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El cristianismo y la política

José Jesús Carrera Mendoza

Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida (Papa
Francisco, Evangelii Gaudium, 274).

El cristiano nace de un encuentro con Jesús, un encuentro que toca la vida, de tal forma, que el
hombre se configura con Cristo. El Evangelio que la Iglesia anuncia no es una teoría fría de
enciclopedia, sino la vida de Jesús contenida en las Santas Escrituras, un mensaje de amor,
misericordia y salvación. Este Evangelio será para el cristiano, a partir de su encuentro, la medida
de acción, la guía de vida. El amor que Dios nos manifiesta a través del acontecimiento de
Jesucristo, lleva al hombre que se deja atrapar por él a encarnarlo en su propia vida. La tarea y
misión de todo cristiano es hacer discípulos a todas las gentes a través del amor, así lo mandó
Jesús. Amar al hermano en la forma de vida a la cual Dios te llame. El Señor no nos llama a todos a
una misma vocación específica, a algunos los invita a donar su vida en favor de los hermanos, a
otros a ser luz en medio del mundo.

El hombre es por naturaleza un ser social, es decir, ha sido creado para vivir en relación con sí
mismo, con los demás y con Dios. El mensaje de la Iglesia no va dirigido hacia las sociedades
civiles y estados, sino a los corazones de los discípulos. «La Iglesia no tiene la tarea de sustituir al
Estado ni a la política. Por este motivo no propone soluciones para cuestiones técnicas de los
problemas sociales. La iglesia no hace política, sino que desde el Evangelio inspira a la política […]
hay tan solo un vínculo con la política en el caso concreto de los seglares cristianos que se dedican
a ella. Muchos cristianos contribuyen con sus obras y pensamientos cristianos a asociaciones,
grupos y colectivos que se ocupan en nuestros días de temas sociales concretos» (DOCAT, 31).

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