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Razón e Imaginación en C.S.

Lewis
(Selección de Textos)

La Razón

1.- “Una de las cosas que distinguen al hombre de los demás animales es el deseo de conocer las cosas y descubrir la realidad,
con el único propósito de saber. A mi modo de ver, una persona estaría a un nivel algo inferior a lo humano si perdiera este
deseo en su totalidad” Dios en el banquillo, ¿Hombre o conejo?

2.- Todo posible conocimiento, por tanto, depende de la validez de nuestro razonamiento. Si el sentimiento de certeza que
expresamos por palabras como debe ser y por consiguiente y por supuesto que es una percepción real de cómo las cosas
deben ser realmente, vamos por buen camino. Pero si esta certeza es sólo un sentimiento en nuestra mente y no una
penetración verdadera en las realidades más allá de nosotros –si solamente expresa el procedimiento como nuestra mente
funciona-, entonces no podemos tener conocimiento alguno. Sólo si el razonamiento humano es válido, la ciencia puede ser
verdad.
De aquí se desprende que ninguna explicación del universo puede ser verdadera si esta explicación no abre la posibilidad de
que nuestro pensamiento llegue a penetrarlo realmente como es. Una teoría que explicara todas las cosas en el universo pero
que hiciera inviable creer que nuestro pensamiento es válido, quedaría drásticamente descalificada. Porque se habría llegado a
esta teoría precisamente por el pensamiento, y si nuestro pensamiento no es válido, la teoría se desmoronaría por sí misma.
Los Milagros Cap. III: Dificultad cardinal del naturalismo.

3.- “Llamar al acto de conocer “sobrenatural” – al acto de… de “ver” que tiene que ser así siempre y eso en cualquier mundo
posible- llamar a ese acto sobrenatural es violentar nuestro uso lingüístico ordinario… Sólo queremos significar que este acto
“no encaja dentro”. Los Milagros Cap. III: Dificultad cardinal del naturalismo.

4.- “Y si algún pensamiento es válido, tal Razón tiene que existir y tiene que ser la fuente de mi racionalidad imperfecta e
intermitente”. (Id)

5.- “Queremos decir Dios poniendo en nosotros algo de Sí mismo, por así expresarlo. Nos presta un poco de Su poder de
razonar y así es como pensamos: El pone un poco de Su amor en nosotros y así es como nos amamos unos a otros …
Amamos y razonamos porque Dios ama y razona y sostiene nuestra mano mientras lo hacemos. Mero Cristianismo Libro II, 2,
La invasión

La Transposición – La Alegoría – El Mito

6.- Planteado en los términos más generales, el problema atañe a la obvia continuidad entre casos considerados naturales y
realidades estimadas espirituales. … El único modo de representarse, al menos parcialmente, el sistema más rico en el más
pobre es dar a los elementos de éste más de un significado. ... Si traducimos de una lengua con un rico vocabulario a otra con
un léxico más reducido, nos veremos obligados a usar algunas palabras en más de un sentido. ... “Más aún, entendemos la
pintura única y exclusivamente porque conocemos y habitamos el mundo tridimensional. Si imagináramos una criatura capaz
de percibir únicamente dos dimensiones… veríamos sin dificultad cuán difícil le resultaría entender. En principio debería ser
preparado para aceptar, por razones de autoridad, nuestra declaración de que existe un mundo de tres dimensiones. Sin
embargo … Pronto nos diría, creo yo, algo así: “Se niegan a hablarme de ese otro mundo y sus figuras inimaginables
llamadas sólido. ¿No es extremadamente sospechoso que las figuras que me presentan como imágenes o reflejos de los
sólidos se conviertan, al inspeccionar detenidamente, en las viejas figuras bidimensionales de mi propio mundo tal como lo
he conocido siempre? ¿No es evidente que su tan cacareado mundo, lejos de ser el arquetipo, es un sueño cuyos elementos le
han sido prestados por este otro? Transposición

7.- Nos queda ahora por estudiar la historia del método alegórico en sí... En cierto sentido la alegoría no es patrimonio del
hombre medieval, sino el hombre en general y hasta de la conciencia en general. Corresponde a la índole misma el
pensamiento y del lenguaje representar lo inmaterial en término pictóricos. Lo bueno o lo feliz ha sido siempre alto como el
cielo y brillante como el sol. El mal y la tristeza, profundos y oscuros desde el principio. El dolor es negro en Homero y la
bondad s un término medio para Alfredo no menos que para Aristóteles. Preguntarse cómo llegaron a formarse estos pares de
lo sensible-lo inmaterial sería insensatez. (37) La Alegoría del Amor C. II. LA ALEGORÍA

8.- Esa fundamental equivalencia entre lo inmaterial y lo material puede el pensamiento usarla de dos modos distintos...
... Se podría, por un lado, comenzar por un hecho inmaterial, las pasiones que uno experimenta, por ejemplo, e inventar
visibilia para expresarlas. Si uno vacilara entre una repica airada y una respuesta amable, podría expresar ese estado de ánimo
inventando un personaje que porta una antorcha, al que se llamaría Ira, y hacerlo disputar con otro personaje, al que se
llamaría Patientia. Esto es alegoría... Pero hay una manera distinta de tratar esa equivalencia, una manera casi opuesta a la de
la alegoría, a la que yo llamaría sacramentalismo o simbolismo. Si las pasiones, inmateriales, son susceptibles de ser copiadas
por ficciones materiales, quizá fuera también posible que el mundo material mismo fuera a su vez copia del mundo invisible.
Lo que el dios Amor y su jardín de ficción son a las pasiones de los hombres quizá seamos nosotros mismos y nuestro mundo
real a algo distinto. La empresa de interpretar ese algo distinto en su imitación sensible, de ver el arquetipo en la copia, es lo
que yo llamo simbolismo o sacramentalismo. Es, en fin, “la filosofía de Termes, que afirma que este mundo visible no es sino
una imagen del otro invisible donde, como en un retrato, las cosas no son realidad sino formas equívocas, pues imitan una
sustancia real en aquella trama invisible. Nunca se podrá acentuar demasiado la diferencia entre los dos: alegoría y
simbolismo. El alegorista deja que lo dado (sus propias pasiones) hable de lo que es evidentemente menos real, de lo que es
ficción. El simbolista deja que lo dado vaya al encuentro de lo más real. Para expresar la diferencia en otros términos: para el
simbolista, nosotros somos alegoría. La Alegoría del Amor C. II. LA ALEGORÍA

El simbolismo nos viene de Grecia. Hace su primera y explícita aparición en el pensamiento europeo con los diálogos de
Platón. El Sol es copia del Bien. El tiempo es la imagen inmóvil de la eternidad. Todas las cosas visibles existen en tanto
logran imitar a las Formas. (Idem)
El simbolismo es un modo de pensamiento, pero la alegoría es un modo de expresión. (Idem)

9.- “Pero esa no era la verdadera Narnia. Esa tenía un principio y un fin. Era sólo la sombra o la copia de la verdadera Narnia
… igual que nuestro mundo, Inglaterra y todo lo demás, es sólo una sombra o una copia de algo en el verdadero mundo de
Aslan. … Todo esto lo ha dicho Platón, todo lo ha dicho Platón; Dios me ampare, ¿qué les enseñan en los colegios ? Crónicas
de Narnia, La última batalla

10.- El intelecto humano es irremediablemente abstracto. En las matemáticas puras, encontraos el tipo de pensamiento más
eficaz. Sin embargo, nuestra experiencia de lo real es siempre concreta: este dolor, este placer, este perro, este hombre.
Mientras amamos a un hombre, experimentaos un dolor o disfrutamos un placer, no estamos percibiendo intelectualmente
Placer, Dolor o Personalidad. Por otra parte cuando comenzamos a percibir con el intelecto, las cosas concretas adquieren
carácter de casos o ejemplos y perdemos contacto con ellas al concentrarnos en lo que ejemplifican. Nuestro dilema es el
siguiente: experimentar y no saber o saber y no experimentar, o más bien, carecer de un tipo de conocimiento por estar
inmersos en una experiencia o no vivir una experiencia por estar fuera de ella. Al penar, nos separamos del objeto del
pensamiento. Al experimentar, tocar, desear, amar u odiar, no comprendemos claramente. Mientras más lúcido sea el
pensamiento, mayor será nuestra separación; mientras más profunda sea la penetración en la realidad menor será nuestro
pensamiento. No podemos estudiar el Placer en el momento del abrazo nupcial ni el arrepentimiento mientras estamos
arrepintiéndonos. No podemos analizar la naturaleza del humor mientras reímos a carcajadas. ¿Pero es posible conocer
realmente estas cosas en otras circunstancias? “Sólo si desapareciera mi dolor de muelas, podría escribir otro capítulo sobre el
Dolor” ¿Y qué sé del dolor cando éste ha cesado?
El mito es la solución parcial de este trágico dilema. Al disfrutar un gran mito, experimentamos en forma más concreta lo
quede otro modo sólo podemos comprender como una abstracción. En este momento, por ejemplo, estoy tratando de entender
una idea abstracta: el desvanecimiento de la percepción de la realidad cuando procuramos captarla mediante la razón. Talvez
he insistido demasiado en el punto. En todo caso, recordemos a Orfeo y Eurídice. Cuando él fue autorizado para conducir a la
joven de la mano, miró hacia atrás para verla y ella despareció. En este caso, lo que era sólo un principio adquiere carácter
imaginable. Podrán repicar ustedes que hasta ahora nunca habían asociado ese “significado” con este mito. No, por cierto. No
estamos buscando un “significado” abstracto. Si así fuera, el mito no sería realmente un mito para nosotros, sino mera
alegoría. No estábamos sabiendo, sino experimentando; pero lo experimentado resulta ser un principio universal. Tan pronto
como enunciemos este principio, nos encontraremos otra vez en el mundo de la abstracción. Únicamente experimentamos el
principio en forma concreta mientras percibimos el mito como una historia
Al traducir, llegamos a una abstracción, o más bien a una gran cantidad de abstracciones. El mito no nos entrega la verdad,
sino la realidad (la verdad siempre es acerca de algo; la realidad, en cambio, es aquello a lo cual se refiere la verdad). Por
consiguiente, cada mito llega a ser padre de innumerables verdades en el plano abstracto. El mito es la montaña de donde
surgen todas las corrientes que se convierten en verdades aquí abajo, en el valle: in hoc valle abstractionis. En otras palabras,
el mito es el istmo que une el mundo peninsular del pensamiento con el vasto continente al cual pertenecemos. No es
abstracto como la verdad, ni está vinculado con lo particular, como la experiencia directa. Dios en el Banquillo, El mito
convertido en realidad

11.- Del mismo modo como el mito trasciende el pensamiento, la Encarnación trasciende el mito. El corazón de la cristiandad
es un mito que también es realidad. ... Al adquirir realidad, el hecho no deja de ser un mito: ése es el milagro. Dios en el
Banquillo, El mito convertido en realidad

12.- Ahora, si existe tal Dios y si desciende para levantarse de nuevo, entonces podemos entender por qué Cristo es tan
semejante al Rey-maíz, y tan reticente sobre este punto. El es semejante al Rey-maíz porque el Rey-maíz es su retrato. La
semejanza no es en absoluto irreal o accidental; porque el Rey-maíz es derivado (a través de la imaginación humana) de los
actos de la Naturaleza, y los actos de la Naturaleza de su Creador; el esquema de muerte y resurrección está en ella porque
estuvo primero en él . Los Milagros

13.- Si Dios es creador de mitos (¿acaso el cielo no es en sí mismo un mito?), ¿por qué nosotros renunciamos a ser mitópatas?
El matrimonio del cielo y la tierra es la unión del Mito Perfecto y la Realidad Perfecta, un llamado a nuestro amor y
obediencia, pero también a nuestro deleite y admiración, dirigido al salvaje, al niño y al poeta, tan presentes en cada uno de
nosotros como el moralista, el erudito y el filósofo. Dios en el Banquillo, El mito convertido en realidad

14.- ... cuando creemos en su realidad, la idea de esos acontecimientos nos procura un deleite estético añadido a la satisfacción
intelectual. ... Cuando creemos en una idea, experimentamos un sentimiento distinto del que tenemos cuando no lo hacemos.
El gusto peculiar de lo creído va acompañado siempre, según mi propia experiencia, por un género peculiar de gozo
imaginativo. Es cierto, pues, que los cristianos gozan estéticamente de su imagen del mundo después de aceptarla como
verdadera. Todos los hombres se complacen, creo yo, en la imagen del mundo considerada auténtica. La gravedad y finalidad
del universo actual es un estímulo estético en sí mismo. En este sentido, el cristianismo, el culto a la fuerza de la vida, el
marxismo o la filosofía de Freud son “poesías” para los creyentes en ellos. Eso no significa, empero, que sus partidarios
hayan elegido uno u otro por esa razón. La realidades más bien la contraria. El género de poesía a que nos estamos refiriendo
es resultado de la creencia, no la causa. La teología es poesía para mí porque creo en ella, pero no creo en ella porque sea
poseía….
Así pues, no podemos rehusar la teología por el hecho de que sea necesariamente poética. Todas las concepciones del mundo
proporcionan poesía quienes las aceptan precisamente por creer en ellas ... No puede ser de otro modo. El hombre es un
animal poético y embellece todo lo que toca. …
La teología comparte efectivamente con la poesía el uso de un lenguaje metafórico o simbólico…
La historia impera ahora de forma eminente, y la Verdad se encarna. “Encarnar” no es ya metáfora alguna. No es una
semejanza accidental que el enunciado real expresado en la forma “Dios se hizo hombre” implique la declaración
cognoscitiva “el mito se tornó realidad”. ¿Es poesía la teología?

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