Sunteți pe pagina 1din 4

UNIVERSIDAD DE PANAMÁ

ESTÉTICA

PROF. ELA URRIOLA

EMILIO JESSIE

CEDULA: 1 – 703 – 81

PARCIAL # 1

PANAMÁ, XX DE DICIEMBRE DE 2018.


LA ESTETICA ESPARTANA

La educación espartana, se caracteriza por ser obligatoria, colectiva, pública y destinada en principio
a los hijos de los ciudadanos, aunque parece que en ocasiones se debió admitir a ilotas o periecos,
y los hijos de un ateniense como Jenofonte se educaron en Esparta. La educación espartana estaba
enfocada principalmente a la guerra y el honor, hasta tal punto que las madres espartanas decían a
sus hijos al partir hacia la guerra: "Vuelve con el escudo o encima de él", en referencia a que
mantuviesen el honor y no se rindiesen nunca, aunque con ello perdieran la vida.

Esparta practicaba una rígida eugenesia. Nada más al nacer, el niño espartano era examinado por
una comisión de ancianos en el Pórtico, para determinar si era sano y bien formado. En caso
contrario se le consideraba una boca inútil y una carga para la ciudad. En consecuencia, se le
conducía al Apótetas, lugar de abandono, al pie del monte Taigeto, donde se le arrojaba a un
barranco. De ser aprobado, le asignaban uno de los 9.000 lotes de tierra disponibles para los
ciudadanos y lo confiaban a su familia para que lo criara, siempre con miras a endurecerlo y
prepararlo para su futura vida de soldado. Así es que la educación tenía reglas rigurosas de
disciplina, obediencia y sometimiento a la autoridad. Los padres no educaban a sus hijos ya que, a
partir de los siete años, los niños pasaban a depender del Estado y recibían una instrucción muy
severa. Los niños aprendían técnicas de caza y lucha y se les daba gran importancia a los ejercicios
físicos. El objetivo de la educación era formar ciudadanos obedientes y valientes guerreros.

En su Arte poética, Horacio concede a los poetas y los pintores por igual la capacidad “de acometer
cualquier osadía”, aunque en aras de la armonía y la verosimilitud
reclama acto seguido un límite para los inevitables excesos de la libertad de imaginación
y previene frente a las creaciones disparatadas como el cruce de tigres con corderos o
la hibridación imposible que, más que admiración por la originalidad, provoca risa. Sin
duda, sin la posibilidad de lo irreal o lo improbable en la literatura, la pintura y, sobre todo
el cine, “no habría película” y quedaría desarticulado el fundamento de la ficción; y sin
la posibilidad de la metáfora como propuesta de trasposición del significado, la creación
original se vería obligada a ceñirse sólo a la aparente realidad.

De estas representaciones podemos tomar el ejemplo filmográfico de los Espartanos en la película


“300” donde basada en una novela gráfica que históricamente expone “mentiras”, las faltas de
fidelidad histórico-arqueológica y las dicotomías simplificadoras, y las presenta bajo el manto
necesario de la “versión”, trazando la relación con la poética griega. De acuerdo con este
planteamiento “el análisis estético” exige de 300 nada más que una coherencia poética, estética y
artística, entendiendo que el trasfondo histórico y su realidad son el soporte necesario, pero que la
versión literaria-cinemato-gráfica necesita mostrar una apropiación y que, por ende, puede incorporar
materiales propios del autor y visiones que descontextualizan un hecho y, por ello, lo trasforman.

La educación en Esparta era totalmente diferente a la educación en Atenas ya que las mujeres
practicaban en público varios deportes al igual que los hombres. Con esto se buscaba crear mujeres
fuertes tanto física como mentalmente, para que sus hijos fueran fuertes y en condiciones para la
guerra.

Basado de estos análisis resulta difícil ver semejanzas entre el modo de vida espartano, con su vida
comunitaria y su constante formación militar, y la de Atenas, tan abierto a las asambleas
democráticas y a la actividad laboral del artesanado y el comercio. Relucen “costumbres griegas”
precisamente estéticas en la forma de vestir denotando nuevamente: desde la época de Homero, el
hombre y la mujer de la Hélade se distinguían por su traje en cualquier puerto del Mediterráneo. Sin
embargo, erraría por completo si se pensara que el “traje griego” fue una vestimenta fija, capaz de
mantenerse inmutable siglo tras siglo, como nuestros atuendos folklóricos o la vestimenta étnica de
muchos pueblos, podía plantearse un cambio en el atuendo, pero este solo era posible a través de
una importante mutación de las prendas y de la estética en el vestir.

La imagen resultante se presenta, entonces, necesariamente como una percepción estética, una
autentica aisthesis en el sentido estricto del término griego, y no un análisis racional, lógico e
histórico. Y mostrar una percepción implica con frecuencia alejarse de la realidad y ofrecer una
imagen deformada, sesgada o, sencillamente, distorsionada.

Por estar vinculada con los ritos, la poesía griega era de carácter público, social, colectivo y estatal.
Hasta los severos espartanos la consideraban, junto con la música, el canto y la danza, un elemento
indispensable en las ceremonias públicas, y se preocupaban por su nivel artístico llevando a Esparta
a los mejores artistas. La épica de Homero, tras ser introducida en los programas oficiales de las
fiestas estatales en Esparta, Atenas y otras ciudades, se convirtió en patrimonio común de todos los
griegos. La poesía de culto y de ritual estaba destinada a ser hablada y cantada, y no en una lectura
individual. Esto se refería a toda poesía.

De desarrollo estético la realidad que describe Heródoto en su Libro VII puesto que da una gran
profundidad psicológica tanto a los personajes como a los escenarios y a su luz natural, pues siempre
se muestra una iluminación que se pretende real en las representaciones gráficas y cineastas -
incluso en las escenas de interior o nocturnas- y no estéticamente distorsionada mediante efectos
especiales como en los títulos posteriores. Se busca acercarse a la realidad vivida en el siglo V a.C.

La violencia empleada de unos acontecimientos históricos concretos – factor descriptor de


personalidades de primer nivel– es más o menos explícita en función de la forma y la sustancia de
expresión (discurso) que en la de la historia en sí (qué). Es decir, los elementos que la definen
estéticamente superan el mero contenido combativo que se pretende transmitir. En el caso de las
representaciones La estética es más importante que la historia.

Cada autor que ha tratado el tema, dependiendo de las formas de su sustancia narrativa (crónica
literaria o cómic o cine) y del contexto formado por el estilo estético propio de su época, plasma y
proyecta su propia cosmovisión del mundo a través de su obra. Heródoto trata de hacer una crónica,
de ser testigo de una época, de mostrar la unidad del pueblo griego.

S-ar putea să vă placă și