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LA PENA DE MULTA
Es una pena de naturaleza pecuniaria que afecta el patrimonio
económico del condenado y en particular la disposición absoluta o
total de sus rentas e ingresos. La pena de multa expresa, pues, su
capacidad punitiva, como “privación de una parte del patrimonio
del autor de un delito” (Percy García Cavero. Lecciones de
Derecho Penal. Parte General. Ob. Cit., p.694).
Pero al margen de sus bondades político criminales y técnicas, así como sus
posibilidades operativas futuras, la pena de multa no ha logrado asumir todavía
un rol importante en el país. Varios factores pueden explicar etiológicamente este
sensible fracaso. Por ejemplo, la baja renta per capita de una gran mayoría de
nuestra población. Igualmente los latentes o galopantes procesos inflacionarios
que afectan cíclicamente la poco estable economía nacional. Efectivamente, la
experiencia internacional muestra con frecuencia que “un efecto tangencial de la
inflación monetaria es desplazar a la multa del catálogo de penas y fomentar las
penas privativas de libertad” (Instituto Interamericano de Derechos Humanos.
Sistemas Penales y Derechos Humanos en América Latina. Informe Final.
Depalma. Buenos Aires.1986,p.77;Edgar Saavedra Rojas. Las Penas
Pecuniarias, en Derecho Penal y Criminología Nº 21, p. 319). También se ha
identificado un factor psicosocial que se expresa en la escasa inclinación de los
jueces nacionales para imponer penas de multa al asumir que dicha sanción es
de naturaleza leve o por desconocer su procedimiento de determinación. (Cfr.
José Hurtado Pozo, Die Freiheitsstrafe und ihre Surrogate. Ob. cit., p. 1600)
Finalmente, como ya se había mencionado, la esporádica distribución de la
multa como conminada única para delitos de mínima gravedad o frecuencia ha
reducido ostensiblemente su eficacia como medida de control del uso
innecesario de penas privativas de libertad de corta duración.
Del tenor del artículo que estamos analizando resulta evidente que el no se ha
planteado, al menos de modo expreso, una solución normativa para el caso de
personas carentes de ingresos. Tampoco, la posibilidad de reajustar la cuota
diaria en atención a cambios favorables o desfavorables que se produzcan
posteriormente en la capacidad económica del condenado. Con relación a esta
ultima situación especial, es pertinente tener en cuenta lo que recomienda la
doctrina en torno a una posible variación del importe u oportunidad del pago: “No
contempla el legislador la posibilidad de que iniciada la ejecución de la pena y
acordadas unas determinadas cuotas y plazos, puedan ser estos modificados
cuando se produce una circunstancia que justifique cambiar dichos acuerdos
para evitar la conversión en otra pena más grave. Tal es el caso, por ejemplo, de
un inopinado y grave empeoramiento de fortuna. Ciertamente que ello puede ser
objetable desde la inamovilidad de la cosa juzgada, sin embargo, primaría en
estos supuestos el mayor interés de las razones preventivas de reducir las
entradas a prisión por conversión en esta pena de la multa impagada” (Borja
Mapelli Caffarena. La pena de Multa en el Derecho Penal Peruano, en Revista
Peruana de Ciencias Penales Nº 12. Ob. Cit. p.106)
Con relación al primer supuesto una alternativa práctica podría ser utilizar como
referente al salario mínimo vital, del cual un porcentaje o un treintavo sería el
equivalente para el importe de la cuota diaria dineraria de la multa. Una opción
similar ha sido acogida por el Anteproyecto de la Comisión Revisora Especial de
2008/2009 en su artículo 41º : “Cuando el condenado carezca de ingresos, el
importe del día multa será equivalente a un treintavo de la remuneración mínima
vital que fije la autoridad competente”
El texto legal que ahora analizamos permite también de modo especial, y cuando
las circunstancias lo ameriten, que el pago de la multa se ejecute mediante
cuotas mensuales. Para ello se requiere pedido expreso del condenado y
autorización formal de la autoridad judicial competente. El problema que deriva
de esta licencia legal, es que la norma no alcanza a definir más características
de esta forma excepcional de pago. Por ejemplo el límite de cuotas posibles o su
importe crematístico. Teniendo en cuenta nuestros frecuentes procesos
inflacionarios, resulta pertinente optar por un mecanismo que salvaguarde el
estándar represivo de las cuotas y de la multa a pagar evitando que ambas
pierdan su sentido punitivo. Sobre el particular, en el Proyecto de Código Penal
de octubre de 1984 sólo se hacía hincapié, en el párrafo segundo del articulo
50º, que el beneficio del pago en partes del importe de la multa podía ser
revocado si mejoraba la situación económica del condenado, criterio razonable
que deberá tener en cuenta la jurisprudencia nacional.
En el derecho penal extranjero las omisiones anotadas han sido superadas con
bastante pragmatismo. Por ejemplo, el Código Penal brasileño de 1984
estableció en su artículo 49º.2 que “O valor de multa será actualizado quando
da execuçao, pelos indices de correcao monetaria” (art. 49,2). Y el artículo 46º
del Código Pena portugués de 1982 limitaba el pago en cuotas mensuales a un
periodo no superior a dos años. En el ámbito nacional, sólo en el Proyecto
Hurtado se contemplaron alternativas similares en el párrafo segundo del articulo
38º: “De acuerdo a la situación personal del condenado, el Juez podrá fijar un
plazo mayor a tres meses. El monto de la multa será siempre actualizada de
acuerdo a la tasa de interés vigente”. Cabe anotar que el párrafo inicial de esta
misma disposición consideraba un plazo límite de tres años. Por su parte el
Anteproyecto de la Comisión Revisora Especial de 2008/2009, en el segundo
párrafo de su artículo 42º, ha complementado el texto vigente con una regulación
más adecuada del pago en cuotas de la multa, la cual toma en cuenta la postura
de los precedentes legislativos antes citados:”A pedido del condenado y de
acuerdo a las circunstancias, el Juez podrá permitir que el pago de la multa se
realicé en cuotas mensuales. No obstante, el fraccionamiento no podrá
exceder de 24 (veinticuatro) cuotas y, al monto de cada una de ellas, se le
aplicará los indices de corrección monetaria que correspondan”
Un aspecto innovador que aportó el Código Penal vigente fue el tratamiento que
concedió al condenado que no pague el importe de la pena de multa . Al
respecto cabe destacar el abandono de cualquier posibilidad sustitutiva de dicha
sanción en caso de insolvencia del condenado, lo cual evita toda posibilidad de
una prisión por deudas ( Cfr. Instituto Interamericano de Derechos Humanos.
Sistemas Penales y Derechos Humanos en América Latina. Informe Final. Ob.
cit., p. 77 y 78).Sin embargo, conforme al artículo 56º se han regulado algunas
formas de conversión de la pena pecuniaria no pagada. En primer lugar, si la
situación de insolvencia sobreviene durante la ejecución de la pena por causas
ajenas al condenado. En este supuesto la ley permite la conversión de la pena
pecuniaria en jornadas de prestación de servicios a la comunidad. La ecuación
de conversión para ello establece que una jornada de prestación de servicios a
la comunidad reemplazará el abono de siete días multa.
Ahora bien, resulta evidente que privar a una persona del ejercicio de uno o
varios derechos políticos, civiles o económicos; así como de funciones,
profesiones, artes u oficios contiene materialmente una esencia
predominantemente punitiva aunque diferente y quizás socialmente menos
sensible que otras penas. En ese sentido es importante la aclaración que al
respecto formulan ZAFFARONI, ALIAGA y SLOKAR: “La pena de inhabilitación
consiste en la perdida o suspensión de uno o más derechos de modo diferente
al que comprometen las penas de prisión y la multa” (Eugenio Raúl Zaffaroni,
Alejandro Aliaga y Alejandro Slokar. Derecho Penal. Parte General. EDIAR.
Buenos Aires. 2000, ps.931 y 932). A lo cual cabe agregar la descripción que
formula VELÄSQUEZ VELÄSQUEZ, sobre los efectos concretos que dicha
sanción puede generar: “cuando se habla de inhabilitación se quiere significar
que la persona, al adquirir la calidad de penada se torna inhábil para ejercer
todos sus derechos políticos y cualquier función pública..” ( Fernando Velásquez
V. Derecho Penal. Parte General. Cuarta Edición. Comlibros.
Medellín.2009,p.1061)
Sobre todo la pena de inhabilitación es empleada para sancionar actos
disfuncionales que infraccionan deberes especiales o para reprimir conductas
que implican el abuso de posiciones de poder, de capacidades o de habilidades
técnicas. Según GARCIA CAVERO: “El uso de esta pena limitativa de derechos
se ha hecho muy frecuente en los delitos cometidos por funcionarios o
servidores públicos, pero también podría aplicarse a los particulares, como sería
el caso de la inhabilitación profesional contemplada en el artículo 36º, inciso 4
del Código penal, que impone la incapacidad para ejercer por cuenta propia o
por intermedio de terceros profesión, comercio, arte o industria”(Percy García
Cavero .Lecciones de Derecho Penal. Parte General. Ob. Cit.,
p.694).
Esta clase de pena afecta la disposición del tiempo libre del condenado, el cual
será ocupado en la realización de trabajos o servicios gratuitos en beneficio de
la comunidad. Cabe señalar, sin embargo, que conforme a las normas
internacionales las penas de prestación del servicios comunitarios no
contravienen los convenios de la OIT (Cfr. Convenio Nº 29 de la OIT Sobre el
Trabajo Forzoso de 1930., Art. 2, inc. 2-b), ni tampoco los principales
instrumentos internacionales de protección de los Derechos Humanos (Cfr.
Daniel O’Donnell. Protección Internacional de los Derechos Humanos. Comisión
Andina de Jurista. 1era edición. Lima, 1988, p. 111 y ss.).En ese sentido, el
artículo 8° del Decreto Supremo N° 005-2000-JUS del 28 de junio del año 2000
precisa tal condición: “se considera prestación de servicios a la comunidad
todo trabajo voluntario, gratuito, personal, de utilidad pública y respetuoso de la
dignidad de la persona realizado en cumplimiento de una pena legalmente
impuesta”.
El artículo 35º del Código Peruano de 1991 recoge, pues, en gran medida, el
modelo brasileño pero mejorándolo para un efecto preventivo especial más
directo. Efectivamente, el párrafo tercero de modo expreso destaca que
durante la permanencia del condenado en el establecimiento “recibirá
orientaciones tendientes a su rehabilitación”. Corresponde a la Administración
Penitenciaria asignar el lugar donde se cumplirá la pena de limitación de días
libres (Art. 119° del Código de Ejecución Penal y Ley 27030 del 29 de diciembre
de 1998).
El Código Penal peruano de 1991 incluye este tipo de penas en el artículo 30º.
Se trata de sanciones penales que restringen los derechos del condenado a
transitar o residir en el territorio nacional. Es decir, que el condenado a penas
restrictivas de libertad deberá abandonar obligatoriamente el territorio de la
Republica.
Sin embargo contra estas penas se han formulado varias objeciones. A la pena
de expatriación se le ha cuestionado su incompatibilidad con la Convención
Interamericana de Derechos Humanos, la cual rechaza que se impida a un
nacional permanecer en su territorio de origen( Art. 22,5). Por tal razón el
Congreso de la Republica la ha suprimido mediante la Ley 29460 del 27 de
noviembre de 2009 (Art. 1º). Esta decisión legislativa se adoptó en base a dos
propuestas: el Proyecto de Ley Nº 2102/2007-CR presentado por la Célula
Parlamentaria Aprista el 5 de febrero de 2008 y el Proyecto de Ley Nº
244972007-CR del Grupo Parlamentario Nacionalista del 27 de mayo de 2008.
La exposición de motivos de este ultimo documento justificaba la derogatoria
de la pena de expatriación del modo siguiente: “La pena de expatriación, si
bien se encuentra contemplada en el Código Penal, deviene en incompatible
con instrumentos internacionales en materia de derechos humanos con rango
constitucional. Es decir, la pena de expatriación es para el derecho peruano,
una pena inconstitucional”·
Cabe anotar, finalmente, que la pena que analizamos también puede tener una
utilidad procesal y de ejecución penal. Esto es, la Ley 29499, además de
reconocerle condición punitiva, le permite, bajo determinados presupuestos y
requisitos, operar como medida coercitiva personal alterna a la prisión preventiva o
como posibilidad de excarcelación vía beneficios penitenciarios (Cfr. Arts. 1º,2º y
3º).. Ahora bien, las pautas específicas para su aplicación concreta, en eso tres
dominios, serán complementadas por un reglamento, por lo que en dicho
documento deberán de superarse varios vacíos y dudas que actualmente surgen
del articulado de la mencionada Ley, especialmente en torno a la progresividad de
su imposición y ejecución.