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Sagrada Escritura VI.


Exégesis NT II:
San Pablo
Subsidio Nº 2

VII
Pablo:
Su vida e importancia 1

Sumario:
Introducción
El ministerio de Pablo
Cronología del ministerio de Pablo
La “conversión” o “llamada” de Pablo
Pablo, el escritor de cartas

[1] Tal vez, más que cualquier otro personaje de los primeros momentos del movi-
miento de Jesús, Pablo destaca como el que lo catapultó a un nuevo nivel gracias a su
misión dedicada a quienes no eran judíos. Al menos ésta es la opinión tradicional. En
esta perspectiva, se le ha llamado el «primer cristiano», el «segundo fundador» y el «he-
lenizador» del cristianismo. Sin embargo, el cuadro real es algo más complejo.

[2] Este modo de comprender la figura de Pablo tiene ya más de un siglo y manifies-
ta que se produjeron algunos cambios importantes a la hora de interpretar su vida y su
obra. Sobre todo, se cayó en la cuenta de que el mismo Jesús era judío y, como corola-
rio, de que el movimiento primitivo mantuvo su identidad esencialmente judía durante
algún tiempo antes de transformarse en una religión independiente. La «Iglesia cristia-
na» no irrumpió simplemente en la escena como una institución religiosa plenamente
desarrollada e independiente en un momento determinado, es decir, cincuenta días des-
pués de la muerte de Jesús. Aún seguía siendo una secta judía, tal como vimos en el
capítulo anterior2.

[3] Sin embargo, admitido esto, queda pendiente la cuestión de cómo se produjo
esta separación, a la que tradicionalmente se responde atribuyendo a Pablo su realiza-
ción. Adolf Harnack, a principios del siglo XX, expresaba una opinión que casi todo el
mundo compartía:

1
Transcripción del capítulo VII de la obra: L. Michael White, De Jesús al cristianismo. El Nuevo
Testamento y la fe cristiana: un proceso de cuatro generaciones. Verbo Divino, Estella, 2007, 185-215.
Este texto es ofrecido a los alumnos como un complemento a los análisis y consideramos de Luis H. Ri-
vas en su obra sobre Pablo: San Pablo. Su vida. Sus cartas. Su teología. San Benito, Bs.As. 32008.
2
[Págs. 153-183 de la obra original]
2

Fue Pablo quien liberó a la religión cristiana del judaísmo… Sin violentar los
aspectos internos y esenciales del Evangelio -la fe incondicional en Dios como
el Padre de Jesucristo, la confianza en el Señor, el perdón de los pecados, la
certeza de la vida eterna, la pureza y la fraternidad-, Pablo lo transformó en
una religión universal y puso las bases de la gran Iglesia… Cuando se produjo
la ruptura con la comunión nacional judía, no quedaba ya duda alguna sobre la
necesidad de crear una nueva comunidad en oposición a la primera. La propia
consciencia y la fuerza del movimiento cristiano se desplegó en la creación de la
Iglesia, que se reconoció como el verdadero Israel… Hemos visto que a lo largo
de [el período apostólico] el Evangelio se separó de la matriz del judaísmo y se
ubicó en el enorme campo del imperio grecorromano. El apóstol Pablo fue el
principal agente de esta tarea, dando, por consiguiente, al cristianismo su lugar
en la historia del mundo3.

[4] Aunque esta perspectiva se mantiene en algunos círculos teológicos, lo cierto es


que no se corresponde con la reciente investigación histórica sobre el Nuevo Testamen-
to. Señalemos algunas de las razones:

[5] 1. Pablo no fue el «helenizador» del movimiento de Jesús. Antes, e independien-


temente, de Pablo existía una vigorosa interrelación con judíos grecoparlantes y con no
judíos. El documento Q refleja ya esta tendencia; además, desde el primer momento
existió una importante comunidad de Jesús en Alejandría. Ninguna de estas ramas del
movimiento primitivo tuvo algún contacto, que pueda detectarse, con Pablo ni tampoco
ninguna influencia suya. Al escribir su carta a las iglesias de Roma, Pablo deja claro que
nunca había estado en Roma (Rom 1,9-14; 15,22-24). Por tanto, es evidente que no fue
el responsable de la creación de las congregaciones de Roma, algunas de las cuales lle-
vaban funcionando bastante tiempo.

[6] 2. Pablo no fue el «segundo fundador» del movimiento. Esta idea se basaba en el
falso presupuesto de que, con anterioridad a Pablo, el movimiento de Jesús era aún bas-
tante monolítico y estaba, por así decirlo, estancado teológicamente en el contexto so-
cial judío de sus enseñanzas originales. De aquí que se viera a Pablo como aquel que
rompió su estancamiento. Sin embargo, como ya vimos, existió una considerable diver-
sidad en el movimiento desde el principio y ya se profundizaba en sus ideas según los
nuevos contextos sociales y culturales. Había discípulos grecoparlantes en Antioquía
antes de que llegara Pablo. Es probable que el mismo Pablo contactara con el movi-
miento una vez que se había desplazado a las zonas judías grecoparlantes. Tampoco el
carácter judío de la secta fue un impedimento para la diversidad y la indagación teológi-
ca. Más aún, Pablo no inventó la «Iglesia» ni como término ni como forma de culto y

3
Adolf Harnack, What is Christianity?, 1902, reimpresión Harper Torchbooks, Nueva York 1957,
pp. 176.180.182.190.
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organización cristiana. Muchos de estos elementos, al menos durante la primera genera-


ción, procedían directamente de la práctica judía.

[7] 3. Pablo no fue el «primer cristiano». De hecho, Pablo nunca utiliza el término
«cristiano». Más bien, se consideraba un judío piadoso que había sido llamado por Dios,
mediante Jesús, para llevar este nuevo mensaje a los no judíos. Por tanto, Pablo mantu-
vo una identidad totalmente judía, aun cuando discutiera con Pedro, Santiago o cual-
quier otro de los seguidores judíos más rigoristas del movimiento de Jesús. Así pues,
hemos de ver a Pablo como un miembro de la diversidad sectaria del movimiento que le
dio vitalidad y abrió nuevos horizontes.

[8] Examinaremos ahora detenidamente cada uno de estos puntos con nuestro estu-
dio de la experiencia religiosa de Pablo, sus métodos misioneros, sus relaciones con
otras ramas del movimiento de Jesús y su pensamiento, tal como aparece reflejado en
sus cartas.

El ministerio de Pablo

[9] En primer lugar, trataremos de comprender a Pablo estudiando su biografía y el


lugar que ocupó en las primeras décadas del movimiento de Jesús. También es impor-
tante que reconozcamos el legado de Pablo a las generaciones posteriores, cuando fue
considerado como un personaje clave en la transformación del movimiento en un fenó-
meno predominantemente gentil y en la separación del cristianismo de la matriz del
judaísmo. Regresaremos sobre estas cuestiones en las secciones posteriores de nuestra
obra, cuando abordemos el tema de las cartas que se escribieron con su nombre (cuadro
7.1). Para reconstruir su vida y su ministerio, hemos de estudiar también las diferentes
formas en que fue percibido desde su momento histórico hasta que se convirtió en un
personaje legendario.

[10] Poseemos dos fuentes principales de información sobre la vida de Pablo. La más
conocida es el libro de los Hechos. Puesto que presenta una narración fluida del ministe-
rio de Pablo, ha sido habitual comenzar con lo que dice sobre su vida y, posteriormente,
encajar o poner en relación las cartas con este contenido. Una vez más, descubriremos
que la realidad es más compleja. El libro de los Hechos no nos cuenta lo que le ocurrió
tras su viaje a Roma ni cómo murió. Ya en el siglo II se produjo un deseo en el cristia-
nismo primitivo de concluir el relato de sus fundadores y héroes desde el comienzo. Y
lo llevaron a cabo mediante la creación de versiones retocadas de los «hechos» de cada
uno de los apóstoles (cf. capítulo 15)4. Se escribieron una de Pedro y otra de Pablo, en
donde se contaba cómo murieron estos apóstoles como gloriosos mártires en Roma tras
el incendio provocado por Nerón en el año 64 d.C. La tradición de la iglesia local de

4
[El autor remite a las págs. 504-512 de su obra donde desarrolla Las leyendas de Pedro y Pablo,
Los Hechos de Pablo y Tecla y Una novela judeocristiana: las Pseudoclementinas.]
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Roma conservó vivas estas leyendas, que, en sí mismas, apenas tienen ningún funda-
mento histórico.

Cuadro 7.1. El corpus literario paulino


Presentamos a continuación una clasificación de todos los documentos cristianos primitivos
relacionados con Pablo. Se extienden desde las cartas neotestamentarias claramente escritas por él hasta
las cartas posteriores que bien se atribuyeron falsamente a Pablo o fueron redactadas pseudoepigráfica-
mente en su nombre, y también a la literatura legendario/apócrifa tardía sobre Pablo.

Cartas «incuestionables» del Nuevo Testamento


Romanos Filipenses
1 Corintios 1 Tesalonicenses
2 Corintios Filemón
Gálatas

Cartas «cuestionables» del Nuevo Testamento


Efesios 2 Tesalonicenses
Colosenses

Cartas «dudosas» del Nuevo Testamento (pastorales)


1 Timoteo Tito
2 Timoteo

Cartas atribuidas falsamente a Pablo


Hebreos

Cartas apócrifas tardías


Carta a los Laodicenses 3 Corintios
Correspondencia de Pablo con Séneca

Obras sobre Pablo


Lucas-Hechos (Nuevo Testamento) Martirio de Pablo
Hechos de Pablo y Tecla Apocalipsis de Pablo

[11] En suma, no sabemos con precisión cuándo ni cómo murió Pablo. La mayoría
sostiene que moriría en algún momento entre los años 60 y 62 d.C., poco tiempo des-
pués de que abandonara Corinto para dirigirse a Jerusalén y a Roma. Tampoco sabemos
con certeza cuándo nació. En una ocasión se refiere a sí mismo diciendo que era un
«anciano» (Flm 9). Por tanto, podría tener entonces unos cincuenta o sesenta años, lo
que situaría su nacimiento entre los años 5 a.C. y 5 d.C., y lo haría casi contemporáneo
de Jesús. Los Hechos dicen que era un judío de la diáspora que nació en Tarso, en la
provincia romana de Cilicia (Hch 21,9), aunque también fue formado en Jerusalén por
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el maestro fariseo Gamaliel (Hch 22,3). El mismo Pablo no confirma estos datos, aun-
que sí dice que había sido un devoto fariseo antes de convertirse al movimiento de Jesús
(Flp 3,5).

[12] El relato que sobre la vida de Pablo encontramos en Hechos tiene que vérselas
también con otros problemas históricos procedentes de las propias afirmaciones que
hace en sus cartas (cf. cuadro 7.2). Encontramos un buen ejemplo en lo que dice sobre
sus visitas a Jerusalén. Según Hechos, Pablo realizó cinco importantes visitas a Jerusa-
lén tras convertirse en seguidor de Jesús. Hch 9,19-20 nos informa de que la primera de
estas visitas tuvo lugar casi inmediatamente después de su conversión en Damasco y de
que Bernabé lo presentó a los seguidores en Jerusalén. Posteriormente, estuvo predican-
do durante un tiempo. He aquí el fragmento central del relato del Hch 9:

Llegó a Jerusalén e intentaba juntarse con los discípulos; pero todos le


tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. Entonces Bernabé lo tomó y se lo
presentó a los apóstoles y les contó cómo había visto al Señor en el camino,
quien le había hablado y cómo había predicado con valentía en Damasco en el
nombre de Jesús. Andaba con ellos por Jerusalén, predicando con valentía en el
nombre del Señor (Hch 9,26-28)

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Cuadro 7.2. El ministerio de Pablo


Comparación entre Hechos y las Cartas
Hechos Cartas
1. Conversión (9,1-8) 1. Conversión o «Llamada»
a) «El camino de Damasco» (Gál 1,15-17)
[cf. 22,6-21 y 26,12-20] a) Gál 1,15, «desde el seno de mi ma
b) En Damasco y huida (9,10-25) dre»
c) 1ª VISITA A JERUSALÉN b) En Damasco (1 Cor 9,1; 15,8; 2 Co
(9,26-27) 11,32)
d) Predica abiertamente en Jerusalén c) No visita Jerusalén (Gál 1,17-18)
con ayuda de Bernabé
(9,28-30) 2. Pasa «tres años» en Siria y Arabia
(Gál 1,18)
2. En Tarso y Antioquía (9,30  11,25-26)
1ª VISITA A JERUSALÉN
(Gál 1,18-20)
3. 2ª VISITA A JERUSALÉN ¡Sólo ve a Pedro y a Santiago!
(11,29-30) para ayudar contra el hambre
(cf. 12,25) 3. «14 años» en Siria y Cilicia
Regresa a Antioquía (Gál 1,21 + 22,1, base en Antioquía)

4. «Primer viaje misionero» 4. 2ª VISITA A JERUSALÉN


(caps. 13-14) (Gál 2,1-10)
(Antioquía  Antioquía, cf. 5,23) «La asamblea de Jerusalén»
(N.B.: se acepta que comiencen «las
ayudas» [2,10])
5. 3ª VISITA A JERUSALÉN
(15,1-19) Confrontación con Pedro tras regresar
«La asamblea de Jerusalén» a Antioquía (Gál 2,11-14)

6. «Segundo viaje misionero»


(15,36-18,21)
(Antioquía  Cesarea) 5. Comienza la misión egea
(escribe cartas)
7. 4ª VISITA A JERUSALÉN
(18,22) No visita Antioquía
(Regresa a Antioquía) ni Jerusalén

8. «Tercer viaje misionero» 6. Planea ir a España


(18,23-21,14) (Rom 15,25ss)
(Antioquía  Cesarea)
7. 3ª VISITA A JERUSALÉN:
9. 5ª VISITA A JERUSALÉN entregar «la colecta para los pobres»
(21,17) (Rom 15,25ss; 2 Cor 8-9; 1 Cor 16,1-
(Es arrestado [21,37]) 3; Gál 2,10)

10. Juicios y viaje a Roma 8. Arresto y muerte (?)


(21,37-28,31) (Cesarea  Roma)
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[13] El propio relato que hace Pablo en su carta a los Gálatas es bastante diferente en
varios aspectos:

Mas cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó


por su gracia tuvo a bien revelarme a su Hijo, para que lo anunciase entre los
gentiles, al punto, sin pedir consejo a hombre alguno ni subir a Jerusalén, don-
de se encontraban los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde vol-
ví a Damasco. Luego, después de tres años, subí a Jerusalén para conocer a
Cefas y permanecí quince días en su compañía; y no vi a ningún otro apóstol,
sino a Santiago, el hermano del Señor. Y en lo que les escribo, Dios me es testi-
go de que no miento. Más tarde me fui a las regiones de Siria y Cilicia. Perso-
nalmente no me conocían las iglesias de Cristo en Judea. Solamente habían
oído decir: «El que antes nos perseguía ahora anuncia la buena nueva de la fe
que entonces quería destruir». Y glorificaban a Dios por mi causa (Gal 1,15-
24).

[14] Aunque admitiéramos que el marco temporal de Hechos, que describe su estan-
cia en Damasco como «bastante tiempo» (9,23), se corresponde con los «tres años»
mencionados por Pablo (Gal 1,18), lo que parece improbable, aún tendríamos que expli-
car algunas discrepancias fundamentales. Hechos no dice que fuera a Arabia y retornara
después a Damasco. Además, Pablo afirma rotundamente que no consultó a nadie de
Jerusalén hasta que pasaron tres años; sólo estuvo dos semanas y únicamente vio a Ce-
fas (Pedro) y a Santiago, el hermano de Jesús. El resto de las iglesias de Judea solamen-
te habían oído hablar de él. De hecho, el propio relato que hace Pablo de su primera
visita -después de tres años- está más de acuerdo, en cierto modo, con la «segunda»
visita que se menciona en Hch 11,29-30. Parece, por tanto, que el libro de los Hechos ha
añadido una visita extra al comienzo, tal vez para presentar a Pablo en estrecho contacto
con la iglesia de Jerusalén. Lo mismo cabría decir de la «cuarta visita» de Hch 18,22,
que constituye una pausa entre los denominados segundo y tercer viaje misionero. No
existe correspondencia alguna con los datos que hallamos en las cartas paulinas. Efecti-
vamente, el contexto de las cartas parece excluir tal interludio o pausa para realizar una
visita a Jerusalén o Antioquía.

[15] En Hechos encontramos dos visitas más de Pablo a Jerusalén que coinciden bas-
tante mejor con su propio relato, al menos en lo que respecta a su cronología básica.
Una es la «asamblea» sobre los gentiles conversos (Hch 15,1-19; Gál 2,1-10), la «terce-
ra» visita según Hechos. Aun así, Pablo afirma claramente que este fue su segundo viaje
a Jerusalén y que fue él, no los dirigentes de la iglesia de Jerusalén o Antioquía, quien
tomó la iniciativa. También dice que se encontró «en privado» con los dirigentes de
Jerusalén -es decir, con Pedro, Santiago y Juan (Gál 2,9)-, mientras que Hechos sugiere
que los mismos dirigentes habían reunido a los «apóstoles y ancianos» para que escu-
charan la discusión. La última visita (Hch 21,17-37) se corresponde con la que Pablo
menciona como un proyecto (Rom 15,25-33), pero no cuenta en ningún lugar lo que
realmente ocurrió cuando llegó. Sin embargo, hay una diferencia notable: Pablo afirma
claramente que el objetivo de esta última visita era llevar una colecta para los pobres,
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
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mientras que Hechos menciona una ayuda contra el hambre en relación con una visita
anterior (Hch 11,30). Así pues, en los dos casos nos encontramos con ciertas diferencias
en el relato de Hechos, aunque los acontecimientos fundamentales se ven confirmados
por las propias cartas de Pablo.

[16] Como consecuencia del estudio riguroso de estas importantes diferencias, los
especialistas del Nuevo Testamento han llegado a la conclusión de que hemos de re-
construir el ministerio de Pablo a partir de las mismas cartas, relacionando posterior-
mente los sucesos descritos en Hechos en el momento y el lugar en donde parezca enca-
jar mejor. A partir de las afirmaciones de carácter autobiográfico de la carta a los Gála-
tas, nos es posible trazar la siguiente cronología básica sobre las etapas principales de su
ministerio (cf. cuadro 7.3)

Cuadro 7.3. Etapas del ministerio de Pablo

I. «Conversión y comienzos»
FECHA: ca. 35 (ó 32) hasta ca. 37 (ó 35)
LUGAR: Damasco  Arabia 
ACTIVIDAD: No se especifica.
CONCLUSIÓN: Primera visita a Jerusalén («después de tres años»)
FUENTE: Gal 1,15-18.

II. Etapa antioquena


FECHA: ca. 37 (ó 35) hasta ca. 48.
LUGAR: Siria (capital Antioquía) y Cilicia (capital Tarso)
ACTIVIDAD: Misión regional a los gentiles; se apoyaba en las congregaciones judías de An-
tioquía (?); inicia la segunda visita a Jerusalén para participar en la «asamblea».
CONCLUSIÓN: Confrontación con Pedro en Antioquía, tras lo cual Pablo decide partir para
una nueva zona de misión.
FUENTE: Gal 2,1-14

III. La misión egea


FECHA: ca. 48/49 hasta ca. 59/60.
LUGAR: Ciudades de Asia occidental y Grecia oriental (la cuenca del mar Egeo).
ACTIVIDAD: Creación de una red de iglesias-casa locales en las principales ciudades; comien-
za a escribir cartas a estas iglesias.
(Nota: Todas las cartas auténticas de Pablo pertenecen a este período).
CONCLUSIÓN: Afronta problemas judiciales y la oposición de otros misioneros de Jesús; de-
cide realizar su tercera visita a Jerusalén para entregar la «colecta» y hace planes para ir a Roma
y España.
FUENTE: Rom 15,22-32; 2 Cor 1,8-22; 8-9; Filipenses; Gal 5,1-15; (cf. Hech 16-20)

IV. La última misión


FECHA: ca. 59/60 hasta su muerte (¿ca. 60-62?).
LUGAR: Corinto  Jerusalén  Roma  España.
ACTIVIDAD: Entrega la colecta a Santiago en Jerusalén; pretende dirigirse a Roma y lograr
que sus iglesias financien la nueva misión en España (que nunca llevaría a cabo).
CONCLUSIÓN: Es arrestado y ejecutado (en Roma).
FUENTE: Rom 15,22-32; cf. 1 Cor 16,1-4; 2 Cor 8-9; cf. Hch 21-28.

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Cronología del ministerio de Pablo

[17] Como ocurre con la mayor parte de nuestras fuentes antiguas, poseemos muy
pocos datos concretos que nos permitan trazar una cronología exacta de la vida o el mi-
nisterio misionero de Pablo. Las fechas que habitualmente utilizan los especialistas del
Nuevo Testamento proceden de un sistema de cálculos basado en las afirmaciones auto-
biográficas que Pablo hace en Gál 1-25. En estos capítulos nos da dos indicaciones tem-
porales aproximativas sobre sus visitas a Jerusalén; concretamente, «después de tres
años» (Gál 1,18) y «al cabo de catorce años» (Gál 2,1). Estas visitas también nos ayu-
dan a distinguir las etapas principales de su ministerio (como puede verse en el cuadro
7.3). Ahora bien, esta aproximación temporal resulta inútil si no tenemos en cuenta al-
gunas fechas concretas. Afortunadamente, parece que en Hch 18,12 encontramos una
fecha clave; concretamente, que Pablo tuvo que comparecer ante un tal Galión, que era
el procónsul romano de la provincia de Acaya (sur de Grecia). Puesto que Corinto era la
capital de Acaya, esta afirmación encaja perfectamente con las circunstancias históricas
que se reflejan en Hch 18 y en la correspondencia con los corintios, aun cuando nunca
menciona el asunto de Galión.

[18] Un dato adicional que corrobora este testimonio procede de varios fragmentos de
una inscripción encontrada en Delfos entre los años 1895 y 1905; contiene una carta
enviada por el emperador Claudio (41-54 d.C.) a esta ciudad en la que menciona el
mismo nombre de Junio Galión, a quien se refiere como «mi amigo y procónsul de
Acaya»6. Una vez restaurado, el texto de esta inscripción diría lo siguiente:

Tiberio [Claudio] César Augusto Germánico, [Pontífice


Máximo, investido de tribunicia] potestad
[año duodécimo, aclamado emperador por] vigésima sexta vez, padre
de la patria, [cónsul por quinta vez, censor, saluda a
la ciudad de Delfos].
Desde hace tiempo he amado la ciudad de Delfos [y la he
favorecido desde el]
comienzo, y he practicado siempre el culto de la [Pitia]
de Apolo, [pero con respecto a]
los sucesos actuales y aquellas peleas de los ciudadanos sobre las
que [Lucio me ha informado]
Junio Galión, mi amigo y [pro]cónsul [de Acaya]…

5
Cf. John Knox, Chapters in a Life of Paul, Abingdon, Nashville 1950; Robert Jewett, A Chro-
nology of Paul's Life, Fortress, Filadelfia 1979.
6
Inscripción publicada por W. Dittenberger, Sylloge Inscriptionum Graecarum, S. Hirtzelium,
Leipzig 1915-1924, nº 801D. Importantes estudios sobre el texto y su fecha pueden encontrarse en F. J.
Foakes Jackson y K. Lake, The Beginning of Christianity, part I: The Acts of the Apostles, 5 vols., Mac-
millan, Londres 1920-1933, 5:460-464; Adolf Deismann, Paul: A Study in Social and Religious History,
Harper, Nueva Kork 1927, reimpresión Harper Torchbooks 1957, pp. 261-286; y C. K. Barrett, The New
Testament Background, HarperSanFrancisco 1989 (ed. rev.), pp. 51-52.
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[19] Este Lucio Junio Galión Novaciano era el hermano del filósofo Séneca, conseje-
ro político y ministro del emperador Nerón. Su nombre de pila era Lucio Anneo Nova-
tus; fue adoptado por la familia senatorial de Junio Galión y se embarcó en la carrera
política de un aristócrata romano empezando con el rango de procónsul de una provin-
cia prestigiosa. Esta inscripción imperial es extremadamente valiosa por la información
histórica que suministra, puesto que nos da una fórmula cronológica precisa que se basa
en los títulos y los años de reinado del emperador (línea 2). Con esta información, po-
demos fechar con toda seguridad la inscripción entre el 25 de enero y el 1 de agosto del
año 52 d.C. Puesto que un procónsul detentaba el cargo normalmente un año, o en oca-
siones dos, nos es posible deducir que Galión fue destinado a Corinto durante los años
51-52 d.C.7 El libro de los Hechos parece sugerir que este episodio ocurrió después de
que Pablo ya hubiera estado en Corinto durante cierto tiempo, donde pasó un total de
dieciocho meses (Hch 18,6-11). De aquí que pueda fecharse la estancia en Corinto entre
finales del año 50 y el año 52 d.C.

[20] Dado que esta inscripción nos da una fecha más segura de la primera visita de
Pablo a Corinto, digamos que en el año 51 (seis meses arriba o abajo), podemos recons-
truir el resto de su ministerio, al menos en términos generales, relacionando las otras
fechas aproximativas que podemos colegir de la carta a los Gálatas. Es evidente que
tenemos que contar con el carácter impreciso de la información; por consiguiente, es
habitual admitir una variable de tres años con respecto a las primeras etapas de su mi-
nisterio8. A partir de estos cálculos, podemos presentar las siguientes fechas aproxima-
das del ministerio de Pablo:
______________________________________________________________________
«Conversión» o «llamada» ca. 35 (o, tal vez, 32)
(comienzo de la etapa I)
______________________________________________________________________
Primera visita a Jerusalén ca. 37 (o, tal vez, 34-35)
(comienzo de la etapa II)
______________________________________________________________________
Segunda visita a Jerusalén ca. 47-48 (la «asamblea»)
(la «asamblea»)
______________________________________________________________________
Confrontación en Antioquía y ca. 48/49
partida para la misión egea
(comienzo de la etapa III)
______________________________________________________________________
Llegada a Corinto ca. 51
______________________________________________________________________

7
Es posible que hubiera llegado como muy pronto a finales del año 50, pero no antes; también
podría haber llegado en la segunda mitad del año 51.
8
Basándonos en el modo utilizado antiguamente para medir el tiempo, la frase «después de tres
años» podría significar «algo más de dos años». De igual modo, no resulta claro si la frase «tras catorce
años» (Gál 2,1) incluye o no los «tres años» (Gál 1,18). En general, se asume que los tres años están in-
cluidos en los catorce, y que, por consiguiente, la fecha es algo posterior.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
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[21] Para terminar, hemos de decir que todas las cartas auténticas de Pablo datan de
la etapa egea de su ministerio (III), que comienza con su partida de Antioquía tras la
confrontación con Pedro (Gál 2,11-14). Podemos deducir de los comentarios de cada
una de las cartas cierta información sobre el momento y el lugar en el que se escribie-
ron. Por ejemplo, parece que 1 Tes fue su primera carta, que escribió mientras estaba en
Corinto en su visita inicial a Grecia. Por consiguiente, podemos comenzar a fechar sus
cartas a partir de esta, tal como veremos más adelante.

La «conversión» o «llamada» de Pablo

[22] La cuestión de cómo llegó Pablo a convertirse en un seguidor del movimiento de


Jesús ha inspirado innumerables obras de arte y múltiples ideas sobre cómo tendría que
ser una auténtica conversión. En Hechos encontramos tres relatos diferentes, que incre-
mentan su carácter dramático e importancia. El primero y más extenso se encuentra, en
forma de narración de lo acaecido, en Hch 9,1-31. Luego, en los capítulos posteriores,
se hace que Pablo repita nuevamente el episodio, una vez durante su arresto en Jerusa-
lén (Hch 22,6-21) y, después, en Cesarea, durante el juicio ante el gobernador Festo y el
tetrarca judío Agripa II (26,12-20). En estas dos ocasiones, el relato forma parte del
discurso de Pablo. Aunque existen algunas discrepancias inexplicables incluso entre los
tres relatos, la historia básica es la siguiente:

Pablo (que entonces se llamaba Saulo) se había convertido en un terrible enemigo de los
primeros seguidores de Jesús en Jerusalén. Había obtenido la autorización de los dirigentes ju-
díos de Jerusalén para ir a Damasco y arrestar a los seguidores de Jesús de allí. Mientras iba de
camino tuvo la experiencia de una luz cegadora y oyó una vez del cielo que, en seguida, se iden-
tificó como «Jesús, a quien tú persigues» (Hch 9,5; 22,8; 26,15). Ciego y conducido hasta Da-
masco por sus compañeros, Pablo se encontró con un hombre llamado Ananías, que era seguidor
de Jesús, a quien se le había ordenado en una visión que fuera a atender a Pablo. Como conse-
cuencia de su atención y de su enseñanza, Pablo se bautizó y se transformó en un defensor de Je-
sús, con el mismo celo que antes había mostrado en su contra.

[23] A partir de esta versión más tardía que encontramos en Hechos se ha denomina-
do «conversión» a la experiencia de Pablo. De perseguidor de la fe pasó a ser su más
ardiente y eficaz defensor gracias a la visión que tuvo de Jesús resucitado. De acuerdo
con esta versión, Pablo aparece destacadamente como el «primer cristiano» o, al menos
el «converso» más importante, porque a continuación viene a personificar la experiencia
de los conversos gentiles al mismo tiempo que forja una forma del movimiento predo-
minantemente no judía. De este modo, se convierte en el héroe de la segunda parte de
Hechos.

[24] El propio relato que hace Pablo de su experiencia es menos dramático y, desgra-
ciadamente, muy parco en detalles. No obstante, nos da una información importante
sobre su piedad judía anterior a la conversión y sobre lo que pensaba que había ocurrido

Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]


12

en el proceso. Algunos aspectos de su descripción tienen un fuerte parecido con el relato


de Hechos, pero hay otros que no.

El trasfondo judío de Pablo

[25] Pablo hace claramente gala de su judaísmo en varias cartas: «Circuncidado el


octavo día, miembro del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo nacido de
hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; con respecto a su celo, perseguidor de la Iglesia; en
cuanto a la justicia de la ley, intachable» (Flp 3,5-6; cf. 2 Cor 11,22; Rom 11,1). En más
de una ocasión habla del celo que sentía por la fe judía, por la que, con rectitud de con-
ciencia, había perseguido inicialmente al movimiento de Jesús (cf. Gál 1,13; 1 Cor
15,9), un dato que está de acuerdo, al menos en líneas generales, con el relato de He-
chos.

[26] Aunque en una ocasión dice que era fariseo con respecto a la interpretación de la
Torá (Flp 3,5), no da ninguna indicación de que hubiera estudiado con famosos maes-
tros fariseos de Jerusalén, como, por ejemplo, Gamaliel (tal como sugiere Hch 22,3) 9.
Sin embargo, Pablo no dice que tuviera alguna vinculación con las autoridades judías de
Jerusalén para perseguir a la Iglesia y solamente cuenta que tuvo lugar en Damasco.
Nunca habla de Tarso como su lugar de nacimiento (cf. Hch 21,39; 22,3), ni dice que
fuera ciudadano romano (cf. Hech 16,21.37-38; 22,25-29; 23,27). Las penalidades que
tuvo que sufrir a manos de las autoridades romanas (2 Cor 11,24-25) no son propias de
quienes poseían la ciudadanía romana. Estas evidentes diferencias con respecto al relato
de Hechos han conducido a que muchos especialistas pongan en cuestión la ciudadanía
romana de Pablo, aun cuando probablemente habría sido un ciudadano de Tarso10.

La experiencia de Jesús que tuvo Pablo

[27] Por estas mismas razones, hemos de considerar como una elaboración legenda-
ria el relato de Hechos sobre la luz cegadora en el camino a Damasco. No obstante, Pa-
blo tuvo algún tipo de experiencia visionaria de Jesús resucitado, y, sin lugar a dudas,
fue este suceso el que hizo que se convirtiera en seguidor del movimiento. Pablo alude a
esta experiencia en dos de sus cartas, Gálatas y 1 Corintios.

9
Sobre este problema, cf. W.C. van Unnik, Tarsus or Jerusalem: The City of Paul's Youth, Ep-
worth, Londres 1962; Hans Dieter Betz, «Paul», Anchor Bible Dictionary, 5:187.
10
La intención de Hechos es clara, aun cuando la terminología no lo sea tanto. Cf. A. N. Sherwin-
White, Roman Law and Roman Society in the New Testament, Oxford University Press, Oxford 1963, pp.
144-162. El término técnico para referirse a la «ciudadanía» (politeía) sólo se utiliza una vez, en Hch
22,28, y en este caso se trata de una referencia al centurión que arresta a Pablo. Todas las alusiones al
estatus de Pablo son implícitas (como en su réplica al centurión en Hch 22,28) o utilizan un término dife-
rente que simplemente significa «romano» (romaios), sin que siempre indique una auténtica ciudadanía
(cf. Hech 2,10; 25,16; 28,17). Para una valoración más escéptica, cf. Helmut Koester, Introduction to the
New Testament, vol. 2: History and Literature of Early Christianity, DeGruyter, Nueva York y Berlín
2000, p. 107; Betz, «Paul», 5:187.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
13

Pero cuando Dios, el que me puso aparte antes de nacer y me llamó por
su gracia, quiso revelarme a su Hijo, para que lo anunciase entre los gentiles,
sin pedir consejo a hombre alguno… (Gál 1,15-16).

Él [Jesús] se apareció a Cefas y luego a los Doce. Posteriormente, se


apareció a más de quinientos hermanos y hermanas a la vez, de los cuales toda-
vía viven la mayor parte y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más
tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí,
que soy como un aborto. Pues soy el último de los apóstoles, indigno del nombre
de apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios (1 Cor 15,5-9).

[28] Los términos que Pablo utiliza en estos textos para referirse a la naturaleza de su
experiencia son importantes. En Gálatas usa el verbo «revelar» (en griego apokalypsai),
que procede del sustantivo «apocalipsis» o «revelación». A la luz de su contundente
afirmación de que «no pidió consejo a hombre alguno», podemos interpretar esta expe-
riencia como una visión apocalíptica de algún tipo. En 1 Corintios utiliza el término
«apareció» (opthe), que es más genérico; sin embargo, emplea la idéntica forma verbal
en los versículos precedentes para describir las apariciones de Jesús resucitado a Pedro,
Santiago y los quinientos. Se recordará que éste es el mismo pasaje que hemos comen-
tado anteriormente (cuadro 6.1)11, en el que Pablo repite la tradición oral más antigua
sobre Jesús. Por tanto, a partir de este contexto, el uso de la palabra «aparecer» debe
tener el sentido de una «epifanía» o una visión de Jesús resucitado12.

[29] Desafortunadamente, no nos dice nada más, y algunos autores han recurrido a
injustificadas explicaciones de tipo psíquico. Ahora bien, estas explicaciones no son
necesarias. Pablo indica que estaba perfectamente habituado a este tipo de visiones re-
veladoras, en sintonía con el ambiente apocalíptico y mágico del que procedía. Así, por
ejemplo, cuando fue a Jerusalén por segunda vez para tratar del asunto de los gentiles
con Pedro y Santiago, dice que subió «movido por una revelación» (Gál. 2,2). En otro
lugar afirma que había tenido «visiones/apariciones y revelaciones» (2 Cor 12,1), tras lo
cual describe una de estas experiencias en la que fue «llevado hasta el tercer cielo» y vio
el paraíso (2 Cor 12,2-5). Esta última descripción es muy afín a la tradición apocalíptica
judía de las ascensiones y visiones celestiales13.

11
[N.B.: El autor alude al Cuadro «Los “textos” cristianos más antiguos» en la pág. 157 de su obra]
12
El mismo término se utiliza en este sentido en la versión de los LXX de Jue 13,3, donde encon-
tramos una aparición angélica; cf. Nm 14,3.15. Pablo emplea estas dos mismas palabras combinándolas
en 2 Cor 12,1; cf. infra.
13
J. D. Tabor, Things Unutterable: Paul's Ascent to Paradise in Its Greco-Roman Judaic, and
Early Christian Contexts, University Press of America, Lanham (MD), p. 1986; M. Himmelfarb, Ascent
to Heaven in Jewsih and Christian Apocalypses, Oxford University Press, Nueva York 1993, pp. 107-
110. Cf., también, el capítulo 4. Puesto que Pablo introduce esta información diciendo «hace catorce
años», se ha identificado erróneamente esta visión con su conversión. Más bien, parece tratarse de dos
sucesos totalmente diferentes.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
14

¿«Conversión» o «llamada»?

[30] Es claro que Pablo tuvo una experiencia profunda. También nos da algunas pis-
tas sobre la forma en que la interpretó en la frase «cuando Dios, que me había separado
antes de nacer y de llamarme por su gracia» (Gál 1,15). La expresión que adopta aquí es
muy parecida a la que encontramos en dos pasajes de los profetas hebreos Jeremías e
Isaías:

Entonces me dirigió Yahvé la palabra en estos términos: «Antes de ha-


berme formado yo en el vientre, te conocía, y antes de que nacieses, te tenía
consagrado; te constituí profeta de las naciones [gentiles]» (Jr 1,4-5).

Escuchadme, habitantes de las islas; atended, pueblos lejanos: El Señor


me llamó antes de nacer; desde las entrañas de mi madre pronunció mi nombre.
Convirtió mi boca en espada afilada, me escondió al amparo de sus manos; me
transformó en flecha aguda y me guardó en su aljaba. Me dijo: «Tú eres mi
siervo Israel, en quien seré glorificado».

Pero yo dije: «He trabajado en vano, he gastado mis fuerzas para nada;
sin embargo, el Señor defendía mi causa, Dios guardaba mi recompensa». Es-
cuchad ahora lo que dice el Señor, que me formó en el vientre como siervo su-
yo para que le trajese a Jacob y le congregase a Israel. Yo soy valioso para el
Señor y en Dios e halla mi fuerza. Él dice:

«No sólo eres mi siervo


para restablecer las tribus de Jacob
y traer a los supervivientes de Israel,
sino que te convierto en luz de las naciones [gentiles]
para que mi salvación llegue hasta los confines de la tierra»
(Is 49,1-6).

[31] En los dos pasajes se utilizan las expresiones «apartar», «consagrar» o «llamar»
antes del nacimiento (o «desde el vientre materno») para referirse a la llamada que Dios
hace al profeta14. Con otras palabras, las expresiones de Pablo sitúan la interpretación de
su experiencia totalmente dentro de la concepción judía.

[32] Pablo se consideró como un agente especial llamado por Dios para realizar una
determinada tarea, que consistía, según el vocabulario de Isaías y Jeremías, en servir

14
Los pasajes de Jeremías señalan más directamente a la propia comprensión del profeta como
resultado de una experiencia de «llamada». Sin embargo, el de Isaías procede de uno de los denominados
cánticos del siervo sufriente. Este «siervo» se ha interpretado como alusión al mismo profeta, al rey de
Israel (símbolo del pueblo elegido), o a la misma nación, como una especie de «pueblo profético» cuya
función consiste en proclamar su alianza con Dios como una llamada al resto de los pueblos de la tierra.
Sólo mucho tiempo después llegarían a reinterpretarse estos mismos cánticos del siervo sufriente con
referencia a Jesús como el mesías sufriente.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
15

como profeta, o «luz», para las naciones. Pero también hemos de recordar que el tér-
mino «naciones» en griego, tal como lo utilizan los LXX y Pablo es sinónimo de «genti-
les». Por consiguiente, parece que Pablo entendió que su misión era ser el mensajero
designado por Dios para cumplir las profecías de Isaías y Jeremías. Esto lo sitúa total-
mente dentro de su herencia judía, aun cuando predicara a los gentiles. También signifi-
ca que no tiene sentido que hubiera abandonado el judaísmo para convertirse en segui-
dor del movimiento de Jesús o para llegar hasta los no judíos. Por esta razón, muchos
especialistas prefieren definir la experiencia de Pablo como una «llamada» o «voca-
ción» en lugar de «conversión»15. Si utilizamos el término «conversión», este ha de en-
tenderse únicamente en un sentido sectario; Pablo no se había «convertido» desde el
judaísmo. Más bien, se había «convertido» simplemente desde una de las sectas del ju-
daísmo, el grupo de los fariseos, a otra, al mismo tiempo que seguía compartiendo la
misma visión del mundo y el mismo conjunto de valores. En esta perspectiva, Alan Se-
gal considera a Pablo como una especie de «buscador religioso», que progresivamente,
llegó a darse cuenta de que el grupo al que había perseguido como forma aberrante del
judaísmo era, después de todo, la auténtica16.

Los elementos de la nueva fe de Pablo

[33] Pablo, al igual que la mayoría de los miembros de la primera generación del mo-
vimiento de Jesús, no dejó de ser judío tras convertirse en discípulo de Jesús. Cierta-
mente, la experiencia sería completamente diferente para aquellos gentiles a los que
había anunciado el Evangelio, puesto que tendría que sufrir una forma más radical de
«conversión» a una visión del mundo totalmente diferente, es decir, a la cosmovisión
del judaísmo, en la que se veneraba a un solo y único Dios. Aunque no se nos ha con-
servado ninguna de las predicaciones de Pablo, no obstante, podemos inferir algunos
elementos de su predicación y de su nueva fe a partir de sus cartas. Muchos especialistas
piensan que 1 Tes 1,9-10 representa una especie de sumario sintético de lo que Pablo
decía a sus conversos gentiles: «Ellos mismos refieren… como os convertisteis a Dios,
abandonando los ídolos para ser al Dios vivo y verdadero, y para vivir con la esperanza
de que su Hijo Jesús, a quien resucitó de entre los muertos, se manifieste desde el cielo
y nos libere de la ira que se acerca».

[34] Observamos que su mensaje comienza aseverando la fe en el Dios único y ver-


dadero, que concuerda con su estricto monoteísmo judío17. A continuación, encontra-
mos el dato de que habían llegado a creer que Jesús era, después de todo, el mesías ju-

15
Actualmente es la opinión más aceptada; cf. Koester, History and Literature of Early Christiani-
ty, p. 108.
16
Alan F. Segal, Rebecca's Children, Harvard University Press, Cambridge 1986, p. 104; cf.,
también, su obra Paul the Convert: The Apostolate and Apostasy of Saul the Pharisee, Yale University
Press, New Haven, 1990.
17
Muchos de los elementos de la relación de Pablo con sus conversos gentiles dependen princi-
palmente de este cambio hermenéutico fundamental orientado hacia el monoteísmo judío. Puede apreciar-
se en algunas de las máximas judías que surgen en sus cartas; por ejemplo, 1 Cor 8,4: «Pues sabemos que
“un ídolo no tiene existencia real” y que “solamente hay un Dios”.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
16

dío y que su muerte podía interpretarse de acuerdo con la tradición profética de Israel (1
Cor 15,3-4). El dato de que Jesús era el mesías (o christos, en griego) crucificado, a
quien Dios había vindicado resucitándolo de entre los muertos, constituía, con toda cer-
teza, una afirmación nuclear del mensaje de Pablo: «Pues nunca me he preciado entre
vosotros de conocer otras cosa sino a Jesucristo, y a éste crucificado» (1 Cor 2,2). Ade-
más de este conocimiento de la tradición oral primitiva sobre la muerte, el entierro y la
resurrección, que ya hemos comentado, Pablo conocía los himnos primitivos sobre Je-
sús en los que se celebraba su humillación, muerte y glorificación:

Se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y una muer-


te de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo
nombre, para que ante el nombre de Jesús doble la rodilla todo lo que hay en
los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame que Jesucristo
es Señor para gloria de Dios Padre (Flp 2,8-11)18.

[35] Para Pablo, el hecho de que Jesús fuera el mesías de Israel significaba además
que habían comenzado los últimos tiempos apocalípticos que pronto llegarían a su final
con el retorno de Jesús (1 Tes 4,13; 5,1-11). Finalmente, Pablo estaba convencido de
que había sido apartado «desde antes de nacer» para una misión especial, es decir, para
llevar a los gentiles a este nuevo reino escatológico, de acuerdo con las profecías de
Isaías y Jeremías.

Pablo, el escritor de cartas.

[36] La incuestionable influencia que Pablo tuvo en las etapas iniciales y posteriores
de la historia cristiana procede, en gran parte, del hecho de que escribiera cartas a sus
iglesias. Estas constituyen los documentos cristianos más antiguos que se nos han con-
servado, y el esfuerzo posterior por unirlas en un único volumen marcó el comienzo del
canon neotestamentario. Antes de que hubiera evangelios existían cartas, y la carta con-
tinuó siendo uno de los principales géneros utilizados en la actividad literaria de los
cristianos a lo largo de todo el período antiguo. De los veintisiete documentos que for-
man el Nuevo Testamento occidental, veintidós son, en su totalidad o parcialmente,
cartas19. Algunas de las cartas tardías del Nuevo Testamento o incluso posteriores (siglo
II) se escribieron imitando intencionadamente a Pablo. En ocasiones, por tanto, se le
consideró como un modelo literario a imitar, aun cuando, ciertamente, no se habría cata-
logado así. Más bien, adaptó las formas comunes del género epistolar para hacer frente a
determinadas situaciones de sus iglesias, y al hacerlo las utilizó para expresar su creati-
vo pensamiento teológico en nuevos contextos sociales y culturales.

18
Numerosos especialistas también piensan que Col 1,15-20 es un himno antiquísimo, aun cuando
se ponga en duda la genuina paternidad paulina de Colosenses.
19
La mayor parte de ellas son claramente clasificadas como cartas; sin embargo, incluso el libro
del Apocalipsis, que, atendiendo a su género, es un apocalipsis, contiene siete cartas a las iglesias (caps.
2-3) como parte de su preámbulo.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
17

Las cartas en el mundo grecorromano

[37] Las cartas eran una forma habitual de expresión literaria en el mundo grecorro-
mano. El estadista romano M. Tulio Cicerón (106-43 a.C.) era conocido en su tiempo
como «escritor de cartas»; en tiempos de Pablo, los volúmenes de sus cartas se editaban
junto a Homero y Virgilio como valiosos tesoros literarios20. L. Anneo Séneca (5/4 a.C.-
64 d.C.), que era filósofo estoico y contemporáneo de Pablo21, utilizó el género epistolar
como instrumento para la enseñanza filosófica y moral. Pero lo mismo había hecho tres
siglos antes el filósofo griego Epicuro (341-270 a.C.). El aristócrata romano Plinio el
Joven (61-113 d.C.) acabaría reuniendo su correspondencia personal y oficial en varios
libros para su publicación posterior; uno de estos volúmenes contenías las cartas dirigi-
das y recibidas del emperador Trajano, entre las que aparece la referencia romana más
antigua a los cristianos22. Los cristianos posteriores, especialmente los obispos y los
dirigentes de la Iglesia que pertenecían a la aristocracia, como Cipriano de Cartago (ca.
200-258 d.C.), Atanasio de Alejandría (296-373 d.C.), Basilio de Cesarea (330-379
d.C.), Agustín (354-439 d.C.) y muchos otros, siguieron la tradición de escribir y colec-
cionar cartas, tanto oficiales como personales, en griego y en latín.

[38] Puesto que muchos de estos escritores de cartas eran conscientes de su herencia
literaria, la comparación de sus cartas con las de Pablo se ha considerado, en ocasiones,
una pérdida de tiempo. En la antigüedad tardía y durante la Edad Media, las cartas de
Pablo se consideraban como «escritura» y, por consiguiente, regidas por diferentes pre-
supuestos literarios. Al comienzo de la investigación moderna se consideraron más ade-
cuadamente como correspondencia común; sin embargo, se pensaba que eran formal y
estilísticamente inferiores a las grandes «epístolas» literarias de los autores clásicos 23.
Aunque la reciente investigación no apoya este último punto de vista, no obstante, se
extendió en parte gracias a los grandes descubrimientos de los documentos, escritos en
papiro, del Egipto romano, que comenzaron a finales del siglo XIX. Estos hallazgos nos
han hecho más conscientes del enorme uso que se hacía de las cartas en el mundo ro-
mano, en todos los niveles sociales y con diferentes grados de sofisticación.

[39] La enorme burocracia del Imperio romano hizo de la escritura y de los documen-
tos escritos una necesidad imperiosa, tal vez más que en cualquier otro período de la
historia antigua hasta tiempos relativamente recientes. Como consecuencia, aumentó el

20
Tal como aparece reflejado en una excelente máxima compuesta por Marcial (Epigramas
14.188) a principios de los años ochenta del siglo I d.C.
21
El hecho de que Séneca fuera encarcelado durante el reinado de Nerón casi al mismo tiempo en
que las leyendas fijan el martirio de Pablo, contribuyó a que en los siglos posteriores se produjera una
correspondencia apócrifa entre Pablo y Séneca, en la que Pablo convence a su compañero de prisión de
las ideas cristianas (cf. cuadro 7.1)
22
Plinio, Epístolas 10.96-97, fechada ca. 110-113 d.C., cuando Plinio ejercía su oficio de supervi-
sor imperial en la provincia de Bitinia. En el capítulo 14 estudiaremos estas cartas, puesto que presentan
algunos de los testimonios más antiguos sobre las actitudes romanas hacia los cristianos y los comienzos
de los juicios contra ellos.
23
Cf. Stanley K. Stoers, Letter Writing in Greco-Roman Antiquity, Westminster, Filadelfia 1986,
pp. 17-26.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
18

número de personas que sabían leer y escribir, al menos en un nivel básico24. El griego
era aún la lengua predominante en la mitad oriental del Imperio; el latín se utilizaba en
la parte occidental. Algunos de los numerosos escribas ejercían de notarios para quienes
no sabían escribir en griego ni en latín o para quienes necesitaban documentos de índole
más oficial (cf. lámina 7.1). Otros escribas profesionales se dedicaban casi exclusiva-
mente a producir manuscritos literarios25. A otros se les contrataba como secretarios
particulares para escribir cartas personales y oficiales26.

Traducción
A Papisco, «exhosmetes» de la ciudad y «strategus» del
nomen de Oxyrhynchus, y a Tolomeo, escriba real, y a los
escribas del nomen, 5de Harmisis, hijo de Petosiris, hijo de
Petosiris, su madre Dídime, hija de Diógenes, del pueblo de
Phthochis en la toparquía oriental.
10
He registrado en este año duodécimo del emperador Nerón
Claudio César Augusto Germánico, en la región de la
15
mencionada Phthochis, doce corderos nacidos de mis
ovejas, y ahora registro, en el 20segundo censo para los
impuestos*, una cantidad adicional de siete corderos de las
mismas ovejas. En total, siete corderos. Y juro por el empe-
rador, Nerón Claudio César 25Augusto Germánico, que no
he ocultado nada. Saludos.
Segunda mano: Yo, Apolonio, agente de Papisco, el «stra-
tegus», firmo la cantidad de siete corderos. 30Año duodéci-
mo de nuestro señor Nerón, undécimo de Epeiph.
Tercera mano: Yo, Orión, agente de Tolomeo, firmo la
cantidad de siete corderos (misma fecha).
Cuarta mano: Yo, Zenón, agente de «los escribas del no-
men» firmo la cantidad de siete corderos (misma fecha).

*El término de la línea 20 que traducimos por «censo para los impuestos»
(apographe) y el verbo afín «registrar» (utilizado en las líneas 10 y 18) son
los mismos términos técnicos utilizados en Lc 2,1-2 y Josefo (Ant. 18.1-3)
para referirse al censo de Quirino en el año 6 d.C.

24
Se ha debatido recientemente hasta qué punto sabía la gente escribir y leer en el mundo antiguo.
Especialmente, William V. Harris, en Ancient Literacy, Harvard University Press, Cambridge 1989, sos-
tiene que había menos alfabetismo de lo que se ha supuesto en los estudios más antiguos sobre el mundo
grecorromano; sin embargo, la cuestión se reduce a saber qué entendemos por «alfabetismo». Una pers-
pectiva más cauta nos permitiría afirmar que había mucha más gente en el mundo romano con un mínimo
alfabetismo funcional que en los períodos anteriores o posteriores de la cultura occidental hasta la moder-
nidad, aun cuando muchas de estas personas no estaban capacitadas para leer o escribir literatura en un
sentido estricto.
25
L. D. Neynold y N. G. Wilson, Scribes and Scholars: A Guide to the Transmission of Greek and
Latin Literature, Clarendon, Oxford 1974; Marcello Gigante, Philodemus in Italy: The Books from Her-
culaneum, University of Michigan Press, Ann Arbor 1955, pp. 1-48; H. Y. Gamble, Books and Readers in
the Early Church: A History of Early Christian Texts, Yale University Press, New Haven 1995, pp. 1-41.
26
Por ejemplo, el emperador Augusto contrató como secretario suyo a Horacio, que llegaría a ser
un gran poeta; Suetonio, en Vida de Horacio, cita una carta de Augusto en la que se queja de que sus
compromisos oficiales le hacían imposible mantener una correspondencia con sus amigos. Sobre la escri-
tura de cartas en el sistema educativo, cf. Stowers, Letter Writing in Greco-Roman Antiquity, pp. 32-35.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
19

Lámina 7.1, Registro en papiro de una propiedad que muestra la labor desempeñada por un escriba
profesional, con firmas de otras manos; procede de Oxyrhynchus, Egipto (66 d.C.; P. Oxy 246). El frag-
mento reproducido pertenece a Grenfell y Hunt (eds.), The Oxyrhynchus Papyri, vol. 2, Lámina VII; ©
Egypt Exploration Society, Londres.

[40] Por algunos comentarios sabemos que Pablo utilizó también a estos escribas para
su actividad epistolar. La referencia más obvia se encuentra en Rom 16,22, en donde su
escriba Tercio envía sus propios saludos. También en algunas ocasiones dice Pablo algo
semejante, como, por ejemplo: «Ved con qué letras tan grandes os escribo. Son de mi
puño y letra» (Gál 6,11), o «Este saludo final es de mi puño y letra» (1 Cor 16,21). En
estos casos hemos de imaginarnos que tomaba la pluma del escriba y escribía su saludo
personal con su propia letra, de forma semejante a lo que puede verse frecuentemente en
los papiros (cf. Lámina 7.1). Lamentablemente, no se nos han conservado los autógrafos
originales del propio Pablo, pues podríamos haber obtenido alguna información adicio-
nal, al menos como «segunda mano».

[41] En correlación con la extensión de la actividad escritora se desarrolló toda una


industria dedicada a producir materiales e instrumento de escritura (cf. Lámina 7.2), que
abarcaba desde las tablillas de cera, que podían utilizarse para tomar notas y después
borrarlas y volver a utilizarlas, hasta pergaminos hechos de piel (que duraban mucho
más, pero también eran más caros) y grabaciones en piedra (frecuentemente utilizadas
para hacer los decretos públicos y las cartas imperiales)27. El papiro, del que procede
nuestra palabra «papel», era, con mucho, el material de escritura más utilizado y accesi-
ble. El papiro es una planta larguirucha pantanosa que crecía originariamente a lo largo
de las riberas del Nilo. Ya era utilizado como material para escribir en el antiguo Egipto
(como, por ejemplo, El libro de los muertos), pero se popularizó mucho más durante los
períodos helenista y romano, que fue cuando se desarrolló una gran industria en torno a
él.

[42] Los autores de historia natural de la antigüedad describieron con todo lujo de
detalles la elaboración del papiro28, que consistía en cortar el junco de papiro en tiras
finas y extenderlas a lo largo para formar una hoja; luego se extendía otra capa de tiras
cruzando la primera y se prensaban las dos. Posteriormente, se cubrían las fibras con
agua y la savia de la planta formando un pegamento natural. Para terminar, se recorta-
ban las hojas según diferentes medidas. Uno podía ir a una tienda de papiros y comprar
una hoja de acuerdo con sus necesidades o posibilidades. Para escribir documentos ex-
tensos, como, por ejemplo, un libro, que habitualmente se hacía en uno o más rollos (en
latín, volumen; en griego, biblios), se pegaban las hojas para conseguir la longitud que
el documento requería. Aunque un rollo normal nunca tenía más de seis metros, sabe-
mos que también existían rollos de obras literarias que llegaban a medir casi trece me-
tros.

27
Sobre la última, cf. la inscripción de Gallio (estudiada supra), una carta del emperador Claudio
dirigida a la ciudad de Delfos.
28
Cf. Plinio el Viejo, Historia natural 13.68-83 (en Barrett, The New Testament Background, pp.
24-28).
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
20

Lámina 7.2. Retrato de Paquio Próculo y su esposa, procedente de Pompeya


(siglo I d.C.). El sostiene un rollo con una «etiqueta» roja, mientras que ella
sostiene un «códice» de tablilla de cera y un «stilus» para escribir en él.
Museo Nazionale de Nápoles; utilizado con el permiso de Scala/Art Resurce,
Nueva York).

La forma epistolar en los papiros griegos

[43] Los problemas habituales de la actividad escritora eran el coste y la disponibili-


dad de papiros, así como que hubiese alguien que supiera escribir del modo que la si-
tuación requería. En consecuencia, muchos elementos del estilo que encontramos en los
testamentos, los contratos, los documentos matrimoniales y las cartas comunes proce-
dían de las convenciones tradicionales que ayudaban a conservan los documentos para
cuando se necesitaran. Gran parte de los elementos del estilo epistolar se enseñaban
realmente en las escuelas y se conservan en los antiguos «manuales» para escribir car-
tas29. Los diversos tipos de cartas poseían elementos formales diferentes según las cir-
cunstancias, las relaciones o las ocasiones sociales particulares. Encontramos un buen

29
Sobre los manuales, cf. Stowers, Letter Writing in Greco-Roman Antiquity, pp. 51-57; W. G.
Doty, Letters in Primitive Christianity, Fortress, Filadelfia 1973, pp. 8-11.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
21

ejemplo en la denominada carta de recomendación; presentamos a continuación lo que


dice un antiguo manual sobre este tipo de carta con su ejemplo correspondiente.

El tipo de [carta] de recomendación es el que se escribe a favor de una u


otra persona, entrelazando su alabanza al tiempo que hablamos a quienes no lo
conocían anteriormente como si les resultara familiar. Debe hacerse del si-
guiente modo.
Fulano de tal, quien les lleva esta carta, es apreciado por su fidelidad;
harán bien en considerarle digno de una buena acogida tanto por mis recomen-
daciones como por él mismo, y, muy pronto, por la comprobación de ustedes. No
se arrepentirán de hablar con él sobre cualquier asunto que deseen, tanto de
conversaciones como de hechos confidenciales. No sólo esto, sino que también
hablarán bien de él a los demás, una vez que se hayan dado cuenta, durante el
tiempo que necesiten, de que es competente en todos los asuntos30.

[44] Una carta en papiro que data de ca. 25 d.C. muestra cómo se llevaban a cabo
estas características formales:

Teón a su honradísimo Tyrrano, saludos afectuosos. Heracleides, quien


te lleva esta carta, es mi hermano. Por tanto, te suplico, de todo corazón, que lo
trates como a alguien altamente recomendado. He pedido también a tu hermano
Hermías que te escriba sobre él. Me harás un gran favor si encuentra una buena
acogida por tu parte. Ante todo, pido para que goces de buena salud y de una
prosperidad sin contratiempos. Saludos31.

[45] El texto se escribió en la cara interna de una única hoja pequeña de papiro que
mide 20 cm. por 14,7 cm; posteriormente se enrolló y se ató o selló; en la parte externa
encontramos una simple dirección, «A Tyrrano, funcionario provincial». Es la típica
carta de alguien que vivía en un pueblo y se dirigía a un funcionario romano. Es breve y
se ajusta con sumo cuidado a las convenciones; en ella percibimos la deferencia social
respecto al destinatario y la labor de un escriba profesional contratado para que la escri-
biera en nombre del remitente, Teón. El estudio de las cartas escritas en papiro pone de
manifiesto muchos aspectos no sólo de la forma epistolar y el estilo del momento, sino
también de las circunstancias sociales. A pesar de su relativa formalidad, encontramos
en ellas una gran cantidad de información sobre la vida cotidiana y los problemas hu-
manos (cf. lámina 7.3)

30
Del manual de Pseudo Demetrio, Tipos epistolares 2, traducción de L. M. White.
31
La carta se encuentra en el Papiro de Oxyrhynchus 292, traducción de L. M. White.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
22

Traducción
Hilario a su hermana, *Alis, con mis mejores saludos. También a
mi señora Berous y a Apollonarion.
Sabed que aún nos encontramos en Alejandría. No os preocupéis.
Si ellos se enrolan (¿en el servicio?) me quedaré en Alejandría. Os
pido y suplico que cuidéis del pequeño, y, tan pronto como reciba-
mos nuestro salario, os lo haré llegar. Si por casualidad das a luz un
niño, deja que viva; pero si es una niña, abandónala**. A través de
Afodisias me has dicho que no te olvide. ¿Cómo podría olvidarte?
Te ruego, por tanto, que no te preocupes.
Año 29 de César.
[Augusto], Pauni 23.
De Hilarión, para entregar a Alis.

* El marido y la mujer utilizaban habitualmente los términos «hermana» y «her-


mano» con sentido de afecto y cariño. Berous podría ser su madre o la de ella.
** Esta afirmación se refiere al «abandono» como forma de infanticidio, que se
practicaba por lo general en los casos en que nacía una niña para controlar el creci-
miento de la familia.
Lámiona 7.3. Una carta en papiro que Hilarión dirige a su esposa Alis. Parece que Hilarión era un trabajador de Oxyrhynchus;
escrita desde Alejandría el 17 de junio, siglo I d.C. (P. Oxy 744). Fotografía: cortesía de la Thomas Fisher Rare Book Library,
Universidad de Toronto.

[46] Regresemos ahora a Pablo. Pablo escribió cartas comunes relativas a determina-
das situaciones, aunque frecuentemente introducía en ellas reflexiones y pensamientos
teológicos. Pero no deberíamos pasar por alto las características formales ni la situación
social para centrarnos solamente en el contenido religioso. Más bien, estos tres aspectos
están casi siempre interconectados en el modo en que escribe Pablo. Hemos de indagar
en las circunstancias particulares para comprender la respuesta que da utilizando catego-
rías y términos religiosos. En general, adopta las convenciones comunes del género
epistolar en las cartas dirigidas a sus iglesias porque eran las que la gente esperaba en-
contrar en ellas. Por ejemplo, casi al final de la carta a los Romanos, Pablo dice: «Os
recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesias de Cencreas. Recibidla en
el Señor, como corresponde a los creyentes, y ayudadla en lo que necesite de vosotros,
pues también ella ha favorecido a muchos, entre ellos a mí mismo» (16,1-2). Podemos
apreciar que Pablo ha adoptado en este punto la forma y la terminología estándar de una
carta de recomendación. Les está presentando a Febe, que pertenecía a la iglesia domés-
tica de Cencreas, uno de los suburbios de Corinto, a quien llama «diaconisa» (o «minis-
tro») y también «benefactora» (o «patrona»). Pide que sea recibida amablemente por las
iglesias-casa de Roma.

[47] Prácticamente, todas las cartas auténticas de Pablo contienen algún tipo de re-
comendación o petición de hospitalidad. En el siguiente capítulo veremos las implica-
ciones que tienen los términos utilizados para comprender la organización social de sus
iglesias. Por ahora, hagamos dos últimas observaciones. En primer lugar, la utilización
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
23

de la fórmula de recomendación en la carta a los Romanos indica que Febe era, efecti-
vamente, en quien Pablo había delegado para que la llevara a Roma. En segundo lugar,
con esta fórmula se pretendía asegurar que fuera acogida por alguien en Roma, lo más
probable por Prisca y Aquila «y la iglesia que se reúne en su casa», a quienes se men-
ciona en el saludo posterior (Rom 16,3-5). Por tanto, estas fórmulas típicas de las cartas
grecorromanas son importantes para comprender el modo en que Pablo escribe la carta
y las circunstancias históricas y condiciones sociales que subyacen tras la redacción.

La forma epistolar paulina

[48] Muchos de los elementos formales de las cartas de Pablo proceden de las con-
venciones epistolares comunes, pero también adaptó el género de la carta para acomo-
darlo a sus necesidades. Una carta en papiro típica seguiría un índice básico de conteni-
dos, aunque con algunas variaciones, según la finalidad o situación, tal como vimos
anteriormente en la carta de recomendación. Este índice básico es el siguiente:

______________________________________________________________________

Dirección Nombre del remitente «a» nombre del destinatario


Fórmula de saludo «Saludos cordiales»
Petición de salud «Pido que goces de buena salud»
Cuerpo central Información; finalidad de la carta
Instrucción/deseos finales «No te preocupes»; «cuida de fulano»; etc.
Fórmula conclusivas «Saluda a fulano de mi parte»; «te deseo lo mejor»
(podían combinarse) términos afectuosos; fórmula de despedida
______________________________________________________________________

[49] Pablo posee sus propias frases típicas que encajan en cada uno de estos elemen-
tos básicos. Por ejemplo, en lugar de la fórmula «saludos» (en griego, chairein), Pablo
dice siempre «gracias y paz a vosotros». Podría considerarse como una variante decora-
tiva, puesto que «gracia» (griego, charis) es una forma nominal del mismo término uti-
lizado para decir saludos, y «paz» (griego, eirene) sería la traducción griega del tradi-
cional saludo judío shalom. Pablo también adorna las fórmulas de saludo y conclusión
con frases de índole religiosa, como «de parte de Dios Padre y nuestro Señor Jesucris-
to», dándole un tono doxológico que, tal vez, procede de las fórmulas de la oración ju-
día.

[50] Además, notamos cómo hace sus adaptaciones en las partes centrales del conte-
nido. La fórmula de petición o ruego se transforma habitualmente en «siempre doy gra-
cias a mi Dios cuando os recuerdo en mis oraciones», u otras frases semejantes. Dado
que Pablo inicia frecuentemente estas peticiones con «doy o damos gracias» (del tér-
mino griego eucharisto), esta típica fórmula paulina ha llegado a conocerse como ac-
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
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ción de gracias o eucharisto. Análogamente, Pablo introduce, casi siempre, la sección


de instrucciones finales con la fórmula «os suplico/os suplicamos», utilizando la palabra
griega parakalo. De aquí que a esta sección se la haya llamado tradicionalmente la ex-
hortación o parakalo32. La acción de gracias indica frecuentemente el tema de la carta,
que se desarrollará en el cuerpo central, mientras que la exhortación presenta algunos
consejos que proceden de las cuestiones principales tratadas. En consecuencia, el índice
del contenido de la carta típicamente paulina es el siguiente:

______________________________________________________________________

Saludo «Pablo… a la iglesia de Dios que está en Corinto…


Gracia y paz de parte de Dios, nuestro Padre,
y de Jesucristo, el Señor» (1 Cor 1,1-3).
Acción de gracias «Doy gracias a Dios siempre…» (1 Cor 1,4).
Cuerpo «En cuanto a…» (1 Cor 7,1).
«Pues bien sabéis…» (1 Tes 2,1).
Exhortación «Por lo demás, hermanos y hermanas, os rogamos y os
(parakalo) exhortamos…» (1 Tes 4,1).
Conclusión «Saludad a todos los santos en Cristo Jesús.
Os saludan los hermanos y hermanas que están conmigo…
Que la gracia de Jesucristo, el Señor, esté con vuestro es-
píritu» (Flp 4,21-23).

______________________________________________________________________

[51] En el cuadro 7.4 presentamos una sinopsis que muestra estos elementos formales
en todas las cartas auténticas de Pablo.

[52] Las cartas paulinas son relativamente largas en comparación con las típicas car-
tas que encontramos escritas en papiro. Únicamente la pequeña carta a Filemón, de sólo
veinticinco versículos, se corresponde con la carta normal de una página que encontra-
mos en los papiros de ese periodo. Lo que, tal vez, resulte más importante es el modo en
que Pablo modifica intencionadamente su propio contenido básico para acomodarlo al
objetivo de cada carta Estas modificaciones pueden ayudarnos a comprender el contexto
de la carta y las intenciones e ideas que tuvo para escribirla. Estudiaremos pormenoriza-
damente los cambios concretos y las adaptaciones del género epistolar (como aparece en
el cuadro 7.4) cuando analicemos el contexto de cada una de las cartas en el capítulo
siguiente.

32
Eucharisto es también la palabra de donde procede nuestro término «eucaristía» aplicado a la
cena del Señor o misa. Deriva de algunas oraciones litúrgicas antiguas que comenzaban con «te damos
gracias» (cf. Didajé 9-10 y el capítulo 13 de nuestra obra). En el griego actual, los términos parakalo y
eucharisto (pronunciado efcharisto) siguen como expresiones habituales para decir «por favor» y «gra-
cias», respectivamente.
Subsidio N°2. Pablo: Su vida e importancia. [White]
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26

Sinopsis de la forma epistolar paulina

Algunas fechas importantes 50-51 53-54 55/56; 57/58 55/57 55/56 50/51 55/56

Carta
Rom 1 Cor 2 Cor Gal Flp 1 Tes Flm

Saludo 1,1-7 1,1-3 1,1-2 1,1-5 1,1-2 1,1 vv. 1-3

Acción de gracias 1,8-17 1,4-9 1,3-733 1,6-934 1,3-11 1,2-10 vv. 4-7
(eucharisto) o
bendición
Sección

Cuerpo 1,18-11,36 5,1-16,12 1,8-7,15 1,10-5,12 1,12-2,30 2,1-3,13 vv. 8-20


8,1-9,15 3,1-4,1
10,1-13,4

Exhortación (para- 12,1-15,33 1,10-4,2135 13,5-10 5,13-6,10 4,2-20 4,1-5,22 vv. 21-22
kalo) 16,13-18

Conclusión 16,1-27 16,19-24 13,11-14 6,11-18 4,21-23 5,23-28 vv. 23-25

33
En 2 Cor 1,3 encontramos «bendito sea» una típica fórmula de bendición de la tradición judía
34
En Gal 1,6 leemos «no salgo de mi asombro» en lugar de «doy gracias», que parece ser un cambio intencionadamente irónico de la frase esperada.
35
Nótese que el cuerpo y al exhortación están al revés, aun cuando las fórmulas son coherentes. De nuevo, parece tratarse de una modificación intencionada.
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