Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
I. CORRUPCIÓN EN EL PERU
En el Perú, organizaciones de la sociedad civil como PROÉTICA, han tenido un papel
destacado en el impulso de la medición de la corrupción a través de la Encuesta
Nacional sobre percepciones de la corrupción en el Perú, que se realiza cada dos años
desde 2003.
Desde sus inicios, esta encuesta sobre percepción arroja que la corrupción ha tenido
un constante incremento como uno de los principales problemas del país. Así, en 2010,
la corrupción se erigía como el principal problema del Perú4. En el resultado de 20135
se aprecia que la corrupción, a pesar de que ha sido desplazada por la delincuencia,
ocupa el segundo lugar.
En el Perú una importante medición de las investigaciones o judicialización de los casos
de corrupción la realiza el Poder Ejecutivo a través de la Procuraduría Pública
Especializada en Delitos de Corrupción (Procuraduría Anticorrupción) y el Observatorio
Nacional Anticorrupción del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Mediante el
trabajo de esta instancia se ha logrado sistematizar la siguiente información:
CONCEPTO DE CORRUPCIÓN
La corrupción es el abuso del poder público encargado (por elección, selección,
nombramiento o designación) para obtener beneficios particulares (económicos o no)
violando la norma en perjuicio del interés general o el interés público.
Tres elementos esenciales precisan el concepto de corrupción pública:
CLASES DE CORRUPCIÓN
Para poder comprender la magnitud de esta problemática, se tiene que diferenciar las
siguientes clases de corrupción:
1. Por su naturaleza
Corrupción política: se puede observar en las altas esferas de decisión e
involucran a los funcionarios públicos que ejercen funciones de poder
político (congresistas, ministros, presidentes y otros).
Corrupción burocrática o administrativa: afecta los niveles intermedios
y bajos de los organismos públicos. En este sentido, ya no involucra
funcionarios con capacidad de decisión, sino funcionarios encargados de
la ejecución de las normas y del trato con los ciudadanos.
En tal sentido, el legislador ha decidido que en estos delitos de corrupción tenga que
intervenir necesariamente, como autor, un funcionario público. Esta característica es
la que convierte a los delitos contra la administración pública en delitos especiales.
Es posible identificar dos enfoques en la doctrina y jurisprudencia sobre el contenido
del concepto delito especial:
Delito especial en sentido simple: según este enfoque, son delitos especiales
aquellos que no podrían ser cometidos a título de autor por cualquier sujeto,
sino solo por aquellos que tengan las cualidades y condiciones exigidas por el
tipo penal.94
Delito especial en sentido complejo: este enfoque va más allá de la decisión
formal del legislador de delimitar el número de autores a través del tipo penal,
y busca encontrar el fundamento en el que descansa la restricción del círculo
de autores. En otras palabras, a diferencia del concepto en sentido simple,
hace referencia a la razón por la que el legislador decidió que solo
determinados sujetos cualificados puedan ser autores del delito especial.
Los delitos contra la administración pública son delitos especiales en sentido simple,
toda vez que delimitan el círculo de autores y con ello, como se ha detallado en
apartados anteriores, se protege eficientemente el correcto funcionamiento de la
administración pública.
En otras palabras, el artículo 399° del Código Penal peruano sanciona la conducta por
la cual un funcionario o servidor público se aprovecha indebidamente de su cargo al
mostrar un interés particular que entra en colisión con los intereses públicos o
estatales. El tipo penal exige que dicho interés particular o privado se enfoque en
alguna operación económica en la que intervienen el Estado y el funcionario público
con motivo del cargo público que ocupa.
JURISPRUDENCIA
Sentencia recaída en el Recurso de Nulidad 1318-2012,
del 29 de agosto de 2012.
“Que el bien jurídico protegido en este delito está constituido por el interés del Estado
en el correcto desarrollo de la actividad pública. En este sentido, el funcionario o
servidor público debe actuar imparcialmente –no debe asumir un interés de parte o
anteponer sus intereses a los de la Administración Pública- y en sujeción a los intereses
públicos (…)”.
Otra postura, manejada por parte de la doctrina, respecto al bien jurídico protegido en
este delito, es la que indica que es patrimonio del Estado, pues se considera que este
tipo penal supone un adelantamiento de las barreras de punición con la finalidad de
prevenir que un agente público atente contra el patrimonio estatal al aprovecharse de
la función pública que le ha sido encomendada.
No obstante, esta postura no sería la más adecuada, ya que el patrimonio del Estado
no puede ser considerado un patrimonio que merezca una protección mayor o más
especial que el de cualquier ciudadano o administrado. El patrimonio estatal, al igual
que el patrimonio de cualquier individuo, se protege con los delitos comunes
contemplados en el capítulo de delitos contra el patrimonio de nuestro Código Penal.
Además, los tipos penales contra la administración pública no siempre exigen que se
lesione efectivamente el patrimonio estatal. El delito de negociación incompatible, en
este caso, no exige dicho resultado lesivo.
En adición a esto, el artículo 12° de la Convención Interamericana contra la corrupción
(CICC) señala que no es necesario que los actos de corrupción generen un perjuicio
patrimonial para ser sancionados. En la misma línea, el artículo 3° inciso 2 de la
Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción indica también que no es
necesario que los delitos de corrupción generen un perjuicio o daño patrimonial al
Estado, tal como fue explicado anteriormente.
ELEMENTOS PROBLEMÁTICOS
Un aspecto que podría ser problemático en la interpretación del delito de negociación
incompatible es el referido al verbo rector del delito: interesarse. Este debe ser
entendido en el sentido de que el funcionario o servidor público vuelca, sobre el
contrato u operación económica de que se trate, una pretensión que no se condice
con los intereses públicos de la administración, es decir, con el interés general. Por el
contrario, el funcionario manifiesta un interés particular que entra en colisión o
contradicción con el interés que el Estado tiene sobre dicho negocio.
Es relevante resaltar la postura doctrinaria por la cual se considera que la
manifestación del interés puede realizarse a través de un acto propio de las funciones
del servidor público o también puede tratarse de acciones transgresoras de sus
funciones; en vista de que el legislador ha empleado una fórmula genérica para
referirse al modo en que el funcionario muestra su interés.
Dicha conducta por la cual se muestra el interés pueden darse de dos formas:
a. Que exista un abuso del cargo: es decir, que el funcionario desconozca las
funciones de sus subordinados, asuma competencias impropias o imponga su
criterio u opinión respecto de alguna decisión que incida en el proceso de
contratación o cualquier otra operación comercial en la que el Estado actúa
como interesado (esta conducta no tiene que ser, necesariamente, directa
respecto de la contratación u operación comercial, como bien señala el tipo
penal);
b. El legislador no solo previó el único escenario en el que un determinado
funcionario tenga competencia directa sobre algún proceso de contratación u
operación comercial, sino que incluso prevé actos indirectos y simulados. En
este sentido, nada impide que la frase “en razón de su cargo” también explique
el actuar del funcionario interesado que sin tener competencia actual en algún
contrato u operación lleve a cabo gestiones que a la postre viabilizarán
contrataciones públicas de su interés. En este supuesto, claro está, habrá que
probar además el interés futuro del funcionario.”
JURISPRUDENCIA
Sentencia emitida por la Primera Sala Penal Liquidadora de la Corte Superior de
Justicia de Lima, recaída en el expediente N° 30-2010, del 7 de noviembre de 2011.
CASO COFOPRI
“Por interés debe entenderse cualquier acto material, que en el contexto de un
contrato u otra operación realizada por el Estado, exprese un interés privado supuesto
sobre el interés público que le demanda el ejercicio del cargo”.
Por otro lado, existe un debate doctrinal referido a la naturaleza del interés privado
indebido. Así, un sector de la doctrina afirma que el interés que el funcionario o
servidor público tenga debe suponer un peligro para el patrimonio estatal. Otro sector,
por el contrario, considera que interesarse no necesariamente debe implicar siempre
un peligro patrimonial para el Estado.
Según esta postura, si el funcionario o servidor público hubiera favorecido intereses
particular eso de terceros que, finalmente, resultaron ser favorables económicamente
a la administración pública, de todos modos la conducta sería típica y punible porque
igual se habría lesionado el bien jurídico protegido (correcto y recto funcionamiento
de la administración pública en general, y la objetividad al ejercer la función pública,
desechando todo provecho o ventaja personal).
Esta última opción parece ser la más adecuada, ya que el tipo penal no especifica el
tipo de provecho que el funcionario público debe esperar. Asimismo, es la que más se
ajusta al bien jurídico, como ha sido explicado.
La conducta típica es solo “interesarse”. El tipo penal, entonces, no demanda un tipo
particular de interés, es decir, no exige que el interés sea, por ejemplo, patrimonial.
Esta interpretación sería la más adecuada no solo según la redacción del tipo penal,
sino también de cara al bien jurídico protegido en este delito referido al conflicto entre
intereses privados del funcionario e intereses públicos del Estado.
El hecho de que la conducta típica sea solo el “interesarse”, indica que el delito de
negociación incompatible es un delito de mera actividad, ya que el tipo penal no exige
un resultado lesivo efectivo al Estado producto de la manifestación de dicho interés.
El considerar que el delito en cuestión no exige un interés de un carácter determinado,
se condice con el hecho de que la negociación incompatible sea entendida como un
delito de mera actividad. Ello, en la medida que la conducta típica exigida por el tipo
penal es el solo hecho de interesarse. El tipo penal no exige un resultado como lo
podría ser el perjuicio al patrimonio, así como tampoco exige obtener efectivamente
una ventaja personal. Basta con que se manifieste el interés indebido –el conflicto
entre los intereses privados y los públicos- para que el tipo penal se encuentre
consumado.
PROBLEMAS CONCURSALES
El delito de negociación incompatible puede presentar algunos problemas concursales
con el delito de colusión desleal. Y es que ambos delitos tienen los siguientes
elementos en común:
El marco contextual de ambos delitos se encuentra referido a contratos
públicos o cualquier operación económica en la que participe el Estado como
parte.
Ambos delitos reflejan un conflicto entre intereses privados y públicos.
JURISPRUDENCIA
Sentencia emitida por la Primera Sala Penal Liquidadora de la
Corte Superior de Justicia de Lima, recaída en el expediente
N° 30-2010, del 7 de noviembre de 2011.
CASO COFOPRI
“(…) la colusión sanciona la bilateralidad en un acuerdo, donde los intereses
personales (tanto del servidor público como el particular) se superponen al interés
prestacional o comunitario que el Estado representa. (…) [El delito de negociación
incompatible] a diferencia del de colusión no exige concertación, es decir, no se
requiere bilateralidad. De hecho, si se sanciona un ilegal interés que responde a
criterios distintos a los que inspiran la correcta administración pública (…) es porque se
desvalora, al igual que en la colusión, un injusto funcionarial, sin que medien actos de
concertación”.