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ANÁLISIS CUANTITATIVO DE LA SITUACIÓN DE VIOLENCIA EN UNA

ESCUELA PRIMARIA

El acoso escolar o “bullying” es un fenómeno que se está haciendo presente en

prácticamente todas las escuelas de nuestro país. Aunque algunos han considerado esta

conducta como “normativa”, la realidad es que las consecuencias físicas y psicológicas

pueden ser de gravedad. Aunque ha existido este problema desde hace décadas (o más), la

reciente cobertura por los medios de comunicación y la accesibilidad que nos permiten las

redes sociales nos han permitido conocer de manera cercana estas acciones. Por ejemplo:

mensajes, pantallazos, grupos de chats para burlarse de otros son parte de la artillería del

ciberbullying. Adolescentes que pasan más de tres horas al día con dispositivos electrónicos

tienen 35% más de probabilidades de tener al menos un factor de riesgo de suicidio. El

ciberbullying o acoso cibernético ha empeorado. “Dos tercios (66%) de los adolescentes

cibernéticos tienen al menos un factor de riesgo de suicidio, 9% más que aquellos que

fueron intimidados off line (no a través de aparatos o teléfonos) en la escuela. Los

adolescentes que son acosados cibernéticamente a menudo dicen que no hay forma de

alejarse de sus torturadores, a diferencia de los agresores en persona, no pueden

simplemente evitar a ciertas personas. A menos que abandonen sus teléfonos por completo,

la intimidación continúa”, indica Ricardo Leiva, director del curso de Gestión y

Comunicación de Crisis para Colegios de la U. de los Andes. Aunque ciertamente este es

un problema preocupante, la solución no se ve lo suficientemente cerca.

La violencia es uno de los problemas más graves en nuestra sociedad actual, ya que

afecta a un alto porcentaje de la población. La violencia es definida como el uso intencional


de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o

un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones,

muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. (OMS (2002). Informe

mundial sobre la violencia y la salud. Washington, DC: OPS). La violencia no se limita a

los golpes o agresiones físicas. Otros tipos de violencia según la OMS la divide en tres

categorías generales, según las características de los que cometen el acto de violencia: la

violencia auto infligida (comportamiento suicida y autolesiones), la violencia interpersonal

(violencia familiar, que incluye menores, pareja y ancianos; así como violencia entre

personas sin parentesco), y la violencia colectiva (social, política y económica).

Este problema sucede tanto en hogares como en la escuela, generando consecuencias

importantes tanto a nivel social como individual. Dentro del problema tanto las familias,

como los maestros y los jóvenes están involucrados. Algunas de las consecuencias más

comunes en las personas que son víctimas de violencia son divididas en estas áreas Físicas

(Lesiones abdominales y torácicas, moretones e hinchazón, síndromes de dolor crónico,

discapacidad, fibromialgia, fracturas, trastornos del aparato digestivo, síndrome del colon

irritable, desgarros y abrasiones, lesiones oculares, mengua de las funciones físicas),

sexuales y reproductivas (trastornos del aparato genital, esterilidad, enfermedad,

inflamatoria de la pelvis, complicaciones del embarazo, aborto espontáneo, disfunción

sexual, enfermedades de transmisión sexual, entre ellas la infección por el VIH/SIDA,

aborto practicado en condiciones peligrosas, embarazo no deseado), psíquicas y del

comportamiento (abuso de alcohol y otras drogas, depresión y ansiedad, trastornos de los

hábitos alimentarios y del sueño, sentimientos de vergüenza y culpabilidad, fobias y

trastorno por pánico, inactividad física, poca autoestima, trastorno por estrés postraumático,

trastornos psicosomáticos, hábito de fumar, comportamiento suicida y daño auto infligido,


comportamiento sexual riesgoso), y consecuencias mortales (mortalidad relacionada con el

SIDA, mortalidad materna, homicidio y suicidio) (OMS (2002). Informe mundial sobre la

violencia y la salud. Washington, DC: OPS).

La escuela es un contexto en el que cotidianamente encontramos situaciones de violencia.

El acoso escolar es definido como es una forma de violencia que se da entre compañeros y

por tanto frecuente en contexto escolar. La definición muy utilizada: “Un estudiante es

acosado o victimizado cuando está expuesto de manera repetitiva a acciones negativas por

parte de uno o más estudiantes, sin capacidad para defenderse” (Heineman 1969, Olweus

1973) y se presenta ya sea verbal, física o de aislamiento social hacia la víctima. Los

espectadores (otros alumnos) son clave, ya que es a ellos a quien el acosador quiere mostrar

su poder. Con su silencio permiten la perpetuación de estas acciones (apoyando o no al

agresor). En cuanto a los contenidos, pueden ser racistas si hacen referencia al origen étnico

del sujeto, sexuales si incluyen burlas con connotaciones sexuales, u homófobos si tienen

que ver con la supuesta orientación sexual. Si el medio utilizado son los mensajes a través

del teléfono móvil o el ordenador, se habla de “bullying digital”. Este puede llegar a ser

devastador, ya que la víctima no tiene un lugar donde estar en paz. Aunque es difícil

conocer con exactitud la extensión del problema del acoso escolar, estudios estiman que en

Madrid, donde 1200 alumnos de ocho, diez y 12 años de diez centros rellenaron un

cuestionario de elección múltiple, diseñado por los autores. Como resultados destacan que

el 17,3% de los alumnos intimidaba a sus compañeros, mientras que el 17,2% había sido

intimidado en el último trimestre. Las formas de acoso más frecuentes eran las agresiones

verbales (19,3%), el robo (13,9%) y las intimidaciones físicas (12,7%). (Vieira, Fernández

y Quevedo, 1989) Se considera que aquellos que ejercen violencia se pueden encuadrar en

el líder del grupo, no por su carisma sino por su fortaleza. No suele ser buen estudiante, es
frecuentemente repetidor (más mayor y corpulento), puede cumplir criterios del trastorno

por déficit de atención (TDA) con impulsividad por lo que no piensa en las consecuencias

de sus actos. Es interesante este rasgo, ya que muchos niños que presentan criterios de TDA

pueden oscilar entre acosar y ser acosados. Suelen actuar por “prontos” y resuelven mal los

conflictos. Muchas veces descargan sus frustraciones con el débil del grupo de forma

inapropiada, ya que carecen de empatía y sentimiento de culpabilidad. No se debe olvidar

que muchas veces el acosador proviene de hogares disfuncionales. Olweus describe dos

perfiles: el agresor activo, que es el que arremete directa y personalmente, y el indirecto,

que es el que desde la sombra dirige el comportamiento de sus seguidores y aquellos que

sufren de acoso quien no suele ser popular, es habitualmente tímido, introvertido, con una

personalidad débil o algún rasgo físico diferente hacia el cual pueden ir dirigidas las burlas.

La falta de habilidad social, si además está presente, lo favorece. Para Olweus, los padres

sobreprotectores generan niños dependientes y apegados a ellos, que son más vulnerables,

pero en ocasiones esto puede ser el efecto del acoso. También es importante resaltar el

aspecto social del problema, ya que los involucrados no son únicamente el que ejerce y el

que recibe violencia. En diversos estudios, los demás participantes han sido clasificados

como los espectadores que pueden tener cualquier característica. Pueden ser alumnos

modelo que de alguna manera acaban interiorizando errores de atribución hacia la víctima

(“se lo merece”) o tienen miedo de acabar ellos siendo las víctimas, perdiendo popularidad

al defenderle. Olweus habla del modelo de contagio social, que actúa en los grupos y afecta

a todos pero sobre todo a aquellos que no tienen espíritu crítico, son inseguros,

dependientes y no cuentan para el resto de sus compañeros. Si además la conducta violenta

no es censurada y tiene éxito, se verá reforzada. (Olweus D. Acoso escolar, “bullying”, en

las escuelas: hechos e intervenciones, www.acosomoral.org/pdf/Olweus.pdf)


Toda víctima o abusador viene de una familia, y aquí es donde se aprende el manejo de las

emociones, a relacionarse con los demás, es en donde se marcan las reglas morales y

religiosas (Grass, 2008). Aquí se dan todo tipo de aprendizajes y los padres que no están

conscientes de esta gran responsabilidad, dejan desprotegidos a sus hijos susceptibles para

recibir la violencia o realizarla. La violencia en muchos casos puede venir desde la casa y

se refleja en la escuela… tres factores en el ámbito familiar se considera decisivos para el

desarrollo de modelos de agresión entre los alumnos: 1) actitud emotiva de los padres

negativa, socializando a sus hijos sin afecto ni dedicación; 2) la ausencia de límites y

permisividad ante la conducta agresiva de su hijo, y 3) uso del castigo físico y el maltrato

emocional para afirmar su autoridad.

En las escuelas hay una gran falta de estrategias y capacitación para maestros en la

resolución de conflictos, prevención de situaciones de violencia y una buena intervención

con el agresor y el agredido. Muchas veces por desconocimiento y otras por falta de

estrategias asertivas para parar la violencia o siquiera detectarla y reportarla. Algunas

propuestas para frenar esta problemática han sido el educar a los padres para que socialicen

con afecto y limites, pasen tiempo suficiente con sus hijos y se interesen por su vida, nunca

es tiempo perdido. El desarrollar habilidades de comunicación no violenta, el aprender

desde pequeños que el respeto es necesario para convivir (y más en las sociedades plurales

y multicreenciales de ahora) y que las diferencia y la diversidad forman parte de la vida,

debe formar parte de los mínimos de nuestra educación. Que los niños tengan buena

autoestima, sean asertivos y aprendan a solucionar de forma pro social el conflicto les dará

herramientas para pararlo y cuestionarlo. Saber que algunas características físicas, sociales
o psíquicas lo favorece (niños prematuros, impopulares, pesados, de otras culturas,

hiperactivos, etc.) debería ayudar a ponernos en guardia para prevenir su aparición. El tener

bien desarrollada la empatía, ponerse en el lugar del otro y ser conscientes del sufrimiento

(gratuito) que infligimos, nos hará mejores, menos egocéntricos y más felices. Y ayudará a

que la sociedad que formemos sea más amable. Nuestra experiencia (sesgada) en los casos

que vemos, es que se ha intervenido tarde (o no se ha hecho nada) y la víctima ha sufrido

un daño difícil de recomponer. Al final la mayor parte de las veces acaba abandonando el

centro. Hay información suficiente para conocer el efecto devastador que esta violencia

produce. El pediatra puede ser una figura de detección y apoyo en algunos casos. Sin duda

la “tolerancia cero” debe ser promovida desde todos los organismos implicados y tiene que

estar presente de forma explícita en el currículo escolar y familiar: “Nosotros, no nos

comportamos así”.

La televisión y los medios de comunicación en los que se da la exposición de la

violencia, puede llegar a que los espectadores se acostumbren a ver la violencia con el

riesgo de que se llegue a pensar que es una forma normal de convivencia, reduciendo así la

empatía con las víctimas de las agresiones. Los investigadores señalan que la televisión y

los medios de comunicación agresivos, causan tres grandes efectos negativos en su

auditorio. Primero la imitación de las conductas violentas dirigidas. Segundo, en las

víctimas aumenta el temor y la desconfianza convirtiéndolas en víctimas y tercero, en los

espectadores se incrementa la despreocupación por los hechos violentos realizados contra la

persona indefensa, aumentando la frialdad, el desapego, falta de empatía hacia el

sufrimiento ajeno y la indiferencia de protesta ante estos actos (Yuste,2008). Las redes

sociales también se han sumado a esta problemática. Estas han sido utilizadas como
herramientas de prevención y atención, como por ejemplo Ante el creciente discurso del

odio en redes sociales, Instagram ha decidido lanzar varias herramientas con las que

combatir problemas como el ciberacoso. Por ese motivo, la popular red social ha lanzado

tres nuevas herramientas que refuerzan esta lucha contra el acoso en internet: “Detectar

'bullying' en fotos” Instagram ha comenzado a utilizar una tecnología machine learning

para detectar bullying en fotos y en sus textos proactivamente y enviarlas a equipo de

operaciones de comunidad para su revisión. Este cambio ayudará a identificar y retirar de

manera significativa más bullying. Este puede ser un paso crucial ya que muchas personas

que experimentan u observan bullying no lo reportan. Esto también contribuirá a proteger a

los usuarios más jóvenes, ya que son los adolescentes quienes experimentan los más altos

niveles de bullying online en comparación con otros grupos. “Filtro de bullying en los

comentarios de los vídeos en vivo” Instagram presentó el filtro de bullying en comentarios

para detectar y ocultar comentarios ofensivos en el Feed, Explorer y en el Perfil. Ahora se

incorpora este nuevo filtro también a los comentarios en los vídeos en vivo para conseguir

que Live sea un lugar seguro y divertido. “Efecto de cámara para compartir amabilidad”

Además de frenar a los ciberacosadores, los responsables de la red social se han propuesto

inspirar la amabilidad en Instagram. Lamentablemente, las Redes Sociales también se han

sumado a aumentar y complicar el problema. El “ciberbullying”. El ciberbullying es la

extensión de la práctica nefasta del maltrato en el ámbito virtual. Las señales más comunes

de su manifestación son las siguientes: Acoso constante a la víctima. Ya sea a través de

mensajes al móvil, mensajes en las redes sociales o incluso publicaciones abiertas, los

acosadores pueden tomar ‘defectos’ de un niño para burlarse de él mediante estas vías.

Rumores falsos. Una forma de maltrato típico de adolescentes que, podríamos decir,

siempre existió. Hoy, no obstante, su divulgación es mucho más “efectiva”. Bastan un par
de clics para enviar muchos mensajes simultáneos y divulgar mentiras sobre otra persona.

Estas cadenas, si se expanden, son prácticamente incontrolables, al igual que sus

consecuencias que son: deteriora la autoestima. dificulta la interacción social. promueve la

inseguridad. afecta el rendimiento escolar y somatización. Esto puede ir desde alteraciones

en el apetito y el sueño, hasta dificultad para concentrarse.

Queda claro que esfuerzos dirigidos a prevenir este problema son necesarios. Con esto en

mente, nos planteamos el objetivo de implementar un proyecto de concientización y

prevención de la violencia dirigido a pre adolescentes (6to de primaria y 1ero de

secundaria).

Un aspecto esencial en la implementación de cualquier intervención psicosocial es el

proceso de monitoreo y evaluación. En otras palabras, es muy importante conocer con datos

confiables la situación actual de la población con la que se está trabajando, identificar los

factores de riesgo más prominentes, así como el impacto de la intervención tanto en datos

cuantitativos como cualitativos. Por lo tanto, en el proceso de evaluación para el presente

proyecto, nos planteamos 3 objetivos:

1. Presentar un diagnóstico general sobre la situación de violencia y factores asociados

en la comunidad objetivo

2. Identificar factores de riesgo asociados al ejercicio de la violencia por parte de los

estudiantes de primaria y secundaria

3. Conocer el impacto del taller en los participantes


Método

Participantes

Cuatro escuelas públicas participaron en el proyecto. Encuestamos a 116 alumnos en la

evaluación inicial y a 209 en la evaluación final. La distribución de género fue 60%

hombres y 40% mujeres, y la edad promedio fue de 11 años de edad.

Instrumentos

Para obtener los datos, utilizamos los siguientes instrumentos:

Elaboramos una encuesta que incluye datos de identificación (sin nombre para promover la

honestidad en las respuestas), datos socio demográficos y 24 preguntas sobre la situación de

violencia cubriendo las siguientes áreas: Situación familiar (ej. “en mi casa me insultan o

me dicen cosas que me hacen sentir mal”), presencia de alcohol (ej. “en mi casa se toman

bebidas alcohólicas”) y situación en las escuelas (ej. “en la escuela hay compañeros que se

agreden físicamente”). Además, cada área evaluada cuenta con las siguientes subescalas: El

área familiar se dividió en apoyo familiar, ambiente familiar violento, uso de violencia

física contra el alumno, uso de violencia emocional contra el alumno en el hogar y ejercicio

de violencia por parte del alumno; el área de presencia de alcohol se dividió en consumo de

alcohol por el alumno, consumo de alcohol en el hogar y consumo de alcohol por

compañeros; el área escolar se dividió en ambiente escolar hostil, víctima de violencia

física, víctima de violencia emocional, ejercicio de violencia física, ejercicio de violencia

emocional y apego escolar. Las preguntas eran tipo likert con las siguientes opciones:

nunca, pocas veces, a veces y seguido. Para confirmar la validez de la encuesta, realizamos

un análisis de propiedades psicométricas, el cual indicó niveles adecuados de consistencia

interna (alfa de Cronbach = .85) y correlaciones significativas en las direcciones esperadas


entre variables similares (ej. uso de violencia física- uso de violencia emocional, r=.51,

p<.001). Esto nos confirma que los datos de la encuesta son confiables.

Para conocer el estado emocional de los alumnos, utilizamos el Inventario de Depresión

Infantil de Kovacs. Este es un inventario ampliamente utilizado ya que cuenta con diversos

estudios de validez y confiabilidad en poblaciones latinoamericanas. En el presente estudio

el índice de consistencia interna (alfa de Cronbach) fue de .7. Realizamos un análisis

factorial exploratorio (análisis de componentes principales con rotación Varimax) y

encontramos 3 subescalas que nos explicaron el 49% de la varianza. Por lo tanto, para los

análisis subsecuentes utilizamos 3 indicadores del estado emocional de los alumnos:

depresión, autoestima e ideación suicida.

Para medir empatía, utilizamos la Escala de Empatía para niños y adolescentes de Bryant.

En la presente aplicación el índice de consistencia interna (alfa de Cronbach) fue de .68, lo

cual es similar a lo reportado en estudios previos. La correlación entre los items fue

congruente a lo esperado, y las correlaciones total-item tuvieron un rango entre .22 y .47

(p<.05).

Utilizamos la escala de Desconexión Moral de Bandura para conocer los mecanismos

cognitivos empleados en el procesamiento de la información de situaciones con contenido

moral ambiguo. Esta escala mide la presencia de los 8 mecanismos identificados por

Bandura, con puntuaciones más altas indicando una mayor facilidad para “desconectarse”

de la moral, facilitando conducta violenta en contra de otros. En la presente aplicación,

utilizamos únicamente la puntuación total, y el índice de consistencia interna (alfa de

Cronbach) fue de .6.


Análisis estadístico

El análisis estadístico fue realizado con el SPSS 19 para Windows. El primer paso fue

realizar análisis de tendencia central y dispersión para todas las variables continuas, y las

variables categóricas fueron analizadas mediante tablas de frecuencia. Esto nos permitió

cumplir con el objetivo #1.

Para la identificación de factores de riesgo, como primer paso realizamos una matriz de

correlaciones univariadas (r de Pearson) utilizando las sub escalas compuestas por la

encuesta, las 3 subescalas del inventario de Depresión, la puntuación total de empatía y la

puntuación total de la escala de desconexión Moral.

Finalmente, para conocer el impacto de la intervención, utilizamos la prueba t para grupos

emparejados para conocer las diferencias entre los valores iniciales y finales en las escalas

de depresión, empatía y desconexión Moral.

Resultados

Objetivo #1: Diagnóstico inicial

Tomando en cuenta la estrecha relación entre el abuso del alcohol y la agresividad,

preguntamos tanto a alumnos como a padres de familia sobre esta situación. Los resultados

indican que el consumo de alcohol en los hogares está presente con un 74.19 % positivo

frente a un 25.81% negativo, dicen tener amigos que consumen alcohol un 77.39% frente a

un 22.61% negativo, un 55% refiere nunca haber visto violencia física en su casa, seguido

de un 25% a veces y 25% nunca haber visto, respecto a ver insultos o gritos en su casa

58.10% dice a veces, 32.26% dijo nunca 9.64 dijo frecuentemente, un 78.95% refirió nunca

ser agredidos físicamente en su casa seguido de un 19.30% a veces y un 1.75%

frecuentemente, 67.24% reporta nunca ser agredido emocionalmente en su casa seguido de


25% a veces y 7.76% frecuentemente, un 49.16% reporta haber visto actos de violencia

física en su escuela, 33.30% nunca y 17.54% a veces, 59.49% ha visto que uno o varios

compañeros agreden verbalmente a alguien más seguido de un 24.41 que nunca ha visto y otro

18.10% que frecuentemente ha visto.

¿En tu casa consumen alcohol?

Consumo de alcohol en los


hogares

25.81% No

74.19% Si

¿Tienes amigos que consumen alcohol?

Amigos que toman alcohol


22.61%

No
Si

77.39%
¿Has visto violencia física en tu casa?

Violencia física en la familia

25% Nunca
50% A veces
25% Frecuentemente

¿Has visto insultos o gritos en tu casa?

Violencia emocional en la
familia
9.64%
32.26% Nunca
A veces
Frecuentemente
58.10%

¿Te han pegado en tu casa?

Alumnos que reportan ser


agredidos físicamente en el
hogar
19.30% 1.75% Nunca
A veces
Frecuentemente
78.95%
¿Te han gritado, insultado o humillado en tu casa?

Alumnos que reportan ser


agredidos emocionalmente en
el hogar
7.76%
Nunca
25.00% A veces

67.24% Frecuentemente

En un día normal en la escuela, ¿has visto que uno o varios compañeros agreden físicamente a
alguien más?

Actos de violencia física en las


escuelas
17.54%
33.30%
Nunca
A veces
Frecuentemente

49.16%

En un día normal en la escuela, ¿has visto que uno o varios compañeros agreden verbalmente a
alguien más?

Actos de violencia emocional


en las escuelas
18.10%

22.41% Nunca
A veces
59.49%
Frecuentemente
Objetivo #2: Factores de riesgo asociados al ejercicio de la violencia

Los indicadores psico-sociales asociados a la violencia que exploramos fueron:

 Apego escolar (ap_esc): Indica el deseo e interés por salir bien en la escuela

 Apoyo familiar (apoyo fam): Percepción positiva de la familia (comunicación,

apoyo…)

 Exposición a violencia en el hogar (Fam_viol): Han presenciado violencia en el

hogar

 Víctima de violencia (V_V): Ha sufrido violencia en casa y/o la escuela

 Agresor: Ha ejercido violencia en casa y/o la escuela

 Percepción de violencia en la escuela (Esc_hostil): Considera que hay violencia en

su escuela

 Exposición a consumo de alcohol (Expo_alc): Familiares y/o amigos consumen

alcohol

 Depresión (Depre): Síntomas de depresión

 Autoestima (Autoest).

 Ideación suicida (Id_suic). Presencia de ideación suicida

 Empatía

 Conciencia moral

Realizamos una matriz de correlaciones univariadas (r de Pearson) para conocer la relación

entre las variables. Los datos nos indican que elementos están correlacionados

positivamente entre sí como el apoyo familiar - apego escolar (.26) exposición a violencia
familiar - víctima de violencia (.53) exposición a violencia familiar - agresor (.61) víctima

de violencia - agresor (.65), víctima de violencia - percepción de violencia en la escuela

(.50) agresor - percepción de violencia en la escuela (.36), exposición a consumo de alcohol

– exposición a violencia en el hogar (.41), exposición a consumo de alcohol – víctima de

violencia (.22), exposición a consumo de alcohol – agresor (.28), exposición a consumo de

alcohol - percepción de violencia en la escuela (.19), depresión – exposición a violencia en

el hogar (.40), depresión – víctima de violencia (.41), depresión – agresor (.38), depresión -

percepción de violencia en la escuela (.23), depresión – exposición a consumo de alcohol

(.17), autoestima – apego escolar (.15), autoestima – apoyo familiar (.25), ideación suicida

– exposición a violencia en el hogar (.31), ideación suicida – víctima de violencia (.28),

ideación suicida – agresor (.19), ideación suicida - percepción de violencia en la escuela

(.24), ideación suicida – exposición a consumo de alcohol (.22), ideación suicida –

depresión (.23), empatía – apego escolar (.33), empatía – apoyo familiar (.23), empatía –

autoestima (.03), empatía – ideación suicida (.02), conciencia moral – exposición a

violencia en el hogar (.22), conciencia moral – víctima de violencia (.08), conciencia moral

– agresor (.35), conciencia moral - percepción de violencia en la escuela (.12), conciencia

moral – exposición a consumo de alcohol (.18), conciencia moral – depresión (.15). Por lo

tanto, estos elementos parecen medir la misma característica.

Los datos nos indican que elementos están correlacionados negativamente entre sí son

exposición a violencia en el hogar ( apego escolar -.17, apoyo familiar -.52, autoestima -

.28, empatía -.33), víctima de violencia (apego escolar -.16, apoyo familiar -.65,

autoestima -.28, empatía -.33), agresor (apego escolar -.31, apoyo familiar -.54, autoestima

-.26, empatía -.45), percepción de violencia en la escuela (apego escolar -.27, apoyo

familiar -.40, autoestima -.16 , empatía -.08), exposición a consumo de alcohol (apego
escolar -.27 , apoyo familiar -.40, autoestima -.34, empatía -.18), depresión ( apego escolar

-.16, apoyo familiar -.41, autoestima -.34, empatía -.18), autoestima (Exposición a violencia

en el hogar -.28, victima de violencia -.30, agresor -.26, percepción de violencia en la

escuela -.16, exposición al alcohol -.31, depresión -.34), ideación suicida (apego escolar -

.06, apoyo familiar -.40, conciencia moral -.04), empatía (exposición a violencia en el

hogar -.33, victima de violencia -.17, agresor -.45, percepción de violencia en la escuela -

.08, exposición a consumo de alcohol -.14, depresión -.18) y conciencia moral apego

escolar -.21, apoyo familiar -.03, autoestima -.01, ideación suicida -.04, empatía -.26). los

datos confirman que ambientes expuestos a la violencia tanto familiar como escolar

inducen a agresores y víctimas de violencia, que el autoestima va de la mano con el apoyo

familiar y este en ausencia induce a hacer a un agresor, a ideación suicida va de la mano

con la depresión y una baja autoestima y puede ser muy grave como consecuencia de

bullying.

Ap_esc Apoyo fam Fam_viol V_V Agresor Esc_hostil Expo_alc Depre Autoest Id_suic Empatía

Ap_esc 1

Apoyo_fam .26** 1

Fam_viol -.17* -.52*** 1

V_V -0.16 -.65*** .53*** 1

Agresor -.31*** -.54*** .61*** .65*** 1

Esc_hostil -0.09 -.35*** .24** .50*** .36*** 1

Expo_alc -.27** -.40*** .41*** .22** .28** .19* 1

Depre -0.16 -.41*** .40*** .41*** .38*** .23* 0.17 1

Autoest 0.15 .25** -.28** -.30** -.26** -0.16 -.31*** -.34*** 1

Id_suic -0.06 -.40*** .31*** .28** .19* .24** .22* .23* -.21* 1
Empatía .33*** .23* -.33*** -.17* -.45*** -0.08 -0.14 -.18* 0.03 0.02 1

Desc_mor -.21* -0.03 .22* 0.08 .35*** 0.12 .18* 0.15 -0.01 -0.04 -.26**

Objetivo #3: Impacto de la intervención

El tercer objetivo consistió en la identificación del impacto del taller en 2 mecanismos


(empatía y desconexión Moral) y 3 indicadores emocionales (autoestima, depresión e
ideación suicida). Para cumplir con el objetivo, realizamos una prueba t para grupos
emparejados. Los resultados indican que la intervención tuvo fueron de mayor impacto en
el mecanismo de empatía y el indicador emocional de autoestima, seguido de ideación
suicida y depresión.

0.15

0.1

0.05

0
Dep AE IS emp dm Antes
-0.05
Despues
-0.1

-0.15

-0.2

-0.25

Conclusiones

A través de este estudio se ha llegado a la conclusión de que hay distintos factores que
intervienen en la vida de un joven que afectan emocionalmente, cognitivamente y
conductualmente en su vida. Se observó dentro de las personas que ejercen violencia, la
presencia principalmente de violencia en el hogar, consumo de alcohol y baja autoestima.

También encontramos que aquellos que son víctimas de violencia son sobreprotegidos en
su familia, carecen de autoestima tienden a deprimirse tiempo después a causa del bullying.
Al analizar los datos sobre el consumo de alcohol y violencia en los hogares, podemos
destacar que estas conductas son aprendidas y por lo tanto la cometen fuera del hogar). La
relación entre esta situación en el hogar y la violencia en las escuelas se podría explicar por
qué alumnos que son maltratados maltratan a sus compañeros los cuales carecen de
autoestima al igual que sus agresores pero manifestándolo de distinta forma.

Estos resultados son congruentes con otras investigaciones por ejemplo Warden y
Mackinnon (2003), respecto al estatus socio métrico, encontraron que los estudiantes pro
sociales, tendían, en mayor medida, a ser más populares que las víctimas y los acosadores,
éstos dos últimos se encontraban más rechazados que los alumnos pro sociales. Dentro del
estatus de rechazados encontraron más alumnos acosadores (43%) que acosados (22%),
pero de manera significativa por encima de todos ellos encontraron que el total de
estudiantes con la dualidad acosador-acosado (100%) eran rechazados por sus compañeros,
por lo tanto tiene una relación con el autoestima y la seguridad de ambos acosador y
acosado.

A partir de esta investigación, nuestras recomendaciones sería abordar esta problemática a


través de programas comprensivos, para prevenir se desencadene este fenómeno, intervenir
cuando la problemática está en el aula. Una posible intervención podría iniciar:

a. Con una toma de conciencia por parte de quienes educan, al aceptar que él problema es
real, que afecta a un porcentaje considerable de la población escolar, que en ocasiones es
causa de la deserción escolar en muchas instituciones educativas, y que esta problemática
afecta a los jóvenes, provocando sentimientos de miedo, ansiedad, inseguridad, en una
etapa de formación, en donde deberían estar disfrutando del aprendizaje, la comunicación y
convivencia con iguales.

b. Elaborando un listado de conductas que se consideren agresivas, a través de la aplicación


de instrumentos que permitan detectar diferentes perfiles de los agresores, asi como los
focos de discordia, las características socio afectivas del grupo, y otros aspectos como los
anotados en esta investigación.

c. Desarrollando un programa conductual en donde se utilicen diversas estrategias


correctivas apoyadas en el reforzamiento, economía de fichas y contratos, para ser
aplicadas dentro y fuera del aula, específicamente con aquellos estudiantes que han sido
identificados en el salón de clase como agresores o víctimas, permitiendo la participación
activa a su vez, de todos los alumnos.

d. Promoviendo el diálogo y la confianza con el docente, que conduzca a que las víctimas
rompan su silencio, a través de dinámicas de grupo, en donde se compartan experiencia que
faciliten este proceso.

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