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DEPRESION

ESTADISTICAS

la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha escogido como tema de


campaña la depresión, un trastorno que en el Perú, según cifras del Instituto
Nacional de Salud Mental (INSM) Honorio Delgado-Hideyo Noguchi,
afecta a 1',700,000 personas, de las cuales casi el 70% son mujeres.
la depresión está presente en 2 de cada 3 suicidios. Las estadísticas del
INSM confirman esa aseveración, pues de los 334 casos de suicidios
presentados el año pasado en el país, el 80% tuvo su origen en problemas de
ánimo y depresión.
"Si en el Perú se tratara a todas las personas que padecen depresión
teóricamente bajaríamos las tasas de suicidio al 20%, sin embargo un pequeño
porcentaje de personas acude a un centro de salud a recibir atención y hay
un 20% que se da cuenta que necesita ayuda pero no hace nada al respecto".
aunque el número de casos no deja de crecer en todas las edades, la mayor
parte de la población no lo ubica como un problema grave, pese a que sus
efectos pueden ir desde un daño neuronal hasta la muerte a causa del
suicidio.
las conductas suicidas están asociadas a la depresión y se forman desde
la infancia. "Si uno deja que la depresión avance, en muchos casos va a llegar
al suicidio, aunque no en todos Algunas personas nacen con la disposición
genética para ser depresivos y otros nacen más resistentes, "pero si en la
infancia estas personas vulnerables sufren de abandono, descuido o poca
atención, tendrán mayor predisposición a desarrollar una depresión mucho
más severa

QUE ES LA DEPRESIÓN

La depresión es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una


tristeza profunda y pérdida de interés general por las cosas de forma
mantenida.

La depresión nos puede provocar deseos de alejarnos de nuestra familia,


amigos, trabajo, y escuela. Puede además causarnos ansiedad, pérdida del
sueño, del apetito, y falta de interés o placer en realizar diferentes
actividades.
La depresión se presenta como un conjunto de síntomas de predominio
afectivo (tristeza patológica, apatía, anhedonia, desesperanza, decaimiento,
irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las
exigencias de la vida) aunque, en mayor o menor grado, también están
presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo y somático, por lo que podría
hablarse de una afectación global psíquica y física, haciendo especial énfasis
en la esfera afectiva

FACTORES DE RIESGO

La depresión es un proceso multifactorial y complejo cuya probabilidad de


desarrollo depende de un amplio grupo de factores de riesgo, sin que hasta
el momento haya sido posible establecer su totalidad ni las múltiples
interacciones existentes entre ellos. Se desconoce el peso de cada uno de
ellos en relación a las circunstancias y al momento de la vida en que se
desarrolla24. La investigación de los factores de riesgo de la depresión
cuenta con algunas limitaciones: primero, es difícil establecer diferencias
entre los factores que influyen en el inicio y/o el mantenimiento de la
depresión; segundo, muchos de los factores de riesgo interactúan de tal
manera que podrían ser causas o consecuencias de la misma. Además, pocos
estudios han valorado su grado de influencia

Factores personales y sociales


La prevalencia e incidencia de los trastornos depresivos es mayor en mujeres
que en hombres, comenzando en la adolescencia y manteniéndose en la edad
adulta25. Además, aunque la depresión es una importante causa de
discapacidad tanto en hombres como en mujeres, se ha estimado que la carga
de la depresión es 50% más alta en las mujeres que en los hombres19. Las
enfermedades crónicas, tanto físicas como mentales14 y la posible asociación
con el consumo de alcohol y tabaco también son factores de riesgo
importantes.
Dentro del papel atribuido a las circunstancias sociales se ha destacado el
bajo nivel de recursos económicos y las circunstancias laborales14. Las
personas en desempleo y baja laboral presentan depresiones con mayor
frecuencia35. En un estudio de cohortes prospectivo publicado
recientemente se desprende que las personas de los grupos socioeconómicos
y ocupacionales más desfavorecidos tienen índices más altos de depresión,
indicando que el riesgo de depresión sigue un gradiente socioeconómico,
especialmente cuando el trastorno es crónico

Factores cognitivos
La investigación sobre el papel de los factores cognitivos en la depresión se
ha guiado predominantemente por el modelo de Beck, en el que los esquemas
negativos, pensamientos automáticos, distorsiones cognitivas y creencias
disfuncionales tienen un papel fundamental en el procesamiento de la
información38. Estos y otros factores como la reactividad cognitiva hacia los
eventos negativos, el estilo rumiativo de respuesta y los sesgos atencionales
se consideran claves en el desarrollo y mantenimiento de la depresión.

Factores familiares y genéticos

Los descendientes de pacientes con depresión constituyen un grupo de riesgo


tanto para enfermedades somáticas como para trastornos mentales40. Así,
los familiares de primer grado de pacientes con trastorno depresivo mayor
tienen el doble de posibilidades de presentar depresión que la población
general41, proporción también importante en los de segundo grado.
Uno de los acercamientos más frecuentes en la investigación de los genes
implicados en el desarrollo de la depresión es el análisis del papel de las
monoaminas. De entre todas las variantes genéticas estudiadas, un factor que
podría influir en su desarrollo es la presencia de un polimorfismo del gen que
codifica el transportador de la serotonina, lo que produciría una disminución
del transporte de este neurotransmisor44. Este gen podría ser un predictor
de la respuesta al tratamiento antidepresivo
Vínculo maternal

El estrés puede aparecer desde que nacemos y se relaciona con el vínculo con
la madre. Si ella brinda al niño alimento y cuidado cada vez que este lo
requiera, el vínculo será bueno; de lo contrario, habrán problemas
emocionales.

“El niño es muy vulnerable y cualquier falla adaptativa en la primera etapa lo


va haciendo vulnerable para la siguiente etapa. El estrés infantil tiene que ver
con dos elementos fundamentales: el abandono o la negligencia en su cuidado
y estos van a variar de acuerdo con la edad del niño”, detalla.

Explica que existe una depresión en el primer año de vida, denominada


anaclítica, que se apreciaba en los niños hospitalizados, desvinculados de sus
padres. Ellos no dejaban de llorar por atención y, tras un tiempo, al darse
cuenta de que no les harían caso, guardaban energía y se ponía en fase de
espera. Bajaban su nivel de funcionamiento “esperando que los rescaten” y así
entraban en fase depresiva. En algunos casos, su sistema biológico empezaba
a fallar y terminaban muriendo.
Los síntomas pueden incluir:
 Sentirse triste o "vacío"
 Pérdida de interés en sus actividades favoritas
 Aumento o pérdida del apetito
 No poder dormir o dormir demasiado
 Sentirse muy cansado
 Sentirse sin esperanzas, irritable, ansioso o culpable
 Dolores de cabeza, calambres o problemas digestivos
 Ideas de muerte o de suicidio

La depresión es un trastorno del cerebro. Existen muchas causas, incluyendo


factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos. La depresión
puede comenzar a cualquier edad, pero suele empezar en la juventud o en
adultos jóvenes. Es mucho más común en las mujeres. Las mujeres también
pueden tener depresión posparto después de dar a luz. Algunas personas
tienen un trastorno afectivo estacional en el invierno.

Otros posibles síntomas que se presentan con cierta frecuencia son:


Irritabilidad (enfadarse fácilmente).
Ansiedad.
Ganas de llorar sin un motivo aparente.
Pérdida de energía o cansancio.
Problemas de sueño.
Cambios en el apetito, que a veces conducen a un aumento o disminución de peso.
Dificultad para concentrarse o problemas de memoria.
Sentimientos de inutilidad o culpa.
Pensamientos negativos, excesivas críticas hacia uno mismo.
Deseos de muerte o ideas de suicidio.

Algunas de estas circunstancias que pueden aumentar el riesgo de depresión son:


Haber sufrido depresión en el pasado. Antecedentes en la familia de personas
deprimidas. Experiencias de pérdidas o estrés, incluyendo el fallecimiento de seres
queridos, desempleo, soledad, cambios en el estilo de vida o problemas en las
relaciones interpersonales. Situaciones conflictivas en el entorno (por ejemplo, en
el trabajo, familia u otros contextos). Haber sufrido traumas físicos o psicológicos.
Enfermedad física grave o problemas crónicos de salud. Algunos medicamentos que
se utilizan para otras enfermedades (puedes consultarlo con tu médico). Abuso de
alcohol o consumo de drogas. Tras el parto, algunas mujeres pueden sentirse más
vulnerables a la depresión. Los cambios hormonales y físicos junto con las nuevas
responsabilidades con el recién nacido pueden resultar especialmente difíciles de
asumir.
Las distintas caras
“En la medida que se crece, la expresión de la depresión y la ansiedad empieza a
ser más tenue. Hay niños que lloran y lloran, que no están seguros con nadie más
que con la mamá, que no quieren quedarse en el colegio [ansiedad y depresión por
la separación], pero ya más grandes se vuelven temerosos y tímidos. A unos les
sudan las manos, tienen tics, se comen las uñas, se sacan el cabello, presentan
manifestaciones de angustia de tipo conductual”, detalla el experto. Al crecer,
la depresión se evidencia de otras maneras. A los 11 o 12 años, los síntomas toman
formas de ideas. Se les ve tristes, expresan temores a varias cosas.

En la adolescencia se vuelven inestables, confrontacionales, no toleran la


frustración. Empiezan a tener actos autoagresivos, a golpearse, a cortarse, a
tirar las cosas, son explosivos.
Aparecen las caretas

En la adultez aparecen las caretas, es decir, la posibilidad de enmascarar la


depresión. “Allí tenemos personas que están bien y que de un momento a otro
cambian de ánimo, se deprimen por algún evento: una separación, un fracaso
laboral. Una persona puede ser muy ansiosa, pero como es el jefe o padre de
familia expresa preocupación, está pendiente de las cosas y no duerme por eso.
Lo que está haciendo es darle contenido a su ansiedad. Lo mismo pasa con las
personas que cuando hay mucho tráfico gritan porque alguien se les cruzó o que
cuidan en exceso a sus hijos. En la sociedad nos damos mucho argumento para
justificar nuestra ansiedad, estrés y depresión”, señala Castillo.

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