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Escenarios

 de  Prospectiva  2000-­‐2006-­‐2010  

 Proyecciones  demográficas  y  del  número  de  egresados  del  Sistema  de  Educación  
Superior  

Durante la primera década del siglo XXI continuará profundizándose el proceso de la transición
demográfica, al extenderse hacia las entidades federativas que hasta ahora se han quedado
más rezagadas en este proceso. Estas transformaciones demográficas tendrán,
presumiblemente, dos importantes efectos sobre la evolución esperable del mercado laboral de
los profesionistas durante la década:

a. por una parte, disminuirá la tasa de crecimiento de la población en edades de recibir


educación superior (19 a 23 años), la cual se espera se incremente sólo marginalmente a lo
largo del decenio, de 9 millones 56 mil personas en el año 2000, a 9 millones 622 mil en el
2006 y a 9 millones 672 mil para el 2010, lo que implicará una tasa media anual de
crecimiento de 0.7% a lo largo de la década. Ello facilitará acrecentar las tasas de cobertura
del Sistema de Educación Superior, para alcanzar el 28% previsto por la SEP para el año
2006, de acuerdo con lo estipulado en el Programa Nacional de Educación, 2001-2006;

b. el crecimiento de la población económicamente activa, aunque también disminuirá


marginalmente durante la década, se mantendrá a tasas superiores al 2% medio anual, lo
que implica que continuará acrecentándose la fuerza de trabajo en términos absolutos de
manera importante, en alrededor de 1 millón de nuevos entrantes a la población
económicamente activa (PEA) cada año, una parte de los cuales estará integrada por los
egresados del Sistema de Educación Superior (SES). La magnitud de esta oferta adicional de
mano de obra cada año hace prever, por tanto, que el mercado laboral en general
continuará presionando por el lado de la oferta, lo que reclamará de un crecimiento
económico relativamente acelerado para absorberlos de manera productiva (Cuadro 1.2).

En el contexto anterior, se proyectó el número de egresados con estudios superiores de


carácter escolarizado. Para ello, se parte de las metas de matrícula señaladas por la SEP para
el año 2006, que equivaldrían a un total de egresados ligeramente superior a los 407 mil en ese
año, de los cuales 360 mil serían egresados de licenciatura y 47 mil de posgrado. Esos
egresados exceden a los comprendidos en el rango de las proyecciones basadas en
ecuaciones de regresión de carácter lineal y exponencial, a las que hemos llamado
proyecciones aritmética y geométrica respectivamente (Cuadro 1.3).

De acuerdo con las proyecciones, para ese año se registrarán entre 302 mil y 335 mil
egresados de licenciatura, y entre 42 y 47 mil de posgrado, para totalizar entre 345 mil y 382 mil
egresados, lo que representaría una tasa media anual de crecimiento de entre 4.3% y 6.1%
medio anual entre el año 2000 y el 2006 (Cuadro 1.3). La extrapolación al 2010 permite apreciar
que el intervalo de las proyecciones se acrecentaría, ya que cabría esperar que los egresados
de licenciatura serían del orden de entre 345 mil y 426 mil personas, y de entre 51 mil y 63 mil
los de posgrado, para totalizar entre 396 mil y 489 mil egresados hacia finales de la década.
La magnitud esperable de egresados, respecto al número de nuevos entrantes a la PEA, en el
período 2000-2006 representaría entre el 30.8% y el 32.6%, y para el período 2006-2010
acrecentarían su participación a entre 38.6% y 45.7%. Ello quiere decir que, para el primer
período, alrededor de uno de cada tres nuevos entrantes a la fuerza de trabajo sería egresado
de instituciones de educación superior, en tanto que para el segundo período, cerca de la mitad
de tales entrantes tendría estudios superiores, lo que en términos a priori parecería ser
considerablemente elevado, especialmente si se tiene en cuenta que durante los noventa sólo
uno de cada cuatro nuevos entrantes anuales a la fuerza de trabajo tenía estudios superiores.
Esta calificación de las proyecciones permite suponer que la cota superior de las proyecciones
de egresados a partir del año 2006 tendrían que revisarse a la baja, tal vez a la luz de nuevas
metas educativas que establezcan las autoridades del ramo a principio del siguiente sexenio.

La apertura de las proyecciones de egresados por carrera, aunque adolece de restricciones


metodológicas, permite tener una idea, un orden de magnitud, de la evolución esperable del
número de egresados por carrera de licenciatura y por áreas de estudio, también en el entorno
establecido por las cotas mínima y máxima esperables para el año 2006 y 2010. Los resultados
de tales proyecciones permiten apreciar que, de continuarse con las tendencias observadas
durante los noventa, para la primera década de este siglo el crecimiento en el número de
egresados diferirá notablemente entre carreras, en algunas de las cuales a tasas notablemente
dinámicas (mayores del 5% o del 7% anual), en tanto otras quedarán rezagadas con
crecimientos, aunque positivos, de menor cuantía durante la década y en 12 carreras cabría
esperar un decrecimiento paulatino en términos absolutos a lo largo de la misma, entre las
cuales cabría esperar que para el año 2006 no se registren ya egresados en la carrera Ciencias
del mar, y para el 2010 tampoco en las carreras de Agronomía y Forestales.

Pese a ese comportamiento diferencial en el crecimiento de los egresados de las carreras, su


número continuaría estando notablemente concentrado en unas cuantas. En efecto, las 13
carreras que en el año 2000 concentraban el 74% de los egresados de licenciatura, para el
2006 concentrarían el 73% y para el año 2010 el 72%: Educación básica, secundaria y normal;
Contaduría, Derecho, Administración, Ingeniería en computación y sistemas, Ingeniería
mecánica industrial, Medicina, Pedagogía en educación especial y deportes, Ciencias de la
comunicación, Ingeniería eléctrica y electrónica, Ciencias políticas y administración pública,
Arquitectura y Psicología (Cuadro 1.7 (a) y (b)).

El agrupamiento de carreras de licenciatura por áreas de conocimiento permite afirmar,


además, que podría esperarse una reducción sistemática en la importancia relativa del número
de egresados de las áreas de Ciencias agropecuarias, Ciencias de la Salud, Ciencias naturales
y exactas y en Ingeniería y tecnología, tanto para el 2006 como para el 2010, a costa de
aumentos en la importancia relativa de las áreas de Educación y humanidades y la constancia
de las Ciencias sociales y administrativas, paralelo al acrecentamiento de la importancia de los
egresados de Posgrado (Cuadro 1.8 (a) y (b)).

Proyecciones Económicas y del Número de Profesionistas Ocupados

Para la proyección del número de profesionistas ocupados se utilizó el modelo de prospectiva


económica desarrollado por Consultoría Internacional Especializada (CIESA), mediante la
actualización de sus parámetros con la información más reciente disponible, lo que permite
desagregar por sector económico, carrera y grupo ocupacional.
Para ello se fijan dos horizontes de proyección: uno de mediano plazo (2000-2006), y otro de
largo plazo (2000-2010). Para la proyección de la trayectoria probable de la economía mexicana
en ambos períodos, se han establecido tres escenarios. En términos de crecimiento económico
--medido por la tasa de crecimiento medio anual del PIB en términos reales--, el escenario 1 (E1)
implicaría un crecimiento medio anual de 3.4% entre el año 2000 y el 2006, y uno ligeramente
mayor en el largo plazo, equivalente a 3.9% medio anual entre el año 2000 y el 2010. El
escenario 2 (E2), por su parte, conduciría a una trayectoria notablemente más dinámica de
nuestra economía, del orden de 4.6% anual entre el 2000 y el 2006, y aún más dinámica en el
largo plazo, de 5.6% anual promedio a lo largo de toda la década. Por último, el E3 implicaría
una trayectoria de crecimiento más modesta, del 2.4% anual entre el 2000 y el 2006, y de 2.8%
anual entre el 2000 y el 2010. A la luz del poco favorable desempeño de la economía mexicana
a lo largo del 2001 y lo previsible para el 2002 se prevé que, al menos para el 2006, el E2 tiene
pocas posibilidades de materializarse, siendo más razonable esperar un comportamiento
comprendido entre las trayectorias esperadas por E1 y E3 (Cuadro 2.2 y Gráfica 2.1).

En términos sectoriales, los escenarios mostrarían algunos contrastes. Aunque a diferentes


dinamismos en términos de crecimiento, los E1 y E2 --especialmente este último- se basarían
en la expansión de los sectores minero (petróleo) y manufacturero, a consecuencia del impulso
exportador, y en ambos también la construcción se acrecentaría en forma más dinámica que el
promedio de la economía. En contraposición, se observaría un rezago relativo de los sectores
agropecuario, comercial y de servicios, que crecerían a menores tasas que la economía
nacional. Ello tendría efectos desfavorables sobre la creación de empleos para los
profesionistas, la mayoría del cual se concentra en el sector de los servicios. Bajo el E3, el
crecimiento del producto de los sectores exportadores (petróleo y manufacturas) sería
notablemente menor, pero el escaso dinamismo se reflejaría también en los sectores orientados
al abastecimiento de la demanda doméstica, tanto de productos agropecuarios como de
servicios (Cuadro 2.3 (a) (b) y (c)).

Para el 2006, el crecimiento económico implicado por los diversos escenarios demandaría un
aumento en la creación de empleos totales remunerados, para alcanzar los 36.7 millones bajo
el E1; 38.4 millones bajo el E2 y sólo 35.2 millones bajo el E3, lo que significaría un crecimiento
medio anual de 2.1%, 3.0% y 1.5% respectivamente con respecto del año 2000; sólo bajo el E2
se reduciría la informalidad y el desempleo, no así de materializarse los otros dos escenarios.
Para el año 2010, el empleo remunerado total alcanzaría los 41.6 millones de puestos de
trabajo de materializarse el E1; 46.7 millones bajo el E2 y sólo 38.5 millones bajo el E3. Dada
una PEA esperada para ese año de 49.3 millones de personas, en términos gruesos la
proporción de empleo no remunerado y/o desempleo descendería bajo los primeros dos
escenarios (15.6% bajo E1 y sólo 5.3% bajo E2) y se mantendría elevado en cerca de 22% de
darse E3 (cuadro 2.4).

A partir de las trayectorias económicas y del empleo remunerado implicadas por los escenarios
descritos, se proyectó el número de profesionistas ocupados que podría registrarse en el 2006 y
en el 2010. Así, de poco más de 3.7 millones de profesionistas ocupados registrados por el
Censo de Población para el año 2000, se esperaría que para el 2006 los profesionistas
ocupados alcancen una cuantía cercana a 5.2 millones bajo el E1; a 5.4 millones bajo el E2 y
de sólo un poco más de 5 millones bajo el E3, lo que implicaría tasas promedio anual de
crecimiento de 5.6%, 6.3% y 5.0% respectivamente. En un contexto de mayor plazo, de
prolongarse las trayectorias económicas hasta el 2010, se daría ocupación a cerca de 6.4
millones de profesionistas bajo E1; a cerca de 7 millones bajo E2 y a un poco menos de 6
millones bajo E3, lo que implicaría crecimientos anuales compuestos de 5.4%, 6.4% y 4.8%
respectivamente (Gráfica 2.3).

Las proyecciones indican que la creación de puestos para los profesionistas mexicanos seguirá
siendo durante la presente década notablemente mayor que la creación de puestos
remunerados, tanto entre 2000 y 2006 como entre 2000 y 2010, como sucedió durante la
década de los noventa, si bien a tasas diferenciales dependiendo del dinamismo que pudiese
registrar el crecimiento de la economía mexicana. Ello continuará teniendo repercusiones
enormes sobre el mercado de trabajo en general y en el de profesionistas en particular, en la
medida en que los profesionistas que entren a la fuerza laboral durante la década continuarán
desplazando a los entrantes con menores niveles educativos. Además, para el mediano plazo
(2000-2006) cabría esperar que continúen reduciéndose en términos relativos los puestos de
trabajo en ocupaciones profesionalizantes, y acrecentándose las no profesionales,
especialmente de concretarse los escenarios E1 y E3. En el largo plazo (2000-1010) tal proceso
continuaría sólo de materializarse el E3, pero se frenaría bajo el E1 y se revertiría bajo el E2: de
ahí que resulte de suma importancia para el desempeño del mercado laboral de profesionistas
en México, la trayectoria que siga la economía nacional en los próximos años.

Se prevé asimismo que las oportunidades de empleo para los profesionistas mexicanos a lo
largo de la presente década, continúen concentradas en el sector servicios de la economía, con
un perfil similar --aunque con variaciones marginales-- al que se tenía en el 2000, en el cual,
pese a diferencias notables en el dinamismo implicado por los diversos escenarios, las
manufacturas mexicanas no recobrarán la importancia como creadoras de puestos
remunerados para los profesionistas que se tenía, por ejemplo, al inicio de la década de los
noventa. De resultar acertadas estas predicciones, la hipótesis del impulso a la economía del
conocimiento se vería cuestionada, en ausencia de una verdadera coordinación de las políticas
de educación superior (incluyendo el posgrado) y de desarrollo científico y tecnológico, con el
objeto de incorporar mayor valor agregado a nuestras exportaciones.

La estructura del crecimiento del empleo de profesionistas será relativamente similar entre
escenarios, tanto en el mediano plazo (2006) como en el largo plazo (2010). Así, aunque con
dinamismos diferentes entre los escenarios, las trayectorias de mayor crecimiento económico
favorecerían más el aumento en la ocupación de profesionistas en unas carreras que en otras.
Pese a ello, se prevé la continuación de la concentración del empleo de profesionistas a lo largo
de la presente década, toda vez que los egresados de sólo 15 carreras concentrarán más de
cuatro quintas partes del empleo de profesionistas. En el otro extremo, un número relativamente
extenso de carreras --16 en total-- concentrarán menos de 2% del empleo de profesionistas, es
decir, no representarán importancia en términos cuantitativos en materia de oportunidades de
empleo para los egresados del SES.

Las trayectorias de crecimiento económico implicadas por los escenarios de prospectiva ponen
de manifiesto que cabría esperar, aunque con diferente dinamismo en la creación de empleo,
que se privilegiará la demanda de profesionistas con posgrado, en ciencias educativas y
humanidades, en ciencias sociales y administrativas y en ingeniería y tecnología. Para finales
de la década algunas de estas áreas de estudio serán las que ocupen el mayor número de
profesionistas mexicanos, y en algunos casos como en las ciencias agropecuarias y en
ingeniería y tecnología, una proporción mayoritaria se empleará en ocupaciones muy poco
relacionadas con el campo de su especialidad.
Equilibrio entre la Oferta y la Demanda de Profesionistas

En un contexto prospectivo, el examen de las tendencias en el mercado laboral reclama de la


confrontación entre la cuantía de la oferta y la demanda de profesionistas esperables en el
horizonte de proyección, que comprende el mediano plazo (2000-2006) y el largo plazo (2000-
2020). Vale enfatizar que se trata de tendencias esperables en el futuro, cuantificadas bajo
diferentes premisas y supuestos, por medio de los imprecisos medios de auscultación
prospectiva con los que se cuenta en la actualidad.

De los análisis de las tendencias de mediano plazo apuntadas en relación con el saldo total, es
decir, la oferta neta total menos la demanda neta total, resultan destacables tres conclusiones
principalmente:

a. el mercado laboral de profesionistas a lo largo del presente sexenio reclamaría de un muy


dinámico crecimiento económico (4.6% anual bajo el escenario 2 (E2)) para absorber a la
totalidad de los egresados del Sistema de Educación Superior (SES) que cabría esperar de
acuerdo con las metas de la Secretaría de Educación Pública para el período 2001-2006;
como ya se ha dicho, bajo la óptica actual, un crecimiento económico de esa magnitud es
poco probable de alcanzarse, a la luz del precario desempeño de la economía nacional en
los primeros dos años de la presente administración;

b. escenarios más factibles de materializarse implicarán, sin embargo, tasas de crecimiento


económico menos dinámicas (3.6% bajo E1 y 2.6% bajo E3), y en ambos casos la
economía mexicana no será capaz de dar ocupación a la totalidad del flujo de oferta de
egresados de educación superior esperado para el sexenio, en cuyo caso tenderá a
acrecentarse el desempleo abierto, la emigración al exterior y/o la inactividad de los
profesionistas. En la medida en que el crecimiento económico sea menor, cabría esperar
una disminución de sus remuneraciones reales, y

c. en cualquiera de los escenarios, sin embargo, el número de plazas que cabría esperar se
abran en ocupaciones de "calidad" será notoriamente menor que la cuantía del flujo de
oferta de egresados, lo que significa que parte importante ellos tendrán que emplearse en
ocupaciones que reclaman menores exigencias de calificación que para las que fueron
capacitados mediante estudios universitarios; por tanto, se espera que continúe la tendencia
a la homogeneización de las remuneraciones reales entre los diversos grupos
ocupacionales. Para el largo plazo (2000-2010) se agudizarían las tendencias anteriores
(Gráficas 3.1 y 3.2).

Lo anterior es válido para la mayoría de las carreras profesionales que se han analizado en el
examen prospectivo del mercado laboral de profesionistas en México. Al respecto cabe señalar
lo siguiente:

a. la extrapolación aritmética decrece los excesos de oferta; la geométrica los aumenta;

b. el E2 reduce el número de carreras con excedentes de oferta, en tanto que el E3 los


acrecienta, y
c. en el largo plazo se observa que tenderá a aumentar el número de carreras con excesos de
oferta para cualquiera de los escenarios de oferta y demanda; simplemente en ese contexto
se magnificarían los excedentes de oferta en el mercado laboral de profesionistas.

En el mediano plazo (2000-2006), dependiendo de los escenarios de oferta y demanda, se


tendría entre 6% y 14% de las carreras en condiciones de equilibrio; entre 16% y 27% en
condiciones de excedente de demanda y, la mayor parte, entre 61% y 76% con excedentes de
oferta. De donde se sigue que cabría esperar, en el mediano plazo, que aún en el más
favorable escenario de oferta y demanda, dos de cada tres carreras tendrían excedentes de
egresados, en la mayoría de los cuales de muy elevadas proporciones en términos relativos
(Cuadro 3.2 (a)(b) 3.3 (a) (b) y 3.4 (a) (b))

En el largo plazo (2000-2010), de acuerdo con las proyecciones, se acrecentarían los


desequilibrios en el mercado laboral de profesionistas mexicanos, toda vez que sólo entre 4% y
14% de las carreras estarían en equilibrio; entre 14% y 27% registrarían exceso de demanda y
el resto, entre 65% y 84% estarían en condiciones de exceso de oferta. Aún en el escenario
más optimista, cerca de 7 de cada 10 carreras presentarían condiciones de exceso de oferta
significativos.

Lo anterior quiere decir que, en términos cuantitativos, y sin considerar la calidad de los
empleos, a mediano plazo (2000-2006), aún en el más favorable de los escenarios de demanda
(E2), y dadas las previsiones de la SEP en cuanto al número de egresados (oferta geométrica),
tres de cada cuatro carreras se encontrarán en (2000-2006) una situación de oferta neta
excedente de egresados, lo que constituye la mayoría significativa; de mantenerse las
tendencias hasta el 2010, en esa situación se encontrarán 4 de cada 5 carreras. De presentarse
escenarios de demanda menos favorables, el por ciento de carreras con excedentes de oferta
aumentaría todavía más. Lo anterior sugiere que el mercado de profesionistas, durante la
primera década del nuevo siglo permanecerá largamente ofrecido en la mayoría de las carreras,
lo que señala la conveniencia de revisar las metas de matrícula y de egresados, especialmente
en el largo plazo.

La magnitud de los excedentes de oferta se agudizaría notablemente si se considera la


"calidad" de las ocupaciones en las que se emplearían los profesionistas egresados del SES
durante la década, ya que en el mediano plazo (2000-2006) sólo entre el 2% y el 10% de las
carreras se encontraría en equilibrio; entre el 4% y el 12% presentarían exceso de demanda y
entre 94% y 96% registrarían exceso de oferta, independientemente del escenario de oferta y/o
de demanda que se materialice. En el contexto de largo plazo, en equilibrio sólo estarían entre
el 2% y el 4%; con exceso de demanda entre el 2% y el 6% y con exceso de oferta entre el 94%
y el 98%. Ello significa, con toda claridad, que cabría esperar que el mercado laboral no sólo
registre excedentes considerables de oferta de egresados en la mayoría de las carreras, sino
que una parte muy elevada de los que encuentren empleo se verán obligados a laborar en
ocupaciones de mediana y baja "calidad", es decir, ocupaciones en las que no se requieren de
los conocimientos y competencias para las cuales los egresados habrán sido capacitados a su
paso por las aulas universitarias (Cuadro 3.2 (a) (b) 3.3 (a) (b) y 3.4 (a) (b)).

Tomando como base los escenarios de más probable materialización en el mercado laboral, un
número muy elevado de carreras (41) registrarán excedentes medio y altos de oferta vis à vis la
demanda que se genere en ocupaciones profesionalizantes, de las cuales en 13 de éstas,
consideramos que adoptarán un carácter crítico, entre las que se incluyen las siguientes:
Administración, Contaduría, Ingeniería en computación y sistemas, Formación docente en
educación básica, Derecho, Ingeniería mecánica e industrial, Medicina, Ciencias políticas y
administración pública, Pedagogía y ciencias de la educación, Ingeniería eléctrica y electrónica,
Ciencias de la comunicación, Mercadotecnia, y Arquitectura. En estas carreras se concentrarán
los mayores excedentes absolutos y relativos de oferta de profesionistas con licenciatura, los
cuales podrían quedar en el desempleo abierto o, en el mejor de los casos, encontrar empleo
en ocupaciones de poca "calidad", es decir, de carácter no profesionalizante, lo que implicaría
índices de subempleo de profesionistas de considerables proporciones. En una situación menos
crítica estarían los egresados con posgrado, de los cuales sólo 1 de cada 5 estará desocupado
o se empleará en ocupaciones de baja calidad. Las perspectivas a largo plazo (2010)
acentuarán más todavía las condiciones adversas que se esperarían en el mercado laboral,
aunque en este caso, de concretarse el E2, las condiciones adversas se mitigarían sólo
marginalmente.

El análisis por áreas de estudios sólo confirma las tendencias anteriormente apuntadas, en el
sentido de que, aunque con más intensidad en el mediano que en el largo plazo, los mayores
excedentes se registrarán en áreas vinculadas con las ciencias exactas, como las de Ingeniería
y tecnología y las de Ciencias naturales y exactas, y los menores índices de redundancia se
registrarán para los profesionistas que egresen con Posgrado durante la década.

De ser acertadas estas previsiones, el mercado laboral daría poca preferencia a las áreas de
estudio vinculadas con el desarrollo tecnológico del país, lo que pareciera ser consecuencia de
la escasa integración de los programas de ciencia y tecnología que se impulsan en la economía
mexicana, posiblemente a consecuencia del carácter maquilador y/o cuasi maquilador de
nuestra industria manufacturera de exportación, que no lleva a cabo de manera doméstica
actividades de innovación tecnológica, sino que su actividad en este renglón consiste,
principalmente, en la adaptación de la tecnología que proviene de los países avanzados,
especialmente a través de la inversión extranjera directa.

Como puede apreciarse, las perspectivas del Sistema de Educación Superior (SES) son
sumamente complejas y se verán influidas por factores demográficos, económicos y educativos.
Hasta hace dos décadas, el crecimiento del SES era el objetivo principal de las autoridades del
ramo, sin embargo, hoy en día, el gran desafío para los tomadores de decisión es consolidar el
sistema conjuntando esos tres factores.

Todos los análisis de proyección de la demanda del mercado laboral y de la oferta de


egresados del sistema de educación superior para los años 2006 y 2010, muestran que aún en
los escenarios económicos más optimistas existirá, en la mayoría de las carreras, una
considerable sobre oferta de profesionistas que no podrán tener trabajo ni siquiera en las
ocupaciones del grupo 2 y 3, es decir en las ocupaciones no profesionales. Una previsión como
esta nos lleva a hacer las siguientes recomendaciones que abarcan tanto la relación del sector
educativo con su entorno socioeconómico, como el diseño del propio SES.

Entorno socioeconómico

Hasta ahora, el SES se ha enfocado a su crecimiento y consolidación, pero poco ha tomado en


cuenta, en sus políticas de desarrollo, las condiciones de su entorno socioeconómico. En el
primer capítulo se mencionaba la necesidad de establecer en todas las instituciones de
educación superior públicas y privadas, como requisito, el que las solicitudes de nuevos
programas o modificación de los existentes estuviesen acompañadas de estudios detallados de
viabilidad laboral hechos por instancias especializadas independientes a las propias
instituciones de educación superior. Además de ello, consideramos necesario que el Sector
Educativo tome un papel más activo en la formulación de las políticas de desarrollo económico:
la educación, la formación de profesionistas y su posterior incorporación al mercado de trabajo
deben tener presencia en las políticas sectoriales de desarrollo.

Las proyecciones a los años 2006 y 2010 muestran que varias carreras tenderán a desaparecer
por la falta de demanda de sus egresados. Sin embargo, será necesario tomar en cuenta, que
en algunos casos existe una diferencia entre la demanda de profesionales y especialistas que
se manifiesta en el mercado de trabajo y aquella que busca responder a una necesidad social
que, por distintos factores, no se refleja siempre en términos de oportunidades laborales para
los egresados. Por ejemplo, no parece admisible que en un país con litorales tan grandes como
el nuestro, desaparezca la carrera de Ciencias del mar como sugieren las tendencias de
egresados de instituciones de educación superior. Es posible que en los programas
relacionados con el mar y sus recursos, lo que proceda sea abandonar la prioridad otorgada
hasta ahora a la producción pesquera (que sólo es promisoria en muy contadas regiones del
país) y buscar nuevos programas orientados a otras muy variadas formas de explotación de los
recursos marinos, desde los que están relacionados con el turismo, hasta aquellos vinculados
con la producción petrolera en nuestros litorales, incluyendo los impactos ambientales
correspondientes. En el mismo sentido, tampoco es lógico que con tantos problemas de
contaminación de aire, suelo y agua, la demanda de especialistas en ecología sea tan baja y
además tienda a disminuir.

La participación del sector educativo en las definiciones de las políticas de desarrollo industrial
parecen también ser urgentes. El sector dinámico de la economía, el sector exportador, se ha
fortalecido en gran parte con el esquema de maquila, el cual requiere de mano de obra obrera y
técnica, pero que da muy poco trabajo a profesionistas. Por otra parte, se hacen pocos
desarrollo tecnológicos, por lo que finalmente los ingenieros no encuentran empleo. Sin
embargo, el fortalecimiento de un país requiere un desarrollo industrial, y todos los indicadores
internacionales en la materia muestran la importancia de aumentar el número de estudiantes y
egresados de las carreras de ingeniería, situación altamente contradictoria con la dificultad que
tienen los ingenieros en ser absorbidos por el mercado de trabajo profesional.

Otro campo donde parece ser urgente construir nuevos puentes entre los programas educativos
y las políticas sectoriales es en el Sector Salud. En un país con problemas tan complejos --en
parte porque deben atenderse simultáneamente enfermedades típicas de países desarrollados
como las que son comunes a los países pobres--, es difícil aceptar que la tendencia lleve, en el
mejor de los escenarios, a un exceso de más de 100,000 médicos para el año 2010, es decir de
un muy alto porcentaje de los egresados de esa carrera que se espera formar en los próximos
años. Estas proyecciones sugieren la necesidad de revisar cuidadosamente tanto la política
educativa como la política de salud. Esa revisión conjunta dará los elementos necesarios para
modificar la orientación de los programas existentes, incluyendo, en su caso, las formas en las
que se hace la selección de los aspirantes y los mecanismos a través de los cuales se reparten
los servicios médicos a lo largo y ancho del país. Podría ocurrir, por ejemplo, que sea
recomendable crear incentivos nuevos a los programas que se orientan a la medicina familiar y
la atención de problemas de salud de pequeñas comunidades urbanas y rurales, así como
seleccionar adecuadamente a los participantes con un interés real de vivir en esas localidades.
Paradójicamente la medicina familiar y la medicina comunitaria no están entre las
especialidades más demandadas por los estudiantes, en buena parte por el futuro económico y
laboral relativamente poco promisorio que les espera.

Un caso similar se presenta con los egresados de la carrera de Agronomía, en la cual las
proyecciones muestran que su flujo se agotará a lo largo del sexenio, dadas las tendencias
poco favorables de la demanda de este tipo de profesionistas a lo largo de la década de los
noventa, provocadas por los cambios institucionales que se registraron en los sistemas de
asistencia técnica por parte de la secretaría del ramo. Será necesario un involucramiento de la
SEP con esas autoridades para restablecer dichos servicios de asistencia agrícola y que esta
carrera registre un repunte en los próximos años, contrario a lo apuntado por las proyecciones.

En los casos mencionados a título de ejemplo, como es el caso de las carreras relacionadas
con los recursos marinos, la contaminación del aire, la tierra y el agua, las ingenierías o con el
sector salud, lo que se sugiere es que las autoridades educativas participen activamente en el
establecimiento de las políticas públicas específicas y que se establezcan marcos en los que la
generación de empleos para egresados del sistema de educación superior se vuelva un
elemento necesario para la aprobación de los planes de desarrollo sectorial.

En efecto, las políticas públicas en los diferentes sectores de la economía podrían constituir un
gran estímulo al desarrollo de la educación superior si generasen empleos para los egresados
de las instituciones del SES. Por ejemplo, una política efectiva de desarrollo de la ciencia y la
tecnología podría incluir un capítulo relativo al número de empleos que se estima podrían
generarse anualmente para los científicos e ingenieros que se forman en las universidades, en
aquellas áreas consideradas prioritarias para el país que tengan perspectivas de demanda
laboral. El presupuesto asignado al desarrollo de la ciencia y la tecnología podría incluir,
además de los apoyos a los investigadores (becas) y a las investigaciones (financiamiento), un
cierto monto para nuevas plazas en las universidades e instituciones que realicen investigación
en los campos definidos como prioritarios en el ámbito nacional.

Lo mismo podría decirse de políticas sectoriales en otros campos: la expansión del sector salud
podría incluir un presupuesto para nuevos puestos en especialidades y regiones consideradas
importantes para el desarrollo de ese sector; la modernización del campo podría tener un
capítulo relacionado con los agrónomos, biólogos, administradores, etc., que se requerirán en
los próximos años en las instituciones públicas y privadas especializadas en asuntos rurales, y
el desarrollo del sector de la construcción podría contener una estimación de los empleos que
se crearán para ingenieros, arquitectos y otros especialistas de muy diversas disciplinas
involucrados en ese sector.

Modelo de educación superior

Además de adquirir un papel activo en la vinculación del SES en la instrumentación de las


políticas de desarrollo económico y social, se recomienda que se analice la conveniencia de
replantear el modelo de Educación Superior a la luz de la situación económica, demográfica y
social del país. Si no se hiciera ningún cambio, las proyecciones de egresados de las
instituciones del SES y las tendencias económicas llevan a una sobreoferta de entre 1 y 2
millones de egresados, según el escenario considerado. Sin cuestionar el derecho legítimo de
los jóvenes mexicanos a la educación superior, la SEP no puede seguir actuando al margen de
la situación y las perspectivas económicas del país. Formar profesionistas que no podrán tener
una ocupación acorde con sus estudios, puede generar un problema social hasta ahora
desconocido en nuestro país. Parece ser necesario, por tanto, llevar a cabo una revisión
conceptual del SES que podría, entre otros, tomar en cuenta aspectos como los siguientes.

Revisar las metas de cobertura de educación superior del grupo de edad de 19-23 años
establecidos por la SEP a la luz de la posibilidad de absorción de los egresados por el mercado
de trabajo.

El hecho de que una proporción creciente de los jóvenes que se integran por vez primera al
mercado laboral, posea estudios universitarios, como ocurrirá a medida en que se cumplan las
metas de cobertura planteadas en el Programa Nacional de Educación, (2001-2006)
profundizará las tendencias de desplazamiento de los que tienen una menor formación
(ocupando puestos para los cuales no se requieren tantos años de escolaridad), en
ocupaciones en actividades informales y/o de emigración de personas calificadas hacia otros
países, principalmente Estados Unidos.

El exceso de profesionistas podría provocar progresivamente una mayor retracción de los


salarios de este nivel educativo, situación que alcanzará también a los poseedores de diplomas
de posgrado.

Adecuar la oferta de carreras en las instituciones de educación superior y ofrecer


estudios de licenciatura más generales

Las tendencias mostradas en el estudio indican que un gran número de egresados de las
instituciones de educación superior podrían ubicarse en el futuro en ocupaciones no
profesionales, por lo que una formación muy especializada no les será útil. Una posible
respuesta a este problema consiste en disminuir el grado de especialización de ciertos
programas, además de crear licenciaturas de carácter más general, orientadas a la adquisición
de competencias genéricas, que facilitarían a quien las obtenga, previa capacitación específica,
su integración al mercado de trabajo o, en su caso, a estudios especializados. Lo anterior
podría ser una respuesta a aquellos jóvenes que no tienen una vocación clara respecto a lo que
desean estudiar y que tienen el talento y la voluntad para emprender estudios superiores. Se
trataría de licenciaturas en ciencias, ciencias sociales, ciencias biológicas, humanidades o
artes, algunas de las cuales podrían tener un carácter propedéutico para algunas formaciones
especializadas que se impartirían en nivel de Posgrado.

Es claro que los poseedores de un título de educación superior con estas características no
podrían tener una licencia de ejercicio de alguna profesión como actualmente está establecido
en la Ley de Profesiones. Tal como lo sugeríamos ya en el primer capítulo, para asegurarse que
los profesionistas que ejercen ciertas profesiones que requieren estudios de licenciatura
altamente especializados o más años de estudios que los contemplados en una licenciatura,
será recomendable modificar la Ley de Profesiones y al igual que en otros países, otorgar, en
algunas disciplinas, licencia de ejercicio profesional sólo con mayores grados académicos
(maestrías o doctorados) o con sistemas de certificación profesional por parte de los colegios
profesionales u otras instancias.

Un esquema de licenciaturas generales permitiría, además, que se generaran nuevas


instituciones de educación superior ofreciendo estudios para satisfacer la creciente demanda
social, pero sin afectar el ejercicio profesional de profesiones críticas y reguladas que debe
estar condicionado a la real adquisición de las competencias necesarias.
Establecer un diploma de estudios superiores intermedio como práctica común en las
instituciones de educación superior

Sería recomendable revisar los planes de estudio y establecer en las instituciones de Educación
Superior un nivel intermedio en los estudios de licenciatura. Este diploma serviría a varios fines.
En primer lugar, contribuiría a la progresiva aceptación social de los diplomas de estudios
superiores de duración variable y, sobre todo, a los que equivalen a aproximadamente dos años
de estudio. En segundo lugar, se enfrentarían los problemas de deserción y eficiencia terminal,
ya que los jóvenes que no desearan o no pudieran continuar con programas de cuatro años,
podrían tener un reconocimiento formal a estudios de menor duración. En tercer lugar, la
formación general inicial permitiría también regularizar los conocimientos y habilidades que
muchos jóvenes no logran dominar totalmente en la educación media superior. Finalmente, esta
modalidad de diplomas intermedios evitaría que estudiantes continuaran avanzando en sus
estudios, sin haber aprobado materias de las etapas iniciales de formación, poniendo en
ocasiones en dificultad la obtención de sus títulos profesionales.

El diploma intermedio podría estructurarse de dos maneras distintas. Una de carácter general,
que permitiera que los estudiantes adquiriesen los aprendizajes generales de una disciplina,
para posteriormente lograr en los siguientes años de la licenciatura una formación más
especializada. Por ejemplo, en el caso de ingeniería, en los dos primeros años, los estudiantes
podrían dominar los fundamentos básicos de la ingeniería, para en los años siguientes
consolidarlos y diferenciarlos en ingeniería civil, química o electrónica entre otras. La segunda
forma podría ser que los dos primeros años fuesen similares a los programas de profesional
asociado, es decir de carácter mucho más técnico y orientado a las necesidades del mercado
de trabajo. Aunque sería casi imposible que ambos esquemas pudiesen coexistir en una misma
institución, las grandes universidades podrían adoptar, por ejemplo, el primer esquema e
instituciones más orientadas a la formación profesional podrían adoptar el segundo.

Favorecer la creación de instituciones de educación superior especializadas que por su


alta calidad obtengan un reconocimiento internacional en su disciplina

Además del establecimiento de programas de licenciatura de carácter general como los


mencionados, sería recomendable tener programas altamente especializados que se impartan
en instituciones de elevada calidad con procesos de selección de estudiantes muy rigurosos.

Asegurar la calidad de los programas de estudio en las instituciones de educación superior y


fortalecer los procesos autónomos de acreditación institucional

A lo largo de este estudio, ha surgido la interrogante, sin que los datos nos permitan
demostrarlo, de si los egresados que no tienen trabajo en las ocupaciones profesionales tienen
problemas de calidad en su formación. La proliferación de instituciones de educación superior
privadas, y el gran crecimiento de algunas instituciones públicas ha llevado en muchos casos a
programas de calidad dudosa, los cuales necesariamente afectan las posibilidades de trabajo
de sus egresados.

Aunque con el tiempo, las propias condiciones de un mercado de servicios hará que la mala
calidad de estas instituciones las lleve a desaparecer, resulta necesario tomar en cuenta que la
demanda social de estudios superiores es tan alta, que debe existir un esquema formal que
permita asegurar, además del Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios, que los
programas alcancen la calidad suficiente para que sus egresados tengan la oportunidad de
participar en las ocupaciones profesionales.

Por ello, además del fortalecimiento de los requisitos formales para establecer nuevas
instituciones y programas de educación superior, será necesario que la sociedad pueda
conocer la calidad de los mismos. Para ello, se recomienda que se establezcan las bases para
la conformación de organismos de acreditación autónomos, los cuales, mediante procesos de
evaluación transparentes e indicadores y criterios representativos y claramente definidos,
acrediten programas de estudio. Estos procesos de acreditación podrían llevar también a una
clasificación de los programas existentes con base en su calidad, como sucede en los Estados
Unidos.

Diseñar un sistema de seguimiento de egresados para monitorear de manera continua el


desempeño laboral de los egresados

El monitoreo detallado del desempeño laboral de los egresados de las instituciones de


educación superior es un insumo necesario para el establecimiento de políticas con mayores
niveles de especificidad. Se recomienda, por tanto, que se diseñe un cuestionario único para
todas las instituciones, tanto públicas como privadas, para establecer un sistema nacional de
seguimiento de egresados.

Todas las recomendaciones anteriores, si bien tienen una relevancia especial y se aconseja a
las autoridades del ramo su reflexión y posible puesta en marcha, no tienen más intención que
la de subrayar la importancia que representa para el SES el tomar en cuenta, en sus labores de
planeación y expansión, las perspectivas del notable excedente de oferta de egresados que
cabría esperar de continuarse con las tendencias observadas durante la década de los noventa
vis à vis con el comportamiento esperable de la demanda de los servicios de tales egresados.

Escenarios de prospectiva 2000-2006-2010. Asociación Nacional de Universidades e


Instituciones de Educación Superior. Recuperada de
http://www.anuies.mx/e_proyectos/html/escenarios%20pros%20texto.htm

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