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1.

2 Los enfoques y perspectivas del proceso


Los PMC de ocho Comunidades Kichwas y cuatro Comunidades Waorani de la
RBY, se han elaborado teniendo como referente una mirada integral del
Territorio, comprendido éste como el espacio geográfico delimitado en el que se
desarrollan redes de relaciones, actores sociales diferentes con intereses
específicos, que determinan dinámicas económicas, sociales, políticas y
culturales, que van desde la vida individual, hasta las formas colectivas de
asociación y participación social; desde la vida cotidiana de mujeres y hombres,
hasta la relación con el ámbito local, regional, nacional y global.
Hemos comprobado que el territorio está marcado por interrelaciones históricas,
dinámicas, cambiantes. Las concepciones y entendimientos de lo qué es el
territorio han variado, dependiendo de los intereses de quien aplica una política
o sistematiza – teoriza una experiencia, o realiza una planificación territorial. A
través del entendimiento de los y las participantes sobre el territorio, en su
complejidad y relaciones de poder, se ha evidenciado que es un espacio
socialmente construido que incluye a los actores /sujetos sociales, los recursos y
los acuerdos institucionales.
Desde esta perspectiva el enfoque territorial ha permitido analizar el contexto
socio-económico, político, ambiental, cultural y simbólico del PNY – zona
núcleo de la RBY-, y su Zona de Amortiguamiento. Este enfoque permitió
comprender las múltiples relaciones de cooperación, confrontación, conflicto de
intereses que se marcan en el territorio a través del análisis de: las relaciones de
interdependencia, para definir las estrategias de intervención; los límites
geográficos y sociales del espacio determinado en el que se está actuando;
analizar las múltiples identidades presentes en el territorio y sus interacciones;
los recursos internos (técnicos, humanos, naturales) con los que cuentan los
distintos grupos humanos presentes en el territorio y su relación con la
naturaleza; las capacidades y potencialidades de los actores locales para
desarrollar las estrategias identificadas desde sus propios intereses y establecer
alianzas y articulaciones que les permitan incidir de manera directa en el espacio
territorial.
En este marco, se elaboraron los PMC, con la participación activa de quienes
habitan el territorio, considerando que la planificación territorial es un proceso
dinámico de orden social, técnico y político que pretende configurar, en el largo
plazo, una organización del uso y la ocupación del territorio, acorde con las
potencialidades y limitaciones del mismo, las expectativas y aspiraciones de la
población y los objetivos sectoriales de desarrollo (económicos, sociales,
culturales y ambientales) (Gómez Orea, 2008) para garantizar el buen vivir.
“Territorio es el espacio donde habitamos las mujeres y hombres que
compartimos una cultura, costumbres, tradiciones y que convivimos con las
plantas, los animales. Este compartir un mismo espacio nos da sabiduría, nos
brinda alimentos, nos da sustento para vivir, para tener aire puro. Por eso
debemos cuidar nuestro territorio, protegerlo y hacer un buen aprovechamiento,
cuidar a las personas y también a la naturaleza para poder vivir bien. Es la
Pachamama donde se puede dar el Sumak Kawsay. El territorio es nuestro hogar
establecido por la Constitución y la Sociedad. Es el conjunto de tierras donde se
conservan todas las especies de la naturaleza, que corresponde a cada comunidad
y organización” 1.
En esta lógica ha sido muy importante incorporar las voces de todos los actores
locales y en especial de aquellos que viven en situación de pobreza, exclusión y
discriminación. Se ha brindado herramientas para conocer y comprender cómo
se expresan e interactúan las diversas identidades que se entrecruzan en el
contexto socio-cultural del PNY y su Zona de Amortiguamiento. Para ello, se
utilizó el enfoque interseccional, que analiza las diferentes categorías de
discriminación, construidas social y culturalmente, y cómo éstas actúan en
múltiples y simultáneos niveles (socioeconómico; étnico, cultural, de género,
generacional, geográfico, ambiental) contribuyendo con ello a una sistemática
desigualdad social.
“Somos mujeres y hombres de diferentes nacionalidades y pueblos: kichwas,
waoranis, shuar, mestizos, que tenemos cada uno nuestra propia cultura,
costumbres, tradiciones, formas de vivir y trabajar. Estamos juntos en el mismo
territorio y nos toca por tanto compartir, trabajar juntos, buscar el bienestar y los
beneficios para todos y todas”.
“Por eso necesitamos tener una actitud de respeto de unos a otros, con nuestra
cultura, tradiciones, nuestros idiomas diferentes. Para respetarnos tenemos que
conocernos y tener espacios de diálogo en nuestro propio idioma y también
conocer y respetar a quienes hablan en otros idiomas y culturas. Conversar entre
kichwas, wao, shuar, mestizos, pues cada uno tiene su propia cultura y manera
de vivir”.2
Si bien esta comprensión nos permite hacer abordajes integrales considerando la
diversidad - enfoque diferencial - y desarrollar acciones afirmativas a favor de la
igualdad de derechos y oportunidades para todos y todas, en el proceso de
planificación, este enfoque ha ido desarrollando a su vez, elementos que
permiten encontrar estrategias comunes de interacción para enfrentar a la matriz
de dominación que sostienen la desigualdad estructural en esta zona en
particular. Por tanto diferencia, pero no aísla, articula y conjuga intereses y
relaciones.
La diversidad presente en la RBY, ha requerido necesariamente colocar el
enfoque intercultural como apuesta política que nos obliga a confrontar las
desigualdades en los intercambios culturales y entre culturas e implementar
como metodología básica el diálogo de saberes que implica un previo
reconocimiento y valoración de las múltiples y diversas formas de producir
conocimiento en la región. El diálogo de saberes no habría sido posible si no
hubiéramos contado con la activa participación y con amplias posibilidades de

1 Conceptos construidos colectivamente en los procesos de formación con los delegados y delegadas de
las comunidades de intervención en el marco del Proceso de Formación para la elaboración de los PMC.
(agosto 2014-julio 2015)
2 Ibíd
debate que han fortalecido la capacidad analítica y reflexiva de todas las
personas.
“El diálogo también debe darse entre hombres y mujeres, entre jóvenes y adultos
y las personas mayores, porque cada uno tenemos una manera distinta de pensar,
pero no tenemos que perder la historia de nuestro pueblo representada en
nuestros mayores”.3
La interculturalidad ha sido entendida como un diálogo de saberes, en el que no
existen culturas superiores a otras. Un principio fundamental, entonces, ha sido
realizar las actividades con pleno respeto y aceptación a aquellas diferencias que
tiene la heterogeneidad de cada grupo étnico. Se trata de un proceso
participativo que requiere una visión intercultural en todo momento y que
responde a realidades propias de los territorios de pueblos y nacionalidades
indígenas.
“Cuando no es posible que nos respetemos y dialoguemos entre iguales
considerando nuestras diversidades por ser hombres y mujeres; por ser niños,
jóvenes adultos y adultos mayores; por pertenecer a otras etnias, se manifiesta la
discriminación, que es la desvalorización de la otra persona, del otro pueblo, del
otro diferente. Ser discriminados es no ser escuchados, no ser respetados en
nuestros derechos, no tener las mismas oportunidades, por ser diferentes en la
sociedad, que no se respete nuestro espacio, nuestra cultura, nuestra manera de
vivir y pensar, nuestro idioma”. “Por eso debemos buscar condiciones de
igualdad entre nosotros, pues ante la ley tenemos los mismos derechos y las
mismas responsabilidades. Tenemos que luchar contra la discriminación, que la
sentimos en nuestra vida, por ser indígenas, por ser mujeres, por tener una
cultura diferente, por no tener recursos económicos, por ser adultos mayores”4
Por estas razones ha sido necesario que la relación que se estableció con estos
hombres y mujeres de diversas edades, procedencias geográficas, étnico-
culturales, condición socio-económica se lo realice a partir de un enfoque
psicosocial. Tanto el proceso formativo, como el de planificación han
desarrollado estrategias y metodologías que han roto la forma clásica de
intervención, caracterizada por la imposición y el paternalismo que han dado los
resultados que analizamos en términos de generar dependencias y no garantizar
la sustentabilidad y sostenibilidad de los procesos, mucho menos promover o
facilitar procesos de empoderamiento y autonomía de los actores locales.
Por eso a través de múltiples ejercicios, trabajo y análisis conjunto, se han
buscado otros caminos; aprendiendo de otras experiencias valiosas en
situaciones similares y de la sabiduría ancestral de las nacionalidades
amazónicas, que han logrado hasta ahora mantener los diversos ecosistemas
frágiles presentes en sus territorios para su propio bienestar en armonía con la
naturaleza.

3 Taller de Formación sobre el Marco Conceptual y Normativo para la Construcción de Planes de manejo
comunitario. Septiembre 2014
4 Testimonios de delegados y delegadas en el segundo taller de formación noviembre 2014
El enfoque psicosocial ha permitido desarrollar estrategias y metodologías que
dinamizan procesos de diálogo y participación activa en estas zonas de conflicto,
revalorizan sus identidades y su autoestima, incorporándolos como sujetos de
cambio de sus propias realidades, capaces de encontrar alternativas para
transformar esa realidad, elaborar propuestas, implementarlas, ejercer control
social y exigibilidad de sus derechos humanos y de la naturaleza, lo cual se
plasma actualmente en sus planes de manejo comunitario.
Se ha desarrollado metodologías participativas lúdicas, que involucran el sentir,
pensar, actuar para emprender dinámicas transformadoras de la realidad de
conflicto en corresponsabilidad; utilizando instrumentos que fortalecen su
autodeterminación, su autonomía y capacidad de generar condiciones de
bienestar y armonía.
Considerando estos enfoques, se ha trabajado con los y las participantes en el
proceso de construcción de los PMC, desarrollando algunos conceptos básicos,
que faciliten la comprensión del proceso. Esta particularidad, constituye la
diferencia con trabajos anteriores realizados en la zona en este tema.
El incorporar las propias voces, sentires, construcciones conceptuales de las mujeres y
hombres participantes de los procesos de formación y planificación, nos da pautas de
que estamos hablando en su propio lenguaje, y por tanto construyendo juntos este futuro
inmediato

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