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MARCO TEORICO

A partir de lo problematizado anteriormente resulta necesario establecer una definición


de política exterior, sin embargo, teniendo en cuenta que no existen definiciones universales ya
que no hay un consenso sobre los marcos conceptuales de lo que es la política exterior de un
Estado, seleccionamos a los siguientes autores que definen dicho concepto.1

Según Roberto Russell (citado en Tini, Torres del Sel, Ratto y Fontanarrosa)

“la política exterior [se define] como aquellos vínculos que establecen los
gobiernos con el sistema internacional mediante acciones intencionadas que
procuran alterar factores, comportamientos o condiciones del contexto externo,
teniendo en cuenta tres dimensiones, político-diplomática, militar, estratégica y
económica, y que se proyecta al ámbito externo tanto en el plano bilateral como
multilateral” ( 2012: 4).

Para ampliar el concepto anterior, Tini, Torres del Sel, Ratto y Fontanarrosa consideran
que

“la Política Exterior es una política pública, y como tal se trata de un conjunto de
acciones, decisiones y omisiones que un Estado - Nación realiza en sus relaciones
con otros actores internacionales, atendiendo a sus intereses y demandas internas
y también externas. En ese sentido, no es una política pública más, en primer lugar
porque la política exterior no sólo debe responder a demandas provenientes del
contexto interno, sino también, del contexto internacional” (2012: 1).

Por último, Calduch no dice que

“la política exterior [se puede definir] como aquella parte de la política general
formada por el conjunto de decisiones y actuaciones mediante las cuales se
definen los objetivos y se utilizan los medios de un Estado para generar, modificar
o suspender sus relaciones con otros actores de la sociedad internacional” (1993:
3).

Con todo lo mencionado anteriormente, especificamos como política exterior a una


política de Estado que se construye de manera diferente con cada gobierno y que se traduce en
un conjunto de diversos mecanismos, decisiones y actuaciones de un gobierno que configuran
distintos tipos de relaciones que entabla un Estado con otros. De esta manera, partimos de la
importancia de analizar no sólo los factores externos de la política exterior sino también los
internos, que a nuestro criterio son de gran importancia, principalmente las creencias y
percepciones de los ciudadanos de un Estado.

1Excepto Calduch, los autores utilizados en este Marco Teórico son argentinos y la mayor parte de sus trabajos se
orientan a la definición de la política exterior de Argentina.
A partir de la definición de política exterior, podemos señalar que sus principales
elementos son:

- Su carácter estatal;
- La política exterior no se puede disociar de la política interior de un Estado.
- Como toda política, la exterior se articula por una combinación de decisiones y
actuaciones de los órganos estatales, de modo principal por parte del gobierno, sin
solución de continuidad.
- Por último, la política exterior de un Estado incluye la determinación de fines y objetivos
que aspira alcanzar cada Estado, pero que también debe incorporar la utilización y
especificación de medios más adecuados para el logro de esos objetivos (Calduch, 1993).

Sumado a esto, aclaramos que este trabajo prioriza analizar, dentro de la concepción de
política exterior, las relaciones bilaterales entre Argentina y Estados Unidos, desde la política
exterior que establece Argentina hacia el país hegemónico de la región. Cabe aclarar que, según
Russell los elementos relevantes de esta relación bilateral, son: primero, la relación Argentina –
Estados Unidos, como toda relación, es de a dos, aunque terceros países o acontecimientos
influyan. Segundo, esta relación es asimétrica conforme a respectivas historias nacionales que han
posicionado a ambos países en un lugar desigual dentro del sistema internacional (como el
ascenso de Estados Unidos a la categoría de primera potencia, coincidiendo con una etapa de
crisis en Argentina que determinaría su atraso y estancamiento). Tercero, Argentina ha tenido una
baja preferencia en materia estratégica, económica y política dentro de los intereses
norteamericanos y, tanto en un nivel latinoamericano como global (Argentina no integraba la lista
de potencias emergentes durante la guerra Fría). Cuarto, la baja prioridad estratégica, económica
y política de Argentina lleva a que Estados Unidos lo integre en su agenda “negativa”2. Quinto, el
análisis de estas relaciones requiere trascender el nivel interestatal al ámbito de las políticas
exteriores. Sexto, en estrecha vinculación con lo anterior, el estudio de las relaciones bilaterales
debe considerar la posición de diferentes agendas estatales y actores gubernamentales frente a
los temas de estas agendas (Russell, 1996).

Todo lo expuesto anteriormente sobre política exterior para hacer inca pie en las
relaciones bilaterales Argentina – Estados Unidos lo conectamos con la concepción de creencias,
ya que este trabajo se enfoca en investigar si la visión, creencias y/o preferencias de los
ciudadanos de Córdoba, Argentina influyen en el grado de aceptación de la política exterior,en
este caso, del gobierno actual.

Las creencias son concepciones del mundo que se relacionan estrechamente con
actitudes, valores, opiniones, sentimientos y orientaciones. El concepto de creencia hace
referencia al problema del conocimiento. A su vez, “el conocimiento o está libre de valores y, por

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Argentina ha ocupado un lugar en la atencion de Washington como “ventana de problemas” que de
“oportunidades”. Los casos mas relevantes fueron las violaciones de Derechos Humanos, la guerra de
Malvinas, la crisis de la deuda externa, entre otros.
tanto, que las creencias incorporan dimensiones tanto evaluativas como afectivas” (Seoane y
Garzón, 1996: 82).
El sistema de creencias se divide en tres grandes dimensiones, que determinan una visión
del mundo. Éstas dimensiones son:

-Dimensión política
“hace referencia a las creencias que se mantienen sobre la forma y el funcionamiento de
la sociedad en la que se vive, tanto en sus manifestaciones reales como ideales. (…) no
sólo hace referencia a las creencias, sentimientos y orientaciones del sistema político, sino
que también incluye las formas de vida que ese sistema político permite y estimula. Es
decir, por creencias políticas entendemos tanto el conocimiento y valoración de las
instituciones políticas como la influencia de esa organización social en nuestros hábitos de
vida” (Seoane y Garzón, 1996: 83).

-Dimensión cultural
“creencias y actitudes relacionadas con nuestra concepción de la naturaleza, de la ciencia
y de la historia, o cualquier otra relacionada con la visión del mundo y de las cosas. Hace
referencia, por tanto, a las actitudes hacia la técnica, a la percepción del tiempo histórico,
a las creencias sobre el futuro global o particular, o a los valores intrínsecos de una
civilización determinada. Los contenidos religiosos, la valoración de la ciencia o la
concepción de la sociedad en cuanto realidad natural, son aspectos relevantes de esta
dimensión. Aunque una gran parte de estas creencias está determinada por la civilización
en la que vivimos, sin embargo existe una gran variabilidad entre las personas y entre las
distintas generaciones en la fuerza de su mantenimiento y en el perfil concreto que se
destaca en cada caso” (Seoane y Garzón, 1996: 84).

-Dimensión social
“creencias sobre la interacción con los demás, las formas de relación o el cuidado de los
sentimientos. Se incluye, por tanto, la valoración de las relaciones primarias (…); la mayor
o menor confianza que tenemos hacia los demás, hacia los próximos y hacia los más
ajenos (…)” (Seoane y Garzón, 1996: 84).

A partir de la distinción de las dimensiones que conforman el sistema de creencias,


nuestra investigación trabaja desde la dimensión política diferenciando dentro de la misma a
distintos tipos de creencias propuestos por Alexander George en 1969, recatados por Roberto
Russell. Se distingue entre
“Creencias filosóficas [que están] relacionadas a la naturaleza fundamental de la
política, relaciones internacionales, del rol del individuo en la historia, mientras que las
creencias instrumentales que tienen que ver con la relación que existe entre medios y
fines en el contexto de la acción política, [y por último] las creencias contextuales y en la
imagen y percepción que se tiene del país en el sistema internacional” (citado en Galvano,
2008: 2; Perotti, 2008: 2).

Cabe destacar que el trabajo de George reformula el concepto de operational code,


propuesto por Nathan Leites, planteando que hay cinco cuestiones filosóficas y cinco cuestiones
instrumentales que influyen en gran medida en los valores y creencias de los ciudadanos (el en
caso del presente trabajo), “dando especificidad a su forma de acción política” (García Calvo, 2010:
40 – 41).
Podemos aclarar que para la toma de decisiones racionales en el sentido asociado con
Herbert Simón, se toma el concepto de "racionalidad limitada" (March y Simon, 1958, citado por
George, 1969, p. 198), donde las creencias funcionan como guías para la toma de decisiones
políticas, en condiciones relativas acerca de la consecuencias de elegir una determinada acción en
lugar de otra. (Citado de Walker; 2012: 4)
Según Gorge, (…) “conocer el enfoque del actor para el cálculo de elección de la acción no
proporciona una clave simple de explicación y predicción; pero puede ayudar al investigador y el
planificador de la política de "obligado" las formas alternativas en las que el sujeto puede percibir
diferentes tipos de situaciones y se acercan a la tarea de hacer una evaluación racional de
alternativas vías de acción. El conocimiento de las creencias del actor, ayudan al investigador para
aclarar los criterios generales. Los requisitos y normas del sujeto intentan satisfacer en la
evaluación de las oportunidades que se presentan, para obtener ganancias deseables, en la
estimación de los costes y los riesgos asociados con ellos, y en hacer cálculos de utilidad. Ayudan
las creencias filosóficas del individuo en el diagnóstico de la definición de la situación, mientras que
las creencias instrumentales influyen en la prescripción de apropiado respuestas(…).” (Walker;
2012: 5)
George va a advertir que los elementos del código deben visualizarse (…) "como un conjunto de
premisas y creencias acerca de la política y no como un conjunto de reglas y recetas para aplicarse
mecánicamente a la elección de la acción (....) " (Walker; 2012: 5)
Tomando también a Holsti, este identificó situaciones características que permiten que las
creencias influyan en el comportamiento, incluyendo situaciones abiertas a una variedad de
interpretaciones (debido al carácter de la información, ya sea ambigua, escasa o compleja) donde
las creencias de una manera estratégica, se ubican en las tomas de decisiones de manera más
influyente en la definición y las seleccionan entre las diferentes opciones. El patrón de inferencia
dominante establecido por estas condiciones es una sucesión de instrucciones interactivas entre la
posición del decisor y las características ambientales, coherentes sobre el nexo causal entre las
creencias y comportamientos. (Walker; 2012:7)
Debemos tener en cuenta según estos autores que los conceptos clave (según sus
investigaciones) son las creencias filosóficas e instrumentales, sistema de creencias, y las
estrategias y tácticas de política exterior. El dominante patrón de inferencia (al que ya hicimos
referencia) es el principio de la consistencia cognitiva, de la que se ven derivadas dos
proposiciones generales: La primera es que las creencias tienden a reforzarse mutuamente y
recíprocamente para formar un sistema de creencias coherente; y la segunda proposición
corresponde a que , en condiciones determinadas, las creencias constriñen la gama de opciones
alternativas y por lo tanto influyen en la decisión final (Holsti, 1977; Walker; 2012: 8).
George nos deja concebir finalmente que dentro del conocimiento de quien toma las
decisiones de creencias se facilita la tarea de evaluar el grado en que el comportamiento se basa
en la realidad, el ensayo o refleja la influencia de los motivos latentes y defensas del ego del
mismo comportamiento de la persona. (Walker; 2012: 14)

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