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AUTOS Y VISTOS:
Se reúnen los integrantes de este Tribunal
Oral en lo Criminal Federal n° 4, Dres. Pablo Daniel
Bertuzzi, Néstor Guillermo Costabel y María Gabriela
López Iñíguez, bajo la Presidencia del primero de
los nombrados, con la intervención de la Dra. Ana
María D´Alessio, en su calidad de jueza sustituta,
asistidos por los Secretarios, el Dr. Guillermo
Pablo Desimone y la Dra. María Julia Solari, con el
objeto de dictar sentencia en la causa n° 2405
(1710/2012/TO2) del registro de este Tribunal,
caratulada “De Vido, Julio Miguel y otro
s/descarrilamiento, naufragio u otro accidente
culposo”, seguida a JULIO MIGUEL DE VIDO (de
nacionalidad argentina, titular del DNI n°
8.186.471, nacido el 26 de diciembre de 1949 en esta
ciudad, hijo de José Miguel y de Celina Esther Noe,
con domicilio real en el Club de Chacras Puerto
Panal, Chacra n° 9, Las Palmas, Partido de Zárate,
Provincia de Buenos Aires), asistido por los Dres.
Maximiliano A. Rusconi y Marcelo Alberto Sancinetti,
y en carácter de abogado sustituto por el Dr. Hugo
Gabriel Palmeiro; y a JORGE GUSTAVO SIMEONOFF (de
nacionalidad argentina, titular del DNI n°
14.557.242, nacido el 20 de mayo de 1961 en la
localidad de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires,
hijo de Luis Boris Simeonoff Chichoff y de Carmen
Modesta Sandoval, domiciliado en Juncal 1845, piso
1° “B”, de esta ciudad), asistido por la Defensora
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Pública Oficial, Dra. Paola Bigliani, y el Defensor
Público Coadyuvante, Dr. Joaquín Pieroni; actuando
en representación del Ministerio Público Fiscal el
Dr. Juan Patricio García Elorrio, y como partes
querellantes los representantes de la Oficina
Anticorrupción, los Dres. Arturo Adolfo Gutiérrez,
Patricio José O´Reilly y Lucas Trigo, en forma
alternada; la del grupo de querellas unificado “A”,
encabezado por el Dr. Javier Ignacio Moral Rancaño y
el “grupo B”, en cabeza del Dr. Leonardo Menghini;
de la cual
RESULTA:
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Fiscal un perjuicio económico al erario público,
como consecuencia del grave deterioro de los bienes
concesionados cuya conservación y custodia les fuera
contractualmente confiada, como así también la falta
de durabilidad de las inversiones efectuadas por el
Estado Nacional para proceder a las reconstrucciones
del material rodante solventada con fondos públicos
y ejecutada por la empresa Emprendimientos
Ferroviarios S.A.
De tal forma, la Fiscalía sostuvo que por
las carencias de inversiones y mantenimiento
apropiado en la infraestructura, material rodante y
entrenamiento de personal especializado de la ex
línea Sarmiento, y ante la falta de control de los
entes del Estado Nacional, el día 22 de febrero de
2012 la formación chapa 16 que en ese momento
circulaba bajo el servicio nro. 3772 -corriendo por
la vía descendente de la estación Moreno a la de
Once de Septiembre, conformada por los coches Nros.
2149, 2618, 1040, 2108, 1787, 1808, 2125 y 2160-,
circuló sin un compresor y con otro en estado
inoperante, con “freno largo” –es decir, que
necesitaba mayor distancia para aplicar igual
capacidad de frenado que otras formaciones-. Que
tampoco se efectuaron las tareas de alistamiento
previas a la puesta en servicio de la formación; sus
coches presentaban en su mayoría mantenimiento
diferido y la cabina del conductor carecía de un
sistema de medición de velocidad.
Relató que la citada formación, conducida
por Marcos Antonio Córdoba salió de la estación
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Alandia y su bebe “no-nato”, Isabel López, Mora
Nancy Esther López, Roberto López Pacheco, Alex
Nahuel Martínez, Lucas Menghini Rey, Marina Moreno,
Miguel Ángel Núñez Vilcampa, Lucas Gabriel Palud
Quini, Sofía Florencia Peralta, Silvia Graciela
Pereyra, Gloria Cecilia Pinilla León, Tatiana Mailén
Pontiroli, Esther Sandra Reyes, Braulio Romero,
Graciela Romero Benítez, María Scidone, Rosa
Margarita Tévez, Sonia Torres Rolón, Gloria
Alejandra Troncoso Somoza, Nicolás Elías Villalba,
Pablo Fernando Zanotti, Cristian Daniel Zavala
Aquino, Ana Teresa Zalaya Florentín y Ramón Ariel
Zuñiga.
Que, asimismo, el choque de la formación
contra la cabecera del andén n° 2, también causó
heridas de distinta consideración a setecientas
ochenta y nueve (789) personas. Dentro de ese grupo,
(4) sufrieron lesiones gravísimas, (27) graves y
(758) leves.
Por otra parte, el Sr. Representante del
Ministerio Público Fiscal le imputó a Jorge Gustavo
Simeonoff que durante su gestión como Secretario
Ejecutivo de la Unidad de Renegociación y Análisis
de Contratos de Servicios Públicos (UNIREN) -cargo
que ocupó entre el 11 de julio de 2003 hasta el 10
de diciembre de 2015-, no avanzó en la renegociación
del contrato de concesión suscripto con la firma
Trenes de Buenos Aires S.A., omitiendo realizar
el correspondiente análisis de situación y
grado de cumplimiento alcanzado por el contrato,
como así también efectuar alguna recomendación
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quehacer delictivo que le imputaba a Julio Miguel De
Vido y a Jorge Gustavo Simeonoff encontraba
adecuación típica en el delito de estrago culposo,
agravado por el resultado de muerte y lesiones, y
defraudación por administración fraudulenta agravado
por ser en perjuicio de una administración pública
-previstas en el art. 173 -inc. 7°-, en función del
art. 174 -inc. 5°- del Código Penal, como partícipes
necesarios y art. 196, párrafos 1° y 2° del Código
Penal, en calidad de coautores, en concurso real
entre sí (artículos 55 y 45 del Código Penal).
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D) El requerimiento de elevación a juicio
de los Dres. Leonardo Adrián Menghini, Lelia Leiva y
Damián José Cardillo, en representación del entonces
conformado grupo de querellas n° 3
A fs. 4046/59 los Dres. Menghini, Leiva y
Cardillo requirieron la elevación a juicio de los
imputados en orden a los delitos de descarrilamiento
de un tren, agravado por resultar personas
fallecidas y lesionadas, en calidad de coautores, y
defraudación contra la administración pública por
administración fraudulenta, en calidad de partícipes
necesarios, conductas que concurren realmente entre
sí (arts. 45, 55, 174 –inc. 5°-, en función del art.
173 –inc. 7°- y 196, segundo párrafo, todos del
Código Penal).
E) El requerimiento de elevación a juicio
del Dr. Amado Jesús José Giganti, en representación
del entonces conformado grupo de querellas n° 4
A fs. 4040/45 el Dr. Giganti requirió la
elevación a juicio de los imputados, oportunidad en
la que les atribuyó la presunta comisión de los
delitos de administración fraudulenta en perjuicio
de la administración pública (figuras previstas en
los artículos 173 –inc. 7°- en función del art. 174
–inc. 5°- del Código Penal) y también consideró que
el suceso atribuido encuadraba en el delito de
entorpecimiento culposo de la marcha de un tren,
agravado por resultar personas fallecidas y
lesionadas por el hecho (conforme art. 196, segundo
párrafo, en función del art. 191 –inc. 1°- del
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diciembre de 2017; 7 y 28 de febrero de 2018; 7, 14,
21 y 28 de marzo; 4 y 18 de abril; 9 y 23 de mayo; 6
de junio; 4, 11 y 31 de julio; 8, 15, y 22 de
agosto; 11, 12, 18 y 25 de septiembre y el 10 de
octubre del año en curso.
El contenido de cada una de esas
audiencias fue registrado a través del sistema de
audio y video y se han obtenido registros
taquigráficos de cada jornada; todo lo cual es parte
integrante del acta de debate.
En este contexto corresponde señalar que
en el marco del debate se dio lectura a las
requisitorias de elevación de la causa a juicio y
las defensas formularon planteos incidentales en los
términos del art. 376 del código de forma, los
cuales fueron resueltos.
Así, se rechazó el planteo de nulidad de
los requerimientos de elevación a juicio efectuado
por los Dres. Rusconi y Palmeiro, defensores de
Julio Miguel De Vido, al que adhirió la Dra. Paola
Bigliani, Defensora Oficial de Jorge Gustavo
Simeonoff (arts. 166, 168 –segundo párrafo- y
ccdtes. del C.P.P.N. a contrario sensu); se rechazó
la excepción de falta de acción por inexistencia de
delito efectuada por los Dres. Rusconi y Palmeiro,
defensores de Julio Miguel De Vido, al que adhirió
la Dra. Paola Bigliani, Defensora Oficial de Jorge
Gustavo Simeonoff (arts. 339 –inciso 2°- y 376 a
contrario sensu del C.P.P.N.); se rechazó el planteo
de nulidad de la extracción de testimonios realizada
por los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal
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Sobre este punto hemos de indicar que,
encontrándose el contenido íntegro de las
declaraciones en la versión taquigráfica –con
relación a De Vido- y en la presentación por escrito
obrante en la causa, que se incorporó pro lectura –
en el caso de Simeonoff- al momento de analizar en
este decisorio la eventual vinculación que los
encausados habrían tenido con los hechos objeto de
imputación, se harán referencias a sus dichos.
1. Prueba testimonial
En el transcurso de la audiencia se
recibió declaración testimonial a Raúl Jorge Baridó,
Graciela Elsa Cavazza, Alberto Gustavo Cadenas,
Manuel Carlos Cáceres, Fernando Julio Cortés, José
Agustín Tesán, Aníbal Agostinelli, Carlos Alberto
Muia, Orlando José Rébora, Eduardo Jorge Levin,
Leandro Ovidio Despouy, Rubén Darío Sobrero, Matías
Gabriel Hoyos, Jorge Daniel Galarce, Miguel Ángel
Gerónimo, Cristina Inés Sánchez Amaro y Eugenio
Federico Barbich.
Cabe recordar que los testigos
individualizados precedentemente también prestaron
declaración en el juicio que sustanció el Tribunal
Oral en lo Criminal Federal n° 2 en el marco de la
causa n° 2127/2186 de su registro, caratulada
“Córdoba, Marco Antonio y otros s/infracción arts.
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Geraldine Llompart, Marcos Andrés López Olmedo,
Ezequiel Raúl Lancuba, Favio Ariel Cordone, Mireya
del Pilar Bedia Ramos, Carlos Cristian Gabriel
Araya, Ricardo Pérez, Armando Correa, María del
Carmen Márquez, Giselle Raymand Lobos, Julio José
Martínez, Zulema Enriqueta Salas, Carlos Gabriel
Pérez, Melanie Ayelén Ontiveros, Jésica Inés Moreno
Paredes, Analy Jorgelina Echeverría, Nilda Felisa
Giorasi, María Belén Corroza, Lucas Siri, Juan
Carlos Schechtet, Fredi Alex Adorno Encina, Luis
Giardinieri, Jorge Daniel Torres, Facundo Matías
Caminos, Martín Borrajo, Fernando Jesús Salvarrey,
Gabriel Adrián Demonte, Ricardo Lorenzo, Ricardo
González, Walter Erqueaga, María Elda Paz, Adrián
Almaraz, Alberto Crescenti, Mariana Marinesco, Ana
María Suárez, Héctor Daniel Bello, Armando Dalpra,
Pablo Farina, Ricardo Pollono, Cristian Grimalt,
Romina Paola Oliva Ballesteros, Ernesto Distefani,
Mario Pozo, Patricio Marcelo Juárez, Felipe Juan
José López Bonfanti, Juan Corvalán, Adrián
Cascallares, Rafael Antonio Urrutia, Nicolás Darío
Troguia, Ariel Oscar Sartori, Julio José Rossi,
Rubén Dapena, Mario Enrique Sbriz, Rubén Grischpun,
Jorge Argentino Aguirre Céliz, Hugo Bogado, Matías
Furno, Adrián Alejandro González, Damián Ariel
Miccolis, Ernesto Bizantino, Marcelo Simón Lescano,
Raúl Enrique Palacios, Carlos Abel Palacio, Jorge
Facundo Matías Aiger, Walter Francisco Schafer,
Gustavo Fabián Carrizo, Daniel Alejandro Garbarino,
Marcelo Oscar Cannella, Hipólito Antonio Buena,
Gustavo Cavalone, Daniel Ferrari, Vicente
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Manuel López Peláez, Juan Sebastián Strada, Rafael
Enrique Llorens, Javier Suárez Benito, Pablo Campi,
Daniel Sletean, Roberto Lavagna, Miguel Gustavo
Peirano, Hugo César Rothamel, Luciana Magnani,
Marcos Alfredo Jasín, Hugo Rizzo, Alfredo Eduardo
Villagi, Carlos Luis Cabrera, Osvaldo Francisco
Biset, Eduardo Ángel Pérez, Denise Beatriz Dhabit,
Fabio César Gualtieri, Horacio Fabio Schaffino, Hugo
Marcelo Vallone, Gustavo De La Vega, Romina Eva
Marago, Andrés Avelino Juárez y Antonio Salvador
Mazzaglia.
Corresponde señalar que las declaraciones
que los testigos brindaron en el marco del juicio
sustanciado en esta causa también se obtuvieron, con
arreglo a lo previsto en el art. 395 del C.P.P.N.
las pertinentes versiones taquigráficas, sin
perjuicio de haberse filmado todas y cada una de las
audiencias de juicio.
Ya se advirtió que las constancias
aludidas y los soportes magnéticos de los registros
de audio y video habrían de integrar el acta de
debate que se labró, en los términos del art. 394
del citado cuerpo legal.
En estas condiciones, y para no extender
este pronunciamiento más de lo necesario, en cuanto
al contenido de las declaraciones es aconsejable
remitirse a cuanto surge de las correspondientes
transcripciones taquigráficas, y de los respectivos
registros de audio filmación. Ello así, sin desmedro
que, a fin de dar tratamiento de las cuestiones
sometidas a conocimiento del Tribunal, que se
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2. Prueba pericial
En los términos del artículo 383 del
Código Procesal Penal de la Nación, fueron
convocados a prestar declaración distintos peritos
de diversas materias.
En concreto comparecieron a tal fin: los
peritos contadores Héctor Chyrikins, Oscar
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Fernández, Alejandro López y Carlos Atilio
Fogarolli; los peritos médicos Carlos María Gandini,
Miriam Mirta Cobos, Javier Domínguez, Alfredo
Ernesto Thomson, Osvaldo Fustinoni, Mónica Beatriz
Perassolo, Flavia Alejandra Vidal, Mónica Lucrecia
Masculino de Herrán, Mariano Narciso Antonio José
Castex, Carlos Fabián Reyes y Fernando Emilio
Taragano; y los peritos ingenieros Juan Alfredo
Brito, Horacio Faggiani, Alejandro Héctor Leonetti,
Julio César Pastine, Aníbal Oscar García y Néstor
Mario Luzuriaga.
Durante el transcurso del debate se
desistió de la convocatoria de la perito contadora
Lucía Guelfi, del perito ingeniero Raúl Díaz y del
perito médico Jorge Kiss.
Sabido es que todos estos expertos –con
excepción de los peritos de parte de la defensa de
Julio Miguel De Vido Mariano Castex y Aníbal Oscar
García- participaron en la producción de las
pericias de tales especialidades, que fueron
ordenadas en la causa n° 2127/2186 del registro del
TOCF n° 2, tanto por el magistrado que instruyó tal
proceso como el tribunal de mérito que llevó
adelante el enjuiciamiento penal.
De esta forma, se cuenta con los informes
presentados por los peritos Castex y García en estas
actuaciones, y con los dictámenes periciales
producidos en la citada causa n° 2127/2186, como así
también con las versiones taquigráficas de las
declaraciones vertidas por dichos peritos en el
juicio celebrado en esa causa y con los registros de
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Finalizada la recepción de la prueba
testimonial, no habiendo otra prueba que producir en
el juicio, el tribunal ordenó, con la conformidad de
las partes -según cada caso-, y en los términos de
los artículos 391 y 392 del C.P.P.N. la
incorporación por lectura de la prueba testimonial,
documental y pericial que fue detallada en el acta
de debate agregada a fs. 6083/6315 y que, dada su
extensión, se da por reproducida en este acto.
Ello, sin perjuicio de que las piezas
procesales serán oportunamente mencionadas en forma
expresa al momento de analizar la eventual
vinculación que los encausados habrían tenido con
los hechos objeto de imputación.
V. Discusión final
En la oportunidad que contempla el art.
393 del C.P.P.N., las partes procedieron a formular
sus alegatos.
Las versiones taquigráficas de esos
postulados y peticiones de las partes, y los
registros de audio y video de las exposiciones que
efectuaron en las correspondientes audiencias,
complementan e integran el acta de debate labrada
por Secretaría a los fines del artículo 394 del
C.P.P.N.
Por ello, y por razones de brevedad,
corresponde en principio remitirse a cuanto resulta
de todas esas constancias.
Sin embargo se procederá, en primer lugar,
a reseñar someramente el alcance de los alegatos
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perjuicio de la administración pública (arts. 12,
19, 20, 29 –inc. 3°-, 40, 41, 45, y 174 –inc. 5° y
último párrafo- en función del 173 -inc. 7°- del
Código Penal de la Nación; y 530 y 531 del Código
Procesal Penal de la Nación).
A su vez, peticionó la absolución de los
nombrados en orden al delito de estrago culposo, por
el que fuera requerida la elevación a juicio de los
encartados.
B) En segundo lugar, el Dr. Dalbón,
integrante del antes referido grupo de querellas,
manifestó disentir con el Dr. Moral en cuanto a la
asignación de responsabilidad por los hechos
ventilados en la presente, por considerar que el
responsable de la tragedia fue el Sr. Córdoba, quien
conducía la formación.
Es por ello que solicitó la absolución de
Julio Miguel De Vido y Jorge Gustavo Simeonoff;
además de peticionar al Tribunal una certificación
de la causa FSM 46005059/2013 que tramita ante el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal n° 2 de San
Martin, caratulada “López, Daniel Alberto s/estrago
culposo agravado”, a los fines de impulsar una
investigación contra el Sindicato La Fraternidad.
C) En tercer lugar efectuó su alegato el
Dr. Menghini, que encabeza el grupo de querellas
“B”, quien solicitó que el Tribunal condene a Julio
Miguel De Vido como autor del delito de
administración fraudulenta en perjuicio de la
administración pública, en concurso real con el
delito de estrago culposo agravado por haber causado
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resultar partícipe necesario del delito de
administración fraudulenta agravada por haber sido
cometida en perjuicio de la administración pública,
en concurso real con el delito de estrago culposo
agravado por haber causado la muerte de cincuenta y
dos (52) personas y lesiones en 789 personas, en
calidad de autor (artículos 12, 20, 29, inc. 3°, 40,
41, 45, 55, 174 inc. 5° y último párrafo, en función
del art. 173 inc. 7°, 196 primer y segundo párrafo
del C.P.) y a Jorge Gustavo Simeonoff a la pena de
tres (3) años y seis (6) meses de prisión,
inhabilitación especial perpetua, accesorias legales
y costas, por resultar partícipe necesario del
delito de administración fraudulenta agravada por
haber sido cometida en perjuicio de la
administración pública, en concurso real con el
delito de estrago culposo agravado por haber causado
la muerte de cincuenta y dos (52) personas y
lesiones en 789 personas, en calidad de autor
(artículos 12, 20, 29, inc. 3°, 40, 41, 45, 55, 174
inc. 5° y último párrafo, en función del art. 173
inc. 7°, 196 primer y segundo párrafos del C.P.).
Asimismo, peticionaron que se evaluara el
dictado de la prisión preventiva respecto de los
acusados, considerando en cada caso las
circunstancias personales.
E) En quinto lugar efectuó su alegato el
Sr. Fiscal General, Dr. Juan Patricio García
Elorrio, quien solicitó que el Tribunal condenara a
Julio Miguel De Vido como partícipe necesario
penalmente responsable del delito de administración
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A) Efectuaron sus alegatos la Defensora
Pública Oficial, Dra. Paola Bigliani y el Defensor
Público Coadyuvante, Dr. Joaquín Pieroni, en
representación de Jorge Gustavo Simeonoff, quienes
solicitaron al Tribunal la absolución de culpa y
cargo de su asistido en orden a los delitos por los
que fuera acusado.
En subsidio, y para el caso de que el
Tribunal dictase un pronunciamiento condenatorio
solicitaron que se le imponga el mínimo legal –de
dos años-, y se disponga la modalidad de ejecución
condicional como cumplimiento de la pena.
Asimismo, peticionaron que no se haga
lugar a la prisión preventiva solicitada por el Dr.
Menghini, y a todo evento, para el caso de que el
Tribunal resuelva contrariamente a lo solicitado,
formularon reserva de recurrir en casación y a
introducir la cuestión federal en los términos de lo
normado en el artículo 14 de la ley 48.
B) Por último, brindaron sus alegatos los
Dres. Sancinetti, Rusconi y Palmeiro, letrados
defensores de Julio Miguel De Vido, quienes
plantearon en forma preliminar la nulidad de las
acusaciones, por indefinición del hecho y por
violación al principio de congruencia; y solicitaron
al Tribunal la absolución de culpa y cargo del Sr.
Julio Miguel De Vido.
Peticionaron también la extracción de
testimonios por la presunta comisión del delito de
falso testimonio del perito Brito; y con relación al
testigo Despouy con respecto a la omisión de
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lo que corresponde, en razón de brevedad, remitir
sin más al contenido de dichas constancias.
Y CONSIDERANDO:
I. Los planteos de nulidad interpuestos
por la defensa de Julio Miguel De Vido al formular
sus alegatos
Los Sres. Defensores del encartado De Vido
en la oportunidad prevista en el art. 393 del
C.P.P.N. plantearon la nulidad de las acusaciones
por indefinición del hecho y violación al principio
de congruencia.
Consideraron que correspondía declarar la
nulidad absoluta de los alegatos de las partes
acusatorias, en tanto violatorios del debido
proceso, al no contarse con una atribución fáctica
que fuese clara, precisa y circunstanciada, contando
con los condicionantes de tiempo, modo y lugar
permitiendo así ser debidamente controvertidos por
esa parte. Agregaron que todo ello afectaba de un
modo lesivo a la garantía del derecho de defensa.
Sin perjuicio de que se impone remitir a
la totalidad de los argumentos que se encuentran
volcados en las versiones taquigráficas y registros
de audio y video, para evitar repeticiones
innecesarias, se hará ahora una reseña de los
lineamientos más básicos que motivan el planteo.
Los letrados argumentaron que los alegatos
reflejaban a su criterio el vicio que ya habían
señalado que tenían los requerimientos de elevación
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Los abogados defensores expresaron que
tampoco se había especificado el resultado de esas
acciones –es decir, el perjuicio patrimonial que
habrían ocasionado-, ni se describió la conducta que
el señor De Vido habría realizado para favorecer a
las autoridades de TBA; ni se pudo determinar quién
habría transferido las sumas de dinero por los
servicios brindados, a las que hicieran alusión las
acusaciones.
Que ello era de relevancia penal, toda vez
que de no encontrarse probados estos extremos no
existiría daño patrimonial alguno y faltaría
consecuentemente un elemento esencial del delito
previsto en el art. 173 inciso 7° del C.P.
En esa línea adujeron que tampoco se
corroboró, que De Vido hubiera ordenado esos pagos,
no siendo posible entonces considerar su
participación necesaria, toda vez que no había
realizado una acción que hubiere causado un
perjuicio patrimonial, ni había cooperado con el
comportamiento típico de otro.
Consideraron que ese punto era de
relevancia porque la participación es punible
siempre y cuando comience la ejecución el autor
principal. Sin embargo, no se había definido quién
era el autor ni cuándo comenzó la ejecución de la
acción. Que una participación omisiva en un delito
cometido por omisión, no podía ser por lo tanto una
cooperación sin la cual no hubiese sido posible
cometer el hecho también omisivo.
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delito de estrago culposo en coautoría. Que, sin
embargo, en el alegato solo imputó por
administración fraudulenta, en grado de coautor.
La querella “B” en el requerimiento de
elevación a juicio, le había atribuido la
participación necesaria del delito de administración
fraudulenta, en concurso real con el delito de
estrago culposo en coautoría; mientras que en el
alegato solicitó condena por la autoría del delito
de administración fraudulenta, en concurso real con
la autoría del delito del estrago culposo.
Que, por su parte, los representantes de
la Oficina Anticorrupción le habían imputado a su
asistido en el requerimiento de elevación a juicio
la participación necesaria en el delito de
administración fraudulenta, en concurso real con el
delito de estrago culposo en coautoría; mientras que
solicitaron la condena por participación necesaria
en el delito de administración fraudulenta, en
concurso real con la autoría del delito de estrago
culposo.
Los abogados manifestaron también que el
Ministerio Público Fiscal en la requisitoria de
elevación a juicio había imputado la participación
necesaria del delito de administración fraudulenta,
en concurso real con el delito de estrago culposo en
coautoría; mientras que en el alegato solicitó
condena por participación necesaria en el delito de
administración fraudulenta en concurso real con la
autoría del delito de estrago culposo.
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Sentado lo expuesto, abocados a resolver
los planteos interpuestos, se adelanta que, por las
distintas razones que se habrán de señalar, los
pedidos de nulidad serán desestimados.
Pues bien, con relación a la alegada
nulidad por la indefinición de los hechos objeto de
acusación es menester advertir que este planteo
resulta objetable, toda vez que importa, en esencia,
una reiteración de gran parte de los argumentos ya
utilizados al atacar los requerimientos de elevación
a juicio durante la tramitación de la causa y al
plantear las cuestiones preliminares al inicio del
debate.
En efecto, corresponde recordar, tal como
lo apuntaron las acusaciones que, durante la etapa
de instrucción, a fs. 4256/77 los entonces
defensores de Julio Miguel De Vido plantearon la
nulidad de los requerimientos de elevación a juicio.
En concreto solicitaron la declaración de
nulidad de los realizados por los entonces grupos de
querellas n° 1 y 3 –por considerar que la imputación
no era válida, a partir de una falta de
determinación precisa de la conducta imputada, de
valoración razonada de pruebas que permitan tener
por probadas esas conductas y por haber omitido el
fundamento de su relevancia jurídico-penal- y que
dicha declaración de nulidad tornaba procedente la
excepción de falta de acción por haber sido
ilegalmente promovida, conforme inciso 2° del art.
339 del C.P.P.N.. También atacaron los restantes
requerimientos acusatorios, refutando la imputación
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entonces defensores de Julio Miguel De Vido
interpusieron las vías impugnativas a su alcance;
resultando denegados los recursos de reposición (a
fs. 1876/9) y de casación (a fs. 4880/1).
No obstante considerar que las decisiones
aludidas se encuentran alcanzadas por los principios
de preclusión y progresividad, en atención a que los
argumentos defensistas se dirigen a invocar
supuestas violaciones al derecho de defensa en
juicio del encausado De Vido, a fin de resguardar
los intereses del justiciable el Tribunal habilitará
el debido tratamiento jurisdiccional de estos
agravios.
Ahora bien, no se debe pasar por alto que,
tal como lo pusieron de relieve las partes
acusadoras, la jurisprudencia consolidada en materia
de nulidades procesales ha establecido que éstas son
y han sido siempre de interpretación restrictiva, y
más todavía, aún en aquellos casos en que los
litigantes invocan pretendidas causales de nulidad
de carácter absolutas, también en tal supuesto es
menester que la parte cumpla con una carga
inexorable, que consiste en acreditar un concreto y
efectivo perjuicio para el derecho de defensa en
juicio.
Estos principios son harto conocidos,
inclusive a través de ciertas máximas o adagios que
rezan que no hay nulidad por la nulidad misma, y
que, ante planteos de este tipo, ha de estarse por
la estabilidad y mantenimiento de los actos
procesales que pretenden reputarse írritos.
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nº 2939 “Rivero, Jorge H. y otros s/ recurso de
casación”, reg. 89/04, rta. el 05/03/04).
En ese sentido, se observa que los
acusadores al efectuar sus alegatos siguieron la
línea de los requerimientos de elevación a juicio
presentados en los términos del art. 346 del código
ritual.
En su exposición detallaron, con el
alcance que las normas del proceso exigen, las
condiciones en que el suceso se produjo y la
intervención que le cupo al imputado, y señalaron
las razones que les permitieron sostener su
responsabilidad en los hechos, a partir de la prueba
incorporada al debate. También esgrimieron la
calificación legal que consideraron adecuada y la
solicitud de pena respecto del acusado.
Resulta tan evidente que en modo alguno se
afectó al derecho de defensa del encausado De Vido
que tanto él mismo en oportunidad de brindar su
descargo en la audiencia del día 11 de julio del año
en curso, como sus abogados defensores al efectuar
los alegatos pudieron confutar todos y cada uno de
los argumentos sobre los cuales los acusadores
basaron la imputación.
De todo ello se colige, que los actos
acusatorios cuya validez se pretende cuestionar,
permitieron al imputado defenderse.
En esta inteligencia se advierte que no se
encuentra cumplido el requisito indispensable de
indicar de qué forma el enjuiciado –y su defensa
técnica fueron privados contradecir las
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encuentra su límite en el ajuste del pronunciamiento
a los hechos que constituyen la materia del juicio”
(Fallos: 314:333 –con cita de Fallos: 186:297;
242:227; 246:357; 284:54; 298:104; 302:328; 482 y
791 – 315:2969; 319:2959; 320:431, voto de los
jueces Moliné O’ Connor y López; 321:469 – con cita
de Fallos: 310:2094 y 312:2370, entre otros-, lo
destacado nos pertenece).
Es por ello entonces que, siguiendo esta
premisa, pasaremos a hacer un breve análisis de los
hechos objeto de imputación en esta causa.
De la lectura de las actuaciones se
observa que la misma base fáctica informada a Julio
Miguel De Vido al prestar declaración indagatoria
(confr. fs. 3663/3669) fue la considerada al dictar
el auto de procesamiento de fs. 3797/3885. Que
también los requerimientos de elevación a juicio a
los que se hizo referencia con anterioridad en esta
sentencia partieron de ese marco, al igual que las
acusaciones efectuadas en la oportunidad prevista
por el art. 393 del C.P.P.N.
Pues bien, de los actos procesales antes
detallados queda claro que los hechos investigados y
reprochados fueron siempre los mismos: por un lado,
la imputación vinculada a la falta de manutención de
los bienes del Estado dados en concesión y el
consecuente perjuicio económico provocado al erario
público; y por otro, el suceso acontecido el 22 de
febrero de 2012, que se produjera según la tesis de
los acusadores como correlato de la prestación del
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la posibilidad de ejercer su defensa material y
técnica de las imputaciones por él conocidas.
En ese sentido, la distinta interpretación
que las acusaciones pudieran haber hecho en cuanto a
la calificación, los grados de participación o la
forma concursal elegida no restringe el derecho de
defensa ni afecta el principio de congruencia, toda
vez que aquélla puede variar a lo largo del proceso
en la medida en que no sea sorpresiva y -como ya se
ha repetido- se mantenga la identidad fáctica en las
diferentes instancias del proceso.
Será en definitiva sobre esa base fáctica
que se dictará la sentencia, exclusivamente limitada
con relación a esos aspectos de hecho, aunque
pudiendo en cambio variar la calificación legal que
se considere aplicable al caso.
Por todo lo expuesto corresponde rechazar
los planteos de nulidad interpuestos por los señores
defensores de Julio Miguel De Vido y tener presente
las reservas efectuadas.
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También se condenó al Gerente de
Operaciones de TBA S.A., Sergio Daniel Tempone, a la
pena de siete (7) años de prisión, por considerarlo
partícipe necesario del delito de administración
fraudulenta en perjuicio de la administración
pública, en concurso real con el delito de estrago
culposo agravado; y al Gerente de Material Rodante,
Roque Ángel Cirigliano a la pena de cinco (5) años
de prisión, accesorias legales y costas, por
hallarlo partícipe secundario de tales figuras
delictuales.
Asimismo, los magistrados condenaron a
Pedro Roque Raineri –inspector técnico y jefe del
depósito de Castelar- a la pena de cuatro (4) años
de prisión, accesorias legales y costas y a Daniel
Guido Lodola –gerente de la línea Sarmiento,
dependiente de la Gerencia de Operaciones- a la pena
de tres (3) años de prisión de ejecución
condicional, en orden al delito de estrago culposo
agravado, en calidad de autores.
El TOCF n° 2 condenó también al conductor
de la formación, Marcos Antonio Córdoba, a la pena
de tres (3) años y seis (6) meses de prisión,
inhabilitación especial para desempeñarse como
conductor de cualquier clase de formación
ferroviaria por el término de siete (7) años,
accesorias legales y costas, por considerarlo autor
penalmente responsable del delito de estrago culposo
agravado.
Por otra parte, resolvieron condenar al
Secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi a la
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En dicha sentencia se ordenó remitir
testimonios al Juzgado Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal n° 11, donde tramitara la causa
en la etapa instructora, para que se investigue la
posible responsabilidad penal en los hechos allí
juzgados respecto de Julio Miguel de Vido, Jorge
Gustavo Simeonoff, Julio César Pastine, Ernesto
Ianni, Silvia Emilse López, Francisco Vacca, José
Nicanor Villafañe, Gabriela Stortoni y Horacio
Faggiani.
Con relación a ello, cabe poner de resalto
que por resolución agregada a fs. 5180/5193 el Juez
instructor resolvió sobreseer a los antes nombrados
Pastine, Ianni, López, Vacca, Villafañe, Stortoni y
Faggiani en orden a los hechos imputados; mientras
que la investigación avanzó respecto de los aquí
juzgados Julio Miguel de Vido y Jorge Gustavo
Simeonoff, hasta arribar al pronunciamiento que aquí
nos ocupa.
La sentencia dictada por el TOCF n° 2 a la
que se hizo referencia precedentemente fue recurrida
por las partes, y con fecha 8 de mayo de 2018 se
expidió al respecto la Sala III de la Cámara Federal
de Casación Penal.
En dicho pronunciamiento se decidió hacer
lugar parcialmente a los recursos de casación
deducidos por el representante del Ministerio
Público Fiscal y la querella individualizada con el
número 3; casar parcialmente los puntos dispositivos
XVII, XVIII y XIX de la sentencia impugnada y
condenar a Ricardo Raúl Jaime por resultar partícipe
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impugnada, disponiendo condenar a los encartados en
orden a los mismos delitos, calificaciones legales y
grados de participación escogidas por los jueces del
TOCF n° 2, aunque reduciendo las penas impuestas.
Así, resolvieron condenar en definitiva a
Sergio Claudio Cirigliano a la pena de siete (7)
años de prisión; a Marcelo Alberto Calderón y a
Jorge Álvarez a la pena de seis (6) años de prisión;
a Juan Pablo Schiavi a la pena de cinco (5) años y
seis (6) meses de prisión; a Carlo Michele Ferrari,
Jorge Alberto de los Reyes, Carlos Esteban Pont
Verges y a Sergio Daniel Tempone a la pena de cinco
(5) años de prisión; a Víctor Eduardo Astrella,
Laura Aída Ballesteros, Guillermo Alberto D
´Abenigno, Francisco Adalberto Pafumi y Antonio
Marcelo Ricardo Suárez a la pena de cuatro (4) años
de prisión; a Roque Ángel Cirigliano a la pena de
tres (3) años y seis (6) meses y a Pedro Roque
Raineri, José Doce Portas, Oscar Alberto Gariboglio
y Alejandro Rubén Lopardo a la pena de tres (3) años
de prisión.
El tribunal revisor también resolvió
reducir la pena impuesta a Marcos Antonio Córdoba,
condenándolo en definitiva como autor penalmente
responsable del delito de estrago culposo agravado
por haber causado la muerte de cincuenta y dos (52)
personas y lesiones en setecientas ochenta y nueve
(789) personas, a la pena de tres (3) años y tres
(3) meses de prisión, inhabilitación especial para
desempeñarse como conductor de cualquier clase de
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probados tal como se hizo referencia
precedentemente, se analizará en forma concreta la
eventual participación que les cupo en aquéllos
sucesos a las personas que fueran sometidas a
juzgamiento en este juicio, según sea el caso.
En esa línea se hará una explicación de
las circunstancias puntuales traídas a juzgamiento
ante este tribunal y que fueran ventiladas en el
juicio oral concretamente respecto de los consortes
de causa Julio De Vido y Jorge Gustavo Simeonoff.
En primer término, entonces, se procederá
a exponer de una manera sucinta los sucesos
probados, individualizados en los pronunciamientos
mencionados anteriormente como “hechos “n° 1” y “n°
2”; sin perjuicio de remitirnos en un todo a la
profusa prueba citada y utilizada a los fines de
tenerlos por acreditados.
Sin perjuicio de que tal como lo
esgrimiera la defensa de Julio Miguel De Vido el
hecho n° 1 podría haber sido el encuadrado bajo la
figura del estrago culposo -ya que fue a partir del
cual se inició la investigación-, se seguirá en este
pronunciamiento la línea expositiva de los
anteriores, que tomaron como sustento el orden
cronológico en el que acontecieron los sucesos.
2. Hecho n° 1
Se ha tenido por acreditado que los
integrantes del Directorio de Trenes de Buenos Aires
S.A. y aquellos que conformaban de hecho su Comité
Ejecutivo, en su carácter de titulares y como máxima
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circunstancias produjeron un incremento indebido del
riesgo propio de una actividad particularmente
riesgosa y específicamente reglamentada y que esa
decisión empresarial estaba orientada a obtener una
rebaja de los recursos económicos que se destinaban
a las reparaciones periódicas y mantenimiento diario
del material rodante, generando una disminución de
la vida útil del mismo.
Se tuvo por acreditado que todo ello tenía
el claro objeto de procurar a su empresa controlante
–Cometrans S.A.- un magnífico producto económico.
Ello, toda vez que a través de ese particular diseño
corporativo se mantuvieron los beneficios y efectos
de un contrato ficticio de asesoramiento integral
entre TBA S.A. y la firma Cometrans S.A.
El tribunal consideró que dentro de ese
mismo esquema quedó probada la solicitud anticipada
de reconstrucción integral del material rodante,
realizada con fondos aportados por el Estado
Nacional. En ese sentido, gracias a la connivencia
de algunos funcionarios, la reconstrucción referida
fue otorgada a la empresa Emprendimientos
Ferroviarios S.A. (EMFER), sociedad que también era
controlada por Cometrans. Así se comprobó esta
segunda vía de incremento de los réditos económicos
de esta última, sin la necesidad de efectuar
erogación alguna.
En este contexto fue acreditado que José
Doce Portas, Oscar Alberto Gariboglio y Alejandro
Rubén Lopardo, en su calidad de miembros integrantes
del Directorio de la firma Cometrans S.A. prestaron
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política empresaria que llevaba adelante la firma
TBA S.A. y pese a las alertas constantes que
recibieron de parte de la CNRT y la AGN, emplearon
las artimañas burocráticas a su alcance para
obstruir la posibilidad de que se adopte alguna
medida para evitarlo.
A continuación, se hará mención a las
premisas del razonamiento que concluyeron en la
acreditación de los hechos antes mencionados. Estos
supuestos de hecho han sido validados por la Alzada
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las tareas de mantenimiento se mantuvo inalterable,
por tratarse de un pilar fundamental para mantener
la seguridad del servicio y de los pasajeros (art.
10 de la ley 25.561, art. 11 del decreto 2075/02 de
emergencia ferroviaria y art. 2 del decreto
1090/02).
También se determinó que no se habían
visto afectadas las obligaciones asumidas por la
autoridad de aplicación respecto del mantenimiento
de los bienes (art. 2 de la resolución 308/02 del
Ministerio de Economía y art. 3 de la resolución
1770/08 de la CNRT).
En esta línea, otra de las afirmaciones
fácticas fue el deficiente mantenimiento de los
bienes dados en concesión, frente a su relevancia
como forma necesaria para garantizar el servicio
público y la seguridad de los pasajeros.
Sobre este punto destacaron el testimonio
de Horacio Alberto Cecchino, ingeniero ferroviario y
encargado del área de material rodante de la
Gerencia de Seguridad del Transporte de la CNRT, en
punto a su explicación sobre lo ciclos de
mantenimiento de los coches, que se realizaba por
kilometraje.
Sin embargo, pese a la relevancia de esta
tarea se acreditó en el juicio denominado “Once I”
que tanto el Comité Ejecutivo como el Directorio de
TBA S.A. decidieron no respetar los ciclos de
reparaciones del material rodante y hacer caso omiso
a las reiteradas intimaciones que le efectuaba el
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determinó que la empresa no contaba con el grado de
cumplimiento necesario en sus respectivos planes de
mantenimiento para una adecuada gestión del
servicio; razón por la cual se aplicaron multas en
los términos de la resolución n° 1770/08 de la CNRT.
En ese sentido, los magistrados tuvieron
por acreditado que TBA S.A. fue la concesionaria que
por diferencia más sanciones pecuniarias recibió y,
además, la que mayor cantidad de descarrilamientos
generó.
Asimismo, el tribunal destacó que de las
inspecciones realizadas se había constatado que no
había ningún coche en proceso de reparación general
ni tampoco estaba programada ninguna para los
períodos informados, sino solamente coches en
proceso de reconstrucción bajo la inversión de dos
contratos en distintas etapas de avance.
Por ello concluyeron que el único modo en
que se hacían reparaciones profundas al material
rodante era por medio de reconstrucciones totales
abonadas por el Estado Nacional, presentadas como
obras de inversión. Esto coincide además con el
contenido de la nota GST 1994 de fecha 25 de agosto
de 2010, suscripta por el ingeniero Faggiani.
Otras de las premisas consideradas por los
jueces fue que el catastrófico estado situacional de
la flota de la línea Sarmiento motivó la
intervención de la empresa, ordenada a partir del
dictado de la resolución n° 199/12 del 28/02/12, del
Ministerio de Planificación Federal, Inversión
Pública y Servicios de la Nación. Para tal labor se
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de mantenimiento a su cargo, con el único objetivo
de obtener una drástica rebaja de los costos
económicos, y así procurar a su empresa controlante
-Cometrans S.A.- un magnífico beneficio económico.
En este contexto, los magistrados
entendieron que las dos maniobras por medio de las
cuales se tuvo por acreditada la existencia del
lucro indebido y su obtención fueron, por un lado,
la disminución de la vida útil del material rodante
que les permitía solicitar anticipadamente su
reconstrucción integral y contratar así a la empresa
EMFER S.A. –también controlada por Cometrans S.A.-;
y, por otro, los beneficios obtenidos por esta
última sociedad a raíz de la vigencia de un contrato
ficticio de asesoramiento.
Con relación a la primera maniobra los
jueces tuvieron en consideración que TBA S.A. se
había amparado en una maliciosa interpretación de
los alcances del decreto de emergencia ferroviaria
n° 2075/02 para abandonar por completo las tareas de
mantenimiento que se encontraban a su cargo.
Vincularon ese hecho en forma directa con el
compromiso contractual asumido por Cometrans S.A.
Sobre este punto mencionaron que al
llevarse a cabo el proceso de privatización del
servicio ferroviario se les exigió a las
concesionarias la asociación con empresas
internacionales del rubro, para que cumplieran la
función de asistente técnico. Que, en el caso de
esta concesión, al inicio ejerció dicho rol la
empresa Burlington Northern Railroad Company, la
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importaba no tener que contratar a una empresa
internacional para que le provea el servicio de
asistencia técnica al cumplimiento de las tareas de
mantenimiento, decidió forjar esa relación
contractual a sabiendas de que se trataba de una
prestación innecesaria.
De esta forma, en lugar de destinar esos
recursos económicos a las reparaciones periódicas y
al mantenimiento diario del material rodante,
pagaban el asesoramiento de su empresa controlante,
respecto de la cual se determinó que no se
encontraba en condiciones de afrontar los
compromisos profesionales asumidos en dicho contrato
ni de asumir la asistencia técnica en los términos
exigidos por el concedente.
Es que se comprobó que Cometrans S.A. se
comprometió en brindar un servicio que sobrepasaba
su objeto societario (confr. acta de Asamblea
General Extraordinaria nro. 6, del 04/01/94 y
declaración del perito Fernández). Sobre esa base el
tribunal concluyó que dicha firma había asumido el
compromiso de brindar una serie de tareas ajenas a
su finalidad societaria, para las cuales ni siquiera
contaba con personal especializado. Como
contrapartida TBA S.A. se obligó a abonar sumas
exorbitantes por una prestación que ni siquiera le
era necesaria.
Los jueces también tuvieron por acreditado
que dicho acuerdo había sido firmado sin cumplir con
el trámite de aprobación fijado por el contrato de
concesión ante la autoridad de aplicación.
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nro. S02:0075912/13 (S01:0165280/10) “Obra:
Reconstrucción y modernización de 58 coches
eléctricos Toshiba. Redeterminación de precios”, al
que se hará referencias más adelante en virtud de
haber sido uno de los elementos probatorios
especialmente valorados por las acusaciones en el
marco del debate llevado a cabo en esta causa.
El tribunal también tuvo por acreditados
estos compromisos societarios a los fines de
facilitar la maniobra juzgada por el contenido de
las carpetas azules identificadas como
“Redeterminación definitiva de precios.
Reconstrucción y modernización de 58 coches
eléctricos Toshiba. Línea Sarmiento. Adjunto nota
GAP 2012-045” y la Actuación de la AGN nro. 504/07.
Ello también fue corroborado en el juicio por el
testigo Leandro Despouy, titular de la AGN.
Con todo este plexo probatorio los jueces
del TOCF n° 2 tuvieron por probado el circuito por
el cual la concesionaria no hacía las tareas de
mantenimiento diario y las reparaciones periódicas y
generales que contractualmente se encontraba
obligada a realizar. Por su parte, el Estado
Nacional, en lugar de tomar medidas, abonaba el
costo de su reconstrucción subsanando tales
omisiones. La tarea era asignada a EMFER S.A., a
través de un proceso de oferta de precios sin
control estadual, que fue considerado irregular
tanto por la CNRT como por la AGN; todo lo cual
había sido puesto en conocimiento de la Secretaría
de Transporte.
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eléctrica; inversiones que no perduraban en el
tiempo y decaían con una frecuencia mayor de la
esperada.
Dentro del razonamiento de los juzgadores
otro punto clave fue que la maniobra delictiva antes
descripta fue desplegada con anuencia de los
funcionarios públicos que sucesivamente ocuparon la
Secretaría de Transporte de la Nación –Ricardo Raúl
Jaime entre el 28 de mayo de 2003 y el 1° de julio
de 2009 y Juan Pablo Schiavi entre el 1° de julio de
2009 y el 7 de marzo de 2012-.
Los jueces valoraron que los nombrados
prestaron un aporte fundamental para la concreción
del hecho, lo cual se desprendió a su criterio del
cúmulo de alertas traducidas en notas y expedientes
que la CNRT fue labrando con motivo de los
reiterados incumplimientos que se verificaron
respecto de la empresa concesionaria.
Esas actuaciones, tal como se analizará
también en este decisorio, eran elevadas a
conocimiento y resolución de la Secretaría, sin que
en ese ámbito se adoptaran las medidas conducentes y
necesarias para encauzar la situación en la que se
encontraban los bienes concesionados y el servicio
de trenes.
Que como consecuencia directa de la
ejecución del plan criminal se vieron afectados los
derechos individuales de cada uno de los ciudadanos,
que recurrían a esta línea de ferrocarril en calidad
de usuarios, en violación de la protección que les
otorga el artículo 42 de la Constitución Nacional.
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3. Hecho n° 2
Los miembros del TOCF n° 2 tuvieron por
probado que el 22 de febrero del año 2012, entre las
08:30:01 y 08:30:08 horas, la formación chapa 16 que
en ese momento circulaba bajo el servicio nro. 3772,
impactó a una velocidad final de 20 km/h contra el
paragolpes ubicado en la cabecera del andén nro. 2
de la estación “Once de Septiembre” de la línea
Sarmiento, que por ese entonces explotaba la empresa
TBA S.A.
Los jueces tuvieron por acreditado que,
como consecuencia de la colisión se produjo el
acaballamiento del coche furgón n° 2618 por sobre el
coche cabecera n° 2149, elevándose el primero de los
referidos por sobre el nivel de las restantes
unidades del convoy, e ingresando en el interior del
salón de pasajeros de aquel que encabezaba la
formación.
Que fue por esa razón que se causó el
aplastamiento del pasaje que se trasladaba en
condiciones de hacinamiento, ocasionando la muerte
de cincuenta y una personas y una por nacer.
Se determinó a su vez que en virtud del
suceso se provocaron lesiones de diversa índole a un
total de setecientos ochenta y nueve usuarios del
servicio ferroviario mencionado.
Fue acreditado que la formación
siniestrada era conducida por el luego condenado
Marcos Antonio Córdoba, quien violó reglas de la
buena conducción ferroviaria y la normativa que rige
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velocidad dentro de la cabina de conducción del tren
chapa 16; por la inacción de TBA S.A. ante los
reportes en vivo recibidos de los equipos de
ubicación satelital que informaban velocidades por
encima de las permitidas; así como por la
implementación de un sistema de GPS que priorizó
aspectos comerciales por sobre la seguridad del
servicio.
El particular modo de frenado que poseía
la formación siniestrada también fue consignado en
la sentencia como una circunstancia que se
transformó en un riesgo incrementado que se concretó
en el resultado. Los jueces consideraron que el tren
chapa 16 circuló con la característica de “freno
largo”, lo cual significa que necesitaba una mayor
distancia para aplicar igual capacidad de frenado
que otras formaciones. Así, el peso de la formación
y el exceso de pasaje fueron valorados como
elementos determinantes para las distancias de
frenado habituales de un sistema de detención con
esas características.
En la misma línea, los magistrados
señalaron que el día del siniestro el convoy fue
puesto en circulación en las condiciones descriptas,
tras un fin de semana largo de cuatro días -era el
primer día hábil, después del feriado de carnaval- y
en el horario de mayor demanda de pasajeros, en una
fecha en la que se registraron cancelaciones previas
y demoras con relación al cronograma habitual de la
empresa.
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Se valoró también que el día del suceso se
había registrado además la cancelación de diferentes
servicios por falta de formaciones; circunstancia
que, sumado a las demoras con relación a su
cronograma habitual, ocasionó que a este tren
ascendiera mayor cantidad de personas que lo
habitual.
En ese sentido se corroboró que la
práctica corporativa implementada vinculada a la
cancelación y demoras en el servicio –conocido y
evitable por las autoridades de la empresa- importó
un incremento del riesgo permitido que tuvo su
correlato en el resultado final.
En la sentencia se precisó también la
incidencia que tuvo en el siniestro las
características del paragolpes ubicado al fin de vía
del andén nro. 2 de la Estación Once de Septiembre.
En esa línea se detalló que se trataba de un sistema
hidráulico sin operar que, por tal motivo, adoptó la
forma de paragolpes del tipo fijo o estático. Que,
por ello, al no haber recuperado el concesionario el
estado de los bienes que le fueron concedidos y no
haber reparado y acondicionado debidamente el
paragolpes en cuestión, se le quitó capacidad de
absorción de energía al sistema instalado.
Este incumplimiento incidió en forma
directa para los jueces en la producción del
resultado final, porque de haber TBA S.A. realizado
las tareas a las que se había obligado
contractualmente, el paragolpes hubiese absorbido un
porcentaje no determinado de la energía emergente
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una drástica rebaja de los recursos económicos que
se destinaban a reparaciones periódicas y
mantenimiento diario del material rodante -generando
una disminución de su vida útil y con el objeto de
procurar a la empresa controlante Comentrans S.A. un
rédito económico- fue posible a partir de la falta
de control de las autoridades en cuanto a la
operación del sistema de transporte ferroviario de
pasajeros, fijada en el contrato de concesión.
Asimismo, se comprobó que esta política ocasionó un
evidente perjuicio económico al Estado Nacional.
Por ello en el próximo apartado se
enunciarán las conductas probadas por las
acusaciones respecto del imputado De Vido, que
facilitaron la perpetración del hecho
individualizado bajo el número “1”. Su participación
en dicho suceso ha quedado debidamente acreditada de
acuerdo a las reglas de la sana crítica y conforme
las pruebas producidas en el juicio, sumadas a las
incorporadas a él por lectura.
Tras ello se analizará la situación del
consorte de causa Jorge Gustavo Simeonoff con
relación al delito de administración fraudulenta;
para luego evaluar la situación de ambos encartados
frente a la imputación por estrago culposo.
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autoridades, según los términos establecidos en el
art. 6 del contrato de concesión.
De esta forma, resta ahora analizar los
eventuales aportes que Julio Miguel De Vido ha
brindado a ese accionar durante su gestión como
Ministro de Planificación Federal.
En ese sentido, corresponde señalar que
las maniobras antes referidas, reveladoras de la
administración infiel, conforme lo han probado las
acusaciones llegaron al ámbito de conocimiento y
decisión del exministro en forma paulatina, a través
de sucesivas alertas.
Este conocimiento sobre la deficiente
gestión de TBA S.A., a través de las advertencias de
los órganos de control y de los expedientes
tramitados se encontraron dentro del ámbito de
injerencia del Ministro, frente a hechos
perjudiciales para el patrimonio estatal, y que
debió evitar.
Sin perjuicio de que el bien jurídico
protegido –la fiel administración de los recursos
públicos- se hallaba en cabeza del Directorio y del
Comité Ejecutivo de TBA S.A., tal como será
analizado a continuación, a través del
quebrantamiento de sus deberes específicos Julio
Miguel De Vido benefició a la empresa concesionaria.
Así, sus aportes permiten configurar en el
caso la complicidad necesaria del encartado con
relación a la figura delictual en trato, dado el rol
que ejercía dentro del organigrama de la
administración central.
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por acreditados el hecho y la intervención que le
cupo al encartado, en el orden expositivo que sigue.
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Sobre este punto corresponde señalar que
si bien el artículo 6.4.1. originariamente preveía
que la autoridad de aplicación era el Ministerio de
Infraestructura y Vivienda, con posterioridad se
sucedieron diversas reorganizaciones ministeriales.
De esta forma, en el año 2003, cuando se
creó el Ministerio de Planificación, Inversión
Pública y Servicios quedó establecido que éste debía
ejercer las funciones de autoridad de aplicación de
las leyes que regulan el ejercicio de las
actividades de su competencia (ver decreto 1283/2003
que modifica el art. 21 de la ley de Ministerios).
Esta circunstancia se encuentra
corroborada también a partir de los dichos de los
testigos Graciela Elsa Cavazza -Directora de
Planificación de Transporte Ferroviario de la
Subsecretaría de Transporte-, Fernando Julio Cortéz
–de la Gerencia de Concesiones Ferroviarias de la
CNRT-, Rafael Enrique Llorens –Subsecretario Legal
del Ministerio de Planificación-, Martín Gabriel
Ferreiro –Asesor de la Secretaría de Transporte- y
Orlando José Rébora –Gerente de Administración de
Contratos y de Relaciones con el Estado de TBA S.A.
Ellos fueron contestes en señalar que el Ministro
era la autoridad de aplicación del contrato.
Así, más allá de que los defensores de
Julio De Vido criticaron el uso indiscriminado de
este concepto por parte de las acusaciones y
argumentaron que los jueces del TOCF n° 2 habían
valorado que los inmediatos inferiores jerárquicos
del exministro cumplían el rol de brazo ejecutor de
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contratos pendientes y la facultad de proponer
modificaciones, así como en lo que respecta a la
aplicación y el cumplimiento de los contratos de
concesión de transporte ferroviario (ver incisos e)
y f) del art. 14 de la mentada ley).
De esta forma, más allá de que el imputado
y sus defensores hicieron referencias a que la
competencia de control y fiscalización era una
función asignada a la CNRT –en razón de lo cual
tanto sus autoridades como las de la AGN habrían
tenido la obligación de denunciar las falencias
identificadas-, concretamente el marco legal vigente
le otorgó competencia directa al Ministerio para
encomendar a la CNRT la fiscalización de las
actividades a cuyo cargo se encontraba la operación
de los servicios ferroviarios (art. 15 de la ley
26.352).
De ello se colige que esa facultad de
encomendar tareas de fiscalización no es lo mismo
que desentenderse de las competencias atribuidas
específicamente al Ministerio en el articulado
anterior.
Es que, frente al plexo normativo citado
se advierte que bajo la órbita de actuación del
Ministro no se encontraba solamente la CNRT (cuyo
estatuto fue aprobado por decreto 1388/1996), sino
también la Secretaría de Transporte, la
Subsecretaría de Transporte Ferroviario, y la Unidad
de Renegociación y Análisis de los Contratos de
Servicios Públicos –UNIREN-. Con relación a esta
última corresponde aclarar que su estructura será
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Así, el deber de supervisión sobre el
control y fiscalización del servicio de transporte
tiene por objeto la evitación de resultados dañosos.
En este contexto, el Estado, pese a haber delegado
el manejo, continuaba teniendo un interés especial y
se reservó las facultades de contralor.
En este marco, pese a la creación de
Secretarías dentro del Ministerio de Planificación o
la asignación de tareas de fiscalización a la CNRT,
esa descentralización no debe confundirse -en línea
con cierta doctrina que a continuación se cita-, con
la delegación de competencia, ni con un traspaso de
atribuciones, ni tampoco con un desprendimiento de
un deber funcional (confr. Marienhoff, “Tratado de
Derecho Administrativo”, Tomo I, Ed. Abeledo Perrot,
pág. 615).
Siguiendo esa tesis se trata simplemente
de una adjudicación de funciones a entes que siguen
dependiendo a través del poder jerárquico o del
control administrativo, según el caso (ver
Marienhoff, “Tratado…” antes citado).
Lo expuesto nos lleva a otro punto
esgrimido por la defensa del encartado y su defensa,
en cuanto a que la suya era meramente una
responsabilidad política. Tal afirmación no ha de
prosperar porque pretender negar su competencia en
lo atinente al transporte ferroviario contradice el
marco normativo antes expuesto y permite ser
descartado de plano a partir de la valoración
racional y objetiva de las pruebas producidas en el
debate.
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simultánea, por diferentes vías, mostrando
inequívocamente una situación de objetiva gravedad.
Así, más allá de que los abogados
defensores del imputado criticaron lo que
denominaron la “función omnipresente” atribuida a De
Vido por las acusaciones e insistieron en que las
competencias del Ministerio eran tan variadas que
resultaba imposible que el Ministro mismo se ocupara
de cuestiones tan específicas, ello no es suficiente
para explicar las razones por las cuales el
encartado en algunos casos intervino en el impulso
de rescisiones de contratos de otros concesionarios
y no así respecto de TBA S.A., empresa que fue
desvinculada de su prestación recién con
posterioridad a acontecida la tragedia.
Inclusive, y si bien este tema también
será abordado en los puntos que siguen, corresponde
adelantar que Julio Miguel De Vido, al intervenir el
contrato de concesión con el dictado de la
resolución n° 199/2012 del 28 de febrero de 2012,
fue claro en considerar que ese Ministerio de
Planificación Federal a su cargo era la autoridad de
aplicación del contrato, para lo cual invocó
expresamente que lo hacía en ejercicio de las
facultades conferidas por los incisos e) y f) del
artículo 14 de la ley 26.352 y el artículo 6.4.1 del
contrato de concesión. Es decir, su actuación tuvo
sustento en el marco normativo antes detallado.
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reiteraciones, en los apartados que tratan los
expedientes labrados en concepto de multas por
incumplimientos a las cláusulas del contrato; entre
ellos, los vinculados a faltas en la presentación de
los planes de mantenimiento. A su vez, se destaca
que su contenido fue el que sirvió de base para
elaborar los informes de la AGN y la SIGEN.
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marzo de 2012, que se vincula con tareas de campo
del período comprendido entre 2007 y 2009, ambos
inclusive. El informe en cuestión fue dirigido al
entonces Secretario de Transporte, Juan Pablo
Schiavi (confr. informe reservado en caja 43).
Más allá del contenido mismo de estos
informes de auditoría, se ha acreditado a partir de
las pruebas producidas en el juicio que la situación
allí documentada por la AGN llegó a conocimiento de
Julio De Vido y del personal dentro de su ámbito de
competencia, según cada caso.
Es que, su aprobación no implicó
únicamente la publicación de los informes, sino que
a los dos últimos se les otorgó un trámite
parlamentario, que incluyó un pedido de informes al
Poder Ejecutivo. De la lectura del trámite asignado
se encuentra acreditado, como se analizará más
adelante, que la información allí contenida fue
conocida por el exministro.
Esta afirmación encuentra sustento en los
dos expedientes procedentes de Congreso de la
Nación, aportados por la querella pública y que
fueron admitidos como prueba en los términos del
art. 388 del C.P.P.N. Se trata del expediente 159-S-
09 –formado con relación al tratamiento del informe
AGN 23/2008- y el expediente 176/2012, que tenía por
objeto tratar el informe de la AGN que se aprobó con
posterioridad a la tragedia, señalado bajo el número
16/12.
Con relación al expediente 159-S-09,
corresponde indicar que luego de la aprobación por
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detectadas por la CNRT mediante sus inspecciones de
seguridad a dicho material.”
Seguidamente agrega que “a juzgar por el
deficitario estado general de conservación que
presenta el sistema, la gestión del concesionario
puede caracterizarse como ineficaz, dado que no se
observa para el mantenimiento una respuesta técnica
acorde al estado en que se encuentran los bienes
concesionados. Cada una de estas situaciones
constituyen riesgos que atentan directamente contra
la seguridad de los usuarios del servicio y de
aquellos que, de algún modo, tienen contacto con el
sistema.”
Con relación al régimen de penalidades
señalaron en el punto I.d) que a partir de la
diferencia de criterios que sostienen las diferentes
áreas con respecto a la aplicación de multas por
incumplimientos, el órgano de control no había
sancionado a TBA con los alcances establecidos en el
artículo 16, inciso 1) del contrato, respecto al
mantenimiento de la señalización, del material
rodante y de la infraestructura dada en concesión.
Que además tampoco se había dado cumplimiento, en
ese entonces, a la elaboración y puesta en vigencia
de un nuevo reglamento de penalidades.
Por último, la Comisión Parlamentaria
Mixta destacó que los temas abordados en este
documento “ya habían sido analizados oportunamente
en el Informe de Auditoría aprobado por Resolución
AGN N° 201/03, evidenciando que ante el transcurso
del tiempo y el uso, la falta de mantenimiento
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A continuación, se encuentra agregada la
respuesta de la CNRT a dicho requerimiento. Se trata
de un dictamen de fecha 30 de agosto de 2010 de la
Gerencia de Seguridad, firmado por Horacio Faggiani
(fs. 17/22).
Allí se consigna que los expedientes sobre
sanciones correspondientes al período 2003 al 2007
se elevaron a la Subsecretaría de Transporte para
que se definan las sanciones, toda vez que no
existía en ese momento un régimen establecido y el
propuesto por la CNRT no había sido ni aceptado, ni
rechazado.
Se hizo mención a la resolución n° 1770/08
de la CNRT por la cual se dispuso que los
prestadores de servicios ferroviarios de pasajeros y
carga presenten cada año un plan de mantenimiento
anual. Se señalaron los incumplimientos por parte de
TBA, con remisión al informe de esa gerencia del 25
de enero de 2010, en el cual ya habían puntualizado
que “si bien Ferrovías, Metrovías y la UGOFE (…)
presentan diferentes grados de incumplimientos (…)
la situación de estos ferrocarriles no reviste la
gravedad de lo observado en Trenes de Buenos Aires
(TBA)”.
Que “en particular TBA presenta
estructuras notoriamente deficitarias en cuanto al
mantenimiento general de los bienes dados en
Concesión y es particularmente preocupante el estado
de abandono de los ramales con tracción Diesel (…)
En esta empresa el estado general del Material
Rodante y la Infraestructura entregada en concesión,
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Del análisis antes efectuado se aprecia
que estos informes, que tramitaron en el ámbito de
competencia del Ministerio de Planificación, y de
los cuales también tomó conocimiento la
Subsecretaría de Coordinación fueron enviados al
Congreso de la Nación mediante nota JGM 40, el 14 de
julio de 2011, firmada por el exjefe de Gabinete de
Ministros, Aníbal Fernández, que obra al comienzo
del expediente.
Su trámite a través de las dependencias
referidas da cuenta del conocimiento y por sobre
todo de la responsabilidad que le cabía al
exministro, frente al requerimiento del Poder
Legislativo. Es que la gravedad de la situación
informada tornaba imperativa la adopción de medidas
urgentes para revertir las falencias en el servicio
de transporte que afectaba el mantenimiento de los
bienes dados en concesión y la seguridad de los
usuarios.
No obstante, del trámite mismo del mentado
legajo se advierte que lejos de adoptar medidas, se
resolvió simplemente remitir una copia de lo actuado
a la UNIREN. Ello, aún pese a que dada la cantidad
de multas acumuladas que tenía TBA para ese
entonces, ya había superado el porcentaje para
rescindir el contrato. Estos temas serán abordados
en los apartados que siguen.
Asimismo, se aprecia de la lectura del
expediente anejado n° 176/2012, que también se
encuentran glosadas las actuaciones dadas al trámite
parlamentario correspondiente al informe AGN 16/12,
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remitidas al Congreso para ser presentadas ante la
Comisión Parlamentaria Mixta y se publican en la
página web oficial de la AGN. Indicaron que estos
pasos se habían cumplido con relación a los informes
sobre los que fueron interrogados, sobre la
concesión de TBA.
Por último, hemos de señalar que los
informes de auditoría revestían de tal relevancia
que hasta el testigo Florencio Randazzo señaló en su
deposición que para llevar adelante su gestión como
Ministro de Transporte se había basado tanto en los
informes de la AGN como de la SIGEN. Que, por su
importancia, al asumir esa función, había resuelto
que todos los informes que la AGN emitiera en la
materia debían ser obligatorios y vinculantes para
los operadores del sistema ferroviario.
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ferroviarias. Estado de situación económico-
financiero de sociedades prestadoras del servicio de
transporte ferroviario 2003/2010” (reservados en la
caja 2).
Por otra parte, el informe de auditoría
realizado en mayo de 2006 denominado “Informe de
auditoría trasversal. Transporte ferroviario de
pasajeros en el Área Metropolitana de Buenos Aires”
comunica claramente la problemática vinculada con la
situación del régimen sancionatorio (confr. pág. 28
y sgtes. del expediente, reservado en la caja 2). En
su última foja luce también agregada la nota de
remisión al Arquitecto Julio De Vido.
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Se advierte que esta posibilidad de
promover la rescisión directa del contrato por parte
de la autoridad de aplicación se halló habilitada en
el caso. Ello se encuentra corroborado, tal como lo
afirmó el Ministerio Público Fiscal, con el cúmulo
de sanciones aplicadas a TBA S.A. por la CNRT,
órgano fiscalizador del Ministerio de Planificación
Federal, documentadas en el listado obrante en el
anexo del decreto PEN n° 793/2012.
Mediante dicho acto administrativo se
rescindió el contrato de concesión suscripto con la
empresa, para lo cual fue determinante la cantidad y
montos de las multas aplicadas, que ascendieron a
una suma de más de setenta millones de pesos (confr.
listado de 520 expedientes referido, por penalidades
impuestas entre el 10 de julio de 2002 y el 3 de
febrero de 2012).
La particularidad sobre este punto, en lo
atinente a la inacción que se encuentra acreditada
por parte del exministro, es el trámite otorgado a
estos expedientes sancionatorios. Es que, conforme
luce de la prueba documental aportada por la CNRT,
Julio De Vido participó en forma directa en al menos
179 de dichos expedientes, que fueron remitidos para
su firma entre 2003 y 2010 (confr. listado aportado
mediante nota PV-2017-21769767, obrante en la
carpeta obrante en la caja 2 de la CNRT).
Ello encuentra su correlato en los dichos
de los testigos Martín Gabriel Ferreiro –Asesor de
la Secretaría de Transporte-, Fernando Julio Cortéz
–de la Gerencia de Concesiones Ferroviarias de la
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administrativo para refrendo. Sin embargo, nada se
hizo.
Que TBA S.A. había superado el tope de
aplicación de penalidades fue corroborado en el
debate por los testigos Fernando Julio Cortéz –de la
Gerencia de Concesiones Ferroviarias-, Hugo Marcelo
Vallone –Asesor de la Subsecretaría de Transporte
Ferroviario y luego Director Nacional de Transporte
Ferroviario y Andrés Avelino Juárez –Apoderado de
TBA S.A.-
Ello permite tener por probado que pese a
la existencia de este elemento objetivo –montos de
las multas- el titular de esa cartera ministerial,
no obstante haber tomado conocimiento a partir del
cúmulo de expedientes que eran girados a la firma,
no ejerció la facultad asignada por el art. 16 del
contrato, en punto a la posibilidad de promover la
rescisión de la concesión.
Sin embargo, como ya se ha señalado, ese
fue el temperamento que adoptó el propio De Vido en
el caso de las líneas San Martín, Roca y Belgrano
Sur, y posteriormente también con relación a TBA
S.A. en el año 2012, situación que da cuenta de que
el ejercicio de esa facultad no era algo novedoso o
desconocido para el exministro.
Las circunstancias apuntadas permiten
tener por corroborado que pese a que TBA S.A. se
encontraba en condiciones de ser apartada de la
concesión por la reiteración y acumulación de
penalidades, evidentemente tuvo un trato
preferencial porque a diferencia de otras
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acusaciones públicas a fs. 217/220 se encuentra
agregada la resolución n° 572 del 30 de diciembre de
2011, firmada por el exministro De Vido, por medio
de la cual se desestimó el recurso de alzada
interpuesto, haciendo saber que si bien se agotaba
la vía administrativa quedaba expedita la vía del
recurso previsto en el art. 100 del reglamento de
procedimientos administrativos.
Básicamente exacto procedimiento se
advierte de los expedientes que al igual que el
anterior también fueron incorporados por lectura al
juicio, que a continuación se detallan. Allí se
observa que frente a la imposición de multas y
rechazos de los respectivos recursos de
reconsideración interpuestos por TBA S.A., resueltos
por la CNRT, el exministro suscribió las
resoluciones por medio de las cuales desestimó
sucesivamente los recursos de alzada de la empresa.
Así, en el expediente S01:134232/2009, por
incumplimientos de servicios, Julio Miguel De Vido
desestimó el recurso de alzada mediante resolución
n° 385, de fecha 30 de diciembre de 2011 (fs.
144/147).
En el expediente S01:442539/2009, por
incumplimiento de presentación de coches, el
exministro desestimó el recurso de alzada mediante
resolución n° 394 de igual fecha (fs. 124/127).
Lo mismo hizo en el marco del expediente
S01:410994/2009, por provisión inexacta de
información (cfr. resolución n° 383 de fs. 126/129);
en el S01:0316886/2009, por incumplimiento de
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consecuente pasividad en tomar un curso de acción al
respecto.
En consecuencia, la falta de ejecución de
las penalidades impuestas, como se dijo, colaboró
con la falta de incentivo de la concesionaria de
revertir las condiciones en las que prestaba el
servicio. Este elemento permite tener por
configurado uno de los aportes brindados por el
encausado De Vido para favorecer la maniobra
defraudatoria del grupo empresario. A continuación,
se analizará otro de estos aportes.
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Que tal como se acreditó, estas cláusulas
no fueron cumplidas. A modo de ejemplo se pueden
citar los expedientes S01: 0540806/2008, S01:
0199402/2011, S01: 0001597/2010, S01: 0453418/2010 y
S01: 0472055/2011, sobre inspecciones e intimaciones
realizadas por la CNRT –citados por las acusaciones
y valorados en los anteriores pronunciamientos-, que
dan cuenta de lo problemas de conservación que se
agravaban con el tiempo y los pedidos de la empresa
de nuevas obras de inversión al Estado, en vez de
utilizar sus propios recursos.
Ahora bien, volviendo al contexto en que
se labraron los expedientes sobre el cumplimiento de
los planes de mantenimiento de los bienes,
corresponde señalar que a partir del dictado de la
resolución de la CNRT n° 1770/08 del 19 de
septiembre de 2008 se produjo un cambio en el
paradigma de actuación de ese organismo.
Ello, toda vez que ese instrumento
permitió la aplicación de penalidades al
concesionario, no sólo ante incumplimientos en la
programación de los servicios de trenes –como lo
preveía el contrato de concesión-, sino que hizo
posible la sistematización del control que la CNRT
ya venía efectuando a través de sus inspecciones.
De esta forma, se estableció en ese
resolutorio que los prestadores de servicios
ferroviarios tenían la obligación de presentar antes
del 30 de noviembre de cada año el plan de
mantenimiento del siguiente, y su omisión era
considerada una falta grave. Ello debía informarse a
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práctica para el normal funcionamiento del sistema
ferroviario, de acuerdo a convenios estipulados.
La citada resolución n° 1770/08 establecía
que la no ejecución de dichos planes constituía una
falta grave, la cual además de generar las sanciones
pecuniarias pertinentes, debía ser informada a la
autoridad de aplicación junto con el informe técnico
correspondiente para su consideración y toma de
medidas.
Es decir, en lo que aquí interesa, el
mecanismo de control allí establecido, no solo
comprometía la intervención de la CNRT como órgano
de control, sino que involucraba a la autoridad de
aplicación, mediante informes periódicos sobre el
grado de cumplimiento de los planes anuales.
En ese contexto, se tuvo por probado que
la CNRT terminó objetando las gestiones del
concesionario correspondiente a los años 2009, 2010
y 2011, lo cual motivó específicamente la aplicación
de sanciones que tramitaron por los expedientes
S01:79802/2010, S01:122160/2011 y S01:53979/2012,
ampliamente analizados por los jueces del TOCF n° 2
en su sentencia.
Así, la omisión de la empresa TBA S.A. de
realizar las tareas de mantenimiento se vio
reflejada en las concretas infracciones que fueron
sancionadas por la CNRT en esos expedientes,
corroborándose que ello condujo a un progresivo
deterioro de los bienes, en muchos casos
irreversible.
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una multa por el máximo valor contractualmente
previsto, por considerar que la empresa no
presentaba el grado de cumplimiento necesario en su
respectivo plan de mantenimiento, a los fines de una
adecuada gestión del servicio (fs. 154/9).
En el mentado incidente se encuentra
glosado uno de los informes labrados por la Gerencia
de Seguridad en el Transporte que describe la
filosofía de la concesionaria en cuanto lo que se
denominó “la falta de mantenimiento y desidia”, con
relación a la práctica habitual de dejar decaer la
infraestructura para pedir al Estado Nacional el
pago de las renovaciones y reparaciones de los
coches (fs. 1172/83).
En el título del citado informe “la
emergencia ferroviaria y el mantenimiento” se atacó
uno de los argumentos traídos por la defensa y por
el mismo imputado De Vido, vinculado a la
gravitación que tuvo la emergencia ferroviaria
establecida mediante decreto 2075/2002 y que tornaba
a su criterio no exigibles las obligaciones de
mantenimiento. Sobre este punto corresponde señalar
que al igual que para la empresa, la emergencia
ferroviaria no modificó las obligaciones asignadas
por el contrato a la autoridad de aplicación, con
relación a la manutención de los bienes. Ese
criterio ha sido sostenido también por el TOCF n° 2
y la Sala III de la CFCP.
A mayor abundamiento, la emergencia
declarada justamente se caracteriza por relajar los
rígidos procedimientos administrativos de
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alzada interpuesto. Recién en enero de 2012 el
expediente regresa a la Secretaría de Transporte y
el 17 de febrero de ese año el Subsecretario lo
eleva nuevamente con el pertinente proyecto de
resolución del Ministro, no existiendo trámite
posterior.
El expediente S01:0122.160/2011 caratulado
“Sanción por falta de cumplimiento de la resolución
CNRT 1770/08 –mantenimiento –concesionario Trenes de
Buenos Aires S.A./Año 2010” presentó una situación
similar, expuesta de manera exhaustiva en la
sentencia del TOCF n° 2 y por las acusaciones
públicas en el debate.
Así es que a fs. 39/63 se encuentra
agregado otro informe de Horacio Faggiani, a cargo
de la Gerencia de Seguridad en el Transporte, de
fecha 2 de marzo de 2011, dirigido al interventor de
la CNRT, a la Subsecretaría de Transporte
Ferroviario y a la Secretaría de Transporte.
En resumidas cuentas, pone sobre relieve
las deficiencias estructurales que continuaban
incrementando el déficit de mantenimiento por parte
de TBA S.A., aclarando que los incumplimientos de
otros concesionarios no alcanzaban el nivel respecto
de éste. Ya para ese entonces se puso en
conocimiento de las autoridades el cúmulo de multas
impuestas a las diferentes concesiones –siendo las
de TBA S.A. siempre considerablemente más altas que
las otras- y se anexaron los gráficos de
descarrilamientos –que ilustraron aquí también
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Otro expediente vinculado al cumplimiento
de la resolución n° 1770/08 referido por las
acusaciones fue el S01:0024957/2011, caratulado “Año
2010 -cumplimiento de la Res. CNRT (I) nº 1770/08
del 19/09/08 sobre planes de mantenimiento en el
sistema ferroviario nacional”.
Aquí se ha de puntualizar simplemente que
los informes que dan cuenta de los enormes grados de
incumplimiento en lo que respecta a los planes de
mantenimiento por parte de TBA S.A. fueron
notificados a la Secretaría de Transporte (fs.
176/179), quien a su vez dispuso el pase de las
actuaciones para su tratamiento en el marco el
proceso de renegociación contractual. En virtud de
ello fueron remitidas a la UNIREN, no constando
luego actuación administrativa o decisión posterior
alguna.
Sobre este punto corresponde hacer algunas
manifestaciones, sin perjuicio de que lo atinente al
proceso de renegociación será abordado al analizar
la situación procesal del consorte de causa Jorge
Gustavo Simeonoff.
Y se trata de las remisiones de informes,
notas y resoluciones por penalidades impuestas, por
parte de las diferentes dependencias del Ministerio
de Planificación Federal a esa unidad renegociadora,
para ser tenidas en cuenta en dicho procedimiento.
Ello se encuentra corroborado a partir de
las constancias agregadas en los expedientes antes
detallados, así como de lo actuado en el expediente
S01:0204455/2010.
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dichos de los testigos Horacio Schiaffino –
representante alterno- y Rafael Llorens
-Subsecretario Legal del Ministerio de Planificación
Federal-, que eran personas del círculo de confianza
del exministro y manifestaron haber concurrido a la
reunión inicial realizada con ese objeto. Schiaffino
indicó en su declaración que luego de la reunión le
dio un informe verbal a De Vido.
Ello se encuentra corroborado además por
la información incluida en el informe de la SIGEN
del año 2009 sobre el estado de situación respecto
al cumplimiento de los acuerdos de renegociación
contractual de contratos de concesión de servicios
ferroviarios (reservado en la caja 2 de SIGEN), en
el que se hace mención a la situación de la
renegociación con TBA S.A. al 31 de diciembre de
2008. Este informe fue remitido al Ministro De Vido
por nota SIGEN n° 1394/2010 del 7 de abril de 2010,
agregada en la última foja del informe.
Por otra parte, en el expediente
S01:0053979/2012, caratulado “Cumplimiento de la
resolución CNRT (I) nro. 1770 sobre planes de
mantenimiento en el sistema ferroviario nacional”,
vinculado con el cumplimiento de lo estipulado en la
resolución n° 1770/08 para el año 2011, también se
remitió a la Secretaría de Transporte el informe que
daba cuenta de las deficiencias estructurales que
poseían los bienes, y el escaso porcentaje de
reparaciones parciales y generales llevadas a cabo.
Allí se indicó un punto novedoso, en
cuanto a la constatación de la baja de pasajeros que
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administrativas que permitan encontrar remediación o
medidas regulatorias que coadyuven a la mejora de
los servicios involucrados.
En este caso, como se observa, no debieron
esperarse meses para la acción por parte de las
autoridades a cargo del control del servicio público
prestado, ni tampoco fue remitido el expediente a la
unidad renegociadora. Esto evidencia la injerencia
que tenían los funcionarios a cargo de la Secretaría
de Transporte y el mismo Ministro de Planificación,
en cuanto a las posibilidades de intervenir o de
promover acciones tendientes a revertir el
deficitario servicio prestado. Sin embargo, estas
atribuciones, pese al probado conocimiento que
tenían sobre el servicio, fueron ejercidas recién
luego de la tragedia.
Lo expuesto en este apartado permite
comprobar, desde otra arista, la defraudación
perpetrada por los directivos de la empresa
concesionaria, favorecido por la falta de acción al
respecto, pese a las alertas que giraron en el
ámbito del Ministerio de Planificación Federal, a
cargo del encartado De Vido.
Asimismo, todo el cuadro expuesto amerita
concluir, con plena certeza, que durante la gestión
del imputado se diseñó una política pública que,
indudablemente, le facilitó a la empresa
concesionaria incumplir con las obligaciones
contractuales asumidas.
Esta situación permite, asimismo, tener
por corroborado que, aún en conocimiento de estas
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adelante, dictado luego de ocurrida la tragedia, se
advierte que con anterioridad a ese suceso el
exministro intervino en la quita de otras
concesiones.
Ello permite tener por acreditado no solo
que, dentro de las facultades de la autoridad de
aplicación, ante incumplimientos graves se
encontraba la de promover la rescisión de contratos
de concesión, sino que además ésta fue efectivamente
llevada a cabo por el propio Ministro.
En efecto, de los expedientes n°
S01:0220427/04 y S01:0220428/04 sobre rescisión de
las concesionarias Transporte Metropolitano General
Roca S.A. y Transporte Metropolitano Belgrano Sur,
que a continuación serán analizados, se advierte la
directa intervención del encartado.
Así, aunque la defensa del imputado señaló
en su alegato que esta facultad era ineludiblemente
del Poder Ejecutivo, e inclusive aun cuando podría
alegarse que esta clase de actos podrían ser
considerados una facultad discrecional de la
administración, de los expedientes que se
incorporaron al juicio surge de forma palmaria que
frente a incumplimientos similares a los de TBA S.A.
el Sr. Julio De Vido le envío al entonces Presidente
Néstor Kirchner proyectos de rescisión.
Ello consta en las notas MINPLAN números
5/2007 y 6/2007 del 22 de mayo de 2007 obrantes en
los respectivos expedientes antes citados,
suscriptas por el Sr. De Vido.
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Transporte Metropolitano General San Martín,
refrendado por el entonces Ministro De Vido.
El rol protagónico del imputado,
evidenciado a partir de la intervención en estos
actos administrativos, es evidente.
Estos elementos permiten tener por
acreditado el conocimiento de Julio De Vido respecto
de esta posibilidad de acción y que, sin embargo, en
el caso de TBA S.A., nada hizo.
Es que, aun cuando el Ministerio recibió
alertas sobre las reiteradas faltas de la
concesionaria en el cumplimiento contractual –que
era la que más incumplimientos presentaba-,
provenientes de diferentes frentes, y que las
condiciones para la rescisión del contrato estaban
dadas desde hace años, ello recién se produjo luego
de acontecida la tragedia el 22 de febrero de 2012.
Las circunstancias apuntadas se encuentran
corroboradas con los dichos de testigos en el
debate. En esta línea, Graciela Elsa Cavazza –
Asesora y luego Directora a cargo de la Dirección de
Planificación del Transporte Ferroviario- y Fernando
Julio Cortéz –de la Gerencia de Concesiones
Ferroviarias de la CNRT- señalaron que al dictar el
cese de estas concesiones se habían valorado los
montos por penalidades aplicadas, como causal de
rescisión.
Esto permite corroborar, desde otro lado,
la hipótesis traída por las acusaciones, en punto a
que la postura respecto de TBA S.A. fue distinta a
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concesionaria TBA, suceso que, entre sus diferentes
aristas, implicó la percepción de un lucro indebido
para aquélla y en perjuicio del Estado, como se verá
a continuación.
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la crisis del año 2001. Esta finalización de la
relación convencional importó para TBA S.A. el
ahorro de una importante suma de dinero en moneda
extranjera (confr. fs. 6633/6640 y 6701/6704 de la
causa del TOCF n° 2).
Ese mismo año, se aprobó la addenda formalizada
con relación al contrato de concesión, mediante
decreto 104/01, a partir de la cual se le reconoció
al concesionario el carácter de operador. Dada su
experiencia en el transporte ferroviario, TBA S.A.
podría haber cumplido esa función en forma adecuada;
sin embargo, recurrió a la contratación de otra
empresa para tal fin.
Ello surge del trámite obrante en el
expediente S02:0010902/2012 (S01:133214/2004), por
el cual se solicitó el reemplazo del asistente
técnico (fs. 39/40), quedando en cabeza del
concesionario el carácter de operador. Dicho pedido
realizado por TBA S.A., recibió opinión favorable
por parte del Secretario de Transporte el 7 de mayo
de 2003, del Subsecretario de Transporte Ferroviario
el 19 de junio de 2003 y de la Dirección General de
Asuntos Jurídicos del Ministerio de Planificación
Federal el 28 de julio de ese año (confr. fs. 91, 97
y 98/100, respectivamente); así como del mismo
Ministro de Planificación (confr. resolución
ministerial 443, de fecha 12 de agosto de 2004).
A pesar de que TBA S.A. tenía la aptitud
técnica para actuar como operador ferroviario sin
tener que tercerizar la actividad, el 5 de enero de
2004 firmó el contrato de locación de servicios con
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Es más, se comprobó también durante el
juicio sustanciado en la causa “Once I”, que
Cometrans S.A. no estaba en condiciones de brindar
el servicio: primero, se comprometió a realizar una
actividad que visiblemente sobrepasaba su objeto
societario (confr. acta de asamblea general de la
firma, de 4 de enero de 1994, reservada en
Secretaría) y, por otra parte, se corroboró que
firma tuvo, entre 2004 y 2012 entre 7 y 12 empleados
(fs. 1837/1862 y 1506 del legajo de pericia
contable), determinándose a partir de la prueba
testimonial que era personal no calificado (confr.
declaración del perito Fernández que brindara en
“Once I”, incorporada por lectura).
Asimismo, según surge de la información
contable entre 2004 y 2011 Cometrans S.A. percibió $
127.798.900,97 pesos por el contrato de
asesoramiento en cuestión (confr. fs. 2197/2205 del
legajo de pericia contable).
Sobre este tema corresponde afirmar, que
los planteos realizados por la defensa de Julio
Miguel De Vido durante el juicio, relativos a que
esos montos no debían ser considerados, pues -según
el punto de vista de esa parte- habían sido
obtenidos a partir del análisis de la facturación y
no de las ganancias de Comentrans S.A., no habrán de
prosperar.
Es que el punto de pericia n° 1 es claro
en determinar, que la verificación de los montos
transferidos de una firma a otra se hizo a partir
del análisis meticuloso del total facturado por
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De esta forma, una vez reducido el ciclo
de vida útil del material rodante, se acreditó la
otra fase de la maniobra de la empresa, que
implicaba solicitar al Estado Nacional una
reconstrucción que era solventada con fondos
públicos y ejecutada, como ya se dijo, por la
empresa EMFER S.A., la cual era controlada también
por Cometrans S.A.
Así, en el debate sustanciado ante el TOCF
n° 2 se tuvo por configurada la segunda vía de
incremento de los réditos económicos de esta última
empresa –además de la suscripción del contrato de
asesoramiento ya aludido-, sin la necesidad de
efectuar erogación alguna.
Esta deliberada decisión de no realizar el
mantenimiento de los bienes concesionados, no solo
generó un progresivo menoscabo en las formaciones de
la línea, sino que incidió en la falta de
durabilidad de las inversiones que en definitiva
eran asumidas por el Estado.
El ciclo defraudatorio se encontró
corroborado a partir de lo actuado en el expediente
S02:75912/2013 denominado “Obra: reconstrucción y
modernización de 58 coches eléctricos Toshiba,
redeterminación de precios” y en la actuación de la
Auditoria General de la Nación 504/07.
Con relación a este expediente corresponde
puntualizar que el encartado De Vido, al prestar
declaración en el juicio, señaló que era un legajo
labrado por el Ministerio del Interior, no de su
cartera ministerial.
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A su vez, las menciones que hace la
defensa en cuanto a que los fondos para la
realización de estas obras eran desembolsados en
función de su avance, no habiéndose acreditado
desvío de los fondos, tampoco cambia el panorama
frente a lo que se expondrá a continuación.
El informe de auditoría de la AGN 504/07
(aprobado por resolución AGN 206/09) fue claro en
determinar que el Estado Nacional terminó
solventando el mantenimiento diferido de TBA S.A. a
esas 58 unidades, cuando según el contrato de
concesión, el mantenimiento de los bienes
concesionados es responsabilidad del concesionario,
a su cuenta y cargo (confr. conclusiones obrantes en
el informe, reservado en la caja 43).
Es que, de acuerdo con lo establecido en
el decreto 2075/02, el financiamiento y pago de las
obras y trabajos indispensables del Programa de
Emergencia fue financiado con aportes
presupuestarios. Dentro de esas obras se hallaban
las fijadas en el Programa de Obras, Trabajos
Indispensables y Adquisición de Bienes previsto en
el decreto n° 1683/05, encontrándose dentro de esa
nómina la que aquí se analiza.
La mentada actuación AGN 504/07 tenía como
objeto la legalidad, aplicación y cumplimiento de
los regímenes de contrataciones implementados por el
Decreto nº 1683/05 y las resoluciones del Ministerio
de la Producción nº 115/02 y de la Secretaría de
Transporte nº 187/06, para las obras enumeradas en
el decreto antes mencionado.
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previsiones fijadas en el pliego, e informó tal
situación al Estado Nacional (nota GAC n° 338/2005).
En consecuencia, el Secretario de
Transporte dictó la resolución n° 395/06, de fecha
31 de mayo del año 2006, por medio de la cual aprobó
la pre-adjudicación efectuada por TBA S.A. y fijó el
monto máximo a abonar en concepto de pago de
trabajos y previsiones en la suma de ciento cuarenta
y siete millones seiscientos tres mil setecientos
cuarenta y cuatro pesos con diez centavos ($
147.603.744,10) y, en concepto de administración,
gerenciamiento, supervisión e inspección de obra
-que quedaría en cabeza de TBA S.A.- lo fijó en el
monto de cinco millones novecientos cuatro mil
ciento cuarenta y nueve pesos con setenta y seis
centavos ($ 5.904.149,76).
Se encuentra acreditado que dicho proceso
de adjudicación fue realizado en violación a los
principios básicos de transparencia en los procesos
de compras y contrataciones públicas.
La AGN, al momento de emitir su informe
final, recomendó justipreciar el ahorro del
concesionario por omitir las rutinas de
mantenimiento y buscar alternativas para compensar
parte de las erogaciones que el Estado en resumidas
cuentas había asumido. Este informe fue elevado a la
Secretaría de Transporte de la Nación, mediante nota
nro. 31/09-RCSER del día 27 de mayo del año 2009 y,
vencido el plazo de 15 días hábiles, no hubo
respuesta al mentado organismo de control.
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Miguel De Vido requiere la afectación al patrimonio
de la administración pública.
En la causa ya se encuentra acreditado que
los bienes materiales afectados, las formaciones
ferroviarias dadas en concesión, pertenecían
inequívocamente al patrimonio del Estado Nacional.
También se ha corroborado que su
deterioro, por parte de la política adoptada por el
grupo empresario, así como los concretos pedidos de
inversión estatal para su reacondicionamiento se
tradujeron en un perjuicio efectivo al patrimonio de
la administración pública.
Es preciso remarcar que el tipo penal en
juego no requiere para su configuración de una
determinación cuantitativa o matemática del
perjuicio económico, como pretendió introducir la
defensa en su alegato, al cuestionar la pericia
contable.
Para su consumación, este delito solo
exige la efectiva verificación de un perjuicio
susceptible de apreciación económica que, por lo
menos, supere el umbral mínimo de insignificancia;
el cual no puede pretenderse que sea invocado en
autos.
Este mismo criterio ha sido expuesto en la
sentencia dictada por el TOCF n° 2 y fue confirmado
por la Alzada.
En esa línea, más allá de los esfuerzos de
las acusaciones para determinar el perjuicio
producido -a partir de la suma de las multas
impuestas no percibidas, o de los montos dinerarios
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una garantía con ese fin-, tal como lo sostuvieron
los colegas del TOCF n° 2, ese mismo compromiso
convencional adoptado por los directivos de TBA S.A.
y su controlante constituyó uno de los elementos del
tipo. En esa línea, el incumplimiento de sus
obligaciones partió de la maniobra delictiva que
llevaron delante y por la que terminaron ocasionando
el acreditado perjuicio a la administración.
Lo expuesto en los distintos apartados
antes desarrollados permite tener por configurada,
la contribución de Julio Miguel De Vido en la
ejecución del hecho, desde su rol ya precisado.
Por último, cabe señalar que no concurre
en la especie ninguna circunstancia que indique la
existencia de alguna causa de justificación sobre la
conducta desplegada por el acusado, como tampoco
ninguna situación que afirme su inculpabilidad,
razones por las cuales corresponde concluir que debe
ser reprochado penalmente por la acción que ha
realizado.
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quienes presidían -en conjunto- la UNIREN y
contaban, además, con un representante alterno.
Calibrando el rol administrativo de
Simeonoff en la estructura orgánica y dinámica
operativa de la UNIREN, se aprecia con nitidez que
aquél también carecía de poder de decisión, y debía,
entonces, sujetarse a las directivas que emanaban de
ambos titulares de esas dos carteras ministeriales.
Dadas las funciones acotadas de la UNIREN
por un lado, y el apocado rol desplegado por
Simeonoff en el ámbito de este organismo, por el
otro, no parece razonable aseverar, con certeza
apodíctica, que aquél hubiese ostentado por ese
entonces el cabal rol de garante, que reclaman las
imputaciones concretadas por los acusadores.
B) Ese modo de definir desde un plano
meramente formal la proclamada posición de garante
de Simeonoff, ha propiciado que tampoco se indiquen
-con precisión- los presuntos deberes acordes al rol
institucional que, según los acusadores, habría
violado dicho encausado, en los sucesos que
constituyen la materialidad de estas imputaciones.
Es que las normas del Decreto 311/2003
que citan, se refieren, en rigor, a las facultades
que ostentaban los presidentes de la UNIREN, y no a
las que detentaba su secretario ejecutivo,
Simeonoff.
Las imputaciones tampoco han podido
demostrar, con plena certeza, que Simeonoff tuviese
competencias algunas similares o equiparables a las
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Tampoco las imputaciones demuestran que
Simeonoff haya colaborado con el ex ministro De
Vido, con respecto a algunas de las funciones que
este último podía ejercer en su rol de autoridad de
aplicación del contrato de concesión.
C) Suponiendo que Simeonoff haya podido
tomar cabal conocimiento de las alertas y
advertencias sobre el modo en que los responsables
de TBA llevaban adelante la administración de los
bienes estatales concedidos, o respecto de otras
aristas de la gestión de esa empresa, que finalmente
se reputó fraudulenta, se impone la siguiente
conclusión.
En esta hipótesis tampoco puede
afirmarse con plena certeza y más allá de toda duda
razonable, que Simeonoff haya tenido posibilidad
individual y efectiva de desplegar alguna conducta
esperada o indicada por el ordenamiento jurídico-
penal, que hubiese resultado eficaz para conjurar la
lesión al patrimonio estatal en curso de ejecución,
entorpecerla, o mitigarla.
No puede en efecto afirmarse, con certeza
apodíctica, que Simeonoff haya tenido autonomía
suficiente, ni desde el punto de vista formal, ni en
el plano operacional de su acotada competencia
funcional, para imprimirle un mayor impulso a las
gestiones que debían desplegar los responsables
jerárquicos de la UNIREN en miras a la eventual
renegociación del contrato de concesión.
Tampoco las imputaciones han demostrado
con pleno grado de certeza, que Simeonoff estaba per
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más que robustecer los fundamentos del temperamento
que seguidamente se adoptará respecto de Simeonoff.
D) Por aplicación del beneficio de la duda
establecido en el artículo 3 del Código Procesal
Penal de la Nación, corresponderá absolver a Jorge
Gustavo Simeonoff, respecto del rol de partícipe
necesario del delito de administración fraudulenta
cometido en perjuicio de la administración pública,
que le endilgaron los acusadores.
Tal temperamento se impone, pues se
verifica en el caso “(…) un supuesto de ausencia de
pruebas de cargo para sostener la imputación
efectuada –actividad ésta que le compete exclusiva y
excluyentemente al acusador- y que no puede ser
suplida por la actividad de este Tribunal. De esta
manera, el tema se reduce a un problema de prueba en
el cual rige el principio del in dubio pro reo (…)”
(cfr. Donna, Edgardo A: La imputación objetiva.
Editorial de Belgrano, Bs. As., 1997, pág. 35 y
Kaufmann, Armin, Tipicidad y causación en el
procedimiento. Consecuencias para el derecho en
vigor y la legislación, en Nuevo Pensamiento Penal,
1973, Ed, Depalma, Bs. As., pag. 20 y ss.; Cámara
Federal de Casación Penal, Sala III, causa n°
12.967, caratulada “S. R. E. s/recurso de casación”,
rta. el 3 de octubre de 2011, Reg. N° 1496/11, ver
el voto de la Dra. Ángela Ester Ledesma).
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que rige en esta etapa del proceso, esa tarea
siempre -y no sólo en estos casos- les corresponde
en primer lugar a quienes son titulares de la acción
penal.
Ahora bien, tanto la valoración como la
adjudicación de los factores –o focos- de riesgos -o
peligros- no permitidos, que los acusadores estiman
concretados en el resultado del siniestro, no
salvaguardan en forma completa la real dinámica y
complejidad de este trágico evento.
Siguiendo con el criterio establecido en
los decisorios adoptados por el Tribunal Oral
Federal N° 2 y por la Sala III de la Cámara Federal
de Casación Penal, en la órbita de la causa que es
antecedente de la presente, las imputaciones
sostienen que el siniestro no sólo se explica por el
accionar del maquinista a cargo de la conducción del
tren chapa 16, sino también por otros factores de
riesgos no permitidos que les fueron atribuidos a
ciertos responsables de TBA, y a los exsecretarios
de transporte condenados en el proceso anterior. Se
señala, entonces, que se trató de un siniestro
multicausal.
Pero en líneas generales se aprecia que
las imputaciones parecen reducir, casi todo, a la
invocación en forma general y en abstracto de los
deberes que debían observar De Vido y Simeonoff, los
cuales no se enuncian con la especificidad que
demandan los reproches penales, puesto que éstos
exceden marcadamente las meras responsabilidades
administrativas o de otro orden.
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esto, sin desconocerse los loables esfuerzos
desplegados por los acusadores.
Por el contrario, las imputaciones deben
ser sopesadas bajo los requerimientos de la
dogmática penal, a través de un camino analítico que
debe transitarse verificándose -uno a uno y en un
orden lógico y estratificado- los presupuestos
constitutivos de la estructura típica seleccionada
por los acusadores.
Porque a no dudarlo: si, por una parte, a
la indeterminación legal de la omisión impropia -que
incluso un sector de la doctrina reputa
inconstitucional por las razones conocidas-, se suma
la natural indefinición del tipo imprudente, por la
otra, y -como si fuera poco- se añaden las
imprecisiones derivadas de modelos de imputación no
desarrollados e imprecisos, el resultado es la
incerteza y la duda; y aquí sólo cabe la absolución
de los enjuiciados por mandato constitucional, con
estricto apego al beneficio consagrado en el
artículo 3 del Código Procesal Penal de la Nación.
2) No puede soslayarse que el
preponderante factor de riesgos que generó el
desenlace del siniestro, encuentra su natural
explicación en el comportamiento del maquinista.
Según la Sala III de la Cámara Federal de
Casación Penal, el maquinista violó las reglas de la
buena conducción ferroviaria y la normativa que rige
tal actividad, por: i) superar los límites de
velocidad máxima establecidos para el recorrido e
ingreso a la estación terminal, ii) disponer la
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Señalan que De Vido revestía por entonces
el carácter de titular del Ministerio de
Planificación Federal y era, además, la autoridad de
aplicación del contrato de concesión de la línea
Sarmiento; por otra parte, aseveran que sus
sucesivos exsecretarios de transporte revestían el
carácter de brazos ejecutores de aquél.
Esto no alcanza para considerarlos
supuestos autores de las presuntas omisiones
impropias e imprudentes.
Es necesario también demostrar que De Vido
y Simeonoff estaban fácticamente próximos a los
bienes jurídicos protegidos. Este obligado análisis
se elude en las imputaciones.
De no verificarse ese extremo no es
razonable aseverar –suponiendo que conocían el
pésimo estado del material rodante y los otros
factores de riesgos- de qué manera habrían tenido De
Vido y Simeonoff posibilidades y capacidades
individuales, reales y efectivas de conjurar esos
peligros, o disminuir su incidencia en el resultado
del siniestro.
Al no efectuarse este análisis, la
normativa citada en las imputaciones sólo sería una
suerte de faro de alerta sobre la potencial
condición de garante de De Vido frente al siniestro
acaecido; pero eso y nada más; y cierto es, mucho
menos fiable en el caso de Simeonoff por su rol
apocado como secretario ejecutivo de la UNIREN, sin
ascendencia sobre los exsecretarios de transporte de
entonces.
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La vigilancia o supervisión de los
factores de riesgos no permitidos ajenos a las
estrictas competencias funcionales de De Vido y
Simeonoff –y que estaba a cargo de la estricta
gestión operacional de los directivos de TBA- se
centraba, según lo entendió la Sala III de la Cámara
Federal de Casación Penal, en los siguientes focos:
i) la falta de control de la excesiva velocidad a la
que circulaban las formaciones; ii) el desinterés
por optimizar los dispositivos con los que contaba
la empresa para solucionar tal cuestión; iii) la
permanente anulación del sistema de enclavamiento de
puertas, así como las continuas cancelaciones y
suspensiones de servicios, producto de la falta de
mantenimiento del material rodante; iv) el avanzado
estado de corrosión que presentaba la formación; v)
la comprobada falta de ejecución de las tareas de
alistamiento previas -que impidió que el fenómeno de
“freno largo” fuera debidamente detectados. En este
listado, por cierto, debe incluirse el foco de
riesgos no permitidos que generó desaprensivamente
por el maquinista del tren chapa 16.
De otra parte, tampoco se aprecia que para
afirmar la condición de garante de De Vido, resulte
suficiente con señalar que éste tenía el deber de
supervisar o vigilar a sus exsecretarios de
transporte, como parecen entenderlo, sin más, las
imputaciones.
Una aseveración de esta índole requiere
también abordar un análisis suficiente incluso desde
el punto de vista del derecho administrativo, y no
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Vido y Simeonoff detentaban dentro de la
Administración central, los habilitaba a supervisar
o vigilar la labor de los exsecretarios de
transporte.
En verdad, sólo invocan una suerte de
deber general de supervisión y vigilancia.
Y si eso, que ya es cuestionable para el
caso del encausado De Vido, mucho más lo es para la
situación de Simeonoff, por razones obvias
cimentadas en el apocado rol que este último
desempeñaba, por entonces, como secretario ejecutivo
de la UNIREN.
Este modo de enfocar las cosas, les impide
a los acusadores ingresar a un segundo nivel de
análisis, que es algo así como el meollo de sus
líneas de imputación, tópico que, sin embargo, se
desatiende y por esto no se desarrolla.
No sé explica, en efecto, ¿cómo el
proclamado control, vigilancia o supervisión del
exministro sobre otros controladores de los focos de
riesgos, podría haber evitado un siniestro como el
acaecido?
No hay ninguna argumentación que ilustre a
ese respecto.
No se demuestra de qué manera, en el
supuesto de haberse optimizado el material rodante
con anterioridad al fatídico 22 de febrero de 2012,
este siniestro no se hubiese producido; y no
cualquier otro parecido o distinto, o más o menos
gravoso.
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(algo específico y no general o abstracto) eran
eficaces para evitar los riesgos -o peligros- no
permitidos concretados en el resultado acaecido o
disminuirlos (nexo de evitación de la omisión
impropia); y esto último no puede afirmarse de
cualquier modo, sino, por el contrario, a través de
una conclusión rayana en la certeza.
3) En cualquier caso, no es razonable que
esos probables factores de riesgos no permitidos ya
atribuidos al maquinista, a los responsables de TBA
de la gestión operativa del servicio de la línea
Sarmiento, y a los exsecretarios de transporte de
entonces, se extraigan de los ámbitos de
incumbencias de aquéllos y -como una suerte de
responsabilidad refleja- se desplace el deber de
custodiarlos y se remonten a otros sectores de la
administración pública; y mucho menos de manera
indiscriminada.
Esto importaría tornar ilusorio los
mecanismos de desconcentración y delegación que
imperan en la órbita de la administración pública,
duplicar los controles y desdibujar las líneas de
responsabilidades.
Inclusive, esta exigencia fracasaría en
muchos supuestos donde, pese a duplicarse los
controles y amplificarse el elenco de garantes, no
se pueden mejorar las cosas.
Y esto acontece en la especie, pues el
siniestro se desató por una falla humana
imprevisible provocada por el súbito accionar del
maquinista, quien no estaba bajo supervisión o
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Ni tampoco es suficiente procurar
robustecer las imputaciones, recurriéndose a la
noción de delitos de infracción de deber, muy
discutidos y todavía en elaboración, los cuales, a
pesar de todo, no parece que estén exentos de la
necesaria comprobación de cierta relación de
proximidad fáctica, entre el sujeto activo y el
sustrato material del bien jurídico protegido; de lo
contrario, se correría el riesgo de abrir las
puertas a esquemas de responsabilidades objetivas
vedados en materia penal.
4) Resta destacar, que el proclamado rol
de autoridad de aplicación del exministro De Vido,
consagrado en el contrato de concesión respectivo,
no tuvo –ni tiene ahora- entidad para adjudicarle
per se la condición de garante, que reclama la
estructura típica de la omisión impropia e
imprudente seleccionada en las imputaciones.
Se trata de una condición formal impuesta
por meras razones de competencia administrativa,
conforme a lo dispuesto en la ley 23.696 de Reforma
del Estado (B.O 23/08/1989), cuyo artículo 13°
estableció que sería autoridad de aplicación para
todos los efectos de esta normativa, “[e]l Ministro
en cuya jurisdicción se encuentre el ente a
privatizar”.
Es claro que eso no convierte al encausado
De Vido en garante, por las mismas razones ya
señaladas hasta aquí.
A esta circunstancia se aduna, que los
términos del contrato de concesión, pese a ostentar
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comportamiento del maquinista a cargo de la
conducción del tren chapa 16.
Por ello, es claro, que más allá de estas
alertas y advertencias, que también invocan los
acusadores para definir las imputaciones a título de
estrago culposo agravado, no es admisible sostener,
con plena certeza, que tanto el exministro De Vido
como el exsecretario de la UNIREN, Simeonoff, hayan
podido prever –y consiguientemente evitar- el
concreto desenlace provocado por el accionar de un
tercero, el maquinista del tren chapa 16.
6) Por otro lado y como ya se insinuó, es
incontrastable que ni De Vido, ni Simeonoff, estaban
obligados -ni podían- impartirles órdenes de toda
índole a ese maquinista del tren chapa 16, o a
cualquier otro, para el cumplimiento de su labor;
menos aún las vinculadas con las lex artis que rigen
para la conducción diligente de un tren, aún en las
condiciones que podría ostentar el involucrado en el
siniestro acaecido.
Sobre este punto es aconsejable resaltar,
lo que no es más que una nueva orfandad de análisis
de estas imputaciones. Esto tiene que ver con que se
esgrimen las alertas y advertencias, y en ningún
caso se explican cuáles serían los específicos
deberes de cuidado, que los exfuncionarios públicos
aquí enjuiciados, debieron haber observado en el
caso concreto.
Este análisis es abiertamente soslayado, y
debió ser afrontado, más aún cuando los riesgos -o
peligros- no permitidos se activaron desde factores
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La ausencia de tratamiento de esos tópicos
que debieron afrontar los acusadores, justifican no
avanzar al respecto; máxime cuando ni siquiera los
presupuestos más básicos y esenciales de la
estructura típica que seleccionaron no han sido
abastecidos suficientemente desde el punto de vista
de la argumentación jurídica, o en otros supuestos
se ha eludido desarrollarlos.
7) Pues bien, ha quedado suficientemente
evidenciado que la concreta -y no meramente
potencial- posición de garante del exministro De
Vido, y mucho más la endilgada al exsecretario
ejecutivo de la UNIREN, Simeonoff, no se comprueban
sólo enfatizando sobre los cargos públicos y los
consecuentes deberes administrativos generales.
Con tales apreciaciones desconectadas de
los hechos, en verdad, ocurre todo lo contrario: se
desdibujan o distorsionan aún más las proclamadas
condiciones de garantes de De Vido y Simeonoff,
frente al concreto siniestro ocurrido.
8) Por otro lado, la acción esperada o
indicada por el ordenamiento jurídico-penal, que
habría signado las omisiones penalmente relevantes
imputadas a De Vido y Simeonoff, parece sólo
anclarse, para las imputaciones, en las
posibilidades que aquéllos tenían de renegociar el
contrato de concesión, o bien de rescindirlo.
Empero, no se vislumbra que esto resulte
compatible con los deberes que, razonablemente,
pueden inferirse del tipo penal de estrago culposo
en juego.
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siempre posible o potencial conducta
antirreglamentaria de un tercero, por quien el
funcionario no debe responder directamente.
9) Es apropiado, ahora, retomar el tema de
las alertas y advertencias invocadas en las
imputaciones.
Cabe al respecto destacar, que estas
alertas y advertencias no se centraron en el
comportamiento de los maquinistas afectados al
servicio de la línea Sarmiento, ni muchos menos
involucraron procederes siquiera similares o
cercanos al desplegado en el caso, súbitamente, por
quien estaba a cargo de la conducción del tren chapa
16, y desató el siniestro en las condiciones ya
probadas.
Que las alertas o advertencias no hayan
girado sobre hipótesis de ese tipo, robustece la
duda en torno a que, ex ante, la concreta situación
de peligro para los bienes jurídicos que se estaba
activando esa trágica mañana, sobre la vida e
integridad física de los pasajeros del tren chapa
16, haya podido ser prevista por los exfuncionarios
públicos aquí enjuiciados, en concreto, del modo
circunstanciado en que se produjo dicho resultado.
Es ilógico aseverar que existe plena
certeza acerca de que De Vido y Simeonoff pudieron
conocer, que el principal foco de riesgos ya estaba
siendo activado por el maquinista y habría de
desatar el grave y luctuoso suceso.
En esa senda, pues, no ha de perderse de
vista que, incluso antes de disponerse a arribar a
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funcionario público con incumbencia directa o
mediata en la prestación del transporte ferroviario,
posiblemente puedan prever que un siniestro puede
ocurrir, y también otros de distinta índole y
generados en el despliegue de actividades riesgosas
fomentadas y reguladas por el ordenamiento jurídico.
Un baremo de previsibilidad tan amplio,
como el que sostienen las imputaciones, permitiría
seleccionar responsables en abstracto y vincularlos
formalmente a siniestros de este tipo, y sorteando
todos los eslabones de responsabilidades
intermedias, y muy a pesar de las distancias
fácticas con los focos de riesgos o peligros no
permitidos y los resultados concretados, y de las
posibilidades de maniobrar las circunstancias o de
dominar los sucesos; dicho esto último, sin entrar
en la polémica en torno a cómo opera la causalidad
aún normativa y no natural en el plano de la
omisión, materia que, atento a los términos de estas
imputaciones, aquí parece sobrar.
Reduciendo el análisis al segmento de la
administración pública, que por entonces tenía
autoridad sobre el área del transporte ferroviario,
con un criterio tan amplio como ese hasta podría
sostenerse, que un siniestro similar o parecido al
que aconteció también podría haber sido previsible
para otros funcionarios que integraban el Ministerio
de Planificación, la UNIREN, y las Secretaría y
Subsecretaría de Transporte.
Y también otros funcionarios podrían haber
previsto un siniestro ferroviario eventualmente
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condiciones de prever el siniestro acaecido,
computándose éste y todos los factores de riesgos no
permitidos en plenitud y en su justa medida y
preponderancias; evaluación que importa,
necesariamente, no desatender ni minimizar el
temerario accionar del maquinista del tren chapa 16.
10) En otro orden no puede descartarse,
que los exfuncionarios aquí enjuiciados tuviesen
como natural expectativa, que este siniestro u otro
de este tipo no aconteciera; esta es la conclusión
que debe primar a través de una cabal valoración
integral de la dinámica del siniestro y de los
factores de riesgos no permitidos; y ciertamente
contradice la que sugieren los acusadores.
No se vislumbra, en efecto, como
razonable, que De Vido y Simeonoff, incluso a pesar
de sus roles funcionales, estuviesen dispensados de
poder invocar el principio de confianza frente a
quienes conducían trenes cotidianamente.
Sobre todo teniendo en cuenta que, como ya
se dijo, De Vido y Simeonoff no estaban obligados a
supervisar ni a vigilar al maquinista; es evidente
que ni el maquinista, ni ningún otro operario o
gerente de TBA con incumbencias en la gestión
operativa del servicio, estaban bajo las
dependencias de De Vido y Simeonoff; ni estos
últimos -cabe reiterar- podían darle a aquéllos,
órdenes de servicio o imponerles directrices
técnicas sobre sus respectivos oficios y menesteres,
ni vigilarlos o supervisarlos.
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IV. Calificación legal
A) Como ya quedó explicitado, los
acusadores le atribuyen a Julio Miguel De Vido ser
partícipe necesario del delito de administración
fraudulenta agravado, por haber resultado
perjudicado el erario público, descripto en el
artículo 173, inciso 7°, del Código Penal de la
Nación, en función de su artículo 174, inciso 5°; y
concretamente, bajo la modalidad de complicidad
necesaria contemplada en el artículo 45 de ese mismo
cuerpo legal.
Por aplicación del principio de
accesoriedad limitada interna, inherente a toda
forma de participación criminal, el injusto penal
aludido y perpetrado por ciertos directos y
responsables de TBA ha quedado suficientemente
circunscripto en su factum, a lo largo de este
pronunciamiento y sobre la base de las distintas
consideraciones ya consignadas, a las que se remite
en razón de brevedad.
Por su parte, la adecuación típica de ese
injusto penal también quedó agotada a través de los
juicios de subsunción legal y demás consideraciones
de derecho penal sustantivo, que tanto el Tribunal
Oral Federal N° 2 como la Sala III de la Cámara
Federal de Casación Penal, efectuaron en sus
respectivos pronunciamientos, cuyos aspectos
esenciales, por lo demás, los acusadores
reprodujeron en sus postulados concretados durante
la discusión final, razón por la cual, también
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En el caso del injusto penal en juego, la
deslealtad en el manejo de bienes o intereses ajenos
fue motivada por una finalidad lucrativa indebida.
Ello se ha evidenciado suficientemente a
partir del contrato de locación de servicios
suscripto entre TBA S.A. y su controlante, por el
cual, se erogaban grandes sumas de dinero, así como
por la falta de mantenimiento que implicaba que el
Estado asuma la reconstrucción de los coches.
En definitiva, este apartamiento de las
obligaciones asumidas en el contrato de concesión
debe producir el resultado previsto por la norma,
consistente en un detrimento o daño patrimonial, que
ha sido corroborado sin margen de dudas en el caso
que nos ocupa.
Lo expuesto precedentemente permite tener
por verificado el aspecto objetivo de la figura: por
un lado, mediante un acto jurídico se concedió a TBA
S.A. el cuidado, manejo y administración de los
bienes del Estado y, por otro, los obligados
violaron los deberes, perjudicando los intereses
confiados, generando de esta forma un menoscabo
cierto al patrimonio estatal.
En este contexto y tal como quedará
demostrado aquí, el exministro Julio Miguel De Vido,
a través del quebrantamiento de sus deberes
específicos, permitió el accionar de la
concesionaria TBA, beneficiándola.
De manera que tanto la materialidad como
la significación legal del injusto penal sobre el
que reposa la alegada complicidad de Julio Miguel De
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activo de la conducta tenga a cargo el manejo, la
administración o el cuidado de bienes o intereses
pecuniarios ajenos.
Se trata de un delito especial propio:
sólo puede ser autor quien porta dicho deber. Esa
posición se adquiere por fuentes determinadas: la
ley, la autoridad y el acto jurídico.
En el caso, la ley y el acto jurídico
resultaron ser las fuentes que determinaron, que
ciertos directivos de TBA S.A. y Cometrans S.A. sean
considerados autores del injusto penal en cuestión.
En tal sentido, cabe destacar que el
contrato de concesión y sus modificaciones se
erigieron en una fuente de primer orden para
establecer el circulo de posibles autores de ese
injusto penal, y sus obligaciones; y en especial,
esas fuentes definieron, en lo que aquí interesa,
los deberes de mantenimiento del material rodante y
demás bienes otorgados en concesión, establecidos en
los artículos 34.3 del Pliego de Bases y Condiciones
Generales, arts. 11.1, 11.2 y 11.7 del contrato
respectivo, y 4.2.2. de la addenda.
Es claro, pues, que la empresa TBA asumió
la conservación de los bienes dados en concesión, y
es igualmente incontrastable que la falta de
cumplimiento de las obligaciones que aquélla asumió
generó su deterioro, y menoscabó de esta forma el
patrimonio estatal.
Este apartamiento de las obligaciones
asumidas debe producir el resultado previsto por la
norma, consistente en un detrimento o daño
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autoridad de aplicación del contrato de concesión
(confr., sus arts. 6.4.1. y 6.4.2).
Como consecuencia de todo esto, y habiendo
tomado conocimiento de la situación de lesión al
patrimonio estatal que provocaba la gestión de TBA,
su potencial condición de garante definida desde el
punto de vista formal y como portador de deberes
institucionales expresos e incontrovertibles, se
consolidó, además, tanto desde el punto de vista
fáctico como funcional.
Es que, a través de las recurrentes
alertas y advertencias que se generaron sobre TBA,
su gestión se evidenciaba como notoriamente lesiva o
perjudicial para los bienes públicos dados en
concesión; por tanto, no hay dudas de que, Julio
Miguel De Vido, tomó conocimiento directo y certero
sobre la situación extremadamente perjudicial para
el patrimonio estatal.
En ese sentido, pese al cúmulo de alertas
recibidas en forma reiterada de parte de los
organismos de control -AGN, SIGEN y CNRT-, Julio
Miguel De Vido, no adoptó, a lo largo de su gestión,
las medidas a su alcance para reencausar la
concesión, ni para promover su rescisión. Tal como
fue evidenciado, la intervención técnico-
administrativa y la posterior rescisión del contrato
de concesión, tuvieron lugar recién luego de
acontecida la tragedia.
Es evidente que el exministro conocía las
medidas a su alcance, determinadas por su rol
funcional y de las cuales inclusive hizo uso con
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jurídico penal, incardinada a conjurar esa gestión
fraudulenta de TBA, entorpecerla desde el plano
legal como el administrativo, denunciarla o mitigar
sus efectos, entre otros recursos posibles; ello
así, más allá que incoara o no -en el corto plazo-
la renegociación del contrato, su revocación, o bien
la intervención del servicio ferroviario de la línea
Sarmiento.
Es también incontrovertible que Julio
Miguel De Vido tenía capacidad individual, funcional
y eficaz, para adoptar más de una conducta salvadora
de los bienes jurídicos lesionados por TBA.
Dado su doble carácter de titular de esa
cartera ministerial y de autoridad de aplicación del
contrato de concesión respectivo, De Vido estuvo en
condiciones de incursionar per se en los sucesos,
más allá, incluso, de estar en condiciones de
retomar, por avocación, las funciones delegadas a
sus exsecretarios de transporte.
Por otro lado, no hay dudas acerca de que
de haber realizado De Vido, los comportamientos
indicados por el ordenamiento jurídico-penal, se
habría neutralizado en lo inmediato la incidencia
dañosa de la gestión fraudulenta de TBA, hasta
hacerla cesar; y ambas conclusiones pueden
esgrimirse con un grado de probabilidad rayano en la
certeza.
Es que, en el marco de los contratos de
derecho público, como el involucrado en el caso, el
sinalagma es asimétrico, y se traduce en la
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En verdad, hasta puede decirse que
bastaba con atender los aspectos administrativos
básicos o rudimentarios; pero, en cualquier caso,
tratándose del ministro de esa Cartera, y al mismo
tiempo de la autoridad de aplicación del contrato de
concesión, cierto es que Julio Miguel De Vido
contaba con todos los recursos para avocarse por sí
mismo a los hechos, o bien, obtener mayor
información de parte de sus inferiores jerárquicos
de ser esto necesario, es decir, de sus
exsecretarios de transporte; y hasta obtener el
correspondiente asesoramiento del servicio jurídico
ministerial.
En estas condiciones, es claro que Julio
Miguel De Vido quiso omitir desplegar las conductas
esperadas o indicadas -frente a esa situación- por
el ordenamiento jurídico-penal, y lo hizo con
conocimiento actual y efectivo de todas las
circunstancias de hecho: éstos son, los elementos
del dolo directo que nutren el aspecto subjetivo del
tipo penal en danza. Dicho esto, sin desmedro que,
como es sabido, la doctrina dominante admite el dolo
eventual en el marco del delito de administración
fraudulenta, cuestión que bien puede hacerse
extensiva a quienes pueden resultar cómplices en
cualquier grado.
Por lo demás, no puede dejar de señalarse
que, cualquier dosis de desconocimiento sobre los
pormenores de la gestión de TBA que pueda invocarse
en favor del inculpado, resultaría inconducente para
eximirlo de responsabilidad.
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En efecto, en cada oportunidad en la que
Julio Miguel De Vido actuó en los expedientes
especificados en este pronunciamiento, o tomó
conocimiento de los informes que alertaban o
advertían sobre una gestión anómala de TBA,
notoriamente perjudicial para el erario público, y
que excedía de lo que puede ser reputado como un
mero y aún grave incumplimiento contractual, al
tener ciertamente y por el contrario visos de
ilicitud penal, el exministro aquí enjuiciado tomó
la intervención del caso y, al mismo tiempo, realizó
actos de injerencia que no hicieron más que empeorar
el estado de cosas; y esto aconteció, en tanto en
cada una de esas ocasiones, De Vido siguió
realizando algo distinto a lo indicado o esperado
por el ordenamiento jurídico-penal, omitiendo, pues,
realizar algún comportamiento destinado a conjurar,
entorpecer, o impedir tal gestión fraudulenta de
TBA.
En todos estos supuestos, el
comportamiento desplegado en tales ocasiones por el
exministro Julio Miguel De Vido, constituyen
verdaderos actos de injerencia que coadyuvan a
robustecer su incontrovertible rol de garante frente
a la fraudulenta gestión de TBA; injerencias que,
por cierto, lo obligaban a deponer su pasividad y
constreñirlo a incursionar en los cursos de acción
esperados o indicados por el ordenamiento jurídico-
penal, que Julio Miguel De Vido venía soslayando o
demorando a sabiendas.
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custodia y vigilancia de los bienes dados en
concesión.
Estos bienes, que pertenecían al
concedente –el Estado Nacional-, constituían el
objeto del contrato de concesión y eran afectados a
la prestación del servicio público en cuestión.
Dichos bienes, pese a que durante el
término del convenio se habrían de encontrar en
poder de los particulares, es decir, a quienes se
les había cedido la explotación de la actividad,
continuaban en la esfera de dominio público, pero
habrían de restituirse al Estado Nacional, una vez
finalizada la concesión. (confr., el art. 11.7 del
contrato respectivo).
También ha sido corroborado el
conocimiento que tuvo De Vido, respecto del lucro
indebido percibido por TBA y su controlante. Ello,
toda vez que a partir de los informes de auditoría
que le fueron enviados al exministro De Vido, así
como del trámite otorgado a las multas por
penalidades impuestas a la concesionaria, que
pasaron por su firma, aquél conoció la política
adoptada por TBA tendiente al no mantenimiento de
los bienes, y también tuvo un saber efectivo
respecto de los pedidos de reconstrucción que eran
solventados por el Estado Nacional.
E) La circunstancia de que el tipo de
administración fraudulenta en juego requiera para su
configuración de una condición especial en el sujeto
activo, no obsta a que un tercero que no revistió el
cargo de administrador de los bienes públicos
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V. Individualización de las penas
A) Es el momento de individualizar las
penas que se impondrán a Julio Miguel De Vido,
respecto de su comprobado rol de partícipe necesario
del delito de administración fraudulenta cometido
por los directivos de TBA en perjuicio del erario
público.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación
ha señalado que los artículos 40 y 41 del Código
Penal de la Nación no contienen bases taxativas de
fijación de las penas, sino que dejan librada esta
labor, dentro del marco normativo, a la apreciación
discrecional del magistrado. (Fallos 303:449).
Se trata de una potestad librada al
tribunal de juicio. Pero su ejercicio debe ponderar
la magnitud del injusto penal y la culpabilidad del
enjuiciado, y salvaguardar la vigencia del estándar
de proporcionalidad que ostenta evidente raigambre
constitucional.
B) En atención al principio de
accesoriedad limitada interna, inherente a toda
especie de participación criminal, el quantum de la
pena privativa de la libertad que habrá de recaer
respecto de Julio Miguel De Vido, debe nutrirse del
contenido de ilicitud del injusto perpetrado por
quienes han sido considerados coautores de esa
modalidad de administración fraudulenta agravada, en
la órbita de la causa que es antecedente de la
presente.
Ello así, más allá que la mensuración de
la pena de prisión que habrá de recaer, obviamente
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trasladan desde la zona oeste del Gran Buenos Aires
hacia esta ciudad, o viceversa.
Y muchas veces, recorren largos trayectos
abonando pasajes generalmente accesibles en razón de
la aplicación de subsidios estatales -de mayor o
menor magnitud según los tiempos-, con los que se
propicia el pago de tarifas menos costosas que las
correspondientes a otros medios de transportes
alternativos.
Esta es un aspecto más –y particularmente
decisivo- de la real dimensión y de los efectos
nocivos que tuvo la gestión empresarial de TBA,
fraudulenta y perjudicial a los intereses del Estado
Nacional -y a fortiori para todos los beneficiarios
potenciales de la línea Sarmiento-, que terminó por
facilitar el exministro Julio Miguel De Vido.
A ese fin, Julio Miguel De Vido inobservó
reiteradamente -y a sabiendas- ciertos deberes
institucionales que lo conminaban a conjurar esa
gestión empresarial fraudulenta, a entorpecerla, a
intervenirla, o bien a denunciarla, a los que debió
sujetar su cabal proceder, al desempeñarse por
entonces, como titular del -extinguido hace tiempo-
polifuncional Ministerio de Planificación Federal,
Inversión Pública y Servicios.
Y la combinación de ambos quehaceres
delictuales perpetrados por los empresarios de TBA
de una parte, y por ciertos exfuncionarios públicos
por la otra –los ya condenados exsecretarios de
transporte y el exministro Julio Miguel De Vido aquí
enjuiciado-, selló e hizo progresar por largos años
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D) Se valora como otra circunstancia
agravante objetiva del reproche que, en razón de
haberse desempeñado como titular de esa cartera
ministerial, Julio Miguel De Vido incumplió con
sus elementales deberes impuestos por la ley y hasta
por el contrato de concesión respectivo del que era
autoridad de aplicación. Esto deberes le indicaban
claramente a Julio Miguel De Vido que, en el caso,
estaba constreñido a desplegar varios procederes que
se vislumbraban nítidamente –y ex ante y con
probabilidad rayana en la certeza- como
palmariamente idóneos para impedir, entorpecer,
paliar, poner al descubierto, denunciar, o
intervenir la gestión empresarial fraudulenta de
TBA; y no allanarla o posibilitarla de manera
apaciblemente dolosa.
De modo que Julio Miguel De Vido contó con
expresas atribuciones, estuvo sujeto al cumplimiento
de expresos deberes legales y contractuales, ejerció
la máxima autoridad ministerial en materia de
transporte ferroviario –entre muchas otras-, y tenía
bajo sus riendas las líneas jerárquicas de las que
podía disponer para, entre otros menesteres,
impulsar la marcha de la UNIREN en miras a apresurar
con diligencia las gestiones necesarias para
renegociar los términos del contrato de concesión,
activar su revocación, denunciar el comportamiento
de tinte delictual de TBA, adoptar para el caso
alguna medida administrativa eficaz, o incoar otras
de carácter judicial.
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equiparables o parecidas a las que son impuestas por
el instituto de la Compliance; esta perspectiva no
puede dejar de señalarse; y en el caso de TBA,
ciertamente debe decirse que la adopción de este
tipo de medidas brilló por su ausencia.
Y emparentado en cierto sentido con esa
temática, cabe apreciar que la gestión empresarial
fraudulenta de TBA, no está del todo exenta de ser
analizada como un hipotético factor criminógeno del
siniestro.
Porque sin desmedro de las absoluciones,
que en orden al delito de estrago culposo agravado
habrán de recaer respecto de Julio Miguel De Vido y
Jorge Gustavo Simeonoff, no parece que se pueda del
todo prescindir de ese enfoque para calibrar, hasta
qué punto, esa fraudulenta gestión de TBA podría
explicar -mediata o remotamente- y dentro del ámbito
operacional de la línea Sarmiento a su cargo, las
características del luctuoso siniestro y las
responsabilidades penales de sus directivos y
responsables condenados en la causa que es
antecedente de la presente.
F) Como causas de agravación subjetivas se
computan la edad de Julio Miguel De Vido, su
educación universitaria, nivel profesional y
cultural, y vasta trayectoria desplegada en diversas
áreas de la función pública, como así también, que
aquél contaba con medios económicos suficientes para
obtener su propio sustento y el de su grupo
familiar.
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de impulsar una investigación contra el Sindicato La
Fraternidad.
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la etapa de instrucción. Es que las personas
investigadas en la causa formada a raíz de la
extracción de testimonios ordenada por el TOCF n° 2,
que tramitara ante el Juzgado n° 11, resultaron
sobreseídas.
En esa misma línea cabe destacar, que los
imputados que resultaron condenados por el TOCF n° 2
en el primer tramo de la investigación, ya habrían
sido detenidos en virtud de las condenas impuestas
en el marco de la causa que es antecedente de la
presente.
Sin perjuicio de todo lo expuesto, una vez
firme la presente, y por la condición de Diputado
Nacional que reviste Julio Miguel De Vido, se habrá
de librar oficio a la Honorable Cámara de Diputados
de la Nación a los efectos de solicitar su
correspondiente desafuero, con el objeto de
efectivizar su detención.
Ello, de conformidad con lo normado en los
arts. 70 de la Constitución Nacional, y 1° y
siguientes de la ley 25.320.
A su vez, corresponderá practicar por
Secretaría el cómputo del vencimiento de la pena
impuesta y de caducidad registral del condenado
(art. 493 del C.P.P.N.).
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FALLA:
I.- RECHAZANDO el planteo de nulidad de
las acusaciones efectuado por los señores defensores
de JULIO MIGUEL DE VIDO, por indefinición del hecho
y violación al principio de congruencia (arts. 166 y
ccdtes. del C.P.P.N.).
II.- CONDENANDO a JULIO MIGUEL DE VIDO, de
las demás condiciones personales obrantes en autos,
a la pena de CINCO (5) AÑOS Y OCHO (8) MESES DE
PRISIÓN, INHABILITACIÓN ESPECIAL PERPETUA,
ACCESORIAS LEGALES Y LAS COSTAS DEL PROCESO, por
considerarlo partícipe necesario del delito previsto
en el art. 174 –inc. 5° y último párrafo- en función
del 173 -inc. 7°- del C.P. (arts. 12, 19, 20, 29 –
inc. 3°-, 40, 41 y 45 del C.P. y 530 y 531 del
C.P.P.N.).
III.- ABSOLVIENDO a JULIO MIGUEL DE VIDO
en orden al restante hecho por el que mediare
acusación a su respecto, calificado bajo el art. 196
–primer y segundo párrafos- del C.P. (art. 3 del
C.P.P.N.).
IV.- ABSOLVIENDO a JORGE GUSTAVO SIMEONOFF
de las restantes condiciones personales obrantes en
autos, en orden a los hechos por los que mediare
acusación a su respecto, constitutivos de los
delitos previstos en los arts. 174 –inc. 5° y último
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párrafo- en función del 173 -inc. 7°- y 196 –primer
y segundo párrafos-, todos del C.P., SIN COSTAS
(arts. 3 y 530 y 531 a contrario sensu del Código
Procesal Penal de la Nación).
V.- ESTANDO a lo expuesto en el
considerando correspondiente con relación a los
pedidos de extracción de testimonios y de
certificación de expedientes solicitados en el
debate.
VI.- TENIENDO PRESENTE las reservas del
caso federal y de recurrir en casación efectuadas
por las partes al momento de la discusión final.
VII.- DISPONIENDO, firme que se encuentre
la presente, librar oficio a la Honorable Cámara de
Diputados de la Nación a los efectos de solicitar el
correspondiente desafuero de JULIO MIGUEL DE VIDO,
con el objeto de efectivizar su detención (art. 70
de la C.N. y art. 1 y ccdtes. de la ley 25.320).
VIII.- DIFIRIENDO la regulación de los
honorarios profesionales de los abogados
particulares intervinientes, hasta tanto se dé
cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 2° -inc.
“b”- de la ley 17.250 y 51 -inc. ”d”- de la ley
23.187, según corresponda.
IX.- DISPONIENDO que oportunamente se
practique por Secretaría el cómputo del vencimiento
de la pena y de caducidad registral del condenado
(art. 493 del C.P.P.N.).
X.- DISPONIENDO lo que corresponda con
relación a la documentación reservada en Secretaría.
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NÉSTOR GUILLERMO COSTABEL PABLO DANIEL BERTUZZI MARÍA GABRIELA LÓPEZ IÑIGUEZ
JUEZ DE CÁMARA JUEZ DE CÁMARA JUEZ DE CÁMARA
Ante mí:
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