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a e tu s

» r . Juan L azarte: La com una


libre y orga n iza da c o m o ideal
y realidad d el con vivir hum ano.
— Hem D a y: «¿R a b e la is a n a r­
qu ista?».— Eugen R e lg is: La
estética d e la vida.— M ariano
V iñ uales: D on Justo Sierra.
—Joh n H eivetson: A p o y o m utuo
y evolu ción social.— Dr. P edro
V a llin a : L os com ed ores de ca rn e
hum ana.— A le ja n d ro B e rck m a n :
K ro n sta d t.- Ugo F ed eli: B ib lio ­
grafía de pu blicacion es a n a r­
quistas en len gua italian a .—
A d olfo H ern á n d ez: P oseíd o de
eternidad.— José M oreno V illa :
Bloqueo. — F ritz B ru pbach er:
M arx y B a k u n in (fo lle tó n e n ­
c u a d e r n a r e I.

Q te iú ila Q lTLe n ¿u a l
PRECIO: 80 FRS Ayuntamiento de Madrid
NUÍ-SÍK.A PO S LAOA

ANTONIO C A C H A D O
P o e ta e s p a ñ o l, q u e ha c o n tr ib u id o a la re n o v a c ió n d e la poesía
c a s te lla n a , con una a c e n d ra d a la b o r in s p ira d a en la p o d a d e s u p e rflu i­
d a d e s q u e tie n e su m e jo r a n te c e d e n te e n el R o m a n c e ro , A rc ip re s te d e
H ita y , en g e n e ra l, en los clásicos e sp a ñ o le s. Su p rim e r lib r o se titu la
« S o le d a d e s » , y su o b ra más lo g ra d a y d e m ayor e m p e ñ o «Las tie rra s d e
A lv a rg o n z á le z » . H a p u b lic a d o ta m b ié n a lg u n a s o b ra s te a tra le s d e n o b le
tim b re lite ra rio en c o la b o ra c ió n con su h e rm a n o M a n u e l, ta m b ié n gran
p o e ta . N a c ió en S e v illa en 1 8 / 5 y m u rió en C o llio u re (F ra n cia ), e x ila d o .
M a c h a d o fig u ra e n tre los in te le c tu a le s e spañoles q u e no d e se rta ro n
d e su a p o s to la d o p o p u la r, sie n d o fie le s al p u e b lo y a la causa d e sus
lib e rta d e s en las horas más negras d e su in fo rtu n io . C o m o un d e s te rra d o
más cru zó la fro n te ra fra n ce sa a l p ro d u c irs e la invasión fascista d e C a ta ­
lu ñ a p a ra s u frir con ese su p u e b lo in cle m e n cia s y h u m illa c io n e s en los
cam pos d e c o n c e n tra c ió n . A n to n io M a c h a d o s u cu m b ió co m o u n o más.
v íc tim a d e una c iv iliz a c ió n fría y d e s a lm a d a , y co m o é l mismo habíase
p ro n o s tic a d o :
« Y c u a n d o lle g u e e l d ía d e l ú ltim o v ia je ,
y esté al p a r t ir la n a ve q u e nunca ha d e to rn a r,
m e e n c o n tra ré is a b o rd o , lig e ro d e e q u ip a je ,
casi d e s n u d o , co m o los h ijo s d e l m a r.»

R E V IS T A M E N S U A L
D E S O C IO L O G IA , C IE N C IA
Y L IT E R A T U R A
C o m is ió n d e R e d a c c ió n : José
Peirals, Federica Montseny.
A d m in is t r a d o r : F. Montsenv.
4. rué Belfort, TOULOUSE
(Haute-Garonne).
Precios de suscripción: Fran­
cia. 204 francos trimestre; Ex­
terior, 240 francos.
Número suelto, 80 francos.
Paquelerrs, 15 % de descuen­
to a partir de cinco ejemplares.
Giros: « C N T » , hebdomadaire.
C.C.P. 1197-21. 4. rué Belort,
TOl l.oU SE Ilaule-Garonne).

Ayuntamiento de Madrid
KÉVISTA DE S O C I O L O G I A . CIENCIA ¥ II CERA flJKA
A ñ o IV T o u lo u s e , f e b r e r o 1954 N° 38

LA COMUNA UBRE Y ORGANIZADA


como ideal y realidad del convivir humano

UANDO las (principales ciudades del sus arreglos con los nobles propietarios de tierras.
m undo con ocido entonces, estaban ba­ Pagan sus exigencias unas veces, otras se arm an
jo el yugo im perial rom ano, cuya ex­ y luchan con tra los señores feudales que amenazan
plotación se asentaba en la fuerza, la co n sus mesnadas.
civilización antigua entró én deca­ Los trabajadores del cam po se refugian en la
dencia; se rom pió el esqueleto arti­ ciudad donde h ay libertad, por lo m enos un prin ­
ficial del poder y Europa retornó a cip io de libertad. En numerosas ciudades de la
la barbarie. Edad Media, el hecho de entrar en el recinto ya los
Lo esencial de este retroceso fué la salvaguardaba. Se encuentra en algunas viejas
disolución del im perio y el surgi­ «ca rta s» la con stan cia de que cualquier persona
m iento del derecho de los bárbaros que abolieron por el solo h e ch o de permanecer un a ñ o y un día
la esclavitud com o organización del trabajo. Tuvo
en ella, es considerada com o ciudadano y goza de
d e bueno la «barbarie»: Io, que n o valía la pena sus privilegios.
conservar un im perio putrefacto; 2°„ que se liqui­ Las ciudades de Francia o España pagan tribu­
daba la esclavitud oficial, aunque la Iglesia lo a po­ tos pero son autónom as. Dictan sus fueros. Se o r­
yara y las clases nobles y reyes se dijeran herede­ ganizan para el trabajo en corporaciones que son
ros de los emperadores. Lo esencial es la rotura de de producción y defensa. En muchas, ya p o r el año
la esclavitud com o sistema universalmente acepta­ 1200 existe un trabajo organizado y clasificado de
do. El m undo de los siglos prim eros de nuestra era, artesanos, aprendices y com pañeros. Se trabaja 8
empezó a form arse de nuevo. Se organizaban los horas, que recientem ente el m ovim iento obrero
grupos hum anos en ¡pequeñas aldeas, villas, ciuda­ radical m oderno im puso después de los «M ártires
des y restos ruinosos de las antiguas (Rom a de más de Chicago»; y en algunas ya se practicaba el tra­
de un m illón de habitantes en la antigüedad llegó bajo solamente el sábado por la m añana que des­
a tener 20.000 en la Edad Media). Comienzan des­ pués fué resucitado por la civilización capitalista
pués del siglo V II a surgir las villas y com unas por en el siglo X X .
todas partes; en pocas decenas de años sobre los íEl florecim iento de las ciudades medievales con
territorios que ocupan h oy Francia, Bélgica, Países sus fueros, sus derechos inviolables, su administra­
Bajos, Alemania se ven 'brotar aldeas y comunas, ción propia y autónom a dan a esta edad un hecho
se desarrolla una vida de unión, cooperación y de superioridad sobre la civilización capitalista.
apoyo mutuo. Van aum entando en p oblación y ri­ La com una había resuelto la m ayor parte de sus
quezas. Se levantan ciudades de 10 a 20 mil habi­ problem as adm inistrativos internos en su produc­
tantes, la producción se decupla y el com ercio en­ ción, com ercio, relaciones con el cam po adyacente.
tre las ciudades libres adquiere una im portancia E n el orden externo, las ciudades se alian, unen
nunca vista. y federan. Las grandes federaciones, o Liga del
Las com unas y aldeas se h an form ado sin inter­ Hansa, que extendía su cadena desde Alemania
vención de la Iglesia (que es el poder monetario hasta la Rusia semisalvaje. Las federaciones de
m ás grande de la Edad Media). La producción y el com unas italianas y españolas son un magnífico
trabajo p ropio les h a dado una personalidad nueva ejem plo de unidad y! arm onía b ajo un régim en fe ­
que nada tiene que ver con el Derecho Rom ano ni derativo...
co n la sujeción imperial. De esa edad es de donde quedan todavía com o
Las comunas son autónom as e independientes, recuerdos las grandes reinvindicaciones de las
se gobiernan a sí mismas por asambleas públicas «carta s» y fueros, entre las cuales podem os citar
que se reúnen unas cuantas veces al año. Hacen algunas de los m unicipios de la Edad Media espa-

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ñola, antes que los destruyera Carlos V en Villalar.


p ara las Americas del norte; hijos de las luchas re­
El fuero de Sepúlveda dice: «De voluntad digo
ligiosas civiles y políticas de la Inglaterra de la
por esto que non han ninguna cosa a dar al rey,
Carta M agna y de la revolución de los «Costillas
ni a sennor ni a otro por fuero ni por derecho; ca
de Hierro». Buscaban tierra y libertad para sus cre­
yendo el litare lo fago de toda premia e de yudgo dos y costumbres.
de Rey e sennor e de toda pecha e de facendera e
de función». Aunque es cierto que varias com pañías podero­
sas se dedicaran a colonizar, también es verdad
Conservar el derecho de la tierra para la com u­
nidad: «a primas d o e otorgo a los que moran y a que las prim eras aldeas de New Ha ven, Filadelña,
Boston, Charles Tow n, New Port, etc., tuvieron ad­
los que son porvenir, la ciudad con todo su termino, m inistración autónom a, rigiéndose por asambleas
con m ontes e con fuentes, extremos, pastos, ríos,
populares, aldeas autónom as herederas de las ca r­
salinas, venas de plata e de ferro e de cualquier
m etallo» ( 1). tas ciudadanas libres medievales inglesas. Institu­
ciones de gobierno propio, que cuando estas com ­
El juez, alcalde, el m ayordom o y el escribano se
eligen cada año, según el fuero de Córdoba, y no pañías o colonias pasaron a ser de la Corona no
pueden ser reelectos salvo por unanimidad. abandonaron y siguieron muchas de ellas rigién­
dose por poderes locales elegidos por los colonos,
Las ciudades y com unas mediovales tuvieron sus
derechos del hombre, antes que los proclam ara la aunque fueran propietarios que manejaban sus
asuntos com o podían.
Revolución francesa; fueron muy humanos, pues no
Y la revolución am ericana fué hecha y termina­
dependían del Estado sin o de la comunidad. El
da antes del choque de las armas, y muoho antes
fuero de Cuenca establece la igualdad ante la le y
de la independencia, por las asambleas populares.
«e se algunos condes potestades o caballeros o in-
A mediados del siglo X V III ya tenían gobierno
¡fazones siquier de m ió regno... siquier de o tro a
Cuenca vinieran a poblar, tales caloñas aian cua­ propio, corriéndose posteriormente la voz de la in­
dependencia de unas a otras.
les los otros pobladores también de vida com o de
muerte». M anejando sus fondos propios, siendo sus pro­
pios amos, com enzaron el proceso de la revolución
G ozaron de la inviolabilidad del dom icilio, que
110 tenemos ahora los habitantes de las urbes ten-
que term inó en una Confederación o unión de ciu­
taculares y del «Estado Soberano». dades, pueblos y aldeas que conservaron todos sus
derechos, hasta tom ar la form a de república fede­
El fuero de Lugo dice: «qui ca sa aliena forzare
ral, con el gobierno de Jorge W ashington, punto
eohenlin las sus en tierra, sino tuviera casa el fo r ­
zador peche el duplo... et sia ata tres sus dias e de arranque de la posterior centralización, en que
n an pechara el pecho non com a ni beba, ata aue a través de un gran capitalismo, sobre todo agra­
muera». rio en el Sur, industrial en el Norte, terminarían
perdiendo después de un siglo y m edio la mayoría
En asamblea general de los ciudadanos se ele­ de sus libertades y derechos.
gían los jueces que juzgarían a los demás del c o ­
Tales ¡pérdidas n o fueron fulm inantes sino leri
mún y era un vecino del mismo com ún y trataban
tas. Y Alexis de Tocqueville, el notable escritor po­
am plia y libremente toda cosa pública, no solo in­
lítico francés, que las visitara a mediados del pa­
terviniendo directam ente en el nom bram iento d°
sado siglo, d ejó escrito un m aravilloso libro: «La
los m agistrados m unicipales sino en todos los
asuntos que se discutiesen. dem ocracia en Am érica», en el cual h acía notar los
ae.ectos de una dem ocracia de masas que paulati­
Los funcionarios del com ún que n o cum plían con
su deber o eran culpables de delitos dependientes nam ente iba buscando la concentración de poderes.
Mas les hizo notar que: «En América no sólo existe
de sus funciones tenían doble pena con lo cual las
la institución com unal, sino un espíritu com unal
com unidades trataron de aum entar la responsabi­
que la sostiene y vivifica...» En la com unidad es,
lidad de los funcionarios, en contraste con la ac­
pues, donde reside la fuerza de los pueblos libres.
tualidad en que la burocracia goza de privilegios
am plia y libremente toda cosa pública, no sólo in- «Sin instituciones com unales podrá una Nación
dad de clase. darse un gobierno libre, pero ella carece de liber­
tad», y termina su fam oso libro con estas pala­
En las comunas, holandesas o anglosajonas, en­
contram os ejem plos variados, numerosos y admi­ bras, ayisor as, de la evolución hacia las form as dic­
rables de cuanto ayudó en el desenvolvimiento de tatoriales de poder: «Cuando las libertades se ha­
la vida del com ún en esta edad lum inosa a la cual yan hundido en América, Europa golpeará sus puer­
la han obscurecido gratuitamente. tas preguntándole: «Caín, ¿dónde está Abel?»
Mas en la otra parte de América, la llamada
El poder de los Estados nacientes (monarquías e
imperios) liquida las libertades de muchas de ellas, mispanica, también evolucionaron la herencia doble
haciendo lo demás el capitalism o, que tom aba per­ de los déspotas que aprisionaban los municipios y
sonalidad histórica y la burguesía que iba a im po­ las de apoyo m utuo que aun estaban en la historia
y en el espíritu de los hombres.
ner a su vez la form a de trabajo, com ercio e in­
dustrias. Es exacto que la conquista de América fué una
empresa militar de sangre, hurto y dom inio, ben­
Mas siempre quedó a través de unos cuantos si­
decida por la Iglesia; pero los colonos que vinieron
glos el sentim iento de libertad y apoyo mutuo, que
a buscar pan y libertad no siempre aceptaron el
fué transmitiéndose de generación a generación
hasta nuestros días. yugo de los m onarcas y hubo en los primeros siglos
en pueblos, curatos y aldeas, recientem ente funda­
El mundo del medievo se agrandó con el descu­
brim iento de América p or Europa, o del de los eu­ dos, sublevaciones y m ovim ientos revolucionarios.
ropeos por el hombre am ericano, que tanto da... Desde un principio los colonos en sus pequeñas
aldeas, en el desierto, se sublevaron contra la do­
De Anglosajonia salieron los prim eros colonos
m inación imperial y eran por igual españoles, crio­
llos, mestizos, indios y negros, los que hubiere le­
vantados contra la autoridad.
(1) Fuero de Sepúlveda.
Suman m ás de un centenar las sublevaciones de

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com unas y ciudades que se realizaron en las colo­


nias españolas en América, y ya cuando entra el ñolas en Am érica fueron m ovim ientos com unales
siglo x i x también estaban preparadas para su de comunidad, de em ancipación de ciudades al­
deas, villas, pero n o de Estado. Después y de' mu-
independencia política. No es posible recordar a to­
cnas luchas que duraron años se consolidaron los
das pero anotarem os algunas más importantes.
fcstados con tra las com unas populares y las quita­
La del indio Tupac-Amarú, que fu é vencida en el
ron los derechos. Los poderes centrales con tra el
Perú y su jefe condenado a ser despedazado por
cuatro caballos, en la plaza del Cuzco. Los motines autonom ism o com unal. Las com unas cuando m an­
de Asunción por el año 1542; durante once años la daron sus representantes aspiraban a federaciones
de com unas, con amplias autonomías; las guerras
com una se gobernó sola, habiendo depuesto al ade-
antado del R io de la Plata. La ciudad se gobernó y dictaduras destruyeron estas aspiraciones y las
por Asambleas sin tener en cuenta el poder espa­ hundieron en el unicato del Estado que con su pro­
ñol; la población estuvo contenta y luchó por su ceso centralizador term inó en dictaduras constitu­
cionales o no. u
em ancipación com unitaria. Posteriormente en esta
El nacionalism o, m ito naciente después de la Re­
m ism a ciudad se da la revolución más im portante
volución Francesa, que infectara el alto espíritu de
emancipadora, llamada de los com uneros, de José Kuropa, unificó las fuerzas, sentim ientos y creen­
Antequera que tocó a Paraguay y Corrientes, que
cias al servicio de los poderes siniestros y del Esta­
lo fue de autonom ía com unal y de libertades indi­
vidua es. Destituido un gobernador fué designado d o absoluto o constitucional, principalm ente Re­
sultó que los pueblos de América después de treinta
-d0n JoSé de Antequera. El gobierno anos de «revolución» em ancipadora «creyeron aue
español ordeno que renunciara; el Cabildo de Asun­
ción se opuso. El virrey del Perú nom bró otro y los creaban «naciones libres» y dem ás místicas se en-
pueblos de Asunción y Corrientes lucharon denoda­ medi0 después, en la más terrible
esclavitud política, econom ica y social...
damente con milicias comunales, contra las tropas
¡ SÍ n Jembarg0 e* sentim iento comunalista de las
™ fueroíi vend d o s y ejecutado Anteque­ ciudades n o ha desaparecido y las nuevas organi­
ra. Quedó la semilla que un tiem po después recoge
zaciones de estructura mundial h an de verificarse
^ i w rn ° , ^ om pó y vuelven a levantarse los Incluyendo la com una libre y organizada en el or-
Am erica que ya estaban ex- aen interno y en el externo la «Federación libre da
perimentalmente convencidos y enseñados que sus com unas» (1).
ciudades y pueblos podían vivir sin reyes, ni explo­
tación y ser mandadas por ellos mismos. i O ^ ervam os que esta gran línea, tom ada desde
Según el Padre Lozano (historiador clerical in­ MS]a a¡ínpI°H«yi i a ,b. Ja, Media Kasta nosotros,
teresado en este m ovim iento) M om pó «hablaba del a las libertades com unales siempre con
poder del com ún de cualquier república, ciudad o ™ c ? nes libres, para la aXuda mutua y la ad­
m inistración autonóm ica de la vida gregaria y esto
aldea, enseñando que era más poderoso que el mis­
m o rey; que en m anos del com ún estaba adm itir la vuelve a florecer en Europa frente al fr a c a L del
w i L o I gobernador que gustasen, pues aunque se j"ac, ? “ a^s.m o ^ del estatismo. El renacim iento de
la libertad y la organización de las comunas du-
.^ diesen el Principe, si el com ún n o quería, podía
omk™611 resistir y d ejar de obedecer». Fueron des t e r a n a fn Rf vol'icif n Español^ (las com unida­
des agrarias de Aragón) son un notable ejem plo de
tam bién vencidos pero quedó la semilla, y la ma-
que la linea vital de las libertades com unales está
sigtos 6n estructura espiritual estaba por los viva en toda la humanidad y h oy vuelven a mn
R iísia ?onSclencias com o disconform idad en la
r a n ^ejeS pl0 íué el m ovim iento com unero Rusia bolchevique y en la Yugoeslavia y Checoeslo-
del Socorro de Nueva Granada (1791) que íncluvó
^ l a y anuncian com o integrantes de un n u e -'
« Ciu2 ades y cuyas bases estaban en los v o l v i m i e n t o com unitario (de comunas) ciudades
Los derrotaron pero sucesos semejantes
v n?unicipios, por la libertad administrativa
3 s,ta la tot;al separación del im perio y
poder español a principios del siglo X I X Ia una humanidad liberada de la
explotación, guerra e ignorancia.
v o m S. y lo / de May ° en Argentina
y Chile - -e n Santiago— fueron de com unas oabil- D r. Juan L A Z A R T E
í s’ n° f Nación. «La revolución argentina» fué
?„et representación de ciudades cuando organizan ^ e* 01"den del trabajo organizado vienen
las juntas. Las revoluciones de las colonias espa­ ~ S V cooperativas' Consejos, Federaciones,

NUESTRA S E C C IO N LITERARIA i;
“£ a 1}ida y, laá /¿ibcaá”
S e in s e r ta r á n e n e s ta s e c c ió n m e n s u a l l i t e r a , ¡ , c ritic a s „ b r a a q ü e l |as o b t a , q u e > a y a n a p J

c ie n d o , e s c ritas e „ los id io n .e s c o r rie n te s o t r a d u c id a s , d e las c u a le s h e g e n l l e g a , los a u to re s

o e d it o r e s , d o s e je m p la r e s g r e t u it o , a I . R e d a c c i í n d e C E N I T , 4 , r u é B e l f o r t , T o u lo u s e ( H - G ) :

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C o n fe re n c ia sobre IPAMBIEILAVIIS
II. - GIL HOMBRE

« ¿ R A B E L A IS A N A R Q U IS T A ? »

Con e s te t ít u lo , n u e s tro c o m p a ñ e r o y c o la b o r a d o r H em Day p r o n u n c ió r e c ie n t e m e n te una in te r e ­


s a n te c o n fe r e n c ia en la S a lle S é n é c h a l d e T o u lo u s e . El c o n f e r e n c ia n t e c e d ió g e n t ilm e n t e el te x t o de
su e s tu d io p a r a q u e f u e s e p u b lic a d o e n las p á g in a s d e « C E N I T » . L o p u b lic a m o s h o y con g ra n sa tis ­
fa c c ió n d e n u e s tra p a r t e , in h ib ié n d o n o s d e a ñ a d i r a la e x p o s ic ió n d e l c o m p a ñ e r o H e m D a y n in g ú n
c o m e n ta r io . Su d o c u m e n t a d o tr a b a jo , com o p o d rá n a p r e c ia r los le c to re s , se p re s e n ta por sí m is m o .
Ia m u c h a e x te n s ió n d e e s te te x t o ire m o s in s e r tá n d o lo en v a rio s n ú m e ro s de n u e s tra p u b lic a c ió n

rjgg^5ij£7|ABELAIS es la vida, la vida en lo que thery y_ P. Lacrois, con Abel Lefranc, prefirieron el
p£8| tiene de verdaderamente buena: la ju- año 1495. Así pues, estas tres fechas, aproximadamen­
I ventuc*’ *a naturaleza. Rabelais represen- te, fijan el nacimiento de Rabelais. Extracto de un
t i ta en cierto modo el sol. Es esto: poeta, epitafio manuscrito de la iglesia de Saint-Paul, en
f Jm sS W filósofo, médico, jurista, astrónomo, hu- París, Biblioteca histórica de la ciudad: «Francisco
manista. Epopeya, en la que su Gargan- Rabelais, fallecido a la edad de 70 años, en la rué des
■ J s' túa y Pantagruel son invocados: filoso- Jardins, el 9 de abril de 1553, ha sido inhumado én
fía. religión, moral y política: divertida el cementerio de Saint-Paul.»
a la vez que instructiva. Pensad en el Dejaré a cada cual el cuidado de defender en este
lenguaje tan lleno de sonoridad, donde la amplitud so capítulo el resultado de sus sabias y minuciosas in­
codea con la precisión entremezclada con la maravilla vestigaciones. Si nos paramos a buscar el lugar de
pintoresca, rica y variada. He aquí el cuadro de la su nacimiento tropezaremos con otras incertitudes.
vida, el cuadro viviente, talmente verdadero y tan Unos escogen Chinon como cuna de Rabelais; mien­
rico en observaciones psicológicas. He aquí e l'h o m ­ tras que otros eruditos le hacen nacer en la Devi-
bre con sus vicios y sus virtudes. Escribió Anatole niére, pequeño dominio o aldea situado en el territo­
France: «La biografía de Rabelais, por injuria de los rio del pueblo de Seuilly, a algunos kilómetros de
tiempos y neglicencia de los hombres se halla repleta Chinon. Sin duda los vecinos de Chinon no aceptarán
de lagunas. Rabelais puede encontrase a pesar de en modo alguno que se pueda poner en duda la «pri­
éstas.»
mera villa del mundo», como la llamaba su ilustre
No trataré de llenar estas lagunas con algunos re­ hijo. Y pondrán en juego, para atestiguar la vera­
miendos, y tampoco llevaré, con afirmaciones preten­ cidad, el blasón de la villa famosa que ha inmortali­
ciosas, mi preferencia sobre tal o cual hallazgo bio­ zado una obra: ((Chinon, pequeña villa, gran renom­
gráfico; pues en último análisis estimo que lo que bre. Asentada sobre viejas piedras. Arriba el bosque,
importa ante todo, por lo que nos preocupa, es el al pie el Vienne.» Quisiera obsequiaros con docenas
examen de los escritos y del pensamiento del que de maneras con que se quiere ortografiar el nombre
inspiró a Voltaire, que contaba entonces setenta años, de Rabelais en el curso de los años. Pero hay muchas
esta carta dirigida a Madame Du Deffant (12 avril de cosas oscuras en Rabelais y no de poca importancia
1760): «He leído- algunos capítulos de Rabelais tales ¿No se ha llegado incluso a poner en duda el libro
como los del combate del hermano Jean de los Entom- quinto el que se dice, en parte al menos, adjuntado
meures y la conducta del consejo de Picrochole (los a su obra? Quiero hablar de «LTsle .Sonante». Nos
cito, por tanto, de memoria); los he leído con gran ocuparemos de ella.
placer porque es la pintura más veraz del mundo... Sin embargo los orígenes de Rabelais se han preci­
me arrepiento de haberle en otras ocasiones menos­ sado gracias a las investigaciones incesantes de este
preciado.»
último medio siglo. Y se nos han revelado bastante
Rabelais nació posiblemente en 1483. Tal parece re­ diferentes de los que las leyendas nos habían ense­
sultar de un extracto del registro mortuorio de la ñado. Había la costumbre de presentar al padre de Ra­
iglesia de Saint-Paul de París hecho en 9 de abril de belais como un cabaretero, como un hostalero de la
1553. Según el mismo, murió a las 70 años de edad.
Lamproie. Se le atribuía a veces una tercera ocupa­
Sin embargo hay que señalar que el original, perdido, ción: «vigneron». Se invocaba el vinillo «pineau» ala­
sólo es conocido a través de una nota adjuntada en bado por Rabelais en el Pantagruel como un testimo­
el siglo XVIII a un epitafio manuscrito en la dicha nio irrebatible.
iglesia. Deduciéndolo de este escrito los antiguos bió­ J. A. de Thou, en algún sitio, hace hablar a Rabe-
grafos fijaron el año 1483 como fecha de nacimiento lais en estos términos: ((He vivido de tal manera que
de Frangois Rabelais. Algunos, Guy Patin entre ellos, haber vivido me divierte, y leyendo lo que he escrito
adelantaron esta fecha a 1490. Enfin, otros aún, Ra- en vida para divertir me sigue divirtiendo. La vida

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CENIT 1145

ha sido dada al hombre para gozarla riendo y ju­ en deux mois qu'il ne sera acheté de Bibles de neuf
gando. Las cosas serias la hacen más amarga que la ans.»
hiel. Todavía ahora el tacto clarividente 'del dios Baco Dejaré todo esto en medio de una penumbra querida
ha evitado que las cosas serias incomoden a mis apa­ y deseada. La necesidad me impone otras rebuscas,
cibles manes. En efecto, la casa que mi padre dejóme y pasaré también por alto tratar de explicar su apo-
en Chinon, donde transcurre el curso de cristal del 'geo, su eclipse, su vuelta a la fortuna y su demora
Vienne limosín, convertido desde mi partida en una en el curato de Mendon, que le atribuyó el cardenal
taberna para uso de todos, resuena día y noche con de Bellay. Por interesante que esto sea me apartaría
alegre ruido. Los clientes ríen allí hasta la madru­ de la pauta que guía mis averiguaciones para elabo­
gada. Se ríe en los jardines en los días de fiesta. Las rar las más particulares páginas que pretenden reve­
flautas animan a los danzantes que el odre ha hin­ lar a Rabelais bajo nuevos aspectos y mostrárnoslo más
chado; flautas que saben retener los aires potevinos; vivo que nunca, participando cada día en la elabora­
y lo que servía de estudio al maestro, de biblioteca ción de lo que no cesó de proclamar como indispen­
a sus libros, es hoy una bodega en la que espumea sable a la liberación del hombre: la libertad y la
un vino dulce como néctar. El destino me permite justicia. Tampoco nos ocuparemos de los caracteres
regresar a los días pasados. A ningún precio alquila­ de su inventiva y menos aún de los de su estilo. Su
ría la casa paternal ni a condición alguna consentiría riqueza de vocabulario, la estructura y el ritmo de
en venderla.» la frase, la poesía de la expresión no retendrán mi
Algunos biógrafos nos hablan de un padre botica­ atención aquí. Me excusaría con mucho gusto con
rio; en nuestros días Anatole Prance y Abel Lefranc respecto a ciertos letrados si no comprendiera su
nos presentan un Antonio Rabelais, padre de Frangois, derisión, habida cuenta de que hay mil maneras de
licenciado en leyes y ejerciendo la profesión de abo­ ponderar el genio de Rabelais. Escogí ya una ensa­
gado en Chinon. Se llega incluso a añadir que «en au­ yando de aportar una modesta piedrecita al edificio
sencia de los lugartenientes generales estaba a su tan lleno de admirables aportes, aun a riesgo de
cargo la más alta jurisdicción en el distrito de citar, sin omisión desmedida, a los que me ayudaron
Chinon.» - a conocer a Rabelais y a poder apreciarlo: René
Por lo tanto, si los dos autores precitados parecen Millet, Eugéne Noél, P. L. Jacob, Paul Stapfer, Pela-
unánimes sobre esta nueva profesión del padre del dan, Jean Plattard, Arthur Heutbard, Martin Dupont,
más «vigoureux nourrisson du vigoureux terroir», Alfred Mayrarges, Gustave Vallat, Léon Daudet,
difieren sensíblement ambos en los detalles. No nos Emile Gebhart, Charles Simond, Louis Thuasne, Jean
detendremos en ello. Rabelais, último nacido, hacia Motron, Sainte-Beuve, Henri Martin, Guizot, Armand
1493, no ha conocido bastante, según parece, a su Riviére, le Dr. Binet, Sanglé, Jacques Boulanger, Char­
madre. No habla de ella en sus obras. ¿La perdió les Causeret, John Charpentier, Emile Chevalier y la
en la cuna com o quieren suponer muchos de los que obra remarcable de Lucien Fabvre: «Le probléme de
han tratado de sus orígenes? Lo que se puede cons­ l’incroyance au XVI* siécle. La religión de Rabelais.»
tatar es que la influencia femenina no cuenta en De las veinte y pico de ediciones que conservo he
absoluto en Rabelais. Tan misteriosas reservas sobre leído muchos prefacios que me han informado e ins­
su nacimiento, sobre los autores de sus días, sobre su truido mucho. Pero no puedo cerrar esta larga enu­
juventud y sobre su muerte, nos invitan a ser cin- meración sin señalar muy particularmente la edición
cunspectos y a dejar a los doctos el cuidado de ave­ de las obras de Frangois Rabelais publicada por Ho-
riguar en la vida de Rabelais lo que es leyenda o his­ noré y Edouard Champion, edición aumentada con
toria. Por mi parte, estimo que se armonizan admi­ una introducción de notas críticas debidas a Abel
rablemente en este hombre que encarna el tempera­ Lefranc y a toda una pléyade de fervientes admira­
mento galo, la jovialidad, la inquietud, la burla, la dores e investigadores de Rabelais: J. Boulanger,
sana lógica y el sano ingenio. H. Clouzot, P. Dorneaux, J. Platard, Lazare Seinéan,
No me ocuparé de sus años de infancia y de juven­ algunos de los cuales, por otra parte, nos han legado
tud. No invocaré tampoco los numerosos viajes de estudios y ensayos de gran erudición.
este peregrino, tanto por Francia como por Italia; sus Digamos que los dos primeros libros de ««Panta­
correrías por aquí y allá, su necesidad constante de gruel» aparecieron en 1553-4, dos años más después
ver, conocer y aprenderlo todo, le llevan a todas par­ de ««Gargantúa». El tercer libro de ««Pantagruel» fué
tes y a inscribirse en las facultades. Vedle en la es­ editado en 1545, y en 1552 el cuarto. Después de la
cuela de la Abadía de Seuillé; seguidamente en el muerte del autor apareció el quinto y último libro.
convento de los Cordelíers de Fontenay-le-Comte, de Es esta una obra prodigiosa, llena de fantasía. Hay
donde pasa a la Orden de San Francisco de Asís, a una mezcla que va de la bufonería a la grandeza. En
la de San Benito, ingresa en la Abadía benedictina esta extraordinaria producción hay un singular apor­
de Maillezais, la que abandona para tomar el hábito te de una riqueza sorprendente, un colorido de una
de sacerdote secular y viajar a través del mundo. diversidad remarcable, donde se codea lo peor y lo
Excedente del estado monástico, posee sin embargo mejor, consecuencia de un alarde de imaginación
una sabiduría enciclopédica que le abre todas las puer­ fantástica mezclada con una erudición increíble. Se
tas y es el huésped de los grandes hombres de la afirma por todas partes un ingenio zumbón extraor­
época que gustan recibirle y charlar con él. dinario, un estilo que conmueve por su simplicidad,
En Montpellier termina sus estudios de medicina enuncio de una sabiduría incomparable.
y, entre tiempo, publica sus Almanaques. Después es Lo que Rabelais tiene de más extraordinario es que
editado su «Les faits et diets du géant Gargantua et los mejores escritores franceses han abrevado inten­
de son fils Pantagruel». La boga de este libro es samente en sus obras. Leed a Moliére, Lafontaine,
extraordinaria: «il en a été vendu par les imprimeurs Boileau, Balzac, Anatole France, Céline; encontraréis

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1146
CENIT

aquí y allá páginas inspiradas en esta lengua mara­


villosa que ha sabido legarnos Frangois Rabelais, y p r e n d e n te , p e r o i m p lic a in d u d a b le m e n t e u n a in v it a ­
c i ó n a to d o s d e p a r t e d e R a b e la is .
esto borra grandemente algunas pueriles reflexiones
que los escrúpulos de algunos pueden emitir a su E l p r im e r lib r o s e r á , p u e s , la r e la c ió n d e e s ta in ­
respecto. Charles Simond, en la nota que precede a las fa n c ia , d e su e d u c a c ió n , d e su lle g a d a a P a r ís . S e r á
p o r o t r a p a r t e m o t i v o de u n a g u e r r a c o n t r a P ic r o -
páginas escogidas por él de Rabelais, refuta con jus­
ticia los ataques dirigidos por los moralistas al cura o Y d e la c o n s t r u c ió n d e l a a b a d ía d e T h e le m a
de Meudon: «Sin embargo no hay que perder de r e c o m p e n s a o f r e c id a a l c e lo d e l m o n je h e r m a n o , Joan
vista de que Rabelais pertenece a su tiempo, y que d e lo s E s to m m e u r e s , e n e s ta lu c h a c o n t r a el e n e m ig o .
su época no se distingue por el cuidado de la expre­ H a y e n to d o e llo r ic a m a t e r ia d e s a r r o lla d a c o n f u e r ­
za , q u e h a c e d e e s te p r i m e r lib r o u n a o b r a m a e s t r a
sión. hl pueblo de entonces era esencialmente des­
d e in g e n io , d e a m o r y d e b o n d a d . P a n t a g r u e l, e l s e ­
preocupado en este aspecto; placíase en la picaresca
g u n d o lib r o — c o m p u e s t o a n t e s q u e .el p r e c i t a d o —
y en las escenas «verdes». Aquel siglo es todavía el
de los romances. Perpetuó su lozanía y crudeza en los n a r r a r á e l n a c im ie n t o , la e d u c a c ió n , e i n v o c a r á ig u a l­
téminos y en las telas. El siglo XVI de Rabelais no m e n t e la s g u e r r a s d e P a n t a g r u e l, h ijo d e G a r g a n t ú a .
difiere mucho del XIV de Chancer. y Rabelais no es L a s id e a s p e d a g ó g ic a s d e G a r g a n t ú a se e x p o n e n en
solo a permanecer en su medio. La reina de Navarra c a r t a d ir ig id a a su h ijo q u e h a s id o e n v ia d o a la s
es tan atrevida como él. Querer complicar a Rabelais u n iv e r s id a d e s m á s c é le b r e s a l o b je t o d e su e d u c a c ió n .
en un proceso de moral puritana es transportarlo a £ s a q u í q u e e n t r a e n e s c e n a u n n u e v o p e r s o n a je :
P a n u r g o , u n a e s p e c ie d e b o h e m io c o n e l q u e P a n t a ­
una edad que no es la suya y condenarlo en nombre
de un pudor que le hubiera hecho reír.» g r u e l h a t r a b a d o a m is t a d y h a r á d e é l el c o m p a ñ e r o
Sabéis que se atribuye a Rabelais, en su lecho de d e s ie m p r e . E l c a p it u lo q u e e x p lic a e s te ú lt im o e p i­
muerte — ocurrió esto el 9 de abril de 1553 — esta s o d io se h a lla a d m ir a b le m e n t e s in t e t iz a d o e n e l m is ­
celebre frase: «La farsa ha terminado». Puede quo m o t it u lo : « D e c ó m o P a n t a g r u e l e n c o n t r ó s e c o n P a ­
la haya pronunciado; puede que no. Algunos añaden n u r g o a q u ie n a m ó to d a su v id a » . E s to s d o s lib r o s
este complemento: «Echad el telón». Pero se le atri­ s o n y a u n a p in t u r a d e la c iv i liz a c ió n y R a b e la i s la
p in t a c o n g r a n ta le n to .
buyen otras frases, tales como: «Quiero buscar un
gran quizás». En el lenguaje corriente oímos frecuen­ " G r a n d g o u s ie r e s el h o m b r e de l o s t ie m p o s p r i m i ­
temente invocar «el cuarto de hora de Rabelais». Todo t iv o s o el h o m b r e d e lo s tie m p o s fe u d a le s c u a n d o es
esto demuestra, a mi entender, la popularidad de este bueno» - h a e s c r it o E m ile F a g u e t. Y p r o s ig u e : « G a r -
monje, médico, polemista, ilustre escritor, uno de los g a n t u a e s e l h o m b r e d e la c iv i liz a c ió n q u e c o m ie n z a
más grandes de su tiempo, y que en nuestros días q u e s e d e s e a m á s q u e se h a c e , o e s el h o m b r e d e lo s
u m b r a le s d e l R e n a c im ie n t o .»
desploma, alta la mano, a esa raza de garrapateado-
res sin sabor ni dignidad, que escribe para no decir En el tercer libro, Panurgo se dirige a Pantagruel
nada, ignorando que pertenecen a la vida libre y le pide consejo sobre si debe casarse. Y he aquí al
Presentemos suncintamente y analicemos con 'ra p i­ bueno de Panurgo consultando un mudo aquí v allá
dez sus cinco libros. Esto parecerá una apuesta. No a iiammagrobis, un viejo poeta moribundo. Consulta
puedo proceder de otro modo sin abundar en lo ya a su alrededor; se dirige a aquí y allá, a la cábala
dicho por otros. Mi deseo es presentar suncintamente, v L í quir°m ancia; recurre a la suerte, a los sueños.
y analizar más rápidamente aún, los cinco libros de pI t P ñ f ^ .e n Kn,?pa’ cl ^ 'ro m á n tico ; Hippothádea.
rtabelais a fin de que por este ejercicio de memoria sófn v t ’i 1 ’ Gl médíco; Trouillogan, el filó-
queden desglosados los personajes que este narrador aPon ' lboul®t’ el loco- Es este último que inducirá
moralista y filósofo, ha hecho vivir en esa familia de el nrá™in° 7 ^ ? n.laS™ei a embarcarse, a consultar
los reyes gigantes. el oráculo, la divina botella.
El cardenal de Bellay interpeló a alguien que había c a s * 'A m ^ R a h ^ 1- n o s l le v a h a s t a la s is la s fa n tá s t i-
solicitado por medio de uno de sus amigos el honor ! R a b e la is ' bí|j ° f o r m a a le g ó r ic a , d e s c r ib e d i-
de ser admitido en su mesa: «Este hombre, ¿ha leído u ‘ qu .e P e r s o n ific a n ta n p r o n t o u n e r r o r , o
U Libro?» (Se sobreentendía por ello, en la época en­ habitan ^ ‘ r h , f n la ¡Sla de P t°curación
tre los medios letrados, la crónica de Gargantúa y n I iÍ h x ° UX’ 63 deCÍr’ la gente de Íusticia.
de Pantagruel). Ante la respuesta negativa, Bellay la lsla de Tapinois viven los católicos. En la Fa-
que no podía concebir que alguien se reclamase d e Uí í !e nm 0 Ta n l0 ? ™ b ó c ile s - p u e d a n t o d a v ía la s is la s
sabio sin haber leído a Rabelais, respondió: «Que se fa de ¿ ° S Pi'Pimanes y la de Gasber,
le sirva entre los criados». Era pertinente en aquella m a íJ r tL T ‘ He “ quí los viaies fantásticos
época Y añado que lo es todavía más en nuestros días. ant» nnínfrn ^ genial para hacer desfilar
Hijo de Grandgousier y de Gargamelle, Gargantúa a nt. nosotros _a los hipócritas, los santurrones los
es un hombre serio, de una prudencia extremada. nrolnaf 0S\ f nd0n0s Pá8 inas curiosas sobre la
Grandgousier es un bonachón inocente y rudo. Estas g l? “ y ? 7 táCt‘ Ca dC 103 eJ'é rcitos del si-
pasiones son a la vez vivaces e infantiles: es 'el hom­
bre de buen natural. Gargantúa también es bonachón cute11 •fnR « L 1Íbr° quint0,1 Cuya Paternidad se le dis­
cierto, pero es más reflexivo. Si no es muy instruido cute a Rabelais, seria, al decir de algunos un ma-
desea en cambio que su hijo Pantagruel adquiera R a b e ia l c°.secha ajena- No se podría atribuir a
mayor instrucción. Sin embargo, lo que le domina es Rabelais todo lo que se desarrolla en él. Los ataques
la rigidez de espíritu y la virtud del corazón. Recién se precisan aquí, la alegría parece haberse desvane­
nacido apenas, Gargantúa no chilla como los otros cido, y también la bonachoneria. Es un panfleto corro­
runos a voz en grito. Se expresa mediante tres voces: sivo contra Roma con ciertas reminiscencias de pro­
«.beber, beber, bebe.!» Esta fórmula es un lanto sor­ testantismo Habría que retrasar esta visita a la Isla
Sonante, habitada por pájaros de mal agüero en que

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CENIT 1147

los machos se llaman clérigos y las hembras monjas. cen. La obra de un pensador rico en la suma de los
Se sabe lo que quiere expresar Rabelais cuando alude conocimientos y de las ideas de toda una época fe­
a estos avechuchos inútiles que no trabajan, que no cunda. En fin, la obra de un humanista en el sentido
cultivan la tierra. El mundo pena y suda para cebar­ más extenso y elevado, que en nombre de la razón
los. La Isla Sonante se llama también así por el tu­ se levanta contra todas las formas de la tontería;
multo que arman las campanas, grandes y pequeñas, contra la injusticia, la violencia, el conformismo, sin
para invocar «les chuts fourrez» y otros que se des­ indignarse, riendo con una risa enorme, el reír de
criben. Gargantúa cuando engaña a los parisinos desde lo
Chappons y Pons, terminan la introducción a las alto de las torres de Nuestra Señora.»
páginas escogidas de «Gargantúa y Pantagruel» con
estas lineas que serán una presentación sumaria de HEM DAY
los cinco libros: (Trad. J. Peirats.)
«Con sus defectos, su falta de mesura y, si se quiere,
su cinismo, la novela de Rabelais es seguramente una La segunda parte de esta conferencia, que publica­
de las más grandes obras del ingenio humano. La remos en el próximo número, se titulará: «La Abadía
obra de un ar tista de los más poderosos que se cono­ de Thelema: Haz lo que quieras».)

n * E ST E T IC A v S P
11 y últim o la pintura, d e la escultura y de la arquitectura. La técnica
ha llegado a condicionar m anifestaciones artísticas que a fe c­
A influencia d e la con cepción estética d e La- tan n o sólo a la m uchedum bre, sino tam bién a las fuerzas
caze-D uthíers es evidente (aun cuando no creadoras de las individualidades. Ese «totalism o» lleva a
esté francam ente confesada) e n las indaga­ Juan Goudal a la indicación d e una escala de los valores
ciones d e los críticos más jóvenes que tra­ permanentes del arte.
tan tam bién d e clarificar y de sintetizar en
una doctrina las m anifestaciones tan distin­ * * *
tas y contradictorias d el arte m oderno. Por
ejem plo, Juan G oudal, en su libro V olun­ A decir verdad, el ideal integral de la vida estética se
tades d el arte m oderno (París, 1927), acen­ halla bastante lejos. ¿Tendem os a él solam ente? Esto es lo
túa el carácter voluntario y consciente de que n o pu ede negarse. Pero tendem os tam bién a los idea­
las artes contem poráneas (1). El abraza a la pintura y a les científicos, filosóficos, morales y sociales. Estos últimos
la escultura, al cin e, a la novela, al m obiliario, etc., en el son en gran m ed ida la con d ición de la vida estética que,
m ism o sistema estético, porqu e todos entran e n el cuadro después d el individualism o, ocu pa un grado bastante ele­
d e las mismas explicaciones. N o queriendo hacer «teorías va do en la escala en espiral d el progreso humano. En nues­
gratuitas», G oudal em plea numerosas citas de las obras de tra ép oca d e socialización o, más exactamente, de colecti­
los contem poráneos. ¡Sólo deja d e citar a Lacaze-Duthiers! vism o dictatorial, y a pesar de la lucha encarnizada que
G oudal está más cerca de él cu ando dice que, en el fondo, el «v iejo orden establecido» sostiene contra las olas cre­
asistimos h o y a un d o b le m ovim iento: «E l arte tiende a cientes d e la R evolución, el ideal estético n o h a sido olvi­
acercarse a la vid a », a confundirse con el con ju nto de la dado, pues entra en las preocupaciones de los teóricos y
realidad «del dato». Por otra parte, «la vida intenta ele­ d e los estetas socialistas.
varse hasta el plano del arte. Existe un deslizamiento si­ La estética y e l materialismo histórico es el titulo de un
m ultáneo del arte hacia la vida y d e la vida hacia el arte». ensayo de R u d olf Frank (2), que intenta, en el estudio del
En ciertos puntos, el arte y la vida se han alcanzado; en
el porvenir, su fusión llevará a profundas alteraciones en
la vid a social.
Partiendo de esta con cep ción , emparentada c o n la d e «la
(1) Juan Miccoa, en sus «Perspectivas del arte» (Bibl.
voluntad de potencia estética», Goudal ha expuesto los orí­
ed la Artistocracia, 1930), se expresa en el mismo senti­
genes del «totalism o estético», cuya característica es hoy
do: «El hombre es un animal estético; el arte es para el
«la crisis d e la idea de elección ». En nom bre de este to­
hombre una función vital como la nutrición y la repro­
talismo estético, el autor quiere dar derecho d e ciudadanía
ducción, la ciencia y la moral. El arte comienza donde
artística también al cinema, pon ién dolo al lado del teatro,
empieza la humanidad».
de la novela y d e la poesía. N i aún la técnica puede man­ (2) Aesthetik und historischer Materialisme, en el Fo-
tenerse aparte del arte. Esta se halla en la línea general de rum, dic. 1919.

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1148 CENIT

problema estético, reemplazar el método ideológico por el


materialismo. Examinando el teatro antiguo heleno y el de nam ento afectado, la arquitectura se hace viva p o r el jue­
g o d e los volúm enes, de las masas y d e los vacíos o huecos
nuestro tiempo, demustra la imposibilidad de emitir un jui­
com binados. D eb em os con cebir el edificio lo m ism o que las
cio estetico puro en el sentido kantiano. Con frecuencia se
ciudades, com o organismos. Nuestra ép oca tiende a reem ­
confunde el juicio estético con la apreciación subjetiva,
plazar los genios personales por estilos m acizos y dinámi­
«de gusto». Aplicando el método del materialismo histórico
co s a la vez. S ien do la obra de arte el vínculo más fuerte
en el dominio estético, puede situarse la obra de arte (como
entre los hombres, debe hallar en ella la colectividad su
lo ha hecho Taine) en una época determinada y, asimismo,
expresión directa y sincera. El desacuerdo entre el arte y
en medio de circunstancias económicas determinadas.
la colectivid ad significa la ruina del arte. El artista m oder­
Para com prender la obra d e arte, hay q u e trasladarse a n o d eb e reaccionar sobre el terreno social, d eb e unirse a
aquellos m om entos. Fuera cual fuere su valor estéüco pro­ la multitud, sentir sus profundas necesidades y elevarla así
pio, el teatro d e S ófocles, d e Esquilo, d e Eurípides y asi- hasta el. La disciplina técnica y m oral es obligatoria para
m ism o el d e Aristófanes, asi com o tam bién el de Shakes­ tod o el que quiere representar el espíritu d e la época por
peare, de Schiller y de Ibsen, expresan los con flictos dim a­ m ed io las creaciones estéticas.
nados de la situación social, política y econ óm ica d e su
tiempo. En este sentido se destaca tam bién la con cep ció n artís-
tico-social d e E lie Faure, q u e ha p u esto en evid encia las
En tod o ju icio estético, lo que priva es el interés que etapas d el p rodigioso ciclo «q u e tiene su origen en la rít-
se ha tom ado, subjetivam ente, p o r la obra d e arte. Ese jui­ m ica y cuya finalidad es dar a las masas' el sentimiento con ­
c io vana tam bién para una misma obra de arte. N o es fuso, p ero irrecusable, d el ord en ». A estas masas, él atribu­
por tanto, el valor estético lo q u e decide e l éxito de una ye, c o m o elem ento d e form ación colectiva: «la arquitectura
obra d e arte, sino tan sólo su interés. S ólo podrá abrirse que va a desplegar; a continuación suscita al individuo a la
cam ino si responde a los intereses de cierta clase social que escultura y propone la pintura para llenar el v a cío que deja
lo juzga. Es un «contrasentido» querer dem ostrar e j valor el tem plo abandonado». D espués, reúne d e nuevo a las m a­
puramente estético d e una obra. L a definición del arte es sas «gracias a la m úsica, d eb id o a esa necesidad d e llevar
subjetiva; n o existe valor ob jetivo ni unidad d e medida de­ a c a b o una obra com ún. D esde los orígenes de la Historia
terminada que establezca «e l estetism o» d e una obra. se d a un proceso alternante d e síntesis y de análisis que
A las consideraciones materialistas de R u d olf Frank, que van de una integración por el am or a una desintegración por
p on e el interés social por encim a del estético, añadimos las el con ocim ien to, y de esta desintegración por el co n o ci­
observaciones d e un crítico, N . L . Baugniet, q u e reconoce m iento a una integración p o r e l am or». El arte se funde en
tam bién el factor colectivo-social en el arte. El primero sos­ la triple necesidad: biológica , de com un ión y d e expresión
tiene su tesis c o n ayuda d e ejem plos tom ados en las obras por todos los m edios de propagación, c o m o las «em igracio­
teatrales. Baudigniet nos da, en H acia una síntesis estética nes y conquistas, corrientes religiosas, intercam bios e co n ó ­
y social (3), algunas ideas interesantes relativas al problem a m icos. D escubrir las analogías, la interpretación de las for­
d e la arquitectura m oderna y a la relación, cada vez más mas. Después, intentar captar el encadenam iento d e los m o­
acentuada en nuestros días, entre la estética y la colectivi- dos sucesivos de expresión». Estas son las consignas «rítm i­
j a r q u i t e c t u r a d e la trasguerra d e 1914-19 y cas» d e la con cep ción estética del autor de esa gran «H is­
d e 1939-45, tiene una expresión social: la d e la dem ocracia toria d el arte» y d e otros trabajos sobre la universalidad
colectivista. Ella debe representar el espíritu de la época. del arte, las afinidades geográficas y étnicas d el arte (4 ).
Al m ism o tiem po que la aparición d e la vid a industrial y
d e la lucha por la em ancipación d e la clase laboriosa, han
surgido tam bién los esfuerzos d e renovam iento d e la ar­ * * *
quitectura q u e había d ecaíd o durante e l siglo X IX . Las pri­
meras tentativas modernistas se han manifestado en Bél-
g ica y H olanda, pero n o correspondían aún a una profunda
Las reflexiones sobre la evolu ción d e la arquitectura pue­
necesidad social. La hegem onía d e la clase burguesa in-
den aplicarse tam bién a la escultura, a la pintura, a la li­
rluenció mal el arte d el siglo X IX , que h a da d o genios, pero
teratura y , asimismo, a la música m oderna. Mas «e l co le c­
n o un estilo colectivo. Entre los primeros, Van de V elde ha
tivism o estético» ha provocado, com o era natural, num ero­
presentido la tendencia d e un arte q u e sea la expresión
sas reacciones. Y bastantes confusiones... Algunos han con ­
d e las tendencias colectivas religiosas de la E d a d Media. D e
fun did o el colectivism o estético c o n « e l arte anónim o». ¿Es
igual m odo, durante el Renacim iento, el arte fu é la expre-
que nos dirigimos, en efecto, hacia el arte colectiv o ? ¿Es
s i ó n d e toda una sociedad y decayó cu ando lleg ó a ser el
que éste significa una renunciación a la personalidad crea­
privilegio de una clase dom inante: por ejem plo, el estilo
d ora ? L os que protestan con m ás fuerza son «los estetas pu­
Im perio, que ha sustituido la con cep ción por el ornamento.
ros» o , más exactamente, los seudoestetas, que confunden
E l carácter d e toda ép oca decadente es el retom o nostál- la carrera tras la originalidad c o n la estética.
gico ^hacia ^el pasado. L a im itación d e los antiguos estilos
arquitectónicos, ha da d o resultados desastrosos. E xponien do la cuestión d e la estética y de la originali­
dad— esta vez en el dom inio de la literatura— F ederica M ont­
El arte m oderno se ha en riquecido co n un n uevo elem en­
seny llega (5) a condenar, in cluso desde el punto d e vista
to d e renovación: la máquina, que Ruskin con den a con tan­
individualista-anarquista, las form as extremistas (dadaístas,
ta violencia. L a máquina es en realidad la primera obra
cubistas, superrealistas, etc.) q u e n o son siquiera originales
de arte del siglo X X . Es una obra d e la dem ocracia, una
o estéticas. L a estética literaria exige la expresión exacta y
obra anónima (com o h a sid o tam bién e l arte gótico) surgida
sutil, el ju icio rápido, la elegancia d el estilo y el p od er de
d e la m ultitud, sintetizando sus fuerzas y sus aspiraciones.
sugestión. Estas cualidades, q u e constituyen el en canto de
E l arte m odern o d eb e ser semejante a la máquina, que es
utilitaria y armoniosa p o r su reducción a los elementos
esenciales. E l arte g ótico surgió del fervor com ú n d e la
m ultitud; d e igual manera, las industrias y las grandes aglo­
m eraciones d e los proletarios nos aparecen com o obras del (3) «Europe , París, nov. 1925.
trabajo colectivo. L a arquitectura m oderna ya n o pu ede ser
sentimental, sino lógica y útil, arm onizando la necesidad con (4) Pierre Descaves: «Un humanista universal: Elie
una con cepción artística m uy simple. Por ejem plo, en Fran­ Faure», supl. lit. «El Nacional», de Caracas, 31 julio 1952.
cia, las realizaciones de L e Corbussier. D esechando el or­ (5) «L’en dehors», núm. 97, dlc. 1926.

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Jí® ° ^ ras de Flaubert, por ejem plo, n o pu eden encontrarse sar d e la presión colectivista, con viene analizar con más
fácilm ente en la confusión de la literatura modernista. Una prudencia el sentido del arte anónimo.
originalidad falsa y desequilibrada ha sum ergido todas las
L os periódicos parisienses anunciaron que un gru po de
manifestaciones literarias y artísticas. «¡Q u e n o se parezca
jovenes pintores y escultores, reaccionando probablem ente
a nada de lo que existe! ¡Una nueva literatura y un n u evo
contra los viejos célebres, q u e guardan dem asiado bien las
arte.», es el grito de com bate d e los jóvenes, incapaces de
puertas d e las exposiciones, habían resuelto organizar una
brillar con lu z propia. Es más fácil dejarse llevar p o r la
exposición para ellos, sin ninguna preocupación personal, es
corriente d e la m oda y de la excentricidad, que arriesgar
d ecir con obras n o firmadas. Por otra parte, cincuenta es­
la vida en defensa de los intereses generales humanos. critores habían d ecid id o escribir, juntos, una obra teatral...
Q ueriendo destruirlo tod o para «levantar el edificio moral H an pasado diez años desde entonces y n o he oíd o decir
d e un arte m odern o», la juventud q u e se cree revoluciona­ si esas intenciones habían sid o realizadas. Si descartamos la
ria n o tiene, en cam bio, la fuerza creadora para reempla­ insinuación de que esas intenciones son tam bién m edios de
zar las ruinas. C o n los versos dadaístas, c o n los cuadros in­ reclam o personal, podríam os considerar esas manifestaciones
verosímiles d e los cubistas, con la crítica desdeñosa de todo com o ensayos d e retorno al antiguo fervor creador q u e con­
lo q u e n o es extravagante e ininteligible, n o puede reali­ sagraba todas sus fuerzas a una creen cia colectiva. El in­
zarse un «arte nuevo». dividu o artista se fundía en la m uchedum bre adoradora,
L a originalidad, en cualquier dom inio, n o pu ede crearse; c o m o una piedra esculpida en la catedral gigantesca que
brota d e las realidades com o la evolu ción d e las formas na­ centralizaba el ardor ético y estético d e las épocas dom ina-
turales. N o es suficiente el decir: «Q uiero ser original»; es das por el absolutism o eclesiástico y m onárquico.
preciso tener tam bién una especie d e substrato orgánico de E l tiem po d e esas obras ha llegado a su término. La ar­
la originalidad. Las manifestaciones «ultram odem istas» en quitectura reunía entonces todas las actividades sociales y
j arte y en literatura de los jóvenes de espíritu exal­ espirituales. L a pirám ide, e l tem plo y la catedral eran la
tado o perturbado, desprovistos d e lógica y de sentido co- obra de los pu eblos y d e los m ilenios. El hom bre «vivía en
mún, son verdaderas puerilidades e incluso indicios de de- la eternidad». L a piedra exigía el esfuerzo silencioso y te-
gradación física y m oral de la especie humana... Estas apre- naz d e las generaciones sucesivas. P ero desde q u e la im ­
ciaciones de Federica M ontseny (qu e n o es una «moralista») prenta h izo su aparición, la obra colectiva com en zó a m u­
concuerdan con las d e los psicólogos y con las de la m e­ dar su expresión que, de exterior, d e sim bólica y d e ele­
dicina social.
mental, se tom ó cada vez más com pleja y más interior. En
L a belleza, q u e ha sid o la primera norm a d el arte grie­ lugar d e la expresión lenta, continuam ente ascendente, d ió -
g o , y la sensación estética por m edio d e la cual se purifican se la posibilidad a una expresión inmediata, personal y, por
los sentimientos y se cultivan las ideas, han desaparecido así decir, interiorizada. L a imprenta arrebató e l individuo
e n nuestros días. H an sid o ahogadas p o r la incapacidad de a la m uchedum bre. «E sto matará aquello», d ijo el m onje
la literatura y d el arte m odernos, q u e querían ser origina­ d e V íctor H ugo, m ostrando el prim er libro salido de la
les; n o encontrando nada nuevo, porqu e todas las «n ove­ prensa d e Guttenberg y, después, la silueta m aciza y luju­
dades» fueron descubiertas antes, esta literatura se ha ocu ­ riante d e la catedral de Nuestra Señora d e París.
pa d o sin cesar de las pequ eñeces d e la vida, creyen do que
El trabajo d e h oy, colectivo, la vid a estandardizada está
podrán levantar sobre estas débiles bases el edificio del «arte
n uevo». basada en la técn ica y esta última en la ciencia, sometida
al im perativo d e la ganancia. L a industria, a pesar de su
T odos debem os tener, desde luego, la aspiración d e crear m inuciosa especialización, ha llegado a los colosos d e hor­
«a lg o nuevo». A nte tod o, es necesario un n uevo m ed io y m igón y hierro, plantados por encim a de las minas de car­
una nueva vid a basada en la más com pleta libertad; la ori­ b ón o flotan do sobre el océan o que se rebela en vano. La
ginalidad n o se manifiesta con m étodos forzados, sino con creencia d e nuestros días es muy otra q u e la d e tiempos
libertad en todos los dom inios d e la vid a social. La ori­ pasados, aun cu ando Jehová, Buda y Cristo sigan subsis­
ginalidad es necesaria en la literatura también, p ero n o es tiendo... E l dinero aureola a las viejas divinidades. El arte
un ob jeto ú nico. La literatura, c o m o asimism o las demás pu ro se halla aislado en santuarios ignorados. Las masas
artes, n o es una realidad fundam ental de la vida, sino un son sacrificadas a los dioses sangrientos: la Política y el Ca­
h ech o accidental. N o es, por lo tanto, un fin, sino un m e­ pitalismo y la Guerra.
d io d e edu ca ción y de purificación. S i la literatura n o c o n ­
serva su carácter edu cativo y critico, entonces es una sim­ E l individualism o ético y estético es, pues, una reacción
p le pérdida d e tiempo, una «ocu p a ción » desprovista de es­ natural contra el materialismo opresor y nivelador. El «arte
piritualidad y d e tod o valor moral. anónim o» m odern o se halla desprovisto, com o toda p rodu c­
ció n en serie, d e la significación que tenía en otro tiem po.
L a literatura, auxiliar de todos los ideales, creación de El arte colectivo im plica n o sólo el interés com ún, sino
la inteligencia humana, rica fuen te d e ideas, m edio d e cu l­ tam bién el alma, la idea y la creencia colectiva. Estos exis­
tivar los sentimientos estéticos, esa literatura d eb e conser- ten h oy más en sus form as inferiores o negativas: están
var su alta misión educadora. A pesar de la baraúnda en ­ arraigados en el estóm ago y en el sexo. N o se han rem on­
sordecedora d e los ultramodemistas, esta literatura será tam ­ tado todavía hacia el dom inio ilim itado del Espíritu, hacia
bién en el porvenir, c o m o ya lo ha sido, la expresión de el azul de la creación desinteresada. L a masa será «e l abis­
las grandes aspiraciones hum anas; mediante ella se mani­ m o sin fo n d o » q u e engullirá ciegam ente todos los impulsos
festarán las tendencias progresivas d e la evolu ción de la individuales en tanto n o llegu e a la fuente inagotable de la
vida y será siempre ella la que mantendrá la cultura esté­ solidaridad hum ana y cósm ica, a la fuerza eterna d e la ins­
tica de los sentimientos y d e las ideas d el hombre. piración creadora. C uando la m uchedum bre llegue a ser d u e­
ña d e su destino material—l o q u e significa tam bién con cien ­
* * * cia individual— com enzará entonces la era espiritual de la
hum anidad, después de su larga n och e animal.
E n el antípoda de «la originalidad» a tod o precio de la
estética individual o , más exactam ente: del seudoesteta que
* * *
(co m o lo ha dem ostrado Federica M ontseny) n o pu ede afir­
m ar su personalidad creadora, se halla «el arte anónim o».
n ° tro tiempo, este últim o tenía un sentido preciso. H oy
Las exposiciones de estos diversos aspectos d e la estética
en día, cuando el im perativo individualista se afirma a pe- en relación con e l h e ch o social, requieren una simplificación

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y un camino que sea valedero para todos. He aquí lo que sales y los misterios de la vida. La simpatía cósmica les
creemos nosotros: ha traído a la fraternidad humana, confiada y serena; las
El m a te r ia lis m o e s té tic o , p o r así decirlo, es tan extremista mismas leyes reinan por doquier en el universo. El arte no
como la «artístocracia». Si el primero reduce la estética a puede ser un «deporte» o un privilegio, sino una «intuición
la realidad económica o, por lo menos al interés de una cla­ de la vida y de sus leyes».
se social, la otra proyecta su concepción integral de la vida Gcethe, a propósito del caráster universal de la cultura
estética en un porvenir demasiado lejano y corre el riesgo humana, dijo que no existe un arte patriótico ni una cien­
de ser interpretada por los revolucionarios muy apresurados cia patriótica; «ambas cosas, como todo bien supremo, son
como una «reacción» nueva de una é lit e que, no pudiendo patrimonio de todo el mundo y no pueden fomentarse sino
reinar desde lo alto de sus torreones feudales o en los ga­ con la general y libre acción recíproca de todos los vivien­
binetes diplomáticos, se refugia en la torre de marfil del arte. tes en constante atención a lo que nos ha quedado y co­
Ambas concepciones tienen, sin embargo—la última más nocemos del pasado».
que otra—raíces profundas en la realidad humana. El ma­ En un capítulo sobre el arte y el espíritu nacional, en su
terialismo histórico subordina el arte a los intereses de una obra fundamental N a c io n a lis m o y C u l t u r a , Rudolf Rocker,
clase social mayoritaria y le asigna, como condición de via­ demuestra con ejemplos de grandes artistas de todas las épo­
bilidad, el expresar los conflictos que resultan de los diver­ cas históricas que, en definitiva, cada artista es un miembro
sos estados económicos y políticos—y el tender a hacer triun­ de una gran unidad cultural «la cual, según sus designios
far ideales sociales determinados. personales, determina sus creaciones, en las que la naciona­
Para los que proclaman la integridad del artista, la obra lidad representa un papel subordinado». Lo que se llama
de arte sólo tiene tendencia hacia «lo bello», que ennoblece «la voz de la sangre» reside, quizás, en recuerdos del pasa­
el alma. Independiente con respecto a las instituciones so­ do, en tradiciones, pero no puede determinar «rasgos de pa­
ciales, políticas, religiosas, etc., el arte debe contribuir a en­ rentesco» en las obras de arte; de lo contrario, «no sería
riquecer la personalidad, a condición de que, a su vez, las tan grande el número de artistas tan absolutamente des­
creaciones artísticas contribuyan a la educación estética de conocidos, burlados y difamados por los contemporáneos de
la multitud y faciliten el progreso general de la cultura. su propia nación». Es suficiente nombrar, a este propósito a
Comprendida de este modo, la «artistocracia» tiene una mi­ Rembrandt. Las corrientes artísticas: el clasicismo y el ro­
sión esencial, y puede trabajar para la humanidad sin su­ manticismo, el expresionismo y el cubismo, etc., brotan de
bordinarse a los «intereses de clase». En virtud de su su­ la época, son fenómenos del tiempo, de las condiciones so­
gestión creadora, el arte puede «obligar» a la humanidad a ciales sobre los que ninguna influencia tiene la nación. Y
elevarse hacia sus aspiraciones permanentes y a e m b e lle c e r Rudolf Rocker concluye: «No, el arte no es nacional, como
la lu c h a d e la h u m a n id a d en el cuadro vasto de la Natura­ tampoco lo es la ciencia o cualquier sector de nuestra vida
leza y por encima del molde artificial y transitorio de la so- espiritual y material.»
ciedad.
Se podría objetar, como me dijo un joven (9): «La cien­
«La vida—dice Upton Sinclair, el escritor norteamericano cia no tiene patria. Pero sí la tiene el científico, como lo
realista y lúcido—es un manantial de creación, del mismo
apuntaba Pasteur. Otro tanto puede apuntarse con respecto
modo que lo es el arte; somos a la vez criaturas de arte y
a los artistas. Creo que esa precisión importa en la medida
de vida, y podemos hacer una vida nueva por el hecho de en que nos vuelve conscientes de la importancia de los an­
que nuestras obras de arte darán imágenes nuevas de la tecedentes telúricos, como factores de fuerza notable, que
vida... Los grandes artistas crean un tipo humano que no
imprimen sus peculiaridades al creador»... Mi interlocutor,
existía en el mundo antes, y millones de seres humanos se
pese a todo, llega a la misma conclusión: «Es claro que
apasionan por este tipo hasta el punto de intentar imitarlo;
dan, por consiguiente, nuevas formas a la realidad, formas quien sabe ahondar en sus vínculos telúricos y locales, si es
auténticamente humano, alcanza de un modo natural, re­
que no existían en el mundo antes de la regla de vida del
percusión universal y—de un modo tácito—permite el acer­
inglés moderno, haciéndolo más generoso y más abierto que
el ser tosco y estúpido q u e d e otro modoi hubiera seguido
camiento de los hombres de no importa qué parte del
mundo.»
siendo Igualmente contribuyó Cervantes a la formación del
español moderno, durante siglos víctima de las idioteces y Así, aun partiendo de los llamados «antecedentes telúri­
de superstición. Y asimismo Moliére preparó al francés mo­ cos», todo hombre sincero consigo mismo, reconoce lo que
derno con su sentimiento de risa y su sentido de la reali­ Rudolf Rocker expresa con su dura franqueza: «El arte y
dad» (6). la cultura están por encima de la nación. Como ningún ver­
En efecto, mejor que los teóricos estetas, son los creado­ dadero artista crea para un pueblo determinado, así tam­
res de obras da arte que, con su vida también, nos han dado poco el arte, en cuanto arte, se deja extender en el lecho
indicaciones más claras sobre el ideal estético, armonizán­ de Procusto de la nación».
dolo con las verdaderas aspiraciones de la humanidad Un La misión de los artistas consiste en «concentrar todas las
Gcethe a pesar de su actitud olímpica y aun habiendo di­ atenciones sobre las ideas generales humanas que ellos ex­
cho que «la música puede ejercer sobre la moralidad un in- presan en sus obras». Deben realizar, como dijo Carriére,
llujo tan pequeño como las demás artes*— es un ejemplo aquellas «fiestas humanas que, mitigando, en determinados
de aquellos clásicos que fijaron en sus obras lo que solemos días, los intereses contrarios, vuelven a llamar a los hombres
llamar « lo general hum ano». En este sentido dirigen sus es­ al sentimiento de un destino común (10).
fuerzos todos los com batientes del Espíritu: los q u e luchan
en el seno d e la sociedad y los que quieren trastrocarla y,
asimismo, los caballeros del ideal puramente estético. E ugen R E L G IS
E l pintor E ugenio Carriére (7) y el escultor Augusto Ro-
din (8 ) pu eden ser considerados com o prototipos de artistas (6) «Pro-Vida», La Habana, dic. 1952.
que han sido a la vez hom bres superiores y q u e n o ign o-
raron las aspiraciones de la hum anidad que sufre. Al lado (7) G. Séailles: Eugenio Carriére, París.
del novelista Rom ain R olland y d el poeta Rabindranath Ta-
(8) Augusto Rodin: «El Arte», conversaciones con Paul
gore, son precursores del humanitarismo, toda vez que han Gsell, París.
realizado obras a la par estéticas y humanas.
Adentrándose en el seno d e la hum anidad, es c o m o se (9) Marcos Lijtenstein, en una discusión sobre Goethe.
han elevado por encim a d e ella, hacia las armonías univer­ (10) Citado por Séailles.

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PULENTO y magnífico com o un viejo


que conduce a las cumbres de la belleza, su ideal.
emperador de las Indias tiene el seño­ Sin belleza no hay civilización posible. Si quitamos la
río de aquellos ancianos hermosos que belleza de la herencia secular de las Edades, ¿qué
en la Antigüedad fueron rapsodas de quedaría? La ciencia por si sola produce monstruos;
las tcadiciones populares y en nuestro la belleza los domestica, los amansa, los eleva a la
tiempo son archivos de todos los co­ categoría de hombres. Recordemos, si no, las fábri­
nocimientos humanos. Es un patricio cas de la muerte de los nazis, sin olvidar los bom­
de la cultura y un artista del corazón. bardeos atómicos de Hiroshima. •
Es un poeta, y un poeta apasionado. Difícil y empeñoso es el intento de hacer un juicio
t.a característica principal, el rasgo fisonómico de
de la obra de don Justo Sierra. Tan polifacética es la
esta recia personalidad mexicana es la generosidad,
producción del gran polígrafo mexicano. Abarca to­
i la generosidad es en ocasiones superior a la bon-
dos los géneros, la poesía, el ensayo, la carta epis­
dad. No son sinónimos ni mucho menos: la bondad no
tolar, la biografía, la crítica, la conferencia, el dis­
siempre transciende; la generosidad implica siempre
curso, etc. Y en todo se destaca como un maestro,
transcendencia. Y la generosidad de don Justo Sierra
y siempre, sin menoscabo del poderoso aliento poético
es dádiva permanente, lo mismo cuando habla que
con que dió principio a su labor literaria en la ado­
cuando escribe, cuando enseña que cuando critica,
lescencia. Como poeta sigue a Víctor Hugo; es jaco­
cuando ataca que cuando defiende. Don Justo Sierra
bino, iconoclasta. Y desde el romanticismo de sus
es siempre un hombre de corazón, que se da a sus
odas y de sus cuentos va al modernismo que está en
amigos, a sus discípulos, a sus lectores, a sus oyentes.
boga, un modernismo que, al decir de Urbina, «viene
se daba así: sin tacañerías ni recatos, desnudamen­ a purificar el estilo, a hacerlo más castizo y límpido,
te, a manos llenas. No en vano es hijo del trópico
conservando su carácter novohispano, para abrir á
de aquella tierra caliente que se da en exuberancias!
los cuatro vientos del espíritu su curiosidad y renovar
E x abundantia cordis loquitur os, decían los anti­
ideas y formas de acuerdo con su desarrollo cultural
guos. De la plétora cordial de don Justo hablan su
y social.» Don Justo Sierra se distingue de Altamira-
boca y sus manos, hechas a repartir bellezas y bonda­ no, por su modernismo. Su maestro es romántico- él
des. De ahí que Urueta le atribuya «un invencible es modernista.
sortilegio, un poder de a tra cc ió n 'y de fascinación
De su obra poética, de influencia victorhuguesca,
que hacia que las almas fueran a él como a un abrigo,
además de «P layeras», género que impuso, cabe citar:
como a un reposo, como a una defensa».
«El Beato Calasanz», poema muy discutido, de esplén­
Así la tierra así el hombre, valga la insistencia. dida factura, «C ristóbal Colón, A l autor de «M urm u­
Nació en Campeche, tierra de faisanes, pericos y pi­
rios de la Selva», «El Funeral B ucólico», les versiones
caflores, paisaje de opulencias tropicales y de des­
fragmentarias de «Les Trophées de Heredia y los
lumbrante colorido. De ahí la mirífica riqueza de magníficos sonetos «Spirita», «F lorencia», «J o sé ‘ M ar­
galas con que don Justo Sierra viste sus pensamien­
ti», «A níbal», etc., sin olvidar la conmovedora elegía
tos. Aquel sol ha encendido en su corazón la lámpara
que leyó en la tumba de Acuña. De sus cuentos y re­
de Aladino y en su mente el penacho flammígero del
latos, de tendencia romántica, victorhuguesca mere­
ensueño. Y esa lámpara y ese penacho no abatirán
cen ser destacados «M arina», «P layera», «L a Sirena»
la llama maravillosa con los años. Ya en la madurez,
— recuerdos de su tierra natal — «César Ñ ero», «Ma-
se advierten en don Justo Sierra los mismos deslum­
ria Antonieta», «El Jerusalem», donde se advierte la
bramientos que, bajo los cielos de Campeche, le mara­
vocación del formidable historiador que habla en él
villaron cuando niño. Nunca dejó de ser el poeta apa­ y «L a novela de un colegial o Confesiones de un pia­
sionado que escribiera «P layeras». Ni cuando escribe
nista». Esta y las novelas de Altamirano constituyen
las páginas históricas sobre la evolución política v
ya las realizaciones, en una forma artística y lite­
social de México. Como biógrafo, como historiador, raria, del romanticismo mexicano en la novela.
como orador, como conferenciante, don Justo Sierra
Después de la muerte de su hermano, escritor tam­
es siempre poeta, pero un poeta generoso como han bién él, don Justo Sierra se entrega a estudios más
de ser los poetas, de quienes dice al final de su pró­
senos. Se hace positivista para romper más tarde
logo a las «P eregrinaciones» de Rubén Darío:
con esta tendencia y propugnar por una revaloriza-
«Los poetas deben servirse de la lira para civilizar, cion espiritual. Saluda a la crítica que trae en ger­
para dominar monstruos, para llevarlos en pos suya
men una transformación a la vida cultural y política
hasta la montaña santa en que se adora el Ideal.»
de México y, a su venerable sombra de patriarca y
Esta fué la misión que se impuso, el apostolado a
maestro, crece la famosa generación del Centenario
que se consagró don Justo Sierra: civilizar monstruos,
Como educador es de la talla de Varona, de Bello y de
encender en sus corazones la llama capaz de trans­
Hostos. No en vano se le ha llamado Maestro de A m é­
formarlos y abrir a sus ojos, señalarles, el camino
rica. Mentor de dos generaciones, impulsa la educa-

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cion popular en México con la. aplicación del espíritu


general Prim a una avenida de México, pronunció
de la cultura superior a la enseñanza. Y a este pro­
el 21 de julio de 1904. Discursos llenos de emoción
pósito bueno será consignar los hechos siguientes:
humana y enjundiosos de contenido que el orador
siendo subsecretario de Estado, Sierra crea el Consejo
sabía enriquecer con pensamientos y sentencias lapi­
Superior de Educación Federal para «dotar de una
darios, esculpidos en el bronce y aun en el oro de la
arteria armónica, de una conciencia viva y activa al
palabra. No quiero terminar estas notas sin refe­
dilatado conjunto del sistema escolar». En 1905, a
rirme a dos de sus magníficos prólogos, tarea ésta a
iniciativa suya, se crea la Secretaría de Instrucción
a que don Justo Sierra no se negó nunca, cuando
Pública y Bellas Artes. Y en 1910 restablece la Uni­
Ja amistad o la admiración lo requerían para tal
versidad Nacional, una universidad de tipo moderno,
menester. Uno de ellos es el prólogo a las «P eregri­
agrupación orgánica de institutos docentes y de in­
vestigación. naciones», de Rubén Darío. En este prólogo, digno de
tan altísimo poeta, don Justo Sierra hace gala de su
En la fundación, o mejor restauración de la Univer­
erudición y conocimientos de las líricas europeas y
sidad Nacional, don Justo Sierra pronunció un dis­
sus tendencias en boga a la sazón; reprocha al poeta
curso que es sin disputa alguna la m ejor pieza ora­
de la «M archa triun fal» y de «Los m otivos del Lobo»
toria de este gran orador. En él señala la función
que no quiere ser de nadie, como afirma en «Prosas
pedagógica y social de este centro docente. La Uni­
Profanas», y le invita a descender de su torre de m ar­
versidad ha de investigar, pero no a espaldas del
fil con estas palabras: «Volved a la humanidad, vol­
pueblo, ha de crear profesionistas, pero con sentido
ved al pueblo, vuestro padre, a pesar de vuestras m a­
humano y con responsabilidad colectiva. No sólo ha
nos de marqués, volved a América, vuestra madre, a
de producir ciencia, sino crear el espíritu de sacrifi­
pesar de vuestra carta de naturalización en la Re­
cio en favor de los intereses de la vida social. No con­
pública de Aspasias y de Pericles.»
cebía que en estos tiempos un organismo creado por
El otro prólogo es el que puso a las poesías de Gu-
una sociedad que aspira a tomar parte cada vez más
tiérez de Nájera, el más afrancesado de los poetas
activa en el concierto humano, se sienta desprendido
mexicanos, mejor dicho, el más modernista. A propó­
del vinculo que lo uniera a las entrañas maternas
sito de este afrancesamiento, que don Justo trata de
para formar parte de una patria ideal de almas sin
patria. La Universidad no podía ser una entidad con­ justificar, alguien ha dicho que nació del contacto del
sagrada a no separar los ojos del telescopio o del pueblo mexicano con los soldados invasores de Napo­
león III al servicio del príncipe rubio entronizado por
microscopio, aunque a su alrededor se desorganizase
los conservadores frente a Juárez. Pero esto es inad-
toda una nación. Por eso al final de su discurso decía
misible. El choque con la soldadesca sólo podía pro­
como una síntesis que lo resumía: «Nosotros no que­
ducir lo contrario. La soldadesca es bárbara y en
remos que en el templo que se erige hoy se adoro
ciertas ocasiones como aquéllas, además de bárbara
una Atenea sin ojos para la humanidad y sin cora-
zon para el pueblo dentro de sus contornos de mármol es odiosa. Nunca se imita lo que se odia; se imita lo
que se ama. Tengo para mí que en este afán por lo
blanco: queremos que aquí vengan las selecciones
francés alentaba el resentimiento secularmente ali-
mexicanas en teorías incesantes, para adorar a Ate­
nea Prom akos, a la ciencia que defiende a la Patria.» mentado por romper con la tradición política y reli­
í?u producción como historiador y sociólogo va giosa de la Colonia: había que borrar de la vida
unida a su labor de catedrático. Además de sus ma­ política y social cuanto recordase las viejas hegemo­
nías de la Metrópoli, de España.
nuales escolares de historia general da a luz «México-
su evolucion social», en cuya segunda parte figura su Tampoco me parecen admisibles las razones que
«'Historia política». Esta obra, reimpresa en 1940 con aduce don Justo Sierra en ese prólogo cuando al con­
el titulo de «E volución P olítica y social del Puebla testar a Menéndez Pelayo, que reprochaba a los poe­
M exicano», con prólogo de Alfonso Beyes, constituye tas mexicanos su devoción por lo francés, pregunta:
a mas completa exposición histórica de la naciona­ «¿Y a quién podíamos imitar? ¿Al neoclasicismo es­
lidad mexicana así com o también la más madura v pañol de principios de siglo? Era una imitación del
firme interpretación de la realidad social del pueblo francés. ¿Al romanticismo español del segundo tercio?
mexicano. Más tarde, y en colaboración con el histo­ 1 ambién era una imitación francesa.» Sin embargo
riador mexicano, Carlos Pereyra, publica «Juárez: Su yo recuerdo una página maestra de Víctor Hugo es­
obra y su tiem po», que junto con la obra precedente crita a propósito de la España del 68 y tengo por
bastarían al decir de Alfonso Caso, para mantener su hiperbólicas las respuestas que da a sus preguntas el
nombre de gran historiador en la posteridad. Y a esta ilustre polígrafo mexicano. No todo era imitación
labor hay que añadir su producción en el periodismo francesa en la literatura española. Como no todo es
sus ensayos, crítica, viajes, etc. Recientemente la francés en el naturalismo de la Pardo Bazán a des­
Universidad Nacional ha editado sus «O bras com ple­ pecho de la autoridad de Valera y de Pereda. Que en
tas» y ha recogido en X V gruesos volúmenes toda su las décadas aludidas por don Justo Sierra y escrito-
enorme producción, desde sus primeras colaboracio­ les hispanos e hispanoamericanos hayan seguido el
nes en «Revista A zul» a sus cartas epistolares, modé­ modo francés no nos obliga a admitir con don Justo
licas del género. Sierra que la literatura francesa ha sido el jugo nu­
Entre sus discursos merecen ser leídos el ya citado trí ivo de la literatura española. Sería hiperbólico ad­
que pronuncio en la restauración de la Universidad mitirlo. Nada tienen que ver las formas en uso con
el pronunciado en honor de don Gabino Barreda la as savias nutritivas. Estas están en la raíz y no en
la fronda. Y la raíz de una Pardo Bazán, ya que a
ÜI!Cn n„ í Unf l u en el aniversario de la muerte' de ella me he referjdo, tan vapuleada por Valera no
don Benito Juárez y el panegírico que, con motivo de
la colocación de la placa que daba el nombre del está en las Galias, sino en Galicia. No niego que las
literaturas, en. mucho o en poco, sean tributarias unos

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de otras. La española lo fué en el cuento primero de «Cuadernos Americanos», con el título de «E l Hom bre
la oriental y luego de la italiana; pero la italiana a del Buho». Dicen así:
su vez lo fué más tarde de la española en el teatro.
«...Era pomposo y hablaba con voz engolada y fuer­
Recuérdese la polémica sobre la patria de «El bu rla­
te. Al principio daba la impresión de que era vanidoso;
dor de Sevila» de Tirso. Cuando en Italia (siglo XVII)
pero esta impresión era falsa. A los pocos momentos
se representaban las adaptaciones de Cicognini —
«El Convitato di p ietra» y la «V ita é un sogno» — , en de oírlo, era imposible dejar de ser dominado por su
gracia y simpatía. Conversador muy ágil y muy va­
varios teatros de Venecia hacían furor arreglos y
variaciones de «Don Quijote de la Mancha». riado de temas, demostraba a las claras su cultura
amplia, su curiosidad mental, su inteligencia y su
Yo creo que en la literatura se ha dado igual fenó­
meno que en la pintura. Se tiene a Francia por cuna ingenio. Dominador de sus especialidades, sabía de
todo, y aun en aquello en que sus conocimientos eran
del impresionismo. En cambio, cuando nuestro Soro-
superficiales, se movía con soltura y seguridad, sin
11a visitó el estudio de Manet y vió sus cuadros no
propasarse a terrenos de pedantería. Alto y grueso,
pudo por menos que exclamar: «¡Así pinto yo!» Natu­
con un rostro socrático y maneras distinguidas, era
ralmente que pintaba así. Y no era el único pintor
la adoración de sus amigos, a quienes protegía gene­
español impresionista. Como que el impresionismo
rosamente y se conquistaba el respeto de sus adver­
que París imponía como una moda más tenía ya sus
sarios. Sus actividades políticas no eran de poca mon­
antecedentes en España. ¿Qué es nuestro Goya, sino
impresionista? ta ni en aquella hora ni en el pasado; pero él prefería
su personalidad literaria y de historiador a las vani­
Quiero cerrar estas notas sobre don Justo Sierra dades del hombre público.»
con un párrafo que tomo de unas páginas autobio­
gráficas de Enrique González Martínez, publicadas en
M a ria n o V iñ u a le s

A P O Y O M UTUO Y EVOLU CION SOCIAL


I I y último

T E S T IM O N IO DE LOS G R U P O S P R IM IT IV O S grupo. Así los pigm eos de A frica nunca roban o m a­


A CTU ALES tan, sin que tal acto haya ocurrido en la m em oria
de sus m ayores (Van den Bergh). O tro escritor ha­
bla de los Pigmeos Mambuti, del Congo, en térmi­
ESDE que K ropotkin escribió «El A po­ nos similares. Nunca m atan o roban entre ellos,
y o M utuo», h an sido estudiadas m u­ son muy apacibles y hospitalarios, muestran gran
chas tribus prim itivas en todas partes valor en la caza y no tienen aspiraciones sociales.
del mundo, y de ellas se han sacado Los bosquinianos Kalahari fueron exterminados por
una gran cantidad de inform aciones los holandeses; sin em bargo son descritos com o se­
s . relacionadas con la organización so- res com pletam ente exentos de crueldad y carácter
\ cial. Es necesario, p or tanto, a fin de vindicativo, rectos y fieles en sus tratos, amables,
- - 1 evitar la confusión, de hacer distin­ alegres y despreocupados sobre el mañana. Eran
ción entre las verdaderas sociedades tan simples en la organización de la tribu, de la je­
prim itivas que n o han conocido nunca fatura o de la autoridad central com o en la crim i-
la agricultura y aquellas civilizaciones «salvajes» nalidsd en sus proezas (Dormán).
que muestran ser restos degenerados de unas civili­ Los Veddahs de Ceilán son «tan pacíficos com o
zaciones más avanzadas del pasado. Las primeras sea posible ser; son proverbialm ente sinceros y ho­
son las representantes m odernas de los «antiguos nestos» (Bailey). El Segm an de M alaya no tiene for­
cazadores» de la edad de piedra, antes del descubri­ m a de gobierno. «Libertad y n o libertinaje es el
m iento de la agricultura. Son precisamente estas principio del gru po de Semang y las características
últimas las que han sido disfrazadas por los Hux- de cada individuo». Comen en com ún y com parten
ley y los H. G. Wells y otros inconscientes ideolo- sus alimentos; la embriaguez y el robo son absolu­
gistas del capitalism o, de hordas salvajes adictas tam ente desconocidos (Achebesta). Los Negritos de
a horribles costumbres. las islas filipinas son com pletam ente pacíficos; cual­
quier m iem bro de cualquier otra tribu es bien reci­
Los colectores prim itivos de alim entos han sido bido. A la pregunta de un m isionero (Vanovergegh)
estudiados ampliamente en diferentes partes del de si perm itirían a Negritos de otros distritos venir
m undo por una m ultitud de observadores desde los a cazar a sus propios bosques, la respuesta fué: «Sí,
viajeros y misioneros hasta los antropólogos y et­ nosotros n o podem os prohibírselo. Si ellos quieren
nólogos. A oesar de esto, las inform aciones sobre venir a cazar en nuestros bosques, están autoriza­
estas sociedades prim tivas son asombrosamente dos para hacerlo, ¿por qué n o?»
uniformes. En todas partes han sido encontradas D e igual form a, los esquimales no pueden com ­
caracterizándose por la sociabilidad, la confianza prender la profesión de soldado, y n o tienen pala­
mutua y la ausencia de violencia y lucha dentro del bras para el crim en y el robo. Sus costumbres, por

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1154 CENIT

tanto, semejan a las del hom bre «civilizado» en los


distritos donde sus territorios se ponen en contacto co n las ideas autoritarias expuestas tanto por
capitalistas com o por fascistas y socialistas.
con el hombre blanco y donde han aprendido a tra­
tar con ellos. Ocurrió lo mismo con los indios de K ropotkin resume las pruebas sobre el apoyo
m utuo en la vida anim al co n estas palabras:
América del Norte. Verrill, declara que la idea co ­
rrientem ente aceptada sobre su crueldad es com ­ «Afortunadam ente, la rivalidad no constituye la
pletamente errónea y donde la degradación h a te­ regla ni en el m undo anim al ni en el del género
nido lugar la atribuye él a la influencia de los hom ­ humano. Esta se halla limitada entre los animales
bres blancos. Ni siquiera los prim itivos estaban a periodos excepcionales, y la selección natural en­
preparados para ser m asacrados por la política de cuentra m ejor terreno para sus actividades. P or la
exterm inación de los prim eros colonizadores a los de la rivalidad o com petencia por
que no opusieron resistencia alguna. Verrill, hace medios del apoyo y protección mutuos son creadas
notar: «Y o he visto a los indios cambiar el lugar ele­ m ejores condiciones de vida. En la gran ludha por
gido com o cam pam ento a fin de n o molestar un m r la ,m ayor amplitud e intensidad
p aja ro anidando». Y H. J. Massingham comenta- posible de vida con el menor desgaste también po­
«Podem os casi llamar tal delicadeza de acto de pie­ sible de energía) la selección natural, continuam en­
dad imaginaria, pues explicación privativa de las te, busca m edios, justamente con el fin de evitar la
mentes civilizadas de que tal acto debe ser conside­ com petencia en cuanto sea posible. Las hormigas
rado com o puram ente infantil». Vale la pena re­ se juntan en nidos y naciones; hacen provisiones
cordar de que fué el carácter de los pieles rojas el guardan sus rebaños y de esta form a evitan la ri-
que tan profundam ente influenció a los pensadores y ,la selección natural escoje de entre la
humanistas franceses del siglo X V III y su concep­ fam iha de las horm igas, la especie que m ejor sabe
ción del «salvaje noble» tan a menudo ridiculizada evitar la com petencia, con sus consecuencias oer-
h oy por los ignorantes. niciosas inevitables. La mayoría de nuestras aves
Com o ejem plo final en esta breve relación, citaré se desplazan lentamente hacia el Sur a medida que
lo que dos observadores dicen de los Punan de B or­ avanza el invierno, o se reúnen en innumerables
neo, gente que n o conoce clases sociales ni propie­ grupos y emprenden largos viajes; de esta form a
dad privada; todo es allí com unal. El Punan «-es evitan la rivalidad. Muchos roedores se entregan
una persona que se hace am ar .por sí mismo, es ri­ suef?° í?ivernal cuando llega la época de la po­
sible rivalidad, y otras razas de roedores hacen
co en buenas cualidades y a jeno a los vicios No
m ata ni ataca a los hombres de otras tribus desen­ acopio de alimentos par?i_el invierno y viven en co ­
mún en grandes poblaciones, para de esta form a
frenadamente. Pero se defenderá y defenderá a su
fam ilia valientemente si es atacado y n o tiene me­ proveerse de la protección necesaria durante el tra­
dio de escape. La lucha entre los Punan o contra bajo. Los ciervos em igran hacia el m ar cuando los
diferentes comunidades es muy rara... liqúenes, en el interior del continente, se secan
bos búfalos cruzan inmensos continentes para ir
«L a opinión pública y la tradición parecen ser las a buscar alim entos abundantes. Y las colonias de
solas y suficientes sanciones de conducta sobre es­ castores, cuando se hacen m uy numerosas en la
tos arcadianos nómadas... La arm onía y la ayuda orilla de un rio, se dividen en dos grupos y se van:
mutua son las reglas dentro del círculo de la fam i­ los viejos, rio abajo, y los jóvenes, río arriba. Así
lia, asi com o a través de la gran comunidad... Cada evitan la rivalidad. Y cuando los anim ales no pue­
cual com parte con los miembros del grupo cual- den entregarse al sueño invernal ni emigrar ni ha­
SuLeí anitnal o vegetal, que la suerte o la cer provisiones de alimentos ni producir sus p ro­
habilidad le depare». pios alim entos com o hacen las hormigas, entonces
Estos son descritos com o «ricos en im aginación» hacen com o los paros que tan bellamente ha des­
y de estar en posesión de «una fina interpretación crito W allace (Darwinism, cap. V): recurren a nue­
del arte pictorico y la artesanía». Elliot Smith, ha­ va clase de alimentos, y así, una vez más, evitan
bla de ellos com o seres «exentos de la exasperación la com petencia». (K ropotkin, «A poyo Mutuo»).
y el egoísm o que crea la civilización» y de ser «la Con respecto al apoyo mutuo entre los hombres.
misma antítesis de lo que com unmente se entiende K ropotk in cita un .párrafo interesantísimo de Dar­
p or el térm ino salvaje». win. «Darwin tenía razón —dice— cuando vió en
Se ve claramente, por tanto, que el hom bre na­ las cualidades sociales del hom bre el factor prin­
tural, no atado por las instituciones sociales v la cipal de su evolución, y los divulgadores de Darwin
desigualdad, no es ni salvaje n i peleón, sino que están com pletam ente equivocados cuando m antie­
nen lo contrario».
vive en armonía y en libertad con sus semejantes,
tptas observaciones modernas, sacadas de fuentes «Las escasas fuerzas y velocidad del hom bre (es­
de distintas partes del m undo, n o dan confirm a­ cribe), la necesidad suya de armas naturales, etc
ción alguna para la con cepción capitalista de «la están más que equilibradas, primero, por sus facul­
guerra mutua hobbesiana». Al contrario, refuerzan tades intelectuales (las cuales, señala más adelan­
en un todo los razonam ientos expuestos en su eran te) han sido alcanzadas principal o exclusivamente
libro por Kropotkin con tanta belleza y habilidad p ara beneficio de la comunidad; y segundo, por sus
«cualidades sociales», las cuales le conducen a
prestar y recibir ayuda a sus sem ejantes». (Des­
cen t o f Man).
SIGNIFICADO SOCIAL
DEL APOYO MUTUO Las investigaciones m odernas n o han hecho más
que confirm ar el cúm ulo de pruebas que reunió
K.rapotkin en su «A poyo Mutuo». La sociabilidad
Falta exam inar la relación que guarda la con­ tiene un origen pre-humano, y el apoyo mutuo va-
troversia sobre el apoyo m utuo con las bases teó­ ce en las raíces de todas las instituciones sociales.
ricas de la Sociología Anarquista de un lado, y del
«La sociabilidad y necesidad de apoyo y protec­

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1155

ción mutuos son partes tan naturales e íntimas de otros socialistas, especialmente de los partidarios
la naturaleza hum ana que en tiem po alguno de la de Marx. Al defender sus concepciones del Estado
Historia podemos encontrar a los hom bres viviendo con tra los ataques de la crítica anarquista, éstos
en pequeñas fam ilias aisladas, batiéndose mutua­ declaran que son necesarios el poder y la autori­
mente por los medios de subsistencia. Al contrario, dad para darle fuerza a ese Estado, a fin de prote­
las investigaciones modernas... prueban que en los ger la sociedad de las inclinaciones antisociales del
principios de su prehistórica vida los hom bres individuo. Y agregan que «donde existe una división
acostum braban a aglom erarse fin «gentes», clanes del trabajo es necesaria la autoridad; de otra for­
o tribus, mantenidos por las ideas de descendencia m a cada uno haría lo que le viniese en gan a». La
com ún y por la veneración de com unes ascendien­ suposición que sigue a estos argumentos es que
tes. Por m iles de años esta organización h a tenido
«h a cer lo que a uno le viene en gana» es una ne­
reunidos a los hom bres, aun sin la existencia de
una autoridad para im poner tal reunión». cesidad antisocial, y que la conducta social debe
ser impuesta sobre los hom bres por una autoridad
Sin embargo, estas pruebas sobre lai universali­ extraña a ellos mismos, es decir, por el Estado. Tal
dad de la tendencia del apoyo m utuo es tácitam en­ premisa hace necesaria lógicam ente la erección de
te pasada por alto por los adversarios del Anar­ una autoridad cen tral coercitiva.
quismo, ta n to capitalistas, fascistas o socialistas.
Pero creer que el «hacer lo que a uno le viene en
Citemos nuevamente al propio Kropotkin:
ga n a » es necesariamente dedicarse a la acción an­
«...aunque entre diferentes clases de animales, di­ tisocial, es hacer caso om iso de tedas las pruebas
ferentes especies e incluso entre diferentes tribus de en que está basada la concepción del a ooyo mutuo,
la m ism a especie existe cierta lucha, la regla es la y negar su universalidad en la sociedad hum ana y
paz y el apoyo mutuo dentro de la m ism a especie; entre las sociedades de los animales. En efecto, tal
y aquellas especies que saben com binarse m ejor suposición destruye todas las bases del socialism o
para evitar la com petencia, tienen las mayores mismo. Si son necesarias la restricción y la autori­
probabilidades de supervivencia y desarrollo p ro­ dad, ¿cóm o explicarem os que en las sociedades pri­
gresivo. Ellas prosperan mientras que las especies m itivas h o y existentes, sin necesidad de recurrir al
insociables decaen. gobierno o a la autoridad, «la libertad y no el li­
«Es evidente que sería com pletam ente contrario bertinaje es allí el principio del grupo y la carac­
a todo lo que conocem os sobre la naturaleza el que terística del individuo»? ¿Cóm o explicar que «sólo
los hom bres fueran una excepción en una regla tan la tradición y opinión públicas son las solas y sufi­
general; es decir, si una criatura tan indefensa c o ­ cientes sanciones de con du cta» en estas socieda­
m o era el hom bre en sus orígenes, n o hubiera en­ des? La historia de la sociedad de clase y guberna­
contrado su protección y su m edio de progreso en mental tiene cu an to más, 7.000 años de existencia;
la protección mutua, com o todos los dem ás anim a­ mientras que las prim itivas sociedades com unistas
les, y hubiese sido un hecho la tem eraria rivalidad han existido desde que el hombre apareció sobre la
por ventajas .personales, sin preocupación p or los tierra, haciendo una estim ación muy corta, hace
intereses de la especie. Para una mente hecha a la 70.000 años. El principio social del apoyo m utuo ha
idea de la unidad de la naturaleza, tal proposición existido en las sociedades animales desde 'un perío­
se le hace com pletam ente indefendible. Y sin em­ do m ucho mayor. Com o Kropotkin y los recientes
bargo, tan incierta y antifilosófica co m o es, nunca investigadores han señalado, los hombres, con sus
se h a visto desprovista de partidarios. Siempre hu­ débiles recursos físicos, n o hubieran nunca sobre­
bo escritores con un con cepto pesim ista del géne­ vivido en la lu d ia p or la existencia si n o hubiese
ro hum ano. Ellos lo sabían, más o menos superfi­ sido p or el uso de ese apoyo y protección mutuos.
cialmente, por m edio de su propia experiencia li­ No obstante, este principio social, que es inherente
mitada; sabían de historia lo que los analistas o en el hom bre y ha sido el fa ctor principal de su
cronistas, siempre pendientes de las guerras, cruel­ evolución y supervivencia, es pasado por alto e in ­
dades y opresiones, d ijeron de ello y un poquito cluso desmentido fríam ente por la teoría socialista.
más; y acababan diciendo que el género hum ano no Algunas veces se oye decir a los socialistas que
es más que una inconsistente masa de seres, siem­ la defensa del «Estado transitorio» (después de ha­
pre dispuestos a batirse los unos con los otros y ber derrocado al capitalismo) se basa en que habrá
que sólo la intervención de la autoridad evitaría que «guardarse por años e incluso por siglos de las
esto.» tendencias capitalistas».. Pero esto representa una
No es de extrañar que tales puntos de vista fue­ aceptación sin reservas de la teoría de Lam ark de
ran m antenidos por los capitalistas y sus partida­ que las características adquiridas son heredadas,
rios. Para justificar el apoyo a un orden social y una opinión que en su form a general fué com pleta­
económ ico basado en la com petencia, fué necesario mente desautorizada por la obra de Darwin. Como
darle com petencia (com o hizo la escuela manches- en el caso de Malthus, una teoría arrumbada por
teriana del «laissez faire»), al estado de una virtud la ciencia es m antenida a flote aquí para salvar la
positiva que contribuye al «progreso». La acepta­ ideología política. ¡Esta vez por los socialistas!
ción del principio de apoyo m utuo lleva aparejado Im itando a los capitalistas y a sus teorías econó­
el repudio de la sociedad capitalista y viceversa. micas de la necesidad por la com petencia, los socia­
Pero los socialistas también hacen caso om iso de listas hacen caso om iso del «A p oyo Mutuo» porque
las deducciones del apoyo mutuo. Wells, por ejem ­ ello destruye las premisas en que se basan sus teo­
plo, justifica el gobierno y el Estado con sus obser­ rías sobre la necesidad de la autoridad y del go­
vaciones —ya citadas— de que «antes de que las bierno. Esta gente se con form a con construir sus
form as sociales puedan desarrollarse h a de im po­ propias teorías —especialm ente las políticas— en
nerse una cierta restricción sobre el egoísmo p ri­ la confortable atm ósfera intelectual del estudio o
m itivo del individuo». W ells tal vez no sea un apo­ en la Sala de Lecturas del Museo Británico.
logista socialista muy aceptable, pero sus opiniones K ropotkin, al contrario, era ante todo un obser­
sobre este particular n o difieren m ucho de las de vador de lo que realm ente ocurre en la vida; un

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1156
CENIT

realista que nunca d ejó que sus teorías perdieran


^ ? S Ct0, con, .hechos de la vida humana. Sus una ’ ucha Que destruirá toda form a de au-
estudios sobre la vida animal demuestran clara­ ^ f rldad coercitiva y dará a los hombres libertad
mente que el instinto social tiene un origen pre- f n n a t a f F n ^ ^ V desari:ollar tendencias sociales
humano. E n cuanto al requerimiento de una auto- innatas. En toda revolución los obreros v cam pe­
sinos han derribado a sus opresores y se h an im­
-„c0,ercl^lv a upara forzarles a obrar para el bien puesto inmediatamente la tarea de organizar su
común, los hombres se conducen en tal sentido so-
? al ® es natural en ellos obrar así, porque la sídadSder^ n n SeaS -h^ h ypara
mutuo acuerdo-el
Lararimi-
nece­
sociabilidad es un instinto que ellos han heredado sidad de una autoridad «restringir
de sus mas rem otos ascendientes. Es preciso hacer n r'ín r.w ° 1Sín0 individuo» es simplemente un
pUafista° llusorio y un producto de la ideología ca-
una , vez más que sin su inherente ten-
hacia el apoyo m utuo ellos no hubiesen .po­
dido sobrevivir en la lucha evolutiva p or la exis­ Las instituciones implantadas por los obreros v
tencia, y menos aun desarrollar las artes e institu­ S s“ los españoles en 1936 fueron libres colee
ciones sociales que les hacen distinguirse de los de­ tividades no impuestas por autoridad alguna sino
mas animales.
Z ^ : U Ií a S P0r La lib^ cooperación de los traba
En algunos capítulos de su «A poyo M utuo», K ro­ jadores mismos, despues de haber derrocado el t o -
potkin señala cóm o la protección mutua no sola- r r L ^ rC-'11V? (dei Estado- Pero cuando la contra­
^ f i1‘ t® ,era el rasg ° dom inante de las sociedades rrevolución Introducida p or los socialistas v «co-
animales y en las com unidades prim itivas huma- m i f i ™ -eSt,ableC10 el poder del Estado, una vez
HoHqc tamb.ien de las grandes y progresivas ciu­ mas, inmediatamente, se puso en práctica la obra
dades comunales de la Edad Media. La autoridad de destruir estas instituciones libres de los traba-
central concentrada en el Estado Nacional, es sólo v Pr°rhr’J ™ consecuencia fué dem olida la columna
J
n í L F / 'í 11- , tres ° cuatro siglos últimos de vertebral de la lucha contra la tiranía fascista.
ep? ca Aunque similares instituciones han P o r tanto, el estudio de las sociedades prim iti-
existido anteriormente en otras eras también). Aun
asi, el principio de apoyo m utuo subsiste com o vas en las que n o existe gobierno alguno y el de las
ío • r? ° Jtn z en todas las instituciones vitales de s? cledades revolucionarias de nuestros días
la sociedad a pesar de todos los ataques del Esta- confirm a as enseñanzas de Kropotkin, profunda­
mente realistas, al m ism o tiempo que condenan to­
fntpntnf ml2 ? tlva locaL Pese a los despiadados das las form as de autoridad por carecer de bases
intentos del gobierno para hacer desaparecer la
«-.sociación y protección mutuas entre los trabaja­ naturales y ser absolutamente reaccionarias en sus
dores, nunca podrá aquél hacerlas desaparecer com ­ íftíS S ' a P ° r la libertad es la lucha contra
pletamente, ya que éstas proveen el n exo que man- gobierno con objeto de dar libre desarrollo a la
naturaleza del hombre. Los anarquistas están dis-
socledad y le dan el grado de cohesión ne- puestos a vivir sin autoridad de ninguna clase por­
cesaría.
que el estudio de los hombres y de la vida demues­
«En una palabra, ni el poder aplastante del Es- tra que los hombres no necesitan tal sujeción Co­
,ta? ° centr-ai^ado ni la enseñanza del odio mutuo mo decía K ropotkin, «n o nos da m iedo decir «haced
y lucha despiadada, adornada con los atributos de lo que queráis; obrad com o queráis», porque esta­
la ciencia por filósofos y sociólogos serviles, podía m os .persuadidos de que la gran mayoría del géne­
destrozar los sentimientos de solidaridad humana ro humano, de acuerdo co n el grado de civilización
arraigados profundam ente en la conciencia y en eí y perfección con que se libere a sí misma de los
corazon de los hombres, ya que habían sido la subs­ yugos existentes, se conducirá y actuará siempre en
tancia de toda nuestra precedente evolución». un sentido de provecho para la sociedad. Estamos
también convencidos de antem ano de que cualquier
nna°t,ft°^,aH!ÍSÍ aS’ p0rí- tant0, <Jue Quieren implantar recién nacido andará un día sobre sus dos pies y no
.na autoridad para forzar a los hombres a ser so­
ciables, desechan los hechos históricos que demues­ sobre pies y manos, simplemente p ojqu e ha nacido
tran que los hom bres no pueden eludir su sociabi­ de padres pertenecientes al «genus hom o». (Kro­
lidad. La autoridad que aquéllos desean implantar potkin, «La M oral Anarquista»).
a la sombra del Estado socialista puede actuar so­ ¡El principio del apoyo mutuo que se observa a
lamente com o una fuerza perturbadora y antiso­ través de la naturaleza y en todas las sociedades
cial. El gobierno y la autoridad sólo pueden fun cio­ humanas, es pasado por a lto p or todos los teóri­
n ar sobre el eterno principio de «divide y vence­ cos autoritarios, ya sean capitalistas, fascistas o so­
j o ’ '™ nca puede actuar com o una fuerza cohe- cialistas; p ero éste es fundam ental para el anar­
Tam P°C0 es necesaria la im posición de tal quismo. El gran valor del libro de Kropotkin con-
fuerza exterior para obligar a los hombres a condu­ siste en que la libertad de acción, por este princi-
cirse de acuerdo con su naturaleza, es decir, en fo r ­ p ío, es el requisito esencial para ía felicidad hu­
m a social. La autoridad impide simplemente que el m ana y para el progreso. Demostró Kropotkin que
hombre manifieste libremente la expresión de sus el anarquismo es el m étodo más p ráctico y realista
tendencias sociales íntimas. üe toaos, porque corre paralelo co n las tendencias
desarrolladas a través de toda la historia del gé­
nero hum ano y tiene sus raíces en la misma natu­
raleza. Ilusorio y utópico es el sistema que trata de
LA LU CH A P A R A C O N SE G U IR llevar a cabo la revolución social por medio de la
LA L IB E R T A D autoridad coercitiva.

La revolución social, que traerá una armoniosa John H E W E T S O N


y culta vida social para los hombres, es considera- (Trad. de J. Ruíz).

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CENIT 1157

— LOS COMEDORES ~
DE CARNE HUMANA
.. . ' ********* * *

N 1917 luimos deportados de Sevilla va­ medioval de Capillo, donde podían encontrar alguna
ros compañeros, medida contraprodu­ cosa sustanciosa. En el pueblo había una antigua igle­
cente que iba a llevar por los pueblos sia católica que antes fué sinagoga en la que repo­
la buena semilla anarquista. Como to­ saban los restos mortales de algunas notabilidades de
dos iban desfilando para sus respecti­ su época. Recuerdo haber leído un libreto donde se
vos lugares y yo me quedaba solo, pre- hacía historia de los varones ilustres de Capilla. Al
! gunté a un coronel de la guardia civil, pie del pueblo, en una colina, se encontraba en ruinas
allí presente, si se me habían echado lo que fué un bonito castillo, casi un juguete, donde
en olvido. «No io crea usted—me con­ habitaron los Condes de Capilla, señores feudales de
testó muy serio—es que le están bus­ aquel territorio.
cando el peor sitio». •Entre Peñalsordo y Capilla hay un peñón gigantesco
Y en electo, fui deportado al pueblo de Fuenlabrada en lo alto de un cerro, llamado por su forma el Peñón
de los Montes, distrito de Herrera del Duque, lugar del Pez. Los romanos lo cortaron a pico para dar paso
que ponía los pelos de punta a los mismos leguleyos a sus legiones. En algunos trechos, sobre las más altas
de Badajoz, por las inmoralidades que allí se cometían, crestas, se descubren los rastros de un camino, en
a lo que ellos no habían llegado todavía. ¡Y cuidado varios sitios protegido por grandes bloques de piedras.
que eran inmorales! Sin duda, era una vía abierta por los conquistadores,
Después de un largo viaje a pie por la provincia de desde Mérida a las minas de Almadén, que ya se tra­
Badajoz, que me pareció interminable, de cárcel en bajaban en aquella época. Para luchar con ventaja
cárcel, y escoltado por la guardia civil, me internaron contra las tribus bravias que defendían su suelo, los
por los andurriales de la llamada Siberia Extremeña invasores, com o las águilas, viajaban por las alturas.
por los viajantes de comercio, y tropezando y cayendo A un kilómetro al norte de Peñalsordo, pasaba un
llegué una mañana del mes de marzo al sitio de mi arroyo, que parecía un río en los temporales de llu­
confinamiento, un pueblecito situado en la vertiente vias, y que se atravesaba por un puente romano en
de los montes de Toledo. ruinas. Después, hasta la provincia de Toledo al norte,
Los que deseaban visitar voluntariamente la Siberia la de Ciudad Real al este, y la de Cáceres al oeste, no
Extremeña para asuntos de negocios, bajaban del tren había un rastro de carretera ni de puente, si no vere­
en la estación de Cabeza de Buey, subían en una caba­ das de cabras. Como hemos dicho, los viajantes de
llería, atravesaban una larga parte de la Serena, lla­ comercio que por allí se aventuraban le pusieron el
nura de pastos, y después de una hora de trote por oportuno nombre de Siberia Extremeña. Aquel terri­
una vereda de cabras, torcían hacia el monte y lle­ torio ocupaba un tercio de la provincia de Badajoz,
gaban al pueblo de la Zarza, donde comenzaba un te­ poseía una gricultura pobre, pero la ganadería, en
rreno en extremo escabroso. particular la de ovejas era muy próspera para algu­
A media hora de camino, siempre a caballo, se en­ nos privilegiados.
contraba el pueblo de Peñalsordo, fundado haría tres Como pueblos notables de aquella extraña región
siglos, por un pastor llamado Peña, que estaba sordo. podemos citar a Herrera del Duque, la cabeza judicial
El pueblo aquel, de unos 3.000 habitantes, estaba en­ del partido, modelo de corrupción administrativa, que
clavado en un terreno muy desnivelado, no habiendo se reflejaba en el espíritu de sus habitantes. Allí hubo
una calle derecha, subiendo unas y bajando otras, en otra época un convento de frailes y un cuartel de
y en lo alto de la más empinada se encontraba una carabineros, que unidos al poder judicial, formaron
pequeña iglesia ruinosa, terror de curas y sacrista­ una mezcla infernal. Mientras todos los pueblos de la
nes, por lo penoso de la subida. Si Roma está cons­ región se levantaban como un solo hombre contra la
truida sobre siete colinas, Peñalsordo lo está sobre explotación y la tiranía, allí no pude tener más que
70 peñas, y me quedo corto. El pastor Peña fundó su dos adeptos: el sargento de la guardia civil y un co­
villa en lo que era un lugar de delicias para las cabras brador de contribuciones que, después de todo, siguie­
por los saltos que daban. Luego siguieron saltando los ron fieles hasta el último momento. Allí residió algún
hombres, aunque de mala gana. tiempo, como notario, Eugenio Sellés, y escribió su
Los espíritus curiosos, aficionados a antigüedades, más célebre drama «El Nudo Gordiano», en el que
tenían poco o nada que aprender en el lugar que nos plantea el problema del adulterio y del divorcio. Cada
ocupa, pero si marchaban unos 30 minutos, hacia el vez que iba a aquel pueblo visitaba a los familiares de
oriente, por un camino pedregoso, llegaban al villorrio Sellés y me recordaban su vida como periodista, poli-

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1158
CENIT

U Ota? S o 8notable era la Puebla de Alcocer


Otro pueblo ^ PaP'
s il»» e nnf e ram edX fndé°SílomÍrS °herJ>ívoros,
f S; Se lrataenSobre lodo dedel
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dad, que allí tenía un carácter social y las c a u ? ¿ M L “ Í®’ 1o? cen'«nareSy de casos quThe as^Udo J
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S d a Cac¿ P° r COmpIeto- desPués ^ uña lucha em- b a c S ? p a s a n S r ^ í a í d f S ? ? 8 infestados ^

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* * l os Susanos sacan a ' l a ^ g ^^1-, efPoras' <I»e

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- - — - ,oS a n i m a , e « d —

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1159

del microorganismo. Debido a su propiedad de for­ jos, salando la carne y dejándola secar. Esto me puso
mar esporas, el bacilo del carbunco es extremamente sobre la pista de la causa que motivaba la difusión
resistente a cambios del ambiente químico y físico. del carbunco, que pronto reconocí con la mayor cla­
Las formas vegetativas no son más resistentes que ridad.
la mayor parte de las otras bacterias no espuraladas: Los cadáveres de los animales carbuncosos eran
la destruye una temperatura de 54° C. en treinta muy numerosos, pero allí no se enterraba a ninguno
minutos. Las esporas del bacillus anthracis se pue­ y, por lo tanto, los gusanos no podían sacar las espo­
den conservar en estado de desecación durante mu­ ras a la superficie <le la tierra y contaminar los pas­
chos años sin pérdida de su viabilidad. Mientras hay tos. Los animales muertos eran comidos en forma de
variaciones en la resistencia de las esporas de dife­ tasajos, o de carne fresca por las familias pobres y
rentes cepas de bacilos de la póstula maligna, todos acomodadas, éstas víctimas de una enfermedad incu­
los bacilos carbuncosos presentan una resistencia rable: la avaricia. Los ricos ignorantes comían tam­
extremadamente alta para el calor. El calor seco a bién la carne de los animales muertos, pero los que
140° C. requiere tres horas para destruirlas. El vapor tenían alguna educación no la comían, aunque se la
fluente a 100° C. las mata en 5 a 10 minutos. La hacían comer a sus criados en forma de tasajos. Uno
ebullición la destruye en 10 minutos. La destrucción de éstos era el cura del pueblo de Siruela que nego­
de las esporas del carbunco en pieles, cueros y cepi­ ciaba con almas y animales. Aquellos seres eran ne­
llos resulta muy difícil. Parece que el mejor método crófagos o sea comedores de animales muertos, no
para los cepillos es la inmersión durante cuatro ho­ sólo del ganado lanar, sino también de los cerdos y
ras en solución de form ol al 10 % a 43,50° C. Los ca­ aves de corral, muertos por otras enfermedades. Y
bellos y cerdas se pueden esterilizar al autoclave el nial estaba tan extendido que en los primeros días
a 122° C. durante tres horas, pero esto estropea mucho dt mi llegada conté en el mercado del pueblo de
material. El sublimado corrosivo al 1 por 2.000 mata Siruela nada menos que l(i mesitas con carne de ani­
la mayor parte de las cepas en 40 minutos. La luz males muertos, puesta a la venta pública. En aquel
solar directa destruye las esporas en C a 12 horas. pueblo habla una familia de labradores ricos, enfer­
La lesión primaria llamada con frecuencia «pós­ mos del cuerpo y del espíritu, que constituían una
tula maligna» aparece de 12 a 24 horas después de verdadera monstruosidad. Tenían en su casa una
la inoculación y al principio semeja un pequeño enorme tinaja llena de aceite en la que tiraban des­
forúnculo ordinario. El comienzo consiste en una ollados y fritos todos los animales que se les mo­
pequeña mancha análoga a la picadura de una pulga rían. Después se los iban comiendo poco a poco y se
o por una pápula pruriginosa. Algunas horas des­ los hacían comer a sus criados.
pués se forma una vesícula, llena de una serosidad Como la primera lesión era indolora y a lo más
amarilla rojiza, que se rompe bien pronto dejando producía un ligero picor, pocos eran los que acudían
en su lugar una escara negra. Esta reposa sobre una en los primeros momentos, y cuando se me presen­
base endurada, rodeada de un rodete edematoso, en taban, su estado era de gravedad. Pero los más pre­
el que se sobreponen unas pequeñas vesículas en for­ venidos, acudían pronto y se salvaban, excepto, en
ma de aureola. La inflamación adquiere caracteres las formas digestivas, respiratorias y nerviosas, que
monstruosos y se extiende en párpados y cuello. A poi lo general ocasionaban la muerte. ¡Cuántos infe­
los cuatro o cinco días se presentan los fenómenos lices murieron en mis brazos, hombres en plena ju­
generales; fiebre a 40“ C., vómitos, constipación o ventud, desgraciadas mujeres y niños de corta edad!
diarrea fétida, sudores, ansiedad, pulso pequeño y rá­ Habían casos que podían explicarse por una erosión
pido. Los enfermos mueren rápidamente por un sín­ local, por la ingestión de la carne de animales muer­
cope o bien la agonía se prolonga con pérdida de tos o por la respiración de las esporas; pero muchas
conocimiento. La forma gastro-intestinal es en la veces había que sospechar que las moscas servían de
que predominan los vómitos, diarrea sanguinolenta vehículo, como era la creencia popuiar.
y dolores abdominales. En la forma pulmonar apa­ Mi obsesión contra el mal llegó a tal extremo que
recen todos los grados de lesiones bronco- pulmona­ mis gritos ensordecían todos los oídos. A las autori­
res, como la bronquitis, broconeumonía, congestión dades las acusaba de complicidad, a los ricos de ava­
pulmonar, edema del pulmón y pleuresía. La forma ros, y a los pobres de cobardes, porque en vez de
que se localiza a los centros nerviosos determina comer las carnes sanas a las que tenían derecho,
contracturas, convulsiones y un estado tifoideo con sólo se alimentaban <le las carnes putrefactas que
transtornos de la inteligencia o bien un síndrome les arrojaban sus amos, al mismo tiempo que a ios
meningítico o una paralisis ascendente aguda. perros. La venta, en consecuencia, fué prohibida
y las carnes muertas retiradas del mercado
* * público; pero pronto burlaron mis buenas intenciones
valiéndose de una treta. Se colocaba una mesita en
Con el mayor interés me puse a estudiar el pro­ las puertas de las casas y esa era la señal de que la
blema del carbunco, enseguida que llegué a la Sibe­ mercancía eslaba adentro. Pronto me convencí que
ria Extremeña. Lo primero que observé fué que los no era sólo la miseria y la avaricia las que empu­
atacados no eran solo los ganaderos, carniceros y jaban a las gentes a devorar aquellos despojos, sino
curtidores, que por su trabajo estaban más expuestos que había una perversión en el gusto, que las arras­
a la infección, sino que se encontraban entre ellos traban a comer de aquellas carnes que llevaban los
individuos de todas las edades, sexo y condición gérmenes de la muerte. En una ocasión tiraron una
social. vaca muerta del carbunco al pozo de una mina, cer­
A los pocos días de llegar fui una noche invitado cano del pueblo de Carbayuela, pero unos mozos ba­
por unos individuos de acomodada condición social jaron al abismo, sacaron la vaca y la devoraron
a una opípara cena que celebraban con motivo de como chacales, sirviéndose más tarde'de la piel para
una festividad. Al enterarme de la naturaleza del hacer unos tambores en el carnaval. Tres jóvenes
banquete rehusé con asco la invitación y así se lo resultaron contaminados, muriendo dos y salvándose
manifesté, advirtiéndoles además el peligro que co­ uno que vino a buscarme a tiempo.
rrían: iban a comerse un cerdo que habla muerto Encontrándome impotente para remediar el mal
aquella mañana y no sé sabía de qué enfermedad. y no queriendo exponer por más tiempo a mis fa­
Me contestaron que allí era costumbre comerse todos miliares a la terrible enfermedad, y sabiendo cómo
los animales que morían, bien guisándolos o en tasa­ allí era estimado, les puse como ultimátum que me

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marcharía del pueblo en el momento que se pre­


sentara un nuevo caso del carbunco. Al poco tiempo Primo de Rivera hizo un gesto de asombro y con-
testó: J
en un solo día, se me presentaron siete casos de la
—¿Acaso ignoráis que el doctor Vallina es un revo­
h - 11n, niñ0 (iue había vendido la carne lucionario en extremo peligroso para nosotros?
carbuncosa, hijo de un labrador acomodado, presen­
taba el sitio de inoculación dentro de la cavidad na­ —Poco nos importan las ideas que tenga el doctor,
sal, donde sin duda alguna se había introducido un pero si podemos asegúrale que allí se ha conducido
dedo impregnado en el jugo de la carne. Al día si- muy bien y lo queremos todos, ricos y pobres, v que
no hay uno de nosotros que no le deba la vida d»
rahviin 0 1 ? r,nUr f ,? a Sevil*a- Cuando atravesaba a un ser querido.
desfiladero en busca de la estación de
errocarril, encontré a un anciano campesino que —¿Tan buen médico es?
w Puosam ente llevando sobre las espaldas —Como no hay otro, pues es capaz de morirse él
un haz de leña. Al verme, tiró la carga, extendió los mismo para que no se mueran sus enfermos
S,U!? buen
k I mu d¡j ° con voz apagada: ..No se molestará PU° de volver con vosotros que nadie lo
vaya usted, hombre».
Aquello me conmovió profundamente y le contesté-
«\ olveré en breve y lucharemos por una vida mejor.» * *

* * A mi vuelta a la Siberia Extremeña, después de dos


anos de ausencia, c.ontinué mi campaña contra el
Al proclamarse la dictadura de Primo de Rivera uso de las carnes muertas. Aquel vicio tenía unas
luí encarcelado seis meses en la prisión de Sevilla' raíces tan hondas que encontré muchas dificultades
y después desterrado a la zona francesa de Marrue­ en m i campaña. Me fué más fácil convertirlos en
cos, con la intención de hacerme asesinar por el ca­ anarquistas y ateos que arrancarles tan nefasta cos­
tumbre.
mino cosa que no consiguieron por la intervención
n?H ^Sunos aimgos que trabajaban en la clandesti­ Durante la dictadura de Primo de Rivera se cons­
nidad. hn Marruecos no pude permanecer más de truyó un buen matadero en el pueblo de Siruela
tres meses poique fui expulsado a petición del go- como en otros de aquella región, pero' se valieron de
art‘n?aflas oara que no funcionara.
merHn ? as,é a Porlu^al donde permanecí El 15 de abril de 1931, a la cabeza de una columna
añ0- L °s trabajos que allí se hicieron para
ayudar a un levantamiento revolucionario en España ia6 t‘T1‘ n?ro? de Almadén, penetré por el noroeste de
no dieron resultado alguno, y al final tuve que refu­ la provincia de Badajoz, sublevando todos los pueblos
giarme en casa.de unos amigos, puesto que la policía del camino e invadiendo la Siberia Extremeña, crup
seguía mis pasos con insistencia. P se levantó iracunda como un solo hombre. No se tra­
Entonces pude comprender que la causa de la Re­ taba solo de proclamar la República, sino de vivir
volución portuguesa iba en descenso, para dar paso el comunismo libertario. _Con esos fines se constitu­
yeron en aquellos pueblos Comités de campesinos qur
F n l [ eaCCIOnarilOS’ como lue2 ° ocurrió en España. formaron los Ayuntamientos. De cómo fui preso por
m H causa de la H artad se perdió por sorpresa, expulsado de aquella región, es largo de
la incapacidad de los que pretendían defenderla.
imi aquellas circunstancias recibí un (fia una carta contar. Pero me aproveché de aquel despertar y de
la influencia que tenía en la región, para redoblar
i S n l l " VaiÍ<?S a m íg o s d o l a S ib e r ia E x tr e m e ñ a mis esfuerzos contra, el aprovechamiento de las car­
in v it á n d o m e a v o l v e r s in t e m o r a E s p a ñ a , p u e s e llo s
nes de animales muertos. Cuando creía que había lo-
í?5ií?-n consclgu1'do iu e podría hacerlo a condición de giado mis propósitos se presentó un caso aislado de
'í 'p ™ el lugar de mi antiguo destierro extre-
ñ - Pe" sando 5 UC en aquella región podría contar
carbunco qe vamos a relatar por lo pintoresco que
con grandes contingentes de campesinos para secun­
dar un movimiento revolucionario dirigido contra la mu^er ? va/ a hizo comer a su marido la carne
monarquía, como así sucedió más tarde, tomé sin va- carbuncosa .s ie n d o precisamente una familia acomo-
ml™ íí £ara Badajoz, como siempre cargado de ? f da-,,Cuando el infeliz se sintió muv enfermo me
libros que había comprado en Lisboa. rm a rH i f ! ' donde entonces me encon-
Al llegar a Badajoz fui apresado por la cuardia ? Hegué a la cabecera de su lecho el
civil que me retuvo un largo rato en la estación Pac‘®nte estaba agonizando y murió a los pocos mo­
órdenes. A poco se presentaron dos nuevos mento*. Era un labrador de mediana edad, alto v
h^ns ,,,',3 i‘i 1 qU.e me hicieron sacar todos los li- nJESEta muerte me produjo la más penosa im-
Fiorn y c9n' oclué a todo el pueblo para que asis-
nnn v ta'1, ton’ ando nola del títul° de cada oanrto entierro, a fin de hacer un acto de propa-
^ “ mo estaban en varios idiomas, sudaron la
gota gorda para confeccionar una lista. De allí mp mentn ,vallé¡jdome de lo trágico del mo­
llevaron escoltado en el tren hasta la estación de mento. Cuando el pueblo estaba reunido en la calle
sfnfeia rtnn iUey' Y desPK ués a P¡e hasta el pueblo de nf ÍS ’■ C0£ disgusto de, todos apareció la gente
la iglesia. Entonces los jóvenes me preguntaron-
abiertos. mC recibleron lodos con 'os brazos —¿Los arrojamos de aquí?
¿Qué había ocurrido para que se me permitiera —No me parece bien—contesté—pues se trata de
volver a un lugar tan propicio a mis prédicas* !VÍa ^H111Ia católi.c a’ cuyas creencias hay que respe-
ar,- adf.más que el cura es un anciano, ¿1 Padre \ri-
una comisión de personas influyentes de la Siberii
tonm, hijo de unos campesinos pobres, que vive entre
blándose el diálogo siguiente: de ^ e n t a -
de9 li°igiaeS
Ta0S 7 qUe 6Slá máS " erCa de p o t r o s í e
—¿Qué os trae por aquí, estimados amigos?
mis apreciaciones justas y juntos parti-
nosotros!'mOS a P *e Un íaVOr muy ^ ande P0ra í ín r 1 1 ™ ,a cabe?a de ,a manifestación iba la
—Concedido de antemano, si de mí depende. popular 7 bandera r° ía de la Revolución
Desearíamos que usted permitiera la vuelta a
Lisboaf Ta d° Ct0r Variina' h° y refugiado en « la pue-rta del Ayuntamiento, hice bajar
a los que lo componían y pregunté al cura:
—¿Predica usted o predico yo, Padre Antonio?

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—Predique usted—contestó—que lo hará mejor y lo «Viva la revolución social» que lodos entendieron y
escucharemos con la mayor atención. contestaron con ardor, hasta el mismo sacristán.
Y prediqué. Y mis voces de dolor llenaron el espa­
cio, voces de acusación para el Ayuntamiento, puesto * *
por el pueblo, por su neglicencia en aquel asunto,
y voces de acusación para todos los reunidos por no Con el triunfo del fascismo, por la incapacidad de
haber puesto de su parte las energías que reclamaba muchos, la restauración de la propiedad de la tierra,
un mal tan grande. que se había abolido, y el fusilamiento de los mejo­
res luchadores de la Siberia Extremeña, se apagó la
Todos somos culpables — les dije señalando el luz del comunismo libertario allí encendida, y se su­
ataúd — de la muerte de ese hombre. mergió aquella región en la más negra noche, apa­
Y me escucharon con la cabeza descubierta, dando reciendo los comedores de lo animales muertos y los
muestras de verdadero pesar. aficionados a la bárbara fiesta de las corridas de
toros.
Una vez en el cementerio, el Padre Antonio bendijo ¡Esperemos arma al brazo, pues 110 hay noche sin
la tumba del infortunado y dijo unos latines que ni aurora!
el mismo entendió. Y yo cerré el acto al grito de
P e d ro V A L L IN A

(Conclusión)
Kronstadt vivía en el espíritu de su santa cruzada; tenia
com pleta en la justicia d e su causa y se consideraba el
verdadero defensor de la revolución.
Penetrados de esta idea, los marinos n o querían creer que
U L T IM A T U M B O L C H E V IQ U E A K R O N S T A D T
el gobiern o los atacaría c o n las armas en la mano. E n estos
fJ “ dt ^ gener,0S° - ,N i ? na « ota d e ^ n g r e comunista hijos del sol y del mar, persistía sem iconscientem ente la id-.*»
d e la S / P6Í ar, las Provocaciones, d el bloqueo de que la victoria n o p u ed e ganarse solam ente con la vio­
n w L ? » n j d e las m edidas represivas d el gobiern o b ol­ lencia. La psicología eslava parece inducir que la justicia dp
chevique. D esdeñaba im itar el ejem plo com unista de ven ­ su causa v la fuerza del espíritu revolucionario bastan para
ganza y llegaba hasta vigilar la pob la ción contra todo ex­ q u e esa causa triunfe En tod o caso, Kronstadt rehusó tomar
ceso de q u e pudieran ser ob jeto los m iem bros d el partido la iniciativa.
com unista. El C om ité revolucionario provisional pu b licó en E l C om ité revolucionario n o quiso escuchar la opinión per­
este sentido un manifiesto a la pob la ción de Kronstadt, jus­ suasiva de los peritos militares en favor d e un ataque in-
tamente despues que el gob iern o bolch eviqu e h u b o rechaza­ m ediato contra Oranienbaum , fortaleza d e gran valor estra­
d o la petición d e los marinos para la liberación de los re­ tégico. L os soldados y los marinos d e Kronstadt tenían por
henes detenidos en Petrogrado. L a petición d e Kronstadt trn el establecim iento d e los Soviets libres, y estaban dis­
enviada radiotelegráficam ente al Soviet de Petrogrado v el puestos a defen der sus derechos contra tod o ataque, pero se
manifiesto del C om ité revolucionario fueron publicados e) negaban a convertirse en agresores.
m ism o día, 7 d e marzo. L os reproducim os aquí:
, n nom bre d e la guarnición d e Kronstadt, el C om ité re­ En Petrogrado circulaban rumores persistentes d e que el
volucionario d e Kronstadt exige q u e las familias de los m a­ gob iern o se preparaba a operar militarmente contra Krons­
rinos, obreros y soldados rojos detenidas com o -rehenes por tadt. P ero la pob la ción n o creía en esos rumores; la cosa p a ­
el s o v ie t d e Petrogrado sean puestas en libertad en el plazo recía d e tal m od o repugnante, que se la consideraba ridicula.
d e veinticuatro horas. C om o se d ijo anteriorm ente, el C om ité d e defensa (llamado
»L a guarnición de Kronstadt declara que los comunistas oficialmente C on sejo de Trabajo y de Defensa) declaró la
gozan de plena libertad en Kronstadt y que sus familias es- capital en «estado extraordinario d e sitio». Las reuniones,
tan absolutam ente fuera d e tod o peligro. El ejem plo del ¡as ,n¿s insignificantes aglom eraciones, f u e r o n pro­
S oviet de Petrogrado n o será seguido aquí, porqu e considerá­ hibidas. Los obreros d e Petrogrado n o sabían nada d e lo
ramos esos m étodos (la tom a de rehenes) c o m o los más que pasaba en K ronstadt; las únicas inform aciones, p roce ­
ignom iniosos y bárbaros, aunque sean provocados p o r la dentes de la prensa comunista, y los frecuentes boletines
desesperación. Lia historia n o co n o ce una infam ia tal. hablaban siempre d el «general zarista Kozlovsky, q u e había
«M arino P E T R IC H E N K O , presidente del C om ité revolu ­ organizado la rebelión contrarrevolucionaria en K ronstadt».
cionario provisional; K ILG A ST , secretario.» La pob la ción esperaba con ansiedad la sesión con voca da por
el Soviet d e Petrogrado y q u e debía decidir sobre la actitud
E n el manifiesto a la p ob la ción de Kronstadt se dice, en­ frente a Kronstadt.
tre otras cosas:
El Soviet de Petrogrado se reunió el 4 d e m arzo; n o p o ­
« L a opresión constante d e las masas laboriosas p o r la d ic­ dían asistir a esa reunión más q u e los invitados, y éstos, ge­
tadura com unista, produjo una indignación y un resentimien­ neralmente eran los comunistas. El autor del nresente’ tra-
to com pletam ente natural en la población . A consecuencia bajo entonces en buenas relaciones con los bolcheviques v
de este estado d e cosas, algunas personas, emparentadas con sobre tod o co n Z in oviev— estuvo presente en esa reunión.
los comunistas, fueron maltratadas y boicoteadas. Esto no C om o presidente del Soviet d e Petrogrado, Z in oviev declaró
d e b e suceder. Nosotros n o buscam os la venganza; defen de­ abierta la sesión y pronu nció un largo discurso sobre la si­
mos nuestros intereses obreros.»
tuación de Kronstadt. Y o confieso que había id o a la reunión

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' S b ? X r dtÍSPUeS,t0 a ,faVOr del Punto d e Vlila d e Z in o v ie v


p rop io de camaradas y de revolucionarios. H e aquí el docu-

r é S C » - * ~ z= :
n S = E = » ™ = r r ,: r : •M S S f f l* ¿ ¡ 3 * " * * Petrogrado,
” L ¿ ” , tten
ocasiones. « Sia. el don de convencer,
° ‘ habI" una
■ Zto"
vez™ ' » “ ■*>
aceptadas sus -G uardar silencio ahora es im posible, es hasta criminal Tris
acontecim ientos q u e acaban de producirse nos obTigan c o -
fac¡T ‘ SaS’ . Pf r 0 en esa reunión, tod o su aspecto, su argumen­
tación, su tono, sus m odales, tod o reflejaba la falsedad h m o anarquistas, a hablar francam ente y a declarar'nuestra
actitud en la situación actual. nuestra
te sta d
testa r ee su
su tpropia
Z * * * ? " . M?
conciencia. L a^ única P ^ n t Sdeí con
«pieza U pv ric­í »E1 espíritu d e descontento y d e inquietud presente entre
ción » P i n t a d a t contra Kronstadt era la famosa resolución los obreros y marinos es el resultado d e ca u s L q u e e S
nuestra sena atención. El frío y el hambre han engendrado
deradas Só " ’ yf petlCK,,nes eran y hasta m o- el descontento, y |a ausencia de la m enor posibilidad de
aeradas. Solo a liase d e ese docum ento y d e la denuneii
vehemente y casi histérica d e Kalinin contra los marinos d u cu sion y de crítica obliga a los marinos y a t e br 1
declarar abiertamente sus agravios. d
parada de aní^ 0 La resol,u ción contra Kronstadt, pre- »L as bandas d e guardias blancos quieren y podrán explo­
k , r m í - l , „ ! n Cní an 0 uy l! re^ ‘ntada P °r con du cto de Yevdo- tar ese descontento en beneficio d e sus propios intereses de
kimo— la m ano derecha de Z in oviev— , fu é aceptada por los
de f ? S d / d ° eeXC,ta * ? Un alt° grado de ^ toleran cia y Asam blea C\mst>e ^ los <>" los marinos reclaman
d e f e r o c id a d sangumaria; la aceptación de esta m oción tuvo £ ¿ <S í , e " " ' d co” “ ~ lib' ” y »"**
r/ns S T ^ ien 0 , ! T ulí ° , y en m edi° de las protestas d e va ­
n os delegados de las fábricas de Petrogrado y del represen- c h f Z n Z ’ J T V SUS’ hemos expuesto desde hace mu­
ch o tiem po el fo n d o enganoso d e esas exigencias y decla-
pable d e un ^ ¡ " OS' La resolución declaró a Kronstadt cu l-
v itn L ™ contrarrevolucionario contra el poder so- ontra 2 “ * luch~ con las armas en la mano
vietista y exigía su rendición inmediata. tnrU M .tentativa contrarrevolucionaria, en com ún con
m n n ic J ™ U" a declarac¡ón de guerra. Gran núm ero de c o ­ cheviques °S revolución social y al lado de los bol-
munistas mismos se negaban a creer q u e se llegara a poner
a r , j r UCT resolución; era monstruoso atacar c o n fuerza „ l ' f “ PeC|° aI con flicto entre el gob iern o sovietista y los
o ' 0 r, r " ^ y a gIoria de la revolución rusa», com o auidarío n niar¡n0S- s0nl0s d e °Pm tón que debería ser Ii-
revn lto ’ P° / las a,rmas’ sino P °r m edio de un acuerdo
Í S o Í I h y 3 l0S marÍn0S d e Kronstadt. En
slin c i am‘ gOS’ gran núm ero de comunistas sen- r Z J r ¡l T ant ° -íratT nal y co n espíritu d e camaradería. Re-
n actoc r r tan
r ,sanguinario.
n COn sePararse d el Part¡d'> si se consumaba en 1 J ? e •S,0n f ngre de parte d e ‘ gobiern o sovietista,
un en la situación actual, ni intimidaría ni apaciguaría a los
obreros; al contrario, serviría sólo para agravar la crisis y
Trotzky debía dirigir el Soviet de Petrogrado; su ausen-
para reforzar los manejos d e la Entente y d e la contrarre­
védad3 / i ' 1’ 1’6,1 3 •-P° r algUn° S COm° Seña' d e 9 ue >a gra- volu ción interior.
Pntr l i sltuacl.o n era exagerada. N o obstante, llegó a » Y lo q u e es aún más importante, el em p leo de la fuerza
Petrogrado durante la n oche, y al día siguiente, 5 de marzo
p u b lico su últimátum a Kronstadt: por el gobiern o de los obreros y los campesinos contra o b re ­
ros y campesinos, tendrá un efecto reaccionario en el m o­
niipEk ™ c í eJn° t loS ? l)reros y cam pesinos ha decretado vim iento revolucionario internacional y resultará en todas
que Kronstadt y los navios en rebelión d eb en someterse in­
f o c ia f Un y U" mal inca,culable Para la revolución
mediatam ente a la autoridad de la república sovietista. Or-
c o Z r n^ S,gU,e" f e ’ a l0d° S !? s que *evantaron su mano «¡Cam aradas bolcheviques, reflexionad antes que sea de­
contra la patna socia ista q u e rindan de inm ediato las armas. masiado tarde! N o juguéis con fu eg o; estáis en la víspera de
Los recalcitrantes deberán ser desarmados y rem itidos ™ a s dar un paso decisivo.
del coh,>rnnS0VleflSfaS' com isarios y otros representantes » ° s som etem os la proposición siguiente: elegir una com i­
tnJ n ? , ? ue Se encuentren arrestados deb en ser pues­ sión d e cin co m iem bros, entre ellos algunos anarquistas. La
tos en libertad inmediatamente. S ólo aquellos que se rindan com isión ira a Kronstadt para arreglar el con flicto por m e­
incondicionalm ente pueden contar con el perdón de la re­ dios pacíficos En la situación presente es ese el m étodo
pú blica sovietista. más radical. Tendrá una im portancia revolucionaria interna-
«P u b lico simultáneamente las órdenes de preparar la re­ cional.
presión d e la revuelta y la sumisión de los amotinados por «Alejandro Berkman, Em ma Goldm an, Perkus, Petrovsku.
a fuerza armada T od a la responsabilidad de los daños que «Petrogrado, 5 d e m ayo de 1921.»
la pob la cion pacifica tenga q u e sufrir, recaerá enteramente
sobre la cabeza de los insurrectos contrarrevolucionarios. Zinoviev, que había sido inform ado de que debía ser so­
«fc-sta advertencia es definitiva. m etido un docum ento sobre Kronstadt al C onsejo de D e-
»T ro tzk y .p r e s id e n t e del C onsejo revolucionario de la R e­ tensa, en vío a buscarlo a un representante personal Si fué
pública. — K am enev, com andante en jefe.» o n o discutida la carta p o r este Consejo, n o lo sé. L o cierto
es q u e n o se decidió nada al respecto.
;,ÍIm L SÍÍUp0Í? " e,T ° raha' Considerables fuerzas militares
T rn .,1 f Pctr0gra,d o y a sus alrededores. El ultimátum de
histórica. enSegT J° de una orden q u e contenía la amenaza
e n to n a " p . COm° Perdices». Varios anarquistas. VI
” Petrogrado, intentaron u n últim o esfuerzo para
m ducir a los bolcheviques a que desistieran d e atacar a Krons-
, a d t Consideraban de su deber, ante la revolución, el in­ E L PR IM E R T IR O
tento d e ese esfuerzo, aunque desesperado, para im pedir la
masacre inminente de la flor revolucionaria d e Rusia, los Kronstadt, h eroico y generoso, soñaba con la liberación
marinos y los obreros de Kronstadt. Enviaron el 5 d e mar­ de Rusia por la tercera revolución, que estaba orgulloso de
zo una protesta al C om ité de Defensa, indicando las inten­ haber iniciado. Libertad y fraternidad universal eran su le­
ciones pacificas y las justas peticiones de Kronstadt, recor­ ma. Consideraba la tercera revolución com o un desenvolvi­
dando a los comunistas la historia revolucionaria heroica de m iento gradual de la em ancipación, cu yo primer paso era
los marinos y proponiendo un m edio de resolver el con flicto la acción libre d e los Soviets independientes, sin el control
d e un partido p olítico cualquiera y que cristalizase la volun-

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1163

tad y los intereses del pu eblo. Estos marinos sinceros y tom ar por asalto la fortaleza. El ataque se llevó desde el
cándidos proclam aban a los obreros del m undo su gran ideal, norte y desde el sur por la flor y nata de las tropas com u ­
y apelaban a l proletariado para q u e uniese sus fuerzas a nistas vestidas con lienzos blancos, cu yo color se confundía
las suyas en la lucha, con plena confianza de que su causa con la n ieve que cubría el g o lfo helado d e Finlandia. Estas
hallaría un apoyo entusiasta y d e que, sobre to d o y ante primeras tentativas terribles para tomar la fortaleza p o r asal­
todo, los obreros d e Petrogrado se apresurarían a ir en su to mediante un sacrificio inconsiderado de seres humanos,
ayuda. fueron profundam ente deploradas por los marinos en c o n ­
En el intervalo, T rotzky reunía sus fuerzas. Las divisio­ dolencias conm ovedoras hacia sus hermanos de armas enga­
nes más fieles de todos los frentes, los regim ientos de los ñados para que considerasen a Kronstadt com o contrarrevo­
kursanttj, los destacamentos d e la C h e ca y las unidades m i­ lucionario. E l 8 d e m ayo decía «Izvestia» de Kronstadt:
litares más exclusivamente com puestas de comunistas, se ha­
bían reunido en los fuertes de Sestroretsk, Disy N os, Kras- « N o queríam os verter sangre de nuestros hermanos, y re­
naia G orka y en las posiciones vecinas fortificadas. L os m e­ husábamos hacer fu ego a menos q u e se nos obligara a ello.
jores técnicos militares rusos fueron enviados al teatro de D ebíam os defender la justa causa del pu eblo obrero y nos
operaciones para trazar los planes d el b loq u eo y del ataque vim os forzados a disparar sobre nuestros propios hermanos
a Kronstadt, mientras el fam oso Tujachevsky fu é designado enviados a la m uerte segura por los com unistas, que han
com andante en jefe durante el asedio d e Kronstadt. en gordado a expensas del pueblo.
El 7 d e m arzo, a las 6’45 de la tarde, las baterías d e Ses- «D esgraciadam ente para vosotros, se produjo un terrible
troresky y d e Lisy Nos descargaron sus primeros tiros so­ torbellino d e nieve y tod o fu é envuelto en las tinieblas de
bre Kronstadt. Era el aniversario del día de los obreros. una n oche negra. L os verdugos com unistas os em pujaron a
Kronstadt, asediado y atacado, n o olvid ó esa gran fiesta. todo precio, sin em bargo, sobre el hielo, amenazándoos des­
Bajo el fu ego de numerosas baterías, los bravos marinos de la retaguardia con sus ametralladoras manejadas por
enviaron un radio d e congratulación a los obreros d el mun­ destacamentos comunistas.
do, acto característico del estado de espíritu d e la ciudad «M u ch os d e vosotros perecisteis esta n och e en la vasta
rebelde. H e aquí el mensaje: extensión helada del g olfo de Finlandia. Y cuando llegó el
« H o y es una fiesta universal, el día d el obrero. Nosotros alba y se apaciguó el huracán, sólo los restos míseros de
los kronstadinos enviamos— en m edio d el estruendo d e los vuestros destacamentos, agotados y ham brientos, casi inca­
cañones— nuestros saludos fraternales a los trabajadores del paces d e marchar, vinieron a nosotros c o n sus blancos su­
m undo. Os deseam os que realicéis pronto vuestra em ancipa­ darios.
ció n d e toda form a de violencia y d e opresión. ¡Vivan los »S e con taba un millar de vosotros hacia el alba, y en el
obreros libres revolucionarios! ¡Viva la revolución m undial!» curso del día n o se o s p u d o contar ya. H abéis pagado a co s ­
ta de vuestra sangre esta aventura, y después d e vuestra
N o m enos característico fu é el grito de angustia d e Krons­ derrota, Trotzky fu é a Petrogrado para traer más víctimas
tadt— « Q u e e l m undo sep a» — p u b lica d o después del primer a la masacre, ¡p orq u e la sangre d e nuestros obreros y de
disparo de cañ ón en el núm ero 6 d el «Izvestia» d el 8 de nuestros cam pesinos le cuesta p oco!...»
marzo: Kronstadt vivió en la fe profunda d e que el proletariado
«H a sonado el prim er disparo. E l mariscal Trotzky, man­ de Petrogrado acudiría en su ayuda. Pero los obreros d e la
ch a do hasta las rodillas en la sangre de los obreros, fu é el capital fueron aterrorizados, y Kronstadt efectivam ente b lo ­
prim ero en disparar sobre el Kronstadt revolucionario que queada y aislada, d e m od o q u e en realidad n o era posible
se levantó contra la autocracia de los com unistas para es­ socorro de ninguna parte.
tablecer el verdadero poder d e los Soviets. L a guarnición de Kronstadt estaba com puesta de menos
»S in haber derramado una sola gota de sangre, nosotros d e 14.000 hombres, d e los cuales 10.000 eran marinos. Esta
nos hemos libertado, nosotros, soldados rojos, marinos y guarnición tenía q u e defender un frente extenso y gran nú­
obreros de Kronstadt, del y u go d e los com unistas y hemos m ero de fuertes y baterías disem inados en la extensión del
conservado sus vidas. C on la am enaza d e los cañones quie­ golfo. L os ataques continuos d e los bolcheviques, que reci­
ren subyugarnos ahora, otra vez, a su tiranía. bían sin cesar refuerzos d el gob iern o central; la falta de
» N o queriendo ninguna efusión de sangre, hemos pedido aprovisionam iento d e la ciu dad asediada; las largas noches
que fueran enviados ante nosotros delegados independientes d e frío, todo esto aminoraba la vitalidad d e Kronstadt. Y. a
del proletariado d e Petrogrado, para ver q u e Kronstadt com ­ pesar de todo, los marinos fueron d e una perseverancia h e­
bate p o r el poder de los Soviets. Pefo los com unistas ocu l­ roica, con fian do hasta en el últim o m om ento en q u e su n o ­
taron nuestra petición a los obreros de Petrogrado, y abrie­ b le ejem plo d e liberación sería seguido p o r tod o el país y
ron fuego, la respuesta ordinaria del sedicente gobiern o de les llevaría, así, ayuda y refuerzos.
los obreros y cam pesinos a las demandas de las masas la­ En su «M anifiesto a los camaradas obreros y cam pesinos»,
boriosas. el C om ité revolucionario provisional declaró («Izvestia», nú­
«Q u e los obreros del m u n do entero sepan q u e nosotros, m ero 9, m arzo 11):
los defensores d el poder d e los Soviets, velam os p o r las «Camaradas obreros: Kronstadt lucha p o r vosotros, por los
conquistas de la revolución social. ham brientos, por los transidos de frío, por los sin albergue.
«V encerem os o perecerem os b a jo las ruinas d e Kronstadt, Kronstadt ha levantado la bandera d e la revuelta, con fian do
luchando p o r la justa causa d e las masas trabajadores. que decenas de millones d e obreros y cam pesinos respon­
«L o s obreros del m undo serán nuestros jueces. L a sangre derán a su llamada. Es preciso q u e el alba que acaba de
d e los inocentes caerá sobre la cabeza d e los comunistas fa­ despuntar en Kronstadt se convierta en el sol brillante de
náticos em briagados por el poder. toda Rusia. Es preciso que la explosión d e Kronstadt reani­
»¡V iv a el poder d e los Soviets!» m e a Rusia entera, y en prim er lugar a Petrogrado.»

P ero la ayuda n o acudía, y cada día q u e pasaba dejaba


a Kronstadt más agotado. Los bolcheviques continuaban re­
VII uniendo tropas frescas contra la fortaleza asediado y la de­
bilitaban con ataques constantes. Los comunistas iban c o n ­
L A C A ID A D E KRON STADT siguiendo ventaja tras ventaja. Kronstadt n o había sido cons­
truida para sostener un asalto desde atrás. Los bolcheviques
El bom b a rd eo de Kronstadt por la artillería, com enzado difundieron el rumor de que los marinos querían bom bar­
la tarde del 7 d e marzo, fué seguido d e una tentativa de dear a Petrogrado, y esto era de una falsedad transparente.

Ayuntamiento de Madrid
1164
CENIT

tra/ ÍC? y, sangriento, fué únicamente


DWW K P m° de, ,la dictadura comunista.
cayese en p o d e r del en em igo exterior, las baterías de la rn ,t»
viques i^ on sta d tCUent1 f 0 3 1 0 0 ,6 1 gCneral de bolche-
iMH-L n °.bs(an,e' creía en la posibilidad de una
en razón le q U e -e ' 8 ° bÍern° com umsta entraría
libertad prestaba un c ie r t 0 espíritu de justicia y de
^Los bolcheviques continuaron sus ataques casi cada no-
gGo ob b
ieirenron ^
o fF s ^ l t cualesquiera
Estado— prUeba una vez
que sea su nom bre y que
fo r ­
ma , es siempre el en em igo mortal d e la libertad y de la
~ a s i 2 - ^ a in depen d ^ 3 d el pueblo. El Estado n o tiene ni alma ni
der vP!? S' I6” 6 máf q u e un ob jetivo: asegurarse el p o ­

L ? Cr“ C an d 0 05 centenaies d e kursanty. Kronstadt se d e lO o n s ta d t^ * ^ ESta 65 >a lecció"

en
n vela
vela yy d
d ee T
la f falta
a u T dTe hhom
a bres
r y fd e ,as “ “ “ «Luchaba
víveres. o s a s noches
con p o?‘ésataIS ó n Una l6CCÍÓn eilratéSÍCa’ nos ha sid° dada
n o r t r X i mestee T ‘Z l ,nari<’ T ' ™ los af a,tos simultáneos del El éxito de una revuelta depende de su determinación
a d í n- L t - V • Ur’ ° n tanl? q u e las baterías de Krons­ de su energía y d e su fuerza agresiva. L os insurrectos tienen
tadt n o servían mas q u e para defen der la fortaleza por el siem pre a Slmpatía d , masas £ sta s ¡m p a t¡« ah -
lado occidental. Los marinos n o tenían ni un rompehielos
ola creciente de la insurrección. El apaciguamiento
para im posib.I.tar la aproxim ación d e las fuerzas com unis-
vuefta a la m onotonía
vuelta a f ,amaSi n° , d eb e nunca debilitarse por una
normal.
E1 16 de marzo, los bolch eviqu es dirigieron un ataaue
Por otro lado toda revolución tiene en contra el anarato
concentrado p o r tres sectores a la vez: n orte? sur y este
omnipotente del Estado. El gobierno puede concentrar fá-
1 a,aqu? jdescribió más tarde D ibenko, ex com i-
mpÜ*™ / 11 SUS manos las fuentes de aprovisionamiento y los
tadt f u í Z h UV/ C 'I tarde dictador de Krons- X - ¡L C0T nÍCaCÍÓni N° ha> <lue permitir al gobfemo
h f ü i r Z Í e h h ? r.ado en sus detalles más minuciosos, según t T i sus Poderes. La rebelión debe ser vigorosa
as dírecüvas d d com andante en je fe Tujachevsky, y del es-
NoS |ebeeo,feedaeni Ser, dÍIÍgÍd°f, de imProviso y resueltamente!
c A l n d el f lé r ? U 0 deI sur‘ A l n eS*r la n och e se i l Debe ™ ™ !, localizada; ello significaría un estancamiento.
c ío el ataque a los fuertes. L os blancos sudarios y el valor
Debe propagarse y desarrollarse. Una rebelión que queda
lu m n l ^ “ ,a Posibilidad de a v a n z ó en e ” ocahzada que emplea la política de la espera o que T o o -
L a mañana d el 17 habían sid o tom ados ya varios fuertes. derrota defensiva’ está inevitablemente condenada a la
tadt 1, K PetrT ad° ’ d p u n t 0 más débiI de Krons­
tadt, los bolcheviques forzaron su entrada en la ciudad- en ­ gico°sbrf a t a í Í ’ d e n |1 f f 0 Krons' a d t ,repitió los errores estraté­
tonces com en zo la masacre brutal. Los comunistas, cuyas vi- gicos fatales d e los com unistas de París. Estos últimos no
abian , sid°. salvadas p o r los marinos, los traicionaban ‘v p" “ * >“ r p '» p » S
d í l BáIhroCav “ P° r 3 esPalda- El com isario d e la flota
del Báltico, K uzm m y el presidente d el Soviet de Kronstadt,
asiliev, libertados de la prisión p o r los comunistas, se lan-
■■ s s a f . í f - T S r
f ar° n al com bate fratricida L a lucha desesperada de los ma­
rinos y soldados de Kronstadt continuó hasta avanzada la n o­ s H “ ~ ~
ch e contra fuerzas de una superioridad aplastante. La ciu ­
dad, que durante quince dias no había h echo mal alguno a *í los. ministros de Thiers de París, establecieron sus
los comunistas, estaba inundada ahora por la sangre de h om ­ adt e í ' i / ^ PIeParf r0n a ^ " d e r l a s y nada más. Krons­
bres, mujeres y niños d e Kronstadt. tadt exigió sólo las elecciones libres a los Soviets H abien-
N om brado com isario d e Kronstadt, D ibenko fu é investido ron T T f V Van° S com Vnistas> los marineros se dispusie-
co n plenos poderes para «lim piar la ciu dad reb eld e». Siguió L nnJa ^ f COnt-a el ataque- Kronstadt rehusó seguir
venganza, y la Cheka contaba las numerosas la opinión de los peritos militares de apoderarse inm edia­
victim as cte sus ejecuciones nocturnas e n masa tamente d e Oram enbaum . Este fuerte era d e la m ayor im­
El 18 de marzo, el gob iern o bolch evique y el partido portancia militar y tenía además 50.000 puds (1) d e harina
com um sta festejaban públicam ente la Com una d e París de 3 |Kr0 nf ta,dí' L a ‘ om a d e Oranienbaum era
fácil, da d o que los bolcheviques, sorprendidos, n o tenían
m lt v TV enr f Kangre de loS Obreros franceses por G tiem
a- po de enviar refuerzos. Pero los marinos rehusaron to
Kronstad ^ 116 "5 Celebraron aI m ism o ‘ ¡em po la victoria de
' " a r , c . fe ",Slva; , a s i se perdió el m om ento p sicológico A l-
]aS ■semanas. que siguieron, las prisiones de Pe- | ^ ° diasK después, cu ando las declaraciones y los actos del
gob iern o bolch evique debieron con ven cer a Kronstadt de
K r™ stÍdteSr ader0n ruP S d e centenares d e prisioneros de q u e era arrastrada a una lu cha a vida o muerte, era de-
rn ?Ü n D0Che’ Peq u f nos S^POS de estos prisione-
f w ° S POf ° rden de la C heka y fusilados; entre m i C u ^ ln n COrre. f r ,el ,erT r (2)- L o mismo P3 SÓ en
dem ostró » U lo g IC a d e ' ? lucha a Que fueron llevados
s * á l i T L ° - , d " ' em br° í e l C ° ” 1,é ' " « “ o » * * previ- I r í -n ,- comunalistas la necesidad de abolir el régi-
m en d e Thiers, n o solo en París sino en toda la extensión
, En , la? P e o n e s y cam pos de concentración d e la región
glacial de Arkangelsk y en los desiertos del lejano Turques- fadt ' de,m asiado,^ r d e - En París, com o en Krons-
tan, m on an lentamente hom bres de Kronstadt q u e se levan- kJ’ \ Z taCt,Ca pasioa » defensiva fu é fa ta l
I;Ur0Cra0Ía bolch eviqu e y proclam aron, en v i^ s Hhr fca7 ° - E 1 m ovim iento de Kronstadt por los So-
ar,Zq° l 7 la consigna d e la revolución de noviembre o m e ■en St Dgre’ e " eI mismo mom ento
d e 191 1 . « ,T o d o el p od er a los Soviets!» 8 bolch evique hacía concesiones a los capi-

L E C C IO N E S Y S IG N IF IC A C IO N D E KRON STADT

El m ovim iento de Kronstadt fu é espontáneo, sin prepara­


tivos preliminares y pacífico. Si se transformó en un con -
b. pr i ;S :;

i
Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1165

mumstas mostraron q u e estaban dispuestos a sacrificar el


Kronstadt cayó. Pero ca yó victorioso en su idealism o y
com unism o, a sellar cualquier com prom iso c o n el capitalis­
su fuerza moral, en su generosidad y su hum anidad su­
m o internacional; y p o r tanto rehusaron las justas peticio­
periores. Kronstadt estaba orgulloso. Estaba orgulloso con
nes de su propio pueblo, peticiones que repetían las c o n ­
razón d e n o h aber derram ado la sangre d e sus enem igos,
signas de 1917, lanzadas por los bolch eviques mismos: So­
los com unistas q u e se encontraban en su seno. L os marinos
viets elegidos p o r el v o to directo y secreto, según la cons­
ineducados e incultos, toscos en sus m odales y en su len­
titución de la R .S.F.S.R.; y la libertad d e palabra y de
guaje, eran dem asiado nobles para seguir el ejem plo b o l­
prensa para los partidos revolucionarios.
ch evique de la venganza: n o fusilaron ni a los odiosos co m i­
El segundo congreso panruso del partido com unista se re­
sarios. Kronstadt encam a el espíritu generoso y clem ente del
unía en M oscú en el m om ento de la rebelión de Kronstadt.
alma eslava y del m ovim iento em ancipador secular d e Rusia.
E n ese congreso, toda la política econ óm ica bolch evique
cam bió de co lo r deb id o a los acontecim ientos de Kronstadt Kronstadt fu é la primera tentativa popular y enteramente
y a la actitud amenazante de las masas trabajadoras d e las independiente para libertarse d el y u g o d el socialism o de E s­
distintas partes de Rusia y d e Siberia. Los bolch eviques han tado, una tentativa hecha directam ente por el pu eb lo, por
p referido liquidar su política fundamental, abolir la requisa los obreros, soldados y marinos mismos. Era el prim er paso
obligatoria, introducir la libertad de com ercio, hacer con ce­ hacia la tercera revolución, que es inevitable y que, así lo
siones a los capitalistas y deshacerse d el com unism o— d el c o ­ esperamos, llevará a la desdichada Rusia la libertad per­
m unism o por el cual fu é proclam ada la revolu ción d e n o­ manente y la paz.
viem bre, por el cual se derramaron mares de sangre y por
e l cu a l fu é llevada Rusia a la ruina y a la desesperación— ,
antes que perm itir la elección de los Soviets libres.
¿H ay alguno, en la hora actual, q u e pu eda dudar de las (1 ) E l pu d e s igual a 16’4 kilos.
intenciones reales d e los b olch eviq u es? ¿Han perseguido el (2 ) L a negativa a apoderarse d e Oranienbaum d ió al g o ­
ideal com unista o el ideal estatista? bierno la posibilidad d e reforzar la fortaleza con sus regi­
Kronstadt es de una gran im portancia histórica. T o c ó la m ientos fieles, d e eliminar las partes «infectadas» d e la guar­
campana fúnebre del bolch eviquism o con su dictadura de nición y d e fusilar a los je fe s d e l a . escuadra aérea q u e iban
partido, su centralización insensata, su terrorismo chequista justam en te a> unirse a los reb eld es d e Kronstadt. M ás tarde,
v sus castas burocráticas. D esencantó al m ism o tiem po a los los b olch eviqu es hicieron uso d e la fortaleza com o d e un
espíritus inteligentes y honrados d e E uropa y d e América, y pu nto ventajoso d e ataque contra Kronstadt.
los o b lig ó a examinar las teorías y los h echos bolcheviques. E ntre ¡os fusilados e n Oranienbaum s e encontraban: Ko-
D eshizo el m ito bolch eviqu e del Estado com unista «com o losov, je f e d e la división d e los aviadores d e la flota roja y
gobiern o d e los obreros y cam pesinos». D em ostró q u e la presid en te d el C om ité revolucionario provisional q u e acababa
dictadura d el partido com unista y la revolución rusa eran d e organizarse en Oranienbaum ; Blabanov, secretario d e ese
dos fenóm enos opuestos, contradictorios, q u e se excluían re­ C o m ité; R om anov, Vladimirov, etc.
cíprocam ente. D em ostró q u e el régim en bolch eviqu e es una
tiranía y una reacción im placables, y q u e el Estado com u ­
nista es la contrarrevolución más poderosa y peligrosa. A le ja n d ro BERKMAN

Bibliografía de publicaciones anarquistas


en lengua italiana
(Continuación) zia. Revista artística y de pensam iento anarquista. A parecie­
ron solam ente dos números. U no en diciem bre d e 1921 y
61. «L a Sedia Elettrica». N úm ero único. Fano. Suplem en­ otro a principios d e 1922, b a jo la dirección artística d el pin­
to del p eriód ico «L a Frustra». R edactor: G iob b e Sanchini. tor G iovanni G ovem ato y la literaria de R enzo Novatorri
62 « L ’A zione diretta». Quincenal. Rom a. O rgano sindi­ (Ferrari) y de A u ro d ’Areola.
cal de los anarquistas. Inicia su pu b lica ción el 15 de f e ­ 64. «II Sem e». Sem anario de propaganda anarquista. Gra­
brero de 1921, corriendo a ca rgo d el «F a scio Libertario tuito. Livorno. In icia su pu blicación en 1920 y la continúa
d A zione D iretta», de R om a. A parecen m uy p ocos números hasta 1922, época en que d e b ió suspenderse a consecuencia
y en fechas salteadas. Se proponía cubrir una laguna entre de la detención d e l administrador y del secuestro de los
la prensa anarquista, c o m o órgano d ed ica d o exclusivamente fondos. El 20 de febrero d e 1921 sufrió un proceso im putado
al m ovim iento obrero, y sosteniendo los puntos d e vista c o ­ a los redactores F a gg i y Filippi. El prim ero com o gerente
rrespondientes a una orientación anarquista. C esó su apari­ y el segundo c o m o presunto autor de un artículo firm ado
ción en 1922. R edactores: Spartaco Stagnetti y Angel D io- «R ascio» que fu é pu blicado en el núm ero 8 del periódico.
tavelli.
65. « L ’Individualista». Quincenario d e propaganda anar­
63. «V ertice». Revista anarquista d e arte. A rcole-L a-Spe- quista individualista. Milán. Inicia su pu blicación a fines de

Ayuntamiento de Madrid
1166
CENIT

lebrero de 1921, apareciendo solam ente cuatro núm eros Lin­


go . a consecuencia d el h ech o d el Te»trn n ; L „ T ' ,

de 66íq ? ñ I 1 nÍcetÜ °rÍr ‘ NÚmer,° ú nico- Palermo, 15 d e agosto

l o 6 S c b i £ Z ° Ifara”' NÚmer° ÚnÍC°- PaIerm a R e a c t o r : Pao-

lo ^Schichi. P iconn e” ‘ N úm ero único, Palerm o. R edactor: Pao- « r < -r « w r r a j ñ s r *


bre83 1922B a F & Nera*', N “ ™ero ünico- Siracusa. Septiem -
d a c L / ' ^ o l o T c h l c h f mer° ÚnÍCO' C 0 " eSanO (Paler™ > ' R-
T od os estos núm eros únicos de ios «anarquistas siciliano?,,
^ : l Popu1- “Mano R^
ctóoTde” f e l v af ÍnlerVal° S d,VerS0S dUrante 1920 y prin' fenía R a J !? ’ ' anar ? UÍSta de cu >‘ »ra y de de-
PaoYo W , w f » y tu? r0n casi enteramente redactados por
Drorrin SnW K - A .continuación d e estos núm eros únicos, el
ción r e £ a r de ! " ' 0' 3 ® de may° de 1921* la pu blic3-

s J L ó f & A " ^ h i c o » Quincenal de los anarquistas


í ‘ “ ' Collesano (Palenno). P eriódico activo y vigoroso
s J l v t i r ¿
ción en agosto de 1926 d e la misma manera que fueron so
de propaganda y de com bate. C ontinuó su aparición inin­
metidas a h acerlo todas las publicaciones d e oposición al
terrumpida hasta fines d e 1923. Redactor: Paolo Schichi C o ­
fascism o. Su redactor, G igi Damiani, se v ió ob liga do a mar-
laboradores: N iñ o N apolitano y H u go Treni (U. Fedeli).
f' ,‘ ar 3 . e^tranjero. Colaboradores: L u iggi Fabbri (Adam-
71. «II Sem e». P eriódico anarquista. Lentini (Siracusa)
B e lf t a ! ,’ • ° , M olaschi (C ario l'H erm ite), Luigi
«neazr e FeraU
n ce sc a nÚmer° “ ag° Sl° d e 192h R ed a c,or' M “ -‘
c u ^ r r r z e r í i T T a ^ 81 dedicad° ai c¡-
d e 7 culturaagÍM llánÍbT
e r -a--e>>- quincenal de crítica y
rah A i i e! ° su Pub b ca ción en ju lio de 1921 a £ - 2 S % 2 S Z ¡S S S T í S S f j ,“ d'e una
la? nn hl v i reacclón P o l a c a y d e la destrucción d e todas
\ liir r neS anarquistas por parte d e los fascistas. En í - e: e r r isr Iogra saiir a ?***?*<»
a
gran form ato, con 16 páginas y cada vez dedicada
Nlilan aparecían entonces «U m anita N ova », diario; «Guerra a un problem a particular q u e pudiera servir d e base a una
M i S T V *8 ? 0 d e i a U S L ; « ^ d i v i d u a l i s t a J y « M e ? conferencia, siguiendo asi hasta principios d e 1926 R edac
s, l nnntoc V .t0r ^ e?ta útlima' habiendo m odificado '° r : Ettore Sottovia Colaboradores: Sante Ferrini (Foleorite)
* PnUn , I® V1Sta gf neraIes. fu n d a «Pagine Libertaire» y Constantino C am oglio, N iño Napolitano, etc.
da ñ o ra | o f " T d ? -192? ' Al ser secuestrada y destrui-
, w ' l ^ ° ,idariftá »- Roma. N úm ero único. Suplem ento es­
M n lL /h / ^ l k j’ de,a d e aparecer. R edactores: Cario pecial d el p eriód ico «II L ibero A ccord o». E ditado a ca rco
(Ynkio N Colaboradores: C am ilo Berneri, Nella Giacom elli
del C om ité Nacional de D efensa en febrero de 1923.
nin P «- ? Dry M ? n a n (R u de')> G igi Damiani (Auso-
m o Acrate), Sim plicio y L u iggi Fabbri. 87. «Pensiero e V olontá». Revista quincenal d e e s tu d ia
sociales y de cultura general. Rom a. Inicia su publicación
m ero e n ^ - S T ^ " ’’ ' RCVÍSta' L iv o rn a A Parece un solo nú-
M a C a 0 See Deuhli0 - d e T * ba,' ° ' 3 * Errico
,<<I1, Proletariato>'- Q uincenal. Periódico anarquista a b e de l o 4 P^ ° ° e" . 2 4 pag,nas hasla el 1 0 d e octu-
cargo de los anarquistas d e la Alta Lunigiana. Pontremoli ’ • casi slemPre secuestrada. Es una de
y 'J?P,0 u antts Publicaciones anarquistas
d a n i 6 Federi<>HUm6r° diciem bre d e 1 9 2 1 • R edactor: Bis- aparecidas en Italia. C olaboraron las m ejores plumas del
a r ; i n UIS/ a b " ’ CarI° Frigeri° ’ C a r b S s c h i
QuÍnCf n al- M ilán-Savona. C om ien- i ’ Interesantísimo su núm ero 1 del ter­
f a¿ f 6 7 d e Jen,ero d e 1922. Se proponía propagar cer ano, en el que, para rom per con los continuos secues­
la dea y la necesidad d e organizar el m ovim iento anar­ tros, v a d ed ica d o a los «Clásicos italianos», aportando p á ­
quista en un partido. Era un órgano casi personal d e su ginas q u e eran himnos a la Libertad. P p
T r< »to Tagliaferri. D espués de algunos meses cesó
su a pan cion en Milán y fu é trasladado a Savona, don de que­ Hp8 h , « r LaQV e r Í k í ' ,Clandestino. Sin indicación d e fech a ni
d o a cargo d e un gru po anarquista. Pero su publicación núm eros- u n o Tenn ^
ceso casi inmediatamente. números, uno a b n fl " y otroa' en
Aparecieron solamente dos
junio d e 1923
Sin,?: J ,RW na Sindícale». Rivista mensile dell'U nione
n J l Í l ? ° Vane RibeUe>>- ° rSano d e la Juventud Anar-
?9 22 a m anna- Salieron algunos núm eros al principio de dé 19a46 Fn o " 3 ' !T ° ' -n Íd a SU Publicación en octubre
nnrici c su año, cu ando la reacción fu é más
opresiva y fu e disuelta la Unión Sindical Italiana, su sub-
77. «L a G ioventú Anarchica». Intra-Novara. P or la pro­ n . W S6 1 , ^ 1 0 f «Rivista M insille» (mensual). El últim o
paganda de las ideas anarquistas entre la juventud. Apare­
e va ,a j 3 de ¡“ l i o de 1925, A pareció siempre
cieron un par de núm eros en febrero de 1922.
raHnr í P.a g ln a s. Redactor: Aliprando Giovannetti. C o la b o ­
78. «Ii Seme A nárchico». Catania. Aparecen un par de radores: Arm ando Borghi, Enrico Leone, etc.
números a principios de 1922 y lu eg o se funde con:
i*6' Ropolo>>- Quincenario anarquista. R e-
! hp ^ cabecera lleva la frase d e Campanella-
diados de 1922°ne>> Ca‘ anÍ' Aparecen. p ocos números a m e- f-^ e “ a cid o para vencer tres males extremos: Tiranía, S o ­
fisma, H ipocresía». Com ienza a aparecer a fines de 1924

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CENIT 1167

pero aparecen nada más que tres números, siendo de in­ c o Provaglio. Colaboradores: N iño Napolettano, O ttorino
m ediato suspendido por las autoridades fascistas. El último Manni.
núm ero lleva la indicación siguiente: A ñ o 2, febrero 1925.
Aparece a cuatro páginas d e cin co colum nas. Se o cu p ó es­ 95. « L Anorm ale». Pequ eño periódico im preso a multi­
pecialm ente acerca de los problem as cam pesinos del sur copista d ed ica d o a los normales. Siracusa. Segu ndo año de
de Italia. Redactores: Bruno M isefari y A ntonio Malara. la decadencia. P u blicado a cargo d el gru po anarquista «L os
hijos de Etna». A parece un solo número.
91. «L 'A .B .C . dell’Anarchia». Periódico de propaganda
elemental. D istribución gratuita. Rom a. Inicia su publica­ 96. «L'U niversitá Libera». Revista mensual d e cultura
ción en marzo de 1925. A parecen tres números, cuyos dos social. Milán. Publicada por la Editorial «S ociale». C om ien ­
primeros son secuestrados por las autoridades. El segundo za a aparecer con 24 páginas en enero de 1925 y logra man­
fué recogid o en la propia imprenta antes de terminar su tenerse hasta principios de 1926. R edactor responsable: C ar­
impresión. A pareció en papel rosa en p eq u eñ o form ato y a io M olaschi. Colaboradores: María Rossi, C am ilo Berneri,
tres colum nas. Redactor: Spartaco Stagnetti. Responsable: L uiggi Fabbri, etc.
G iuseppe Lucchetti. 97. «Parole N ostre». H oja mensual d e propaganda p o ­
92. «L a Q uestione M orale». H oja clandestina. Rom a 1924. pular libertaria. Rom a. Inicia su pu blicación en abril de
Se reúnen en esta hoja todos los docum entos d e acu­ 1925, form ato pequ eño, redactado p o r los editores y cola­
sación contra Mussolini por el asesinato d e Matteotti. Pu­ boradores del semanario « F e d e ». Cesa su publicación en
blicación realizada al ser secuestrados sistemáticamenet to­ 1926.
dos los grandes diarios d e la oposición q u e habían anun­ 98. «V ita Libertaria». Revista mensual d e política y ar­
cia do la presentación d e estos docum entos. F ué editado por te. Rom a. E l prim er núm ero corresponde a m ayo d e 1925.
« F e d e » y constaba de cuatro páginas. G ran form ato con 16 páginas bellam ente ilustradas. R edac­
93. «C alendim aggio >. Milán. N úm ero único, form ato re­ tores: G ig i Damiani, Francesco Forcelli. Colaboradores: Car­
vista, c o n 24 páginas dedicada al prim ero de m ayo de 1924. io M olaschi, L u iggi Fabbri (Adames), Paolo Flores, C am ilo
E ditado por la Unión Sindical Italiana. Berneri, V in icio Paladini, etc. Logra aparecer cuatro meses.
El últim o núm ero lleva la fech a d e ju nio-julio 1925.
94. «Satana». Revista mensual racionalista y propaga­
dora d el libre pensamiento. Rom a. Com ienza a publicarse (Continuará).
en agosto d e 1924. A parecieron siete números. El último (Traducido y presentado por la Sección Bibliográfica
llevaba la fecha de enero-febrero 1925. R edactor: Sparta­ d e la C .R .l.A .)

i i t i i k t t

POSEIDO DE ETERNIDAD
(Fantasía Literaria) gio brotara en form a espontánea. Era un dechado
de perfecciones. Una suave música de cítaras eté­
E él podría decirse que estaba .poseído reas parecía circundarlo. ¿ Quién era ese ser del que
de eternidad, pues ¿de qué otra mane­ n o podía decirse nada sin que la conciencia que­
ra podría calificarse a ente tan singu­ dase m altrecha?
lar? En su existencia el m inuto efíme­ Los más avezados en el arte de hurgar vidas aje­
ro tenía sello de perdurabilidad. Era nas fracasaron en los propósitos de saber de que
ccm o si la fuente de la creación nu­ Santo G raal procedía, por más que la aureola de
triera generosa, brillantemente, sus pa­ Lohengrín resultase ínfim a en com paración con
labras, sus acciones, en fin, su vida toda de singu­ nuestro personaje. El secreto n o pudo ser revelado
lar prestancia. Y tanto más su grandeza, cuanto porque n o hubo Elsa alguna para averiguarlo. Era
que tenía el sello indistinto de lo hum ano donde un m isterio que se perdía en la bruma de los tiem­
todo es falible y el yerro surge, siendo, por gracio­ pos. Era la virtud materializada y por siglos. Viejas
sa excepción en él, todo afirm ación armónica. crónicas .nos procuraban visiones de esta vida m a­
Pero lo hum ano cuenta con falla s porque está ravillosa y nos decían, en aquellas lejanas épocas,
m odelado en barro y el barro es imperfecto. En ta­ su belleza e hidalguía corrían parejas con su eter­
les circunstancias: ¿Cómo podía tal hom bre ser una na juventud. La fuente de Juvencia donde él bebía
máquina perfecta, física y m entalm ente? La más era secreto reservado. Su hablar m esurado y obje­
notable conjunción de neuronas fallaba ante esta tivo, m odelo de gracia discreta y sabía. Los hom ­
asombrosa alquimia de elementos de resonancias bres dijeron: ¡Es h ijo de dioses...!
eternas. N o penséis que al final de esta narración sabréis
Junto a él todo lo demás en lo hum ano resultaba el origen del extraño, del fabuloso personaje. No.
grosero, tosco, prim itivo. ¡Ah, esas desdichas hu­ eso nadie puedo saberlo. De lo que queremos hablar
manas! ¡Esas envidias! Esas pasiones que nos ro­ es del resultado de una persistencia en el indagar
dean, nos asaltan y nos ahogan. Ese mar de egoís­ acerca de esa persona.
mos que dan lugar a estas historias hum anas tan Porque h u bo un ser hum ano que estuvo espiando
llenas de manchas. De él, en cam bio, n o podía a ser tan singular y nos tra jo al m undo de los m or­
murmurarse, no podía decirse nada sin que el elo­ tales la más insólita revelación acerca de esa m,a-

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ravillosa conjunción de grandeza. Más digamos — ¿Y tú herm osa niña? ¿Quieres decirm e algo...?
algo antes acerca de las indiscreciones d i este
curioso impenitente. Y la doncella así habló: «¡O h , gran señor, qui­
Varios espíritus selectos se aproxim aron a nues­ siera... que me revelaras la fuente del am or eterno
tro personaje a confiarle sus cuitas, con el secreto donde mi corazón pudiera sumergirse! ¡Quiero
aun cuan ostensible .propósito de que el Genio amar tanto que tem o perder lo que todavía
anhelo!»
(así llamaremos al gran ser) se los resolviese y les
facilitara alguna fórm u la mágica. D ice el indiscreto que la im ponente majestad del
Un escritor le dijo: «Desearía el sello de la perdu­ G enio se contornó y m iró a la artista y a la doncella
rabilidad en m is obras. Que tinta fresca circunda­ co n una m irada tan triste que ambas se estreme­
ra siempre m is pensamientos. Y que m i anhelo, cieron y, a su vez, se pusieron tristes. El les d ijo lo
expresado en mis libros, acerca de la perenne gran­ que ya era ritual:
deza hum ana, fuera eterna fuente de inspiración — ¡Dichosas vosotras qué vivís en la esperanza...!
a las generaciones que me sucedieran...». Si, la esperanza hace la vida m enos árida. Es el
A todo lo cual el G enio respondió: plan del devenir. Es el arcano inconcreto del fu­
— ¡D ichoso tú que vives en la esperanza...! turo. Es la fuente del plan. Lo intangible h acia lo
De un revolucionario se sabe que le dijo: Solo tu con creto en una constante m utación indefinida
grandeza vive feliz, porque tu esperanza es pre­ h asta el fin. Por eso el G enio les había d ich o a
sente y tu presente m añana. Deseo que los pueblos todos lo mismo...
se libren del terrible tutelaje de la ignorancia que E l curioso n o se quedó tranquilo. Quería saber
los hace—en ocasiones— ciegos, y fieros instrumen­ mas, con relación al extraño ser. Si todos vivían
tos de sus mismos opresores. Puedo decirte que he en la esperanza com o lenitivo y estímulo, ¿podía
luchado ¡porque la libertad surja en toda la faz de el anhelar algo? ¿Desearía algo en su peregrinar
la Tierra y m iento si digo que escogí el cam ino del eterno el h ijo de dioses, el m im ado con todos los
sacrificio p or espíritu de m artirologio..., m i sangre, dones?
m is convicciones me han im pelido a ello. Saber Se dice que él escuchó m urm urar a solas estas
que tú has llegado a avizorar la serenidad de espí­ palabras:
ritu, que sabes lo que es justo e injusto, me obligan
a preguntarte: ¿Veremos algo notable en cuanto —No sé quien me h ab rá creado. N o puedo dedu­
a entendim iento entre los hom bres? ¿Establecere­ cirlo, pese a lo que llam an los hom bres clarividen­
mos, somos capaces de hacerlo, algún plan que cia. Mas sea quien fuere tentado estoy de pedirle
una cosa... una sola cosa...
elimine los prejuicios e instaure una era de igual­
dad de posibilidades? L o que siguió en el soliloquio fu é sorprendente:
El Genio se le quedó m irando y contestó: — ¡Deseo... deseo ser im perfecto... deseo que se me
— ¡D ichoso tú que vives en la esperanza...! dote de alguna debilidad humana. Solo así podré
Una artista que anhelaba ser dichosa, y una aspirar a la p erfección que m e ha sido dada en fo r ­
joven doncella de delicada belleza, quisieron verlo m a que anonada mi ser y lo mata...
y le confiaron sus cuitas de esta manera:
La artista le dijo: «Cada vez que interpreto un * * *
personaje en el m undo de la farán dula siento un
estremecim iento angustioso. ¡Cuanto deseo ser per­
fecta en el m ovim iento, justa en el d ecir y siempre Poseía la eternidad y deseaba el chispazo imper­
m ajestuosa y sencilla a la par en m i presencia...! fecto de una vida cualquiera. ¿D ónde está la satis­
Soñar vivos a los .personajes de la farsa y que el facción humana...?
tablado sea siempre girón de vida inspirador y
poético... ¿(Reside en la eterna esperanza...
El G enio contem pló a la joven doncella y le pre­
guntó dulcemente:
A d o lfo H E R N A N D E Z

a o c iíté C ín tra le d'Impression, Gl, rué d es Amidonniers.— T oulouse (H te-C n e.i— L e íieran t ; Etienne G U 1LL E M A U .

Ayuntamiento de Madrid
- P 0 C T 4 S __
cíe r^4ijei ij de <76@y

BLOQUEO
G u e rra d e n ervios lla m a n al b lo q u e o
q u e a p rie ta mis co stilla s,
me a te n a za el p u lm ó n
y deshace la fo rm a d e mi alm a.

G u e rra d e n e rvio s, no. G u e rra d e c u a jo :


g u e rra d e d e s c u a ja r lo c o n s e g u id o ;
d e d e s h o ja r la rosa,
d e d e s p lo m a r la casa,
d e q u e b ra n ta r la lin e a d e los hom bres
a b ie rta con su d o r y p e n s a m ie n to
en esta som bra in a c a b a b le d e la v id a .

G u e rra d e nervios, n o ; m ucho más.


G u e rra d e to d o a base d e b lo q u e o .

Un b lo q u e o d e a rd id e s y d e tram pas,
de fic h e ro s , m an d a to s y consignas;
de m iradas y o íd o s p o lic ia c o s ;
de in v ita c io n e s p a ra sondear,-
de subscripciones p a ra e n tu m e c e r.

G u e rra al alm a serena,


g u e rra a l alm a d e sn u d a ,
g u e rra a to d o lo p u ro y g e n u in o ,
g u e rra a las tres im á g e n e s d e l tie m p o :
a y e r, m a ñ a n a , hoy

El h o m b re esté sin p u e rta


en a b ru p to a m u ra lla d o
y a llí co m e n o ticia s,
v ib ra c io n e s d e ! a ire ,
p ro p a g a n d a s y m uertes.

El h o m b re está sin p u e rta ;


c o p a d o en la e m in e n c ia d e su a lm a .

José M O R E N O V IL L A

Ayuntamiento de Madrid
HA S 4 L I D C EE IEE T C M C DE
"La C.N.T.
en la
Revolución
i rr
española
p o r Jo s é P E I R A T S

Esta obra no puede faltar en


la biblioteca de ningún hombre
estudioso y amante de la cultu­
ra. Todos, afiliados a la C. N. T.
o no, pero espíritus inquietos y
deseosos de conocer la historia
de la gesta popular más tras­
cendental del siglo X X , han de
leer «La C.N.T. en la Revolución
Española», libro escrito con pro­
funda objetividad y con la más
escrupulosa honradez de histo­
riador. acumulando documentos
y datos inéditos y fidedignos.
Aquellos que no hayan adqui­
rido todavía el II tomo, deben
apresurarse a pedirlo, a fin de
que no se encuentren faltados de
la obra com pleta.
Para ilustración de nuestros
lectores, dam os a continuación
los títulos generales de los ca­
pítulos de que se com pone el to­
m o III, ya puesto a la venta.

C a p ítu lo X X X I1. — La p o lí t i­ C a p ítu lo X X X V II. — D e l P le ­


C a p ítu lo X X V II. — El P le n o
ca fra n q u is ta . no d e O c tu b re a la p é rd id a de
E conóm ico d e V a le n c ia .
C a ta lu ñ a .
C a p itu lo X X V III. — La N u e v a C a p ítu lo X X X III. — La in c a u ­
C a p ítu lo X X X V III. — El ú ltim o
P la ta fo rm a S in d ic a l. ta ció n estatal d e las in d u stria s de
b a lu a rte .
g u e rra .
C a p itu lo X X IX . — D e la v ic to ­ C a p ítu lo X X X IX . — ¡A y d e l
ria d e T e ru e l al desastre d e C a p ítu lo X X X IV . — Los lib e r -
v e n c id o !
A ra g ó n . ta rio s en la g u e rra .
P recio del volum en: 750 francos.
C a p ítu lo X X X V . — El te rro r Diez por ciento de descuento a par­
C a p itu lo X X X . — La crisis i n ­
tir del pedido de 5 ejemplares.
te rn a d e l M o v im ie n to L ib e rta rio . ei< los fre n te s.
Pedidos: Adm inistración del Li­
C a p ítu lo X X X I. — La crisis d e C a p ítu lo X X X V I. — El te rro r bro, 4, rué Belfort, Toulouse
agosto y la b a ta lla d e l Ebro. en la re ta g u a rd ia . (H.-G.i

Ayuntamiento de Madrid

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