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Lucas 11:5-13
INTRODUCCIÓN:
Yo creo que máá s de álguná vez les há ocurrido uná situácioá n similár á lá que hemos leíádo
que un ámigo o fámiliá hán llegádo de visitá á mediá noche
Vemos que El escritor Lucás ágregá uná historiá posterior ál temá centrál de lá orácioá n
donde se nos muestrá uná profundá ensenñ ánzá no solo de lá orácioá n sino támbieá n de lá
personá que estáá en necesidád en lá mediá noche.
En estos versíáculos se nos muestrá uná historiá contádá por Jesuá s donde encontrámos tres
tipos de personás una persona que viene de camino a horas de la noche. El anfitrión que
sale a buscar el pan porque no tiene. Y el amigo que provee el pan para el que llegó con
hambre.
El hombre que viene en lá mediá noche representá á todos áquellos que vienen á JESUS en
sus diferentes circunstánciás. vemos que ese ámigo ándá en lá mediá noche de su vidá.
¿Quieá n es lá gente que ándá en lá mediá noche de su vidá? Pues todos áquellos que estáá n
en sus delitos y pecádos. Son los hombres y mujeres á quienes Sátánáá s les há cegádo su
entendimiento párá que no les resplándezcá lá luz del Senñ or.
Está es lá vidá de un hombre sin Dios, desde que nácioá se embárcoá en el lárgo viáje de su
vidá.
Pensemos que háy tiempos donde lás álegríáás y lás risás hán llenádo álguá n espácio,
támbieá n es cierto que lás decepciones por lá vidá mismá pudierán ser sus compánñ eros de
viáje. En ese lárgo cámino quizáá s se há encontrádo á lá soledád como “compánñ erá” de viáje,
con el dolor de álguná enfermedád o con uná profundá pená del álmá á lá que no há podido
renunciár. En fin, el ámigo sin Cristo es un viájero dominádo por el cánsáncio de lá vidá.
El ámigo inconverso llená su vidá con lás “álgárobás” de este mundo porque no se há
sátisfecho con lá comidá que háy en lá cásá de su Pádre celestiál. El ámigo inconverso
necesitá venir á Cristo y comer de eá l por cuánto eá l es el Pán de Vidá que descendioá del
cielo.
Podemos ver que entre el ámigo inconverso y el ámigo que dá el pán, háy un ámigo que
intercede, pero sobre todo ese ámigo sále de su cásá. He áquíá lo que háce interesánte
esto. El ámigo cristiáno es diligente. Bien sábe eá l que no podráá estár tránquilo mientrás
háy hombres áfuerá clámándo por el pán que sátisfágá su álmá.
Este hombre pide prestádo “tres pánes”. Está es uná áctitud humilde, decorosá y corteá s.
Puesto que sábíáá de su importunidád, pide prestádo y especificá su pedido. “Tres pánes”
son suficiente párá álimentár ál hámbriento. No pide máá s nádá sino lo necesário párá lá
sálvácioá n. Esá debe ser lá orácioá n por el hámbriento de lá pálábrá.
EÉ l hábloá de no dejárnos hueá rfános, pues enviáríáá ál Consoládor (Jn. 14:18). Veá que este
ofrecimiento no es exclusivo. Dice: “¿cuáá nto máá s vuestro Pádre celestiál dáráá el Espíáritu
Sánto á los que se lo pidán? V.13b. Ciertámente ál cáminánte de lá “mediá noche” se le
dáráá el pán, síámbolo de lá pálábrá vivá, pero sobre todás lás cosás se le dáráá ál Espíáritu
Sánto que es el mejor regálo párá todos los hombres. Cristo es el máá s gránde ámigo que
tenemos.
CONCLUSIÓN
Hemos visto en este mensáje á tres ámigos. el inconverso, el cristiáno y por supuesto el
ámigo Cristo. Estáá n juntos en lá “mediá noche”. Háy uná movilizácioá n á fávor del “ámigo
viájero”. Lá intercesioá n del ámigo cristiáno y el ámigo Cristo háce posible el descánso y
lá sátisfáccioá n del ámigo hámbriento.
Uná de lás reveláciones en lá bellezá del cáráá cter de Jesuá s se ve cuándo eá l dejoá de llámár
á sus discíápulos “siervos” y los llámoá “ámigos”. ¿Por queá está distincioá n? Bueno lo hizo
porque eá l sábíáá lá diferenciá entre estás personás.
Lá táreá del evángelio es convertir á los hombres esclávos del pecádo y del mundo á
ámigos de Jesucristo. Jesuá s le dáráá á conocer lo que sábe de su Pádre uá nicámente á sus
ámigos.
Háy un hombre que cáminá en lá mediá noche á quien Jesuá s quiere convertirlo en su
ámigo. Váyámos y pidámos el pán ál Senñ or párá llenár su hámbre de Dios