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El todo infinito

“Que nuestra inteligencia


sirva para encontrar esa manera
de darle la razón agradable a
nuestra existencia…”

A mis hijos,
Mary,
Thays,
América,
Ignacio,
Yakeline,
Douglas,
Ernesto.
A mis hijos políticos,
Miguel,
Guillermo,
Antonio,
Luciano,
Thierry,
Nancy,
Zarbella,
Y a mi esposa,
Manuela Perdomo
.
Alfredo Almeida, espectador de los cielos rojisos y de las nubes grises, de
los cambios de un siglo con los acontecimientos más trascendentes en la historia
de esta humanidad, con sus dos conflagraciones mundiales, con sus
enfrentamientos étnicos, con la lucha ideológica de mayor alcance, con los más
enconados resurgimientos religiosos. Espectador de las esperanzas azules y de
los arcoiris de vida, surges como un pájaro libre, como un ave ejemplar, desde
la hermosa tierra sabanera de Unare, del estado oriental de Anzoátegui.

Te has convertido en un acompañante del siglo, en un guardián de la


esperanza, en un constructor del andamiaje del futuro, en un defensor de la
dignidad de nuestro pueblo, en un bastión indestructible de la honestidad de la
especie, en un trabajador ejemplar, en sembrados de noches y días.
Representas en barro, lienzo y tintas las conexiones con nuestros antepasados,
los significados ocultos de las imágenes indígenas, nos conectas con la mágica
fuerza de las plumas negras de cotua de las maracas shamánicas. Tienes la
fuerza lúdica y sublime de atrapar las siluetas naturales de esta tierra, darle un
color espectacular a las flores, árboles y ríos, y sobre todo, poner en vuelo
pausado a las corocoras y las garzas blancas para que los chigüires, lapas y
babas se queden en una danza de paz infinita contemplando su línea mágica de
vuelo.

En fin, constituyes nuestro ejemplo para seguir la lucha, te aseguro que


nuestros hijos tendrán noticias tuyas y las palomas mensajeras le entregarán a
los dioses de la vida, a los hombres eternos, la esencia de tu enseñanza.

Un saludo para siempre querido maestro, tu amigo.

Nestor Curra Arciniegas


De dónde vengo

Vengo del fondo del cosmos. Mis partículas primarias energéticas estuvieron
siempre bullendo y viajando en el infinito del universo, o en los genes de los
cromosomas ancestrales que fueron cambiándose en infinitos cruces en la
noche del tiempo. También hubo partículas de formación en la leche materna, la
de las vacas, en el agua del Unare, en los peces en las yucas, en la luz solar de
mis insolaciones infantiles, en la sombras sedantes del borde del conuco y en la
carne de los pollos, gallinas, guacharacas, palomas, perdices, y en los huevos
azules de los gervedores, en los morados frutos de la quizandas de quebrada
honda, en las iguanas, en los conejos y las lapas de los campos aledaños al río
Güere de mi entorno.

Mis azúcares y calcios se formaron con las mieles de las colmenas silvestres,
guanotas, ericas, rubitas y zamuritos de las selvas del Caño Terecay y las
sabanas Marquiche. Allí tiritando con la fiebre del paludismo y los sabañones del
becerro, adquirimos los anticuerpos necesarios para enfrentar los morbos
tropicales de este entorno cálido americano que conformaron la idiosincrasia de
mi carácter campesino. Vengo de los genes cruzados y entrecruzados de los
6000 años de mis ancestros Caribes, los genes y cromosomas inevitables de los
tatarabuelos africanos cazados bestialmente en el continente africano y
hacinados en la sentina insalubre del barco negrero que los trajo a Venezuela en
el siglo XVI, en aquel tétrico viaje de la muerte. Y en fin vengo del tozudo abuelo
gallego portador de sangre Ibérica y Mora, que llegó a estas tierras en son de
descubridor y conquistador de Indias, de las partículas de energías estacionadas
en el entorno aparentemente apacible del oriente tórrido del onoto, del Estado
Anzoátegui, donde nací como un individuo más de la familia Homo sapiens.
Viene por un proceso de conservación de la especie, como un animal pensante
y prepotente.

Quién soy

Soy ese ser que un 29 de abril de 1913 salió de la matriz de una madre joven
con esa herencia de tres vertiente, que nos aglutinan, quieras ó no, en una
nación que todavía no tiene conciencia de su destino. Soy el segundo hijo natural
de Ignacia Almeida, a quien la decidia y la ignorancia de su pueblo Hizo regresó
prematuramente al seno del gran pozo eterno del Universo, del cual salimos y al
cual regresamos, para eternamente repetir la transformación sin concierto y sin
razón que lo explique.

Repito, soy un Homo sapiens, como todos los demás lleno de egoísmos, sin
razón, sin camino concreto, destinado a ser un montón de células con
razonamiento pero sin ninguna misión como ser biológico, proclive a
desesperarse y vivir en un mundo cada vez más loco menos comprensible.

Cómo vivo
Después que tuve uso de razón logré encontrar algunas verdades, comencé
a entenderme a mi mismo, a investigarme por dentro y por fuera, y a entender el
entorno. Es doloroso saberse inútil.

Cuando te encuentras contigo mismo te asalta un gran desespero. Lo primero


que comprendes es que no habrá nadie que se haga responsable de tus actos,
de lo que tú eres, de lo que haces, de lo que piensas, de lo que dejes de hacer,
o sea de tus actos, voluntarios, conscientes. Encuentras que tu Dios es un mito,
una abstracción subjetiva, una leyenda como cualquier otra que te fascina, pero
que no sirve de nada; que es una figura necesaria para Emperadores, Reyes,
Mandatarios, que necesitan escudarse en algo misterioso y sobrenatural, para
dominar mejor la masa ignorante y sin personalidad, sin voluntad. Que ya no
puedes escudarte en un ente abstracto para afianzar tu inoperancia. Que ya no
puedes decir “Si Dios quiere”, por que este no será responsable de tus torpezas,
de tu inutilidad. Ya no tendrás ese pretexto para evadir tus fracasos. “Dios no lo
quiso”, “Dios no me oyó”. Tendrás que ser dueño de ti. Oyelo bien!...

Todo lo harás tú solo, no culpes a nadie de tus actos, se tú! Y te das cuenta
que esa verdad es absoluta, única, que esa verdad te obliga a hacer las cosas
bien hechas, no debes fallar, debes prepararte siempre con buena calidad, con
óptima calidad. No podrás avanzar si no tienes la seguridad de hacerlo bien.
Tendrás que aprender todo, saberlo todo. Cuando no sepas una cosa no lo
hagas, tú no puedes hacer las cosas mal hechas.

Vivo aprendiendo, enseñando, enseñando cuanto aprendo. Vivo preocupado


porque no puedo transmitir a mayor cantidad de personas esas verdades que
aprendí. Pero vivo feliz de ser yo mismo, de no engañarme a mi mismo.

Lucho contra el egoísmo que me quiere invadir cada día, contra la ignorancia
de las cosas que me rodean y que no comprendo. Lucho contra mis caprichos
que me ciegan a veces y que me hacen soberbio y petulante. Vivo aprendiendo
algo cada día.
Hace mucho tiempo que desterré de mi entorno la “flojera”. Antes caminaba
despacio por capricho, ahora voy de prisa como el tiempo. Trato de aprovechar
todo lo que vivo. Voy de prisa y advierto a quienes quieran ir conmigo que no
puedo esperar, tendrán que alcanzarme si quieren ir a la par. No hago nada
apresurado. Todo debe tener un tiempo adecuado. No pierdas ese tiempo.

Donde estoy

Estoy en el país más lindo del Universo, un país lleno de riquezas humanas
y materiales donde no falta nada. Con petróleo, hierro, diamante, perlas, sabanas
ríos, selvas, pájaros, flores; toda una naturaleza lujuriante con climas
insospechados. Donde la industria petrolera es una de las más grandes del
mundo. En un suelo donde conviven numerosos grupos humanos, blancos,
negros, indios y diversas formas culturales. Con una historia fascinante, Caribes,
Araguacos, Jiraharas, Piaroas, Jivis. Con un Guaicaipuro, un Bolivar, un Simón
Rodriguéz, un Andrés Bello y un Ezequiel Zamora, donde con quinientos años
de existencia aún somos un país virgen.

Estoy en el país más triste de la tierra, donde la gente dejó de vivir bien para
atormentarse por mandar, tener poder de mano y acumular dinero, y que para
ser felices. Pero la miseria más oscura nos ha invadido, acá la luz de la vida ha
desaparecido y “dejó” de “amarse unos a otros” como decía el Cristo.

Todos nos desconocemos y con avaricia anhelamos los bienes de los demás,
para apropiárnoslos, a como de lugar, aprovecharnos de lo que hacen los demás
“sin tirar un tirito”. Y nos creemos merecedores de todos los honores y toda la
sabiduría del mundo. “Yo soy mejor que los demás” “qué se cree la gente”, lo
que pasa es que yo…siempre “yo”, “yo solo” “yo nada más”. Y esto es así en
todos los estratos sociales.

Los notamos el día de “condecoración”. Todos querían que nos fijáramos en


ellos, todos se dieron cuenta que la condecoración se la estaba dando a las
personas que tenían un currículum verdadero, que no podía ser prestado, ni
robado, ni inventado, ni fingido. Habían bastantes personas aparentando ser
amables, buscando ser simpáticas.

Ahora intuían, que la actuación interesada no era la mejor manera de vivir,


que ganar plata para aplastar, apabullar a los demás no era lo que daba ese
reconocimiento del público, que esos merecimientos no venían de una pose
teatral, de una jugada premeditada.

Para destacarse en la vida, hay que hacer cosas buenas, y justas. Es un


deber, una obligación moral, sin pedir nada a cambio. En eso estoy claro. Sé
donde vivo. Sé como vivo y que espero del mundo. Yo nunca le puse condiciones
de recompensa a mis actuaciones, sabía que para hacer bien no había que
preguntar. Siempre actúo sin esperar aplausos pero si me los dan yo los recibo
como una muestra de mis aciertos.

Qué viene después

Se me ocurre pensar que si nada soy, cuando muera se acaba todo. Sino
analicemos la historia que dejamos. Si no analicemos la historia que dejamos.
En la poesía 1995, poema de fin de año escribí…

Cada hora, cada día , cada año,.


repetimos la suerte de vivir
repetimos la hazaña de existir,
Y cada tiempo recordamos
Que habremos de morir

Vivir es llenar un espacio en el tiempo
construir una historia que nadie nos pidió,
es pasar en el tiempo que nos tocó vivir.

Por eso dejar un rastro sucio,
puede hundir el recuerdo que dejamos
la memoria inmortal de lo que fuimos.

Entonces comencemos a enmendar la ruta
dejemos una huella clara
hay tiempo suficiente todavía,
es hora de intentar clara vivencia.

A todos nos preocupa dejar un rastro limpio. Eso se debe porque a la hora de
morir quisiéramos que se nos tome en cuenta para no ir al “infierno”. Puede ser
que nadie crea en el infierno propiamente dicho y si crea en la “gloria”, y al final
de cuenta parece que es incómodo no saber que será de uno cuando se muera,
pero como “todo el mundo” sabe que después de muerto, no hay retroceso.
Cuando mueres, muerto estás, y listo, esa es la realidad, lo que queda es la
historia buena o mala. Quieras o no, ya no es posible enmendar. Entonces mi
conclusión es así:

Hacer una historia llena de de errores, fracasos, delitos, llenar la vida con
necedades, ociosidades, tramposerías, traiciones hasta con la familia,
mediocridades, es muy fácil. Lo difícil es ser solidario, honesto, justo, claro, llenar
la vida de cariño, verdades, buenos amigos, amante de sus familiares y dueño
de sí mismo, respetuoso y leal aún consigo mismo, eso debemos ser.

Dónde iremos a morir

Quedaremos en el recuerdo amable de quienes nos conocieron. Y nuestros


concejos y obras seguirán siendo útiles a la comunidad y por todo eso seremos
trascendentes en un mundo lleno de egoísmos. Y el paso de la transformación
de nuestras partículas infinitesimales de energía que hoy nos forman, seguirán
su misión de estar viviendo en el ámbito infinito de la eternidad de donde vinimos
y a donde iremos eternamente. Eso seremos. Al comprender la vida biológica en
general, me planteo la finalidad de su existencia.

Estamos aquí en este sistema, con la única y definitiva misión de permanecer,


de no extinguirnos, de tener descendencia, desde el ser más insignificante hasta
nosotros, esta es la única razón de existir y si no, que lo digan los dinosaurios.

¿Pero qué pasa con el universo- transformación- caótica?, que no es otra cosa
que transcurrir, sin concierto, sin programa, y sin meta. Solamente podemos
comprar ese transcurrir en las aguas de una corriente, de un rio. Un río es un
ejemplo de lo que es el infinito Universo.

Las aguas son la vida total, van… van siempre, hacia un infinito, no tienen
ninguna misión, el agua va caóticamente pasando, arrastrando, disolviendo,
amontonando aquí, arrancando allá, mezclando cosas, desordenadamente,
despiadadamente, ahoga plantas, animales, bacterias, virus, gente, no hay
preferencia, ni discriminación, piedras, arenas… todo. Un sabio, un inteligente,
un enfermo, un mendigo, corren igual suerte, desaparecen con su sabiduría o
con su ignorancia. Hoy, mañana, siempre.

Todas las cosas químicas, eléctricas, biológicas, se mezclan y entremezclan


despiadadamente, sin importar el dolor que a los hermanos les cause la
desaparición de la obra humana o animal. Para el todo infinito lo mismo es un
sabio, un ignorante, una bacteria, o un virus, todos ellos luchan por subsistir. A
Natura le da lo mismo ser un cometa, un meteorito, una estrella o un agujero
negro, todo es el infinito. Sin concierto, sin programa, un caos, una perfección en
sí.

Pero el hombre, ese yo que describo, que se me… que gozo y que sufro,
riendo y llorando, descubro mi inutilidad ante el todo y pauto mi vivencia. Tengo
dos alternativas, o dilapido mi tiempo de vida, lúcida y comprendida; o la gozo,
entendiendo y sublimando esa vivencia. Si vivo como un gánster, egoísta,
inmoral y desordenado me alejo de la paz. Encuentro placer y paz cuando
dulcemente doy bondad.

Todos podemos prodigar cariño, bondad, dulzura. Comprendemos esa


verdad porque lo contrario debe ser atormentado y azaroso. Pero mi entorno es
duro, a veces cruel y me empuja hacia áreas que no deseo, que no quiero y eso
me obliga a no poder aplicar mi plan de dulzura, de alegría y de bondad.

Lucho en este momento para que entre todos hagamos de este caos, una
corriente como el río menos dolorosa y menos despiadada. Hagamos otro cause.
Que nuestra inteligencia sirva para encontrar esa manera de darle razón
agradable a nuestra corta existencia. Este es mi mensaje.

Sabaneta, Estado Aragua


26 de abril de 1996

Almeida, A. (1996) “El Todo Infinito” Ediciones: Tinta, Papel y Vida C.A
Caracas: Venezuela

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