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* Abogado, Ex Vicepresidente de la República, Ex Senador de la República, Ex Congresista
de la República y Ex Presidente del Tribunal Constitucional.
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El dominó
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A
fines del año 2007, acaso motivados por el ansia de inmortalidad, dos desconocidos
congresistas peruanos formularon sendas acusaciones constitucionales contra
magistrados del Tribunal Constitucional a quienes imputaban haber incumplido
atribuciones inherentes a sus cargos. Ambas acusaciones se referían a las competencias y
fricciones públicas del Jurado Nacional de Elecciones y del Tribunal Constitucional.
Los preceptos cuya supuesta violación imputan a los magistrados del TC declaran
literalmente:
De la Constitución Política del Perú:
Artículo 139º.- Son principios y derechos de la función jurisdiccional:
3. La observancia del debido proceso y la tutela jurisdicional.
Ninguna persona puede ser desviada de las jurisdicción predeterminada por la
ley, ni sometida a procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni
juzgada por órganos jurisdiccionales de excepción ni por comisiones especiales
creadas al efecto, cualquiera sea su denominación.
De la Convención Americana sobre Derechos Humanos:
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro
de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.
Los denunciantes aluden, en la fundamentación de los hechos, al rol del Tribunal
Constitucional en el proceso de inconstitucionalidad de las leyes; pero omiten referirse al
artículo 204º de la Constitución Política del Perú, según el cual: la sentencia del tribunal que
declara la inconstitucionalidad de una norma se publica en el diario oficial. Al día siguiente
de la publicación, dicha norma queda sin efecto.
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No tiene efecto retroactivo la sentencia del Tribunal que declara inconstitucional, en todo
o en parte, una norma legal.
Asimismo, los denunciantes tratan de la participación de los Magistrados del Tribunal
Constitucional en el proceso de aprobación de la Ley Nº 28642; e indican que, en ejercicio de
su “iniciativa legislativa”, el Jurado Nacional de Elecciones presentó al Congreso el proyecto
de ley Nº 13661/2005-JNE, en virtud del cual propuso modificar el inciso 8) del artículo
5º de la Ley Nº 27237 (Código Procesal Constitucional), para adecuarla supuestamente al
mandato claro y expreso de los artículos 142º y 181º de la Constitución Política.
Los congresistas mienten deliberadamente cuando afirman que “El Dr. Alva Orlandini
solicitó de oficio el uso de la palabra en sesión en que sólo fue invitado el Presidente del
JNE para que exponga su proyecto.” En efecto, el oficio Nº 173-2005-2006-CCYR-CR, de
13 de octubre de 2005, suscrito por el congresista Antero Flores-Araoz E., Presidente de la
Comisión de Constitución y Reglamento del Congreso de la República, literalmente expresa:
Señor Doctor
Javier Alva Orlandini
Presidente del Tribunal Constitucional
Presente.
De mi consideración:
Es grato dirigirme a Ud., para saludarlo cordialmente y de conformidad con
lo acordado en la sesión extraordinaria, llevada a cabo hoy 13 de octubre del
presente año, lo invito a participar en la sesión ordinaria de la Comisión de
Constitución y Reglamento que se realizará el día lunes 17 del presente a horas
4.00 p. m., en el Hemiciclo Raúl Porras Barrenechea, para tratar sobre los
Proyectos de Ley Nº 13661/2005, 13664-2005-CR y 13671/2005-CR, que
proponen la modificación de los artículos 5º numeral 8), 15º, 18º, 19º, 20º, 441
y 51º sw la Ley Nº 28237, Código Procesal Constitucional.
Atentamente
Antero Flores-Araoz E.
Presidente Comisión de Constitución y Reglamento.
El Presidente del Tribunal Constitucional fue expresa y cordialmente invitado a partici-
par en la sesión del lunes 17 de octubre de 2005 de la mencionada Comisión y concurrió en
compañía de otros tres magistrados.
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Sería, por ejemplo, absurdo sostener que porque el Tribunal Constitucional tiene
competencia para declarar la nulidad de una sentencia expedida por un juez
penal o civil que contravenga los derechos fundamentales, tiene capacidad de
administrar justicia penal o civil. Es evidente que en tales supuestos el Tribunal
Constitucional se limita a administrar justicia constitucional, reponiendo las
cosas al estado anterior al momento en que tuvo lugar la afectación del derecho
fundamental (primer párrafo del artículo 1º del Código Procesal Constitucional),
para que luego el proceso continúe siendo resuelto por su respectivo juez
competente. La secuencia es idéntica en los supuestos de resoluciones expedidas
por jueces que administran justicia electoral.
Así pues, no se trata de una superposición de funciones, sino de delimitar clara y
correctamente las competencias que la Constitución ha conferido a cada uno de
los órganos constitucionales (principio de corrección funcional).
21. De conformidad con el artículo 93º de la Constitución, los Congresistas
de la República no están sujetos a mandato imperativo. No obstante, las leyes
expedidas por el Congreso, órgano independiente y autónomo, son susceptibles
de control constitucional, mediante el proceso de inconstitucionalidad (artículo
200º 4).
De conformidad con el artículo 139º 2 de la Constitución, el Poder Judicial
también goza de independencia y autonomía; sin embargo, como no podría ser
de otro modo en un Estado que se precie de ser Constitucional, sus resoluciones
(incluso las de la Corte Suprema de la República) son susceptibles de control
constitucional mediante los procesos constitucionales de amparo y hábeas corpus.
Incluso, existe también una disposición constitucional que expresamente establece
que “ninguna autoridad (...) puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado
en autoridad de cosa juzgada” (artículo 139º 2) y, sin embargo, hoy en día a nadie
se le ocurre sostener que las resoluciones firmes emanadas de un proceso en el
que han existido violaciones a los derechos fundamentales, están exceptuadas de
control constitucional mediante los procesos de amparo o hábeas corpus. Son los
principios de unidad de la Constitución, de concordancia práctica y de fuerza
normativa de la Constitución, los que han permitido que esta última tesis se
consolide sin reparo (artículo 4º del Código Procesal Constitucional).
Lo propio se podría señalar en torno a la justicia militar, cuya excepcionalidad y
autonomía del Poder Judicial está reconocida en los artículos 139º 1 y 173º; sin
embargo, no se encuentra exceptuada del control constitucional, a través de los
procesos de amparo o hábeas corpus.
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30. Las similitudes con el caso peruano son manifiestas. El artículo 173º de
la Constitución nicaragüense es sustancialmente análogo a los artículos 142º y
181º de la Constitución peruana. Y el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua
tiene en el JNE peruano a su homólogo.
Insistir en una interpretación aislada de los artículos 142º y 181º de la
Constitución, pretendiendo que las resoluciones del JNE en materia electoral
están exceptuadas de control constitucional a través del proceso constitucional
de amparo, supondría incurrir en una manifiesta irresponsabilidad, ya que
situaría al Estado peruano ante la cierta e inminente condena por parte de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos al violar el artículo 25.1 de la
Convención. No sólo es facultad, sino deber de este Tribunal y del Poder Judicial
impedir ello, mediante una adecuada interpretación de los referidos preceptos, de
conformidad con la Constitución y los tratados y las decisiones de los tribunales
internacionales sobre derechos humanos constituidos según tratados de los que
el Perú es parte.
31. Así las cosas, una interpretación aislada de los artículos constitucionales sub
exámine, resulta incompatible con el artículo 8º de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos; el artículo 2º del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; el artículo XVIII de la Declaración Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre; y los artículo 8º 1 y 25º de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.
32. Son, justamente, aplicaciones literales de los artículos 142º y 181º de la
Constitución, las que han ocasionado que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos sostenga lo siguiente:
“En el presente caso, las disposiciones del ordenamiento jurídico peruano
(artículos 181 constitucional y 13 de la Ley Orgánica Electoral) tal y como han
sido interpretadas por el JNE en su decisión del 18 de enero de 1995 (Oficio
N.º 188-95-SG/JNE), implican que cualquier decisión adoptada por el JNE y
que pueda afectar los derechos políticos consagrados en la Convención, no son
revisables y por tanto, no protegibles en el Derecho Interno.”
Sobre tal premisa, recomendó al Estado peruano:
“Adoptar las medidas tendientes a modificar las disposiciones de los artículos 181
de la Constitución de 1993, y 13 de la Ley Orgánica Electoral, posibilitando un
recurso efectivo y sencillo, en los términos del artículo 25º (1) de la Convención,
contra las decisiones del JNE que vulneren la garantía a la participación política
por parte de los ciudadanos.”
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“Se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona
en la que se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano
jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en
el proceso, a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido
a procedimientos distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una
resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados,
a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y
temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y a la observancia del
principio de legalidad procesal penal.”
Consecuentemente, la posibilidad de ejercer control constitucional a las
resoluciones del JNE que resulten contrarias a los derechos fundamentales no
sólo emerge de una adecuada interpretación de la Carta Fundamental, sino que
se encuentra expresamente concretizada en una disposición del CPConst.
38. Sin embargo, no es menos cierto que la seguridad jurídica —que ha sido
reconocida por este Tribunal como un principio implícitamente contenido en
la Constitución—, es pilar fundamental de todo proceso electoral. En efecto,
siendo que los procesos electorales ostentan plazos perentorios y preclusivos, y que
una de las garantías para la estabilidad democrática es el conocimiento exacto y
oportuno del resultado de la voluntad popular manifestada en las urnas (artículo
176º de la Constitución), no es factible que, so pretexto del establecimiento de
garantías jurisdiccionales de los derechos fundamentales, se culmine por negar la
seguridad jurídica del proceso electoral, y con ella, la estabilidad y el equilibrio del
sistema constitucional en su conjunto (principio de interpretación constitucional
de concordancia práctica).
39. En tal virtud, este Colegiado considera necesario precisar los siguientes
aspectos:
a) El Tribunal Constitucional es un órgano constituido sometido a la Constitución
y a su ley orgánica. En su función de máximo intérprete constitucional (artículo
201º de la Constitución y artículo 1º de la LOTC), tiene el deber de integrar
todas las normas constitucionales, y otorgar así seguridad jurídica y unidad
normativa al Derecho Electoral Constitucional, garantizando el respeto a los
derechos fundamentales y la primacía normativa de la Constitución (artículo II
del Título Preliminar del CPConst.).
b) En atención a la seguridad jurídica que debe rodear todo proceso electoral y a las
especiales funciones conferidas a los órganos del sistema electoral en su conjunto
(JNE, ONPE, RENIEC —artículos 178º, 182º y 183º de la Constitución—), en
ningún caso la interposición de una demanda de amparo contra el JNE suspende
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presentar informe escrito, así como intervenir en la vista de la causa para sustentar sus
apreciaciones, si lo estima conveniente.
4. En consecuencia, este Colegiado reitera lo resuelto en la resolución del 19 de abril de
2006, recaída en el Expediente N.º 0033-2005-PI/TC, en el sentido que la intervención
del partícipe se circunscribe estrictamente a los actos señalados, no pudiendo solicitar la
abstención por decoro de los magistrados del Tribunal Constitucional, plantear excepciones
como la de falta de legitimidad para obrar activa, ni nulidades, pretensiones que sólo pueden
proponerlas, en su momento, quienes detentan la condición de parte en el proceso de
inconstitucionalidad, más no quienes intervienen en la condición de partícipes.
5. En efecto, el Jurado Nacional de Elecciones no puede ostentar la calidad de litisconsorcio
necesario que reclama, pues ésta constituye una institución procesal que “(...) consiste en la
presencia plural de sujetos en el proceso, en la calidad de actores, de demandados o de actores
y demandados (...). Si hay disposición legal que obligue a que varias personas, en forma activa
o pasiva litiguen unidas como actores o demandados, estaremos en presencia del litisconsorcio
necesario (...)[1][1]”. En general, “(...) es una de las modalidades del proceso que consiste
en la pluralidad de actores o demandados. Por lo tanto, hay litisconsorcio, cuando varias
personas ejercitan una acción contra un solo demandado, cuando una persona demanda a
varias, y cuando dos o mas demandan a dos o más personas[2][2]” –subrayados agregados–.
6. En síntesis, la figura del litisconsorcio alude a la presencia de más de una persona en
calidad de parte demandante o demandada. Por ende, siendo evidente que el partícipe en el
presente proceso no tiene la calidad de demandado –pues no es quien ha expedido la cuestionada
ley– ni mucho menos la de demandante, no le corresponde intervenir como litisconsorte
necesario sino, como ha quedado dicho, en la condición de partícipe. Consecuentemente, los
argumentos planteados en los acápites 1, 2 y 3 del informe presentado por el Jurado Nacional
de Elecciones resultan improcedentes.
El artículo 201º de la Constitución Política del Perú declara que “El Tribunal Constitucional
es el órgano de control de la Constitución. Es autónomo e independiente. Se compone
de siete miembros elegidos por cinco años.” Asimismo, el artículo 1º de su Ley Orgánica
(28301) define que “El Tribunal Constitucional es el órgano supremo de interpretación,
integración y control de la constitucionalidad. Es autónomo e independiente de los demás
órganos constitucionales. Se encuentra sometido sólo a la Constitución y a su Ley Orgánica.”
En consecuencia, la Ley Nº 28642, de 11 de diciembre de 2005, que violó el artículo
204º de la Constitución Política del Perú ha quedado sin efecto.
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Árbol ardiente
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