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CON MI HERMANO TAMPOCO

Por primera vez en mi vida nació en mí una furia contundente, una fuerza
radical, vandálica. Un enojo tan puro y claro que necesitaba materializarse; quería
romper, escribir paredes con aerosol, prender fuego todo. Lastimosamente, en
ese momento estaba lejos, y digo lastimosamente porque no sólo hubiese sido
catártico para mí, sino, y sobre todo, hubiese visibilizado. Que el Colegio Santa
María amanezca con su pulcra y blanca pared de la calle Coronel Suárez decorada
con la palabra HOMOFÓBICOS, definitivamente hubiese despertado un par de
murmullos, y sabemos que en Salta, no hace falta más que eso para formar una
imagen, la imagen que se merecen, por su puesto.
Ningún drama del Colegio Santa María se blanquea. Toda mi educación en
esta institución reclamé esto, buscando respuestas que nunca recibí, sino más
bien apoyos a esta actitud institucional, con comentarios como: “El colegio lo
manejó muy bien, sino imagínate lo que se hubiese armado…”. Capaz hubiese
estado bueno que se arme ¿O no? Que nos expliquen. Que no nos traten como
tarados. Que se hable lo que se tenga que hablar. Pero no, la historia es tabú,
institucionalmente nadie se hizo nunca cargo. Alguna profesora que de un día para
otro desapareció, algún chico echado que se reincorporó, y tantas historias que
fantasmean los pasillos como mitos que se transmiten oralmente de camada en
camada. Los profesores las conocen bien, pero adoptan la misma postura que sus
superiores, hacen oídos sordos, no saben nada, o simplemente de ese tema no
hablan. Y así vivimos, naturalizando injusticias, ilegalidades e historias
traumáticas… ¿Alguien más tiene algún trauma todavía? Porque al menos yo, y mis
allegados que pasaron por este colegio, les puedo asegurar que sí.
No voy a dejar que la historia de mi hermano se transforme en uno de los
tantos mitos del colegio, porque al igual que éstos, no son mitos, sucedieron. Pero
a diferencia de ellos, éste lo escuché de primera mano, y no susurrado en un
recreo, como todos los otros.
Como no pude agarrar las armas en medio de mi furia, una vez más, caí en
la palaba. Y me repugna. Me repugna este resabio de cariño que aún le tengo a mi
historia allí, que es el que quizá me impide salir a gritar mi enojo. Si alguien me
viera en este momento, podría ver en mis pupilas reflejado el fuego del odio
hirviente que me produce la institución que acunó mi infancia y adolescencia. No
pienso acercarme nunca jamás allí, ni siquiera a buscar un simple papel. Me
produce unas nauseas insoportables. Incluso decidí borrar historia pasada y
vínculo presente con docentes y directivos que quería de corazón, listo, nunca
más les dirigiré la palabra. Y eso que yo no era de los que repudiaban la educación
y los profesores, yo hasta hace un par de meses quería a mi colegio, incluso con
las diferencias que tenía. Qué fuerte será lo que hicieron que ahora no puedo
pasar por esa cuadra, ni escucharlo nombrar, sin encolerizarme.
Después de tanto rodeo, planteo mi para nada original conclusión, la cual
se encargan de reafirmar con cada acción que realizan. El Colegio Santa María es
una pecera que resguarda a un grupo de gente del mundo. Paso a explicar. La
educación ya de por sí es uniformadora, pero este colegio se las ingenia para ser
una máquina todavía más homogeneizadora. Desde estupideces como la ropa
hasta lo más complicado, la ideología. No permiten el desarrollo de la
individualidad, censuran y castigan la diversidad, instalan un sentido común.
Es hasta cómico ver cómo se posicionan en un lugar tan… cómo decirlo…
¿Ingenuo? Podría ser. Un grupo de gente bien vestida cubriendo con las manos un
castillo de arena de las inmensas olas. No entiendo ¿Buscan cuidar a los chicos del
paso del tiempo? ¿Ser algo así como un freezer del tiempo? Me esfuerzo por
comprender, eh, sólo por respeto a algunos de ahí que sí estudiaron. Pero
realmente ese colegio es un sitio anacrónico que está al costado de una ruta, en la
cual la época avanza a 120 km. por hora. Es una estructura vetusta, obsoleta y
“atada con alambre”, que salta a la vista averiada, artificial y al borde del colapso.
Evidentemente en algún momento el tiempo les tenía que tocar la puerta. Pero
cerrarle de un portazo no les convenía, no les convenía… Porque hace ruido a los
vecinos, hace mucho ruido, y su estructura está floja, se puede caer…
Me parece también bastante curioso que se embanderen tanto con IB
cuando tengo entendido que éste defiende el pensamiento crítico… ¡Ah! Ya está,
ahora me cierra. “Crítico” sólo para localizar vestigios de algo diferente, sí, debe ir
por ese lado. Ya me parecía raro que fomenten algo vinculado al libre
pensamiento, el cuestionamiento. En realidad lo hacen, pero para criticar
banalidades, formalidades, como todo, desde una careta; discursivamente. Hay
una estructura incuestionable ¿O me equivoco? “Cultiva tu espíritu y serás libre”
no es más que: “Sigue nuestro adoctrinamiento hasta que lo tengas tan
naturalizado que no lo sientas y te creas en libertad”. Me hace acordar al universo
de 1984 de Orwell, a los slogans del IGSOC, a la policía de pensamiento; y no
olvidemos que estamos hablando de un colegio…
Potenciando las falacias del sistema educativo, hornean jóvenes que
parecen más soldaditos de plomo: iguales, grises y aburridos. La diversidad no
tiene lugar, no tiene grupo de amigos; tiene sanción y tutoría. Es un sistema que
ataca también esa individualidad, que la que habilita el desarrollo de pasiones,
vocaciones, y el interés personal por la vida y lo académico.
¿Por qué tan pocos egresados del Santa María estudian en universidades
públicas? ¿Acaso no se lo preguntaron? Mmm… quizá porque, como me dijo una vez
una docente de esa institución, la UBA “es un zoológico”, dulce apelativo para
referirse a tal universidad. Muchos otros docentes también intentaron
desanimarme a que estudiara ahí, con frases igualmente amigables. Visto desde
afuera luce bastante paradójico que un colegio que aboga por la excelencia
académica, incite a sus estudiantes a evitar la mejor universidad de
Latinoamérica, y la setentaitresava mejor universidad a nivel mundial. Es porque
hay gente diferente (la que se encargaron que en toda la educación media no
veamos ni seamos) y porque capaz, no sé, podría hacernos empezar a dudar de lo
que creímos toda la vida. ¡Ay! ¡Qué miedo! Hay cosas de las que no está permitido
dudar.
Pero esto no es lo único paradójico, ni lo único contradictorio y de doble
moral de esta casa de estudios ¡Cómo se regodean hablando de los valores, los
valores del colegio, los valores de la Iglesia, los valores…! Y al momento de los
bifes, de llevarlo a la práctica, ¿Qué carajo eran los valores? Palabras vacías,
frases armadas, discursos caretas. Perdón por la franqueza, pero ese es un valor
que como todos en los que uno cree, se debe ejercer.
Nunca hubo en el colegio una promoción como la 2019, o al menos una 4° “H”
como el que les tocó este año. Yo no podía creer que se pudo germinar en el Colegio
Santa María un curso así, pero ahí están; perdón, en parte están, quedan los que no
exterminaron aún. Claramente las acciones dicen mucho más que mil discursos,
y estos últimos meses, cuánto nos hablaron sus acciones de ustedes.
Primera vez que un chico decide no esperar a irse a estudiar a Buenos
Aires para decidir ser quien es púbicamente, y le mostraron que NO PUEDE. Que
toda su lucha y valentía, no vale. Y no sólo no vale sino que será penada. Y le costará
también la vida de quienes lo defendieron. Quizá el “H” era humus para el
florecimiento de la individualidad de muchos, por eso seguramente Santi pudo
crecer ahí. El sólo imaginarlo en cualquier otra promoción (sin ir más lejos, la mía)
me da escalofríos por lo que pudo haber sufrido. Pero bueno, demostraron que
ese tipo de cursos es corrupto en el colegio. Y también demostraron que en
realidad nunca les importó el compañerismo ni la unión de la promoción, que no es
algo muy característico en las mismas; porque vemos un caso en el que sí, en el
que se ven chicos que se solidarizan genuinamente por un compañero y por un
acto de valentía suyo, y le marcan la cancha. No. Mal. El compañerismo está
penado acá. La diversidad también. La homosexualidad también. Porque acá nadie
se traga la de que fue por haber hecho un “gesto obsceno al símbolo del colegio”
¿Cuántas veces se vieron escudos tachados y dibujados? Millones. ¿Pero agredido
por la diversidad? Nunca antes, y ¡Qué grave! ¿No? Entonces no violaron un
símbolo, no. VIOLARON UNA IDEOLOGÍA y eso fue lo que enloqueció. Hablo en
términos de locura porque echar repentinamente a cuatro estudiantes de pulcro
legajo, luego de una cínica investigación de una foto de redes… ¿De verdad? A mí no
me engañan con esa defensa institucional, yo estudié ahí toda mi vida, y he visto
faltas de respeto de todo tipo a todos los símbolos, a docentes, que no despertaban
más que un comentario. Nunca vi que se entrometan en las redes. Entonces, no me
queda más que decirles: retrógrados HOMOFÓBICOS. Lo bueno es que no soy sólo
yo diciéndolo, cuando dije que la estructura estaba tambaleando es porque hay un
marco legal defendiendo a Santi, no somos las personas que lo queremos nada
más. ¿Ahora va quedando un poco más claro lo que decía de “estructura vetusta
atada con alambre”?
Recuerdo en el último mes de clases, cuando tuvimos una reunión con
algunos directivos que planteé que me parecía que el eje del colegio estaba
corrido, que los estudiantes no estábamos en el centro. Veníamos hace meses
tragándonos a profesores enojados con “dirección”. Y yo preguntándome quién es
la dirección, en serio, quién dirige, quién toma las decisiones. Quiero ver la cara de
quien tomó esta decisión, sus fundamentos, avales y fuentes de información. Pero
esto no existe en el Colegio Santa María. Son todos papeles e intermediarios. Hay
dulces directivos pintados al óleo, jóvenes tutores que no saben qué decir,
profesores que dan clases como si nada pasara… Cada uno desde su lugar
poniendo su granito de arena, permitiendo esta decisión, dejando a los chicos
desamparados y sin respuestas (porque será que somos tontos), perjudicados y
solos.
Toda mi secundaria pequé de ubicada. Creía que lo que yo hacía: hablar y
opinar de lo que sabía que podía, en vez de todo lo que pensaba; era ser ubicada. Y
fui premiada y abanderada. Mi hermano fue valiente y se lo castiga. Y yo lo admiro,
porque sé que es un ejemplo para muchísimos que están en esa jaula todavía
metidos. Hay muchos homosexuales en el colegio, muchos que quieren ir a una
universidad pública, muchos ateos, muchos que quieren estudiar arte, muchos
que están a favor del aborto; pero ustedes tranquilos, sigan pensando que somos
plastilina y ustedes un molde que nos hace a todos iguales, y que su “nosotros”, nos
incluye a todos. Ahora, en la facultad, se forman rondas alrededor mío de chicos
escuchando historias de mi escolarización, entre risas de “me estás mintiendo” y
miedo de “parece que es verdad”. “Protege tu Corazón” llega a dar más miedo que
risa. Pero esta historia yo sé que despertaría otras emociones, más graves. Me
preocupa haberme criado en ese cautiverio, cuántas cosas en mi subconsciente
aún no habré deconstruido ¿Quedarán aún resabios de ese sentido común…? Me
aterra, me aterra mucho. De casualidad yo encontré personas escondidas, porque
así deben estar, que pensaban un poco como yo. En estas personas con ideas
diferentes, pero “ubicadas” como yo, encontré un hogar, una forma de sobrevivir
esos años, de escapar a las clases. Porque la coerción también va para ellos, no sé
hasta qué punto puede uno vivir así, pero agradezco haber desencriptado esa
gente en ese, como me dijeron una vez “marco más contenido que el de la facultad”,
del colegio.
Ahora, ya lo arruinaron con la promoción 2019, ya está. Me preocupan todas
las camadas que vienen, que por suerte, y ojalá sea así, vienen cada vez más
abiertas. Pero ustedes siguen con esa cabeza, viven en otra época. No quiero que
sigan hiriendo y traumando chicos. Tan simple como eso. Me preocupo por los
chicos. No sé cuánto tiempo más va a resistir esa estructura, ojalá que poco, que
la ley los ahogue, quizá esta sea la única solución frente a estructuras mentales
tan rígidas, no lo sé. Pero perpetuar esta clase de mensajes y esta clase de
educación, nos va a dejar o bien un futuro con jóvenes tibios, o jóvenes
trastornados, o jóvenes violentos y discriminadores; o bien un colegio en llamas.
Y eligiendo el mal menor, me quedo con la segunda.

Martina Coraita Safar.

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