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3.3.

La naturaleza de las
revoluciones científicas
Kuhn compara el carácter revolucionario de la ciencia con las revoluciones
políticas. Durante las revoluciones políticas, la sociedad no reconoce ninguna
estructura institucional como capaz de poner fin al conflicto, y en estas
circunstancias las mismas estructuras en competencia deben acudir a la persuasión
de las masas, e incluso a la fuerza para conseguir el dominio. De modo análogo, la
resolución del conflicto en las transiciones paradigmáticas no puede resolverse
mediante el recurso a la lógica y a la experimentación, como sostiene el positivismo
lógico. Los datos experimentales sobre los que se pone a prueba las teorías no son
fijos ni neutros, dependen del contexto teórico en que se encuentran.
Un nuevo paradigma sustituye al anterior sólo cuando hay tal compenetración
entre la comunidad científica, o al menos parte de ella, y el nuevo paradigma que los
científicos ven la naturaleza tal como él la presenta, de tal manera que una vez que
la transición se ha completado, los profesionales de esa disciplina habrán cambiado
plenamente su visión del mundo. Según Kuhn, los proponentes de dos paradigmas
en competencia practican sus profesiones en mundos diferentes, de modo que ven
cosas diferentes cuando miran en la misma dirección desde el mismo punto.
Aunque el mundo como tal no haya cambiado, estos científicos, desde ese
momento, trabajan en un mundo diferente al mundo en que trabajan sus colegas
que permanecen ligados al paradigma anterior [Kuhn 1996: 111-112].
Es algo así como si la comunidad profesional fuera transportada
repentinamente a otro planeta, donde los objetos familiares se ven bajo
una luz diferente y, además se les unen otros objetos desconocidos.
Por supuesto, no sucede nada de eso: no hay trasplantación
geográfica; fuera del laboratorio, la vida cotidiana continúa como antes.
Sin embargo, los cambios de paradigma hacen que los científicos vean
el mundo de manera diferente [Kuhn 1996: 111].

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