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Se entiende por literatura peruana a las manifestaciones literarias producidas por autores de dicha nacionalidad,
desde las tradiciones prehispánicas hasta el presente, lo que engloba la literatura cuzqueña, arequipeña, puneña,
amazónica y de otras regiones del territorio del Perú, y que ha alcanzado mayor brillo en el siglo XX con nombres
indispensables para la literatura universal, como el poeta César Vallejo o el novelista Mario Vargas Llosa. La
pertenencia al canon de los cronistas de Indias es comúnmente más aceptada que otras manifestaciones
paraliterarias, como la literatura infantil peruana o la literatura peruana de ciencia ficción.
Índice
Tradición andina prehispánica
Colonia
Literatura del Descubrimiento y la Conquista
Cronistas españoles
Cronistas de la Conquista
Cronistas de la colonización
Cronistas indígenas
Cronistas mestizos
Cronistas criollos
Otros cronistas
Literatura de los inicios del Virreinato
Clasicismo (mediados del siglo XVI y comienzos del XVII)
Barroquismo (siglo XVII)
Afrancesamiento y Neoclasicismo (siglo XVIII)
Emancipación (siglos XVIII y XIX)
República
Siglo XIX
Costumbrismo
Romanticismo
Realismo y naturalismo
Siglo XX
Modernismo
Vanguardismo
Indigenismo
Generación del 50
Generación del 60
Generación del 70
Décadas de 1980 y 1990
Siglo XXI
Premios Nobel
Referencias
Véase también
Enlaces externos
Tradición andina prehispánica
La producción literaria del período prehispánico en el territorio centro-andino (que abarca territorios de las actuales
repúblicas de Perú, Ecuador, Bolivia y Chile), está especialmente vinculada al Imperio de los Incas, siendo su principal
vehículo de transmisión el idioma quechua o runa simi, que los incas impusieron como lengua oficial. Los cronistas de
la conquista y de la colonia han dado fe de la existencia de una literatura quechua, que se transmitió de manera oral y
que se suele dividir en cortesana y popular.
La literatura cortesana, llamada así por haberse realizado en la corte de los incas, era la literatura oficial, cuya
ejecución estaba encargada a los amautas o profesores y a los quipucamayos o bibliotecarios, que usaban el
sistema nemotécnico de los quipus o cordones anudados. Tres fueron los géneros principales que cultivaron: el
épico, el didáctico y el dramático.
El género épico está representada por los poemas que expresaban la cosmovisión del mundo andino (mitos
de la creación, el diluvio, etc.), así como las que relataban el origen de los incas (leyendas de los hermanos
Ayar, de Manco Cápac y Mama Ocllo, etc.).
El género didáctico abarcaba fábulas, apólogos, proverbios y cuentos, ejemplares de los cuales han sido
recogidos modernamente por diversos estudiosos.
El género dramático, que a decir del Inca Garcilaso, abarcaba comedias y tragedias (obviamente, buscando
sus equivalentes en la cultura occidental). En realidad eran representaciones teatrales en donde se
mezclaban danza, canto y liturgia. Se afirma que el famoso drama Ollantay, cuya versión escrita data de la
época colonial, tendría un núcleo fundamental de origen incaico y una serie de interpolaciones posteriores
enderezadas al amoldarla al teatro hispano.
El harawi, canción de diversos tipos (de amor, de arrepentimiento, de alegría, etc.). Tenía un carácter
intimista y estaba a cargo de un aeda, denominado harawec o haravicu. En la época colonial derivó en el
huayno y en el yaraví.
El haylli, himno de alegría, se entonaba en las fiestas religiosas o en celebraciones de triunfos.
Muchas de estas creaciones han llegado a nuestros días de forma diferida, plasmadas en los trabajos de los primeros
cronistas (el Inca Garcilaso de la Vega recupera poesía quechua, mientras que Felipe Guaman Poma de Ayala relata el
mito de las cinco edades del mundo).
La apertura real a la tradición prehispánica surge en las primeras décadas del siglo
XX gracias al trabajo de estudiosos literarios y antropólogos que recopilaron y
rescataron mitos y leyendas orales. Entre ellos se destacan Adolfo Vienrich con Adolfo Vienrich, autor de
Tarmap pacha huaray (Azucenas quechuas, 1905) y Tarmapap pachahuarainin Azucenas quechuas.
Bendezú afirma que la literatura quechua se constituye, desde la conquista, en un sistema marginal opuesto al
dominante (de vena hispánica) y postula la existencia permanente y cubierta de una tradición de cuatro siglos. Habla
de una gran tradición ("enorme masa textual") marginada y dejada de lado por el sistema escritural occidental, ya que
esta "otra" literatura es, como el quechua, plenamente oral.
Colonia
El término literatura colonial (o literatura de la Colonia) hace referencia al estado del territorio del Perú del siglo
XVI al siglo XIX, dependiente de la corona española y políticamente organizado como un Virreinato.
Francisco Carrillo Espejo ha acuñado el término de literatura del descubrimiento y conquista, con el que se designa al
período que abarca todas las obras escritas durante el proceso de descubrimiento y conquista del Perú, que se inicia en
1532 en Cajamarca con la captura del último Inca, Atahualpa, y finaliza con la desarticulación del Imperio Incaico. La
literatura de este período, aunque no necesariamente escrita durante este marco temporal, sí se vincula a los eventos
desarrollados antes o durante este.
Las primeras manifestaciones literarias fueron las coplas recitadas por los conquistadores; un ejemplo es la célebre
copla escrita por un soldado durante el segundo viaje de Pizarro, quejándose ante el gobernador de Panamá de las
penalidades que padecían:
Luego aparecieron las crónicas, cartas de descubrimiento y relaciones. Particularmente, las crónicas constituyen un
interesante género literario que mezcla la historia, el ensayo literario y la novela. Las primeras crónicas, escritas por
los soldados y secretarios de las expediciones militares, tienen un estilo rudo y seco. Luego aparecieron otras obras
mejor trabajadas, como la de Pedro Cieza de León (1518-1554), autor de la Crónica del Perú, dividida en cuatro partes:
Parte primera de la Crónica del Perú, El Señorío de los Incas, Descubrimiento y Conquista del Perú y las Guerras
Civiles del Perú, que constituyen el primer gran proyecto de una historia andina global. Debido a ello, algunos
consideran a Cieza como el primer historiador del Perú. Finalmente, el Inca Garcilaso de la Vega, mestizo, hijo de un
conquistador español y una noble inca, publicó a principios del siglo XVII sus Comentarios reales de los incas, obra
que supera las exigencias de una simple crónica para convertirse en una obra maestra de la literatura, la primera
escrita por un mestizo hispanoamericano.
El crítico Augusto Tamayo Vargas ha dividido a los cronistas en españoles, indígenas, mestizos y criollos.
Cronistas españoles
Cronistas de la Conquista
Cristóbal de Mena
Francisco de Jerez
Pedro Sancho de la Hoz
Miguel de Estete
Pedro Pizarro
Diego de Trujillo
Alonso Borregán
Cronistas de la colonización
Pretoledanos
Primera página de la Chrónica
del Perú de Pedro Cieza de León. Pedro Cieza de León
Juan de Betanzos
Agustín de Zárate
Francisco López de Gómara
Bartolomé de las Casas
Cristóbal de Molina “el chileno”1
Diego Fernández de Palencia “el Palentino”
Fray Gaspar de Carvajal
Toledanos
Postoledanos
Cronistas indígenas
Tres nombres se mencionan especialmente entre los cronistas indígenas,
nativos o indios:
Cronistas mestizos
Autorretrato de Felipe Guamán
Blas Valera (1545-1597), religioso jesuita natural de Chachapoyas, cuya Poma de Ayala, que aparece en
Historia de los incas la usaron muchos cronistas españoles e incluso el su Nueva Crónica y Buen
mismo Inca Garcilaso y que aparentemente se perdió en un incendio en Gobierno.
Cádiz, durante una guerra entre españoles e ingleses.
Cristóbal de Molina “el cuzqueño” (1529-1585) clérigo y cronista que
durante mucho tiempo se creyó que era mestizo, pero en realidad fue un español natural de Andalucía,2 Sin
embargo, se compenetró tanto con la cultura andina que se le puede considerar como un mestizo cultural. Su
obra principal es una Relación de las fábulas y ritos de los Incas.
Pero indudablemente el más importante cronista mestizo es el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), considerado
como el "primer mestizo biológico y espiritual de América", o en otras palabras, el primer mestizo racial y cultural de
América, pues supo asumir y conciliar sus dos herencias culturales: la indígena americana (inca o quechua) y la
europea (española), alcanzando al mismo tiempo gran renombre intelectual.3 Se le conoce también como el "príncipe
de los escritores del Nuevo Mundo", pues su obra literaria se destaca por un gran dominio y manejo del idioma
castellano. En su obra cumbre, los Comentarios reales de los incas, publicada en Lisboa, en 1609, Garcilaso expuso la
historia, cultura y costumbres de los Incas y otros pueblos del antiguo Perú. Para muchos críticos se trata del cantar de
gesta de la nacionalidad peruana, que se forja precisamente con la fusión de dos herencias, la nativa y la española.
Garcilaso es autor también de La Florida del Inca (Lisboa, 1605), que es un relato de la conquista española de Florida;
y de la Segunda parte de los Comentarios reales, más conocida como Historia General del Perú (Córdoba, 1617),
publicada póstumamente, donde el autor trata sobre la conquista y el inicio de la colonia. Con justicia se considera al
Inca Garcilaso como el primer literato del Perú.
Cronistas criollos
Entre los cronistas criollos o americanos (nacidos en América de padres españoles) que escribieron sobre el Perú
destacan:
Pedro Gutiérrez de Santa Clara, natural de México, autor de una Historia de las guerras más que civiles que
hubo en el Reino del Perú.
El padre agustino Antonio de la Calancha (1584-1654), natural de La Plata y autor de la Corónica moralizada del
orden de San Agustín en el Perú, que contiene valiosas información del pasado prehispánico.
Otros cronistas
Se debe mencionar también al padre jesuita italiano Giovanni Anello Oliva (¿1572?-1642), que vivió más de 40 años en
el Perú, y fue autor de una Historia del reino y provincias del Perú y vidas de varones ilustres en la Compañía de
Jesús de la provincia del Perú, cuya primera parte es una introducción histórica titulada: Historia del reino y
provincias del Perú, de sus incas, reyes, descubrimiento y conquista por los españoles de la corona de Castilla.
El primer libro publicado en la ciudad de Lima es la Doctrina Christiana y Cathecismo para la Instrucción de los
Indios (1584) del impresor Antonio Ricardo, con lo que se inaugura propiamente la idea de literatura peruana. Este
primer catecismo es publicado en castellano, quechua y aimara. Durante las décadas anteriores, ya se había
establecido el sistema de reducciones producto de las reformas del virrey Francisco de Toledo (1569-1581) que
separaron la sociedad colonial en dos repúblicas, república de indios y república de españoles (es el período en el que
se realizaron la mayor cantidad de extirpación de idolatrías). También se promulgaron las Leyes de Indias que
establecían lo siguiente:
“que no se imprima, ni vse Arte, ni Vocabulario de la lengua de los Indios, sin estar aprobado
conforma á esta ley”; “que no se consientan en las Indias libros profanos y fabulosos. Porque
de llevarse á las Indias libros de Romance, que traten de materias profanas, y fabulosas y
historias fingidas se siguen muchos inconvenientes (…) que ningun Español, ni Indio los lea”;
“que se recojan los libros de Hereges, y impida su comunicación. Porqve los Hereges Piratas
con ocasion de las presas y rescates han tenido alguna comunicacion en los Puertos de Indias,
y esta es muy dañosa á la pureza con que nuestros vasallos creen y tienen a la Santa Fé
Catolica por los libros hereticos y proposiciones falsas, que esparcen y comunican á gente
ignorante.”
Estos dos factores determinan que la inicial producción literaria en la Colonia se limite a círculos de influencia
principalmente hispánica, producida en las grandes ciudades por hijos de españoles (españoles americanos). La
literatura se cultiva en círculos ilustrados, estrechamente vinculados con la Iglesia (que imparte la educación entre las
élites sociales, ya que todos los colegios y convictorios estaban dirigidos por órdenes religiosas). De la Iglesia es
precisamente el padre José de Acosta, quien presta mayor atención al mundo americano ya que, junto a sus
reflexiones religiosas y teológicas, encontramos una clara preocupación por la geografía y fisiología de los pueblos
naturales del Perú. Acosta representa un momento en el que los estándares estéticos renacentistas están aún
presentes en la escena literaria. En 1586 publica Peregrinación de Bartolomé Lorenzo, en 1588 De Natura Novi Orbis
et De Promulgation Evangelii apud barbaros, sive de Procuranda indorum salute (De la naturaleza del nuevo
mundo...) y en 1590 su obra más conocida: Historia natural y moral de las Indias.
Juan de Espinoza Medrano, el Podemos mencionar también a Lorenzo de las Llamosas (c.1665-c.1705),
Lunarejo. quien después de unos pocos años de permanencia en el Virreinato del Perú,
viaja a España donde desarrolla actividades en la Corte del Rey, como militar
y al mismo tiempo como autor de obras de teatro y didácticas.
Mientras que en el Perú se desenvuelven por esa época poetas y escritores satíricos criollos, cercanos al
costumbrismo:
Fray Francisco del Castillo Andraca (1716-1770), conocido como "El ciego de La Merced", fraile, dramaturgo y
poeta, sin duda el mejor autor teatral de la colonia y entre cuyas obras destacan La conquista del Perú, una de
las primeras en ofrecer una perspectiva crítica de la conquista del Perú; Todo el ingenio lo allana; Mitridates, rey
del Ponto; el entremés Del justicia y litigantes. Este fraile pertenecía a la Orden de la Merced y no debe ser
confundido con el sacerdote jesuita Francisco del Castillo S.J. (1615-1673), quien vivió y trabajó también en
Lima, pero un siglo antes.
Alonso Carrió de la Vandera (1714 o 1716-1783), que bajo el seudónimo de Concolorcorvo, escribió el Lazarillo
de ciegos caminantes, libro que durante bastante tiempo fue erróneamente atribuido a Calixto Bustamante
Carlos Inca y que trata de un viaje realizado entre Lima y Buenos Aires.
Esteban Terralla y Landa, poeta satírico que usó el seudónimo de Simón Ayanque para publicar su libro Lima por
dentro y fuera (1797).
A fines del siglo XVIII y coincidiendo con el fin del mandato del virrey Manuel Amat y Juniet, se representó en las
gradas de la catedral de Lima un drama, el Drama de los palanganas: veterano y bisoño, que es una crítica
despiadada contra el gobierno y la persona de este virrey, en particular sus amoríos con La Perricholi. El texto ha sido
rescatado por el crítico literario Luis Alberto Sánchez.
Los temas que se utilizaron en esta literatura fueron: la libertad, objetivo de Mariano Melgar.
En el campo de la lírica destaca el arequipeño Mariano Melgar (1791-1815), en cuyos versos se prefigura el
romanticismo y muestra un mestizaje entre la poesía culta y las canciones populares indígenas. Aunque su obra se
enmarca más dentro de la época republicana, y consta de Carta a Silvia (1827) y Poesías (1878). Se sumó a la
revolución independentista en 1814 y murió fusilado. Este poeta recibió el apodo de "El precursor del Romanticismo
literario en América" y "Representante del primer momento auténtico de la literatura peruana".
Otro representante de la poesía de la Emancipación es José Joaquín Olmedo (1780-1847), nacido en Guayaquil
cuando este pertenecía al Perú. Fue diputado ante el primer Congreso de la República del Perú y ministro
plenipotenciario del Perú en Inglaterra. Su poema fundamental es Oda a la victoria de Junín, versos épicos de corte
neoclásico que cantan el triunfo obtenido por Bolívar en la batalla de Junín.
En el campo de la literatura política descuella el tribuno José Faustino Sánchez Carrión (1787-1825), defensor del
sistema de gobierno republicano y autor de la Carta del Solitario de Sayán.
Es necesario también mencionar al clérigo limeño José Joaquín de Larriva (1780-1832) poeta, escritor y periodista,
apodado el “cojo Larriva”. Escritor satírico y muy mordaz, según Porras Barrenechea fue el “primer poeta cómico” del
Perú. Actualmente se le recuerda más por las letrillas que escribiera contra el Libertador Bolívar, aunque en su tiempo
fue muy popular y celebrado por sus oraciones fúnebres y laudatorias, y sus artículos periodísticos, además de sus
improvisaciones poéticas. Es considerado precursor del costumbrismo literario peruano.
República
Siglo XIX
Las primeras corrientes literarias del Perú independiente fueron el costumbrismo y el romanticismo. Ya en el último
tramo del siglo, se desarrolló el realismo.
Costumbrismo
El romanticismo, proveniente de Europa, llegó al Perú con retraso, hacia los años 1840, y se prolongó por el resto del
siglo, aunque decayó tras la Guerra del Pacífico, para dar pase al Realismo. Los textos de los románticos peruanos
fueron, por lo general, artificiales y abusaron del sentimentalismo. Las obras de teatro frecuentemente cultivaron el
mismo sentimiento y exageraron los enredos de modo inverosímil; si bien algunas tuvieron éxito en su momento, hoy
están olvidadas. Dos representantes del romanticismo peruano, sin embargo,
han sobrevivido literariamente, por la calidad de sus obras: Ricardo Palma y
Carlos Augusto Salaverry, pertenecientes a la llamada generación de la
bohemia.
Mercedes Cabello de Carbonera (1845-1909), nacida en Moquegua, fue la iniciadora de la novela realista
peruana. Escribió seis novelas de contenido social e intención crítica, siendo las más exitosas Blanca Sol (1888),
Las consecuencias (1890) y El conspirador (1892). Escribió también numerosos artículos y ensayos publicados
en la prensa, sobre temas literarios y sociales; en especial abogó por la emancipación de la mujer, por lo que se
cuenta entre las primeras feministas del Perú. Fue incomprendida en su tiempo, siendo blanco de las críticas de
autores masculinos como Juan de Arona y Ricardo Palma. Ello lo empujó a aislarse. Por si fuera poco, empezó
a padecer las secuelas de una sífilis que le contagió su propio esposo, siendo recluida en un manicomio, donde
falleció.
Clorinda Matto de Turner (1852-1909), novelista, tradicionista y periodista cuzqueña, precursora o fundadora
del indigenismo literario. Autora de Tradiciones cuzqueñas y de las novelas Aves sin nido (1899), Índole (1891) y
Herencia (1893). La más destacada y polémica de sus obras es Aves sin nido, donde expone la situación del
indígena que sufre los abusos de las autoridades religiosas y políticas. Aunque su técnica y estilo sean
deficientes, la obra concitó el interés no solo en el Perú, sino en América y Europa.
María Nieves y Bustamante (1861-1947), natural de Arequipa, es autora de la novela histórica Jorge, el hijo del
pueblo (1892), ambientada en la guerra civil de 1856-1858, es un canto épico que resalta el espíritu guerrero del
pueblo arequipeño.
Siglo XX
Modernismo
El modernismo se desarrolló en el Perú a partir del poema «Al amor» de Manuel González Prada, publicado en el
diario El Comercio en 1867, donde el autor fusiona un conjunto de géneros poéticos provenientes de Europa, dando
como resultado el triolet. Esta tendencia, resultado del cosmopolitismo que vivía el Perú, pronto se desarrolló en otras
partes de América Latina: en Cuba con José Martí; en Nicaragua con Rubén Darío; en Argentina con Leopoldo
Lugones; en Uruguay con Julio Herrera y Reissig; en México con Manuel Gutiérrez Nájera.
A pesar de sus tempranos antecedentes con González Prada, el modernismo alcanzó en el Perú un pleno desarrollo
tardíamente, a inicios del siglo XX. De entre todos sus representantes descuella el poeta limeño José Santos
Chocano (1875-1934), conocido como «El Cantor de América», considerado uno de los poetas hispanoamericanos
más importantes, por su poesía épica de tono grandilocuente, que gusta de la retórica y de la descripción de paisajes,
con gran sonoridad y colorido, estando más próxima a Walt Whitman y al romanticismo. También produjo poesía
lírica de singular intimismo. Todas sus creaciones poéticas están trabajadas con depurado formalismo y se inspira
mayormente en los temas, los paisajes y la gente de su país y de América en general. Principales obras: Iras santas
(1895), En la aldea (1895), Selva virgen (1896?), La epopeya del morro
(1899), El canto del siglo (1901), Alma América (1906), Fiat Lux (1908),
Primicias de oro de Indias (1934), Oro de Indias (1940-1941). Su vida fue
muy novelesca y aventurera, ligada a la de los dictadores y caudillos
latinoamericanos de su tiempo. Durante el Oncenio de Leguía sostuvo una
polémica pública con el joven escritor Edwin Elmore, a quien en un arranque
de ira asesinó disparándole a quemarropa. Tras sufrir un breve encierro,
partió hacia Chile, donde murió asesinado a manos de un esquizofrénico.
Vanguardismo
Otros autores, que junto con Valdelomar inauguran el cuento en el Perú fueron
Clemente Palma, que escribió relatos decadentes, psicológicos y de terror, influido por el realismo ruso y por Edgar
Allan Poe; y Ventura García Calderón, quien mayormente escribió cuentos exóticos sobre el Perú. También se
encuentran Manuel Beingolea, Manuel Moncloa y Covarrubias, Cloamón, y Fausto Gastañeta.
En el teatro, con escasas obras de valor en este período, figuran las comedias del poeta festivo Leonidas Yerovi y,
posteriormente, las obras de denuncia social y cariz político de César Vallejo, que pasaron mucho tiempo antes de ser
publicadas o representadas. Ya en los años 1940 la influencia tardía del modernismo y del teatro poético se reflejará
en las obras de Juan Ríos, a las que se les ha criticado su excesiva retórica poética, generalmente ambientadas en
tiempos remotos o en leyendas y que buscan ser un referente general del hombre.
Indigenismo
En el Perú el tema principal de la literatura indigenista era el indio, cuyo predominio en la literatura se había iniciado
en los años 1920 y 1930, primero con los cuentos de Enrique López Albújar y más tarde con las novelas de Ciro
Alegría: La serpiente de oro (1935), Los perros hambrientos (1939) y El mundo es ancho y ajeno (1941). Así empezó
la interesante controversia sobre indigenismo e indianismo, vale decir, sobre la cuestión de que no sean los mismos
indios quienes escriban sobre su problemática. Esta corriente literaria alcanzó su máxima expresión en la obra de José
María Arguedas, autor de Agua, Yawar Fiesta, Diamantes y pedernales, Los ríos profundos, El Sexto, La agonía de
Rasu Ñiti, Todas las sangres y El zorro de arriba y el zorro de abajo, y quien debido a su contacto con los indígenas
en la infancia, pudo asimilar como propias su concepción del mundo y experiencias.
Generación del 50
La modernización de la narrativa peruana comienza con la Generación del 50, enmarcada políticamente con el golpe
del general Manuel A. Odría en 1948 y las elecciones de 1950 en las que se autoelige presidente. Durante la década
anterior había comenzado un movimiento migratorio del campo a la ciudad (preferentemente a la capital), que
durante los años cincuenta se potencializa al máximo y resulta en la formación de barriadas y pueblos jóvenes, la
aparición de sujetos marginales y desplazados socialmente. La literatura producida en este período estuvo influida
notablemente por las vanguardias europeas; en particular, el llamado modernismo anglosajón de Joyce y en el
ambiente norteamericano la obra novelística de Faulkner y la Generación Perdida. También influyó notablemente la
literatura fantástica de Borges y Kafka. A esta generación pertenecen Julio Ramón Ribeyro, Carlos Eduardo Zavaleta,
Eleodoro Vargas Vicuña, Mario Vargas Llosa, entre otros.
La Generación del 50 es un momento en el que la narrativa se vincula de forma muy fuerte con el tema del desarrollo
urbano, la experiencia de la migración andina hacia Lima (un incremento drástico de la población a partir de finales
de la década del 40). Muy relacionada con el cine neorrealista italiano, retrata la urbe cambiante, la aparición de
personajes marginales y problemáticos. Entre los narradores más representativos resaltan Ribeyro con Los gallinazos
sin plumas (1955); Enrique Congrains con las novelas Lima, hora cero (1954) y No una, sino muchas muertes (1957);
Luis Loayza, cuya obra es obra es breve y poco conocida; y Vargas Llosa, quien a fines de la década del 50 empezó a
publicar sus cuentos, aunque sus magistrales novelas aparecerán a partir de la década de 1960.
Junto a los narradores, surge un grupo de poetas entre los que se destacan Alejandro Romualdo, Washington
Delgado, Carlos Germán Belli, Francisco Bendezú, Juan Gonzalo Rose, Pablo Guevara. Estos poetas comenzaron a
publicar su obra a partir de fines del 40, tal es el caso de Romualdo, luego lo harían Rose, Delgado, Bendezú, Belli.
Guevara. Además, a este grupo lo unían no solo las relaciones personales, sino también la ideología, el marxismo y el
existencialismo. Los poemas que escribieron adoptaron, desde una visión general, un tono protestatario y de
compromiso social. Por ello, se reconoce al poema A otra cosa de Romualdo en el arte poética de la generación del
cincuenta.
Esta generación reivindicó a César Vallejo como paradigma estético y asumió el pensamiento de José Carlos
Mariátegui en calidad de guía intelectual. Los poetas Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo
Eielson, Antenor Samaniego, Blanca Varela, fueron conocidos como el grupo neovanguardista, que comenzó a
publicar a fines de los años treinta (tal es el caso de Sologuren, luego vendrían los poemas de Salazar Bondy,
Samaniego, Eielson, Varela). Mantuvieron relaciones personales en la revista Mar del Sur, dirigida por Aurelio Miró
Quesada, de clara tendencia conservadora; y designaron a Emilio Adolfo Westphalen como guía poético. A esta
situación histórico - literaria, habría que añadir el grupo de los llamados Poetas del pueblo, vinculados al partido
aprista fundado por Victor Raúl Haya de la Torre, integrado por Gustavo Valcárcel, Manuel Scorza, Mario Florián,
Ignacio Campos, Ricardo Tello, Julio Garrido Malaver, quienes reivindicaron como paradigma poético a Vallejo.
Durante ese decenio y el siguiente el teatro experimenta un período de renovación, inicialmente con las piezas de
Salazar Bondy (generalmente comedias de contenido social) y más tarde con Juan Rivera Saavedra, con obras de
fuerte denuncia social, influidas por el expresionismo y el teatro del absurdo. Durante estos años se dejará sentir con
fuerza la influencia de Bertolt Brecht entre los dramaturgos.
Generación del 60
La Generación del 60 en poesía tuvo a representantes del calibre de Luis Hernández, Javier Heraud y Antonio
Cisneros, Premio Casa de las Américas. Merecen citarse también César Calvo, Rodolfo Hinostroza y Marco Martos.
Cabe señalar que Heraud fue el verdadero paradigma generacional, vinculado a la doctrina marxista y a la militancia
política, mientras que Hernández y Cisneros, no. Como es fácil advertir, los coetáneos no constituyen movimiento
generacional.
A esta generación pertenecen los narradores Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez, Eduardo González Viaña, Jorge
Díaz Herrera, Alfredo Bryce Echenique y Edgardo Rivera Martínez.
Generación del 70
Las primeras expresiones con características propias, de lo que se denominaría después Generación del 70, surgieron
a fines de los años 60 con autores como Manuel Morales (1943-2007), autor de la plaqueta Peicen Bool (1968) y
Poemas de entrecasa (1969);4 y Abelardo Sánchez León (Poemas y ventanas cerradas, 1969) que experimentaron
con el coloquialismo popular.
Una de las primeras revistas que acogerá a las nuevas voces será Estación Reunida, en la que publican José Rosas
Ribeyro, Patrick Rosas, Elqui Burgos, Tulio Mora, Óscar Málaga y otros. En 1963 irrumpió al escenario poético el
movimiento de ruptura Gleba Literaria en los claustros de letras de la Universidad Federico Villarreal, siendo una voz
contestataria del momento político que vivía el país, teniendo como fundador a Jorge O. Vega (1940-2017),
albergando a otros poetas insurgentes como Manuel Morales, Carlos Bravo E, entre otros. Con la aparición del
movimiento Hora Zero y su revista homónima, en 1970, que esta generación sentará presencia en la escena cultural
peruana. Lo fundaron Juan Ramírez Ruiz y Jorge Pimentel, estudiantes de la Universidad Nacional Federico
Villarreal, y a sus filas también pertenecieron Enrique Verástegui, Carmen Ollé, Jorge Nájar, Mario Luna y Feliciano
Mejía. Este último se alejaría definitivamente de Hora Zero en 1972.
Los primeros escritores galardonados con el importante premio Poeta Joven del Perú fueron José Watanabe (1945-
2007), (Álbum de familia) y Antonio Cillóniz (Después de caminar cierto tiempo hacia el Este), que lo compartieron
en 1970.5
Además del coloquialismo popular como expresión poética, a la Generación del 70 también le caracterizará por su
ruptura con la tradición literaria peruana anterior a ella y su radicalismo ideológico de izquierda, como prueba de lo
citado, se halla la ratificación por mayoría generacional a tal compromiso literario, en el Congreso de Poetas celebrado
en la ciudad de Jauja en abril de 1970. Otra expresión importante de esta generación es el surgimiento de los poetas
mágicos, neovanguardistas que retoman los experimentos dadaístas con César Toro Montalvo, Omar Aramayo, José
Luis Ayala. La poesía de protesta social tendrá un destacado cultor en Cesareo Martínez. Fuera de los grupos destacan
otras voces como la de Vladimir Herrera.
A partir de 1974 se produce un segundo momento en la Generación del 70 que se expresará en las páginas de revistas
de muy limitada circulación como La Tortuga Ecuestre, Cronopios, Literatura, Auki, Tallo de Habas y algunas otras.
Sus poetas, en alguna forma, tratan de tomar cierta distancia del coloquialismo característico de la primera etapa y se
entregan más al cuidadoso cultivo de la forma. En este segundo momento aparecen, entre otras, las voces de Mario
Montalbetti, Juan Carlos Lázaro, Carlos López Degregori, Luis La Hoz, Enrique Sánchez Hernani, Bernardo Rafael
Álvarez, Armando Arteaga, Alfonso Cisneros Cox, Jorge Luis Roncal, Gustavo Armijos.
De otro lado, con la publicación póstuma de un puñado de poemas de María Emilia Cornejo en la revista Eros, la
poesía escrita por mujeres en el Perú inaugura un nuevo lenguaje, una nueva expresión de la problemática femenina.
Destacarán la ya citada Carmen Ollé, Sonia Luz Carrillo, Rosina Valcárcel, Rosa Natalia Carbonell, entre otras.
Si bien la del 70 fue una generación fundamentalmente poética, no estuvo exenta de narradores. En los años iniciales
de agitación literaria, al influjo de las modas importandas de la contracultura y los hippies, su narrador más visible fue
Fernando Ampuero, quien con el tiempo desarrollará una importante y sostenida obra cuentística, novelística y
periodística. Con menos atención de los medios, pero con obras no menos importantes, a esta generación también
pertenecen los narradores Óscar Colchado, Cronwell Jara, Maynor Freyre, Zein Zorrilla, Luis Nieto Degregori,
Enrique Rosas Paravicino.
En el teatro hace irrupción la creación colectiva frente a las obras de autor. El movimiento fue liderado por varios
grupos teatrales surgidos en estos años, entre los que descollan Cuatrotablas, encabezado por Mario Delgado, y
Yuyachkani, por Miguel Rubio Zapata, ambos creados en 1971.
Merece destacarse la labor poética y la perseverancia, desde las provincias, de Alberto Alarcón, Houdini Guerrero,
Emilio Saldarriaga, Segundo Cansino, Carmen Arrese, entre otros. En Arequipa, las revistas Ómnibus y Macho Cabrío
marcaron una época. El grupo de poetas vinculado a la Universidad San Agustín (Oswaldo Chanove, Alonso Ruiz
Rosas, entre otros) fue muy activo.
Con la década de 1980 viene el desencanto, el pesimismo: la llegada de una revolución comunista deja de ser una
utopía, pero ya no se la espera con ilusión, es casi una amenaza. Es tiempo de la perestroika y los últimos años de la
guerra fría. Además, la crisis económica, la violencia terrorista y el deterioro de las condiciones de vida en una Lima
caótica y superpoblada contribuyeron al desánimo colectivo. En narrativa aparecen los primeros libros de cuentos de
Alfredo Pita, Y de pronto anochece; de Guillermo Niño de Guzmán, Caballos de medianoche; y de Alonso Cueto, Las
batallas del pasado, autores estos cuya obra literaria se desarrollará plenamente en años posteriores. Asimismo, en
los ochenta, aparecen las dos primeras novelas de Aída Balta Campbell: Sodoma Santos y Gomorra y El legado de
Caín. En 1990 aparece en España y con escasa circulación en el Perú un libro de cuentos de Pita que lleva un título
negro como la década que se cerraba en su país: Morituri.
En poesía, surgen movimientos marginales, que ahondan la vertiente rebelde de la década anterior, como el Kloaka,
liderado por Roger Santiváñez. Fundado hacia el final de 1982, editó una autoantología con motivo de su disolución:
La última cena (1987). En contraste con las propuestas colectivas de aliento neovanguardistas (en general, de ruptura
con el sistema político y el estético), surgen individualidades notables vinculadas en su orígenes con estos, pero que
rápidamente transitan a una poesía serena, de ritmos equilibrados y que se nutre de tradiciones artísticas fuertemente
codificadas. El caso más notable es el de José Watanabe, cuya mejor obra corresponde a este decenio y que será
revalorada en el nuevo siglo. Otros poetas notables dentro de esta apuesta individualizadora de vertiente tradicional
fueron Eduardo Chirinos y Magdalena Chocano. En el mismo decenio afloran también los primeros y diversificados
movimientos de poesía de mujeres. Están la línea feminista, dentro de la cual se destacan Carmen Ollé, Giovanna
Pollarollo y Rocío Silva Santisteban, y otra más lírica, donde sobresale Rossella Di Paolo, además del intimismo
irónico de Milka Rabasa. Cabe mencionar también a Patricia Alba, Mary Soto, Mariela Dreyfus y Dalmacia Ruiz-
Rosas.
En la década de 1990, aparece una tendencia individualista que ahonda en la intención estética. En poesía donde
surgen dos grupos importantes: Noble Katerba y Neón. En la narrativa, la fórmula que se impone es la denominada
joven-urbano-marginal. En este campo, además de Jaime Bayly, que tiene preferencia por lo sensacionalista,
sobresalen Óscar Malca con Al final de la calle (1993), Sergio Galarza con Matacabros (1996), Rilo con
Contraeltráfico (1997), autores que cultivan el realismo sucio.
Por otra parte, aparecen algunos escritores que cultivan el esteticismo y cuya obra escapa a los moldes de su
generación, entre ellos Iván Thays, con Las fotografías de Francés Farmer, y Patricia De Souza, con Cuando llegue la
noche. En poesía destacan Montserrat Álvarez con Zona dark (1991), Xavier Echarri con Las quebradas
experiencias(1993), Domingo de Ramos con Ósmosis (1996), Doris Moromisato, Odi González, Ana Varela, Leoncio
Luque, Rodrigo Quijano, Jorge Frisancho, Ericka Ghersi con "Zenobia y el Anciano" (1994), Rafael Espinosa, entre
otros antologados en la polémica antología Poesía peruana siglo XX (2000) de Ricardo González Vigil (Universidad
Católica).
Hacia el 2000, como señala Vigil en el tomo 14, Literatura, de la a Enciclopedia Temática del Perú de El Comercio,
muestran un trabajo poético importante Lorenzo Helguero, Miguel Ildefonso, Selenco Vega, José Carlos Yrigoyen,
Alberto Valdivia Baselli, Rubén Quiroz, entre otros. En el campo dramático descollan Enrique Mávila y Mariana de
Althaus, que se han caracterizado por la asimilación de diferentes tendencias teatrales contemporáneas. Y en el campo
de la narrativa breve es singular la obra Fábulas y antifábulas, de César Silva Santisteban.
Simultáneamente, dos escritores del grupo Narración alcanzan su madurez durante este decenio: Oswaldo Reynoso y
Miguel Gutiérrez, quienes regresan al Perú luego de una larga estadía en la China comunista, que los desengaña de sus
aventuras políticas juveniles. Reynoso, autor del memorable libro de cuentos Los inocentes, pública sucesivamente la
nouvelle En busca de Aladino y la novela Los eunucos inmortales, obras de prosa musical en las que se descarta el
ideal de la lucha social de clase por la búsqueda de una utopía de belleza juvenil que resulte, no obstante, justiciera
con los humildes. Gutiérrez, por su lado, sorprende a los lectores con una novela de más de mil páginas, La violencia
del tiempo, saga familiar de la familia Villar, que se inicia con el primer Villar, desertor del ejército español que
combatió contra los patriotas en la guerra de independencia, y termina con Martín Villar, narrador de la novela, que
en los años sesenta ha optado por ser un profesor rural, tras estudiar en la oligárquica Universidad Católica. Novela
histórica, de crecimiento, ensayo de crítica social y de interpretación histórica, La violencia del tiempo acusa el influjo
de los grandes narradores latinoamericanos del siglo XX (Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez y
Mario Vargas Llosa), así como de los maestros de la novela del siglo XIX, en especial de Balzac, cuyo intenso y torvo
cronicón de familia, La comedia humana, evoca con maestría singular.
Siglo XXI
Con el cambio de siglo y en los primeros años de la década varios de los
premios internacionales más importantes son entregados a escritores
peruanos, algunos de ellos desconocidos hasta ese momento en el extranjero.
A partir de ello, se plantea la posibilidad de un relanzamiento internacional
de nuestras letras, las que habían menguado en presencia exterior durante
las dos últimas décadas del siglo XX. De hecho, este repunte de las letras
peruanas empieza en 1999, cuando la novela El cazador ausente, de Alfredo
Pita, gana el premio Las dos orillas, concedido por el Salón del Libro
Iberoamericano de Gijón (España). El libro de Pita fue de inmediato
traducido y publicado en cinco países europeos. En 2001 Gustavo Rodríguez
publica su primera novela, La furia de Aquiles, con la cual inicia un trabajo
literario que le ha valido tener una progresiva consolidación y ser finalista en Santiago Roncagliolo firmando un
premios internacionales como el Herralde y el Planeta-Casamérica. autógrafo.
Aunque el fenómeno dio una nueva visibilidad relativa en el mundo de habla hispana a las letras nacionales, también
es cierto que la internacionalización de estos escritores y su premiación significó el auge de una nueva literatura
peruana limitada a determinados patrones reconocibles que favorecían la industria editiorial globalizada. Desde esta
perspectiva, las trasnacionales de la literatura, que en los primeros años del siglo XXI asentaron sus filiales en Lima,
exigieron a los escritores mejor conectados con el mercado editorial una mayor profesionalización que satisfaciera los
estándares de formatos básicos de escritura preestablecidos, en detrenimiento de una producción original. En este
nuevo perfil profesional se pueden entender las novela de Jeremías Gamboa, Contarlo todo, y Renato Cisneros, La
distancia que nos separa. No obstante, dentro de una escena literaria animada por el crecimiento del mercado limeño
del libro, las transnacionales también promovieron, de modo complementario, propuestas artísticamente innovadoras
e incluso experimentales orientadas a públicos menos fascinados por los éxitos de best-sellers y afines a la discusión
intelectual; ejemplo de ello son las novelas que retratan la corrupción y la decadencia de la sociedad peruana
postfujimorista comoLa procesión infinita de Diego Trelles Paz y La sinfonía de la destrucción de Pedro Novoa y el
libro de cuentos fantásticos El fuego de las multitudes de Alexis Iparraguirre.
En paralelo al resurgimiento internacional y al reconocimiento de autores como los mencionados, en Perú en los
últimos años también se desarrolla, como parte de la dinámica propia de un país multicultural, un proceso literario
protagonizado por autores que sitúan su obra en los linderos de la cultura andina, rescatándola como forma artística
producto de la especificidad de la nación peruana y su drama. Los escritores de esta tendencia reclaman, por un lado,
la herencia de la obra de José María Arguedas y, por otro, denuncian la discriminación por parte de críticos y medios
de comunicación de orientación "criolla", o culturalmente más afines con el sistema económico globalizado, que rige
la administración de los llamados "bienes culturales". La disputa entre "andinos" y criollos se hizo patente a raíz de
una serie de artículos agresivos publicados por ambos bandos luego de una primera descalificación mutua cuando se
vieron las caras en un congreso de escritores peruanos en Madrid. Como consecuencia de la disputa pública, ganó
visibilidad una nueva generación de escritores provincianos que continúa, en clave contemporánea e incluso
posmoderna, la narrativa indigenista (y regionalista) de los años 40 (en particular surgen lazos con Alegría y
Arguedas), con la obra de Manuel Scorza y con la narrativa regionalista y de ruptura de los años 70 (Eleodoro Vargas
Vicuña, Carlos Eduardo Zavaleta, Edgardo Rivera Martínez, el grupo Narración). Se privilegia una reconstrucción del
pasado a través de un proceso de ficcionalización de la historia, retomando un punto explotado por la nueva narrativa
hispanoamericana y el boom. Así, si no son los primeros, son los que más ahondan en el tratamiento literario del
proceso de la guerra interna (1980-1993). Un libro que ha contado con el elogio merecido de la crítica ha sido Retablo
de Julián Pérez. La inserción en el mercado literario nacional de estos escritores es, además, distinta a los narradores
capitalinos, ya que la difusión de sus obras se realiza principalmente en provincias y a través de formas alternativas
(ferias regionales, conciertos folclóricos, periódicos o revistas de tiraje limitado). Fuertemente marcados por la
oralidad y tradiciones andinas, los nombres más conocidos, además de Óscar Colchado, son Dante Castro Arrasco,
Félix Huamán Cabrera y Zein Zorrilla.
Es importante señalar, asimismo, el significativo crecimiento que ha experimentado el mercado editorial peruano en
la primera década del siglo XXI, debido a la reducción de costos que ha significado la introducción de tecnología
digital en el ámbito editorial, la vigencia de la Ley del Libro y el impulso del Plan Lector de Ministerio de Educación.
Por un lado, han aparecido diversas editoriales independientes como Estruendomudo, Matalamanga, Atalaya
Editores, Sarita Cartonera, Bizarro, Borrador Editores, [sic] libros, Mundo Ajeno, Tranvías, Lustra, Mesa Redonda,
Casatomada, Editorial Arkabas, Gaviota Azul Editores, entre otras. Estas casas impulsaron la creación de la Alianza
Peruana de Editores, gremio independiente afiliado a un movimiento global por la defensa de la bibliodiversidad.
Entre las nuevas editoriales Estruendomudo, en especial, es responsable de la aparición y difusión de nuevos
narradores elogiados por la crítica. Por el otro, uno de los mayores grupos del mundo de habla hispana, Planeta,
inauguró en 2006 su filial en el Perú, dando un ulterior impulso a un mercado en el que ya operaban otros dos
grandes grupos internacionales: Santillana (España) y Norma (Colombia); desgraciadamente, este último abandonó la
ficción. Este pequeño boom editorial ha permitido que un número elevado de escritores nuevos publique sus primeros
trabajos durante esta década, especialmente escritores jóvenes nacidos en la década de los 70's.
Premios Nobel
Premios Nobel
Escritor Año Imagen Cita Alma Máter
«por su
cartografía
de las
estructuras
de poder y
sus
Mario imágenes Universidad
Vargas 2010 mordaces Nacional
Llosa de la Mayor de
resistencia San
del Marcos
individuo,
la rebelión
y la
derrota».6
Referencias
1. A este Molina se le atribuye una Relación de cosas acaecidas en el Perú, pero actualmente se cree que el autor
de esta obra fue en realidad el clérigo Bartolomé Segovia. Ver: Las Crónicas de los Molinas (http://es.scribd.com/
doc/71025676/Cronicas-de-los-Molinas).
2. Reivindicando a Molina, el cronista (http://www.librosperuanos.com/autores/articulos/u/2699/Urbano-Henrique).
Libros peruanos. Consultado el 10 de noviembre de 2012.
3. Miró Quesada, Aurelio: El Inca Garcilaso, ejemplo de síntesis. Artículo reproducido en Historia General de los
Peruanos, tomo 2, 1973, pp. 457-461.
4. Falleció el poeta Manuel Morales (http://revistaculturaadiario.blogspot.ru/2008/08/falleci-el-poeta-manuel-morales
.html), revista Cultura a Diario, 21.08.2008; consultado el 01.08.2014
5. Sección 'Premios' en la página de Cillóniz (http://www.antoniocilloniz.com/index.php/premios), s/f; consultado el
01.08.2014
6. «The Nobel Prize in Literature 2010» (http://nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/2010/index.html).
Fundación Nobel. Consultado el 21 de octubre de 2010.
Bibliografía
Véase también
Literatura quechua, manifestación literaria de la lengua quechua.
Literatura en español
Literatura hispanoamericana
Literatura infantil del Perú
Literatura latinoamericana
Generación del 50 (Perú)
Generación del 60 (Perú)
Generación del 70 (Perú)
Enlaces externos
Portal:Perú. Contenido relacionado con Perú.
32 Imágenes de Escritores Peruanos. Breve Repaso fotográfico por los autores más destacados de Perú (http://
poetasdelfindelmundo.com/2015/08/13/imagenes-de-escritores-peruanos/) - Blanca Varela, Ciro Alegría, José
María Arguedas, Hora Zero, entre otros.
Literatura Peruana del Siglo XX (https://web.archive.org/web/20060420155045/http://www.educared.org.pe/estud
iantes/literatura/)
Poesía y Literatura del Perú (http://www.ohperu.com/cultura/literatura.htm)
identidades (https://web.archive.org/web/20070716115129/http://www.editoraperu.com.pe/edc/2006/comm_2/sup
lementos/Identidades.asp) - Reflexión, arte y cultura peruana
Letras y Artes (http://www.letrasyartes.com) - Directorio de Escritores del Perú
Literatura Peruana del Siglo XX-XXI (http://buscaperu.webcindario.com/archivos/literatura.htm) - Portal de
Escritores y Poetas del Perú.
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