 PREÁMBULO HISTÓRICO
56
En particular la excomunión pronunciada en su Carta pastoral del 19 de julio de
1872 para los adherentes de la Profesión de fe racionalista, que había sido publica-
da diez días antes. Ver D. BAZZANO et al., op. cit., p. 68s. Los autores opinan que
quizá esta fecha y esta pastoral deban ser consideradas como el dramático mo-
mento de la ruptura formal (ya que la real era anterior
) entre la Iglesia y los inte-
lectuales universitarios
.
57
Sobre la obra de los Círculos Católicos, ver R. AUBERT, Le Pontificat de Pie IX
(1846-1878), T. 21 de A. FLICHE y V. MARTIN, Histoire de lEglise depuis les origi-
nes jusquà nos jours, Tournai: Bloud & Gay, 1963, p. 494. Y R. AUBERT et al., LEglise
dans le monde moderne (1848 à nos jours), T. 5 de R. AUBERT et al. Nouvelle Histoire
de lEglise, Paris: Ed. du Seuil, 1975, p. 158. Para la valoración del caso uruguayo, ver
C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., pp. 106-121.
58
Sobre la Obra de los Congresos, ver R. AUBERT, op. cit., pp. 371ss., y R. AUBERT,
et al., op. cit., pp. 152s y 172-175. Para la valoración uruguaya, ver nota siguiente.
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 77
59
ID., op. cit., p. 103. D. BAZZANO et al. consideran a los Congresos en Uruguay
como un proyecto pastoral cuyas notas centrales marcaron fuertemente a la Iglesia hasta
las vísperas del Vaticano II (ver op. cit., pp. 75 y 102-104).
60
D. BAZZANO et al., op. cit., p. 102s, afirman sobre esta especie de contraofensiva
católica que se intensifica con el obispado de Soler:
el Proyecto Congresos Católi-
cos moviliza intensamente y organiza a todos los sectores eclesiales, pero principal-
mente al laicado. Es notable comprobar los niveles de participación corresponsable y
autónoma, y de conciencia laical de aquella generación [
] que contaba con el impul-
so, apoyo y confianza incondicionales de la Jerarquía [
] Fue una época fecundísima
en todos los ámbitos de la vida nacional, y la Iglesia aportó y participó en esa fecundi-
dad. Bajo el impulso de Soler, y con el protagonismo, la creatividad y la entrega de los
ya nombrados y de muchos más, se crearon innumerables instituciones y obras católi-
cas, concebidas como instrumentos para incidir en la vida social, destinadas a afirmar
la presencia de los principios católicos en un gran proyecto nacional, dotadas de un
empuje y una vitalidad que les logró el respeto y consideración de los adversarios,
quienes tuvieron que enfrentarse a ellas.
61
Sobre la vida y obra en general de Soler, me remito a D. BAZZANO et al., op. cit.
Su actitud en el escenario de fin del siglo XIX y comienzos del XX, y su proyecto para
la Iglesia uruguaya están abundantemente y bien analizados en C. ZUBILLAGA y M.
CAYOTA, op. cit.
78 PREÁMBULO HISTÓRICO
62
Soler consideró con mucha serenidad la inevitable separación de la Iglesia y el
Estado en el país, y hasta parece haber ido más allá, en esa aceptación, del pragmatismo
de León XIII. Pero esta afirmación debería ser cuidadosamente sustentada, cosa que
escapa a este trabajo. En todo caso, su actitud está claramente expuesta por C.
ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., pp. 347-350. Tomo de ellos solamente una cita
reveladora de una carta de 1905 del arzobispo:
nada sentiría que viniese la separa-
ción de la Iglesia y el Estado; para semejante amigo más vale estar solo; pero lo malo
es que quieran imitar a los jacobinos franceses e ainda mais
. Su ideal, en caso de
separación, era el sistema vigente en EE UU.
63
Por ejemplo, el nuncio suponía, al planificar la línea de acción, que en Uruguay el cato-
licismo seguía teniendo una fuerte gravitación social y política. Esto se debió en buena medi-
da a la información tendenciosa que recibía desde Montevideo, lo que redundó en divergen-
cias serias, en el seno de los católicos uruguayos, y aun del clero, sobre la estrategia a seguir.
Para todo esto, ver C. ZUBILLAGA y M. CAYOTA, op. cit., pp. 337-346 y 350-356.
CAP. 1: TIEMPOS DE ENFRENTAMIENTO Y RUPTURA 79
64
Op. cit., p. 73.
80 PREÁMBULO HISTÓRICO
tas acerca de la identidad del Uruguay, tuvo al final que defender sim-
plemente su derecho a existir con honor, al menos, en el país. 65
La construcción aluvional del Uruguay independiente llevó, sobre todo
por obra del batllismo, a la creación de una sociedad hiperintegrada, neu-
tra, de medianías, como afirman varios analistas 66 (sociedad amorti-
guadora según la expresión de Real de Azúa). La máxima apertura a la
inmigración se combinó con la máxima integración, la neutralización de
toda particularidad o diversidad. En este contexto, la secularización de
esa misma sociedad va a ser considerada entonces como uno de los pila-
res básicos de la nueva ciudadanía.
Esta hiperintegración, este disciplinamiento cultural, como se lo ha
llamado también, se realizó sobre todo por medio de una supervalora-
ción de la enseñanza formal, de los elementos de orden y de la exalta-
ción de la racionalidad. También cumplió un papel importante la sim-
bología típica de este Uruguay, orgulloso de su condición europea
más que latinoamericana.
65
Ibid., p. 73s.
66
Ver G. CAETANO y J. RILLA, op. cit., pp. 109 y 113 (los autores citan trabajos de
Germán RAMA, La democracia en Uruguay. Una perspectiva de interpretación, Bue-
nos Aires: GEL, 1987, pp. 40-43; y Carlos REAL de AZÚA, Uruguay, ¿una sociedad
amortiguadora?, Montevideo: CIESU-EBO, 1984, pp. 12, 90, 92-95).
CAPÍTULO 2
1
Para este recorrido utilizo fundamentalmente a Benjamín NAHUM, La época
batllista. 1905-1929. Montevideo: Ed. de la Banda Oriental, Historia uruguaya, T. 6,
1994; B. NAHUM et al., Crisis política y recuperación económica. 1930-1958, idem,
T. 7, 1994; y B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal. 1959-1973, idem, T. 8, 1994.
CAP. 2: CONSTITUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE LOS OBISPOS 83
2
En estas mismas clases medias tendrá la Iglesia su mayor inserción, sobre todo en lo
que tiene que ver con los católicos militantes.
3
Ver en p. 104 los llamados por Caetano y Rilla mitos fundacionales del Uruguay
feliz.
4
B. NAHUM, La época batllista, op. cit., p. 108.
5
B. NAHUM, et al. Crisis política y
, p. 13.
Para hacerse una idea de esa imagen del Uruguay en el exterior, baste con citar los
títulos de algunas obras, como las de Albert GILLES, LUruguay pays heureux, Paris:
Nouvelles Editions Latines, 1952. Simon G. HANSON, Utopia in Uruguay. Chapters
in the Economic History of Uruguay, New York: Oxford University Press, 1938. George
PENDLE, Uruguay South Americas First Welfare State, London: Royal Institute of
International Affairs-Oxford University Press, 1952 (citados por Luis C. BENVENUTO,
Breve Historia del Uruguay, Buenos Aires: Eudeba, 1967, p. 78).
84 PREÁMBULO HISTÓRICO
6
Referidos a la familia y la maternidad (entre ellos la despenalización del aborto), la
enseñanza, el trabajo, la vivienda, salario justo, agremiación y huelga, sufragio femeni-
no, seguros sociales, etcétera (cf. B. NAHUM et al., Crisis política y
, p. 28).
7
Batlle Berres fue presidente de la República entre mediados de 1947 (siendo vice-
presidente sucedió al presidente electo en 1946, quien murió a poco de asumir el cargo)
y 1950. Y luego, primer titular del Ejecutivo colegiado (fruto de una nueva reforma, en
1952), electo en 1954 y hasta 1958. Durante todo ese período y hasta su muerte prema-
tura en 1964 fue líder indiscutido de la fracción mayoritaria del Partido Colorado.
CAP. 2: CONSTITUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE LOS OBISPOS 85
8
Las principales medidas de corte social fueron el contralor y el subsidio de los
precios de los artículos de primera necesidad, la multiplicación de los empleos públicos,
la sanción del estatuto del trabajador rural, la creación de los subsidios por desocupa-
ción para varias ramas de la industria, el derecho a vacaciones pagas, las asignaciones
familiares y la extensión del sistema jubilatorio (cf. B. NAHUM et al., Crisis política
y
, pp. 142-144).
9
Las palabras de Zorrilla están tomadas de A. ARDAO, Racionalismo y liberalismo
en el Uruguay, Montevideo: Departamento de Publicaciones de la Universidad de la
República, 1962, p. 276, y en realidad se refieren a otro momento, el del predominio de
la incredulidad en la universidad.
86 PREÁMBULO HISTÓRICO
10
J. de SANTA ANA, op. cit., p. 104.
11
P. RODÉ, Promoción del Laicado, Montevideo: Cursos de Complementación Cris-
tiana, s/f, p. 21, citado en G. MARTÍNEZ ARONA, op. cit., p. 43.
CAP. 2: CONSTITUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE LOS OBISPOS 87
12
Op. cit., p. 370.
13
A. METHOL FERRÉ, op. cit., p. 53
14
Tomo esta cita de la ponencia de R. Geymonat en el curso organizado por OBSUR
al que me referí al inicio.
88 PREÁMBULO HISTÓRICO
intactos ciertos principios teóricos las tesis sin dejar por ello de par-
ticipar de alguna manera en el quehacer nacional.
El ideal de llegar a formar buenos católicos de la mayor cantidad
posible de individuos dará lugar a la línea del apostolado, que se ha
llamado posteriormente pastoral de reconciliación; o si se quiere a la
propaganda y el proselitismo apologético orientado a revivir una cierta
fe básica y dormida en el fondo de las personas, y de conducirlas a la
práctica sacramental. Tarea desempeñada fundamentalmente por la Ac-
ción Católica. Por otro lado, aparecerá con fuerza una actitud de preser-
vación de los ya católicos, encuadrándolos en estructuras confesionales,
pequeña cristiandad privada enclavada en un país laicista, fortaleza si-
tiada y campana de cristal. 15 En esta manera de ser Iglesia, el desarro-
llo y consolidación del sistema educativo católico, en pugna con la es-
cuela del Estado (
única zona de fricción sobreviviente: laicismo versus
libertad de enseñanza
, dice Methol), 16 será objeto de atención y dedi-
cación prioritaria de recursos.
15
Presencia de la Iglesia
, p. 125s.
16
Op. cit., p. 51.
CAP. 2: CONSTITUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE LOS OBISPOS 89
17
Op. cit., p. 126s.
18
En su tesis inédita Catholicisme et Etat militaire en Argentine.1930-1946, presentada
en la EHESS de París en 1988. Su análisis está publicado en parte en El catolicismo integral
en la Argentina (1930-1946), Buenos Aires: Biblos, 1988; y en su El catolicismo argentino
desde el liberalismo integral a la hegemonía militar, en AA VV, 500 años de cristianismo en
Argentina, Buenos Aires: CEHILA-Centro Nueva Tierra, 1992, pp. 197-365.
90 PREÁMBULO HISTÓRICO
19
Citado por Juan J. ARTEAGA, op. cit., p. 29. Ver la contribución lúcida y precur-
sora de Regules en el libro de Richard PATTEE, El catolicismo contemporáneo en His-
panoamérica, Buenos Aires: Fides, 1951, en la que advierte que El Uruguay es el país
en el cual se está haciendo dentro del área del mundo latino, una difícil pero interesante
experiencia de vida católica extra gubernamental [
] Una Iglesia libre, garantizada
en su libertad por el texto expreso, pero mucho más por la conciencia social de libertad
que siente este pueblo de cierta feroz vocación para la vida democrática
(tomado de
Juan L. SEGUNDO y Patricio RODÉ, ¿Virajes o continuidad? 1889, 1950, 1968, Enci-
clopedia Uruguaya 37, anexo documental, ARCA: Montevideo, 1969, pp. 163-167).
CAP. 2: CONSTITUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE LOS OBISPOS 91
20
Cf. Mons. Alfredo VIOLA, La Iglesia católica en el Uruguay, en AA VV, La
Iglesia en el Uruguay
, p. 51s. El obispo de Salto tiene razón, ya que el 20 de junio de
1939 se restablecen las relaciones, y el Mensaje del Gobierno sobre reorganización
diplomática dice que El Poder Ejecutivo sólo ha deseado con esta proposición dar
satisfacción a sentimientos de la opinión nacional recientemente exteriorizados en oca-
sión de ceremonias católicas populares
, al mismo tiempo que argumenta que las
relaciones nunca se interrumpieron, sino que solamente no había embajador, desde que
finalizara la misión de Arturo Heber Jackson, el 30 de marzo de 1911, en el segundo
gobierno de Batlle y Ordóñez. Sea lo que sea, el nuevo embajador es el Dr. Joaquín
Secco Illa, la Nunciatura en Uruguay (y para Paraguay) se erige el 10 de noviembre, y el
15 de enero de 1940 llega el primer nuncio residente, Mons. Alberto Levame (para todo
esto, ver Boletín Eclesiástico (BE) 246, marzo 1939, pp. 160-163; 248, mayo 1939, p.
237s.; y 257, febrero 1940, p. 49s.)
94 PREÁMBULO HISTÓRICO
Sin abundar más en esta coyuntura, conviene señalar que en los cinco
años de la dictadura terrista, se tomaron medidas contradictorias en rela-
ción con las concepciones de la Iglesia, como por un lado la despenaliza-
ción del aborto, pero por otro la sanción definitiva, en la nueva Constitu-
ción de 1934, de la libertad de enseñanza (no significaba cambios cualitativos
en los hechos, aunque sí un cuadro jurídico claro que iba a poner fin paula-
tinamente a los numerosos intentos de ilegalizar la educación católica en
los años veinte y los primeros de los treinta). Al mismo tiempo, en el perío-
do de Terra, y siempre en el terreno parlamentario, se puede constatar una
progresiva defensa pública del papel de la Iglesia en el país, sobre todo en
materia caritativa y educacional, así como intentos por revertir algunas de
las medidas más crudamente jacobinas de inicios del siglo.
Reveladoramente, en 1935, Mons. Aragone escribe una carta pastoral
sobre los Graves males modernos; normas y remedios
, 21 en la que
los males son el divorcio y la escuela laica (los ya conocidos), y el cine,
las modas estivales y el aborto (los nuevos). Otra carta importante, esta
firmada por los tres obispos, es la dedicada a la Enseñanza católica en
el Uruguay (1940), en la cual bajo el lema Escuela católica para todos
los hijos de familia católica y para todos los hijos de aquellos padres que
la deseen, los obispos desarrollan una argumentación clásica: en el país
no hay verdadera libertad de enseñanza porque la educación católica debe
ser pagada por los padres, además del impuesto general; porque la pre-
tensión de neutralidad de la escuela pública es en realidad laicismo com-
bativo y naturalismo (individualista o socialista), que produce efectos
devastadores para toda la sociedad. Ante eso, se reclama la repartición
proporcional de los recursos de la educación entre todos los educandos,
en nombre de la efectiva libertad, y del servicio que la Iglesia presta al
país, en continuidad con la acción de los primeros educadores cristianos
llegados en el siglo XVIII. 22
Este panorama no cambió con Mons. Barbieri, a partir de 1940. Había
sí desaparecido uno de los graves males con la re-penalización del
aborto en 1938. La acción del nuevo arzobispo estará centrada básica-
mente en el fortalecimiento de las estructuras de la Iglesia (multiplica-
21
Publicada el 22 de julio de 1935, (se le atribuyó gran importancia y vigencia y fue
casi íntegramente republicada en 1940), con el título La Iglesia guardiana de la pureza
y la moralidad anatematiza los males modernos. Cf. BE 264, set. 1940, pp. 393-403.
22
Cf. BE 259, abr. 1940, pp. 137-151.
CAP. 2: CONSTITUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE LOS OBISPOS 95
23
Archivo Curia Eclesiástica Arzobispado de Montevideo (ACEAM).
24
A partir de este momento sigo básicamente un trabajo presentado en el II Congreso
de la Comisión de Estudios de las Iglesias en América Latina CEHILA (San Pablo,
julio 1995) y publicado en Soleriana (revista de la Facultad de Teología del Uruguay),
Nº 5, 1996/1, pp. 13-39, con el título Condiciones de la recepción de la Gaudium et
spes en la Iglesia uruguaya.
96 PREÁMBULO HISTÓRICO
25
Sesión del Senado reproducida en BE 484, en. 1959, pp. 7-11.
26
Luis. R. DE SANTIAGO, Discurso de recibimiento al Sr. Nuncio Apostólico,
BE 500, mayo 1960, p. 268. La descripción del vicario tiene todavía más fuerza porque
la compara con otra, sombría, hecha por él mismo veinte años atrás, al recibir al nuncio
anterior.
CAP. 2: CONSTITUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE LOS OBISPOS 97
27
Cf. BE 436 a 484, enero de 1955 a enero de 1959.
28
Humberto TONNA, Carta pastoral Orientaciones sobre la Enseñanza, BE 510,
marzo de 1961, pp. 97s. Se trata de principios no sólo referidos a la enseñanza, sino más
en general a ese juicio global, todavía persistente, sobre una sociedad que se ha alejado
de Dios y carece por tanto de bases sólidas. En palabras de Viola, quien por entonces es
quien más insiste en ello: ¿No acabaremos de comprender que el alejamiento de Dios,
individual y colectivo, y sobre todo el alejamiento colectivo y oficial de las naciones
que positiva y prácticamente rechazan a Dios, lleva a esa lógica consecuencia? (gue-
rras, desastres morales, etcétera). Carta pastoral con motivo de la Navidad, BE 388,
enero 1951, p. 17.
98 PREÁMBULO HISTÓRICO
29
Una idea de la importancia que tiene el Mundo mejor en el clero y seminaristas
lo da el hecho de que Brújula, revista de los seminaristas uruguayos, publica algo
sobre el movimiento en cada número desde 1956. El contenido renovador de las
ejercitaciones en Uruguay aparece en la lista de los disertantes de las que se realiza-
ron en Montevideo, en agosto de 1958: los sacerdotes A. Peyronnet, op, O. Ferro,
Justo Asiaín, sj, H. Ponce de León, y los laicos Julio Pandolfo y Juan P. Terra, todos
ellos conocidos por sus posiciones de apertura pastoral y social (ver Brújula, Nº 42,
mayo-junio de 1959).
Lo mismo en el testimonio de Mons. Parteli, en unos borradores de memorias (Mis
memorias), publicadas parcialmente en tres ediciones de Jaque: en las ejercitaciones
se había visto la necesidad de remozar no pocos aspectos de la Iglesia (Nº 107, 2
de enero de 1986, p. 10).
30
Iniciada humildemente, a mimeógrafo, en mayo de 1948, en este período está ya
consolidada, aunque de aparición irregular. Desde julio de 1957 se comienza a editar en
tipografía y se vuelve prácticamente mensual.
31
Llama la atención el volumen, la variedad y la calidad de las revistas que Brújula,
pequeña y periférica, recibe en canje y de las que extrae muchos de sus artículos. Se
trata de un conjunto de unas 40 publicaciones, fundamentalmente francesas y españo-
las, más algunas latinoamericanas. La revista ofrece la imagen de seminaristas con mucha
curiosidad intelectual, apertura y ganas de conocer nuevos caminos. Por el testimonio
unánime de quienes se formaron en esa época, resalta también la contribución del jesui-
ta T. Maeder, quien en sus clases de teología dogmática introducía las últimas búsque-
das de los grandes teólogos europeos que de hecho estaban preparando el Concilio.
CAP. 2: CONSTITUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE LOS OBISPOS 99
32
En el caso de la JOC, por ejemplo, se celebraron en abril de 1958 las Primeras
Jornadas Sacerdotales de Pastoral Obrera, en las que participaron un promedio de 30
sacerdotes de todo el país (ver Brújula, Nº 39, agosto-setiembre 1958).
33
Testimonio de Raúl SASTRE, uno de estos sacerdotes: Un grupo grande y califi-
cado de teólogos, como De Lubac, Congar, Rahner, Romano Guardini y otros, estaban
continuamente de paso en Roma dando conferencias, seminarios, etcétera. Además, en
vacaciones, teníamos la posibilidad de viajar por Europa, conociendo, por ejemplo,
todo lo que se estaba haciendo en Lovaina de nueva teología, la acción pastoral de los
movimientos, los avances en el ecumenismo, los nuevos estudios sobre Sagradas Escri-
turas. En Álvaro MARTÍNEZ, La renovación conciliar en Montevideo. Impulsos y
resistencias, Montevideo: OBSUR, Serie Monografías Nº 2, 1990, p. 42s.
34
El Bien Público, Montevideo, 27 de julio de 1956, p. 3. El día anterior, el mismo
diario (p. 3) subraya que esta VIII Semana Social del Uruguay nos está ofreciendo día
a día hechos que rivalizan en despertar interés, emoción y deseos de actuar para solu-
cionar los múltiples problemas que por aburguesamiento espiritual no se han querido
tener presentes, refíriéndose a la presentación de la realidad social realizada por los
Equipos del Bien Común.
100 PREÁMBULO HISTÓRICO
35
Cuando el 27 de julio de 1956, el fundador del Emaús uruguayo, Atanasio Sierra,
sj, escribe a Mons. Barbieri pidiendo la aprobación formal de la asociación, esta reunía
ya en Montevideo a unos 100 jóvenes nucleados en tres grupos. Ver Archivo Curia
Eclesiástica Arzobispado de Montevideo (ACEAM), c.163, carp. Emaús.
CAPÍTULO 3
1
Cf. Carlos M. RAMA, Batlle: la conciencia social, Montevideo: Editores Reuni-
dos-Arca, Enciclopedia Uruguaya Nº 34, 1969, p. 70.
102 PREÁMBULO HISTÓRICO
a los líderes del partido dar un golpe de Estado para impedir el acceso de
los blancos al poder.
2
Sobre todo con el fin de la Guerra de Corea, y la consiguiente caída de los precios de
los productos de exportación uruguayos, lo que planteó la necesidad de recurrir al
financiamiento externo (Fondo Monetario Internacional). En lo interno: una balanza
comercial deficitaria desde 1955; baja de los precios de nuestros productos y acentua-
ción del proteccionismo extranjero; crisis de producción de bienes de consumo, con
pérdida de empleos y salarios (y los consiguientes conflictos); instalación paulatina de
la espiral inflacionaria; desarrollo de la actividad financiera y especulativa. (cf. B.
NAHUM et al., Crisis política y
, pp. 146-152).
3
Si a nadie podía sorprender que la crisis llegara al escenario político, lo que sí
resultó llamativo fue la celeridad y la virulencia de sus efectos en ese plano: G.
CAETANO y J. RILLA, op. cit., p. 205.
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 103
4
En ellos jugó también un papel importante el influjo de los inicios de la Revolución
cubana, y las primeras experiencias de diálogo, en la acción común, con anarquistas y
socialistas. En las elecciones de 1962, algunos de ellos participaron en un frente con varios
pequeños grupos de izquierda y el Partido Socialista, en la llamada Unión Popular.
5
La crisis de las clases medias fue tal vez el signo más claro de la crisis global del
modelo batllista, que se había apoyado firmemente en ellas. Su radicalización, en uno u
otro sentido del espectro político, explican muchas de las evoluciones del proceso uru-
guayo en los años siguientes.
104 PREÁMBULO HISTÓRICO
6
Conocida como Reforma naranja, por el color de la papeleta de votación, consa-
graba un pequeño avance para la lucha de la educación católica, ya que disponía la
exención de impuestos, sin condiciones. El grupo blanco que no negoció esta reforma
proponía en cambio la subvención estatal directa a la enseñanza privada, cosa que evi-
dentemente no fue aceptada por los colorados.
7
G. CAETANO y J. RILLA, op. cit., pp. 172-173. En realidad, los autores titulan así
un texto de Juan RIAL, El imaginario social uruguayo y la dictadura: los mitos polí-
ticos de (re)construcción, en Carina PERELLI y Juan RIAL, De mitos y memorias
políticas, Montevideo: Ed. de la Banda Oriental, 1986, pp. 22-25.
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 105
8
Diario de Sesiones de la Asamblea General de la República Oriental del Uruguay
(DSAG), tomo 38, 1/3/1960, p. 5-AG y s.
106 PREÁMBULO HISTÓRICO
9
Ibid., tomo 39, 15/3/1960, pp. 3-AG y ss.
10
Ibid., tomo 40, 27/2/1961, p. 73-AG.
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 107
11
Hoy, hablamos de los chicos, Marcha, Nº 1098, 2/3/1962, p. 7 (firmado S. D.).
108 PREÁMBULO HISTÓRICO
12
CEU, Declaración sobre el problema de la Universidad libre, BE 511, abril 1961,
p. 129s.
Sobre el sentido de esta Declaración, su interpretación diferente, y sobre la entera
protohistoria e historia de la creación de la universidad católica, véase la muy documen-
tada obra de Susana MONREAL, Universidad Católica del Uruguay: el largo camino
hacia la diversidad, Montevideo: Universidad Católica, 2005 (pp. 95-126).
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 109
13
Informe de los presidentes y el asesor de la Federación Uruguaya de Estudiantes
de Acción Católica (FUEAC) al cardenal Barbieri, mimeo de 20 páginas, sin título,
fechado el 27/8/1960, en Montevideo.
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 111
14
El discurso presidencial. Ni un solo privilegio (editorial), El Bien Público, 11/3/
1959, p. 2.
112 PREÁMBULO HISTÓRICO
15
He estudiado detenidamente la actuación de los obispos uruguayos en el Concilio
Vaticano II, así como su manera de prepararse, y la situación nacional y eclesial en esos
años, en un trabajo solicitado por el Istituto per le Scienze Religiose di Bologna, en el
marco de la elaboración de la Historia del Concilio Vaticano II. El trabajo, Los obispos
del Uruguay en el Concilio Vaticano II, está publicado en Soleriana 11, 1999/1, pp. 11-
48; y en M. T. FATTORI y A. MELLONI (ed.), Experience, Organisations and Bodies
at Vatican II, Leuven: Bibliotheek van de Faculteit Godgeleerdheid, 1999, pp. 23-65.
Me remito a este estudio para todo lo referente a la experiencia de los obispos urugua-
yos en relación con el Vaticano II.
16
Cf. Soleriana 11, p. 20. Aunque Barbieri no explicita el contenido de esa revi-
sión, por todo el contexto de sus propuestas es coherente pensar que lo hace en el
sentido de la experiencia uruguaya, en la línea de una Iglesia libre en un Estado libre. La
actuación de los obispos en la discusión y aprobación del texto sobre la libertad religio-
sa del Vaticano II corrobora esta interpretación (Ibid., p. 41s). Por lo demás, en los vota
restantes, predominan las preocupaciones intraeclesiales, con una imagen del mundo,
por ejemplo en Viola, predominantemente negativa y como amenaza para la Iglesia.
17
Carlos PARTELI, Carta pastoral Problemas del agro, BE 519, dic. 1961, pp.
536-546. El impacto público de la Carta llevó a que fuera elogiada en la Cámara de
Diputados e incorporada a los materiales de estudio de la Comisión de Reforma Agra-
ria (ver Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, tomo 549, Nº 702, 1961,
pp. 39 y 65s).
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 113
18
Luis BACCINO, Carta pastoral Orientación pastoral, BE 522, may.-jun. 1962,
pp. 115-127; y 524, set.-oct. 1962, pp. 257-276. Fernan Boulard y François Motte, sa-
cerdotes franceses, estuvieron por primera vez en Montevideo en mayo de 1960 (cf. BE
500, mayo 1960, p. 246). El primero, sobre todo, fue un conocido sociólogo de la reli-
gión. Con trabajos de campo ya clásicos sobre las prácticas religiosas en Francia, fue
como el inventor de la Pastoral de Conjunto, y junto con Motte, sus propagadores. Es
por su influencia que Pastoral de Conjunto, en Uruguay, quiere decir, entre otras cosas,
atención a la realidad en la cual vive la Iglesia.
114 PREÁMBULO HISTÓRICO
19
Para no cortar el hilo de este acápite, haré la presentación detallada de los obispos
que conforman la Conferencia Episcopal del Uruguay al inicio de la primera parte.
20
Mons. Nuti, en un panel que abrió la Semana Teológica del Instituto Teológico del
Uruguay Mons. Mariano Soler (ITUMS) de 1995, recordó que ese grupo nucleaba a
veces a casi 300 obispos latinoamericanos (cf. Soleriana 4, 1995, p. 20). La cifra parece
exagerada por la distancia, pero hay varias intervenciones del cardenal Silva que fueron
acompañadas por un centenar de firmas.
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 115
21
Cf. Humberto TONNA, Carta pastoral, BE 526, ene.-feb. 1963, pp. 10-13. La
mayoría de estos factores están presentes en escritos o declaraciones de los obispos
durante el tiempo conciliar. Remito a mi trabajo en Soleriana 11.
22
Carlos PARTELI, Mis memorias, Jaque, Nº 107, 2/1/1986, p. 9.
116 PREÁMBULO HISTÓRICO
sentido, sin saberlo precisar, o tal vez sin quererlo precisar por respeto a
lo recibido. 23 Si en el caso de Parteli, el clima conciliar fue más bien
una confirmación, como pienso que también lo fue para Baccino,
Mendiharat, y en otro sentido Viola, 24 para otros, como Cáceres y Nuti,
significó estimularlos en una actitud de apertura que librados a sí mis-
mos, o en otro contexto menos estimulante, hubiera sido bastante menor.
Tonna y Balaguer, aunque durante el tiempo mismo de duración del Con-
cilio mostraron posiciones alineadas en general con la mayoría, en los
años posteriores no mantuvieron ese talante.
23
ID., Mis memorias, Jaque, Nº 106, 26/12/1985, p. 12.
24
El caso de Viola es ejemplar, ya que en él se produce una verdadera conversión a
otro espíritu que el que encontramos en sus escritos previos al Concilio. Al final de la
primera sesión, luego sobre todo de la elaboración casi definitiva de la constitución
sobre la liturgia, despidiéndose al emprender su regreso, me dijo gráficamente: Dejo
las vacas y me dedico a la liturgia (se refería a la chacra que tenía en Salto y con la que
mantenía en buena medida el seminario local).
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 117
El coadjutor de Salto participó del grupo que trató de impulsar esa perspectiva en el
25
26
Mons. Corso dirigió dos propuestas escritas contra el texto (cf. AS III/2, pp. 656-
657; y sobre todo, AS IV/2, pp. 116-117:
no es lógica, ni conforme a la doctrina de
la Sagrada Escritura, ni de la tradición, ni del magisterio eclesiástico constante [
] es
muy contradictoria, llena de confusiones, a veces padece complejos
).
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 119
tranquilas? ¡Pronto supe que era mucho más que eso! Era un soplo que
hacía caer muchas hojas secas; era el Espíritu que se hacía sentir con
fuerza. 27
27
Carlos PARTELI, Mis memorias, Jaque, Nº 106, op. cit., p. 12.
28
Ver en BE 535, jul.-ago. 1964, pp. 141-145, los documentos de la Santa Sede y una
pequeña crónica oficial de los hechos, según la cual, el cardenal había manifestado al
Papa su deseo de ser exonerado de su carga pastoral por motivos de salud. No es este
el lugar para extenderme en estos hechos, pero parece casi seguro que Barbieri no ima-
ginaba ni remotamente que se nombrara a Corso como administrador apostólico. El
papel jugado en ese sentido por el nuncio Forni parece determinante.
120 PREÁMBULO HISTÓRICO
29
Antonio CORSO, Saludo pastoral, ibid., p. 159.
30
Estas advertencias tiene que ver sobre todo con el tipo de información que se da sobre
el Concilio, la distinción entre conservadores y progresistas, etcétera. Ver, por ejem-
plo, Advertencia importante, ibid., p. 167; e Instrucción Pastoral Prensa y Espectácu-
los. Confidencial para Sacerdotes, religiosos y Religiosas, ibid., pp. 211-215 (en esta
última recuerda la obligación del imprimatur y desaconseja vivamente la lectura de las
Informaciones Católicas Internacionales por
insegura, ajerárquica y tendenciosa).
31
Como seminarista de la arquidiócesis estudiando en Roma durante todo el Conci-
lio, recuerdo muy bien a Mons. Corso aislado de sus pares uruguayos, militantemente
opuesto a varias de las líneas de renovación más importantes del Vaticano II, como todo
lo referente a la colegialidad episcopal, el ecumenismo y la libertad religiosa.
Desde sus tiempos de auxiliar, mostró una tajante oposición a todos quienes para él
encarnaban la infiltración de las ideas marxistas en la Iglesia y el país. Esto se acentuó
particularmente con los sacerdotes y laicos vinculados a la pastoral estudiantil, y más
ampliamente con todos los que estaban a favor de la renovación conciliar. Esta actitud no
CAP. 3: LA IGLESIA ENTRE LA CRISIS DEL PAÍS Y EL CONCILIO 121
33
Pablo BONAVÍA, Aspectos fundamentales de la recepción del Concilio Vaticano
II en la Arquidiócesis de Montevideo, mimeo, 1985, p. 12s.
PARTE I
OBSERVACIONES GENERALES
Y DELIMITACIÓN DE LA ETAPA
1
CEU, Exhortación pastoral, BE 542, dic. 1965, p. 225, ver texto en ANEXO I, Nº
1.2. Cf. La Conferencia Episcopal del Uruguay a la Iglesia del Uruguay, Ibid., p.
223s., Ver ANEXO I, Nº 1.1.
INTRODUCCIÓN 125
1
De hecho, cuando terminó el Concilio y los obispos se aprestaban a regresar de
Roma, ya estaba tomada la decisión de trasladar a Mons. Corso de Montevideo. El
nombramiento del nuevo nuncio, Mons. Alfredo Bruniera, sus reuniones con los obis-
pos en Roma, y lo que algunos de ellos dejaban saber en conversaciones privadas, así lo
indicaban, con poco margen para dudas. El mismo Mons. Corso, cuando me fui a despe-
dir de él en Roma, me dijo: Vuelvo a Montevideo todavía con la cabeza sobre los
hombros. Para algún elemento más sobre esta situación, ver mi Condiciones de la
recepción de la Gaudium et spes
, Soleriana, p. 33.
CAP. 1: EL EPISCOPADO AL SALIR DEL CONCILIO 127
2
Cf. Actas de las Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal del Uruguay (en
adelante, Actas CEU) 41, 15/11/1965. En el ACTA 44, del 6/12, los obispos consideran
y aprueban el proyecto del Documento colectivo con motivo de la clausura del Conci-
lio y el comienzo de la puesta en práctica de sus reformas pastorales.
128 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
3
CEU, La Conferencia Episcopal del Uruguay a la Iglesia del Uruguay, BE 542,
dic. 1965, pp. 223s.
4
CEU, Exhortación pastoral, Ibid., p. 224 (para el texto completo, pp. 224-227).
La Exhortación está firmada por los nueve obispos residenciales y los dos auxiliares (no
aparecen Barbieri y Paternain).
5
Ibid., p. 225. Esta responsabilidad, agregan, se debe cumplir en fidelidad a los
documentos conciliares, por medio de una conversión personal, en espíritu de profunda
unidad y diálogo.
CAP. 1: EL EPISCOPADO AL SALIR DEL CONCILIO 129
tanto esta valoración con rasgos positivos del estado del mundo). Y al
referirse a la cercanía de la Navidad, dicen: Por un misterio insondable
de su Amor, Jesucristo se hizo el servidor de todos los hombres [
] hizo
suyos los dolores, angustias y esperanzas de los hombres; buscó a los
pecadores para perdonarlos; hizo de los pobres la porción predilecta de
su Reino; anunció la Buena Nueva; proclamó la Justicia y estableció el
mandato del Amor. Y nosotros somos su Iglesia, es decir, el Cristo que se
prolonga en el mundo hasta el fin de los tiempos [
] continuadores de la
misión de Jesucristo, que se resume en el amor y se expresa en el servicio
a todos nuestros prójimos, particularmente a los pobres. Este es el testi-
monio que el Evangelio nos exige y que el mundo espera de nosotros. 6
Como se puede apreciar, dejando de lado una tal vez exagerada identifi-
cación de la Iglesia con Cristo, está muy presente la idea del servicio para
hablar de la misión, así como la perspectiva de la identificación / solida-
ridad, en especial con los pobres. En síntesis, en esta breve exhortación,
dirigida a todos los católicos del país, los obispos hacen un llamado a
emprender juntos, corresponsablemente, la
formidable tarea post-
conciliar de renovar la Iglesia interiormente, y en sus relaciones con la
sociedad, por el camino del servicio y la solidaridad. Aunque nada está
muy desarrollado, domina el sentimiento de estar ante una
nueva era
que se abre (así lo dicen), y que es asumida con espíritu optimista, aun-
que conscientes de todo lo que exige. Así es como aparece la actitud
básica del episcopado uruguayo al finalizar el Concilio, si nos atenemos
a este único texto colectivo de esos momentos.
6
Ibid., pp. 225s.
7
Cf. BP Color, 12/12/1965, p. 2.
130 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
8
Cf. BP Color, 14/12/1965, p. 6.
9
Cf. BP Color, 13/1/1966, p. 10.
10
Cf. BP Color, 25/1/1966, p. 12.
CAP. 1: EL EPISCOPADO AL SALIR DEL CONCILIO 131
11
Cf. BP Color, 12/3/1966, p. 7. La fecha podría ser considerada un poco tardía, para
medir el estado de ánimo y las ideas predominantes al finalizar el Concilio, pero tenien-
do en cuenta que en Uruguay el verano es un gran paréntesis para casi todo, pienso que
en marzo todavía no ha habido mucha ocasión de reelaborar, confrontar, etcétera. Por
eso tengo en cuenta este testimonio y los que siguen.
Pocos días antes, el 3 de marzo, y en el mismo diario, p. 3, se publica el primer
mensaje del nuevo arzobispo en el que se felicita de encontrar
un deseo vivo de
colaborar con el Obispo y de actuar según la línea abierta y la dinámica impuesta por
el Concilio.
12
Luis BACCINO, Carta pastoral Exigencias del Concilio, edición mimeográfica,
San José, 5/3/1966. Gracias a la ayuda de Mons. Pablo Galimberti, obispo de San José,
pude consultar el texto manuscrito de dos pláticas que el mismo Baccino, y sobre el
mismo tema, dirigió a sus sacerdotes dos meses después. Llama la atención en él, con
relación a los otros obispos citados, una gran insistencia sobre lo difícil que será la tarea
de renovación, y la necesidad de prepararse y demostrar una gran paciencia, sobre todo
con los fieles que se sientan desconcertados con los cambios.
132 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
13
Cf. BE 534, may.-jun. 1964, pp. 90-95. En su Llamado, ambos obispos se refie-
ren a algunos aspectos de la realidad nacional que consideran de crisis económica,
que afecta en especial a los trabajadores del campo, obreros y desocupados.
14
En este campo, Juan Luis SEGUNDO, sj, estaba tratando de desarrollar un pensa-
miento teológico que tuviera seriamente en cuenta la índole secularizada y pluralista de
la sociedad uruguaya, sobre todo en su Función de la Iglesia en la realidad rioplatense,
Montevideo: Barreiro y Ramos, 1962, que recoge conferencias dadas en Montevideo y
Buenos Aires. También otras de esas conferencias y cursillos, que antes (en los primeros
años de la década de los sesenta) circularon en ediciones mimeografiadas, fueron edita-
dos posteriormente. Entre finales de 1965 e inicios del 66, sobre todo los sacerdotes
asesores de la pastoral universitaria, criticaron vivamente la elaboración de Segundo en
relación con la manera de plantear la misión de la Iglesia. Esta polémica se expresó en un
folleto también mimeografiado, de 69 páginas, Dialéctica pastoral Iglesia-Mundo.
Vectores bíblicos para la realidad rioplatense, obra de Miguel BARRIOLA en nombre
del grupo de asesores. En la p. 1 se consignan las cuestiones en litigio:
tendencia a
nivelar la Iglesia, institución definitiva, con la disposición transitoria del Antiguo Testa-
mento [
] modo insuficiente de interpretar la pertenencia latente a la Iglesia [
] de-
masiada confianza en el amor y el bien salvíficos fuera de la Iglesia
; y erigir en una
especie de teoría general un cristianismo necesariamente minoritario.
CAP. 1: EL EPISCOPADO AL SALIR DEL CONCILIO 133
Por eso, pienso que más bien se trata, al menos en la mayoría de la cual
vengo hablando, de un espíritu, una disposición de ánimo abierta, dis-
puesta a recorrer un nuevo camino, a comenzar una nueva etapa, pero a la
que le falta hacer sus pruebas en una confrontación real con el mundo
uruguayo de esos años.
Es sobre todo en este sentido, por el momento, que hablo de actitud de
apertura al mundo, como vivencia central en los obispos uruguayos,
signada por una carga grande de buena voluntad, disposiciones positivas,
simpatía (basta ver cómo ha desaparecido la casi ritual descripción nega-
tiva del mundo).
Dadas estas características, es necesario ver más de cerca y cualificar
más exactamente esta apertura alojada sobre todo en los sentimientos y
disposiciones, para ver si y hasta dónde penetró en la manera de pensar, y
en qué medida significó, por ejemplo, una efectiva superación del ecle-
siocentrismo, un tener en cuenta, al menos, el estado de la sociedad uru-
guaya, de su secularización y pluralismo.
No dudo en afirmar que esta polémica, que significó un distanciamiento entre Se-
gundo y ese sector del clero secular, no alcanzó en general a los obispos y contribuyó a
que esa reflexión teológica, a partir del dato de la secularización y el pluralismo urugua-
yos, quedara básicamente marginada de la elaboración posterior de la Iglesia uruguaya,
sobre todo episcopal.
15
Hay una intervención escrita, en la tercera sesión conciliar, de ocho obispos uru-
guayos (que junta significativamente a Parteli con Corso), aclarando, ante afirmaciones
hechas en el aula por Mons. Proaño (Ecuador), apoyado por Baccino y Mendiharat, y
Benítez (Paraguay), que no se podía aplicar a Uruguay la existencia de flagelos como el
analfabetismo y la explosión demográfica. Correcta en su contenido, esta aclaración
colectiva es fiel expresión de un reflejo muy uruguayo en esos años, presente en la
mayoría de los obispos como buenos orientales promedio (cf. AS/5, p. 512).
134 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
Ya señalé que esta fue en buena medida la tarea que se propuso Juan L. Segundo,
16
como lo expresa claramente este texto: Tengo la impresión que la primera tarea que
CAP. 1: EL EPISCOPADO AL SALIR DEL CONCILIO 135
1
Yves M.-J. CONGAR, Vatican II. Le Concile au jour le jour, Paris: Éd. du Cerf-
Plon, 1963, Vol. I, p. 101 (la traducción es mía).
Juan L. SEGUNDO, desde Montevideo, y en 1964, opina que la función de la
Iglesia en la humanidad, definida como servicio, significa un cambio radical de pers-
pectiva eclesiológica, y que es el único camino posible de
darle al cristianismo
una significación en la realidad nacional (cf. Destino del Catolicismo, Marcha,
12/6/1964, p. 3).
CAP. 2: QUÉ APERTURA, QUÉ MUNDO 137
Vaticano II, identifica una de ellas con
un amor integral del hombre
y de su mundo. 2 Y el P. Häring, por su parte, recuerda que
el versí-
culo de la Escritura más citado en el Concilio es el siguiente: No he
venido para ser servido, sino para servir (Mt. 20, 28). 3 En cuanto a J.
Ratzinger, no duda que
este movimiento [el conciliar] puede descri-
birse concisamente con el lema de apertura al mundo. 4 El cardenal
A. Liénart, en sus memorias conciliares: La perspectiva de una Iglesia
menos replegada sobre ella misma, menos estrechamente uniformizada
y más abierta a todos los hombres llamados por Dios a la salvación [
]
suscitaba ahora en la mayoría un esfuerzo de búsqueda verdaderamen-
te constructivo. 5
Con algunos años de perspectiva, otros teólogos y protagonistas de
nota, recuerdan: Por una Iglesia pobre y servidora: este título de una
obra del P. Congar resume bien otra de las constantes del pensamiento
conciliar. La Iglesia es servicio [
] Otra constante: la apertura a los
otros o, si se quiere, una concepción extrovertida de la Iglesia [
] La
fidelidad [al Concilio] es pues el encuentro con los otros, con todos los
otros. 6 Muy claro es el P. de Lubac: Nos pidió [el Vaticano II] una
apertura al mundo (aunque, si no me equivoco, la fórmula no es conci-
liar), o sea, en primer lugar una estima sincera y una simpatía profunda
por todo lo grande y bello que hay en el hombre, creado a imagen de
Dios, y en sus obras; fiel al Evangelio, rechazó todo repliegue temeroso
de la Iglesia sobre sí misma, toda rigidez pesimista que le daría la apa-
riencia de una secta; no temió decir que ella necesita del mundo para
cumplir su misión. 7
2
Gustave MARTELET, Les idées maîtresses de Vatican II: initiation à lesprit du
Concile, Paris: Desclée de Brouwer, Foi vivante, 1969, p. 137 (traducción mía).
3
Bernard HÄRING, Vatican II pour tous, Paris: Apostolat des Editions, 1967, p. 53
(traducción mía).
4
Joseph RATZINGER, ¿Una Iglesia abierta al mundo? Reflexiones sobre la estruc-
tura del Concilio Vaticano II, en ID., El Nuevo Pueblo de Dios. Esquemas para una
Eclesiología, Barcelona: Herder, 1972, p. 314 (el artículo original es de 1966).
5
Achille LIÉNART, Vatican II, Lille: Faculté Catholique, 1976 (suplemento de
Mélanges de Science Religieuse), p. 97 (traducción mía).
6
Gustave THILS,
en pleine fidélité au Concile Vatican II, Tournai, extracto de
La Foi et le Temps, Nº 3/1980, pp. 293-295 (traducción mía).
7
Henri de LUBAC, Entretien autour de Vatican II: souvenirs et réflexions, Paris:
France Catholique-Éd. du Cerf, 1985, pp. 119-20 (traducción mía).
138 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
8
Karl BARTH, Entretiens à Rome après le Concile, Neuchatel: Delachaux et Niestlé
(Cahiers Théologiques 58), 1968, p. 31 (la edición original alemana es de 1967. Traduc-
ción mía).
9
Cf. Marie-Dominique CHENU, Les signes des temps: réflexion théologique, en
Y. M.-J. CONGAR y M. PEUCHMAURD (dir.), LÉglise dans le monde de ce temps.
Commentaires, T. II, Paris: Éd. du Cerf, 1967, pp. 216-18 (traducción mía).
10
Nikita STRUVE, citado por Jan GROOTAERS, Rupture et présence dans
Gaudium et spes, en ID., LEglise dans le monde
, T. III, p. 66-67 (traducción mía).
El autor cita también a voces protestantes que critican el texto por ir demasiado lejos en
su reconocimiento-aceptación del mundo, sin reparar suficientemente en la ambigüe-
dad de las realidades humanas.
11
Gustavo GUTIÉRREZ, I grandi mutamenti allinterno delle società e delle chiese
di nuova cristianità dopo il Vaticano II, en LEcclesiologia del Vaticano II. Dinamismi
e prospettive, a cura di Giuseppe ALBERIGO, Bologna: Ed. Dehoniane (Nuovi saggi
teologici 18), 1981, p. 30 (traducción mía). El mismo Gutiérrez había desarrollado esta
visión con reservas de lo que él llama una teología progresista (la que responde a la
modernidad), en su Teología desde el reverso de la historia, Lima: CEP, 1977, pp.. 19,
20 y 54; y La fuerza histórica de los pobres: selección de trabajos, Lima: CEP, 1979.
CAP. 2: QUÉ APERTURA, QUÉ MUNDO 139
12
Héctor BORRAT, Entre el Concilio y la crisis: Iglesia 1965, Marcha, 31/12/1965,
p. 14. Un poco más adelante, el autor critica a
ciertos sectores que aspiran a la van-
guardia en un neo-ghetto que dispone, al igual que el viejo ghetto conservador, de sus
pontífices, sus canonizaciones y sus anatemas, y que sustituye la vieja apologética por
otra, no menos simplona, donde el amor se convierte en un comodín más al lado de los
vocablos más gastados por la última moda, apertura, diálogo, servicio (importa
notar que esta referencia polémica de Borrat se dirige a un pequeño sector laical, univer-
sitario en su gran mayoría, y de ninguna manera a los obispos, que están muy lejos de esto
y que tienen una percepción limitada de esta crisis, al menos como cuerpo).
13
Cf. B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, p. 147ss. Los autores señalan
que en 1966 el salario había perdido la quinta parte de su poder adquisitivo con respecto
a diez años atrás.
140 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
14
Sindicales sobre todo, con un paro general en 1966 (año de creación de la central
única de trabajadores, la CNT), y tres en 1967. En este mismo año hubo varios conflic-
tos gremiales duros, como el de los trabajadores de la prensa, que duró cuatro meses. Y
violentas manifestaciones estudiantiles (cf. Martha MACHADO y Carlos FAGÚNDEZ,
Los años duros: cronología documentada (1964-1973), Montevideo: Monte Sexto, 1987,
pp. 29-48).
CAPÍTULO 3
1
Estos son: CEU, Decreto La Misa dominical en sábado, Vida Pastoral (VP) 1,
may.-jun. 1967, p. 11; Declaración Acerca de la disciplina penitencial, ibid., pp. 12-
13; Directorio Sacramental, Vida Pastoral (VP) 3, set.-oct. 1967, pp. 9-24. También
hay un decreto sobre la Publicación de Vida Pastoral, VP 1, p. 3. Esta revista sustitu-
ye, a partir de mayo de 1966, al Boletín Eclesiástico que había dejado de publicarse en
marzo de 1966.
142 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
mera carta para el regreso al país, cuando
se puedan tener a mano las
informaciones más precisas de los problemas. 2
El que se proponga como primer documento una toma de posición so-
bre los problemas del país, me parece una señal más, que se agrega al
tono de la exhortación del 8 de diciembre de 1965, de la importancia que
los obispos están dispuestos a darle a la situación nacional, en esa nueva
actitud que en ellos ha creado el Concilio. Sin embargo no todo va a ser
tan lineal. Otros aspectos de la misma realidad del país y de la Iglesia
uruguaya pondrán a prueba, por primera vez, ese movimiento casi espon-
táneamente conciliar de ocuparse de los asuntos del mundo, o mejor, de
la sociedad a la que pertenecen.
2
Cf. Actas CEU 41, 15/11/1965. Para completar la información: Viola es presentado
como vicepresidente en ejercicio de la presidencia de la Conferencia, y el secretario es
Balaguer. No asisten Baccino, enfermo, y Mendiharat, en una reunión en el Vaticano. El
Acta comienza con un informe de Tonna sobre el Departamento de Educación Católica
del CELAM.
3
Cf. Actas CEU 42, 30/11/1965; y 43, 3/12/1965.
El documento de los Superiores Religiosos, es un pro-memoria de cinco carillas, fe-
chado el 9 de noviembre de 1965, en el cual dicen haber constatado en los últimos tiem-
pos,
con viva pena, en algunos sectores del laicado católico y aun lo que es más
lamentable entre no pocos miembros del Clero, un ambiente y una mentalidad de enjui-
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 143
ciamiento poco benévolo hacia los Colegios Católicos y a la labor que desarrollan.
Eso está provocando
sentimientos de inquietud, de inseguridad e insatisfacción fren-
te al propio trabajo educativo
en religiosos y religiosas,
llevándolos a añorar
otros campos, otras actividades, otras formas de vida que se piensan apostólicamente
más valiosas. Por eso piden la palabra autorizada de los obispos. El pro-memoria trata
también de los problemas económicos de la escuela católica, y propone una serie de
medidas (cf. ACEAM, c.172, carp. UNEC, 1965). Para completar el panorama, por esos
mismos días se estaba viviendo una fuerte tensión interna en la educación católica, por
reivindicaciones de algunos pequeños colegios parroquiales, que no estaban de acuerdo
con la estrategia diseñada por los más influyentes, en las relaciones con el Gobierno para
conseguir ayuda oficial de algún tipo (cf. también ACEAM, l.c.). Encontramos ecos de
estos problemas en las Actas CEU 47, 15/3/1966; y 49, 17/3/1966.
4
La CEU se reúne en marzo de 1966, del 14 al 18, con dos sesiones diarias. Allí se
puede seguir el itinerario y todo el tiempo dedicado a la cuestión educativa, que culmi-
nará finalmente con la redacción de una declaración colectiva, y la planificación de una
campaña de sensibilización sobre el tema. Participan también activamente en la reflexión
de la CEU, y en la elaboración del texto y la campaña, los superiores religiosos.
Es significativo ver cómo la carta sobre los problemas del país pasa a un claro segun-
do plano: en las Actas CEU 45 a 50, correspondientes a esas sesiones de la Conferencia,
solamente al inicio y al final se discute sobre las primeras ideas y esquema presentados
por Baccino, a quien se ha encargado de eso (Actas CEU 45, 14/3; y 50, 18/3/1966). En
todas las demás sesiones, salvo esa mañana del 14, se dedica abundante atención al
problema educativo.
5
La reunión de marzo es la primera de una nueva época, con un nuevo estilo de
funcionamiento, de varios días seguidos de trabajo, en dos sesiones cotidianas. En esa
ocasión se aprueban nuevos estatutos de la Conferencia; se reestructura el Secretaria-
do, cuya misión será sobre todo la de ejecutar las decisiones; se crean ocho departa-
mentos y se elige un nuevo Consejo Permanente, con Viola como presidente, Parteli
como vice y Balaguer como secretario (cf. Actas CEU 49, 17/3/1966; y también, BP
Color, 24/3/1966, p. 3, para el comunicado de prensa con el que los obispos dan
cuenta de sus trabajos).
144 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
6
Un proyecto del herrerismo, el que más había intentado un acercamiento a la Iglesia
(por ejemplo con el tema de la Universidad libre), promovía la subvención lisa y llana
a la educación privada. La otra mitad del Partido Nacional, junto con los colorados y
otros grupos (entre los que estaban los disidentes conservadores de la Democracia Cris-
tiana), llevaron adelante un proyecto interpartidario, que fue presentado a la Asamblea
General, y votado por ella el 24 de agosto de 1966. En su artículo 69 preveía que
las
instituciones de enseñanza privada y las culturales de la misma naturaleza estarán
exoneradas de los impuestos nacionales y municipales, como subvención por sus servi-
cios (se suprimió una cláusula restrictiva que existía antes). Este acuerdo fue calurosa-
mente defendido por los sectores más conservadores del laicado católico como lo que se
podía conseguir en un momento en el cual los proyectos de reforma estaban centrados
sobre todo en aspectos más políticos (regreso al Poder Ejecutivo unipersonal y sus po-
testades, etcétera).
Las diversas propuestas reformistas en lo relativo a la educación despertaron fuertes
críticas en los sectores laicos más duros (como la Federación Uruguaya del Magisterio),
lo que también condicionó el tratamiento de la cuestión por parte de la Iglesia. Para todo
esto, ver BP Color 2/6/1966, p. 10; 15/8/, p. 3; 23 y 26/8, p. 3; 29/8, p. 18; 3/9, p. 11; 29/
9, p. 12; 10 y 11/11, p. 10. En las elecciones del último domingo de noviembre se
aprobó esta reforma.
7
En Actas CEU 46, 15/3/1966, Tonna y Balaguer opinan que el clima político es
favorable para conseguir apoyo económico del Estado, sobre todo por la obra de las
asociaciones de padres de colegios católicos (APAC). Los obispos deberían apoyar esta
acción de los laicos por el documento previsto, que para Tonna debe ser doctrinario, que
exponga la necesidad de la docencia católica en todos los niveles, incluyendo una fu-
tura universidad. De hecho, la CEU, junto con la decisión de publicar su carta, va a
instrumentar una campaña de sensibilización de la opinión pública sobre la necesidad y
la justicia de la subvención estatal (a los padres, no a los institutos), centralizada por los
obispos, pero sin que aparezca vinculada con la carta. La realización práctica de la
campaña será obra de las APAC y de la Unión Nacional de Educación Católica (UNEC)
(cf. Actas CEU 49, 17/3/1966).
8
CEU, Declaración del Episcopado Nacional A los fieles católicos y al pueblo uru-
guayo sobre La Educación y la Cultura, Montevideo, 1966 (publicada como folleto de
20 páginas, sin referencia editorial, y fechada Pascua de Resurrección). Apareció en
la prensa el 11 de mayo (cf. BP Color, 11/5/1966, p. 12, con el título Exhorta la Iglesia
uruguaya al Pueblo a luchar por la causa de la Educación). Al citarla, pondré en el
mismo texto las referencias de los numerales. Ver texto en ANEXO I, Nº 1.3.
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 145
9
Los últimos documentos episcopales sobre el tema habían sido la carta colectiva
La Enseñanza Católica en el Uruguay, en 1940, firmada por Aragone, Camacho y
Paternain (cf. BE 259, abr. 1940, pp. 137-151). Mucho más cerca, la de Mons. Tonna,
Orientaciones sobre la Enseñanza, en 1961 (cf. BE 510, mar. 1961, pp. 97-101). Tie-
nen un destinatario exclusivamente eclesial, como era natural en esas épocas, por más
que en ambos casos, sobre todo en el de Tonna, el tono no es agresivo y se reconoce la
obra abnegada de los educadores de la escuela pública. Las críticas están dirigidas a los
principios, a la imposible neutralidad (1940), o a sus desviaciones (1961); los reclamos
están centrados en ambos casos en el derecho primordial de los padres, anterior al del
Estado, a elegir la educación para sus hijos, cosa que no respeta la legislación uruguaya.
Hay diferencias en la manera de plantear los derechos de la Iglesia en la educación (con
más energía en 1940).
Quiero resaltar, en el texto de 1966, el saludo a las asociaciones que representan a los
docentes, que por esos días estaban dirigiendo fuertes ataques a los proyectos de refor-
ma favorables a la enseñanza privada.
146 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
10
Por las citas de la declaración conciliar Gravissimum educationis momentum (GE),
que elige, la CEU prácticamente no se refiere al Estado, sino a la sociedad civil. En el
pasado, uno de los puntos clave de la polémica era justamente el del papel del Estado en
la educación.
11
En documentos del pasado se había elogiado a los maestros, a la extensión de la
educación, pero nunca se había dejado de criticar fuertemente el carácter laico (la pre-
tendida neutralidad, como se decía). Aquí hay mucho más: alabanza y orgullo del
mismo sistema, sin crítica sobre sus contenidos o fundamentos. Más, en el Nº 5, los
obispos se dicen convencidos de que
el amor sincero del bien común, el respeto
mutuo a los derechos que caracteriza nuestra convivencia nacional, nos hará superar a
todos cualquier dejo de pasados enfrentamientos entre la enseñanza oficial y la ense-
ñanza privada y católica.
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 147
Recuerdo el orgullo por el nivel educativo y cultural de Uruguay (que por otra parte
integra los mitos fundacionales del Uruguay feliz), reflejado en la intervención
conciliar escrita de la mayoría de los obispos que cité en su momento (cf. AS III/4, p.
512).
12
En la etapa de elaboración del documento los obispos se habían puesto de acuerdo
para pedir a los superiores religiosos que ofrecieran al Estado sus locales en los horarios
que no se usaran, para paliar una eventual escasez de aulas para los liceos públicos (cf.
Actas CEU 49, 17/3/1966).
13
En coherencia con ello, los obispos conceden mucha importancia al papel central
de la catequesis en la educación en perspectiva católica, lo que puede reflejar las críticas
que sobre ese aspecto se estaban dirigiendo, desde dentro mismo de la Iglesia, a los
colegios católicos, y que los mismos superiores religiosos reconocían en parte como
justas.
14
Reiterar el reclamo, aunque sea de principio, de la universidad católica, aparece
como especialmente anacrónico en ese momento, y podría haber llegado a provocar
fuertes reacciones, o al menos ser interpretado como una señal de que debajo de un
nuevo ropaje todo seguía igual, si no fuera porque tanto dentro como fuera de la Iglesia,
se prestó muy poca atención a la declaración.
148 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
15
Además de los condicionamientos de la misma realidad, me importa transcribir tres
opiniones que señalan la dificultad del campo de la educación católica para procesar la
apertura postconciliar. El primero del P. M.-D. CHENU, Les signes des temps
, op.
cit., p. 217: Según el parecer de todos, el Concilio no pudo aclarar el principio de la
autonomía de los valores terrestres, afirmado expresamente en el capítulo de la cultura
en la constitución Gaudium et spes, cuando se trataba de aplicarlo a las instituciones
educativas y culturales de la juventud. ¿La laicidad es un signo de los tiempos?; y si lo
es, cómo, en una Iglesia que, después de los oscuros combates contra el laicismo,
quiere ser decididamente misionera, comprometiendo su presencia en las instituciones
profanas (traducción mía).
Por su parte, Karl RAHNER, en una conferencia pronunciada en Munich, el 12/12/
1965, sobre la clausura del Concilio, opinaba que en lo relativo a los medios de comu-
nicación social y a las escuelas católicas, el enfoque conciliar había respondido más al
pasado que al futuro de la Iglesia (El Concilio: nuevo comienzo, publicado en Pers-
pectivas de Diálogo, Nº 12, mar.-abr. 1967, p. 42).
La tercera opinión, uruguaya, de Galo MARTÍNEZ ARONA, Función de la Igle-
sia
, p. 63s: En cierto sentido ha decepcionado a muchos que esperaban una mayor
definición de posiciones [
] Ese lacónico todavía [sobre la importancia de la escuela
católica, según la GE 8, que en realidad dice quoque, también] es la única referencia
a las vacilaciones de los cristianos, sobre todo de los pastores, en lo que respecta a las
formas que debe adoptar la enseñanza católica en el proceso de secularización, que
sigue avanzando y que se plantea en distintas modalidades según la situación concreta
de cada país de acuerdo a los antecedentes históricos del problema.
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 149
16
Este había sido justamente el planteo del venezolano Mons. Henríquez, en la tercera
sesión del Concilio, que Cáceres y Mendiharat habían apoyado (cf. AS III/8, pp. 375-379).
Medio año después, y uno antes de la declaración, en una reunión de la CEU, ante un
pedido de Tonna de que se preste más atención a la promoción de la educación católica,
Parteli opina que lo más importante es ver cómo se llega a todos los alumnos de la
educación pública, que son la inmensa mayoría. Hay que derribar el muro de suspica-
cias y apaciguar el espíritu de lucha que existe entre la escuela oficial y la católica.
Hay que infundirles a los docentes católicos la mística de actuar en sus agremiaciones
con sentido de apostolado religioso, concluyó (cf. Actas CEU 30, 31/3/1965). Pero
este camino no se siguió en el documento, pienso que en buena medida por cómo nació,
más allá de una alusión rápida en el Nº 4.
17
Cf. BP Color, 7/6/1966, p. 10.
18
Cf. El Debate, 11/5/1966, p. 3.
150 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
19
Actas CEU 55, 9/9/1966. Son palabras del informe inicial, de Mons. Mendiharat.
Corso pide que se haga una expresa condenación del comunismo,
por el peligro que
este significa en nuestro medio
, pero los demás obispos no lo juzgan oportuno, jus-
tamente en la situación pre-electoral. Se encarga a Mendiharat preparar un borrador,
inspirado en los textos conciliares sobre la colaboración de todos los hombres en la
vida pública.
20
Actas CEU 56, 10/9/1966. Se decide, además, que el documento sea firmado sola-
mente por Viola y Balaguer, como presidente y secretario de la Conferencia (¿a causa de
la discrepancia de Corso? ¿O porque se juzga de relevancia menor? En general, no he
podido determinar con información precisa los criterios seguidos por la CEU para fir-
mar sus documentos de una manera o de otra). En esta misma sesión, la Conferencia ha
renovado sus autoridades, por tres años: Viola es elegido presidente; Parteli es el vice;
Baccino el secretario del Consejo Permanente, que integra junto con los dos primeros.
Balaguer es el secretario de la Conferencia.
21
Cf. Declaración ante las elecciones, BP Color, 20/9/1966, p. 9. Al no existir más
el Boletín Eclesiástico y no haber sido suplido por otra publicación, no tiene una edi-
ción eclesial. Ver texto en ANEXO I, Nº 1.4.
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 151
22
Cf. CEU, Declaración Deberes cívicos del católico, BE 523, jul.-ago. 1962, pp.
167-169. Escrito poco antes del comienzo del Concilio, dirigido sólo a los católicos, y
sin salir de los límites de los criterios para elegir, en base a citas de Pío XI (sobre todo)
y Pío XII, en rigor no está dominado por la defensa de los intereses de la Iglesia.
No hay, en cambio, un documento de este tipo antes de las cruciales elecciones de
1958, tal vez porque en los meses previos la atención de los obispos estuvo acaparada
por la enfermedad y muerte de Pío XII y la elección de Juan XXIII (Cf. BE 481, oct.
1958).
23
Publicada por los jesuitas del Centro Pedro Fabro de Montevideo, comienza a
aparecer en diciembre de 1965, y durante el primer año se autoidentifica como Boletín de
enlace de los CCC (es decir, los Cursos de Complementación Cristiana, que eran la
instancia formativa de los grupos laicales más militantes en esos años. Uno de los princi-
pales protagonistas de esos Cursos, y de la revista, es Juan L. Segundo). A partir de 1967
pasa a llamarse Perspectivas de Diálogo y ya no hace más referencia a los CCC.
152 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
24
Un llamado del Episcopado a la madurez política, Diálogo, Nº 7, setiembre de
1966, p. 1-2. Ya señalé que no concuerdo con que en la declaración anterior la óptica
fuera sin más la de la defensa de los derechos de la Iglesia, pero me parece relevante el
juicio de la revista por tratarse de una reacción contemporánea, en plenas primicias del
espíritu postconciliar.
25
La Iglesia en silencio, Diálogo, Nº 9, noviembre 1966, p. 2.
26
Ibid., p. 3. Los dos artículos ocupan el lugar del editorial, y por su contenido y
estilo, sobre todo el segundo, es muy posible que sean obra del P. Segundo, que en
general era muy poco optimista sobre los efectos de la renovación conciliar en la Iglesia
uruguaya, y también muy crítico de la existencia de un partido católico.
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 153
27
El País del 22/9, p. 5, también publica el texto completo. Por su parte, El Debate,
que no publica la declaración, realiza varios comentarios editoriales en los días siguien-
tes: el 23/9, a la par que informa sobre la existencia del pronunciamiento y refiere algu-
na de sus afirmaciones, critica a la Episcopal Uruguaya (sic) por rechazar la absten-
ción y no
sostener que el batllismo no puede merecer el voto católico, por ser el
gran enemigo de la Religión (detrás está la polémica por la reforma de la Constitución
en el tema de la educación privada). Repite esa crítica el 25 y el 26/9, siempre en su
página editorial. El diario blanco inicia una línea de ataque a los obispos, que irá exten-
diéndose a otros medios, acusándolos de abandonar a sus fieles. La Mañana, por su
parte, que el 20/9, p. 4, consigna lo actuado por la CEU en su reunión, nada dice de la
declaración.
28
Mons. Baccino había continuado su trabajo de preparación del texto base de la
carta. En la sesión de la Conferencia de marzo de 1966, presenta un primer esquema,
que es discutido y aprobado, al mismo tiempo que se decide ampliar las consultas, sobre
todo con laicos (cf. Actas CEU 45, del 14/3; y 50, del 18/3/1966).
Fue el 15/3, en medio de la discusión del primer esquema del documento sobre los
problemas sociales, que la Conferencia tomó la decisión de escribir un texto sobre la
educación, con el cual se procedió con gran rapidez (cf. Actas CEU 46 y 48). Consulté
a Mons. Parteli sobre esta rapidez, y también sobre el hecho de que esta carta hubiera
finalmente antecedido en un año a la referida a los problemas sociales, y su respuesta
fue que Tonna ya tenía preparado un texto sobre la educación, desde antes de esa reu-
nión y la decisión de la CEU, y muy probablemente con la ayuda de su hermana, maes-
tra e inspectora de Enseñanza Primaria.
En la sesión ordinaria de setiembre, Baccino presenta nuevos borradores, que los obis-
pos deciden seguir trabajando personalmente durante dos meses, enviando, si es el caso,
observaciones, en vistas a nuevas correcciones, una última consulta y la redacción defini-
tiva. La idea es publicar el texto para el Adviento de 1966 (cf. Actas CEU 51, 5/9/1966).
29
Publicada en folleto de 35 páginas, sin indicación editorial ni fecha precisa (Cua-
resma de 1967). En general, toda la prensa, menos el todavía recalcitrantemente
anticlerical El Día, se hizo eco del documento, como veremos más adelante. El BP
154 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
Color publicó el texto completo el 27/3, en un folio especial, mientras que El País
presentó bastante detalladamente su contenido en tres notas, del 16, 17 y 18/3, en la p. 5,
como comentario editorial. Este diario y La Mañana dieron la noticia en la primera
página, el día 16. Texto en ANEXO I, Nº 1.5.
30
Se trata de un gesto ecuménico inédito en documentos de la CEU. Como antece-
dente cercano, el 30/5/1966, Parteli había firmado con varios líderes protestantes una
declaración común, en vísperas de Pentecostés, en la que renovaban su compromiso en
la
búsqueda de la unidad de los cristianos [
] el cumplimiento de la misión de la
Iglesia a través de una eficaz comunicación del Evangelio para el hombre moderno,
una sincera búsqueda de la hermandad entre todos los sectores del pueblo, y una ac-
ción decidida para soluciones permanentes para los graves problemas espirituales,
sociales y económicos que sufre el país (BP Color, 30/5/1966, p. 7).
Poco después de la publicación de la Pastoral, Parteli vuelve a escribir una carta, esta
vez junto al pastor Juan Tron, por la Federación de Iglesias Evangélicas, dirigida al
novel presidente Oscar Gestido, pidiéndole una vigorosa defensa de la justicia y la paz
en la inminente Conferencia de Presidentes de toda América, en Uruguay (cf. Víspera 1,
mayo 1967, pp. 7-8.).
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 155
31
Un cambio profundo de los hábitos mentales y de las estructuras, dicen con rela-
ción al tema reforma agraria. Y agregan: Para eso escribimos esta carta, con la
esperanza de que nuestra palabra sea un motivo de seria reflexión para todos
(Nº IV).
156 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
32
Como se puede ver, algunas son cuestiones muy propias de la realidad uruguaya,
como la relación ciudad-campo, la baja natalidad y el gran peso del Estado. También en
la elección de los temas, el documento tiene un inconfundible sello nacional.
33
Antonio ACERBI, en La Chiesa nel tempo: sguardi sui progetti di relazioni tra
Chiesa e società civile negli ultimi cento anni, Milano: Vita e Pensiero, 1979, pp. 266-
272, señala los aspectos de continuidad y ruptura de la GS con respecto a la Doctrina
Social de la Iglesia, atribuyendo la continuidad a la opción de utilizar una determinada
antropología ideal. Ver las obras clásicas sobre la historia de la elaboración del texto, de
Ch. Moeller, Ph. Delhaye, M. McGrath y R. Tucci, que Acerbi cita abundantemente.
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 157
34
Textos clásicos en esta concepción son los de W. ROSTOW, Las etapas del creci-
miento económico, México: Fondo de Cultura Económica, 1961. R. PREBISCH, Hacia
una dinámica del desarrollo latinoamericano, México: Fondo de Cultura Económica,
1963. Una bibliografía abundante, al mismo tiempo sobre desarrollismo y sobre su crítica
desde la teoría de la dependencia, en Gonzalo ARROYO, Pensamiento latinoamericano
sobre subdesarrollo y dependencia externa, Mensaje, Nº 17, 1968, pp. 516-520.
Uruguay fue sede de dos reuniones panamericanas que dieron origen a dos emblemas de
ese tipo de enfoque y de políticas, como la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio
(ALALC, Tratado de Montevideo, 1960), y sobre todo, la Alianza para el Progreso (Reu-
nión del Consejo Interamericano Económico y Social CIES, Punta del Este, agosto de
1961). Iniciativa del presidente Kennedy,
intentaba nuclear a los países latinoameri-
canos bajo la égida de EE UU, neutralizando la creciente influencia ejercida por la revo-
lución cubana en el Continente (B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, p. 16).
35
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO (CELAM), X Reunión ordina-
ria y Asamblea extraordinaria. Presencia activa de la Iglesia en el desarrollo y en la
integración de América Latina, Boletín Informativo CELAM, Nº 88, oct. 1966-ene.
1967, Bogotá. La reunión se realizó en octubre, en la ciudad argentina de Mar del Plata.
Comentaristas de esta asamblea, hacen ver cómo el análisis allí realizado, y reflejado
en sus conclusiones, quedó atrapado en una cierta ambigüedad, precisamente por el tri-
buto rendido a las categorías desarrollistas tan en boga (desarrollo, su carácter técni-
co, integración, etcétera) y condicionó el tipo de reflexión teológica, ubicándola como
justificaciones teológicas previas a la consideración de la realidad. Así: C. AGUIAR,
Las puertas abiertas, Víspera 6, julio 1968, pp. 65-66, nota 25. También, H. BORRAT,
Introducción, en Medellín. La Iglesia nueva, Cuadernos de Marcha 17, 1968, p. 4:
Mar del Plata habló el aséptico lenguaje de los tecnócratas [
] en tierras nuestras,
este nombre [desarrollo como nuevo nombre de la paz], como tantos otros, tiene que ser
traducido a otros términos, porque aquí aparece desgastado y neutralizado por las agen-
cias de ayuda, los burócratas internacionales [
] Lo mismo podríamos decir de la
famosa integración. Son dos palabras que circulan en el habla de los conservadores
último modelo o, a lo más, de los utopistas de los cambios progresivos y armoniosos.
158 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
36
Cf. A. ACERBI, op. cit., que considera la perspectiva de los signos de los tiem-
pos como una de las grandes líneas de la dinámica conciliar (pp. 184-194), anali-
za luego largamente la suerte corrida por ella en las sucesivas redacciones de la GS
(pp. 194-232: ver la muy abundante bibliografía). El autor opina que finalmente se
produjo
un pasaje [
] de los signos de los tiempos a la consideración del
hombre en sí, por la mediación de los interrogantes perennes, que ha concentrado
toda la consideración en la dimensión teológica del hombre y en la contraposición
entre un humanismo teocéntrico y un humanismo antropocéntrico (p. 228, nota
103). Acerbi ve una progresiva y constante atenuación de la importancia acordada a la
perspectiva de los signos de los tiempos, desde el esquema de 1964 al texto definiti-
vo, pasando por el esquema de 1965, sin que eso signifique que desaparezca comple-
tamente (cf. pp. 196-217, y 226-232).
37
Por ejemplo, el dirigido a los obispos de Iberoamérica, el 24/11/1965 (Nº I); el
Mensaje a la Asamblea también citada como Congreso del Episcopado Latinoameri-
cano en Mar del Plata (Nº II y VI).
38
No hay que olvidar que en estos años, uno de los polos políticos de atracción es la
experiencia de la Democracia Cristiana en Chile (llamada Revolución en libertad, por
contraposición con Cuba), y en la cual figuras como la del chileno Mons. Larraín, muer-
to poco antes de Mar del Plata, siendo presidente del CELAM, ejercían una gran in-
fluencia. El había escrito enseguida después del Concilio una carta pastoral, Desarro-
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 159
llo: éxito o fracaso en América Latina, que luego inspiró fuertemente la Populorum
progressio (la expresión desarrollo, nuevo nombre de la paz, es suya). También esta-
ban muy de moda los análisis de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL),
verdadero oráculo de las teorías del desarrollo.
39
En el Nº IX (El problema de la baja natalidad), hay sin embargo una especie de
identificación entre esposos cristianos y todos los esposos del país. Pero parece más
un lapsus, resto redaccional de otros tiempos.
40
Ya advertí, en nota anterior, que la carta prácticamente no hace mención a la dedi-
cada a la educación y la cultura, cuando fue elaborada contemporáneamente, y en su
presentación se argumentó que era el primer documento postconciliar porque lo que se
necesitaba ante todo era un cambio de mentalidad.
160 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
41
No existía todavía la influencia de la Populorum progressio publicada muy poco
después, y que marcó mucho a los obispos para ir adoptando esa nueva metodología
teológica, ya presente en la GS. El jesuita uruguayo Ricardo CETRULO vio precisa-
mente en la encíclica de Pablo VI la señal más clara de un cambio de metodología
teológica, que analizó en dos artículos de Perspectivas de Diálogo, Populorum
Progressio: cambio de perspectiva, Nº 14, junio, y Nº 15, julio 1967, pp. 90-95 y 119-
123 respectivamente. Una versión acabada del artículo fue publicada por Víspera 3, oct.
1967, pp. 5-10 con el título definitivo Populorum Progressio: de la animación de la
sociedad al análisis de situación.
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 163
42
Baste recordar que la elaboración de la carta de Cuaresma es conducida por Baccino,
y que Mendiharat cumple el mismo papel con la declaración sobre las elecciones.
164 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
43
La mayor parte del tiempo de las reuniones de la Conferencia Episcopal, entre
noviembre de 1965 y abril de 1967 (según las Actas CEU de las sesiones de ese período,
Nº 41 a 61), está ocupado por estas cuestiones y la relativa a la educación católica. Cosa
que parece normal, pero que deja el interrogante de saber qué tipo de texto hubiera
finalmente sido la carta de Cuaresma, si no se hubiese demorado todo ese tiempo, en
medio de todos los condicionamientos que impone esa marcha habitual de un cuerpo
como una conferencia episcopal. No sirve de mucho hacer hipótesis en el aire, pero tal
vez hubiéramos podido tener algo con menos pretensiones técnicas y con un mayor
aliento.
44
Por ejemplo, el Motu Proprio Munus Apostolicum (10/6/1966), sobre el principio
de una aplicación gradual de las decisiones del Concilio, ampliando la vacatio legis; el
también M P De Episcoporum Munere (15/6/1966), en el que se determinan las faculta-
des que se reserva la Santa Sede; la Carta del cardenal Ottaviani a las Conferencias
Episcopales (24/7/1966), acerca de abusos que se van difundiendo en la aplicación de
la doctrina conciliar; el discurso de clausura del Congreso Internacional de Teología
Conciliar, en Roma (26/9 a 1/10/1966), en el cual Pablo VI pone en guardia sobre la
tendencia a negar o quitar vigor a las relaciones entre la teología y el magisterio de la
Iglesia; la misma agenda del primer Sínodo de Obispos, de índole completamente
intraeclesial. Evidentemente que estas señales están acompañadas por muchas otras
positivas, pero no deja de llamar la atención, a la distancia, la acumulación de adverten-
cias y reservas (la lista no es completa) desde 1966.
R. CETRULO, Problemas de la Iglesia post-conciliar, Diálogo, Nº 9, nov. 1966, p.
16s. se pregunta si no se está produciendo ya un retorno a lo pre-conciliar.
CAP. 3: EL PRIMER AÑO DEL POST-CONCILIO 165
45
PABLO VI, Carta encíclica Populorum progressio (PP), AAS 59 (1967), pp. 258-
299 (OR 746, 1967, pp. 1-6). Fechada el 26 de marzo, día de la Pascua, su texto comple-
to fue conocido aquí por intermedio del BP Color, que la publicó el 29, en las pp. 4-8,
además de abundante material, en los días siguientes, sobre las reacciones en otros
países. Pero toda la prensa, con la excepción pertinaz de El Día, concedió gran impor-
tancia a la encíclica. Desde los diarios blancos El Debate (29/3) y El País (29, 30 y 31/
3), pasando por los colorados Acción (28/3) y La Mañana (29/3), que le dedican títulos
de portada y despachos de agencia más o menos extensos, hasta el comunista El Popu-
lar (29 y 30/3), que editorializa sobre ella (es novedoso que la Iglesia trate temas que
son comunes en la izquierda, aunque con ello se busca enfrentar la revolución inevita-
ble, y oponerle el desarrollismo, p. 4). También el semanario de izquierda indepen-
diente Marcha, dedicó el Nº 8 de sus Cuadernos, titulado Iglesia Hoy, a la publicación
de una serie de recientes textos del magisterio, entre ellos la encíclica entera. La publi-
cación, de diciembre de 1967, tiene un prólogo de Héctor BORRAT (Iglesia Hoy, pp.
7-12), y un epílogo de Juan L. SEGUNDO (¿A dónde va esta Iglesia?, pp. 117-123).
El caso de la PP en la prensa uruguaya ilustra bien la creciente atención que se presta
al fenómeno Iglesia y a la información que la concierne, cualquiera sea la definición
ideológica de los medios. Hay aquí un notorio cambio en las tradiciones uruguayas de
considerar socialmente irrelevante lo religioso.
46
También en las publicaciones católicas, la encíclica ocupó mucho espacio. Además
de la publicación oficial del texto en el folleto que ya cité, Perspectivas de Diálogo le
dedicó tres comentarios: los dos citados antes de R. CETRULO (Nº 14 y 15), y otro
anterior, del jesuita chileno Hernán LARRAIN, Populorum Progressio, Nº 13, mayo
1967, pp. 72-80. Por su parte, Víspera 2, agosto 1967, en un Informe: Populorum
Progressio, pp. 63-80, acercó opiniones de múltiples voces, desde diversos horizontes
(las revistas Mensaje y Criterio, el teólogo metodista José Míguez Bonino, Dom Helder
Câmara, y otros obispos así como líderes políticos latinoamericanos). Algunas de esas
voces planteaban sin embargo las limitaciones de la encíclica mirada desde el Tercer
Mundo (Todavía falta mucho, del Equipo Nacional de la antigua JUC de Brasil, p. 75;
Pablo, Hermano, del sacerdote uruguayo Manuel DIBAR, pp. 76-78). Pero es inne-
gable el papel fuertemente dinamizador que tuvo para el catolicismo latinoamericano la
encíclica, recibida, como el Vaticano II, en otro mundo, tal cual lo mostrarán en poco
tiempo una serie de acontecimientos eclesiales, entre los que descuella la Conferencia
de Medellín.
CAPÍTULO 4
1
B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, p. 61.
2
Cf. ibid., pp. 60-62.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 167
3
Este estado de excepción duró casi ininterrumpidamente (salvo tres meses) entre
junio de 1968 y 1971. Y si contamos los 60 meses que van de junio de 1968 a junio de
1973 (mes del golpe), 50 se vivieron bajo las Medidas (cf. M. MACHADO y C.
FAGÚNDEZ, op. cit., pp. 59-185).
4
Ante la multiplicación de las denuncias, una Comisión del Senado realizó una investiga-
ción al respecto y, en julio de 1969, concluyó unánimemente que existían pruebas ciertas de
torturas a los detenidos. Cf. B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, p. 60.
5
Los civiles quedaban así sometidos a la jurisdicción militar, con la consecuencia de
ser declarados desertores y dados de baja-despedidos si no concurrían a trabajar por
huelga. En algunos momentos fueron masivamente internados en los propios cuarteles
(cf. Ibid., p. 61).
6
Ibid., p. 141. Para el conjunto de la política económica del gobierno Pacheco, ver
pp. 139-144. Y AA VV, El Uruguay del siglo XX. T. I: La economía, Montevideo: Ed. de
la Banda Oriental-Instituto de Economía, 2003 (sobre todo pp. 65-94).
168 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
7
Gonzalo VARELA, De la República liberal al Estado militar: crisis política en
Uruguay. 1968-1973, Montevideo: Ediciones del Nuevo Mundo, 1988, citado por B.
NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, p. 66.
8
B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, p. 64.
9
Todavía dura y no está zanjada la discusión acerca del grado de influencia que tuvo
la guerrilla en el deterioro institucional y finalmente en el golpe de Estado uruguayo.
Discusión inevitablemente muy ideologizada, aunque parezca innegable atribuir al ac-
cionar guerrillero al menos un reforzamiento del carácter militar de la lucha socio-polí-
tica. Pero eso no lleva a minimizar la voluntad represiva del gobierno de Pacheco, ma-
nifestada aun antes de que los grupos armados cobraran realmente fuerza. Ver B.
NAHUM, El fin del Uruguay liberal
, p. 66s, así como la obra citada poco antes de G.
VARELA; también, Oscar BRUSCHERA, Las décadas infames: análisis político. 1967-
1985, Montevideo: Hoy es Historia, Ed. Linardi y Risso, 1986.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 169
10
Para los orígenes y principales características del MLN-Tupamaros, ver Eleuterio
FERNÁNDEZ HUIDOBRO, Historia de los Tupamaros (tres tomos), Montevideo: Tupac
Amaru Editores, 1989. Ver también, B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
,
pp. 67-71, y las otras obras mencionadas en la nota anterior.
11
A partir de allí, aumentarán las muertes con la intensificación de los operativos y
enfrentamientos. Entre diciembre de 1966 y fin de 1972, el MLN sufrió unas 20 bajas,
y otras 18 las fuerzas represivas. Entre estas muertes, hay que destacar, por la importan-
cia política y simbólica que tuvieron, la del asesor norteamericano de la policía urugua-
ya Dan A. Mitrione, secuestrado y asesinado a inicios de agosto de 1970. Pocos días
después, es secuestrado y asesinado por el llamado Escuadrón de la Muerte, el joven
de 19 años Héctor Castagnetto.
Durante todo este período el MLN realizó una serie de secuestros bastante espectacula-
res, entre los cuales algunos de diplomáticos y funcionarios internacionales. Desde el
punto de vista militar tuvieron especial significación el intento de copamiento de una
pequeña ciudad (Pando), a menos de 30 kilómetros de Montevideo, en octubre de 1969
(como una especie de homenaje al Che Guevara a los dos años de su caída), en el cual
mueren tres tupamaros, un policía y un civil, y se produce un gran despliegue militar.
Finalmente, cito solamente la jornada sangrienta del 14 de abril de 1972, en la cual el
MLN dio muerte a cuatro personas a las que acusaba de diversas responsabilidades en el
Escuadrón de la Muerte, y las fuerzas represivas mataron a su vez a ocho tupamaros.
Para estos datos y un elenco completo de las principales acciones del MLN y los consi-
guientes operativos represivos, ver M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit.
170 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
12
Entre ellos, la Juventud Uruguaya de Pie (JUP) que operaba especialmente en el
medio estudiantil, el Comando Caza Tupamaros, que se responsabilizó por el asesinato
de un joven estudiante en julio de 1971. El caso de otros dos jóvenes también asesinados
(en 1970 y 1972) nunca fue seriamente investigado, por lo que se alimentó la opinión de
complicidades en los círculos del Gobierno y el aparato represivo, y dio verosimilitud a
las denuncias del MLN sobre la existencia de un Escuadrón de la Muerte en el cual
estaban involucrados funcionarios del Estado. Como ya lo dije, los atentados de los gru-
pos de ultraderecha arreciaron, bajo la forma sobre todo de ataques a domicilios de mili-
tantes y a locales del Frente Amplio, desde los últimos meses del 71 hasta abril de 1972,
como una forma de aterrorizar a la población. Baste decir que en enero y febrero del 72
hubo 17 atentados, 8 en marzo, y 11 en los primeros quince días de abril. Para todos estos
datos y sus circunstancias, ver M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 171
13
Para la historia latinoamericana ver François CHEVALIER, América Latina: de la
Independencia a nuestros días, México, Fondo de Cultura Económica, 1999. Sobre
Camilo Torres, el Che Guevara, y la teoría del foco guerrillero, la revista Víspera publi-
có excelente material: Presencia y memoria de Camilo Torres, Nº 1, mayo 1967, pp.
54-76; La muerte del Che, Nº 4, enero 1968, pp. 3-12; y La Revolución verde oliva,
Debray y la OLAS, Nº 3, octubre 1967, pp. 17-39. En este último trabajo, su autor,
Alberto Methol Ferré, realizó una muy documentada y aguda crítica a la teoría de la
lucha armada, y más precisamente al foco, teorizado por R. Debray a partir de la
experiencia cubana, y propuesto como paradigma para la revolución latinoamericana.
14
Por ejemplo, el 24 de junio de 1969, el Ministerio del Interior lanzó un operativo
para detener a 2.400 militantes sindicales, estudiantiles, políticos y sus familiares. Y en
algunos momentos de la militarización ya citada, ello significó la internación en cuarte-
les de todos esos trabajadores, desde donde eran llevados a cumplir su horario de traba-
jo (cf. M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit., p. 90).
15
De todos modos, fue en este período que se consolidó la organización de la
central única de trabajadores (Convención Nacional de Trabajadores CNT), que
celebró su primer congreso en mayo de 1969. Aumentó sobre todo la integración en
172 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
18
Esta intervención fue la que decretó en agosto de 1970 la clausura anticipada de los
cursos en Montevideo, lo que produjo la reacción de un número considerable de padres,
profesores y estudiantes, dando comienzo al funcionamiento de lo que se llamaron liceos
populares, en diversos locales, entre los que cumplieron un papel muy importante las
parroquias. Eso provocó a su vez múltiples allanamientos para tratar de frenar esa forma de
resistencia. Cf. Ibid., p. 61, y M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit., pp. 100 y 110.
Desde 1968, al arreciar las medidas antisindicales, se volvió cada vez más corriente
el que muchos sindicatos hicieran sus reuniones no autorizadas en locales de parro-
quias, especialmente en Montevideo, pero también en algunas diócesis del interior del
país, con los consiguientes allanamientos. Aunque nunca hubo autorizaciones expresas
o formales, y menos una consigna en ese sentido, esta apertura de los locales eclesiales
para el movimiento social perseguido nunca fue desautorizado por los obispos respecti-
vos. No es fácil medir el impacto que estos hechos tuvieron en la configuración progre-
siva de una nueva imagen de la Iglesia, más cercana y comprometida con el pueblo y sus
luchas, sin barreras confesionales, y la cantidad de relaciones que favorecieron entre
personas pertenecientes a mundos que hasta poco antes prácticamente se ignoraban y a
menudo se miraban con desconfianza.
174 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
19
B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, p. 73. Para los demás datos, cf. pp.
71-73. La unión en un mismo Frente político, de la Democracia Cristiana junto a varios
grupos marxistas, en especial los comunistas, a la par que culminaba un proceso de
transformación interno iniciado en 1961, provocó otra pequeña escisión en ese partido,
y no dejó de tener grandes repercusiones en el ámbito de la Internacional demócrata-
cristiana, sobre todo latinoamericana.
20
M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit., p. 121. Eso supuso la creación de la
Junta de Comandantes en Jefe de las tres armas, y del Estado Mayor Conjunto
(ESMACO), llamados a jugar un papel central en el proceso hacia la dictadura y duran-
te su duración. Pocos días después de la decisión gubernamental, se publicó un docu-
mento doctrinario en el que se establecía para las Fuerzas Armadas (FF AA)
la
misión de restablecer el orden interno y brindar seguridad al desarrollo (cf. Ibid.).
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 175
21
Ver, por ejemplo, El País, La Mañana y El Diario, por un lado, y Ahora y El Popu-
lar, por el otro, sobre todo en sus ediciones de setiembre-octubre de 1972, en ocasión del
pronunciamiento de los obispos al respecto (del que me ocupo más adelante).
22
En esta elección rigió por primera vez, de manera efectiva, la obligatoriedad del voto,
y fueron admitidos para votar los soldados. Votó el 97% de los habilitados (cf. para más
detalles sobre candidaturas y resultados, B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
,
pp. 75-81).
23
Paradójicamente, resultó ser el primer presidente católico practicante en mu-
chísimos años. Ultraconservador, estaba muy influenciado por el pensamiento
falangista (cf. Ibid., p. 84).
176 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
24
B. NAHUM, et al.,El fin del Uruguay liberal
, juzgan que con el gobierno de
Bordaberry, y bajo las férreas directivas del FMI, se instauró en Uruguay el comienzo
de la política neoliberal, plasmada en el Plan Nacional de Desarrollo (1973-1977), que
se implementó básicamente bajo la dictadura, y que los economistas Walter CANCELA
y Alicia MELGAR, El desarrollo frustrado, Montevideo: CLAEH-EBO, 1985, resu-
men así: La inserción dependiente del país en el sistema mundial mediante la apertura
de nuestra economía a las corrientes financieras y comerciales, así como a la inversión
directa extranjera, con el menor número posible de trabas (citado en Ibid., p. 146. Ver
también pp. 144s.).
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 177
25
La jornada del 14 de abril fue en varios aspectos como el principio del fin, por la
cantidad de muertos y el tipo de operativos que no tenían más finalidad que dar muerte.
Podemos decir que ya desde antes ambos actores habían reimplantado de hecho la pena
de muerte, abolida desde 1907 en el país. La ofensiva de nuevo tipo del MLN facilitó la
obtención de los votos para la aprobación en el Parlamento de las medidas anotadas. De
hecho, la ley de Seguridad del Estado vino unos meses más tarde a dar permanencia a lo
que había sido decidido para plazos determinados que se fueron prorrogando.
En este marco, el 17 de abril, fueron asesinados a su vez por fuerzas represivas ocho
militantes del Partido Comunista, en un operativo espectacular y no motivado por nin-
guna agresión o acto violento.
Para estos episodios y meses clave, cf. M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit.,
pp. 145-156, y B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, pp. 85s.
26
En setiembre de 1972, el Comandante en Jefe del Ejército anunció que el MLN
había sido definitivamente desarticulado, sin perjuicio de lo cual, las FFAA siguieron
utilizando el fantasma del posible rebrote de la guerrilla como argumento para mantener
la dura política represiva durante toda la dictadura.
27
Si tomamos a los autores que he seguido para esta parte, comprobamos que en su
trabajo, en el que normalmente atribuyen gran importancia a lo económico, para los
años 1968-1972, este aspecto ocupa un tercio del total de páginas. Además, si se miran
178 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
28
Ver Mireya MATONTE (comp.), Ayer y hoy de la catequesis en Uruguay, Cuader-
nos de OBSUR-Nueva Serie desde el Sur Nº 1, Montevideo: OBSUR, 1990.
29
En un trabajo ya citado, y que sintetizaba e interpretaba la reflexión de las comu-
nidades en preparación al Sínodo de los Obispos de 1985, Pablo BONAVÍA, Aspectos
fundamentales de la recepción del Concilio Vaticano II
, expresa bien esta identifica-
ción, en el sentido apuntado, entre recepción del Vaticano II y Pastoral de Conjunto:
Creo que un segundo aspecto característico de la incorporación del Vaticano II a la
acción pastoral de Montevideo, es la constante preocupación por poner en práctica
esta teología [de los signos de los tiempos] entendida como discernimiento de la voz
de Dios desde dentro de la historia que compartimos con los demás hombres de nues-
tro pueblo (p. 9). Luego de un período inicial y como preparatorio, en el que Mons.
Baccino jugó un papel principalísimo en la enseñanza episcopal sobre la Pastoral de
Conjunto, fue sobre todo Mons. Parteli quien a lo largo de su ministerio en Montevideo
entregó abundante magisterio sobre el tema, recopilado en Carlos PARTELI, Parteli,
pastor de la Iglesia de Montevideo (selección de textos), Montevideo: Cuadernos del
ITU 1, 1974, 260 pp.; e ID., Palabras de esperanza para una ciudad desalentada (se-
lección de textos, 1974-1984), Montevideo: Librería Médica Editorial, 1983, 258 pp.
180 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
30
Carlos PARTELI, Carta pastoral de Adviento, en Parteli, pastor
, pp. 11-23.
Fechada el 1º/12/1967, lleva también las firmas de los 21 sacerdotes, de ambos cleros, que
componen el Consejo del Presbiterio, que tenía ya más de un año de funcionamiento. Creo
que se trata del primer caso en América Latina, de acuerdo a las colecciones de documen-
tos (no exhaustivas) que he podido consultar, como José MARINS y equipo, Praxis de los
Padres de América Latina, Bogotá: Ed. Paulinas, 1978, y Ronaldo MUÑOZ, Nueva con-
ciencia de la Iglesia en América Latina, Santiago de Chile: Ed. Nueva Universidad, 1973.
31
Seguramente la discusión que se está dando, desde 1967, dentro y fuera de la
Iglesia, sobre una indebida politización de los obispos, pero también una nueva con-
cepción de la misión, lleva a que varios de los documentos de esta época (esta carta, los
del Encuentro Socio-Pastoral y de la Asamblea de Salto, de los que hablaré enseguida),
coincidan en una radical afirmación de la independencia y necesaria desvinculación de
la Iglesia de todo sistema o poder en plaza, aun con el riesgo de sufrir consecuencias
dolorosas. Lo importante de notar es que esta separación tiene un sentido radicalmen-
te distinto, ya que se hace desde la identificación con el pueblo pobre y para poder
servirlo con fidelidad (cf. C. PARTELI, Parteli, pastor
, p. 22s.).
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 181
32
Una mirada objetiva y serena a nuestro alrededor nos hace comprobar: un cre-
ciente deterioro de la situación de los pobres y necesitados
Y sigue la descripción de
diversas categorías de uruguayos que sufren esa pobreza, que comporta una gran do-
sis de violencia (p. 16s.). Y en la exhortación final, se apuesta por una Iglesia libre de
ataduras y dispuesta a sufrir,
para estar siempre al servicio, como Cristo, de los que
sufren, de los más pobres y necesitados
(p. 22).
33
Ibid., p. 19.
34
II CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO,
Documentos finales, Buenos Aires: Ediciones Paulinas, 19726. Lo citaré como Medellín,
con la especificación de cada documento en concreto y su numeración, cuando sea
necesario.
La Conferencia tuvo lugar precisamente en la ciudad de Medellín (Colombia), aun-
que comenzó en Bogotá, con el discurso inaugural del papa Pablo VI. Su tema fue
Presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina, a la luz del
Concilio Vaticano II, y se desarrolló entre el 24 de agosto y el 7 de setiembre de 1968.
182 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
35
Así lo muestran, por ejemplo, la presentación muy elogiosa que hacen de ella tanto
H. BORRAT en Marcha, 7/12/1967, pp. 32 y 14, y R. CETRULO en el mismo semanario,
22/12 y 29/12/1967, p. 13 y 25, recogiendo también valoraciones de otros sacerdotes y
laicos conocidos. Lo que más se subraya es en general el que sea una palabra del obispo
con su Consejo presbiteral, el nivel del análisis, y el que se refiera de manera tan concreta
y clara a la situación real. Todos señalan también que ha significado un fuerte espaldarazo
para los cristianos más comprometidos. En Perspectivas de Diálogo, Nº 20, diciembre
1967, ¿Cómo se va a leer la pastoral?, pp. 256-261, el mismo Cetrulo advierte contra
lecturas reduccionistas, que utilicen el documento, más que dejarse cuestionar por él.
36
Se trató sobre ella en las sesiones del 5 y 12 de diciembre de la Cámara de Diputados,
y se resolvió que su texto completo se repartiera a cada miembro (cf. C. PARTELI, Parteli,
pastor
, p. 11, nota). Los diarios de la capital le dieron gran difusión y polemizaron sobre
ella. BP Color (4/12, pp. 28-29), La Mañana (5/12, p. 6) y El Debate (4-11/12, pp. 4, 5 y
7), publican el texto íntegro. Los títulos reflejan claramente las opciones de los diversos
medios: Denuncia la Iglesia las angustias y penurias de los humildes (BP Color, 3/12, p.
1); Partelli (sic): no es posible ser cristiano y marxista a la vez (La Mañana, 4/12, p. 5).
Aun quienes la critican duramente por ingresar en el terreno vedado de los políticos,
reconocen que es un documento
que dará que hablar [
] audaz [
] que se compro-
mete con el momento actual y toma posición definida en varios aspectos [
] documento
polémico [
] amenaza con convertirse en un best-seller. Por lo menos es la lectura más
comentada, polémica y fermental de los últimos tiempos
(El País, 3 y 12/12, p. 4).
Importa destacar el espacio y los elogios que le dedica un diario colorado progresista
(Hechos, 2, 8 y 9/12), y hasta el cotidiano comunista (El Popular, 7, 8 y 10/12).
37
Al decir guiada, me refiero al hecho de que todos los grupos reflexionaban sema-
nalmente en base a un librillo, y con el método del ver, juzgar, actuar, sobre determi-
nados tópicos de la vida nacional, ayudados también por elementos de juicio, especial-
mente referencias conciliares.
En cuanto al Encuentro Socio-Pastoral, se lo podría perfectamente considerar como
una experiencia sinodal, aunque nunca se utilizó explícitamente esa categoría.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 183
38
Documentos del Encuentro Socio Pastoral, Montevideo: 1968. Se trata de un folle-
to impreso, de 52 páginas, con tres documentos, sin referencia de autor ni editorial, aun-
que el primero esté introducido por una Nota explicativa del Equipo Arquidiocesano
de Pastoral, y el tercero por una Presentación del propio Mons. Parteli.
39
Ibid., Documento Nº 2. Reflexión Teológica de la Realidad, p. 27.
40
Ibid., Documento Nº 3. Opciones Pastorales, Presentación, p. 41. Allí mismo,
el arzobispo identifica lo que se está procesando en la diócesis como
actitud de
revisión de vida y de servicio. Y el documento enfatiza: La realidad que vivimos nos
exige cada día un compromiso más pleno. Las llamadas de esa realidad, en la que se
construye de manera misteriosa el Reino de Dios, son, de una forma u otra, exigencias
de Fe para nosotros, que nos invitan para ser más claramente signos e instrumentos de
Salvación (p. 43). La lucha por la justicia y la dignidad humana, la opción por los
pobres, la concientización y la educación liberadora, así como la conciencia de las difi-
cultades que esas opciones acarrearán a la Iglesia, recorren el documento.
41
Sobre todo en Pastoral Popular, Nº 13 y 14; y en Pastoral de Conjunto, Nº 10-13.
42
Revisión de la Iglesia, Arquidiócesis de Montevideo: 1969. Se trata esta vez de un
folleto de 108 páginas, con tres documentos, que siguen también la metodología del
ver, juzgar, actuar, fruto de una asamblea similar a la de 1968, preparada por el traba-
jo de los grupos a lo largo del año. Los aspectos que se revisaron fueron:
liturgia,
184 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
44
Fueron sobre todo las publicaciones de este Secretariado las primeras que acerca-
ron a lectores uruguayos trabajos de teólogos brasileños, argentinos, chilenos, perua-
nos. De hecho, el pequeño escrito en el que Gustavo Gutiérrez planteó su inicial núcleo
de ideas sobre una teología de la liberación (Hacia una teología de la liberación) tuvo
una de sus primeras ediciones en Montevideo, en 1968, en el Servicio de Documenta-
ción MIEC-JECI. En ese mismo ámbito, aunque con autonomía redaccional, surgió la
revista Víspera, experiencia netamente laical, de mucha influencia hasta inicios de los
años setenta en toda América Latina, dirigida por Héctor Borrat. Pero este medio fermental
de ideas y prácticas pastorales sufrió una especie de vanguardismo que ya venía de
comienzos de los años sesenta y que hizo que muchos de los militantes uruguayos de los
movimientos estudiantiles católicos quedaran muy marginados del proceso de renova-
ción tal cual se estaba dando en su propia Iglesia.
45
En las Actas CEU 75, 18/6/1968, consta que Mons. Viola, enfermo ya desde antes,
ha renunciado a su diócesis y lo ha sucedido Mons. Mendiharat, que era su coadjutor.
En este mismo año, la diócesis, la segunda en importancia en el país, ha celebrado en
diciembre su Asamblea Pastoral, que produjo un documento, mucho más corto que los
de Montevideo, pero con la misma inspiración y línea de compromiso. En síntesis muy
apretada: aboga por una superación de la crisis de fe a través de una tarea evangelizadora
que interprete los signos de los tiempos para no quedar descarnada; prioriza una evan-
gelización concientizadora, que libere, humanice y promueva al hombre; impulsará los
grupos de reflexión [llamados en otro párrafo comunidades de base] como instru-
mentos aptos para actualizar permanentemente el conocimiento de la realidad y apli-
car su obligación de servicio y compromiso para con los más desposeídos
; enfatiza
la corresponsabilidad en una pastoral orgánica; y la prioridad en la
evangelización
de los oprimidos como a la primera de sus obligaciones
, sabiendo que eso podrá
exigirle sacrificios duros, y sobre todo el del
desprendimiento de toda atadura que
le impidiera cumplirla [su misión]. Cf. Documento de la Asamblea Pastoral de la
Diócesis de Salto, Perspectivas de Diálogo, Nº 29, nov. 1968, pp. 265-267.
186 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
del clero y el laicado que de los obispos respectivos. En este sentido son
representativos los documentos emitidos por los obispos y presbiterios
de Melo (Mons. Cáceres) y Tacuarembó (Mons. Balaguer), en forma con-
junta, y por los sacerdotes de Salto, en mayo de 1968 y julio de 1969,
respectivamente. 46
Sin embargo, este creciente protagonismo de sacerdotes en la vida pú-
blica no desembocó nunca en Uruguay en la formación de un movimien-
to del tipo de los Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) argentinos, 47
aunque se discutió la eventualidad y se la descartó explícitamente, por las
características propias de las relaciones Iglesia-sociedad en Uruguay y el
pluralismo de las opciones políticas de los mismos sacerdotes y de los
laicos. 48 No obstante, se fue formando, desde 1968, un grupo de sacerdo-
46
El primero, Carta de Sacerdotes del Norte Uruguayo, toma motivo de unas jor-
nadas sobre pastoral sacramental, para dirigir un mensaje humilde pero valiente ante las
manifestaciones de la pobreza en sus diócesis; reconoce las omisiones; y hace un llama-
do a
nuestras comunidades para marchar con todos los oprimidos que buscan su
liberación
(BP Color, 31/5/1968, p. 27). El segundo, Declaración de los sacerdotes
del Litoral Norte, se une a un documento publicado por la CEU en octubre de 1969,
concretándolo más en la denuncia de ocho situaciones atentatorias a la paz social,
propias de su región, y de otras 13 que tocan todo el país (Perspectivas de Diálogo, Nº
36, agosto de 1969, p. 190 y 185). Ambos documentos fueron publicados en otros me-
dios de prensa.
47
Este movimiento fue naciendo desde fines de 1967, con la adhesión de 270 sacer-
dotes al Mensaje de los obispos del Tercer Mundo (15/8/1967), por el que habían
unido su voz a la de Pablo VI en la Populorum progressio. Rápidamente surgieron otros
movimientos sacerdotales similares en América Latina, como la Oficina Nacional de
Información Social (ONIS, en Perú, en julio de 1968), el grupo Golconda, en Colombia
(enero de 1969), etcétera. También en 1967, 300 sacerdotes brasileños habían dirigido
una carta a sus obispos, que tuvo amplia circulación en América Latina, pero que no dio
nacimiento a ningún movimiento orgánico. Para el movimiento argentino, ver Domingo
BRESCI (compilación, presentación y notas), Movimiento de Sacerdotes para el Tercer
Mundo: documentos para la memoria histórica, Buenos Aires: Centro Salesiano de
Estudios San Juan Bosco-Centro Nazaret-CEHILA, 1994.
48
Seguramente esta persistente postura obedeció también al hecho de que las inicia-
tivas presbiterales por un mayor protagonismo encontraron canales eclesiales abiertos,
como lo muestra la nueva integración, en 1968 (en buena medida por presiones de los
presbíteros), del Secretariado de la CEU, al que se incorporó a un sacerdote por cada
diócesis; lo mismo que la creación, con el acuerdo de la propia conferencia, de la Mesa
Nacional de Presbíteros, en 1972, verdadera organización autónoma del clero uruguayo
(cf. Actas CEU 82, 7/10/1968, y 121, 11/4/1972). En M. MATONTE, F. ORDÓÑEZ y
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 187
do una fuerte campaña de acusaciones sobre infiltración marxista en la Iglesia. Por otro
lado, un ex-salesiano, Indalecio Olivera, quien se había integrado al MLN, y el 13 de
noviembre de 1969 murió en un enfrentamiento con la policía (para el caso Zaffaroni,
ver un pequeño dossier en Enrique SOBRADO, La iglesia uruguaya: entre pueblo y
oligarquía, Montevideo: Ed. Alfa, 1969, pp. 107-123).
52
En la misma capital se organizaron, en 1969 y 1970, sendos encuentros del clero, con
la voluntad de formar e integrar aún más en el espíritu de la Pastoral de Conjunto y de la
nueva perspectiva que iba asumiendo la misión de la Iglesia en Uruguay, y el ministerio
del presbítero en ella. El segundo de ellos, sobre Sacerdocio y política fue especialmen-
te removedor, y sobre todo a causa de la intervención de Assman pretextó acusaciones de
infiltración y desviaciones durante años. Para ambos encuentros, cf. AA VV, Encuentro
Pastoral Sacerdotal, Montevideo, 15-19 diciembre de 1969, folleto de 65 pp., sin men-
ción de editor, que recoge las ponencias y resúmenes de los trabajos de los grupos; y C.
PARTELI et al., Sacerdocio y política, Montevideo: Centro Nacional de Medios de Co-
municación Social, 1971, 164 pp., con las ponencias de ese segundo encuentro que se
desarrolló en varias etapas, desde octubre, que culminaron del 14 al 17/12.
53
El tratamiento, aun somero de este problema supera ampliamente el marco de este
trabajo. Pero creo deber decir, al menos, que la valiosa insistencia de Segundo en tomar
en cuenta el carácter secularizado de la sociedad uruguaya, para el enfoque del trabajo
pastoral, quedó ocultada por el tipo de crítica que realizó varias veces al proceso eclesial
que se vivía sobre todo en Montevideo, tildándolo de populista, de uniformizador en
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 189
54
El octavo murió días después. Este gesto de solidaridad cristiana provocó reaccio-
nes violentísimas en la derecha, tanto católica como, sobre todo, política. El mismo
Rodney Arismendi, secretario general del Partido Comunista quedó muy impresionado
por la visita, y escribió a Mons. Parteli para agradecerle que hubiera cruzado
sin
temor al prejuicio o a la calumnia de los implicados, la línea que algunos pretenden
infranqueable muralla
(El Popular, 20/4/1972, p. 1). Más allá de las reacciones,
todas ellas ciertamente marcadas por los intereses políticos, es importante ver en el
conjunto del proceder episcopal la voluntad de mantener un rechazo constante de los
métodos violentos, de cualquier signo ellos fueran. Sin embargo, lo inusitado de la
visita a la propia sede del Partido Comunista dejó mayoritariamente una imagen de que
la Iglesia se inclinaba hacia el campo de la izquierda.
55
En estos años surgieron en la prensa diaria uruguaya una serie de secciones habi-
tuales destinadas a atacar la renovación eclesial, y muy especialmente a Parteli y sus
colaboradores más cercanos, pero también a Mendiharat y eventualmente a otros obis-
pos y sacerdotes de otras diócesis. La primera fue Permanencias, en El País, a partir
del 27/9/1966. Luego salieron a la palestra las columnas de Timoteo, en El Diario, y
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 191
Zoilo Cruz, en La Mañana (en estos dos casos se trataba de seudónimos que oculta-
ban presumiblemente, por el lenguaje y la información manejada, a sacerdotes de la
arquidiócesis). A esto hay que agregar enorme cantidad de artículos, comentarios, edi-
toriales, etcétera, como nunca había conocido el país (tal vez solamente en los años que
precedieron a la separación Iglesia-Estado, pero con muchos menos órganos de prensa),
que hicieron de la Iglesia una verdadera vedette periodística. Ver para los años 1967-
1970, César AGUIAR, Guzmán CARRIQUIRY y Pablo DABEZIES, Estudio de la
información sobre la Iglesia en la prensa montevideana, Montevideo, 1970, no publi-
cado, solicitado por el Centro Nacional de Medios de Comunicación Social de la CEU.
En el extremo de la ultraderecha, y por el gran volumen de información que contiene
(aunque tratada de manera muy tendenciosa), creo que hay que citar COMISIÓN DE
ESTUDIOS DE LA SOCIEDAD URUGUAYA DE DEFENSA DE LA TRADICIÓN,
FAMILIA Y PROPIEDAD, Izquierdismo en la Iglesia: compañero de ruta del comu-
nismo en la larga aventura de los fracasos y de las metamorfosis, Montevideo: Socie-
dad Uruguaya de Defensa de la TFP, 1976, 386 p.
56
CEU, Carta del Año de la Fe, VP 3, set.-oct. 1967, pp. 25-30. Fechada el 6/9/67,
lleva las firmas de Mons. Viola y Mons. Balaguer, presidente y secretario de la CEU
respectivamente, y está dirigida a todos los diocesanos. Según las Actas CEU 72, 9/
9/1967, los obispos discutieron las líneas generales y luego encargaron a Mons. Parteli
la redacción definitiva. A pesar de la fecha, la carta parece haber sido presentada públi-
camente recién a inicios de noviembre; la repercusión en la prensa estuvo afectada por
una huelga de cuatro meses hasta fines de octubre. Ver texto en ANEXO I, Nº 1.6.
57
Así, por ejemplo, en la Exhortación apostólica Petrum et Paulum, del 22/2/1967,
AAS 59 (1967), pp. 193-200. OR 742 (1967), pp. 1-2, Pablo VI rechaza tajantemente
lo que llama
pretensión de que el Concilio inaugura una nueva interpretación del
192 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
60
Por eso, el horizonte está marcado por el
desarrollo integral de todos y cada
uno de los hombres y de todos los pueblos (p. 29). En esto se nota claramente la
influencia de la recientemente publicada PP (cf. en especial Nº 6 a 42). Significativa-
mente, esta expresión no aparece en la carta de Cuaresma, por más que se hable de
pleno desarrollo social y cultural, o plena promoción del hombre, o el desarrollo
debe ser un medio apto para que el hombre pueda realizarse plenamente (cf. Nº II y
VI; la última expresión es de Pablo VI en su discurso a la Asamblea del CELAM en Mar
del Plata). Aunque las expresiones citadas puedan de hecho querer decir lo mismo, en
su momento, el concepto de desarrollo integral fue una de las vías que contribuyó a
romper con el desarrollismo, en especial en el ámbito eclesial.
61
Es la primera vez que los obispos se ocupan de este fenómeno, cada vez más
presente en la realidad y las discusiones de la sociedad y la Iglesia uruguayas. Desde
esta primera vez, aunque de esa forma abstracta, universal, adoptan la que será su posi-
ción más constante, de no condenar unilateralmente la así llamada violencia revolucio-
naria: La violencia se manifiesta, algunas veces, por la insurrección revolucionaria o
la guerrilla [
] Otras veces, por la fuerza del poder político, o los recursos del poder
económico
(p. 29). Sin tratar el tema de la violencia, en la carta de Cuaresma, los
obispos alertaban que
nadie tiene derecho a comprometer la libertad y la paz inter-
na de la nación cerrando sus oídos y el corazón ante el clamor del pueblo
(Conclu-
sión. El destacado es mío).
194 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
62
Pienso que la influencia más inmediata en los obispos hay que atribuirla a la PP,
por ejemplo en los Nº 16, 21, 41 y 42. Así, [condiciones de vida] Más humanas toda-
vía: el reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos y de Dios, que de
ellos es la fuente y el fin. Más humanas, por fin y especialmente: la fe, don de Dios
acogido por la buena voluntad de los hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, que
nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos los
hombres (Nº 21).
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 195
63
Nº 19, nov. 1967, p. 215s., Editorial. Fe y compromiso. En las páginas siguien-
tes publican el texto completo de la carta.
El 9 y 10/11, La Mañana y El País, p. 3 y 4, respectivamente, publicaron una casi
idéntica síntesis, enfatizando en la condenación de la violencia, y dando muy poco
espacio a la presentación de la fe. El BP Color, por su parte, publica el texto íntegro el
11/11, p. 18. También el comunista El Popular, 13/11, p. 5, se ocupa, creo, por primera
vez de un documento de la CEU, cuestionando la equiparación de las dos violencias, y
dando cuenta de las
divergencias entre las filas de los católicos. También es en
general crítico el tratamiento que dan en Marcha, del 24/11, pp. 9 y 22, Juan C. Somma
y Eduardo Payssé González, acusando de atemporalismo y mal enfoque del tema de la
violencia.
64
El tratamiento de las divisiones en nuestras propias filas no sólo obedece al
hecho de que se estén dando efectivamente, sino también al comienzo de una campaña
de denuncias de infiltración marxista en la Iglesia, y de actividades subversivas de sa-
cerdotes, por parte de diarios como La Mañana, El País y El Plata que empiezan a
autoasignarse la defensa de la pureza de la fe, preocupados por la evolución que consta-
tan en la Iglesia. Con esa finalidad es que van apareciendo las secciones especiales
sobre temas eclesiales a que me he referido ya. La pretendida infiltración marxista en la
Iglesia será un caballo de batalla que durará más allá del golpe de Estado, utilizado
sobre todo para intentar desacreditar a los obispos más comprometidos, especialmente
Parteli y Mendiharat, y sus colaboradores más cercanos.
En el caso de esta carta, ver C. AGUIAR, G. CARRIQUIRY y P. DABEZIES, op. cit.,
2ª parte, pp. 9-25, que analiza en detalle la polémica que se dio en torno a ella.
196 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
65
Oriundo del interior del país, hizo sus estudios de teología en Chile y Argentina, y
luego de ordenado hace una licenciatura en derecho en el Pontificio Ateneo de los salesianos,
en Turín. Entre 1953 y 1962 ejerció su ministerio en el estudiantado teológico salesiano de
Chile, en el que enseñó además liturgia, moral y derecho. Luego de su regreso al país, en
1963, fue superior del seminario de los salesianos en Uruguay, profesor de moral en el
Instituto de Teología desde su creación en 1967, año en el cual es también nombrado
vicario episcopal para los religiosos en Montevideo. El 29 de junio de 1968 es consagrado
obispo auxiliar de Montevideo (cf. VP 7, may.-jun. 1968, p. 129). Personalidad muy emotiva,
se situó decididamente, mientras estuvo en Montevideo, en el campo de la renovación,
teniendo una actuación bastante importante en la CEU, de la que fue su secretario varios
años. Fue muy atacado por haber asistido espiritualmente en sus últimos momentos al ex-
salesiano Indalecio Olivera, que se había integrado al MLN.
66
Cf. Actas CEU 75, 18/6/1968.
67
Nombrado al comenzar 1972, Mons. José Gottardi, nacido en Italia, pero emigrado
con su familia a Uruguay siendo niño, realizó sus estudios teológicos en Argentina. Fue
provincial de los salesianos en Bolivia, y luego en Uruguay. Cuando su nombramiento
como auxiliar de Mercedes, estaba comenzando su trabajo como delegado del superior
general para toda la zona atlántica de América del Sur. Su ministerio se desarrolló sobre
todo en cargos de gobierno de su congregación, salvo una primera etapa como encargado
de estudios en el seminario salesiano, y luego director de la Escuela Agrícola Jackson (cf.
VP 30, mar.-abr. 1972, p. 97, e Informaciones, 2ª época, 22/6/1985, pp. 10-12).
Mons. Carlos Mullin, que al comienzo de los años sesenta había luchado sin éxito
por el establecimiento de una universidad católica en el país, fue enviado a Paraguay
como resultado de la crisis interna producida por sus gestiones. Fue luego provincial de
198 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
70
Cf. CEU, Declaración sobre el celibato sacerdotal, VP 18, mar.-abr. 1970, pp. 5-7,
firmada por todos los obispos (texto en ANEXO I, Nº 1.10.). Y Estatutos para los Conse-
jos Presbiterales de las diócesis del Uruguay, VP 33, pp. 278-282.
200 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
71
Cf. VP 9, set.-oct. 1968, pp. 258-263. Texto en ANEXO I, Nº 1.8.
Los meses previos son de gran conflictividad, con grandes huelgas (bancarios, entes
públicos, frigoríficos), a las que el Gobierno responde con la militarización, internación
en cuarteles (en los mismos días en que están reunidos los obispos), con los consecuen-
tes despidos y destituciones; manifestaciones estudiantiles y enfrentamientos calleje-
ros, con los primeros tres estudiantes muertos. El MLN-T realiza su primer secuestro de
un alto funcionario del Estado (cf. M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit., pp. 69-
74). En conferencia de prensa para presentar el documento, Mons. Rubio advertía con
firmeza: Por más que algunos lo reclamen, no nos vamos a quedar en la sacristía
(cf. El País, 9/10/68, p. 4).
72
De acuerdo a los datos de que dispongo, el uruguayo sería el primer episcopado en
ratificar de manera pública y solemne los documentos finales de la II Conferencia Ge-
neral del Episcopado Latinoamericano.
Los obispos, reunidos del 1º al 7 de octubre,
intercambiaron ideas sobre la nece-
sidad, el enfoque y el contenido de un documento del Episcopado sobre los graves
problemas actuales por los que atraviesa el país
(como al final del Concilio, tuvie-
ron el mismo reflejo, sólo que ahora sí lo llevaron rápidamente a ejecución). Encomien-
dan la preparación de un esquema base a un equipo formado por Parteli, Mendiharat y
Cáceres; el 3/10 trabajaron, en grupos y plenario, un texto base, que aprobaron por
unanimidad al día siguiente (cf. Actas CEU 78, 80 y 81, del 1º, 3 y 4/10/1968, respec-
tivamente). Ante la publicación por el diario Extra de que Corso y Balaguer renuncia-
rían por discrepancias, ambos desmienten la versión y Corso afirma que
el docu-
mento que firmamos los Obispos en Montevideo es una sola pieza, monolítico
,
enfatizando que todos están unidos en torno a la Populorum progressio, el Vaticano II y
Medellín (cf. El País, 11/10/68, p. 4).
202 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
73
Ellos son: el Comunicado de junio de 1968, VP 7, may.-jun. 1968. Antes de
Medellín, los obispos se reúnen el 18 y 19 de junio de 1968, para estudiar el documento
base. Sin que haya otra noticia previa, las Actas CEU 74 y 75, correspondientes a esos
días, señalan que Mons. Andrés Rubio dio lectura al proyecto de Declaración del
Episcopado acerca del deterioro de la situación económico social que vive el país.
Después de intercambiar ideas al respecto, la Declaración fue aprobada (firman to-
dos). El deterioro se refiere a una gran devaluación, crisis ministerial, comienzo del
conflicto bancario, manifestaciones estudiantiles, nueva implantación de las Medidas
de Seguridad, y un paro general el mismo día 18 (cf. M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ,
op. cit., pp. 54-65). Texto en ANEXO I, Nº 1.7.
En setiembre de 1969, la Declaración, VP 13, set.-oct. 1969, pp. 22-24. Los obispos
están en sesión ordinaria, del 9 al 14 de setiembre, trabajando sobre todo en el Plan pasto-
ral. El 12, reciben a tres presbíteros,
en nombre de un grupo de sacerdotes para
sugerir un pronunciamiento de la Conferencia sobre la situación actual por la que atra-
viesa el país: presos políticos, opresión sindical, peligro de un excesivo prolongamiento
de las Medidas de Seguridad, etcétera. Por mayoría los obispos aceptan la sugerencia y
encomiendan a Baccino y Mendiharat elaborar un proyecto, que es discutido el mismo
día, y aprobado también por mayoría el 14 (cf. Actas CEU 88 a 93, 9-14/9/1969). Está
firmado por el presidente y el secretario de la CEU, Parteli y Rubio. Texto en ANEXO I,
Nº 1.9. Además de lo señalado por los sacerdotes, en esos meses hay un conflicto entre el
Poder Legislativo y el Ejecutivo en torno a las Medidas de Seguridad. Además, varias
clausuras de diarios (cf. M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit., pp. 91-96).
En agosto de 1970, el Comunicado Ante la situación del país, del Consejo Perma-
nente, VP 20, jul.-ago. 1970, p. 16, motivado por el secuestro (31/7) y amenaza de
ejecución, por parte del MLN-T, del agente del FBI y asesor de la Policía de Montevi-
deo, Dan Mitrione (asesinado el 10/8). Texto en ANEXO I, Nº 1.11. El mismo día fue
secuestrado el cónsul brasileño Aloisio Dias Gomide. En medio de un clima de gran
tensión y la decisión del Gobierno de no negociar, tres sacerdotes (H. Ponce de León, J.
Asiaín e I. Rivas) y un pastor metodista (E. Castro) intentaron una infructuosa media-
ción. Asiaín y Castro estuvieron presos varios días por haberse reunido con el tupamaro
Andrés Cultelli en la parroquia de San Ignacio.
Finalmente, en abril de 1972, otra Declaración, VP 30, mar.-abr. 1972, p. 71s, du-
rante la sesión ordinaria de la CEU, ante otra situación trágica, los 12 asesinatos del
14 de abril, a los que ya me referí en otras ocasiones. En Actas CEU 125, 15/4/1972,
ante los
hechos luctuosos en el país [
] la CEU decide hacerse presente
corporativamente en Casa de Gobierno (donde también estará presente el Señor Nun-
cio Apostólico) y saludar al Señor Presidente de la República en el acto del mencio-
nado sepelio. Y deciden hacer pública la declaración redactada en el momento. Tex-
to en ANEXO I, Nº 1.14.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 203
74
Al citarlos, pondré entre paréntesis, en el mismo texto, el título y la fecha del
documento, para no tener que remitir continuamente a una nota al pie de página.
204 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
75
Las reservas provienen sobre todo del temor y el cuidado de no quedar identifica-
dos con la oposición o con la izquierda, y no de aparecer en el campo de los pobres y los
que sufren. Manejarse en ese margen estrecho no les será fácil, y dará a veces la impre-
sión de la búsqueda de un equilibrio, o ecuanimidad, o equidistancia de las partes, im-
posible en la práctica.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 205
76
Cf. Documento Acerca de la situación
, 10/1968, p. 259. Llama la atención la
manera en que la CEU adapta las citas, agregando palabras al texto original sin ninguna
aclaración. Así: A la Iglesia, integrada por jerarquía y fieles [frase que no está en el
texto conciliar], no impulsa ambición terrena alguna
, etcétera.
206 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
77
Aun los dos que marco como excepciones, son decididos, redactados, discutidos y
aprobados en medio de otros trabajos, en un máximo de dos días.
78
En ese sentido, nunca se encontrará en sus escritos un atisbo de crítica a la demo-
cracia, que en esos años se puso de moda en cierta izquierda (también entre militantes
cristianos), argumentando que se trataba de una pura democracia formal. Sí será fre-
cuente en la docencia de los obispos uruguayos, como lo veremos, la crítica a un or-
den falso, pero en nombre de un verdadero orden social, que incorpora un componente
fundamental para ellos como es el diálogo.
208 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
79
Cf. Ricardo CETRULO, Conclusión crítica, en Juan J. ROSSI (dir.), Iglesia
latinoamericana: ¿protesta o profecía?, Avellaneda: Búsqueda, 1969, p. 409-416. El
autor distingue, en una serie de documentos eclesiales postconciliares de América
Latina, tres
niveles de profundidad en los juicios de realidad social. Si acepta-
mos su tipología, el que realizan los obispos uruguayos correspondería al segundo
nivel,
sensible ciertamente a la miseria y a la injusticia [
] pero todavía fuerte-
mente condicionada por la ideología subyacente al orden establecido.
En 1970, yo mismo había analizado, en el Encuentro Sacerdotal de Montevideo, una
serie de documentos episcopales y presbiterales, llegando también a la conclusión de
que el análisis de realidad en ellos era predominantemente descriptivo,
lo que difi-
culta una toma de posición global, que enjuicie no sólo los hechos separados, sino todo
el contexto
(Pablo DABEZIES, Análisis de intervenciones del episcopado y pres-
bíteros, en Carlos PARTELI et al., Sacerdocio y política, p. 161).
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 209
80
Recuerdo que en la carta pastoral de la Cuaresma de 1967, los obispos se referían
al proceso de desintegración moral que vivía el país, aunque allí lo tomaban más
como síntoma de la crisis que como causa de ella (cf. 4.4.1).
81
Sobre esto llama la atención M.-D. CHENU, Les signes des temps
, en op. cit.,
p. 211: Importa notar, sin embargo, que esta significación [de los acontecimientos
históricos] no debe ser discernida y establecida por un desdoblamiento que dejara en
su condición bruta al acontecimiento y le superpusiera una interpretación ideal o una
teología preestablecida: [
] hay que mantener la plena densidad de la historia, y no
espiritualizarla prematuramente, des-temporalizarla.
210 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
82
Para dar un cierto contenido a lo que los obispos tienen en mente cuando hablan de
un cambio necesario de estructuras, creo que una referencia posible, por la amplitud de
los consensos que recibió (más allá de que en general haya quedado inoperante) es el
diagnóstico del país realizado por la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico
(CIDE), que aunque creada en el primer año de los gobiernos del Partido Nacional
(1959), recién recibió su verdadero impulso en 1962, con la convocatoria a participar de
técnicos de diversas disciplinas y sensibilidades políticas. En 1964 se le encomendó la
elaboración de un Plan de Desarrollo Económico y Social a diez años, en el que se
propusieron algunas reformas estructurales, las más importantes de las cuales
eran
las que afectaban el agro (eliminar los problemas dimensión y tenencia de la tierra, que
trababan la implantación de mejoras técnicas), al sistema impositivo [
], al sistema
financiero (crear un Banco Central independiente y orientar el Banco de la República
hacia tareas de promoción del desarrollo), a la administración pública [
], y al co-
mercio exterior (incrementar las exportaciones) Cf. B. NAHUM et al., El fin del Uru-
guay liberal
, p. 127 (ver también 124-128). Evidentemente que los grupos de izquier-
da planteaban además las nacionalizaciones típicas así como una reforma agraria más
profunda, encontrándose en la Iglesia muchas personas (incluidos algunos obispos y
numerosos sacerdotes) que compartían en mayor o menor grado sus planteos.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 211
habrá continente nuevo sin hombres nuevos, que a la luz del Evangelio
sepan ser verdaderamente libres y responsables. 83
A partir de las diferencias entre la cita y el texto citado, ¿podemos
atribuir a los obispos uruguayos una voluntad expresa de asignar preemi-
nencia efectiva a la conversión del hombre sobre el cambio de estructu-
ras? En este documento es claro, sin que ello suponga afirmar que ponen
entre paréntesis, o atribuyen un valor secundario a las transformaciones
estructurales (basta ver, para esto, cómo concluyen su argumentación: A
la conversión interior debe seguir necesariamente la acción comprome-
tida en el medio). Y toda la página anterior está dedicada a Llamados
a las transformaciones profundas que son necesarias
, basados
esta vez sobre todo en el documento Paz, del mismo Medellín. 84 Y
podría citar párrafos de todos los documentos que estoy analizando. 85
Pero esa insistencia en un cambio de mentalidad (Ibid., p. 259), es
característica de este documento. En los otros, hay más bien equilibrio, sin
elaboración de la relación entre ambos planos. Y con la presencia, siempre
constante, de otros elementos que remiten más bien a las actitudes persona-
83
Medellín, Justicia, Fundamentación doctrinal, Nº 3. La CEU cita todavía Justi-
cia y Paz, sin número, ya que en un inicio esos dos documentos formaban un todo, que
al final fue separado como dos capítulos del más amplio Promoción Humana.
84
Cf. Ibid., Nº 17 y 18. La comisión de la II Conferencia General que trabajó y
redactó el documento Paz estuvo presidida por Mons. Parteli, y tuvo como asesor
teológico principal a Gustavo Gutiérrez. El texto que produjo es mucho más claro y
tajante en la necesidad de los cambios estructurales para la paz, que el de Justicia. La
misma CEU cita la grave advertencia realizada a los que se oponen a esas transforma-
ciones profundas de hacerse responsables ante la Historia de provocar las revolu-
ciones explosivas de la desesperación (Paz, Nº 17). Extendiendo en parte esta res-
ponsabilidad a los omisos y pasivos (Paz, Nº 18). Y a continuación, la CEU identifica
de manera inhabitual: Esta responsabilidad es mayor entre quienes, dada su investi-
dura de representantes del pueblo, tienen el deber de buscar, estudiar y concretar las
mejores soluciones para los problemas de la comunidad (para el conjunto de estos
Llamados, ver documento Acerca de la situación
, p. 261).
85
A modo de ejemplo: Por esto [
] invitamos a los católicos en primer lugar, y a
todos los uruguayos de buena voluntad a colaborar decididamente en la búsqueda de
soluciones eficaces y rápidas para los problemas que angustian a vastos sectores de
nuestra población
(Comunicado, 6/1968, p. 133). Y también:
ya nos hemos
pronunciado reiteradas veces [
] sobre la necesidad de cambios audaces y urgentes
en el orden social, económico y político [
] soluciones efectivas y de fondo
(Comu-
nicado Ante la situación
, 8/1970, p. 16).
212 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
les, a comportamientos a corregir. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con
el diálogo, la superación del egoísmo, de la intolerancia, la búsqueda del
entendimiento por sobre la confrontación sistemática, el primado del amor
como inspiración, la austeridad, la importancia de hacerse (y de formar)
sujetos conscientes de su propio destino, etcétera. Tantas señales en la mis-
ma dirección, justamente en los documentos que marcan un fuerte grado de
compromiso, me inclinan a pensar que la CEU privilegia el ángulo de la
interiorización al hablar de los cambios que lleven a la superación de la
crisis dolorosa que vive el país. 86 Aunque, a riesgo de repetirme, esté claro
que eso no los lleva a devaluar las transformaciones más estructurales. Más
bien, como lo dicen citando esta vez un discurso de Pablo VI en Bogotá:
Dirigimos también un llamado a todos y cada uno de los integrantes de
los demás sectores de nuestra sociedad humana trabajadores, estudian-
tes, profesionales, etcétera, para que, como lo pide Pablo VI en Bogotá,
sean sujetos conscientes de sus derechos y obligaciones, sean libremente
un elemento válido de progreso económico, cívico y moral de la sociedad a
la que pertenecen; es la grande y primordial empresa sin cuyo cumpli-
miento cualquier cambio repentino de estructuras sociales sería un arti-
ficio vano, efímero y peligroso (Ibid., p. 261; el destacado es mío). 87
86
Tal vez el pasaje más significativo: Hacemos un llamado apremiante a todos a
asumir nuestra responsabilidad en la reconstrucción del país: - deponiendo actitudes
de desconfianza, odio, egoísmos y la violencia, olvidando y perdonando agravios pasa-
dos, para el bien de la paz; - entablando un diálogo constructivo, sincero y leal que
acabe con actitudes radicalizadas y abra el camino a soluciones dignas de la persona
humana en el respeto profundo de opiniones divergentes y encontradas; - trabajando
todos sin desmayo y a conciencia, aun con sacrificios, en buscar en común y aplicar las
soluciones más convenientes (Declaración, 9/1969, p. 22s.). Y también: No olvide-
mos los cristianos, que todo en nuestra vida ha de ser inspirado y animado por el amor,
según el nuevo y supremo mandamiento del Señor, desterrando en absoluto el odio de
nuestros pensamientos y actitudes, sin renunciar a las justas reivindicaciones (Co-
municado, 6/1968, p. 134).
87
En definitiva no es otra la perspectiva de fondo de la GS (cf. por ejemplo, 25, 26,
35), aunque en ella esa relación no está tratada de manera demasiado explícita. Está ya
más presente en la PP, en la parte que trata de la Visión cristiana del desarrollo, 14-21,
con la primacía del ser más y de las condiciones de vida más humanas. Como
vemos, se trabaja más esa relación en los discursos del Papa en Colombia, y en los
propios documentos de Medellín, acompañando, seguramente, un creciente compromi-
so de los cristianos por la transformación social, lo que ha ido planteando una serie de
nuevas cuestiones que exigen poner al día la reflexión.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 213
88
Ya anoté diversas manifestaciones de este rechazo, y tendré ocasión de anotar
otras. El más extremo fue protagonizado por el grupúsculo Sociedad de Defensa de la
Tradición Familia y Propiedad (TFP), que en 1968 organizó una campaña de recolec-
ción de firmas para enviar una carta al papa Pablo VI, denunciando la infiltración comu-
nista en la Iglesia uruguaya, aun en el episcopado. Y en 1970, un grupo de católicos de
las clases altas, socialmente conocidos, dirigieron un violento ataque en la prensa (ver,
por ejemplo, La Mañana, 3/2/1970), en el cual decían: Con sus actitudes están apo-
yando el comunismo, su subversión y su guerra de guerrillas: Mons. Carlos Parteli,
Mons. Andrés Rubio, el Cgo. Haroldo Ponce de León [
] y otros muchos sacerdotes
que los imitan o los siguen.
214 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
89
Por ejemplo, Medellín, Pobreza de la Iglesia, Motivación Doctrinal, Nº 7. Ver
también las fundamentaciones que ofrece la LG 8 y 42. Para la carta de Mons. C. PARTELI,
cf. Parteli, pastor
, in fine: Este Reino de Dios está caracterizado por una especial
solicitud por los más pobres y necesitados, entre los cuales nació, a los que se revela en
primer lugar (Lc. 2,8-11), a los que coloca como signo de que ha llegado Su Reino porque
son evangelizados (Mt. 11,5), a los que declara felices en su primera Bienaventuranza
(Mt. 5,3-Lc. 6,20) y en cuya real y eficaz ayuda pone el motivo de nuestro quehacer y el
criterio para nuestra salvación o condenación (Mt. 25, 31-45).
90
Cf. H. BORRAT, Esperanzas seculares y esperanza escatológica, Víspera 3,
octubre 1967. pp. 69-76. En este temprano (para Uruguay) estudio de los principales
pasajes de la escatología de la GS, el autor trata sobre todo de rastrear, en un catolicismo
prácticamente vacío de verdadera escatología, como el latinoamericano, los nuevos
motivos para los compromisos históricos (cf. GS 21).
Ver también J. B. LIBÂNIO y M. C. BINGEMER, Escatología cristiana, Buenos
Aires: Ed. Paulinas, colec. Teología y Liberación, T. 10, 1985, y su bibliografía.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 215
91
Señalé en otro momento, apoyándome en A. ACERBI, op. cit., pp. 227ss., la con-
traposición entre un humanismo cerrado a la trascendencia y otro abierto a ella, o
antropocéntrico, por un lado, y teocéntrico, por el otro, como aparece en la primera
parte de la Constitución (ver muy especialmente Nº 11 y 41). Cf. también R. CETRULO,
Populorum Progressio: de la animación
, p. 9, en donde se realiza un tipo de aná-
lisis similar para la encíclica de Pablo VI.
92
Es significativo encontrar idéntica perspectiva en un metodista que valora positiva-
mente el proceso de secularización uruguayo, como Julio de SANTA ANA, que escribe en
1965, en su Proceso de secularización
, pp. 104s., sobre el relegamiento de Dios en la
vida nacional: Claro está, la muerte de Dios significa la ausencia de valores normativos,
la lucha de la selva entre los hombres, la ausencia de una mística para la acción comuni-
taria. Su lugar vacío exige que vuelva a ser ocupado; corresponde a los cristianos cum-
plir esta tarea: ser presencia de Jesucristo entre un pueblo que mucho lo necesita.
216 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
93
El lugar central que ocupa en varios de estos documentos (sobre todo en los dos
más largos y trabajados, de 10/1968 y 9/1969) la reflexión sobre el orden, indudable-
mente tiene su correlato en lo que es el discurso oficial, y la consiguiente política repre-
siva, contra todos los que son calificados de subversivos. El orden, convertido en
un fin en sí mismo, y sobre todo cada vez más ignorante de la libertad y el consenso,
encuentra la reiterada aclaración de los obispos sobre las condiciones que debe tener
para que sea valedero y justo. Varias veces, cuando hablan de orden, de hecho se están
refiriendo al bien común. Entre las dos citas de GS 26, agrega la CEU: El orden para
que sea ordenado y ordenador debe surgir del seno mismo de la comunidad, de la
adhesión del pueblo a sus instituciones, de su confianza en sus rectores y en su destino
próximo y futuro.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 217
94
Por ejemplo, en la cita de GS 26, no retienen la referencia a la actitud de Jesús
ante el sábado, ni sobre todo la confesión de la presencia y acción del Espíritu en el
movimiento que lleva a la humanidad a afirmar cada vez más la dignidad de la perso-
na y la necesidad de los cambios. Ni siquiera acuden al clásico argumento de la ima-
gen de Dios.
218 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
justo, más humano y más fraterno. Invitamos a todos los creyentes a orar
por el descanso eterno de los fallecidos y por la paz de nuestra Patria.
Es éste todo el texto de la Declaración, y si su estilo breve y concreto se
explica fácilmente por la tensión del momento, no deja de ser bien repre-
sentativo de la manera en la cual los obispos abordan la cuestión de la
violencia.
También en esto, y más allá de este texto, no encontramos mayor ela-
boración, o recurso a algún tipo de fundamentación, ni siquiera al por
entonces célebre Nº 31 de la PP (que sí habían citado en su texto sobre el
Año de la Fe). Únicamente encontramos algunas citas del documento
Paz (Nº 17 y 18), de Medellín, alertando sobre las responsabilidades de
quienes pueden
provocar las revoluciones explosivas de la desespe-
ración. 95
95
Esta actitud de principio, casi sin argumentaciones, que adoptó la CEU ante la
violencia, fue uno de los motivos constantes de reproches y ataques por parte de la dere-
cha política y eclesial, que pretendía una condenación unilateral de la violencia de la
guerrilla. Y en alguna ocasión, solamente al inicio, de parte de la izquierda. En este
sentido, es especialmente revelador el Comunicado Ante la situación
, de agosto de
1970, publicado por el Consejo Permanente, en la coyuntura de los secuestros del agente
norteamericano Dan Mitrione y dos funcionarios de rango diplomático. Allí es que los
obispos llaman a descubrir la voz de Dios en los acontecimientos, realizando luego un
sencillo pero pertinente análisis de la violencia que
se va desarrollando en esca-
la
, enumerando las de diverso signo, alertando que son
síntomas de una enferme-
dad de larga data [
] consecuencias de un desorden social y moral
, y convocando a
los cambios, al respeto de los derechos de la persona y al entendimiento. Esta breve
página de la CEU cobra más valor cuando la comparamos con las durísimas palabras del
propio Papa, dos días después, hablando de un chantaje vil y civilmente intolerable,
dejando medio mal parados a los obispos; y con una declaración del nuncio en Uruguay,
Mons. Agustín Sépinski, menos dura, pero que inevitablemente, en cuanto diplomático,
se refería sólo a la violencia de los secuestradores (cf. VP 20, jul.-ago. 1970, pp. 13-15).
De hecho, la prensa de derecha no dejó de hacer notar estas diferencias en las reacciones,
en desfavor de la CEU. Por su parte, los jesuitas de Perspectivas de Diálogo, Nº 46,
agosto de 1970. p. 165, saludan lo que consideran el coraje de los obispos.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 219
La primera, reafirmar una vez más que realmente los obispos han
pasado a otra etapa. Más allá de las limitaciones anotadas, han decidido
involucrarse con la situación crítica y muy conflictiva que vive el país,
tomando partido por las víctimas de esa evolución, solidarizándose,
arriesgándose a ser identificados, aun con su tono más bien moderado
(sobre todo si lo comparamos con el de otros episcopados, como el
brasileño, mucho más duros y fundamentados en sus denuncias), con
uno de los campos en pugna que se van delineando rápidamente en el
escenario uruguayo.
La segunda, advertir otra vez sobre la debilidad de la fundamentación
teológica de esa actitud, al menos si tomamos el conjunto de la Conferen-
cia. Pienso que el liderazgo, aceptado, o en casos tal vez sólo soportado,
de los obispos que he señalado como los protagonistas principales de este
período, explica en buena medida el hecho de que la CEU haya podido
mantener como cuerpo las posiciones que tuvo, y publicar los textos que
publicó en esos años. También, el influjo de una cierta presión del espíri-
tu del tiempo, y de los sectores más dinámicos de clero y laicado, ha
seguramente contribuido. Pero eso no basta, y precisamente, el otro gru-
po de documentos que paso a analizar enseguida muestra, por un lado, el
mantenimiento de esa actitud de compromiso, pero por otro, el comienzo
y desarrollo de cada día más fuertes tensiones en el cuerpo episcopal, que
van a terminar con una seria crisis en vísperas del golpe de Estado.
96
Antonio CORSO, Carta pastoral, en E. SOBRADO, op. cit., pp. 11-117. Es
significativo que Vida Pastoral no publica la carta. Corso se quejará dos años más tarde
de la línea que sigue la revista de la CEU (cf. Actas CEU 109, 23/4/1971).
97
El objeto principal de litigio es la actuación del P. Juan C. Zaffaroni, que ha
pasado por la diócesis de Corso (y otras), acompañando una marcha de los cañeros
hacia Montevideo, haciendo declaraciones que violaban los acuerdos que tenía con el
obispo y presbiterio de Salto. Corso reaccionó con la carta, y con otras apreciaciones
en los medios de comunicación, atacando también, sin designarla directamente, la
manera de tratar la violencia de la Pastoral de Adviento de Parteli (cf. Actas CEU 76,
19/6/1968).
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 221
98
El nuevo nuncio es Mons. Agustín Sépinski, antiguo superior general de los fran-
ciscanos, y que sucede en Montevideo a Mons. Bruniera. Llama la atención el contraste
de la imagen que dejó, de incomprensión del país y de fuerte conservadurismo, con la
apertura de su votum en la consulta previa al Concilio, verdadera excepción en el grupo
de los superiores religiosos, según el juicio de Giuseppe ALBERIGO, Storia del Conci-
lio Vaticano II, Vol I, Il cattolicesimo verso una nuova stagione: lannuncio e la
preparazione, gennanio 1959-settembre 1962, Bologna: Società Editrice Il Mulino, 1995,
pp. 146 y 148.
99
Cf. Actas CEU 88, 9/9/1969. En las reuniones de la CEU es de uso que al comien-
zo se haga presente el nuncio, transmita sus informaciones romanas, y luego se retire.
Sépinski inaugura una nueva manera de iniciar las sesiones, haciendo casi siempre lla-
mados a la unidad de los obispos, observando que los sacerdotes hacen política, invitan-
do a dialogar con el gobierno, enviando alguna carta que de hecho busca presionar la
toma de posición de los obispos en determinado sentido, proponiendo reuniones de
entendimiento entre las diversas corrientes del catolicismo uruguayo (cf. Actas CEU
94, 7/4/1970; 100, 23/9/1970; 114, 8/9/1971; 117, 11/9/1971; 128, 18/10/1972).
222 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
causa de cierta perplejidad para los obispos, y, sobre todo, de una serie de
presiones de católicos y no católicos para que se pronunciaran contra la
licitud de votar a esa fuerza política.
Analizaré, con este sumario telón de fondo, tres documentos en los cuales
a la vez que se mantiene la línea de compromiso, y diría que en algún caso se
profundiza, aparecen explícitos o implícitos ciertos temores, dudas y hasta
frenos ante la eventualidad de rompimientos eclesiales que nadie desea.
Tomando como eje unas Reflexiones pastorales: la caridad y la uni-
dad en la Iglesia, 100 consideraré también la declaración en ocasión de
las elecciones de 1971, 101 y la del Consejo Permanente sobre la violencia
y las torturas. 102
100
Cf. VP 22, nov.-dic. 1970, pp. 6-17. Tiene fecha 22/11/1970, y está firmado por
todos los obispos. Texto en ANEXO I, Nº 1.12. Es el documento más largo, si se excep-
túan los Planes Pastorales (que son textos de trabajo) de todo este primer período. Lla-
ma la atención que, fuera de las reflexiones que registran las Actas CEU sobre las ten-
siones y la necesidad de la unidad, no encontramos en ellas ninguna mención del origen
de este documento, sus redactores, etcétera, siendo así que debe haber llevado bastante
trabajo redaccional, y que los obispos le atribuyen una importancia especial, como ve-
remos al considerar su contenido. A pesar del marcado carácter intraeclesial, dedica una
última parte a la situación del país, sobre todo desde el ángulo de la violencia y la
degradación de la convivencia (varias acciones espectaculares del MLN, un paro gene-
ral, miles de detenciones por las Medidas de Seguridad, etcétera, se han sucedido en los
últimos meses. Cf. M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit., pp. 109-112). La prensa
se hace eco diversamente; para ver dos recepciones opuestas: El Diario del 22/11, p. 17,
que publica largos fragmentos, titula Obispos: la violencia no es cristiana ni evangé-
lica. Por su parte, El Popular del 23/11, p. 3, opta por Confesiones (sic) Pastorales
de la CEU. La Paz es ante todo, la obra de la Justicia como título para presentar su
resumen del texto.
101
CEU, Declaración: ante la proximidad de las elecciones, VP 26, jul.-ago. 1971,
pp. 194-199. Fechada el 15/9/1971, lleva las firmas solamente del presidente y secreta-
rio (Parteli y Rubio), por causa del no consenso sobre su contenido (Texto en ANEXO
I, Nº 1.13.). En esos días el ambiente es muy tenso por la fuga de casi 150 tupamaros,
entre hombres y mujeres, la proliferación de atentados de diverso signo, y el 9 de se-
tiembre la lucha antisubversiva pasa a ser encomendada directamente a las FF AA. Pero
en este documento, lo más importante a tener en cuenta es el contexto intraeclesial, del
que me ocuparé más adelante.
102
Consejo Permanente de la CEU, Declaración El difícil momento que vive el
país, VP 31, may.-jun. 1972, pp. 131-135. De fecha 12/6/1972, está firmada por Parteli
como presidente, Baccino como vice, y Rubio como secretario (Texto en ANEXO I, Nº
1.15.). La sociedad uruguaya está aún muy conmocionada por los asesinatos del 14 de
abril, los de los siete comunistas dos días después, la declaración del Estado de Guerra
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 223
Interno, nuevos asesinatos de soldados por parte del MLN, la muerte en la tortura de un
militante obrero demócratacristiano, el descubrimiento de la cárcel del pueblo del
MLN y la ofensiva generalizada de las FF AA (cf. M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ,
op. cit., pp. 145-156).
Citaré estos documentos de la misma manera que los anteriores.
224 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
para esta misión no fácil que ahora nos proponemos [
] la com-
prensión y el apoyo de nuestros sacerdotes, partícipes en nuestra soli-
citud pastoral (Ibid.). 103
Retomando el enfoque de la Carta del Año de la Fe, la CEU constata
que
nuestra Iglesia en el Uruguay vive también ese momento crítico
[del mundo] con las características propias que plantea la coyuntura
que atraviesa América Latina y más concretamente la situación grave
que vive nuestro país. Por eso, los católicos [
] compartimos las an-
gustias y ansiedades, las esperanzas y debilidades de todos los hombres
que integran la comunidad nacional. Y no puede ser de otra manera
[
] Si así no fuera, dejaría de ser solidaria con el hombre en situa-
ción concreta. Pero es indudable que esta angustia e inseguridad incide
en la vida religiosa, que se siente perturbada por los cambios profundos
y acelerados (Ibid., p. 7). Y agregan causas concretas de perturba-
ción: los problemas que nacen del mismo movimiento de renovación.
Precedidos por una cita de Pablo VI, en clave más bien pesimista, 104 se
103
En Actas CEU 113, 28/4/1971, Mons. Rubio pide aclaraciones sobre las atribu-
ciones del Secretariado de la CEU, informando que este había efectivamente criticado
el modo de elaboración y el contenido del texto de las Reflexiones
, juzgando que
documentos de este tipo debían ser precedidos de consultas al clero y al laicado. Del
intercambio que sigue, parece que efectivamente, en este caso, hubo alguna consulta,
considerada por el Secretariado como tardía y sin tiempo para poder aportar.
El año 1970 ya había sido decepcionante para muchos sacerdotes en relación con
los obispos, pues al finalizar la sesión de abril de la CEU, esta dio a conocer solamen-
te la Declaración sobre el celibato sacerdotal. Más allá del juicio que pueda merecer
el texto, que sin embargo se esfuerza por situar el tema en el contexto de un país
subdesarrollado en crisis, fue considerado como una excusa para evitar hablar de la
situación del país, y sobre todo de los conflictos pastorales que tenían divididas a las
diócesis de Canelones y San José por esos días (cf. Perspectivas de Diálogo, Nº 42,
abril 1970, pp. 41-43). De hecho, los obispos deciden escribir esta declaración luego
de recibir una serie de documentos de la Santa Sede invitándolos a ello (cf. Actas
CEU 96, 9/4/1970).
104
De un discurso del 15/7/1970: el esfuerzo de aggiornamento promovido por el
Concilio,
no ha dado por ahora dice el Papa la tranquilidad que todos desea-
mos; sino por el contrario, ha suscitado turbaciones y problemas
. En algunos as-
pectos, este documento de la CEU, advirtiendo peligros en la renovación eclesial, pare-
ce la corrección del que escribieron, con espíritu independiente, en ocasión del Año de
la Fe. Pero las advertencias no tienen como referencia búsquedas teológicas
descontroladas, como era la preocupación de Pablo VI en 1967, sino deformaciones
posibles en la vivencia de la fe a partir del compromiso en la sociedad.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 225
105
¿La explicación sería también que las Reflexiones pastorales: la caridad
están
dirigidas a la comunidad católica, y todos los otros tienen destinatarios más amplios?
Podría ser, en parte, porque también abundan, como en los demás, las citas del magisterio
(Vaticano II, Pablo VI, y Medellín). Tiendo a pensar que esa desacostumbrada presencia
de citas bíblicas se explica por la necesidad de dar más peso al documento, más densidad
espiritual, que es algo que los obispos están tratando de recalcar, como lo veremos ense-
guida (de hecho, la mayoría de las citas están en los pasajes exhortativos del documento).
228 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
106
Esto no obsta a que la Iglesia tenga como parte de su misión la
profecía, es
decir, el interpretar la voz de Dios que nos habla también a través de los acontecimien-
tos, no interpretados subjetivamente sino en la Iglesia y bajo la guía del magisterio
(Ibid.). Notar las matizaciones con respecto a una casi idéntica afirmación en el Comu-
nicado Ante la situación
, 8/1970, p. 16: ahora se agrega también y la referencia a
la Iglesia y el magisterio.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 229
107
Por un lado, un pasaje de la alocución papal que abrió la segunda sesión conciliar,
el 29/11/1963; otras palabras que no he podido ubicar a qué discurso pertenecen; y
finalmente, otro discurso del 12/8/1970: en los tres casos el Papa habla de la fidelidad a
la tradición (y a la verdad) que consiste también en despojarla de todo lo caduco y
adaptarla a los tiempos y culturas diferentes.
230 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
108
Debajo de las reservas y las primeras preocupaciones episcopales, hay grupos de
laicos uruguayos que ya han conocido procesos agudos de crisis a causa de una politiza-
ción muy radical en su compromiso, en la cual no está ajeno el encuentro con el marxismo
en diversas versiones. Esto es sobre todo característico, a fines de los años sesenta y
comienzo de los setenta, de los movimientos, especialmente de estudiantes. Recuerdo
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 231
haber comenzado mi trabajo en ese ambiente, a partir del año 1967, teniendo que enfren-
tar preguntas como ¿qué sentido podía tener para el Che Guevara creer en Cristo? ¿Lo
hubiera ayudado o más bien frenado en su entrega?. En febrero de 1969, cuando la crisis
de identidad cristiana y eclesial en algunos de esos movimientos era muy grande, se reali-
zó en Montevideo un encuentro de militantes de la JUC de Brasil, Argentina, Paraguay,
Chile y Uruguay, sobre fe y radicalización política. Esta realidad escapa a los límites de
mi trabajo. Solamente como referencia de una bibliografía dispersa en múltipless publica-
ciones mimeografiadas, puede verse Buenaventura PELEGRÍ, JECI-MIEC. Su opción,
su pedagogía, Lima: Centro de Documentación MIEC-JECI, 1978, pp. 111-135. AA VV,
Aproximación a la realidad latinoamericana Iglesia-movimiento, Boletín SPES, Nº 19,
oct. 1972, pp. 15-21. Iván JARAMILLO, La coyuntura del movimiento hoy: visión histó-
rica I y II, Lima: Servicio de Documentación MIEC-JECI, 1972.
Cuando los obispos uruguayos escriben sus Reflexiones pastorales en 1970, co-
menzaban a procesarse las primeras respuestas más o menos pertinentes a esa proble-
mática. Pero la referencia principal de los obispos no eran esos movimientos, sino los
militantes parroquiales.
109
La primera edición de Teología de la liberación. Perspectivas, de Gustavo
GUTIÉRREZ, Lima: CEP, 1971, es prácticamente contemporánea de las Reflexiones
pastorales: la caridad
, y varios de los materiales previos, que confluyeron en el libro,
fueron publicados por el Servicio de Documentación MIEC-JECI en su etapa montevi-
deana (1966-1971), como Fe y Compromiso (1967), La Pastoral de la Iglesia en Amé-
rica Latina (1968) y Hacia una teología de la liberación (1969).
Para el nacimiento de la teología de la liberación, sobre todo en la formulación de G.
Gutiérrez, ver R. OLIVEROS, Teología de la liberación: su génesis, crecimiento y
consolidación (1968-1988), en AA VV, Teología y liberación: perspectivas y desafíos.
Ensayos en torno a la obra de Gustavo Gutiérrez, T. I, Lima: Instituto Bartolomé de Las
Casas-CEP, 1989, pp. 89-107. En cuanto a las discusiones, AA VV, Liberación: diálo-
gos en el CELAM, Bogotá: Secretariado General del CELAM, 1974.
232 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
110
Cf. Enrique DUSSEL, De Sucre a Santo Domingo (1972-1992), en AA VV, 500
años de evangelización en América latina, Buenos Aires: Ideas-Ed. Letra Buena-Red
Latinoamericana del CPID, 1992, pp. 138-158.
111
Cf. Sínodo de los Obispos, La justicia en el mundo, OR, Año III, 50 (1971), p. 6:
La acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se
nos presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evan-
gelio, es decir, la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la libera-
ción de toda situación opresiva.
Quienes han analizado el documento sinodal han advertido la gran influencia, en la
fórmula final, del aporte de los obispos peruanos, signo del protagonismo que los lati-
noamericanos tuvieron en esa asamblea episcopal (cf. Conferencia Episcopal Peruana,
La justicia en el mundo. Documento del Episcopado peruano para el Sínodo, Lima:
Comisión Episcopal de Acción Social - Cuadernos de Documentación 1, Nº 26-30,
1971, pp. 16-17). Paradójicamente, la CEU, luego de varias y tensas sesiones para ela-
borar el documento previo a las elecciones del 71, designó como delegado al Sínodo a
Mons. Balaguer, quien precisamente se había situado en oposición, junto con Corso, al
texto elaborado (cf. Actas CEU 113, 114, 116, 117 y 118, del 28 de abril y el 8, 10, 11 y
13 de setiembre de 1971, respectivamente). Su elección causó una fuerte reacción en
gran parte del clero, que no lo veía como un adecuado representante del sentir del epis-
copado y la Iglesia uruguayos en esa temática.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 233
112
Cf. Actas CEU 128, 18/10/1972. También un obispo propone aumentar las reu-
niones.
113
Sobre las dificultades para entrar en una nueva perspectiva espiritual, y los cues-
tionamientos que ello supone, cf. G. GUTIÉRREZ, Beber en su propio pozo: en el
itinerario espiritual de un pueblo, Lima: CEP, 1983, pp. 25-35.
114
De hecho, los temores de los obispos sobre una recepción negativa de sus reflexio-
nes, por parte sobre todo de sus presbíteros, se cumplieron en buena medida, de la
misma manera que en los sectores más militantes del laicado. Ya apunté las críticas que
se realizaron en el propio Secretariado de la CEU. Pero, en general, la reacción fue de
malestar y rechazo. Perspectivas de Diálogo, Nº 9, noviembre 1970, p. 265, dice que no
se explica a quién se dirige el texto, y piensa que puede llevar a una parálisis de la
acción. Ver mis propios juicios en mi contribución en Sacerdocio y política que ya he
citado. Allí, en la p. 158, considero que este documento constituye más bien un retroce-
so en la enseñanza de la CEU. Tengo que decir que hoy día, y en perspectiva, mi juicio
es mucho más matizado.
234 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
115
CEU, Síntesis de la evaluación de la marcha del Plan pastoral 1970", VP 21, set-
oct. 1970, p. 9. Ver ANEXO I, Nº 1.17.
116
C. PARTELI, op. cit., p. 19.
En el prólogo del ya citado segundo volumen con selección de textos de Mons. Parteli
(Palabras de esperanza
), Pablo BONAVÍA hace una caracterización del pensamiento
del obispo de Montevideo, en torno a estas afirmaciones principales: La Iglesia existe
para reconocer, celebrar y servir una salvación que se abre camino en la historia de
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 235
todos los hombres [
] Una historia atravesada por el rechazo de esa salvación exige
permanente conversión y discernimiento en las situaciones concretas [
] La fe cristia-
na: una nueva forma de con-vivir, de com-partir y de com-prometerse con Dios y con
los demás (pp. IX-XIII).
236 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
La presión sobre los obispos fue muy fuerte desde mediados de 1970,
con recolección de firmas, campañas en los medios de prensa, delegacio-
nes que pedían ser recibidas por la CEU. 117
Sin ninguna duda, la Declaración Ante la proximidad de las eleccio-
nes fue el documento de elaboración y aprobación más trabajosa de la
CEU en todo este período y culminó con un texto sin consenso, y con una
especie de contradocumento de Corso. Los obispos comenzaron la discu-
sión del borrador de Baccino en su sesión de abril de 1971. La discusión
fue muy viva. Corso exige una y otra vez que se tenga en cuenta el pedi-
do firmado por casi tres mil personas solicitando un pronunciamiento
condenatorio del marxismo y de la posibilidad de votar con el marxis-
mo. Son mayoritarias las intervenciones de apoyo al borrador, con suge-
rencias de cambios, mayor brevedad y sencillez, realismo, fundamenta-
ción teológica del quehacer político, etcétera. Pero Corso hace saber que
no firmará ese texto, si no hay rechazo del marxismo. Este momento es
histórico: yo haría una instancia a la Santa Sede y que la Santa Sede
resuelva, dice. Balaguer también se opone. Ante este bloqueo, se opta
por dejar la decisión sobre quién firmará el documento para el final. Mien-
tras tanto, Baccino corregirá el texto, lo enviará y, a fines de mayo, se
reunirán para discutirlo. De hecho, retomaron la discusión recién en se-
tiembre, y el día 8, Mons. Parteli presenta un proyecto alternativo, más
simple y pastoral, que recibe una acogida favorable, aunque Corso y
Balaguer, a quienes les parece mejor que el anterior, siguen resistiéndose
a firmarlo. El día clave es el 11, cuando se enfrentan al numeral 19, que
es el punto decisivo, ya que se refiere a las diversas opciones políticas,
dejando su elección al discernimiento de los católicos, a la luz de los
117
En la sesión del día 29 setiembre de 1970, Mons. Rubio, como secretario, da
cuenta de que ha recibido una solicitud con numerosas firmas, que pide una
decla-
ración de la CEU sobre la posición del cristianismo frente al marxismo. Los obispos,
que no reciben a un grupo que pretendía ingresar a la reunión de la CEU con el Secre-
tariado, sin haber concertado una cita, y estimulado por el vicario pastoral de Mons.
Corso, hacen sin embargo saber que van a tener en cuenta el pedido, y resuelven prepa-
rar un documento más amplio
referente a la responsabilidad del cristiano en su
actuación política. Se juzga que el documento debe dar las normas de la Iglesia en la
materia, que ilumine la conciencia de los miembros del Pueblo de Dios. Encargan a
Baccino el anteproyecto y determinan las modalidades de consulta en la elaboración
(cf. Actas CEU 105, 29/9/1970.).
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 237
118
Cf. Actas CEU 113, 28/4/1971; y 114, 117 y 118, del 8, 11 y 13/9/1971, respecti-
vamente.
Para completar este panorama, Corso había dado a conocer pocos días antes del
documento de la CEU una carta pastoral, que Vida Pastoral no publicó, prohibiendo a
sus diocesanos el voto por el Frente Amplio. La división en el seno del episcopado
nacional, más o menos entrevista, aparecía así con toda claridad en la escena pública.
119
PABLO VI, Carta apostólica Octogesima adveniens al Sr. Cardenal Mauricio
Roy, en ocasión de 80º aniversario de la encíclica Rerum Novarum, AAS 63 (1971), pp.
401-441 (OR, Año III, 20 (1971), pp. 6-12). Los obispos citan sobre todo los numerales
referidos a las ideologías (26, 31, 32, 35) y al pluralismo (50), más allá de invocarla en
general para invitar a un discernimiento responsable y comunitario.
238 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
120
Y los Obispos hablaron. Lo hicieron para recordar las grandes líneas [
] pero
más que nada, para abrir de una vez por todas la puerta que tantos están tratando de
cerrar, no por razones de ética cristiana sino por simple intento de utilización de una
Iglesia que se les ha escapado definitivamente de las manos (Perspectivas de Diálo-
go, Nº 57, setiembre 1971, p. 178).
En la prensa diaria la repercusión fue grande el día 16: Los tres lemas abiertos a los
cristianos, titula Ahora en primera página y publica el texto en p. 23. Letras enormes
para título principal de tapa de El Popular: Obispos: nada impide votar al Frente
Amplio (con la declaración completa en p. 3). No piensa y dice lo mismo El Diario:
Obispos: no puede adherirse el cristiano a ideología marxista, título secundario de
primera página. Pero solamente extractos del documento, más un duro editorial (p. 3:
a los Obispos de la Iglesia Católica, en este país, nunca se les ha llevado el apunte
en materia política) y una caricatura de Parteli que clava una hoz utilizando un marti-
llo, en la pared, junto a la cruz, encima de un reclinatorio. El 17 El Popular y el 19
Ahora escriben sus editoriales sobre la declaración (pp. 6 y 5 respectivamente). El País,
La Mañana y El Diario hacen caudal de la discrepancia de Corso y Balaguer.
121
El mismo documento da cuenta del origen de la iniciativa: Los Obispos del Con-
sejo Permanente de la CEU, acompañados por otros obispos que días pasados se en-
contraban circunstancialmente reunidos en Montevideo, reflexionamos sobre el difícil
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 239
sólo han escuchado esas innúmeras voces, sino que también han dado
crédito a lo que ellas denuncian, lo que refuerza su gesto: Han llegado
hasta nosotros múltiples y concordantes testimonios relacionados al trato
inhumano que reciben algunos detenidos, vinculados o no a actividades
subversivas. No nos referimos solamente a las denuncias públicas, sino
también a otras de cuya autenticidad no tenemos dudas (ibid., p. 133).
Encontramos en este texto elementos que muestran una mayor profun-
didad en el análisis de la realidad que está más directamente en la mira: la
violencia que se ha instalado en la sociedad uruguaya, tanto por obra de
los grupos armados, como de la represión del aparato del Estado, tratando
de ver su origen complejo, sus diversos grados de manifestación y las
consecuencias de distinto orden que puede provocar. Se mantiene sin em-
bargo una lectura y una fundamentación teológica que no va muy lejos. Es
importante la aparición, limitada sin embargo, de la perspectiva de la vida
y su valor para una conciencia cristiana. Pero queda solamente afirmada,
sin explicitación de las razones, lo que tal vez no ayude a retomarla cuan-
do se planteen en el país formas más agudas de agresión hacia ella.
Señalo, finalmente, cómo se mantiene la coherencia con uno de los plan-
teos constantes: Deseamos transformaciones profundas en el país inspi-
radas en el sentir cristiano de nuestro pueblo [
] Para que estas transfor-
maciones resulten enteramente fructíferas, sabemos que es indispensable
la conversión interior al amor y la justicia. Esta es una convicción que se
inspira en el corazón mismo de la enseñanza evangélica
(ibid.).
Una vez más, muy probablemente, el mayor aporte, aun teológico, de
estos dos textos, en especial del segundo, reside en la voluntad de no
rehuir arriesgar una palabra de fe y de Iglesia en circunstancias difíciles,
tomando partido y, al mismo tiempo, respetando la autonomía de la so-
ciedad en relación con la Iglesia, proponiendo, mucho más que preten-
diendo decir algo definitivo (No es fácil discernir la verdad en la reali-
momento que vive el país y la respuesta que debe dar la Iglesia (ibid.). Tras la expe-
riencia de la última declaración, no podían los miembros del Consejo Permanente espe-
rar un acuerdo de toda la Conferencia para una tal iniciativa. De todos modos, por lo que
se puede saber, entre quienes fueron directamente consultados, y los que luego hicieron
saber su apoyo, la inmensa mayoría está detrás de la declaración. Sólo Corso y Balaguer,
nuevamente y de manera explícita, y tal vez Mullin (incorporado poco antes a la CEU)
según algunos testimonios, mostraron su oposición (cf. mi artículo Para leer la Decla-
ración, Perspectivas de Diálogo, Nº 64, julio 1972, p. 116s.)
240 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
122
Los miembros del Consejo Permanente, junto con otros obispos que habían parti-
cipado en la reflexión que dio origen a la declaración, en una iniciativa inédita, decidie-
ron hacerla conocer personalmente al presidente de la República,
solicitándole al-
gún gesto público que devuelva a los uruguayos la certeza de que, quienes conducen
los destinos de la nación en esta hora azarosa están firmemente dispuestos a tutelar los
derechos de todas las personas (ibid., p. 134). El presidente Bordaberry, según los
obispos, compartió la inquietud, manifestó su decisión de que se respetaran los dere-
chos de las personas, y agradeció el enfoque del documento y la entrevista, como con-
tribución de la Iglesia a la pacificación del país. Sin embargo, tres días después de
publicada la declaración, en carta pública, Bordaberry desmintió a los obispos, argu-
mentando que habían introducido cambios al documento que le habían entregado (los
obispos habían escrito dos documentos, con distintos destinatarios, pero con las mismas
ideas), y defendió la necesidad de interrogatorios rigurosos, realizados con severi-
dad, para obtener información, que de otro modo no se conseguiría. Esta especie de
enfrentamiento público entre un presidente que se proclama católico en su carta, y la
mayoría de los obispos uruguayos, causó una gran conmoción, y dio más fuerza a la
denuncia del Consejo Permanente, que fue tomada en el Parlamento como un argumen-
to de peso decisivo sobre la existencia de la tortura como práctica generalizada en la
represión llevada a cabo por las FF AA.
Los obispos contestaron privadamente al presidente, sin que se haya podido conocer
el contenido de esa respuesta. Hubo una gran cantidad de muestras de solidaridad con
ellos, de parte de grupos eclesiales y otros, ocupando estos hechos gran espacio en toda
la prensa. El mismo LOsservatore Romano, en su edición en castellano publicó la de-
claración, lo que aumentó la indignación oficial.
123
Lo muestran, en un sentido y en otro, por ejemplo El Diario que el 15/6, en la página
editorial (p. 3), acusa a los obispos de sumarse a la leyenda o fábula de las torturas,
pero que sobre todo el día 16 escribe una fuerte diatriba sobre Las aventuras temporales
de la Jerarquía Eclesiástica (p. 5), en la cual retoma la crítica por la penosa pastoral
sobre las elecciones y ataca al Pbro. Ponce de León, las homilías, los templos convertidos
en clubes políticos del Frente Comunista, etcétera. Publica extractos de la declaración
episcopal y toda la carta de Bordaberry en la misma página. Y por otro lado El Popular, que
el 15/6, p. 2, publica extractos del documento, al día siguiente da cuenta de la respuesta de
Bordaberry y el 17 usa párrafos de los obispos para editorializar sobre hechos de torturas
que se acumulan (p. 4). La CNT, por su parte, en la marcha por Pacificación y solucio-
nes, realizada el 19/6, y por boca de José DElía, dice en su mensaje que
toma en
consideración y estima la declaración del Consejo Permanente de la Conferencia Episco-
pal Uruguaya
, citando los párrafos sobre las torturas (cf. El Popular, 20/6, p. 2).
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 241
124
El editorialista de Perspectivas de Diálogo, Nº 49, noviembre 1970, p. 265, ve allí
el origen de las Reflexiones pastorales: Para quien lea la pastoral con buena volun-
tad y con esperanza, surge, con todo, una sospecha: ella obedece a la necesidad de
mostrar a los obispos uruguayos reunidos escribiendo una pastoral. Ejerciendo, en
conjunto, la formalidad del magisterio eclesial. Sin llegar a una interpretación tan
tajante, creo que algo de eso hay.
125
No es fácil discernir la verdad en la realidad compleja de los acontecimien-
tos
(El difícil momento
). Recordar la casi súplica de comprensión dirigida a los
sacerdotes en Reflexiones pastorales.
242 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
126
CEU, Fe y valores morales en un Uruguay en situación de cambio, VP 27-28,
set.-dic. 1971, pp. 255-266. En la presentación que de él hace Mons. Rubio, como se-
cretario de la CEU, además de explicar brevemente su génesis, aclara que
no es un
documento oficial de los obispos, sino sólo un instrumento de trabajo y como tal esta
secretaría lo entrega al Pueblo de Dios (p. 255. A pesar de la aclaración, Vida Pastoral
lo publica en la sección Oficial). Está estructurado, de manera explícita, en un ver,
juzgar y actuar, e idealmente, cada diócesis debía re-trabajarlo para hacerlo verdadera-
mente suyo. Texto en ANEXO I, Nº 1.18.
La CEU había comenzado con sus Planes Pastorales a escala nacional, en 1968,
inmediatamente después de Medellín, con un amplio proceso de consulta y elaboración,
durante un año, que cristalizó en el primer plan llamado Pastoral Popular y Comunida-
des Cristianas de Base, a llevarse a la práctica a partir de 1970 (cf. VP 13-16 I, mayo-
dic. 1969, pp. 66-74. Ver ANEXO I, Nº 1.16.). La evaluación hecha en setiembre de
1970 (cf. VP 21, set-oct. 1970, pp. 3-9), en la cual se puso un poco más de atención a la
problemática de la dimensión política de la fe, en vistas del año electoral, lo relanzó
precisamente para 1971.
127
Cf. Actas CEU 114, 115 y 116, 8-9 y 10/9/1971. Es realmente extraordinario ver
cómo, mientras hay posiciones irreconciliables en torno a la licitud del voto por el Fren-
te Amplio, a causa de los grupos marxistas que forman parte de él, en el documento de
trabajo del plan se trata la cuestión del marxismo con un desprejuicio y una apertura que
llaman la atención. Esto se debe, seguramente, a la presencia de los sacerdotes integran-
tes del Secretariado, que refuerzan la línea predominante en la CEU, pero también al
hecho de que algunos obispos, en la práctica, no conceden ninguna importancia a la
existencia de un plan pastoral común, y no lo tienen en cuenta en sus diócesis.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 243
proceso recorrido por muchos laicos en muy poco tiempo, y que en cier-
tos aspectos parecía no tener bases sólidas. En ese sentido, desde esa
óptica se veía la necesidad de trabajar en el ámbito de las motivaciones
profundas y de los fundamentos de un nuevo tipo de vivencia de la fe
que, además, debía enfrentarse a una realidad del país en violenta muta-
ción, en una crisis que afectaba todos los planos de la vida y que confun-
día fácilmente. Sin querer decir que todos los obispos, y quienes trabaja-
ron en la elaboración del plan, hicieran exactamente este mismo tipo de
análisis, había como una intuición común que podemos ver expresada en
algunas frases del documento: Debemos constatar que esta situación
sociológica cambiante ha provocado una dolorosa quiebra en las con-
fianzas tradicionales y, por tanto, ha detectado una profunda fractura en
la jerarquía de valores, según las cuales se movía el hombre uruguayo
[
] Una profunda crisis que estamos todavía muy lejos de superar. Pero
debemos constatar con alegría y esperanza, que esta misma crisis ha
provocado una reacción saludable [
] Asistimos al surgimiento de nue-
vos valores [
] Todavía no se han impuesto. A veces aparecen en pugna
con los anteriores, pero creemos que pueden ser el fermento renovador
de nuestra sociedad (p. 257). Y más adelante: Pero, porque el cristia-
no asume estos valores plenamente humanos, como genuinamente evan-
gélicos, deberá cuestionar siempre la autenticidad del propio compromi-
so en la autenticidad del plan de Dios. La fe lo obliga a un continuo
cuestionamiento de sus propias convicciones y de sus propias realizacio-
nes, no sea que dejándose llevar por el torbellino de la actividad, se
desvíe de la obediencia de la fe (p. 265).
Como vemos, la búsqueda de ese fundamentar la práctica renovada de
los cristianos se inscribe en una apuesta muy llena de esperanza por un
nuevo Uruguay que estaría naciendo de su más honda crisis, con la invi-
tación consiguiente de mirar más profundamente y con mayor fe esa mis-
ma realidad que aparecía tan hostil. Es posible que esta visión esté en
parte contagiada de un cierto optimismo, rápida y dolorosamente des-
mentido por la historia, de que los dolores del momento eran el preanun-
cio de cercanos tiempos nuevos. Pero recorriendo el texto se constata que
hay un genuino esfuerzo de una mirada de fe que movilice en profundi-
dad a los cristianos, y los ayude a descubrir y vivir las señales del paso
del Señor en esos días turbulentos. En ese sentido, el documento, tanto en
su manera de analizar la situación como en su reflexión teológica, es
244 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
mucho más rico que los demás textos episcopales analizados. En rigor no
hay elementos nuevos, sino más bien una profundización de los que están
presentes en los otros, o dicho de otra manera, hay una mayor y mejor
fundamentación de la línea predominante en la CEU en estos años. 128
Pero lo cierto es que esto no solucionó las cosas. Sea por las dificulta-
des del momento, sea tal vez principalmente porque la categoría valor
moral fue recibida en un cuadro conceptual tradicional por varios obis-
pos (la vieja lucha del episcopado uruguayo por moralizar la sociedad
de sus vicios), lo cierto es que para algunos de ellos este plan pastoral
constituyó un atajo providencial para pasar a un mundo más conocido y
espiritual, menos conflictivo socialmente. Y al confluir con esa crisis
aguda de la CEU que significó disminuir fuertemente el peso de los obis-
pos que permitieron asegurar, a pesar de todas las dudas y tensiones in-
ternas, el compromiso que se habían propuesto al salir del Concilio, creó
las condiciones para la emergencia de un nuevo liderazgo y una nueva
línea predominante.
En su sesión de abril de 1972, la CEU tomó ya la decisión de mantener
el mismo plan para el año 1973. En la de octubre acordaron agregar al
tema un matiz, que sin embargo lo convirtió de hecho en otro plan. Su
título: La fe y los valores morales en la familia uruguaya. 129 Resulta
muy significativo para la evolución en el seno de la CEU que vengo plan-
teando, el comentario que varios obispos (no identificados) hacen al to-
mar esta decisión. Dicen las Actas de la CEU que se manifiesta
satis-
facción por el hecho de que esta temática de la familia permitirá, sin
tensiones ni enojosas divergencias, la actuación nacional a nivel de ver-
128
Ya dije que, al menos en parte, atribuyo esto (así como ciertos desórdenes en la
forma) a la presencia de los vicarios pastorales de las diversas diócesis (Secretariado) en la
elaboración y redacción del plan. En el caso preciso, fue muy importante la contribución
de quien trabajó como asesor teológico de la CEU en esta circunstancia, el salesiano Juan
ALGORTA. En su libro Por una moral responsable (Reflexiones sobre el Plan Pastoral
1972), Montevideo: s/e, 1973, se puede ver mejor el abordaje de la temática del plan. Allí
se aclara qué se entiende en el caso por valor moral:
se trata de los criterios de
valoración que hacemos de la situación y de cómo influimos en ella o de cómo ella influye
en nosotros [
] La apreciación de bien o mal, de mejor o peor, que define y regula
nuestra conducta, y que en definitiva hace que incidamos en los acontecimientos de una
manera particular, que impulsemos o resistamos los cambios
(p. 20).
129
Cf. VP 34, nov.-dic. 1972, pp. 339-381.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 245
dadera Pastoral de Conjunto (el destacado es mío). Con este plan pas-
toral, que significa una inversión clara de rumbo, la CEU entrará a los
años de la dictadura. 130
130
Actas CEU 129, 19/10/1972. El día antes, Mons. Mullin había propuesto, como
remedio para restablecer la unidad del episcopado, que todos juntos firmaran un docu-
mento sobre la familia
(cf. Actas CEU 128, 18/10/1972). Mi afirmación sobre el
cambio de rumbo, no significa desconocer que en el texto del plan permanecen una
serie de rastros de la mentalidad más comprometida, expresión del trabajo de algunos
obispos y presbíteros miembros del Secretariado. El documento resulta al fin especial-
mente irregular y poco coherente por momentos. Texto en ANEXO I, Nº 1.19.
131
Existe la publicación del documento de trabajo del Plan pastoral para 1973 (ver
nota anterior), que no es considerado oficial, y cuya elaboración, en todo caso, se hace
en octubre de 1972, y luego, las Reflexiones pastorales sobre el Año Santo, dadas a
conocer en noviembre de 1973 (cf. VP 40, nov.-dic. 1973, pp. 333-342), y que es el
documento que abre la segunda etapa de mi estudio.
246 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
132
Actas CEU 128, 18/10/1972.
133
Ibid. Personalmente, había conocido otra versión, aunque de idéntico alcance, de
este acuerdo de la CEU, de boca de Mons. Parteli y Mons. Rubio. Cuando en los primeros
días de julio de 1973, en plena huelga general contra el golpe de Estado, el Consejo del
Presbiterio de Montevideo solicitó al arzobispo y su auxiliar un pronunciamiento al res-
pecto, ambos hicieron saber que estaban sujetos a un compromiso, concluido luego de los
problemas vividos con la declaración sobre las elecciones y la del Consejo Permanente de
junio del 72, por el cual ningún obispo podía hablar sobre cuestiones relacionadas con la
realidad nacional. Que para hacerlo, debía contar con el acuerdo de sus pares.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 247
134
Entre ellos, Mons. Parteli, quien me permitió leerla, así como su respuesta, en
cuanto presidente de la CEU, de una enorme firmeza y claridad. Sin embargo, no estoy
autorizado para reproducirlas. El contenido de los reproches se conoció pocos años
después, en la visita ad limina de 1974.
135
El 30 de noviembre de 1970, los obispos habían decidido que, dado que el Conse-
jo Permanente tenía pocas atribuciones, y había situaciones que no permitían esperar
hasta la próxima sesión ordinaria,
se acepta la solución de que para casos urgentes
de importancia se convoque a la Asamblea de la CEU a sesión extraordinaria o que el
Consejo convoque, al menos, a los obispos más cercanos (el destacado es mío; Actas
CEU 106).
248 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
136
Para todo este período turbulento y confuso, ver M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ,
op. cit., pp. 156-176, y B. NAHUM et al., El fin del Uruguay liberal
, pp. 86-96.
CAP. 4: CONSUBSTANCIADOS CON EL PUEBLO 249
.
A lo largo del análisis, en comentarios y breves conclusiones parciales,
he ido señalando las notas más características del pensamiento de los
obispos uruguayos sobre las relaciones Iglesia-sociedad-Estado, y el pro-
ceso que han ido haciendo, tal cual lo manifiestan sus documentos, en los
años que van desde el final del Concilio hasta la inminencia del golpe de
Estado. Los retomo y resumo ahora, como una especie de conclusión de
esta primera etapa, buscando también establecer una base que permita
comparar luego con los años que siguen, para ver precisamente si hay
una evolución y qué características tiene.
Casi está demás decir que con la presentación de estos acentos, no pre-
tendo agotar el pensamiento de la CEU, sino solamente señalar aquellos
rasgos que, a mi juicio, son más definitorios. Recordando que todo se da
en un proceso bastante rápido, intenso, en un contexto que cambia veloz-
mente, hasta llegar al freno que supuso la instalación de la dictadura.
para el que tiene una misión (más allá de que haya vivido como al costa-
do de él). Este valorar la realidad es parte de ese movimiento de apertura
que caracteriza su primera actitud postconciliar. Significativamente, aun-
que luego intervengan otros factores que desvíen un poco ese movimien-
to, su voluntad de hablar al pueblo uruguayo, al terminar la gran expe-
riencia conciliar, tiene como objetivo principal el tratar sobre los problemas
sociales que aquejan por entonces al país (con la incorporación, revela-
dora, de la dimensión latinoamericana).
Aun cuando he advertido limitaciones en su mirada de la realidad del
país, aparece clara y constante la decisión de tenerla siempre en cuenta,
de no eludirla. Todavía más, se puede ver en estos años un proceso de
crecimiento en ese terreno, pasando, para usar los términos que he em-
pleado, de esa generosa actitud de apertura, a otra de compromiso, que la
incluye pero le agrega mayor contenido crítico y la búsqueda de una toma
de partido. Y aunque sobre el final de estos años se adviertan ciertos
temores por el camino recorrido en este sentido, persiste siempre la prác-
tica de partir de la realidad, de no obviarla, de respetarla, por más com-
pleja y contradictoria que se haya tornado.
¿Significa esto que la CEU ha hecho suya, en rigor, la perspectiva teo-
lógica de los signos de los tiempos? No es algo a lo que me anime a
responder tajantemente, tal cual ya lo he dicho en páginas anteriores,
sobre todo para el conjunto de los obispos. En este terreno ellos reflejan
las inseguridades que el propio Vaticano II tuvo en la adopción de esa
perspectiva. Por eso mismo, voy a precisar un poco más el alcance de lo
que quiero afirmar de la enseñanza de la CEU en este punto.
En su trabajo ya citado, el P. Chenu analiza los diversos aspectos de la
categoría y describe así lo que llama noción sociológica de los signos
de los tiempos:
fenómenos, que por su generalización y gran fre-
cuencia, caracterizan una época, y a través de los cuales se expresan las
necesidades y aspiraciones de la humanidad actual. 1
Por otra parte, recordando que una serie de críticas (particularmente de
los observadores protestantes) objetaban el uso de las referencias escritu-
rísticas en este punto (fundamentalmente Mateo),
por el carácter
1
Marie-Dominique CHENU, Les signes des temps, en op. cit., p. 208. El autor
refiere al informe, del 17/11/1964, de los secretarios de la subcomisión conciliar (presi-
dida por el panameño Mons. Marcos McGrath), los canónigos Delhaye y Houtart.
252 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
2
Ibid. Esta formulación es tomada por Chenu de Pierre HAUBTMANN, Études et
documents, Secrétariat conciliaire de lÉpiscopat (français), Nº 10, août 1965, p. 5. Para
el teólogo dominico, a pesar del uso discreto de la expresión signos de los tiempos en
la constitución, y sin referencia escriturística, ella es una categoría constitucional de
la GS, en el tejido de su doctrina y en su método (cf. p. 225).
3
Clodovis BOFF, Sinais dos Tempos: princípios de leitura, São Paulo: Ed.
Loyola, 1979.
4
Ibid., p. 93s. BOFF agrega un cuarto sentido, que corresponde al uso profano, en la
línea de la tercera acepción (hechos significativos), de un término originalmente reli-
gioso (traducción mía).
CAP. 5: ACENTOS DEL PENSAMIENTO DE LA CEU 253
5
Así expresa esta voluntad pastoral (y teológica), el documento de trabajo que eva-
lúa el Plan de 1970, contando entre los esfuerzos por ponerlo en práctica, la
acen-
tuación de la metodología que parte de la vida (revisión de vida) para encontrar en ella
los vestigios de Dios, explicitados por la Revelación, el Magisterio de la Iglesia y la
vivencia del Espíritu (CEU, Síntesis de la evaluación
, loc. cit., p. 5).
6
M.-D. CHENU, op. cit., p. 212. En esta misma página, y en las notas 4 y 5, el autor
hace ver cómo en los Nº 44 y 26, la Constitución ha superado la resistencia de algunos
Padres ante el uso de categorías tales como evolución.
7
Ibid., p. 219. La traducción de todas estas citas del trabajo de Chenu son obra mía.
8
Cf. Jean VILLAIN, en su clásico La Enseñanza Social de la Iglesia, Madrid: Aguilar,
1957, p. 20:
para emplear una imagen más exacta, podemos decir que esta doctri-
na [social de la Iglesia] es, de alguna forma, la proyección del dogma y de la moral
cristiana sobre el plano social. E Ildefonso CAMACHO, Doctrina Social de la Igle-
254 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
sia: una aproximación histórica, Madrid: Ed. Paulinas, 1991, p. 28s.: En su primera
época la Doctrina Social de la Iglesia tiene un marcado carácter deductivo. La conti-
nua referencia al derecho natural presupone que es ése el punto de partida para la
elaboración doctrinal: de ahí irán desgranándose los criterios morales aplicables a los
problemas que se consideren en cada momento. No quiere ello decir que no se preste
atención a la realidad; pero pesan más los principios abstractos y el método deducti-
vo (el destacado es mío). El autor ubica el cambio metodológico a partir de Juan XXIII
y su
nueva sensibilidad [
] que busca más la realidad como punto de partida de la
reflexión moral. Recordar igualmente el trabajo, que he citado más de una vez, de
Ricardo CETRULO, De la animación de lo temporal al análisis de situación, situan-
do el verdadero punto de inflexión metodológica en la Populorum progressio.
9
Los autores sitúan diversamente el cambio de perspectiva metodológica en la Doc-
trina Social de la Iglesia. Antonio ACERBI, por ejemplo, en La Chiesa nel tempo ya
citado, p. 190s. lo ubica en la Mater et magistra de Juan XXIII. Aporta para ello un
estudio de T. MULDER, Sviluppo della dottrina sociale della Chiesa, en T. MULDER
y H. CARRIER (dir.), Lenciclica Mater et magistra: linee generali e problemi
particolari, Roma: 1963, pp. 15-17: Ella pone el acento no tanto en la estructura ideal
y definitiva de la sociedad, como en lo que se puede hacer desde ahora para eliminar
los males y progresar en el bien (traducción mía).
10
Recuerdo la observación hecha en 5.6.4. sobre el uso muy restringido de la Escri-
tura en los documentos de la CEU de esta etapa (salvo en las Reflexiones pastora-
les
, en que encontramos 14 citas, en el conjunto de los demás textos son solamente
6, y 4 de ellas en el texto sobre el Año de la Fe).
Por esta característica de los documentos del episcopado uruguayo, no se plantea
prácticamente la necesidad de analizar si en la relación lectura de la realidadreferen-
cias bíblicasinterpretación teológica, se procede de manera crítica o eventualmente
justificadora (cualquiera sea la opción que haya detrás), ya que en la gran mayoría de
los casos, como lo he dicho, los obispos no van más allá de una especie de yuxtaposi-
ción de una mirada no muy elaborada de la situación y elementos extraídos del magiste-
rio eclesial que juzgan pertinentes para elaborar su juicio de fe.
CAP. 5: ACENTOS DEL PENSAMIENTO DE LA CEU 255
11
Op. cit., VP 13, p. 22s. En el texto antes citado del P. Chenu, este enfatiza la
necesidad de que al hablar de signos de los tiempos, no se hable de signos naturales o
convencionales, sino de realidades de la historia viva, con toda su densidad (cf. op.
cit., p. 210).
256 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
12
Es, por consiguiente, el hombre, pero el hombre todo entero, cuerpo y alma,
corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien centrará las explicaciones que van
a seguir
, dice el texto conciliar.
13
El hecho de haber enviado como delegado al Sínodo a Mons. Balaguer, ante la
sorpresa de los católicos uruguayos más militantes, no ayudó a que el vigoroso mensaje
de los obispos pasara más claramente a la CEU, aunque también es cierto que la misma
Conferencia realizó una edición especial del documento sinodal junto con otros de si-
milar contenido.
258 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
No hay que olvidar, por otra parte, que los obispos uruguayos están
insertos en una Iglesia latinoamericana que vive esta cuestión de manera
aguda, en un proceso de recepción polémica de Medellín, y de prepara-
ción aún más agitada de la siguiente Conferencia General del Episcopa-
do, con la discusión acerca de la teología de la liberación como telón de
fondo. Aunque, a decir verdad, la CEU va a vivir esto de manera un tanto
apagada, entre otras cosas por el advenimiento de la dictadura, y porque
ninguno de sus integrantes va a jugar un papel relevante en ese proceso
del CELAM.
14
De hecho, el texto que en su globalidad trabaja más acertadamente la dimensión
escatológica al hablar del compromiso cristiano es, según creo, la ya citada Carta pas-
toral de Adviento (1967), de Mons. Carlos Parteli, que refiriendo a GS 39 y 40 afirma
que La Iglesia no aparta a sus hijos de la acción común de los hombres ni los aliena
CAP. 5: ACENTOS DEL PENSAMIENTO DE LA CEU 259
de la historia, sino que, por el contrario, con nuevo y original impulso los quiere soli-
darios con las preocupaciones de la sociedad y afirma el destino único de todos los
hombres que, en definitiva es, y nosotros lo sabemos, el reino de Dios (cf. op. cit., p.
13). No está de más recordar que pienso que este es el documento que llega más lejos en
la línea de análisis y compromiso de la Iglesia uruguaya, en todo el período que cubre
mi trabajo.
15
Documento Acerca de la situación
, 10/1968, p. 262.
16
Así: Siendo esta renovación [renovación espiritual del mundo buscada por el
Concilio, dicen, refiriendo a GS 40] imposible sin la obra de Dios por el Espíritu, es
evidente la función insustituible que desempeñan en ella la oración y la vida sacramen-
tal (especialmente la penitencia y la eucaristía): por eso nos preocupa seriamente el
ver que algunos de nuestros hermanos descuidan notablemente estos elementos vita-
les. Y con relación a Medellín: Sería desfigurar gravemente los documentos de
Medellín si se pensara que identifican la evangelización con la promoción humana, o
que asignan a la Iglesia la tarea de promover la liberación social, económica y políti-
ca, como si esta fuera su misión primaria y exclusiva [
] reduciendo su mensaje evan-
gélico a un mero ideal social [
] Todo lo cual no significa menospreciar en lo más
mínimo la urgencia de los problemas como tantas veces hemos recordado (Reflexio-
nes pastorales
, pp. 10 y 12 respectivamente).
260 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
cristiana, sin que por ello den marcha atrás en alentar la búsqueda del com-
promiso cristiano responsable en la difícil situación que se vive. 17
17
De hecho, como ya lo anoté, en un documento de trabajo (para el Plan pastoral) que
es exactamente contemporáneo de las Reflexiones pastorales
, la conclusión revela-
dora dice: Nuestra última palabra es de esperanza. En Cristo, enviado del Padre a los
hombres, el Señor de la historia y vencedor del pecado y de sus consecuencias. Él es el
que anunció a los hombres el mensaje de liberación. Él es el que realizó en sí mismo el
Hombre nuevo: Él nos llama a su plenitud. En el Espíritu de Amor, luz y fuerza operante
en la comunidad humana. Él obra en la historia y con la colaboración libre de los hom-
bres, los designios amorosos del Padre. En el hombre uruguayo que siempre se ha mos-
trado capaz de vibrar eficazmente ante las grandes metas que se le proponen: construir la
patria en la fraternidad, la justicia, el orden y la paz. La Iglesia se alegra sinceramente,
ya porque encuentra cristianos seriamente comprometidos en este objetivo, ya porque
hay entre los no-cristianos muchos que se sienten fuertemente atraídos por estos valores
auténticamente evangélicos (CEU, La fe y los valores morales
, loc. cit., p. 266).
CAP. 5: ACENTOS DEL PENSAMIENTO DE LA CEU 261
18
Se verifica aquí, como lo anoté siguiendo el análisis de ACERBI, op. cit., ese
recurso a una antropología cristiana (típica de la Doctrina Social de la Iglesia), tal
cual se dio en la elaboración de la GS, ante las dificultades para encontrar las mediacio-
nes adecuadas que permitieran una adopción con todas sus consecuencias de la perspec-
tiva de los signos de los tiempos.
262 PARTE I: PRIMERA ETAPA. BAJO EL SOPLO CONCILIAR
19
Como por ejemplo en sus cartas pastorales sobre la paz y la economía: National
Conference of Catholic Bishops, The Challenge of Peace: Gods Promise and Our
Response; y Economic Justice for All, Washington, D.C.: USCC Office of Publishing
and Promotion Services, 1983 y 1986 respectivamente. También se podría citar el caso
del episcopado francés, en Commission Sociale de lÉpiscopat (Albert Rouet, président),
Face au chômage changer le travail, Paris: Centurion, 1993.
20
Me refiero a los documentos de la Semana Social (año 2000), organizada por el
Departamento de Acción Social de la CEU, fruto no sólo de una plural elaboración
eclesial, sino también de confrontaciones con diversas instancias de la sociedad civil.
PARTE II
1
Secretariado de la CEU, Reflexiones sobre la evangelización en el Uruguay, Monte-
video: Esc. Imp. Don Orione, 1975, folleto de 28 páginas conteniendo una síntesis de la
reflexión hecha por la CEU, junto con su Secretariado y algunos expertos invitados espe-
INTRODUCCIÓN 267
cialmente, durante 1974. Presentado por Mons. Nuti, secretario de la Conferencia, como
instrumento de trabajo para guiar la Pastoral de Conjunto en 1975. La expresión comple-
ta es: ¿Cuál ha de ser la evangelización para un tiempo de estupor y desconcierto? (p.
10). La expresión es retomada en el documento de trabajo para el Plan pastoral de 1976,
La evangelización en el Uruguay. Análisis de la problemática a partir de la Juventud,
VP 55, may.-jun. 1976, p. 136. Elaborado por el Secretariado, está presentado por Mons.
Tonna, como presidente, y Mons. Seijas, como secretario de la CEU.
2
CEU, Plan pastoral nacional quinquenal La Iglesia mensajera de esperanza en el
Uruguay, VP 77, nov.-dic. 1979, p. 346.
CAPÍTULO 1
Por más que circulaban muchos rumores sobre la inminencia del golpe de
Estado, tal vez la mayoría de los uruguayos, hasta el final, no querían
creer en ello. Tampoco los obispos, a pesar de temores expresados en los
últimos documentos de la primera etapa. De allí que sea tan reveladora
esa calificación del tiempo de la dictadura, particularmente en sus prime-
ros tramos, como de estupor y desconcierto. De hecho, la expresión es
de bien entrado 1974, lo que muestra cómo persistía esa especie de asom-
bro incrédulo y dificultad para aceptar situarse en un cuadro de realidad
muy diferente.
Porque además, más allá de que los últimos años, y en especial el que
siguió a las elecciones de noviembre de 1971, fueron literalmente dramá-
ticos, la situación posterior al 27 de junio asumió características casi des-
conocidas para los orientales, ya que las referencias sólo genéricamente
parecidas, se remontaban a los años treinta.
Vamos pues a ver, aunque sea sumariamente, las características de este
tiempo de dictadura, en su lapso de mayor dureza.
1
Para toda esta sección utilizo abundantemente el libro de Gerardo CAETANO y
José RILLA, Breve historia de la dictadura (1973-1985), Montevideo: CLAEH-Ed. de
la Banda Oriental, 1987.
2
Ibid., p. 13.
3
Ibid., p. 14. La cita reproduce palabras del mensaje de Bordaberry dando cuenta del
acuerdo con los militares.
270 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
4
Estos comunicados, en especial los Nº 4 y 7, del 9 y 10 de febrero, hacían público
una especie de programa militar, que comprendía un diagnóstico de la situación del
país y una serie de medidas a tomar. En ellos, algunos creyeron ver concepciones pro-
gresistas, las que en ese tiempo se calificaban de peruanistas, por el proceso de refor-
mas emprendido por los militares peruanos desde 1968. De hecho, la propia Central de
Trabajadores, y sectores del Frente Amplio, entre los que se contó el Partido Comunista,
ofrecieron una suerte de apoyo crítico a los comunicados. Los mismos militares se en-
cargaron de disipar cualquier ilusión, y no faltan testimonios actuales que hablan de una
intención expresa de confundir a las fuerzas opositoras. Para el conjunto de los docu-
mentos y una cronología minuciosa de los hechos, ver Cuadernos de Marcha, Siete
días que conmovieron al Uruguay, Nº 68, marzo de 1973.
5
Ibid., pp. 14-16.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 271
6
Cuadernos de Marcha, El fin del principio (27 de junio de 1973), Nº 73, agosto
(?) de 1973, p. 32. Todos los decretos que configuran el golpe de Estado están firmados
por Bordaberry y sus ministros del Interior y Defensa. Los militares se mantienen en un
discreto segundo plano, salvo en el campo de la represión y ejecución de las medidas
dictatoriales dispuestas por el Poder Ejecutivo.
272 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
7
Caetano y Rilla toman esta periodización del politólogo uruguayo Luis E. González.
8
CAETANO-RILLA, Breve historia
, op. cit., p. 9.
9
M. MACHADO y C. FAGÚNDEZ, op. cit., p. 87.
10
Por ejemplo, el mismo día del golpe, entre el ministro del Interior y delegados de
la CNT, que tres días después fue disuelta (cf. G. CAETANO y J. RILLA, Breve histo-
ria
, op. cit., p. 17).
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 273
11
Ibid.
12
Estos puntos eran:
restablecimiento de libertades y derechos; restablecimiento
de la actividad de los partidos y las asociaciones gremiales; recuperación de salarios y
pasividades y contención de la carestía; compromiso en la promoción de un programa
mínimo de transformaciones económicas y sociales; cese de Bordaberry y establecimien-
to de un gobierno provisional; y por último, instalación de una Asamblea Nacional
Constituyente y Legislativa y convocatoria inmediata a elecciones (Ibid., p. 18).
13
Seregni, que con un breve intervalo de libertad provisional, permaneció preso
hasta inicios de 1984, fue sometido a la Justicia Militar y degradado, convirtiéndose en
uno de los símbolos, en el país y fuera de él, de la resistencia a la dictadura.
274 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
14
Del texto de un Mensaje a los trabajadores uruguayos, de la CNT, reproducido
en G. CAETANO y J. RILLA, Breve historia
, op. cit., p. 19.
15
Forma uruguaya de represión la llama el SERVICIO PAZ Y JUSTICIA-URU-
GUAY (SERPAJ), Uruguay Nunca más: informe sobre la violación a los Derechos Hu-
manos (1972-1985), Montevideo: Servicio Paz y Justicia-Uruguay, 19893, p. 112. Segui-
ré de cerca este informe para la descripción de las peculiaridades de la dictadura uruguaya.
16
Ibid., p. 114. Imposible imaginar una manera más gráfica de decirlo que estas
palabras del juez militar coronel doctor Federico Silva Ledesma: Esto lo interpretaron
nuestras Fuerzas Armadas con espíritu humanitario cuando recibían una granada y no
estallaba. Nuestros soldados hacían prisioneros, no había muertos en este país. El Uru-
guay tiene en este momento 1600 problemas porque no tiene 1600 muertos.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 275
17
Las autoridades de facto esperaban que las elecciones en los sindicatos, que habían
impuesto, iban a desenmascarar una especie de tiranía de la dirigencia sobre las bases.
Pero se equivocaron en sus estimaciones, tal cual lo mostraron las elecciones en los
primeros gremios, y terminaron por suspender las que restaban por hacer.
18
También en la educación el régimen especuló con que en el marco de control que
aseguraba la represión generalizada, las elecciones universitarias previstas para setiem-
bre iban a mostrar que la izquierda controlaba la universidad por la fuerza y el temor.
Pero las listas que respondían a los sectores antidictatoriales obtuvieron una votación
del 89% de los sufragios estudiantiles y el 76% de los docentes, con lo que la interven-
ción se volvió inevitable.
19
Citado en SERPAJ, Uruguay Nunca más
, p. 85.
276 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
20
Ibid., p. 86. Fiestas de cumpleaños de cierta envergadura, elecciones en un club
deportivo, reuniones de grupos religiosos fuera de los locales eclesiales, eran todas
cosas que debían pasar por la previa autorización policial, y eventualmente, la depura-
ción y el rechazo de personas.
21
Actualmente [Uruguay] es el país que ostenta el triste honor de tener en sus
cárceles y campos de internación el mayor número de prisioneros políticos de toda
América Latina, afirmaba la Revista de la Comisión Internacional de Juristas, Gine-
bra, Nº 16-17, junio-diciembre de 1976 (citado en Uruguay Nunca más
, p. 84).
22
Ibid., p. 117.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 277
23
Para no alargarme, remito sobre los aspectos más duros de la represión, a los
capítulos 1, 2 y 4 de la segunda parte del informe de SERPAJ, pp. 109-166 y 195-238.
Especial impresión causaba fuera del país el hecho de que la prisión emblemática y de
máxima seguridad del régimen llevara el nombre de Libertad.
Ver el impresionante testimonio de dos de los rehenes, Mauricio ROSENCOF y
Eleuterio FERNÁNDEZ HUIDOBRO, Memorias del calabozo, Montevideo: Ed. de la
Banda Oriental, 2005 (1ª edición en 1987).
278 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
24
Ibid., pp. 285-299. En el momento de concluir mi trabajo (2006) estaba en marcha
un proceso de progresivo conocimiento del verdadero rostro de la dictadura uruguaya,
mucho más cruel y mortífera de lo que pareció durante un cierto tiempo, al conocerse
los fríos asesinatos de muchos de los que hasta ahora se contaban sólo como desapare-
cidos. El número de las víctimas del terrorismo de Estado está aún por determinarse
exactamente.
También al final de los años noventa e inicio del nuevo siglo comienza a hacerse luz
sobre la verdadera coordinación del terror entre las dictaduras del Cono Sur, que fue el
Plan Cóndor, a partir del hallazgo de los archivos de la dictadura paraguaya de A.
Stroessner y de la desclasificación de documentos de la CIA, el Senado y otros organis-
mos de EE UU.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 279
25
Cf. G. CAETANO y J. RILLA, Breve historia
, op. cit., p. 26ss. Isabela COSSE
y Vania MARKARIÁN, 1975: Año de la Orientalidad: identidad, memoria e historia
en una dictadura, Montevideo: Trilce, 1996.
26
Reproducido en G. CAETANO y J. RILLA, Breve historia
, op. cit., p. 21.
27
En febrero de 1974,
conteniendo el programa máximo de la Doctrina de la
Seguridad Nacional
, según estos autores, ibid., p. 22.
28
Ibid., pp. 23 y 24.
280 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
29
Estas palabras eran respuesta a una Carta abierta al gobierno, de un centenar de
dirigentes de los partidos tradicionales y de la Unión Radical Cristiana, muchos de ellos
conocidos ex legisladores y ex ministros hasta el golpe, que reclamaba el pleno funciona-
miento de los partidos, sin más limitaciones que las constitucionales (cf. Ibid., pp. 24-25).
30
Ibid., p. 25.
31
Citas de diversos discursos de Bordaberry reproducidas en Ibid., p. 26.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 281
32
La campaña tuvo manifestaciones sorprendentes y hasta ridículas, como el ascen-
so post mortem a general de un militar de la época de la Independencia, la fijación por
decreto de la nómina oficial de los Treinta y Tres Orientales, la creación de una conde-
coración con el nombre de Artigas, entre cuyos primeros beneficiarios estuvieron los
dictadores Stroessner y Pinochet. Se creó también el Día de los Caídos en la Lucha
contra la Sedición (14 de abril), y se realizó con gran espectacularidad la XI Conferen-
cia de Ejércitos Americanos, en Montevideo.
33
Ibid., p. 28s.
282 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
34
Ibid., p. 30.
35
Extractos del comunicado con el que las FF AA deslindaron su posición con las
ideas de Bordaberry, citados en Ibid., p. 30s.
36
Viejo político colorado, que había asumido la presidencia del Consejo de Estado
en julio de 1974. Sus ideas políticas eran muy similares a las de Bordaberry, pero con su
designación se quiso conservar la legalidad en caso de vacancia de poder.
37
Ibid., pp. 31 y 53.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 283
38
También él viejo político, pero de extracción blanca. Tuvo muy activa participa-
ción en los intentos de crear, sin ser creyente, una universidad católica en los años 1960-
1961. Oriundo del departamento de Rivera, donde era un abogado conocido, se había
relacionado bastante estrechamente con Mons. Parteli en los años en los cuales este fue
párroco de dicha ciudad.
39
Ibid., p. 54.
40
Ibid.
284 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
Importa recordar que, sobre todo a partir del final del Vaticano II, quie-
nes tenían más visibilidad y significación en la Iglesia habían iniciado y
desarrollado bastante rápidamente nuevos modos de presencia e inser-
ción en la vida del país, provocando reacciones de diverso tipo, generan-
do expectativas y adhesiones desconocidas décadas atrás, pero también
rechazos expresados en violenta hostilidad.
Creo haber logrado hacer ver la posición delicada y al mismo tiempo
socialmente relevante de la Conferencia Episcopal y sectores importan-
tes del clero y laicado en los agitados años que precedieron al golpe.
¿Dónde y cómo quedó situada esa Iglesia cuando este se produjo? ¿Hizo
oír su voz para ayudar a leer evangélicamente ese momento clave de la
vida uruguaya? ¿Qué actitudes concretas asumió? Se pueden plantear estos
y muchos otros interrogantes, pero no es mi propósito emprender un aná-
lisis detenido de la posición de la Iglesia uruguaya ante el golpe y la
dictadura, sino solamente tratar de ofrecer los elementos necesarios, que
nos permitan tener una perspectiva adecuada para poder analizar los do-
cumentos episcopales de la etapa. 41
De marginada y automarginada, a lo largo del proceso secularizador, la
Iglesia uruguaya, y muy concretamente la Conferencia Episcopal, había
pasado a ser una verdadera protagonista de la vida nacional a finales de
los años sesenta e inicios de los setenta. Quien hoy recorre la prensa de la
época no puede menos que sorprenderse al constatar el espacio que ocu-
paba por esos años la información referente a la Iglesia, sus palabras y
gestos, así como la polémica y el análisis por ellos suscitados. 42
Pues bien, la dictadura va a significar un corte abrupto de este tipo de
presencia, aunque en rigor no se pueda decir que deje de existir totalmen-
te una incidencia de la Iglesia en el espacio público. Pero ella se va a
realizar en la discreción y la casi ausencia de palabras, con nuevas reglas
41
Es de hecho poco riguroso hablar de Iglesia uruguaya como un todo indiscrimi-
nado. En los hechos, y salvo que haga distinciones precisas, con la expresión me refiero
al conjunto formado por la mayoría de la CEU y los sectores más influyentes del clero
y el laicado que marcaban la imagen de nuestra Iglesia ante la opinión pública, la misma
que la prensa reflejaba para aprobar o rechazar.
42
Ya lo he dicho, pero creo conveniente repetirlo: esta realidad ha sido sin embargo
muy poco relevada y tenida en cuenta en los trabajos que sobre estos años han sido por
el momento publicados (hasta el año 2000). ¿Expresión de esa mentalidad tan urugua-
ya, acostumbrada a considerar lo religioso como socialmente irrelevante?
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 285
43
En ese sentido, son muy elocuentes las Memorias del cardenal Raúl Silva Henríquez,
editadas por Ascanio CAVALLO, Santiago: Ed. Copygraph, 1991, T. I y II, que cubren
su ministerio episcopal en Santiago en años de gobiernos conservadores, demócrata-
cristianos y de la Unión Popular.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 287
44
Declaración del Señor Cardenal y del Comité Permanente del Episcopado Chile-
no, Mensaje, Nº 223, octubre 1973, p. 509.
45
Aunque haya que señalar las duras críticas de la prensa de derecha al cardenal Raúl
Silva Henríquez, acusado de
constante intromisión en la política contingente
,
según consigna la misma revista Mensaje, Nº 224-225, nov.-dic. 1973, p. 526s.
46
En las citadas Memorias
, T. II, pp. 281-296, es llamativo comprobar (para un
uruguayo que haya vivido situaciones similares), la cantidad de contactos de diversa
índole que en los días inmediatos al golpe se establecen entre los colaboradores del
cardenal Silva, y él mismo, con las autoridades de facto, algunos conflictivos y tensos,
como los que precedieron a la celebración de una Oración por la Patria, en lugar del
tradicional Te Deum del 18 de setiembre, a la que asistieron sin embargo los miembros
288 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
de la Junta golpista. El 24, por su parte, el cardenal decide visitar con su secretario a los
prisioneros del Estadio Nacional, sin que tenga que pedir autorización a nadie, más aún,
recibiendo la colaboración de los mismos militares a cargo del lugar.
47
Se puede seguir el rápido desengaño del cardenal ante el accionar de la Junta, así
como el comienzo de su ejemplar compromiso con los derechos humanos de todas las
víctimas, en las páginas anteriormente citadas del T. II de las Memorias
48
Ya cité en su momento el tenor de ese acuerdo aprobado el 18/10/1972. Tanto
Mons. Parteli como Rubio nos dieron una versión en algo diferente, en una reunión del
Consejo del Presbiterio, convocada en los días inmediatos al golpe, para considerar qué
actitud debía y podía asumir la arquidiócesis. Ellos nos manifestaron que estaban impo-
sibilitados de publicar cualquier tipo de declaración o mensaje, sobre temas de índole
nacional, sin contar con el consenso expreso de los demás obispos.
Escribiendo esto pocas semanas después de la muerte del querido Mons. Parteli (26/
5/1999), no puedo menos que recordar con gratitud (y discrepancia), su reticencia en
hacer declaraciones en esos momentos, por el temor de que sacerdotes y laicos sufrieran
una represión que él no arriesgaba.
49
Así parece pensarlo Juan L. SEGUNDO, al preguntarse por qué no ha habido una
palabra oficial de la Iglesia católica en esta oportunidad, como la hubo en otras: ¿Timi-
dez, por estar también la iglesia comprometida en las generales de la ley? ¿División
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 289
51
Los Elementos
fueron muy bien recibidos por quienes estaban comprometidos
con el camino postconciliar de la Iglesia montevideana. En la ciudad de Salto, con el
obispo ya exiliado, los sacerdotes decidieron leerlos en todas las misas del domingo 15
de julio, decisión que fue asumida en casi todas las parroquias de la diócesis, provocan-
do la intervención policial en la tarde del domingo, en la misma ciudad, aduciendo que
el documento transgredía las normas vigentes, e invocando cumplir órdenes de la
Superioridad (tomo estas informaciones de una carta dirigida por el pro-vicario gene-
ral, Carlos M. Bernardi, a la Presidencia de la CEU, y que gentilmente me permitió
consultar). Dije en su momento que es imposible enterarse del golpe de Terra leyendo
los documentos de los obispos de la época. Sinceramente haría un juicio parecido sobre
este texto si no fuera por la existencia de esta censura a que fue sometido.
52
Esta gran dificultad de la que hablo se ve por ejemplo, y siempre apelando a la
comparación, en que cuando un obispo quiera visitar a uno de sus sacerdotes presos,
deberá pedir el correspondiente permiso, y someterse normalmente a los regímenes
ordinarios de visita a los prisioneros. Igual cosa se puede decir en cuanto a los contactos
con las autoridades, que a veces someten a los obispos a largas esperas antes de recibir-
los, aun habiéndoles acordado la audiencia.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 291
Esto es así, creo, sobre todo si se tiene en cuenta que esa nueva praxis
pública de la Iglesia uruguaya, y en particular de la línea que predominó
en la CEU desde 1966 al golpe, había sido consistentemente crítica de los
sectores que ahora monopolizaban el poder, y cercana, por no decir soli-
daria, con quienes ahora eran acallados por la fuerza, tratados como ven-
cidos. Si, salvo raras excepciones, los obispos uruguayos no habían sido
interlocutores habituales y válidos para los diferentes gobiernos civiles,
menos lo eran ahora para este grupo cívico-militar que ocupaba violenta-
mente el poder.
El silencio, pues, de la CEU, interpretado por algunos como falta de
valentía, me parece ser sobre todo la expresión de lo que son en ese mo-
mento las relaciones Iglesia-sociedad-Estado. Además de los otros facto-
res señalados antes. 53
53
Juzgo importante agregar un juicio del recién citado artículo de Juan L. SEGUN-
DO en Marcha. Sin poseer la información de las condiciones en las que realmente ha-
bían sido procesados los Elementos, él ve en ellos,
y mal que les pese a quienes
creen ingenuamente que la jerarquía debe volcar cada quince días su peso autoritario
hacia la izquierda, como antes lo hizo hacia la derecha, la iglesia toma un nuevo cami-
no [
] el ejercicio del magisterio como fermentario de los laicos cristianos. La toma
de posición no por esta o aquella opción política sino por el largo plazo de una con-
frontación entre un mensaje cristiano largamente pensado y una realidad nacional e
internacional profundamente conocida. Juicio que tiene algo de verdad, pero excesi-
vamente optimista para calificar la postura de los obispos uruguayos. El análisis del
teólogo no ahorra sin embargo críticas a algunos contenidos del documento.
292 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
54
No conozco ningún estudio, ni esbozo de reflexión sobre las relaciones Iglesia-
Fuerzas Armadas en Uruguay. Desde la separación, dejaron de existir los capellanes
militares, que nunca estuvieron organizados verdaderamente.
55
JUNTA DE COMANDANTES EN JEFE, De la subversión a la paz: las Fuerzas
Armadas al pueblo oriental, Vol. I, La Subversión, Montevideo: 1976, pp. 334 y 348.
En la Segunda Parte (Subversión Uruguaya), cap. V (Instrumentación), numeral 4 (Gru-
pos religiosos), se dedican 16 páginas (333-349) a presentar quince grupos, comunida-
des, movimientos, etcétera, sobre todo católicos, pero también protestantes, considera-
dos cómplices activos de la subversión. El capítulo, con muchas inexactitudes de
información, centra sus ataques en la Arquidiócesis de Montevideo, sobre todo en los
colaboradores más cercanos de Parteli, y en sacerdotes de las diócesis de Salto, con
Mendiharat a la cabeza, y de Tacuarembó-Rivera. Aunque parezca grotesco, estos gru-
pos eclesiales y personas están colocados en el mismo capítulo que el Partido Comunis-
ta del Uruguay y todos los grupos de izquierda, incluido el MLN-Tupamaros, lo que da
una idea gráfica de dónde ubican las FF AA a los sectores más dinámicos de la Iglesia,
incluidos varios obispos.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 293
56
Ver Informaciones, Nº 5, 23/6/1973, p. 5.
57
Carlos M. BERNARDI, Memorándum sobre El caso Mons. Mendiharat, Salto,
22/10/1983, documento mimeografiado de 7 páginas, de circulación interna muy res-
tringida. De él tomo toda la información que sigue, salvo indicación en contrario.
294 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
58
En su libro citado antes, la Junta de Comandantes en Jefe, p. 348, acusa a Mendiharat
de que
temeroso de ser llamado a rendir cuentas por sus actividades, se mantiene
fuera del país en un voluntario exilio.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 295
los obispos se ocuparan varias veces del asunto, pero siempre como con
impotencia. 59
Hago mío el análisis que realiza Héctor Borrat, 60 sobre el impacto en la
CEU e Iglesia uruguaya: Manifiesto o latente, el caso Mendiharat ha
incidido sobre los comportamientos de los obispos ante los sucesivos
gobiernos de la dictadura; ha representado una advertencia disuasiva
frente a posibles audacias episcopales; ha frenado las críticas de la je-
rarquía al gobierno y al régimen; ha inducido a los obispos a utilizar
una prudencia extrema para evitar el escándalo previsible y los efectos
que una acusación pública de subversión contra un obispo uruguayo
hubiera provocado en los sectores conservadores de la Iglesia del país,
del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y de Roma. Real-
mente, este caso único en la Iglesia latinoamericana de esa época, mues-
tra no sólo el tipo de relacionamiento Iglesia-Estado propio de Uruguay,
sino también la debilidad de esa Iglesia, en esta oportunidad demasiado
aceptada por su jerarquía. 61
59
Las Actas CEU reflejan desde agosto del 73, varias ocasiones en las que se trata del
caso del hermano exiliado. Ya sea para recibir información de parte del abogado, dando
cuenta y contestando cartas del propio Mendiharat, recibiendo delegaciones de presbíte-
ros y laicos de la diócesis, preocupados por ver extenderse la ausencia de su obispo, así
como cartas de grupos presbiterales más o menos institucionales, etcétera. En una especie
de balance, en 1979, luego que el cardenal S. Baggio, de la Congregación de Obispos
pidiera una entrevista con el presidente de la CEU, Mons. Tonna, para hablar sobre el
punto, el acta consigna que los pastores uruguayos
tienen conciencia de haber hecho
todo lo que estuvo a su alcance, dentro de las limitaciones existentes
, recalcando
varios la importancia de la discreción para hacer
lo que la Sagrada Congregación
aconseje o cree o piensa que los obispos deban hacer (cf. ACTAS CEU 229, 21/4/1979).
Mendiharat, por su parte, designó, con el acuerdo de la Conferencia, a Mons. Parteli
como su representante en el seno de la CEU (cf. ACTAS CEU 161, 21/10/1974). Fue
efectivamente Parteli, junto a Baccino mientras estuvo activo, y el Consejo del Presbiterio
de Montevideo, así como la Comisión Nacional del Clero, quienes se preocuparon perma-
nentemente por hacer llegar la solidaridad al obispo exiliado y a la diócesis hermana.
60
Héctor BORRAT (a cura), Uruguay 1973-1984. I messaggi e i silenzi, Bologna:
EMI, Quaderni ASAL, 1984, p. 15 (la traducción del italiano es mía).
61
Desde el año 73, fue convicción del Consejo del Presbiterio de Montevideo, así
como de la Comisión Nacional del Clero más tarde, que si a Mons. Mendiharat se le
hubiera apoyado unánimemente en su ingreso al país, al regreso del viaje a Roma, el
régimen no se hubiera atrevido a encarcelarlo, como repetidas veces amenazó. Pero
esas condiciones nunca se dieron y es imposible saber quién hacía el análisis justo de la
situación.
296 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
Las fricciones que todo esto provocó entre las autoridades de facto y
los obispos, sumadas a las que nacían de la continua hostilidad sobre
Parteli y los intentos para que fuera removido de Montevideo, tuvieron
su repercusión en las relaciones de la dictadura uruguaya con el Vaticano,
que conocieron un tiempo de tensión y enfriamiento importante durante
parte de 1975 y 1976. De hecho, la transición entre Mons. Sépinsky, que
cesó como nuncio en julio de 1975, y su sucesor Mons. Bellotti demoró
casi medio año. Y a raíz de que el secretario de la Nunciatura, Mons. Guy
de Saint-Hilaire, se interesó por la situación del ingeniero Massera, mate-
mático de prestigio internacional y miembro de la dirección del Partido
Comunista uruguayo, que había sido detenido, el gobierno solicitó su
alejamiento, que se hizo efectivo en mayo de 1976. 62 El mismo gobierno
de la dictadura mantuvo vacante más de un año su representación ante la
Santa Sede.
62
El Secretario del Nuncio pidió la libertad del ing. Massera. Generó malestar
en el Gobierno la insólita petición, titula en su portada del 23/1/1976 El País, y agrega
que se habría considerado declararlo persona non grata.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 297
63
Cf. ACTAS CEU 174, 25/10/1975.
64
El obispo hizo un relato pormenorizado de los hechos en la homilía de despedida
y en un memorando destinado al ministro del Interior: cf. en H. BORRAT, Uruguay
,
op. cit., pp. 134-136.
298 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
tos de sus jefes y su asesor (el Pbro. Ponce de León). El asunto, tratado
varias veces por los obispos, que defendieron al movimiento y a sus líde-
res ante las autoridades, terminó sin embargo con la renuncia del asesor
nacional para aliviar la presión sobre la asociación. 65 Peor suerte corrió
el Movimiento Obrero de Acción Católica (MOAC), que fue disuelto y
su sede clausurada.
65
Cf. ACTAS CEU 205 y 207, 22 y 25/10/1977; 215, 12/4/1978; y 222, 11/11/ 1978.
66
Analicé en detalle este episodio en No será así entre ustedes
(Mt. 20, 25),
Cuadernos Vianney 16, noviembre 2004, pp. 47-55. Toda la información de este nume-
ral está tomada de allí. Parteli mismo permitió unos años antes de su renuncia por edad
fotocopiar la documentación central acerca de lo sucedido en Roma.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 299
sentado por el arzobispo, pero del cual no había sido informado antes de
la audiencia. Por el contrario, se le habían comunicado las acusaciones
que llegaban de Montevideo. Además del horizontalismo y la politi-
zación, se le imputaba también querer sustituir a la Conferencia episco-
pal y discriminar en la diócesis a quienes no se comprometían en la reno-
vación conciliar.
Parteli redactó primero en Roma y luego completó en Montevideo una
detallada respuesta a las acusaciones, haciendo ver su contenido falso, y
el incidente quedó en principio cerrado. Pero lo vivido en Roma afectó de
manera duradera al obispo de Montevideo, quitándole una parte de su
seguridad para enfrentar los años difíciles que siguieron y debilitándolo
en el seno de la CEU, en la que él además adoptó una actitud retraída
hasta los tiempos finales de la dictadura. De rebote, volvió también más
frágil la posición de Mendiharat en la Conferencia, a quien él representa-
ba. De hecho, Mons. Parteli no fue nombrado arzobispo de Montevideo
hasta 1976 (10 años después de su traslado a la capital), debiendo renun-
ciar, como condición para su nombramiento, a la colaboración de quien
había sido su vicario general y mano derecha.
67
ACTAS CEU 132, 23/10/1972. No poseo ningún elemento objetivo para interpre-
tar la elección de Tonna, pero me parece verosímil pensar que, representando una línea
conservadora moderada, refleja, en la cabeza de la CEU, el nuevo equilibrio interno.
68
Leyendo las ACTAS CEU 128 a 133, correspondientes a la asamblea ordinaria de
octubre (18 al 24/10/1972), se tiene claramente esta sensación. A Gottardi se le encarga
el Departamento de Acción Social, de importancia creciente, que mantendrá también
hasta más allá del fin de la dictadura. Él está en el origen de la nueva práctica de la CEU
de comenzar sus asambleas con un pequeño retiro espiritual. Mullin, por su parte, es
elegido rector del Instituto de Filosofía Ciencias y Letras (IFCL) en sustitución de Ru-
bio, que ha renunciado. Todos los niveles de la educación católica están ahora bajo su
responsabilidad.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 301
Por otra parte, en enero de 1973 se produce la salida del país de Mons.
Mendiharat, tal cual lo hemos visto, lo que contribuye a debilitar aún más
el peso de la línea más renovadora predominante en la primera etapa. De
la minoría, que sin embargo ha liderado el proceso desde el final del
Vaticano II hasta mediados de 1972, queda solamente Parteli, con su in-
fluencia muy disminuida.
La enfermedad y luego la muerte de Baccino lleva, primero provisio-
nalmente y después formalmente, a Mons. Tonna a la presidencia de la
CEU, desde la primera reunión de 1975. 69 Es en las elecciones de octubre
cuando se lo confirma en la presidencia, al mismo tiempo que se elige a
Gottardi para la vicepresidencia, y al sucesor de Baccino en San José,
Herbé Seijas, como secretario. 70
69
ACTAS CEU 166, 23/4/1975. Es al mismo tiempo la última vez que asiste Sépinski,
quien se despide declarando su
admiración por el equilibrio logrado por la Confe-
rencia Episcopal Uruguaya.
70
ACTAS CEU 176, 28/10/1975. Mons. Gottardi está ya desde mayo en Montevi-
deo, como obispo auxiliar. Previamente, había pasado un año como administrador apos-
tólico de la diócesis de Mercedes, por la muerte de Mons. Cabrera. Contemporáneamente,
Gottardi es el delegado permanente de la CEU ante el CELAM. Su venida a Montevi-
deo coincidió con el nombramiento de Mons. Rubio como obispo residencial de Merce-
des. Herbé Seijas, originario de Montevideo, pertenecía sin embargo al clero de San
José. Realizó todos sus estudios en el seminario montevideano. Con una larga trayecto-
ria como asesor de la JAC, a escala diocesana y nacional, y luego del secretariado lati-
noamericano del MIJARC, era uno de los más cercanos colaboradores de Baccino. En
el momento de ser ordenado obispo (17/8/1975) era el coordinador nacional de pasto-
ral. Con una rica experiencia, sobre todo en el apostolado laical, podría ser ubicado en
el grupo de los renovadores, aunque resultará difícil comprobarlo claramente dado que
su ingreso al episcopado y a la Conferencia se dan en momentos de freno y hostilidad
para esa sensibilidad. Por eso, tal vez, su actuación aparece como moderada, aunque
con voluntad comprometida y renovadora. Tuvo un episcopado breve y ocupó siempre
la secretaría de la CEU.
302 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
Sobre la Comisión Justicia y Paz, ACTAS CEU 144 (ver Parte II, cap. 2, nota 12).
71
ACTAS CEU 146: la referencia a las situaciones históricas, candentes, podría blo-
72
quear esa reflexión, piensan los obispos. Más adelante analizaré la forma extremada-
mente genérica en la cual se refieren a la realidad del país en ese documento sobre el
Año Santo.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 303
73
ACTAS CEU 160, 30/4/1974.
74
Ver más adelante, in extenso.
304 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
75
Pero, ni en las ACTAS ni en la prensa de la época pude encontrar el más mínimo
rastro sobre la efectiva realización de esta reunión, lo que me hace dudar seriamente de
que se haya llevado a cabo. Tampoco conozco las razones de esa plausible no concreción.
76
ACTAS CEU 167, 24/4/1975. Se dice solamente que fue sobre asuntos referidos
a la actuación de la Iglesia. Es posible que tuviera que ver con cuestiones ligadas a la
educación, homilías, etcétera. La delegación tiene composición lógica: el presidente
en ejercicio de la CEU, el secretario, y el arzobispo de Montevideo.
77
ACTAS CEU 178, 21/4/1976. Es evidente que estos problemas con la residencia
forman parte del hostigamiento a la educación católica. Los obispos del Consejo llevan
una carta redactada por ellos pero aprobada por todos.
78
ACTAS CEU 184, 28/4/1976. Según el acta, la CEU consagró mucho tiempo a
las destituciones en la enseñanza, asunto que fue estudiado en más de una oportunidad
en la presente sesión plenaria. Una vez más deciden no hacer declaraciones escritas,
que no resuelven y pueden agravar. En el caso del MOAC, hay un expreso reconoci-
miento al trabajo del asesor, el P. Jean Grébouval (originario de la diócesis de Beauvais,
Francia), y al mismo tiempo se distingue entre alguna imprudencia del equipo directivo y
la obra en sí. El aclarar su estatuto eclesial ante las autoridades busca
evitar que se
repitan hechos similares con otros organismos eclesiales. Pero en todo caso, no se obtie-
ne la reapertura de la sede y la posibilidad de un funcionamiento libre del movimiento.
CAP. 1: TIEMPO DE ESTUPOR Y DESCONCIERTO 305
Una vez situado el contexto, paso a analizar los documentos que produjo
la CEU en esta primera fase de la dictadura.
1
Se trata de una exhortación por la Colecta Nacional pro Hogar Sacerdotal (es-
tructura mutual del clero uruguayo), VP 51, set.-oct. 1975, pp. 272ss; una reglamenta-
ción Acerca de las misas de intenciones múltiples, VP 56, jul.-ago. 1976, pp. 191-94;
dos cartas a sendos superiores mayores religiosos por el centenario de la llegada de sus
congregaciones a Uruguay: Carta a la Superiora General de las Hermanas del Buen
Pastor, y Carta al Rector Mayor de los Padres Salesianos, ibid., pp. 195s y 196s
respectivamente; y una Exhortación sobre el 41 Congreso Eucarístico Internacional,
ibid., p. 198s.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 307
2
Cf. CEU, Reflexiones sobre la evangelización en el Uruguay
Texto en ANEXO I,
Nº 2.19.
3
Cf. CEU, La evangelización en el Uruguay de hoy: análisis de la problemática a
partir de la juventud. Texto en ANEXO I, Nº 2.20.
4
Cf. VP 40, nov.-dic. 1973, pp. 333-342. Ver texto en ANEXO I, Nº 2.1.
5
Cf. VP 44, jul.-ago. 1974, pp. 193-196. Texto en ANEXO I, Nº 2.2.
6
Cf. VP 52, nov-dic. 1975, pp. 357-386 para la versión corregida. El primer texto,
requisado por el gobierno de facto, había sido publicado en folleto aparte, de 18 pági-
nas, con el encabezado En el Año de la Evangelización, Montevideo: Esc. Imp. Don
Orione, 12 de octubre de 1975. Es clara la contraposición, en la titulación, con el Año de
la Orientalidad. Ver el texto definitivo en ANEXO I, Nº 2.3.
7
El 18/12/1972, luego de la crisis, el acuerdo había sido que
en adelante todos
los documentos de la CEU sean firmados únicamente por el Presidente y el Secreta-
rio (el destacado en mío): cf. ACTAS CEU 128. Lo que había sido reforzado por una
comunicación del secretario de Estado del Vaticano, cardenal Villot, apoyando lo re-
suelto por la CEU (cf. ACTAS CEU 137). Y nueva ratificación de la propia Conferen-
cia, en ACTAS CEU 149, 25/11/1973.
308 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
8
ACTAS CEU 143 y 144, 9 y 10/8/1973.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 309
9
ACTAS CEU 155, 24/4/1974. Mullin, además, solicita y obtiene de sus pares la
autorización para escribir una carta al presidente Bordaberry pidiendo la habilitación
oficial de un instituto de magisterio católico, cosa que había sido negada por las autori-
dades de la Educación.
10
ACTAS CEU 164, 24/10/1974. Llama la atención que a un año y medio del golpe,
algunos laicos católicos de confianza de los obispos sigan colaborando en puestos de
importancia con la política educacional del régimen de facto, que además de su natura-
leza antidemocrática, está dando crecientes muestras de hostilidad para con la Iglesia y
sus instituciones educativas en concreto. En la asamblea de la CEU de abril de 1975,
tanto la Federación de Religiosos del Uruguay (FRU), como sobre todo la misma diri-
gencia de los colegios católicos se refieren a los
serios problemas planteados por el
Consejo Nacional de Educación (CONAE) en el ámbito de la enseñanza privada y en
relación a la libertad de enseñanza (ACTAS CEU 169 y 170, 26 y 28/4/1975).
310 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
11
Así en ACTAS CEU 144, 10/8/1973; ID.,149, 21/11/1973 (aquí es el nuncio Sépinski
quien toca el tema); ID.,149, 25/11/1973 (dos delegaciones de Salto).
12
ID., Los miembros de la Comisión que participan de esa reunión son el Dr. Adolfo
Gelsi Bidart, el Sr. José Luis Rodríguez, el Dr. Daniel Pérez del Castillo, la Srta. Elizabeth
Togni, el Dr. José María Gamio, el Sr. Alberto Methol Ferré, el Sr. Manuel Lema, el Ing.
Germán Villar y el Sr. Rodrigo García. Otros integrantes eran Mons. Parteli y Gottardi,
y los no presentes Dr. Julio César Lupinacci, el Sr. José Claudio Williman y yo mismo.
Con su composición cuidadosamente balanceada, la Comisión nunca logró jugar un
papel significativo, bloqueada por esas dos tendencias.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 311
13
IBID., La redacción del futuro documento es encomendada a Mons. Baccino, de-
biendo insistir en la reconciliación y renovación. Esta opción es reafirmada en el
momento de considerar con el Secretariado la temática del Plan pastoral para 1974; allí
se propone que
esta reflexión en este momento y en otras oportunidades no se haga
a partir de situaciones históricas, candentes, lo que podría bloquear la relación
interpersonal, sino a base de elementos bíblicos y teológicos que posibiliten esa re-
flexión [sobre la temática del Año Santo] (ACTAS CEU 146, 22/11/1973).
14
ACTAS CEU 152, 6/3/1974; y 162 y 163, 22 y 23/10/1974 respectivamente. Estas
reuniones alimentarán fundamentalmente las Reflexiones sobre la evangelización en
el Uruguay, del 31/12/1974, documento de trabajo del Plan pastoral de 1975, pero
también incidirán en la actitud que defina la CEU para todo este período.
15
ACTAS CEU 167, 24/4/1975. La redacción es encomendada a un equipo por de-
más heterogéneo, compuesto por Parteli, Corso y Rubio. También deciden que el DEC
siga elaborando otro documento sobre educación, más concreto y práctico, que se pu-
312 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
blicará más tarde con respaldo de la CEU. Dos días después, el 26, la Federación de
Religiosos del Uruguay (FRU) hace presente a los obispos una reflexión de su Comi-
sión Directiva sobre la situación actual del país,
especialmente en lo que se relacio-
na con la vida y las actividades de la Iglesia en la enseñanza, los conatos de coartar la
libertad de culto y otros puntos importantes (ACTAS CEU 169, 26/4/1975).
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 313
16
ACTAS CEU 172, 23/10/1975. Como se puede ver, la comisión no logró trabajar en
equipo, aunque ignoremos el porqué. Previsiblemente por las grandes diferencias exis-
tentes por ejemplo entre Corso y Parteli. No hay tampoco información acerca de las
razones que llevaron a esa decisión de entregar la carta a las autoridades nacionales al
mismo tiempo (muy probablemente antes, ya que no era necesario el correo) que a los
obispos del interior, y antes que a la comunidad cristiana. Es, sin embargo, una actitud
que guarda coherencia con la decisión de mantener entrevistas en situaciones importan-
tes (de hecho, el mismo día que la CEU decidió publicar la carta, Tonna, Nuti y Parteli
informaron sobre una reunión que habían tenido con el ministro del Interior,
a pedi-
do de este, sobre asuntos referentes a la situación de la Iglesia: ACTAS CEU 167).
314 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
raban, pero que es muy reveladora de los términos en que estaban las
relaciones Gobierno-Iglesia, definidos de hecho por el régimen dictato-
rial, sin tener para nada en cuenta los esfuerzos de la CEU por construir
un relacionamiento respetuoso y con voluntad de diálogo. Pero sigamos
la explicación que da Tonna de los hechos: Y entonces surgió por parte
del Ministerio del Interior la orden de suspensión de la publicación,
que fue comunicada telegráficamente a todas las dependencias policiales
del País. 17
De este modo, la Carta pastoral Misión de la Iglesia, fechada el 12 de
octubre de 1975, y que paradójicamente buscaba afirmar los derechos y
la libertad de la Iglesia en el ejercicio de su misión propia, nunca vio la
luz en su versión original. Estaba firmada por Tonna, como presidente en
ejercicio de la CEU, y por Nuti como secretario.
La reacción dentro de la Iglesia fue al inicio de solidaridad con los
obispos ante el atropello, porque aun sin posibilidad de conocer exacta-
mente el texto, se tenía la impresión de que finalmente la CEU había
dicho algo claro y firme, luego de tanto tiempo de silencio y los repetidos
pedidos de clero y laicado. 18
Pero ese primer movimiento de apoyo dejó lugar a otro, crítico y de
rechazo, especialmente en el clero y los laicos más comprometidos, cuando
se supo que la CEU estaba dispuesta a corregir la carta para poderla pu-
blicar. 19 Eso hizo que la carta que finalmente se conoció oficialmente
17
IBID., Evidentemente, lo mismo fue notificado por el Ministerio a los medios de
comunicación, ya que no es posible encontrar el menor rastro del incidente en ellos. La
edición de la carta, tanto la parte que estaba en la CEU pronta para ser enviada por
correo, como los pocos paquetes que ya habían salido hacia él, fue requisada por la
policía. Se pudieron rescatar algunos pocos ejemplares que escaparon a las manos de
los censores. Según mis informaciones, no existe en América Latina otro caso igual de
represión del pensamiento de todo un episcopado por parte de un gobierno.
18
Donde sí parece haber habido una reacción fuerte fue en medios de prensa extran-
jeros. Así lo señala Tonna, como una de las razones para dar sus explicaciones a los
sacerdotes:
de lo que se hizo amplio eco la prensa en el extranjero (IBID.).
19
Esta es la otra motivación de la explicación de Tonna: A pedido de los presbíteros
presentes, que a su vez transmiten el parecer de sus hermanos sacerdotes y de toda la
comunidad eclesial del Uruguay
(IBID.). Las ACTAS CPCEU 39, 18/11 y 40, 17/
12/1975, dan cuenta de una carta de la Mesa Nacional de Presbíteros, y dos más de
presbíteros de las diócesis de Salto y Melo sobre la carta pastoral. Aunque nada se diga
del contenido de estas misivas, es lícito suponer que es crítico, porque otras que apoyan
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 315
sí son explicitadas, como una de cuatro comunidades femeninas de clausura, que mani-
fiestan su solidaridad espiritual a los obispos, y la de Mons. Ramón Torrella, presi-
dente de la Pontificia Comisión Justicia y Paz, felicitando a la CEU por el documento
(conociendo personalmente su compromiso con la justicia y la libertad, me cuesta creer
que estuviera informado de los hechos que rodearon la publicación del texto) (ACTAS
CPCEU 40). En ACTAS CEU 175, 27/10/1975, figura que el día antes de tomar la
decisión de publicar el texto enmendado, más de 50 superiores religiosos del país, que
participan de la reunión de la CEU, le manifiestan su profunda adhesión, sobre todo
teniendo en cuenta la situación creada en torno a la carta.
20
El 7 de noviembre, Mendiharat escribe desde Buenos Aires a presbíteros y religio-
sos de su diócesis, haciendo saber que había participado en la etapa de elaboración de la
carta, pero manifestando su extrañeza por no haber sido invitado a firmar el texto modi-
ficado. De todos modos, el obispo exiliado considera el documento como
un instru-
mento válido para esclarecer la conciencia de los cristianos, en las actuales circuns-
tancias, respecto a la Misión de la Iglesia y al modo cómo la está cumpliendo. Por eso
los exhorto a que dicha carta se haga conocer, se estudie y reflexione a todos los niveles
posibles (VP 52, nov.-dic. 1975, p. 387).
21
Una idea de las repercusiones internacionales la da el hecho que un poco más
tarde, a inicios de 1976, la CEU recibió sendas cartas del cardenal Willebrands, presi-
dente de la Conferencia Episcopal de Holanda,
presentando la adhesión de esa
Conferencia ante los momentos difíciles que la Iglesia debe afrontar en el Uruguay, y
del también holandés cardenal Alfrink, presidente de la Comisión Internacional Católi-
ca Pax Christi (ACTAS CEU 183, 27/4/1976).
316 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
22
ACTAS CEU 172. Notar la alusión a la entidad de las reacciones internas y exter-
nas. Se consigna también que
se dialoga largamente acerca de este tema
con los
presbíteros, lo que
significa un aporte de opinión para la decisión que los propios
señores obispos deberán tomar sobre este punto.
23
ACTAS CEU 176, 28/10/1975.
24
CEU, Carta pastoral Misión de la Iglesia
p. 386. Los obispos añaden que la
firman nominalmente
para que a nadie queden dudas de nuestra profunda unidad
colegial en esta decisión. La CEU utiliza varias veces la negrita en este documento,
cosa que no señalo. Sí lo hago en los casos en los cuales soy yo quien la uso.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 317
debemos ver los textos en cuestión, como necesario paso previo al análi-
sis más global de la teología de este ajetreado documento.
Ante todo resulta imprescindible señalar que los tres numerales objeta-
dos y re-redactados son medulares en la carta.
El 23 cierra la segunda parte, sobre la misión de la Iglesia, con un
llamado a todos los uruguayos a construir un nuevo Uruguay, supo-
niendo la existencia de dos bandos en pugna y reclamando que
unos
abandonen la filosofía del odio y de la violencia y reconozcan con hu-
mildad sus errores
(parece clara la alusión a los grupos violentos), y
que
otros destierren el espíritu de venganza
(igualmente parece
clara la alusión a los vencedores de la hora). Aquí interviene una primera
corrección, eliminando el unos y otros por un genérico
será ne-
cesario abandonar
reconocer
desterrar, etcétera. A esto se agre-
gan, antes y después de esas frases cuestionadas, otras dos nuevas reco-
nociendo los esfuerzos de reconstrucción del país, tema recurrente del
régimen en ese llamado Año de la Orientalidad. 25
Pero la corrección mayor de este párrafo, y la que más malestar causó,
se refiere a una muy matizada propuesta de amnistía que los obispos plan-
teaban como signo de la celebración del sesquicentenario. Creo que la
transcripción de ambos textos ahorra comentarios: Si los delitos cometi-
dos deben recibir el peso de la ley a través de la justicia, esta debe estar
impregnada del espíritu evangélico de la caridad y del respeto a la per-
sona humana. Invocando estos principios, nos permitimos hacer un lla-
mado, a todos los niveles, a fin de que los uruguayos nos propongamos
ejercer la virtud de la magnanimidad, que podría tener una expresión
concreta en una amnistía, lo más amplia posible y dentro de los límites
aconsejables. Restañadas las heridas aún sangrantes, todos los urugua-
yos, en comunión nacional, podríamos celebrar fraternalmente unidos el
sesquicentenario de vida independiente de nuestra nación (texto origi-
nal, Nº 23). Toda la actividad humana debe estar impregnada del espí-
ritu evangélico de la caridad y del respeto a la persona humana. Invo-
25
Complacidos reconocemos los esfuerzos que en diversos campos del quehacer
nacional se vienen haciendo para reencauzar la convivencia por la senda del orden,
del trabajo y la honradez [esta terminología era típica de la propaganda oficial
]
Pensamos que en la hora de la reconstrucción es más importante mirar hacia adelante
que hacia atrás (op. cit., p. 382).
318 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
26
Durante toda la dictadura, a pesar de múltiples pedidos, y aun en los tramos finales,
cuando se había procesado una serie de aperturas, la CEU nunca más volverá a usar el
término amnistía. Por otra parte, dos meses antes, Mons. Tonna, en cuanto obispo de
Florida, departamento donde habían tenido lugar los principales hechos históricos cuyo
150 aniversario se celebraba, había escrito una carta en la que, sobre el final, proponía
esa idea de la amnistía, con las mismas palabras que luego la CEU tomaría para su
documento que mereció las iras del régimen (cfr. Humberto TONNA, Iglesia servidora
de la Patria (1825-1975), VP 50, jul.-ago. 1975, p. 219). El mismo Tonna, en la conver-
sación que ya cité, me confió que recibió muchos elogios por su documento, y concre-
tamente de parte de militares. Tal vez el tono sobre todo histórico que dio a su carta hizo
pasar medio inadvertida esa palabra que para los militares fue maldita hasta el final de la
dictadura.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 319
27
La acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del
mundo se nos presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación
del Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia [
], decía el Sínodo (SÍNODO DE
LOS OBISPOS, La justicia en el mundo, loc. cit., p. 6). En el numeral 12 de la carta,
que no mereció reparos, hay una frase similar a la del 31, aunque menos incisiva en su
lenguaje, y sobre todo, sin mención de los derechos humanos, y sin que intervenga
tampoco la expresión justicia social (op. cit., p. 378).
28
Hablo de impresión porque soy consciente de la gran dificultad que encuentro
en separar, en mi análisis de estos textos, la lectura desapasionada y la experiencia
vivida. Remito a las acusaciones hechas a la CEU sobre su actitud y enseñanza ante la
violencia, desde 1967, y muy particularmente por las FF AA en el ya citado De la
subversión
320 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
29
Los múltiples intentos hechos por obispos y sacerdotes para lograr el permiso de
prestar asistencia espiritual a los detenidos, y en particular a los políticos, entre los que
había numerosos cristianos y varios sacerdotes, como lo reconoce paternalmente la CEU
en su primera redacción, fueron siempre infructuosos. Eso no impidió que en el penal
de Libertad, se desarrollara una hermosa experiencia de celebraciones ecuménicas, pro-
tagonizadas por sacerdotes y pastores presos, de las que quedan registros escritos, que
un día habrá que publicar. Pero también esas iniciativas de los propios detenidos encon-
traron muchas dificultades y finalmente fueron prohibidas.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 321
30
La combinación de estas dos motivaciones llevan a la CEU a levantar una alterna-
tiva no polémica, pero sí real, al Año de la Orientalidad con el cual el régimen de facto
montó una muy pesada campaña ideológica. De hecho, en el Nº 7, los obispos recuerdan
que
la orientalidad no se gestó ni se alumbró sin el Evangelio de Cristo.
322 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
31
Los obispos detallan los motivos de las preguntas: la catequesis, que
toma
también como punto de partida hechos de vida y circunstancias concretas de la vida de
los catequizandos
; los colegios católicos,
que permiten o alientan en los jóve-
nes el interés por los problemas concretos de su tiempo
; los
guiones y homilías
[que sobre todo en las misas dominicales, hacen] referencia a la vida cotidiana de los
hombres
; los grupos laicales,
que acentúan el valor del compromiso cristiano en
el mundo (Nº 10). Aunque los obispos no lo digan, son ni más ni menos que los espa-
cios en los que hay fricciones con el régimen y sus aparatos represivos.
32
Este modo de hablar escriturística y teológicamente equivocado, que se usa a me-
nudo, no es sin embargo infrecuente aun en el lenguaje episcopal del país (y de otros en
América Latina). Sin embargo no pienso que tenga una significación especial como no
sea una insistencia exagerada en la actitud de colaboración con la acción de Dios.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 323
33
En efecto, cuando hablan, en la primera parte, de los aspectos negativos y las
limitaciones de nuestra Iglesia, se refieren mayoritariamente a problemas ligados con
las polarizaciones políticas, las perplejidades y dificultades que vienen del abrirse al
mundo, el plantear como alternativos el anuncio de Cristo y el servicio del hombre, las
acusaciones y campañas de desprestigio. Todas cosas, menos la última, que han ido
perdiendo intensidad desde el momento que, con el golpe, todo tipo de compromiso
social y de expresión de opiniones en ese terreno se ha vuelto, si no imposible, extrema-
damente peligroso. Los obispos, como en general los sacerdotes y laicos más compro-
metidos en la vida y la misión eclesial están por el momento bastante paralizados, y los
aspectos negativos y limitaciones de la Iglesia de 1975 habría que buscarlos también, y
pienso que más bien, por otro lado: en la sociedad, con los nuevos desafíos y cuestiones
que le plantea a su misión y a ella misma.
324 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
34
Dije los obispos, indiscriminadamente, pero debo recordar que en estos momentos
el grupo que domina claramente en la CEU, y que ocupa los puestos de responsabilidad,
pertenece a esa que he llamado mayoría del medio, y aun en su sesgo más conserva-
dor, como es el caso de Tonna, presidente de la Conferencia. Varios de ellos son los que
hacia el final de la primera etapa se habían mostrado cada vez más preocupados por las
tensiones internas, por las polarizaciones y riesgos de politización y temporalismo. Es
natural que cuando su manera de pensar ha llegado a la cabeza del grupo, esas mismas
preocupaciones ocupen un lugar importante y, a mi juicio, desproporcionado con lo que
efectivamente se vive.
35
No era necesario remontarse a la célebre afirmación del Sínodo de Obispos sobre
La justicia en el mundo, que ya cité, sino que la CEU tenía mucho más a mano la
reciente experiencia del Sínodo sobre la Evangelización, más cuando uno de los desig-
nados como redactores de la carta era Mons. Rubio, delegado de la Conferencia urugua-
ya a dicha asamblea episcopal. Por no citar más que una frase, tomada de la declaración
final de los Padres sinodales, El Espíritu del Señor sobre nosotros para evangelizar a
los pobres, del 25/10/1974: Entre los muchos temas abordados por el Sínodo, hemos
prestado especial atención al de las relaciones entre evangelización y salvación inte-
gral o liberación plena tanto de los hombres como de los pueblos. En cuestión de tanta
trascendencia nos hemos sentido en profundo acuerdo en orden a afirmar de nuevo la
conexión íntima que existe entre la obra de la evangelización y esa liberación (Nº 12),
OR, Año VI, 44 (1974), p. 9.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 325
36
Cf. Parte I, Nº 4.6.5.
326 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
leído sin las discrepancias y enojos del momento por todo lo sucedido
con él, me deja una imagen global positiva. Es seguramente, aunque pa-
rezca paradójico, el texto más valiente de los obispos en la fase más pesa-
da de la dictadura.
37
CEU, Reflexiones pastorales de la Conferencia Episcopal del Uruguay sobre el
Año Santo, VP 40, nov.-dic. 1973, pp. 333-342. Es el documento que rompe ese gran
silencio que ha comenzado en junio de 1972. Ver texto en ANEXO I, Nº 2.1.
328 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
38
Reitero que en la decisión de publicar este documento, los obispos resolvieron
también prescindir de
todo pronunciamiento de tipo político concreto en lo que
tiene que ver con la situación del país en este momento (ACTAS CEU 144).
39
PABLO VI, Catequesis sobre el Año Santo, OR, Año V, 20 (1973), p. 3.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 329
40
CEU, Carta pastoral Misión de la Iglesia, Nº 19.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 331
41
CEU, Reflexiones pastorales de la Conferencia Episcopal sobre el Año Santo,
Nº 25. Como ya lo dije, con más razón para 1975, esta descripción me parece corres-
ponder más a los años inmediatamente anteriores al golpe de Estado. No se trata de que
este haya eliminado las tensiones y divisiones en la Iglesia, pero sí las privó práctica-
mente de expresión más o menos pública. Lo que queda claro es que los obispos, al
menos la mayoría, siguen muy preocupados por esta realidad, de tal modo que casi no
logran ver la realidad más global del país, como era sí el caso de otros momentos. Pero
debo tener también en cuenta la influencia que seguramente tienen en su visión las
abundantes y a menudo dramáticas referencias de Pablo VI a la situación interna de la
Iglesia, en sus alocuciones y documentos sobre el Año Santo de la reconciliación.
42
Así como la carta de 1975 se ocupa fundamentalmente de las trabas externas a la
misión de la Iglesia, un año antes, a seis meses del golpe, los obispos consideran que el
riesgo mayor para su obra viene sobre todo de adentro, de esas divisiones paralizantes.
Hay aquí una indicación de los propios obispos que podría contribuir a explicar el re-
pliegue que se produce en ellos, además del golpe, evidentemente.
332 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
43
Se puede ver esto, para Montevideo, recorriendo el quincenario Informaciones.
Entre junio de 1973 y noviembre de 1974 publicó una veintena de notas (entrevistas,
documentos, editoriales, sin contar las catequesis del Papa) dedicadas fundamentalmen-
te a hacer ver las implicaciones de la reconciliación en lo que se estaba viviendo en el
país. Por ejemplo, el documento montevideano del Plan afirma: El estado actual de
nuestra ciudad, de nuestro pueblo y de nuestra Iglesia exigen consciente o inconsciente-
mente un llamado fuerte, profundo y profético a la reconciliación. Pero se equivocarían
gravemente y es uno de los riesgos que debemos evitar aquellos que entiendan la
exigencia evangélica de la reconciliación como un anestésico que haga bajar el brazo
de los que luchan por la paz y la justicia (Plan pastoral 1974, Informaciones 17, 22/12/
1973, p. 12). Y uno de los laicos responsables de la coordinación pastoral reconocía que
a nivel de la diócesis vamos madurando en la comprensión de lo que significa Re-
conciliación. En un principio podíamos entender que era algo no bueno, no para este
momento, en fin, era algo que chocaba [
] Había alguna duda en cuanto se pensaba
que podía hacer olvidar las reales dificultades y ruptura y pecado que hay en nuestro
país y en nuestra Iglesia (Una necesidad, Ibid., 19, 6/4/1974, p. 13).
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 333
44
Cf. Manifestación popular de fe y compromiso, Ibid., 34, 2/11/1974, p. 12s.
45
La Conferencia dedica a ello una sesión extraordinaria, de todo el día, el 6/3/1974,
ACTAS CEU 152 y 153. Invita como expertos al director del Oficio Catequístico, Pbro.
Orlando Romero; al profesor de eclesiología del Instituto Teológico del Uruguay (ITU),
P. Dr. Nicolás Cotugno, salesiano; y al ensayista-historiador Alberto Methol Ferré, ase-
sor del Departamento de Laicos del CELAM. Cada uno de ellos presenta un documen-
to, que sin embargo no he podido encontrar, y que al final se integran en una síntesis con
la reflexión de los obispos, enviada luego a la Santa Sede (ver Documento para el
Sínodo 1974, VP 43, 1974, pp. 131ss. Allí constan sólo dos de las cuatro partes que
conformaban el documento).
334 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
46
SECRETARIADO CEU, Reflexiones sobre la evangelización en el Uruguay
Las sesiones de la CEU dedicadas a esta reflexión, que en buena medida reprodujeron el
contenido de la del 6/3/1974, fueron el 22 y 23/10/1974, ACTAS CEU 162 y 163. De
los expertos de marzo se mantuvo sólo a Methol Ferré, y se agregaron el sociólogo Dr.
Jorge Garmendia, y el profesor de teología fundamental del ITU, Lic. F. Jerónimo
Bórmida, capuchino.
47
El Nº 19, sobre la filosofía del pasado, errónea de doctrina y carente de sólidos
principios morales, el materialismo y la necesidad de volver a la ley natural y la
ley divino-positiva.
48
No disponiendo de su texto, voy a usar lo que recogen las ACTAS CEU 152 y 162,
ya citadas, en la sesión de preparación para el Sínodo, y en la de elaboración de la
temática para el Plan pastoral de 1975. Los planteos realizados en ambas reuniones se
complementan. Los expongo sin ninguna valoración, por el momento.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 335
49
Aunque en el acta estas ya casi propuestas quedan solamente en estos apuntes,
Methol tenía sin embargo otras mucho más articuladas que recuerdo haberle oído en
esos meses, que buscaban sobre todo revitalizar la religiosidad popular como modo de
reengancharse con las llamadas raíces cristianas de Uruguay y reinsertar a la Iglesia en
la vida del pueblo, dándole un protagonismo que no había tenido desde hacía casi un
siglo. No podría precisar más en mis recuerdos, ya que las conversaciones con Methol
336 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
formaron parte de discusiones más amplias que se estaban dando en América Latina,
donde él jugó un papel relevante, y en las que cada vez más la cultura y la religiosidad
popular eran reivindicadas como una especie de alternativa a la teología de la libera-
ción, y me resulta difícil separar lo estrictamente uruguayo. En todo caso, en lo repro-
ducido de las actas, creo que se advierte la postura crítica de Methol en lo que consi-
dera una apuesta equivocada de la Iglesia uruguaya, y sobre todo montevideana, muy
jugada, según su visión, a lo personal. Methol Ferré es un hombre con una visión que
concede una enorme importancia a lo institucional y a lo colectivo, o más exactamen-
te masivo, en los procesos sociales que otros analistas han considerado de tendencia
populista, y ha sido constante admirador de los grandes caudillos latinoamericanos y
uruguayos, y de los movimientos sociopolíticos que han logrado articular mucho pue-
blo. Nacionalista y con afinidades socialistas, gran conocedor y simpatizante del
peronismo, fue en esos años uno de los consejeros y asesores del presidente del Fren-
te Amplio, el general Líber Seregni, y realmente una personalidad difícil de clasificar,
que tuvo una gran influencia en la cabeza del CELAM en la segunda mitad de los
setenta e inicios de los ochenta.
50
Se habla de él en las Actas CEU, pero no he podido encontrarlo en el archivo de la
Conferencia, ni en publicación aparte. Aunque puedo suponer que el contenido no di-
fiere del de las Actas.
51
SECRETARIADO CEU, Reflexiones sobre la
, p. 13s.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 337
52
Ibid., pp. 9, 10 y 13. Por ejemplo: La Iglesia uruguaya estuvo ausente de las
elites ilustradas que orientaron el Uruguay actual (positivismo, laicismo).
53
Ya advertí que no poseo para esta descripción fuentes escritas, por lo que me remi-
to a mis propios recuerdos de conversaciones con el mismo Methol Ferré en lo que tiene
que ver con esta versión uruguaya de una corriente más amplia. Y también a la partici-
pación en reuniones del Departamento de Laicos del CELAM, en las que estas perspec-
tivas eran discutidas.
338 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
54
La Virgen de los Treinta y Tres es sin embargo una advocación relativamente re-
ciente con ese nombre. Se trata de una talla en madera polícroma, proveniente de las
Misiones jesuíticas, seguramente obra de indígenas evangelizados, que se halla en la
ciudad de Florida, y que fue venerada por los Treinta y Tres Orientales, en los comien-
zos de las luchas que en poco tiempo lograrían la expulsión de las fuerzas del Imperio
de Brasil.
55
También en la Carta Misión de la Iglesia, la CEU trata de la marginación, en
términos no exactamente idénticos: La imagen que, en un pasado relativamente re-
ciente, descubren algunos observadores, de una Iglesia marginada, es real. Pero su
explicación no hay que buscarla en una cómoda o prescindente automarginación de la
Iglesia misma, sino en la prepotencia inspirada por filosofías ajenas a la propia Igle-
sia (cf. op. cit., p. 381).
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 339
56
Esta tendencia se vio favorecida además por la celebración en esos años, desde
1975 a 1980, del 150 aniversario de la independencia y la primera Constitución, proce-
sos en los que jugaron un papel decisivo sacerdotes y laicos cristianos. La orientalidad
no se gestó ni se alumbró sin el Evangelio de Cristo, dicen al comienzo de su Carta
Misión de la Iglesia, op. cit., p. 376.
57
Ver SECRETARIADO CEU, Reflexiones sobre
, op. cit., pp. 21-26.
340 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
58
ARQUIDIÓCESIS DE MONTEVIDEO, Área Ambiental, documento de trabajo,
Montevideo: Comisión del Área Ambiental, 1980-1981, pp. 5 y 9. Se trata de un docu-
mento de tiraje limitado, de 28 páginas, editado por la coordinación de los movimientos
de la Acción Católica especializada de la arquidiócesis. Su elaboración comenzó en los
años que nos ocupan (1974, 1975), pero solamente cristalizó como publicación más
tarde (lo que explica la referencia a Puebla y otras citas de documentos posteriores a
esos años).
59
Ibid., p. 8s. Son citas de la Carta pastoral En el centenario de la diócesis de
Montevideo, 15/7/1978, en Carlos PARTELI, Palabras de esperanza para una ciudad
desalentada
, pp. 11-32.
60
Ibid., pp. 6-8. Se trata de largas citas de los Aportes del laicado uruguayo acerca
de la evangelización, fruto de la preparación para el Sínodo de los Obispos de 1974,
elaborados por iniciativa del Departamento de Laicos de la CEU, existentes sólo en
edición mimeografiada.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 341
61
Cf. op. cit., pp. 9,10,12,17. En la p. 9, en efecto, distinguiendo entre causas coyun-
turales, nacionales, latinoamericanas y universales de la realidad del destinatario de la
evangelización, se dice que una causa nacional, es el laicismo.
342 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
tura a que se ha llegado (en la que la paz social está seriamente com-
prometida, y que es fruto de haber sembrado desprejuiciadamente el
odio, el rencor, la desconfianza, el miedo, la sospecha y la injuria); y el
aceptar que
el fin justifica los medios, principio que está presente en
muchas actitudes radicalizadas [y que puede llegar] a los más execra-
bles crímenes y a las peores injurias contra la dignidad y los derechos de
la persona humana
. Todo esto tiene un camino único de supera-
ción que es la reconciliación, que exige reconocer humildemente las res-
ponsabilidades, porque esta
situación no apareció sola como por ge-
neración espontánea
, pero sobre todo reclama
un cambio profundo
en el corazón de cada hombre, un triunfo sobre sus egoísmos y caprichos
y un humilde retorno a Dios Padre (el destacado es mío). 62
En la misma perspectiva se sitúa la Carta pastoral Misión de la Igle-
sia. Tampoco ella recurre al término laicismo, pero varias veces, y vigo-
rosamente, denuncia como riesgo del momento presente el seguir apos-
tando a la
filosofía del pasado, errónea de doctrina y carente de
sólidos principios morales, que preparó la tragedia y la amargura del
presente [
] renovando el materialismo de ayer. Frente a lo cual, para
construir
el nuevo Uruguay sobre cimientos sólidos y firmes
, se
impone
volver a las normas objetivas que, procediendo de Dios, dan
criterios necesarios, invariables y universales para la acción: la ley na-
tural y la ley divino-positiva (he citado in extenso este texto). 63
Dije que la carta no utiliza el término laicismo, pero en los hechos se
refiere a una de sus facetas (la más dura en nuestra historia), cuando re-
cuerda que
no hay razón para que se sospeche de la Iglesia. Quere-
mos interpretar más bien como exceso de celo, y no como un rebrotar de
un espíritu jacobinista ya superado, ciertas molestias que entorpecen a
veces [
] el libre ejercicio de determinadas actividades pastorales de la
Iglesia. 64 De hecho, la CEU sigue manejando la antigua ecuación, hos-
tilidades con la Iglesia = jacobinismo (laicismo), sin percibir que ahora
hay un claro componente político-ideológico que predomina en quienes
le son hostiles, la Doctrina de la Seguridad Nacional (sin dejar de recono-
cer la importante componente masónica que pervive en las FF AA).
62
Cf. op. cit., pp. 339-341.
63
Cf. op. cit., p. 381.
64
Ibid., p. 382.
CAP. 2: EN DEFENSA DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA 343
1
G. CAETANO y J. RILLA, Breve historia
, op. cit., p. 9s., siguiendo a L. E.
González, aunque también llaman a este período el intento de la Nueva Repúbli-
ca (p. 53).
CAP. 3: EN BÚSQUEDA DE NUEVOS PROYECTOS 345
2
ID., p. 56. Son palabras del Decreto constitucional Nº 8, con el que se sanciona la
medida.
3
Ibid. La encuesta era de la empresa Gallup, netamente oficialista.
346 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
4
ID., p. 57.
5
ID., pp. 58 y 59.
CAP. 3: EN BÚSQUEDA DE NUEVOS PROYECTOS 347
6
Cf. ID., pp. 55, 57 y 59.
7
ID., p. 61.
348 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
8
Tipificación del politólogo Luis E. GONZÁLEZ, citado por G. CAETANO y J.
RILLA, Breve historia
, op. cit., p. 62.
9
Para lo referente al plebiscito sigo también básicamente el trabajo de G. CAETANO
y J. RILLA, op. cit., pp. 60-64.
10
Este importante protagonismo eclesial que, en el caso de Montevideo al menos,
contó con la expresa aprobación de Mons. Parteli, ha sido en general poco valorado por
la mayoría de las crónicas y análisis de la coyuntura del plebiscito. No es el caso de G.
CAETANO y J. RILLA, que lo consignan brevemente en la p. 63, así como Gustavo
CAP. 3: EN BÚSQUEDA DE NUEVOS PROYECTOS 349
LA IGLESIA REPLEGADA
1
Puedo testimoniar que en buena medida tal fue el caso de Parteli, y no sólo en
tiempo de dictadura. Alguna vez comentó discretamente que una gestión suya a favor
de una detenida, a pedido de sus familiares, resultó nada más que en un recrudecimiento
de la tortura de la misma presa.
2
En el mes de junio de 1976, ante la amenaza oficial de clausura definitiva, y para
evitar la prohibición de editar cualquier otra publicación similar (era una cláusula pre-
sente en todas las clausuras de medios), debió dejarse de publicar el quincenario monte-
videano Informaciones, que también se distribuía parcialmente en otras diócesis. Tam-
bién en 1976 fue clausurada la revista Perspectivas de Diálogo, editada por los jesuitas
desde 1965. En mayo de 1977, comenzó a publicarse Presencia, informativo oficial
del Centro Nacional de Medios de Comunicación de la CEU, de circulación nacional,
y que solamente adquirió cierta consistencia un año más tarde.
352 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
mayoría de los laicos ni aun por sacerdotes y religiosos, que tienden en-
tonces a pensar que nada se hace, nada se intenta, mientras muchos de
ellos viven o reciben todos los días el impacto de situaciones dramáticas.
Son estos, en lo eclesial, años pesados, de desánimo bastante generali-
zado, de impotencia, en algunos momentos de desilusión y descreimien-
to en relación con las expectativas y esperanzas alentadas en los años
previos a la dictadura. Pero son también años de fidelidades, en general
bastante ocultas, que seguirán alimentando a la comunidad católica y
manteniendo vivo en el pueblo un testimonio que se ha desdibujado mu-
cho en las cabezas más visibles.
En este contexto, cualquier palabra o gesto que salga un poco de lo
habitual cobra una importancia mayor que la que parecería tener en sí
misma. Tal fue el caso de la visita del cardenal argentino Eduardo Pironio,
quien llega a participar de la asamblea general de la Federación de Reli-
giosos del Uruguay (FRU) a fines de julio de 1977. En una concelebración
en la catedral de Montevideo, de la que participan 150 sacerdotes y gran
cantidad de religiosas, religiosos y laicos, reflejando lo que seguramente
ha visto en esos días, el cardenal dice en su homilía: El hombre de hoy
está esperando eso [un testimonio y una alegría pascual y una inque-
brantable esperanza pascual]. Ustedes tocan con la mano una sensa-
ción de tristeza. Hemos cantado recién: Ya no temo Señor la tristeza, no
temo la soledad, no temo la muerte, pero en el fondo palpamos, tocamos
y nos duele la sensación de miedo, de desaliento, de tristeza, de desespe-
ranza. 3 La solidaridad que hizo sentir Pironio, prefecto de la Congrega-
ción de Religiosos, con la Iglesia uruguaya, también en nombre del Papa,
y su comprensión de una realidad muy parecida a la vivida por él en
Argentina, causaron honda impresión en todos.
3
E. PIRONIO, Vivamos la alegría de la esperanza, VP 64, set.-oct. 1977, p. 290.
Es necesario imaginarse el peso que tienen en ese momento para los cristianos urugua-
yos palabras como miedo, desaliento, tristeza, desesperanza. Para la crónica de la visita,
ver. Presencia I, 7, 31/7/1977.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 353
4
PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 8/12/1975, AAS 68 (1976),
pp. 1-76; OR, Año VII, 51 (1975), pp. 3-14, Nº 2.
5
Ver texto en Informaciones 34, 2/11/1974, p. 3. No lo vio así el diario El País que
dedicó uno de sus editoriales del 11 de octubre a criticar la intervención del obispo,
argumentando que tanto Mons. E. Pironio como A. Lorscheider se habían expresado
contra la concepción del delegado uruguayo, y calificó a las comunidades de base de
filiales de los comités de base [del Frente Amplio] o de las columnas tupamaras
(cf. Informaciones, ibid.). La publicación de la arquidiócesis fue el único medio escrito
que buscó transmitir, en medio de la férrea censura de prensa, lo que realmente pasaba
en el Sínodo (cf. Nº 31, 33, 34, 35 y 36, de set., oct. y nov. de 1974). La versión de El
País causó mucho desconcierto en personas que sin pertenecer a la Iglesia trataban de
seguir lo que sucedía en Roma. Por ejemplo, un alto dirigente de la izquierda que estaba
en la clandestinidad envió a una persona a consultarme acerca de la veracidad de la
información del matutino.
6
Sínodo de los Obispos: síntesis de las cuestiones tratadas para el servicio de la
Pastoral de Conjunto, Montevideo: 1975. Sin más datos, es un librillo de 60 páginas,
presentado en la p. 42 por el entonces secretario de la CEU, Mons. Nuti, con la finalidad
indicada y con fecha 31/1/1975. Como una especie de apéndice contiene el discurso de
clausura del papa Pablo VI y la intervención del presidente del CELAM, Mons. E. Pironio.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 355
7
Tomo los datos del proceso que llevó a la III Conferencia General de Mons. Alfon-
so LÓPEZ TRUJILLO, De Medellín a Puebla, Madrid: BAC, 1980, pp. 275-286. El
obispo era entonces secretario general del CELAM.
356 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
8
Ver por ejemplo Enrique DUSSEL, De Sucre
, op. cit., pp. 139-158. Viví esa
evolución en la relación continuada con el Departamento de Laicos del CELAM (uno
de los más vitales en el primer post-Medellín) desde 1970 a 1977.
9
La bibliografía sobre la preparación y sobre la misma III Conferencia es inmensa y
en general muy polarizada. Refiero solamente aquí a AA VV, Puebla, lectura y comen-
tarios, Bogotá: CINEP, Serie Controversia Nº 72-73, 1979; AA VV, La batalla de Pue-
bla, Barcelona, 1980; y AA VV, Puebla: el hecho histórico y la significación teológica,
Salamanca: Sígueme, 1981. Ver Bibliografía, Nº 11.3.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 357
10
En la lucha por la interpretación [
] prevaleció la convicción de que Puebla había
confirmado las grandes opciones de Medellín y el documento de Puebla iba a servir du-
rante mucho tiempo como argumento básico de los movimientos nacidos de Medellín o
alrededor de Medellín. J. COMBLIN, La Iglesia latinoamericana desde Puebla a Santo
Domingo, en J. COMBLIN, J. I. GONZÁLEZ FAUS y J. SOBRINO (ed.), Cambio social
y pensamiento cristiano en América Latina, Madrid: Trotta, 1993, p. 35.
11
III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO,
La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. Puebla. Conclusio-
nes, Montevideo: Ed. Paulinas, 1979, Nº 7. Citaré las Conclusiones como Puebla con el
número correspondiente.
358 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
12
Paul VALADIER, Jean-Paul II: une vision de lhomme, Études, nov. 1980 (353/
5), p. 529. Se trata de un análisis (en el que me apoyo) de los discursos de la primera
visita de Juan Pablo II a Francia (30/5-2/6/1980).
13
JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptor hominis, AAS 71 (1979), pp. 257-
324; OR Año XI, 11 (1979), pp. 3-14, Nº 21; ID., Discurso inaugural, AAS 71 (1979),
pp. 187-205. CELAM; La evangelización en el presente
, pp. 16-18, I.9. No está de-
más recordar la fuerte impronta personalista y la importancia central acordada a la an-
tropología cristiana en los aportes del entonces Mons. Wojtyla a la elaboración de la GS
(cf. A. ACERBI, op. cit., p. 203).
14
P. VALADIER, ibid., p. 530. Ver también 531s.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 359
15
ID., p. 536s.
16
ID., pp. 538-540.
360 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
17
Karol WOJTYLA, La renovación en sus fuentes: sobre la aplicación del Concilio
Vaticano II, Madrid: BAC, 1982 (la 1ª edición polaca es de 1972).
18
ID., p. 336 y 337 (subrayados en el original), ver también todo el capítulo I de la
Primera parte, pp. 7-42.
19
De hecho, en el discurso inaugural en Puebla es central el mensaje sobre las tres
verdades (sobre Jesucristo, sobre la Iglesia, sobre el hombre), pero no hay cabida para
una verdad sobre el mundo o sobre la historia.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 361
20
Cf. ACTAS CEU 176, 28/10/1975. Tonna ya ejercía la presidencia desde la enfer-
medad y luego la muerte de Baccino, a partir de la sesión de abril de ese mismo año.
21
Cf. VP 65, nov.-dic. 1977, p. 331ss. Presencia I, 14, 6/11/1977, p. 1. Nacido el 21
de febrero de 1941, Carlos Nicolini es sacerdote desde 1964, y en el momento de su
nombramiento era rector del Seminario y del Instituto Teológico, así como provisor
eclesiástico de Montevideo. Había realizado estudios de derecho en la Universidad
Gregoriana. Su actividad pastoral previa a estas responsabilidades había consistido so-
bre todo en el acompañamiento de jóvenes estudiantes, como asesor de la JEC, y en ese
carácter estuvo en el nacimiento de la Pastoral Juvenil. Muerto prematuramente en 1991,
su figura quedó fuertemente ligada al mundo juvenil, del que se ocupó intensamente
hasta el final de su vida.
362 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
mido, aunque de mentalidad muy abierta, Nicolini tuvo que enfrentar una
situación muy complicada en Salto, lo que contribuyó a relativizar una
posible influencia dinamizadora en la CEU. 22
El mismo día, Mons. Carlos Mullin, que era por el momento vicario
capitular de la Diócesis de Minas, fue confirmado como obispo residen-
cial. Seguramente esto le dio más libertad para seguir adelante con su
persistente empeño por lograr la creación de una universidad católica. En
todo caso, su nombramiento contribuyó a fortalecer el polo más conser-
vador de la CEU, que aunque siempre minoritario, pudo hacer sentir un
poco más su peso en este período.
Llegado a Uruguay a fines de 1975, el nuevo Nuncio, Mons. Luigi
Bellotti, visitó por primera vez la Conferencia Episcopal en la asam-
blea habitual de abril de 1976. El Acta correspondiente lo registra, pero
sin más. 23 Su actuación fue en general de bajo perfil.
La CEU se siente unida, cosa que es subrayada por algunos obispos en
varias ocasiones, según lo consignan las Actas. 24 Como ya lo hemos vis-
to, esta paz interna y unidad se han logrado en buena medida a costa de
una especie de nivelamiento hacia abajo, producido por la búsqueda del
consenso sin excepciones. Esto ha significado también una mayor margi-
nación de Parteli, que se expresó en su desaparición del Consejo Perma-
nente durante dos períodos, que cubren casi completamente los años que
estoy considerando ahora.
Paradójicamente, es justamente en 1976, luego de diez años de gobier-
no de la arquidiócesis, cuando la Santa Sede le otorga la titularidad com-
pleta del arzobispado. El cardenal Barbieri, no sólo hacía muchos años
que estaba muy limitado físicamente (por lo que se le había nombrado
con Corso un primer administrador apostólico en 1964), sino que había
22
En una primera etapa, sobre todo, se encontró en medio de una tensión generada
por la fidelidad a Mendiharat del clero más comprometido, y la política del nuncio que
ponía trabas a su comunicación con el obispo residencial en el exilio. De hecho, nunca
quedó demasiado claro si Nicolini fue nombrado desde el primer momento como admi-
nistrador apostólico mientras durara esa situación, o lo fue solamente cuando se cono-
ció esa información, en agosto de 1978.
23
Cf. ACTAS CEU 178, 21/4/1976.
24
Por ejemplo en una reunión clave, como lo es una decisiva para los primeros
memorandos, al final de la cual se felicitan por la comunión existente que da ad extra
una impresión de unión casi monolítica (cf. ACTAS CEU 191, 27/10/1976).
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 363
25
Verdadera bête noire de los sectores más conservadores del país, sobre todo cató-
licos, Haroldo Ponce de León fue un sacerdote de gran importancia en la vida contem-
poránea de la Iglesia de Montevideo y de todo el país, especialmente por un gran respe-
to bien ganado en el seno del clero. Salido de una familia tradicional, fue seguramente
considerado por muchos como un traidor a su clase, ya que siempre definió su vida en
sintonía con los más pobres y por las causas más transformadoras, en la sociedad y en la
Iglesia. Durante muchos años fue asesor de la JOC y de los Scouts Católicos; asumió
con entusiasmo contagioso la renovación conciliar. Muy atacado en la prensa conserva-
dora desde mediados de los sesenta, nunca cambió su rumbo, y fue realmente una refe-
rencia de coherencia y compromiso para muchos, en la Iglesia y fuera de ella. Fue
pionero de la causa ecuménica en Uruguay. Habiendo compartido con él sus últimos
años de vida y ministerio, pude luego leer, en una especie de Diario espiritual que
comenzó en el retiro previo a su ordenación, las páginas de admirable sentido eclesial
en que volcó sus sentimientos y decisión de renunciar apenas se enteró de la condición
que se le ponía a Parteli, y que este no estaba dispuesto a aceptar. Con Ponce, Parteli
debió también separarse de sus otros dos colaboradores más inmediatos, el P. Bosco
Salvia, vicario pastoral, y el P. Miguel Curto, secretario-canciller del arzobispado.
364 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
Presencia III, 19, 18/11/1979, p. 1. Las mayúsculas son de la revista. Se puede ver
26
dónde están puestos los acentos pastorales, cosa que analizaré más adelante.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 365
27
ACTAS CEU 184, 28/4/1976.
28
Las informaciones que reúno en este numeral que tienen que ver con los
memorandos, elaborados por la CEU en estos años, están más desarrolladas en el nume-
ral siguiente, dedicado justamente a ellos.
29
Cf. ACTAS CEU 199 y 200, 26 y 27/4/1977. En el Acta 199 se recuerda que un
grupo de laicos solicitó informalmente, hace bastante tiempo ser recibidos, pero al no
haber tenido una confirmación formal, archivan el punto y lo dejan en la órbita del
Departamento de Laicos. Es casi seguro que esos laicos quisieran plantear sus inquietudes
sobre la situación, y pueden ser los mismos que luego escriben la carta en abril del 77.
366 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
30
ACTAS CEU 203 y 204, 20 y 21/10/1977.
31
ACTAS CPCEU 65, 6/9/1978.
32
Cf. ACTAS CPCEU 66, 1/11/1978.
33
Cf. ACTAS CEU 219, 220 y 221, 8, 9 y 10/11/1978. Trataré en detalle todo lo
referente a la elaboración de este Plan pastoral quinquenal, que resultará clave en esta
etapa.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 367
34
ACTAS CEU 191, 27/10/1976. En sesión extraordinaria del 23/11, ACTAS CEU
192, los obispos estudian y aprueban el memorando sobre la educación, que llaman Me-
morándum de la Conferencia Episcopal del Uruguay a las autoridades nacionales: La
Iglesia Católica en el Uruguay y la situación actual de la Educación. La fecha es la del
mismo día, y lleva las firmas del Consejo Permanente. Lo entregarán personal y conjun-
tamente Seijas como secretario y Mullin como presidente del DEC, al presidente, a los
comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y al ministro de Educación y Cultura.
35
La ya citada obra de la JUNTA DE COMANDANTES EN JEFE, De la subversión
368 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
36
ACTAS CEU 191.
37
ACTAS CEU 193, 1/2/1977. En la reunión, Parteli propone algunos cambios de
redacción, y trasmite aportes que le ha enviado Mendiharat. El título que se adopta es
Memorándum de la Conferencia episcopal del Uruguay a la Junta de Comandantes en
Jefe de las FF AA sobre el Tomo Primero (dos partes) del libro De la Subversión a la
Paz. Se entregará por secretaría a cada uno de los tres comandantes en jefe, con la
firma del Consejo Permanente en nombre de la Conferencia entera. Se lo fecha el 2/2/
1977, fiesta de la Presentación del Señor. Pero en ACTAS CPCEU 52, 11/3/1977, se
deja constancia que hubo ciertas dificultades para la entrega y que el Gral. Vadora no
concedió la entrevista pedida por Gottardi. Por fin, en ACTAS CEU 194, 20/4/1977, se
informa de la entrega del memorando y se acuerda para informar de la iniciativa, en la
medida en que algún obispo sea interrogado al respecto.
38
ACTAS CEU 199, 26/4/1977.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 369
39
IBID., Algún obispo no está de acuerdo con la alusión al silencio de los Pasto-
res, ya que recuerda las actuaciones concretas en este terreno. Mons. Rubio opina que
hay que insistir con las destituciones arbitrarias en la Educación.
40
ACTAS CEU 200, 27/4/1977. Nuti sugiere tres temas principales:
situación de
la educación, la situación económica y la situación de la libertad en general. Además,
se decide informar a los autores de la carta que se está buscando el
cauce para
hacer los planteos y encontrar una solución.
No es esta la primera ni la última vez en la cual los obispos, o algunos de ellos,
aluden a lo que han hecho en relación a la situación dura que viven muchos uruguayos,
pero desgraciadamente no hay forma de saber, por el momento al menos, a qué iniciati-
vas concretas se están refiriendo. Tal vez los archivos personales de los obispos podrían
aclararlo, pero no están todavía disponibles para la consulta.
370 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
llos que a lo mejor están esperando una palabra. Mons. Nuti va más
lejos en su confianza, ya que
ve en este Documento una oportunidad
de catequesis. 41
Sin pretender un juicio acabado, creo necesario hacer alguna aprecia-
ción sobre este medio elegido por la CEU para llevar adelante su misión.
En primer lugar, anotar que los memorandos se concentran en un poco
menos de un año (octubre de 1976 a agosto de 1977), como si hubiera
sido un tiempo que la CEU juzgó más propicio para llevar adelante esa
estrategia. ¿Por qué no siguieron con ella? Es difícil saberlo, aunque debe
haber jugado un papel importante el hecho de que en general no tuvieron
respuesta a sus planteos, salvo en el último caso. 42 Pero aun teniendo en
cuenta esto último, la realidad demostró que las autoridades se mostraron
globalmente impermeables a los planteos episcopales, realizados con tanto
tacto, más allá de pequeñas concesiones en temas menores.
En segundo lugar, transcribo y hago mía una especie de evaluación del
instrumento realizada por H. Borrat: En un período de largos silencios
públicos, los obispos eligieron la comunicación reservada. Dirigiéndose
al vértice del poder, decidieron dar la espalda al pueblo católico y al
pueblo uruguayo. Tal elección revela de su parte una actitud frente al
proceso político que la lectura del texto [del tercer memorando] no hace
más que confirmar [
] Era como si la CEU dejase abierto un espacio de
confianza en el régimen y en la relación bilateral jerarquía eclesiástica-
poder político, en detrimento de la comunicación de masas y de los apo-
yos populares. 43
41
ACTAS CEU 201, 11/8/1977. Esta es la fecha que lleva el Memorándum reserva-
do al Gobierno, que por otra parte es el único que se ha conocido públicamente, en
italiano y en 1984, en el libro ya citado de H. BORRAT, Uruguay 1973-1984
, pp.
122-133. Ver ANEXO I, Nº 2.4. (es traducción mía de la versión italiana).
Puede, a casi 25 años de la fecha, causar sorpresa este tipo de valoración política
de la interna del régimen que hacen varios obispos, pero es bueno recordar que no eran
los únicos en contar con la existencia de diferentes corrientes entre los militares, y
también que en la propia CEU algún obispo no quería ni siquiera recurrir a este tipo de
intervención, porque era como
cavar trincheras y desde allí lanzar los dardos.
42
Efectivamente, en abril de 1978, los obispos son informados, bastante informal-
mente, del interés de
altas jerarquías militares de tener una entrevista sobre el
particular [el memorando] con algunos miembros de la Jerarquía Eclesiástica (AC-
TAS CEU 212, 8/4/1978).
43
H. BORRAT, op. cit., pp. 19 y 21.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 371
44
Cf. ACTAS CEU 178, 21/4; 184, 28/4; 189, 25/4; 191, 27/10; 192, 23/11, todas de
1976.
45
Cf. ACTAS CEU 195, 21/4; 205, 22/10; 207, 25/10, todas de 1977.
372 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
Se trató de una reunión de casi cuatro horas, para la que los obispos se
prepararon en equipo, de modo de tener una misma posición y actitud. La
reunión fue luego evaluada y su contenido comunicado por escrito a to-
dos los demás obispos. Aunque la idea de esta reunión fue transmitida
por canales no orgánicos (concretamente a dos obispos poco representa-
tivos del conjunto), por algún militar de alta graduación, la cosa fue ense-
guida tomada por la Conferencia misma. 46
En 1979, el número de contactos directos aumenta a cinco, así como
la variedad de los asuntos que se abordan (sobre un proyecto de despe-
nalización del aborto; sobre la represión de una reunión eclesial en la
diócesis de Mercedes; sobre impuestos y posibles exenciones; sobre
nuevos centros de culto juzgados dañinos para la convivencia ciudada-
na, a pedido de las autoridades). Los protagonistas, en este año, son
variados. 47
Por último, en 1980, hay dos encuentros, uno personal, el otro más
institucional, del Consejo Permanente (sobre nuevas destituciones arbi-
trarias en la enseñanza y las calumnias contra un colegio católico; para
pedir asistencia religiosa a los detenidos en el penal de Libertad). 48
Interesa comentar brevemente esta realidad nueva en la práctica epis-
copal uruguaya. En primer lugar, los contactos con las autoridades de
facto no comienzan en 1976, sino que vienen prácticamente desde el ini-
cio mismo de la dictadura, aunque se incrementen en estos años y tomen
otro volumen, como en los tres memorandos. En segundo lugar, se trata
en general de entrevistas que buscan solucionar problemas que surgen
por la incomprensión y la hostilidad del régimen hacia la Iglesia (algunas
veces para explicar malentendidos). También para abogar por situaciones
que afectan a la sociedad toda, como es el caso repetido de las destitucio-
nes arbitrarias en la enseñanza, y también, aunque más limitadamente, lo
46
Cf. ACTAS CEU 212, 8/4; 217, 12/6; y ACTAS CPCEU 62, 3/5, todas de 1978.
Hasta ahora no he logrado tener acceso a ese resumen, en el que se han quitado los
nombres, según el Acta, pero que aparentemente no fue guardado en el archivo de la
CEU. Pienso que se encuentra en los archivos personales de los obispos.
47
Cf. ACTAS CEU 225, 19/3; 229, 21/4; 230, 23/4; 234, 10/11, y 235, 12/11, todas
de 1979.
48
Cf. ACTAS CEU 242, 21/4; 250, 11/11, ambas de 1980. En este último caso,
varios obispos recuerdan las gestiones que han hecho antes por la atención espiritual de
los presos, con resultados desiguales.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 373
relativo a los derechos humanos (en ocasión del tercer memorando, por
ejemplo). Pero también hay que decir que existe una zona eclesial, la de
la educación católica, que cobra importancia en este relacionamiento di-
recto, aunque parece estar bastante librado a iniciativas no institucionales,
por lo menos en su punto de partida (volveré sobre el particular). Señalo
igualmente que en varios casos parece existir una relación más cercana
(lo que no quiere decir cómplice) entre obispos y autoridades, en el inte-
rior del país, en donde las poblaciones son mucho más pequeñas que
Montevideo. Esta diferencia (entre Montevideo y el interior) en la rela-
ción obispos-autoridades del Estado, existió en parte antes de la dictadu-
ra, y existe hoy.
Recuerdo, por último, que esta forma de relacionamiento entre las je-
rarquías eclesiales y las autoridades públicas, infrecuente en otras épo-
cas, aun después del Concilio, forma parte, en principio, de la estrategia
definida por la CEU al inicio de la dictadura. Sin estar en condiciones de
hacer un balance de la experiencia, es lícito sí preguntarse seriamente por
su eficacia como instrumento para lograr los objetivos que los obispos
buscaban.
49
Una de las formas más molestas que asumió ese hostigamiento fue la exigencia de
comunicar las listas de los encargados de la catequesis y otras actividades extracurricu-
lares, directamente pastorales o no, de los colegios católicos. En general se logró, a base
de firmeza de los responsables, evitar ese abuso, pero hubo casos en los que algunos
colegios cedieron a la presión (la amenaza de pérdida de la habilitación). Este intento de
control fue una de las razones que llevaron a los obispos a escribir su Carta de 1975,
luego censurada también.
50
CEU, Carta pastoral colectiva Nuevas causales de divorcio, VP 65, nov.-dic.
1977, pp. 322-326; y Declaración de la Conferencia Episcopal del Uruguay sobre el
proyecto de ampliación de causales de divorcio, Ibid., pp. 327s. Esta Declaración tiene
por objeto presentar la Carta y resumirla para la opinión pública en general. Ambos
textos en ANEXO I, Nº 2.6 y 2.7.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 375
51
CONSEJO PERMANENTE DE LA CEU, Documento sobre el aborto, VP 72,
ene.-feb. 1979, pp. 7-17. Texto en ANEXO I, Nº 2.10.
52
Cf. ACTAS CEU 225, 19/3/1979. Allí se consigna que la Conferencia ha recibido
felicitaciones de la Santa Sede por su documento, exhortándola a seguir trabajando para
que el proyecto de ley no pase. Entre las autoridades a entrevistar está el propio presi-
dente Aparicio Méndez. También se resuelve consultar a varias personalidades católi-
cas (entre los cuales dos ex ministros, católicos, de Bordaberry), para pensar mejor la
lista de personas y la estrategia a seguir.
Esta vez, la presión de la CEU rindió sus frutos, ya que finalmente el proyecto fue
archivado. En junio, el comandante en jefe del Ejército, Luis V. Queirolo, ha declarado
en el norte del país que esa iniciativa es, entre otras cosas,
la negación de la moral
cristiana universal
, recordando que los enemigos del régimen atacaron a la familia
uruguaya, y
la ley del aborto es también contra la familia
(tomado del matutino
La Mañana, por Presencia III, 7, 1/6/1979, p. 9).
53
Cf. ACTAS CEU 184, 28/4/1976. La clausura es el día antes. La CEU elogia el
trabajo del P. Grébouval, y encomienda a Mons. Gottardi que deje bien sentado el esta-
tuto eclesial del movimiento en una entrevista que debía mantener con las autoridades
por otros problemas planteados.
Aunque la gran oleada de allanamientos a las parroquias se dio en los últimos tiem-
pos anteriores al golpe, e inmediatamente después de él, el control y la política de ame-
drentamiento siguió, sobre todo, con visitas continuas de la policía de inteligencia. De
376 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
¿Podemos decir que la CEU tiene aquí otra zona de fricción con la dicta-
dura, tal como había sucedido con los gobiernos constitucionales, pero au-
toritarios, de 1968 a 1972? La respuesta no es fácil, dada la dificultad para
obtener información pormenorizada, como ya lo señalé. En todo caso, es
claro que la actuación de la Conferencia en este terreno aparece como muy
cauta. Enumero los elementos de juicio que he podido reunir.
Recuerdo nuevamente lo actuado en relación con las manifestaciones
de la represión en la enseñanza, el terreno en el cual la CEU ha mostrado
mayor decisión. Igualmente, el tercer memorando, aunque con tono más
que moderado, se ocupa centralmente del estado de varios derechos hu-
manos en Uruguay, procurando responder así a los requerimientos de un
grupo de miembros de la comunidad cristiana.
De todos modos, llama mucho la atención que utilizando justamente
la estrategia que la CEU había definido como más adecuada, y la que en
principio le permitiría decir las cosas con claridad aunque no agresiva-
mente, en este tercer memorando en el que se propuso hablar de los
derechos humanos, sus palabras sean extremadamente genéricas, casi
como pidiendo permiso. En cambio, siempre son mucho más concretas
al hablar de la educación y de la situación económica. Comparto el jui-
cio duro de Borrat, precisamente sobre esta temática y el modo de tratar-
la por parte de la CEU en este texto: Este Memorándum sobrepasa las
fronteras de la prudencia para volverse decididamente claudicante cuan-
do reconoce, por una parte, nada menos que el esfuerzo y el sacrificio
que las Fuerzas Armadas han realizado por el orden y la seguridad del
Uruguay, y por el otro, los errores en el proceder de algunos miem-
bros de la Iglesia, errores que si bien no la comprometen como cuerpo,
constituyen dolorosas defecciones individuales, de las que por otra par-
te no estuvo exenta ninguna institución del país. Y buscando relacionar
marxismo con totalitarismo, ofende gratuitamente a varios sectores
del pueblo uruguayo que jamás dieron señales de totalitarismo y que
por el contrario aparecían en primerísima fila en la lucha por la liber-
tad y en la larga lista de los perseguidos, encarcelados, exiliados, tortu-
rados y asesinados. 56
Para agregar una pieza más a este dossier que un día habrá que comple-
tar con la documentación que no está aún disponible, cito la respuesta que
56
ID., p. 22.
378 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
me dio Mons. Gottardi cuando le pregunté cuál era la reacción de las auto-
ridades militares al plantearles la cuestión de los derechos humanos: Nun-
ca aceptaron ninguna observación sobre el tema. Simplemente quedaban
en silencio, y o se cambiaba de tema o se acababa la entrevista. Se sentían
completamente justificados, salvadores de la patria. 57 Pero al mismo tiem-
po no es posible ignorar que el propio presidente de la Conferencia, Mons.
Tonna, en una actitud inexplicable y contradictoria con su carta pastoral de
1975 (cuando planteó la amnistía), estando en Brasil en ocasión de una
reunión del CELAM preparatoria a Puebla, en junio de 1978, negó que en
Uruguay hubiera presos políticos. Sus dichos fueron evidentemente reco-
gidos por la prensa, y el obispo tuvo que explicarse ante sus pares del Con-
sejo Permanente (que no podían menos que recoger la indignación de bue-
na parte de los católicos), diciendo que había hablado a título personal y
como para contrarrestar
la campaña internacional de desprestigio contra
el Uruguay
y equilibrar un poco las cosas negativas que habían de-
nunciado en el último memorando y la entrevista posterior. 58
Fuera del país existieron, por otro lado, algunos intentos de influir en
los obispos uruguayos para que asumieran una actitud más activa y pú-
blica en el terreno de los derechos humanos.
Ya en 1977, el Consejo Permanente recibe una carta de una Comisión
holandesa sobre violación de derechos humanos, pidiendo información
sobre el tema y ofreciendo sus servicios. El DAS se encarga de respon-
der. También el Secretariado Internacional de Amnistía Internacional pide
colaboración a la CEU en una campaña de firmas sobre vigencia de la
Declaración Universal y la libertad para los presos de conciencia, pero en
este caso no consta si comentaron la carta ni si la respondieron. Estas
gestiones internacionales se incrementaron sobre todo en la coyuntura de
la celebración del centenario de la erección de la primera diócesis en
Uruguay (1878-1978). Por un lado, el 5 de abril de 1978, la CEU recibe
57
En entrevista realizada el 5/6/2003, me refirió, como ejemplo, que una vez que
hizo una gestión concreta ante el Gral. Queirolo, por el pedido de una madre que quería
saber dónde estaba detenido su hijo, el jerarca le contestó que no informar era parte de
la estrategia de la lucha, cosa que los obispos nunca iban a entender.
58
Cf. ACTAS CPCEU 63, 12/7/1978. Las desafortunadas declaraciones de Mons.
Tonna se produjeron además contemporáneamente con la situación incómoda que tuvo
que enfrentar la delegación uruguaya en la VIII Asamblea General de la OEA por parte
de la Comisión Interamericana de DD HH, alentada por la administración Carter.
CAP. 4: LA IGLESIA REPLEGADA 379
59
ACTAS CEU 209, 5/4/1978. (ver ACTAS CPCEU 55, 12/7/1977 y ACTAS CEU
208, 26/10/1977). Más adelante, en ACTAS CPCEU 67, 29/11/1978, consta que Mons.
Tonna, como presidente de la CEU ha recibido, el 23/11, un telegrama del P.Vriens, secre-
tario general de la Conferencia holandesa, que dice: Con referencia a su carta al P. Juan
Zijerveld del 2.V.78, le ruego comunicarme a vuelta de correo si Ud. está de acuerdo con
que los Obispos Holandeses sean representados por el P. W. Saelman, Superior Provincial
de los Agustinos. El Consejo Permanente decide responder con otro telegrama: La idea
inicial participación diversos representantes episcopados latinoamericanos y europeos
acto clausura centenario Jerarquía Eclesiástica Uruguay modificose hacia acto más sen-
cillo nivel solamente nacional [
] Monseñor Humberto Tonna, Presidente CEU. En
enero siguiente, el P. Zijerveld escribe a Mons. Parteli ofreciendo ayuda para las
fami-
lias de los presos políticos o aquellos que están sin trabajo
, o también la visita de
algunos obispos. La CEU, consultada por Parteli, no cree del caso aceptar esos ofrecimien-
tos, teniendo en cuenta los malentendidos precedentes (ACTAS CEU 232, 25/4/1979).
También las agencias católicas Vastenaktie (holandesa) y Misereor (alemana) hicieron un
ofrecimiento parecido en 1979, al que los obispos respondieron que aceptarían sólo si era
para todos los necesitados y si quedaba en sus manos la distribución sin ningún condiciona-
miento. Sólo Misereor aceptó (cf. ACTAS CEU 236, 13/11/1979).
380 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
Sobre este mismo asunto, aunque sin ninguna relación explícita con
esa visita y gestiones, puedo aportar la siguiente experiencia personal.
Estando por mi trabajo pastoral en Europa en diciembre de 1977 y enero
de 1978, fui contactado por uruguayos que se encontraban en el exilio (en
Holanda), y tenían familiares presos, quienes me plantearon que estaban
organizando un proyecto de adhesión a las celebraciones del centenario,
que incluiría la visita a Uruguay de algunas muy conocidas figuras del
episcopado católico, entre los que se contaban los cardenales brasileños
Paulo E. Arns y Aloysio Lorscheider, así como el también cardenal ho-
landés Alfrink, algún obispo francés importante, el arzobispo sudafricano
Hurley y algún otro que no recuerdo. La idea era que aprovechando la
presencia de estos obispos en las celebraciones, se comenzara en la Igle-
sia uruguaya una experiencia similar a la de la Vicaría de la Solidaridad
chilena, que realizaba una vigorosa acción en el terreno de los derechos
humanos. Con la misma finalidad fui invitado a conversar con algunos de
los miembros del Secretariado Internacional de Juristas para la Amnistía
en Uruguay (SIJAU) en París. Les transmití a todos mi opinión de que era
algo muy difícil de concretar en el Uruguay del momento, tanto por la
situación interna de la CEU como por el estado de las relaciones Iglesia-
régimen, pero que tal vez se podía tomar como base más pública la ya
deteriorada situación económica, para tratar también de manera más dis-
creta la realidad de los presos y sus familiares. Y quedé en plantear y
discutir el asunto al regreso a Montevideo. Así lo hice con otros sacerdo-
tes, en quienes encontré la misma valoración que yo había hecho. Con-
testé pues con una especie de contrapropuesta en esa dirección, indican-
do además que estaban identificadas y habladas las parroquias dispuestas
a recibir a los visitantes, en donde se les podría plantear todo tipo de
situaciones, pedidos, sugerencias, y a partir de allí ver qué era posible
instrumentar con carácter más público y permanente. Pero nunca tuve
respuesta.
CAPÍTULO 5
1
CEU, Plan pastoral nacional quinquenal
, loc. cit., p. 346.
2
Ibid.
382 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
3
Pero esta perspectiva de fondo está ya presente desde antes, como lo mostré en el
análisis de las Reflexiones pastorales sobre el Año Santo, de 1973, al hacer ver cómo
la CEU interpreta la crisis nacional como efecto del desplazamiento de Dios en la socie-
dad uruguaya.
4
Cf. H. BORRAT, Uruguay 1973-1984
, pp. 122-133 No he logrado conocer el
texto de los otros dos, más allá de algunas pocas indicaciones que dan las Actas CEU.
Advierto, además, que la existencia, y aun el contenido del memorando publicado son
casi desconocidos, hasta hoy, en la Iglesia uruguaya.
5
Me parece acertada la observación de BORRAT, en Ibid., p. 18s.: Que los destina-
tarios [del tercer memorando] fueran tres, parece un primer paso en falso de la Confe-
rencia Episcopal. Era como negar al Presidente de la República la representatividad
de todo el gobierno; era como reconocer y aceptar el dualismo poder militar-poder
civil; era como dar a entender que, si el memorándum hubiera sido dirigido sólo al
Presidente, hubiese podido quedar en él, sin llegar a los poderes efectivos.
6
CEU, Carta pastoral colectiva Nuevas causales de divorcio; y Declaración de la
Conferencia Episcopal del Uruguay sobre el proyecto
, loc. cit. Y CPCEU, Docu-
mento sobre el aborto, loc. cit.
7
Las categorías más directamente vinculadas a la problemática: poderes públicos,
mujeres, médicos y otros trabajadores de la salud, padres y jóvenes (cf. op. cit., p. 16s.).
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 383
8
CPCEU, Exhortación por la Celebración del centenario de la Jerarquía eclesiásti-
ca en el Uruguay, VP 63, jul.-ago. 1977, pp. 194-198; ID., En el sesquicentenario de
la primera Constitución Nacional, VP 80, jul.-ago. 1980, pp. 145-156; CEU, Cente-
nario del Siervo de Dios Monseñor Jacinto Vera, VP 84, mar.-abr. 1981. Ver textos en
ANEXO I, Nº 2.5; Nº 2.13 y Nº 2.14, respectivamente.
9
CEU, Ante el próximo plebiscito constitucional, VP ibid., pp. 273-276; Men-
saje de la Conferencia Episcopal del Uruguay a la comunidad nacional, VP 85, may.-
jun. 1981, p. 147s.; CPCEU, En esta hora de la patria, mimeo, 1/9/1981, 3 p. (¿por
qué no se publica en Vida Pastoral ni en Presencia?). Textos en ANEXO I, Nº 2.15;
2.16, y Nº 2.17.
10
CPCEU, Un impulso nuevo y dinámico a la evangelización en el Uruguay, VP
67, mar.-abr. 1978, p. 65s. ID., Presentación del documento final de Puebla, Presen-
cia 7, 1/6/1979, p. 12. CEU, Plan pastoral nacional quinquenal La Iglesia mensajera de
esperanza en el Uruguay, VP 77, nov.-dic. 1979, pp. 342-382. Ver textos en ANEXO I,
Nº 2.8; Nº 2.11 y 2.12.
384 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
11
Ver ACTAS CEU 216, 1/6/1978, y 217, 12/6/1978. Allí consta que los obispos
trabajan en base a aportes recibidos de las diócesis, asesorados por un grupo formado
por los sacerdotes M. Barriola, N. Cotugno, J. Techera y E. Ghidotti. Deciden utilizar el
esquema del ver, juzgar y actuar.
12
CEU, Aporte de la Conferencia Episcopal de Uruguay a la III Conferencia Gene-
ral del Episcopado Latinoamericano. Mayo de 1978, en CELAM, Aportes de las Con-
ferencias Episcopales. Libro auxiliar 3, Bogotá: CELAM, 1978, pp. 773-926. Es de los
Aportes más voluminosos, sólo superado por los de Colombia y Perú. Tiene una pre-
sentación firmada sólo por Mons. Tonna como presidente de la CEU, luego el cuerpo
del aporte (85 páginas) y además tres anexos, dos de autoría del biblista Miguel Barriola
y el tercero del jesuita Daniel Gil (en total 61 páginas). En ninguna parte está bien
especificada la índole del texto, que por su tamaño y características se hace casi impo-
sible de resumir, por lo que me remitiré a la reproducción de algunos pasajes en el
ANEXO I, Nº 2.9.
13
CEU, Declaración sobre el Instituto de Filosofía, Ciencias y Letras, Presencia
97, 2/11/1979, p. 13. No son claras tampoco las razones por las que no es publicada en
Vida Pastoral. El texto en ANEXO I, Nº 2.18.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 385
14
Cf. ACTAS CEU 190, 26/10/1976. El planteo surge del Secretariado, pero los
obispos lo asumen favorablemente.
15
Cf. ID., 204, 21/10/1977; 214, 11/4/1978.
386 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
16
Cf. ID., 218 a 222, 7 a 11/11/1978. El último día se resuelve que en el acto del 8 de
diciembre, con motivo del centenario de la jerarquía, se hará público un proyecto del Plan
pastoral nacional, que será elaborado por quienes han llevado en sus manos estas ta-
reas. El Consejo Permanente asegurará luego la aprobación final para su publicación.
Hay que hacer notar que en la evaluación de la asamblea realizada el día 14/11 (cf.
ACTA 224), se deja constancia de la importancia de los sondeos, realizados por primera
vez en el Uruguay bajo la guía de técnicos en la materia.
17
Cf. ID., 228, 20/4/1979. Junto con el Pbro. Renom, actuaban como coordinadores
nacionales los presbíteros O. Romero y J. Techera. A este último debo agradecer una
serie de datos complementarios sobre todo este proceso, en entrevista que le realicé el
26/5/2005. Interesa notar también que el camino de elaboración del Plan estuvo
entrecruzado e influenciado por la preparación, celebración y primeros ecos de la Con-
ferencia de Puebla, como por otra parte consta en las Actas CEU.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 387
18
Cf. Presencia 15, 23/9/1979, p. 10. La comisión estaba formada por cinco sacer-
dotes y dos laicos.
19
ACTAS CEU 233, 7/11/1979.
388 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
20
Cf. ACTA 238, 29/11/1979. Allí todavía juzgan que
sería más oportuno refor-
mar la Visión de la realidad suprimiendo algunos puntos para presentar únicamente
una Visión pastoral de nuestra realidad eclesial. Así se hizo. Me parece necesario
hacer notar que el documento desechado seguía exactamente el mismo esquema que
Puebla, que sin embargo será abundantemente invocado y citado en el finalmente elegi-
do. Y no hay que olvidar tampoco que el Aporte para la III Conferencia General
optaba por el esquema ver, juzgar, actuar.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 389
21
CEU, Plan pastoral nacional quinquenal, p. 342 (la negrita es mía).
22
Significativamente, la revista Presencia 61, Reafirmar nuestra identidad eclesial,
13/4/1980, p. 10, considera este tema como un concentrarse de todo el Plan (el artí-
culo, muy posiblemente es del Pbro. Miguel Barriola, quien fue uno de los redactores
principales del documento).
23
Ibid., p. 367 (cita en apoyo Catechesi tradendae 57 y 61, y refiere a EN 80). Notar
que se trata del primero de los Principios orientadores. En las pp. 374-382, la última
parte del documento, dedicada a la Instrumentación, hay numerosas iniciativas que
buscan, expresamente o no, ese robustecimiento de la identidad católica (ver, por ejem-
plo, Nº 148, 151, 153, 155b, 162, etcétera).
390 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
24
Ibid., p. 344s (Nº 13 y 18). En adelante indicaré, en el texto, los numerales que
cito, para no sobrecargar con notas al pie de página.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 391
¿No sería un signo de cordura prestar oídos a esta voz antigua
? (Nº
27). Y más adelante, en el acápite dedicado a La Iglesia como Pueblo
de Dios, la Conferencia vuelve a juzgar que sin nutrirse allí donde
brota el agua viva (Jn 4, 13-14), la acción del Pueblo de Dios arriesga
que su
actividad y su palabra se diluyan en agitación, de cuño
humano, perdiendo la fisonomía propia de su ser de enviado de Cris-
to
(Nº 60). Porque el actuar de la Iglesia no se limita al de una
organización terrena (Nº 62).
¿Ha caído la Iglesia uruguaya, al menos parte de ella, y más amplia-
mente el pueblo uruguayo, en este desvío en su camino reciente? Así
parecen pensarlo los obispos a esta altura de su evolución. Allí es preci-
samente que surge la pregunta que he citado más de una vez: Este es el
momento en que a todo uruguayo que busque eficazmente la reconstruc-
ción de la salud espiritual para el País, se le impone el planteamiento de
preguntas que no puede ya más soslayar. ¿No habremos andado en pos
de una solidaridad a la que faltó el poder aglutinante de Dios ofrecido en
Cristo? (Nº 25). De hecho, hemos caminado a tientas por senderos que
todos hemos de reconocer como desvíos. Que se han expresado en con-
trarios extremismos [que] únicamente en Jesucristo es posible superar
(Nº 30): el de
aquellos hermanos nuestros que hubieran perdido [la
esperanza] por detenerse sólo en el recuento de los fracasos humanos
;
y el de los que
apuestan todo nuevamente en una aventura puramen-
te intramundana y de cortos alcances (Nº 29). 25
Si pasamos a otra parte del documento, esta valoración está presentada
en términos mucho más explícitos. En la identificación de las Situacio-
nes condicionantes generales (es la expresión que usan para designar la
realidad que vive el pueblo uruguayo, Nº 95), se señala ante todo al
secularismo creciente, también designado simplemente como fenó-
meno del ateísmo en nuestro País, y como el
alejamiento [en Uru-
guay] de Dios de la esfera de lo social y su confinamiento al fuero de las
conciencias [
] Décadas de militancia laicista en diversos sectores
[
] han alimentado vigencias culturales que, bajo el signo de neutrali-
25
Me parece clara, aun bajo un lenguaje elusivo, la referencia a lo que la Carta
pastoral Misión de la Iglesia de 1975, en párrafos censurados, denunciaba como in-
tento de cambiar o de reconstruir el país con la misma filosofía del pasado, carente de
espíritu (cf. en esta misma parte, 2.2.4. y 2.4.1.).
392 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
26
En apoyo más bien doctrinal, se citan la Evangelii nuntiandi 55, y el Discurso
Inaugural de Juan Pablo II en Puebla, y el Mensaje a los pueblos de América Latina
(erróneamente atribuido al Papa en el texto). Las palabras de Juan Pablo II denuncian el
drama del hombre amputado de una dimensión esencial de su ser el Absoluto
[tanto por la] vertiente liberal cuanto en la marxista [del] secularismo (Discurso Inau-
gural I, 9; pero esta última referencia no está en el texto papal, como le atribuye el Plan).
El Mensaje afirma y defiende el sentido de Dios en el pueblo como su mayor riqueza
(Mensaje, Nº 3, 47; la cita es también aquí aproximativa). La EN es citada sobre todo
para explicar el contenido del término secularismo.
27
Este tipo de evaluación de la primera década del post-Concilio está también pre-
sente en los Aportes, pero con menor severidad, aunque es neta la preocupación por
la crisis de identidad católica que sobre todo afecta a sus [de la Iglesia] agentes pas-
torales (cf. CEU, Aportes de
, p. 788s.). La continuidad en los planteos me hace
pensar que el documento previo a Puebla sirvió como uno de esos materiales agregados
y a la postre determinantes cuando se decidió cambiar el esquema del Plan, dado que
coinciden además algunos de los redactores de ambos textos.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 393
28
Puebla, Nº 241, citado en Plan pastoral nacional quinquenal
, Nº 26.
29
CEU, Declaración sobre el proyecto
, loc. cit., Nº 4, p. 327.
394 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
30
Sería casi imposible no ver también en esta perspectiva mucho más bíblica, la
mano del escriturista que es el Pbro. Barriola.
31
Uno de los principales redactores del documento del Plan, ya en 1977, expresa así
esta tensión: Las élites pensantes que prepararon Medellín y continuaron actuando
después, insistieron con legítima urgencia en una pastoral de liberación de injusticias
que oprimen a todo hombre [
] es evidente que insistieron en aspectos temporales,
de ninguna manera desdeñables. De hecho descuidaron un respeto y apreciación de lo
religioso explícitamente cultivado [
] (Miguel BARRIOLA, En torno a la Pastoral
Popular, VP 66, ene.-feb. 1978, p. 36).
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 395
32
A diferencia de los Aportes en los que hay diez páginas dedicadas al tema, tal
vez porque se trate de toda América Latina y no sólo de Uruguay.
33
En ese mismo sentido, recomienda la lectura asidua y meditada del documento
montiniano,
a todos aquellos fieles que asumen seriamente su responsabilidad de
militantes y colaboran activamente en la Misión propia de la Iglesia, transcribiendo
buena parte de sus Nº 18 y 19 (Nº 41-43).
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 397
34
CPCEU, Exhortación por la Celebración del centenario
, loc. cit., p. 194.
398 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
35
CPCEU, En el sesquicentenario
, loc. cit., n.1, p. 145.
36
Y los enumera: La arraigada convicción democrática, la participación ciudada-
na en la vida política, la amplia consagración de los derechos de las personas y de sus
garantías, el principio de soberanía popular, el principio de legalidad y de control para
la gestión de toda la autoridad pública, el respeto a las minorías y a la sinceridad de las
opiniones, la responsabilidad del Estado en el proceso de consecución de siempre me-
jores niveles de justicia social (Nº 10). También, la libertad religiosa y la libertad
de enseñanza (Nº 11), así como la valoración de
diversos sistemas de consulta y
negociación [para] establecer y ampliar el ámbito de consenso (Nº 13).
Por estos y otros elementos, pienso que este documento es mucho más elocuente
sobre el tema que el publicado seis meses después, en ocasión del plebiscito sobre el
proyecto de nueva constitución. Pero lamentablemente no tuvo casi repercusión fuera
de la Iglesia y muy reducida en ella misma. De hecho, aparece en estos años como un
documento de otra época, salvo algunos párrafos, y es posible que se deba sobre todo a
la autoría de Mons. Parteli, que entre tanto había reingresado al Consejo Permanente
como vice-presidente.
37
CEU, Centenario del Siervo de Dios
, loc. cit.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 399
En cuanto a la actitud que preside este ver la realidad, los obispos acla-
ran que es
con ojos de pastores, no como un simposio de expertos,
no como un congreso de científicos o técnicos (Juan Pablo II. Discurso
inaugural en Puebla I) (Nº 95).
La primera mirada está dedicada a la realidad eclesial, para
regis-
trar simultáneamente algunos logros ya alcanzados y otras metas que
todavía no se obtuvieron [sin desconocer] los errores, desviaciones y pér-
didas que ocurrieron en un período con dificultades propias de los tiem-
pos de grandes cambios (Nº 82). Este tiempo es el del proceso de
renovación y de cambio realizado por la Iglesia uruguaya bajo el im-
pulso de las enseñanzas del Concilio Vaticano II.
38
Puebla, Nº 7.
39
Cf. ID., op. cit., Nº 82-112, pp. 357-366. Los acápites en los que se subdivide esta
sección son: Visión pastoral de nuestra realidad eclesial; Situaciones condicionantes
generales. Análisis de algunas situaciones. Aunque la invocación a Puebla sea muy
frecuente, la CEU no comparte su metodología, ya que el documento latinoamericano
conserva la estructura del ver, juzgar, actuar. En la también visión pastoral con la que
comienza Puebla, lo primero es la realidad latinoamericana (histórica, sociocultural),
y luego viene la realidad eclesial (ver Nº 1-71 y 72-126 de las Conclusiones
).
400 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
Entre los logros, los obispos anotan la Pastoral de Conjunto (Nº 83);
la opción de la Iglesia uruguaya por la Pastoral Popular y por las
pequeñas Comunidades (Nº 84); el compartir los dolores, anhelos y
esperanzas de la comunidad nacional en estos años tan particularmen-
te difíciles (Nº 85); la renovación de la catequesis (Nº 86); de la edu-
cación católica (Nº 87); de la liturgia (Nº 88); la creciente participación
de los laicos en la actividad pastoral (Nº 89); la Pastoral Juvenil en
plena expansión (Nº 90). Llama la atención, sin embargo, y consideran-
do otras preocupaciones del documento, que entre las tensiones [
]
en cierto modo inevitables (Nº 91), señalen únicamente resistencias al
esfuerzo de la Pastoral de Conjunto, incomprensión por la acentuación
de la dimensión social, comprometida, de la misión eclesial (Nº 92). En
este caso, no encontramos una sola palabra sobre desviaciones o pérdi-
das en otra dirección, que están por otra parte tan presentes en el resto
del documento, tal cual lo vengo señalando.
Esta visión pastoral de la realidad eclesial concluye con la enume-
ración de las expectativas o demandas que surgen de los sondeos rea-
lizados. Ellas también llaman la atención. 40 Calificadas como serios
desafíos que nuestra Iglesia quiere afrontar para darles, con este Plan,
una respuesta de fe, encontramos un gran deseo de mayor forma-
ción de todos los católicos y en especial de los agentes pastorales;
un mayor anhelo de participación sobre todo de los laicos [
]; un
ansia de aumentar la espiritualidad y la gracia por intermedio de una
liturgia más vivida y la creación de nuevos ministerios laicales [
];
mayor estabilidad en la familia [
]; y la necesidad de la Pastoral de
Conjunto (Nº 94).
La segunda mirada se vuelve a la realidad que vive el pueblo uru-
guayo, tomada desde ciertos condicionantes que se hacen presentes
en el trasfondo de las diversas situaciones (Nº 95). En este plano si-
túan el secularismo creciente (Nº 96); el permisivismo moral y de-
40
En el ejemplar de Vida Pastoral que utilizo, hay una anotación, de puño y letra de
Mons. Parteli, al margen del numeral que contiene el resultado de los sondeos (Nº 94),
que dice:
contraste: los deseos e intereses de muchos sectores no son tenidos en
cuenta. Tampoco los Aportes, que sin embargo habían adoptado el método que co-
menzaba con un ver, realizan un mínimo análisis del momento uruguayo, salvo en lo
que tiene que ver con la marginación de la Iglesia en el país, el laicismo, etcétera (ver
Aportes
, pp. 776-777.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 401
41
Como para reforzar la imagen, el documento relaciona estos males con la
educación individualista, o laicista, en la manipulación de los medios de co-
municación social.
402 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
42
Esta espiritualización de la pobreza es evidentemente correlativa al juicio negativo
de la sociedad que se ha alejado de Dios, pero también es una concesión, nunca antes
presente en los documentos de la CEU a una persistente tendencia en sectores de la
Iglesia latinoamericana post-Medellín, que buscaron atenuar por esa vía la dureza de su
lectura, apelando a la categoría de pobreza espiritual.
43
CPCEU, En el sesquicentenario
, loc. cit., Nº 26, p. 153.
44
CEU, Ante el próximo plebiscito
, loc. cit. Los obispos comienzan a interesar-
se por este asunto a fines de 1979, preguntándose sobre cuáles aspectos del proyecto
de nueva Constitución debiera la Iglesia decir su palabra. Deciden consultar a espe-
cialistas, pero ya se muestran preocupados sobre ciertos impuestos (ACTAS CEU 234,
10/11/1979). Retoman la reflexión en abril de 1980, con presencia de juristas y algún
hombre político. La atención sigue puesta en las relaciones Iglesia-Estado, libertad de
culto, de enseñanza, impuestos. Solamente en una ocasión discuten sobre la ideología
que lo preside [al proyecto], la de la Seguridad Nacional. Cuando resuelven pronun-
ciarse (como respuesta a un deber de pastores), encargan a Parteli, Corso y Rubio
que trabajen en continuidad con el texto sobre el sesquicentenario de 1830. Rubio es
quien finalmente presenta el borrador, y se decide que lo firmarán todos nominalmente,
como testimonio de unidad y armonía (cf. ACTAS CEU 240-244, 17-23/4; y 246-
251, 5-12/11/1980).
404 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
45
CPCEU, Un impulso nuevo
, loc. cit., p. 65. Los obispos anuncian también los
pasos siguientes del proceso: una posterior y esencial reflexión teológica sobre la
realidad detectada, y la definición de las prioridades de acción, p. 66.
46
Constituye, como ya dije, la primera parte del texto, la más doctrinal, y tiene las
siguientes secciones: la Iglesia
anuncia a Cristo el Salvador, el Enviado del Padre,
con la fuerza del Espíritu (Nº 13-30); Es el sacramento universal de Salvación que
vive como Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios (1. La Iglesia es sacramento universal
de salvación, Nº 31-43; 2. La Iglesia Cuerpo de Cristo, Nº 44-52; 3. La Iglesia es
pueblo de Dios, Nº 53-63); Reafirma la dignidad y trascendencia del hombre (Nº
64-81). Al igual que en todo el documento, pero sobre todo en esta primera parte, son
abundantísimas las citas bíblicas, en especial, y las conciliares y de Puebla.
406 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
47
Diferencia de tratamiento y de acentos que aparecen más claros si nos remitimos al
pensamiento del Episcopado latinoamericano, en los Nº 480-490, Discernimiento de
la Liberación en Cristo.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 407
48
Notamos, al pasar, cómo la óptica de la AA no es en este campo la misma que
predomina en la LG y la GS, estableciendo relaciones que más que al orden de la inclu-
sión pertenecen al de la adición. Pero analizaré más detenidamente este punto un poco
más adelante.
El Pbro. Jean Joncheray, director de mi trabajo, me ha hecho notar su sorpresa ante la
traducción española del término latino instaurare (de AA 5) por restaurar, cuando por
ejemplo al francés se ha traducido por renouveller, mientras en italiano se opta por el
más literal instaurare. Hecha la importante aclaración, no creo que afecte en el caso
mi interpretación del texto de la CEU que por otra parte utiliza una traducción diferente
a la muy extendida edición bilingüe de la BAC que es la que he usado (ver Bibliografía,
Nº 2, SACROSANCTUM OECUMENICUM
), que también emplea restaurar.
408 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
49
A la misma mentalidad me parece que pertenece el lema elegido para una campaña por
las vocaciones: Nación sin vocaciones hoy, pueblo sin fe en Dios el día de mañana (CPCEU,
Campaña nacional de oración por las vocaciones, VP 80, jun.-jul. 1980, p 209-210.
50
Una vez más, me parece importante aclarar que si marco tendencias y acentos,
ellos no se dan en estado absoluto, sin matices. Muchas veces persiste esa ambigüedad
y oscilación de las que ya he hablado en otras ocasiones. Por ejemplo, sobre la imagen
de Iglesia y su misión, el Nº 57 parece pertenecer a otra sensibilidad: Su vocación [de
la Iglesia] no la enajena de la historia, sino que, muy al contrario, inspira en el devenir
humano y en todo lo temporal un desarrollo más auténtico. Pero son expresiones
minoritarias en el conjunto.
51
CPCEU, Exhortación por la Celebración del centenario
, loc. cit., p. 196.
CAP. 5: ¿UNA SOLIDARIDAD SIN DIOS? 409
52
CPCEU, En el sesquicentenario
, loc. cit., Nº 3, p. 145. Ver también el reco-
nocimiento explícito, aun más, el
interés vital de los cristianos [
] por la legíti-
ma autonomía [de la sociedad para darse a sí misma] una organización que posibilite
a cada persona, cada familia, cada asociación o grupo intermedio, cada institución,
el avanzar en la perfección máxima posible de sí mismos y del conjunto social (Nº
18, p. 151).
CAPÍTULO 6
1
Como experiencia personal y muy gráfica, estando en ese año radicado en Francia,
conocí los preparativos de un discurso de denuncia del fraude que un amigo iba a pro-
nunciar al día siguiente del plebiscito en un acto del exilio uruguayo.
CAP. 6: CAMINANDO CON CRISTO 411
2
CPCEU, En el sesquicentenario
, loc. cit. pp. 145-156 (cito los numerales en el
mismo texto).
3
Seis meses después de este documento, los obispos escriben el texto previo al ple-
biscito constitucional de noviembre de 1980, al que consideran continuación de esta
reflexión. De hecho, aunque haya sido mucho menos tenido en cuenta por la opinión
pública y eclesial, este texto sobre el sesquicentenario de la Constitución de 1830 es
mucho más rico. Así lo confirma el que varios obispos utilicen mucho este primer texto
en homilías y otros pronunciamientos de la época (así Parteli, Rubio, Seijas, Balaguer;
cf. VP 81, ago.-set. 1980).
412 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
4
Sólo parcialmente los obispos hacen ver al régimen la incoherencia de su prédica
con la promoción de estas dos iniciativas legales: Tanto en la revisión del problema
del aborto como en la ampliación de las causales del divorcio con las que en nuestro
país se ha afectado una vez más la institución familiar [
] se percibe un apartamiento
sensible de los valores cristianos que inspiraron la convivencia nacional desde su naci-
CAP. 6: CAMINANDO CON CRISTO 413
miento histórico (CPCEU, Documento sobre el aborto, loc. cit., Nº 6.2, p. 10). Y
situándose más directamente en el mismo terreno de la retórica del régimen (¿compar-
tiéndola, al menos en parte?), deben
recordar a los responsables de la conducción
del País la incoherencia que supone defender el divorcio y al mismo tiempo combatir
ideologías disolventes que favorecen el divorcio como medio de disolución social para
implantar su dominio sobre los pueblos (CEU, Declaración de la Conferencia Epis-
copal del Uruguay sobre el proyecto
, loc. cit., Nº 7, p. 327).
Lo que no aprovechan los obispos es su abundante argumentación sobre el valor de
la vida y la familia, para al menos aludir a la problemática aguda de la violación de los
derechos humanos, en el mismo tiempo y por los mismos responsables de estos proyec-
tos de ley.
5
Cf. ACTAS CEU 232, 25/4/1979. Gottardi sigue en el Departamento de Acción
Social y Mullin en el de Educación.
En ACTAS CEU 244, 23/4/1980, a iniciativa de Corso, se decide que el Consejo Per-
manente publique un documento acerca del sesquicentenario de la primera Constitución
del país, apoyándose en el pensamiento de algunos de los sacerdotes constituyentes. Por el
enfoque y el estilo del documento es casi seguro que su redactor principal fue Parteli.
6
Cf. ACTAS CEU 200, 27/4/1977.
414 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
7
CEU, Mensaje a la comunidad nacional, VP 85, may.-jun. 1981, pp. 147s. Firma-
do por Gottardi y Seijas, presidente y secretario, se dispone además que sea leído en
todas las misas del domingo 3 de mayo.
8
Ibid., p. 147.
9
Signo de que cosas nuevas están sucediendo, en esta misma asamblea ordinaria de
abril, el Nuncio Bellotti, que se despide, entrega a los obispos
copia de la carta que
un grupo de sacerdotes envió desde el Uruguay al Santo Padre sobre el tema de los
detenidos en el Penal de Libertad y acerca de las libertades laborales en el país. Son
sacerdotes de ambos cleros, y la carta es del 15/8/1980, con 76 firmas. Los obispos
piensan que no deben pronunciarse sobre la carta, ya que otro es el destinatario, pero lo
que comentan a partir de ella los lleva a tomar dos decisiones: que
a) cada uno de
los obispos haga llegar a la sede de la CEU una comunicación de todas las gestiones
por él cumplidas a favor de los detenidos políticos, a fin de que todo ello pueda ser
registrado en el Archivo correspondiente de la CEU; y b) por su parte la propia CEU
registrará y archivará la información y constancia de lo realizado por ella como tal en
tal materia (ACTAS CEU 252 y 253, 22 y 23/4/1981).
CAP. 6: CAMINANDO CON CRISTO 415
10
A mediados de 1981, el Acto Institucional Nº 11 define un nuevo plan de transición
en tres años, amplía las competencias del Consejo de Estado y crea el marco para la
designación de un nuevo presidente (esta vez militar, el general Gregorio Álvarez). Dos
días antes se había producido la desproscripción de un centenar de políticos de segundo
orden de los partidos tradicionales (cf. G. CAETANO y J. RILLA, op. cit., p. 81s.). El
documento de los obispos está fechado el mismo día de la asunción del Gral. Álvarez.
11
CPCEU, Declaración En esta hora de la patria, mimeo, 1/9/1981, p. 1.
CAPÍTULO 7
1
Para calibrar el cambio de clima en la CEU, me parece significativo comparar su
comportamiento en dos años santos: en el de 1967 los obispos uruguayos se habían
mostrado muy libres en relación con lo que llegaba de Roma; ahora, en el de 1973-74,
son más bien cuidadosos repetidores.
CAP. 7: ACENTOS DEL PENSAMIENTO DE LA CEU 419
EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES
1
Utilizo el término en su sentido técnico, tal cual es presentado por Y. M.-J. CONGAR,
La réception
, op. cit., pp. 369-403. Más recientemente, Gilles ROUTHIER, La
réception dun concile, op. cit.
También, y en especial para el Vaticano II, G. ALBERIGO y J.-P. JOSSUA, La
réception de Vatican II, op. cit.
CAP. 8: EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES 427
de la clausura del sínodo universal, 2 y más aún por los comentarios que
siguieron de inmediato. 3
Más limitadamente, trataré de hacer ver cómo la existencia de esas
diferencias y yuxtaposiciones de líneas teológicas abren una suerte de
grietas, en esa gran referencia llamada muchas veces genéricamente el
Concilio por la CEU, por las que pueden introducirse diversas mane-
ras de pensar sintiéndose todas ellas pacíficamente conciliares. Creo
que esto es lo que sucede, repito, con los vaivenes de los obispos uru-
guayos, al influjo del cúmulo de condicionamientos que viven en uno u
otro momento.
2
Ver por ejemplo la intervención del cardenal G. Lercaro, ya el 3/10/1963, que trans-
mite varios de los temores de su perito, G. Dossetti, sobre el llamado esquema Philips,
al que consideraba un fruto típico del sistema cortar-pegar (cf. ISTITUTO PER LE
SCIENZE RELIGIOSE (a cura), Per la forza dello Spirito: discorsi conciliari del
cardinale Giacomo Lercaro, Bologna: EDB, 1984, p. 184, nota 3 (la traducción de las
citas que siguen, tomadas de obras en italiano, francés o portugués, es mía).
Otro gran protagonista, como el cardenal arzobispo de Munich, Julius Doepfner,
decía antes de la clausura: No es posible, en una materia tan nueva [se refiere a la
elaboración de la GS], llegar a una redacción sin defecto. Será necesario reconocerlo
simplemente y que este texto deberá ser el comienzo de un diálogo que tendrá que
prolongarse después del Concilio (tomo la cita de Clodovis BOFF, Sinais dos
tempos
., op. cit., p. 72, nota 110).
3
Cf. Giuseppe ALBERIGO, A Constituiçao Gaudium et spes no quadro do Vati-
cano II, en G. BARAÚNA (dir.), A Igreja no mundo de hoje (estudos e comentarios),
Petrópolis: Vozes, 1967, pp. 170-196, en el que analiza las diferencias eclesiológicas
entre LG y GS.
En esos primeros alertas, varias voces de teólogos no-católicos, por ejemplo, Olivier
CLÉMENT, Un essai de lecture orthodoxe de la Constitution Pastorale Gaudium et
spes, en G. BARAÚNA, op. cit., T. II, pp. 727-731; y H. ROUX, Note marginale sur le
fondement théologique de Gaudium et spes, en Y. M.-J. CONGAR y M.
PEUCHMAURD (dir.), LEglise dans le monde de ce temps: Constitution pastorale
Gaudium et spes, T. III, Paris: Éd. du Cerf, col. Unam Sanctam 65c, 1967, pp. 111-113.
Los ejemplos de mayor autoridad de esta literatura los constituyen los dos volúme-
nes de comentario a la Lumen gentium y a la Gaudium et spes, dirigidos por G. Baraúna;
los tres volúmenes que el Lexikon für Theologie und Kirche dedicó a las decisiones
del Vaticano II y, finalmente, los volúmenes para cada una de las decisiones inclui-
dos por el P. Congar en la colección Unam Sanctam. Esta etapa concluyó con los dos
volúmenes coordinados por R. Latourelle, Vaticano II: Bilancio e prospettive venticinque
anni dopo (1962-1987), Assisi, 1987: así resume G. ALBERIGO, Fedeltà e creatività
nella ricezione del Concilio Vaticano II: criteri ermeneutici, Cristianesimo nella storia,
21, 2000, p. 383, nota 2.
428 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
4
Karl WALF, Lacune e ambiguità nellecclesiologia del Vaticano II, Cristianesimo
nella storia 2, 1981, pp. 187-201.
CAP. 8: EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES 429
5
G. ALBERIGO, Storia del concilio Vaticano II, vol. 3: il concilio adulto. Il secondo
periodo e la seconda intersessione, settembre 1963-settembre 1964, Bologna: Società
Editrice Il Mulino, 1988, p. 63s. A. MELLONI es quien escribe el capítulo 1, Linizio
del secondo periodo e il grande dibattito ecclesiologico, pp. 19-131.
6
El historiador da cuenta también de las prevenciones, previas al comienzo de la
segunda sesión, de teólogos como Dossetti, Colombo y Congar, acerca de lo que llama
un cierto tacticismo redaccional, que busca lograr una amplia mayoría reutilizando
al máximo fragmentos del primer esquema, así como también acerca de la creciente
confianza entre Philips y el cardenal Ottaviani, que es lo que inquieta a Congar. Cf. A.
MELLONI, Procedure e coscienza conciliare al Vaticano II. I 5 voti del 30 ottobre
1963, en A. MELLONI, D. MENOZZI, G. RUGGIERI, y M. TOSCHI, (a cura).
Cristianesimo nella storia. Saggi in onore di Giuseppe Alberigo, Bologna: Società
Editrice Il Mulino, 1996, pp. 313-396.
Debo precisar que los cronistas del Concilio, y el mismo Philips, no atribuyen esa
significación al voto del 1/10. Así R. LA VALLE., Coraggio del concilio: giorno per
giorno la seconda sessione, Brescia: Morcelliana, 1964, p. 25; R. LAURENTIN, Lenjeu
du Concile: bilan de la deuxième session, Paris: du Seuil, 1964, p. 38; A. WENGER,
Vatican II: chronique de la deuxième session, Paris: du Centurion, 1964, p. 35; U. BETTI,
Histoire chronologique de la constitution, en G. BARAÚNA (dir.), LEglise de Vatican
II, T. II, Paris: Éd. du Cerf, 1967, p. 68; G. PHILIPS, La Iglesia y su misterio en el
Concilio Vaticano II: historia, texto y comentario de la constitución Lumen Gentium,
T. I, Barcelona: Herder, 1968, p. 29-32.
7
Cf. ISTITUTO PER LE SCIENZE
, op. cit., p. 25s. Tomo sobre todo este dato de
la ponencia del propio MELLONI, en la II Conferencia General de Historia de la Iglesia
en América Latina y el Caribe, San Pablo, 1995, Amadurecimento do Concílio e a
elaboraçao do De Ecclesia, 1963-1964.
Por su parte, M.-D. CHENU, Le message au monde des Pères conciliaires (20 octobre
1962), en Y. M.-J. CONGAR y M. PEUCHMAURD (dir.), op. cit., T. III, p. 192s,
430 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
Aun con todos los cambios llevados a cabo, sobre todo el fundamen-
tal que estructuró los tres primeros capítulos, es opinión corriente que
la Lumen gentium no logró convertirse en un todo homogéneo y cohe-
rente. Se ha señalado en especial la diferencia y especie de fractura que
existe entre esos dos o tres primeros capítulos y el resto: Los capítu-
los segundo y tercero van a continuación uno de otro, pero no tienen la
misma fuente, no son de la misma inspiración: hay como una especie
de yuxta o superposición de puntos de vista. El capítulo segundo nos
da una visión de la Iglesia dinámica, histórica, concreta, escatológi-
ca: la comunidad fraternal de los creyentes ocupa el primer plano [
]
una eclesiología de comunión. Por el contrario, el capítulo tercero
parte de una óptica de la Iglesia más estática, más jurídica, más
piramidal que comunitaria; la armonización entre la Iglesia comunión
y la Iglesia institución no se ha logrado, y la renovación conciliar [
]
se resiente de ello. 8
testimonia la importancia que se le dio a este tema en el Mensaje, aunque luego no haya
casi pasado a los textos conciliares. También B. HÄRING, La mia partecipazione al
Concilio Vaticano II, Cristianesimo nella storia, 1 (1994), p. 178, recuerda su partici-
pación en el grupo llamado de la Iglesia de los pobres, o también del Colegio belga,
y considera esa perspectiva como algo no cumplido en el Concilio.
8
Leo SUENENS, Algunas tareas teológicas de la hora actual, Concilium 60, Nº
extraordinario, dic. 1970, p. 185s. Cf. también E. SCHILLEBEECKX, La Misión de la
Iglesia, Salamanca: Sígueme, 1971, p. 262; G. ALBERIGO, A longa marcha do Concílio.
O terceiro periodo (1964): uma agenda sobrecarregada, ponencia presentada en la II
Conferencia General de Historia de la Iglesia en América Latina y el Caribe, San Pablo,
1995, p. 14; E. VILANOVA, Momentos decisivos en el Vaticano II: la tercera sesión,
Ibid., p. 19.
Por su parte, Y. M.-J. CONGAR, Le Concile de Vatican II: son Eglise, peuple de
Dieu et corps du Christ, Paris: Beauchesne (Théologie Historique 71), 1984, p. 17,
afirma que
es verdad que el concilio no ha desarrollado hasta el final esta idea [la
de la Iglesia-comunión]; como lo ha mostrado Antonio Acerbi, conservó elementos de
una eclesiología jurídica (refiere a LG Nº 8, 14 y 20). El Vaticano II ha andado a
tientas, agrega gráficamente (p. 18).
Antonio ACERBI, Due ecclesiologie: ecclesiologia giuridica ed ecclesiologia di
comunione nella Lumen Gentium, Bologna: Ed. Dehoniane (Nuovi saggi teologici
4), 1975. En este exhaustivo análisis, el autor hace ver las ambigüedades que subsisten
en el texto conciliar, en cuanto a la opción por la eclesiología de comunión, en el trata-
miento, entre otros, del laicado (pp. 520); la jerarquía (pp. 523-526); las relaciones
colegio episcopal-primado (pp. 530, 540-548); la Iglesia local (p. 535s).
CAP. 8: EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES 431
9
E. SCHILLEBEECKX, La Misión de la Iglesia, op. cit.
G. ALBERIGO, Fedeltà e creatività
, op. cit., p. 385s., nota 9, distingue los mati-
ces que prevalecen en Juan XXIII y en Pablo VI en la relación con el Concilio:
el
aporte de Pablo VI ha caracterizado sobre todo la redacción de las decisiones concilia-
res bajo el signo de la garantía de la fidelidad total a la tradición, y de la búsqueda del
consenso más amplio posible.
En este mismo artículo, p. 387, nota 14, Alberigo alerta que la
inmensa mayoría
conciliar [tiene] una fisonomía compleja y mudable, que se manifestó a veces en opcio-
nes de perfil espiritual y doctrinal modesto. En algunos casos, su unidad pareció ali-
mentarse más del desacuerdo con la Curia y la minoría conservadora que de una con-
vergencia efectiva y una sintonía consciente.
10
Cf. G. ALBERIGO, A longa marcha
, op. cit., p. 5. En la misma Conferencia
General de CEHILA, Giovanni TURBANTI, responsable de la historia de la Gaudium et
spes en la Storia del Concilio
, de G. ALBERIGO, hacía notar que a partir de la tercera
sesión, por sobrecarga de trabajo, no hubo prácticamente interacción en la elaboración de
la LG y la GS (cf. La Costituzione pastorale sulla Chiesa nel mondo moderno. Lorigine
dello schema e la redazione di Zurigo). En el mismo sentido opina VILANOVA, op. cit.,
p. 19. A. MELLONI, por su parte, en Procedure e coscienza
, analiza detenidamente
el papel que jugó en el mismo sentido la poca claridad de procedimiento en algunos mo-
mentos clave.
432 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
11
Cf. G. ALBERIGO, A Constituiçao Gaudium et spes
, op. cit., pp. 180-83. Refe-
rencia tomada, con las que siguen, de C. BOFF, Sinais dos tempos
, op. cit., p. 99.
Cf. también H. ROUX, Note marginale
, op. cit., T. III, pp. 111-113.
También G. TURBANTI, en la ya citada ponencia en la Conferencia General
, piensa
que la poca relación en la elaboración de ambas constituciones no permitió una más
neta superación de la perspectiva de la Doctrina Social cristiana en la GS.
12
Cf. O. CLÉMENT, Un essai de lecture orthodoxe, op. cit.; E. SCHILLEBEECKX,
La misión de la Iglesia
, op. cit., p. 93s, critica el aire de cierto triunfalismo y la
pretensión de dar una visión integral del hombre y de la sociedad en la GS; en nuestro
país, J. L. SEGUNDO, advirtió también tempranamente sobre las posibles diferencias de
interpretación de la GS, concretamente en la manera de plantear las relaciones Iglesia-
mundo, según los pasajes que se escojan, en Hacia una exégesis dinámica, Víspera 3,
oct. 1967, pp. 77-84.
13
Para el contenido de la categoría, ver el trabajo clásico de M.-D. CHENU, Signes
des Temps, en AA VV, LEglise dans le monde de ce temps: Constitution Gaudium et
spes. Commentaires du Schéma XIII, Tours: Mame, 1967, pp. 95-116 (ya había sido
publicado en la Nouvelle Revue Théologique, Nº 1, T. 87, 1965, pp. 29-39, y en la obra
del autor, Peuple de Dieu dans le Monde, col. Foi vivante, Paris: Éd. du Cerf, 1966).
14
Antonio ACERBI, La Chiesa nel tempo
, op. cit., pp. 182-217.
Muy completo es también el análisis de Clodovis BOFF, Sinais dos tempos, op.
cit., pp. 41-110. Difiere de Acerbi en la apreciación de algunas variaciones de los suce-
sivos esquemas.
CAP. 8: EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES 433
15
A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, op. cit., p. 191. Cf. pp. 184-194.
16
Tanto Acerbi como C. Boff se apoyan en una abundantísima bibliografía, que
cubre a todos los historiadores de la GS (cf. op. cit., p. 194s para A. ACERBI y p. 44
para C. BOFF).
17
ACERBI, La Chiesa nel tempo
, op. cit., p. 195s. P. HAUBTMANN, La
communauté humaine, en Y. M.-J. CONGAR, y M. PEUCHMAURD, op. cit., p. 257
recuerda que lo que
se buscaba confusamente era, finalmente, una presencia de la
Iglesia en todo lo humano, pero según su modo propio, religioso, evangélico. De allí
la toma de distancia de esos dos primeros proyectos (recojo la cita de Acerbi).
434 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
18
Citado por A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, op. cit., p. 197, nota 45.
19
ID., pp. 196-201. C. BOFF, op. cit., p. 51ss., critica la mirada más descriptiva que
analítica de los signos de los tiempos, en este proyecto, su ingenuidad ante el progreso
y una influencia grande, todavía, de la línea de la Doctrina Social de la Iglesia. Sin
embargo, valora el fundamental cambio metodológico que se ha operado.
20
Cf. Ph. DELHAYE, Histoire des textes de la Constitution Pastorale, en Y. M.-J.
CONGAR, y M. PEUCHMAURD, op. cit., pp. 229 y 257 (referencia tomada de A.
ACERBI, La Chiesa nel tempo
, op. cit., p. 202). En la reelaboración había tenido im-
portancia decisiva la reacción de algunos de los observadores protestantes sobre el uso
que se hacía de la categoría de los signos de los tiempos (cf. C. BOFF, op. cit., p. 54s).
21
A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, op. cit., p. 203, donde ofrece una síntesis del
proyecto, largamente discutido, así como las características de una nueva presentación
de este, esta vez en compañía del P. J. Daniélou, con mayor centralidad todavía de la
antropología cristiana.
CAP. 8: EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES 435
22
Éléments charnières, según el Schéma XIII. Compte-rendu des décisions et
orientations prises le 11, 12 et 13 février 1963, p. 1, citado por A. ACERBI, La Chiesa
nel tempo
, op. cit., p. 206, nota 76.
23
El material, además de nuevo, era enorme, y el tiempo breve. No hubo pues
condiciones para una maduración adecuada [
] Esa cuestión [la de la integración de
las dos secciones] iba a mantenerse problemática hasta el final, opina por su parte C.
BOFF, op. cit., p. 66s.
24
A. ACERBI, en La Chiesa nel tempo
, op. cit., p. 208s., apunta que esta evolu-
ción del texto se reflejará sobre dos temas fundamentales del esquema de 1964: el sig-
nificado de los signos de los tiempos, y la unidad de los órdenes de creación y reden-
ción (cf. p. 210).
25
ID., p. 210, nota 83. Eso está señalado expresamente en la Relatio generalis, como
lo reporta nuestro autor.
26
La más importante, por el influjo que tuvo, fue la del cardenal J. Doepfner, en nom-
bre de 91 Padres alemanes, reclamando que se mantuviera una distinción clara entre el
orden de la creación y el de la redención, de manera que se valorara debidamente el
mundo y la actividad humana, cosa que a su juicio no hacía el esquema, que moralizaba
muy rápidamente esa realidad. También pedían que se tuviera en cuenta la presencia del
pecado en la vida humana y se explicitara una teología de la cruz (cf. ID., p. 210s, nota
84). Esta voluntad de resguardar la autonomía de lo mundano, de hecho, por la dinámica
que tomó la corrección de todo el esquema, finalmente contribuyó a atenuar la unidad de
los dos órdenes en el documento final, según opina A. ACERBI, idem, pp. 215 y 217.
436 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
27
Cf. ID., pp. 213 y 217. El autor ve aquí una de las raíces de la yuxtaposición y no
lograda integración, de las dos partes de la constitución pastoral.
Por su parte, C. BOFF., op. cit., sobre todo pp. 85-90, ubica aquí la crítica, generali-
zada en los teólogos latinoamericanos algunos años después, acerca de la visión idealis-
ta, noratlántica, de la realidad, propia de la GS y de sus borradores preparatorios (es el
hombre abstracto que domina los procesos, no hombres determinados, agrupados en
clases, en torno de intereses). Se apoya también, para estos juicios, en las reservas
expresadas por teólogos no católicos (H. Bruston, G. Casalis
; cf. p. 98, nota 59).
28
ID., op. cit., p. 97.
CAP. 8: EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES 437
29
A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, op. cit., p. 192s, notas 29 a 31, ofrece abun-
dante bibliografía sobre la cuestión.
30
Cf. ID., p. 194, notas 32 a 35.
31
Marco VERGOTTINI, La riflessione teologica sui laici: da Lumen gentium a
Christifideles laici, en Carlo GHIDELLI (a cura), A trentanni dal Concilio: memoria
e profezia, Roma: Studium, 1995, p. 145).
32
ID., p. 142s. SCHILLEBECKX, op. cit., p. 262, piensa sin embargo, y a diferencia
de la mayoría de los autores, que AA ha incorporado más que el resto de la propia LG, en
su tratamiento del laicado, la perspectiva de los dos primeros capítulos de la constitu-
ción dogmática, pero sobre todo en cuanto a la afirmación de la única misión con diver-
sidad de servicios.
438 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
33
M. VERGOTTINI, op. cit., p. 141. Ver a este respecto la revisión autocrítica que
hace de su obra Y. M.-J. CONGAR, Ministères et communion ecclésiale, Paris: Éd. du
Cerf, 1971, en el capítulo dedicado a Mon cheminement dans la théologie du laïcat et
des ministères, pp. 9-30.
34
ID., p. 146. Para concluir, en los textos conciliares y el discurso debería luego ser
ilustrado puntualmente a la luz de la GS y de la AA se puede registrar un doble movimien-
to: uno, focalizando la atención en la figura del christifidelis, relativiza y supera el discur-
so sobre la especificidad del ser laico; el otro, que moviéndose en el surco de la tradicional
teología del laicado, no renuncia a clarificar la fisonomía peculiar del laico, reconocida
en la formalidad del creyente que testimonia la fe cristiana en el escenario del mundo, aun
debiendo recuperar después el carácter propiamente eclesial de su misión (ibid.).
En línea similar, K. WALF, op. cit., p. 196s, habla de una teología del laico llena de
lagunas, si se la confronta con la impostación de la eclesiología de la LG en los dos
primeros capítulos.
35
Hervé LEGRAND, Lo sviluppo di chiese-soggetto: una istanza del Vaticano
II: fondamenti teologici e riflessioni istituzionali, Cristianesimo nella storia, abril
1981, p. 151.
CAP. 8: EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES 439
36
ID., p. 136.
37
Luigi SARTORI, Lecclesiologia del Vaticano II: dinamismi e prospettive: appunti
sul convengo di Bologna, 8-12 aprile 1980, Cristianesimo nella Storia, 1 (1980), p.
541. Recuerdo que estamos en tiempos de polémica por la revisión del Código de Dere-
cho Canónico, el proyecto de Ley Fundamental, etcétera.
38
K. WALF, op. cit., pp. 187-191. En la misma línea Hermann POTTMEYER,
Continuità e innovazioni nellecclesiologia del Vaticano II, Cristianesimo nella Storia,
1 (1980), pp. 71-95. Y Gustave THILS, en relación al laicado, haciendo ver las
dife-
rencias que aparecen entre las prescripciones del nuevo Código y la doctrina del Vatica-
no II, Les fidèles laïcs: leur sécularité, leur ecclésialité, NRT, 109, (1987), p. 182; allí,
el autor remite a otro escrito suyo, Les laïcs dans le nouveau Code de droit canonique et
au Concile du Vatican, col. Cahiers de la RTL 10, Louvain-la-Neuve, 1983.
440 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
39
Jean-Marie TILLARD, Il Vaticano II e il dopo concilio: speranze e timori,
Cristianesimo nella storia, 2 (1981), pp. 311s. El coloquio se realiza en un momento en
el cual se han acentuado, de hecho desde los años setenta, las advertencias acerca de una
interpretación verdadera del Concilio y nada más que el Concilio.
CAP. 8: EN BÚSQUEDA DE EXPLICACIONES 441
40
G. ALBERIGO, Fedeltà e creatività
, loc. cit., p. 396s. El autor, desde la fina-
lización misma del Concilio ha bregado, con argumentos de mucho peso, por una inter-
pretación que no consista sólo en el análisis de los textos, sino que tenga en cuenta el
acontecimiento conciliar en toda su complejidad. Ver en este sentido la abundante bi-
bliografía propia y ajena consignada en este artículo, sobre todo p. 384, notas 3 y 4; p.
393, nota 35. En este mismo sentido, ver el conjunto de las contribuciones en M. T.
FATTORI y A. MELLONI, (ed.), Levento e le decisioni
, que recoge los trabajos del
coloquio sobre el mismo tema celebrado en Bolonia en diciembre de 1996. Y al termi-
nar la redacción de este trabajo, el número de Concilium 312 (2005), El Vaticano II:
¿un futuro olvidado?.
41
G. THILS, Les fidéles Laïcs
, op. cit., p. 189.
442 PARTE II: SEGUNDA ETAPA. BAJO EL PESO DE LA DICTADURA
42
E. SCHILLEBEECKX, op. cit., p. 93s.
43
Soy consciente de que la expresión espíritu del Concilio no es en sí misma
precisa, y puede ser utilizada en diversos y eventualmente encontrados sentidos. Le doy
lugar y la adopto con el contenido que me parece evidente aquí, en Tillard, que es el
mismo que le atribuye por ejemplo G. Alberigo, quien tanto ha estudiado la cuestión, y
que refiere a la necesidad de tomar al Vaticano II como un todo de texto y contexto,
documentos finales y acontecimiento (ver nota 40 de este mismo apartado).
PARTE III
1
Cf. Mensaje a la comunidad nacional, VP 85, may.-jun. 1981, p. 147s. y Declara-
ción En esta hora de nuestra patria, mimeo, 1/9/1981.
INTRODUCCIÓN 445
por una parte; y, por otra, la coyuntura de las elecciones (fines de noviem-
bre de 1984) que devuelven el funcionamiento de las instituciones demo-
cráticas al país, con la instalación del gobierno elegido, el 1º de marzo de
1985, y como documento episcopal, la declaración en ocasión de las cita-
das elecciones. Con ello se cierra el arco abierto en noviembre de 1965,
cuando los obispos uruguayos, prontos a volver al país al finalizar el Con-
cilio, dirigían a sus comunidades el mensaje con el cual di inicio a este
estudio.
Esta tercera y última etapa forma un todo bastante homogéneo de un
poco menos de un lustro, por lo que no voy a distinguir dentro de ella
ninguna subetapa, por más que se advertirá claramente la evolución bas-
tante compleja que se vivió en esos años, no tanto en lo eclesial como en
lo secular.
CAPÍTULO 1
1
Sigo utilizando como base, para dar cuenta de la evolución del proceso del país, la
misma obra, ya abundantemente citada, de G. CAETANO y J. RILLA, Breve historia
,
op. cit., pp. 79-112.
CAP. 1: ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN 447
1982 será pues el año de las elecciones internas de los partidos y estará
marcado por la dinámica que ellas desatarán.
Estas elecciones, y su preparación, se constituyeron en el hecho más
importante de esta primera parte de la transición y al mismo tiempo sig-
2
Definían un período de transición de tres años durante el cual se otorgaba a repre-
sentantes de los partidos participar en el Consejo de Estado, se procedería a una am-
plia y liberal desproscripción, se elaboraría un estatuto para los partidos, se reformaría
la Constitución y se llamaría por fin a elecciones.
448 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
3
Hay que tener en cuenta que en 1980 se había constituido en el exilio la llamada
Convergencia Democrática, integrada básicamente por miembros del Partido Nacional,
del Partido Comunista y en menor medida del Socialista, lo que contribuyó a ahondar la
actitud antidictatorial de los blancos. Y también las acusaciones internas de la minoría
sobre una posible infiltración frenteamplista en el partido.
4
Entre ellas, destaco la clausura primero por ocho ediciones y luego definitiva de la
revista independiente La Plaza, situada en la izquierda del espectro político, editada
mensualmente en la ciudad de Las Piedras, desde fines de 1979. En su redacción parti-
cipaban católicos, entre ellos el jesuita Luis Pérez Aguirre. El motivo invocado para la
clausura fue un artículo del P. Juan Luis Segundo, que reclamaba muy argumentadamente
la amnistía para los presos políticos a inicios de 1982.
5
La campaña por el voto en blanco fue liderada por la revista Opción, que formó la
Comisión por el Voto en Blanco, que encontró sin embargo críticas en la interna de la
izquierda, oposición de ambos partidos tradicionales y la clausura definitiva de la revis-
ta por parte del régimen, así como la prisión y pase a la justicia penal de sus integrantes.
Al final, todas las fuerzas del Frente promovieron el voto en blanco.
CAP. 1: ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN 449
mayoría optó por elegir dentro del Partido Nacional (cerca de cien mil
votos más que en el Partido Colorado). Un significativo número respon-
dió al llamado del voto en blanco (algo más de 80 mil), y casi 15 mil
optaron por resucitar a la vieja Unión Cívica. 6
Pero el dato más relevante de la elección fue la amplísima victoria que
obtuvieron en ambos partidos tradicionales las fuerzas más opositoras.
En ese sentido, lo de noviembre de 1982 superó, como derrota del régi-
men, al noviembre de 1980, aunque este haya tenido una carga simbólica
irrepetible.
Así se cierra la que se puede considerar como primera etapa de la tran-
sición. A modo de conclusión, los autores que sigo opinan: Naturalmen-
te el rumbo de la dictadura se volvía más complejo. Con la elección in-
terna se había transformado a la oposición política en un interlocutor
privilegiado, legítimo y por ello tal vez único. Los años siguientes serían
de conflicto y de negociación, enmarcados en la contradicción básica
que surgía de las elecciones internas: los partidos con representación,
pero sin el gobierno y el gobierno, una vez más, sin representación. 7
6
Recuerdo que Unión Cívica era el nombre del antiguo partido católico, que
había prácticamente desaparecido, y en 1971 se había presentado como Unión Radi-
cal Cristiana.
7
G. CAETANO y J. RILLA, Breve historia
, op. cit., pp. 79-112.
450 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
8
ID., p. 92.
9
Este tipo de manifestación originada en el Chile de la Unidad Popular, por parte de
mujeres de la clase media y alta, que protestaban ante los cuarteles golpeando sus cace-
rolas en reclamo por escasez de productos, fue adoptada en Uruguay por la oposición
popular a la dictadura, y pasó a ser en 1983 y 1984 una de las formas más masivas y
expresivas del descontento de la ciudadanía. No implicaba desplazamientos de la gente,
por lo que la participación, en todos los barrios, era realmente notable.
CAP. 1: ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN 451
10
Citado en ID., p. 98.
452 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
sión, pero tuvo costos severos: el gobierno disolvió la nueva central sin-
dical, pero también los partidos políticos permitidos criticaron duramen-
te la medida por inconsulta, lo que provocó la desactivación fáctica de la
Intersectorial.
El régimen se encontraba desbordado y dando señales poco coheren-
tes. Junto a declaraciones de intransigencia, se produjo en marzo la libe-
ración del general Seregni, manteniendo sin embargo su proscripción
política. Con él reingresó al espacio público el Frente Amplio mostrando
una actitud que no muchos esperaban, resumida en estas palabras del
líder político de la izquierda: Somos, fuimos y seremos una fuerza paci-
ficadora [
] Obreros de la construcción de una patria nueva. 11
Un violento enfrentamiento entre los partidos tradicionales, causado
por las búsquedas del Partido Nacional de alguna salida para superar la
proscripción de su máxima figura, Ferreira Aldunate, ofreció una seria
grieta en el frente político opositor en la que se introdujo el Gobierno,
buscando enturbiar adicionalmente las aguas. El episodio afectó grave-
mente las negociaciones, que quedaron por el momento suspendidas.
Abril, mayo y junio fueron meses en los cuales se sucedieron hechos
de suma gravedad y trascendencia que hicieron crecer al máximo la ten-
sión y engendraron cierta dosis de confusión en el camino hacia la salida.
Por un lado, el régimen mostró, tal vez por última vez, su rostro represor
más cruel, con el asesinato en la tortura del médico Vladimir Roslik, 12 lo
que causó reacciones indignadas en la sociedad y sus organizaciones,
con los consiguientes intentos de los militares de ocultar la verdad, acom-
pañados de medidas represivas ya clásicas como la clausura de medios y
atentados de grupos paramilitares. Pero los tiempos eran otros y resulta-
ba ya imposible imponer el silencio u ocultar por mucho tiempo la ver-
dad de los hechos. El repudiable episodio terminó fortaleciendo el espíri-
tu de la mayoría de los uruguayos de acabar con la dictadura.
Al mismo tiempo, el líder exiliado del Partido Nacional retornó defini-
tivamente al Río de la Plata, instalándose en Buenos Aires desde donde, a
los pocos días, lanzó una propuesta que recibió el rechazo de los colora-
11
Citado en ID., ibid.
12
El Dr. Roslik era médico en la colonia agrícola de inmigrantes rusos San Javier,
y fue detenido en un operativo represivo inexplicable si no es en la lógica de la repre-
sión bruta.
CAP. 1: ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN 453
13
Consistía en renunciar a presentarse como candidato en las próximas elecciones a
cambio de la vigencia integral de la Constitución de 1967 (la que regía en el momento
del golpe). Simultáneamente convocaba a mantener la movilización, porque Aquí el
problema es qué hay que negociar, cómo hay que negociar, ¡vamos a demostrar que los
negociadores [
] tienen detrás suyo un inmenso y legítimo grado de mandato popu-
lar! (citado en G. CAETANO y J. RILLA, Breve historia
, op. cit., p. 102).
14
Volvieron a aparecer los vehículos militares en las calles, se bloqueó el puerto de
Montevideo y se multiplicaron los comunicados oficiales con contenidos alarmistas.
Cf. ID., p. 104.
454 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
vas a asuntos en los que persistían las diferencias, y que deberían ser
sujetas a plebiscito en 1985.
A este acuerdo se le llamó pacto del Club Naval, y evidentemente
suscitó encontradas reacciones. De duro rechazo por parte del Partido
Nacional. De satisfecha aprobación del Partido Colorado (con el que se
alineó casi sin matices la Unión Cívica), cuya estrategia resultaba triun-
fante, y que veía el camino expedito para la victoria electoral. Y de acep-
tación con fuertes tensiones y cuestionamientos internos de parte del Frente
Amplio, que aunque debió pagar el precio de la proscripción de su presi-
dente, el Gral. Seregni, así como de algunos de sus grupos, recobraba un
protagonismo y un reconocimiento de su peso político impensados pocos
meses antes.
A pesar de que todavía hubo fuertes tensiones en el frente político,
sobre todo a causa de las divergencias sobre el resultado de las negocia-
ciones, el Partido Nacional finalmente resolvió participar en ellas con
candidatos de sustitución. Como se preveía, el resultado sancionó la vic-
toria clara del Partido Colorado y su candidato. Todo estaba entonces
pronto para que el 1º de marzo de 1985 se instalara el primer gobierno
electo desde 1971.
15
Continúo esta muy simple presentación de la evolución económica de estos años
de la mano de Jorge NOTARO, La batalla que ganó la economía. 1972-1984, en AA
VV, El Uruguay del Siglo XX. Tomo I: La economía, Montevideo: Ed. de la Banda
Oriental-Instituto de Economía, 2003, pp. 95-121. Ver la bibliografía en pp. 171-173.
456 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
para hacer del país una plaza financiera internacional (nuestro autor iden-
tifica esta fase como liberalismo estabilizador).
El hecho de seguir contando con un equipo económico estable, cosa
que Uruguay no había conocido en mucho tiempo, y de tener las con-
diciones políticas discrecionales para aplicarla, no significó sin em-
bargo que esa política fuera exitosa. Más allá de algunos efectos posi-
tivos que se sintieron sobre todo en 1979, en el que hubo un cierto
crecimiento de la economía acompañado de la reducción de la infla-
ción y un alza del consumo (en gran medida suntuario) de una parte
de la población, persistieron las dos características más constantes de
todo este tiempo: el auge del sector financiero y la caída del salario
real, con la consiguiente transferencia de ingresos de los asalariados a
los no asalariados.
La relativa bonanza fue de corta duración, por los mismos efectos cau-
sados por las opciones económicas, sobre todo la de la llamada tablita
(fijación diaria de la cotización del dólar a varios meses de plazo). La
prioridad casi absoluta dada a la estabilización con este tipo de instru-
mentos generó atraso cambiario, con lo que las exportaciones perdieron
competitividad y crecieron las prácticas especulativas, todo lo que final-
mente llevó al abandono abrupto de la tablita (el 25 de noviembre de
1982), que además de los efectos devastadores en la economía de innu-
merables hogares y la impotencia de quienes se habían endeudado en
dólares (hablando de los que lo hicieron honestamente, como muchos
pequeños empresarios y un sector de los productores rurales, etcétera), 16
terminó por liquidar el apoyo con el que el régimen había contado preci-
samente de parte de las entidades empresariales. El gran beneficiado si-
guió siendo el capital financiero, que tuvo solamente discrepancias me-
nores con la política económica. Para los asalariados continuaron las
tendencias de los primeros años. La política económica contribuyó me-
diante la caída del salario real, la reducción de los aportes patronales a
16
ID., p. 104s. Para agregar algunos datos de la misma fuente: en noviembre, la
pérdida de reservas del Banco Central era de U$S 50 millones por semana; la caída del
PBI en el 82 fue de 10%, muy por encima del de los países vecinos, aun de la Argentina
(-5,4%); la cotización del dólar pasó de N$ 13,81 el 24/11 a N$ 35 a fin del año. Notaro,
opina además que
no se puede explicar la recesión por las condiciones internacio-
nales, por más que
la menor demanda y el aumento de la protección en los países
de la OCDE dificultaron las exportaciones no tradicionales (p. 109 y 114).
CAP. 1: ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN 457
17
ID., p. 113. El autor hace ver cómo por todo este proceso en la estructura económi-
ca del país, que había permanecido básicamente incambiada hasta inicio de los setenta,
integrada por tres actores sociales clave (los ganaderos, los industriales y los asalaria-
dos urbanos), fue acreciendo y consolidando su importancia un nuevo actor, el financie-
ro (cf. pp. 113s). Un poco más adelante señalo brevemente algunas de las iniciativas de
la sociedad civil para hacer frente a esta profunda crisis.
18
Cf. ID., pp. 114-120.
19
ID., pp. 116s. Para lo que sigue, ver pp. 118s.
458 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
dio cayó un 30% entre 1982 y 1984, continuando una tendencia iniciada
en 1971 y que lleva al final del período a la capacidad de compra del
salario aproximadamente a la mitad de la de 1968/1971. Las pasividades
en términos reales tienen una evolución muy parecida. 20
Según Notaro,
el estancamiento, la inflación y las crisis financie-
ras ganaron la batalla. La exclusión social y económica de los asalaria-
dos y sus organizaciones no fue suficiente para mantener una base social
para la política económica y el gobierno militar. Las leyes de la econo-
mía derrotaron al poder, incluso de una dictadura militar. 21
Aunque los más ligados a la estructura del Estado, tal cual se presenta-
ba en Uruguay a comienzo de los ochenta, ya han sido objeto de una serie
de apuntes, agrego todavía unas informaciones más sobre ellos, y en par-
ticular sobre otros actores, pertenecientes a la sociedad civil que, una vez
salidos de la impotencia y el letargo, jugaron un papel de suma relevan-
cia, decisiva en algunos momentos.
20
ID., pp. 120s. En cuanto a la deuda externa neta total
había aumentado en
términos relativos al 60% del PBI, desde un 37% en 1982 (ibid.).
21
ID., p. 121. Al inicio de su trabajo, el autor dice que este fracaso se convirtió
en
las Malvinas uruguayas, contribuyendo a crear condiciones favorables para la transi-
ción a la democracia (p. 95).
CAP. 1: ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN 459
22
ID., pp. 136s.
23
Sobre lo no explícito del acuerdo del Club Naval, sobre todo en lo relativo a la
cuestión de las violaciones de los derechos humanos por parte de los militares, se discu-
tió en el momento, y se sigue discutiendo veinte años después. Las interpretaciones son
diferentes, pero es cierto que todo el proceso posterior, con los gobiernos tanto del
Partido Colorado cuanto del Partido Nacional, quedó muy condicionado por lo sucedi-
do allí. Recién a los veinte años comienzan a producirse hechos nuevos, justamente en
el momento de concluir estas líneas con el primer gobierno del Frente Amplio.
460 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
24
Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, que aprove-
chó una muy buena ley de vivienda de 1968, cuya iniciativa y redacción fueron obra de
legisladores que luego confluyeron en el Frente Amplio, sobre todo del entonces sena-
dor Juan Pablo Terra.
25
Movimiento por una Vida Decorosa. En varios barrios de la ciudad y ante amenazas
de desalojos inminentes a inicios de los ochenta, sacerdotes, religiosas y laicos se moviliza-
ron por el problema. Lo que durante año y medio fue obra sobre todo de gente de Iglesia, se
amplió con otros grupos, centrados en lo que tenía que ver con terrenos y viviendas ruino-
sas. A fines de 1982, e inicios de 1983, se tuvo la primera reunión con representantes de los
mismos involucrados, y a partir de allí se realizaron encuentros fijos, en los que la proble-
mática se fue haciendo más abarcativa. Para la Navidad de 1982, Mons. Parteli hizo suya
una carta que le habían enviado esas comunidades y la dirigió a todas las parroquias como
material para la reflexión navideña. En el 83 se constituye formalmente como MOVIDE,
con reuniones mensuales, y una fuerza creciente, que lo lleva a participar en la Concertación
Nacional Programática (CONAPRO, ver en 1.7). Debo esta información al Pbro. Adolfo
Ameixeiras, directo y activo testigo de este proceso.
CAP. 1: ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN 463
26
J. NOTARO, op. cit., p. 144. Ver Carlos H. FILGUEIRA, Movimientos sociales en
la restauración del orden democrático: Uruguay 1985. Montevideo: CIESU, 1985; y
Movimientos sociales en el Uruguay de hoy. Montevideo: CIESU-Ed. de la Banda Orien-
tal-CLACSO, 1985.
464 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
27
Juan L. SEGUNDO, Clemencia para los vencidos, La Plaza, febrero de 1981,
pp. 6-9.
28
SERVICIO PAZ Y JUSTICIA, Amnistía y reconciliación nacional, Montevideo:
Graphis, 1983, 19 p.
CAP. 1: ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN 465
29
Debo agradecer la mayor parte de esta información al P. Juan J. Mosca, sj, uno de
los fundadores de SERPAJ-Uruguay, y al Pbro. Pablo Bonavía, por entonces vicario
pastoral de Montevideo.
466 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN:
CON SOLIDARIDAD Y ESPERANZA
Solidaridad y esperanza son los dos términos que dan título a uno de
los documentos más importantes de la CEU en este período. Dos térmi-
nos y dos actitudes que pueden caracterizar no sólo la enseñanza de la
Conferencia, sino también, y tal vez sobre todo, la manera de situarse la
Iglesia uruguaya en estos años de salida de la dictadura, todavía duros
pero ya muy abiertos a la esperanza y necesitados de mucha solidaridad.
Intento, como en las otras etapas, una descripción de lo que juzgo más
importante en la realidad de la comunidad católica en la transición.
1
Nacido en Montevideo en 1931, realizó todos sus estudios en Uruguay (salvo dos
años de ciencias sociales en la Gregoriana en 1958-59) y fue ordenado sacerdote en
1955. Su experiencia ministerial fue básicamente el trabajo parroquial, la Acción Cató-
lica de jóvenes y muy en especial la pastoral vocacional, con una última etapa, desde
1971, en la que ocupó la vicerrectoría primero y la rectoría después del Seminario na-
cional. De talante moderado, acompañó convencidamente la renovación que se dio en
468 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
tante Departamento de Acción Social. Son los tiempos en los que co-
mienza a revertirse el repliegue de la CEU sobre sí misma, para intentar
poco a poco un nuevo diálogo con la sociedad. Gil y más aún Galimberti
se suman cuando ese movimiento ya está bastante consolidado y la ma-
yoría va en ese sentido, de mayor apertura y nueva voluntad de hacerse
presente en la vida del país en actitud de atención a la situación, de servi-
cio y deseo de aportar sin pretender dar lecciones.
De todos modos, ya no hay un liderazgo claro y menos en el sentido
más renovador. Predomina el cuerpo, esa mayoría que es más consistente
que en otros momentos, y con respecto a la cual solamente Corso, Mullin
y Balaguer quedan como al margen.
Una cosa que me parece importante señalar con relación a la Conferen-
cia es una cierta dualidad en algunos obispos, al menos si nos atenemos a
los pronunciamientos públicos. Por un lado, como CEU, estos años ven
un progreso continuo, aunque no sin vaivenes (como lo mostraré ense-
guida con el análisis de los documentos), hacia esa actitud reencontrada,
mucho menos crispada y más parecida a la de los años de la primera
etapa. Por otro, son bastante frecuentes las expresiones de obispos que
ven en los años del primer post-Concilio un tiempo de crisis, que en todo
caso se considera felizmente dejado atrás y que más valdría olvidar (en la
línea de las valoraciones anotadas del Plan quinquenal). Lo ilustro con
unas palabras de Mons. Nuti: Pasado el decenio crítico, propio de
todo post-Concilio, todos debemos ser en el hoy constructores de co-
munión y participación en el pueblo uruguayo. 4 A cuenta de mayor
análisis en las páginas que siguen, creo poder decir por el momento que
es la CEU misma la que muestra una mayor decisión de reanudar con
aquel estar consubstanciados con su pueblo, sin excesivos temores y
aclaraciones, mientras que algunos de los obispos individualmente mues-
tran más inseguridad y reticencias.
Finalmente, el ansiado regreso de Mendiharat se da ya muy sobre el
final de la etapa (diciembre de 1984) para poder tener una influencia
inmediata, más allá de la importancia simbólica.
4
Entrevista concedida a Presencia 97, 22/11/1981, pp. 10-11 (subrayado en el mis-
mo texto). Similar apreciación de Rubio, con relación a los jóvenes, en Presencia 111,
12/9/1982, p. 16.
470 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
Seguramente, para lo que habían sido y son en general todavía las rela-
ciones Iglesia-sociedad-Estado, y muy especialmente Iglesia y Estado,
existen en esta etapa algunos hechos sin precedentes y que marcan signos
de una realidad que ha evolucionado, aunque sea difícil saber hasta dón-
de y con qué contenidos de más larga duración. Pero por lo desusado de
su índole, me detengo un poco en ellos.
Considero sobre todo las gestiones realizadas, tanto por la Conferencia
como tal, como por algunos obispos a título individual, pero en general
conocidas y asumidas por los otros, para tratar de ayudar a destrabar el
impasse en que cayeron rápidamente las primeras conversaciones entre
militares y políticos (conocidas como del Parque Hotel), a mediados
de 1983, tal cual ya lo apunté. El Consejo Permanente se plantea la posi-
bilidad de jugar algún papel, ya que
analizó [a inicios de agosto] con
criterios evangélicos la situación actual del país, para ver de qué mane-
ra la Iglesia, desde su propia identidad, puede prestar un servicio a la
comunidad nacional [
] La Iglesia toda y en particular la Jerarquía
Eclesiástica siguen con honda preocupación y sensibilidad la marcha
actual de los acontecimientos. Por su parte, el Consejo Permanente está
estudiando la posibilidad de que la Iglesia pueda ofrecer algún servicio
para encontrar un entendimiento entre las personas responsables, en orden
a lograr una salida
. 5
Las Actas de la CEU permiten hacerse una idea muy parcial de lo real-
mente emprendido. Veamos en primer lugar esta información para com-
pletarla luego con la de la prensa. La iniciativa más orgánica surgió del
seno del Departamento de Acción Social (DAS), siempre presidido por
Gottardi, miembro a su vez del Consejo Permanente, quien informa que se
trató de algo
en orden a un primer paso para el mutuo acercamiento
de militares y políticos, luego de que el diálogo iniciado entre unos y
5
CPCEU, Comunicado de prensa, VP 99, set.-oct. 1983, p. 257. Mons. Parteli y
sus dos auxiliares firman por su parte una especie de mensaje, Los obispos de Monte-
video a nuestro pueblo, en el que hablan de
frustración [porque] se ha interrumpi-
do el llamado diálogo y muchas voces han perdido la oportunidad de expresarse.
Razón de más para que hagamos nuestro aporte [que consiste en señalar] valores co-
munes a todos los orientales que nosotros, como cristianos, interpretamos como semi-
llas evangélicas en la cultura de nuestro pueblo (Ibid., pp. 257-258).
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 471
6
ACTAS CEU 286, 11/11/1983. La misma evaluación, menos detallada, es hecha
pública en CEU, Comunicado de prensa, VP 100, nov.-dic. 1983, p. 325.
7
También el 17, 20, 21, 22, 23, 24, 27 y 29/8, El País se ocupa del asunto, en general
en primera página (menos el 17), y cuatro veces dándole el título principal. El 27, ade-
más, le dedica el editorial central (La gestión de la Iglesia), p. 5, resumiendo los
hechos y documentos, y apoyando la búsqueda de diálogo. El diario toma también la
iniciativa de entrevistar a Corso, Mullin y Nuti.
472 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
8
El País, 20/8/1983, pp. 1 y 11, Monseñor Nuti: la misión de la Iglesia es acercar
a los hombres. También Mullin hace declaraciones el 21 de agsoto, y Corso lo había
hecho antes. En estas intervenciones se habla explícitamente de reuniones con la Unión
Cívica, el Partido Colorado, el presidente del Directorio del Partido Nacional, Pivel
Devoto, la COMASPO, el comandante en jefe del Ejército. También se dice que con
Álvarez se trataron cuatro temas, pero sólo se hace público el de estas gestiones. En
Actas CEU no hay ningún dato que permita identificar esos otros temas.
Recuerdo que por esos mismos días (11 al 25/8) se desarrolla el ayuno de los tres
miembros del SERPAJ, coincidencia que muestra las diversas dinámicas existentes en la
Iglesia con respecto a definir su aporte en el momento que vive el país (ver antes, 1.6.5).
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 473
9
Cf. Roberto CÁCERES, Decreto sobre la actividad política del Pbro. Juan Martín
Posadas, VP 97, may.-jun. 1983, p. 143. El caso fue discutido en la Conferencia porque
no todos los obispos estaban de acuerdo, pero finalmente decidieron respetar la deci-
sión de Cáceres, no sin antes resolver que no se tomarían decisiones de ese tipo sin
previa consulta a los pares (cf. ACTAS CEU 286).
474 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
10
Cf. entrevista en Presencia 135, 6/11/1983, pp. 8-9.
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 475
11
Algún ejemplo: en febrero de 1980 se realizó en Canelones el primer Encuentro
Matrimonial en Uruguay, y en el mes de julio ya han sido 90 las parejas que han pasado
por la experiencia (cf. Presencia 67, 6/7/1980, p. 11). Los Cursillos de Cristiandad se
han extendido y celebran su primer encuentro interdiocesano (4 diócesis) en Mercedes
en junio de 1981 (cf. idem 86, 21/6/1981, p. 14). Crece la renovación carismática y
nacen también movimientos uruguayos, con fuerte acento en la espiritualidad.
476 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
12
En ACTAS CEU 289, 15/11/1983 consta la molestia por la iniciativa del Secreta-
riado ejecutivo de la FRU de enviar una carta a todas las comunidades religiosas adhi-
riendo al ayuno convocado por SERPAJ. Lo mismo ante la decisión de los religiosos de
participar en una llamada Marcha por la Vida que algunos obispos consideran
de
clara connotación de tipo político partidario, exigiendo explicaciones al presidente
de la FRU: cf. ACTAS CEU 303, 13/11/1984.
13
Presencia 94, 11/10/1981, p. 16. Reflexiones de este registro son frecuentes en la
página editorial y en los recuerdos periódicos del Plan quinquenal, con un fuerte acento
en la identidad (por ejemplo: Sólo la Iglesia tiene la verdad, idem, 20/7/1980, p. 2;
Año Santo: un desafío a la ambigüedad en la Iglesia, idem, 27/3/1983, p. 16; etcétera).
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 477
14
Cf. idem, 97, p. 3. Es el editorial, que también informa de cartas de apoyo y llama
al diálogo y a no caer en prácticas de censura propias de los totalitarismos.
15
Cf. Presencia 84, 24/5/1981, p. 6; y 102, 9/5/1982, p. 6.
478 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
16
Para estas experiencias ver Presencia 12, 12/8/1979, p. 7, y 103, 23/5/1983, p. 10.
Para CRIMPO, especialmente, María BONINO, Con ganas de viento: la experiencia
CRIMPO Uruguay (1978-1996), Montevideo: OBSUR, 1997.
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 479
17
En 1979, la iniciativa corrió por cuenta de varias parroquias y se celebró una misa
en el Paso Molino. Al año siguiente fue sobre todo obra de varios sindicalistas, en su
mayoría cristianos, y también se celebró una misa, con una quincena de sacerdotes y en
una parroquia más céntrica (San Antonio, de los capuchinos), con la novedad de que en
la calle había fuerzas policiales. En 1981 se intentó que el acto fuera en la sede del
sindicato de los bancarios (AEBU), pero el permiso no fue concedido y se terminó
realizando una liturgia de la Palabra en la parroquia Tierra Santa. Algo similar pasó en
1982, aunque la celebración tuvo lugar en la parroquia Los Vascos, a pocos metros del
Ministerio del Interior (datos aportados por A. Ameixeiras). Ver también, desde el ángu-
lo más eclesial, Presencia 62, 27/4/1980, p. 4 y 7; y 101, 25/4/1982, p. 2.
480 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
18
Cf. Ibid. 72, 14/9/1980, pp. 8-9; y 93, 27/9/1981, p. 14. A partir de 1980 y hasta el
fin de la dictadura, Presencia se ocupó 17 veces del tema de los desaparecidos y los
derechos humanos. Sobre Mauricio Silva, ver Patricio RICE y Luis TORRES (comp.),
En medio de la tempestad. Los Hermanitos del Evangelio en Argentina (1959-1977),
Montevideo: Doble clic editoras, 2007 (sobre todo pp. 167-183).
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 481
19
Me pregunto si esta aclaración, que no aparece en ningún otro documento de
obispos uruguayos, público o reservado, proviene de fuente episcopal o es iniciativa del
secretario de actas.
20
ACTAS CEU, 250, 11/11/1980. Debaten y deciden que el Consejo Permanente
haga las gestiones pertinentes ante las autoridades correspondientes para lograr
atención espiritual, posibilidad de confesión o conversación privada, sin interferencias,
pero también evitando mencionar las torturas para
no mezclar ambos temas y en
orden a la eficacia de la gestión que se promueve.
21
ACTAS CEU 252 y 253, 22 y 23/4/1981. La carta de los sacerdotes es del 15/8/1980.
482 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
22
ACTAS CEU 262, 9/11/1981. Como procedimiento, los obispos deciden que en
adelante, gestiones como las de estas madres, u otras, sean recibidas por los Departa-
mentos de la CEU o el Consejo Permanente, fuera de los días de las sesiones plenarias.
También resuelven que quienes hagan las entrevistas sean en principio el presidente o el
secretario.
23
ACTAS CEU 275, 16/11/1982. Cinco días antes, el nuncio les ha informado de
una visita suya al Penal de Libertad, en una delegación del Cuerpo Diplomático (AC-
TAS CEU 272, 11/11/1982).
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 483
Finalmente, en abril del año 1983, Nuti, como secretario interino por la
enfermedad de Seijas, recibirá a las Madres de Presos Políticos. Esas
mismas madres ya han visitado a varios de los obispos. Como en opor-
tunidades similares se les expresará ante todo, la comprensión, la sensi-
bilidad y la solidaridad humana y cristiana de la Conferencia frente a su
dolor. En cuanto a otras decisiones que la Conferencia pudiera adoptar
o maneras de expresarse públicamente sobre esta temática, se coincide
en que es menester, caso de que este pronunciamiento se realice, hacerlo
con el debido discernimiento para no pretender igualar las situaciones
de todos los detenidos por su participación en la sedición. Se piensa que,
si se emite algún documento sobre la situación actual del país [de hecho
están comenzando a preparar el que luego se llamará Solidaridad y espe-
ranza], este punto, con la debida discreción, debería aludirse en orden
a la reconciliación, pero teniendo en cuenta que esta reconciliación es
necesario manifestarla y vivirla desde todas las situaciones, y que ambas
partes enfrentadas deben dar pasos en ese sentido. 24
Las transcripciones de las Actas muestran las reticencias e insegurida-
des de la CEU, como conjunto, para encarar estas realidades. De todos
modos, no puedo dejar de resaltar la recurrencia de la afirmación sobre
gestiones hechas en diversas ocasiones y por diversos obispos o por la
misma Conferencia, aunque luego no haya podido encontrar en los archi-
vos a los que accedí la documentación respectiva. Tampoco puedo dejar
de notar que, pasando a otro ámbito eclesial, el del clero y las comunida-
des parroquiales (con conocimiento expreso de sus obispos), estos gru-
pos de madres y familiares encontraron puertas abiertas y colaboración
para dar en varias casos sus primeros y nada fáciles pasos. 25
24
ACTAS CEU 277, 13/4/1983. En noviembre, Nuti recibe a Madres de Detenidos
y Procesados por la Justicia Militar, e
informa de las otras gestiones que él mis-
mo ha cumplido, tanto en el Penal de Libertad como en el de Punta de Rieles, y Regi-
miento Cuartel de la Región Militar No 10 [sic], en un gesto de preocupación pastoral
por la atención espiritual de los detenidos. (ACTAS CEU 284 y 286, 9 y 11/11/1983).
La presencia del tema reconciliación se explica en buena medida porque 1983 es nueva-
mente Año Santo, y a la importancia que a esa perspectiva ha acordado la CEU desde el
comienzo de la dictadura (ver más adelante, en esta misma parte, 3.1.2.).
25
Así sucedió, por ejemplo, en las primeras etapas (1978) del grupo de Madres y
Familiares de Presos y Desaparecidos, que durante varios meses tuvieron como lugar de
reunión la sede de la parroquia de La Aguada.
484 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
Todo esto ha sido posible, en gran medida, porque aun en los años de
mayor represión y control en amplios sectores de la Iglesia no se abando-
nó la opción por las pequeñas comunidades, grupos de reflexión, comuni-
dades eclesiales de base, etcétera, según las diversas denominaciones usa-
das. Ciertamente hubo momentos en el cual su número y posibilidades de
coordinación disminuyeron, pero siempre quedaron reductos importantes
que, apenas tuvieron mejores condiciones, buscaron expandirse. Signifi-
cativamente, la aparición de las comunidades eclesiales de base (CEB), en
su sentido más estricto de acuerdo a las experiencias desarrolladas sobre
todo en los medios rurales de Brasil, se dio en Uruguay en el inicio mismo
de la dictadura. 26 La experiencia se extendió y consolidó en varias dióce-
sis del interior del país, que aportaron elementos diferentes a una realidad
muy dominada al inicio por las vivencias de Montevideo.
Si bien hago hincapié en las pequeñas comunidades, no quiero limitar
por eso el planteo a ellas, que son ciertamente el fruto mejor de la apuesta
muy fuerte en la Iglesia uruguaya por vivir en comunidad, favorecida tal
vez por el hecho de ser una Iglesia relativamente chica, con inercias de
tipo cultural un poco menores que en otros países de la región. En gene-
ral, más allá y más acá de pronunciamientos, palabras más o menos acer-
tadas o silencios cuestionables, muchos han visto en este ser comunidad,
el más significativo aporte de la Iglesia al pueblo uruguayo durante los
difíciles tiempos de la dictadura, tiempos de fragmentación y temor, tiem-
pos de control y desconfianza. Fue sobre todo en los grupos, pero tam-
bién en el espacio eclesial más amplio vivido comunitariamente, que se
pudo resistir la privatización, mantener viva la esperanza y alerta la con-
ciencia, experimentar la fraternidad. 27
26
Para lo que tiene que ver sobre todo con el caso de Montevideo, ver P. DABEZIES,
Parroquia: comunidad de comunidades (un itinerario montevideano), Soleriana 6
(1996/2), pp. 259-300. Más en general, A. SPADACCINO, Comunidades de base: Uru-
guay. 1982-1988. Análisis teológico-pastoral, Montevideo: OBSUR, 1988.
27
Así se evaluaron las cosas en el primer encuentro de los grupos realizado en demo-
cracia: Pequeñas Comunidades: una Iglesia para nuestro Pueblo. I Encuentro
Arquidiocesano de Grupos de Revisión de Vida, Montevideo: 1986, mimeo de 21 p.
Ver p. 2. Fue también una valoración realizada varias veces por Mons. Parteli.
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 485
Entre los fenómenos pastorales nuevos, y que sin embargo son tam-
bién fruto de iniciativas anteriores maduradas lentamente, hay que citar
el de la Pastoral Juvenil, que conoció, en el último tramo de la dictadura,
una verdadera explosión.
Los comienzos se sitúan aún antes de la dictadura, cuando a finales de
1972, el Consejo Presbiteral de Montevideo, con la aprobación de Mons.
Parteli, decide dar comienzo a una experiencia de trabajo juvenil más
amplia que la JEC, que era lo que predominaba en ese momento (la JOC
ya se había debilitado mucho). En la misma JEC había planteos de desa-
rrollar un trabajo en esa línea, más amplio que el del movimiento, más
dirigido a las parroquias, ya que el fenómeno de la politización había
ganado considerablemente a los jecistas de Montevideo, básicamente
nucleados en torno a algunos liceos públicos, en especial el Vázquez
Acevedo, y volvía más difícil la adhesión de nuevos miembros. La repre-
sión desatada en el 72 y el posterior golpe hizo que muchos de estos
militantes se fueran del país, o aun cayeran presos, por lo que la experien-
cia quedó muy reducida. No sucedió lo mismo en el interior, donde el
grado de politización era menor, y el trabajo en el medio juvenil tenía una
mayor amplitud.
En los primeros años de la dictadura, ese trabajo juvenil se fue exten-
diendo y organizando, con una progresiva articulación nacional que tuvo
su primera expresión, limitada, en 1974. Pero que creció sostenidamente,
hasta desembocar en la creación formal de una coordinación de todo el
país en 1978, y la celebración de la primera Jornada Nacional de la Ju-
ventud el domingo 9 de setiembre de 1979.
Estas Jornadas, celebradas primero en Montevideo y luego en diversos
puntos del país, fueron convocando progresivamente a más y más jóve-
nes, convirtiéndose en un fenómeno no sólo eclesial sino también social
en esos tiempos de tanto control. La quinta, que se realizó en la ciudad de
Minas, al este del país, en 1983, y que reunió a unos ocho mil jóvenes fue
486 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
28
Presencia 112, 26/9/1982, p. 9. El número está casi íntegramente dedicado a la
Pastoral Juvenil, su historia, etcétera.
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 487
29
idem, 111, 12/9/1982, p. 16.
30
idem, 112, p. 7.
488 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
31
En su momento hice referencia a la obra de Susana MONREAL, Universidad
Católica
. Remito otra vez a ella, que trata in extenso el asunto. Creo que mi trata-
miento apoyado en documentación de la CEU puede ser complementario con el suyo,
deudor sobre todo de los archivos de la Compañía de Jesús y de los salesianos, más allá
de diferencias de apreciación en determinados momentos.
32
Ver ACTAS CEU 164, 24/10/1974; 170 y 177, 28/4 y 29/10/1975; 182, 26/9/1976;
197, 198 y 202, 23 y 25/4, y 19/10/1977.
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 489
Así termina esa primera fase. En la siguiente, que irá hasta la erección
de la universidad misma en 1985, continúa el protagonismo central de
Mullin, que se instala a menudo en Montevideo para sus múltiples ges-
tiones con las autoridades, por este tema y otros del ámbito educativo
(sobre todo la búsqueda de alguna subvención para los colegios católi-
cos), pero va a ir creciendo la participación de los demás obispos.
Todavía en 1977, el obispo de Minas informa de la buena disposición
de
altas autoridades nacionales [
] en caso de que la Iglesia quisie-
ra crear una Universidad Católica. Balaguer pide que la CEU tome
posición sobre el asunto. La actitud que prima es la de esperar a ver si las
autoridades sancionan una Ley de Universidad libre. Entonces se verá,
pero ello no significa un compromiso en ningún sentido, y como tal
es importante que lo conozcan las autoridades y, si fuera necesario, el
público en general. Año y medio después se produce la habilitación
universitaria de la carrera de psicología del IFCL (marzo del 79).
Pasado otro año, los obispos se interrogan hacia dónde está caminan-
do el IFCL ante declaraciones y escritos públicos del P. Gutiérrez
Semprún, jesuita de la provincia de Castilla, de mucha experiencia en
estos temas, que ha venido para colaborar y ha sido nombrado rector
del Instituto. Si este se encamina a ser la universidad católica del
Uruguay, es conveniente que la CEU
enfrente el hecho y asuma una
línea de pensamiento al respecto. Y recuerdan lo que el Vaticano II
dice sobre el tema, así como recientes manifestaciones del papa Juan
Pablo II sobre la importancia de la presencia de una universidad católi-
ca en un país. Y ello es aún más válido en un país que, como el nues-
tro, tiene tal impronta laicista y agnóstica, desde hace más de un siglo
en toda la enseñanza oficial.
La asamblea ordinaria de noviembre de 1981 va a ser decisiva. El P.
Gutiérrez Semprún (que acaba de ser nombrado provincial de la Compa-
ñía de Jesús en Uruguay) presenta un dossier en vistas a la transforma-
ción del IFCL en universidad católica, analizando las implicaciones eco-
nómicas y académicas, y anunciando la creación de una comisión
promotora integrada por varias personalidades católicas, así como el apoyo
recibido de parte de los superiores mayores de la Compañía. Además de
dar a conocer un anteproyecto de la futura casa de estudios, y aclarar que
el objetivo es sobre todo completar con fuerte signo humanístico los va-
cíos que existan en la universidad estatal, pide a los obispos una declara-
490 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
ción ofreciendo el IFCL para ese propósito, siguiendo la línea del texto
de marzo de 1961. Cosa que la CEU hace, con un borrador del mismo
jesuita, poniendo a disposición de la
sociedad uruguaya el Instituto
de Filosofía Ciencias y Letras, con sus casi 30 años de experiencia
educativa en estos niveles, como base de una posible Universidad Pri-
vada. 33 Los obispos muestran su conformidad con el enfoque que se le
está dando a la iniciativa, que califican
realista y humilde, sin gran-
des aspiraciones irrealizables y sin erogaciones económicas desfasadas
de la situación del país.
En abril siguiente es el turno de Mons. Gottardi (es todavía presidente
de la Conferencia) de pedir definiciones sobre la conveniencia de solici-
tar ahora la universidad. La respuesta es afirmativa, en coherencia con la
declaración reciente, y se resuelve crear una comisión asesora, que en
relación con el Consejo Permanente vaya realizando las gestiones perti-
nentes y presente lo actuado en la asamblea de noviembre. La impresión
que deja la lectura del acta es que los obispos piensan que los resultados
serán rápidos.
Pero las cosas van a demorar, entre otras razones porque hay discre-
pancias entre los mismos promotores de la iniciativa, en concreto entre
Mullin y el provincial jesuita, sobre la manera de presentar el proyecto a
los gobernantes. Se estudian distintas alternativas con juristas de la comi-
sión, descartando las opciones más dependientes de las autoridades de
facto, e inclinándose por el camino de la homologación, que sería nue-
vo en el país. Son muy importantes las puntualizaciones que realiza el P.
Gutiérrez Semprún, ya que se está frente a dos cosas distintas:
la
creación de la Universidad Católica que [
] depende de una libre deci-
sión de la Iglesia a través de su jerarquía; otra cosa es la Habilitación
oficial de los títulos [
] en orden al ejercicio de una profesión. A pesar
de que las opiniones están muy divididas entre los obispos, deciden final-
mente intentar el camino de la homologación, insistiendo en que nadie
haga gestiones paralelas a la de los encargados de ello (Mullin, Corso y
Gutiérrez Semprún), siempre en contacto con el Consejo Permanente.
Dos días después, vistas las dificultades que persisten, la CEU decide
33
ACTAS CEU 259, 4/11/1981. Me detengo en la Declaración más adelante, al con-
siderar los documentos. Cf. también para los pasos anteriores, ID., 205, 22/10/1977;
230, 23/4/1979; 242, 21/4/1980.
CAP. 2: LA IGLESIA EN LA TRANSICIÓN 491
darse tiempo hasta abril de 1983 para reflexionar y estudiar sobre el de-
creto de erección vía la transformación del IFCL. 34
En esa ocasión hay informes de lo actuado por parte de Mullin, pero
también de Gutiérrez Semprún, como si fueran cosas independientes. En
la reflexión que sigue, el rector del IFCL opina que se está en un momen-
to favorable para su transformación en universidad católica:
no exis-
ten problemas internos que lo dificulten, y teniendo en cuenta, además,
que ahora en el orden externo, estos problemas tampoco se dan. De
hecho, en la prensa (menos El Día), han aparecido editoriales y entrevis-
tas favorables a la universidad católica. Los obispos se preguntan si es
este el momento conveniente para erigir la universidad, insistiendo sobre
el pleno derecho que asiste a la Iglesia para esta creación al margen
e independientemente de las autoridades civiles. El provincial jesuita
vuelve a remarcar la distinción entre erección y reconocimiento oficial
de los títulos.
Al día siguiente, Parteli (que ya es el presidente) pide clarificar el com-
promiso que se asume y los pasos a dar. En principio fijan para agosto de
ese año el decreto de erección. Pero en la reunión extraordinaria de agos-
to se constata que han surgido nuevas causas de retardo que en esta oca-
sión provienen de Roma. 35
En los hechos no se produce el acto de creación por parte de la CEU y
para empeorar las cosas, ahora son las autoridades públicas las que tie-
nen objeciones sobre Gutiérrez Semprún y el mismo IFCL. Mullin, que
informa sobre ello, plantea diversas alternativas, desde el apoyo al jesui-
ta hasta distintas formas de sustituirlo (sobre todo por uno o más obis-
pos)
hasta tanto la Universidad Católica se haya creado con el re-
conocimiento oficial
, expresión en la que parece primar la expectativa
de la autorización gubernamental por sobre la libre decisión de la CEU.
Las cosas siguen sin definirse, en las Actas se habla de factores nega-
tivos que se presentaron, pero sin especificarlos. Se registra una reac-
34
Cf. ACTAS CEU 274 y 276, 15 y 17/11/1982. Las gestiones de Mullin para conse-
guir algún tipo de subvención estatal para los colegios católicos están complicando el
panorama. Lo hace con el apoyo de la Sagrada Congregación para la Educación Católi-
ca del Vaticano, pero con el temor de algunos obispos de que eso signifique pérdida de
libertad para la Iglesia.
35
Para estos pasos del proceso, ver ACTAS CEU 281 y 282, 19 y 20/4/1983; y 283,
3/8/1983.
492 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
no podía casi expresarse. Por otra parte, los mismos obispos usarán la
terminología de las autoridades para dar a conocer el hecho a la Iglesia. 38
Para concluir, es la Sagrada Congregación para la Educación Católica
la que erige y declara erigida la universidad católica, en decreto fe-
chado el 25 de enero de 1985. Con lo que a la CEU le sucedía aquello por
lo que había protestado uno de sus obispos en mayo de ese mismo año: no
creaba la universidad, ni se lo comunicaba al Gobierno y al Vaticano,
sino que sólo tomaba nota de las decisiones de ambos. Marcará entonces
su protagonismo con el acto de inauguración oficial, según lo llama el
Acta Fundacional del 5 de marzo de 1985. 39
38
CEU, Comunicado de prensa, Ibid., p. 304: Un reciente decreto gubernamen-
tal autoriza el funcionamiento de la Universidad Católica
(destacado mío).
39
Como si la creación de la universidad católica hubiera sido la tarea de su vida,
Mons. Mullin murió doce días después de la inauguración, el 17/3/1985, y Mons. Cor-
so, el obispo que más lo acompañó en ello, ocho días más tarde, ambos inesperadamen-
te. Sus firmas están en el Acta del 5 de marzo (cf. VP 108, mar.-ab. 1985, p. 65).
CAPÍTULO 3
1
Se trata de un pequeño texto del Consejo Permanente sobre la Colecta para el
óbolo de San Pedro, VP 91, may.-jun. 1982, p. 138.
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 495
(salvo que los hubieran revisado, cosa que sin embargo no consta en las
Actas de la Conferencia). 2
De los veinte que retengo, nueve se refieren directamente a momentos
precisos del período de transición: dos en 1982; 3 otros dos en 1983; 4 en
1984 llegan a cuatro; 5 y el restante a inicios de 1985, ya en tiempo de
vigencia de las instituciones. 6 En la otra mitad encontramos dos (o tres,
lo aclaro en la nota que sigue) documentos destinados a fijar los
lineamientos de la acción pastoral, que han dejado de ser presentados
como documentos de trabajo, para ser firmados como oficiales, tal vez
por influencia de la importancia que se le dio al Plan quinquenal, en vi-
gencia hasta 1984 inclusive. 7 Otros cinco tienen que ver con realidades
2
Estos textos son en general homogéneos con los colectivos, con las evidentes dife-
rencias de estilos y enfoques generales. El único caso de contradicción entre unos y
otros es otra vez Mons. Corso, siempre sobre el mismo tema: la prohibición para los
católicos de votar al Frente Amplio en las elecciones de 1984, cuando el documento de
la Conferencia, firmado también por él, se abstiene de ese tipo de opinión (cf. VP 106,
set.-oct. 1984, pp. 352-355).
3
Ver CEU, Carta pastoral con motivo de la fiesta de San José Obrero, VP 90, mar.-
abr. 1982, pp. 68-82 (la que tiene la referencia más genérica,
a la situación difícil por
la que atraviesa, en el orden económico, toda nuestra comunidad nacional
; Nº 1, p.
68). Y Ante las elecciones internas: llamado a la responsabilidad política de los cristia-
nos, VP 94, nov.-dic. 1982, pp. 295s. Textos en ANEXO I, Nº 3.1, y Nº 3.3.
4
Ver CEU, Solidaridad y esperanza: llamado ante la situación actual del país, VP
96, mar.-abr. 1983, pp. 65-70. Y CPCEU, Comunicado de prensa, VP 99, set.-oct.
1983, p. 257. Textos en ANEXO I, Nº 3.5 y 3.7.
5
Ver CEU, Responsabilidad y bien común: nuestra reflexión frente a la hora que
vive el país, VP 103, may.-jun. 1984, pp. 137-142. CPCEU, Mensaje, Ibid., p. 143.
CEU, Un espíritu nuevo para un tiempo nuevo, VP 106, nov.-dic. 1984, pp. 329-
332. Y CPCEU, Comunicado de prensa sobre el regreso de Mons. Marcelo
Mendiharat, Ibid., p. 348. Ver textos en ANEXO I, Nº 3.10, 3.11, Nº 3.14, y Nº 3.17,
respectivamente.
6
Ver CEU, En un nuevo 1º de Mayo: mensaje a las comunidades cristianas y a
todos los hombres de buena voluntad, VP 109, may.-jun. 1985, pp. 149-151. Texto en
ANEXO I, Nº 3.18.
7
Ver CEU, Orientaciones pastorales 1983, VP 94, nov.-dic. 1982, pp. 297-301; Eva-
luación 1984 y orientaciones pastorales para 1985, VP 106, nov.-dic. 1984, pp. 333-337.
También habría que agregar a estos dos, el Comunicado de prensa que da cuenta de la
Asamblea Ordinaria de la CEU de noviembre de 1983, dedicado principal pero no exclu-
sivamente a la planificación pastoral para 1984, aunque no lleve ninguna firma, VP 100,
nov.-dic. 1983, pp. 324s. ANEXO I, Nº 3.4, Nº 3.16, y 3.8, en cada caso.
496 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
8
Ver CEU, Exhortación pastoral con ocasión del Año Santo de la Redención, VP
96, mar.-ab. 1983, pp. 71s. CPCEU, María, patrona de la patria, evangelizadora de la
familia uruguaya, VP 97, may.-jun. 1983, pp. 139-141. CEU, Primer Encuentro de las
presidencias de las Conferencias Episcopales de Brasil y Uruguay, y de los obispos de
diócesis limítrofes entre ambos países (Montevideo, 6-7/12/1983), VP 102, mar.-ab.
1984, pp. 65-70; V Centenario de la evangelización de América Latina, VP 105, set.-
oct. 1984, pp. 298s; Mensaje a los jóvenes uruguayos en el Año Internacional de la
Juventud, VP 107, en.-feb. 1985, pp. 1-3 (este texto podría también ubicarse con los
del primer grupo). Ver textos en ANEXO I, Nº 3.6, Nº 3.2, Nº 3.9, Nº 3.13, y Nº 3.15,
respectivamente.
9
Ver CEU, Comunicado de prensa, VP 105, set.-oct. 1984, pp. 304s; y Acta
fundacional de la Universidad Católica del Uruguay Dámaso Antonio Larrañaga
(UCUDAL), VP 110, jul.-ago. 1985, pp. 194-201 (en realidad lo tomo como documento
de la Conferencia en sentido lato, porque está firmado por otras personas que no pertene-
cen a ella, además de todos los obispos). Textos en ANEXO I, Nº 3.12, y Nº 3.19.
10
Mons. Mendiharat dejó de aparecer entre los firmantes desde que no fue tenido en
cuenta para la corregida carta de 1975 sobre la misión de la Iglesia. Es cierto que en la
medida en que muchos de estos documentos están ligados a momentos precisos, la
consulta para la firma al obispo exiliado podría haber sido causa de retraso. Pero, en
realidad, no tengo ninguna información precisa que aclare este punto.
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 497
11
Las ACTAS CEU 270, del 31/8/1982 (es una reunión extraordinaria) consignan la
lectura de una carta de la Comisión Nacional del Clero, firmada por los Pbros. M. Brito,
D. Bazzano y S. Verissimo, en la que
solicitan un Documento de la Conferencia
como orientación pastoral sobre las próximas elecciones internas. Al final de la se-
sión, los obispos
deciden por la afirmativa, en el sentido que parece oportuna y
conveniente una palabra de la Jerarquía como exhortación y orientación, dada la im-
portancia de estas Elecciones Internas, y encomiendan al DAS preparar el borrador.
12
Cf. ACTAS CEU 294, 5/5/1984. Allí se consigna que los obispos discuten sobre la
conveniencia o no de publicar algo al final de la asamblea:
hay coincidencia en que
así sea, como una manera de ejercer el magisterio ordinario sobre todo frente a situa-
ciones de especial relieve, dada la necesidad y también las expectativas de creyentes y
del público en general con respecto al posible Documento. En los días que siguen
elaboran dicho documento, que es aprobado el 8 de mayo con el título Responsabili-
dad y bien común (Cf. ACTAS CEU 294-296, 5, 7 y 8/5/1984). El 3 de mayo, la
presidencia de la Federación de Religiosos del Uruguay (FRU), en nombre de la XIV
Asamblea General había escrito a la CEU expresando el deseo de
escuchar una
palabra de nuestros pastores ante la situación que vive el país.
13
La discusión sobre la posibilidad de hablar ante la proximidad de las elecciones se
plantea el 7 de noviembre, y se constata la existencia de varios borradores y proyectos
(del DAS, de Parteli, de Mullin), y aun un texto ya publicado por Rubio para su dióce-
sis. Se fotocopian y reparten para estudiarlos. Retoman el asunto tres días después y
finalmente dan a conocer
un nuevo documento síntesis, de mediana dimensión,
firmado por todos, a pesar del que ha publicado Corso en sentido divergente y el envío
por su parte de últimas sugerencias de corrección (Cf. ACTAS CEU 298, 301-303, 7 y
10-13/11/1984).
14
Ya en noviembre de 1982, Rubio propone que
pasadas las Elecciones Inter-
nas [
] la Conferencia emane un Documento sobre la situación social y económica
del país, la pobreza creciente y el sufrimiento de tantos hermanos, y también sobre el
tema de los Derechos Humanos en el Uruguay. Se aprueba y se encomienda al nuevo
498 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
Consejo Permanente (cf. ACTAS CEU 276, 17/11/1982). Al año siguiente, en la asam-
blea en la que reciben a las Madres de presos políticos, precisan que si finalmente se
escribe el documento, esta cuestión deberá ser tratada en el marco de una reconciliación
nacional; se presenta un borrador preparado por el DAS; al recibir a la Comisión del
Clero esta les recuerda su pedido de una palabra episcopal; y finalmente, en dos días
sucesivos estudian el texto numeral por numeral, hacen la redacción final, y deciden
publicarlo con el título de Solidaridad y esperanza. Llamado de la Conferencia
Lo
dan a conocer el 20 de abril, junto con la exhortación sobre el Año Santo (cf. ACTAS
CEU 277-281, 13-16 y 19/4/1983).
15
Citado en Parte II, p. 414, nota 8. Recuerdo el tono: Con ellos [todos nuestros
hermanos uruguayos] compartimos de corazón sus alegrías y sus esperanzas, sus lu-
chas y sus dolores.
16
Cf. las ya citadas ACTAS CEU 146.
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 499
Así califica la CEU en su carta pastoral uno de los rostros que ofrece
Uruguay. 18 A su luz creo necesario preguntarme el alcance que tiene esta
reasumida actitud de la Conferencia.
Repasando los documentos, algo que enseguida llama la atención es el
lugar considerable, a veces predominante, que le asignan a lo económico.
Es cierto que luego de unos años de engañosa bonanza, la crisis llega
ahora a niveles casi inéditos para el país, pero aún así, dado que la gran
cuestión es procesar la salida, lo político fue ocupando progresivamente
el primer plano, junto con los aspectos sociales más ligados a los dere-
chos humanos (presos, proscripciones, censura, etcétera). Mi impresión
es que esta atención por lo económico, las penurias por las que está pa-
sando gran parte de la población, demuestra en la CEU una sensibilidad
justa y una manera más profunda de la habitual en ella de ver e interpretar
el momento. Aunque creo que haya que preguntarse también por qué si-
guen sin integrar en esta mirada la cuestión de los derechos humanos (¿o
juzgan que es imposible hacerlo?).
17
CEU, Carta pastoral de los Obispos del Uruguay con motivo de la fiesta
, Nº 1,
p. 68. En adelante, para las citas de este y los otros documentos ya nombrados, pondré
las referencias en el texto.
18
Cf. op. cit., Nº 5, p. 69: Detrás de este panorama que podría llamarse normal de
un país moderno, hay otro que contrasta sin misericordia, el de los desempleados o
subempleados [
], el de los que están en el seguro de paro, o no tienen suficientes
horas de descanso, o viven de changas o juntan botellas en los basureros, o desalenta-
dos, sólo esperan el momento de irse a otras partes.
500 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
19
ACTAS CEU 266, 16/4/1982.
20
IBID., 17/4/1982. El documento debería ser eclesial y evangélico, acuerdan,
como si continuara la reticencia de los años pasados. Y lo es, aunque de hecho entran
bastante en la problemática concreta que en lo económico-social vive el país. Los obis-
pos agradecen vivamente a Parteli el haber cedido su texto a la Conferencia.
21
JUAN PABLO II, Carta encíclica Laborem exercens (14/9/1981), AAS 73 (1981),
pp. 577-647; OR Año XIII, 38 (1981), pp. 3-15.
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 501
mática económica:
nos tocan muy de cerca y nos afligen los proble-
mas de una compleja situación internacional [
] La abultada deuda
externa, dentro de un sistema económico injusto y deshumanizador [
]
es posible atenuar su incidencia si nuestro país logra aunar criterios,
sumar esfuerzos y afrontar los sacrificios necesarios para llevar adelan-
te una política nacional de austeridad en las inversiones circunstan-
cialmente superfluas [
] La aplicación de los recursos nacionales a las
necesidades primarias y al desarrollo del hombre y del pueblo debe ser
prioritaria con respecto a cualquier otro compromiso (Nº 7).
No es el caso, sin embargo, de la declaración previa a las elecciones de
1984, ni tampoco de la evaluación y planificación pastoral para 1985, en
la que se vuelve casi exclusiva la temática de la responsabilidad ante lo
que signará el pasaje a la vigencia de las instituciones y los desafíos de la
reencontrada vida en democracia. Sí lo es para el último documento que
tengo en cuenta, En un nuevo 1º de Mayo, en el cual la CEU vuelve
sobre
el sufrimiento de tantos hermanos nuestros ocasionado por la
angustia económica que afecta a todo el país [por todos los] padecimien-
tos que, a pesar de los intentos de quienes se esfuerzan por remediarlos,
no han podido todavía ser aliviados, en parte a causa del escaso tiempo
de esta nueva situación de derecho (p. 149). Y por eso la persistente
necesidad de la solidaridad efectiva e inmediata, al mismo tiempo que el
funcionamiento cada vez más pleno de las instituciones propias de la
democracia, particularmente de las sindicales (ibid.).
Llama un poco la atención esta insistencia en la solidaridad que no pue-
de esperar y que debe ser concreta, porque en algunos documentos parece
dejar en segundo plano lo que había sido un acento marcado de la primera
etapa, el cambio de estructuras. La explicación sea tal vez el estado de
verdadera emergencia económico-social en el que se encuentra el país.
Seguramente también, porque la afirmación de la necesidad de la conver-
sión personal como condición para toda verdadera transformación es una
constante de la enseñanza social de la Iglesia, inclusive la conciliar, como
lo he analizado sobre todo en la primera etapa. En todo caso, el Nº 9 de
Solidaridad y esperanza propone la articulación de estas dimensiones
inseparables del compromiso cristiano: Es indispensable tener en cuenta
que esta problemática de hoy presenta dos aspectos; unos personales y
otros sociales. Los personales, concretos, inmediatos, deben ser urgente-
mente atendidos mediante una acción solidaria también personal, con-
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 503
creta e inmediata [
] El aspecto social deberá ser encarado por la orga-
nización de instituciones que propendan a la protección y promoción de
todos, pero especialmente de los más débiles y desamparados. Sólo de la
conjunción de esfuerzos podrá sobrevenir un orden justo.
22
La excepción es la Exhortación para el Año Santo, que aun así no llega a los
planteos del tipo volver a Dios para solucionar los problemas del país, presentes en la
etapa anterior. Por otra parte, este texto está dirigido sólo a los católicos.
23
Estas dos cuestiones, la comprobación de la existencia de bandos enfrentados en
Uruguay y el pedido de amnistía para los presos, fueron precisamente censurados en la
carta de 1975. Ahora no levantan resistencia, aunque es cierto que el lenguaje es menos
directo que en la primera redacción de aquella carta pastoral. Pero el tiempo es diferente
y, por ejemplo, el pedido de amnistía se ha generalizado, aunque la utilización pública
de la palabra no sea frecuente.
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 505
24
Estas mismas frases son reasumidas por el Consejo Permanente un mes después en
su Mensaje como
palabra fraterna de apelación a la serenidad, ya que esperan-
do todos una apertura
que lleve gradualmente a la normalización de las institucio-
nes democráticas [
] vemos con preocupación que el clima de la convivencia social y
política se ha enrarecido (estamos en los agitados días previos al regreso al país de
Ferreira Aldunate).
506 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
25
Esto está más claramente dicho en un mensaje de Mons. Parteli con sus auxiliares,
Gottardi y Scarrone: Nuestra esperanza es segura y firme. No se basa sólo en la pro-
bada fortaleza, capacidad y madurez de nuestro pueblo, sino también en las grandes
cosas que Dios hace entre nosotros para llevarnos a la plenitud de nuestro destino,
como las hizo en María
(C. PARTELI, J. GOTTARDI, R. SCARRONE, Los obis-
pos de Montevideo a nuestro pueblo, VP 99, set-oct. 1983, p. 259).
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 507
26
De hecho, el título del documento fue tomado de un texto que recogió la reflexión
de varios grupos eclesiales, y que Parteli llevó consigo como borrador posible a la reu-
nión de la CEU, como ya informé. Ese proyecto trataba justamente de avanzar en el
repensar el país, aprovechando las nuevas experiencias surgidas, y las indicaciones que
ellas ofrecían para una nueva convivencia. Pero de hecho, casi quedó solamente el título.
508 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
Responsabilidad y
lo dice con las palabras de Baruc (3, 9-14) que
en parte he utilizado como título, puestas como remate de la denuncia de
principios que no condicen con el pleno respeto de la persona humana
(Nº 13), especialmente la pretendida defensa del aborto [y] la defensa
encubierta de la eutanasia, preocupación no sólo de los creyentes, sino
también de
todos los que siguen una moral natural, incluso al mar-
gen de un explícito pronunciamiento religioso (Nº 14). 27 Y al afirmar la
necesidad de la conversión, como ya lo señalé, termina llevándola al pla-
no religioso, dado que,
como recordaba Juan Pablo II, el hombre que
se cierra a la trascendencia, a Dios, fácilmente termina en el desconoci-
miento de la dignidad y los derechos de los hermanos (Nº 19). Esta
misma óptica aparece en Un espíritu nuevo
(Nº 6). Y es acompañada
por una alusión al secularismo subyacente, como uno de los elemen-
tos negativos que podrían frustrar las expectativas del renacimiento de
una sociedad democrática (junto con el revanchismo, los acomodos [
]
la pasividad y las tensiones sociales. Evaluación 1984 y
, Nº 5).
Finalmente, y de alguna forma ubicando progresivamente mejor este tipo
de razonamiento, la CEU recuerda que los males de la sociedad uruguaya
del momento tienen como raíz
sin duda, situaciones y estructuras
económicas, sociales y políticas [
] que la Iglesia denuncia como pe-
cados sociales [pero que sabe que al mismo tiempo son] fruto de la acu-
mulación y de la concentración de muchos pecados personales. Para
combatirlos, entre otras cosas, es menester
no ceder a la tentación de
ideologías materialistas, que lejos de resolver los problemas, muchas
veces los agrava, privando a los hombres del amor y de los valores reli-
giosos, que son los más profundos del espíritu humano (En un nuevo
1º de Mayo, p. 150).
Es del caso recordar que este tipo de análisis y argumentación se en-
cuentra y desarrolla en documentos dirigidos a todos los uruguayos, no
sólo a los cristianos, o al menos a todos los hombres de buena voluntad, o
expresiones similares.
Como ya lo dije para los documentos de las dos etapas anteriores, lo
problemático no es sólo que la rápida introducción de una interpretación
religiosa reduce el respeto por la autonomía de los factores seculares, y la
posibilidad de relevarlos atentamente, sino que también desconoce en los
27
No hay sin embargo en el país iniciativas legales u otras sobre estos temas.
510 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
28
No olvidar que estamos en tiempos de mucha influencia de la enseñanza de Juan
Pablo II sobre la verdad del hombre, que siempre incluye la referencia a la dimensión
trascendente. Pero sobre este punto me voy a detener más en las conclusiones.
512 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
29
Vuelvo a copiar un texto emblemático en ese sentido de Puebla (Nº 241), citado en
el Plan quinquenal (ver Parte II, 5.3.2.): El hombre moderno no ha logrado construir
una fraternidad universal sobre la tierra, porque busca una fraternidad sin centro ni
origen común. Ha olvidado que la única forma de ser hermanos es reconocer la proce-
dencia de un mismo Padre.
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 513
30
Es evidente que no todos en la CEU piensan lo mismo en este terreno, pero todo
parece indicar que la línea que predominó en la primera etapa vuelve a tener ahora un
fuerte protagonismo, con alguna figura de entonces (Parteli que ha regresado, en parte
Nuti), otros que se agregan ahora, como parte de una nueva mayoría del medio (Nicolini,
Galimberti, Scarrone). En este sentido es significativo el documento de Parteli con sus dos
auxiliares (Gottardi y Scarrone), que en agosto de 1983, cuando se ha interrumpido el
diálogo entre políticos y militares, dice: Los cristianos, especialmente los laicos, hom-
bres de Iglesia en el corazón del mundo, han de participar con todos los demás en el
esfuerzo de buscar esos nuevos caminos para nuestra sociedad. Inspirados siempre en el
Evangelio, optando libre y responsablemente según su propia conciencia, han de com-
prometerse en las agrupaciones, partidos, sindicatos y movimientos a través de los cuales
nuestro pueblo va construyendo su futuro. Los obispos queremos hacerles llegar nuestro
apoyo, nuestra voz de aliento, nuestro estímulo en su dura y difícil tarea tan necesaria
para el bien de todos (Los obispos de Montevideo a
, loc. cit., Nº 7, p. 259).
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 515
31
En el recién citado texto de los obispos de Montevideo se expresa lo mismo de esta
manera: Urgidos por el mandato de Jesús de anunciar el Evangelio, que es mensaje de
salvación y esperanza, y en el marco de la misión de la Iglesia, sentimos el deber de
mirar los acontecimientos que van marcando los pasos del caminar del pueblo enco-
mendado a nuestros desvelos de pastores (op. cit., Nº 1).
516 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
pasando por las prioridades pastorales para todos estos años, en un sentido
creciente (ver Orientaciones pastorales 1983, Nº 14; Comunicado de
prensa, Nº 3; y sobre todo, Evaluación 1984 y
, Nº 7, 10.1 y 10.7); y
por el llamado ante las elecciones internas (Nº 10); hasta la constatación,
en el documento que da cuenta de la reunión con los obispos de Brasil:
Nos sirve de mutuo estímulo comprobar cómo la prioridad del trabajo
pastoral por los pobres y los que más sufren ha sido asumida con igual
énfasis por ambos Episcopados (p. 66). De hecho, en los restantes docu-
mentos aparece esa misma opción preferencial por los más pobres y
desprotegidos (Responsabilidad y
, Nº 17; Un espíritu nuevo
, Nº 5,
etcétera). Pero seguramente lo más claro está dicho en la evaluación pasto-
ral de 1984 y la planificación para 1985: El criterio general que debe
iluminar nuestras orientaciones pastorales dándoles una mística
dinamizadora será la opción preferencial por los pobres (Nº 7).
Resumiendo, en la práctica no hay casi elaboración alguna sobre el bino-
mio ya clásico evangelización - promoción humana. La impresión que me
dejan estos documentos es que se lo vive de manera pacífica, en los térmi-
nos en los que ha quedado consagrado más o menos en el magisterio (de
integración, de íntima, inseparable relación; asunto que volveré a desarro-
llar en las conclusiones). Es sintomático que al hablar, y frecuentemente en
estos textos, del compromiso social y político necesario de los cristianos,
de su participación en la construcción de las salidas para el país y en el
desafío de repensarlo, no encontramos la menor reticencia o llamado de
atención a no confundir, a no reducir, en la línea tan presente en la segunda
etapa de la solidaridad sin Dios, etcétera. Y no es porque en esos años
esas preocupaciones no estén presentes en la vida de la Iglesia (bastaría
con recordar que la primera Instrucción de la Congregación para la Doctri-
na de la Fe sobre la teología de la liberación es precisamente de 1984). 32
Una señal más de que realmente el clima es otro, otras las cuestiones que
32
La Conferencia Episcopal del Uruguay fue, con mucho, la última de América
Latina en reaccionar al documento. Lo hizo recién en enero de 1986. No puedo identi-
ficar una causa cierta, pero sí testimoniar que siendo secretario del arzobispado de
Montevideo en 1984 y 1985, conversé del asunto con Mons. Parteli (ciertamente antes
de mediados de 1985, cuando dejó de ser obispo residencial), quien no creyó necesaria
esa respuesta que los demás episcopados habían hecho pública. Literalmente me dijo:
¿por qué tenemos que agradecer ese documento? (como decía en general el inicio de
las reacciones de los episcopados del continente).
518 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
33
Citada así en el Acta fundacional de la Universidad Católica del Uruguay Dámaso
Antonio Larrañaga (UCUDAL), VP p. 194. Esta Declaración no fue sin embargo pu-
blicada en Vida Pastoral, sino solamente en Presencia, sin demasiado relieve periodís-
tico. No está demás recordar que estamos a veinte años del documento de la misma
CEU decidiendo no crear por el momento la universidad católica (cf. Preámbulo histó-
rico 3.3.2).
520 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
34
Ibid., pp. 194s. Hay que notar que de esta decisión no se dio conocimiento a la
opinión pública ni a la eclesial, si tenemos en cuenta el informe ofrecido de esa asam-
blea (Cf. CEU, Orientaciones pastorales 1983, loc. cit., del 16/11/1982), donde no se
dice nada del tema.
35
CEU, Comunicado
, VP 105, set-oct. 1984, pp. 304s.
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 521
36
A. CORSO, Declaración, VP, 1984, p. 306.
37
Cf. A. RUBIO, ¿Católicos sin memoria?, VP 1984, pp. 307s.
522 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
años, antes del gobierno militar. 38 Por su parte, Gottardi, también pre-
guntado sobre las opiniones divergentes, piensa que es algo que con el
pasar del tiempo se irá disipando. 39
Si comparamos pues este prescindir de la atención y el análisis de la
realidad concreta en el momento de tomar una decisión tan preñada de
significados y alcances para la sociedad uruguaya y para la relación de la
Iglesia con ella, con ese volver a referirse a situaciones y hechos defini-
dos que señalé como una de las características de esta etapa de la ense-
ñanza episcopal, se plantea no sólo la sorpresa, sino también todo un
interrogante sobre las concepciones de fondo. Porque si el respeto por la
dignidad de la persona humana es, además de un derecho natural, un
derecho consagrado en la Constitución, ¿por qué la CEU ha mantenido
una actitud tan discreta al respecto? Evidentemente que, al menos, por
razones de conveniencia. Y aunque se pueda discutir el comportamiento
y el análisis que lo sustenta, no discuto el que hayan hecho ese juicio de
oportunidad, que no significa negar el derecho. En este caso, la opinión
(la concepción) parece ser que hay derechos (y Corso llega a decir
sorpresivamente que se trata de un derecho natural) que de ninguna ma-
nera pueden ser sometidos a consideraciones coyunturales. No ha sido
siempre así la práctica de los obispos uruguayos en este campo, como lo
hemos visto.
En apariencia, nos encontramos con ese núcleo de la presencia más tra-
dicional de la Iglesia en la sociedad uruguaya, en el cual lo referido a la
educación forma un todo con la cuestión de la familia (el divorcio) y de la
vida (al menos en parte: el aborto), terrenos en los que nunca se dejó de
intervenir, y en los que la misma sociedad y el Estado aceptaron que la
Iglesia lo hiciera, como lo señalé. Este trípode, junto con el de algunos
comportamientos morales parece no tener, en la mentalidad de al menos
unos cuantos obispos, ninguna o muy poca relevancia política, por lo que
38
P. GALIMBERTI, Universidad Católica: un instrumento para evangelizar la cul-
tura nacional. La palabra de nuestro obispo, Los Principios, 1/9/1984. Entrevista que
tomo de VP 1984, pp. 309-311. El novel obispo agrega muy discutiblemente que
un
buen católico debería aceptar esta propuesta favorablemente
, ya que los obispos se
han pronunciado en ese sentido, lo que marca el límite prudencial de libertad de
opinión en la Iglesia.
39
J. GOTTARDI, El buen funcionamiento del servicio disipará las dudas sobre la Uni-
versidad Católica, La Mañana, 1/11/1984, entrevista reproducida en VP 1984, p. 312.
CAP. 3: LOS DOCUMENTOS DE LA ETAPA 523
Todo fue agravado por la poca y no muy clara información que se dio
sobre todo el caso. En concreto, nunca se aclaró a la opinión eclesial y
general la distinción entre crear o erigir y habilitar los títulos, utilizando
por el contrario en los mismos documentos expresiones ambiguas (auto-
rizar, por ejemplo) que ayudaron muy poco a medir la dimensión de las
decisiones tomadas. 40
40
Formé parte de un grupo de laicos y sacerdotes que redactamos una declaración
contraria a la creación de la universidad católica mientras durara la dictadura, y antes de
darla a conocer hablamos con cada uno de los obispos pidiéndoles que demoraran esa
creación hasta la vigencia del nuevo gobierno elegido democráticamente. En ningún
caso, sin embargo, se nos aclararon esos términos, ni cuál era el papel que jugaba Roma
y el margen de maniobra que quedaba a la Conferencia. Para esa declaración, ver Infor-
maciones 10 (1984), p. 8.
CAPÍTULO 4
RECAPITULACIÓN EN PERSPECTIVA
En este acápite planteo algo que es tal vez más una conjetura que una
afirmación clara. Me refiero a la sensación que me dejan los textos de
esta etapa de una insistencia, mayor y más directa que en las dos anterio-
res, en la caridad como la motivación finalmente básica y más honda de
la intervención de la Iglesia, y en concreto de los obispos, en palabras y
gestos (por ejemplo, el énfasis puesto en la necesidad de iniciativas ur-
gentes y concretas para paliar el estado calamitoso de mucha gente). Como
en otras cuestiones, trataré de profundizar en esto en el momento de las
conclusiones finales, pero lo que por el momento quiero decir es que
posiblemente la dureza del momento hace emerger lo finalmente más
simple y propio de una sensibilidad evangélica.
Sería exagerado decir que en estos años reaparece con claridad la di-
mensión escatológica en los escritos de la CEU, así como ella había prácti-
camente desaparecido en la segunda etapa. Puedo afirmar sin embargo que
existen señales de una nueva apertura a esa dimensión fundamental, aun-
que no con los alcances que tuvo en algún momento de la primera etapa.
Lo que me importa señalar es sobre todo que en la medida en que se
camina de nuevo en dirección a un mayor compromiso, y un compromiso
que no teme ser crítico, resurgen estas señales del horizonte movilizador
del Reino ya presente pero todavía por venir. Es cierto que esto está favo-
528 PARTE III: TERCERA ETAPA. ANSIADA Y DIFÍCIL TRANSICIÓN
Así habría que formular, según los documentos de esta etapa, el ya por
entonces clásico binomio evangelización - promoción humana. Como lo
he dicho, la relación entre ambos términos no está elaborada explícita-
mente, pero tanto la manera práctica en la cual la CEU vive e invita a
vivir a toda la Iglesia uruguaya su responsabilidad propia en la hora, me
llevan a decir que la concepción que está implícita es la que entretanto se
ha consolidado en el magisterio universal y latinoamericano como una
relación de integración: la promoción humana, la acción por la justicia, la
liberación, en el caso los esfuerzos por reconstruir el país, son parte inte-
grante de la evangelización, de la misión de la Iglesia como también se
dirá, aunque los términos no sean exactamente sinónimos.
Considero significativo para esta última evolución de los planteos de la
CEU, el que no aparezca en estos textos la preocupación y la necesidad, tan
frecuente en otros momentos (en los hechos desde los años finales de la
primera etapa), de proceder a múltiples aclaraciones y distinciones para
que no se fuera a pensar que la evangelización o la misión de la Iglesia
queda reducida a un compromiso temporal o a una acción de tipo social.
No, ahora se afirma pacíficamente el papel de la Iglesia y sus miembros en
responder a los enormes desafíos que enfrenta el país en la coyuntura de la
salida de la dictadura. Más, encontramos iniciativas que prácticamente nunca
CAP. 4: RECAPITULACIÓN EN PERSPECTIVA 529
1. UN CAMINO POSTCONCILIAR
La elección del período que va entre 1965 y 1985 fue motivada, como
lo señalé varias veces, por la convicción de que se trataba de años espe-
cialmente significativos y desafiantes para la Iglesia uruguaya, que al
mismo tiempo que comenzaba a interiorizar los frutos del Vaticano II, se
enfrentaba a un país que conocía una crisis progresiva que lo llevaría a
una dura experiencia de dictadura. Evidentemente, lo que digo de la Igle-
sia en su conjunto, lo digo en especial del puñado de obispos que habien-
do vivido la removedora experiencia conciliar debían enfrentar en su ser-
vicio pastoral y concretamente en sus enseñanzas este tiempo crucial.
En este sentido, mi primera conclusión, a manera de marco de otras,
quiere rescatar este camino postconciliar de la Conferencia Episcopal del
Uruguay que, como pienso que lo fui demostrando a lo largo del estudio
de sus documentos, mantuvo una fidelidad fundamental a las grandes
532 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
1
Una vez más quiero aclarar que no ha sido mi intención realizar una especie de
estudio de la recepción del Vaticano II en la Iglesia o en el episcopado uruguayo, más
allá de ser consciente de que mi trabajo puede aportar a esa necesaria tarea que por otra
parte comienza a ser emprendida por algunos estudiosos del país.
2
Cf. Alberto SANGUINETTI MONTERO, La Iglesia en su lugar, Soleriana 20,
jul.-dic. 2003, pp. 197-242. Y Hervé LEGRAND, La réalisation de lÉglise en un
lieu. En Initiation à la pratique de la théologie. Volume III: Dogmatique II. Paris: Éd.
du Cerf, 1983, pp. 143-345.
3
Si miramos la evolución de muchas de estas sociedades en los últimos veinte años
(escribo esto en 2005), la afirmación puede tener ciertos visos de cliché, pero pienso
que en los años de mi estudio esa peculiaridad uruguaya era aún consistente. Recuerdo
MIRADA CONCLUSIVA 533
además que cuando hablo de sociedad secularizada me refiero sobre todo, como lo he
hecho desde el comienzo, a la neta y casi centenaria separación de la Iglesia y el Estado,
la muy extendida convicción de que la religión pertenece al espacio exclusivo de la
existencia privada, y al muy reducido peso de la Iglesia católica concretamente en la
determinación de las pautas de vida de los uruguayos (no entro por tanto en la discusión
de cuán religiosa es la sociedad de este país).
534 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
4
Aunque felizmente tenga que notar que hay una serie de señales de un interés por
enfrentar la cuestión, ya sea por parte de la sociología religiosa sobre todo, como de la
teología, si bien lo publicado es todavía muy escaso. Viendo el papel que algunos laicos
están jugando en estos intentos, me pregunto si una de las causas de las limitaciones de
la lectura de los obispos no fue el no haber apelado a la ayuda de laicos menos eclesiás-
ticos, a los que en general recurrieron en momentos en los que sintieron la necesidad
de informarse mejor y tener más elementos de análisis.
MIRADA CONCLUSIVA 535
5
G. CAETANO y R. GEYMONAT, op. cit., p. 19ss., hablan genéricamente de una
recolocación de la Iglesia en un proceso que se inicia sobre todo a partir del Vaticano II.
536 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
que si en los textos del Vaticano II y los primeros años del post-Concilio
la insistencia estuvo puesta en la afirmación de la armonía y elementos
de unidad entre la construcción de la justicia en la historia y la salvación
escatológica, ahora era necesario marcar las distinciones, sin caer en nue-
vos dualismos. Esta estrategia, por llamarla así, es la que pasa a dominar
la escena en la Iglesia universal, con grados diferentes de acentuación
según las realidades. Y va a tener un punto de culminación fundamental-
mente con la intervención de la Congregación para la Doctrina de la Fe y
sus dos Instrucciones de 1984 y 1986, provocadas por el surgimiento y
desarrollo de la teología de la liberación, que refuerzan ese cambio de
clima eclesial, muy teñido de preocupación por desviaciones y pérdida
de identidad, y que coincide con los años en los cuales finaliza mi estu-
dio. 6 Dicho lo cual, advierto que la identificación de estos dos tiempos no
pretende definir marcos temporales rígidos, sino más bien lapsos en los
que predomina una sensibilidad u otra, sabiendo que en ambos casos sub-
sisten rastros de cada una.
Para concluir pues con esta primera conclusión-marco, quiero dejar
bien establecida mi convicción de que las cuestiones que juzgo decisivas
para entender y valorar teológicamente el recorrido de las concepciones
de la CEU en la temática que he retenido, se anudan todas en esa relación
que poco tiempo después de la finalización del Vaticano II cristalizó en la
fórmula casi clásica de evangelización y promoción humana, con todas
sus variantes. 7 Que en el lenguaje de la misma CEU será mucho más
frecuentemente evangelización, o también misión de la Iglesia, y
compromiso por cambios profundos y urgentes, por reconstruir el país,
etcétera. Aunque sea una evidencia, recuerdo que esta relación es expre-
sión de otra más honda, y que el Vaticano II enfrentó de hecho a través de
6
Retomaré a continuación pormenorizadamente las referencias a hechos y docu-
mentos de esta inicial apreciación de conjunto, con todas las citas correspondientes que
he omitido ahora.
7
Utilizaré a menudo la expresión servicio del hombre, como más amplia y creo
que más cercana al lenguaje y el espíritu conciliar. La tomo de un seminario que realicé
con el P. C. Geffré, en el Institut Catholique de Paris, en 1994, titulado Théologie de la
mission: de Evangelii Nuntiandi à Redemptoris Missio, uno de cuyos subtemas, que
elegí para mi intervención fue precisamente Évangélisation et service de lhomme.
Esa exposición en el seminario, enriquecida con las observaciones y discusión posterio-
res fue la base de los análisis que siguen.
MIRADA CONCLUSIVA 537
2. CONSUSTANCIADOS Y SOLIDARIOS
documentos episcopales, el uso del término encarnación y sus derivados para referirse al
compromiso, tanto de la Iglesia cuanto de sus miembros individualmente. Así se dirá, por
ejemplo, una Iglesia muy encarnada en su pueblo, es decir muy presente en él, muy soli-
daria con él, como Jesús. Es evidente que la referencia a la Encarnación del Verbo quiere dar
más fuerza a la afirmación, aunque teológicamente sea más bien inapropiado su uso.
538 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
9
Ver para la presentación y el comentario de estos dos textos la Parte I, Nº 3.4 y 4.3.
MIRADA CONCLUSIVA 539
10
Ver Parte I, 4.4 y 4.5.
540 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
11
Francis SCHÜSSLER-FIORENZA, Foundational Theology: Jesus and the Church,
New York: Crossroads, 1984, p. 198. El autor recoge citas de Pío XI y Pío XII, así como
el Nº 42 de la GS para ilustrar la teología de las dos finalidades de la Iglesia, que en
general distingue una misión propia y otra impropia, criticando desde allí todo lo que
entonces se juzgue como reduccionista, como por ejemplo la teología política y la de la
liberación (cf. p. 200; la traducción es mía).
12
Observación de Yves M.-J. CONGAR, Église et monde dans la perspective de
Vatican II, en Y. M.-J. CONGAR y M. PEUCHMAURD, LÉglise dans le monde
, T.
III, p. 34: La idea de servicio es probablemente la más frecuente en los textos del
Concilio y de los papas del Concilio, la que más ha habitado la conciencia de los
Padres (ver también allí las notas 43 y 44).
MIRADA CONCLUSIVA 541
13
Cuando me referí al espíritu de apertura como una de las características funda-
mentales de todo el acontecimiento conciliar, según múltiples y variados testigos (cf.
ParteI, 2.1).
14
Jean-Yves CALVEZ, Fe y justicia. La dimensión social de la evangelización,
Santander: Sal Terrae, 1985, p. 21.
15
Ibid.
16
ID., p. 23.
542 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
cita una alocución de Pío XII que explica este fin de orden religioso como
un conducir los hombres a Dios para que se dediquen a él sin reserva. Se
agrega enseguida sin embargo que de esta misión religiosa brotan justa-
mente como un lumen repercussum, munus, lux et vires capaces de
contribuir al desarrollo y al crecimiento auténtico de la sociedad huma-
na. Ambas afirmaciones no se integran entre ellas de manera muy simple
ni evidentemente coherente. Negar una missio política a la Iglesia y
atribuirle un munus de la misma naturaleza puede no ser contradicto-
rio solamente a partir de las puntualizaciones en las que se habla de una
missio propria, mientras el munus es considerado como un elemento
derivado. 17
El autor ve en esta solución conciliar, por un lado el mérito de supe-
rar la antigua mentalidad opuesta a toda concepción aconfesional y lai-
ca del Estado, acompañado de la preocupación por la unidad del mundo
y la contribución que a ella quiere dar la Iglesia, tan propia de la GS; y
por otro lado, y al mismo tiempo, evitar toda tentación de un escatolo-
gismo desencarnado que a veces desemboca en tendencias de privati-
zación de la fe y la misión de la Iglesia. 18 Al mismo tiempo, agrego,
estos méritos son también riesgos permanentes para la actuación de la
fe y la misión eclesial en una sociedad laica, riesgos entre los que ellas
oscilan continuamente.
A modo de conclusión, Dianich piensa que
tenemos pues la impre-
sión de estar ante un problema en el fondo no resuelto [
] la idea de una
misión propia de la iglesia, que en realidad sería de la jerarquía, que
no tiene posibilidad de ser acogida en un mundo secularizado y devenido
definitivamente mundano, mientras que sería secundaria y propia de los
17
Severino DIANICH, Chiesa e mondo: fra la Gaudium et spes e la teologia politica,
en FACOLTÀ TEOLOGICA DELLITALIA SETTENTRIONALE, Evangelizzazione e
promozione umana, Brescia: La Scuola, 1976, p. 129. Con la expresión lumen
repercussum el autor se refiere al tipo de comunicación entre Iglesia y mundo que se
da en el plano de la verificabilidad histórica, y por el cual
del misterio interno y
escondido emanan formas de eficiencia sobre el mundo, mediadas por la figura de la
misma Iglesia (cita GS 40). Las citas tomadas de los escritos en italiano que utilizo han
sido traducidas por mí, salvo indicación en contrario.
18
ID., op. cit.., p. 130. Refiere a GS 43. También opina Dianich que la solución que
encuentra el Concilio está íntimamente ligada y expresada en la caracterización de la
actividad del laico, a quien corresponden de modo propio aunque no exclusivo las
actividades temporales.
MIRADA CONCLUSIVA 543
19
ID., p. 132.
20
ID., p. 122.
21
A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, p. 228. Cf. también pp. 220-226. Acerbi cita a
Congar que opina que la antropología del primer capítulo de la GS, construida sobre el
tema de la imagen de Dios,
a pesar de su riqueza, no expresa una dimensión inherente
no sólo a la realidad del hombre, sino también a la idea que la Biblia nos transmite de ella
[
] la del dinamismo de la lenta conquista que llena la historia. El hombre no es sólo
imagen de Dios, es esta humanidad en ardua búsqueda de estos valores [los que ha seña-
lado antes]. Y esto, dice, aunque no sea ignorado por la GS, en su inicio,
no reapare-
ce para nada en la antropología de su primer capítulo (Y. M.-J. CONGAR, Le rôle de
lÉglise dans le monde de ce temps, en Y. M.-J. CONGAR y M. PEUCHMAURD,
LÉglise dans le monde
, T. II, p. 319).
544 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
22
Jean MOUROUX, Situation et signification du chapitre I: La dignité de la personne
humaine, en AA VV, Vatican II. LÉglise dans le monde
, T. II, p. 230. Citado por
Acerbi, op. cit., p. 220.
23
A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, p. 224.
24
Sin utilizar esa terminología, ese era en buena medida el contenido de la crítica de
la intervención del cardenal Doepfner, en nombre de 91 obispos alemanes, en 1965,
advirtiendo, entre otras cosas, sobre la ausencia de la consideración del pecado y una
teología de la cruz, así como la presencia de un cierto moralismo que no respetaba en
forma adecuada la autonomía del mundo y la actividad humana. Lamentablemente, el
sentido de la intervención no fue bien percibido y acabó influyendo para que en el texto
definitivo de la constitución pastoral quedara atenuada, con relación a las redacciones
previas, la unidad del orden de la creación y el orden de la redención. En esta informa-
ción y análisis sigo a A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, pp. 210, 215-217 y 224.
MIRADA CONCLUSIVA 545
25
S. DIANICH, op. cit., p. 122-123. Escribiendo diez años después del Concilio,
Dianich compara esta marca sobre todo cristológica con la acentuación escatológica de
la teología política, que redunda en una visión más crítica del mundo. Vale recordar,
como lo hice en otro lugar (cf. Parte II, 8.2.2., in fine) que lo mismo había sido plantea-
do hacia el final del Concilio, sobre todo por observadores y teólogos ortodoxos.
26
ID., p. 119.
27
J.-Y. CALVEZ, op. cit., p. 23.
546 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
28
A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, p. 230. La cita de GS 11 no es literal, pero
restituye bien el contenido del párrafo.
29
Ibid. Aquí está la raíz, para Acerbi, de la fallida conexión entre las dos partes de la
GS, o sea,
entre el discurso general sobre el hombre y los problemas concretos que
la humanidad debe afrontar.
30
J.-Y. CALVEZ, op. cit., p. 23s.
MIRADA CONCLUSIVA 547
31
ID., p. 24. El autor hace ver cómo también en Europa este año
significó la
ocasión, para unos si bien en pequeño número de brotes de cristianismo revoluciona-
rio; para otros en mayor número de un descubrimiento de la dimensión de la promo-
ción humana y la búsqueda de la justicia como algo esencial al cristianismo (ibid.).
32
II CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO,
Documentos finales, Buenos Aires: Ed. Paulinas, 19726, Introducción, Nº 8, p. 20
(cito siempre como Medellín y los numerales respectivos).
Cf. Giuseppe COLOMBO, Il significato del tema Evangelizzazione e promozione
umana alla luce del magistero pontificio ed episcopale recente, en FACOLTÀ TEO-
LOGICA
, op. cit., pp. 7-32. El autor realiza estas mismas observaciones y agrega:
Es conocido el extraordinario influjo que tuvo Medellín incluso más allá de América
Latina. Tal vez pero es sólo una hipótesis a verificar partió de aquí la temática espe-
cífica formalizada luego en el binomio evangelización y promoción humana (p. 8).
548 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
33
Antonio BONZANI, La teologia nel magistero episcopale di Medellín, tesis pre-
sentada en la Facoltà Teologica dell Italia Settentrionale (Milano), bajo la guía del Prof.
Giuseppe Colombo, 3 tomos, 641 pp., sin publicación, salvo el tomo I, mismo título en
castellano, Montevideo: Instituto Teológico del Uruguay Mariano Soler (ITUMS), Li-
bro anual 1989. La casi totalidad del T. III está dedicada al binomio promoción humana-
evangelización.
34
ID., p. 447s.
35
Citado por A. BONZANI, op. cit., T. III, p. 457. El Documento Básico Preparato-
rio (DBP) constituyó el primer paso en la consulta que precedió a Medellín.
36
ID., p. 457.
MIRADA CONCLUSIVA 549
37
ID., p. 458. El Documento de Trabajo, cuyas citas tomo de Bonzani, fue el fruto de la
consulta realizada con el DBP, y sirvió de base a los trabajos de la Conferencia General.
38
ID., p. 459. Bonzani remite al Nº 13 del documento VII, Pastoral de las élites,
que dice: Esta evangelización debe estar en relación con los signos de los tiempos.
No puede ser atemporal ni ahistórica. En efecto, los signos de los tiempos, que en
nuestro continente se expresan sobre todo en el orden social, constituyen un lugar
teológico e interpelaciones de Dios (Medellín, p. 105).
Agrega nuestro autor: Del estudio diacrónico y sincrónico ha surgido cómo la ex-
presión signos de los tiempos en Medellín es asumida como fórmula sintética con la
que se busca indicar las relaciones entre la Iglesia y el mundo, más precisamente remi-
te e implica a la autocomprensión de la Iglesia en América Latina en orden a su misión
en el interior de la realidad cronotópica latinoamericana. Los obispos expresan, con la
adopción de tal categoría, la intuición de que la historia concreta de los hombres, en
cuanto historia amada por Dios y marcada por la presencia de Cristo (cfr. Intr. 5),
contiene continuas solicitaciones para un redescubrimiento del Plan de Dios sobre el
hombre (p. 490).
550 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
39
Bonzani se refiere a las implicaciones metodológicas de la opción de Medellín de
partir siempre de la realidad o la situación, relacionándola con el ya varias veces citado
trabajo de CHENU, Les signes des temps
, y recuerda que Mons. McGrath, en su
ponencia preparatoria, refiere expresamente al teólogo dominico (p. 507 y 479, nota 10).
40
ID., pp. 624s.
MIRADA CONCLUSIVA 551
41
Medellín, Catequesis, Nº 4, 9. 112s. Cf. también Introducción, Nº 1 y 5; Jus-
ticia, Nº 4 y 5; Educación, Nº 9; Juventud, Nº 13; Catequesis, Nº 6 y 17b; Litur-
gia, Nº 4; Formación del clero, Nº 26. Un pasaje del Mensaje es igualmente reve-
lador: Como cristianos, creemos que esta etapa histórica de América Latina está
vinculada íntimamente a la Historia de la Salvación [
] A la luz de la fe que profesa-
mos como creyentes, hemos realizado un esfuerzo para descubrir el plan de Dios en los
signos de los tiempos. Interpretamos que las aspiraciones y clamores de América
Latina son signos que revelan la orientación del plan divino operante en el amor reden-
tor de Cristo que funda estas aspiraciones en la conciencia de una solidaridad frater-
nal (ID., pp. 8 y 9).
42
Cf. los documentos Movimientos de laicos, Sacerdotes y Religiosos, por ejem-
plo. En el texto dedicado a los laicos, toda la elaboración de los criterios teológico-pastora-
les (Nº 7-12) se hace en base a referencias de LG, GS y PP, sin apelar por ejemplo a AA.
43
A. BONZANI, op. cit., p. 447.
552 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
44
ID., pp. 456-457. Las informaciones generales sobre la recurrencia del término y
las que siguen, las he tomado también de Bonzani, pp. 448 y 449
45
Cf. ID., p. 522, nota 2. Al recordar el uso que mayoritariamente se hace con conte-
nidos específicos (GS 42, 44, 52, 53, 66, 76, 84), señala que la única vez que lo utiliza
en sentido general (GS 35), no es citado por Medellín, a pesar de la importancia que
tiene al distinguir la promoción humana del progreso técnico (Bonzani ofrece amplia
bibliografía del área italiana sobre el tema).
MIRADA CONCLUSIVA 553
46
ID., p. 541 y pp. 530-540 para el relevamiento de las citas (hay que notar que
Bonzani cuenta hasta 80 presencias del término, pero incluye una treintena en las que
solamente aparece el verbo desarrollar y sus derivados, aunque con un sentido diver-
so al de su uso en el análisis socioeconómico).
En estas mismas páginas ofrece variada bibliografía sobre la recepción de la catego-
ría en el magisterio y la teología preconciliar, conciliar y postconciliar.
47
Ya presenté en lo más fundamental el significado de estas corrientes y su inciden-
cia en la Iglesia latinoamericana, con la correspondiente bibliografía en Parte I, Nº 3.4.2.
Tengo la impresión de que Bonzani no parece apreciar completamente lo que signi-
fican los documentos de Medellín como superación de la óptica desarrollista por la de
liberación, apoyado en parte en una mucho mayor recurrencia del término desarrollo
que liberación. Vuelvo sobre esto un poco más adelante.
554 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
48
En este breve recordatorio de los orígenes, en el magisterio, de la expresión desa-
rrollo integral, he seguido también a Bonzani, pp. 530-532.
49
Segundo GALILEA, Teología de la liberación. Ensayo de síntesis, Bogotá: Indo-
American Press Service, 1976, p. 19.
50
ID., ibid.
MIRADA CONCLUSIVA 555
51
ID., p. 19-20; A. BONZANI, op. cit., p. 557.
52
A. BONZANI, op. cit., p. 558, nota 3. La cita de PIRONIO está tomada de Verso
una Chiesa Pasquale, Roma: AVE, 1974, p. 236. También transcribe, en el mismo sen-
tido, palabras de Jon SOBRINO, La autoridad doctrinal del Pueblo de Dios en Améri-
ca Latina, Concilium 200, 1985, p. 71: Lo nuevo y central en Medellín y lo que otorga
un dinamismo específico a todos sus documentos, es la presentación y el análisis del
clamor de las mayorías pobres que llega hasta el cielo y de su anhelo de liberación de
todas las esclavitudes como fruto del Espíritu.
53
ID., p. 562. Para el relevamiento de las citas, pp. 559-561. De las 19 anotadas por
Bonzani (hay alguna más que no modifica sin embargo el juicio de conjunto), 14 tienen
efectivamente ese significado exclusiva o primordialmente secular.
556 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
54
ID., pp. 564 y 571. Concretamente, en el documento Catequesis, Nº 6, aparecen
juntas las dos expresiones salvación integral-liberación plena. Bonzani hace notar
oportunamente (p. 588, nota 12) que ese binomio va a aparecer luego en la Declara-
ción de los Padres Sinodales en 1974, cuando se alude el problema de
las relacio-
nes mutuas entre la evangelización y la salvación integral o liberación plena de los
hombres y los pueblos.
MIRADA CONCLUSIVA 557
55
ID., p. 520s.
56
II Asamblea del Sínodo de los Obispos, realizada en Roma entre el 30 de setiembre
y el 6 de noviembre de 1971, sobre el ministerio presbiteral y la justicia en el mundo.
57
Es también la opinión de F. SCHÜSSLER-FIORENZA, op. cit., p. 207s.: La
misión de transformar el mundo no es secundaria, impropia o derivada; es constitutiva
del anuncio del evangelio. El documento va más allá de las afirmaciones anteriores,
más allá de considerar la justicia y la liberación como sólo prerrequisitos o consecuen-
cias de la misión de la Iglesia. Los documentos de la Iglesia, particularmente las inter-
venciones papales, han citado este texto desde entonces, pero sin utilizar la expresión
constitutiva independientemente de la cita del texto.
58
Ellos son Giovanni CAPRILE, para la Civiltà Católica (Nº 2911 y 2915); Bartolomeo
º, para la misma revista, pero a modo de primer análisis más que crónica (Civiltà Cattolica
2916); Aimé SAVARD y René LAURENTIN, para las Informaciones Católicas Interna-
cionales (ICI, Nº 394, 396 y 397, en la edición en español, y 399 en francés); Boaventura
KLOPPENBURG, para la Revista Eclesiástica Brasilera (REB, Nº 31); Héctor BORRAT,
para Víspera 26; y Jorge MEJÍA para Criterio Nº 1629-1632. Las traducciones del italia-
no, francés y portugués son en todos los casos mías.
558 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
59
Mientras que el tema del sacerdocio ministerial fue decidido por Pablo VI desde el
1º de julio de 1970, será solamente luego de una consulta a los episcopados acerca de
otros temas posibles que el 8 de diciembre el secretario general del Sínodo, Mons. Rubin,
hará la comunicación oficial de la incorporación del tema de la justicia en el mundo.
Si miramos la preparación, igual desproporción: la cuestión del sacerdocio ministe-
rial está en el primer plano de la atención sobre todo de las Iglesias de Europa occidental
y de Estados Unidos y Canadá. Cuando todavía falta mucho para decidir la incorpora-
ción del tema de la justicia, se han procesado ya amplias consultas e iniciativas más o
menos oficiales que tratan de los principales problemas que se presentan a la vida pres-
biteral, y muy particularmente la cuestión del celibato. Un documento de consulta sobre
la justicia será recién enviado a los obispos el 20 de abril de 1971, sólo cuatro meses
antes del comienzo de la asamblea.
Y para concluir, en la celebración misma del Sínodo, se dedicaron 20 días al trata-
miento del primer tema y 12 al segundo.
60
Aimé SAVARD, Balance del Sínodo, ICI 397, 1º dic. 1971, p. 12.
61
La primera redacción se votó el 4 de noviembre y no tuvo los votos necesarios; la
segunda, dos días después, sí fue aprobada. Al mismo tiempo, la presidencia del Sínodo
informó que
por la propia naturaleza del Sínodo, ningún documento sinodal es
MIRADA CONCLUSIVA 559
oficial, oficioso o auténtico, sino al ser aprobado por el Sumo Pontífice. De hecho, los
documentos fueron publicados sin la firma de Pablo VI (cf. Boaventura KLOPPEN-
BURG, O Sínodo dos Bispos de 1971, REB 31, 1971, p. 935s). La fórmula utilizada
fue un rescripto de la audiencia que Pablo VI celebró con el secretario de estado carde-
nal Villot el 30/11/1971, firmado por este: Desde este momento, Su Santidad acoge y
confirma todas las conclusiones que, en los dos documentos, son conformes a las nor-
mas en vigor [
] El Santo Padre se reserva examinar posteriormente con toda la aten-
ción requerida si conviene confirmar ciertas proposiciones y cuáles contenidas en
los deseos de la Asamblea Sinodal, estableciendo sobre ello directivas o normas prác-
ticas (ver H. BORRAT, Sacerdocio y justicia, Víspera 26, 1972, pp. 4-6).
62
SÍNODO DE OBISPOS, La justicia en el mundo, en La justicia y la paz, Salto:
Ed. Sarandí, 1972, p. 6, Introducción. El documento no tiene numeración de párrafos,
por lo que en adelante señalo en el texto la parte y las páginas de esta edición.
560 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
63
B. SORGE, Il Sinodo e la giustizia nel mondo, Civiltà Cattolica 2916, 1971, pp.
534-536. Para más elementos de esta discusión, y otros actores (como por ejemplo, el pana-
meño M. McGrath en la misma línea de Tarancón), ver B. KLOPPENBURG, op. cit., p. 932.
64
ID., p. 535.
65
Ver para estas correcciones, ID., p. 535s.
562 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
66
Tomado de Giovanni CAPRILE, Il Sinodo dei Vescovi, Civiltà Cattolica 2915
(1971), p. 486s. El Papa parece transmitir con su intervención otra lectura del momento
que vive la Iglesia, en el terreno tratado, que la que predominó en el Sínodo.
Ya anoté que F. Schüssler-Fiorenza concede gran importancia a las formulaciones
del Sínodo. Lo mismo, ACERBI, La Chiesa nel tempo
, pp. 240-242, señala el progre-
so que significa con relación a la GS, sobre todo porque no pretende elaborar una espe-
cie de teoría general sobre el hombre como mediación para la lectura cristiana del mo-
mento, sino que
une inmediatamente la predicación del Evangelio a las
contradicciones existentes en el mundo. Y esta manera de proceder es justificada por
medio de la idea de la convergencia entre Historia sagrada e historia profana, y tam-
bién de la consonancia entre el Evangelio y la dinámica social (p. 241).
MIRADA CONCLUSIVA 563
67
ID., p. 476. La relación fue obra de Mons. T. Alberto y Valderrama, obispo de
Cáceres (Filipinas). CAPRILE también consigna que Mons. P. Pavan, en una interven-
ción llamó a no confundir la liberación espiritual con la social y económica (p. 477).
68
Ver, por ejemplo, Carlo M. MARTINI, Evangelizzazione e promozione umana
nella Bibbia, en AA VV, Evangelizzazione e promozione umana: riflessione biblico-
teologica-pastorale, Roma: AVE, 1976, pp. 90-106, sobre todo 90s. También ID.,
Lannuncio del messaggio oggi: fondamenti bíblico-teologici dellevangelizzazione,
Presenza Pastorale 43, 1973, pp. 405-416. Y Carlo GHIDELLI, Levangelizzazione
negli scritti del Nuovo Testamento, en FACOLTÀ TEOLOGICA
, op. cit., pp. 33-62.
MIRADA CONCLUSIVA 565
69
Los artículos del P. Caprile no utilizan todavía el texto de la declaración final del
Sínodo, ya que el autor escribe antes de su publicación oficial.
566 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
70
El jesuita Alfredo MARRANZINI (que trabajó en el aula como traductor simultá-
neo) escribe también una especie de balance, Il III Sinodo dei Vescovi per la giustizia
nel mondo, Rassegna di Teologia, may.-jun. 1972, pp. 153-161, en el que reproduce el
juicio de Sorge sobre la no resolución del problema doctrinal, manifestada en las per-
plejidades que identifica en las correcciones.
71
Aimé SAVARD, op. cit., p. 13 (los destacados son originales). Tampoco en
este caso el periodista utiliza la declaración final que no había sido aún publicada
oficialmente.
72
René LAURENTIN, Après le synode, où va lÉglise?, ICI 399, 1º enero, 1972,
pp. 12-15.
MIRADA CONCLUSIVA 567
73
B. KLOPPENBURG, loc. cit., p. 932. Como se puede apreciar, una formulación
que queda muy atrás de la del documento sinodal.
74
Ver sobre todo, J. MEJÍA, El Sínodo: conclusión y panorama general, loc. cit.
1632, pp. 735-737. Tampoco él tiene presente la declaración final, que no ha sido publi-
cada oficialmente, aunque la conoce.
568 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
75
Héctor BORRAT, Sacerdocio y justicia, Víspera 26, marzo 1972, p. 6.
Existe también una valoración muy positiva de Gustavo GUTIÉRREZ, señalando
además la influencia del aporte del episcopado peruano: ver ID., La fuerza histórica de
los pobres
, op. cit., p. 198 y nota 11.
76
No estoy teniendo en cuenta aquí esos documentos de trabajo que acompañan los
Planes pastorales, elaborados y redactados en general por el Secretariado de la CEU, y
que avanzan bastante más en el intento de analizar y comprender la realidad en cues-
tión. Para este análisis tendré en cuenta solamente el Plan quinquenal, y sus ajustes
posteriores, estos sí considerados documentos oficiales de la CEU, aunque hayan teni-
do un proceso de elaboración y redacción similar a los otros.
MIRADA CONCLUSIVA 569
ción, salvadas las distancias, y en este campo preciso, con los documentos de
Medellín, pero tampoco con los de otros episcopados vecinos, como el brasi-
leño, por ejemplo. 77 Y en esta comparación tampoco quiero olvidar, para no
ser injusto, que los obispos uruguayos escriben mucho más como en un régi-
men de urgencia, en respuesta casi inmediata a determinados acontecimien-
tos, o al conjunto de ellos. Lo que les da mucha fuerza solidaria, pero les
dificulta seguramente detenerse un poco más en el análisis de las realidades,
no por el análisis en sí, sino para alcanzar una mayor pertinencia en el mo-
mento del discernimiento evangélico.
Eso hizo que se mantuvieran también en cierto grado de generalidad
acerca de la misión de la Iglesia y lo que ella podía introducir como más
propio en las búsquedas de los uruguayos para enfrentar la crisis progre-
siva del país. Pienso en concreto que el hecho de que la CEU nunca pa-
rezca haber sido tentada por intervenciones que supusieran desconocer la
autonomía de la sociedad y de una sociedad pluralista, provino mucho
más de las características propias de las relaciones Iglesia-sociedad-Es-
tado en Uruguay, que de un intento por desentrañar el significado y los
alcances de ese carácter religioso tomado del Vaticano II. También cons-
tato que en general al afrontar la problemática nacional, la CEU se ha
apoyado generalmente sobre consensos amplios de opinión, o al menos
bastante generalizados, en todo caso nunca identificables con un partido
político. Eso le permitió que al mismo tiempo que ingresaba en el debate
público lo hacía sin pretender ocupar lugares indebidos. Algunos ejem-
plos pueden ser el reclamo por una reforma agraria, que en los años se-
senta superaba el campo de la izquierda; o el juicio sobre la violencia de
diverso signo y la búsqueda de la paz, o la necesidad de mantener los
caminos de diálogo y de valorar y cuidar las instituciones democráticas,
o la insistencia en que se imponían cambios urgentes y profundos para
salir de la crisis.
En ese sentido también, la opción por situarse en la perspectiva de
los signos de los tiempos y adoptar una metodología inductiva expresa
77
Pienso sobre todo en algunos contemporáneos de los analizados para la CEU,
sobre todo de episcopados vecinos o con algún tipo de conexión más o menos frecuente
con la Conferencia uruguaya, como Brasil, Paraguay, Argentina y Chile. Ver J. MARINS
y equipo, op. cit.
570 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
78
Ver sobre todo en Parte I, 5.1 y 5.2.
79
Ver Parte I, 4.6.
MIRADA CONCLUSIVA 571
80
CEU, Reflexiones pastorales: la caridad
, Nº 15 y 16, loc. cit., p. 12.
81
ID., Nº 3, p. 10.
82
En casi todo lo que se refiere a la realidad más concreta de las experiencias y la
reflexión que se dieron en la Iglesia uruguaya por esos años, me veo obligado a mover-
me con muy poca y a veces ninguna base documental, tanto por su carencia como por la
extrema dificultad que supone encontrar textos editados sólo de manera precaria y en
buena medida afectados por destrucciones ante la eventualidad de requisas durante el
período dictatorial.
572 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
que estaba entrando más que nada en cuestión era la necesidad de una
explicitación de la fe (era la formulación corriente en esos años), con la
consiguiente relativización de los momentos celebrativos y de reunión de
la comunidad cristiana. Pero se trataba de una tendencia claramente mi-
noritaria, aunque presente en los grupos más dinámicos del laicado uru-
guayo. 83 Lo que predominaba era tal vez una especie de dualismo prácti-
co, en el cual junto con una clara afirmación de la fe, la necesidad de
celebrarla y testimoniarla, y la pertenencia eclesial, coexistía una prácti-
ca social bastante radicalizada. El problema principal a mi juicio radica-
ba en las dificultades para articular ambas vivencias y fecundarlas mu-
tuamente, tratándose como se trataba de una generación que hacía una
experiencia casi inédita en la historia reciente de la Iglesia uruguaya y
latinoamericana. De hecho, en tiempos de crítica al hombre unidimen-
sional, 84 en la práctica parecía vivirse el enfrentamiento y la rivalidad
entre dos pretensiones globalizadoras de la existencia: la de la fe, con
dificultades en ser asumida tanto a causa de la persistencia de la herencia
que el Vaticano II había denunciado como marcada por el divorcio entre
la fe y la vida diaria (GS 43), como por los residuos poco conscientes
de la mentalidad de cristiandad con la que se quería romper radicalmente;
y la de la política, nueva, cargada con la fuerza propia de los descubri-
mientos y diría de las conversiones, vivida con muchos elementos en los
hechos de índole religiosa. Y si la pretensión globalizadora de la fe es
justa, precisamente en los términos en que la plantea la GS (cf. Nº 33-39),
como apertura y respuesta al Reino anunciado y ya presente en la historia
humana, no lo era la de la política, que en nombre del todo es político
83
Encontramos tempranamente un señalamiento de este riesgo en Medellín, Pasto-
ral de élites 5-12, en el que haciendo una tipificación de estas
tradicionalistas o
conservadores [
] desarrollistas [
y] revolucionarios, y mirando sus actitudes de
fe, se dice que estos últimos
tienden a identificar unilateralmente la fe con la
responsabilidad social. Poseen un sentido muy vivo de servicio para con el prójimo a la
vez que experimentan dificultades en la relación personal con Dios trascendente en la
expresión litúrgica de la fe. Dentro de estos grupos se da con más frecuencia una crisis
de fe (12).
84
Años de la fuerte influencia de Herbert MARCUSE y su libro El hombre unidi-
mensional, Buenos Aires: Biblioteca Breve de Bolsillo, 1969, aunque se tratara más de
una incidencia difusa que una verdadera lectura y adopción de la perspectiva del filóso-
fo germano-estadounidense.
MIRADA CONCLUSIVA 573
85
Sin pretensión alguna de detenerme en la cuestión, solamente señalo las grandes
dificultades experimentadas por los militantes en general, y los cristianos en particular,
en articular con ese tipo de práctica política la dimensión afectiva, la relación de pareja,
la sexualidad, frecuentemente vividas como algo aparte. Lo que, a mi parecer y de
acuerdo a la experiencia vivida en esos años, tuvo una incidencia muy grande en mu-
chas crisis de pertenencia eclesial y de fe, atribuidas sin embargo a la politización.
86
Ver la influencia de José M. GONZÁLEZ RUIZ, El cristianismo no es un huma-
nismo: apuntes para una teología del mundo, Barcelona: Ediciones Península, 19682, y
Dios es gratuito pero no superfluo, Madrid: Marova, 1970.
87
En la introducción explícita de esta línea de reflexión tuvo un protagonismo deci-
sivo el entonces dominico Paul Blanquart, quien participó como perito en la Sesión y
Consejo Mundial de la JEC Internacional de 1970, celebrada en Londres (ver Boletín
SPES, Montevideo: Centro de Documentación MIEC-JECI, 15-16 (1971), pp. 20-32), y
luego en una reunión clave de asesores eclesiásticos de la Juventud Católica Universita-
ria (JUC), durante casi todo el mes de octubre de 1971, en Medellín. En esta última
reunión, de la que participé, los planteos de Blanquart se encontraron y fecundaron
mutuamente, creo, con los de Gustavo Gutiérrez, quien estaba dando término a la redac-
ción de su obra inaugural Teología de la liberación
, op. cit., pp. 296-307.
En otro orden, también se puso énfasis en la insistencia en la necesidad e importancia
pedagógica de explicitar la fe, aun sin esperar encontrar formas y momentos perfec-
tos, apoyados en la convicción de que la fe explicitada se alimenta y se hace más
consciente de sí misma. Ver para esto, Buenaventura PELEGRÍ, Pedagogía de la expli-
citación de la fe, Montevideo: Servicio de Documentación MIEC-JECI, serie 1, doc.
20-21, 1970.
574 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
88
Con este mismo enfoque, pero mucho más trabajado, ver José COMBLIN, De la
acción cristiana, Víspera 33, diciembre 1973, pp. 19-29.
MIRADA CONCLUSIVA 575
89
Para citar nada más que un caso, pero paradigmático, ver toda la problemática
suscitada por la relación entre cristianismo y socialismo en Chile, sobre todo con el
movimiento Cristianos por el Socialismo. Ver el tratamiento que hace la Conferencia
Episcopal chilena, Evangelio, política y socialismo (mayo 1971); Sobre la reunión
latinoamericana de Cristianos para el Socialismo (ene. 1972); Fe cristiana y actua-
ción política (oct. 1972), en José MARINS y equipo, Praxis de los Padres
, pp. 279-
320, 374-376 y 440-480 respectivamente.
576 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
que no, ya que esa búsqueda se dio siempre por un lado, en un contexto
de cierto pluralismo (aunque fuera dentro de los márgenes de lo que se
consideraba como izquierda), y más aún con la preocupación constante
de mantenerlo y de no pretender avanzar en los análisis comunes más allá
de criterios amplios de acción, estilos de militancia y justamente aportes
que pudieran resistir a una indebida superpolitización, no sólo de la vida
cristiana, sino de la misma vida simplemente. Debo decir que en esto
ayudó mucho la misma realidad política del país, y concretamente de la
izquierda, en la cual la existencia de varias organizaciones fuertes mante-
nía ese pluralismo en el seno de la búsqueda de convergencias, que die-
ron como resultado que si existía una definición común por algún tipo de
socialismo, en ella coexistían concepciones tan diversas como las mar-
xistas leninistas junto a formas de socialismo nacional y aun socialismo
comunitario, para utilizar las categorías en uso en la época.
Estoy bastante convencido de que estas características propias del caso
uruguayo (no quiero olvidar tampoco la influencia de la larga y persisten-
te tradición de separación de lo religioso y lo político en la sociedad uru-
guaya) ayudaron a mantener las distinciones necesarias, no sólo en el
campo de la doctrina sino también concretamente en la práctica.
90
Cf. CEU, Síntesis de la evaluación
, loc. cit., pp. 3-9.
580 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
etcétera, en un marco que refleja mucho más lo que tiene de nueva la expe-
riencia, como el valor acordado a la historia, los signos de los tiempos, la
conciencia de la lentitud en la aparición de los frutos, cuando se trata de
transformar las cosas en la perspectiva del Reino. Aunque aparentemente
estamos todavía frente a intuiciones y búsquedas más que a vivencias con-
solidadas, este parecía ser el camino. Si no se transitó con más decisión y
éxito, ¿fue sólo o principalmente porque se descuidó la oración y la prácti-
ca de los sacramentos, o también, o más bien porque este enfoque de la
espiritualidad exigía mucha libertad y amplitud de miras, y no menor pa-
ciencia y constancia para esperar los frutos, cosa que no se logró finalmen-
te tener por un cierto temor a lo poco conocido, a lo distinto?
Antes de pasar a esa especie de segunda fase en el gran movimiento del
post-Concilio, querría sin embargo recordar que al menos en América
Latina, y siempre según mi parecer, la elaboración más vigorosa y creativa
de un estilo espiritual acorde con las nuevas experiencias comenzaba a
manifestarse ya en el ámbito de la teología de la liberación, y algunos
años más tarde iba a tener un punto de culminación en Beber en su propio
pozo, del P. Gustavo Gutiérrez. 91
Pero, como decía, tendré que volver sobre esta cuestión luego de cons-
tatar cómo se agudizaron, en la CEU y la Iglesia universal, las preocupa-
ciones, incomprensiones y reticencias ante estas maneras de vivir la fe
que se abrían paso con dificultad, no siempre sin ambigüedades, y que en
el nivel más exterior parecían abandonar cosas fundamentales para un
cristiano y por tanto poner en riesgo su propia identidad y la de la propia
misión de la Iglesia.
91
Gustavo GUTIÉRREZ, Beber en su propio pozo, op. cit. También su muy hermoso
Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente: Una reflexión sobre el libro de Job,
Lima: CEP, 1985.
Una obra anterior a la de Gutiérrez, que me pareció fundamental en su momento (y
ahora también) y que podría haber aportado en estas búsquedas mucho más de lo que
efectivamente aportó por estos lares, fue la de Philippe ROQUEPLO, Expérience du
monde: expérience de Dieu?, Paris: Éd. du Cerf, 1968, editado en castellano en 1969,
Experiencia del mundo, ¿experiencia de Dios?, Salamanca: Sígueme. Desde el inicio,
el autor presenta su preocupación y objetivo, que me parece reflejar cabalmente cuanto
intento decir: ¿Cómo llegar a una vida espiritual unificada a pesar de participar en
un doble registro, religioso y profano? [
] ¿La vocación de los cristianos en el mun-
do[
] no consistirá en el fondo en proclamar el significado universalmente divino de
las empresas humanas? (p. 12 y 15).
MIRADA CONCLUSIVA 581
92
De hecho, ese tono de preocupación y alerta estuvo ya muy presente en el discurso
del Papa en la inauguración de la II Conferencia General del Episcopado Latinoameri-
cano (Medellín), celebrada en la catedral de Bogotá, el 24 de agosto de 1968. Cf. Hernán
PARADA, Crónica de Medellín, Bogotá: Indo-American Press Service, 1975, pp. 170-
174. La influencia de la contemporánea convulsión provocada sobre todo en Europa y
América del Norte por la Humanae vitae no parece ser ajena a ello.
Con respecto justamente a la afirmación de la influencia sobre todo noratlántica en el
análisis de Pablo VI por esos años, bastaría recorrer las muy críticas y también preocupa-
das recensiones de conocidos teólogos del momento (algunos de ellos peritos conciliares)
sobre escritos de la época en los Elenchus Bibliographicus anuales de las Ephemerides
Theologicae Lovaniensis del inmediato post-Concilio. Y también el muy diferente interés
prestado al tema del celibato en el norte y en el sur ante el Sínodo de 1971.
582 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
93
ACTAS CEU, Nº 128, 18/10/1972.
94
ACTAS CEU, Nº 129, 19/10/1972 (ver Parte I, 4.6.5).
MIRADA CONCLUSIVA 583
95
CEU (Secretariado), Reflexiones sobre la evangelización en el Uruguay, Montevi-
deo, 1975.
96
CEU, Carta pastoral Misión de la Iglesia, loc. cit., pp. 375-386.
584 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
97
III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO,
Aportes de las Conferencias Episcopales
, pp. 773-926.
MIRADA CONCLUSIVA 585
98
CPCEU, Un impulso nuevo
, loc. cit. p. 65s. Se mantiene el espíritu de servi-
cio, la voluntad de atender a los signos de los tiempos y a las exigencias de la situación
histórica, y el proceso que se anuncia está pensado con los pasos clásicos ya del ver-
juzgar-actuar.
99
CEU, Plan pastoral nacional quinquenal La Iglesia mensajera de esperanza en el
Uruguay, loc. cit., pp. 342-382. Cito con los numerales y la página en el texto.
100
Sin embargo, en el Nº 118, p. 368, se afirma que la pedagogía de la acción pastoral
a adoptar es la que presenta GS 11. En la coyuntura de Puebla se acentuaron notable-
mente las críticas y el rechazo a las metodologías inductivas. Así, por ej., B. KLOPPEN-
BURG, loc. cit., p. 137 y 139; Aportes a Puebla de la CEU, loc. cit., pp. 787-788 y
874-880; JUAN PABLO II, Discurso inaugural, op. cit., pp. 11s., 15 y 18.
MIRADA CONCLUSIVA 587
101
Aunque no es evidente en el texto, la pregunta puede interpretarse como un juicio
sobre al menos parte de la acción desarrollada por los católicos uruguayos (¿la Iglesia?)
en los años previos, los primeros del post-Concilio.
588 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
102
De hecho, en tres documentos que podían invitar directamente a reforzar ese tipo
de argumentación, como los referidos a nuevas causales de divorcio y a la despenaliza-
ción del aborto (de 1978 y 1979), eso no sucede.
103
Reitero la opinión de uno de los principales redactores del Plan, que ya en 1977
expresa así esta tensión: Las élites pensantes que prepararon Medellín y continuaron
actuando después, insistieron con legítima urgencia en una pastoral de liberación de
injusticias que oprimen a todo hombre [
] es evidente que insistieron en aspectos
temporales, de ninguna manera desdeñables. De hecho descuidaron un respeto y apre-
ciación de lo religioso explícitamente cultivado
(M. BARRIOLA, En torno a la
Pastoral Popular, loc. cit., p. 36).
MIRADA CONCLUSIVA 589
se puede traducir sin más en teoría social válida para todos, ya que sería
la única manera de superar los enfrentamientos que tanto mal han produ-
cido (de hecho, otro es el camino que toma el documento de la CEU
posterior al del Plan: Al exhortar a la reconciliación no pretendemos
ignorar lo difícil que puede ser lograrla. No queremos desconocer las
causas profundas de la crisis y los desviados caminos que, con menos-
precio del valor de las instituciones que con tanto esfuerzo habían forja-
do nuestros mayores, se pretendió recorrer para superarla). 104
En cuanto a la relación entre las transformaciones históricas y el Reino
de Dios, nuestro documento las concibe como de no total ajenidad, siem-
pre que se explicite su relación con Jesucristo y su Evangelio (Nº 21). La
curiosa fórmula negativa (no le es totalmente ajeno), más la cláusula
condicional (con tal de que
), es difícil de armonizar con la formula-
ción clásica del Vaticano II en el Nº 39 de la GS. No es que la considere
contraria, pero me parece evidente que marca más las lejanías que las
cercanías, a contrapelo del espíritu general del Concilio, y también de la
línea predominante en los mismos documentos de Puebla citados poco
después: Porque, si el Reino de Dios pasa por realizaciones históricas,
no se agota ni identifica con ellas (Puebla, 193). 105
He estimado (ver Parte II, 5.4.3) que este acento restrictivo se percibe
también en el uso abundante de la Apostolicam actuositatem, cuando el
texto habla sobre la Iglesia como Pueblo de Dios, donde el énfasis está
puesto mucho más en la cuidadosa distinción que en la íntima relación
(citan AA 2, 5 y 7). 106
Finalmente concluía (siempre en 5.4.3): la teología de la Iglesia y su
misión que nos presenta el Plan es coherente con los otros planteos que
he señalado: tiene una fuerte insistencia en lo trascendente, en la relación
al misterio de Dios, con una valoración correlativamente más débil del
104
CPCEU, En el sesquicentenario de la primera Constitución nacional, loc. cit.,
Nº 26, p. 153.
105
Diferencia de tratamiento y de acentos que aparecen más claros si nos remitimos
al pensamiento del episcopado latinoamericano, en los Nº 480-490 de Puebla, Discer-
nimiento de la Liberación en Cristo.
106
Como ya lo hice antes (cf. Parte II, 8.2.3.) anoto que según muchos comentaristas
autorizados del Vaticano II, la óptica de la AA no es en este campo la misma que predo-
mina en la LG y la GS, estableciendo relaciones que pertenecen más que al orden de la
inclusión al de la adición.
590 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
107
Una vez más, me parece importante aclarar que si marco tendencias y acentos,
ellos no se dan en estado absoluto, sin matices. Muchas veces persiste esa ambigüedad
y oscilación de las que ya he hablado.
108
Celebrado entre el 27 de setiembre y el 26 de octubre de 1974. Produjo, como
documentos, una declaración final, un elenco de las cuestiones tratadas durante la asam-
blea (67 en total), y un mensaje, sobre Derechos humanos y reconciliación, que el
Papa Pablo VI también aprobó.
Basaré mi análisis en la información muy completa que ofrece Boaventura KLOPPEN-
BURG, Evangelización y liberación según el Sínodo de 1974, Medellín 1, marzo
1975, pp. 6-35. Para las intervenciones de los obispos latinoamericanos, ver AA VV,
Evangelización hoy. Buenos Aires: Sedoi-Instituto de Cultura Religiosa Superior, 1977.
109
Los Lineamenta son de mayo de 1973, y el Instrumentum laboris (con el aporte
de las respuestas) de la primera mitad de 1974.
MIRADA CONCLUSIVA 591
que eventualmente fueron más lejos que lo expresado por el Sínodo. 110
Lo que sí voy a intentar es ver cómo se plantean las cosas en la elabora-
ción sinodal, sumando a ella los discursos (apertura y clausura) de Pablo
VI, y en qué medida todo ello hizo o no avanzar la cuestión.
La Declaración final se ocupa directamente de ello en su Nº 12: Entre
los muchos temas abordados [
] hemos prestado especial atención al de
las relaciones entre evangelización y salvación integral o liberación plena
de los hombres y de los pueblos [con esta fórmula subtitula el numeral
LOsservattore Romano, en su edición en español]. 111 En cuestión de tanta
importancia nos hemos sentido en profundo acuerdo en volver a afirmar la
conexión íntima que existe entre la obra de la evangelización y la mencio-
nada liberación. A ello nos ha movido [
] principalmente el mismo Evan-
gelio que nos ha sido confiado misericordiosamente y que es la Buena
Nueva de salvación para todo el hombre y para toda la sociedad humana;
salvación que hay que iniciar y manifestar ya ahora en este mundo, aun
cuando sólo puede alcanzar su plena realización más allá de los límites de
esta vida. Repite luego varias veces esas expresiones que utiliza como
sinónimas: salvación integral y plena liberación. Y agrega que la Igle-
sia puede hacer mucho por ellas: Sacar del mismo Evangelio razones más
profundas y un impulso siempre renovado para promover la entrega gene-
rosa al servicio de todos los hombres [
] y para eliminar las consecuen-
cias sociales del pecado
Más, apoyada en el Evangelio y con la fuerza
de su gracia
puede evitar desviaciones en los mismos esfuerzos de
liberación, de forma que ella misma no se quede dentro de los límites me-
ramente políticos, sociales y económicos, que ciertamente debe tener en
110
Ya he señalado antes que no he encontrado, en las principales revistas teológicas
de Europa y América Latina, trabajos de análisis de lo producido por el Sínodo de 1971.
Pero al mismo tiempo es bueno recordar que la explosión de la teología de la libera-
ción es también de 1971, y los años que siguen conocen la aparición de movimientos
tanto sacerdotales como laicales que pondrán especial énfasis en la dimensión aun polí-
tica de la existencia cristiana y la misión de la Iglesia, llegando a adoptar posiciones que
causaron fuertes polémicas y tensiones, vivas a la hora de la preparación y celebración
del Sínodo de 1974 (téngase presente, por ejemplo, el fenómeno de los diversos grupos
de Cristianos por el Socialismo, por la Liberación, etcétera). Estos fenómenos aparecen,
sin ser nombrados explícitamente, en las desviaciones que se señalan en la discusión
sinodal.
111
Lo tomo de Informaciones 35, 16/11/1974, p. 4s. De allí cito el texto sinodal.
592 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
cuenta, sino que conduzca a la plena libertad: del pecado, del egoísmo
[
] y a la trascendencia de la plena comunión con Dios y con los hombres
[
] De esta forma la Iglesia, con su peculiar estilo evangélico, promueve
la verdadera y plena liberación de todos los hombres, grupos y pueblos.
Como se puede ver, el lenguaje, las expresiones usadas, no son en gene-
ral claras (en los hechos se trata de darles claridad con adjetivos que a mi
juicio complican aún más la comprensión de lo que se quiere afirmar), y
prácticamente no se habla de la liberación en su dimensión histórica (salvo
tal vez al alertar sobre las desviaciones posibles), lo que traslada la relación
evangelización-liberación (promoción humana, acción por la justicia, etcé-
tera) a otra que no debería presentar problemas, ya que se trataría de evan-
gelización y salvación, o como dirán algunos, desplazándose una vez más,
mejor y más teológicamente, la relación que hay entre la índole esca-
tológica de la salvación cristiana y el progreso humano temporal. 112
Es necesario identificar las desviaciones. Dejando de lado las opinio-
nes de grupos, movimientos más o menos espontáneos, etcétera, ¿de qué
se habla cuando se dice desviaciones? En el mismo debate sinodal hubo
muchas intervenciones para alertar por un lado contra tendencias a la
identificación entre evangelización y liberación, y por el otro la persis-
tencia de los enfoques dualistas. Aparentemente fueron más las adverten-
cias sobre el primer riesgo (el mismo Pablo VI en su discurso de apertura;
Mons. Pironio en su relación sobre América Latina; el aporte pre-sinodal
del episcopado español y el italiano; uno de los grupos hispano-portu-
gués; etcétera. Notar que en general aclaran tratarse de grupos minorita-
rios en la Iglesia). Pero no fueron menos vigorosas las intervenciones
para recordar que tal vez la mayoría de los cristianos siguen prisioneros
de visiones dualistas (así Mons. Rivera Damas refiriéndose a El Salva-
dor, y el Card. Jubany a España). 113
112
Así, B. KLOPPENBURG, loc. cit., p. 7. A pesar de esto, el autor juzga el texto del
Sínodo, como retórico, con terminología confusa y ambigua. Atribuye esto a la
prisa con que se redactó, sin atender tampoco a las correcciones (modi) propuestas, por
el afán de no irse de Roma sin publicar algo (sic). Cf. p. 10.
113
Cf. ID., pp. 11 y 13-20. Rivera Damas afirmó que En El Salvador tal vez no hay
todavía conciencia de la conexión que existe entre la promoción-liberación humana y
la evangelización, porque todavía no se ha aceptado la eclesiología y la cristología del
Vaticano II con todas sus consecuencias (p. 20). Sin embargo, da la impresión de que
el peligro que se tiene más en la mira es el llamado temporalismo
MIRADA CONCLUSIVA 593
114
F. SCHÜSSLER-FIORENZA, op. cit., p. 208, no juzga sin embargo que la fórmu-
la sea ambigua, sino
cuidadosamente matizada. El documento afirma que la trans-
formación del mundo es, de alguna manera, constitutiva de la proclamación del evan-
gelio. Eso no la convierte en el único o exclusivo elemento de esa proclamación. Puro
sentido común, que faltará en otras apreciaciones.
115
ID., p. 22. KLOPPENBURG informa que dos Padres, Mons. Schmidt, auxiliar de
Lima, y el P. Goossens, superior mayor, afirmaban la esencialidad. Pero al menos en el
caso de Schmidt, cita después una intervención suya que no dice eso:
si entendemos
la promoción humana (o mejor la liberación) en la línea del ser más, como un proce-
so de superación de todo aquello que impide al hombre ser plenamente hombre, desde
el pecado que habita en él hasta el pecado en sus repercusiones sociales, entonces
promoción o liberación y salvación vienen a ser una misma realidad vista desde ángu-
los distintos; entonces la liberación también será parte esencial, si bien no exclusiva,
de la liberación cristiana (p. 34; otra manifestación de los malos entendidos que pro-
voca un lenguaje que oscila).
594 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
116
ID., p. 20s.
117
ID., ibid.
118
ID., p. 22. En el caso del futuro Juan Pablo II, puedo citar un resumen de su relación
dado a conocer por el Comité del Sínodo para la información, que tomo y traduzco de la
Documentation Catholique 1664, 17/11/74, p. 969: Aunque este terreno [el de la liberación
social, económica y política] no concierne directamente a la misión de la Iglesia, está estre-
chamente ligado a su deber de salvaguardar y promover la justicia y la paz en el mundo. En
ese sentido, la liberación en el campo social forma parte de la obra de la evangelización
[
] En la evangelización de nuestro tiempo, la orientación a la vida eterna está estrecha-
MIRADA CONCLUSIVA 595
mente ligada a toda acción a favor de la verdadera promoción humana que la Iglesia con-
sidera como parte integrante de su misión y de su actividad en el mundo (¿cómo compati-
bilizar el no concierne directamente con los forma parte y parte integrante de su
misión?).
119
B. KLOPPENBURG, loc. cit. p. 24.
120
PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, loc. cit. (Cito con los
numerales en el texto).
596 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
121
Giuseppe COLOMBO, op. cit., pp. 26-32. El autor piensa además que la anexión
de la promoción humana a la evangelización, de la EN, no debe pensarse como una
yuxtaposición cuantitativa [sino] en la línea del todo respecto a la parte. Es el resulta-
do de postular una antropología del hombre entero [y] de la distinción entre salva-
ción en Jesucristo y liberación humana (p. 31).
122
Cf. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL (CTI), Documentos 1969-
1996, Madrid: BAC, 1998, Nº 7, pp. 147-167. Cito las páginas en el texto.
MIRADA CONCLUSIVA 599
Basta leer un trabajo similar, y del mismo autor, al que utilicé para
presentar el aporte del Sínodo de 1974 esta vez sobre la enseñanza de la
III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Puebla) y las
intervenciones de Juan Pablo II con esa ocasión, para poder medir el
deterioro del clima de discusión a que se había llegado, lo que evidente-
mente no ayudaba a la claridad de los planteos. 123
Sé que os proponéis llevar a cabo una seria reflexión sobre las relacio-
nes e implicaciones existentes entre evangelización y promoción humana o
liberación, decía el Papa a los obispos en su discurso inaugural. 124
Kloppenburg comenta que así
les indicaba el tema que quizás ha cau-
sado más preocupación al Episcopado y más desorientación entre los fie-
les creyentes (p. 133). Cosa que repite con más seguridad más adelante (p.
142), y que por lo menos es dudosa si nos atenemos a los Aportes envia-
dos por los episcopados. Estaría más de acuerdo con el autor si el tema
fuera definido más bien como la relación entre liberación y salvación. 125
En cuanto al aporte de Puebla no ofrece novedades de consideración con
relación a los documentos anteriores. Es sabido que en este, como en otros
asuntos, la Conferencia hizo suyos los planteos de la EN. En ese sentido,
123
Me refiero a Boaventura KLOPPENBURG, Desde Puebla: evangelización y pro-
moción humana, Seminarium 1 (1979), pp. 133-149. Cito este artículo con la indica-
ción de la página en el texto.
124
JUAN PABLO II, Discurso inaugural, en CELAM, La evangelización en el
presente y en el futuro de América Latina. Puebla: Conclusiones de la III Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano
, p. 20.
125
Pero, tal vez, esta exageración pueda responder a lo que señalé al hablar de la
intención prioritaria (estratégica) del texto de la CTI. En efecto, el Kloppenburg que
consideraba tibio al Sínodo de 1974 en esta cuestión precisa, ahora piensa que aquí está
uno de los, sino el más riesgoso, de los asuntos que enfrenta el episcopado latinoameri-
cano. Lo que da a su artículo un tono innecesariamente agresivo y, a mi parecer, poco
objetivo a la hora de presentar el pensamiento de los adversarios.
600 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
126
Para B. KLOPPENBURG, loc. cit., p. 143s., el Papa evitó a propósito el término
constitutiva. Así, pues, concluye, estamos ante una distinción y una terminología
que es importante para la misma jerarquía de verdades y de valores en nuestra labor
pastoral, sea para no olvidar jamás lo que es esencial, sea para no transformar en
esencial lo que es simplemente integrante (el destacado en mío).
MIRADA CONCLUSIVA 601
127
En esta línea parece situarse Pino COLOMBO, Evangelizzazione e promozione
umana nella teologia contemporanea, en AA VV, Evangelizzazione e
, p. 139s., cuan-
do dice que
la promoción humana es el instrumento cultural de hoy para pensar y
definir y realizar la evangelización, por la simple razón que no existe otro modo de
realizar o de pensar la evangelización [porque, agrega] en este sentido falta una pro-
puesta cultural cristiana y por tanto lo que se hace es una seudo-evangelización.
128
Me refiero por ejemplo a las medidas tomadas hacia algunos teólogos, sobre todo
latinoamericanos; a intervenciones del Papa, particularmente en sus viajes a América
Latina, y a la evolución consiguiente del CELAM, que mostraron la voluntad de detener
lo que se consideraron desarrollos teológicos y pastorales erróneos en el terreno de las
relaciones entre servicio del hombre e identidad cristiana, misión de la Iglesia, etcétera.
602 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
129
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción
Libertatis nuntius (Sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación. 1984), AAS 76
(6/8/1984), pp. 876-909. OR, Año XVI, 37 (1984), pp. 7-10 (cito los numerales en el texto).
130
Salvador PIÉ, Jordi PIQUER, Josep M. ROVIRA y Pere TENA, La imposible res-
tauración. El Vaticano II a la hora del balance: el Sínodo de 1985. Documentos, crónicas
y comentarios. Hacia el Sínodo sobre los Laicos de 1987, Madrid: PPC, 1986, p. 23.
131
Cf. Joseph RATZINGER y Vittorio MESSORI, Informe sobre la fe, Madrid: BAC
Popular, 1985.
MIRADA CONCLUSIVA 603
132
II ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBIS-
POS, Documento final: La Iglesia, bajo la Palabra de Dios, celebra los misterios de
Cristo para la salvación del mundo, en S. PIÉ et al., La imposible
, p. 116.
133
Sólo al pasar observo que persiste en el Sínodo una manifestación paradigmática
de esa práctica de aclaración inacabable de términos que termina, en mi opinión, por
confundir más que ayudar, como fue la decisión de no utilizar para la Iglesia el término
pluralismo sino el de pluriformidad, atribuyendo al primero un contenido negativo que
no es necesariamente el que predomina en el uso entre cristianos y no cristianos (ver
ID., p. 106s. La explicación de J. M. ROVIRA, en op. cit., pp. 150-152 no me parece
concluyente).
604 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
134
Así lo piensa en todo caso S. PIÉ, en su comentario de esta parte del Documento.
Cf. op. cit., p. 227s. Para él también, el uso del término integral refiere a toda la evolu-
ción de la cuestión desde el Sínodo de 1971, y hace notar la importancia que el texto
sinodal da a la categoría de signos de los tiempos, en el sentido de
la conciencia
viva que tiene la Iglesia de que existe y vive dentro de un proceso histórico (p. 170s.).
MIRADA CONCLUSIVA 605
135
Notar el mismo enfoque en la primera cita de la Introducción: ante la urgencia
.
136
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción
Libertatis conscientia (Sobre Libertad cristiana y Liberación. 22/3/1986), AAS 79
(1987), pp. 554-599; OR, Año XVIII, 15 (1986), pp. 15-21 (cito también los numerales
en el texto).
606 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
137
No es lo que piensa el documento: Lejos de estar superadas, las advertencias
hechas [por la primera instrucción] parecen cada vez más oportunas y pertinentes (Nº
1, in fine). J. COMBLIN, sin embargo analiza la situación en el mismo sentido en el que
lo he expuesto: ver La Iglesia latinoamericana
, op. cit., pp. 49-51.
138
Esta misma preocupación, por marcar sobre todo la distinción, se refleja en otro
párrafo que comienza de manera muy hermosa y termina con un nuevo toque de adver-
tencia: La opción preferencial por los pobres, lejos de ser un signo de particularismo o
de sectarismo, manifiesta la universalidad del ser y de la misión de la Iglesia. Dicha
opción no es exclusiva (Nº 68; señalo con negrita esta expresión, porque además de ser
contradictoria en castellano, al menos, lo que es universal no puede ser exclusivo de un
grupo, es, a mi juicio, signo del temor a que todo no esté bien aclarado o distinguido). La
sugerente primera parte del párrafo ya había sido acuñada por la interpretación que dio G.
GUTIÉRREZ a la típica expresión de Puebla opción preferencial por los pobres: ID.,
La fuerza histórica de los pobres, op. cit., p. 244s.
MIRADA CONCLUSIVA 607
Para agregar por fin una pieza más al recorrido, aunque esté ya muy
fuera del arco de tiempo que me he fijado, la Redemptoris missio, 139 del
Papa Juan Pablo II, se sitúa básicamente en la perspectiva de la EN, aun-
que con las peculiaridades que le da su énfasis en la misión ad gentes. 140
139
JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptor hominis (4/3/1979), AAS 71 (1979),
pp. 257-324; OR, Año XI, 11 (1979), pp. 3-14.
140
Hago esta afirmación desde el estudio comparativo de ambos textos, en esta cues-
tión precisa, que realicé en el seminario ya varias veces citado dirigido por el P. Geffré.
608 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
141
En ese sentido cité las afirmaciones de los obispos Rivera Damas y Jubany en el
Sínodo de 1974. Por otra parte, el futuro muy cercano iba a mostrar la indulgencia con
que se trataron (hasta el día de hoy) las complicidades explícitas y públicas de obispos,
sacerdotes y grupos laicales con las más crueles dictaduras de América Latina, como en
el caso paradigmático de la Argentina (ver Emilio MIGNONE, Iglesia y dictadura: el
papel de la Iglesia a la luz de sus relaciones con el régimen militar, Buenos Aires:
Ediciones del Pensamiento Social, 1986) y la enorme reticencia para reconocer el ca-
rácter martirial de la muerte de Mons. Oscar Romero en El Salvador.
MIRADA CONCLUSIVA 609
142
Considero que una manera concreta de apreciar este movimiento está reflejada en
el minucioso análisis que el P. Calvez realiza, en su Fe y Justicia varias veces citado, de
las vicisitudes vividas en el camino postconciliar de la Compañía de Jesús.
143
Si vale como referencia mi propia experiencia, en ese seminario realizado en el Institut
Catholique de Paris en 1994, esta temática ocupó un lugar muy secundario, tanto en el
programa como en la bibliografía, con relación por ejemplo a la del diálogo interreligioso
y la inculturación. No hubiera sido así, me atrevo a pensar, algunos años antes.
610 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
144
F. SCHÜSSLER-FIORENZA, op. cit., p. 211. Debo decir que, en su generalidad,
concuerdo con la primera conclusión, pero no me parece reflejar cabalmente el conjun-
to de los documentos cuando atendemos más de cerca a las fórmulas empleadas, a los
acentos marcados y los objetivos buscados en cada caso, como creo haberlo mostrado.
145
Deberíamos poder saber además, si en estas breves citas, los términos misión,
evangelización y tarea son intercambiables. De otro modo no estaríamos hablando
exactamente de las mismas cosas.
146
El P. CONGAR, en Le rôle de lÉglise
, op. cit., T. II, p. 322, observa: La
ayuda que la Iglesia aporta a la sociedad humana como tal se sitúa enteramente bajo el
signo de la unidad. Esta unidad de la Iglesia es sobrenatural, como su misión es de
orden religioso [no se dice: puramente espiritual, expresión que hubiera sido ambi-
gua]. Pero si lo religioso concierne al Dios Vivo, abarca todo el destino del ser huma-
no. En esas condiciones en que la Iglesia es menos del mundo, es cuando puede estar
más en el mundo.
MIRADA CONCLUSIVA 611
sión, nos encontramos con elementos de diversa índole que buscan armo-
nizar lo que en una primera mirada no parece tan evidente, como lo hacía
ver Dianich, por ejemplo. Así, la distinción más o menos neta de funcio-
nes de jerarquía y laicado (típica de AA), van en esa dirección. Lo mismo
que la preocupación por describir un sentido cristiano, evangélico, a la
liberación, muy propio de la EN, pero retomado después por otros docu-
mentos, como hemos visto.
En la misma dirección concluye entre nosotros Pablo Bonavía. Seña-
lando que existen
tres profundas convicciones [que] han ido configu-
rando la experiencia de la Iglesia en los últimos años, opina que una de
ellas es
que la acción de evangelizar no encuentra su sentido y su
finalidad en la sola transmisión y aceptación de un contenido concep-
tual; ella implica necesariamente la efectiva transformación de la perso-
na y de la sociedad [
] De ahí que lo que se ha dado en llamar promo-
ción humana [
] forme parte indisociable de la evangelización, aunque
no la agote. La transformación de situaciones humanas en más humanas
es un momento indispensable de la acción evangelizadora para que esta
encuentre su lugar e identidad propios. Lo cual significa, ni más ni me-
nos, que los esfuerzos de liberación, en su sentido más amplio posible,
forman parte de la misión específica de la Iglesia [cita el clásico texto
del Sínodo de 1971]. 147
Como ya lo dije, aun aceptando por buenas las conclusiones de
Schüssler-Fiorenza y Bonavía, me parece sin embargo necesario prestar
atención al lenguaje que se ha utilizado en los documentos, con todas sus
fluctuaciones, para poder dar un contenido más o menos preciso a esas
conclusiones, y saber exactamente lo que estamos diciendo.
147
Pablo BONAVÍA, Promoción humana y anuncio evangélico: una propuesta des-
de la práctica, Buenos Aires: Ed. Paulinas, 1984, pp. 11-13. El autor se apoya sobre
todo en la EN y Puebla. Y como se trata de una reflexión hecha a partir de prácticas
pastorales de la Iglesia en Montevideo, se detiene además en el terreno de las mediacio-
nes concretas y de las cuestiones que de allí surgen para nuestra temática.
612 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
148
Por citar un solo caso, en contexto absolutamente no polémico, y bastante tiempo
después, ver Omer DEGRIJSE, Ad gentes Evangelii nuntiandi Redemptoris missio,
Revista católica internacional Communio, Nº 4, jul.-ago. 1992, pp. 322s. El autor llama
repetidamente aspecto esencial, dimensión esencial, elemento esencial de la
evangelización a la promoción humana. Concretamente refiere que
en el sínodo de
1971 se calificaba el compromiso por la justicia y la construcción de un mundo más
humano como un elemento esencial de la evangelización (afirma lo mismo del diálo-
go interreligioso). Es necesario decir que para el Diccionario etimológico de la lengua
española, esencial es una de las acepciones de constitutivo.
149
Miguel BARRIOLA, Fieles al Papa desde América Latina: otra respuesta al car-
denal Ratzinger, Montevideo: Instituto Teológico del Uruguay Mariano Soler, 1987, p.
137 (el destacado es mío). Se trata de una contestación polémica al libro también polémi-
co de Juan L. SEGUNDO, Teología de la liberación: respuesta al cardenal Ratzinger,
614 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
esta revisión estuvo motivada por las
reducciones por lo bajo que
se comprobaban en las teologías de la liberación. 150 En donde por la
bajo se refiere a las interpretaciones reductoras, monistas. Además, el
Sínodo de 1971 afirmó que la acción por la justicia era una dimensión
constitutiva de la evangelización, y no que la evangelización comportaba
la instauración de la justicia en el mundo. ¿O diríamos que dejaría de ser
esencial a la evangelización el anuncio del amor del Padre porque no se
alcancen
todos los [sus] cometidos posibles de llevar a cabo en este
mundo? Otra vez, la cuestión es saber si puede haber evangelización en
la eventualidad de que la Iglesia renunciase a actuar por la justicia. Deter-
minadas argumentaciones preocupadas por salvar la identidad religiosa
de la evangelización, según creo notar, parecen responder afirmativamen-
te. O su lógica las llevaría a ello.
151
A. ACERBI, La Chiesa nel tempo
, p. 235s: En el contexto del mundo occiden-
tal, que parecía ya irreversiblemente y cada vez más extensamente secularizado, la
Iglesia se hizo definitivamente consciente, en los años post-conciliares, de que cual-
quier perspectiva de cristiandad era inconcebible [
] Experimenta una progresiva
marginación social, o por lo menos en general, la imposibilidad de ser una fuerza
social hegemónica, capaz de inducir en una sociedad pluralista un régimen cristiano,
sea cual fuera [
] Al mismo tiempo, la Iglesia (y no sólo el mundo) ha descubierto que
estaba en crisis. Lo que sucede en una sociedad cuando pone en discusión las relacio-
nes vigentes hasta ese momento entre los valores de los que se siente portadora y los
medios que expresan esos valores, relaciones que regulaban su equilibrio interno y sus
relaciones con el exterior, es lo que caracteriza el momento histórico del post-Concilio.
Por el impulso que le venía del mismo Concilio, pero tal vez más aún por el impacto con
el mundo, la Iglesia puso en discusión tanto el mensaje en sus contenidos y en sus
formas de expresión (nos hemos preguntado qué significa, en fin de cuentas, la salva-
ción para el hombre), como las estructuras, en su valor significativo del mensaje y en
su capacidad de adecuación a las exigencias del mundo contemporáneo. Y pone como
ilustración anticipada de esta crisis, la que afectó a los movimientos ambientales de la
Acción Católica, que fueron (al menos durante un tiempo) la imagen del compromiso
de animación cristiana de lo temporal y de la teología de la distinción de planos, que
todavía tiene apreciable lugar en el Vaticano II.
152
Cf. PABLO VI, Discurso de clausura
del Concilio Vaticano II, AAS 58 (1966),
pp. 51-59 (versión castellana en CONCILIO VATICANO II, Constituciones, Decre-
tos
, pp. 1067-1073). Pablo VI reconoce que la actitud ante el mundo que mostró el
Concilio en sus trabajos puede haber causado en algunos la impresión de
un tole-
rante y excesivo relativismo al mundo exterior, a la historia que pasa
, aunque afir-
ma inequívocamente que no ha sido así (p. 1069). J. L. SEGUNDO, Críticas y
autocríticas de la teología de la liberación, en J. COMBLIN et al., Cambio social
,
op. cit., pp. 219, concede una importancia capital a este discurso como expresión del
vuelco teológico exigido por el Concilio.
616 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
EN (leída junto con sus intervenciones al inicio y al final del Sínodo que
la motivó), con su carga de reservas y advertencias hacia la obra de ese
mismo hombre por alcanzar su liberación, y la correlativa preocupación
por definir una liberación evangélica.
Sin pretender entrar demasiado en ello, creo que no es casual la apari-
ción y el desarrollo, en estos mismos tiempos, de toda una corriente teo-
lógico-pastoral que para contrarrestar lo que consideraba una especie de
disolución del catolicismo en la sociedad secularizada y pluralista, juz-
gaba que
la afirmación de la verdad de Cristo se debe traducir en
obras sociales católicas, que sin mediaciones culturales, son capaces de
transformar la historia, volviendo cristiana la sociedad. 153
Contemporánea es también la nueva reivindicación de la Doctrina So-
cial de la Iglesia, volviendo a usar una expresión que el Vaticano II había
dejado de lado expresamente, cuando había optado por privilegiar la pers-
pectiva de los signos de los tiempos, opción compartida por las grandes
encíclicas sociales de los años sesenta y setenta. Ya señalé que ese retor-
no tiene especial fuerza en América Latina, en la preparación y celebra-
ción de Puebla, potenciada por el influjo de la docencia de Juan Pablo II.
Sin pretender decir que el retomar la expresión signifique automática-
mente reinstalar todo su universo conceptual y metodológico, me parece
innegable que marca sí una sensibilidad que por lo menos vuelve menos
evidente la opción por la categoría signos de los tiempos, y la consi-
guiente manera de valorar la realidad mundana. 154
153
Daniele MENOZZI, Il sínodo sui laici e i nuovi movimenti: il caso Lazzati,
en Cristianesimo nella storia, 10/1, feb. 1989, p. 121. El artículo analiza, en el caso
italiano, la polémica entre representantes del intransigentismo católico y las posiciones
mayoritarias de la Iglesia en el país, manifestadas por ejemplo en el convegno ecclesiale
sobre Evangelizzazione e promozione umana de 1976. El trabajo de Menozzi fue
escrito para Paul LADRIÈRE y René LUNEAU (dir.), Le rêve de Compostelle: faut-il
reconstruire une Europe chrétienne? Enjeux et dissonances, Paris: Le Centurion, 1989.
154
Para todo esto, ver Marie-Dominique CHENU, La dottrina sociale della Chiesa:
origine e sviluppo (1891-1971), Brescia: Queriniana, 1977, pp. 7-53. Y también, ID.,
Les signes des temps: réflexion
, T. II, pp. 205-225. En ambos trabajos, el autor
recuerda las dificultades y resistencias habidas en la adopción de esta perspectiva, así
como las incoherencias que se mantuvieron en algunos textos.
En los días en los que escribo este texto he podido consultar el recién publicado
Compendio della Dottrina Sociale della Chiesa, del PONTIFICIO CONSIGLIO DELLA
GIUSTIZIA E DELLA PACE, Città del Vaticano: Librería Editrice Vaticana, 2004. En
MIRADA CONCLUSIVA 617
él, Nº 72-86, hay una presentación de la DSI, en base fundamentalmente a las Cartas
encíclicas Sollicitudo rei socialis y Centesimus annus, de Juan Pablo II, que no se puede
identificar sin más con la que el P. Chenu analiza como ideología. No estoy sin embargo
en condiciones de desarrollar ahora esta afirmación.
155
M.-D. CHENU, Les signes des temps
, p. 212s. Insistiendo sobre el papel
fundamental de la expresión signos de los tiempos en la GS, CHENU concluye: Ella
es en verdad una categoría constitucional; y en esta Constitución, ella decide sobre
las leyes y las condiciones de la evangelización, desde el momento en el que el cristiano
se siente comprometido en los acontecimientos, enfrentado como está a las deman-
das, las esperanzas y angustias de los hombres, sus hermanos, creyentes o no (p. 225).
618 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
156
Y. M.-J. CONGAR, Église et monde
, op. cit., T. III, p. 28s. Las dos fórmulas
entrecomilladas hacia el final de la cita, son del P. Chenu.
157
ID., p. 30. CONGAR cita, sin compartirlas del todo, unas opiniones del P.
CARDONNEL sobre el Esquema XIII antes de su redacción definitiva, criticando con
implacable lucidez, según el mismo CONGAR, las formulaciones dualistas. La cita
termina con una frase que en todo caso me resulta especialmente gráfica y elocuente
para describir los temores y esa especie de vértigo que asalta con frecuencia a los cris-
tianos, a la hora de plantearse exigentemente su ser para el mundo: Se sopesa cuidado-
samente las fórmulas para evitar que la Iglesia se mezcle con el mundo. Porque de allí
resultaría una confusión, una mezcla de géneros tan molesta como la Encarnación de
Dios (ver toda la cita en p. 24s, y nota 24).
MIRADA CONCLUSIVA 619
esfuerzos por hacer más humana la vida en esta tierra? Porque una cosa
es el necesario distanciamiento y reserva críticos y otra el alejamiento
temeroso o descalificador, formas de recaída en la no valoración de la
densidad crística de la realidad humana.
Por eso, en todo lo que vengo diciendo con la apoyatura de los autores
que he citado, no pretendo instaurar una especie de proceso de intención,
ni ingresar a juicios de valor, sino sobre todo constatar y señalar un cli-
ma, una terminología y una determinada valoración de lo que importa
mantener claro, que constituyen el marco propicio para que el pensa-
miento de la CEU, influenciado también por otros factores, asuma carac-
terísticas que no eran las de la primera etapa, y que me parece innegable
que marcaron un camino de relativización considerable del movimiento
de acercamiento a la realidad de vida del pueblo uruguayo muy presente
en el primer post-Concilio, aun con todas sus limitaciones.
coyuntura interna muy difícil de la propia CEU, pero pienso que también
hay una cuota de aprovechamiento de esa situación para ir relativizando
lo que era un espíritu y una manera de proceder predominantes en los
primeros años del post-Concilio.
Esto dará como resultado, en un proceso que tiene sus primeras raíces
en la debilidad de análisis anotada, una creciente toma de distancia de la
realidad de la sociedad uruguaya, un correlativo cuestionamiento y aban-
dono de la metodología inductiva, con una renovada preocupación por la
corrección doctrinal, el cuidado de la identidad cristiana, el marcar con
más nitidez el perfil propio, los elementos que más que afirmar cercanías
y afinidades resaltan distinciones y peligros de confusión.
De hecho, pienso que salvo en algunos documentos de la primera etapa, y
en pocos pasajes de los de la segunda, la CEU, más que proceder en la
perspectiva de los signos de los tiempos, se limita a una enseñanza que
reproduce los procedimientos clásicos de la Doctrina Social de la Iglesia.
En ese sentido, vuelvo a decir que me parece muy revelador el regreso de
argumentaciones basadas en la ley natural, con todo su mundo de compren-
sión, y eso justamente cuando se está produciendo ese movimiento de nue-
va reivindicación de la DSI, que tendrá su máxima expresión en América
Latina en la coyuntura de Puebla, y a escala universal con Juan Pablo II.
Ahora bien, para hacer un poco más complejo el análisis, en los últi-
mos años que contemplan mi estudio (1981-1985) este movimiento que
acabo de señalar comienza a revertirse (cf. Parte III, 4) por un nuevo
tomar más en cuenta la realidad en los documentos, en ese estilo marca-
do por la atención a los signos de los tiempos y la utilización de la meto-
dología inductiva, en los términos en que lo analicé en las conclusiones
de la primera etapa (cf. Parte I, 5.1 y 5.2). Igualmente por un correlativo
y progresivo eclipse de la perspectiva de la ley natural y la tendencia a la
rápida utilización de categorías religiosas, tanto para explicar la crisis
como para proponer pautas para su superación, volviendo así a un ma-
yor respeto de la autonomía de lo secular y por ende del pluralismo de la
sociedad uruguaya. También forma parte de esta nueva inflexión el tono
general más positivo en cuanto a no poner por delante las preocupacio-
nes y advertencias sobre posibles confusionismos, reduccionismos, pér-
dida de identidad, etcétera. Aunque como ya lo dije, esta mirada serena
predominante en los documentos de la CEU contrasta con la permanen-
cia de la actitud más crispada en órganos de prensa directamente depen-
622 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
158
ID., Les signes
, p. 211 para la primera cita. Y La dottrina sociale
, p. 47,
para la segunda (el destacado es mío). Del análisis que he hecho de los documentos de
la CEU resulta claro que este recurso casi no existió, salvo para la carta de Cuaresma de
1967, y parcialmente en los documentos de trabajo para los planes pastorales.
159
M. McGRATH, Présentation de la Constitution: lÉglise dans le monde de ce
temps, en Y. M.-J. CONGAR y M. PEUCHMAURD, op. cit., T. II, p. 19. El obispo
panameño señalaba también la necesidad de adoptar un nuevo método (que partiera
de los problemas del mundo y los apreciara), que sin embargo, en su opinión, perma-
neció imperfecto, inseguro, hasta el final.
MIRADA CONCLUSIVA 625
160
ID., op. cit., p. 18s. Es a esta DSI que CHENU califica de ideología (cf. p. 49-53).
161
Ibid., p. 37. El autor se refiere aquí al aporte de la Pacem in terris, pero ensegui-
da recuerda la importancia capital de la decisión del Concilio en prescindir en la GS
de la expresión DSI, y sobre todo de proceder a ahondar la opción por una metodolo-
gía inductiva.
626 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
162
J. L. SEGUNDO insiste con fuerza en que una de las autocríticas que debe hacer-
se la teología de la liberación y todo el movimiento pastoral que la acompañó es la de no
haber prestado toda la atención necesaria a las inercias de la formación teológica y a la
práctica pastoral de la gran mayoría de los mismos obispos que aprobaron los documen-
tos del Vaticano II, y que de hecho no procesaron en sí mismos el vuelco que él signifi-
caba. Cf. ID., Críticas y autocríticas
, op. cit., pp. 219s.
163
Pablo BONAVÍA, Práctica social e identidad cristiana, Cuadernos del CLAEH,
Nº 18, abr.-jun. 1981, p. 84 (el destacado es del autor). El artículo es una muy útil
presentación de lo que está en juego con ese regreso de la DSI en la coyuntura de
Puebla, y de los riesgos que ello alimentara
posturas reñidas con la autonomía
metodológica y el pluralismo exigidos por el Concilio Vaticano II (p. 82).
MIRADA CONCLUSIVA 627
164
Para citar las traducciones más usadas en nuestra área: Y no se amolden al mundo
éste, según la Nueva Biblia Española, Edición latinoamericana, Madrid: Ed. Cristiandad,
1976; Y no os acomodéis al mundo presente, en la Biblia de Jerusalén, Bilbao: Desclée
de Brouwer, 1967; No sigan la corriente del mundo en que vivimos, según La Biblia
Latinoamericana, Madrid: Ed. Paulinas, 1972; No tomen como modelo a este mundo, en
la traducción de El Libro del Pueblo de Dios, Madrid-Buenos Aires: Ed. Paulinas, 1981.
Tener en cuenta que esta misma advertencia de Pablo es utilizada por la CEU en su
llamado de atención en las Reflexiones pastorales: la caridad
(Nº 3).
165
Ya cité en la Parte I el trabajo pionero de Alberto METHOL FERRÉ como crítica
de esa especie de ideología martirial que se instaló en América Latina teniendo como
figuras casi sacralizadas las de Camilo Torres y Ernesto Che Guevara, con influencia
mucho más allá de los grupos más radicales (cf. La revolución verde oliva
, op.
cit., pp. 17-39).
MIRADA CONCLUSIVA 629
166
Algunos años más tarde fue Jon SOBRINO quien planteó lúcida y rigurosamente
la relación entre liberación-cruz-martirio en su De una teología sólo de la liberación a
una teología del martirio, en J. COMBLIN et al., op. cit., pp. 101-121. En este trabajo,
el teólogo salvadoreño atribuye decisiva importancia para la teología a la confrontación
y la honradez para con la realidad, al mismo tiempo que insiste en la necesidad de no
olvidar la presencia del anti-reino en ella (pp. 106-109 y 112). Ver también las muy
pertinentes observaciones de Henri-Jérôme GAGEY, Le oui et le non de Dieu sur
notre monde, Documents Épiscopat, 14, setiembre 1993, p. 7s.
167
Tengo la impresión de que todo esto se reflejó en Uruguay en una manera de vivir
la opción por los pobres mayoritariamente con mucha carga política, por mediación de
las organizaciones, con escasa inmersión concreta en el mundo de los pobres. No poseo
elementos suficientes de juicio, pero tiendo a pensar que quienes recorrieron este cami-
no de forma más vivencial, de inserción real, resultaron más atentos a esas otras dimen-
siones que fueron como devoradas por lo político.
630 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
168
Por ejemplo: Llevado por este programa unificador [Jesucristo] plantó su vida
entre nosotros para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos (Jn 11,52). Rea-
lizó ese supremo acto reconciliador en el misterio de su Pascua, donde con amor y
obediencia totales a su Padre, expresión humana de su carácter eterno de Hijo, em-
prende su camino de donación abnegada (Puebla 192), prolongando su amén (cf. 2
Cor 1,20; Apoc 3,14) hasta la muerte misma, que no podía sino desembocar en la vida,
como aceptada que fue para cumplir la voluntad de un Dios que es Padre (Nº 23). De
la misma forma se apoya en GS 22 para presentar el misterio del hombre que se esclare-
ce en el misterio del Verbo Encarnado (Nº 69). Algunas de estas afirmaciones forman
parte del marco de la crítica a la solidaridad sin Dios, pero no me parece que esté
claramente expresada la conexión.
169
Héctor BORRAT, Vanguardia, retaguardia y postconcilio, Víspera 2, agosto
1967, pp. 16-19; Esperanzas seculares
, op. cit., pp. 69-75; Vanguardia, retaguar-
dia, crisis, Ibid. 4, enero 1968, pp. 33-38; Para una cristología de la vanguardia, Ibid.
17, junio 1970, pp. 26-31. El autor utiliza los términos vanguardia y retaguardia
para designar a los cristianos que han asumido el camino de la renovación conciliar y el
compromiso sociopolítico más o menos revolucionario, por un lado, y a los que han
quedado fijados en posiciones conservadoras en ambos terrenos, por otro.
MIRADA CONCLUSIVA 631
170
ID., Vanguardia, retaguardia, crisis, pp. 33 y 35.
171
Tanto los padres CONGAR como CHENU por esos mismos años hacen ver cómo
el pasaje de la aplicación de principios generales tomados de la ley natural o de la
philosophia perennis, a un discernimiento evangélico de los signos de los tiempos, se
realiza por una nueva centralidad dada a la Palabra de Dios, que conlleva una auténtica
valoración de la historia habitada ya por el Reino de Dios y por eso en permanente
tensión escatológica. Cf. Y. M.-J. CONGAR, Église et monde
, op. cit., pp 28ss.;
M.-D. CHENU, Les signes
, op. cit., p. 205 y 214.
172
Recuerdo ahora las dificultades experimentadas en la práctica de la revisión de
vida en el momento de intentar el juicio evangélico de las realidades asumidas, precisa-
mente por esas carencias de lectura y conocimiento bíblicos, favoreciendo así las tenta-
ciones de interpretaciones ideológicas y justificadoras de unos pocos pasajes de la Es-
critura reiteradamente utilizados.
632 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
173
Significativamente, la constitución Dei Verbum (DV) es el gran ausente de los
textos conciliares en la II y III Conferencias Generales del Episcopado Latinoamerica-
no: una sola referencia (Nº 24) en Medellín, en el documento sobre Formación del
Clero; dos (una referencia, Nº 2, y una cita, Nº 8) en Puebla (374 y 679). Extraña sobre
todo en Medellín, pensado como un momento fundamental en la recepción del Vaticano
II en el continente, gran impulsor por otra parte de las comunidades eclesiales de base
que han sido el terreno privilegiado del gran cambio de los católicos latinoamericanos
en su relación con la Biblia.
MIRADA CONCLUSIVA 633
174
Recuerdo que en 1974, en mayo más precisamente, es cuando en Roma se acusa
a Parteli de llevar adelante una pastoral horizontalista en la arquidiócesis. Desde ese
momento me he preguntado, y muchos otros en la Iglesia de Montevideo, por qué Pablo
VI da crédito sin más a esa visión prejuiciada y negativa, por más que sepamos que no
se le había hecho conocer el informe del propio arzobispo. ¿Tenía él tendencia a pensar
que ahí estaba el peligro más importante para la Iglesia, al menos en América Latina?
Sin posibilidad de una interpretación cierta, llama la atención esa severidad que no deja
prácticamente lugar a la defensa de Parteli, aunque luego el Papa la haya corregido.
MIRADA CONCLUSIVA 635
175
M.-D. CHENU, Les signes
, op. cit., pp. 220-222.
176
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción
Libertatis nuntius
, VI, 4: Para otros, parece que la lucha necesaria por la justicia
y la libertad humanas, entendidas en su sentido económico y político, constituye lo
esencial y el todo de la salvación. Para estos, el Evangelio se reduce a un evangelio
puramente terrestre.
177
J. L. SEGUNDO, Críticas y
, op. cit., p. 218.
636 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
178
Una frase casi idéntica, sobre todo en esa parte restrictiva, se encuentra en el
informe del grupo español-portugués C, cuyo relator era Mons. Rubio, como resultado
de los trabajos sobre la segunda parte del Instrumentum laboris durante el Sínodo de
1974. El informe no utiliza sin embargo el equívoco construcción, sino edificación
del Reino. Cf. G. CAPRILE, Il Sinodo dei Vescovi: terza assemblea
, op. cit., p. 587.
179
Aunque se trate de un texto no oficial, dice el documento de trabajo para el Plan
(1971) sobre Fe y valores morales
: Si los valores morales que hemos comentado
como existentes y operantes en nuestro Uruguay corresponden al plan del Padre que
debe realizarse en la historia, entonces debemos afirmar que son plenamente evangéli-
cos. Por lo tanto, deberán ser asumidos por los cristianos (loc. cit., p. 264, Nº 29).
180
S. DIANICH, Chiesa e mondo. Fra la Gaudium et spes
, op. cit., pp. 124-126.
MIRADA CONCLUSIVA 637
181
J. L. SEGUNDO, Críticas y
, op. cit., p. 220.
MIRADA CONCLUSIVA 639
1. Fuentes
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12.1. Diarios
* Acción.
* Ahora.
* El Bien Público (desde 1966, BP Color).
* De Frente.
* El Debate.
* El Día.
* El Diario.
* El País.
* El Popular.
* La Mañana.
* Ya.
12.2.1. Seculares
* Búsqueda.
* Cuadernos de Marcha (1971-1985).
* Democracia (1982-1985).
* Jaque (1983-1985).
* La Plaza (1979-1982).
* Marcha (1965-1973).
* Opción (1981-1985).
* Opinar (1982-1985).
BIBLIOGRAFÍA 681
12.2.2. Católicas
1. PRIMERA ETAPA
DOCUMENTOS OFICIALES
Cumplimos con el encargo del Santo Padre el Papa Paulo VI al dirigirnos a vosotros con
motivo de la clausura del Concilio que se realizará el 8 de diciembre fiesta de la Inmaculada.
Esa clausura no es sino el comienzo de la etapa más importante del Concilio, que es la de la
ejecución de las trascendentales decisiones tomadas. Y tal etapa, que supone un generoso
esfuerzo de toda la Iglesia, no tendría éxito, dice el Santo Padre, si no se une a él la ayuda de
Dios y la luz del Espíritu Santo.
[Se dispone un triduo solemne dentro de la novena de la Inmaculada, como en todo el
mundo] en que no sólo se dé gracias a Dios y se implore su auxilio para el período de
realización que comienza, sino también se instruya a los católicos sobre lo que el Concilio
nos exigirá, para que logremos la renovación cristiana que debe ser su resultado práctico
[Los dos primeros numerales son citas del Proemio y los números 2 y 4 de la declaración
conciliar Gravissimum educationis momentum (GE)].
3. Buscar lo que nos une. Al reunirnos los Obispos de la Provincia Eclesiástica del Uru-
guay en la primera Conferencia Episcopal después de finalizado el Concilio, hemos creído
oportuno ir aplicando solícitamente las doctrinas conciliares a las necesidades de nuestro
pueblo, preparando algunos documentos sobre puntos que consideramos importantes. Em-
pezamos con estas reflexiones sobre la educación y la cultura.
Nuestra exposición serena y objetiva
[sigue como la cita en el texto, p. 145].
4. Preocupación permanente. Entre nosotros
[idem, p. 146].
5. Nuestra responsabilidad. Mucho queda por hacer, mucho queda por lograr y reconoce-
mos la responsabilidad que como Pastores nos cabe [
] Debemos promover el más amplio
desarrollo y el mejoramiento de nuestras instituciones educacionales, para la formación
integral del cristiano, a tono con el mundo, la ciencia y el adelanto técnico de hoy; como
también llegar con los beneficios de la educación a los sectores más necesitados.
Pero no es sólo nuestra responsabilidad: el Concilio exhorta [citan GE 9 sobre responsabili-
dad de los laicos].
En la tarea pues, que nos proponemos de incrementar y renovar las obras católicas de edu-
cación y de enseñanza, contamos con el apoyo incondicional y devoto de todo el pueblo
cristiano, pero estamos seguros también de poder contar con la comprensión y buena volun-
tad de todos nuestros conciudadanos, en particular de las Autoridades públicas y de quienes
rigen y orientan los destinos de la enseñanza nacional, cualesquiera sean sus creencias o
convicciones filosóficas. Estamos ciertos de que el amor sincero del bien común, el respeto
ANEXO I 685
mutuo a los derechos que caracteriza nuestra convivencia nacional nos harán superar a to-
dos cualquier dejo de pasados antagonismos entre la enseñanza oficial y la enseñanza priva-
da y católica, completamente inoportunos por otra parte, en el momento actual de la evolu-
ción del mundo moderno.
6. Principios generales. [Se refiere al derecho inalienable a una educación que responda al
propio fin, etcétera, según cita de GE 1; a que ese derecho y deber pertenece en primer
lugar a la familia, con cita de GE 3; el papel subsidiario de la sociedad civil y el Estado en
este terreno, apoyándose en GE 3 y 7; al derecho y obligación de las diversas iglesias o
confesiones religiosas de velar por la educación y enseñanza integralmente religiosa de sus
fieles, refiriendo a Dignitatis humanae 4; y a la obligación y el derecho de la Iglesia cató-
lica en este campo, citando a GE 3 y 8].
7. La norma constitucional. [Se recuerda que la Constitución uruguaya tutela estos dere-
chos] Quede bien en claro que al reafirmar la plena legitimidad de una enseñanza libre
defendemos no un tratamiento de privilegio para las familias católicas y sus actuales institu-
ciones docentes, sino el ejercicio de un derecho fundamental de todos los ciudadanos
8. La realidad actual. [Ver cita en el texto, p. 146: Como ya destacamos anteriormente
Agregan luego cifras que muestran la importancia de la red educativa de la Iglesia].
9. Limitaciones. [
] Lo decimos sin ánimo alguno de polémica ni reproche: la práctica existen-
te entre nosotros de exigir a todo ciudadano los impuestos para la instrucción pública y verterlos
luego a beneficio exclusivo de una única escuela, la oficial, anula de hecho, para las familias de
menor solvencia económica, el derecho constitucional de elegir para sus hijos la escuela y los
maestros de su preferencia. En pocas palabras: para éstos, la opción no es entre diversos tipos de
enseñanza, sino entre escuela gratuita y escuela paga. Es decir: no tienen opción.
Este planteo no pretende ser en menoscabo de la escuela oficial; reclamamos también para
ella, en nuestra condición de Pastores, una mayor atención para sus reconocidas necesida-
des. Simplemente presentamos una exposición objetiva del problema que afecta a las fami-
lias preocupadas por la educación religiosa de sus hijos.
Creemos en la conciencia de nuestro pueblo y de nuestros gobernantes, sensibles siempre a
los reclamos de la libertad y la justicia, hará que pronto en nuestro país, como en las nacio-
nes evolucionadas de América y de Europa, se respete en la práctica el pluralismo en la
educación, como felizmente se respeta en los demás órdenes de la convivencia nacional
10. Una mayor coordinación. [Insiste en la necesidad de coordinar mejor tanto entre todas
las instituciones católicas, como con las otras privadas no católicas y las oficiales, para una
distribución más racional de la acción educativa, y para que ella pueda llegar a todos los
ambientes populares. Se refiere a GS 66].
14. Progreso y renovación. [
] Al disponernos nosotros, los Obispos, a dar nuevo vigor en
nuestra Patria a la presencia y a la acción de la Iglesia renovada por el Concilio, hemos
querido comunicar estas reflexiones nuestras, en orden al desarrollo y perfección de nuestro
trabajo educacional, por considerarlo no sólo de competencia de nuestras preocupaciones
pastorales sino como elemento esencial al acrecentamiento del patrimonio de civilización,
que constituye el alma misma de la nación.
La simple renovación de estructuras políticas, sociales y económicas, aunque muy necesa-
rias, poco o nada podrían lograr sin la renovación del hombre, su espíritu, su mentalidad, su
moral, sus ideas.
Es menester renovar la educación para renovar al hombre: lo sentimos como imperiosa
exigencia, la más imperiosa quizá en el momento actual.
15. Reconocimiento, exhortación y confianza. No podemos concluir el presente docu-
mento sin hacer llegar nuestro saludo y sincero reconocimiento a cuantos integran los diver-
686 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
sos organismos directores de la docencia oficial, a los maestros y profesores y a las asocia-
ciones que los representan [
] nuestra simpatía hacia las diversas instituciones privadas
[
] nuestro agradecimiento y la reiteración de nuestra confianza a los organismos de UNEC
y FEDEAPAC, por los valiosos servicios prestados a la causa de la enseñanza católica [
]
a los sacerdotes, religiosos y religiosas, como también a los docentes seglares [
] La causa
de la educación tendrá que ser obra del esfuerzo común, de la generosa colaboración de
todos los que nos sentimos hermanados por un ideal sincero de verdad y libertad, al servicio
de un mundo en donde el hombre alcance su plenitud.
[Los obispos quieren] decir una palabra, en vista de la importancia que tiene el acto electoral
para el porvenir de la Patria y para la vida de cada uno de los ciudadanos del Uruguay [
]
palabra breve y sencilla; pero creemos que debe ser clara. Y con ella, los Obispos de esta
Nación, inspirándose en las enseñanzas del Concilio quieren únicamente llamar a la necesa-
ria reflexión que las circunstancias exigen.
[Ante todo, recuerdan la obligación de todos los ciudadanos de votar, como expresión de
amor a la patria y de la búsqueda del bien común (citan GS 75). Rechazan la] posibilidad de
una lícita abstención. [Definen el bien común citando al Concilio:] Es el conjunto de condi-
ciones de la vida social [
] logro más pleno y más fácil de su propia perfección.
[De esta definición se sigue que los elegidos, como promotores del bien común, deberán]
reconocer, respetar y promover los derechos de las personas, de las familias [y los] deberes
cívicos de cada uno [
] En particular los católicos [
] deberán sopesar diligentemente
cuáles son los candidatos y los partidos que ofrecen, a su juicio, las máximas garantías de
cumplir las exigencias enumeradas
[Manifiestan su temor de que] peligre la pacífica convivencia [en el período electoral por los
desbordes de la propaganda] El cristiano dice el Concilio debe reconocer la legítima
pluralidad de opiniones temporales discrepantes. [Nadie está autorizado a] juzgar las inten-
ciones y el valor moral de las personas con opciones diferentes.
[Exhortan] a todos: católicos y hombres de buena voluntad a respetar en todo la dignidad de
la persona humana, a estar abiertos al diálogo [
] En especial a los católicos les recorda-
mos los deberes que impone la caridad, sin cuyo cumplimiento no pueden considerarse
verdaderos cristianos [
Todos, pero en especial los católicos deben] fomentar y elevar
todo cuanto de verdadero, de bueno y de bello hay en la comunidad humana, y consolidarán
la paz en la paz para gloria de Dios.
Los Obispos del Uruguay a la comunidad católica, a las comunidades cristianas y a todos los
ciudadanos del país.
I. Observando la realidad no como quien la mira desde afuera
[sigue como la cita en
el texto, p. 154].
Nos preocupan las dificultades
[idem]. Y pensamos con aprensión en las consecuencias
desastrosas que de todo eso puede derivarse en perjuicio del orden, la paz social y la felici-
dad y el futuro de la Patria
Es la misma Iglesia, en toda la amplitud teológica del concepto jerarquía y pueblo de Dios
la que se ha puesto y se pone en estado de revisión para efectuar dentro de sí misma el
cambio de mentalidad acorde con las exigencias de los tiempos, rectificando actitudes ya
ANEXO I 687
A todos los diocesanos: la Conferencia Episcopal del Uruguay quiere unirse en forma colec-
tiva, a la celebración del Año de la Fe, proclamado por Su Santidad, con motivo del XIX
Centenario del martirio de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.
Este año conmemorativo será ocasión para que el pueblo cristiano adquiera conciencia exacta
de su fe, esto es, comprenda que la fe es un don, una gracia, a través de la cual Dios nos
permite conocer sus designios y sentir su cercanía amorosa, al tiempo que nos invita a
colaborar en su plan de salvación.
A nosotros nos toca aceptar ese don, y mediante un incesante proceso de conversión,
liberándonos de nuestra autosuficiencia, dar respuesta a ese llamado de amistad de Dios que
nos compromete en su acción redentora. Recordemos la parábola del sembrador
La fe no es primordialmente la aceptación de un elenco de verdades abstractas, sino funda-
mentalmente la aceptación de la presencia y de la acción de Dios en la historia, que culmi-
ANEXO I 689
nan en la persona de Cristo, Dios-Hombre entre los hombres. En el misterio pascual muer-
te y resurrección de Cristo se sintetiza esta acción de Dios, y se anticipa el destino final de
la humanidad entera.
Es, en definitiva, la fe, la adhesión a Cristo Resucitado y la identificación progresiva con Él
en una transformación continua de muerte a vida, para la edificación del Reino, que ha de
recapitular todo en Él.
Dos cosas por consiguiente nos exige la fe: primero una conversión profunda, muriendo día
a día al hombre viejo [
] Y luego dejar que la fe se encarne vitalmente en nosotros, no
como añadidura, no como simple noción intelectual de verdades reveladas, sino como vi-
sión nueva y divina de todo cuanto existe y acontece en la historia, como conocimiento
dinámico que alienta en lo más íntimo y profundo de nuestro ser y nuestro vivir, puesto que
el divorcio entre la fe y la vida [
] (G. et S. Nº 43).
La fe en Cristo resucitado implica un compromiso y una responsabilidad. Una fe puramente
intelectual, una fe desencarnada, una fe sin obras, es una fe muerta. El que no ama a su
prójimo [
] Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios a
quien no ve (1 Juan, 4).
La fe de cada uno es un acto de vida y como tal está sujeto a los altibajos y evolución de
nuestro vivir. No es un conocimiento establecido una vez para siempre [
]; no se sostiene
sólo con el juicio, sino también con el corazón, con la fidelidad, con toda la vida interior
De ahí que para la vivencia de la fe, sea indispensable el sostén de la oración, la meditación
[
] La Sagrada Escritura será siempre la parte esencial de nuestra meditación
Todos hemos de profundizar en el misterio de la fe y de sus fundamentos, mediante el
estudio constantemente renovado, sin olvidar que sólo un sólido criterio podrá inmunizarnos
frente a las formulaciones falsas y engañosas, que a veces se revisten de ropajes atrayentes.
Quiso, sin embargo, el Señor santificar y salvar a los hombres no individualmente y aisla-
dos entre sí, sino constituir un pueblo que lo conociera en la verdad y lo sirviera santamen-
te (L. G. Nº 9).
La fe es pues un don de Dios, personal, pero no individualista. Se recibe en y para la comunidad.
En la comunidad se la vive, se profundiza, se desarrolla. Esa comunidad es la Iglesia, con-
vocada y constituida por Dios [
] para todos y cada uno (L. G. Nº 9).
Nuestra fe [
] se nos da para edificación de la misma Iglesia. En su seno la recibimos y
hallamos la norma de nuestra perfecta adecuación a la palabra de Dios. Por eso, el estudio de
la doctrina de la fe ha de hacerse bajo la guía del Magisterio de la Iglesia, del Episcopado, a
cuya cabeza está el Santo Padre, único que cuenta con la garantía de las promesas del Señor:
El que a vosotros oye
La fe ha de ser profesada públicamente, proclamada y difundida [
] Para esta comunica-
ción la Iglesia en nuestro país necesita no sólo hombres de acción, sino también pensadores,
teólogos auténticos, sacerdotes y laicos, que estudiando y conociendo nuestra realidad a la
luz de la fe, puedan entablar el diálogo con el mundo en el lenguaje que entiende y aprecia
el hombre moderno.
[Siguen consignas prácticas a los fieles asiduos a los templos o comprometidos en movi-
mientos apostólicos; a nuestros colegios y liceos; y a los presbíteros].
Antes de terminar, queremos referirnos al problema social que afronta nuestro tiempo, y
para cuya solución la fe ofrece un aporte muy valioso.
Es indudable que nuestra época siente una viva preocupación por el hombre y su promoción
[
] Son muchos, sin embargo, los obstáculos que la organización de la sociedad en que
vivimos presenta para la consecución de esa promoción [
] Por eso son muchos los que se
afanan, por cauces distintos, en promover un orden más justo, una sociedad más humana y
fraternal.
690 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
Queremos recordar una vez más a los cristianos que la fe los obliga a estar presentes en prime-
ra línea en ese esfuerzo gigantesco de la humanidad, a participar activamente en las institucio-
nes, mediante un compromiso temporal adecuado a sus cualidades y capacidad. Solamente así
podrán, como les pide el Concilio Vaticano II, ordenar según Dios los asuntos temporales.
Esta fe que nos impulsa a acercarnos al hermano, porque vemos en él a un miembro del
pueblo de Dios que peregrina a nuestro lado hacia el encuentro del Padre celestial, debe
acuciarnos en la búsqueda de todo lo conveniente para el desarrollo pleno de la personalidad
en todas sus dimensiones.
La promoción del hombre ha de ser total, sin exclusión de ninguno de sus aspectos
El cristiano no ignora que la felicidad en la tierra es sólo relativa, y sabe por la fe, que será
plena únicamente en la eternidad. Por eso, en sus relaciones con el prójimo, tampoco puede
desconocer u olvidar esta fundamentalísima dimensión trascendente, cayendo en un tem-
poralismo ajeno a su específica misión en el mundo. Su presencia, en efecto, en la ciudad
temporal tiene siempre un sentido escatológico [
] Esta visión de fe no lo aliena del mun-
do, por el contrario, lo compromete más vitalmente en la prosecución del desarrollo integral
de todos y cada uno de los hombres y de todos los pueblos.
Queremos, a este propósito, expresar nuestra desaprobación de la violencia como recurso
para implantar un ordenamiento social hecho a la medida de las distintas concepciones o de
los intereses en juego. La violencia se manifiesta, algunas veces, por la insurrección revolu-
cionaria o la guerrilla, para quebrar una situación que se juzga opresora. Otras veces, por la
fuerza del poder político, o los recursos del poder económico, impone un orden aparente-
mente estable y tranquilo, pero minado en su entraña por las privaciones de derecho, o las
condiciones de infradesarrollo que soportan algunos sectores de la población [se refiere
luego a los numerales 30 y 31 de la Populorum progressio].
Por último, debemos referirnos a las divisiones en nuestras propias filas, surgidas por dis-
crepancias de pareceres en el campo del pensamiento y de la acción sociales. Ciertamente el
Concilio, las Encíclicas Pontificias y algunos documentos nuestros señalan las líneas maes-
tras de un ordenamiento social acorde con el Evangelio; pero aún así, son múltiples las
legítimas opciones cuando se trata de realizaciones concretas.
El Concilio Vaticano reconoce explícitamente esta libertad: [cita GS 43b y c].
Así como nosotros, pastores, reconocemos a los fieles su libertad de opción en estas mate-
rias opinables, queremos que también ellos se respeten mutuamente [
] Nos preocupa
sobremanera el ver cómo se ensancha la valla que separa a unos de otros y como se exaspe-
ran los ánimos. De ninguna manera podemos aprobar un procedimiento polémico que se va
generalizando, que dice verdades a medias y enfatiza realidades innegables al tiempo que
calla y oculta otras no menos reales e innegables.
Exhortamos a todos al diálogo leal y sincero [
] que debe caracterizar a los cristianos.
La tónica social del mundo presente necesita la fe, para su perfección y verdadera eficacia,
y es necesario que en este Año de la Fe, se medite seriamente sobre esto, por quienes influ-
yen en el pueblo y en los grupos activos de dirección. De lo contrario, sólo se retardará el
establecimiento del Reino de Dios, que es de justicia, de paz y de caridad.
Proclamamos una vez más nuestra fraterna solidaridad con las angustias y esperanzas de los
hombres de nuestro tiempo, porque no hay nada verdaderamente humano [
] (Cfr. G. et S.
n. 1)
Y aquí, creemos, radica una de las causas más graves de nuestra situación actual: son muchos los
que persiguen sus propios intereses y quieren lograr su bienestar a costa del bien común nacional.
Mientras se afianza en todos la convicción de que la sociedad puede y debe construir un
orden que esté al servicio del hombre, crece la desesperanza de quienes no logran el nivel de
vida que reclama su condición humana y ven con angustia el diferirse de las soluciones
eficaces: situación violenta que amenaza irrumpir en actitudes de violencia.
Por eso [
] invitamos a los católicos, en primer lugar, y a todos los uruguayos de buena
voluntad a colaborar decididamente en la búsqueda de soluciones eficaces y rápidas para los
problemas que angustian a vastos sectores de nuestra población, superando toda actitud de
egoísmo personal o de grupo.
Grave es sin duda el deber de los que por su posición de responsabilidad y de gobierno están
en condiciones de promover dichas soluciones; y no menor la de todos
[
] Cuidemos para que la desesperación no nos lleve a actitudes descontroladas que pue-
den agravar la situación en vez de resolverla; no olvidemos los cristianos que todo en nues-
tra vida debe ser inspirado y animado por el amor [
] desterrando en absoluto el odio [
]
sin renunciar a las justas reivindicaciones.
Concluimos recordando, con el Concilio Vaticano II, que la paz social [
] no se puede
lograr si no se asegura el bien de las personas y la comunicación espontánea entre los hom-
bres [
] Son absolutamente necesarios el firme propósito de respetar a los demás hombres,
y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz
Los Obispos uruguayos reafirmamos nuestra confianza en el sentido de responsabilidad de
nuestro Pueblo que nos hace abrigar esperanzas de tiempos mejores.
[Se refiere a las repercusiones de esta situación en los jóvenes y el aumento de la emigra-
ción, así como al desencuentro generacional, y el malestar reinante que se traduce en acti-
tudes de violencia, de motivaciones diversas].
Comprobamos una cierta tendencia, en todos los niveles, a proclamar enfáticamente los
derechos sin la contrapartida de los deberes correspondientes; como también un auge cre-
ciente de los llamados vicios sociales
Por otra parte los métodos compulsivos no resuelven de por sí los problemas si no se ataca
el mal en su origen. Las tensiones sociales son inevitables y hasta pueden ser constructivas
cuando conservan su equilibrio, manteniendo un diálogo fecundo y respetuoso. La ausencia
de diálogo ha llevado inevitablemente a otras maneras de plantear y resolver los problemas
[
] cualquier reclamación, por justa que sea, necesita apoyarse en presiones más o menos
radicales para ser atendidas. No han sido ajenos a este pernicioso hábito social el egoísmo,
los intereses de grupos, una política excesivamente partidista. Nos angustia pensar que por
falta de diálogo sean desatendidos los que no pueden o no saben hablar, y así se afirme un
sordo y permanente estado conflictual
En la raíz de la situación actual se descubre una grave crisis moral originada por una con-
cepción predominantemente materialista de la vida
El país necesita cambiar su mentalidad. Es el gran cambio que nos permitirá reencontrarnos
con lo bueno que tuvo nuestro pasado y con lo mejor que aguardamos del porvenir.
Misión de la Iglesia. [En su mayoría está citado en el texto, p. 205: son tres párrafos toma-
dos de GS 3; Justicia 5 y Paz 20 de Medellín].
Orientaciones. Hoy, por consiguiente, no podemos dejar de hablar.
[El orden social subordinado al bien de la persona, construcción diaria, fundado en la verdad
y justicia, vivificado por el amor, encontrando en la libertad un equilibrio cada vez más
humano: para esto se requiere la renovación de los espíritus y profundas reformas de la
sociedad. Todo esto expuesto con citas de GS 26].
Hay pues una tarea urgente de educación social y política. Ésta logrará su meta cuando
todos los individuos y los grupos [
] pongan su punto de mira en el bien total de la comu-
nidad
La educación social y política no puede eludir el transitar por el camino de la austeridad. El
pueblo debe ser invitado a la austeridad [
] esta invitación debe estar firmemente garanti-
zada por la certeza de que la austeridad alcanza a todos los sectores sociales y, en primer
término, a aquellos que tienen una situación más favorecida.
Llamados. [Están hechos en general en base a citas del documento Paz, Nº 17 y 18, de
Medellín, en especial sobre la responsabilidad de quienes resisten los cambios por defender
sus privilegios, sobre todo si emplean medios violentos haciéndose así Responsables ante
la Historia de provocar las revoluciones explosivas de la desesperación (Nº 17). También
se dirigen a los que permanecen pasivos, que se hacen así responsables de la injusticia].
Estamos seguros de que todos los uruguayos están por el orden, por la tranquilidad y por la
paz. Pero no por un orden sólo aparente sino por un orden verdadero, que esté centrado en la
persona humana, en el respeto de su dignidad y en el reconocimiento de su libertad.
Si el cristiano cree en la fecundidad de la paz para llegar a la justicia, cree también que la
justicia es una condición ineludible para la paz. El estado de crisis en que hemos caído, nos
dice con dureza que hemos errado el camino. No nos queda otra cosa que rectificar el rum-
bo, con sacrificio sin duda, pero sin el miedo que paraliza.
Conversión interior y acción. Debemos tener clara conciencia de que para nuestra verda-
dera liberación todos los hombres necesitamos una profunda conversión a fin de que llegue
a nosotros el reino de justicia, de paz y de amor. El origen de todo menosprecio del hombre,
ANEXO I 693
Repetidas veces, los Obispos del Uruguay nos hemos ocupado de la situación crítica de
nuestro país.
No podía ser de otra manera ya que como cristianos y uruguayos nos sentimos profunda-
mente consubstanciados con los problemas de nuestra querida patria.
Sabemos que en esta crisis inciden factores de carácter internacional, denunciados amplia-
mente por los grandes documentos de la Iglesia [
], y otros factores de nuestro proceso
histórico.
Pero debemos también reconocer que algunas situaciones actuales dependen principalmen-
te de nosotros.
Estando hoy comprometida la paz social en nuestro país, sentimos la necesidad de dirigirnos a
todos nuestros conciudadanos para hacer juntos un examen, aunque somero, de estas situacio-
nes y reflexionar serena, objetiva y desapasionadamente sobre las mismas. Son situaciones
dolorosas que no pocas veces atentan contra la dignidad de la persona humana. En efecto
constatamos: la creciente inseguridad económica [sigue enumeración citada en el texto].
Frente a esta situación de crisis que atenta contra la paz, la justicia y los postulados más
sagrados de la convivencia humana, recordamos ahora que: La paz es, ante todo, obra de
justicia [continúa cita de Medellín, Paz, 14ª].
También recordamos que el magisterio de la Iglesia subraya que el bien común es la suma
[se cita Dignitatis humanae 6].
De acuerdo a estos postulados, los obispos uruguayos declaramos:
1º) Que no nos mueve afán polémico, ni político, ni obedecemos a presión de grupo alguno
[sigue cita, con retoques, del Mensaje de Medellín, reproducida en el texto, p. 203].
2º) Queremos manifestar nuestra solidaridad con las personas, familias o grupos humanos
que sufren hoy
3º) Siguiendo las orientaciones de Medellín, queremos ante todo defender, según el manda-
to evangélico, los derechos de los pobres y oprimidos
4º) Que reprobamos aquellas situaciones en las que sufren menoscabo los derechos de la
persona humana y el respeto del bien común.
694 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
Los Obispos del Uruguay, conscientes de que el tema del celibato sacerdotal ocupa, desde
hace algún tiempo, un puesto destacado en la temática mundial, a la que no es ajeno nuestro
ambiente, y conociendo que este aspecto de la vida de la Iglesia no es siempre presentado
adecuadamente, llegándose a conclusiones discordantes con el sentir de la misma Iglesia,
nos creemos en el deber de orientar de acuerdo a la misión pastoral que nos ha sido confiada,
a nuestros queridos presbíteros, religiosos y laicos católicos, a fin de evitar confusiones que
sólo produce daño en el Pueblo de Dios.
[Lo hacen en colegialidad episcopal con todos los obispos del mundo y unidos al Papa.
Adhieren y hacen suyos los documentos sobre el tema a partir del Concilio Vaticano II].
Reafirmamos nuestra convicción de fe, que fluye de la Palabra del Señor, sobre el valor
superior del celibato abrazado libremente por el Reino de los cielos [
Pero no por eso
subestiman de ninguna manera la santidad del matrimonio ni la figura de la mujer].
Reconocemos la conveniencia con que la Iglesia latina, guiada por el Espíritu Santo, ha
determinado, ya desde hace muchos siglos, elegir sus presbíteros sólo entre aquellos en
quienes reconoce el carisma sobrenatural del celibato
Estamos convencidos de que al expresar esta nuestra línea de acción, no sólo nos mantene-
mos fieles al Evangelio, sino que respondemos mejor, con una vida de austeridad y renun-
ciamiento, a la situación de nuestra América Latina, donde tantos viven en medio de mil
privaciones; y por otra parte invitamos al seguimiento de Cristo, por la pobreza y la cruz, a
tantos otros que viven en un clima de hedonismo incontrolado.
Abrigamos también la confianza de que, manteniendo en vigor el celibato sacerdotal, mu-
chos jóvenes, rebeldes contra todo lo que sabe a burguesías satisfechas y deseosos de un
mundo nuevo, sentirán más vivamente el valor y la atracción de una vocación que los lleva,
dejándolo todo, a entregarse total y exclusivamente a Dios y a los hombres
El secuestro de integrantes del Cuerpo Diplomático, sumados a otros sucesos que desde
hace tiempo vienen conmoviendo la opinión pública, nos exige a todos una seria reflexión
para ver de descubrir la voz de Dios que nos habla desde adentro de la historia, de adentro de
los acontecimientos.
ANEXO I 695
La Iglesia y la violencia
1. Hay quienes, ante la situación de injusticia y la resistencia ilegítima a los cambios nece-
sarios y urgentes, ponen su esperanza en la revolución social por medios violentos. Y esta es
la hora en que una ola de violencia atraviesa nuestro país, que sólo genera nuevas violen-
cias, rencores, odios, destrucción y muerte.
2. Ante esta triste realidad, los Obispos tenemos la obligación de afirmar que la violencia no
es ni cristiana ni evangélica; y resulta inconcebible que se pretenda justificar la violencia en
nombre del cristianismo, que se abuse del Evangelio para justificar lo que el Evangelio
expresamente reprueba.
3. La violencia o revolución armada [
] al precio de un mal mayor (Pablo VI. PP 31).
4. Ante los lamentables hechos de notoriedad, no podemos menos que deplorar con el Papa
Pablo, que se erijan en sistemas de lucha, métodos de terror
5. Pero con la misma energía con que reprobamos en nombre del Evangelio, la violencia en
todas sus manifestaciones, y cualquiera sea su signo, recordamos también que a nadie le es
lícito valerse de la posición pacífica de la Iglesia, para oponerse, pasiva o activamente, a
las transformaciones profundas que son necesarias (Medellín, Paz, 15)
6. [Otra cita de Medellín, Paz, 16, con la misma advertencia].
7. Nadie duda que nuestro pueblo desea y quiere la renovación social, pero en libertad y sin
violencias. No ignoramos que en nuestro país hay cauces legales para establecer un orden
mejor que contemple los anhelos de justicia. Pero la letra sola no basta. Es preciso recordar
que si no se dan con la debida urgencia cauces reales concretos y eficaces a los reclamos de
una debida promoción de las clases populares, se puede estar fomentando la tentación de
rechazar con la violencia las grandes injurias contra la dignidad humana (Pablo VI, PP, 30).
8. [Llamado a hacerse violencia según Jesús] Desgraciadamente el pecado ha encontrado y
encontrará siempre un cómplice en el corazón del hombre, cuando este no se hace violen-
cia [
] Por la complicidad con el pecado, la misma lucha por la justicia puede llevar al
hombre a cometer enormes injusticias
La paz social
1. Nuestro país vive una etapa de su historia, marcada por una profunda crisis en todos los
órdenes, fruto, por una parte, de un largo proceso histórico, y por otra, de un fenómeno
universal caracterizado por cambios radicales y acelerados que inciden en el modo de pen-
sar y de vivir de nuestra sociedad
2. La mayor conciencia de los profundos desequilibrios económicos, sociales, políticos y
morales, provoca hoy una creciente impaciencia y peligrosa desorientación. Se radicalizan
las actitudes personales y sectoriales, y el diálogo entre los ciudadanos y entre las institucio-
nes se hace muy penoso y a veces imposible.
3. La dura realidad está diciendo que la paz social está gravemente comprometida. En esta
hora que vive el país, los Obispos nos sentimos, más que nunca, íntima y realmente solida-
rios de la comunidad nacional y compartimos sus ansiedades y esperanzas. Para superar esta
dolorosa situación no tenemos ni tampoco nos compete ofrecer soluciones técnicas; pero,
como servidores de toda la familia uruguaya, y para dar una prueba de nuestro respeto y
amor a todos los ciudadanos, queremos sentir los problemas, compartir las angustias, ilumi-
nar con la luz del Evangelio los caminos que conducen a la paz social y colaborar en la
medida de nuestras posibilidades, para apresurar la hora de la reconciliación nacional.
4. [
] Es preciso recordar que esta situación por demás preocupante, no apareció sola, de
un día para otro. A todos nos interpela, a todos nos acosa. No es del caso buscar los culpa-
bles, porque, en mayor o menor grado de responsabilidad, todos hemos contribuido [
] Así
hemos de reconocerlo.
5. Esta actitud humilde será el principio de nuestra recuperación
ANEXO I 699
6. El porvenir inmediato reclama un esfuerzo, una audacia y un sacrificio como quizá nunca
se le ha reclamado al ciudadano de nuestro país. La hora que vivimos puede ser decisiva en
nuestra vida constitucional
[sigue como la cita en el texto, p. 226].
7. No están cerrados los caminos ni agotadas las posibilidades [idem] Lo que importa es
saber cuál es el camino que conduce a la verdadera paz social, que no se puede confundir
con el simple orden externo que se obtiene con la fuerza
8. La paz, en el concepto cristiano, se construye creando un orden que comporte una justi-
cia más perfecta entre los hombres (Pablo VI, PP 30)
9. Pero también la paz es fruto del amor, alma de la justicia [
] Es la fuerza capaz de
transformar nuestra convivencia humana, tan necesitada de superar sus divisiones, en una
familia de hermanos. Esta fraternidad aportada por Cristo ha de ser la fuerza que nos una a
todos para emprender juntos la patriótica tarea de instaurar un orden humano más justo.
10. [Exigencia de un amplio esfuerzo común que supere egoísmos y rivalidades].
En un clima de serenidad, de colaboración y de comprensión, de reconocimiento y de amor,
primará el bien común, no obstante la diversidad de opiniones
Exhortación fraterna
1. En estos momentos difíciles para la Iglesia, pedimos a todos los miembros del Pueblo de
Dios fraterna comprensión y generosa colaboración para construir, día a día, con amor y
paciencia, la unidad de la Iglesia [agregan citas de 1 Cor 12, 13 y Ef 4, 15].
2. En las actuales tribulaciones, os recordamos la necesidad de mantener la serenidad en
medio de las tensiones, porque, pese a todo, la salvación es una realidad, Cristo resucitado
es el centro de la historia y el Espíritu Santo conduce la Iglesia [cita de Fil 4, 13].
3. Hoy más que nunca debemos estar unidos al Sucesor de Pedro, cabeza visible y suprema
de la Iglesia [
] Aceptemos con espíritu de fe y sincero afecto el servicio indispensable de
su magisterio establecido por Cristo el Señor, y rechacemos todo aquello que puede debili-
tar nuestra comunión con la Sede Apostólica de Roma.
4. Por encima de todo, vivamos el mandato del Señor: Amaos los unos a los otros
5. [Saludos, exhortación para el próximo adviento, tiempo de renovación y esperanza. La
intercesión de María] Con estos sinceros deseos, llenos de gozo y de esperanza, saludamos
y bendecimos a todo el Pueblo de Dios.
seriamente los riesgos que asume como también el aporte que su opción puede ofrecer para
una adecuada transformación de la sociedad.
20. Recomendamos encarecidamente un estudio serio de la Carta Apostólica de Pablo VI,
especialmente en grupos de reflexión, que permitan ayudarse los unos a los otros [
] y
descubrir a la luz de la fe el mejor camino a seguir.
21. A los cristianos enfrentados desde opciones diversas pedimos un esfuerzo de recíproca
comprensión de las posiciones y de los motivos
[continúa cita de OA 50].
22. 23. 24. [Se insiste en el respeto de la libertad, las ideas y la dignidad del adversario; el
objetivo de la campaña electoral debe ser definir la mejor manera de construir la paz y la
felicidad de todos; las armas de la mentira y la calumnia son inadmisibles, sobre todo entre
cristianos].
25. [La política está al servicio del bien común, centrado en la persona humana].
26. A los ciudadanos que resulten electos por el sufragio popular [
] les pedimos que
tomen las iniciativas necesarias para llevar adelante las reformas que permitan el acceso de
todos los sectores y de todas las personas al disfrute de los bienes espirituales, culturales y
económicos [
] A ellos les incumbirá también poner especial empeño en la efectiva pacifi-
cación de los espíritus, mediante la creación de un clima de convivencia fraternal.
Y a todos aquellos cuya opción política no resulte triunfante los exhortamos a que acaten en
paz y con todo respeto los resultados comiciales
26. Nuestro pueblo anhela y quiere la renovación social para superar la crisis actual, pero en
libertad y sin violencias, de acuerdo al sistema democrático [alertan sobre el riesgo de no abrir
nuevos horizontes, citando Medellín, Paz 16 sobre no abusar de la paciencia del pueblo].
28. [Los obispos buscan sólo iluminar la reflexión y decisión de cada cristiano con la luz del
Evangelio, sin embanderarse. Piden lo mismo a sacerdotes, religiosos y religiosas, evitando
todo pronunciamiento partidario y sirviendo a la unidad de la comunidad].
29. Deseamos, y así pedimos a Dios, que las próximas elecciones abran caminos de esperanza
La tremenda ola de violencia que viene sufriendo nuestro país y que culmina en los muertos
de ayer, nos llama a todos a reflexionar seriamente sobre lo absurdo de este recurso que sólo
sirve para sembrar el odio y el caos.
Ante estos sucesos sangrientos que han conmovido al país, llenos de profunda tristeza, los
Obispos del Uruguay nos unimos al dolor de toda la comunidad y una vez más condenamos
enérgicamente toda violencia.
En nombre de Cristo y su Evangelio, sentimos la imperiosa necesidad de decir: basta de
violencias, que no se derrame ni una gota más de sangre entre orientales.
Exhortamos a todos los uruguayos a la serenidad y a la reflexión, para buscar todos juntos el
camino de la paz social, que superando esta hora difícil que atraviesa el país, logre un
reencuentro que posibilite la creación de un orden más justo, más humano y más fraterno.
Invitamos a todos los creyentes a orar por el descanso eterno de los fallecidos y por la paz de
nuestra Patria.
Los Obispos del Consejo Permanente de la CEU, acompañados por otros obispos que días
pasados se encontraban circunstancialmente reunidos en Montevideo, reflexionamos sobre
el difícil momento que vive el país y la respuesta que debe dar la Iglesia. Nos sentimos
702 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
urgidos no sólo por nuestra responsabilidad pastoral, sino también por las innúmeras voces
que nos llegan reclamándonos una palabra que no podemos omitir. La presente declaración
quiere manifestar aquellas reflexiones e informar acerca de nuestras actuaciones.
1º) La Iglesia, aunque profundamente arraigada en el pueblo uruguayo desde sus orígenes,
no se circunscribe a sus límites, puesto que es una comunidad universal [
] Su misión es
religiosa, no política [
] Como obispos, nuestro único móvil es pues de orden pastoral.
Sirviendo a la verdad y nada más que a la verdad, nos compete exhortar a todos a lograr
modos de convivencia más humanos, a asumir actitudes de comprensión y responsabilidad,
en fin, formular ciertas apreciaciones necesarias en el orden moral [
] No es fácil discernir
la verdad
[sigue como la cita en el texto, p. 240].
2º) No es este el momento para un diagnóstico de los problemas que afectan a nuestro país,
pero sí recordar que la situación difícil que está viviendo es consecuencia inexorable del
estancamiento, la dependencia y la desesperanza.
La crisis se advierte claramente en el campo de la economía familiar, del trabajo, de la
educación [
] y se traduce en inquietud y protesta de todos aquellos que se sienten injusta-
mente tratados, postergados, desamparados y sin ningún horizonte a la vista. Bien sabemos
que este cúmulo de problemas no es sólo una suma de pecados individuales, sino resultante
social, que se concreta en defectos de organización, falla estructural de la sociedad, de la
cual sólo se es personalmente culpable, en la medida en que no se quiere remediarla.
3º) Es en este contexto que irrumpe en el país la acción de grupos armados al margen de la
ley. Pensamos entonces que la resistencia ilegítima al cambio, el escepticismo respecto del
futuro y la gravedad de las injusticias aparecen como algunas de las motivaciones de quie-
nes comenzaron la acción subversiva en el país. Todo este conjunto [
] impone el deber de
una seria meditación a todos los orientales.
4º) Sería ingenuo sin embargo, limitar a esta sensibilidad ante la injusticia la causa de la existen-
cia de la sedición. Con sensibilidades nadie organiza una política; son necesarias para esto,
ciertas direcciones ideológicas que tienen a veces implicaciones materialistas y ateas, aunque ese
no sea el propósito explícito de muchos de sus seguidores. No parecen ajenos a la sedición, la
influencia de ciertos análisis de inspiración marxista y otros factores de orden sicológico.
5º) Por fin, cuando el proceso se puso en marcha, la propia lógica de este tipo de acciones
[
] trajo nuevas injusticias y nuevas ruinas.
6º) Desde una apreciación ética, nos parece también que la clandestinidad y el aislamiento
de estos grupos extremistas propicia en ellos una mutación de valores, que no sopesa en toda
su dimensión el valor de la vida propia y ajena, surgiendo entonces la contradicción de que,
mientras se proclama luchar por un mundo más justo, se cometen sin embargo tremendas
injusticias [se cita como torturantes los secuestros y se denuncian los asesinatos].
7º) Deseamos transformaciones profundas en el país inspiradas en el sentir cristiano de
nuestro pueblo y destinadas a lograr una convivencia fraternal y solidaria. [Para que resul-
ten fecundas] sabemos que es indispensable la conversión interior al amor y la justicia. Esta
es una convicción que se inspira en el corazón mismo de la enseñanza evangélica y nuestro
propio ministerio nos lleva a rechazar el recurso de la violencia.
8º) [La Iglesia ha reclamado cambios desde hace tiempo junto a muchos otros sectores; el
cuestionamiento radical que significan los grupos armados es un síntoma más de graves defec-
tos en la organización social] Esto ha de ser una alerta para que el Estado impulse acelerada-
mente las transformaciones que, al dar justicia y esperanza a todos los uruguayos, los reúna
fraternalmente en un destino común. Pero en el plano inmediato, frente al ataque de que es
objeto, es obvio que el estado adopte disposiciones de seguridad que salvaguarden su integri-
dad, y en ese sentido es perfectamente congruente la acción de los Institutos Armados
9º) Pero han llegado hasta nosotros múltiples y concordantes testimonios relacionados
al trato inhumano que reciben algunos detenidos, vinculados o no a actividades subver-
ANEXO I 703
sivas [
] En orden a nuestro ministerio y para servicio de todos los hombres no pode-
mos callar que la muerte, los apremios físicos, la tortura, la prisión indebida constitu-
yen una radical negación de la dignidad propia del hombre, creado a imagen y semejan-
za de Dios.
10º) Todos debemos ser conscientes de los peligros que toda arbitrariedad conlleva [se aler-
ta que la represión indiscriminada puede llevar a aumentar el número de los tentados por la
violencia]. No puede pensarse que unos días de tortura traerán años de paz [y alertan seve-
ramente sobre las consecuencias irreparables en el plano social, familiar y sicológico que
estas prácticas pueden causar].
11º) [Y reconociendo que la tortura no ha sido una práctica habitual en las FF AA uruguayas,
y que muchos detenidos han sido tratados dignamente, concluyen que] por eso pensamos
que es posible suprimir estos hechos.
12º) La ola de muertes, secuestros, atentados impunes, torturas, en fin, el clima general de
violencia que ha invadido el país, marcan el lamentable nivel a que ha llegado la comunidad
nacional en su convivencia. Comprobamos también la pérdida de sensibilidad [
] y el
descenso de la capacidad de reacción de amplios sectores de nuestro pueblo.
13º) [Lamentan la regresión que significa la reaparición de la violencia directa en una país que
parecía haber optado por el imperio del derecho] Semejante regresión nos preocupa grave-
mente en la medida que frustra el progreso humano, primicia de la salvación querida por Dios.
14º) [Se llama a todos a comprometerse para detener este proceso regresivo y se informa
sobre la gestión hecha ante el presidente de la República] solicitándole algún gesto público
que devuelva a los uruguayos la certeza de que, quienes conducen los destinos de la nación en
esta hora azarosa, están firmemente dispuestos a tutelar los derechos de todas las personas.
15º) El Señor Presidente de la República manifestó compartir esta preocupación de los
Obispos [
] y les declaró que era decisión del Poder Ejecutivo respetar los derechos de los
ciudadanos y dar intervención a la justicia allí donde ellos fueran conculcados
[
] agra-
deció complacido la voluntad de los Obispos de hacer públicas las reflexiones anteriormen-
te reseñadas, así como los términos de la entrevista mantenida, como una contribución de la
Iglesia a la pacificación del país y en salvaguarda de los derechos humanos.
16º) Los católicos, integrantes de la comunidad nacional, están como ésta, sometidos al desgarra-
miento, al error y a la división. Por esto, no es fácil saber cuáles son los pasos más pertinentes y
adecuados. Pero nuestra voluntad es trabajar sin temor y descanso para que en paz y justicia
podamos construir un hombre nuevo en el Señor. Llamamos pues a todos los hombres de buena
voluntad a comulgar con nosotros en una común reafirmación en la fecundidad de la paz
DOCUMENTOS DE TRABAJO
I. Introducción
Pastoral popular y comunidades cristianas de base que personalizan y liberan fue la línea
pastoral que asumió e impulsó la Conferencia Episcopal para orientar la acción de la Iglesia
en el Uruguay, a partir del año 1970. Era el resultado de un largo proceso donde se había
activado la corresponsabilidad del Pueblo de Dios, mediante muchas consultas [
] Esta
decisión obedeció a una grave preocupación pastoral.
La misión propia de la Iglesia es proclamar el mensaje salvador de Cristo a los hombres [
]
Esto supone un compromiso personal con Cristo y una vivencia profunda de la fe, expresa-
dos en la comunidad de los creyentes, lo cual influye profundamente en la construcción de
una sociedad más justa y fraterna animada por el Espíritu del Evangelio.
ANEXO I 705
Introducción
1. El Pueblo de Dios, movido por la fe, que le impulsa a creer que quien los conduce es el
Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, exigencias,
deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de
la presencia o de los planes de Dios (GS 11). Muchos cristianos, en sus respectivas comuni-
dades, han entrado poco a poco en esta dinámica de reflexión y discernimiento. El documento
ANEXO I 707
de trabajo que presentamos no pretende ser otra cosa que un motivo más de reflexión en dichas
comunidades. Es necesario, en la coyuntura de cambio por la que pasa el país, lograr un
discernimiento exacto de los valores morales que están en juego
2. El pueblo uruguayo se caracterizó en su historia por el cultivo de una serie de valores
morales, en sí mismo positivos, cuya pérdida constituiría un notable retraso en su peculiar
cultura. Enumeramos algunos, sin pretender ser exhaustivos: el uruguayo es amante de la
paz, del orden; respeta la autoridad, su convivencia se caracteriza por el respeto del otro; es
patriota y tradicionalista; es buen trabajador y ama el trabajo; es reflexivo; gusta la vida al
aire libre y el deporte.
3. Junto a estos encontramos, como es natural en todo grupo humano, una serie de valores
negativos o antivalores, que condicionan el pleno desarrollo de los anteriores: es individua-
lista, de ideología liberal. Demuestra poco respeto a la vida: índice de ello es el excesivo
control de la natalidad y el elevado número de abortos. No sabe apreciar a la familia como
núcleo básico de la sociedad [
] Su sexualidad se ve exacerbada por un ambiente excesiva-
mente erotizado.
4. Nos preguntamos si estos valores siguen en vigencia o si, en cambio, el hombre uruguayo
vibra ante nuevos valores. Pero al hacernos esta pregunta constatamos que la realidad socio-
lógica uruguaya está cambiando y que para responder a la pregunta formulada es necesario
un serio análisis sociológico.
5. No es nuestra competencia realizar este análisis sociológico. Pero podemos considerar las
conclusiones de los sociólogos. [A continuación, enumeran la situación de dependencia, que
se ha vuelto un dato consciente en el pueblo y ha despertado el interés por América Latina; el
latifundismo, el liberalismo económico, y la importancia dada a lo financiero, todas cosas
que sin embargo tambalean en el presente. Como consecuencia general: el empobrecimiento
colectivo, patentizado por la progresiva pauperización de la clase media].
6. Debemos constatar que esta situación sociológica cambiante ha provocado una dolorosa
quiebra en las confianzas tradicionales y, por lo tanto, ha detectado una profunda fractura en
la jerarquía de valores, según los cuales se movía el hombre uruguayo. Se agudizó la poca
preocupación por la vida y la promoción de la persona, se antepusieron los intereses particu-
lares a los comunitarios, se acentuó la progresiva descomposición del núcleo familiar y se
remarcó la mayor privatización de la convivencia, dando rienda suelta a las ganancias inde-
bidas, multiplicando los fraudes, las coimas, los acomodos, etc.
7. Una profunda crisis que estamos todavía muy lejos de superar. Pero debemos constatar
con alegría y esperanza, que esta misma crisis ha provocado una reacción saludable, que si
bien todavía no se ha afirmado en la sociedad, la vemos en constante crecimiento. Asistimos
al resurgimiento de nuevos valores, en continuidad con la idiosincrasia uruguaya, pero que
tienden a superar grandemente a los anteriores. Todavía no se han impuesto. A veces apare-
cen en pugna con los anteriores, pero creemos que pueden ser el fermento renovador de
nuestra sociedad
8. No pretendemos tampoco aquí hacer un análisis exhaustivo: sólo queremos invitar senci-
llamente a la reflexión, seguros de que la reflexión enriquecerá este documento.
Esquematizando [
] podemos presentar estos nuevos valores alrededor de tres conceptos,
que pensamos pueden ser como nucleadores de la realidad que queremos describir. Estos
tres conceptos son: personalismo comunitario, justicia y politización.
9. Desarrollaremos el documento en tres partes [Ver, Juzgar y Actuar] Pero dejamos cons-
tancia que en esta tercera parte propondremos solamente algunas pistas de profundización
correspondiendo a las comunidades cristianas discernir con la ayuda del Espíritu Santo, en
comunión con los obispos responsables, en diálogo con los demás hermanos y todos los
hombres de buena voluntad, las opciones y compromisos que conviene asumir para realizar
las transformaciones
(OA 4).
708 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
I. Ver
10. Al analizar los tres conceptos señalados, procuraremos en primer lugar describir los valo-
res que en ellos están implicados, para luego denunciar las posibles desviaciones [
] y por fin
los antivalores [
] en contradicción y en lucha con los conceptos arriba mencionados.
Personalismo comunitario
11. [Se señalan una mayor sensibilidad por la dignidad de la persona humana ante las
diversas agresiones que sufre en el país; mayor solidaridad y sentido de comunidad, así
como más conciencia del bien común tanto del país como de América Latina (la Patria
Grande); anhelo de liberación, de pleno desarrollo del hombre y de todo el hombre, más
capacidad de entrega; nueva sensibilidad ante la injusticia, y simpatía ante nuevos proyectos
de sociedad].
12. [Se apuntan las limitaciones y contradicciones que aún se dan: sectarismo que no admite
el pluralismo y el diálogo; activismo; riesgo de conductas sexualmente irresponsables; re-
chazo de la familia como estructura burguesa].
13. Este valor que está creciendo notablemente denuncia el individualismo tradicional, el
liberalismo anárquico y el poco respeto de la vida
Justicia
14. La toma de conciencia de la dignidad de la persona humana y de la responsabilidad
comunitaria en el desarrollo de toda la humanidad ha hecho surgir con fuerte dinámica en
la conciencia el valor de la justicia. [Se constatan] profundas desigualdades entre las cla-
ses, [agudizadas por el] empobrecimiento de la clase media habituada a un nivel de vida
[
] no adecuado a la realidad objetiva del país; la marginalidad de las poblaciones rura-
les; la emigración a las ciudades que causa una nueva marginalidad; injusta distribución
de la riqueza, privilegios para algunos, retribución injusta del trabajo, deserción escolar,
etc. [Se manifiesta más claramente la] existencia de una oligarquía, de gran potencia
económica, vinculada al imperio de turno y hasta el momento disimulada en un país ador-
mecido. Ante esto reacciona sobre todo la clase trabajadora y la juventud [
] Existe un
esfuerzo de concientización en los grupos religiosos y culturales. Se está en búsqueda de
una educación liberadora
15. En esta lucha por la justicia se corre el peligro de ser instrumentalizados por los detentores
de las dos ideologías totalitarias (liberal y marxista) y de sucumbir ante la seducente tenta-
ción de la violencia, como método rápido y eficaz para provocar el cambio de estructuras.
16. Los anti-valores que se presentan en pugna al valor justicia en realidad están a menudo
enmascarados tras conceptos [
] que pueden ocultar la alta dosis de injusticia, intereses y
violencia que sustentan algunas estructuras. Se habla con mucha facilidad de orden estable-
cido, de la paz necesaria, del mantenimiento del principio de autoridad, etc., pero no siem-
pre con sincera búsqueda del bien común.
Politización
17. La dignidad reconocida en la persona humana, la solidaridad vivida en momentos de
creciente austeridad, el deseo de justicia e igualdad para todos, está haciendo aparecer en la
sociedad uruguaya el sentido de la responsabilidad ante la construcción de una patria más
justa y fraterna, con la consiguiente inquietud de participar eficazmente en la gestión de la
cosa pública. Los acontecimientos vividos en el país estos últimos años, han reafirmado la
convicción de muchos (que va en aumento) de que para participar activamente en la política,
no es suficiente la periódica, y a veces engañosa, emisión del voto. Se imponen nuevas
estructuras de gestión y control públicos que hagan posible la participación del mayor nú-
mero de personas [
] Ya no se quiere ser espectador del juego político de unos pocos, se
quiere ser actor responsable de la propia historia [
] La politización es un valor moral que
ANEXO I 709
compromiso político, por todo lo que impone de entrega y de sacrificio, puede hacer que el
incauto pierda efectivamente las perspectivas de la fe, la cual es en definitiva la que da pleno
sentido al mismo compromiso político.
IV
31. Después de haber descrito estos valores morales y reflexionado sobre ellos a la luz de la
fe [
] sólo nos resta insinuar, en continuidad con lo expuesto, algunas pistas de profundiza-
ción. Cada una de las comunidades y cada uno de los cristianos en dichas comunidades,
decidirá en conciencia, el actuar concreto que les corresponde en el momento histórico que
vive el país [
] He aquí algunas pistas:
32. Intensificar nuestro esfuerzo y aumentar nuestra inquietud por la predicación auténtica
del Evangelio
33. Tomar conciencia y ayudar a tomar conciencia de los valores morales [
] para que la
realidad se transforme en el sentido de la liberación integral del hombre.
34. Cuestionar continuamente nuestro compromiso y nuestras actitudes, en el marco del real
amor filial fraterno que Cristo nos ha manifestado [
] Especialmente en la lucha por la
justicia social, el cristiano debe saber manifestar siempre el amor fraterno que lo impulsa
35. Aumentar la solidaridad con el pobre y con el oprimido, para ayudarlo a salir de la
injusticia de ser pobre y oprimido. Para ello, la comunidad eclesial necesita seguir con
valentía y audacia la revisión de sus estructuras y de sus compromisos
36. La Iglesia debe alentar la búsqueda de una sociedad más solidaria, ofreciendo modelos
concretos en sus comunidades religiosas, parroquiales y en sus comunidades de base.
36. Constatando valientemente y admitiendo lealmente el pluralismo dentro de la Iglesia en el
campo social y político, no permitir que las posiciones radicalizadas se sectaricen y los cristia-
nos se cierren al diálogo [
] La Iglesia debe ser el lugar privilegiado del diálogo desinteresa-
do, de la Reconciliación, que culmine en la celebración de una Eucaristía fraternal.
Conclusión
38. Nuestra última palabra es de esperanza. En Cristo [
] en el Espíritu de Amor [
] en el
hombre uruguayo
[ver la cita en el texto, p. 260].
Introducción
Al poner especial atención en la forma como se viven los valores morales en la familia, los
Obispos y la Iglesia uruguaya quieren responder a inquietudes muy sentidas por muchos
uruguayos, por el pueblo sencillo que de muchas maneras le hace saber de su desconcierto
e incertidumbre. Es pues una respuesta a los hombres, mujeres, jóvenes y niños de nuestro
pueblo lo que la Iglesia intenta, y al hacerlo no la anima otro deseo que servir a las familias
uruguayas y a su través a la comunidad uruguaya.
Poner un acento especial en la vida familiar, para repensar los valores que la inspiran, no
significa apartar la mirada de los católicos de los grandes problemas nacionales, sino plan-
tear [¿los?] en un ámbito exigente de conversión personal, necesitado de respuestas inme-
diatas, apto para el diálogo fraterno, desafiante de todo egoísmo y pasividad.
No es extraño que esta inquietud por la familia surja en el momento en que la Iglesia oriente
su misión en torno a la temática Fe y valores morales en un Uruguay en situación de
cambio. Esta temática [
] nos ha permitido comprender hasta dónde ha calado en la vida
de los uruguayos la presente situación del país, henchida de dificultades y conflictos, presio-
nada por la violencia y el temor, necesitada de esperanza y solidaridad, y tentada más bien
ANEXO I 711
por la desilusión y el individualismo. Ante esta situación, algunos uruguayos sienten que los
valores morales en los que se apoyaron para guiar sus conductas en el pasado son insuficien-
tes para alimentar el esfuerzo presente, que tuerza y transforme esa insatisfactoria realidad.
Otros, sin cuestionar sus valores, por inconsciencia o apego a ellos, sienten tambalear las
confianzas tradicionales, cosa que los llena de desasosiego. No son pocos los que modifican
sus criterios de valor, en busca de logros inmediatos, sin que los criterios que adoptan ten-
gan coherencia con un sentido verdadero y plenamente humano.
La Iglesia, que conduce a todos sus hijos a mirar esta realidad en la cual ella misma está
inmersa, sabe que la fe y el Espíritu que la animan tienen respuestas a esta problemática de
los valores de la realidad uruguaya. Invita a los cristianos a repensarlas y descubrirlas ante
los ojos de todos los hermanos, creyentes, sabiendo que el testimonio que ellos den será el
anuncio del Señor por el cual ella existe.
Acercándose entonces a la realidad uruguaya, y a los valores y antivalores allí presentes, los
católicos quieren dar una respuesta de fe. Una respuesta que atienda a todos los aspectos de
la vida humana, no sólo al cuerpo sino también al alma humana [
] Pensando en todo el
hombre uruguayo la Iglesia reafirma la importancia que ella sabe tiene un ámbito trascen-
dental para el desarrollo de la vida humana: la familia
Esta preocupación de la Iglesia uruguaya se ubica en la perspectiva con que la Iglesia uni-
versal se ha planteado la realidad familiar: el Santo Padre Pablo VI en su encíclica H. V.
ha atendido con particular valentía y profundidad a una amplia cuestión de valores en la
familia; y el Episcopado latinoamericano reunido en Medellín ha creído conveniente desta-
car: [sigue una larga cita del documento Familia y demografía, de Medellín, Nº 7 entero,
en el cual se presenta la familia como promotora del desarrollo: primera escuela de las
virtudes sociales; escuela del más rico humanismo y el humanismo completo es el desa-
rrollo integral; lugar donde los padres enseñan el amor de Dios hacia todos los hombres].
[Continúa el documento con citas de Fe y valores morales
, del año anterior, Nº 3 y 6,
sobre el poco respeto a la vida] Hoy queremos progresar en este diagnóstico de valores y
antivalores en nuestra familia, y ser capaces sobre todo de anunciar con nitidez y sencillez la
Palabra de Dios, siempre nueva, explicitada en el Magisterio, capaz de hacer luz en nuestras
familias, como servicio a un Uruguay mejor [Sigue una explicación del plan del documento
en los tres pasos ya clásicos del ver, juzgar y actuar; y alerta acerca de que este esfuerzo
especial para 1973 no es excluyente de una pastoral familiar permanente] En este sentido,
digamos claramente que este Documento de Trabajo es un punto de partida, un instru-
mento que debe ser ajustado en cada diócesis. Es necesariamente incompleto, contiene
afirmaciones legítimamente discutibles [
] No es este pues un folleto para estudiar, ni
un documento con el cual sea necesario ponerse de acuerdo o en desacuerdo: expresa la
voluntad pastoral de los Sres. Obispos de la CEU de conducir a la Iglesia uruguaya a anun-
ciar lo que la fe católica cree de los valores en el ámbito familiar
Capítulo I. Situación actual de la familia en el Uruguay [15 páginas, estructuradas con
los siguientes subtítulos: 1. La familia en la sociedad uruguaya. 1.1. Situación jurídica.
1.2. La enseñanza y la cultura. 1.3. La seguridad social. 1.4. Relaciones de la familia con la
estructura social. 1.5. Familia y ocupación. 1.6. Dónde viven las familias uruguayas. 1.7. La
familia y la salud. 1.8. El clima social en que vive la familia. 1.9. La familia y los medios de
comunicación social. 1.10. La familia como institución. 2. Algunos problemas de la fami-
lia uruguaya. 2.1. La inseguridad de la familia. 2.2. La familia y la natalidad. 2.3. Familia
y educación para el amor. 2.4. La mujer y la familia. 2.5. Los valores morales en la familia.
2.6. La familia y la política. 3. La familia y la educación de la fe. 4. Conclusiones].
Capítulo II. Valores evangélicos que interpelan a la familia [consta de una introducción
y cuatro numerales más. Los tres primeros siguen el esquema del documento respectivo de
712 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
2. SEGUNDA ETAPA
DOCUMENTOS OFICIALES
Hermanos del Pueblo de Dios: 1. El Año Santo, promulgado por el Santo Padre Pablo VI
en el pasado Pentecostés, se configura como un intenso y universal movimiento de la
Iglesia, de carácter pastoral y espiritual, personal y comunitario, encaminado a conseguir y
verificar el proceso de continua y permanente conversión que constituye el Mensaje funda-
mental del Evangelio.
2. Esta celebración no quiere ser interrupción, ni paréntesis artificial, ni distracción evasiva
del compromiso y programas pastorales de las Iglesias locales en sus propias regiones; por
el contrario, quiere ser un tiempo fuerte y privilegiado de presencia del Señor, que ayude a
revisar, purificar y potenciar la vida de tales Iglesias al servicio de sus respectivas comuni-
dades.
3. [Año de renovación y reconciliación, según declaración del Papa].
4. Los cristianos hemos de celebrar el Año Santo, su programa de conversión y reconcilia-
ción, en el ambiente concreto del Uruguay de hoy. Sabiendo, como sabemos, que la razón
de la Iglesia es actuar como fermento y alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y
transformarse en familia de Dios (GS 40), los católicos debemos interrogarnos cómo pode-
mos iluminar con el Evangelio el camino de la recuperación nacional [sigue como la cita en
el texto, pp. 327-328].
5. En verdad, la situación real de nuestra patria constituye un compromiso para nuestra
Iglesia que se profesa servidora de los hombres, sacramento de unidad y de salvación para la
humanidad
6. Creemos que la celebración del Año Santo [
] las líneas fundamentales de este gran
movimiento eclesial de renovación espiritual, y la reconciliación como meta final del mis-
mo, constituyen un servicio eficaz y una respuesta cristiana adecuada para esta hora, en la
cual la situación del país y de la Iglesia exigen de ésta una renovación espiritual profunda
para ser más eficazmente sacramento o signo de la íntima unión con Dios y de unidad de
todos los hombres.
7. Por eso nos parece importante a los Obispos del Uruguay, invitar a todos los miembros
del Pueblo de Dios a realizar algunas reflexiones que nos puedan servir como ayuda para
celebrar todos juntos este gran acontecimiento [
] Es decir: el Año Santo se ha de caracte-
rizar por un esfuerzo de reflexión, de renovación, de reconciliación con Dios y entre los
hermanos, en el ámbito de la Iglesia, de la familia y de la comunidad nacional.
Esfuerzo de reflexión
8. Este Año Santo debe ser año de profunda reflexión, de toda la Iglesia [
] No se refiere sólo
a un aspecto particular de nuestro comportamiento mental o moral, sino que abarca todo nues-
tro modo de pensar y de vivir. Se trata de realizar un examen concreto de nuestra vida diaria
para preguntarnos si somos verdaderos cristianos [
se agrega cita de 2 Cor 10, 7].
9. Para facilitar este examen, vienen muy a propósito las preguntas formuladas por el mismo
Pablo VI [se enumeran esas preguntas que tratan sobre la autenticidad o formalismo de la
vida cristiana; sobre si se está poniendo a Dios y Cristo, o a uno mismo, en el centro de la
vida; sobre la práctica de un amplio amor solidario o el egoísmo individual o de grupo].
714 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
10. Pero también este Año Santo debe ser ocasión propicia para que la Iglesia se interrogue
a sí misma sobre su fidelidad al Concilio Vaticano II [
] que deberá ser aceptado no parcial
sino íntegramente por todos los miembros de la Iglesia. Será necesario quizá aprenderlo y
vivirlo de nuevo, como expresión concreta de nuestra fidelidad al Señor.
Esfuerzo de renovación o conversión
12. El mensaje de renovación que nos trae el Año Santo es de siempre [
] La renovación
corresponde a una exigencia vital de la Iglesia peregrina.
13. [La Iglesia se siente penitente por la presencia en ella del pecado. Cita LG 8, 3].
14. Renovación, para el cristiano, significa conversión, es decir, transformación religiosa y
moral del hombre que se abandona totalmente a Dios y al cumplimiento de su voluntad divina
15. Esta conversión implica necesariamente dos manifestaciones: arrepentimiento, como
consecuencia de una toma de conciencia de nuestra condición de pecadores y un retorno a
Dios, mantenido a través de nuestra vida con el consecuente cambio, siempre renovado, de
nuestro modo de pensar, actuar y sentir, sabiéndonos corresponsables con toda la Iglesia, de
que todos los hombres deben vivir de verdad la vida de hijos de Dios.
16. En otras palabras, la verdadera y constante conversión a la que nos invita el Año Santo,
compromete toda nuestra vida personal y comunitaria. En un mundo donde la humanidad
experimenta múltiples formas de división y de contrastes, urge rehacer al hombre desde
dentro, en un proceso de renovación personal. Es evidente que este cambio no se quedará en
la interioridad del hombre, sino que tendrá sus consecuencias lógicas en el campo familiar,
social, económico, político, moral y religioso.
17. Es necesario y urgente volver a Dios, apartándonos de todo pecado y de toda idolatría
[que corroe] las bases de toda sociedad que quiera ser verdaderamente fraterna: el pecado
de egoísmo, fuente de todas las formas de injusticia, la ambición de poder, la sexualidad
desenfrenada, los vicios sociales, especialmente el alcoholismo, el juego, las drogas y la
pornografía.
18. Tenemos que destruir los ídolos que hemos puesto en el lugar de Dios; especialmente el
materialismo, sea el del capitalismo liberal como el del marxismo, que hacen del tener más,
de lo material, el dios ante el cual todo se inmola, tanto la dignidad humana como el recono-
cimiento del único Dios. Desplazados de la sociedad Dios y su sapientísima ley todo se
descompone y destruye [cita 2 Cor 5, 20].
Esfuerzo de reconciliación
19. El tema central y operativo de todo el Año Santo es la reconciliación: reconciliación con
Dios en Cristo Jesús y reconciliación con los hermanos [
] nuestro retorno a Dios sólo
puede ser verdadero en el encuentro con los hermanos.
20. [La reconciliación es don de Dios. Citas de 2 Cor 3, 11 y Rom 5, 8].
21. [Que exige ser recibido por el hombre: 2 Cor 5, 20].
22. La reconciliación es una exigencia de la hora presente [los hombres debemos reconci-
liarnos con Dios; las naciones entre ellas, en el respeto y la justicia, para que haya paz] la
justicia en nuestras relaciones sociales es inseparable de una verdadera reconciliación; los
cristianos debemos reconciliarnos para crear la unidad en la fe y en la caridad de Cristo en
una sola Iglesia; los católicos necesitamos la reconciliación para trabajar unidos por la reno-
vación de la Iglesia tan reclamada por el Concilio Vaticano II.
Reconciliación en la Iglesia
24. [(No hay Nº 23 en la edición de VP) Al mismo tiempo que se constata en la Iglesia una
serie de manifestaciones de vitalidad apostólica] tenemos que manifestar con dolor que la
marcha de la Iglesia no está exenta de tensiones y divisiones que empañan no pocas veces el
testimonio de Caridad
ANEXO I 715
25. Sin duda, uno de los problemas más urgentes y actuales de la Iglesia es esa división de
los espíritus, por las ideas, en las actitudes, que impide sentir la alegría de la armonía de la
fe y de la caridad [
] Se sustituye el diálogo fraterno y respetuoso por la discusión agria y
dura. En lugar de escuchar, se pretende imponer la propia posición. Se pasa de la intoleran-
cia a la denuncia precipitada y a la acusación sumaria.
26. [Se cita un párrafo de las Reflexiones pastorales: la caridad
de noviembre de 1970,
sobre las causas de estas actitudes: cf. supra, p. 20, Nº 1].
27. [A veces hay más benevolencia para no cristianos, pero afines políticamente, que para
hermanos en la fe con opciones políticas diversas].
28. No sólo se manifiestan en el Pueblo de Dios tensiones y divisiones, repercusión de lo
que ocurre en el ambiente social sino que se afirma que la Iglesia debe aceptar sin más esta
situación, sin esforzarse por superarla y se mira con poco aprecio el esfuerzo de los Pastores
por construir la unidad que juzgan utópica e ingenua. Pero los Pastores [
] debemos ayudar
a nuestros hermanos a avanzar en la construcción de la unidad querida por el Señor.
29. [Recuerdo de toda la enseñanza evangélica acerca de la necesidad del perdón mutuo; de
que la unidad no suprime las legítimas diferencias; por allí pasa un testimonio necesario de
los cristianos a la sociedad uruguaya sobre la fuerza del amor de Dios].
30. [La Iglesia se llama Iglesia de la reconciliación, enviada por Cristo con el ministerio
de la reconciliación (2 Cor 5, 18), para entregar el evangelio de la paz, y celebrar el
sacramento de la reconciliación que culmina en la Eucaristía, signo y fuente de unidad].
31. Es hora, pues, que todos digamos basta. La Iglesia no se purifica por las acusaciones
mutuas [
] ni por sospechas indignas, ni por métodos de presión. Las divisiones, las
incomprensiones, los reproches mutuos y la indisciplina no favorecen la obra de la Iglesia
en el momento actual; al contrario, la entorpecen y paralizan.
32. De ahí la necesidad de un nuevo y vigoroso impulso del espíritu evangélico en este Año
Santo [habrá que luchar contra el mal en cada uno, manifestar arrepentimiento, reparar con
signos de reconciliación los agravios a la caridad fraterna, en vistas al testimonio].
33. Hablando de reconciliación en la Iglesia, nuestro pensamiento de Pastores está fijo en
aquellos hermanos que participaban en nuestras Asambleas Eucarísticas y hoy están aleja-
dos. También pensamos en aquellos que rompieron con la Iglesia. Tal vez estos alejamientos
o rupturas tengan su origen en culpas u omisiones nuestras, por falta de amor y compren-
sión; quizá haya sido porque no pudieron superar el escándalo de la Cruz. De todos modos
deseamos que en este Año Santo retornen a la Comunidad eclesial y se realice el reencuen-
tro de hermanos
34. También pensamos con tristeza en aquellos hermanos que forman el grupo de los cristia-
nos negativos. Aquellos que cuando se trata de la Iglesia, sólo tienen ojos para denunciar sus
deformidades [
] A estos críticos tan severos y a veces influenciados por quienes están
interesados en dividir y destruir la Iglesia y carentes de generosidad, los invitamos, con
ocasión de este Año Santo, a una mayor serenidad que haga posible el diálogo y que vuelvan
a encender el amor en sus corazones.
35. [El esfuerzo de reconciliación dentro de la Iglesia tiene que expresarse institucionalmente
en la comunión en torno al Pastor de la Iglesia local, unido al Papa].
Reconciliación en la comunidad nacional
36. Con profunda pena todos comprobamos que la paz social está seriamente comprometi-
da. Los uruguayos estamos viviendo una realidad de división y encono.
37. Se ha sembrado desprejuiciadamente el odio, el rencor, la desconfianza, el miedo, la
sospecha y la injuria. Fruto de esta siembra es la ruptura de hoy, que como espada afilada,
separa a los uruguayos en bandos al parecer irreductibles.
716 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
38. Existe una tentación siempre latente en el corazón del hombre y que impide la reconcilia-
ción porque niega la dignidad humana. Es aquello de que el fin justifica los medios, princi-
pio que está presente en muchas actitudes radicalizadas. Quien cede a esta tentación puede
llegar a los más execrables crímenes y a las peores injurias contra la dignidad y los derechos de
la persona humana. Tenemos, por desgracia, experiencias dolorosas muy conocidas.
39. También conspira contra la reconciliación el hecho de que en el Uruguay somos dema-
siado proclives a la crítica negativa y a una agresividad de política partidista
40. [Esto es angustioso, divide a las familias, imposibilita el diálogo; todos estamos llama-
dos a superar esta situación].
41. Pero es muy importante recordar que esta situación no apareció sola como por generación
espontánea. A todos nos interpela, a todos nos acusa. Fueron nuestras acciones y omisiones,
individuales y colectivas, las que han generado esta hora difícil. Así tenemos que reconocerlo
y dar pasos de sinceridad y de verdad. Es cierto que las responsabilidades no son las mismas,
pero no es por el camino de las acusaciones [sigue como la cita en el texto, pp. 331].
42. No puede renovarse la sociedad partiendo del principio de que somos un conjunto de
enemigos [La paz no vendrá del dominio de unos sobre otros, o de un mero equilibrio de
fuerzas, sino del aporte de todos, en el reconocimiento de todos los derechos].
43. Por eso, ante la división y el odio que amenazan destruir la Comunidad, la Iglesia pro-
clama la necesidad y extremada urgencia de la RECONCILIACIÓN, como camino único
para el reencuentro de todos los orientales. Reconciliación que se funda en el amor y recha-
za el odio; que exige el respeto a la dignidad de la persona humana y a sus derechos
inalienables, y por eso rechaza todas las injusticias; que reclama el imperio de la fraternidad
[
] que está siempre al servicio de la verdad
44. La reconciliación obtiene la única paz verdadera porque su triunfo pasa por el corazón del
hombre a quien convierte de todo egoísmo y dureza, para transformar así las estructuras y la
sociedad [Esta reconciliación es la del Evangelio, que anuncia que hemos sido reconciliados
por la cruz de Cristo, convertidos en sus hermanos e hijos del mismo Padre, para manifestar
que el amor de Dios exige amarnos y perdonarnos como Él lo hace con nosotros].
45. [Esta exhortación no ignora lo difícil de esta tarea] No queremos negar tampoco las
causas profundas que provocan las rupturas, ni desalentar el compromiso evangélico por la
justicia conforme a los insistentes llamados de los Sumos Pontífices y de nosotros mismos;
pero queremos sí invitar a enfrentar todas estas realidades con auténtico amor cristiano
46. La reconciliación que proclamamos exige un cambio profundo en el corazón de cada
hombre, un triunfo sobre sus egoísmos y caprichos y un humilde retorno a Dios Padre. Pero
también exige remover todo aquello que impida al hombre alcanzar su destino temporal y
eterno; todo aquello que desconozca su dignidad y vocación.
47. No olvidemos que lo que está en el fondo de todos los males que nos aquejan es el
pecado, el egoísmo, la inmoralidad, la ambición, la envidia. Mientras no quitemos el peca-
do, mientras no cambiemos el corazón, en vano soñaremos con una sociedad mejor. Por eso
hacen imposible la reconciliación la violencia y todo aquello que la provoque, como la
lucha de clases, porque son una negación del Amor.
48. Para alcanzar la plenitud de su destino en la sociedad, necesita el hombre algunos valo-
res fundamentales, entre los cuales se deben mencionar la libertad, la justicia y la paz
49. Nuestra palabra no tiene otro objeto ni otra esperanza que la de ayudar a mirarnos como
iguales, como hermanos. Pensamos que el mejor aporte que la Iglesia puede dar al país es
entregarle cristianos amantes de la verdad y de la justicia; es formar cristianos que trabajen
por la construcción de la verdadera paz, fundada en la justicia y en el amor. Quiera el Señor
que como fruto de la celebración del Año Santo la Iglesia pueda presentarse como la Iglesia
de la reconciliación, ayudando a toda la comunidad nacional a reencontrarse para construir
un Uruguay mejor, más justo y más fraterno.
ANEXO I 717
1. [La Iglesia no puede ser indiferente ante el Año de la Población, proclamado por las
Naciones Unidas].
2. [Los obispos de Uruguay quieren transmitir fielmente el pensamiento de la Iglesia al
respecto, apoyándose en el magisterio de Pablo VI].
3. [Depositaria de una revelación en la que el Autor de la vida nos habla de la dignidad del
hombre, la Iglesia se interesa a fondo por la promoción y la defensa de esa dignidad].
4. [Gran desafío del crecimiento de la población mundial unido a todas las graves carencias
que afectan a la humanidad: hambre, salud, educación, etcétera].
5. [En Uruguay el problema poblacional es muy particular y diverso al de otros países: el
crecimiento vegetativo de la población está entre los más bajos (1, 2%). El número estimado
de abortos es tres veces mayor al de los nacimientos. A eso se suma la creciente emigración].
6. [En esto incide directamente la grave situación económica y la falta de trabajo. A su vez,
la existencia de este pequeño mercado interno crea una especie de círculo vicioso en la
economía].
7. [Parecería estar de más hablar de problema poblacional en Uruguay. Sin embargo es
necesario y urgente defender y promover la vida en nuestro país].
8. [El crecimiento de la población mundial ha llevado a los centros de poder a adoptar
agresivas políticas de control que no reparan en medios, y que con la excusa de ayudar, de
hecho, quieren mantener la dependencia. Sería más provechoso que se promoviera un au-
téntico y justo desarrollo de los países pobres].
9. [Las únicas y verdaderas soluciones son las que tengan en cuenta las exigencias de justi-
cia social; el respeto de las leyes divinas sobre la vida; la dignidad de la persona humana y
la libertad de los pueblos; la función primordial de la familia y la responsabilidad de los
esposos (refieren a PP 37 y HV 25 y 31); la educación integral].
10. [Se recuerdan los diversos documentos recientes que han expresado el pensamiento de
la Iglesia sobre este tema].
11. [Ninguna presión desviará a la Iglesia de sus convicciones. No le compete dar solucio-
nes técnicas, pero sí señalar la moralidad o no de los medios que se usan, y testimoniar la
dignidad del hombre, creatura e hijo de Dios].
12. Todo programa relativo a la población debe ponerse al servicio de la persona humana
con vocación trascendente [
] Debe evitar todo lo que opone a la vida en sí misma
13. [Debe garantizar también la dignidad y la estabilidad de la familia, asegurándole los
medios para cumplir su misión].
14. [
] La decisión relativa al número de hijos que van a tener, depende del recto juicio de los
esposos y no puede ser dejada a la discreción de la autoridad pública. Pero como este juicio
718 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
presupone una conciencia bien formada, es importante que se realicen todas las condiciones
que permitan a los padres alcanzar un nivel de responsabilidad conforme con la moral.
15. La conciencia bien formada es la que está iluminada por los principios de la ley natural,
que es ley divina, y que todo hombre, por ser tal debe aceptar, si quiere vivir conforme a su
propia dignidad. El creyente es ayudado en esto por el magisterio de la Iglesia [agrega
rechazo a mentalidad hedonista, condena a todo aborto directo y vigencia de lo expuesto en
la Humanae vitae].
16. [Uno de los grandes temas a analizar es el de la justicia social que asegure a todos lo
necesario para una vida digna].
17. [Denuncian el control de la natalidad impulsado desde los centros de poder] como con-
trario a la voluntad del Creador y como una nueva forma de colonialismo cultural, y exhor-
tamos a las autoridades nacionales [
] a la elaboración de una política demográfica y fami-
liar [por medio de una discusión abierta por la que el pueblo pueda expresarse sobre un
asunto que lo concierne vitalmente]. Los principios que lleva la delegación uruguaya a la
próxima conferencia de Bucarest y una reciente medida destinada a alentar el crecimiento
de la tasa de natalidad constituyen una actitud plausible.
18. [Tiene esperanza en que la humanidad logrará encontrar respuestas justas a esta proble-
mática, con la confianza puesta en el amor providente del Padre].
surgen expresiones nuevas de aquel espíritu comunitario que alienta en la Iglesia desde los
primeros tiempos;
se presta especial atención a la formación de comunidades eclesiales de base y a la pasto-
ral popular, de acuerdo a las opciones de Medellín y de la CEU;
se impulsa la integración de una pastoral de conjunto a nivel nacional, y se trata de hacer
tomar conciencia de la responsabilidad de todos los cristianos en la misión eclesial;
hay una vivencia más auténtica del espíritu de pobreza evangélica expresado en la solida-
ridad fraterna, en el intercambio de bienes y servicios [
] en la promoción humana y en la
opción por servir a los pobres;
la renovación litúrgica [celebraciones festivas e intensa participación].
el esfuerzo realizado en el campo de la catequesis [formación de catequistas y renovación
pedagógica].
[revitalización del espíritu misionero en las comunidades religiosas].
[lo mismo en los colegios católicos; integración de la comunidad educativa].
[revitalización de la vida sacramental por una intensa preparación].
los laicos retoman conciencia de su misión de testigos de Cristo en medio de las realidades
temporales, y experimentan al mismo tiempo la urgencia de profundizar su fe participando
en cursos de formación teológica;
la espiritualidad cristiana intensifica su dimensión bíblica y comunitaria;
surgen numerosos grupos de oración y de reflexión a la luz de la fe;
[empeño por valorar y encauzar la religiosidad popular].
Por todo ello damos gracias a Dios.
9. Pero no desconocemos ni queremos ignorar los aspectos negativos y las limitaciones de
nuestra Iglesia [peregrina, necesitada siempre de conversión; proceso doloroso de cambio
en época de cambios profundos]. Notamos por eso las limitaciones propias de un período de
búsqueda:
el natural desconcierto que muchos experimentan ante los cambios [
];
las dificultades y perplejidades propias de un momento en que la Iglesia quiere abrirse a
un diálogo más intenso con el mundo y estar más presente en él como fermento renovador;
las tensiones internas en el Pueblo de Dios por las diversas maneras de entender su fideli-
dad a Cristo. Mientras unos se apegan excesivamente al pasado, otros optan desprejuiciada-
mente por todo lo nuevo; unos piensan que sólo se debe hablar de Dios, mientras otros creen
que para anunciar al Señor basta con ocuparse del hombre;
la desconfianza de determinados sectores ante una Iglesia que acentúa su preocupación por las
exigencias de la justicia evangélica y del compromiso con los pobres. Esto le acarrea suspicacias,
tergiversaciones y campañas de desprestigio, pretextando incluso la defensa de la fe;
la pretensión de instrumentalizar a la Iglesia en función de ideologías de izquierda o de
derecha.
10. Como consecuencia de todo esto, algunos hombres de buena voluntad, miembros o no
del Pueblo cristiano, se preguntan acerca de cuál es en verdad la misión de la Iglesia y
acerca de la conveniencia de la forma como se trata de cumplirla hoy en el Uruguay. En
particular se preguntan: ¿Por qué se refiere la Iglesia a situaciones concretas del hombre de
hoy? [Esta pregunta se manifiesta, por ejemplo, de estos modos:]
la catequesis, que algunos temen pueda deformar la proclamación clara y precisa de la
verdad revelada a causa de su pedagogía renovada, que toma también como punto de partida
hechos de vida y circunstancias concretas de la vida de los catequizandos;
los colegios católicos, que permiten o alientan en los jóvenes el interés por los problemas
concretos de su tiempo;
las celebraciones litúrgicas, especialmente las misas dominicales, en las que, a través de
guiones y homilías, se hace referencia a la vida cotidiana de los hombres;
720 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
los grupos laicales, que acentúan el valor del compromiso cristiano en el mundo.
Otros preguntan: ¿Qué busca la Iglesia con esta acción pastoral? ¿Quién orienta esta ac-
ción? ¿A quién compete asegurar la autenticidad de esta acción de la Iglesia? Para responder
a estos y a otros interrogantes va orientada la presente Carta Pastoral.
II. La misión de la Iglesia
11. Proyectada en la esperanza entre la primera y la segunda venida del Señor Jesús, entre la
Pascua y la Parusía, la Iglesia, comunidad de los que creen en Cristo, debe cumplir su
mandato proclamando el Reino de Dios. Ella misma es sobre la tierra, en germen, el Reino
de Dios; el sacramento universal de la salvación ofrecida a todos los hombres. Debe procla-
mar el acontecimiento de Cristo, la Pascua del Señor. Para ello evangeliza.
12. Entendemos por evangelización toda la actividad de la Iglesia por la cual ésta suscita
y alimenta la fe, conduciendo los hombres a la participación en el misterio de Cristo procla-
mado en el Evangelio. En esta actividad deben subrayarse especialmente estos aspectos: el
anuncio de la Palabra, la celebración de los Sacramentos, el testimonio de la vida y la ani-
mación cristiana de lo temporal. La acción en favor de la promoción humana y la asistencia
social se integran en la obra evangelizadora en la medida en que tienen su origen en Cristo
y se orientan a la construcción del Reino; de esta forma son parte integrante del anuncio
evangélico y de la misión de la Iglesia
13. [Numeral dedicado a la proclamación de la Palabra: como uno de los deberes fundamen-
tales de la Iglesia, citando Mt 4, 23; Hch 6, 4; como estructurante de la comunidad cristiana;
en su relación con la celebración de la eucaristía (Hch 2, 42 y SC 10)] La proclamación de
la Palabra debe ir siempre acompañada por los signos. Aquí tienen su rango peculiar los
signos sagrados de los sacramentos, la caridad fraterna, el testimonio de la vida entera y la
animación de lo temporal con sentido cristiano
14. La aceptación personal del mensaje proclamado por la evangelización se realiza por
medio de la fe. [Don de Dios y respuesta humana; aceptación de una Persona] Esta vida de
fe debe abarcar la totalidad de la existencia humana: su cuerpo y su alma, su tiempo y su
eternidad, lo individual y lo social. Toda la vida, en sus aspectos concretos, debe ser ilumi-
nada por la fe. Ella ejerce una función serenamente crítica de la realidad, relativizando los
falsos absolutos (los ídolos) y denunciando lo antievangélico que se mezcle con la activi-
dad humana. Por tanto, la evangelización [
] iluminará todas las situaciones, enfocará
todos los problemas de la vida personal y familiar, del ambiente social y profesional y en el
ámbito de las relaciones humanas interpersonales, para comprenderlos, juzgarlos y resol-
verlos según las enseñanzas de Cristo. De esta forma deducirá también las consecuencias
prácticas vinculadas con su propio compromiso fundamental con Cristo. Así los cristianos
serán de verdad testigos de Cristo en su propio ambiente. Así realizarán la animación
cristiana del mundo
15. La realización plena de este compromiso exige una educación progresiva de la fe. [Por
eso la importancia capital de la catequesis y los colegios y liceos católicos; debe culminar en
una nueva visión del mundo, en una nueva escala de valores, una moral renovada, mirando
al desarrollo integral del ser humano; deberá expresarse en una vida litúrgica que impulse a
asumir el compromiso de animar lo temporal].
16. Esta autorrevelación por la Palabra, que engendra la fe y culmina en el compromiso
testimonial de la vida entera del creyente, Dios la realiza también mediante sus reiteradas
intervenciones significativas en la historia humana. [Sigue una larga cita de la evalua-
ción del Plan pastoral de 1970, en la línea de la lectura de los signos de los tiempos. Este
numeral 16 está abundantemente citado en el texto del trabajo, p. 390].
17. Como otrora en el Pueblo de Israel, también hoy Dios sigue manifestándose con estos
signos a su Pueblo. Por eso debemos preguntarnos: ¿Cuáles son hoy los signos de la
ANEXO I 721
revelación divina para nosotros?. Evidentemente son la Palabra de Dios, las enseñanzas de
la Iglesia, la liturgia, los sacramentos. A todo esto se deben añadir con el Concilio las innume-
rables voces de nuestra época [sigue la cita de GS 44; y también 4 y 11, en la línea del escrutar
e interpretar los signos de los tiempos como misión de la Iglesia] Indudablemente, esa mi-
sión es en extremo delicada. Quien evangeliza debe ser fiel en transmitir la totalidad y sólo el
mensaje de Dios, evitando todo lo que sea mutilarlo o tergiversarlo, presentando como Palabra
de Dios lo que no es más que palabra humana del propio evangelizador.
18. Bajo esta perspectiva de signo vemos los obispos uruguayos la coyuntura difícil en
que se encuentra nuestro país. La imagen que, en un pasado relativamente presente, des-
cubren algunos observadores, de una Iglesia marginada, es real. Pero su explicación no hay
que buscarla en una cómoda o prescindente automarginación de la Iglesia misma, sino en la
prepotencia inspirada por filosofías ajenas a la propia Iglesia. No obstante ello, la Iglesia
estuvo siempre presente en la vida del país, sin dejar de cumplir su misión, aún en medio de
incontables dificultades, algunas de ellas de verdadera persecución. Aunque marginada, no
claudicó ni se amedrentó, y consciente de su misión y de su fidelidad a Cristo y a la Patria,
cumplió con su deber a través de sus miembros y sus instituciones. Por eso también hoy está
presente, diciendo su palabra de cara al Uruguay que todos deseamos.
19. Confesamos sinceramente que el riesgo del momento presente [este numeral está ínte-
gramente citado en el texto, pp. 329-330].
20. La Iglesia deplora profundamente los errores que al respecto sus propios hijos hubieran
podido cometer [el resto del numeral es larga cita de GS 43].
21. Aunque es obvio señalarlo, diremos que no hay razón para que se sospeche de la
Iglesia. Queremos interpretar más bien como exceso de celo, y no como un rebrotar de un
espíritu jacobinista ya superado, ciertas molestias que entorpecen a veces, a nivel local o
regional, el libre ejercicio de determinadas actividades pastorales de la Iglesia
22. Con el Concilio Vaticano II, reafirmamos solemnemente que la misión propia que
Cristo confió a la Iglesia no es de orden político, que su finalidad es de orden religioso
(GS 42). La Iglesia no pretende ni sostener ni derribar ningún gobierno o poder constituido,
ni competir con él en el orden temporal. Su misión es anunciar la salvación integral del
hombre, iluminándolo con la luz de Cristo.
23. Complacidos reconocemos los esfuerzos que en diversos campos del quehacer nacio-
nal se vienen haciendo para reencauzar la convivencia por la senda del orden, del trabajo,
la honradez. Al mismo tiempo sentimos el deber de recordar a todos nuestros conciudada-
nos que para edificar el nuevo Uruguay sobre la base de una paz social auténtica, será
necesario abandonar la filosofía del odio y la violencia [el numeral está citado casi entero
en el texto, p. 317].
III. Libertad de la Iglesia
24. La Iglesia, sociedad de origen divino, no recibe su libertad como dádiva de los hom-
bres sino como atributo esencial que el mismo Dios le da. [Se recuerda luego la tradición de
libertad religiosa en Uruguay, desde Artigas hasta la Constitución vigente, art. 5] Es oportu-
no aclarar que el ejercicio de la libertad no se circunscribe a los meros actos del culto dentro
de los templos. Este ejercicio abarca toda la actividad específica de la Iglesia como tal.
25. Los obispos, sucesores de los Apóstoles, presididos por el Obispo de Roma y Sucesor de
Pedro, han recibido las llaves del Reino para enseñar con autoridad, celebrar y presidir el
culto y regir el pueblo de Dios como jefes y pastores [Se asocian colaboradores de distinto
orden, y tienen plena libertad e independencia de cualquier autoridad civil, al mismo tiempo
que colaboran con ellas en cuanto son legítimas y para el bien de todos. Se cita largamente
Christus Dominus 19].
722 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
26. [Con esta base, los obispos] reafirmamos nuestra exclusiva autoridad [
] para ase-
gurar la autenticidad del anuncio evangélico, para garantir la auténtica celebración del culto
sagrado y para dictar normas válidas que rijan la conducta moral del Pueblo cristiano.
27. No es lícito a los cristianos concurrir a otros tribunales que no sean los establecidos
por los propios pastores para defender la ortodoxia de la doctrina evangélica. Cualquier
poder extraeclesial que intentara asumir la tarea de velar por la sana doctrina sobrepasaría
los límites de su propia competencia
28. El mandato recibido de Cristo de anunciar el Evangelio confiere a la Iglesia el derecho
de gozar de la libertad para hacerlo: libertad que debe ser por todos respetada, con la
seguridad de que la Iglesia sólo se sirve de ella para el cumplimiento de su misión religiosa
integral, en favor de todo el hombre y de todos los hombres. Vemos por eso con dolor y
desagrado que a veces la actividad evangelizadora de la Iglesia sea objeto de suspicacia y de
controles no justificados.
29. Es de desear que cuando surgen cuestionamientos sobre actitudes de la Iglesia, en sus
personas o instituciones
[sigue como la cita en el texto, p. 318; es uno de los párrafos
cuestionados].
30. Es evidente que para el cumplimiento de su misión evangelizadora la Iglesia puede y
debe usar los medios necesarios y oportunos. Por ejemplo, organizar actividades pastora-
les, realizar reuniones, convocar al culto, desarrollar tareas de educación cristiana en sus
centros de enseñanza, para todo lo cual debe reconocérsele la debida libertad.
31. Indudablemente forma parte del mensaje evangélico todo cuanto se refiere a la caridad
fraterna, a la práctica social y al respeto de los derechos de la persona humana [párrafo
citado en le texto, p. 320; es uno de los cuestionados].
32. El estado debe garantir la libertad religiosa de todas las confesiones en su pleno
significado [Se usa esta expresión] porque no faltan quienes quieren reducirla a la sola
posibilidad de realizar actos puramente cultuales, siempre que éstos no tengan relación al-
guna con la vida: tal Iglesia no es la que fundó Jesucristo.
33. Por otra parte, a todos los hijos de la Iglesia, les recordamos el deber de atenerse en todo
con lealtad y plena adhesión a las normas y orientaciones de la autoridad eclesiástica, única
intérprete de la Palabra de Dios en lo que se refiere a la vida de la comunidad cristiana: la
doctrina, el culto y las costumbres. [También recuerda el deber de acatar las disposiciones
de las autoridades legítimas de la nación].
34. [Exhortación a todos los cristianos, a responder al llamado del Papa y los obispos en el
Sínodo sobre la evangelización, para sentirse todos corresponsables en ella, profundizando
la fe por todos los medios que se ofrecen, e irradiándola con el testimonio de la vida, ani-
mando de espíritu cristiano el ambiente de su existencia].
Conclusión
35. La Iglesia juzga que el renovado compromiso de cumplir cada día mejor su tarea
evangelizadora es en primer lugar una respuesta de fidelidad a Cristo su Señor, cuyo retorno
anhela y prepara. Piensa también que es la mejor manera de adherir como Iglesia al sesqui-
centenario del nacimiento de nuestra Patria, gesta en que la Iglesia estuvo tan presente [
]
Y como Pastores del Pueblo de Dios, los obispos uruguayos bendecimos a los hombres de
buena voluntad que construyen el nuevo Uruguay en la verdad, la justicia y la caridad
[Nota agregada el 27 de octubre de 1975, luego de todas las firmas:] Los obispos del Uru-
guay luego de estudiar todos los aspectos relativos a la redacción de una Carta colectiva
acerca de la Misión de la Iglesia, y después de implorar la asistencia del Espíritu Santo
decidimos publicar su texto.
En momentos en que comenzaba su distribución [sigue como la cita en el texto, p. 316].
ANEXO I 723
el campo de sus facultades, sometiendo todo a decisiones discrecionales que nadie, sin co-
rrer riesgos, puede ni siquiera juzgar públicamente. Por consiguiente, el ámbito de la liber-
tad y de los derechos se restringe a decisiones mínimas. [Siguen varios párrafos aclarando el
pensamiento de la Iglesia sobre la Seguridad Nacional, que se reconoce como necesaria
siempre que esté orientada por el respeto de la dignidad de la persona humana y el bien
común.] Si se concede la supremacía a la seguridad del Estado por sobre la de las personas,
se establece una peligrosa contradicción con los valores que se dice defender y se debilita el
fondo ideológico fundamental de nuestra historia [Esto pondría las bases para la implanta-
ción de cualquier doctrina totalitaria y liberticida en el país].
7. En segundo lugar, no ignoramos y no queremos desconocer el esfuerzo y los sacrificios
que las Fuerzas Armadas han realizado por el orden y la seguridad en el Uruguay; sin em-
bargo, es evidente para todos la relevancia del debate acerca del grado de validez de algu-
nos de los derechos humanos en el Uruguay. [Los obispos dicen no desconocer la existen-
cia de una campaña internacional para desacreditar al Gobierno, procedente sobre todo de
doctrinas marxistas]. Sin embargo se puede observar también personas bien intencionadas
que se preocupan del problema, que ha adquirido una dimensión mayor de la que percibi-
mos cotidianamente. Aun algunas autoridades de nuestro País han admitido, aun en ambien-
tes internacionales, el descaecimiento de los derechos individuales en relación con la lucha
contra la sedición y la subversión [estas mismas autoridades argumentan que ello es inevita-
ble cuando está en peligro la seguridad nacional].
Sin embargo es nuestro deber poner en guardia acerca del error de orden moral y la fractura
que representa, tanto en nuestra tradición jurídica cuanto en nuestra convivencia, el conferir
una supremacía ilimitada a la seguridad del Estado sobre la de las personas y sus derechos
[
] Por otra parte, la prolongación y rigidez de aplicación de restricciones discrecionales
pueden llevar de manera incontrolable a la arbitrariedad, y aun provocarla más de una vez,
transformando en regla y hábito lo que debería ser sólo excepción. No todos los medios para
obtener el bien son moralmente buenos. El resultado no justifica el derecho de justificar
cualquier modo de proceder [se abunda sobre estos principios aplicándolo al caso concreto
de la Seguridad Nacional].
7a. Nos interesa más que nunca la unión de los uruguayos [
] Y bien, a nosotros, que
somos considerados como padres espirituales aun por aquellos que no forman parte de la
grey católica, se nos presentan personas impulsadas por la angustia, en busca de un consuelo
espiritual para sus problemas. En estas circunstancias, a veces nos hacen confidencias que
no se animan a hacer a nadie más. Al mismo tiempo, lo que estas personas nos dicen de
forma reservada y que nosotros mismos descubrimos personalmente, se propaga en forma
de rumor, mucho más dañino que las críticas abiertas, aunque fueran equivocadas, de una
prensa libre, que debe asumir la responsabilidad de sus afirmaciones.
Uno de los puntos más controvertidos es la vigilancia informativa realizada por los Ser-
vicios Secretos sobre instituciones y personas. En este último caso, para citar el más grave
desde el punto de vista humano, se trata del control ejercido sobre ciudadanos que aspi-
ran a obtener un trabajo o a continuar el propio [
] Esta censura o veto excluye de
hecho del derecho al trabajo a ciertas personas jamás sometidas a Tribunales de Justicia y se
extiende no sólo al ámbito de servicios públicos sino también al de instituciones privadas.
[Se señala la falta de garantías en las fuentes de información, lo que deja lugar a errores,
venganzas y represalias] El secreto que rodea las gestiones respectivas (a las que se puede
apelar sólo si se cuenta con amistades influyentes), la dificultad de saber a quién dirigirse
para presentar clarificaciones o rectificaciones, las reglas desconocidas sobre las que se
basa dicha censura generan obstáculos insuperables para la defensa del simple ciudadano y
en consecuencia excluyen de la vida social a muchos habitantes del País. Todo esto está
ANEXO I 725
agravado por la discrecionalidad que tienen actualmente los funcionarios para mantener o
interrumpir la relación laboral de sus subordinados. Esta situación, por ejemplo en el caso
de numerosos docentes, condena a la desocupación a muchas personas [
] con la angustia
consecuente de sus familias. [Se cita el Nº 24 de la Pacem in terris sobre el equilibrio
exigido a los gobernantes para proteger y promover los derechos de los ciudadanos].
7b. La supervigilancia a la que nos referíamos antes [
] se proyecta también sobre la fun-
ción de organizaciones privadas, congresos científicos, publicaciones culturales, institucio-
nes deportivas y sociales. [Agregan que aunque en circunstancias excepcionales se pueda
justificar el control de actividades públicas] preocupa el hecho de que del pedido de infor-
mación se pase a un control absoluto, ofendiendo a personas e instituciones que objeti-
vamente no pueden ser incriminadas. [Llaman por eso al respeto de todas las personas, aun
de aquellas que puedan estar equivocadas, lo que incluye no privarlas del trabajo. Citan un
pasaje de GS 28].
7c. [Numeral dedicado a insistir sobre la necesidad de] conquistar la conciencia y recuperar
el espíritu de todos los uruguayos [aun de los equivocados, apostando al convencimiento y
la persuasión por sobre la voluntad de vencer. Esta ha sido la línea tradicional en el país].
8. En tercer lugar es motivo de consideración pública el tema de la acción política [
En
ella se juegan los valores sobre los que se ha basado nuestra convivencia. Es cierto que ha
habido abusos e irresponsabilidad en el ejercicio de la política, lo que ha provocado críticas
severas. Pero] en verdad, tal crítica es útil si está dirigida a la superación de los males
denunciados. No sería en cambio productiva si persiguiera fines de parálisis o deshonor para
la actividad política [
Y reivindican la honestidad y la generosidad de muchos políticos
que han contribuido grandemente al progreso institucional y social del país, por lo que se
debe pensar en este punto con serenidad constructiva].
8a. [Exponen el pensamiento de la Iglesia sobre la política como forma privilegiada del
amor al prójimo, lo que lleva a no estar de acuerdo con aquellos que se complacen con un
eventual desinterés del pueblo hacia ella, y por el contrario a estimular la vocación de quie-
nes se sienten llamados a ella. Se citan varios párrafos de GS 75].
8b. [Los hechos que han herido a la sociedad uruguaya han dejado en todos el deseo de
orden, paz y unidad] Sin embargo suscita dudas la moralidad de algunos métodos usados
para lograr resultados eficaces. [Algunos consideran como una amenaza a la unidad nacio-
nal la existencia de grupos con convicciones diversas y de algún modo contradictorias.
Estos son propensos a eliminar todo lo que no esté de acuerdo con la manera de pensar el
futuro del país de los que están en el poder. Los obispos exponen por eso el pensamiento de
la Iglesia del pluralismo y la unidad en una sociedad. Lo hacen citando la GS 74] El encuen-
tro que hace posible la reconstrucción nacional presupone la conciliación y la unidad en un
pluralismo orgánico, moralmente sano y que busque sumar fuerzas.
9. Por último, deseamos expresar nuestra preocupación por la penosa situación económica
en la que se encuentran muchos compatriotas. [Aunque conozcan la complejidad de la
coyuntura económica, quieren insistir sobre la urgencia del problema, dadas las condiciones
casi insoportables de muchas familias] Aun comprendiendo que la reconstrucción del País
exige grandes sacrificios de parte de todos, pensamos que los costos sociales se deben distri-
buir de un modo tal que su peso no caiga todo sobre las clases populares [
] El desarrollo
económico no puede ser una fuerza ciega, cuyo motor es el lucro y su regulación el binomio
demanda-oferta. Debe ser un valor positivo que conduce a los ciudadanos a participar de un
gran proyecto común. Es la base material del desarrollo integral que da a cada hombre la
alegría de vivir y una mística para compartir
10. No queremos terminar estas reflexiones sin reafirmar el espíritu constructivo que las
inspira. Sin temor nos sometemos al juicio de Dios y, con confianza, al análisis de las gene-
726 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
raciones futuras. Ellas dirán que la Iglesia, trabajando para volver más humano el proceso
que el País vive hoy, ha colaborado en la afirmación de aquello que puede contribuir a la
felicidad de los uruguayos.
Introducción.
El 15 de julio de 1878, el Papa León XIII, en documento histórico para la vida de la Iglesia
Católica en el Uruguay, decretó la creación de la Diócesis de Montevideo [siguen algunos
datos históricos sobre el hecho, así como el anuncio de celebraciones por el aniversario] El
anuncio de estas celebraciones a la comunidad nacional nos ofrece la ocasión de recordar su
motivo histórico y al mismo tiempo ha de posibilitarnos una renovada meditación sobre el
sentido profundo de la Iglesia misma, tal como lo ha reafirmado el Concilio Vaticano II.
Los hechos históricos.
Como es sabido, la fe cristiana se hizo presente en el territorio que hoy compone la República
Oriental del Uruguay, en la confesión católica romana. Bajo formas y manifestaciones modes-
tas, al comienzo como fuerza evangelizadora entre los indios; más tarde en la Colonia del
Sacramento, desde 1680, y después en Montevideo, como confesión de sus primeros habitan-
tes [sigue una carilla y media con el relato de la erección de la provincia eclesiástica].
Las bases doctrinales.
La Iglesia, por voluntad de Dios, es el sacramento de salvación y de unidad del género
humano [continúa un párrafo largo en la línea de los primeros numerales de la LG].
En la Iglesia los ministros están revestidos de potestad sagrada, para servir a los hermanos
[sigue una presentación de la estructura jerárquica de la Iglesia con fuerte insistencia en el
papel de los obispos junto con el Papa].
Bueno y oportuno es recordar estas verdades doctrinales sobre la Iglesia, el Papa y los obispos
frente a las especiales circunstancias, a veces dolorosas, que debe hoy día atravesar la Iglesia.
[Presentación de presbíteros y diáconos].
Y en esta tarea pastoral de la evangelización todos los fieles, todos los integrantes del Pue-
blo de Dios, nucleados en una profunda y fuerte comunidad de fe, de esperanza y de amor,
son llamados a ejercer sus propias funciones, para llevar la verdad y la vida de Dios a todos
los ambientes.
[
] A lograr estos objetivos se encamina la creación y organización de las Diócesis en todos
los países de la tierra
Conclusión.
[
] Exhortamos por tanto a todos los integrantes de la Iglesia Católica en el Uruguay a
participar con entusiasmo y fervor en estas celebraciones, pidiendo al Señor por medio de
María, Virgen de los Treinta y Tres [
] todas las gracias espirituales y materiales que
nuestra Patria necesita, especialmente en este momento de su historia.
En nombre del Episcopado Uruguayo, los Obispos del Consejo Permanente nos dirigimos a
la Iglesia de nuestro País para anunciarle que, en el presente año, coincidiendo con el Cen-
tenario de la Creación de la primera diócesis en nuestro País, se inician los primeros pasos
en la realización de un plan Pastoral a nivel Nacional de largo alcance.
La Iglesia Santa y al mismo tiempo necesitada de purificación, durante 100 años, en una
constante preocupación de ser servidora y misionera, caminado con Cristo y con María en la
Historia de nuestro Pueblo, ha trabajado pastoralmente, buscando siempre ser fiel a la Pala-
bra Salvadora de Cristo y a los signos de los tiempos señalados en los acontecimientos, la
historia y la cultura de cada época.
Hoy bajo las nuevas orientaciones pastorales del Concilio Vaticano II, la de los últimos Sínodos
de los Obispos y la Palabra del Papa Pablo VI, deseamos renovar nuestra vida y marcha
eclesiales, buscando responder a las exigencias de la situación histórica actual, pero también
con los ojos puestos en la naturaleza de la Iglesia instituida por Nuestro Señor Jesucristo.
[Expresan la decisión de elaborar, aprovechando toda la experiencia anterior, un Plan nacio-
nal de pastoral].
Dicho plan se inicia con la reactualización del conocimiento de nuestra realidad humana y
religiosa [se dispone para ello realizar un sondeo y un censo dominical en todos los templos].
Este trabajo inicial tiene como objetivo, entre otros, ayudar a detectar la situación y el
proceso religioso en el que vivimos, interesar a todo el Pueblo de Dios en el plan anunciado,
y posibilitar la posterior y esencial reflexión teológica sobre la realidad detectada.
Dicha posterior etapa de reflexión a la luz de la Fe [
] se desea que se haga no sólo con
expertos y teólogos, sino también con un sector amplio del Pueblo de Dios que desee y
pueda efectuarla.
Una vez finalizada esta etapa, teniendo en cuenta un censo y ordenamiento de los elementos
y medios de que disponemos y marcadas las prioridades de acción, el Episcopado elaborará
un Plan de Pastoral Nacional a largo plazo
De esta manera deseamos recoger también el deseo del Papa Pablo VI, manifestado en la
Exhortación Apostólica acerca de la Evangelización en el mundo contemporáneo
ANEXO I 729
1. Introducción.
1.1. El anuncio hecho público por la vía oficial sobre la preparación de un Proyecto de Ley
modificativa del Código Penal autorizando legalmente el aborto ha planteado a la concien-
cia nacional, de manera inesperada, un grave problema de índole moral frente al cual nadie
puede permanecer indiferente.
1.2. Es que la mencionada iniciativa compromete valores de altísima significación, y arroja
sobre la sociedad riesgos que deben ser previstos, cuidadosamente analizados y finalmente
evitados, en bien del orden moral, del derecho a la vida que tiene todo ser humano y del
desarrollo espiritual, cultural, social y económico del País.
1.3. Por tanto, si nadie puede permanecer indiferente ante esta cuestión, menos aún puede
estarlo la Iglesia y, en este caso concreto, el Episcopado del Uruguay, obligado en razón de
su ministerio a decir una palabra de enjuiciamiento, de valoración y de orientación moral.
2. Permanente preocupación de los Obispos del Uruguay en esta materia.
2.1. [No es la primera vez que los obispos intervienen sobre el tema].
2.2. [Se cita el Nº 9 de la Carta pastoral de Cuaresma de 1967].
2.3. [Idem con el Plan de 1973, Fe y valores morales en la familia uruguaya].
3. Trayectoria histórica del tema en nuestro País y su gravedad.
3.1. [Se recuerda la despenalización de 1934 y la repenalización de 1938].
3.2. A cuarenta años de aquel episodio el retorno a una legislación permisiva [
] desata
graves riesgos de agresión al progreso mismo del País, pone en tela de juicio valores esen-
ciales y pondría en evidencia [
] la impotencia de los poderes públicos para enfrentarse al
delito con la eficacia necesaria en el cumplimiento de sus obligaciones.
3.3. [El proyecto parece ceder a la creciente depresión moral que afecta a Uruguay].
3.4. La Ley no debe seguir la realidad e inclinarse ante ella, sino conducirla, ordenarla y
situarla donde convenga en derecho a la persona humana [ponen como ejemplo positivo una
ley de 1974 combatiendo la comercialización y el uso de estupefacientes].
3.5. En cuanto al aborto, parecería que se escoge un sistema diferente. Con su legalización, se
ofendería a la vida y se liberalizaría el ya conocido negocio de esa gama de profesionales o no
profesionales que hacen del aborto el mecanismo de obtención de sus apetencias de lucro. De
ese modo la Ley se inclinaría ante la vocación extraviada de esa cadena de cómplices
4. El verdadero camino.
4.1. [El verdadero desafío para Uruguay en este terreno es el crecimiento demográfico entre
los más bajos del mundo] Si una de las causas, entre otras, de la declinación de Occidente,
herido por el materialismo consumista, es la disminución de la población, esa causa es segura-
mente una de las que afectan más poderosamente la realidad misma de nuestro Uruguay.
4.2. [Vuelven a citar el Nº 9 de la Carta pastoral de Cuaresma de 1967 sobre este problema].
4.3. Agregaríamos hoy: es un país que compromete su soberanía y su mismo destino nacional.
ANEXO I 731
4.4. [Necesidad de una política poblacional positiva, con una legislación que proteja la vida,
la educación de la sexualidad, oportunidades y trabajo para todos, y distribución adecuada
de los bienes. Para esto hay que emplear el coraje y no para empequeñecer al país].
5. Defensa de la dignidad del ser humano.
5.1. Hoy como siempre el punto de partida y la base de nuestra posición moral frente al
problema del aborto es la afirmación y la defensa de la dignidad del ser humano, de su vida
y de sus derechos como tal. [Se desarrolla el concepto con referencias bíblicas y del Magis-
terio, sobre todo GS 22].
5.2. [Más citas sobre el carácter sagrado de la vida humana desde su origen, con referencias
a los Papas desde Pío XII a Juan Pablo II].
6. Fundamentos filosóficos de nuestra doctrina.
6.1. [Afirmación de una antropología de signo cristiano frente a una concepción materia-
lista, tanto de signo liberal capitalista como de signo marxista].
6.2. Tanto en la revisión del problema del aborto como en la ampliación de las causales del
divorcio con las que en nuestro País se ha afectado una vez más la institución familiar [
]
se percibe un apartamiento sensible de los valores cristianos que inspiraron la convivencia
nacional desde su nacimiento histórico.
6.3. [Rechazo de la posición que supone la existencia de una primera etapa en el feto, en la
que no sería aún propiamente humano].
6.4. El hombre es una unidad sustancial, espíritu encarnado o carne espiritualizada, y lo es
desde el primer momento de su existencia como sujeto viviente
7. Fundamentos científicos de esta doctrina.
7.1. [Afirmación de la coherencia de la posición de la Iglesia con la ciencia].
7.2. [Los últimos desarrollos científicos confirman que la vida humana existe desde la con-
cepción].
7.3. [Se cita en apoyo al Dr. John C. Willke y su Manual sobre el aborto].
7.4 y 7.5. [Más sobre el mismo tópico, a partir de afirmaciones de la ciencia].
7.6. Es por eso incomprensible la posición de quienes rechazan la idea de que una nueva
vida existe desde la fecundación y postergan el inicio de la condición humana a momentos
posteriores [se citan las diversas opiniones y las rechazan en nombre de los avances de la
ciencia].
7.7. [Abundan en esta argumentación y hacen la relación con posibles prácticas eugenésicas].
7.8 y 7.9. [Rechazo de la posición que pretende que el feto es parte del cuerpo de la madre].
7.10. [Rechazan, también en nombre de la ciencia, la utilización de lo que consideran un
eufemismo, llamar al aborto, que es un homicidio, interrupción del embarazo].
7.11. [También desde un punto de vista científico alertan sobre los riesgos físicos y sobre
todo psicológicos que implica el aborto para la mujer].
8. Argumentos que se esgrimen a favor del aborto.
8.1. [Se preguntan sobre los fundamentos antropológicos de quienes están a favor de la
iniciativa] Esta discusión no se hace entre conservadores y liberales, entre principistas y
pragmáticos, entre anticuados y modernos. Se hace entre distintas concepciones del hom-
bre. La que acabamos de explicitar es la que ha nutrido la convivencia durante muchos
siglos de Occidente, y ha creado y sustentado un ideal humano
8.2. [
] Básicamente, estos argumentos [en favor de la despenalización] son los siguientes: a) la
existencia incoercible del hecho social, que se manifiesta por un número importante de abortos
[
]; b) razones autodesignadas científicas que se pueden resumir en esta afirmación: el pro-
ducto de la concepción carece de vida propia, depende de la madre, y esta es dueña de su propio
cuerpo; c) los riesgos que sobre la vida humana genera la práctica clandestina del aborto
732 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
para servir al desarrollo de la vida allí donde pudiéramos hacerlo [Finalizan encomendando
su esfuerzo y a las familias uruguayas a la Virgen María].
1. [La ocasión es la publicación en Uruguay de la] edición oficialmente aprobada del Docu-
mento final de Puebla. [
Los obispos] queremos ofrecer a los creyentes y a todos los
hombres de buena voluntad de nuestra Patria una palabra de presentación del mencionado
documento. Queremos con ella contribuir al pleno conocimiento, la recta interpretación y la
adecuada aplicación de Puebla en el Uruguay
2. Nos encontramos ante un hecho evangelizador de grandes alcances: una fuente de inspi-
ración para todas nuestra Iglesias, una riqueza enorme que hemos de agradecer al Espíritu
Santo y ante la cual no podemos quedar indiferentes. [Recuerdan luego la importancia y la
amplitud de la preparación, así como el grado de participación en ella y la considerable
presencia de uruguayos en la Conferencia].
3. [Ahora es el momento de hacer vida lo que Puebla nos ofrece].
4. En primer lugar, se deben evitar lecturas tendenciosas, parcializadas y por eso mismo
paralizantes de todo concierto pastoral operativo. Para ello es menester tener presentes las
orientaciones papales. [El conjunto del magisterio latinoamericano de Juan Pablo II] ha de
ser un punto de referencia obligado y constante en la lectura del Documento de Puebla. [Es
el mejor camino para unir la reflexión latinoamericana futura con la Iglesia universal y
evitar así el provincialismo teológico].
5. En segundo lugar se impone el análisis completo de los documentos. Hay que evitar las
lecturas parciales, proclives a la distorsión. [No es algo fácil, pero hay que hacerlo].
6. Surge, por fin, el problema de Puebla y su aclimatación pastoral en el Uruguay. Una
comprobación irrefutable es el peso de lo doctrinal en esta Conferencia Episcopal Latinoa-
mericana [
] Como primera conclusión urgente se ha de insistir, por tanto, en la formación
sistemática y constante.
7. [Se realiza una presentación general del contenido de la publicación y su plan].
8. Al presentar, pues, a nuestro pueblo el Documento final de Puebla en el mismo año en el
que vamos a poner en marcha nuestro Plan pastoral Nacional Quinquenal, queremos exhor-
tar a todos los fieles a conocer directamente por una atenta lectura, a meditar serenamente,
a asimilar vivencialmente y a aplicar pastoralmente en el Uruguay todo el rico aporte [
Finalizan con una invocación a la Virgen para que así sea].
Presentación
Nuestra hora
1. Desde el comienzo de nuestra historia, la Iglesia ha estado presente en la vida de nuestro
pueblo. Nuestra Patria se gestó en el Evangelio de Cristo. Entre alegrías y dificultades, la
Iglesia ha luchado por la conservación y profundización del sentido de Dios en la conciencia
del pueblo. Con medios pobres y humildes, pero con el deseo de servir al Señor y a su Evan-
gelio, hemos ido ofreciendo al hombre uruguayo nuestra única riqueza: la Salvación en Cristo.
2. Hoy, después de discernir el pasado y de considerar los aportes que durante dos años han
brotado de un proceso de participación [
] los Obispos hemos querido descubrir y tomar
734 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
conciencia de la hora de la Salvación (cf. Jn 13, 1) que el Padre ha dispuesto para la Iglesia
y para nuestro pueblo.
3. Nuestra participación en la III Conferencia Episcopal en Puebla, el luminoso pontificado
de Juan Pablo II
[sigue como la cita en el texto, p. 389].
Nuestro compromiso
4. Sabemos que nuestra misión, en este tiempo, es esperada más que nunca (cf. RH II). Por
ello hemos querido buscar, como discípulos (cf. Is 50, 4; Jn 3, 11), el plan de Dios sobre el
hoy de nuestra Iglesia y anunciarlo como maestros y pastores. Hemos buscado discernir y
hacer nuestros los caminos y pensamientos del Padre (cf. Is 55, 6ss) para esforzarnos, en
comunión con todos los miembros del Cuerpo de Cristo (cf. 1 Cor 12), en dinamizar las
energías, dones y carismas que recibimos de Jesús, nuestro único Señor
5. Con la Iglesia está la fuerza de Dios manifestada en Cristo [referencias de 1 Cor 1, 23-26
y Col 1, 24] Nuestros errores, limitaciones y pecados muestran a todos que el poder que
actúa en la Iglesia no viene de nosotros sino de Dios (cf. 2 Cor 4, 7; 6, 4-10).
6. Por eso creemos que nuestra acción eclesial será manifestación de la acción transforma-
dora del amor de Dios en el hombre, si brota de una verdadera santidad de vida de los
cristianos (cf. E. N. 76).
7. La búsqueda más intensa de configuración con Cristo nos hará crecer en Comunión (cf. LG
1) [y en actitud de conversión (cf. Jer 31, 31-34) e identidad de hombres nuevos (cf. 2 Pe 1,4)].
8 y 9. [Respondemos a una vocación específica y como Iglesia recorremos el camino de la
evangelización].
Nuestra esperanza
10. Aspiramos, pues, a que todos los uruguayos encontremos en la Iglesia la insondable
riqueza de Cristo (cf. Ef 3, 8)
11. Estamos seguros de que la verdadera respuesta a las expectativas del hombre uruguayo
nacerá de hombres evangelizadores, del testimonio de hombres y comunidades que, con la
fuerza oculta de la levadura y la claridad de la luz, transformen y eleven las conciencias, los
valores y la cultura de nuestro pueblo (cf. Puebla, 8-9; 272-273).
12. [Nuestra Iglesia quiere tener el mismo corazón de María].
17. Sólo el Evangelio vivido y encarnado en el corazón del pueblo y en el espíritu de las
leyes, sólo sus valores de Verdad, de Justicia, de Amor y de Paz, integrados en el basamento
del edificio social, pueden darle firmeza a las instituciones
18 y 19. [La Iglesia anuncia a Jesucristo como la síntesis de todo lo divino y todo lo huma-
no; se agrega cita de la RH 11, sobre Cristo como verdad de Dios y verdad del hombre].
20. [Se insiste en lo mismo con referencias a Col 1, 16-17 y Heb 1, 1].
21. En Cristo, efectivamente, todos los pueblos encuentran, no remedios políticos o planifi-
caciones económicas, que Él mismo se negó siempre a dar, sino la clarificación profunda de
los problemas radicales y últimos, sin cuya solución de nada vale ganar todo el mundo (cf.
Mt 16, 26; Lc 12, 20-21). La vida entera y la predicación de Jesús no tuvieron otro objetivo
que el Reino de Dios, el cual, si bien no es de este mundo (cf. Jn 18, 36), sin embargo, no
le es totalmente ajeno, con tal de que los hombres secunden el Evangelio y no dejen de
invocar el único nombre de Jesús, fuera del cual no hay salvación posible (cf. Hech 4, 12).
22 y 23. [Con citas de Puebla 191 y 192, y de Jn 11, 52; 2 Cor 1, 20 y Apoc 3, 14, se insiste
en que Jesús hace presente el Reino en la historia y la manera en la que lo hace].
24. Jesús, glorificado por este Dios Padre, permanece con su influjo viviente en el mundo
enviando a su Iglesia
25. Este es el momento en que a todo uruguayo que busque eficazmente la reconstruc-
ción de la salud espiritual para el País, se le impone el planteamiento de preguntas
[sigue como la cita en el texto, p. 381].
26. La fraternidad cristiana nace de la filiación en Cristo [sigue como la cita en el texto, p. 588;
es cita de Puebla 241].
27. Habiendo entonces caminado a tientas por senderos que todos hemos de reconocer ho-
nestamente más bien como desvíos, ¿no será ya hora de dirigir nuestros pasos hacia el que
dice de sí mismo
[sigue como la cita en el texto, 390-391].
28. [Esta memoria de Cristo exige un seguimiento radical que abarca a todo el hombre; se
afirma esta idea con una cita de Puebla 193].
29. [Esto alimentará la esperanza de los que la hubieran perdido por considerar sólo los
fracasos humanos, y] moderará la excesiva ilusión de cuantos lo apuestan todo nuevamente
en una aventura puramente intramundana y de cortos alcances.
30. Únicamente en Jesucristo es posible superar estos contrarios extremismos
II. Es el sacramento universal de Salvación que vive
como Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios
1. La Iglesia es sacramento universal de salvación
31. La Iglesia ha recibido de Cristo el encargo de ir incorporando al mundo entero en la
familia de Dios, bautizando a todos en el nombre [
Mt 28, 19]
32. La Iglesia es un misterio [
] en el sentido teológico de sacramento
33 y 34. Esta misteriosa naturaleza de la Iglesia implica, de nuestra parte, una actitud de fe,
de la misma manera que sólo por la fe podemos reconocer en Jesucristo el sacramento del
Padre [
] Jamás comprenderemos el ser de la Iglesia si dejamos de lado su carácter de
Misterio y miramos únicamente sus aspectos exteriores
35. Esta primacía de la sacramentalidad es la que nos permite una visión realmente evangé-
lica de la Iglesia, de su constitución y de su vida
36. Ella existe para prolongar y continuar la misión de Jesucristo evangelizador
37. [Necesita evangelizarse a sí misma; es consciente de sus flaquezas e infidelidades. Pero
también sabe que en su debilidad es portadora de un tesoro que viene de Dios Hch 3, 6].
38. Esta sacramentalidad nos conduce a reconocer a los miembros de la Iglesia como a
términos existenciales de toda la riqueza simbólica de la Liturgia
736 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
68 y 69. La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los deseos más
profundos del corazón humano [
continúa cita de GS 21] En realidad, el misterio del
hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado [sigue cita de GS 22].
70. Incorporado al Hijo de Dios, el cristiano recibe las primicias del Espíritu
71. Ciudadano de este mundo, íntimamente solidario con los proyectos de Cristo [
] el
cristiano se juega la vida por la única aventura de servir a su único Señor en este mundo,
para conducirlo hacia su culminación
72 y 73. La Iglesia es consciente de que su misión no sólo alcanza al hombre aisladamente,
sino que enfrenta la vastísima tarea de la evangelización de la cultura, entendida como la
conciencia colectiva [
] Entendemos por cultura el modo como un pueblo, los hombres
cultivan su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios, de modo que puedan
llegar a un nivel plenamente humano (cf. Puebla, 389).
74. Atentos a las especiales características del ambiente religioso uruguayo, nos apremia la
pauta presentada por Puebla: Lo esencial de la cultura está constituido por la actitud con la
que un pueblo afirma o niega una vinculación religiosa con Dios, por los valores o desvalores
religiosos
La Religión o la irreligión son inspiradoras de los restantes órdenes de la
cultura familiar, económico, político, artístico, etc. en cuanto lo libera hacia lo trascen-
dente o los encierra en su propio sentido inmanente (Puebla, 389).
75. Los diversos campos o ambientes que constituyen la cultura uruguaya, con sus luces y
sombras, deberán también abrirse al juicio de Cristo, para impulsar los gérmenes positivos
y rectificar sus aspectos negativos. Al acercarnos a nuestra cultura nacional, el toque de
atención debe ser la dimensión religiosa
76. [Esta cultura obtendrá riquísimas luces y orientaciones de la enseñanza social de la
Iglesia].
77. [Cita de Puebla, 475, que a su vez cita a PP 13, 14 y 21, y GS 39, sobre el objeto de esta
enseñanza social que es siempre la promoción y liberación integral de la persona humana].
78 a 81. [Numerales dedicados a presentar a María como imagen acabada y esperanzadora
del designio de Dios, también para el pueblo uruguayo; como inspiración para hacer presen-
te a su Hijo en Uruguay; como imagen viva de nuestra esperanza, recordándonos que el
Señor derriba a los poderosos y exalta a los humildes (Lc 1, 52s.); como sostén en la fideli-
dad a la misión].
85. La Iglesia uruguaya se planteó la exigencia de hacerse presente y compartir los dolores,
anhelos y esperanzas de la comunidad nacional en estos últimos años tan particularmente
difíciles [se recuerdan los documentos emitidos, así como las temáticas asumidas para los
planes pastorales].
86. [Se anota la importancia de la renovación catequética y más en general educativa].
87. [Lo mismo para el campo de la educación cristiana, subrayando el esfuerzo por dar
educación a los hijos de los pobres].
89. [También se rescata la participación laical en toda la acción pastoral].
90. Mucho se espera del creciente desarrollo de la Pastoral Juvenil plenamente integrada en
la Pastoral de Conjunto [y de la promoción y capacitación de agentes pastorales].
91. Este camino de renovación que emprendió la Iglesia uruguaya no pudo hacerse sin
tensiones. Estas resultaron, en cierto modo, inevitables [tanto por deficiencias en la concre-
ción de las ideas, como por malas interpretaciones de los cambios].
92. Otras veces, tanto nuestra idiosincrasia, como la experiencia pastoral preconciliar que
todavía pervive, llevó a muchos a no integrarse en el esfuerzo pastoral de conjunto [
] Por
los visto, no todos han comprendido que la evangelización auténtica es obra de la Iglesia
bajo la guía de sus pastores, y que además ella va más allá de la sola práctica sacramental y
de una moral confinada exclusivamente al fuero de la conciencia individual sin dimensión
eclesial y social.
93. Toda vez que la Iglesia, fiel a su misión, adopta una actitud profética, en la que el
anunciar el Evangelio trae como consecuencia ineludible la exaltación de las justicia, la
libertad, la participación y demás valores del Reino, origina de parte de algunos, una actitud
de rechazo, amenazas y difamación
94. No obstante las dificultades señaladas [
] nuestra Iglesia uruguaya ha querido dar un
paso adelante proponiéndose realizar un Plan Nacional de Pastoral por cinco años.
Ha querido hacerlo [
] mediante sondeos previos que muestran el estado de la vida eclesial.
De ellos surgen: el gran deseo de mayor formación por parte de los fieles en general y de los
agentes pastorales; un mayor anhelo de participación, sobre todo de los laicos, en la comu-
nión y en la misión de la Iglesia; un ansia de aumentar la espiritualidad y la gracia por
intermedio de una liturgia más vivida y la creación de nuevos ministerios laicales; la nece-
sidad de mayor estabilidad en la familia, apoyada por la pastoral; y finalmente, la necesidad
de la Pastoral de Conjunto.
Estos elementos constituyen serios desafíos que nuestra Iglesia quiere afrontar para darles,
con este Plan, una respuesta de fe
II. Situaciones condicionantes generales
95. Es con ojos de pastores, no como un simposio de expertos, no como un congreso de
científicos o técnicos (Juan Pablo II. Discurso inaugural de Puebla I), como deseamos acer-
carnos a la realidad que vive el pueblo uruguayo. Deseamos decir nuestro pensamiento sobre
ciertos condicionamientos que se hacen presentes en el trasfondo de las diversas situaciones.
1. Secularismo creciente.
96. Advertimos con preocupación el fenómeno del ateísmo en nuestro País, problema de los
más graves de nuestro tiempo y que debe ser examinado con toda atención (cf. GS, 19). En
Uruguay el alejamiento de Dios de la esfera de lo social y su confinamiento al fuero de las
conciencias no es nuevo. Décadas de militancia laicista en diversos sectores (enseñanza,
política, Fuerzas Armadas, gremios, etc.) han alimentado vigencias culturales que, bajo el
signo de la neutralidad, disfrazan posturas ateas y sobre todo indiferentes en materia religiosa.
[A partir del análisis de EN 55 y palabras del papa Juan Pablo II en Puebla, se describe el
secularismo y se lo critica] Desde un contexto socio-cultural inspirado en estas vigencias, no
740 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
sólo se contribuye a la escasez de bienes materiales en la casa de los más pobres, sino también,
lo que es más grave, tiende a quitarles su mayor riqueza que es Dios. Esta comprobación nos
impone el sagrado deber de luchar por la conservación y profundización del sentido de Dios en
la conciencia del pueblo (Juan Pablo II, mensaje a los pueblos de América Latina, n. 3, 47).
Puede agravar esta situación la supresión irreflexiva de expresiones masivas de piedad popular.
2. Permisivismo moral y deformación de la recta conciencia.
97. Siendo el Dios verdadero, único fundamento del don moral estable y base única de
los preceptos morales (cf. M. M., 207, 208), no extraña que, en una sociedad regida por
humanismos autosuficientes y ateos, cuyos ídolos sean el tener y no el ser, la recta
conciencia moral sea agredida, el relativismo moral se extienda, y la adaptación acrítica a
las costumbres cambiantes sea la regla, que, a falta de una educación de valores sanos y
firmes, se elija el camino fácil de un permisivismo moral invertebrado. Lamentablemente
no faltan quienes no secundan lealmente el Magisterio de la Iglesia en materia moral.
Como consecuencia de esto, asistimos al deterioro de los valores familiares básicos [
]; al
deterioro de la honradez pública y privada, al desplegarse de los vicios sociales (juego,
droga, alcoholismo, desenfreno sexual); a la corrupción, al afán de lucro desmedido, a la
falta de esfuerzo, a la carencia de sentido social y de justicia, y a tantos otros.
[Esto se manifiesta en una] educación individualista, o laicista, en la manipulación de los
medios de comunicación social
3. Situaciones de injusticia.
98. Cada vez que la dignidad de la persona humana es conculcada en nuestra sociedad,
engendramos injusticia y alejamos la paz. Nos urge hoy estar atentos para empeñarnos en la
defensa de la dignidad de la persona y en actuar constructivamente para la justicia [sigue la
cita casi íntegra de GS 27).
99. Lamentamos igualmente la carencia de vivienda digna [
], las destituciones no justifi-
cadas, los sueldos insuficientes, las dificultades para lograr la debida asistencia médica, etc.
[se agrega el reclamo de que cada niño uruguayo no deje de tener en la escuela la debida
educación religiosa por falta de recursos].
No es, pues, por oportunismo ni por afán de novedad que la Iglesia, experta en humani-
dad, es defensora de los derechos humanos. Es por un auténtico compromiso evangélico
[
] Fiel a este compromiso, la Iglesia quiere mantenerse libre frente a los opuestos sistemas
para optar sólo por el hombre [
] por medio de la verdad sobre el hombre
(Juan Pablo
II, Discurso inaugural).
III. Análisis de algunas situaciones.
1. Situación de la familia uruguaya.
100. [En el país, y en la letra de los documentos, la familia es muy considerada, no así en la
práctica].
a. Situación Jurídica
101. [Se recuerdan los textos que valoran la familia (Constitución y otros), pero también
institutos como el divorcio que promueven su ruina].
b. La familia y la estructura social
102. Las situaciones de injusticia que señalamos anteriormente, tienen también incidencia
en la familia. Así, los problemas relativos a la enseñanza en todos su niveles, la crisis de la
seguridad social, el proceso demográfico con su baja natalidad y el aumento relativo de
ancianos en el total de la población, la crisis en los servicios de salud, las dificultades de
acceso a la vivienda, la desocupación permanente o transitoria, la baja del salario real y la
emigración, son todos los fenómenos que afectan profundamente a la institución familiar
uruguaya.
ANEXO I 741
b. Otro sector considerable [
] expresa un sentido religioso muy rudimentario. Tiene un
mínimo de sentido moral y cae frecuentemente en el sincretismo y el relativismo religioso
[Se piden sacramentos sin conocer su significado salvífico].
c. [Aun los practicantes no saben expresar el contenido de su fe, tienen ideas confusas y no
han recibido una catequesis adecuada].
d. La falta de formación doctrinal de algunos agentes pastorales descubre la carencia de
organismos eclesiales suficientes que garanticen su formación permanente. [Los pastores
no siempre acompañan en ese proceso, y hay descoordinación de esfuerzos].
132. [Se buscará que la familia sea Iglesia doméstica, centro de evangelización, de comu-
nión y participación, promoviendo comunidades eclesiales familiares, según Puebla, 596].
133. Esta pastoral desarrollará y sistematizará la teología de la familia a partir de las situa-
ciones que vive y sufre la pareja y la familia uruguaya, iluminando cuatro relaciones huma-
nas que encuentran su pleno desarrollo en la vida matrimonial: relaciones esponsales, pater-
nas, filiales y fraternas (cf. Puebla, 583) plenificadas en el sacramento y puesta al servicio
[
] de la sociedad uruguaya.
2. Los jóvenes.
134. Queremos responder a la situación de la juventud uruguaya con los tres criterios de
verdad propuestos por el Papa Juan Pablo II: la verdad sobre Jesucristo, la Iglesia y el
hombre (cf. Puebla, 1182).
135. [Una pastoral de juventud] que tenga en cuenta la realidad social de los jóvenes [
];
que atienda la profundización y el crecimiento de su fe [
]; que oriente la opción vocacio-
nal de los jóvenes; que les brinde elementos para convertirse en factores de cambio, y les
ofrezca canales eficaces para la participación en la Iglesia y en la transformación de la
sociedad (cf. Puebla, 1187).
136. [Dada la importancia de la juventud como fuerza nueva y renovadora, y los riesgos de
desviaciones, se insiste en el cultivo del encuentro con Cristo, por la Palabra y los sacramentos,
para que tengan con Él una relación de amigo y sean sus testigos. Y se manifiesta la voluntad de
aceptar las interpelaciones de los jóvenes a la Iglesia para lograr su rejuvenecimiento].
3. Las vocaciones a especial consagración.
136 y 138. [Se define esta opción según deseo del Papa (Puebla 881), y con el criterio de
que toda pastoral juvenil debe ser al mismo tiempo vocacional (cf. Puebla, 865)].
4. Preferente dedicación a los pobres en toda la acción pastoral de la Iglesia.
139. La Iglesia uruguaya desea manifestar en toda la acción pastoral una especial predilec-
ción por los pobres. Reitera su gran aprecio hacia todos los que de una manera u otra com-
parten la suerte de los que sufren, especialmente hacia los que por su vocación religiosa se
consagran al servicio de los enfermos y los marginados. Acercándonos al pobre para acom-
pañarlo y servirlo, hacemos lo que Cristo nos enseñó, al hacerse hermano nuestro, pobre
como nosotros. Por eso el servicio a los pobres es la medida privilegiada aunque no exclu-
yente, de nuestro seguimiento de Cristo. El mejor servicio al enfermo es la evangelización
que lo dispone a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve
integralmente (cf. Puebla 1145).
Para el cristianismo, el término pobreza no es solamente expresión de privación y margi-
nación de las que debamos liberarnos. Designa también un modelo de vida que ya aflora en
el Antiguo Testamento en el tipo de los pobres de Yahvé y es vivido y proclamado por
Jesús como Bienaventuranza (Cf. Puebla 1148).
140 y 141. [Como síntesis de todo, se propone el modelo de la Virgen como creyente fiel, y
se recuerda que su servicio a los hombres es abrirlos al Evangelio. En el momento en el cual
la Iglesia quiere abrir al pueblo uruguayo al Evangelio de Salvación, ve esta hora como la
hora de María, de un nuevo Pentecostés].
IV. Instrumentación del Plan Pastoral.
V.
1. Iglesia organizada
142 a 146. [Recomendaciones sobre el trabajo coordinado, desde la Conferencia Episcopal a los
demás ámbitos, con énfasis en los diversos Consejos] Es conveniente que todas las diócesis
hagan, con la ayuda de expertos, un análisis de la realidad de su propio territorio, análisis que
ANEXO I 745
deberá actualizarse oportunamente. Y ha de tener en cuenta que no se trata de ver, sino también
de interpretar pastoralmente esa realidad para responder mejor con una acción adecuada.
147 a 152. [Recomendaciones sobre las parroquias, como centros de animación y coordina-
ción de comunidades. Otra vez se pone el énfasis en los consejos, que favorecen la partici-
pación, la colaboración entre parroquias y una serie de disposiciones relativas a la anima-
ción de la liturgia parroquial].
153 a 155. [Recomendaciones sobre la pastoral educativa, reiterando la importancia de la
escuela católica, su potencial evangelizador, concretamente para el necesario encuentro en-
tre fe y cultura en sentido específico].
156. [Reafirmación de la opción por el crecimiento de la vida comunitaria, sin ningún tipo
de exclusivismo en las formas concretas. Importancia de la formación de animadores para
que en los grupos no falte un verdadero estudio de la doctrina cristiana, cosa que ha sucedi-
do (esta última recomendación está tomada de CT, 47)].
157. [Recomendaciones sobre los movimientos ambientales, reconocidos nacional e
internacionalmente, que deben ser un instrumento valioso de evangelización, debiendo coor-
dinar su tarea con los otros sectores del Pueblo de Dios].
2. Instrumentos e iniciativas prácticas
158 y 159. [Disposiciones prácticas sobre la Pastoral familiar].
160 y 161. [Idem sobre la Pastoral juvenil].
162. [Idem sobre formación de agentes pastorales].
163 a 167. [Idem sobre los fieles en general].
168 a 182. [Idem sobre comunicación social].
Primera parte
La conmemoración histórica
4. Desde el comienzo de la gesta de nuestra Independencia, el Pueblo Oriental manifestó, en
torno a Artigas, su querer vivir colectivo en un clima de democracia, de libertad, de justi-
cia social, de trabajo productivo y de respeto por los derechos fundamentales de las perso-
nas. [Siguen unos primeros datos históricos al respecto].
5 a 9. [Abundantes elementos históricos acerca de la primera Constitución, algunos juicios
sobre ella y el papel jugado por católicos, sacerdotes incluidos, en esa coyuntura].
10. Desde aquel día [
] la evolución constitucional del Uruguay se desarrolla en torno a
una serie de valores definitivamente adquiridos, un núcleo de firmes convicciones que son
patrimonio común de los orientales. Entre ellos podemos señalar la arraigada convicción
democrática, la participación ciudadana en la vida política, la amplia consagración de los
derechos fundamentales de las personas y de sus garantías, el principio de soberanía popu-
lar, el principio de legalidad y de control para la gestión de toda autoridad pública, el respeto
a las minorías y a la sinceridad de las opiniones, la responsabilidad del Estado en la conse-
cución de siempre mejores niveles de justicia social.
11. Dentro de este patrimonio, nos place subrayar que toda nuestras Constituciones han
reconocido siempre la libertad religiosa. [Acorde con esto] siempre se respetó también la
libertad de enseñanza
12. La Iglesia necesariamente es muy celosa de ésta su libertad, porque sin ella no podría
cumplir su misión [
Sigue larga cita de GS, 76].
13. Otro punto importante que merece señalarse es que [
] por lo general, se buscó [
]
que las nuevas normas contaran con el respaldo y el acuerdo de las varias tendencias y
aspiraciones nacionales [se recuerdan las diversas formas de negociación y consulta em-
pleadas en nuestra historia, para buscar consensos amplios].
Segunda parte
a) Aportes de la enseñanza eclesial
14. [El deber pastoral lleva a los obispos a] recordar algunos aspectos básicos de la enseñan-
za social de la Iglesia [especialmente relevantes para esta coyuntura del país].
15. [Recuerdan que su opinión no es de orden político, sino religioso, citando GS 42].
16. [Con la cita del Nº 57 del Plan pastoral quinquenal, reiteran la responsabilidad de la
Iglesia en las cuestiones del mundo, a modo de fermento].
b) Ley Fundamental y Bien Común
17. [Importancia de la Constitución en la vida de los países y en el Uruguay en concreto].
18. [Como cristianos nos interesa que nuestra sociedad se dé una organización que posibilite
el mayor bien de todos] Con la terminología usada habitualmente por el magisterio de la
Iglesia en materia social, podemos decir que aspiramos como cristianos a que la organiza-
ción social tienda al bien común [citan Pacem in terris, 70 y GS, 74].
c) Dos principios fundamentales
19. [Esta búsqueda del bien común debe tener siempre en cuenta algunos principios funda-
mentales]. Estos principios derivan de la propia realidad de las cosas, o sea de la verdad acerca
del hombre y de la sociedad, y son los pilares básicos de la moral del hombre en sociedad.
20. El primero de estos principios es la dignidad propia de todo ser humano [agregan cita
de Pacem in terris, 9].
21. [Es cita de GS, 73].
22. [Citan el discurso de Juan Pablo II en el Consejo de la Organización de los Estados Ame-
ricanos (6/10/1979) sobre el mismo tema, también en su vertiente comunitaria y social].
ANEXO I 747
23. Ya situándonos a nivel de la sociedad global, encontramos el segundo principio, esto es,
el fundamento moral de la autoridad estatal. [Cita Pacem in terris, 46, y hacen ver la
coincidencia con las palabras del sacerdote José Benito Lamas cuando la Jura de la primera
Constitución uruguaya].
24. [Explicita los rasgos morales de una autoridad estatal con un texto de Puebla, 541:
respetuoso de los derechos y libertades fundamentales; apoyado en una amplia participa-
ción popular a través sobre todo de los grupos intermedios; propulsor de un desarrollo autó-
nomo, acelerado y equitativo; propulsor de la integración continental y de toda la comuni-
dad internacional; que evite el poder monolítico].
d) La reconciliación
25. Para renovar con auténtica fecundidad el querer vivir colectivo de los orientales a
través de un nuevo Pacto Constitucional, debemos pasar todos por un duro esfuerzo moral,
el de la reconciliación [cita a propósito el Nº 42 de sus Reflexiones pastorales sobre el Año
Santo, de 1973].
26. Al exhortar a la reconciliación no pretendemos ignorar lo difícil que puede ser lograr-
la. No queremos desconocer las causas profundas de la crisis y los desviados caminos,
que con menosprecio del valor de las instituciones que con tanto esfuerzo habían forjado
nuestros mayores, se pretendió recorrer para superarla. Tampoco quisiéramos desalentar
el compromiso evangélico por la justicia, conforme a los insistentes llamados de los Su-
mos Pontífices y de nosotros mismos. Pero queremos sí invitar a enfrentar todas estas
realidades con auténtico amor cristiano, desterrando de nuestro corazón todo lo que sepa
a rencor, violencia o venganza
27. [Cita parte de los Nº 16 y 17 del Plan nacional sobre la necesidad de los valores superio-
res y el Evangelio, para lograr la reconstrucción que todos desean en el país].
e) Paz, justicia y verdad
28. ¡No a la violencia, sí a la Paz!, exclamaba Pablo VI; y agregaba: ¿No existe ya la
paz? La paz debe ser hecha [
] es el resultado de un equilibrio inestable que sólo el
movimiento puede asegurar. No basta reprimir las guerras, suspender las luchas
no basta
una paz impuesta [
] hay que tender a una paz amada, libre, fraterna, es decir, fundada en
la reconciliación de los ánimos (Pablo VI, Mensaje Paz 1975).
29. En el Mensaje para la Jornada de la Paz de 1980, Juan Pablo II muestra la íntima relación
entre paz, justicia y verdad [sigue larga cita del Mensaje, sin referencia].
f) Paz y desarrollo
30. No lograremos tampoco una verdadera paz sin desarrollo integral, en el cual el Estado
tiene un papel fundamental [se apoyan en citas de Pacem in terris, 56 y PP, 14 y 20, sobre el
verdadero desarrollo y el papel del Estado].
31. [Cita, sobre el mismo tópico, de la Redemptor hominis, 16].
32. [Concluye con cita del Nº 14 de Plan nacional quinquenal].
Conclusión
33. La Conferencia Episcopal Uruguaya está convencida de que si los orientales todos busca-
mos y promovemos el bien común en la defensa de la dignidad del hombre y de sus derechos
inalienables, en la protección de los más débiles y necesitados, en la construcción de la paz, de
la libertad, de la justicia; en la creación de estructuras más justas y fraternas (Puebla, n. 792)
a través de un serio esfuerzo de reconciliación y de participación, la fecha que celebramos
servirá para abrir nuevos cauces de solidaridad nacional en nuestra historia futura.
34. [Confianza en la capacidad de los uruguayos para revisar sus caminos, y de que la luz y
la fuerza del Padre se hace presente en ese esfuerzo por cambiar].
35. [Concluye dirigiendo a todos los cristianos y a todos los conciudadanos las
bienaventuranzas de los que tienen hambre y sed de justicia y de los constructores de paz].
748 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
Nos llama, por eso, la atención que los derechos de la persona, de la familia y de las socie-
dades intermedias, claramente reconocidos en el Proyecto, queden luego limitados por el
énfasis dado a la seguridad nacional (cfr. Puebla, 314).
4. Convivencia fraterna y participación
El bien común pide el logro de una convivencia social fraterna y participativa, asentada sobre
la verdad, la justicia, el amor y la libertad [citan Pacem in terris, 24, sobre la importancia de
los organismos intermedios, y GS, 75 sobre la necesidad de una efectiva y libre participación].
5. Dignidad de la persona humana
[Afirmación de la dignidad de la persona, imagen de Dios, inviolable, que exige un respeto
activo a su libertad, libertad que abarca todas las dimensiones humanas].
Por lo tanto, un modelo de sociedad bien constituida debe favorecer el cultivo de los valores
religiosos y el desarrollo de la cultura; debe prestar atención máxima a las necesidades
elementales de trabajo, salud, educación, vivienda y recreación, y debe tener abiertos los
cauces de la participación de todos en el quehacer político [
] La dignidad de la persona
exige un ordenamiento jurídico que garantice la efectiva vigencia de los derechos del hom-
bre y ayude al cumplimiento de los deberes
6. Los valores religiosos
Lamentamos que sigan ignorados en este proyecto de Carta Magna, los valores religiosos que
fueron reconocidos y afirmados por los padres de nuestra nacionalidad en la primera Consti-
tución, y que profesa la mayoría de nuestro pueblo. Estos valores exigen una actitud positiva,
ya que expresan la dimensión más profunda del ser humano. El olvido de Dios lleva a la
destrucción del hombre. No basta la simple afirmación de la libertad religiosa y de la exen-
ción impositiva de los templos: es toda la actividad religiosa que debe ser atendida por la ley
[
] Si bien estos valores religiosos no deben imponerse, tampoco pueden ignorarse
7. Libertad de enseñanza
A propósito, queremos referirnos al derecho a la educación y la enseñanza, cuya afirmación
cabal se formula en el art. 32 del proyecto [
] Sin embargo, la enmienda introducida en el
art. 47 y el principio incluido en el art. 206 abren la puerta a posibles lesiones a la libertad de
enseñanza, muchas veces intentadas por los partidarios del monopolio estatal y detenidas
gracias a la claridad del artículo correspondiente de la Constitución actual. Quienes así
procedan, aun no pretendiéndolo, se colocan en la misma posición que estilan los regímenes
totalitarios.
[Se critica el art. 47 del proyecto, por limitar la libertad de enseñanza a través de la interven-
ción del Estado para lograr la eficiencia técnica] Es sumamente dañoso subordinar los
valores del espíritu desarrollados por la educación a los valores de la técnica, que son sólo
instrumentos al servicio de aquellos. [Se rechaza por tanto el art. 47].
8. Exhortación final
Exhortamos a todos los creyentes, especialmente a los católicos, a que ofrezcan oraciones
para que el Señor ilumine a pueblo y gobernantes, a fin de que el esfuerzo por normalizar la
vida de nuestro país produzca frutos de paz y de armonía
Nosotros, los obispos del Pueblo de Dios que peregrina en el Uruguay, al término de nuestra
primera asamblea plenaria de 1981, queremos hacer llegar a los creyentes y a todo el pueblo
uruguayo un saludo fraterno y un augurio pascual.
750 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
[Se informa brevemente del trabajo realizado en cuanto a la evaluación de la marcha del
Plan nacional y el énfasis la familia decidido para el presente año; agradecen a todos los
que están participando activamente; informan también del estudio de un Directorio
Catequístico Nacional, y de las celebraciones por el centenario de Mons. Vera].
En este momento de la historia de nuestro patria, queremos también hacer llegar a todos
nuestros hermanos uruguayos una palabra de solidaridad y esperanza
[sigue como la cita
en el texto, p. 414].
1. La Iglesia Católica no puede ni quiere estar ausente en este momento histórico que está
viviendo nuestra nación. En el cumplimiento de su misión religiosa [
] camina unida a la
humanidad y se solidariza con su suerte en el seno de la historia [frase de Pablo VI, sin
referencia. Recuerdan cómo la Iglesia estuvo presente desde los comienzos de Uruguay] y
fue protagonista, como el pueblo del que forma parte, de la configuración del país. No es
pues extraño que la Iglesia permanezca atenta al curso y destino de nuestro pueblo, y que, en
ocasiones relevantes como el momento actual, manifieste de un modo particular, pública y
oficialmente, a través del ministerio de sus Pastores, su pensamiento acerca de aconteci-
mientos trascendentes de la vida nacional.
2. Es en esta perspectiva de su propia misión y desde las raíces del entronque histórico antes
señalado, que deseamos referirnos ahora a la coyuntura institucional que, iniciándose en el
acto plebiscitario de noviembre de 1980, desemboca en la designación de autoridades ejecu-
tivas y legislativas por todos conocida. Creemos no interpretar arbitrariamente la historia si
jerarquizamos aquel acto plebiscitario de voluntad popular como inicio de esta coyuntura.
[Insisten en esta valoración y ven en ello la causa de la reorientación del proceso político]
que promete, luego de un período transicional, devolver al pueblo la decisión con respecto a
la Constitución Nacional que orientará su convivencia y con respecto a los hombres que lo
gobernarán.
3. [Afirman que no les corresponde un análisis técnico]. Queremos más bien manifestar
nuestra alerta confianza en la concreción de la perspectiva abierta. Compartimos así la acti-
tud de todos los uruguayos, al otorgar el crédito necesario a quienes tienen la responsabili-
dad de conducir al país al pleno ejercicio de su vocación republicana y democrática.
4. Esta confianza se apoya en los deseos que sentimos palpitar en nuestro pueblo [de poder
participar en la gestión del bien común; de construir una convivencia que recoja riquezas del
pasado; de edificar una sociedad fraterna, próspera, feliz, en la que no haya lugar para la
opresión, la violencia, la mentira, la corrupción y la inmoralidad].
[Se insiste en la necesidad de la existencia de libertades públicas para favorecer el enrique-
cimiento desde diversos aportes, el ejercicio del disenso político, en un marco de orden
animado por la libertad]. Confiamos que se irá abriendo camino, incansablemente, ese espí-
ritu de consenso y de conciliación nacional [
] único camino capaz de liberarnos de renco-
res y de impulsos de venganza, capaz por eso mismo de conducirnos al logro de una autén-
tica solidaridad entre todos
5. [Párrafo sobre la reconciliación que no es gesto romántico o gesto de débiles, sino que]
sólo se edifica sobre la verdad, la libertad y la justicia. Sólo crece en un clima de compren-
sión y de respeto
6. [Se recuerda la centralidad del hombre en la enseñanza de la Iglesia, si se quiere construir
una auténtica convivencia, una civilización del amor, en expresión de Pablo VI].
ANEXO I 751
7. [Llamado final a nuestros conciudadanos a levantar los corazones hacia la patria que
queremos, con la participación de todos, desde el lugar de cada uno. Elevan oración al Señor
e invitan a hacerlo, por esta intención y por medio de la Virgen de los Treinta y Tres].
[En la Asamblea plenaria han estudiado los problemas de la educación, en especial lo rela-
tivo a la enseñanza privada, y en particular a la Universidad]. Con este motivo y en ánimo de
colaboración, la Conferencia Episcopal Uruguaya renueva su posición ya claramente mani-
festada con anterioridad en la Declaración de fecha 7 de marzo de 1961 [
] En concreto, en
la oportunidad presente, ofrece a la sociedad uruguaya el Instituto de Filosofía, Ciencias y
Letras, con sus casi 30 años de experiencia educativa en estos niveles, como base de una
posible Universidad Privada [
El objetivo es colaborar para que el país tenga pluralismo y
plena libertad en este nivel de educación, como existen en todos los países democráticos.
También, generar nuevos puestos de trabajo y descongestionar a la sobrecargada Universi-
dad de la República. La Iglesia está dispuesta a hacer este esfuerzo con su tradición de siglos
en la materia y siguiendo también la tradición del país].
DOCUMENTOS DE TRABAJO
A. Introducción
a) Origen de estas reflexiones.
[Recuerdan el proceso que llevó a la elaboración de estas reflexiones, que comenzó en
agosto de 1974 en una reunión del Secretariado de la CEU, siguió en el seno del Consejo
Permanente y luego en las diócesis y departamentos y comisiones de la Conferencia.
Retomadas por el Secretariado y un grupo de expertos, fueron reflexionadas por la CEU en
su sesión ordinaria de octubre del mismo año].
b) Es solamente una síntesis
[Se trata de una fusión y síntesis de todo lo reflexionado sobre el tema que quiere reflejar
toda la riqueza del proceso de elaboración y consultas].
c) Con qué finalidad
[Compartirlas con todo el Pueblo de Dios y acompañar los documentos surgidos del Sínodo
de Obispos con una material más adaptado a las necesidades pastorales del país].
d) Método de trabajo empleado
[Por razones de método, las reflexiones se desarrollaron en cuatro capítulos].
B. Reflexiones sobre la evangelización en el Uruguay
I. Destinatario de la evangelización en el Uruguay
1. Realidades
[Tener presente a la persona humana, tanto en el plano individual como inserta en ambien-
tes, instituciones, agrupamientos y marco cultural. Saber distinguir causas coyunturales,
nacionales, latinoamericanas, universales]. Por ejemplo: a) coyuntural, es la emigración
hacia el exterior en la actualidad uruguaya; b) nacional, es el laicismo; c) universal, es la
búsqueda de identidad de la vida religiosa.
752 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
mismos. Y surge un nuevo actor, el Ejército, no adscripto a ninguno de los partidos políticos
tradicionales.
En el orden social se advierte el enorme cambio de signo de un Uruguay que, de país de
inmigración se transforma en país de emigración; lo cual, a su vez, implica grandes cambios
en lo cultural y en lo social. Implica el ascenso de nuevas capas sociales, la aparición de
nombres nuevos en sitios de poder.
La Iglesia, en el proceso histórico del Uruguay, había sido marginada. Ahora se le ofrece
una oportunidad como la tuvo hace un siglo. Sigue siendo una de las instituciones que
subsiste y que puede decirle algo al país.
En los próximos cinco años van a ocurrir, especialmente en el orden económico, grandes
cambios en el país, los más grandes, sin duda, de este siglo. Por debajo se darán otros hechos
no menos importantes. La Iglesia no debe perder esta oportunidad histórica que la Providen-
cia le brinda. Ha vivido ámbitos de marginalización; sobrevivió al margen de la vida del país
en muchos aspectos. Debe replantearse los hábitos adquiridos, por imperio de las circuns-
tancias y por fidelidad a sí misma, y debe saber en qué sitio está y cómo debe actuar. O
somos fieles al Espíritu Santo y no nos marginamos, o tendremos otros 80 años de margina-
ción de la Iglesia en el Uruguay.
II. Contenido de la evangelización
1. Principios generales sobre Evangelización
[Es anuncio, kerigma; actualizado para el hombre de hoy; es anuncio de una novedad que
implica una expectativa, lo que exige conocer las expectativas del pueblo].
2. Lo esencial del Evangelio
Cristo muerto y resucitado. Jesús, Señor del Universo, que salva y libera [no sólo al hombre
como individuo sino también como pueblo].
[El contenido de la evangelización no es la Iglesia misma: no anteponer la Iglesia a Cristo,
lo que no significa renunciar a la Iglesia, sacramento de Cristo. Apoyados en GS 22, recuer-
dan que Cristo, al revelar al Padre, revela el hombre al hombre. Esta doble revelación no son
dos procesos separados] No tenemos derecho ni a confundir ni a separar la Iglesia del proce-
so humano. El hombre, por lo tanto, no sólo es destinatario sino también objeto o contenido
de la evangelización [
A su vez] es portador de la evangelización, porque en todos ellos
está actuando el Espíritu Santo. La Iglesia es evangelizadora y también evangelizada [Y en
esa tarea debe cuidarse para no caer en mecanismos de tipo político, a los que puede estar
tentada].
3. Reflexiones sobre el contenido de la Evangelización
[Son desarrollos de lo anterior, pero focalizado más en las vivencias del hombre. Por eso] la
evangelización no es una mera clarificación intelectual, sino supone y exige asumir al hom-
bre en su totalidad [
tanto el nivel en el que se encuentra el destinatario, cuanto las limita-
ciones del evangelizador].
4. ¿Cómo ensamblar este esquema teológico sobre la Evangelización con el destinata-
rio uruguayo?
El uruguayo, como una constatación capital, no ve, no siente, al Dios encarnado (laicis-
mo, deísmo difuso, agnosticismo, no cristianos). [De allí surge la necesidad de una prepara-
ción para el kerigma, con fuerte carga testimonial y superación de los dualismos].
754 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
Presentación
[Presentación del documento, de su génesis, de su carácter instrumento de trabajo; desti-
nado a todos los agentes pastorales, necesitado de ser adaptado a cada realidad, etcétera.
Confían en la guía del Señor e invocan a la Virgen. Esta presentación esta firmada por Mons.
Tonna, presidente de la CEU y Mons. Seijas, secretario].
I. Introducción
1. [Se sigue con la temática pastoral del año anterior, con un matiz en el análisis de la
realidad humana que tratamos de comprender más para evangelizarnos y evangelizarla me-
jor. El énfasis en la temática de la evangelización del Uruguay es la juventud].
ANEXO I 755
2. [La línea temática del Plan busca responder a las preguntas de los hombres, por lo que
obliga a conocerlas lo mejor posible].
3. [Como lo muestra Cristo en su vida y lo dice el Concilio, la misión de la Iglesia] es
religiosa, y para cumplirla es su deber permanente escrutar a fondo los signos de la época e
interpretarlos a la luz del Evangelio [para poder responder en cada generación los interro-
gantes perennes de la humanidad]. Es necesario por ello, conocer y comprender el mundo en
que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones [
continúa en la misma línea parafraseando
GS 1, 3, 4 y 11].
4. [Estas reflexiones buscan ayudar en esa tarea, en una búsqueda permanente, en la línea de
la expresión de Pablo VI al clausurar el Concilio Vaticano II: Para conocer a Dios, es
necesario conocer al hombre].
II. Problemática (situación a evangelizar, situación de los jóvenes)
1, 2, 3. [En estos tres párrafos, y citando abundantemente tanto la GS 7 y 8, como sobre todo
el documento de Juventud de Medellín se realiza una descripción de algunas característi-
cas de la situación de la juventud].
4. En este esfuerzo por conocer la problemática y los intereses de nuestros jóvenes, pode-
mos también constatar lo que se ha dado en llamar: una situación de desencuentro entre la
Iglesia y la juventud; una dualismo entre la Fe y la Vida [
]; una acentuación, por
separado, de la reflexión o de la acción [
]; deseo de eficacia inmediata; a la fuerte
presión materialista y cortoplacista, nos hace encontrar valores y antivalores tales como:
solidaridad individualismo; conciencia indiferencia; diálogo sectarización;
personalización masificación; toma de conciencia verbalismo; formación ilustración
superficial; constancia inestabilidad; firmeza inseguridad, etc.
Vemos también que la juventud cultiva valores propios: adquiere conciencia de cuerpo;
reacciona cada vez más como grupo de presión sobre los centros neurálgicos de la sociedad;
rechaza las estructuras convencionales y adhiere a instituciones de formas espontáneas y
flexibles; busca sus propias expresiones, cuestiona el pasado afirmando su propia identidad,
a veces a costa de su integración social.
5. [Especie de resumen constatando las homogeneidades y sobre todos las diferencias en la
juventud uruguaya, que se deben tener en cuenta para su evangelización. Se recuerdan algu-
nas de las observaciones del documento de trabajo de 1975, sobre todo lo referente a la
emigración que afecta especialmente a los jóvenes, y la inseguridad y los temores con que se
vive el presente. Y se concluye con la misma pregunta sobre la evangelización para un
tiempo de estupor y desconcierto].
6. [Es necesario que cada uno personalice esta problemática].
III. Respuesta de la Iglesia
1. [Se trata de un amplio campo de evangelización que exige una Iglesia misionera] Los
acontecimientos de la vida humana son, para la Iglesia misionera, señales del paso del Señor
por la Historia. Se trata pues de descubrir los valores, para explicitarlos, promoverlos,
incentivarlos y hacerlos sacramentos de la presencia del Amor salvífico en el peregrinar
de la humanidad.
2. [Se reproduce buena parte del Mensaje del Concilio a los jóvenes].
3. [Lo mismo con varios párrafos 11, 12, 13 del documento de Juventud de Medellín].
4. [Se preguntan si la Iglesia uruguaya está dando una respuesta a toda esta problemática
juvenil a través de sus diferentes instancias pastorales].
IV. Anuncio del mensaje
1. [Debemos esforzarnos por conocer lo que piensa la Iglesia de la juventud y esta de la
Iglesia, para que pueda existir un verdadero diálogo de salvación y un aporte mutuo].
756 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
2. [En la base está la visión eclesiológica del Concilio: la Iglesia como sacramento en la
historia, insistiendo en su ser fermento y comunidad]. La fidelidad a Cristo, para continuar
su misión en la Historia, nos hace tomar de Él estas líneas: a) una presencia encarnada
(hecha hombre); b) un partir de la realidad del hombre [
]; c) un servir al hombre de hoy
para lograr su salvación integral. Este servicio en orden a la Salvación, debe respetar esta
pedagogía divina, este acercarse para compartir y servir [
] Este diálogo que comienza
escuchando nos ayudará a traducir aquí y ahora la Palabra que es para todos los tiempos.
3. Sólo podemos conocer a Dios y al Hombre a través de Cristo [se explicita esto a través de
la concepción de Cristo como sacramento de Dios y revelador de lo que es y lo que hay en
el hombre. Insistencia en la misión como un hacer lo que Cristo hizo, y en la dimensión
comunitaria que integra la diversidad de dones a imagen de la comunidad trinitaria].
4. Nuestra Fe en la presencia del Señor en la Historia nos la hace reconocer como Historia
de Salvación [
] Y así cumple la Iglesia su tarea, descubriendo, discerniendo y proponien-
do pasos, en marcha, peregrinando hacia la instauración del Reino. Hoy como siempre, el
papel de la Iglesia es formar [
] comunidades que sean testigos, signos e instrumentos de
un mundo nuevo
V. Lo que buscamos
1. [A partir de lo anterior debemos buscar qué tipo de cristiano debemos ser y formar].
2. [Se señalan estas características posibles:]
* Formación humana profunda
* Formación a la comunidad
* Formación a la búsqueda y conversión permanentes
* Formación al apostolado (sólo una Iglesia misionera es Iglesia [
]).
3. En síntesis, sin pretender abarcarlo todo, podríamos decir que se trata de llegar a lograr
ser y formar un hombre cristiano situado en la Historia, que es de Salvación, con actitud
transformadora de todo lo que es presencia del pecado en él y en su contexto social; que
descubre y acepta a Cristo como el gran Valor, la Vida, la Verdad, el Camino; que busca y
revisa comunitariamente; que vive, testimonia y celebra en comunidad; con un compromiso
que realiza y expresa la salvación en esta Historia concreta; que anuncia y explicita el Men-
saje a partir de la vida, con la vida y la palabra.
VI. Aspectos del contenido
1. [Dado que el mensaje de Cristo es tan totalizante, sentimos la necesidad que resaltar algunos
aspectos que nos ayuden a situarnos mejor en nuestra búsqueda de una respuesta. Y como cons-
tatamos un tendencia a la absolutización de lo que ya hemos conseguido] creemos que un aspec-
to del contenido del Mensaje que deberemos recalcar es el de la relación Absoluto-relativo.
2. Para el cristiano es fundamental reconocer que sólo Dios es Absoluto, que sólo es la
totalidad, la plenitud. Nada de lo humano, de los histórico, es perfecto y acabado. [Nuestra
manera de vivir y expresar nuestra fe es perfectible y está en proceso. Necesitamos dejar de
lado todo fariseísmo que fabrica ídolos en nosotros y abrirnos al Absoluto que da sentido y
esperanza a nuestra vida].
3. ¿Qué decir entonces de todo lo humano, de lo histórico, de lo nuestro? Sólo en la
Encarnación de Cristo encontramos la verdadera respuesta y en su Resurrección el sentido
profundo de nuestra esperanza [
] Sólo podemos vivir lo Absoluto en la relatividad de
nuestra situación [
] Sólo viviremos el Amor en la construcción histórico-concreta de la
solidaridad, de la fraternidad
VII. Sugerencias pedagógicas
1, 2, 3. [En base a citas de AA, 2 y 18, se recuerda la misión de la Iglesia, el papel de cada
cristiano en ella y su necesaria dimensión comunitaria. Y a partir del documento de Juven-
ANEXO I 757
tud de Medellín (Nº 14, 15, 17) se reitera la necesidad de una respuesta pastoral orgánica,
de diálogo y colaboración, que asegure el protagonismo de los jóvenes y laicos en general.
En el marco del testimonio de una Iglesia pobre, misionera y pascual, desligada de los
poderes y comprometida en la liberación del hombre y de todos los hombres].
4. [De todo esto surgen algunas pautas fundamentales].
a) Profundización en la Fe, que implicará todo un proceso [
] Lo cual nos exige un saber
discernir para acompañar las diferentes etapas de un caminar.
b) Vivencia comunitaria de la Fe, con apertura al cuestionamiento del hermano como aper-
tura a todo lo que el Señor nos vaya señalando
c) Inserción en el medio como exigencia de nuestra misión de ser sal, luz, fermento en la masa.
5, 6. [En estos párrafos finales se retoman como conclusión las afirmaciones centrales del
documento: la convicción de que el Señor habla en la historia y por tanto de descubrir y
escuchar su voz; la comunidad como lugar de llegada y de partida para el compromiso laical
en medio de los hombres; la importancia de vivir todo esto en un clima de oración y de
revisión de vida].
758 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
3. TERCERA ETAPA
DOCUMENTOS OFICIALES
concreto de militantes cristianos que ven limitadas sus posibilidades de participación por
esa causa].
14. La enseñanza de la Iglesia es clara, en el sentido de que el trabajo no es una mercancía,
y que su remuneración no puede dejarse librada a la ley de la oferta y la demanda
* Los sindicatos
15, 16, 17, 18. [En base a citas de la encíclica, sobre todo el Nº 20].
19. En nuestro medio deberían darse las condiciones reales necesarias para que las asocia-
ciones profesionales recientemente reglamentadas puedan cumplir cabalmente su misión
con responsabilidad y respeto a la libertad de todos.
Derechos de los trabajadores y derechos humanos fundamentales
20. [Sitúan los derechos anteriormente citados en el marco del conjunto de los derechos del
hombre como base de la paz; refieren al Nº 16 de la encíclica].
21, 22, 23, 24. [En base al documento papal se refieren a los responsables de la vigencia de
esos derechos: empresarios directos, indirectos (se detienen en este concepto); conflictos
capital-trabajo en la sociedad industrial; necesidad de la justicia para la paz].
Algunos principios fundamentales a profundizar
25. [Ante estos desafíos y la tarea de construir una convivencia humana justa, hay que
buscar los caminos apropiados, basándose en la experiencia histórica, la verdad y la razón
iluminada por el progreso de las ciencias humanas] La Palabra de Dios, acogida en la fe, nos
permite a los cristianos, en la comunidad eclesial, profundizar en esas realidades experi-
mentales y analizarlas científicamente en busca de su significación más honda, desde la
perspectiva del designio de Dios manifestado plenamente en Jesucristo.
26. [De allí surge una imagen coherente del trabajo del hombre, teológica y al mismo
tiempo humanística, que orienta la acción
].
27. [En base a la encíclica se exponen
algunos principios fundamentales de la concep-
ción cristiana del hombre y del trabajo].
* El hombre llamado a trabajar
28, 29, 30, 31. [En base al texto papal, sobre todo los Nº 4, 6 y 16].
* Primacía del hombre frente a las cosas
32, 33, 34. [Sobre ese principio y la crítica del economismo, en base a Nº 12 y 13].
* Destino universal de los bienes y derecho a su uso común
35, 36, 37, 38, 39. [En base a los Nº 2 y 14 de la encíclica].
* Misión de la Iglesia y espiritualidad del trabajo
40, 41, 42, 43, 44, 45, 46. [Sobre esos tópicos en base a los Nº 2, 8 y 24 de la encíclica y GS 35].
Conclusión.
47, 48, 49, 50. [Se recuerda la larga docencia y acción de la Iglesia universal y uruguaya en
el campo del trabajo y ubicación de la Laborem exercens en esa tradición. Recomendacio-
nes para que sea conocida].
1. [Se anuncia el comienzo de la visita de la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres a todas
las diócesis. La Madre de Jesús ha estado presente desde el comienzo de la evangelización
de América Latina, y a ella recurrieron los Treinta y Tres al comenzar su lucha libertadora.
Bajo diversas advocaciones, María ha estado siempre junto al pueblo uruguayo].
760 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
2. [Importancia de esta advocación para nuestra Iglesia y nuestro país. Se recuerdan diver-
sos títulos de María en la fe de la Iglesia. Y se relaciona la visita con una serie de aconteci-
mientos eclesiales de los últimos años].
3. Creemos que el mensaje de la Virgen se concreta en un llamado maternal: a la comunión
y a la participación; a una preocupación por la defensa y la promoción de la familia tanto al
interior de la Iglesia como en todo nuestro pueblo uruguayo; a una labor urgente y perseve-
rante en la formación de las conciencias y en la educación de la fe que haga surgir agentes
pastorales constructores de una sociedad fraterna y justa.
4. [Se explicita el llamado a la comunión y participación siguiendo a Puebla].
5. [Lo mismo sobre la familia] Nos duele comprobar, y lo repetimos con celo de pastores,
los ataques contra la estabilidad y santidad de la familia.
6. [María nos llama a preocuparnos por la pastoral vocacional].
6. La Santísima Virgen nos llama a actitudes nuevas, de fe, de audacia, de respeto, de comu-
nión y participación, a fin de llevar a buen término el proceso actual de la vida social y
política de nuestra patria.
8. [Disposiciones prácticas sobre la visita, y exhortación final].
1. La Iglesia Católica en el Uruguay, que ha caminado con el pueblo desde los albores de la
Patria, compartiendo sus aflicciones y esperanzas, sigue con especial atención el proceso de
normalización institucional que se inicia con el llamado a elecciones internas de los Parti-
dos.
2. Considerando que esta convocatoria constituye un paso positivo que atiende el deseo del
pueblo de participar activamente en la gestión de la cosa pública, los obispos queremos
decir una palabra que lleve a los fieles a reflexionar acerca de sus responsabilidades en el
caso.
3. [Invita a tomar conciencia de la vocación que tienen los cristianos en la comunidad polí-
tica, exigidos a dar ejemplo de responsabilidad con el bien común como objetivo].
4. [Recuerda, con la cita de Puebla Nº 523, el papel de los partidos en la sociedad].
5. Si bien las próximas elecciones son de marcado carácter partidario, pues se trata de elegir
a las autoridades de los Partidos, ello no obstante importan sobremanera a toda la nación
[
] el resultado de estas elecciones gravitará poderosamente sobre la marcha del país.
6. La búsqueda del bien común, en esta oportunidad, deberá centrar su atención en la afir-
mación de las libertades públicas y privadas [
] Entonces habrá que tener en cuenta el
empeño que quiera poner cada grupo en garantizar estas libertades.
7. Es del caso, pues, acudir a las próximas elecciones internas con ánimo de elegir a quienes
sean capaces de plasmar estructuras e instrumentos que sirvan a la paz pública y a la gran
tarea de la reconciliación nacional
8. [A pesar de la complejidad de la elección por las limitaciones que siguen vigentes] pensa-
mos que es un imperativo moral el participar [también para los que] no tienen posibilidad de
pronunciarse de acuerdo con las preferencias de su conciencia ciudadana.
9. [Necesidad de informarse sobre ideologías y antecedentes de los partidos y candidatos
para poder optar por los más aptos para la coyuntura. No bastan adhesiones afectivas o
guiadas por el interés particular. Debe primar la búsqueda del bien común].
10. El voto responsable del cristiano implica necesariamente una opción a favor de la justi-
cia, el amor social, la reconciliación, la libertad y la verdad. Expresa la voluntad de que esos
valores se encarnen en las instituciones políticas, al servicio de todos, es decir: en primer
ANEXO I 761
lugar de las mayorías, sin exclusión de nadie, y en defensa de los pobres, los débiles y los
desposeídos, que como personas tienen derecho a ser contemplados con preferencia, como
pide de manera constante la Enseñanza Social de la Iglesia.
11. Esta enseñanza debe iluminar la conciencia y orientar la opción de los cristianos [
] La
Iglesia se limita a ofrecer elementos de juicio, pero no legitima ni está ligada a ninguna
opción partidista.
12. [Recuerdan que la política partidaria es el campo propio de los laicos y no de los pasto-
res, citando y refiriendo a Puebla Nº 526-530].
13. [Confianza en que estas palabras ayuden al discernimiento en las comunidades. Refie-
ren a OA 50 y 51].
14. [Piden la bendición de Dios para todos los que trabajan en la acción política por una
Patria fraternalmente reconciliada. Invocan a la Virgen de los Treinta y Tres].
Parte I: Introducción
1, 2, 3, 4, 5. [Presentación del documento, explicitando el camino seguido para elaborarlo y su
carácter de ajuste del Plan nacional quinquenal a un nuevo año. Estas orientaciones son entre-
gadas a las diócesis para que las integren en su propia planificación pastoral. Invocan a María].
Parte II: Objetivo general
6, 7. [Recuerdan el objetivo general, que sigue siendo el del Plan quinquenal y que busca dar
unidad al conjunto].
Parte III: Prioridades pastorales 1983
8. [Para fortalecer la acción pastoral se ha decidido la visita de la imagen de la Virgen de los
Treinta y Tres a las diócesis. Las prioridades son: 1. La formación de agentes de pastoral.
2. Los que más sufren y los más pobres. 3. La familia].
1. La formación de los agentes de pastoral
Justificación:
9, 10, 11, 12. [A partir de la constatación del número insuficiente de agentes pastorales y de
su poca formación, se recuerda la dedicación de Jesús para formar a sus discípulos, aun en
medio de la intensa actividad de todos los días y se la quiere imitar].
Orientaciones (políticas) [y] Medios (estrategias)
[Insistencia en profundizar la identidad católica del agente. Con la Palabra y el magisterio. La
búsqueda de una más profunda experiencia de Dios personal y comunitaria. Formación en
una acción misionera y comunitaria]. Destacar el aspecto profético del agente pastoral en la
Iglesia y en el mundo, para discernir los llamados del Señor en la historia. [Con la Doctrina
Social de la Iglesia. Partiendo de la realidad y de las necesidades del agente. Con gestos
concretos de solidaridad. Incrementar la formación permanente por diversos caminos].
2. Los que más sufren y los más pobres
Justificación
14. Partiendo de una lectura fiel y respetuosa de la realidad, convencidos de que es un
momento indispensable para conocer y cumplir la voluntad de Dios, nos encontramos ante
un pueblo que se va empobreciendo cada vez más. Los rostros en que se refleja Jesús, que
sigue sufriendo, son
[Reproducen descripción de los Nº 11 y 13 de la Carta en la fiesta de
San José Obrero].
15, 16. [El mensaje de Cristo está dirigido a todos pero en especial a los pobres. Esta opción
ayudará a ricos y pobres a liberarse. Refieren a Puebla Nº 1156].
762 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
Introducción
1. El Año Santo de la Redención [
]; la Visita que la Virgen de los Treinta y Tres [
]
realizará este año por todas nuestras diócesis; nuestra opción por los pobres y los que más
sufren [
]; el próximo Sínodo de los Obispos sobre la Reconciliación en la Misión de la
Iglesia; la situación del mundo y en particular la de nuestro País, todas nos parecen ocasio-
nes propicias para una reconciliación personal y comunitaria, política y social. Estos acon-
tecimientos nos impulsan a decir como obispos una palabra esclarecedora, al término de
nuestra Asamblea.
Sentido e intención de este Documento
2. Esta palabra quiere ser una invitación a la oración y a la reflexión, y un llamado a compar-
tir la responsabilidad de la hora. Está dirigido en primer lugar a todos los fieles [
] y
también en general a todo el pueblo uruguayo.
La decimos como obispos, pastores del Pueblo de Dios, sin pretensión de expertos en disci-
plinas del ámbito temporal, pero sí depositarios y transmisores de la palabra de verdad que
Jesucristo confió a su Iglesia. Es propio del mensaje cristiano iluminar
[sigue como la cita
en el texto, p. 515].
Solidaridad social y bien común
3. Los males de la comunidad deben ser preocupación de cada uno de sus miembros, y nadie
tiene derecho a desinteresarse [
] en última instancia, no son sino fruto del pecado, viola-
ción de la Ley de Dios, cuyos efectos redundan negativamente tanto sobre el destino perso-
nal como sobre el destino colectivo [
] Un discernimiento de fe ve también la presencia del
bien en medio de todos estos males. Y la respuesta cristiana es el cumplimiento del mandato
del amor fraterno [
con] el compromiso de trabajar por el bien común [citan GS 74].
4. Es un deber moral, pues, el que las instituciones políticas no tengan otra mira más que el
bien común
Palabra y testimonio frente a problemas concretos
5. [Para que el programa de justicia y amor se materialice eficazmente] el cristiano debe
partir del espíritu de las Bienaventuranzas y de las palabras de Jesús [
] En este momento
ANEXO I 763
Queridos Hermanos:
[
] Como pastores de la Iglesia que peregrina en el Uruguay, queremos invitarlos a hacer
que este Año Santo sea verdaderamente un año de profunda conversión interior y de intensa
vivencia de la reconciliación obrada por Cristo.
[
] Si lo logramos, seremos cristianos que viven en íntima comunión con el Señor, y cons-
tructores de una sociedad reconciliada.
[
] Con Juan Pablo II les recordamos que convertirse, creer en el Evangelio, promover al
hombre y sus derechos hasta alcanzar su plena medida en Cristo, esto quiere decir el acon-
tecimiento excepcional del Año Santo
1. [Se da cuenta de la reunión de la segunda Asamblea ordinaria anual, sobre todo para
evaluar la marcha del Plan pastoral nacional].
2. [Se explicita algo más sobre lo realizado].
3. [Se comunica que a partir del análisis se decidió mantener las tres prioridades del Plan
pero modificando su orden, según lo cual la primera pasa a ser los que más sufren y los más
pobres, siguiendo la formación de agentes de pastoral y la familia].
4, 5, 6, 7. [Más información sobre la evaluación y otros puntos tratados].
8. Se efectuó una detallada evaluación de parte de todos los integrantes de la Conferencia
con respecto a la misión de acercamiento
9, 10, 11, 12, 13. [Otras informaciones entre las que destacan la confección del Temario
tentativo para la reunión conjunta con la Presidencia de la Conferencia Episcopal de
Brasil y el tratamiento del tema Universidad Católica].
ANEXO I 765
Introducción
1. [En la asamblea plenaria se ha evaluado la vida de los organismos eclesiales]. Y como no
podía ser de otra manera, también hemos considerado la situación que vive el pueblo al que
pertenecemos y a cuyo servicio estamos.
2. [No es su misión como pastores dar soluciones técnicas a los problemas]. Pero sí es deber
nuestro ayudar a encontrar esas soluciones a partir de un análisis y un juicio de la situación,
realizados a la luz del Evangelio y de la enseñanza social de la Iglesia.
3. [Cita de la parte final de GS 76 sobre libertad de la Iglesia para ejercer su misión propia,
incluso en materias referidas al orden político].
Problemas e inquietudes del momento actual
4. [Los problemas graves que están creando un malestar generalizado y creciente] nos plan-
tean un gran desafío: el de superarlos construyendo una convivencia cada vez más humana,
en la que prime el respeto a la dignidad de las personas [
en un ordenamiento de la
sociedad que ofrezca las garantías necesarias].
5. Compartimos estas inquietudes con todos [
los] que buscan la manera de salir de la
difícil encrucijada
6. [
] los problemas del País no terminarán automáticamente con la reinstauración demo-
crática de las instituciones
7. [
] nos tocan muy de cerca y nos afligen los problemas de una compleja situación
internacional [citan la gran deuda externa que condiciona la búsqueda de la justicia y la paz
en el país; piensan que sus efectos se podrían atenuar con una política de austeridad y la
unidad de los países latinoamericanos]. La aplicación de los recursos nacionales a las nece-
sidades primarias y al desarrollo del hombre y del pueblo debe ser prioritaria con respecto a
cualquier otro compromiso.
Urgencia de la reconciliación
8. [Esa reconciliación urgente y necesaria] sólo será posible mediante un cambio de aquella
mentalidad que confía en la eliminación del adversario como manera de lograr la paz.
9, 10. Cierto es que las tensiones son inevitables y hasta cierto punto necesarias [pero no si
significan romper la unidad. Es necesario un cambio de mentalidad y que cesen las agresio-
nes]. No es un temor infundado la posibilidad de que la violencia, de signos opuestos, pueda
sacudir fuertemente la convivencia ciudadana
Necesidad del diálogo
11. La paz y la concordia que anhelamos exigen un diálogo respetuoso y libre, el acceso a la
información, la participación de todos [sigue como la cita en el texto, p. 503].
Los partidos políticos
12. [En este año de intensificación de la actividad de los partidos es necesario recordar que
su razón de ser es la búsqueda del bien común].
13. Nos preocupa por ello comprobar la no existencia de una programación clara como
concreción de los Principios proclamados. Nos preocupa sobre todo advertir, por el contra-
rio, la afirmación de principios que no condicen con el pleno respeto a los derechos de la
persona humana [sigue como la cita en el texto, p. 504].
14. [Especial preocupación de los creyentes por la pretendida defensa del aborto y la
defensa encubierta de la eutanasia. Debiera ser también preocupación de los que siguen
una moral natural. Terminan con la cita de Baruc 3, 9-14].
ANEXO I 767
En estos momentos tan particulares que está viviendo nuestro país [
] queremos hacer
llegar a todos los orientales, una vez más, una palabra fraterna de apelación a la serenidad.
Todos seguimos esperando una apertura [
] que lleve gradualmente a la normalización de
las instituciones democráticas, pero vemos con preocupación que el clima de la convivencia
social y política se ha enrarecido. Es por eso que, con ánimo de servicio constructivo, desea-
mos reiterar un llamado a la reflexión serena y a la responsabilidad [
Terminan con una
serie de referencias y pequeñas citas de Responsabilidad y bien común].
3.14. CEU, UN ESPÍRITU NUEVO PARA UN TIEMPO NUEVO (noviembre 1984)
Introducción
1. Las Elecciones generales del próximo domingo del corriente son un paso clave hacia la
ansiada normalización institucional del País. Con alegría y esperanza el pueblo recobra su
voz y retoma en sus manos la decisión de su propio destino. Este acto ciudadano [
] debe
ser el comienzo de un tiempo nuevo que, por lo mismo, debe encararse y vivirse con un
espíritu nuevo.
2. La palabra del Episcopado quiere ser un modesto llamado a la reflexión, una invitación a
la serenidad, una ayuda en vistas a un discernimiento lo más responsable posible [
el
documento es la continuación de un ininterrumpido ejercicio del magisterio de los obispos
del país].
Responsabilidad del voto
3. [El momento es importante porque se clausura un proceso y se inicia otro. Además no se
eligen sólo unas autoridades, sino también una Constituyente. El voto no es todo pero es
fundamental. Se hace un llamado a responsabilidad a todos y en especial a los jóvenes].
4. [Obligación de votar y de hacerlo guiados por motivos morales superiores. Remiten a
documento sobre elecciones internas de 1982].
Valores y derechos humanos
5. [Teniendo en cuenta la organización electoral de Uruguay
] el cristiano deberá votar
aquellas personas y Partidos que promuevan y defiendan los valores y derechos fundamen-
tales de la persona humana y de una sociedad construida a la medida del hombre [sigue
enumeración de derechos].
6. [Centralidad del hombre y promoción de valores que se definan desde una apertura a
Dios].
7. [Plantea la necesidad de atender a las ideologías: tanto el liberalismo capitalista, bajo
distintas formas como el marxismo colectivista en sus distintas presentaciones son ideo-
logías antievangélicas y atentan contra la dignidad del hombre].
Concertación y colaboración
8. [Importancia del espíritu de concertación reinante y de la participación y la solida-
ridad de todos en todo. Remiten a lo dicho respecto al diálogo en Solidaridad y Espe-
ranza].
9, 10. [Se reitera el llamado a un gran acuerdo nacional, como responsabilidad sobre todo de
los que resulten vencedores, pero también de los que no lo sean. A todos piden grandeza].
Un espíritu nuevo
11, 12. Un nuevo espíritu debe investir a todos [
] Seamos todos conscientes de que la
tarea de una gran reflexión nacional y de una verdadera convivencia fraterna ha de
incrementarse luego de los comicios, a fin de lograr un país renovado desde sus raíces más
profundas e integrado al concierto latinoamericano [
Invitación final a la oración].
[Se trata de un mensaje en tiempos de cambios fundamentales en el país] que exigirá de uste-
des el compromiso y la participación responsable, ponderada y creativa. [1985 es también el
Año Internacional de la Juventud, lo que implica otros desafíos para la juventud que no es sólo
una etapa de la vida sino una actitud de vida. La ilustran con cita de Puebla Nº 1168].
ANEXO I 769
El camino recorrido
[Se ilustra con los lemas de las jornadas nacionales de la juventud desde 1979 en adelante]
Como Pastores hemos seguido con mirada atenta el proceso histórico que le ha tocado vivir
al pueblo uruguayo, en estos últimos años, y hemos acompañado sus sufrimientos, preocu-
paciones y esperanzas. Ahora ustedes están llamados a vivir y a construir un Uruguay para
el que no han sido educados ni preparados adecuadamente.
Nuestro llamado
[A construir la civilización del amor, siguiendo la propuesta de Pablo VI, en medio de los
deseos de paz y cambio del pueblo uruguayo. Invitados por la vida de Jesús a sembrar el
Reino de Dios cuya ley fundamental es el mandamiento del amor].
La Civilización del amor
[Se describe el amor cristiano: repudia todo tipo de violencia, la explotación, el derroche, la
pobreza, los desatinos morales; condena lo que divide a los hombres, no admite ni confor-
mismo ni pasividad ante quien sufre; busca la justicia, la verdad y la libertad, dones de Dios
y tarea humana; defiende la paz; condena los gastos superfluos, afrenta para los necesitados;
es respeto, comprensión, diálogo, espíritu fraterno]. El amor cristiano ha de inspirar el Año
Internacional de la Juventud con su lema Participación, desarrollo y paz.
Palabra final
[Palabras de estímulo y confianza en los jóvenes. Reconocimiento por lo ya hecho].
[Palabras dirigidas como pastores del Pueblo de Dios. En el momento en que hemos vuelto
a la vigencia de la democracia] nuestra palabra quiere ser a la vez orientadora, de aliento y
de esperanza.
[Se recuerda la Carta del 1º de Mayo de 1982 y se señala su vigencia, ya que se mantienen
las situaciones de injusticia y sufrimiento en el campo del trabajo y de la vida de la sociedad
en general]. Al mismo tiempo, vemos con agrado el funcionamiento cada vez más pleno de
las instituciones propias de la democracia: políticas, parlamentarias, sindicales, empresaria-
les, así como la vitalidad de múltiples instituciones de asistencia y promoción [
Se reafir-
man los grandes principios de la enseñanza del Evangelio y el magisterio de la Iglesia sobre
el trabajo y el trabajador. Se llama a la solidaridad y al diálogo para buscar soluciones
pacíficas a los problemas, sin ceder a las ideologías materialistas. Se hace también un llama-
do urgente para que se multiplique la solidaridad ante la llegada del invierno. Y concluye
con un llamado a mirar hacia el futuro con esperanza y con la voluntad de construir un
porvenir mejor].
DOCUMENTOS NO OFICIALES
[En 17 puntos rehace el itinerario histórico de lo hecho por la Iglesia uruguaya en cuanto a
crear una universidad católica, comenzando desde el siglo XIX hasta los hechos de 1984:
autorización de las autoridades civiles, decisión de la CEU de fundar la universidad confián-
dola a la Compañía de Jesús, decreto de erección por parte de la Sagrada Congregación para
la Educación Católica (25/1/1985). Igualmente se exponen la orientación que tendrá la casa
de estudios, su integración en la pastoral de conjunto de la CEU, y su estructura y gobierno].
Nos queda finalmente la obligación de invitar al clero, a los religiosos y fieles a trabajar en
total acuerdo en la continuación de esta empresa nada fácil.
ANEXO II
Artigas
Rivera
9 SALTO Brasil
9
Argentina
TACUAREMBÓ
Paysandú 9
MELO
Treinta y Tres
Fray Bentos Durazno
9
MERCEDES
Trinidad
Colonia FLORIDA
9 MINAS
SAN JOSÉ Rocha
9 9
CANELONES
9
MALDONADO
9 9
MONTEVIDEO
Superficie: 176.215 km2
Población: 3.151.662 habitantes
ANEXO II 773
1516: Juan Díaz de Solís llega al Río 1743: Idéntica autorización para la
de la Plata. Compañía de Jesús (se
1625: Reducción de San Francisco de establecen en 1746).
los Olivares (charrúas). 1750: Primer Gobernador de
1661: Reducción de San Miguel del Montevideo: mariscal José
Río Negro (guaraníes). Joaquín de Viana.
1680: Fundación de Colonia del 1760: El Hospicio de los
Sacramento por los Franciscanos es erigido en
portugueses. convento por el Rey.
1702 (?): Fundación de Santo Domingo 1764: Nacimiento (19/6) y bautismo
de Soriano (primer templo de José G. Artigas en la iglesia
español en la Banda Oriental). Matriz.
1724-30: Fundación de Montevideo. 1767: Expulsión de los jesuitas por
1730: Comienzo de la construcción Carlos III.
de un templo. 1771: Nace y es bautizado Dámaso
Primer cura vicario: Pbro. José A. Larrañaga, futuro primer
N. Barrales. vicario apostólico.
Se autoriza a los franciscanos a 1776: Creación del Virreinato del Río
instalar un hospicio. de la Plata.
1740: El Rey autoriza la instalación 1783: El Cabildo solicita a los
de la Orden de Santo franciscanos establecer aulas
Domingo. de gramática, filosofía y
teología.
1
Extractado de Juan J. ARTEAGA, Cronología, en AA VV, La Iglesia en el Uru-
guay, Estudios Históricos: Libro conmemorativo en el primer centenario de la erección
del Obispado de Montevideo, primero en el Uruguay, 1878-1978, Montevideo: Cuader-
nos del ITU 4, 1978, pp. 292ss.
776 NO SE AMOLDEN AL TIEMPO PRESENTE
Los veinte años que siguieron a la finalización del Concilio Vaticano II en Uru-
guay constituyeron un período marcado por profundos conflictos y la reorga-
nización del país y sus instituciones. Ello condujo a la Iglesia a reposicionarse
en esa sociedad convulsionada y a replantear su inserción y acción pastoral.
La cita de Pablo que el autor eligió para titular su obra, No se amolden al
tiempo presente, alude al difícil equilibrio en el que debieron situarse los obis-
pos uruguayos, cuando después del Concilio decidieron, junto con toda la
Iglesia, apartarse de ese ya caduco paralelismo de la vida nacional en el cual
vivían, para insertarse en ella con una actitud no conformista y evangélica-
mente crítica.
Este período vivido en fidelidad al acontecimiento conciliar en texto y espíritu,
inseparablemente al decir del autor llevó a los obispos a transitar una aper-
tura nueva hacia la sociedad: solidaria, consustanciada, respetuosa, crítica y
constructiva. No obstante, este camino no estuvo libre de dudas, insegurida-
des, vacilaciones y ocasionales eclipses.
Tal es el núcleo de este trabajo, que analiza lúcidamente los documentos de la
Conferencia Episcopal del período estudiado, enriquecido con un importante
aporte bibliográfico, permitiendo una visión no sólo de la Iglesia local, sino del
contexto latinoamericano con dos conferencias clave como lo fueron Medellín
y Puebla y de la Iglesia universal. El contenido de este libro fue presentado
como tesis doctoral en la Facultad de Teología del Institut Catholique de Paris
(Universidad Católica de París) en febrero de 2007, pero recoge una tarea de
investigación en la temática, que el autor viene desarrollando desde la década
de los ochenta.
Confiamos que esta investigación, que desentraña al mismo tiempo un período
especial de la historia del país y de la iglesia, pueda ayudar a revisar la particular
relación Iglesia-sociedad que hemos vivido en nuestro país y en la comunidad
eclesial. Realidad que la sigue desafiando a decidir cada día si quiere ser una
Iglesia que busca continuamente distinguirse y resguardar lo que parece darle
seguridad y peso institucional o, más bien, ofrecer la contribución de su identi-
dad por medio del acercamiento y el servicio humilde.
ISBN 978-9974-670-60-0