Sunteți pe pagina 1din 812

This is a reproduction of a library book that was digitized

by Google as part of an ongoing effort to preserve the


information in books and make it universally accessible.

https://books.google.com
Acerca de este libro

Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.

Normas de uso

Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:

+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares;
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.

Acerca de la Búsqueda de libros de Google

El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com
*::
^

f
Comedías de £írso de Colína
tomo II.
Jmpreso en la Tipografía
de Srcbívos ? Bibliotecas
para los editores
Sres. Baílly/Ballllere é toi)os.
1907
lEueva ISiblioteca oe &utoie9 íEepañolee
bajo la Dirección Del
fiyemo. Si. V. <J&aicelíno <l&enén{ie3 ? "pelado.
9

Comedías de £írso de Colína ^


ítomo II.

Colección oroenaoa é üuetraoa

por

&. Em¡l¡o Cotarelo t ^or¡


oc la lleal academia Española.

2%¿

OBadríd
Ba¡lty/Sa¡U¡ere c Ifc¡jos, edítores
"plaja oe Santa Sna, nfan. 10.
1907
.i.-- .-•..'• ./.¡... pQ .

101518

,ji^. -t.'+'-<. ^ *..«*CÓ-<V ^> i^lc + fca

-
CATALOGO RAZONADO
DEL TEATRO. DE TIRSO DE MOLINA

EDICIONES, REFUNDICIONES É IMITACIONES, CON ALGUNAS NOTAS CRÍTICAS(i)

i. Adversa fortuna de D. Alvaro de tal vez no llegase á ellas el autor, contentán


Luna. dose con la Historia de Mariana.
Impresa en la 2.a parte de Tipso (i635). Fi En la Biblioteca Nacional existe un manus
gura en el tomo i de nuestra colección. crito (núm. i6.546) de esta comedia, que he
mos tenido presente para nuestro texto.
Se dice ó forma la segunda parte de la Prós
Sobre el mismo asunto, y con el título de La
pera fortuna de D. A Ivaro de Luna y adversa
privanza y caída de D. Alvaro de Luna, com
de Ruy López de Avalos, aunque en esta ape
puso otro drama Damián Salustrio del Poyo,
nas figura D. Alvaro.
que se publicó en i6i2 en la Tercera parte
Es una de las comedias que Tirso no admi
de las comedias de Lope y otros autores, y
tió como enteramente suyas. Por el estilo no
Luis Vélez de Guevara, El privado perse
es fácil saber qué poeta fué su colaborador;
pero en dondequiera se hallan rasgos de la guido.
Don Antonio Gil y Zárate tiene también un
pluma de Téllez.
D. Alvaro de Luna; Suárez Bravo, Verdugo y
Como hemos dicho en su biografía, parece
Sepulturero, y quizás haya otras que no co
haberse escrito en i62i; pero antes del supli
nozco ó no recuerdo.
cio de D. Rodrigo Calderón, en cuyo favor
quizá se dirijan los versos últimos del drama. Al buen callar llaman Sancho.
Las fuentes de esta comedia son la Crónica
de D. Juan II y la particular de D. Alvaro, y (Véase El Celoso prudente.)

(i) Aunque no licuen gran valor crítico citaremos, por no haberlo hecho en el prólogo del tomo i, estas
dos colecciones que llevan obras de Tirso:
Museo dramático ilustrado. Colección de comedias escogidas, escritas por los principales autores antiguos
y modernos, nacionales y extranjeros y adornadas con láminas al boj. Tomo L Vidal y Compañía, editores,
calle del Gobernador, núm. i4, t863. Tomo II, i864. Fol., á 2 cois. Cada comedia lleva su paginación especial
Tomo i: La Villana de la Sagra. Mari Hernández la Gallega.—Tomo ii: La Villana de Vallecas.
Teatro selecto antiguo y moderno, nacional y extranjero, coleccionado é ilustrado con una introduccion ,
notas, observaciones criticas y biografías de los principales autores, por D. Francisco José Orellana. Tomo I,
Barcelona, Establecimiento tipográfico editorial de Salvador Martero. Rambla de Santa Afonica, -j,i88fi.-
Contiene: La prudencia en la mujer, pág. o85. El amor y el amistad, pág. i°io. Cautela contra cautela, pá
gina i°49. Celos con celos se curan, pág. to79. Amar por señas, pág. iioo. Por el sótano y el trono, pág. ii43.
Mari Hernández la gallega, pág. ii75. Don Gil de las calzas verdes, pig. ¡2ob. La Villana de Vallecas, pa
gina i239. El vergonzoso en palacio, pág. i279. El condenado por desconfiado, pág. i3i9.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA. — TOMO II I
CATÁLOGO RAZONADO
2. Los Amantes de Teruel. de Guzmán, que tenía lonja de comedias en la
Impresa en la 2* parte de Tirso (i635). Puerta del Sol y sacó privilegio por diez años
Es comedia que sufrió muchas alteraciones para reimprimir las de nuestro autor. Púsole
antes de que su primitivo autor la diere á la el encabezado, como á otras, de Comedia sin
estampa. D. Juan Eugenio Hartzenbusch la fama.
reimprimió en Autores españoles con exacti Con el título de Sutilezas de amor y el Mar
tud paleográfica, para dar muestra de cómo son qués del Camarín y la fecha de i.°de Enero
las ediciones antiguas de nuestras comedias. de i637, existe una refundición de esta obra
El primero que llevó al teatro esta dramá en la Biblioteca Nacional (49 h. en 4.°); y en
tica leyenda fué Micer Andrés Rey de Artieda la misma Biblioteca otra refundición mucho
en su tragedia de Los Amantes, impresa en más moderna con el primitivo de Amar por
i58i. Refundió la obra de Tirso, dándola al ra%pn de Estado.
•Reimprimióla Hartzenbusch dos veces: una
guna mayor regularidad, el Dr. Juan Pérez de
Montalbán, en la comedia de Los Amantes de en el tomo vi de su Teatro escogido de Fray
Teruel, publicada en el tomo i de sus come Gabriel Téllez y otra en Autores españoles.
dias. (Madrid, i634.) Reimprimióse otras mu También figura en la colección de Ortega, to
chas veces. mo h.
Don Vicente Suárez de Deza escribió una Don Pedro Calderón imitó esta comedia en
comedia burlesca en tres actos de Los Amantes la suya de El secreto á voces.
de Teruel, impresa en sus Donaires de Terp-
sícore (Madrid, i663). Hay una mojiganga del 5. Amar por señas.
mismo título, también del siglo xvn, y en el
siguiente compusieron un monólogo con el tí Se imprimió en la Parte xxvn de Varios
tulo de La casia amante D.a Isabel de Segura, autores (Madrid, Andrés García de la Iglesia,
D. Francisco Mariano Nifo, y otra pieza en un i667, 4.°) la octava en orden y atribuida á
acto D. Luciano Francisco Comelia. Anóni Tirso de Molina.
ma, se imprimió á principios del siglo xix una Con el dictado de Comedia sin fama la re
tragedia de corte clásico titulada La Isabel. imprimió en Madrid, i733, 4.°, D.a Teresa de
Por fin, en i837 se representó la celebrada Guzmán (Impr. de Joseph González). De nuevo
obra de D. Juan Eugenio Hartzenbusch, muy se estampó en Valencia, por Orga, i777,4.°,
superior á todas las demás. 4o páginas.
En i9o3 hemos publicado un folleto Sobre Figura asimismo en la colección de Ortega
el origen y desarrollo de la leyenda de los (tomo hi); en la primera de Hartzenbusch y
Amantes de Teruel, en que estudiamos esta y en Autores españoles.
las demás formas literarias que tuvo (i). Fué refundida en i826, en cinco actos, por
D. Ramón de Mesonero Romanos, dándola el
3. amar por arte mayor. título de Es una de las tres y de las tres no es
Publicada en la Parte 5.a de Tirso (Ma ninguna. Esta excelente refundición se repre
drid, i636) y reimpresa por Hartzenbusch en sentó en el teatro del Príncipe en dicho año;
Autores españoles, y antes en el tomo xi de su pero quedó inédita.
Teatro escogido de Fray Gabriel Téliez. Amar por señas. Comedia en tres jornadas y
La Cortesana en la Sierra, de Diamante, en verso del Maestro Tirso de Molina. Refun
Matos y D. Juan Vélez, tiene alguna semejanza dida y puesta en cuatro actos por D. Narciso
con esta comedia de Téllez. Serra. Madrid, i 855, Imp. de Rodriguez; 8.°,
8o páginas.
4. Amar por razón de Estado. Sirvió de base para la titulada El encanto
sin encanto, de D. Pedro Calderón.
Figura en la /.a parte de las comedias de
Aunque no publicada por el autor, es ver
Téllez. Reimprimióla suelta en Madrid, sin daderamente suya, como demuestra la más li
año (hacia i733, 35 págs. en 4.°) D.a Teresa
gera lectura; y debió de ser de las primeras
que brotaron de su fecunda pluma, pues en la
(i) Véase la segunda edición de este trabajo. (Ma escena X del acto segundo dice ser nuevo el
drid, i^07,8.°) Quijote, publicado, como es sabido, en i6o5.
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA III
De este año ó del siguiente será, pues, Amar Es comedia lindísima.
por señas. Monfleury la imitó en la suya titulada La
Dame médecin.
6. Las Amazonas en las Indias.
8. Amor y celos hacen discretos.
Imprimióse en la Parte 4.a de la colección
Impresa en la Parte 2.a de Téllez. Figura
especial de Tirso (Madrid, i635); reimprimióla
D.a Teresa de Guzmán en Madrid, hacia i733, también en un tomo de varios autores del si
con el título de Comedia famosa. Segunda par glo xvii que halló el erudito alemán Adolfo
le de las Amazonas en las Indias, y Hazañas Schaeffer y describió en Ocho comedias desco
de los Pizarros, s. a., 4.°, 4o págs. nocidas... y dadas á luz por Adolf Schaef
Pero de lo que forma segunda parte es de la fer. Leipzig, F. A. Brockaus, i887, 2 vol.
trilogía que tiene por asunto los hechos de los 8.° (V, tomo i, pág. vu). Ocupa el 4.° en el
individuos de aquella familia. La primera se orden del referido tomo, que carece de portada
titula Todo es dar en una cosa, y la tercera, La y preliminares, aunque al parecer contiene ín
lealtad contra la envidia. Las tres forman una tegras las i2 comedias de costumbre en tales
de las joyas del teatro de Tirso; por lo gran colecciones. Schaeffer lo cree impreso hacia
dioso del asunto que el autor supo tratar dig i64o y ser una de las Partes de la colección de
namente con elevación de estilo, situaciones Diferentes autores de que sólo se conocen otras
dramáticas, versificación abundante, armo diez ú once, aunque la serie total debió de
niosa y magnifica y riquezas poéticas de todo pasar de cuarenta.
género. El encabezado de esta comedia dice: «Repre
Acerca de la grandeza épica de estos tres sentóla Valdés, con que comenzó en Sevilla>,
poemas dramáticos se impone una revisión de pero no añade en qué año, que sería el i6i6,
juicio contra el desdén de Hartzenbusch y según juiciosa inducción del Sr. Sánchez Ar-
otros críticos que los leyeron muy de prisa. jona en sus excelentes Anales del Teatro en
Sevilla (Sev., i898, pág. i78). Probablemente
7. El amor médico. al salir para América habría Tirso dejado el
manuscrito al famoso Pedro de Valdés, más
Salió primero á luz en la Parte 4.a (i635) famoso aún por ser marido de Jerónima de
de Tirso. La reimprimió en Madrid, sin año, Burgos, tan amada de Lope.
(hacia í733, i9 hojas en 4.°), D.a Teresa de Hasta la de Autores españoles no tuvo, que
Guzmán; figura en la i.a colección de Hart sepamos, otra reimpresión la comedia de Tir
zenbusch y en Autores españoles. so Amor y celos hacen discretos.
Fué refundida en cinco actos por Juan Ca Es una de las cuatro del tomo ii, que por
rretero y representada en el teatro de la Cruz entero le pertenecen, pues al fin de la comedia
el 3o de Junio de í826, y en manuscrito existe dice:
en la Biblioteca Municipal de Madrid. Otro Mientras todos solemnizan
celos que discretos son
manuscrito de refundición más moderna hay
y amor que hace maravillas,
en la Nacional, también en cinco actos y con el dad ánimo á vuestro Tirso
título de El amor médico: mujer de treí idio para que despacio os sirva.
mas. Ms. io.o83, copiado hacia i82o.
Esta comedia fué escrita en i625 ó poco an 9. El amor y el amistad.
tes. Alude á las aventuras escolares y amoro Forma parte de la 3.a de Téllez(i634).
sas de D.* Feliciana Enríquez de Guzmán, á Fué reimpresa con el título de El amor, y
quien casi nombra al principio. la amistad, y prueba real para conocer los ver
¿Siempre han de estar las mujeres daderos Amantes y Amigos. Comedia sin fa
sin pasar la raya estrecha ma. Del Maestro Tirso de Molina; por D.ft Te
de la aguja y la almohadilla? resa de Guzmán (Madrid, i734, 4.°, 36 págs.).
Celebre alguna Sevilla Se ha reimpreso suelta en «l mismo si
que en las ciencias aprovecha.
glo xviii con los títulos de Prueba real para
Véanse más pormenores sobre-este punto en conocer los verdaderos amantes y amigos y En
Tirso de Molina: Investigaciones bio-biblio- contrar dos imposibles: mujer leal y amigo
gráficas, págs. i62 y siguientes. firme.
IV CATALOGO RAZONADO

Es el mismo asunto que el de Cautela contra truo de los jardines, de D. Pedro Calderón de
cautela, de Tirso, y El mejor amigo el rey, de la Barca.
Moreío.
Don Dionisio de Solis la. refundió en i 83 i i2. El árbol del mejor fruto.
con el titulo de Pruebas de amor y amista,!.
El ms. de esta refundición se conserva en la Está en la Parte /.° de Tirso (i627) y desde
Biblioteca Municipal de esta Corte. entonces no ha vuelto á reimprimirse. Figura
Figura también en la colección de Ortega en el tomo i de nuestra colección, pág. 3o.
(tomo ii), en la primera de Hartzenbusch En la Biblioteca Nacional se conservan dos
(tomo iv) y en Autores españoles. manuscritos de esta obra. El primero, número
Modernamente se publicó: El amor y la i5.484, firmado al fin por «Juan de Puente,
amistad. Comedia en dos actos y en prosa, ori Año de i62 i años en Madrid». Puente era un
ginal de C. Claudio Camino. Valladolid, i864, cómico que hizo esta copia para lo que expresa
8.°, 59 págs., que, en efecto, nada tiene de co la nota que hay al final de la jornada segunda,
mún con la de Téllez. y dice: «Esta comedia es de Domingo Valbín,
autor de comedias por su majestad; sacóla en
papeles Alarcón, y la sacó muy mal, que no
io. Antona García.
hubo quien los azertase á leer en todo un día.
Pertenece á la Parle 4.° de Tirso (i 835), y Vercebú lleve quien le enseñó á escrevir y
desde entonces no ha vuelto á estamparse. el que lo aprendió.» A continuación van los
Pero fue imitada por D. José de Cañizares, c nombres de Domingo Balbín, la Sra. Juana
impresa con el título de La heroica Antona de H. (¿Heredia?); el Sr. Heredia y Juan de
García. (Madrid, Antonio Sanz, i755, 4.°, 36 Puente, todos cómicos y, al parecer, ejecutan
páginas.) tes de la obra. De este regular manuscrito he
El personaje de esta comedia es histórico, y mos puesto las principales variantes que ofre
parte de sus hechos también. Antona García ce respecto del impreso.
era natural de Toro y sus hazañas se hallan El otro códice de la Biblioteca comprende
en los historiadores de esta ciudad (V. Fernán sólo la primera jornada (cinco hojas), está re
dez Duro: Bibliografía de Zamora, y Cuadra gistrado con el núm. 39o7, desde el folio 27o,
do y Chapado: Historia de Toro.) Es más moderno que el anterior y mucho me
Tirso ofrece, al final, una segunda parte, nos correcto.
que no sabemos haya compuesto, y que com Sobre el asunto de esta comedia versan el
prendería la muerte desgraciada de esta heroí Auto de Santa Elena, del códice de Autos vie
na. El pasaje es como sigue: jos de la Biblioteca Nacional, publicados en
i9oi por Mr. L. Rouanet (V. tomo ii, pág. 2i ).
Antona. Señores, los que rae escuchan:
todo cuanto agora han vido La invención de la Cruz, auto que se presentó
es hestoria verdadera para representar en Sevilla, en la fiesta del
de previlegios y libros. Corpus de i 559 (Sanchez Arjona: Anales del
Esto es solo la mitade
y el poeta que lo ha escrito teatro en Sevilla, pág. 6). Hay, además, una
guarda para la otra media comedia de D. Antonio Coello y el auto sacra
muchos casos peregrinos.
Si quieren ver en qué para mental de Calderón, los dos con el título que
la Antona de Toro, aviso Téllez dió á su obra; La cruz hallada y
que para el segundo tomo
desde luego los convido. triunfante y glorias de Constantino, comedía
de D. Felipe Sicardo, y La mayor victoria de
Constantino, de D. Ambrosio de Arce, impresa
ii. El Aquilea.
en la Parte 4.° de Varios.
dállase en la Parte 5.° de Tirso (i 636) y des Sobre los demás hechos de Constantino hay
de entonces no fué reestampado. otras muchas obras.
Tirso, que concluye fríamente su comedia Parece que el verdadero ó primitivo título
cuando Aquiles llega ante los muros de Troya, que Tirso dió á su obra es el que arrojan estos
ofrece una segunda parte, para el día si últimos versos de ella:
guiente.
Cloro. Ya su hallazgo hemos visto;
Sobre el mismo asunto versan El caballero- á su Triunfo os convida;
dama, de D. Cristóbal de Monroy y El Mons y aquí da fin El árbol de la vida.
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA
También pudiera deducirse de estos versos mos á que se ha limitado nuestra edición com
que Tirso ofrecía una segunda parte, que sería plementaria.
El Triunfo de la Santa Cruz.
La beata enamorada.
i 3. Averigüelo Vargas.
(Véase Marta la piadosa.)
Pertenece á la 5.* Parte, (Tortosa, í634)
propia de Tirso. Reimprimióla con el título i 5. Bellaco sois, Gómez.
Del mal el menos y A vertgüelo Vargas, D.a Te
resa de Guzmán, en 4.°, sin año (hacia i733) Ms. de la Biblioteca Nacional, núm. i6.92o,
y 39 págs. en 4i hojas en 4.°; letra del siglo xvn y con
Figura también en el Teatro escogido de licencias para la representación fechadas en
Fr. Gabriel Téllez, tomo vn, y en Autores es- Madrid á 27 de Abril de i643.
pañoles. La primera indicación de que esta comedia
En i83o se hizo una refundición en cuatro pudiera ser de Tirso la hemos hallado en el
actos, de este drama, con el título Del mal el excelente Catálogo de las piezas de teatro que
menos y averigüelo Vargas. Un manuscrito de se conservan en el departamento de Manuscri
ella existe en la Biblioteca Municipal de esta tos de la Biblioteca Nacional, Madrid, i899,
Corte. 4.°, por el Sr. D. Antonio Paz y Melia, jefe
Es bien conocido el origen histórico del di muchos años de aquella Sección y hoy Jefe de
cho que sirve de título á esta comedia y que la Biblioteca. En dicha obra, pues, pág. 55,
los historiadores ponen en labios de la Reina al describir el códice de Bellaco sois, Gómez,
D.a Isabel la Católica, con referencia al alcalde puso esta nota: «Gallardo admite la posibilidad
de Corte D. Francisco de Vargas, siempre que de que el autor fuera Tirso de Molina.»
á la Reina denunciaban la comisión de algún Efectivamente: después de leída, me pareció
delito. esta comedia producto de la feliz inspiración
del gran Mercenario; y por eso la incluyo en
í4. Los balcones de Madrid. este tomo.
La primera impresión que hemos visto de No sólo el asunto en que tan importante pa
esta comedia es en uno de los tomitos del Tea pel juega el disfraz masculino de la heroína,
tro antiguo español, de Grimaud de Velaunde como se observa en Don Gil de las Calcas ver
(Madrid, i837). De aquí las tomó D. Juan Eu des, El amor médico, La huerta de Juan Fer
genio Hartzenbusch para su edición de Autores nández, La mujer por fuerza y otras suyas,
españoles. sino el corte de algunos episodios, especial
Pero en la Biblioteca Nacional existen dos mente en la jornada tercera; la versificación,
manuscritos antiguos de esta obra, uno de ellos que es tan suelta y armoniosa, como suya, y
excelente, y con ayuda del cual se podría re hasta el estilo, lenguaje y frases que nadie más
hacer una buena edición de esta linda comedia, que Tirso solía emplear. De esta clase debe
tan malparada en las impresiones. mos citar algunas en comprobación de lo di
Otro manuscrito antiguo existe en el Museo cho.
británico (códice Add. io334), según se ve por En la escena II del acto segundo dice Petro
el Catálogo de Gayangos, pág. 94 del tomo i. nila:
La comedia es, indudablemente, de Tirso,
Volvisteis á verme el dia
y fué escrita hacia i624, como hemos indicado siguiente de aquel fracaso
en nuestro libro: Tirso de Molina: Investiga que os abrió en mi casa el paso,
ciones bio-bibliográficas (Madrid, i893), pues y añadióos la hipocresía
del científico disfraz
se habla en ella, como de cosa no lejana, del del trajedizo estudiante,
asalto de Ormuz. tanto hechizo en lo galante,
tanta guerra entre la paz
Cuando se haga una edición completa y se con que ese hábito asegura,
guida de las obras de Téllez, podrá imprimir que ignorando el mal que encierra,
tocó en mis ojos á guerra,
se como es debido esta comedia. Nosotros no en que abrasarme procura;
podemos hacerlo, porque en el mismo caso que que hace la superstición
ella se hallan otras varias de Autores españoles de estos siglos ignorantes
en las viudas y estudiantes
y necesitaríamos mayor espacio que los dos to gala la recolección.
VI CATÁLOGO RAZONADO
Poco más adelante, en la escena IIÍ, dice Bo- En la escena IV del tercer acto, dice Mel
ceguillas: chora:
—«Sí eres, dijo, que causar Hay Franciscos y Gregorios
á mi hermana te atreviste con que sus penas enjuague.
la muerte; y pues la ofendiste Está en duda con cuál de ellos
no te has de petronilar» brevemente se entalame
y hay consulta de parientes
En la escena V del mismo acto: en nuestra casa esta tarde.
MoNTin.a.¿Qué causa tiene él precisa
en esta casa? Y sin salir de esta escena, dice:
Boceg. El estar D.' Ana. Pues ¿qué he de hacer?
con don Gómez, desta dama Mklch. ¿Qué? Colgarse
primo. de una viga; dar suspiros
Montilla. ¿Quién los emprimó? que un neblí no los alcance;
Boceo. Sus padres, ó ¿qué se yo?:
ansí lo afirma la fama. retar, celoso, á Zamora.
D.* Ana. Eso, amiga, solía usarse
Montilla. Luego, ¿él también será primo en farsas matusalenas:
de la fámula Melchora? no hallan celos ya á quien maten;
Boceg. Si ella imita á su señora está muy cristiano amor
y yo al amo que es mi arrimo, y tiembla de condenarse
un mismo deudo tendremos; si loco se desespera.
porque sirvientes y amos
por un estilo emprimamos Y, por fin, en la escena XVI dice:
con las hembras que queremos.
D.° Ana. Boceguillas: bueno está;
No mucho después, en la escena IX, dice lucidamente lo has hecho.
el mismo Boceguillas: ¡Alto!: á la tal falsa puerta
con todo el fantasma ajuar.
¡Por amor de Dios, señor,
señora ó término ambiguo, Todas estas frases y modos de decir son co
que sepa yo con quién ando; munes en nuestro autor; pero no se hallan
conozca yo á quien ministro;
pues has hecho en mi lealtad en otros dramáticos del tiempo, al menos por
cuantas pruebas has querido, modo tan frecuente y sistemático.
sé cuenta de Santa Juana,
sácame el alma del limbo!
En lo cual parece que se acordaba de su co i6. El Burlador de Sevilla.
media de Santa Juana. En la escena siguiente Se imprimió por primera vez esta célebre
dicen: obra en la colección titulada: Doze comedias
D.° Ana. Boceguillas, ven acá. nvevas de Lope de Vega Carpio, y otros avto
¿No es este hombre... res. Segvnda parte. (Escudo de la grulla.) Im-
Boceg. Será el mismo
que dices. presso con licencia; En Barcelona, por Geroni
D.* Ana. ¿Cuál? mo Margarit, año de i630. 4.° Es la séptima
Boceo. lé sé yo?
¿Q}1^
Un hombre como Dios lehizo. en el orden de las del tomo, con el título de
D.* Ana. ¡Necio! ¿Este no es don Gregorio? El Bvrlador de Sevilla, y combidado de pie
Boceg. Yo agora no gregorito; dra. Comedia famosa. Del Maestro Tirso de
que en crepúsculo la tarde
llora del sol paroxismos Molina. Representola Roque de Figueroa.
y tengo la vista corta. Ocupa desde el fol. 6i al 82 v.; 22 hs.
En la escena XII del mismo acto: Es el original que ha servido para la reim
D.a Ana. Boceguillas, ¿qué te has hecho? presión que acompaña á este tomo.
Boceg. ¡Jesús! No m¿ boceguillo La segunda vez que se estampó esta obra
abrenuncio, alma capona: parece haber sido en la sexta parte ó tomo de
¿qué me quieres? ¿no te sirvo?
la colección de Comedias escogidas de los me
En la escena XVI, dice D. Gregorio: jores ingenios de España (Madrid, i652á í7o4,
He de saber ¡vive Dios! 48 vols. en 4.°), donde lleva el título de El
si soñando quimerizo Bvrlador de Sevilla, y Combidado de piedra.
ó son fantásticas sombras
las que hospeda este distrito. Comedia famosa. Del Maestro Tirso de Mo
lina. Ocupa el tercer lugar entre las doce del
Y en la última del acto:
tomo.
Montilla. ¿Quién te vistió de alma en pena, A pesar del error cronológico que envuelve
Melchora? el hecho de llevar la fecha de í649 el sexto tomo
Boceg. De eso poquito;
que sólo yo me enmelchoro. de una colección que no empezó hasta i652,
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA. VII
tal fecha le di al cotejarla con la anterior, por Comedia famosa. El Bvrlador de Sevilla y
que aquélla, aunque en portada manuscrita, Combidado de piedra... Barcelona. Por Pedro
de letra antigua, lleva el ejemplar de la Biblio Escuder, Impressor. S. a. (hacia i75o ó antes),
teca Nacional que sirvió para el cotejo. Y como 4-°, 35 págs.
de esta 6.a parte hay, según Barrera, ediciones Comedia famosa. El Burlador de Sevilla, y
de Madrid, i654; otra de Zaragoza del mismo Combidado de piedra. Del Maestro Tirso de
año, «por los herederos de Pedro Lanaja» y Molina. Barcelona, En la Imprenta de Fran
hasta una de i 653 también de Zaragoza (aunque cisco Suriá. Año de í769. 4.°, i4 hs.
ésta de comedias diferentes) y como el índice Las tres primeras han suministrado alguna
impreso que lleva dicho tomo contiene las co variante ú observación al texto por nosotros
medias por un orden distinto de los ejempla reimpreso en este tomo. En general, todas si
res que citan el Conde de Schack, Barrera y guen la edición que hemos llamado de i649.
Salvá (Catál. I, 4o2), parece que nos hallamos En el siglo xix se publicó muy incorrecta,
con una edición diferente de las conocidas, como hemos dicho, en el Tesoro de Ochoa
pero que de seguro no es de i649, como dice su (París, i838, tomo iv) y por Hartzenbusch en
portada. Para la claridad en las citas conserva la Biblioteca de Autores Españoles. Este último
mos, sin embargo, esta fecha. propuso algunas enmiendas aceptables que in
Después de estas ediciones no se volvió á im cluímos entre las 2í7 notas que hemos puesto
primir (que sepamos) en el siglo xvii el Bur á nuestra edición de la comedia.
lador hasta que fué incluida en el Libro nuebo No puede considerarse como imitación ni re
estrabagante de comedias escogidas de diferen fundición, sino como El Burlador mismo, con
tes autores. Año (Escudo de armas extranjero) algunos versos cambiados, la comedia titulada
de i 677. En Toledo. 4.° Cada comedia lleva su Tan largo me lo fiays, que va en el presente
paginación y signaturas especiales. Contiene i 3, tomo desde la pág. 656.
todas del siglo xvii y la segunda en el orden del Su verdadero título es: Tan largo me lo
tomo es: El Burlador de Sevilla y Combidado fiays I comedia | famosa. \ De Don Pedro Cal
de piedra. Comedia famosa. Del Maestro derón. Sin lugar ni año de impresión, i6 hojas
Tirso de Molina. 4. °, i8 hs. sin numerar; sig foliadas á dos columnas, signaturas A-D, todas
naturas A-E de cuatro hs., menos la última le de cuatro hs.
tra que tiene dos. Halló D. José Sancho Rayón esta comedia en
El texto de esta comedia sigue al que hemos una edición suelta por los años de í878 y se
llamado de i649. apresuró á darla á conocer al público en el
La portada é índice de este tomo, únicos pre tomo xii de su Colección de libros españoles
liminares que lleva, son apócrifos. Fueron he raros y curiosos. Pero equivocándose en la
chos fuera de España; probablemente en Lon época de su impresión (pues la comedia no
dres. El tomo fué de Gayangos. La impresión lleva señal alguna) juzgóla de la primera mi
de las comedias sí parece del siglo xvii. tad del siglo xvii, lo cual dió margen á que don
En el siguiente se reimprimió lo menos cinco Manuel de la Revilla escribiese mil cosas in
veces, pues de todas poseo ejemplar. Son las fundadas, suponiéndola anterior al Burlador
siguientes: auténtico. No hay necesidad de volver sobre
Comedia famosa. El Burlador de Sevilla, y esta cuestión, que debe darse por resuelta. Clase
Combidado de piedra. Del Maestro Tirso de de papel, estoposo y obscuro como se utilizó
Molina. Hallaranse esta comedia y otras de en casi todas las impresiones de España desde
diferentes títulos, en Madrid en la Impren que las guerras civiles de i64o y i64i trajeron
ta de la calle de la Paz. Año de í728. 4.°, la crisis y escasez del papel de imprimir; tipos
i6 h. de un elzeviriano bastardo, alargado y feo,
El Burlador de Sevilla, y Combidado de como se empezó á usar desde los años i66o; la
piedra. Comedia famosa. Del Maestro Tirso circunstancia de ser impresión suelta, cosa ra
de Molina. Sevilla, Viuda de Francisco Leef- rísima en nuestra tipografía dramática antes
dael. S. a., (hacia i735), 4.°, 32 págs. de i65o, el ser atribuida esta obra á Calderón,
Comedia famosa. El Burlador de Sevilla, y todo está acusando lo tardío de esta edición,
Convidado de piedra. Del Maestro Tirso de que seguramente no bajará del referido año
Molina. Sevilla, José Padrino. S. a. (ha de i66o. La refundición puede ser, con todo,
cia i74o), 28 págs. en 4.° algo anterior, pues en dicho año sólo corrían
VIH CATALOGO RAZONADO
los textos de i63o y i653 ó i654, y el que la hizo De esta obra se han hecho, como es sabido
tuvo á la vista un texto mejor en algunos lu un gran número de imitaciones. De las extra
gares, pues el de Tan largo me lo fiáis suple ñas ha dado cuenta el Sr. D. Arturo Farinelli,
y corrige con fortuna en algunos casos el más el último que ha tratado histórica y crítica
antiguo de ió3o, así como en otros (el mayor mente este asunto del Burlador ó del Don
número) no es tan correcto. Juan, como los extranjeros dicen, en dos lar
La más importante de las modificaciones que gos artículos del Giornale storico del la lettera-
el anónimo refundidor introdujo fué sustituir tura italiana (vol. xxvn, páginas i y 254), en
la primitiva y propia de Tirso descripción de i896.
Lisboa, por otra de Sevilla, que el interpola El Sr. Farinelli no fué, con todo, entera
dor había tal vez usado en alguna otra come mente feliz; pues las dos primeras adaptacio
dia cuando la destinase á ser ejecutada en la nes del asunto en Italia y en Francia no las
ciudad del Betis. pudo hallar.
Se ha negado que esta obra fuese de Téllez. Quizá sea más afortunado M. G. de Bévotte,
sin más fundamento que el de no haber sido quien, según nuestro docto amigo Mr. de Mar-
publicada por él. En el mismo caso se hallan tinenche en su excelente libro de Moliere et le
otras muchas y á nadie se puede ocurrir que no íhéátre Espagnol (París, Hachette, i9o6, pá
le pertenezcan. Más aún: alguna como Lo que gina 253), está terminando un estudio sobre los
hace un manto en Madrid (ó sea En Madrid y orígenes y desarrollo de la leyenda de Don
en una casa) la única vez que apareció impresa Juan, en la literatura, en la música y en la pin
lo fué á nombre de Rojas, y, sin embargo, no tura.
es posible que nadie que conozca el estilo y Tampoco creemos puedan aceptarse sin re
lenguaje jde Tirso pueda dudar ni un mo servas algunas opiniones del Sr. Farinelli,
mento sobre la propiedad de ella. nuestro amigo; pero que, á nuestro juicio, se
En cuanto al Burlador, vemos que la pri equivoca cuando dice: «Non credo un filo alio
mera vez que se imprime es en vida de Té pagnolismo tanto decantatodella leggenda, las
llez, con su nombre, sin que él proteste en las quale probabilmente penetró in Espagna dal
cinco ocasiones que tuvo de hacerlo, al publi Settentrione; mi dispiace di non saperedire ne
car sus comedias. Con el mismo se reproduce come, ne quando» (pág. 9).
tres ó cuatro veces en el siglo xvn y cinco en Arranca esta incredulidad de que el Sr. Fa
el xviii sin que una voz se alce á desmentir el rinelli disgrega y descoyunta la leyenda del
aserto. Tenorio, buscando antecedentes en todas las
El lenguaje y estilo son los comunes en literaturas acerca de los galanes enamoradizos;
nuestro autor. Bastarían aquellas palabras de de los que se burlan de la muerte y convidan
Ripio en la escena VIII del acto primero: á un cadáver, esqueleto ó calavera; de los que
Pues ¿es quienquiera presencian ó creen presenciar su propio entie
una lavandrix, mujer, rro, y de otras circunstancias que concurren en
lavando y fregatri^ando, la leyenda del Burlador, suponiendo que Tir
defendiendo y ofendiendo,
los paños sucios tendiendo, so, á manera de hábil arquitecto, fué reunien
regalando y remendando? do todos esos elementos para levantar su edi
Dando dije, porque al dar
no hay cosa que se le iguale: ficio.
y si no á Isabela dale Esto no puede admitirse. Buena ó mala, ver
á ver si sabe tomar. dadera ó falsa, Tirso halló en Sevilla una tra
O aquella redondilla: dición completa, que es la que puso en su obra.
Se citaba la familia del protagonista; el con
Y en vuestro divino oriente
renazco, y no hay que espantar, vento de San Francisco, donde ocurrió su
pues veis que hay de mar á amar muerte, y hasta el sepulcro y estatua del Co
una letra solamente, mendador Ulloa. El carácter de Don Juan ne
cuyo juego de palabras vuelve á emplear en la cesitaba basarse en hechos y circunstancias
tragedia de La venganza de Tomar. que quizá se habrán dado aisladamente en
Y no insistiremos en esto, porque nos parece otros tipos poéticos; pero que en él necesitan
que sólo el deseo de manifestar opiniones sin estar reunidos para que sea lo que es. Valor
gulares puede conducir á la negación de cosa indomable, desprecio de las leyes y de toda
tan evidente. autoridad, y aun de la misma muerte; incre
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA IX

dulidad de la virtud femenina y ninguna in cia (i), compuso la comedia titulada La ven
clinación al amor puro ó constante, pero gran ganza en el sepulcro, que por primera vez
de propensión á escarnecer á todas las mujeres aparece impresa en el presente tomo, copiada
que halla á su paso; falta de lealtad con pa del único manuscrito existente en nuestra Bi
rientes y amigos cuando se trata de sus capri blioteca Nacional y que procede de la Biblio
chos; en una palabra: el espíritu de nega teca de Osuna.
ción satánica encarnado en el tipo de ma Don José Franquesa y Gomis ha publicado
yor grandeza dramática de la época moder un buen artículo crítico de esta comedia en el
na (i). Homenaje á Menéndez y Pelayo (i, 254). Por él
Las imitaciones españolas someramente ci y por el texto puede verse cuánto decayó el
tadas ú omitidas por los escritores son las si brioso tipo del Tenorio en manos de Córdoba,
guientes: hasta convertirse en un valentón de esquina.
El alférez lusitano Jacinto Cordero, pero que Mucho más conocida es No hay deuda que
escribió en nuestro idioma (i6o6-i646), com no se pague y Convidado de piedra, que este
puso, según afirma Barbosa Machado, No hay título es el que D. Antonio de Zamora dió á su
plazo que no llegue ni deuda que no se pague. obra al incluirla en el segundo tomo de sus
Repiten la cita, aunque no lograron ver la comedias (pág. 2IÍ7). Mesonero, al reimprimirla
obra, Barrera en su Catálogo, y García Peres en el segundo volumen de los Dramáticos pos
en el suyo razonado (pág. i23), dándola como teriores á Lope de Vega (pág. 4i i), de la Bi
impresión suelta, y Theophilo Braga añade en blioteca de Autores Españoles, se lo cambió,
su Historia do theatro portuguez (ti, 3oo), que tomándolo de las impresiones sueltas por el de
fué impresa en i667; pero es sabido el poco So hayplazo que no se cumpla ni deuda que no
caso que hay que hacer de este prolífico y no se pague y Convidado de piedra, así como tam
velesco historiador. bién alteró algo el texto.
Lo más probable es que Barbosa la haya Antes del Don Juan Tenorio, de Zorrilla,
confundido con la de Zamora, sospecha que se este de Zamora era el que se representaba en
acrecienta al ver que atribuye igualmente á nuestros teatros. Sin embargo, después que
Cordero El valiente negro en Flandes, que es Alejandro Dumas dió á conocer su Don Juan
deClaramonte y que Braga da sin escrúpulo de Marana, tradújose en castellano lo menos
por el autor lusitano. dos veces y se puso en nuestra escena. Titú
Muy avanzado ya el siglo xvii, un D. Alonso lase la primera versión:
de Córdoba y Maldonado, criado del rey, como Don Juan de Marana y Sor Marta. Drama
él se llama, pero de quien tenemos poca noti- en cinco actos y en prosa, Del célebre Alejan
dro Dumas: Arreglada (sic) al teatro español.
Por J. A. Ll. Tarragona: Imprenta de Chu
lla, í838. En 8.°, 88 págs.
(i) Después de escrito lo que antecede, ha publi
cado nuestro ilustre compañero D. Ramón Menéndez Dice el traductor del drama que «para pre
Pidal (Cultura española: Madrid, Mayo de i9o6, pági sentar éste en nuestro idioma no ha podido
na 449) curioso articulo Sobre los orígenes de El con prescindir de hacer algunas variaciones en ella,
vidado de piedra, utilizando, además de los artículos sin las cuales tal vez hubiera chocado con
de Farinelli, otro de J. Bolte: Ueber den Ursprung der
Don Juan-Sage, publicado en la Zeitschrift fiír ver- nuestro genio y costumbres».
gleichende Litteraturgeschichte (tomo xm, pág. 374).
Berlín, i890. Aunque el Sr. Menéndez Pidal sólo estu
dia uno de ios elementos ó aspectos parciales del asun (i) Sólo conocemos suya la siguiente obra, en que
to, para lo cual aduce un romance inédito, hallado en añade algunos pormenores y circunstancias de su per
la provincia de Segovia, al concluir su artículo escri sona y condición social: Relación de la festiva pompa
be: «La verdadera fuente próxima de El Burlador de y fervoroso anhelo con que la muy noble y leal ciu
bió ser una leyenda referente á Sevilla, que fijaría ya dad de Segovia, Cabeza de Extremadura h.a celebrado
el nombre de D. Juan Tenorio y, probablemente, el la traslación de su Patraña y Soberana Reina Virgen
del Comendador D. Gonzalo de Ulloa. No sería difícil de la Fuencisla, d la nueva y prodigiosa maravilla
que aparecieran rastros de esta leyenda en la tradi de su retablo en su hermita y siempre en venerado
ción andaluza, debidamente explorada, ó en algún ar sagrado reverente culto. Escritor, Alonso de Cordova
chivo olvidado.» Maldonado, Veedor y Contador por S. M. de las
Esto nos parece mejor y más útil camino que el obras y Alcázares reales desta dicha ciudad, Casas y
traer á colación cuentos daneses, picardos ó de Islan- Bosques reales de su contorno y Real Ingenio de Mo
dia, que el pobre Tirso no pudo conocer ni indirecta neda. Con licencia, En Madrid, por María de Quiño
mente. nes, año i662. 4.°, 3 h. prels. y i5i págs.
CATÁLOGO RAZONADO
Al año siguiente se representó é imprimió: no de las peores, de su cosecha, que hacen de
Don Juan de Marana ó la caída de un ángel. esta obra, con todos sus defectos, una de las
Misterio en cinco actos y éstos divididos en más famosas de nuestro teatro.
siete cuadros y dos intermedios. Escrito en Es muy singular el juicio que el Sr. Farine-
francés por Mr. Alejandro Dumas. Madrid. llí hace de Zorrilla. Tomando al pie de la le
Imprenta de Yenes, í839; en 4.°, 69 págs. tra aquellas hipócritas palabras suyas: «Por
Esta traducción consta de verso y prosa, y poeta dramático no me tuve jamás», y apoyán
pertenece á D. Antonio García Gutiérrez, se dose en ellas, escribe candorosamente que á Zo
gún Hartzenbusch (Pról. á las Obras de Gar rrilla le faltaba lo esencial para ser poeta dra
cía Gutiérrez, Madrid, i866; pág. 23.) Fue re mático. Y así no parecerá extraño que consi
impreso en i852. dere de mayor mérito que la grande obra del
El 28 de Marzo de i844 se estrenó en el tea Maestro una de sus parodias: «Meglio del dra
tro de la Cruz, á beneficio de Carlos Latorre, el ma stesso é la parodia del 7 enorio, Juan el
Tenorio, de Zorrilla, y se imprimió poco des Perdio che, s'io non erro, Mariano Rico, (sic)
pués con el siguiente título: Don Juan Tenorio. rappresento per la prima volta nel i848.» (Pá
Drama religioso-fantástico , dividido en dos gina 32o.)
parles, compuesto de siete cuadros; original y ¡Quién se lo hubiera dicho al difunto don
en verso de D. José Zorrilla. Madrid, Imprenta Mariano Pina, que andando el tiempo le ha
de Repullés, i 844, 8.° mayor (Galería dramá bían de poner por encima no menos que
tica). Desde entonces se ha reimpreso otras del primer poeta español de los tiempos mo
muchas veces, ya suelto ó ya en colección con dernos!
las demás obras del autor. Además de esta parodia se hicieron otras va
Zorrilla tomó el asunto de su obra, princi rias del drama de Zorrilla, pues raro es el año
palmente, del Convidado, de Zamora, y del que en el mes de Noviembre no surge algún
Marana, de Dumas. En cuanto al Burlador, poeta satírico que toma pie de aquel asunto
de Tirso, ni lo conocía siquiera; por más que para dar salida á su humor maleante.
otra cosa afirme en sus Recuerdos del tiempo De las más antiguas y aplaudidas fué Don
viejo (tomo i, pág. i63), donde escribe estas Juan Trapisonda. Obra del actor y autor dra
inexactísimas palabras: mático D. Juan de Alba, quien hizo el papel
« No recuerdo quién me indicó el pensa principal de su obra en el estreno de ella á fines
miento de una refundición del Burlador de Se de Mayo de i85o. Se imprimió en el mismo
villa, ó si yo mismo, animado por el poco tra año con el título de Don Juan Trapisonda ó el
bajo que me había costado la de Las travesu demonio en una casa. Juguete cómico en un
ras de Pantoja, di en esta idea registrando la acto, por D. Juan de Alva. Representado con
colección de comedias de Moreto; el hecho es general aceptación en el teatro de la Comedia
que sin más datos ni más estudio que el Bur el 2i de Mayo de i85o. Madrid, Repullés,
lador de Sevilla de aquel ingenioso fraile y su i 85o, 4.°, 2o págs.
mala refundición de Solís, que era la que hasta Otra graciosa parodia es la de Salvador Ma
entonces se había representado bajo el título ría Granés, titulada Juanito Tenorio, en un
de No hay plasfi que no se cumpla ni deuda que acto y dos cuadros, estrenado é impreso en
no se pague ó el Convidado de piedra, me obli i 886 (28 págs. en 4.°). Lleva música del Maes
gué yo á escribir en veinte días un Don Juan de tro Nieto.
mi confección.» Y original y graciosísimo es el Tenorio mo
Hay en estas palabras tantos errores como dernista de D. Pablo Parellada, estrenado é
afirmaciones. Ni el Burlador formaba aún par impreso en el pasado año de i9o6.
te de colección alguna de su autor, ni es de El mismo Zorrilla convirtió en i877 su Don
Moreto, ni éste era fraile, ni la obra fué refun Juan en zarzuela, á la que puso música el .
dida por Solís, ni Zorrilla hizo su Tenorio en Maestro Manen; se representó con poco éxito y
veinte días. Finge desconocer el Marana de se imprimió con el título de Don Juan Tenorio,
Dumas, que pudo haber visto representar va zarzuela en tres actos y siete cuadros de don
rias veces y era traducción de su íntimo García José Zorrilla, música del Maestro D. Nicolás
Gutiérrez, y le dió el tipo de D.a Inés y otras Manen. Representada por primera vez en el
cosas de su drama. Claro es que, aparte de la teatro de la Zarzuela, el 5/ de Octubre de
soberana versificación, hay algunas escenas, y i877. Madrid, Rodrigue^, i877, 4.°, io3
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XI
páginas, con más de cuatro hojas al final, con Es el asunto de la comedia de Tirso gran
advertencias del autor, explicando el por qué parte de la vida del famoso modenés Jacobo
convirtió en musical su drama. Fué cantado Gratis ó de Trenci, que parece era su verda
por las Sras. Franco de Salas, Galeti, Hordan, dero apellido (i5i7-i6i9), quien, establecido en
Baeza y Franco, y los Sres. D. Rosendo Dal- Madrid, fué fundador del convento é iglesia del
mau, Ferrer, Banquells, Tormo y otros. Carmen Calzado, del Oratorio que aún lleva
Por último, añadiremos, que el Tenorio de su nombre y de otras fundaciones devotas y
Zorrilla se ha traducido en francés, inglés, benéficas.
alemán é italiano. Su vida escribió á poco de fallecido Gratis,
el mercenario Fr. Alonso Remón, que sirvió á
i7 El Caballero de Gracia. Tirso para su comedia; y con más extensión,
D. Francisco Javier Rodrigo El Caballero de
Se incluyó, como de Tirso de Molina, en la
Gracia. Historia imparcial y vindicación crí
Parte xxxi de la colección de Varios del si
tica de este venerable y ejemplar sacerdote. Se
glo xvii (Madrid, José Fernández de Buendía,
gunda edición, corregida y aumentada. Ma
i669, 4.°), la quinta entre las del volumen.
drid, í88í. 8.», 268págs.
Desde entonces, que sepamos, no ha vuelto
á imprimirse. Va en el presente tomo.
i8. El castigo del pense- que.
Al final, dice Lamberto, uno de los perso
najes: Impresa en la Parte /.a de Tirso (i627). Re
Es tanto impresa con su 2.a parte por D.a Teresa de
lo que deste Caballero Guzmán á principios del siglo xvm, con el tí
hay que decir, que lo guardo
para la segunda parte, tulo de Comedia sin fama. El que fuere bobo
por lo que habéis estimado no camine (Madrid, s. a., 72 págs. en 4.°), y
al Caballero de Gracia
en Madrid sus cortesanos. otra vez, sin lugar ni año, en el mismo siglo.
Modernamente se ha reimpreso por Hart-
Tampoco conocemos esta segunda parte ni
zenbusch (Teatro escogido, tomo v) y en Au
si Tirso llegó á escribirla.
tores españoles.
En la Biblioteca Nacional hay un manus
Con la fecha de i827 y con el título de El
crito antiguo de un auto sacramental, titulado
que fuere bobo no camine hay en la Biblioteca
El Caballero de Gracia; pero no lleva nombre
Municipal de esta corte una refundición anó
de autor, ni, aunque bien versificado, puede
nima en cinco actos en verso. Manuscrito en 4.°
atribuirse á nuestro mercenario. Intervienen
Es del actor Juan Carretero, y fué representada
en él, además del protagonista, el Cuidado, el
en el teatro de la Cruz el 3o de Enero de i828.
Honor, la Malicia, la Fe, Luzbel, San Pedro,
Esta comedia fué imitada en Inglaterra en el
Arrio, el Hombre, el Tiempo, la Herejía,
mismo siglo xvii por James Shirley, con el tí
Martín Lutero, San Juan Bautista y la Envi
tulo de The Opportunithy (i634).
dia. Tiene muy poco interés.
El Castigo del pensé-que es primera parte
Consta también anónimo en los Catálogos
de Quien calta otorga, en la que el protago
de Medel, Huerta y Barrera.
nista se enmienda de su falta de decisión con
Antonio Enríquez Gómez afirma, en el pró
las damas.
logo de su Samson Nazareno, haber escrito una
Fué escrita en Toledo, en i6i3, como se de
comedia del Caballero de Gracia; y dada la poca
muestra por el siguiente pasaje del acto pri
confianza que merecen las adjudicaciones de
mero, excena X:
los editores de época tan tardía como la de la
impresión de esta obra, no sería imposible que D. Rodr. ¿Hay sucesos semejantes?
Chinch. Cuando los llegue á saber
la que pasa como de Tirso fuese, en realidad Madrid, los ha de poner
(aunque no parece verosímil por el asunto y en sus Novelas Cervantes;
su desarrollo), de aquel judaizante segoviano. aunque en el tomo segundo
de su manchego Quijote,
Entre las numerosas obras de D. Luis Ma no estarán mal, como al trote
riano de Larra, hay una titulada El Caballero los lleven por ese mundo
las ancas de Rocinante
de Gracia, drama tradicional, en que falseó ó el burro de Sancho Panza.
por completo la vida de este piadoso varón, y Estaban, pues, ya impresas las Novelas ejem
se representó por primera vez en el teatro Es plares (Madrid, Juan de la Cuesta, i6i3), y no
pañol el 2í de Noviembre de i87i. se había publicado la segunda parte del Qui
Xll CATÁLOGO RAZONADO
jote (Madrid, Juan de la Cuesta, i6i5), ni tam Te sirvo, dilo tú mismo,
poco el Quijote de Avellaneda (Tarragona, Fe diez años ha; que en guarismo
montan ciento veinte meses;
lipe Roberto, i6i4), pues si no, hubiera Tikso pero en cuenta castellana,
aludido á él. tomando papel y pluma,
lo que te he servido suma
«Representóla Heredia.» quinientas y diez semanas;
y si la cuenta confías
de un zángano entremetido
iq. Cautela contra cautela. te dirá que te he servido
tres mil y seiscientos días.
Y si todo aquesto ignoras,
Figura en la Parte 2.a de la colección espe te sacará desta duda
la aritmética menuda:
cial de Tirso (i635). Fué reimpresa en el si son ochenta y seis mil horas.
glo xviii, en 4.°, sin lugar ni año, y Hartzen-
busch la colocó en Autores españoles. 2o. La celosa de sí misma.
Moreto la refundió con el título de El mejor Pertenece á la Parte i .°de la colección de Tir
amigo, el rey. so (i627). Reimprimióse en el siglo xviii, sin
Cautela contra cautela es una de las ocho co lugar ni año, en 4.°, y por Hartzenbusch en su
medias del segundo tomo de la colección pro Teatro escog ido(tomo n)y en Autoresespañoles.
pia de Tirso, que no le pertenecen por entero. En la Biblioteca Nacional hay un manuscrito
Tiene el mismo argumento que El amor y el de esta comedia, fechado en i829, con el título:
amistad, comedia suya indubitada. Todo el Lo que puede la aprensión ó sea la celosa de si
primer acto y parte del segundo son iguales en misma.
ambas en el fondo y manera de desarrollar las Ls comedia de la primera época de Téi.lez,
escenas. Después varía algo Cautela (que es salpicada de alusiones á cosas del tiempo, como
una especie de refundición de la otra); da más hemos visto en la biografía que va en el tomo i.
juego la prueba de las mujeres; añádese el epi
sodio de la conjuración, que aumenta el inte 2i. Celos con celos se curan.
rés, y es más rápido el desenlace. Esta comedia Hállase en la Parte 4.a de Téllez (i 635).
es, en cierto modo, más perfecta y acabada que
Pero antes se había estampado como de Lope
El amor y el amistad, aunque mucho menos
de Vega, en la Parte 27 (extravagante) de Lope
valiente y rica en efectos dramáticos.
y otros (Barcelona, i633). Reimprimióla con
Parece, á juzgar por algunos pasajes, que el
el aditamento de «Comedia sin fama» D." Te
colaborador de Tellez en esta obra fué don
resa de Guzmán, sin año (hacia í733), en iS
Juan Ruiz de Alarcón. Tal es el parecer de Fer
hojas en 4.° sin numerar. De nuevo se estampó
nández-Guerra, en su libro sobre este poeta, y
en Cádiz, en la imprenta de D. Antonio de
aun la de Hartzenbusch. Murguía, i8i 5; 4.°, 32 páginas; en la colec
Pero del estilo y modo de expresarse propio
ción de Ortega (i826, tomo i de Tirso) y por
de Tirso hay multitud de pasajes en los dos
Hartzenbusch (Teatro escogido, ix) y en Au
primeros actos. Las frases amor vizcaíno, ha
blar caseramente, ojos porquerones, alma cor tores españoles.
En la Biblioteca Nacional hay un manus
cheta y otras mil, son suyas. Hasta hay pasajes
crito fechado en i .° de Diciembre de i625, y en
que recuerdan los de otras comedias. La rela
la Municipal otro de una refundición en cinco
ción del criado Chirimía (acto primero, es
actos, anónima y fechada en i8i8.
cena I), en que cuenta las horas de servicio
con su amo es igual á otra de la com-dia de Celos de amor y de honor ni aun á su padre
Téllez Amar por arte mayor (acto segundo, perdonan.
escena V), donde dice Bermudo: (Véase Habladme en entrando.)
¿Ansí se olvidan 22. El celoso prudente.
veinte años de parentesco,
dos meses de hospedería, Estampada por primera vez en Los Ciga
ocho semanas de mesa,
de trato sesenta días? rrales de Toledo, obra de Tirso (i62i ). Reim
¿Así dos mil y cien horas primióla D.a Teresa de Guzmán, en Madrid,
de aposento y ropa limpia?
hacia i733, con el título de Comedia sin fama.
Lo que en Cautela contra cautela dice Chiri El Zeloso prudente en el mayor aprieto de los
mía es: I celos. Sin año, 4. °, 22 hojas.
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA X1I1
En la Biblioteca Nacional hay un manus Por su parte D. Vicente García de la Huerta
crito antiguo de esta comedia con el subtitulo en su Catálogo (Madrid, i785, 8.°), por no
de Al buen callar le llaman Sancho, y Barrera equivocarse, registra los títulos en esta forma:
dice que también se imprimió con él. El noble siempre es valiente.— De Zárate.
Hartzenbusch lo reprodujo en su Teatro es El noble Martin Peláez y vida y muerte del
cogido de Fr. Gabriel Téllez, tomo n, y en Cid. — Del mismo.
A utores españoles. Vida y muerte del Cid. — De Zárate,
Calderón lo imitó con bastante servilismo como si fuesen tres obras distintas.
en A secreto agravio secreta venganza. Casi lo mismo habia hecho en í735 Medel en
su Catálogo impreso, si bien sólo adjudica á
23. El cobarde más valiente. D. Fernando de Zárate la que intitula: Noble
Sirvió de original para la impresión de ésta siempre es valiente, dejando anónimas las otras
comedia (que va en el presente volumen) la dos.
copia hecha por D. Agustín Durán de una El ya mencionado Huerta, recuerda tam
edición suelta del siglo xvir, que poseía don bién estas otras dos:
Justo de Sancha, en donde se atribuye á Fray «El cobarde más valiente. — De Molina.
Gabriel de Téi.i.ez. La conquista de Valencia por el Cid. — De
El asunto, que son las aventuras de un so Molina.»
brino del Cid, llamado Martín Peláez, fué Pero como estas citas están hechas sin nin
muy tratado por nuestros dramáticos. Parece guna precisión bibliográfica, no son de utilidad
ser el primero el anónimo que compuso la co alguna.
media de Las hazañas del Cid y su muerte con Para terminar, con la obra de Zárate, apun
¿a toma de Valencia, impresa en un rarísimo taré aún estas otras impresiones que he visto
tomo de Seis comedias de Lope de Vega y otros (y, poseo como casi todas las sueltas que men
autores. Lisboa, i6o3. Lope negó ser autor de ciono).
las obras contenidas en este volumen, afir Vida y muerte del Cid y noble Martín Pc-
mando á la vez que, aunque suena de Lisboa, láe'x. Madrid. Librería de Quiroga, i792, 4.°
fué estampado en Castilla. Vida y muerte del Cid y noble Martín Pe-
Viene luego El amor hace valientes, de don láe\. Dc un ingenio. Barcelona, Serra y Cen
Juan de Matos Fragoso, impresa en la Pri teno, i8oj, 4.°
mera parte de sus comedias. (Madrid, por Ju Valencia, Imprenta de Ferrer de Orga, i 8i 3,
lián de Paredes, i658, 4.°; la última del tomo. ) 4-°
He visto además una impresión suelta del si Valencia, Ildefonso Mompié, i822, ió.°
glo xvn, sin lugar ni año, también en 4.' y Resulta, pues, que prescindiendo del de M'o3
en 2o hs. sin foliar. (que no conocemos), son tres los textos de esta
A ésta sigue la titulada El noble siempre es obra.
¡'aliente. Comedia de D. Fernando de Zárate y i.° El cobarde más valiente que va en este
Castronovo. Manuscrito autógrafo, firmado y tomo.
cun dedicatoria á D. Alonso de Carcamo, fe 2.° El de Matos. Quiso este autor aumentar
chada á i 3 de Abril de i66o, existente en la Bi el interés y dar causa más enérgica al cambio
blioteca Nacional. Este texto es el mismo que de carácter de Martín Peláez, convirtiéndose
el impreso con el título de Vida y muerte del de cobarde en uno de los más heroicos guerre
Cid y noble Martín Peláez. Comedia de un in ros del glorioso Campeador; y en vez de traerle
genio de la Corte. Salamanca, Imprenta de la enamorado de Asturias, halla su dama en el
Santa Cruz, s. a., 4.°, 36 págs. Quizás haya campamento mismo del Cid, en su sobrina El
alguna anterior, pues, aunque anónima, se cita vira, á quien igualmente pretende el famoso
esta obra en el Catálogo de D. Juan Isidro Fa Alvar Fáñez. Los celos de éste y los de otro
jardo (que lo compuso á principios del si paladín moro despiertan, por fin, el dormido
glo xvm) con el título de El noble siempre es valor del asturiano, y en lucha particular
valiente. Con este mismo menciona Barrera vence á cada uno de sus competidores y ob
otra impresión suelta como «de un ingenio». tiene la mano de su prima.
Durán cita otra con el de El noble Martín Pe- 3.° El de Zárate. Esta obra, más confusa por
táe%. Tengo además otra impresión de Valen abundar más los episodios de todo género que
cia, José yThomásde Orga, i774; 34 págs., <\. " ahogan la acción principal que es ó debe ser
XIV CATÁLOGO RAZONADO
el tránsito en el alma de Martín Peláez de la de Guzmán en Madrid, con el título de Come
extrema cobardía al valor más temerario. . dia sin fama. Cómo han de ser los amigos, y
Viene el Rey Alfonso al campamento del de el non plus ultra de la amistad. 4.°, 36 págs. En
Vivar; interviene una Infanta mora, que es un la oficina de Juan de Ariztia.
marimacho, y están falseadas otras circunstan En el mismo siglo se reimprimió otras dos
cias históricas. veces: una por Suriá y Burgada. Barcelona,
De todos éstos el que mayor belleza dió al s. a. (hacia i78o), 4.°, i6 hs. sin numerar, y
asunto fué Tirso de Molina, si es que esta otra también en Barcelona por Juan Nadal,
obra es suya, cosa que por hoy no nos atreve í778, 4-°
mos á afirmar ni á negar. En la Biblioteca Nacional existe un manus
Sólo añadiremos, para concluir, la Diversión crito antiguo de esta comedia, cuyas variantes
de dos horas, ó comedia nueva historial, fácil hemos utilizado en el texto del tomo i de la edi
de executar en qualquier casa, para cinco hom ción nuestra.
bres solos, intitulada El mas heroyco español, Don Vicente Rodríguez de Arellano, en la
lustre de la antigüedad, con su entremés y saí refundición que á fines del siglo xvm hizo de
nete. Compuesta por Joseph Concha. Sin lugar la comedia de Lope, Lo cierto por lo dudoso, y
ni año (hacia i77o, Madrid, Librería de Casti se representó con mucho aplauso, colocó
llo), 26 págs. en 4.° en ella muchos versos de Cómo han de ser los
Intervienen el Cid, Martín Peláez, D. Or- amigos.
doño, el Rey D. Alfonso, Chaparrón, gracioso, En la nota de Los Cigarrales se dice que
y acompañamiento. esta comedia, así como la de El celoso pru
Entre la primera y segunda jornada va el dente, la representó Pinedo (Baltasar de), có
entremés Por engañar engañarse y el hoste mico muy renombrado y ensalzado particular
lero burlado y antes de la tercera el saínete mente por Lope de Vega, de quien fué amigo.
Las pruebas de un casado.
Para su obra tuvo José Concha, que era un 26. El condenado por desconfiado.
cómico de Madrid, principalmente á la vista la Impreso primero en la Parte 2.° de la colec
Vida y muerte del Cid, de D. Fernando de Zá ción peculiar de Tmso (i635). Hállase igual
rate, aunque le añadió episodios de su cosecha mente, y bajo el nombre de Tirso, en el tomo
especialmente en el primer acto que com ó parte de comedias del siglo xvn, poco ó nada
prende la jura de Santa Gadea. conocidas, que halló y describió en i887 el se
Por fin, este asunto ha servido también de ñor Adolfo Schaeffer, y que acaso haya perte
base á la tragedia de Casimiro Delavigne titu necido á la todavía incompleta colección de
lada La hija del Cid. Diferentes autores. (V. Ocho comedias descono
cidas de D. Guillén de Castro...) Leipzig, i887
24. El Colmenero divino. y tdmo l, pág. vm.) En este tomo se halla
Auto sacramental. Publicólo Tirso en su también otra comedia de Téllez titulada
Deleitar aprorechando (i635). Amor y celos hacen discretos, la cuarta en el
Reimprimióse á principios del siglo xvn con orden del tomo, así como El condenado es la
este título: El Colmenero divino. A uto sacra quinta.
mental. Del Maestro Tirso de Molina. Repre Reimpresa en Madrid (á nombre de Téi.lez)
sentóle Pinedo, año de i 62í. Sin lugar ni año, por Francisco Sanz, sin año (hacia i73o), en
en 4.°, i9 págs. Figura además en la colección 4.°, y otra vez por la misma época, también
de Autos sacramentales, formada por la Bi sin año ni lugar, en 4.°, i4 hojas foliadas.
blioteca de Autores Españoles por D.Eduardo Hartzenbusch la incluyó en su colección de
González Pedroso. Autores españoles y antes en el Teatro esco
£n la Biblioteca Nacional hay un manus gido, tomo xi.
crito antiguo de este auto con el título de El En la Biblioteca Municipal de Madrid hay
divino Colmenero; 35 hs. en 4.°, letra de fines dos manuscritos, copia moderna, de esta co
del siglo xvii ó primeros años del siguiente. media con el nombre del autor.
D. Manuel de la Revilla hizo dos refundi
25. 6ómo han de ser los amigos. ciones de esta obra, que han quedado manus
Impresa primero en Los Cigarrales de To critas y posee hoy el Sr. Menéndez y Pelayo.
ledo (i62i). La reprodujo en i734 D.* Teresa Mr. Alfonso Rover, autor de una Historia uni
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XV

versal del teatro, tradujo ésta y otras obras de El episodio de la vida de Pafnucio, tan be
Tirso y las publicó en París, i863, 8.° llamente novelado por Anatolio France, jun
Imitaciones parciales y episódicas abundan tándole otro del mismo origen, el de Santa
en nuestro antiguo teatro, y aun en el moder Tais ó Santa Teodora, que asimismo es tan
no, como El mal apóstol y el buen ladrón, de conocido de nuestros dramáticos del siglo xvii,
Hartzenbusch. parece el tránsito natural al lindo ejemplo (el
De los trabajos críticos acerca de este drama tercero) que D. Juan Manuel colocó en su Li
hemos dado cuenta en el prólogo del tomo i de bro de Patronio ó Conde Lucanor.
esta colección de Tirso. Pero así y todo la semejanza es incidental,
Esta comedia es una de las ocho en que como lo es igualmente la del ermitaño após
Tmso tuvo un colaborador que, probablemen tata, que también cita y aprecia debidamente
te, será distinto en cada una. Por las razones el Sr. Menéndez Pidal. Los dos juntos casi
que largamente hemos expuesto en nuestras componen el Condenado. Queda el engaño del
Investigaciones bio-bibliográ/icas acerca de Demonio y el bellísimo episodio del Pastorci-
Tirso de Molina (pág. io2), la parte que de IIo, que quizá sean de la invención de Tirso,
esta comedia corresponde á Tirso no es pe así como otros de menor cuantía que hay en
queña. Obra de tal grandeza no pudo ser ima su comedia.
ginada más que por una sola persona que es Como se ve por los últimos versos de la
tuviese á la altura del asunto. Abandonada obra resulta también que su verdadero título
luego por el autor, sufrió en poder de los có fué antes de ser coleccionada, El mayor des
micos algunas modificaciones poco esenciales, confiado y pena y gloria trocadas.
pero que bastaron á Tirso para negarle su
filiación por entero. 27. La Condesa bandolera ó la Ninfa
Al final de la obra dicen: del cielo.
Juez. No más; á Nápoles varaos
á contar este suceso. En el cuerpo de esta obra, que figura en el
Pedrisco. Y porque es éste tan arduo presente volumen, van expuestas las razones
y difícil de creer,
siendo verdadero el caso, que hemos tenido para preferir como texto
vaya el que fuere curioso principal (aunque todas las variantes van ano
(porque sin ser escribano
dé fe de ello) á Belarmino; tadas; de modo que, en realidad, están ambos)
y si no más dilatado el códice i6.698 de la Biblioteca Nacional que
en la Vida de los Padres
podrá fácilmente hallarlo. lleva el título de La Ninfa del cielo al impreso
Y con aquesto da fin titulado La Condesa Vandolera, edición suel
El mayor desconfiado,
y pena y gloria trocadas. ta, sin lugar ni año, pero de fines del siglo xvn
El cielo os guarde mil años. y á nombre de Tirso de Molina.
Halló, pues, Tirso el suceso, con todos sus La mayor antigüedad aparece comprobada
accidentes referidos, en las obras de Belarmino por otros dos manuscritos de la misma Bi
y en las Vidas de los Padres del Yermo, citas blioteca, ambos del siglo xvn, y uno con el
un poco difíciles de evacuar ciertamente. dictado de auto sacramental y algunas varian
Por consiguiente, lo que el Sr. Menéndez tes: el otro está incompleto.
Pidal establece en su Discurso como fuentes Al final de la obra dice
del Condenado por desconfiado son lo que pu Carlos. Y aquí
dieramos llamar fuentes de las fuentes del da fin La Ninfa del cielo.
mismo. cuya prodigiosa vida,
Eor caso admirable y nuevo,
Arrancan de un episodio del Mahabharala, udovico Blosio escribe
que aunque por sí mismo no tiene semejanza en sus morales ejemplos.
con el asunto de la comedia, sí la tiene con Trátase, pues, de un caso que había suce
varios cuentos persas, árabes y hebreos en que dido en Sicilia ó que, al menos, tenía tradi
dicho cuento, ú otro parecido, fué resolvién ción de tal en su favor.
dose y modificándose hasta parar en ciertas le Fué este asunto llevado más de una vez al
yendas de anacoretas, cuya vida penitente se teatro, como se verá por estas obras que si
parangona con la de algún miserable ó crimi guen:
nal que, sin embargo, realizan actos de extre La Ninfa del Cielo; auto representado en el
ma virtud. Corpus de i6i9 en Sevilla. Lo hizo la Compa
XVI CATALOGO RAZONADO
ñía de Juan Acacio Bernal. (S. Arjona: y\nales En esta obra, en vez de una son dos las da
del teatro en Sevilla, pág. 2i7). mas burladas por sus galanes y que se lanzan
Comedia famosa. La Vandolera de Italia y al monte como bandoleras: el desenlace es más
enemiga de los hombres. De un ingenio de esta pacífico, pues los burladores acaban por ca
corte. Debe de haber una impresión suelta del sarse con sus víctimas.
siglo xvn, porque se atribuyó esta comedia á Esta comedia de Lope fué refundida, en el
D. Pedro Calderón, si bien D. Juan de Vera mismo siglo xvn, con el titulo de Comedia fa
Tasis negó que fuese suya, y porque en el Ca mosa. A lo que obliga un agravio y las her
tálogo de Medel (i 735) aparece ya citada. manas vandoleras. De dos ingenios.
Tengo á la vista dos impresiones del si No conozco la edición del siglo xvn, que
glo xviii, las dos con el título referido; una debe de existir, porque la obra aparece citada
de Salamanca, Imprenta de la Santa Cruz, sin en el Catálogo de Medel, impreso en i735.
año, en 4.°, y otra de Barcelona, por Francisco También cita éste otra de igual título atri
Suriá y Burgada (hacia i77o), también en 4.°, buida á Calderón; pero, como no es suya, debe
y con 2o hojas sin numerar. aludir á La Bandolera de Italia.
Figuran en esta obra, además de los princi Sólo hemos visto de A lo que obliga un
pales personajes (la Condesa Ninfa, el Duque agravio una impresión hecha en Valencia, por
de Calabria, Anselmo y Laura), otros como José y Tomás de Orga, en i78i.en 4.°, con 32
Buñuelo, que sustituye á Roberto, Bato, gra páginas.
cioso, etc. En cuanto á quiénes sean los dos ingenios
El Demonio, que en La Condesa apenas tie se dice al final de la obra:
ne papel, aquí figura mucho. Entra desde lue Y aquí ponen fin dichoso
go en acción manifestando sus propósitos de A lo que obliga un agravio.
hacer caer á la casta Condesa Ninfa; y sigue in Matos y Villaviciosa
que agradaros solicitan.
terviniendo en todo, hablando al oído, lo mis
mo de la dama que del Duque, para vencer Barrera da como anónima esta obra.
sus escrúpulos. Los sucesos desarróllanse del Una de las variantes (la de Luis Vélez) de
mismo modo que en La Condesa, salvo que la célebre tradición extremeña de la Serrana
algunas circunstancias y episodios (como el de la Vera, tiene asimismo completa analogía
de la visión de la Muerte) llevan orden dis con la Ninfa del Cielo y hasta en el fin vio
tinto. lento de la heroína, que en España muere
Faltan personajes, como la Duquesa; pues ajusticiada. Lope que también dramatizó este
el Duque es soltero, y al final ofrece casarse asunto lo hizo con más honestidad y decencia,
con Laura. aunque probablemente con menos acuerdo y
Termina diciendo el Duque: semejanza con la leyenda ó historia. '
Conquista (La) de Valencia por el Cid.
Y aquí tiene fin dichoso,
¡¡ara admiración y ejemplo, (Véase Cobarde (El) más valiente.)
La Van Jotera de Italia,
cuyo caso verdadero Convidado (El) de piedra. .
l.udovico Blosio escribe:
perdonad sus muchos yerros. (Véase Burlador (El) de Sevilla.)
que es casi lo mismo que lo escrito antes.
28. La Dama del Olivar.
Esta refundición fué prohibida por edicto de
la Inquisición de i8o6 «por pasajes obscenos Se imprimió en la Parte 5.a de la colección
de la tercera jornada, y salir el Angel Custodio especial de Tikso (Madrid, i636), la novena en
Jesús hecho comediante y cantarse el Te el orden del tomo, y ha servido de original para
la reproducción quedamos en el presente.
Deum».
Pero ya acaso antes Lope de Vega había Fué hábilmente refundida por Mesonero
tratado un asunto muy semejante en Las dos Romanos y representada como indica el título
bandoleras y fundación de la Santa Herman- de un ejemplar manuscrito que existe en la
da! de Toledo, impresa tardíamente en i63o. Biblioteca Municipal.
(V. Obras de Lope de Vega publicadas por la Lorenza la de Estercuel. Comedia que baxo
Real Academia Española. Tomo ix, págs. ix el titulo de La Dama del Olivar escribió el
Maestro Tirso de Molina, refundida en tres
y 3.)
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XVII

actos por D. Ramón de Mesonero Romanos. pués de 8 de Junio de i625, en que se rindió
Representada por primera ven en el teatro de Bredá (Acto tercero, escena I). Debe de faltar
la Cruz el día 28 de Junio de i 827. En la Bi algo en el tercer acto, según ya advirtió Hari-
blioteca Nacional existe otro manuscrito del zenbusch oportunamente, al incluirla en su
mismo año. Durán equivocadamente atribuyó tomo de Autores españoles.
esta refundición á D. Dionisio Solís. También la publicó D. F. Grimaud y Ve-
El asunto de esta leyenda está relacionado launde en su Teatro antiguo español, Madrid,
con la historia de los primitivos tiempos dela i837, i6.°
Orden de la Merced, á que pertenecía Tirso, En la Biblioteca Municipal de esta corte hay
quien la habrá hallado en cualquiera crónica el manuscrito anónimo de una refundición
de su Orden. con el título de Lo que en seis leguas sucede
Al final dice desde Toledo á lllescas, i 83í; en cuatro actos
en verso.
Gastón. Partamos á Zaragoza, Y fué también refundida é impresa con el tí
y al General que gobierna
la Orden de la Merced, tulo: Desde Toledo á Madrid. Comedia del
Pedro Nolasco, que es piedra Maestro Tirso de Molina, refundida y puesta
divina de este edificio,
convidaremos que venga en cinco actos por D. Manuel Bretón de los He
á tomar la posesión rreros y D. Juan Eugenio Hartzenbusch. Re
desta Virgen pura y bella;
v labrándose al momento presentada en el teatro del Príncipe la noche
fábrica que permanezca del 24 de Diciembre de í847. Madrid, Im
en honra de nuestra sangre, prenta de D. S. Omaña, i 849, 8.° mayor. (De
la piedad aragonesa
tendrá un santuario znás. La España Dramática.) Según D. Eugenio
Hartzenbusch, en la Bibliografía de su padre
29. Del enemigo el primer consejo.
(pág. 68) D. Juan Eugenio «arregló los actos
Hállase esta comedia en la Parte 5.* de la
cuarto y quinto».
colección particular de Tirso (Tortosa, i634),
la primera del tomo. La incluyó D. Juan Eu 3i. Don Gil de las calzas verdes.
genio Hartzenbusch en el xi de su Teatro es
cogido de Fr. Gabriel Téllez, y después en Imprimióse primero esta comedia en la Par
Autores españoles. te 4.a de la colección especial de Tirso (i635).
lista obra parece ser una de las últimas de Reimprimióla, sin lugar ni año (en Madrid,
Tirso, y haberse escrito hacia ió32. En el hacia i734, 4.°, i8 hojas sin numerar), doña
primer acto hay una relación que no tiene Teresa de Guzmán, con el aditamento de Co
menos de 379 versos seguidos. Calderón, sin media sin fama, que puso á otras muchas de
embargo, había puesto otra en Las manos nuestro autor, para la reimpresión del cual
blancas no ofenden, en que el cómico que la tenía privilegio por diez años, desde i732.
recitase tenía que decir 455 versos sin respirar. También figura en la colección de Ortega
La obra de Tirso tiene muy buenos carac (tomo i de los cuatro de Tirso); en el Tesoro,
teres, especialmente el D. Alfonso, y está bien de Ochoa (tomo iv), en el tercero del Teatro
versificada. escogido de Fr. Gabriel Téllez, de Hartzen
Del mal el menos y averigüelo Vargas. busch y en Autores españoles.
Suelta hay una impresión moderna de Va
(Véase Averigüelo Vargas.) lencia, Terraza, Aliena y Compañía, i884,
3o. Desde Toledo á Madrid. en 8.°
Don Dionisio Solís arregló algo esta come
Estampóse en la Parte 26 de las Comedias dia para que pudiese representarse sin escrú
escogidas de varios autores, Madrid, Fran pulo á principios del siglo xix. Fernando Vil
cisco Nieto, i666,4.°, ocupando el séptimo lu se reía mucho en^su representación.
gar entre las del tomo y atribuyéndola al Maes Tirso la escribió antes de La Villana de Va-
tro Tirso de Molina. llecas, que se menciona dos veces (acto pri
Es indudablemente suya y de las mejores: mero, escena I y acto segundo, escena XIII),
basta la simple lectura para probarlo. Empe y también antes de la caída del Duque de Ler-
zóse á escribir en Toledo á los comienzos del ma (Octubre de i6i8), según la escena tercera
siglo xvu; pero fué concluida ó retocada des- del primer acto.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA. —TOMO II
XVIII CATÁLOGO RAZONADO
32. Doña Beatriz de Silva. Este texto es mucho menos completo que el
otro, habiéndose suprimido los pasajes ataja
imprimió Tirso esta comedia en la Parte 4.'
dos, sin duda para la representación, y aun al
de las suyas (Madrid, i635), la sexta en el
gunos otros.
orden del tomo, y es el original que nos ha ser
Podemos conocer aproximadamente la fecha
vido para la reproducción nuestra que se halla
del más completo, pues al principio de la se
en el tomo anterior (pág. 489).
Reimprimióla hacia i734 D.a Teresa de Guz- gunda jornada trae el reparto con la misma
letra del texto, en esta forma: «Rey, Autor;
mán, con el siguiente título: Comedia famosa
D. Alvaro, Alonso; D. Juan de Silva, Bernar-
Favorecer á todos y amar á ninguno. Doña
dino; Silveira, Tomás; Reyna, Sra. Micaela;
Beatriz de Sylva. Del Maestro Tirso de Mo D.a Beatriz, Sra. Isabel; Leonor, Sra. Dorotea;
lina. Madrid, sin año, 4.°, 4o págs.
Gentilhombre, Ortegón.»
Debió de escribirse hacia i6i8, pues se habla
EsteOrtegón, llamado Pedro, murió en ¡636
del Motu proprio de Paulo V en favor de la In
y estuvo casado con Micaela López, que fué la
maculada Concepción de la Virgen. Al final
que en el reparto hizo la Reina. Isabel, será
dice D. P. Girón:
Isabel la Velera; Dorotea tenía el apellido de
Para la segunda parte, Sierra; Alonso será el de Olmedo, etc. Debe
senado ilustre, os convida ser, pues, anterior á i 636 esta copia, lo que le
el autor con lo que falta
desta historia peregrina: aproxima más á Lope de Vega, pues en esa
la fundación, los milagros, época apenas habían empezado las refundi
regocijos, alegrías,
de la Concepción y muerte ciones.
de doña Beatriz dé Silva. Barrera, que conoció uno de estos manuscri
Lope de Vega trató este mismo asunto, si es tos, el segundo, al ver la firma de «Cortés» al
que es suya la que corre con el título de El fin de cada jornada, creyó ser éste el autor, y
milagro de los celos y Don Alvaro de Lu con el titulo de Doña Beatriz de Silva, adju
na, de Lope de Vega Carpio, en impresiones dicó en su Catálogo la obra á Cortés de Are-
sueltas del siglo xvm. El hecho de haber ha llano.
llado cabida en la colección académica de Lope Posteriormente, el toledano Blas Fernández
autoriza la paternidad. de Mesa volvió á dramatizar el asunto con el
En la Biblioteca Nacional existen dos anti título de La Jumiadora de la Santa Concep
guos y excelentes manuscritos de la comedia ción. Comedias, primera y seguida parte de la
de Lope, aunque indebidamente atribuidos á Vida y muerte de l)oña Beatriz de Silva, hija
Tirso de Molina. Son ambos del siglo xvn. de los Condes de Porlalegre: Fueron conclui
El mejor, que lleva el número i 5.435, se inti das en Toledo: la primera parte, á ii de Junio
tula El milagro por los celos, y de letra más de i664, y al final dice:
moderna: «De Lope de Vega.» Empieza así: Y si esta parte es contenta
que escribió otra ve¡ la pluma
Rey. Dejadme solo sin persona alguna. de Blas de Mesa, os ofrece
D. Alvar. Despejemos la sala, caballeros. jamás vista, la segunda.
Tirso había ofrecido esta segunda parte que,
que, como se ve, enmiendan ya la primera in
por lo visto, no llevó á cabo.
corrección del impreso. Pero de letra posterior
La de Mesa lleva la fecha de i4 de Junio del
se cambiaron estos dos versos así:
mismo año i664, tres días después de la pri
Rey. ¡Oh. qué proposición tan importuna! mera, que serían los que tardaría en copiarla.
Dejadme. Llevan además censuras fechadas en Toledo
D. Alvar. Despejemos, caballeros.
en el referido año.
que es como prevaleció en el segundo códice Existe el manuscrito en la Biblioteca Nacio
aunque tampoco esta variante, igualmente nal, donde igualmente hay otro ejemplar con
aceptable, pasó al impreso. algunas variantes, pero con la fecha de la licen
Este segundo manuscrito, número i6.4o2, cia para la representación, también de í664.
lleva, aunque de letra muy moderna, las pala Aunque el personaje principal es histórico,
bras «Tirso de Molina» y el título de Z).a Bea ni la época ni los sucesos corresponden con los
triz de Silva, puesto por el copiante, que, por de la comedia, sino es que están engañados los
error, escribió primero D.a Beatriz de Castro. que escribieron de las cosas de Toledo que
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XIX
hacen vivir á D.a Beatriz de Silva en tiempo de que gozó de la tiara
y Sumo Pontificado,
la Reina Católica y morir en i492. á la segunda comedía
En la obra titulada: La Margarita escondi le convido, que son tantos
da. Vida admirable y milagrosa de la lima, y que no pueden reducirse
nobilísima Sra. D.a Beatriz de Silva... Com á tan corto y breve espacio.
púsola en el año í66í Sor Catalina de San La fecha de la composición de esta come
Antonio, monja profesa del Real Convento de dia parece corresponder á fines de i622,en que
Toledo... publicada por las RR. MSL Concep- se representó en el palacio real. (Véase el
cionistas de la casa matriz de Toledo... Ma tomo iv de las Obras dramáticas de Lope de
drid, i9o3, en 4.°, io3 págs., se cuenta su Vega en Autores españoles.)
vida, poco más ó menos, como lo hace Tirso Don Juan de Matos Fragoso plagió esta obra,
en su comedia. como otras muchas, en la que tituló El hijo
Doña Beatriz era, según su historiadora, de la piedra, que figura en la primera y única
dama de la Reina Isabel de Portugal, segunda parte de sus comedias, impresa en Madrid,
mujer de D. Juan II de Castilla, y hermana de en i658. Fué reimpresa suelta con el título
D. Diego de Silva, conde de Portalegre. Su algo variado, así: El hijo de la piedra y se
peregrina hermosura despertó en la Reina tales gundo Pio V. San Félix. De D. Juan de Ma
celos, que la mandó encerrar en un cofre para tos Fregoso. Madrid, Antonio Sanz, i756,4.°,
que allí muriese, siendo milagrosamente sal 36 págs., por donde se ve la ignorancia del que
vada y socorrida por la Virgen. Retirada á San puso el título, pues canoniza por sola su au
to Domingo el Real de Toledo, vivió allí más de toridad á Félix Peretti. En la Biblioteca Na
treina años y después fundó el primer Conven cional hay un manuscrito antiguo (del si
to de Concepcionistas, muriendo santamente glo xvn) de esta obra.
en i49o, á los sesenta y seis años de su edad. Es, como hemos dicho, un plagio de la de
Si esto es cierto pudiera, no existir contra Téllez. Cambió algunas escenas y escribió de
dicción, sino hasta un fondo de verdad en las nuevo su obra; pero el asunto es el mismo,
principales aventuras de la comedia. Si tenía aunque no paró en la elección de cardenal en
sesenta y seis años¿ su muerte, nació en i424. favor del protagonista, sino que llegó hasta su
Estaba, pues, en lo mejor de su juventud advenimiento al papado.
cuando en i447 vino á Castilla como dama de El que fuere tobo no camine.
la Keina portuguesa, y pudo muy bien merecer
(Véase El castigo del pensé*que.)
elogios y preferencias, quizá meramente pla
tónicos del Rey, pero que despertarían el en
34. En Madrid y en una casa.
cono de su iracunda consorte.
Imprimióse en la Parte 35 de la gran colec
33. La elección por la virtud. ción de Comedias escogidas de diferentes inge-
Figura impresa por primera vez en la colec nios(Madrid, Lucas Antonio de Bedmar, i67i):
ción propia de su autor, Parte 5.a (Tortosa, la cuarta; atribuyéndola á D. Francisco de
i634); la quinta en el orden del tomo, y de Rojas.
aquí ha sido reproducido en el primero de esta Con posterioridad, y suelta, se publicó una
nuestra (pág. 343). refundición de esta comedia como de D. Pedro
Reimprimióla á principios del siglo xvm Calderón, y con el título de Lo que hace un
D.° Teresa de Guzmán con el título de: Co manto en Madrid. De ésta hay copia del si
media famosa. La elección por la virtud. Sixto glo xvm en la Biblioteca Nacional, también á
Quinto Del Maestro Tirso de Molina. Madrid, nombre de Calderón. (Ms. i7.3i4.)
s. a., 4.°, 4o págs. Y con las comunes omisio De éste no es, porque no figura en la lista
nes y lagunas en los demás textos, figura tam auténtica que de sus obras envió al Duque de
bién en el tomo m de los de Tirso en la colec Veragua.
ción de Ortega. La primera, esto es, la titulada En Madrid
Al fin de la obra ofrece Tirso una segunda y en una casa, tampoco parece de Rojas, ni por
parte, diciendo. sus circunstancias intrínsecas, ni porque aquel
poeta no la incluyó entre las suyas.
Césap.o. Si los sucesos extraños En estas condiciones, por el año i839, halló
quiere saber el curioso
de Sixto Quinto, en cuatro años D. A lberto Lista un tomo que la contenía, y en
.

XX CATÁLOGO RAZONADO
el primero de los artículos críticos del Teatro Hartzenbusch afirma, con razón, que ni aun
escogido de Fr. Gabriel Téllez que empezaba en cuanto á la obra primitiva «por desgracia
á publicar Hartzenbusch, .escribió: no poseemos el texto genuino de la obra origi
«Y ya que hablamos de Tirso nos atrevemos nal: el acto tercero de En Madrid y en una
á suplicar, tanto al editor de la Galería dramá casa, está evidentemente mutilado, y el desen
tica como al Sr. Durán que tan generosamente lace resulta frío, soso, mal trabado con lo que
se ha interesado en el buen éxito de esta em antecede y ajeno de todo artificio, cuando en
presa, averigüen imparcialmente y con dete lo demás de la comedia hay artificio con ex
nimiento si la comedia intitulada En Madrid ceso.»
y en una casa es ó no de aquel autor cómico. Para enmendar esto de algún modo, Hart
El ejemplar que poseemos de esta pieza, y que zenbusch, con acierto, imprimió en el apéndi
parece arrancado de un tomo antiguo de co ce el acto tercero de Lo que hace un manto, que
medias, la atribuye á D. Francisco de Rojas. es mucho mejor y, de seguro, más parecido al
Una nota manuscrita... dice: «.Es la misma, con que Téllez habrá puesto en su obra.
corta diferencia que la que se halla en este tomo Tenemos, pues, que una gran parte del ter
con el título de Lo que hace un manto en Ma cer acto de la obra que Lista adivinó como de
drid, de Calderón.» El anotador continúa: «yo Tirso, no es suya. Por mi parte, añadiré, que
creo que es de Rojas.» A mí no me lo parece; tas interpolaciones abundan en los otros dos
porque Rojas no podía escribir dos páginas sin actos.
algunos rasgos gongorinos, y esta comedia no Conocemos la fe^ha en que se hizo esta pri
los tiene. Su estilo es de Tirso: deTmso son las mera refundición, que fué en i635, pues en la
incertidumbres del galán; las intrigas y trave escena XI del acto segundo, se dice:
suras de la dama para traerle desvelado; hasta
D. Gabr. ¿Cuál es esa?
los chistes del gracioso son suyos. Si las inves Pacheco. La Casa de comedia,
tigaciones eruditas que pueden hacerse en la que en esta misma acera,
porque Apolo la cursa, es cuarta esfera .
escogida colección del Sr. Durán justifican esta D Gabu. ¿Hallas buenas ahora?
opinión nuestra, creemos muy justo restituirle Pacheco. En ellas, como en todo, se mejora;
á nuestro Tirso una composición algo más re puesto que Lope muerto,
dudoso esté el teatro de su acierto.
gular, aunque del mismo género que otras su D. G'BR. ¡Gran pluma le ha faltado!
yas, >' que no cede á ninguna de ellas en la sal Pacheco. Fué prodigioso, y poco celebrado
si con su ingenio miden
cómica y en la gracia del estilo.» (Lista: Ensa sus alabanzas.
yos literarios, II, 97.) D. Gabr. Nunca las olvidan
los bien intencionados;
Hartzenbusch estudió el asunto y vió que, que sin él quedan viudos los tablados.
«en efecto, no se puede dudar que salió de la
pluma de Tirso: trama, diálogo y lances lo Esto debía de escribirse á raíz del triste su
están diciendo.» Y en fe de esto, la incluyó en ceso; y en esa época ya no escribía Téli.ez co
el tomo de Téllez de la Biblioteca de Auto medias del género de la que se trata. En el
res españoles. mismo acto hay unas endechas que siempre
Creyó, además, que lo que Rojas había he coinciden en Tirso con comedia dudosa ó al
cho había sido refundir el acto tercero, y que terada.
esta refundición es la que, cayendo en manos ¿Se hallará alguna vez el texto primitivo de
de un impresor ignorante, bautizó con el títu este gracioso drama?
lo de Lo que hace un manto en Madrid, y ad
judicó á Calderón, cometiendo con ello un do 35. Escarmientos para el cuerdo.
ble desatino, pues ni es de Calderón ni el títu
lo que el retundidor quiso darle fué aquél, sino Aparece impresa primero en la colección es
el primitivo, como se prueba con los últimos pecial de Tirso, Parte 5.a (Madrid, i63G), ocu
versos de la refundición, que dicen: pando el tercer lugar entre las demás del tomo.
Et cétera; que esto basta, Esta impresión ha servido de original para la
y el saber lo que sucede nuestra, que se halla en la pág. 55 del volu
Ln Madrid y en una casa. men presente.
En cuanto á que sea Rojas el autor de Lo que Por los años de i734 la había reimpreso
hace un manto, nos parece aserción poco fun D.a Teresa de Guzmán, en Madrid, y en 36
dada; y, tanto más, cuanto que el mismo páginas, en 4.° Figura también, algo mutilada,
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXI

en la colección de Ortega, tomo ni de los de A su vez la comedia original es también re


Tirso de Molina. fundición del Melancólico, comedia de Tirso,
publicada en la Parte i.a de las suyas. Por
Lope de Vega trató, según parece, el mismo
asunto en la comedia Don Manuel de Sousa ó esta razón, y aunque incluido Esto sí que es
negociar en la Parte 2.a, que contiene obras
el naufragio prodigioso y Principe trocado.
Esta pieza, según D. Juan Isidro Fajardo, se refundidas por otros autores, es de creer que
hal la en un tomo de Comedias de Lope impreso ésta le pertenezca á él por entero.
en Sevilla, aunque no dice el año, y al decir Las escenas II, VIII, IX y X del acto segundo
de Barrera, la misma formaba parte de un son las mismas que las III, VI, VII y VIII del
tomo colecticio existente en la Biblioteca de mismo acto del Melancólico. En los demás ac
M' Osuna. tos hay también muchos trozos iguales.
El suceso que recuerda este sombrío drama Favorecer á todos y amar á ninguno.
es, en gran parte, histórico, y ocurrió al me
diar el siglo xvi. Citanle varios historiadores, (Véase Doña Beatriz de Silva.)
y fué llorado por los poetas como Camoens,
en Los Lusiadas (canto v, oct. 46 y 47) y Je 37. La fingida Arcadia.
rónimo Corte Real, que compuso el Naufragio Se ha impreso esta comedia en la colección
e lastimoso sucesso da perdicam de Manoel de especial de Tirso, Parte 3.* (Tortosa, í034),
Sonsa de Sepulveda e Dona Lianor de Sá sua la penúltima del tomo.
molher e filnos viudo da India... no cabo de De aquí la hemos trasladado al tomo i de
Hoa Esperanca na terra do Natal: e á peregri nuestra colección, pág. 434 y siguientes.
nando que tiueró rodeando terras de Cafres Debió de escribirse en i62i, pues en ella se
mais de 3oo legoas até sua morte; composto en dice haberse publicado la xvii Parte de las
veno heroico y octaua rima por Ieronimo Cor Comedias de Lope de Vega, que salió á luz en
te Real. Lisboa. Na ofjicina de Simao Lopez, dicho año. Es, como hemos visto en el prólogo
i 394, en 4.° del tomo i, muy curiosa para historia literaria
Brunet cita una segunda impresión de Lis y la biografía de Tirso y Lope.
boa, i783, en 8.°, y una traducción castellana El título y el asunto, aunque variados el
Je Madrid, en i644 y en 4-° desarrollo y sucesos, han sido muy favorecidos
por nuestros dramáticos, empezando por el
36. Esto sí que es negociar. mismo Lope que compuso una Arcadia, come
dia pastoral, dedicada al Doctor Gregorio Ló
Hállase esta obra en la 2.a Parte de la co
pez Madera, varias veces reimpresa; Arcadia
lección propia de Téllez (Madrid, i635), la fingida, de D. Antonio Coello; Arcadia en Be
última del tomo. lén, de D. Francisco de Guzmán y Matos; La
Reimprimióla D.R Teresa de Guzmán con
fingida Arcadia, de D. Agustín Moreto, Cal
el título de Esto sí que es negociar. Comedia derón y otro autor no conocido; tal vez D. Je
sin fama. Del Maestro Tirso de Molina. Ma rónimo de Cáncer que solía escribir con ellos.
drid, sin año (hacia i734),' i6 hojas en 4.° Hasta en el siglo xvm compuso D. Ramón
Tengo otra edición de Barcelona, imprenta de de la Cruz un gracioso saínete titulado: La
Tomás Piferrer, i772, 4.°; i6 hojas sin nume fingida Arcadia.
rar; y Hartzenbusch la incluyó en el tomo ix
de su Teatro escogido de Fr. Gabriel Téllez
38. La firmeza en la hermosura.
y en Autores españoles.
A principios del siglo pasado fué refundida Se imprimió en la colección titulada: Doce
para representarse en el teatro con este título: comedias nuevas de diferentes autores. Par
La serrana de Escocia ó Esto si que es nego te xlvii Año í646. En Valencia, á costa de
ciar. Comedia del célebre Maestro Tirso de Juan Sonzoni. 4.° Figura la última de las doce
Molina, nuebamenle refundida y arreglada en y atribuida á Tirso de Molina.
5 actos por J. C. Manuscrito en 4.°. exis No ha podido el editor procurarse copia de
tente en la Biblioteca Nacional; otro hay en la este texto, pues del tomo que lo contiene sólo
Municipal. El refundidor fué el célebre galán se conoce un ejemplar existente, según dice
Juan Carretero, que lo hizo también de otras Barrera, en la Universidad de Bolonia. La per
obras de Téllez. sona encargada de copiar la comedia no ha po
XXII CATALOGO RAZONADO
dido dar con él. Reprodúcese, pues, el texto Habladme en entrando. Del Maestro Tirso
que dió Hartzenbusch en el tomo vii de su de Molina.
Teatro escogido de Fr. Gabriel Téllez. Habladme en entrando. De D. Pedro Lanini
Pero este texto, aunque no malo, es ya una y Sagredo.
refundición, porque se habla en él del Palacio Huerta añade otro que atribuye á Vallejo;
del Retiro, construido en i629, y en esta época pero esto debe de consistir en haber llegado á
ya apenas escribía Tirso comedias de este gé su noticia el códice de que hablaremos primero
nero. Hartzenbusch cree también que en esta y es el que ha servido de original para nuestra
obra anduvo otra mano que la de Téllez. edición que va en el presente volumen, pá
gina 49i.
39. La gallega Marí'Hernández. Es un manuscrito en 4.° de r6 hojas, letra
Impresa en la Parte /.° de la colección par del siglo xvii, que perteneció á D. Agustín Du
ticular del autor. (Sevilla y Madrid, i627.J rán y hoy lleva en la Biblioteca Nacional la
Reimprimióla D.a Teresa de Guzmán en la signatura ó número i45o (antiguo Vv-528).
tercera decena del siglo xvm con el título de Dice ser de Manuel Vallejo en la portada; pero
?%lari-Hernandez la Gallega; Madrid, sin año, en otra, de letra más moderna, sólo se da á
32 págs. en 4.°, y la incluyó Hartzenbusch en éste la representación, pues Manuel Vallejo era
sus dos colecciones tantas veces citadas. un cómico, autor ó jefe de compañía, muy ce
Respecto del título puede haber dudas acerca lebrado en la primera mitad del siglo xvii.
de cuál es el verdadero; porque si bien en el Como de costumbre entre sus iguales, pondría
encabezado de la comedia y tabla del tomo Vallejo su nombre al principio del manuscrito
lleva el que se ha puesto, al final dice ella para indicar que era de su propiedad, no de su
misma: composición. Sin embargo, esta advertencia
Mari-Hermindej Li gallega debió de ser lo que engañó á D. Vicente García
he sido en aquesta historia, de la Huerta, como hemos visto.
senado, y Tirso el poeta.
La obra parece haberse escrito hacia i625,
Lá comedia se escribió, al parecer, en i625, pues alude al desembarco de los ingleses en
pues consta que fué representada en el Real Cádiz, que se verificó en dicho año.
Palacio el 24 de Abril de dicho año por Ma Los lectores dirán si tal como está puede
nuel Vallejo (Averiguador, i, 9); y como en el darse por obra del insigne Mercenario.
encabezado de la obra dice el mismo autor Como de su época, esto es, antiguo, debió de
que la representó Vallejo, aludiendo á que su considerarlo D. Francisco Lanini y Sagredo,
compañía la estrenó, parece seguro que sería poeta de fines del siglo xvn y primeros años
en aquel año. Como es una de las que tienen del siguiente, que se propuso refundirlo, como
lenguaje menos limpio y se ejecutó en lugar lo hizo, según demuestra el Ms. número i45i
tan señalado, quizá no sea fuera de camino el de la referida Biblioteca Nacional, que es el de
creer que ella motivaría aquella especie de la refundición, escrita de mano de Lanini,
persecución que empezó para Tirso precisa terminada en 23 de Abril de i7o6, y aprobada
mente en i625. por D. José de Cañizares, censor de comedias,
Fué también refundida con el título de con fecha i.° de Diciembre del mismo año.
Mari-Hernández la gallega, Comedia en 5 ac Este es el texto que sirvió para las represen
tos (sic) del Maestro Tirso de Molina, refun taciones en los teatros, como acreditan las co
dida por A. R. Martí, año de í824. De esta pias que de él existen en la Biblioteca Munici
refundición inédita existen sendas copias en las pal. Una lleva al fin del acto segundo un re
Bibliotecas Nacional y Municipal de esta Corte. parto de i743, por el que se ve hicieron los
principales papeles Petronila Gibaja, Maria
4o. Habladme en entrando. Antonia de Castro, Rosa Rodríguez y Manuel
No hemos logrado ver ningún ejemplar im de Castro, Calle, Esteban, Plasencia y demás.
preso de esta obra, que quizás hubiera servido El mismo ejemplar sirvió para otras represen
para deslindar la maraña que forman los di taciones en i76o (con nuevas censuras y apro
versos manuscritos que existen de ella. baciones) y i767, con nuevo reparto de per
Sin embargo, parece que los hubo; porque sonajes.
en el Catálogo de Medel, impreso en i735, se Pero en i774, que volvió á ponerse en escena,
mencionan los dos textos principales, así: se copió de nuevo, y á la vuelta de la primera
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXIII
hoja lleva esta nota, que indica el origen del presentación fingida de Deleitar aprovechando
segundo titulo que suele darse á esta comedia. se verifica en Madrid) hicieron los dos papeles
«Se puso en el cartel por titulo de esta come principales los dos hermanos Juan Bautista y
dia: Celos de amor y de honor aun á un padre Juan Jerónimo Valenciano, galanes y autores ó
no perdonan y Habladme en entrando. Duró jefes de compañía ellos mismos algunos años.
seis días y jueves se dejó con 3.i42 reales de Sobre la gran semejanza entre ambos escri
entrada.» bió también, en i628, Juan de Piña en una de
Antes trae un reparto que demuestra hicie sus novelas (Casos prodigiosos, /." parte, edi
ron los papeles de Toribia, Josefa Figueras; ción de i9o6, pág. i i 5): «De aquí lo debieron
/>.a Ana, Mariana Alcázar; Lucía, Polonia Ro- de tomar los hermanos Valencianos, autores de
chel; D. Diego, Vicente Merino; Sancho, Eu- comedias y famosos representantes, parecidos
sebio Ribera; D. Alfonso, Cristóbal Soriano; en tal manera, que no se podía conocer el ma
D. Pedro, Tadeo Palomino; D. Juan, José Es yor ó el menor; los nombres les diferenciaban,
pejo; Capirote, Chinita (Gabriel López); etc. no lo demás, que las acciones aun eran las que
En esta refundición se ha suprimido el viz miraban á un mismo fin. Y decía un discreto
caíno Juancho, sustituyéndole Lanini por el que sus mujeres pudieran sin culpa engañarse
lacayo Capirote, y se añadió otro gracioso lla y cometer el delito sin haber pecado.»
mado Calvete. El motivo de la confusión hubo de cesar
Empieza así: pronto, porque uno de ellos fué muerto vio
Pues dejamos los caballos lentamente, como expresa la siguiente par
afianzados ya en la orilla tida de defunción que hemos hallado en la
dese cristalino espejo Iglesia de San Sebastián, de esta corte: «Juan
en quien, Narciso, se mira
Oviedo, mi feliz patria, Bautista Valenciano, autor de comedias: matá
ven. Capirote, camina. ronle en la calle de Cantarranas, en í7 de Fe
Acaba: brero de i624 años. No pudo recibir ningún
Diego. Y de este vulgar adagio sacramento, ni testar. Enterróle su mujer
de «Habladme en entrando» tenga D.a Manuela Enríquez y Juan Jerónimo Va
fin la comedia.
Todos. Logrando lenciano, hermano del difunto. Pagó de Fá
el que perdone sus faltas brica siete ducados.»
tan docto, ilustre senado.
Este último vivía aún en i639, y trabajaba
4i. Los hermanos parecidos. (Auto en la compañía de Alonso de Olmedo.
sacramental.) Herodes Ascalonita.
Impreso en Deleitar aprovechando (Madrid, (Véase Vida de Herodes.)
¡635) en el Lunes por la tarde, según la divi
sión en partes que Tirso dió á esta su obra, 42. El honroso atrevimiento.
de aquí lo tomamos para nuestra edición en el
presente tomo, pág. 7o9. Para la edición que va en el presente tomo,
Según dice el autor, estrenóse este auto pág. 467, ha servido de original el manuscrito
entre los dos coros de la Catedral de Toledo, número i5.966 de la Biblioteca Nacional que,
por la compañía de Tomás Fernández Ca- aunque moderno, es copia de un impreso
bredo. Como en esta ingeniosa pieza estriba el suelto que no hemos logrado ver, pero que
enredo en que Jesucristo toma la figura del existirá, pues ya le cita el Catálogo de Medel,
hombre pecador y criminal y se deja prender impreso en i735. Barrera da también como
por él(pues los confunde la Justicia) para liber impresa suelta esta comedia, aunque no dice
tarle y padecer en su lugar, añade Tirso que si la ha visto. Hartzenbusch tampoco hace
á los espectadores «no poco los deleitó la no más que mencionarla.
table similitud de los que representaron á los Esta comedia tiene el mismo argumento, con
dos hermanos, pues fuera de la uniformidad leves diferencias, que la del Piadoso veneciano
de los vestidos, en la edad, los tales y casi en de Lope de Vega. Consisten las variaciones en
las facciones los buscaron de suerte parecidos ampliar el comienzo ó exposición, sólo indi
que no hicieran falta los dos Valencianos, sus cado en Lope, introducir una competencia
primero* recitantes, cuya semejanza tantas amorosa entre dos hermanos y en ser menos
veces tuvo confusa á la atención misma.» Asi, verosímil y natural el matrimonio de la hija
pues, en el estreno en Toledo (porque esta re 1 del proscripto y su perseguidor.

f*
XXIV CATALOGO RAZONADO
No es probable que Tirso plagiase á Lope, día en i735 el Catálogo de Medel parece in
sino ' que ambos habrán tenido presente un dicar la existencia de alguna impresión suelta
mismo original italiano. que, sin embargo, nadie dice haber visto.
Pero nos ha servido para completar el final
43. La Huerta de Juan Fernández. una refundición antigua que, manuscrita, exis
Se estampó primero esta comedia en la te en la Biblioteca Municipal de esta Corte (3o,-
Parte 3.a de las de su autor (Tortosa, í634), i3) y lleva por título: La Joya de las montañas.
la última del tomo. Comedia histórica de Don Francisco López de
No sabemos que se hubiese reimpreso en el Benavides. El autor es desconocido, y el ma
siglo xvm;pero en el siguiente aparece en la co nuscrito, en tres cuadernos, de letra de fines
lección de Ortega (tomo iv de Tirso) en el Tea del siglo xvii.
tro escogido de Fr. Gabriel Téllez (tomo v) y Consta de una Introducción y tres jornadas.
en Autores españoles. Los personajes de la introducción son: El
Se escribió en i62ó, pues en el acto segundo, Rey de Aragón, La ciudad de Jaca, El Hado,
escenas V y VI, hay dos cartas que llevan res La Fortaleza, La Fama y Músicos.
pectivamente las fechas de i4 de Abril y 29 de En la comedia conservalos principales per
Marzo de aquel año. En el acto tercero, es sonajes de la de Tirso, cambiando sólo el
cena II, dice: nombre de la criada Laura en Lucinda, y hace
D.'' Petr. Murió en Sevilla mi madre intervenir á Dos Angeles y al Demonio.
en el rigor de este invierno La introducción está destinada á cantar las
á manos de aquel diluvio glorias aragonesas, y en el drama incluyó casi
que tantos pobres ha hecho.
todo el de Téllez, con las adiciones consi
Empezó esta inundación en Sevilla el do guientes á los nuevos personajes que intercala
mingo 25 de Enero de i626, á las dos de la ma
y otras de menor bulto.
ñana. Salió el Guadalquivir de madre, rom La piadosa leyenda de Santa Orosia fué de
piendo la puerta del Arenal, anegando dos ter las que primero aparecieron en nuestra escena,
ceras partes de la ciudad, derribando casas, pues no menos que á los tiempos en que aún
ahogando personas y bestias, destruyendo ha era vivo Juan del Encina se remonta la His
ciendas, dejando á muchos pobres y llevándose toria de la gloriosa Santa Orosia, compuesta
del Arenal la mayor parte de las mercaderías por el Bachiller Bartolomé Palau, natural de
venidas de Indias, según atestiguan varios Burbáguena. La cual es una historia muy sen
contemporáneos que hicieron Relaciones del tida y apacible para representarse.
gran diluvio y fueron impresas. Debe de haber impresión del siglo xvi de
Juan Fernández era un acaudalado propie esta obra, que fué reimpresa en Barcelona, por
tario y regidor de la villa de Madrid. Sn Huerta, Sebastián de Comelias en i637; y con arreglo
situada en el Prado, poco más ó menos al pie á un manuscrito, diferente de este impreso, y
de los jardines del actual Ministerio de la Gue copia sin duda de la vieja edición, en i 883 por
rra y parte del paseo, era, á la vez que una D. Aureliano Fernández-Guerra con el título
casa de placer, un establecimiento útil; pues general de la obra y sus ilustraciones, de Caída
Juan Fernández la dotó de agua suficiente y y ruina del imperio visigótico español. Primer
arrendó á buen golpe de lavanderas que le da drama que las representó en nuestro teatro. Es
ban pingües beneficios. tudio histór ico-crítico. Madrid, i883,4.°, 2o4 pá
Según Tirso en Deleitar aprovechando, que
ginas. (Publicóse primero en una revista, creo
describe y elogia esta era quinta, la mejor de que La civilización cristiana.)
la Corte. Debióle este drama una ilustración completa
La Impía Jezabel. á Fernández-Guerra, deslucida por la ordina
(Véase La mujer que manda en casa.) ria excesiva credulidad de aquel insigne escri
tor. Es muy singular que citando, como lo ha
44. La Joya de las montañas: Santa ce, todos los libros que mencionan á la virgen
Orosla. Orosia, y tratándose de una obra dramática, no
Para la edición del presente tomo sirvió de se acuerde de la de Tirso, ni de la de Benavi
original el incompleto manuscrito i 5. i 25 dela des. Bien que en cuanto á esta última, desco
Biblioteca Nacional, único texto que hemos nocida hasta el presente, es disculpable la
podido hallar. El hecho de citar ya esta come- omisión de ella.
'
DEL. TEATRO DE TIRSO DF. MOLINA XXV
Parece seguro que Tirso conoció la obra de tin de Hermosi l la, Impresor; sin año, 36 págs.
Palau, pues, aunque cambia el nombre del pro en 4.°; Imprenta de Joseph Antonio Hermosilla,
metido de Orosia, que en Palau es no menos sin afio, 4.°; José Padrino, sin año, 32 págs.
que el rey D. Rodrigo, en lo demás sigue el en 4.° Y hay además otras dos impresiones sin
mismo desarrollo la acción, y conservó los lugar, ni año, ni imprenta, una en i6 hojas sin
nombres aun de personajes secundarios, como numerar, en 4.°, y otra en igual tamaño con
Cornelio, hermano de la mártir, y el moro Me- 3a págs. numeradas.
cot, figura de poco interés en el drama. Acaba esta obra ofreciendo Tellez, como
de costumbre, continuarla:
45. El Laberinto de Greta. (Auto sa Toledo envidie y celebre,
si venturoso el criarte,
cramental.) lloroso y triste el perderte.
El manuscrito i4.773 de la Biblioteca Nacio La patróna de Castilla
Los Lagos de San Vicente
nal, que es del siglo xvu, va reproducido en el son éstos: en la segunda,
presente volumen, habiendo tenido á la vista Tirso su fin os promete.
otro de igual procedencia, aunque incompleto Lope, que trató casi todos los asuntos, no
y más moderno. olvidó éste, escribiendo la comedia que aún se
No creemos que se haya impreso hasta halla inédita en nuestra Biblioteca Nacional
ahora, si bien ya lo menciona, con el nombre (Ms. i7.324) con el título Santa Casilda. De
de su autor, el Catálogo de Medel, impreso Lope de Vega. (Este nombre de otra letra,
en í735 (pág. i29) y lo repite Huerta en el aunque del mismo tiempo, y en la del texto:)
suyo (pág. 2o9). Comedia de Phelipe de Medina po. res (Este se
Con el mismo título de El Laberinto de gundo nombre tachado.) Intervienen: Casilda,
Creta, y con el dictado de tragicomedia, com Zara, Alima, Abenamar, Celín; Gonzalo, viejo;
puso y publicó Lope de Vega en la Parte xvi Ortuño, Rodrigo, Nuño y Fernando (esclavos
f i6ai) de su colección especial una obra dra cristianos), Tarfe, Calambre, gracioso, El De
mática, y en la Parte xxvi (i667) de la de Co monio, Alimenón, rey viejo; Dos ángeles, Un
medias escogidas hay una fiesta de zarzuela morabito, viejo; Laura, villana; Benito y An
atribuida á Juan Bautista Diamante y repre tón, alcaldes villanos, y Músicos.
sentada ante el Rey. Empieza la música:
El auto de Tirso lleva la fecha de i638, que
indicará el año en que fué compuesto. Al alcázar de Toledo
que el dorado Tajo baña,
De otros dos autos con el mismo título hay las corrientes cristalinas
memoria. Uno compuesto por D. Juan Durán que humildes besan sus plantas...
de Torres, racionero de la catedral de Sevilla, El desarrollo de la leyenda es el mismo que
fué representado en las fiestas del Corpus de en Tirso. Casilda oye en sueños una voz que
dicha ciudad en i642; y otro, escrito por don le dice que reciba el bautismo. Su propensión
Fernando Diez dé Leiva, se hizo en igual día al cristianismo le hace desechar los obsequios
y en la misma ciudad el año i657. (Sánchez del príncipe moro Abenamar y sólo atiende á
Arjona: Anales del teatro en Sev., págs. 36r y sus cautivos, de los cuales el viejo D. Gonzalo
4i2.) le instruye en los rudimentos de la religión
católica. En el acto segundo se realiza el mila
46. Los Lagos de San Vicente. gro de las flores y salida de Toledo por consejo
de un ángel que le manda busque en Cas
Hállase impresa esta comedia en la Parte 5.* tilla los Lagos de San Vicente. Siguen las pe
de las de su autor (Madrid, i 636), la segunda regrinaciones y aventuras de la joven para ha
en el orden del tomo; y de aquí la trasladamos llarlos; el Demonio intenta estorbarlo por va
al presente, pág. 27. rios medios; pero los ángeles le hacen huir.
Reimprimióse muchas veces en el siglo xvm, Termina con el bautismo de Casilda; y al final
aunque por rara excepción no la hallo entre dicen:
las de D.a Teresa de Guzmán. Casi todas las
ediciones de aquel tiempo son sevillanas, pues Antón. Mil cosas tengo que darte.
conozco las siguientes: Imprenta dei Correo Calambre. No me apartaré oe ti.
Gonzalo. Y acabe esta historia aquí
viejo; sin año, 32 págs. en 4.°; Lucas Mar hasta la segunda parte.
XXVI CATÁLOGO RAZONADO
El inteligente y eruditísimo hispanista don ocupando el noveno lugar entre las del tomo, y
Antonio Restori, Catedrático de la Universidad de aquí pasó al tomo i de nuestra colección,
de Messina, en Sicilia, halló hace tiempo en la páginas 579 y siguientes.
Biblioteca de Parma el manuscrito de una co Reimprimióla á principios del siglo xvm
media anónima titulada Nuestra Señora de D.a Teresa de Guzmán con el siguiente título:
Sopctrán, copia firmada por cierto Alonso Hor- Comedia famosa. La lealtad contra la embidia
tiz de Velasco, y esta nota: «Sacada en san lu- y hazañas de los Pizorros. Del Maestro Tirso
car de barramjsda á treinta de marzo de i635.» de Molina. Tercera parte. Madrid, sin año,
Esta comedia es la misma que la manuscrita 48 págs. en 4.°
de nuestra Biblioteca Nacional y titulada La Es la última parte de la grande y hermosa
Virgen de Sopetrán, de letra del siglo xvii, trilogía que nuestro Mercenario consagró á los
procedente de la Biblioteca de Osuna, y la conquistadores del Perú. No cede su eleva
misma también que con el titulo de La batalla ción poética, belleza de lenguaje, versificación
de Sopetrán fué impresa suelta, según Barrera, y estilo á las anteriores. Todo en esta obra es
en i672. Todas tienen por asunto la Santa Ca admirable; y quien de tal manera sabe compe
silda de Tirso, aunque enlazado con otros epi netrarse con el alma de su nación y reflejarla
sodios de la vida de la Santa y con el célebre en las creaciones literarias es, no sólo un gran
monasterio de Sopetrán, cerca de Hita (Guada- dísimo poeta y el primero de los discípulos del
lajara), donde la tradición supuso que la Virgen incomensurable Lope, sino así como el genio
María se apareció á Alí-Petrán, hermano de y encarnación del espíritu de un pueblo he
Casilda, cuando lleno de ira venía en persecu roico en los períodos de su mayor grandeza.
ción suya. Tirso no hace más que indicar esta
Lo que puede la aprensión.
parte de la leyenda de la princesa mora (i).
De este convento se publicó en i67o una his (Véase La celosa de si misma.)
toria por fray Antonio Heredia (V. Muñoz y Lo que hace un manto en Madrid.
Romero, pág. 25i) deslucida por la grande in
gerencia que el autor concede á los falsos cro (Véase En Madrid y en una casa.)
nicones. Lorenza la de Estercuel.
No es mucho más limpia, aunque sí copiosa,
(Véase La Dama del Olivar.
la fuente que de seguro tuvo Tirso para su
comedia, que debió de ser la famosa Historia El Marqués del Camarín.
de Avila, del P. Ariz (Alcalá de Henares, i6o7), (Véase Amar por razón de Estado.)
pues el oficio que Santa Casilda tiene en la igle
sia metropolitana de Burgos es muy sucinto. 48. Marta la piadosa.
Como Tirso siempre se acomoda con bastan
te rigor á lo histórico de los temas que elige, no Impresa primero en la Parte 5.a (Madrid,
hay para qué repetir lo que pasa como historia i636) de la colección de Téi.lkz, donde lleva el
de la vida de la protagonista de Los lagos deSan sexto lugar.
Vicente, y sólo añadiremos que, según la creen Fué reimpresa por D.'\ Teresa de Guzmán
cia general, Santa Casilda vivió á mediados del á principios del siglo xvm con el titulo de Co
siglo xi, y su fiesta se celebra el 9 de Abril. media sin fama. La beata enamorada. Marta
La primera escena de Los lagos de San Vi la piadosa. Del Maestro Tirso de Molina.
cente es exactamente igual, como puede verse, Madrid, sin año, 36 págs. en 4.°
á la primera de Las Quinas de Portugal. Entró en el Tesoro del teatro español, de
Ochoa (París, i 83 8 ) , tomo iv. Luego en el
47. La lealtad contra la envidia. tomo i del Teatro selecto de Fr. Gabriel T¿llez,
Figura esta comedia en la Parte 4? (Ma de Hartzenbusch, y en Autores españoles.
drid, i635) de la colección especial de Tirso, Fué refundida por D. Dionisio Solís en cinco
actos; hay copia manuscrita en la Biblioteca
(i) Medcl cita otra comedia titulada Los valles de Municipal, con la fecha de i834. Otra refun
Sopetrán, cuyo ms. halló también el Sr. Restori en la dición se titula: La beata enamorada. Comedia
Bib. de Parma. Quizá sea la misma que la titulada Los
de Tirso de Molina, refundida en 5 actos por
valles de Sopetrán, comedia de D. Diego de Aguayo y
Teroncs, que existe ms., con fecha i682, en la Kib. mu D. Pascual Rodriguez de Arellano, ms. en 4.°,
nicipal de esta Corte. en la misma Biblioteca. En tiempos más mo
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXVII
demosse publicó: Marta la piadosa. Comedia Empieza:
en 5 actos en verso del Maestro Tirso de Mo Sacrist. ¡Salga fuera el vil hebreo
lina, refundida por l). Calixto Boldún y pues la luz no ha conocido!
Conde. Representada en el teatro de Varieda Leví. Si es la luz el Prometido
yo conocerla deseo.
des en Enero de i866. Madrid, imprenta de
Rodríguez, i866, 8.° mayor, 74 págs. Este auto versa sobre un milagro ocurrido
Entre las imitaciones, la más célebre es La en Segovia, en que unos judíos clavaron una
mojigata, comedia en tres actos de D. Leandro hostia con un puñal y empezó á salir de ella
Fernández de Moratín. tan gran cantidad de sangre, que cegó á Siquén
La fecha de la composición de la comedia de el apuñalador.
Tirso resulta de ella misma. D. Luis Fajardo Termina:
se batió contra quince navios del Conde Mau
ricio, los venció y entró en La Mamora, guar Y aqui, señores, se acaba
este milagroso ejemplo
necida por los moros, en 6 de Agosto de i6i4. tan conocido en España.
Una relación larga que hay al principio del Mayor semejanza con la obra de Tirso tiene
acto segundo de Marta la piadosa, y que se la Comedia famosa. Las siete estrellas de Fran
supone escrita á raíz del suceso, demuestra cia. San Bruno, de Luis de Belmonte Bermú-
que entonces se escribió la obra. dez, impresa en la Parte 2/.a de la gran colec
ción de Comedias escogidas (Madrid, i663), y
49. El mayor desengaño. de que se han hecho impresiones sueltas en el
siglo xviii (Valencia, Viuda de José de Orga,
Fué impresa esta comedia en la Parte i .a
i762, 4.°, 32 págs.)
de la colección de su autor (Sevilla y Ma El fondo del asunto es el mismo, pero las
drid, i627), la sexta en el orden del tomo, y aventuras son diferentes. Toma la última parte
de ahí la trasladamos á la nuestra; tomo i, pá de la vida de San Bruno cuando era estudiante
gina 9o. en París y se ordena de sacerdote. Aparece
Reimprimióse en la Parte 42.,» de la Colec también el terrífico episodio del cuerpo de
ción de comedias de diferentes autores. Zara Dineo (Diocres) que resucita, lo mismo que en
goza, i65o: la novena del tomo; y desde enton Tirso, para decir á los circunstantes, que lo
ces no volvió á salir de molde, que sepamos. oyen con estupor, porque le tenían por santo,
Nos parece, sin embargo, un excelente dra que se había condenado.
ma, y en cierto modo el complemento del Con
denado por desconfiado. Dion ó sea Raimundo 5o. La mejor espigadera.
Diocres, pues el asunto tiene un fondo histó
rico ó, á lo menos, tradicional, diácono y maes Está impresa en la Parte 3.a (Tortosa, i634)
tro en París, se condena por excesiva con de la colección especial que Tirso hizo de "sus
fianza: la que le daba su soberbia, negando la obras, llevando el tercer lugar entre las demás
misericordia divina y hasta su infinito poder. del volumen y sirvió de original para nuestra
Tirso dice que estrenó su obra Cristóbal edición en el tomo i, págs. 3 í i y siguientes.
Ortiz; y en este caso debió de ser antes de i622; A principios del siglo xvm la reimprimió
pues consta que en dicho año se representó en D.a Teresa de Guzmán con el título de Come
el Real palacio por Avendaño y su compañía dia famosa. La nuera más leal y mejor espiga
el San Bruno, que verosímilmente es El ma dera. Del Maestro Tirso de Molina. Madrid,
yor desengaño, de Téllez. sin año (hacia i 733), 4o págs. en 4.°
En nuestra Biblioteca Nacional hay manus A mediados del siglo xvi fué este asunto lle
crito (número i6.682) un Auto sacramental in vado á la escena por el famoso poeta toledano
titulado: El mayor desengaño, atribuido á Sebastián de Horozco, en su Representacion
Tirso de Molina, pero de letra moderna, sin fecha por el Auctor, de la famosa historia de
duda engañado el que lo escribió por la iden Ruth.
tidad de título de la comedia. Son interlocuto Desgraciadamente está incompleta esta obra
res: Berrueco, sacristán; Lev'x, hebreo; Siquén, en el único texto conocido de ella que sirvió
hebreo; Luzbel; María; Manasés, hebreo; Pas para la impresión que se hizo en i874 (Can
cual; Benito; Domingo, villano; Músicos y Dos cionero de Seb. de Horozco, Sevilla, i874, pá
ángeles. gina i95, en 4.°), faltando las más interesan
XXVlII CATALOGO RAZONADO
tes escenas del final y que, á juzgar por lo bien hasta libros enteros se escribieron en pro y en
planteado del asunto y lo lindamente versifi contra de los coches.
cados que están los trozos que conocemos, se El Melancólico es la primera redacción ó
rían primorosas. texto de la comedia Esto sí que es negociar;
Barrera cita una comedia suelta titulada: (Véase) y forma un drama de carácter muy
La mejor espigadera de Felipe Godínez, que bien descrito y sostenido.
no hemos visto. Calderón tiene un auto sacra Los personajes, asunto y parte de los versos,
mental, Las espigas de Ruth, impreso diversas son iguales en ambas comedias. En la titulada.
veces. Esto sí que es negociar, el primer acto es por
Don Ramón de la Cruz compuso dos partes entero de Tirso. El segundo, en que se conser
de La espigadera, impresas en el tomo iv de su varon algunos versos y escenas, pudiera ser de
Colección, en diez volúmenes (Madrid, i786 otra mano, así como el tercero, en todo dis
á i79i) y otras veces, y representadas en i777 tinto, del correspondiente del Melancólico.
y i783. En competencia de la primera parte En la refundición desapareció el carácter.
de Cruz, que fué muy aplaudida, principal El hijo del Duque, aunque sabio, no es serio y
mente por la maravillosa ejecución de la Pepita concentrado, sino alegre y enamoradizo. Toma
Huerta y la buena música conque la exornó cuerpo y aumenta el enredo la conversión de
D. Pablo Esteve, escribió é hizo representar la dama en Duquesa de Clarence, que en el
D. Manuel Casal en i778 una segunda parte Melancólico es un episodio inútil al final. En
de la Espigadera, que fué mal recibida. resumen: de una comedia de carácter, se hizo
Por último, el mismo asunto llevó á la es- una de enredo.
ceca un Fr. Miguel Magraner y Soler, que vi Hartzenbusch (Teatro escogido, tomo ix,
vía á principios del pasado siglo y dejó inédito pág. 33i) presume que la causa de haber Tirso
un drama titulado: Ruth Moabita, bisabuela refundido obra tan excelente como El Metan-
del rey David, que se conserva en nuestra Bi cólico sería «que alguna parte del público de
blioteca Nacional. bió de creer que aquel Rogerio tan grave, tan
misterioso y que daba respuestas con visos de
5i. El melancólico. oráculos á los pretendientes que admitía á su
audiencia, tenía alguna semejanza con el sabio
Impreso en la Parte /.° (Sevilla, Madrid, y melancólico Felipe II, que haría pocos años
i627) de la colección dramática del autor: el
que había muerto, cuando Tellez escribió su
quinto en el orden del tomo. Ha servido de comedia. Por lo menos, el encargo hecho al
original para nuestra edición en el primero de secretario que emborrona la carta, en vez de
estos dos volúmenes; págs. 6i y siguientes. echar polvos, es dicho que se atribuye á aquel
No consta que lo hubiese reimpreso D." Te
monarca.»
resa de Guzmán ni otro alguno hasta que
Quizás habría algo de lo que Hartzenbusch
Hartzenbusch lo colocó en el tomo ix de su
dice, y por eso la comedia del Melancólico no
Teatro escogido de Fr. Gabriel Téllez.
volvió á imprimirse y fué sustituida por la otra.
Escribióse en í6i i, pues en la escena IV del
acto tercero se dice:
52. La mujer por fuerza.
El Consejo discreto
Ins coches manda quitar. Salió por primera vez á luz en la Parte 2.°
Si el autor quiso, como sospecha Hartzen (Madrid, i635) de la colección particular de
busch, pintar en esta obra al rey D. Felipe II, Téli.ez y este texto es el reimpreso en el
pudo aludir á la rigurosa pragmática que dió tomo i de la nuestra, págs. 235 y siguientes.
en i578 sobre los coches Pero como estas alu Estrenóla el autor de compañías, Cristóbal
siones eran casi siempre, entre nuestros auto Avendaño, según afirma el encabezado de la
res cómicos del siglo xvn, á cosas de actuali comedia; pero no nos consta el año en que fué
dad, es seguro que aludía Téllez á las Reales el suceso.
provisiones de 3 y 4 de Enero de i6í i, que re Figura en el tomo h de la colección de Or
glamentaron el uso de carruajes y redujeron tega (Madrid, i829, págs. i25), pero llena de
su número. Posteriormente á i627, en que fué atajos y mutilaciones que la hacían completa
impresa esta comedia, hay muchas resolucio mente inútil, pues las supresiones habían re
nes, pues la materia llegó á interesar tanto que caído justamente en las escenas más graciosas,
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXIX

aunque fuesen algo picarescas. La censura de carmelita Fr. Pedro de Vargas, que fué repre
los directores de aquella colección era excesi sentada en Sevilla, por la compañía de Barto
vamente severa; por lo cual sus textos no tie lomé Romero, en el Corpus de i642. (S. Arjona
nen valor, aunque sí las juiciosas observacio An. del t. en Sev., pág. 36o.) La Vida y rapto:
nes críticas que acompañan á cada pieza. de Elias, de Matías de los Reyes, impresa
En la Biblioteca Municipal hay una comedia en i629; el auto sacramental de Rojas Zorrilla,
titulada: La mujer por fuerza, en cinco actos, La viña de Nabot, representado en Granada
que suena aprobada en i877 y será tal vez re en i648 y acaso antes en Toledo: existe im
fundición de la obra de Tirso, cosa que no he preso y manuscrito en la Biblioteca Nacional.
podido comprobar. El carro del cielo de Calderón; El vengador de
los cielos y rapto de Elias de Bances Candamo
53. La mujer que manda en casa. (tomo i de sus Poesías cómicas); El gran pro
feta Elias, comedia de Don Ivón, ó sea D. An
Dióse primero á la estampa en la Parte 4.a
drés González de Barcia, cuyo autógrafo, fe
(Madrid, i635) de la colección de su autor, chado en i697, existe en la Biblioteca Nacio
donde figura en el número tercero, y ha ser nal; Elias y Acab, comedia anónima del si-,
vido de original para la nuestra reimpresión glo xviii, manuscrita en la misma Biblioteca,
el tomo i, pags. 46o y siguientes. y acaso otras que ahora no tengo presentes.
En la Biblioteca Nacional existen dos ma
nuscritos antiguos de esta comedia, uno de 54. Alo hay peor sordo...
ellos con grandes atajos y enmiendas para la
representación. Hállase impresa en la Parte 3.* (Tortosa,
Reimprimióla en Madrid D.a Teresa de Guz- í634) de la colección propia de Téllez.
mán, sin año (hacia i734), en 36 págs. en4.°, y Reimprimióla, completando el título, Doña
respetando por esta vez su título verdadero. Teresa de Guzmán, en Madrid, sin año,
No hizo lo mismo otro impresor de la misma 4.°, 38 págs. De nuevo se imprimió en Madrid,
época que la dió á luz con el siguiente: Come librería de González, i8o4, en 38 págs. en 4.°
dia famosa. La impía Jenabe! mujer del infeliz Figura en el tomo m de Tirso de la colección
Acab, y Triunfo de Elias. Del Maestro Tirso de Ortega; en el 4.° del Teatro escogido de
de Molina. Imprenta y librería de D. Isidro Ló Fr. Gabriel Téllez y en Autores Españoles.
pez, calle de la Cruz, en Madrid; sin año, 4.°, Escribióse por los años de i625, á juzgar por
34 págs. y en que el texto ha sufrido algunas los diversos pasos de la comedia en que se
modificaciones. alude al ataque que los ingleses dieron al
Otra refundición se hizo á mediados del pro puerto de Cádiz en dicho año.
pio siglo xviii y existe manuscrito de ella en la Scarron imitó «sta obra en su Jodellet due-
Biblioteca Municipal (67-2) con el título de La lliste.
más heroica venganza de la traición más impía;
pero en la cubierta lleva este otro: Comedia 55. No le arriendo la ganancia. Auto
nueva. La tirana de Israel. Del Maestro Tirso sacramental.
de Molina. Este manuscrito lleva las censuras Precedido de loa se imprimió este auto en
de i 3, 28 y 3o de Octubre de i755 y parece que Deleitar aprovechando (Madrid, i635), en el
el título que entonces llevaba la obra era el de Martes por la tarde, según la división de ca
La tirana de Israel que luego les pareció poco pítulos que Tirso hizo de su obra, y fué re
sonoro. Él censor D. Antonio Pablo Fernández presentado por Baltasar de Pinedo «en Madrid,
llama al autor «el gran Tirso», cosa notable delante del rey Felipe IIL»
para aquellos días. De aquí lo tomó D. Eduardo González Pe-
Introdúcese un personaje nuevo llamado droso para su colección de Autos sacramenta
Mandrágora, que es el criado gracioso de que les en la Biblioteca de Autores españoles y por
carece la comedia de Téllez, pues Coriolín esta causa no le hemos reproducido nosotros;
es un pastor .'Esta refundición está hecha con como no lo hicimos con El colmenero divino,
gran libertad en los versos; los de arte mayor que se halla en igual caso.
fueron suprimidos casi todos. La alegoría de este auto está tan disminuida
Sobre el mismo asunto, en todo ó en parte, que más parece una comedia de enredo y aun
de esta obra versan el Auto de Elias, obra del de carácter para pintar las veleidades de una
XXX CATÁLOGO RAZONADO
mujer caprichosa. La versificación es mag Don. Agustín Durán la incluyó en su 7 alia
nífica. española (Madrid, i834) y Hartzenbusch en su
Teatro escogido de Fr. Gabriel Téllez, tomon,
56 . Nuestra Señora del Rosarlo. La
y en Autores españoles. .
Madrina del cielo. (Auto sacra
La comedia fué compuesta antes de i6a3,
mental.)
pues consta de su encabezado que la estrenó
Fué impreso en el libro titulado: Navidad, Jerónimo Sánchez (ó su compañía), y consta
y Corpus C hv i sí i festejado por los mejores In también que se ejecutó en el Real palacio de
genios de España, en diez y seis Avtos a lo Madrid el 2o de Julio de i623 por Domingo
divino, Diez y seis Loas, y diez y seis Entre Balbín. (Averiguador, tomo i, pág. 9.)
meses. Representados en esta Corte, y nunca El asunto, tomado de un cuento del Eoc-
hasta aora impressos. Recogidos por Isidro de caccio, fué puesto antes en escena por Lope
Robles. Madrid, loseph Fernandez de Buen- de Vega en su Halcón de Federico; por más
dia, i664. 4.°, 4 hojas preliminares y 373 pá que la circunstancia de no figurar esta come
ginas. dia en la segunda lista del Peregrino (i6i8) y
Ocupa el de Tirso el número i2 entre los no aparecer impresa hasta la xm Parte de
autos y lleva el título: Muestra Señora del Ro Lope (i62o) pudiera hacer dudar sobre cuál
sario, la Madrina del cielo. Tirso de Molina. de los dos autores escribió primero. Pero como
De aquí lo hemos trasladado al presente tomo, no se plagiaron, la averiguación interesa me
al final del mismo. nos y la omisión de Lope también significa
La necesidad de un segundo título á esta poco; porque en su inmensísimo caudal ni él
clase de piezas obedece á que muchas llevan mismo sabría, en un momento dado, cuántas
el primero para indicar que se había de repre y cuáles tenía compuestas. Sobre esta come
sentar en la festividad que indica, según cos dia de Lope y demás imitaciones del cuento
tumbre de muchos pueblos de España. En el boccacciano del Halcón, ha publicado el ale
mismo tomo de Navidad y Corpus Christi, mán Rudolf Anschutz, en i892, un estudio
hay otro de Cubillo que lleva por subtítulo acompañado del texto de la obra de Lope de
Ciento por uno, y en la Biblioteca Nacional, Vega.
manuscritos de Nuestra Señora del Rosario, Sirve el mismo tema de base á la comedia
se registran hasta cuatro, con los segundos de D. Fernando de Zárate, Quien habla más
dictados de El tesoro escondido, El salteador obra menos, impresa en la Parte 44.* de la
venturoso, El esclavo de su hijo y El tirano colección Comedias escogidas (Madrid, i678);
enamorado. Impreso hay también uno de Ro para otra de-D. Andrés de Baeza, titulada No
jas Zorrilla en que añade al encabezado «y co se pierden las finetas, impresa en la Parte II
rona más hermosa». (Madrid, i65g), y lo recuerdan claramente Fi
Hay asimismo autos de la Virgen del Pilar nesas contra desvíos, de Bretón de los Herre
y bajo otras muchas advocaciones; pues, como ros, y Handera negra, de D. Tomás Rodrí
hemos indicado, en el siglo xvn se festejaba guez Rubí.
el patrón ó patrona del pueblo con comedias
y autos lo más á propósito que fuese posible. 58. La Peña de Francia.
(V. Pérez Pastor: Nuevos datos acerca del Impresa en la Parte 4.a (Madrid, i 635) de
histrionismo en España: pasim.)
la colección peculiar de Téllez, la décima, y
reproducida por nosotros en el tomo i de la
57. Palabras y plumas.
nuestra, págs. 645 y siguientes.
Impresa en la Parte /.* de la edición que También la reimprimió D.a Teresa de Guz
Tirso publicó á nombre (Madrid y Sevilla, mán con el título de La Peña de Francia y
i627) la primera del tomo. traición descubierta; Madrid, sin año (hacia
Reimprimióla en el siglo xvm en Madrid i734); 4o págs., en 4.°
D.a Teresa de Guzmán con el siguiente y ex En la Biblioteca Nacional existe un manus
traño título: El petimetre con palabras y plu crito antiguo (núm. i 5.632) de esta obra, atri
mas. Comedia famosa. Del Maestro de las buido á Lope y á Tirso, en letras diferentes
ciencias Tirso de Molina. Madrid, á costa entre sí y distintas también de la del texto.
de... Sin año (hacia i733), 4.°, 4o págs. Está lleno de acotaciones y tachaduras, como
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXXI
destinado á la representación en el teatro, ¿Qué importa morir tan presto,
según demuestra también el reparto en las jor flores, hijas del Abril,
pues vivís estando alegres
nadas 2.a y 3.a todo aquello que vivís?
Con el título de La Peña de Francia se im Dure quien nace dichoso,
muera quien vive infeliz,
primió en una Parte extravagante de Lope, que vivir penando siempre
sin año, pero de Sevilla, según D. Juan Isidro es penar y no vivir.
Fajardo que la vió, El casamiento en la muerte Y acaba diciendo Roque, poco tuerteen gra
de aquel gran poeta. Esto sería causa de que mática, lo que sigue:
en el Catálogo de Medel (i 735), y luego en el
Con esto, senado ilustre,
de Huerta, se conservase este título; no con tiene fin esta tragedia,
fundiéndola con la de Tirso de Molina, que que á más elegantes luces
escribió el padre Mariana;
también mencionan, sino por creer se trata de cuyo risco se descubre
dos obras de igual título. La Peña de Francia no muy lejoi de Antequera,
no interviene, sin embargo, más que como in en los campos andaluces.
significante episodio en la obra de Lope. El ms. lleva hoy el número i4.745
El asunto histórico ó, por lo menos, tradi En el Museo Británico (Add-33, 478) existe
cional del hallazgo de la imagen de Nuestra otro manuscrito, copia moderna (del siglo xix)
Señora de la Peña por el francés Simón Vela y que, según noticias, es el mismo que el ante
ó Simón Rolán, como escriben otros, se halla rior, de La peña de los enamorados; pero atri
referido en diversas historias impresas y ma buido á Tirso de Molina, quizá por quien
nuscritas. De una de ellas titulada: Historia supo que Gallardo había tenido la comedia de
y milagros de Nuestra Señora de la Peña de aquel título. En el mismo tomo se hallan las
Francia, con las indulgencias concedidas <í los copias modernas de La dama del Olivar y de
cofrades y á las personas que visitan dicha El que fuere bobo no camine y castigo del
imagen. Salamanca, por Matías Gast, ¡56j, pensé-que, tales como las reimprimió D.a Te
4.°, pudo tomar su comedia Téllez. Con pos resa de Guzmán.
terioridad se han publicado otras dos histo En la Biblioteca Municipal hay un manus
rias de este santuario. (V. Muñoz y Romero: crito de La Peña de los enamorados, comedia
Üic. bibliogr. histór., y Menéndez y Pelayo: en tres actos en verso por Ü. Francisco Antonio
Obras de Lope de Vega, Vil, cxlvii y sigtes.) Gómez y Heredia, en 4.*
Uno de los primeros ensayos literarios de
5o. La peña de los enamorados. D. Aureliano Fernández-Guerra fué un drama
titulado La peña de los enamorados que dió á
De esta obra sólo el nombre conocemos por conocer en Granada, y que no sabemos haya
ahora. D. Bartolomé José Gallardo asegura sido impreso.
que poseyó un manuscrito de ella, que se pro
ponía publicar con la vida del autor, y que 6o. Por el sótano y el torno.
perdió todo el célebre día de San Antonio
Fué impresa en la Parte 2.a (Madrid, i635)
de i823 en Sevilla, con sus demás papeles y
libros que cayeron en el Guadalquivir, al em de la colección propia del autor, la sexta; y es
barcarse apresuradamente con las cortes y re una de las cuatro que Tirso declaró pertene-
gencia, huyendo de las tropas auxiliares fran cerle por entero, pues al final de la comedia se
cesas que se acercaban. dice:
En la Biblioteca Nacional existe el manus Esto sirva
de entretener solamente:
crito de una tragedia de aquel título de letra no porque haya estas malicias,
del siglo xix, aunque la otra puede ser algo que por el sótano y torno
anterior; pero no hay indicio para considerar Tirso escribe, mas no afirma.
que pueda ser la de Tirso ni aun refundida. Consta en el tomo i de la colección de Or
Intervienen en ella: D. Luis, D. Fernando, tega (Madrid, i826), en el décimo del Teatro
Roque, Zaide, Tarfe, Alí, Celinda, mora, Do escogido de Fr. Gabriel Téllez y en Autores es
rotea, Teresa, hermana de Fernando, Arlaja, pañoles.
mora, criada de Celinda y Muza. Fué refundida por D. Dionisio Solís.
Su principio es el siguiente, que canta la Escribióse esta comedia en i622; porque en
música: el acto tercero, escena III, dice Santillana:
XXXII CATÁLOGO RAZONADO
El manto, aunque despuntado, La comedia del Dr. Juan Pérez de Montal-
con palmo y medio de red; bán El rigor en la inocencia, tiene alguna se
¿qué? ¿pensaba su merced
qu las puntas qite han quitado mejanza con la de Tirso. Se imprimió suelta,
les hacen falta? ¡Bonitas según Durán, y de ella hay un manuscrito en
son! Si en carrres anduvieran,
de la misma carne hicieran nuestra Biblioteca Nacional.
guarnición las mujercitas.
Pues bien; en una carta de i6 de Noviembre 63. Próspera fortuna de Don Alvaro
de i622 (Bib. Nac., ¡Vis. x-i57) se dice: «Se qui de Luna y adversa de Ruy Lo»
tan guarniciones de oro y plata, y telas de plata paz Oávalos. Primera parte.
y oro en cualquiera género de vestidos; capas Está inclusa en la Parte 2.a de las comedias
de seda; sedas sobre sedas, y excesos de guar de Tirso (Madrid, i635), y desde entonces, que
niciones, puntas de mantos», etc. sepamos, no se ha vuelto á imprimir hasta que
nosotros la hemos puesto en el tomo primero
6i. El pretendiente al revés. de esta colección, págs. 263 y siguientes.
Hállase impresa en la Parte /.a (Madrid y En la Biblioteca Nacional hay un manus
crito antiguo de esta obra (núm. i7.ioi), que
Sevilla, i627) de la colección de Tirso, donde
lleva el rótulo: Comedia famosa de Ruy Lopez
ocupa el segundo lugar.
de Abalos de mira de mesqua. El título y el
Doña Teresa de Guzmán la publicó con el
autor, de letra sobrepuesta y algo posterior.
titulo de Comedía sin fama. El pretendiente al
Esta copia está firmada por un Juan Jerónimo
revés. Madrid, sin año (hacia i733).
García, que quizá fuese cómico. Sigue ente
Durán en su Talla española (i834), Grimaud
ramente el texto auténtico de la obra de Té-
y Velaunde en su Teatro antiguo español
llez.
(i837) y Hartzenbusch en su 'Teatro escogido
Damián Salustrio del Poyo tiene dos come
(i839), y en Autores españoles reimprimieron,
dias sobre este asunto, respectivamente. La
sucesivamente, esta favorecida comedia, cuyo
próspera fortuna del famoso Ruy López de
verdadero título seria, según los últimos ver
Avalos el Bueno v La adversa fortuna del
sos de ella, El rábano por las hojas.
muy noble Caballero Ruy López de Avalos el
Y si no véngase acá Bueno, impresas ambas en Parte tercerade las
y cenará á poca costa,
porque sólo Le daremos comedias de Lope de Vega y otros autores,
el rábano par las hojas. Barcelona, i6i 2, y en la Bilioteca de Autores
españoles. De ellas, sólo la segunda tiene al
Con el título de El rábano por las hojas hay
guna conexión con la de Tirso, aunque cada
dos comedias modernas que nada de común
uno lleva el asunto por rumbo diferente.
tienen con la de Tirso. Esta de Téllez es, como hemos dicho, la
primera parte de la Adversa fortuna de Don A l-
62. Privar contra su gusto. varo de Luna, ambas muy interesantes; pero
Aparece impresa en la Parte 4.* (Madrid, en las que parece que Tirso tuvo uno ó más
i(335) de las comedias de Tirso; la primera del colaboradores anónimos.
tomo.
Reimprimióla á principios del siglo xvm 64. La prudencia en la mujer.
D.° Teresa de Guzmán, sin año, en 36 páginas, Hállase impresa en la Parte 5.a (Tortosa,
en 4.°, y Hartzenbusch en sus dos citadas co i634), de la particular colección de Tirso.
lecciones, por lo cual no tuvo cabida en la A principios del siglo xvm la reimprimió
nuestra. D.a Teresa de Guzmán, en 4.°, 44 págs.
En la Biblioteca Municipal de Madrid haz Reimprióla en i834 D. Agustín Durán, en
los manuscritos de dos distintas refundiciones. su interrumpida Talía española; de aquí la
Se titula el primero Los acasos, y está dividida tomó D. Eugenio de Ochoa para su Tesoro del
en cuatro actos, en verso. Lleva una censura teatro español (tomo iv), y Hartzenbusch la in
fechada en 2i de Abril de i785. cluyó en su Teatro escogido de Fr. Gabriel
La segunda refundición es más moderna, Téllez, tomo vi, y en Autores españoles.
también anónima y en cinco actos, con la fe Tirso, como de costumbre, ofrece una se
cha de i829. gunda parte, que acaso no llegó á escribir.
rn-

DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXXIII

De los dns Caravajales tan decaídos y menospreciados, á causa de la


con la segunda comedia grande ola de barbarie, ignorancia y presun
Tirso, senado, os convida,
si ha sido á vuestro gusto ésta. ción, todo junto, que nos envuelve y asfixia.

Refundióla á fines del siglo xvm un tal Ci 65. Guíen calla otorga.
priano de Segura, con el título de La pruden Estampóse en la / .a parte de las comedias
cia en la mujer y más perseguida reina. De del autor (i627), la octava del tomo y á conti
esta mala refundición existe un manuscrito en nuación de El castigo del pensé-que, de la que
la Biblioteca Municipal de esta corte.
es segunda parte.
Don Juan Eugenio Hartzenbusch compuso Fué escrita poco después que ella y, por
igualmente una refundición de esta comedia, tanto, en i6i 3, aunque parece que su represen
que se representó por primera vez en el teatro tación no se efectuó hasta i6i7, pues dice que
del Circo el 2o de Mayo de i858. Imprimióse la hizo Olmedo (Alonso de), y éste no figura
póstuma en i9o2, como hemos dicho en el como autor de título hasta aquel año.
prólogo del tomo i, pág. lxxx. Ya hemos dicho que la reimprimió unida
Otra refundición hecha en época más mo con la i.° parte de D.a Teresa de Guzmán, á
derna se imprimió dos veces: la última con el principios del siglo xvm. Poco posterior es
título de La prudencia en la mujer, comedia de otra impresión suelta de Quien calla otorga,
Tirso de Molina, refundida en cuatro actos y sin lugar ni año, en 4.°, de 32 págs.
precedida de un discurso por Enrique Funes. Fué refundida en cinco actos por Juan Ca
2.a edición, corregida por el refundidor. Santa
rretero y se representó en el teatro de la Cruz
Cruz de Tenerife. Imprenta de A. ./. Benitcz, el 28 de Agosto de i827, época en que empezó
i 88y; 4°, lvii-i77 Págs. á conocerse y estimarse nuestro poeta, como
En el discurso preliminar trátase, con poca se ve por las refundiciones de Solís, Mesonero
novedad, de los refundidores y arregladoresde y éstas del estimable galán, compañero de Rita
obras antiguas, y al fin lleva unas notas ya re Luna.
lativas á la comedia en que el autor razona Medel cita una obra de este título de don
sus modificaciones. La refundición no es mala, Bartolomé de Enciso y otra de Calderón. Qui
pero sí excesivamente larga; toda ella no se zá sean ambas la deTéli.EZ, aunque también
soportaría en escena. la menciona. Huerta repite lo dicho por Medel;
De las imitaciones sólo conocemos una ópera Barrera atribuye, en duda, una á D. Diego Ji
titulada Doña María de Molina, á que puso ménez de Enciso, sevillano.
música D. Ramón Carnicer; y el drama de
igual título de D. Mariano Roca de Togores,
66. Quien da luego, da dos veces.
Marqués de Molíns, estrenado en el teatro del
Principe el i1 de Julio de i837, é impreso con Una copia moderna de esta comedia, que
eruditas notas históricas, que también son existe en la Biblioteca Nacional, núm. i5.948,
aplicables al drama de Tirso. ha servido para la impresión que ofrecemos en
Además del excelente artículo crítico que este tomo. En el Catálogo de Medel (i 735) se
para esta comedía escribió D. Agustín Durán, menciona este título, lo cual indica la existen
también publicó el eminente hispanista Mon- cia de una impresión suelta que no hemos po
sieur Alfredo Morcl-Fatio, en i9oo, en el pri dido haber á las manos. Huerta y los demás
mero de sus Eludes sur le théátre de Tirso no hacen otra indicación que demuestre ha
de Molina (Bulletin hispanique d' Avril-Sep- berla visto.
tembre de i 9oo), uno acerca de La prudencia Parece ciertamente de Tirso, y tomado el
en la mujtr, investigando sus fuentes, que fue asunto, en lo principal, de la novela de Cer
ron la Crónica de Fernando IV y la Historia vantes La señora Cornelia.
de Mariana. Aunque para los lectores españo Quien fuere bobo no camine.
les no tengan gran novedad las observaciones
del Sr. Morel, no, hay que olvidar que están (Véase El castigo del pensé'que.)
escritas principalmente para los numerosos
cultivadores que en Francia, Italia, Alemania, 67. Quien habló pagó.
Inglaterra y Estados Unidos cuentan hoy los Pertenece á la Parte 2.a (i635), especial de
estudios de historia literaria de España, aquí Tirso.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA. —TOMO II
XXXIV CATALOGO RAZONADO
No sabemos que desde entonces haya vuelto Lope de Vega cita en la primera edición de
á imprimirse; por lo cual va en nuestra colec El peregrino en su patria (i6o3) una comedia
ción, tomo i, pág. í78. suya titulada Las Quinas de Portugal , y
El título no responde exactamente al fondo Barrera añade: que es la misma que en la
del asunto; pues el noble y desdichado Conde Parte xxn de Lope y otros autores figura
de Urgel, mandado asesinar por la Reina de con el nombre de La lealtad en el agravio, y
Aragón, no habló; es decir, no se vanaglorió de suelta, con los de En la mayor lealtad, etc., y
los favores que merecía á su reina, para reci Favores del cielo en Portugal. Pero no aparece
bir tal castigo, ordenado sólo á consecuencia en la colección académica de Lope, y supongo
de los embustes y calumnias de un cortesano. que no tendrá el carácter histórico de la de
Tirso acaso le hubiese puesto al principio tí Tirso.
tulo diferente.
El Rábano por las hojas.
68. Quien no cae no se levanta. (Véase El pretendiente al revés.)
Se imprimió esta obra en la Par te 5.a (i 636),
7o. La Reina de los Reyes.
propia de Téllez, y desde entonces no ha
vuelto á gozar la publicidad en los tipos de Se imprimió en la Parte 2.* (i635) de Tir
imprenta. Va, pues, en nuestra colección y en so, de donde la trasladamos á nuestra colec
el tomo presente, páginas i42 y siguientes. ción, tomo i, páginas i49 y siguientes, pues
Hartzenbusch dice que es «comedia de desde aquella fecha no tenemos noticia de que
asunto devoto, muy bien escrita y muy buena se haya reimpreso.
mientras la protagonista es mala; desde que se El argumento, que es la aparición milagrosa
convierte, que es á la mitad del acto segundo, á San Fernando de una escultura de la Virgen,
el drama se echa á perder.» (Com. escog. de fabricada por dos ángeles, que luego desapa
Tirso, en Autores españoles, pág. xlii). recen, comprende también varios sucesos de
Suscribimos la primera mitad de esta opi la vida de aquel glorioso Rey. La imagen se
nión. Es, efectivamente, cosa primorosa la veneró en la Catedral de Sevilla muchos siglos,
versificación, lenguaje y estilo de las primeras y aún quizás exista.
escenas de esta obra; pero no creemos que El asunto era tradicional, según dice Tirso,
luego se «eche á perder»; pues hay mucha que igualmente parece quiso dar otro título á
fuerza dramática en los períodos de lucha y su obra, pues dice en los últimos versos:
dudas que siguen á la poco firme conversión Y esta es, porque fin le demos,
de Margarita. Con la evidente languidez de la tradición que tenemos
de la Virgen de los Reyes.
algunas escenas del acto tercero y todo, nos
parece éste uno de los buenos dramas del A fines del mismo siglo xvn fué servilmente
autor. imitada la comedia de Tirso por el sevillano
El asunto debe de estar sacado de la vida de Guedeja y Quiroga, que compuso La mejor
Santo Domingo de Guzmán, cosa no imposi luz de Sevilla N. Señora de los Reyes. Come
ble, ni siquiera difícil de averiguar. dia famosa. De D. Gerónimo Gvedeja y Qvi-
roga. En 4.° y i6 hojas numeradas; sin lugar,
69. Las Quinas de Portugal. ni año, ni imprenta. Parece edición sevillana
de fines del siglo xvii. Tengo además otra
Existe en la Biblioteca Nacional el original edición algo posterior, sin indicaciones tipo
autógrafo de esta comedia que concluyó Tirso gráficas y también en 4.° y en i6 hojas sin nu
en Madrid, á 8 de Marzo de i638, y lleva indi merar.
cación de las fuentes en que ha bebido lo histo Al fin de la comedia, dice Ajonjolí:
rial de ella. Este manuscrito hemos, como era
natural, reproducido en el presente volumen. Y aquí, senado famoso,
da fin la historia más pfa
Cita ya esta obra (que no creemos haya sido de la Virgen de los Reyes,
impresa nunca) el Catálogo de Medel, estam la Mejor luz de Sevilla,
pado en i735; lo cual demuestra que en este ex que demuestra cuál era el verdadero nombre
celente repertorio dramático figuran, como ya de la imagen.
hemos indicado, no sólo obras publicadas, sino Relativas al cerco y toma de Sevilla hay va
las que aún no lo habían sido. rias obras dramáticas y hasta á principios del
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXXV

siglo xvm, un tal D. Manuel Durán compuso ñesa de Asturias, también de Luis Vélez. Con
una trilogía entera sobre el asunto. la que tiene algún mayor parecido es con La
Gallega Mari-Hernández.
7i. La república al revés. El asunto de la Romera es por completo no
velesco; pues la acción ocurre en tiempos de un
Figura en la Parte 5.a (i636) de Téi.i.ez, y Ordoño de León, coetáneo del Conde de Casti
de aquí la hemos reproducido en el tomo pre lla D. García Fernández, y D.a Sol (la Romera)
sente, pág. 83 y siguientes. se dice hija de D. Manrique de Lara. En cuanto
Reimprimióla D.° Teresa de Guzmán, en al Conde D. Lisuardo, presunte cuñado del
i733, con el aditamento de Comedia sin fama; Rey de León y forzador de la Romera, es per
36 páginas en 4.° La fe de erratas lleva la fe sonaje completamente desconocido en nuestras
cha de Madrid, i4 de Diciembre de i733. crónicas.
El asunto es histórico en el fondo: Tirso lo La Romera de Santiago se estrenó en Pala
habrá tomado de alguna historia del Bajo im cio á fines de i622 ó principios del siguiente.
perio; pero muchos episodios son de invención (Véase tomo ív de las Obras de Lope de Vega,
suya ó del que le haya servido de fuente. La en Autores españoles, pág. xv.)
comedia, salvo alguna que otra escena, nos
parece mediana. 73, 74 y 75. La Santa Juana. (Trespar-
tes.)
72. La Romera de Santiago.
Las dos primeras partes de esta trilogía
Hállase impresa en la Parte xxxm de la monástica fueron impresas en la Parte 5.a
colección de Comedias escogidas (Madrid, José (i636) de la colección propia del autor. La
Fernández de Buendía, i67o, en 4.°), la tercera tercera ha quedado inédita; y de todas existe
en el orden del tomo y atribuida á Tirso. un precioso manuscrito, en gran parte autó
Con el mismo título de La Romera de San grafo, en nuestra Biblioteca Nacional (Vitri
tiago, y adjudicándola á Luis Vélez de Gue na 3.*, núm. 23). De él nos hemos servido para
vara, se imprimió suelta en el siglo xvni. De la impresión que va en el presente tomo, pá
ella he visto dos ediciones: una de Madrid, ginas 238 y siguientes, sin olvidar su cotejo
imprenta de San^, i?5i, i6 hojas en 4.°, y con el impreso, que no resuelve los lugares di
otra de Valencia, José y Tomás de Orga, fíciles.
i777, 32 páginas, también en 4.° Conocemos las fechas exactas de la compo
Hay sendos manuscritos de esta obra en las sición de estas obras. La primera parte, que en
Bibliotecas Nacional y Municipal, que confor el manuscrito de la Nacional es autógrafa,
man ambos con la impresa á nombre de Luis lleva al principio la nota que dice: «Acto pri
Vélez. mero: en Toledo á beynte de Mayo de mili y
Cotejadas ésta y la atribuida á Téllez, se seyscientos y trece, por Fr. Gabriel Téllez.» Y
ve que la única diferencia consiste en haber en la última hoja dice: «En Toledo á 3o de
suprimido Vélez una gran cantidad de versos mayo de í6i 3. Omnia subjiciuntur Stae. roma-
en las relaciones algo extensas y haber intro nae eclessiae et censurac omnium eius filiorum
ducido algunos cortos para ser cantados. qui cum charitate et sufficientia illa correxe-
El romance de sabor antiguo ó imitado: rint. Frai Gabriel Téllez.» (Dos palabras ta
Preso tienen al buen Conde, chadas.)
al Conde don Lisuardo, Parece, pues, seguro que esta primera co
porque forzó una Romera media se escribió en diez días, hallándose el
camino de Santiago,
autor en Toledo, y que fué representada en
está en ambos. Madrid en Agosto ó Diciembre, del mismo
Después de estas impresiones aparece tam año, pues de aquella fecha son las censuras
bién en la colección de Ortega (tomo iv); pero para su representación.
muy mutilada. Con arreglo al más antiguo Esta primera parte lleva aprobaciones de
texto va en el presente tomo, págs. 388 y si Tomás Gracián Dantisco, fechadas en Madrid
guientes. á 8 de Agosto, 23 de Noviembre y 2 de Di
No es exacto, como se ha asegurado, que ciembre de i 6i 3, y en ellas se titula la come
este sea el mismo asunto que el de La Monta- ¡ dia Vida de Santa Juana. También lleva una
xxxvi CATÁLOGO RAZONADO
licencia para la representación, fechada en Se rita de Austria. Zaragoza. Por Lucas San-
villa á 22 de (roto) de i6i5. chez. Año i6i i. Las fuentes de esta obra,
La segunda no debió de retardarse mucho, pues la Santa Juana nació en i48i y murió en
porque la tercera, que también es autógrafa i 534, son unas memorias biográficas de cierta
y va firmada, lleva al principio de cada una de Sor María Evangelista, compañera de la Santa,
las jornadas estas fechas: «En Toledo, á 6 de y que Tirso introduce en su comedia é inter
Agosto de i6i4; en Toledo, á i2 de Agosto de viene en todos los actos de aquélla, indicando
i6i4; en Toledo, á 24 de Agosto de i6i4.» Fué, el propósito de narrar sus acciones.
por consiguiente, compuesta esta tercera co En la Biblioteca del Escorial hay un volu
media de Santa Juana en diez y ocho días. minoso códice (Serrano: Escritoras españo
D. Luis Fernández-Guerra, en su libro so las: h, 65i), titulado Libro del conorte que
bre Alarcón (pág. i86), dice, aunque no lo au es el que se escripia de los sermones que predi
toriza, que la Segunda parte de la Santa Juana caba Santa Juana de la Cruz estando elcuada,
fué estrenada en Toledo á i5 de Diciembre de escrito en su vida (i5o5), y que quizás ella
i6i3. misma dictaba á sus discípulas. Refiérese á su
En las Relaciones de Luis Cabrera de Cór cesos relativos á la vida de Jesucristo y difu
doba, pág. 557, se escribe de Madrid, con fe sión del Evangelio. Acerca de sus famosas
cha 28 de Junio de i6i4: »Al otro día (es decir cuentas (ó sean las de su rosario), también se
el de San Juan)... volviéronse (los Reyes) á la compuso un libro de las indulgencias que por
Huerta (del Duque de Lerma) para ver la co ellas se ganaban; pero este libro fué prohibido
media de la señora Juana, que es cierta monja por la Inquisición. (Bib. Nac.: Papeles de la
de ejemplar vida' que hubo en un monasterio Inq., leg. 46).
que llaman de la Cruz á cuatro leguas de Y aquí debemos advertir que como la Monja
aquí.» Puede aludir á la primera ó segunda de la Sagra no estaba entonces canonizada (ni
parte; porque la tercera aún no estaba escrita. lo está aún hoy, pues sólo goza el título de Bea
Por consiguiente, las censuras con fecha ta), en el manuscrito de la comedia de Tirso
i6i3 que van al fin de las tres partes sólo pue se puso una nota, luego tachada, que dice:
den referirse á las dos primeras. No así las «Este título (el de Santa Juana), y el que se
demás, que ya pueden comprenderlas á todas. pusiere en los carteles á la publicación de esta
Y como prueba de la gran difusión de las comedia se manda que sea conforme al libro
obras dramáticas en aquella época, obsérvense titulado: La Sierva de Dios, Sor Juana de la
la multitud de licencias que para la represen Cruz, y (no) Sanela Juana; y que en los ver
tación de la Santa Juana se dieron en el tér sos de la comedia se ponga siempre Sor Juana
mino de dos años: en 3 de Febrero de i6i5, en lugar de Sancta Juana.»
para representarse en Valladolid; en 27 de Posteriormente cesaron estos escrúpulos,
Enero de i6i6, en Córdoba; en i5 de Abril del pues no mucho después se publicaron los Fa
mismo año, en Granada; en i5 de Julio del vores de el Rey de el cielo, hechos á sv esposa
propio, en Málaga; en 3o de Septiembre en la Santa Juana de la Crvz, Religiosa de la
Jaén, y en 26 de Junio de i6i7, en Cádiz. Esto Orden tercera de Penitencia de N. P. S. Fran
en las correrías que hizo la compañía del due cisco. Con Anotaciones theologicas y morales á
ño del manuscrito (que parece fué Juan de la historia de su vida. Por Fr. Pedro Navarro,
Morales). Y como es de suponer que también Lector jubilado en Sí.* Theologia y Difini-
lo habrá permitido copiar á otros autores de dor de la Prouincia de Castilla. A la Catolica
compañía, bien puede decirse que en dos años Majestad de la Reyna de las Españas Doña
había corrido toda España. Lo propio sucedía Isabel de Borbón, N.a S.a Con previlegio. En
con casi todas las demás comedias. Madrid. Por Thomas lunti, Impressor del Rey
Casi todo lo contenido en esta trilogía es N. S.r Año í622 (al fin repite las señas de la
histórico ó tenido por tal, y no puede dudarse impresión), 4.°; i6 h.. prels., 87i págs. y 2o
que Tmso lo lomó de la Historia, vida y mi hojas más al final sin numerar.
lagros, éxtasis y revelaciones de la Bienaven Contiene este libro algunas noticias relativas
turada Virgen Santa Juana de la Cruz, de la al expediente de beatificación de Sor Juana,
Tercera Orden de nuestro Seráfico Padre San promovida á instancias del Cardenal Trejo, y
Francisco, compuesta por Fr. Antonio Daza... dice que el cuerpo de la monja estaba en un
Dirigida á la Reina de España, Doña Marga arca de plata en su convento.
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXXVII
Andando los años compuso D. Francisco San Gil, el i3 de Noviembre de io97. Fué ca
Bernaldo de Quirós una comedia titulada La nonizado por Inocencio III en i i98.
Luna de la Sagra. Vida y muerte de Santa Tirso pudo tomar el asunto de su comedia
Juana de la Cruz, que fué impresa en la Par en cualquiera de las Vidas del Santo. Como de
te xxn de Comedias escogidas (Madrid, An costumbre, sigue con bastante fidelidad los su
drés García de la Iglesia, i665). De esta obra, cesos históricos y sólo quizás suaviza un poco
que viene á ser un compendio de las de Tirso, el carácter de Dorotea, esposa deJ Santo, á
hay un manuscrito en la Biblioteca Nacional, quien ella mortificó oponiéndose á sus actos de
fechado en i664, ó sea un año antes de ser im extrema virtud y especialmente de caridad y
presa. desprendimiento.
Don José Cañizares escribió también la titu
lada El Prodigio de la Sagra: Sor Juana de La Serrana de Escocia.
la Cruz, que, según Barrera, también se intitu (Véase Esto sí que es negociar.)
ló: Santa Juana de la Cruz. Con éste y con el
de El Prodigio de la Sagra la cita aislada
mente, como si fuesen comedias diferentes, el 77. Siempre ayuda la verdad.
Catálogo de Medel, y, por consiguiente, don Hállase en la Parte 2.a (i635) de la colección
Vicente García de la Huerta. En la Biblioteca especial de Tirso. Hartzenbusch la incluyó
Nacional hay un manuscrito de esta obra con entre las comedias de D. Juan Ruiz de Alar-
las licencias fechadas en i724, y en la Munici cón (pág. 229), aunque dudando que este poeta
pal, dos; uno con las aprobaciones de i723 y hubiese sido colaborador de Téli.ez en la com
borrado el título equívoco de La gloria de Es posición de la obra. La hemos incluido en el
paña en Cuba. Cuba era la aldea cerca de To tomo i de nuestra colección págs. 2o7 y si
ledo, donde estaba el convento en que profesó
guientes.
la beata Juana. Pudiera creerse que hay alguna edición suel
Por último: recordaremos que la vida de ta, pues el Catálogo de Medel la cita dos veces,
esta virtuosa monja sirvió de materia á uno atribuyéndola unaá Ruiz de Alarcón y otra á
de los dos poemas de asunto devoto que com Tirso, como si fuesen obras distintas, error
puso Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo. Se
que, como de costumbre, repite Huerta.
titula el de que tratamos ahora: ¿05 Triunfos
En el encabezado de la comedia se dice: «Re
de la Beata Soror Juana de la Lruz. En verso
presentóla Juan Jerónimo Valenciano, con que
heroico. A Doña Policena Palavecino Fiesco...
entró en Sevilla.» Según las investigaciones
Año í62i. En Madrid, Por la Viuda de Cos
de D. José Sánchez Arjona (An. del teatro en
me helgado; en 8.° Sevilla, 247), el Valenciano no vino como autor
Consta de cuatro libros ó cantos y está todo
ó jefe de compañía á Sevilla hasta i627. Sin
él (como el de la Virgen de Atocha, del mismo
embargo, antes del Carnaval de i623 el her
Salas) en octavas reales. mano de Juan Jerónimo (Juan Bautista, el que
mataron en la calle de Cantarranas al año si
76. Santo y sastre. guiente), la había ya representado en el Real
Palacio. {Averiguador, i, 8.)
Figura en la Parte 4.a(i635)de la colección
Esta comedia, que luego refundió D. Juan
de Tellez, y este texto hemos reproducido de .Matos Fragoso con el título de Ver y creer,
nosotros al comienzo del presente tomo; pues sin mejorarla, antes al contrario, parece obra
la comedia, con estar muy bien escrita y versi de dos plumas distintas, por la diferencia de
ficada, no ha sido reimpresa, quizás á causa de estilos, algunos desfallecimientos en los carac
no ofrecer el mayor interés su argumento. teres y este pasaje:
Al final puso Tirso esta nota epigramática:
Rey. Siempre ayuda la verdad.
Esta historia nos enseña D. Vasco. Con este título quiero
que para Dios todo es fácil, quedé fin nuestra comedia.
y que en el mundo es posible Blanca. Senado ilustre y discreto:
ser un hombre santo y sastre. si no ayudaren las obras,
ayúdennos los deseos.
San Homobono, hijo de un mercader y sas
tre de Cremona, vivió á fines del siglo xi, mu Es sabido que en estos finales de nuestras an
riendo, como describe Tirso, en la iglesia de tiguas comedias hablaban siempre los autores
XXXVIII CATÁLOGO RAZONADO

y no los actores. Sin embargo, en el primero y Joscph y Thomas de Orga, calle de la Cruz
en el tercer acto quedó mucho de Tirso. nueva...-» también en 4.° y de 36 págs.
La comedia de Matos Ver y creer se imprimió En esta refundición se procuró hacer resal
suelta y se incluyó en Autores españoles. tar el carácter alegórico de la pieza, discreta y
suficientemente indicado en Tirso, quien,
Sutilezas del Marqués del Camarín.
como de costumbre, aun á las figuras más
(Véase Amar por razón de Estado.) abstractas les imprimía un sello de realismo
Tan largo me ¡ofiáis. y de verdad humana que constituye uno de
sus grandes méritos como creador de caracte
(Véase El Burlador de Sevilla.) res vivos, apenas disfrazados con los nombres
de una virtud ó un vicio.
78. Tanto es lo de más como lo de Así el arreglo de que hablamos intervienen,
menos. además de algunos de los personajes que Tirso
menciona, La Obediencia, dama; La Pobreza,
Figura esta comedia en la Parte ;.* (i627) dama; La Castidad, dama; La Lascivia, dama;
de la colección peculiar de Tirso, y ha servido La Avaricia, galán; Floreta, gitana, graciosa,
de original para nuestra reproducción; tomo i, y Dos niños pastores. Faltan, en cambio, Dió-
páginas ii8 y siguientes. doro, Dina, Nísiro, Torbisco, Laureta, Taida,
No sabemos que se haya reimpreso desde Simón y Nicandro; pero los versos de éstos los
entonces, aunque sí que fué refundida, como pone á veces el autor en labios de las virtudes
veremos luego. y vicios que simbolizan los dichos en la come
Respecto de la fecha de su composición sólo dia de Tirso.
aproximadamente podemos conocerla; porque Pero tales son la fuerza dramática y alcance
diciéndose en el encabezado de la comedia: moral de la obra de Téllez, que ni aun con
«Representóla Juan Bautista» Valenciano, y estas frialdades alegóricas pudo el autor des
habiendo muerto éste en i624, claro es que an truirla, y 'anto, que años después, pasado ya
tes se habrá escrito el drama. Por otra parte, ó mitigado algo el furor neoclásico, obtuvo
en la escena vn del acto segundo, aludiendo al grande éxito, interpretada por Andrea Luna,
entremesista Luis Quiñones de Benavente, se Bernardo Gil, Juan Carretero, Rafael Pérez y
dice que, al cabo de nueve ó diez años que ve otros en el teatro del Príncipe.
nía entreteniendo la corte, llevaba compuestos entonces se imprimió de nuevo con el título
unos 3oo entremeses. Consta que ya en i6o9 es de Comedia nueva. La virtud consiste en medio.
cribía el divertido autor toledano; por consi El Pródigo y rico abariento. De un ingenio.
guiente, la comedia de Tirso será de i6i8Ó En Madrid, año de i8oo, imprenta de Ruiz,
i6i9. 4.°, 36 págs.
En esta obra, portentosa y hasta hoy mal Y reflejo de la opinión común es cierto cu
apreciada, reunió TÉllEzde manera admirable rioso y raro folleto crítico que entonces salió á
los dos temas ó parábolas de la Sagrada Escri luz con el titulo de Apología de ¡acomedía in
tura, conocidas por la del Rico Epulón y la del titulada: La virtud consiste en medio y pródigo
Hijo pródigo, trabándolas y enlazándolas por y rico avariento, representada en el coliseo del
tan artístico modo que parece no formaron Príncipe por la compañía del ¿.eñor Francisco
nunca más de una sola. Esmaltó y bordó tan Ramos en el próximo Carnaval de i8oo. En
dramático asunto con episodios y lances de Madrid, en la oficina de Don Benito García y
todo género; profundamente morales, jocosos, Compañía, 8.°, 36 págs.
picarescos, satíricos, tiernísimos algunos, que La firma un Ramón Campillo, que debe de
hacen de esta comedia una de las mejores de ser seudónimo. Ensalza debidamente el fondo
su autor y de las más excelentes de nuestro y desarrollo de la comedia, cuyo primitivo
teatro. autor ignora; tampoco menciona al refundidor.
Fué refundida en el siglo xvm é impresa con Para escrito en aquellos días es curioso este
el título de Comedia famosa. La virtud con pasaje: «Extraño mucho cómo sabiendo que
siste en medio. El Pródigo y Rico avariento. soy enemigo declarado de los poetas lánguidos,
De un ingenio. En Valencia, viuda de Orga, insulsos é hipocondríacos de nuestros días, y
i772, 4.°, 36 págs. Hay otra impresión del que nada me deleita en este género de poesía
mismo año: En Valencia, en la /mprenta de cómica sino cuando leo á Lope, Calderón, Mo-
X"^'-

DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XXXIX


reto, Solís y otros de la ley antigua, por cuya Quizá sea anterior El hijo pródigo, repre
defensa me mataré con mi padre», etc. sentación moral, de Lope de Vega, que figura
Aisladamente cada una de las dos historias en El Peregrino (i6o3) y fué reimpreso en la
bíblicas tiene gran eco en nuestro teatro. colección académica de las Obras de Lope,
Del Rico avariento cita Lope de Vega una tomo n.
comedia suya, hoy no conocida, en el Pere También corresponde á principios del si
grino en su patria, primera edición (i6o3). glo xvii el auto sacramental del Maestro José
Del Dr. Mira de Amescua existen dos obras de Valdivielso, titulado El hijo pródigo, im
sobre el mismo asunto; primero, una comedia preso en el tomo suyo comprensivo de Doze
titulada: Vida y muerte de S. Lázaro ó el Rico actos sacramentales y dos comedias divinas.
avariento, impresa en la Parte ix (i657) de la Toledo, Juan Ru¡z, í622, 4.°
gran colección de varios autores del siglo xtii El Sr. D. Antonio Restori cita una comedia
y de la que también hay manuscrito, en parte manuscrita, existente en la Biblioteca palatina
autógrafo, en nuestra Biblioteca Nacional, de Parma, que parece de la primera mitad del
(Ms. i6.8o5), aunque con censura muy pos siglo xvii, se dice obra de dos ingenios y lleva
terior (i668); y segundo, el auto sacramental el título de El hijo pródigo. Es la misma que
Pedro Telonario (ó el Rico de Alejandría), otra de igual nombre, también manuscrita, de
del que también hay antiguo manuscrito en la nuestra Biblioteca Nacional, aunque copia algo
misma Biblioteca. posterior, y la misma que una impresa que po
No mucho después el Dr. Felipe Godínez seo, titulada: Comedia famosa, El hijo pró
compuso otro auto titulado: El premio de la digo. De tres ingenios. Madrid, Antonio
limosna y Rico de Alejandría, que fué im San*., i785. Sic; pero hay un error de fecha
preso en í664 en la colección titulada: Navidad lo menos de treinta años. En i785 hacía ya
y Corpus Christi, festejados por los mejores in muchos que el impresor Antonio Sanz había
genios de España... Año i664. En Madrid, pasado de esta vida. Probablemente la verda
Por Joseph Fernández de Buendia, en 4.° dera fecha será i755.
Y, por último, D. Francisco de Rojas Zorri En la Biblioteca Municipal de esta corte hay
lla tiene asimismo un auto sacramental del otro manuscrito de esta misma comedia con
Rico avariento, que quizás se habrá impreso las censuras de i763 y que se atribuye á Cán
suelto, porque le menciona el Catálogo de Me- cer, Matos y Moreto.
del (i735). De esta obra existen dos manuscri Don Manuel Vidal y Salvador, autor de fines
tos muy diferentes entre sí en la Biblioteca del siglo xvii, compuso, según Barrera, un
Nacional (Mss. i5.i5o y i5.26o), y como en auto sacramental titulado: El hijo prodigo;
ambos se da por autor á Rojas y ambos son que no sabemos si se ha impreso.
antiguos, no es fácil adivinar cuál de ellos le En el siglo siguiente se imprimió el Des
pertenezca verdaderamente. engaño de la mundana felicidad, y conversión
La otra parábola evangélica del Hijo pródigo de un pecador simbolizado en la Parábola de
tiene aún más copiosa historia en nuestro tea el Hijo pródigo. Oratorio sacro, que se cantó
tro. Es uno de los autos de mediados del siglo en la Real Congregación del Oratorio de San
xvi (lleva el número 48), del gran códice de la Felipe Neri de Valencia. Año i732. Reducido
Biblioteca Nacional, reproducido modernamen á consonancia Música por el Lie. Mos. Jo
te por el hispanista Mr. Léo Rouanet. (Paris, seph Pradas, Maestro de Capilla de la Metro
i9oi,4vols., 8.°—V. tomo h, pág. 294.) politana Iglesia de la misma ciudad, Valencia,
Poco posterior debe de ser la Comedia Pró Antonio Bordazar, 8.°
diga de Luis de Miranda, impresa en i 554, y Don Antonio Bazo escribió también una co
calcada sobre la italiana del Cecchi. OProdigo, media en tres actos, titulada: El Pródigo.
del portugués Juan López de Oliveira, corres Existe en la Biblioteca Municipal un manus
ponde á i59o, según una aprobación inquisito crito de esta obra con la censura de i772; pero
rial de 25 de Agosto (Barrera, 22i). la composición debe de ser anterior.
En la Biblioteca Nacional se conserva un El hijo pródigo se intitula un saínete del
auto sacramental del Lie. Ramón (el Maestro siglo xviii y de igual modo una ópera en tres
Fr. Alonso Remón, mercenario), que lleva el actos, cuyo manuscrito, en 4.°, sin autor ni
titulo de El hijo pródigo, y al fin una nota año, se conserva en la Biblioteca Municipal. El
diciendo que el autor lo compuso en i599. hijo pródigo es denominado un oratorio en
XI. CATÁLOGO RAZONADO
tres actos que cantaron, en el teatro de la Cruz, calderoniana versa la que, manuscrita de letra
los días 23, 24 y 25 de Enero de i8i 7, Loreto moderna, existe en el Museo Británico (Add-
García, María Ramos y Teresa Laviña y Ber- 33.484), titulada Comedia nueva historial. Pi
nardoGil, Alverá, Dionisio Lópezy A. Segura. zarro en Copacavana y en su India triunfante
(Véase Isidoro Máiquez y el teatro de su tiem España , obra suscrita por un tal Peynado,
po, pág. 8o9. ) poeta desconocido.
De época más moderna recordamos El hijo En la Biblioteca Nacional hay manuscrita,
pródigo, de D. Pedro Antonio Alarcón (Ma La Conquista del Perú, Comedia por D. Fran
drid, i857), y Perdonar nos manda Dios. Drama cisco del Castillo, escrita, según parece, en
en tres actos y en verso por D. Narciso Scrra. i749 y otro códice más moderno, de Pizorro y
Imitado del Hijo pródigo de Alarcón. estre los Peruanos, drama histórico de D. Félix Me-
nado en Diciembre de i87o. (Madrid, i87o, 4.°) jía, autor dramático del pasado siglo xix. Y de
la misma época, aunque algo posteriores, son
el Francisco Pizorro, de Ferrer del Río, drama
79. Todo es dar en una cosa.
histórico, estrenado en el teatro del Príncipe
Lsta comedia, que forma la primera parte de el 4 de Mayo de i86i; Pizorro ó la Conquista
la trilogía que se intitule') Hazañas de los Piza- del Perú, por D. Leandro Tomás Pastor (Ma
rros, fué impresa, primero, en la Parte 4.a drid, i87i), y Pizarro el Conquistador, drama
(i635) de la colección especial de su autor, el en tres actos, de Olivier.
P. TéllEZ.
Reimprimióla á principios del siglo xvm en 8o. La venganza de Tamar.
Madrid, D.° Teresa de Guzmán, titulándola
Todo es dar en una cosa y hazañas de los Pi Publicó Tirso esta gran comedia en la Par
tarras. Primera parte; 43 págs. en 4.° Pasó te 3.a de las suyas (Tortosa, i634).
luego á la colección de Ortega (tomo iv de los No consta que la haya reimpreso D.° Teresa
de Tirso: Madrid, i834), y desde entonces no de Guzmán, pero sí Hartzenbusch en el tomo x
ha vuelto á verse de molde, por lo cual la de su Teatro escogido de Fray Gabriel Téllez
hemos incluido en nuestra colección, tomo i, y luego entre las obras de Calderón, en la Bi
páginas 5i8 y siguientes. blioteca de Autores españoles, tomo ii, pági
Sin alcanzar esta comedia el alto valor de nas 4oi y siguientes.
sus dos hermanas menores, especialmente por Va también en nuestra colección, tomo i,
haberse exagerado el carácter del protagonista, páginas 4o7 y siguientes.
Francisco Pizarro, tiene, con todo, un gran Una refundición de esta comedia parece hizo
número de bellezas parciales y circunstancias el Doctor Felipe Godínez, á cuyo nombre se
y rasgos de sabor histórico íntimo que hacen publicó: La venganza de Tamar. En Sevilla,
muy deleitosa su lectura. Y aun el mismo tipo por Francisco de Leefdael , en la Casa del
del héroe, desgarrado, temerario y medio loco, Correo Viejo; 4.°, sin año (hacia i73o), 32 pá
tiene un fondo de verdad que se refleja allí ginas con el Entremés gracioso del Morogucco
mejor que en las biografías, pues no de otra (de Benavente), que lleva al fin. Lo más im
suerte debían de ser aquellos hombres, ajenos portante de esta refundición es el final, donde
de todo instinto de conservación que acometie el poeta introdujo también la muerte del re
ron al otro lado de los mares tan inauditas belde Absalón, que ocurrió mucho después de
empresas. la del primer hijo de David.
l.a figura del gran conquistador del Perú ha En la Biblioteca Nacional hay un manus
solido verse en nuestra escena. Sin profundi crito antiguo de otra refundición de esta tra
zar mucho en nuestra bibliografía dramática, gedia, con el título de La fuerza de Tamar,
hallo que Luis Vélez de Guevara compuso que aunque calcado en la de Tirso, no se co
una comedia titulada Las glorias de los Pizo rresponde exactamente con ella ni con la de
rros ó palabras de los reyes, que se imprimió Godínez.
suelta, según Barrera. Medel la atribuye á don Calderón, guiado tal vez por el arreglo de
Juan Vélez, hijo de Luis. Godínez, que juntó las muertes de los dos hijos
Interviene, como es sabido, en La Aurora del rey profeta, compuso Los cabellos de Absa
en Copacavana, de D. Pedro Calderón de la lón, en que también incluyó la historia de
Barca, y sobre el mismo tema de esta comedia Tamar y casi al pie de la letra el acto tercero
I DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XLI

de laobradeTéli.f.z, en el secundo de la suya. representada la nueva comedia en el teatro del


Así dió un poco más de lugar á que se desarro Príncipe en el mes de Diciembre de i826. De
llase la rebeldía y muerte del hijo más her esta obra hay un manuscrito original y autó
moso de David. grafo, que tengo á la vista, propiedad de los hi
jos del autor, y una copia anónima, con apro
8i . La ventura con el nombre. baciones de i827, en la Biblioteca Municipal.
Parece haber tomado el mismo tema don
Aparece por primera vez impresa en la Ventura de la Vega para una de sus comedias:
Parte xxvn de la gran colección de Comedias la titulada Fortuna te dé Dios, hijo; si no es
escogidas (Madrid, Andrés García de la Igle que el original pertenece á Scribe ó á algún
sia, i667, 4.°); la undécima en el orden del otro autor francés, de quien fué Vega cons
volumen y atribuida á Tki.lez, lo cual confir tante traductor, aun sin declararlo, y hasta ne
man los últimos versos: gándolo, como sucedió con Jugar con fuego
Si aplaudiendo este suceso, y El Marqués de Caravaca.
dice que cumplió en su traza
La Ventura con el nombre
Tibso, y perdonáis sus faltas. 83. El Vergonzoso en Palacio.
Esta comedia encierra un gran número de
Comedia impresa por vez primera en Los
alusiones y rasgos biográficos que todavía no
Cigarrales de Toledo (Madrid, i62i).
se pueden poner en claro.
Fué reimpresa, hacia i733, en Madrid, por
Se reimprimió suelta sin lugar ni año, en4.°, D.a Teresa de Guzmán, Madrid, s. a., 48 pá
y Hartzenbusch la incluyó en Autores espa
ginas, en 4.°
ñoles.
No tengo noticia de que se haya vuelto á re
El Parecido, de Moreto, tiene alguna seme
imprimir en el siglo xvm; pero entrado ya
janza con esta comedia. ^
el xix se repitieron las ediciones sueltas. Te
nemos á la vista una de Cádiz: En la im
82. Ventura te dé Díos, hijo.
prenta de D. A. Murguía, i8í i; en 4.° y 32
La dió á luz Tirso en la Parte 5.a (Tortosa, páginas, y otra que lleva el siguiente titulo in
i634) de su colección de comedias, en cuyo dicativo de algún esmero en la edición: El
tomo ocupa el sexto lugar. Vergonzoso en Inalado, comedia del Maestro
Fué reimpresa por D.a Teresa de Guzmán Tirso de Molina. Representada varias reces en
(Madrid, i734, 4o págs. en 4.°) quien completó el Teatro de la Cruz, y reimpresa conforme á
su título añadiéndole: «que el saber poco, le la edición original del mismo autor que se ha
basta. Comedia famosa. Del Maestro Tirso de lla en su]pbra intitulada: Los Cigarrales de
Molina.* Esto parece haber sido ya la inten Toledo, Madrid, Imprenta que fué de Fuente-
ción del autor, pues al final de la comedia es nebro, i8í7. 4.°, 4G págs.
cribe: Después entró [en las colecciones de Ortega
¡Lo que puede la ventura! (tomo i de Tirso, Madrid, i826); Teatro esco
—Sin ella no valen nada gido de Fr. Gabriel Téllez, tomo x, y Autores
sangre, hacienda, armas ni letras;
pues es proverbio en España: españoles. Últimamente se ha reimpreso en
Ventura te dé Dios, hijo; Valencia, Terraza y Aliena, i883, en 8.°
que el saber poco, te basta. En la Biblioteca Nacional existe el manus
Incluyóla Hartzenbusch en el tomo ni de su crito de una refundición moderna, firmada por
Teatro escogido de Fray Gabriel Téllez, pero un Juan Martínez, que no sabemos si será el
no en Autores españoles; por cuyo motivo va autor. Refundióla también, después, en i875,el
en nuestra colección, tomo i, pág. 375. actor D. Calixto Boldún, y fué representada é
En la Biblioteca Nacional hay un manus impresa en el mismo año.
crito antiguo de esta obra con algunas enmien Esta célebre comedia es de las más antiguas
das de mano de D. Francisco de Rojas Zorri de Tirso; el mismo lo asegura al imprimirla
lla, según Paz y Melia (Catálogo, pág. 529), en Los Cigarrales, diciendo que había sido
lo cual hace presumir en aquel autor un pro «celebrada con general aplauso diez años ha
pósito de refundición de la obra del P. Téllez. bía, no sólo entre los teatros de España, pero
¡tí Lo realizó, pero mucho más tarde, D. Ramón en los más célebres de Italia y de entrambas
de Mesonero Romanos, en cinco actos, y fué Indias, con alabanzas de su autor, pues mere
XLII CATALOGO RAZONADO
ció que uno de los mayores poientados de Cas haya sido reimpresa suelta alguna vez; por
tilla honrase sus musas y ennobleciese esta más que, como hemos dicho, el hallarse una
facultad con hacer la persona del Vergonzoso.» obra en dicho Catálogo y afirnrarse al princi
Si esto se escribía, como parece, hacia i6i9 pio del mismo que «Este Índice y todas las co
ó i62o, el Vergonzoso sería de i6io; y enton medias que se comprenden en él se hallarán en
ces aquella defensa tan vigorosa del teatro bajo casa de los herederos de Francisco Medel del
su aspecto moral, que en la comedia hace, se Castillo, frente á las Gradas de S. Felipe el
ría contestación al libro, recién publicado, del Real», no es indicio seguro de que la obra
P. Mariana, titulado De speclaculis (Colonia, haya sido impresa. Esta preocupación hizo in
i6o9), y que es una virulenta diatriba contra currir á Barrera en muchos errores, dando por
la escena. estampadas obras que aún permanecen inédi
La respuesta de Tirso es muy curiosa: tas. El Catálogo de Huerta no tiene valor al
guno, pues es una simple copia del de Medel,
D.° Juana. A mi más gusto me diera
que te holgaras de otros modos variada la ortografía en algunos títulos.
y no con representar. De todas suertes, la Vida de Herodes es co
D.3 Serafina. No me podrás tú pintar,
para los sentidos todos media rarísima. Va en nuestra colección to
los deleites que hay diversos. mo ii, pág. i73. Y bien merece ser reimpresa, es
como en la Comedia. pecialmente por sus dos primeros actos, en
D.° Juana. Calla.
U.* Serafina. ¿Qué fiesta ó juego se halla que hay tesoros de poesía, lances y aventuras
que no le ofrezcan los versos? interesantes; el tercero tiene menos valor, sí
En la Comedia, los ojos,
¿no se deleitan y ven bien la pasión celosa del héroe está muy bien
mil cosas que hacen que estén tratada. Calderón tuvo presente esta parte y
olvidados sus enojos?
La música, ¿no recrea otras de la obra de Téllez.
el oido, y el discreto El asunto de los amores de Herodes no re
no gusta allí del conceto cordamos que haya sido llevado á nuestro
y la traza que desea?
Para el alegre, ¿no hay risa? teatro más que en las obras que luego enume
Para el triste, ¿no hay tristeza? raremos. Pero la persona del Tetrarca figura
¿Para el agudo, agudeza?
Allí el necio, ¿no se avisa? en la primera obra dramática castellana de que
Ll ignorante, ¿no sabe? tenemos noticia; esto es, en la Representación
¿No hay guerra para el valiente,
consejos para el prudente de los Reyes Magos, obra del siglo xn. De la
y autoridad para el grave? segunda parte de esta obra, que comprendería
Moros hay si quieres moros; la Degollación de los Inocentes, aunque no hay
si apetecen tus deseos
torneos, te hacen torneos; texto, sí existe memoria de que se representó
si toros, correrán toros. en gran número de iglesias y palacios en la
¿Quieres ver los epítetos
que de la Comedia he hallado? Edad Media.
De la vida es un traslado; Viniendo ya á la genuina comedia española,
sustento de los discretos;
dama del entendimiento; conocemos los siguientes:
de los sentidos banquete; En una curiosa Loa sacramental de Lope de
de los gustos ramillete; Vega formada con títulos de comedias, princi
esfera del pensamiento;
olvido de los agravios, palmente de las suyas, se cita una que tendría
manjar de diversos precios por asunto la vida del Ascalonita, en estos tér
que mata de hambre á los necios
y satisface á los sabios. — minos:
Mira lo que quieres ser La inocencia perseguida,
de aquestos dos bandos. á costa de mil cabezas,
(Acto segundo, escena XIV.) hizo Herodes, que de nácar
tiñó las rubias arenas.

Después viene la grandiosa comedia de don


84. La vida de Herodes.
Pedro Calderón titulada El mayor monstruo
Impresa en la Parte 5.a (i 636) de la colección los celos, escrita antes de i635, porque aparece
especial de Tirso. Desde entonces no tene ya citada en la Loa de que hemos hablado
mos noticia de que haya vuelto á estamparse. antes.
Sin embargo, como en el Catálogo de Medel Aunque no se imprimió hasta i663 la de He
(i735) se cita una Vida y muerte Je Herodes, rodes Ascalonita y la hermosa Mariana de don
del Maestro Tirso de Molina, posible es que Cristóbal Lozano Montesino, estaba escrita
DEL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA XLiII

mucho antes; pues el libro en que figura, las Esta comedia es también de las más anti
Soledades de la vida, aparece ya aprobado por guas de Téllez, como se ve por la relación
Calderón y con licencia del Ordinario para im de D.a Inés en la escena IX del acto segundo:
primirse en i658, si bien su autor no sacó pri
vilegio hasta el 8 de Junio de i662. Desde esta En Valladolid, la rica,
nací, y en brazos del ama
primera edición de las Soledades, que contie mamé desdichas por leche:
nen muy bonitas novelas, aunque á Moratín ¿qué mucho tenga desgracias?
í-'"altóme el padre y la madre
le pareciesen harto inocentes, desaparecieron, en mi niñez, y esta falta
así la comedia de Herodes como la de El Es fué ocasión de muchas sobras
de mi juventud liviana.
tudiante de día y el auto de Los Pastores de Mudóse la corte insigne
Belén, que también formaban parte del libro. desde Madrid á mi patria...
La primera se imprimió suelta algunas veces Allí conocí á Don Pedro,
ese que quema en tus aras
en el siglo xvni.y á la vista tengo una que dice: su corazon por aromas
Comedia famosa- Herodes Ascalonita,y la her y en tu belleza idolatra.
Vióme una vez en San Pedro...
mosa Mariana. De D. Gaspar Lozano Monte Palabra me dió de esposo,
sino. Valencia, Hermanos Orga, i793, 4.°, mas olvidó la palabra...
Volvióse á Madrid la corte:
34 págs. Este D. Gaspar era sobrino de D. Cris supe que en Toledo estaba...
tóbal, y á su nombre publicó éste las Soleda Seguíte en aqueste traje
encubierta y disfrazada...
des; pero el mismo sobrino, en el Prólogo de Entré, sin que conociese
las ediciones sucesivas, declaró la verdadera ser yo aquella Doña Juana
paternidad de las obras allí contenidas. que engañó en Valladolid,
por paje humilde en su casa,
Poco después de mediar el siglo xvm com lie sabido que te adora...
puso el escribano madrileño y poeta dramático ¡Guárdate, Angélica bella,
del lobo, que ovejas mansas,
D. Domingo María Ripoll una tragedia titu en cordero distrazado,
lada El tirano de Judea y bárbaro Ascalonita, con mil engaños halaga!
en cinco actos, de la que existe un manuscrito,
quizás original, en la Biblioteca Nacional de Trátase, pues, de sucesos que ocurrían á
esta corte. Y en la Municipal otro con el mis poco de la vuelta á Madrid de la corte, ocu
mo titulo de una comedia en tres actos, con la rrida á principios de i6o6, y de esta fecha debe
censura para su representación fechada en Ma de ser La Villana de ¡a Sagra.
drid á 2o de Diciembre de i794 y suscrita por
el censor D. Santos Diez González. 86. La villana de Vallecas.

85. La Villana de la Sagra. Se imprimió en la Parte i .° (i627) de las


Impresa en la Parre 5.a (Tortosa, i634) de comedias del autor. No consta, aunque parezca
extraño, que la haya reimpreso D.a Teresa de
la colección de comedias de Tirso.
A principios del siglo xvm repitió la impre Guzmán, ni tampoco la recogieron los prime
sión D.° Teresa de Guzmán, titulándola Co ros coleccionistas de obras de Téllez en el
media sin fama. La Villana de la Sagra. Del siglo XIX.
Maestro Tirso de Molina; 4.°, i3 hs. sin nu Hartzenbusch es quien la reprodujo, pri
merar. Hállase además en el tomo i del Teatro mero en el tomo vi de su Teatro escogido de
escogido de Fray Gabriel Téllez y en Autores Fr. Gabriel Téllez y más tarde en Autores
españoles. españoles. Hay alguna otra impresión poste
En nuestra Biblioteca Nacional existe ma rior como las de las colecciones citadas al
nuscrita una refundición en cuatro actos, con principio de este Catálogo, y otra hecha en
el título de La Villana de la Sagra ó fini,ido Valencia en i 883 (Terraza y Aliena, en 8.°).
colmenero. En la portada lleva las iniciales: «De De las refundiciones, la más antigua y fa
J. A. M.», que quizá correspondan á su autor. mosa es La ocasión hace al ladrón, de'D. Agus
Parece que el primitivo título que Tirso tín Moreto, impresa en la Verdadera Tercera
quiso poner á su comedia fué el que arrojan parte de sus comedias (Madrid, i676).
sus últimos versos: Túvola también presente D. Jerónimo Ba-
rrionuevo y Peralta en su Laberinto de amor
Si es ansí, fenezca ahora y Panadera de Madrid, comedia que se halla
La discreta labradora,
mas no el servir tal senado. manuscrita en nuestra Biblioteca Nacional, j
XLIV CATALOGO RAZONADO
corresponde á la tercera decena del mencio Es muy probable que Tirso tomase el argu
nado siglo XvII. mento de su obra de la comedia de Cervantes
En i8i9 hizo D. Dionisio Solís una nueva La entretenida, impresa con otras del mismo
refundición de la comedia de Téllez en cinco autor en i6i 5; porque hay mucho parecido
actos, que se representó mucho en los teatros entre ambas; sobre todo en cuanto al perso
de entonces. Existen manuscritos de ella en las naje que usurpa el nombre y condición de otro
Bibliotecas Nacional y Municipal. El de esta y trata de casarse con su prometida, vive en su
última lleva la fecha de i823. casa como pariente, etc.
Yo tengo otro de la época, pues perteneció La Villana de Vallecas se escribió en i62o,
al tercer apunte del teatro de la Cruz, Andrés como demuestra la relación de la enfermedad
López, quien puso esta nota: «Esta comedia de Felipe III en la escena VI del primer acto y
duró ocho días y dió 59.52S reales.» la carta que hay más adelante (escena X), fe
Efectivamente: se estrenó en el teatro de la chada á 25 de Marzo de i62o.
Cruz el 2 de Noviembre de i8i9 y siguió los
días 3 á 9 inclusive; volviendo aún á ponerse La Virtud consiste en medio.
en escena los días i4 y i5 del propio mes.
Hicieron los principales papeles Manuela (Véase Tanto es lo demás como lo de
C.armona y Antera Baus, Bernardo Gil, José menos) (i).
(¡alindo, Vicente Fernández, José Diez y el
gracioso Cubas. Con la comedia se puso en
escena el saínete de D. Ramón de la Cruz La
(i) A última hora he visto que en el Catálogo de
maja resuelta. piezas dramáticas manuscritas de la Biblioteca Nacio
La refundición de Solís fué impresa con nal se cita (núm. 985) la misma comedia de í.na haza
muchas erratas, sin su nombre, y con el título ñas del Cid, falsamente atribuida i Lope de Vega en
de La Villana de Vallecas, comedia en cinco la impresión de Lisboa, Pedro Crasbccck, i6o3. Duran,
que vió este rarísimo tomo, lo hizo copiar; y á juzgar
actos. Del Maestro Tirso de Molina, Maree- por la rápida ojeada que hemos podido darle, nos ha
lona, por Juan Francisco Piferrer, í830, parecido la fuente ú original de donde salió la refun
4.°, 36 págs. dición de D. Fernando de Zárate.
OBRAS FALSAMENTE ATRIBUIDAS A TIRSO DE MOLINA

Amantes y celosos, todos son locos. según ha demostrado el Sr. Menéndez y Pe-
En la Biblioteca Nacional hay un manuscri • layo, al incluir esta grande obra en la colec
to, copia moderna de una comedia de este tí ción académica de las de Lope.
tulo, atribuida á Tirso, aunque quiere ser re Loque son mugeres. Comedia en cinco actos,
fundición, pues al fin, dice: en verso. Del Maestro Tirso de Molina. Re
fundida. Barcelona. Noviembre, i83o. En la
Del gran Tirso la memoria. oficina de D. Juan Francisco Piferrer, S.°, 96
Pero esta obra es la misma que la que en páginas.
otro manuscrito de dicha Biblioteca se atri Es la comedia de igual título, de D. Fran
buye á Lope de Vega y se dice refundida por cisco de Rojas, refundida por D. Manuel
D. Dionisio Solís, con ligeras variantes. Ni Eduardo Gorostiza, é impresa con su verda
Lope ni Tirso tienen comedia de semejante tí dero nombre (París, i828, i6. °, Apéndice al
tulo, de modo que no es fácil saber de qué Teatro escogido, de Gorostiza, tomo h).
obra se trata. La locura por la honra (Auto sacramental).
Cuando tocas vendo desengaños toco. Come Del Maestro Tirso de Molina. Así en el Catá
dia en cinco actos por Fr. Gabriel Téllez. logo de Medel, y, por consiguiente, en el de
Así lo dice un manuscrito de la Biblioteca Huerta.
Municipal; pero se trata de una refundición de Indudablemente lo debieron de confundir
La toquera vizcaína, de Montalbán. con el de Lope (impreso últimamente en el
Entremeses. Los doce que van al final de la tomo h de las Obras de Lope, edición de la
Segunda parte de las comedias de Téllez. El Academia Española), ó con el del Maestro Val-
de La venta, es de Quevedo; los cuatro que divielso, pues Medel no cita ni uno ni otro y
forman las cuatro partes de Los Alcaldes en Huerta solo La locura (sic) de Valdivielso. Ba
contrarlos, El gabacho, Los coches y La mal rrera siguió á Huerta. Pero en la Biblioteca
contenta, son de Luis Quiñones de Benavente, Nacional hay un manuscrito del auto de este
y acaso del mismo los otros cuatro que no he poeta, con fecha no menos que de i6o2, época
mos podido identificar. en que aún Téllez no parece hubiese comen
El infanzón de Illescas ó el rey Don Pedro zado á escribir para el teatro.
en Madrid. El mejor desengaño. Del Maestro Tirso de
Un manuscrito moderno que poseyó Hart- Molina.
zenbusch atribuía esta obra á Tirso, y por Así en el Catálogo de Medel y en Huer
eso la incluyó en la colección de éste en Au ta. Probablemente será confusión con El
tores españoles. Pero en los antiguos impre mayor desengaño, aunque Medel también cita
sos se adjudica á Lope de Vega, de quien es, esta obra.
XLVI CATÁLOGO RAZONADO
El milagro por los celos. Pág. xxv, nota (i), linca 3.a, dice: «i623»; debe leerse
Atribuida en el manuscrito de la Biblioteca «i63i».
Nacional. Es, como hemos dicho, la comedia Pág. xxxi, líneas iK y i9. Por error de ajuste se di
vidió la palabra «gentilhombre» al principio de di
de Lope de Vega. chos renglones por haberse caído la primera mitad de
Vida y muerte de Hércules. Del M. Tirso ella.
de Molina. Calálogosde Medel y Huerta, aun Pág. xxxiv, nota, columna 2.a, linca 8.a, dice: «zaga-
que citan también la Vida y muerte de tien lera»; léase «/agateja».
Pág. lxii, linea i6: «puedrá»; léase «podrá».
des, con la que la habrán confundido. Pág. lxiv, linea 2i: «mudanza»; léase «privanza».
La villana de la Sangre. De Molina. (Catá Pág. lxxii, linca i7: «(2)»; léase «(i)».
logo de Huerta). Pag. i.xxiii, línea 9.": «el clima»; léase «y en el cli
ma».
Sin embargo, cita también La villana de la
Pág. lxxv, línea 25: «Vclaudc»; léase «Velaunde».
Sagra, como si fuese obra diferente. Pág. í.xvv, nota, columna 2.a, linca ii: vVclaude»;
Nota. Como no han podido salvarse á tiempo al léase «Velaunde*.
gunas erratas cometidas en el Prólogo del tomo i, lo Pág. lxxx, linca ii: «tal obra»; léase «tal em
haremos ahora: presa».
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA

TOMO II
"V
COMEDIA FAMOSA

SANTO Y SASTRE

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Homo Bono, santo. Dos Criados.


Dorotea, dama. Valerio.
Pendón, gracioso. Sabina, dama.
Roberto, viejo. Esperanza, criada.
Grimai.do. Un pobre.
Lelio, caballero. Un ángel y un músico.

Dorot. ¿Tantos traes?


ACTO PRIMERO Pendó.j. Te espantarás,
ahora empiezo, no trae más
una andadera de monjas.
ESCENA PRIMERA Digo que éste es lisonjero
Salen Dorotea y Pbndón . porque su dueño poetiza,
(por no decir gongoriza);
Dorot. ¿Tantos me pretenden? y es destos que al mes de Enero
Pendon. Tantos; llaman padre del candor;
que para tantos de juego al sol, monarca diurno;
aun sobran. Mira este pliego cerúleo al cielo, y coturno
lleno de quejas y llantos. al Alba del esplendor.
i Va sacando papeles cerrados del seno y Dorot. ¡Jesús! perdone este hidalgo
faltriqueras.) si del modo que escribe, ama.
Mira luego este papel Pendón. Fiscal cuadrúpedo llama
de un galán almibarado de las liebres (éste) al galgo;
que según viene enmelado nieto al amor, de la espuma:
debe de ser moscatel. alcatifas de tabí
Repara en este billete á los prados, y á un neblí
que un Licenciado me dió, llamó estafeta de pluma.
tan culto, que me llamó Dorot. ¡Qué necio modo de hablar!
Mercurio, por alcahuete. Pendón. Estos se llaman poetas
Este me dió un capitán con cáscara, no los metas
con más plumas que un virote, en la boca, sin quebrar
que acicalando un bigote sus versos con un martillo;
hissopo de un sacristán, que si á gustarlos te pones,
muerto porque hoy no te ha visto, por ser poetas piñones
me dijo: «Dile á mi ingrata te han de quebrar un colmillo:
que dando vida, me mata ya gasté los que traía
con su ausencia, ¡voto á Cristo!» en las manos.
Este es todo de lisonjas. Dorot. ¿Pues hay más?
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA —TOMO II
SANTO Y SASTRE

Pendón. Aguárdate y lo verás. . •. . • Fuélo mi padre, en efeto.


Cada faltriquera mía Por otra parte me inclino
viene á ser una estafeta. á Grimaldo, y le imagino,
Este me dió un boticario como estudiante, discreto,
. que su amor en eletuario y que una vez graduado
te explica como en receta; • en las Leyes que profesa
todos estos son diversos su facultad interesa
en estilos y en autores; . ' - honra y provecho; háme dado
unos te escriben doctores antojo, si se despacha,
en aforismos y en versos; bien su pretensión agora,
otros escribanos (suma de que me llamen Oidora
sus rasgos, y «sepan cuántos») y me. adorne una garnacha.
y admirada que haya tantos' Pendón. De eso no me maravillo;
jlámalos gatos con ploma. ni hay gente como Letrados
Si en intereses reparas que en Digestos opilados'
billetes hay mercantiles hallan textos de tornillo.
destos, que como alguaciles Mas si te casas con él
venden engaños á varas. ., . y viniere á ser Oidor
En estotra faltriquera será consuelo mayor
te traigo otra letanía, morirte primero que él;
gente es de menos cuantía, porque si viuda te advierto,
darélos ¡untos; espera. y antes de serlo adorada,
Uorot. Acaba ya. no hay cosa más desdichada
Pendón. Acaben ellos. que la mujer de Oidor muerto.
Este conozco: es de un paje Dorot. Acaba con disparates,
que sirve á un gran personaje; y advierte que destos'dos
trae guedejados cabellos, • al uno, estando de Dios,
habla tiple, damo pisa, tengo de elegir.
viste alzacuello y valona, Pendón. Quilates
tañe y canta la capona, tiene cada cual que obligan,
pero no tiene camisa. " . y si va á decir verdad,
Un barbero, gran lanceta Lelio es todo volumad
pide, que alivies sus llamas, pero deudas le fatigan.
sabe jugar á las damas . Grimaldo es un licenciado
y come seis de una treta;' tan cercano de la toga
esotros son á esta traza, 3ue imagina ser, si aboga,
que muertos por tu hermosura e las bolsas abogado;
hacen tullí li figura; tienes tantos pretensores
déllos te desembaraza, que cada cual me empapela
y pues te intentas casar, como á muchacho de escuela
escoge uno; que cansado ' que va á vender cobertores;
según vengo, empapelado pero entre todos no estaba-
me pueden poner á asar. descu-idado de su queja,
Dorot. No es nuevo en ti ser burlón; que allá en Castilla la Vieja
siempre vienes con quimeras un rincón se me olvidaba.
bufonas: habla de veras tSaca otro papel de la toquilla del som
si quiera esta vez, Pendón,. brero.)
Hija soy de un mercader Este es de Lelio, que espera •
sin padres, y con hacienda; tu amor por lo- generoso,
que para que la defienda el cual de puro curioso
de engaños, he menester le ¿escribió con bigotera.
marido que la acreciente Estotro el jurisperito
y ponga en orden mi casa; le sacó de un borrador,
ja prudencia es quien me casa, (Saca otro de entre tacalfa.)
no el amor, que es accidente que si piensa ser Oidor,
que raras veces acierta; y en párrafos te le ha escrito,
pretenden dos este estado le trasladó para darte- .
y desvela mi cuidado el alma, que en él se enciende,
el verlos rondar mi puerta. y como ser juez pretende
Lelio muestra voluntad dirá: «traslado á la parte.-»
cuando no á mí, á mi dinero; Dorot. De esos dos hemos de ver
es pobre y es caballero, cual, en fe de su eficacia,
puede darme calidad, viene hallar en mí más gracia,
y no de mi esfera salgo . Pendón. Y de estotros, ¿qué he de hacer?
cuando sea su mujer, Dorot. Quemarlos.
pues, en fin, el mercader Pendón. Crüel estás;
está en vísperas de hidalgo. rásgalos, que si te ofenden
ACTO PRIMERO
cara á cara te pretenden, y pudiera en tu decoro
y el castigo es cara atrás. escribirte con ese oro,
Dorot. Esta noche las doncellas, Dorotea, doroté.
que es víspera de San Juan, Dorot. Yo no pretendo á mi amante
si deseosas están rico, mas sabio y con seso.''
de casarse... Pendón. Bien comeremos con eso.
PENQÓN. Las más dellas Dorot. Escucha y calla. '
cojean de aquese pie. Pendón. Adelante.
DOBOT. Con el altar que acostumbran Dorot. (Lee.) «Si me permiten los cielos
enraman, pulen y alumbran; que te tenga por señora
tienen en el santo fe; daréte, en fe que te adora
y cuando hacen la oración, el alma...»
que en tales casos dispuso • (Dice Uno de dentro como que pasa por
la superstición ó el uso, la calle.)
con silencio y devoción, Uno. (Dentro.) Palos y celos.
procuran conjeturar Dorot. ¡Jesús, qué agüero tan malo!
de lo que escuchan primero Pendón. El bellacón que pasó,
en la calle al pasajero por Dios, que te recetó
si se tienen de casar sin tener bubas el palo.
ó no; si será el marido ¿Palitos? ¡puto Miguel,
hombre apacible ó molesto; valdate dese manjar!
si se verán viudas presto, bien le puedes descartar.
si es. noble ó si mal nacido, ¿Celos y palos? papel
y otras cosas deste talle, .sois vos pronosticador
que yo juzgo por locura, de pesadas aventuras.
pues coligen su ventura Dorot. Anda, que no hay conjeturas
de lo que va por la calle; que puedan darme temor
yo no tengo de tentar de lo que se dice acaso.
al cielo desta manera. (Lee.) «Si te desposas conmigo
Pendón. Tienes poco de hechicera. á que te envidien me obligo
Dorot. Con aquél me he de casar en Cremona ácada paso
que con mayor agudeza las damas de más estima.
me escribiere su papel " . Visitaránte señoras,
de los dos. patricias, gobernadoras,
Pendón. . . ' Ponle el laurel, á quien la nobleza anihia;
mas no sobre la cabeza; lograrás tu juventud
que aunque victoria señala can galas que arrastrarás,
y fué blasón excelente, y en desposándote irás
cosa de rama en la frente, en el mejor...»
aun en profecía es mala. Uno. (Dentro.) Ataud.
Dorot. ¡Qué necio estás! ' . Dorot. ¡Jesús mil veces!
Pendón. Ya lo veo; ' Pendón. Marido
mas digolo por si acaso, de requiem, por Dios, es éste:
mientras estotros abraso. dále, señora, á la peste.
Este es de Lelio. Dorot. Algún burlón atrevido
Dorot. Este leo. (Papel.) que está oyendo lo que leo, .
(Lee.) «Mi amor", bella Dorotea, celoso procura ansí • »
que niño empieza á escribir turbarme; jamás creí
y sin verte ha de morir, . supersticiones, ni creo . .
aunque escribe, deletrea; que adivinen mi desastre.
y en tu nombre afirmaré ' < Leo.
que, aunque á Dorotea va, Pendón". Vaya.
le quito la postrera a, Dorot. (Lee.) «En mi poder
porque diga A dorote.» dueña dé casa has de ser
Pendón Jugó sutil del vocablo; y tu esposo humilde.»
porque, á falta de dinero, Uno. (Dentro.) Un sastre.
juega todo caballero Dorot. ¿Sastre dijo? no leo más.
equívocos; ¡dále al diablo! Pendón. ¿Sastre el dueño y yo pendón?
Dorot. ¿Pues no es el conceto agudó? (Rásgale.)
Pendón Como una alesna ó punzón. vendrá la circuncisión
Buena estuvo la invención de la ropa y medrarás;
del adórote desnudo! mas el pronóstico llevo. .
Mas si enviara un bolsillo . • De seis sastres me contaban
de doblones brilladores, que solamente cenaban,
que con dos caras traidores entre todos seis un huevo
traen el semblante amarillo, y que cada cual metía
tú le amaras, yo lo sé; su aguja en vez de cuchar;
4 SANTO Y SASTRE

gentil talle de engordar, ¿no oiste lo que á la reja


blando el huevo y la agua fría. dijeron?
DOROT. No debe de estar de Dios Dorot. Sí.
que Lelio mi esposo sea: Pendón. ¿Pues podrá
venga esotro. cumplirse? ¡buen desvario!
Pendón. Dorotea, Vuelve en ti, pierde el espanto.
tripúlalos á los dos; Dorot. ¿Pues por qué no?
no te cases por ogaño, Pendón. ¿Sastre y Santo?
pues agüeros socarrones, ¿blanco y negro? ¿fuego y frío?
entre agujas y punzones Los sastres sirven de lastre
te anuncian hurtos de paños; hacia las bombas oscuras;
mira que te han de agarrar cargado de sisaduras
cuando la muerte te arrastre, mal podrá volar un sastre.
como el ánima del sastre Incasable has de pasar;
suelen los diablos llevar. porque decir que has de ser
DOROT. La pobreza del que escribe de un Sastre Santo, mujer,
el roto papel, es tal, es lo mismo, que afirmar
que si gasta su caudal que el conseguir tú marido,
y lo que en dote recibe, vendrá á ser difícil tanto
podrá ser que después venga como hallar un Sastre Santo,
á ser sastre, por tener que desde Adán no le ha habido.
en qué ganar de comer.
Pendón. Pues dile «Dios le mantenga.»
Pero, siendo caballero ESCENA II
¿ha de admitir tal desastre? Sale limo Bono, mot.o, en mediano traje. —Dichos.
Mas del Caballero sastre
vi yo una farsa. Homo. Dios en esta casa sea
Dorot. No quiero y á vuesas mercedes guarde;
sino á Grimaldo que, en fin, hanme dicho que esta tarde
nunca fué pobre el letrado. la señora Dorotea,
Pendón. De un pelón á un Licenciado (si es vuesasted no lo sé)
vas de rocín á ruin; me envió á casa llamar;
pero los temores deja no dió un negocio lugar
y olvida al sastre prolijo entonces.
que por ellos no se dijo Dorot. ¿Yo, para qué?
mete aguja y saca reja. (Papel.) Homo. Para cortar un vestido.
(Lee.) «En vano estudiar intento Dorot. Quien tal dijo le engañó.
leyes que me den el grado, Homo. Debí de engañarme yo;
si en las de amor ocupado no importa, poco hay perdido;
me usurpas el pensamiento. vuesa merced me perdone.
Tirana de mis desvelos, Pendón. El pronóstico se va
¿qué leyes podré estudiar cumpliendo.
si no las saben guardar Dorot. Oiga, vuelva acá;
tus mudanzas y mis celos? su buena cara le abone;
Dicen que será tu esposo.» ¿pues él es sastre?
Uno. (Dentro.) ¡El sastre, el sastre...! Homo. A servicio
Pendón. ¿Otra vez? de Dios y vuesa merced.
Dorot. La rueda de mi altivez Dorot. (Aparte.) Pensamientos detened
postra este nombre enfadoso. las riendas á mi juicio.
Pendón, ¿qué es esto? ¡Jesv.s! ¡Válgame Dios! por la calle
ya de conjeturas pasa un sastre me pronostica
esto á verdad, ¿en mi casa por marido, quien publica
dueño un sastre? que por esposo he de amalic.
Pendón. ¡Bercebú y apenas malicias temo
lleve el papel! cuando, sin llamarle yo,
Dorot. Mil pedazos por mis puertas se me entró
le hice. (Rásgale.) un sastre, ¡qué extraño extremo!
Pendón. Bien, que pues mujer Pero su buena presencia
de un sastre tienes de ser causa á mi temor quietud.
ya el papel dió los retazos; ¡Qué gallarda juventud!
no te cases, que es encanto Homo. Iréme con su licencia,
todo lo que hemos oido. pues que no soy menester.
Dorot. Yo, cielos, con un marido Dorot. Ya que vino, escuche un poco:
sastre, ¡cómo! ó fué necio, ó era loco
Uno. (Dentro.) Sastre y Santo. quien le aconsejó escoger
Pendón. Cá, no hagas caso ya oficio tan desvalido
del proverbio, el temor deja: á un hombre de tan buen talle,
ACTO PRIMERO
que up rey pudiera ocupalle ¿Cómo se llama?
siendo su favorecido Homo. Homo Bono.
en otro de más valor. Pendón. Buen hombre: lindo apellido;
¿Sastre un mozo tan gallardo? porque el buen hombre es de modo
Homo. Siéndolo, señora, guardo que suele pasar por todo,
el ser que heredé mejor: circunstancia de marido.
tuvo este oficio mi padre Dorot. Pendón ¿no le llamó ansí
y en él mismo le heredé. el que pasó por la calle?
Dorot. ¡Qué mal hizol Pendón. Homo Bono, oí nombralle.
Homo. Pues ¿no ve Dorot. El cielo le trujo aquí
que naturaleza (madre para que mi dueño sea,
que distribuye prudente y si el cielo lo ordenó
sus dones á cada cual no he resistirle yo.
con repartimiento igual, Pendón. Será sastra, Dorotea.
al ser bajo, ó eminente Homo. Yo aquí no soy menester
que cría en cualquier sujeto) y ya se va haciendo tarde;
me obliga á esta profesión? quédense con Dios.
Nunca aspira á ser león Dorot. Aguarde;
el cordero. que ya que vino he de hacer
Dorot. ¡Qué discreto! una ropa; la medida
Homo. El bruto que con su piel puede empezarme á tomar.
una vez se disfrazó, Homo. ¿Yquécolor?
causa de su afrenta dió Dorot. Verdemar.
á los que burlaron dél; Homo. Imagen de nuestra vida
la ocasión de estar perdido es, señora, este color,
el mundo, es porque cualquiera verde, que en breve se seca,
no contento con su esfera mar que sus bonanzas trueca
se eleva desvanecido. en naufragios; mar y flor
Viste seda el oficial," es la caduca hermosura
porque anhela á ciudadano, que en un instante se altera.
y éste con la hacienda sano Pendón. ¿Sermoneaos? Mejor era
ser quiere al hidalgo igual; este sastre para cura.
el hidalgo, caballero, Voyme de aquí que he sentido
y el caballero, marqués, no sé en mí qué devoción
éste príncipe, y después y seré el primer Pendón
el principe, rey severo; de los sastres convertido. (Vase.)
el rey hasta emperador
no para, siempre anhelando,
y ansí se van despeñando ESCENA III
desde el esclavo al señor.
Si el hijo del jornalero Dichos, menos Phndón.
en la azada se ocupara,
el oficial trabajara Dorot. ¿Mozo moralizáis tanto?
y contento el caballero dejad á las canas eso.
con lo que el cielo le ha dado Homo. Yo hablo en lo que profeso.
no saliera de compás, Dorot. ¿Mas si hubiese un sastre santo
pretendiendo valer más, y fuese este? Comenzad
todo anduviera ordenado; á ajustarme la medida,
yo, en fin, que en mi esfera estoy y advertid que guarnecida
ansí mi oficio entretuve; la ropa con variedad
padre que fué sastre tuve, curiosa, á vuestra elección
sastre nací, y sastre soy. han de ser los pasamanos.
Pendón. Y tal sastre que pudiera Homo. ¡Ah, señora, y qué de vanos
ser sastre predicador. trajes usa laambiciónl
Dorot. ¿Qué es esto civil amor? Si yo los he de escoger,
Ya no soy la que antes era; pasamanos la prometo
garnachas apetecía que causen gusto al discreto,
y ya adoro á quien las cose; y hermosura á la mujer,
entróse en casa y entróse por lo vistoso y lo vario
también en el alma mía. en la invención y colores;
¡Bien haya quien fué profeta los pasamanos mejores
de lo que también me estál son en ellas el Rosario;
¿Mas si éste el sastre será que si las manos le pasan
que el proverbio me interpreta? de pasamanos podrán
Séalo, y yo le perdono servir al alma, pues dan
todo el susto que me ha dado. pasaporte al cielo, y pasan
¿Hay tal cara, hay tal agrado? con discreción y medida
SANTO Y SASTRE
nuestras acciones violentas, no fuera vuestra aprendiz.
. tomando cuenta sus cuentas A cuanto quiere me inclina. • (Ap.)
á los gastos desta vida. Si gallardo me enamora,
DÓrot. No es cara predicadora virtuoso me reprime,
la vuestra, porque es muy buena, ¡ay cielos, haced que estime
ni en la facultad ajena el corazón que le adora!
ocupéis la vuestra agora; Homo. Dejad eso por mi cuenta,
á andar curiosa me inclino veréis cuan curiosa y grave
.y en breve casarme espero, os saco á vistas.
sastre hipócrita; yo os quiero Dorot. (Ap.) No sabe
sastre humano y no divino: el alma en verle contenta
tomad la medida ya apartarse de los ojos.
y sacareos el tabí ¿Qué es eso?
que cortéis. Homo. Es la medida,
Homo. ¡Qué frenesí (Saca una medida de pergamino.)
vestiros de eso será! que si fuera conocida,
Vuestro honor ponéis en duda; con más humildes despojos
que galas son incentivos se vistiera el que es discreto.
del pecado; advertid vivos Ya veis que es de pergamino,
ejemplos: Eva desnuda y fué misterio divino,
andaba cuando era santa, que el pergamino, en efeto,
y vistíose pecadora. es piel de un cordero muerto,
La culpa fué la inventora porque de pieles vistió
de gala y soberbia tanta: Dios nuestros padres, y dió
cortó ropas el delito, con tal ropa aviso cierto
¿y dél queréis componeros? á los hombres que los males
A nuestros padres primeros del goloso y triste hechizo
se las dió por sambenito por su soberbia los hizo
Dios, que sus culpas señala generalmente mortales.
en el hombre y la mujer; Mida pues el pergamino
¿pues no es vanidad hacer, las ropas, y si es cordero,
vos del sambenito gala? Cristo lo fué verdadero
Dorot. Esto se usa, acabad ya ya humano, si antes divino;
que quien casarse pretende que si me ajusto y me visto
obliga, pero no ofende dél, cumpliré en tal demanda
curiosa. lo que San Pablo me manda,
Homo. ¿Y parecerá que es que me vista Cristo.
mal, á quien os manifiesta Comencemos por aquí.
deseos del conyugal (Saca la tisera, ábrela y besa el nudo.)
amor, si con traje igual Dorot. ¿Por qué besáis la tisera?
os ve curiosa y honesta.'' Homo. Porque la Cruz considera
Si lícitamente os ama, el alma en ella.
más os querrá virtuosa; Dorot. Es ansí;
quien os busca para esposa mirad que soy de cintura
no os pretende para dama, estrecha, medidla bien.
porque en estas solicita Homo. Estrechez pide también
el vicio su torpe arreo, Dios, señora á la criatura,
que como el pecado es feo, ceñir nos manda y tener
de las galas necesita; en la mano ardiente luz;
pero en el tálamo justo Cristo se estrechó en la Cruz,
la virtud sola ha de ser lo mismo habemos de hacer
galas con que la mujer para escapar de los lazos
dé seguridad al gusto. donde el alma pierde pie.
Vos sois hermosa que basta; (Al tiempo que la ciñe la cintura con la
dejad tabies á las feas, medida, tropieza ella y abrázase con él.)
que las mejores preseas Dorot. ¡Válgame Dios, tropecé
son virtudes en la casta. por teneros en mis brazos!
Dorot. Persuasión la gracia os dió Homo. Suelte, ¡Jesús! ¿Está en si?
con que eficaz convertís; Dorot. En mí no, que en vos estoy;
Sastre Santo, vos vestís el alma os di, agora os doy
almas, que los cuerpos no. los brazos, doléos de mí;
Escoged pues de que sea no penséis que os solicito
la ropa que he de traer, para el amor reprobado;
que desde hoy tiene de ser para el tálamo sagrado
dicípula Doretea os llamo, en él os admito;
de vuestra sabia doctrina, rica soy, de un mercader
si ya, por ser más feliz. •caudaloso fui heredera;
ACTO PRIMERO

un caballero me espera imaginándote intacta,


y un letrado por mujer; hacerte virgen pendona
vos sois sastre, ¿mas que importa? ' y por esto te sisaba.
poco oficio nos divide, .
paños el mercader mide
y el sastre los mide y corta. ESCENA V
Honesto me habéis rendido,
• gentil me habéis hechizado, Sale Roberto,. We/o.— Dichos.
mozome habéis abrasado .
y santo me habéis vendido; Uobert. .Alborotado y en cuerpo
cortad para nuestra boda vi, que salió desta casa
güas, sed esposo y sastre. mi hijo, y sin que pudiese
Homo. Tal vez lleva á pique el lastre . detenerle; más me espanta
la nave y la gente toda. cuanto más sé su modestia;
Tormenta se ha levantado ¿qué accidente será causa
que los apetitos ciega, de tan nueva turbación?
y cuando el alma se anega Mil dudas me ofrece el alma, .
remedio es echarse á nado. . . Señora,' saber quisiera
Dichoso aquél que se escapa- qué suceso ó qué desgracia
del golfo y del mar se aleja; á un "hijo que me dió el'cielo,
adiós, que en la mano os deja huyendo y turbado saca
tentación, Joseph, la capa. • de aquí, donde entró á serviros.
(Vasey déjale la capa.) Dorot. ¿Es hijo vuestro el que llaman
Dorot. ¿Qué es ésto? ¿Tal menosprecio . en Cremona el Homo Bono?
sufre una mujer honrada? Robert. Si, señora.
¡Ola, criados, vecinos; Dorot. Mal se hermanan
agravios de amor me abrasanl nombre y obras.
Robert. ¿Pues por qué?
Dorot. Porque en acciones contrarias,
ESCENA IV - cuando' virtudes predica,
Sale Pendón— Dicha.' vicios contrarios le infaman;
á que cortase un vestido
Pendón. ¿Quién da voces? ¿Qué tenemos? le llamé.
Dorot. Aquél hombre, aquél que engaña Pendón. Mejor cortara
con hipócritas mentiras, 'ribetes el sastricida,
santo sólo en las palabras; . que. remedian boticarios.
aquéi que virtudes vende; Dorot. Y quedando con él sola
aquél que se entró en mi casa quiso...
sin llamarle, aquél... Pendón. Quiso golosmearla.
Pendón. . ¡Qué aquetás! Robert. ¿Vísteslo vos?
¿Di quién es, que estás extraña? Pendón. ,' Acechélo. . i
Dorot. El que llaman Homo Bono Robert. ¡Mirad lo que decís!
y es hombre malo, intentaba Dorot. Basta.
luego que de aqui te fuiste... Robert. Reparad, señora mía, . • "
Pendón. Qué ¿hacerte de una vez sastra? que mi hijo es en Italia
Dorot. Deshonrarme. el sol de la compostura!
Pendón. • Por lo menos. Pendón. Soles hay que- anuncian agua.
Y. por lo más, ¿qué buscaba? . Robert. Mirad que en él no hasta ahora
Miren, si lo dije yo: vió la torpeza en su cara
¿sastre y santo? ¡Cosa rara! • señal por donde pudiese
Cuervo blanco, nieve negra, la malicia murmurarla.
luz oscura, firme paja, Pendón. Hay caras ya taberneras
sol de noche, poeta rico, que venden á los que engañan
caballero srn mohatras, vino que es vinagre y zupia.-
viuda de noche y sin duende, Dorot. ¿Conoceréis esta capa?
doncella no pellizcada, Robert. Esa es suya.
tahur sin echar por vidas, Dorot. Y es testigo
contrabajo y beber agua, de su torpeza villana;
es decir que hay sastre y santo. que, porque me oyó dar voces,
Dorot. Dejóme, cual ves, la capa dejó en ella vinculada
cuando vió que daba voces. mi deshonra y su delito. .
Pendón. Mira, un sastre es cosa usada Pendón. Y también se echa á las vacas
sisar para su pendón . la capa como á los toros.
cuanta ropa rica ó basta Robert. Si eso es verdad, la venganza
encomienda á la tisera, os dará quien le dió el ser;
por eso son desbocadas. pero afirmarlo vos basta,
•• 'Vióte virgen é intentó, que os respetan bien nacida
SANTO Y SASTRE

y os autorizan honrada. luego opilan si se tardan.


Humilde oficio profeso, Dorot. Cumplid como prometéis.
pero en mi esfera se guarda Robert. Desempeñaré palabras
la opinión como la vida, con obras que yo apetezco. (Vase.)
que hasta aquí no admitió mancha. Pendón. Mire que las que se casan
¡Vive Dios! que he de verter los instantes de sus bodas
su sangre para lavarla, juzgan leguas de la Mancha. (Vase.)
si como es un hijo solo
fuera del orbe monarca!
Dorot. ¿Luego, vais á darle muerte? ESCENA VI
Robert. ¿Pues no es justo? Sale Grimaldo de estudiante y Lelio de caballero.
Dorot. ¡Ay, desdichada! Dicha.
No le matéis que le adoro.
Pendón. Derrengóse con la carga. Grimal. Dorotea: litigantes
Dorot. Haced vos que sea mi dueño, sobre tu amor, Lelio y yo,
gobierne mi hacienda y casa, la esperanza nos citó
médreme yo esposa suya, á tus estrados amantes.
quedaré alegre y vengada. Amigos éramos antes;
Robert. ¿Pues no decís que intentó mas pleitos de tu bondad
forzaros? mudan nuestra voluntad
Dorot. Mal me forzara en competencia enemiga,
quien por derecho del cielo que si es cuerdo, no hay quien diga
es dueño único de mi alma. que en pleitos hay amistad.
Forzóme á adorarle amor, El alega de su parte
porque es fuerza voluntaria favores que tú le has hecho,
la belleza, que un discreto y yo informo en mi derecho
llamó apacible tirana; muchos más para obligarte:
mano le pedí de esposo, sentencia con declararte
va sabéis vos si hacendada á quién escoger ordenas,
ie igualo en la profesión, porque remates las penas
no digo le hago ventaja; de la esperanza que agostas,
desprecióme, huyó y quedé y condenarásle en costas
sin el dueño y con la capa si á tu olvido le condenas.
como al tahur que ha perdido Lelio. Yo sé que con buenos ojos
le consuela la baraja; mi amor miras y agradeces
padre (que os doy este nombre) mi voluntad, cuantas veces
seldo en remediar mis ansias; das alivio á mis enojos.
virtud quiero, que no hacienda; Píntase amor con antojos
muchos su dueño me llaman en fe, que es corto de vista;
que mi mano solicitan; podrá ser que en tu conquista
Homo Bono es quien me abrasa, se engañe porque ve mal;
no en torpe fuego, eso no, por eso en tu tribunal
pero sí en honestas llamas; viene á explicar la revista.
sed tercero vos en ellas Noble soy, expectativa,
ó prevenid á desgracias tengo de ser sucesor
que en mí han de ser infalibles de un tío cuyo valor
tragedias que os den infamias. como en sangre en oro estriba;
Robert. Señora, siendo eso cierto, quieran los cielos no viva
mucho más mi hijo me agravia un hijo que tiene en poco,
en no estimar prendas vuestras que si yo su hacienda toco,
que primero en violentarlas. y conquisto tu belleza,
Buscábale compañía mi calidad y riqueza
que con belleza mediana darán envidia á este loco.
virtudes trujese en dote, Grimal. De tu esperanza homicida
caudal que nunca se acaba; colegir tu engaño puedes,
agora, pues, que hallo en vos pues para que rico quedes
hermosura, hacienda, gracia, han de perder dos la vida.
virtud, amor y cordura, La mía no es tan falida,
¿qué pretendo? ¿Qué le falta? pues á menos costa espero,
Siempre me ha sido obediente; si el grado que pido adquiero,
como en vos no haya mudanza, enriquecer sin matar,
yo sé que habrá en él deseos que es bajeza el desear
que los vuestros satisfagan. tanta muerte por dinero.
Mañana vendrá á rendiros Dorot. Lelio, Grimaldo, yo estoy
el alma y pecho. por entrambos obligada,
Dorot. ^Mañana? y también determinada
Pendón. No, sino hoy, prisas doncellas; á declarar cuya soy.
ACTO SEGUNDO

Dadme de término hoy, Pendón. ¿Es por dicha el casamiento


y prevenid la paciencia ir á conquistar la China
para mañana, en mi audiencia; ó hacer batalla con ciento?
que si el pretender es justo, ¡Vive Dios que he conocido
en tribunales del gusto hombre yo, que se casaba
dará mi amor la sentencia. (Vase.) cada domingo, y marido .
de á semana, se mudaba
como camisas!
ESCENA VII Homo. Yo he sido
l.i:i.iu y Grimaldu.
desdichado en no tener
padre que no violentara
Lelio. Respondiónos en enigma. mi inclinación: ¿qué he de hacer?
Grimal. Sí; mas de ambiguas razones Mi Dios, serviros gustara
en sus ojos mis pasiones sin estorbos de mujer.
han visto lo que me estima. Valerio. Dorotea es cuerda y bella.
Lelio. Vana esperanza te anima, Homo. Sea más que el sol hermosa
cuando penetra mi amor y forme de mí querella;
el que me tiene interior. que yo no apetezco cosa
Grimal. Cuando tu soberbia abajes que dan dineros con ella,
y amor se obligue á mis gajes, la más vil mercadería
tu engaño conocerás. tiene algún precio y valor;
Lelio. Yo sé que me envidiarás. las piedras, la arena fría,
Pendón. «Lo veredes», dijo Agrajes (i). el heno frágil, la flor, '
la yerba que el prado cria;
sólo á quien casar se atreve
dote con la mujer dan,
ACTO SEGUNDO porque así se le haga leve.
Pendón. Es pagar al ganapán
para que la carga lleve.
ESCENA PRIMERA Robekt. Acábate de vestir
que es tarde; no seas pesado.
Ei. Santo Homo Bono, muy galán en cuerpo; Pendón Homo. Si á velarme tengo de ir,
ayudándole á vestir; Roberto y Valerio. y al muerto velan, velado
Homo. Forzando mi inclinación, agora, voy á morir.
aunque debo obedecerte, Robert. En una quinta te espera
padre, tu jurisdicción y hoy las vistas han de ser;
agravias. ¡mita á la primavera
Robert. Quiero ponerte en galas; porque es mujer
en estado y en razón. de buen gusto, y no quisiera
No tengo hijos más que á ti; que hallase en tu imperfección
y aunque el oficio no sea que su amor desazonase.
generoso, que adquirí, Hábíala con discreción
se iguala con Dorotea y finge, aunque no te abrase,
la calidad que te di, que eres de la Sol Faetón;
sastre soy, mas bien nacido; no apartes los ojos della,
con su dote realzarás suspira de cuando en cuando;
tu casa: helo prometido, tómala una mano bella.
después que rebelde estás Si estás con otros hablando
la virtud has desmentido hazla entender que por vella
que en ti celebra Cremona. ni en lo que dizes estás
Valerio. Primo, resistir el gusto ni á propósito respondes,
de vuestro padre no abona y desta suerte verás
vuestra humildad. cuan presto en tu pecho escondes
Homo. Ni eso es justo. el amor que huyendo vas,
Robert. Lelio, que con ser persona y empezarás á adorar
de las nobles del lugar lo que por no conocer
por dichoso se tuviera hasta aquí te dió pesar.
de ser su esposo, ha de usar Pendón. Amar, rascar y comer
de violencia y no quisiera no está en más que en comenzar.
sus parientes provocar. Robert. Mientras que Pendón te viste
Ella te adora y yo intento la voy á avisar; ven luego. (Vanse.)
el bien á que te encamina.
ESCENA II
(1) En el original dice: Homo Bono y Pendón.
«Mañana lo veredes» dijo Homo. Mejor me fuera el ir ciego,
Agrajes. que á tales vistas con vista;
i0 SANTO V SASTRE

' mi Dios, para que resista el más rico casamiento.


tal violencia, dadme fuerza Homo. Sólo eso, amigo, apetezco,
antes que mi padre tuerza y'sin ello me va mal;
mi libertad y la^doble; siendo este mi natural
que no es la voluntad roble poco ó hada en él merezco;
para dar fruto por fuerza. . pero, en fin, me dan mujer.
Yo estoy contento, mi Dios, Pendón. Casarte y tener paciencia;
con mi quieta soledad; que no es mala penitencia,
aquí de Dios libertad, pues tantas sueles hacer;
¿por qué no volvéis por vos? que en fe de lo que aprovecha
Pero diréis que entre dos . puedes hacer, si te casas,
conserva el amor su estado, cuenta, que esta vez te pasas
que la soledad da enfado; á religión más estrecha.
pero sólo alumbra Apolo; Homo. Más con eso me molestas.
que más vale vivir sólo Pendón. Vístete si habemos de ir.
que no mal acompañado. Homo. ¿Cómo tengo de sufrir,
Pendón. Ea, novio Capuchino; cielos, tanta carga á cuestas?
á vistas amor te llama, Pendón. Como quien lleva la cruz
sombrero te da la fama del matrimonio excelente;
con plumas para el camino. tú serás el penitente
Su casa te espera toda y yo el cofrade de luz;
con la novia en una quinta, mas mira, pues que te casas,
donde el amor Mayos pinta; si vivir seguro quieres, •
goza del pan de la boda, advierte, que las mujeres
que te amasa la belleza son castañas en las brasas,
de una mujer, que agora es regalarlas y quererlas,
miga toda, aunque después mas si en fe de tus amores
se te ha de volver corteza. se te suben á mayores,
Busca dientes de diamante ' porque no salten morderlas;
porque las mujeres son ni tanta mano las des
por lo dulce, de turrón, que vengan á ser cabeza,
por lo duro, de Alicante. ni muestres tanta extañeza
Vístete si has de ir allá. que las ¡magines pies. (Pénele la capa.)
Homo. Bien sabes tú, cuan pesado Si en estos peligros dos
tiene de serme este estado. quieres hallar el remedio,
Pendón. Si un yugo por premio da, la virtud consiste en medio;
ya colijo las molestias que no sin misterio Dios
de una mujer que es verdugo, cuando á la mujer ser da,
que no suele ser el yugo en fedesta maravilla,
sino para domar bestias. la formó de una costilla
Diérante á ti andar de día, que en medio del -cuerpo está,
de jubileo en sermón, y con esto emplumaté
no dejar congregación, pues ya te-he puesto las galas.
no perdonar obra pia, (Pórtele el sombrero.)
disminuyendo procesos, Homo. ¡Ay plumas! servidme de alas
consultando confesores, y de una mujer huiré.
reprehendiendo jugadores, Pendón. No me espanto que te pese,
dando libertad á presos, que es carga de ganapán,
y á la noche en hospitales, y si Dios se la dió á Adán
entre humildes ejercicios, aguardó á que se durmiese. < Vanse.)
desopilando servicios
y bazucando orinales.
En oyendo el esquilón, ESCENA NI
á pesar de lodo y vientos,
acompañar sacramentos Sale Dorotea, mtíy binaria; Sabina y Esperanza,
de Dios y su Extremaunción; criada.
volver á casa á lo mudo,
ó royendo Ave Marías, DoROT. ¡Bella quinta!
cenar dos lechugas frias Sabina. Deleitosa.
y un huevo entre asado y crudo; Dorot. En ella la primavera,
dormir sobre una tarima que destas vistas espera
poco y mal, y aunque á maitines verme de su Mayo esposa,
fuiste acallando mastines, también hace ostentación
volver á la iglesia á prima, de sus galas el Abril.
que en este entretenimiento, Sabina. Mira en tazas de marfil
que otros llamarán castigo, brindar la murmuración
no estimarás en un higo destas fuentes á la risa,
ACTO SEGUNDO i I

que cuando la sed provocas es cuerdo, aunque Ja ignorancia


se hace por ti toda bocas. haga burla desus años;
Esperan. Mientras murmura te avisa, él, en efecto, es bastante
sino es que te reprehende para ser apetecido,
del pago injusto que has dado y mejor para marido
á Grimaldo y Lelio. que para galán ó amante.
Dorot. Estado Esperan. Será á lo que yo imagino,
mejor es el que me enciende; junípero por lo llano,
yo quiero escusar enojos mentecato por lo humano,
de por vida, y la quietud gangoso por. lo divino,
de una cuerda juventud que andará desaliñado,
gozar, que esta vez con ojos, y dirá que es por llaneza,
amor, si en las demás.ciego, cabizbajo de cabeza
hizo elección en mi abono el cuello ó sucio ó ajado,
de un hombre que es Homo Bono y dirá que es vanidad
y me promete sosiego. lo que el mundo ornafo llama,
Sabina. Si no fuera sastre, bien. y si en muestras de que te ama
Dorot. De la virtud hago estima; saca á luz la voluntad
hacienda me sobra, prima, (que no será en todos días '
con que envidiándole están sino en las Pascuas de flores)
caballeros de Cremona. en vez de decirte amores
Corresponda él á mi amor, te rezará Ave Marías.
vivirá como señor; Dorot. Yo he de casarme con él,
que si el oro es el que abona, y no tú;contenta estoy
■ no usando más ese oficio, ¿qué quieres?
el que yo le pienso dar
le puede calificar; ESCENA IV ' •
yo no me caso por vicio
sino por virtud, que es tanta Sale muy galán Homo Bono; Roberto y Pendón.
la que en él he conocido,
que por ella le he elegido Robert. Un hijo os doy
Sabina. Enamorada eres santa; señora, y cifrada en él
no te arrepientas casada, la voluntad que se debe.
prima, gue me pesaría á vuestro sobrado amor.
de que fuese hipocresía Dorot. Prima, dejando el valor
la que perfección te agrada; con que el soberbio se atreve
informa antes la noticia y á que mi esposo le falte,
sino es que ciega te abrasas; mira cuán cuerda le adoro,
porque ya como las casas ¿no es todo él un pino de oro?
hay santos á la malicia, pues la virtud es su esmalte.
unos fingen aspereza, . Sabina. Buen talle tiene.
y aforran, porque es más blanda, Robert. Levanta
la jerga y sayal, de Holanda, la vista y si no te ciega
que es virtud en la corteza: su belleza, á hablarla llega.
otros muestran que á lo obscuro Homo. Dios, señora, os haga santa.
no comen más que ensalada Sabina. ¿Por santidades comienza?
con pan, y á puerta cerrada Esperan. Devota salutación
son secuaces de Epicuro. para entrada de sermón.
Guárdate no haga otro tanto Robert. El novio tiene vergüenza;
el esposo que te espera, su turbación perdonad,
porque hay santos de hacia afuera, que el más discreto, cuando ama,
no de hacia dentro. la primer vez que á su dama
Dorot. Mi santo ve, dice una necedad.
no es de esos, denme los cielos Pendón. ¿Una? El dirá más de ciento.
que viva en su compañía, Homo. ¿Por necedad juzgáis vos
que no temo, prima mía, el decir que la haga Dios
que se desvele con celos; santa? ¡Jesús!
que jugándome mi dote, Robert. El intento
mis joyas empeñe ó venda, es bueno, pero no viene
que desperdicie mi hacienda, á propósito.
que mis deudas alborote, Homo. Confuso
porque, en fin, no es deste mundo. estoy.
V aunque esa simplicidad Robert. El amor y el uso
den nombre de necedad su idioma y términos tiene.
cortesanos (en quien fundo Homo. ¿Pues qué había de decirla?
todo el caudal en engaños) Robert. A fuer de los cortesanos
para cosas de importancia bésoos, señora, las manos,
1 2 SANTO Y SASTRE
arrastrar luego la silla de lo que mando que digas
y preguntar como estáis, con amores no la obligas
¿qué es el común A. B. C.? y te confirma por necio,
Homo. Bésoos las manos ¿por qué? (que sí hará porque es discreta),
¿Necedad en mí llamáis que en Cremona no has de estar
el decir que la haga santa un hora.
Dios, y en el mundo no veis Homo. Marido, en mar
las necedades que hacéis empieza que siempre inquieta;
n¡ su mal uso os espanta? si á su golfo, padre, incierto
Estornuda un.caballero me arrojas, donde no hay pie,
y los que les corresponden, huyendo de aquí saldré
«bésoos las manos» responden como el que naufraga al puerto.
en pie, y quitado el sombrero Bien me puedes desterrar,
y á los que «Dios os ayude» que, escogiendo ese partido,
dizen, notan de villanos; de marido, admito el ido
en fin, que besar las manos por no perderme en el mar.
al otro porque estornude Robert. Obedece lo que mando
mirar que merced les hace. que ¡vive Dios...
Traen luces cuando anochece Homo. Yo lo haré;
y descortés les parece no jures.
al cuerdo que satisface Robert. Acércate.
con decir que Dios les dé Homo. Al fuego me voy llegando.
buenas noches, solamente Robert. Muestra en el rostro alegría.
al besamanos consiente Dorot. ¿No tomáis silla, señor?
el uso necio ¿por qué Esperan. Albarda fuera mejor.
si tú la luz no me has dado Dorot. Asentáos, por vida mía.
besarte es bien que permitas Homo. No haré cierto, yo estoy Díen;
las manos y á Dios le quitas sentáos, mi señora, vos
las gracias que te ha alumbrado? (sacadme desio, mi Dios)
Ved si entre necedad tanta padre, siéntese aquí.
son términos más cristianos, Pendón. Bien.
que no bersarla las manos Robert. No soy yo el que á vistas vengo;
el decir: Dios la haga santa. tu lugar es, hijo, ahí,
Robf.rt. No desdice el ser cortés y éste el mío, porque aquí
de la virtud que es curiosa; que hablar á Sabina tengo.
siéntate junto á tu esposa, Dorot. Por mi vida que os sentéis.
dile amoroso después (Siéntase el viejo con Sabina, aparte, y
la buena suerte y ventura, el Santo con Dorotea, d otro lado.)
que medras en merecella, Homo. Dos veces habéis jurado.
que estás perdido por ella, ¡Jesús! Ya yo estoy sentado,
que al sol vence en hermosura, á trueco que no juréis;
que su discreción te admira. y si se hace el casamiento
Homo. ¿Eso he de'decirla? quiéroos, señora, avisar,
Robert. ¿Pues? que nunca habéis de jurar,
Homo. No debes de advertir que es porque es contra el mandamiento
pecado el decir mentira. segundo.
Robert. Este es encarecimiento Dorot. Si el alma os di
que usa el amor ordinario. y en amaros persevero,
Homo. Afirmando lo contrario en prueba de lo que os quiero,
de lo que imagino miento. yo juro cumplirlo ansí.
Si yo por mujer la tengo, Homo. Pues no juréis otra vez.
¿por qué sol la he llamar? Sabina. Demasiado escrupuloso
¿ni cómo podré afirmar es, Roberto, nuestro esposo.,
que perdido á verla vengo, Robert. ¡Está turbado, pardiézl
sino es por que el tiempo pierdo Pendón ¡Ola! ¿Tú cómo te llamas
de que he de dar á Dios cuenta? (.4 Esperanza. )
Mentir un hombre es afrenta, Inés, Dominga, Teresa,
téngame por necio ó cuerdo, Casilda, Olaya, Ginesa?
cáusela gusto ó enfado, Que mientras nuestras dos damas
mal ó bien conmigo esté, desbastan aquel zoquete,
porque yo no mentiré tú y yo hemos de en par en par.
por cuanto Dios ha criado. Esperan. ¿Qué es eso de tú?
Robert. Anda ignorante, que están Pendón. Es hablar
por ti en pie, siéntate allí sincopado. ¡Buen jarrete
y lo que te mando di. tienes: moza eres rolliza!
Sé airoso, afable y galán, Esperan. ¡Arre allá! (Da/e.)
que ¡vive Dios! si en desprecio Pendón. ¡Válgate un jo
ACTO SEGUNDO i3

que con arre emparentó! sino murmurar delitos


Esperan, Eso á la caballeriza contra mi buena opinión?
y no conmigo. Las galas supérfluas son
Pendón ¡Oh, fregata! en el pobre sambenitos.
Esperan , ¡Oh, sisón! Dorot. Yo tengo sobrada hacienda
Pendón. ¡Oh, estropajera! para que oficio mudéis,
Esperan , ¡Oh, alca... y el que ejercitáis dejéis.
Pendón. ¡Paso, cernedera! Homo. Eso no, ni lo pretenda
Esperan ¡Huete! quien bien me quiera; cabeza
Pendón. ¡Paso, carichata! todo marido ha de ser
Esperan . No hay paso. á quien siga su mujer.
Pendón. Pues, haya envido. Dióme la naturaleza
Esperan , Ni hay envido. esta humilde profesión,
Pendón. ¡Oh, vaciatriz! y vos habéis de imitarme,
Esperan ¡Oh, sastre, y más aprendiz! no yo á vos, que es afrentarme.
Pendón. Malo, doime por vencido. Dorot. Aceto esa condición.
Robert. Cásese él, que esos extremos ¿Queréis más?
el tiempo los curará. Homo. Querreos mucho,
Sabina. Hablando con ella está, si los domingos y fiestas
lo que la dice escuchemos. os confesáis, porque en éstas
Dorot. En fin, ¿no me decís nada? andar las damas escucho
Homo. Nada os digo, pues que callo; vagando por la ciudad,
yo os prometo que no hallo y no habeis de querer vos
cosa, señora casada, que días que son de Dios
que deciros de momento. se den á la vanidad.
Dorot. Creolo, que amor desnudo Dorot. Prometo cumplirlo ansí.
á los principios es mudo; Homo. Habéis de ser limosnera
el propio efeto en mí siento, de modo que, aunque no hubiera
que estoy muy enamorada, más de un pan que darme á mi,
señor y dueño de vosj ó para comer los dos,
Homo. Más vale estarlo de Dios, si llega un necesitado,
que yo no os sirvo de nada. con respeto y con agrado
Dorot. Amaros para marido se le déis en él á Dios;
no es con intento liviano. veréis cómo se acrecienta
Homo. ¡Plegue á Dios! después.
Dorot. Dadme la mano. Dorot. Todo eso es muy justo.
Homo. ¡Jesús! ¿yo mano? (Retírala.) y más daros á vos gusto.
Dorot. Encogido Homo. Pues asentada esta cuenta,
sois, dalda acá... ya me parecéis hermosa;
Homo. No hay que hablar; ya mi aspereza cesó;
ó estas son vistas ó no. ya os tengo en el alma yo;
Dorot. Sólo á veros vine yo. ya os intitulo mi esposa;
Homo. Ver, pues, pero no tocar. ya os beso esta blanca mano.
Dorot. Mal debode pareceros. Dorot. Óigaos yo regalos tales,
Homo. No me parecéis muy bien, y en los afectos iguales
mientras belleza no os den os halle yo tan humano,
los adornos verdaderos que no envidiaré coronas.
que la virtud califican. Homo. La mitad del alma mía
Yo, en fin, he de obedecer os llamad desde este día.
á mi padre; si mi mujer Dorot. ¡Oh, amor, que almas eslabonas,
habéis de ser, cual publica dos en una unidas tienes!
deseos que os agradezco, Prima, Roberto, ¿qué hacéis
asentemos condiciones. que mi bien no encarecéis
Dorot. Cuanto más secas razones {Aparte.) y me dais mil parabienes?
me dice, más le apetezco. Sabina. Los que gozas duren tanto,
Dios debe de ser servido que jamás los desbarate
que este hombre mi dueño sea. el pesar.
Homo. Vos, señora Dorotea, Robert. Siglos dilate,
habéis de mudar vestido hija, amor, yugo tan santo.
que con más honestidad Pendón. Lleguen á ver vuesastedes
se proporcione á mi estado. choznos de choznos, que nietos
Soy un sastre; no me han dado vengan á ser de biznietos
mis padres más calidad; de rebiznietos.
¿qué queréis que el vulgo diga Esperan. Ya excedes
cuando os viera entronizada, en conformidades presas
sastre yo, vos adornada, las almas años prolijos;
de andar en coches amiga, vean Papas á sus hijos
i4 SANTO Y SASTRE

y á sus hijas abadesas. Pendón. Vencedor


Pendón. Amén. de los dos, acaba agora
Robert. Volvamos á casa, de llevarse el'gallinero.
donde con tálamo igual Él entró aquí aventurero,
amor os junte. y elki, que es mantenedora,
Dorot. No hay mal pues que le ha de sustentar,
que ponga á mis dichas tasa. la sortija ó el anillo
¡Venturosa yo, que go?o de esposa le dió, el decillo
belleza y virtud! yo os daré que sospechar;
Homo. Mi Dios, pero no hablando peinado,
sed nuestro himeneo vos. digo, á fe de buen Pendón,
Pendón. ¿Oyes, moza? que es la dama, en conclusión,
Esperan No oigo, mozo. del sastre su desposado,
Pendón.. ¿Quieres que matrimoñemos? porque entrándole á tomar
Esperan ¿Pues no? la medida de un vestido
Pendón. Pues toca. se le vistió de marido,
Esperan. Pues tome. (Dale.\ y fuera os mandan echar
Pendón. ¡Ayl de esta pretensión, por señas,
Esperan Sí hay. que esposos deste jardín
Pendón. Desnajigomc. se van ruin con ruin
¿Pero querrásme? que así se casan en Dueñas.
Esperan Veremos. • • Grimal Si no supiera que el vino
(VansC) sino es Pendóo.) te hace hablar desatinado...
Pendón. ¿Veremos? ¿Por el plural? Pendón Yo soy un pendón honrado,
Ansi hablan las Paulinas. y el vino esta vez no vino.
'' Lelio. ¿Con un sastre?
. Pendón ¡Vive Dios!
que estaba por él perdida;
ESCENA V que él le tomó la medida
Saten Lelio )• Gbímaido.— Dicho. y amor agora á los dos;
y que no se le da un higo
Lelio. Verás cuánto desatinas; por vuesastedes.
pues los dos al tribunal Grimal. Sí hará,
citados de Dorotea, que es mujer y escogerá
ha de quedar concluido lo peor.
nuestro pleito. Pendón También lo digo.
Grimal. • • Yo he venido Lelio. ¿Con un sastre, y mi nobleza
seguro de que en mi emplea desprecia?
su gusto y que te aborrece. Grimal. ¡Ah, mujer!...
Lélio. L.a soberbia es presumida, Pf-NDÓN. En fin,
pero en ti desvanecida. Sancho para su rocín,
Pendón. Vuestro amor se está en sus trece tal simple, para tal necia.
y aunque en sus catorce esté, Grimal, ¿Con un oficial tan bajo?
la dama escogió otro gallo, Pendón. Eso no lo sufriré,
el que áesta quinta á cabal lo que ser sastre profesé
vino, volveráse á pie; desde hoy cosiendo á destajo;
porque ya el niño con alas y aunque de moneda falto,
que se pintaba desnudo, contra necios que le infaman,
si holgazán hasta aquí pudo . y oficio bajo le llaman
pasar en carnes sin galas, se suele coser en alto;
como ya es boca de invierno. y tanto lustre le dan
hasta que vuelve el Abril, los libros (citarlos quiero),
aprende oficio sastril, que Dios fué el sastre primero
y entre sus ribetes tierno que vistió á Eva y á Adán,
ropas busca que autorice Dios se llama Alfa y Omega,,
su desnudez, y ha querido y el sastre es, por más quilate,
. mientras hilvana el marido en Portugal, Alfayate,
que la mujer ojalice. con que el Alfa se le pega.
Lelio. ¿Qué dices, Toco? Y siendo Dios uno y trino,
Pendón. • Perdono que este oficio comenzó,
el título que me dan, el nombre de tres le dió
que presto le adquirirán. cuando al sastre á nombrar vino:
¿Conocen á un Homo Bono aunque corrupto después,
vecino aquí y morador? pues por ser tan singular,
Grimal. Creo que le oí nombrar. los sastres quiso llamar
Lelio. Un sastre es que ha de morar no sastres, sino san trés;
cerca de aquí. porque el Santo tres y uno
ACTO SEGUNDO i5

cortó á nuestros padres fieles porque donde reinan vientos


vestidos de aquellas pieles , ¿quién hay que firmeza aguarde?
Amores,'fiestas y juegos-,' •
cuando quebrantó el ayuno.
La soberbia y interés triunvirato de los vicios,
que nos inclinó á pecar; mi sustancia consumieron
v ansí chitón y estimar cuando rico tuve amigos;
Tos sastres, que son San Tres. (V¡úe.) cántanle al sol en naciendo
i porque le ven caudaloso
de rayos de oro; mas luego
ESCENA VI que le ven ppbre de luz
Lelio y Gmmaido. huyen aves; .que en invierno
no perecen las hormigas .
Lelió. Si esto es verdad, -vive Dios que al trigo el agosto fueron.
. que he de executar castigos! Solo, señor, me dejaron;
Grimal. Sido habemos enemigos,- . ya ni me conocen deudos,
conformémonos los dos •ni estiman acompañarme,
para trazar- la venganza. sino llantos y escarmientos:
Lelio. ¿Con un sastre? ¿hay tal afrenta? doléos de mi desnudez.
Grimal. Yo no es.mucho qué la sienta, Homo. La compasión que yo os tengo
viniendo con esperanza es tal, que n» necesita,
de verla gobernadora mi pobre, de esos ejemplos.
de Milán y de Pavía. ¿Vos desnudo y yo vestido?
Lelio. Yo en heredando entendía no lo permitan los cielos.
hacerla presto señora Novio soy, no vió mi padre
de un más que mediano estado. mis peligros, que está ciego;
Grimal. Burlóse de nuestro amor; en el mar que os llevó á pique
que, en fin, el lobo peor echa á fondo el mucho peso
se come el mejor bocado. á quieri de hacienda se carga;
Lelio. ¿Dónde vive ese Homo Bono? si agora la Cruz me han puesto
Grimai.d. Aquí cerca, mas la casa . del matrimonio, que es plomo,
de la ingrata con quien casa, anegaráme en su centro
por ser de mayor abono .. . no aligerando su carga;
y más rica,- servirá entre los dos la llevemos
del civiltálamo agora. yo la Cruz, y vos la ropa.
Lelio. Pues si ese tálamo adora, . (Desnúdase.)
túmulo suyo será; Tomad, vestios, que allá dentro,
seguidme, amigo Grimaldo. •en mis fiestas ocupados,
Grimald. ¿Pues qué pretendes hacer?- • no me verán socorreros.
Lelio. Vengarme de una mujer Desnudo en la Cruz estuvo
tan poco cuerda. mi Dios, humanado verbo,
Grimald. • '• • Pensaldo cuando en tálamos de sangre
primero. se desposó amante tierno
Le-lio. 'Pensado está.. con la Iglesia; esposo soy,.
Grimald. ¿Quién tal elección creyera? Cruz me ponen, y así quiero
Leo-io. Quien en ellas considera en mi Cruz estar desnudo,
que naturaleza está por imitarle hasta en esto.
corrupta. Tomad, tomad y partios;
Grimald. Eso no lo ignoro, no salga quien pueda vernos
que escogió (en historias hallo) y piratas os despojen.
.Serhiramis á un cabatlo, [Truecan vestidos.)
Paisfae lasciva á un toro. Pobre. ¡Oh, asombro del siglo nuestro!
Lelio. Seguidme, que de ese aviso ¡Oh, sastre que viste á Dios
casi estoy por decir yo, en sus pobres! Los pies beso
que peor que esas escogió . que estrellas han de pisar.
la mujer que á un sastre quiso. Homo. Pobre, ¿qué hacéis? Idos luego,
(Vanse.) que siento gente.

ESCENA Vil
ESCENA VIH
Salen el santo Homo Bono y un Pobre muy roto.
Sueno la musica, y sale el Pobre arriba vestido de la
Pobre. Vime, señor, en estado ropa del, Santo, con resplandores; y aparece un
feliz y rico, otro tiempo, Cristo.
las desdichas ¿qué no mudan?
' El mundo es mar lisonjero, Cristo. Homo Bono
convida con las bonanzas, por escarnio me pusieron
embárcase el pasajero, púrpura cual rey de burlas,
truécase en tormentas todo; los ingratos de mi pueblo;
i6 SANTO Y SASTRE
tú de veras me has vestido. desposado es recoleto.
deudor soy, paparte quiero Surge et ambula, que están
la ropa que me has cortado nuestros convivos diciendo
al talle de mis deseos; á las tripas, «dilatate»
bien sabes tomar medidas. y al gigote respondiendo,
pues justamente me veo «que me enfrío, que tirito»
vestido y galán por ti, y dos patos reverendos
y así desde hoy más te tengo cantan al son de los frascos
por mi sastre, las hechuras este estribillo: «comednos»
te pagaré, repartiendo Pero ¿cómo estás desnudo?
contigo de mis trabajos Homo. Porque el matrimonio es fuego;
moneda, que estima el cielo. y en tales caniculares
Apercíbete á sufrirlos, se desnuda quien es cuerdo.
que por el camino mesmo Pendón. ¿No asamos y ya pringamos?
que yo, cobrarás en gozos eso es sudar por invierno.
las usuras deste censo. (Desaparece.) Aún no has tocado á la novia;
¿dónde la ropilla has puesto?
¿Qué es del sombrero y la capa?
ESCENA IX Homo. Amigo, descuida desso.
Homo Bono. Pendón. ¿Pues tienes de entrar ansí?
Homo. No, sácame de allá dentro
Mi Dios, mi señor, mi bien, un vestido más liviano.
(7Je rodillas.) Pendón. Voy, pues, por él.
mi Rey, mi Pastor, Cordero, Homo. Con secreto,
mi rico pobre, mi luz, sin que te sienta ninguno.
volved, ¿por qué os vais tan presto? Pendón. Harélo ansí: mas ¿qué es esto?
¡Qué bien pagáis los vestidos (Voces y alboroto de dentro como que se
que os hace el humilde celo queman.)
de quien tira vuestros gajes! Uno. ¡Agua, que se está abrasando
Si os vistió del sayal nuestro nuestra casa!
vuestra madre, dadivoso Todos. ¡Fuego, fuego!
pagáis el vestido nuevo Uno. Tomado nos han el paso
con hacerla Emperatriz las llamas.
de los Querubes supremos; Otro. ¡Socorio, cielos!
si en accidentes de paz Pendón. ¿Socorro? que nos socorran
os disfrazáis encubierto, socarrones elementos:
pagáis la amorosa hechura ¿qué habemos de hacer, señor?
dándoos, mi Dios, á vos mesmo; ¿Hay pozo, hay noria en el huerto?
si yo un pobre vuestro visto Homob. Ya, mi Dios, vuestros trabajos
, me prometéis, cuando menos, comienzan, y yo comienzo
coronas del oro puro con paciencia á recibirlos,
que se labra en vuestro reino. y con gusto á padecerlos.
Pues sois tan buen pagador, Todos. ¡Agua!
yo, gran señor, os prometo Pendón. Mejor fuera vino.
que he de vestir al fiado Uno. ¡Agua!
cuantos pobres sin remedio Pendón. Aquel es tabernero:
libraren, en mí limosnas; ¡maldiga Dios quien tal pide! (Vase.)
y si son trabajos premios,
que ya vos calificasteis,
vengan millares, que en ellos
fundaré yo mis partidas; ESCENA XI
pues si hipotecáis los cielos
que á ciento por uno pagan, Sale descabellada Dorotba. Luego Pendón
rico soy. que allá no hav pleitos. y Esperanza.— Dicho.
(Quédase de rodillas elevado.)
Dorot. Esposo, el nombre de Bueno
que tienes, si se conforma
ESCENA X con tus obras verdadero
Sale Pkndón. — Dicho. LuegoVocEt*.
me defienda, que me abraso,
me socorra que me quemo.
Pendón. ¿Dónde estará nuestro novio, Homo. Piadoso Dios, no permita
que sin saber que se ha hecho vuestro amor clemente y tierno,
le esperan los convidados que mi esposa sea manjar
la mesa y la cena en medio? lastimoso deste incendio.
Oigan aquí la postura, Imite yo á Job agora,
novio y hincado en el suelo, padezca mi hacienda y cuerpo,
sin ser clavo, los finojos, no el alma, la vida no,
ACTO TERCERO 17
sacarla en los brazos quiero Pendón. Piñones mondados
en vuestro favor fiado. en casa del pastelero.
'Llébala en brazos. Sale Pendón con un
cántaro.)
Pendón. ¡San Antón, San Telmo,
San Cristóbal en los rayos, ACTO TERCERO
Santa Bárbara en los truenos,
te rogamos audi nos!
(Sale Esperanza con otro cántaro; en ESCENA PRIMERA
cuéntrase con Pendón, quiébranlosy caen.) Salen Dorotea, en hábito honesto y Homo Bono
Esperan. ¡Ay! también.
Pendon. Esperanza ¿qué has hecho?
Esperan. Cascos y no de membrillos. Dorot. ¿Qué perdiciones son éstas,
Pendón. En los míos, á lo menos, Homo Bono, ó hombre malo,
tocaste casco ¿á do vas? que tanto pesar me cuestas?
Esperan. ¿Qué sé yo? ¿es éste el gusto y regalo
Pendón. Seguirte quiero. que en nuestras bodas funestas
Esperan. No es este tiempo de burlas, me prometiste? ¿Estas son
que me abraso. las ofertas que me hacías?
Pendón. Pie de puerco ¿Las muestras de tu afición?
seré pues que me chamuscan. ¿El fingir que me tenías
Esperan. En la tinaja me meto impresa en el corazón?
del agua. Homo. ¿Pues en qué he desdicho deso?
Pendón. Pues no te sigo Dorot. En que después de abrasada
que me volveré cangrejo. (Vase.) mi hacienda, mi casa, el grueso
caudal que me hizo envidiada,
quizá por mi poco seso;
ESCENA XII cautiva, si antes señora,
Salen Lelio yORiMai.no y luego Homo Bono, y asidos en la casa de tu padre
Dorotea, Sabina, Esperanza, Roberto, Valerio y donde la miseria mora,
Penoón. donde la pobreza es madre,
que siempre la hartura ignora.
Lelio. Abrásense, pues me abrasan Después que solo quedaste,
en la Troya de mis celos. y tu padre se murió
Homo. No teman, mis pasos sigan. su corta hacienda heredaste,
Grimal. Dividiéndose va el fuego y mi dicha se trocó
por donde Homo Bono pasa, en penas, desperdiciaste
que es santo, y tiene respeto. . pródigo, la humilde herencia
Homo. Desmayada va mi esposa, con que pudieras pasar,
aliviad sus desconsuelos ¿bastarame la pacieneia
en tal trabajo, Dios mío. á verte á mendigos dar
Sabina. Mientras le toco no temo cuanto tienes? ¿No es conciencia
las llamas que huyen de mí. que á tu mujer empobrezcas
Robert. Contigo seguro vengo, porque á torpes pordioseros
caro Eneas deste Anquises. cada instante favorezcas?
Pendón. Eslabónome siguiendo Socorran los caballeros,
estos cofrades de luz. que no es bien que tú perezcas
Esperan. Yo tras ti, Pendón, no temo. porque otros coman. - (Llora.)
Pendón. ¿Tu tras mi? Homo. Hermana,
Esperan ¿Pues no lo ves? no llores, mi bien, señora;
Pendón. ¡Qué mala contera llevo! quien ciento por uno gana,
Homo. Ea, mi Dios, abrasada «,uien en su patria atesora
la hacienda, mejor podremos ¿no es cuerdo? ¿No es cosa llana
serviros, que siempre han sido que el pobre que se destierra
los bienes impedimentos á las Indias, desde allá
de la virtud. Padre mío, despacha el oro á su tierra,
en vuestra casa el remedio donde después no hallará
destá desgracia tengamos. trabajos que le hagan guerra?
Robert. Vamos hijo, pues tan presto Si aquí somos pasajeros
cuando rico te juzgaba y en unas Indias estamos
empobreciste, que necio donde, en fin, como extranjeros
es quien de candelas fía buenas obras empleamos,
y no en virtud. que valen más que dineros;
Pendón. Parecemos y hipotecawdo fianzas,
sin cáscaras y en camisa, Dios que esta finca asegura,
¿Esperancilla, dirélo? en sus partidas le alcanzas,
Esperan. Dilo. ¿no es bueno el prestarle á usura?
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO H
i8 SANTO Y SASTRE
Los pobres son las libranzas; cada instante frutos Ceres.
Dius mismo las rubricó, ¿No es justa la pena mía,
¿no cobran los que los aman? si lo que en un año adquieres
¿Dios por ellos no salió? das á pobres en un día?
letras de cambio se llaman, Ven acá, desperdiciado:
rotas sí, lal idas no. siendo tú un pobre oficial,
¿Pues qué penas te hacen guerra? que en la aguja ha vinculado
y dime, ¿qué peregrino el limitado caudal
no admite, sino es que yerra, que me redujo á este estado,
el hambre y sed del camino ¿porqué las más de las horas
por vivir rico en su tierra? has de gastar en visitas
Dorot. En valde gastando estás de enfermos que no mejoras?
ejemplos, que es barbarismo, ¿Por qué al sueño el tiempo quitas
nuestra ley dice: «amatás y siempre rezando lloras?
de la suerte que á ti mismo líl cielo es todo alegría;
á tu prójimo, no más.» su tiempo tiene el llorar,
Si como á ti mismo amaras como la noche y el día,
pobres, tú los socorrieras y la devoción lugar
con límite, y no gastaras, en ella, si en Dios la fía;
loco, con estas quimeras ¿tengo yo de estar al lado
tanto, que hambriento quedaras. de un hombre que eternamente
¿No eres tú primero que ellos? suspirando y congojado
Pues ¿por qué por ti no miras? me consuma?
Hemo. Razones por los cabellos Homo. ¡Qué imprudente,
traes que disparan mentiras Dorotea, has imitado
y engaños, ciega con ellos. á la mujer de aquel santo,
Yo tengo, mi Dorotea, prodigio de la paciencia!
oficio, gracias á Dios, ¡Tú, reprendiendo mi llanto,
que nuestro socorro sea, y ella la justa obediencia
y para vivir los dos, que le medró nombre tanto!
tu labor y mi tarea «Bendice á Dios, le decía,
nos sobra. Una posesión y muérete»; y tú también
de mi herencia he reservado, reprendes la pena mía,
cuyos frutos en sazón porque tus hijos no ven
te sacarán de cuidado cuán mal dice el alegría
y á mí de tu indignación; con las culpas, que son jueces
en ella el cielo dilata que siempre el cuerdo tembló.
por la tierra su tesoro, ¿Risa, pecando, me ofreces?
siempre á la limosna grata, nadie á Dios riyendo vió,
con trigos de granos de oro mas sí llorar muchas veces.
y ovejas que peinan plata; Dorot. Ea, llora hasta que estés
allí (si en hacienda apoyas ciego; veremos del modo
tu interés), de verdes parras que puedes ganar después
forma Raco claraboyas, de comer; gástalo todo
cuyas bastigas bizarras en pobres; vive al revés;
cuelgan racimos por joyas; no repares en los fines,
allí, pasado el Septiembre, que al fin la gloria se canta,
heredero del Agosto, puesto que no la imagines.
cuando á usura el grano siembre, Prima con los monjes canta;
paga el campo en trigo y mosto con ellos vete á maitines:
censos que goza el Diciembre; llama á sus puertas helado,
allí, en fin, esposa mía, y deja sola á tu esposa,
pechera Ceres cada año pues su amor te causa enfado;
para ti regalos cría, porque á media noche es cosa
sin que esterilice el daño santa que ronde un casado.
frutos que el cielo nos fía, Ven acá, llorón fingido:
que, como soy su rentero, ¿quién te mete á ti en mudar
no quiere que se destruya el orden con que ha vivido
el diezmo que darle espero, el mundo? ¿Manda cantar
porque como hacienda suya maitines Dios al marido?
la guarda su jornalero. Si entre tanto que tú ausente
Dorot. No niego yo que pudieras dejas sin hombre tu casa,
con tu oficio y la presente algún ocioso que siente
heredad pasar, si dieras, tu negligencia y se abrasa
menos recio y más prudente, porque su amor no consiente
limosna con tasa, y vieras violentase mi opinión,
que hay mañana, y que no cria tus ventanas escalase
ACTO TERCERO '9
y gozando la ocasión Homo. ¿Qué es eso?
con la mujer, te quitase Pendón. Es cierta ayuda
la honra y la devoción, que me enseñó Dorotea;
¿podrán después restauralla un pobre nos pide pan
los maitines y la prima? y señora mcha mandado
Homo. ¿Pues no? que dé á todo remendado
Dorot. Calla, necio, calla; un «Dios le provea» galán..
tu casa y mujer estima Homo. ¿Qué dices hombre perdido?
ya que no sabes amalla ¿á Dios de casa despides?
que á no ser yo la que soy, pan cotidiano le pides
aprovechase ocasiones y cuando él mismo ha venido
que, cuerda, de mano doy; por los réditos del censo
y advierte que persuasiones que cada instante nos fía,
me han perseguido hasta hov ¿le echa tu descortesía
dc quien tú puedes saber; de casa? ¡Señor inmenso!
gastos y pasos acorta, ¿hoy que venís vos á honralla?
porque ganes de comer ¿hoy que sois mi huésped vos?
y mira bien lo que importa Pendón. Que no es el que vino Dios
tu honor y el de tu mujer. ( Vase.) sino un traga sopas.
Homo. ¡Calla,
bárbaro!
Pendón. Barbero no,
ESCENA II sastre sí, que hurtar desea;
Homo Bono, una Voz y Psndón. al pobre, Dios le provea,
su mujer me lo enseñó;
Homo. Celos, mi Dios, serán vanos falta el pan para nosotros;
si vos mi casa guardáis, no está el tiempo para gracias;
en ella por mí quedáis los pobres y las desgracias
contra peligros humanos. se llaman unos á otros,
Mas ¡ay pensamientos vanos! aún no lo sufren los perros
^quién no recela su honor y «un Dios le prqvea» es trato
si la virtud y el valor al uso bueno y barato;
tal vez desvelarse supo como ensalada de berros.
y en Joseph con tiempo cupo Homo. Anda, necio; llámala.
seguridad y temor? Pendón. ¿Que le llame? Si él se fuera
El santo y se desvelaba aun vaya, á la puerta espera
desmintiendo lo que vía; que pan y caldo le dé;
dejar su esposa quería, no le echarán dos virotes,
puesto que no le culpaba; si por él no te descarnas;
yo vicioso, y que se alabe que hay pobres, tiñas y sarnas
mi mujer de vanidades de toda puerta, pegotes.
que pretenden mocedades. Homo. Pues dale pan.
Dadme vuestro favor, cielos, Pendón. Si le hurtamos.
que ya pasan de recelos ¿Eres hombre tú que dejas
amenazas de verdades; ni aun para guisar lantejas
si de noche al templo voy, un migajón? ¿no tomamos
mi Dios, es porque sosiego; cuenta al arca y sus rincones
cuanto más á vos me llego, acabados de comer;
tanto más cerca os estoy; pues por no hallar que roer
pero si así lugar doy aun no hay en casa ratones?
á que mi honor se destruya, Homo. Pendón, búscalo.
¿qué he de hacer?,; no es bien que huya Pendón. ¿Qué dices,
el riego que honras abrasa? si los pobres que vinieron
Voz. (Derfen<ro.)No temas, ve tú á mi casa, cuanto quedó se comieron
que yo guardaré la tuya. con más hambre que aprendices?
Homo Pues si vos veláis por mí Homo. Anda y ten en Dios mas fe:
¿qué peligro me acobarda? abre el arca y la hallarás
«Si Dios la ciudad no guarda, proveída.
defenderla es frenes!» Pendón. ¿En eso das?
díjolo David ansí, No ha un hora que la dejé
y lo mismo decís vos, más despejada y barrida
afirmándolo los dos que la barba de un capón.
sin peligros que temer, Homo. Anda y míralo, Pendón,
segura está !a mujer que Dios nos dará comida.
cuya casa guarda Dios. Pendón. Si acá fuéramos judíos
Pendón. Hermano, Dios le provea, pudiera llover maná;
ó le ayude, si estornuda. más murióse Moisen ya.
20 SANTO Y SASTRE

Homo. Ve y no digas desvarios. esa vez se transfigura


Pendón. Voy, mas no quedó migaja. (Vase.) nuestro bien en el favor,
porque así quede notoria
su fe y venza á nuestro engaño,
que fué dar muestras del paño
ESCUNA III con que nos viste en la gloria.
Homo Bono. Lo misino hace hoy su caudal,
pues porque segura estés
Señor, que piadoso creces de lo que á sus pobres des,
cinco panes y dos peces, esto no es más que señal
y haciendo á Asuero ventaja que allá nos guarda en el cielo
á cinco mil das convite, lo que Pablo, aunque lo vió,
que fuerzas y aliento cobran, á decir no se atrevió.
y doce espuertas que sobran Aumenta de hoy más el celo
hacen que más se acredite que debes á sus privados,
la fe, que introducir quieres pues sus tesoros inmensos
de tu poder soberano, obliga á infinitos censos
no está abreviada tu mano. de caudales limitados.
Dios fuiste entonces, Dios eres, Dorot. No tengo que responderte,
no permitas que mi casa esposo, sino es pedirte
hambriento al pobre despida; perdón, dichosa en servirte
á ti te diste en comida, . y cuerda en obedecerte.
que tu amor no tiene tasa; ¡Mil veces feliz mujer
dame, mi Dios, que te dé . que tal dueño goza y ama!
á ti mismo. Homo. Ea, mi bien, los pobres llama,
pues Dios los da de comer;
repárteles sus despojos.
Dorot. ¡Ay, pensamientos tiranos!
ESCENA IV toda para dar soy manos
Sale Pendón dando poces. Luego Dorotea.— Dicho. si en guardar toda he sido ojos.
(Vase.)
Pendón. ¡Encantamento,
milagro, asombro, portento!
(Sale Dorotea.) ESCENA V
Dobot. ¿De qué das voces? Homo Bono y Pendón.
Pendón. ¿De. qué?
Acude al arca del pan Pendón. Agora que hay que comer
y hallarásla llena toda no nos dará la tarea
de roscas, pan de tu boda, malas noches; Dorotea,
de tortas de mazapán, que trasnochaba á coser,
de rosquillas y de bollos, se podrá acostar temprano
de molletes de manteca, y yo que por su ocasión
dejámosla boquiseca soy tu aprendiz, y al Pe ndón
sin migajas para pollos; añado tiras en vano,
mas tu marido que aboga, me podré quejar de ti,
por pobres que desembarca, que de hambriento cada día
de nuestra arca fué Patriarca, alforjas al viento hacía.
y ella es Arquisinagoga; Homo. Palabra esta tarde di
arcadas de nuestra fe de acabar para mañana
que el hambre libra de arcadas, la ropa de una doncella,
duquesa de Arcas. que ha de casarse con ella,
Dorot. ¡Ya enfadas! y por ser honesta y llana,
Pendón. Y es un arca de Noé; que yo no coso locuras
¿de Noé? No dije bien de telas y guarniciones,
de si he, pues hay en ella yesca de las tentaciones
tanta de la rosca bella; y lazos de la hermosura,
si piensas que miento ven, me huelgo que se concluya;
señor, venciste, acertaste. mientras que la acabo, pues,
Homo. La fe nunca supo errar; los jornaleros que ves
Dorotea, sin sembrar que en mi granja, también tuya,
jamás la cosecha hallaste. pues mis herederos son
Dar al pobre es dar al rico, los pobres, esperarán
porque paga Dios por él; su merienda, lleva pan,
quien con ellos es cruel vino y cecina, Pendón,
lo es consigo, aquí te aplico y diles que vas por mí,
ejemplos de tu favor que aunque ayer fui á visitarlos
y premios de nuestra usura; hoy tengo que hacer aquí.
ACTO TEKCERO 2i

Pendón. Y el vino y cecina ¿adónde Una voz. (Canta.) «En vos enclava los ojos
lo habemos de hallar? Si en casa traspasada del cuchillo,
como por portazgo pasa que predijo Simeón
cuanta comida se esconde tu corazón afligido.
en tu despensa y cocina. Decilda, que pues os rompen
Homo. En el arca la hallarás. las ropas que el paraninfo
Pendón. En el arca hay pan no más, vino á peJir que os vistiese
que el cielo no hace cecina. cuando con el Ave vino,
Homo. . Si eso y más de mi Dios fías, que os vista agora del sol
no dudes, ve. que la sirve de vestido,
Pendón. Yo no lo dudo; aunque en tinieblas de llanto
pero ni soy cabezudo mal su so! podrá vestiros.
" ni pido á Dios gollerías, ¡Ay, pobre rico,
como tú. vestidme vos agora de vos mismo!
Homo. No seas cansado. • Homob. A esotro lado tenéis
Pendón. Voy, más con harto recelo, mi Dios, vuestro Juan querido,
que si hoy da cecina el ciclo que os llora agora despierto
mañana dará adobado. (Vase.) y antes os gozó dormido.
Desnudo os ve, y pues le rompe
el dolor de su martirio
ESCENA VI las telas del corazón,
Homo Bono. Luego Una Voz. de tela podrá vestiros.
Al pie de esa Cruz está
Homo. Aguja y hilo hay aquí; la que por pies se ha valido,
cosamos y contemplemos, y por darla vos los pies
que aunque contrarios exiremos, ha dado de pie á sus vicio»;.
pues Vos habitáis ea mí Haced que os vista, mí Dios,
dueño de mi corazón, pues hechos los ojos Nilos
no desdeñaréis mi estilo, pretende su amor, que á nado
que entre la aguja y el hilo os libréis de ese peligro.
cabe también la oración. I A y, pobre rico,
{Asuntase en un banquillo y cuse una vestidme vos agora de vos mismol
ropa, y dentro canta una voz.) Una voz. (Canta.) «El oro de sus cabellos
Una voz. «.Entre los trajes profanos esmalta el rosicler fino
que en el mundo inventó el vicio, de vuestra preciosa sangre
cantaba llorando un pobre para que valga infinito;
delante de un crucifijo: decid, pues son de brocado,
Desnudo estáis por mis culpas, que os teja ornamentos finos,
amoroso dueño mío, celebraréis Misa nueva,
vos que los montes y valles Sumo Pontífice Pío;
vestís de hierbas y lirios; mas pues no halláis en el suelo
pedid que os vista otra vez socorro, dulce amor mío,
vuestra madre, pues los hilos alzad al cielo los ojos
de su llantoos tejerán y cubriraos de jacintos;
la tela de sus suspiros: mas, ¡ay!, que los ha cerrado
¡Ay, Dios de amor, desnudo; el riguroso castigo
¡Ay, pobre rico, con c.ue hacéis ejecución
vestidme vos agora de vos mismo!» de mis deudas en vos mismo.
Homo. ¡Oh, qué voz tan regalada; ¡Ay, Dios de amor desnudol
y qué á propósito vino ¡Ay, pobre rico,
la música á mis deseos, vestidme vos agora de vos mismo!
la letra á mis ejercicios! (Baja muy despacio un Cristo crucifica
(Cosiendo dice estt,.\ do, grande, desde lo más alto del vestua
Cantando trabaja el pobre, rio, y va subiendo Homo Bono al mismo
compás, sin reparar que sube, haciendo
siente el jornalero alivio labor hasta que á la mitad de la pared se
y desmiente con el canto junta con él, y entonces se levanta y le
las tareas de su oficio; abraza.)
y vos, amoroso dueño, Homo. ¡Qué de contado pagáis
regaláis, tierno y melifluo, lo que negligente os sirvol
con música mis sudores Pelícano de mi amor,
pagados y agradecidos; sol eclipsado divino,
¡vos en Cruz y yo asentado! comiendo el hombre soberbio
¿vos muerto por mi y yo vivo? la fruta del Paraíso
¿yo sano y vos doloroso? y vos prendado en la ropa
¿vos desnudo y yo vestido? inocente y con castigo.
¡Ay, pobre rico, Vístase, amoroso amante,
vestidme vos agora de vos mismo! el hombre torpe y lascivo
22 SANTO Y SASTRE

sedas, que el gusano teja; sus ángeles la guardan, contra tantos


que yo dichoso me visto ¿osaréis ser valiente?
desta humilde desnudez, Lelio.
destos cardenales ricos, No sabía
desta grana misteriosa que era elocuente ya la cobardía.
desta púrpura de Tiro. ¿Qué santo ó qué nonada? El vulgo necio
Al sagrado destas llagas le juzgará por tal, el ignorante;
de mis esperanzas nido, no yo, que la bajeza menosprecio
de mis congojas consuelo, que en traje de humildad es arrogante.
de mis temores asilo, A un bárbaro simplón, ¿no es caso recio,
huyo de vuestro rigor, que al torpe vulgo estatuas le levante?
á vuestra clemencia asido ¿qué milagros le apoyan y acreditan?
á estos clavos sacrosantos; ¿qué muertos por su causa resucitan?
mi Dios pequé, Iglesia pido. Andad, Grimaldo: en viendo cabizbajo
¡Ay, Dios de amor desnudo! á un hombre, hablar por tiple, reprendiendo,
¡Ay, pobre rico! luego es apóstol; luego halló el atajo
¡qué más ventura si de vos me visto! del cielo, su limpieza encareciendo.
(Encúbreme los dos.) Es el ocio, cuando huye del trabajo,
engaña bobos; no todo remiendo
tiene la santidad por ejercicio;
ESCENA VII disfraces sabe hacer también el vicio.
Lelio y Grimaldo, como de noche. Un sastre miserable, un pobre idiota
que á titulo de humilde, su tijera
Lelio. hurta más que las otras, sin dar nota,
Esta es buena ocasión, que Dorotea porque juzgan los necios lo de fuera,
estará sola en casa, si del modo soberbio el corazón, cara devota,
que otras veces, su hipócrita se emplea ya es otro San Alejo en la escalera
en trasnochar, rezando. y puede ser que agora en bodegones
Grimaldo. trueque por embriagueces, oraciones.
El tiempo todo Grimaldo.
gasta devoto en Dios, y quien desea ¡Dios me libre de vos! ¡Jesús mil veces!
á su mujer (que yo no me acomodo Lelio, no os digo nada, la malicia
á pretensión tan bárbara) recelo eclipsa las más puras sencilleces.
que intenta loco combatir el cielo. Lelio.
El en maitines, salmos á Dios canta,
y Dios á socorrer su honor se obliga, Y también es gitana la avaricia.
Dios vive en esta casa porque es santa, ¡Vive Dios, que de engaños y dobleces
y Dios si tal vez sufre, tal castiga; no he de creer la hipócrita noticia
cuando él para alabarle se levanta, que le apoya en Cremona, que es un...
¿osáis vos, Lelio, mientras le bendiga Grimaldo.
ejecutar el vicio que os abrasa ¡Paso!
y competir con Dios en esta casa? Lelio.
Lelio. ¡Miren de quien las gentes hacen caso!
Por Dios, Grimaldo, que venís devoto. ¿Vos no advertís que con virtud fingida
A Dios me remitís ¿no veis que es tarde? nos llevó á nuestra dama, y qué burlados,
Alivio busco, porque llamas broto; él jactancioso y ella arrepentida
no se teme anegar el que se arde; nos dejó sutilmente lastimados?
miedo debe engendrar vuestro alboroto: Pues en venganza desto, si la vida
como Letrado sois, seréis cobarde; les costase esta noche á mis cuidados,
nunca es valiente la jurispericia; su esposa he de robarle y con violenta
plumas, no espadas, juega la justicia: mano templar mi amor, vengar mi afrenta,
volveos, Grimaldo, á ver vuestros Digeatos, (.errada está su puerta, pero á coces
que yo he de proseguir con mi osadía. la echaré por el suelo; ya ha caído.
Grimaldo. (Da una co{ á la puerta, ábrese. Está
en ella un ángel din una espada de fuego,
No términos en vos tan descompuestos cae Lelio desmayado, huye Grimaldo y
destemplarán mi noble cortesía; sale Momo Bono.)
yo sé leyes de honor como de textos,
reñir de noche y estudiar de día;
y si amistad con vos no profesara, ESCENA VIII
no la pluma, el acero os castigara. Un Aiwel, Grimai.do y Homo Bono.
Ciego estáis, no me doy por ofendido;
competid con valientes, no con santos: Angel. ¡P.lasfemo!¿quecs Alcaide no conoces
Homo Bono por tai es conocido, Dios desta casa?
que vence no con armas, mas con llantos. Grimal. ¡Cielos, favor pido!
Dios el alcaide de su casa ha sido; (Desaparece el Angel.)
ACTO TERCERO 23
y vuelva la voz suave,
ESCENA IX porque con ella os alabe;
cantará después de mudo
Sale Pendón, Homo Bono, Lsi.ioy luego Una Voz. del modo que Zacarías
aquel Benedictus tierno
Homo. Al umbral de mi puerta ¿quién da Himno de la iglesia eterno
[vozes? que entonan las jerarquías.
Pendón. PorDiosque los peones lo han bebido (Hincase Lelio de rodillas y hace señas
como unos paladines. de arrepentirse.)
Homo. En el suelo Ea, Señor, que parece
está sin vida un hombre, ¡santo cielo! que humilde os pide perdón (Dentro.)
Pendón. ¿Señor, eres tú? Una voz. Hable por tu intercesión,
Homo. ¡Ay, Pendón! puesto que no lo merece.
A mis puertas desmayado Lelio. Pon, Santo, en aquestos labios
está un pobre, yo habré dado los pies, pues los has abierto;
á su desgracia ocasión. cerrólos mi desacierto,
Pendón. ¿Tú, por qué? ellos te hicieron agravios
Homo. Porque vendría y ellos, desde hoy más, serán
con hambre y necesidad; de tu virtud pregoneros;
faltóle mi caridad, murmuráronte groseros
ia culpa, Pendón, es mía; ya desde hoy te alabarán;
levantémosle los dos. {Levantante.) ofender torpe y lascivo
Pendón. ¡Malos años, cómo pesa! tu honestidad pretendí,
¿pues no huele á algalia? volvió el mismo Dios por ti,
Homo. Pendón, agora cesa piadoso aunque vengativo;
de locuras. ¡Ay, mi Dios! Paraíso fué tu casa,
¿No es este Lelio? quise entrar en ella ciego,
Pendón. En la trampa vibró un serafín de fuego
cayó esta vez la raposa; la espada que vista abrasa:
golosmea r vuestra esposa yo propongo de imitar
quería, miren si escampa. tus virtudes desde agora.
Homo. No malicies. Homo. Mi Dios, quien firme os adora
Pendón. No malicio; no tiene que recelar.
mas calla, que él lo dirá. Lelio, si el frágil sujeto
Homo. Vivo parece que está. del hombre deja postrarse,
Pendón. ¿Si viene á aprender oficio? tavor para levantarse
Homob. ¿Señor Lelio, á tales horas ofrece el cielo al discreto;
vos por aquí? ¿qué queréis? que yerre nuestra ignorancia
habladme, ¿no respondéis? no es mucho, en el más robusto,
(¡lace señas que está mudo.) siete veces cae el justo;
¡Hay tal desgracia! pero la perseverancia
Pendón. ¿Pues lloras? en el vicio, esa condeno;
Homo. ¿Qué ha de hacer mi compasión? volved desde aquí por vos
Decidme á lo que venís... por la honra vuestra y de Dios;
Lelio. Aba, aba, ba. ponga la prudencia freno
Pendón. ¿Habas pedís? de la travesura loca
¿mejor no fuera un jamón? y hacedme á mí una merced.
Homo. Sin duda que ha enmudecido. Lelio. Mandad, decid, disponed.
Pendón. ¡Oh, si lo fueran también Homo. Lo que os pido es que en la boca
cuantas mujeres nos venl que abrió del cielo la ayuda
Homo. ¿Qué es lo que os ha sucedido? viva seguro el secreto:
Lelio. Aba, aba. deste milagroso efecto
Pendón. Que vió un Abad; esté en mi alabanza muda,
¿pues qué importa que le vea? si en la de Dios pregonera,
Lelio. Aba, aba. que vuestro médico fué.
Pendón. Bien deletrea; ¿Promeiéislo?
señor, ya sabe el B. A. Ba; Lelio. Callaré,
escribirá cuando viejo. si bien la lengua quisiera
Homo. ¿Lelio, no nos respondéis? en que bajó la paloma
¿qué ha sido ésto, qué tenéis? divina, para alabaros.
Lelio. Aba, aba. Homo. No, Lelio, que es afrentaros;
Pendón. Pide abadejo. mirad que palabra os toma
Homo. Piadoso amante que abriste mi temor que mientras viva
á las lenguas los candados no contaréis lo que pasa
de aquellos niños sagrados á nadie; volvéos á casa.
cuando el dulce hosanna oistes, Lelio. Quien de alabaros me priva
vuestro amor rompa este nudo, que os sea ingrato me manda;
24 SANTO Y SASTRE

pero, en fui, sois santo vos: fe tengo; volad, no importa,


obedecereos. que en la iglesia os hallaré. (Vase.)
Homo. Adiós. ( Krtsc i.clio.) Pendón. Si todos los sastres fueran
como estos dos, qué poquito
se añadiera el pendoncito,
ESCENA X y qué menos que mintieran.
Blasonen los zapateros
Penbón >• Homo Bono.
de que nos ganan de mano
Pendón. Vuelva y llevará otra tanda, San Crispín y Crispiniano,
mas, señor, no medraremos hermanos y compañeros.
si en curar mudos te metes ¡Que presto que son felices,
mejor que en echar ribetes más lo es el oficio nuestro.
A nuestras puertas pondremos donde Homo Bono es maestro
un cartel de letras grandes y ángeles los aprendices! ,
donde diga: «Aquí ha venido
un cirujano que ha sido ESCENA XII
Protobarbero de Flandcs,
que quita con eficacia Sale Lelio, üiumaldo, Dorotea, Sahina
á las lenguas los bragueros, y Esperanza.
á los moros por dineros
y á los cristianos de gracia. » Dorot. Los pésames que hasta aquí
Homo. Dios te la de porque seas me dábades y trocáis
discreto, Pendón. en plácemes que envidiáis
Pendón. Si hará. por la dicha que adquirí
Pero más se ganará en el esposo que tengo,
en esto que en tus tarcas. confieso al paso que estimo;
Homo. Ya es de día y no he cumplido dióme el cielo por arrimo
•on la obligación que tiene al Santo, que á gozar vengo.
mi oficio; ¿qué haré si viene ¡Dichosa casa abrasada;
la novia por su vestido dichosa hacienda perdida;
y sólo está comenzado? dichosa, aunque pobre, vida
Pendón. Que dilate el desposorio en Homo Bono empleada!
en día de purgatorio ¡Ay Lelio, ay Sabina, que es
para ella y para el velado. mi dueño un siervo de Dios!
Mas tus puertas se han abierto: Sabina. Lástima os tuve á los dos
oye. y envidia santa después.
Homo. ¿Qué es esto, mi Dios? Cosas cuentan prodigiosas
de su ardiente caridad.
Grimal. Pues todas serán verdad
si en los otros fabulosas.
ESCENA XI Sabina. Contadnos algunas dellas,
Están asentados en dos banquillos, cuando se abren porque todas no podréis.
tas puertas, dos Angei.es, cosiendo una ropa; hin Dorot. Fuera de las que sabéis,
cado Homo Roxoderudiltds>sucna música. — Dichos. digno de amarle por ellas,
una os dirá solamente.
Pendón. ¡No ves los Angeles dos Tenemos una heredad
cosiendo, ó no estoy despierto? no lejos desta ciudad
¡Oh! Aprendices celestiales pequeña, mas suficiente;
tu profesión autorizan, llevaba mi esposo amado
y mientras rezas, sastrizan. tal vez á los viñaderos
¡Qué lindo par de oficiales! de comer, y aunque groseros,
Sastres desde hoy os abono. de todos reverenctado;
Homo. No oso levantar del suelo con gusto le recibían
los ojos. y cada cual confesaba
Angel. Así honra el cielo que en lo poco que les daba
las virtudes de Homo Bono. cuerpo y alma mantenían.
Pendón. ¡Volaveruntt Gustaba de ir en persona
Homo. Vuestras plumas siempre que hallaba lugar,
me prestad porque os alcance; mi esposo, con el manjar:
no pierda yo tan buen lance, salió una vez de Cremona,
ministros de gracias sumas. con las alforjas á pie,
Esperadme y pagareos y en la mitad del camino
vuestro trabajo y jornal,. vió cansado á un peregrino;
pues ya que falta caudal, con él platicando fué,
moneda acuñan deseos. supo su necesidad,
¿Alas no tiene la fe? hízole que se asentase,
Pues aunque el temor las corta, rogóle que merendase.
ACTO TERCERO 25
Es larga su caridad; es tan portentoso y nuevo?
dióle de lo que llevaba, Grimal. Contádnosle.
con el vino satisfizo Lelio. No me atrevo,
su sed; era advenedizo, porque callar prometí.
el cansancio le brindaba
y el calor todo lo agota;
tanto fué lo que bebió ESCENA XIII
que con el vino acabó.
Fuese, y llenando la bota Sale Valerio.—Dichos.
mi dueño, en la primer fuente, Valerio. Amigos, venid á ver
llegó á sus trabajadores, maravillas que Dios hace
agradeció sus sudores, en la humildad que sublima
y haciendo asentar la gente cuando en la soberbia abate.
los repartió la merienda, Ya el asombro de Cremona,
si bien receloso estaba el Homo Bono, aquel sastre
que el vino les desfraudaba; de lá Cámara de Dios,
mas porque nadie lo entienda, libre de la mortal cárcel
bendiciendo la bebida del cuerpo, á los cielos vuela
alegre se la entregó, para que en ellos le pague
uno, á pechos se la echó con su gloria las hechuras
diciendo: «No vi en mi vida que ajustan cuentas y alcances:
vino de tan buen sabor». por los pobres que ha vestido
Afirmó luego el segundo: quiere Dios que le acompañen
«No puede haber en el mundo ángeles, que tal vez fueron
tan generoso licor». dentro su casa oficiales.
Lo mismo dijo el tercero; Oyendo aquel sacrificio
mas mi esposo que pensaba misterioso y inefable
que cada cual se burlaba en que obliga el sacerdote
dijo: un pobre pasajero que al pan Dios del cielo baje,
pidiéndome de beber al entonar aquel himno
la agotó, la sed abrasa, que ofrece glorias y paces
¡remos, hijos, ácasa á los cielos y á los hombres,
y podréis satisfacer cuando humano el verbo nace,
este engaño. Destos tales, herido el pecho de amor,
dijeron, nos hagan ciento: como estrecho en él no cabe,
mi esposo que en su contento tanta inmensidad de fuego
vió, de lo que era, señales, en sus llamas naufragante,
lo probó, y agradecido cedió la vida á la muerte;
al cielo, los obligó llegó al fin de su viaje
á callar, mas no bastó, voló el alma y tomó puerto
porque muchos lo han sabido, en aquel feliz paraje
y aunque encubrirlo desea, donde arenas son estrellas,
el cielo á su fe acomoda donde no llegan combates,
el milagro de la boda del mar, que anega virtudes,
de Caná de Galilea. siendo vicios huracanes:
Esperan. De otra suerte lo distilan Quedó hincadas las rodillas,
los hermanos taberneros, resplandeciendo delante
sino díganlo los cueros del altar mayor quien puede
que á poder de aguas opilan. ya calificar altares;
Grimal. Yo le vi, aunque no ha estudiado, pero escuchad, si sois dignos,
que una vez que disputaba las fiestas que al cielo le hace,
un hereje y afirmaba las norabuenas que goza,
un error desatinado, los santos que á verle salen.
le confundió con razones
de tan sutil teología,,
que parece que tenia
ciencia infusa. ESCENA XIV
Sabina. En ocasiones Curren una cortina y van subiendo con música el
semejantes ya yo sé Santo vestido deuna ropa larga de tela, con unas
que Dios en su lengua está. tijeras de sastre en la mano izquierda y en la otra
Lelio. Como á media noche va una cru$. Dichos.
á la Iglesia, yo le hallé
una, á sus puertas llamando, Pendón. ¡Ah, señor amo, ah maeso!
pero como no le oyeron, ¿dónde bueno? ¿así se parte?
ellas mismas se le abrieron; ¿á buenas noches nos deja?
mas ¿para qué estoy contando ¿sin su aprendiz se va el sastre?
milagros, si el que hizo en mí Pero allá no hay que coser,
26 SANTO Y SASTRE
que es la ropa perdurable á los bienes gananciales.
de la gloria que Dios viste Pendón. Esperanza: á un monasterio,
sin peligro que se rasgue. tú motilona, y yo fraile,
Dorot. ¡Ay, esposo de mi vida! no hay que hablar en matrimonios,
¿cómo si tanto me amaste, San Pendón han de llamarme.
entre las penas me dejas Lelio. Esta historia nos enseña
y á los deleites te partes? que para Dios todo es fácil,
¿No somos los dos consortes? y que en el mundo es posible
llévame contigo, alcance ser un hombre Santo y Sastre.
la acción debida, que tengo
COMEDIA FAMOSA

LOS LAGOS DE SAN VICENTE

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Fernando, Rey. Dos Moros.


Dpn Teli.o. Don Gutierre.
Doña Blanca. Don García.
Dos Cautivos. Casilda, santa.
Axa, mora. San Vicente.
Rey Moro. Aben Rogel, moro.
Carrasco, pastor. Nuestra Señora.
Mari Pablos. Juan Pascual, rústico.
Músicos. Dos Pastores.
Alí Petrán, moro.

ACTO PRIMERO Pascual. Aún seria


el diablo; verá la medra
con que mos vino; arre allá
ESENA PRIMERA hombre del diabro, ¿estás loco?
En lo alto de unos riscos Pascual, villano, muy á lo ve bajando poco á poco,
grosero con un bastón y una honda. Por la mitad
de los riscos el Rey Don Fernando, de caza. no por ahí, ancia acá.
¡Voto á san, si te deslizas...
Pascual. ¡Hao! que espantáis el cabrío. Fernan. Acerca, dame la mano.
¡Verá por do se metió! Pascual. Que has de llegar á lo llano
¡Valga el diablo al que os parió! bueno para longanizas.
Echá por acá, jodio. (Alárgale el bastón para que se tenga
Teneos el abigarrado. á él.)
Fernan. Enriscado me perdí; Agarraos á este garrote.
Pastor, acércate aquí. ¿Quién diabros, por aquí os trujo?
Pascual. Sí, acercáosle, que espetado; (i) Teneos bien, que si os rempujo,
pues yo os juro á non de san no doy por vueso cogote
que si avisaros no bonda un pito.
y escopetina la honda Fernan. ¿Qué tierra es ésta?
tres libras de mazapán, Pascual. La Bureba de Castilla.
mijor diré mazapiedra... Fernan. ¡Notables riscos!
¡Hao! que se mos descarría Pascual. Mancilla
el hato. vos tengo.
Fernan. Escucha. Fernan. ¡Qué extraña cuesta!
Pascual. Llámase Espanta roínes.
En la reimpresion sevillana dice: Fernan. No sé yo que haya en España
Si, acercaos ¡qué espantado! tan escabrosa montaña.
28 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

Pascual. Mala es para con chapines. si por Olalla la dejo;


(Van bajando.) que hay mano que da el pellejo
Dad acá la mano. pero no la voluntá.
Fernan. (Con guante.) Toma. Y porque ya estáis abajo
Pascual. ¿Hay mano con tal brandura?, . adiós, que al hato me vó.
ó sois vagamundo ó cura; Fernan. Quiero desempeñar yo
Echad por aquesta loma. las deudas de tu tiabajo.
Con tiento, hao, que caeréis. Toma este anillo.
Fernan. ¿Hay peñas más enriscadas? Pascual. ¿Este qué?
Pascual Manos de lana y peinadas Fernán. Anillo es de oro.
guedejas: hao, no me olé:s Pascual. Verá,
á poleo: pregue á Dios de prata los hay acá
que no encarezcáis la leña. mijores; se le daré
Fernan. No malicies. á Mari Pabros, señur.
Pascual. ¿Pues hay dueña ¿Qué es esto que relumbrina?
que las tenga como vos? Fernan, Un diamante, piedra fina.
Pernan. ¿Nunca viste guantes? Pascual. ¿Lo que llaman esprendor
Pascual. ¿Qué? el cuia y el boticario?
Fernan. Estos; ¡simple es el villano! •F.RNAN.
(Vase descalzando c! guante.) 'ascual. Un par de entendimientos
Pascual, Hao, que os desolláis la mano, que á falta de pensamientos
¿Estáis borracho?, á la he, nos habran tras ordinario
que debéis ser hechicero. y hay en nueso pueblo quien
Él pellejo se ha quitado mos avisa; estos que oís
y la mano le ha quedado echan al pan negro anís
sana, apartada del cuero. para que mos sepa bien.
Las mías el azadón
les ha enforrado de callos;
pues que sabéis desollallos ESCENA II
hedme alguna encantación, Sale don Tullo, desnuda la espada y en cuerpo.
ó endilgadme vos el cómo Dichos.
se quitan, que Mari Pabros
se suele dar á los diabros Tei.i.o. Quien no cumple obligaciones
cuando la barba la tomo. de valor y de amistad
Fernan. ¡Sazonada rustiqueza! pague asi su deslealtad
Pascual. Por aquí, que poco falta y vengue sus sinrazones.
de la sierra. Fernan. Tened, don Tello, ¿qué es esto?
Fernan. Ella es bien alta ¿Vos con la espada desnuda?
y asombrosa su aspereza. Tei.i.o. Señor, un agravio muda
Pascual. Y decid, por vuesa vida, leyes que amor había puesto.
qué, ¿se puede desollar, Cazando os habéis perdido,
la mano sin desangrar pero podréis os hallar
quedando entera y guarrida? á vos mismo, si excusar
Fernan. Anda, necio; la que ves sentimientos sois servido
es una piel de cabrito de quien valor interesa
ó cordobán. y busca satisfacción.
Pascual. Sí; bonito Cazad, Fernando, el blasón
soy yo. de igual, que es sabrosa presa
Fernan. Adóbanla después digna de las majestades
y ajustándola á la mano en que se retrata Dios;
del aire y sol la defiende. verdades huyen de vos,
Pascual ¡Qué bueno!, ó sois brujo ó duende seguid, señor, las verdades.
¿Pensáis, aunque só serrano Fernan. Pues ¿á qué fin es todo eso?
burlarme? ¿No está apegada Tei lo. Don Diego, favorecido
con la carne esotra? de vos, muchos ha ofendido,
Fernan. No. que el privar ofusca el seso;
Pascual. ¿No os la vi desollar yo? y yo que dél confié
Fernan. Estaba en ella encerrada prendas de la voluntad,
como tu pie en esta abarca. quejoso de su amistad
Pascual Si las atáis por traviesas en esta sierra saqué
dejáradeslas vos presas con su sangre el sentimiento
ó metidas en el arca. de mi agravio; no sé yo
Mari Pabros me pedía si vive sé que quedó
la mía de matrimeño, herido y con escarmiento.
y yo, como amor la enseño, Temo el poder coronado
dándola aquesta vacía, de un Rey que se subordina
burlada se quedará á leyes que amor inclina
ACTO PRIMERO 29

contra la razón de estado. Menguó én vulgares lenguas


Siento seguirme su gente la fama, que lastiman
y el riesgo no da lugar con sombras de verdades
á poderos declarar hipócritas mentiras.
la ocasión que tuve urgente. Llegaron estas nuevas
Si vos la verdad seguís, despacio a mi noticia,
que os suplico que busquéis, puesto que siendo malas
en los yermos la hallareis, suelen llegar de prisa.
y si templado la oís Y como la advertencia
sabréis el agravio mío; después de la puericia
mas si os tiene el favor ciego en'jüventudes nobles
de doña Blanca y don Diego, lo .licito limita,
aunque enemigo, os la fío. en lo que no lo era,
Fernan. Don Tcllo, esperad. por refrenar malicias,
Tello. No puedo, quise, si rio atajarlas,
gran señor, aunque os adoro, honrada, reprimirlas.
que os he ofendido; al Rey moro Para esto, vergonzosa,
vov á servir de Toledo. (Vase.j llamé á don Tello un día
y entre vislumbres arduas
examinando cifras,
ESCENA III le dije: Diligencias
Don Fkrnando, Pascual y Doña Blanca. que alientan cortesías
y desinteresadas,
Blanca. Fernando generoso, si no empenan, obligan,
á quien debe Castilla han dado al ocio infame
el título de reino sospechas y premisas
si el de condado olvida, que á mi opinión se atreven,
y en hermandad eterna que vuestra fama eclipsan.
acuartelados pintas Ya suele juzgar verde
castillos y leones la nieve quien la vista
en unas armas mismas, por verdes vidrieras
escucha agravios tuyos, socorre, cuando mira.
porque entre injurias mías ¿Qué mucho, si villanos
á ti te satisfagas, ociosos nos registran
á mí me des justicia. con maliciosos ojos,
Mi nombre es doña Blanca, que juzguen á malicia
ya blanco de desdichas, desvelos de nobleza,
á quien airados cielos • queriendo que se midan
con triste aspecto miran. con sus intentos torpes
Señora destos montes, acciones comedidas?
destas sierras altivas, El veros tan afecto
mis padres castigaron diligenciar prolijas
por heredarlos hija. agencias de mi hacienda
Única fui en Briviesca, por vos restituida,
solar y casa antigua remiso en vuestra casa,
de mis antepasados; solícito en la mía,
notoria fué su estima. cuidando mis aumentos
Mis años eran pocos y frecuentar venidas,
y menos la noticia no siendo nuestra sangre
forzosa á una doncella por vínculos propincua,
ya madre de familias. la edad ocasionada
Don Tello de Velasco en vos y en mí florida;
(cuyas tierras vecinas vos hombre, mujer yo,
le hicieron, si no deudo, y en ellas perseguida
doméstico en mi villa) la fama, Si nos notan
multiplicaba en ella no os cause maravilla,
frecuencias compasivas que yo os juro, don Tello,
á que le ocasionaban que á no ser presumida
el verme sola y rica. aventurara aciertos
Menesterosa entonces de este confuso enigma.
de quien con manos limpias Porque oficiosas muestras
mi hacienda administrase, después de tantos días,
que en huérfanos peligra, con tal perseverancia
tomóla por su cuenta, aunque el silencio oprima,
y al paso que crecían señales acreedoras
mis réditos y censos, por sí mismas me avisan,
crecieron sus visitas. que agencias sin retornos
3o LOS LAGOS DE SAN VICENTE
ó mueren ó se entibian. por descansar sus hombros
Ya yo me he declarado: en él su peso alivia;
quien debe, y noble libra su amigo fué don Tello;
hidalgos desempeños, mas siendo, como afirman,
no quiere trampear ditas. en ellos sola un alma,
Los vuestros reconozco gobierno de dos vidas,
y sé que se acreditan debió tener por cierto
con el cortés silencio, que le pertenecía
que cuando beneficia la acción de pretenderme;
el bien nacido, calla; y para proseguirla
porque ajustar partidas ocasionó frecuencias,
de amantes pretensiones sirvióme algunos días,
serán mercadurías. correspondíle grata,
MI i ¡ni en este caso sus prendas conocidas,
lo que la vuestra arbitra, y el interés de verle,
y sea desmintiendo que con tu Alteza priva
los que nos fiscalizan, me hicieron estimarle
ó limitando el verme con fe tan excesiva,
y de mi casa y vida, que cohechando al sueño
si administrador, dueño gozaba en él su vista.
creciendo á mi amor dichas.» Pasáronse dos meses,
Dije. Y él, cortesano, volvió, ya reducida
con lengua agradecida Galicia á tu obediencia,
no osó afirmar con alma, don Tello á esta provincia;
(que tal vez son distintas hallóme ya prendada,
palabras de intenciones), y supo que admitía,
encareció la estima en fe de sus tibiezas,
de mis ofrecimientos, al dueño de su envidia.
y con respuesta ambigua Disimuló pesares
enmarañó esperanzas, hasta que, vengativa,
puesto que ya yo vía su espada en esta caza
que amante que no otorga le hiere y me lastima.
es fuerza que despida. A tu favor se atreve,
Partióse á vuestra corte, contra mi amor conspira,
y en ella comunica y huyendo tus venganzas
secretos á don Diego, las imposibilita.
cuya amistad antigua Despacha, Rey, enojos
abrió puertas al alma, que vuelen y le sigan.
(si es lícito el abrirla alas de fuego lleva
en daño de tercero la espada de justicia.
quien guarda cortesías); Todo el poder lo alcanza;
dijo, que si me hallase, á Dios, Fernando, imita
volviendo, maravilla la furia de los reyes
de ausentes con firmeza, que igualmente castigan
entonces dispondría agravios coronados,
su amor y mis deseos; privanzas ofendidas,
porque aunque se edifica sin reservar lugares
de piedras una casa, los rayos de su ira.
se cae si no se habita. Fernan. Más siento vuestro pesar
Partió Tello á la guerra, que el que mi enojo interesa;
y mientras se ejercita alzad, alzad.
en merecer laureles, Pascual. Pulla es ésa;
acá le descaminan ¿qué diablos tiene de alzar?
la paz, curiosidades Estése quedo: ¿no veye
que siempre patrocinan que es nuesa ama?
amores, cuando el ocio Blanca. Sois Rey vos,
á la ocasión prohija. sol de España.
Habíame alabado Pascual. Mas, por Dios,
don Tello por la cifra ¿y qué era su merced el Rcye?
de hermosas y discretas: Somos bestias los villanos.
estaba yo ofendida No en balde trae otro par
de necias dilaciones de manos, que par& dar
que plazos diferían, todo el Rcye ha de ser manos;
pecando de groseras deme una pata á besar.
por sobra de advertidas.
Vino don Diego á verme
cuando esta monarquía
ACTO PRIMERO 3l
ESCENA IV Fernan. ¿No queréis, Blanca, mal vos
Salen Don García y Don Gutierre.— Dichos. á quien pretendéis dar celos?
Blanca. Con tormentos más extraños
García. Aunque fué grande la herida satisfaré mi rigor,
no corre riesgo su vida. que estos no son, gran señor,
Fernan. Todo hoy ha sido azar; celos.
¿adónde don Diego está? Fernan. ¿Pues qué?
Gutier. En esta quinta procura Blanca. Desengaños.
la piedad y la hermosura Fernan. Decís bien; y según eso
de quien hospicio leda ninguno cual yo podrá
que el regalo y la caricia ejecutarlos; ya está
disminuyan su dolor. quien os ha ofendido preso.
Fernan. Cura por ensalmo amor. Blanca. ¿Quién, señor?
Ya, Blanca, tengo noticia Fernan. Don Tello.
de que os conocen por dueño Blanca. ¿Dónde?
esta quinta y su lugar; Fernan. No está la pena distinta
con una acción he de dar del delito; vuestra quinta
dos saludes al empeño al uno y al otro esconde.
de voluntad con que os llama Llegó, la espada desnuda,
el herido su acreedora, á mi presencia don Tello;
y al mal, que siempre mejora humilló á mis pies su cuello,
viendo á su prenda quien ama. que siempre la ofensa es muda,
Yo quiero, siendo el doctor, y yo, si no vengativo,
que de una vez convalezcan : justiciero, le mandé
méritos suyos merezcan prender aquí mientras dé
el mío y vuestro favor. don Diego, puesto que vivo,
Hoy le habéis de dar la mano, miedo al peligro. Cortarle
que es la más justa venganza pienso, cuando os desposéis,
que apetece su esperanza la cabeza.
y vuestro amor. Blanca. No querréis,
Blanca. Mucho gano señor, ese premio darle
en que esté tan por tu cuenta, á quien os ha reducido
gran señor, nuestra ventura, casi un reino amotinado.
porque la envidie segura Fernan. Su fiscal sois y abogado;
quien sus principios violenta. justicia me habéis pedido;
Pero ¿á quién tengo de dar pues ¿cómo alegáis ahora
la mane que disponéis? servicios suyos?
Fernan. ¿Cómo á quién? ¿Vos no queréis Blanca. No son
á don Diego? indignos de compasión
Blanca. ¿Yo? Obligar los agravios.
me supo poco don Tello; Fernan. Pues, señora,
pero en efecto, señor. ó vos le habéis de llorar
Fernan. ¿Tenéis á don Tello amor? hoy sin vida á vuestros ojos,
Blanca. En los ojos puede vello ó para atajar enojos
Vuestra Alteza, si le pido con vos se ha de desposar.
venganza dél, ¿de qué suerte Blanca. Como perdón se le dé
le tendré amor? Caso fuerte los pies mil veces os beso.
es que á don Diego haya herido, Fernan. Sosegaos, que no está preso
y que ofendiéndoos á vos ' ni aquí.
se ausente y huya seguro. Blanca. ¿Pues dónde?
Fernan. Aunque entenderos procuro, Fernan. No sé.
no os doy alcance, por Dios. Blanca. ¿Ya engañan las majestades?
Si don Diego os ha obligado Fernan. Siempre que engañan bellezas
y vos le correspondéis, importa que sutilezas
¿qué más venganza queréis desembocen voluntades.
que á don Tello desterrado De la vuestra he colegido
y á su enemigo mayor que á título de ofenderle
dueño vuestro? procurábades tenerle
Blanca. Ya yo sé antes preso que perdido.
que cuando en posesión ve Blanca. Confieso aquesa verdad.
quien ama al competidor, Fernan. Pues para desagraviarla
se abrasa; y sé que don Tello si intentases disfrazarla,
por extremo ha de sentirlo, y es bien premiar voluntad
mas no atormenta el oirlo de quien arriesgó su vida
tanto, señor, como el vello. por lograr en vos su amor,
Venga y muera entre desvelos y es digno deste favor
quien nos ofende á los dos. mi intercesión y su herida,
32 LOS LAGOS DE SAN VICENTE
hoy habéis de ser esposa Alí.
de don Diego, y yo el padrino; ¡Oh, infames! por Mahoma, si os alcanza
destierrc su desatino la cimitarra mia,
á quien con ira alevosa que habéis de llorar trágico este día.
aguarda que yo me pierda MoRO PRIMERO.
en estas sierras cazando, Eres Príncipe nuestro.
y á quien estimo engañando Obedecerte es fuerza.
ofende; asi, vos sois cuerda (Vanse los Muros.)
y en vuestra discreción funda
su salud quien os adora.
Blanca, ¡Gran señor!... ESCENA VI
Fernan. Más acreedora
es la voluntad segunda, Al.í y Don Tullo.
que á don Diego confesáis, Ai.í.
que la que don Tello os debe,
pues á amaros no se atreve Envidia muestro
mientras celos no le dais. á tu valor;, sosiega,
Blanca. No es bastante razón esta recóbrate, descansa, que no ciega
para que... la emulación honrosa,
Fernan. Ved á don Diego. pues también hay envidia generosa.
Blanca. No violente mi sosiego Don Tello.
vuestra Alteza. Mayor me la ha causado
Pascual. ¿Reye artesa? tu noble proceder; ya he respirado
Fernan. Yo gusto desto. del riesgo que corría,
Blanca. Alma mía, descanso en brazos de tu cortesía;
contra vos no hay Majestad. porque en el bien nacido
Pascual. ¿Reye artesa? lo mismo es obligado que rendido.
Fernan. Entrad, entrad. Logra victorias, toma.
Pascual. Entre vuesa artesería. (Vame.) . (Vale á dar la espada.)
Alí.
No has de vencerme en todo, por Mahoma;
ESCENA V basta que en lo hazañoso
salgas, Marte cristiano, victorioso.
Tres Mohos peleando cmi Don Tello, y deteniéndolos Envaina el noble acero
Ai. i Pktrán, también moro. y págale mejor, que más te quiero,
cuando obligarte trato,
Al.í. conmigo armado que con él ingrato.
Dejadle, detencos, ¿Adónde ibas? ¿Quién eres?
que para tal Alcidessois pigmeos; Don Tello.
por Alá soberano
que vibra Jove rayos en su mano. Yo soy un escarmiento de mujeres;
¿Hay valor semejante? juego de sus mudanzas;
¡Bárbaros, retiraos, quitaos delante. verdugo de mis mismas esperanzas.
Por una que me quiso
Los TREs. me destierra el amor del paraíso
¡Muera! de su hermosura ingrata;
una inconstancia ausente me maltrata;
Alí. una amistad aleve
¿Cómo que muera? paga en traiciones la lealtad que debe.
A vuestras manos, desdichado fuera. Un Rey á quien hechiza,
¿Hay más bizarro aliento? ciego, sus desaciertos autoriza;
y porque satisfago
Moro primero. injurias, me destierra y llevo el pago
Cuatro alcaides ha muerto. que dan pasiones reales;
mas ¿cuándo se premiaronlos leales?
Alí. Yo, moro generoso,
Fueran ciento, huyo, en efecto, amando por celoso,
fueran mil y aún son pocos por noble vengativo,
para el esfuerzo suyo. Apartad, locos, por vasallo de un Rey ponderativo.
retiraos, ó á su lado De quejas de privados
haréis por fuerza lo que no de grado. que injurian amistades, destemplados,
¿De cuándo acá, atrevidos, determiné en Toledo
me desobedecéis? dar lugar al rigor, sagrado al miedo,
lástima á su Rey moro,
Moro segcndo. contento ausente á la beldad que adoro,
Muertos y heridos pesar á mis amigos,
piden justa venganza. venganza á envidias, al amor castigos,
ACTO PRIMERO 33
al olvido licencia ¿Quieres hacer hoy prueba
Y el alma á los peligros de la ausencia. de mi amistad?
Partí desesperado, Don Tello.
pues todo es uno, loco y desdeñado;
asaltóme esta tarde Mi lauro (i) es que tan nueva
sin oirme, tu campo é hizo alarde contigo pueda tanto.
no el valor, la locura, La lealtad es blasón ilustre y santo;
de enojos que juzgara por ventura. nobleza me acompaña,
Pues siendo el morir cierto no ha de infamar segunda vez á España
más honroso blasón es quedar muerto otro Julián segundo,
á manos de escuadrones oprobio del Bautismo, asombro al mundo.
que de olvidos, agravios y traiciones. Reine infinitos años
Fernando, y denle luz los desengaños
Alí. que eclipsa un lisonjero;
Mucho á tu Rey le debo de cuantos me prometes sólo quiero
por el agravio que me avisas nuevo; un favor que me llama
mucho á tu falso amigo, á nueva dicha.
pues mi dicha estribaba en su castigo; Alí.
mucho más á tu dama, ¿Yes?
pues te conozco porque te desama,
aunque será excelente Don Tello.
si es tan hermosa, como tú valiente. Robar mi dama,
Si el rigor coronado que será fácil cosa;
vienes huyendo que irritó un privado porque cerca de aquí, ni recelosa
y en el Rey de Toledo de asalto semejante,
libras tu amparo, principe le heredo. ni con pesar de que olvidó á su amante,
Alí Petrán me llamo, al pie de la Bureva
Almenón es mi padre, nobles amo, mora una quinta, donde Flora nueva,
y á ti, que sobre todos los planteles que pisa
resucitas blasones de los godos, rosas la sirven y la adulan risa.
la inclinación de Marte La soledad ociosa
con mi amparo me trajo hacia esta parte; y la sierra de suyo tan fragosa,
que no es la vez primera que al cielo besar piensa,
que me recibe el Tajo en su ribera, de sí misma presidio es su defensa.
y en sus márgenes rojos Si de sus sierras altas
ovación, si no triunfos de despojos, franqueamos estorbos, y la asaltas
con risueñas señales en el silencio obscuro,
me sale á hacer aplausos de cristales. de agravios y de celos me aseguro;
Ya han visto mis hazañas mis pesares mitigo,
de la ulterior Castilla las montañas, venganza cobro, injurio á mi enemigo,
ya han llorado su estrago y viendo que pudiera
los elevados cerros de Buitrago. destruirle este reino si quisiera,
Pero ninguna presa dejándole sin daño,
la fama de mis armas interesa obligo al Rey, si no le desengaño;
como la que hoy consigo con que ofrecerti puedo
en merecer ganarte por amigo. perpetua esclavitud, vuelto á Toledo.
Marchemos á Toledo,
sino es que amante persuadirte puedo, Alí.
á que con diez mil hombres No digas más; mis moros,
tu reino asaltes, tu enemigo asombres. mi voluntad, mis armas, mis tesoros
Tu misma patria tema, son tuyos; la fortuna
Burgos te de en su silla su diadema, patrocine tu amor; cubra la luna
y asombrando tu fama presunciones de plata
te adore por reinar tu fácil dama. aquesta noche á tus intentos grata.
Don Tei.lo. Don Tello.
Principe generoso, Pon tus pies en mi cuello.
de puro desdichado soy dichoso, Alí.
dame esos pies. Alza y marchemos. ¿Llamaste?...
Alí. Don Tello.
La mano Don Tello.
¿no es mejor? Por Mahoma soberano (Vanse.)
que me inclinas á amarte,
de suerte que me atrevo á entronizarte
en la cristiana villa
del reino, antes condado, de Castilla. (i) En la impresión de Sevilla dice «Milagro».
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. — TOMO " 3
34 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

ESCENA VII que compasión pudo darme,


y curiosa de saber
Salen Casilda, de mora bizarra, y Axa, mora. los misterios en que estriba
de tanta gente cautiva
Casilda. Mira si alguno nos vió. la profesión, llego á ver,
Axa. ¿No basta que Alá nos vea no sé si te diga engaños
. si Mahoma, que desea de la nuestra.
que seas reina, se ofendió Axa. ¿Estás en tí?
' de que lleves cada día Casilda. Será, prima, frenesí
de comer á los cristianos que quiere eclipsar mis años.
y que por tus mismas manos Mas nadie ya me persuada
los regales? después que en su escuela asisto,
Casilda. No sería que si es falsa la de Cristo
él tan santo y tan profeta no es su ley más concertada.
si mostrase indignación Hallo mil contradicciones
porque tengo compasión en la de nuestro Alcorán,
destos míseros; respeta y que sus preceptos dan
el que es fiel todo retrato licencias y no razones.
de su Príncipe y en él Si le pregunto á un cristiano
(ya esté en lienzo, ya en papel) ¿cómo puede ser que Dios
pena de ofenderle ingrato. con naturalezas dos,
Mostrar su lealtad procura, siendo divino y humano,
y cuando en él ve su cara, sola una persona sea?
no en el lienzo vil repara, con discursos y sentencias,
sino sólo en su figura. ejemplos y congruencias
De Alá semejanza son me ocasiona á que lo crea.
los cautivos, Axa mía; No hay tan difícil secreto
él los conserva y los cría, en su ley que no permita
y en esto no hay distinción disputas con que acredita
de nosotros; poco va su fe el cristiano discreto.
para que yo los estime Pregunta tú á un alfaquí,
(si en ellos su copia imprime ó al morabito mayor,
y son retratos de Alá), ¿por qué causa, siendo amor
que la materia sea ó no unidaj que enlaza en sí
de valor, pues le retrata, dos almas, es bien conceda
que no al lienzo ni á la plata, Alá, contra su decoro,
la imagen respeto yo. ley para casarse el moro -
Axa.. Siendo tú Princesa... con cuantas sustentar pueda?
Casilda. ¡Ay Axa!: Si le replicas diciendo
¡quién te pudiera decir que el amor pide igualdad
cosas que intento encubrir y dando mi voluntad
y no puedo! Juzga baja al esposo que pretendo
y extraña mi inclinación, es justo me satisfaga
que una vez que no piedad, con un alma toda unida,
sino la curiosidad, entera y no repartida,
me llevó á ver su prisión, que amor con amor se paga,
aprendí cosas en ella responderá: no hay cuestiones
con que infinitas me obliga, para eso en mi ley sagrada;
á que los ame y los siga. sólo consiste en la espada
¿Podréme yo, prima bella, su verdad, y no en razones:
fiar de tí? yo defiendo y no disputo.
Axa. Si me amaras Pues si no hav más fundamento,
pudieras no me agraviar Axa, nuestro entendimiento,
con tener y recelar ¿en qué difiere del bruto?
secretos en que reparas. Según aquesta quimera
¿Tan poco te estimo yo que discursos no consiente,
que cuando, lo que no creo, el que fuere más va'iente
te arrojara tu deseo tendrá ley más verdadera.
á amar á un cautivo... De donde, por que te asombres,
Casilda. No; saco que es, en conclusión,
no, prima, cierra la boca; mejor ley la del león
á todos juntos los amo; que despedaza á los hombres.
pero no por esto infamo Axa. Suplicote que no trates
mi opinión, liviana ó loca. en eso, que me das pena.
Axa. Pues ¿qué tienes que fiarme? Casilda. Su ley, Axa, será buena
Casilda. Mira, después que frecuento mas huéleme á disparates.
el calabozo violento Axa. Esa es blasfemia.
ACTO PRIMERO 35
Casilda. Oye ahora. siendo en los vicios defeto?
¿Persuadiráste á creer ¿Que necesite escalera
que Mahoma, para ver para subir á gozar
los palacios que Alá mora, la gloria que le han de dar
suba por una escalera el moro que en Alá espera?
á los siete Paraísos Anda, prima.
que nos vende; y que divisos Axa. No disputo
unos de otros, cada esfera, en lo que manda Mahoma.
conforme afirma en la Suna Casu.ua. Consiste en que beba y coma
y en el Alcorán, dilata • . . la gloria torpe del bruto,
por ellos tanto oro y plata no del alma, cuyo ser
que empobrece la fortuna? es substancia inmaterial
¿Tanto diamante y topacio, que estriba intelectual
tanta multitud de perlas en amar y en entender.'
que no hay ojos para verlas; Ríete de aquel banquete,
tanto jardín y palacio, donde coronando al vicio,
tanto arroyo cristalino, desde el día del juicio
que siete cielos regando . nuestro Alcorán nos promete
están perennes brotando tanto mánjar sazonado,
néctar, leche, miel y vino? tanto vino generoso,
¿Aquel árbol que se nombra . tanto vestido curioso,
Tubba, tan grande y frondoso, tanto joyel esmaltado,
que descansa deleitoso dando por postre un limón
el cielo todo á su sombra; á cada moro que huela
de tanta felicidad y abriéndose (¿hay tal novela?)
que cada hoja es un tesoro salga dél, con perfección
- y siendo la mitad de oro extraña, una dama hermosa
- es plata la otra mitad; que con su moro se enlace
donde el nombre de Alá santo y en fe que le satisface,
y de Mahoma está escrito, con vida torpe y ociosa,
sin juzgarle por delito sin dividirse los dos,
que un hombre merezca tanto? estén así cincuenta años;
¿Para qué tapicerías ¿son dignos estos engaños
Se púrpura y seda en redes de la pureza de Píos?
adornando sus paredes, Axa. Señora, tú estás perdida.
donde sin noches los días Casilda. Yo, prima, me ganaré.
no necesitan de abrigo? Axa. ¿Que mucho que Alá te dé,
¿Para qué alcatifas tantas, siendo á su ley atrevida,
si estrellas pisan las plantas la enfermedad que padeces?
- de Alá y de quien es su amigo? Casilda. Antes por favor la estimo,
¿Para qué,- si la sed falta, pues los intentos reprimo
aquellas dos fúentes bellas de mi padre, cuantas veces
que con cada gota dellas me pretende dar empleo,
de plata, Apolo se esmalta? que es intolerable pena
¿Cómo podré yo creer, llorarme después ajena
sin que el seso se desmande, si á mí misma me poseo.
que cada fuente es tan grande Vete y déjame gozar
que llega, prima, á tener á solas mis pensamientos;
sesenta mil y más leguas? para el triste no hay contentos
¿Hay -disparate mayor? como el no comunicar
¿Y que ofrece en derredor, . discursos si no es consigo.
por dar al cansancio treguas, Axa. Voime, pues tú me lo mandas.
más tazas y- vasos, prima,, Amor, que riscos ablandas,
que tiene estrellas el cielo, si sospechas tuyas sigo,
donde bebe sin recelo, la princesa se enamora
quien susdeleites estima? de algún cristiano que preso
¿Donde la tdrpeza goze le ha mudado, como el seso,
vírgenes, si es quejo son, el alma, pues ya no es mora.
las que en lasciva afición Yo averiguaré verdades,
el vicio torpe conoce; puesto que bastantes son
donde comiendo de modo para su averiguación
que nunca el manjar enfada, tristezas y soledades. (Vase.)
para el alma no haya nada
siendo para el cuerpo todo?
¿Persuadiráse ej discreto
que es felicidad tener
necesidad de comer
36 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

ESCENA VIII ¿de qué suerte ha de ser esto


Casilda, sola. para que su fe me cuadre?
Una persona que es padre
Pura esfera de cristal, y origen de todo el bien,
comuniquemos las dos con un hijo, pues ¿en quién
á solas; un solo Dios le engendra, no habiendo madre?
sé que hay, por luz natural: ¿Un hijo de luz sagrada
píntamelo corporal que siempre engendra este abismo
la ley de nuestro Profeta, v siempre se queda el mismo
que á deleites se sujeta, sin añadírsele nada?
que come y bebe entre flores, ¿Habrá quien me persuada
que en materiales amores no ser el engendrador
almas y cuerpos inquieta. en tiempo y edad mayor
Enséñame la razón que el hijo y cuando'lc hereda,
que si amor se comunica que de uno y otro proceda
aquí es porque fructifica otro que todo es amor?
la humana propagación; ¡Tres con una voluntad!
no hay allá generación ¡Tres con un entendimiento!
de individuos, porque estiiba ¡Tres de un solo pensamiento
su gloria en que eterno viva y en tres sola una deidad!
quien el alma le dirige, ¿Quién me dará claridad
pues ¿por qué lo torpe elige para no dudar después?
y de lo casto nos priva? Cielo, que mis ansias ves,
Diceme la ley cristiana enséñame destos dos
que en estos cautivos miro, cuál es verdadero Dios.
misterios de que me admiro
y casi á su fe me allana, ESCENA IX
una deidad soberana,
pura, limpia y absoluta Salen dos Cautivos con agadones. — Dicha.
me enseña con que refuta Caüt. i.° Digo que es uno y son tres
del moro los fundamentos, y que he acertado el enigma.
un cielo sin elementos Casilda. ¡Válgame el cielo! ¿quién da
que el tiempo jamás disfruta. respuesta á mis dudas? Ya
Una inmaterial limpieza haré de vos más estima
que el alma llega á tener ley santa.
ocupada siempre en ver Caut. 2.° Ganáis en fin,
de Dios la naturaleza; y que os premien es razón,
la beatifica pureza por sabio.
en que su gloria se funda; Casilda Cautivos son
una claridad que inunda que están regando el jardín,
potencias, que deja en calma, sus palabras son apoyos
sobrándole tanto al alma dcsta verdad evidente.
que hasta en los cuerpos redunda. Caut. i.° ¿No salen de aquella fuente
No se come, no se bebe, distintos los tres arroyos
que allá fuera imperfección, que dan á estos cuadros vida?
en fogosa suspensión Caut. 2.° Negarlo fuera ignorancia.
sólo á ver su Dios se mueve; Caut. i.° ¿No es de una misma substancia
lo eterno juzga por breve el agua en ellos unida
sin que se canse en mirar aunque distintos los ves?
de Dios el inmenso mar Luego siendo su pureza
donde fin no se conoce, una, en la naturaleza
porque por mucho que goce serán uno siendo tres.
le queda más que gozar. Casilda. En este ejemplo se fragua
Todo esto está bien fundado; mi certidumbre, ay mi Dios,
todo parece seguro, ¿quién podrá unirme con vos
porque lo casto y lo puro para gozaros?
me causan notable agrado; Caut. i.° El agua
sólo inquieta mi cuidado fué del enigma sujeto.
el persuadirme á entender Caut. 2.° Venid, que entra Alí Petrán
que un solo Dios pueda ser victorioso capitán.
uno y tres, sin que ninguno Verémosle.
de aquestos tres sea del uno Caut. i.* Yo os prometo
distinto: ¡extraño creer! que aunque á Castilla destruye
Un Dios simple y no compuesto y tantos ha cautivado,
en tres personas me pinta su piadoso y noble agrado
su ley, cada cual distinta valor de príncipe arguye.
y cada cual un supuesto; " Caut. 2.° Vamos, verémosle entrar. (Vanse.)
ACTO SEGUNDO 37
ESCENA X ¿Qué de la circunferencia
de España, centro se llame,
Música. Todo el monte, desde la mitad arriba, se abre y en su apacible eminencia
y queda como chapitel de una torre, levantado; pródigo el cielo derrame
descúbrese en su centro una sala adornada por lo mejor de su influencia?
arriba y por abafo de sedas, y en medio, sobre ¿Qué importa haber extendido
unas parrillas, desnudo, SvnVicrnte mártir, abra el imperio que he adquirido,
sándose. por todo lo que no enfrena
fragosa Sierra Morena,
Casilda. Agua que tiene eficacia Guadarrama presumido;
de alcanzarme vuestra gracia, que me tribute Sevilla;
¿dónde la tengo de hallar? Córdoba á mis pies postrada,
Vicente. Aquí. cuando ofrecen á mi silla
Casilda. ¡Ay, cielos! una sierra parias el Rey de Granada,
abierta por la mitad, treguas el Rey de Castilla,
da á mis dudas claridad si todo lo que interesa
y mis errores destierra. la gloria de mi corona,
¡Qué majestuoso centro! tanto triunfo, tanta empresa,
¿Quién es aquel que se abrasa lo desluce y desazona
y tantos incendios pasa el mal de vuestra Princesa?
fénix de paciencia dentro? ¿Posible es que Alá permita
¿Hay más deleitoso espacio? que en tan hermosa presencia
El risco que ya es dosel tanta enfermedad compita?
le sirve de chapitel No sé si su Providencia
y su interior de palacio. ofende y desacredita;
¿Podré yo saber de vos sé á lo menos que afectara
quién sois, y tener sosiego? blasón de deidad severa,
Vicente. Casilda, por agua y fuego si como suele ser rara
se alcanza el reino de Dios. maravilla permi'.iera
Casilda. Ya á su doctrina obediente que siempre el sol se eclipsara.
la ceguedad no me ofusca. ¿Para qué tan extremada
Vicente. Vicente soy; hija, busca belleza en Casilda, rosa
los Lagos de San Vicente, fresca á un tiempo y maltratada,
porque si en ellos te bañas si cuando la admiro hermosa
de la enfermedad que tienes la lloro siempre eclipsada?
sanarás. Tei.lo. No es mucho que vuestra alteza
(Cúbrese.) pondere así tanto daño,
Casilda. ¡Qué extraños bienes que yo que vi su belleza,
escondéis, bellas montañas! de ley y nación extraño,
Muerta por buscaros quedo, le acompaño en la tristeza...
mis dichas os hallarán. ¿Es posible que no habrá
Dentro. ¡Viva nuestro Ali Petrán remedio?
por Príncipe de Toledo. Rey. Ya no le espero.
{Música y cajas de dentro.) Arabia médicos da
Casilda. Vivid Señor, reinad vos. por ser patria del primero;
¡A y Lagos! si á veros llego pero la salud Alé.
sabré que por agua y fuego Un Avicena ha ofrecido
se alcanza el reino de Dios. Córdoba, en ella han nacido
un Rasis, un Almanzor;
mas fué su fama mayor
que sus efectos han sido.
No he dejado diligencia
en todos sus profesores,
ACTO SEGUNDO mas esta invisible ciencia
en estatuar y en doctores
vende sola la apariencia.
Ai.í. Hipócrita es el que ignora
ESCENA PRIMERA efectos de su doctrina.
Rey. Dices bien, pues siendo ahora
Salen el Rey moro, Doña Blanca, Ai í Petban, morisca la medicina
y Don Tkllo. no la halle la infanta mora.
Treguas, don Tello, me pide
Ret. ¿Qué importa que mi corona vuestro Rey que le concedo,
su jurisdicción me ofrezca sólo por vos, como olvide
en la ciudad que blasona enojos, y- de Toledo
imperios godos, y crezca os permita, aunque lo impide
con triunfos que Alá ocasiona? su privado, que salgáis
38 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

á su gracia reducido. Blanca. Señora.


Violento en mi reino estáis, Rey. Contigo el cielo cruel
puesto que en él aplaudido rubíes llueve y no es aurora;
de los moros que obligáis. ' hija, que, en fin, se eclipsó
No se quiere desposar el sol que á Toledo dió
aquí vuestra dama bella; luz más clara que el Oriente.
es tormento el esperar Casilda. ¡Ay Lagos de San Vicente,
dichas que libráis en ella cuándo os he de gozar yo!
y aquí no podéis lograr. Rey. Amanezca alegre el día
Iréis á Burgos los dos, segunda vez en tu cara,
aunque á ser tan cuerdo vos cesará la muerte avara
como sois enamorado, que en tinieblas nos tenía.
tsmiérades de un privado , No hay médico ni aforismo
la enemistad, que si es Dios que así al enfermo asegure,
casi un rey, con tan profunda por más que recete y cure,
pasión, no sé en que se funda como el que padece el mismo,
el amor que os desespera si resistiendo á la muerte
siendo Dios causa primera y dando aliento á la vida
y obrando por la segunda; pasiones del alma olvida
por la de un privado digo. y sus tristezas divierte.
Tello. De doña Blanca, señor, Hazlo, mi Casilda, así;
el orden y gusto sigo. no añadas al mal molesto
Ali. Es primer móvil amor suspensiones, que con esto
y puede más que un amigo; me darás salud á mí.
yo lo soy vuestro y en fe Casilda. ¡A y padre y señor, que en vano,
de que estimo este blasón, cuando el mal se ve de lejos
á vuestra patria asalté, : suele mal lograr consejos
y dándola confusión en el que padece el sane!
vuestra dama os entregué. Un solo medio me ofrece
Seis meses ha que asistís el cielo para sanar,
en Toledo y desmentís pero hásmele de negar,
pesares y competencias y así por instantes crece.
que os causaran impaciencias Pues que no he de conseguirle,
en Castilla. Si os partís, el remedio es padecer.
iréis, don Tello, advertido Rey. Remedio y en mi poder,
de la voluntad que os muestro, ¿y tú rehusando el pedirle?
y sin ponerla en olvido Sin razón mi amor olvidas;
siempre seré amigo vuestro, pide á Toledo desde hoy,
pero mal correspondido. que en albricias te le doy
Tello. Eso no, que soy leal; sólo de que me le pidas.
á quedarme estoy dispuesto Casilda. Has de juzgarme indiscreta
sirviéndoos. mientras no le dificulto,
Axa. (dentro.) ¡Terrible mal! si cuerda no le consulto
¡triste pérdida! aunque salud me prometa.
Rey. ¿Qué es esto? Este cristiano es prudente
y en tu servicio leal,
liaré de su caudal
todo lo que el alma siente,
ESCENA II y sabre dél esta tarde
Sale Axa y después Casilda.— Dichos. si estará puesto en razón
decirte mi petición.
Axa. Un accidente mortal, Rey. Todo pedir es cobarde.
señor, robarnos procura Sed, don Tello, consejero
con la infanta, la hermosura de la Infanta, persuadilda
del más generoso mayo; á que es padre de Casilda
disfrazada en su desmayo un Rey con todos severo;
la muerte, á su edad perjura, con ella no. ¡Ay si por vos
en flor nos lleva esta rama, cobra salud!, no es bastante
y la sangre que es su vida premio un reino. Ven, Infante.
no sé por qué la desama, Tello. ¿Qué es esto, válgame Dios? (i)
pues ingrata y homicida (líntranse el Rey, Ali y Axa por una
por el suelo se derrama... parte, y los demás por otra.)
Aquí el sol por ella llora.
{Descubrese la Santa en una silla, desmayada.)
Tello. Gualda es ya, la que clavel.
Rey. ¡Casilda! (i) En la reimpresión dice estas palabras Doña
Ali. ¡Hermana! Blanca.
ACTO SEGUNDO 39
ESCENA III A Xa. ¿Cómo?
Blanca. Blanca La seguridad
se entibia aposesionado
¿Qué oís, temor indiscreto? el amor que después crece
¿La Infanta ádon Telloá solas? en los peligros que ofrece
Celos, si amenazáis olas, la sospecha y el cuidado.
mil naufragios me prometo. Axa. ¿Tienes celos?
¿Que por difícil no diga Blanca Han me dado
el remedio de su daño no sé que vislumbres dellos.
la Infanta?, ¡Ay recelo extraño, Axa. ¿Son de mi?
cuando la tristeza obliga! Blanca Tus ojos bellos
Todo el pecho enamorado bastaran, Axa, á engendrarlos,
y triste á la Infanta veo: mas no son celos vasallos
¿dudaré de su deseo cuando Altezas miro en ellos.
que el alma al amor ha dado? Axa. ¿Celos de la Infanta?
Y si enamorada está, Blanca Digo
¿podré dudar yo tampoco que no son más que vislumbres
que de su apetito loco ó asomos de pesadumbres.
no es don Tello el dueño ya? Axa. Declárate más conmigo.
Mi sospecha es evidente: Blanca No sé de qué fui testigo,
¿no dijo: «Por ser leal, que por más que me atormente
fiaré de su caudal á mí misma me desmiente;
todo lo que el alma siente?» pero, dime: ¿quién te envía
Pues con él, ¿qué ha de sentir, con tanta instancia, Axa mía,
¡cielos! á solas un alma á que mis cosas te cuente?
que tiene la lengua en caima Algo debe de importarte
para no se descubrir el saber si quiero ó no
a su padre y sólo fía al contenido.
de don Tello sus desvelos? Axa. Hago yo
Amor: si crecéis con celos de cierto ausente la parte:
ponzoñosa madre os cría. impórtame preguntarte
cosas para su sosiego.
ESCENA IV ¿Quisiste bien á un don Diego,
de tu Rey favorecido,
Blanca y Axa.
por ocasión tuya herido?
Axa. Blanca: en fe de la amistad Blanca. Algo, sí; no te lo niego.
que he profesado contigo, Axa. ¿Y en qué te desmereció
si es que con ella te obligo, ese algo, Blanca, que escucho,
confiésame una verdad. don Diego?
¿Tienes mucha voluntad Blanca. En llegar un mucho
á don Tello? con que ese algo se olvidó.
Blanca. Mereciera Don Tello se me ausentó,
que ninguna le tuviera y dándome por esposo
á quien amante se llama á don Diego, fué forzoso
y osa, Axa, robar su dama en fe de que soy mujer,
porque forzada le quiera. lo fácil aborrecer
Por esta sola ocasión y amar lo dificultoso.
no me desposo en Toledo Axa. De todo lo dicho advierto
con él, porque nunca el miedo que don Diego es ya el querido
hizo firme una afición. y don Tello aborrecido;
Diranme, y tendrán razón, aquél dudoso, éste cierto.
que si aquí le doy la mano Blanca. Hubieras dado en lo cierto
es por temerle tirano según en nuestro amor pasa,
de tu Rey favorecido, mas como en celos se abrasa
y que mereció atrevido mi pecho, que es todo extremo,
lo que nunca cortesano. amo á Tello porque temo
Axa. Y si á Castilla te lleva, que se me quiere ir de casa.
¿querrásle mucho? Mas ¿no sabré yo á que efeto
Blanca. ¿Quién duda?, es tan larga información?
Con los afectos se muda Axa. Cosas que te importan son
amor, que méritos prueba. fiadas de mi secreto.
Axa. En fin, ¿le adoras? Blanca, si es tu amor discreto,
Blanca. No es nueva, feríame á Tello y tendrás
Axa, en mí esa voluntad; otro que te estime más.
mas, si te digo verdad, Por dueño suyo te adora
yo te juro que no ha un hora nuestro Príncipe; señora
que le amaba menos que ahora. desta corona serás.
4o LOS LAGOS DE SAN VICENTE

Reina te eligen los cielos, Tei.i.o. Mira mi desigualdad.


como tu amor lo permita. Casilda. Descansa mi enfermedad
Blanca. No es cuerdo quien solicita con alivios que hallo en ti;
voluntad que abrasan celos; siéntate, Tello, á mi lado
son de suerte sus desvelos, que quiero mostrar si sé
por más que los aconsejan, los misterios de la Fe
que del remedio se alejan; que el alma me han alumbrado;
y quedando el gusto en calma, pero ley que el mundo adora
como ocupan toda el alma, merece veneración
nada para el otro dejan. en pie.
Axa. Pues repare tu desdén Tello. i^ué cuerda razón!
en que Ali Petrán te adora, Casilda. Oye, Tello: escucha ahora.
y la infanta mi señora '.'i- Dios, conforme me ensenaste,
quiere á tu don Tello bien; que es principio sin principio,
en que don Diego también substancia sin accidentes,
asiste aquí disfrazado. fin sin fin, todo infinito,
Blanca. ¿Quién? sólo una simplicidad,
Axa. Don Diego, á quien he dado un ser, un acto sencillo,
las llaves de mi sosiego. una forma sin materia,
Templa del Príncipe el fuego, una entidad, un distrito
porque es locura pensar sin límites, no causado,
que hemos de dejarte amar no en tiempo, no producido,
ni á don Tello ni á don Diego. (Vaso de si sólo dependiente,
de sí sólo comprendido,
antes que de los tesoros
ESCENA V ,\ de su amor diese al prodigio
Blanca. de tantas esferas ser,
no forzado, porque quiso,
¿De tres en tres los recelos primero que eslabonase
y no las dichas, fortuna. con asombroso artificio
si quiera de en una en una? esos cielos, elementos,
¿Dos competencias, dos celos? planetas, astros y signos,
Unos de don Tello, ¡ay cielos! influencias, calidades
que si los lloré vislumbres, y especies que en individuos
ya pasan de pesadumbres, se fuesen perpetuando,
pues cuando ofender intentan ya insensibles y ya vivos,
celos en duda atormentan estaba solo en sí solo,
y matan en certidumbres. siendo asiento de si mismo
Por más que me solicite su mismo ser, que no ocupa
el Príncipe es disparate Dios lugares circunscritos.
que vencer mis penas trate Todo está en Dios y él está
mientras con celos compite. en sí, porque lo infinito
Allane tropiezos, quite por esencia es necesario
estorbos á mi sosiego, que sólo de sí sea sitio.
podrá ser logre su fuego; Y aunque solo, no por eso
que mal me podrá obligar i en sus eternos retiros
no permitiéndome amar estaba incomunicable,
ni á don Tello ni á don Diego. (Vast j pues conversando consigo,
entendiéndose y amándose,
sin cansancio, sin fastidio,
ESCENA VI obra necesariamente
Salen Casilda y Don Tei.i.o.
(que el ocio en Dios fuera vicio).
Con todo eso, pudo tanto
Casilda. Tan satisfecha en oirte, en él su amor excesivo,
tan persuadida en creerte, que para comunicarse
tan pronta en obedecerte á lo mortal y finito
y tan dispuesta á seguirte cuando fué su voluntad,
estoy, cristiano discreto, sin que hubiese más motivo
después que te comunico que su libre providencia,
que en tu ley me certifico crió todo el laberinto
y á su yugo me sujeto; de lo celeste y terreno:
dichosa yo que merezco sol, luna, planetas, signos,
llamarte maestro mío. estrellas, esferas, polos,
Tello. Si yo, Infanta, como fío elementos, mares, ríos,
en el cielo, á Dios te ofrezco, hierbas, plantas, flores, frutos,
¿qué más bien? selvas, prados, valles, riscos,
Casii.ua. Siéntate aquí. con todo lo que contienen;
ACTO SEGUNDO 4'
y en la cumbre del empíreo, La justicia original,
de substancias incorpóreas sin fómite ni incentivo,
nueve ejércitos distintos. fué el privilegio rodado
Eran éstos de palacio con que tan nobles los hizo,
y la cámara continuos que sin pagar á las leyes
del Monarca omnipotente pecho, sólo les previno
asistentes y ministros. con el reconocimiento
El más hermoso, pues, dellos de un árbol del Paraíso
(que con tantos requisitos que les vedó reservado;
de gracias y perfecciones pena que si atrevido
naturales en el vidrio el hombre le profanase
de su estimación liviana fuese mortal su castigo.
se miró primer Narciso, El ángel dragón entonces,
de sí mismo enamorado), envidiando el ver tan digno
contra su autor, presumido, lo humano que le heredase
juzgó, necio, á menoscabo las dichas que había perdido,
dar el respeto debido transformándose en serpiente
al Príncipe su señor la torpe blasfemia dijo
después de haberle previsto de aquel «Seréis como dioses
un supuesto y dos substancias, si dais rienda al apetito».
y que á fuerza de suspiros Acometió á la mujer
y opresión de sus retratos como al más flaco portillo,
su deidad humana quiso. sin atreverse, cobarde,
Soberbio, pues, el Lucero al consorte discursivo.
contra el Sol, ¡qué desatino! Comió Eva, y el amor,
osó amotinar parciales más que el engaño, al fin vino
y de rebeldes caudillo, con elocuencias de llanto
tocó cajas contra Dios á despeñar al marido;
(cómplices de su delito delinquieron contra Dios,
la tercer parte de estrellas y como se opuso al mismo
que ya asombran basiliscos), , la culpa (infinita ya
dióse la campal batalla es cuanto lo relativo),
en palestras de zafiros, quedamos tan sin remedio
el ¿Quién como Dios? venciendo todos sus humanos hijos,
del alférez paraninfo. que los que mejor libraban
Cayó el querub contumaz eran rehenes del Limbo.
relajado al sambenito Compadecióse el Amor,
de llamas, que eternamente y viendo que era preciso
son mordaza de precitos. que un Dios hombre á Dios le diese
Como es incapaz de enmienda por infinito infinito,
el ángel nuestro enemigo, humanóse el Verbo eterno,
y lo que una vez aprende y redimiéndonos quiso
jamás lo pone en olvido, ser deudor, siendo acreedor,
y que no pudo vengarse pagándose á sí consigo.
de quien le echó eternos grillos, Vistióse mortalidades,
contra el hombre, su retrato, trabajos, calores, fríos,
fulmina flechas y tiros. oprobios, persecuciones,
Gozaba Adan, vice Dios, destierros, hambres, martirios,
aunque formado del limo en el intacto obrador
y organizado del polvo, del más puro vellocino
si en la materia abatido, de la más cándida oveja
de un espíritu inmortal, que vió el sol, que adoró el siglo.
de una alma, que siendo tipo Dando, pues, ésta la lana
de la primera substancia, y el telar, si humano limpio,
ya en lo uno, ya en lo trino, organizó el Paracleto
de una forma y tres potencias aquella Paloma armiño,
imperaba en el dominio toda amor, ternura toda,
de la ínfima redondez al Verbo, el terreno hospicio,
amado como temido. alojamiento de un alma
Acompañábale hermosa que unió la Deidad consigo.
aquel doméstico hechizo, Sólo el Espíritu amante
costilla antes, ya mujer, fué su autor, que no intervino
uno y otro tan unidos, causa parcial eficiente
que siendo hueso de huesos, de varón así lo afirmo.
carne de carne indivisos María dió materiales
al conyugal sacramento y el amor tejió los hilos,
dieron fecundos principios. quedando entera la pieza
42 LOS LAGOS DE SAN VICENTE
de que se cortó el vestido. Soltó la presa después
Atropéllanse misterios su amor tierno y excesivo
aquí, estórbanse prodigios á tanta suma de asombros,
unos á otros que agotan milagros y beneficios,
el discurso más activo. que si todas las esferas '
Concibió virgen el Alba, sirvieran de pergamino,
parió Virgen á Dios niño, sus estiellas caracteres,
quedó Virgen después desio, tinta los mares y rios,
que como era el Sol divino manos cuantas nacen hojas,
el Hombre Dios, ilustrando plumas cuantas viven nidos,
á aquel cristal, á aquel vidrio, desmayaran al sumarlos
los rayos de su substancia pasmaran al escribirlos.
pudo, sin abrir camino, Juntó los Legados doce,
penetrándose dos cuerpos, los setenta y dos Discípulos,
desmentir nuestros sentidos; Pedro futura tiara,
tres substancias y una unión los demás del Orbe Obispos.
formaron un solo unido, Permitió que le vendiese
la divina, la corpórea el Apóstol fementido;
y la del alma, ¿hay tal mixto? sacramentóse primero
Espíritu puro el alma, y hallándose de camino
barro el cuerpo quebradizo, para su Padre, quedarse
Dios el supuesto de entrambos, e irse supo á un tiempo mismo.
¿quién vio en actos tan distintos Sudó en el huerto licores
tal unidad de diversos? purpúreos, que los delitos
¿tal distinción de propincuos? humanos le antecedieron
¿tal parentesco de extraños? aflicciones y fastidios.
¿tal conformidad de abismos? Prendióle la ingratitud,
Tomó la naturaleza dejáronle sus amigos,
humana el Verbo divino rasgaron su cuerpo á azotes,
mas no la humana persona diole corona un espino.
porque ésta halló ya impedido Llevó en la Cruz nuestras penas,
por el eterno supuesto vióle el rigor suspendido
su lugar, que á confundirlo rogando por sus contrarios.
con dos personas no fueran ¡Oh amor de Dios inaudito!
una cosa el Verbo y Cristo. Dejó á su madre en custodia
En efecto, este Hombre Dios, de Juan, allí Vice Cristo,
apenas se vió nacido, . quedando con su adopción
cuando á precio de granates mejorado en tercio y quinto.
compra de nosotros hizo, Oyó al salteador infame
derramólos al día octavo, blasfemias y desatinos,
adoráronle pellicos, ganando al bueno por serlo
postráronsele coronas, el cielo de prometido.
huyó amenazado á Egipto, Intimó su desamparo
volvió después de des años al Padre, y el pueblo impío
y llorándole perdido dándole vinagre y hiel
su Virgen madre á los doce delito añadió á delito.
trocó penas en jubilos Sed de pasar más tormentos
viéndole infante maestro le obiigó á decir el Sitio
entre sabios aplaudido. de más hiel, de penas más,
Catedrático por claustro y viendo el plazo cumplido
de tanto jurisperito de la redención del hombre,
salió en público de treinta libertando á sus cautivos
á poner en ejercicio «Acabóse», dijo á todos,
la restauración del Orbe, del vil tirano el dominio.
tentóle el dragón precito, Penetró su voz los cielos
vencióle á los tres combates, y con clamoroso grito
dió al tálamo patrocinio el espíritu dió al Padre
honrando con su presencia y á los hombres liniquito
las bodas que antes bendijo. de tanto infinito empeño,
Hizo aquel proto milagro pues tácitamente dijo
del agua, que vuelta en vino al inclinar la cabeza:
tantos misterios encierra, «Pagado estoy, yo lo afirmo »
materia dió á tantos libros. (Baja aquí la cabeza.)
Santificó del Jordán Conmovióse lo criado;
los raudales cristalinos, sintió el sol aquel deliquio
dando testimonio el Padre sobrenatural, tan nuevo
al mundo de que era su Hijo. que aun hoy asombra á Dionisio.
ACTO SEGUNDO 43
Ilustró los calabozos pues no muero y esto miro;
prisión de los bien nacidos, desengaños son venganzas,
despejando dadivoso venganzas son desatinos,
un seno de losdos Limbos. desatinos hace un loco,
Tres días durmió cadáver loca estoy, perdí el jüicio.
sin ser hombre, dividido Dime adónde está don Diego
lo corporal de su forma que si á Toledo ha venido
aunque uno y otro divinos. á satisfacer su agravio
Resucitó al cabo de ellos como vuelva por los míos
ya impasible, ya vestido le daré...
de gloria y eternidad, Axa. ¿Qué piensas darle?
penas volvió en regocijos. Blanca. Un alma que sacrifico
Dc su Iglesia y de su madre á ladesesperación.
incrédulos satisfizo, Axa. ¿Para qué, si yo le rindo
instituyó Sacramentos, otra que es de más quilates?
puerta de ellos el Bautismo. Compite, Blanca, conmigo
Subió á la diestra del Padre; y envidiarás mis victorias.
en lenguas de tuego vino Blanca. ¡Ay cielos! la muerte envidio;
aquel tercero de amores daréle al Príncipe moro,
no engendrado, procedido. como me vengue, el dominio
Promulgó su ley á todos, de mi libertad y fama,
bañó el consagrado río, satisfaré sus suspiros,
queda la primera gracia, mate á don Tello, y querréle. ( Vase.)
al Orbe nuevo y antiguo.
Congregación de los santos
tiene aquí, que son arrimos ESCENA VIH
de la barca militante, Axa y Ali Petrán.
pilotos de suspeligros,
doctores que nos enseñan Ai.i. ¿Qué es esto?
yugo leve con que unirnos, Axa. Agencias que libro
preceptos que nos declaran en las medras de tu amor,
Pontífices y Concilios. la Infanta halló en los bajíos
Volverá segunda vez de su salud derrotada,
á juzgar muertos y vivos, si no remedios* alivios;
para premio de los buenos á don Tello quiere bien
y de los maloscastigo. y él la paga agradecido,
Esto es lo que me enseñaste, pondera tú, cómo (i) hermano,
esto adoro, aquesto elijo, si esto es virtud ó delito.
corrígeme en lo que yerro Doña Blanca está celosa,
y dame, Tello, el bautismo. véngala, y haráte digno
Tei.lo. No adquirida, no estudiada de su amor, que éste obligado
es la doctrina que has dicho, crece gigante de niño.
ciencia infusa te dió el ciclo, No pierdas esta ocasión
por su doctora te admiro. pues ves cuán bien he cumplido
Mas, quedo, ha entrado gente. con la agencia encomendada
Casilda. Pues ven, Tello, que es fastidio dichosa en ver que te sirvo.
de mi descanso el tratar ¡Ay Tello, con qué quimeras
sino es de Dios; miscautivos mis celos ejecutivos
querrán comer, su socorro buscan remedio á mi agravio,
es mi amoroso ejercicio; y qué en vano los resisto!
llevarélos, como suelo, Vengarémede la Infanta
ocultamente el alivio mientras con Blanca compito,
ordinario, vuelva Dios que no es poco dar en tierra
por su pena y mi peligro, de dos, con un enemigo. (Vase.)
que es riguroso mi padre. Alí. Si Axa ha sido testigo
(Vanse los dos).
de que Tello á mi hermana ama,
quien no fué fiel con su dama,
¿podrá ser leal amigo?
ESCENA VII Sea castigo
de su ingratitud, la mía:
Salen Doña Blanca y Axa. ame á la infanta en quien fía
Axa. ¿Estás contenta? ¿no has visto su esperanza;
sombra á Tello de la Infanta, sea premio la venganza
ingrato, Blanca, contigo? de su poco firme fe;
¿negarás que no se quieren?
Blanca. Negaré que basiliscos (i) En el original: «pondera tu amor hermano». Co
consolola vista maten, rregido, según la edición sevillana.
44 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

consentiré, despeñara mi cuidado,


ella mora y él cristiano y el ver que es hija de un Rey
que á mi hermana dé la mano de quien amo me apartara
porque Blanca me la dé. y por ella profanara
los preceptos de mi ley.
su virtud, su honestidad,
ESCENA IX es tan digna que se estime,
Ai.f y Don Tello. que con verla se reprime
la más torpe voluntad;
Tello. ¿Qué nuevas causas de enojos no haga agravio vuestra Alteza
dan ocasión á la ira á mi fe y á su valor.
de Blanca, que si me mira Alí. ¿Cómo no? Tenia tú amor
fulminan rayos sus ojos? y usúrpame mi grandeza.
¿Sin hablarme cuando pasa No disimules conmigo;
junto á mí? ámala, dala la mano;
AlÍ. ¿Tello? llámate, Tello, mi hermano
Tello. ¿Señor? como te llamas mi amigo.
Alí. Dícenme que un nuevo amor Yo te aseguro temores,
tus pensamientos abrasa, no trueques la profesión
y á ser verdad, sentiré de tu antigua religión,
descréditos de firmeza que bien lograrás amores,
que en nota de tu nobleza aunque de ley diferente;
te culpan de poca fe. yo te casaré con ella.
Tello. ¿Yo, Principe, amor que nuevo Tello. A no ser Blanca tan bella,
tenga de mudable fama? yo tan fiel, tú tan prudente,
Alí. Tal vez como amor es llama tan poco afecta tu hermana
y ésta se muere sin cebo, á todo lo que desdice
faltándola el interés su honestidad, contradice
hasta en los nobles se apaga. á la permisión cristiana
Tello. Amor con amor se paga. el favor que te agradezco.
Alí. ¿Amor con amor? ¿No ves Yo adoro á Blanca, señor.
que cuando á lo deleitable Alí. En fin: ¿no tienes amor
se junta lo provechoso á la Infanta?
suele un pecho codicioso Tello. No merezco
rendirse á lo interesable? apetecer tal empleo,
Páguese amor con amor ni cuando posible fuera
no más, si otro amor se hallase que tal dicha mereciera
que con ese amor juntase diera riendas al deseo.
intereses de valor, Alí. Pues, Tello, yo soy tu amigo,
¿cuál de los dos te parece y aunque tengo voluntad
que discreto admitirás? á tu dama, la amistad
¿amor con amor no más? ha de poder más conmigo.
¿ó amor con amor que ofrece, Pártete al punto con ella;
de más á más una Alteza tu Rey, á mi intercesión,
que á majestad casi aspira? te vuelve la posejión
Tello. Amor que intereses mira de tu patria; no he de vella
no es amor. por no ocasionarte enojos
Alí. ¿Pues qué? que temo me hagan torcer
Tello. Vileza. de intentos y parecer
Alí. ¿Pues quéserá la intención tiranías de sus ojos;
con que tu fe, aunque cristiana, joyas y tesoros toma
deja á Blanca por mi hermana? con que generoso vivas.
Tello. ¿Por quién, señor? Tello. Señor, pues ¿de ti me privas?
Alí. Tu afición Alí. Hoy has de irte; ¡por Mahoma!
me contaron fidedignos hoy tengo de ser espejo
testigos. de amigos.
Tello. Querrán ponerme Tello Tu gusto haré.
mal contigo. Alí. Di que el reino te dejé,
Alí. Nunca duerme pues á tu Blanca te dejo. (Vanse.)
la envidia en ojos indignos.
Pero quien me dió este aviso
es de mucha calidad. ESCENA X
Tello. Bien pudiera la beldad Santa Casilda y Pascual, de cautivo.
de la infanta al más Narciso
hacer que de sí olvidado Pascual. Sí, señora; de zagal
se rindiera á su hermosura; á doña Branca servía
pero cuando mi ventura en la Bureba aquel día
ACTO SEGUNDO 45
que el pobre de Juan Pascual Casilda. Quiero mucho á los cristianos.
se apartó de Mari Pabros, . Pascual. Helo aquí todo compuesto,
y á enmoriscar me trujeron. y los manteles encima.
Casilda. No llores.
Pascual. .¿Qué, que no (i) lloren?
Si mos vemos entre diabros ESCENA XI
de mastines, con perdón, Salen el Ruy moro y Axa.— Dichos.
donde nenguno se ve
que rezando á San Noé Rey. Axa, ¿qué dices?
se encomienda á san Jamón? Axa. Que estima,
Si ella sopiera, señora, no sé si con (in honesto,
las gracias, la donairia la Infanta á don Tello más
que Mari Pabros tenia, que á su ley, padre y hermano;
renegara de ser mora que quiere más á un cristiano
y huera cristiana vieja. que á Toledo.
Casilda. ¡Que sencillez! Rey. Ciega estás.
Pascual. Cuando hilaba, Axa. Todas las noches les lleva
¡con la sal que mos contaba por sus manos de comer,
al hogar una conseja! si ahora lo quieres ver
Y durmiéndose después, haz por tus ojos la prueba.
(que hué brava roncadora), A buen tiempo te he traído
más el candil en media hora por que de dudas te saque;
hilaba que ella en un mes. lleno lleva aquel tabaque
¿Pues qué si el brazo desnudo de relieves que ha escondido
la espetera estropajaba? de tu mesa, para dar
con media azumbre lavaba, de comer á los cristianos;
y aun menos, todo un menudo. cóncia el hurto en las manos.
(Llévanlo los dos, cada uno por una asa
lira limpia á maravilla, y sáleles al encuentro el Rey.)
al cura se le perdió Pascual. Dambos lo hemos de llevar,
la escofieta y la hallé yo porque ella sola no basta.
cenando en una morcilla. Rky. ¡Por Mahoma, que he de ser
Cuajares la vieron her su verdugo!
que se espantara de oíllos, Pascual. Que comer
rellenar supo obispillos tienen bien en la canasta.
que Papas pudieran ser. Y que cenar.
Casilda. Ahora bien, Pascual: de ti, Rey. Detén, loca,
pues que con don Tello estás, los pasos con que me afrentas.
me fío, presto tendrás Pascual. Rematamos con las cuentas.
libertad, espera en mi Casilda. ¡Padre y señor!..
y saca la provisión Pascual. Tapaboca
que á los cautivos llevemos, con padre y señor le da.
pues seguros entraremos Rey. ¿Qué es lo que lleváis ahí?
á consolar su prisión. Pascual. Si me lo pescuda á mí,
Nadie ahora nos verá. padre y señor, la verdad
Pascual. Pardiez, que es, señora mía,- es que ni yo lo endilgué,
piadosa su morería; padre y señor, ni cocí
aquí una banasta está la carne, ni el arroz, ni,
llena de roscas y queso, padre y señor, lo compré.
de carne, arroz y verdura. Yo señor, padre y señor,
(5acnn una canasta llena deplatos, pan porque yo, señor y padre,
y legumbres que Pascual traslada en una
cesta curiosa, y cúbrenla con unos mante Gila Alonso hué mi madre,
les.) Mari Pabros con amor
Casilda. Pues trasladarlo procura me dixo par dell molino,
en esotra. pero aún no era mi mujer;
Pascual. Sí, que el peso ello si lo quiere ver
de esotra es demasiado no tien pizca de tocino.
para su delicadeza Rey. ¿Qué desatinos son éstos?
y quebrará, si tropieza, ¿tú sustentar los cristianos?
la loza. Mas como ha dado ¿tú, torpe, infamas tus manos?
en que por sus mismas manos ¿tú en amores deshonestos
los quiere dar de comer, con los que aborrece Alá?
apricarlo es menester. Casilda. Reprime, señor, la ira:
detén la cólera, mira.
Rey. Tus insultos miro ya.
i En el original decía: No busques excusas nuevas;
«Que cuando lloren» sustento das y favor
Se corngió por la impresión de Sevilla, á los cristianos,
46 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

Casilda. Señor, Rey. Mi senectud remozaste,


advierte... flores, por vos me prometo
Rey. ¿Qué es io que llevas nueva vida.
ahí? Axa. Yo estoy loca.
Casilda. Flores que he cogido ¡Ay, envidias infelices!
para divertir tristezas. Pascual. Cautivos, á las narices
¡Mi Dios, de vuestras grandezas podéis hoy pasar la boca.
haced alarde!
Rey. Ofendido
estoy más de tus mentiras
que de tu bárbaro insulto;
pero mal estará oculto ACTO TERCERO
si al cielo no Je retiras.
Descubre, Axa, vuelca, arroja, Acompañamiento y el Rey i''eknan»o por una puerta;
esa infame provisión. por otra Monos, D. Tello, Axa ySanta Casilda, de
mora.
(El suelo del tabaque, ó canasta, se quita
por debajo del tablado, y por el mismo ESCENA PRIMERA
lugar se llena de flores y hierbas diversas
que vuelca después Axa.) Casilda. Déme vuestra Majestad
Casilda. Ahora verás si son la mano.
flores todas; quien te enoja Fernan. Dé vuestra Alteza
contra mí y da pesadumbres parabienes á Castilla,
no te estima como yo. pues ha merecido verla
Pascual . Pardiobre. que se volvió ennoblecer su corona
nuesa comida en legumbres. desde hoy, con razón soberbia;
Rey. Válgame Alá, ¿estás contenta, pues usurpa el sol al Tajo
Axa envidiosa?" trasladándola á sus sierras.
Axa. Corrida, Deudor quedaré á los baños
loca, confusa, perdida desde hoy, puesto que no sepa
estaré con tanta afrenta. el sitio que los oculta
(Dase con las flores por el rostro y ma ni las virtudes que encierran.
nos J Pues merezco por su causa
Rey. La fragancia que mo ofrecen, que la hermosura posea
lo aromático que exhalan, de vuestra Alteza, Castilla,
al paso que me regalan temerosa ya en perderla.
mis canas rejuvenecen. Ojalá, Casilda hermosa,
Del cielo vino este olor la fama que los celebra
que aquí no los hay iguales; la salud os restituya
primaveras inmortales que ofende vuestra belleza.
te han tributado su flor. Estimarélos yo en más
Su Amaltea hacerte quiso, que cuantas preciosas venas
imperio tienes en él, por los cuerpos destos montes
Mayo eres de su vergel, oro en vez de sangre engendran.
Abril de su paraíso. Casilda. No dudo yo, gran Fernando;-
Dame los brazos, no dudes que en provincia donde reina
de cuanto pedir quisieres. un Príncipe tan afable
Flora has sido, serás Cercs salga la esperanza cierta
como en frutos flores mudes.. que los cielos me aseguran;
Pídeme dificultades no en humanas experiencias
con que el agravio redima estriba mi confianza,,
que te hice. pocas veces verdadera;
Casilda. El cielo estima impulsos más superiores
sencilleces y piedades. me sacaron de mi tierra
En la palabra que ofreces y al Rey, mi padre, inclinaron
te tengo hoy de ejecutar, el permitirme á la vuestra
no me lo osarás negar donde á vos su dueño os llaman;
si mi salud apeteces. donde en la paz y en la guerra
Rey. Por Alá, por su Profeta vive la seguridad,
y por ti (que iba á decir por ser vos quien la gobierna.
que eres más que él), de cumplir ¿Quién duda que también viva'
cuanto me pidas; discreta la salud, si ya comienza
eres, por fuerza ha de ser á retirarse, con veros,
lo que apetezcas decente. la causa de mis tristezas?
Casilda ¡Ay, Lagos de San Vicente, Ya yo por puntos mejoro.
y qué presto os pienso ver! Tei.lo. Y yo, que en vuestra presencia,
Vamos, diréte en secreto . gran señor, patrocinado
la merced que me otorgaste... de la Infanta tengo puestas
ACTO TERCERO 47
todas mis felicidades Por su embajador.me envía,
en serviros, si licencia con palabra de que vuelva
me dais, diré ia embajada brevemente á restaurarle
con que vengo. la vida con la presencia
Rey. Alzad de tierra; del alma que se le aparta,
alzad, don Tello, decid. de la luz que se le ausenta.
Tello. El Rey Almenón, que intenta Despidiéronse los dos
trocar en perpetuas paces y ella, que, toda clemencia,
con vos estas breves treguas, . de los cautivos cristianos
la mitad del alma os fía aliviaba las miserias,
y con la Infanta os entrega pidiendo su libertad
el reino que el Tajo abraza al padre piadoso, deja
y estima en poco sin ella. despojadas las mazmorras,
Lágrimas y persuasiones, .inútiles sus cadenas. >
que es la mayor elocuencia Dos mil de Toledo saca,
que en la mujer amor puso, que ya en su patria se alegran,
le bastaron á hacer fuerza digna que tal redentora
para dividir de sí en anales permanezca.
el apoyo en que sustenta El Rey de Toledo,-en fin,
la duración de sus canas, gran Fernando, para muestras
que remozaba con verla. de la fe con que os obliga
El Príncipe Alí Petrán, y la amistad que os profesa,
que sucediendo en la herencia os remite cien caballos ' .
después dél de su corona que, con otras tantas yeguas,
es blasón dela nobleza, Córdoba al Betis usurpa,
estaba ausente en Sevilla Toledo admiró en su vega;
cuando el sentir que padezca cien acémilas cargadas
su padre amoroso eclipse de los desvelos del Persa,
la luz de Casilda tierna, de los esquilmos del Parto,
y que el Abril de sus años de los tesoros de Grecia,
malogre las flores frescas de los metales monarcas,
del más gallardo vergel granas, alcatifas, telas,
que esmaltaron primaveras, á vuestros pies reales postra;"
al llanto permitió hechizos y por que en su estima venza
con que la Infanta no deja jas dádivas de Alejandro,
hora ni instantes al ocio pródigo os da en una prenda .
en que no le intime quejas la mejor de su corona,
amorosas por los baños la mayor de sus riquezas,
que, de su salud profetas; el alma y vida en la Infanta,
dice que esconde Castilla, que es cifra de sus grandezas.
cifrando en ellos sus medras. Fernan Cuerdamente habéis sabido,
Afirma que el cielo mismo don Tello, aplacar ofensas,
con misteriosas promesas pues servicios semejantes
le pronosticó en sus aguas más obligan que destemplan.
saludables evidencias; ¿Adónde está doña Blanca?
que es imposible cobrarla Tello. En la villa deBriviesca
de otra suerte, y si desea goza de dos libertades: • ..
su bien, será menos daño la del cuerpo la primera
llorarla ausente que muerta. á su patria reducida,
Convocó el Rey los alcaides y la del alma, que exenta
de Madrid y Talavera, de las pensiones de amor
Guadalajara y Ocaña, ya es señora de sí mesma.
Alcalá, Yepes y Cuenca; Fernan ¿No sois vos esposo suyo?
propúsoles este asunto, Tello. No, señor.
y aunque opiniones diversas • • Fernan ¿Por qué?
ya afirman, ya contradicen, Teli.o. No fuera
finalmente se sujetan lícito en provincia extraña,
al gusto de quien los manda, sin vuestro gusto y licencia.
porque la lisonja lleva Fernan. Pues ¿cómo decís ahora
en todos los tribunales que, libre ya, su alma reina
la razón tras la potencia. de sí misma, si es que os ama?
Concluyóse, en fin, la paz, Tello. Mudanzas la dicha alteran
gran señor, con vuestra Alteza, del mar del primer amor.
pidiendo en esta jornada Cómo cansa la asistencia,
vuestra permisión, y de ella .y yo siempre la he servido,
obligado y satisfecho ya me olvida.
su expedición me encomienda. Fernan. Su extrañeza,
48 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

don Tello, ha de estaros mal; para que en vuestra cabeza


porque aquí la competencia totalmente restaurada
de don Diego os ha de hacer á su antiguo esplendor vuelva.
mal tercio, que adora en ella. (Vansc el Rey y tvs suyos.)
Yo os restituyo á mi gracia;
y aunque á la suya quisiera,
dudo que en jurisdicciones ESCENA II
de amor poder un Rey tenga. Santa Casii.ua, Axa y Don Tei i o.
Notable ocasión perdiste;
pues cuando las aprovecha A Xa.
todo solícito amante Solo un mes, prima mía,
malograste las de ausencia. de plazo dió tu padre á la porfía
O servidla, ú olvidadla, con que aquí hallar esperas
que yo, sin haceros fuerza, estos Lagos (mejor diré, quimeras),
neutral condon Dlegoy vos, pues que te descaminas
y atento á las diligencias por patrias y regiones peregrinas.
del que fuera más feliz, Busquémoslos, si es cierto
premiaré al uno con ella. que esconde tal milagro este desierto.
Y vos, Infanta y señora, Que, ya, Infanta, en sus valles,
sin extrañar diferencias ya en sus montes, remedio y salud halles,
de leyes y de regiones, ó ya, conforme creo,
juzgaos en la patria vuestra, quimérico te engañe tu deseo,
que si allí fuisteis Infanta, el término cumplido
en Castilla seréis Reina, nos hemos de volver.
dichoso todo mi estado
en que serviros merezca. Casilda.
Casilda. Segura yo de la fama Quien me ha traído
que justamente celebra hasta aquí sin recelo
vuestro valor, me dispuse de tanto inconveniente, que es el Cielo,
á experimentarla y verla. nunca, prima, se estrecha
Ni á mi patria ni á mi padre en límites humanos; satisfecha
echo menos, que ofendiera estoy, aunque te asombres
el favor que os reconozco de hallar salud aquí, ya que en los hombres
si me juzgara en la ajena. se muere mi esperanza;
Por mi padre os tengo yo ¿qué sabes tú si estriba en la tardanza
y como tal me conceda que Dios tiene dispuesta
licencia, que sólo busque mi salud? Lo difícil mucho cuesta.
estos Lagos, vuestra Alteza. Ya un mes, un año aguarde
Yo sé que impiden bailarlos el bien; si viene, nunca llega tarde;
ostentaciones soberbias ojalá la fe mía
de aplausos y compañías; discurriera sin vuestra compañía
el cielo me dió sus señas por estas soledades,
y él mismo inclina mis pasos hallara en ellas yo felicidades
para que mis diligencias que, por la vuestra ciega,
sin presunciones humanas me las dilata el Cielo ó me las niega.
hallar su sitio merezcan.
Esta merced os suplico. A XA.
Fernan. Admire nuestra tibieza, Ya estás, prima, entendida;
Infanta, vuestro fervor, ya yo la causa sé de tu venida;
y no se impida esta empresa; no en Lagos mentirosos
por mí, con vos Tello vaya, estriban tus deseos amorosos,
y como á mí os obedezcan que éstos imaginados
cuantos lugares y villas encubridores son de tus cuidados.
gozaren vuestra presencia. Lagos, sí, que de llamas
Que si, como en Dios confio, ilícitas te encienden, pues que sé que amas
vuestra fe saliese cierta á don Tello, de suerte,
y hallando el agua admirable que el honor atropellas y la muerte.
que ignoramos, tengo nuevas Celos de doña Blanca
de vuestra salud, mi Corte en Castilla te abrieron puerta franca,
os recibirá á la vuelta por ver que si venía
con triunfos que satisfagan con ella, y tu esperanza enflaquecía;
mis deseos y sus fiestas. con ilusiones vanas
Casilda. El cielo, invicto Fernando, del Rey tu padre enterneciste canas,
la monarquía os conceda y disfrazando engaños,
de España, que dividida hechizos diste á sus postreros años,
en tantos reinos, tragedias para que permitiese
del Godo infelice llora, que consigo don Tello te trajese.
ACTO TERCERO 49
Doña Blanca, ofendida por que á Castilla, al mundo, ponga miedo.
de ti, y don Tello que por ti la olvida, Provocaré esta injuria
apenas de su tierra al Príncipe y al Rey á tanta furia,
pisó la raya, cuando se destierra que con su gente toda
de agravios que á la vista renueve el llanto á la tragedia goda.
ofenden más; don Tello, en fin, asista Marchemos á Toledo,
á tus ojos, que en ellos que si con celos viva llegar puedo,
duplicarás por ser cristal los Tellos. verá Fernando presto
Don Tello. el peligro mortal en que está puesto,
y que, si en él se apoya,
Axa atrevida, enfrena será Casilda Elena, Burgos Troya. (Vase.)
la lengua torpe de malicias llena.
¿Qué has visto en mí y la Infanta
que pueda ocasionar blasfemia tania? ESCENA IV
Axa. Alí Petrán y Abí;n Rogei., moros
He visto que te adora,
que olvida nuestra ley; que Blanca llora Alí. No hay fiar en amistad
tu ingratitud y olvido; de cristiano, pues salió
que á su padre y hermano, fementido, falsa la de Tello; no
pagas el ampararte en prendas y calidad
en su reino, y ahora asegurarte de nobleza castellana.
la patria, hacienda y vida Engañóme fementido,
en robarle la Infanta que perdida Tello, desagradecido;
por ti con torpe llama llevóme el honor y hermana,
su ley, su sangre y su corona infama. ' que así paga beneficios
quien respetos atrepella;
Casilda. amaba yo á Blanca bella,
Mi Dios, á Vos os toca y por deslumbrar indicios
mirar por mi opinión contra esta loca, de mi pena y no agraviarle,
que su malicia muestra; de suerte incendios reprimo
por mi causa volved, y por la vuestra. que á que la ausente le animo,
(Vuela la Santa.) ¡qué mal hice en no matarle!
Voz. Pues corriendo por su cuenta
correspondencias de amigo,
Sí haré, Casilda mía. yo con su dama le obligo
No te merecen, ven, y en mí confía. y él con mi hermana me afrenta.
Don Tello. Aben. No injuries, Príncipe, así
¿Qué es esto, cielos santos? la virtud más conocida
que dió á la alabanza vida;
Axa. míralo bien, vuelve en ti.'
Hechizos tuyos son; serán encantos La Infanta es toda pureza,
de tu ley que nos vende su padre el Rey, todo amor;
traiciones por milagros; ya se entiende Fernando, todo valor;
el fin de tus cautelas. don Tello, todo nobleza.
Ciegamente satisfaces
Don Tello. la fama de tu opinión:
Paloma pura que amorosa vuelas con esa imaginación
á la estación segura no quiebres, señor, las paces,
donde vive sin riesgos la ventura, con Fernando establecidas,
¿por qué cruel conmigo? que si en su poder está
Alas tiene mi amor, las tuyas sigo. (Vos*.) la Infanta ocasión tendrá
en que vengarse.
Alí. No hay vidas
ESCENA III en toda la cristiandad
que puedan venganza darme;
Axa. en vano intentas templarme
¿Su amor sigue su vuelo? con quimeras su amistad.
Luego es ya certidumbre mi recelo; Rompió don Tello conmigo,
luego para gozarla de la Infanta enamorado;
con hechizos intenta remontarla. mi amistad ha profanado
¡Ay rabiosas sospechas! por llevársela consigo.
Al vuelo los matad, tiradlos flechas; Fingió lazos milagrosos
mas ¿qué flechas mayores que al Rey mi padre engañaron;
que celosas venganzas y rigores? que me ausentase aguardaron,
Yo haré que en vez de espigas traidores y cavilosos.
cubran los campos armas enemigas; ¿Qué lagos, qué aguas divinas
despoblaré á Toledo tiene Castilla excelentes
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II
5o LOS LAGOS DE SAN VICENTE

que en mortales accidentes ESCENA V


aseguran medicinas?
Ai f, /«ego Nuestra Señora.
¿Son en Toledo distintos
cristales de más virtud? Alí. ¡Oh, cobarde! ¿tú también
Si hay aguas que den salud, me injurias? Por Alá santo
fuentes tiene de jacintos que tengo de ser espanto
Toledo, donde pudiera, del bautismo en cuantos ven
cuando los venera España, mis ojos; no me mitigues
la Infanta que nos engaña piedad hasta aquí afectada:
cobrar la salud que espera. triunfe de ingratos mi espada.
Más oro que peces cría María. Petrán, ¿por qué me persigues?
nuestro Tajo en sus arenas, (Quien entrarse la espada desnuda;
que para aliviar sus penas, ábrese al paso una higuera, y entre las
ramas se aparece Nuestra Señora; cae Alí
curar su melancolía, asombrado, é hinca la rodilla ; quedase
si ella no fuese mudable con la espada como amenazando á la
dieran remedio á su mal; imagen.)
que el Tajo, todo cristal, Alí. Todo el cielo sea conmigo,
también es oro potable. ¿qué hielo es el que me abrasa?
Tello y Casilda me ofenden: ¿qué fuego en nieve traspasa
en Cristo la Infanta adora, el alma que en él mitigo?
ni el Rey Fernando lo ignora ¿Quién eres, luz milagrosa,
ni es bien, aunque lo pretenden, formidable y apacible,
que desmienta mi recelo suave cuando terrible,
mientras venganza no toma tierna cuando rigurosa?
de todos tres; por M ahoma ¿Quién eres, que tal espanto
que he de postrar por el suelo has puesto en el alma mia
cuantas poblaciones dan que tiembla?
á Fernando la obediencia; María. Yo soy María,
no se fie en la clemencia á quien tú persigues tanto.
Castilla de Alí Petrán. Contra estímulos del cielo
¿Qué gente hemos cautivado? vana resistencia haces.
Abén. Trescientos, que i tus enojos Alí. Saulo afirman que hizo paces
sirven de tristes despojos, con Cristo postrado al suelo
y la paz ha descuidado cuando otro tanto le dijo,
de Toledo con Castilla. si es bien que crédito dé
Alí. Yo mismo tengo de ser á ministros de su fe.
su verdugo; yo verter María. Ese es Dios, y ese es mi Hijo.
su sangre, yo destruílla. Alí. Esc por ti mi fe adora:
Lavaré esta tarde en ellos ¿qué quieres hacer de mi?
mi injuria; al cielo pluguiera María. Un Saulo segundo.
que tantos Tellos hubiera Alí. En ti
como hoy pienso segar cuellos, mi ventura se mejora.
que con todos no apagara María. Cristiano quiero que seas,
la sed que ocasión me da que á servirme te apercibas,
á su muerte. que en esta soledad vivas,
Abén. De aquí está que el amor que en Blanca empleas
no lejos Guadalajara; lo mudes en mí.
venderlos será mejor Alí. Favor
en ella, si pagar quieres digno de esa mano franca,
tus moros, que hay cien mujeres vos sois pura, vos sois blanca,
y treinta niños. Señor: vos las medras de mi amor.
templa tu enojo, enriquece Con vos, cándida Señora,
con la presa á tus soldados. la nieve que aurora pisa,
Alí. Al paso que mis cuidados, comparada es etiopisa;
la venganza de ellos crece. la noche ella, vos la aurora.
Atadlos todos, dejad Soldados, alcaides, gentes,
que imagine en cada cuello moros, venid á admirar
una Casilda y un Tello, un árbol que sabe dar
oprobio de la amistad. por fruto el sol en su Oriente.
Abén. Véngate, pues, riguroso; Estrellas lleva por flores
tu acero en su sangre baña que exhalan aromas samios,
si es digna tan torpe hazaña celebrad epitalamios,
de un Príncipe generoso. (Vase.) exagerad mis amores,
alcaides, moros, cautivos.
María. No te canses en llamarlos,
mi vista pudo asombrarlos,
pocos de ellos huyen vivos;
ACTO TERCERO 5i
libres mis cautivos gozan y me bautiza María.
la patria que les negaste. (Música: de dos nubes bajan al tablado
Alí. Los rayos que fulminaste seis ángeles, tres de cada una, con maza
enamorando destrozan; pán, vela, salero, fuente, capillo y agua
manil. Hl mismo árbol baja hasta poner
causado han contrario efecto en el tablado á Nuestra Señora; cntranse
Señora, en ellos v en mí. en dos hileras, detrás Nuestra Señora y á
María. Quiérote yo sólo á ti, su lado el Príncipe.)
que el firme amor es secreto; María. Todos los que has convidado
finezas son voluntades, quiero yo que honra te den.
y éstas méritos subliman; Alí. Racimos de luz se ven
los que se aman más estiman que el Olimpo han despoblado.
que imperios las soledades. María. A quien es mi Capellán
En ésta quiero que asistas: de esta suerte sé yo honralle;
tu hermana, de mi Hijo esposa, ven, y llámese este valle
sierras habita amorosa; de tu nombre, Sopetrán.
hoy sale en ellas á vistas.
Imítala tú oficioso,
pues por mi prenda te elijo; ESCENA VI
ella esposa de mi Hijo
Pascual y Carrasco, villanos.
y tú de su Madre esposo.
Aquí has de vivir, Petrán, Pascual. ¿De aqui á ocho días?
para blasón del Bautismo, Carrasc. • Sin duda.
conquistador de ti mismo, Pascual. ¿Mari Pabros y Gilotc?
de mi imagen capellán. Carrasc. Mari Pabros con su dote.
Yo propia he de bautizarte. Pascual. ¿Se me muda?
Alí. ¡Hay tan inmortal favor! Carrasc. Se te muda.
Ministro tendré mejor Pascual. ¿Y que se chere casar?
que el Hombre Dios si en tal parte Carrasc. Ilerlo de semana espera.
la primer gracia me das Pascual. ¿Hasta que el otro se muera?
que las almas eterniza, Carrasc. Hasta llegarlo á enterrar.
pues si á Cristo Juan bautiza Pascual. ¿Con Gilote?
á mí su Madre, que es más. Carrasc. ¿Pues con quién?
¿Pero adónde hallar podremos Pascual. ¿Mari Pabros?
agua que materia de Carrasc. Mari Pedros.
al principio de su fe Pascual. Verá el diabro con los medros
si seco este valle vemos? que sale quien chere bien;
María. Más puedo yo que Moisés, idvos, que me chero ahorcar.
que soy de Jesse la vara; Carrasc. ¿Cuándo?
fuente milagrosa y clara Pascual. ¿Qué diabros sé yo?
brotará el campo á tus pies. ¿Que se mudó?
Vente á bautizar en ella. Carrasc. ¿Se mudó?
Ai. i. Esferas de eterno ornato,
suplid hoy el aparato Pascual. ¿Mari Pabros?
de mi bautismo; luz bella Carrasc. ¡Pescudar!
del sol, sírveme esta vez Pascual.Pucs ya mi engaño quillotra
de vela sobre la fuente la venganza más extraña
de tu globo transparente; que ha vido nuésa montaña.
Aurora, tu candidez Carrasc. ¿Cuál es?
de la pureza me vista Pascual. Casarme con otra.
que la gracia al alma da; Carrasc. Si pudieses bien harías.
lluevan los cielos maná Pascual. Pues ¿por qué no han de poder?
en que el pan de amor asista, Olallaes moza y mujer.
que es mazapán verdadero Mas, en fin, ¿de aquí á ocho días
que al Bautismo da eficacia; se matrimeñan los dos?
la paloma, toda gracia, Carrasc. Su tía lo haconcertado.
será la sal y el salero. Pascual. ¿La del ojo arremangado?
El manantial perenne Carrasc. Esa.
del Uno y Tres, que ya adoro, Pascual. Maldígala Dios, (vase Carrasco.)
será el aguamanil de oro Marica, pues te mudaste
pues de El todo el bien nos viene. ' en medio año que tardé,
Serafines y querubes, á tu boda cantaré
de luz argentando el viento, que no hay quien baste (i)
honren mi acompañamiento contra la voluntadgrande porfía
sobre carrozas de nubes, de un Gil, de Mari Pabros y su lía.
que la mayor jerarquía
bien puede venir por vos,
donde es el padrino Dios (i) Verso incompleto en ambas impresiones.
I
52 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

ESCENA VII peligro amenaza grave


á tu reino y su opinión,
Baja Mari Pablos las peñas hilando y cania —Dicho. mientras la satisfacción
Mari. De hoy en ocho días s¡ lepraceáDios estas sospechas no lave.
¡hu,hu,hu,losdos,hu,hu,hu,losdos! Fernan. Doña, Blanca, si es verdad
Pascual. ¿Los dos? Mal añoymal mes; lo que afirmas, y no creo,
sí, hilad, hilad: Bercebú caro le saldrá el empleo
vos hile; cantá el ¡hu! ¡hu! de su lorpe voluntad;
que muy buena hillaza hacés. Tello, en mi severidad,
Échátela para el dote hallará justos castigos,
y de mí no se vos liembre; y yo en Toledo testigos,
hilad, que muy buen urdiembre cuando á su Infanta lesdé,
haredes vos y Gilote. que amistades guardar sé
Mari. ¿Pascualillo? ¿Pascualejo? como vencer enemigos.
¿Pascualote el mi llorado? (¡jajá.) No me los han de esconder
qué ¿no estabas cativado? cuantos riscos dificultan
No me cabe en el pellejo las sierras que los ocultan
el gozo: embracíjame. los valles que llego á ver.
Pascual Arredraos, laengilotada, Masprimero he de tener
que muy gentil ensalada quien de esto me certifique,
habéis hecho, si á la he. que mis enojos publique.
Mari. Si enfinito no te enero, Pascual. Mosca le dioá nueso Rcye:
simás por ti no he llorado huyamos, aho...
queun andalubio ñublado, Mari. Bien se veye.
que todo un Diciembre entero, Pascual. Par Dios, que mos crucifique.
que junto al hogar un bizco, (Vansc estos dos.)
que cuando cebollas topo,
que en un entierro un guisopo, ESCENA IX
que un arroyo por un risco,
mala landre... Sale Don Tello. Rey Fernando y- Doña Blanca.
Pascual En ocho días, Don Tello.
si le prace, prace á Dios,
jhu, hu, hu, hu, hu,hu, los dos! Oye, Fernando invicto, novedades
Mari. Endiviné que venías que ilustren, por divinas, tu memoria;
á la matrimoñadura, desmentirán novelas sus verdades
que por puntos aguardaba dando aplausos al cielo, á España historia;
y cantando convidaba no en bronces, pero sí en eternidades,
vecinos, alcalde y cura á Castilla blasón, á Burgos gloria,
porque viniesen á honrarme la fama envidia á nuestros siglos canta,
después que te lloré muerto. ocasionada de Casilda santa.
Pascual . Mari Pabros, ¿esto es cierto? Esta, que del blasfemo barbarismo
Mari. Como el finar y enterrarnos. del pseudo Cristo que idolatra Meca,
Pascual . Qucno lenes voluntá fénix renace sólo de sí mismo,
á Gilote eldel hu, hu?, única y fresca flor de planta seca
Mari. Verá: ¿yo á Gilote? ¡Púl para triunfos eternos del Bautismo;
Pascual . Escopid lá otra metá coronas pisa; por desiertos trueca
y escopiréis vueso nombre. del solio augusto aclamaciones reales,
Mari. Ea, desenójese, púrpuras ya en Casilda los sayales.
no chero que murrio esté, Estorbaba deseos la malicia
que es garrido y gentil hombre, de su infiel compañía, cuando anhela
el mi manso, el mi pachón retiros el afecto, y la noticia
encaja aquí. del amoroso ardor que la desvela;
Pascual. volvió por la inocencia la justicia,
Mari Pabros, peregrina impresión regiones vuela,
estaos queda con losdiabros, garza veloz que penetrando vientos
queme da el arremetón. aires engaña y vuela pensamientos.
Siguiéronle mis ojos, mis suspiros,
éstos se lleva y se remonta á aquéllos,
ESCENA VIII diamante flor en prados de zafiros,
Salen el Rey Fernando y Doña Blanca.— Dichos. del sol opositores sus cabellos.
Registré soledades y retiros,
Blanca. Huyó de tu compañía voces y pasos aventuro entre ellos;
la Infanta mora y don Tello, mas ¿qué importa, si en vano, aunque veloces,
tu Alteza puede sabello desmaya pasos y enronquece voces?
de los moros que traía. Pródigo de la vista, la dilato
Si de tí su Rey se fía desde una elevación que, presumida,
y después su ofensa sabe monarca es de diaman te, cuyo ornato
ACTO TERCERO 53
trono es del sol cuando amanece vida, el mal redime y á la envidia abrasa.
lince de un valle el fin, á Flora grato, Don Fernando.
sobre un enano mar miro vestido
del mismo sol que se incorpora en ella Vamos á ver prodigios de los cielos
retratarse en sus vidrios una estrella. que, si como don Tello, afirma, pasa,
Yacen dos lagos en distancia breve pies de Casilda adorarán mis labios.
al pie deesa apacible pesadumbre, Doña Blanca.
néctar de Apolo que abrasado bebe ¡Ay celos de alquitrán, padres de agraviasl
cuando le causa sed su misma lumbre, (Vanse.)
y es su pechera en desatada nieve
desde el verde coturno hasta la cumbre,
la sierra su vecina que entre espumas ESCENA X
aloja escamas y naufraga plumas.
Casilda, pues, en la arenosa orilla, Salen cuatro cuadrillas por entrambas puertas, cada
norte suyo la estrella precursora, una de por si, todos los de la compañía cantando
falaces yo en los pies paia seguilla, con pandero, sonajas, tamboril y gaita, vestidos de
mis voces huye y de estación mejora; villanos.
un césped se le acerca, maravilla Mus. i.° «¡Ay que á las velas de Casilda santa
que pasma al mismo tiempo que enamora, Quintana de Bureva se lleva la gala!
pues ya leve bajel sin vela y remo Mus. 2.° ¡Ay que á la vela de la ermita nueva
la traslada instantánea al otro extremo. Hojas y Galharros la gala se llevan!
Toca apenas cristales con la planta Mus. 3.° ¡Ay que á la vela de los lagos nuesos
cuando su enfermedad huye vencida, á todos se la gana la gaita de Bueso!
santas sus aguas por Casilda santa
pues ya ofrecen salud, ya voz de vida; Mus. i.° Bueso.
Mus. 2.° Quintana.
su virgíneo contacto virtud tanta Mus. 3.° Rojas y Galbarros.
al lago comunica, que se olvida Mus. 4.° ¡Vitor Quintana, cola todos cuatrol»
la sangre fugitiva ó se restaña Carkasc. No tengamos carambola,
de quien llega mortal y en él se baña. si á velar venido habemos,
Deja aquel valle, pues, y yo la sigo, son asentarse y callemos.
juzgando por atajos los rodeos, Mari. ¡Vitor Bueso y todos cola!
hasta una cueva donde fui testigo Uno. Si empezáis á daros, vaya,
de mártires victorias y trofeos. en pendencia acabaremos
Vicente, desde el tiempo en que Rodrigo
tan mala cuenta dió de sus empleos la fiesta, amigos, bailemos
y el africano tiraniza á España, todos juntos.
con sus reliquias honra esta montaña. Carrasc. Vaya.
En ella hallé á Casilda, en ella erige Mari. Vaya.
mausoleo á Vicente donde pueda Unos. «Que el pandero y la gaita de Ontoria
su culto venerar que en ella elige táñela tú, que á mí no me toca.
(Bailan.)
la habitación con que su amor hospeda; Otros. Quien tuviere flujo de sangre
convoca jornaleros y dirige entre en los Lagos y en ellos se bañe.
cuanto oro, plata, joyas, perlas, seda, Todos. Tócala tú, que á mí no me atañe.
del poder de su padre son indicio Otros. La mujer que no es paridera
para que abrevie el premio su edificio. lléguese al baño y tírele piedras.
Vuela la fama y los extremos toca Todos. Tócala tu, que á mí me da pena,
de España, que escuchándola se admira que el pandero y la gaita de Ontoria
multiplicada en lenguas, que una es poca, táñela tú, que á mí no me toca.»
verdad toda esta vez, las más mentira. (En lo alto de las peñas Pascual.)
A ver este prodigio se convoca Pascual. ¿Mari Pabros, ha de abajo?
cuanta nobleza, cuanto vulgo mira Serranos no os lo bailéis
desde sus atalayas la Bureva, todo, aguardad.
sus valles población, corte su cueva. Mari. Hao, ¿qué heis?
Estos los Lagos son de San Vicente, Pascual. Echar por esotro atajo.
incógnitos hasta hoy, ya medicina Mari. ¿Quién diabro os encaramó
de toda enfermedad, todo accidente. el mi Pascual?
Angel la Infanta ya de esta piscina, Pascual. Pide olorcs
Magdalena segunda penitente, Casilda y cójola flores
pero cándida virgen que encamina para el altar que labró
al cielo afectos que la den corona a San Vicente en la cueva.
y España la venere por Patrona. Mari. ¿Y si dais de colodrillo?
Don Fernando. Pascual. Vo á cortar aquel tomillo
Testigos falsos, Blanca, son los celos que enrame la ermita nueva.
enemigos sofísticos de casa. Mari. Ojo con la mata, asilda,
no haya enterrorio después.
Doña Blanca. (Desliga y cae quedándose asido de un
Dichosa la verdad que en sus desvelos tomillo todo el cuerpo en el aire.)
54 LOS LAGOS DE SAN VICENTE

Pascual. Huéronseme dambos pies: prenda en don Tello á quien debe


¡válgasme Santa Casilda! vuestro amor perseverancias
Carrasc, ¡San Vicente sea contigo; dignas que con vos se premien.
Todos. ¡Jesús! Don Diego ya no compite
Pascual. Todo me bazuco; con él, antes interceden
tomillo, á ser vos sahuco en su favor amistades
sino es que hué cabrahigo que indignaron accidentes;
la remembranza de Judas daréisle en Burgos la mano.
representa Juan Pascual, Blanca. Sois vos, Fernando el clemente,
Mari Pabros, sin dogal el iris de nuestras paces,
me ahorcan, las tocas viudas el espejo de los Reyes.
vos poned.
Mam. ¡Triste soceso! ESCENA XII
Carrasc Hombre, encomiéndate á Dios.
Pascual. Encomendaos por mi vos Sale Don Tello.—Dichos.
que yo no estó para eso. Tello. Nuestra Infanta, gran señor,
Él mi tomillo salsero, tanto con los cielos puede
vuélveteme mechinal, que eslabonando milagros
que de tu tomillo y sal admiraciones suspende.
componer mi nombre chero.
Tomé de la Sal seré; A costa de sus tesoros
mi mujer será Tomasa, templo fabrica solemne
Tomillos los de mi casa al César aragonés,
mi apóstol Santo Tomé. al siempre invicto Vicente.
Santa mora ya cristiana, Mas el común enemigo,
Casilda la ermitañesa, envidioso de que herede
la amorosa, la infantesa Casilda á Dios los milagros
la virgen, la toledana, con que esta tierra ennoblece,
lo que labrara de día,
doleos la santa de mí de noche, torpe y aleve,
pues vine con vos del Tajo...
Parece que va ancia bajo, por el suelo derribaba,
dando el tomillo de sí. porque el edificio cese.
Pidió favor á su esposo,
Descuélgome poco á poco. Casilda, y entre la ardiente
( Vase alargando el tomillo y él bajando.)
suspensión de sus discursos,
Mari. ¡Milagro! éxtasis toda celeste,
Todos. ¡Milagro extraño! inmóvil el cuerpo virgen,
{Llega abajo.)
oye que Dios la promete
Pascual Del mi suelo, año buen año; su fábrica restaurarle
con los hocicos vos toco. sobre ese risco eminente.
{Ilesa el suelo.)
Juntáronse las ruinas
Mari. ¡EI mi dueño, el mi carillo! y por sí solas se mueven
llega y enibiacíjame. (los ángeles de este alcázar
Pascual. Cuido que no os oleré artífices solamente).
Mari Pabros á tomillo. Toda la fábrica vuela
Mari. Bien haya quien en vos creye, por las nubes, de la suerte
Santa. que di Palestina á Italia
Pascual ¡Ilao! ¿qué gente es ésta? lo que en el Óreto tiene
Carrasc El Rey que viene á la fiesta asiento felices siglos.
Pascual No es mi algalia para el Reye. Tanto Casilda merece
que ya las piedras son plumas,
ESCENA XI por ella lo grave es leve.
{Música: sube una ermita toda y en
Salen Rey Fernando y Doña Blanca. -Dichos. ella, abiertas las puertas, de rodillas la
Santa elevada, y asiéntase el edificio sobre
Fernan. Celos, doña Blanca hermosa, lo más enriscado de las peñas.)
tienen ímpetus franceses, Fernan. ¡Oh asombro de los milagros!
rigurosos al principio, ¡Oh virgen!, que porque vueles
después ni activos ni fuertes. águila, al trono del sol,
Nieblas enlutan al sol, hasta su esfera te atreves:
mas en humo las resuelve patrón seré de tu casa.
la eficacia de sus rayos Tello. Toledo envidie y celebre
que, aunque acometidos, vencen. si venturoso el criarte,
Sol es la verdad, en fin, lloroso y triste el perderte
puesto que eclipsarla ¡ntegen la Patrona de Castilla.
nieblas del amor celosas, Los Lagos de San Vicente
que cuando amenazan mueren. son éstos; en la segunda,
Vos habéis cuerda elegido Tirso, su fin os promete.
ESCARMIENTOS PARA EL CUERDO

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

García de SÁ, viejo. Doña Leonor de SÁ.


Don Juan de Mascareñas. Doña Isabel.
Manuel de Sosa. Rosambijca, Reina.
Doña María de Su. va. Curguru, negro.
Safidín, Rey indio. Quingo, negro.
Bunga, negra. Marineros.
Diaouito, niño. Dos Criados.
Carbayo, lacayo. Neoros.
Barbosa. Soldados.

ACTO PRIMERO de Enrique, glorioso infante,


que ocasiona las primicias
deste dilatado imperio
y en diez lustros vió su silla,
ESCENA PRIMERA Portugal, triunfante en Goa,
Música de todos géneros y entran por un palenque freno absoluto de la India;
cun los instrumentos de un bautismo en fuentes de á sus triunfos, pues, eternos,
plata. Gentiles hombres bizarros en cuerpo; detrás añada Vueseñoría,
de todos Don Juan, que lleva sobre una fuente un Gobernador generoso
turbante y en él una corona, y en el remate una cru$. de tanto emporio y provincias,
Luego vestido á lo turquesco, de blanco, el Rey Sa- el que la fama le ofrece
fídín, descubierta la cabeza; á su lado Garcia de Sá, con la victoria más digna
viejo, gobernador, bizarro, en cuerpo á lo antiguo. de perpetuarse en bronces
Por otro palenque Soldados bizarros, uno de ellos que conservó el tiempo escritas.
con la banda de las Quinas de Portugal; y arcabu Quiso el gran Nuño de Acuña
ces, trompetas y cajas. Detrás, arrastrando una dar fin dichoso á sus días
pica, Manuel de Sosa, muy bizarro, y delante dél y gobierno, que en diez años
Diaouito con arcabuz pequeño, espada y daga. honraron tantas conquistas,
Arriba, en un balcón despejado y grande, la Reina con la inexpugnable fuerza
Rosambuca á lo indio, coronada, y á su lado Doña de Dio, que vió cumplida,
Leonor, muy bizarra, y Doña María, de hombre, á pesar de resistencias,
muy galán. Va á besar la mano Manuel á García ya idólatras, ya moriscas.
y tiénele. Dióla cuatrocientas brazas
de ruedo, con perspectiva
Manuel. A los triunfos portugueses, y figura triangular,
cuyas belicosas quinas, y en sus ángulos fabrica
armas ya, primero estrellas, tres célebres baluartes,
tiembla el Asia, Europa envidia, sin otro, que predomina
después que logró la Iglesia en medio la plaza de armas;
las católicas vigilias y al cabo la fortifica
50 ESCARMIENTOS PARA EL CUERDO

de fosos, muros, torreones, bombardas y chirimías.


portas, puentes levadizas, Llegó en seis fustas el moro;
armas, bastimento y cuanto pero apenas subió arriba
mostró el arte á la milicia. por la escala al galeón
Llamóla Santo Tomé, cuando manda que le embistan
Apóstol que santifica trescientos juncos y paraos
con su sangre á Meliapor (naves son de la milicia
y á Oriente con sus reliquias. indiana), con que en un punto
Presidióla con mil hombres; el mar, que de tanta quilla
y dándome su alcaidía se vió oprimido, espumando
premió en mi, cuando no hazañas, cólera, montes enrisca
lealtad que la califica. tan altos, que pudo en ellos
El Soldán de Cambayá, volverse la luna ninfa.
que á la libertad antigua Seis mil flecheros disparan
de su imperio vió poner á un tiempo jaras y grita
tal yugo en su tierra misma, tanta, que sordos y ciegos
é impaciente de que extraños temió el oído y la vista;
le registren las salidas pero haciéndose á la mar
y entradas que al Indo mar ios nuestros, las naves viran,
nuestro fuerte le limitan, y, parteando preñeces
por tres años de gobierno de bronce, las olas limpian
que estuve en aquella isla con las esconas de fuego,
procuró mi destrucción, cuyas pelotas derriban
ya en fe de paces fingidas, mil cabezas para chazas
disimulando asechanzas, de la fama que eternizan.
ya en peligrosas caricias, Tembló la armada blasfema,
convidándome á sus fiestas huyendo las que fulminan
y frecuentando visitas, nubes de metales roncos
ya, en fin, viendo mi cuidado los Falaris de sus vidas,
con descubierta malicia, y el bárbaro que intentaba,
asaltándome de noche mientras sus flechas granizan,
varias veces; mas perdida prender al Gobernador,
la esperanza de vencerme, viendo la mortal ruina
habiendo llegado un día de sus indios, temeroso
á Dio el Gobernador se arroja al agua, y encima
don Nuño con dos cuadrillas de sus olas con los brazos
de naves de guerra, apresta lisonjas al mar dedica.
el bárbaro la infinita Blanco de nuestros mosquetes,
multitud de sus vasallos llegó con tantas heridas,
(en secreto apercibida). que para escribir victorias
De paz al puerto se acerca su sangre al mar prestó tinta.
y con él concierta vistas Tomó puerto ya sin alma
que don Nuño rehusó el cuerpo infiel, y á la orilla,
diciéndole que venia en mausoleos de arena,
indispuesto; dióle fe no echó menos los de Libia.
el Soldán, y con festivas Saltamos en tierra todos,
demostraciones, creyendo y barriendo la marina
hacer en él presa rica de la infinidad cobarde,
y enviarle en una jaula la venganza hizo tal riza
de hierro al Gran Turco, avisa que, temerosas las almas
al capitán general de la estrecha compañía
que sus gentes aperciba. desus cuerpos, diez mil moros
Despachó luego un presente á la muerte hicieron rica.
de diversas salvajinas, Asaltamos la ciudad,
como corzos y venados que de nuestro fuerte dista
al enfermo, y se convida dos leguas, y entrando en ella,
á entrar á verle á su nave; ni la inocente puericia,
mas antes de darle, quitan ni la decrépita plata,
á la caza pies y manos, ni el sexo hermoso que priva
señal ordinaria en la India, de las armas el furor
cuando tal regalo se hace, y vence á la cortesía,
de que ya es gente cautiva admitió sus privilegios;
sin pies ni manos aquella porque igualmente la ira
á quien tal presente envían. portuguesa añadió á Troya,
Disimuló su soberbia, si no lástimas, cenizas.
y admitiendo su visita Satisfizo su hambre el fuego,
le hicieron bélica salva como su sed la codicia,
ACTO PRIMERO 57
con los robados despojos, por las riberas egipcias
y después que por tres días sesenta y cuatro galeras
unos lloran y otros cantan, y en ellas turcos alista.
el gran Nuño fortifica Trece mil rumes (así
la plaza; añade soldados á los turcos apellidan
á la fortaleza é isla; en estas partes, creyendo
encarga á Antonio Silveira, que de Boma se originan);
persona tan noble y digna, genízaros los seis mil
de su gobierno, que puede y esotra gente escogida,
serlo desta monarquía. ejercitada en Europa,
Cumplidos ya mis tres años, los más de su guardia misma;
llevarme en su compañía Nómbrales por General
quisiera el Gobernador; el Bajá de Egipto, digna
pero la amistad antigua persona para tal cargo
del nuevo alcaide Silveira por la experiencia y noticia
pudo tanto, que me obliga en las cosas militares;
á militar á su sombra, pero de tan peregrina
y la inclinación y estima crasitud y corpulencia,
que á Dio y su fortaleza que dicen que le caía
tengo, pues fué hechura mía, sobre los pechos la carne
y yo su primer caudillo, de la barba, y que las tripas
me compele á que le asista. con una faja al pescuezo
Murió el gran Nuño, si muere atadas, le daba grita
quien, á pe^ar de la envidia, nuestra gente, y le llamaba
en archivos de la fama ganapán de su barriga.
al tiempo se inmortaliza, Éste, pues, aunque tan grueso,
y entró el gran don Juan de Casiro, inmóvil en una silla,
tercer Virrey de la India, lo que en las fuerzas le falta
que cargado de victorias equivale en lo que arbitra;
en flor la muerte marchita. desembarcó en Cambayá
Muerto, pues, el Soldán viejo, y recibióle en su orilla,
Baduz de la fuerte dicha, con aplausos y lisonjas,
y siendo su sucesor el Soldán y su familia;
un sobrino (que no estiman y deseosos los dos
los hijos para herederos de dejar la tierra limpia
en estas anchas provincias, de lusitanos estorbos,
sino á los hijos de hermanas, marcharon al otro día,
pues de este modo averiguan llevando en entrambos campos,
ser su sangre y aborrecen sin chusma y gente baldía,
sospechosas bastardías cuarenta y siete mil hombres,
por las dudas de los padres, los treinta de flechería,
que en la mujer no peligran); los demás ejercitados
deseando la venganza en el mosquete, la pica,
del tío, en secreto envía y los demás que en Europa
embajadores á Grecia honra nuestra disciplina.
que al Turco favor le pidan Llegados por tierra y mar
con quedestierren del Asia tercios y naves nos sitian,
las portuguesas reliquias, y luego al asalto tocan,
y sujetando el Oriente porque no nos aperciban
usurpe su monarquía. la prevención y el sosiego;
Es el bravo Solimán pero al instante que arriman
el que ahora tiraniza escalas á la muralla,
el otomano gobierno; las coronan por encima
aquel que tembló en Hungría portugueses que, animosos,
de la fortuna de Carlos, trescientos turcos derriban
y afrentoso se retira á la ruciada primera
de las águilas del César, de nuestra mosquetería.
luz de Austria y sol de Castilla. Eramos sólo quinientos,
Este, pues, considerando cincuenta mil la enemiga
que si codicioso esquilma multitud; contad ahora
las orientales riquezas, á qué tantos nos cabría.
sus drogas y especierías, Matáronnos seis no más,
señor del globo terrestre y cobardes se retiran
será fácil su conquista á las tiendas de Cogá,
y del un trópico al otro General de la provincia.
no habrá nación que no oprima, Hubo entonces portugueses
arroja al Bermejo mar á quien el valor anima
58 ESCARMIENTOS PARA EL CUERDO
de suerte, que abren las puertas fué que al tuico atemoriza.
y !a retaguardia pican Quedó el bárbaro asombrado;
hasta c :;-er treinta de ellos, y ciego, al cuarto de prima,
que con música festiva el castillo de Rumeo
colgaron de las almenas, asalta, y á escala vista
para mayor ignominia, le entró, perdiendo los nuestros
con sus arcos á los cuellos, en su defensa las vidas,
cimitarras en las cintas, sin quererse dar jamás,
turbantes en las cabezas, y entre ellos la valentía
vestidos de telas ricas. de su capitán Pacheco,
Blasfemaba el Bajá grueso, cuya muerte en bronce escrita,
que nuestro valor admira; siendo herencia de la fama,
pero lo que sintió más á un tiempo alegra y lastima.
es ver que el mar solemniza Diez asaltos generales
nuestra victoria de modo nos dieron en veinte días,
que, aplaudiendo nuestra dicha, sin dejarnos sosegar
montes de vidrio levanta uno solo; pero diga
por que en los cascos embistan. si ardides y estratagemas,
Chocaron unos con otros tiros, flechas, fosos, minas,
de suerte que, sumergidas hallaron la vigilancia
seis galeras, las demás, de nuevo valor vestida.
destrozadas, se retiran Treinta hombres quedamos solos
al puerto de Madrcfaba, de quinientos, mas suplía
cinco leguas más arriba el ánimo cantidades,
de Dio, donde ancorando, hasta que al fin nos animan
cansancio y temor alivian. veinte fustas de socorro
Atrincheróse en el cerco que don Juan de Castro envía
el campo; y la artillería, con armas y bastimentos,
á caballero plantada, y de noche dieron vista
comenzó la batería; á nuestro fuerte, trayendo
y porque nuestros reparos con presencia ostentativa
menos al esfuerzo sirvan, cada uno cuatro faroles.
una máquina echó al agua, Oyeron sus culebrinas
que puso al principio grima. los turcos, y sospechando
Era un galeón cargado tener á toda la India
de pez, pólvora y resina, sobre sí, pegando fuego
de safitre y alquitrán, á su alojamiento, guían
que al fuerte del mar arriman, á embarcar, tan temerosos,
para que, dándole fuego, que el bagaje, artillería
mientras le vuelven ceniza y cuatrocientos heridos
las llamas, les den entrada, dejó, por que no le sigan.
y el humo que desatina Veinte mil le degollamos
estorbe nuestra defensa. en dos meses, cuyas vidas
La traza era peregrina, nos costaron cuatrocientas,
á no ser tan grande el peso, á cincuenta bien vendidas.
que aguardaron aguas vivas Recogimos los despojos;
para poderle arrimar; y con fiestas y alegrías
pero osó la valentía en procesión venerable
de Francisco de (jobea, dimos las gracias debidas
capitán de infantería, á Dios y á su Madre intacta.
hacer una hazaña hasta hoy No cuento, por infinitas,
sin ejemplar c inaudita, hazañas particulares:
española, temeraria, los extraños las escriban.
portuguesa, ejecutiva. Sólo digo que hubo esfuerzo
Aguardó á la media noche, (el ánimo desatina)
y arrojándose en camisa de portugués que, faltando
al agua con una mecha la munición, se derriba
dentro un cañón encendida, los dientes con el cañón
y una bomba de alquitrán, (es loca la valentía),
al galeón se avecina, matando á turco por diente.
y en un instante le pega Estime Vueseñoría
la contagiosa malicia, esta célebre victoria,
con que los tres elementos, y valerosa prosiga
aire, tierra y fuego, lidian las hazañas portuguesas
sobre el cuarto de tal forma, porque el Asia se nos rinda.
que reventando en astillas, García. Estando vuestro valor
luminarias de esta hazaña en Dio, Manuel de Sossa,
ACTO PRIMERO 59
la victoria era forzosa, Manuel. Corto fué,
por más difícil mejor. y mis hazañas pequeñas
Safidin, Rey de Tanor, sin don Juan de Mascareñas,
(provincia es de Malabar), columna de nuestra fe.
se ha venido á bautizar; Mucho traigo que contaros.
que mientras reino conquisto Diaoiiit. Si mi pequeñez merece
en paz, también sabe Cristo esa mano que ennoblece
coronas á su ley dar. á cuantos llegan á hablaros,
El y la Reina han honrado haga mis principios claros
nuestra corte, y yo, padrino y honre vuestra señoría
de Safidin, determino con ella la boca mía.
festejar tan gran soldado. García. ¿Quién sois vos, rapaz hermoso,
A buen tiempo habéis llegado; tan portugués en lo airoso,
ponga luminarias Goa, tan hombre en la bizarría?
y de la mejor canoa Diaguit. Poca cosa en lo chiquito,
hasta el mayor galeón, si grande en lo portugués;
con festiva ostentación hidalgo me dicen que es
adornen de popa á proa. mi padre, y yo soy Diaguito.
Manuel. Deme á besar Vuestra Alteza García. Manuel: ¿es vuestro?
la mano. Manuel. Un delito
Safidín. Las vuestras dan amoroso en Portugal
asombros á Solimán me le dejó por señal
y á Cambayá fortaleza. y pena de mi ignorancia.
Cristiano soy, la llaneza García. Qué, ¿hijo es vuestro?
de Portugal es la mía; Manuel. Es de ganancia.
alistad desde este día, Gargía. Ganancia fué de caudal.
sin reverenciar mi estado, Diaouit. Nadie diga que es mi padre;
Manuel de Sossa, un soldado, que á mí nadie me engendró
hermano de don García. en el mundo mientras yo
El nombre dejo primero no sepa quién es mi madre.
con la ley: ya soy nuevo hombre; Esa ganancia le cuadre
en las obras y en el nombre al que es torpe mercader,
imitar vuestro Rey quiero. y ninguno ose poner
Déme don Juan el Tercero en mí, con viles empleos,
con el suyo su valor; que por o corpo de l)eos
don Juan soy, Gobernador; que os bofes lie he de comer.
que este blasón inmortal Carball Tomaos con el rapacito.
como ¡lustra á Portugal Safidín. ¿Vióse donaire más b j 1 l o ?
ha de ilustrar á Tanor. García. Es portugués, basta sello;
Cuando en el agua divina no haya más, señor Diaguito.
mi esposa vuelva á nacer, Leonor. Gustome ha dado infinito.
el nombre le ha de poner María. Subid al balcón, amores.
vuestra Reina Catalina. García. Las damas arrojan flores,
A Dios la cerviz inclina, hagámos'as cortesía.
y á pesar del Alcorán, Manuel. Plegue al cielo, Leonor mía,
pues ley y nombre nos dan que no paren en rigores.
vuestros Reyes, ¿qué más fama, (Entranst con música, como vinieron,
si Catalina se llama y quedan Carbaldo y Barbosa.)
y el Rey Safidin don Juan?
García. Gracia, señor, significa;
gracias al cielo se den, ESCENA II
pues en vos los nuestros ven Oarrallo y Barbosa.
la gracia que os vivifica;
en cuerpo real alma rica Barbosa. Pues, Catballo, ¿cómo ha ido
de virtudes; envidiar allá con tanto rebato?
os pueden á un tiempo y dar CaRBAll.Como tres con un zapato:
parabienes mi contento: poetas habemos sido.
reinar sin Dios es tormento, Barbosa. ¿Cómo?
servir á Dioses reinar. Caprall. Hicimos maravillas.
Juan. Dadnos, capitán de Dio, Entre los tiros diversos
los brazos, si merecemos hay unos llamados versos
los que vuestros triunfos vemos que arrojaban redondillas.
gozarlos. Otros de mayor estima
Manuel. ¡Oh don Juan mío! que, porque si disparaban,
El alma que alegre os fío á ocho ios arrimaban,
con ellos es bien que os dé. se llaman octava rima.
Juan. ¡Grande valor! Poetizaba un culebrón
6o ESCARMIENTOS PARA EL CUERDO

al turco de un parapeto de obligaciones de amor,


que se llamaba soneto, cuando profesa valor,
mas dad al diablo su son; su valor ha amancillado?
porque derribaba á bulto, Salí por ver sí hallaría
echando su consonante, el que llama la confianza
cuanto topaba delante. cabo de Buena Esperanza,
Barbosa. Ese tal debe ser culto. mas no le tiene la mía.
Carball. Otro de una cota armado Y no me anegó la suma
con dos quintales de bola de tanto golfo y rigor;
de catorce pies. que no anega el mar á amor
Barbosa. ¿Y cola? porque es nieto de su espuma.
Soneto fué estrambotado. Hombre con obligaciones
Carball. Pues ¿qué ciertos falconcillos tan precisas de remedio,
que enramados escupían con un hijo de por medio,
balas y piedras? que suelen ser eslabones
Barbosa. Serían que encadena voluntades,
romances con estribillos. y en él, el que trujo ha sido
Carball. Desto hubo abundantemente, Leteo para su olvido,
y más que si disparaban no para mis soledades.
todos ellos se preciaban Sin escribirme en tres años
de poetas de repente, siquiera una letra sola,
asombrándose de vellos registrando yo cada ola
en llegándose á entender. y engañando desengaños
Barbosa. Sátiras debían de ser que apaciguaban deseos;
pues que todos huyen de ellos. y por la ribera abajo
Ahora bien, señor Carbal lo: pidiendo cartas al Tajo,
si no tiene alojamiento, creyendo que eran correos
el mío estará contento las crecientes que á mis puertas
de servil le y de hospedallo. olidas daban sucesivas,
Carball. Beixo o as ¡naos. para todos aguas vivas
Barbosa. La amistad premia y para mi sola muertas.
con lo que tiene, y acá, Cansóse ya la paciencia;
si en versos de bronce da nombre me dió de su esposa
toda Goa es Academia. (Vase.) mil veces Manuel de Sosa;
tomó como tal licencia
que aposesionaron ruegos.
ESCENA III Partióse y llevó consigo
Sale Doña María en hábito de hombre.—Carbai lo- de un año un solo testigo
de mis disparates ciegos.
María. ¡Ah fidalgo! Debiéronse de anegar
Carball Esc es mi nombre. entre inmensidad de espumas,
María. Una palabra entretanto palabras; que éstas y plumas
que entran. lleva el viento; ¿qué hará el mar?
Carball ¡Jesu, corpo santo! Carball. La guerra y tiempo divierte
¿qué he visto? ¿quién eres hombre? el ocio de esos cuidados;
María. ¡Ah, Carballo! ¿quien podía no es amor para soldados
ser, sino una desdichada y la ausencia es otra muerte.
sin honor y ya olvidada? Mucho os quiso mi señor,
Carbali . Señora doña María, y viendo vuestra belleza
¿en la India vos ? ¿Vos en Goa, realzada con la fineza
y en traje tan indecente? de tanta lealtad y amor
María. Mujer amante, y ausente le obligará, cosa es clara,
aborreciendo á Lisboa, y si olvidarse es delito,
donde promesas y engaños hará las paces Diaguito,
acaudalaron enojos, que es los ojos de su cara.
pagando en llanto los ojos María. ¡I lijo de mi corazón!
olvido de tantos años; Sus deseos solamente
cuando llegué á aventurar causa ha sido suficiente
lo menos, si ya perdí á mi peregrinación.
lo más, ¿qué mucho que aquí ¿Quién duda que de su madre
me halléis? olvidado, el Capitán,
Carball ¿Que'el inmenso mar aquí sus gustos tendrán
y sus peligros se atreva empleo que más les cuadre?
á pasar una mujer? Carball. No sé, aunque tientan á pares
María. ¿Qué mar como el bien querer? las indianas hermosuras,
¿qué golfos como hacer prueba que pruebe sus aventuras
en un hombre que olvidado con las damas malabares;
ACTO PRIMERO 6l
que en la India, porque se note, García. Es muy agradecida,
las caras que soplan brasas, Leonor, y estáos, Manuel, reconocida;
unas son ciruelas pasas mas no tratando de esto,
y otras son de chamelote. sabed, Manuel de Sosa, que he dis
Las daifas más estimadas, darla seguro estado; [puesto
y que aquí se solemnizan, yo estoy de canas y de vejez cargado;
si no negras, mulatizan Leonor es mi heredera
y son ninfas nogueradas. y única sucesora; en fin, quisiera
Ninguna el rostro se adoba, que la honrara un esposo
no se perfuma ninguna, fidalgo en sangre, en obras generoso.
las más huelen á grajuna Para esto había elegido
y todas son de caoba. á'don Juan Mascareñas, conocido
¿Qué voluntad amarilla por su valor y hazañas,
las ha de amar, si es discreta, no sólo en su nación, en las extrañas;
habiendo dama con teta mas repúgnalo tanto
que la llega á la rodilla? queofende su obediencia con su llanto.
El gusto de mi señor Dice que mientras vivo
es de noble portugués; culpará mi crueldad si la cautivo,
llegad á hablarle después pues en mí la dió el cielo
que deje al Gobernador; amparo, esposo y padre. Este desvelo
que puesto que en su palacio me causa pesadumbre,
se aposenta, tiempo habrá y el dársela también, porque es la lum-
que amante os satisfará. y objeto de mis ojos [bre
Ellos vienen; más despacio y llegárame á ellos darla enojos;
podréis estimar, señora, vos podéis persuadirla,
finezas de vuestra fe; pues os tiene respeto, y reducirla
que si de repente os ve á lo que yo no puedo.
le alborotaréis ahora. (Vanse.) Manuel. ¡Ay cielos rigurosos!
García. Ved que quedo
en vos, Manuel, confiado.
ESCENA IV Don Juan es vuestro amigo, gran sol-
Salen el Gobernador y Manuel de Sosa. su edad en primavera, [dado;
su sangre ilustre y que heredar espera
García. Cuando pasé ahora un año un mayorazgo rico;
por Cambayá, y la aseguré del daño galán, y en condición os certifico
que Dio recelaba que un ángel me parece;
con el bárbaro cerco que esperaba, decid que goce el. bien que Dios la
mi gobierno acabado Manuel. Si en mis ruegos estriba |ofrece.
en Caúl, fui de vos tan regalado, el daros gusto á vos, mi persuasiva,
que mi Leonor no sabe señor, puesto que tosca,
sufrir conversación que no os alabe. Íirocurará que humilde reconozca
Dice que lo que estuvo o mucho que en serviros
con vos en Dio, á nuestra patria tuvo interesa.
de tal suerte olvidada, García. Venid á divertiros
que, en vuestra compañía agasajada, á la marina un rato
ni echó menos á Goa conmigo, si gustáis, que ya su ornato
ni supo si en el mundo había Lisboa. la noche mercadera,
Ahora, pues, quisiera, ausente el sol su opuesto, saca afuera
Capitán, hospedaros de manera, y apercibid mañana
ya que os tiene en palacio, razones concluyentes, que si allana
que descansando en él por largo es Leonor su resistencia
saliera de este empeño, [pacio y por vos califica su obediencia,
que según le encarece no es pequeño. deberáos don García,
Su fiador he salido, una alegre vejez.
y así, mientras gobierno la India, os Manuel. ¡Ay Leonor mía;
que en nuestra compañía |pido siendo ya vos mi esposa
cumpláis con mi deseo y su porfía. igualmente constante. como hermo-
Manuel. Términos portugueses qué desacierto ha sido [sa,
son pródigos en ella; por dos meses hacer casamentero al que es marido!
que merecí hospedaros (Vanse.)
en Dio y con desees regalaros,
que con obras ya vía
que era imposible á vuesa señoría ESCENA V
en una fortaleza Salen Doña Leonor dando un papel á Doña María.
tan pobre agasajar tanta nobleza,
por término tan breve Leonor. Mira que de ti me fío,
noes bien confiesedeudas que no debe. Acuña.
62 ESCARMIENTOS PARA EL CUERDO

María. Daré el papel esto merece


puntual, secreto y fiel; mujer que en mujer se fia.
pues siendo vos dueño mío (Rómpele.)
y debiéndoos lo que os debo Lee: «Permisiones de mi amor
desde que os entré á servir, han dado causa á un delito
mi contento es asistir que, por no ser para escrito,
á vuestro gusto. la pluma enfrena el temor.
Leonor. Me atrevo Vuestra vida con mi honor
en fe de esa confianza corren riesgo don Manuel;
á extrañas cosas por ti. la honra es siempre cruel
María. No fuera no hacerlo asi que sus agravios conoce,
tanta con vos mi privanza. diréos viéndome á las doce
Leono: Mi padre no hay que avisar, lo que no osó este papel.»
si eres discreto. ¡Ay, ofendida esperanza!,
María. Ni es justo; ya de vos no hay que hacer cuenta;
¿llévoles cosas de gusto? ¿en tierra, celos, tormenta?,
Leonor. Ño son sino de pesar. ¿en el mar, amor, bonanza?
Encárgole cierta cosa Peligros de esta mudanza
difícil y de importancia. ya los temieron mis daños:
María. Perdónese mi ignorancia; ¿al cabo de tantos años
creí que Manuel de Sosa me anegan agravios, ciclos?
era vuestro pretendiente Sí, que no son donde hay celos,
dichoso y correspondido Santelmo los desengaños.
con asomos de marido. ¿Qué dudo, si por escrito
Leongr. ¡Jesús! Es tan diferente confiesa doña Leonor
de esto lo que le encomiendo, permisiones de su amor
que antes ha de disuadir que condena por delito?
á mi padre é impedir Pemedios que solicito
pretensiones. mis desengaños los borren,
María. Ya lo entiendo; riesgo le escribe que corren
no hay que declararos más; su honor y vida, ¡ay de mí!
cumpliré mi comisión mi amor los corre, eso sí,
como tengo obligación. pues dichas no le socorren.
Leonor. En el jardín me hallarás. {Vase.) ¿Qué riesgos pueden correr
sin terceros sus amores?
Mas amor que esconde flores
ESCENA VI mal puede el fruto esconder.
Doña María. Deben de echarse de ver
hurtos de su amor liviano;
Billete doña Leonor y de su padre, no en vano
para mi Manuel de Sosa, temerá la justa pena;
de su padre recelosa mas pues sembró en tierra ajena
con tal secreto y temor: que lo pague el hortelano.
sospechas, sino es amor, Palabra me dió de esposo
¿qué puede ser? y un hijo que en su resguardo
¡Qué presto empiezo á temer! no le ha de afrentar bastardo;
mas es del amor efeto, don García es generoso;
¿papel secreto ya, secretos, es forzoso
sin verle yo y soy mujer? que os saque el peligro afuera;
Celos míos, eso no; á hablarle voy aunque muera;
que para desestimaros que si se han dado los dos
con indicios menos claros las manos, para con Dios,
sospecho mis males yo; de palabras la primera. (Vase.)
amor por oficio os dió
andar inquietos ESCENA VII
y acechar siempre indiscretos
lo que no alcanzáis á ver; Salen Don García y Don Juan.
donde hay mujer
y celos nunca hay secretos. Don García.
¿Yo, amante menospreciada; Iréis, don Juan, con una escuadra mía
doña Leonor cuidadosa; de galeras, armadas para guarda
papel á Manuel de Sosa; del Rey recién cristiano, cuando el día
mi amor y fama olvidada, salude el alba con su luz gallarda;
y qué no ha de saber nada labraréis en Tanor la factoría
don García? que Safidín ofrece, y si se tarda,
No, celosa pena mía, y su gente en negarla está resuelta,
más mal hay del que parece; cargaréis la pimienta y daréis vuelta.
ACTO PRIMERO 63
Don Juan. y hoy venido, ausente ayer
Si promete premiar, Leonor hermosa, Donde es forzoso el creer
por ti, ¡oh, señoi!, la fe con que es querida, excusado es el dudar,
corto trabajo á largo premio mides: peligroso el sospechar,
los doce añade con que se honra Alcides. afrentoso el permitir,
Iré á Tanor, y como se me encarga, pusilánime el sufrir
persuadiré á su Rey cuando le lleve, y cuerdo el averiguar.
al tributo, al presidio y á la carga Nueve meses ha que en Dio
de especia y drogas que cumplirnos debe su alcaide nos hospedó;
la dilación que amor juzgará larga; ¿si la posada pagó
ya portugués Jacob, tendrá por breve á mi costa el honor mío?
mi esperanza, aumentando en sufrimientos, Cuanto más de Leonor fío
á mis servicios más merecimientos. menos hay que hacer caudal
Don García. de laque es más principal,
Id, pues, don Juan amigo, á apercibiros, y más cordura el temer;
que quiere Safidin salir mañana que es el vicio en la mujer
antes que el sol. defecto trascendental.
Mas no ofendamos su estima
Don Juan. h«ista aquí sólo iniciada;
¡Oh golfo de zafiros!, en Dio entró acompañada
dad prisa ai alba de jazmín y grana; de doña Isabel, su prima.
no hay vientos que esperar donde hay suspiros; Menos la bala lastima
no hay mares que temer cuando se allana que está del cañón más lejos;
á quererme Leonor; de Alción los días procuren sanar consejos
serán al mar las esperanzas mías. (Vase.) lo que culpas informaron;
que no en balde se estimaron
en más los médicos viejos.
ESCENA Vllt Mas nunca doña Isabel
Sale Doña Isahki. á una puerta con un niño cu los me alabó tan oficiosa
brazos. — García. y necia á Manuel de Sosa
como Leonor siempre en él.
Isabel. Si está avisado, él será. Si noble, sólo Manuel
García. ¿Qué es esto, á tal hora abierta, con la nobleza se alzó;
cielos, del jardín la puerta? si discreto, él se llevó
Isabel. Fidalgo, llegaos aca. la cátedra de los sabios...
García. Disimular es mejor. ¿Siempre Manuel en los labios
Isabel. ¿Sois Manuel de Sosa? y no en el alma? Eso no.
García. Sí. ¿De qué sirve en mi porfia
Isabel. ¡Qué presto le conocí! hacer discursos á obscuras,
¿Dónde está el Gobernador? si todas mis conjeturas
García. Rondando las portas. paran en deshonra mía?
Isabel. Bien; Mi sangre á Leonor envía,
lo mismo Acuña me dijo. mi sangre, que no se infama;
Poned en cobro este hijo de mi sangre, Isabel, rama,
de que os doy el parabién; corre también por mi cuenta;
que es tan parecido á vos pues si cualquiera me afrenta,
que en él se verá su padre; ¿qué está dudando mi fama?
riesgo ha corrido su madre, ¡Oh, quién en tal confusión
mas ya está mejor. Adiós. sin riesgo de la prudencia,
(Cierra y vase.)
t imitara la sentencia
que hizo sabio á Salomón!
EXCENA IX Supiera en la partición
García. del infante pleiteado
por dos madres, mi cuidado,
¿Sueño? ¿Estoy despierto ó loco? aunque dos partes le hiciera,
Durmiendo debo de estar; quién era la verdadera
mas, temor, si esto es soñar, y quedase yo vengado.
¿qué puede ser lo que toco? Pero yo sé que no osara
A quimeras me provoco dar la sentencia que dió,
que desmienten mi sentido, Salomón, si como yo
¿Manuel de Losa hoy venido su infamia participara.
y con hijo que nace hoy? Callemos, que si á la cara
no, cielos, durmiendo estoy. se asoma la enfermedad,
Pero despierto y dormido 3lla dirá la verdad
á un tiempo no puede ser... y yo vengaré mi mengua,
¡Qué de sospechas colijo! pues la discreción sin lengua
«Poned en cobro este hijo»; veneró la antigüedad.
64 ESCARMIENTOS PARA EL CUERDO

ESCENA X á que el mundo me afrentara.


Salen Manuel de Sosa y Carballo.— García. ¿De qué servirá alegar
olvidos de tanto amor
Carball. En paje se ha transformado; con la ausencia y con el mar,
mira, al tiempo que has venido. si hago mi culpa mayor,
Manuel. ¡Qué para poco que ha sido pudiéndome despertar
el mar, pues no la ha anegado! un hijo en cuyo retrato
En todo soy desdichado. contemplando cada rato
Carball. Si con dos has de casarte, su hermoso original vía?
lo mejor será ausentarte. ¡Ay, cara doña María,
García. Este es. dame muerte por ingrato!
Manuel. ¡Ay, Leonor hermosa! María. No digas más, que en quien ama,
García. Capitán Manuel de Sosa: Manuel, disculpa menor
una palabra aquí aparte. basta á despertar su llama,
Manuel. ¿Quién sois? agravios perdona amor,
García. Estaráos mejor que por eso dios se llama.
no saberlo. Siendo hombre tú, no me espanto
Manuel. ¿Otro cuidado? que ausente no correspondas
García. Ésto para vos me han dado; á tus deudas y á mi llanto.
guardáos del Gobernador. (Vase.) Tantos mares cuyas ondas
sepultaron bajel tanto,
¿qué mucho que puedan más
ESCENA XI que yo? Disculpado estás,
que ya de la ley salieras
Manuel de Sosa y Carballo. de amante ausente si fueras
más firme que los demás.
Manuel. ¡Ay, cielos! Yo perdono lo pasado
Carball. ¿Hirióte? como enmiendes lo presente.
¡Ay, Leonor! Manuel. No hay más amor bien logrado
Hijo es este; ¿hay más azares?
que el que en belleza prudente
Carball. ¿Qué tienes? hace fácil su cuidado.
Manuel. Nada. ¿Pesares, ¡Qué discreta es tu hermosura,
tantos juntos? No me sigas: generosa en perdonar
vete. agravios de mi locura!
Carball. Voime. María. No hay ciencia para tornar
Manuel. No lo digas. atrás el tiempo, ni hay cura
Carball. ¡Mujeres é hijos á pares! que remedie lo pasado
sino sólo el escarmiento.
Manuel, ya estás perdonado;
culpas venideras siento;
sospechas me dan cuidado.
ACTO SEGUNDO Hermosa es doña Leonor,
su padre Gobernador,
hombre tú, yo tu mujer;
la riqueza y el poder
ESCENA PRIMERA se oponen contra mi honor.
Salen Doña María, de hombre, y Manuel de Sosa. En el papel que te escribe
delitos de amor confiesa,
Manuel. Son con tanto fundamento y á peligros te apercibe;
tus quejas, doña María; la venganza portuguesa
tan justo tu sentimiento, no en cera, en diamante vive;
tan grande la culpa mía, cosa que no es para escrita
tanto mi arrepentimiento, y que riesgos amenaza,
que el silencio sólo puede mal su opinión acredita,
responderte, pues en él, si del secreto hace plaza,
porque más confuso quede que amor mostrar solicita.
de mi descuido cruel, No es mujer doña Leonor
la pena el agravio excede. que hiciera ofensa á su honor,
¡Seis años de amor perdidos, menos que estando segura
tus méritos ofendidos, de la fe con que procura
tus favores mal pagados, burlar bellezas amor.
sin premio tantos cuidados Si ésta que cumplas espera •
y yo con tantos olvidos! y en ser tu esposa se funda,
Si disculpas les buscara, cristiano eres, considera
mayor mi delito hiciera, lo qué será la segunda
más tu enojo provocara viva la mujer primera;
y mayores causas diera que tengo á Dios de mi parte
ACTO SEUUNÜO 65
y un hijo hermoso en que estriba sulrimientos de diamante
mi acción para condenarte; que admire, aunque no los crea.
que es Diago, cédula viva Manuel. Dentro de una hora, don Juan
de que no podrás librarte. se ha de partir á Tanor,
Y si pagando mi amor de una armada capitán,
dejas á doña Leonor, cuya amistad y valor
¿qué remedio han de tener aliento á mis penas dan.
deshonras de una mujer, De su nobleza liado,
¡ras de un Gobernador? haciéndole compañía,
Manuel. No he de negarte verdades saliéramos de cuidado;
que entre tantas confusiones pero daré, esposa mía,
acusan mis libertades. sospechas, de ayer llegado,
Despeñáronme ocasiones, si hoy me ausento y me despido,
cegáronme mocedades; regalado y persuadido
distancias de tu hermosura de don García, que ignora
peligros atropellaron, agravios de honor, y ahora
que á plaza sacar procura que le asista me ha pedido.
mi suerte; ¿cuándo acertaron Doña Leonor, si la dejo,
el amor y la locura? contará desesperada
I¿n Dio fué huésped mío lo que ha ocultado el consejo
el Gobernador, y en Dio, é impedirá mi jornada
con haber, mi bien, tan poco con mi vida airado el viejo.
de Dio á Dios, mi amor loco Vete con don Juan, amores,
al tirano señorío sin que descubras quién eres,
de la belleza rendido, que en pasando estos rigores,
sin resistencia al valor, cuando algún tiempo me esperes
sin prevención al sentido, podrás con gustos mayores
la conciencia sin temor premios debidos gozar
y la memoria en olvido, de mi amor, y yo mostrar,
al inviolable respeto si mudable te ofendí,
con que el huésped se asegura, que sé volver sobre mí
me atreví; fié al secreto como te supe olvidar.
delitos que mi locura María. ¿Pues qué inconveniente tienes
saca en público. En efeto, que yo me quede contigo?
persuasiones amorosas, Manuel. Muchos, si á saberse viene
frecuencias siempre dañosas, mi insulto, cuyo castigo
promesas, seguridades, será mortal; no conviene
y entre ellas, conformidades que tú participes de él.
de estrellas ya rigorosas, Don García es riguroso,
en dos meses alcanzaron la vejez es siempre cruel,
conyugales permisiones si sabe que soy tu esposo
que palabras engañaron, y á su noble sangre infiel,
que dispusieron traiciones alcanzaráte el rigor
y derechos profanaron. de su enojo. Al darme el hijo,
Partiéronse, y yo ignorante triste fruto de mi amor,
llegué ayer, porque hoy castigos un hombre oculto me dijo:
padezca mi fe inconstante, «Guardaos del gobernador».
con dos hijos por testigos Quien me avisa que me guarde
y dos esposas delante. de él, amores, ya hace alarde
Pero, en fin, doña María, de que su agravio recela;
escoja la suerte mía siempre es vieja la cautela
de dos daños el menor, como el delito cobarde.
viviendo tú, no es Leonor Muera yo si ya está dada
mi esposa, ni mi osadía la sentencia contra mí,
es bien que al cielo se atreva. y no muerte duplicada
Si te das á conocer con la tuya: quede en ti
harás en mi muerte prueba la imagen bella amparada
del rigor de una mujer de un hijo en quien resucito;
deshonrada con tal nueva. luz hermosa que adoramos.
Sólo un medio se me ofrece Mi bien, ¿no será delito
con que este daño excusemos: riguroso, si dejamos
si difícil te parece los dos huérfano á Diaguito?
muera yo y acabaremos Claro está; mejor podré
la pena que me enloquece. ausentarme cuando esté
María. Como perderte no sea, libre de ti, del rigor
propón peligros, y vea que temo. Vete á Tanor,
el mundoen mi amor constante que al punto te seguiré.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II 5
60 ESCARMIENTOS l'ARA EL CUERDO

María. ¡Ay, Manuel, que estoy dudosa ESCENA II


de que quieres engañarme!
En Goa Leonor hermosa; Salen García dk Sá, Carballo y dos Guiados.
tú mudable y yo ausentarme
cuando se llama tu esposa García. Cerrad con llave las puertas
con un hijo? Si el postrero de todas aquestas salas.
estiman los padres más, Carball. ¿Cerrar las puertas? ¡Qué malas
de tu olvido sólo espero nuevas!
que ingrato añadir querrás García. No dejéis abiertas
segundo agravio al primero. las ventanas.
Manuel. Plegue á Dios, prenda querida, Carball. ¿Eso más?
si llorases ofendida García. A los dos nos dejad solos.
mi lealtad y fe constante Carball. Mal se ponen estos bolos;
que vengativo levante Carballo, en peligro estás.
peligros contra mi vida García. En viniendo quien os dije
cuanto esta máquina encierra. traedlc también aquí.
Si navegase, la guerra
(Vanse los dos Criados.)
del mar llevándome á pique
naufragios no notifique
inauditos; si en la tierra,
entre caribes adustos, ESCENA III
abrasados arenales,
tigres del monte robustos, García y Carballo.
rayos de nubes mortales,
rigores del cielo justos, Carball. Verdugo será, ¡ay de mí!
todos juntos homicidas, García. Sosiégate ¿qué te aflige?
verdugos de mis enojos, Carball. ¿Yo afligirme? Los culpados
en las prendas más queridas se aflijan.
ceben su furia á mis ojos, García. Temblando estás.
porque me quiten más vidas. Carball. Algunos gatos verás
María. Basta, mi bien, que me pones que maúllan encerrados.
pasmo con las maldiciones Tengo condición gatuna;
que trueque en dichas el cielo. abran, porque yo, señor,
Amoroso es mi recelo, cerrado soy maullador
grandes tus obligaciones: y alivíame el ver la luna.
haz de mi lo que gustares, García. Sosiégate.
que amante en todo te sigo; Carball. Ya sosiego.
mas consuela mis pesares García. ¿Eres bien nacido?
con permitir que conmigo Carball. Sí;
lleve á Dieguito. dicen que cuando nací
Manuel. Que ampares mama y taita dije luego,
gusto yo en su compañía y que á las voces primeras
soledades de mi amor desocupé la posada
que peligran en la mía de una madre agallegada
si intenta el Gobernador anchísima de caderas.
mi muerte. Hermosa María, García. ¿Gallego eres?
á don Juan vamos á hablar. Carball. Deá caballo;
María. En fin, ¿me vuelvo á ausentar porque un rocín, aunque en pelo,
de ti? me jubilaba del suelo.
Manuel. Seguiréte luego. García. ¿Cómo te llamas?
A despedirme de Diego (i) Carball. Carballo,
voy. porque no sé en qué fayancas
María. ¡Qué de ello he de florar! mi madre, ausente el marido,
Manuel. ¿Y cuál, sin él y sin ti jugando pidió el partido
he de quedar? En los dos (son las gallegas muy francas).
toda el alma dividí. Y un lencero algo molesto
María. Bien mío, líbrete Dios que el matrimonio terció
de este peligro. perdiendo se levantó
Manuel. ¡Ay de mí! (Vanse.) y yo me quedé por resto.
Volvió el propietario ácasa,
y como ausente de un año
vió que el devantal de paño
se ahovaba, dijo: «^Esto pasa?
Mujer, ¿cómo habéis podido,
en doce meses de ausencia
(i) El original unas veces llama Diago y otras Die sufrir tanta corpulencia?
go á este personaje. —Porque hogaño no ha llovido,
ACTO SHUUNUO 67
(respondió); y según lo prueba, ESCENA IV
el pronóstico del Cura,
no ha de parirse criatura García.
hogaño mientras no llueva.»
El, viendo Cjue averiguallo Sentenciad la información,
era ofender a su honor, honra, de vuestros agravios;
dijo, «Escarballo es peor»: si á hijos matan padres sabios,
por eso el hijo esCarballo. ponedla en ejecución,
García. Si sois gallego no dudo en grado de apelación.
publiquéis cualquier secreto Es superior tribunal
en viéndoos en aprieto. la clemencia natural-
Carball. Ninguno allá nace mudo. declarad si la admitís.
García. Pues escuchad advenido ¡Ay, honra! ¿que no, decís?
aquellos golpes que dan pero sois de Portugal.
allí fuera. Huésped que el honor profana
Carball. Oigo que están de quien en su casa vive,
desahuciándome el oído. que infama á los que recibe
Sudando estoy por mil cabos; sin ley divina ni humana;
¿majan granzas ganapanes? hija noble que liviana
¿por dicha en casa hay batanes? hace su afrenta mortal,
¿muelen maíz? ¿plantan nabos? ¿no es bien que con muerte igual
García. Más riguroso es su oficio; hallen el castigo en mí?
allí os tienen de enterrar, ¿Qué decís, venganza? Sí;
si rehusáis el confesar, pero sois de Portugal.
hasta el día del juicio. ¿Qué proponéis vos, amor,
Carball. No le ha de haber para mí. porque lo segundo elija?
Pues diga ¿qué me faltara ¿Que soy padre y que es mi hija
si yo juicio esperara? única doña Leonor?
Moriré como nací; ¿Que ha de acabarme el dolor
porque en lo que toca al seso de este irreparable mal?
tengo el celebro algo angosto. ¿Que no hay juez tan pedernal
¿Confesar? Sí; por Agosto que á sí se mate? Está bien;
y cuaresma me confieso, no me espanto, que también
que son cristianos respetos; sois amor de Portugal.
y cuando no lo mandara Diga la prudencia ahora.
la Iglesia, me confesara Si doy muerte á quien meiníama,
sólo por decir secretos. ¿no queda viva la fama
Mas yo ¿por qué he de pagar, de afrentas publicadora?
pecador de mí, señor, Si se casan, ¿no mejora
si mi sa doña Leonor mi discurso de consejo?
tan bien supo aprovechar Si está manchado el espejo,
cosechas de su hermosura, ¿no es más cordura limpiarle
que lo que en Dio tomó que perderle por quebrarle?
con renta en Goa pagó Si á mi nieto infame dejo,
colmado en una criatura? ¿á mí mismo no me infamo?
Si yo no fui la comadre, ¿Así no le legitimo?
si yo no hice el cohombro, Triste en él, ¿no me lastimo
¿es bien que me le eche al hombro? si bastardo vil le llamo?
¿que muera yo sin ser padre? Dudoso aborrezco y amo;
¿que me azadonen en vida? perdono á un tiempo y castigo;
¿que me maten sin testar? soy padre y soy enemigo;
¿y que haya yo de pasar soy el juez y soy el reo;
dolores de la parida? rehuso lo que deseo
García. No digas más; basta, sobra; y huyo lo mismo que sigo.
éntrate, villano, allí. Venganza: sólo sois vos
Carball. ¡Plegue á Dios si te ofendí ley del mundo sin prudencia;
por palabra, ni por obra!... ley de Dios sois vos, clemencia,
García. Entra, infame, y yo el juez entre las dos.
Carball. Aunque me entierren, Seguir al mundo y no á Dios
los santos están mirando es necia temeridad;
mi testamento. «ítem mando rigor, filos embotad
que en Cacabelos me entierren, y adquirid con mi mudanza,
y no como á los caballos, no la honra en la venganza,
sin clérigos y en corral, sino la honra en la piedad.
al cuero colateral,
entierro de los Carballos.» (Vm«.)
68 ! SCAP.MIKNTOS PAlcA i-.l cukkuü

ESCENA V y nos encubra un secreto.


Poco importara en mi vida
Sale Manuel de Sosa y échase á sus pies. satisfacer su rigor;
Manuel. Scñur: mi mudo silencio pero en la de mi Leonor
trae en mi temor escrito inocente y persuadida,-
procesos en mi delito: á mis engaños rendida,
contra mí mismo sentencio. en mis palabras fiada
Como juez te reverencio y en un hijo retratada,
y como padre los labios y que borre un daño igual
humildes, pero no sabios, la copia y original,
te piden en culpa tanta. no, amor; no, fortuna airada.
Uarcía. Levanta, Manuel, levanta, Perdone mi hermosa ausente;
no despiertes mis agravios. hijo natural es Diego;
Mejor sabes defender no es bien que en la elección ciego
castillos que inclinaciones, bastardo á su hermano afrente;
vences bárbaras naciones si su madre olvidus siente,
y no te sabes vencer. sabia, peligros consulte,
Triunfa de ti una mujer, monasterios en que oculte
¿y haces de triunfos alarde? la pena que la acongoja
ya llega el consejo tarde, tiene Portugal; escoja
tu misma culpa te afrente; uno que agravios sepulte.
para los demás valiente,
¿para ti mismo cobarde? ESCENA VII
Espérame aquí encerrado, MaNUEl y ÜaRUal.1.O.
no salga la fama fuera;
aquí mi deshonra muera, Carball. ¿Somos cristianos ó moros?
yo piadoso y tú casado; Cuerpo de Dios con la puerta.
diversamente hospedado Manuel. ¿Vué es esto?
serás de mi cortesía Carball. La puerta abierta;
que yo de ti el triste día yo en encierro, y no de toros.
que me fué la suerte escasa: Manuel. ¿Carballo?
yo, sin hjnor en tu casa; Carball. ¿Qué carballeas
tú, sucesor en la mía. (fase.) cuando lo que no comí
me cuentan?
Manuel. ¿Qué haces aquí?
ESCENA VI Carball. Cera hilada; tú te empleas
Manuel. en gustos, y á mí, inocente,
un azadón me da prisa,
Cerca conclusión incierta y sin responsos ni misa,
del puerto le hallo más lejos, vivo habrá cuerpo presente.
donde ni sondan consejos ¿Han de enterrarte á ti y todu?
ni ve el discurso la puerta; Manuel. ¡Pluguiera, Carballo, á Dios!
no es en el golfo tan cierta Carball. Caminaremos los dos
la muerte como á la vista mejor; que ahora no hay lodo
de tierra, si el cielo alista al otro mundo á la sombra,
vientos que entre obscuridades sin riesgo de calenturas,
á escollos llevan crueldades en hilando sepulturas
en nave que los embista. (sólo el pensarlo me asombra)
Muerte merecida aguardo por ventas cuando las haya,
si mi mal no determino, en carnes y á la ligera,
en mil se parte un camino tú en tu muerte caballera
y en cualquiera me acobardo: y yo en mi muerte lacaya.
de dos á un hijo bastardo Comiendo, en vez de perdices,
mi elección ha de ofender; sapos avaros y feos,
de dos dejo una mujer culebras, y por fideos
deshonrada, y en las dos gusanicos y lombrices.
á un padre ofendo ó á Dios: Mas las puertas abren ya;
elección: ¿qué hemos de hacer? trocara yo esta ocasión
Si elijo á doña María en moneda de vellón:
y á doña Leonor ofendo, nuestro verdugo será.
el sepulcro están abriendo
que encubra la ofensa mía;
dicho me han que don García ESCENA VIII
pretende, ¡terrible aprieto! Salen el Gobernador y Doña Leonor. — Dichos
que en mí, en Leonor y en su nieto
un castigo corresponda, García. La vergüenza es provechosa
una tierra nos esconda antes de hacerse el pecado;
ACTO SKGUNIIO ég
tarde te has avergonzado: cuando á dármela llegaste.
llega, y da á Manuel de Sosa Manuel. ¡Ay, cielo, por mí ofendido!
la mano. ¡Ay esposa despreciada!;
Leonor. De aquesa suerte ya empiezan presagios tristes
moriré, aunque desdichada, á vengaros.
contenta á un tiempo y honrada. García. ¿Os heristeis?
Carball. ¿Bodas hay, y luego muerte? Manuel. Un dedo al volver la espada.
Pues cásenme á mí también, Leonok. Ataos en él este lienzo.
no me entierren virginal. Manuel, Esto es señal, mi Leonor,
García. Daros quiero bien por mal, que mezcla sangres amor,
aunque indignos de este bien. y en la que á daros comienzo
A don Juan de Mascareñas veréis cuán unos los dos,
escogía mi elección; al yugo de amor atados,
ir contra la inclinación la unidad de los casados
ocasiona no pequeñas logramos, que dijo Dios.
dificultades después; García. No hay que mirar agüeros
que el matrimonio desdoran ni miedos supersticiosos;
y necios los padres lloran el cielo os haga dichosos;
llevados de su interés. poco tiempo hay, disponeros
Mi jurisdicción no llega para el viaje es razón;
al alma, que el señorío ved lo que hay que apercibir,
tiene en él libre albedrío. que esta noche ha de salir
Mientras que don Juan navega de la barra el galeón.
honestad atrevimientos Venid, que no es bien me venza
dándoos las manos los dos, de llanto que afrentas da.
y hallen los padres en vos, Leonor. ¡Ay Dios! ¿qué fin tendrá
Leonor, sabios escarmientos. boda que en sangre comienza?
Hoy habéis de desposaros Carball. ¿Vivo y sano y enterrar?
y hoy también salir de Goa; ¡Oh trágicos azadones!
un galeón á Lisboa Manuel. María: mis maldiciones
despacho donde embarcaros ya me empiezan á alcanzar. (Vanse.)
podréis. Lo más de mi hacienda
va en él, cuya estimación
llega á cerca de un millón; ESCENA IX
dote es vuestro, no me ofenda
presencia que me ha quitado Saten Doña Mapía de mujer, Don Juan y Diaouito
el honor asi adquirido,
hasta que encierre el olvido Juan. Aguardarélc en Tanor,
enojos que me habéis dado aunque dilate esperanzas
y llegue mi sucesor. que martirizan tardanzas;
Cumpla así este medio sabio, ha de ser doña Leonor
desterrándoos, con mi agravio; mi esposa, y es cada día
desposándoos, con mi amor. siglo eterno mi dsseo. •
Carball Eso si despido al Cura Manuel de Sosa hizo empleo,
y pago en seco la cera; hermosa doña María,
señores; ¿habrá quién quiera digno en vos de su nobleza;
comprarme la sepultura? encubrióme vuestro ser,
Manuel. La justicia y la clemencia mas no se puede esconder
en ti eternizan memorias; disfrazada la belleza.
perpetúe el tiempo historias; Más decente es ese traje,
dé estatuas á tu prudencia, hálleos en él quien os ama;
y tú á nosotros los pies. respétoos como á su dama,
García. Más vale que os deis las manos. si primero como á paje
Manuel. ¡Jesús! Tropecé; inhumanos de mi Leonor os tenía
pronósticos; si al través voluntad.
dais con mi dicha, ¿qué intento? María. Ya me prometo
Desnudóseme la espada. dichas de feliz efeto
García. ¡Manuel!, ¿qué es eso? en la noble compañía
Manuel No es nada. de amigo tan generoso.
Turbación de mi contento. Quiéreos mucho Manuel.
¡Ay cielos, dadme, Leonor, Juan. Paga mi fe; pero de él
ese cristal! vengo no poco quejoso,
Leonor. Ya os rendí pues no se lió de mí
con ella el alma. ¡Ay de mil ni quien érades me dijo.
¿qué es esto? Mirad, señor, Tal esposa y con tal hijo;
que os debéis de haber herido; yo tan su amigo, ¿y asi
la mano me ensangrentaste encubrirme sus amores?
7o ESCARMIENTOS RARA EL CUERDO

María. La brevedad del viaje; Juan. ¿Carballo?


el andar yo en este traje Carball. ¿Señor?
y el riesgo de sus temores Juan. ¿Tan presto
disculpa le pueden dar(i ). vos aquí?
Juan. ¿Qué riesgo pudo temer Carball. Y con mi señor.
esposo de tal mujer María. ¿Qué dices?
en Goa para ocultar Carball. La verdad pura:
seguridades de amor; altarimar cingladura,
y encubriéndolas así tomando puerto en Tanor,
querer que esperéis aquí? viento en popa y mar bonanza
María. Hay quien le fia el honor sesenta embocamos leguas.
en Goa, en fe de promesas María. Pesares, ya os daré treguas;
imposibles de cumplir, amor, ya os daré esperanza .
que rota's han de surtir Carball. ¿Qué renunciación es esa
en venganzas portuguesas. de traje, señora mía?
Tiene padre poderoso; ¿ De 'Acuña en doña María?
y en belleza, sangre y fama ¿de soldado en portuguesa?
es igual á vuestra dama: María. Volver á mi natural,
ved, con esto, si es forzoso pues en mis dichas he vuelto.
excusar tan ciertos daños. Carball. Mi señor viene resuelto
Diaguit. ¿Dama y padre y que á Leonor de vivir en Portugal.
se iguala y fía su honor? Capitán de un galeón
No hay voluntad sin engaños: el Gobernador le ha hecho;
logre la vuestra y con bien que no le ha visto, sospecho,
le traiga á Tanor el cielo. tan grande nuestra nación.
Señor Diaguito, recelo Desembarcará mañana
que, según os halláis bien, con un presente que envía
con vuestra ya conocida á Safidín don García
madre, os habéis de olvidar y á la Reina, si es cristiana;
de vuestro padre y dejar que hoy ya es tarde, y así salgo
de llorar por él. á daros cuenta á los dos
María. Mi vida: de esta venida, y á vos,
¿á quién queréis de los dos señora, á deciros algo
más? que os regocije al oído.
Diaguit. Bueno es todo. A mi padre María. Señal que albricias esperas.
como á cabeza; á mi madre Carball. ¿Viste todas las quimeras
como alma suya. que los dos habéis temido
María. Y que en vos en Goa, la muerte al ojo
logra toda su ventura. al creer que don García
Mucho os quiere Safídín. el nieto parto sabía
Juan. La Reina, su esposa, en fin, y que fulminara enojo?
es vuestra dama. Pues, no sólo no lo sabe,
Diaguit. Es figura. pero juzgando á favor
María. ¿No os regala? que el capitán, mi señor,
Diaguit. Sí; mas besa lleve á Portugal su nave,
demasiado señora, el cargo le ha dado de ella,
y tiene el olor de mora. y está esperando á don Juan
¡Si ella fuese portuguesa, para que esposo y galán
aún, vaya! de la Leonor, doncella
Juan. ¿Vaya? Temprano; al uso, alegre su padre,
de tal árbol fruto tal; y aunque parió de esta traza
no os negará Portugal correrá como otras plaza
por lo tierno y cortesano. la tal, de virgen y madre.
(Ruido de tiros.) María. Todo lo dispone el cielo,
Salva en la playa, ¿qué es esto? á mis suspiros clemente.
Mas doña Leonor, ¿qué siente
de eso?
ESCENA X Carball. Darála consuelo
Entra Carballo.--Dichos. el ver que secreto queda
su atrevimiento amoroso,
María. ¿Naves nuevas? y que remudando esposo
Carball. Linda tierra; sirve á su padre y le hereda.
valle fértil, fresca sierra. María. Buenas nuevas te dé Dios;
toma esta cadena.
Carball. Buenas
(i) En el original y en las reimpresiones del si
glo xviu y de Ortega se dice: «ser»; pero es notoria son nuevas que dan cadenas.
errata. Mientras que no os veis los dos,
ACTO SEGUNDO 7'
que será en amaneciendo, Juan. Su letra es ésta y su firma.
llevémosle allá á Diaguito María. Nuevos recelos confirma
en vez de papel escrito, mi desdicha rigurosa.
pues en él está leyendo Quien á la lengua del agua,
el amor que le tenéis. pudiéndome ver, me escribe,
María. Mañana ¿no le verá? nuevas penas apercibe,
Carball. Triste con su ausencia está. nuevas desventuras fragua.
Si este regalo le hacéis Juan. Aguardar quien las traía
daréisle la mejor cena á embarcarse para darlas,
que se puede imaginar. y en tierra disimularlas
Diaguit. Madre, llévenme á embarcar viniendo á vernos, no fía
con mi padre. mucho su dueño de mí.
María. En hora buena. María. Toda soy desasosiego.
Juan. Yo le voy á prevenir ¿Cartas y llevarme á Diego?
refrescos, é iré con él Leed, don Juan, ¡ay de mil
á cenar. Juan. (Lee.) «En Dio logró el secreto,
Carball. Amigo fiel, don Juan, una coyuntura
en fin. que dió en Goa á la hermosura
Juan. Débole servir. fruto, de su causa efeto;.
María. Diego: ¿en efecto, queréis don García tiene un nieto
dejarme por vuestro padre? con que remoza sus años,
Diaouit. Mañana vendremos, madre, esposa yo, amor engaños,
á verla los dos. Leonor gusto, vos prudencia;
María. ¿No veis cura el tiempo, olvido ausencia,
cuán mal dormiré sin vos? y acuerdo los desengaños.»—
Diaguit. Madre, á fe que llore. ¡Oh aleve! ¡oh Leonor ingrata!
María. Andad, ¡oh falso Gobernador!
y estos abrazos le dad ¡oh celos, que es lo peor,
de mi parte. pues vuestro infierno me mata!
Carball. Adiós. No quede nave en el puerto
Diaouit. Adiós. que amarras no haga pedazos,
(Vanse Carballo y Diaguito.) remos que á fuerza de brazos
María. Esta es la primer ventura, no sigan á quien me ha muerto.
cielos, que mi amor os debe; Velas que lleven venganza,
ya que es sola, no sea breve, pues más que los vientos corren;
pues no lo es la que no duia. balas, que esperanza borren
¡Oh mar, tu golfo asegura, de quien me quita esperanza.
siquiera en fe de mostrar Quejas que cielos obliguen,
cuánto va de amor á mar, flechas que tiranos pasen,
color de cielos y celos; y celos que los abrasen,
deja éstos, sé de los cielos penas que ingratos castiguen. (Vase.)
retrato en no te mudarl
ESCENA XII
ESCENA XI Doña María.
Salen Don Juan y oíros.—Dicha. Mudos son mis sentimientos;
Juan. Una falúa prevén que las ansias que aliviarse
que me lleve al galeón, pueden, cielos, con quejarse
y en ella el refresco pon no son ansias, no tormentos.
que te apercibo. Quítenme los instrumentos
Criad. i Está bien. con que el dolor se mitiga;
Juan. Cúbrela de banderolas no suspire, no prosiga
que el aire alegren inquietas; lágrimas que salgan fuera,
chirimías y trompetas quien porque en sí misma fuera (i),
hagan aplauso á sus olas. en sí misma se castiga.
¿Queréis que vamos los dos Alma que su pena apoca
á verle esta noche? en el cuerpo que la hospeda,
María. SI. sin darse muerte se queda
Criad. 2.° Esta carta es para ti, ó viviendo no está loca,
y ésta también para vos. ciérrela el pesar la boca;
AI embarcarse, el criado halle la salida escasa,
que ahora en tierra saltó en los ojos ponga tasa
que os las diese me rogó. la pena, el llanto ya tarde,
Juan ¿Cartas? ¿Cuyas?
Mari ¡Ay cuidado! (i) Así en todos los textos, que, como se ve están
viciados. Tal vez en el segundo fuera deba leerst
Esta es de Manuel de Sosa. «muera».
?2 feSCARMIKNTOS Í'ARA EL fcÚERDÓ

y abrásese por cobarde ¿Todo viento en popa? Vengan


quien no osa salir de casa. borrascas que el leño embistan,
Veneno es este papel piratas que le acometan,
como el traidor que le escribe: rayos que le despedacen,
quien con tantas penas vive rémoras que le detengan,
podrá ser vivo con él, ballenas que le trastornen,
á su fe y palabra infiel bajíos que le hagan piezas.
é ingrato á Dios: ¿qué esperáis, ¡Diego mío!
alma, que no le miráis? DiAgüit. (Muy tejos.) Adiós, adiós.
Si os es el vivir molesto, María. ¡Plegue al cielo que no tengas,
vedle, mas con presupuesto cruel, próspero viaje!
que muerte me deis y os vais. El mar, enriscando sierras,
ii.ee.) «Aprietos de don (jarcia, tus pilotos desatine;
inocencias de Leonor desmenuce tus entenas,
y un sepulcro que el rigor tus velas al agua arroje,
para tres cuerpos abría, tus jacias todas revuelva,
prenda mía, ya no mía, no te quede mástil sano,
á mi pesar injuriada, no te deje tabla entera;
mi fe castigan quebrada, diluvios sobre ti caigan
mas para cortas venturas porque zozobres en ellos;
fundó el cielo en las clausuras en su piélago agonices,
presidios de gente honrada.» — y si llegares á tierra,
No lo serán para mí estériles playas llores;
pues que sin honra me dejas, encuentres Libias desiertas,
ni el cielo, á mis llantos sordo, caribes tu esposa agravien,
pondrá en olvido su ofensa. indios roben tus riquezas,
Ya está la adúltera nave, la sed mate á tus amigos,
menospreciando firmezas, de hambre tus ministros mueran.
favoreciendo mudanzas Las prendas que más estimes,
que imita al traidor que lleva, esas en pedazos veas
sin recelo que les calme pasto de hambrientos Icones,
el viento, hinchadas las velas de tigres mortales presas.
las ayudan mis suspiros, No sepan de ti las gentes,
que dan por la popa en ellas; ni otra sepultura tengas
para atormentarme más, que las silvestres entrañas
las voces infames llegan de las más bárbaras fieras. [mas
je los ministros villanos Mas, ¡ay.cruel!, tus maldiciones mis-
á mis confusas orejas. son ésias, no te alcancen, que me lle
Una voz. (Dentro.) ¡Iza, que el viento se alarga! la prenda más querida; |vas
por ella ampare Dios tu ingrata vida.

ESCENA XIII
Doña María. — Diacíitito, dentro. ACTO TERCERO
Diaoiiit. ¡Madre, señora!: sin ella,
¿dónde me lleva mi padre? ESCENA PRIMERA
María. ¡Ay, cielo! ¡ay, ansias! ¡ay, penas!
¡Dejadme arrojar al agua, Salen Doña María, Don Garoí \ y Don Juan.
mi bien, mis ojosl ¿Qué intentan
los que sin vos lastimosa García. No aumentan, doña María,
mis desdichas acrecientan? mis ansias vuestros enojos,
¿Que el rigor no me permita que en vos salen por los ojos
este consuelo siquiera? parando en el alma mía;
Diego mío, espejo hermoso, no sabía
¿que aun no gusta que me vea que desposados los dos,
en vos vuestro padre ingrato? (¡ay, honra! ¡ay, Dios!)
Mas si en vos se representa, cuando su fama ofendiera,
en vos veré ingratitudes, se atreviera
amores, querida prenda. al cielo, á mi honor y á vos.
DiaGuiT. Madrecita de mis ojos ¿Qué importa que para el mundo
yo me echara al mar tras ella sea legitima esposa,
si estos hombres me dejaran. Leonor, de Manuel de Sosa?
María. ¡Cielos santos! ¿No hay tormentas, Preso en tálamo segundo
no hay calmas, no hay huracanes, en Dios fundo
que ingratos al puerto vuelvan? el derecho verdadero,
¿Todo ha de ser mar bonanza? y así infiero
ACTO TEKCEKO 73
que es adúltero Manuel y la ignorancia invencible
para con él, excusa todo pecado.
casado con vos primero. Faltando el consentimiento
De un golpe sólo ha quitado no hay culpa en la voluntad;
seis honras, siete ofendido, no consintió su beldad
á Dios el yugo rompido sin conyugal sacramento
que al hombre una esposa ha dado: que amor le aposesionase;
á mí engañado, y así no me espanto yo
ignorante de este error, que quien á ti engañó
y á Leonor, á una mujer engañase.
que ser única creía, Es crédula la belleza;
y en un día ¿qué mucho que en tal porfía
pierde esposo, ser y honor. se fiase de quien fía
A vos, pues, os menosprecia, el rey una fortaleza?
dejándoos con tal crueldad; Manuel de Sosa, ese sí,
á don Juan, cuya amistad que su lealtad atropclla
rompe, que un bárbaro precia. contra el cielo y Leonor bella,
Leonor, necia, contra tu honra y contra mí.
llorará bastardo un hijo; Pero por eso el honor
que colijo halló amparo en la venganza,
de quien hidalgo se llama, menoscabo en la tardanza
y á su fama y padrino en el valor.
ofende... ¿ni qué me aflijo? Yo iré tras él, pues me toca
Si yo el consejo siguiera tanta parte de este mal,
de mi vengan/a, ocultara no sólo hasta Portugal,
mi agravio y los enterrara cuando falte alguna roca
juntos, puesto que muriera. que alevosos despedace,
¿Y á qué espera por todo cuanto al sol mira
padre que en su honor estriba, desde el sepulcro en que expira
si se priva hasta la cuna en que nace.
de restaurar desaciertos? Yo le traeré á tu presencia,
A estar muertos perque en ella amigo falso,
no llorara infamia viva. el teatro de un cadahalso
Era la honra mi espejo; represente la sentencia
sienta el alma su destrozo; capital, que ya le intimo;
su aumento procuré mozo, y satisfecho tu honor
su pérdida lloro viejo. la mano á doña Leonor
Vil consejo daré, que no desestimo
de piedad: esto merece yo inocencias engañadas
el que obedece de amorosas persuasiones.
á su amor, porque enterrado Tú que en las ocupaciones
el pecado de aqueste gobierno atadas
ni deshonra ni padece. tienes las manos y pies
¡Qué bien guardará secretos estorbando el ausentarte,
un sepulcro vengativo! permite, señor, vengarte
Ya mi agravio sucesivo la ira de un portugués
pasará de hijos á nietos; que tu honor va á restaurar,
ya respetos y, aunque aborrecido, adora.
de honor el remedio es tardo, Tiende velas, desancora,
ya no aguardo alza amarras, vira al mar. (V*se.)
sino descendencia infame
cuando llame
mi nieto el mundo un bastardo. ESCENA II
Jijan. Los sentimientos son vanos, Dichos menos don Juan.
perdóneme Vueseñotía,
cuando la venganza envía García. ¡Plegue á Dios que los alcances
sangre animosa á las manos. y que venciendo imposibles,
Mientras vive el ofensor surques golfos apacibles
no desmaye el ofendido; victorioso de sus trances!
doña Leonor no ha perdido ¡Plegue á Dios que á mi presencia
un ápice de su honor. don Juan generoso, tornes
Si la deslealtad supiera con ellos, para que adornes i
del capitán, cosa es clara armas que á tu descendencia
que la mano le negara, dejes, y escriban historias
que la suya no admitiera. la fama de tu valor;
No le juzgaba casado; que el restaurar un honor
su engaño creyó apacible, más vale que mil victorias! (Vase.)
74 escarmientos para el Cuerdo
ESCENA III cerca de treinta grados;
Doña María. por invierno y con vientos encontrados
irémonos á pique;
¡Plegue á Dios que favorables (i) volvamos á Sofala ó Mozambique
vientos, don Juan noble, lleves, é invernemos en ella.
porque faciliten leves Todos.
sus piélagos formidables! Vira la proa.
¡Plegue á Dios que halles concordes
olas de la mar sagrada, Carballo.
y que á la primer jornada ¿Qué maldita estrella
la nave adúltera abordes! me sacó de Galicia?
Mas si un ingrato ha de ser
de tu venganza despojos Todos.
nunca ¡plegue á Dios! tus ojos ¡Jesús sea con nosotros!
sus gavias merezcan ver. Carballo.
Diversa derrota sigas
vientos tengas por la proa, Por justicia
nunca llegues a Lisboa, entre rayos airados,
nunca tu intento consigas. ya cocidos nos llevan, y ya asados,
Dificultades inmensas si peñascos, jigote
se opongan á tu furor, no hicieren de nosotros ó almodrote.
porque más puede un amor Gallego Ribadavia,
si es firme, que mil ofensas. (Vase.) ¿dónde estás?
Todos.
¡Jesús!
ESCENA IV
Manuel de Sosa.
Aparéctseuna naveen lo altu,yen ella Doña Leonor, Arbol y gavia
Manuel de Sosa, Carballo y otros; zunchados. arrancó el mortal viento,
Doña Leongr. aligera el navio.
¡Favor, cielos piadosos' Carballo.
¡Ay, mi Manuel, que vientos tan furiosos! ¿Ha tal tormento?
Manuel. Manuel de Sosa.
Calmó, Leonor, el Leste,
persiguenos Sudueste con Nordeste; Echa al agua esas cajas
el mar al cielo llega. de drogas y pimienta.
Carballo. Carballo.
Maldiga Dios el alma que navega. Con ventajas
juega el mar si está airado,
Doña Leongr. ¿qué hará después, señor, salpimentado?
¡Favor, cielo divinol Otras cosas le aplica
Carballo. que la pimienta abrasa, enoja y pica.
Échale dos poetas
¡Agua de Satanás, tórnate vinol de estos que silva el vulgo y son maletas
Servirá de sufragio de Apolo; de estos bromas
en lugar de tormenta tu naufragio. que hacen andar los versos por maromas.
Manuel de Sosa. Échale treinta suegras
Por Junio en estos mares y en ellas cebarán sus olas negras;
estos dos vientos siempre dan pesares. échale diez madrastras,
verás, si por sus rales las arrastras,
Carballo. cuán presto se sosiega.
No vaya yo al infierno Marinero i.°
por agua, ni en paraje donde invierno
es por Junio y por Mayo. El agua hasta las obras muertas llega
Muerte aguada, ¿qué quieres de un lacayo, sin que á fuerza de brazos
que en puras ocasiones sangrarla puedan bombas ni zunchazos.
trocaba tus espumas en jamones? La tierra está cercana,
varar en ella importa, aunque inhumana.
Manuel de Sosa.
Distamos, Leonor mía, Manuel de Sosa.
de la linea abrasada al medio día El cabo es formidable,
que de Buena Esperanza hizo agradable
(i) El original no expresa que sea D.a María quien el nombre lisonjero,
dice esios versos; pero del contenido y oposición con si cabo Tormentoso fué primero;
los de D. García se deduce que es ella quien habla. mortal su llano y sierra.
ACTO TERCERO 75
Todos. y asentar mi finiquito.
¡Que nos vamos á pique! Si por pagado no os dais;
si airado, Señor estáis,
Manuel de Sosa. yo solo que hice el delito
Vara en tierra; el castigo experimente
echa el batel. Señora, que mi soberbia enfrenó;
la vida importa, no la hacienda ahora. yo pequé, páguelo yo;
Venid. no, mi Dios, tanto inocente.
(Enfranje.) Leongr. Ea, mi bien, tu valor
prueba la suerte importuna;
no venciendo á la fortuna,
ESCENA V no te llames vencedor.
Sorbió nuestra hacienda el mar,
Carbali.o. ¿qué importa, si vida tienes?
¿Luego me dejas No hay que hacer caso de bienes
á que me torne congrio? Oigan mis quejas; que son bienes al quitar.
sordos son, mas no mudos; Cleantes los arrojó
romadizado el cielo da estornudos; voluntario y no forzado,
no hay hijo para padre, lo que hizo un gentil de grado,
flemas vomita el mar sin mal de madre. ¿por qué he de sentirlo yo?
Cada cual tabla escoge Si, como dices, me quieres,
en que la vida como resto arroje; tu caudal logras en mí.
buscad una, Carballo, Manuel. ¿Tú me consuelas así,
si sabéis por la mar ir á caballo; mi bien, sol de las mujeres?
harta tu sed ahora ¿Tú, que frágil necesitas
con un millón que tu profundo dora, el consuelo? No te nombres
sórbelo, mar traviesa, mujer, pues vences los hombres
que en esto eres de casta ginovesa. y tu valor acreditas.
En los trabajos diamante,
ni temerosa, ni opresa,
eres en fin portuguesa,
ESCENA VI no hay peligro que te espante.
Salea Diaguito, Doña Leonor, con un niño en los
Diego, ¿cómo venís vos?
brazos y Manuel de Sosa. Diaguit. Mojadillo, pero sano.
Señora, déle á mi hermano
Manuel. Pues quedamos con las vidas de mamar.
démosle gracias á Dios; Leongr. Entre los dos,
¡Señor, perdonadme vos Diego, mi amor repartido
tantas culpas cometidas! un mismo lugar tenéis;
Basten ya tantos trabajos; vos, porque lo merecéis,
halle amparo en vos mi fe; y él porque yo lo he parido.
perdí mi hacienda y hallé
los venturosos atajos,
para vos, de la pobreza. ESCENA VII
Si la limosna os obliga, Salen cuatro Marineros.— Dichos.
permitid, Señor, que diga,
no soberbio, que es bajeza, Mar. i.° Del mal el menos.
sino alegando servicios Manuel. ¡Hermanos!
para que os doláis de mí, Mar. 2.° Ciento diez hombres se quedan
que á necesitado di por la costa donde puedan
remedio; que beneficios servir á los inhumanos
atajaron desconciertos monstruos del mar de sustento;
de pobres que sustenté, los cuarenta de ellos son
las huérfanas que casé, portugueses.
sacrificios que hice á muertos, Leonor. ¡Compasión
religiosos amparados, extraña!
hospitales socorridos Mar. 2.° Pero el aliento
y cautivos redimidos; de ver la muerte á los ojos
cuarenta y seis mil cruzados á quinientos animó.
en vuestros libros de caja Mar. 3.° De la nave se sacó
hallaréis, piadoso Dios, alguna ropa y despojos,
en partidas, donde vos, cien mosquetes, cien espadas
si premios de tal ventaja y cosa de treinta picas.
ofrecéis, piadoso y largo, Manuel. Estas son presas más ricas
á quien el sediento envía que las joyas más preciadas.
sólo un vaso de agua fría, Mar. 3.° Pero está la munición
podréis librar mi descargo hecha un agua.
76 ESCARMIENTOS l'ARA KLCIIKKDO

Leongr. Enjugaráse Manuel. Dame esos brazos, valor


cuando esta tormenta pase. de Portugal.
Mar. 3.° Lo demás y el galeón Leongr. Soy Leonor,
sorbióselo el mar ingrato. león al nombre semejante.
Leonor. Jugó fortuna, ganónos; Manuel Traigan los negros de carga
alzóse, en fin, y dejónos lo que nos perdonó el mar.
eso poco de barato; Leonor. Señores, alto, á marchar,
agradezcámoselo, porque es la jornada larga.
que en el juego es ordinario Cuando falte de comer
perder, y el tiempo es voltario, cuentos y donaires tengo;
volverá lo que llevó. veréis cómo os entretengo
Mar 4.° ¿Hay tal ánimo? el hambre.
Leonor. ¿Qué tierra Mar. ¡No hay tal mujer!
es ésta? Por animarnos se ríe.
Mar. i.° Si hemos de dar Mar. Siempre hemos de ir playa á play;
fe á cartas de marear, Manuel. Dios en nuestro amparo vaya;
de cafres es esta tierra: el ángel santo nos guíe. (Vanse.)
los bárbaros más crueles
de la Etiopia africana.
Leonor. Todo el esfuerzo lo allana; ESCENA VIII
armas hay que abrasan pieles.
¿Cuánto habrá de aquí á Záfala? Salen Bunga y QuiNfio, nebros.
Manuel.
Mar. i.° Si hubiera en qué navegar Rung a. ¿Fuéronsc los blancos?
doscientas leguas por mar; Quingo. Si.
pero por costa tan mala Bunga. Míralo bien.
su camino pone espanto. Quingo. Ya se han ido;
Leonor. Todo ha de vencerlo el brío desde aquej bosque escondido,
Mar. i.° Cien leguas de aqui está el rio... hecho un escuadrón los vi,
Manuel. Bien. que marchaban ordenados
Mar. i.° Del Espíritu Santo; por la costa.
y será posible hallar Bunga. Fuego en ellos;
portugueses que por él que tanto miedo hé de vellos
con esta gente cruel con rayos desatinados,
marfil suelen rescatar que ardiendo echan los bodoques
por herramienta y espejos. y alcanzan de á legua y más.
Manuel, Pues, amigos, imposibles Quingo. De ellos se quedan atrás
vencen pechos invencibles: tal vez, Bunga, en que provoques
no está el socorro tan lejos el apetito.
que en ese río esperamos Bunga. Bien sabe
que buscarle no podemos. la carne blanca, es muy tierna;
Portugués valor tenemos, antaño comí una pierna
quinientos hombres quedamos. porque se perdió una nave
Mar. 2.° Sí, mas ¿qué hemos de comer? cerca de aquí, y de la gente
Leonor. Arboles hay por los riscos, que casi ahogada salio,
y por la costa mariscos; medio blanco me tocó.
hombres sois, mas yo mujer Quing. Viene mucha del Poniente
que he de llevar la vanguarda; por el marfil que rescatan
Manuel, dadme ese bastón. aquí cerca, hacia aquel rio
Mar. i.° Si nos pone corazón del rey de Bongo.
tan hermoso ángel de guarda,
¿quién ha de haber que peligre?
Manuel. Pues alto; á marchar, soldados. ESCENA IX
Mar. 2.° Vamos todos apiñados;
Sale Cabbai.i. o. — Dichos.
que hay tanto león y tigre,
que en desmandándose alguno Carball. ¡Dios mío,
bien pueden doblar por él. favor!
Leongr. ¡Animo, pues, mi Manuel! Bunga. ¡Ay!
no se descuide ninguno. Carball. Que me maltratan
Manuel. Dejad, mi bien, que primero, aguas que nunca probé.
de las tablas que ha arrojado Quingo. ¿Qué es eso?
el mar, con todos airado, B'Jnga. Un blanco arrojó
os hagan, aunque grosero, el mar.
algún sillón en que os lleven. Quingo. ¿Tiene rayo?
Leongr. Correréme si eso mandas; Bunga. . No.
á imágenes lleven andas, Quingo. Pues si no, le pasaré
damas sus regalos prueben, con esta vara tostada,
que yo he de ir á pie y delante. y tendremos que cenar.
ACTO TEKCERO 77

Bunga. ¡Oh, qué hartazgo me he de dar! Carball. ¡No huelo bien,


Carball. ¡Ay, iras cada bocanada pues dice ésta que hay pastillas!
echo las Iripas! Bunga. Quingo, en mi tambo estará
QUINGO. ¿Le paso? mejor si hemos de cebarle,
Bunga. Bien pasado el pobre está. que yo sabré regalarle
Cojámosle vivo. y así se asegurará.
Carball. Ya ¿No te parece?
no hay, Carballo, que hacer caso Quingo. Pues yo
de vos, ya estáis enjuagado; tengo más gusto que el tuyo.
estómago que ha sufrido Bunga. ¡Ay, amor, si este es mi cuyo
tanta agua, de él me despido; en buen punto acá salió.
no quiero vivir aguado. Bunga, yo, carni veri.
Bunga. Agárrale, pues te alegras Cabball. Ya me hacen carnero verde.
con tales presas. Bunga. Parece que el temor pierde.
Quingo. Aquí. {Cógenle.) Carball. Regalos me hace, ¡ay de rní!;
Carball. ¡Jesús, que vienen por mí contemporizar, Carballo,
dos pájaros de uñas negras! por no morir.
¡Cata la cruz! Bunga. Bongo, bongo.
Bunga. Ten le bien. Carball. Será lin de Monicongo,
Carball. ¡San Blas, San Arquitiiclino, no te entiendo.
que volviste el agua en vino; Bunga. Bongo.
San Pero González! Carball. Andallo.
Quingo. Ten. (Abrázale.)
Bunga. ¡Ay, cielos, qué linda cara Abrazóme.
tiene el blanco! Bunga. Si con él
Carball. ¡San Domingo, me caso, no hay más placeres.
San Miércoles! Bongo.
Bunga. Oye, Quingo, Carball. ¿Q'ué diablos me quieres,
flaco está, si él engordara tarima de San Miguel?
sabroso bocado luera. Bunga. Yo le hartaré de marfil.
Quingo. ¿Pues hay más que le cebemos Cocí, cocí.
dos meses? Carball. Ya entender:
Bunga. "Asi lo haremos; dice que me han de cocer,
agasájale, no muera ya yo llevo perejil. (Vanse.)
de temor, porque seguro
que no le hemos de matar ESCENA X
más fácil podrá engordar.
Quingo. Bien has dicho. Salen Doña Leonor, Manuei , Diaijuito y los cuatro
' Bunga. ¡Guro, guro! Marineros.
Quingo. Cu£azú, morcí, more!. Manuel
Carball. No os entiendo, no os entiendo;
¿qué diablos incestáis diciendo? El deseado río descubierto,
Bunga. Jigo... no hallamos, Leonor mía, embarcaciones;
Carball. ¿Jigote de mí? el hambre cuatrocientos nos ha muerto,
I A y, ciclos, guisarme quieren! pasto fatal de tigres y leones;
Quingo. Morcí. infructífero y sólo este desierto,
Carball. Y morcillas también salada el agua y tantas maldiciones
si en vino no me cocieren. como me alcanzan, niegan la salida
Bunga. Asarú, jigo, quizú. la muerte al alma y al dolor la vida.
Carball. ¿Asado y jigote yo? Un vaso de agua cuesta cien escudos;
¡mal haya quien me par ió! premio mortal de aquel que va por ella;
Quingo. Pastilay, Bunga mi zú. pues apenas se parte, que desnudos
Carball. ¿Que hay pastel en mi y buñuelos, de ropas y crueldad le dan por ella
dicen? muerte los cafres bárbaros y mudos.
Bunga. No quiere entender. Acabóse el sustento, esposa bella;
Dile que yo soy mujer, un pellejo de cabra mis soldados
que pierda el temor. ¡Ay, cielos! comieron hoy, y costóme cien cruzados.
que en él me estoy abrasando. El reyecillo vil de aquesta gente
Dile que no morirá. nos ofrece en sus fuerzas hospedaje,
Quingo. Pastilay. entretanto que el cielo, más clemente,
Carball. Pastel habrá nos trae amigos que nos den pasaje;
y empanadas. pero hallo en ello más inconveniente
Bunga. ¡Que temblando! que en todo lo demás de este viaje,
Quingo. Albongonzú. porque las armas en rehenes pide,
Carball. Albondiguillas ó si no se las damos nos despide.
me quieren hacer también. Dice que sus vasallos, asombrados
Bunga. Pastilay. de nuestros arcabuces, no aseguran
7* ESCARMIENTOS PARA EL CUERDO
sus vidas de nosotros si hospedados, una vecindad de hollín
su pobre habitación darnos procuran, en un reino de Plutón.
entre riscos incultos retirados, Comeréis lindos regalos,
firmes en este tema todos juran cocos, plátanos y arroz,
que si nos desarmamos amigables, jigote, mondongo humano
nos darán de sus frutos miserables. y una pierna en salpicón.
Obligarles por fuerza es imposible Gozaréis ninfas del Limbo
si miráis de estos montes la aspereza; cual su madre las parió,
rendir las armas, condición terrible, que se afeiten con zumaque
pues no hay seguridad en su fiereza; y es su solimán mejor.
morir de sed y hambre es cosa horrible, Por lo grajo, son grajea,
mas será indubitable la certeza y por las narices son
de nuestro lastimero fin, de modo dos valones sevillanos,
que todo es peligroso, mortal todo. muy ancho cada valón;
Pero de tantos males y trabajos mas haos de costar todo esto
el menor, si os parece, es bien que escoja; las armas y munición,
simples son; con caricias y agasajos que la confitura nuestra
se amansa un tigre y su rigor se afloja; no les hace buena pro.
al remedio busquemos los atajos, Sin azúcar temen balas
alivie la prudencia á la congoja; y confites de cañón,
mi voto, amigos, es que les rindamos que no quieren , ayunando,
las armas que nos piden, y vivamos. que les demos colación.
Marinero i.° Todas las armas, en fin,
el rey cordobán pidió,
Yo, á lo menos, morir armado quiero. si queréis vivir con ellos,
Marinero 2.' y no dándolas, alón.
Yo de idólatras bárbaros no fio. Este sabe nuestra lengua
bien que mal, porque trató
Marinero 3.° en rescates portugueses
El plomo es mi defensa y el acero. y él os lo dirá mejor.
Curgur. No tenemo má que habrá ya (i)
Diaguito. di como lo Embasalor
Mataránnossin armas, padre mío. lo que le mandamo el reye
Marinero 4.° tomamos resilución.
Si arma damo, le hospedamo,
Quien las da no es fidalgo caballero. turo como el culacón,
Leonor. si no damo despedimo:
No os engañe, mi bien, tal desvario; mira qué queremo vos.
sin armas y entre bárbaros tiranos, Manuel. Esto es fuerza, compañeros;
¿no es querer eso atarnos pies y manos? resolvámonos, Leonor:
su sencillez nos convida;
muerte es toda dilación.
ESCENA XI ¿De qué nos han deservir
Salen los negros y Carballo.— Dichos. armas contra tan feroz
enemigo como el hambre?
Carball. «Mensajeros sois, amigos, Dios nos dará embarcación,
no merecéis culpa, no.» presto ya el invierno pasa,
Acá el rey negro me envía, no ha de ser todo rigor;
negra Pascua le de Dios, presto vendrán portugueses
sentenciado por lo menos al rescate; lo mejor
entre estos alanos dos, que el hombre tiene es la vida;
corchetes del Limbo entrambos seguid todos mi opinión,
y obligados del carbón, no muráis desesperados;
vengo, si no concedéis ninguno diga de no.
con su gusto á un asador Mar. i.° Yo, á lo menos, si las diere
de palo, que no de hierro, forzado será.
á título de lechón. Mar. 2.° Pues yo,
Pesaránme por arreldes, puesto que deseo servirte,
que así lo notificó dudo de hacer tal error.
por señas un carnicero Leonor. ¿Las armas les quieres dar?
que allá se llama Sisón. pues, mi Manuel, muerta voy;
Dice, pues; va de embajada; no esperes piedad en fieras
que por hacernos favor, sin discurso ni razón.
en fe de ser tan amigo Diaguit. Padre, mire lo que hace.
de los de nuestra nación,
que aquí suelen rescatar,
os ofrece desde hoy (i) Verso dp nueve lilabas: quizá sobra el «ya» final.
ACTO TKRGEKO 79
Manuel. Matadme, pues, ya que sois, ¿Todo, desdicha, pesares?
vuestros homicidas mismos ¿Todo, en fin, persecución?
y tan desdichado yo. Ea, arroje el cielo rayos,
Acabemos de una vez rompa límites veloz
con tanta persecución; el mar, ábrase la tierra,
cumpla en mí el cielo presagios, cúmplase mi maldición.
satisfaga su rigor. Mar. i.° Huir que brotan los riscos
Curgur. No tenemo que temé ya. negros y flechas.
Manuel. Hijos, si no por mi amor, Carball. Temor
por el vuestro, que es perdernos todo soy; pies, apostemos
esa desesperación. cuál corre más de los dos (i).
Mar. i.° Alto; si en tal tema das, (Bajan Negros.)
más que nos maten. Curgur. A ellos, á ellos.
Mar. 2.° Por Dios, Manuel. Traidor;
que es sentenciarnos á muerte. moriré, pero vengado,
Mas vaya. que aún respira el corazón;
Mar. 3.° Arcabuz, sin vos desesperado me animo,
no hago cuenta de la vida. brazos tengo, Manuel soy.
(Vánse todos.)
Mar. 4.° Ya yo sin armas estoy
y despedido del mundo. Carball. Entre tanto que se ceban
Leonor. El discurso te faltó, en los primeros, si sois
Manuel mío, al mejor tiempo. para seguirme, corred,
Manuel. Dios, mi bien, lo hará mejor; llevaréisme por guión. (Vase.)
llevad las armas, tomadlas,
y al Rey decid que hizo hoy ESCENA XIII
él solo más que han podido
Vuelve á salir Manuel con Diaguito en los brazos y
en Asia tanta nación,
que nos dé salvoconducto. Doña Leonor con el otro niño en ¡os suyos, y pó
Carball. Escapéme del tajón nete Manuel en el suelo.
de muerte, de albondiguillas, Manuel. Estoes lo más escondido
de la sartén y asador. de este bosque dilatado,
Gurgur. Aguardámono un poquito los cafres se han retirado;
que habramo con reye voy, que aquí me esperéis os pido.
arma damo para ya Buscaré los compañeros
ya no tenemo temó. que, aunque sin armas están,
(Vanse con las armas.) troncos de aqui cortarán
con que suplan los aceros.
Ningunos bárbaros queden,
ESCENA XII quememos su población,
Dichos y Negros.
haga la desesperación
lo que las fuerzas no pueden.
Leonor. Mal hemos hecho, Manuel. La militar disciplina
Manuel. De dos daños el menor vencerá su multitud.
es éste: así pasaremos, Leonor. Desarmados no hay virtud
mi bien, hasta otra ocasión. contra ellos, si no es divina.
(Van saliendo Negros arriba.) ¡Ay Manuel, qué deslumbrado
Negr. i.° Mueran ios blancos sin armas. anduviste!
Negr. 2.° Pasadlos de dos en dos Manuel. Ya eso es hecho:
con las varas y las flechas. el salir de tanto estrecho
¡Ea, cafres, vuestros son es lo que me da cuidado.
sus despojos! Si de noche acometemos
Negr. 3.° ¡Mueran! su rústica población,
Negr. 4. ° ¡Mueran! del fuego y la confusión
Manuel. ¡Ay, cielos! ¿esta traición huyendo, restauraremos
consentís? las armas; voy á buscar
Leonor. Quien dió las armas (i) nuestra gente; luego vengo. cVase.)
esto y más merece.
Mar. 2.° Miren (i) Aqui está alterado el texto, pues dice «Vase»,
si era buena mi opinión. por Garballo, que inmediatamente vuelve á aparecer.
Manuel. ¿Todo, cielos, desventura? En las reimpresiones de D.n Teresa de Guzmín y de
¿Todo, fortuna, rigor? Ortega, se insertan en este lugar estos versos:
Manuel. Retiraos con esa gente,
dulce esposa; vivid vos;
que yo quedaré entretanto
(i) Asi en todos los originales; pero quiza deba por Blanco de su furor.
leerse íste veaso Mientras en mí lo quebrantan,
escapaos, que, muerto yo,
consentís? tendrán fin tantas desdichas.
Leonor. Quien armas dió (Bajan negros), etc.
8o ESCARMIENTOS I'AKA EL CUEKDO

Leonor. Ya de la vida no tengo librar á mi hijo pretende


que defender ni esperar. mi amor, mas no ha de poder,
¡A y hijo, en que mala estrella morir con él es mejor.
naciste! Leonor. Dueño ingrato, ¿así me dejas?
Diaouit. Señora mia: Manuel. Justas son aquellas quejas:
si llora, el niño que cria socorramos á Leonor.
vendrá á morirse por ella. Diaouit. Padre mío, ¿así me olvida?
Calle, que yo espero en Dios Manuel. Alma: allí el socorro os cuadre.
que nos ha de socorrer. Diaouit. ¡Padre!
Leonor. ¡Esposo!
Manuel. Esposo y padre;
ESCENA XIV aquí la honra, allí la vida,
Curguru y utro Negro.— Dichos. y uno yo; los daños dos,
los peligros divididos
Curgur. Sola está aquí una mujer; y para matarme unidos;
desnudémosla los dos, ¿y no hay remedio, mi Dios?
gocemos de sus despojos, Pues no ha de haber desconcierto
y huyamos la sierra adentro. que á desesperar me obligue:
Un tigre sale al encuentro. ¿todo el mundo me persigue?
(Sale un tigre y ast á Diaguilo) Pues persiga. Ya habrá muerto
Diaüuit. Padre mfo de mis ojos, á Diego el sangriento bruto;
que me lleva á hacer pedazos. matemos, valor, muriendo,
(Ase un Negro d Leonor.) á mi esposa defendiendo,
Curgur. Trácla. al ciclo obligando á luto,
Leonor. ¡Ciclo rigoroso, al mar que tarde se amanse,
¿que es esto? ¡Manuel, esposo! la tierra que nos sepulte,
(Entranst cun ella.)
Curgur. iNo la suches de los brazos. al monte á que nos oculte,
Leonor. ¡Manuel de Sosa, favor! la crueldad á que descanse.
(Diaguito en lo alto.) Poique si por tantos modos,
Diaguit. ¡Socorro, padre, que muero! hombres, cielos, mar y tierra,
todos nos hicieron guerra
nos tengan lástima todos.
LSCIiNA XV
Sale Manuel de Sosa.— Dich.s. ÜSCENA XVI
Manuel. ¿Qué es csto?¡ay cielos! ¿qué espero? Salen García, Don Juan y Doña María.
Leonok. ¡Dulce esposo!
Manuel. ¡Mi Leonor! García. ¡Extraordinaria tormenta!
(Lcooor en lo alto.) María. Viniendo embarcada yo,
Leonor. Cuando no puedas mi vida, ¿qué mucho? Jamás me dió
ven á defender mi fama. quietud la suerte víolenta.
Diaouit. ¡Señor padre! García. ¿Qué barra es ésta?
Manuel. ¿Quién me llama? Juan. Este el río
Diaouit. Cuando mi muerte no impida, es del Espíritu Santo.
écheme su bendición, García. Descansaremos en tanto
que yo rogaré por él que sosiega el mar su brío.
á Dios. Lntró por Gobernador
Manuel. ¡Ay suerte cruel! de la India Jorge Cabral,
¡Ay trágica confusión! por el Rey de l'ortugal
¡Ay cielos! ¡Ay hado impío! nombrado, y tráeme mi honor
¡Hay más males, irás enojos! á remediar desatinos
Leonor. ¡Manuel! si tienen (habiendo en medio
Manuel. ¡Leonor de mis ojos! tanto imposible; remedio.
Diaguit. ¡Señor padre! Juan. Ll cielo abrirá caminos
Manuel. ¡Diego mío! por medio de la venganza
Leonor. ¡Favor! que aseguren tu sosiego.
Diaouit. ¡Socorro! Garcí. Si á Lisboa vivo llego,
Manuel. Divida en mi Rey tengo esperanza
el alma esta adversidad; que, premiando mis servicios,
defienda cada mitad castigue al torpe Manuel
á la mitad de su vida. de Sosa.
Bárbaros allí amenazan Juan. Hallarás en él
el honor de quien adoro; severidad para vicios
allí tigres el tesoro y amparo para virtudes,
de mi vida despedazan. y en mí un fiel ejecutor
¿Adónde iré? ¿qué he de hacer? porque restaures tu honor
Mientras Leonor se defiende y en gozo tu pena mudes.
ACTO TERCERO 81
García. ¿Qué gente habita en la tierra? de modo que nos desnudan
Juan. Negros torpes y bozales antipodas alemanes
que entre fieros animales hasta que en los cordobanes
son vecinos de esa sierra. nos dejan, y aun desto dudan;
Dióles el cielo abundancia porque con varas tostadas
de marfil, que portugueses, nes agarrochan, sin ser
en fe de sus intereses, toros, y juran hacer
cargan con harta ganancia, convites y borrachadas
y estos bárbaros lo dan con nosotros, de manera,
por vidrios y niñerías que si yo no me escapara,
de poco precio. tripas negras caminara
García. . ¿Qué días hasta la puerta trasera.
nos pueden faltar, don Juan, Pues traes gente y arcabuces,
para entrar con salvamento defiende á Manuel de Sosa,
en Lisboa? tu nieto, y su triste esposa
Juan. Si doblamos de estos grifos avestruces.
este cabo donde estamos García. ¡Válgame el cielo! Llamad
y nos favorece el viento, mis soldados, que si viven,
en dos meses. librándolos, aperciben
García. Quiera Dios mi venganza en mi piedad;
que apacible el mar hallemos, mueran los dos á mis manos
y que fin alegre demos y no entre bárbaros negros.
á nuestras penas los dos.
ESCENA XVIII
ESCENA XVII
Sale un Marinero.— Dichos.
Sale Carüalio como asustado.— Dichos.
Mariner. Diérate la bienvenida
Capball. ¿Portugueses? ¡Dicha mía! si llegaras á otro tiempo;
Carballo á la vida dad pero pésames te doy
ensancha, si esio es verdad. del más trágico suceso
García. ¿Carballo? que conservaron anales,
Garball. Gran don García que desdichas escribieron.
ya tienen fin á tus pies Ya, noble Gobernador,
mis desdichas; ya perdí maldiciones cumplió el cielo,
el temor. vengó agravios, oyó lloros,
García. ¿Qu¿ haces aquí? y dió al prudente escarmientos.
Carbai.l. Ya te lo diré después. Desnudaron sin piedad
Ven á socorrer ahora estos bárbaros hambrientos
tus hijos, que si están vivos, la hermosa doña Leonor,
entre esos cuervos cautivos, sin bastar llantos ni ruegos.
los comerán dentro un hora. Vió el sol la primera vez
García. ¿Qué dices? los alabastros honestos
María. ¡Ay, honra mía, que le ocultaron retiros
ya el cielo os allana estorbos! del recato y del respeto.
Carbai.l. Zampóse el mar en dos sorbos Pero no los gozó mucho;
la nave y lo que traía, porque fueron los cabellos
que nunca gasta otros huevos; vicevestidos hermosos
quinientos vivos quedamos que soles nieves cubrieron.
que infierno ó tierra tomamos Y lo que ellos no alcanzaron,
para hallar peligros nuevos. relicario sirvió el suelo,
De quinientos, ciento y treinta viva abriendo su sepulcro
quedamos que tigre y hambre á la otra mitad del cuerpo.
los demás, aunque en fiambre, Con su compostura casta,
con ellos hicieron cuenta. la del monarca primero
No quedó perro ni gato curioso alargó la toga
que no supiese á conejos; hasta los pies; mas espejo
cueros de cofre, pellejos, de las matronas, Leonor,
hasta suelas de zapato viva se entierra, escondiendo
nos comimos; y el remate si avarienta, recatada,
de esta peregrinación de su belleza secretos,
fué entregar la munición, reservados solamente
ropa y armas por rescate á amorosos himeneos.
de comida á la grajuna Hallóla Manuel de Scsa
república de esta gente. desta suerte, ya entre hambrientos
Con nosotros insolente tigres, malogrado un hijo,
jugó después la fortuna, y con el otro á los pechos.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. — TOMO II
«2 ESCARMIENTOS PARA EL CUERDO

Traspasóse de dolor, y este es el acto postrero.


atajando el desconsuelo, García. Cerrad las puertas, dolor,
para atormentarle más, al alma; ahóguese dentro
llanto y suspiros sin seso. de sí misma, no la alivien
Se entró por entre esas selvas, llantos ni suspiros tiernos.
donde entre riscos soberbios, ¡Ay, Leonor! nunca tomaran
ó intentará precipicios, tan á su cargo los cielos
ó fieras le habrán deshecho. agravios de un padre airado;
Satisfechas tus venganzas, venganzas de un triste viejo.
ya puede el dolor paterno No hay vida que tanto sufra;
las exequias funerales muramos ya y acabemos
fiar á los sentimientos. de una vez desdichas tantas.
Aquí si pueden los ojos María. ¡Ay, Manuel! ¡Ay, caro Diego!
sufrir del Scita fiero ¡Ay, mal logros de mi amoi!
espectáculo tan triste, Juan. Mármol soy, absorto quedo,
está el teatro funesto estatua en la admiración
(Descubre á Doña Leonor, ya difunta, y de puro sentir no siento.
á Dianuito ensangrentado.) A espectáculo tan triste
en que la ciega fortuna eche Timantes el velo
tragedia eterniza el tiempo y sirva en la compasión
para escarmiento de amantes, de escarmientos para el cuerdo.
LA REPÚBLICA AL REVÉS

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Irene, Emperatriz. Andronio, caballerizo.


Constantino, su hijo. Macrino, secretario.
Carola, Infanta. Dos Criados.
Lidora, dama suya. Tarso, pastor.
Melisa, pastora. Dinampo, pastor.
Florilo, pastor. Damón, alcalde.
Italio, pastor. Clodio, galán.
Honorato, senador. Liso, pastor.
Cuatro Guardas. El Rey de Chipre.
Unos Presos. Relator.
Camila, criada. La Fortuna.
Roselio, Infante. Unos Cazadores.
Leoncio, camarero. Soldados.

ACTO PRIMERO yo á caballo y él á pie,


y adornando tus paredes
de damasco y brocatel,
ESCENA PRIMERA tus calles, de flores llenas,
Salen marchando soldados, y detrás de ellos Irene,
fueran calles de un vergel?
armada con bastón y corona de Emperatriz.
. ¿Ahora, cuando aguardaba
recibir el parabién
Irene. Cesen, griegos, las trompetas; de tantos reinos ganados,
cesen las cajas también; tantos cetros á mis pies;
ahora, senado ingrato;
haced los pífanos rajas ahora, griego sin ley,
y los clarines romped; el Imperio me quitáis
abatid los estandartes porque mi hijo goce de él?
y no los enarboléis, Yo le quiero coronar,
que el placer de mis victorias pues vosotros lo queréis,
ya es pesar y no placer. descubra su excelso trono
¡Ay, Constantinopla ingrata, el imperial sumiller,
patria á tus hijos cruel! y ruego al cielo que os rija,
¿este es mi recibimiento? vasallos griegos, tan bien,
¿este el triunfo imperial es? que defienda vuestro Imperio
¿Asi mis hazañas pagas, sin que me hayáis menester.
cuando entrar en ti pensé
sobre el victorioso carro (Tocan música, descubren una cortina
entre el bélico tropel? detrás de la cual estará, debajo de un do
sel, Constan tino, y á sus lados, y en pie,
¿Cuando entendí que el senado, Leoncio, Andronio, Macrino y otros. Aun
debajo el palio y dosel lado, en una mesilla, estara, sobre una
me llevara á Santa Sofía fuente de plata, la corona, el estoque y el
mundo.)
84 LA REPÚBLICA AL REVES

ESCENA II ni ha de torcerle el cohecho.


Si por dádivas le sueltas
Constantino, Leoncio, Andronio y Machino. — vivirás con mil revueltas,
Dichos. que el juez que por interés
tuerce la justicia es
Constan. Injustas quejas has dado, espada con muchas vueltas.
madre, en aquesta ocasión La cruz de este estoque mira,
al griego Imperio y Senado y verás salir á luz
que muestran el ambición un consejo que me admira;
con que el mundo has gobernado. siempre has de mirar la Cruz
¿Qué mayores quejas dieras cuando estuvieres con ira;
si, cuando á Grecia vinieras que su piadosa presencia
triunfando con regocijo, amansará tu violencia,
en vez de imperar tu hijo y fué invención extremada
un extraño imperar vieras? poner juntas en la espada
¿Tan mal, madre, galardona la justicia y la clemencia.
el Imperio tu persona,
(Dale el inundo.)
si el día que entras triunfando
á tu hijo le está dando Toma este globo, en quien fundo
del Imperio la corona? tu Imperio, y serás gigante,
Basta, que tu desatino ó nuevo Alcides segundo,
(que este nombre ha de tener) pues, cual si fueras Atlante,
á vituperarme vino; te han cargado todo el mundo.
Semíramis querrás ser Siempre has de vivir así,
y hacerme á mí infame Nino. la espada desenvainada
Porque mientras que atropellas junto al mundo que te di,
bárbaros y cuerpos huellas porque en dejando la espada
con guerra que el mundo abrasa te dejará el mundo á ti.
me quede encerrado en casa Quiero decir que es en vano
hilando con tus doncellas. el librar de algún tirano
Hijo tienes que ya alcanza tu Imperio sí te desarmas,
en la milicia alabanza; que el reino que está sin armas
holandas, madre, dibuja; deslizase de la mano.
que á la mujer el aguja Tenlo bien, siendo prudente,
le está bien, mas no la lanza. que con la prudencia sola
Irene. Si hombre en el Imperio íubiera. gobernarás bien tu gente,
Constantino, que hasta ahora porque como el mundo es bola
le amparara, Irene fuera roda ráse fácilmente.
Penélope tejedora, La Cruz que ves de ese modo
no Semíramis guerrera. es la ley de Dios, y estima
Mas si cuando el Persa vino su ley, á que te acomodo,
las telas del raso y lino que por aqueso está encima,
con oro y perlas bordara, porque Dios es sobre todo.
¿quién sus escuadras echara Con tres cruces galardona
del Imperio, Constantino? el Imperio tu persona,
Los hombres no, que en regalos y cada cual es pesada;
y femeniles placeres, púsole cruz en la espada,
por huir sus intervalos en el mundo y la corona.
hilaran como mujeres Ruego al cielo que no des,
y fueran Sardanapalos. cuando ruede la fortuna,
(Tocan música y sube á coronarte Irene; con tanta Cruz al través,
pónete lacorona en la cabeza.) que si Dios cayó con una,
Hágate Dios gran Monarca, ¿que harás tú llevando tres?
y tanto, que este laurel Constan. Cesa, madre, de agorarme,
ciña lo que el Sol abrasa, si no quieres enojarme,
y triunfes del moro infiel que yo me sabré tener,
sin que lo estorbe la Parca. y cuando venga á caer
(Dale el estoque.) será para levantarme.
Toma aqueste estoque agudo Constantino soy, mi nombre
que hoy te ofrece, Emperador, dice constancia; resiste
tu Imperio, limpio y desnudo, tu temor y no te asombre,
en señal que en su favor que pues que tú te tuviste,
has de acudir como acudo. yo me tendré, que soy hombre.
Dátele limpio y derecho Vamos, amigos, que presto
porque en ninguna ocasión, veréis á mis plantas puesto,
si has de ser juez de provecho, sin temor de enojos vanos,
le ha de manchar la pasión el mundo que está en mis manos.
ACTO PRIMERO 85
Mas ¡válgame Dios!, ¿que es esto? ESCENA IV
(Levántase y al bajar cae en tierra con
el estoque que se le quiebiw, el mundo y la Leoncio. Voces dentro.
corona.)
Mundo, en tierra os han dejado;
Caí en tierra y la espada ¿cómo estáis tan despreciado?
se me quebró. Con honra poca os reciben;
Irene. . Mi recelo mas no es mucho que os derriben
aumenta la suerte airada. por los que habéis derribado.
Leoncio. La corona dió en el suelo, ¿Levantaréos, mundo? Sí,
y el mundo. que aunque pagáis mal, me fundo
Constan. No se osdé nada, en levantaros, venid;
que á tanta soberbia vuelo mas pues os levanto, mundo,
que si con caer no diera, levantadme vos á mí.
señal que me basta el suelo, Pero si he de caer luego,
guerra al mismo cielo hiciera dejadme así, mundo ciego,
hasta conquistar el cielo. que será el subir trabajo
Irene. Diversa interpretación si me habéis de echar abajo.
adivina el corazón; Voz. (Dentro.) Leoncio, Emperador griego.
ahora bien: yo determino
(Ábrese el mundo en cuatro partes, y de
irme á vivir, Constantino, en medio sale una mano con una corona
á una aldea y recreación de laurel.)
quedos leguas de este espacio Leoncio. ¡Cielos! El mundo se ha abierto
está, donde en su floresta y una mano sale de él
seré, viviendo despacio, que, haciendo mi temor cierto,
si hasta aqui Belona, Vesta, me da el imperial laurel.
que va me enfada el palacio; ¿Sueño? No, que estoy despierto.
y dando á Marte de mano, Buenas señales son éstas,
imitaréá Diocleciano, si no se vuelven funestas;
que tuvo por vituperio vamos, que quiero pagaros,
la púrpura del imperio mundo, este bien con llevaros,
hecho en Dalmacia hortelano. aunque sois pesado, á cuestas. (Vase.)
Constan. Bien haces, anda con Dios, (Suena ruido de desembarcar. Dicen de
que allí podrá tu viudez dentro.)
descansar. Marinero i.°
Irene. Trono, de vos ¡Chipre!
caí en tierra una vez Marinero 2.° *
y no quiero caer dos.
En vos me vi entronizada, ¡Constantinopla!
mas caí por ser pesada,
y es milagro asiento falso Todos.
que, cayendo de tan alto, ¡Grecia! ¡Grecia!
no salgo descalabrada.
.Marinero 3.°
Constan ¿Vaste?
Irene. Aguardo á que me des Echa á tierra la puente y pasadizo.
los brazos.
Constan. Adiós, que es tarde;
acompañadla los tres. ESCENA V
Irene. Dios, griego imperio, te guarde,
que vas á dar al través. (Vase.) (Salen por una puerta Constantino, Leoncio, An-
dronio y Macrino; por otra parte echan desde la
popa de una gatera un pasadizo al tablado, y
ESCENA III bajan por él Caroi. a, la infanta; Lidora, dama;
Rosei.io, su hermano, y otros.)
Salen dos Criados.— Dichos, menos Irene.
Constantino.
Criad. i.° Una flota entra en la barra
y alegre en el puerto amarra, Palafrenes traed, caballerizo,
dando al viento los grumetes, para la Infanta y damas.
flámulas y gallardetes. Rosei.io.
Constan. A ocasión vendrá bizarra,
sí es mi esposa, que ella sola ¡Qué bien precia
esta ciudad el mundo, y qué bien hizo
aguardo. el magno Constantino en ilustrarla
Criad. a.° Griego monarca, y con su nombre, imperio y silla honrarlal
la bella infanta Carola
en el puerto desembarca. Carola.
Constan. ¿Mi esposa es? ¡Caballos, holal
(Vanse todos si no es Leoncio, y quéda
Famoso puerto y espaciosa playa:
se el mundo en tierra.) no es tal la de mi patria Famagusta.
86 LA REPÚBLICA AL REVES

ROSELIO. Carola.
Dudo que igual en toda Europa la haya. El Principe, mi hermano, se querella
de que haya coyuntura semejante
Macring.
paraos servir y ver, y que con ella
Ya está en tierra la que ha de ser Augusta. le detenga mi padre.—Levántale, Lidora.
(Cáesele un guante, levántate Lidora, dásele de ro
Roselio. dillas, y túrbase Constantino en verla.)
El César viene.
Constantino.
Carola.
¿No hay criados aquí? Dejad, señora;
¡Ay, Dios! aquella saya
del suelo os levantad, y...
compón, Lidora, presto; el cuello ajusta.
Leoncio.
Lidora.
¿No oyes esto?
Todo está bueno, no llegues á ello. ¿No miras cómo el César se ha quedado?
Carola.
Andronio.
¿Y el tocado?
Lidora. Tiene la dama garabato y gesto
picante.
También.
Leoncio.
Carola.
Y aun el alma me ha picado.
Mira el cabello.
Carola.
Constantino. ¿Qué accidente, señor, ha descompuesto
Deme su mano vuestra gran belleza. vuestro semblante así?¿Qué os ha turbado?
Carola. Constantino.
Más razón, gran monarca, es que yo pida ¡Válgame el cielo! ¡Que un mirar suave
la vuestra. suspenda el alma y sus sentidos trabe!
Constanting. ¿No es bueno que al momento que me vieron
aquellos ojos cuya luz me abrasa
¿Cómo viene vuestra Alteza? dió un vuelco el corazón y suspendieron
Carola. sus actos mis suspiros? Lo que pasa
á los que ayuda al homicida dieron,
Para serviros, vengo agradecida que entrándole á buscar el juez, la casa
alfmar, que en paz á ver vuestra grandeza trasiega toda, de ese mismo modo
me trajo. me ha trasegado amor el pecho todo.
Constantino.
Carola.
Quedará la mar corrida
de que la tierra, bella Infanta, os cobre, ¿No me diréis, señor, qué os ha turbado?
• pues sin vuestra belleza queda pobre. Constantino.
Roselio. No sé á fe; un accidente sentí ahora
envidiosa á lo menos justamente que me inquieta, algo que...
puede estar del favor que con vos gana, Carola.
invicto Emperador de todo Oriente,
á sus orillas mi dichosa hermana; ¿Y hase aliviado?
y por la mucha parte que al presente Constanting.
me cabe de merced tan soberana,
los pies os beso, Emperador Augusto. Un poco estoy mejor; venid, señora,
que mientras mi imperial Corte y Senado
Constantino. estatuas os levanta y arcos dora,
y la entrada magnífica os previene,
Roselio, Infante, alzad. fuera de la ciudad que estéis conviene.
Roselio. Mi palacio de monte es maravilla
de toda Grecia, y sus jardines bellos
Aquesto es justo.
distan de la ciudad sola una milla;
Constanting. á los de Chipre olvidaréis en ellos,
sus cercas besan de la mar la orilla.
¿Dejaste con salud al Rey? (Y yo tengo de ser, si llego á ellos,
Roselio. Tarquino de Lidora, si es Lucrecia,
Con ella aunque se pierda como Roma Grecia.)
para serviros queda. Carola.
Constantino. Como yo viva en vuestra compañía,
¿Y á Ariodante? de Chipre olvidaré prados y huertos,
ACTO PRIMERO *7
que sois emperador del alma mía, Leoncio.
y así con vos son Chipres los desiertos.
Si esta pasión dura,
Constantino. la vida he de perder por su hermosura.
¡Ay sol hermoso de mi obscuro día;
de mi muerte verás indicios ciertos ESCENA VI
si no te gozol Salen Dinampo, Florino, Tarso }' Melisa, pastures.
Carola.
O yo soy desdichada, Din ampo Mi parecer es de viejo.
ó estáis malo, señor, ¿qué habéis? ¿La Emperatriz all aldea?
Que muy bien venida sea;
Constantino. haga fiestas el Concejo.
No es nada. Tarso. ¿Por qué es la fiesta?, ¿quién viene
Venid, Infante. Apreste Grecia fiestas al puebro?
en mi casa del monte, que á mi esposa Floring. La Emperadora.
festejen. Tarso. ¿Cuándo?
Carola. Florino. Luego.
Tarso. ¿Agora?
Todas me serán molestas Florino. Agora.
hasta que de esa suspensión penosa Tarso. ¿Que la Emperatriz Irene
la causa sepa. viene? Pues ¿á qué?
Constantino. Dinampo A vivir,
en su casa de pracer.
Amor, hoy manifiestas Tarso. ¿Y el Imperio?
la fuerza de tu mano poderosa. Dinampo Era mujer
¡Ay Leoncio! y no le pudo sufrir.
Leoncio. Tarso. Pesa mucho; ¿mas en quién
¿Qué tienes? le renunció?
Dinampo En Constantino.
Constantino. Melisa. ¡Oh, qué grande desatino!
¿No es Lidora Tarso. Plegue á Dios que lo haga bien.
mejor para imperar que su señora? Florino. Diz que es un disparatado.
Tarso. Dejemos esto y vení,
Leoncio. que pues ella viene aquí
Mucha belleza tiene, mas no es tanta he de ser muy su privado.
que merezca, señor, ser preferida
Dinampo Luego, ¿conóceos?
á la Infanta. Tarso. Sí, á fe.
Constantino. Dinampo. Pues haráos mucho servicio.
Florino. Buena vida.
¿Qué dices á la Infanta? Tarso. Será vicio;
Al sol de quien recibe su luz vida. con ella me entretendré. (Vanse.)
Emperatriz la haré.
Leoncio. ESCENA VII
Si así te encanta, Salen Lidora y Constantino.
gozarla puedes, sin que aqucso impida
el imperar tu esposa. Lidora.
Constantino. Tu Alteza, invicto César, se reprima (i);
que aunque es de mucha estima que el augusto
¿Es vituperio, me tenga amor, no es justo, ni conviene,
que á quien el alma doy la dé mi Imperio? que quien á servir viene, se prefiera
Ya aborrezco, Leoncio, vive el cielo, á su señora.
la hermosura que alabas en Carola.
Constantino.
Leoncio. (Ap.) Espera, por el cielo,
Y á mí, con ser el corazón de hielo, que de mi fuego, es hielo su presencia.
le ha bastado á encender Lidora soh.
Constantino. (i) Nótese el artificio de estos versos; que consiste
en que todos consuenan en su silaba séptima con la
¿Qué dices?' última del que le antecede, en esta forma.
Leoncio. Tu alteza, invicto César se reprima
que aunque es de mucha estima que el augi/sio
Que te dió hechizos recelo. me tenga amor, no es jus/o, ni conviene
que quien á servir viene
Constanting. Sin embargo, leídos á la ligera, parecen endecasíla
bos sueltos. Mucha facilidad debía tener Tirso, para
Dices verdad; vió el alma y hechizóla. imponerse voluntariamente tan poco lucidas dificul
Vamos, señora. tades.
88 LA REPÚBLICA AL REVES

LlDORA. del transparente coche desterrada


Más muestra la experiencia que le abrasa, goce el alma abrasada tu belleza;
pues tan presto se casa vuestra Alteza; que tú serás cabeza de mi imperio,
porque, si su belleza le enfriara, y en dulce cautiverio presa el alma
claro está que aguardara que en la corte, que tienes puesta en calma, haré que el orbe,
pues no hay para que importe que sea ahora, sin que la envidia estorbe dichas tantas,
le diera mi señora como esposa se postre á aquesas plantas; tu señora
la mano generosa. Mas pues veo te servirá, Lidora, y aunque sea
que le obliga el deseo á que en un monte Emperatriz, no crea ningún hombre
y desierto horizonte dé la mano que lo es más que en el nombre.
á mi señora, es llano que le aflige Lidora.
la dilación, y elige lo más breve
por mejor; que á ser nieve, no se diera ¡Qué abundante
tal prisa; que el que espera, cuando arde que promete un amante pretendiente,
todo lo juzga tarde y, si aborrece, y qué apocadamente cumple luego
un siglo le parece que es instante. que se aplacó su fuego! No harás nada;
quedateme criada, pobre y sola,
Constantino. y Emperatriz Carola; muy mal labras
Cuando alzastes el guante que me diste, tus gustos con palabras, pues son viento.
y viéndoos yo, rendistes mis suspiros; En cumpliendo tu intento seré necia
por no verse perdidos previnieron y fea; la que precia el primer fruto
el remedio que vieron conveniente; es cuerda y da tributo al yugo tierno
y como amor ardiente se repara del sacramento eterno, que al fin dura.
con otro amor, gustara que este medio
sirviera de remedio. Remediarme Constantino.
quise con desposarme, porque he oído La perfecta hermosura nunca enfada;
que entre esposa y marido amor desnudo mas después de gozada, si es perfeto
hace un sabroso nudo. Desposéme, el amor, más sujeto está el amante,
aborrecí, y heléme tan helado, más firme, más constante y apacible;
que aunque no la he gozado, ya me siento ¿no es siempre apetecible lo que es bueno?
con arrepentimiento de lo que he hecho. Lidora.
El tálamo y el lecho que me espera
esta noche quisiera se abrasara. Lo bueno como bueno, es gran regalo;
Si yo á Carola amara, ¿de qué modo pero en razón de malo mala cosa.
á vos, Lidora, toda el alma diera?
La llama verdadera, y el perfeto Constantino.
amor, sólo á un objeto se termina, ¡Ay mi discreta hermosa que me vences
sólo á un blanco se inclina su sentido; cada instante y convences! Yo te adoro,
que el amor repartido no merece y aunque el bello tesoro de tus brazos
nombre de amor, ni ofrece amor sus leyes con violentos abrazos hoy pudiera
tan capaces... forzarle si quisiera, no me agrada
Lidora. la voluntad forzada, y al contrario
Los Reyes, griego augusto, el amor voluntario me combate;
tienen muy ancho el gusto y apetito: de remedio se trate, que me abraso,
nunca tiran á un hito solamente; mi sol, mi luz, mi fe.
en su amor aparente hay la mudanza, Lidora.
que en su misma privanza venlo todo,
y el ver como es de modo, que de él nace Paso, Constantino.
cuando el objeto aplace el desearlo
y es fácil alcanzarlo, porque adquieren Constantino.
los Reyes cuanto quieren; sus empleos Si me amas, determino hacer que Oriente
son como sus deseos: pues ¿qué mucho, dé perlas á tu frente y cuanto abarca;
si á la experiencia escucho, esta certeza serás griega monarca y Reina sola;
que quiera vuestra Alteza á mi señora mandarás á Carola.
la Emperatriz y ahora juntamente
á mí obligarme intente? Lidora.
¡Oh interés loco!
Crnstantino. venciste poco á poco, mucho puedes;
Bien arguyes, cazáronme tus redes.
pero no me concluyes; porque entiendas
que tus hermosas prendas sólo han hecho Constantino.
tributario mi pecho y á ti sola, ¿Correspondes
despreciando á Carola, estimo y quiero, á mi amor? ¿Qué respondes?
esta noche prefiero tu hermosura
á la suya; procura que entretanto Lidora.
que con su negro manto está la noche Que, pues fuerza
ACTO PRIMERO 89
no me has hecho, me fuerza no haberla hecho Constantino.
á que dentro del pecho te reciba. No me la nombres; volveráse á Chipre
Constantino. con su padre.
¡Viva Lidora, viva tu hermosura! Leoncio.
¡ya es cierta mi ventura! ¿Qué dices, gran Monarca?
Hoy te acabas de desposar con ella,
Lidora. ¿y quieres con afrenta tan notable
El cómo traza, que á su padre se torne?
y adiós, que me embaraza la venganza; (i) Constantino.
¿qué habrá en el mundoque interés no venza?
(Vase.)
Pues ¿qué agravio
le puedo hacer, si antes de gozarla
ESCENA VIII á su padre la vuelvo?
Constantino.
Leoncio.
Sansón, ¿qué vale cuando al campo sale Dirá el mundo
con las puertas á cuestas que de Gaza mil oprobios de ti, y el Rey, su padre,
arranca fiero, s¡ una mujer traza podrá con justa causa hacerte guerra.
que en la tahona, ciego, á un bruto iguale? Mira, señor, que tienes en tu Corte
¿Qué vale Alcides con amor; qué vale á Roselio, su hermano, y que en sabiendo
cuando leones vence y despedaza, el agravio que hacerle determinas
si vuelta rueca su invencible maza incitará á su padre á la venganza.
á hilar le obligan el amor y Onfale? Constantino.
Sardanapalo, no tuvo vergüenza
cuando sentado cual mujer le vieron Poco importa, que echándole de Grecia
desceñirse la rueca por regalo y ocupándole lejos en la guerra
¿Qué mucho, pues, que una mujermevenza, no sabrá mis intentos. El ejército
no siendo yo más fuerte que lo fueron que está en Egipto contra el Soldán turco
Sansón, Alcides y Sardanapalo? no tiene Capitán general, quiero
con este cargo honroso desterrarle
y hacer que allá le den veneno ó muerte,
quitaremos de en medio aqueste estorbo.
ESCENA IX Otra dificultad hay mayor que ésa,
Constantino y Leoncio. que es el estar mi madre viva y libre,
y temo que si ve mis desvarios
Leoncio. ha de quitarme libertad é imperio;
que la adoran de suerte los soldados
¿Yo competencia á un César? ¿Yo á su dama de toda Grecia, que me dicen lloran
amor? Cielos, ¿qué es esto? Mas que importa por verla del Imperio retirada.
que compita en amar, si en el imperio Pero si con prenderla quedo libre,
compito? ¿Una voz dulce no me ha dado prenderéla.
nombre de Emperador? Pues si pretendo Lkoncio.
lo más, que es el imperio, ¿qué milagro
que pretenda lo menos, que es Lidora? ¿Qué dices?
Mas ¡ayl vana ambición, déjame un poco, Constanting.
que temo que me quieres volver loco.
Pues ¿es mucho
Constantino. que por asegurar mi gusto, prenda
¡Leoncio! á mi padre, mi madre y mi linaje?
Leoncio. De aquesta suerte viviré seguro.
Tomaré por achaque de prenderla
Gran señor. que levantarse quiso. Llama á Andronio
Constanting. y haz que á mi madre ponga en una torre,
y toma aquesta llave de mi cámara,
Ya dió Lidora y engañando á Carola, haz que á Lidora
el deseado sí de mi esperanza; en su lugar aquesta noche goce,
el tálamo aprestado aquesta noche que yo voy luego á despachar á Egipto
para Carola, quiero que lo ocupe á Roselio; que importa que se parta
la Venus Cipria que me abrasa el alma. para quitar estorbos á mi gusto. (Vase.)
Leoncio.
¿Qué escucho, cielos? Pues, señor, ¿tú esposa? ESCENA X
Leoncio.
(i) Así en el original y en la reimpresión de D.a Te
resa de Guz mán; pero es claro que Tirso escribió «ver ¡Ay ciego Emperador! ¡Ay loco Augusto!
güenza» consonante de «venza». No querrá el cielo ni mi amor que goces
9c¡ LA REPÚBLICA AL REVES

aquesta noche á quien el alma he dado. hasta el níspero y la serva.


La llave de su cámara es aquesta, Todo aquesto humilde ofrece
yo haré que entienda ser Lidora hermosa el lugar á su mercé:
la que le aguarda en su lasciva cama, pobre en obras, rico en fe,
cuando á acostarse vaya, y que esté en ella que es lo que más le engrandece;
la pobre h'mperatriz que ya aborrece; y yo un aima le presento,
que yendo á obscuras con silencio mudo, contenta ahora sin tasa,
creyendo que es Lidora la que aguarda, tan ancha como la casa
no se sabrá mi provechoso enredo que le ha de dar aposento.
y yo á Lidora gozare con nombre, Melisa. ¡Qué bien lo ha despotricado
esta noche, del César Constantino. el diabro!
Buena traza es ésta si se logra; Dinampo. Como discreto.
yo voy á ejecutarla, aunque la vida Florh.o. Basta ser poeta.
pierda, que por tal prenda es bien perdida. Dinampo. Poeto
diréis, que es hombre y barbado (i).
Irene. Yo estoy muy agradecida
ESCENA XI al lugar por el cuidado
que en regalarme ha mostrado,
Salen Florilo, Dinampo, Itai.io y Tarso, pastores; y y gusto de mi venida. •
Melisa, y detrás de ellos Ihenic, la cual se sienta. Y en pago de este presente
Tarso. Perdone la cortedad que aqueste lugar me ha hecho,
de vueso pruebo grosero os hago francos de pecho
su mercé, y mire primero por veinte años.
que al don á la voluntad. Dinampo Otros veinte,
Que á ser tan rica como ella ¿veinte dije? veinte mil
con tales veras mostrara tenga de vida y salud
su amor, que se aventajara su merced.
á todo el imperio en ella. Irene. En la quietud
Alcaldes, Concejo y ¿ente del campo que viste Abril
del puebro, á su señoría si tendré, que en el palacio,
un pobre presente envía; donde la ambición se bebe,
pero basta ser presente. la más larga vida es breve.
Seis mozas en delantera Tarso. Acá vivimos despacio.
van compuestas y garridas, Irene. Pues, Tarso, ya ha muchos días
que en seis fuentes escogidas que no nos vemos.
de la más limpia espetera, Tarso. Después
llevan cubiertas de llor que pisaron vuestros pies
rosas y tortas cuajadas imperios y monarquías
de miel, que fueron masadas y os ausentasteis de aquí
hoy por la del herrador. no os he visto.
También llevan confitura Irene. Pues ¿por qué?
poca, porque cara cuesta, Tarso. Porque en la corte pensé
que ayer compró media cesta que os olvidarais de mí.
en Constantinopla el cura. Aluda el mandar la costumbre
Luego se siguen seis mozos, y la púrpura imperial
los más apuestos y ricos, no hace caso del sayal;
todos con nuevos pellicos estábades en la cumbre,
y todos con rubios bozos, ¿quién había de subir
que andando con pasos graves tan alto á habraros? Acá
llevan de palos pendientes más tiempo y lugar habrá.
mil regalos diferentes Melisa. Agora la he de pedir
de conejos, liebres y aves. que me quieras por justicia,
Tras ellos van cien cabritos veremos si esto aprovecha.
de mil colores y modos, Tarso. No, Melisa; que sos hecha
unos más que el ampo todos, como casa á la malicia.
otros de manchas escritos,
que llevan en medio de ellos ESCENA XI!
dos terneras señaladas,
con campanillas doradas Salen Andronio y otros, en cuerpo.—Dichos.
de los arrugados cuellos.
Después van doce zagales Andron. Aquí dicen que ha de estar,
con otras tantas doncellas, trocando en florido campo
cargados ellos y ellas el campo armado.
de requesones, panales, (i) Como siempre que Tkli.ez emplea los nombres
quesos que el tiempo conserva, pastoriles de Tarso v Tirso suele relerirsc a si mismo.
cuajada, natas, mantecas, Muchas vcecs se considera ó llama sacristan para in
y frutas verdes y secas, dicar además su profesión.
ACTO PRIMERO
9>
Florilo Dinampo; Irene. Paciencia.
soldados en el lugar. Vamos, pues lo manda asi.
DlNaMPO . ¿Qué diabros querrán agora? Amigos, adiós, adiós.
que si nos echan soldados Tarso. Yo, señora, iré con vos;
no hay mujeres ni ganados. de mí, señora, os serví;
Irene. ¿Qué es esto Andronio? yo iré en vuestra compañía.
Andron. ¡Señora! Irene. No, Tarso; ya querrá el cielo
Irene. Ya comienzo á agradecer que vuelva á ver este suelo
la lealtad que habéis tenido, con más contento algún día.
pues el primero habéis sido Tarso. Quedando sin vos me aflijo.
que me haya venido á ver. Irene. Adiós; vamos de aquí, Andronio.
¿Qué tenéis? ¿Qué os entristece (Llévanla.)
y os hace enjugar los ojos? DlNAMPt . ¿Aqueste es hijo ó demonio?
¿Qué hay de nuevo? Tarso. Demonio sí, mas no hijo. (Vanse.)
Andron. Mil enojos,
señora, que no merece
vuestra Alteza. ESCENA XIII
Irene. ¿A qué os envía
á mi casa, Constantino? Sale Carola sola.
Que en veros asi adivino
alguna desgracia mía. Blasone el hombre arrogante
Andron. Sabe Dios lo que me pesa que es un diamante en sus hechos,
que me lo mandara á mí. que hoy he visto en un instante
Irene. ¿Qué os ha mandado? Decí. que hay diamantes contrahechos
Andron. Que lleve á una torre presa y que se quiebra el diamante.
á vuestra Alteza. Bien puede ser este error,
Tarso. ¿Qué dijo? y el hombre, por varios modos,
Florilo. Presa parece que oí. ser firme, y más en amor,
Irene. ¿Mi hijo me prende á mí? mas conmigo pierden todos
Andron. Sí, señora. hoy por el Emperador;
Irene. ¡Qué buen hijo! porque si bien me quisiera
Andron. En una torre me manda con más amor me mirara;
que os ponga guardas. pero, si me aborreciera,
Irene. Pues ¿qué el desposorio aguardara
le han dicho de mi? que en Constantinopla fuera.
Andron. No sé. Declarad, piadosos cielos,
Irene. Yo sí, que bueno el mundo anda. este caos de mis recelos,
No es muy difícil saber este nuevo laberinto,
que, pues á Nerón se iguala, aqueste infierno que os pinto
si me prende, no es por mala, de confusión y de celos.
mas porque él lo pueda ser. Este enigma que se ofrece
Que viva en prisión ordena el alma confusa aquí,
porque no lo esté su antojo, pues Constantino parece
que la reprehensión al ojo que amándome á mi sin mí,
mil liviandades refrena. cuando me ama me aborrece.
Y pues prenderme ha mandado
cuando sus vicios refreno,
despedazar quiere el freno ESCENA XIV
para correr desbocado. Sa'e Lidora.— Dicha.
Corra, que este vituperio
venganza vendrá á tener, Lidora. ¿En qué andáis, travieso amor?
que yo sé que ha de correr Mas ¿diréis que no es error
hasta atrepellar su Imperio. el que aquesta noche hiciste,
¿Dónde Constantino está? cuando la fuerza rendiste
Andron. En la casa de placer de mi honra al Emperador;
del monte. y que si la gente infama
Irene. Quiérele ver; la mujer con justa ley
llevadme primero allá. que así mancha su honra y fama
Andron. No puedo en eso serviros, no pierde nada si un Rey
y de ello el alma se corre; su amor solicita y ama?
luego manda que á una torre Murmúrese, pues, mi exceso
os lleve, sin consentiros, que (i) haber dado ser y honor,
señora, que á su presencia porque de un Emperador
lleguéis. esposa ser intereso.
Irene. ¿Aqueso os mandó?
Andron. Plugiera al cielo que yo (i) En los impresos asi; pero, como falta un verso á
pudiese hacerlo. la quintilla, esta oscuro el sentido.
02 LA REPÚBLICA AL REVES

Carola. Lidora, ¿qué suspensión y que suba tu bajeza


os irae confusa y en (i) calma? á coronar tu cabeza
Lidora. Nuevos pensamientos son de descalzarme los pies.
y pretensiones de un alma Mas, cuando estés coronada,
que ya se juzga Faetón. ¿no te parece, Lidora,
que quedaré más honrada,
Carola. ¿Faetón? ¿Tan alta subida
intenta? pues tendré, siendo señora,
Lídora. Desvanecida, una Emperatriz criada?
quiere con él competir. Lidora. Norabuena sea así;
Carola. ¿Y no teme que el subir resulte la honra en tí
espera mayor caída? y yo goce tu apellido,
que si hasta aquí te he servido,
Lidora. Ella se sabrá tener.
Carola. Tal seguridad no es buena; tú me servirás á mí.
guardaos, no seais Lucifer Carola. ¿Yo á ti, soez, baja, loca?
en pretender silla ajena, Cuando el laurel imperial
que será cierto el caer. me quite mi dicha poca,
¿no soy yo de sangre real?
Lidora. ¿Ajena? ¿Qué patrimonio
da señal ó testimonio ¿y tú?
de que tiene dueño ajeno? Lidora. Rtfrena la boca,
que si mi enojo echa el resto,
Carola. ¿Qué patrimonio? ¿No es bueno
el del santo matrimonio? haréte arrepentir presto.
Lidora. ¡Jesús! aquese hasta ahora Carola. ¿A mí, ramera de Grecia?
está en cierne, otro mejor ¿mal nacida?
tiene el alma en quien la adora, Lidora. Toma, necia.
(fíale Lidora d la Infanta «n bofetón.)
que es un vínculo de amor
Carola. ¡Ay, Dios! ¿Bofetón?
y mayorazgo.
Carola. ¡Ay, Lidora,
mira lo que haces; mira ESCENA XV
que hay Dios y que si se aira,
castigará con rigor; Salen Constantino, Leoncio y Anuronio — Dichas.
mira que el Emperador
es mi esposo, y que suspira Constan ¿Qué es esto?
por él mi alma, Lidora. Lidora. (Ap.) Constantino viene aquí;
Lidora. Miro, que como no eres fingiré que recibí
buena para imperar, quieres el bofetón que di. ¡Ay, Dios!
ser para predicadora; (2) Constan ¡Lidora mía!
no me canses. Lidora. ¿Por vos
Carola, Ya comienza tienen de tratarme así?
en ti á campar la falta ¿Por vos injuria tan clara?
de honor; no habrá quien te venza, ¿Por vos llamarme ramera?
que cuando la honra falta ¿Por vos la mano en mi cara
también falta la vergüenza. la Infanta?
Lidora. Si la lengua no reprimes, Constan ¡La Infanta muera!
forzaréte á que me estimes, Carola. (Ap.) ¿Vióse insolencia más rara?
cortándotela á raíz. Mas para que con razón
Carola. ¡Villana! ¿á tu Emperatriz? todo en aquesta ocasión
Lidora. ¿Emperatriz? ¡Qué sublimes ande al revés, no me espanto
pensamientos! el renombre que ésta forme queja y llanto
me agrada; deja el humillo, y yo lleve el bofetón.
que eres, para que te asombre, Más vale que pase así;
sólo Emperatriz de anillo, y aunque yo sea la injuriada,
y no tienes más que el nombre. que piense el mundo que di
Y no hagas tanta cuenta bofetón á mi criada,
del título que te afrenta, ) no que le recibí.
pues eres, con tal blasón, Es verdad; yo castigué (a ellos.)
Emperatriz á pensión, á quien tan soberbia fué
y he de gozar yo la renta. que se descomidió ahora
Que el cielo, que galardona contra su propia señora.
contra la opinión que tienes Constan. Pues ¿cómo el cielo, que ve
y ennoblece una persona, su bella luna eclipsada,
podría ser que á mis sienes con un castigo ejemplar
trasladase tu corona. no la ha dejado dañada? (i)
Carola Como el mundo anda al revés Carola. Pues ¿es nuevo castigar
no es mucho que en eso des, la señora á su criada?

(i) Asi en el original; pero la reimpresión corrigió


(i) jScrá«s¡n»? con acierto escribiendo «vengada».
(2) Falta un verso, pues son todas quintillas.
ACTO PRIMERO 93
Constan. Calla, asombro de mi gusto. Quisieron mis amigos
Llévala presa. con pláticas sutiles
Leoncio. Señora, entretener mis penas;
tener paciencia aquí es justo. mas como siempre aflige
(Ap.) No sabrá así que á Lidora al que es discreto el necio,
anoche gocé, el Augusto. al soberbio el humilde,
Constan. Vamos, que con palio honroso y al avariento el pobre,
vuestro nombre haré famoso así al amante el libre.
en venganza desta afrenta, Con oiras hermosuras
siendo con fiesta opulenta, poner remedio quise
bella prenda, vuestro esposo. al fuego que en el alma,
Ea, pues, que ya es razón en viéndote, encendiste.
que cese aquesa pasión, Mas era echar más leña,
mi bien. Basta ya, vení. porque es necio el que dice
Lidora. ¿Suélese olvidar así que el amor más constante
la injuria de un bofetón? con otro amor se rinde.
(Vanse Constantino y Lidora.) Fin fin, cuantos remedios
en su Ars amandi escribe
Ovidio, el desterrado,
ESCENA XVI tantos propuse c hice.
Carola y Leoncio. Mas como al que es de muerte
de tormento le sirven
Carola. Vamos, pues gusta que presa las medicinas varias
padezca, el Emperador. que el médico apercibe,
Leoncio. Mientras que su enojo cesa, empeoré con ellos;
sufrid aqueste rigor, ¡mal haya amén, quien dice
Infanta, que de él me pesa. que es remedio la ausencia
Carola. ¡Qué bueno anda el mundo ahoral para que amor se olvide!
Despreciada la señora; ¡Qué de veces rondaba
antepuesta la criada; las paredes felices
presa la que está injuriada, que habitación te dieron
con honra la que es traidora. cuando mi mal oíste!
La que descalzó mis pies, ¡Y qué de veces, loco,
entronizada en el puesto desde tus rejas quise,
del imperio. Mas poco es llamándote, Anajarte,
en la república aquesto, representar un Iphis!
que es república al revés. Las sabrosas palabras
y prendas que me diste
eran de mi naufragio
la tabla convenible.
ACTO SEGUNDO Mas todo aquesto era,
sin verte, hermosa Circe,
cual vela que se acaba,
arder para morirme.
ESCENA PRIMERA Vime, en fin, tan enfermo,
tan desahuciado vime,
Salen Lidora y Clodio vestidos de camino.
que hacer una novena
Clodio. Tan lleno de pesares á tu hermosura quise.
quedé cuando partiste, Llegué á Constantinopla;
que con el menor de ellos y apenas de un esquife
fué mucho no morirme. á tierra salté, cuando
Maldije el griego imperio en un carro sublime
y á la Infanta maldije, de perlas, marfil y oro,
que fué ocasión, señora, mis ojos hechos linces,
de aquella ausencia triste. te vi llevar debajo
En ella de mi pena de un rico palio; ¡ay triste!
pensaba divertirme Creí que me engañaba;
con ejercicios varios, llegue á un hombre y le dije:
sin tu presencia viles. ¿Carola no es aquélla,
Salí á cazar mil veces, hija del Rey de Chipre?
y otras tantas volvíme, Respondió: «No es la Infanta
porque me daban caza que esa dama infelice
pensamientos terribles. trajo consigo el daño
Perdía si jugaba, que su ventura oprime.
que como perdió Chipre Una criada es suya
tu agradable presencia, á quien el César rinde
perdiéndose él, perdíme. la cerviz de su imperio
94 LA REMJBLICA AL HEVES

porque es de su amor Circe.» en albricias del estado


Quedéme casi mueno, que Dios te dió, si es que precia
y vi que el vulgo libre tu Alteza su autoridad,
te echaba maldiciones, que les des un día feliz
y aun yo ayudarle quise; poniendo á su Emperatriz,
y de mi muerte cierto, v tu madre, en libertad.
pues miro va imposible Y piensa que hacerlo así
mi débil esperanza, como el Senado te exhorta,
antes que se marchite, aunque mucho nos importa,
busqué ocasión de darte, más, señor, te importa á ti.
cruel más que Bisiris, Porque las murmuraciones
el parabién del lauro del vulgo y de los soldados
que en tu cabeza ciñes. que por ella gobernados
¿Quién duda que si antes vencieron tantas naciones,
amando, me tuviste publican que es vituperio
en Chipre por tu Adonis, de Grecia y de su nación
aquí seré Tersites? que consientan en prisión
Ya pisas oro y perlas, á quien defendió su Imperio.
diamantes y rubíes, Todas la lloran y, en fin,
¿quién duda que con ellos como la aman en extremo,
también mis dichas pises? si dura su prisión, temo
Castiguente los cielos; algún popular motín.
pero no le castiguen, Constan. ¿Piden más?
sino que con mi muerte Honorat. Sí, que á la Infanta
de tanto mal me libren. de Chipre, pues es tu esposa,
Lidora. ¡Qué extraordinario gusto tan discreta, tan hermosa,
me da, Clodio, el oirte tan prudente, honesta y santa,
aquesas tiernas quejas el nombre y estado des
que dentro el alma imprimes! que goza quien le ha usurpado;
¡Oh, qué contento causan y que pues te has desposado
los celos apacibles con ella, es razón que estés
tras una larga ausencia advertido que no puedes,
de dos amantes firmes! mientras viviere, tener
Muy bien venido seas, á Lidora por mujer,
deja temores viles, pues los límites excedes
que aunque el Imperio gozo, de la ley que puso Dios,
no es ocasión que olvide cuando justamente veda
el abecé primero que ningún cristiano pueda
que el alma estudió en Chipre, vivir casado con dos.
cuando de esclava tuya Este es el consejo sabio
la argolla le pusiste. " que te suplican que admitas,
Mi hermano finge que eres, gran Monarca; nO permitas
que yo haré, si lo finges, el intolerable agravio
que rijas el Imperio. con que Irene, presa está;
Ci.odio. Cesó el obscuro eclipse mira que tu madre Irene
de mis confusos celos; en pie aqueste Imperio tiene,
aquesos brazos ciñe que ya cayendo se va.
á mi dichoso cuello, Si á clemencia te provoco
que hoy miro un imposible no dejes de ejecutalla;
en ti, mi bien, pues eres mira, invicto César...
mujer y mujer firme. Constan. Calla;
Lidora. El César, Clodio, viene. no digas más, viejo loco.
Clodio. Yo haré lo que me dices. ¡Qué donosa petición
para gobernar mi Estado!
Hoy verá el griego Senado
ESCENA II en mí un Cómmodo, un Nerón.
Salen Constantino, Honorato, senador vieja, ¿El ha de regirme á mí?
Leoncio, Macrino, Andronio y otros. — Dichos. ¿Es este el mundo al revés?
Honorat. Ni aquese nombre le des
Constan. ¿Qué es lo que me pide, pues, ni te alborotes así;
el Senado? que si envía á suplicarte
Honorat. Cosas justas, lo que he venido á advertirte,
que diré, señor, si gustas. no es, señor, para regirte,
Constan. Di las. sino para aconsejarte.
Honorot. La primera es ¿Qué monarca ó rey desprecia
suplicarte toda Grecia, el consejo, si es prudente?
y en nombre suyo el Senado, Constan. Yo basto y soy suficiente
ACTO SKÜÜNDO '.»5
para gobernar á Grecia. ESCENA III
El Senado no ha de dar,
sin pedirle, parecer, Dichos, menos Honorato.
que él sólo ha de obedecer Constan Andronio.
y yo solo he de mandar. Andron. ¿Gran señor?
Sus livianos pareceres Constan Corre
muestran lo que han estudiado; donde mi madre está presa
yo haré de su vil Senado y con diligencia y priesa,
un Senado de mujeres. dentro de la misma torre
Basta, que es donoso cuento la da un garrote.
que con livianos consejos Anuron. ¿Qué dices?
me quieran dar cuatro viejos ¿á tu madre?
mujer á mi descontento. Constan. ¡Ola! También
Si á mi madre tengo presa á aqueste muerte le den.
es porque viva en sosiego Andron. ¿A mí?
mi Estado é Imperio griego, Constan, No te escandalices;
y si al Senado le pesa ó á mi madre mata, ó muere.
de que la tenga en prisión, Andron. Yo haré, señor, lo que mandas.
no ignora la dcslealtad, ¡Ay mundo, y qué al revés andas!
que en dándola libertad (Vase.)
ha de intentar su traición.
Ya sé que quiere que torne ESCENA IV
al trono Imperial que pierde,
y que con el lauro verde Dichos, menos Androms.
su frente otra vez adorne.
HONORAT Mira, gran señor... Constan. Si el Imperio darle quiere,
CuNSTaN Ya es tarde; su silla, justo es me cuadre
vuestro intento es manifiesto: la seguridad que elijo,
yo lo remediaré presto. que no seré el primer hijo
Parte al Senado cobarde que dé la muerte á su madre.
con los soldados, Macrino, Leoncio, ve por Carola.
de mi guarda, y prende luego Leoncio. Yo voy. (Vase.)
todo ese Senado ciego
autor de tal desatino; ESCENA V
y con basquiñas y tocas,
para que el vulgo provoques, Dichos, menos Leoncio.
ponles ruecas por estoques, Constan. Quiero que á su tierra
que sus pretensiones locas se vuelva, y hágame guerra
declaren, y de esta traza, su padre, que si enarbola
porque mejor los convenza el mundo sus estandartes
su locura, á la vergüenza contra mi, poco el mundo es,
estén todo hoy en la plaza; que pues se cavó á mis pies,
porque soy de parecer no temo sus cuatro partes.
que como mujeres vean Sólo con rigor se doma
los que el Imperio desean este extraño monstruo griego,
que gobierne una mujer. que estoy por ponerle fuego
Y á este loco y vano viejo como Nerón hizo á Roma.
en ella le harás colgar,
que así le quiero pagar
su locura ó su consejo. ESCENA VI
HoNORAT. Señor...
Lidora, Constantino y Clooio.
Constan. Llévalos.
Honor at. Advierte... Lidora. ¿Tan enojado, señor?
Constan. Ea, llévalos de aquí. Constan. La luz de esos bellos ojos
Hongrat. Ejecuta luego en mí desterraron mis enojos;
este castigo, esa muerte, ya se acabó mi rigor.
y deja libre el Senado, Lidora. ¿Con quién la colera ha sido?
que es en tu Imperio el espejo Constan. Contra quien privarme gusta
de la prudencia y consejo. de vos; mirad si es bien justa.
Constan. Buenas muestras de esto han dado. Lidora. ¿Cómo?
¿Qué aguardas?, llévalos pues. Constan. Hanmc persuadido
Machino. Ya, gran señor, te obedezco. á que, viviendo la Infanta,
Hongrat Por dar consejos padezco. vos no podéis ser mi esposa.
¡Ay República al revés! Lidora. Remediarlo es fácil cosa,
(Llévale Macrino.) dadla muerte.
Constan. Crueldad tanta
no es bien que de mí se piense;
96 LA REPÚBLICA AL HEVES

á su padre la enviaré, que por tener esta falta


y ausente una vez, yo haré / le suelen pintar sin ojos.
que el Patriarca dispense Y pues son las calidades
en nuestras bodas. ¿Quién es \¿ del amor cierta influencia,
el que está con vos, señora? lazada ó correspondencia
Cl.ODIO. Hermano soy de Lidora; que anuda dos voluntades,
dame á besar estos pies. y aquesta el cielo ha querido
Constan. ¿Qué dices? que nos falte á mí y á vos,
Lidora. Hermano es mio, habiendo este ciego dios
que á asistir en tu servicio para mi esposa escogido
viene de Chipre. á Lidora, será fuerza
Constan Da indicio que admitiendo mi disculpa,
de serlo su talle y brio; y echando al amor la culpa
y pues es ya mi cuñado, que á la razón vence y fuerza,
justo es honrarle desde hoy; á vuestro reino os tornéis,
el cargo noble le doy que vuestra mucha hermosura
de Secretario de Estado, y grandeza os asegura,
que es oficio de valor. señora, que cobraréis
Clodio. Haga tu nombre imperial pronto el contento perdido,
la fama y tiempo inmortal. siendo de algún Rey esposa
LlüORa. Danos esos pies, señor. con quien seáis más dichosa
Constan ¿Cómo es tu nombre? que conmigo lo habéis sido.
Clodio. Libcrio. Yo he escrito al Rey, vuestro padre,
(Como me mudé en otro hombre Infanta, el caso presente
también quiero mudar nombre.) que, siendo como es prudente,
Constan , Tú gobernarás mi imperio. no dudaré que le cuadre.
Y en volviendo de la guerra
el Infante, vuestro hermano,
ESCENA Vil premiándole de mi mano
Saten Leoncio yCarola. — Dichos. se volverá á vuestra tierra.
¿Cuándo intentáis de partiros?
Leoncio. Aquí está, señor, la Infanta. Carola. Cuando la vida se parta;
Constan. Seais, señora, bien venida. que ya de desdichas harta
Sentaos. (Siéntanse los tres.) se va partiendo en suspiros.
Carola. ¡Ay Dios, si la vida Monarca de todo Oriente,
feneciese en pena tanta! querido esposo y señor,
Leoncio. Ahora el Emperador que este título he de darte
viene á saber mi delito, aunque otra me le usurpó:
y si el castigo no evito La prueba de mi paciencia,
mataráme su rigor. la fuerza de mi razón,
Adiós inútil privanza, las quejas de mis agravios,
que no halla otro remedio la pérdida de mi honor,
como poner tierra en medio todas tu dureza ablanden
de mi vida la esperanza. y con ellas el amor
Grecia ¡adiós! que de este modo que va creciendo en mi pecho
librar mi vida procuro, al paso de tu rigor.
pues mal viviré seguro Dicen que un retrato mío
donde anda revuelto todo. (Vase.) que miraste fué ocasión
de pedirme por esposa
al Rey, mi padre y señor.
ESCENA VIII ¡Mal haya el pincel, la tabla,
Dichos, menos Leoncio.
la idea, mano y color
que vida á mi imagen dieron,
Constan. Sabe el cielo el descontento pues mi muerte ahora son!
que me causa el no poder, Pudo ser que en mi belleza
Infanta, satisfacer mintiese el sutil pintor
vuestro justo sentimiento. y que, visto el desengaño,
Viniste de Chipre á Grecia causase tu desamor.
á darme mano de esposa, Mas si la propia alabanza
y fuérades venturosa es justa en la oposición
si, como os estima y precia presente, porque redima
mi conocimiento, os diera con ella mi obligación.
posesión mi voluntad Bien sabe Grecia, y tú sabes,
y ai peso de la beldad, cuántos los Príncipes son
que en vos confiesa, os quisiera. que por mi causa han sufrido
Sólo sigue sus antojos más que por Raquel Jacob.
amor, cuando un alma exalta, Y entre todos te escogí,
acto Segundo 97
no por ser Emperador de mi padre, estaré alegre
de Grecia, sino por serlo por ver que el cielo me dió
del alma que te adoró. para consolar mis males
¿Por qué, pues, con tal crueldad, fruto de la primer flor
ya que imitas á Absalón que en el tálamo cogiste,
en belleza, quieres serlo con ser dueño, cual ladrón.
en el desdén y el rigor? Dentro en mis entrañas siento
Mas^no puede persuadirse prenda tuya; quiera Dios
mi afligido corazón que á luz salga...
que le desprecies de veras. Constan. ¿Prenda mía?
¿Es así? Yo sé que no. ¿Cómo es eso?
Si ha sido para probar Carola. Luego, ¿no?
de mi fineza el valor, Constan. ¿Estás fuera de ti, Infanta?
mi lealtad y sufrimiento, ¿Cuándo te he gozado yo?
bien ves cuán de prueba soy. Carola. ¿Querrás negarlo también?
¿No doy ventaja en quererte No fué en vano mi temor;
á cuantas mujeres, dió la obscuridad de la noche
en el amor conyugal que el cielo me desposó
nombre la fama veloz? contigo sabe que he dicho
Ni amaron á sus maridos la verdad.
con más firmeza que yo Constan Aquí hay traición.
Porcia, Penélope, Julia, La noche del desposorio,
Evadnes, Pantea y Michol. ¿no fuisteis, señora, vos
No permitas, César, pues, quien hizo mi dicha cierta?
que volviendo á Chipre yo, Lidora. Vuestra esposa fui, señor.
mi infamia y deshonra vea Carola. ¿Qué es esto que escucho, cielos?
el padre que me engendró. ¿Qué oís, triste corazón?
Abre primero este pecho, ¿Con tan grande testimonio
y en él verás que estampó os quieren manchar, honor?
tu imagen, siendo pinceles Ya no es posible tener
sus llamas tiernas, amor. paciencia; tu pretensión
Ea, vierte aquesta sangre; entiendo, monstruo del mundo;
mas ¡ay! que tengo temor ya sé que queréis los dos
que porque morir deseo acusarme de adulterio
suspendes la ejecución. para que podáis mejor
Mas, pues, con tan poca dicha con aparentes disculpas
la fortuna el ser me dió gozar vuestro infame amor.
que aun para que me des muerte No en vano con tal recato
quiere que busque favor, • me entraste á engañar traidor
(De rodillas.) la noche de mi desdicha;
postrada á tus pies, Lidora, ya he entendido la ficción
te suplico, si es que yo que tan confusa me tuvo
merezco algo, porque he sido cuando aquesa misma voz
de tu dicha la ocasión, me llamaba su Lidora,
que de Constantino alcance su luz, su cielo, su sol. •
mi muerte tu intercesión, Por engañarme lo hiciste.
siquiera porque os gocéis Constan. ¡Vió el mundo tal confusión!
con buen título los dos. ¿Qué es de Leoncio? Llamadle.
Ves aquí al revés el mundo: Sold. i.° A llamarle, señor, voy.
á tus pies postrada estoy, Carola. Querrás que testigo sea,
y, pues que pisan el orbe, aunque falso, de este error,
sobre mi cara los pon, y no me espanto, pues hubo
que no es mucho que los pies quien jurase contra Dios.
ponga en ella quien osó Bien trazado va tu enredo»
poner las manos el día aunque para mí no son
que me diste un bofetón. estas marañas bastantes,
(Levántase.) que bien te conocí yo.
¡Cielos! ¿que aun morir no alcanzo? (Sale quien fué á buscar á Leoncio.)
pero ¿cuándo lo alcanzó Sold. i.° No hay quien en toda la casa
el perseguido in felice? halle á Leoncio, señor;
ni ¿quién lo fué más que yo? solo un mozo de caballos
Mas ¿qué digo, esposo mío? dice que ensillar mandó
tu obediente mujer soy; uno de monte poco ha,
donde quisieres me lleva, y que, mudado el color
contenta á mi patria voy; del semblante, se fué solo.
que en medio de las injurias Constan. Leoncio me fué traidor.
de tu desdén y el dolor Despachad postas tras él,
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II

S
98 LA REPÚBLICA AL REVF.S

que á quien tuviese valor debe haber otra en el arca.


de traerle, vivo ó muerto, Anda con Dios que estás loco;
le prometo en galardón basta decir que aborrezco
hacerle mi camarero. á Melisa y que os empezco
Sold. i.° No habrá en la Corte quien hoy en vuestros amores poco;
de tal premio codicioso más sublime el vuelo tiene
no vaya. (Vase.) mi amor, pues pica más alto,
Constan. Corra esta voz; que, aunque de méritos falto,
que si en mis manos cae vivo por lo menos ama á Irene.
y la tierra no tragó Aquí un regalo la llevo;
su infame cuerpo, será Italio quedaos con Dios.
ejemplo su muerte atroz. Italio. Eso no; vivos los dos,
A un cuarto de mi palacio, crecerá mi mal de nuevo.
Infanta, os retirad vos, Poco importa, Tarso esquivo,
mientras que al Rey vuestro padre que aborrescas mi pastora,
de este caso aviso doy. si ella tu presencia adora.
En él quiero que estéis presa. Mientras que estuvieres vivo;
Guardas, Alesio(i) le pon. (Liévania.) (Saca Italio una daga.)
Carola. ¡Dios, amparo de inocentes, ha de morir mi espeperanza
descubrid esta traición! muere tú porque ella viva.
Tarso. De la paciencia me priva
ESCENA IX tu locura y mi venganza.
(Saca Tarso otra daga y mátale.)
Constantino, Lidora y Clodio.
Toma, pues amas tanpoco
Constan. Venid, Lidora querida; la vida...
que el cielo camino abrió Italio. ¡Ay!
á medida de mi gusto Tarso. Tu desconcierto
para gozarnos mejor. te mata; y más vales muerto
Lidora. (En todo soy venturosa, que vivir celoso y loco.
mi secretario mayor Murió; huir me conviene
fingido hermano'y amante antes que tenga noticia
de veras.) Vamos, que hoy del matador la justicia.
quiero que sepas cuán .firme Mi sagrado será Irene. (Váse.)
en mi amor primero estoy.
Clodio. (iCielos! ¿qué mudanza es esta?
¿Clodio, secretario yo? ESCENA XI
Pero según anda el mundo Sale Leoncio.
no me espanto.)
Lidora. ¿Vienes? Pies perezosos, ¿qué es esto?
Clodio. Voy. Huid, ¿quién os entorpece,
¿Yo secretario del Cesar? que en el turbaros parece
No caigamos plegue á Dios. (Vanse.) que grillos en vos me han puesto?
Mas ¡ay! que del malhechor
propio efecto el temor es,
ESCENA X y para turbar los pies
Salen: Tarso, con unacesla abierta, élT\lio,pastores.
¿qué más grillos que el temor?
Tan atajado me hallo
Tarso. Basta. de los que tras mí han venido,
Italio. Villano, ¿por ti que he tomado por partido
me ha de despreciar Melisa? desjarretar el caballo
Tarso. Como la primer camisa y esconderme en la espesura
que en mi vida me vestí de este monte, mas ¿qué importa?
me acuerdo de ella. que si mi dicha es tan corta
Italio. Pastor, y el Emperador procura
tan loco de celos vivo, matarme, no ha de haber donde,
que mientras lo estés, me privo vida, estéis segura vos,
de vivir. porque un Rey es como Dios
Tarso. Bravo favor. que ninguno se le esconde.
Italio. O te has de ir de la Cámara (2) (Tropieza con el muerto.)
ó perder aquí la vida. ¡Jesús! en medio el camino
Tarso. ¿La vida? ¿Es barro? Escondida ó durmiendo, ó muerto está
un hombre; agüero será
del mortal fin que imagino.
(i) En el original así: en la reimpresión dice «de Quiero hacerle que despierte.
vista».
(2) Así en ambos impresos. Tirso habrá escrito Hombre, ¿duermes? ¿Qué pretendo,
«comarca» que pide el consonante. si he visto que está durmiendo
ACTO SEGUNDO
99
en la cama de la muerte? ESCENA XIV
¡Válgame Dios! ya adivino
de mi fin el triste punto, Salen los Pastores y los Guardas.
pues ha salido un difunto
para enseñarme el camino. Florilo. Por aquí sentí ruido.
Porque el salir de esta suerte Damón. Llegad paso, no se asombre
un hombre al paso en tal caso y se nos vaya.
es para enseñarme el paso Florilo. ¡Hola! un hombre
que hay de la vida á la muerte. está en el suelo tendido.
Mas, ánimo, corazón, Damón. Pues agarradle los dos
que para enseñaros muestra y asidle bien.
la necesidad, maestra Florilo. Su malicia
de enredos, una invención. pague.
Venid, difunto, que en medio Damón. ¡Tené á la justicia!
de esta selva entretejida, Muerto está.
seréis, aunque estáis sin vida, Guar. i.° ¡Válgame Dios!
hoy de mi vida el remedio. (Llévale.) ¡qué miro! ¿no es el que veo
Leoncio?
GuAr.. 2.° El es.
Guau. i.° ¿Quién le ha dado
ESCENA XII muerte?
Salen los Pastores y con ellos dos Guardas del Em Florilo. El rostro desollado
perador. Damón sale como Alcalde. tiene.
Damón. A fe que está bien feo.
Guar. i.° Ya os dije el traje y las señas. Florilo. Y aun las manos, ¡bravo ultraje!
Damón. Bien las sé, pierda cuidado. Damón. Pues no es San Bartolomé
Florilo. Estar debe agazapado Guar. i.° ¿Sí es él, ó si me engañé?
como liebre entre estas peñas. mas no, que aqueste es su traje.
Guar. 2.° Si le halláredes, os hace Este vestido ó cadena
de su cámara el Augusto. conozco.
Damón. ¿De su cámara? No gusto Guar. 2.° Pues ¿qué enemigo
de ese cargo; no me place. pudo darle tal castigo,
Florilo. Ofrezco al diablo el oficio que me causa verle pena?
de cámaras. Guar. i.° Aún dudo mucho si es él.
Damón. Yo os le doy; Guar. 2.° Mírale las faltriqueras,
si de su cámara soy, satisfaráste de veras.
querrá que esté á su servicio. Guar. i.° Aquí he topado un papel.
Guar. i.°Es dignidad noble y grave. Guar. 2.? Por él lo sabrás mejor.
Damón. Sí será; mas huele mal. Guar. i.° Mirar lo que dice quiero:
Guar. i.° Tiene el que es [más| principal «A Leoncio, camarero
de su cámara la llave; mayor del Emperador.»
mirad si es gran preeminencia. Damón. No me quiero encamarar
Damón. Si de su cámara da si me han de quitar la vida.
la llave, nunca podrá Guar. i.° Sin duda que el homicida
hacella sin su licencia. debió partirse á buscar
¡Pardiez! si no se me escapa, alguna cabalgadura
y camarón me han de hacer, para llevarle á la corte
que he de ir á Roma á ser por cobrar el premio en porte
de la cámara del Papa. (Vanse) de esta cruel aventura.
Damón. Ten de ahi que aquesta vez
le echamos la bendición.
ESCENA XIII Florilo. Ya, Alcalde, sois camarón;
¡buen oficio!
Saca Leoncio el tnuerto ensangrentadas cara y Damón. Sí, pardiez.
manos y trocados los vestidos. Florilo. Ya la gravedad os urga
Leoncio. La cara le he desollado, allá dentro; Camarlengo
y con mi propio vestido sois del César.
él es Leoncio fingido, Damón. Sí, que tengo
oficio de día de purga.
y yo un pastor disfrazado.
Aquí no importa dejarle, (Vanse y llevan al difunto.)
porque guardas y justicia
si á Leoncio hallar codicia, ESCENA XV^VVF/
le venga á hallar sin hallarle.
Adiós, que en este desierto Salen Andronio y 3*ár^¡>\-- -—. ;-,' .^y
los dos hacemos el vivo;
un muerto yo que está vivo, Tarso* * £ t "
vos un vivo que esta muerto. (Vase.) Hazme aquesta merced, señor; V",

, - '
10O LA REPÚBLICA AL REVES

Andronio. Ea, vamos trocar


Notables los vestidos.
Irene. Dete Grecia,
muestras das de leal; yo te concedo, Tarso, la palma y laurel,
pastor, que á Irene comuniques y hables;
por el más leal y fiel
entra y despacha luego. que el siglo presente precia,
Tarso. que yo, aunque te cause espanto,
Desde hoy quedo antes en morir me fundo,
que en sufrir que pierda el mundo
por tu esclavo. un hombre que vale tanto.
Andkonio. Vete con Dios, que me alujo
Sea breve la salida. (Vase Tarso.) de que con tal desengaño
me dé la vida un extraño
cuando me la quita un hijo.
ESCENA XVI Tarso. Yo me tengo de dar muerte
si no procuras huir;
Andronio. y pues tengo de morir,
iQue persuadirme á tal delito puedo! señora, de cualquier suerte,
¡que quiera hacerme bárbaro homicida, goza del tiempo oportuno;
el César, de su madre y su señora! salva la vida, por Dios;
¡La vida quite á quien le dió la vida! que no es bien que mueran dos
Pero buena ocasión se ofrece ahora, pudiendo vivir el uno.
amor, lealtad, temor dentro del pecho, Mi trágico fin ordeno
que á Irene va á matar y á Irene adora. si pones más intervalos.
¿Es posible que el breve trato ha hecho Irene. ¡Cielos, que entre tantos malos
tan grande efecto en mí que amor de Irene haya un hombre que es tan bueno!
ponga mi libertad en tal estrecho?
¿Yo á Irene amor? ¿á quien el mundo tiene
por maravilla suya? ¿no es más justo ESCENA XVIII
que este apetito la razón refrene? Salen Constantino y el Rey de Chipre.
Mas ¿cómo ha de poder, si corre el gusto
á rienda suelta, y la pasión ha roto Rey.
de la sabia prudencia el freno justo? Escríbesme que mi liviana hija
Navega mi deseo en mar ignoto, mi honra, gran señor, tiene manchada,
¿qué mucho que me anegue siendo ciego y espántaste de que el camino elija;
de aquesta pobre barca el vil piloto? déjame hacer, su infamia averiguada,
¿La estopa no se abrasa junto al fuego? y verás que en su torpe sangre dejo
¿Está junto al ladrón seguro el oro?
Hacienda por el mar, dinero en juego, la mancha triste de su honor lavada.
todo corre peligro, y yo que adoro Mas ¿es posible que la que era espejo
de mi divina presa la hermosura, de las mujeres, poderoso Augusto,
perdonen mi deslealtad y su decoro, la sangre injurie de su padre viejo?
gozar quiero primero mi ventura ¿Adúltera, Carola? ¡Cielo injusto!
y luego darla muerte, pues me ofrece ¿Carola de un adúltero preñada?
mi amor y el César esta coyuntura. Deja que dude, que el dudarlo es justo.
Atrevimiento extraño me parece, Carola en todo el mundo celebrada
pero, si ha de morir, mi desatino por Vesta en castidad cuando doncella,
no se sabrá jamás: pues ya anochece ¿lasciva Venus es cuando casada?
yo quiero dar contento á Constantino Mil imposibles tiene tu querella;
y á mi fuego amoroso; de este modo... perdóname si ves que dificulto,
Mas ¡ay! que voy á hacer un desatino; que una pasión por todas atropella.
pero si así mi amor hoy acomodo, Constantino.
aunque sea traidor, alma, buen pecho;
que andando como anda el mundo todo, A no ser cierto, Rey, aqueste insulto,
necedad es andar á lo derecho. (Vase.) ¿soy hombre yo, que había de afirmarle?
Grecia te lo dirá, que no es oculto,
y tuvieras razón para dudarle
ESCENA XVII si fuera menos yo y él más secreto,
y no se murmurara en cualquier calle.
Salen Irene y Tarso. Trata á tu Emperador con más respeto,
Tarso. Yo sé que el Emperador que poner en mí duda es desacato,
ha mandado darte muerte, y te castigaré.
y será fácil ponerte Rey.
en salvo si de pastor
te vistes, y en mi lugar Vesme sujeto,
sales, pues la noche obscura y en fin llegué á tu corte sin recato,
cualquier engaño asegura. que yo sé que me hablaras de otra suerte
ACTO SEGUNDO 10i

si me vieras con bélico aparato. Rey.


Mas, Constantino, la razón advierte ¡Válgame Dios! ¿que á tan notable exceso
que me fuerza á temer y estar dudoso, llega mi infamia? pues me dejáis vivo,
verás que es grande y mi sospecha fuerte. quitadme, cielos, con la honra el seso.
El día mismo que te dió de esposo A ver este delito me apercibo:
nombre mi hija (nunca te le diera), haz que no sepa, César, mi venida;
en el fuego de amor libidinoso verás presto mi enojo vengativo,
de una vil mujer, Circe hechicera, y, adiós, que voy á entretener la vida
según vengo informado, te encendiste, porque no se me acabe hasta que sea
fingiendo esta maraña, esta quimera. de aquesta infame hija filicida
A tu madre en prisión cruel pusiste, y mi venganza con mi muerte vea. (Vase.)
temiendo que á tu amor vano é injusto
pusiera fin, que, aunque mujer, temiste.
Si es prenda tuya, pues, invicto Augusto, ESCENA XIX
la que tiene mi hija en sus entrañas, Salen Clodio y Lidora. Constantino retirado.
¿por qué deshonra mi vejez tu gusto?
Ella lo jura así, cesen marañas, Constan. En brava confusión quedo.
pues hay de su inocencia mil indicios ¿Quién me ha enseñado á mentir,
que muestran que te engañan ó me engañas. y cómo podré cumpli»
Pobres, ricos, plebeyos y patricios con mi fama y con mi enredo?
á Carola apellidan por señora, Lidora. Esta noche gozarás
y aun no sé s¡ murmuran de tus vicios. la esperanza que entretienes
Pues si tienes tu madre presa ahora, si, como te digo, vienes,
siendo de la virtud claro dechado, Clodio, solo como estás,
y pospones mi hija por Lidora; y entras por la sala donde
si has afrentado tu imperial Senado, guardan la Infanta Carola,
que era la basa de tu griego imperio, que tiene una puerta sola
por habértelo justo aconsejado, que á mi cuadra corresponde.
¿qué mucho que quien tiene en cautiverio Ves aquí la llave della,
su esposa y madre ordene esta maraña que ya te ha dado mi amor
y finja aquel ilícito adulterio? la del alma.
Ci.odio. Ese favor
Constantino. estimo, Lidora bella.
¿Qué en tu dichoso retrete
Si el dolor que tus canas acompaña tendrá fin mi pena?
no me hicieran creer que estás sin seso, Lidora Sí.
fueras motivo de una cruel hazaña. Ci.odio Quedo; el César está allí.
Si huyó el autor de aqueste vil suceso, Lidora ¿Hate visto?
¿no es bastante ocasión que fue culpado Clodio No.
Leoncio, pues huyó? Déjate de eso, Lidora Pues vete.
y agradece que no te he castigado. Clodio Adiós; noche perezosa,
á apresurar tu camino
Rey. me parto. (Vase.)
Pluguiese á Dios que aquí me dieses muerte
por no vivir confuso y afrentado: ESCENA XX
que dos hijos me dió mi infeliz suerte
que vengaran mi vida. Sale Constantino; luego Un Criado.—Dicha.
Lidora. ¡Mi Constantinol
Constantino. Constan. ¡Dulce y bellísima esposa!
Lidora. ¿Qué pensamiento os divierte
Porque creas, y os tiene triste y suspenso?
Rey, que es verdad cuanto te digo, advierte: Constan. Una traza, mi bien, pienso
yo quiero hacer que aquesta noche veas con que al de Chipre dar muerte,
tu afrenta y desengaño, y que escondido, que importa á nuestro respeto (i).
testigo de tu mismo agravio seas.
(Tocan cajas y sale un CriadoJ
No solamente el vil Leoncio ha sido
quien de Carola mancha el nombre honesto ¿Qué es esto?
y es el Eneas de esa casta Dido; Criad. i.° César invicto:
con la Guarda mayor es manifiesto Roselio viene de Egipto
y su Soldán victorioso.
que en la prisión su nombre y fama infama; Constan. El viene á buena ocasión;
tú propio puedes ser testigo de esto; premio su esfuerzo merece;
detrás de las cortinas de su cama un medio el cielo me ofrece
te puedes esconder, y por tus ojos
efectos ver de su lasciva llama. importante á mi intención.
Castiga sus ilícitos antojos, A ver su entrada salgamos,
que si en silencio tuve este suceso que es un famoso soldado.
fué por no acrecentar más tus enojos. (i) Así en los impresos: deberá leerse «reposo».
102 LA REPÚBLICA AL REVES

Buena maraña he forjado; ESCENA XXIV


mataránse los dos, vamos. (Vanse.)
Salen Tarso, con el traje de Irene, y Andronio.
Andron. No hay, señora, amante cuerdo;
ESCENA XXI amores ciego y no ve.
Salen Irene, de pastor, y Andronio. Dadme gusto, y vive Dios
que del fiero matricida
Irene. Tu lealtad al mundo asombre; ponga en salvo vuestra vida
la fama te inmortalice, huyendo juntos los dos.
y en mármoles eternice, Ea, respondedme, pues
pastor famoso, tu nombre. veis á lo que estoy dispuesto.
Andron. ¿Vaste? Tarso. ¡No faltaba más que aquesto
Irene. Sí, que es largo el trecho para andar todo al revés!
de nuestro pueblo y es tarde. Ya no puede durar nada,
Andron. Anda con Dios. habiendo luz, mi disfraz;
Irene. El te guarde ánimo, ciego rapaz,
y me saque de este estrecho. quitarle quiero la espada.
(Vase Irene.) {Quítale la espada.)
Hombre no más que en el nombre,
ESCENA XXII tu muerte tiene de ser
un hombre que hecho mujer
Andronio. dará muestras de que es hombre.
Irene huyó; mi valor
¿Contó jamás la mentirosa fama la dió libertad.
igual suceso y caso de esta suerte Andron. Soldados,
en cuantas partes de sus plumas vierte dejad los infames dados,
las nubes portentosas que derrama? matad á aqueste traidor.
¿Contó jamás de un hombre que en la llama (Echan mano todos contra él.)
se abrasa de amor, dios cobarde y fuerte,
que pretenda gozar y dar la muerte Soi.d. i.° ¿Traidor? Traidora dirás.
á un mismo tiempo á quien adora y ama? ¿No es mujer?
Tarso. • Cuando lo fuera,
Rigor es inaudito y sin segundo;
mas, por vivir, á hacerle me provoco, bastante una mujer era
pues en su ejecución mi vida fundo. para vosotros, y aun más.
Cuente la fama, pues, mi intento loco, Andron. Muera, que es un vil pastor.
que yo sé que dirá después el mundo Tarso. Huid, que es lo que os conviene,
que en un reino al revés todo esto es poco. que con el traje de Irene
me ha vestido su valor. (Vase.)
(Vase.) Andron. Seguidle, escuadrón cobarde.
Sold. I.° Vamos. (Vanse los Soldados.)
ESCENA XXIII Andron. ¡Ay, cielo enemigo!
Salen Soldados y sacan mesa, vela, dados y juegan. el César me da un castigo
atroz, no es bien que le aguarde;
Sold. i.° Sacar dineros, soldados. huyamos, pues, vida amada,
Soi.d. 2.° ¿No hay harta noche? que estáis en notable estrecho;
Sold. i.° ¿Qué importa, ¡qué buena burla me han hecho
si la más larga es más corta á no salir tan pesada! (Vase.)
cuando se juega? Echen dados.
Pasé á nueve.
Sold. 2.° Topo y gano, ESCENA XXV
los tres á once. Salen Roselio y Constantino.
Sold. i.» Topo, Roselio. ¿Mi hermana, cielos, manchó
aquí y aquí. su sangre siendo liviana?
¡Voto á Dios! Gané. ¡Jesús! ¿mi hermana? ¿mi hermana?
Sold. 4.° Perdí. ¿duermo? mas ¡ay, Dios, que no!
Venturosa fué esta mano. Constan. Yo os pondré, Roselio, en parte,
Eche. donde del daño que digo,
Sold. i.° A ocho he de parar, siendo vos propio el testigo,
esto. cojáis á Venus con Marte.
Sold. i.° Pase, no le duela. Roselio. Alto, pues, honra perdida:
Sold. 3.° Despabilen esa vela. la venganza es bien que os cuadre;
Sold. 2.° Repárola. vamos, no sepa mi padre,
Sold. i.° Topo. señor, mi triste venida
Sold. 4.° ¡Azar! hasta que de mí colija
Sold. 2.° Siete y llevar. que el cielo le quiso dar
Sold. i.° Lléveme hijo que sabe vengar
el diablo si aquesta pierdo. las infamias de su hija. (Vase.)
ACTO SiíGUNDO Iü3
Constan. Bien se traza de esta suerte; ESCENA XXVII
de noche es; haré, aunque ladre
Sale Constantino. —Dichos.
contra mí el vulgo, que un padre
y un hijo se den la muerte. (Vase.) Constan Que se mataron colijo
los dos, traza fué excelente.
ESCENA XXVI ¡Ah de mi guarda! ¡hachas! ¡gente!
Sale el Rev de Ciiiprk y luego Roselio. Luego Clodio. (Sacan hachas.)
¿Qué es aquesto?
Rey. Este es el teatro, honor, Rosei.io. ¡Padre!
donde el mundo representa, Rey. l l lijo!
anque á osbcuras, nuestra afrenta, Constan Trocóse mi regocijo;
tu venganza y mi rigor. vivos los dos han quedado.
El papel tienes mejor, ¡Todo al revés, cielo airado!
sal, si decirle procuras, Roselio. ¿Señor?
y si á mucho te aventuras Rey. Infante, ¿en tal parte?
á obscuras, no temas, llega, ¿á qué viniste?
que pues la venganza es ciega ROSElIO. A vengarte.
bien puedes vengarte á obscuras. Rey. Ya yo propio me he vengado.
(Sale Roselio por la otra puerta.) ¡Ay invicto Emperador!
Rosfi.io. Aquí me trajo el Augusto, que á mi costa salió cierto
donde á obscuras he de ser lo que dijiste: ya he muerto,
lince, que tengo de ver no castigado, al traidor.
mis agravios, ¡mundo injusto! Pero, ¿cómo mi rigor,
A obscuras vengarme gusto; siendo la injuria sangrienta,
que si la luz es testigo con tan poco se contenta?
de la deshonra que digo, Vamos, que una muerte sola
saldrájse] á luz mi despecho, no basta, ¡muera Carola!
y delito á obscuras hecho (Vanse ¡os dos.)
á obscuras pide castigo. Roselio. Muera, y con ella esta afrenta.
Rey. Parece que las pisadas Constan Mátenla y podré gozar
del adúltero me avisan seguro esposa é imperio.
que sus plantas viles pisan ¡Ah desdichado Liberio,
de mi infamia las moradas; .tú lo hubiste de pagar!
ánimo, venas heladas, ¿Quién te trajo á este lugar
dad á la venganza rienda
y no sufráis que os ofenda para morir sin reparo?
sangre vil, sin sacar sangre; Llevadle de aquí; ¡qué avaro
que la afrenta que es de sangre te fué el cielo! ¡ay mi Lidora!
justo es que la sangre encienda. dirás que te salió ahora
tu amor é Imperio bien caro. (Vase.)
(Saca la daga.)
Salid, vengativa daga,
y cuando pase, abrid paso ESCENA XXVIII
á su vida, que en tal caso,
sólo así mi honor se paga. Sale Carola medio desnuda.
Roselio. No sé, cielos, lo que haga;
temblando voy; mas, honor, Ya no hay, fortuna atrevida,
¿dónde está vuestro valor? con que perseguirme más.
(Saca otra daga Roselio.) ¿Estás contenta? no harás,
¿De qué tembláis, brazo flojo? porque aún me ves con la vida.
Mas también tiembla el enojo Sólo el honor me convida
cuando echa fuera el temor. á guardarla, que no huyera
si honrada morir pudiera.
(Sole Clodio por en medio de ellos.)
Esta puerta sale al mar.
Ci.odio. Esta es la dichosa hora Peces: ¿queréisme ayudar
para mi ventura cierta, en persecución tan fiera?
y este el cuarto de la puerta ¡Qué de cosas he perdido
donde me aguarda Lidora; juntas, mundo burlador!
presa aquí la infanta mora; Imperio, esposo y honor,
gozar quiero la ocasión padre, hermano y el vestido;
y abrir. casi desnuda he salido
Rey. Ahora, corazón, huyendo mi muerte: pies
sacad la flaqueza fuera. huyamos á la mar, pues
Muera el vil. quizá en su golfo profundo,
Roselio. El traidor muera. andará derecho el mundo
(Dante los dos, uno por las espaldas, pues en tierra anda al reves.
otro por el pecho.)
Clodio. ¡Ay, muerto soy, confesiónl
i04 LA REPÚBLICA AL REVES

ACTO TERCERO Irene.


Pues la fortuna en paz, su guerra muda,
cese el rigor; piadoso cielo, ayuda.
ESCENA PRIMERA (Gritan de dentro Carola y un Marinero.)

Sale Irenk vestida de pastor. Carola.


¡Cese el rigor: piadoso cielo, ayuda!
Irene.
Marinero.
Monte soberbio, que entre pardas nubes
de estrellas coronado No temas, que la tierra
imitas á Nembrot y al sol asaltas, está cerca, señora.
pues hasta el cielo subes; Carola.
si á la verdad que allá se fue has mirado,
vivir de asiento en sus moradas altas, ¡Ay mar airada!
declárale las faltas ¡Vuestro favor acuda;
' que en la tierra introdujo la malicia; sed, Virgen, paz en tan confusa guerra,
dile que no hay justicia, por ser mujer, cual vos más desdichada!
que el mundo y su gobierno está de modo Marinero.
que, andando al revés todo,
del hijo la madre huye, Ya no hay que temer nada,
porque su vida, bárbaro destruye, tira de aquesta cuerda.
hallando aunque te asombres,
Irene.
, en tus fieras piedad, mas no en los hombres.
Tarso, espera;
una voz lastimera
ESCENA II sale del mar.
Sale Tarso de pastor. Dentro Carola y un
Marinero. —Dicha. ESCENA III

Tarso. Sale un Marinero mojado y tirando de un cordel, d


quien va asida Carola sobre una tabla.—Dichos.
En tus fieras piedad, mas no en los hombres,
pienso hallar monte espeso, Carola.
' que ya en los hambres tu aspereza fundo.
Trocad, brutos, los nombres ¡Ay cielos, que me muero!
por ellos, que por más brutos conlieso Irene.
los que hombres llama el engañado mundo;
un Príncipe iracundo ¿No ves un Marinero
que á su m?dre ha querido dar la muerte, y una mujer asida á aquella tabla
hace que de esta suerte que ni se mueve ni habla?
huya, porque de su tirana furia Marinero.
estorbe aquesta injuria.
Mi habitación seréis áspero monte, Libre estás ya del mar, mujer; levanta.
sepa vuestro horizonte Carola.
que hoy á habitar vuestra esperanza viene,
Tarso, el pastor que dió la vida á Irene. ¡Ay, perseguida y desgraciada Infanta!

Irene. Irene.

Aquí, cielos, ¿qué escucho? ¿Ay, perseguida y desdichada Infanta?


Fortuna ciega, no te temo ahora. ¿qué desdicha te ha puesto en tal aprieto?
Libertador solemne Mas ¿qué pregunto, si el que de esta suerte
de aquesta vida con quien peno y lucho, me hace andar, con desatinos vive?
mi dicha con tu vista se mejora. ¡Ah Infanta!, ¡ah mi Carola!

Tarso. Carola.
Bellísima señora, ¿Quién me llama?
¿es posible que aquí te trajo el cielo? Irene.
Que lo sueño recelo;
vida, en verte recibo. Irene soy.
Carola.
Irene.
¿Irene?
Tarso, ¿qué, vienes libre? Irene.
Tarso. La infelice.
Libre y vívoj Carola.
porque vengué tu ultraje
con el valor que me vesti en tu traje. ¿La madre de mi esposo?
ACTO TERCERO io5
Frene. Carola.
La que diera ¡Ay, Jesús, qué dolor!
por no serlo la vida que él persigue. Irene.
¡Ay, hijo loco! (Vanse.)
Carola.
Ya muero con contento en tu presencia;
ESCENA IV
dame esos brazos.
Salen Constantino, Macrino y Lidoha.
Irene.
Constan. Ya Carola será muerta;
No permita el cielo que aunque del padre y hermano
que á ver mis ojos tal desgracia lleguen. al mar huyó por la huerta,
fueron tras ella, y es llano
Marinero.
que harán su venganza cierta.
¡Cielos!, ¿esta es Irene? ¿esta es Carola, Huyó mi madre también,
madre y esposa del Monarca griego? y aunque el darla muerte fuera
Sin duda que el temor de verse presas más seguro, me está bien
les hizo que, rompiendo las prisiones, que por otras manos muera,
huyesen de este modo. Mas ¿qué aguardo, que no me faltará quien
que no voy á avisar á Constantino? me asegure el reino y tierra
Pues sabiendo por mí que aquí se esconden, con su muerte; y pues destierra
saldré de pescador con las mercedes su ambición y asi se va
que de su mano espero. Adiós, señores, de mi Imperio, no podrá
que, pues la Infanta, á quien sin conocerla, con su ayuda hacerme guerra.
la vida he dado, en vuestra compañía En fin, que el morir Liberio,
está segura y libre, yo me parto aunque con tal vitufierio,
en busca de los otros compañeros fué causa, bella Lidora,
que conmigo saltaron de la barca, de que gocemos ahora
cuando la abrieron las mojadas rocas. ios dos seguro el Imperio.
Lidora. No puedo negar, señor,
Carola. la pena que siento en vano
por mi hermano, que su amor
Aún no tengo con qué poder pagarte pasaba de amor de hermano
el favor que me has dado. El cielo quiera á otro más estrecho amor.
darme con que te premie este socorro. Mas aunque con ella lucho,
Marinero. por ser vuestro gusto escucho;
doy por bien su muerte presta,
Adiós. (A dar aviso al César corro.) (Vast.) porque si mucho me cuesta,
entendáis que os amo mucho.
Irene. Constan. Mucho amáis, porque os amé
¡nfelice señora, ¿qué fortuna mucho; ya, gracias al cielo,
nos persigue á las dos? mi Imperio regir podré,
sin que temor ni recelo
Carola. madre y esposa me dé.
Desde hoy hacer determino
Aquese monstruo, leyes que, de Constantino,
que por hijo te dió nuestra desdicha, Constantinas llame el mundo,
á mi padre y hermano ha persuadido siendo Licurgo segundo
que en adúlteros brazos le deshonro, de Grecia. Llama, Macrino,
y huyendo de su furia .. Mas, ¡ay ciclos! á audiencia todos los presos;
¡qué teriblc dolor! ¡Jesús, que muero! que, pues deshice el Senado
que juzgaba sus procesos,
Tarso. es bien que tenga cuidado
Pues ten, señora, esfuerzo y no le pierdas, de castigar sus excesos.
y vamos, que en lo espeso de este monte Macrino. Yo voy. (Vase.)
haremos chozas de sus verdes ramas, Lidora. Esos ejercicios
y aunque groseras, camas de sus hojas. dan, mi bien, de vos indicios,
Mi pedernal y yesca dará lumbre reconociendo en vos Grecia
con que enjugar las ropas y- abrigarte; juez que las virtudes precia
y aunque en peligro ponga aquesta vida, y que castiga los vicios. (Siéntanse.)
iré al lugar y pueblo más cercano Constan. Sentaos, pues, que vuestro amor
á traer de comer, aunque el vestido ha de ser mi guía.
en trueco deje. (Salen Macrino y un Relitor.)
Macrino. Señor,
Irene.
ya tienes en tu presencia
Vamos, poco á poco. presos á quien dar audiencia.
io6 LA REPÚBLICA AL REVES

EXCENA V con otra mujer perdida


dos noches.
Salen los Presos, y van llegando como los van Constan. No es gran pecado.
nombrando. Ven acá, ¿cuánto ha que estás
Constan. Diga, pues, el Relator, casado ó cansado, y das
¿por qué está aqueste hombre preso? sustento á mujer y casa?
Relator. Es un ladrón afamado Hombre. Señor, de diez años pasa.
que, como reza el proceso, Constan. Pobre de ti, ¿diez?
ha estado ya sentenciado Hombre. Y aún más.
otra vez á ahorcar. Constan. Suficientes eran dos
Constan. ¿Por eso? para hacerte padecer
Relator Sí, que son de precio extraño un infierno; anda con Dios,
los hurtos que en solo un año mártir eres de mujer,
en Constantinopla ha hecho. no hagáis más vida los dos.
(Vase el Hombre.)
Constan .Hágale muy buen provecho; Y pregónese en mi nombre,
soltarle, no le hagáis daño. aunque mi Imperio se asombre,
Licurgo Lacedemón,
de mandatos tan extraños,
cuyas sabias leyes sigo,
que de cuatro en cuatro años
estableció, y con razón,
remude mujer el hombre.
que no le diesen castigo
Relator. ¿Vos contra la ley cristiana?
por ningún hurto al ladrón. Constan. No importa, otra ley me avisa
Pues sus leyes os enseño,
que fuera cosa bien sana
soltarle, que no es pequeño
el mudar como camisa
el peligro á que se arroja
la mujer cada semana.
de que en las manos le coj.t
Macrino ¡Ay Grecía, que vas perdida!
el hurto al ladrón su dueño.
Constan. La experiencia me convida
Macrino ¡Buenos jueces! hacerlo de aquesta forma;
Relator ¡Extremados! que no hay más pesada corma
Macrino. Serán, con tal libertad, que una mujer de por vida.
ladrones los más honrados. ¿Por qué estáis preso?
Constan. Quiero que haya en mi ciudad Relator. Señor,
castigo de descuidados; en un horno echar le han visto
hurta sin que te corrija con herético furor,
el temor. cuando ardiendo estaba, un Cristo,
Ladrón. Tu Imperio rija
y aún afirma en el error
desde el Indo Batro al Tibre. (Vase.) del Emperador León,
Constan. Anda con Dios, vete libre. autor de blasfemias tantas,
Macring (No se de esto qué colija.) que cuantos adoración
Constan. Venga otro preso. á las imágenes santas
Relator. Este mozo diesen, idólatras son.
ha que está en el calabozo Constan. Dice la verdad más cierta
un mes. de cuantas mi ley concierta;
Lidora. ¿Y por qué desastre? sólo á Dios se ha de adorar
Relator Porque hurta, siendo sastre, del cielo, y no idolatrar
sin máscara ni rebozo un palo ó estatua muerta.
la mitad de todo cuanto Y publique Grecia luego
corta. que honrar simulacros tantos
Lidora. Ya es inclinación es error de herejes ciego;
muy antigua; no me espanto, las imágenes de santos
si han de vestir un pendón se quemen, haciendo un fuego
que crece y que dura tanto. público, pena de muerte.
Constan Yo remediaré este daño Relator Vuelve, gran señor, en ti.
sin que haya más engaño, Constan. A Dios honro de esta suerte.
ni los prendan más por eso;
¿Contradiceslo tú?
tomen por medida y peso Relator. Sí.
de hoy más, los sastres el paño, Oye, Emperador, advierte:
y después que esté cosido, la adoración que se aplica
cuando lo vuelvan á dar,
á la imagen, prenda rica
sea pesando el vestido, de nuestra humana miseria,
y asi no podrán hurtar. no es por ella ó su materia,
( Vase el Sastre.,) más por lo que significa.
Lidora. Traza de tu ingenio ha sido. Es la imagen como historia
Constan. Otro. que nos trac á la memoria
Relator. Este es un casado en los católicos templos
que ha un año que no hace vida los portentosos ejemplos
con su mujer, y hanle hallado de los que están en la Gloria.
ACTO TERCERO i07
Si porque de palo son del infame Emperador!
ó plata, los adorara Roselio. A mi, la propia sospecha
la cristiana religión me tiene el alma deshecha.
y adelante no pasara Rey. Oye, que viene un pastor,
nuestra justa devoción, y en este desierto quiero
fuera idólatra sin duda saber en qué parte estoy.
quien una imagen desnuda
reverenciara, y tuviera ESCENA VII
por Dios y favor pidiera
á un palo, á una tabla ayuda. Sale Leocio de pastor. — Dichos.
Mas, como tu sello real
se estima en tu propia cuenta, Leoncio. Cielo airado, ¿dónde voy?
no porque es de oro ó metal, ¿Qué pretendo? ¿En quién espero?
sino porque representa Mi suerte vil, ¿qué procura?
tu dignidad imperial, ¿De quién huyo, si conmigo
y de quien le depreciara traigo el mayor enemigo,
y en las llamas le arrojara que es la falta de ventura?
se agraviara tu corona, ¡Ah fortuna vi l l ¿así
cual en tu misma persona das á Leoncio sosiego?
su locura ejecutara, ¿Es este el imperio griego
de esa suene, pues, la gente y mundo que abierto vi?
que de la inmortal presencia Mas, cómo juegas y burlas,
de los santos vive ausente, burláronme tus quimeras,
su memoria reverencia tú me afrentarás de veras,
en sus tablas solamente. pues que me honraste de burlas.
Y si con error tan ciego Rey. ¡Leoncio! ¡Oh, dichoso el día
mandas que tu Imperio griego en que el cielo soberano
queme sus santas figuras, quiere, que vengue mi mano
los mismos santos procuras vuestra deshonra y la mía.
echar también en el fuego. (Cógenle los dos y sacan las dagas.)
(Levántame.) ¡Ah, traidorl Aquí tu insulto
Constan. Prended á aqueste hablador; me pagarás sin huir,
veamos si hay algún santo que Dios sabe descubrir
que venga á dalle favor; lo más secreto y oculto.
y esté sin comer en tanto Leoncio. ¿Roselio? Rey, gran señor
que defendiese este error, detente, escucha primero.
que debajo de los pies Roselio. ¡Ah, lobo vil, que el cordero
los he de poner, pues es despedazas de mi honor!
idólatra quien los precia. ¿Qué injuria te hice jamás
Bien parece que eres, Grecia, que así mi sangre deshonras?
la república al revés. Rey. Ladrón cruel de las honras,
(Vanse.) yo haré que no robes más.
Leoncio. Si con mi muerte te pagas
de tu agravio, morir quiero;
ESCENA VI mas óyeme Rey, primero,
Salen el Rey de Chii'Re y Rosei.io. para que te satisfagas;
que ese furor ya imagino
Roselio. Según dijo el marinero, y sé que debe de ser
las olas del mar amargo por haberte hecho creer
tomaron, padre, á su cargo que te afrenté, Constantino.
vengar nuestro agravio fiero; Mas la noche que á Carola
que escondiendo en su profundo de esposa la mano dió
su lascivo cuerpo, intenta en su lugar pretendió,
que sepultando tu afrenta gozar á su dama sola,
no venga á saberla el mundo. y dándome de ello cuenta,
A Chipre puedes volverte; me mandó que procurase
que si Carola ha manchado cómo la Infanta quedase
su honor, el mar ha lavado ignorante de esta afrenta.
la mancha, con darla muerte. Yo, que en la amorosa llama
Rey. ¿Cómo ha de poder lavar de Lidora me encendí,
el mar mi justo dolor, al revés la traza di,
si para manchas de honor y trocando cuadra y cama,
es poca el agua del mar? su esposa el César gozó,
¡Ay, Roselio, que no puedo que era Lidora creyendo,
persuadirme á que la Infanta y al mismo tiempo fingiendo
fué autora de culpa tanta, que era Constantino yo,
y temo que ha sido enredo en nombre suyo gocé
io8 LA REPÚBLICA AL REVES

la hermosura de Lidora, Camila. Sí; pero aquese color


y á la infanta, mi señora, es de Cuaresma ó Adviento.
de aquesta suerte vengué. Lidora. Salga el turquesado, pues.
Y en este fingido traje, Camila. Deja lo azul á los cielos,
temiendo fuese sabida no te pronostiques celos;
mi traza, libré la vida. el de rosa seca es
Si esto ha sido hacerte ultraje, buen color y grave.
mátame, Rey, mas no creo Lidora. Quita
. que lo juzgarás por tal. allá tanta terquedad;
Rey. Antes muestras de leal, que la rosa de mi edad
Leoncio, en tu rostro veo; ni está seca ni marchita.
yo estoy cierto que has contado Camila. Ponte el de flor de romero.
la verdad, porque acá dentro Lidora. La color es extremada,
el corazón en su centro pero el nombre no me agrada.
asi lo había adivinado. Camila. ¿No le quieres?
Roselio, ¿qué te parece Lidora. No le quiero.
si fué cierto mi temor? Camila. ¿Qué es la causa porque cobras
Roselio. Estoy confuso. odio al romero?
Rev. ¡Ah traidor Lidora. ¿No ves
Constantino!, bien parece que huele á pobreza y es
que eres griego, descendiente la pastilla de los pobres?
de Ulises y sus engaños; Camila. Pues traeréte el verde obscuro.
no corte el hilo á mis años Lidora. Verde obscuro, ¿qué mudanza
la Parca, que venir siente entristece mi esperanza?
mi vejez larga y prolija, ¿No vive mi amor seguro?
hasta que asuele lu imperio; Camila. Ponte el blanco.
vengue mi difunta hija. Lidora. Es de novel
Leoncio. ¡Válgame Dios!, pues ¿es muerta? que se arma caballero.
Rey. ¡Ay, Leoncio amigo, sí, Camila. ¿Pajizo?
ya murió! mas vive en mí Lidora. No desespero.
su venganza. Camila. ¿Encarnado?
Leoncio Será cierta, Lidora. Es muy cruel.
si á tu reino luego partes Camila. ¿Verde mar?
y embarcando armas y gente Lidora. No me contenta,
sobre Grecia de repente que esperanza puesta en mar
pusieres tus estandartes ó se tiene de anegar
en las famosas almenas ó ha de padecer tormenta.
de Constantinopla, adonde Camila. El leonado es á mi gusto.
nuestro enemigo se esconde; Lidora. No me llamo yo Leonora
que mientras tu campo ordenas, ni estoy congojada ahora.
yo en persona partiré Camila. Ponte el negro.
á las legiones que están Lidora. De ese gusto
sin caudillo y capitán ningún color se le iguala,
en Armenia, y las haré por eso con él me alegro,
amotinarse y venir que sale sobre lo negro
contra este desatinado por extremo cualquier gala.
que á todos nos ha afrentado. Ponle los botones de oro
Fácil será persuadir porque no digan que es luto.
al ejército que haga
esto, y más que los soldados ESCENA IX
se ven de él menospreciados
y ha un año que no les paga. Sale Constantino.
Rey. Pues con aquesa esperanza Constan. A darte viene tributo
yo me parto. el amor con que te adoro.
Leoncio. Y yo también.- La sala de mi consejo,
Rey. Muerte, tu curso detén llena de mil negociantes
hasta que me des venganza. (Vanse.) y embajadas importantes
sólo por tu causa dejo,
ESCENA VIII que tiene que negociar
mil cosas contigo el alma
Sale Lidora con Camila á tocarse al espejo y siéntase. y vive sin verte en calma.
Camila. ¿Qué vestido has de ponerte? Lidora. Déjame, mi bien, locar.
Lidora. Cualquiera; saca el morado Por fuerza has, señor, de ver
sobre tela acuchillado. mis faltas. ¡No me dejaras
Camila. Triste estás de aquesta suerte. tocar primero!
Lidora. ¿Triste? ni por pensamiento; Constan. Dos caras
lo morado, ¿no es amor? suelen dar á la mujer,
ACTO TERCERO I 09
una hermosa y otra fea; Mariner Si está aquí el Emperador
la hermosa es cuando compuesta téngole de hablar. Señor,
hace al gusto plato y fiesta yo, que un pobre marinero
y los sentidos recrea. soy, he sabido que das
Pero cuando se levanta premio á quien noticia tiene
dicen que pone temor, dela Emperatriz Irene.
que una cara en borrador Constan. ¿Tiénesla tú?
no enamora, sino espanta. Marinkr. Sí; sabrás
De ti otro tanto juzgara que en los montes más cercanos
á no venirte así á ver, do Constantinopla está,
mas ya sé que, aunque mujer, y fácilmente vendrá
no tienes más de una cara. ella y Carola á tus manos,
Lidora. Rcir me has hecho; alza más porque si no es un pastor
aquesc espejo. no tienen otra defensa.
Constan. ¿Está bien? Constan. Digno eres de paga inmensa;
Lidora. Sí; aquesos cabellos ten. premiaráte mi favor.
Constan. Los rayos del sol dirás. Y á fe que ha de ser de traza
Lidora. ¿Estoy á tu gusto? que en vida y trato mejores.
Constan. Sí. Llamadme mis cazadores,
Lidoba. Pues no sé cómo, que dejo que quiero salir á caza.
de mirarme en el espejo, Lidora. Pues yo os he de acompañar,
mi bien, por mirarme en ti. que una caza como aquesa
Constan. Suelta estos pocos cabellos promete famosa presa.
al descuido, que es donaire Constan A mi madre he de cazar;
verte el rostro cuando el aire que pues su vida me mata,
está jugando con ellos. matarla por vivir quiero.
Ahora que te has tocado, Lidora. Camila, dame el baquero
mírate bien, cara esposa, de verde y hojas de plata. (Vanse.)
verás si es mi dama hermosa
y si estoy bien empleado.
Lidora. No por cierto; más mereces, ESCENA XI
que es fea y de necio trato, Salen Leoncio de pastor, y Soldados.
mírate tú en tu retrato
y verás cuán bien pareces. Leoncio. Soldados del griego Imperio;
[Mirase Constantino en el espejo y espántase.) capitanes valerosos
Constan. ¡Ay! de vuestra patria defensa,
Lidora. ¿Qué has visto? de los contrarios asombro;
Constan. Un hombre armado vosotros que tantas veces
del propio rostro y figura las banderas habéis roto
de Leoncio, que procura de la multitud morisca,
matarme. y á quien tiembla el mundo todo;
Lidora. ¡Lindo has estado! vosotros que habéis vencido
¿pensabas burlarme así? tantos bárbaros remotos,
Constan. ¿Turbárame á no ser cierto como son: tártaros, persas,
lo que he visto? húngaros, polacos, godos;
Lidora. jA Leoncio muerto vosotros, griegos, en fin,
no le trajeron aquí? ¿consentís que os rija un mozo,
Calla, que ese es devaneo. un Emperador hereje,
Constan. ¡Ay cielos!, quítale allá un disparatado, un loco?
¿no le has visto cual está? ¿Qué es de vuestro valor, griegos?
(Vuelve á mirarse.) ¿Qué es del renombre glorioso
Lidora. Sola aquí mi imagen veo. con que el magno Constantino
Constan. Alguna hechicera vil pasó aquí su Imperial trono?
/ me pretende dar la muerte ¿Sabéis á qué Augusto César
con hechizos de esa suerte; honran las hojas de Apolo?
y si es encanto sutil ¿Queréis ver que hazañas hace?
no hago de hechizos caso Escuchadme, pues, un poco:
que soy otro Ulises yo. A la Emperatriz Irene,
Leoncio ya se murió, que acaudillándoos á todos,
¿qué mal puede hacerme? con ser mujer, dejó atrás
los hechos del Macedonio,
prendió, y queriendo matarla,
ESCENA X huyó á los desiertos solos
Salen un Marinero y Machino.—Dichos.
donde desterrada habita
entre tigres pardos y osos.
Mariner. Paso. La hija del Rey Chipre,
Macrino. Aguárdate allá, grosero. á quien dió mano de esposo,
no LA REPÚBLICA AL REVKS

fué por él menospreciada ESCENA XII


la noche del desposorio,
y con una dama suya Constantino, Machino y otros, luego Lidora.
casado otra vez, ha roto
la ley de Dios retirando Constantino.
el primero matrimonio. No vengo á cazar fieras ni es mi intento
Los Senadores ha muerto, que tras el oso ó tigre el lebrel ladre;
desterrado vive Andronio, cesen las voces que atronáis el viento,
y premiando á quien me mate que aquesta caza no es razón que os cuadre.
huyo en este traje tosco. Si en ella pretendéis darme contento,
Pero todo aquesto es nada, en vez de jabalí cazad mi madre,
que de lo que más me asombro, que ella es la presa que pretendo sola.
es que á Dios pierde el respeto. (Sale Lidora de ca$a.)
Los simulacros devotos
de Cristo y su madre y santos Lidora.
echa en el fuego furioso Cazadores, ¿qué hacéis? dadme á Carola.
y la adoración les niega;
prisiones y calabozos Constantino.
de mil católicos llenos,
para el martirio están prontos, ¡Oh, mi nueva Diana! A veros Febo
por no seguir las blasfemias en ese traje, que érades creyera
de este bárbaro furioso. su antigua Dafne, y con curso nuevo
¿Este Emperador tenéis, segunda vez gozaros pretendiera.
capitanes belicosos? Lidora.
¿éste consentís que viva?
¿Acaso %es por los tesoros Como sólo con vos el gusto cebo,
que con vosotros reparte? Dafne esquiva para Febo fuera
Yo sé que no; porque sólo vueltos laurel mis desdeñosos brazos,
los gozan los lisonjeros, que sólo son de vuestro cuello lazos.
truhanes, rameras y otros Constantino.
semejantes en sus vicios,
pues ha un año que estáis todos El sol, que aquese disfavor escucha,
sin pagas y despreciados. intenta, por vengarse, que os ofenda
¡Alto, soldados famosos! de su luz el calor que ahora es mucha;
sacudid este vil peso haced, mi bien, que os armen una tienda
de vuestros honrados hombros, al pie de aquella encina, mientras lucha
y muera aqueste tirano mi amor con vuestra ausencia, porque empren-
de Grecia y del mundo oprobio. el fin que intento, y vuestro gusto trace [da
Uno. ¡Leoncio, semper Augusto, cuando á mi madre con Carola cace.
viva y reine! Lidora.
Todos. ¡Viva Leoncio!
Leoncio. No, soldados, otro habrá Pedidme albricias cuando halléis la Infanta,
más digno del cargo honroso que á fe que he de intentar nuevos favores,
que me dais. y porque Apolo su cenit levanta,
Todos. ¡Leoncio viva! adiós, querido esposo.
Leoncio. Legiones de Armenia, hoy pongo
en vuestras manos mi vida. Constantino.
Todos. ¡Viva Leoncio! ¡Viva Leoncio! Adiós, amores.
Leoncio. Pues Emperador me hacéis, ¡Alto, amigos! No quede peña ó planta
desde hoy á mi cargo tomo que no busquéis, pues de los cazadores
vuestra defensa; marchad el que hoy lo fuese de mi madre Irene
á Constantinopla todos, ser cazador mayor por premio tiene.
que allí el de Chipre me aguarda
con armas, gente y socorro Cazador i.°
en venganza de su injuria. Dichoso quien tuviere tal ventura;
¡Cielo benigno y piadoso, señores, cada cual tome el camino
ya miro cierto y cumplido distinto y busque sólo la espesura.
el pronóstico dichoso
de mi Imperio; no permitas , Cazador 2°
que tenga fin lastimoso! Bien dices; irme sólo determino.
¡Alto á Grecia, capitanes,
que os aguardan sus tesoros! Constantino.
Uno. ¡Muera el loco Constantino! Gana de dormir tengo.
Todos. ¡Viva Leoncio! ¡Viva Leoncio!
(Llévante en brazos; suena dentro ruido
Macrino.
de ca$a y gritan.) Pues procura
al margen deste arroyo cristalino
ACTO TERCERO II I

recostarte, ó al pie de aquellas hayas, á cuyos santos das tantos enojos,


que yo te guardaré. te ha de sacar aquesos viles ojos.
Constantino. Constantino.
Pues no te vayas. Temerosa visión, Fortuna loca,
(Echase á dormir.) ¿por tan pequeña culpa, pena tanta?
Macrino. Fortuna.
El apacible sitio me convida Según la que mereces, ésta es poca.
de aquella zarza con taray funesto
y parras enlazada y retejida. Constantino.
Adiós, durmióse; el sueño tiene presto; ¿Quién es esa que sube y se levanta
á mi zarza me voy que en ella anida en tu rueda, que á envidia me provoca?
un ruiseñor y es agradable el puesto.
¡Qucel sueño ponga áun hombre de esta suerte! Fortuna.
Bien dicen que es imagen de la muerte. Carola es ésta, la inocente Infanta
(Echase á dormir.) á quien risueña, su fortuna esquiva,
la mano ha dado porque suba arriba.
Constantino.
ESCENA XIII
Su virtud lo merece; y ¿qué soldado
Descubrese una rueda grande, á cuyos pies estará es aquél, diosa fácil, á quien quitas
Constanti.no durmiendo , y en la cumbre estará la corona imperial que le habías dado
asentada I he:, e. armada, con espada, mundo y coro y al suelo de tan alto precipitas?
na, y á un lado Carola, que va subiendo, y á otro
Leoncio, cabeza aba jo, coma que se precipita; y á Fortuna.
una parte la Fortuna, vendados los ajos, la cual Leoncio es, que el imperio te ha quitado,
dice primero de dentro. á quien prenderá Irene.
Fortuna.
Constantino.
Ah, Constantino!
Al fin limitas
Constantino. en el caer, si en el subir; ¿y es cierto
¿Quién mi sueño asalta? que es Emperador?
Fohtuna. Fortuna.
La que es más variable que la Luna; SI.
la que al tiempo mejor se muda y salta. Constantino.
Constantino. Pues ¿no era muerto?
¿Qué quieres, diosa ciega é importunar' Fortuna.
Fohtuna. Vida tirana por tu daño tiene,
Tu silla derribar, que está muy alta. y ya llega á prenderte.
(Descubrese la rueda.) Constantino.
Constantino. ¡Ah, de mi guarda!
¿Qué rueda es esa? (Ciérrase la apariencia.)
¡Filipo! ¡Lesbio! ¡Alesio! ¿nadie viene?
Fortuna.
¿ah, Macrino?
La de la Fortuna.
Constantino.
ESCENA XIV
¿No estaba encima yo, mudable rueda?
Pues ¿cómo estoy abajo? Constantino y Macrino.

Fortuna. Macrino.
Como rueda. Señor, ¿quién te acobarda?
Constantino. Constantino.
¿Quién es aquella, pues, que en lo alto tiene Prende á Leoncio, da la muerte á Irene,
el trono que he heredado de mi padre? saca la espada.
Fortuna. Macrino.
Esta es, cruel, la Emperatriz Irene, Ya la saco, aguarda.
que ya se menosprecia en ser tu madre;
presto verás que á castigarte viene, Constantino.
pues porque al cielo tu castigo cuadre, Mata á Carola.
i12 LA REPÚBLICA 'AL HEVES

Macrino. fortuna vil; ¿por qué razón me infamas? •


¡Mas, ay, que eché los santos en las llamas!
Ten, señor, sosiego. (Vase.)
Constantino.
¿A Leoncio no ves monarca griego? ESCENA XVI
Macrino. Sate Carola vestida de pieles.
Soñando estás, que no hay persona alguna Ya creí, Fortuna airada,
en todo aquesto que inquietarte pueda. que viviendo entre las fieras
Constantino. me dejaras y estuvieras
\ con mis desdichas vengada.
Luego ¿no ves la rueda de Fortuna? Mas, pues hasta aquí me sigues,
Macrino. mi muerte te es de importancia,
dime, pues, ¿por qué ganancia,
¿Qué rueda ó qué fortuna? fortuna vil, me persigues?
Constantino. ¿Cuándo entiendes de poner
fin á tu venganza fiera?
Vi su rueda, Tenme lástima, siquiera
y en ella, hasta la esfera de la Luna, por ser, como tú, mujer.
está mi madre, que en su cumbre queda; Mas ¡ay cielos! que imagino
sube Carola, cae Leoncio al suelo, que ya mi fin se llegó.
y yo, abatido, mi prisión recelo. (Tocan de dentro cajas.)
Macrino.
Déjate de eso, gran señor, sosiega, ESCENA XVII
pues, es creer en sueños, desatino. Salen marchando Leoncio y Sol. hados. —Carola.
Constantino.
Leoncio. No seré Emperador yo
¿Leoncio, cielos, en mi silla griega? mientras viva Constantino.
^ Buscadle, que mi rigor
en su oprobio y vituperio,
ESCENA XV me trae por cazar su imperio,
á caza del cazador.
Salen dos Criados, uno tras otro.—Dichos. Pero ¿qué mujer es esta
que aquí llora, triste y sola?
Criado i.° Cielos, ¿no es esta Carola,
Huye la muerte, invicto Constantino, Infanta? Haga Chipre fiesta,
que ya Leoncio en busca tuya llega si sois vos; albricias pida
con la gente de Armenia. la fama por tantos bienes.
Carola. ¿Qué es esto Leoncio? ¿vienes
Constantino. para dar fin á mi vida?
¿Envía por mi el augusto?
¿Ves, Macrino,
cómo soñé verdad? Constantino?
Leoncio. Yo, señora,
Criado i.° soy solo el augusto ahora,
que de vuestro gusto gusto.
Toda tu gente El lauro imperial me nadado
le llama augusto César del Oriente. (¡recia de todo el Oriente,
Entró en Constantinopla, y en la plaza y de que estáis inocente
la corona le dió su Patriarca, el Rey de Chipre informado.
y sabiendo que aqui viniste á caza, Justas venganzas concierta
te viene á dar la muerte. y con ejército viene
en mi favor, aunque os tiene
Criado 2.° él y Roselio por muerta;
Gran Monarca: yo le dejé satisfecho
el de Chipre las olas embaraza de vuestro mucho valor.
al pie de aqueste monte, echando á tierra Carola. Si resucita mi honor,
gran multitud de gente en son de guerra. cielo, poco mal me has hecho.
Leoncio. ¿Quién os pudo sustentar
Constantino. sola en aquesta espesura?
¡Todos son contra mí! mas no me espanto, Carola. Quiso mi suerte y ventura
que he sido contra todos: ¿No hay do pueda que, habiéndome echado al mar
huir la muerte, pues el cielo santo casi muerta, á tierra vino
es mi enemigo y su favor me veda? á darme el vital favor
Seguí mis torpes vicios hasta tanto Irene, con un pastor
que me han puesto debajo de tu rueda, que, huyendo de Constantino,
ACTO TERCERO Il3
en este desierto tiene Pero con tenerte preso
más amparo que en su hijo. castigaré tu traición.
Leoncio. (Ya mi perdición colijo, Leoncio. Tus pies en mi boca pon,
si halla mi campo á Irene. pues mi locura confieso,
Importaráme quitarla, goces señora mil años
si quiero imperar, la vida del mundo la redondez,
antes que sea conocida.) . que te conoce otra vez
¿Dónde, Infanta, podré hallarla? por su Augusta.
Carola. ¿Qué es lo que quieres hacer? Irene. Ya los daños
Leoncio. ¿Que? respetarla y tenella de nuestra persecución,
por señora, pues es ella Infanta, se han acabado;
quien me ha dado vida y ser. ya el cielo aclaró el nublado
(Otro intenta el corazón.) de su obscura confusión.
Carola. Si eso es asi, vamos donde Vos imperaréis conmigo,
de su propio hijo se esconde. dadme los brazos.
Leoncio. Ya temo mi perdición. Carola. Ya he dado
(Gn'íon adentro.) por feliz mi mal pasado.
Todos. ¡Viva Irene, viva Irene! Irene. Buscad á aquese enemigo.
Leoncio. ¿Qué es esto, fortuna esquiva? Castigaré la malicia
Todos. ¡Viva Irene, Irene viva! con que á tantos ofendió,
Otro. A Irene el Imperio viene. que, aunque soy su madre yo,
es mi madre la justicia.
Pero ¿qué es esto? (Suenan cajas.)
ESCENA XVIII
Sale un Soldado.—Dichos.
ESCENA XX
Soldado. Todo tu campo, señor, Salen marchando el Ret de Chipre, Roselio y Sol-
se amotina; en salvo ponte, t,Ados,y sacan á Lidoraj- á Constantino sinespada
que hallando á Irene en el monte sale también Andronio.
huyendo con un pastor,
el ejército la aclama Rey. ¡Tirano!
por Emperatriz augusta De los hombres destrucción,
y ya de tu muerte gusta para tu imperio Nerón,
y á voces tu nombre infama. para tu Dios Diocleciano.
Leoncio. ¡Ah! ¡Variable fortuna, El cielo, que tu mal traza,
qué poco estuviste queda; me forzó á desembarcar
subísteme en tu vil rueda donde pudiese vengar
hasta el cerco de la luna, mi injuria.
y ya me vences y ultrajas! Constan ¡Ah infelice caza!
Todos. ¡Viva Irene, Irene viva! • Carola. ¿Mi padre no es el que aquí,
Leoncio. ¿Por qué me subiste arriba cielos, con mi hermano veo?
pues que tan presto me abajas? ¡Padre mío!
Uno. Emperatriz es Irene, Risy. Si el deseo
ella viva, Leoncio muera. no me hace salir de mí.
Carola. ¡Cielos!, pues Irene impera, ¿Carola es ésta?, Mas no,
¿qué aguardo? Pero ya viene. que es muerta, ¡fortuna esquiva!
Roselio. Bella hermana, qué, ¿estás viva?
Carola. Sola mi pena murió.
ESCENA XIX Dejóme la vida el mar
Salen Irene y Soldados. —Dichos. que vosotros perseguistes.
Rey. Años largos, canas tristes,
Irene. A lo menos en prisión, bien os podéis alegrar.
soldados, es bien que esté Aquesos brazos enlaza
quien á su Emperador fué á aquesta vejez prolija,
traidor; que, si por razón y muera yo luego, hija.
me da que sus desvarios Tarso. ¡Dichosa y alegre caza!
le obligaron á negarle Carola. Habla á la Emperatriz griega.
la obediencia y á quitarle Rey. ¿A quién?
su imperio y sus señoríos, Carola. A Irene, por quien
responderé que no hay ley hoy nos vino tanto bien,
ni razón ninguna hallo y á quien Grecia alegre entrega
con que despoje un vasallo, el imperio que otra vez
por malo que sea, á su Rey. gozó.
No quiero la muerte darte, Rey. Qué, ¿aquí estáis señora?
aunque la pida tu error, A la cumbre llegó ahora
que un hereje Emperador de sus dichas mi vejez.
á aqueso pudo obligarte. Y pues el cielo ha querido
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. — TOMO IL 8
ii4 LA REPÚBLICA AL REVES

que otra vez por tal misterio Sea su esposa, y si lo niega


subáis al famoso imperio dadle muerte.
que este tirano ha perdido, Leoncio. Yo, señora,
juzgadle, señora, vos, digo que quiero á Lidora.
que aunque escondido le hallé Lidora. Yo y todo, ¡ay fortuna ciega!
y en él vengar intenté Irene. De secretario mayor,
mis injurias, pues que Dios Tarso, el oficio tendrás,
os hizo juez superior, y con el cargo darás
su castigo ejecutad indicios de tu valor
como madre con piedad, digno, que le envidió el mundo.
y como juez con rigor. Tarso. Tus pies imperiales beso.
También esta mujer loca Irene. No estoy contenta con eso,
por vos juzgada ha de ser, en premiarte más me fundo.
aunque el ser como es mujer Tarso. Das señora testimonio
á lástima me provoca. de quien eres; ya estoy rico.
Irene. Yo recibo, sabio Rey, Rey. Pues yo también os suplico
los presos de vuestra mano, que, dando perdón á Andronio,
y si en Roma hubo un Trajano le volváis á su privanza,
tan observante en su ley, que huyendo de Constantino
dejar en Grecia colijo a valerse de mí vino.
memoria que al mundo cuadre, Tarso. Baste la burla en vengánza
sacando, aunque soy su madre, que le hice disfrazado
los ojos de un traidor hijo. de mujer.
Carola. Eso no, si es justa cosa Irene. Yo, Rey, concedo
que en aquesta ocasión llegue cuanto pidáis.
a vuestras plantas y ruegue Rey. Y yo quedo
por Constantino su esposa. por mil partes obligado.
Perdonadle, si merezco Irene. ¿Dónde al Príncipe mi nieto
su vida; llegad los dos. dejaste, Tarso?
Irene. Juez de la causa de Dios Tarso. Escondido
he de ser; no me enternezco en un roblele he tenido,
con ruegos; llevadle preso temiendo el mortal aprieto
á una torre y denme cargos en que la persecución
todos de sus vicios largos, nos puso de Constantino.
que sustanciado el proceso, En su nombre determino
sin que me ablanden los llantos gozar de la posesión
de su esposa, haré de modo del Imperio; ve por él,
que quede vengado todo y á Constantinopla vamos
el mundo, Dios y los Santos. donde bautizar le hagamos.
Esa mujer que os sirvió, Carola. Yo con mi padre y con él
por vos sea castigada, irme á Chipre determino,
que, pues fué vuestra criada porque no podré sufrir
y siéndolo os injurió, en toda Grecia vivir
Infanta, el mayor castigo viendo preso á Constantino.
que al presente puedo darla Irene. Quédese, pues, el Infante
me parece es entregarla por general de la guerra
á su mayor enemigo. en todo mi imperio y tierra,
Carola. Pues no lo tengo de ser que de este cargo importante
con ella en esta ocasión; es digno.
antes, sí mi intercesión Roselio, Tus plantas beso.
con vos algo ha de poder, Irene. Alto: á mi Corte, soldados,
os suplico perdonéis que en ella seréis premiados
á Leoncio desde ahora, como merecéis.
como reciba á Lidora, Todos. Con eso
si os parece, por mujer. danos, señora, esos pies.
Irene. Que se casen es razón; Uno. ¡Viva Irene!
Emperadores han sido Todos. ¡Viva Irene!
y á un mismo tiempo han caído Tarso. Este fin, senado, tiene
del Imperio y su ambición. La República al revés.
EL AQUILES

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Ulises. Lisandro, Principe.


Nicandro. Diomedes.
Telémaco, niño. Palamedes.
Quirón, viejo. Garbón, pastor.
HÉCTOR. Deidamia, Infanta.
Aquiles. Casandra.
Briseida. Nisiro, soldado.
Tetis, dama. Tebandro.
LlCOMEDEs. policena.
Peloro. Soldados.
Menelao, Rey. Un Criado.
Patroclo. Un Paje.

ACTO PRIMERO ó ya que de una osa


mamó el licor villano,
pues al monstruo cosario pagó pechos
nunca de él satisfechos,
ESCENA PRIMERA árbitro juez le hicieran
competidores ojos,
Saltn Ulises, Telémaco, niño, y Nicandro, griego. ocasionando enojos,
Ulises. que tal venganza esperan,
si yo llevo la pena,
Nunca al tálamo justo, la gloria Venus y la culpa Elena.
coyundas de Himeneo, ¡Ay Penélope bellal
de Peleo y de Tetis enlazaras ¡a y hijo amado mío!
con la cerviz el gusto; mitades de mi vida; en mi tormento,
ya que dió á Peleo estorbos atropella
la mano Tetis, nunca convidaras de amor el señorío
los dioses, ni injuriaras cuando á la honra obliga el juramento.
la discordia traviesa, Contra el pastor violento
cuya manzana de oro todos los griegos Reyes
ponzoña dió en tesoro juraron la venganza
é infausta sobremesa de Menelao, y alcanza
á la ocasión tirana el rigor de sus leyes
si hechiza á toda Grecia una manzana. á mi quietud sabrosa
Nunca fuera piadosa seguro con tal hijo y tal esposa.
con el pastor tirano El parche vengativo
la osa tributaria de sus pechos, á vuestro Ulises llama,
n6 EL AQUILES

detiene amor y el juramento aprieta, Pues si ella se me muere


si no me parto vivo y el padre se me ausenta,
con riesgo de mi fama huérfano de los dos, ¿de mí qué aguarda?
al qué dirán del vulgo vil sujeta; Quédese en casa, ¿quiere?
si me parto, es profeta Tendrála á ella contenta
el alma de los daños y á mí seguro en su amorosa guarda;
que en esta ausencia temo; advierta que si tarda
y entre uno y otro extremo, de asegurar temores
miedos y desengaños dos vidas atropella,
confusa traen mi vida pues muerto yo con ella,
partida entre el sosiego y la partida. aumentaré dolores
El honor me aconseja diciendo en la otra vida
que no pierdan los ojos que de su esposa é hijo fué homicida.
de vista esposa que apetecen tantos, Ulises.
y el mismo honor no deja
que, asegurando enojos, ¡Ay, Telémaco mío!
tímido quiebre juramentos santos; Persuasivo, elocuente,
encuéntranse los llantos anegarme en tu tierno llanto puedes;
de obligación y ausencia; cada perla es un río
aquélla me da prisa, que en líquida corriente
y ésta mi muerte avisa; á las del Nilo en eficacia excedes.
¿qué hará, pues, mi paciencia Ya viene Palamedes
sin una y otra joya, á llamarme perjuro
de tres almas en Grecia, un cuerpo en Troya? si el juramento santo
que al cielo hice quebranto;
Nicandro. no está mi amor seguro
De dos forzosos daños, si niego mi partida,
el menos peligroso ni si me parto lo estará mi vida.
escoge el sabio que el peligro mide; Pero si el amor fuerza
á tus maduros años, y el juramento obliga,
Ulises generoso, venza el amor, pues es mayor su exceso;
consultando el menor, consejos pide. ¿qué fuerza hay que á su fuerza
Si el alma se divide resista, sin que siga
partiéndote de Grecia yugo inmortal que á tanto dios ha preso?
en las prendas que adoras Quíteme amor el seso
y contando las horas y no me quite ahora
que la quietud desprecia, mi esposa por la ajena;
Penélope está enferma, robó Paris á Elena,
¿por qué querrás dejar tu patria yerma? si Menelao la adora,
Procure el injuriado réstame su hermosura,
vengar agravios suyos, que no hay obligación donde hay locura.
y de Elena castigue la mudanza, (Llévase el niño y vase.)
que no por su cuidado
es bien crecer los tuyos
y á tu esposa olvidar por su venganza. ESCENA II
Si tu experiencia alcanza
los daños que recuerdas, Salen Palamedes y Peloro.—Nicandro
¿será prudente cosa
por que él cobre á su esposa Palam. No queda en Grecia señor
que tú la tuya pierdas? que no parta contra Troya,
jy que en demanda ajena y esta acción sólo se apoya
a Penélope dejes por Elena? en el ingenio y valor
de Ulises, pues sus ardides,
Telémaco. si á sabios se ha de creer,
Padre, no se me ausente, de más provecho han de ser
que está mi madre mala que las hazañas de Alcides.
y se nos morirá si la desprecia; Juró defender á Elena
si mis suspiros siente con los demás en la ley,
y el tierno amor iguala que Tíndaro, griego Rey,
á la hermosura y caridad de Grecia, si no la cumplen, condena.
¿no será cosa recia Robóla Paris; si intenta
que tal esposa é hijo Ulises buscar ahora
por ausentarse olvide? excusas por ver que llora
Mi madre esto le pide, Penélope, de su afrenta
y si se va, me dijo serán los dioses testigos;
que no esperase, padre, pues sus aras menosprecia,
gozar una hora más viva á mi madre. y á los Príncipes de Grecia
ACTO PRIMERO ii7
tendrá por sus enemigos. tan discreto, ni quisiera
El ejército me envía su esposa en tanto exceso.
por él. Peloro. Deja la mayor belleza
Peloro. Amor, que es más fuerte, que enamoró al dios rapaz
y á las puertas de la muerte el reino que goza en paz
con Penélopc porfía, y un hijo de su riqueza
ó acabarla, ú obligar y discreción heredero;
á que su esposa se quede, pártese á ajenas venganzas,
en tal juramento puede el honor teme mudanzas
justamente dispensar. y amor desnudo el acero.
Nicandr. Dejar sola tal mujer Quien ama cuerdo, ama poco;
ni es amor ni es fortaleza, ama mucho y loco está.
tiraniza á la belleza, Palam. Cobarde temor será
ya la ausencia, ya el poder. y engaño el fingirse loco.
Y si uno y otro se junta Ya Grecia tiene experiencia
y tantos la han pretendido, de sus astucias, malicia
siendo madre del olvido es toda.
la ausencia, llore difunta Ulises. (Pregona y azótase.)
su honra, Ulises ausente. Esta es la justicia
Palam. Penélope es la más casta que manda hacer el ausencia
de toda Grecia. á un recién casado (dale;
Peloro. No basta ¡oh, cómo escuece el traidor!)
ese valor excelente que se ausenta de su honor,
para el recelo que lleva, y de su casa se sale.
ni puede discreto ser, ¡Qué indigenta está la penca!
siendo vidrio la mujer, Gran delito debe ser
quién con la ausencia la prueba. dejar á propia mujer
Según esto, no os espante, por otra mujer mostrenca.
viendo que á la muerte está, Libros hay de ejemplos llenos,
si Ulises con vos no va. donde leerá el que los trata
Palam. Menos valiente es que amante; que es un asno el que se mata
pero yo no he de ir sin él cual yo por duelos ajenos.
ó ha de quedar por perjuro, Por Dios que estábamos buenos
pues la victoria aventuro dejándonos en los nidos
que tengo cierta por él. los pajaricos perdidos
en uñas del gavilán.
El refrán
ESCENA III diga que á muertos y á idos
Sale Ulises medio desnudo y loco.—Dichos. no hay amigos, mas yo trueco
(perdóneme Dios si peco)
Ulises. Toquen las cajas aprisa, á estos versos los sentidos,
y pues Grecia á Troya pasa, y entendidos,
abrase Ulises su casa. rezan con causa mayor
¿Hércules está en camisa? que el honor
Deyanira le pegó canta, que á muertos y á idos
la ponzoña del Centauro. no hay maridos,
Creta encierre el Minotauro, no hay maridos, que es peor.
que Pasifé le parió; Pues si entre ausencias y olvidos
pobre Minos, ¿qué dolor de la honra no hay noticia,
de cabeza os atormenta? y de milicia á malicia
El marido que se ausenta va tan poco,
eche en remojo su honor. ¿quién se parte á la milicia?
Toro se llama la cama ¿Ausencia necia
del matrimonio en latín, á mí sacarme de Grecia?
etimología ruin ¡Malos años! no hay justicia.
sacará de ella la fama, Nicand. ¿Hay lástima semejante?
díganlo los adivinos, Ulises. ¿Yo, entre cajas y pendones,
mientras yo mi ausencia lloro, marido de comisiones?
¿la Pasifé con el toro Vaya la mujer delante,
y sin azotalla Minos? llore y cante
¡Oh, bellaco! ¿De malicia como cuerdo y como loco
qué laberintos trazáis quien tiene su honor en poco,
y á mí á Troya me enviáis? que yo, entre el llanto y la risa,
¡Malos años! ¿no hay justicia? ni tengo espacio ni prisa.
Palam. ¿Qué es esto? Menelao su enojo aplaque
Nicandr. Ulises sin seso, y vengue su badulaque,
que á no perderle, no fuera porque, cual dijo mi abuela,
n8 EL AQUILES

á quien le duele la muela, y no se me dañará


la muela, que se la saque; si aunque me ausente la salo.
ó si no yo iré á la guerra, (Siembra.)
como no quede en mi tierra ¿No es la sal sabiduría?
hombre que amando negocia; El sembrarla, pues, me importe,
que yo ausentarme no quiero que hay poca, y anda en la Corte
si no los llevan primero en coches la bobería;
á todos á Capadocia. hay notable carestía
¿Penelopica en Escocia, de doncellas recatadas;
y yo sin Penelopica? las más están decentadas,
(¡Fuego de Dios, cómo pical) por eso me ocupo en esto,
Ella hilando, otros urdiendo, que si se dañan tan presto
y amor la trama tejiendo es porque no están saladas.
en mohatras la avaricia Nicand. Rey, gran señor, vuelve en ti.
conquistando la codicia. Ulises. Bueno, ¿pues paréceos mal
¿Pasito abrazando al toro sembrar mi casa de sal
y Venus ai monstruo de oro? y esterilizarla así?
¡Malos añosl no hay justicia. El amor ¿no es fuego? Sí.
Peloro. ¡Desgracia, por Dios, extraña! ¿No es estopa la hermosura?
Nicand. Notable fuerza de amor. Pues si abrasarla procura
Ulises. De alfeñique es el honor el fuego del amor ciego,
y la mujer es de caña, saltar ha la sal del fuego
si á París Elena engaña y mi honra estará segura.
llévese él la penitencia; Ea, ya habemos sembrado;
¿comílo yo? ¿hay tal sentencia? démosle ahora una reja;
mandar pagar sus amores quien se va y su mujer deja
justos hoy por pecadores. no cogerá fruto honrado;
Donosa es, por Dios, la maula, ¿no entierra al grano el arado,
metiérala en una jaula, que con el tiempo batalla,
ó colgarásela al cuello, y después colmado se halla?
que yo (si quieren sabello), Pues quien quisiere coger
loco, mas no mentecato, fruto de honra en la mujer,
no dejo la carne al gato cuando se ausente, enterralla.
ni á los osos la colmena; La deshonra es, á mi cuenta,
si Elena es mala ó es buena mastín que á la fama ladra;
allá se lo haya; mirad si el nombre le cuadra,
si se fué á holgar á la playa pues muerde al pobre que afrenta;
tómese lo que la vino, luego si mi amor se ausenta
que el borracho junto al vino y da tras mí, (i)
dirá la jurispericia ¿no es bueno sembrar sal? Sí;
que es malicia; y no sembrarla, ¿no es malo?
lo que el Troyano comió sí; que al perro, si no hay palo,
¿quieren que lo escote yo? el remedio es «¡sal aquíl»
¡Malos añosl no hay justicia. Vosotros me serviréis
(Vase.) de guebras, poneos aquí.
Nicand. Id tras él, que está furioso; (Ara con ellos.)
no le suceda algún daño. Peloro. Si ha de sosegarse asi, '
Palam. Todo esto es ficción y engaño. sigamos su humor.
Ulises es cauteloso: Ulises. ¿No veis
yo probaré su locura que es justo que me ayudéis,
ó fingido frenesí pues cultivar mi honor quiero?
que no ha de excusar asi Are el cuidado primero
su miedo y nuestra ventura. (Vase.) lo que la opinión sembró;
mas con bueyes, eso no,
que en tal tierra es mal agüero,
ESCENA IV mejor es el azadón
(Toma el agadón y cava.)
Sale Ulises sembrando sal. — Dichos menos
Palamedbs.
y ahorraremos de molestias,
que no es bien fiar de bestias
Ulises. Fuera, que soy labrador; el honor y la opinión;
sal siembro en lugar de pan, quitemos toda ocasión,
porque así no picarán ningún terrón nos impida
avechuchos en mi honor; la cosecha en mi partida,
tienen á mi esposa amor que es tropezón la belleza,
muchos, y por Dios que es malo; y la mujer,
dadla también
si tropieza,
por caída.
la sal preserva al regalo,
mi esposa se queda acá, (i) Verso incompleto en el original.
ACtO PRIMERO ii9
ESCENA V á nadie dejas vivir;
de tus costumbres extrañas
Sale Palahedes con Telemaco en los brazos.—Dichos. todos procuran huir;
¿qué pastor por ti no está
Palom. Ea, Ulises, yo también señalado?; ¿qué pastora,
soy labrador como vos, cuando á su cabaña va,
sembremos juntos los dos. de ti no se queja y llora,
Ulises. Pardiez, vaya, decís bien. y mil querellas me da?
Palam. Porque buen año nos den No diferencias los brutos
frutos de esta sementera de los hombres, ni aun los frutos
grano es Telémaco, muera, de ti se pueden librar,
(Saca la daga.) pues, antes de madurar,
y os dará el tiempo oportuno ["orzados te dan tributos.
los hijos ciento por uno No sé yo de qué aprovecha
á la cosecha primera. lo mucho que te he enseñado,
Con su sangre es bien regar la ciencia está satisfecha
la tierra, pues que no llueve; con el natural templado
muera, y fruto el campo lleve. que el bárbaro ser desecha.
Telém. ¿Por qué me quiere matar? Hizo á la filosofía
Padre, llégueme á vengar. para moderar pasiones,
Palam. Yo seré el ejecutor, el Sol, que todo lo cria;
muera el fruto, aunque esté en flor, en ella te di lecciones,
y multiplique despojos. y en ti lograrse podría;
(Vale á dar. Tiénele Ulises.) la música, ya tu sabes
Telém. ¿Padre? que con agudos y graves,
Ulises. lAy hijo de mis ojos, ánimos silvestres templa,
tierno efecto de mi amorl y que el que en ella contempla
Si con prueba tan costosa le da del alma las llaves.
se ha de excusar mi partida, Tocas el arpa y la lira
Ulises pierda la vida y tus costumbres no tocas;
y auséntese de su esposa. quien te oye cantar se admira,
Mi locura cautelosa, y de tus costumbres locas
Palamedes, ya ha cesado; asombrado se retira.
obedezcamos al hado Debajo de tal belleza,
y no pierda yo opinión ¿es posible que se esconda
con vos, pues cualquier perdón tan cruel naturaleza?
merece el temor casado. En las fieras corresponda
Palam. Con la victoria presente al cuerpo la rustiqueza,
mi fama á ilustrar comienzo, pero no en ti, cuya suerte,
que, pues en ingenio os venzo, si tan bello quiso hacerte,
más que todos soy valiente. arrepentido repara
Vamos, Ulises prudente, que enamoras con la cara
á Troya, que la venganza y con los brazos das muerte.
tiene puesta su esperanza Aquiles. Tú tienes la culpa de eso;
sólo en vos, pues más efeto desde niño me criaste,
hace un capitán discreto Quirón, robusto y travieso;
que el arnés, la flecha y lanza. con leche me alimentaste
Consolad á vuestra esposa, de una onza, así profeso
y veréis que en esta ausencia, el natural heredado
si es casta por excelencia, de la leche que mamé.
os gana fama gloriosa. Carnes de fieras me has dado
Ulises. ¡Ay prenda del alma hermosa! á comer, nunca gusté
En fin, me parto y os pierdo; ni la liebre ni el venado.
honor, entrad en acuerdo, En éstos el temor crece *
y pues en el mal que toco que huyendo los envilece;
no bastó fingirme loco, imitando á esotros voy;
sed vos en mi ausencia cuerdo. bien haya, pues su hijo soy,
(Vanse.) quien á los suyos parece.
Tetis. ¿Hijo de las fieras?
ESCENA VI Aquiles. Si.
Tetis. ¿Y no mío?
Salen: Aquiles, que ha de hacer la mujer vestida de Aquiles. El ser primero
pieles con un birtón, y Quirón, viejo, también de te debo, pues que nací
pieles, y Tetis, bizarramente vestida de campo. de ti, pero no el postrero
que del sustento adquirí.
Quirón. Ya no te pueden sufrir, Ya sé que el Rey Peleo fué
Aquiles, estas montañas, mi padre y esposo tuyo;
i20 EL AQUILES

pero como me crié Deidam. ¡Aquí, cazadores míos,


entre estos montes, concluyo favor!
que en ellos me transformé. Aquiles. No huyáis, persuadios
A Quirón me encomendaste; que no soy mónstruo.
forma quejas, madre, de él Deidam. ¡Aquí, aquí!
si tan diverso me hallaste, Aquiles. Hechizo que el viento excedes,
que yo estimo ser cruel detén el curso y temor;
en más que ser tu hijo. hombre soy.
Quirón. Baste. Deidam. Dadme favor,
Aquiles. Voy á vengar en leones vasallos de Licomedes.
y tigres lo que no puedo Tetis. Este es mi Aquiles; procura
en vuestras reprehensiones. sosegarle.
Tetis. Hijo, espera. Quirón. El es de suerte
Aquiles. Escuche el miedo que ó los ha de dar la muerte
consejos y persuasiones. Wate.) ó hacer alguna locura. (Vanse.)

ESCENA VII
ESCENA VIII
Dichos, menos Aquiles.— Dentro Deidamia y Voces.

Tetis. ¡Ay hijo del alma mía! Sale Aquiles con Deidamia en los brazos, que vendrá
ese valor ha de ser vestida de caza bizarramente.—Luego Cazadores.
mi muerte, y yo he de perder,
perdiéndote, mi alegría. Aquiles. Desmayóseme en los brazos.
Quirón: un mortal asombro (Pénela en el suelo.)
ocasionó mi camino; Emboscado estoy seguro;
el oráculo divino aquí corre un cristal puro
y mil sabios que no nombro que el cuerpo divide en lazos.
me afirman que si se parte Cristal con cristal pretendo
con el ejército griego resucitar.
mi Aquiles á Troya, el fuego Deidam. ¡Ay de mil
que Venus ofrece á Marte ¿Dónde estoy?
ha de ser su perdición; Aquiles. Ya ha vuelto en sí.
muerte le han de dar cruel, Dos soles están lloviendo.
puesto que quede por él Sosegad, mi cazadora,
asolada la nación que si da gusto la presa
que en Troya á Paris ampara. á quien la caza profesa,
Esto profetiza Apolo; un alma que en vos adora
es hijo Aquiles, es solo tenéis á los pies rendida;
y es los ojos de esta cara. mas ¿qué mucho la rindáis
Si siempre que se me acuerda si con dos flechas tiráis
que su luz me ha de faltar que, dando muerte, dan vida?
excede mi llanto al mar, Deidam. Monstruo, mas no digo bien,
¿qué he de hacer cuando le pierda? que ofendo tu gentileza,
Tú, que su ayo y maestro aunque tan rara belleza
eres desde que salió monstruosidad es también.
al mundo, y de quien fió Deidad de este bosque umbroso,
mi fe el amor que le muestro, héroe, semidiós ú hombre,
aconséjame del modo que no hallo decente nombre
que podré librar su vida, que cuadre á tu rostro hermoso;
que á esto ha sido mi venida. mira que heredera soy
Quirón. Ya yo sé que el mundo todo hija del Rey Licomedes,
ha de registrar Ulises, y que si el límite excedes
que de buscarle se encarga, honesto y dos voces doy,
y á cuya prudencia larga tengo esta montaña llena
los más remotos países de monteros que podrán
no han de poder defenderle. darte muerte y mezclarán
Si su natural inquieto con mi venganza mi pena.
diera lugar al secreto, Aquiles. Princesa de mis ojos,
lo mejor fuera esconderle. que, pues en ellos tiene
Mas ¿cómo tendrá sosiego su origen mi esperanza
encerrada la inquietud, justo es que en ellos reines,
con grillos la juventud, recelos asegura,
y dentro la mina el fuego? que no osan atreverse
¿Pero qué es ello? á tu deidad hermosa
Tetis. ¡Ay de mil deseos descorteses.
(De dentro voces y ruido.) Efectos tan contrarios
ACTO PRIMERO i2i

en mí ha causado el verte, penetra con los ojos


que hielas por lo grave un alma, que entre pieles
y por lo hermoso enciendes. rendida te idolatra
Solía yo, y no ha mucho, y humilde te obedece.
matando entretenerme, Deidam. Discreto, persuasivo,
haciendo mal holgarme, ¿en qué escuelas aprendes
pacífico ofenderme, retórica amorosa
cazando día y noche, en montes elocuente?
huían igualmente Conclúyesme elegante,
de mí por esos campos hermoso me enterneces,
los brutos y las gentes. compuesto me aseguras
¿Qué rústico los pisa y sabio me convences.
que en viéndome no tiemble, Si como amante obligas,
de día no se esconda, mi rigurosa suerte
de noche no me sueñe? hubiera excepcionado
¿Qué serranilla simple mj gusto antes de verte,
me mira que dispense y no tuviera padres,
con ella la hermosura cuya obediencia prende
humilde por silvestre? en concertadas bodas
Los más robustos árboles el alma que suspendes,
de aquestas selvas verdes, ¿qué dicha como amarte?
temblándome en sus hojas ¿qué gloria como hacerte
dan muestras que me temen. del reino y alma mía
Los tigres y leones, señor eternamente?
sin que mi lucha esperen, Mí padre me da esposo,
huyendo con bramidos que ya por ti aborrecen
me aplauden más valiente. los ojos, que no ha un hora
Tú sola, victoriosa, lloraban hasta verle.
trofeos grabar puedes Soy hija, es Rey severo
en bronces inmortales, mi padre Licomedes;
pues sola tú me vences. ¿á quién no obligan padres?
Salí á buscar venganzas ¿á quién no fuerzan Reyes?
de agravios que reprenden Amante de imposibles
en canas venerables soy ya, véngate en verme
dictámenes crueles, imposibilitada
y cuando más furioso, del bien que mi alma pierde.
miréte en una fuente Nunca pluguiera al hado
copiando tu hermosura sacara al campo redes
cristales por pinceles, que en vez de fieras y aves
templado suspendíme, su cazadora prenden,
suspenso contempléte, pues volveré á mi Corte,
perdíme contemplándote, si loca por quererte,
contemplando adoréte. eternizando llantos
En agua me abrasaste, que tu memoria aumenten.
no sé si fué agua ardiente, Aquii.es. ¿Pues quién será bastante,
más sé que de ella forjas si tú, mi bien, me quieres,
rayos para vencerme. á violentar tu gusto?
Alzaste los dos soles, yo soy... (Voces y ruido de dentro.)
y apenas llegó á verme Caza. i. ° Aquí, aquí gente.
la luz que en ellos vive, Caza. 2.° Aquí, que el fiero monstruo
cuando á los vientos leves, nuestra Princesa ofende;
hurtándoles las alas cercad todo este bosque,
la fugitiva liebre, echadle los lebreles.
no osó cuando corrías Aquu.es. ¿Qué es esto?
correr más, por correrse.
Talares de Mercurio
me dió mi feliz suerte, ESCENA IX
pues te alcancé amoroso Sale Garbón, pastor.—Dichos.
y te detuve alegre.
Desmayos y temores, Garbón. Señor mío,
si frágiles, prudentes, huye, si no pretendes
al pecho retiraron que con tu muerte lloren
corales y claveles. los prados y las gentes;
Mas ya que restituyes con flechas y con dardos
á la animada nieve cercando el bosque vienen
la púrpura usurpada monteros atrevidos
que á darla esmaltes vuelve, de la Princesa y Reye;

^
i22 EL AQUILES
asegurar la vida de un mozo ocasionado
por este atajo puedes; de amor y de años verdes.
¿qué harán, si aquí te matan, No aguardes cortesías
sin ti Quirón y Tetis? de quien á nadie teme,
Aquiles. ¡Oh estorbos envidiosos que pocas coyunturas
de los mayores bienes, de amor fueron corteses.
que en cifras de hermosuras Cebado en matar hombres,
los cielos comprehendenl lugar y tiempo ofrece
Sabréis quién es Aquiles. para que al Rey, tu padre
Hermoso Sol que enciendes y mi señor, te lleve.
un alma hasta hoy de bronce; Aquí tengo un caballo
si para detenerte que á los del sol excede
son ruegos poderosos y lleva pies de plumas
y, como afirmas, tienes con que ligera vueles.
amor á quien ya llora ¿Qué aguardas?
el verse de ti ausente, » Deidam. ¡Ay amor!,
espérame no más ¡ay honra!, indiferente
del tiempo y plazo breve estoy entre vosotros;
que tardo en quitar vidas pero si la honra vence
a los que nos ofenden. donde el valor se estima,
Garbón, sé tú mi Argos, perdone amor aleve,
y mientras mi amor vuelve que jura hasta que goza
á reiterar favores, y goza hasta que miente.
guárdame diligente (Vanse los dos.)
la prenda que te fío.
¡Ay cielos, si te duermes, ESCENA XII
para pagar descuidos
qué pocas vidas tienesl (Vase.) Garbón.

Señor... ¡A esta otra puerta!


ESCENA X Llevósela; si vuelve
Garbón y Deidamia. Arquillas y no la halla,
¿que hará, Garbón probete?
Garbón. Par Dios bueno; ¿yo alcaide, El diabro que le aguarde,
en bosques, de mujeres mas hétele á dó viene;
que aprenden cantonadas, aquí hay un alcornoque,
si aún no sé guardar bueyes? su hueco ha de esconderme.
Sabrá, señora mía, No tengo, si me agarra,
que yo he sido sirviente para el primer puñete,
de Arquillas y Esquilón que así despacha tigres
un año y cuatro meses. como Garbón molletes.
Hame hecho este muchacho (Escóndese en el tronco de un árbol.)
mastín suyo; ¿qué quiere?
Par Dios, si se me escurre
que es diabro y me despierne. ESCENA XIII
Con ella ha de agarrarme Sale Aquiles.— Dicho.
para que no me deje,
seré siquiera un rato Aquiles. Huyeron, y sin seguillos
de tal hembra corchete. sólo he querido espantallos,
Deidam. ¡Ay confusiones míasl que son de mi bien vasallos
decid, ¿aguardaréle? y no es justo perseguillos.
Mas ¡ay! que si le aguardo Después que amo, traigo grillos,
mi honor ofensas teme. sino es para aquí, en los pies;
Pues ¿qué queréis? ¿que huya?; aquesta mi prisión es
mas si en el alma viene y aquí me aguarda mi hechizo.
al vivo retratado Mas ¡ay cielos!, ¿qué se hizo?
y en ella asiento tiene, Garbón. El alma traigo al revés.
¿quién huye de sí misma (Asomándose entre las ramas.)
que en sí misma no lleve, Temblando estoy.
si alas, también grillos Aquiles. ¿Mi señora?
que vuelan y detienen? ¿mi sol, mi gloria? ¡Ay de mí!
Garbón. Par Dios, si me encuentra aquí,
ESCENA XI que no vivo un cuarto de hora.
Aquii.es. ¡Garbón, Garbónl
Sale Quirón.—Dichos.
Garbón. Agora
Quirón. Huye, Princesa hermosa, topa conmigo, y si llega,
los ímpetus crueles por un pie me agarra y juega
ACTO PRIMERO i23
á la pelota y me arroja, Aquiles. ¿Qué disparales son éstos?
si por no hablarle se enoja, ¿quién hace burla de mí?
al cielo, y desde allí á Noruega. Desgajaréte, y así
Más vale antes que me toque veré engaños manifiestos.
hablarle, como que soy (Desgaja la mitad del árbol y sale
su dama, y por él estoy Garbón.)
convertida en alcornoque, Garbón. Señor, los hinojos puestos
Aquiles. Si no queréis que provoque, tiemblo y te pido perdón.
deidades, la religión Aquiles. ¿Quién eres?
que os da el mundo sin razón, Garbón. Yo soy Garbón.
volvedme la prenda mía. Aquiles. ¿Qué es de mi princesa bella?
Gabbón. Si á los dioses desafía, Garbón. Ocupada está, vo á vella.
¿qué no hará de vos, Garbón? Aquiles. ¿En qué?
Si á injuriar los dioses llega Garbón. Si he de hablar verdad,
con tal furor, ¿qué no hará en cierta necesidad
de quien destilando está, que él nt> puede hacer por ella.
de puro miedo, pez griega? Aquiles. ¡Ah traidor!
Aquiles, Si mi sol su luz me niega, Garbón. Ea, ya comienza.
¿dónde irá ciego quien ama? Aquiles. ¿Qué es de mi bien, hombre vil?
Mi bien, mi gloria.
Garbón. Fuese á atar un cenogil,
(Dentro del árbol, disimulando la vo$, que tuvo de mí vergüenza.
responde Garbón.) No sé si era orillo ó trenza;
Garbón. ¿Quién llama? pero presto volverá.
Aquiles. ¡Ay cielos! ¿quién eres? Aquiles. ¿Huyó de mi amor?
Garbón. Fui Garbón. Verá
quien te adoraba. cuál se la traigo.
Aquiles. ¡Ay de mil Aquii.es. Detente.
Garbón. Y ando ya de rama en rama; Garbón. Dando estoy diente con diente.
hazte allá, que quien me toca Espulgándose estará;
comete un grave pecado. luego viene, aguarde un poco.
Aquiles. ¿Hate algún Dios transformado? Aquiles. ¿Huyes, villano?
Garbón. ¡Y cómo! Garbón. Me escurro.
Aquiles. ¿En qué? Aquiles. Aguarda.
Garbón. En alcornoca. Garbón. Aguárdele un burro. (Vase.)
Aquiles. Si Apolo á Dafne provoca Aquiles. A qué furor me provoco.
hasta en laurel convertilla,
(Va tras él, sale al encuentro Tetis y
si Clecie á su luz se humilla
tiénele.)
la cabeza vuelta en flor
y Apolo le tuvo amor,
no es nuevo, aunque es maravilla. ESCENA XIV
¿Amábate Apolo? Tetis y Aquilbs.
Garbón. Sí.
Aquii.es. ¿Quísote gozar? Tetis. Hijo, detente.
Garbón. También. Aquiles Estoy loco.
Aquiles. ¿Y huíste de él? Tktis. Ya me ha contado Quirón
Garbón. Con desdén. la fuerza de tu afición;
Aquii.es. ¿Fuete siguiendo? por Deidamia estás perdido,
Garbón. Hasta aquí. a remediarte he venido;
Aquiles. ¡Que en tal ocasión me fuí! fin á tus pesares pon.
¿Llamaste algún dios? Aquiles ¿Quién es Deidamia?
Garbón. ¿Y cómo? Tetis. El espejo
Aquiles. ¿Y qué dios era? en que te miras.
Garbón. El dios Momo. Aquiles. ¿Y adónde
Aquiles. Por sus efectos lo veo; está? ¿Qué es della? Responde.
mas máteme mi deseo Tetis. Llevóla á su padre viejo,
si venganza de él no tomo. Quirón.
¡Ay amor siempre cruel! (ai árbol.) Aquiles. Pagará el consejo
mi planta serás divina, muriendo Quirón tirano. (Llora.)
como de Hércules la encina, Tetis. Refrena el enojo vano,
como de Apolo el laurel. que no eres hombre, pues lloras
Consagraréte como él, Aquiles Adórola.
ya que tuve tales fines. Tetis. Si la adoras
Garbón. No es bien que en eso imagines. yo te la pondré en la mano.
Aquilbs. ¿Porqué? Disponte tú á obedecerme
Garbón. Ya está consagrado y dispondréte á alcanzarla.
el alcornoque, abogado Aquiles. ¿Cómo podrás tu obligarla?
de corchos para chapines. Tetis. Todo es posible.
i24 EL AQUILES

Aquiles. Ofenderme por galas me acomodaba,


será, madre, el prometerme y en vez de triunfos me daba
cosas que no has de cumplirme. los brazos viéndome así
Tetis. Determínate seguirme, ¿Qué diría si me viese
hijo, y á no replicarme, de infame mujer vestido?
que tu amor sabrá enseñarme Tetis. Eso fuera, hijo querido,
y mi industria prevenirme. cuando Quirón lo entendiese;
Aquiles. ¿Qué me podrás tú mandar, mas sólo hemos de saberlo,
por imposible que sea después del cielo, los dos.
que, como á Deidamia vea, Aquiles. Pues ¿no sabrá que algún dios
dificulte ejecutar? en mi afrenta puede verlo?
Tetis. Tiéneslo de rehusar. Esta razón te convenza:
Aquiles, No tengas temor. que merece infames nombres
Tetis. Si así quien se esconde de los hombres
lo cumples, vente tras mí. y de Dios no se avergüenza.
Aquiles. Qué, ¿á Deidamia alcanzaré? Cuanto y más que, aunque pudiera
Tetis. Hijo, sí, y te libraré ser posible el ocultar
de los daños que temí. de los dioses el obrar
cosa que justa no fuera;
el que en valor se señala
no lo ha de dejar de hacer
porque ellos lo puedan ver,
ACTO SEGUNDO mas porque es de suyo malo.
Deidamia y su amor perdone,
que, aunque la adoro, no es justo
ESCENA PRIMERA que oprima á la honra el gusto
y tal infamia ocasione.
Salen Aquiles, de dama bizarramente vestida de ca ¡Vive Dios, que de afrentado
mino, y Tetis. de la vileza presente,
tengo de huir de la gente
Aquiles. ¡A extrañas cosas me obligas! y nunca entraren pobladol
Tetis. Transformaciones de amor ¿Yo joyas, sedas y rizos?
dan á los dioses valor. ¿chapines y tocas yo?
Aquiles. Es verdad; mas no me digas, Tetis. Siempre el amor inventó
madre, que no degenero galas, disfraces y hechizos;
con aquestos trajes viles mas, pues no quieres usallos,
de mi ser. Yo soy Aquiles procura olvidar, si puedes,
con gentil arnés de acero. á la hija de Licomedes
¿Para la guerra me ensayas que, aunque salen sus vasallos
que en Troya Grecia me ofrece? en su nombre á recibirnos,
¿Fama mi valor merece y él desea tanto vernos,
entre chapines y sayas? fácil nos será volvernos
Afuera pasiones locas, y de su corte encubrirnos.
que con cobardes cautelas Quien sus pasiones reprime
corchos viles por espuelas no tenga amor, pise estrellas;
y por la celada tocas Deidamia es de las más bellas
entorpecen mi valor. que honran su deidad sublime;
¡Vive Dios que he de rompellas, goce Lisandro las glorias
pues no es bien que infame en ellas que dejas tú, pues se casa
mi opinión un torpe amor! con ella, y tú el tiempo pasa
Tetis. Cuando á Hércules se iguale en atormentar memorias,
el que disfraza tu ser, de puro honrado, homicidas.
y en hábito de mujer Galas lascivas desnuda,
le contemples con Onfale, de opinión y traje muda,
dejarás de estar confuso; asalta las defendidas
pues no te aconsejo yo murallas que en Troya empieza
que, si Hércules hiló, á guarnecer el valor
juegues tú á la rueca y huso. mientras Lisandro al amor
Nunca mucho costó poco, ejecuta en la belleza
mucho si amas has de hacer. de Deidamia.
Aquiles. ¿Yo vestido de mujer Aquiles. ¿Quién es ese
y no me juzgas por loco? que á mi dueño ha de gozar?
Bien lograré de Quirón Tetis. Con quien la quiere casar
las lecciones y ejercicios su padre.
con que, refrenando vicios, Aquiles. Eso no, aunque fuese
pieles del tigre y león pública al mundo la infamia,
despedazados por mí de aquestos disfraces viles;
ACTO SEGUNDO i25

pues sólo merece Aquiles ESCENA II


la hermosura de Deidamia.
Acompañamiento: Licomedes, viejo; Deidamia, con
Vence, amor, vuestro poder,
otro vestido; Briseida, dama; Peloro y Lisandro. —
dioses, los que habéis amado.
Aquiles enamorado Dichos.
se disfrace de mujer. Licomed. Ya se me cumplió el deseo
No pierda yo mi opinión que de conocer tenía
con vosotros, que no es nuevo á quien, siendo sangre mía,
en Neptuno, Jove \ Febo es esposa de Peleo.
transformarse. Dioses son Dadme, señora, los brazos.
y hombre Aquiles, que hoy imita Tetis. Con ellos el alma os doy,
á Júpiter vuelto en toro, pues asegurando estoy
águila, cisne, nube, oro en ellos mortales lazos
con que mi amor acredita. que mi agravio pronostican,
Celsso estoy, mis desvelos no hallando en vos, gran señor,
fuerzan lo que amante dudo, el esperado favor
que lo que el amor no pudo que mis remedios publican.
siempre lo acaban los celos. Llegad á besar la mano,
Madre, al Rey vamos á hablar Nereida, al Rey vuestro tío.
y á dar á Lisandro muerte. Aquiles. gn ella el amparo fío
Tetis. Lo que te he enseñado advierte. que ha de hacer mi temor vano;
Aquiles. Sólo dificulto andar pues, fuera de ser mujer,
sobre estos corchos, no quepo soy, gran señor, deuda vuestra,
en ellos ni se reguíos; y vos espejo en quien muestra
fueran acerados grillos la clemencia su poder.
cadenas, prisiones, cepo, (Ap.) ¿Cuál de aquellos dos será
que con nacerlos pedazos que Deidamia trae al lado,
quedara libre después; el que á mi amor y cuidado,
mas con corchos á los pies veneno entre celos da?
y con puños en los brazos, Gana tengo, vive Dios,
terribles cosas me mandas, de dar tras todos.
¡que prender puedan á Aquiles Licomed. Admiro,
corchos y telas sutiles, de la belleza que miro,
y en vez de maromas, ran'das! hermosa sobrina, en vos,
Tetis. Todo es fácil á quien ama. de vuestros padres la suerte,
Cuando estés en la presencia pues que les dió su ventura
del Rey, haz la reverencia en vos toda la hermosura
que te he enseñado de dama; y en vuestro hermano el más fuerte
vuélvela á ensayar aquí. héroe que la guerra apoya;
AQUILEs. (Hace una reverencia de soldado.) pues, según dice la fama,
Si la errare no te asombre. su Marte, Grecia le llama,
Tetis. Esa es reverencia de hombre. y destrucción suya Troya.
Aquiles. Y esta de mujer. Caí. Aquiles. No quedará vuestra Alteza
(Cáese de los cliapines.) de esa dicha defraudado,
pues en mi prima ha cifrado
Juráralo madre yo su amor, armas y belleza.
que en haciéndome mujer Belleza con que enamora
había luego de caer. y armas con que quita vidas,
Mas ¿qué es esto? puesto que por bien perdidas
Tetis. El Rey salió se den por vos, gran señora.
de mi venida avisado, Deidam. No sé yo con qué pagar,
tu dama y competidor. prima, tan nuevos favores;
Aquiles. Sólo esta vez el temor mas salgan por mis fiadores
mi corazón ha usurpado; los brazos que os llego á dar.
los efectos del vestido Aquiles. (Ap.) ¡Ayl Quién en ellos pudiera
me pegan su liviandad. sosiego eterno tener.
Tetis. Hijo: en la dificultad Deseo de conocer,
tu ciego amor te ha metido; Princesa, á quien sea espero
ten con las acciones cuenta dueño de vuestra hermosura;
que te enseñé. causa de mi envidia ha sido
Aquiles. Harélo así. y mi camino.
Tetis. Si te conocen aquí Lisand. Elegido
caerás en mayor afrenta. para tan alta ventura
Mira no eches á perdello. espero ser, si llamado
Aquiles. Amor, ayudadme vos, soy por el Rey, mi señor.
porque sino, vive Dios, Aquiles. Yo sé cierto opositor
que habemos de revolvello. á quien celos habéis dado,
i26 EL AQUÍ LES

que podrá ser no consienta sin tenerle nadie envidia;


que malogréis su esperanza. porque tal vez cuando mozo
Lisand. Basta para mi venganza vi venderle agua del pozo
que él tanto mis dichas sienta; por de Mantea y de endivia;
que en las victorias de amor y porque no se muriera
son los triunfos más lustrosos un su amigo que enfermó,
que tienen más envidiosos; dos rábanos le vendió
mas ¿quién es mi opositor? por raíz de escorzonera.
Aquiles. Yo que basto, y yo que sobro. No le heredé, en fin, en esto.
Tetis. (a él, ap.) Hijo: ¿te quieres perder? Ulises. Pues ¿en qué estribo la herencia?
Lisand. Si de mujer á mujer Garbón. Al cabo de la dolencia,
hay celos, yo no los cobro, el pie en el estribo puesto,
Nereida hermosa, de vos; antes de expirar me dijo:
pues antes acrecentáis «Id á la guerra, Garbón,
el amor que en mi envidiáis. ganaréis más opinión •
Aquiles. (Ap.) Que esto sufro, ¡vive Dios, que en este oficio prolijo:
que estoy... que no van los boticarios
Tetis. (Ap.) Hijo: sé discreto. al cielo, ni yo allá iré;
Lisand. Ya por vos en más me estimo. armas, Garbón, os daré,
Aquiles. ¡Ay, si los corchos arrimo, que maten vuesos contrarios
qué mala boda os prometo! mijores que las saetas
Lisand. Descansad, prima querida, que el dios Marte inventó>;
porque quede satisfecho y luego sacar mandó
del favor que me habéis hecho; estas sartas de recetas.
¿sabré de vuestra venida (Saca debajo del vestido dos sartas de
la causa? recetas como las de los boticarios.)
Deidam. La imagen propia Diciéndome: «no os asombre
del monstruo hermoso a quien di con éstas miedo ó fortuna,
el alma retrata en sí que no hay receta aquí alguna
Nereida; basta ser copia que no haya enterrado su hombre.»
de tan bello original ¿Cuando empuñe la jineta
para adoralla. tendrá mi valor segundo
Tetis. (Ap.) ¡Hijo mío! si despacho al otro mundo
refrena el gallardo brío á troyano por receta?
de tu inquieto natural.
Aquiles. Pídeselo tú á los cielos; Diomed. No decís mal.
Garbón. Vo á buscar
que si libre de pasiones, á Arquillas, porque reparta
despedazaba leones con él destas la una sarta,
Aquiles, ¿qué hará con celos? y ambos podremos matar
Lisand. Peloro: hermosa mujer. troyanos que sea un joicio.
Peloro. Por extremo.
Lisand. Al lado de ella, Ulises. Pues ¿sabeis dónde está vos?
si fué sol Deidamia bella, Garbón.
sombra suya viene á ser.
Diomed. Impórtanos saber de él.
ESCENA III Garbón. Pues yo, que andaba con él
esta tarde, pienso hallalle.
Salen Ulises y Diomedes, de camino, y Garbón, Ulises. ¿Cómo?
de soldado gracioso. Mira: el otro día
Garbón.
Ulises. En fin: ¿vos fuisteis criado cazaba por esta sierra
de Aquiles y de Quirón? la señora de esta tierra,
Garbón. De Arquillas y de Esquilón que se llama...
los bueyes he apacentado; Ulises. Esa seria
mas como Arquillas se ha ido Deidamia.
y Esquilón llora por él, Garbón. Pienso que sí,
yo, que no me hallo sin él, hija del rey Nicomedes,
en busca suya he venido Nicenades.
de soldado, como veis. Ulises. Licomedes
Diomed. ¿Sois valiente? se llama el que reina aquí.
Garbón. Temerario; Garbón, De ésa, pues, se enquillotró
mi padre fué boticario nueso Arquillas de manera,
de mi pueblo, y le heredé, viéndola en una ribera,
no en tanto bote y redoma que con ella se emboscó
como dejó el pecador, por una alameda obscura;
que eso dió en un acreedor; quiso libralla su gente,
mas con su pan se lo coma, y el muchacho, que es valiente,
ACTO SEGUNDO i27

acometerlos procura he de comprar una joya


y á mí me encarga el guardalla. que tenga por precio á Troya.
Esquilón tiró con ella D^imed. ¡Tal varón en tal mujer! (Vanse.)
y á su padre fué á traella;
yo, luego que vi llevalla,
metíme en un alcornoque ESCENA V
de miedo de su amador; Aquiles, de mujer y Deidamia.
dió conmigo su furor,
mas primero que me toque Deidam. Ya, prima, que se partió
afufelas lindamente vuestra madre, y asegura
y entre matas me escondí; en mi corte la hermosura
él, que quiso dar tras mí, que, prudente, receló,
á su madre topó enfrente. en su reino, tendré yo
Diomed. La Reina Tetis es ésa. con vos entretenimiento
Garbón. Si la Reina Tetas fué, que dilate mi contento
yo, lo que le habró no sé, y haga sabrosos los días
que estaba la mata espesa que en tristes melancolías
y lejos; pero llevóle me daban antes tormento.
consigo; seguílos yo, Aquii.es. Yo en vuestra conversación,
que en fin Arquillas me dió prima hermosa, transformado
su pan, y luego vistióle como hombre, por Dios la he hallado
de mujer en la espesura; transformado el corazón,
el para qué, Dios lo sabe, perderé la inclinación
y vuelta una dama grave que á ejercicios varoniles
no vi más bella figura. tengo, juzgando por viles
Anocheció y acogióse los del femenil regalo,
con él del modo que digo, porque en cuanto esto me igualo
y yo, como veis, le sigo, y soy lo mismo que Aquiles.
sospechoso de que cose Cuando el parche ronco suene,
costuras de amor agora el estrado y la almohadilla
con su dama hecho mujer. por el ames y la silla
Malicias deben de ser, trocar mi valor ordena.
que es la malicia pastora; Como Paris robó á Elena
mas sea lo que se fuere, y vió en furor encenderme
á que me reciba voy mi madre, temió perderme,
por su dueña, que aunque estoy y en vos, para asegurarme,
tan barbado, quien me viere quiso, Princesa, emplearme,
así, dirá, si es persona, mejor diré suspenderme,
que es invención pelegrina que á no haberos visto á vos,
que á una dama masculina yo soy hombre...
sirve una dueña barbona. (Vase.) Deidam. ¿Cómo es eso?
Aquiles. En el valor que profeso
soy hombre.
ESCENA IV Deidam. Bien.
Dichos menos Garbón. Aquiles. Que á los dos
adúlteros, ¡vive Dios!
Ulises. Diomedes: este villano Aquiles. Pues, ¿juráis siendo mujer?
malicioso dió en lo cierto. Deidam. En llegándome á encender
Aquiles está encubierto tengo el corazón soldado;
ciego de un amor liviano. lo jurado sea jurado;
El oráculo, divino no me pude contener.
así lo significó; Tratemos en otras cosas
el cargo Grecia me dió más apacibles y blandas.
de buscarle; hoy determino Deidam. En labrar sedas y holandas
de mis astucias valerme las mujeres generosas
hasta descubrir á Aquiles; pasan las horas ociosas.
entre galas femeniles ¿Qué labor hacéis mejor?
vela Amor y Marte duerme. Aquiles. Cadeneta, con que amor
Diomed. Si no se puede ganar me prende, bordo y esmalto,
Troya, como pronostica y también haré punto alto,
Apolo, sin él, aplica si alcanzo vuestro favor.
marañas con que sacar Deidam. Lisonjera estáis: ¿sabéis
de tal afrenta al mejor bordar?
héroe que conoce Grecia. Aquiles. Lienzos de murallas,
Ulises. Puesto que Aquiles desprecia de escalas con que asaltallas.
torpemente su valor, Deidam. ¿A las armas os volvéis?
Ulises soy, mercader; Aquiles. Como vos no refrenéis
i28 EL AQUILES
mi bélica condición, Aragnes desafió
llévame mi inclinación á la diosa de la guerra.
á los marciales extremos. Señal de su semejanza,
Deidam. ¡Extraña cosa!, bordemos de telas la aguja gusta,
en buena conversación, y en la tela el valor justa
divertiréisos así. labrando hazañas la lanza.
Sacadnos los bastidores. De la celada es retrato
(Sacan dos bastidores de bardar.) el dedal, y siendo así,
Aquiles. (Ap.) Dos balas fueran mejores; bien puedo aprender aquí
ya llegó lo que temí. lo que entre las armas trato.
{Siéntanse á la labor.) Labrad vos, que de rodillas
Deidam. Sentaos, prima hermosa, aquí; tomaré lección más bien.
lo que el ingenio dibuja, (Hinca la rodilla al lado de Dcidamia.)
matice después la aguja. Aquiles. Nunca parecieron bien
Aquiles. (Ap.) ¡Cielos! ¿Hay afrenta igual? espadas entre almohadillas.
Mejor que aguja y dedal Quitaos, Lisandro, de ahí,
fuera la lanza en la cuja. ó si no quitaréos yo.
Deidam. No os asentáis como dama. Lisandr. ¿No ama Marte á Venus?
Aquiles. La culpa tienen los pies, Aquiles. No.
que no se doblan después Lisandr. Historias dicen que sí.
que toca parches la fama. Aquiles. Dejemos historias ya
Deidam. ¡Notable mujer! y tened en más estima
Aquiles. Quien ama, las armas.
poco, á la labor se aplica. Deidam. ¿Qué es esto, prima?
Deidam. Esta banda, es cosa rica, Aquiles. Desprecio de ver que está
bordadla. á los pies de un bastidor
Aquii.es. Bordadla vos; una espada afeminada;
que yo no sé, vive Dios, que estimo en más yo una espada
punto, labor ni vainica. que á toda vuestra labor.
Mas, ¿qué esto? ¿Vos sois hombre? Por los cielos,
que estoy... Dejad ese lado.
ESCENA VI Lisandr. ¿De esto os habéis alterado?
Aquiles. Tengo razón, tengo celos.
Salen esgrimiendo con espadas negras un Maestro de (Sah- un paje.)
esgrima y Lisandro.— Dichos. Paje. Gran señora...
Aquiles. Tengo celos.
Maestro. De la lanza Deidam. A ver lo que manda voy;
bien las lecciones sabéis; mientras que con él estoy
ahora ensayar podéis no sentiréis con tal dama
lo que en la esgrima se alcanza. mi dilación, prima mía;
Lisandr. Para cortar una pica sustituid vos por mí,
rebatiendo el bote as!. que al momento vuelvo aquí.
¡Oh señoras, rinda aquí Mas mirad que no querría
las armas que Marte aplica formar celos de los dos,
á las de vuestra belleza, que temo vuestra hermosura (Vase.)
(Suelta la espada negra, y vase el Maes
tro.)
pues siempre fué vencedor ESCENA VII
desnudo y ciego el amor (i)
Deidam. Tan bien, Lisandro, parece Quédanse, Aquiles labrandoy Lisanduo hinca la
en un Príncipe la espada, rodilla á su lado.
como la aguja ocupada
en la mujer que ennoblece. Aquiles. Andad, que menos segura
Ejercitad vos, señor, estáis de mi prima vos.
las armas y ejercitemos Lisandr. Agradecer debo á Apolo,
las nuestras, y cumpliremos mi Nereida, esta ocasión,
nuestra profesión. pues terciando en mi pasión
Lisandr. Mejor con vos me ha dejado solo.
es que goce quien os ama Antes que vuestra belleza
la ocasión que amor ofrece: nuestra corte y reino honrase
guerra la labor parece y en ella á vistas sacase
no menos digna de fama milagros naturaleza,
que la que Belona encierra; amaba á Deidamia yo;
en las telas que tegió mas, en viéndoos, mis deseos
mejoraron los empleos
del alma que se os rindió.
(i) Falta un verso. Y si no es que presunciones
ACTO SEGUNDO i29
mi amor loco desvanecen, los dos, y no es de provecho
yo sé que me favorecen % lo que sabe por tu vida.
vuestras imaginaciones; Deidam. ¿Luego con él reñido has?
pues los celos que mostráis Aquiles. Que no, prima; no fué más
porque amo á Deidamia bella, de echar una ida y venida.
siendo vos mujer como ella, Deidam. ¿Hay semejante mujer?
¿quién duda que los formáis Pues ni has de esgrimir.
por quererme bien á mi? Aquiles. ¿Qué quieres?
Y tan loco de esto estoy, También ha habido mujeres
que el alma rendida os doy belicosas; iba á hacer
olvidando desde aquí la naturaleza en mí
de la Princesa hasta el nombre, un varón, y arrepintióse,
que mis dichas violentaba. hizo medio hombre y quedóse
Aquiles. (Ap.) (¿Esto Aquiles os faltaba? lo que en mí faltaba, así
¿A mí me enamora un hombre? acabó lo que quedaba
A menos que esto vendremos; en mujer.
basta que debo de ser Deidam. Extraña estás.
hermosa para mujer. Aquiles. Como estaba hecho lo más
¿Hay amores más blasfemos? y el alma que me animaba
Lis and. Queréis, Nereida divina, fué varonil, no te asombre
admitir mi fe? que corresponda á mi ser:
Aquiles. (Ap.) ¡Oh, malhaya en la cara soy mujer
el disfraz é infame saya y en todo esotro soy hombre.
que me afrenta y afemina! Deidam. ¿Qué dices, prima? ¿qué es esto?
Lisand. Dadme una mano á besar Aquiles. Que, si me tienes amor,
y en mi vida os daré celos. sigas, Princesa, mi humor;
Aquiles. No puedo negarla. solas estamos, yo he puesto
(Dásela, y apriétale y da gritos Li- los ojos en ti de suerte
saadro.) que, como si varón fuera,
Lisand. ¡Ay cielos! no sufro que otro te quiera,
soltad, ¿queréisme matar? porque mi vida es quererte.
Aquiles No; más premiar el cuidado Supón que no soy mujer,
de vuestro amor. sino un hombre que te adora,
Lisand. No apretéis ama, cela, riñe, llora,
de esa suerte. podremos entretener
Aquiles. ¿Qué queréis? el tiempo así, y yo quedar
yo siempre quiero apretado. satisfecha en este empleo,
Mas para que no seáis que extrañamente deseo
mudable, cuando mi prima saber si sé enamorar.
por dueño suyo os estima, Finge que mi dama eres
y lecciones aprendáis y yo tu galán.
que os den nombre de valiente, Deidam. iQuimera
yo enseño de esta manera. donosa!
(Levántase y toma la espada de esgri Aquiles. De esta manera
ma, y échale á espaldarazos.) se entretienen las mujeres
Lisand. Señora, señora, espera. cuando apetecen casarse,
Aquiles ¡Ah cobarde! engañando el gusto asi
Lisand. Mujer, tente. unas con otras; yo vi
Aquiles Mirad si me sé tener muchas damas ensayarse
de aquesta suerte mejor cuando niñas, que amor ciego
que en corchos. travesea á todas horas.
Lisand. ¡Favor, favor, Los señores y señoras
que me mata esta mujer! (Vase.) llaman los niños á un juego
en que contentos imitan
lo que á sus padres oyeron
ESCENA VIII y en materia de amor vieron,
Sale Deidamia y vuélvese Aquiles á la labor. con que después facilitan
dificultades mayores
Deidam. ¿Qué es esto? ¿quién está dando que trae consigo el recato.
voces? ¿Quién alborotó Holguémonos así un rato,
el Palacio, prima? que aun de burlas, los amores
Aquiles. Yo entretienen, prima mía;
aquí me he estado bordando. si esto me niegas, me enojo.
Deidam. ¿Qué es de Lisandro? ¿qué has he- Deidam. Alto, cúmplase un antojo
¿qué fué? [cho? y acaba con tu porfía.
Aquiles. Que no ha sido nada; Aquiles, ¿No tengo yo la apariencia
ahí tomamos la espada para un galán extremada?
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA.— TOMO II.
i 3o EL AQUILES

Deidam. A lo menos, retratada pues no se conoce el bien


miro en tu rostro y presencia como después de perdido.
la de un hombre cuya copia Aquiles. ¿Que tal merezco escuchar?
eres y me hechizó á mí pero claveles que amparan
no ha mucho. jazmines que á amor separan,
Aquiles. ¡Oh! pues siendo así, ¿qué han de brotar, sino azahar?
saldrá la fiesta más propia. Bien pueden dioses gozar
Veamos cómo se ensaya el néctar que consagrado
nuestro amor y mi ventura. su ser ha inmortalizado,
Deidam. ¿Yo, en fin, hago la figura que no iguala al que adquirí,
de dama? ni hay tal néctar para mí
Aquiles. Sí. como un favor sazonado.
Vaya. Deidam. ¿Qué llegó la suerte impía,
Deidam. después de tantos suspiros
Aquiles. Vaya. á transformar por oiros
(Hace que sale del vestuario.) mis penas en alegría?
En busca de un alma vengo Bien puede de su ambrosía
que en un monte me robaron gozar Jove regalado,
dos ojos que saltearon que aunque inmortal, no ha igualado
tesoros que en ella tengo; al que con vos adquirí,
de sus descuidos me vengo pues no hay gusto para mí
si el vengarlos es llorar. como un amor sazonado.
Deidam. Espera; ¿no has de tomar Aquiles. ¿Hay tal contraposición
nombre de hombre? de palabras y favores?
Aquiles. Prima, sí. Dioses, envidiad amores
Aquiles soy desde aquí. de tan sabrosa sazón;
Deidam. Vaya. labios, gozad la ocasión
Aquiles. Vuelvo á comenzar. de los cristales presentes;
En busca de un alma vengo manos, de quien manan fuentes
que en un bosque me robaron de eterna felicidad,
dos ojos, en quien cifraron mis labios comunicad
el sol que en el alma tengo; y admirarán elocuentes.
¡oh qué albricias os prevengo Brazos en que amor procura
si la vuelvo á hallar, amorl depositar su consuelo,
Sed vos su descubridor; Zodíaco sois del cielo,
pues siendo la luz efeto ceñid orbes de hermosura;
del fuego, no habrá secreto lengua que en tal coyuntura
contra vuestro resplandor. su intérprete el alma os llama,
Deidam. En un bosque, cazadora, pedid lenguas á la fama
me dió caza una belleza porque en hipérboles sabios
que de la naturaleza, alma, brazos, lengua y labios
siendo efecto, es vencedora; celebren á quien os ama.
en su ausencia el alma llora, (Besa la mano.)
y huyendo de ella la sigo: ¡Ay nieve, que helada abrasas!
¡ay doméstico enemigo! ¡ay fuego, que ardiendo hielas! '
qué mal su remedio prueba ¡ay mano, en fin, que consuelas
quien huye amando, si lleva cuando con flechas traspasas!
lo mismo que huye consigo. Por la boca al alma pasas;
Aquiles ¡Prenda mía! y cuando mis penas locas
Deidam. ¡Amado dueñol envidian penas que tocas,
Aquiles. No se huelga el que soñó todos mis miembros se holgaran,
que sus tesoros perdió porque todos te besaran,
viendo después falso el sueño, hacerse (i) un Argos de bocas.
ni cuando restaura el dueño Deidam. Paso, prima, que parece
el primogénito huido, que va esto de veras.
como yo restituido Aquiles. Pues,
al sol que mis ojos ven, ¿luego esto de burlas es?
pues no se conoce el bien Deidam. ¿No jugábamos?
como después de perdido. Aquiles. Ofrece
Deidam. No se regocija tanto amor, que entre juegos crece,
el que en el naufragio llora nuevo fuego á mis quimeras;
si ve que el tiempo mejora de burlas matarme esperas
y cesa'el mortal espanto, cuando de mi amor te burlas.
ni el que tras la pena y llanto Lleguéme al fuego de burlas
goza su gusto cumplido, v heme abrasado de veras;
como yo, dueño querido,
hoy que mis dichas os ven, (i) Así en el original. Parece deber leerse «á ser»
ACTO SEGUNDO l3l
¿mas di, prima, te pesara, Llegó mi hermano á adoraros,
ya que lo más hemos hecho, vióse en vuestros ojos bellos
si mi amor te ha satisfecho, retratado y admitido,
que en hombre me transformara? ¿quién creyera que tan presto
Deidam. Que estás perdida repara; como se ausentó borraran
¿eso, cómo puede ser? olvidos, en vos ligeros,
Aquiles. ¿Júpiter no puede hacer copias que amor ingenioso
que mi ser conforme al nombre? creyó eternizar con fuego?
Tiresias fué primero hombre No hacéis honrosa elección
y después se vió mujer. (porque el agua os presta ejemplos)
Haz cuenta, pues, que hombre soy. entre Lisandro y Aquiles;
Deidam. Esta es cuenta sin provecho. siendo éste un héroe no quiero
Aquiles. ¿Te holgaras, di, di. loárosle, que, en fin, es
Deidam. Sospecho mi hermano, aunque compitiendo
que en la ocasión en que estoy... se permite el alabanza
déjame, prima. que alegue de su derecho;
Aquiles. Y si hoy díganlo las fieras mismas
fuera yo hombre generoso, que tantas veces sirvieron
¿me admitieras por esposo? á sus brazos de despojos,
Deidam. Como padre no tuviera, á su valor de trofeos.
ó á Lisandro despidiera, Díganlo las inclemencias
mi amor fuera el venturoso. de un monte, pues no pudieron
Pero ¿de qué ha de servir defraudar á su hermosura
desvanecernos en esto? milagros que admira el cielo.
Ya yo al juego fin he puesto. Díganlo los dioses mismos,
Aquiles. Y yo tirano al vivir. pues, encerrado en desiertos,
En fin, ¿piensas admitir á sus oráculos hacen
á Lisandro? de su valor pregoneros.
Deidam. Si los cielos Díganlo sabios y reyes
quieren premiar sus desvelos, y hasta el injuriado Griego
¿qué he de hacer? que, sin más en su favor
Aquiles. Pues oye ahora, que en el que de tantos reinos
verás que como enamora vienen á vengar su agravio,
sabe Aquiles pedir celos. pues sin Aquiles es cierto
(Hace que vuelve á salir.) que no ha de ganarse Troya,
No creyera yo, Princesa, según vaticina Delfos.
de tan generoso pecho Dilo tú misma, que absorta,
y tan divina hermosura, en medio de un bosque espeso,
que las mudanzas del tiempo la caza hiperbolizaste
tuvieran jurisdicción de quien ya haces menosprecio
sobre vuestros pensamientos, por Lisandro, por un hombre
hoy mudables y olvidados, en quien, indigno de serlo,
ayer amantes y tiernos. sacó una espada de esgrima
Yo soy hermana de Aquiles, á vistas su infamia y miedo;
y Aquiles es á quien dieron huyendo le eché de aquí.
en un monte vuestros ojos Mira en que defensa has puesto
vida y muerte en un sujeto. tu honra. Si como á Elena
Contado me ha los amores te roba Paris, soberbio,
que en una fuente pudieron dirás que obedeces gustos
retratar en vuestra cara de tu padre, rey severo,
engaños y fingimientos; cuyo natural dominio
retratos en agua, en fin, te violenta á su respeto;
mudable y común espejo, pero engáñaste, Deidamia,
que cuantos llegan imita que sólo engendran los cuerpos
en aire, acciones y cuerpo, , los padres, las almas no,
y en apartándose de ella que Dios las infunde en ellos,
desaparece en el viento y no siendo el hombre causa
la imagen representada del alma, pues no es su efecto,
con todos lo mis mo haciendo. no tiene jurisdicción
Llega el hombre, el ave, el bruto, sobre ella, si no es el cielo.
y con líquidos refl ejos Amor de la voluntad
los imita sin saber es acto, cuando es perfecto;
distinguir merecimientos; la voluntad es potencia
fuente es vuestra voluntad, del alma, que es su sujeto.
pues con los mismos efectos El padre no engendra al alma,
sin hacer distinción ama, pues la crían dioses, luego
imita y olvida luego. fuera estará del dominio
i3a EL AQUILES

de tu padre; y según esto, Aquiles. ¡Ayl


no tienes obligación Oeidam. ¿Qué es eso?
de sujetar á decretos Aquiles. Tirana: tu ingratitud
humanos lo que al divino pide castigo á los cielos;
pertenece de derecho. tu desdén á Aquiles mata;
Di tú que la ingratitud más daños tu olvido ha hecho,
é inconstancia de tu pecho; pues tal capitán le quitas,
el ser mujer semejanza que el torpe Troyano al griego
del humo, la sombra, el viento, desdeñado de ti el pecho
te han inclinado á Lisandro, donde indignamente vives.
y por parecerte á Venus, Deidam. ¿Qué escucho? ¡Nereida! ¡ay cielos!
afeminados Adonis Aquiles. Abre esa puerta y verás
amas, no Martes de acero. espectáculos funestos
Que siendo así, si á mi Aquiles de una fe menospreciada.
no dan la muerte sus ce-Ios, Deidam. Triste de mi, si eso es cierto;
pues he venido á tu Corte mas, ¡válgame Apolo santo!
por dar á su amor remedio, ¿quién eres, hombre sin seso?
él es tal y tal amante, ¿qué desleal te dió ayuda?
que antes que lloren incendios ¿Por dónde entraste aquí dentro?
los troyanos robadores (Tira una cortina y halla á Aquiles de
asolará aqueste reino, hombre con calzas y jubón bizarro.)
dará la muerte á tu padre, Aquiles. Tu Aquiles soy, prenda cara.
pondrá á sus presidios fuego, Deidam. A tan grande atrevimiento
vestirá de tocas viles castiguen desdén y voces.
á su opositor molesto. Aquiles. Nereida soy, ten sosiego.
Y yo, que en fin soy su hermana, Deidam. Acaba, pues, de aclarar
y ya como propias siento estos confusos misterios,
injurias de tus olvidos, que en sola tu cara miro
pues obligarte no puedo, dos rostros, uno y diversos.
ministros de mi venganza ¿Eres Nereida ó Aquiles?
hará el agua, el aire, el fuego, Aquii.es. Uno y otro, que no quiero
tierra, brutos, peces, aves, con amorosos engaños
montes, prados, selvas, cielos, tener tu temor suspenso;
que á todos los injuria tu desprecio, disculpen llamas de amor
pues aborreces lo que adoran ellos. disfraces que han encubierto
(Vase.) con peligro de mi fama
Deidam. Oye, prima, escucha, aguarda. el valor que en tanto tengo;
Piadosos dioses, ¿qué es esto? y tú, agradecida y noble,
¿Son estas veras ó burlas? paga servicios y excesos
¿Es esto verdad ó juego? de quien su ser ha negado
Juego no, que es muy pesado; por dar á su amor sosiego;
verdad sí, que ha descubierto ¡Vive Dios, si eres ingrata...
amores que solos sabe Deidam. No acabes el juramento,
el monstruo elocuente y bello. que me vences atrevido
Si fué Aquiles; si es su hermana y que me enamoras tierno.
la que por tantos rodeos ¿Serás mi esposo?
segunda vez ha encendido Aquiles. Y tu esclavo.
amores ausentes muertos, Deidam. Si me olvidas...
¿qué mucho que al uno adore Aquiles. ¿Cómo puedo?
y á la otra pague el ingenio, Deidam. Mudándote.
para Aquiles favorable Aquiles. Soy Aquiles.
y para mi amor discreto? Deidam. Eres hombre.
Todo el mundo en su alabanza Aquiles. Y aun por eso.
se hace lenguas, los supremos Deidam. Búscate Grecia.
oráculos y los sabios, Aquiles. ¿Qué importa?
pues quien en plazas y templos Deidam. Llevaráte.
en vida está deificado Aquiles. No hayas miedo.
y solamente sujeto Deidam. Dejarásme.
a mi amor, más poderoso Aquiles. Es imposible.
que todos, pues que le ha preso. Deidam. Mataréme.
¿Qué mucho que el vencedor Aquiles. Forma ejemplo.
vencido goce trofeos Deidam. Promete amor.
de un alma que ya le adora, Aquiles. Es verdad.
de un corazón que le ofrezco? Deidam. Nunca cumple. .
Perdone mi padre el Rey Aquiles. El vil hace eso.
y perdóneme... Deidam. Goza y huye.
(De dentro Aquiles.) Aquiles El mal nacido.
ACTO SEGUNDO i33
Deidam. Jura y miente. que antes; cuando la veo,
Aquiles. El lisonjero. por no encontrarme, se esconde.
Deidam. ¿No lo eres tú? Todo su entretenimiento
Aquiles. Yo soy noble. es estar sola con ella,
Deidam. Vendrá Ulises. y con la misma querella
Aquiles. Sin efecto. que yo, muestran sentimiento.
Deidam. Hallaráte. Sus damas, pues, no hace caso,
Aquiles. No podrá. por Nereida, de ninguna;
Deidam. ¿Dónde estarás? la más sabia es importuna;
Aquiles. Encubierto. la más amiga, ni un paso
Deidam. ¿Como hasta aquí? con ella ha de dar que luego
Aquiles. Sí, mi bien. Nereida no se lo impida;
Deidam. ¿Qué tanto? llámala su bien, su vida;
Aquiles. Mide tú el tiempo. si no la ve no hay sosiego;
Deidam. Mientras durare... ella la viste, la toca,
Aquileí. Mi vida. la adorna, peina y regala
Deidam. No, esta guerra. en el estrado, en la sala;
Aquiles. Yo lo acepto. por manos, ojos y boca,
Deidam. Largo plazo. muestra el corazón la llama
Aquiles. Por ti es corto. en que Deidamia está presa,
Deidam. Jura. su lado ocupa en la mesa,
Aquiles. Por tus ojos bellos. su lado usurpa en la cama.
Deidam. ¡Ay perjuro! Siempre abrazadas, por Dios,
Aquiles. ¡Ay gloria mial que me atormenta el recelo
Deidam. Tu esposa soy. de verlas, sin ser del cielo,
Aquiles. Di, mi cielo. hechas Géminis las dos.
( Danse las manos.) Licomed. Es la Princesa su prima;
Deidam. Perdone el Rey, que por Aquiles dejo la sangre y la discreción
á Lisandro. vínculos del amor son
Aquiles. ¡Ay mi bien! que más la amistad estima.
Deidam. ¡Ay dulce dueño! (i) Necia sospecha os abrasa.
Lisandr. Necia ó loca debe ser;
mas de mujer á mujer
muchas veces amor pasa
He parentesco á...
ACTO TERCERO Licomed. Callad.
Lisandr. Yo sé algunas hahabido,
tran señor, que se han querido
lo malicioso.
ESCENA PRIMERA Licomed. Andad,
que lo estáis vos; prevenios,
Salen Licomedes y Lisandro.
que os tiene de dar la mano
Licomed. ¿Con tantas quejas y prisa mañana.
ayer, viendo que no os doy, Lisandr. ¡Ay amor tirano!
Lisandro, á Deidamia, y hoy, autor sois de desvarios;
con voluntad tan remisa por Nereida pierdo el seso
me proponéis dilaciones y de la Princesa estoy
de tan flaco entendimiento celoso; un sujeto soy
para vuestro casamiento? de disparates.
Lisandr. La princesa da ocasiones, Licomed. ¿Qué es eso?
gran señor, para pediros
que esta boda se dilate; ESCENA II
no quiera el cielo que trate
á costa de sus suspiros Salen Ulises y Diomedes de mercaderes.— Dichos.
cosa de que ella no gusta.
Después que á esta Corte vino Ulises. Yo, poderoso señor,
Nereida, a lo que imagino, soy un griego mercader,
* mi presencia le disgusta. que, sin mucho encarecer
Tibia me habla; no responde de mi caudal el valor,
con el amor y deseo tengo dentro de mi casa
cuanto apetece la gente,
pues no hay tesoro en Oriente
(i) Así este pasaje, que quizá escribiría el autor: que á mi poder no se pasa.
Deidam. Perdóneme el Rey, que dejo No tiene púrpuras Tiro,
pur Aquiles á Lisandro. ni exhala aromas Sabbá,
Aquiles. ¡Ay, mi bienl ni telas la Persia da
Deidam. ¡Ay, dulce dueño! que en mis riquezas no miro.
i 34 EL AQUILES

Toda el Asia me tributa: las joyas de más valor


las minas con sus diamantes, y curiosidad, señor,
con marfil sus elefantes, me traen, quiero que despacio,
y el ámbar, que se disputa oyéndola Vuestra Alteza,
si es sudor de la ballena juzgue si es merecedora
ó de alguna planta goma, de que sirva á mi señora
con ser el mayor aroma, la Princesa.
mi casa cada año llena. Lisandr. En esta pieza
En fin: cuanta perla fina queda Deidamia.
en sus pesquerías dan Licomed. Primero
las riberas de Ceylán, que la vea gustaré
y cuanta piedra examina que la oiga.
la experiencia y el valor Ulises. (Ap.) Hoy, cielos, sabré
que sus quilates sublima, industrioso lo que espero.
no se tiene por de estima Traednos vos la cautiva.
no siendo yo su señor. Diomed. Si como dicen está
Como el mundo se alborota aquí Aquiles, hoy saldrá
con esta guerra que abrasa, de donde no es bien que viva
á Grecia y Europa pasa tal valor afeminado.
contra el Asia, la paz rota Licomed. Aquí viviréis seguro.
que tantos años duró, ¿Cómo os llamáis?
huir su rigor procuro, Ulises. Palinuro
que con Marte no hay seguro Licomed. Entrad.
mercader, ni lo estoy yo. Ulises. Bien lo hemos trazado.
Supe que este Rey, no sólo (Vanse.)
estaba libre y exento
del general juramento ESCENA III
que sobre altares de Apolo Salen Aquiles, de mujer, y Deidamia.
hizo Grecia, de vengar
la injuria del frigio amante, Deidam. ¡Sosiégate, por tus ojosl
la seguridad bastante Aquiles. Dame en ellos pesadumbre
que en Vuestra Alteza he de hallar, de que su luz bella alumbre
pues por el mundo la fama á quien á mí me da enojos.
vuela del Rey Licomedes, ¿Por qué con vanos antojos
sus favores y mercedes tiene de mirarse en ellos
que á los extranjeros llama; Lisandro, si poseellos
y asi, embarcando mi hacienda, solo Aquiles mereció,
siendo vuestro amor mi norte, y estando con vida yo
vengo á ser en vuestra Corte se ha de llamar dueño dellos?
vecino, á fin que pretenda Deidam. Si amor reciprocación
otra ganancia mayor de las almas nos ha unido
de la que en serviros muestro, y estás ya dueño querido
pues siendo vasallo vuestro, en la quieta posesión,
lo soy todo, gran señor. ¿qué importa que en pretensión
Licomed. A ocasión habéis venido te quiera hacer competencia
en que fuera de estimar quien provoca tu impaciencia?
el que os vengáis á amparar Pleitee perdidos bienes
de mí; seréis recibido y goza tú, pues que tienes
con gusto, porque se casa en tu favor la sentencia.
la Princesa, y le tendré, ¡Ojalá yo no tuviera
que vuestra riqueza dé más ocasión de temer
nuevas joyas á mi casa; que te tengo de perder
muchas os pienso comprar. y más segura viviera!
Ulises. Serviráse Vuestra Alteza Aquiles. Pues ¿de qué temes?
de las de mayor riqueza; Deidam. Te espera
y entre otras le quiero dar . Grecia contra Troya armada,
una cautiva que canta y mientras es deseada
como un ángel, tan hermosa la belleza, belleza es;
como diestra. mas no es belleza después
Lico.ued. Bella cosa. que se goza, pues enfada.
DlOMED. En cara y en voz encanta. Aquiles. Eso, cuando el apetito
Licomed Gustará Deidamia mucho satisfecho queda en cálma;
con ella, que es inclinada no amor, potencia del alma,
á la música. que ese crece en infinito;
Ulises. Elevada amarte más solicito
tengo el alma si la escucho, cuanto más llego á gozar,
y entre tanto que á palacio pues si es amor desear
ACTO TERCERO i35
sin que de! término exceda, Aquiles. ¡Qué enfadoso y triste tono!
cuanto más gozo me queda Deidam. ¡Qué claro metal de vozl
en ti mucho más que amar. Aquiles. Para mi voz de metal
Ya yo, mi bien, te he jurado, es, pues me incita á furor.
mientras durare esta guerra, ¿No ves cómo reprehende
guardar la prisión que encierra mi amujerado valor,
la gloria que amor me ha dado; y en nombre ajeno me injuria
si de mujer disfrazado su tácita reprensión?
vengo esposa á poseer Deidam. Anda, amores, que no es eso.
lo que de hombre he de perder, Aquiles. Pues ¿quién es la que cantó?
mujer mi dicha me nombre, Deidam. Alguna de mis doncellas
pues nunca he sido más hombre que estará haciendo labor;
que después que soy mujer. sosiégate, no te alteres,
Deidam. Pues si intentas parecerlo que no en balde digo yo,
y mi pena asegurar, mi bien, que para dejarme
siéntate aquí, que peinar buscas cualquiera ocasión.
quiero tu hermoso cabello. ¿Negarásme esta verdad?
[Siéntanse y peina y toca Deidamia á Aquiles. Para dejarte, eso no;
Aquiles.) más para enojarme, sí.
Aquiles. Tu amor oprime mi cuello; Deidam. Para tenerte en prisión
obedecerte es forzoso. he tejido yo estas trenzas.
Deidam. iQué dilatado y hermoso! Aquiles, Si por un cabello estoy
Aquiles. Los griegos siempre criaron preso, esposa, en tu hermosura,
largos cabellos. los demás supérfluos son.
Deidam. Causaron Deidam. Ya he acabado de tocarte
con tal uso mi reposo, oigamos, mi bien, los dos,
pues si tú no los tuvieras lo que cantando prosigue
así, nunca me engañaras, que me causa admiración.
ni mujer ocasionaras (Echase Aquiles en las faldas de Deida
tus amorosas quimeras. mia y ella con el peine le pule los cabellos.)
Aquiles. Pararon burlas en veras. (Canta.)
Deidam. Porque sueltos no me den Voz. «¿De qué sirvieron los triunfos
celos y á cuantos los ven del triforme Gerión,
en tales lazos no venzas, del aborto de la tierra,
de ellos he de hacer dos trenzas, del vaquero robador;
que yo sé que te están bien. si hazañas eternizando
Pon en mi falda el espejo después de tanto blasón,
y mira en él los despojos en cobrando buena fama
de tu cara. á dormir os echáis hoy?
Aquiles Si en tus ojos Júpiter es vuestro padre;
puedo verme, mal consejo pero no sois su hijo vos,
me das, por sus soles dejo pues degenera de serlo,
esa luna en que fingida vuelto hombre vil, tal varón.
mi imagen miro esculpida, Peinad cabellos lascivos
pues en ti vive en su centro que encrespados miré yo
mi amor. asombrar la esfera eterna
Deidau. Cantando están dentro. que vuestro hombro sustentó.»
(Canta dentro una mujer.) Aquiles Ya no se puede sufrir
tanta afrenta, vive Dios,
Aquiles . Oye, amores, por tu vida. que por mí lo dice todo,
(Cantan.) viendo que sufriendo estoy
Voz. «En el regazo de Omphale el vil peine en mis cabellos.
el Tebano vencedor ¡Afuera torpe afición;
de aquellos doce trabajos vengad injurias cantadas
que le intitularon Dios, y volved, honra, por vos!
afeminado infamaba Deidam. Mi bien, ¿quieres sosegarte?
la piel del Nemeo león, ¿en eso estimas mi honor?
que por imperial trofeo ¿en eso tus juramentos?
corona y se viste el sol. ¡Cielos, perjuro salió!
La rueca en vez de la clava ¡Aquiles, cielos, Aquiles,
que á Mercurio consagró, de Deidamia violador,
poblada de infame lino rompe la fe que me ha dado;
que hilaba torpe amador, mirad que satisfacción!
en traje vil de mujer Aquiles . No des voces, prenda mía.
dicen que le halló Jason, Deidam Voces y querellas doy
noble por su vellocino, al cielo de ti ofendido
y de esta suerte le habló:» á tu rota obligación;
i 36 EL AQUILES
yo, ingrato, me daré muerte Licomed, Hija, de industria he querido
á tus mismos ojos, yo... que hayas la música oído
Aquiles. Basta, no haya más, no llores; sin verla. Hermosa sobrina,
preso en tus brazos estoy; una esclava os he feriado,
cante ó no cante en mi ofensa cuya suave destreza
quien mi pecho alborotó. suspenda vuestra belleza.
Hércules hiló vestido Aquiles. Las dos la hemos escuchado
de mujer, mas no perdió y es digna de tal señor.
por eso la eterna fama (Sale Diomedes.)
que le da nombre de dios, Diomed. Ya están las joyas aqui,
ni yo perderé la mía (Saíe Ulises.;
si, como su imagen soy que mandas traer.
en el ánima y esfuerzo, Ulises. (Aparte.) (Salí
lo intento ser en su amor, con astucias vencedor
pues los dioses autorizan de engaños y de disfraces:
mi amante transformación. la turbación de la cara
(Canta.) de aquella mujer declara
Voz. «No se ganan los blasones que,¡entre afeminadas paces,
que de eterna fama son, encubre lo que pretendo;
entre afrentosos afeites el pecho le alborotó
el bélico son que oyó;
que la sangre es su color. toda el alma le estoy viendo.)
Echado en la áspera falda Gran señor, con tu licencia
de un monte, durmiendo os vió intenta ser liberal
despedazar entre sueños esta tarde mi caudal,
los tigres vuestro valor, pues estando en la presencia
mas no en las de una mujer de estas bellezas, no es justo
que nunca se levantó dejar de reconocer
de tan torpe y blanda cama, con tributos su poder.
si no es enfermo el honor. Elija paños el gusto
Al arma toca Marte, al arma amor;
el uno es apetito, el otro dios. de la Princesa y sus damas,
Al arma toca Marte, guerra, guerra, que esta tienda á saco doy.
lo que el valor infama, el valor venza.» (Descorre una cortina y descúbrese una
tienda de joyería con mucha riqueza, y á
(Tocan cajas y trompetas.) un lado un espejo grande, una rodela de
Deidamia. acero y una laniza.)
Mi bien, espera, aguarda, Licomed. Agradecido os estoy;
que sale el Rey. plumas dais á muchas famas.
Aquiles. Feriad joyas, hija mía;
¿No ves que toca al arma? sobrina, joyas tomad,
que el valor y cantidad
Deidamia. pagaré yo.
Sosiega que es fingido. Ulises. No sería
Aquiles. dar, señor, las ferias yo,
sino avariento vendellas;
Torpe afrenta, vuestras son el dueño y ellas;
lo que el amor infama, el valor venza. dadas, sí; vendidas, no.
Deidam. ¿No te quieres sosegar? Deidam. Alto, pues, yo quiero hacer
Aquii.es. ¡Ay, cielos! ¿en dónde estoy? principio. Esta banda tomo,
Deidam. Conmigo, tu esposa soy. este anillo y este pomo.
Aquiles. Déjame, amores, llevar Prima, ¿dónde vas?
del ímpetu belicoso Aquiles. A ver,
de la música. para verme en este espejo.
Deidam. ¡Maldiga (Mirase en el espejo, y afréntase de ver
el cielo la voz que obliga se mujer.)
á perturbar mi reposo! Deidam. No te enamores de ti.
Asegura mis temores Aquiles. ¡Ay, cielos, mi imagen vi
que viene el Rey, ¡ay de mí! afrentada á su reflejo!
Aquiles. ¿Cuándo saldremos de aquí,
¡Qué bien mi infamia declara!
traje vil, torpes temores? Aquiles torpe, ¿qué hará
todo el mundo cuando os da
ESCENA IV un cristal con él la cara?
¡Oh, quién pudiera arrancaros,
Salen Licomedes y Lisandro, después Ulises rizos infames, sin ser
y Diomedes. — Dichos. conocidol No oso ver
Licomed. Notable voz. en desengaños tan claros
Lisand. Peregrina. mi vileza; una rodela
ACTO TERCERO i 37

es aquella y una lanza. Ya con el traje rompí


Ulises. (Salió cierta mi esperanza, prisiones del amor tierno;
venció mi sutil cautela.) tu yerno soy, juzga eterno
Este es Aquiles, Diomedes, el blasón de tu valor,
de haberse visto en tal traje pues no puede ser mayor
se afrenta. que tenerme á mí por yerno.
Aquiles. ¿Con tal ultraje, Ulises. Ni más ilustre renombre
blando amor, vencerme puedes? que el que hoy mi industria ha adqui-
(Embraga la rodela y vibra la lanza.) pues hoy te ha restituido [rido,
Esta sí que es digna joya á tu primero ser de hombre.
del valor de que estoy falto. Ulises soy, no te asombre
¡Toca al asalto, al asaltol que á engaños venzan engaños;
(Tocan á guerra dentro cajas y clari
restaura pasados daños,
mancebo ilustre, y no ocultes
nes. Aquiles, detrás todos.)
tus hazañas ni sepultes
Unos. ¡Viva Grecia! las primicias de tus años.
Otros. ¡Muera Troya! ¿Será razón que consumas
Aquiles. Muera Troya y Grecia viva. en regalos de Cupido
Aquiles soy, ¿qué teméis? de tu edad lo más florido
la victoria alcanzaréis. y ganar fama presumas?
¡ Al asalto, arriba, arriba! Ya corta la infamia plumas
Licomed. ¿Qué es esto mujer? Detente, con que escriba á tu memoria
perdió el seso. satírica y torpe historia,
Lisand. Muerto soy. (Vase.) y en los brazos de Deidamia
Deidam. Perdí todo mi bien hoy. eternizando tu infamia
¿Qué has hecho esposo imprudente? ciegue el camino á tu gloria.
(Huyen todos.) Grecia te aguarda, mancebo,
y en ti funda su esperanza;
ESCENA V profética es la venganza
que en ti nos promete Febo;
Vuelven á salir Licomedes y Ulises. como el águila te pruebo
Licomed. Mujer loca, vuelve en ti. á los rayos de la fama
Ulises. No es mujer, aunque merece que contra Troya te llama.
del traje que le envilece, Afréntete aquí escondido,
que le intitulen así. Héctor de acero vestido
A Aquiles encubre aquí y tú de cobarde dama.
el disfraz de un torpe amor; El Troyano robador
mira el daño, gran señor, desde los muros responde
que á Grecia toda resulta, que el temor es quien te esconde
mientras con tocas oculta en vil mujer, no el amor;
su victoria tu favor. pues ¿será bien que el temor
blasone que te ha encerrado
Licomed. ¿Qué dices? cobarde y afeminado
Ulises. Que el cielo saca
de entre tímidas mujeres entre basquiñas y galas,
por plazas de armas las salas,
á Aquiles. por el caballo el estrado,
Licomed. Y tú, ¿quién eres?
Ulises. Ulises soy, Rey de haca. por los penachos las tocas,
Licomed. ¿Hay mayor traición? por los muros los tapices,
Ulises. Aplaca que delicado matices
seda que lascivo tocas?
el justo enojo. Todo el mundo se hace bocas
Licomed. Matad
contra ti.
ese traidor. No digas más,
Ulises. La beldad Aquiles.
de la Princesa ha podido que si así en cara me das
tener el héroe escondido con infamia ya tan clara,
más fuerte de nuestra edad. te ha de salir á la cara
y no sé si vivirás.
Ya con el infame traje
ESCENA VI los afectos desnudé
Sale Aquiles vestido de hombre, la espada desnuda
del torpe amor; ya olvidé " .
y la rodela, tendidos los cabellos; Deidamia y Dio
de amor el blando lenguaje;
yo satisfaré mi ultraje
medes.— Dichos. de mi valor represado,
Aquiles. ¿Quién ha de matarme á mi? cual río que violentado
Deidamia es esposa mía, estrecha canal encierra:
el que estorbarlo porfía guárdese de mí la tierra,
salga al campo si está en si. .pues las presas han quebrado.
i 38 EL AQU1LES

Inundará mi furor por no perder al cobrar


á Troya, no en agua, en fuego, la deuda con el amigo.
vengaré el agravio griego; Y por ahorrar de contienda,
Héctor sabrá mi valor. sino el amigo el deudor,
¡Afuera liviano amor; sobre prendas doy mejor
afuera prisión prolija, cuando más vale la prenda.
Belona trofeos me erija, Guardar dineros ajenos
y tú, Rey, guarda el decoro es en mí cosa vedada,
á la Princesa que adoro porque dinero y cebada
como á mi esposa y tu hija! (.Vanse.) á más contar se halla menos.
Licomed. Si Aquiles me ha de dar nietos Contra injurias tengo olvido,
de eterna fama, ya estoy sólo no he podido hallar
satisfecho. armas que puedan bastar
Deidam. A llorar voy, contra un necio presumido.
mudanzas, vuestros efetos. Aunque huir su menosprecio
Rompió disfraz y secretos diz que es remedio gallardo,
el artificio y engaño: y así las espaldas guardo
¡Ay costoso desengaño, para la guerra y el necio.
nunca el Asia á Tro)a viera, Nisiro. Bien armado está el modorro.
porque nunca padeciera Garbón. Con esto quito ocasiones.
ella el castigo y yo el daño! (V«e.) que entre espadas y picones
cuando no corro, me corro.
ESCENA VII
Salen Nisiuo y Peloro, soldados, y Garbón, sin ESCENA VIII
armas, graciosamente vestido.
Tebandro, soldados y Deidamia de hombre.
Peloro. En fin, para nuestra guerra,
¿te alistaste por soldado? Deidam. Esto es hecho, ya yo estoy
Garbón. En mi vida fui quebrado, en el griego campo; excusa
ciclán sí; nací en la tierra, persuasiones.
que engendra, por ser tan fría Teband. De ellas usa
de cuando en cuando capones. la fe con que te las doy;
Nisiro. ¿Qué armas ó municiones que no sé si ha de llevar
traes, pues? bien tu esposo el verte aquí.
Garbón. ¡Gentil bobería! Deidam. ¿Hame llevado tras sí
Armado de aqueste modo el alma y no se ha de holgar
salga un gigante al encuentro. que el cuerpo sus pasos siga?
Peloro. ¿Pues qué armas llevas? Teband. Primero que él has llegado.
Garbón. Van dentro Deidam. Celos las alas me han dado,
y son contra el mundo todo. vuela amor, la ausencia instiga;
Contra enemigo casero, todo deseo es lijero
mujer que gruñendo abrasa y toda ausencia pesada.
son armas, en yendo á casa, Teband. Entre tanta gente armada,
entrar riñendo primero. tanta lanza, tanto acero,
Contra celos, si excusallos ¿cómo has de hallarte?
no puede ser, por no oíllos, Deidam. Mejor
traigo armas de no pedillos, que entre escuadras de desvelos,
que es dar licencia de dallos. entre ejércitos de celos
Contra una suegra emperrada y entre muros de temor.
doy cuñada á mi mujer, No tendré yo gusto igual
porque tengan siempre que her si á Aquiles mis ojos ven;
la suegra con la cuñada. que en presencia, el mal es bien,
Contra el amor tengo ausencia; y en ausencia el bien es mal.
contra desvergüenza, un palo; ¡Bravos muros!
contra flaqueza, regalo; Teband. Son de Troya,
contra la muerte, paciencia. á quien el Asia obedece.
Contra la pobreza, maña, Deidam. ¡Brava gente los guarnece!
que la industria siempre medra; Teband. La honra es la mejor joya,
á un testimonio, una piedra; todos compiten por ella
á un «vos mentís», una caña. en el campo y la muralla,
A la ambición, paja y heno; los unos por restauralla,
á la pretensión, espuelas; los otros por defendella.
dos trampas á dos cautelas; Treguas gozan por diez días
á la prosperidad, freno. los dos campos enemigos.
A amigo que pide, digo: Deidam. En ellas serán testigos
«Daros quiero y no emprestar;» de galas y bizarrías,
ACTO TERCERO i3q
que saca la ostentación que muestra, dichosa Troya
para recibir mi esposo. á tenerle por caudillo.
Teband.^ Con su venida orgulloso Policen . No nos hace Aquiles falta
está el griego. mientras Héctor esté vivo;
Deidam. Y con razón. puesto que tras sí me lleva
Teband. Y el troyano, con mayor el alma con el sentido.
ánimo, á lo que parece, Garbón. ¡Oh, Arquillas de mis entrañas,
que en el noble pecho crece no quepo de regocijo
a más riesgo más valor. por ambos dos carcañales
Deidam. Escucha, que llega ya en somo de mis hocicos!
al campo el esposo mío. Garbón soy, ¿no me conoces?
Teband. Majestuoso señorío, Aquiles . ¡Oh, Garbón!
miedo y gusto á un tiempo da. Garbón. Fui vaquerizo;
Deidam. Y las troyanas murallas mas dejelo por la guerra;
están de hermosuras llenas. busquéte un mes, y aborrido
Teband. Si son damas sus almenas de no hallarte, di en soldado.
suba amerá conquistallas. Garbón. Huélgomede haberte visto.
Deidam. En fe de las treguas gozan Aquiles. Esquilón llora por ti,
la paz que el derecho encierra. con ser viejo, como un niño.
Teband. ¿Treguas dices? Llama guerra Aquiles. Téngole en lugar de padre.
bellezas que almas destrozan. Garbón. Bravamente te han vestido.
Deidam. Lleguémonos á esta parte, ¿Dónde compraste ese sayo,
veremosle entrar mejor. que tan al justo te vino?
Teband. Con tal guarnición, amor, Ni tien costuras, ni pliegues,
no asaltará Troya á Marte. pardiez, que está bien tejido;
(Música de chirimías.) de vidrio pensara que es,
si hubiera sastres de vidrio.
ESCENA IX Nicand. Donoso está el ignorante.
Garbón. Si, cual dicen, has venido
Salen á los muros Policena y Casandra, y otras á ser nuestro General,
damas muy bizarras. también yo tengo mi oficio.
Policen. ¡Qué gallarda ostentación, Aquiles, Y ¿cuál es?
si no fuera de enemigos! Garbón. Cabo de escuadra
Casandr. El valor no desmerece me ha de ser prometido.
por esta causa, si es digno El capitán que nos trujo
de alabanza. por un hecho peregrino
Policen. Ni yo quiero que me vió hacer en un pueblo,
disminuirle, aunque envidio y merece estar escrito
á los contrarios la gloria y aun guardarle en los archeros.
que con él se han prometido. Palam. Mentecato, en los archivos.
Casandr. Si es cierto lo que encarecen Garbón. Eso de chivos es pulla.
oráculos y adivinos, Aquiles. Es tan donoso y sencillo,
á Troya ha de conquistar. que el oirle me entretiene.
Policen. ¡Qué soñados desatinos! Ulises. Ya le conozco.
A Hércules le comparan Garbón. Es mi amigo.
elogios ponderativos; Aquiles. Hermosa coronación
mas no es tan fuerte el león de muros; si guarnecidas
como le pintan. de tales armas están,
Casandr. Vestido ¿quién no teme su presidio?
de mujer, dice la fama, Ulises. La Princesa Policena,
que Ulises le halló, y colijo de la hermosura prodigio,
por la causa los efectos es aquella con sus damas
de este ensalzado prodigio. que á verte entrar han salido;
Policen. Si amor, absoluto en todo, treguas hay; si verla quieres,
y no el temor, como he oído, acércate más.
le disfrazó, no me espanto Aquiles. ¡Divino,
que es invencible, aunque niño. milagro; belleza rara!
Si tal tesoro conquisto
¡qué hazañas más bien premiadas!
ESCENA X De nuevo ánimo infundido
Con cajas y trompetas marchando, Ulises, un page siento, Ulises, mi valor
de jineta y otro con una celada en una fuente, y con la hermosura que miro.
Aquiles armado con sombrero y bastón, todos (Hdcele Policena señas con un lienzo.)
muy bizarros y Garbón.—Dichos. Ulises. Señal te hace con un lienzo
para hablarte.
Casandr. El tiene bizarro talle, Deidam. Celos míos,
si al cuerpo conforma el brío ¿qué escucháis? ¿qué es lo que veis?
i40 EL AQUILES

¿Ayer ausencia, hoy olvidos? ESCENA XI


Casand. Escucha, que ya se acerca.
Aquiles. Ardid debe de haber sido, Cajas y trompetas. Soldados marchando, Patroclo,
puesto, señora, que nuevo, y detrás Menelao, viejo, con bastón.— Dichos.
el mostrar al enemigo, Aquiles Deme vuestra Majestad
en fe de que no le temen, los pies.
los despojos más lucidos; Menel. Brazos apercibo
y no sé si es discreción, para coronar los hombros
que yo, después que os he visto, en que ha de tener alivio
por la dicha del ganaros (i) el peso de mi venganza.
pienso atrepellar peligros. Vos seáis tan bien venido
POlICEN, Si en fe de ser tan galán, como en Grecia deseado,
Príncipe, lo que habéis dicho, gloria y sol de nuestro siglo.
es cortesía amorosa, Patrocl. Abrazad vuestro Patroclo
á gozar hemos venido si os acordáis de él.
vuestra gallarda presencia; Aquiles. ¡Oh, amigo!
pero si habláis presumido, ¿cómo pueden olvidarse
sabed que son cazadores amistades desde niños?
nuestros troyanos invictos, Juntos nos hemos criado;
y que os ponen el reclamo y ahora el veros estimo
porque con él divertidos, en lo que ganará Troya.
os entendemos coger Patrocl. Dándoos los brazos, confirmo
en las redes de Cupido. de nuevo nuestra amistad.
Aquiles. Poderoso estratagema;
discreto y sutil arbitrio.
Diera yo por verme preso ESCENA XII
en vuestros lazos divinos
el alma, que ya no es mía; Sobre tos muros, Héctor armado—Dichos.
ya me parecen prolijos
los términos de esta tregua, Héctor. Príncipe, que en vaticinios,
pues dilatar han podido profecías y esperanzas,
conquista de estima tanta, si no mienten adivinos,
y á poderla hacer suspiros, conquistador os blasonan
fueran de poco provecho de nuestra ciudad, dominio
máquinas, flechas y tiros. del Asia, corte y cabeza
Policen. ¡Ay! si vos fuérades nuestro, del célebre reino frigio;
diéraos yo... después de daros alegre
Casand. ¡Qué desvarios, y cortés el bien venido,
señora, el respeto ofenden pues venciendo os esperamos
á tu recato y juiciol fama que eternizan libros;
Policen. ¿Qué he de hacer? No puedo más; para que no dilatéis
aunque la lengua reprimo, los triunfos que prevenidos
es móvil primero el alma os tiene Grecia, fiada
de las palabras que digo. en vuestro valor invicto,
Deidam. ¿Que esto escucho y no me vengo? con permisión de las treguas,
Celos, ¿á esto hemos venido? cuerpo á cuerpo, os desafío
Teband. iSeñora! para mañana.
Deidam. Estoy por dar voces. Aquiles. ¿Quién sois,
¡Ay, esposo fementidol confiado comedido,
Ulises. Despídete, que se acerca vos, que me desafiáis?
nuestro campo, que ha sabido Héctor. Héctor, mayor de los hijos
nuestra venida, y el Rey de Príamo, Rey troyano.
sale á él á recibirnos. Aquiles. Mostráis, Príncipe, cuán digno
Aquiles. Despide tú, si es que puedes, sois de la fama que os honra,
la luz del sol; saca el Nilo y aceptando el desafío
de su madre; quita al fuego os retorno parabienes
el calor, que es su principio, que, por ser vuestros, estimo.
y será posible entonces (Echale un guante Héctor y otro Police-
despedirme del hechizo na, coge éste Dcídamia y el otro Patroclo,
que he bebido por los ojos. y entrambos Aquiles.)
Partiréme de mí mismo. Héctor. Recibid, pues, ese guante.
Policen. Y éste también, por ser mío,
que si el de mi hermano os reta,
(i) Así en el original; pero Tirso habrá escrito «de ése os favorece.
ganarlos», pues habla de los despojos. Aquiles. Admito
el uno y el otro ufano.
Patrocl. Estando Patroclo vivo,
ACTO TERCERO i4i
desafiado primero, Deidam. Yo he de matarme contigo
mi derecho es más antiguo, antes que el guante te dé.
y así este guante me toca. Aquiles. ¿Quién eres, hombre atrevido?
(Con banda al rostro, Deidamia.) Deidam. Sabráslo si me buscares.
Deioam. Y éste á mí, pues, ofendido, Aquiles. ¿Dónde?
si para vos de favor, Deidam. ¡Traidor,en ti mismo! (Vase.)
de guerra para mí ha sido. Aquiles. Tenedle; ¿qué es esto, cielos?
Héctor. Si estás, Patroclo, ofendido,
Aquiles. Suelta Patroclo, si intentas hagamos nuestra batalla
no ser de hoy más mi enemigo, luego los dos.
suelta tú, si no pretendes Patrocl. Eso pido.
dar á mis celos principio. Héctor. Pues espera que ya bajo.
Patrocl. Yo he de pelear con Héctor Ulises. Dar fin á esta parte quiso
primero, Aquiles, que he sido nuestro autor; con la segunda
primero desafiado. mañana os convida Tirso.
QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

C lE ANDRÓ, PÍejO. , Celio.


Leonela, criada. Ludovico.
Lelio, galán. Andronio.
Margarita. Roselio.
Valerio. PlNARDO.
Alberto, lacayo. Pinabel.
Britón, lacayo. P'elicio.
Lisarda. Un Angel.

ACTO PRIMERO y que en el paso en que estoy


te encamino y aconsejo.
Sola en mi casa naciste
de una madre á quien Florencia,
ESCENA PRIMERA aunque muerta, reverencia;
Cleandro de camino, Margarita y Leonela. pero bien la conociste;
nobleza antigua adquiriste;
Cleand. No hay mucho desde aquí á Sena. lo mejor de esta ciudad,
Laurencia tu tía, está honrando mi calidad,
á la muerte, el verme allá pariente mayor me llama,
tiene de aliviar su pena; riqueza heredas y fama,
mi hermana es y hermana buena. discrección y autoridad.
Sola ella pudiera ser El verte sola, y querida
ocasión, hija, de hacer, y celebrada en Florencia
aunque corto; este camino, dió á tu mocedad licencia
que no es poco desatino más suelta que recogida;
dejar sola una mujer al fin le costó la vida
moza y doncella en tu edad, á tu madre el conocerte
donde el vicio y la insolencia tan libre, y por no ofenderte,
habitan, porque Florencia ni con reñirte enojarte,
no tiene otra vecindad. quiso más por adorarte
Parentesco y voluntad morirse que reprehenderte.
me obligan; pero el temor ¿Cuántas veces te llamó
de tu edad y de mi honor, poniendo á tu vida freno,
viendo el peligro en que estás, y á solas, en nombre ajeno,
vuelven los pasos atrás tus costumbres reprendió?
que da adelante mi amor. ¿Cuántas veces te leyó
Hija, si una despedida sucesos con que Dios toca
licencia de hablar merece, la mocedad libre y loca,
por ver lo que se parece y temiendo darte enojos
á la muerte una partida, te castigó con los ojos
haz cuenta que de la vida lo que no osó con la boca?
en esta ausencia me alejo, Pues yo sé vez que, enojada
y como cansado y viejo, de ver tu desenvoltura,
no á Sena, al sepulcro voy; tu libertad y locura
ACTO PRIMERO i43
castigó en una criada, I Anda, que ninguno aprende
y tú, por esto agraviada, que no procure saber;
en un mes no nos hablaste la poesía es mercader
ni á la cara nos miraste, que versos por honra vende;
hasta que vino á quebrar es fuego sordo que enciende;
por nosotros, que á callar sus vanos terceros son
y á sufrir nos obligaste. tercetos que al torpe son
Todo esto causa el no haber de los sonetos que miras,
más de un hijo en una casa; leyendo liras deliras,
la edad vuela, el tiempo pasa; dando á tu afrenta ocasión.
sólo ha de permanecer Margar. Recoletándome vas
la fama, que en la mujer con industria peregrina:
corre peligro doblado; jea, vuélveme capuchina,
tu honra es mi espejo amado: que así contento estarás;
si le procuras quebrar, no me traigas galas más;
¿cómo me podré mirar quítame el oro y la plata,
en un espejo quebrado? el chapín al alpargata
Margar. Pues ¿á qué efecto es ahora reduce, al sayal la seda,
tan estudiado sermón? porque encartujada pueda
¿Qué afrenta ó disolución ser á tu gusto beata.
en mí tu linaje llora? Por onzas vienes á darme
¿Heme ido, como Lidora, la libertad de la vida,
con algún hombre, perdida? pues aun vista tan medida
¿De qué ventana, atrevida, determinas cercenarme.
de noche escala has quitado, ¿Qué daño ha de resultarme
ó qué persona has hallado de que las varas posea
tras el tapiz escondida? de una celosía, y vea
¡Oh, qué pesadas vejeces! por su confusa noticia?
Cleand. Soy pesado y tú liviana. A ser varas de justicia,
No vi escala en la ventana, pudieran hacerme rea.
pero á ti sí, muchas veces; ¿No es una jaula enredada?
y como en ella pareces ¿Aún menos quieres que sea
siempre, por más que te digo, que un pájaro, y que no vea
tu fama ha de ser castigo segura de ser mirada?
de la licencia que toma; ¿Qué monja hay tan encerrada
que pocas veces se asoma que, ya por rejas de acero,
que no dé abajo consigo. ya por el rallo grosero
Y si á caerse comienza ó vistas á ver no venga,
en la calle, ¿habrá quien calle? si aun no hay torno que no tenga
No, que la fama en la calle su socarrón agujero?
será fama á la vergüenza; ¿O pretendes con casarme
el recato al gusto venza; propagar tu sucesión,
no uses mal de mis regalos ó huyendo la condición
para libres hijos, malos; de un yerno, monja encerrarme?
deja algún tiempo del día Si lo primero has de darme,
palos de la celosía deja que en canciones reales
que dan al honor de palos. las cortesanas señales
¿Qué oraciones y ejercicios pueda aprender de un poeta, .
lees? Cuando estás despacio, que no han de hacerme discreta
las novelas de Bocaccio, los salmos penitenciales.
maestrescuela de los vicios; Pero debes de gustar
tus mangas darán indicios, que entre estameña y picote
escritorio, coíre ó arca me entre monja, porque el dote
de los papeles que marca, temes que acá me has de dar;
y con quien haces tu agosto la vejez toda es ahorrar;
el furioso del Ariosto y pues ella me limita
y las obras del Petrarca. lo que un convento aún no quita,
¿Con tal compañía quieres vete con Dios donde vas,
que tu honor no ande en demandas? queá la vuelta me hallarás
De los amigos con que andas recoleta ó carmelita.
podremos sacar quién eres. (Hace que se va; detiénela Lconela.)
¿Qué gusto ó provecho adquieres Clenard. Hija, Margarita, espera;
detraer las faltriqueras Leonela, vuélvela acá,
preñadas con las quimeras no te reñiré más ya,
de canciones y tercetos, que soy viejo considera;
de liras y de sonetos, prolija es la edad postrera;
de décimas ó terceras? llégate acá, abrázame,
«44 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

todo es de burlas á fe; quítale al sol los capotes


ansí probarte he querido, que ya te puedes reir.
tu virtud he conocido, ¿Saco mantos?
tu recogimiento sé. Margar. ¿Para qué?
Quita el lienzo de los ojos, Leonela. ¿No hemos de irnos á un convento?
no llores lágrimas vanas, Margar. De Venus.
ó en la holanda de estas canas Leonela. ¡Buen fingimiento,
deposita tus despojos. y de harto provecho á fe!
¿No ves que me das enojos No hay sino en riñendo el viejo
cuantas veces me amenazas decir que á enmonjarte vas;
entrarte monja? Si trazas ¡buen «cata el coco» hallado has!
matarme pronto, hazlo así, Margar. No medro si no me quejo.
ea, por amor de mí. Leonela. No sino haceos miel. ¡Qué enfado
De mala gana me abrazas, es un padre ó madre vieja
pedirte quiero perdón; cuando á una hija aconseja
dame la mano y pondréla sin quitársela del lado,
sobre la boca... Leonela, que habiendo en su mocedad
¿dala el mal de corazón? no perdonado deleite,
Leonela De tu mala condición conversación, gala, afeite,
mil es poco que la den. liesta, sarao ni amistad,
Cleand. Pues ¿ríñesme tú también? más envidiosa que honrada,
Leonela Si está por ti mi señora riñe, aconseja, limita
de esta suerte cada hora en la mesa, en la visita,
y la afliges, ¿no hago bien? y porque de desdentada
Cleand. Buena anda toda mi casa; no puede comer por vieja,
¡oh amor de hijos imprudente! es perro del hortelano
Quiérola excesivamente; que, con la col en la mano,
no hay poner á mi amor tasa; ni come, ni comer deja!
con ella mi vejez pasa Margar. No esgrime con ejercicio
en descanso. quien no ha sido acuchillado,
Margar. ¡Ay me! ni hay amigo taimado
Cleand. ¿Volviste? como el que es del mismo oficio.
Margar. No sé. Los viejos de nuestros días
Cleand. Ea, no estés triste. cansados é impertinentes,
Mírame alegre, y de Sena que el gusto á falta de dientes
te prometo una cadena repasan con las encías
como á la que Lesbia viste; papilla nos piensan dar
más si palabra me das a los que al mundo venimos.
que no te has de meter monja. Leonela. Esa al viejo se la dimos
Leonela. No es esta mala lisonja. ya que no puede mascar.
Margar. Como no me digas más Váyase el caduco al rollo;
vejeces, siempre hallarás y pues es tu edad en flor,
en mí una justa obediencia. bollo de azúcar de amor,
Cleand. No oso salir de Florencia, busca quien coma ese bollo.
porque un monasterio temo. Ni bien seas primavera
Margar. Ya se ha acabado este extremo. que toda en flores se va,
Cleand. Pues júralo. ni bien estío, que está
Margar. En mi conciencia. abrasado dentro y fuera.
Cleand. Pues con esa condición Entre Abril y Julio hay Mayo
á verme parto á mi hermana: y Junio, que dan tributo
hasta después de mañana parte en flor y parte en fruto,
orden en mi casa pon. en lo que has de hacerte ensayo.
Margar. Ni ventana ni balcón ¿Entiéndesme lo que digo?
la calle ha de ver abierto Margar. Anda, necia, que ya sé
hasta que vuelvas. que me aconsejas que dé
Cleand. Bien cierto un medio al gusto que sigo.
estoy que has deejecutallo. Leonela. No como el Abril en flores
Ea, adiós. ¡Hola el caballo! pases el tiempo inconstante,
Amor todo es desconcierto. «daca el guante, toma el guante»
(Vase.) papeles, cintas, colores;
que hay mujer que el tiempo pasa
en aquestas chucherías,
ESCENA II y al cabo de muchos días
Dichos sino Oleandro. que á fuego lento se abrasa,
quando echa mano á la presa
Leonela. Vaya con... iba á decir que de sustancia ha de ser,
una sarta de galeotes, no se la dejan comer,
ACTO PRIMERO !45
porque levantan la mesa. Alberto. Pues verá en distancia poca
Buena es cuando alguno brinda cuál la dejo; asiéntese,
la guinda antes de la polla la toba la quitaré.
y el melón entre la olla, Leonela. ¡Ay, Jesús! ¿hierro en mi boca?
mas no ha de ser todo guinda; Váyase con Dios, hermano.
ni todo también pechuga, Quítese allá.
sino, como el hortelano, Alberto. Pues ¿rehusa
vaya puniendo la mano lo que la importa y no excusa,
entre col y col lechuga. el remedio de mi mano?
Gasta tus años de modo Si quiere no desdentarse,
que, sin perdonar manjar, aquesu polvillo tome,
puedas después afirmar que la toba limpia y come
que sabes comer de todo. los dientes; ha de estregarse
Margar. Maestra estás: pon escuela. al levantarse muy bien
Leonei.a. Dime en los estudios prisa. enjugándose con vino
Margar. Aunque me has causado risa, y con un paño de lino
te pienso seguir, Leonela. hasta que enjutos estén;
Pero escucha: ¿Qué es aquello? que, como tenga cuidado,
Leonela. Callejeros mercaderes. brevemente encarnarán
( De dentro sale con una caja llena de y de marfil quedarán.
buhonería.)
Alberto. ¿Compran peines, alfileres, Leonela. ¿Cuánto vale?
trenzaderas de cabello, Alberto. Un ducado;
papeles de carmesí; pero sírvase con ellos,
orejeras, gargantillas, no riñamos por el precio.
pebetes finos, pastillas, Leonela. No es el merecero necio.
estoraraque, menjuí, Alberto. Para enrubiar los cabellos
polvos para blanquear diente tengo una raíz famosa.
caraña, copay, anine, Margar. Fueme el cielo tan propicio
pasta, aceite decanine, que sin buscar artificio
abanillos, mondadientes. los tengo cual veis.
Sangre de drago en palillos, Alberto. Hermosa
dijes de alquimia y acero, sois, señora, por el cabo.
quinta esencia de romero, Margar. ¿Trae cintas de resplandor?
jabón de manos, sebillos, Alberto. Y son la cosa mejor
franjas de oro milanés, de Italia: no las alabo
agua fuerte, adobo en masa por mías; este papel
de manos. ¡Cristo sea en casa! (i) (Dale un papel con unas cintas.)
si es verdad ó no dirá,
ESCENA III que lleno de ellas está.
Escoged, señora, en él...
Sale Alberto. — Dichas.
Mas, ¡cuerpo de Dios!
Alberto. ¿Quién llamaba aquí al francés? Margar. ¿Qué es eso?
Leonela. Aquí, nadie. Alberto. Quedóseme en la posada
Alberto. ¿Es menester la bolsa, y no está cerrada
poner postizo algún diente? la caja donde la he puesto;
Haréle naturalmente, en ella mi caudal tengo;
sin que al dormir ó al comer el diablo por Dios seria
sea menester quitalle que me la dejasen fría.
ni haya quien la falta vea Esperen, que luego vengo. (Vase.)
por más curioso que sea,
aunque se llegue á miralle. ESCENA IV
Margar. Gracias á Dios y al cuidado
buena dentadura tengo. Dichos, menos Alberto.
Alberto, (a Leonela. )Señora hermosa, no vengo Margar. Confianza hizo de mí
en balde: ¿cómo ha dejado el mercero alborotado,
criar ahí tanta toba? pues el papel me ha dejado
¡Jesús, qué perdida está yéndose, Leonela, así.
la dentadura! Leonela. Tal prisa le da el dinero.
Leonela. Será Margar. Líbrele Dios de un ladrón.
porque soy tan grande boba Leonela. Veámos qué tales son,
que nunca cuido de mí. que hurtarle unas varas quiero.
Alberto. Mas ¿por qué come á menudo ¿Qué miras?
confitura del desnudo? Margar. Letra gallarda,
Leonela. Si es del amor, así, así. un sobre escrito que está
en el papel.
(i) Esta relación se halla también en la escena IX Leonela. Veamos ya
del acto segundo de Por el sótano y el torno. estos listones.
comedias de tirso r>f molina.-— tomo ii
i46 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA
Margar. Aguarda. y entre atributos diversos
«A Margarita de Ursino.» que daba á sus damas era
Leonela. ¿A quién? decir que cuantas vivían
Margar. ¿No escuchas mi nombre? en ella, perlas tenían
Leonela. Aquí hay maula, no era el hombre por dientes. Y de manera
mercero queá vender vino, se le encajó ser verdad;
sino un gentil alcahuete. que dejando casa é hijos
Margar. Casarte puedes con él. malbarató unos cortijos
Leonela. ¿Qué aguardas? Mira el papel y parte de una heredad;
que grandes cosas promete. y creyendo estas novelas
Con cintas en vez de tinta dijo que iba, á su mujer,
le escriben, señal será á la corte á enriquecer
que quien con cintas le da siendo en ella sacamuelas.
te desea ver en cinta. Porque si en doliendo un diente
Margar. «Valerio» dice la firma. y en sacándolo era perla
Leonela. Si es suyo, bien recibido no era difícil de haberla
será. una baíca de Oriente.
Margar. Muy bien le he querido. Pues llenando una tinaja
Leonela. Así Florencia lo afirma de dientes, perlas, podía,
pues has llegado á dar nota vendiéndolas en Turquía,
con él de no recatada. tener más oro que paja.
Margar. Este negro ser honrada Dió en esto, y en lances pocos
mil buenos ratos agota. tan rematado quedó,
Mi padre tuvo noticia que el poeta le llevó
de no sé qué y se ausentó a la casa de los locos.
Valerio, porque temió Margar. Tú puedes irte con él.
el rigor de la justicia. Leonela. Duendes y poetas son
Leonela. Mírale: ¡que tengas flema unos humo, otros carbón.
para no verle! Margar. Ahora bien, va de papel.
Margar. ¡Ay! cuál viene (Lee.) «Temores, más de la justicia
el pobre, tal fuego tiene que de tu padre, me ausentaron de
que hasta la mano me quema. Florencia, y deseos de tu vista me
Leonela. Mas qué, ¿no viene en poesía? han traído esta noche escondido á
Margar. ¿En qué lo echaste de ver? gozarla; obligaciones me tienes y te
Leonela. En que es papel mercader, tengo más de marido que de preten
pues cintas de oro te envía; diente; si gusta llévalas adelante,
y el poeta, cuyo nombre pues tu padre, según he sabido, está
por ser el principio en Pó en Sena. Al anochecer irán por ti los
de la pobreza heredó, negros con una silla, que no oso en
por más que escriba no es hombre trar en tu casa, porque desde la no
que da de contado así; che que me halló tu padre, la tengo
porque son tan buenas lanzas por agüero. No lo seas tú de mi
que pagan siempre en libranzas amor, sino fíate de los que te han de
al Sol, Luna y Potosí. traer, hasta que Dios quiera que,
«Tus cabellos son del Sol, muerto el viejo, vivamos los dos jun
tus dientes perlas de Oriente, tos. El te aguarde. Valerio h'igro.»
tus pechos plata luciente, Leonela. Como marido dispone;
tus mejillas arrebol. parece señor de casa.
Del alba rubíes tu boca, Margar. Quiérole bien y no pasa
tus ojos no son distintos las leyes que amor propone.
de esmeraldas y jacintos, Tomó quieta posesión
en cristal tu frente toca.» de lo más, ¿qué mucho, pues,
Y creo que los planetas, que de lo que menos es
según están de corridos, se la dé mi inclinación?
deben de andar escondidos Leonela. ¿Piénsaste casar con él,
de estos diablos de poetas; muerto el viejo?
pues si en ello se repara Margar. Bien le quiero;
deben de pensar que son mas que es también considero
de casta de bofetón determinación cruel
que los traen de cara en cara. ser su esposa, porque están
Margar. Mal dices de la poesía. en estado arrepentido
Leonela. Yo coplas no puedo verlas, cuantas han hecho marido
que, según tratan en perlas, del que antes fué su galan,
nos han de dar perlesía. y recélome, en efecto,
Un rústico oyó unos versos que el galán cuando se casa,
en que un poeta alababa como sabe ya la casa,
la corte donde habitaba; entra perdiendo el respeto.

I
ACTO PRIMERO i47
No porque Valerio ame mi sospecha apercibida.
pienso consentirme asar, ¡Ah mocedad altanera!
en todo quiero picar. ¿Mas que ha de salir corrida
Leonela.EI buey suelto bien se lame. mi honra de esta carrera?
Margar. Papel y tinta hay aquí. Un papel hay aquí escrito,
Leonela. ¿Sabes tú si volverá letra de Margarita es;
el francés fingido acá? si es sentencia que después
Margar. Paréceme á mí que sí. eche á mi honra un sambenito...
Leonela. No pide el papel respuesta, No es prudente padre aquel
que tú sola lo has de ser, que su hija enseña á que escriba,
si viene al anochecer porque en la tinta y papel
la silla. conserva la ocasión viva
Margar. Poco me cuesta, que se muriera sin él.
por si vuelve ó no, escribir Bien puede un padre excusar,
dos renglones. si quiere vivir alerta,
Leonela. El mercero la vieja que entra á terciar. '
es un gentil embustero; tener cerrada la puerta
á fe que le he de pedir y las ventanas clavar.
si vuelve, pues que me quedo Pero, cuando escribir sabe,
de noche en casa y solita, en vano guarda á su hija,
que entre á ver cómo me quita por más que eche reja ó llave,
la toba, y con ella el miedo. que, en fin, ¿por qué rendija
(Suenan pretales.) un papel sutil no cabe?
Margar. Esto basta: ¿qué es aquello? Estos argumentos son
Leonela. Carrera á fe de cristiana. contra mí, pues que procura
Margar. No perderé la ventana más que mi honra mi aflicción;
aunque estuviese en cabello, quiero verle, á buen seguro
que me muero si en la calle que no es de mi devoción.
suenan pretales. (Lee.) «No quiero multiplicar pala
Leonela. ¿Y aquí bras donde tan presto se han de ver
te dejas el papel? las obras. La silla espero, y supuesto
Margar. Sí; que ya anochece, pudiera haber ve
luego volveré á cerralle. (Vanse.) nido. Guárdete el cielo y detenga allá
al viejo todo lo que durare el que
ESCENA V rerme. Tu bien,» etc.
Oleandro de camino. Buena ausencia quise hacer;
Dos veces he salido de Florencia, no hay de mi honor que presuma
y el recelo, otras tantas adivino, que seguro está en poder
volviendo las espaldas al camino, de un papel y de una pluma
no me consiente hacer de casa ausencia. en manos de una mujer.
Venció al fraterno amor la diligencia Dejad, amor liberal,
del honor que amenaza un desatino, que el castigo que ejecuto
que al fin su parentesco es más vecino, sea á tanta ofensa igual,
aunque su hermano soy, cual de Laurencia. que no es árbol que da fruto
Si ella á la muerte el túmulo previene, la mujer si no es formal.
y á la muerte mi honra en casa espera, Ea, remisa aflicción,
fuerza es mirar por lo que más conviene. aplicad medios crueles
Menos me importa que Laurencia muera, al honor, que no es razón
que quien enfermos en su casa tiene que por Florencia en papeles
no hay para qué visite á los de fuera. ande mi honra en opinión.
La puerta falsa hallé abierta, No sé á quién esto se escribe;
que mi sospecha encamina, la silla quiero aguardar
y temo que salga cierta, que mi deshonra apercibe
que no vuelve la honra fina y en ella la muerte dar
que sale por falsa puerta. á quien en mi agravio vive;
Nadie acá abajo ha quedado que en silla vengarme intento
haciendo tanto calor. de quien en ella mancilla
La sala baja han dejado; mi honor, pues es argumento,
pero como es fuego amor que quien da á mi agravio silla
busca su esfera elevado. me quiere afrentar de asiento. (Vase.)
¿Mas qué están á la ventana?
¿Qué importa cerrar la puerta, ESCENA VI
si la deshonra liviana Lelio y Britón con baqueros de mozos de silla,
trae alas y la hallé abierta correones y palos, tiznados como negros.
tan alta como profana?
(Suena de dentro carrera.) Britón. Bien pudieras ya decirme
¿Carrera hay? No fué quimera á qué fin has hecho, Lelio,
i48 QUIEN NO CAK NO SE LEVANTA

con los dos este guisado vino á Florencia encubierto


de hígado, pues es negro; á verse con Margarita...
desenguinéame ya, Britón. Diligente caballero.
que, mirándome al espejo, Lelio. Para que esta noche vaya
temor tuve de mi mismo á mi casa, donde ha puesto
según estoy sucio y feo. el tesoro de sus gustos
Si fueran Carnestolendas, y han de gozarse en secreto.
cuando destierran el seso Pidió á Grimatdo prestada
de Florencia, no era malo la silla con los dos negros
el disfraz, puesto que puerco. dueños de aquestos vestidos.
¿Qué niñas á espantar vamos, Britón. Muy bien huelen á sus dueños.
ó para qué nacimiento Lelio. Yo, que como soy de carne
hacemos la Epifanía y no de mucha edad, tengo
que al rey tizne represento? mis tentaciones humanas,
O declárate, ó me lavo; ha más de un mes que deseo
que ¡vive Cristo! que temo ser de aquesta Melisendra
que me he de quedar así por una noche Gaiferos,
per omnia saxula. y aun se lo he dado á entender.
LEi.IO. Necio: Britón. ¿Mas que respondió ;io cheo?
¿mondo yo nísperos? Calla, Lelio. ¡Za pe! dijo con la boca
y ven conmigo. y min con los ojos.
BklTÓN. No quiero, Britón. Bueno.
ni he de quitarme de aqui Ahí un no es medio sí:
si no me dices primero milagros son de estos tiempos.
dónde vamos y á qué causa. Lelio. No imagino si se ve
LELIO. ¿Estás borracho? en la ocasión, como ordeno,
Britón. Estoy hecho que se hará de pencas mucho,
el propio un galán de requiem, aunque es muy ilustre.
no falta más que el entierro. Britón. Credo:
Lelio. Calla, y sigueme. que es viña, en fin, vendimiada
Britón. Es en vano. y da á lodo pasajero
Yo he dado por hoy en esto: un grumo, y más de racimo
¡vive Dios! si no te explicas, que se queda siempre entero.
que me has de ver estafermo. Lelio. Pues poique por diligencia
Lelio. ¡Válgate el diablo por loco! iio quede, esta noche intento
Britón. ¡Válgate el diablo por cuerdo! hurtarle esta Margarita.
Lelio. Ven, sabráslo de camino. Britón. Si te la cuelgas al cuello
Britón. No, hay que hablar; aquí me asiento, no será maio el joyel;
ó sacando agua de un pozo envidia, por Dios, te tengo;
me quito todo el ungüento que, como voy ya calando,
de esta carátula sucia, no hay amante sin ingenio.
que á grajos y pringue huelo. Lelio. Como supe que pidió
Lelio. Sabrás, pues, ya que porfías... á Grimaldo silla y negros,
Britón. Eso vaya. llamélos aquesta tarde
Lelio. Que Valerio y dentro de un aposento
quiere á Margarita bien. sus zaques llené de vino.
Britón. Dime otra cosa de nuevo, Britón. ¿Desnudástelos?
que esa ya sé que la tiene Lelio. Dejélos
más ha de un año en destierro. en carnes.
Lelio. Gozóla á lo que se dice. Britón. Muy bien guardaste
Britón. Y diráse lo que es cierto, tu vino, pues queda en cueros.
que en un año de afición Lelio. Cerrélos después con llave,
ni ella es manca ni él es lerdo. encomendélos al sueño,
Lelio. El temor de sus parientes, y machacando carbón,
solicitados del viejo, con él y claras de huevos,
la hacen vivir con recato, he compuesto este betún
hasta que la muerte y tiempo, con que los dos parecemos
que vencen dificultades, infantes de Monicongo;
al yugo del casamiento y fiado del silencio
los iguale. de la noche, en el zaguán
Britón. Dices bien; de mi dama á punto tengo
que es más ella y él es menos. la silla en que á Margarita
Lelio. Lsta tarde, pues, se fué llevemos los dos.
Cleandro á Sena, sabiendo Britón. Apelo.
que está á la muerte su hermana; Aún si me cupiera parte,
supo su ausencia Valerio, vaya; mas ¿no es caso recio
y, fiándose de mí, que la lleve yo ensillada

"\
ACTO PRIMERO
H9
y tú la goces en pelo? que le hacen llevará cuestas
Pero, dejando las burlas, la paja, y se queda hambriento.
si viene por ella Alberto, A mi costa has de cenar.
criado de su galán, Lelio. Tú buscarás tu remedio.
y has de ir en su seguimiento Britón. ¿Qué he de hacer. Cuando no hallare
hecho ganapán de silla, cecial, cenaré abadejo.
¿cómo ha de tener efecto
tu mal digerida traza?
Lei.io. I na riña fingiremos ESCENA 'IX
con él; y con los correones Margarita con manto, Leonbi.a en cuerpo y
de suerte le apartaremos Alberto.—Sacan los Negros la silla.
de nosotros en la calle
que huya como liebre ó ciervo. Margar. Leonela: cierra la puerta.
Britón. ¿Y dónde piensas llevarla? Leonela.Di de mi parte á Valerio
Lelio. ¿uso preguntas? ¿No tengo que si me ha de enviar barato.
en Florencia otras dos casas, Alberto. ¿Y la silla?
una de la otra lejos? Lelio. Aquí traemo.
Bhitón. Alto, la maula está hecha: Alberto. ¿Queréis que me quede yo
¡vive Dios que eres discreto! por barato en casa?
El ingenio te ha aguzado Leonela. ¡Bueno!
la muela de algún barbero. A ahorcado tal barato.
Mas ¿no es este Alberto? Alberto. Del rollo de vuestro cuello.
Lelio. El mismo. Leonela. Sois grande para joyel.
Hhitón. Enguinéate y hablemos ¡Oh hi de puta y qué mercero!
á lo de zape y Angola. Bien vendéis vuestras agujas.
¿Entraste?
Margar. Sí, cierra.
ESCENA VII
(Entrase en la silla.)
Alberto. —Dichos. Leonki.a. Cierro.
Alberto. ¿En qué diablos andáis, perros, Alberto. ¿I le de volver?
que en todo hoy no os he topado? Leonela. ¿Para qué?
Britón. Habra bien, sino que temo Alberto. Para la toba.
que turu ru palo encaje Leonela. No cheo.
en cabeza y sacan seso. Alberto. En fin, ¿no he de volver?
Alberto. ¿Qué es de la silla? Leonki.a. Xo;
Lelio. Esa acá. mas si volviese sea luego.
A i.berto. ¿ Acá está ya? (Entrase Leonela.)
Lei.io. Acátraemo,
porque ruega ansí tu amo. ESCENA X
Alberto. ¿Pues cuándo le hablastes?
Bhitón. Ruego. Dichos, menos Leonela.
Alberto. ¿Y os mandó aguardarme aquí? , Alberto. Ea, perros, por aquí.
Br itón. Sí, y sanca de frantiquero Lelio. Ya dije que no yamemo
ocho reale para vina, perra á nadie, que también
que esa nobre cagayero. hay en mundo branca perro.
Alberto. Alto; viendo mi tardanza, Alberto Pues ¿de qué se entona el galgo?
dándole prisa el deseo, Britón. Négoro fa cagayero
los debió de enviar aquí. y no hay négoro sudío;
Aguardadme en este puesto, que come mantega y puerco.
iré á avisar á la dama Alberto Hablen menos y anden más,
que habéis de llevar. que ya se me va subiendo
Britón. Queremo, haga Valerio co eya á las narices el humo.
quaquala. Lelio. Po lo Dioso jelalero
{Vase Alberto.) que han de pagá de un beyaco
con cozo é lale con cuero
ESCENA VIll de buey.
Dichos, menos Alberto. Britón. Dale culubán.
Alberto ¡Ay!
Lelio. Primo, callemo. Britón. ¿Qucjamo?
Famosamente se traza. Alberto ¡Ay! que me han muerto.
Britón. Bueno se le va poniendo Lei.io. Siguele por que se aleje,
el ojo al haca. que al momento volveremos
Lelio. ¡Oh qué noche! por la silla.
Britón. " No la dormirás al menos. Bhitón. Bien se traza.
Lei.io. Lindo embuste. (De dentro.)
Britón. Para tí, Alberto ¡Ah perrazos!
que yo soy sólo el jumento Britón. Aguala á perro, (Vanse.)

S
i5o QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

ESCENA XI determino entrarme dentro,


que también sabe el honor
. Sale Oleandro.
disfrazarse como amor;
La silla que mi deshonra trazas tienen de ser éstas
lleva he seguido encubierto para mi ofensor molestas,
hasta aquí, por conocer pues me ha de llevar su gente
quién es su lascivo dueño. sobre sí, cual penitente
Pues dándolos muerte juntos que lleva su cruz á cuestas. (Entrase.
verá Florencia si tengo
la sangre helada, ó si hierve
con la venganza, que es fuego. ESCENA XII
Pero sola se ha quedado,
Salen los Negros.— Dichos.
porque los mozos huyeron;
amor, dejadme vengar, Lelio. Bien le habemos alejado.
pues mi enojo es cual vos, ciego.- Britón. Cual novillo va corrido.
Deshonra de aquestas canas Lelio. Habíase de haber ido
á quien tan mal pago das. la dama, que hemos tardado.
Lamia torpe: ¿dónde vas? Britón. ¿Donde diablos, si ha cerrado
¿por qué mi sangre profanas? su puerta? Cual plomo pesa.
Tus mocedades livianas Aquí está.
castiga quien de ese talle Lelio. Famosa empresa.
quiere que en la calle te halle Britón. Como de tu ingenio fué.
y huye tu desenvoltura, Lelio. Peldona vuesa mecé.
pues, al fin, como basura Anda, pumo.
te han arrojado á la calle. Britón. Vamo apriesa.
No por pesada te suelta (Llévanla de un cabo á otro del tablado.)
quien á cuestas te llevaba,
pues tu liviandad bastaba
á dar á Italia una vuelta. ESCENA XIII
Mas como te vió resuelta
á ser de tu honor tirana, Sale Valerio.—Dichos.
tu propio peso amilana
sus fuerzas, porque confiesa Valerio. O el esperar al que aguarda
que la cosa que más pesa con sofísticos engaños
es una mujer liviana. le vende instantes por años,
El modo y traza condeno ó mi Margarita tarda.
con que tu infamia procura Pero estos los negros son
dar muestras de tu locura, y esta la silla en que viene
pues vas sin silla y sin treno; quien ha ya un año que tiene
que enfrenaras fuera bueno en mi pecho posesión.
la torpeza que te abrasa. (Requebrando al viejo.)
Entra en casa, si es que pasa Sol mío: ¿que maravilla
por ello y te admite en sí, de noche os saca bizarro,
que, por echarte de sí, y saliendo el sol en carro,
te abrió sus puertas mi casa. sois vos sol y andáis en silla?
Para dar al vicio entrada Pero, pues dejáis el coche,
las abrió Leonela ahora, corred cortinas también,
que siempre de la señora porque los que en silla os ven,
es retrato la criada. t puedan ver al sol de noche.
Sólo has tenido de honrada ¿No queréis hablarme, amores,
el irte sin responder, mi bien, mi dueño, mi vida?
con que has podido vencer Muda seréis mi homicida.
aquesta daga desnuda; Britón. Cagayero dejan frores
pero ¿cuándo no fué muda que pensan mucho mujer
la vergüenza en la mujer? y queremo caminar.
Gente viene; al que me ofende Valerio. Pues por aquí habéis de echar,
no conozco; hablarle intento; que en cas de Lelio ha de ser
engendrado ha atrevimiento donde habéis de parar.
el enojo que me enciende. Lelio. Bueno.
Si en esta silla pretende Anda con Dioso, que aquí
deshonrarme mi enemigo, sabemo dó va.
con ir en ella consigo Valerio. Qué, ¿así
que sea en venganza igual, me desconocéis?
esta silla tribunal Britón. Sereno
de mi agravio y su castigo. no conoce que está obscuro.
Ahora bien: aunque el temor Valerio. Valerio soy.
tiene en la vejez su centro, Britón. Para eya.
ACTO PRIMERO l5l
Le lio. No sa para vos donceya, si hasta aquí trujiste silla,
apartame desde hoy más te pon albarda.
Valerio. Perros, juro. Lelio. ¿Hay burla mayor? Metamos
Britón. No yama perro, que hay palo, las dos en este zaguán,
de siya y hay cureón. y vámonos.
Valerio. ¿No es linda disolución? Britón. Ganapán
Lelio. Que yeva pasa Gonzalo sin fruto.
si no aparta de camino. Lelio. Buenos quedamos.
Valerio. Basta, que burlan de mí: Britón. En blanco nos han dejado;
ó habéis de echar por aquí, mas miento, mejor diré,
ó he de hacer un desatino. pues contigo me tizné,
(Echa mano y da espaldarazos.) que nos dejan en tiznado.
Ea, perros, caminemos Lei.io. Llega ya, y la silla carga.
ó moriréis á estocadas. Britón. Cuento hay para muchos días,
Lelio. Compañeras cuchuradas, mas buen despacho tenías
palo de siya tenemos, si te echaras con la carga.
aguarda vuesa mecé
y veremos maravilla.
(Llégase á sacar á Margarita y descu ACTO SEGUNDO
bre al viejo que sale, y echa mano.)
Valerio. Amores: sal de la silla
y á casa te llevaré. ESCENA PRIMERA
Mas ¿qué es esto?
Ci.eand. El desengaño Sale Lelio quitándole á Lisarda, su esposa, unas
que has de ver en mi venganza; joyas, y Britón.
la burla de tu esperanza, Lelio.
de tu atrevimiento el daño.
No es Margarita mujer Por vida de los dos, que no las quiero
que, deshonrando su casa, para jugar. Lisarda, no me enojes;
al deseo que te abrasa he menester un poco de dinero,
tiene de corresponder. é importa que esas joyas te despojes
Que ella misma me avisó para empeñarlas, no para venderlas.
de tu intención atrevida, Lisarda.
y el castigo de tu vida
aquí dentro me metió. En lindo tiempo, por mi fe, me coges;
La espada tienes desnuda: deseo debes de tener de verlas
si, como afrentas mujeres, empleadas mejor en otro cuello
tu infamia defender quieres, más digno que no yo de mi oro y perlas.
palabras en obras muda, Es dama al uso, que tendrá el cabello
que si me haces que trasnoche, negro, que ya no se usan hebras de oro,
á matarte es, enemigo. y si es moreno el rostro será bello.
Valerio No suelen reñir conmigo Lelio.
fantasmas que andan de noche.
¡Jesús, mil veces! No puedo ¡Oh, qué pesada estás! Porque te adoro
creer que Oleandro seas, te atreves á enojarme.
sino el diablo, que deseas
ponerme de noche miedo. Lisarda.
Y no será maravilla, ¿Es ojizarca?
que, según el mal gobierno Pero ojinegra es, que no lo ignoro;
de mi vida, del infierno en los tiempos del Dante y del Petrarca
demonios traigan la silla. los ojos zarcos eran los mejores,
¡Jesús, infinitas veces! adorados del príncipe y monarca,
¿La Margarita sois vos? y á los negros rasgados dan favores;
No más amores por Dios. (Vase.) que las bellezas son como el vestido,
Cleand. ¿De un viejo huyes? Bien mereces que mudan con la hechura los colores.
nombre infame de cobarde;
soy pesado, no te sigo; Lelio.
mas yo te daré castigo; Quítate ya esas joyas, que he tenido
que si llega nunca es tarde. (Vase.) mucha paciencia; ¡ea!
Britón. Burlaos con silla ó con coche. Lisarda.
¡Oigan cómo ha enmudecido!
¡Gentil dama hemos traído!; ¿Qué es aquesto?
duerme con ella una noche. ¿Cuándo, Lelio, el respeto me has perdido?
Lelio. Déjame. Dos años ha que el yugo nos ha puesto
Britón. ¡Burla gallarda! del conyugal amor la Iglesia santa,
Dado te han linda papilla, tirando á su coyunda el carro honesto,
l52 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

voluntad me has mostrado siempre tanta, ¿Hanme visto llevar algún recado.-*
que á cuantas damas hay envidia he dado. ¿Cuándo te traje yo carta ó billete?
Pues ¿qué mudanza mi ventura espanta? Siempre el rosario traigo en cuello ó mano,
De un mes acá te veo tan trocado, dentro mi faltriquera no se mete.
que, si antes á las nueve te acostabas, De fray Luis, y porque veas si miento,
volver sueles al alba disfrazado. estas hojas dirán si soy cristiano.
Apenas, Lelio, de comer acabas [Vti á sacar un libro de la faltriquera y saca en
cuando, antes que levanten los manteles, vuelta al rosario una barajacienaipes,que se te cae.)
tomas la capa que antes olvidabas.
Jugaste, y aunque pocas veces sueles Lisarda.
gastar el tiempo en esto, ya has perdido Muy bien lo dicen, pues de ciento en ciento
el dinero, la plata y los doseles, te salen á abonar descuadernados
y no tan malo, si en el juego ha sido como tu vida; y quién te da sustento
esta pérdida sola y no en desvelos de esas y de otras cartas despachadas;
que sospecho te traen desvanecido; por el infierno debes ser correo.
que el juego que hay peor es el de celos,
pues pierden con la vida la paciencia. Britón.
Lelio. ¡A afrentarme salistes desolladas!
¡Volveos al nido, que en mi muerte creo,
¿Quieres, Lisarda, no llorarme duelos? que de vosotras, en lugar de tablas,
Ni el juego ni el amor me da licencia he de hacer ataúd, según deseo
para quitarte joyas que no he dado, que andéis conmigo siempre!
pues las trajo tu dote por herencia;
salí fiador, estoy ejecutado, Lelio.
no quiero que entre en casa la justicia En vano entablas
y lo sepan tu tío y mi cuñado; dilaciones; del cuello el oro quita,
otras joyas habrá de más codicia que pierdo tiempo mientras tanto me hablas.
que comprarte prometo; acaba, amores. Quita las perlas.
Lisarda. Lisarda.
Ya esa fianza vino á mi noticia, ¿Qué furor te incita?
deuda es que tiene muchos acreedores, ¿No están mejor al cuello de tu esposa
y aunque su honra es ya dita quebrada, que no al cuello...
se empeñan más por eíla sus deudores. Lelio.
No estoy, Lelio, en tu amor tan descuidada,
que aunque callo y consiento, no trasnoche ¿D¡ quién?
celosa con razón, y desvelada. Lisarda.
Bien piensas tú que del disfraz de anoche
tan ignorante estoy que no he sabido De Margarita?
la negra traza de la silla ó coche. Lelio.
Autor de este entremés debe haber sido
aqueste bienaventurado. No digas necedades, si celosa
estás; que es tan honrada como bella
Britón. Margarita, y doncella generosa.
¡Bueno! LlSAHDA.
Yo he de tener la culpa. Si ha perdido,
Britón le hizo perder; si del sereno Será virgen y madre, si es doncella,
le duele la cabeza, este bellaco que de Valerio dicen que ha parido.
de Britón es la causa; si el moreno
se emborracha con vino ó con tabaco, Lelio.
Britón le dió á beber; si falta en Mientes, y toma; acordaráste del la.
casa alguna cosa, Britoncillo es caco. (Dale un bofetón.")
No lo puedo sufrir, de raya pasa, Lisarda.
un año ha que te sirvo, hagamos cuenta, ¡Ay, cielos!
diez reales cada mes me das por tasa, Britón.
aquí está el papelillo en que se asienta
lo que recibo; débesme once reales Más me pesa, que has rompido
menos tres cuartos, no tengo otra renta, la sarta.
páguenmelos y adiós, y sean cabales. Lelio.
Lelio. Los anillos le he quitado
¿Estás sin seso? y los zarcillos.
Britón. Britón.
Estoy muy enojado Su pirata has sido.
y harto de llevar ya tus atabales.
A un hombre como yo bien opinado Lelio.
no es razón que le llamen alcahuete. Coge las perlas.
ACTO SEGUNDO i53
l,RiTÓN. Lelio.
¿No me ves bajado, Si la he reñido, ¿qué tenemos ahora?
cual fraile en Gloriapatri? Quhéla estos zarcillos y estas perlas
que llevo, áuna mujer; quiso, habladora,
por resistirme consentir romperlas,
ESCENA II y dile el bofetón que te ha ofendido;
Roselio.— Dichos. estas las joyas son, si quieres verlas.
Roselio. Roselio.
¿Qué es aquesto? ¿Por qué la tratas mal?
Lisarda, ¿de qué lloras? Lelio.
Lisarda. Soy su marido.
He quebrado Roselio.
la sarta de las perlas en que he puesto
Una vez sola pone el que es honrado
todo mi gusto.
la mano en su mujer: si infame ha sido.
Britón. No le quites el oro que no has dado,
No hay más linda pieza vuélveselo, ó si no...
que una mujer para mentir de presto.
Lelio.
Roselio. Aparta viejo,
No es esa la ocasión de tu tristeza; si no quieres.
que no eres tú, sobrina, tan liviana Roselio.
que por eso des muestras de tristeza. La sangre se me ha helado;
¿Qué es eso del carrillo? Mas la grana mas no por eso que me injuries dejo.
en que se tiñe el daño que recelas l las de darle las perlas.
y tu honrada respuesta me hizo llana.
Lelio, ¿hasla dado? Lelio.

Lei.io. ¡Buen aviso!


Pagarte á coces quiero ese consejo.
¿Yo? {Derríbale y dale de coces.)
Roselio. Lisarda.
¿A mi tío?
Deja cautelas. Lelio.
Britón: ¿qué es esto?
El se tiene lo que quiso.
Britón.
Roselio.
Es una niñería, Soy tierra; en fin, atréveste á la tierra.
un dolorcillo que le dió de muelas.
Lelio.
Roselio.
Pues si eres tierra con razón te piso.
¿Calláis los dos? A la sospecha mía
doy crédito; la cara de Lisarda Britón.
es un papel que á mi venganza envía, Hoy reina alguna suegra, todo es guerra.
tinta es la sangre que la letra aguarda, (Vanse ios dos.)
con cinco plumas la escribió el villano
valiente con mujeres que acobarda. ESCENA III
Lisa roa. Roselio y Lisarda.
Por mi fe que te engañas. Roselio. ¿A mí en el suelo y de coces?
Lisarda: dame una espada.
Roselio. Lisarda. Sosiégate, no des voces,
Jura en vano, que no es justo sepan nada
que ya en la plana de tu rostro veo los vecinos.
el renglón riguroso de la mano. Roselio. Mal conoces
¡Ah Lelio, Lelio! ¿es este el justo empleo mi condición, ¡vive el cielo!
que hace en ti de Lisarda que te adora? ¿De un cobarde mal nacido?
Lisarda. Deja las leyes del duelo,
Lisarda. que tú la culpa has tenido
de que te echase en el suelo.
No ha reñido conmigo. Roselio. ¿Yo la culpa en defender
Roselio. tu injuria? ¿En mí un mozalbete
las manos ha de poner?
Va lo veo. Lisarda. Eso tiene quien se mete
1
i 54 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

entre marido y mujer. con alborotos y voces,


¿Qué tengo yo que no sea y en tierra me precipita,
de Lelio? darásme otra vez de coces
Rosei io. ¿A ti un bofetón? por amor de Margarita.
Lisarda. Ni me afrenta, ni me afea; Valerio. ¿Cómo es eso?
afeites del honor son Roselio. A su mujer
con que el amor se hermosea. las joyas Lelio ha quitado
Es mi esposo, hacerlo pudo. que no le sup» traer,
RosEi.io. Hablas al fin como honrada; y un bofetón le ha costado
pero el acero desnudo, el quererlas defender.
ya jubilado en la espada Y porque yo, como tio,
me vengará. sus locuras reprendí,
Lisarda. De eso dudo. (Vase.) fué tanto su desvario,
que puso los pies en mí.
¡Mira que valiente brío!
ESCENA IV A Margarita pretende;
Roselio y Valerio. para ella las joyas son
con que su interés entiende.
Rosplio. ¿Aquí estás? ¿Cómo te atreves Si es esta la posesión
salir en público así, que tu deshonra te vende,
si por tus costumbres leves cómprala, y cual Lelio yerra;
anda Cleandro tras ti, echa á mal mi hacienda así
y antiguos enojos mueves? y de casa la destierra;
Valerio. Quiero hoy volverme al aldea písala bien como á mí
y he menester que me des Lelio me ha pisado en tierra. (Vase.y
unos escudos. Valerio. ¿Lelio á mi padre ha injuriado?
Roselio. Granjea ¿Lelio en Margarita, ¡cielosl
tu hacienda así, que después emplea hacienda y cuidado?
no es mucho que corta sea. ¿Lelio afrentas? ¿Lelio celos?
¿Cuántos los escudos son? mas ¿qué mucho si es cuñado?
Valerio. Quinientos. Voileá buscar, que mejor
Roselio. Pues ¿para qué? satisfará á mi esperanza
Valerio. Compro cierta posesión. que á la lengua mi valor;
Roselio. ¿Tú, posesión? Ya yo sé daré de un golpe venganza
de tu santa inclinación á mi padre y á mi amor. (Vase.)
la posesión en que estriba
tu liviana voluntad,
en torpes vicios cautiva. ESCENA V
Valerio. ¡Por Dios que es una heredad!
Roselio. Si es heredad, será viva. Leonela y Margarita.
Valerio. ¡Oh, que de ello que me cuesta
cualquier cosa que me das! Leonela. ¡Buena traza!
Digo que es para una fiesta; Margar. No más silla.
para jugar; ¿quieres más? Leonela.■.¿Escarmentarás desde hoy?
para una mujer. Margar. Triste desde anoche estoy;
Roselio. Y honesta. alcánzame esa almohadilla
Valerio. ¿Tienes otro que te herede que la labor entretiene,
más que á mí y para que estimes olvidaré pesadumbres.
lo que es justo, que acá quede? {Dale vainicas, y toma Leonela randas.')
Ya soy hombre, no escatimes Leonela. Cuando á ella te acostumbres,
lo que mi edad me concede. si amor quiere, tan bien viene
Roselio. ¿Tantos pasos y argumentos, á la labor como al ocio;
gastas, si en darte me fundo, pues tal vez si le aprovecha,
los reales cientos á cientos? hace de la aguja flecha
Valerio. Más que un hermano segundo con que entabla su negocio.
en cobrar sus alimentos. Margar. Como es la materia blanda,
Si me los tienes de dar, aunque se suele picar,
¿para qué con esa flema huélgase tal vez de andar
me los haces desear? entre la aguja y la holanda.
Roselio. A ti y Lelio un mismo tema ¿Has las randas acabado?
os hace locos de atar. Leonela. No, porque aunque son ligeros,
Ea, en mí las manos pon, cánsanme cien majaderos
como hizo Lelio en tu prima; que haciendo un manoteado
si te parece razón, enmarañan mi labor.
mi cano rostro lastima, Margar. Si un majadero no más
dame en él un bofetón. da tanto enfado, ¿qué harás
El oro y joyas me quita con ciento juntos?
ACTO SEGUNDO I 55
Leonela. Mejor que no hay gusto con consejo;
son éstos que están atados; mas ¡Válgame Dios! ¿quién canta?
pues menos tormento dieran Voz. (Canta de dentro.)
los necios como estuvieran «Margarita, Margarita:
del modo que éstos colgados. maldita fuera mejor
Margar. Leonela: ¿no es gentil hombre que te llamase Florencia,
Lelio? pues eres su maldición.»
Leonela. Tu pretendiente es Margar. ¿Quién puede ser la que canta?
rico, galán y cortés; ¡Ay cielos, qué triste voz!
pero como tiene nombre Los cabellos me ha erizado,
de casado, no me agrada. palpítame el corazón.
Para mí mucho ha perdido ¡Hola! ¿quién canta allá dentro?
en serlo. Pero ¡qué medrosa soy!;
Margar. ¿Por qué? alguna de mis criadas
Leonela. Un marido es que está haciendo labor.
que es con carga tan pesada Cante alegre ó cante triste,
ganapán del matrimonio, que el uno y el otro son,
sufre mucho. suspenden y avivan más
Margar. Bueno está. sentimientos del amor.
Leonela. Un marido sufrirá Voz. (Canta., «Margarita te llamaron,
todo un falso testimonio. pero no conforma, no,
Margas. ¿Por qué, que estás importuna? con tus obras tu apellido
¿De todo has de mal decir? con tus vicios tu valor.
Leonela. Hombre que puede sufrir Libre tecrió tu madre
el ruido de una cuna, causando tu perdición,
¿qué diablos no sufrirá ¡pobre de ella, cuál lo paga!
al lado de una mujer de llamases su prisión.»
que por fuerza ha de tener Margar. ¿Qué es esto? ¿A mí se dedican
las inmundicias que ya los versos de esta canción?
te constan? ¿Mi libertad reprehenden?
Margar. Eso es sin duda. ¿Maldicenmi inclinación?
Leonela. ¿No sufre másque un peñasco Este es mucho atrevimiento:
hombre que no tiene asco ¿cuándo sufrí burlas yo?
de un rostro con paño ó muda? Castigaré en la criada'
Margar. Galán melindroso hicieras. este agravio, ¡vive Dios!
Amor Lelio me ha mostrado, ¡Hola! Florisa, Marcela,
liberal me ha regalado Faustina, Andronio, León.
y me agradan sus quimeras, ¿No me responde ninguno?
pues Valerio es sospechoso, ¿Si estoy soñando? Mas no,
y mi padre de éste está no debe de ser de casa
seguro; tráemele acá, la cantora ó el cantor
que, aunque el viejo es receloso, - que mi vida satiriza;
cuando venga y le halle aquí, algún vil murmurador
no faltará una mentira de los de mi vecindad
que le engañe. me piensa poner temor.
Leonela. Si él suspira Digan, allá se lo hayan:
y tú le escuchas así, libres son y libre soy.
voy por él, servirte quiero. De la más santa murmuran;
Margar. Que varíe me has mandado; del rey como del pastor;
sabré á qué sabe un casado mas que digan que mi madre,
pues ya sé lo que es soltero. porque libre me crió,
Leonela. A ambos puedes reducillos. se abrasa, esta es desvergüenza;
Margar. ¿Dos juntos? ¡Líbreme Dios! sufrirlo será baldón,
Leonela. Lo bueno es de dos en dos, castigarle será justo. —
que es comer á dos carrillos. (Vast.) ¡Hola! llamadme á Gascón,
ese mozo de caballos.
Mas, ¿qué es esto? loca estoy.
ESCENA VI ¿No hay en Florencia mujeres
de mi nombre y que no son
Maagarita.—Luego una Voz dentro. de más benditas costumbres
ni más honestas que yo?
Margar. La inclinación de mi edad Cantes de ellas y de mí,
más gusta oir cada día que yo les daré desde hoy
sermón en la Compañía materia para sus versos,
que misa en la Soledad. porque he de vivir peor.
Sola estoy y no soy santa, Voz. (Cania.)
perdone mi padre viejo «No harás, porque antes de mucho
56 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA
el infernal cazador (Al son de música alegre se descubre
que caza almas, con tus oios una escalera hecha de rosarios, y sobre
perderá tu posesión. ella una silla muy hermosa y sobre lasilla
Aunque has perdido la cuenta, una corona de oro.)
de tu vida en un sermón, Voz. (Canta.) «£¡ cordel que te remedie
por las cuentas de un rosario, las cuerdas divinas son
borrará tus cuentas Dios. de esta escala, donde sirve
A un hombre puesto en un palo cada cuenta de escalón
has de tener tanto amor, por ella, para que suba
que has de perder el juicio hasta el cielo el pecador,
en la vulgar opinión.» da la mano poderosa
Margar. ¿Cómo? ¿Yo á un ajusticiado? su admirable devoción.
¿A un hombre en un palo ) o? Silla y corona de rosas
¿Yo á difuntos? ¿Yo sin seso? es quien paga el fruto en flor
Desmayos me da el temor. á María, flor de gracia,
¿Mujer de mi calidad é intenta tu conversión.
Fia de estar sin lo mejor Teje del rosal divino
del alma, que es el juicio? del rosario y su oración
¿Yo amante de quien perdió las rosas de sus misterios,
la vida en un palo vil? si alcanzar quieres perdón.»
No es buena satisfacción Margar. ¡Oh, qué belleza de silla!
de mis culpas deshonrarme; El alma me consoló,
perdonaráme el sermón, encubrióse su hermosura,
si sermones han de ser la voz dió fin á su voz.
causa de mi conversión. Entre el consuelo y tristeza,
No he de oírlos en mi vida; la esperanza y el temor,
intente otros medios Dios, me tienen entre dos aguas
que por ése no haya miedo y me cubre un frío sudor.
que me coja, pues desde hoy ¡Cuánto va de silla á silla,
no he de oir sermón ni misa; válgame el poder de Dios;
vuélvome á hacer mi labor. y de corona á corona,
¡Ay! si Leonela viniese, íle reino á reino! Venció
si entrase conversación el temor aquesta vez.
y dejase decantar ¡Viva la virtud! desde hoy,
aquesta agorera voz. salgan los vicios de casa;
Voz. (Canta.) «Margarita: ¿de qué sirve salid fuera, torpe amor. (Vast.)
hacer piernas contra Dios,
ni tirar, cual dijo á Pablo,
coces contra el aguijón? ESCENA VII
Si de tu libre albedrío Í.Ei.io y Valerio acuchillándose, Leonela
siguieres la inclinación dando voces. ;
y sus vicios no dejares,
darántc mal galardón. Lf.ONEí.a. •
(Descúbrese al son de tristes instru ¡Valerio, envaina, que me causas miedo!
mentas una escalera de flores, y al cabo ¡Jesús! Lelio, ¿no ves que estoy preñada?
una silla y corona de fuego.) Palpitaciones tengo, muerta quedo;
»En el reino del espanto, no hay coco para mí como una espada.
entre fuego y confusión, Valerio.
aquesta silla te espera
sino excusas tu rigor. Amigo al uso, no verás si puedo
Aunque por flores se sube, la traza infame de tu amor vengada;
que el deleite es torpe tlor, que á castigar en ti me traen los cielos
este es el fruto que ofrecen la injuria de mi padre y de mis celos.
flores que de vicios son. Lisarda es prima mía, en quien villano
En vez de oro tiene fuego, la vil mano pusiste, que atrevida
brasas sus follajes son, muestra tu infamia, aunque se excuse en vano,
su corona basiliscos, porque quede tu afrenta conocida,
azufre y pez es su olor.» no pone el noble en su mujer la mano
Margar. ¡Ay, cielos; qué horrenda vista! sí no es para, quitándola la vida,
Leonela, Fabia, señor, mostrar que, ocasionando su deshonra,
criados, vecinos, gente, no le dió menos causa que en la honra.
¿ninguno me da favor? Y porque de defender mi padre trata
Pues que ninguno me ayuda, de su sobrina el lícito decoro,
matarme será mejor; pisaste vil su venerable plata,
¿no hay cordel que sea verdugo cuando á tu esposa le quitaste el oro.
de mi desesperación? ¡Bravas hazañas! ¡Tu valor quilata
ACTO SEGUNDO ,57
con viejos y mujeres; ya no ignoro ten de tu vida, loco viejo, cuenta,
el esfuerzo que en ti tiene su espejo la lengua que agraviar honras intenta
hiriendo á una mujer, pisando á un viejo. mejor que de tu hija.
Lelio. Cleandro.
Con la mano te pienso dar respuesta, Por que enfrenes,
ya que asi te desbordas y desmandas, el bocado de acero es esta espada
pues es la espada lengua. que en orden la pondrá si es desbocada
( Vanse.)
Valerio.
En ti molesta ESCENA IX
y no enseñada, pues tan mal la mandas,
que, en fin, como tu mano descompuesta, Salen Alberto y Britón riñendo.
rostros tiernos afrenta y canas blandas,
no podrás de cobarde delicado Bhitón.
sufrir el peso del acero honrado. Medio lacayo, no lacayo entero;
Leí. io. medio aún es mucho, cuarterón, ¡qué digo!
dos onzas de lacayo; caballero
Habla cuanto quisieres, que no irrita ando en honrarte siendo mi enemigo;
tu cólera el valor que en mí conoces. una onza de lacayo, y aún no quiero
Sólo digo que adoro á Margarita darte una onza, que seré prodigo;
y que he de procurar que no la goces. adarme de lacayo á quien desmayo,
¿adarme? escrupulillo de lacayo;
Valerio.
¿tú con Leonela, fregatriz divina,
¡Oh, infame! Aguarda. célebre desde el Ganjes hasta el Tajo,
que dando censo en agua á su cocina,
Leonela. de los rayos del sol hizo estropajo?
¡Santa Inés bendita; ¿Tú con una mujer que Celestina
que se matan! ¡San Roque! crió á sus pechos y en sus brazos trajo,
á quien el orador como el poeta
Lelio. llaman en prosa y verso alcahueta?
Si de coces ¿Tú, competir conmigo? ¡Vive el vino!
di á tu padre, mis pies que le maltratan que he de hacer un castigo más sonado
te pisarán la boca. que mocos con tabaco.

Leonela. Alberto.
¡Que se matan! No me indino
{Vanse.) así, ni he de reñir sino enojado.
Veme encendiendo más, habla sin tino;
podrá ser que de injurias enojado
ESCENA VIII saque la espada, en castidad Lucrecia,
que como a gusarapa te desprecia.
Riñendo Clkandro y Rosklio.
Brítón.
RoSELIo.
Con la lengua desnuda de esta espada ¿Yo gusarapa? ¡Mientes!
digo otra vez que, mientras tenga vida,
no se verá tu hija desposada Alberto.
con Valerio, aunque más palabras pida. No es nada eso;
Cleandro. dime más.
Brítón.
No es Valerio tan noble.
Digo que eres un gabacho.
Roselio.
Alberto.
Ni ella honrada.
Y sin honra, ¿qué importa ser nacida Fuélo mi padre, la verdad confieso;
de Augustos y Alejandros excelentes, Dime más.
como es para injuriarlos así? Brítón.
Cleandro. Digo que eres un borracho.
¡Mientes!
Roselio. Alberto.
Gloríome de serlo.
No puedes afrentarme, que no tienes
honra; y sin ella yn hombre nunca afrenta; Brítón.
mas, pues tan loco á despeñarte vienes, Eres confeso.
i58 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA
Alberto. Margarita.
Confesor y no mártir no es despacho Basta y sobra
que me pueda afrentar.
Leonela.
Britón.
Quien á lo humano gasta, á lo divino
Eres marido. es avarienta.
Alberto. Margarita.

¿Marido yo? Mi enojo has tneendido. Deja ya esa obra,


Mientes hasta la enjundia, y echa afuera que tanta santidad es desatino;
la virginal espada. si Lelio viene y los cabellos cobra.
á la ocasión, hacerle determino
cacique de estas Indias.
ESCENA X Leonela.
Leonela y Margarita.— Dichos. Es bizarro,
y tú su Potos! si él tu Pizarro.
Leonela. Mas ¿qué es esto?
Sal, señota, Britón.
si no pretendes que tu padre muera, Desgracia nunca oída.
que con Roselio se mataba ahora. Lelio ha herido á Valerio malamente,
Margarita. y dos horas no más le dan de vida,
que está sin habla y ya ni ve ni siente;
Cuando le maten en la edad postrera sus parientes te llaman su homicida.
no muere mal logrado, ni me azora
ese temor: peor será que viva. Margarita.

Alberto. No hago caso de dichos de la gente.


Pésame, cierto; y Lelio, ¿dónde ha huido?
Échese hacia acá abajo.
Britón.
Britón.
Está en Predicadores retraído.
Echo hacia arriba. Pero no es la mayor desgracia ésta,
Leonela. que tu padre también...
Valerio que, celoso, está informado Margarita.
de que Lelio te sirve, le provoca ¿Cómo?
hasta haberse los dos acuchillado
Britón.
Margarita. Ha quedado
Pues ¿eso te da pena? Calla, loca, herido y preso, y no por causa honesta;
que una mujer que por el mundo ha dado que el padre de Valerio le ha afrentado
no gana fama, ó la que gana es poca, y está preso también.
por más amantes que su garbo inquiete,
si no han muerto por ella seis ó siete. Leonela.
Hagamos fiesta,
Leonela. pues se te cumple ya lo deseado.
¿Esa es la santidad que prometías
á la visión que viste y me has contado? Margarita.
¿Dónde le tienen preso?
Margarita.
Debieron de ser vanas fantasías; Britón.
soy moza, no me pongas en cuidado; En el palacio
malograré mi edad en breves días viejo del Duque, y por su Alcaide á Horacio.
si miro en disparates que he soñado.
Margarita.
Leonela.
El alma es de tu madre que te avisa. ¿La herida es algo?

Margarita. Britón.
No, cierto rasguño
Mañana daré un real para una misa.
de oreja á oreja.
Leonela. Margarita.
¿Un real? Limosna larga. jCómo?
ACTO SESUNDO I 59
Britón. Leonela.
Miento, miento; ¡Ay, cerbatana!
hirióle en la muñeca, junto al puño,
Roselio; mas no es nada. Britón.
¡A y, tercerona!
Margarita. Leonei.a.
Verle intento. Y ¡ay, alcabalero!

Britón. Britón.
¡Ay, trota calles!
Aqueste vuestro amor es el dimuño:
matáis á uno y engañáis á ciento; Leonela.
no vais á ver á vuestro padre ahora ¡A y, estriega lodos!
que está con vos airado, aunque os adora.
Britón.
Margarita. ¡Ay!
No importa, que en achaque de ir á verle Leonela.
quiero ver á tu amo, el retraído. ¡Ay!
Britón.
Britón. ¡Miz!
¿Queréisle bien? Leonela.
Margarita. ¡Zape!
Pues ¿he de aborrecerle Britón.
si por mi causa para tanto ha sido?
¡Ay, flaqueza humana!
Britón. ¡Ay!
Leonela.
Pues ahora hay lugar, si habéis de hacerle
¡Ay!
esa merced; porque al sermón ha ido Britón.
toda Florencia, que su gente aplica,
¡Púpú!
si fray Domingo de Guzmán predica;
Leonela.
y mientras que en la Iglesia está ocupada
con el dicho sermón, á un lado de ella ¡Lá, lá!
le hablarás sin que nadie note nada.
Britón.
Margarita. ¡Ay, yo soy, soy Duero!
Bien dices; todo el gusto lo atropella,
Lelio me deja tierna y obligada, Leonela.
y á fe que enciende más de una centella. ¡Ay, rasca muelas!
Britón. Britón.
Es yesca la mujer, ¡qué maravilla! ¡Ay, los ayes todos! (Vanse.)
Margarita.
Dame un manto Florisa; ¡hola! la silla, (Vase.) ESCENA XII
Salen Celio, Pinardo y Ludovico, galanes.

ESCENA XI Celio. Pues ¿de la iglesia os salís?


Pinardo. Tengo poca devoción.
Dichos, menos Margarita. Ludovic. ¿Para qué, pues, acudís
tanto á ella?
Britón. Pinardo. No el sermón
Ya que sola te quedas, di, cerrojo me trae, si lo advertís.
de cárcel traqueado, pandillera: Celio. Pues ¿qué?
¿con mi amor es razón que seas chancera, Pinardo. Lo que os trae á vos
por Albertillo manco, zurdo y cojo? Celio. Yo á ver las damas que vienen
acudo sólo, por Dios.
Leonei.a. Ludovic. Las mismas aquí me tienen.
Pinardo. Confórmome con los dos.
No hay mujer que no haga trampantojo, Celio. Buena vino la mujer
y más con el remate de escalera. de Honorato.
Váyase noramala, salga fuera. (Escúpele.) Lubovic. Quién, ¿Marfisa?
Britón. mejor suele parecer.
Pinardo. Debióse afeitar de prisa
No escupas más, que me emplastaste un ojo, y echábasele de ver.
tintero de botica. Ludovic. ¿Qué os pareció de Rosalba?
iGo QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

Celio. Brava reverencia os hizo. Pinardo. ¿Con quién?


Pinardo. Fuera más bella que el alba Celio. Con Valerio.
si no trajera postizo Pinardo. ¿Siendo
el cabello. su cuñado?
LUDOviC. Pues qué, ¿es calva? Ludovic. ¿Eso no basta?
PlNARDO. Como un San Pedro. Pinardo. ¿Y hay sangre?
Celio. ¿Y Octavia? Ludovic. Estáse muriendo
Ludovic Es vieja. Valerio.
Pinardo. No lo es Lucrecia. Pinardo. Lelio es de casta
Celio. Esa tiene mucha labia de valientes; pero entiendo
y toca en puntos de necia que celos de Margarita
porque despunta de sabia. han puesto á Valerio así.
Ludovic. ¿Casandra es de buena cara? Celio. Como á ésos el seso quita.
Pinardo. Sí; pero dicen que es puerca. Ludovic. Pues retraído está aquí
Celio. ¿La española doña Clara? Lelio.
Ludovic. No parece bien de cerca Pinardo. iQué honrada y bonita
y para de treinta es cara. que es Lisarda, su mujei!
Celio. ¿La del ginovés Marín?
Pinardo. Ilanme dicho que trae esa
una torre por chapín, ESCENA XIII
y para chica es muy gruesa.
Celio. No lo es para el flo'rentín. Sale Pi.abki.. — Dichos.
Pinardo Las hermanas Garambelas
Pinabel. ¿De cuándo acá el diablo á misa?
me agradan mucho, por Dios.
Celio. Pinabel: ¿qué hay?
Celio. Aféanlas las viruelas, Pinabel. ¿Ql'é ha de haber?
y no osan dejar las dos que el mundo se acaba aprisa.
verdugados y arandelas.
Buena es Fabia. Ludovic. ¿Como?
Ludovic Pinabel. Ahora acabo de ver
Pinardo. Malas manos. á Margarita en sermón.
Celio. ¿Y la Urbina? Pinardo. Hace una raya en el agua.
Ludovic. Es muy arisca. Ludovic. No la trae la devoción;
Pinardo ¿Laura? que, si vino, á fe que fragua
Celio. Tiene muchos granos. alguna nueva invención.
Ludovic, ¿Doriclea? Celio. ¿Habían ya comenzado
Pinardo Es medio bizca a predicar?
y habla á moros y cristianos. Pinabel. Buen rato ha.
Celio. Hoy los tres hemos venido Pinardo. ¿Y os salís?
mal contentadizos. Pinabel. Harto he llorado;
Ludovic, Son como estábades acá,
lo que hemos dicho. sali de voces cansado.
Pinardo, Ha traído
Ludovic. En fin: Margarita escucha
fray Domingo á su sermón al padre predicador;
todo el mundo. mostrará devoción.
Celio. ¿Habéisle oído? Muchas
Pinabel.
Pinardo, Una vez. señales da de dolor
Ludovic ¿Y qué os parece? ó locura con que lucha.
Pinardo. Que es un apóstol San Pablo Pinardo ¿Y la criadita?
que á darnos luz amanece. Pinabel. Quemada
Celio. No tendrá ganancia el diablo y hecha polvos la vea yo.
con él. Ludovic. iQué relamida y taimada!
Ludovic. No se desvanece. Celio. En ella el demonio halló
Pinardo. Según recoleta el mundo, una gentil camarada.
si él prosigue en predicar, Pinardo. ¡Qué bien sabe la bellaca
antes de mucho me fundo toda la girobaldía
que al demonio le han de dar del trato alcahuete!
de azotes por vagamundo. Pinabel. Saca
Estas cuentas del rosario jugo de una piedra fría.
pildoras de vicios son. Ludovic. Y guarda más que una urraca.
Ludovic Concepto de boticario.
Celio. Dejemos la devoción,
que estáis hoy extraordinario, ESCENA XIV
y decid si habéis sabido
la causa de la pendencia Andronio y Felicio.— Dichos.
de Lelio.
Pinardo Pues ¿ha reñido? Andron. ¡Gran sermón!
Ludovic, Sábelo toda Florencia, Fui.icio. Cuando Dios toca
¿y con eso habéis salido? de esta suerte un corazón,

"-\
ACTO SEGUNDO i6i
habla por la misma boca puerto es de Arrebata-capas,
del que predica. y así las ropas me quita.
Andron. El sermón Vestidos hizo el pecado
vuelve á Margarita loca, que á Adán y Eva ensambenitan;
ó la vuelve santa. la verdad anda desnuda,
Felicio. Todo adornada la mentira.
puede ser, que el mundo llama En la calle han de ver todos
loco al santo. que la hermosura fingida
Andkon. ¿De ese modo que en mí los encadenó
ya es loca y santa esta dama? piestada fué, que no mía.
Felicio. Lo primero la acomodo. Fué hermosura de alquiler,
Pinabdo. ¿Qué es esto, señores? pues claro está que la alquila
Andron. Es quien con galas es hermosa,
milagros que hace el sermón si sin ellas la abominan.
de fray Domingo, después Leonela. Pinabel, Celio, Pinardo,
que vino aquí. pues aquí estáis, reducidla,
Pinardo. La ocasión que se le va por la posta
nos decid, Andronio, pues. la medula de la vida.
Felicio. Margarita, poco á poco Pinabel. Señora: volved en vos,
en el sermón convertida que no es bien que Margarita
de Domingo, á quien invoco, tan bella y que tanto vale
ó muda de estado y vida, la lloremos hoy perdida.
ó la ha dado un furor loco. Margar. ¡Qué bien en el uso estáis,
A cada voz que intimaba idiotas, cuya doctrina
el padre predicador, cuando os rodeabais de sabios,
una joya se quitaba; la llama Pablo estulticia!
y sin mirar el valor La parábola ignoráis
de su sangre y dónde estaba, de la mujer afligida
medio desnuda y llorando, que, descuidada, perdió
el sermón interrumpía la preciosa margarita,
voces y suspiros dando. y revolviendo la casa
Pinabel. ¿Ella, santa? luz enciende, trastos quita,
Andron. ¿No podría? cofres busca, suelos barre,
Pinabel. No estoy el poder dudando galas saca, cajas mira,
del ciclo; pero primero hasta que, habiéndola hallado,
seré yo fraile que vos llama á voces las vecinas;
la veáis santa. sale de sí, fiestas hace,
Celio. No quiero gasta, festeja, convida.
dudar del poder de Dios; Pues si Margarita soy
el fin de este caso espero. y, perdiéndome en mí misma
Mas ¿no es ésta? estaba fuera de mí,
Luikjvic. Sí, y tras ella sin valor y sin estima,
toda la gente que sale. y hoy dentro de mí me busco,
Celio. Loca viene. la luz del sol encendida
Pinabel. Loca y bella. de la palabra de Dios
Andron. Como su virtud iguale que fray Domingo predica,
á sus vicios, dichosa ella. ¿qué mucho que para hallarme
arroje galas malditas,
barra el alma de sus culpas,
ESCENA XV y sin mirar quién me mira,
Mari-ahita, medio desnuda, y Pobres tras ella, pues á mí misma me hallé
y Leonela. — Dichos. cuando en mí estaba perdida,
haga fiestas por las calles
Margar. Afuera galas dañosas, y dé á los pobres albricias?
joyas torpes y lascivas, Margarita soy hallada,
plumas con que la corneja de Dios sigo la doctrina.
prestada hermosura envidia. Amigos: hagamos fiestas,
Casa del demonio he sido, á convidar voy amigas, (Baila.)
y por que al huésped despida, cantadme mil parabienes,
en fe de mudarse á ella bailemos, que la alegría
mi Dios la desentapiza. aquestos efectos causa;
Tomad, pobres de mis ojos. todos celebren mi dicha.
Leonela. ¡Ah, señora de mi vida! Leonela. Miren cuál anda el meollo,
¿en la calle te desnudas? señora, mas que nos tiran
¿no adviertes en quién te mira? pepinazos los muchachos,
Margar. Leonela: el mundo avariento, y que nos van dando gritan.
para quien por él camina, Ludovic. ¡Hay lástima semejante!
COMEDIAS DE TIRSO DE MOi.INA.— TOMO II
IÓ2 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

Margar. ¿Esta es lástima? ¿Y la vida Leonela. ¿Qué quieres? Todos andamos


que yo tuve y vos tenéis á lo capacho; yo y todo,
os alegra y no os lastima? como ves, ando del modo
Muy necio sois para alcalde. que anda un Domingo de Ramos,
Leonei.a ¿Qué hacéis, señores? Asidla suspirando por instantes,
y á su casa la volvamos. vestida de devoción,
¡Malhaya nuestra venida! siendo en toda procesión
Pinardo. No os habéis de desnudar; paso de disciplinantes;
ni porque estéis convertida y, en fin, si en la vita bona
habéis de hablar disparates. que ya me hacen dar de mano,
Margar. Quien es loca que los diga, fui bellaca ácanto llano
¿Dónde me lleváis? ya soy santa socarrona.
Celio. A casa. Todo se muda; el camino
Tenedla y vaya. de virtud sigo, ¿qué quieres?
Margar. ¡Oh que linda Britón. Mejor medrarás si hicieres
compañía me llevaba! fayancas á lo divino.
¡Afuera gente lascival Leonel*. El rosario y fray Domingo
que si se pagan los vicios han acabado esto y más.
por las malas compañías Britón. Hecha un almíbar estás
no quiero que me paguéis del cielo; si en ti me pringo
los vuestros, ya que estoy limpia; pegaráseme el ser santo.
¡Fuera, digo, gigantones Leonei.a. Pues llegue, que aquí hay cordón
del mundol La seda encima que tiene por devoción
y la paja por de dentro, diez ñuditos como un canto.
amantes a la malicia, Lei.io. Qué, ¿no se acuerda de mi
que soy amante de veras. tu señora?
Pinardo. Dejadla, que desatina Leonela. No hay que hablar,
v está furiosa. (Vanse.) con rezar y más rezar
Voces. (De dentro.) A la loca. al malo aparta de sí.
Trae al cuello de ordinario
más cuentas que un buhonero.
ESCENA XVI Lelio. De esa suerte yo me muero.
Leonela. Conviértete tú en rosario
Margarita sola.
y á su cuello te traerá.
Mi Dios, si hizo el mundo estima Lelio. Luego ¿de nada ha servido
de mi frágil hermosura, lo que de mí has recibido?
hoy al menosprecio incita; Luego ¿en vano escrito te ha
llámenme loca por Vos, en esta ausencia mi amor,
seré la loca divina. que de su industria discreta
¡Albricias me pedí, cielos, albricias! te aproveches?
que si soy la perdida Margarita, Leonela. No hay receta,
puestá la luz de la verdad me hallaron por sabio que sea el doctor,
venga mi Dios y le dará su hallazgo. que aproveche si el enfermo
no la quiere ejecutar;
no tienes que me culpar,
que en verdad que no me duermo.
No hay ocasión de nombrarte
ACTO TERCERO que, encajándole la historia,
no le traiga á la memoria
lo mucho que debe amarte.
ESCENA PRIMERA Y aun hubo vez que mohína,
después que me reprendió,
Sale Leonela á lo beato, Lelio y Britón de sin que ayunase, me dió
peregrinos. colación de disciplina.
Viene fray Domingo á casa,
Lei.io. Un año, Leonela, he estado y endiósala de manera
en el duro cautiverio que, si al mundo fué de cera,
de la ausencia, y de Valerio para Dios es ya de masa.
temeroso; él ha sanado Su padre esta tan contento
y yo por puntos peor como antes estaba triste;
moriré, pues Margarita sayal ó estameña viste,
mudada imposibilita hierbas son nuestro sustento,
mi vida, como mi amor. que carne no es ya comida
¿Qué trueco de vida es este? que á nuestras mesas ayuda (i).
¿qué llanto? ¿qué soledad
manchará su mocedad (i) En el original «de que nuestra mesa ayuda.»
porque la vida me cueste? Hartzenbusch corrigió como nosotros.
ACTO TERCERO i63
Britón. Opilóse con la cruda debajo la cabecera,
y págalo la cocida. en la labor, en la estera,
Leonei.a, No sé; lo que experimento el nombre de Lelio topa.
es, que desde un año acá ¡Qué golpes no me ha costado,
solos rosarios me da por más que niego y reniego!
por salario y por sustento. ni ¿qué importa encender fuego
En lugar de letuario si lágrimas ha topado,
rosarios he de almorzar; que cada instante que reza
á comer, á merendar en estas cuentas derrama,
y á hacer colación, rosario. con que apagando la llama
Rosario al hacer labor, me quiebro yo la cabeza?
rosario al agua bendita, No sé cómo correspondas
rosario cuando hay visita, con tu gusto.
rosario si hace calor. Lelio. Sólo un medio
Rosario si llueve ó hiela, á mi mal dará remedio,
y, en fin, me tiene tan harta y es que esta noche me escondas
que es cada hora ya una sana adonde mi persuasión
de rosarios en Leonela. su áspera vida mitigue
Britón. Si Apuleyo te topara y á que me quiera la obligue
y una mano te mordiera, la fuerza de la ocasión.
rosada estás de manera Leonela. Y que me llueva á mí á cuestas.
que al punto te desasnara. Lelio. Con decir que nada sabes
Lelio. Pues, Leonela, yo he venido cumples.
con tan loco frenesí, Leonei.a. Si tengo las llaves
que he de darme muerte aquí, y no hay otras puestas que éstas,
ó el fuego que se ha encendido ¿qué he de responder?
en mi alma poco á poco Lelio. Responda
Margarita ha de apagar. esta cadena por ti.
Hoy la tengo de gozar Leonela. Si me eslabonas así,
ó morir hoy. cuando en el alma te esconda,
Leonela. .¡Estás loco? no es nada. ¡Buen cabestrillo!
Lelio. No sé qué furia me incita Éntrate allí dentro, anda.
y me trae como me ves. ¿Qué postema no se ablanda
Margarita mi bien es, con este ungüento amarillo?
moriré sin Margarita. Yo te cerraré con llave
No dudes de esto. dentro de aquel aposento.
Leonela. Habla paso Britón. ¿Y yo?
no sepa que estás aquí. Leonela. Tengo cierto cuento
Lelio. ¿Qué importa? que decille: ya él lo sabe.
Leonela. iPobre de mí! Britón. Ahí te las tienes todas.
Lelio. Yo me muero, yo me abraso. Leonela. Aun así te quiero bien.
Leonela. Calla, que si te conoce Lelio: con ella te avén,
y contigo me oye hablar veamos cuál te acomodas,
esta noche he de cenar que yo con esto he cumplido.
confites de doce en doce, Lelio. La vida te soy á cargo.
que de cuerdas de vihuela Britón. Soy tu amargo.
hizo de alambre y de pita. Leonela. Y muy mi amargo;
Lelio. Si no gozo á Margarita Entra presto que he sentido
este es mi entierro, Leonela. gente.
De peregrino he venido Britón. ¡Qué linda beata! (Vanse.)
para hallar fácil la entrada Leonela. Aunque se vista de seda
de esta casa tan mudada la mona, mona se queda,
sin que sea conocido. que el mercader siempre trata.
Si á mi vida no das traza
de mi muerte no te espantes.
ESCENA II
Leonela. Pues menos la amabas antes.
Lelio. Después que así se disfraza Sale Margarita, en hábito honesto.— Leonkla.
y de estado y vida muda,
ó lo hace la privación Margarita.
ó el infierno, en su afición Rosario soberano: mi esperanza
me enciende. en vuestras cuentas tiene un firme estribo;
Leonela. Aquesoes, sin duda. esclava fui del infernal cautivo,
Mas yo ¿qué tengo de hacer? un año ha que tomó de mí venganza.
si tu nombre le repito Mucho os debo, mi Dios; en mucho alcanza
ya en libros y horas escrito, á mis pequeños gastos el recibo;
ya llegándole á esconder no saquéis mandamiento ejecutivo,
en las mangas de la ropa; que yo os daré en Domingo una fianza.
i64 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

Mas, Señor, si os agradan las migajas plegue á Dios que Lelio venga
de mi corto caudal, aunque son cosas á estar en casa escondido
de pequeño valor y prendas bajas, por mi mal, y que perdido
ejecutadlas, y serán dichosas, el seso tan poco tenga,
que si el mal pagador os paga en pajas, que Lelio y tú estando juntos,
aunque yo os pague mal, pagaré en rosas. porque yo fui la ocasión,
¿Leonela? tú me des un bofetón
Leonela. Señora mia. y Lelio estampe los puntos
Margar. ¿En qué entiendes? del zapato en mi barriga;
Leonela- En pasar porque Lelio, ¿qué me ha dado?
de un lugar á otro lugar Si es Lelio ó no es Lelio honrado,
una y otra Avemaria. el mismo Lelio lo diga.
Margar. ¿Has aprendido del modo Margar. O que me enoje apeteces,
que el rosario que es entero ó loca debes de estar;
se divide? mándotele no nombrar
Leonela. Aunque grosero y nómbrasle tantas veces.
mi ingenio, ya lo sé todo. Leonela. Escucha, y no seas cruel,
Margar. Repite, pues la lección ni por nombrarle te ofendas,
que acerca de esto te di. que hago Carnestolendas
Leonela. Agora la repeti, para despedirme de él.
estoy haciendo oración; Margar. Dejemos, Leonela, gracias;
soy muy flaca de cabeza; híncate aquí de rodillas
mejor fuera merendar. y sabrás las maravillas
Margar. Leonela: ya no hay jugar; que contra nuestras desgracias
deja las burlas y empieza, aqueste rosario encierra.
si quieres que el bien te cuadre (Ii tncanse las dos )
con que Dios el alma ayuda. Leonela. En fin: ¿nos hemos de hincar?
Leonela. Soy, señora, por ser ruda, ¡Válgate Dios, por rezar!
buena para el mal de madre. Hincada estoy en la tierra.
Y según me haces comer Margar. Los misterios del Rosario
rosas, debes de pensar son quince; ¿sábeslos?
que he menesterme purgar; Leonela. Sí;
ya no puedo padecer jugar al quince aprendí
tanto, que Lelio es testigo. en casa de un boticario.
Margar. ¿No te he mandado que el nombre Margar. Los primeros, que son cinco,
no mientes aquí de ese hombre? son gozosos.
Leonela. Bien sé yo por qué lo digo; Leonela. No hay tal gozo
que, como Lelio es discreto, como el dar la mano á un mozo
todas las veces que pasa, blanco y rubio como un brinco.
que son hartas, por tu casa, Margar. ¿Qué dices?
viendo mi flaco sujeto Leonela. Que cinco sen
me dijo: «no ayune tanto»; los que son gozosos solos;
porque si una vez desquicio pero no cinco de bolos,
los umbrales del juicio cinco, sí, de devoción.
enloqueceré á lo santo; Margar. Los otros cinco se llaman
y no es bien que pague mal dolorosos.
á Lelio, que bien te quiere. Leonela. ¡Qué dolor
Margar. Leonela: cuando te oyere, es gastar mi edad en flor,
sin hacer de mí caudal, cuando dos lacayos me aman,
nombrarme otra vez ese hombre, hincada aquí como estaca!
no' has de estar más en mi casa; Margar. Los oíros son los gloriosos.
ya de los límites pasa Leonela. ¡Oh misterios generosos!
tu atrevimiento; ni el nombre Pues que soy tan gran bellaca
he de oír del instrumento levantadme de aquí presto.
de mi torpe perdición. Margar. Los cinco primeros, pues,
Leonela. Pues ¿yo? quiero enseñarte, y después
Margar. No des ocasión los otros.
Leonela, á mi sufrimiento; Leonela. Buena me han puesto.
usa bien de mi paciencia, Margar. La soberana embajada
ó despídete. del paraninfo Gabriel
Leonela. Señora: contempla, que desde Abel
si nombrase desde ahora tan pedida y deseada
á Lelio, ni en tu presencia fué hasta este punto divino.
ni ausenie, aunque Lelio sea ¡Qué lágrimas no vertían
tan galán y gentil hombre, los que á las nubes pedían:
pues te da de Lelio el nombre «lloved, cielo cristalino,
enfado y no te recrea, el rocío celestial
ACTO TERCERO i 65
que nuestras penas consuele, conventuales de corrillos
y en la concha se congele y academias de censores.
soberana y virginal.» Que aunque sois un San Gabriel
¡Ay, qué soberano ejemplo han de murmurar de vos,
dais, amoroso Señor, pues no perdonan á Dios
de vuestro infinito amor! ni á sus ministroscon El.
¿No contemplas? Apartaos de los poetas,
{Duérmese Lconcla.) aunque hay tantos, que no sé
Leonela. Ya contemplo. si podréis, pues ya se ve
Margar. Pues en oración mental entre agujas y banquetas
contempla aquel Ecce ancilla, Apolo, por su desastre,
de aquella humildad tranquila, y el zapatero se mete
pues que tuvo fuerza tal á dalle con el tranchete
que al mismo Dios derribó, y con su tisera el sastre.»
pues el Ecce apenas dijo, Margar. Leonela: los que acá bajan
cuando el que era de Dios hijo siempre gozan la presencia
en su pureza encarnó. de Dios y su eterna esencia;
¡Ay, que el corazón destemplo no hay llanto allá, no trabajan.
en amor, ternura y llanto, Leonela. ¿Luego no se despidió
mi Dios, mi humanado santo! el ángel de esotros bellos?
¿No contemplas? Margar. Si estaba siempre con ellos,
Leonela. Ya contemplo. ¿para qué?
Margar. Contempla, pues, esto así, Leonela. Engañéme yo.
mientras yo á la Virgen doy (Ruido de dentro de carrera.)
gracias, aunque indigna soy, Mas ¿qué es esto? Carrerita,
por aquel divino sí no la pienso yo perder.
que dió al cielo. ¡Ay, rosa bella; Margar. ¿Dónde vas?
que siendo Jessé el rosal Leonela. A ver correr.
y la causa virginal, Margar. ¿Estás loca?
María al fin nació de ella; Leonela. Estoy contrita.
aquella rosa sagrada, Pero esto de cascabeles
por nuestra dulce ecce ancilla, inquiétanme de ordinario.
que eternamente destila Margar. Cuando rezas el rosario,
celestial agua rosada! ¿es justo que te desveles
¡Ay, cuentas, qué provechosas en cosas vanas? ¿Qué intentas?
sois á quien os satisface! Leonela. Todo es pura devoción,
Rosas sois de quien Dios hace pues los cascabeles son
para el alma un pan de rosas. redondos como las cuentas,
Con vosotras me recreo, y de los dos imagino
que sois mi consuelo, en fin, que son, y no es dicho en vano,
y como por un jardín el pretal rosario humano,
por vosotras me paseo. y ese otro pretal divino.
Como Dios es hortelano
y su gracia la que os riega,
nunca el duro invierno os llega, ESCENA III
siempre gozáis del verano.
Primavera sois de bienes, Sacan Pinardo y Alberto á Valerio desmayado.
siempre sois florido mayo.
Leonela. ¡Válgate Dios! por lacayo Pinardo. Si es verdad que vive en vos
qué buenas piernas que tienes. la piedad con que Florencia
Margar. ¿Qué es eso? vuestra fama reverencia,
Leonela. Estoy contemplando. y amando ya á lo de Dios,
Margar. ¿En la embajada? sois al mundo ejemplo nuevo
Leonela. ¿Pues no? que vuestra vida acredita,
En la que Le!io me dió. (Aparte.) no es posible, Margarita,
Margar. ¿Qué dices? que, mirando este mancebo
Leonela. Digo, que ando cuál está de una caída
agora en cuando del cielo que dió un caballo corriendo,
el ángel se despedía su desgracia socorriendo
de los deudos que tenía, no intercedáis por su vida.
haciendo jornada al suelo, Pruebe en vos la devoción
lo que llorarían con él; lo que médicos no pueden.
paréceme que los veo (Vase Pinardo.)
decir: «Que volváis deseo Alberto. Vuestras oraciones queden
muy rico de allá, Gabriel. con él, pues bastantes son
Guardaos de murmuradores, á volverle en sí, y Leonela
calcillas y bigotillos, y yo iremos á buscar
i 66 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

agua con que despertar que con este traje adquieres,


su desmayo. porque no te digan que eres
Leonela. ¿Qué cautela la bella mal maridada.
es ésta? Yo fui tu primero dueño,
Alberto. Por agua ven, ser quiero tu esposo ahora;
y sabráslo de camino. Valerio es el que te adora,
Leonela Ir por ella determino aunque en méritos pequeño;
al mar. el alma otra vez empeño
Alberto Y estarále bien que á los principios te di;
á Valerio, porque tardes, no es bien que borres así,
que no es el suyo desmayo. entre esa estameña obscura,
Leonela ¿No? Pues ¿qué? Margarita, una hermosura
Alberto, Amoroso ensayo: de las mas lindas que vi.
oye, y ven, porque no aguardes. Margar. Valerio: volved en vos;
(Vanse estos dos.) mudad de intento y estado;
por Dios sólo os he dejado,
no hagáis competencia á Dios.
ESCENA IV Solos estamos los dos,
Margahita v Valerio. si pasar la vida en flores
queréis, no las hay mejores
Margar. ¿Qué enmarañada invención que las que en mis cuentas veis;
quiere inquietar mi sosiego? aquí amores hallaréis
Junto á la pólvora el fuego, si habéis de lomar amores.
la hacienda junto al ladrón. Si de mi pasado yerro
Si es Valerio, y la ocasión os vine cómplice á hacer,
puede tanto, ¿qué he de hacer? locura será volver
Agua fueron á traer al vómito como el perro:
los que de mí no hacen caso; á Dios por amante encierro;
traigan agua, que me abraso dentro del alma le oí
sin saberme defender. decirme: «mi gracia os di,
¿Iréme de aquí? Mas dejo y pues que entre los del mundo
á Valerio desmayado, soy amante sin segundo,
y si le halla en este estado, no dejéispor otro á mí.»
¿qué dirá mi padre viejo? Valerio. Pues si por ruegos no basto,
Quedarme no es buen consejo: por fuerza hoy cruel verás
pues no irme ni quedarme del mal pago que me das
y consentir abrasarme un castigo poco casto.
mi afrenta vuelvo á temer, En balde palabras gasto,
que estoy sola, soy mujer y de intento ó vida muda.
y no hay que poder fiarme. Margar. ¡Cielos! ¿no hay quien me dé ayuda?
¡Ah Leonela! Pero fué
por agua y no volverá,
que sobornada estará ESCENA V
porque á mi mal tiempo dé. Lelio con el bordón desenvainado.— Dichos.
Aconsejadme qué haré,
cielos piadosos, aquí: Lei.io. ¿Cómo te puede faltar,
¿huiré este peligro? Sí, donde yo estoy, que á estorbar
que si Valerio cayó tu agravio quiere que acuda?
no es razón que caiga yo Margar. ¡Lelio en mi casa! ¿qué es esto?
y que me lleve tras sí. Valerio. ¿Qué ha de ser, sino señal,
Desmayado está, no quiero hipócrita desleal,
aguardar á que en sí vuelva, de tu trato deshonesto?
y que torpe se resueha Tu fama en el vulgo has puesto
á lo que intentó primero. hasta el cielo, y escondido
Valerio. Espera, entrañas de acero, tu vil galán atrevido;
si te obligan á esperar á tu viejo padre engañas
lágrimas que despertar que con tan torpes hazañas
este desmayo han podido. tu santidad ha fingido.
¿Es posible que yo he sido El hábito honesto deja,
quien tuvo en tu amor lugar? que para Dios no hay engaño;
Mas si, que en esta desgracia, pues para hacer mayor daño
no tan por peligroso hallo viene el lobo en piel de oveja;
la caída de un caballo vuelve á tu costumbre vieja,
como el caer de tu gracia. pues no tienes que perder,
La hermosura que te agracia y volverá el vulgo á hacer
no es razón que esté empleada burla de tu torpe vida,
en la vida despreciada que la honra una vez perdida
ACTO TERCERO i67
mal la cobra una mujer. ó qué manjar el hambriento
Con Lelio en público irata, cuando le ponen la mesa?
si en secreto á hablarte vino, Soy mujer, bástame el nombre,
que bien viene un peregrino frágil es mi natural;
con una falsa beata. ni acero ni pedernal
Lelio. Mientes, y refrena ó ata será razón que me nombre;
la lengua descomedida, de la costilla del hombre
ó quitaréte la vida. la mujer recibió el ser,
Valerio. Aquí no, vente tras mi al centro quiero volver
porque satisfaga en ti que mi inclinación dispone,
tu atrevimiento y mi herida. Dios y el rosario perdone.
Y tú, hipócrita, no dudes, Lelio. Qué, ¿mi amor vino á vencer?
pues tan convertida estás, Déjame poner la boca
que he de ocuparme de hoy más en estas manos, los brazos
en pregonar tus virtudes, sean de este cuello lazos
y aunque á su casa acudes donde mi alma su bien toca.
á servir á Dios, desde hoy
haré en la ciudad que estoy
que sus vecinos te alaben. ESCENA VII
Lelio. Ya sabes á lo que saben Leonela y Alberto con agua.—Dichos.
mis manos.
Valerio. Ven. Alberto. ¡Ay mudanza torpe y loca!
(Vase Valerio.) A buen tiempo el agua viene
si acaso sed tu ama tiene,
que habrá sido el calor mucho.
ESCENA VI Mas, ¿qué veo?
Leonela. Y yo ¿qué escucho?
Dichos, menos Valerio. Alberto. Hecho me he quedado grulla
Lelio. Tras ti voy. en un pie. ¿Con quién se arrulla
Margarita: no es razón, la santa?
ya que en tu defensa cuerda Leonela. Es un avechucho
la vida pierda, que pierda que en figura de romero
antes de ella la ocasión; no le conoce Galván.
si una justa obligación Alberto. ¿No es Lelio éste, aquel galán
á mi amor basta á moverte, de Margarita? ¿qué espero?
y el salir á defenderte Leonela. ¿Y el desmayado?
te mueve, paga mi fe, Alberto. Eso quiero
ó antes que me la dé preguntar.
Valerio verás mi muerte. Leonela. Gentil ensayo.
Sólo tu amor ha podido Alberto. Mas que tienes su lacayo
disfrazarme como ves; con el mismo fingimiento
tu amor, Margarita, es aquí.
quien hoy aquí me ha escondido. Leonela. Como se lo cuento.
Valerio se va ofendido Alberto. Pues yo también me desmayo.
á decir por la ciudad Leonela. ¿Dónde Valerio estará?
que con fingida amistad Alberto. Saberlo será mejor.
pagas mi amor torpemente, Leonela. ¡Ay, señora, mi señor!
y pues le ha de creer la gente, Alberto. ¿Cómo?
haz su mentira verdad. Leonela. En la sala entra ya.
Margar. No permitas, Lelio, que haga Alberto. Leonela, dime: ¿no habrá
á Dios y al rosario ofensa. desván ó zaquizamí
Lelio. No he de forzarte; mas piensa adonde me escondas?
que si así mi amor se paga, Leonela. Sí.
ha de acabarme esta daga, ¡Eh, lo que ha de hacer el viejo!
y hallándome aquí sin vida, mas haga, allá me los dejo.
la ciudad, de ti ofendida, Alberto. Escóndeme.
te llamará descompuesta, Leonela. Ven tras mí.
con Valerio deshonesta (Vanse los dos.)
y conmigo mi homicida.
Paga bien voluntad tanta.
Margar. ¡Oh, torcida inclinación! ESCENA VIII
¡Oh, fuerza de la ocasión! Sale Oleandro y halla abrazados á Margarita
Sola estoy, Lelio, levanta y Lelio.— Dichos.
devoción piadosa y santa.
¿Qué lobo deja la presa Cleandr. Valerio descolorido
por más que ayunar profesa? de mi casa y descompuesto
¿qué tesoro el avariento, contra mis canas, ¿qué es esto?
i 68 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA
¿Aún no ha escarmentado herido? ¡Aycasa! ¡ay honra perdida!
Pero no sin causa ha sido, ¡ay hija torpe y liviana!
según lo que llego á ver, Si fray Domingo no os sana,
á inconstancia de mujer yo me quitaré la vida. (Vase.)
no es mucho sienta los lazos
si toma el honor abrazos
que otra vez vuelva á caer. ESCENA IX
Pidan eterna quietud Dichos, menos Ci.eandho.
al mar donde no hay sosiego,
flores y hierbas al fuego, Lelio. No he tenido para hablarle
prudencia á la juventud, cara ni lengua.
á la enfermedad salud, Margar. Eso puede
verdades al mercader, la razón que al vicio excede,
seguridad al poder y le enfrena porque calle,
y humildad á la riqueza, ño sé como he de miralle
como no pidan firmeza, al rostro desde hoy.
ni palabra á la mujer. Lelio. Repasa
¡Qué presto te arrepentiste la violencia que me abrasa,
de la virtud que profesas: á pesar de mi valor,
al vicio pusiste presas, y obligaráte mi amor
pero presto las rompiste! á dejar por mí tu casa.
La estameña que se viste Tu padre es detet minado
no es honra en ti, mas baldón, y está indignado contigo,
que el hábito y religión sólo la muerte es castigo
no hace santo al que le muda, del padre ó marido honrado;
si al vestirle no desnuda pues si á fray Domingo ha dado
su perversa inclinación. de estas liviandades cuenta,
También tú te has disfrazado, ¿cómo sufrirás la afrenta
pero bien fué que viniera con que es fuerza te dé en cara?
un romero á una ramera Huye, que su mal repara
como ella disimulado. quien ha pecado y se ausenta.
Corta estación has andado En Nápoles viviremos,
para el traje que desdora que es Babilonia del mundo.
tu fama; mas porque ahora I luye el ímpetu segundo
excuses jornada tanta, de tu padre.
por no ir á la casa santa Macoar. jEn quéde extremos
vienes á la pecadora. los que pecamos caemos!
A tan devota estación Britón. Leonela: yo me despido;
justo es que luces encienda, títeres habemos sido
yo encenderé con la hacienda en tu confuso retablo.
la imagen de devoción; Alberto. Sí el viejo vuelve, algún diablo
no ha de haber más ocasión le aguarde.
en mi casa de pecar, Britón. Algún descosido.
toda la quiero abrasar, Leonela. Éntrense acá, que les quiero
aunque la vida me cueste, decir á los dos un poco.
que es hacienda al fin de peste Britón. ¡Que me traiga ésta hecho un loco!
y la manda el juez quemar. Alberto. ¿Y yo no ando al retortero?
Sacar de aquí una hacha quiero. Britón. Ahora bien: compañero,
(Descubre á Britón de peregrino y á Al alcancemos dos bocados
berto y en medio á Leonela.) amigos y conformados.
Britón. ¡Par Dios, que nos ha cogido! Alberto. ¿Y si de palos nos dan?
Cl.EANDR ¿Qué es esto? Britón. Graduado de galán
Britón. No es nada, un nido quedarás.
de chinches en agujero; Alberto. Fuego en los grados.
un San Roque, soy romero. (Vanse éstos.)
Alberto, Yo á su mastín me acomodo. Lelio. ¿Qué determinas?
Leonela ,Y yo vengo á hacer de todo Margar. Forzoso
mi figura en el retablo, lo que dices ha de ser;
que en casa en que vive el diablo morir quiero y no me ver
anda á lo del diablo todo. ante el rostro riguroso
Cleandr ¿Qué hacéis de esa suerte? de mi padre.
Britón. Al son Leí io. Venturoso
que nos hacen nuestros amos, fin has dado á mi amor hoy;
también los mozos bailamos. pues esperándote estoy,
Cleandr ¿Vió el mundo tal perdición? ¿qué aguardas?
Ya ni hay seso ni hay razón Margar. ¡Ay amor locol
que darme la muerte impida. Déjame aquí sola un poco.
ACTO TERCERO i69
Leí. io. Date prisa. ha de ser mi confusión,
Marga Tras ti voy. mi inclinación libre y moza
(Va.se Lelio.) peude infinito conmigo;
mi padre ha vuelto en furor
todo su pasado amor,
ESCENA X y es bien tema su castigo.
Todo lo reparo huyendo;
M a II GaRITa SOla.
adiós casa, adiós vejez;
Virgen divina: si mi vida exenta honra, adiós. —Caí otra vez;
de mi casa me saca en que habéis sido ¿qué aguardo? mas ¿qué pretendo?
huéspeda mía un año que he cogido Si en la primera caída
rosas de aquel jardín que el bien aumenta. Pablo su remedio funda,
ya que me parto por huir mi afrenta, cayendo yo la segunda,
puesto que cuenta no me hayáis pedido, ¿qué espero en tal recaída?
tomadla, no digáis que me despido Pero en tan confuso abismo
haciendo sin la huéspeda la cuenta. por menos difícil hallo
Cuentas os debo de hoy, que no he rezado; caer Pablo del caballo
pero, Señora, aún no es pasado el día, que el pecador de sí mismo.
mas no queréis que os pague en este trance. Aunque no le imito yo
Mal viene la oración con el pecado; por ser más frágil mi ser,
huir es lo mejor, Virgen María, que, en fin, Pablo, con caer,
mas temo vuestro alcance no me alcance. de su presunción cayó.
Ea, sospecha ligera,
(Vn á ir y cae.) de vuestro padre el furor
¡Jesús, mil veces! Caí, huid, pues os guía amor
el chapín se me torció, y Lelio amándome espera.
en fe de que también yo ¡Jesús, caí! ¿Dónde voy?
con él la virtud torcí. Mas ¡ay, torpeza perdida,
Mal suceso ha de tener si va de tres la vencida,
amor que empieza en azar, vencida y en tierra estoy!
si es agüero el tropezar, No me puedo levantar,
¡cielos! ¿qué será el caer? ¡ah intenciones desbocadas!;
¡Ay, si mi dicha quisiera Dios os da de sofrenadas
que, cayendo de un chapín, ¿y el freno queréis quebrar?
pues es corcho, vano al fin, Póngaos su castigo miedo.
de mi vanidad cayera,
y por excusar la afrenta
que de huir conseguiré,
se quedara mi honra en pie ESCENA XI
y yo cayera en la cuenta! Un mancebo muy galán, que es el Angei. de la
Ahora bien: Lelio perdone, Guarda, sale y levanta á Margarita.
y su amoroso interés,
pues adivinan los pies Angei.. Si su justicia os espanta,
el lazo que amor les pone. mi Margarita, levanta.
Ya la virtud reducida, Margar. Gallardo joven, no puedo.
pues que libre me levanto, Tullida estoy y con duda
sirva de freno al espanto, de volver en mí jamás.
si temo la recaída. Angel. Por ti sola no podrás
Mas ¿con qué vergüenza puedo si la gracia no te ayuda.
aguardar la reprensión Margar. ¿Y podré con ella?
de quien con tanta razón Anget. Sí.
me amenaza si aquí quedo? Margar. ¿Pues quién me la dará?
Todo el gusto lo atropella; Angel. Llega,
si aquí á mi padre esperara, que Dios su gracia no niega
jamás alzara la cara, al que hace lo que es en sí.
pues me ha de dar siempre en ella Margar. Mejor fuera no caer;
con el honor que le quita pues, aunque favor me ofreces,
mi liviandad. ¡Ay, amor! si he caído ya tres veces,
¿Qué haré? Quedarme es mejor. ¿cómo me podré tener?
¡Viva la honra! Angel. Con la gracia de Dios santa.
Lelio. (De dentro.) ¡Ah, Margarita! Margar. ¿Cómo he de volver en mí
¿Así cumples tu promesa? si tercera vez caí?
Margar. ¡Ay, cielosl Lelio me llama, Angel. Quien no cae no se levanta.
Valerio á voces me infama, No hay natural tan robusto
mi vicio el vulgo condesa; que pueda tenerse en pie.
Fray Domingo de Mendoza, Margar. Bello mancebo, ya sé
si aguardo su reprensión, que siete veces cae el justo;
i70 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA

mas no de caídas tales ESCENA XII


que pierda en cada caída
Margarita, luego el Angel.
la esperanza con la vida,
pues las suyas son veniales, Margar. En otro amor, otro íuego
mas las mías son de muerte. otro cuidado sabroso
Angel. El gigante que luchaba, diverso del que hasta aquí
de la tierra que tocaba abrasar el alma siento,
se levantaba más fuerte. ¡ay suave encantamentol
Dame la mano, que así ' ¿qué es esto que siento en mí?
no volverás á caer. ¿Hay semejante hermosura?
Margar. ¿Quién eres tú, que á encender ¿hay gracia más pegajosa?
mi pecho vienes aquí, ¿hay lengua más amorosa?
desde que tu mano toca ¿hay más donosa cordura
las mías? Dichoso empleo: para niño tan cüerdo
desde que tus ojos veo; tan grave y tan cortesano?
desde que vierte tu boca, No hay que hablar, aquí me gano,
no palabras, sino almíbar; si por él desde hoy me pierdo;
desde que tus labios bellos aunque caí no me espanta
contemplo y en tus cabellos pues me levantó el temor,
arma lazos de oro Tíbar, que en los sucesos de amor
tan perdida estoy de amor, quien no cae, no se levanta.
que en lugar de arrepentirme {Tire una cortina y esté el Angel acos
y á la enmienda reducirme tado en una cama.)
que me predica el temor,
sea dicha ó sea desgracia, Aquí hade ser el empleo
á no tenerme tú, hiciera de toda mi voluntad,
amor que otra vez cayera, aquí espera la beldad
por solo caerte en gracia. que adoro, mas ya le veo.
¿Quiéresme decir, señor, Y no entiendo lo que es esto,
quién eres? pues, en tan dichoso paso,
Angel. Quien por quererte siento que por él me abraso
y el fuego es santo y honesto.
ha dado entrada la muerte. Tan diferente motivo
Soy un fénix del amor
que, muerto por los desvelos me rinde la libertad
con que mis méritos tratas, que soy toda voluntad
hoy á tus manos ingratas sin tener el sensitivo
me rinden preso los celos. apetito entrada aquí.
Mi bien, mi luz, mi regalo,
Margar. ¿Celos de mi? Juraré que á mereceros me igualo.
que no te he visto en mi vida. Angel. Margarita: advierte en mí
Angel. ¡Ay, Margarita perdida! y las ventajas verás
¿No me has visto? Pues yo sé que llevo á los que has querido
hasta el menor pensamiento
de tu amoroso cuidado, y amantes tuyos han sido.
y trayéndome á tu lado Y si persuadida estás
en fe del amor que siento á ser mi querida esposa,
y que le pagues aguarda, no en tálamos de la tierra,
tanto te ha dado en celar, donde amor no es paz, que es guerra,
que me pudieras llamar sino entre el jazmín y rosa
al propio tu Angel de Guarda. del deleite que es eterno,
Margar. En la celestial belleza nos hemos de desposar.
con que á amarte me provoco, Margar. Si vos me habéis de guiar,
ángel eres, y aún es poco; galán cuerdo, amante tierno,
si celos te dan tristeza, vamos donde vos gustéis,
piérdelos, mi bien, que ya que ya sin vos todo es vano.
Lelio es mi muerte y Valerio Angel. Dame de esposa la mano.
mi tormento y vituperio; Margar. En ella el alma tenéis.
sólo en mi pecho hallará Angel. Sigueme, pues, que encamina
entrada alegre y suave el cielo tus dichas todas.
tu amor, que por dueño queda, Margar. ¿Dónde vamos?
y por que otro entrar no pueda, Angel. A unas bodas
cierra y llévate la llave. donde es Virgen la madrina,
Angel. Si tal reciprocación y su tálamo un rosal
halla en ti mi voluntad cuyas rosas acrecientas
gozar quiero tu beldad cuando rezas en sus cuentas.
{Sube desde la cama el Angel al cielo y
y no perder la ocasión,
en tu tálamo amoroso lleva consigo á Margarita.)
me hallarás, sigueme luego. {Vase.) Margar. ¡Ay, esposo celestial!
ACTO TERCERO i7i
Si á tal suerte, á dicha tanta dando con sus vanidades
llega á gozaros mi vida, y amor tres veces en tierra.
diga mi feliz caída Y cuando desesperada
quien no cae no se levanta. imitar á Caín ordena,
en traje de su galán,
que es el que más le contenta,
ESCENA XIII se le aparece y levanta
y á un jardín bello la lleva
Lisarda, Valerio y Lelio, desenvainadas las espa donde, transformar.do en rosas,
das, y Roselio. —Luego Leonela. está la Virgen sus cuentas
Lisarda. Primo mío, esposo caro, sueltos los cabellos de oro
si sois una sangre mesma, que, como las almas suelta,
¿por qué queréis derramarla que en ellos tuvo cauüvos
en mi daño y vuestra ofensa? y no quiere que más prenda,
Mis lágrimas pongan paz los saca libres al aire
en esta civil pendencia, de una red de oro y de seda,
que espadas son de dos filos desmayada del amor
que mis ojos á hilos riegan. divino, en la cama se echa,
No haya más. que mullen las mismas rosas,
Valerio. Falso cuñado, sin que haya espinas en ellas,
que al nombre las obras muestra, y con la esposa diciendo
la muerte tengo de darte cuando con Dios se requiebra:
á la entrada de estas puertas, «Cercadme, Señor, de flores,
por donde en agravio mío rosas del rosario vengan,
entran mi enojo y tu afrenta. y sirvan de manzanillas
Lelio. Habla menos y obra más. por fruto dulce sus cuentas.»
Roselio. ¡Que con vosotros no puedan En el sueño con que el justo
mi autoridad ni mis canasl quiere su esposo que duerma,
Soltad las armas inquietas. quedó á la cosa del siglo,
(Sale L concia. )
pero para Dios despierta.
Valekio. Si esto es así, cesen, Lelio,
Leonkla. ¡Milagro, milagro extraño! vuestros enojos, pues cesa
Hagan tocar en iglesias, la causa. Dadme esos brazos.
en monasterios y ermitas Lelio. Y con ellos paz perpetua.
las campanas vocingleras; Roselio. ¡Gran mudanza!
entrad, veréis maravillas. Ci.eanl,. Y gran ventura.
Valerio. ¿Qué confusiones son éstas? Lisarda. Ya se acabó mi tristeza,
Leonela. Entrad, veréis el milagro mi temor, mi llanto y celos.
de mi casa. Ci.eand. Vida loca y muerte cuerda.
Roselio. ¿Qué voceas? Leonela Señor de mi corazón:
Lelio. ¿No sabremos lo que es esto? desde hoy ha de ser Leonela
una santa Catalina;
ESCENA XIV no más burlas, todo es veras;
mujer convertida soy,
Oleandro, Alberto y Britón. diez mil maravedís vengan,
dote de gente traída.
Cleand. Las armas, Valerio suelta,
que cuando el cielo hace paces (Descubren un jardín arriba con mu
chas rosas, y en él, echada, d Margarita,
no es bien que riña la tierra.
sueltos los cabellos, con un Cristo, como
El acero, Lelio, envaina,
porque no es ocasión esta pintan á la Magdalena, los ojos en el
de aceros duros y helados, cielo.)
sino de pechos de cera. Cleandr, Para que cumplidos sean
Margarita que, vencida vuestros deseos, mirad
de la ocasión hechicera, el jardín que á Dios recrea,
mujer en el nombre frágil, donde es rosa Margarita.
pero gigante en las fuerzas, Roselio. Lágrimas: servid de lenguas
irse á Ñápoles con Lelio para dar gracias á Dios.
quiso, y dejar á Florencia, Lisarda. Rosario, hazañas son vuestras;
según el Guzmán Domingo no en balde os quiero yo tanto.
me ha dado dichosa cuenta, Rosei.io. De vuestro hábito y librea
amparándola el rosario tengo de ser, Orden santa.
y el Angel Pastor que enseña, Cl.EÁNDR .Y yo, porque buen fin tenga
cuando van descarriadas, mi vejez, dándoos los brazos,
el camino á sus ovejas, quiero que en la Orden mesma,
cuando se iba desbocada, en hermandad religiosa,
tiró las airadas riendas. nuestra enemistad fenezca.
i72 QUIEN NO CAE NO SE LEVANTA
Britón. Según eso motilones sino adorarte y tenerte
nos cabe ser. por espejo de Florencia.
Alberto. Como vengan Lisarda. Para que esté todo en paz,
las llaves del refectorio y Valerio estado tenga,
á mi cargo y la bodega. con Matilde se despose,
Britón. Yo escojo la portería, tu hermana.
que en fin han de entrar en ella Lelio. Como él lo quiera,
los regalos, que alcabala en ello ganaré mucho.
pagan al que está á su puerta. Valerio. Si mi padre da licencia,
Leonei.a. Yo también escojo ser el sí la doy con el alma.
desde ahora hospitalera. Rosleio. Para largos años sea.
Britón. Por comerte los bizcochos Ci.eandr.No desespere el caído
y andar catando conservas. que, aunque más pecados tenga:
Lelio. Ya, l.isardade mi vida, quien no cae no se levanta;
no tengo de hacerte ofensas, Margarita ejemplo sea.
LA VIDA DE HERODES
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Antipatro, Rey viejo. Er'RAIM.


Faselo, su hijo, Principe. Pachón, pastor.
Herodes, su hermano. Fenisa, pastora.
Salomé, Infanta. Dos Romangs.
Josefo. Un Verdugo.
MlTILENE. Z a piro.
Augusto César. Jabel.
Herbel. Bato.
Hircano, Rey viejo. Liseno.
Aristóbui.o, Principe. Niso.
Mariaunes, Infanta. Una Mujer.
El.laCER. Pastores, (i )

ACTO PRIMERO y porque con dicha varia


la vejez que se te atreve
al templo tus triunfos lleve
del tiempo inmortal tesoro,
hijos te dió en siglos de oro
ESCENA PRIMERA restauración de tu nieve.
Dióte al Principe Faselo,
Salen Antipatro, viejo; Joskfo; Fasli.o y Salomé, fénix nuevo en quien se ve
dama. tu imagen, y á Salomé,
bella exhalación del cielo;
Josefo. Después de besar tus pies, dióte á Herodes, que en el suelo,
que en el humano teatro mientras á Alejandro imita,
siempre, invencible Antipairo, para que con él compita,
pisando coronas ves; y el mundo admire su fama,
porque á la fortuna des en vez de Alejandro llama
las gracias de tu grandeza á Herodes Ascalonita.
y porque estimes la alteza Filipo al nacelle un hijo
de tus inmortales glorias, asombro de Babilonia
en premio de tus vitorias y blasón de Macedonia,
te da el amor su belleza. que era venturoso dijo,
Contra su rueda voltaria no tanto porque predijo
has triunfado de Idumea, en él su gloria real,
conquistado á Galilea cuanto porque en tiempo tal
y sujetado á Samaría; Aristóteles vivía,

(i) Intervienen además Tirso, pastor y una Judia.


'74 LA VIDA DE HERODES

porque á su filosofía Sacar de esta copia puede


su valor hiciese igual. el Príncipe que se nombra
Pero tú con más certeza su esposo (si no se asombra
decilo puedes mejor, la luz que su cielo da),
pues cría á un tiempoel amor, qué tan bello el sol será
si hijos tú, Judá belleza; siendo tan bella su sombra.
que si la naturaleza (A Salomé otro.)
hace con ellos seguras Mire en éste vuestra Alteza
de Dios en vivas figuras á Aristóbulo en bosquejo.
imágines naturales, Salomé. Hermoso asombro, Josefo.
suerte es que para hijos tales Josefo. No pudo la sutileza
te dé tales hermosuras. del pincel en tal belleza
Antipat. Tú seas, Joseph , venido, ostentar más su primor,
á nuestro Ascalón con bien, y aunque honrando á su pintor
pues que de Jerusalén Apeles se ha aventajado,
tales nuevas me has traído. con ser éste su traslado
Sagaz medianero he sido parece su borrador.
con el Senado Romano Aquí sólo no permite
para entronizar á Hircano la naturaleza sabia,
(que ya sepultaba el ocio), por más que el arte la agravia,
en el reino y sacerdocio que sus estudios imite,
que quiso usurpar su hermano. porque ni el oro compite
Rey y Sacerdote sumo con sus cabellos, ni toca
su Jerusalén le llama, su frente el cristal de roca,
y en altar de Thimiama ni hay clavel, rosa ó jazmín
aromas ofrece en humo, que se opongan al jardín
reinando por mí, presumo, de sus mejillas y boca.
si agradecido repara Vueltos aquí barbarismos
en mi amistad noble y clara, los hipérboles verás,
que estimé por justa ley porque estos dos son no más
juntar Sacerdote y Rey, hipérboles de sí mismos;
la corona á la tiara. de libertades abismos,
Descendiente generoso por no llamarles prisión,
es de Judas Macabeo, y milagrosa lección
que al linaje Asamoneo donde tomó en sus trasuntos
dió blasón limpio y glorioso; la naturaleza puntos
el sacerdocio piadoso para leer de ostentación.
que honró en el desierto á Aarón, Faselo. No lisonjero procedes
propagó su sucesión en su alabanza, si es cierta
contra ambiciosos engaños la fama con que despierta
por ciento y setenta años amor almas y armas redes,
de varón siempre en varón. pues no estiman las paredes
Ilustrar mi descendencia reales soberbios ornatos,
con renombre soberano ni en doseles y aparatos
y emparentar con Hircano funda la ambición sus galas,
apetece mi experiencia: mientras no adorna sus salas
á Mariadnes, excelencia con estos bellos retratos.
de cuanta belleza ha habido, Egipto dé testimonio,
para el Príncipe he pedido, pues sabe bien que idolatra
como Aristóbulo dé en Aristóbol Cleopatra,
con la mano á Salomé en Mariadnes Marco Antonio;
envidia al amor y olvido. ¡Oh lazos del matrimonio
De Hircano hijos los dos son, que por mi amor habéis vuelto!
como Salomé y Faselo A seguir estoy resuelto
míos, si permite el cielo vuestra recíproca ley
darme en ellos sucesión, adonde el esclavo es rey
del alcázar de Sión y cautivo el que anda suelto.
poseerán el solio real Salomé. Yo, bellísimos despojos,
y con ventura inmortal no os hablo, que estoy en calma,
gozará sangre idumea mientras la lengua y el alma
mezclándole con la hebrea se trasladare á los ojos;
un reino sacerdotal. si quitáis, pintado, enojos,
Si esto Hircano me concede ¿qué haréis, Príncipe, presente?
largas albricias me pide. Calle el alma lo que siente
Josefo. No sólo á tu gusto mide porque sienta lo que calla,
el suyo, pero aún le excede. que amor que palabras halla
(Dale un retrato.) tan falso es cuanto elocuente.
ACTO PRIMERO i75
ESCENA II Pero como el interés
Sale Hkrodes, bizarro, á lo soldado.—Dichos.
tiene alas, sus puertas rotas,
sirvió de escala una pica
Herodes. A tus pies, invicto padre, por donde subió la honra.
trofeos mis dichas postran, Y franqueando las llamas
si imitación de tus hechos, la entrada á mi gente heroica,
primicias de tus victorias; retrató el fuego en Armenia
que, puesto que comparadas venganzas griegas de Troya.
á las tuyas, serán pocas Di á saco la fortaleza,
las de Alejandro en Asiria y mientras el metal roban
y las de Aníbal en Roma, que la codicia persigue,
por ser las primeras, creo aunque más el sol la esconda,
que antepondrás á las propias despeñando al Rey armenio
las alabanzas de un hijo quedaron las peñas toscas
enigma de tus memorias. cada cual con un pedazo,
Salí de Ascalón, mi patria, que también ellas despojan.
cuando el toro que hurtó á Europa Bañado en sangre enemiga,
en oro pagaba al sol cantando el valor vitoria
un mes de hospicio y lisonjas, á las voces destempladas
y con doce mil soldados, de los míseros que lloran,
feliz número si notas entré en una galería
que con otros tantos puso que por treinta claraboyas
freno al Asia Macedonia, de alabastro, jaspe y mármol
cerqué á Pacono en Petrea; los bastidores de Flora
Pacono, aquel con que asombran enamoradas miraban,
los Partos las cuatro letras y en los cristales que adorna
que Craso en Grecia enarbola. con marcos de primavera,
Y de su madre sacando se retratan majestuosas.
al Ganges, porque se corra Colgaban de sus paredes
que en los brazos de su madre cuadros, en lugar de joyas,
un hijo tan viejo corra, si desvelos del pincel
guiado por el silencio, emulación de la gloria,
una noche obscura y sorda, pues retratando bellezas
restituíá sus cristales refrescaban la memoria,
sangre, que aumentó sus olas. tal del milagro de Chipre
Y degollando á su Rey, y tal de la virgen diosa.
el alma, que iba á la boca, Allí la Griega robada,
saliendo por la garganta si del pastor robadora,
la jornada halló más corta. que hurtó en las huertas de Venus
No perdoné ningún sexo; la manzana á la discordia,
lirio cano, joven rosa, á amor y aborrecimiento
caña humilde, roble fuerte, provocaba á las historias,
madre casta ni hija hermosa. por liviana aborrecible
Pero donde se ve más y adorada por hermosa.
mi venganza victoriosa Allí al honor consagraba
fué en la pueril inocencia, la. tarde cuerda, Matrona,
pues de las madres piadosas Tarquinos atrevimientos,
arrancando tiernos hijos, recuerdos tristes de Roma.
mostré que mi sed provoca Y allí, en fin, la hermosa Reina
sangre en leche de inocentes que Africa estima y adora,
medio blanca y medio roja. holocausto de sí haciendo,
Bajé á Armenia desde allí, dejaba ejemplos á Porcia.
y destruyendo sus tropas, Pero, entre tantas bellezas,
" en púrpura de sus venas la que por fénix de todas
teñí sus listadas tocas. gozaba el lugar supremo
Encastillóse su rey en la mitad de la lonja
en un castillo, una roca era una hermosa judía
tan alta, que su cabeza (perdone el Dios de Helicona)
coronó del sol la zona. que no igualó á su hermosura
Era de peña tajada la Ninfa que le corona.
y con una entrada sola Bien pudo Dina á Sichén
tan inexpugnable y fuerte, ser tragedia lastimosa,
que haciendo dificultosa librar Judith á Bethulia
su conquista, aseguraba del furor de Babilonia,
al rey la vida y las joyas hacer Raquel que Jacob
que atesoró en su homenaje juzgase distancia corta
la codicia temerosa. catorce años de servicio,
i76 LA VIDA DE HERODES

poner á Amán en la horca en premio del favor (según presumo)


el casto hechizo de Asuero, con que se ve sacerdotal monarca,
precipitar vitoriosa sus dos hijos ofrece, luz del cielo,
Hersabé al Profeta rey á tus hermanos Salomé y Faselo.
(que aun cantando creo que llora), Importa que prevenga su partida
y, en fin, bien pudo rendir por lo que el nombre ganará idumeo,
las letras, que el amor postra, si á la corona aspira apetecida
del rey pacífico y sabio que restauró á su sangre el Macabeo. {Vase. )
la hermosura de Etiopia. Salomé.
Mas con éstas comparada
es lo que el sol con la sombra, Perdona si no doy á tu venida,
con la ciencia la ignorancia, invicto hermano, á gusto del deseo
con la verdad la lisonja. parabienes retóricos, que duda
Supe quién era, aunque callo, de hablar quien ama agradecida y muda.
(Vase.)
porque la lengua no osa Fasei.o.
dar celos al corazón,
que los tendrá si la nombra. Yo, que sin alma todo me vuelvo ojos,
Y como una alma pintada, salamandra de amor, vivo en su llama,
dejando en prendas la propia, puesto que ufano deque á tus despojos
salí de mí y del castillo cinceles del valor, plumas la fama,
sin libertad ni memoria. pues adoras del sol los rayos rojos,
Doce mil hombres llevé, mi cortedad perdona, y con tu dama
y con ellos vuelvo agora coteja esa belleza, aunque en pintura,
sin que falte, padre invicto, y alaba, si no envidia, mi ventura.
ni de su sangre una gota. {Dale el retrato y vase.)
Sola una alma vuelve menos
que por los ojos me roban,
para ofrecer á su origen ESCENA III
su más que divina copia. Herodes sólo.
Triunfa en Ascalón con ellos,
pisa reinos, trofeos goza, ¿Si no envidio tu ventura?
premia heridas, honra hazañas, ¿Por qué ocasión? Mas ¡ay, cielos!
haz mercedes, da coronas, ¿no es esta de mis desvelos
y á mí licencia que busque la causa? En esta pintura,
en premio desta vitoria ¿no se cifra la hermosura
un alma que, fugitiva, que mi libertad abrasa?
es vencida vencedora. Si con Faselo se casa
y mis dichos tiraniza,
Antipatro. celos, volad en ceniza
No hallo coronas á tu nombre iguales, mi padre, hermanos y casa.
hijo invencible, que tu fortaleza ¿Qué importa que quiera Hircano
premien mejor que abrazos paternales; que se case con Faselo?
ceñir tu cuello en vez de tu cabeza ¿Es su padre amor del cielo?
las cívicas no bastan, ni murales, ¿es monarca soberano?
ni cuantas dió de Roma la grandeza Antes que le dé la mano
á la ambición que eternizó su fama, cuando el corazón la di
puesto que junte al oro, al roble y grama. un nuevo Caín en mí
Conquista reinos que dichoso goces, verá Faselo mi hermano
gana blasones que te inmortalicen, que no es padre cuerdo Hircano,
plumas tu fama añada que veloces .ni rey, tigre hircano sí.
el valor te aseguren que predicen, Celos, que os habéis entrado
y mientras la fortuna que conoces al alma que atormentáis,
en tu favor los tiempos autoricen, ¿por qué vivo me abrasáis
antes que acabe el círculo su rueda si es mi amor sóio pintado?
un clavo al eje pon, y estará queda. El amor os ha engendrado,
Si enamorado vuelves, no me espanto, imitalde, pues procura
que Marte y Venus al amor producen, cifrarse en esta figura;
pues sus hazañas triunfarán en tanto mas ay, que en tales motivos
que sus aceros á sus llamas lucen. me da los tormentos vivos,
Tus dos hermanos á su yugo santo y la esperanza en pintura.
dos cuellos dichosísimos reducen, Pero ¿de qué sirven, cielos,
los más hermosos que en su ardiente carro quejas y lamentos vanos,
puso coyundas el amor bizarro. si el amor es todo manos
Hircano, rey y sacerdote sumo, y todo furor los celos?
al reino y templo que eterniza el Arca Lágrimas darán consuelos
y á Dios da habitación en niebla y humo, á cobardes esperanzas,
entre las alás que el Cherub abarca, como al olvido mudanzas,
ACTO PRIMERO i77
pero á injurias conocidas si de ti ha nacido el fuego
de pretensiones perdidas, que mi esperanza maltrata?
no hay quejas como venganzas. Huyendo de los engaños
¿No ha abrasado mi valor con que darme muerte quieres,
la Armenia que he destruido? me voy, tirano, no esperes
¿Pues es bien quesea vencido remozar en mí tus años;
en mi casa y vencedor? padres serán los extraños,
¡Muera mi hermano traidor pues tú lo dejas de ser;
y mi padre, pues que pasa no soy tu hijo desde hoy,
las leyes que mi amor tasa, alma en pena, sí, que soy
porque yo con ellas muera! de una pintada mujer. (Vase.)
¡Al arma, venganza fiera;
al arma, asaltad mi casa!
ESCENA V
ESCENA IV Antipatro solo.

Sale Antipatro.— Dicho. ¿Qué locuras serán estas


que en confusión me han dejado?
Antifat. ¿Qué tienes, hijo, qué es esto? ¿Qué hechizos, hijo, te han dado
Herodes. Quejas son á que me incitas que en llanto envuelve mis fiestas?
cruel. ¿Es bien que permitas De tus acciones opuestas
el tormento en que estoy puesto? solamente he colegido
Cuando á tus pies manifiesto que habiendo el seso perdido
reinos al romano iguales, anuncias mi desventura.
¿asi á recebirme sales, ¿En qué retrato ó pintura
y estos triunfos me previenes? dices que te has convertido?
En lugar de parabienes Ya llamándome tirano
me recibes para males. riguroso te despides;
¿Tú eres mi padre y desdices ya, humilde, perdón me pides
del amor que te ha obligado? con los labios en mi mano;
Miente el ser que tú me has dado culpas me imputas en vano,
y mientes tú si lo dices, que ignoro y saber deseo;
hoy llorarás infelices ó estás loco, ó lo que creo
mis años, padre cruel; por más cierto, estás celoso,
ciprés en vez de laurel, que amor con celos furioso
amor á mis sienes ata, las formas hurta á Proteo.
pues si á otros con flechas mata, Si porque al Príncipe caso
á mi con sólo un pincel. con Mariadnes se agravió,
Antipat. ¿Estás en ti? si fué el retrato que vió
Herodes. Estoy sin mí, de su libertad ocaso.
sin ser, sin alma, sin vida, ¡Oh, amor liberal y escaso!,
sin cuerpo, sombra fingida ya mal podré remediarte,
soy no más de lo que fui; por más que intente curarte,
pero ¿qué te importa á ti si es el daño que recelo,
que yo tenga seso ó no? porque á casarse Faselo
Quien el alma me quitó, á Jerusalén se parte.
¿cómo mi padre será? Pues tienes alas, volaras,
Ser el padre al hijo da; que en la presteza dispuso
mi ser pierdo por ti yo. tu dicha, quien te las puso,
Pues si no te debo nada, y sus celos remediaras.
¿qué me quieres? Déjame; Culpa tus plumas avaras
una alma perdí, y hallé y no á mí, ciego tirano,
otra alma, pero es pintada; que cuando celoso, en vano
mátame; saca esa espada; pierda á Herodes, me consuelo
mas, ¡ay, padre! que estoy loco. del reino que por Faselo
Si á lástima te provoco, á mis sucesores gano. (Vase.)
piadoso mi mal escucha;
mas no, que es mi pena mucha
y tu sentimiento poco. ESCENA VI
Pero de mi poco seso
Sale Hircano, y Eliacer vistiéndole.
está, padre, reducida
la restauración y vida Hircano. Al Rey de Tiro agradezco
en esta mano que beso; su embajada y petición,
que te he agraviado confieso, mas llega en mala ocasión
mi remedio y salud trata. cuando al Príncipe la ofrezco
¡Ay! mano cruel y ingrata, de Idumea, por quien reino;
¿cómo á los labios te llego, es mi amigo y comarcano,
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II i2
i78 LA VIDA DE HERODES
dióme el Senado romano ESCENA Vil
por su intercesión el reino.
Hame pedido á mi hija Sale Efraím.—Dichos.
para esposa de Faselo, Efraím. Sal á uno de los balcones
nuestra ley guarda, y el cielo que honran tu parque, señor;
me aconseja que le elija. que si en él los ojos pones,
Aristóbulo también verás confuso el amor
á Salomé su hija hermosa, en iguales opiniones,
ha nombrado por esposa, y á los dos Príncipes bellos
y alegre Jerusalén en dos caballos, y en ellos,
su entrada espera festiva, Xantho y Pyrois transformados,
pues desde su puerta santa por más que á su Sol atados
arcos y estatuas levanta procura el sol detenellos.
y antiguos muros derriba. Bordados caparazones
Esto al Rey de Tiro di, portátiles tronos son
y al de Sidón, que me pesa cuyas verdes guarniciones
no admitir de la Princesa, labró Flora á imitación
su hija, la mano, y sí del campo hermoso á jirones.
para Aristóbulo, en fe Las crines entre distintas
de lo que la estimo y quiero; lazadas, si al mayo pintas
adelantóse primero que su tienda sale á abrir,
el amor de Salomé no harás poco en distinguir
y ganóle por la mano si son flores ó son cintas.
la mano que le apercibe. Ni el oro, aunque más presuma
Lo mismo, Eliacer, escribe en los jaeces mostrar
al rey de Persia, Artabano; valor en suma, sin suma,
á la infanta de Corinto; se podrá desestimar
al Rey de Líbano, Hirán, del esmalte de su espuma.
y á todos cuantos están Los dos, en fin, muestras dan,
dentro el ciego laberinto uno bayo, otro alazán,
del amor de mis dos hijos; cuán bien se les medra y luce,
y en fe de casar con ellos, que si el viento los produce
por generosos y bellos, los apacienta el Jordán.
son pretendientes prolijos, Los dos hermanos sobre ellos,
que siendo no más de dos sueltos al sol los cabellos,
mal tantos yernos tendré. robando almas y dando ojos,
Eliacer. Liberal contigo fué para que los suyos rojos
en hijos y en reinos Dios. trence envidioso de vellos.
Rey Sacerdote te ha hecho Gabanes de verdemar
y el primero á quien ampara honran, que el oro guarnece,
con la corona y tiara dando á amor que recelar,
tu honra y nuestro provecho. que en mar que esperanza ofrece
Dos hijos también te ha dado, no es cordura confiar.
milagros de la hermosura, Con cuchillos damasquinos,
con quien el cielo procura, cuya hermosa guarnición
eternizando tu estado, al sol puede ofrecer signos,
premiar de tus ascendientes pues, cuando no estrellas, son
el celo con que ampararon sus piedras esmaltes finos,
la ley que nos restauraron y de plumas tanta copia
los Macabeos valientes. que entre ellas la fama propia
El reino y los hijos goces fácilmente se ofuscara,
siglos por años, señor. pues si Faetón las llevara
Hircano. ¿Dónde están? no fuera negra Etiopia.
Eliacer. Dando al amor Dos sacres llevan ufanos
y fama plumas y voces. que, en lugar de las pigricias,
Como la belleza cría grillos de sus pies livianos,
amor, y tan bellos ion, habrán menester espuelas
con inseparable unión para salir de sus manos,
y amorosa compañía pues ni águila ni garza real
uno con otro retrata les podrá dar presa igual
un Géminis que en el suelo, cuando la sigan traviesos
avergonzando al del cielo, como la que gozan presos
usurpar su signo trata. á alcándaras de cristal.
A caza querían salir Desta suerte, porque igualen
por dar luz á este horizonte, pasatiempos con cuidados,
y los caballos del monte que por los montes señalen
mandaban apercebir. de cazar almas cansados,
ACTO PRIMERO i79
á caza de fieras salen. mi mal, como dijo el otro,
Gózate en ver tus vasallos en viéndola me quillotro
mil bendiciones echallos; y el alma se me menea.
mas los dos llegan aquí, El pecho se me bazuca
no sé si á volver por sí, y me dan ceciones luego;
pues yo no supe pintallos. si este es amor doile al huego,
que, pardiez, que es mala cuca.
ESCENA VIII Si vuesa edad no me endilga
lo que es esto, abrid la huesa
Salen á caballo, y vestidos como Iífraím dijo, á Pachón.
Akistóbulo y Mariadnes.— Dichos. Tirso. Celera es esa.
Mapiad. Para la felicidad Pachón. Estoy hecho una pocilga
de nuestra caza, señor, de celos, que por ser tercos,
y vuelta con brevedad, ponerse siempre de lodo
su bendición y el favor y andar gruñéndolo todo
nos dé vuestra majestad, se comparan á los puercos.
porque en tales ocasiones Tirso. Pues bien: y ella, ¿sabe acaso
la fortuna satisfecha que la amáis?
honrará nuestras acciones Pachón. Sí.
si su mano real nos echa, Tirso. Bueno está;
en una, tres bendiciones: y ¿habéisla hablado?
de sacerdote primero Pachón. Verá:
y Pastor de nuestra ley, pullas la echo á cada paso.
que reverencio y prefiero; Tirso. Pescudo si la habéis dicho
de Padre y luego de Rey vueso amor.
con que buen suceso espero Pachón. Por comparanzas,
cuando volvamos los dos. tal vez hay, que entre otras chanzas
Hircano. Ya todas tres las gozáis la declaro mi capricho.
Mari'adnes bella, vos, Tirso. ¿De qué modo?
pues que apacible os lleváis Pachón. Daros quiero
la mía, del pueblo y Dios. cuenta de vuesa demanda;
Garzas el viento embaracen ya vos veis del modo que anda
sin que el neblí las dé enojos, el gaticinio en Febrero.
que cuando el cielo amenacen Estaba una gata bizca
no es mucho que vuestros ojos con cierto gato rabón
siendo garzos, garzas cacen. allá en el camaranchón,
Y vos, Aristóbulo mío, tan tierno él como ella arisca,
¿también salís á cazar? cual si les pegaran ascuas
Aristób. Amor alienta mi brío; diciéndose cada uno
no hay de cazar á casar en su lenguaje gatuno...
mucho; y pues me casas, fío Tirso. Sí.
de mi ligera esperanza Pachón. Los nombres de las Pascuas.
empresas dignas de fe Porque si explicaros quiero,
contra el olvido y mudanza, él siempre que maullaba
que si es garza Salomé, de maulera la llamaba
más vuela amor, pues la alcanza. y ella con fuf de fullero.
Dejad, señor, que la siga En fin, con gritos feroces
el alma que en ella adora, andaban dando carreras,
si una caza á la otra obliga. que gatos y verduleras
Mamad. Ya, padre y señor, es hora. sus faltas se echan á voces.
Hircano. El mismo amor os bendiga. Escuchábalos Fenisa,
No os alejéis porque esté quizá envidiosa de vellos,
alegre nuestro horizonte y yo, que iba á componellos,
si en sus cristales os ve, la manga de la camisa
que yo á la casa del monte la asi, porque no se escape;
á recibiros saldré. (Vanse.) y como el amor me afrige,
min, hocicando la dije,
pero respondiendo zape,
ESCENA IX me dió en la cara un aruño
que un carrillo me llevó;
Salen Pachón y Tirso, pastores.
agarréla entonces yo,
Tirso. En fin: ¿vos tenéis amor mas ella cerrando el puño
á Fenisa? escopir me hizo dos muelas
Pachón. Mirad, tío, deshaciéndome el gallillo.
yo no sé si es amorío, Tirso. Hizo bien, porque un gatillo
si estangurria ó si sudor. de ordinario es sacamuelas,
Mas sea lo que se sea, y ese fué lindo favor.
i 8o LA VIDA DE HERODES

Pachón. ¿Lindo? A otros dos si me toca Fenisa: vuesos hocicos


me ha de despoblar la boca; me traen tan emberrinchado
pero otro me hizo mayor. desde que antiyer al prado
Tirso. ¿Mayor, cómo? llevábamos los borricos,
Pachón. Hué al molino, que como amor me provoca
y yo tras ella, antiyer; • hoy he dado en retozón.
y acabando de moler Fenisa. ¡Yo, que te estriego, Pachón!
llegué á cargalle el pollino. (Dale un mojicón.)
Y él cuando el costal le pongo Pachón. ¡Ay!
dos yemas sin clara echó, Tirso. ¿Dónde te dió?
y á la primera que vió Pachón. En la boca,
dijo: «¡Papaos ese hongo!» machucádomela ha toda;
Yo, como la vi burlar, á este andar, sino que os duela,
las manos la así y beséselas, no ha de haber diente ni muela
y apartómelas y apartéselas, para el día de la boda.
y volviómelas á apartar.
Tiróme una coz después,
pronóstico de una potra, ESCENA XI
y yo tornándole otra
jugamos ambos de pies, Salen Herodes y Joskfo.— Dichos.
y volviendo á porfiar,
volvióme dos y aparéselas, Herodes No la gozará Faselo,
y tirómelas y tíréselas, por más que lo intente Hircano,
y volviómelas á tirar. aunque del primer hermano.
Tirso. ¿Qué más quieres si conoces renueve agravios el cíelo.
que te hace tanto favor? Josefo. Si ya se la ha prometido,
Pachón. Dad al diablo, tío, el amor fcómo estorballo podrás?
que entra á pellizcos y coces. Herodes .oco estoy y necio estás;
amor que no se ha adquirido
ESCENA X
con dificultad no sé
que tenga estima ni fama.
Sale Fenisa.- -Dichos. Veré mañana á mi dama;
mi hermano la pintaré
Fenisa. Valga el dimonio la gente de suerte que lo aborrezca.
y quien acá la envió. Diré que es desagradable,
Pachón. Esta es m¡ Fenisa. descortés, tosco, intratable,
Fenisa. lYo, y porque mal le parezca,
que te estriego! como tú el fin me acredites,
(Llégase á ella y dale una co$¡) pintaré en él el extremo
Tirso. Impertinente: de un esposo, un Polifemo,
dila, si casarte tratas, de un Coricleo, un Tersites.
que tenga de ti mancilla. Pero ¿qué gentes son éstas?
Pachón. Llegad vos á persuadilla Josefo. Rústicas de estas montañas,
que tenga quedas las patas. cuyas pajizas cabañas
Fenisa. ¡Oh! ¿Es mi tío? desprecian cortes compuestas.
Tirso. Pues ¿con quién Herodes , ¿Cuánto está Jerusalén
gruñís? de aquí, buen hombre?
Fenisa. Con el diablo gruño. Pachón. Una legua,
Pachón. Burlaos con ella. que se la papa mi yegua,
Fenisa. El dimuño señor, en un sancli amen.
sacó de Jerusalén Mas ¿para qué lo pescuda
aquestas damas machorras si viene á cazar de allá
que, olvidando los chapines, con la Infanta?
andan corriendo rocines, Herodes Pues ¿está
cazando gangas ó zorras. la Infanta aquí?
Y con unos paja rotes Pachón. ¡Buena duda!
tan grandes como milanos Fenisa. En un caballo sobida,
que atados traen en las manos como hombre desparrancada,
con borlas y capirotes. á la jineta ensillado.
No han dejado lino á vida. Pachón. Tomárala yo á la brida.
Tirso. Nuesos príncipes serán Fenisa. Nos trae puestos en rencilla
que á volar garzas saldrán. de vella así cada vez,
Fenisa. Yo vengo tan aburrida, si deja la doncellez
que quizá el diablo los trajo la Infanta sobre la silla.
acá; si la honda desciño... Herodes. Y vos, serrana de plata,
Pachón. ¡Mirad vos qué lindo aliño ¿vivís aquí ?
de decirla un resquebrajo! Fenisa. Desde hoy más.
ACTO PRIMERO l8l
Pachón. Quítese él de detrás ESCENA XIII
que es falsa de aquesa pata.
Guárdese que no le borre Tirso, Pachón y Fenisa.
de un golpe el encaramiento.
Josefo. Sobre un caballo del viento Pachón. ¡Por Dios que es desgracia extraña!
vuela un cazador ó corre. Fenisa. ¿Quién diablos la metió á ella
(Ruido de dentro, como que corre un ca en andar, siendo doncella,
ballo.) corriendo por la montaña
Tirso. Será el Principe, que hoy á caza sobre un rocín?
vuela garzas por aquí. Tirso. La mujer, si es recogida,
(Voces dentro.) no ha de tener más caída
¡Tener, tener! que la de un bajo chapín.
Herodes. ¿Cayó? Fenisa. Metióse en oficio ajeno,
Josefo. Sí. tomóse lo que la vino;
Mariad. ¡Válgame Dios, muerta soy! que lo que pecó en mi lino
Herodes. ¡Terrible golpe! lo paga ahora en mi heno.
Tirso. No mueve Pachón. ¿No será bien avisar
pie ni mano. á los que, desparramados,
Hfrodes. A dalle ayuda andan por montes y prados
me manda el amor que acuda. y vinieron á cazar
(Entrase Herodes y Josefo.) con ella, que á remedialla
Fenicia. Mas que el diabio se la lleve, acudan, no se nes muera
que así mis linos maltrata. entre manos?
Pachón. Si él vuesos sembrados pisa Tirso. Bueno fuera
no os venguéis en mí, Fenisa, que aquí viniesen á hallalla
apartad allá la pata. y nos pidiesen su muerte.
Pachón. ¡Oste puto! A avisar voy
al Reye.
ESCENA XII Fenisa. Yo también soy
.Saca Herodes á Mariadnes desmayada en los
de tu opinión.
brazos.
Pachón. De esa suerte
tú á los cazadores llama,
Herodes. Pastores, sentid conmigo yo iré á Jerusalén.
hoy la pérdida mayor Tirso. Yo voy contigo también,
que pudo hacer el amor; que si se muere en mi cama
llamadme, si es que os obligo, antes que se certifique,
venturoso, desdichado, mos tiene de acrebillar
en el hallazgo que he hecho. el Reye.
Fenisa. Que es el Príncipe sospecho. FhNiSA. No hay que dudar,
Pachón. Mas ¿si se ha descalabrado? por Dios, que nos crucifique. (Vanse.)
Fenisa. No es sino la hermosa Infanta
de Jerusalén.
Herodes. Si muere, ESCENA XIV
ni el sol dar vueltas espe-e Salen Herodes y Josefo.
á su hermosa esfera y santa,
ni en sucesión infinita Herodes. Esperanza da de vida,
piense la naturaleza puesto Josefo que poca,
eslabonar su belleza á lo menos con su boca,
cuando la mayor nos quita, temiendo la despedida
que del fuego que amenaza del alma, la mía sellé
en el diluvio segundo para que, cuando saliera
la destrabazón del mundo en aura, no se me huyera,
llegó al término. • porque cuando imaginé
Fenisa. Esta caza que bebiéndola el aliento
dola al diablo, nunca ha hecho el alma, que salir duda,
si este bien á los que engaña. fuera huésped que se muda
Tirso. En esta pobre cabaña, de uno en otro aposento.
aunque grosero, hay un lecho: Debiólo de echar de ver,
de heno y paja está lleno, y temiendo sus agravios,
echalda sobre él, señor, cerró el recelo los labios
que toda hermosura en flor y volvió á retroceder
viene á rematar en heno. al corazón, donde ordena
Herodes. Decís bien; ¡ay suerte incierta! vivir de asiento y me abrasa,
qué avarienta os me mostráis, porque, dueño de tal casa,
pues la dicha que me dais ¿cómo vivirá en la ajena?
ó es pintada ó medio muerta. Ve por agua, mi Josefo,
(Llévala Herodes.) podrá ser que vuelva en sí.
i8? LA VIDA DE HERODES

JoSEfO. Harélo, señor, así: apetitos al cuidado,


amante y solo te dejo. ganancias al interés;
Que traiga el agua querrás para asegurarla, pues,
de las más lejas corrientes mudarme intento el vestido
que dan cristal á sus fuentes, por el de pastor fingido,
para queme tarde más. ya que asegurarla quiero,
Voy, pues, que no es de perder que en viéndome caballero
por mí lo que tu amor fragua; ha de juzgarme atrevido.
yo volveré con el agua Trajes vi de cazadores
cuando no sea menester. (Vase.) colgados en la cabaña,
haced hoy en mí, ¡oh montaña!
transformaciones de amores;
ESCENA XV no paguéis en disfavores
Hgrodes solo. cortesanas cortedades,
que, si en estas soledades
Alma: agora si que os veis no me ayudáis, siendo Dios,
en más confusa porfía: formaré quejas de vos
al amor y cortesía y no me fiaré en deidades. (Vase.)
en competencia tenéis;
la ocasión porque gocéis ESCENA XVI
lo que vuestra fe merece,
á vuestra dama os ofrece, Mariadnes sola.
cuando contra la esperanza
la nobleza y confianza jCielosI ¿quién me trajo aquí
la defiende y favorece. y entre estos bárbaros techos,
Enamoróme pintada, en una cabaña pobre
y la ocasión y ventura de aqueste modo me ha puesto?
me la dan casi en pintura, ¿Dónde están mis cazadores?
Eues me la dan desmayada, El Príncipe, ¿qué se ha hecho?
a cortedad es culpada ¿Cómo sóla me han dejado?
en quien se precia de amar, ¿Si imaginan que me he muerto?
mal el amor podrá usar Acuérdome que caí
finezas hoy cortesanas; de un caballo que siguiendo
entre cabañas villanas una garza remontada
la ocasión entro á gozar. iba imitando su vuelo,
Pero, amor, si no os reporto, y aguardando la vitoria,
mi nobleza os culpará de dos halcones soberbios,
preciar de cortés, pues va imaginé con sus plumas
poco de cortés á corto; vender despojos al viento.
no por un deleite corto Debíme de desmayar
intentéis perder así más del golpe que del miedo,
los blasones que adquirí; y algún pastor que me vió
detened el paso, amor, me trajo y redujo al heno
que no hay vitoria mayor de su rústico descanso
como es el vencerse á sí. pabellones opulentos.
Mas si pierdo por cortés Si esto es así, ¿dónde está?
la ocasión, ¿volveré á hallalla? ¡Ay temerosos recelosl
No, que el tesoro que uno halla ¿Si han hecho afrenta á mi honor
en el campo, suyo es. villanos atrevimientos?
Si tengo derecho pues, Yo mujer y sin sentidos,
al que aquí acabé de hallar descorteses y groseros
y me le viene á quitar labradores licenciosos,
Faselo en mi menosprecio, la ocasión vendiendo al tiempo
en perderle seré necio: tesoros que la honra guarda.
la ocasión entro á gozar. Yo, sobre el humilde lecho
Mas no gozo, si lo advierto, de una despreciada choza,
sino como Pigmaleón, mis vestidos descompuestos,
una estatua sin acción; ausente el que aquí me trajo,
volved en vos desconcierto, conjeturad pensamientos,
que gozar un cuerpo muerto mi desdicha y vuestro daño,
será brutal frenesí; y dadme muerte si es cierto.
la vida cortés la di, ¿Quién duda que si violó
dalda también el honor, un cuerpo sin alma el dueño
que no hay hazaña mayor bárbaro deste hospedaje,
como es el vencerse á sí. que con las alas del miedo
Obliga réla cortés, huiría el justo castigo
si sabe que he refrenado encomendando al silencio
ACTO PRIMERO i83
afrentas que ya la fama las flores de aquestos prados,
esparcirá por los vientos? las fuentes, guarnición dellos,
¡Triste de mí! ¿qué he de hacer? cuando llegó presuroso
Mil veces maldiga el cielo un atrevido mancebo,
al inventor que los gustos si villano en sus acciones,
cifró en el errante vuelo en su traje caballero,
de un pájaro codicioso, y honrando con vos sus brazos
que entre leves pasatiempos en mi humilde alojamiento,
de plumas que lleva el aire, el ébano y el marfil
Icaro al honor ha hecho. tuvieron envidia al heno.
Mas de la misma cabaña, Lastimado y compasivo
sino del mal que sospecho, buscara el temor remedios
parece que un pastor sale. en boticas naturales
Hombre, ¿qué buscas adentro? de simples no descompuestos,
cuando, cargado de hierbas
como de lágrimas, vuelvo
ESCENA XVII á dar vida á vuestro honor,
Sale Hbrodbs de pastor.—Mariadnfs. en vez de dársela al cuerpo,
porque el atrevido joven
Herodes. Busco lo que hallando en vos, desnudo intentaba y ciego,
después que con vida os veo, por dejar injurias vivas,
ha de hacer, hermosa Infanta, usurpar despojos muertos.
corte ilustre este desierto. Yo entonces, que aunque villano,
Agua rosada salí tan ilustre el alma tengo
á pedir á un arroyuelo que por no violentar frutos
que, coronado de rosas, las encinas no vareo,
les bebe el licor de Venus, diciéndole mil oprobios
para espantar el desmayo con medio roble grosero,
que de vuestro rostro bello á lascivos desatinos
tiranizaba las flores puse noble impedimento.
de amor, que es su jardinero. Y despreciando las voces
Mas, ya que volviendo en vos con que dijo: «Hombre grosero:
la luz al sol habéis vuelto, advierte que á quien injurias
la primavera á estos prados, es al Príncipe Faselo,
las estrellas á estos cielos, que, á pesar de pretendiente,
para dar á la fortuna á ser de la Infanta vengo
justos agradecimientos venturoso poseedor,
quisiera que me feriaran si no legitimo dueño.
sus lenguas los lisonjeros. No estorbes en daño tuyo
Mariad. ¿Sabéis quién soy? ocasiones con que el tiempo
Herodes. Por mi dicha. imposibles facilita
Mariad. ¿Quién me trujo aquí? para que cumpla deseos.»—
Herodes. Recelo Afrentado le hice huir,
si os lo digo, gran señora, despejando el aposento,
v que he de aguaros el contento. porque no hay descortesía
Mariad. ¡Ay de mil ¿Por qué ocasión? á quien no acompañe el miedo.
Temores, si salís ciertos, Fué á buscar vasallos suyos
yo haré en mi vida injuriada porque, volviendo con ellos,
lo que el desmayo no ha hecho. con agravios dé principio
Herodes. Corriendo sobre un caballo, á tu amor, señora, honesto.
que del tercer elemento Aun no le dejé tomar
debió de heredar las alas, las ropas reales, que ofrezco
sino es que el Dios mensajero en muestra de mi valor
sus talares le prestó, y prueba de sus intentos;
ibades siguiendo el vuelo (Saca sus vestidos.)
de una garza perseguida que quien desnudó del alma
de dos halcones hambrientos, el noble comedimiento,
cuando en un hoyo que puso bien merece por castigo
la envidia, que salió á veros, que lleve desnudo el cuerpo.
tropezando, renovaste Si aguardas su vuelta torpe,
llantos del hijo de Febo. que tardará poco, pienso
Y retratando de Fidias que has de llorar deshonrada
un mármol sin vida bello, violadores menosprecios.
casi á infundiros el alma Porque no intenta casarse
quiso volver Prometeo. el que pretende violento
Lloraban vuestra desgracia gozar despojos robados
las aves deste desierto, que le vienen de derecho.
i84 LA VIDA DE HERODES

Estas son las ropas suyas, Eliacer. No hay en toda esta cabana
y los brazos, señora, éstos, sino es en su pobre suelo
que en defensa de tu fama unas pajas miserables,
serán del honor trofeos. y entre sayales groseros
Mira lo que determinas, estos curiosos y nobles.
que, si tomas mi consejo, (Saca los vestidos de Herodes.)
huyendo de los peligros Tirso. ¡Aun el diablo vería eso!
sale vitorioso el cuerdo. Hircano. Villanos: ¿qué es de mi hija?
Mabiad. Pasior... no pastor, mas sí; ¿no habláis?
que pues hoy del lobo fiero Pachón. ¿Qué quiere que hablemos?
la inocencia de mi fama Fenisia. ¿No le juimos á llamar?
has defendido, no tengo ¿no la pusimos ahí dentro,
blasón mejor con que honrarte: quemando porque oliscaba
yo pagaré lo que debo á manojos el espliego?
á tu generoso trato Quizá quien la agarró el alma
con largos y nobles premios. volvió después por el cuerpo,
Estos vestidos infames ó la comieron á escote
tu verdad abonan, puesto algunos grajos y cuervos.
que tal vez juraran falso Faselo. ¿Estos vestidos no son
si á Josef doy por ejemplo. de mi hermano?
Vamos á Jerusalén, Hircano. ¡Ay sanios cielosl
donde, con honroso trueco, Sin duda, que por roballe
justos premios satisfagan estos villanos le han muerto.
la nobleza de tus hechos, Tirso. ¡Aún peor está que estaba!
y donde, libre y seguro, Aristób. ¿Hay más trágico suceso?
juzgue el aborrecimiento Hircano ¿Qué es de mi hija, traidores?
descorteses desacatos Faselo. Mi sol, mi luz, ¿qué se ha hecho?
del atrevido idumeo. Pachón. ¿Hay son que, si se ha perdido,
¿Cómo te llamas? le dé un real al pregonero
Herodes. Claricio. prometiendo buen hallazgo?
Mariad. Hacerte claro prometo Hircano ¡Oh crueles! ya sospecho
entre cuantos la privanza que por hurtarles las joyas,
sobre sus alas ha puesto. homicidas y avarientos,
Herodes. Dame á besar esas manos. dos soles habéis quitado
¡Oh amor criado en enredos, que daban luz á mis reinos:
con bien de aqueste me saca, enterrados los habrán.
labraréte de oro un templo! Pachón. No les faltará á lo menos,
Atado al tronco dejé si es cerote lo que sudo,
un caballo de aquel cedro, cera hilada en el entierro.
sube en él, seré la aurora Hircano. Prended esta vil canalla,
que va delante de Febo. (Vanst.) descoyuntalda á tormentos
hasta que la verdad digan.
Pachón. Fenisa: potro tenemos.
ESCENA XVIII Fenisa. Más quisiera tener potra.
Hircano. ¡Ay desventurado viejo!
Salen Hircano, Fasel*, Aristóbulo, Salomé, No dejéis piedra ni planta
Eliacer, Efraím y los Pastores. de este monte, caballeros,
que no busquéis.
Hircano. Muerta la Infanta mi hija, Aristób. ¡Triste caso!
quebró el cristalino espejo Pachón. Yo os juro á Dios que me huelgo.
en que la naturaleza Fenisa. ¿De qué?
se miraba. Pachón. De que os han de dar
Faselo. Si esto es cierto,
en el potro pan de perro, (Vanse.)
en túmulos lastimosos
los tálamos de Himeneo
ha convertido la envidia,
cuando á desposarme vengo. ACTO SEGUNDO
De mi vida á su memoria
la haré sacrificios tiernos,
sin queá restauralla basten ESCENA PRIMERA
persuasiones ni consuelos.
Aristób. ¿Aquí dices que mi hermana Salen Mariadnes y Herodes de pastor.
quedó?
Pachón. Como se lo cuento. (Entran.) Mariadnes.
Hircano. Entrad por ella, ¡ay de mí! Deja, pasior, que el sol sus flechas quiebre
¿cómo vivo, pues que muero? en las hierbas menudas que marchita
(Salen.) y á ese caballo dan fértil pesebre;
ACTO SEGUNDO |85
y mientras el tirano solicita Tú, pues, sin él, que afrentas la elocuencia
mi deshonra y su bárbara venganza y á Demóstenes puedes compararte,
por la ocasión que tu valor le quita, ¿cómo, falto de letras y experiencia,
entre estas sombras que el rigor no alcanza, sutilizas conceptos y palabras
y en cuyas hojas leves representa y á Atenas hurtas el lenguaje y ciencia?
á los tiempos el viento su mudanza, V aunque el misterio á mis enigmas abras,
premiada tu lealtad tome á su cuenta con respuestas que ignoro y dificulto;
principios de favores que te debo, dime si al sol y al aire riges cabras
y porque los asiente, aquí te asienta. y su inclemencia por el monte inculto
¡os rostros tiraniza, pues los yerra
Herodes. como si el ver sus rayos fuera insulto.
Afrentaránse de favor tan nuevo Si el cultivar la siempre fértil tierra
estos cedros y palmas, gran señora, paga surcos en callos que en las manos
de la ventaja y dicha que les llevo; por la dureza imitan á la sierra,
quisieran ellos humillar agora ¿cómo injurias afeites cortesanos,
sus elevadas cumbres y cabezas siendo excepción de generales leyes?
para besar tus pies, que el mundo adora. ¿Tú solamente culto entre villanos?
Manos groseras que al arado y bueyes
Mariadnes. acostumbradas el trabajo tuesta,
El campo siempre obliga á las llanezas ¿pueden en ti afrentar las de los reyes?
que la ambición desprecia, dando silla Cara, que á la del sol adusto opuesta,
á la soberbia hinchada con grandezas; jamás huyó el encuentro á sus rigores,
de aquí á Jerusalén habrá una milla; ¿compite con la dama más compuesta?
siéntate, que de noche entrando en ella A tu traje desmientes, tus colores,
aseguro peligros. por más pastor que intentes con negallo
(Siéntase ella é hinca él la rodilla.) encubrirte entre engaños labradores,
Herodes. cuando agora la silla del caballo
la sed me hizo dejar de aquella fuente
La rodilla que de ti murmuraba lo que callo,
hincada, como á imagen de amor bella, y tú, templando del calor ardiente
es mejor que te adore agradecido la furia rigorosa con su risa
á mi propicia y venturosa estrella. bañaste en su cristal manos y frente;
Mariadnes. testigo contra ti fué la camisa
que, por el cuello libre del ultraje
Este es mi gusto, acaba. con que la encierras en sayal me avisa
(Siéntase él.)
no dicen bien las puntas de su encaje
Herodes. con el buriel hipócrita que aforra
¡Que ha podido en blanco lino el penitente traje.
mi dicha verme junto al sol sentado! Declárame este enigma, si no borra
Amorosa deidad, perdón os pido. tu poca confianza en el secreto
lo que te debo; así el cielo socorra
Mariadnes. tus esperanzas con dichoso efeto.
Agora, pues, que nos convida el prado Las dudas satisface, di cómo eres,
á divertir agravios del estío si rústico pastor, galán discreto.
y dar licitas treguas al cuidado,
quiero que dejes satisfecho el mío, Herodes.
que, en mil contradicciones, te prometo, Ya que apurar mis pensamientos quieres,
se quieren persuadir á un desvarío. curiosa por saber sucesos míos,
Mil cosas he mirado en tu sujeto por imitar á las demás mujeres,
tan opuestas y nuevas como extrañas: oye de la fortuna desvarios
si rústico, ¿cómo eres tan discreto? que ya que no te admiren, te entretengan,
No niego yo que á veces las montañas mientras aquestos árboles sombríos
no fertilice el cielo dando en ellas por huésped bello tu hermosura tengan.
al ingenio, al valor y á las hazañas; Ya que el sutil ingenio
comunes son á todos las estrellas, hijo de esa alma noble,
y entendimientos hay que entre sayales, curioso inquisidor
en cuerpos toscos, cubren almas bellas; de celos y de amores,
pero por más que influyen naturales, sacando del sagrado
no retóricas lenguas, que consisten donde el secreto absconde,
en idiomas de corte artificiales, sucesos de mi vida,
los que antiparas toscas cual tú visten, discreta los conoce,
con palabras groseras satisfacen sabrás, hermosa Infanta,
á los que en techos míseros asisten; que el Rey del sacro monte
que aunque es verdad que los ingenios nacen que á Salomón dió cedros
delicados, tal vez en cualquier parte, para que el templo corte
los oradores con el uso se hacen, y Hiram el mundo llama,
ó la naturaleza pule el arte. se honra con el nombre
i 86 LA VIDA DE HERODES
de padre mío, puesto el dios del cuarto coche
que injuria estos blasones. causara nuevos celos
Fertilizó su sangre á Clicie y á Leucote;
en himeneos conformes, menospreciara áOnfale,
el cielo con tres hijos, el que la rueca pone
los dos dellos varones. por el mayor trofeo
Y siendo yo el pequeño, de sus trabajos doce.
mis años corresponden Mas, para no cansarte,
al grado en que he nacido si quieres que la copie,
que en dichas son menores. mírate en el espejo
Como perdí el derecho de ese cristal epe corre,
al reino, que dispone que estando tu presente,
su herencia al mayorazgo, porque su vista goce,
porque los demás lloren, no hay para qué sutiles
mis quejas satisfizo buscar comparaciones.
con darme en fuerzas dobles Metiéronla en el alma
para un alma de cera ojos aduladores,
un corazón de bronce. pagando, como el Griego,
Dispúsome á la guerra, hospicios con traiciones.
que en ella inclinaciones Y yo sin mí y con ella
dan á segundos hijos volví á ostentar perdones,
riquezas y opiniones. dando á mi patria vuelta
Y haciendo alarde al viento que con festivas voces
de plumas y atambores, sus Venus y Narcisos,
de galas á Cupido de amor aduladores,
y á Marte de escuadrones, alegres me esperaban
salí contra el de Arabia con triunfos y ovaciones.
que, descuidado entonces, Mi padre y dos hermanos,
pagaba en verdes años no sé si así los nombre,
censo en deleites torpes. quisieron por mi cuello
Vencíle, brevemente, desocupar balcones.
que ahorrando digresiones Y oyendo parabienes,
no con prolijos cuentos gozando aclamaciones,
pretendo que te enojes; cantándome vitorias
dándole, pues, la muerte, Homeros y Anfiones.
á su vivir conforme, Veo á mi padre ingrato,
di á mis hazañas reinos ¡ay si muriera entonces!
y á mi valor renombres. del Rey Orbel de Lidia
Y mientras que permito honrando embajadores.
que afrenten y despojen Traíanle el retrato
tesoros y hermosuras de la Princesa Doris,
soldados vencedores, y el sí con el de esposa
en una galería para mi hermano Orontes.
entré, que en artesones Pagaba el Rey albricias
dorados eran suma con gracias y con dones,
del cielo y de sus orbes. y el Príncipe lozano
Caía á un jardín bello exageraba amores.
por cuyos corredores Cuando los dos me dicen:
jazmines frescos eran — «A tus victorias nobles,
escalas de sus flores. añade, Periandro,
Colgaban sus paredes la dicha que hoy conoces
pinceles triunfadores en tu mayor hermano,
de la naturaleza, pues es ya su consorte
cuyas ostentaciones el sol que á Lidia alumbra
bellezas celebraban, en tálamos conformes.»—
robaban corazones Dejáronme el retrato,
y daban almas vivas solícitos disponen
alientos y colores. recibimientos reales;
En medio estaba un cuadro mandan que palios borden,
y en él (no sé cómo ose triunfales arcos labran
pintarle sin su injuria con versos y con motes,
mi lengua 'agora torpe) ya ingenios muestran prendas
un fénix de belleza, que premien intenciones.
poco dije, perdone Partiéronse, al fin, todos,
la diosa enamorada y yo, como quien oye
que en rosa volvió á Adonis. la capital sentencia
Yo sé que si la viera si impróvido le coge,
Acto SEauNDo i87
estatua fui de mármol al ciego amor sin orden.
por dos horas, inmóvil, ¿Qué hallazgo tan divino
que repentinas penas con tal pesar congoje?
suspenden las acciones. Mas ¿cuándo dió el amor
Pero volviendo en mí, deleites sin dolores?
furioso de que roben Cogíla alegre y triste
tesoros de esperanzas en brazos, y sirvióme
tiranos salteadores, al cuello de cadena
cual onza que los hijos libre en tales prisiones,
le llevan cazadores, y en un grosero albergue,
partí desesperado; sobre unas pajas pobres,
y sin saber por dónde, deposité aquel cielo
sin seso y sin camino, de amor primero móvil.
mil veces con mil voces Mariad. Pastor ilustre, espera,
enmudecí las aves primero que provoques
y lastimé los montes. sospechas que en el alma
Llegué al fin á un desierto engendran mis temores.
rasgando el traje noble Con la verdad me engañas,
(que mal sufrirá abrigos pues pienso que propones
quien un volcán absconde), sucesos de mi vida
y allí, á no socorrermc trocando el reino y nombres.
solícitos pastores, Casi lo que refieres,
fuera sin duda presa antes que el cuento tornes,
de tigres ó leones. para pintar mi historia,
En fin: determinado te da falsos colores.
de huir soberbias cortes, Yo debo ser, sin duda,
destierro de verdades la que, llamando Doris,
y amparo de ambiciones, cuando á Faselo aguardo,
compuse una cabaña me das por dueño á Orontes.
de ramos y de adobes ¿Qué es esto?
donde pobrezas ricas Herodes. Infanta bella,
huyen riquezas pobres. sosiega y no te asombren
Pero, cuando gozaba, sucesos que á las veces
en vez de aduladores, hermanan ocasiones.
por dulces compañeras No es esta la primera
mis imaginaciones, que en dos distintos nombres,
una apacible tarde, naturaleza sabia
umbrales de la noche, un mismo rostro forme.
que el cielo se vestía ¿Qué mucho, pues, que así
rosados arreboles, amor sujetos forje
veo venir huyendo con cuya semejanza
una mujer de un hombre, engendre admiraciones?
si aquel que kusios fuerza Mariad. No sé qué diga en eso,
es digno deste nombre. tú mismo me responde,
Opúseme á su furia y acaba de sacarme
con pasos tan veloces, de tantas confusiones.
que á un tiempo le alcanzaron Herodes. Quedaba de mi historia...
mis pasos y mis voces. Mariad. En que dejaste á Doris
Y siendo el instrumento dando con su desmayo
de su castigo un roble, á amor ponderaciones.
á su torpeza y vida Herodes. Viéndola, pues, ansí,
dió fin un solo golpe. y que para que goce
Volví á ver mi agraviada, cabellos la ocasión
y hallé que los colores al viento los descoge,
de nieve y rosicleres, su poca resistencia,
con un desmayo inorme, la soledad de un monte
en gualdas y violetas y, en fin, amor que ciego
trocaba, dando entonces casi imposibles rompe,
premisas á la muerte, por poco me vencieran
obsequias á las flores. con necias persuasiones
Pero, reconociendo á que el valor olvide
sus eclipsados soles, y que la honra postre.
originales bellos Mas la razón, que cuerda,
de aquella imagen noble noblezas reconoce,
que el alma me ha robado ató al atrevimiento
agravios y favores, deseos y ocasiones.
agradecí con quejas Pues sólo satisfecha
i 88 LA VIDA DE HERODES
con que la vista goce Herodes. Aquí
despojos sin injuria tus dos ojos vencedores,
del sol que es bien que adore, de amor siempre invencible,
licencia dió á los labios verán metamorfosis.
para que, mientras cogen Yo soy, hermosa Infanta,
el ámbar de su aliento quien triunfos y blasones,
se impriman en sus flores. como á deidad suprema,
Pero antes que prosiga hoy á tus plantas pone.
mis lícitos amores, Pintada me rendiste
bellísima señora, y viva echas prisiones
¿qué hicieras tú si entonces, á un alma que allá tienes,
volviendo del desmayo, feliz si la conoces.
sirvieran de eslabones Halléte casi muerta
tus brazos de marfil y sin testigos, donde
al cuello de quien oyes? pudieran apetitos
¿Y más, si satisfecha vencer obligaciones;
de las obligaciones pero mi amor hidalgo
con que amparó tu fama, alegre contentóse
supieras que aquel hombre, con que pagasen labios
abeja de tus labios, deseos acreedores.
atrevimientos nobles Juez fuiste de ti misma
ejecutando en ellos en tribunal de flores,
gozó tales favores? sentencias ejecuta
Mariad. Aunque con tal pregunta y agradecida ponme
en confusión me pones, en posesión de gustos,
y á sospechosas dudas que, como trueque el nombre
indicios das mayores, de amante en el de esposo,
no sé si agradecida en láminas de bronce
á que por él no llore escribirá á los tiempos
mi honra restaurada de Doris y de Orontes
agravios violadores, engaños verdaderos
pagara resistencias tu siempre esclavo Herodes.
de un apetito torpe Mariad. Basta: que en Palestina
con dalle honestos frutos también nacen Sinones
á quien sus rosas coge. que ofrezcan entre enredos
Y si al contrario desto á Troya Paladiones.
contigo lo hizo Doris No quiero revocarte
y ingrata dió á tu hermano sentencias que di á Doris,
de esposa mano y nombre, y pagará Mariadnes,
engaño á su honor hizo, no con ponderaciones
pues necia defraudóle culpar atrevimientos,
primicias usurpadas agradecer favores,
de labios ya traidores. loando resistencias,
Mas de eso, ¿qué coliges? encareciendo acciones.
Herodes. ¡Oh, juez sin pasión! Oye... Ya Febo ha permitido
mas no podrás, que vienen que sus caballos mojen
tus viles ofensores; sus crines en el mar
mi vida con tu fama y estrellas da á la noche.
á cargo el valor tome, Ocupa, Infante ilustre,
pues no es bien que consienta de aquése los arzones,
que nadie te deshonre. que yo, alegre en sus ancas,
Mariad. ¡Ay Dios! ¿Por dónde vienen? hoy mostraré á la corte
Herodes. Vuelve los claros soles, que amor es coyuntura;
podrá ser que los ciegues; sus dichas, ocasiones;
veráslos que trasponen sus armas, cortesías;
aquel verde collado. mudanzas, sus blasones.
Mariad. Y yo, porque te asombre, Perdonará Faselo,
pues el valor me anima y cuando no perdone,
de mis antecesores, ¿qué importa, como sea
ofreceré á las aras esposo mío Herodes?
que el mundo al honor pone Herodes. Dame á besar cristales,
la vida, antes que el mío mientras que se corone
sus viles manos toquen. mi cuello de tus brazos.
Mas ¿qué es de ellos? Mariad. Celosa estoy de Doris,
(Mientras ella vuelve á ver los que vienen, con ser dama fingida.
se quita el sayo rústico y queda en calzas Herodes. ¿Por qué, si no es Orontes
y jubón de lavi muy bizarro.) quien idolatra en ti?
ACTO SEGUNDO l89

Mamad. ¿Pues quién eres? que tu pérdida llore,


Herodes. Herodes. no merecía tu hermosura el suelo,
sino que vuelta estrella
tu belleza en su zona el sol decore,
ESCENA II por que en ella te adore
Sale Hiicano. la esfera que te abraza;
maldiga el hado fiero
HlRCaNO. al inventor primero
No ha el sol de destrenzar cabellos rojos que á riesgo puso en la silvestre caza
tras el aurora fría la vida, de quien pierde
en el purpúreo Oriente por un liviano gusto su edad verde.
sin ver salir dos mares de mis ojos
que aneguen cada día ESCENA VI
memorias de tu pérdida inclemente;
ni con pincel valiente Sale Salomé. — Dichos.
podrá la primavera
juntar alegres prados Salomé.
que alivien mis cuidados, Si blasonas ser Dios, ¿por qué maltraías,
por más que esmalte flores lisonjeras, amor, á quien sujeto
sin dalles mis congojas te da el alma en tributo?
más lágrimas que brota en Abril hojas. Si te precia-, de dar, ¿por qué dilatas
el premio que el discreto
ESCENA III es árbol que en dar luego dobla el fruto?
Galas truecas en luto,
Sale Antipatro. — Dicho. y faltando mi hermano
Antipatro. con la Infanta, haces vano
con deseo que alienta mi esperanza;
No agostará los campos el estío pero en el mar de amar siempre hay mudanza.
con pálida guadaña
cuando á abrasallos llegue, HlRCANO.
sin que el prolijo y caudaloso río Cubrid de jerga negra mi palacio,
que mis mejillas baña, fúnebres instrumentos
hijo querido, aquestas canas riegue, imiten mi tristeza,
ni porque rico llegue dad muerte á esos traidores tan despacio
otoño generoso que duren sus tormentos
de frutos adornado, lo que mi mal, que cuando acaba empieza;
que sabio ha sazonado, adornad mi cabeza
y ofrece al hortelano codicioso, en vez de la diadema
de mí tendrá otro fruto y tiara suprema,
que lágrimas, mi Herodes, en tu luto. que tal caída ha dado á mi grandeza,
de ceniza, y mi vida acabe en ella,
ESCENA IV pues falta Herodes y Mariadnes bella.
Sale Aristóbulo. — Dichos.
ESCENA VII
Aristóbulo.
Salen Mariadnes y Herodes, éste se retira. — Dichos.
No de plata escarchada hará el Diciembre
al suelo bordaduras Mariad. Si las muestras de dolor
y alfombras al invierno, con que se enluta tu corte
que impida, hermosa hermana, que no siembre son por mí, padre y señor,
entre lágrimas puras mi vista su mal reporte,
penas que den por fruto llanto tierno, mis brazos paguen tu amor.
mi desconsuelo eterno, Hircano. Hija mía: al pecho llega
Maríadnes querida, esa luz sin la cual muerto
mientras que me faltares en desconsuelos se anega;
y viviere sin ti con media vida, que no alegra tanto el puerto
convirtiendo mis gustos en pesares al que sin velas navega;
cada vez que se acuerde el perdón al sentenciado,
obsequias llorará del bien que pierde. el tesoro al avariento,
los despojos al soldado,
la fuente fresca al sediento
ESCENA V y el tálamo al desposado,
Sale Fashlo.—Dichos. como tu alegre venida,
cuanto menos esperada,
Faselo. tanto más agradecida,
Viudo antes que casado, quiso el cielo, pues da á mi vejez cansada
mi Mariadnes bella, prolongación de su vida.
igo LA VIDA DE HERODES

AsTIROB. Quien por muetra os ha llorado,' segunda vez animara


bella hermana, ¡qué consuelo el cuerpo, que temeroso
sentirá cuando os ha hallado! la muerte copió en su cara,
Faselo. Albricias pida á Faselo con cuya ayuda volviese
su amor ya desesperado al cuerpo el alma constante,
y mis brazos galardón y mi honra defendiese,
de su pasada tristeza. ¿tuvieras premio bastante
Salomé. Lloraba la dilación que igual á esta deuda fuese?
que daba vuestra belleza Hircano. Si aprecia el alma el amor
á mi amante corazón; que te tengo, mi corona
mas ya que con vos se ve, no igualara su valor.
en su esperanza primera Mariad. Y si acaso esta persona,
mi gozo restauraré. entre la ausencia y rigor
Hircano Mirad, Infanta, que espera de los celos me adorara,
vuestros brazos Salomé y en aquella soledad
y el Rey Antipatro, á quien con la ocasión consultara
debe tanto mi corona lances de la voluntad,
y es vuestro padre también, que en estorbos no repara,
dándoos su hijo, pregona y contra apremios de amor
triunfos á Jerusalén. la voluntad lisonjera
Agradeced su venida. reconociera al valor,
Mariad. Con más extremo sintiera, y sin mi ofensa saliera
señor, que el perder la vida de sí mismo vencedor,
el que la dicha perdiera al favor, padre, primero,
siendo vuestra hija querida, ¿qué pudieras añadir?
quien interesa tener Hircano. Estatuas que el tiempo fiero
por mi dueño, prenda vuestra no bastara á consumir,
y el dejar de conocer, por más que vuele ligero.
señora, en la corte vuestra Mariad. ¿Y si éste fuera pastor
lo que no sé encarecer, y se sintiera injuriado
y en vos ha cifrado el cielo. que en premio de su favor,
Salomé. Respondan por mi los ojos habiéndome así obligado,
á cuyas lenguas apelo. otro usurpara su amor?
Faselo. Para que destierre enojos, Hircang. Esc descubriera el pecho
dad al Príncipe Faselo que procuró honrar en vano,
las nuevas de su ventura; pues mostrara sin provecho
que si entre luto y dolor que era en la ambición villano,
hacer obsequias procura si bien nacido en el hecho.
á su mal logrado amor, Y pues premios apetece
fénix es vuestra hermosura fuera de su natural,
que de si misma renace. nada dalle me parece,
Hircano ¿Qué suceso, hija querida, que es bien á quien pide mal
con tantos extremos hace le quiten lo que merece.
que el peligro de tu vida Mariad. Alegara, aunque villano,
las de tantos amenace? que le ofreció la ocasión
¿Qué te sucedió cazando? tiempo, á no ser cortesano,
Mariad. Desgracias que venturosas en que á su satisfacción
temo y estoy deseando; se pagara de su mano.
pérdidas que gananciosas Hircano. No importara su porfía,
libre me están cautivando. pues con tan loco interés
En fin, con una caída le quitó en un mismo día,
que tras una garza di lo que mereció cortés,
hasta el sol desvanecida, su misma descortesía.
áun tiempo gane y perdí Y tú, que por él alegas,
la libertad y la vida. si es verdadero el enima
Opuestos contrarios son, y por un rústico ruegas,
padre, los que necesitan ¿cómo á un pastor sin estima
imprudencia y discreción: las prendas del alma entregas?
¿hay razones que compitan ¿Quiéresle bien?
con amor y obligación? Mariad. La ocasión
Si á los umbrales me vieras en que guardó mi honra y vida,
de la muerte desmayada, ¿no es digna de obligación?
y á elección de hambrientas fieras, Hircano. La que á su ser tosco mida
que era presa mal lograda ia prudencia y la razón.
de su crueldad supieras, Mariad. ¿Pagaréle con desdén
y un hombre entonces llegara su socorro liberal,
que, cortés y piadoso, Princesa en Jerusalén?
ACTO SEGUNDO IQI
Hircano. Eso no. juego de amor de importancia,
María d. ¿Querréle mal? de quien sale con ganancia
Hircano. Tampoco. á veces el más perdido,
María». ¿Querréle bien? cuando más lo estaba yo,
Hircano. Eso sí. celoso y desesperado,
Mariad. ¿Y el bien querer volvió en mi favor el dado
no es amar? y en suerte su azar trocó,
Hircano. Casi es amor. pues habiendo el caudal puesto
María o. Luego casi he de tener de mi vida en esta mano
voluntad á este pastor, {Dale la mano.)
que casi me vino á ver
muerta, si no me ayudara. envidó su amor mi hermano
Pues un casi no es rigor y ganéle todo el resto.
que su fortuna haga avara; Un destierro fué el tablero,
ni mira en puntos amor, y jugador de ventaja
ni nunca en casis repara, amor, que el dado baraja
honra y vida me dió nueva con sospechas de fullero.
honra y vida le he de dar, Si su pérdida llorare,
pues cuando á pedir se atreva seguro estoy de perder,
lo que no puedo negar, porque no pienso querer
¿qué le doy que no le deba? aunque envide y se repare.
Hircang. De tu mucha discreción, Cuando levantarme trato,
hija, has ya degenerado dando barato á mi amor,
con tan indigna afición. en fe de que el jugador
Mariad. No hay mal nacido (i) no juega en dando barato,
ni en el noble ejecución ni será, padre, cordura
de socorro recebido impedir nuestro sosiego
que no pague liberal; sabiendo que amor y juego
los réditos que han corrido consisten sólo en ventura.
igualan al principal, Mariadnes es mi esposa,
y á ejecutar me han venido; si alguno intenta, tirano,
mas dime, si el acreedor barajarme aquesta mano,
en nobleza me igualase, y esta suerte quitarme osa,
¿mereciera que el deudor no me juzgare arrogancia
con la deuda le negase castigar su desatino,
la obligación de su honor? como quien sale al camino
Hircano. Entonces por justo empleo á robarme la ganancia.
de su valor te entregara, Porque estoy determinado
si tan lícito deseo contra cualquiera poder
la palabra no estorbara á morir y defender
que he dado al Rey idumeo. el caudal que hoy he ganado.
Mariad. ¿No estriba la que me has dado Antipat. Si es en tu favor el cielo
en que me case con su hijo? y esa ganancia permite,
Hircano. En esa me ha ejecutado. no es bien que yo á Herodes quite
Mariad. Y si es padre del que elijo, lo que ha perdido Faselo.
¿no la habrás desempeñado? Hijos míos sois los dos,
Hircano. No hay duda. en un mismo grado estáis,
Mariad. Pues dale al cielo si en competencia jugáis
gracias, padre, que no ha sido y perdéis, Príncipe, vos,
pastor de rústico suelo ó esotro, cosa es que pasa,
el que, noble y comedido, y yo en mi provecho alego
quitó ámi honor el recelo, la ganancia deste juego,
como el peligro á mi vida, pues, en fin, se queda en casa.
sino un Príncipe que aquí La Infanta escoja, que es cuerda,
pide paga agradecida y juzque esto el Rey Hircano.
de que, venciéndose á sí Hircano. Si Herodes ganó por mano,
me restituya vencida. Faselo por postre pierda;
Y amor que estatuas le labra que en amor la diligencia
quiere, en fe de sus blasones, gana de quien se levanta;
que templos la fama le abra, dalde la vuestra á la Infanta,
que pague yo obligaciones tenga quien pierde paciencia,
y tú cumplas tu palabra. y salgamos á alegrar
Herodes. Fortuna, que siempre ha sido mi corte, que os llora muerta
de llanto y luto cubierta.
Mariad. Sí, albricias tengo de dar
(i) Asi en el original; pero el consonante, el metro de que el alma esposo os cobre,
y el sentido piden otro verso y completo. en fe que adeudada queda,
i92 LA VIDA DE HERODES

dadme abrazos que dar pueda, da permisión á la fuerza.


que sin ellos estoy pobre. Leyes la justicia escribe
(Van á abrazarse, alborótase Faselo y que llama el mundo derechos,
llégase á detener d Hcrodes.) y contra tiranos pechos
Herodes. Hermano: ya llegáis tarde; armas la fuerza apercibe;
de la Infanta soy esposo, cuando mi hermano derribe
pierde amando el perezoso mi esperanza, y con desvelos
como en la guerra el cobarde. me ofenda á mí y á los cielos,
La ocasión y coyuntura si mientras los ejecuta
mis bodas y dichas traza, sobre gustos no hay disputa,
que el amor, el juego y caza tampoco hay templanza en celos.
sólo consiste en ventura. Marco Antonio en Asia rige
(Vanse Hcrodes y Mariadnc de las manos.) la monarquía romana,
y á la célebre gitana
su idólatra amor dirige;
ser su Emperador colige
ESCENA VIII y oprimir la libertad
de Roma, por tanta edad
Dichos, menos Herodes y Mariadnks. conservada en su Senado,
conmigo noble ha guardado
Faselo. ¿Qué es esto, padre cruel? las leyes de la amistad,
Riguroso Rey, ¿qué es esto? con César Augusto tiene
Antipat. En la voluntad ha puesto guerras por la monarquía,
su imperio amor; quejaos dél, que no admite compañía
si contra vos ejecuta, quien á amar ó á reinar viene.
hijo, su gusto la Infanta, Su opinión mi fe mantiene
porque en resolución tanta contra su enemigo Augusto,
sobre gustos no hay disputa. y pues Herodes injusto
(Vase con los dos.) á Marco Antonio se opone,
Fasei.o. Hircano, en el nombre fiero hoy mi venganza dispone
como en las obras: ¿ansí tragedias contra su gusto.
se cumplen palabras? Referiré á Marco Antonio
Hircano. Di: mi agravio con su delito;
la que si cumpliros quiero sacando gente de Egito,
halla mil dificultades, de su amistad testimonio,
porque la Infanta hace ley y afrentando el matrimonio
de su gusto y sólo es rey que goza y tirano alcanza,
amor de las voluntades. verá con justa mudanza,
La de mi hija es absoluta, pues ciego mi amor disfruta,
su gusto es fuerza seguir, que, si en gustos no hay disputa,
que á intentalle resistir hay en agravios mudanza.
sobre gustos no hay disputa. (Vase.)
Faselo. Hermana: decidme vos
si esto es sueño ó es verdad.
Salomé. Violencias en voluntad ESCENA IX
no las sufre amor, que es dios;
pues que su gusto ejecuta, Salen dos Romanos.—Dichos.
desbaratalle es en vano,
pues, como sabes, hermano, Rom. i.i Marco Antonio, mi señor,
sobre gustos no hay disputa. (Vase.) que en prueba de tu amistad
Faselo. ¿Sois vos, Príncipe, también quiete en la necesidad
desta tirana opinión? hacerla de tu favor,
Aristób. Amor es obligación antes que á la guerra parta
y su paga el querer bien; que sobre el Imperio apresta
la ocasión, tercera astuta, contra Augusto, la respuesta
y el gusto rey que soberbio aguarda de aquesta carta.
dice, conforme al proverbio, (Dale una carta.)
sobre gustos no hay disputa, (Vase.) Fasei.o. A medida del deseo
Faselo. La ley que no las admite que tengo viene; esperanza:
nc es hija de la razón, dad filos á mi venganza
pues la ciencia y la opinión mientras su ejecución leo.
más probable las admite. (Lee la carta.) «a embarcarme parto á
Cuando, ciego, amor las quite la isla de Sainos, para reducir al
y la acción que tengo tuerza trance de una batalla naval la pér
su agravio, á vengarme es fuerza, dida ó imperio del mundo contra
tiranas resoluciones, Augusto, mi competidor. Llevo ocho
que quien no admite razones cientas naves y ciento y cincuenta
ACTO SEGUNDO ig3
mil hombres. Todos los Reyes, mis ESCENA X
amigos, muestran serlo en mi ayuda,
Salen Pachón, Fenisa y un Verdugo.
y no espero yo menos de V. Alteza,
estando en el primer lugar. Aventa- Verdug. Ya está el potro aparejado,
jaráse á todos si, trayéndome preso á paciencia, hermano, ¿qué espera?
su hermano el Infante Herodes, par Acabemos: ropa afuera.
cial de mi contrario, aseguramos un Pachón. Quedaréme en verdugado
enemigo poderoso, y será dichoso cuando me quede con él,
pronóstico de mi vitoria si para pre que es verdugo sin ser dama.
mio della viene en su compañía la In Fenisa: si el potro es cama
fanta de Jerusalén Mariadnes, cuya de nuestra boda cruel,
hermosura en relación me tiene sin á gentil boda, por Dios,
libertad para uno y otro. Envío pro nos convida el casamiento.
visiones bastantes y aguardo la eje ¿No bastaba por tormento
cución por ellas de entrambas cosas. el casarnos á los dos?
Los dioses me den vitoria y á V. Al Supuesto que hay suegra en casa
teza guarden. De Bizancio á las Ca ¿hay potro que más afrija
lendas de Junio, año de la fundación que una suegra que, prolija
de Roma 754. Yo el Emperador.» rezongando al que se casa,
Rom. 2.° Estas son las provisiones gruñe más que una lechona''
que Marco Aatonio te envía. Fenisa. ¿En fin, que también á mí
Fasei.o. Di que de la dicha mía me empotran?
son felices comisiones. Verdug. Hermana, sí.
Si la amistad se antepone Fenisa. El que á nadie no perdona
al deudo que hay más cercano, es un potro, ¡ay mi Pachón!
y me ha ofendido mi hermano, Pachón. Aunque el ánima me arrancas,
su deudo y sangre perdone. tú irás, Fenisa, á las ancas,
¡Ay amorosos desvelos, y yo me tendré al arzón.
lo que estas cartas preciara Fenisa. ¡Oh huego de Dios en potro
si sus letras no borrara que sin albarda ni cincha
la sospecha de mis celos! ni camina ni relincha!
A Mariadnes quiere ver Pachón. Ese potro, dómele otro,
en muestras de su hermosura pues, no comiendo cebada,
Marco Antonio, y si procura sin menearse de un puesto
juntar á amor su poder, al rollo llega tan presto
¿qué hará en viendo sus despojos que es su ordinaria jornada.
quien de oídas la celebra, Verdug. Acaben.
si amistad y leyes quiebra Fenisa. No se dé prisa.
amor que asiste en los ojos? Verdug. ¿No se desnudan?
Que se la lleve me pide, Fenisa. ¡Ay cielol
y aunque en la Egipcia idolatra, Pachón. Potro de palo y en pelo
¿qué mucho dejeá Cleopatra á caballo y err camisa,
y obligaciones olvide corcovos sin caminar,
de nuestra amistad pasada, medroso en él, el más diestro
que aunque la Gitana es bella, al de encima con cabestro
al fin para aborrecella y al de abajo sin herrar.
basta ser mujer gozada? Atados el uno al otro,
Perdonará su amistad, descoyuntando medulas,
que no llega su valor verdugo el mozo de muías,
á las aras del amor ¡válgate el diablo por potro!
ni ley de la voluntad. Fenisa. ¿Y qué tormento, si sabe,
Porque mis sospechas claras, mos tienen de dar?
aunque su amistad admiten, Verdug. De toca.
sólo que llegue permiten Fenisa. ¿Qué es de toca?
el amigo hasta las aras. Verdug. Abrir la boca,
El tentar á la fortuna y toda el agua que cabe
no es cordura en tal demanda, en un cántaro tragar
ni de dos cosas que manda con veinte varas de lino.
será poco hacer la una. Pachón. No huera mijor de vino,
Prender á mi hermano quiero, ¿agua es la que os han de echar?
que es lo que le está mejor Verdug. Agua que aun no sufren peñas.
á mi venganza y amor, Pachón. ¿Con tocas un hombre honrado?
porque de su muerte espero ¿Han mis tripas enviudado,
resucitar mi esperanza, ó son por ventura dueñas?
aumentar mi patrimonio Verdug. Así sacarse procura
y granjear de Marco Antonio la pura verdad.
la amistad y la privanza. (Vanse.) Pachón. Pues ¿cómo,
COMEDIaS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II i3
i94 LA VIDA DE HERODES

si un cántaro de agua tomo, Herbel. Ya los Infantes perdidos


sacarán la verdad pura? parecieron.
Verdug. Todo esto se excusará Pachón. ¿Sin ruidos
s¡ confesáis este robo de tocas, aguas y potros?
y estas muertes. Herbel. Acabad.
Pachón. No es mal bobo Pachón. Adiós, rabel,
su mercé. Pues venga acá. por quien paga la garganta
Si Fenisa algo supiera, en el aire lo que canta
¿luego no lo desbuchara? bamboleos á un cordel.
¿No sabe que no la para Cama mal encordelada,
secreto que no eche fuera? que en vez de chinches y pulgas
¿Para qué eran menester verdades buscas y espulgas;
potro, cordel ni testigos? arpa siempre destemplada,
¿No hay mayores enemigos donde con voces prolijas
que el secreto y la mujer? en vez del Orfeo sutil
¿No ve que en las más calladas, te tañe un verdugo vil
cuando se ven en aprieto, y son piernas las clavijas,
es mal de madre el secreto y brazos del desdichado
que las hace dar arcadas? á quien tus cuerdas dan vueltas:
Ahora acabe de saber do las culpas van absueltas
que meten por no guardalle cuando no se han confesado.
los dedos para sacalle. Que si á nueso Rey profeta
Mas ¿qué es esto? las suyas Dios perdonó,
Verdug. Deben ser cuando aquél pecó, cantó
los jueces. al arpa con voz perfeta.
Pachón. Fenisa: el miedo AI que en ti cantó sus penas,
dentro el alma me da voces. porque otra arpa en ti se ve,
Fenisa. ¡Huego en potro que da coces apenas dice «pequé»
que matan y se está quedo! cuando á muerte le condenas.
Potro que, sin coyunturas,
te quedas sano y entero,
ESCENA XI y el que llevas caballero
sale con las mataduras.
Salen Faselo, Herbel y oíros. Corra tus carreras otro
que, pues de ti me libré,
Faselo. Mi padre y el Rey Hircano más vale salir á pie
tengan, Herbel, por prisión que á la jineta en tal potro, (Vanse.)
el alcázar de Sión;
y del presidio romano
quinientos hombres los guarden, ESCENA XII
porque desta suerte trato Sale Efraím.
que no estorben el mandato
de Marco Antonio, ni aguarden Efraím. A tu hermano, gran señor,
que ruegos ni persuasiones, traen á tu presencia preso.
al tirano de mi amor Faselo. Que temo velle os confieso,
han de poder dar favor que, aunque á mi sangre es traidor,
ni alivialle las prisiones. es mi hermano, y mis enojos
Esté también detenida su presencia ablandará,
la Infanta en su mismo cuarto, que es mi sangre, y se entrará
mientras á Grecia no parto al corazón por los ojos.
á quitalle con la vida Pluguiera á Dios que no fuera
de su esposo la esperanza tan á costa de mi vida
de gozar su libertad, la injuria dél recebida,
mientras que mi voluntad que si yo vivir pudiera
lo que le usurpó no alcanza. sin la prenda que me ha hurtado,
Guardas la poned también. viera en mi la diferencia
Herbel. Así, gran señor, se hará. que le hace la clemencia
Faselo. Y por sus bodas verá de que noble me he preciado.
tragedias Jerusalén. Sin la Infanta será en vano
Salgan libres esos dos, adorándola vivir,
pues inocentes están. y si el uno ha de morir,
Pachón. Mas, ¿no, nada? viva yo y muera mi hermano,
Verduu. ¿No se van? vengándose mis enojos
Pachón. ¿Dónde? sin verle, que en tal demanda
Verdug. Libres. amor, como es niño, ablanda
Pachón. Mas, ¿por Dios? niñas que están en los ojos.
Fenisa. ¿Sin tormentos ni quillotros? Llevalde preso conmigo,
ACTO SEGUNDO
ig5
que, si á la Infanta renuncia, ser mercader de su honor?
la muerte que ya pronuncia ¿Que, gozándola tu hermano,
Marco Antonio, su enemigo, obligarnos á los dos,
contra él, vuelta en amistad, cortesano liberal,
celebraré en su favor á darte inmortal blasón?
los quilates de mi amor ¿Tú eres Príncipe? ¿Tú, hermano?
y la ley de mi piedad. (Vanse.) ¿Tu, amante? ¿Tú..?
Josefo. Gran señor:
ESCENA XIII ¿de qué sirven esas quejas?
Herodes. De aliviar el corazón.
Salen Herodes preso y Josefo. ¡Ay, Josefo! ¿Cómo puedo,
cuando sé que á morir voy,
Herodes. ¿Por qué sin verme te vas, dejar en Jerusalén
tirano? ¿Por qué razón el alma en tal confusión?
temes mostrarme la cara, ¿Podré yo tener descanso,
si es de infames el temor? cuando en un infierno estoy
Las espaldas me volviste; de celos, si mi enemigo
mas, haces bien, que al fin hoy de mi Infanta es sucesor?
echas, vendiendo tu sangre, Hoy á mi esposa he alcanzado,
á las espaldas tu honor. pues ¿será justo que hoy
Vuélvelas y podrás verme llame dueño con mi muerte
por ellas, que ya sé yo, á mi ingrato matador?
villano, que las espaldas Ya á Faselo llame esposo,
son la cara del traidor. ya al cruel Emperador,
Medrando vas en oficios: siendo un preso de su gusto
ayer Príncipe te vió de afrentosa posesión,
Idumea; hoy, mercader; ¿qué gloria en el otro mundo
creciendo va tu opinión. tendrá el alma que la amó,
A feria de afrentas vas, si despojos que ha ganado
caudal llevas de valor, premio de otro dueño son?
abre tiendas á tu infamia, ¿Quieres tú darme remedio?
venda en ellas tu traición Josefo. Pluguiera, Príncipe, á Dios,
tu misma sangre, que della que hallaran en mí tus penas
sacarás caudal mayor, segura satisfación.
que fratricida primero I Ierodes. Sí la hallarán, si eres fiel.
materia de tu lición. Josefo. Siempre te tuve afición.
Si te sentiste agraviado Herodes. En Jerusalén te deja
de que me pusiese amor, por sabio Gobernador
siendo juez la voluntad, mi tirano fratricida;
en la hermosa posesión á los muertos es razón
de la Infanta, armas tenías, satisfacer los amigos
desafios aplacó dando muestras de su amor;
la venganza y el agravio no túmulos de Artemisa,
donde pudieras mejor no aromas que exhala el sol,
vengar injurias del alma, no pirámides de Menfis
que no vil pesquisidor, han de hacer ostentación
cifrar armas en procesos, de la lealtad que me debes,
civil juez de comisión. sino una resolución,
Agraviarte de que goce quilate de tu amistad,
despojos que la ocasión, descanso de mi pasión.
el tiempo, la soledad Josefo. Cuanto más difícil fuere
y hasta un desmayo ofreció dándome fama mayor,
al deseo, que cortés ilustrará más mi nombre
de sí mismo vencedor, . y honrará mi sucesión.
obligando comedido La vida y el ser te debo;
generoso conquistó. hechura, Príncipe, soy
¿Y no te agravias de ser de tus manos; deshacerme
afrentoso ejecutor puedes, seguro dispón
de quien, torpe, solicitas de mí y della á tu servicio.
menosprecios de tu amor? Herodes. Júrame, pues, si no son
¿No te pide Marco Antonio lisonjeras tus promesas,
la Infanta? ¿No te escribió de ser fiel ejecutor
que, preso de su belleza, de lo que aquí te mandare.
intenta ser su opresor? Josefo. Niégueme su amparo Dios,
Pues, dime, amante tercero: su sepultura la tierra
¿parécete que es mejor, y el mundo su habitación
en ofensa de tu dama, cuando no lo ejecutare,
196 LA VIDA DE HERODES

y con nombre de traidor, mengüe parcialidades enemigas


como quien su patria vende; asegurando en Asia su grandeza;
me aborrezca mi nación, mas él, tu sangre, en fin, si es que te obligas
Herodes. Mira lo que me has jurado. á repudiar la Infanta y su belleza
JOSEfO. Lo que me mandas propón. permites, que autorice su corona
Herodes Ley fuerte es la voluntad y á Marco Antonio sigues, te perdona;
última del testador. de manera, que está tu muerte ó vida
Supuesto que has de cumplilla, en tu mano.
y que yo á la muerte estoy, Hebodes.
lo que de jurarme acabas
es ¡ay terrible rigor! Mi muerte bien dijeras
que al punto mismo que sepas si repararas por cuán bien perdida
que la muerte ejecutó la dan leyes de amigo verdaderas.
en mf el natural poder La amistad á la vida es preferida;
que no permite excepción, la honra da al valor nobles banderas,
se la des á Mariadnes. contra la infamia del vivir sin ella
JOSEfO. ¿Qué dices? el amor, vida y reinos atropella.
Hebodes Será menor Amigo soy de Augusto, que inmutable
mi pena mortal sabiendo en el peligro mi firmeza pruebo;
que en su compañía voy; la honra es mi blasón incontrastable
quitaréle á mi homicida, y eternamente conservalladebo;
con su muerte, la ocasión mi esposa es Mariadnes, que agradable
del oprobio de mi fama como carácter dentro el alma llevo;
y desprecios de mi amor. ¿qué importa, pues, la muerte que aperciben,
Josefo. Mira... si mi amistad, mi honra y amor viven?
Hebodes Esto me has prometido; ¿Permitiré por una vida infame
cualquiera ponderación (del mundo oprobio, injuria de los cielos)
disminuirá tu lealtad que á mi consorte bella espesa llame
y el crédito que te doy. otro que yo? La sombrade los celos
Josefo. Cumpliré mi juramento me abrasa sola; pues cuando derrame
aunque si supiera yo de golpe su ponzoña y en desvelos
que á tal crueldad se obligara... se reduzca la afrenta que me asombra,
¿qué hará si me atormenta sólo en sombra?
¿Faselo, usurpador, esposa mía,
ESCENA XIV viviendo yo, de tus hermosos brazos?
Ni muerto; pues el cielo no sería
Sale Efraim.— Dichos. descanso para mí de eternos lazos,
Efraím. Ya se parte, gran señor, si desde allá te viese en compañía
tu hermano. de otro que yo, le arrojaría pedazos,
Herodes. Y yo consolado por ser azules, de los mismos cielos,
parto á morir. Tu valor para vengar así celos con celos.
muestra en esto. Díle que bañe, infame fratricida,
Josefo. Harélo aií. en sangre de su mano, acero y ojos;
¿Hay tal determinación? será la Infanta oprobio de su vida,
de Marco Antonio ilícitos despojos,
que yo más noble que él mientras que pida
el mundo al sol su luz de rayos rojos,
ACTO TERCERO esposo he de llamarme á su disgusto-
de la Infanta, y amigo fiel de Augusto.

ESCENA PRIMERA ESCENA II


Salen Hehodes preso, Mekbei., Zafiro y Jabel. Sale Faselo.— Dichos.

Herodes. Fasei.o.
En fin, Faselo me condena á muerte. Pues morirás, para mayor afrenta
Herbel. bárbaro, á vista de tu amada Infanta,
dentro en Jerusalén, porque mi afrenta
Murió Hircano, blasón del Macabeo, su sed mitigar pueda en tu garganta.
y Marco Antonio, que en Faselo advierte Llevalde allá, pues que morir intenta,
la amistad y valor, aunque idumeo, y en la plaza del templo antigua y santa,
antes que pruebe la dudosa suerte iin cadahalso haced ^ue cubra el luto
que contra Augusto le dará el trofeo, desus amores merecido fruto.
ó el imperio del mundo ó fin tirano,
Rey de Jerusalén nombró á tu hermano; Herodes.
mandóle que en venganza de que sigas No le tendrá, tirano, tu esperanza,
de Augusto la opinión, con tu cabeza que Mariadnes, que gozar pretendes,
ACTO TERCERO '97
en mi satisfacción y su venganza, de lo que por leal gano,
conmigo ha de ir, aunque su honra vendes; pues tengo en menos mi hermano
juntos al reino libre de mudanza que la opinión de mi amigo.
partiremos, cruel: y pues ofendes Si no te parece mal,
su inocencia, mi amor y al cielo justo... venga en mi tu pecho airado,
moriré por desdichado,
Faselo. pero no por desleal.
¿Qué es esto? Herodes. Y yo, invictísimo Augusto,
Voces. (Dentro.) gozoso que al mundo des
Emperador de Roma Augusto. leyes, humilde á tus pies
en albricias deste gusto
(Música dentro y voces.)
la vida doy, que ofrecía
al templo de tu amistad,
ESCENA III y en fe de aquesta verdad,
Sale Augusto César como Emperadora lo antiguo,
si una nueva cada día
me diera el cielo, y pudiera
laurel en la cabeza, bastón y acompañamiento —
comprarte de la fortuna
Dichos.
un mundo con cada una,
Augusto. Gracias al cielo que ya tantos mundos adquiriera
no tendré competidor á tus hazañas cumplidas,
que contradiga el favor que con blasones profundos,
que la fortuna me da. por darte infinitos mundos,
Marco Antonio huyó vencido; perdiera infinitas vidas.
ampárele la Gitana' Augusto. La tuya estimo yo en tanto,
tan bella'como liviana, que el que acabo de adquirir
y recójale en el nido diera yo por redimir
de Menfis, que si procura amigo que vale tanto.
defendelle, y allí están Mas, pues los dioses de suerte
sus pirámides, podrán favorecen mi vitoria
servilles de sepultura, que no han querido su gloria
si los pasos no les toma disminuir con tu muerte,
mi valor y la presteza y á tal tiempo te socorren
con que la egipcia belleza con mi venida oportuna,
triunfos me previene en Roma. pues una misma fortuna
Marchad á Egipto, soldados, los buenos amigos corren,
muera Marco Antonio en él, la adversa llore Faselo
Cleopatradé á mi laurel que á Marco Antonio postró,
triunfos de fama doblados. mientras la próspera yo
Mas ¿qué miro? ¿este no es gozo, y agradezco al cielo,
Herodes, mi fiel amigo? haciéndote á ti también
pues ¿qué delito y castigo partícipe del provecho
cadenas ciñe á sus pies? como del peligro he hecho.
¿Faselo no es éste? ¡cielo! Llámete Jerusalén
Pues ¿cómo será razón su Rey; tributaria acuda
que Herodes esté en prisión á obedecer tu persona;
y coronado Faselo? mude sienes la corona,
¡Bárbaro! ¿á tu hermano prendes? pues el cielo reyes muda.
Faselo. Vueltas son de la fortuna, (Quítale á Faselo la corona de laurel y
mudable como la luna; púnesela á Herodes.)
no me espanto si te ofendes Y la que en las désie ves,
de que de Jerusalén con que tu amor satisfago
la corona me autorice; goza; pero dale en pago
las partes contra ti hice las que atormentan tus pies;
dé Marco Antonio, prevén que cuando fortuna empieza
rigores que á mi lealtad á habitar á quien ultraja,
den la pena, que te ofrece la corona en hierro abaja
tu dicha, si la merece á los pies de la cabeza.
una segura amistad. En poder suyo te hallé,
Que el valor da testimonio en poder tuyo le dejo;
con que sus leyes guardé; haz dél según tu consejo:
que yo honrado moriré dale muerte ó suéltale.
amigo de Marco Antonio; Y quédate, Rey, con Dios,
porque no ha querido sello que yo al Egipto encamino
mi hermano, está como ves mi gente, que no imagino,
con cadenas á los pies mientras vivieren los dos,
y con el cuchillo al cuello. Antonio y Cleopatra bella,
Su prisión será testigo que estará mi Imperio firme,
ig8 LA VIDA DE HERODES

su monarca ha de aplaudirme. seré más que tú prudente.


Roma triunfante con ella. Que no irritaré tu furia
Nuevas armas aperciben hablando en tu menosprecio,
y asi prendellos procuro, porque sé que el preso es necio
que no hay monarca seguro que al juez con la lengua injuria.
mientras sus contrarios viven. (.Vase.) {Llévante )

ESCENA IV ESCENA V
Dichos, menos Cksar Augusto. Sale Efraím con una carta. — Hkrodes.

Herodes. César generoso, espera, Epraím. Aquésta trujo un correo


iré si gustas contigo, para Faselo tu hermano,
liberal y cuerdo amigo; y siendo el fin inhumano
no solamente la esfera que tuvo su reino hebreo,
del mundo que has conquistado huyó de ti, que ignorante
es digno de tu valor, no le aseguró el temor
la del sol fuera mejor las leyes de embajador.
que confirmara tu estado. Mira si es algo importante.
En sus orbes celestiales Hfrodks. (Toma la carta y lee.)
merece triunfar tu fama, «Si acaso á tu hermano has muerto
la zona que honra su llama por casarte con su esposa,
con sus signos inmortales por ser la honra peligrosa,
te ofrezca entre luces bellas lo que hay en ello te advierto.
su Vía láctea, que autorices En mujer ausente es cierto
por alfombras y tapices, ser mudable la mejor;
cielos goza y pisa estrellas. Josefo, el gobernador
Y pues eres maravilla que diste á Jerusalén,
del valor más inmortal, á la Infanta guarda bien,
quítale al sol su sitial mas no con ella tu honor.»
si no te asienta en su silla. ¡Cielos! ¡Oh celos! ¿Creeré
Y tú, cuya confianza, lo que este papel afirma?
frágil hiedra de Jonás, No; porque carta sin firma
cuando iba creciendo más si no miente no hace fe.
y alentara su esperanza, Pues ¿cómo satisfaré
en llanto tu ambición trueca, sospechas que hace al temor?
porque el humano favor (i.ee.) «Josefo, el gobernador,
es una hierba que en flor que diste á lerusalén,
luego que nace se seca. á la Infanta guarda bien
En un día juez y reo, mas no con ella tu honor.»
libre y preso, esclavo y Rey, Agora, alma, ¿os acobarda
de la fortuna sin ley un papel sin más consejo?
oprobio y juego te veo. ¡Josefo, cielos, Josefo,
Escarmienta en la grandeza la Infanta y no mi honor guarda!
que hoy en ti abatida ves, Vuestra venganza, ¿qué aguarda,
pues son hierros de tus pies deshonra, pues os han muerto?
el oro de mi cabeza. (Lee.) «En mujer ausente es cierto
Que no importa que bizarro, que es mudable la mejor.»
cuando á ser monarca vengas, ¡Ah, peligros del honor
la cabeza de oro tengas que os anegáis junto al puerto!
si al fin son los pies de barro. ¿De qué, corona, servís,
En este castillo preso si ya con afrenta tanta
te servirán de lición sois cordel de mi garganta
los consejos de Solón queá darme muerte venís?
y el desengaño de Creso. Pisaréos, pues sufrís
Que, para poder vengar agravios de una mujer
mi injuria y tu tiranía, sin que os ose más traer
por matarte cada día mi cabeza deshonrada,
nunca te pienso matar. porque afrenta coronada
Llevalde. ech aráse más de ver.
Fasei.o. Dióme el poder ¡Válgame Diosl ¡que se guarde
la mano subiendo yo; con tanta industria la vida
si la escala se quebró de acero y hierro vestida
¿qué mucho venga á caer? iras las murallas cobardes!
Haga la suerte inclemente ¡Que no osando hacer alarde
prueba en mí, que hasta morir, del ¡ro naturaleza
á lo menos en sufrir guarde tamo su riqueza,
ACTO TERCERO i99
que le sirven las montañas Bastara el ser yo tu esposa,
de cofres, cuyas entrañas cuando no fuera mi estado
aseguran su aspereza! de estirpe tan generosa
Con naves de nácar cierra como la que ella ha heredado.
las perlas que esconde el mar, Aristób. ¿En qué tu valor afrenta,
y aun no las puede guardar Salomé hermosa, la Infanta?
del avaro y de su guerra; Salomé. En mejor lugar se asienta;
con armas la fértil tierra ni cuando entro se levanta,
á sus plantas satisfizo, ni cortesana hace cuenta
areneros de espinas hizo de mí. Fui á vella á su casa
contra el interés sutil, que la sirve de prisión,
y hasta la fruta más vil hallándola tan escasa
vistió el arnés de un erizo, que su loca presunción
y que la honra que es suma aun las altezas me tasa.
de todo el valor y ser, Una vez sola me dió
la fie de una mujer este titulo en un hora
que es viento, sombra y espuma! que conmigo conversó,
¿Del humo vil, de la pluma, porque soberbia y señora
confianza se ha de hacer? tantos rodeos buscó
¿Cómo ha de poder tener y términos desiguales
cargas del honor molestas para mostrar la grandeza
una mujer flaca á cuestas, de sus humos más que reales
sin que le deje caer? que por ahorrar de otra alteza
¡Ah, vil papel, en quien pinta me habló por impersonales.
la deshonra mis desvelos; Yo colérica. —«Ya sobras
si son veneno los celos, (le dije) de descortés
veneno es también tu tinta! y ambiciosa fama cobras,
La muerte, en suma, sucinta que quien en palabras es
me has dado, pero castigos, avara, ¿qué hará en las obras?
¡ay, renglones enemigos! No hayas miedo que destruyas
en mis manos; mas deshonra bien criada tus grandezas,
es, rasgándoos, contra mi honra pues cuanto más serlo arguyas
multiplicar los testigos. y me dieres más altezas,
(Rasga el papel y vuelve á coger los aumentarán más las tuyas.
fragmentos.) Infanta como tú soy,
Vuelva á cogeros mi afrenta, con tu hermano desposada,
que seré, si roto os dejo, no en menor estado estoy
como quien rompe el espejo ni tú tan entronizada
y en pedazos le acrecienta. que así me desprecies hoy.
En vano mi agravio intenta ¿Qué imperio romano alcanza
vengarse en vos; pero rabio, tu ambición, que crece al doble,
y aunque no es mi furor sabio, y te obliga á tal mudanza,
soy toro, á quien se le escapa no campea en el más noble
el dueño y hace en la capa mucho más la buena crianza?
demostración de su agravio. Respondióme: —Sí, campea,
Honra: flor sois que se agosta mas no con su desigual,
con vientos de una sospecha; y aunque real tu sangre sea
celos os da la cosecha no iguala á mi estado real,
del amor á vuestra costa. que eres, en fin, idumea.
¡Hola!, ensilladme una posta: Yo, que de Abraham deciendo
á Jerusalén, engaños, y de David he tenido
que son los instantes años. la corona, que pretendo
¡Averigüemos, desvelos, por mil años he traído
si son infiernos los celos, la sangre real que estás viendo,
lo que serán desengaños! (Vanse.) y si á tu padre hizo el cielo
Rey, dispensando en las leyes
que hace el poder en el suelo,
ESCENA VI ¿qué sé yo, si guardó bueyes
en Palestina tu abuelo?»—
Salen Salomé y Aristóbulo. Levantóse airada y loca
yendo á responderle yo
Aristób. Bella esposa, ten sosiego. por lo que á su honra toca,
Salomé. Menosprecios de la Infanta y descortés me dejó
á mi enojo añaden fuego; con la palabra en la boca.
no ha de ser su altivez tanta Mas no importa que si alcanza
como la que á ver hoy llego la carta que hoy á Faselo
en su ánimo levantado. le despachó mi venganza,
200 LA VIDA DE HERODES

satisfacerme recelo no es tan bárbaro Faselo


quitando á la esperanza que en su sangre misma bañe
que siendo su esposa tiene sus manos.
del sofio y real posesión Mariad. Hacen los celos
queJudea le previene, mil crueldades.
y su loca presunción Josefo. Tus recelos
verá en lo que á parar viene. la cuerda prudencia engañe.
Aristób. Anda, no mires, mi bien, Faselo no es rigoroso
en aquesas liviandades; ni de manera terrible
antes, si me quieres bien, que el natural apacible
á renovar amistades de su valor generoso
conmigo á su cuarto ven. trueque en hazaña tan fiera,
Salomé. ¿Qué dices? ¿Yo, tal bajeza? ya ves cuán opuestos son
Aristób. Oye, que ella sale acá. los dos en la condición,
Salomé. Excusemos su grandeza, y que quien los considera
que el palacio rodeará tiene por menos tratable
por no intitularme alteza. (Vanse.) á tu Herodes que á Faselo.
Mariad. Su muerte es la que recelo;
mas, haga el hado inmutable
ESCENA Vil lo que quisiere, que yo,
viva ó muera, determino
Salen Mariadnks y Josi fo seguir el mismo camino
que el cielo á mi esposo dió.
Josefo. Tanto te adora como esto. Josefo. Divierte esos pensamientos,
Mariad. Muerte mandó que me dieses no siempre en eso imagines.
cuando la suya supieses. Mariad. Cuando á eso me determines
Josefo. No le es el morir molesto ¿cómo si mis pensamientos,
tanto como el ver que quedas ya duerma, ya esté despierta,
á la tirana elección siguiendo á mi esposo van,
de Faselo, en ocasión entretenerse podrán,
que persuadida del puedas, ni qué habrá que los divierta?
olvidando la venganza Josefo. Con ellos mismos podrás
de su muerte, ser su esposa; consolarte y divertirte,
que en las mujeres es cosa no llegues á persuadirte
ordinaria la mudanza que es muerto tu esposo; mas
y más en muerte ó en ausencia. imagínate que viene
Mariad. Mal de mí se satisface por Rey de Jerusalén,
quien tan poco caudal hace y por que se haga más bien,
de mi amor. si es que aquesto te entretiene,
Josefo. ¿Con qué paciencia finjamos que Herodes soy,
morirá quien te dió el alma, que habiendo vencido Augusto
si para mayor castigo á Marco Antonio con gusto
te casas con su enemigo? de su vitoria vengo hoy
Mariad. Nunca dió fruto la palma á transformar tu tristeza
si su consorte la quitan: en abrazos y alegría,
aunque otro planten por él que ya suceder podría
palma soy de Herodes fiel; salir mi ficción certeza.
cuando matalle permitan Mariad. ¡Ay, que no soy yo, Josefo,
sus enemigos, ¿qué importa tan dichosa!
si no tengo de dar fruto, Josefo. Deja ahora
menos que en llanto y en luto, de agorar tu bien, señora,
á quien mi palma me corta? y haz esto que te aconsejo.
De mi esposo no me quejo, Veamos con qué blasones
puesto que de mi opinión sabes darle el parabién
no tiene satisfacción, cuando entre en Jerusalén.
antes estimo, Josefo, Mariad. No sé lo que en tus razones
que me mande dar la muerte, hallo que me pronostican
y cuando él no la mandara algún dichoso suceso;
yo mismo la ejecutara, que me consuelas confieso.
que no es mi amor menos fuerte Josefcj. ¡Así remedios se aplican
que el de Porcia para hacer á la tristeza!
lo que sus hechos declaran, Mariad. Ahora bien:
pues cuando dagas faltaran aunque por ser tan pequeños
brasas supiera comer. como tesoro entre sueños
Josefo. A tu esposo guarde el cielo, después más pena me den,
que es lo que importa, señora; por buen presagio he tenido
porque, aunque tanto te adora, tu propuesto pasatiempo;
ACTO TERCERO 201
ocupemos así el tiempo, Josefo. Digo, pues, esposa mía,
que en mi esposo no es perdido. que ya bien puedo gozar
Josefo. Salgo, pues, esposa mía. tal nombre, sin recelar
Mariad. ¡Ay, principe de mis ojos! del que usurparme quería
No con sus reflejos rojos el título con que amor
alegra el sol tanto el día hace de sus gustos ley,
como tu amada presencia, que hoy ha de verme su Rey
en tanto más estimada Jerusalén.
cuanto menos esperada, Herodes. (¡Oh, traidor!
como de la cruel sentencia ¿El reino me tiranizas?
del bárbaro fratricida. ¿Esposa á la Infanta llamas?
¿Libre, caro esposo, vienes? ¿Ausente mi boda infamas?
Josefo. Porque si tú mi alma tienes, ¿Torpes bodas solemnizas?
mal puede ofender mi vida ¿Esto escucho y tengo seso?)
quien quitármela pretende, Mariad. ¿Cómo has vencido imposibles,
siendo tú mi esposa bella dueño amado, tan terribles?
el fiel depósito del la. Josefo. Dejando al Infante preso,
Mariad. Bueno es, que mi mal suspende, que tu esposo se llamaba.
Josefo, el entretenido Herodes. (Preso imagina que estoy.)
engaño que has inventado. Josefo. Trocó la fortuna hoy,
¡Ay Dios si en ti transformado que de mudable se alaba
mi esposo hubiese venido! su prosperidad, de suerte,
Josefo. Podrá ser que profetice derribando su ambición,
su libertad mi invención. que á su reino y pretensión
dará triste fin su muerte.
Herodes. (Ya imagina que Faselo
ESCENA VIII dió á mi vida fin cruel.)
Sale Herodes acechando.—Dichos. Josefo. Muerto, pues, y libre dél
no hay de quién tener recelo.
Herodes. (Averiguad, confusión, Mariad. ¡Qué bárbaro!
si lo que la carta dice JostfO. ¡Qué arrogante!
es verdad, por vuestros ojos, Mariad. ¡Qué indiscreto!
y satisfaceos de espacio. Josefo. ¡Qué atrevido!
Por la huerta de palacio ¡Llamóse, en fin, tu marido!
me han traído mis enojos Mariad. ¿Cómo siendo tú mi amante
á este cuarto, donde espero tienes celos?
apurar mi pena cruel, Josefo. Es forzoso.
aunque si me ofende en él Mariad. ¿Porqué?
no es cuarto, sino tercero. Josefo. Amor es desconcierto.
Mas ¡ay, cielos! no me quejo Mariad. Pues ¿quién los tiene de un muerto?
sin causa, ni mentís vos, Josefo. ¡Ay mi bien!
papel; aquí están los dos Mariad. ¡Y ay dulce esposol
solos: la Infanta y Josefo. Josefo. ¿No celebras mi venida?
Mirad, honra, desde aquí Mariad. ¿Cómo?
sustanciar la información Josefo. Dándome los brazos.
que, puesta en ejecución,
ha de salir contra mí.) ESCENA IX
Mariad. Pasa, Josefo, adelante;
asegundemos favores, Descúbrese Herodes.
presagios de mis amores; Herodes. Primero haciéndoos pedazos,
que haces muy bien un amante. aunque en quitaros la vida
Herodes. (¿Qué es esto, cuerdo temor? no satisfaga mi afrenta,
Si favores asegundan, mitigaré mi furor.
en los primeros se fundan ¡Vivo está Herodes, traidor,
mis injurias, ¡ay, honor! aunque por muerto le cuenta
Vuestra muerte llorar quiero; el honor que me has quitado!
papel, en creeros me fundo, ¡Torpe Flora, Herodes vive,
si este agravio es el segundo, que hoy en tu sangre apercibe
¿luego vistes el primero? lavar la honra que has manchado!
¿Luego ya me han ofendido? Mariad. ¡Ay mi bien, que vivo vienes,
¿Luego habláis por evidencias? que vuelves con libertad!
Luego ¡ay, ciegas consecuencias, Burlas en veras trocadas,
mi muerte habéis conseguido! abrazos y parabienes.
«¡Que haces muy bien un amante», Herodes. ¡Aparta, adúltera cruel,
dijo! Y un traidor también, que ya engaños llegan tarde
diré yo, y diré más bien. contra el afrentoso alarde
¿Hay desdicha semejante?) que he visto, y este papel

z-
202 LA VIDA DE HERODES

en oprobio tuyo afirma, Jerusalén, conmovida


que aunque sin firma se ha escrito, de una nueva extraordinaria,
mis ojos, que tu delito á tu corona contraria
han visto, sirven de firma. en riesgo pone tu vida.
Josefo. ¡Señor! Tres Reyes que en el Oriente
Herodes. ¡Ah, infame sin ley! diademas Arabia da,
¿señor nombras al que infamas? y de Tarsis y Sabá
¿mujer á mi esposa llamas? ciñen nobles cada frente,
• ¿de mi reino te haces rey? con soberbia ostentación
y variedad de vasallos,
ESCENA X dromedarios y caballos
traen tu corte en confusión.
Salen Efraíh y Herbel.— Dichos. Reposteros de brocado
Efraím. Gran señor: ya sabe de su recámara real,
Jerusalén tu venida; ofrecen al sol sitial
y alegre y agradecida mejor que el suyo dorado.
de que sobre el trono grave Las cargas debajo dellos,
de su silla te autorice aunque cubiertas están,
Augusto César, previene en la fragancia que dan
triunfos, y á besarte viene desde los corvos camellos
los pies. odoríferos aromas,
Herodes. ¡Ay suerte infelice! muestran ser de más estima
Prended á aqueste traidor, que el bálsamo que sublima
no me entre ninguno á ver, en Gadir y ofrece en pomas.
que mal puedo su rey ser Atan el sabeo aroma,
sin seso, vida y honor. porque ir más suave pueda,
Cerrad esas puertas todas, cordones de fina seda,
llevadme de aquí esta infame, garrotes de plata y oro.
ninguno reina la llame, Y los penachos sin suma
que el tálamo de sus bodas que al aire adulan sutiles,
será un mortal cadahalso. son portátiles pensiles
Esté en el castillo presa. que llevan montes de pluma.
¿Qué hacéis villanos? Daos priesa. Venerable majestad
Josefo. Mira, gran señor. representa el rey primero,
Herodes. ¡Ah falso! pagando en plata el Enero
¡Ah tirana de mi honor, ios tres tercios de su edad.
qué de engaños viles sabes! El segundo, que retrata
Llevalda y dadme las llaves. de Abril el joven decoro,
Mariad. ¿Hay tal crueldad, tal rigor? censos toma al tiempo en oro,
(Llévanlas.) que después trocará en plata.
Y el tercero más robusto
ESCENA X con el enano se atreve,
bruñido á hacer que la nieve
Herodes solo . su color envidie adusto,
¿Quién creyera, honra mía, que perdida pues la bella perfección
por un vasallo, su amistad borrara de su negra compostura
y que una mujer fácil derribara enseña, con la hermosura
la fortaleza vuestra ya abatida? de sus partes, trabazón.
El interés de una corona olvida Con esta presencia bella
obligaciones, la belleza rara han entrado todos tres
postra amistades, y en la ausencia avara en tu corte, y dicen que es
el loco á la mujer firmeza pida. su paje de nacha una estrella
Si el amor y el reinar es tiranía que á vista desta ciudad
que derriba el honor del más prudente, se les ha desparecido,
y el fuego del amor la ausencia enfría, sin que el sol haya podido
no es mucho que él me agravie y ella afrente. suplirles su claridad.
¡Malhaya, amén, el hombre que confía Y así perdido su norte
de amigo avaro y de mujer ausente! contra la ambición, concluyen
que hasta las estrellas huyen
los peligros de la Corte.
ESCENA XI Siguelos Jerusalén,
Sale otra ve$ Efraím.
miran las damas sus talles,
y ellos por plazas y calles
Efraím. Sal, gran señor, si pretendes preguntan á cuantos ven
sosegar la plebe loca adónde está el que ha nacido
que se alborota y provoca rey de los judíos.
cuando ser su rey entiendes. Herodes. Tente.
ACTO TERCERO 203
Efraím. «Vimos su estrella en Oriente los escribas convocad,
y á adoralle hemos venido.» no quede escriba ó prudente
llerodes. ¿A adorar vienen al rey en los libros de la ley
que ha nacido á los judíos? y profeta que no acuda
¿Qué aguardáis temores míos, á sacarme de esta duda.
celos sin orden ni ley? Sepamos quién es el Rey
No ha un hora apenas que reino, que encubriéndose de mí
y cuando acaba un traidor recién nacido me asombra.
de quitarme el ser y honor, Rey en m¡ agravio se nombra
¿me quita un muchacho el reino? y trae de Oriente hasta aquí
¿Cuándo hubo persona alguna, los reyes de tres en tres
cielos, que nacer rey pueda? y predominando estrellas
El reino que no se hereda en todos nace sobre ellas;
le conquista la fortuna. que si acaso Dios no es,
Pues ¿quién es éste que ahora á pesar de la fortuna,
nace rey y me atropella? si una vez sé donde está
¿Quién es éste que á una estrella túmulo suyo será
manda ser su embajadora? en vez de trono su cuna. (Vanse.)
¿Este que con ella avisa
tres Reyes y cortes hace, ESCENA XII
éste que al punto que nace
coronas de Oriente pisa? Salen Tirso, Bato, Pachón y Fenisa.
Si le viene de derecho
á la sangre de Judá Tirso. ¡Válgate Dios por chicote,
y á mí, idumeo, me da por pesebre y por portall
Roma el reino sin provecho, Bato, ¿vistes tal zagal?
¿para qué Augusto me elige? Bato. Lindo es, ¡voto á mi capote!
De David la descendencia Pachón. No nace el blanco cordero
hereda esta preeminencia; mientras que la oveja bala
mas la ambición que me aflige que vista el vellón porgala,
no tiene de permitir más nevado que un Enero.
agravio tan evidente, No regocija el cabrito
el que fuere descendiente recién nacido al pastor
de David ha de morir. por las peñas trepador
A Aristóbulo prended, de rojas pintas escrito;
que por ser hijo de Hircano niel corzo, ó simple ternera,
su derecho tiene llano. mientras que los pechos goza
¿No vais? cuando á la madre retoza
Efraim. Sí, señor. en el soto ó la ribera,
(Vase uno.) dan tanto gusto, pardiez,
Herodes. Poned como el chicotillo bello.
nuevas guardas á la Infanta; Fenisa. No hago sino ir á vello
dad un garrote á Josefo, y apenas Pachón hay vez
no quede mozo ni viejo que me aparte dél, que luego
de la estirpe real y santa me aquillotro por volver
del Rey Profeta con vida; á velle.
ponga esto en ejecución Tirso. Debe de ser
esa romana legión el Dios de amor.
en mi guarda apercebida. Pachón. Ese es ciego.
Mi vida importa su fin; Mas estotro sus dos ojos
muera también el Senado como dos candelas tien,
de los Setenta que han dado par Dios, dichosa es Belén
tanta fama al Sanhedrín. en gozar tales despojos.
No quede hombre en Israel Tirso. ¡Y que un pesebre sea cuna
que sangre de David tenga, de quien lleva al sol ventaja!
aunque fama á alcanzar venga Cuando le vi entre la paja,
á Herodes del más cruel Pachón, voto á mi fortuna,
que vió el mundo; no haya hombre que quitándome el pellico
que en el siglo venidero en somo dél se le eché,
si un rey quiere pintar fiero sólo entonces envidié
no le atribuya mi nombre. del rey el toldo más rico.
Sangre mi rabia derrame, Bato. ¿En el heno estaba echado?
que en ella mi reino fundo; Tirso. ¿No has visto cuando conservas
quien cruel fuere en el mundo entre la paja las servas
Herodes desde hoy se llame. ó el níspero coronado,
Esos tres Reyes de Oriente la camuesa con su flor,
á mi presencia llamad, que trae en ambas mejillas
204 LA VIDA DE HERODES
cual dama las salserillas nos cantó el bello rapaz;
á pares de la color? y luego: «en la tierra paz
Pues la competencia es baja, á las humanas criaturas».
porque no hay camuesa ó serva Pachón. Gloria á Dios, paz á la tierra
entre la atocha ó la hierba nos cantó; decís verdad.
como el chico entre la paja. Tirso. Y de huena voluntad.
Pachón. Yo cuando vi su hermosura Bato. ¿Luego ya no ha de haber guerra?
le dije: «¡Pardiez, garzón, Tirso. Si es el Mesías el chico,
que quien en la paja os pon según Josef le da el nombre,
para comer vos madura, her cuenta entre Dios y el hombre
y pues en Belén os dan paz perpetua.
á cuantos os quieren bien, Pachón. Del borrico,
si es casa de pan Belén Bato, yo estó enamorado.
creo que sois el Dios pan ¡Oh, quién en él se volviera
que para que mos hartéis y en el pesebre estuviera
de la troj del cielo abaja, junto del zagal atado!
pues cunio pan en la paja Pardiez, por que no llorara,
hermoso grano nacéis!» que le habia de arrullar,
Debió entender mi simpleza y en vez, Bato, de cantar,
el tamaño. sospecho que rebuznara.
Fenisa. ¿Cómo asi? De parto estaba Fenisa,
Pachón. Porque se rió de mí, (que el día que me casé
meneando la cabeza como huevo la dejé
que los rayos del sol dora. de dos yemas) dando prisa
Bato. Qué, ¿se rió? por las torrijas, y yo
Pachón. Y juntamente que goloso me comía,
llorara creo agua ardiente, Bato, más que la freia;
pues me abrasa y enamora. luego que el ángel cantó
Fenisa. ¿Y la madre? la gloria y paz de aquel modo,
Pachón. Esa es la luna, enamorado del son,
el sol, el alba, el ciprés, sin alzar el cucharón
la flor, la palma en Cadés, sali con sartén y todo,
la Fénix que sola es una. y alegróme de manera
Tirso. ¿Y el padre? en la voz, plumas y cara,
Pachón. El Jusepe es que cío, si entonces bajara,
esposo de niña tal, que las torrijas le diera.
padre del bello zagal.
Tirso. Para en uno son los tres.
¡Y el buey, Bato, y el borrico! ESCENA XIII
Pachón.
Fenisa. En eso hpbias de parar. Sale Liseno. — Dichos.
Pachón. ¡Par Dios! que le quise dar
mil besos en el hocico. Liseno. Pastores: si queréis ver
¿Pues el mancebete hermoso lo que no sé encareceros,
que de alas y plumas lleno n¡ es bien por no deteneros,
el cielo volvió sereno volvé al portal que ha de ser
y más que el sol relumbroso más que el templo celebrado
que en aquella noche ó día, que á Dios labró Salomón.
alegró nuesa majada Venid, veréis el garzón
con la divina embajada? de tres Reyes adorado,
Bato. ¡Pardiobre, que parecía que piden que los despache
un Angel! para sus reinos con gozo:
Fenisa. Si era Angel, prata el buen viejo, oro el mozo,
¿qué mucho lo pareciese? y el tercero es azabache.
Pachón, ¡Ahao! ¿mas que no se cayese Perdióseles una estrella
volando? que les mostrara el camino,
Tirso. ¿No era Luzbel, cuando á ver la corte vino,
el otro que por roín y ellos, á escuras sin ella,
le echoren? á Herodes hueron á hablar,
Bato. ¡Desdicha brava! preguntando por un Reye
Fenisa. Garridamente volaba. que ha nacido y nuesa leye
Pachón. Era de Dios volatín; diz que viene á mejorar.
mas ¿qué hué lo que cantó? Lleno el cruel de alboroto,
porque yo, por San Mingollo, pidió que i adoralle fuesen
que tengo fraco el meollo y por allí se volviesen,
y no me acuerdo. porque él humilde y devoto
Bato. Ni yo. quería adoralle también;
Tirso. «Gloria á Dios en las alturas», pero lo que desto saco
ACTO TERCERO 205

que Herodes es un bellaco. que Dios que el alma me abranda,


Salió de Jerusalén hoy profetizar nos manda,
de [os tres la trinca bella, y así digo deste modo:
y apenas el campo pisan, que si la divinidad
cuando contentos divisan que encubrees el oro rico
otra vez la hermosa estrella. que disfraza en el pellico
Y guiados al portal de nuesa mortalidad,
venturoso de Belén, y es infinita la ley
aquel brinco de Dios ven del oro de su riqueza,
de oro, nácar y cristal, según su naturaleza,
en los brazos del aurora de oros el Niño es Rey.
que tal bello sol encierra. Fenisa. Después, cuando se desangre
Cada cual postrado en tierra, en el huerto, y el temor
los pies le besa y adora, de la muerte y su rigor
y de oro, mirra y encienso, le obligue á que se dé en sangre,
tributo le van á dar. bañando flores y ropas
Mas ¿cómo oso yo contar y el cáliz de mi ventura
ni medir lo que es inmenso? beba en copa de amargura,
El portal que reverencio será entonces Rey de copas.
es este del Dios de amor, Tirso. Otro manjar le señalo
velde y callad, que es mejor cuando se eclipse la luz
que la lengua aquí el silencio. del sol y sobre la Cruz
el triunfo le entre del palo.
Que si allá su Reino muda,
ESCENA XIV y con tal basto deshace
Descúbrese un portal lie heno, romero y paja, lleno las culpas, contra quien nace
de copos de nieve, y en él la adoración de los Reyes Rey de bastos es, sin duda.
como se pinta. Bato. Mísero quien le provoca
y en desgracia suya caiga,
Fenisa. ¡Hermosa apariencia á fe cuando de dos filos traiga
y de fe á lo que imagino, la espada puesta en la boca,
que este aparador divino que las almas condenadas
por misterio le tendré! eternamente al volcán,
Tirso. Postrado el Rey viejo está por su desdicha sabrán
á los pies del Dios de amor. que este Niño es Rey de espadas.
Bato. Es del cielo Emperador,
por eso los pies le da.
Pachón. ¡Dichoso el que en tales leyes ESCENA XV
emplea alma y corazón! Sale Miso. — Dichos.
Fenisa. No vi en mi vida, Pachón,
igual cuatrinca de Reyes. Niso. Pastores: el que tuviese
Pachón. Como es de amor la baraja, hijo al pecho de su madre,
gana el cielo el que aquí envida para que el vivir le cuadre
el corazón y la vida. escóndale, si no quiere
Tirso. ¿Cuatro Reyes sobre paja? que el furor de un Rey tirano,
¿Ay tal cuatrinca? ¿Ay tal juego? lobo de tiernos corderos,
Bato. Y son los Reyes presentes bañe en leche los aceros
de manjares diferentes. de su cuchillo inhumano.
Pachón. Es verdad, porque á ver llego Degollar los niños manda
que el uno, que en negros pastos que de dos años abajo
y toscos reina, será paguen en risa el trabajo
el rey de bastos. de sus madres, y en demanda
Tirso. ¡Verá de la inocencia pueril,
qué gallardo Rey de bastos! andan verdugos crueles
Pachón. Él viejo de reales ropas cortando tiernos claveles
que en la copa al niño ofrece que apenas sacó el Abril.
el incienso, me parece Sin que con él aproveche
que se llame el Rey de copas, el llanto que los socorre;
y el mozo que sus tesoros por las calles sangre corre,
rinde al chico y oro abate, y entre ellas cándida leche.
de eterna ley y quilate, Poco los ruegos importan
llamarse puede Rey de oros. de las madres, que en sus brazos
Tirso. Pues el niño, si á vencer los lloran hechos pedazos,
viene al mundo y el pecado porque los pechos los cortan
de nuesa flaqueza armado, para quitárselos dellos,
Rey de espadas vendrá á ser. y sus gargantas segando
Pachón. Antes lo viene á ser todo, la leche que están mamando
206 LA VIDA DE HERODES

vuelve á salir por sus cuellos. porque el fuego en que me abraso


Destc milano cruel puedan mitigar sus fuentes.
esconded vuestros polluelos, De dos años tengo un hijo
que sin admitir consuelos que, engendrado en Mitilene,
sus hijos llora Raquel. de la sangre de Judá
Fenisa. ¡Ay desdichada de mil derecho á este reino tiene,
Un niño de trece días mas degollalde también
tengo, y de las penas mías para que ninguno quede
consuelo; amigos vení exento de mi furor,
y en las peñas le escondamos pues él pasa por sus leyes.
que en estos montes están, Jabei.. Catorce mil y más niños
que, en lin, más blandas serán degollados enternecen
que aqueste tirano. las piedras, que con su sangre,
Pachón. Vamos. no piedras, cera parecen.
Tirso. No es bien que en pámpanos podes ¿Un niño te hace temblar?
el majuelo de Israel, Monarcas rindes, ¿y temes
tirano rey. la inocencia de un infante?
Fenisa. ¡Huego en él! Herodes. Niño no, gigante fuerte
Pachón. Es un tigre. es quien gigantes conquista;
Fenisa. Es un Herodes. (Vanse.) si recién nacido puede
postrar reyes á sus plantas,
ESCENA XVI ¿qué hará, vasallos, si crece?
Dejadme morir matando,
Salen Herodes, Hekbel, Jabei. y otros. nadie me hable ni aconseje;
Rey soy, púrpura de sangre
Jabel. Sosiégate, gran señor. es la que mi rabia quiere.
Herodes. ¿Cómo queréis que sosiegue
quien la vida, el reino y honra
á un tiempo y á un punto pierde? ESCENA XVII
La vida un traidor me quita,
la honra una mujer leve; Sale Mitilene con un niño en los brazos vestida
el reino, que aún no he gozado, d ¡o bizarro, de judia.
un niño que me atormente. Mitilen. ¿Cómo es posible, señor,
Hidrópico estoy de sangre, que á tu mismo hijo sentencies
más sed tiene quien más bebe, al riguroso cuchillo
dejad que me harte en ellas de los verdugos crueles?
y aplaque este fuego ardiente. ¿Tu misma imagen deshaces?
Mueran todos, pues que muero, Llega en este espejo á verte,
y traspase en mí la muerte que de tu misma sustancia
toda la jurisdicción con mis brazos se guarnece.
que sobre los hombres tiene. La amada vida le diste,
No ha de quedar de David ¿qué dirá de ti el que viere
hombre ó niño en quien conserve que lo que una vez has dado
la esperanza que ha fundado avariento á quitar vuelves?
el reino sobre su especie. Tu misma sangre derramas,
La parca soy de las vidas, sangra, médico imprudente
cortaré en pámpanos verdes la vena del corazón
los sarmientos que en Judá que en fuego de mi amor hierve.
para atormentarme crecen.
Prometiéronme volver
en hallando los tres Reyes ESCENA XVIII
á este Niño portentoso
que han adorado sin verle; Sale otra Judía con otra criatura en los brazos.
mas, pues que me han engañado,
y mi propósito aleve Judía. Cielos, ¿cómo permitís,
conocen, pues temerosos si es que os preciáis de clementes,
á avisarme dél no vuelven, tan bárbara crueldad?
paguen en él mis agravios ¿Qué Phalaris, qué Diomedes
todos cuantos inocentes hizo tal? Tirano rey:
á los pechos de sus madres ¿qué hazañas á honrarte vienen?
su amor alimenta en leche. ¿qué triunfos te inmortalizan?
Podrá ser que muera entre ellos ¿qué injurias te hacen que vengues?
el triunfador del Oriente ¿Posible es que los balidos
que, naciendo coronado, de este cordero inocente
cetros pisa y reyes vence. no enternecen tus entrañas
Bañe en su sangre el cuchillo y tus ojos humedecen?
el que mi vasallo fuere, Mátame á mí, deja un niño
ACTO TERCERO 207
que apenas en ei oriente Satisficiera mi hambre
de su vida ve la luz con las manos, con los dientes,
cuando se pone en la muerte. porque con su corazón
(Quítalas los niños de los brazos.) mi enojo hiciera un banquete.
Pero supliréis por él,
Herodes. Soltad, enfadosas madres, y serviréis en m¡ muerte
les amorosos joyeles de ofrenda, como corderos;
que vuestros pechos adornan morid, pues Herodes muere. {Vase.)
y á más venganza me mueven; Mitii.en. Pedid venganza, hijo mío,
retratos de aquel infante al cielo.
que á usurpar mi reino viene. Jabel. Tiernos claveles,
Lobo soy, corderos busco, á Dios vuestra sangre clama;
vuestra sangre me sustente; hijos, pedilde que os vengue.
espigas sois de David,
en berza es razón que os siegue;
racimos sois de Judá,
vendimiaros quiero en ciernes. ESCLNA XIX
¿Lloráis? Pero ¿qué me espanta?
también los sarmientos verdes Sale Eiraí.m y descúbrese muerto Hehodks con dos
lloran antes de dar fruto; niños desnudos y ensangrentados en las manos.
flores sois de alruendro fértil,
yo cierzo que por tempranos . Efraím. Murió el bárbaro rabiando
me manda el rigor que os seque; y ahogando los dos Abeles;
mi rabia que os despedace, se libró Jerusalén
mi pena que os atormente. de sus tiránicas leyes.
¡Ojalá que entre vosotros Sirva su vista de espanto,
aquel infante estuviese, y demos fin con su muerte
de mi frenesí la furia á su inaudita crueldad
causa y principio inclemente! y lástima á los presentes.
LA DAMA DEL OLIVAR
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Don Gastón, caballero. Gallardo.


Don Guillén, Comendador Je Santiago. Maroto, pastor.
Niso, pastor viejo. Ardenio, pastor.
Cor bato, pastor. Montano, pastor.
Nuestra Señora. Laurencia, pastora.
Roberto, bandolero. Marbelio, bandolero.
Doña Petronila. Lirano, bandolero.

ACTO PRIMERO Verbena, espadaña y juncia


por el suelo derramé;
agua de trébol eché
en las pilas.
ESCENA PRIMERA Ardenio. Bien anuncia
vuesa mucha devoción
Saten Miso, pastor viejo; Maroto, Corbato, la que en el alma encubrís.
Ardenio, Montano, Ladradores. Niso. Galán, Maroto, venís.
Maroto. Yo saco en la procesión
Niso. ¡ Brava fiesta! todas las galas que tengo. -
Corbato. Y la señora El más pobre de Estercuel
por quien se hizo, hermosa y mansa. soy.
Montan. Quien en servilla se cansa Corbato. Y el más devoto dél.
lo mucho que pierde ignora. Montan. Alegre en extremo vengo
Ardenio. ¡Buen mayordomo! de haber visto cuán compuestas
Niso. Y devoto. las calles de nuestra aldea
Montan. Pastor que el ganado deja estaban.
por tan blanca y pura oveja, Maroto. Toda desea
dichoso él. her á nuestra Virgen fiestas.
Niso. En fin, Maroto, Montan. ¡Qué de pinos que plantaron
vos habéis dejado el cargo por ellas! Y las mujeres
con honra y fama. con qué gustos y praceres
Maroto. Y vendrá que las ramas adornaron
otro que me sacará con sus basquiñas de grana.
de la puja rico y largo. Corbato. No dejaron paramento,
Niso. ¡Qué buena estaba la igreja! cual si huera el monumento,
Maroto. Como pude la compuse; cortina ó red aldeana
claveles en ella puse que en las puertas y paredes
desde el altar á la reja. no colgasen.
ACTO PRIMERO 209
Niso. Pescarán Maroto. ¿A mí?
si en el mar del mundo están, Montan. ¡Juro al soto
el cielo con tales redes. que había de her aquel día
Ardenio. Pues á falta de pastillas mil locuras de placer!
no faltó incienso y espliego Maroto. No sabré yo her buen casado.
y aun estoraque, que el huego Niso. Ya que en esto hemos tocado,
no quemase en escodillas, hombre que está sin mujer,
que por las calles á trechos Maroto, no es hombre entero,
daban gusto y devoción. pues le falta la mitad.
Maroto. ¡Oh, qué incienso es la oración, Maroto. La mitad, ¿cómo?
y qué grandes sus provechos! Niso. Escuchad:
Niso. La fiesta, en fin, de Setiembre ¿De nueso padre primero
en que nació nuesa estrella, no dice el cura que á Eva
ha estado extremada y bella. durmiendo un día sacó?
Maroto. El labrador are y siembre Maroto. De sus huesos la formó,
los granos que el hielo cubre Niso. ¿lluego la mitad le lleva?
y restituye en Agosto; Maroto. No me casaré, aunque pueda,
llene las cubas de mosto; con mujer que en eso da,
coja la fruta en Octubre; que al hombre le quitará
compre y venda el mercader la otra mitad que le queda.
en las herías y mercados, Y á fe que es cosa inhumana
traten de armas los soldados, que, formándose de un hueso
vista galas la mujer. tan firme, tan duro y tieso,
Los sabios estudien leyes, la mujer sea tan liviana.
tienten pulsos los dotores, Dalda á la buena ventura;
dense placer los señores que es, al fin, la más hermosa,
y ganen tierra los reyes. si de carne, peligrosa;
Mientras yo apaciento el hato y si de hueso, muy dura.
donde el manso me conoce, Ardenio. No decis mal.
el corderillo retoce Maroto. Y aun por eso
y se encarame el chivato. las mujeres, Niso, son
Que más precio los halagos de tan mala digestión:
con que el mastín me hace fiestas, que no se digiere el hueso.
la leche en tarro, las fiestas Niso. Pues mi Laurencia no es tal,
que dan el deleite á tragos; ni en liviana ó dura peca,
á la noche en casa la olla, que en lo amoroso es manteca
y al amanecer las migas, y en lo honrado pedernal.
que de los ajos amigas, No hay en Aragón mujer
. son deudos de la cebolla; que mijor os pueda estar,
y tras ellas una misa y si os la vengo á pintar
al alba en que el sacristén yo sé que la heis de querer.
dice cantando el amén Sus años verdes y en flor,
sobre el sayo la camisa, y su hermosura en la aldea,
que cuanta riqueza guarda no hay borrico que la vea
el avaro. que no rebuzne de amor.
Montan. A eso me acoto. Es de una imagen su cara:
Corbato. Venturoso vos, Maroto, ¿con qué la lava? dirás;
que el temor no os acobarda con lleve el diablo lo más
del señor, como al privado. que un caldero de agua clara.
Maroto. Bueno me le ha dado Dios. Los cabellos, no dirán,
Ardenio. Medra su hacienda por vos. son que al sol causan vergüenza,
Niso. A buen amo, buen criado. y cuando en cola los trenza
Maroto. Don Gastón de Bardají, en las rodillas la dan.
noble señor de Estercuel, La frente bruñida y lisa,
ni es soberbio ni cruel; las cejas son de amor arcos,
desde que su pan comí los ojos, si no son zarcos,
mil mercedes Dios me hace. provocan á amor y á risa.
Niso. Mucho priva con el Reye. Pues los carrillos, no hay mozo
Maroto. Conoce su esfuerzo y leye, que no cante al descobrillos:
por eso le satisface. «Más valen vuesos carrillos
A conquistar á Valencia que el carrillo de mi pozo.»
el Rey don Jaime partió De las narices no pocos
y consigo le llevó. han dicho: «Alegre estuviera,
Niso. Tiene en la guerra experiencia. Laurencia, si amor me hiciera
Que os hallase me holgaría, de vuesas narices mocos.»
cuando volviese, Maroto, ¿Pues qué la boca? Aunque pasa
casado. de raya, limpia y risueña;
COMEDIaS DE TIRSO DE MOLINA. — TOMO II
2i0 LA DAMA DEL OLIVAR

que no es bien que sea pequeña mi abuela, que Dios perdone,


la portada de la casa. y dos calderas también
Los dientes altos y bajos, con su cuchar y sartén
en hilera y procesión, que rojas las migas pone.
piñones mondados son,
á lo menos dientes de ajos.
¿Qué diré de los hocicos,
son que amapolas parecen ESCENA II
cuando entre los trigos crecen?
Pues los dos hoyuelos chicos Sale Un Criado.— Dichos.
que hace en riéndose, el cielo,
á tener allá su cara, Maroto. Todo es bueno, y lo mejor,
en ellos ero que jugara ser Laurencia vuestra hija.
con el amor al hoyuelo. Criado. El puebro se regocija
Pues la barba, ¿qué otra cría porque viene mi señor
más abajo de cristal? de Valencia y ha dejado
Con ella el mejor zagal al buen Reye en Zaragoza.
barba á barba la abriría. Maroto. No en balde el monte le goza
Las tetas son naterones y se está riendo el prado,
y los corpiños encellas, que no hay señor que le iguale.
que mamara amor en ellas Niso. Bien podéis eso decir.
á no encubrir los pezones. Corbato. ¡Ao! vámosle á recebir;
Las manos, que nunca adoba, pero al encuentro mos sale.
más brancas fueran que el pecho,
á no habellas callos hecho
ya el cedazo, ya la escoba. ESCENA III
La cintura puede entrar
(Señala los dedos.) Sale Don Gastón, bizarro de camino.— Dichos.
aquí, y si amor navegara
mijor su estrecho pasara Gastón. ¡Oh, mis zagales: Alcalde,
¡pardiez! que el de Gibraltar. Corbato, Ardenio, Maroto!
Pues aquella redondez, Niso. Llegad, las manos besalde.
monte de nieve y cristal, Maroto. No en balde se alegra el soto
rodará encima el brial ni está verde el prado en balde,
por ella amor cada vez. viéndoos, señor, con salud
Pues las piernas, si en el río en vuesa tierra y vasallos.
lava, porque el cristal borre, Gastón. Huélgome con su quietud,
corrido de vellas corre que no puedo dcseallos
más aprisa y con más brío. mejores.
Los pies calzan once puntos, Niso. Por su virtud.
cuando la aprieta el botín; Maroto. ¿Cómo venís de la guerra,
mas sea ella honrada, en fin, buen señor?
que no miraréis en puntos. Gastón. Gracias á Dios
Pintada os la tengo toda, vitorioso.
Ítuesto que mal y en bosquejo, Maroto. Nuesa tierra
o demás allá os lo dejo estaba triste sin vos.
para el día de la boda. Gastón. Es, en fin, mi estado y tierra.
Maroto. No del todo me despido Maroto. El ganado que apaciento,
de daros, Niso, placer, y por ser vuestro es dichoso,
que, en fin, la buena mujer sin vos dejara el sustento.
suele hacer bueno al marido; El cordero temeroso,
pero venga mi señor, que da los brincos á ciento,
que lo que ha de ser dirá. balaba por don Gastón;
Niso. Rico dote se os dará, las ovejas os llamaban;
que aunque es mi hija la menor, y con ronco y triste son,
por vella con vos casada, por suspirar, rebuznaban
vos prometo dar, Maroto, los borricos, con perdón.
un pedazo deste soto Secábase el prado ameno,
y media fanega arada donde el hato flores pace,
de tierra, catorce ovejas de luto y tristeza lleno,
y seis cabras con el perro, porque todo este mal hace
la barrosa y el becerro, la ausencia de un señor bueno.
una casa con sus tejas, Gastón. Debéisme esa voluntad.
que no de techo pajizo; Niso. ¿Qué ha habido de guerra?
una cama con su ajuar, Gastón. Queda
un San Miguel, que pintar conquistada la ciudad
en una sábana hizo de Valencia, donde pueda
ACTO PRIMERO 2i I
renacer la cristiandad debajo de una campana,
que el mahomético Profeta alegre con tal tesoro
desterró por tantos años. dió su vitoria por cierta.
Borró della el Rey su seta Maroto. De placer devoto lloro.
llena de vicios y engaños; Gastón. Con los obispos concierta
ya queda segura y quieta, para que esté con decoro,
su mezquita consagrada, que un monasterio real
sus cautivos redimidos, allí mismo se edifique
su soberbia derribada á su devoción igual,
y con blasones debidos y que á la Merced se aplique
eternizando su espada, y se dé á su General
el Rey don Jaime glorioso, Fray Pedro Nolasco, piedra
tan agradecido al cielo, sobre quien Dios edifica
que, devoto y generoso, la Orden que por él medra,
premió con divino celo con el cuarto voto rica
al estado religioso de la caridad, que es hiedra
fundando cuatro conventos Sue á Dios alcanzan sus ramas,
en ella. rden de tantos favores,
Maroto. iGran cristiandad! que, eternizando las famas
Gastón. Honró Dios los pensamientos de sus hijos redentores,
.de su liberalidad los Fénix son de sus llamas.
con milagrosos portentos; Fué el santo Rey fundador
porque cerca de Valencia, de la Orden militar
al tiempo de conquistalla, dándola ser y favor,
para mayor evidencia con que se quiso llamar,
de su amor, nuestro Rey halla, como Dios, Rey redentor.
animando su presencia, Y, en fin, como era su hechura
un retrato de aquel sol y de su celo heredera,
que, abrasando á Dios de amores, dalle la imagen procura
le vistió de su arrebol. de la que es de Dios esfera
Un ramillete de flores, y cifra de su hermosura.
gloria del suelo español; Labró, en fin, en su montaña
un tanto monta del día; el templo, y hasta él con fiesta
una suma del jardín la coloca y la acompaña.
que á Dios se aposenta y cría; La imagen del Puche es esta
un cielo en el suelo; en fin, que ha de ennoblecer á España;
una imagen de María, de que vengo tan devoto
que en medio de aquella sierra v envidioso, que quisiera,
el Godo escondió del moro á merecerlo, Maroto,
y en sus entrañas encierra que de mi estado heredera
aquel divino tesoro, viniera á ser.
feliz paz de nuestra guerra. Maroto. iQué buen voto!
Desde que el campo asentó Dome á Dios, mi buen señor,
en su sitio el santo Rey; que es como suya esa fe,
Salomón que á Aragón dió, , y que me muero de amor
por defensa de su ley, por ella, después que sé
el que por ella murió. tan milagroso favor.
Cada noche aparecía Pero no se desconsuele;
un resplandor soberano sirva y pretenda tal dama;
sobre el monte que escondía róndela, aunque se desvele,
á la que á Dios hizo humano, que á la casa de quien la ama
que al sol competencia hacía. venirse de asiento suele.
Música alegre sonaba, Soltero es, no hay tal esposa
dando tal gusto el oílla, como la Virgen María,
que la devoción juzgaba que es discreta y es hermosa,
ser de ángeles la capilla no pasa por ella día
y su autor quien la entonaba. ni es en las galas costosa,
Determinóse de ver que el sol de vestirla trata
el Rey el misterio oculto con cintas de resplandores,
que allí se podía esconder, de estrellas sus trenzas ata,
y con religioso culto chapines trae de valores (i)
el primero quiso ser con sus virillas de prata,
que, con la azada villana, pues los adorna la luna;
para que todos trabajen, dote suyo son los cielos,
cavase. do no hay temer la fortuna,
Maroto. ¡Fe soberana!
Gastón. Y hallando una hermosa imagen (i) En el original: «valor*.
2i2 LA DAMA DEL OLIVAR

y, en fin, no le dará celos, y perdone que me vo


que es lo que más importuna. porque hay mucho que cerner.
Gastón. ¡Oh, qué buen casamentero, Guillen. Aguardad un poco.
Maroto, sabéis hacerl Lauhen. Mire...
Niso. Pues sabed, señor, que quiero Guillen. ¿Qué?
helle novio con mujer Lauhen. Que le enharinaré.
que vos aprobéis primero. Guillen. Yo sé cuándo menos dura
Ardenio. Al menos de nuesos votos me escuchábades.
lo que esio le importa sabe. Lauren. Cerré
Mahoto. De lo ajeno manirrotos las orejas con candados.
sois. Guillen. Pues ¿por qué es tanto desdén?
Niso. No es bien que en vos se acabe Lauren. Porque tiene el corazón
la casta de los Marotos. muy ancho y caben en él
Gastón. Y vos ¿qué decís á esto? á gruesas, como botones,
Maroto. Que el casarse no es delito, las pastoras que mantién.
y aunque es el estado honesto Caballero es de Aragón,
mijor, á vos me remito, sobre su pecho se ve
en quien tengo el gusto puesto. la Cruz que de Montalbán
Gastón. Pues si está en mi parecer, le encomendó nuesa Fe.
vamos agora á palacio, Pero ¿qué importa que traiga,
que hay mucho en esto que hacer, mostrando que es hombre' fiel,
y ha de mirarse despacio á los pechos la Cruz roja
esto de tomar mujer. (Vanse.) s¡ en ell alma el diablo tien?
Los que son Comendadores
y Caballeros como él
ESCENA IV damas sirven de palacio
con estrado y con dosel.
Salen Don Guillen con hábito de Santiago, Deje villanas groseras
y Laurencia, como que ha cernido. de sayal y de buriel,
que no es bien coma truchuela
Laufen. Déjeme cerner mi harina. quien truchas puede comer.
Guillén. Laurencia hermosa, cerned Guillén. En fin, ¿ya me despedís?
pensamientos de mi amor, En fin, ¿ya no me queréis?
porque la harina apuréis Lauren. No, que da mal fin á todas
de esperanzas candeales y un mal fin es de temer.
que con el agua amaséis Guillen. Escuchadme una palabra.
de mis ojos, y cozáis Lauren. Ya le he oído más de diez
en el horno de mi fe. y no quiero escuchar once.
Celos serán levadura, Guillen. Acabad.
tan agria cuanto cruel, Ladren. Apártese.
que os dará pan blanco y tierno. Guillen, No puedo.
Lauren. No le como si trechel. Lauren. Pues ¡por mi vida!...
Mire que he de amasar hoy, Guillén ¿Qué?
vaya con Dios su mercé Lauren. Que le enharinaré.
y á las bobas diga amores, Guillen, Pues en esquiva habéis dado,
porque yo ya sé quién es. y vos sola en Estercuel
Guillen. ¿Quién soy? no estimáis mi voluntad,
Lauren. Amante común adiós.
que enamora cuantas ve, Lauren. ¿Luego vase?
mesón que todo lo acoge, Guillen. Pues.
fuente que da de beber Lauren. Vaya con la maldición.
á gente de toda broza, Guillen. ¿Qué más maldición queréis
prado concejil en quien que partirme y no obligaros?
pacen de comunidad Laiikf'n. En fin, ¿se va?
hierba que mata después. Guillln ¿Qué he de hacer?
Yo no tengo más de un alma, Laure:;. Volved acá, caballero,
sólo un dueño ha de tener, no seáis tan descortés,
que con una voluntá que los noes al principio
á una sola quiera bien. son síes en la mujer.
Guillen. Sola vos sois, sol hermoso, No estáis ducho en conocernos,
en quien me siento encender, y pues no lo estáis, sabed
fénix sola en hermosura. que las palabras que habramos
Lauren. Vaya, señor don Guillén, han de entenderse al revés.
y venda esos morrimullos Guillen. Pues ¿qué quieres?
á Constanza y á Isabel, Lauren. Que no os vais.
burladas de sus promesas Guillen. Pues ¿tiénesme amor?
como Polonia y Inés, Lauren. Sí, á fe.
ACTO PRIMERO i3
Guillén. ¿Mucho? Guillén. Echemos cosas á un lado,
Lauren. Mucho, que es con celos. Laurencia, de amor laurel,
Guillen. ¿Quién te los causa? de quien es mi amor Apolo,
Lauren. Isabel. aunque más dichoso que él.
Guillen. Aborrézcola. Un mes ha que estoy perdido
Lauren. Mentides. por ti, juzgando este mes
Guillén. Mucho sabes. por siglos de dilaciones,
Lauren. Mi mal sé. propiedad del bien querer.
Guillen. ¿Dónde la vi? Yo he sabido que tu padre,
Lauren. En el molino. de mi amor padrastro infiel,
Guillen. Yo, ¿cuándo? casándote darme intenta
Lauren. Vos, y antiyer. con celos muerte cruel.
Guillen. ¿Enamorado? ¿Será, pues, razón, serrana,
Lauren. Y perdido. que esperanzas que sembré
Guillen. Pues ¿qué la dije? goce un tosco labrador
Lauren. «Mi bien.» de quien esposa has de ser?
Guillen. ¿Hubo más de aqueso? ¿Que un rústico sea hortelano,
Lauren. ¿Pues? que coja de tu verjel
Guillen. ¿Qué hubo? la flor primera debida
Lauren. La embracijasteis. á la imagen de mi fe?
Guillén. ¿Eso qué importa? Primero que tal consienta
Lauren. ¡Oh, cruel! he de abrasar á Estercuel,
Guillén. ¿Pues un abrazo? y en venganza de mis celos
Lauren. Es luchar. Nerón seré aragonés.
Guillen. ¿Para qué? Lauren. Pues ¿qué queréis que yo haga?
Lauren. Para caer. Guillen. Que esta noche entrada des
Guillén. Si tú me quieres... á atrevimientos de amor
Lauren. ¿Qué hará? que facilita el querer.
Guillén. Aborrecella. Por las tapias de tu casa
Lauren. ¿Y después? confiado subiré
Guillén. Ser amante tuyo. de que desvelada esperas
Lauren. ¿Y luego? en tu huerta, y si una vez
Guillen. Adorarte á ti. las primicias de tus gustos
Lauren. ¡Qué bien! gozo, en bronce escribiré
Guillén. Yo lo juro. obligaciones que al tiempo
Lauren. ¿De qué modo? jamás pueda deshacer.
Guillen. Por tus ojos. ¿Qué respondes?
Lauren. Burlas ven. Lauren. Que no vengas.
Guillén. Por el cielo. Guili én. ¿No, dices? Si te he de creer,
Lauren. Está muy lejos. y el no en la mujer es sí,
Guillen. Por mi fe. porque habláis siempre al revés,
Lauren. No guarda fe. tu no misterioso adoro.
Guillen. Por mi vida. Llega y dame...
Lauren. Moriráse. Lauren. Apártese
Guillen. Por esta ouz. que está muy limpio.
(Pone la mano en la del pecho. ) Guillén. ¿Qué importa?
Lauren. No la cree. Lauhen. ¿Qué? que le enharinaré. (Vanse.)
Guillen. Por Dios.
Lauhen. Es un mal cristiano.
Guillén. Pues ¿por quién quieres? ESCENA V
Lauren. No sé.
Guillen. Fía en mí. Salen Maroto, Niso, Corbato, Montano, Don Gastón
Lauren. ¿Sobre qué prendas? y Criados.
Guillen. Sobre el alma.
Lauren. Iráseme. Don Gastón.
Guillen. ¿No es prenda segura?
Lauren. No. Maroto: lo que Niso me ha pedido
Guillén. ¿Por qué? está puesto en razón, y es justa cosa.
Lauren. Por que no se ve. En mis manos habéis comprometido
Guillen. ¿Quieres otra? la elección de casaros provechosa.
Lauren. Como fuere. Hoy de Laurencia habéis de ser marido,
Guillén. Mis brazos. que es rica, cuerda, honesta y es hermosa,
Lauren. Arrédiese. y Dios le dice á Adán cuando le cría
Guillen. ¿Qué recelas? que el hombre no está bien sin compañía.
Lauren. Que he cernido... Cuando á medias se llevan los trabajos
Guillén. ¿Pues? no pesan tanto, y es el yugo leve
Lauren. Y le enharinaré. I de amor, que hallando alguno estos atajos
214 LA DAMA DEL OLIVAR
á caminar con más valor se atreve; ESCENA VI
los altos Reyes, los pastores bajos,
para pasar la vida triste y breve, Sale Laurencia. — Dichos.
buscan mujer, en cuyo estado amable
muestran que el hombre es animal sociable. Lauren. ¿Qué es, padre, lo que mandáis?
La tortolilla con suspiros quiebra, Niso. Que agradezcáis el favor
viuda, los vientos por el bien que pierde, que nueso dueño y señor
y mientras las exequias le celebra os hace, hija, y que pongáis
huye del agua clara y roble verde. la boca humilde en su pata.
Enlaza á su consorte la culebra; Lauren. ¡Oh, mi señor don Gastón,
si la hiedra amorosa al olmo pierde, bien venido!
da, pálida y marchita, testimonio Gastón. Con razón
de los bienes que causa el matrimonio. de hermosa Estercuel os trata.
Un hombre solo triste vida pasa; Bizarra vasalla tengo
los más breves pesares son prolijos: en vos.
casado en paz, la más estrecha casa Niso. ¡Oh! pues si viniera
es alcázar y corte los cortijos. lavada, mijor pudiera
Cuando del monte deis la vuelta á casa, llamalla hermosa.
¿hay gloria como ver los caros hijos Gastón. Yo vengo,
al lado tierno de la madre honesta Laurencia, aqui, cuando menos
que os sale á recibir y os hace fiesta? á daros marido.
Ésto ha de ser, Maroto; este es mi gusto; Lauren. ¿A mi?
yo, que también casarme determino, Gastón. Labradora bella, sí;
quiero que en este estado santo y justo y en vuestros ojos serenos
abráis á mis intentos el camino. miro la dicha y ventura
En buena edad estáis, mozo robusto de quien os ha de gozar.
sois, y que llevaréis bien imagino Lauren. Pues ¿cómo me he de casar,
la cruz del matrimonio. señor, si aún no estoy madura?
¡Buenos están los engaños!
Maroto. Gastón. ¿Qué edad tenéis?
El que es prudente Lauren. Cumpliré,
recela de tal cruz ser penitente. si al cura hemos de dar fe,
Pero, en fin, pues vos dais, señor, en eso, para estas hierbas veinte años.
digo que della desde aquí me encargo, Gastón. Luego, según vuestra cuenta,
aunque tan grande cruz y más de hueso, á buen tiempo vengo yo.
en el camino de la vida largo Lauren. Mi madre no se casó,
derribará un gigante con su peso. señor, hasta los cuarenta,
y tuvo á mucha ventura,
Corbato. según mi abuela contaba,
Cirineos en el (i) mundo hay que ese cargo que cuando menos cuidaba
alivian. la casasen tan criatura.
Gastón. Ya ese tiempo se ha perdido.
Maroto.
Corbato. Y como las que ahora nacen
Nunca hará en su honra empleos diz que lo primero que hacen
el marido con tales cirineos. es decir «taita, marido».
Gastón. Vuestro padre determina
Don Gastón. que con Maroto tengáis
Pues vengo á vuestra casa, Niso hermano, el dueño que deseáis;
á tratar esta boda, haced que agora mi hermana ha de ser madrina
la desposada salga. y yo os he de apadrinar.
Niso. ¿Qué decís?
Lauren. Tengo vergüenza.
Noble y lano, Gastón. Púrpura á salir comienza
honráis nuestra humildad. vuestro rostro á hermosear.
Acercaos, Maroto, aquí,
Corbato. y hablalda.
Bien os adora Maroto. ¿Hablarla qué importa,
todo Aragón, |señor]. siendo una boda tan corta
que no tiene más de un sí?
Niso. Gastón. ¿Daisle vos de buena gana?
Niso. Pues ¿no ha de dalle si vos
Llamad, Montano,
lo mandáis?
á Laurencia que, á fuer de labradora, Copbat. ¡Verán los dos
ó rastrilla ó jabona, ó cierne ó cuece qué mudos están!
ó á su hermanillo mientras hila mece.
Gastón. Mañana
los desposorios serán.
(i) En el original «del.* Vestios, Maroto, de fiesta,
ACTO PRIMERO 2l5
que desposada como ésta ¿Hay cosa más importuna
merece el novio galán. que un muchacho en una cuna
Y quedaos, Laurencia, adiós, cuando llora? ¡Ave María!
que la nueva os ha turbado. (Re$a paseándose.)
¡Envidia llevo á los dosl «Virgen, la esposa más buena
Cokbat. Cualquiera se la tendrá érades para mí vos;
si su cara llega á ver. dígalo el ángel de Dios,
Ardenio. Maroto: buena mujer pues vos llamó gratia plena.
os han dado. Mas cautivar mis praceres,
Maroto. Ella dirá. {Vanse.) pues nadie en toda la vida
halló mujer que no pida
entre todas las mujeres,
ESCENA VII ¿no es disparate, Jesú?
Esto á enloquecerme basta;
Queda sota Laurencia. aunque si eres mujer casta,
Laurencia, bendita tú.
Lauren. ¿Qué es esto, desdicha mía? Que si libre de delito
¿Cabrán, si ya tengo dueño, da de su honor testimonio
en corazón tan pequeño al hombre en el matrimonio
dos huéspedes en un día? regocijado y bendito.
Don Guillén es el primero, Mas ¿qué esposo habrá queencuentre
y siendo abeja de amor, mujer á quien si quillotro
le ofrecí la primer flor; la diga mío y no de otro
derechos del jardinero. es el fruto de tu vientre?
Es noble y quiérole bien, ¿Casamientos ahora?, ¡súsl
pues ¿por qué en tal alboroto dejadme, que pierdo el seso.
tiene de usurpar Maroto ¿Yo en casa con sobre hueso
derechos de don Guillén? estando sano? ¡Jesúsl
Perdonará, pues espera ¿Yo riñendo cada día
á don Guillén mi fortuna á quien sin tomar consejos
y va á avisalle la Luna, como sea á la [más] lejos
de amantes casamentera. va á Misa á Santa María?
Primero el cántaro llena Pues que me encomiendo á vos,
aquel que llega primero, si no soy para casado,
si Maroto vien postrero de tan peligroso estado
Dios se la depare buena. (Vase.) libradme, Madre de Dios.
Santos, pues estáis vosotros
en el eterno placer,
ESCENA VIH libres de toda mujer
y en paz, rogad por nosotros.
Sale Maroto. Maridos, si de estos modos
son las mujeres, tened
Maroto. A la fe, mi Dios, que han dado mucha paciencia y sabed
en que he de tener mujer, que rezo por mí y por todos.
yo soldemente sé her Pues si por quitar temores
empleyta y guardar ganado. las mujeres no nacieran,
¡Pues meterme á mí en rencilla muchos más los santos fueran
con una mujer! El cura y menos los pecadores.
diz que nunca está madura, El alma su prisión llora:
porque, al fin, es de costilla. ¿hay más riguroso paso,
Es hacer que me descarne pues si que agora me caso
para ella y que pierda el seso; me han de cautivar agora?
aun si huera todo hueso Porque el trance que hay más fuerte
y no cubierto de carne, y que más puede temblarse
no anduvieran diligentes es al tiempo de casarse
tantos, hendo en la honra mella, y en la hora de nuestra muerte.
porque temieran mordella Haga á los solteros bien
por no quebrarse los dientes... Dios, guardando sus sentidos,
Yo no tengo si el rosario dé paciencia á los maridos
con quien en tales afrentas y digan todos Amén.»
me aconseje y haga cuentas,
que es el mejor secretario. ESCENA IX
Ahora bien: rezarle quiero
que si ayuda á todos da, Salen Don Guillén y Gallardo.— Maroto.
lo mijor me endilgará,
que es divino consejero. Guillén. Gallardo: si mi Laurencia
¿Yo cautivarme en un día? aguarda, cual prometió,
2l6 LA DAMA DEL OLIVAR

amor posesión me dió porque este discurso sigas,


de la más bella presencia que en cintas, bandas ó ligas
que celebra su deidad. no halles carne de doncella.
Gallard. ¿Qué diablos hiperbolizas Y pues en cintas las pinta
y hermosura solenizas? el interés, no me engaño
Guillén. Pues ¿aquesto no es verdad? cuando sospeche que hogaño
Gallard. No, por cierto, con perdón; se usan doncellas en cinta.
¿es más de una labradora Guillén. ¿Luego yo discreto soy
que estará cerniendo agora en buscar sin compostura
y quizá cantando al son la natural hermosura
que hace con el cedazo de Laurencia?
«á las tres ánades, madre», Gallard. Amigo soy
mientras que duerme su padre, de amor que huele á tomillo,
que es el mayor villanazo y más tomillo salsero,
que tiene todo Estercuel? que es carne con sal y quiero
Guillén. Laurencia es un sol, un cielo. bien este trato sencillo;
Gallard Que has de enloquecer recelo. pero no has de encarecello
¡Miren qué Dafne en laurel, con tanta exageración,
qué Leucote vuelta incienso, que es plato de salpicón,
ó que Clicie en girasol! aunque sabroso al comello,
¡Par Dios, si Laurencia es sol, que después huele á cebolla;
que es muy puerco el solí mas dirás que es polla bella
Guillén. No pienso y que por eso con ella
que estás en ti, si eso dices, quieres jugar á la polla.
¡Oh, quién verla ya pudieral Maroto. Maroto: ¿no escucháis esto?
¡oh, quién la hablaral ¡quién fuera!. Andaos á caza de bodas.
Gallard. Di, moco de sus narices. Guillén. Estas labradoras todas,
Gim lén. ¡Quién sus manos ó cristales...! por lo simple y por lo honesto,
Gallard, ¿Besa I las? me enamoran; si saliese
Guillén. Sí. y la seña hiciese ya.
Gallard Buen galán Maroto. ¿Señas le ha de hacei? ¡Verá!
besa, que quizá estarán ¡Oh, qué mal agüero es ése!
lavando agora pañales. Guillén. La gente de casa, amor,
¿Es posible, di, señor, ¿por qué no la habéis dormido?
que un caballero estimado, Gallard. Sobre la tapia ha salido
á quien mil damas han dado tu labradora, señor.
más fama que á Galaor,
con esa flemaza agora
el sayal grosero ensalza, ESCENA X
tú, que los puntos que calza
la más guardada señora Sale arriba Laurkncia.— Dichos.
sabes, botines deseas?
Guillén. Gallardo: ya estoy cansado Guillén. Sí, que la luna salió
de tanta seda y brocado; á enseñarme su presencia.
las más graves son más feas. Maroto. Trepadora sois, Laurencia;
Hermosura que en la tienda no os llevo á mi casa yo. (Ap.)
se vende, ¿quién la ha de amar? Lauren. ¡Ce! ¿es Don Guillén?
Gallard Si el afeite es rejalgar Maroto (Ap) ;Por la ce
Bercebú que las pretenda. comenzáis, sin ser casada?
Tu opinión sigo en cuanto eso, Labradora sois letrada;
que caras de solimán ya llegáis al A B C.
la muerte á un hombre darán, Pues bien sé yo, aunque villano,
como pildora en un beso que si llegáis á la D,
por no vendella, de balde. por más riqueza que os dé,
Hermosuras de retazos que no heis de darme la mano.
de sastre, hechas á pedazos Guillén. Yo soy quien en vos viviendo,
de color y de albayalde, y sin vos muriendo en mí,
con que jalbegan las casas, por la vida vengo aquí
como pared de mesón, que me usurpáis.
caras como colación, Lauren. Yo no entiendo
cargadas de miel y pasas. aquesas algarabías;
Guillén. Y miel virgen. pero lo que os sé decir
Gallard. Es verdad, que aún no se ha echado á dormir
con que engañarnos pretenden, mi padre.
porque todas ellas venden Guillén. Desdichas mías
postiza la puridad. le despiertan.
No hay tienda si vas á ella, Lauren. Hablad paso
ACTO PRIMERO 2i7
y volved mañana acá; Guillén. ¿Con un bárbaro?
mas no, que en vano será, Lauren. Un grosero.
porque mañana me caso. Guillén. ¿Quién soy yo?
Maroto. No conmigo, si yo puedo. (ap) Lauren. Mi jardinero.
Guillén. ¿Que os casáis? ¿Cómo ó con quién? Guillén. Pagadme, pues.
Lauren. Con Maroto, Don Guillén. Lauren. Esto es justo.
Guillén. ¡A y, cielos! Guillen. ¿Y con qué?
Lauren. Sospirad quedo. Lauren. Con las primicias.
Guillén. Daré yo muerte á Maroto. Guillén. ¿De vuestro amor?
Maroto. ¿Qué más muerte que casarme? Lauren. Claro está.
Guillen. ¿Luego podréis olvidarme Guii lén. ¿Cuándo?
el nudo de mi amor rot' ? Lauren. Esta noche será.
Lauren. Mandólo nueso señor Gallard. ¿No ahorraremos de caricias
don Gastón de Bardají. don Guillén? Que me deslomo.
Guillén. ¿Y habéis vos ya dado el si? Maroto. ¿Qué esto sabe una mujer? {Ap.)
Lauren. Más por fuerza que de amor. Gallard. Mas ¿que he de hacerte caer?
Maroto. Yo os le suelto desde agora. (.Ap.) Guillén. Soy un pájaro.
Gnu i.én. Pues, Laurencia, aunque se abrase Gallard. De plomo.
el lugar, antes que os case Guillén. ¡Qué hermosa manol
logrará quien os adora Lauren. Grosera
la posesión deseada que friega, barre y amasa.
que merece mi afición. Guillen. Es de nieve.
Maroto. ¿Y después como melón Maroto. Y os abrasa. (Ap.)
dármela á mí decentada? Gallard Que me matas considera.
¡Malos años para vos! l*P) Guillen. ¿Podré entrar luego?
Lauren. Ahora bien: desde aquí á una hora Lauren. No sé.
volved, que es temprano agora, Guillén. Ya el viejo se habrá dormido.
y quedad, señor, con Dios. Lauren. Si vos estáis escondido
Guillén. Dadme una mano primero. mientras que voy y lo sé,
Maroto. De azotes la merecía. entrad.
¿Hay tan gran bellaquería? (Ap.) Maroto. Bellaco va esto:
Lauren. No tien la tapia agujero excusemos un pecado. (Da gritas.)
por donde darla, y está ¡Ah de casa; que han entrado
tan alta, que no podréis ladrones, acudid presto!
alcanzarla, si volvéis Niso, Corbato, Montano,
presto, amor lo ordenará. mozos, zagales, garzones,
Guillen. El amor todo lo alcanza, que andan ladrones, ¡ladrones!
Sue sabe hacer invenciones, Lauren. ¡Ay, cielo, vete!
lallardo: si aquí te pones, Guillén. ¡Oh, villano!
podrá subir mi esperanza ¡vive Diosl que has de pagarme
y alcanzar esta ventura. el dar á la gente aviso.
¿Oyes? Maroto. ¡Ladrones, ladrones! Niso,
Gallard. Durmiéndome estaba. ¡Salid, que quieren matarme!
Guillen. Ponte aquí debajo, acaba. ¡Ladrones!
Gallard. Pues ¿soy yo cabalgadura? Gallard. Huye, señor,
Guillén. No seas necio ni pesado. no te conozca esta gente.
Gallard. Si subes no lo seas tú.
(Púnese en cuclillas y sobre las espal
das D. Guillén de pies.) ESCENA XI
Maroto. ¿Que aquesto se use ¡Jesú!
el amo sobre el criado? Salen los Pastores con chinos.— Dichos.
Miren cuál anda ya el mundo,
unos sobre otros los vicios. Guillén. ¿Que así un bárbaro insolente
Gallard. Si son cortos los oficios haya estorbado mi amor?
en darte gusto me fundo; Gallard. Cada cual su hacienda guarda.
pero si van á la larga, Guillén. ¿Que aquesto pase por mí?
desde agora te prevengo Gallard. Yo de burro te servi
que, en pesando, me derriengo, pero tú fuiste mi albarda.
y que me echo con la carga.
Maroto. ¡Lo que sufre un alcahuete!
Gallard. ¡A lo que obliga un señor! ESCENA XII
Guillén. ¡Mi cordera!
Lauren. ¡Mi pastorl Niso y Ardenio. — Dichos.
Guillen. ¡Mi mayo!
Lauren. ¡Mi ramillete! Niso. ¿En casa de la josticia
Guillen. Qué ¿os casáis? ladrones? ¿Adónde están?
Lauren. Contra mi gusto. Ardenio. Ténganse al Rey los ladrones.
2l8 LA DAMA DEL OLIVAR

Niso. ¡Por Dios, que los he de ahorcar! y sin cera no hay panal,
Gallard. Huye, señor, que villanos y la cera junto al huego
ya sabes que en su lugar por fuerza se ha de quemar,
son reyes, y que los gallos viendo que se derretía
cantan en su muladar. pretendílo remediar,
Guillén. ¡Que este rústico grosero pues colmenas sin miel virgen
de mi suerte fuese azar aun no valen la mitad.
que esta ocasión me impidiese! Los celos, que son abejas,
Mas él me lo pagará. (Vanse losdos.) y ya zánganos serán,
á los osos colmeneros
iban locos á picar.
ESCENA XIII Mas viendo su resistencia
comenzaron á gritar
Sale Don Gastón. — Dichos, menos Don Guillén (que sus voces son susurros):
y Gallardo. «¡Ladrones en el lugar!»
Despenéme yo á mí mismo,
Gastón. ¿Qué alboroto es éste, Niso? y á fe que á no despertar,
Maroto. ¡Oh, señor! vino á robar que de aquesta pesadilla,
un ladrón aquí una joya muerte me diera el afán.
de Laurencia. Salistes alborotados,
Gastón. ¿Cómo? y pues presentes estáis,
Maroto. Y tal, sed testigos desde ahora
que si una vez se la quitan, Sue no me quiero casar,
aunque la percuren más, olmenas tan peligrosas
ojos que la vieron ir en campos de libertad,
á vella no volverán. sin más guardas que ásí mismas,
Niso. ¿Mas si fuese la patena comprallas es necedad.
con la sarta de coral? Si á una viña ponen cercas,
Maroto. Patena y corales son y la guarda por demás
dignos, Niso, de estimar. el lanzón de un viñadero,
Y si arrancan la patena, pues las hurtan en agraz,
la sarta se quebrará, ¿qué hará una colmena sola
derramando los corales en el campo, á voluntad
que asidos con ella van. de cualquiera caminante
Este negro casamiento, sino comer y picar?
si va á decir la verdad, A lo dulce no hay defensa,
me trae sin seso ni gusto Niso, que aunque en el corral
desde esta mañana acá. lo guardéis, hay quien las tapias
Como el hombre que se vela, dél se aireverá á saltar.
su mujer ha de velar, Líbreme Dios de colmenas
en fe que es vela el honor con pies, que se subirán
que el fuego suele quemar, en somo de las paredes
á velar vine á estas puertas si una vez en ello dan.
más celoso que galán, Tienen alas las abejas,
que un marido es como un muerto, y como en corchos están,
pues le velan como á tal. pesan poco y vuelan mucho,
De temores y sospechas pican honras y se van.
cansado (que poco va No curéis de persuadirme,
de estar cansado á casado, que si me ha dado pesar
y más siendo á mi pesar) aun durmiendo una mujer,
á la fe que me dormí; despierto (decid) ¿qué hará?
yo confieso que hice mal, Primero que yo me case
que honra y sueño pocas veces (aunque me lo rueguen más),
se guardaron amistad. torciéndome la cabeza
Échéme á aquestos umbrales; llevaré la cara atrás.
que un marido ha de imitar Esposo entonces seré
al mastín, que cuidadoso cuando de aquel olivar
á las puertas tién de estar. nazca, en lugar de aceituna,
Apenas que me dormí, mi esposa; no hay más que hablar.
cuando comencé á soñar (Vase.)
que Niso me había vendido
un hermoso colmenar. ESCENA XIV
Yo, que no estaba contento
con la compra, vi llegar Dichos, menos Maroto.
á robarme la miel virgen
dos osos de Montalbán. Niso. Oye, Maroto... ¡Maroto!
Como toda miel se pega, Gastón. Misterio tiene el hablar
ACTO SEGUNDO 2i9
mi pastor de esta manera. á toda imaginación.
Algo ha visto. Como hermano me guardáis,
Niso. Pues se va como galán me servís,
y mi hija menosprecia, como esposo regaláis,
vaya con Dios el gañán, y á serlo todo venís,
que no es Laurencia mocosa pues que con todo os alzáis.
ni peina canas. Gastón. No tanto, mi Petronila,
Cor bato. ¡Verá! que no sepa que en el alma
Gastón. El casarse, mis amigos, sus flechas amor afila,
ha de ser con voluntad; y que el pensamiento en calma
no le forcemos la suya. esperanzas recopila.
Niso. ¿Qué llama, señor, forzar? Yo sé que tenéis capaz
¿Peina canas mi Laurencia? la voluntad para extremos
Corbato. Que es un simpre. del atrevido rapaz,
Niso. Vaya en paz tanto, que en ella cabemos
y no se case, hasta tanto otro y yo viviendo en paz.
que lleve la cara atrás. Porque en casa semejante,
Corbato. ¿Hay tal bruto? Siembre esposas si él es aposentador,
aquí, quizás nacerá posada dará bastante
alguna que le enamore, para un hermano el amor
cual dice, en este olivar. y también para un amante.
Petron. Si ese en el alma ha de entrar,
de vos vendrá acompañado,
pues cuando os quiera hospedar
ACTO SEGUNDO costumbre es que un convidado
á otro pueda convidar.
Gastón. Cómo forastero pasa
un rayo, y de paso abrasa,
ESCENA PRIMERA y es tal don Guillén, por Dios,
que, por quedarse con vos,
Salen Don Gaston, Do.ña Petronila, Laurencia temo que me eche de casa.
y Labradores. Aunque sí os caso con él,
diré, Petronila mía,
Pktron. Bueno y apacible está puesto que es trance cruel,
el prado, sentaos aquí. que por vuestra mejoría
Gastón. Si vuestro sol luz le da dejaré mi casa en él.
en tapetes de tabí Petron. Eso no, que será poca
estrados os prevendrá. voluntad la que mostráis
En vuestras hebras derrama si á dejarme se provoca,
su tibia tez la retama, y para que no salgáis "
vuestras mejillas hermosas cerrará el alma la boca.
dan nuevo ser á las rosas Gastón. Don Guillén de Montalbán
que Venus adora y ama. es mozo, noble, galán,
Las maravillas se ven < -omendador generoso,
en vuestros ardientes ojos, en las paces amoroso
la frente es jazmín también, y en las guerras capitán,
en la nariz los despojos líscogíle para vos,
de la azucena están bien. y pienso que agradecéis
Si los dientes son azahar la elección que hice en los dos;
que en grana pudo enlazar mas para que en él penséis
amor, que nació en verjeles, quedaos, bella hermana, adiós.
muros hizo de claveles Que apacible compañía
en que se puedan guardar. os dejo, y yo, como suelo,
Y así el prado con su flor por ser inclinación mía,
imita vuestra belleza, de aves que mate al vuelo
siendo planteles de olor volver cargado querría, (Vase.)
él de la naturaleza,
vos, señora, del amor.
Petron. Favores de vuestra mano, ESCENA II
¿á quién no enriquecerán?
Si por venir con vos gano Dichos, menos Don Gastón.
las ternezas de galán
y los regalos de hermano. Petron. Pues Laurencia ¿en qué se entiende?
Basta, señor don Gastón, Lauren. Nunca falta, mi señora,
que por no dar ocasión á la gente labradora
á que el alma se divierta, en qué, y más la que pretende
tenéis tomada la puerta casarse y se le despinta.
220 LA DAMA DEL OLIVAR

Petron. ¿Echastes hogaño gansos? para él, sólo se acomoda


Lauren. Veinte hay que gordos y mansos al ganado, monte y soto.
la nieve en ellos se pinta. Mas ¿qué es esto?
CORBATO. Dos de esos serán del cura. Ardenio. Don Guillén
Lauren. ¿Diezma en todo? viene acá, que como sabe
Corbato. Como lleva que estáis aquí, y es tan grave,
en toda cosecha nueva al que como él quiere bien
el diezmo (i), de la verdura, la ausencia, el estar sin vos
de los pollos, los lechones, tendrá por tormento extraño.
la fruta, el pan y cebada, Lauren. Todo es mentira y engaño
¿no fuera cosa extremada el hombre; líbreme Dios
que diezmara en las quistiones, de creer más sus desvelos;
los males y calenturas? amarme fingió el traidor,
¡Mala landre que le tome, y mudándose su amor
como las maduras come sembró gusto y cogí celos.
comiera también las duras!
Petron. ¡Mal estáis con él!
Corbato, Quisiera ESCENA III
que de diez días que he estado
en la cama desahuciado, Salen Don Guillén, Gallardo y Criados. — Dichos.
uno al cura le cupiera;
diez melecinas me echaron Guillen, ¡Oh, serranos!, á gozar
una le vien de derecho. de vuestra conversación
Niso. Ley fuera esa de provecho me ha traído la ocasión.
para el otro que azotaron, Niso. Viniéndonos vos á honrar
pues de quinientos tocinos será apacible esta tarde,
cincuenta el cura llevara. por más que el sol la molesta.
Ardenio. Yo sé que á alguien le pesara, Guillén, ¡Qué mucho abrase la fiesta
á usarse esos desatinos; el prado, si haciendo alarde
que nadie quisiera ser el sol que flores perfila
casado en tales porfías, con el oro que en él pasa,
porque de diez en diez días otro sol de amor abrasa,
le había de dar su mujer. bella doña Petronila,
Corbato. ¡Plugiera á Dios que él tuviera en vuestra hermosa presencia!
tres veces en cada mes Petron. Si como lo decís bien
esa carga! que después amáis (señor don Guillén),
yo sé que el diezmo perdiera, dichosa es por excelencia
de lo demás que le damos, la que serviros merece.
por no sofrir tanta pena. Sentaos, si gustáis, aquí.
Ardenio. ¿Hay plomo, hay costal de arena Guillén. Jamás la ocasión perdí
como aqueste que llevamos cuando el amor me la ofrece.
á cuestas con las mujeres? Con vuestro hermano, señora,
Lauren. ¿Y nosotras que sufrimos; he concertado de ser
que hechas esclavas vivimos vuestro esposo, y por tener
aguándonos los placeres mientras se llega esa hora,
vosotros; de hijos cargadas; en quien el amor que os debo
ya callando, ya meciendo, se ejercite (que no es justo
mil dolores padeciendo, que ocioso se embote el gusto),
nueve meses de preñadas, esta serrana me llevo,
siempre con temor y susto ensayaré en su hermosura
de que el parto nos asombre, la que en vos pienso gozar.
dejándonos cualquier hombre (Cogen Don Guillén y Gallardo á Lau
la pena, y llevando el gusto? rencia y llévansela.)
Niso. No golosmeara Eva Petron. ¿Qué es eso?
de la manzana el sabor Todos. Aquí del lugar.
y pariera sin dolor; Guillen, El que morir no procura
mas si tal trabajo lleva, sosiéguese, ó ¡vive Dios
Laurencia, la que se casa, que le cuelgue de ese roble!
¿por qué os morís vos por ello? Niso. ¿Pues es esa hazaña noble?
Lauren. ¿Yo? Guillén. Llevadla vosotros dos
Niso. Vos, pues que por sabello á Montalbán.
no hay diabro que os tenga en casa. Lauren. ¡Ay de mí!
Montan En fin, ¿no quiso Maroto Guillén. Gallardo: aprisa con ella.
desposarse? Gallard .No os quejéis, Laurencia bella,
Niso. No es la boda que os lleve Gallardo ansí,
que también tiro yo gajes
(i) En el original: «diez de uno*. de don Guillén y su amor,
ACTO SEGUNDO 22i

pues lo que sobra al señor Petron. Van á vengarse afrentados


viene á parar en los pajes. del señor de Montalbán.
Seréis de su gusto presa Confieso que le he querido;
y hartaréisle en breve rato, porque como una afición
gozándoos yo como plato se funda en la inclinación
que levante de la mesa. y no en consejos, han sido
( Vanse con ella.) en vano los que me han dado;
porque aun ías travesuras,
por no llamarlas locuras,
ESCENA IV que en don Guillén han causado
común aborrecimiento,
Dichos, menos Gallardo y Laurencia.
pudieran curar mi amor
Petron. Don Guillén de Montalbán: es loco, y al fin furor
respetad, si sois prudente, que ciega el entendimiento.
el ver que estoy yo presente. Pero ya el no aborrecerle
Guillen. El que no fué buen galán fuera, más que amor, locura.
no puede ser buen marido; Gastón. Pues ¿qué hizo?
quien cañas ha de jugar Petron. ¡Gran ventura
primero se ha de ensayar; fuera, hermano, no quererle!
sólo á ensayarme he venido Sin respetar mi presencia
en Laurencia; si os molesta ni el amor que le he tenido,
la osadía que en mí veis, descortés como atrevido
consolaos con que seréis llevó robada á Laurencia
de aqueste ensayo la fiesta. (Vase.) con ayuda de criados,
que en la escuela de sus vicios
aprenden estos oficios;
los pastores agraviados
ESCENA V han convocado el lugar
para intentar su venganza,
Dichos, menos Don Guillen. y yo ya sin esperanza
todo lo libro en llorar.
Niso. ¿Hay tan gran bellaquería? Gastón. ¿Es posible que este loco
¿Que esto suframos, serranos? á mis vasallos se atreva?
¿Para qué mos dieron manos Si á Laurencia, hermana, lleva,
los cielos? yo haré que la goce poco.
Corbato. No sufriría ¡Vive Dios! que ha de saber
tal afrenta aunque muriese. quién es á quien ha ofendido.
Juntemos todo el lugar. ¿Él en mi tierra atrevido?
Petron. A mi hermano id á avisar. Petron. ¿Qué es lo que intentas hacer?
iQue á mis ojos se atreviese Gastón. Pegar fuego á Montalbán,
á tal insulto! ¡Ay amor, hacelle entender así
qué mal me habéis empleado! que es don Gastón Bardaji
iMaroto. ¡Todo Estercuel salga armado á quien ofende: hoy verán
y muera aqueste traidor! los que sustenta Aragón
Niso será el capitán, (yaque mi paciencia instiga)
pues es Alcalde. de la suerte que castiga
Niso. Eso intento: á don Guillén don Gastón.
vos alférez, vos sargento; Petron. Hermano: su poco seso
abrasaré á Montalbán perdona.
si aquesto adelante pasa. Gastón. ¿No te ha ofendido?
Todos. Vamos. Petron. Aunque es luco y atrevido,
Petron. Y mis desconsuelos que le adoro te confieso.
me abrasarán en sus celos Busca otros medios más sabios.
mientras Montalbán se abrasa. Gastón. Pagará lo que merce.
(Vanse los villanos.) Petron. El amor con celos crece
y se aumenta con agravios. (Vanse.)
ESCENA VI
Sale Don Gastón.—Doña Petronila.
ESCENA Vil

Gastón. ¿Qué alboroto, hermana mía, Salen Don Guillen, Gallardo y Laurencia.
es éste? ¿Quién os da enojos
y las perlas de esos ojos Guillen. Échala de aquí Gallardo.
agravia, luz de mi día? ¡Jesús, y qué mala cosa!
¿Dónde mis vasallos van juzgábala antes hermosa
confusos y alborotados? ya morir, viéndola, aguardo.
222 LA DAMA DEL OLIVAR

Lauren. ¡Traidor! ¿Después de alcanzada que es insignia de cobarde.


de ti soy aborrecida? Mas, pues la suerte nos trueca,
Huésped vil que la comida será, traidor, desde aquí
no pagas ni la posada. la espada el adorno en mí,
¿Será de noble esa empresa? y en ti, villano, la rueca. (Vase.)
Guillén. Echarla de aquí procura. (Vase.)

ESCENA IX
ESCENA VIII
Gallardo solo.
Dichos, menos Don Guillen.

Gallard. Siempre echan en la basura ¡Malos años y cuál va!


los relieves de la mesa. No quiero más tu afición,
Si sacuden los manteles que da coz y mojicón
mándanme que los sacuda. que el diablo la esperará.
Adiós, que el amor se muda Amansarán sus querellas
en odio. si las sabe remediar,
Lauren. ¡Rabias crueles y más que yo sé lugar
me incitan á la venganza! donde se curan doncellas. (Vase.)
Gallard. De todo manjar barato
un señor, si es tosco el plato,
un bocado sólo alcanza. ESCENA X
Yo tengo acción desde agora,
Laurencia, á tu hermoso talle, Salen todos los Villanos, menos Niso.
y así no hay que rehusalle.
Gallardo, mi bien, te adora. Montan. No ha querido don Gastón
Deja la pena y recelo, dejarnos salir contra él,
que el caballo que corrió como es señor de Estercuel
en silia, lo llevo yo obedecelle es razón.
al pilón y voy en pelo. Dice que este agravio se hizo
Lauren. ¡Grosero desenfrenado! á él solo, y que así le toca
No incites más mi furor, castigar la furia loca
que puesto que á su señor de quien tan mal satisfizo
es semejante el criado, al honor que con su hermana
no conoces bien mis bríos. pensaba en Aragón dalle,
Gallard. Estaos, Laurencia, quedita; y así va á desafialle;
los zapatos que se quita que si no á son de campana
mi señor son siempre míos; habíamos convocado
y asi por mía os acoto; todo el lugar.
pues después que os ha calzado Corbato. ¿Qué, no hay quien
venís á ser del criado, se libre de don Guillén?
porque sois zapato roto. Ardenio. No imagino que ha quedado
Sosegaos, Laurencia hermana, doncella en esta comarca
que soy discreto y galán, que no le pague primicias.
y vos, si antes cordobán, Corbato. ¿Es cura?
ya zapato de badana. Ardenio. De las malicias.
Dadme esa mano nevada. Todas las mochachas marca.
Lauren. ¡Oh infame! (Dale.) Montan. Aunque fuera el Moro entre ellas
Gallard. ¡Ay, que me mató! y Córdoba Montalbán,
Mano es la que os pido yo, pues el pecho que le dan
Laurencia; no manotada. es cual el de cien doncellas.
Lauhen. Presto verá lo que puede Corbato. Este es turco aragonés.
la afrenta en una mujer; ¡Qué bien hizo en no casarse
rayo del mundo he de ser; Maroto!
no piense el traidor que quede Ardenio. Fuera cargarse
sin castigo su desprecio. la cabeza ya hecha pies.
¡Vive Dios! si mi lugar Montan. El es sabio, aunque parece
no me procura vengar, ignorante.
don Guillén, infame y necio, Ardenio. Es buen cristiano.
que, pues estoy deshonrada, Corbato. Dios le tuvo de su mano,
mudando el traje y el nombre, y el cuerdo se está en sus trece.
que ha de verme Aragón hombre, Montan. Y Niso, ¿qué hace?
vuelta la rueca en espada, Corbato. Llora
hacer de mi injuria alarde; de su Laurencia la afrenta.
aunque la rueca mejor Ardenio. Si ella quisiera, á mi cuenta
fuera para ti, traidor, que estoviera honrada agora.
ACTO SEGUNDO 223
CoRBATO.Como allá dicen que andaba las espadas que las vean
con don Guillén de escondidas desnudas contra tiranos
en cuentos. guardarais las hijas vuestras,
Montan. Están perdidas no las violara la injuria;
por él las mozas. mas si las espadas vuestras
Ardenio. Habraba son vírgenes, mal podréis
con él los disantos todos, defender tantas doncellas.
ya en el soto, ya en el río. ¡Que á vuestros ojos un hombr*
Montan. Y aun por esa se hacen, tío, haga torpe y loca presa
de esos polvos estos lodos. en una frágil mujer,
Tómese lo que se tiene, en una vecina vuestra!
y tenga agora paciencia; ¡Que os lleve con ella la honra,
mas ¿no es ésta Laurencia? y que no tengáis vergüenza
Ardenio. La misma. de vivir y no vengarosl
Corbato. ¡Verá y cuál viene! ¡Que estéis de aquesa manera
conversando unos con otros
como si en paces ó fiestas
contárades las hazañas
ESCENA XI que emprendistes en la guerra!
Diez leguas de Zaragoza
Sale Laurencia.— Dichos. vivís, y la gente della
son espejo de las armas,
Lauren. ¿Qué hacéis aquí, afeminados, blasones de la nobleza.
nombres sólo en la apariencia, ¿Cómo se os pega tan poco,
en conversación infame, decid, gente aragonesa?
que no sentís vuestra afrenta? ¿Por qué afrentáis vuestra patria
Gallinas, y aun no gallinas, afeminados en ella?
pues ya saben volver éstas Si no sois para vengaros,
los picos contra el milano llamad las mujeres vuestras;
que sus polluelos le lleva. pedildas que os desagravien,
¿Qué pastor hay tan cobarde quejaos llorosos ante ellas,
que, con gritos, hondas, piedras, y mientras se arman valientes
no libre del lobo vil y la aguja en lanza truecan,
la ya acometida oveja? el acero por las galas,
Una hormiga, si la quitan las espadas por las ruecas,
el grano que avara encierra, quedaos en casa vosotros,
muerde atrevida al contrario. hilad, barred, viles hembras;
Un mosquito se sustenta jabonad y haced colada,
de la sangre de un león, que aunque la hagáis, yo estoy cierta
y hasta la más torpe abeja que no sacaréis las manchas
acomete vengativa que en vuestra honra el agravio echa,
á quien roba sus colmenas. si no es con sangre enemiga
Pues, gallinas, el milano que es la más eficaz greda.
se atreve á las pollas tiernas ¿Calláis? ¿Teméis? ¿No venís?
de vuestro lugar y casas, Mas ¿para qué? No os den pena
¿Y no vengáis vuestra ofensa? injurias de vuestras hijas,
El lobo bárbaro os roba, comprad trompas y muñecas;
villanos, una cordera jugad, niños, que es razón
delante de vuestros ojos, que mientras vive Laurencia
¿y le dejáis ir con ella? ella tomará venganza.
Volved, hormigas cobardes, ¡Vive Dios! que en vuestra afrenta
por la agostada cosecha ha de mudar, gente vil,
del honor que os han quitado el traje y naturaleza,
de un traidor las insolencias. por que os enseñe á ser hombres,
Aún menos sois que mosquitos, siéndolo vuestra Laurencia.
pues ninguno hay que se atreva Bandos hay en Aragón;
á sacar sangre afrentosa volviéndome bandolera,
á quien derrama la vuestra. no he de dejar hombre á vida.
Mas, pues, vuestra cobardía ¡Guárdese de mí mi tierra!
llevar los panales deja, Que en vosotros los primeros
del colmenar de la fama he de vengar mis ofensas,
zánganos sois, que no abejas. y vestidos de mujeres
No os llaméis hombres, cobardes; sacaros á la vergüenza.
ceñid al lado las ruecas, El que hombre fuere, mis agravios sienta.
pues no sabéis ceñir armas ¡Al arma! ¡Don Guillén, serranos, muera!
más que para la apariencia.
Si como sabéis guardar (.Vase.)
224 LA DAMA DEL OLIVAR

ESCENA XII con reverencia la alzo


la vez que la hallo en el suelo;
Dichos, menos Laurkncia. como es insignia que el cielo
reverencia, del lugar
Corbato. Salpimentado nos ha. donde no es decencia estar
Abdenio. ¡Malos años para ella, la quito, y así al presente,
¿f qué sabida que es! por no ser lugar decente,
Montan. No tién pelillo en la lengua; la cruz os vengo á quitar.
mas sóbrala la razón, Que, pues tan torpe afrentáis
Corbato. Si aquí su padre estuviera mis vasallos, más castigo
también llevara su parte; os darán, siendo testigo
pero ¡qué infamia es la vuestra! la cruz que al pecho lleváis.
Vamos, aunque mos lo estorbe Cuando las honras quitáis
don Gastón, y el fuego encienda á las doncellas, que en vano
á Montalbán y á su dueño, os dan nombre de tirano,
que si no es de esta manera sacáis vuestra infamia á luz,
corre peligro Estercuel. pues delante de una cruz
Todos. ¡Al arma! ¡Don Guillén muera! el que pera es mal cristiano.
Ardenio. Muera; porque antes de un año En vos está mal empleada,
no ha de haber en esta tierra y así vengo satisfecho,
una virgen por un ojo. que la cruz de vuestro pecho
Montan. Si el fuego de amor le quema quitará la de mi espada.
un clavo saca otro clavo, Mi tierra llora afrentada
con un fuego otro se venga. por vos, y no será yerro
Corbato. La campana de Concejo que la cólera que encierro,
tocad, por que todos vengan la cruz os deje, si da
á vengar nuestras injurias. hoy la muerte, y servirá
Ardenio ¡Al arma, serranos! de cruz para vuestro entierro.
Todos. ¡Guerra! {Vanse.) Guillen. Cuando vi que con cruz tanta
veníades, don Gastón,
os juzgaba procesión
ESCENA XIII que sale en Semana Santa.
Mas no me admira ni espanta
Salen Don Guillen y Don Gastón. lo que os oigo, qué el valor
que á mi sangre da favor
Gastón. La cruz que traéis al pecho, me enseña en nuestras querellas
señal de vuestra nobleza, que santiguándoos con ellas
para adornar la cabeza mostráis tenerme temor.
de los Césares se ha hecho. Quistión será peregrina
Las veces que sin provecho la que empezáis, dándoos luz
la veo en hombres que no son por la señal de la cruz
de crédito y opinión, como niño de doctrina.
aunque lástima me da, Dad en eso, que es divina
sospecho que es cruz que está traza, y en vos señalada;
pintada en algún rincón. predicad, no se os dé nada,
En el más alto lugar tendrá por nuevo favor
y sublime chapitel en vos un predicador,
se pone la cruz, y en él Aragón, de la Cruzada.
la suele el cuerdo estimar; Que yo, más travieso y roto,
la nobleza suele dar de mi valor haré alarde,
alto sitio cuando intenta porque el hombre que es cobarde
darle el pecho, mas si afrenta siempre da por lo devoto;
la posesión, no se estime, si vuestra tierra alboroto
porque en la cruz más sublime mi gusto es, y está bien hecho,
un pájaro vil se asienta. y si no estáis satisfecho,
Digo esto, y no sin razón, entrad con furia doblada
porque aunque con ella os veo por la cruz de aquesta espada
adornar el pecho, creo á quitarme la del pecho.
que es cruz que está en el rincón; (Echan mano.i
que puesto que ese blasón,
que ilustre y noble os ha hecho,
en vos es cruz sin provecho, ESCENA XIV
pues, según dais los indicios,
mil aves de torpes vicios Sale Gallardo. — Dichos.
se asientan en vuestro pecho.
Yo, á lo menos, como suelo GALt.aRD.Don Guillén: á Montalbán
adorar la Cruz que ensalzo, ha puesto fuego Estercuel;
ACTO SEGUNDO 225
acude al remedio dél, Compañeros: haced ley
mira los gritos que dan. de mi gusto: desde hoy quiero
Guillen. Hazañas vuestras serán que mi Laurencia nos mande;
éstas, y vendreisnos luego ella es nuestro capitán.
á predicar con sosiego Banu. i .° Si por caudillo nos dan
cruz, valor, fe y opinión, un sol, en dicha tan grande,
cuando pegáis á traición ¿quién habrá que nos resista?
á vuesttos vecinos fuego. ¿Y qué presas no esperamos
Pero agradeced ahora si á cuantos vengan les damos
que ayuda mi gente pida, con este sol una vista?
dándoos término de vida, Band. 2.° Yo la estimo y reverencio.
á mi pesar, por un hora. Robkrto. ¡Laurencia viva! decid.
Gastón. La injuria, que es labradora, Todos. ¡Viva Laurencia!
se ha vengado desta suerte. Lauren. Advertid
Id, que en ceniza convierte que he de llamarme Laurencio,
la hacienda que os atropella, y que de Roberto soy
que cuando volváis sin ella amorosa compañera;
entonces yo os daré muerte. pero con los demás fiera
{Entranse por puertas diferentes.) leona y tigre desde hoy.
No ha de quedar hombre á vida
de cuantos á nuestras manos
ESCENA XV vinieren, ya sean villanos,
ya de sangre conocida;
Sale Laurrncia de hombre y los Bandoleros. que quiero, por estos modos,
ya que mi amor banderizo,
Lauren. En otro tiempo sintiera que el mal que un hombre me hizo
haber dado en vuestras manos; lo vengan á pagar todos.
pero ya agravios villanos Roberto. Tu gusto es, mi bien, el nuestro.
me mudaron de manera, Lauren. No imagine don Guillén
que estoy contenta en extremo, que su villano desdén,
Roberto, de andar con vos, si en torpezas está diestro,
por que venguemos los dos se ha de quedar sin castigo.
agravios que ya no temo. ¡Vive Dios! que ha de saber
Bandolero sois, Roberto, que una ofendida mujer
que desta suerte se alcanza es el mayor enemigo.
en Aragón la venganza. Band. i.° Gente parece que viene.
Don Guillén mi honor ha muerto; Lauren. ¡Ojalá fuera el primero
vengadme dél y cobrad, mi ofensor!
si es deuda una obligación,
de mí lasatisfación
en oro de voluntad. ESCENA XVI
Vuestra soy desde este día,
sin honra ni fama estoy Salen Don Guillen y Gallardo.— Dichos.
mientras venganza no doy,
Roberto, á la afrenta mía. Guillén. El fuego fiero
Nadie me llame Laurencia, mi tierra asolada tiene.
que soy hombre en restaurar ¡Vive Dios que aquesta afrenta
mi honra, si fui en amar la tengo de castigar,
mujer de poca experiencia. si España vuelve á llorar
En este traje pretendo de su pérdida sangrienta (i)
serviros, acompañaros, segunda vez el destrozo!
suspenderos, asombraros, De enojo y cólera ardo;
y si en mi amor os enciendo yo haré en Aragón, Gallardo,
yo os pagaré de manera que se le convierta el gozo
que, no quedándoos deudora, de don Gastón en tristeza;
si me amasteis labradora yo le allanaré á Estercuel
me queráis más bandolera. por el suelo.
Roberto. Cuando no haya yo ganado Gallard. Hazaña cruel,
con los bandos que profeso indigna de su nobleza,
sino el escucharos eso ha sido; mas ¡vive Dios!
y el traeros á mi lado, que, según los dos andamos,
dando deleite á mis ojos, no es mucho que nos perdamos
entretenimiento á amor, en esta ocasión los dos.
al pecho esfuerzo y valor Los llantos de las doncellas,
y á la voluntad despojos, que yo te he solicitado
tengo por ser bandolero
más dicha que por ser rey. (i) En el originaUafrenta»; pero es notoria errata.
COMEDIaS DE TIRSO DE MOLINA. TOMO II i5
226 LA DAMA DEL OLIVAR
y tú sin razón logrado del más firme y puro amor.
han llegado á las estrellas. El corazón, ¡vive Dios!
Dios por ellas nos castiga. te he de sacar y comer.
Roberto. Ténganse y las armas den. Gallard , ¿Y de mí qué vendrá á ser?
Lauren. ¡Cielos, este es don Guillén! ¡cielos!
Pues mi deshonra os obliga Lauren. Venid acá vos,
hoy verá Aragón en mí que sois corredor de oreja,
que un agravio basta á hacer de vicios casamentero,
tigre hircana á una mujer. de juegos torpes tercero,
GurlléN. ¿Qué es esto? el que la ropa que deja
Gallard. Purgar aqui vuestro señor os vestís,
lo que pecamos los dos; alzáis del deleite platos,
los que ves son bandoleros. calzáis sus rotos zapatos
Guillen. ¿Hay más males, cielos fieros? y de su sombra os cubrís.
Mas tengo ofendido á Dios, Venid acá.
no me espanto. Gallard De rodillas
Lauren. Don Guillén: puestas las manos, Laurencia,
¿conocéisme? Gallardo os pide clemencia.
Guillén. Si creyera No armaré desde hoy pandillas.
los ojos, que eres dijera Lauren. Sois un gran bellaco.
Laurencia. Gallard En esto
Lauren. Y dijeras bien. no hay señora que negar,
Guillen. Pues ¿cómo? ¿Tú en este traje? es virtud el confesar,
Lauren. De tu amor vil le aprendí, yo pecador lo confieso.
y por parecerme á ti Lauren. Tenéis muy bellacos hechos.
en el oficio y lenguaje, Gallard. ¿Qué mucho si en mí repara
cual ves me vuelvo en razón; tiniendo tan mala cara?
que, como ser ladrón quieres Lauren. ¡Y qué mala!
del honor de las mujeres, Gallard Los deshechos
de ti aprendo á ser ladrón. del mundo, porque se asombre
Cual bandolero asaltaste de lo que alego en mi abono,
mi honor, que era peregrino, mi padre iba á hacer un mono
y saliéndole al camino y por yerro hizo en mí un hombre.
una joya le quitaste Mire este rostro de cerca
que todo mi ser valía; si con gana de reir viene,
y cual suele el bandolero, que cuando está mejor tiene
en sacándole el dinero, color de gamuza puerca.
la bolsa arrojar (i) vacía, La nariz, segunda Roma
ingrato me despreciaste; que porque no me la hurtasen
que la mujer sin honor los que a envidialla llegasen,
es un vaso sin licor, me la remachó Mahoma.
y como tal me arrojaste. Los ojos de cuya lumbre
Yo, pues, que por ti ofendida son las dos niñas morenas,
á ser salteadora aprendo, de sangre y lagañas llenas
quitarte agora pretendo por venirles su costumbre.
la vil y bárbara vida. Y porque vea mi trabajo,
Y sirviendo de cadalso en tres ojos con que vengo,
un roble, cual tú cruel, sepa que almorranas tengo,
te mandaré colgar dél asi arriba como abajo.
como hacen al peso falso. ¿Quién de un hombre tal pensara,
Guillen. Laurencia: humilde confieso aunque más le persiguieran,
mi crueldad y ingratitud; que almorranas le nacieran
mas tu prudencia y virtud en los ojos de la cara?
perdonen mi poco seso, Pues la boca, y dentadura
que no querrás dar la muerte en ella, una moza echó
á quien tanto un tiempo amaste. el servicio, que creyó
Lauren. ¡Qué mal mi amor aplicaste! ser carretón de basura.
Con él pienso convencerte. Los hociquitos dirán,
La miel de un panal sabroso, según son gordos y bellos,
si se corrompe, en acíbar yo muy rubio, y belfos ellos,
convierte su dulce almíbar; que soy inglés o alemán.
del vino más generoso Las manos cándidas, pues
sale el vinagre mejor, que lisas, blandas y bellas,
y á este modo, don Guillén, por anillos traigo en ellas
se engendra el mayor desdén los juanetes de los pies.
Pues el talle de bacique,
(i) En el original «sacar», errata evidente. segundo Brunelo en todo,
ACTO SEGUNDO 227
que no hay dicho, mote, apodo que el banquete más lleno,
que al propio no se me aplique. pues con la dulce salsa del trabajo
Pues si por el cuerpo saca sustento mi alegría,
el alma que en él está, sin miedo de la torpe apoplegía.
¿qué tal el huésped será Más precio, cuando ordeño
de posada tan bellaca? las cabras en el tarro que en él eche,
Por eso en el alma aguardo para brindar al sueño,
lo que mi cuerpo promete; el pecho que sus pechos paga en leche,
traidora ella, él alcahuete, licor blando y sabroso,
y un bellacón, Gallardo, que el vino más caliente y generoso.
Pues yo me culpo y me riño, Oh, soledad hermosa
perdóneme, que si erré con vosotras estoy solo casado,
como mozo y niño fué. no quiero tener esposa,
Roberto. ¡Válgate el diablo por niño! que la quietud de vuestro alegre prado
Band. i.° ¿Tú niño? De Satanás. alivia mis desvelos
Lauben. Roberto: hoy tienes de ver y conserva el honor sin tener celos.
nuevas crueldades hacer,
sin que asombre al mundo más
Falaris, Sila ó Nerón, ESCENA XVIII
porque aventajanos quiero.
Roberto. Si amorosa eres cordero, Salen Laurencia y los Bandoleros.— Dicho.
injuriada eres león.
Pues tengo dicha en quererte, Lauren. Atados en estos robles
yo haré como no enojarte; servirán de puntería
pues viviré en agradarte hoy á la venganza mía
y moriré en ofenderte. y a vuestras pistolas dobles.
Lauren. Tráeme atados estos dos, Tirarán los pedreñales,
imaginaré tormentos en señal de mi dureza,
tan nuevos como sangrientos. al blanco de su torpeza,
Guillén. ¡Paciencia, cielos! pues fueron los dos ¡guales.
Gai.lard. ¡Par Dios, Al pedernal duro y ciego
que es muy linda tu paciencia! que descalabró mi honor,
Guillen. Pagaré locuras mías. pues como su torpe amor
Gai.lard. Yo engaños, bellaquerías, á puros golpes da fuego.
mala vida y peor conciencia. (Vanse.) Roberto. Mi Laurencia: haz sacrificio
de quien le hizo de tu fama,
su sangre torpe derrama;
ESCENA XVII que ya su muerte codicio,
en fe que de don Guillén
Sale Maroto. estoy celoso y cobarde,
porque al fin se olvida tarde
Soledades discretas, lo que se ha querido bien.
si es discreción comunicar con pocos Lauren. Bien dices, cuando la injuria
pasiones que secretas no llega á quitar la honra;
dicen á voces, bárbaros y locos, pero el amor que deshonra
con vosotras me entiendo sus llamas convierte en furia.
que habláis callando y regaláis riendo. Mas ¿quién es éste? Aguardad.
Cautivarme quería Roberto. Un pastor grosero y roto.
quien envidioso está de mi ventura, Lauren. ¿Este, cielos, no es Maroto?
con triste compañía, Pues ya soy toda crueldad;
pues suele ser prisión una hermosura que (i ) por mujer no me quiso
que con dulces cadenas, cuando guardarme pudiera
tal vez da por un gusto dos mil penas. y mi honor en pie viviera;
Más precio yo, mi prado, pagará su poco aviso.
ser rey de vuestias flores y belleza, Prendelde.
tejiendo coronado Maroto. «¿Qué es esto? ¡Ay cielo!
guirnaldas que regalen mi cabeza, Lauren. Laurencia, villano, soy.
entre el arado y bueyes Maroto. Sea en buena hora, y yo le doy
que la diadema avara de los reyes. el parabién sin recelo,
Más precio los vasallos de ver que se ha vuelto hombre;
de mansas ovejuelas y corderos, que á fe que Dios la ha sacado
que en coches y caballos de mujer que es de pecado,
la adulación de hechizos lisonjeros y pues en el traje y nombre
donde el engaño mira se ha convertido en varón,
que á la verdad oprime la mentira. dele barba Dios también,
Más precio el pan moreno
con la cebolla y rústico tasajo, (i) En el original «y».
228 LA DAMA DEL OLIVAR

que no será hombre de bien para que ricos quedemos,


si se convierte en capón. que huir no parece bien.
Lauren. A lo menos no lo fuera Roberto. Moriré determinado
si yo os dejara con vida. de defender tu beldad.
Maroto. Pues ¿qué le he hecho yo? Lauren. A ellos, pues, y dejad
Lauren. Ofendida aqui este villano atado.
me tenéis (i). Pero no, venga conmigo,
Maroto. No hay mandamiento que si vitoria alcanzamos
de casaráste. de los que á acometer vamos,
Lauren. Tormento, después le daré castigo. (Vanse )
atado, aquí os han de dar.
Maroto. ¿Porque casar no me quise?
Lauren. Colgádmelo de ese olivo.
Maroto. ¡Mas arre allá, que estoy vivo! ACTO TERCERO
Lau.<en. En su mismo daño avise.
Ea, colgalde.
Maroto. ¡Mas no nadal
¿No ve que falta escalera? ESCENA PRIMERA
Mas, pues me ahorca soltera,
¿qué hiciera estando casada? Salen Lirano, Marbelio y Maroto.
Lauren. Vivir honrada con vos,
sin llorar mi honor enojos. Lirano. No fué nada; huyeron todos;
Maroto. Si me sacara los ojos y aunque han ido por más gente,
tuviéramos paz los dos; cuando asaltarnos intente
que los maridos al uso, no nos han de faltar modos,
y más si son cortesanos, si nos llevasen ventaja,
no tienen ojos ni manos, para emboscarnos, que aquí
que el oro vendas les puso. todo es monte.
Y de mi cura he sabido Marbei.. Es asi;
que Dios sanó, porque pudo, pero entre tanto que baja
uno ciego, sordo y mudo, la aragonesa cuadrilla,
que pienso que era marido. de aqueste olivo colgad
Lauren. Acabad, colgalde. ese hombre.
Maroto. Atajo Maroto. ¿Y que es verdad
es del cielo, no me espanta; que á vista de nuesa villa
más vale de la garganta me quieren ahorcar?
ser de un olivo colgajo, Lirano. De noche
que serlo en esta ocasión es, no hay que tener temor
de la cabeza. que os salgan á dar favor.
Roberto. ¡Simpleza Maroto. Porque una mujer reproche
notablel y con ella no me caso,
Maroto. De la cabeza ¿es justo matarme así?
quedó colgado Absalón, Lirang. Mándalo Laurencia.
y si maridos pasaran Maroto. Aqui
como él, quizá los más dellos, de un salto hasta el cielo paso.
que traen ganchos por cabellos, Pero, pues hemos llegado
colgados también quedaran. á hablar verdades, más quiero
morir ahorcado, soltero,
que estar vivo y ser casado.
ESCENA XIX Olivo: de mi fortuna
os doled, mirad mi daño,
Sale un Bando lero. que no ¿ais buen fruto hogaño
ni Maroto es aceituna
Band. i.° Mira, Roberto, por ti; para que de vos colgado
que todos estos lugares, imitéis en tales dudas
para vengar sus pesares, al saúco de do Judas
se van convocando aquí. dicen que estuvo ahorcado.
Procura hacer resistencia Marbei.. Atalde mientras que apresto
ó embocarte en la espesura. el cordel.
Roberto. ¿Qué haremos? Mahoto. ¡Aquí del Reye!
Lauren. Probar ventura; Porque no me caso ¿es leye?
hoy veréis quién es Laurencia. ¿Es justicia?
En matando á don Guillén, Mardel. Acabad presto;
acometerlos podremos pero, escuchad, que parece
que hay ruido de batalla.
(i) Faltan dos versos en el original para completar Voces. (Dentro.)
esta redondilla y empezar la que sigue. ¡A ellos, mueran, que es canalla!
ACTO TERCERO 229
Otras. ¡Mueran! de la ley de gracia nueva,
Lirang. El peligro crece. el ramo de oliva traje
Marbel. Dejalde atado, y después que anuncia la Pascua eterna.
volveremos á acabar Aquel pimpollo admirable,
lo empezado. ramo de la oliva inmensa,
Lirano. Si el lugar que siempre verde y florido
no le libra. el tronco del padre engendra.
Marbel. Vamos, pues. Aquel ramo que plantó
(Vanse y dejan atado á Maroto.) el labrador que sustenta
los cielos en mis entrañas,
sin que humana obra se atreva
ESCENA II á poner en su labor
la mano, porque en vez della
Maroto solo. es el Espíritu Santo
quien la planta y quien la riega.
¡Madre de Dios, siempre he sido Aquel engerto divino,
amigo y vueso devoto; que de dos naturalezas
porque no quiere Maroto en un supuesto da el fruto
ser de una loca marido, que sana el que comió Eva.
me matan, Madre de Dios! En fin, yo la oliva soy
Toda boda es peligrosa, que á Dios hombre cría y lleva,
yo no quiero más esposa que es aceite derramado
ni más amores que á vos; en el lugar de la iglesia.
las demás que esposas son Yo, pues, que en ella quedé
las manos y libertad por legítima heredera,
atan, que al fin es verdad por ser Hija, Madre, Esposa,
que toda esposa es prisión. de los tres que en uno reinan,
Pero vos, que á los humanos he plantado un olivar,
desatáis libertadora, que puesto que agora empieza
pues que sois mi esposa agora á crecer, se extenderá
desatad mis pies y manos. por el orbe de la tierra.
Que porque no me maltrate Cuatro frutos dará al año,
quien mi muerte sentenció, aunque de especies diversas,
si así una mujer me ató porque su fertilidad
otra es bien que me desate. cause asombro á quien la vea.
(Ábrese un olivo, y entre sus ramas está Será el primero sabroso
una imagen de Nuestra Señora de la por el voto de pobreza,
Merced.) que aunque la forzosa amarga,
la voluntaria deleita.
Pues no sin causa la oliva
ESCENA III es amarga á quien la prueba
verde, y después por sabrosa
Nuestra Señora y Maroto. honra la más noble mesa.
Tras este fruto se sigue
Virgen. ¡Maroto! el segundo de obediencia,
Maroto. ¡Ay, Dios! ¿Quién mortificando sus gustos
me nombra? á la voluntad ajena:
Vugen. Alza alegre la cabeza. que por eso la aceituna,
Maroto. ¿Quién sois, divina Señora? que es su símbolo, se quiebra,
Virgen. Quien tu fe y devoción prueba. muele, parte y martiriza
La Dama del Olivar en el lagar y la prensa,
ha de llamarme esta tierra, de donde el aceite puro
consagrándola mi nombre se saca, que á Dios recrea;
y honrándola mi presencia. que después de los trabajos
El olivo significa ofrece luz la paciencia.
misericordia, y la Iglesia El tercero es castidad,
se alumbra con su licor. fruto que la palma lleva
Misericordia es clemencia, á todas cuantas virtudes
la clemencia á nadie mata, á los santos hermosean.
siendo esta verdad tan cierta, Que no sin causa e! aceite,
necio es quien en este olivo si con el agua le mezclan,
darte muerte ciego intenta. á otro licor le juntan,
Yo, que al fin soy la paloma por más que con él le envuelvan
que en el diluvio y tormenta, siempre está encima de todos;
que en el mar de los pecados que siendo el cielo su esfera,
todos los hombres anega, como rey de las virtudes
desde el arca de Noé, sobre todas triunfa y reina.
23o LA DAMA DEL OLIVAR

El cuarto la caridad, esta heredad, porque tenga


emperatriz que gobierna lo necesario, he querido
los cielos y rige el mundo; que aquí se labre una iglesia
fuego que abrasa y no quema; donde mi aceite se guarde,
luz que alumbra á todo hombre; y con mi misma presencia
que, en fe desto, en nuestra iglesia se autorice en Aragón
da luz de noche y de día que á esta Orden sirve y precia.
y el fuego de amor sustenta. Ve, pues, pastor, á Estercuel,
Redimirá aqueste fruto su gente convoca, y llega
los cautivos que atormenta á su señor, mi devoto,
el blasfemo y torpe amor, llama y diles que aquí vengan,
para que con fama eterna, y este sitio me dediquen
llamándose Redentores, con un templo, donde vean
den sus vidas y su hacienda mi imagen, que en este olivo
por sus hermanos, que oprimen como en su trono se asienta,
las crueldades sarracenas. y dándole á la Merced
Darán para ellos sus vidas, estimen la merced nueva
quedándose en sus cadenas, que les vengo á hacer propicia,
porque ellos salgan seguros, y tú, por que goces della,
virtud excelente y nueva. pues por esposa me elijes,
Pero, en fin, como la oliva, el ganado y campos deja,
que toda á todos se entrega y sírveme en esta casa,
dejándose hacer pedazos, pues el que me sirve reina.
dando sus entrañas mesmas, (Encúbrese.)
llamaráse este olivar Maroto. ¡Oh visión digna de espanto!
de la Merced, porque en ella pues que me libras y sueltas
la han de hallar sus oprimidos, y tengo en ti tal esposa,
blasón que ha de ennoblecerla... dete alabanzas mi lengua.
Y para que estimes más A hacer voy lo que me mandas:
esta heredad, que comienza Religión piadosa y tierna,
desta tierra á florear ' yo os serviré desde hoy más.
con divinas influencias, Olivar de fama eterna,
un Rey es su labrador desde hoy quedará memoria
para que más se ennoblezca: que celebre tu grandeza,
mira cómo con sus armas la Dama del Olivar,
la autoriza su nobleza. de amor y de dichas prenda. (Va«.)
Don Jaime el Conquistador,
que entra triunfando en Valencia,
le planta y le da principio, ESCENA IV
¿qué maravilla que crezca?
Del pecho piadoso nace Sacan d Don Guillan los Labradores, y salen Don
' de Pedro Nolasco, piedra Gastón y Doña Petronila.
fundamental, que promete
en el valor y firmeza. Niso. Huyeron los bandoleros,
(Con los Santos y corona que tefiere ha y á dos encinas atados,
de estar adornado el árbol.) para pagar sus pecados,
Por primicias de ese fruto aquestos dos lobos fieros
es la primer fruta nueva de nuestras tiernas ovejas
otro Pedro de Armengol, se dejaron.
que dél, como oliva cuelga. Corbato. Permisión
Un Ramón es verde rama del cielo, pues ellos son
que mi olivar fertil echa, la causa de nuestras quejas.
no nacido y milagroso Gastón. A mi poder, don Guillén,
que con un candado cierran, la fortuna os ha traído,
porque tal aceite y fruto y aunque de vos ofendido
en fe de lo que se precia, querellas justas me den
con candado ha de guardarse mis vasallos, y pudiera
para dar luz á mi Iglesia. satisfacellacon vos,
Un Serapión es esotro, el valor que me dió Dios
oliva sabrosa y tierna, mi agravio no considera.
que en el lugar del martirio Sin mi gusto á Montalbán
descoyuntan y atormentan. os quemaron mis vasallos,
La corona que remata que no pude refrenallos,
este olivo, á todos muestra porque ofendidos están.
que es real, militar y noble, Que cuando la injuria es tal,
para que á todos exceda. las riendas del tiento pierde,
Siendo, pues, de tal valor y un perro con rabia muerde
ACTO TERCERO 23 i
con ser tan fiel animal. ESCENA V
Mostrara ser caballero
agora, y libre os dejara, Dichos, menos Doña Petronila y Don Guillen.
si en daño no resultara,
como sabéis, de tercero.
Pero haciéndolo, provoco Niso. Hacéisnos señor merced.
todo el lugar de Estercuel, ¡Yo os juro á San...! alcahuete,
y ya sabéis cuán cruel que heis de pagarlo.
es un pueblo y vulgo loco. Gali.ard. Hoy promete,
Mientras Laurencia parece Gallardo, enmienda. Tened,
y se aplaca tanto exceso, lástima deste lacayo.
será razón que estéis preso, Cobbato. Allá lo veréis, venid.
y el alcaide que os ofrece Ardenio. No le saquéis, advertid,
mi nobleza, es á mi hermana, sangre.
que en regalo y cortesía Niso. Yo os voto á mi sayo
dará muestras que lo es mía. que la afrenta de Laurencia
Guillén. Libertad mi suerte gana nos la habéis hoy de pagar.
con ser yo su prisionero; Ardenio. No le podréis azotar
y aunque estimo este favor, mientras no mos den licencia
sois caballero mayor de sacarle sangre.
y en Aragón el primero, Niso. Bueno;
bien pudiérades mostrar desnúdele yo una vez,
vuestro poder por mil modos, que siendo como la pez
que vuestros vasallos todos, dentro, y de fuera moreno,
son de bien y mal pasar en él quebraré mi cinta
y á vuestro gusto obedientes. sin miedo que se desangre,
Cuando libertad me deis porque éste no tiene sangre,
han de aprobar lo que hacéis sino en lugar della, tinta.
sin mirar inconvenientes; (Llévante.)
pero hacer podéis de mí
vuestro gusto, pues estoy
sujeto. ESCENA Vi
Gaston. Su señor soy,
mas el valor que adquirí
quiere, por más que me amen Sale Maroto.--Dichos, menos Gallardo.
si de bien y mal pasar
son, que los de este lugar Maroto. Señor: dad gracias al cielo
no de mal pasar se llamen. y vuestra dicha estimad,
Mas solo de pasar bien, en vuestra misma heredad
que cuando á reguíos vengo, para premiar vuestro celo,
los viejos por padres tengo un tesoro hay encerrado
y por hermanos también que con él rico quedéis.
los mozos, porque es mejor, Niso. ¿Tesoro?
para poder gobernallos, Maroto. Un tesoro he hallado
hacer hijos de vasallos en el olivar.
y convertir en amor Gastón. Maroto:
el poder, que no han de dar ¿qué decís? ¿estáis en vos?
como encina el fruto á palos, Maroto. No hay cosa, después de Dios,
pues por fuerza saldrán malos que valga tanto.
vasallos de mal pasar. Corbato. Remoto
Guillén. Enseñáisme, don Gastón, venís de vueso juicio.
á vivir por vuestro preso, Ardenio. ¿Qué tesoro puede haber
y obligado me confieso, que tanto llegue á valer?
puesto que si mi prisión Maroto. Ni el sol, á quien sacrificio
goza de tal carcelera hicieron tantas naciones,
más parece libertad. ni del cielo el mejor santo,
Petron. ¡Que tenga yo voluntad ni un serafín vale tanto;
á quien no la consíderall si no creéis mis razones
¡Oh, fuerza de un dios tiranol venid, y sobre un olivo
libraréle, que es rigor veréis la Fénix que es una,
prender á quien tengo amor. la Estrella del mar, la Luna,
(Llévante y vase Doña Petronila.) la que es Hija de Dios vivo,
Gastón. Este queda en vuestra mano. de Dios vivo Madre hermosa,
Como no le deis la muerte de Dios vivo Esposa bella,
ni saquéis sangre, vengad porque se encierran en ella
en él vuestra voluntad ser Hija, Madre y Esposa.
para que á enmendarse acierte. Atado en él me dejaron
232 LA DAMA DEL OLIVAR

los bandoleros crueles, ESCENA VII


y rompiendo los cordeles
mis tinieblas alumbraron Salen los Labradores con Gallardo, y sacan un
sus rayos de luz divina; vaso con una pur^a. — Dichos, menos Maroto y Dos
mandóme que aquí viniese Gastón.
y que á todos os dijese,
si servilla determina Niso. Ea, ténganle los dos,
riueso dueño y Estercuel, que yo le he de dar tormento.
que una casa la edifiquen Gai.lard. Señores míos, con tiento.
y á la Imagen la dediquen Corbato. Calle.
que es la flor y fruto dél, Gallard. Por amor de Dios;
y á los Padres Redentores ya saben que esto ha de ser
de la Merced se la den, sin sacar sangre.
porque su Merced también Niso. El humor
nos ha de hacer mil favores. queremos sacar, traidor,
¿Hay tesoro que sea igual? que bellaco os vino á hacer,
Venid conmigo y veréis y á todos nos alborota.
la verdad que no creéis. Callad, y sufrí el Castigo.
CORBATO No habéis vos bebido mal. Gallard. Sin sacar sangre les digo.
¡Ao, por santo se nos vende! Ardenio. No os sacarán ni una gota.
diz que la Virgen María Gallard. Pues ¿qué ha de ser?
del cielo á hablarle venía. Niso. Esta purga
Ardenio. Sí, por cierto. habéis de beber aquí.
Niso. Bien lo entiende. Gallard. ¿Purgarme en salud á mí?
Gai.lard .El, es verdad, quees buen hombre Corbato. La bellaquería os hurga
y devoto, mas no tanto allá dentro, y es razón
que quiera hacérsenos santo que quedéis limpio del todo.
y con milagros asombre. Gallard. No cumpliréis de ese modo
La imagen que España goza lo que manda don Gastón.
á su Apóstol por lo menos Montan. ¿Por qué?
mostró sus ojos serenos Gallard. ¿No dice que sea
dando vida á Zaragoza sin que sangre me saquéis?
y renombre á su Pilar; Niso. Sólo quiero que os purguéis,
pero ¡á un pastor simple y tosco! nadie sangraros desea.
M aHOTO. Que soy pecador conozco; Gall aro. Esas razones son vanas,
pero no habéis de mirar pues mal me podréis purgar
mi indigno ser y bajeza, sin que sangre venga á echar,
que Dios desprecia tal vez que estoy malo de almorranas.
de los hombres la altivez Montan. No se entienda el mandamiento
y antepone la pobreza. de sangre que sin castigo
Gastón. Cosas de milagro son, sale por roín postigo.
Maroto, dificultosas, Niso. Tomad.
y al crédito peligrosas; Gallard. ¿Hay igual tormento?
mirad que será ilusión Que he de morirme es notorio.
del demonio, que ya sabe Corbato. Purgad vuestro mal gobierno
transformarle en una cruz y pasaréis al infierno
y fingirse Angel de luz desde aqueste purgatorio.
porque de perderse acabe Gallard. Eso es fuera de razón;
el simple que es indiscreto; al que al purgatorio pasa
vuelva vuestro seso en sí, el infierno no le abrasa.
que éste será frenesí Niso. ¿Pues eso no es de pasión,
ó ilusión vana. que pasaporte os darán?
Maroto. En efeto Ardenio. ¡Vaya de purga!
que la dicha que os ofrezco Gallard. ¿No sabes
¿no creéis? que purgarse sin jarabes
Niso. Andad con Dios. es mal hecho?
Gastón. Ni hasta aquí sois santo vos, Niso. En Montalbán
ni yo tanto bien merezco. (Vanse.) os jaropeastes primero.
Maroto. En fin, no quieren dar fe, Gallard. ¿Con qué?
dulce esposa, á mis palabras, Niso. Con bellaquerías,
á mis ovejas y cabras jarabes todos los días
corrido me volveré. tomabais alcabalero.
Vos los podréis alumbrar Gallard. ¿Cuál es?
con otro mejor testigo Niso. Guindas serenadas
mientras yo adoro y bendigo con azúcar.
la Dama del Olivar. (Vast.) Gallard. Yo, ¿qué es de ellas?
Niso. ¿No son guindas las doncellas
ACTO TERCERO 233
agridulces coloradas? Virgen. Vuelve y dile á don Gastón
¿No las sacábades vos que, estimando su ventura,
de noche por el sereno? venga, y si gozar procura
¿Decid, cacique moreno, tan celestial ocasión,
y á la mañana los dos que aquí me labre una casa
las echábades traviesos? y á la Merced se la dé.
Gallard. Si son guindas las que escucho, Maroto. ¿Cómo si no me dan fe
quien come guindas, no es mucho y es mi suerte tan escasa
que arroje después los huesos. que burlan de mi simpleza?
Niso. Jaropado estáis, purgar Virgen. Llégate, Maroto, acá;
os falta agora. agora te creerá.
Gallard. ¿No sabes (Vuelve la cabeza atrás y encúbrese.)
que la purga y los jarabes Maroto. ¡Ay, Dios! ¿Qué es de mi cabeza?
siempre se han de confremar? ¿Qué es de mi cara? No tiento
Si doncellas serenadas si cogote y colodrillo,
me jaropan, ¡fuego en ellas! señora, si he de decillo,
los jarabes de doncellas ¿con qué boca, con qué aliento?
piden purga de casadas. Pero á las espaldas tengo
Cor bato. Bien rehusáis para vos. la cara que me torció
Niso. ¿Aún ahí vos las tenéis? el rostro, y acá le echó,
Bebelda, si no queréis un hombre hecho revés vengo.
que el cincho me quite. Si Estercuel en mí repara,
Gallard. ¡Ay, Dios! de verme tendrá temor,
¿No hay vinagre ó aceituna ó creerá que soy traidor,
con que la tome? pues llevo detrás la cara.
Corbato. Esa cara No la puedo revolver,
toda es vinagre. los carcañales me miro,
Gai.lard. Repara... no sin ocasión me admiro,
Corbato. No hay reparación ninguna. ¿cómo tengo de comer?
Abra la boca le digo. Adelante la barriga
Gallard. ¡Puf! y á las espaldas la boca.
Niso. Pues qué, ¿no huele bien? ¿Qué es esto? Simpleza loca.
Gallard. Huele á ruibarbo y á sen. ¿Quién desta suerte os castiga?
Niso. ¡Ea! Mas, pues me manda que acuda
Gai.lard. ¡Dios vaya conmigo! la Virgen, así hecho un mostro,
Corbato. Agora que esto está hecho y echándome atrás el rostro
venga y verá lo que falta. en hombre al revés me muda,
Gallard. El alma en las tripas salta. y es mi cuello de tornillo
Niso. Calle, que es de gran provecho. que alrededor se me anda,
Gallard. Señores, hagan su oficio, vo á decir lo que me manda
que si dónde no me dan, y á hablar por el colodrillo,
de mi cámara serán que con señal semejante
y estarán á mi servicio. me creerán, y de hoy más
Niso. Allá lo veréis, veni. los pies irán hacia atrás
Gai.lard. Ya la prisa me provoca, para andar hacia delante. (Vase.)
la purga tengo en la boca.
Ardenio. No ha de colar por ahí.
Gallard. Déjenme, pues. ESCENA IX
Montan. ¡Bien, á fel
Aún no sabéis el soceso. Salen Don Guillén y Doña Petronila.
Gallard. No importa llevarme preso,
porque yo me soltaré. (Vanst.) Doña Petronila.
Ya, don Guillén, que vuestra carcelera
ESCENA VIII me hizo don Gastón, porque ha sabido
serlo mío el amor y llama fiera
Sale Maroto.
que en fuego me abrasó, no agradecido
Maroto. Madre mía, Esposa mía, porque os privéis de tanta gente fiera
yo llevé vueso recado, y pueblo que de vos se ve ofendido,
nadie crédito me ha dado, y os quiere aquí abrasar de enojo ciego,
que juzgan á hipocresía siendo verdugo un fuego de otro fuego,
mi buen celo. ¿Qué he de hacer? si palabra me dais de ser mi esposo
Pena notable recibo. (puesto que en vos palabras viento sean),
(Aparécese Nuestra Seftora.) de aqueste trance, fiero y peligroso,
Vi rgen. Maroto. sacaros quiero, porque todos vean
Maroto. ¿Sobre el olivo que en mí el amor es noble y generoso,
os merezco otra vez ver? si el vuestro ingrato, y en piedad se emplean
2 34 LA DAMA DEL OLIVAR
mis pensamientos, dando en lo que hoy hago aquestos lazos cornudos,
á vuestra ingratitud diverso pago. mas, par Dios, que los corté.
Aguarda, que luego vuelvo
Don Guillén. á contarte lo que pasa. (Vase.)
I lermosa Petronila, arrepentido Guillén. Agora que el sol abrasa
de tantas travesuras como he hecho, en no salir me resuelvo.
jamás han de borrar tiempo ni olvido Petron. De noche será mejor,
favores nobles de ese hidalgo pecho; no te sientan los villanos.
á vuestra voluntad estoy rendido Guillén. Yo agradeceré á tus manos
y de amor tan notable satisfecho; mi vida, ser y favor.
ya preso quede, ya me deis la vida,
á vuestro amor desde hoy queda rendida.
Si en mí tiene valor el juramento, ESCENA XI
ñor la cruz que ennoblece aqueste lado,
á quien servir desde hoy humilde intento, Sale Gallardo.— Dichos.
si hasta aquí indignamente la he llevado,
por el cielo y su hermoso firmamento, Gallard. Ya que aliviado me siento,
por esos ojos, en quien han hallado cumpliendo en este discurso,
mis travesuras fin, mi amor reposo, señor, con el primer curso
de ser, agradecido, vuestro esposo. sin estudiar, va de cuento.
Mandó á aquestos villanotes
Doña Petronila. don Gastón que se vengasen
Pues por este portillo, que secreto en mí, sin que me sacasen
sale al campo y ninguno le ha sabido, sangre; libréme de azotes
podéis libre salir, y tenga efeto y toda mutilación;
lo que me habéis jurado y prometido. mas hallaron un tormento...
Mucho aprieta este argumento,
Don Guillén. voy á dalle solución. (Vase.)
Si en Montalbán me veo, yo os prometo Guillén. Si ha de sentir vuestro hermano
de dar orden al punto, agradecido, que me libréis...
al desposorio que á mi amor conviene. Petron. Don Guillén:
mi hermano me quiere bien,
Doña Petronila. y es tan noble y cortesano,
Salid, pues; mas ¿qué es esto? Gente viene. que si los dos nos casamos
será extraño su contento.

ESCENA X
ESCENA XH
Sale Gallardo.— Dichos.
Sale Gallardo. -Dichos.
Gallard. Desátame aquestas manos,
señor, por amor de Dios; Gallard. Pero hallaron un tormento
desatacadme los dos. (aquí pienso que quedamos)
¡Lleve el diablo á los villanos! para mi daño y su risa,
Guillén. ¿Es tiempo éste de locuras?' y fué purgarme, atacaime...
¿Qué dices? ¡Válgate el diablo por prisa! (Vase.)
Gallard. ¡Ay!
Guillen. ¿Que es esto?
Gallard. Desatadme presto, presto. ESCENA XIII
Guillen. ¿Qué hay, pues?
Gallard. ¡Bravas apreturas! Sale Don Gastón.— Dichos, menos Gallardo.
Hay, que el ruibarbo me hurga
las tripas, ¿quién vió purgado, Gastón. A ver hermana del modo
señor, jamás atacado? que vuestro preso guardáis
Guillén. ¿Qué tienes? he venido, y pues estáis
Gallard. Estoy de purga. con tal cuidado el dia todo
Córtame estas agujetas, sin que le perdáis de vista,
ó sin ser juez, ¡vive Dios! no por descuido se irá.
que me provea en los dos. Petron. Preso, hermano mío, está,
Guillén. ¿Qué te han hecho? sin que se queje ó resista.
Gallard. Si me aprietas En la obligación que os tiene
será fuerza que me afloje. deseoso de pagar
Petron. Ya sueltas las manos tienes. en cosa que os ha de dar
Guillen. ¿Cómo de esa suerte vienes? gusto, y á mí me conviene.
Gallard. Cuando menos me congoje Guillen. Vuestra hermana y mi señora
este mal, te lo diré. (puesto que es mi carcelera)
Más tienen de dos mil nudos interceder por mí espera
ACTO TER^FRO 235
y ser mi procuradora. que nadie quede en prisión
V yo, si deste lenguaje si está la Reina en mi villa.
usar con ella es razón, Guillen. Debidas gracias os doy.
con el alma y corazón Gastón. A la Virgen se las dad.
le pagaré el carcelaje. Guillen. Pagaré la libertad,
Gastón. Si yo os veo, don Guillén, Petronila hermosa, hoy
con el sosiego que es justo, con quedar de nuevo preso
tendré en eso mucho gusto. en el lazo y yugo santo
vuestro, si merezco tanto.
Petron. Mi ventura estriba en eso.
ESCENA XIV
Sale Makoto con la cabeza torcida.— Dichos. ESCENA XV
Maroto. Cuantos me escuchan y ven Sale Gallardo. — Dichos.
se admiran de la postura
de mi cabeza trocada. Gallard. En fin, las manos atadas
Gastón. ¿Qué es esto? y la purga en la barriga...
M a poto. Una cabezada Gastón. ¿Qué es esto?
que hoy me ha dado mi ventura. Gallard. Es cierta fatiga
¿omo todos ponéis duda de tripas alborotadas.
en mi grosera simpleza Gastón. ¡Gallardo! descolorido
y habéis dado de cabeza, estáis: ¿habraos maltratado
mi cabeza, cual veis, muda, esta gente?
la Dama del Olivar, Gallard. Hanme sacado
para que tanto portento el alma á traición.
hoy os sirva de escarmiento Gastón. ¿Qué ha sido?
y la vengáis á buscar. Gallard. Escarmentar desde hoy más
Asióme con ambas manos, de alcahuetar á ninguno.
y como es de barro el hombre Gastón. Pues ¿qué es?
(porque este caso os asombre Gallard. Un mal importuno,
y me deis fe más humanos) mal de madre por detrás.
de una vuelta que me dió, Poeta, señor, me he vuelto,
cual si fuera de tornillo, que en lugar de redondillas
acá me echó el colodrillo á pares las seguidillas
y acá la cara me echó. echo, y mucho verso suelto.
Dice que esto sea señal Que me declare, dirás,
de que en el olivo hermoso y asi á lo pulido digo
os espera, y que un famoso que vengo por más castigo
convento, en fábrica real, con vómitos por detrás.
la labréis allí en que viva, Gastón. ¡Buen humor!
que su sagrario ha de ser Gallar. El bueno y malo
el olivo, donde á ver he purgado, ¡vive Dios!
vaya Aragón esta oliva; Guillen. Sueltos estamos los dos.
que á los padres Redentores Gali.aRD.Para ti será regalo
se entregue la dicha casa, que, en fin, por tu vida has vuelto;
por ser gente que á Argel pasa mas yo que con tal pasión,
y con divinos fervores sin cadenas ni prisión,
como olivos frutifican cada momento me suelto,
en la casa de su Dios. ¿qué he de hacer? Pero ¿qué es esto?
Patrón habéis de ser vos ¿Quién la cara os puso ansí?
si este templo la fabrican Maroto. Vamos, señores, de aqui;
dejando el blasón aqui asi el cielo me la ha puesto.
eternamente fundado Gallard. En eso nos parecemos
del renombre que ha ganado los dos, sin ser Galalón,
la sangre de Bardajl. que las caras á traición
Gastón. ¡Caso nuevo! y la enfermadad tenemos.
Petron. ¡Gran milagro! Gastón. Virgen, yo os haré una casa
Gastón. ¡Virgen santal don Gastón en que os sirva la Merced.
os pide humilde perdón; ¡Vos á todos nos la haced!
yo desde agora os consagro Guillen. Desde hoy vuestro amor me abrasa,
esa casa, que ha de ser doña Petronila hermosa,
honra de mi descendencia; y dejando travesuras
no perdamos tal presencia: he de fundar mis venturas
venid don Guillén á ver en teneros por esposa.
esta nueva maravilla. Gallard. Yo me holgara si tuviera
Suelto estáis, que no es razón la cara atrás como vos,
236 LA DAMA DEL OLIVAR

que desta suerte, par Dios, porque en ti la espera ha hallado,


que lo que purgara viera. (Vanie.) Virgen de misericordia.
Maroto. Tú quitaste el amargura
de la fruta triste de Eva,
ESCENA XVI porque en tu amor goza y prueba
el alma, vida y dulzura.
Salen los Villanos. Petron. Aunque nuestra culpa muestra
el castigo que temblamos,
Niso. ¿Mi Laurencia bandolera seguros contigo estamos,
después de estar deshonrada? que eres esperanza nuestra.
¿Y no ha de ser castigada Gastón. Por patrona te nombramos;
la torpeza infame y fiera sin tu favor no podemos
de quien ha sido ocasión vivir; por luz te tenemos,
de tanto mal? ¿Esto es bien? madre nuestra, á ti clamamos.
Si no mata á don Guillén Guillen. Pues de los cielos airados
y me venga don Gastón eres la llave maestra,
tendré causa contra él justa. haz como en la patria nuestra
Ardenio. Don Gastón de Bardají te gocen los desterrados.
es noble y cuerdo, y asi, Maroto. Y, pues eres madre nueva,
pues de traiciones no gusta, de nuestra gracia y perdón
cumplirá con vuestra queja hijos tuyos sólo son
como, en fin, nuestro señor. los que fueron hijos de Eva.
Niso. No hay satisfación de honor Sin ti huérfanos estamos,
si vivo á don Guillen deja; y como el niño suspira
pero, esperad, ¿qué tropel cuando á su madre no mira,
de gente es ésta que aquí Señora, á ti suspiramos.
sale? ¿No es don Gastón? Gastón. Si lágrimas derramando
Corbato. Sí, gana el cielo el que es más fuerte,
y casi todo Estercuel tus hijos que están advierte,
le acompaña. Madre, gimiendoy llorando.
Niso. ¿A qué vendrá? Guillen. Sin ti, que de nuestro espanto
Montan. Quizá viene á dar castigo eres remedio, ¿qué haremos
al cruel. los que afligidos nos vemos
Cdkbato. También lo digo. en este valle de llanto?
Ardenio. Si el señor de Montalbán Maroto. Si nuestro consuelo muestra
muere, yo quedo contento. tu presencia, Virgen bella,
Niso. Y yo haré que mi Laurencia, muéstranos tu luz en ella,
alegre á nuesa presencia, ea, pues, abogada nuestra.
trueque en gozo mi tormento. Petron. Alivia nuestros enojos;
si en tus ojos la paz vive,
que nuestra vida recibe,
ESCENA XVII muéstranos esos tus ojos.
Gastón. Que si fueron rigurosos
Salen lodos los que pudieren.— Dichos. los de la ira de Dios,
esos tus luceros dos
Maroto. Este es el olivo santo serán misericordiosos.
donde vi la vez primera Alegrando nuestro luto
y la segunda á la Virgen tú que eres árbol de vida,
que me torció la cabeza. nos darás con paz cumplida
Aquí la habemos de hallar. á Jesús, bendito fruto.
Gastón. Hinquemos todos en tierra Maroto. Porque cuando nos encuentre
las venturosas rodillas, el enemigo cruel,
y con oraciones tiernas tendremos remedio en él
la Salve todos digamos, por ser fruto de tu vientre.
porque obligada con ella Petron. ¡Oh palma, oh ciprés, oh rosa!
nuestra ventura asegure alegra nuestra esperanza,
mostrándonos su presencia. Luna llena sin mudanza,
Petron. Yo, pues, comienzo la Salve. ¡oh clemente! ¡oh piadosa!
Aurora del Sol divino Gastón. ¡Oh aurora de nuestro día!
que á alumbrar el mundo vino ¡oh arca del testamento!
con sus rayos, Dios te salve. ¡oh estrella del firmamento!
Gastón. Hija del Eterno padre, ¡oh dulce Virgen María!
Reina de inmenso poder, Guillen. Con tus favores benignos
en ti mereció tener y gracia, ruega por nos ,
nuestra dicha, Reina y Madre. sagrada Madre de Dios,
Guillén. A Dios pusiste en concordia para que seamos dignos.
con el hombre rebelado, Maroto. En el mar que el mundo ha visto,
ACTO TERCERO 237
donde la culpa se embarca, Maroto. ¡Oh, en fin, paz de nuestra guerra!
pues de Noé eres arca Gastón. Yo emplearé en vuestro servicio
de las promesas de Cristo. aquí mi vida y hacienda,
que buen mayorazgo en vos
á mi sucesión le queda.
ESCENA XVIII Maroto. No sé cómo ya no tengo,
señor, la cabeza tuerta!
Aparécese Nukstra Señora— Dichos. Desde hoy pastor de la Virgen
he de ser, y mi esposa ella.
Virgen. Hijos: el amor que siempre
he tenido á vuestra tierra,
pues en vida á Zaragoza ESCENA XX
ilustré con mi presencia,
me obliga á que mi retrato Sale Laurencia. — Dichos.
os deje, en quien todos tengan
refugio en sus afliciones Lauren. ¿Qué luz es la que ha alumbrado
y socorro en sus miserias. mi alma, que loca y ciega
Labradme en este olivar en desatinos vivió?
un Monasterio y Iglesia Gastón. ¿Qué es aquesto?
que mis hijos Redentores Niso. Mi Laurencia.
dichosamente posean, Lauren. Una voz de este olivar,
y haciendo el altar mayor entre estas ocultas sierras
en esta parte, por prueba donde el agravio, me hizo,
de que soy paloma pura de don Guillén, bandolera,
que el ramo de oliva lleva, me llamó, y viniendo aquí
en este olivo tendré con la virginal presencia
mi sagrario, sin que vean de esta señora divina,
que sus hojas saludables mis vicios dan hoy la vuelta.
eternamente estén secas. Yo os consagro, insigne imagen
Sanarán enfermos tristes m¡ vida, y desde hoy ordena,
de enfermedades diversas si en pecados la imité
con las hojas deste olivo en virtud ser Magdalena.
poniendo mi gracia en ellas. Gallard. Yo vengo tan bien purgado,
Y el pastor que descubrió que ningún mal humor queda
esta maravilla inmensa en mi cuerpo ni en mi alma.
(Vuélvesele la cara adelante.) Gallardo, Virgen inmensa,
y ya por mi favor tiene será vuestro motilón;
en su lugar la cabeza, y si me dan la despensa,
sirviéndome en esta casa, seré un santo despensero,
trocará campos y ovejas si es posible que esto sea.
por la oveja que dió al hombre Gastón. Partamos á Zaragoza,
el Agnus que Juan enseña. y al General que gobierna
Hónrate de aquí adelante la Orden de la Merced,
á los patrones que heredan Pedro Nolasco, que es piedra
esta villa y devoción divina de este edificio,
con hazañas y nobleza. convidaremos que venga
Hijos: mi imagen os dejo; á tomar la posesión
reverenciándome en ella, desta Virgen pura y bella;
La Dama del Olivar y labrándose al momento
ilustra la patria vuestra. fábrica que permanezca
(Encúbrese.) en honra de nuestra sangre
la piedad aragonesa
tendrá un santuario más.
ESCENA XIX Guillen. Y yo, Petronila bella,
siendo esposo vuestro, doy
Dichos, menos Nuestra Señora. al cielo firmes promesas
de enmendar mis travesuras.
Gastón ¡Oh, hermosura del Carmelo! Gastón. La imagen divina es esta
Petron, ¡Oh, luz de nuestras tinieblas! y Dama del Olivar.
Guillén. ¡Oh, salud de nuestros males! Perdonad las faltas nuestras.
LA SANTA JUANA
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

La Santa Juana. Don Alonso de Fonseca,


Juan Vázquez, su padre. arzobispo de Toledo.
Don Juan. El Gran Capitán.
Marco Antonio. Decio.
Ludo vico. Un Criado.
Lillo, lacayo. Una Niña.
Francisco Loarte. Elvira.
Juan Mateo, viejo. Gil.
Doña Leonor. Crespo.
San Francisco. Toribio.
Santo Domingo. Llorente.
La Abadesa. Melchor.
El Angel de la Guarda. Julio.
Sor María Evangelista. Fabio.
Maestra de novicias. Labradores (i).
Carlos V.

ACTO PRIMERO Toribio. Dientes de piñones.


Todos. Y aliento de anís.
Toribio. Gil es más dispuesto...
Todos. Que álamo gentil.
ESCENA PRIMERA Toribio. Tieso como un ajo.
Todos. Fuerte como un Cid.
Salen Elvira y Gil de las manos, la Santa al lado de Toribio. Ella es hierbabuena.
Elvira, como su madrina; Juan Vázquez, su padre, Todos. Y él es peregil.
padrino; Crespo, Toribio y Llorente, Músicos Toribio. Ella la altemisa.
cantando lodos, de Pastores, con mucha grita. Todos. Y él el torongil.
Novios son Elvira y Gil,
Músicos. (Cant.) Novios son Elvira y Gil, él es Mayo y ella Abril;
él es Mayo y ella Abril; para en uno, etc.
para en uno son los dos, Llorent ¡ParDios que habéis cantado
ella es luna y él es sol. bravamentel
Toribio. Elvira es tan bella. Toribio. ¿Ha estado bueno?
Todos. Como un serafín. Llorent ¡No lo entonara Galeno
Toribio. Labios de amapola. tan bien!
Tonos. Pechos de jazmín. Gil. Habéisnos honrado.
Toribio. Carrillos de rosa. Juan. Aquí los novios se asienten
Tonos. Hebras de alelís. mientras se pasa la siesta.

(i) Intervienen además Cecilia, criad* y Músicos.


ACTO PRIMERO 239
Gil. Apacible sombra es ésta. Llorent . Propia bendición de santa;
Crespo. A docenas, Gil, se cuenten breve, en fin, y compendiosa.
los hijos que os diere Dios, Toribio. Siesta hace rigurosa,
y para cada cual dellos vuestro sosiego me espanta.
más ducados que cabellos 1 lagamos algo.
tengáis. Gocéisos los dos Gil. Mi bien,
más que Sara y Abrahám, no sale el sol tan bizarro
y calme Dios con ventajas cuando en su lucido carro
de vino vuestras tenajas alumbra el mundo.
y vuestras trojes de pan. Crespo. ¡Qué bien!
Y por decir cuanto puedo, Reirme del dicho quiero;
por junto, hágaos el Señor muy bien sabéis requebrar,
el más rico labrador mas quiérotc preguntar,
de la Sagra de Toledo. Gil, si el sol es carretero.
Todo el mundo os quiera bien, Que si en carro le rotulas,
honrándoos por varios modos; cuando muestra su arrebol,
y pues he habrado por todos, podrá ser que quiera el sol
respondan todos, Amén. comprarme mi par de muías.
Todos. Amén. Gil. Crespo, déjanos aquí.
Gil. Todo ese bien y ventura Crespo. ¡Quién oyera al sol ligero
que nos habéis deseado, decir siendo carretero,
os vuelva el cielo doblado ¡arre, muía, pesia á mi;
con la bendición del cura; y de Madrid á Toledo,
que ya mi Elvira imagina cuando llueve ó hace barro,
que, con favores sin tasa, junto á Cabañas el carro
Dios bendice nuesacasa atascado, tieso y quedo,
por virtud de la madrina. echar votos!
Pues si en tales regocijos, Toribio. Majadero,
porque más dicha nos cuadre, ¿el sol había de votar?
la madrina es casi madre Crespo. Sí, par Dios, y aun renegar,
y los novios son los hijos, si es que el sol es carretero.
el bien que el cielo la ofrece ¡La necedad en que ha dado
es bien que á los novios caya, nuestro lenguaje español!
porque nos digan «Bien haya No hay estrellas, luna ó sol,
quien á los suyos parece». plata, oro ó cristal helado,
Juana es la vertú de España que luego no dé con ello
tan buena como el buen pan. en la cara de su dama.
Juan Vázquez, su padre, es Juan, El hombre que quiere y ama,
que basta, y aquí en Hazaña, la hace de oro el cabello,
nueso puebro, es tan amado porque tiene algunos rojos;
del poderoso y del chico, perlas los dientes; cristal
que con ser hombre tan rico la frente; el labio coral,
de ninguno es envidiado. y soles después los ojos.
Quien los conoce, los llama ¡Válgate el diablo! Repara,
de toda esta Sagra espejos; amante, que una mujer
él es dechado de viejos es imposible traer
y ella de doncellas fama. tanto en un palmo de cara.
Y asi padrinos los nombra Llorent. Calla, necio, antes trac más.
por participar su estima; Crespo. ¿Más?
que al que buen árbol se arrima Toribio. Si.
le cobija buena sombra. Llorent. Pues ¿no es cosa llana?
Juan. Basta, Gil, no digáis más; Mira tú una cortesana
págueos la alabanza Dios, con atención y verás
que es propio al bueno, cual vos, en la más honesta y casta
decir bien de los demás. sueltas todas esas dudas.
Yo y mi Juana, á vos y á Elvira Cara hay que ha gastado en mudas
os quedamos obligados, de huevos una banasta,
que sois ya nuesos ahijados; cien cantarillas de miel,
y, pues mi afición os mira veinte cofines de pasas;
cual hijos, ved lo que os cuadre pues ¿qué si al solimán pasas,
en mi casa, que desde hoy turco del rostro cruel,
hijos sois y padre soy. que la destruye y jalbega?
Los dos. ¡ Viváis mil años, compadre! No gasta en un año entero
Juan. Hablad, Juana, á vuestra ahijada. tanta cal un pastelero
Santa. Vos, padre, habláis por los dos; cuando la Pascua se llega,
hágaos sierva suya Dios, como una cara pringada,
Elvira, y muy bien casada. pues la de más bizarría
240 LA SANTA JUANA— PRIMERA PARTE

no es más que pastelería hija, que de tales cuentos;


por la Pascua jalbegada. guárdalos para después.
La color, pues, que codicia Que si al tiempo te acomodas,
encubrir la opilación, has de hablar, según mi ejemplo,
no gasta más bermellón en el templo, como en templo,
una casa á la malicia. y en las bodas como en bodas.
Pues el sebo que hace hermosas En boda estás; esta vez
las manos, ya es tanto y tal, goza su conversación.
que sin ser de Portugal Santa. Obedecerte es razón.
las pueden llamar sebosas. Juan. Vaya, que yo seré el juez.
Eso es lo que yo más llevo Crespo Yo os sacaré á la vergüenza,
de su engañoso arrebol; amor, si os llego á pintar.
¿por qué ha de ser luna y sol Llorente, tú has de empezar.
lo que es solimán y sebo? Llorent ¿Yo?
¿No fuera menos trabajo, Gil. Tú.
sin andar de Ceca en Meca, Llorent Comienza.
llamar la cara manteca Toribio. Comienza.
y á los dientes, dientes de ajo, Llorent. Paréceme á mí que amor
que son blancos y son dientes; será un pequeñuelo infante
á los cabellos esparto, de alegre y bello semblante,
que es rubio á veces y hay harto, trapacista, enredador,
y no rayos transparentes, desnudo por el calor
el sol y la luna clara de su irreparable fuego,
con que amantes y poetas con dos alas, medio ciego
dicen que andan los planetas y amigo de hallarse en iodo,
saltando de cara en cara? con el indio, con el godo,
Llorent Al menos las de la Sagra con el español y el griego.
no se afeitan. Serán sus propios efetos
TORIBIO. ¿No? Verá; sujetar con dulces daños
todas son de corte ya, floridos y verdes años
cualquier per signum se almagra. y engañar libres sujetos;
Gil. Dejemos eso y tratemos volver los necios discretos
algo que nos entretenga. y Demóstenes los mudos,
Elvira. Bien dices: un juego, venga. romper de Gordio los ñudos
LlOHENT. Di, ¿queréis jugar? Juguemos y oprimir con leyes graves,
á los propósitos. desde las vestidas aves
Elvira. Son hasta los peces desnudos.
melancólicos. Son los efectos de amor
Toribio. No hay juego mezclar penas con consuelos,
de más gusto y más sosiego satisfaciones con celos
que buena conversación. y esperanzas con temor;
Proponed alguna enigma, el favor y el disfavor,
y la novia dé un favor lo amargo con lo sabroso,
al que la acierte mejor. lo cierto con lo dudoso,
Juan. Si mi parecer se estima, como yo he experimentado,
cada cual, por varios modos, pues que vivo enamorado,
pinte aquí las propiedades, triste, confuso y celoso.
efetos y calidades Ya yo he dicho, Elvira hermosa.
del amor; y el que entre todos Elvira. Y harto bien.
mejor al rapaz pintare, Llorent. Ese favor
Elvira le dé un listón. quiero agradecelle á amor.
Gil. Nuesamo tiene razón. Juan. Diga Toribio.
Llorent Cada cual piense y repare. Toribio. ¿Yo en prosa?
Santa. Padre: dejémonos de eso Harto mejor os prometo
que es ocioso disparate. que en poesía lo dijera.
Juan. ¿De qué quieres que se trate? Elvira. Vaya en verso.
Santa. De algún ejemplo ó suceso Crespo. ¡Copla fuera!
en que dos buenos casados Toribio. Tomad allá este soneto:
y santos nos entretengan, Amor, deidad que lo imposible alcanza,
y de ellos á aprender vengan es propensión violenta en quien se inclina,
su virtud los desposados. celeste influjo, en cuanto predomina,
Este es lindo pasatiempo; pues si éste cesa, entibia la mudanza;
cuentos sé yo, no sé cuántos, Amor es relación de semejanza
de algunos casados santos. que al objeto su movil se encamina;
Juan. Quien da lo que es suyo al tiempo sangre nos dice que es la medicina
es discreto, y el que ves y un mixto del temor y la esperanza.
es más de entretenimientos, La dama en interés funda su empleo;
ACTO PRIMERO 24i

el torpe afirma ser sólo apetito, O será un animalejo


pero unidad el licito deseo. al modo de un arador,
El del alma es virtud, pero delito pues cual él se mete amor
el material, mudable, torpe y feo, entre la carne y el hueso.
que amor es Dios, y aspira á lo infinito. Mona que todo lo imita,
Crespo. Como en Alcalá estudiabas y, en fin, á mi parecr,
tienes pergeño sotil. pues está en hombre y mujer,
Juan. Ea, diga agora Gil. amor es hermafrodita.
Gil. Digo, pues. Llorent. Gil: tápale aquesa boca.
Llorent. ¿Y en qué? Elvira. Esto escucha quien consiente
Gil. En octavas. hablar un necio entre gente.
Amor, conforme yo le he imaginado, Crespo. Yo soy necio y vos sois loca.
será como quien es, hijo de herrero, {Gritan dentro Lillo, lacayo, Francisco
un muchacho mal hecho, corcovado, Loarte, su amo, y Don Juan.)
asido de los fuelles, negro y fiero; Lillo. ¡To, to, capitán! ¡marquesa!
su madre enredadora le habrá dado Franc. ¡Cita, zagala, zagala!
algunas Iicioncillas de hechicero, Lillo. . Al viento la liebre iguala.
con que las brasas sopla y fuego atiza Franc. Dificultosa es la presa.
del descuidado amante á quien hechiza. Lillo. Traspúsose por el cerro.
Su propiedad y efeto no consiste Franc. Perdióse.
sino en quitar ti seso y sufrimiento Lillo. ¡Buena demanda!
al pobre amante en cuya esfera asiste,
obligando á locuras sus tormentos;
y asi ya está el amante alegre y triste, ESCENA II
celoso, confiado, descontento; Salen Lillo, Francisco Loarte, y Don Juan. —Dichos.
ya teme, ya es valiente, ya travieso:
¡mal haya, amén, amor que quita el seso! Lillo. ¡Oh lleve el diablo quien anda
Llorent. ¿Cómo, Gil, recién casado hecho loco tras un perro!
y amor tan aborrecido? ¡Que ha de andar un hombre á caza
O tu estás arrepentido para cansarme y cansarse
ó sin duda que has hablado por lo que puede comprarse
por boca de ganso. por dos reales en la plaza!
Crespo. ¿Hay tal? ¡Que desto gusto reciba
Gil. Por mi honra volver quiero; y no le aten á un pesebre!
yo, el amor que vitupero Franc. No hay galgo que alcance liebre
no es el amor conyugal, cogiendo una cuesta arriba.
que aquese es tan atinado D. Juan. Si el camino le atajamos
que idolatro en sus favores. no se nos escapa.
Llorent. Pues ¿cuál? Franc. No.
Gil. Hay dos amores, Lii.lo. Galgos, los mozos llamó
soltero uno, otro casado. un discreto, de sus amos,
El soltero es el dimonio y dijo verdad expresa,
y sus faltas saco á luz. pues el que sirve á un hidalgo,
Crespo. ¿Y esotro? no comiendo como galgo
Gil. No, porque es cruz. más que huesos de su mesa,
Crespo. Si cruz es el matrimonio, con él alcanza la liebre
yo he de decir maravillas, de la otra, que á mensajes
porque he de-entrar en más hondo. de los galgos ó sus pajes,
Gil. ¿Y en qué? la fuerza a que rompa ó quiebre
Crespo. Mi ingenio es redondo, su cazador o galán
y así diré en redondillas: con su inclinación honesta,
Considero yo al amor y aunque corra por la cuesta
que será por su desastre, del soy y del que dirán,
como un aprendiz de sastre la diligencia del galgo
ó mozo de tundidor, ó el criado (lo propio es)
de una personilla chica la trae rendida á sus pies.
que con interés se encarna, Pues ¿decir que le dan algo
todo cubierto de sarna, después que todo esto pasa?
que por eso come y pica. Si ladra por su salario
La vista llorosa y ciega, una coz es lo ordinario
una nube en cada niña con que le arrojan de casa.
y la cabeza con tiña, (Levantanse todos.)
que amor cual tiña se pega. Juan. Señor Loarte: ¿por aquí
Trampista que compra y vende con tan gran calor?
y engaña á quien por él pasa, Franc. ¡Oh, amigo!
ladrón ratero de casa Mi inclinación, cual veis, sigo.
que se esconde como duende. ¿Qué es esto? ¿qué hacéis asi?
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA. —TOMO II i6

/*
242 LA SANTA JUANA — PRIMERA PARTE

Juan. Cásase Gil, mi criado, Franc. ¡Ay de mí, (Ap.)


con Elvira de Añover, que vine á cazar aquí
y sálense á entretener y pienso que estoy cazado! —
el calor, cual veis, al prado, Si donde decís están,
Franc. Por muchos años y buenos. mañana en amaneciendo,
Gil. Siéntese aquí su mercé. ir á correllas pretendo;
Franc. ¿Sois vos el novio? Sí haré; porque esta noche don Juan
ninguno dirá á lo menos y yo tenemos de ser
que vuestra esposa no es bella. vuestros huéspedes.
Gil. Como quiera que seamos, Juan. Mi casa
señor Loarte, aquí estamos, quedará honrada.
para serville, yo y ella. D. Juan. ¿No pasa
D. Juan. La madrina es tan hermosa el regocijo y placer
que más parece divina adelante?
que humana. Franc. ¡Por mi vida,
Franc. ¡Ay Dios! ¡qué madrina que se baile un pocol
tan bella! Toribio. Oid,
Crespo. Sí, no es mocosa. lo que nos manda, advertid.
D. Juan. Esta doncella, ¿quién es? Crespo. Bailemos, pues nos convida
Juan. Mi hija Juana, señor. este viento lisonjero,
Franc. Venturoso labrador y ya la tarde declina.
que tan precioso interés Franc. Al lado de la madrina,
tiene en casa, y quien emplea si gustáis, sentarme quiero,
en ella hacienda y ventura. que después acá que sé,
No he visto tal hermosura. ser hija vuestra, la estimo.
Jijan. Así, así, como de aldea. (.Siéntanse todos.
Al menos mi senectud Crespo. No ha escogido mal arrimo.
se llama en vella dichosa. Juan. Y hacéisla mucha merced.
Franc. Notablemente es hermosa. Franc. Perdonad, madrina hermosa,
Juan. Más notable es su virtud. que sin licencia he tomado
Franc. Don Juan, decid: ¿qué os parece? el más agradable lado
D. Juan. Hermosa. que halló mi suerte dichosa.
Franc. ¡Ay, deseos extraños! Que á fe, aunque la novia es bella,
¿Qué edad tiene? que es la madrina mejor.
Juan. Trece años. Santa. Como sois noble, señor,
Franc. S¡ mi amor se está en sus trece honráisnos á mí y á ella.
no sé, don Juan, qué he de hacer; Juan. Gil: á la novia sacad.
perdido estoy. Franc. Tu fuego, amor, se reprima, (Ap.)
D.Juan. ¿Cómo es eso? que aunque su beldad me anima
Franc. No sé; sé que pierdo el seso. me enfrena su honestidad.
Lillo. Los galgos voy á traer, (Cantan y bailan tres ó cuatro.)
no se pierdan. Músicos A la boda y velación
D. Juan. Desenfrena que hace Elvira de Añover
después, Lilio, los caballos con Gil, de quien es mujer,
y á pacer puedes echallos cantó el pueblo esta canción:
en el prado. «La zagala y el garzón
Lillo. O en la arena. para en uno son.»
(Vase.) Y después de haber cantado,
viendo á la madrina al lado,
que es para alabar á Dios,
ESCENA III bailaron de dos en dos
I ichos, menos Lillo. los zagales de la villa,
que si linda era la madrina
Jijan. ¿A qué bueno desde Illescas por mi fe que la novia es linda.
á Hazaña, señor, salís? Y por el viento sutil
Porque si á cazar venís los pájaros á quien llama
estas mañanas, que frescas el canto de mil en mil
me han convidado á que vea saltando y volando de rama en rama
media legua de aquí un haza, pican las flores de la retama
he hallado famosa caza y las hojas del torongil.
para quien correr desea. Prendó amor á Gil Pascual
En las viñas del Concejo (que es alguacil del que mira)
deben de tener sus camas de la hermosura de Elvira,
dos liebres como unas gamas, y á ella dél otro que tal,
que á cogerme menos viejo y al desposarse el zagal
ya las hubiera colgado levantan esta canción:
de la pretina. «La zagala y el garzón, ele.»
ACTO PRIMERO 243
Franc. Por extremo lo habéis hecho. presente amor sus gustos regocija
Juan. Volvámonos al lugar, de mi señora.
que es hora ya de cenar.
Franc. Veneno llevo en el pecho. (Ap.) Marco Antonio.
Juan. No seréis tan regalados Ludovico, llama.
ni dormiréis tan á gusto
esta noche como es justo
á huéspedes tan honrados; ESCENA V
pero á este riesgo se pone
el que se aposenta en casa Desde arriba Melchor y Julio.— Diehos.
«strecha, pobre y escasa.
Julio.
La cortedad se perdone
y recíbase el deseo. Libréme por ligero.
D. Juan. Todo sobra donde vos Melchor.
estáis, Juan Vázquez. Vendióme algún soplón.
Franc. ¡Ay, Dios! (Ap.)
¿Qué hechizo es este que veo? Julio.
(Vanse.) Sopló la dama.
No está esta pared alta.
ESCENA IV Melchor.
Salen Marco Antonio y Ludovico de camino. Mamóla el Alguacil.
Marco Antonio. Julio.
Perdí recién casado ¿Qué esperas? Salta.
mi patrimonio y mi florida hacienda; (Saltan al tablado.)
y el crédito quebrado, Melchor.
que tuvo en pie mis gustos y mi tienda,
Ya estamos en la calle.
me enseñó, Ludovico,
Por Dios, que es bella moza y que el marido
cuán presto es pobre el mercader más rico.
dejó á riesgo un buen talle.
Dejé mi amada esposa
en confianza de su fe y mi miedo, Julio.
y el alma temerosa Dichosos esta noche habemos sido.
de Toledo salió, y quedó en Toledo; ¿Adónde bueno agora?
que cuando amor no calma
suele animar dos cuerpos sola un alma. Melchor.
Rompí la blanca espuma A dormir, que es la una.
del proceloso y húmedo elemento
y al Perú llegué, en suma, Julio.
después que vi la muerte entre agua y viento, Sí, ya es hora. (Vanse.)
y me dió el mar noticia
del peligro á que pone la codicia.
Hallé parientes ricos ESCENA VI
con cuya ayuda reparé los daños
que ya juzgo por chicos, Dichos, menos Melchor y Julio.
y en el discurso breve de dos años,
con hacienda sin tasa, Ludovico.
vengo á gozar mi esposa, patria y casa. Dos hombres han saltado,
Estas son sus paredes, pienso que de tu casa, y ya se han ido.
depósito que guarda su hermosura; Suspenso te has quedado.
besar sus piedras puedes
como reliquias, si la noche obscura Marco Antonio.
te estorba que divises «Por Dios, que es bella moza y que el marido
la casa de Penélope y Ulises. dejó á riesgo un buen talle.»
Aquí, hecha España Grecia, ¡Honor! ¿así os arrojan en la calle?—
me labra mi Artemisia un Mauseolo; Mira, mira si duermo.
aquí vive Lucrecia, Ludovico.
en lealtad y belleza Fénix solo.
Despierto estás.
Llama, que esta es la puerta
cerrada al vicio, á la virtud abierta. Marco Antonio.
Ludovico. Luego ¿mi daño es cierto?
¿Si acaso como enfermo
Con gusto te he escuchado que frenético ve sombras despierto,
las amorosas salvas que alegre haces no he visto mis enojos?
á tu esposa, y notado Pero mi casa es esta, estos mis ojos.
que como tras la guerra, quietas paces, No ha sido Leonor casta,
tras la ausencia prolija, no, que escaló mi fama un enemigo;
244 LA SANTA JUANA — PRIMERA PARTE

tú eres testigo, y basta dila, Fabio, en pretender,


en cosas del honor sólo un testigo. y la que Porcia había sido,
¡Malhaya quien confia forzada de la pobreza,
de la mujer la honra un solo día! porcelana quebrada es;
¿Quieres que éntre y acabe que al golpe de un interés
pasando su lascivo y flaco pecho? se quiebra cualquier belleza.
Ludovico. Dos meses de pretensión
me cuesta, y al cabo de ellos,
Un delito tan grave esta noche los cabellos
si queda con vengarse satisfecho, cogí á la calva ocasión.
¿quieres que vuelva en brasa Y al tiempo que la codicia
las adúlteras piedras de esta caso? de mi amor templó la llama,
¡Cielos, castigo tantol llega de repente y llama
¿Lloras, señor? á la puerta la justicia.
Marco Antonio. Subimos á la azotea,
Murió, Claudio, mi fama. viónos un corchete vil,
Si en muerte es justo el llanto, avisólo á su alguacil,
bien puedo yo llorar, aunque en quien ama y él, que prendernos desea,
y ver lo que á ver llego, siguiónos; pero burlado
no son agua las lágrimas: son fuego. le dejamos, cuando vió
Cruel: ¿así has pagado que saltamos Julio y yo
mi firmeza, violando los altares de la azotea á un tejado
del tálamo manchado? de la casa donde vive
Oro en los montes, perlas en los mares doña Leonor, bella esposa,
busqué, cuya riqueza de Marco Antonio y virtuosa,
pudiese competir con tu belleza. que está en Indias, y recibe
Dejéte á la partida nombre de Lucrecia casta,
sembrada en tu lealtad mi confianza; por quien ya comparar puedo
amor, lágrimas, vida, á Roma nuestra Toledo,
y en vez de dulce fruto hallo mudanza, pues es honra suya.
deshonras, desconsuelos; Fabio. Basta.
pero quien siembra amor, que coja celos. Melch. Estaba el tejado bajo
Pena: matarme quiero... y fuénos fácil saltar
á la calle, sin mirar
Ludovico. si había gente. Al fin, trabajo
Sosiégate, señor; ¿tú eres el sabio? nos costó, mas todo es poco,
Infórmate primero que es un ángel la mujer.
si es cierta la sospecha de tu agravio, ¿Qué hora es?
que despeña la ira Fabio. Deben de ser
si la prudencia su favor retira. las dos. Entra, que andas loco.
Marco Antonio. Melch. Mi padre ¿no me habrá echado
menos?
Informaréme luego Fabio. ¿Cómo te ha de echar,
del adulterio infame que me afrenta, si cuando se va á acostar
si de mi agravio el fuego te deja siempre acostado?
primero que lo sepa no ensangrienta Melch. ¡Cómo estos engaños sabe
la ya violada cama la traviesa mocedad!
que ausente el dueño ajenos brazos llama.
En Toledo escondido,
cuando del sol se ausente el claro coche, ESCENA VIII
sin saber que he venido,
rondaré estas paredes cada noche, Sale Juan Mateo, con un candil.—Dichos.
hasta que mi esperanza Mateo. Mi sospecha fué verdad;
los coja dentro y triunfe mi venganza. él debe de tener llave
Presto el tálamo falso de casa, hechiza. Confieso
será de una tragedia vil teatro, que intenta enfrenar el mar
ó triste cadahalso, el que pretende enfrenar
que, pues Córdoba tuvo un veinticuatro un hijo mozo y travieso.
valeroso, si puedo, Fabiu. ¡Buen lance habemos echadol
como á él me estimará desde hoy Toledo. Tu padre es este, señor.
(Vanse.) Mateo. ¿Qué haces aquí, Melchor?
¿No te dejé yo acostado?
ESCENA Vil Levantaráste á estudiar,
Salen Melchor y Kabio, de noche.
ya que á tal hora te veo,
para cumplirme el deseo
Melch. Fuese á la guerra el marido, que te da tanto pesar,
quedó sola la mujer, de que de la iglesia seas;
ACTO PRIMERO 245
sin duda es io que imagino, la hacienda y el valor de los Loartes;
que el vestido de camino yo sé que si me dais á vuestra Juana
en este ejercicio empleas. por esposa, que al oro de nobleza
¿Tú de noche? Considero el esmalte á mi sangre no le falta,
que debes de pretender, pues la virtud de Juana será esmalte.
siendo hijo de mercader, Juan Vázquez.
levantarte ácaballero.
Que es propio de los señores Dudoso estoy; no sé lo que os responda.
rondar de noche las damas, Por una parte los afectos miro
aunque peligren sus famas. con que os obliga amor, y sé su fuerza;
Mi sangre es de labradores, por otro la notable diferencia
no de caballeros vengo; de vuestro estado y mío; vos hidalgo
un labrador fué tu abuelo; premiado y estimado justamente
mi madre, que esté en el cielo, del César Carlos quinto, que Dios guarde;
lo fué; un hermano tengo, leal á su corona, como muestran
labrador es en Hazaña, el valor y la fe de vuestros hechos
honrado y cristiano viejo. en las Comunidades de Castilla;
No porque el arado dejo, piedra de toque donde el oro fino
si esta presunción te engaña, mostraron de su fe los más leales,
te despeñe así el deseo, y su dorada alquimia los traidores.
porque, para que te asombre, Sois Francisco Loarte, al fin, que basta
no es Pimentel mi renombre, para decir que sois honra de Illescas.
ni Mendoza; Juan Mateo Yo, aunque cristiano viejo, en sangre limpio,
es el apellido mío; soy labrador; mi casa y sus paredes
deste me precio, Melchor. (en vez de los tapices que en las vuestras
Juan Vázquez, un labrador, adornan) se contentan con vestirse
es mi hermano y es tu tío. de cedazos, arneros y de trillos,
No has de estar más en Toledo y los doseles que mis techos cubren,
un hora; el vestido vino horcas de ajos, pimientos y cebollas.
muy bien, que estás de camino. No sé si llevarán bien mis parientes
Melch. Señor: escucha... que, pudiendo casar con uno dellos
Mateo. No puedo. á mi Juana, la saque de sus quicios,
A Alcalá te he de llevar que ya sabéis que el labrador sin raza,
por que dejes la ocasión estima en más la tosca caperuza
que dicen hace al ladrón; que el sombrero con plumas y medallas.
allí puedes estudiar. Fuera de que mi Juana aún es muy niña
Hoy te has de ir, yantes queá II leseas y no la siento ahora con deseos
llegues, quiero que conozcas de cautivar su libertad; dejalda
casas pajizas y toscas, crecer, y tratarélo con mis deudos,
porque no te ensoberbezcas, que entretanto podrá ser que se aplaquen
que es el solar conocido esos primeros ímpetus, y libre,
de tu linaje en Hazaña. mirándolo mejor, queráis esposa
Melch. Mira, señor, que te engaña con que se pueda honrar vuestro linaje,
tu sospecha; este vestido criada en noble y cortesano traje.
me probaba... Francisco.
Mateo. Ya colijo Juan Vázquez, aunque á amor le pintan ciego,
que me quieres engañar. con ojos me ha dejado el que me abrasa,
Ven, que así ha de remediar y aunque no sois hidalgo, poco menos
el padre cuerdo al loco hijo. es un honrado labrador. Leído
(Kaníf.) he yo de mil señores que en las cepas
de sus noblezas (sin perder su lustre)
han enjerto sarmientos labradores.
ESCENA IX ¿Qué puedo yo perder, y qué no gano
Salen Juan Vazquez y Francisco Loarte si sois el más honrado de la Sagra,
rico y de sangre limpia? Yo sé cierto
Francisco. que si el sí me negáis, cortará en cierne
la muerte el verde fruto de mi vida,
No me habéis de decir de no, si es cierto y os llamará La Sagra mi homicida.
que mi vida estimáis, pues no consiste
sino en el sí de vuestra honrada boca. Juan Vázquez.
La causa de quedarme aquí esta noche Ahora bien, id con Dios, que yo os prometo
en vuestra casa, fué para pediros que no quede por mí, señor Francisco,
que remediéis mis males. Vuestra hija; el daros ese gusto. Estos negocios
su honestidad hermosa, sus virtudes; de casamientos, es razón primero
la fama que en la Sagra la hace Fénix, comunicarlos; yo tengo un hermano,
me obliga á que me maten sus deseos. mercader en Toledo, advertiréle
Ya sabéis, en Illescas, mi prosapia, lo bien que nos está; si me aconseja
24c LA SANTA JUANA — PRIMERA PARTE
que ennoblezca mi casa, vuestra esposa ESCENA XII
será mi Juana. Salen Juan Mateo y la Santa.—Dichos.
Francisca-. Santa. Aquí un huésped despedía;
¿Dentro de qué tiempo en extremo se holgará
tendréis resolución? de veros.
Juan Vázquez. Mateo. Grande estáis ya,
Yo iré á Toledo hermosa sobrina mía.
de semana sin falta, que esta noche Mucho crecéis.
voy (porque así mi Juana lo ha pedido) Santa. Siempre crece
al monasterio de la Cruz en vela, la mala hierba.
porque su madre, viéndola muy mala, Mateo. Otra fama
ofreció de llevarla allá y murióse de vos la Sagra derrama.
sin cumplir la promesa, y Juana quiere ¿Cuántos años tenéis?
que se cumplan los votos de su madre Santa. Trece.
dados á Dios. Iremos como digo Mateo. Ya sois gran mujer.
esta noche, por ser cuando se juntan Juan. Hermano:
de toda esta comarca mil devotos ¿vos aquí? ¡Gran novedad!
y van allá á velar con varias fiestas, Mateo. Aquesos brazos me dad.
y pediréle á Dios que, si nos cumple Juan. Después que sois ciudadano
aqueste casamiento, le encamine, no nos queréis ver.
y si no que le aparte. Mateo. Razón
tenéis de reprehenderme.
Francisco. Llevóme á Toledo á hacerme
Aquese tiempo, mercader mi inclinación;
aunque se me ha de hacer eternos siglos, mas no por eso me olvido
esperará el deseo entre balanzas del respeto y el amor
de tímidos recelos y esperanzas. qué," como hermano mayor,
os debo.
Juan. ¡A fe que habéis sido
de cuidado! Yo y mi Juana
ESCENA X formábamos quejas ya,
Sale Lulo.— Dichos. y, á no venir vos acá/
pensaba yo esta semana
LlllO. iros á ver á Toledo;
¿Hémonosde ir, señor? Ya está ensillado pero ya que habéis venido,
yo apostaré que no ha sido
y á caballo don Juan. sólo á verme, si bien puedo
Francisco decirlo.
Vamos; el cielo Mateo. Tráeme el cuidado
me cumpla este deseo por que pueda de veros, poner en orden,
llamaros padre. en los vicios y desorden
de un hijo desbaratado.
Juan Vázquez. A Melchor llevo á Alcalá
Ya alegre colijo porque me pierde el respeto
que honraiá nuestras casa tan noble hijo. y anda, hermano, muy inquieto.
(Vase.) Juan. Pues ¿enmendaráse allá?
Mateo. Sí, que ausente de su tierra,
y faltando la ocasión,
ESCENA XI pondrá su vida en razón.
Juan. Yo pienso, hermano, que yerra
Queda Juan Vázquez solo. el que teniendo presente
un hijo sin que se enmiende
Quiere hacer un tapiz la industria humana viéndole su padre, entiende
en donde el arte á la materia exceda, que se ha de enmendar ausente.
y con su adorno componer se pueda La presencia, hermano, honrada
la pared de la cuadra más profana. de un padre viejo es indicio
Matiza en el telar la mano ufana que, si corre tras el vicio,
y mezcla hilos con que hermoso queda; le tendrá la sofrenada
pero entre el oro ilustre y noble seda de su respeto y temor;
entreteje también la humilde lana. masausentalle no es bueno,
Lo propio hace el amor, que mezcla y teje porque eso es quitalle el freno
con la lana la seda, aunque más valga, para que corra mejor.
igualando al villano con el noble. Mateo. Hay en Toledo ocasiones
Noble yerno me da, no es bien le deje, notables.
que con mi lana y con su seda hidalga Juan. ¿Y faltarán
saldrá el tapiz de amor curioso al doble. en Alcalá, donde están
ACTO priMe&o 247
dando los vicios licciones? ESCNA XIV
Mal sabéis ei privilegio,
que de una Universidad Salen más Labradores con grita y música.
el vicio y la libertad Todos.
También tiene su colegio.
Hermano: no os lo aconsejo. Norabuena vengais, Abril;
Mateo. Por vuestro gusto me rijo. si os fuéredes luego volveos por aquí.
Jijan. El tener al ojo su hijo Lab. i.° Abril cari alegre
es lo mejor, pues sois viejo; Lab. 2.° Muy galán venís.
escoged mi sabio medio. Lab. t.° El sayo de verde
Mateo. Ese será más barato. Todos. Muy galán venís.
Juan. Sabed, hermano, que trato Lab. i .° La capa y sombrero
de dar á Juana remedio. Todos. Muy galán venís.
Después sabréis lo que pasa, Lab. i.° De flor de romero
y lo que me esté mejor Todos. Muy galán venís.
me aconsejaréis. Melchor: Lab. i.° Blancos los zapatos
¿dónde está? Todos. Muy galán venís.
Mateo. Aguardando en casa. Lab. i.° Morados los lazos
Juan. Pues venid, yo os daré luz Todos. Muy galán venís.
de lo que os quiero decir.
Santa. Tío: ¿quiérese venir Labrador i.°
con nosotros á la Cruz, Pues que sois tan bello, risueño y gentil
á una vela?
Mateo. Sí, sobrina; Todos.
que soy yo muy su devoto. Nora buena vengáis, Abril.
Santa. Vamos á cumplir un voto. Si os fuésedes luego, etc. (siéntanse.)
Juan. Es su inclinación divina. (Vanse.)
Labrador i.°
Métete, Torrejón, con tus torrejas
ESCENA XIII y mira que rebuznas cuando cantas.
Labrador 5.°
Salen Labradores á la vela, cantando con grita
y fiesta. Ugena: guarda la cigüeña y calla,
que tienes bien por qué, no me provoques
TODOs. (Cantando.) á que te diga lo del campanario.
Que la Sagra de Toledo mil fiestas hace Labrador i.°
á la Virgen de la Cruz, que es Virgen madre. Calla tú, Torrejón, aunque sin torres
que diré lo del Drago.
Labrador i.°
Todos.
Que la Sagra de Toledo contenta envía
vuestros hijos y devotos, Virgen María, ¡Hú, que te corres!
y con fiestas y alegría van los lugares.
Todos. ESCENA XV
A la Virgen de la Cruz, que es Virgen madre Más Labradores con tamboril, flauta y grita.
Lab. Este sitio me contenta. ¡siéntanse.)
Lab. A mí esta hierba me agrada. Labrador 6.°
Lab. ¡Famosa noche! Casa Rubillos viene y su Concejo.
Lab. Extremada.
Lab. ¿No veis cómo representa Labrador 5.°
la noche morena y zarca Sí, el tamboril es suyo.
su estrellada autoridad?
Labrador 6.*
Lab. 2 Fanfarrona majestad
muestra cuando, abriendo el arca No le toques
las estrellas saca afuera que del pellejo de tu madre se hizo.
que adornan su aparador. Labrador 5.°
Lab. 3. Hizola el divino Autor De tu mujer dirás, que es desollada.
del cielo la repostera. {Gritan dentro.)
Lab . 4 ¡Brava grita á fe! Labrador 4.°
Lab ¡Oh, bien haya
Daca el mercado donde todo un día
la Sagra! vendiste solamente dos cebollas.
Lab. ¿Éstos quien son?
Lab. ¿Serán los de Torrejón? Labrador 8.°
Vengan, darémosles vaya. Daca tú la cigüeña de tu torre,
á quien saliste á recibir un día
con danzas, procesión y monacillos,
248 LA SANTA JUANA — PRIMERA PARTE

y enviaste al Alcalde á convidalla Juan Vázquez.


con la casa del Cura, pensando era Su virtud es tanta
alguna viuda honrada y forastera. que adondequiera lo estará; mas sea
Labrador 2.° lo que queráis, no viva en el aldea.
Mientes tú y el mercado que socorres. Labrador 4.°
Todos. Los de Hazaña han venido; dad tras ellos,
¡Hú, que te corres! (i) que bien hay que decir.
Labrador 8.° Labrador 3.°
¿No sabremos por qué razón se llaman Eso no es justo,
señores Torrejones los del Drago? que viene allí la hija de Juan Vázquez,
espejo de la Sagra de Toledo,
Labrador 3.° y es tan honesta y agradable á todos
Eso yo os lo diré. Vieron un día que nos ha de obligar á callar.
parado un coche orillas de un arroyo Labrador i.°
y juzgando por pies las cuatro ruedas,
alas las puertas y la lanza cola, Bueno,
como jamás hubiesen visto coches pues ¿cómo habemos de pasar la noche?
y el encerado fuese todo verde, Labrador 3.°
creyeron ser dragón que se comía
las muías que tiraban, y tocando Ella referirá cuentos sabrosos
aprisa la campana del Concejo que nos entretendrán; vamos á hablarla.
fueron con chuzos á matar el drago, Labrador 4.°
y viéndole después que le llevaban Mantenga Dios la buena gente.
las muías, y sabiendo que era coche
todos al fin cayeron de sus burras. Juan Vázquez.
¿No es verdad esto, hermanos delas Torres? ¡Y cómo
que nos mantiene!
Labrador 6.°
Todo es falso y mentira. Labrador 6.°
Todos.
Acá venimos todos
á que nos cuente Juana una conseja,
¡Hú, que te corresl y par Dios que gustara de mi voto
que mos dijera qué principio tuvo
la fiesta de la Cruz á que venimos,
ESCENA XVI y cada año celebra aquí la Sagra.
Salen Juan Vázquez, Juan Mateo, Melchor Santa.
y La Santa.
Que me place por cierto. Sentaos todos
Juan Vázquez.
alrededor de mí, que yo he sabido
lo que me preguntáis con certidumbre,
No vi en mi vida más alegre noche. y os lo diré con gusto.
Santa. Juan Vázquez.
Como es la fiesta de quien presta rayos ¡Oh! en siendo cosa
al planeta mayor y hermosa luna, de santos y de iglesias, en su centro
que cuando el sol se ausenta es su virreina, estará su alegría.
no es mucho que sea clara y apacible.
Santa.
Melchor.
Oid, que esta
Sentémonos aquí, que hay lugar harto. es la historia y principio desta fiesta.
(Siéntanse.) El vellocino de Aries
Juan Mateo. pintaba sus guedejas
Digo que el casamiento me parece con los pinceles de oro
honroso para todos, y entretanto que el Sol al mundo muestra,
que se conciertan, (i) porque en una aldea cuando en la humilde villa
no está segura de un violento gusto de Cubas, que aquí cerca
la honra trágil de una mujer moza, sus términos dichosos
y un poderoso puede aprovecharse alcanzan fama eterna,
de la ocasión, la llevare conmigo, nació una santa niña
pues en mi casa vivirá segura de pobre y simple cepa
de esos peligros. (que suele hacer hazañas
notables la pobreza).
Inés era su nombre,
su edad trece años era.
(i) Falta la mitad de este verso.
(2) En el texto se lee conviertan; pero creo que es (Notad todos qué moza
errata. y en la virtud cuán vieja.)
ACTO PRIMERO 249
Un lunes venturoso Cumpliólo y, dando vuelta
en la apacible hierba al prado al día siguiente,
con que los prados viste volvió la Virgen mesma
la hermosa primavera, como el pasado día
Inés apacentaba diciendo: «¿Por qué dejas
junto á una fuente fresca de hacer lo que te mando?»
los animales toscos «¡Temo que no me crean!»
que llaman de la cerda. responde la pastora.
Y mientras que pacían, «Pues yo te daré señas
postrada por la tierra con que de tus palabras
apacentaba el alma ninguno duda tenga»
con el precioso néctar dijo la Virgen pura;
de la oración sabrosa, y con su mano bella
haciendo por las cuentas la diestra de la niña
devotas de un rosario de tal manera aprieta,
con Dios y su alma cuentas. que la hizo dar un grito,
La Virgen sacrosanta, con que pegados deja
enamorada della los cinco dedos todos
(que siempre la humildad la cruz, sobre ellos hecha.
fué su mayor presea), Oblígala á que vaya
cubierta del brocado de aquel modo á la aldea
y soberana tela y al Cura y sus vecinos
con que la gloria adorna les diga la sentencia
á los de su librea, que Dios contra ellos daba.
cegándola los ojos Desaparece, y queda
la luz de su presencia, la humilde pastorcilla
(porque aqui los mortales gozosa, aunque suspensa.
á tales soles ciegan), Vuelve á la villa luego,
la preguntó: «¿Qué haces cuenta á gentes diversas
aqui, carilla tierna?» las maravillas grandes
y alegre, aunque turbada, que Dios hizo por ella.
responde: —«Hermosa hembra: Mostrábales la mano,
guardo estos animales.» y aunque las fuerzas prueban
«¿Por qué ayunas mis fiestas para desapegarla,
en viernes?» la pregunta. no basta humana fuerza
«Porque es bien que obedezca contra virtud divina.
mis padres que lo mandan» Al fin van á la iglesia
responde. «Eres muy cuerda; devotos y descalzos,
mas desde agora gusto y dentro della ordenan
que el día en que la fiesta salir en procesión
de mi Anunciación santa hasta la parte mesma
cayese, el mismo sea donde nuestra patrona
tu ayuno todo el año.» bajó la vez primera;
«Mi voluntad lo aceta» llevaban una Cruz
la pastorcilla dijo. (entre otras) de madera
Y la gloriosa Reina por ser para aplacar
que nuestro bien procura, á Dios la mejor prenda,
prosigue: — Veá tu aldea, y al tiempo que llegaban
dirás á sus vecinos a las cercanas eras
que hagan penitencia, Inés oyó una voz
porque mi Hijo, airado, que dijo: «Aquí te acerca.»
abrasará la tierra Mandó parar á todos,
antes de muchos días la Cruz toma, y con ella
con grande pestilencia; la voz divina sigue
y en fe de su justicia y del lugar se aleja.
caerán del cielo piedras Volvióse á aparecer
envueltas en la sangre la Madre de clemencia
que verterán sus venas. en el lugar que antes,
Desapareció entonces, y con la mano diestra
dejando con su ausencia tomó la Cruz preciosa
triste la hermosa niña, metiéndola ella mesma,
y no poco suspensa. hincadas las rodillas
Volviéndose á sus padres, palmo y medio en la tierra.
esta visión les cuenta, «Aquí, carilla (dice),»
mas llénenlo por burla me labren una iglesia
y á la niña aconsejan que sea de mi nombre,
que no lo diga á nadie. y lú irás luego en vela
í5o La santa juana — primera parte
á mi querida casa también bendita sea.
de Guadalupe, y lleva Juan. A la misa del alba
para sanar la mano nos llaman de la iglesia.
cuatro libras de cera.» Lab. i.° Pues vamos á la misa
Dijo, y volvióse al cielo, cantando todos.
dejando en el arena Lab. 2.° ¡Ea!
las plantas estampadas (Vanse cantando como al principio.)
que el pueblo adora y besa.
Sanaron los enfermos:
con los granos que llevan,
fué Inés á Guadalupe,
volvió la mano buena; ACTO SEGUNDO
labróse dentro un año
la soberana iglesia,
dejando la Cruz santa
del modo que antes puesta; ESCENA PRIMERA
setenta y seis milagros Salen Juan Vázquez, Juan Mateo y La Santa
la Virgen hizo en ella, llorando.
y entre ellos once muertos
cobraron vida nueva. Juan. De tu humildad y obediencia
Hicieron una casa jamás, hija, imaginara
ciertas devotas dueñas, mi gusto tal resistencia,
pegada con la ermita, á no mirar en tu cara
donde después se encierran, deste engaño la experiencia.
y de Francisco santo Siempre, aunque en vano, creí
el instituto y regla que, como en la cera, en ti
siguieron que su Orden mi voluntad se imprimiera,
quiso llamar Tercera. y que tu sí ó tu no fuera
Aquí la pastorcilla solamente mi no ó sí.
vino á ser Abadesa, Mas mi desengaño llega
que la virtud preciosa á ver hoy cuán poco puede
al que es humilde premia; un padre que á su hija ruega,
pero como es tan grande lo que callando concede
nuestra humana flaqueza, y con ese llanto niega.
perdióse la virtud, ¿Tú llorar, cuando ese susto
cayó Inés la primera, convertirle en gozo es justo
apostataron todas porque el mío consideras?
y el monasterio dejan; ¿Tú la hierba del sol eras
que el más perfecto es flaco, siempre siguiendo mi gusto?
y á Cristo Pedro niega. No te espantes si me espanto
Mas como siempre el justo en ver esta novedad,
levanta si tropieza cuando te entristece tanto
(que Dios la mano ofrece opuesta á mi voluntad
al flaco que da en tierra), con el no de un mudo llanto
Inés, arrepentida, que es justo mi sentimiento.
dió tan notable vuelta, Mateo. Sobrina: este casamiento
que admiran los rigores que os procuramos los dos
de su gran penitencia. es de la mano de Dios,
Murió tan santamente, y como mi hermano siento
que las campanas mesmas, las muestras dese pesar.
tañéndose, señalan Francisco Loarte es hombre
que Inés con Cristo reina. con quien nos podéis honrar;
Desde entonces, los pueblos mozo, rico, gentilhombre,
desta comarca y tierra y de su casa y solar
las nueve apariciones ha ennoblecido el valor
á Inés en Cubas hechas el César nuestro señor;
por la amorosa Virgen, y pues con su sangre hidalga
celebran y festejan quiere Dios que luzga y valga
con ofrendas devotas vuestro estado labrador,
piadosas novenas, no me parecen discretos
iste es todo el suceso
Es esos extremos.
y historia verdadera Juan. Verás
que me solía contar si te casas mil efetos
mi madre, que Dios tenga. de gusto, y más si me das
Mateo. ¿Vió el mundo mayor gracia? hidalgos y nobles nietos.
Bendita sea tu lengua; Yo he dado ya la palabra
la leche que mamaste á quien en el alma labra
ACTO SEGUNDO a5i
casa en que la tuya viva; el yugo fiero que dices
ella también le reciba cuando pretendes unir
y alegre sus puertas abra, tan desiguales cervices.
que si más lágrimas gasta Dame otro mejor estado
el sentimiento presente que te alivie del cuidado
y mis intentos contrasta, que suele quitar el seso
li amaréte inobediente; de un yerno mozo y travieso,
yo lo quiero y esto basta. jugador y mal casado;
Alza el rostro. que todo esto lo aseguras
Santa. ¿Cómo puedo con más noblé cautiverio
si la carga con que quedo que es el que darme procuras.
de la palabra que has dado, Méteme en un monasterio,
sobre los hombros me ha echado donde entre vírgenes puras
los peñascos de Toledo? se alegrará mi esperanza
Darme, padre, la sentencia si á Dios por su esposo alcanza
de mi muerte, y tus enojos y adquirirás nombre eterno.
tienen por inobediencia Padre: éste sí que es buen yerno
que llorando hablen los ojos sin pobreza, sin mudanza.
cuando calla la paciencia. En Santo Domingo el Real
Dios la muerte que mandó tengo una tía; la fama
darle su padre lloró, deste monasterio es tal,
pero no fué inobediente; que toda España le llama
pues si Dios la llora y siente, Paraíso terrenal.
¿he de ser más fuerte yo? Conmigo ha comunicado
Joan. ¿Casarte es matarte? mi tía el dichoso estado
Santa. Sí, de las monjas que allí viven,
que si es la libertad vida sin dote en él me reciben.
y esa la pierdo por ti, Dulce padre, padre amado,
muerta soy, tú el homicida. tío prudente, hoy los dos,
¿Quieres ver si esto es asi? me habéis de dar este nombre,
Pues del matrimonio advierte que no queréis, padre, vos
el nombre, substancia y suerte, darme por esposo un hombre
hallarás por testimonio cuando lo quiere ser Dios.
que si es cruz el matrimonio Mateo. Casi enternecido estoy;
el casarse será muerte. mil gracias al cielo doy
Luego mi muerte publicas que tan notable virtud
con el estado que á luz en tan tierna juventud
sacas, pues cuando le aplicas, ha puesto.
siendo el matrimonio ciuz, Juan. Tu padre soy;
me casas y crucificas. tu remedio he procurado,
Fuera de que no es igual no tengo hijos (como ves)
nuestro labrador sayal sino á ti; sola has quedado,
con su terciopelo noble, nietos quiero que me des,
y la palma con el roble ya mi palabra he empeñado.
juntaránse tarde y mal. Nunca acostumbro quebrallas
Es ligero el elemento las veces que llego á dallas,
del agua en su propia esfera, ni las hijas han de hacer,
como la pluma ó el viento, Juana, sino obedecer
pero si le sacan fuera en llegando á remediallas.
pesa, porque está violento.
En mi centro estoy, no quiera
quien en él me considera ESCENA II
que mi peso le derribe, Sale Lillo con galas de desposada en un azafate.-
que el pece en el agua vive DíCHOS.
y muere sacado fuera.
Yugo llaman los que miran Lili.o. Desde Madrid á Toledo
la vida de los casados con tal presteza he venido,
y en sus coyundas suspiran que pienso que me ha traído
justamente, pues atados otro artificio ó enredo
del tálamo el carro tiran. como el de Juanelo.
Mas, porque no sean mortales Juan. ¡Lillo!
las cargas que tantos males Lillo. Señor.
causan al siglo presente, Juan. ¿Y Francisco Loarte?
para tirar dulcemente Lillo. Mañana de lllescas parte
han de ser los dos iguales. más ligero que un novillo
Luego no te escandalices cuando le sueltan del coso.
si me vieres resistir Mateo. Prestarále amor sus alas.
252 LA SANTA JUANA — PRIMERA PARTE
Lillo. Yo vengo con estas galas entre las galas del mundo;
que envía el futuro esposo mas no hará (por más que puedan)
á mi sa Juana; un baúl mella en el bien que acaudalo,
queda abajo en el patín pues por malas os señalo,
donde viene un faldellín y alas que nos dais veneno,
de oro y damasco azul, decid lo que tenéis bueno,
que se le puede poner diré lo que tenéis malo.
la mujer de un Monseñor; (A los chapines.)
ropas de todo color, Vengamos al fundamento
cuyas colas pueden ser sobre que el mundo fabrica
cola canóniga, ó cola la máquina que edifica
de una cátedra perdida entre sus torres de viento.
de primavera florida; ¡Miren sobre qué cimiento
otra entera á la española. labra la hermosura humana
Probómela el sastre á mí, su presunción loca y vana!
y aunque con barbas, me estaba ¿Esto á la mujer no avisa
tan pintada, que pensaba que, si sobre corchos pisa,
que con la suya nací. por fuerza ha de ser liviana?
Tanto, que un gato aruñable, Con corcho el mundo os engaña,
viendo mi tallazo y brío, hermosuras españolas;
dijo enamorado: «mío», ved cuál os traerán sus olas
que fué un requiebro notable. en corchos si sois de caña.
En fin: tantas galas vienen, Loca soberbia de España
que cual novia se engreía que el mundo has vuelto al revés,
la muía que las traía. ¿con plata, que es tu interés,
Harte dellas se contienen coronas chapines vanos?
en este tal canastillo ¿Lo que afanaron tus manos
ó azafate; vuesarcé es bien que pisen los pies?
rompa muchas, porque dé Líbreme el cielo de estado
estrenas al señor Lillo. donde, como el indio necio,
Juan. Yo, Lillo, os las quiero dar he de dar el oro á precio
en nombre de Juana, mi hija; de corcho y papel pintado.
recebid esta sortija. Lástima tengo al casado,
Lillo. Déjete el cielo gozar que si es su honor la mujer
y ver choznos que á la puerta y en corchos la ha de traer,
te saquen, y á los reflejos peligrosos son sus fines,
del sol dejes nietos viejos. porque honor sobre chapines
Juan. Hija, poique se divierta á pique está de caer.
tu pena, las galas mira (A las cadenas.)
que tu esposo te ha feriado; Cadenas, si causa penas
que no hay tan grande cuidado vuestro aparente tesoro,
en la que llora ó suspira, hierro sois, que no sois oro,
ni con el gozo se iguala pues yerra quien no os condena.
de ver una gala nueva, Si hay prisión donde hay cadena
porque no hay tristeza á prueba y la prisión siempre es mala,
del mosquete de una gala. ¿quién por buenas os señala?
Mateo. Mucho a Francisco Loarte Vestidos que en el delito
debes, sobrina querida; de Adán fuisteis sambenito,
el ser desagradecida ¿del sambenito hacéis gala?
es crueldad. ¡Ay Dios, que en tal cautiverio
Juan. Quiero dejarte mi padre afligirme irate!
sola, que así mirarás El mundo es mar que combate
en la razón, que es tu espejo, con alas de vituperio.
cuán bien te está mi consejo Nave será un monasterio
y alegre le cumplirás. si el cielo el paso me allana.
Santa. ;Ay de mil Galas viles, no soy vana
Juan. ¿No vienes, Lillo? de vuestras galas, mi Dios,
Lillo. Cuando el sí nos hayan dado, me adornad y vestid vos.
vendrá ya más recatado (Caen las galas abajo, saliendo en sv
que capa en el baratillo. lugar un hábito de monja de San Fran
cisco.)
(Vanse, dejan las galas.)
Voz. (Dentro.) Estas son mis galas, Juana.
ESCENA III Santa. ¡Ay cielos! ¿Qué es lo que he visto?
Una voz divina oí
Queda La Santa sola. y un saco pobre está aquí.
Bien acompañados quedan ¿Cómo el contento resisto?
los males en que me fundo Estas son galas de Cristo
ACTO SEGUNDO 253
y de Francisco librea, se tiene el disimularlas
Santo en quien Dios hermosea que, por vengarse, sacarlas
las llagas con el carmín, al qué dirán de la gente.
que el alado Serafín Marco. Eres, en fin, más discreto
en vuestras carnes emplea. que yo; buena es tu cautela.
Con tan soberana gala, Muera el que mi afrenta vela
¿qué hermosura no tendrá y esté mi agravio secreto.
el alma que os sigue ya Ven, y templarán mi furia
y por vuestra se señala? tu presencia y mi esperanza,
Este cordón será escala que no hay bastante venganza
con que desde el alboroto cuando es pública la injuria.
del mundo el cielo, aunque ignoto, (Vanse)
y su gloria meta á saco,
que aunque está roto este saco
no le echaré en saco roto. ESCENA V
El monasterio sagrado Salen Melchor, Julio y Fabio.
de la Cruz, Francisco mío,
es vuestro y en él confío Melch. ¿Hay tormento como un viejo,
escapar del mundo á nado; Julio, para un hijo mozo?
ya el cómo y cuándo he pensado, Si esta noche no la gozo
aseguradme el camino, la mejor ocasión dejo
Seráfico peregrino, que el amor me puede dar.
que dándome vos favor Julio. ¿Vívese Marcela allí
hoy tiene de hacer amor adonde fué Troya?
un disfraz á lo divino. Melch. Sí.
(Vase y lleva el hábito.) Julio. Pues bien, ¿y hemos de tornar
á saltar tapias huyendo
de la justicia?
ESCENA IV Melch. Eso fué
Salen Marco Antonio y Ludovico. una vez.
Julio. De allí quedé
Ludovic. Infórmate tú mejor, escarmentado. No entiendo
que hoy lo he venido á saber. que nos conviene; Melchor,
Marco. ¿El hijo del mercader? busca en Toledo otra dama,
¿El estudiante Melchor? que peligra así la fama
Ludovic. Esc fué el mismo que viste y honra de doña Leonor,
saltar la noche pasada que vive junto á su casa,
de tu casa ya escalada y piensa la vecindad
la pared. que rondas más su beldad
Marco. ¿A quién lo oiste? que á Marcela.
Ludovic. A quien ha visto rondalle Melch. I'onme tasa.
(hechos de tu agravio jueces Julio. Si sucediese saltar
los vecinos muchas veces) otra vez por sus paredes,
estas puertas y esta calle. y te vieren, ¿cómo puedes
Pues no sabe que has venido después, Melchor, restaurar
nadie á Toledo, tu agravio el nombre y reputación
puedes vengar como sabio que en dos años ha adquirido
antes de ser conocido. ausente de aquí el marido?
Aguárdale hasta que salga Melch. Comiénzame á hacer sermón.
á rondar como acostumbra, Yo cumpliré el gusto mío;
cuando al Indio el sol alumbra, tema, Julio, el que es cobarde;
y entonces, sin que le valga mi padre se acuesta tarde
fuerza ni industria, podrás después que está aquí mi tío,
dándole muerte vengarte y á mi prima intenta dar
y luego á Madrid tornarte, nuevo estado y nuevo dueño.
desde donde volverás Vestiréme al primer sueño,
dentro de un mes á Toledo, que aunque me obliga á acostar
fingiendo que entonces llegas dentro su mismo aposento
de Sevilla. desde que mi inquietud sabe,
Marco. ¡Ay, honras ciegas, de la puerta tengo llave.
que siempre os combate el miedo! Fabio, por darme contento,
Dime: ¿no será mejor en la sala más afuera
darlos muerte juntos? podrá dejarme el vestido
Ludovic. Eso de color.
será pregonar su exceso. Julio. Tú estás perdido.
En cosas de honra, señor, Melch. Podré, en fin, desta manera,
por menos inconveniente sin que mi padre lo sienta,
254 LA SANTA JUANA —PRIMERA PARTE
salir en tu compañía, Celia. No será difícil cosa
si gustas. hablarle.
Julio. Yo gustaría Leonor Ven y haré prueba
que comieses sin pimienta del fiero mal que me abrasa,
esta trucha salmonada. que si vivió con sosiego
Melch. Julio: eso ya es flaqueza. mi fe, los celos son fuego
Julio. Quiébrate tú la cabeza, que echan al dueño de casa. (Vanse.)
que debes tener guardada
otra en el arca.
Melch. Yo iré ESCENA VII
con aviso. Sale la Santa vestida de hombre.
Julio. Y yo contigo.
Melch. Fabio: el vestido que digo La esposa que en los cantares
esta noche. herida de vuestro amor
Fabio. Así lo haré. (Vanse.) (divino esposo y señor)
por tan diversos lugares
os busca, me hace atrever
ESCENA VI á que, disfrazada en hombre,
Salen Doña Leonor y Celia, criada. ni elser de noche me asombre,
ni ef temor que en la mujer
Leonor. ¿Mi esposo en Toledo? es natural, la ley guarde
Celia. Así del miedo que ya he rompido,
me lo han dicho. porque amor hace atrevido
Leonor. Loca quedo; el animal más cobarde.
¿Marco Antonio está en Toledo? Casarme quieren, mi Dios,
¿Mi esposo, sin verme á mí? siendo cosa reprobada
¡Ay, cielos, qué puede ser! el ser dos veces casada
No, Celia; mentira ha sido. y siendo mi esposo vos.
Celia. Yo así lo hubiera creído Ya conozco vuestros celos,
si no hubieran visto ayer no os los quiero, mi Dios, dar;
á Ludovico, señora. mi padre quiero dejar,
¿No ha un mes que desembarcó que con humanos desvelos
en Sevilla y te escribió me impide el bien que publico,
que vendría por ahora? y por un mortal esposo
Pues quien le vió en la ciudad un divino y poderoso
bien le conoce. me quita inmortal y rico.
Leonor. ¡Ay de mi, Sólo vuestro amor me cuadre,
Celia, si eso fuese así! que si á mi padre dejé,
Alguna gran novedad en vos, mi Cristo, hallaré
sin duda debe de haber. Rey, Señor, Esposo y Padre.
1 Ay sospechas! vuestro miedo El vestido de mi primo
comienza. iQue esté en Toledo en hombre me ha disfrazado;
y no vea á su mujer! la diligencia y cuidado
¿No era doña Leonor importa, ya que camino,
de su honesto amor la fragua? y del sol la clara luz
Mas ha pasado mucha agua á la noche ha dado treguas.
y habrase anegado amor. No hay más de cinco ó seis leguas
Celia: ¿qué puede ser esto? desde Toledo á la Cruz,
Celia. Según lo que ha sospechado donde el instituto santo
quien el recato ha notado del Seráfico pastor
con que anda, es manifiesto tiene de abrazar mi amor.
que alguna mujer le hechiza Vamos, pues; mas ¡ay, qué espanto!
en Toledo. Grillos me pone á los pies.
Leonor. ¡Ay, amor ciego! ¿Qué dirá el mundo de mi?
Apagó el mar vuestro fuego, Si me sigue y halla así
llevóse el viento en ceniza mi padre, ¿creerá después
el rescoldo que su fe que servir á Dios ordeno,
prometió conservar vivo. ó que con tan nuevo traje
¡Pobre de mí, que recibo voy á afrentar mi linaje
celos de lo que aún no sé! — roto á la vergüenza el freno?
Celia: á mí me importa hablar ¿Qué dirán los que en tal talle
aquese hombre. tuvieren de mí noticia?
Celia. ¿Para qué? ¿Y qué dirá la justicia
Leonor Dél dónde acude sabré si así me topa en la calle?
mi esposo, y en qué lugar Honra: ¿qué dirán de vos?
vive esta Leucote nueva Mas ¿por qué mi temor fundo
de quien soy, Celia, celosa. en el qué dirán del mundo
ACTO SEGUNDO 255
si el mundo dejo por Dios? Ludovico.
No seré yo la primera Toledo al menos á tu esposa llama
que con varonil vestido Penélope española en esta ausencia.
busqué á Dios; oiras ha habido
que abrieron esta carrera. Marco Antonio.
Una Eugenia en traje de hombre No han hecho como yo ellos la experiencia.
su casa y padres dejó, Ludovico.
y con los monjes vivió,
mudando en Eugenio el nombre; Bien puede ser que mi señora ignore
de modo, que de su vida sus injurias, y dé alguna criada
es la mia imitadora. al que te agravia así en tu casa entrada,
¿No fué una santa Teodora que á ser doña Leonor mujer liviana,
por hombre también tenida, saliera tu enemigo por la puerta,
hasta que después de muerta pues sin saltar pared la hallara abierta.
el mundo la conoció? Marco Antonio.
¿Por qué he de ser menos yo? ¿Cómo puede eso ser, si al saltar dijo:
Cerraré al temor la puerta, «Por Dios, que es bella moza, y que el marido
que el amor haga esta hazaña. dejó á riesgo un buen talle?» Estoy perdido.
En Hazaña me dió el ser Aquí, amigo, cualquier discurso cesa;
Dios: hazañas he de hacer; no hay disculpa bastante; Melchor muera,
mas ¡ay cielos! ¿si me engaña que sola esta disculpa mi honra espera.
mi loca imaginación?
Una mujer que es espejo
de su honor, sin más consejo, ESCENA IX
sin más consideración,
Salen Doña Leonor de hombre y Decio como de no
¿tiene de dejar asi
su fama? ¿No puedo yo che.— Dichos.
ponerla á riesgo? Sí... no...
pues... volveréme... no... si... Doña Leonor.
Y si mi padre me casa, Desde el mesón donde encubierto posa
¿heme de ir de noche obscura? le sigo recelosa de mis daños,
Esta es gran desenvoltura; que amor todo es engaños. Decio amigo,
Juana, volvamos á casa. á la paga me obligo del cuidado
Poco importa que te ensayes, y aviso que me has dado.
amor, pues no te resuelves. Decio.
(Quiere entrarse y detiénela ef Angel de
la Guarda.) En esta casa
vive por quien se abrasa, que esta tarde
Angel. Tente, Juana. ¿Dónde vuelves? hizo su amor alarde, preguntando
Esfuérzate, no desmayes. (Vase.) quién la honraba habitando estas paredes.
Santa. ¡Jesús! qué notable fuerza
(Señala á Marco Antonio.)
sin ver a nadie he sentido Tu Marco Antonio es, puedes por tus ojos
que la vuelta me ha impedido! ver claros tus enojos y recelos.
La voz sonora me esfuerza;
ánimo cobro ya nuevo. Doña Leonor.
Eterno esposo, ya os sigo, ¿Que este es mi esposo? ¡Cielos! ¿Desta suerte
que, pues os llevo conmigo, mi amor se paga?¿Es muerte al fin la ausencia?
suficiente guarda llevo. (Vate.) Ya miro la experiencia de mis daños;
firmeza dedos años combatida
de la ocasión, ¿se olvida deste modo?
ESCENA VIII Decio, piérdase todo. (Da voces.)
Decio.
Salen Marco Antonio y Ludovico de noche.
No des voces.
Marco Antonio. Doña Leonor.
Si saliese de noche, Ludovico, Si mi rabia conoces, ¿qué te asombras?
el adúltero infame que me afrenta, Noche: que en viles sombras favoreces
verás de mis agravios la venganza traidores, bien pareces que te abscondes
satisfecha en mi honra mi esperanza. del sol, pues correspondes á quien busca
Ludovico. la obscuridad que ofusca obligaciones.
Estrellas: que á ladrones dais amparo;
No creyera jamás lo que la noche cielo con el sol claro que está ausente;
que vimos dar asalto á tu honra y casa luna: un tiempo creciente, ya menguante,
sucedió. á su amor semejante en la mudanza;
Marco Antonio. paredes: que en venganza de la fama,
con que el mundo me llama roca firme,
Amigo, allí mi honor se abrasa. ¿queréis por afligirme que os adore,
256 LA SANTA JUANA — PRIMERA PARTE

mi esposo, porque os llore quien os mira, de una pared, dió asalto á mi sosiego;
calles en quien ya tira mi locura vi que se alabó luego haber triunfado
piedras, que piedra dura no enternece de ti y de mi cuidado. A tus paredes
el mal que me enloquece? Gran Toledo, preguntar quién es puedes, quien procura
en cuyos libros quedo eternizada entrar de noche obscura; mas si agora
por noble, por honrada, por coluna á sus puertas, traidora, te he cogido,
del honor. Cielos, luna, sol, estrellas, ¿por qué á mi enojo impido la venganza?
paredes, rejas bellas, calles, puertas,
mis sospechas son ciertas, mis recelos, Doña Leonor.
mis tormentos, mis celos no hay sanarlos; ¿Disculpas tu mudanza de esa suerte?
cosa es el aumentarlos ya forzosa. Esposo ingrato, advierte que en defensa
de mi fama no piensa mi respeto
Decio. mostrársete sujeto, aunque te llame
¡Señoral mi marido. El infame que dijere
Doña Leonor. (séase quien se fuere) que mi casa
Ved si es cosa que se calle, los límites traspasa que el honesto
cuando ronda la calle donde habita amor en ella ha puesto, y que por obra
quien mi tormento incita; ved si el hombre ó pensamiento cobra detrimento
es bien que tenga de mudable el nombre. mi fama, miente.

Marco Antonio. Marco Antonio.


¿Qué voces serán éstas? ¿No es Leonora ¿Miento yo que he visto
la que se queja, llora y grita, cielos? tu liviandad?
¿Si llora infames celos del que ha sido Doña Leonor.
mi deshonra? Perdido estoy, ya es cierta Si asisto en este traje
mi sospecha. ¿A su puerta y á tal hora no es per hacer ultraje á lo que debo.
dando voces Leonora? Amigo, muera Decio diga si es nuevo en mí este exceso,
quien me ha ofendido. que por tal le confieso. Yo he sabido
que á Toledo has venido (aunque encubierto)
Ludovjco.
por los amores muerto de una Circe
Espera. (que así puede decirse quien te abrasa),
Marco Antonio. y viendo que tu casa así olvidabas
El cadahalso y á mí me despreciabas, te he seguido
será esta calle. con Decio, que ha sabido tus quimeras.
Si disculparme esperas con culparme,
Doña Leonor. armas tengo; vengarme en ti confío,
¡Ah falso! ¿Esto has traído que por el honor mío, al propio esposo
de las Indias que han sido tu Leteo? mataré.
Con sus bárbaros veo que recibes Marco Antonio.
sus ritos. ¿Qué caribes han trocado
aquel amor pasado, que envidiaban ¡Ay, engañoso cocodrilo!
cuantos la paz miraban, en que unidos, las riberas del Tajo has vuelto en Nilo.
ejemplo de maridos Marco Antonio
eras y testimonio? Pero miente ESCENA X
quien tal afirma, y siento que aquél era Salen Jumo y Fabio. —Dichos.
acero. Tú eres cera y frágil caña.
¿Tú en España, en España? ¿Tú en Toledo Fabio.
sin ver tu casa, y puedo persuadirme Dejéle como digo en el retrete
que eres amante firme? de la sala de afuera aderezado
Marco Antonio. el vestido que saca cada noche;
¡Ah, vil mudable! levantóse, y buscándole, no pudo
Nombre de variable me das, cuando hallarle, ni yo sé quién le ha tomado;
por verte, atropellando inconvenientes en fin, que se volvió á la cama haciendo
tantas provincias, gentes, tantos mares extremos y locuras de un furioso.
pasaron mis pesares; cuando, ingrata, Julio.
al Potosí su plata, al mar sus perlas No vi en mi vida cuento más donoso.
hurté, para ofrecerlas á tu gasto,
viniendo al tiempo justo de dos años Marco Antonio.
(que son destos engaños larga tasa) Leonor: aquí no bastan las disculpas;
y llegando á mi caso vi... Ludovico lo vió, no hay engañarse
tantos ojos. Melchor, el estudiante
Doña Leonor. hijo del mercader, por tus paredes
¿Qué viste? entra de noche y sale; esto es sin duda.
Marco Antonio. Julio.
Que con tu fama diste y casto nombre ¿Quién nombra aquí á Melchor? Escucha, Fa-
en tierra. Vi que un hombre con un salto [bio.
ACTO SEGUNDO 257
Marco Antonio. y echemos á los celos esta culpa,
Hoy moriréis los dos. que no en balde los pintan con un ojo,
y el otro ciego, porque vean á medias
Julio. y engañan como á mi me han engañado.
En el engaño
he caído. Melchor fué venturoso Doña Leonor.
en que le hurtasen el vestido, y este Ya todo lo daré por bien empleado.
es de doña Leonor esposo caro,
que ya ha venido de Indias, y la noche
que en casa de Marcela la justicia
le obligó á que saltara sus paredes, ESCENA XI
nos vió sin duda; miren si saliera Sale Un Criado.—Dichos.
Melchor, ¡cuán venturoso hubiera sido!
Criado.
Fabio.
¡Gran desgracia!
Dióle la vida quien le hurtó el vestido.
Marco Antonio.
Julio.
¿Qué es esto?
Desengañarle, Fabio, es lo que importa.
¡Ah caballero! ¿Hay paso seguro? Criado.
Marco Antonio. Fabio.
Si dice antes el nombre. Fabio.
Julio. Amigo.
Que me place. Criado.
Julio me llamo y es un grande amigo Juana, sobrina del señor, la hija
del señor Marco Antonio. de Juan Vázquez, aquella que en Hazaña
Marco Antonio. tantas señales dió de virtuosa,
esa falta de casa.
No hay ninguno
aquí con ese nombre. Fabio.
Julio. ¿Cómo?
Yo lo creo, Criado.
pues por sí ó poi no, desengañaros Viendo
quiero de una sospecha que os aflige. que la forzaba el padre á que tan niña
Melchor (de quien tenéis esos recelos) se casase, esta noche se ha ausentado,
no os ha ofendido, ni hay en toda España y á lo que dicen disfrazada de hombre;
quien se atreva á rendir la fortaleza porque el vestido que Melchor tenía
que vuestra esposa bella ha conservado de color, no parece.
el tiempo que en Toledo os lloró ausente.
Lo que ha pasado es esto: Melchor trata Julio.
con una dama que pared en medio Eso es sin duda,
de vuestra casa vive, cuyo nombre y hale valido el dar al primo vida,
es Marcela. Una noche tuvo aviso que á dejarle, ya estuviera muerto.
la justicia que estaban los dos juntos; Criado.
entró á buscarlos y Melchor subióse
á una azotea, desde donde viendo Su padre está sin seso, su tío loco,
que le seguía un alguacil, fué fuerza y todos imaginan que se ha ido
saltar un tejadillo vuestro, y luego al monasterio de la Cruz, dos leguas
dél á la calle. Examinad si es cierto de Illescas, á ser monja, que así dijo
del alguacil Ayuso, y dad mil gracias lo había prometido.
á Dios y á vuestra esposa que merece Fabio.
otro nombre mejor del que os parece. Pues ¿qué intentan?
Marco Antonio. Criado.
Amigo Julio: ¿es cierto lo que dices? Todos van en su busca.
Julio. Fabio.
Yo acompañé á Melchor aquella noche. Y yo ¿qué aguardo?
Marco Antonio. Julio.
Quitó á mi amor tu aviso las tinieblas Extraordinarias cosas hemos visto
de celos que eclipsaban mi sosiego. en breves horas.
Como el que duerme y tiene pesadilla,
desde que entré en Toledo, Julio, he estado; Marco Antonio.
despertásteme; en fin, ya he sosegado. Vamos, Julio, amigo,
Dame esos brazos, cara y dulce esposa, á mi casa, que quiero regalaros
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA.—TOMO II '7
258 LA SANTA JUANA— PRIMERA PARTE
y que sepáis por experiencia el gusto ya de pies, ya de cabeza.
que causa amor después de largos celos. Estaba sobre un tablero
una gran vasija llena
Julio. de agua con muchas tazas;
Como el sol tras las nubes en los cielos. lleguéme allá, pensé que era
(Vanse.) pila del agua bendita,
metí la mano derecha
mojando el dedo meñique
ESCENA XII y salpiquéme las cejas.
Salen Francisco Loarte y Lillo de camino. Estaba allí una mujer
más gorda que una abadesa,
Lillo. La alegre conversación cura de aquella parroquia
facilita la molestia una sobrepelliz puesta
del camino; hablemos, pues, ó devantal remangado,
que aunque no hay másdeseis ieguas y recogiendo la ofrenda
de aquí á Toledo, me cansa dada al San Martín divino
el verte que en todas ellas que estaba sobre una mesa,
por contemplar á tu esposa y debía de haber dado
no has despegado la lengua. á otro pobre la otra media
Franc. ¡Ayl que estas seis leguas, Lillo, capa, porque estaba en cueros,
me han parecido seiscientas, dijo la mujer: ¿No llega,
según el amor da prisa hermano? Ya voy, la dije.
al alma que nunca llega. Saqué de la faldriquera
Mas ya que en conversación medio real (que no doy menos
quieres que las entretenga, en limosnas como aquéllas)
vuelve otra vez á contarme y tomando una medida
de mi esposa la belleza, me dió de sus propias venas
cuando las joyas la diste San Martín la blanca sangre
y la sabrosa respuesta que hace hablar en tantas lenguas.
que te dió su viejo padre, Proseguí con mi camino.
ya que la casta vergüenza Franc. Saldrías de la taberna
de mi Juana enmudeció. como sueles.
Lillo. De todo te he dado cuenta Lillo. ¿Cómo suelo?
dos veces. Calzadas con cinco suelas
Franc. No seas pesado. las tripas, en fin, llegué '
Lillo. Contarételo quinientas. en cas de tu suegro.
Llegó la señora muía Franc. Espera.
con su badulaque á cuestas Lillo. ¿Qué hay de nuevo?
y el señor Lillo á las ancas Franc. A pie y corriendo
hasta la espaciosa vega. me parece que se acerca
Apeóse allí mi merced, un muchacho hacia nosotros.
y cuando llegué á la puerta Lillo. Pues bien: ¿será cosa nueva
de Visagra, alcé los ojos ver correr á un caminante?
y vi el aguilucho en ella Franc. No, mas la sangre me altera
con sus dos cabezas pardas, su vista.
y haciendo una reverencia Lillo. Pues ¿qué imaginas?
dije: salve, pajarote Franc. Nada; sepamos qué priesa
de toda rapiña reina. le obliga á que así camine.
Entré por la calle arriba Lillo. Sepamos en hora buena.
y á poca distancia, cerca
de un barbero, vi una casa
que, aunque algo baja y pequeña;
el olor que despedía ESCENA XIII
me confortó de manera Sale La Santa vestida de hombre. — Dichos.
que me obligó á preguntar
si algún santo estaba en ella. Santa. Mi Dios: alas me habéis dado
Respondióme uno: aquí vive con que como el alma vuela,
San Martín. Hinqué en la tierra el cuerpo que de los lazos
las rodillas y creí del mundo se desenreda.
sin duda que era su iglesia. No siento cansancio alguno;
Todo un Domingo de Ramos pero quien el yugo lleva
vi encima de una carpeta de vuestra ley, Cristo mío,
á la entrada, y dije: aquí no se cansa, que no pesa.
fiestas hay, pues ramos cuelgan. Franc. ¡Válgame el cielo! ¿qué veo?
Entré muy devoto dentro, Lillo: ¿mi Juana no es ésta?
v¡ mil danzantes en ella Sí, que el retrato del alma
de capa parda bailando, su imagen me representa.
ACTO SEGUNDO 25o.
LlllO. Yo ser tu esposa jurara, ESCENA XV
á no tener por quimera
que mujer tan recogida Salen Juan Vázquez y Juan Mateo — Dichos
a tal locura se atreva.
Franc. Mi querida esposa es, Lillo, Juan. Primero que monja sea
prenda de mis ojos bella. bañaré estas canas blancas
¿Adónde vais de ese modo? en la sangre de sus venas.
Santa. ¡Ay Dios! ¿qué desdicha es ésta? Mateo. Todo esto merece, hermano,
Perdida estoy, dulce esposo. quien quiere casar por fuerza
Si corre por vuestra cuenta sus hijas.
el volver por vuestro honor Juan. O ha de hacer
y yo soy esposa vuestra, lo que yo la mando, ó muera,
libradme deste peligro, pues no obedece á su padre.
que ha visto el lobo la oveja, Mateo. Si por Dios los hombres deja,
y si no me guardáis vos jquién la podrá persuadir
os ha de quitar la presa. a casarse?
Franc. Dadme, mi esposa, esos brazos, Juan. La obediencia.
seré venturosa hiedra Franc. ¿No es éste Juan Vázquez, Lillo?
de tu cuello. Lillo. Juan Vázquez parece; llega
y agárrale, no se vaya,
(Va á abrazarla, hace que no la ve, ni
que el diablo se regodea
Lilla tampoco.)
con nosotros y se burla.
Lillo. ¡Ay tal sucesol Juan. ¡Hijo!
Franc. ¡Juana mia!, más ¿qué es della? Franc. Señor.
Lillo: ¿qué se hizo mi bien? Juan. Si deseas
Lillo. No sé pardiós; ó lo sueñas, cobrar tu esposa, mis pasos
ó estoy cual suelo borracho, sigue.
6 hay brujas en esta tierra. Franc. ¡Ay Diosl, pues ¿quién la lleva?
Ella se ha vuelto invisible. Juan. El deseo de ser monja
Franc. Cara esposa: ¿así me dejas? le dió atrevimiento y fuerzas
Santa. Mi Dios: bien sabéis burlaros para disfrazarse de hombre.
dé quien ofenderos piensa. En la Cruz tomar intenta
Aquí estoy y no me ven; el sayal de San Francisco,
voime, pues los ojos ciega mas no hará lo que desea
mi esposo destos perdidos. mientras mis miembros cansados
A fe, divina clemencia, tengan vida. Ven, ¿qué esperas?
que hacéis muy buen guarda damas. Franc. No ha un instante que la vimos
(Vase.) Lille y yo de esa manera.
Juan. ¿Cómo no la detuvistes?
Lillo. Jugó á la gallina ciega
ESCENA XIV con nosotros, y acogióse
invisible.
Mateo. En su defensa
Dichos, menos La Santa.
lleva á Dios, ¿qué mucho?
Juan. Vamos.
Franc. Mi bien, mi querida prenda: Franc ¡Ay, Lillo, mi muerte es cierta!
¿qué es esto? ¿adónde te has ido? (Vanse.)
Dame esos brazos, no seas
cruel conmigo. ESCENA XVI
(Va á abrazar á Lillo.) Sale La Santa de hombre.
Lillo. ¡Arre allá!
¿Adónde diablos te pegas? Esta es la casa divina
¿A mí los brazos? ¿No ves de la Cruz, en testimonio
que soy hembro y no soy hembra? que la cruz del matrimonio
Franc. ¡Válgame el cielo! ¿Qué es esto? que darme el mundo imagina
Lillo. Señor: ¿si acaso las setas menosprecio por la luz
que comimos nos han vuelto que la cruz de Dios me da,
boca abajo las molleras? y así mi nombre será
¿Qué Urganda nos ha encantado de hoy más Juana de la Cruz.
para enseñarnos quimeras Vuestras paredes sagradas
semejantes? Si has leído beso, casa santa y rica,
á Urganda, ¿no se te acuerda fiues dentro de vos fabrica
del anillo de Brunelo as piedras vivas labradas
con que Angélica la bella Dios, á poder de las llamas
se hacía invisible? Par Dios que el mundo en mi pecho ha visto,
que si tú Orlando ser piensas porque aquí tiene mi Cristo
que te la ha dado á mamar. el cuarto real de sus damas.
260 LA SANTA JUANA— PRIMERA PARTE

Quiero entrar, Francisco santo, Maestb ¿Vos mujer?


donde con vuestra librea Santa. Este disfraz
compuesta el alma se vea, de mi casa me destierra,
y aunque no merezco tanto donde el mundo me hizo guerra,
hacéis vos mi dicha cierta, y vengo á buscar la paz.
pues os tengo por patrón; A Dios, vuestro esposo, madre,
quiero ir á hacer oración, di de mi dueño el renombre;
pues está la iglesia abierta. quiso después, con un hombre,
(Al tiempo que quiere entrar cantan que me casase, mi padre;
dentro.) y por último remedio,
{Cantan.) Norabuena venga con el vestido que veis,
Juana á mi casa, vengo á que ayuda me deis.
que la tierra se alegra Atrevido ha sido el medio;
y el cielo canta. mas Dios, que todo lo allana,
Santa. Músicos divinos: los estorbos allanó
si mercedes tantas que el demonio me ofreció.
hace vuestro dueño Abadesa ¿Cómo es vuestro nombre?
Santa. Juana.
á sus desposadas,
dichosa mil veces Maestr. Este es el mismo que el cielo
y rica otras tantas con regocijos festeja.
la que sus deseos Abadesa. Aunque confusa me deja
le ofrece y consagra. y con notable recelo
(Cantan.) Entra á desposarte el veros, hija, llegar
con Dios, que te aguardan de ese modo, la intención
de Francisco santo puesta ya en ejecución,
las humildes galas. es digna de ponderar.
Santa. Temo justamente El alma me pronostica
conforme á la traza las virtudes que encubrís
y traje en que vengo con que á enriquecer venís
que mis esperanzas esta casa, que estáis rica
no sean admitidas. de los bienes celestiales
Virgen soberana: que en ella son menester.
pues por Madre os tengo, Hoy os hemos de poner
allanad la entrada. las estimadas señales
(Cantan.) Paloma escogida: que Francisco nos dejó
tu esposo te llama á las esposas de Cristo.
para aposentarte Santa. ¿Cómo el contento resisto?
dentro de su alma. ¿Cómo el gozo no salió
a agradecer tanto bien
por la boca y por los ojos?
ESCENA XVII Ya cesaron mis enojos;
cesó mi temor también.
Salen La Abadesa y la Maestra de Novicias.—
La Santa.
ESCENA XVIII
Abadesa. ¿Qué música celestial
con maravilla tan nueva Salen Juan Vázquez, Juan Mateoy Francisco
nuestros sentidos se lleva Loarte.— Dichas.
tras sí?
Santa. ¡Dichoso sayal, Juan. Aquí sin duda ha de estar;
cuyas entretelas son porque en este Monasterio
la seda y brocados finos intentó desde la cuna
de favores tan divinos! ser monja. Permita el cielo
Ensánchese el corazón que mi presencia la obligue
con tan venturoso estado. á que, mudando deseos,
Maestr. ¡Oh música soberana! no me dé triste vejez.
¿Quién puede ser esta Juana Franc. Comadme los dos por muerto
á quien el cielo ha cantado sí no quiere ser mi esposa.
motetes de su venida? Mateo. Aquí está en el traje mesmo
Santa. Esta la prelada es que sospechamos en casa
deste convento. —Esos pies cuando salió de Toledo.
en quien consiste mi vida Juan. ¿Qué es esto, hija de mis ojos?
bese mi boca. Franc. Dulce esposa: ¿cómo es esto?
Abadesa. Señor: Mateo. Sobrina: ¿asi nos dejáis?
alzad; ¿eso habéis de hacer? Juan. ¿Las canas de un triste viejo
Santa. Una mísera mujer que te dió el ser y la vida
os pide gracia y favor. desprecias? El corto tiempo
ACTO SEGUNDO 2ÜI

que he de vivir, hija Juana, ha de librarme esta vez;


¿es bien que viva muriendo? cordón: sed vos mi remedio.
No me dió más hijos Dios; ¿No sois vos embajador,
contigo vivía contento; Francisco, de Cristo mesmo,
en ti á tu madre miraba y el rey de armas de su casa,
por ser tu rostro su espejo. pues en vos las suyas vemos?
Tú eras, si estaba triste, De casa de embajadores
mi regalo, mi deseo, no sacan á ningún preso;
mocedad de mi vejez, pues defendedme, Francisco,
de mi enfermedad remedio. que os quiebran los privilegios.
¿A quién dejaré mi hacienda Maestr. ¿Hay más virtud en el mundo?
si me dejas y te dejo? Abadesa No quiera el piadoso cielo
Mi muerte es cierta sin ti, que de nuestra casa salga
pues vivo porque te veo. el tesoro que tenemos.
Hija, compañera, madre, Mateo. Hermano: volved en vos,
que esto y más contigo tengo, dejad injustos extremos.
¿tu padre quieres matar? Dios por suya á Juana escoge;
¿este pago será bueno? Dios quiere ser vuestro yerno.
Mateo. Sobrina: mirad que Dios ¿Queréis vos ir contra Dios?
quiere se haga el mandamiento Juan. No sé quién me ablanda el pecho
de los padres, y que os manda y su dureza derrite;
que le obedezcáis al vuestro. pero el amor todo es fuego.
Casada podéis servirle, No quiero á Dios ofender;
que en el dulce casamiento suyo es todo cuanto tengo;
del matrimonio mil santos sírvase con todo Dios,
os pueden servir de ejemplo. pues ya lo mejor le entrego.
Franc. Esposa del alma mía, Mi bendición y la suya,
reina de mis pensamientos, hija, os alcance.
mira que yo te di el alma; Santa. Ya beso
por el alma ó por ti vengo. esos pies, agradecida.
Si mis quejas no te obligan, Franc. ¡Ay, Dios: cuán vanas salieron
si no te ablandan mis ruegos, mis marchitas esperanzas!
en tu presencia he de darme Maestr. Sosegad, señor.
la muerte, que estoy sin seso. Franc. No puedo
Mi hacienda, mis padres nobles ni podré mientras que viva.
están, los brazos abiertos, Abadesa . Vamos, hija, y os daremos
aguardándote en Illescas; el hábito venturoso
¿por qué con tal menosprecio de Francisco.
quieres que mi muerte lloren? Santa. Mi contento
Santa. Padre: á Dios por padre tengo; se cumplió de todo punto.
tío: Dios solo es mi tío; Abadesa . Para que se cumpla el vuestro
Dios es mi esposo y mi dueño; esperad todos un rato,
Francisco Loarte: aquí y veréis á Juana presto
determino morir; esto adornada con las galas
os tengo de responder. de su desposado eterno.
Dios lo quiere y yo lo quiero. (Vanse las tres.)
Juan. Eso no; no quiere Dios
que á tu mismo padre viejo
mates, siendo tú el verdugo. ESCENA XIX
Madres: perdonad si os llevo
lo que es mi hacienda por fuerza. Dichos, menos La Santa, La Abadesa y La Mabstra
(Quiere llevarla por fuerza y La Santa de Novicias.
se abraza á las monjas.)
Abadesa. Señor: resistir al cielo Juan. Señor Francisco Loarte:
es pecado. aquí el más sano consejo
Juan. Has de venir, es ver que, si Juana os deja,
ó haré locuras y excesos. no es por otro hombre del suelo,
Santa. Madres: ¿así me dejáis? sino por Dios; ya lo veis
Mi Dios, mi esposo, si es cierto las ventajas que os ha hecho
que son de los malhechores Dios, vuestro competidor.
sagrado asilo los templos, Franc. Dejadme, que no hay consuelo
¿por qué á mí no han de valerme? que mis tormentos aplaque.
En sagrado estoy, ¿qué es esto? Mateo. ¿Cómo un hombre tan discreto
Mi Dios: Iglesia me llamo. asi se deja llevar
¡Aquí del Rey y del cielo, del tropel de sus deseos?
que de la Iglesia me sacan! Franc No puedo más, que estoy loco.
Francisco: el hábito vuestro Pues mi esposa hermosa pierdo,
2t)2 LA SANTA JUANA—PRIMERA PARTE

piérdase con ella todo: Maestr. ¡Hay tal ángel!


fuera vida, fuera seso: Abadesa. Es un cielo.
huyan los hombres de mí. (Vanse las dos. )
Juan. Sosegaos.
Franc. Soy el infierno,
¿cómo queréis que sosiegue? ESCENA XXIII
Huid de mí: ¡fuego, fuego! (/««.)
La Santa; luego Santo Domingo y San Francisco.

ESCENA XX Santa. Mi Dios: de casa soy ya;


ya los huéspedes se fueron,
Dichos, menos Francisco de Loarte. aquí siempre ha de durar
Mateo. ¡Qué lástimal el pan de la boda eterno.
Juan. Sabe Dios ¡Qué dello os he de servir!
lo que su desdicha siento; ¡Qué palabras, qué requiebros
mas El lo remediará, os piensa decir el alma!
pues por su causa se ha hecho. Mas ¡válgame Dios! ¿qué es esto?
Música arriba y aparécense entre unas
nubes Santo Domingo y San Francisco con
ESCENA XXI sus llagas.
S. Franc. ¿Conócesme, hija mía?
Salen La Abadrsa, La Maestra de Noticias Santa. ¿Si estoy en mí? ¿Si no duermo?
y La Santa, de monja.— Dichos. Vos sois mi Francisco santo,
Santa. iQué alegre y compuesta salgo! á quien por padre obedezco.
Pedid, padre, á mi contento Domingo. ¿Y yo?
albricias; este es brocado; Santa. Sois Santo Domingo,
no es, padre, sayal grosero. cuyos pies sagrados beso,
Cristo es ya mi Esposo, tío; por honra de nuestra España
dentro del alma le tengo. que dió tal Guzmán al suelo.
Reina soy, porque El es Rey; Domingo. El gran padre San Francisco,
vos, padre, veréis sus reinos. á quien por hermano tengo,
Juan. Las lágrimas á los ojos y yo, Juana, competimos
salen, mi Juana, al encuentro con amorosos extremos
para darte el parabién sobre cuya hija has de ser;
del nuevo estado. yo en mi favor alego
Santa. ¡Y qué nuevo! que ser mía pretendiste
El alma me ha renovado. en mi amado Monasterio
Mateo. De manera me enternezco El Real, que ilustra mi nombre
que no puedo hablar de gozo; y tanto estima Toledo,
mas darte los brazos puedo. y á quien tan devota fuiste.
Santa. Padre y señor: esto baste, ¿Esto, mi Juana, no es cierto?
que estamos perdiendo el tiempo Santa. Sí, mi Padre.
y reñiráme miEsposo, Domingo. Pues ¿qué esperas?
porque es celoso en extremo; Ven.
ya no soy mía; adiós, padre. S. Franc. Eso no, Padre nuestro;
Abadesa. La grande virtud contemplo ella se vino á mi casa,
que encierra este serafín. la posesión suya tengo.
Maestr. Grandes cosas della espero. Ya se vistió mi pobreza,
Santa. Dadme los brazos y adiós. mía es; mas con todo eso
Juan. ¡Hija mía: que te dejo! escoja; en su voluntad
{Vanse los dos.) su elección y gusto dejo.
Domingo. Niña: mi hábito recibe;
ya ves los santos que dieron
ESCENA XXII hoy al mundo de mi Orden;
Dichos, menos Juan VAzquez y Juan Mateo. ya sabes lo que te quiero.
Este escapulario blanco
Santa. Bien guardada me dejáis, es de la pureza ejemplo
en el cielo nos veremos. que á Dios su virginidad
Madre Abadesa: si gusta consagra; el hábito negro
vuestra caridad, pretendo es el luto por el mundo,
dar sólo gracias a Dios pues que para ti ya es muerto.
por la merced que me ha hecho. La devoción del Rosario
Abadesa. Su Maestra de Novicias que ves adornar mi cuello,
se la dará. de mi Orden es. ¿Qué aguardas?
Maestr. Vuelva luego Paga el amor que te muestro
al noviciado. con tomar mi hábito santo.
Santa. Sí haré. S. Franc. Juana: aunque el mío es grosero,
ACTO TERCERO 263
tú escogiste su humildad; todo me inquieta y abrasa.
mira cuál te agrada déstos, Su humildad conmigo lidia;
que yo gusto de tu gusto, cuanto tú más la celebras
porque conozco tu pecho. más me cansa y me fastidia,
Santa. Divino Predicador: porque todas las culebras
perdonad si veis quedejo me atormentan de la envidia.
vuestra sagrada blancura Dos años ha que tomó
por estos pobres remiendos, el hábito, siendo yo,
que, como las cinco llagas, por mi desdicha, maestra
aunque pobre, guarnecieron de las virtudes que muestra,
con sus rubíes el sayal y en ellas se adelantó
de Francisco, es ya sin precio. de modo que, por mi daño,
Dios es mi esposo, Domingo; mi pesar cubro y engaño
si á Dios en Francisco veo, y en ella á Dios reverencio.
para estar siempre con Dios Guardar la mandé silencio,
estar con Francisco tengo. y ya sabes que en un año
(A Sin Francisco.) no habló palabra.
Vos sois mi santo, mi padre, Ev angel. Si vieses
mi refugio, mi remedio, lo que Dios por ella ha hecho,
mi regalo, mi descanso, . yo te digo que no hicieses
y asi vuestro sayal quiero. esos extremos. Al pecho
S. Franc. Mía ha sido la victoria. de su madre, de dos meses,
Domingo. Yo estos brazos os ofrezco, la mostró en mil ocasiones
mi carísimo Francisco, el cielo revelaciones
en señal del vencimiento. que te hubieran admirado
{Abrázanse los dos San tos y encübrense.) á habérselas escuchado
como yo en sus recreaciones.
Santa. ¡Oh, soberana visión! Desde que nació, los viernes
Mi llagado, alegre quedo. ayunó; y á quien Dios da
Juana, holgaos; alegraos, Juana. los favores que disciernes,
¿qué daño hacerle podrá
tu pesar?
ESCENA XXIV Maestr. No me gobiernes,
que es la envidia pestilencia
Sale la Maestra.—La Santa. del seso y de la paciencia
y temo...
Maestr. ¿Hermana? Evangel. ¿Qué hay que temer?
Santa. ¿Madre? Maestr. Que esta Juana me ha de hacer
Maestr. ¿Qué es esto? con su virtud competencia.
¿Cómo da voces así? Deseo ser Abadesa,
Guardará un año silencio, como sabes, desta casa.
sin que á más que al confesor Evangel. Pues ¿de una recién profesa
pueda hablar. que en la cocina ahora pasa
Santa. Yo la obedezco. su vida, temes?
Maestr. Del oro de su obediencia Maestr. Sí, que esa
probar los quilates quiero. mis intentos desvanece,
porque al paso que ella crece,
mi esperanza, amiga, mengua;
no sé qué tiene en la lengua
A.CTO TERCERO que cuando habla me parece
que, á mi pesar, se levanta
con el Monasterio todo
por ser su sencillez tanta
ESCENA PRIMERA y amarla todas de modo
que ya la tienen por santa
Safen La Maestra de Noticias y Soror María y no estiman mis lisonjas.
Evangelista. Evangel. Las virtudes son esponjas
que las voluntades beben.
Maestr. Confieso desta mujer Maestr. Las suyas temo que aprueben
la virtud más excelente de tal manera las monjas
que puede en un alma haber, que, aunque me pese, la elijan
y confieso juntamente por Abadesa después;
que mi verdugo ha de ser. mira si es bien que me rijan
¿Ves lo que toda la casa mis pesares.
la quiere? ¿Ves lo que pasa Evangel. No les des
en su fe, en su mansedumbre? ese nombre, ni te aflijan,
Todo me da pesadumbre, que es muy moza para eso.
264 LA SANTA JUANA — PRIMERA PARTE

Maestr. Donde hay santidad y seso no me veréis levantar


hay vejez. de la oración que os consagro
Evangel. Dices verdad. hasta que os venza su instancia;
Maestr. Luego no le falta edad, que, aunque es de poca importancia,
aunque es moza. y es bien que cualquier milagro
Evangel. Lo confieso; por grande ocasión se haga,
mas mira que viene aqui. en cosas pocas, Señor,
Maestr. Mis malas entrañas culpo. se muestra más el amor,
Evangel. Que era la envidia leí porque de todo se paga.
de la condición del pulpo, San Benito, ¿no pidió
que se está royendo á sí. á vuestro amor excesivo
le sanásedes un cribo
que á su amo romper vió?
ESCENA II Yo, pues, también hago alarde
de vuestra piedad divina;
Sale La Santa con un barrenan de barro.—Dichas. acabad, que la cocina
me aguarda (mi Dios) y es tarde.
Santa (Sale un barreño nuevo en lugar del
quebrado.)
Ya ha dos años, mi Dios, que entré contenta Evangel. ¿Has visto tal maravilla?
en vuestro real palacio por criada; Di, madre, ¿qué te parece?
libros tenéis de cuenta en que la entrada Así el cielo favorece
del que os viene á servir, Señor, se asienta. á quien le sirve y se humilla.
Camino es esta vida, el mundo venta; Maestr. Espántame lo que he visto.
en ella es bien que quede averiguada Evangel. Juana de la Cruz es santa.
la nuestra, porque al fin de la jornada Santa. ¡Lindo amante hacéis mi Cristo!
sepáis que soy mujer de buena cuenta. Una cosa os he de dar
Después que vuestro pan, mi Cristo, como, por merced tan soberana
os sirvo en la cocina, y no me ciega que yo me sé.
la bajeza y desprecio de este trato, Maestr. Soror Juana,
Porque dice Francisco, el mayordomo, ¿dónde va?
que quien en vuestra casa platos friega Santa. Madre, á fregar.
con Vos se asienta y come en vuestro plato, Maestr. ¿No quebró ese barreñón?
Maestr. lAy, soror Evangelista! Pues ¿cómo está entero y sano?
Todo aquello es santo y bueno, Santa. Lo que echó á perder mi mano
pero para mí es veneno sanó Dios en la oración,
que entra al alma por la vista. que hace milagros por ella
Eva ngel. Para mí es gloria. al paso de la esperanza.
(Cae y quiebra el barrenan.) Maestr. Pues qué, ¿tanto, hermana, alcanza
Santa. ¡Ay mi Diosl con Dios? Diga, ¿quién es ella
Caí, y háseme quebrado, para que á su intercesión
el barreñón... ¡Ah tiznado...! se haga cosa importante?
¿Mas que andáis por aquí vos? Vanagloriosa, arrogante,
Evangel. La orza quebró ya sé que estas cosas son
Maestr. Quisiera hechicerías; ya sé
que el corazón se quebrara, quién es; álcese; ¿qué llora?
porque quieta me dejara. (Hincase en tierra llorando.)
Evangel. Madre, no diga eso. Santa. Soy la herencia pecadora;
Maestr. Espera, no se espante si pequé;
verás lo que hace. deme los pies y perdone.
Santa. Pues bien: Maestr. ¿Los pies la había yo de dar?
¿hade alabarse el tiñoso Santa. Besare, pues, el lugar
que ha salido victorioso y tierra donde los pone.
de Juana? Eso no, mi bien. {Besa la tierra.)
¿Queréis que el convento entienda Evangel. ¡Qué humildad tan soberana!
lo para poco que soy, Maestr. ¡Ay, soror Evangelista!
y digan que en él estoy No hay quien mi envidia resista;
para quebrarles su hacienda? vamos. (Vanse.)
(Junta los pedazos é hincase de rodillas.)
No, mi Dios, que es el convento
muy pobre. Esposo querido, ESCENA III
aunque lo que agora os pido Quédase La Santa postrada en tierra.
declare mi atrevimiento,
á fe que me habéis de dar Santa. ¿Qué es aquesto, Juana?
mi rota vasija entera, ¿Qué arrogancia es esta vuestra?
aquí vuestra esposa espera; ¿Qué altivez y frenesí?
ACTO TERCERO 265
Mas diréis que no es ansí. como hablar dél cada instante
Pues lo dice la Maestra, con la gente de su casa.
verdad es; yo os sacaré Angel. Esta en que estás te encomienda
la soberbia y hinchazón, nuestra Reina soberana;
cuerpo vil y fanfarrón, tú la has de gobernar, Juana,
á azotes; asi os tendré tu protección la defienda;
postrado en este lugar que después que la pastora
hasta que la Madre os vea Inés se dejó vencer
y que sois humilde crea del mundo, como mujer,
dándoos los pies á besar; la Reina, nuestra señora,
que no es en vos ahora nuevo á su Hijo soberano
esto de la gloria vana. pidió que al mundo enviase
Mas yo os castigaré. quien su casa gobernase;
y su poderosa mano
te crió para este fin,
ESCENA IV conforme á su Madre dijo
Cristo tu esposo y su Hijo.
Levantándola el Angel de la Guarda. Aquí has de hacer un jardín
de plantas, cuya herrnosura
Angel. Juana. la del cielo ha de adornar;
Santa. ¡Ay Dios, qué hermoso mancebo! aquí tienes de plantar
Angel. El Angel soy de tu guarda el voto de la clausura,
que he venido á consolarte; que por no guardarle Inés
yo propio he de levantarte. ni sus monjas se perdieron ,
Santa. El temor que me acobarda aunque penitencia hicieron
viendo tan grande beldad, y se salvaron después.
Angel, no me deja hablaros, Hoy te harán, Juana, tornera.
porque vuestros rayos claros, Santa. Angel santo: no hay en mí
esa hermosa majestad bastantes fuerzas.
me ciegan; que de los pajes Angel. Asi
sois vos del Rey, mi señor, lo quiere Dios; dél espera
que con tanto resplandor ayuda y fuerza segura.
viste á quien tira sus gajes. Santa. A servirle me provoco,
Dichoso el que asiste allá que todo se me hace poco
libre de esta confusión; yendo con Vuestra Hermosura.
si tales los pajes son, (Vanse.)
¿qué tal el Señor será? ESCENA V
¿Hay más extraña belleza?1
Pues la humana cortesía Salen Gil llorando y Llorente.
llama al señor señoría, LLORENT.,jUn hombre tien de llorar
y al Príncipe y Rey Alteza; aunque le den más enojos?
desde hoy mi lengua procura, Gil. ¿No tienen los hombres ojos?
ayo mío venturoso Llore nt. Sí, sólo para mirar;
(pues sois tan bello y hermoso), no para que al llanto acudan,
llamaros Vuestra Hermosura. porque no es hombre el que llora.
Este título he de daros, Gil. No lloran los míos agora,
mas no os habéis de partir, Llorente.
que ya no podré vivir, Li.orent. Pues ¿qué hacen?
Ángel mío, sin miraros. Gil. Sudan.
Ángel. Dios quiere que hables conmigo Cuando mi Elvira murió
siempre que hablarme quisieres (que Dios haya), no lloré,
dondequiera que estuvieres, aunque, como veis, la amé;
y como á hermano y amigo porque con ella expiró
me veas y comuniques. el recelo que hace guerra
Santa. ¡Gran favorl Ya mi paciencia al que una mujer percura
llevará mejor la ausencia guardar; que no está segura
de mi Dios, cuando me expliques sino es debajo la tierra.
su celestial señorío, Pero en tan triste ocasión,
porque mis penas reporte no os espante que me aflija
la grandeza de su corte de ver cuál esta mi hija.
y su amor, custodio mío. Llorent. ¿Por un mal de corazón
¡Qué gloría que he de tener! habéis de llorar así?
¡qué contenta que he de estar Gil. Mal de corazón ¿es barro?
¡qué del lo os he de tratar! Sí fuera tos ó catarro
Porque no hay gloria y placer no hubiera tristeza en mí;
para un alma que se abrasa pero mal de corazón,
en la ausencia de su amante, ¿á quién no lastimará?
266 LA SANTA JUANA— PRIMERA PARTE
Llorent. Si habla siempre que la da bien puede hallarse María
más latines que un sermón, entre los brazos de Marta.
no es el dolor muy roín. El alma contemple y parta
Gil. Llorente: aqueso me espanta. al cielo, pues con Dios priva,
Llorent Es vuesa hija estodianta y el cuerpo, que es Marta activa,
y habla vascuence y latín, trabaje, que no hay lugar
¿y lloráis? Yo, por ventura donde á Dios no pueda hallar
y no pequeña, tuviera la vida contemplativa.
que mi hija latín supiera Yo me acuerdo, Jesús mío,
y la viera después cura. que, á falta de otro lugar,
Gil. Afirma el beneficiado mi Iglesia era un palomar
que tien espiritos. cuando estaba con mi tío.
Llorent ¿Cómo? Lo demás es desvarío
Gil. Yo por eso pesar tomo. de perezosos ingratos,
Llorent, Pues ¿por dónde habrán entrado? que los más sabrosos ratos
¿por la boca ó por la zaga? donde el sentido se arroba
Gil. ¿No tien hartos agujeros es entre la humilde escoba,
una mujer.'" las rodillas y los platos.
Llorent ¡Oh, fulleros! No hay lugar que me reporte
¡Oste puto! ¡zorriaga á no buscaros, Señor,
en ellos! porque es piedra imán amor
Gil. ¿No habrá un remedio? y siempre mira i su norte.
Llorent. Echalda una melecina ¿No dicen que está la corte
de miel y de trementina donde está el Rey? De ese modo
hirviendo de medio á medio, á buscaros me acomodo
y por no verse quemados en cualquier parte, mi Dios,
por la boca se saldrán. que todo es corte con vos
Gil. Si en el infierno los dan pues sois Rey y estáis en todo.
huego con los condenados, (Ha de haber un torno.)
y comen como avestruces Tornera soy; ahora bien;
brasas, ¿cómo han de temer entreteneos, alma mía,
ell agua? pensad que esta portería
Llorent. Hacelda comer es el portal de Belén.
media' docena de cruces Aquí pastores estén,
con su calvario, y veréis aquí el buey, aquí el jumento:
cómo se salen huyendo ¡oh qué lindo nacimiento!
de la cruz. razón es que se celebre.
Gil. Sanarla entiendo El torno será el pesebre,
presto. Ya os acordaréis las mantillas mi contento,
de Juana, nuesa madrina. aquí la Virgen está;
Llorent. ¿La que es monja? ¡ay soberana Señora!
Gil. La que espanta. mirad que mi Niño llora,
Llorent. Todos la llaman la santa. por mis pecados será;
Gil. Es una mujer divina. mas Jose le acallará,
Desque su padre murió, que como le está sujeto
que habrá un año, no la vi; Cristo, le tendrá respeto;
yo sé que en viéndome ansí, mas Juana, acállale tú.
pues por su causa me dió (Canta y mece el torno.)
Dios la hija que ya lloro, ¡A la mú, Niño, á la mú!
que ella me la vuelva sana. ¡qué bello que es y perfeto!
Llorent. Queríala mucho Juana, No lloréis, yo os haré fiesta,
y es la niña como un oro. Niño de infinito nombre.
No ha sido el remedio malo. ¿Quién os hizo mal? El hombre.
Gil, yo os quiero acompañar. ¡Oh bellaco! ipara ésta!
Gil. Venid, que la he de llevar ¡Qué cara, mi Cristo, os cuesta
de miel y leche un regalo. su golosina liviana!
LLOREnT. ¿Que así el diablo se zampuza Dalde al Niño la manzana
en un cuerpo? Desde hoy quiero que tan mal provecho os hizo,
tapalle el lugar zaguero que para Dios fué de hechizo,
con el sayo y caperuza. (Vanse.) aunque la comistes sana.
Ea, no haya más, Manuel,
mi Pontífice, mi luz,
ESCENA VI juralde al hombre la cruz,
Sale La Santa con las llaves de portera. que en cruz moriréis por él.
Mi azucena, m! clavel,
Aunque del coro me aparta en vos contempla el sentido
el torno y la portería, á vuestro amor reducido;
ACTO TERCERO 267
más grande mi dicha fuera Maestra.
si en el torno ahora os viera ¿A una mujer que no tiene experiencia,
de veras recién nacido. canas, ni autoridad? No trate de eso
( Vuélvese el lomo, y estará en él un que se me acaba, Madre, la paciencia.
Niño Jesús desnudo entre heno y copos de
nieve.) Abadesa.
Pero mi buena fortuna ¿Qué importan canas donde sobra el seso?
lo que deseaba ha visto. La edad que más importa es la prudencia:
Mi Niño, mi Dios, mi Cristo, ella la tiene, autoridad y peso.
Sol de la Virgen, que es Luna,
¿del torno habéis hecho cuna? Maestra.
Daros mil abrazos quiero, Yo lo pretendo, y se me hace agravio.
Pastor, Rey, León, Cordero.
Buena ha estado la invención; Abadesa.
mas finezas de amor son, El Padre Provincial es cuerdo y sabio;
que siempre fué invencionero. él mirará la que es más conveniente
(Desaparécese.) para regirnos.
iQué contenta me dejáis! Maestra.
¡Qué de favores me hacéis!
¡Qué dello que me queréis! iQue una hipocresía
¡Qué dello que lo mostráis! se me anteponga así! ¿Que esto consiente
Acá os tengo, aunque os me vais; el cielo? ¡Oh rabiosa envidia mía!
mas ¿qué es esto? La campana
(Tocan una campana.)
ESCENA VIII
toca á alzar; pues, ¿cómo, Juana,
es bien que el ver vuestra vida Sale La Santa. — Dichas.
en el Altar os lo impida
esta pared inhumana? Santa.
¡A y quién pudiera partilla
por ver alzar! ¡Ah, mi Dios! Madre: al torno ha llamado alguna gente
todo es fácil para vos. y entrar á hablarla dice que querría;
(Rásgase la pared, y detrás está un cá que, como no hay clausura en el convento,
liz con un Niño Jesús.) siempre quieren entrar.
¡Ay Jesús, qué maravilla! Maestra.
Ensalzáis á quien se humilla.
¡Dichosa la enamorada, ¿Hay tal tormento?
mi Dios, que os sirve y agradal Presente está quien mientras tenga vida
Ya se juntó la pared, será mi muerte.
y en fe de tanta merced Abadesa.
quedará siempre quebrada Su humildad me espanta.
una piedra. Esposo casto: Entren, hermana.
mucho con vos medro y privo; Santa.
mas ¡ayl que es mucho el recibo,
y poco ó ninguno el gasto. Voy. (Vast.)
Mucho me dais, y no basto Maestra.
á pagar aun las migajas
de tan divinas ventajas; ¡Que ésta me impida
pero, perdonad, Señor, ser Abadesa! ¿Hay desventura tanta?
si, como el mal pagador Madre: ¿no echa de ver cómo es fingida
después os pagase en pajas. (Vase.) toda aquella virtud?
Abadesa.
ESCENA VII Juana es gran santa;
si lo contrario ven sus ciegos ojos,
Safen La Abadesa y La Maestra. es porque son de envidia los antojos.
Abadesa.
Esto al servicio del Señor conviene; ESCENA IX
el Padre Provincial ha ya venido;
Salen La Santa, Gil, Llorente y otros
noticia de la hermana Juana tiene;
Labradores. — Dichas.
por Prelada el convento la ha pedido;
yo acabo ya mi oficio, pues que viene
Gil..
nuestro Padre á visita, y persuadido
está de la virtud que en ella mora; Señora Juana: Gil soy. ¿No se acuerda
sin duda que la hará mi sucesora. de Gil y Elvira, de quien fué madrina?
268 LA SANTA JUANA— PRIMERA PARTE

Maestra donde Pero Botero los batana


en su caldero, quedaré contento.
Voime de aquí que temo no me pierda Aquí la tengo fuera del convento.
la envidia que me abrasa y desatina.
Santa
Santa
¿Quién soy yo para hacer cosa tan grande?
Nuestra Prelada es ésta, sabia y cuerda;
sin su licencia no soy de hablar digna. Llorente.
Gil. Ella puede sacarlos, no hay excusa.
Pues ¿cuál es la emperrada? Santa
Llorente. Soy una grande pecadora.
Aquella vieja. Gil.
Santa Ande;
que pues llegar aquí Marica rehusa,
La Abadesa es aquésta. los espiritos la temen.
Gil.
Llorente.
¿La Abadesa? Madre, mande
Señora: aquí venimos á rogalla
que mos haga este bien.
que mos haga merced de dar licencia
á Juana para vella y para hablalla. Santa
Abadesa. Estoy confusa.
¿Hablarla? Como sea en mi presencia. Abadesa.
En virtud se lo mando de obediencia.
Llorente.
Santa
Pues craro está; que no hemos de llevalla
á Francia. Traigan luego la niña á mi presencia.
Gil.
¿Como está su rabanencia?
ESCENA X
Santa
Mejor que yo merezco, Gil amigo. Sacan dos ó tres á una Niña, como por fuerza.
Gil.
Nina.
Muy fraca está, por Dios, también lo digo.
No me lleven allá que pondré fuego
Santa á todas las esquinas desta casa.
¡Jesúsl No jure, hermano. Juanilla de la Cruz, estando ausente,
las ánimas me saca de las uñas
Gil. y me atormenta más que mil infiernos;
Este es mal uso; pues ¿qué haré en su presencia?
¿cómo no me pregunta por Marica, Labrador i.°
mi hija? ¡Verá el diabro,
Santa que dello que forceja y refunfuña!
¡Que no os ha de valer, sucio avechucho!
¿Cómo está?
Niña.
Gil.
Dejadme, gente vil, que el tiempo pierde
Vengo confuso; quien me intenta mover.
la más salada estaba y más bonica
de toda Hazaña; pero ya rehuso Labrador 2.°
el vella nadie, porque tien la chica ¡Ay, que me muerde!
espiritos, según dice nueso Cura
que la da con la estola y la conjura. Labrador i.°
Así la guarde Dios que mos los quite Medio brazo me lleva de un bocado.
pues que sus oraciones oye, Juana. ¿Qué también come el diabro carne, Crespo?
Santa Labrador 2.°
¿Yo, hermano? ¿aqueso dice? Come huevos y leche y no tien bula,
Gil. ¿y deso os espantáis?
Si permite Labrador i.°
mi Marica vuelva á casa sana
os diabros se van al alcrebite ¡Huego en su gulal
ACTO TERCERO 269
Niña. Niña.
¿A qué te allegas tú, di, amancebado Nolo exire, vil Juanilla,
con la mujer del herrador? Anoche in domo mea maneo; haec est mea domus
bien sé yo dónde estabas escondido, sitie me.
cuando vino de I Hescas el marido. Gil.
Labrador 2.° ¡Ano, Llorente! ¿los dimoños
van cuando son mochachos al estudio?
¿Quién diabros se lo dijo?
Llorente. Llorente.
Si es el diabro, Sí, que también hay diablos estodiantes.
¿quién se lo ha de decir? Santa
Labrador 2.° Sal, padre de mentiras.
Yo os juro á cribas Niña.
que yo os mire si estáis bajo la cama
acechando otra vez. ¡Oh marrullero! ¿Potestatem
¿Asi me echáis las faltas en la calle? habes ul me ejicias? Accipe higam.
(Dale una higa.)
Labrador i.° ¡Idiota! ¿no me entiendes?
¿Adónde os apartáis? Llega y tiralle. Santa
Niña. Don de lenguas
¿Qué ha de llegar, bodegonero triste; me ha dado á mí el señor.
que en Illescas á un fraile diste un dia Niña.
grajos salpimentados y cocidos
á real y medio el par, diciendo que eran Mi poder menguas.
palominos? Santa
Labrador i.° ¡Vete al infierno luego!
¿Las trampas del bodego Niña.
comenzáis á decir? Pues no me llego.
Non che vollo.
Santa
Gil.
Dejadla, que yo haré con el ayuda
de mi Esposo Jesús que no os deshonre. De noche bollos dice que la demos
¡Ah tiñosol ¿aqui estáis? y saldrá.
Llorente.
Niña.
Buen espacio nos tenemos.
Déjame, déjame.
(Echale al cuello el cordón.) Gii-

Santa Bollos y tortas le daré.


La cuerda de mi padre San Francisco Niña.
os hará sosegar. Patrona :
Niña. sentite una parola, per mea vita,
¡Ay, que me quema! mi che volo parlar Chichiliano.
Juanilla de la Cruz: quítale presto. Gil.
Gil. No debe ser cristiano este demonio.
Agora no hablaréis, diabro molesto. Llorente.
Santa ¡Cristiano había de ser! ¿Hay diabro alguno
¡Sal, maldito, de aquí! cristiano?
Gil.
Niña.
Pues ¿no hay diablos bautizados?
Ni tú ni el cielo
no me podrán echar, que esta es mi casa. Llorente.
Así los llaman.
Santa Niña.
Podrálo mi Jesús. Mi seño lo diabolo
Niña. de Palermo.
Eso me abrasa. Santa
Santa Yo soy Juana, que ruega
¡Sal presto! á su Esposo divino que permita
270 LA SANTA JUANA— PRIMERA PARTE

librar el cuerpo desta sierva suya; y vos un vasallo leal;


el cordón de Francisco ha de acaballo. memoria tengo de vos.
¡Sal fuera! Franc. Prospere tu vida Dios.
Niña. Carlos. Flaco estáis.
Franc. No lo fué el mal
¡Ay, que me abrasas, que me quemas! que me ha tenido á la muerte.
Yo saldré, mas ¡para éstal vil Juanilla, Garlos. Pues ¿de qué fué?
que te acuerdes de mí. Franc. De desvelos;
Abadesa. si de Dios puede haber celos,
dél los tuve.
¡Gran maravilla! Carlos. ¿De qué suerte?
(Cae la Niña en tierra desmayada.) Franc. El día que pretendí
Santa. desposarme, se metió
monja mi esposa, y dejó
Llevalda: que ya el Angel condenado burlado mi amor. Sentí,
dejó á la niña libre. Gil: llevalda señor, de modo el perdella,
donde descanse y del desmayo vuelva; que ha ya cerca de tres años
haced después que sea gran cristiana. que lloro estos desengaños.
(Llévanla.) Carlos. ¿Era hermosa?
Gil. Franc. Era muy bella;
Dios se lo pague, amén, hermana Juana. pero á su belleza gana
su virtud, porque es de modo,
señor, que este reino todo
ESCENA XI la llama la santa Juana.
Fonseca, Esa es Juana de la Cruz;
Sale Sor -María Evangelista, La Santa su patria, Hazaña.
y La Abadesa. Franc. La propia.
Fonseca. Son sus milagros sin copia;
Evangelista. ya me han dado della luz;
El padre Provincial, Madre, ha venido. dos leguas está de aquí.
¿Quiere vuestra Majestad
Abadesa. ver en una tierna edad
Hermana Juana, vamos. Espantada celestiales cosas?
voy de tanta virtud. Yo haré de suerte Carlos. Sí.
que nuestra casa y religiosas rija. Noticia tengo (aunque poca)
della.
Evangelista. Fonseca, Lo que es más notable
¡Oh, quiera Dios que el Provincial la elija! es qus el espíritu hable
de Dios por su misma boca.
(Vanse.) Tiene don de profecía
y de lenguas; cuentan cosas
ESCENA XII (aunque ciertas) prodigiosas.
Habla griego, algarabía,
Salen el Emperador Carlos Quinto, Don Alonso de y latín, de la manera
Fonseca, Arzobispo de Toledo, y Francisco Loarte. que si se hubiera criado
en cada tierra.
Carlos. Paso á Sevilla á la posta Carlos. Espantado
y ser vuestro huésped quise. estoy; ya verla quisiera.
Franc. De que los umbrales pise Partamos luego.
hoy desta su casa angosta, Fonseca. Ya están
vuestra Majestad, se precia prevenidas postas.
de suerte, que la comparo Carlos. Ea,
á los palacios que Paro venid.
labró á Constantino en Grecia. Fonseca Poco s« rodea.
En ella otra Menfis pinto, Carlos. Llamen al Gran Capitán. (Vanse. )
pues ensalzan sus paredes
las imperiales mercedes
que hoy la hace Carlos Quinto. ESCENA XIII
Carlos. Basta, Francisco Loarte,
que ya he visto vuestro amor. Salen La Maestra y Sor Evangelista.
Franc. Si es propio de ti, señor,
ennoblecer cualquier parte, Maestr. La envidia el alma me abrasa.
no es mucho que hoy me ennoblez- Evanoel. Ya es sobra de pasión esa.
pues tan adelante pasa [cas, Maestr. ¿Juana, de casa Abadesa?
mi ventura. ¿Juana, prelada de casa,
Carlos. Es vuestra casa y mis partes, mi gobierno,
de las mejores de II leseas, mi pretensión despreciada?
ACTO TERCERO 27i

¿Juana, de la Cruz prelada? ¿Conmigo ese temor muestras?


¡Ay, cielos! En un infierno ¿Es eso lo que me estimas?
estoy de envidia. Santa. No haya más, Angel, no sea
Evangel. No tome, lo que quiero; su Hermosura
madre, tan grande pasión. me anima, conforta, alegra
Makstr. Las telas del corazon y me quita mis pesares;
alguna sierpe me come. bien es que á Dios obedezca.
Esta es hechicera; en ella Su esposa soy, este anillo
hay, sin duda, algún encanto. me dió con su mano mesma,
¿Por qué el Espíritu Santo y los desposados suelen
habla de hablar por ella? llevar el trabajo á medias.
¡Cómo finge! Es disparate; Pero, decid, Angel mío,
yo sé que está endemoniada ¿cómo nunca me dais cuenta
cuando se queda arrobada de vuestro nombre admirable?
cada punto. Razón será que le sepa,
Evangel. ¡Que la trate pues que somos tan amigos;
ansí! ¡Que eso diga! decildo, que en la pericta
Maestr. Pues, amistad, nunca ha de haber
¿no es el demonio quien habla cosa oculta ni encubierta.
tantas lenguas con que entabla Angel. San Laurel Aureo es mi nombre;
sus pretensiones? ¿No ves hízome la mano eterna
el bastante testimonio de Dios de sus más privados;
que á todas os causa espanto? dióme gracias tan inmensas,
No es el Espíritu Santo que el Angel del Privilegio
quien habla sino el demonio. me llaman, y en verme tiemblan
Evangel. Disparate es escucharla. (Vase.) las infernales moradas
que á mi nombre están sujetas.
Yo fui el ángel de la Guarda
ESCENA XIV de David, rey y profeta;
de San Jorge y San Gregorio,
Maestra de Novicias sola. coluna de nuestra Iglesia.
Mira lo que á Dios le debes,
¿Qué aguardo que no me vengo? pues tu guarda me encomienda
Por el hábito que tengo y á tales santos te iguala,
que un lazo tengo de armarla y en tu misma boca y lengua
con que, al paso que ha subido, habla el Espíritu Santo,
caiga, siendo menosprecio y hablará lenguas diversas
del mundo. ¡Ay, intento necio por trece años, predicando
para el mal siempre atrevido! su ley divina y excelsa.
¿Quién á despeñarme viene? Su predicadora te hace.
La envidia, ¿qué bien causó? Santa. ¡Ay de mí! que he de dar cuenta
Mas como me vengue yo de tantas prerrogativas.
no importa que me condene. (Vase.) Quiera el cielo no me pierda
siendo ingrata á tanto amor.
Angel. No harás, porque la clemencia
ESCENA XV de tu Esposo y nuestro Rey
te amó antes que nacieras.
Salen La Santa y El Angel de la Guarda. Tus súbditas vienen, Juana.
Santa. Pues ¿cómo sola me deja
Santa. Angel santo, ¿yo prelada? Vuestra Hermosura?
¿Yo de la Cruz Abadesa? Angel. No son
¿Cómo ha de poder llevar dignas que cual tú me vean.
tan gran carga mi flaqueza? Siempre estoy, Juana, á tu lado.
Suplico á Vuestra Hermosura, (Vase.)
pues asiste en la presencia
de Dios, que alcance me quite
la Cruz, que me oprime a cuestas. ESCENA XV
¿Yo cuenta de tantas almas
no pudiendo tener cuentas Sale la que era Abadesa, Sor Evangelista y otras
con la mía? (¿lora.) dos Monjas. — La Santa.
Angel. ¿Por qué lloras?
Juana: ¿es esa tu obediencia? Abadesa. Carísima madre nuestra:
¿Es bien que la voluntad ¡qué alegre está vuestra casa
de Dios resistas, que ordena con prelada tan perfeta!
que gobiernes esta casa? Santa. ¡Ay madre! en las entrañas
¿No te crió para ella? os tengo á todas impresas;
¿No puedo ayudarte yo? gloria á Dios que la clausura
272 LA SANTA JUANA— PRIMERA PARTE

ya nuestra casa profesa. ESCENA XVI


Ya no hay salir del convento Salen La Santa y El Ángel de la Guarda con un
que, aunque es tal nuestra pobreza, legajo de papeles, y váselos dando.— Dichos.
Dios nos la remediará;
dejaldo á su providencia. Angel. Las almas del Purgatorio
Evangel. Madre: una cosa venimos te dan esas peticiones,
á suplicarla, no sea porque con tus oraciones
en vano nuestra esperanza . su refrigerio es notorio.
por ser la cosa primera Sus penas tu Esposo aplaca
que sus hijas caras piden. por ti, y á tal favor llegas,
Santa. Daros el alma quisiera que á los por quien tú le ruegas,
donde os tengo á todas juntas. de entre sus llamas las saca.
Pedid , pedid, norabuena. Esta es de una que ha veinte años
Abadesa. Las almas del Purgatorio que está en su fuego mortal
(después, madre, que por ella por un pecado venial,
somos tan devotas suyas) que uno solo hace estos daños.
nos causan pena sus penas. Esta es de un grande de España
Pues nada la niega el cielo que pide alivio y consuelo
de cuanto le pide y ruega, porque eres grande del cielo.
pida á Cristo nos bendiga Esta es de un hombre de Hazaña
nuestros rosarios y cuentas, y alega que es tu pariente;
y que con su mano propia en fin, todas han ya visto
las toque y después conceda que si es Rey tu Esposo, Cristo,
por su amor é intercesión eres tú su presidente.
perdones y indulgencias. Santa. Pues dice Vuestra Hermosura
Todas. Madre: no diga aue no. que por ruegos de su sierva
Santa. La intención, hijas, es buena; de las penas les preserva
yo lo comunicaré que el oro de su fe apura,
con mi Angel. á mi Esposo rogaré
Evangel. Ya se alegran por ellas.
nuestros corazones todos. Angel. Cúmplelo asi.
Santa. ¿Adónde está la Maestra? Santa. Ningún mérito hay en mi;
Abadesa. En el coro estaba agora. pero de mi Cristo sé
Santa. Dios, Madre, las dé paciencia; que es amigo que le rueguen
yo quiero dar bien por mal; por modos extraordinarios,
Vicaria quiero que sea Angel. Y de los rosarios,
del convento. ¿qué me respondéis?
L'vangel. ¡Qué virtud! Angel. Que lleguen
Abadesa. ¿A quien su muerte desea cuantos tus monjas hallasen,
da el gobierno de su casa? que hoy los tengo de llevar
Santa. Váyanse, pues, y no pierdan al cielo, donde ha de dar
el tiempo; váyanse al coro. perdones con que se amparen
Abadesa. Quien el dulce rato emplea Cristo (Juana), los mortales,
en la conversación santa y inmensas prerrogativas,
y doctrina de su lengua que es de suerte lo que privas,
no le pierde. y tus virtudes son tales,
Santa. Miren que hoy que tu Esposo soberano
he comulgado, y me inquietan. cuanto pidas quiere hacer;
Evangel. Este ratico no más El los tiene de tener
habemos de estar con ella. y bendecir con su mano.
Santa. ¿Qué he de hacer Esposo santo? Santa. ¡Oh, qué alegres han de estar
Veros quiero y no me dejan. mis monjas con tal ventura!
Voz. (Dentro.) Pues yo te llevaré adonde ¿Dónde va Vuestra Hermosura?
no te inquieten, cara prenda. Ángel. Ya te vienen á buscar,
(Volando desaparece La Santa.) y no quiero que me vean
del modo que tú me ves. (Vas*.)
Evangel. ¡Que se nos fué nuestra madre!
Abadesa. Juana santa, madre nuestra,
¿por qué nos dejáis así? ESCENA XVII
Vamos las dos á \í iglesia Sale la que era Abadesa y Sor Evangelista.—
y pidamos á su Esposo \ La Santa.
que á nuestra madre nos vuelva.
Evangel. ¡Soberana maravilla! Abadesa. Aquí está. Dadme los pies,
Abadesa. ¡Gran milagrol que ver mis ojos desean.
Evangll. ¡Cosa nueva! Evangel. ¿Así os vais y nos dejáis,
Abadesa. ¡Dichoso el convento y casa madre?
que tiene tal Abadesa! Santa. Dia de comunión,
ACTO TERCERO 273
no ha de haber conversación. gustos que en el alma siento.
Hijas: lo que deseáis Gonzalo Fernández: vos
el cielo nos lo ha cumplido; veréis de Dios el poder
mi Esposo bendecir quiere en una humilde mujer.
cuantos rosarios le diere, G.Capit. Todo lo puede hacer Dios.
mi Angel ha intervenido; Carlos. Arzobispo: ¿han avisado
buscad muchos y vení que venimos?
entretanto que yo ruego Fonseca. SI, señor.
, á su Hermosura que luego
los lleve.
Evangei.. ¿Esta tarde? ESCENA XX
Santa. Sí.
Abadesa. ¿Hay tal ventura? No quedc Salen ¡a Abadssa, la Maestra, Evangelista y otras.
en todo Cubas rosario Dichos.
que no venga.
Santa. Extraordinario Evangei.. Aquí está el Emperador. {Vase.)
favor mi Cristo os concede. Abadesa. Mil veces sea bien llegado
I Venturoso el desposorio vuestra Majestad á honrar
donde me ha llegado á dar esta casa, que ennoblece
Dios tantol Voy á rogar COn Su vista. (Todas de rodillas.)
por las que en el Purgatorio, Carlos. Bien parece,
siendo mejores que yo, hasta en el modo de hablar,
de mi intercesión se valen. {Vase.) la virtud que aquí se encierra
Abadesa. ¿Que mercedes hay que igualen y que es de Dios este celo.
á las que el cielo nos dió? Levantaos, Madres, del suelo.
Abadesa. Señor.
Carlos. Alzaos de la tierra.
ESCENA XVIII Abadesa. Dénos, pues, la santa mano,
primado grande de España,
Sñle la Maestra. — Dichas, menos La Santa. por quien más alegre baña
Tajo el muro toledano,
Maestr. Madre: el Emperador de quien sois prelado y padre.
y Arzobispo de Toledo Fonseca. A la posta el César viene
están en casa; no puedo por el deseo que tiene
hablar de envidia y dolor; de ver hoy á vuestra Madre.
á ver la Abadesa vienen. Haced cómo pueda vella
Abadesa. ¡Válgame Dios! ¿Aquí están? y avisalda.
Maestr. También el Gran Capitán. Aba de ja. Ya lo está;
Evangel Si el tiempo nos entretienen mas, ¿cómo, señor, saldrá,
y la ocasión se nos pasa si está el espíritu en ella
del bien que nos hace el cielo de Dios, que su lengua toca,
con los rosarios, recelo dejándola transportada,
no se pierda. sin sentido y elevada?
Abadesa Si está en casa Carlos. Su devoción me provoca,
el César, haga traer y de esa suerte deseo
los rosarios del lugar, vella.
que yo iré luego á juntar Abadesa. Bien, señor, podéis.
las monjas para irle á ver (Descubren una cortina, y á La Santa de
y recibir entretanto rodillas arrobada.)
al Emperador. Fonseca. ¡Qué de mercedes que hacéis,
Evangel Bien dice. (Vase.) Señor, al humilde!
Maestr. ¡Que hasta el César autorice Carlos. Hoy veo
á Juana! ¿Esto no es encanto? la vanidad en que fundo
Abadesa, Avisen á la tornera de mis reinos las grandezas.
que abra la portería. ¿Qué importan honras, riquezas,
Maestr. Miente quien niega y porfía la corona, el cetro, el mundo
que Juana no es hechicera. (Vanse.) ni la púrpura imperial
que cause soberbia tanta,
si con Dios se nos levanta
ESCENA XIX un remendado sayal?
Hincad todos en la tierra
Salen el Emperador, Arzobispo y Gran Capitán. las rodillas.
G. Capit. No han podido
Fonseca. Este es (señor) el convento [todos] cuantos han querido
donde está la santa. vencerme, haciéndome guerra,
Carlos. Aquí ni sus bélicos despojos
hoy, don Alonso, adquirí ablandarme el corazón,
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA.—TOMO II i8
274 LA SANTA JUANA— PRIMERA PARTE

y saca en esta ocasión por tu católico celo


una mujer de mis ojos el nombre que á tu prosapia
el agua, que nunca han visto. dejas de Curdoba, haré
Carlos. Estas sí, Gran Capitán, famoso, honrando tu casa.
son hazañas. El espíritu de Dios,
G. Capit. ¿Qué no harán, que por la boca de Juana
señor, soldados de Cristo? os habla, agora os bendice.»
Santa. Hijo Carlos, por quien crece (Échales la bendición y corren la cor
en el mundo la ley santa tina.)
de mi iglesia (pues la aumentan Carlos. ¿Quién no se admira y espanta?
tus nunca vencidas armas), ¡Dichosa casa mil veces,
oye atento lo que dice y yo dichoso otras tantas,
el mismo Dios (que es quien habla que tal maravilla he visto!
y rige agora la lengua G. Capit. Derretida llevo el alma.
de Juana, mi esposa cara): Carlos. Avisadme, Tesorero,
«Yo soy la tercer persona para que limosna haga
de la Trinidad beata, á esta casa.
que en tres supuestos distintos Fonseca. Yo la doy,
es un Dios y una substancia. por ser su pobreza tanta,
En pago del santo celo el beneficio de Cubas.
con que nuestro nombre ensalzas, Abadesa. Tu largueza nos ampara.
hasta las Indias remotas, G. Capit. Yo la doy quinientos mil
que en cielo convierte á España, maravedís.
te prometo de ayudarte Abadesa. Esos bastan
tanto, que jamás tu fama para que un cuarto labremos.
borre el tiempo ni el olvido. Cari os. Vamos, ¡ay, divina Juanal
Vencerás en Alemania si á España las armas honran,
los escuadrones soberbios hónrelo también tal Santa. (Vanse.)
del sajón que te amenaza,
pervertido con la seta
de Lutero, cual él falsa. ESCENA XXI
Pondrán tus leyes su yugo Quédanse las Monjas y sale Sor Evangelista.
en la cerviz indomada
de Flandes, que te hace guerra Evangel. ¡Madres, albricias! Ya ha vuelto
sin advertir que es tu patria; nuestra dichosa Prelada
tendrá á tu buena fortuna, del éxtasis, y la he dado
y no imitadas hazañas, cuentas, rosarios y sartas
tal miedo el turco feroz en gran copia; aquí las tiene
que, volviendo las espaldas encerradas en esta arca,
la otomana multitud, (Saca una arquilla.)
pisarán después tus plantas y dejándome la llave
las lunas queenarboló está en su celda postrada
la potencia Solimana. pidiendo á Dios las bendiga.
Roma te abrirá sus puertas; Abadesa. Todo cuanto quiere alcanza
Milán, Nápoles y Francia de su Esposo.
conocerán tus vitorias, Evangel. Esta es la hora
y las cercas africanas que ya el Angel de su guarda
de Túnez te llamarán, al cielo las ha subido.
á su pesar, su Monarca, Abadesa. Abramos agora el arca;
dándole el Rey que quisieres veamos si están aquí
y él á ti tributo y parias. las cuentas. (Abren.)
Y para que eches el sello Evangel. Aquí no hay nada;
con la más heroica hazaña, pues nadie la arquilla ha abierto.
por la milicia divina, Abadesa. Penetróla quien las saca,
dejando la que es mundana, que todo lo puede Dios
renunciarás en Filipo, y por él su esposa santa.
hijo ds mi iglesia amada, Vamos á ver nuestra madre;
los reinos, púrpura y globo, hermana: vuelva á cerrarla.
y en Yuste verá tu España Maestr. ¡Qué no me dejes, envidia!
que las honras que ganaste Abadesa. ¿No viene, madre Vicaria? (Vanse.)
las pisas, porque son vanas,
pues si es mucho el adquirirlas
mucho más el despreciarlas. ESCENA XXII
A ti, Gonzalo Fernández, Sale La Santa.
Gran Capitán, que en Italia
dejaste en bronce esculpidos Santa. Esposo de inmenso nombre,
los blasones de tus armas, ¡qué importuna soy! ¿No os cansa
ACTO TERCERO 275
lo que os pido? Pero no, ha concedido tu esposo
que tenéis las manos largas; los privilegios y gracias
el ver benditas sus cuentas que tienen los Agnus Dei.
todas mis monjas aguardan; Quien rezare en ellos saca
haceldas esta merced. de penas de Purgatorio
cada dia muchas almas,
ESCENA XXIII ' y gana tantos perdones
como hay hojas, flores, plantas
Salen las Monjas.— La Santa. media legua alrededor
Abadesa. Aquí está; lleguen hermanas, deste monasterio y casa,
y las indulgencias propias
y hablémosla. Mas ¿qué es esto"' de Asis, famosa en Italia.
(Todas de rodillas, suena música, ábrese Saldrán los demonios luego
una apariencia de la Gloria. Cristo, sen de los cuerpos con tocarlas;
tado en un trono, el Ángel de rodillas librarán de enfermedades
dándole los rosarios y muchos ángeles torbellinos y borrascas.
alrededor.) La misma virtud tendrán
Anuel. Autor eterno de gracia: las cuentas á estas tocadas;
estos rosarios suplica todo lo concede Cristo,
vuestra esposa y tierna Juana con tal que las que da el Papa
que bendigáis, (i) se estimen como es razón.
(Echalos Cristo la bendición.) Ven, esposa soberana,
Abadesa. ¿No le ha visto echar, hermana, adonde tu esposo veas.
á Cristo la bendición? (Vuélvese un torno y desaparecen.)
Evangel. Miro maravillas tantas EvanGel Llevósela transportada.
que no sé si estoy dispierta. Abadesa. ¡Oh, milagrosa mujer!
(Encúbrese la Gloria y baja el Áagel.) Son tus maravillas tantas,
Abadesa. ¿No ve cómo el Ángel baja que no hay lengua que las cuente;
y los rosarios la ofrece? para alabarte éstas bastan.
Santa. ¡Oh, cuánto debe mi alma, (Sale uno que acaba la comedia.)
Angel, á Vuestra Hermosura!
Ángel. A estos rosarios, Juana, En la segunda comedia,
el autor, senado, os guarda
lo que falta desta historia;
(0 Falta el resto del verso. suplid agora sus faltas.
SEGUNDA PARTE DE LA SANTA JUANA

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Chisto. Carlos V, Emperador.


La Santa Juana. Don Jorge.
El Angel ük la Guarda. Lillo.
San Antonio de Padua. Crespo.
El Niño Jesús. Mengo.
San Francisco. Berrueco.
Cristo Crucificado. Mingo.
Soror Evangelista. (Jn Paje.
Unas Monjas. Otra gente.
Menga. Pastores (i ).
Mari Pascuai a.

ACTO PRIMERO Llorabas que con falsa ceremonia


y hipócrita apariencia, el vil Lutero
imitase á Nembrot en Babilonia,
y que el rebaño del Pastor cordero,
este lobo, en oveja disfrazado,
ESCENA PRIMERA despedazase con estrago fiero.
Llorabas que se hubiese dilatado
Música, y salen la Santa y el Ancki. arriba, que va su blasfema y pestifeca dotrina
bajando hasta la mitad del tablado, y la Santa por Alemania y su imperial estado,
subiendo del al mismo tiempo, hasta emparejar los y que, cual de la máquina divina,
dos, y entonces cesa la musica. derribó la tercer parte de estrellas -
la angélica soberbia serpentina,
Angel. este Anticristo austral, las leyes bellas
Esposa cara del Monarca eterno, de la alemana Iglesia derribase,
contra cuyo poder no prevalecen asolando la mies de Dios con ellas.
las puertas tristes del Tartáreo infierno; Lloras el ver que tanto cáncer pase
las entrañas de Dios que se enternecen tan adelante y su infernal blasfemia
con el agua sabrosa de tu llanto que lo mejor de vuestra Europa abrase.
remedio al mundo por tu ruego ofrecen; Él católico reino de Bohemia
delante de su altar, tálamo santo, la verdadera ley de Dios destierra,
llorando estabas el estrago horrible y al apóstata falso sirve y premia.
que al mundo anuncia confusión y espanto Flandes le sigue ya, y Ingalaterra
por la ponzoña del dragón terrible sus desatinos tiene por ganancia,
de las siete cabezas que en Sajonia desamparando á Dios su gente y tierra.
niega la ley católica infalible. Polonia, Hungría y la cristiana Francia

(i) Intervienen además la Vicaria y la Abadhsa.


ACTO PRIMERO 277
frenéticas aprueban los errores Santa.
que el vicio trajo al mundo y la ignorancia;
por esto lloras, y es razón que llores Ya, soberano Angel me consuelo
pérdida tan notable. viendo lo que la ley de Dios se extiende
y que le adora tan remoto suelo.
Santa. ¡Oh, ilustre capitán! Si el tiempo ofende
¡Ay, Angel mío! la memoria de hazañas infinitas,
Comprando Dios á costa de dolores defienda Dios la tuya, pues defiende
las almas con su sangre redimidas, su ley tu brazo y las colunas quitas
¿tantas se han de perder costando tanto? del estrecho de Cádiz, por ponellas
De tres partes del mundo están perdidas en tierras y naciones inauditas.
las dos, porque Asia y Africa no adoran Esculpa el mundo tu renombre en ellas,
sino de Agar las leyes pervertidas; pues á la iglesia das el Occidente
los más la luz de la verdad ignoran, y el cielo pueblas otra vez de estrellas.
y perdido el camino verdadero, {Pasan los dos por el aire al otro ángulo del tabla
al despeñarse sin remedio lloran, da y en ¿l enséñale una estatua de don Alonso de A.I-
pues si agora el apóstata Lutero burquerque, vieja, á lo portugués antiguo, con otro
este rincón de nuestra Europa abrasa mundo á los pies, y bastón.)
con la doctrina falsa y el acero; Angel.
si á Europa, que es columna firme y basa
de nuestra militante Monarquía, Vuelve agora los ojos al Oriente
los limites que Dios la puso pasa, y verás la nación del griego Luso
¿quién duda que la bárbara herejía y las hazañas de su ilustre gente.
de mar á mar ensanchará el imperio Este fiel capitán las quinas puso
que tuvo antes la ciega idolatría? desde el Atlante monte al mar Bermejo,
No permita mi Dios que en cautiverio á pesar del idólatra confuso.
tenga á su pueblo el condenado Egipto Mira en aquellas canas el consejo
ni pase la verdad tal vituperio. y el valor de la fe en aquella espada,
Bien sé que este rigor es por delito que en uno y otro fué español espejo.
de mis culpas, que son merecedoras Por él ha vuelto nuestra ley sagrada
de un castigo inmortal, Angel bendito; á hacer que en Asia el bárbaro se asombre
pero páguelo yo. viendo en ella su iglesia restaurada.
Angel. Santa.
Por ver que lloras Angel: ¿quién es tan milagroso hombre?
con tanto afecto, Dios, por el estado
de la Iglesia y su ley que humilde adoras, Angel.
desde aquí, Juana Santa, me ha mandado Alonso de Alburquerque, lusitano,
que te venga á enseñar el fértil frute que de Magno ganó fama v renombre.
que en las Indias España al cielo ha dado. Este, venciendo al moro y al pagano,
(Van subiendo /os das hasta el un ángulo superior, al etíope torpe, al ciego persa,
y descúbrese en un nicho dél una estatua de don la Cruz dilata con valor cristiano.
Hernando Cortés, vieja, armada á la antigua, can Si gente, pues, tan bárbara y diversa
bastón y un mundo a las pies.) en América y Asia á Dios adora,
Si un pequeño rincón paga tributo ¿qué importa que la herética perversa
en Europa á Lutero, pervertido contra el cielo publique guerra agora,
por la ambición, que le hace disoluto, si por una provincia sola gana
un nuevo mundo rico y extendido dos mundos cuyas almas atesora?
ha descubierto la romana barca Santa.
que al yugo de la Cruz está rendido.
Mira al pesar (i) del bárbaro heresiarca ¡Oh nobleza católica y cristiana
este nuevo Alejandro que conquista de Portugal! ¡Oh célebre Castilla!
el orbe indiano al español monarca. ¡Viva la ley de Cristo soberana!
Don Hernando Cortés (con cuya vista Alegre estoy de ver tal maravilla.
se alegra el mar del Norte), es éste, Juana,
digno de que sea yo su coronista. Angel.
Por él se extiende nuestra ley cristiana Aunque el Rey don Manuel dichoso tiene
por infinitas leguas, y al bautismo la lusitana y invencible silla,
regiones inauditas vence y gana. ya el tiempo deseado á España viene
Este es quien pasa el fluctuoso abismo en que se junten los castillos de oro
que márgenes de plata y oro baña, con las sagradas quinas; ya conviene
y para eternizar su nombre mismo que dando al cielo un Sebastián el moro,
á vuestra España da otra Nueva España, goce en España el Salomón segundo
muerte á la idolatría, almas al cielo, con Portugal un orbe lleno de oro.
y á su linaje una inmortal hazaña. (tíajan un poco y en la mitad del teatro descubre
se otra estatua de Filipo segundo, vieja, con dos mun
(i) Claro es que debe leerse á pesar. dos á sus pies.)
278 LA SANTA JUANA — SEGUNDA PARTE
Ya el César Carlos quinto ha dado al mundo Angel.
un Filipo primero, que el primero
de quien nació Alejandro, aunque es segundo. Contigo quedo: ¡oh vista soberana,
Su ilustre imagen enseñarte quiero gran consuelo, gran suerte, gran ventura!
del modo que en edad grave y madura (Sale volando el Angel, todo se encubre. )
en oro ha de volver la edad de acero.
Aquí la cristiandad está segura;
la justicia en su punto y la prudencia. ESCENA II
Santa. Salen el Emperador Carlos Quinto y acompaña
Su gravedad deleita y compostura, miento, y Don Jorge, del hábito de Santiago, y
respeto pone su real presencia. Lillo.

Angel. Santa. Señor: ¿otra vez honráis


esta vuestra humilde casa?
Dos mundos á sus pies sujeta el cielo, Carlos. Si vos, madre, en ella estáis,
y cada cual su nombre reverencia; ¿quién por vuestras puertas pasa
enjuga, pues, el llanto y desconsuelo, sin que vos le bendigáis?
pues que tan dilatada, Juana, has visto Soy yo muy devoto vuestro,
la ley divina que respeta el cielo, y así lo que os quiero muestro.
que si el Sajón, apóstata anticristo, Santa. A lo menos sois, señor,
la potestad del cielo á Roma niega, de la cristiandad favor,
y á quien es en su silla vice-Cristo, y por eso lo sois nuestro.
y con malicia y pertinacia ciega Cari os. La guerra, madre, publico
¡as indulgencias de las cuentas santas contia el hereje que ampara
contradice y blasfemias loco alega, el Duque Juan Federico
por eso Dios ha dado gracias tantas de Sajonia y se declara
á las sagradas cuentas que su hijo contra el Imperio. Es muy rico
te dió. con que su ceguedad quebrantas; y poderoso, y también
para contradecirle las bendijo. quiere el Lanzgrave de Hesén
Y en fe de que el rosario santo aprueba defender las falsedades
que el sacrilego fiero contradijo, de Lutero y cien ciudades
un árbol ha nacido y planta nueva rebeldes; pero aunque estén
en la isla de Irlanda en este instante tan poderosos, entiendo
que en vez de fruta mil rosarios lleva. de la verdad que defiendo
Jamás el mundo vió su semejante; que el áspid he de pisar
nació y creció en un punto, convenciendo y el basilisco, y quitar
al pueblo pervertido y ignorante; del mundo este monstruo horrendo.
de sus ramas las cuentas están viendo, Por esto antes de partirme,
que como de las parras los racimos, madre, en tan ardua ocasión,
en fe de la Fe santa están pendiendo. de vos vengo á despedirme,
(Descúbrese un árbol lleno de rosarios arriba.) porque vuestra bendición
Aqueste el árbol es. nuestras victorias confirme.
Santa. Id, columna de la Fe,
Santa. gloria del nombre español,
que, porque vitoria os dé,
¡Qué merecimos haiéis que detenga el sol
en nuestros tiempos ver, rosarios santos, su curso cual Josué.
el árbol de quien sois frutos opimos! El rebelado alemán
Celebre el cielo con alegres cantos y el flamenco os labrarán
hazaña tan ilustre y portentosa, estatuas de bronce y oro,
pues tal consuelo dais á nuestros llantos. vencido en Túnez el moro
ANGEL. como en Buda Solimán.
De vuestra parte tenéis
Desta suerte la mano poderosa á Dios, pues, por varios modos,
de Dios castiga, y desta suerte sana. por que más fama cobréis,
(Bajan volando al tablado.) en Yuste, vencidos todos,
á vos mismo os ve.iceréis.
Santa. El cielo os dé su favor,
¿Qué merecí, señor, ser vuestra esposa? pues que sois su defensor
y destos reinos espejo.
Angel. Carlos. Con grande cuidado dejo,
madre, ya al Gobernador
Carlos quinto ha venido á verte, Juana. de España y encomendada
Santa. esta casa.
Santa. Siempre ha sido
¿Adónde, pues, se va Vuestra Hermosura? de su valor amparada.
ACTO PRIMERO *79
Carlos. Yo estoy muy agradecido ¡Par Dios, que es linda la flema!
por veros siempre ocupada A un Fray Guarín te redujo.
en encomendarme á Dios, Jorge. Malo soy para cartujo
pues, ayudándome vos, y loco en seguir mi tema.
bien á España regiré, Verdad-es que estoy casado;
y muy seguro podré pero ¿por eso he de estar
partirme. Adiós, madre, adiós; privado de otro manjar?
y advertid también que queda Lillo. Cocido come y asado
don Jorge muy encargado quien tiene caudal, señor,
que os acuda en cuanto pueda. y también puede un marido,
Aquesta villa le he dado, si el matrimonio es cocido,
con otras muchas que hereda, dar vueltas al asador
y con tan noble vecino, y alcanzar de una perdiz
que enriquecerá imagino las dos pechugas.
esta casa y posesión, Jorge. Bien dices.
que es don Jorge de Aragón, Lillo. Son las villanas, perdices
madre Juana, mi sobrino. que no ofenden la nariz,
Jorge. Soy tu hechura. porque huelen á tomillo,
Carlos. Hacer alarde y el tercero es el trinchante
del valor que vive en vos, que se las pone delante.
y vamos de aquí, que es tarde. Jorge. Pues mi trinchante eres, Lillo,
Madre: encomendadme á Dios. caza y parte.
Santa. El os de vitoria y guarde. Lillo. ¡Bueno es esol
{Vase La Santa por una puerta.) Lo mejor te comerás,
y dándome lo demás
dirás: róete ese hueso.
ESCENA III Jorge. Hermosas labradorcillas
hay en Cubas.
Al irse par la otra acompañandu al Empdehadoh, Lillo. Encuba! las
Don Jori.i. se vuelve á él y le dice: si te agradan, ó alcanzólas.
Jorge. Lillo: hermosuras sencillas
Carlos. ¿Dónde vais? entre tosca frisa y paño
Jorge. A acompañar son las que busco y codicio,
á vuestra Majestad voy. que siempre del artificio
Carlos. Quedaos, don Jorge, á tomar dicen que se hizo el engaño.
de los lugares que os doy Da al diablo tanto tocado,
la posesión y á gozar tanta seda y guarnición,
el nuevo y alegre estado, gigantes que en procesión
que estáis recién desposado. son paja y visten brocado.
Mas sírvaos el casamiento Lillo. Nunca de esas hagocuenta,
de más sosiego y asiento porque ya es cosa sabida
que hasta ahora habéis mostrado, que carne que está sentida
que habéis sido muy travieso; la disfrazan con pimienta.
y pues ya tenéis edad, Enfádame la mujer
si con ella viene el seso, que gasta galas sin suma,
pasen con la mocedad porque ave de mucha pluma
las locuras. tiene poco que comer.
Jorge. Tus pies beso Llega, que si te regala
y serte otro te prometo. el donaire labrador,
Carlos. Quedaos, pues, y sed discreto. siendo de Cubas señor
Jorge. Prospere tu vida Dios. cobrar pueden alcabalas,
Carlos. Enojaréme con vos, sin cortesanos trabajos,
don Jorge, si andais inquieto. de sus ninfas tus deseos,
(Vanse.) pues si damas son rodeos
labradoras son atajas.
ESCENA IV Jorge. A medida vino á hallarte
mi amor de su gusto.
Quedan Don Jorge y Lillo. Lillo. Fui
hurón un tiempo ó neblí.
Lillo. Dile que dónde predica Jorge. ¿De quién?
mañana su Majestad. Lillo. De Francisco Loarte
Jorge. En vano á la voluntad en lllescas, que perdido
desbocada el freno aplica por esta santa mujer
por que no corra veloz. que agora acabas de ver
Lillo. ¿Al gato pone maneotas? pretendió ser su marido;
Dile que las tiene rotas, pero como se acogió
y si llega dale coz. kfidelium, de su tierra
2'8o LA SANTA JUANA — SEGUNDA PARTE

se fué á Flandes á la guerra y el barbero Herrán Bermejo,


y sin amo me dejó; entramos hoy en Concejo
mas entrándote á servir á tomaros por señor,
todo en ti lo vine á hallar. y pues tomado os habemos,
Jorge. ¿Qué fiesta es ésta? en volviendo á entrar los dos...
Lillo. El lugar pero, ¿qué os importa á vos
que tesale á recibir. de que entremos ó no entremos?
A ser nueso dueño entráis,
y por ahorrar escritura,
ESCENA V tal os dé Dios la ventura
como nos la deseáis.
Salen Crespo y Mingo, Alcaldes; Berrueco, Mari Todos. Amén.
Pascuala, Menga y Músicos Labradores. Jorgc Sois muy elocuente;
dado me habéis gran contento;
Músicos. (Cantan.) El Comendador, bien habláis.
bendiga vos Dios. Crespo. Yo só un jumento
Mus. i.° La Virgen de Illescas... no quitando lo presente.
Mus. a.° Señor San Antón... Jorge. ¿Es vuestra hija esta zagala?
Todos. Pues venís á Cubas... Crespo. ¡Qué presto que la atisból
Mus. 2.° El Comendador... Berruec Yo só su padre.
Mus. i.° A ser nuevo dueño... Jorge. ¿Vos?
MUs. 2.° Bendiga vos Dios. Berruec Yo.
Mus. i.° La Virgen de Illescas... Jorge. ¡Buena cara!
Mus. 2.° Vos dé bendición... Crespo. No era mala
Mus. i.° El cirio pascual... para vuesa señoría
MUs. 2.° Señor San Antón... si podiera ser su igual.
Todos. El Comendador. Jorge. ¿Llamáisos?
Mus. i.* La vuesa esposica... Mari. Mari Pascual.
Mus 2." Os para un garzón... Jorge. Mucho me agradáis, María.
Mus i.° Como un Holofernes... Mari. Por muchos años y buenos.
Mus 2.° Como un Salomón... Jorge. Vamos.
Mus, I.° Que vaya á la guerra... Lillo. ¿Agrádate?
Mus. 2.° Y de dos en dos... Jorge. 'Sí.
Mus. i.» Prenda los moricos... Lillo. Echóla calza.
MUs. 2.° Que en Sansueña son... Jorge. Vení.
Todos. El Comendador. la de los ojos morenos. {Vanse los dos.)
Berruec Agora habéis de llegar
y helle una remenencia.
Mingo. Dios mantenga á su Cubencia. ESCENA VI
Berruec ¿Cubencia?
Dichos, menos Don Jorge y Mari Pascuala.
Mingo. ¿No ha de mandaí
á Cubas? Mingo. Golosmero me paresce
Berruec. Sí. el Comendador, Alcalde;
Mingo. Pues bien puede si se os pegare, ojealde
llamarse Cubencia. de la moza.
Crespo. Sí. Crespo. Si en sus trece
Mingo. Los dos venimos aquí se está, en casa hay sana amores
ambos á dos (sin que quede que del alma los arranca,
de todos cuatro costados poique entre otras habrá tranca
quien no venga con los dos, para los Comendadores. (Vanse todos.)
porque, en fin, los dos, par Dios,
somos hogaño empalados).
Venimos á recebillo ESCENA VII
por nueso dueño á compás,
y porque no es para más Salen la Vicaria, Soror Evangelista y otra Monja
guarde os Dios. Porte un cuartillo.
Jorge. ¡Gracioso recibimiento! Vicaria. Madres: bien puede ser santa,
Mingo. Llegad vos. pero no lo he de creer;
Crespo. ¿Llegaré? privarla tengo de hacer
Mingo. Sí. de! oficio.
Crespo. A Mingo Pulgar y á mí Evangbl. ¡Que sea tanta
nos cupo el embazamiento su pasión! ¿No considera
de hogaño, y Martín Berrueco, los milagros que Dios hace
hijo de Gil Porquerizo, por ella?
Bras Moreno y Sancho Erizo, Vicaria. Todo eso nace,
Pero Antón y Agustín Seco, madres, de que es hechicera
el cura y el herrador, Soror Juana de la Cruz.
ACTO PRIMERO 28i
Ev ángel. No diga tal cosa, acabe. Juana de la Cruz después
Vicaria. Venir el demonio sabe que con embustes ha sido
en forma de ángel de luz, por santa reverenciada;
y él es quien habla por ella todos saben mi caudal,
tantas lenguas; no hay que hablar; y así harán al Provincial
ai Provincial he de dar que me elija por Prelada,
cuenta de que está por ella y entonces verán las dos
destruida nuestra casa. si con hechizos y encantos
E vangel. ¿Destruida? Pues ¿tuviera hacen milagros los santos. (Vase.)
qué comer si ella no fuera
su Prelada?
Vicaria. Si el beneficio ESCENA VIII
que el Arzobispo nos dió
de Cubas ya le impetró Dichas, menos la Vicaria.
otro por Roma, ¿es buen juicio
meterse una religiosa Evangel. Madre: espere, aguarde; ;ay Dios!
en pleitos, y que defienda ¡Qué gran tropel de trabajos
á costa de tanta hacienda contra mi madre querida
tan impertinente cosa? se levantan! Mas la vida
¿Qué nos importa un curato? llega por estos atajos
Evangel. ¿Qué? La honra y el sustento á la ciudad soberana
de todo nuestro convento. donde reina un Dios cordero;
Vicaria. ¿Y hanos salido barato, mas presto ir á avisar quiero
si para el pleito ha vendido de todo á mi madre Juana. (Vanse.)
hasta los cálices?
E vangel. Sí.
Vicaria. El Provincial vendrá aqui ESCENA IX
y sabrá que ha destruido
nuestra hacienda. Salen la Santa y el Anchi, llorando.
Evangel. Venga acá:
¿qué hacienda en la Cruz halló Santa. ¿Vos llorando, Angel bendito?
Soror Juana cuando entró ¿Vos con tanto desconsuelo?
á gobernarla? Dirá Nunca el llanto entró en el cielo,
que nueve reales de renta porque nunca entró el delito.
solamente; pues de pan, Todo es contento infinito,
por su ocasión, ¿no nos dan que de la presencia viene
cada año ciento y cincuenta de aquella fuente perenne
fanegas, y de dinero que eternamente gozáis.
casi docientos ducados ¿Cómo, pues, Ange!, lloráis,
con que tiene remediados si el cielo llantos no tiene?
nuestros trabajos? Si quiero No haya más, mi San Laurel,
contalla los beneficios mi custodio, mi ventura;
que la debe nuestra casa, enjugue Vuestra Hermosura
¿no sabe que son sin tasa? ese sol, pues me veo en él.
¿Qué celdas ó qué edificios ¿Qué daño ó qué mal cruel
tenía, si no labrara es bastante á que os desvele,
este cuarto y aposentos? ángel mío; ó cuándo suele
¿No nos ha dado ornamentos? suceder lo que hoy se ve,
Sin ella, ¿quién la habitara? que un ángel llorando esté
¿Quién nos da reputación? y una mujer le consuele?
Mas hala puesto á los ojos Mas ¡ay de mí! ya he caído
la envidia vil sus antojos en la cuenta de ese llanto;
y así no ve la razón. algún pecado, Angel santo,
Vicaria. Predíqueme por su vida contra Dios he cometido.
la hipócrita, idiota, necia, Mil veces he merecido
que ya yo sé que se precia por mis culpas el infierno;
de la santidad fingida ¿es acaso el llanto tierno
de su abadesa; igual fuera porque condenada estoy
que acabara de aprender que bien sé cuán digna soy
la mentecata á leer del fuego y castigo eterno?
para que rezar supiera Angel. Segura está tu conciencia,
sin venirme á predicar. Juana; nunca has cometido
Evangel. Tiene infinitas razones, culpa mortal; siempre has sido
daréla mil ocasiones; monja vieja en la inocencia.
los pies la quiero besar. Aunque lloro en la apariencia
Vicaria. Todo el convento ha caído no lloro por propiedad,
en la cuenta de quién es que los que ven la deidad
282 LA SANTA JUANA — SEGUNDA PARTE
infinita y soberana lleva, Juana, en la memoria
jamás pueden llorar, Juana, que esta corona de gloria
ni sentir penalidad. cuesta corona de espinas. (Encúbrese.)
Hete parecido ansí Santa. ¡Oh! espinas, rico caudal
en muestras y testimonio de la celestial grandeza,
de que ha pedido el demonio Dios os pone en su cabeza
licencia á Dios contra ti; como provisión real.
si te regaló hasta aquí, Si premio tan inmortal
como á Job probarte intenta, da por trabajos el cielo,
y el común contrario inventa persígame todo el suelo;
un tropel de tempestades, ya me apresto á la conquista,
trabajos, enfermedades, Angel, que con vuestra vista
desprecio, agravio y afrenta. todo me dará consuelo. (Vanse.)
Dios los trabajos amó
en el mundo, de tal suerte;
jamás, Juana los dejó. ESCENA XI
¿Qué santo no los pasó?
Ninguno; que son favores S.tie Mam Pascuala con un cántaro de agua% como
de Cristo, y en sus amores que viene de la fuente^ y Don Jorge.
son su escogida librea,
y quien amalle desea Mari. Déjeme, que vó de prisa:
justo es traiga sus colores. ¡qué importuno es su mercé!
Santa. Pues ¿por eso es la tristeza? Jorge. María: escúchame un poco.
Trocad vuestro llanto en risa; Mari. Dado le ave, apártese (i),
lluevan trabajos á prisa que me aguarda mi marido.
pues vos me dais fortaleza. Jorge. Aquí os aguarda también,
Bien sabe vuestra belleza aguadora de mis ojos,
lo que ha que yo pido á Dios un alma muerta de sed.
que, pues que somos los dos Mari. Pues ¿qué quiere el alma agora?
esposos, nos parezcamos Jorge. ¿Qué? que la deis de beber.
en que los dos padezcamos: Dadme solamente un trago,
Si ya ¡o alcanzo por vos, mitigarásecon él
vengan penas y castigos mi fuego.
que del cielo son atajos, Mari. Allí está la huente;
pues (dicen) que en los trabajos si no, yo le llevaré
se echan de ver los amigos; al pilón, donde se harte.
que si amó á los enemigos, Jorge. Ea, no seáis cruel.
porque en ellos halló el bien Mari. ¿Bebe el alma?
de las penas, yo también Jorge. Por los ojos
sigo sus plantas divinas, bebe el veneno que ven.
pues entre zarzas y espinas Mari. No se llegue, que en mi alma...
Dios se apareció á Moisén. Jorge. ¿Qué?
Mari. Que le remojaré.
Jorge. Negar el agua es crueldad.
ESCENA X Mari. Sí; ¿agua sola quería él?
¡Quien no se las entendiese!
Aparéase Cristo con la Cru$ i cuestas, arriba, coro Jorge. Como esas manos me den
nado de espinas, y\á su lado una silla de brocado de beber, iré contento.
y sobre ella una corona de oro. Mari. Pues ¿no dice su mercé
que se está quemando?
Cristo. Juana: varón de dolores Jorge. Sí.
me llamo yo en la Escritura; Mari. Estará sudando, pues,
quien imitarme procura y beber agua sudando,
busque espinas, deje flores. mata rále.
El que goza mis favores Jorge. Comeré
pasar por trabajos trata, el blanco terrón de azúcar
y aunque el mundo más le abata, de esas manos.
con los trabajos se esfuerza, Mari. ¡Oxte! Iré
que el cielo padece fuerza buena yo á casa sin manos
y el violento le arrebata. habiéndolas menester.
Para llegar á esta silla Jorge. ¿Para qué?
tienes de entrar por la puerta Mari. ¡Linda pescuda!
desta Cruz, que no está abierta para fregar y barrer.
sino para el que se humilla. Jorge. ¿Del agua sois avarienta?
Procura, esposa, adquirilla, Mari. Sí, porque le mataré.
y si á los premios te inclinas
del cielo, adonde caminas, (i) Asi en el original.
ACTO PRIMERO 283
Jorge. Muera Marta, y muera harta. no hay llaves, puertas ni muros;
Mari. Que me aguardan, déjeme. quiéreme tú, que yo haré
Jorge. ¡Agua, Dios...! fáciles los imposibles.
Mari; Que ruin se moja. Mari. Vedme mañana otra vez,
Jorge. Tomaréla. que soy agora madi ¡na
Mari. Pues á fe de un bateo y pienso que es
si llega y digo «agua va...» tarde y me esperan en casa.
Jorge. ¿Qué? Jorge. Pues yo el padrino seré.
Mari. Que le remojaré. Mari. No, señor; que es el barbero.
Jorge. Ved que os quiero bien, María. Jorge. Por verte á ti le iré á ver.
Mari. ¿ Por qué no me heis de querer? Mari. Aquí en la Cruz se bautiza,
¿heos hecho vo algún mal? y es hijo del sacristén.
Jorge. Sí. Jorge. ¿Al fin me quieres?
Mari. ¿Qué mal? Mari. El diabro
Jorge. Muértome. en esos ojos tenéis
Mari. ¿Dequé? que me reconcome el alma
Jorge. De ojo. desde el punto que os miré.
Mari. ¡Chico es el niño!
Jorge. Es verdad: niño amor es.
Mari. ¿Quiere una cuenta de azogue, ESCENA XII
ó una higa para él?
Jorge. ¿Qué mas cuenta que el perderla, Sale Ln. i.°. —Dichos.
qué más higa que un desdén,
qué más ojo que el miraros, Lii.lo.
qué más mal que el querer bien? ha venido.
Mari. ¿Qué bien quiere? Mari. ¡Ay Dios! ¿qué haré?
Jorge. Estoy perdido. Jorge. Adiós.
Mari. ¿De qué se perdió? Mari. Adiós.
Jorge. Jugué. Jorge. Mucho os quiero,
Mari. ¿Qué juego? María.
Jorge. A la gana pierde. Mari. Yo á vos también.
Mari. ¿Cómo? (Vanse los dos.)
Jorge. Perdiendo gané.
Mari. ¿Qué ganó?
Jorge. Esta coyuntura. ESCENA XIII
Mari. ¿Y qué perdió?
Jorge. Todo el bien. Sale Crespo.— Mari Pascuala.
Mari. ¿De qué?
Jorge. De la voluntad. Crespo. ¿«Yo á vos también», al partirse
Mari. ¿Qué es amor? don Jorge de mi mujer?
Jorge. Un no sé qué. No anda bueno el reportorio;
Mari. ¿No sabe qué? pero yo le enmendare.
Jorge. No, María. Mari. ¡Crespo míol
Mari. ¡Bueno! Crespo. ¿Qué os quería
Jorge. ¿Queréislo saber? don Jorge?
Mari. Sí. Mari. Aquí le encontré
Jorge. Escuchad. y mandóme que os pidiese
Mari. No se me acerque, que hoy el galgo le prestéis.
porque le remojaré. Crespo. Pedilde á Crespo, que os ama,
Jorge. (Tómala una mano.) el galgo, y yo á vos también;
¿Hay tal mano? ¿hay tal blancura? no viene bien la respuesta,
Mari. Agarrómela, pardiéz. ni la excusa vino bien.
Jorge. Déjamela dar mil besos. Ea, ea, á casa, María,
Mari. Bese presto y váyase. que cuando el bateo esté
Jorge. ¿Quiéresme bien? acabado, dos liciones
Mari. Un poquillo. os daré de responder.
Jorge. Paga mi amor. Mari. Pues ¿qué tenemos?
Mari. No hay con qué. Crespo. No, nada;
Jorge. ¿Qué te falta? ratoneras sé yo her
Mari. No ser mía. donde los golosos cojo;
Jorge. Pues ¿cúya? Jorgito. yo os cazaré.
Mari. De un Locifer No es esta agua toda limpia;
que hasta los pasos me cuenta. vacialda y venid. ¿Qué hacéis?
Jorge. ¿Los pasos cuenta? Mari. Si el miedo llevan que yo
Mari. Sí, á fe. todas las que quieren bien,
Jorge. Lo contado como el lobo; ¡huego de Dios en el bien querer!
cuando quiere una mujer, Amén, Amén. (Vánse.)
284 LA SANTA JUANA -SEGUNDA PARTE

ESCENA XIV de los trabajos con que Dios permite


que tu paciencia tu corona alcance.
Salen el Angel y la Santa.
Santa.
Angel. Regalos son que mi obediencia admite;
mucho espero medrar en este lance.
Juana: Dios manda que tu misma historia
y los milagros que contigo ha hecho Angel.
escribas, porque todo sea en gloria Toda la casa pide que te quite
de su eterno poder y en tu provecho. el oficio que tienes de Abadesa.
Santa. Santa.
¡Ay, Angel santo! y si la vanagloria Con gran razón mi indignidad confiesa.
que tantas buenas obras ha deshecho, Angel.
asalta el alma y mi humildad derriba,
¿qué servirá que yo mi historia escriba? Gran torbellino contra ti levanta
el demonio; de afrentas perseguida
Angel. de todos has de ser.
Dios, que lo manda, te dará su ayuda. Santa.
Santa. Nada me espanta,
Angel: ¿yo he de escribir en mi alabanza? si Dios me da favor.r.
¿No sabéis vos que la virtud es muda? Ángel.
¿No sabéis vos que la ambición se alcanza A que le pida
con la propia jactancia y que se muda á Dios, la Reina de la corte santa
la humildad en soberbia? me parto al cielo. Adiós, Juana querida.
Angel. (fase.)
No hay mudanza ESCENA X V
que á las virtudes haga resistencia
si en la humildad fabrica la obediencia, La Santa, sola.
cuanto y más que escribiendo maravillas
de Dios, tu Esposo, su poder levantas Al arma toca el mundo; cuerpo bajo,
y á ti te abate más con escribillas, vamos á ejercitarnos al trabajo;
por ser indigna de mercedes tantas. antes que entremos, Juana, en la batalla
hagamos militares ejercicios.
Santa. ¿No tengo yo una cota hecha de malla?
Nunca yo he merecido recibillas; Á vestírmela voy contra los vicios.
pero, Angel santo, tú que siempre cantas Corona tiene Dios; para alcanzalla
en la presencia de mi Esposo eterno, no son malas escalas los cilicios;
de el Saneto, Saneto, Sáneto, el himno tierno, por espinas da Dios sillas divinas.
suplicote me alcances del licencia Al arma, Juana, pues; buscad espinas. (Vase )
para que no sea yo mi coronista
ni quiebre la virtud de la obediencia ESCENA XVI
(que la alabanza á la virtud conquista).
Sale Soror María Evangelista.
Angel.
Eso y más te concede su clemencia; Madre Abadesa: amada madre Juana,
mas manda que María Evangelista, ¡gran milagrol que sé leer y escribo;
cuya lengua su eterno poder toca, de la mano de Cristo soberana
tu vida escriba de tu misma boca. por su ocasión esta merced recibo.
¡Oh qué letora soy! ¡oh qué escribana!
Santa. No tendrá la Vicaria más motivo
Si no sabe leer "ni escribir sabe, de afrentarme de torpe y de ignorante;
¿cómo ha de ser? leer y escribir supe en un instante.
¿Dónde está, Madre nuestra?
Angel.
La omnipotencia suma
no hay cosa que no pueda y que no acabe; ESCENA XVII
ella es quien rige ya su mano y pluma. Aparécese la Santa en una cru$, coronada de espinas,
Santa. con una soga al cuello y una túnica de nayo, y
bájase de ella cuando la llama Sor Etangelist*.
Su nombre santo el cielo y tierra alabe;
pues El lo manda, no es razón presuma Santa.
resistir su divino mandamiento; ¿Quién me llama?
su esclava soy, su voluntad consiento. Evangelista.
Angel.
¡Ay, cielos, qué crueldad! Madre amorosa:
Ya se te acerca, Juana, el fiero trance ¿qué hace de esa suerte?
ACTO PRIMERO 285
Santa. Lab. i.° Rosas y junquillos.
Todos. Trébole.
En esta cama, Lab. i.° Para los padrinos.
aunque áspera á la vista, amor reposa. Todos. Trébole.
Evangelista. Lab. i.° Espadaña y juncia...
Todos. Trébole.
Espinas flores son para quien ama, Lab. i.° Para el señor cura.
y en ellas estáis bien, porque sois rosa. Todos. Trébole.
Santa. Lab. i.° Lirios de los valles...
Todos. Trébole.
En las sillas celestes y divinas Lab. i.* Para el padre y madre.
dan coronas de gloria por espinas. Todos. Trébole.
De aqueste modo voy apercibida Lab. i.° Y para el Alcalde la hierba del sol.
á pelear, que estoy desafiada Todos. Trébole, denle trébole al niño,
de mil persecuciones. trébole; ¡ay Jesús, qué olor!
Evangelista. Crespo. Entre en la Igleja el bateo,
y mientras que le bautizan
Perseguida bailen los que solenizan
crece más la virtud y es celebrada; la fiesta.
Dios me manda escribir su santa vida. Menga. Ya lo deseo.
Santa. Bebriiec. Par Dios que ha parido Gila
un hijo como un becerro.
Ya sé que su divino amor se agrada Crespo. ¡Qué tieso, oh hi de puta, perro!
de que el mundo su eterno nombre alabe; ¿Mas que se mea en la pila?
de ese modo ya sé que escribir sabe;
sabrán todos que soy gran pecadora,
pues con tantas mercedes no soy santa.
Para mi confusión es. ESCENA XIX
Evangelista. Salen Don Jorge y Lillo.— Dichos.
¿Por qué llora?
Jorge. ¡Oh buena gente!
Santa. Berruec. ¡Oh señor!
Por ver tanto favor, clemencia tanía Jo age. Haz lo que tengo ordenado.
en tantas culpas ¡ay de mí! En la hora LlllO. Voy, pues. (Vase Lillo.)
de dar la cuenta al Juez, ¿quién no se espanta?
¿quién no tiembla?
Evangelista. ESCENA XX
La gente del aldea, Dichos, menos Lii.lo.
Madre, su santa bendición desea.
Vienen á bautizar una criatura Jorge. Sin ser convidado
y de su mano esperan justamente me vengo.
la bendición del niño y la ventura; Ckespo. Es mucho favor.
vamos, por que no espere tanta gente. Mingo. En este poyo se siente
Santa. su señoría.
Jorge. Sí, haré. (siéntase.)
Yo lo consultaré con Su Hermosura; ¡Hermosa madrina, á fe!
que no es razón sin San Laurel, que intente Ckkspo. Yo os la quitaré de enfrente
cosa ninguna. y os haré trampa en que caya
Evangelista. vueso amor; dejaldo estar.
¿No se comienza á bailar?
¡Oh Sagra toledana! Mingo. Ea, salgan.
sagrada estás, pues te consagra Juana. Mengo. Vaya.
(Vanse.)
Todos. Vaya.
(Cantan y bailan)
Envidiosa Gila en Cubas
ESCENA XVIII del hijo que sin sazón
parió Marina en Orgaz,
Salen los Labradores todos con música y bateo. un muchacho rempujó.
¡Oh, qué lindo y grande que es!
Todos. (Cantan.) Trébole danle al niño, Bendígale la Ascensión!
trébole ¡ay Jesús, qué olor! Su padre le vea barbero,
Lab. i.° Trébole y poleo. sacristán ó tundidor.
Todos. Trébole. Ya le van á bautizar,
Lab. i.° Alegre el bateo. ya le llaman Perantón,
Todos. Trébole. ya le vuelven á su casa,
286 LA SANTA JUANA— SEGUNDA PARTE
ya sacan la colación. Crespo. ¿Esa es justicia?
Si merendares, comadres, Jorge. Villanos:
si merendares, llamadme. no me enojéis, que yo soy
Si merendáredes nuégados señor de Cubas, y ansí
y gaabanzos tostados, todo es mío. (VanseJ
pues somos convidados,
al repartirlo avisadme.
Si merendáredes, etc. ESCENA XXII
Ya el muchacho se gorjea;
ya sabe decir «ajó»; Dichos, menos Pascuala, Jorge, Lii lo y Criados.
ya le han sacado los brazos,
ya le han puesto un correón, Crespo. ¿Esa es razón?
ya le hacen hacer pinitos ¿Esto consentís, cobardes?
y le dicen á una voz: ¡Matalde!
«Anda, niño, anda, Mingo. Mátele Dios
que Dios te lo manda que le hizo.
y Santa María Crespo. ¿Tal injuria
que andes en un dia; consentís? ¿Tan gran traición?
señor San Andrés Mingo. A quien le duele la muela
que andes en un mes; que se la saque; andad vos,
señor San Bernardo si os atrevéis sin tenazas,
que andes en un año y sacalde ese raigón.
sin hacerte daño Berruec. ¡Ah, cielos!
en esta demanda. Mingo. Que no la quiere
Anda, niño)», etc. sino por un dia ó dos,
Ya ha crecido y va á la escuela, y luego os la volverá.
ya en el Cristo da lición, Crespo. A estar el Emperador
ya sabe jugar al toro, en España...
ya corren de dos en dos, Mingo. ¡Buena flema!
á «la trapa, la trapa, la trapa, Guarde el cielo mi rincón.
en mi caballito de caña». Berruec. ¿Estas mañas tenéis, Jorge?
Ya quieren que vaya al campo Yo me vengaré de vos.
y aprenda á ser labrador;
ya le visten de sayal
el capote y el calzón.
Caperuza cuarteada ACTO SEGUNDO
su señor padre le dió,
y probándosela todos
ansí le dicen á un son : ESCENA PRIMERA
«Que la caperuzita de padre
póntela tú, que á mí no me cabe.» Salen Don Jorge, Lillo y Labr; dores.

Jorge. Pegad á todo el lugar


ESCENA XXI fuego, sin que dejéis casa
Salen Lillo y otros, y llcvanse á Mari Pascuala. que no convirtáis en brasa.
Villanos: no ha de quedar
Joruk. Llega, Lillo, que ahora es tiempo. piedra en Cubas sobre piedra.
Mari. ¿Qué es esto? ¡Ay cielos, traición! Mingo. Señor: por amor de Dios;
Lillo. Ninguno el paso me impida. por nuestra hacienda y por vos,
CrejPo. ¡Oh infame! ¿Cómo que no, con cuya presencia medra,
si es mi esposa la que llevas? que mandéis á los soldados
Jorgk. ¿Por qué no? que en Cubas habéis metido
Crespo. ¡Muera el traidor! salir dél; basta el roído
Jorgk. Ninguno pase de aquí, los dineros y ganados
si no pasaréle yo. que nos roban, sin que intenten
Crespo. ¡Par Dios, que es linda la flema! robar también nueso honor;
Que es Mari Pascual, señor. que no es honra del señor
Jorge. Segura va, sosegaos. que sus vasallos afrenten,
Crespo. ¿Con quién? claro está.
Jorge. Con vuestro señor. Jorge. ¿Y es justo
Crespo. ¿Con vos? que se opongan los vasallos
Jorge. Conmigo. ásu señor?
Crespo. ¿A qué va? Mingo. Si afrentallos
Jorgb. Eso adivinaldo vos. quiere su travieso gusto,
Crespo. ¿Y mi honra? ¿qué mucho que se defienda
Jorge. ¿Qué más honra quien ve que ese honor se pierde?
que amarla el Comendador? Crespo. El perro con rabia muerde;
ACTO SKGUNDO 287
¿salisme á robar la prenda Lillo. Eso puedes preguntar
más estimada y querida, á mis lomos, que á porfía,
sin poderos abrandar, haciendo con ellos fiestas,
y espantáisos que el lugar tantos palos les pegaron,
su agravio y mi afrenta impida? que, sin jugar, me cargaron
Berruec .Mari Pasquala es mi hija. un flux de bastos á cuestas.
Crespo. Mi esposa había de ser. Líbrete Dios de una tranca
Berruec . ¿Por qué habéis vos de querer en manos de un labrador
dar á mi vejez prolija si se enoja y con furor
tan mal fin, y que el lugar tras un desdichado arranca,
me afrente, y viéndola diga: que no dirás sino que es
esta que veis es la amiga sota de bastos con ella.
de don Jorge? Jorge. Crespo: en vano es escondella;
Lillo. Que mirar yo os la volveré después
tendrán por sí, de manera y seréis de su hermosura
que no se acuerden de vos. legítimo poseedor.
Jorge. Luego ¿entendisteis los dos CRESPO. Lo que otro suda, señor,
que Mari Pasquala era diz que á mí poco me dura.
solamente en quien mi gusto Eso es lo que mi honra busca;
pongo, y á quien amo y quiero? no me falta ya si tiña,
¡Bueno, á fe de caballero! vendimiadme vos la viña
Pues si eso os daba disgusto, comeré yo la rebusca.
consolaos, que no seréis ¡Bueno! eso no ¡juro al soto!
solos los que de hijos míos que no es discreto el marido
seáis abuelos y tios, que puede comprar vestido
que con todos me veréis entero y le compra roto.
emparentar. ¡Malos años; no en mis días!
CrESPO. Y lo hará Lillo. A la encina y al villano,
como lo dice. si no es á palos, en vano
Mingo. Buen cargo pedirles fruto porfías.
ha tomado. Jorge. Dices, Lillo, la verdad.
Jorge. El tiempo es largo, ¡Hola! saca un potro aquí.
Crespo; todo se andará. Crespo. ¿Potro aquí? Ya siento en mí
Mingo. ¿Y eso es justo? extraordinaria humedad.
Lillo. ¿Por qué no? Berruec Mira que al Emperador
Jorge. Sois muy toscos y groseros, ofendes, y cuando venga
y pretendo ennobleceros, y destos agravios tenga
pues lo quedaréis si yo noticia, hade hacer, señor,
mezclo con vuestro sayal el castigo que tú sabes,
un jirón de mi nobleza. de su justicia y enojo.
Crespo. Alto; ¡dióle en la cabeza! Jorge. Pocos consejes escojo,
Jorge. ¿Dónde está Mari Pascual? por más que al César alabes,
Porque escondella es querer pues cuando él volviese acá
que todo el pueblo destruya. ya yo por diversos modos
¿No vais por ella? os tendré muertos á todos,
Crespo. Si suya, y nadie se quejará.
así como así ha de ser, Dónde está Mari Pascuala
no empiece en Mari Pascual; declarad, ó en el tormento
que es como guindas amor, moriréis.
la postrera la mejor, Crespo. A lo que siento,
y para guinda no es mala. lleno estoy de unto sin sal;
Mingo. Que destruyas nuesa hacienda yo diré la verdad llana.
importa poco, tomalda, Cuando á Pascuala os quitamos
y si os servís abrasalda, al convento la llevamos
como el honor no se ofenda; de la Cruz. La madre Juana
que el lugar consentirá, allí guardándola está
como ho le deshonréis, de vueso ciego cuidado;
que la hacienda le quitéis. si hasta aquí lo hemos negado
Jorge. Mingo: todo se andará; es porque no vais allá
decid adónde llevastes y hagáis de las que soléis
vuestra sobrina, ó haré con que el convento se inquiete.
que os den tormento. Jorge. Pues, á Juana, ¿quién la mete
Mingo. Pues ¿sé (por más que se lo roguéis
yo dó está? vosotros) si no en rezar?
Jorge. ¿No la quitastes Cresi'o. Es una santa, señor,
á Lillo en ofensa mía y mira por nueso honor.
con ayuda del lugar? Jorge. Cuando me llego á enojar
288 LA SANTA JUANA— SEGUNDA PARTE
no miro yo en santidades desta mujer atrevida,
que, quizá, fingidas son; que, pues llega á ser odiosa
acuda ella á su oración hasta [á] sus monjas, ¿quién duda
y no intente novedades. que, perturbando su paz,
Disciplínese, que es justo; con el fingido disfraz
ayune y rija su casa; de santa sus vicios muda?
mas si los límites pasa Su eterno perseguidor
de su estado y de mi gusto tengo de ser desde aquí.
y irritan mi libertad, Al convento voy.
guárdese, que podrá ser Crespo. ¿Ansí
que vengamos á saber nos quieres dejar, señor,
qué tal es su santidad. sin mandar á los soldados
que se vayan del lugar?
Jorge. Villanos: habéis de estar
ESCENA II con su presencia obligados
á mi gusto.
Sale Un Paje. Crespo. Cuanto quieres
haces; ¿quién hay que te ofenda?
Paje. La Vicaria del convento Jorge. Señor soy de vuestra hacienda,
de la Cruz este te envía. vuestras casas y mujeres;
(Dale un billete.) todo me ha de dar tributo,
Jorge. Si es que resistir porfía pues que vuestro dueño soy.
mi amoroso pensamiento, Ven, Lillo.
mal sus ruegos y lisonjas Lii.i.o. Contigo voy.
mis gustos resistirán; Mingo. ¿Las mujeres? ¡Oste, puto!
conténtese con que están ¿Qué hemos de her?
seguras de mí sus monjas. Crespo. Trasponcllas
(Abre el billete y lee.) como puerros.
«La presunción de la madre Juana Berruec. Ese es
de la Cruz es tanta, que, no contenta mi voto: yo á Leganés
con regir su casa, ha pretendido go pienso llevar dos doncellas
bernar las ajenas, de suerte que para que en casa quedan.
remediar (según dice) la de V. S., ha Mingo. Si á pares
escrito á Madrid á la señora doña á las doncellas sacáis,
Ana Manrique, esposa de V. S., in á las casadas dejáis
sultos indignos de tal persona, y per á figura.
suadióla á que, no enmendándose de Berruec. En los lugares
ellos, se queje al Gobernador de Cas vecinos pueden estar
tilla don Juan Tavera para que los seguras, hasta que venga
remedie, y con capa de santidad fin el Emperador y tenga
gida tiene banderizada esta casa. noticia de que el lugar
Ahora que la está visitando Nuestro nos destruye este traidor.
P. Provincial será de importancia la Crespo. Cuando Carlos venido haya,
autoridad de V. S. para que se pierda á fe que no se le vaya
la suya y la quiten el oficio que ha con ella el Comendador.
tantos años ejerce de Abadesa. Las Mingo. De mi voto no saquéis
más monjas deste monasterio son las mujeres del lugar,
deste parecer; y porque al Señor del que mos puede resultar
lugar conviene procurar la quietud mayor mal del que teméis.
dél, y ésta resulta de la de esta casa, Berruec. Callad, dejaos de quillotros.
aguardamos á V. S. para la libertad Mingo. Temo, de esos pareceres,
de ella y de una doncella que, según que en faltando las mujeres
he sabido, contra su gusto tiene en tiene de dar tras nosotros. {Vanse )
este convento. Para lo uno y lo otro
importará la presencia de V. S., á
quien N. S. guarde. —La Vicaria.» ESCENA III
¡A doña Ana contra mí Salen la Sania y Mari Pascuala.
para que al Gobernador
se queje contra mi honor! Santa. Es la hermosura, María,
¡Oh hipócrita falsa! ¿Ansí niebla que el sol desvanece,
tu santidad se acredita? sombra que desaparece,
Al Provincial hablaré fímera que vive un día,
y el alma le quitaré vela que luce lo que arde
si el oficio no le quita. la frágil luz de la vida,
No en vano por sospechosa hierba con el sol florida
tuve la virtud fingida que se marchita á la tarde,
ACTO SEGUNDO 289
y es instante cuyo ser que, si quisiera, desde hoy,
está á las puertas del nada, mudando de estado y vida,
. joya del tiempo prestada, quedarme por freila aquí.
por quien luego ha de volver. Santa. Ojalá que yo pudiera,
Pues fabricar la esperanza que temo, si salís fuera,
sobre el vano fundamento vuestra pérdida.
de la nieve, sombra y viento, Mari. ¡Ay de mí!
despojos de la mudanza, Santa. Hay visita <en casa agora
¿paréceos á vos cordura? y está nuestro Provincial
¿Es bueno tomar ácenso en ella; es poco el caudal
pena eterna, fuego inmenso, nuestro, y yo gran pecadora.
por el deleite que dura Todas le piden que os eche
lo que la sombra y la flor? de casa, que una seglar
¡Ay. María! mal sabéis su quietud puede inquietar,
lo que costado le habéis sin que mi ruego aproveche.
á Dios, con cuyo valor Fuerza es, hija, que os volváis
vino el mundo á remediaros; á casa de vuestro padre.
y con ser tal su poder, Mari. Pues ¿cómo? ¿No veis vos, madre,
tuvo por bien el vender que al lobo la oveja echáis?
su vida para compraros. Santa. No puedo más; la ocasión
Joya, pues, que vale tanto, suele dar fama notoria,
¿en tan poco ha de estimarse? y Dios, por ver la vitoria,
¿En balde ha de derramarse permite la tentación.
sangre de mi Esposo santo? Si de vos misma salís
No lo permitáis, María; vitoriosa, buen padrino
estimaos en más á vos; os será el amor divino,
no os merece sino Dios. Dor cuyo amor combatís.
Mari. Basta, madre, madre mia. Yo haré por vos oración
basta, que me derretís á Dios.
el alma y el corazón; Mari. ¿Hay tal desconsuelo?
palabras de fuego son, Dadme, pues, la mano.
madre, las que me decís. Santa. El cielo,
Si me he dejado vencer hija, os dé su bendición.
de las promesas y amor (Tase Mari Pascual*.)
del fuego, Comendador
persiguióme; soy mujer, ESCENA IV
mi flaqueza combatió;
mas, pues, por vos valor cobra, Sale el Angel.— La Santa.
no temáis ponga por obra
lo que, habiéndome, intentó. A ngel. ¿Juana mía?
Diamante seré á su amor, Santa. ¿Mi Laurel?
jamás vencerme podrán ¿Vuestra Hermosura no sabe
sus promesas. que en el peligro más grave
Santa. Más galán se ve el amigo más fiel?
es Dios que el Comendador. Agora que el Provincial
Si, porque no le habéis visto, admite discurses largos
esotro os ha satisfecho de las que me ponen cargos
porque trae la cruz al pecho, porque las gobierno mal,
más preciosa cruz trae Cristo ¿me escondéis esa belleza?
á las espaldas, cosecha Angel. Jamás me aparto de ti.
de mis vicios desbocados, Santa. Todo es, mí Laurel, así;
que, por no ver mis pecados, pero, para mi tristeza,
á las espaldas los echa. no basta que estéis conmigo,
Su encomienda es de más cuenta, sino que os me dejéis ver.
y si no, julgaldo vos, Agora os he menester,
pues que llevamos los dos, que sois mi mayor amigo.
él la cruz y yo la renta. Angei.. Las más, Juana, del convento
Cristo el Gran Maestre es son contra ti.
desta preciosa encomienda, Santa. ¡Qué bien hacen!
rica y inmortal hacienda, Pues de mis pecados nacen ,
infalible su interés. causas de su descontento;
Pues, cuando don Jorge os muestre helas escandalizado,
amor, ¿no es notable error Angel, con mi mala vida,
amar al Comendador siendo soberbia, atrevida;
. despreciando al Gran Maestre? y habiendo de ser dechado
Mari. ¡Ay, madrel Tan persuadida de todas, la menor dellas
á servir á Dios estoy, pudiera ser mi prelada.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA. —TOMO II '9
290 LA SANTA JUANA — SEGUNDA PARTE
Nunca me han visto enmendada, hará á la justicia y paz
viviendo siempre con ellas. que otra vez á España vuelvan),
Porque más no las estrague, una destas cuentas santas
es razón, Angel bendito, tendrá con la reverencia
que castiguen mi delito: que promete el que ha de ser
quien tal hace que tal pague. (Llora.) de la cristiandad defensa.
Angel. Mirando está tu humildad Y luego el tercer Filipo,
tu Esposo, á quien enamoras con su Margarita bella,
con las lágrimas que lloras, los pacíficos, los santos,
porque con su Majestad, tendrán en otras dos cuentas
sus méritos aventaja sumado el valor y estima
quien pequeño se parece; de sus célebres riquezas,
tanto más la fuente crece por ser joyas con que el alma
cuanto el agua suya abaja. se compone y hermosea.
Tú crecerás hasta el cielo, Clemente octavo vendrá
pues hasta el suelo te abates, á esta casa antes que sea
y porque conmigo trates de la barca de San Pedro
cosas que te den consuelo, patrón y rija la Iglesia,
en pago de las afrentas y con una cuenta tuya
que presto has de recibir, á Roma dará la vuelta,
te quiero, Juana, decir con que adorne la tiara
los milagros que tus cuentas que ha de ilustrar su cabeza.
tienen de hacer en España. El santo fray Julián
Santa. ¡Qué buena conversación! de tu Orden (que en herencia
Angel- Sentémonos, que es razón. en Alcalá, de Francisco
Santa. ¿Yo con vos? ¡Merced extraña! será ejemplo de inocencia),
De rodillas, Angel, sobra y fray Francisco de Torres,
para mí. de quien este reino espera
Angel. Tu familiar milagros y maravillas
soy. que sus vidas engrandezcan,
Santa. Así tengo de estar. estas cuentas soberanas
Sentaos vos. han de estimar de manera
Angel. Aunque no cobra que con su autoridad pongan
mi angélica agilidad . freno á desbocadas lenguas.
cansancio del movimiento, Veinticuatro religiosas,
por no ser en mí violento, del falso espíritu opresas,
con más familiaridad tienen de quedar en Francia
y amor en esta ocasión, libres y sanas por ellas,
porque consolarte espero, y si algún endemoniado
sentarme, mi Juana, quiero una cuenta destas llega,
contigo á conversación. {Siéntase.) apenas la tocará
Los venturosos rosarios cuando se libre de penas.
que la Majestad inmensa Tres ciegos cobrarán vista,
en su soberano Alcázar á dos mudos darán lenguas,
tuvo en sus manos eternas, oirán por ellas los sordos,
salieron con tantas gracias cobrarán salud perfecta
como se esperaba de ellas; enfermos de corazón,
que manos de Dios no saben de fiebres, de pestilencia,
hacer mercedes pequeñas. de costado, de cuartanas,
Las virtudes de los Agnus de garrotillo, de lepra;
que el vice-Dios en la tierra serán único remedio
concede, esas mismas dió contra los que desesperan
Cristo, tu Esposo, á tus cuentas. de Dios, y harán que, contritos,
Gracia de sacar demonios; se arrojen á su clemencia.
contra tempestades fieras: Desterrarán tempestades,
contra enfermedades varias; amansarán las tormentas,
contra tentaciones ciegas, sin que los rayos furiosos
y otros muchos privilegios hagan daño en su presencia.
que son sin número y cuenta; Contra espantos y visiones
que cuentas que al Cielo suben serán medicina cierta;
el Cielo es bien baje en ellas. darán sosiego y quietud
Han de ser tan estimadas á escrupulosas conciencias,
como es justo, que son prendas y entre los muchos milagros
que en fe de su amor dió Cristo que ha de obrar la fe por ellas,
á Juana, su esposa tierna. los que se comprobarán .
El segundo Salomón, tienen de ser más de treinta.
Filipo (cuya prudencia Todas estas maravillas
ACTO SEGUNDO 29i
ha de hacer Dios, por que entiendan que me manda que la dé
lo mucho que te ama, Juana. nuestro Padre.
Mira si es bien que padezcas Santa. ¡Qué pequeña
por tan liberal esposo. comparada con mis culpas
Santa. ¡Ay, Angel divino! ¡Vengan será, por grande que sea!
trabajos y menosprecios, Abadesa El velo manda quitarla. (Quítasele.)
persecuciones y afrentas, Santa. Hace bien, que quien no vela
que si paga á letra vista, con las vírgines prudentes
Dios, en tan rica moneda, hasta que el Esposo venga
y antes que á cuentas lleguemos, bien merece que la quiten
son en mi favor las cuentas. el velo y que con la puerta
Sin cuenta quiero servil le. la den. ¡Ay de mí, que soy
Angel. La Vicaria es ya Abadesa: una de las cinco necias!
el oficio te ha quitado; Abadesa Manda que todas las monjas,
ya tus trabajos comienzan, hermana, la den en rueda
Job de España, ya ha llegado una disciplina.
el tiempo en que ha de hacer prueba Santa. Es justo
del oro de tu constancia que á Dios pague en la moneda
el toque de la paciencia. que pagó por mis pecados;
Contigo quedo, ten firme. (Vase.) cinco mil azotes fueran
Santa. Si mi guarda os encomienda más justos en mí que en El.
mi Esposo, ¿qué importan olas Ya me alivian esas nuevas.
en sufrimientos de piedra? Abadesa También manda que la encierren
y den por cárcel su celda,
porque la han dicho que está
endemoniada y que intenta
ESCENA V el demonio por su boca
engañar á los que llegan
Sale la Vicaria, ya Abadksa, y las Monjas. á escuchalla cuando habla
La Santa, fuera de sí en tantas lenguas.
Santa. No me espanto, que también
Abadesa. Ya, hermana, ha querido el Cielo llamaba la envidia hebrea
que los embustes se sepan á mi Esposo endemoniado;
de su santidad fingida razón es que le parezca.
para que remedio tengan. Enciérrenme, que es muy justo,
Nuestro Padre Provincial poitjue mis culpas no vean,
escandalizado queda que por ser tan grandes temo
de modo de sus excesos, que ha de tragarme la tierra.
que se ha partido sin verla, Abadesa. Pena de descomunión
y quitándola el oficio manda que no hable con ella
me eligió por Abadesa ninguna monja.
(contra mi gusto por cierto); Santa. ¡Qué sabio
mas obedecer es fuerza. mandato, qué gran prudencia!
Santa. Nuestro Padre Provincial A los que están apestados
en tan justa elección muestra dicen que nadie se llega
su cristiandad, su virtud, porque su mal no les toque.
su gobierno y su prudencia. Los vicios son pestilencia;
Que sin verme se haya ido como soy tan pecadora
y mis culpas aborrezca por apestada me encierran,
no me espanto, que es un santo, y es bien que ninguna me hable
y yo digna de las penas porque de peste [nol muera.
del infierno. Aquesos pies, Abadesa. Sabe Dios lo que he rogado
aunque yo no lo merezca, á nuestro Padre por ella;
ponga, madre, en esta boca. pero hale dado don Jorge
Abadesa. No me hable de esa manera; tan extraordinarias quejas,
hipócritas humildades que, satisfaciendo á todos,
en mí han de hacer poca mella. y aun usando de clemencia,
Alcese del suelo, acabe. le da este corto castigo
Santa. Si todos me conocieran Santa. ¡Y qué corto! El cielo quiera,
como ella, madre, ¡en qué poco madres, que yo no lo pague
me estimaran y tuvieran allá en las penas eternas.
los que me juzgan por santa Abadesa. Deje ya los fingimientos,
siendo el mismo viciol Es cuerda hermana, y al coro venga
y conoce mis pecados. adonde todas la azoten.
Abadesa. Con fingidas apariencias Santa. Vamos muy en hora buena.
no me ha de engañar, hermana; Monja i.a ¿Es posible que fingida
escuche la penitencia toda esta santidad sea?
292 LA SANTA JUANA— SECiUNDA PARTE

Monjas.° Pues el Provincial lo dice, Don Jorge.


que tiene tanta experiencia, Estoy yo pobre y el concejo rico;
¿quién lo duda? y más sabiendo no habrá quien de vosotros me defienda,
que el lobo se finge oveja. (Vanse.)
que entre villanos mal podrá enfrenallos
si el dueño es pobre y ricos los vasallos.
¿Qué depósito tiene aquí el concejo?
ESCENA VI
Mingo.
Quedan Soror Evangelista, la Abadesa y la Santa.
Cien fanegas de pan que da cada año
Evangel. Hanme mandado callar, á pobres del lugar.
y el corazón me revienta
Don Jorge.
viendo padecer mi madre
de pesar y de tristeza; ¡Lindo aparejo
mas, si son los gustos oro para holgazanes!
y sus quilates acendra Mingo.
la tribulación, ¿quién duda
que Juana ha de salir de ella No teme ese daño;
con infinitos quilates porque sólo seda al enfermo viejo
para que sirva á la mesa y á la mísera viuda.
del infinito Monarca? Don Jorge.
Esto sólo me consuela. (Vase.)
Esees engaño;
aplicolo á mi renta.
ESCENA Vil
Berrueco.
Dichas, menos Soror Evangelista. Pues los pobres,
¿qué han de comer cuando su pan los cobres?
Abadesa. Ya se cumplió mi deseo;
en fin, me han hecho Abadesa; Don Jorge.
ya se vengará mi envidia Remedio habrá para ellos.
desta hipócrita; contenta
voy en extremo. jOh, qué vida Berrueco.
la pienso dar! No habrá afrenta, ¿De qué suerte?
castigo ni menosprecio
que no he de probar en ella. (Kote.) Don Jorge.
A los pobres enfermos desterrallos.
ESCENA VIII Crespo.
Dichos menos la Abadesa. Que eres cristiano y que lo son ad' ierte.

Santa. A fe, Juana, que os conocen; Don Jorge.


alegre estoy de que os tengan En lllescas podrán mejor curallos.
por lo que sois; desta vez
nadie os juzgará por buena. Berrueco.
Quien tal hace, que tal pague;
¿Y á los viejos?
pagad, Juana, vuestras deudas,
que, pues todas os persiguen, Don Jorge.
á todas hacéis ofensa. (Vase.) ¿Los viejos? Darlos muerte,
pues no hay limosna igual como sacallos
ESCENA IX deste mal mundo.
Mingo.
Salen Don Jorge, Lillo, Crespo, Mingo y Kkrrukco.
¿Y esees buen consejo?
Don Jorge. Don Jorge.
Los propios del lugar y renta aplico ¿Para qué ha de vivir, si es pobre, un viejo?
á mi hacienda.
Crespo. Mingo.
¿No basta su encomienda? ¡Plegue á Dios que no llegues á esos dias!
Don Jorge. Don Jorge.
No repliquéis, villano. Las viudas hilen, si de edad no fueren
CRESPO. para casarse.
Berrueco.
No replico;
mas, ¿por qué nos despoja de la hacienda? Bien tu intento guías.
ACTO SEGUNDO 2g3
Don Jorge. Pones mi esperanza en duda.
Mas ya sé que son antojos
No ha de haber pobres; los que aquí lo fueren de amor, que la lengua muda
haceldos desterrar, que son harpías suele pasarse á los ojos.
que á nuestras mesas sustentarse quieren; Mi María: si no es vano
y un poderoso que los desterraba el amor que te provoca,
ratones de los ricos los llamaba. ya que por temor liviano
Crespo. me niega el habla tu boca,
hablar puedes por la mano,
Mejor nombre les da el cristiano celo, que su cristal me enamora.
de quien en este mar los llama naves Mari. ¡Ay confianza habladora!
en que la caridad despacha al cielo Cuán lejos suele vivir
riquezas de que tiene Dios las llaves. el proineter del cumplir
El mundo es mar y en él, cierto, recelo he experimentado agora.
de sus Caribdis y sus Sirtes graves. Soldado he sido cobarde;
En su golfo se pierde el que navega; hice en la paz menosprecio
sola la caridad al cielo llega. de la guerra, y en su alarde
Don Jorge. ca¡; que es propio del necio
temer el peligro tarde.
Predicador villano: ¿tú conmigo Prometí de no ofender
con ejemplo; y réplicas te pones? á Dios; pero, ¿qué he de hacer,
Vete, si no es que aguardes el castigo si la poca resistencia
digno de tus hipócritas razones. me cupo sólo en herencia
No es bien que á pobres se reparta el trigo, de la primera mujer?
que son de la republica ratones. De un modo empiezan su nombre
Vete. mudanza y mujer liviana;
Mingo. mudéme, nadie se asombre,
Si limosnero, señor, fueras, si á Eva vence una manzana,
tus vicios, con ser tantos, encubrieras. que hoy á mí me venza un hombre.
(Vanse los tres.) Jorge. ¿Qué dices?
Mari. Que no quisiera,
ESCENA X por lo bien que me estuviera,
deciros que os quiero bien.
Sale Mari Pascuala. — Don Jorge y Lillo. Jorge. Pues, mi labradora, ven
adonde mi amor te espera.
Mari. A no salir del convento, Mari. ¿Estas las cenizas son
de modo me enamorara frías? Mas dejó una brasa
tu divino entendimiento, escondida la afición,
Juana santa, que dejara y quemaráse la casa,
de dar al cuerpo sustento porque sopla la ocasión.
por tus palabras, manjar ( Vanse los dos )
que desteirando el pesar
dejan el sentido en calma, ESCENA XI
pues con las sobras del alma
me pudiera sustentar. Queda Lillo y sale Crespo.
Pero, pues que dél salí
y palabra en tu presencia Crespo. Yo, señor Lillo, quisiera
de no ofender á Dios di, hablar al Comendador.
no hayas miedo que en tu ausencia Lili.o. Por el Lillo y el señor
pueda la pasión en mí le llamara si estuviera
lo que ha podido hasta agora, para eso; pero está
que, en fin, eres mi fiadora, ocupado.
y Dios severo acreedor Crespo. Pues ¿qué hace?
que cobrará con rigor Lulo. Una dueña en quien deshace
si no paga la deudora. lo que ella otra vez no hará.
A don Jorge quise bien; Crespo. Que es cosa y cosa parece.
pero ya en ceniza fría Lillo. Cosa sin cosa podría
sus torpes brasas se ven. ser ya.
¡Ay cielos! éste es. Crespo. ¿Quién será?
Jorge. María: Lillo. María
á' mi vista albricias den Crespo. ¿Mari Pasqual?
mis deseos, que en tu ausencia Lillo. Esa ofrece,
han mostrado á la experiencia, pues que sabello codicias,
en el potro del amor primicias de su hermosura
los tormentos que el temor á don Jorge.
suele dar á la paciencia. Crespo. Pues ¿es cura
¿No me hablas? ¿Porqué enojos? para llevar las primicias?
294 la santa Juana—segunda parte
Lillo. Esta es la verdad. torpe solicitador,
Crkspo. ¿No estaba sin sentir tu vil señor
en la Cruz? que te sirvan las mujeres
Lii.lo. Hizola echar que él deshonra, de despojos.
Juana. Pero, afrentoso alcahuete,
Crespo. Yo voy á avisar aguárdame, y sacaréte,
á su padre, que pensaba porque no lo seas, los ojos.
que allí la tenía guardada; Lii.lo. ¿Porque á mi amo ha servido
pero diréle que queda tantos humos ha cobrado?
bellaca para moneda. Advierte que es del criado ,
Lillo. ¿Porqué? todo el ropaje traído;
Crespo. Porque está cercenada. y que aunque el Rey tenga un bayo
( Va se.) de notable estimación,
quitado el caparazón,
ESCENA XII le corre cualquier lacayo. (Vase.)

Sale Don Jorge maltratando d Mari Pascuala,


Lillo. ESCENA XIV

Jorge. Echa, con la maldición, Queda Mari Pascuala.


esta mujer, en quien veo
que es la esperanza y deseo ¿Estos son pagos del mundo,
mejor que la posesión. en deudas tan merecidas
¡Que lo que pretendí tanto como son deudas de honor
tanto me llegue á enfadar! cuando se acercan sus ditas?
Lili.o. Amón eres con Tamar; ¿Así se cumplen palabras
gozástela, no me espanto. con lágrimas ofrecidas,
Dos caras el gusto pinta, con promesas intimadas,
señor, en cualquiera cosa: con ansias encarecidas?
si es ajena, muy hermosa; ¿Aquesto es ser caballero?
pero si propia, distinta. ¿En esta nobleza estriba
Cuando ajena, cosa es clara el valor que España ensalza
que el sol era su traslado; y estimaron mis desdichas?
pero ya que la has gozado ¿Mudables, dicen que son
verás la segunda cara. las mujeres, ofendidas
Mari. ¿Asi se paga el honor de tantas lenguas mordaces
de una mujer, fementido? tantas plumas enemigas?
Mas de honras, ¿cuándo ha sido ¿Esto es ser hombre, de quienes
el mundo buen pagador? tantas virtudes se afirman,
Jorge. Déjala y ven. (Vase.) tantas hazañas se alaban,
tanta firmeza publican?
Si así los hombres son que España cría,
ESCENA XIII ¡mal haya la mujer que en hombres fía!
¡Ah ingrato y necio pastor!
Líenos, menos Don Jorge. ¿la oveja dejas perdida
para que lobos la coman
Mari. Oye, escucha... después que la lana esquilmas?
¡Ah tirano; ¿así te vas? ¿Cómo, cielos rigurosos,
Mas la deuda negarás, si es verdad que la justicia
que es costumbre cuando es mucha desterrada de la tierra
Paga como caballero; vuestro tribunal habita,
pero dirás, y es verdad, no castigáis este ingrato,
que perdió la voluntad pues no valen allá arriba
el gusto, que es su dinero. las dádivas ni el poder
Que eres noble considera. que tantas varas derriban?
Lili.o. Pasito, Mari Pasqual, Justicia os pide mi agravio
que no fuera él principal de un traidor que famas quita,
si pagara y no debiera; de un hombre, en fin, que en serhom-
y si de palacio el trato será la mudanza misma. [bre
sabes, ten por negocio hecho Mas, pues deudas de honor tan presto olvidan,
que eres mía de derecho, ¡mal haya la mujer que en hombres fía!
porque he levantado el plato. Pero, alma: ¿de qué os quejáis
Si te dejares comer de promesas no cumplidas,
mi apetito estimarás. si la palabra quebrastes
Mari. Como imitándole estás, que á Dios distes este día?
vendrás tan infame á ser Si os quitó don Jorge la honra,
como el señor, de quien eres por vos quitaron la vida
ACTO TERCERO 295
á Dios; si él os ha dejado, espera, que Dios en ellas
sin Dios andáis vos perdida. tus cargos y cuentas libra.
Yo prometí no ofender (Dale un Rosario y desaparece.)
su Majestad infinita,
Juana salió mi fiadora;
mas ¿quién de ocasiones fía? ESCENA XVI
¿Tendrán perdón mis pecados?
No; que es la ofensa infinita. Mari Pascuala sola.
¿No puede Dios perdonarme
si le llamo arrepentida? ¡Oh mil veces santas cuentas;
Sí puede, mas no querrá; milagrosa medicina
pues ¿será razón que viva de precipitadas almas!
mujer que perdón no aguarda Por vosotras reducida,
y de un hombre fué ofendida? confieso y tengo por fe
Eso será gran deshonra; que á un «pequé» del alma, olvida
pues ¿quitaréme la vida? Dios infinitas ofensas.
Sí; que ya estoy condenada, Pequé, Señor, mi alma diga.
y el Angel que en compañía En la Cruz he de ser monja;
y guarda el cielo me dió vuestra Majestad permita
me ha dejado, porque escrita que sus religiosas santas
ha visto ya la sentencia, me lo otorguen, aunque indigna,
por mi mal, difinitiva. que, como la Cananea,
¿Adónde un lazo hallaré? las migajas y reliquias
Mas ¿será tal mi desdicha de su venturosa mesa
que aun le faltará á mi muerte podrán sustentar mis dichas. —
el instrumento homicida? Juana: por vuestra oración
Dadme, verdugos eternos, me ha dado el cielo dos vidas,
un cordel, que al que castigan la del alma y la del cuerpo.
de balde le da la soga Misericordia infinita:
cen que muera, la justicia. pues perdonáis ofensas cada día,
iEchanla un corriel.) ¡bien haya la esperanzaque en vos fia!
¿Qué es esto? ¡ay de mí! Una soga
me arrojaron desde arriba.
¡Que por tan cruel salario
halle el mundo quien le sirva! ACTO TERCERO
Dádivas son del infierno
que promete oro de Tibar
y teje sogas de esparto
que esperanzas precipitan. ESCENA PRIMERA
Pero ¿qué mucho, si á Dios,
cuando con pan le convida, Sale La Santa, presa, á una reja.
en vez de pan le dé piedras
que en sogas libre sus ditas? Presa estoy por mi Abadesa,
Matad, pues, cuerda, una loca y en esta celda reclusa,
desesperada y precita, que, á quien tan mal del bien usa,
que quien el honor perdió justo es que la tengan presa.
justo es que pierda la vida. Castigado el loco asesa;
El desprecio de un hombre es mi homicida: el contento me provoca
¡Mal haya la mujer que en hombres fía! desta pena que, aunque es poca,
los que me reverenciaban
y la santa me llamaban
ya me llamarán la loca.
ESCENA XV ¡Qué buen nombre me darán
y qué contenta estuviera
Quien ahorcarse, baja de arriba La Santa, volando, si llamarme loca oyera
y detiénela.— Dicha. á los que en mí hablando están!
Leve castigo me dan
Santa. Detén la bárbara mano. para hallarme tan culpada;
¿Por qué, ingrata, desconfías pero tengo una prelada
de Dios misericordioso tan apacible conmigo
y apelas de su justicia? que juzgará á gran castigo
Quien perdonó á Magdalena el tenerme aquí encerrada.
te perdonará, María, Suele el preso entretener
pues es su misericordia, la pena y melancolía
como entonces, infinita. •que el temor y el ocio cría,
Pide con ella perdón, ya en jugar y ya en leer;
y en estas cuentas benditas lo segundo quiero hacer

/".
2f)6 LA SANTA JUANA— SEGUNDA PARTE
sin dar lugar á querellas. Junto al líquido marfil
Libros sois, máquinas bellas, pasa la fresca ribera,
de milagrosa dotrina, con cortes que primavera
con signos de estampa fina, trujo al apacible Abril.
cuyas letras son estrellas. Luego dió al Mayo sutil
Once cuadernos encierran tornasolados plumajes
vuestras hojas soberanas, de ramas y flores, trajes
en cuyas escritas planas con que sus pajes compuso,
tantos filósofos yerran. que, pues casa al hombre puso,
Los polos fijos que cierran bien es que la vista pajes.
este libro y su tesoro, Después el pródigo Agosto
son las manecillas de oro, cubrió de manojos rubios
y el sol y la luna son las eras desde los ubios
la hermosa iluminación del carro largo y angosto;
que hizo el libro que adoro. y luego, en sabroso mosto,
En esta hermosa cartilla pasado el estío enjuto,
que, cual pergamino extiende dió generoso tributo
el Maestro eterno, aprende Septiembre á los labradores,
toda criatura sencilla. porque después de las flores
El sabio se maravilla quiere Dios que demos fruto.
como el ignorante en vella, Reinó luego el cierzo frío:
y sin poder comprehendella de Enero la barba cana
sino su Autor soberano, dando de nieve la lana
desde el hombre hasta el gusano al monte, el cristal al río;
están deletreando en ella. el escarchado rocío
Aves, que con varias plumas, sobre el campo siembra y vierte;
dándoos el viento papel que como año (si se advierte)
estáis escribiendo en él llega la edad más cumplida
de Dios las grandezas sumas. desde el Abril de la vida
Peces, que cortando espumas al invierno de la muerte.
formáis círculos mejores; En otros tiempos diversos
hierbas, que en tantos colores Dios, con manos liberales,
cartas al cielo escribís; sustenta á los animales,
fuentes claras que imprimís peces y aves universos,
vuestros lazos en sus flores, para que, en compuestos versos,
pues andamos á esta escuela alaben perpetuamente
y deste libro la fe entre sus guijas la fuente,
nos enseña el abecé y con agudos y graves
que el más letrado desvela, entre los ojos las aves
daros lición me consuela. y entre los pueblos la gente.
Aquí os podéis allegar, Cada cual al cielo avisa,
pues que nos sobra lugar, que esta obligación forzosa
y ya la Abadesa mía cumple el campo con su rosa
á las gentes, cual solía, y el arroyo con su risa.
no me deja predicar. Sólo es del hombre divisa
(Descúbrese un campo con aves y un rio la ingratitud, que procura,
con peces, oyendo predicar á La Santa.) como no ve la hermosura
Mi Seráfico llagado de su eterno bienhechor,
predicaba muchas veces por olvidar el Criador
á tas aves y á los peces perderse por la criatura.
cuando no estaba en poblado. Pero, aunque pueda aprender
Pues solos nos han dejado, de vuestra obediencia el hombre,
ea, hermanos pajaricos, hermanicos, no os asombre
de plumas y voces ricos, que tenga que reprehender:
llegaos de dos en dos. la hormiga no ha de querer
Animalejos de Dios, que el avaro, siempre pobre,
plateados pececicos: alas con su ejemplo cobre
venid todos y escuchad para que adquiera y no gaste,
con atención y respeto; bueno es llevar lo que baste,
ninguno me esté inquieto, malo es llevar lo que sobre.
que le azotaré en verdad. ¿Porqué vos, hermana hormiga,
La Divina Majestad lisonjera del montón,
repartiendo su tesoro á la gula dais fición
en este esférico coro porque su apetito siga?
su providencia dilata Siempre del comer amiga,
criando peces de plata pues, en trabajos y fiestas
y aves de esmeralda y oro. por los llanos y las cuestas,
ACTO TERCERO 297
como el avariento humano, vuestra capilla sonora!
sois ganapán del verano Aunque soy mala cantora,
llevando tercios ácuestas. yo sé, Amor, que no os pesara
No es esto bien hecho, hermana, si algún motete entonara,
ya es supérfluo ese cuidado; haciendo á mis dichas fiesta.
quien hoy os ha sustentado Pero ¿qué música es ésta?
os sustentará mañana.
Y el avecilla liviana
que con las alas y pico ESCENA II
acude al sembrado, que es Apatécese con música San Antonio de Padua con el
la vida y sustento humano, Niñ° y el Angel con una corona de flores.
que para comer un grano
deja descubiertos tres, Santa. ¡Oh luz apacible y clara!
¿qué merece? ¿Esto es bien hecho? Jesús. ¡Esposa mía!
¿No es como el pródigo loco Antonio. ¡Mi hermana!
que, habiendo menester poco Santa. ¡Mi Jesús, mi San Antonio!
para quedar satisfecho, El Niño dé testimonio
desperdicia sin provecho de lo que vuestro amor gana.
la hacienda suya y la ajena? Antonio. ¿Quieres tenerle tú, Juana?
Coma el ave, enhorabuena, Santa. No soy digna como vos
si le basta un grano ó dos, de ese bien; gozaos los dos,
que para todos da Dios; que, como en dichosos lazos
mas el perderlo condena. siempre le traéis en los brazos,
Y la hermana golondrina parecéis madre de Dios.
que en los santos edificios Jesús. De esposo te vengo á dar
quiere estorbar los oficios esta sortija. (Dale una sortija.)
de la Majestad divina Santa. ¡Qué bella!
cantando, ¿es buena vecina? Vos seréis diamante en ella,
Por muy mala la contemplo, que sois la piedra angular.
pues con sus' voces da ejemplo Bien hacéis en visitar
á los que en conversación los presos, dueño querido.
la casa, que es de oración, Jesús. Juana: quien te ha perseguido
hacen sarao y no templo. está á la muerte.
Cuando el sacerdote canta, Santa. ¡Ay, mi bien!
callad, hermana picuda, ¿Quién me ha perseguido?
que á veces la lengua muda Jesús. ¿Quién?
merece nombre de santa. Tu Vicaria.
El perro leal me espanta Santa. Aquesa ha sido
de ver que tanto amor cobre mi madre y es mi Abadesa.
al rico, que ladre al pobre: Jesús. Siempre te ha querido mal,
esa es poca caridad, y con castigo inmortal
que el pobre en la calidad lo ha de pagar.
es oro, y el rico es cobre. Santa. No es paga esa
También en reñir me fundo digna del bien que confiesa
los peces, que, cual los ricos, mi alma haber recebido
los grandes tragan los chicos, por su causa, que si he sido,
pegando esta peste al mundo. mi Dios, presa y castigada,
Aunque el siglo es mar profundo, soy mala, y es mi Prelada,
no es bien despreciar los buenos, bien lo tengo merecido.
que, si agora valen menos, Habéisla de dar perdón
son norias los señoríos por mi ruego, Esposo santo;
donde bajan los vacíos dalda doloroso llanto
y vuelven á subir llenos. y muera con contrición;
Ka, acábese el sermón, ablandalda el corazón,
con que cuantos aquí estamos ó no os soltaré tan presto. —
ensalcemos y sirvamos Mi Jesús, yo quiero esto:
al Divino Salomón; ¿habéislo de hacer por mí?
él os dé su bendición. Decid sí.
¡Hermanos anímale jos: Jesús. Digo que sí.
de los hombres sois espejos! Santa. ¡Echó mi ventura el resto!
Adiós; tomen este pan Jksús. ¿Qué me pedirás, esposa,
y mañana volverán; que no haga?
daréles nuevos consejos. Santa. ¡Ay, dueño amado!
(Encúbrese el campo.) Jesús. Estoy muy enamorado
De completas es ya hora; de ti.
quiero, mi Jesús, rezarlas. Santa. Y yo muy venturosa.
¡Ay, quién oyera cantarlas [Panela El Angel la corona.)
298 LA SANTA JUANA— SEGUNDA PARTE
Jesús. Con esta corona hermosa ESCENA V
que Laurel, tu ángel, te pone,
tu constancia te corone. Queda Mari Pascuala y sale otra Monja
Santa. ¿Dejáisme? con un cestillo de fruta.
Jesís. Quédate á Dios. Monja. Su padre, hermana, le envía
(Encúbrese.)
Santa. Eso es quedarme con Vos. esta fruta; la andadera
Mi dicha el inundo pregone. se la trajo á la tornera.
Mari. Yo la estimo, madre mía.
¿Quiere della?
Monja. Haráme daño
ESCENA III y soy mala comedora.
Adiós. (Vase.)
Sale Soror María Evangki ista y Mari Pascuala
de monja. — í.a Santa.
ESCENA VI
Ev angel. Madre: la Madre Abadesa Mari Pascuala sola.
se nos muere.
Santa. Ya lo sé. ¿Fruta mi padre ahora?
Evangel. No quiere que esté más presa, Regalo es si no es engaño.
si no que perdón la dé El cestillo quiero ver.
de las culpas que confiesa. Manzanas son y un billete;
Mari. Muestras de extraño dolor todo engaños me promete;
tiene. aquí he aprendido á leer
Santa. Gracias al Señor, un poco. ¿Cúyo será,
que su pecho ha vuelto tierno. que mi padre nunca escribe?
Evangel. Teme que ha de ir al infierno. ¿Si es de don Jorge en quien vive
Santa. De eso no tenga temor, el fuego que apagué ya?
que ni se ha de condenar ¡Oh, qué mala fruta nueva
ni ha de ir al Purgatorio. será y qué triste presente,
Evangel. ¡Qué favor tan singular! si es don Jorge la serpiente
Santa. Al eterno desposorio que engaña con fruta á Eva!
mi Jesús la ha de llevar. ¿Otra vez el corazón
A vos, ¿cómo os va, María? rendís, mudanzas livianas?
Mari. Como en vuestra compañía, ¡Ay, hechizadas manzanas,
madre santa, que es del cielo. y ay, hechicera afición!
Mas de Don Jorge recelo; imposible es no miralle,
porque de nuevo porfía pues ha de ser, sin creelle,
á perseguirme después abrílle para leelle,
que sabe que monja soy; leelle para rasgalle.
temo mi flaqueza, que es, ¡Las mentiras que habrá en él!
al fin, de mujer. Una manzana ligera
Santa. Yo os doy engañó á Eva: ¿qué hiciera
palabra que el interés con manzanas y papel?
de su torpe amor, María, (Lee la carta.)
ha de volverse este día «Para castigo de mi ingratitud
en devota pena y llanto. basta ausencia de un mes; y para
Don Jorge ha de ser un santo. premio de mi amor que, como fénix,
Mari. Pedildo á Dios, madre mía. renace de las cenizas del pasado, de
Santa. Confiésoos este favor termínate esta noche á aguardarme,
de mi amoroso Señor, á las doce, junto á las paredes más
que es muy largo y liberal; bajas de la huerta de esa casa, que,
yo he de dar bien por mal pues no eres profesa en ella y yo sí
si fué mi perseguidor. en quererte, á esa hora las asaltaré,
para que con secreto (si tú quisieres)
satisfaga quejas pasadas, ó con el al
ESCENA IV boroto, si te resistes, dé que decir á
todos. No aguardo respuesta, porque,
Sale una Monja— Dichos.
de una manera ó de otra, tú sola lo
has de ser, á quien el cielo guarde.
Monja. Madre: la Abadesa os llama; Don Jorge.»
porque dice que sin vos Resuelto el mudable está:
todo es pena. cielos, ¿qué responderé?
Santa. Mucho me ama; ¿Persuadiréme y creeré
vamos, que á gozar de Dios que don Jorge pagará
volará desde la cama. (Vanse las tres ) segundas prendas de amor
ACTO TERCERO 299
con promesas lisonjeras, ESCENA VIII
si despreció las primeras,
de más estima y valor? Sale Don Jorm. como de noche. — Lii.lo durmiendo.
No; mejor es excusar
el rigor de la justicia Jorge. Lo que desprecié deseo,
de Dios. Mas ¿no soy novicia? que es niño amor, y apetece
Segura puedo dejar hoy lo que ayer aborrece.
el hábito; ¡qué cruel Ya tendrá Pascuala, creo,
pensamiento! ¿Pagará el papel que la escribí;
mi amor quien en arras da su amor puede asegurarme
de mi honor un vil cordel? que debe ya de esperarme.
¿Dirélo á mi madre Juana? A Lillo mandé que aquí
No, que viéndome dudosa me aguardase; ¡buena guarda
podrá ser que rigurosa tendrá en él mi pretensión!
me castigue por liviana. Pero si mujeres son
Ya es de noche; ¿qué he de hacer? tímidas, ¿qué me acobarda?
Amparadme, Juana, vos, No está la pared muy alta
pues, os suele decir Dios para las alas de amor;
lo que ha de suceder. (Vase). pero no, que si es traidor
quien del Rey la casa asalta,
¿qué será quien la de Dios
quiere escalar? Mas dejemos,
ESCENA Vil alma, temores y extremos,
porque no digan de vos
Sale solo Lillo, de noche.
que amáis poco. Alto, cuidados,
subid, que no hay que esperar.
Lili.o. (Kutre sueños.)
Lili.o. ¡Par Dios, que me trae don Jor^e Digo que tengo de echar
en buenos pasos! Mas son, (pues que soy mano) los dados;
los pasos de la Pasión. juega y calla.
El diablo temo que forje Jorge. Si está dentro
alguna trampa en que demos. quien adoro, ¿en qué repara
Su mudable natural, mi recelo? Subo.
gozada Mari Pasqual Lili.o. Pára.
y empalagado, hizo extremos. Jorge. ¡Que pare! Pues ¿qué hay?
Dejóla, metióse monja, Lillo. Encuentro.
y agora la privación Jorge. ¿Encuentro? Luego ¿otro amante
como si fuera eslabón la goza dentro? ¡Ay de mí!
y el alma yesca de esponja, mataréle si es así.
tal fuego ha venido á dar Pasemos, alma, adelante
que, loco, hace juramento que éstos son todos encantos;
que ha de entrar en el convento ¿qué me puede resultar
y otra vez la ha de gozar. de entrar y sacalla?
Y á mí que toda la tarde Lillo. Azar.
jugando he estado y bebiendo, Jorge. ¿Qué será esto, cielos Santos?
y quisiera estar durmiendo, ¿Quién mi daño pronostica?
me manda que aqui le aguarde. ¿Azar me ha de suceder? .
He cargado delantero, Hechizos deben de ser
que soy devoto de Baco, que aquella Juana fabrica
y por mi devoción saco por que mi amor vuelva atrás;
soplando el ánima á un cuero. pues en vano será.
Dos mil candiles y luces Lillo. Espera.
me representan en vano, Jorge. ¿Qué quieres, voz?
y como soy buen cristiano Lili.o. Salte afuera.
con los pies hago mil cruces. Jorge. No quiero.
Pienso que doy al través Lillo. Pues perderás.
tropezando, y por más mengua Jorge. ¿Qué hay que temer?
pronunciando erres la lengua, Lillo. Mala suerte.
escriben equis los pies. Jorge. Hechizos son, pero en vano;
Sentado podré aguardalle. subo.
¿Bostecitos? brindis son, Lillo. Espera, echa otra mano.
al sueño; haré la razón Jorge. Que eche á otra mano me advierte;
aunque me duerma en la calle; luego ¿no voy bien por ésta?
que quien de Baco es amigo Lillo. No, vuelve otra vez á echar
y á tragos sus pechos mama, el dado.
jamás dormirá sin cama, Jorge. Que vuelva á amar
que siempre la trae consigo. otra mujer me amonesta.
3oo LA SANTA JUANA — SEGUNDA PARTE
No sé, por el ciclo eterno, ESCENA XI
lo que haga.
Lillo. Ya has perdido. Don Jorge, so/o.
Jorge. ¿Qué? ¿Larga cuenta que dar de tiempo largo?
l. i lio. El alma paso. ¿Y hasta mañana vivo?
Jorge. Sentido: ¿Tan corto el plazo, tan probado el cargo?
¿adónde vais? ¿Tan poco el gasto de tan gran recibo,
Lillo. Al infierno; y que me aguarde, cuando más vicioso,
paso. término breve, tránsito forzoso?
Jorge. Déjame gozar Alma: ¿sois de diamante?, ¿sois de piedra?
á Pascuala, y venga luego Si es la muerte el gusano
los que en el eterno fuego de Jonás, que la vida como hiedra
se abrasan. derribas, ¿qué esperáis, intento vano,
Lillo. Siete y llevar. si mañana he de ver á lo más largo
Jorge. Lillo es, por Dios, que, dormido, terrible tribunal, juicio amargo?
mi amor ha puesto eh cuidado, Perdiendo la ocasión, perdí la vida
pues todo lo que ha soñado en la torpeza y vicio.
de mi mal presagio ha sido. ¿Qué espera, pues, un alma tan perdida?
Aumentado ha mi temor Sin juicio viví, pues el juicio
por lo que durmiendo acierta. no temí, que es por ser tan riguroso
¡Borracho, loco, despierta! aun á los mismos santos espantoso.
(Dale de coces.) Todos son contra mí, todo me culpa;
Lillo. Barato fuera, señor. no tengo cosa buena
(Levántase.)
Como has venido tan tarde, que poder alegar en mi disculpa,
que par Dios, que me dormí. ni vale aquí el favor contra la pena,
Jorge. ¡Buena ayuda tengo en tí! porque es en tribunal tan espantoso
Vuélvete á casa, cobarde, recto el Juez, y entonces riguroso.
y haz que venga alguna gente Pues, alma, demos vuelta; si hasta agora
por si fuere menester. de vicios sois trasumpto,
Lillo. ¿Quieres subir? que Dios perdona al pecador que llora;
Jorge. ¿Qué he de hacer? no perdáis punto, porque en solo un punto
Lii.lo. Ya yo sé que eres valiente; ganaréis si lloráis contrito y tierno,
mas una escala no es nada punto en que va á gozar de Dios eterno.
á estos tiempos. Por un «pequé» perdona de improviso
Jorge. Vuelve aquí Dios al salmista hebreo;
con la escala. á Dimas da un momento el Paraíso;
Lillo. Harélo asf. C««0 por cambio, el cielo, en cambio da á Mateo.
Alma: en tu mano está, ó el premio eterno,
ó el penar para siempre en el infierno.
ESCENA IX
Don Jorge, solo. ESCENA XII
Las monjas que con Pascuala Sale Lillo.—Dicho.
están no pondrán en duda
mis violentos pareceres, Lillo.
• que huirán como mujeres
viendo una espada desnuda. Señor: ¿subiste ya?, ¿salió Pascuala?
Mal hago; pero al fin sigo S.'is criados de casa prevenidos
mi inclinación; della espero traigo, que es cada uno un Rodamonte.
mi contento; subir quiero. Don Jorge.
Amor: venid en mi ayuda.
¡Ay, Lillo! Pues ¿podrán esos seis hombres
defenderme del trance riguroso
ESCENA X de un Dios que es Juez severo y poderoso?
Al querer \subir, se aparece la Santa arriba de rodi Lillo.
llas, y á su vo$ se retira y estremécese, temeroso ¿Cómo es esto? ¿Ya hablas capuchino?
de lo que dice. ¿Qué has visto?
Santa. Don Jorge.
Don Jorge: ¿dónde vas? ¿qué es lo que intenta La sentencia de mi muerte:
mi mala vida, el libro de las cuentas
tu juventud liviana? que ha de ajustar mañana Dios conmigo:
Ten cuenta que mañana has de dar cuenta
á Dios, severo Juez, y que mañana ¡Ay del que espere dar cuenta tan mala!
te espera, cuando todos te hacen cargo, Lillo.
larga cuenta que dar de tiempo largo.
(Desaparece ' Que, en fin, ¿ya no te acuerdas de Pascuala?
ACTO TERCERO 3oi
duélase (ij agora de un alma
Don Jorge. que en el trance de la muerte
Mortal estoy, yo siento que me muero. invoca su ayuda santa.
Juana: si quien os ha cual yo ofendido Don Jorge se está muriendo;
merece que por vos perdón alcance, quísele bien, madre amada,
imitad vuestro eterno y santo Esposo, sentiré que se condene
que por sus enemigos a su padre por mí, que he sido la causa
rogó en la cruz; pedilde que no muera de los desatinos suyos.
sin el dolor perfecto de mis culpas; Santa. Esas lágrimas me agradan;
no permitáis que para siempre pene, lástima tengo á don Jorge;
no permitáis que mi-alma se condene. no permita Dios que vaya
Lillo. al infierno. Hermanas mías:
lloremos todas, que alcanzan
Salud tienes agora, mozo eres; las lagrimas cuanto pueden.
¿q uién te metió en los cascos que te mueres? Todas al coro se vayan
Don Jorge. á rogar á Dios por él,
M.iñana pagaré el común tributo. mientras que yo, arrodillada,
suplico á quien derramó
Lillo. por él su sangre en el ara
Aún no tan malo si me cabe un luto. de la cruz, que no permita
Di, ¿qué tienes, señor? tanto mal, desgracia tanta.
Mari. Vamos, madres, que ya voy
Don Jorge. con cierta fe y confianza
Culpas sin suma; que don Jorge ha de salvarse,
la justicia de Dios es libro y pluma. aunque son sus culpas tantas.
M (Vanse.)
Lillo.
¿Tú eres don Jorge?
ESCENA XV
Don Jorge.
L a Santa sola.
Soy mortal que basta.
Hoy es viernes de la Cruz
Lillo. y de la Semana Santa
¿Qué temes? el día más misterioso,
Don Jorge. de más dolor, de más gracia.
Del alcance el mal descargo, La cruz tiene á Dios clavado,
larga cuenta que dar de tiempo largo. {Vanse.) que es su tálamo, su cama,
su cátedra, su palenque,
su esposa, su enamorada.
ESCENA XIII En otra cruz quiero yo
ponerme, que, si le agrada
Salen la Santa y las Monjas.
tanto la cruz á mi Esposo,
Evangei.. Madre: ¿que os vemos ya libre? ¿quién duda que por su causa
¿que se alegra vuestra casa me dará cuanto le pida? (Crucificase.)
otra vez con vuestra vista? ¡Ay mi Dios, y quién pasara
Monja i.a¡Que por vuestra oración santa en este madero santo
murió la que os perseguía los tormentos, penas y ansias
como un ángel! que pasastes Vos por mí!
Monja 2.a ¿Quién no alaba ¿Yo el pecado, Vos la gracia;
vuestra virtud, madre nuestra? yo en regalos, Vos en cruz;
Santa. Hijas: demos muchas gracias Vos con tormentos, yo sana?
á mi soberano Esposo, ¡Ay Jesús del alma mía!
pues goza nuestra Prelada Vuestros dolores traspasan
de su presencia divina mi abrasado corazón,
en su celestial alcázar, mis encendidas entrañas.
y dadme los brazos todas. ¡Ay Seráfico Francisco,
Monja 3. °torridas y avergonzadas, quién con las insignias santas
las que antes la persiguieron, os viera que el Serafín
la piden perdón. (De rodillas todas.) os dió por joyas preciadas!
Santa. Hermanas: Vos que imitación de Cristo
alzad del suelo, abrazadme. sois vos en quien se retrata,
vos en quien su pasión pinta,
vos en quien puso sus llagas,
ESCENA XIV venidme á ver y lloremos
Sale Mari Pascuala. los dos el ver cuál maltratan
los lobos nuestro Cordero.
Mari. Madre mía: pues alcanza
todo lo que á Dios le pide, (i) «Dúdade» en el origioal.
302 LA SANTA JUANA — SEGUNDA PARTE
ESCENA XVI Santa. Yo os doy infinitas gracias,
Señor, por tantas mercedes.
Aparcccse San Francisco en cru$ con el serafín, Cristo. Abrázame, prenda amada.
como se pinta.—La Santa. Santa. ¿Dejáisme?
Franc. Contigo estoy, hija cara. Cristo. Contigo quedo.
Santa. ¡Oh, Alférez de Dios humano, Santa. Sí, que siempre mi alma os aguarda.
dosel donde están sus armas,
imitación de su vida,
depósito de sus llagas! ESCENA XVIII
Desde aquí las reverencio;
Mayordomo de su casa, Vuelve Cristo á bajar, abraza á la Santa, desapa-
vos sois sus pies y sus manos, récense y queda la Santa en el aire sola.
su magnate, su privanza.
Bien os están los rubíes; ¡Qué rica estoy de rubíes!
buen provecho, santo, os hagan. Si el avaro el oro guarda,
¡Qué envidia tengo de veros, joyas, guardaros pretendo,
si envidia puede haber santa! porque nadie os vea en casa.
Las cinco quinas me ha dado,
sin ser yo reina, por armas
ESCENA XVII mi Esposo; mas como es Rey,
razón es que yo las traiga.
Aparécese Chisto crucificado.— Dichos. Voime á contemplar en Vos,
mi manirroto Monarca,
Chisto. Hija: porque no la tengas que si á mí me ven mis monjas,
y porque no es razón haya querrán decir que soy santa.
cosa que no comunique
con su prenda quien bien ama,
ven para que imprima en ti ESCENA XIX
las señales soberanas
de mi pasión y dolores. Encúbrese, salen algunas Monjas y Sor Evangelista.
Santa. Yo, Majestad sacrosanta,
no merezco tal merced, Evagel. El Emperador está
ni los que os ven cara á cara otra vez, madres, en casa,
en vuestra divina corte que con venir de camino
son dignos de merced tanta, quiere ver la madre Juana,
cuanto más un vil gusano y luego á Madrid partirse.
como yo, aún menos que nada. Una. Vamos, pues, madre, á avisalla
Cristo. Esposa: yo gusto dcsto. y abrid las puertas, que al César
Santa. Si Vos gustáis, vuestra esclava no ha de haber puerta cerrada.
soy, amantísimo Esposo; (Vanse.)
vuestra voluntad se haga.
{Va subiendo la Santa y Cristo bajando ESCENA XX
hasta el medio del tablado, y allí se ¡un
ían y abrazan en cru$ los dos.) Salen el Emperador, acompañamiento y ¡os Labra
Santa. ¡Ay qué dolor, Jesús mío! dores.
¡que me muero! Basta, basta,
que las llagas que me dais, Carlos. A no atajalle la muerte,
el corazón me traspasan! vuestras injurias vengara.
(Apártanse y queda la Santa en crus en Mingo. Pues es muerto, gran señor,
el aire con las llagas.) no queremos más venganza
Cristo. Hasta mi Ascensión gloriosa ni en premio de la lealtad
has de estar así. que siempre este pueblo guarda,
Santa. ¡Hay tal paga sino ser vuestros.
de amor y de voluntad! Carlos. Yo aceto
No oso mirarme adornada tan fiel y justa demanda.
con joyas de tanta estima. No tendréis otro señor.
Franc. Hija: ya mi dicha igualas. Crespo. Vivas más años que sarna
Santa. No hay con vos igual ninguno, y que ha que en Castilla viven
Seráfico Patriarca. las coplas del perro de Alba.
Pero, Esposo de mi vida,
no es día hoy de negar nada;
don Jorge se está acabando, ESCENA XXI
no permitáis que su alma
se condene. Salen las Monjas.— Dichos.
Cristo, Ya murió,
y por amor de ti, Juana, Monja i .' Dadnos, señor, esos pies.
padece en el Purgatorio. Carlos. Alzad; religiosas santas.
ACTO TEHCEBO 3o3
del suelo, alzad de la tierra. en Toledo y en su Sagra
¿ Dónde está la Madre Juana? que tanto de Dios alcance!
(Descúbrese como estaba antes.) De ternura se me abrasa
Monja 2.* Hala concedido Dios el corazón, madres mías;
la maravilla más alta estimad tan grande santa,
que, despues de San Francisco, guardad tan preciosa joya.
gozó criatura humana. Unos. ¡Gran milagro!
En manos, pies y costado Todos. ¡Cosa extraña!
impresas tiene las llagas Carlos. Vamos, que no somos dignos
de su soberano Esposo, de vista tan soberana.
en quien está transformada. ¡Oh, portentosa mujer,
Véisla, gran señor, aquí. no cesen tus alabanzas!
Carlos. ¡Oh, gloria de nuestra España! Uno. Si esta segunda comedia,
¡oh, pies y manos dic-hosos! Senado ilustre, os agrada,
mil veces quiero bísallas. con la tercera os prometo
¡Que haya mujer en el mundo firf de maravillas tantas.
TERCERA PARTE DE LA SANTA JUANA

ACTO PRIMERO

PERSONAS QUE HABLAN EN EL

Don Luis. (Toledo.) Aldonza. (La Sra. Petronila.)


César. (Montemayor.) Peinado, pastor. (Aguado.)
Don Diego, viejo. (Cristóbal.) Doña Inés. (La Sra. Anna Mari a.)
Lillo. (San Payo.) Crespo, pastor. (Aguado.)
Cristo,' Nuestro Señor. (Montemayor.) Mingo, pastor. (S. Pedro.)
La Santa. (María de Morales.) Berrueco, pastor. (Juan Ximénez.)
San Laurel. (Antonio de Prado.)
En Toledo, á 6 de Agosto de i6i4 años, por Fr. Gabriel Téllez.

ESCENA PRIMERA Luis. ¿Tenéis que decirme más?


Don Luis y César, como de noche. César. Harto os he dicho, miraldo.
Luis. Ya lo he visto, y como es
Luis. ¿Hay más de eso? el amoroso interés
César. ¿Es esto poco, feria de cambios y trazas, .
don Luis, para obligaros sabéis mucho en sus trapazas,
á la razón que os provoco? que sois, César, ginovés.
¿No basta para apartaros Ya sé que vuestras porfías
de ese pensamiento loco por remediar vuestros daños
el saber cuán adelante inquietan las dichas mías;
ha estado mi amor constante que son propios los engaños
y que fui favorecido en guerras y en mercancías,
poco menos que un marido y como es guerra el amor
y mucho más que un amante? y mercancía la mejor
En un año que he gozado que pone el gusto en su tienda,
el dulce entretenimiento por quedaros con la hacienda
que ya niega á mi cuidado, dais hoy en enredador.
mil veces mudé el asiento Pero no habéis de tener
desde la silla á su estrado, mucha ganancia conmigo,
y en él dando á mis amores que es necio, á mi parecer,
esperanzas en favores quien fía de su enemigo
de cintas, guantes, cabellos, ó cree á su mercader.
he alcanzado otros por ellos, Doña Inés es principal
no sé si diga mayores. y discreta, y siendo tal,
Esto es cierto; averigualdo, cuando algún favor os diese
y si veis que vuelve atrás no haría cosa que estuviese
vuestro crédito, dejaldo. á su reputación mal,
ACTO PRIMERO 3o5
y á hacella vos; en efeto, ten respeto a mi presencia;
de cuatro eses con que han dado señor: tened, si os servís,
fama al amante discreto, á mi vejez reverencia.
la mejor habéis borrado, Loco: sosiégate ya,
que es la ese del secreto; mira que tu padre está
y á quien no sabe guardallc embotando á tu rigor
hace bien en desprecialle los filos. Señor, señor,
y echar de la voluntad sosegaos.
á quien, quizá sin verdad, Luís. Entraos allá,
sus faltas echa en la calle. padre, no deis...
César. Refrenad la lengua airada, DlE(¡'). Tente inquieto.
que en un caballero es mengua Luis. Si os pierdo el respeto.
el notenella enfrenada, Diego. Impida
y contra una libre lengua mi amor tu enojo indiscreto.
suele ser lengua la espada; Luís. ¡Oh!
que no sin causa parece Diego. No pierdas tú la vida
lengua el acero que ofrece y piérdeme á mí el respeto;
venganza que á la honra sigue, y vos, señor caballero,
porque una lengua castigue templad el airado acero,
lo que otra lengua merece. sí á esto un viejo padre os mueve
Y si el término os provoca en esta agua, en esta nieve.
de mi trato cortesano, Luis. Ya yo os advertí primero
responded por lo que os toca que no hace el valor alarde
con la lengua de la mano cuando riñe donde acuda
y dejad la de la boca. gente que su vida guarde,
Yo ha un año que á doña Inés y que siempre pide ayuda
pretendo y sirvo y después, de aquesa suerte el cobarde;
puede ser que por venganza va veis de eso prueba llana;
de celos ó de mudanza, yo os avisaré mañana
que es mujer, y ella lo es, donde, sin impedimento,
dicen que da en admitiros nos veamos.
y en olvidarse de mí; César. Soy contento.
yo he venido á persuadiros Diego. De su mocedad liviana
con término honrado aquí, algún mal suceso espero,
mas pues no basto á advertiros Luis. ¡Oh, qué importuna vejez!
cosas que pusieran tasa Diego. Tenme respeto.
en el amor que os abrasa, Luis. No quiero. (.Va se.)
á ser más considerado,
hoy vengo determinado
á que no entréis en su casa. ESCENA III
Mi resolución es ésta,
la vuestra haced manifiesta Dichos, menos Don Luis.
luego, que de no lo hacer, Diego. ¡Quiera Dios que alguna vez
la espada sola ha de ser no lo pagues! Cabalíero:
quien me ha de dar la respuesta. no os vais, esperad un poco,
Luis. A estar en otro lugar si con ruegos os provoco.
y no en la calle y la puerta Ci:sar. Ya yo os espero admirado
de mi casa, sin hablar, de que á padre tan honrado
respuesta os diera tan cierta desprecie un hijo.
como lo es vuestro pesar; Diego. Es un loco.
pero en otro más capaz César. Quien tan poca reverencia
á vuestro amor pertinaz tiene á su padre no hay duda
responderé por borralle, que morirá en la pendencia
que es el reñir en la calle mañana, pues en mi ayuda
llamar á quien ponga paz. ha de ser su inobediencia.
César. Yo no tengo sufrimiento ¿Qué es, señor, lo que mandáis?
para tanta dilación, Diego. Que la causa me digáis
y así, aquí vengarme intento. de este enojo. ¿Es por el juego?
Luis. Castigará mi razón César. Todo es uno, juego y fuego,
vuestro mucho atrevimiento. (Riñen.) si una letra les mudáis;
fuego es amor, y amor es
ocasión de esta pendencia.
ESCENA II Yo quiero á una doña Inés,
Sale Don Dikoo, piejo.—Dichos. tan bella, que en su presencia
el sol se postra á sus pies;
Diego. ¿Qué es esto? ¿Agora pendencia, tan rica, que su caudal
y en la calle? Don Luis: es á su belleza igual;
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA.—TOMO II 20
3o6 LA SANTA JUANA— TERCERA PARTE
tan noble, como notable por quien con él competís.
en hacienda, y tan mudable, CéSaR. Mal reprimiréis su llama,
como bella y principal; pues que tan mal reprimís
un año ha que la he servido la libertad con que os trata.
dando el fuego que me abrasa Diego. No importa, que amor dilata
tantas muestras, que he tenido las leyes entre hijo y padre,
en su calle y en su casa y en su rostro el de su madre,
parabienes de maridoi que esté en el cielo, retrata.
porque, aunque es tal doña Inés, Es mi único heredero,
la corte sabe quién es y aunque me pierde el decoro,
mi linaje y la nobleza no os espante si le quiero,
que se iguala á mi riqueza. que en su juventud de oro
Diego. ¿No sois César, ginovés? dora mi vejez su acero.
César. Para serviros. Si esta razón es bastante
Diego. La fama no ha de pasar adelante,
que en Madrid todos os dan César, aquesta quistión.
tanto os celebra, que os llama César. Como la reputación,
rico, discreto, galán, que á un hombre es tan importante,
y digno que cualquier dama no pierda en mí su valor,
de vuestro amor sea testigo. y él deje su intento, digo
César. Hacéisme merced. que, por serviros, señor,
Diego. No digo desde hoy en nombre de amigo,
sino sólo lo que sé. trueco el de competidor.
César. Estos favores gocé Diego. Dadme esos brazos por él,
un año; pero, en castigo y de este enojo cruel,
de lo que nunca he pecado, una amistad nazca nueva.
mudóse por persuadirme César. Y el alma en ellos, en prueba
la variedad de su estado; de que soy su amigo fiel
mas, mujer y un año firme, y hijo vuestro, si por vos
¿á quién no diera cuidado? deja aquesta competencia.
Supe que quien eclipsaba Diego. No la tendréis más los dos.
la luz que mi amor gozaba CéSAR. Yo fío en vuestra prudencia.
era don Luis; pedíle Diego. Bien podéis.
me escuchase, persuadíle César. Adl':S.
cuán mal á su honor estaba Diego. Adiós.
su pretensión amorosa, {Vase Cesar j
porque amar á doña Inés
y no amalla para esposa
no es posible, y esotro es ESCENA IV
empresa más peligrosa.
Fué la respuesta, en efeto, Don Dikgo sulo.
no con el justo respeto
y valor que merecía Si la imagen al espejo
mi término y cortesía, causa amor tan excelente,
mas no hay enojo discreto; como á la experiencia dejo,
obligóme á desafialle, siendo sólo un accidente
no reparando en que estaba que pinta el cristal reflejo,
á su mesma puerta y calle; ¿qué mucho llegue á querer
llegastes, y aunque bastaba un padre á un hijo en quien ver
vuestra vista á sosegalle, pueda, no como en cristal,
hizo su cólera prueba su retrato accidental,
de la inobediencia nueva sino su sustancia y ser?
con que ciego os respondió, No tengo más de este hijo
y quien á vos se atrevió, y si la vejez desea
¿qué mucho que á mí se atreva? hacer que en tiempo prolijo
Este es, señor, el suceso su memoria eterna sea,
v ocasión de esta pendencia. y, como Séneca dijo:
Diego. Luis es mozo y travieso; «por eso el viejo edifica
y de su poca experiencia para que en lo que fabrica
se arguye su poco seso; viva su memoria quede,»
y pues en vos resplandece ¡con cuánta más razón puede
lo uno y otro, si merece si en hijos su amor aplica
obligaros mi vejez, eternizar su blasón
tened á raya esta vez sin que el olvido le ultraje,
la furia que os embravece, pues solos los hijos son
que yo haré que don Luis para gloria de un linaje
no hable con esa dama su eterna conservación!
ACTO PRIMERO 307
Mil travesuras consiento mi muerte con las segundas,
á don Luis, y aunque siento que darme la muerte ordenas.
que lo hago mal, el amor Como sin madre quedaste
de las manos de el rigor en edad tierna y temprana,
quita el castigo violento. casi en brazos te criaste,
Luis, de la Santa Juana,
en quien mejor madre hallaste.
ESCENA V No te espantes si me espanta,
hijo, quede virtud tanta
Salen Lillo y Don Luis.— Dicho. sacases tan poco seso
y salieses tan travieso
LilLo. No estuviera yo delante de los brazos de una santa;
y de carrillo á carrillo aunque de esta justa queja
[levara un pasa volante tu contraria inclinación
con que diera al diablo á Lillo desengañado me deja,
y olvidara el ser amante. que no es oveja el león
Luís. ¿Eres valiente? por dalle leche una oveja.
LlllO. ¿Eso dices? En cuantas cartas me escribe
¿No he hecho yo por que autorices esta santa me apercibe
mis lacayas maravillas el riesgo y peligro en que anda
que, como hay adobasillas, quien como tú se desmanda
hay aquí adoba narices? y tan sin prudencia vive.
¿Qué cara no he sobreescrito Dice que no te consienta
cual si fuera sambenito, tanta libertad, que impida
donde quien vello desea con tus locuras mi afrenta,
en sus puntadas no lea y tema el dar de tu vida
Lillo me Jecit escrito? á Dios rigorosa cuenta;
Vive Dios, si el ginovés mas mi paterna afición
delante de mi te hablara rompe por todo, razón
que de un tajo ó de un revés es que de tu vida loca
la cabeza le enviara te duelas.
rodando hasta doña Inés. Luis. Otra vez toca
Luis. ¡Hay fanfarrón! con tiempo, padre, á sermón,
Lillo. No profeso y predica algo más corto;
menos que hazañas... ¡quizá me convertirás!
DieGo. ¿Qué es eso, Diego. Cuando con amor te exhorto
Luis? ¿dónde vos tan tarde? ¿esa respuesta me das?
Luis. Vov á buscar un cobarde. ¿Tan poco, Luis, te importo
Diego. Si fueras á buscar seso que verme muerto deseas?
no hicieras mal. ¿Qué locuras Ruego al cielo que lo veas
son estas que, á mi pesar, presto, pues te canso tanto.
y po' matarme procuras? Luis. ¡No faltaba más de un llanto
¿Qué es esto? ¿en qué han de parar, agora!
Luis, tantas travesuras? Lillo. Señor: no seas
¿Por qué usas mal de mi amor? desa condición; ya ves
¿Por qué malogras la flor que le enojas si replicas;
de tu edad desbaratada llega y bésale los pies.
para que, en agraz cortada, Luis. Pues ¿también tú me predicas?
me des vejez con dolor? Diego. ¿Quién es esta doña Inés
Trújete de Torrejón, que de nuevo te enloquece,
donde naciste, y mi hacienda y con pendencias te ofrece
te ha dado su posesión la muerte?
por verte correr sin rienda Luis. ¿Quién ha Je ser?
tras una loca afición ¿Querer bien á una mujer
de una villana, instrumento es milagro?
de mi deshonra y tormento, Diego. Bien parece,
pues de suerte te ha cegado que eres mozo.
que me dicen que la has dado Luis. Y tú eres viejo.
palabra de casamiento. ¿Parécete mal consejo
Este peligro evidente si me casa mi ventura
remedié, que tu muerte era, con la hacienda y la hermosura
porque en Torrejón su gente de una mujer que es espejo
ni libertades espera de toda la corte? Acaba.
ni atrevimientos consiente. Diego. En mujer empleas tu gusto
Trújete á Madrid, y apenas de quien otro hombre se alaba
limpié á mis primeras penas más de lo que fuera justo;
el llanto, cuando ya fundas ya esto sólo te faltaba.
3o8 LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
Luis. César esa fama ha echado fuera, según lo que veo,
por verse menospreciado, no ejecutar su deseo
que doña Inés no es mujer ni recebiros ansí.
que le había de aborrecer, Lillo. ¿Qué [he] hecho yo, pobre de mí?
habiéndole una vez dado Diego. Que sois mucha parte creo
prendas ilícitas. en todas las travesuras
Diego. Muda de Luis.
de parecer y afición, Lillo. ¿Soy yo su ayo
pues mi experiencia te ayuda, que á mi culparme procuras?
don Luis, que no es razón ¿Soy más de un pobre lacayo?
casarte tú en esa duda. ¿Puédole yo en sus locuras
La honra es luz de la vida ir á la mano?
que hace la fama lucida; Diego. Los dos
mas con tal riesgo se trata, os entendéis.
que un soplo sólo la mata Lillo. ¡Plegue á Dios...!
si no está bien encendida. Diego. Basta. De las mocedades
César á probar se obliga de don Jorge y libertades
lo que no es bien que yo crea; os echan la culpa á vos;
pero, para que se siga ya sabéis que esto es verdad.
tu afrenta, cuando no sea, Lillo. ¡Si en amos soy desdichado!
basta, Luis, que se diga. Diego. De la poca voluntad
Esta vez tu afición ciega, que en Cubas os han cobrado
pues tu padre te lo ruega, vuestros milagros sacad.
hijo, tienes que dejar. Lii.i.o. Mal me quieren sin razón;
Damas hay á quien amar; mas como villanos son,
sirve, ronda, gasta, juega dicen que cuando cazaba
y desperdicia mi hacienda, don Jorge gangas, andaba
como no arriesgues la vida, tras ellas yo como hurón;
que corre á morir sin rienda. y alguna causa han tenido,
César me tiene ofrecida que no me quiero hacer santo;
su amistad como no otenda mas después de convertido
tu amor el suyo: por mí y muerto don Jorge, es tanto
¿no harás esto? (o que estoy arrepentido,
LlllO. Di que sí, que, á no import ir encubrillo
V después nunca lo hagas. y ser soberbia el decillo,
DlEÜO. ¡Qué mal, Luis, mi amor pagas! pienso, señor, que algún día
Luis. Digo, señor, que por ti verás en la letanía
ni á Doña Inés veré más y calendario un san Lillo.
ni con César reñiré. Diego. Págome muy poco yo
Diego. Júralo. de gracias; si no pensáis
Luis. En pesado das. mudar de vida, cesó
Diego. Jura, acaba. el salario que ganáis
Luis. En buena fe. en mi casa.
Diego. ¿Ahora escrupuloso estás? Lillo. Aqueso no;
Luis. ¿No juré? Déjame, pues. todo lo dicho, señor,
Diego. Dios te libre de ocasiones. ha sido burlas; mi humor
¿Dónde vas, que la una es? sabes, yo prometo al cie!o
Luis. A jugar unos doblones. ser desde hoy un san Ciruelo.
(Ap.¡ A ver voy á doña Inés. (Vase.) Diego. Si no ofendiera al amor
que tengo á Luis, de casa
os echara.
ESCENA VI Lillo. No ha de ser
Dichos, menos Don Luis. tu favor con tanta tasa.
Diego. Que vais luego he menester
Diego. Quedaos, Lillo, vos. á Cubas.
LlLi.O. ¿Quién, yo? Lii.lo. Señor: repasa
Diego. Vos, pues por tu memoria que estoy
Lili.o. ¿No he de ir con él? tan mal quisto, que si voy
Diego. No. me tienen de mantear
Lii.i.o. Alto, pues, quédome aquí. todos los de aquel lugar.
Diego. En mi casa os recebí Diego. Importa que llevéis hoy,
desde el día que murió Lillo, á la beata Juana
don Jorge, vuestro señor; un regalo y un papel.
y aunque sin mi gusto fué, Lillo. Iré, aunque de mala gana.
como os tiene Luis -amor, Mi sentencia llevo en él.
mi propio gusto troqué ¡Oh, qué bellaca mañana,
por el suyo: aunque mejor Lillo, esperáis, si no huís
ACTO PRIMERO 3og

y á costillas prevenís Esta corona de espinas


las trancas que considero! sembró en mi cabeza amor.
Diego. De la santa Ju3na espero Santa. ¡Ay mi Dios, qué gran dolor!
ei remedio de Luis, Cristo. Mayor que el que en ti imaginas
que, si cuanto pide alcanza sintió en mis sienes divinas
de Dios, en quien su esperanza mi cabeza delicada.
pone, teniendo afición (Dale la cru$ en la mano derecha.)
á Luis, de su oración Esta cruz, esposa amada,
se ha de seguir su mudanza. te doy por más noble prenda.
La carta á escrebille voy. Santa. Con tu divina encomienda,
Lillo. ¡Oh, cuberos enemigos!^ rica quedaré y honrada.
temblando de aquí os estoy. {Dale los tres clavos en la mano iz
Diego. Gran cosa es tener amigos quierda.)
con Dios. (Vase.) Cristo. Los tres clavos, Juana cara,
Lili.o. Afúfolas hoy. (Vase.) son estos que á mis esclavos
libraron.
Santa. Todos tres clavos
ESCENA VII poned, Señor, en mi cara,
que ya mi ventura es clara,
Tocan chirimías. — Arriba se aparece Cristo con una pues para que esté á mis pies
tunicela encarnada, como resucitado, y la Santa [a fortuna, que al través
Juana junto á él. Música. da con todo, hacéis que pueda,
mi Dios, poner en su rueda,
Cristo. Ya llegó de mi Asención en lugar de un clavo, tres.
el día por ti esperado; Para alivio de la pena
ya las llagas te he quitado que siento ausente de Vos,
de mi sagrada pasión. buenas memorias, mi Dios,
Si por tu importunación, me dejáis.
esposa cara, no fuera, Cristo. Sí, que eres buena.
de por vida te las diera; Santa. Parezco una Santa Elena.
mas no las quieres, y ansí Cristo. Darte sus insignias quiero.
quiero volvellas á mí. Santa. ¿Váisos, Pastor verdadero?
que soy su divina esfera. Cristo. Si, Juana.
Sania. literno Esposo: no están Santa. ¡Ay, prenda querida!
en mí con vuestra ficencia Cristo. ¡A y, mi esposa!
con la debida decencia Santa. ¡Ay, mi vida!
que á su inmenso valor dan. Caisto. ¡Ay, mi oveja!
Francisco, que es capitán Santa. ¡Ay, mi cordero!
de vuestra iglesia, ese si
que es digno de el carmesí
de esa amorosa librea,
porque el mundo en ella vea ESCENA VIII
el fuego que encierra en sí;
en él sus joyas engasta Encúbrese Cristo y baja La Santa con las insignias,
justamente vuestro amor, y aguárdala abajo el Anoel, Taquen chirimías.
que á mi sentir el dolor
de vuestra pasión me basta. Angel. ¡Juana mía!
Cristo. Juana humilde, esposa casta, Santa. Mi Angel fiel,
aunque sin llagas estás, guarda damas de mi casa,
mis dolores sentirás fénix de amor que se abrasa
todos los viernes que vivas. como salamandra en él.
Santa. Mercedes son excesivas; Angel. ¿Contenta estás?
no hay, mi Dios, que pedir más. Santa. Mi Laurel,
Cristo. Y pues hoy es mi Acensión ¿no lo he de estar, si me ha dado
y al cielo glorioso vuelo, las joyas mi enamorado
quiero dejarte en el suelo que costaron lo que El vale,
de mi sagrada pasión pues porque el precio le iguale
las insignias; éstas son. le han costado su costado?
(Aparécese la cru$ y sobre ella la coro Angel. Pues porque puedas gozar
na de espinas y tres clapos.) el bien que en ellos apoyas,
Santa. Todo el mundo os engrandezca. quiero ser tu guardajoyas;
Cristo. Justo es que te las ofrezca: en mi poder han de estar.
¿Quiéreslas? Santa. Pues vos las queréis guardar
Santa. Dulce amor, sí. mi hacienda estará segura.
Cristo. No hallo fuera de mí Angel. Dios regalarte procura.
quien como tú las merezca. Santa. ¿Vaisos, Angel?
(l'ónele la corona de espinas en la cabeza.) Angel. Juana, sí.
3io LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
Santa. Vamos, que no estoy en mí que en Santa Cruz os espero.
no viendo á Vuestra Hermosura. Aldonza. Prevénme en ella, Peinado,
( Vanse.) si no le obligo, mi entierro.
Peinado. ¡Quédellos mueren de amores,
ESCENA IX y qué pocos vemos muertos! (Vanse.)

Sale Aldonza, labradora, con una cesta de zarza-


moraf, unos manojos de trébol y poleo y otros de ESCENA X
pajuelas, y con ella Peinado, pastor.
Don Luis y Doña Inks llorando.
Aldonza. Persiguióme don Luis Luis. Enjugad, mi bien, los ojos
de la suerte que te cuento, sin negarme la luz dellos,
un año, tiempo bastante que, pues son soles, no es bien
para aun quien sintiera menos; que lloren soles tan bellos.
criámonos casi juntos, Volvedme á mostrar sus niñas,
y empezando de pequeño pues es niño amor, juguemos,
el amor, dicen, Peinado, que no es bien que se levanten
que se vuelve en parentesco. cuando por ellos me pierdo.
Refrené mi inclinación César mintió, ya lo sé,
por ver que era caballero que alabarse es argumento
y yo labradora humilde, delas mentiras, que sabe
puesto que amor es soberbio; fingir el pesar y celos.
pero como el resistirse ¡Ea, no haya más, amores!
diz que es echar leña al fuego, Inés. ¿Cómo, si con vida veo,
abrasábase don Luis don Luis, áun mentiroso
y amábale yo en extremo. que mi honor y fama ha muerto?
Dióme un martes en la noche ¿Joya es de tan poca estima
palabra de casamiento, la honra, que en detrimento
palabras pagué en abrazos; de su reputación noble
mas fué en martes, ¡mal agüero! el término que la ha puesto
Vino á saber á este punto una lícita afición
nuestro amor su padre viejo, había de pasar? ¡Qué presto
y remedió con ausencias os creísteis don Luisl
sus daños; ¡caro remedio!
Poco amáis y poco os debo.
Cuatro leguas de distancia Luis. Por la luz de aquesos ojos,
mil en su memoria han puesto,
doña Inés, que no lo creo,
que es niño amor y se olvida
y que le desafié.
con cualquiera tierra en medio.
sólo por ese respeto,
A una doña Inés, que vive
y he de matalle esta tarde.
en esta casa, hace dueño ¡Ea, mi bien, acabemos!
del alma que ya era mía,
¿Somos amigos?
y así por mi hacienda vuelvo.
Inés. No sé.
Esta es la causa, Peinado, Luis. ¿Quién lo sabe?
de mis celosos desvelos, Inés. Lo que os quiero.
que han de costarme la vida
Luis. Dadme aquesa hermosa mano,
como me cuesta el sosiego.
honraré mis labios.
Peinado. Pardiez, Aldonza, que echastcs (Asómase al tablado Aldonza.)
vuestro ciego amor á censo
Aldonza. Bueno:
en tan malas hipotecas
porque, celos, cierto veis
que no heis de cobrar á tiempo.
dice el mundo que sois ciegos.
Es caballero don Luis,
y pagan los caballeros
tan mal ya deudas de amores
ESCENA XI
como deudas de dineros;
pero, pues no os ha gozado, Sale Ai donza.— Dichos.
¿qué hay perdido?
Aldonza. El sufrimiento, Aldonza. ¡Ay de. mí! ¡Y á las pajuelas!
la esperanza, los sentidos, ¿Quieren trébole y poleo,
la vida, el alma y el seso. pajuelas y zarzamoras?
A doña Inés haré creer Inés. ¿Qué es esto?
que es mi esposo. Aldonza. ¿Quieren poleo?
Peinado. Mas ¡qué presto Inés. ¿No hay zaguán en esta casa
sabe una mujer forjar para que pregonéis eso
cuatro docenas de enredos! sin entrar aquí?
Mas pues vive aquí la dama Aldonza. ¿Por qué entra,
que le quillotra, entrad dentro si sabe, en la igreja el perro?
y cobrad siquiera en pajas, Porque halla la puerta abierta;
ACTO PRIMERO il I

pues ¿es mucho haber yo hecho si la escucho y me detengo;


lo que un perro sabe hacer? quiero ausentarme por ver
¿Quieren trébole y poleo? si me sigue, que sospecho
Inés. ¡Ola! salios allá fuera. que el infierno la ha traído
Aldonza ¡Ola! digo que no quiero, para fin de mi sosiego.
que también sé yo olear Mi padre me está esperando,
sin ser cura ni haber muertos. yo volveré presto á veros;
Inés. ¿Quién os mandó entrar aquí? no creáis rusticidades
Aldonza Naide, que no hay mandamiento de villanos.
de no entrarás en la casa Aldonza. Pagaréislo.
de tu prójimo. ¿Ah, mancebo? Luis. ¡Villana, si no calláis..! (Vase.)
todos estamos acá.
Luis. ¡Oh Aldonza! Pues ¿qué tenemos?
Aldonza ¿Qué sé yo? Pena de ver ESCENA XII
que habléis con Costanza. ¡Puerros!
á ella digo; ¿no me compra Dichas, menos Don I, ois.
zarzamoras? Aldonza. ¿Amenazas? ¡Lindo cuento!
Inés. ¡Qué molestos ¡Hao! ¿no compráis zarzamoras?
que son siempre estos villanos! Inés. Si como zarzas los celos
Ya os digo que no las quiero. despedazan las entrañas,
Aldonza Pues comprajdas vos, buen hombre, zarzas están deshaciendo
que zarzamoras os vendo, mi engañado corazón
porque amor en zarzas mora con espinas de tormentos.
y ansí tan picada vengo. ¿Qué enigmas son los que has dicho?
Luis. Aldonza: no seas pesada. Atdonza. ¿Soy yo tienda de barbero
Inés. ¿Conocéisla? que de enigmas se compone?
Luis. Mucho tiempo La verdad deciros quiero.
ha que la vi en Torreión. Sabed que á una zarzamora
Aldonza. ¿Mucho tiempo, caballero? picó este tordo en mi pueblo
Más ha que muiió mi agüelo. dándola antes de picalla
Pero dejemonos de esto palabra de casamiento.
y compradme zarzamoras; Si empalagado procura
que en mi tierra yo me acuerdo con promesas y embelecos
que andabais en busca dellas, picaren vos, ¡oje allá!
y entre las zarzas y enredos zarzamora, tened seso,
de promesas incumplidas que tien ya este tordo torda
y favores lisonjeros y os quiere burlar aquesto.
llegastes á coger una Basta, y ¡á las zarzamoras!
que el comella por lo menos Inés. Escucha.
causó pena v costó gritos. Aldonza. ¿Quieren poleo? (.Vase.)
Súpoos bien y amargóos luego.
Luis. ¡Oh, qué bachillera estás!
Aldonza Y vos sois un majadero,
pues á la Corte os venis ESCENA XIII
por zarzamoras, sabiendo
que aquí no las hay con flor Inés sola.
que se les pierde en naciendo;
y después de desfloradas ¡Oh engañoso don Luis!
andan á la flor del remo (i); De tu natural travieso
mas como las zarzamoras y mudable condición
que comistes en mi puebro no te esperaba sino esto.
ia voluntad os mancharon, Aunque tanto te he querido
y vuestro gusto cumplieron, no viene tarde el remedio;
y para quitar las manchas á César dejé por ti,
de moras no hay tal remedio desde hoy por César te dejo.
como buscar otras nuevas, Hoy daré satisfacción
querréis quitalle al deseo á mi venganza y sus celos
la mancha con esta verde: y á mi mudanza disculpa.
¡huego en vos y en ella huego JAy hombres, plumas al viento!
si os creyere como yo!
Inés. Geroglíficos son estos,
don Luis, no de villana. ESCENA XIV
Luis. ¡Qué esto sufro, vive el cielo!
La Santa y Crespo, Mingo y Bkrkueco, pastores.
Loca, ella me enreda aquí,
Crespo. Madre Juana, esto ha de ser,
(i) Remo dice el originaI, aunque parece debe de que es amparo de Toledo.
ser «berro». Santa. Nada valgo y poco puedo.
3ia LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
Crespo. No hay que liabrar. lia de saber curádmela de tal modo
que si Mari Crespa da que, porque sane del todo,
en rezongas y en porfias, la dejéis la lengua sana.
aunque habre veinte días Santa. Crespo: el hombre que se casa,
arreo no callará á sufrir está obligado
si todo el pueblo se junta los defectos de su estado
y con cura y campanilla y las faltas de su casa.
va en procesión á pedilla La cabeza no maltrata
que calle un poco. ni menosprecia los pies;
Mingo. Despunta curalda, y ved que no es
de llabradora, y es gran mengua mala la mujer que trata
que una mujer habre tanto. bien su honor y le respeta,
Crespo. ¡No la diera el cielo santo y llevad con más amor
almorranas en la lengua! faltas que no son de honor;
Vine de la arada ayer que no hay cosa tan perfeta
cansado, si en ocasiones que alguna falta no tenga
cansan tanto los terrones en el mundo; regalalda,
como hablando una mujer, hermano Crespo, y curalda,
y dije: ¿qué hay que cenar? porque á moiirse no os venga.
Dijo: Olla. — No quiero olla, Crespo. Si es la lengua cruel veneno
respondí, si con cebolla en la mujer, madre Juana,
la vaca podéis picar y éste con otro se sana,
y her un salpicón.— No quiero, remedio para harto bueno
respondió, si que cenéis por quitalla este quillotro
olla. —No me repliquéis que la hiciéramos comer
ni andemos al retortero, la lengua de otra mujer,
Crespa de la maldición, sanara un veneno al otro;
dije; y dijo: — lieis de cenar mas, pues no hay tienda de lenguas
olla, no hay que porfiar. y me puso esta cruz Dios,
—No ha de ser si salpicón, pedid que la sane, vos,
respondí. — Pues no hay sino olla; que yo sofriré mis menguas.
— Pues salpicón ha de ser.
— Pues olla habéis de comer.
Subióse el humo á la cholla ESCENA XV
y levantando las haldas Sale Lili. o.—Dicuos.
del sayo, con un bastón,
haciéndola salpicón Ln.i-o. La madre Juana está aquí:
los güesos en las espaldas, con no poco temor llego.
por más que anduvo la folla Santa. ¡Oh, hermano Lillo!
sin decir «Dios sea conmigo,» Ln.i.o. Don Diego,
daba gritos:—Olla digo, mi señor, que sólo en ti
olla quiero, no hay sino olla. puesta su esperanza tiene,
Y dalle que le darás, aquesta carta te envía
ella olla, yo salpicón, y para la enfermería,
hasta que quebré el bastón mientras que á verte no viene,
y ella no pudo habrar más. un regalo y cien ducados
Pero aunque no pudo habrar, de limosna.
por salir con su interés, Santa. Siempre da
arrastrando cuerpo y pies con largueza. ¿Cómo está?
se hué derecha al vasar, Lillo. Con infinitos cuidados
y aunque no podía gañir, en que don Luis le ha puesto.
dijo después que se echó Santa. Algún mal le ha de venir
entre las ollas que halló: notable por consentir
«Entre ollas he de morir.» que viva tan descompuesto.
Hice matalla una polla, Y el hermano, ¿no escarmienta,
por vella tan mal parada en dos amos que ha tenido,
y llevándosela asada, á quien tan mal ha servido?
dijo:—No ha de ser sino olla; ¿No sabe que ha de dar cuenta
y tanto en su tema dura, delante el tribunal mismo
que habiendo el cura venido, de Dios?
por decir: «Con fistón pido», Lillo. Soy un mal cristiano
le dijo: «Olla, señor cura». que, pecando en castellano,
Ella queda, en fin, de suerte he de dar cuenta en guarismo:
que hoy se irá, á lo que me fundo, pero yo juro la enmienda
por ollas al otro mundo si el perdón de Dios me alcanza.
y á mí me piden su muerte, Crespo. ¡Ilao! ¿esta es la buena lanza
si no es por vos, madre Juana, por quien nuestro honor y hacienda
ACTO PRIMERO 3l3
don Jorge habría destruido que me vaya, y una prisa,
á no morir? si es de tripas y con miedo,
Mingo. ¡Que se atreva no repara en cortesías.
venir aquí! Berruec. Pues hoy ha de reparar
Berruec. Si no lleva en ellas á su pesar. (Detiéncnie.)
el castigo merecido, Lillo. Acerté, desdichas mías.
no somos hombres de bien. Déjenme ir, que siento en mí
Crespo. Uno trazo que no es malo. temerario desconcierto.
Lili. o. En el torno está el regalo Mingo. No se ha de ir, aquesto es cierto.
y los dineros también. Lillo. ¡Por Dios, que me vaya aquí
Santa. Vaya, pues, hermano, al torno, si no me dejan, señoics!
y respuesta llevará. Berruec. Alléguese, socarrón;
Crespo. Y en volviendo por acá agora sabrá quién son
le daremos el retorno de Cubas los labradores;
de las burlas que nos debe. que no hay plazo que no llegue
Santa. La salud pediré á Dios ni deuda que no se pague.
de vuestra mujer, y á vos Lillo. Ni mujer que no se estrague,
os pido, si la ira os mueve ni sarna que no se pegue.
otra vez, que no deis muestras
de vuestra necia crueldad;
sus fallas disimulad, ESCENA XVII!
pues ella sufre las vuestras. Sale (".resto con un vaso.— Dichos.
{Va «.se la Santa y Lilio.)
Crespo. ¡Ilao, par Dios, que viene entera!
Buena á mi mujer hallé,
ESCENA XVI y callando, que no hué
Dichos, menos éstos. poco milagro.
Berruec Aquí espera
Crespo. Yo juro no hella más daño un amigo vuestro.
porque más no nos inquiete; Crespo. ¿Es Lillo?
y nos pague este alcagüete Beso á vuesarcé las manos.
lo de antaño y lo de hogaño, Lillo. Líbreme Dios de villanos.
un castigo le he de her Crespo. ¿Qué tiene, que está amarillo?
con que se acuerde de mí; Lillo. Corrimientos á traición.
una purga compré. Crespo. Deme ese pulso. ¡Oh qué malo!
Mingo. ¿Sí? Lillo. Mas ¿qué hay receta de palo?
Crespo. Para dar á mi mujer, Crespo. Tenéis grande opilación.
que la recetó el dotor Lillo. ¿Yo?
y ella recibir no quiso. Crespo. De socarronería.
Mingo. Hizo bien. Lillo. ¿Y querréis darme el acero?
Berruec. Eso la aviso. Crespo. Al menos que purguéis quiero
Crespo. Hagamos que este hablador toda esa bellaquería.
la tome, y purgue con ella Haceos la cruz y bebed,
todas las bellaquerías que seis reales me costó.
que quillotró en tantos días. Lillo. Veneno es; mi fin llegó.
Berruec. Bien decís. Berruec ¿No bebéis?
Crespo. Pues vó por ella. Lillo. No tengo sed.
Mingo. Andad y buena pro le haga. Beba vuesarcé primero;
Crespo. En saliendo hcl de esperar, que siempre fui bien criado.
que, pardiez, ha de purgar Crespo. Acabemos.
las entrañas por de zaga. (Vase.) Lillo. Ya ha llegado
mi muerte; bebiendo muero.
Castigos hay menos malos
ESCENA XVII sin que la muerte me deis;
Sale Lillo.—Dichos, menos Ciu:sro. riendas y azotes tenéis,
darme podéis dos mil palos;
Lillo. Con la Santa he despachado pero matarme, ¿por qué?
lindamente; quiera Dios, Crespo. Que no es veneno, traidor,
Lillo, que os escapéis vos sino purga que el humor
deste pueblo conjurado; os cure; yo la compré
pero, aquí están; ¿qué he de hacer? por seis reales con intento
Berruec. ¿Qué hay por acá, señor Lillo? de vuestro bien y quietud.
Lino. Hay harto ungüento amarillo Lili. o. Tal os dé Dios la salud
si quieren llegar á oler. como es vuestro pensamiento.
Mingo. ¿No mos responde? ¡Lástima de mí tened;
Lili o. No puedo, mirad que es cruel castigo
que cierta prisa me avisa el darme veneno!
3i4 LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
Crespo. Digo Lillo. ¡Hay tal tormento!
que no es sino purga, oled. Mingo. Empiece á contar un cuento.
Lili.o. ¡Puf, qué de ruibarbo echó Lillo. "¿Qué cuento? ¡Pese á la puta
el ladrón del boticariol que me parió!
Berruec Acabad. Crespo. Buenos pagos
Lillo. Extraordinario nos da.
castigo el diablo inventó; Lillo. ¿Qué os he de pagar?
aún no ha entrado y ya me urga Crespo. La purga.
las tripas. Lillo. Llegá á cobrar.
Mingo. Beba. Crespo. ¿De dónde?
Lillo. ¿Hay más graves Lillo. De los rezagos.
burlas? ¿Sin darme jarabes ¡Ay, ay! Señores, señores,
quieren que tome la purga? pues que ya se han burlado harto,
Mingo. Ea, que no es más de un trago. déjenme. ¡Ay!
Lillo. De mi muerte lo será; Mingo. ¿Está de parto?
mas pues de cámaras va, Lillo. Sí, hermano, y con los dolores.
hoy de mi cámara os hago. ¿No basta ya la matraca?
Crespo. Acabemos, ó si no... Crespo. ¿Es niño ó niña?
Lillo. Allá va. ¡Jesús, mil veces! (Uebe.) Lillo. Será
Mingo. ¿Embocólo? el diablo, pues sabe ya
Crespo. Hasta las heces. antes de nacer la caca.
Lillo. ¡Mal haya quien te guió ¡Ay! ¿mas que han de hacei que hieda
y la especie que te echaron l la burla? ¡Ay! no hay que esperar.
Ea, ya podrán dejarme, ( Vase. )
pues me obligan á purgarme Crespo. Un tarugo le he de echar
en salud; bien se vengaron. y atalle por que no pueda
¡Ay! ya empieza el apretura; her nada.
váyanse, porque me voy. BtRRUEC Acabad, dejalde.
/ ¡A y, ay, Dios, qué hinchado estoy! Crespo. Venid, veréis lo que pasa.
¿No se van? Que de madura ¡Alcagüetes: alto, á casa,
se va cayendo esta fruta. que yo os purgaré de balde!
Crespo. Sosiéguese.

ACTO SEGUNDO

PERSONAS QUE HABLAN EN EL

Don Luis. (Toledo.) Doña Inés. (La dicha.)


Aldonza. (La Sra. Petronila.) César. (Montemayor.)
Don Diego. (S. P.°) Nuestra Señora. (La Sra. Petronila.)
Lii.lo. (San Payo.) El. Niño Jesús. (San Paico.)
Don Jorge. (Cristóbal.) El Angel. (Antonio de Prado.)
María, monja. (La Sra. Anua Maria.)

En Toledo, á i2 de Agosto de i6i4. por Fr. Gabriel Téllez.

ESCENA PRIMERA una palabra, una gloria,


Don Luis y Aldonza.
un favor, una esperanza,
un regalo, una afición,
Luis. ¿Segunda vez me persigues? pues en ninguna ocasión
Ai.donza.Al amor pongo por juez, hallo en tu rigor mudanza.
que solamente una vez Castiga, pues, mi porfía,
te amé por que me castigues; pues tu rigor la condena,
un amor, una memoria, que por fibrarte de pena
un cuidado y un deseo quiero hacer tu culpa mía.
es siempre el mío, y no veo Luis. ¿Qué te debo yo?
ACTO SEGUNDO 3i5
Aldonza. No sé. Volverte á amar te prometo
Luis. Pues ¿qué me pides? si aquesto vengo á saber:
Aldonza. Amor. di, pues paga una mujer
Lui3. ¿Sin deberle? á quien la escucha un secreto.
Aldonza. No, señor. Aldonza Es verdad; pero no en mí,
Luis. Luego ¿debo? que el sabello me costó
Aldonza. Si, á mi fe. mil penas.
Luis. La fe sin obras es muerta : Luis. Paguélo yo
mal fundada deuda cobras. con tu amor.
Aldonza. Si en mi fe faltaron obras Aldonza ¿Querrásme?
fué por tu culpa, que es cierta. Luis. Sí.
Luis. Bien sé yo que en Torrejón, Aldonza Aunque tu dureza es tal,
patria tuya, heredad mia, con nueva esperanza llego,
como de burlas tenía pues los golpes sacan fuego
y te mostraba afición; del más duro pedernal.
porque el amor desterrado Digo, pues, escucha.
del interés, de Madrid, Luis. Di.
se fué con discreto ardid Aldonza. Que vine á entrar donde estaba
al campo en que iué criado, tu dama.
y jugando mano á mano Luis. Ya lo sé; acaba.
con los dos junto á una fuente, Aldonza..¿Consientes el nombre?
sentí un ligero acídente, Luis. Sí.
que, gloria á Dius, ya está sano. Aldonza, , Luego ¿es tu dama?
Cumplió su destierro amor, Luis. ¿Pues no?
y, al fin, se ha vuelto á la corte Aldonza., ¡Y á mí que me paren duelos!
á pretensión que me importe Luis. ¡Oh!, pues, ¿si repican celos?
de más gusto y más valor; Aldonza,, ¡Oh!, pues, si no he de ser yo
no puedes llamarme ingrato tu dama, cuéntelo ella.
siendo aquel amor un juego, Luis. Vuelve, espera, que tú eres
pues si gané, te di luego entre todas las mujeres.
mil requiebros de barato. Aldonza .¿Tu esposa?
Aldonza. No da en barato el avaro Luis. Mi prenda bella.
amando de cumplimiento Aldonza . Esta dama de ajedrez,
palabra de casamiento, pues se queda con el nombre,
que así lo barato es caro; y sin el dueño, aunque es hombre,
mas como á todas le das que la pagará otra vez.
y sé que juegas agora, Luis. No haré tal si me ha ofendido.
vine a ver á esa señora, Aldonza . Pues no ha ofendido en verdad,
y así si me dieses más. que si muestra voluntad
Pero, pues me has despedido es el señor su marido;
cuando tan humilde llego, que en saliendo de la calle
entenderé que en el juego tu persona amartelada,
con esa dama has perdido; entró tentando la espada
y más habiéndome dado otro de tan lindo talle;
ella de barato un gusto, y apenas tocó en la reja,
que es despreciar como es justo cuando la buena señora,
al que á mí me ha despreciado, porque esperaba la hora,
pues dió palabra el amor puesta á sus hierros la oreja,
de castigar el mal trato le respondió y ordenó
de cualquier amante ingrato un diálogo que llamas (i)
con otro competidor. duo de galanes y damas,
Doña Inés y el interés cual le tengamos tú y yo.
me vengan de tu inconstancia, «Alma, vida, corazón,
que en ella, por su ganancia, quiero, estimo, adoro, amo,
es ya su amor ginovés. busco, pido, sigo, llamo;
César, traidor, te usurpó ventura, tiempo, ocasión;
la dama que juzgas fiel, fe, lealtad, constancia, gloria;
que es César, y como él, obras, palabras, deseos»,
al fin vino, vió y venció. y otros gustos y trofeos,
¡En buen cuidado te he puesto! reliquias de su victoria.
Luis. Solos estamos los dos, Luis. ¡Ay de mí!
y á los celos, como á Dios, Aldonza Mucho más hay
se les da la fe muy presto. en su venturosa suerte;
Dime lo que en eso sabes, pídele, pues, á la muerte,
no aumentes más mis enojos,
que en la boca y en los ojos
no sufre la mujer llaves. (i) Confuso en el texto esta palabra.
3i6 LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
si tienes celos, un ay, Lili.O.
que aquesta noche los dos Y ¡ay de mil que he purgado en pie y vestido
tienen, cruel, de gozarse, en verso suelto el alma y el sentido.
y esotro día casarse
con la bendición de Dios. Don Diego.
Luis- • Basta, calla, que aunque veo ¿Quién da voces, que en ellas me parece
mi desengaño en tu hablar, mi caro don Luis?
la lengua te he de cortar, Don Luis.
que puedo más que Thereo.
. ' Ni me hables ni veas jamás; Yo soy, que siento
vete. de mi fortuna que en desdichas ciece
Aldonza. Harélo, aunque me pesa, la fuerza que ha de hacer mi fin violenta.
pues el ave que está presa Muero rabiando, que morir merece
por librarse se ata más. (Vase ) en tierna edad un loco pensamiento;
rabiando, pues jamás tendrá ventura
para gozar del gusto que procura.
ESCENA II Don Diego.
Don Luis solo. Querido hijo, imagen de mi alma;
calor de mi vejez helada y fría;
¡Oh, tiempo riguroso! ¡Oh, noche aleve de mis trabajos merecida palma:
encubridora del amor tirano! siempre verde laurel, corona mía,
¡Oh, quién al ángel que á los cielos mueve cuando parece que en serena calma
pudiera detener la diestra mano! navega mi esperanza en quieto día,
¡Oh, quién al día, cuyo curso breve se me obscurece el cielo porque sienta
¡a sucesora noche sigue en vano, cifrada en ese rostro mi tormenta.
le pudiera aumentar mil horas largas, De mis hijos, Luis, fuiste el postrero;
por más que á mi temor fueran amargas! tomó la muerte en los demás venganza,
Extranjero ladrón, rico dichoso, quedaste sólo, y como tal te quiero,
metal de estima lejos de su origen, por no tener de otros esperanza.
río á larga corriente caudaloso, Cuando tu atrevimiento considero
pues ondas tuyas mi chalupa afligen, como eres tú mi ser y semejanza,
dinero con mujeres poderoso, si quiero castigarte, al punto digo:
cuyas armadas, letras vencen, rigen, no dice bien amor con el castigo.
atropellan, subliman, sueltan, prenden, Luis: ¿qué tienes? ¿quién te da disgusto?
dan, quitan, menosprecian y defienden; No sólo al corazón, al rostro llega. (Abrázale.)
atrevido, cobarde, avaro, tranco, ¿l late faltado en ocasión de gusto
maná que á todo sabes, ¿qué me quieres? fortuna aleve, que es mudable y ciega?
Dinero en reales blancos cuyo blanco Gasta mi hacienda, tu deleite es justo,
es al que miran hombres y mujeres, inventa galas, enamora, juega,
si estás como en galera puesto en banco, mi amor conoces, mi escritorio sabes,
¿por qué me haces remar? ¿por qué prefieres saca dineros, ves aquí las llaves;
á mi amor el de César extranjero? mas ¡ay de mí! que en esta carta Ico
Mas ¿quién es natural como el dinero? otras razones de mayor estado.
La santa Juana culpa mi deseo
dándome de tu bien mayor cuidado;
ESCENA III su aviso santo y su prudencia creo,
que no suele gozarse mal logrado
Don Diego leyendo una carta y Lillo.— Don Luis. el hijo libre, si en edad tan tierna
su padre no le enseña y le gobierna.
Don Diego. Una cuenta santísima me envía
Beso mil veces la amorosa firma porque en el nombre de tan alta cuenta
de aquella mano venerable y santa me acuerde que he de darla cada día
cuya memoria tierna me confirma desa tu edad y libertad violenta.
el bien que espero y mi temor espanta. Ea, pues, hijo, cara prenda mía,
Juana no más por humildad se firma, como pasados tus descuidos cuenta
que es cifra Juana y la abundancia es tanta y vive de manera que tu vida
de gracia en Juana, que á su letra vista no la dejen los vicios mal perdida.
la puede acreditar San Juan Bautista. Don Luis.
Don Luis. ¡Oh, mal haya mi vida, pues en ella,
Mi padre viene y por su edad anciana, cuando yo rabio tu sermón escucho!
contrario á mi deseo y verdes años, Quien dió de corta edad larga querella,
favores busca de la Santa Juana; de el mundo y de su ley no sabe mucho.
no sé si diga en mi opinión engaños, ¿Tan vicioso soy yo? ¿Tan mala estrella
¡ay de mí triste! que a su tiempo vana me precipita? Con tus quejas lucho,
produce mi esperanza tantos daños. y pienso yo cuando me miro y veo
ACTO SEGUNDO 3,7
que aquesa monja me pintó más feo. sino que quise pagar
¿Qué cosa hay en el mundo tan cumplida la deuda de padre y viejo.
que no llegue á tener alguna falta? (Hablan entretanto padre é hijo.
El sol hermoso, padre de la vida, LlllO. Agora llega mi vez.
con un eclipse se obscurece y falla; y convertido en dotor
el diamante, en firmeza no vencida si quieres santir, señor,
que con sus rayos los del sol esmalta, y dar alegre vejez
no está de faltas y malicia ajeno, á tu padre, está en mis manes
porque, deshecho, sirve de beleno. su salud y vida. Espera:
La tierra, el agua, el aire, es bueno y malo, recipe una purga entera
y ya sirve tal vez un elemento de Cubas y sus villanos,
degusto, y da al manjar vida y regalo y verás que en pocos días,
y tal vez de castigo y de tormento. como yo, si á esto te atreves,
Humano soy, por sello los igualo, serás un santo si bebes
á uno tendré quejoso, á otro contento; purga de bellaquerías
soy bueno y malo, ajeno de artificio, sin quedar una no más,
tendré alguna virtud como algún vicio. porque hice mil seguidillas,
No mida más la monja por su gusto más que la cera amarillas,
los de mi edad, que puede ser que sea y fui poeta por detrás, (i)
desta mi injusta vida el fin tan justo Luis. Padre mío: estoy de suerte
que ella le envidie cuando en mí le vea; que no me puedo alegrar,
y si no se pretende mi disgusto, y pienso que has de llorar
ni se reciba cuenta ni se lea por culpa tuya mi muerte
carta de Santa Juana, que es lisonja si no me haces un favor
llamarla santa cuando sobra monja. y me cumples un deseo.
Diego. Ya te debo responder Diego. Dile, hijo, que no creo
á dos cosas. La primera, que te le niegue mi amor.
don Luis, porque quisiera Luis. César me importa que esté
que mudases parecer, por esta noche en prisión.
es en la estima y respeto Diego. Pues ¿cómo ó por qué razón?
de Santa Juana, á quien yo Luis. (Aparte. i Buena es la que imaginé.
por ver que le mereció, Por las cuchuilladas que hoy
guardalle siempre prometo; tuvo conmigo á mi puerta.
porque si Naamar me avisa Diego. Poca razón, aunque cierta.
que tanto estima y respeta A dalle noticia voy
la santidad de un profeta á un alcalde amigo mío,
y aquella tierra que pisa, que, sin mostrar que es hacer
que lleva á su patria della mi causa, le hará prender
por reliquia soberana, de justicia.
yo estimo á mi Santa Juana Luis. Yo confío
su tierra y sombra por ella. de tu amor y diligencia
Ninguna disculpa salva que me ha de dar este gusto.
á quien culpa un religioso, Diego. Vence, aunque no fuera justo,
que suele vengar un oso el amor á la conciencia.
el murmurar de una calva; Yo voy.
cuanto y más que si recibes Luis. Vamos, Lillo, pues.
por su oración y virtud Lillo. Pienso que tu mal gobierno
ios consejos, la salud nos va llevando al infierno
y hasta la vida que vives, como recua á todos tres. (Vanse.)
no la debes murmurar,
porque parecen tiranos
contra Joseph sus hermanos, ESCENA IV
pues él les lleva el manjar
y ellos le venden á él; Manía, monja^y La Santa.
pasión de envidia inhumana, María. Doña Ana Manrique está,
y sustenta Santa Juana madre, de un mortal dolor
á quien le vende cruel. de costado cual dirá
Lii.lo. ¡Que tantas letras alcance esta carta, y con temor '.Dásela.)
y las historias que escucho yo de que está muerta ya.
un viejo! Pero ¿qué mucho, Fué de don Jorge mujer,
si hay sermones en romance? y por lo que á los dos debo,
Diego. La segunda cosa es madre, llego á interceder
que, respetando su nombre, por ella; á mucho me atrevo,
agora vivas como hombre pero por mí lo ha de.hacer.
y como santo después;
que si yo te di el consejo, íi) Ed el original están, tachados estos versos que
no fué por darte pesar, dice Lillo.
3i8 LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
Escríbele, madre mía, Regalado Esposo mío:
que ruegue por ella á Dios soy, como mujer, curiosa
que es hoy el séptimo día, de saber; ruego y porfío
y á mí, por ver que las dos qué fué el alma venturosa
nos hacemos compañía. de don Jorge; en Vos confío.
También me escribe le acuerde (Sacan el toro echando fuego.)
esto mismo, madre Juana. Pero ¿qué monstruo de fuego
Duélase de la edad verde de otro Fálaris tirano,
de su devota doña Ana cielos, turbami sosiego?
que aprisa la vida pierde. Laurel, Angel soberano,
Santa. Siempre doña Ana Manrique que os dejéis ver, pido y ruego.
con obras y devoción
me ha obligado á que publique
su valor y mi afición ESCENA VI
le muestre y le signifique; Sale el Angel por arriba, después Don Jorge.—Dicha.
y así yo tendré el cuidado
que á su mucho amor le debo, Angei.. ¿Cuándo fué el enamorado
y Dios será importunado de la dama que pretende,
de mí, pues siempre me atrevo si llamado importunado,
á su llaga de el costado pues que viene y condeciende
en cuya fuente divina luego á su amor y cuidado?
la experiencia y la esperanza Aunque yo no he merecido,
salud y vida imagina, Juana mía, el ser tu amante,
que aun al dueño de su lanza Dios es por quien he venido,
le sirvió de medicina. y en tu amoroso semblante
En su costado pondré su paje de guarda he sido.
el dolor que en él padece Santa. Con la quietud y reposo,
doña Ana, y Jesús le dé Angel mío, que estáis vos,
la salud que ella merece, sereno el rostro y hermoso,
si no por mí, por su fe; bien dice que veis á Dios
que fué mi perseguidor y que le gozáis glorioso.
don Jorge, y por su persona (Ábrese por un costado el toro y esté
la debo tener amor, dentro Don Jorge.)
pues me labró la corona ¡Ay mi Laurel!
de tanto precio y valor. Angel. Muestra aliento;
María. ¡Ay madre de el alma mía! mira á don Jorge en sus penas.
que renueva la memoria Jorge. Vuelve, Juana, el pensamiento,
que de él tengo cada día. que en penas de penas llenas
¿Si está don Jorge en la gloria, excedo al rico avariento;
cómo de Dios se confía? mas, por lo mucho que alcanza
Si por ventura padece tu oración, de los favores
en purgatorio por mí, de Dios espero bonanza,
¿qué más la causa merece que entre las llamas mayores
que en este mundo le di? es céfiro la esperanza.
Santa. Dios es quien le favorece. En el purgatorio estoy
Vaya y tráigame recado por tu favor y merced;
de escribir; responderé pues de mí te acuerdas hoy
á la carta que me ha dado. y es tan terrible mi sed,
Mar/a. Favor debido á la fe piadosas voces te doy...
que doña Ana la ha mostrado. (Vase) Madre Juana: la ocasión
tienes de pagar agravios
con piadoso galardón;
ESCENA V recrea mis secos labios
Con agua de tu oracíon. {Encúbrese.)
La Santa sola.
Santa. Alma pacífica, en medio
Sabe Dios cuánto deseo, de tantas penas espera,
como la madre María, que yo por darte remedio
saber el dichoso empleo estas penas padeciera.
de don Jorge desde el día ¡Si hallar pudiera algún medio!
que murió, que aunque sé y creo (Baja el Angel.)
que Dios á mi instancia y ruego Angel. Basta el deseo que tienes
le perdonó, y es notorio para que á don Jorge valga
que ha de gozar su sosiego, la ayuda que le previenes:
no sé si en el purgatorio por ti querrá Dios que salga
aún da matena á su fuego. á gozar, Juana, sus bienes.
(Aparécese un toro, al parecer de bronce, Santa. iQué bien conoces quién es
echando llamas.) el dueño de aquesa gloria!
ACTO SEGUNDO 3i9
Eres nube de sus pies; No es el concepto muy grave
por mí no encubrió la estoria á quien no le entiende bien.
de sus ángeles Moisés; Luis. Yo sí le entiendo.
mas antes que Tu Hermosura Lillo. Y también
me deje triste y se parta, un tabernero lo sabe.
la salud que aquí procura Volví á Madrid con respuesta
doña Ana en aquesta carta, esta tarde, en ocasión
Laurel divino, asegura. que tratabas de prisión
Angel. ¿Quisieras tú que yo fuera de César. La duda es ésta:
y que á doña Ana Manrique, ¿para qué has hecho prender
salud en su nombre diera, este ginovés, que ha dado
por que de tu amor publique sospechas de que ha quebrado,
honra y fama verdadera? y á quién has venido á ver?
Santa. Por mí no; mas por la gloria Luis. ¿Dudas más?
que ha de resultalle á Dios Lillo. ¿No son tres dudas
de aquesta hazaña notoria. el por qué, cómo y á quién,
Angel. Vamos á verla los dos; y por ser hombre de bien,
será tuya esa vitoria. por dudas, no se ahorcó Judas?
Santa. Angel mío: dadme luego Luis. ¿Prendieron á César?
vuestras alas y favor. Lillo. Sí;
que apenas llegó, un soplón
á un alguacil motilón,
ESCENA VII no de los graves de aquí (i),
embolsáronle en la red;
Sale María con tinta y papel.— La Santa.
que una vara pesca ya
María. Madre Juana, tarde llego, ginoveses.
si hay tardanza en el amor; . Luis. Porque está
escriba á Madrid la ruego; preso te he de hacer merced
mas ¡ay de mí! que la veo de un vestido.
penetrando el aire puro. Lillo. Tal que pueda
Goce yo dese trofeo; parecer tu mayordomo.
alguna prenda procuro Fácil es hacelle.
cual de Elias á Eliseo; Luis. ¿Cómo?
arroje siquiera el velo, Lillo. De tus marañas de seda.
si Elias arrojó el manto. Luis. Respondiendo á tu pregunta,
Santa. Hermana: tenga consuelo, digo que él tiene una dama
no soy digna, ni levanto hermosa y de mucha fama.
por tanto tiempo mi vuelo; Lillo. Esa es mucha gracia junta;
yo volveré á vella luego, pero pregunto: ¿héisla visto
que voy á ver á doña Ana. por la mañana en ayunas?
(Desaparece.)
Luis. ¿Por qué?
María. Sin vos no tendré sosiego. Lillo. Porque sé de algunas
Yo voy á contallo, Juana, que, antes de tomar el pisto,
con doce lenguas de fuego. (Vase.) la unción, el ?jo, el betún,
el no sé cómo le llame,
tienen una cara infame
y un frontispicio común;
ESCENA VIII y después de preparado
Lillo y Don Luis, como de noche. de el rostro, alguna mujer
tiene mejor parecer
Lillo. Si va á decir la verdad, que puede dar un letrado.
cosa que no suelo hacer, Luis. Basta decir que es muy bella.
yo no acabo de entender Lillo. No basta.
tu enredada voluntad. Luis. Pues ¿por qué no?
Luis. ¿Qué dudas? Pregunta.
Lillo. Escucha.
Cuando hablé á la madre Juana,
en la cual, con ser humana, (i) Entre este verso y el siguiente hay, aunque ta
chados, estos otros:
la divinidad es mucha,
me dijo un largo sermón Luis. ¿Qué es motilón?
Lillo. Alguacil
que te dijese y no digo, de la villa; ¿esto no sabes?
porque pienso que contigo Luis. Pues ¿quién son esotros graves'"
pudiera más un salmón; Lillo. En criminal y en civil
los alguaciles de corte
y al fin cifró sus consejos son como más estimados
con que el hombre es vidrio en todo; los de corte, si los pones
quiébranse del mesmo modo en danza los más honrados,
maestros y presentados
los vasos nuevos y viejos. y esos son los motilones.
320 LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE

Lillü. Quiero contestarme yo, viene con él, y llegué


si tengo de hablar con ella. por él hablarla. ¿Señor?
Luis. Pues por gozar desta dama Inés. No me hables que le está mal
que pretendo y solicito, á mi honor; entra, que es hora.
ai ginovés se la quito, Lillo. Ya llega César, señora,
por más que le quiere y ama, como un reloj puntual,
porque esta noche tenia como un reloj concertado,
aplazado el primer bien. como un reloj cuidadoso,
Lillo- Luego ¿es doncella también? como un reloj dadivoso
Luis. Doncella, por vida mía. y como un reloj armado.
Lillq. Las doncellas de por vida Luis. ¡Mi bien!
se han dado agora en mud.ir Inés. Entrad, gloria mía;
en doncellas al quitar. gozad, César, la ocasión. (Vanse).
Luis. Es doncella y bien nacida. Lillo. Si es César ó Cicerón
Líllo. ¿Así que nació doncella? allá lo veréis de día.
Eso aún se puede creer Pero ¡por Dios, que he quedado
de tan honrada mujer á la luna de Valencia!
por tu respeto y por ella. El no entrar fué impertinencia,
Luis. Yo vengo, en fin, á gozar lacayo soy serenado.
esta cesárea afición. Bien me pudiera yo ir
Lillo. Tú vienes á ser ladrón; acostar, porque mi amo
amor te ha de disculpar. no puede, si yo le llamo,
Dijo un buen entendimiento, socorrerme ni acudir.
por cortesano lenguaje, No me acuerdo que haya santo
que la ocasión tiene un paje abogado contta el miedo,
llamado arrepentimiento; el mejor santo es san Credo
porque es forzosa razón y si alguien viene san Canto.
que se duela y se arrepienta
cualquier persona que sienta
que se pasó la ocasión; ESCENA X
y tú, que en aqueste ensayo Sale Don Diego.— Lillo.
nadie quieres que te ultraje,
por excusar aquel paje Dlf.GO. Preso está César, y temo
vienes con este lacayo. alguna gran travesura
Luis. Calla, que ya en la ventana de Luis, que es quien procura
hacen señal. que esté preso.
Lillo. Pues espera, Lillo. Por extremo
que si ella te conociera tiemblo.
fuera tu esperanza vana. Diego. He venido á rondar
Déjame: llegaré yo, esta calle, por si acaso
y creerá que soy criado le hallo.
de César. Lillo. Ya siento un paso;
Luis. Bien has pensado. Judas debe de pasar.
Diego. La casa de doña Inés
pienso que es aquélla; sí.
ESCENA IX Lillo. Un bulto negro está allí.
A la ventana Doña Inés.—Dichos. Mauregato pienso que es.
Voyme, que es descortesía
LlllO. ¿He de llegar? daíendelle yo la puerta.
Luis. ¿Por qué no? Diego. Pues él se va, cosa es cierta
Inés. ¡Ce! que no es su casa; querría
Lii.lo. De. saber quién es. ¡Hola, hidalgo!
Inés. ¿Sois vos? Lillo. No soy hidalgo.
Lillo. ¿Eres tú? Diego. ¿Galán?
Inés. ¿Es César? Lillo. No soy galán.
Lillo. Y caballero Diego. ¿Sacristán?
con seis letras de dinero Lillo. No soy sacristán.
bien venido del Pirú. Diego. ¿Sois algo?
Luis. ¿Qué dices? Lili.o. No soy nada; que es mejor
Lillo. Aún no me ha oido. no ser nada en paz que mucho
Luis. Habla como su criado en guerra.
y no como él. Diego. Escuchad.
Lillo. Yo he pecado; Lillo. Escucho.
que pude ser conocido. Diego. ¿Es Lillo?
Inés. ¿Quién es? Lii.lo. Yo soy, señor;
Lillo. Soy un servidor y si no supiera yo
ó orinal de César, que que es mi amo quien me humilla,
ACTO SEGUNDO 32i
triunfara con la espadilla César. Inés mía:
que muchas bazas ganó. dichoso he sido en venir
Diego. ¿Dónde está Luis? á tal punto, pues mi amor
Lii.lo. No sé. á la reja recebís.
Diego. Pues, ¿no está aqui? No sabéis como estoy preso
Lillo. Sí estará. por un señor alguacil,
Diego. Luego, ¿sabes dónde está? que es como necesidad
Lillo. No sé yo si estará en pie, con cara de hereje al fin.
sentado, acostado ó cómo; Prendióme por causa leve,
porque el amor y Mahoina que apenas llegué á reñir,
permiten que duerma y coma sino á mostrar de mi espada
sin decirnos duermo y como. el toledano buril.
Diego. No sé si entraré; no es justo Inés. ¿Cómo no me lo habéis dicho
darle pesadumbre en eso; hasta aquí?
pues su contrario está preso, César. Porque no os vi
huélguese, siga su gusto. hasta agora.
¡Av, amor, qué mal cumplís Inés. ¿Cómo es eso?
las leyes de vuestro honor! César mío: ¿qué decís?
Mas soy padre, tengo amor, César. Digo, mi bien, que estoy preso,
y no más que á don Luis (i). y por dineros salí
Huélguese, que aunque no es justo esta noche de la cárcel,
habelle en esto ayudado, y mi amor vengo á cumplir.
más quiero verme culpado Mandad, señora, á una esclava
que velle á él con disgusto. de quien fiando os servís,
Quedaos Lillo. (.Vase.) que, porque espero á la puerta,
Lillo. ¡Oh, padre tierno!, venga mas de prisa á abrir.
amoroso y tan sufrido Inés. ¿Qué decís, César?
que, de amor desvanecido, César. ¿Qué digo?
llevas tu hijo al infierno. ¿Qué confusión hay aquí
de lenguas? Nunca yo os dije
cosas de amor en latín.
ESCENA XI Mandadme abrir; no os burléis.
Sale Don Luis.—Lillo. Inés. Si vos no os burtáis de mí,
no os entiendo.
Luis. ¡Oh, mal haya! César. ¿Cómo no?
Lillo. ¿Ya lo escupes? Inés. Pues ¿agora no salís?
¿Tan malo es el bodegón? César. Sí, señora, de la cárcel.
Luis. En gozando la ocasión Inés. No, sino de mi jardín,
nunca más la calle ocupes. donde, en amorosos lazos,
palabra de esposa os di;
donde, con atrevimiento
ESCENA XII más que fuera justo en mi,
Safe César —Dichos. Venus matizó las rosas
de mi mal logrado Abril.
César. El alcaide, aficionado César. ¿Qué es lo que decís, Inés?
de mi dinero y de mí, Yo n.o soy, porque no fui
me da licencia que salga el venturoso ladrón,
por esta noche á dormir abeja dese jazmín,
á mi casa. Otro Paris ha gozado
Luis. Gente suena. lo que á mí me atribuís,
Lillo. Si suena será nariz. que no guarda más sus frutos
¿Si es tu padre? el paraíso de Madrid.
Luis. Sea quien fuere, Inés. Ya, cortesano extranjero
vámonos, Lillo, de aquí. y desatino gentil,
te entiendo; ya sé que niegas
las prendas que yo te di.
ESCENA XIII No es este lugar de quejas
A la ventana Doña Inés. —César. ni he de dar voces aquí;
mujer soy, si me injuriaste
Inés. Ya perdido el primer sueño yo me vengaré de ti. (Vase.)
será imposible dormir, Céíar. Escucha, engañada hermosa;
y así quiero ver si César mira si fué don Luis
se fué ya. ¿No es aquél? Si. el ladrón del dulce sueño
César: mi bien. que ha tenido tan mal fin.
El es sin duda ninguna.
¡Plegue á Dios, si fuese ansí,
(i) Asi cq el original manuscrito. que marchite y seque el tiempo
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINa. —TOMO II 21
322 LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
la verde edad de mi abril! luna, sol, palma en cades (i)
¡Plegue á Dios no vuelva á Italia plátano, cedro, ciprés,
sin padecer y sentir, lirio, clavellina, rosa.
tormentas donde me anegue Jesús. ¡Dulce esposal
sin darme ayuda el delfín! Santa. Eterno amante,
¡Plegue á Dios que Dios me falte David, Salomón, Asuero,
si no me vengare en ti hombre Dios, león, cordero,
ó matándote ó muriendo, pastor, Rey, niño, gigante,
pues es vengarse el morir! íV'ase.) siempre he de subir á veros,
amor, con santa ventaja.
Jl'.SÚS. Ansí ensalzo al que se abaja.
ESCENA XIV Santa. Amores son verdaderos.
La Santa sota. Jesús. ¿Qué haces?
Santa. Reprender,
¿No sabremos, cuerpo bajo, mi Dios, un cuerpo holgazán
qué cansancio ó aflicción que, comiendo vuestro pan,
os da pena? Mas no son la carga deja caer
ruines para el trabajo. que la religión encierra;
¿Diréis que andáis todo el día, pero como fué formado
lo que el coro da lugar, de tierra y está cansado,
ocupado, ya en curar no hay quien le alce de la tierra.
monjas en la enfermería, Virgen. ¿Quiércste, Juana, venir
ya en los ejercicios santos con nosotros?
del fregar y del barrer, Santa. Si ha de ser
ya en ir al horno á cocer el ir para no volver,
el pan para pobres tantos, no tengo que prevenir;
ya en llevar de la obediencia todo, Reina soberana,
el yugo, y querréis decir está á punto; vamos luego.
que ya no podéis sufrir Jesús. A mi celestial sosiego
tanto ayuno y penitencia, irás brevemente, Juana;
que os dé descanso de hoy más? ruegos de .tus monjas son
¿Y parecerá muy bien los que hasta aquí han impedido
que, cual los hijos de Efrén, tu muerte.
volváis la cabeza atrás, Santa. Tu amor ha sido,
cuando la victoria espera mi Dios, larga dilación
el premio que merecéis, de este destierro pesado;
y que cansado os paréis y siendo, Señor, ansí,
en mitad de la carrera? con David diré: ¡Ay de mí,
No, cuerpo, hasta la vitoria, que me le habéis prolongado!
si la queréis alcanzar, Pero, amores, ¿dónde bueno (2)
todo ha de ser pelear, vais, que así me convidáis?
que al fin se canta la gloria. Jesús. A recrearte.
Quien quiere tener caudal Santa. Bien dais,
cuando el alina se despida amoroso nazareno,
en el día de la vida muestras que es vuestro blasón
ha de ganar el jornal el amor que aquí os envía.
que en la noche de la muerte, Jesús. Ven.
como el jornalero, cobra; Santa. En vuestra compañía
que no ha de alzar de la obra todo será recreación.
hasta la noche el que es fuerte. Dejadme, mi Dios, besar
Caminad, que se apresura estos soberanos pies,
la noche, y si tenéis cuenta, porque á los vuestros después,
á vista estáis de la venta, Virgen, me pueda postrar.
si es venta la sepultura; Jesús. ¡Ay prenda cara, y qué dello
si viene el cansancio, echalde, te quiero!
y anímeos el interés Santa. ¡Qué tal escucho!
por que no os digan después ¡Ay mi Dios!
que tomáis el pan de balde. Jesús. ¿Quiércsme mucho?
Santa. Mucho.
JliSÚs. ¿Cuánto?
ESCENA XV
Santa. Tanto dello.
La Viagkn Xuestra Señora, y el Niño Jesús, el Anchi. Jesús. Pídeme mercedes.
y otro Angel arriba. — La Sant*. — Toquen chiri
mías.
(i) Así en el original.
Virgen. ¡Juana! (2) Este y Jos dieciseis versos que siguen están la
Santa, Virgen amorosa, chados en el original.
ACTO TERCERO 323
Santa. Pido á su padre, Juana mía,
dos cosas no más, mi Dios; y en sus pecados porfía
mas siendo tan largo Vos obstinado, no merece
corta en el pedir he sido. mi perdón.
Un muerto y un vivo sen Santa. Si, sí, mi Dios,
los que por intercesora que es mi devoto su padre;
me han puesto, y de Vos agora pues sois su divina Madre,
tienen de alcanzar perdón. Virgen, pedídselo vos.
El alma, Esposo divino, Virgen. Hijo: á cosa que os suplica
de don Jorge está penando Juana, no digáis de no.
y entre llamas apurando, Jesús. Madre, no sea; cesó
como metal rico y fino, mi enojo.
los quilates de aquel oro Santa. Ya quedo rica.
que en vuestra mesa ha de estar; Jesús. Yo haré que, cual otro Saulo,
yo le vi, Señor, penar si á la virtud hace guerra,
dentro de un ardiente toro, caiga don Luis en tierra
con un tormento excesivo; y imite después á Paulo.
alcance yo destos pies Santa. ¿Y de don Jorge, Señor?
que esté ya libre. Jesús. Por tí, Juana, le perdono.
Jesús. ¿Quién es Santa. Vuestro eterno amor pregono.
el segundo? Jesús. Hoy á mi eterno favor
Santa. Un muerto vivo: subirá.
muerto en vicios vino al mundo. Santa. Qué ¿por los dos
Es, mi Jesús, don Luis, tal favor se me concede?
y si Vos lo reducís María. Si, que todo aquesto puede
tendréis un Saulo segundo. Juana de la Cruz con Dios. {Toquen.)
Jesús. Hijo que desobedece

ACTO TERCERO

PERSONAS QUE HABLAN EN EL


Don Diego. (Alofre.) La Santa. (María de Morales.)
Don Luis. (Toledo.) El Angel. (Juan de M. s)
Lii.lo. (Guardia.) Nuestra Señora. (La Sra. Petronila.)
Chespo. (Aguado.) Jesús, niño. (San Paico.)
Berrueco. (Juan Ximéncz.) María, monja. (La Sra. Anna María.)
Mingo. (S. IV) Otra monja. (La Sra. Madalena.)
César. (Montemayor.) Una niña. (San Paico.)
Doña Inés. (Ana Cabello.) Un alma. (Juan Ximénez.)

En Toledo, á 24 de Agosto de i6i4 años, por Fr. Gabriel Tcllez.

ESCENA PRIMERA Tus vicios me han retirado


Don DiEfio, Don Luis y Lillo. de Madrid, y la prisión
fingida, el amor pasado;
Diego. Seguro estás, hijo ingrato, no estoy como Gpión
de que no culpe y condene con más honra desterrado,
tu injusto y vicioso trato; sino por vicios ajenos,
porque mi lengua no tiene por necesidad, jamás
palabras, no te maltrato. honrosa para los buenos;
Será tu culpa mayor no sabré decirte más
no hallarse castigo igual ni tú sabes hacer menos.
en palabras ni en rigor, Luis. ¡Con sermones cada dia,
que aun no sé decir el mal sin por qué ni para qué!
que sabes tú hacer mejor. ¡Oh, qué enfadosa porfía!
324 LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
¿Estoy yo falto de fe, que los rios y los juros
ó he venido de Turquía? corren siempre, están sus dueños
¿Qué he hecho yo que no sea de la agua y renta seguros,
lo que un caballero mozo y no han de ser más pequeños
si no es cartujo desea? sus gastos, ni ellos más duros;
¿Qué quieres? Mis años gozo pero es necio el que á la fuente
como mi edad los emplea. de el río y de la hacienda,
¿He sido yo, cual Nerón, deshace y rompe y no siente
que quiso mudar el ser que, cuando después pretenda
por variar el afición? agua y rio, no hay corriente.
Querer bien á una mujer Alis posesiones vendí;
es marca de discreción. ya no tengo posesión
Lillo. Y á dos y á tres y á tres mil, ni buena esperanza en mi;
y á cuantas el mundo abarca; retíréme á Torrejón,
sea hermosa, noble, vil, mi sepulcro tendré aquí;
no es culpa mayor de marca éste has querido dejarme
y no es marca de gentil. que no le vendes jamás,
Luis. ¿Tú predicas? y no ha sido por honrarme,
Lillo. ¿Y te pesa? mas porque no viva más
¿Qué motilón no aprendió ni falte donde enterrarme.
á echar también su traviesa, Luis. Déjame ir. ¿Qué galera
y si en el púlpito no, es ésta? ¿No basta el remo,
predica sobre una mesa? sino atado al banco?
Diego. Como todos en mi casa Diego. Espera.
de tus daños participan, Luis. ¿Cómo he de esperar, si temo?
y toda por ti se abrasa, Déjame esconder siquiera;
íos que pueden se anticipan son mis costumbres feroces,
á llorar el mal que pasa; mi vida áspera y inculta;
como has jugado y perdido si por fiera me conoces,
la hacienda, que es sangre y vida, la fiera luego se oculta
cualquiera será atrevido que siente pasos y voces.
á culparte de homicida, ¿No hay Indias? Italia y Flandes,
pues tu flaqueza ha sentido. ¿no pagan sueldo al soldado?
Luis. Ya jugué, ya se perdió; Que vuelva, pues, no me mandes,
también se pudo quemar que en mis males he juzgado
la hacienda. verte y oirte por grandes.
Lillo. ¿Y no se quemó? Diego. Escucha, que ya el temor (i)
Luis. La hacienda es para gastar, de padre que te castiga
que parar guardarla no. quiere aplacar el rigor,
Ninguna moneda es buena aunque se murmure y diga
no más que para dar peso que soy vasallo de amor;
á un arca pesada y llena; que de mi pasión arguyo
si no ha de servir más de eso que alma y vida perderé;
bien puede henchirse de arena. pues gusto, aunque es malo el tuyo,
Lillo. Eres leído; ese ardid no sólo que digan que
usó con agüelos míos esclavo soy, pero cuyo.
ó tuyos mi agüelo el Cid, Si con honrosas ventajas
mas no consiente judíos siguieras en una impresa
guardosos nuestro Madrid, el ronco son de las cajas,
que el señor Lerdo, el pobre (i), que el honor que se interesa
gasta más de lo que tiene ilustra personas bajas,
y el tercio antes que le cobre; eso, Luis, ¿por qué no
y al guardoso le conviene pudiera ser? Que soldado
prestar de lo que le sobre. honraras á quien te honró;
Diego. No alabo yo de prudente mas irte desesperado
á quien detuviese un rio eso no lo diré yo.
y guardase la corriente: Espera y pretenderé
ese fuera desvarío, en Madrid alguna plaza
pues corre continuamente. honrosa que el Rey te dé,
Coger la que es menester porque con industria y traza
y la demás agua pase, se alcanza lo que hoy se ve.
pues hoy vendrá como ayer. El Rey me la prometió
Quien tiene renta no tase, cuando le anduve sirviendo,
guarde ni estreche el poder, y para ti diré yo

(i) Asi en el manuscrito. (i) Tachada toda esta glosa en el original.


ACTO TERCERO 325
que la plaza, Luis, pretendo, levantándole del suelo
que cuyo soy me mandó. Lillo al viejo?
Cuando, después, victorioso Mingo. Entremos ya.
volvieses y acrecentado Crespo. ¡Oh, malos truenos del cielo
con algún oficio honroso, que quemen al que se va!
no pagues lo que te he dado; ¿Qué es esto, señor?
gózalo tú y sé dichoso, Diego. No fué,
que aunque es de tu padre y tuyo no tiene ser el pecado.
el bien, ni aun correspondencia Berruec. ¿Quién os derribó y por qué,
de tu ingrato pecho arguyo, que él se verá derribado
y así yo le doy licencia de Dios si le asienta el pie?
que no diga que soy suyo. Diego. No quiero que se alborote
Luis. Suéltame el brazo, que entiendo Torrejón.
que es del mar y que me anega. Crespo. Pues ¿de eso dudas?
(Derríbale.) Es un Judas Iscariote
Diego. Con nueva razón me ofendo, don Luis, y mató Judas
y ya mi pasión es ciega al padre con un garrote.
si vengarme no pretendo. Lino. No hay quien á contar acierte
Apartas con tanta ira lo que hoy ha sufrido el cielo,
de tus brazos mi flaqueza Diego. Ya fragua un rayo más fuerte.
que he caído; ¿no te admira Voy á quien me dé consuelo,
que está á tus pies tu cabeza, que es Juana en mi adversa suerte.
y que Dios te escucha y mira? (Vanse Don Diege y Lillo.)
Luis. Él viejo es fruta madura,
cáese ella misma y se pierde.
Diego. Es verdad, y más segura ESCENA III
y más dulce que la verde
y más tan amarga y dura. Dichos, menos Don Dikoo y Lillo.
La misma comparación
puso alabando á los viejos, Crespo. No viniera un ciego aejuí,
aquel prudente Catón, y otras veces son prolijos,
que en sus maduros consejos y rezaran, Mingo, ansí:
hay salud, gusto y sazón. «Padres, los que tenéis hijos,
Luis. Pues cuando la fruta verde crialdos bien, porque sí.»
está en almíbar süave, Mas volvámonos, compadre,
amargura y daño pierde, porque mi niña quedó
y así hay mancebo que sabe muñéndose, y ya sin madre
más de que algún viejo acuerde. quedará, y quedaré yo
Más discreto soy que vos. sin un perro que me ladre.
(Date con el pie y vase.)
Levantaos y pasaré,
que no cabemos los dos ESCENA IV
en el mundo. Sale César.—Dichos.
Diego. Llega el pie
que abrasen rayos de Dios. César. ¿Por qué, si sabéis, amigos,
Por el pie aleve y escala le lleva ansí á los hombros
este ya violado templo Lillo á su amo?
donde tu pie se señala. Crespo. Hay testigos
Dios le corte para ejemplo que vieron con mil asombros
de quien en culpas te ¡guala. de venideros castigos
Bien haces, traidor; levanta que don Luis le derribó
contra mí, pues yo la he hecho, y dió con el pie al volver
esa mal trazada planta, á su padre, y le dejó;
cuyo edificio deshecho que es víbora y quita el ser
deje la venganza santa. al dueño que se le dió.
César. No creo yo de don Luis
esa nueva mentirosa.
ESCENA II Crespo. Muy en su favor venís.
César. Don Luis no hiciera cosa
Salen ¡os Pastores.—Don Diego y Lillo. tan buena como decís.
Mingo. ¡Esto es bueno!
Crespo. ¿Voces, clamores, ruido César. En la ocasión,
y salir echando chispas porque maltratar al padre
don Luis? Desgracia ha habido. de tan mal hijo es razón,
Berruec. ¡Oh! que le piquen avispas, y en dar la muerte á su madre
que es un bárbaro atrevido. fué justísimo Nerón;
Pero ¿no ves cómo está que quien tal monstruo parió

y
326 LA SANTA JUANA— TERCERA PARTE
merecido premio fué Santa.
morir por él cual murió,
y es justo poner el pie ¡Ay, mi custodio Santo!
en quien tal monstruo crió. ¡ay mi Laurel divino,
Crespo. ¡Andaos á plomosías! mi guarda compañero y mí padrino!
vamos, mi niña veremos, Del contento que encierro
que son al fin cosas mías. (Vanse.) pedí albricias: alzáronme el destierro.
Mañana, ángel, mañana,
veré con vos la patria soberana
ESCENA V rotos los grillos del pesado hierro
Cksar s«/o. que Adán echó á los hombres, de tal suerte,
que no hay rampellos otro que la muerte.
César. Siguiendo al fin tus extremos,
honor, al campo me envía. Angel.
Aquí dicen que ha venido La Invención sacrosanta,
mi enemigo don Luis; mañana, de la Cruz celebra y canta
si os tiene tanto ofendido, todo el mundo, y en ella
César, á tiempo venís te quiere Dios llevar á su Sión bella.
que todo lo halláis vencido. En semejante día
A don Luis no conviene naciste al mundo para su alegría,
temer, que eso mesmo le ata el hábito tomaste
las manos; vencido viene, y en este santo d.'a profesaste.
que quien su padre maltrata Juana eres de la Cruz, pupila mía,
cierta la desdicha tiene. la Cruz adoras y en su día subes
Y si pensaba Caín, pasando estrellas y pisando nubes.
muerto ya su hermano Abel,
con ser menos culpa, en fin, Santa.
que la tierra iría tras él Para tan grande fiesta
hasta dalle un triste fin, como me ofrece amor y Dios me empresta,
en don Luís que dice ó piensa cuando mi bien señalas,
que está mi espada envainada, Laurel divino, vuélveme mis galas;
mejor vengaré mi ofensa mi guardajoyas fuiste,
estando contra él la espada la púrpura que el mismo Dios se viste
de Dios alzada y suspensa. dela cruz y los clavos
que dieron libertad á sus esclavos,
y la corona que guardar quisiste
ESCENA VI me puedes, Angel, dar, porque con todas
Sale la Santa sola. pueda subir á celebrar sus bodas.
Albricias, alma mía, Angel.
que ya de vuestro bien se acerca el día,
y el destierro cumplido La cruz de Cristo, dama,
que ausente de la patria os ha tenido, está á la cabecera de tu cama;
el soberano Esposo los clavos y corona
llamándoos á su tálamo amoroso, que el reino de tu Esposo y bien pregona
con música os convida por único Monarca,
á eterna paz, á enamorada vida, guardadas tengo, Juana mía, en el arca
al néctar de su vista deleitoso, de tus joyas divinas,
¡A real palacio, á la tranquila casa donde tienes cilicio y disciplinas,
donde no llega el mal niel bien se pasa. y otra prenda de amor que en cuanto abarca
Con el salmista hebreo el sol no la hay más rica ni más bella,
cante, cual cisne, amor, vuestro trofeo; en el arca te espera; correá vella.
decí á vuestro querido: Santa.
«Alegre estoy, mi Dios, de lo que he oído, ¿Qué prenda es, Ángel santo,
dichosa habitadora la que me da mi Esposo y vale tanto?
seré de la ciudad donde el bien mora;
ya se pasó el invierno Angel.
ya se acerca el Abril y el Mayo tierno No vale Dios más que ella.
que el cierzo no marchita ni desflora.
Jerusalén: tus calles infinitas Santa.
veré empedrar de jaspe y margaritas.» ¡Ay prenda soberana! ¡ay joya bella!
¿y en el arca encerrada
la tiene Dios?
ESCENA VII Angel.
El Angel y la Santa. En ella está guardada.
Angel. Santa.
Juana: ¿qué nuevo canto ¿Qué joya es, Angel bello?
te iguala al cisne? Decildo, que me muero por sabello.
ACTO TERCERO 327
Angel. nave, que del Potosí
Para que tu alegría sea doblada trae riquezas de mi dueño,
no lo sabrás por más que lo deseas haz manifiesto el tesoro
hasta que abriendo el arca tu bien veas. ¡Vase.) que apetece mi deseo;
fe tengo, con ella creo
lo que sin ver en ti adoro;
ESCENA VIII salga de su mina el oro
La Santa sola. que á mi ventura prevengo,
que, pues á gozalle vengo
Albricias, madres mías: sin saber lo que es diré:
tocad á fiesta; haced mil alegrías, Tan rica estoy que no se,
venid cantando todas gran Señor, lo que me tengo.
veréis la joya de mi amor y bodas. (Ábrese el arca y sale entre nubes dora
¡Oh, arca soberana! das el Santísimo Sacramento.)
¿ Por qué no vas á vella, indigna Juana? Pero ¡ay cielos! ¿qué ventura
Alegraos, cielo, tierra, es ésta?
por la joya que Dios en mi arca encierra, María. ¡Milagro extraño!
por lo que en ella mi ventura gana. Santa. Pan quefertiliza el año
Madres: vengan, verán mi prenda rica, {Toquen poco.)
pues sólo es bien el que se comunica. de la celestial hartura;
maná de eterna dulzura,
blanco que señala Juan,
ESCENA IX medalla de amor galán,
Salen María, monja, y Otra. —La Santa. pues á mi arca habéis venido,
diré que habéis proveído,
María. Madre: ¿qué voces son éstas? mi Dios, el arca del pan.
Santa. Si vieran lo que me hadado Mas, decidme, Esposo amado:
mi divino enamorado, ¿á qué á mí arca venís?
hicieran conmigo fiestas. ¿de qué enemigos huís,
¡Oh, qué prendas manifiestas que os acogéis á sagrado?
tengo, madres, del amor ¿Si poique os he celos dado
de mi divino Señor! os escondéis para prueba
¡Oh, qué joya tengo entreilas de mi amor? Ya sé que os lleva
que aventaja á las estrellas á que acechéis almas fieles
en belleza y resplandor! por ventanas y canceles,
María. ¿Dónde está? Vámosla á ver, mas por arca cosa es nueva;
si nuestro amor lo merece, mas como parto mañana
que, pues tanto la encarece, á la patria de la vida
notable debe de ser. prevenísme la comida,
Monja 2.a Pues ¿no podremos saber providencia soberana.
qué joya es?
Santa. No lo sé yo,
madres, que quien me la dió ESCENA X
decírmelo no ha querido,
porque el bien no prevenido Aparécese el Anori. junto al arca detrás de ella.
en mucho más se estimó. Dichas.
{Descúbrese una arquilla curiosa sobre
una mesa.) Angel. Esta forma, amada Juana,
Pero, pues el arca es ésta comulgó un hombre en pecado
ó, por mejor decir, zona que está muerto y condenado,
de los clavos y corona y saliendo de él se vino
que son galas de mi fiesta, á tu poder.
hoy he de hacer manifiesta Santa. ¡Qué divino
á todos la dicha mía, favor! ¡Qué tierno bocado!
y la joya que me envía Con tan divinos despojos,
mi Dios les he de mostrar ¿quién me iguala, Laurel santo?
porque puedan celebrar Monja 2.° Llena de amoroso llanto
justamente mi alegría. estoy.
Hinquen las rodillas todas. {Hincanse.) Santa. Fin de mis enojos,
Monja 2. °¿Qué será? pan de leche, pan con ojos
María. Nuevos favores vos cumplisteis la esperanza
de Dios, cada vez mayores. de mi bienaventuranza;
Santa. Centro feliz que acomodas mañana os comulgaré
las vestas de nuestras bodas; y la gloria alcanzaré,
velo hermoso, aunque pequeño; pues llevo en vos la libranza.
depósito de el empeño {Toquen poco. Encúbrese el Angel y el
que el amor ha puesto en ti; arca.) <
3a8 LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
ESCENA XI entre los más que ha matado
que, aunque necio, es licenciado,
Dichos, menos el Angel. diérame menos dolor;
Mon/a 2.aLlena de confusión santa que, en fin, el puebro y alcalde
voy. le pagamos y hace bien,
María. lQuc tanto Dios regale en matarmos, que no es bien
un almal La luz que sale que le paguemos de balde;
de su hermoso rostro es tanta mas un amapelo cruel
que nos deslumbra y espanta. no es bien; sanad mi dolor,
MoNJA3.aCon tal reverencia quedo, que se correrá el dotor
que no oso hablalla, aunque puedo. de no habella muerto él.
María. ¿Quién su dicha no pregona, Santa. No seáis tan malicioso.
dándote Dios tal patrona, Crespo. No es malicia hablar verdad.
reino ¡lustre de Toledo?
{Vanse ¡as Monjas.)
ESCENA XIII
Salí Don Diego.- Dichos.
ESCENA XII
Salen los Pastores.—Dichas, menos las Monjas. Diego. Madre: estos labios honrad
con esos pies; vergonzoso
Crespo. Si no me la resocita vengo y con razón á vos
yo me ahorco, madre Juana... por no tomar los consejos
Santa. ¡Oh hermanos! que, en ser vuestros, son espejos
Crespo. Firmeza (i) hermana, de la claridad de Dios.
y mos ama, no permita Santa. Señor don Diego: no es
tal desgracia. aquese vuestro lugar.
Santa. Pues ¿qué ha sido? Diego. No os oso al rostro mirar,
Crespo. Mis pecados deben ser. v así me postro á los pies.
Cenó mi Elvirilla ayer Un hijo que á intercesión
unos berros, que han urdido vuestra, madre, Dios me ha dado
mis penas, que tiene tacha y por haberse criado
de comellos. Socedió con la santa educación
¡ay Dios! que la dije yo: vuestra en su tierna niñez
No comas berros, mochacha. imaginé que aprendiera
Santa. ¡Y pues! virtudes, con que me diera
Crespo. Comió un amapelo después alegre vejez;
entre los berros, y luego con las alas que mi amor
tomó las de Villadiego le ha dado, la libertad
y afufólas para el cielo, de su loca y moza edad,
que acá ños solos tenia; el poco freno y temor
era sola y viudo yo, que rompe y desprecia ya,
3ue Mari Crespa murió tan en mi daño ha salido
icen que de hipocresía. que, si la culpa he tenido,
Berruec De hidropesía diréis. la pena él mismo me da,
Crespo. Sea lo que huere, en fin; por dalle yo larga rienda.
ella heredaba un mastín, A tal extremo ha llegado,
seis gallinas y otros seis que habiendo desperdiciado
pollos, un majuelo, un banco, la honra con el hacienda
un barbecho y un rastrojo; que le di como indiscreto
un buey, aunque tuerto y cojo; y él no supo disponer,
un asno sin cola y manco, por no tener que perder
una cama, un arambel viene á perderme el respeto;
con la historia de Tobías aconsejástesme vos
cuando al gigante Golías con tiempo que no le diese
mató junto á Peñafiel, tanta licencia y temiese
y otras cosas, que só rico: la estrecha cuenta de Dios.
¡mirad vos que hemos de her Pudo más su amor conmigo;
sin hijos y sin mujer por su causa á Dios dejé,
el buey y yo y el borrico! y así quiere que me dé
Dalde vida, que es afrenta el mismo, madre, el castigo.
que de comer ensalada Santa. Y es razón, que á quien el yugo
muera una mujer honrada de Dios por sus gustos trueca
sin estar calenturienta. sea el mismo por quien peca,
Si la matara el dotor señor don Diego, el verdugo;
que no por ser don Luis
vuestra sangre era razón
(i) Confusa y dudosa esta palabra en el original. no enfrenar su inclinación;
ACTO TERCERO 329
que la sangre, si advertís, Santa. Señor don Diego: desde hoy
con ser la vida y substancia veréis vuestro hijo enmendado.
del cuerpo y más excelente Diego. ¡Gran santal
humor, la saca el prudente (V'anse la Santa y Don Diego.)
cuando daña su abundancia.
Cuando los límites pasa
un hijo y la ley de Dios, ESCENA XV
sacad esa sangre vos Dichos, menos la Santa y Don Diego.
y echalda, señor, de casa,
que, si no es por este medio Berruec. Desde este día
y no os permitís sangrar, mis hijos castigaré;
mal os podremos curar azotallos voy á fe,
agora que no hay remedio. que si el padre que los cría
A mi Esposo he suplicado con libertad se condena,
que de don Luis y vos que no ha de haber quien me note
se duela. Es todo amor Dios; en eso.
su real palabra me ha dado Mingo. Yo haré un azote
de enfrenar su juventud. que de docena en docena
Vos le pudierais sanar, los sacuda.
que nosiempre se ha de dar Crespo. Voy á dar
por milagro la salud; tierra á Elvira.
pero, como escarmentéis, Berruec. ¡Oh, quién pudiera,
explicaréselo agora. porque mujeres no hubiera,
Diego. Si vos sois mi intercesora, cuantas viven enterrar! (Vanse.)
madre, ¿qué no alcanzaréis?
Crespo. ¿Y mi hija, madre Juana?
Santa. A mi Esposo celestial ESCENA XVI
rogaré. Lillo y Don Luis.
Crespo. Ya olerá mal;
ruégueselo presto, hermana. Lillo. Tamañito estoy, que un niño
me meterá en un zapato.
Yo, señor, ya no te riño,
ESCENA XIV que quien tiene tan mal trato
Sacan la Niña muerta. no ha menester más aliño;
pero no quiero que venga
Santa. Dos padres piden, mi Dios, sobre ti un rayo de Dios,
á vuestro amor excesivo y estando yo cerca tenga
por dos hijos: uno vivo en que entender con los dos.
y otro muerto; pues sois Vos Voime, por fin de mi arenga;
camino, verdad y vida, dos amos de malos tratos
dádsela á los dos, que en caima bastan, que el temor me amansa;
están, al uno en el alma, no quiero terciar contratos
que en vicios muerta y perdida de amor, que el diablo se cansa,
pide por ella su padre, dicen, de romper zapatos.
y á la otra en el cuerpo. En esto Luis. Ya te habías de haber [ido] (i).
haréis, Señor, manifiesto Lillo. No pagas; porque me pagues
que me amáis. lo que debes me despido.
Niña. ¡Ah Juana madre! Luis. Mira, Lillo, no me estragues
¿por qué del sosiego eterno la paciencia.
me sacas, si en él me ves, Lillo. ¿Hete servido?
para que crezca después Luis. SI.
y me condene al infierno? Lillo. ¿Hasme pagado?
¿Por qué del sacro sosiego Luis. Sí y no.
y del lugar celestial Lillo. Dime tú esa adivinanza,
quieres que al mundo mortal porque no la entiendo yo.
vuelva á tu instancia y tu ruego? Luis. Ya te pagué en esperanza,
Posando estoy; adiós, madre; que alguno en ellas pagó.
¿á qué he de volver al suelo Lillo. ¿Dísteme otra cosa?
pudiendo siempre en el cielo Luis. Sí;
encomendalle á mi padre? más de dos bellaquerías
Todos. ¡Gran milagro! que has aprendido de mí,
Santa. Escarmentar y valen en estos días
en aqueste ejemplo pueden las indias de un Potosí.
todos los padres que exceden
la justa ley en amar
á sus hijos demasiado. (i) Tachado hasta el verso:
Diego. Admirado, madre, voy. «¡Vete, villano, cobarde!»
33o LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
Pregúntale á la riqueza y así, hombre, no os asombre
por qué comunica menos que siendo imagen de Dios
con los hombres de nobleza borrada, que aun no sois hombre,
ó ingenio al fin, con los buenos, porque os conozcáis en vos
que ellos tienen más probeza, de hombre os dé sólo el nombre.
y responderá al momento, Luis. Como crecen los agravios
porque de mentira, engaño va creciendo en mí el temor.
y maldades me sustento, Decid, pensamientos sabios,
y nunca sabe hacer daño ¿cómo no siento valor
el de noble entendimiento. en el pecho ni en los labios?
Luego, si yo te he enseñado ¿Yo, cuanto más ofendido,
enredos, mentiras mías, más temeroso y turbado?
traza de rico te he dado, ¿Qué nueva mudanza ha sido?
y en moneda que estos días ¿Quién eres? No te he llamado
vale y corre te he pagado. hombre, ni lo has parecido;
César. Pues no pasa esa moneda porque un hombre igual á mí
en Torrejón. solo y con armas iguales
Luis. ¿Por qué no? no le temiera yo ansí.
Bien hay quien trocalla pueda, Voz. Aunque mienten las señales,
que siempre el engaño halló no soy cuerpo, un alma sí;
quien sus mentiras hereda. un amigo y el más cierto
Lit i. o. Mis miembros que están desnudos vuestro fui.
no admiten estas razones, Luis. ¿Qué fugitivo
que engaños no son escudos. temor mi rostro ha cubierto?
Luis. Son con dos caras doblones. ¿Quién eres, que entierra el vivo
Lillo. Pues págame tú en menudos, su memoria con el muerto?
ó haré á la justicia alarde Voz. Soy don Juan, el que en la corte
del tiempo que te he servido. en tierna edad y con vos,
Luis. Vete, villano cobarde, hice de mi gusto el norte.
que desde aquí te despido. Luis. Amigo caro: ¡por Diosl
Lii.lo. Ya llegó el despido tarde, que tu rigor se reporte.
que yo solo me despido; Y dime: ¿en qué parte estás?
que este es el blasón que saco. ¿entre almas gloriosas?
Luis. ¡Por Dios si paras aquí!... Voz. Menos.
Ln.i.o. Más vale servirme á mí Luis. ¿Entre condenados?
para servirá un bellaco. (Vase.) Voz. Más.
Voz. {De dentro.) Hombre. Luis. ¿En el purgatorio? Buenos
Luis. El paso, la persona, indicios de fe tendrás.
el movimiento, la voz, Voz. Allí estoy por atrevido,
todo pienso que pregona por libre, por descortés
temor que lengua feroz á mi padre.
el aire denso inficiona. Luis. ¿Y ha tenido
muchas penas quien lo es,
ESCENA XVII alma, porque yo lo lie sido?
Voz. Tantas tengo, que al momento
Sale un Alma de galán.— Don Luis. me acordé de vos y quise
Voz. ¡Hombre! daros algún sentimiento,
Luis. Aunque dices mi nombre, y aunque no dejan que avise
y tú pareces lo mismo, su gente el Rico avariento,
me das causa que me asombre yo, que en más noble lugar
y esté en un confuso abismo, estoy, por la Santa Juana
viendo que me llamas hombre, os he venido á avisar,
y bien me puedo ofender que experiencia soberana
porque hombre sólo es afrenta, y memoria os pienso dar.
pues no dice más del ser Luis. ¿Es tan grande y inhumano,
y otro cualquier nombre aumenta como el fuego del infierno
valor, hacienda y poder. el del purgatorio?
Voz. Como vos no tenéis más Voz. Hermar.o:
de ser hombre el ser desnudo aunque regalado y tierno,
sin el bien que los demás, llegad la vuestra á mi mano.
hombre os llamé y temo y dudo (Danse las manos y sale dellas una
que no lo fuistes jamás. llama de fuego.)
Cuando deshecha se ve Luis. ¡Ay, que me abraso y me quemo,
y borrada una pintura, no sólo la mano y palma,
para dar noticia y fe sino el alma! Morir temo.
della, escrebirse procura Voz. ¡Hombre: que os avisa un alma!
su nombre y quién ella fué; Mudad el vicioso extremo. (Fase.)
ACTO TERCERO 33l
KSCENA XVI II ESCENA XX
Don Luis solo.
Sale Una Monja.— Dichos.
Mano de fuego, esperad,
no os apaguéis; mas por Dios, Monja. Por cumplir vuestros deseos,
que con la luz que dais vos antes que del cuerpo salga
descubro yo una verdad, deste ángel el alma bella,
pero no tanta crueldad, que ya apresta su jornada,
aunque es venganza forzosa, es justo que la veáis.
haced dos luces piadosa; (Descubren una cortina y aparecerá la
Santa de rodillas con un Cristo en la
sed justa viendo propicia, mano y coronada la cabeza como la pin
misericordia y justicia, tan y las Monjas á sus lados, y estén
que una sin otra es dañosa. sobre una tarima d forma de cama.)
Dios mío: este fuego labra Diego. Madre nuestra, madre Juana,
nueva vida; desde luego ¿por qué nos dejáis tan tristes?
pondré la mano en un fuego Santa. Sosegad, hijos, las ansias.
que he de cumplir mi palabra. Past. 2.° ¿Quién ha de poder, si vemos
Vuestro tesoro se abra perdida nuestra esperanza?
de gracia, á quien llevó aquellos
pecados por los cabellos,
que yo no puedo, mi Dios, ESCENA XXI
ir con ellos yendo á Vos,
ni sin Vos librarme dellos. Sale Don Luis.— Dichos.
Vayan arrastrando, lleguen,
pues llevo en la mano luz, Luis. Juntos están, pediré
al Rojo mar de la cruz de mis culpas la venganza.
donde se limpien y aneguen. Humilde estoy á esos pies,
Ningunos respectos nieguen veis aquí, César, mi espada
el bien que el alma ganó; para vengar los delitos
no hay inconvenientes, no, que la justa muerte aguardan,
que me estorben mi deseo, y ansí digo que gocé
pues siendo cambio Mateo á doña Inés, y palabra
con cielo y tierra se alzó. doy, si gustáis, de su esposo.
Padre de mi alma, espera, Dejad ofensas pasadas
que si á mirarte me atrevo, si acaso el perdón merece
Dios me dará un libro nuevo una culpa confesada.
y el del cordero quisiera; Padre mío: yo os suplico
ya entiendo su verdadera que, no mirando á mis faltas,
música y puedo enseñar me perdonéis como á hijo.
en esta mano á cantar, Perdón pido, madre Juana,
que en esta mano si vive rogad á los dos por mí,
se ve lo que no se escribe y a Dios que sane la llama
sino es al Rey Baltasar. (Vase.) deste fuego riguroso;
rogádselo, madre santa;
humilde el favor os pido;
ESCENA XIX por vos el perdón aguardan
Salen los Pastores, Don Diego, César, Doña Inés y mis pecados.
los más que pudieren. Santa. Levantad,
hijo; que mejor alcanzan
Past. i.° Nuestra madre se nos muere, esas lágrimas con Dios
nuestro amparo, nuestra Santa. el perdón que mis palabras.
Cielos, ¿qué habemos de hacer? Yo rogaré de mi parte
Past. 2.° No castiguéis nuestra patria que El os conserve en su gracia,
con tal azote, mi Dios. y á don Diego y César pido
Past. 3.° Dadnos, nuestra madre amada, que perdonen vuestras faltas.
nuestra salud, nuestra vida, Diego. Basta que vos lo pidáis
y el amparo de la Sagra. para quedar perdonadas.
Inés. ¡Ay de mí, triste sin ella! César. Perdón y brazos os doy.
Diego. Si muere la Santa Juana, Luis. Vuestra nobleza se ensalza
¿qué aguarda más mi vejez? con este nuevo favor,
César. Mostradnos, madres amadas, y merced tan señalada,
el cuerpo de nuestra madre, que perdón tan liberal
para dejar consolada de vos sólo se esperaba.
nuestra tristeza y pesar. Diego. Dad á doña Inés la mano,
Inés. Madres: las puertas se abran Luis. Mas ¡ay de mí! virgen Juana,
para ver este tesoro. ya estoy sano de aquel fuego
Todos. Mostradnos, madres, la Santa. que tanto me atormentaba.
33a LA SANTA JUANA — TERCERA PARTE
Inés. Yo me tengo por dichosa, Estas comedias de La Santa Juana he visto,
después de tantas desgracias, y no hallo en ellas cosa contra nuestra santa
pues he venido alcanzar fe católica ni buenas costumbres.—Fecha en i4
mis perdidas esperanzas. de Diciembre de t6i3.—Fr. Bernardo de Bri-
Yo soy, señor, vuestra esposa. cueía.
(Descúbrese de rodillas sobre una tari Dase licencia para que se puedan represen
ma, puestas tas manos La Sania elevada, tar estas comedias conforme á la censura. —
y á sus lados Las Monjas hincadas de ro-
dillas.) Madrid, á i5 de Diciembre de i6i 3.
Santa. Hijos: adiós, que me llama Represéntense estas comedias de La Santa
mi Esposo. Allá, en su presencia, Juana en Valladolid, á 3 de Febrero i6i5.—
tendrá eternamente España, Juan de Céspedes.
y en ella este reino ilustre, Por comisión del Señor Don Juan Ramírez
una propicia abogada. de Contreras, provisor vicario general en Cór
Esposo, venid por mí. doba y su obispado, vi estas comedias de La
Jesús. Sube á gozar, prenda santa, Santa Juana y no hallo en ellas cosa contra
nuestra santa fe católica y rae parece se les
los premios de tus trabajos. puede dar licencia para representarlas. — En
(Toquen poco.) Córdoba, á 27 de Enero de í6i6 años.— Licen
Diego. ¡Gran suertel ciado Andrés de Bonilla, racionero.
Todos. ¡Visión extraña! Estas comedias se pueden representar.— En
Aldonza. Madre: ¿qué, os vais de esa suerte? Granada, i5 de Abril de i6i6. — £7/ Doctor
Santa. Quedaos á Dios, prendas caras. Francisco Martínez de Rueda.
¡Mi bien! Puédense representar estas comedias de La
Santa Juana.—Málaga i5 de Julio de i6i6.—
Francisco de Soto.
ESCENA XXII Dase licencia para que en esta ciudad de
M.a se pueda representar esta comedia. Por
Aparece el Niño Jesús. mandado de su merced. —Manuel de San Pe
dro, notario mayor.
Jesús. ¡Mi esposa! Por la presente doy licencia para que se Due-
Santa. ¡Mi Dios! da representar la requisitoria de suso, en esta
Jesus. Con las joyas soberanas ciudad de Jaén y su obispado, sin por ello in
de mi cruz, corona y clavos, currir en pena alguna.— Dado en Jaén á treinta
te recibo. de Setiembre de mil seiscientos y diez y seis
Santa. Joyas santas. años. —Ante mí Gregorio d
Cruz mía, con vos nací, El Licenciado Alonso de Cetina, Provisor y
Juana de la Cruz me llama Vicario general desta ciudad y obispado de Cá
el mundo, y es justa cosa, diz, habiendo visto estas comedias, las remitió
Cruz, pues sois mi joya amada, á el Señor Doctor Alonso Gámez de Mendoza,
que vos me llevéis al cielo, canónigo de la magistral desta Santa Iglesia,
y por que segura vaya, para que las vea y dé su parecer.— Dada en Cá
en vuestras manos, Señor, diz, veinte y seis días de el mes de Junio de mil
os encomiendo mi alma. y seiscientos y diez y siete años.—Licenciado
Jesús. Ven á mi palacio eterno. Martín Roldana
Diego. El corazón se me arranca. Bien se pueden representar estas com [edias].
(Suben la tramoya.) —Cádiz, 27 de Junio i6i7.— Loctor Alonso
Angel. Aquesta corona y silla Gámit, de Mendoza.
es para la Santa Juana. (Tocan.) El Licenciado Alonso de Cetina, Provisor y
Luis. ¡Oh, venturosa mujer! Vicario general deste obispado de Cádiz, etc.
Si tus divinas hazañas Doy licencia para que en esta ciudad y su
se hubieran de reducir obispado se pueda representar esta comedia,
á poemas, no bastaran sin que en ello le sea puesto impedimento.—
cuantos ingenios celebra Dada en Cádiz, veinte y ocho de Junio de mil
con tanta razón España; seiscientos y diez v siete años.— Alonso de Ce
quédese á la devoción, tina. Cristóbal de' Vega.
pues que las lenguas no bastan.
LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Doña Elena Coronel. Buñol, gracioso.


Don Juan de Urrea. Un Paje.
El Conde de Urgel. Beltrán, alcaide.
Doña Josefa de Luna. Un Carcelhro.
Engracia. Escuderos.
Don Alonso.
La escena es en Zaragoza y sus inmediaciones.

no se que haya en él razón)


ACTO PRIMERO nunca va en diminución,
(Sala en casa de Doña Elena, en Zaragoza.) y si agora que niño es,
en los extremos que ves,
don Juan mío, te parece
que mucho te favorece,
ESCENA PRIMERA juzga tú qué hará después.
Doña Elena, con manto; Encracia sin él, y Don Juan.
Juan. La hermosura y discreción
reina pueden coronarte;
Juan. No has de ir, por vida mía. mas, Condesa, en esa parte
Elena. ¿Vida y tuya? Toma, Engracia, no ha acertado tu elección:
allá este manto. si amaras con proporción
(Quítaselo y vase Engracia.) lograras tus pensamientos;
Juan. ¡Qué gracia! pero recela escarmientos
¡Qué primor! ¡Qué cortesía! mi mucha desigualdad;
Elena. Sólo en tu vida se fía fénix tú de la beldad,
mi esperanza, y en su esfera y yo sin merecimientos.
sus alivios considera; jQué has visto en mí que te obligue
que para mí no hay más mal a tan prodigioso amor?
que el recelarte mortal, Noble nací; mas valor
porque eterno te quisiera. á quien la dicha no sigue,
Si á sospechas te provoco, en vez de ayudar, persigue.
no, mi don Juan, suelto el manto; Mi padre fué el más valido
mas vida que estimo en tanto de un Rey poco agradecido;
no la jures por tan poco. y bien sabes, tú, señora,
Juan. Con tantas finezas loco, que esto de «fué y no es ahora»
aunque las adoro y precio, es desaire aborrecido.
mis méritos menosprecio; Don Pedro el cuarto, «El Cruel»
porque llego á conocer, le ha intitulado Aragón;
mi bien, que no puede ser mas no yo, que este blasón
tan dichoso quien no es necio. no es en los vasallos fiel.
Elena Querer bien por elección, Don Pedro, pues, cifró en el
y no por razón de estado de su favor el exceso;
(queaunqueeste nombre le han dado pero imitó en su suceso
334 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

á los más que se le igualan; No por eso has de ofenderte,


que los privados resbalan que todo desconfiado
oprimidos con el peso. duda del dichoso estado
Quitóle vida y estados; en que le encumbra el favor,
que la fortuna y los Reyes y con celos nunca amor
siguen unas mismas leyes fué bien acondicionado.
con sabios y con privados: Pacifico siglo goza
heredé solos cuidados Aragón por la blandura
que á mi desdicha añadieron de nuestro Rey, que procura
lisonjeros que subieron cortejar á Zaragoza:
por mi padre á la privanza, sigue la nobleza moza
y, después, en mi mudanza, su apacible inclinación,
aun pésames no me dieron. que de las musas patrón,
Don Jaime, Conde de l'rgel, entre ejercicios diversos,
conmigo sólo propicio, se deleita con los versos,
me recibió en su servicio, y ampara su profesión.
librando mi suerte en él: Una comedia que ha escrito
digno es que ciña el laurel el primero Rey don Juan,
de Roma su heroica frente, en los conceptos galán
del Rey, cercano pariente, y en el asunto erudito,
y los dos ínclitos nietos sazona hoy el apetito
del cuarto Alfonso, respetos del gusto, que en las sentencias,
con queá su sombra me aliente. consonancias y cadencias
Este es todo mi caudal, se alegra de U poesía;
bellísima Elena mía; que el alma es todo armonía,
yo el crepúsculo, tú el día; y búscanla sus potencias.
tu sangre de estirpe real, Seis títulos y señores
Condesa de Belrosal, la representan; tres damas
tu renombre Coronel, de la Reina encienden llamas
tan generosa por él en laberintos de amores;
que hizo el valor que te abona, el Buen Retiro entre flores,
de tu coronel corona con que al Ebro el cristal bebe,
digna del sacro laurel. da el teatro en que se atreve
Elena. Lección nueva al amor das; á hurtar á Plauto y Terencio
sabré por ella, á lo menos, aplausos con que al silencio
que quien se presume menos admiraciones renueve.
es digno de amarse más; Perder por mí fiestas tales
ocasionándome vas será fineza indiscreta,
á creer, cuando atropellas pues, siendo Rey el poeta,
tus prendas, que por tenellas traza y versos serán reales;
enajenadas te humillas, tu vista aumente sus sales,
ó que das en deslucillas aunque has de dar ocasión
por no deshacerte de ellas. á que pierda su razón,
Si es tu sangre casi real, porque, ¿quién ha de tener,
bien ves, por más que te abajes, si una vez te llega á ver,
que, cuando no me aventajes, en la comedia atención?
en nobleza eres mi igual. Elena. ¿Para qué siembras enojos
¿De la hacienda haces caudal, que broten después agravios,
don Juan mío? Compre y venda si me permiten tus labios
amor vil, y ponga tienda; lo que me niegan tus ojos?
que el noble que á reinar viene, Don Juan, de ruegos tan flojos
ni Consejo de Indias tiene conjeturar mi amor puede
ni vió al Consejo de Hacienda. que tu temor me concede
Sirve al Infante de Urgel, lo mismo que te desmaya,
digno de mayor corona, y que el pedirme que vaya
y pues tus prendas abona, es rogarme que me quede.
déjame que aprenda de él,
no de don Pedro el Cruel,
la noble satisfacción ESCENA II
de la discreta afición Sale Buñol. — Dichos, menos Enükacia.
con que su pecho te fía;
ó, pues que culpas la mía, Buñoi.. Más ha que por ti pregunta
culpa también su elección. el Conde Infante de una hora:
Juan. Tu entendimiento es de suerte, quien, sirviendo, se enamora,
que la victoria he de darte: contrarios extremos junta.
vivo, amores, de adorarte; Quiere que en la quinta amena
fuerza es que tiemble el perderte. la comedia de palacio
ACTO PRIMERO 335
goces, ¡y tú, muy despacio, ¿Qué sería si una traza
Paris, ciego de esta Elena, nos quitase, doña Elena,
brujuleas regodeos fiestas que el amor ordena
del dios enrédalo todo! y la sospecha embaraza?
Vamos, que es tarde. ¿Sírvete el Conde de Urgcl?
Juan. ¿De modo, Li ena. Logrando en ti su cuidado
amores, que tu deseo ese miedo es excusado.
he de estorbar? En fin, ¿quieres No fuera yo amiga fiel
que sin ti, Condesa mía, si, sabiendo que le quieres,
salga la comedia fría? te le enajenara yo.
No es justo: ven. Josefa. Poco en respetos miró
Elena. Mas, ¡cuál eres! la amistad en las mujeres.
Anda, don Juan, que yo sé Ni que lo tema te espante,
lo que el quedarme te agrada. porque el Conde me ha pedido
Juan. Después de representada, con afecto encarecido
la comedia te traeré: , y con recelos de amante
leerás su traza discreta, que, si su quietud deseo,
y advertirásla mejor. pierda esta fiesta por él;
Buñol. No le haces mucho favor que está celoso el de l'rgel
con eso al dicho poeta. del Rey.
Juan. ¿Has de quedarte, mi bien, Elena. Tan hermoso empleo
sola, en efeto, y sin mí? ' como el de tu amor, ¿qué mucho
Elena. Mientras que contempla en ti, que del mismo sol te guarde?
no lo está quien quiere bien. Mas si el Conde hiciera alarde
{Vanse Don Juan y Buñol.) de servirme, como escucho
á tus sospechas, ¿quién duda
que en no ir allá te empeñaba,
ESCENA III
porque si me declaraba
Sile Engracia.— Doña Elena. su pasión, hasta aquí muda,
deseoso de obligarme,
Enorac. Doña Josefa de Luna no diese á celos lugar,
á nuestras puertas se apea. (Vase.) á costa de tu pesar?
Elena. Querrá que con ella vea Y así, no había de privarme
esta fiesta, ya importuna de una fiesta majestad
para mí, mas no es fineza á quererme el Conde bien.
darle á don Juan pesadumbre. Josefa. Amiga, los celos ven
más que la seguridad.
ESCENA IV Esto, por malicia, pase.
Elena. Pues ahora, ¿adónde vas?
Sale Doña Josefa.— Doña Elena. Josefa. Puede otro precepto más,
y dudo, si le quebrase,
Josefa. La amistad vuelta en costumbre esperanzas en vislumbres
es otra naturaleza. que el pecho obligado esconde.
Ha tanto, Condesa mía, Elena. ¿Mudable tú?
que las dos la profesamos, Josefa. Fuélo el Conde,
que si á esta fiesta no vamos y imito yo sus costumbres.
juntas, suceder podría Ruégame don Juan de Urrea,
que me pareciese mal, con todo encarecimiento,
sin merecerlo su autor. que en este entretenimiento
Elena. Débote en ese favor, asista, porque desea
Marquesa, todo el caudal saber á cuál de los dos
que no tengo, y más ahora obedecen mis cuidados
que un estorbo que no digo en gustos tan encontrados.
no me consiente ir contigo. Elena. ¿Qué dices? (Aparte.) ¡Válgame Dios! 2>
Permíteme tu deudora ¿Don Juan te preiende á ti?
hasta que en otra ocasión ¿Don Juan al Conde compite''
me dé el gusto más espacio. Josefa. Pocas lealtades permite
Josefa. Luego, ¿no has de ir á palacio? amor, ciego frenesí.
Elena. En yendo daré ocasión Elena. ¿Qué maravillas no harán
á irremediables enojos. tus divinas perfecciones?
Juramentada me dejan En efecto: ¿te dispones
celos que de mí se quejan á atrepellar por don Juan
que no la han de ver mis ojos; con el Conde?
y el cumplirlo es tan preciso Josefa. De manera
como lo es el respirar. que, sin que pierda con él,
Josefa. Mil cosas que maliciar, cumpla yo con el de Urgel
Condesa, me da tu aviso. y con don Juan, que me espera
330 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

Elena. Si es tu ingenio para tanto, que, por no hallarse en ella,


mucho tus trazas le deben. para mí ha de faltarla
Josefa. ¡Cómo á esas cosas se atreven la sazón que tuviera con mirarla.
los disimulos de un manto!
Pero, en efeto: ¿no admites,
Condesa, el venir conmigo?
Elena. Ya mi imposible te digo. ESCENA VII
Josefa. En las finezas compites
Sale Doña Elena, tapada.— Dichos.
con tu hermosura. Las dos
no -somos de un parecer; Elena. (Llegándose al Conde y apartándole de
pero, pues sin ti he de ver Don Juan.)
la comedia, amiga, adiós, (vase.) Vuestra Alteza sea servido
de escucharme dos palabras,
que le han de importar no poco.
ESCENA V Conde. Decid, que no hay importancia
Sale Encracia —Doña Elena. que para mí pueda serlo
como el servir á las damas;
Elena. No se cómo mi pasión pero abreviad, si es posible,
ha disimulado tanto. que advertirá el Rey mi falta
Engracia, vuélveme el manto. si no asisto en su comedia.
¡Disfrazada la traición Elena. Vos pensáis que queda en casa
con halagos y caricias! la belleza que os hechiza,
Pero sí, que deslealtades, y en prueba de que os engaña,
cuando afectan humildades, disimulada y cubierta
nunca vienen sin malicias. es oyente de la farsa;
(Pónense tas dos los mantos.) porque cierto amigo vuestro,
Registrarán mis enojos que os compite, se lo manda.
verdades que lloren luego; Conde. ¿Qué decís?
que, puesto que amor es ciego, Elena. Lo que es, sin duda,
los celos son todos ojos. Conde. f ¿Y quién es el que maltrata
Cubre el rostro, y ven conmigo. , obligaciones de amigo,
Engrac. Esperando el coche está. I fiscal vos de su fe falsa?
Elena. Más presto que él llegará, Elena. kso adivinadlo vos-
Engracia, el temor que sigo, y registrad circunstancias
que lleva alas en los pies; de afectos, cuidados, señas,
no quiero que por el coche entre los que os acompañan;
saquen quién soy esta noche, que en fe de que amor es ciego,
dando que decir después. creyendo que todos andan
Engkac. Pues ¿qué intentas? de la suerte que él, sin vista,
Elena. Que, sin verme, pocas veces se recata.
desdichas pueda mirar; Conde. Algo os duele á vos, señora,
que me muero por hallar este recelo.
lo que, hallado, ha de perderme. Elena. Me abrasa
(Vanse.) la vida su ingratitud,
el corazón sus mudanzas.
ESCENA VI Conde. Fiadme, pues, su noticia,
que, volviendo por mi causa,
(Entrada de un jardín. Es de noche.) de camino haré la vuestra,
El Conde y Don Juan. ya que á los dos nos agravia.
Elena. No lo he yo de poner todo:
Conde. Confiésote que tiene lo que os he advertido basta
el Rey buen gusto, y que es este recreo para que estudiéis atento
de príncipes empleo, quién de los que os sirven anda
porque á cifrarse en la comedia viene esta noche en la comedia
cuanto entretenimiento deleitoso diligenciando tapadas;
es alivio del noble y ingenioso. que acciones inadvertidas
Juan. De ti, señor, se ampare son lenguas que mudas hablan.
Apolo defendido. Conde. Pues no habéis vos de eximiros,
Conde. Dichoso hubiera sido, siendo parte interesada,
aunque el Rey en su abonose declare, de tan precisa advertencia.
á celebrar su fama Elena. ¡Ay, Conde Infante! que es tanta
doña Josefa, pues con ser su llama la fuerza de mis congojas,
de las de amor amiga, que, para certificarlas,
las musas, que aborrece, desobliga. en fe del mal que han de hacerme
No he podido con ella desvelándose mis ansias,
que vea la comedia, y te confieso aunque me pese, es sin duda
(ya sabes que en sus ojos vivo preso) que será en mi vigilancia
ACTO PRIMERO 337
un lince cada sentido, BuñOL. Perfúmate, pues se aparta;
un Argos cada pesuña. que olerás á cuerpo muerto,
(Saca un lienzo, descubierta la mano, y, si eres cadáver sin alma.
sin descubrir el rostro, enjuga los ojos.) Juan. No murmures lo que ignoras;
Conue. ¡Qué caros compráis, señora, pero, entretanto que gasta
esos celos, pues os sacan la comedia el tiempo en burlas,
prendas del alma á los ojos! las veras que me regalan
¡Ay, mano hermosa! Tornadla vamos á ver: sepa Elena
al guante, que es mi homicida, que sabe mi amor pagarla
y hiela al tiempo que abrasa. primores del mismo estilo
que los suyos.
Buñol. No es hazaña
ESCENA VIII provechosa, si en ti sueña,
Un P a j b . — Dichos. á las doce despertarla.
Déjala amará cierra-ojos.
Paje. Ya se han sentado los Reyes. (Vase.) Juan. No duerme quien teme y ama,
Conde. Entrad, señora. (Aparte.) Si ¡guala pues quedando recelosa
el talle á la discreción, de que sin ella en la farsa
y á la mano, amor, la cara, bellezas advenedizas
á sus celos tengo envidia, solicitan mi mudanza,
y, aunque ofendido, feriara mal dormirá mi Condesa.
con el desleal amigo Buñol. Mal ó bien, si no es fantasma,
por ésta á Josefa ingrata. celos y sueños á sorbos,
(Vanse los dos.) ya suspiran, ya descansan.

ESCENA IX ESCENA XI
Don Juan solo.
Engracia, cubierta el rostro. —Dichos.
(Notable facilidad!
¡Válgame Dios! ¡Qué contrarias Engrac. (Sin verlos.) La multitud de la gente
son juventud y firmeza que entró de tropel, fué tanta,
del poder y la inconstancia! que nos desencuadernó.
Confiesa el Conde que adora No está Don Juan en la sala:
á doña Josefa, y cuantas buscarále la Condesa,
aventuras se le ofrecen y si de la fiesta falta,
le llevan tras sí. creyéndole en otros gustos,
tragedias nos amenazan,
que pagaré yo por todos.
ESCENA X Esperaréla á que salga,
Sale Buñol.—Don Juan.
pues ha de ser por aquí.
Quiera el cielo que no caiga
Buñoi.. ¿Qué aguardas? sobre mí este torbellino,
«i De qué son los soliloquios porque siempre las criadas
ermitaños? hemos de llevar á cuestas
Juan. Comparaba, los disgustos de las amas.
con el del Conde, mi amor; Las congojas del calor
tan difíciles mis llamas me están asando la cara.
de ofender la prenda mía (Descubre el rostro.)
como las suyas livianas, Perdióseme el abanillo.
pues cuantas mira apetece. ¡Jesús! quiero desahogarla;
Buñol. ¿Qué quieres? El Conde baila que aquí y de noche, no luego
al son que doña Josefa han de dar conmigo.
le tañe, pues no se cansa, Juan. ¡Engracia!
por enjaularte en su amor, Engrac. ¡Válgame el cielo!
de ponernos añagazas. Juan. ¡Aquí y sola!
Juan. ¡Qué inútiles diligencias! Buñol. ¿Al primer tapón zurrapas?
Buñol. Eres la lealtad de España. Juan. Pues¿dóndebueno?¿ A quién buscas?
Pero veamos las fiestas. ¿Con quién vienes? ¿A qué causa,
Juan. ¿Qué fiestas, necio? ¿Pagara si entraste á ver la comedia,
finezas de Elena así? la dejas medio empezada?
Prívase ella, por mi causa, ¿No he merecido, en efeto,
de verlas, siendo mujer, que una fiesta perdonara
y, cuando se queda en casa por excusar mis temores?
por no ocasionar mis celos, Quien en lo pequeño falta,
¿tendré yo gusto en gozarlas? ¿qué hiciera, Engracia, á pedirla
Cadáver soy sin Elena. dificultades más arduas?
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II 22
338 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

¿Qué preceptos temió Elena? Buñol. Hablaste tan eleganta,


¿Quién es el dueño que manda Engracia, en tu legacía,
más que yo en su voluntad? que me vas cayendo en gracia.
Dímelo, ansí satisfaga (vase Engracia.)
eternamente dichosas
el cielo tus esperanzas. ESCENA XII
Engrac. Señor don Juan, deteneos:
mirad que ciego os arrastran Sale Doña Josefa, cubierto el rostro. — Dichos, menos
por extraños descaminos Engracia.
los desaires que os abrasan.
Por lo menos, de más fondo Josefa. ¡Qué poco, señor don Juan,
es la amante fe que os guarda os preciáis de adulador,
mi señora, pues, sin duda, cuando del Rey el favor
no da crédito arrojada. los que en su comedia están
Avisáronla no ha un hora afectan! ¿Y vos, ingrato,
que obligastes á una dama por bellezas de acarreo
á que, viniendo encubierta, que os diviertan el deseo
os diese lugar de hablarla. perdéis tan gustoso rato?
No lo creyó; mas temiólo, ¿Cómo verla no queréis,
que el recelar en quien ama y á sus umbrales estáis?
es fineza, y grosería Cuanto más os acercáis,
culpar, en duda, mudanzas. más á su dueño ofendéis;
Ordenóme que os siguiese, que el escuchar celebrarla
dióme un caballero entrada, es premio del escribirla;
discurrí todo el salón, pero el no querer oiría
buscándoos la vigilancia es peor que el murmurarla.
de mi solicita agencia, Poco el amor os abrasa
que fué, os certifico, tanta de la belleza que, ausente,
que hasta el vestuario mismo empeñándoos obediente,
registré disimulada. se queda por vos en casa.
Presumí, como no os via, Pero podréis disculparos
que la comedia os feriaba diciendo que, aunque es hermosa,
en otra parte ocasiones la pretendéis para esposa
con la belleza indiciada, y queréis ejercitaros
y que, fingiendo sospechas, en manüales favores;
obligasteis á que en casa que damas de poca estima
se quedase mi señora, son como espadas de esgrima
porque en ésta no os echaran en que se ensayan amores.
menos amantes desvelos, Si ésta (i) en mi pecho estuviera,
que buscan lo que les daña. sin hacer tanta confianza,
Sacásteisme mentirosa, temiendo vuestra mudanza,
pues donde no os busco, os hallan disimulada viniera,
inocentes mis quimeras, dándome crédito á mí,
si bien en razón fundadas. á ver lo que en vos tenía;
pero, don Juan, ¿qué sería
Juan. Si eso es as!, Engracia mía, si esto hubiese sido ansí?
en albricias de ser falsas Digolo, porque he advertido
mis sospechas, las perdono. á los pies de cierto Conde
¿Que está mi Condesa en casa? no sé qué manto, que esconde
¿Que á ser mi escolta te envía?
¿Que su firme amor realzan con melindre divertido,
celos que le hacen perfeto? que, por deslumbrar enojos,
Engrac. Con tanto rigor la tratan, en el tal Conde ocupaba
que han de valerme estas nuevas los oídos que le daba,
más de dos joyas ó galas. y en vuestra busca los ojos.
Juan. Lucirán, si en nombre mío, Juan. ¿Quién seréis vos, mi señora,
con ésta las acompañas. que, fiscal de mis costumbres,
(Quitase Don Juan una strlija y dásela dais corteses pesadumbres
á Engracia.) y obligáis, murmuradora?
Engrac. Recíbola por ser vuestra; Pero, ¿qué manto, qué Conde,
y adiós, porque amor que aguarda qué prenda á sus pies es ésa?
ó desengaños ó alivios, Josefa. Espíritus de Condesa
juzga eternidades largas manifiesta lo que esconde
las dilaciones más breves. y lo bien que os obedece.
Juan. Obligarásme, si callas Si os importa, conocella;
malicias de mis sospechas, el Conde sale con ella:
infinito. ved que alabanzas merece.
Engrac. Sosegarla
pretendo yo, no afligirla. | (i) Ella, vuestra dama.
ACTO PRIMERO 339
ESCENA XIII les debo tanto á mis iras,
desconocido don Juan,
Dona Elena, tapada, y el Conde.— Dichos. que, templada, aunque ofendida,
vengo sólo á preguntaros.
Elena. No desdore Vuestra Alteza CONDE. (Aparte, mirando á Doña Elena.)
generosas cortesías Corrió á la imagen divina
que le debe mi recato, del sol estorbos molestos,
ni conocerme permita. amor, ciega monarquía.
Conde. No queráis tampoco vos, ¡Válgame su luz hermosa!
prodigioso y bello enigma ¿No es la que mis celos miran
de quien por fe os idolatra, doña Elena, en quien la fama,
que ésta os adore sin vista. para enmienda de la antigua,
Dadme licencia que os vea. tanta clausura blasona,
Elena. ¡Ay, Infante! ¡Y qué distintas tanto recato nos pinta,
pasiones nos desconforman, tanto retiro encarece,
y mi quietud martirizan! tanto desdén nos intima?
Aquel hombre, Conde Infante, Pues ¿cómo sola y de noche
{Señalando á Don Juan que sigue ha créditos desautoriza,
blando con Doña Josefa.) y, arriesgando honestidades,
aquel hombre, que entre indignas en don Juan desvelos libra?
ingratitudes desmiente
la fe con que se acredita,
es quien, perjuro á finezas, ESCENA XV
desleal, os desestima;
descompuesto, se os opone; Un Paje.— Dichos.
tirano, mi enojo incita. Paje. Conde Infante, el Rey os llama.
Perdonadme; que impaciencias, ( Vase.)
la vez que se precipitan, Conde. (ap.) Llamas, llamándome, atiza,
ni saben guardar respetos que con lo imposible crecen.
ni advierten en cortesías. ¡Ah, cielos! ¡que en tan precisa
(Apártase del Conde y vase llegando d ocasión el Rey me estorbe!
Don Juan sin descubrirse.) (Llégase á Don Juan y le habla aparte;
Conde. O/'-) Aquél, ¿no es don Juan deUrrea? Doña Elena vuelve á cubrirse.)
Luego, si como me avisa, Don Juan, esa dama es cifra
disfrazada, esta ponzoña, de todas mis esperanzas,
contra su lealtad conspira, ni negadas, ni admitidas.
y osa hacerme competencia, Débola mudos agrados
la dama que solicita esta noche, aunque no vista
, es la Marquesa inconstante. I (que no he sido tan dichoso),
/ ¡Ay, sospechas homicidas! por lo menos, advertida
duplicado habéis mis celos, á pasiones consultadas.
I y con ellos se duplican. Si mi respeto os obliga,
Josefa. Don Juan, estimad extremos entretanto que al Rey veo,
de quien por vos no hace estima, detenedla y divertidla,
de blasones coronados que presto daré la vuelta.
que mis imperios humillan. Mirad que me va la vida
Mudanzas piden mudanzas, en esto, y que si se ausenta,
que en quien agravios castiga la vuestra, don Juan, peligra.
no hay venganza más airosa (Vase el Conde, y descúbrese Doña Elena.)
que olvidará quien olvida.
Y porque llega el Infante,
adiós. ESCENA XVI
(Llégase á Doña Elena, y dícela aparte.)
Dichos, menos el Conde.
¡Ay, Condesa amiga!
¡Qué de ello don Juan me debe! Juan. Vuelve á preguntarme ahora,
¡Qué bien empeños desquita! para que inocencias finjas,
Adorándole, me adora. ¿qué tantas almas me alientan,
No hay Conde que le compita, ó cómo está dividida,
no hay Rey que se le compare. si el ser á una sola debo,
Loco queda; voy perdida. (Vase.) en bellezas tan distintas,
la que tu firmeza agravia,
la que mi lealtad derriba?
ESCENA XIV Encaréceme primores
Dichos, menos Doña Josefa. de la fe que desperdicias
en empleos mal pagados
ELENa. (.4. Don Juan aparte, descubriéndose.) que al escarmiento retiras.
En mitad de mis enojos Mira, ingrata, si salieron
340 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

mis sospechas profecías, que en tus finezas de alquimia,


falsedades tus finezas, te vengaré con vengarme
certidumbres mis desdichas. de mis esperanzas mismas,
Porque á esta fiesta faltases, necias por mal empleadas,
atravesando mi vida, bárbaras por presumidas.
pensé obligarte con ella: No aguarden verme tus ojos,
¡qué primorosa! ¡qué fina, no nuevas que, compasivas,
disimulando cautelas, tarde tus lástimas muevan
dijiste por encubrirlas: para llorar mis desdichas;
«¿Vida y tuya? Toma, Engracia, que no lo son, aunque maten,
allá este manto.» ¡Ah fallidas las que, cuerdas fugitivas,
confianzas en mujeres; de tus engaños me ausentan,
cuando más se hiperbolizan de tus traiciones me libran;
más lejos de las verdades, pues cuando me rediman,
más cerca de las malicias! serán de mi naufragio alegre calma.
¡Qué necio yo al escucharte: (Vase.)
«Sólo en tu vida se cifra Elena. Tenedle, cielos, que me lleva el alma.
mi esperanza, y en su esfera
todos mis gustos estriban»! ESCENA XVII
Ya consiguió diligencias;
ya á tu cara sacrifica
Salen el Conde y Escuderos.—Dichos, menos
llamas de amor inmortales,
si antes que te viese, tibias. Don Juan.
¿Qué. más medras? Ya te adora. Conde.
¿Qué más triunfos? Ya le humillas. ¿Qué es esto?
¿Qué más lauros? Ya te tiembla. Doña Elena.
¿Qué más penas? Ya me olvidas.
El.ENA. ¡Ah desleal! Homicida (i) ¡Ay, hado fiero!
de esperanzas en ti secas, que se ausenta don Juan, que sin el muero;
¿dobleces tuyas me aplicas? que sin remedio lloro;
¡Lisonjero me persuades Infante, que me deja, que le adoro.
á que á las fiestas no asista, Id tras él, detenedle.
por celebrar sin pensiones Conde (Aparte.)
las que tu traición fabrica!
Al Infante he de querer. ¡Ah, rabiosas envidias! ¡Ah, rebelde
Juan. Ya le quieres; no me digas pasión!
sino que le has de olvidar; (A los Escuderos.) Llevadle preso.
que en ti con la mesma prisa (Vanse los Escuderos.)
que se abrasan tus afectos, ¡Doblarme agravios, y quitarme el seso! (Vase.)
las mudanzas los entibian. Doña El.enA (Siguiéndole.)
Mas, porque mejor los logres,
yo buscaré medicinas, Préndanle, Conde, pues nos ha ofendido;
en tu ausencia poderosas, que más le quiero preso que perdido.
contra el fuego que me hechiza.
Yo mudable, tú liviana,
alejaré mi noticia
de suerte de las memorias ACTO SEGUNDO
de mi patria, que no impidan
ambiciones de tu empleo; (Sala en casa de Doña Elena.)
yo discurriendo provincias,
que Aragón, que España ignora,
que más la aspereza enrisca, ESCENA PRIMERA
huyendo Circes que encantan,
esfinges que precipitan, Doña Elena y Engracia.
sirenas que lisonjean,
Medeas que desatinan, Engrac. Ya te he dicho de la suerte
en los desiertos alegre que la noche del festín
donde las fieras habitan, á las puertas del jardín
donde los áspides moran se quedó por no ofenderte,
y basiliscos anidan, pareciéndole delito
más seguro en su veneno ver la comedia sin ti,
que en tus aleves caricias, sin osar pasar de allí.
que en tus dobladas ficciones, Elena. ¡Ay, Engracia! que aunque admito
fmezas que me encareces,
sólo porque tú las dices,
fi) Falta un verso; pero como el sentido está com
pleto, parece que debió ser descuido del autor, y se ha temo lances infelices
respetado. que me asombran cuantas veces
ACTO SEGUNDO 34i
mis desdichas considero. toda una generación.
Partióse el Rey á Cerdeña, El Rey (déle Dios mil vidas)
y el Conde, que se despeña es mozo y recién casado,
tras su apetito ligero, sin que admita mi cuidado
quedó por Gobernador, esperanzas homicidas.
ó Virrey de esta corona.
Si éste, pues, porque blasona
que le enloquece mi amor, ESCENA II
á don Juan mandó prender, Don Juan. —Dichas.
y, para desdicha mía,
guarnece de tiranía Juan. Para que me des albricias,
los presidios del poder, para excusarte congojas,
¿resistirále mi amante? para alegrarte esperanzas
¿Qué amenaza, qué promesa, y para borrar memorias,
por que admita á la Marquesa he feriado de mi alcaide
por esposa, el Conde Infante , con dádivas y lisonjas
ha perdonado? ¿Hay firmeza' permisiones de tu vista
en el más valiente amor, solamente por media hora.
que, coronado el rigor, Volveréme dentro de ella,
amenace la cabeza que dejé mi fe fiadora,
del súbdito en tal fortuna, y, aunque la juzgas fallida,
y ose resistir constante? quien la conoce la abona.
Don Juan es pobre, el Infante ¡Ah Elena! á ser yo agorero,
con la Marquesa de Luna temiera el ver que te nombras
le ofrece benigna estrella; como la que, por mudable,
pídele ésta enamorada; llevó tragedias á Troya.
yo, Engracia, soy desdichada, No en vano advierten presagios
mi contraria rica y bella; que las estrellas apropian
don Juan solo y perseguido, los nombres á las costumbres,
el Infante casi rey; porque tal vez se conforman.
la necesidad sin ley, Excusara yo desdichas,
interesable el olvido; á advertir mi afición loca,
contra tantos, ¿qué podrán que fuera asombro ser firme
resistencias del más fuerte? siendo Elena y siendo hermosa.
No dudes, pues, de mi muerte Digna de imperios naciste,
en dejándome don Juan: ya pisas casi coronas,
luego mejor es morir un Infante te apetece,
y acabar con mis temores. con él tus afectos logras.
Engrac. Entre tanto que eso ignores Virey Aragón le adula;
el esperar y el sufrir quítale dos letras solas
es de ánimos generosos; al virey, gozarás reina
cuanto y más que no sé yo, majestades á mi costa,
si por tu causa olvidó que para desocuparte
los extremos amorosos quien me persigue y te adora,
el Conde de la Marquesa, engaños que me vendiste,
que te esté mal un amante, me notifica que escoja
en la calidad Infante, ó el cuchillo mi garganta,
con quien tu casa interesa ó esta noche por esposa
esperanzas cuyo fin á la Marquesa de Luna.
te haga Reina de Aragón. ¡Proposición rigurosa!
No tiene el Rey sucesión; pues mar, que empieza Marquesa,
solamente don Martín, y Luna, inconstancias toda,
su hermano, si éste muriese ¿qué han de dar lunas y mares
sin hijos, es quien le hereda, si no son mudanzas y olas?
y luego el Conde, en quien queda Muera yo, Elena, mil veces,
esta corona; si fuese que por ti mil serán pocas;
tan propicia tu fortuna mas porque doña Josefa,
que pasase tu beldad que ingrato á su amor me nombra,
de condesa á majestad, no se queje de mí, dila
y la Marquesa de Luna, que la coyunda amorosa
que agora temes en vano, del tálamo pide un alma
envidiándote después, de sus potencias señora,
se te postrase á los pies y que no es dueño la mía
y te besase la mano, de sí, porque me la roban
¿culparías tu elección? ingratitudes mudables
Elena. Ten, que por verme reinar que tu inconstancia pregonan.
llevas traza de matar Que si tú me la volvieras,
342 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

pudiera ser que en dichosas de la noche en alegría,


correspondencias pagara si logro la industria mía,
finezas que amor retorna. exageres mi firmeza.
Mas, pues me parto á morir, Jijan. En manos de tu consejo
finge siquiera que lloras queda, Elena, nuestro honor.
pérdidas de un amor firme; ¡Qué receloso mi amor
seránme tus penas glorias, se aparta cuando te dejo!
con que, aliviado, fenezca, Elena. La honestidades mi esposo.
pues disminuyen congojas Juan. Sí; pero los de cristal
lágrimas del enemigo, defiéndense, esposa, mal.
si la compasión las brota. Elena. A más riesgos, más cuidado,
Pero no llores, Condesa; porque en lo más delicado
que si entre el jazmín y ro.^a "" se desvela el que es leal.
de tus mejillas te atreves Juan. ¿Si te persiguen?
á finezas tan costosas, Elena. Sufrir.
podrá ser me resucites; Juan. ¿Si te combaten?
pues un alma en cada aljófar, Elena. Vencer
tras la noche de mi muerte, Juan. ¿Si te prenden?
me dará vida tu aurora. Elena. Padecer.
Goza, ingrata, al Conde Infante, Juan. ¿Si te apremian?
y plegue á Dios si le gozas, Elena. Resistir.-
que Aragón con su diadema Juan. ¿Si te violentan?
te ofrezca sus barras rojas; Elena. Morir. VN
que yo, si en el otro mundo Juan. Pues en la fortuna extrema, #
se tiene de éste memoria, mi bien, si dura su tema, $
y amor al alma acompaña, sufrir, padecer, penar;
te prevendré protectoras que en la honra hasta triunfar,
la fortuna y las estrellas no hay peligros que amor tema.
por que tu dicha dispongan, (Vanse por diferentes puertas.)
tus esperanzas alegren
y fertilicen tus bodas. ESCENA III
El alma, Elena, te dejo;
trátala bien, que fué forma (Sala en el palacio del Conde.)
de un corazón en que estuvo, Doña Josefa y el Conde.
idólatra de tu copia.
Y adiós; que queda en rehenes Josefa. Mudéme porque os mudasteis,
mi palabra, y más importa señor Conde; que hasta en esto,
morir que vivir quien deja imitándoos las costumbres,
su fama por sucesora. (Quiere irse.) me debéis el pareceros.
Elena. Espera, mi bien, y advierte, Dejáisme por la Condesa,
aunque airado te retiras, y, así, por don Juan os dejo;
que no ofenden con mentiras de celos éste me abrasa
los que están, cual tú, á la muerte. si aquélla os mata de celos.

i (Dale la mann.)
¿Dasme el sí de esposo y dueño,
y del modo que las palmas,
anudándonos las almas,
Iguales en las pasiones,
una fortuna corremos,
un imposible seguimos,
una desdicha tememos.
haces de la tuya empeño? Sólo nos diferenciamos
Juan. ¡Ay dulce prenda! pequeño en que vuestro amor, ni cuerdo,
mi mérito á tal favor, ni cortés, ni generoso
ya moriré sin temor, (perdonadme, que no puedo
viviendo tú siempre en mí. dejar de decir verdades),
En la brevedad de un sí con el apetito, ciego;
te ofrezco un eterno amor. con el poder, arrojado;
Elena Pues ya corre por mi cuenta con la privanza, soberbio;
la integridad de tu fama; tirano os volvéis de amante,
no la abrasará la llama y, atrepellando los medios
de quien profanarla intenta: que la esperanza consiguen,
por la tuya, esposo, asienta os valéis de los violentos.
tu honor; velando sobre él Tan leal os ha servido
tú cuidadoso, yo fiel, don Juan, que sus pensamientos,
conservémosle de suerte, con ser átomos del alma,
que, aunque se oponga la muerte, no han desmandado deseos
no nos le eclipse el de Urgel. que merezcan reprimirse;
Medios la industria me enseña pues con saber de los vuestros
con que, antes que la belleza cuán inconstantes se mudan,
del sol trueque la tristeza sólo por haberlos puesto
ACTO SEGUNDO 343
de burlas en mí, han bastado porque le envidio, me vengo.
á que me pague en despegos Quitóle vida y privanza
finezas que de algún modo á su padre el Rey don Pedro,
disminuyen mi respeto. porque, parcial del navarro,
Dejóme por no dejaros, se carteaba en secreto
perdióme por no perderos, con él, en ofensa suya,
solicitáisle á su dama, y á no descubrirse intentos
tenéisle, por ella, preso, de su fallida lealtad,
¿y amenazáisle la vida? alborotara estos reinos.
¡Hazaña digna por cierto Don Juan Jiménez, su hijo,
de un Infante, de un Virrey, es justamente heredero
de un señor que, agradeciendo de su sangre y sus acciones:
tal lealtad, tales servicios, enseñaros cifras puedo
libra á la crueldad los premios, que al segundo don Enrique
las venganzas al verdugo de Castilla remitieron,
y su garganta al acero! y á don Sancho el de Navarra,
Conde infante: yo le adoro; don Juan y otros. Mas ¿qué es esto?
envidio, lloro, enloquezco;
de imposible amor me abraso; ESCENA IV
estoy perdida de celos.
Pero, aunque, menospreciada, Beltran.—Dichos.
de su ingratitud me quejo, Belthán. Vuestra Alteza, gran señor,
y á la Condesa persigo, advierta que la Condesa
no presumáis que pretendo de Beirosal atraviesa
torcer con las amenazas solicitudes de amor
la voluntad que apetezco, contra la fe y la lealtad
ni que, á costa de su vida, que vuestra alteza me fía.
se venguen mis pensamientos. Corriendo por cuenta mía
Aborrézcame don Juan la guarda y seguridad
y viva, mientras padezco, de don Juan, no han de torcerme
siglos, para mí de agravios, promesas de este papel.
como él se deleite en ello; (Dásele y léele el Conde para si.)
que si en su conservación Pídeme que huya con él,
mis esperanzas aliento, y promete enriquecerme
¿cómo podré sustentarlas si le saco de Aragón
yo sin alma y don Juan muerto? y en Navarra le aseguro;
No, Conde, no haréis tal cosa; pero yo sólo procuro
que es don Juan en este reino cumplir con la obligación
veneración de los mozo=, de la lealtad, que es mi espejo.
admiración de los viejos, Conde. ¡Disculpad, Marquesa, ahora
el triunfo de las hazañas, á vuestra competidora!
la escuela de los discretos, Decid que llevarme dejo
la envidia de los Narcisos, de pasiones y venganzas.
el sol de los caballeros. Ved si don Juan me sacó
Tiene parientes ¡lustres, verdadero.
tiene la Condesa deudos, Joseí-a. Ya sé yo
tiene espíritus amantes, lo que pueden asechanzas
y yo también, Conde, tengo que buscan contra su vida
resolución generosa, alguna disculpa honesta.
armas, vasallos y esfuerzo Bei.tbán, Doña Elena está dispuesta
para poner, por librarle, también para la partida.
mi vida y estado á riesgo. Conde. Según lo que escribe aquí,
Conde. ¡Venturoso en sus desgracias huir intenta con él.
es don Juan si alcanzó extremos Josefa. Aunque puede ese papel
en la Condesa y en vos ser fingido, haced por mí,
semejantes! ¡Oh, si el cielo señor Infante, una cosa:
de mi fortuna y la suya podrá ser, si la alentáis,
hiciera un lucido trueco, que el efeto consigáis
dándole yo mis estados, de vuestra pena amorosa.
dándome él merecimientos, ¿No decís, Alcaide, vos
de tanta experiencia dignos! que la Condesa os escribe
Sazonara yo con ellos que esta noche se apercibe
pobreza y persecuciones para salir con los dos
y no duplicara celos. huyendo de esta corona
Pero, aunque culpáis mi enojo, á Navarra?
añadiéndome los vuestros, Conde. Ansí lo afirma
no penséis que, destemplado, esta letra y esta firma.
344 LA FIRMEZA. EN LA HERMOSURA

Josefa. Pues si la dicha sazona Conde. Aunque pudiera el rigor


mis industrias, no dudéis valerse de este papel,
del fin que amor nos promete. y atajar con su castigo
Dé á don Juan ese billete estorbos á mi esperanza,
el Alcaide, y vos haréis venza por vos mi templanza;
depositar la Condesa, seréis vos misma testigo
sacándola de su casa; de que, ofendido y celoso,
pues, en fe de lo que pasa, perdono. Vaya Beltrán
podéis retirarla presa. á la prisión por don Juan;
Estaré yo en su lugar; persüádale ingenioso
vendrá don Juan, todo amor, á que, en fe de ser hechura
reconocido á favor de la Condesa, que está
tan digno de celebrar; esperándole, pondrá
persuadiréle amorosa su lealtad en aventura;
que, deudor de mi cuidado, déle el papel que le ha escrito,
yo la libertad le he dado, (Vuélvesete.)
pues su dama, temerosa y en su casa, vos, Marquesa,
de culpas que la atribuyen, sazonad cuerda esta empresa,
sin saberse adónde, huyó. mientras yo la deposito,
En los nobles bien sé yo y ayude amor mis quimeras,
lo que obligan y concluyen dando á mis penas salida.
beneficios y firmezas; Josefa. (Aparte.) Don Juan, libre yo tu vida,
siéndolo, pues, don Juan tanto, y, mas que nunca me quieras.
ni descortés á mi llanto, (Canse.)
ni mármol á mis ternezas,
ha de dejar de pagarlas. ESCENA V
Mas, cuando no lo consiga,
y leal á mi enemiga, (Cárcel dentro del palacio.)
persevere en despreciarlas,
viniendo en su busca vos, Engracia y Buñol.
riguroso y indignado Engrac. Vengo á verte en las desgracias
por la prisión que ha quebrado, de tu prisión cada día,
y hallándonos á los dos y ¡háblasme ansil
solos y juntos, diré Bunol. (Llorando.) Engracia mía,
que mi firme voluntad no está el tiempo para gracias.
se arriesgó á su libertad, Engrac. ¿Lloras?
y que él, pagando la fe Buñol. Lloro, que el de Urgel,
de mi amor, se ofrece á darme por ser de don Juan criado,
palabra y mano de esposo. dicen que me ha recetado
Imploraréos generoso, las gárgaras de un cordel.
y vos, cortés, al postrarme Lloro la fortuna ingrata
á vuestros pies, ya templado, del amor que te he tenido,
diréis que á mi intercesión pues me juzgué tu marido
confirmáis con el perdón y te he de dejar intata.
la palabra que me ha dado. Lloro las temeridades
¿Tendrá don Juan en tan poco de don Juan que, siempre necias,
su fama, mi voluntad, en apreturas tan recias
su vida, su libertad, repara en puntualidades.
que por doña Elena loco, Consiéntele que visite
riesgos á riesgos añada, esta noche, por media hora,
al poder indignaciones, el Alcaide á tu señora,
á mis quejas sinrazones con tal que le necesite (i)
y que no le persüada su fe y palabra á tornarse
tanto amor, peligro tanto? á la prisión, dentro de ella;
No, Conde, no lo creáis. sale alegre y suelto á vella,
De este modo aseguráis y cuando pudo escaparse
la salida de este encanto; del verdugo y el cuchillo,
porque cuando don Juan niegue ¡se vuelve, cumplido el plazo,
que el si me ofreció de esposo, á fiar la nuez de un lazo,
no será dificultoso y morir de garrotillo!
hacer que el Alcaide alegue Si él entonces se escurriera
haberse hallado presente y, aunque preso, me dejara,
á nuestro honesto contrato. yo después las afufara
Aborrecerále ingrato y perro muerto les diera.
la Condesa, y, si es prudente,
por sólo vengarse de él
admitirá vuestro amor. (i) Obligue.
ACTO SEGUNDO 345
ESCENA VI tinieblas, de mi engaño encubridoras,
Un Carcelero.— Dichos.
razones persuasivas,
de suerte en mí favor ponderativas
v>
» V
que, imaginando soy su doña Elena, -Xi&k^
Carcel. Buñol, el Alcaide os llama (i), airosa salga yo de tanta pena. . .q,^
y en casa de la Condesa
os espera con don Juan. Don Juan. 0^
Buñol. ¿Cómo? Hermoso dueño mío,
Carcel. Quedo, que os oirán ¿sois vos laque acrédora
los presos, y se interesa del alma que os adora,
el perdernos, ó el ganarnos á pesar del celoso desvarío
en salir sin que nos sientan. de un poderoso ciego,
Con el Alcaide irse intentan, atropelláis estados y sosiego?
y él se ofrece á acompañarnos
hasta fuera de Aragón; Doña Josefa.
soy su pariente y le sigo. Bajad la voz, don Juan, que cohechados
Buñol. Alégrome, pues, y digo domésticos criados,
que hay bondad, que hay compasión puesto que estén durmiendo,
aun hasta en los carceleros. estorbarán sazones que pretendo,
Yo hablé por boca de ganso. y no ponderéis tanto
Vamos, y pisemos manso. el ver que á acompañaros me apercibo,
Noche, no nos saques hueros. pues si es vuestro el aliento con que vivo,
y faltándome vos, mortal mi llanto,
ESCENA VII si un alma nos anima,
un yugo nos conforma,
(Sala en casa de Doña Elena. Está á oscuras.) un espíritu sólo nos informa
Don Juan y Beltrán. y una suerte envidiosa nos lastima,
cuando, cobarde, ausente os permitiera,
Beltrán. y el temor en mi patria me dejara,
de mí misma homicida ingrata fuera,
Por la Condesa he puesto el cuchillo yo misma me afilara;
la vida, hacienda y honra al manifiesto y ansi, si amante os sigo,
peligro del rigor del Conde Infante, á mí misma me obligo,
en fe que la Condesa me ha criado. á mí me satisfago,
El sueño su familia ha descuidado; yo me debo á mí misma, yo me pago.
apresurar la fuga es importante Prendióte la impaciencia
antes que vuelva el día: del riguroso Infante
aquí os aguarda á escuras, que no fía por competir con él, por ser mi amante,
de la luz al secreto dorando su violencia
que pide tanto aprieto. con imputarle insultos
Entrad callado y disponed prudente entre el navarro y tu inocencia ocultos:
la salida de tanto inconveniente, huyendo, pues, daremos ocasiones
que yo entretanto prevendré caballos, á las malicias que el furor derrama;
y fuera la ciudad haré Uevallos, peligrará tu fama,
dando la vuelta luego. (Vase.) y tú, que tan celoso siempre de ella,
vAJ1
por sólo defendella,
ESCENA VIII la vida has despreciado,
¿querrás vivir sin honra y desterrado?
Don Juan solo. Consúltate á ti mismo, y templa celos:
contradecir los cielos,
El apetito, amor, del Conde ciego cuyas disposiciones
me obliga por mi honor á tanta ausencia. no te permiten mío,
'SS Favoreced, estrella, mi inocencia; es ciego desvario;
sed mi segura guía; navegas agua arriba si te opones
que el huir su rigor no es cobardía. á lo que el hado ordena.
La Marquesa de Luna
ESCENA IX mejorara su suerte y tu fortuna;
no te merece ¡ay triste! doña Elena.
Doña Josefa y Don Juan. Paga, aunque muera yo, su fe constante,
despósate con ella;
Doña Josefa. obligarás al ofendido Infante,
(Ap. al salir.) Hablar á don Juan siento; desmentirás á tu enemiga estrella,
buscad, enamorado pensamiento, no correrá tu fama
entre las protectoras peligros afrentosos;
y si temes, bien mío, que la llama
de mis afectos, en tu amor dichosos,
(i) Verso suelto entre dos redondillas. puesto que malogrados,
34b LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

en el Infante ocupe mis cuidados, no la des á la venganza;


primero que consiga que esta noche, si resistes
su aborrecible intento, á tu enemigo, entre tristes
será sólido el viento, obsequias de mi esperanza.
la noche del planeta cuarto amiga, te han de acabar; esto es cierto.
retrocediendo para nuevos daños, Sal de tan confuso abismo,
el cielo, el sol, los ríos y los años. redímete tú á ti mismo,
vive ingrato, y no fiel muerto.
Don Juan. Juan. Marquesa: aun ansí rehuso
Tan lejos de creer que hablas de veras, ofender mi esposa bella.
tan fuera de pensar que te has mudado, Buñol. ¡Cuerpo de Cristo, con ella!
escucho tus quimeras, ¡Miren qué marido al usol
que á sueño los oídos persuado, Que hay muchos que por mudar
y mientras no te veo ropa limpia en todas partes
y la voz disimulas, se desposan cada martes.
ó que te finges la que no eres creo, Sé marido titular,
ó que, engañosa, mi temor adulas, pues no nos cuesta dinero.
ó que si desmentiste Engrac. Señor: ¿por qué desestimas
el natural, liviano en las mujeres, remedios con que redimas,
trocando lo que fuiste por lo que eres, burlando al Conde severo,
por lo que eres desprecias lo que fuiste; tu vida y la de tu esposa?
porque prodigio fuera Testigos somos los dos
que en ti perseverara de este engaño.
constancia que venciera, Buñol. ¡Aquí de Dios!
firmeza que triunfara Esto de morir, ¿es cosa
y amor impersuasible, de sorber huevos? Acaba:
} que mujer y firmeza no es posible. mira que el Infante llega.
Aún no ha pasado una hora Juan. Desesperado es quien niega
que al consagrado nudo la fe que tu amor alaba.
tu mano aduladora A seguirte estoy dispuesto;
necesitarme pudo, seráte de hoy más, señora,
¡y tan presto, inconstante, mi vida eterna deudora
desenlazarla intentasl del empleo en que la has puesto.
Olvidarásme amante, ¡Oh! ¿quién dos almas tuviera
llorara yo rigores y no afrentas; para pagar con la una
pero piadosa, ingrata, hubieras sido, de la Marquesa de Luna
si agravios no añadieras á tu olvido. la piedad más verdadera
Dona Josefa. que á historias dieron motivo?
Josefa. No hay favor que satisfaga,
Cruel, lluego á mis males, don Juan, como el que, sin paga,
de la Condesa esposo, no está atenido al recibo.
añadiste imposibles conyugales?
¡Ah cielo riguroso!
¿De qué sirven industrias, trazas, medios ESCENA XI
que en vano amor me advierte, Salen Doña Elena y Beltrán. — Dichos.
si después de la muerte
BeltrÁN. (Hablando aparte con Doña Elena, que
salen desesperados los remedios? se queda asomada á una puerta.)
Sacad luces, criados; De suerte os ama el Infante
alumbren mis quimeras resplandores, que, aunque indignado, os permite
pues ya, desengañados vuestra casa; solicite
ardides de mi amor, quieren rigores brevemente vuestro amante
quitarme en su venganza la jornada prevenida,
aun el frágil favor de la esperanza. que yo, como os ofrecí, |
cumpliré la fe que os di,
ESCENA X aunque aventure la vida. (Vase.)
Salen ENGriacia y Buñol con luz.— Dichos.
ESCENA XII
Buñoi.. Engracia, ¡voces y á escuras! Dichos, menos Beltrán.
Soplonizado nos han.
Juan. ¡Marquesa! Elena. (Ap.) No alcanzo, confusos ciclos,
Josefa. Ingrato don Juan, el fin de mi suerte escasa;
ya que mi vida aventuras sacóme el Conde de casa,
con la desesperación culpándome sus recelos,
del hallarte enajenado, ¡y restitúyeme ahora
ya que imposibilitado cortés y amante! ¡Ay de mí!
das á mi muerte ocasión, Algún engaño hay aquí
ACTO TERCERO 347
que en su ofensa el alma ignora. por ellas su libertad;
Pero ¿no es aquél don Juan? vuélvale vuestra beldad
La Marquesa, ¿no es aquélla? á mi gracia, que desde hoy
¡Libre en mi casa y con ella! agravios pongo en olvido.
Ya mis sospechas se van Juan. Si tanta suerte intereso
convirtiendo certidumbres. por esta mano que beso,
Josefa. ¿De qué sirve encarecerme feliz mi desdicha ha sido;
lo que confiesas deberme, en ella mi suerte fía
para aumentar pesadumbres? mi seguridad.
No excedas de agradecido, (Va d dar la mano d Doña Josefa y llega
que si es mi vida la tuya, Doña Elena.)
cuando te la restituya, Elena. ¡Traidor!
suficiente paga ha sido ¿Y tu Dios, mi fe, mi amor?
el permitirme llamar, Jijan. ¡Esposa del alma mía!
del modo que hemos trazado, ¡Vos presente y yo inconstante! '
tu esposa. ¡Yo cobarde y vos leal!
Elena. (Aparte.) ¿Cómo? ¡Ay, cuidadol Perdone el riesgo mortal
¿Esto venís á escuchar? que tiene el temor delante;
¡De doña Josefa esposo perdone el severo Infante,
don Juan, y que él lo confiesa! la Marquesa compasiva,
¡Su vida de la Marquesa la fortuna ejecutiva,
deudora! Amor engañoso, las plebeyas opiniones,
no me permitáis más viva; las piadosas persuasiones,
salga el alma por los labios; que sin vos quieren que viva;
ponzoña son los agravios; que puesto que la clemencia
á su pena se aperciba de la Marquesa me nombra
quien los engendra en mi pecho, su esposo, no más que en sombra,
muera y mate mi dolor. su consorte en la apariencia;
sombra que en vuestra presencia
se atreve á desposeeros
de los derechos primeros
ESCENA XIII que el tálamo pudo daros,
ni aun en sombra ha de agraviaros
Salen el Conde, Beltbán y Escuderos.— Dichos. ni en apariencia ofenderos.
Conde, en esta hermosa mano
BeltkÁ N. (Hablando aparte con el Conde á otra dos almas enlaza amor,
puerta.) Este es don Juan, gran señor. cuyo nudo es el honor,
Conde. No lograrás satisfecho, cuyo imperio es soberano;
ingrato, desconocido desatarle será en vano,
á tu lealtad, á tu ley, mientras conformes y unidas
á tu patria y á tu Rey, sus coyundas no dividas;
y al favor que me has debido, si á Alejandro has de imitar,
ía fuga con que confirmas y el romper es desatar,
delitos que disfrazaste, rompe el lazo á nuestras vidas.
y de tu padre heredaste; Pero si el Rey te encomienda
tus papeles y tus firmas su imperio, y toda tu acción
disculparán la aspereza consiste en la obligación
con que el rigor te amenaza. * "sde que por ti se defienda,
Mañana verá en la plaza 'reino es mi honor; no pretenda
esta corte tu cabeza. ningún tirano usurparle;
Josefa. Corta primero la mía, que sabrá mi fe guardarle,
si en tanta severidad y mi valor defenderle;
pierde el blasón la piedad perderme por no perderle,
.que en ti mi esperanza fía. y morir por conservarle.
| Don Juan, gran señor, se ofrece, (Saca la espada y vase, llevándose á la
/ si tu indignación mitigo, Condesa.)
/ á desposarse conmigo: Conde. Id tras ellos, deteneldos.
lo que la envidia encarece ¡Que un hombre se atreva á tanto!
desmentirá de este modo; (Vase, y stguenle los que le acompañan.)
no salga con su interés Josefa. Encubridlos, cielo santo;
la malicia: en estos pies noche oscura dcfendeldos.
consiste mi amparo todo. Bunol. ¡Oh, azadas toscas, oh bieldos,
Conde. Alzad, señora, del suelo; oh tasajos labradores,
discreto don Juan ha andado seguros de estos temores!
en valerse del sagrado ¡Quién fuera vuestro gañán!
que en vos imita al de! cielo. Josefa. Líbrese, cielos, don Juan,
Daos las manos, que yo doy y mátenme sus rigores.
348 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

no es mucho que se obligue


á fingir la tragedia lastimosa
ACTO TERCERO de vuestra muerte oculta.
(Sala de un castillo á corta distancia de Zaragoza.) Persuadiránle, pues, que aquí os sepulta,
en fe de su preceto,
la noche, la obediencia y el secreto;
n ii ¡sti arémosle luego ensangrentados
ESCENA PRIMERA los tres vuestros vestidos;
sosegará el recelo sus cuidados;
Don Juan y Ton Alonso. y con otros groseros y fingidos,
Don Alonso. huyendo de las manos de la muerte,
tendrá que agradecerme vuestra suerte.
Mándame que os sepulte O resolveos en esto,
en esta fortaleza, ó no os agravie que á mi noble trato
y, porque mi piedad no dificulte os imagine ingrato.
tan desconforme acción á su grandeza,
le han de dar dos testigos Don Juan.
fe de que muerto os vieron. Segunda vez por vos me engolfo, expuesto
No sabe que los dos somos amigos, al mar de los peligros que excusara
y ansi la infeliz noche que os prendieron si en el sepulcro los depositara,
(si resuelto valiente, no advertido) porque alargar la vida á un desdichado
me encargó vuestra guarda, no es piedad, es rigor disimulado.
y la aceté gustoso, porque ha sido Pero, en efeto, amigo:
acción de la amistad, cuando es gallarda, mi gusto por el vuestro contradigo.
tomar por cuenta suya su suceso; Muera yo para todos;
pues á teneros otro que yo preso, viviré para vos, para mi Elena:
¿quién duda que al Infante obedeciera, deberáos los alivios de su pena.
y ejecutor de vuestra muerte fuera?
En fin, amigo, en tan precioso extremo, Don Alonso.
temo al Infante; daros muerte temo; Sí; mas, don Juan, ya veis si el Conde alcanza
i mas si admitís la traza que aventuro, que estáis libre por mí, que á su venganza
vos viviréis, y yo estaré seguro. me expongo.
Ved si os parece cuerda,
porque ó vos no perdáis, ó no me pierda. Don Juan.
Don Juan. Siempre anduvo recatado,
don Alfonso, el amor acompañado
Finezas habéis hecho de honor y de recelos advertidos.
por mí tan ventajosas, Perdedlos vos, y apercibid vestidos
que, dejándose atrás las fabulosas que deslumbren curiosas atenciones,
de los Damones, Pílades, Zopiros, pues sigo vuestras fieles persuasiones,
admirarlas podré, mas no serviros entretanto que llega
de suerte que á mi empeño satisfaga, nuestro Rey, que me afirman que navega,
que al primer beneficio nunca hay paga. Cerdeña sosegada,
Pero si con mi muerte á Barcelona su triunfante armada;
sosiega la fortuna tempestades, que en mi inocencia y su justicia espero
y la enemiga suerte ardides deshacer del Conde fiero. (Vanse.)
templa en mi esposa bárbaras crueldades
con que el Infante intenta (Sala de una casa de campo cerca de Zaragoza. So
bre una puerta un retrato de don Juan de cuerpo
rendir su honesta fe para mi afrenta, entero.)
¿no son medios mejores
que yo desdichas venza y vos temores?
Tiénenla sus crueldades retirada, ESCENA II
de estados y opinión desposeída,
y tan necesitada, Doña Elena, en hábito muy llano. Engracia, que saca
que aun para lo forzoso de su vida una almohadilla y un azafate de labor.
desea la Condesa
las sobras de la más mediana mesa. Elena. (Viendo á su criada llorar.)

Don Alonso. Yo, mi Engracia, te agradezco


la lástima y compasión
I La desesperación es cobardía que deben á tu afición
indigna del valor que el cielo os fía. las desdichas que padezco;
Yo he de afirmaros muerto; pero á los ojos perdona
un primo y un hermano de tu fe tantas señales,
tengo aquí, y sé de cierto que no son males los males
que vituperan el rigor tirano que amor con gusto sazona.
con que el Conde os persigue; ¿Ves los temosos rigores
siendo mi sangre, pues, y ésta piadosa, con que el Infante crüel
ACTO TERCERO 349
intenta que de tropel t que es solamente el caudal
su crueldad y mis temores 1 que escapó del Conde Infante;
den con mi firmeza en tierra? \ tenle tú siempre delante,
¿Las culpas que á mi lealtad que no hay bien para ti igual.
levanta la falsedad Darénie toda la prisa
cohechada? ¿Qué me destierra posible para volver
presa á vista de la corte, á aliñarte de comer;
porque el tenerla presente que puesto que el hambre guisa
más mis pesares aumente, manjares de sazón llenos,
menos mis ansias reporte? y para ella no hay pan malo,
¿Los estados que me quita? si no hallare otro regalo,
¿La hacienda que enajenada, los duelos con pan son menos.
y al fisco real aplicada, (Vase Engracia, y Doña Elena hace la
lo preciso me limita? bor, mirando á veces el retrato.)
¿Parientes que se resuelven
en usurparme mi estado,
que para el que es desdichado ESCENA III
deudas los deudos se vuelven? Sale Don Juan, de labrador, con capote de dos faldas
¿El extremo á que me humilla, y caperuza.— Doña Elena.
la estrechez con que estoy presa,
pues necesita mi mesa Juan. (Para si al salir.',
socorros de la almohadilla? Deseo, en violencia tanta
Pues aumenten desleales resistirme es por demás;
amenazas y rigores; los pasos que doy atrás,
que cuanto lueren mayores, mi amor me los adelanta.
hay un bien entre estos males Mi muerte se ha divulgado;
con que endulzándose van, este traje me asegura;
sin que igualen todos ellos teme mi corta ventura
al gusto de padecellos (si á la noticia ha llegado
doña Elena por don Juan. que no vivo, de mi esposa)
Engrac. Yo que tus trabajos siento ó que se quite la vida,
sin esa ayuda de costa, ó que, pobre y perseguida,
como tengo más angosta se rinda su fe animosa.
el alma y el sufrimiento, Asegurarla es mejor,
llevo sin paciencia el ver y excusará, de esta suerte,
que si no labra ó dibuja ó los riesgos de su muerte,
curiosidades tu aguja, ó los que teme mi honor.
no tenemos qué comer. Pero jay cielos! aquí está.
Elena. (Siéntase d hacer labor.) ¡Que no exhalaran las flores
Penélope (porque ausente de esta quinta, los olores
su consoite, los veinte años que su hermosura les da!
entretuvo con engaños Mi muerte sin duda ignora,
tanto amante pretendiente), porque, á saberla, bordara
como no necesitaba el cambray desde la cara
de la tela que tejía, con las perlas que amor llora.
si de noche deshacía (Viendo que Doña Elena, con (a aguja
lo que con el sol labraba, en la mano, mira el retrato.)
no fué mucha sutileza ¡Dichosas persecuciones,
(cuando la necesidad pues compraron por barato
no apretaba en su lealtad las glorias para un retrato
cordeles á la pobreza) que envidian mis atenciones!
la de su ardid ingenioso, Volved otra vez, prisiones;
ni gran cosa deshacella, medrará con vuestra usura
no habiendo de comer de ella. experiencias mi ventura,
Dejóla rica su esposo, ya feliz, ya no crüel.
que, para obligarla, basta Elena. (Abriendo la almohadilla y hallando
y sobra; el milagro fuera dentro un papel cerrado.)
hallarla, cuando volviera, ¡Válgame Dios! ¿Qué papel
perseguida, pobre y casta. turbar mi quietud procura?
Engrac. Para todo hallas salida. ¡Ah Engracia! No es tan leal
Celebre el mundo tu amor. la fe que tu amor profesa.
Tus discursos y labor (.Lee:) «a doña Elena, condesa
te alivien entretenida; (¡ay cielos!) de Belrosal.»
entretanto que llevo ésta Juan. (Aparte.) ¡Qué prevenido fiscal
á quien medra en su barato, de mis gozos fué el recelo!
habla con ese retrato ¡Qué presto marchita el yelo
enamorada y honesta, las flores de mi esperanza!
35o LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA
¡Qué en breve el mar en bonanza i ¿Qué importa que don Juan muera,
se empieza á turbar, mi cielo! I si muere honrado don Juan?
Elena. No habéis, vos, papel, venido Juan. ' (Aparte) Ger te ha entrado; dilatemos
á patrocinar mi honor; á coyuntura mejor
que indicios da de traidor el manifestar, amor,
el extranjero escondido; de mi gozo los extremos;
pero habéis, cuerdo, escogido á la noche volveremos,
el sitio que aquí os oculta, donde pague mi ventura
pues de su hechura resulta empeños de esta pintura,
un sepulcro, y si se advierte, mostrando su original
profeta fué de su muerte por una Elena leal
quien en vida se sepulta. la firmeza en la hermosura. (Va se.)
Como la víbora envuelta
á la flor, que el hortelano
apenas la vió en la mano, ESCENA IV
cuando medroso la suelta,
así asustada y resuelta Sale Doña Josefa, de luto.—Doña Elena.
tiemblo vuestra contagión: Josefa. Condesa, don Juan es muerto;
no os leerá mi turbación, que piensa el Conde engañoso
que quien recela el engaño facilitarse esperanzas
y le escucha, ya á su daño quitándolas este estorbo.
da tácita permisión. Yo vi en su sangre bañados
Volad, llevadle en pedazos los vestidos generosos,
á vuestro autor la respuesta. flores de un Mayo apacible
(Hace cuatro pedazos el papel y arró que ya ha secado el Agosto.
jale.) Negará el Conde crueldades,
Juan. (Aparte.) Hazaña que es tan honesta ofreciéndote á tu esposo
corónese con mis brazos: vivo y libre; que pretende
voy á darla mil abrazos. este cambio en tus oprobios;
Elena. Pero..., inadvertencia mía; pero si de estos ardides
mas de mí mi amor confía, no sale su engaño airoso,
porque huir antes de ver cuando viudeces te enluten,
del enemigo el poder está prevenido de otros
es culpable cobardía. que burlen tus esperanzas,
(Levántase y cuge los pedazos.) prometiéndote, en retorno
Juan. • (Ap.) Detente, mi bien, no admitas de posesiones presentes,
indicios que la honra teme, imposibles desposorios.
pues mancha, cuando no queme, Alegará que, ya libre
el fuego que solicitas. del cautiverio amoroso,
Elena. (Volviéndose á sentar y juntando tos que enajenó tus potencias
pedazos sobre la almohadilla.) en lazo al tálamo roto,
Palabras al aire escritas, mejoras, con él, de dueño,
experimentad en mí asegurando los votos
que, puesto que audiencia os di, que en sus futuras coyundas
soy de la lealtad trasunto. truequen tu pesar en gozos.
Los rotos pedazos junto. Ofreceráte la mano;
Juan. (Aparte.) ¡Ah Cielo! mas no, Condesa, no ignoro
Elena. Y dicen ansí: que en la sangre de tu dueño
(Lee.) «En ¡a muda obscuridad bañada, te cause asombros.
de esta noche sola, estriba, Los escarmientos te enseñen
Condesa, que don Juan viva, que el deseo lastimoso
y vos cobréis libertad. vuela en promesas de pluma
Feriadme vuestra beldad, y cumple en plazos de plomo.
y advertid que es sin provecho Ejemplo casada diste,
querer guardar en el pecho aqueste celebren todos;
el honor que me resiste, añade viuda á tu fama
porque éste sólo consiste los prodigios mauseolos.
en el nombre y no en el hecho.» No te acobarden los riesgos
(Levántase.) Mientes, torpe adulador; con que aleves testimonios
que no es virtud suficiente se oponen á tu inocencia,
la que celebra la gente pues tiene el tiempo dos rostros,
si en sí no tiene valor. y si te asombra el horrible
(Vuelve á romper los pedazos del papel.) enseñándote el piadoso,
Hipócrita es el honor verás que, al fin, la verdad
que temiendo al «qué dirán», corre al engaño rebozos.
de la opinión que le dan, No la pobreza que pasas
inútil crédito espera. te precipite tampoco:
ACTO TERCERO 35i
riquezas y estados tengo en fe de que son tan flojos
dispuestos á tu socorro. que, desatándose en agua,
ídolo de don Juan fuiste, libran la paga en sollozos;
como tal te reconozco; que si es quinta esencia el llanto
los bienes de los difuntos, de la sangre que provoco,
plebeyos ó generosos, á la venganza que intento
se ponen en almoneda; y desperdicio el socorro
imagina, pues, que compro, que en ella mi agravio espera,
en fe que eres prenda suya, ¿de qué suerte, caro esposo,
su amor en ti, y que transformo conseguiré sus efectos
en tu peono mis cuidados; si inadvertida la arrojo?
en él á don Juan adoro, Creyó el aleve homicida
la casa en que está la prenda, desanudar amorosos
la joya y el escritorio. lazos que con verdes nudos
Ya se nos descubre el puerto, medró la yedra en el olmo.
ya del conjurado golfo Cortó sus ramas la muerte;
que tanto te ha derrotado mas, permaneciendo el tronco,
la playa nos muestra Apolo. puesto que seco y sin vida,
Si hasta ahora sufragaste, ¿qué importa, si éste es su apoyo?
presto darán penas fondo No están sujetas las almas
en la venganza que espero al cuchillo riguroso,
del Rey afable y piadoso. ni á la duración caduca
Las costas de Cataluña, amor, de los cuerpos toscos.
sosegado el alboroto Inseparabbcon ella,
de los sardos, nos le ofrecen se parte al clima remoto,
en sus arenales rojos. donde eternice deleites
En busca suya me parto; y el pesar no asalte al gozo.
no creas que si me postro Mi amor, malogrado mio,
á sus siempre invictos pies, como accidente forzoso
si en tu inocencia le informo, del alma, que tras vos vuela,
si del sangriento homicida os sigue á los dulces ocios
las crueldades le propongo, de la quietud que os asista;
sus desatinos le cuento que bien puede, aunque no en rotos
y sus favores imploro, lazos del cuerpo, buscaros
que á la sabrosa venganza en éxtasis y en arrobos.
niegue amparos, huya el rostro, Vivo el engaño os me ofrece
iras temple, olvide insultos, del Conde tirano, esposo,
mire ciego, escuche sordo. en cambio de la torpeza
Mañana me parto á verle; que le ha despeñado loco.
alivia este plazo corto Venzan engaños á engaños,
congojas con el deseo, ardides triunfen de oprobios,
que he de vengarte si torno; crueldades paguen crueldades,
y adiós, amiga del alma, agravios castiguen monstruos.
que este nombre nos es propio, A la torpeza me llama
pues ya en desdichas iguales con un papel y con otro;
tus mismas fortunas corro. (Vase.) las ansias disimulando
que dentro del alma escondo,
ESCENA V haré que esta noche venga
á dar motivo hazañoso
Doña Elena dirigiéndose al retrato.
á los libros, á las plumas,
No extrañéis, caro inocente, al escarmiento, al asombro,
el silencio que en mis ojos de que no siempre ha postrado
niega conductos al llanto al humilde el poderoso,
y al tormento desahogos, el engaño á la inocencia,
que penas que hallan salida ni á la honestidad el oro;
rompiendo al pesar estorbos, porque yo, prenda querida,
y, para alivio del alma, serviré de ejemplo á todos
pueden dilatarse al rostro, de que no temen peligros
no son ansias, no son penas, finezas con que os adoro. (Vase.)
aquel río, sí, es furioso
que en la estrechez de la madre
no se divide en arroyos; ESCENA VI
mortal, sí, aquel sentimiento (Jardín de la quinta con salida al campo.)
que al corazon busca sólo, Don Juan recatándose de Buñol, y éste detrás,
y, sin derramar sus fuerzas, buscándote el rustro.
arrastra un imperio angosto. Buñol. Hombre del diablo, ¿qué quieres,
Lloren pesares pequeños, que no hay echarte de aquí?

/*
352 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

¡Una hora andando iras ti, que hasta el manto se rió


y nunca saber quién eres! al despedirse.
Sombra, trasgo, labrador, Juan. (Aparte.) Un papel,
mirémonos por su tanda; contra su lealtad Bellido,
que parece que se te anda contra mi quietud Sinón.
la cabeza alrededor. En fin, con tanta atención,
(Búscale'por los hombros la cara.) ¿se te ha, Buñol, escondido
Habla siquiera tantico. la muerte que don Alonso
Detente, que me enloqueces. afirma de mí al Infante?
¡Vive el cielo! que pareces Buñol. Vivas más que un elefante,
remate de villancico. sin agüeros de un responso.
Linda aplicación te di, Algún ardid provechoso
pues tus plantas, nunca quedas, te dió libertad y vida:
hollando las flores, no es bien que agora te pida
cruzando veredas, cuenta de él, porque es forzoso
corriendo y saltando que el sol que se nos desmaya,
de aqui para allí, con la noche traiga al Conde.
enturbian las fuentes, Por esas matas te esconde;
inquietan las ramas, volveré cuando se vaya.
tras por acá, mas tras por aquí; Juan. Dame esa capa y espada;
y las hojas de las retamas (Dásela Buñol con el sombrero.)
parecen estrellas que puesto que mi obediencia
que imitan las llamas, por señor le reverencia,
y cantan al alba y en él temo retratada
su quiquiriquí; la persona de mi Rey,
tras por acá, mas tras por aquí. pues gobierna en su lugar,
Vete, ya que no te he visto, defender y respetar
pues que la puerta te muestro. me mandan honor y ley.
(Aparte.) Esta es treta de maestro. Buñol. Bien pueden compadecerse
Cogido os he, ¡vive Cristo! ,esas dos cosas; mas mira...
(Entrasele á Don Juan por las piernas y Juan. La lealtad templa la ira,
saca el rostro Buñol por entre ellas, y des y el honor sabe valerse
cubre el de su amo.) de su derecho y acción.
¡Don Juan! ¡Señor de mi vida! Yo procuraré cumplir
Yopr
Pues ¿tú con Buñol crüel. Icon u no y otro, ó morir.
en la lealtad lebrel? Buñol . Si lo iestás en su opinión,
Es esta paga debida como afirmas, no ocasiones
i lo que por ti he llorado? que lo estés con certidumbre.
«y ¿Tú escrupuloso conmigo? Juan. No teme amor.
Juan. Téngote por mi enemigo. Buñol. Dios te alumbre
'^- Buñol. Será por verme criado en los riesgos que te pones.
>? de quien debo aborrecer;
pero fineza fué mía
Voile á esperar á la puerta;

i/
\*
servirte de doble espía,
y tal vez de entretener
resoluciones violentas
los biombos de estas ramas,
ya romeros, ya retamas,
te encubran; que, pues despierta
la noche y el sol se duerme,
del Conde descaminado. no puede el Conde tardar.
Juan. Poco sirvió tu cuidado, (Ap.) lMaretas, y yo en el mar!
pues no reprimiste afrentas Un dedo estoy de perderme, (Vase.)
que algún doméstico vil
contra mi honor solicita.
Buñol. Engracia al Conde visita, ESCENA VII
y su interés femenil
me ocasiona á maliciar (Anochece.)
el «plegue á Dios» de la aldea, Sale Engracia.— Don Juan.
con lo de «orégano sea»;
pues tanto salir y entrar, Engrac. (Sin verá Don Juan.)
volviendo á la luz la espalda, Amor, si al Conde has traido,
y oliendo el poste primero, y en prueba de que eres dios,
como gozque forastero le avisaste por los dos
entre perrillos de falda, de imposibles que ha vencido,
darme un mantazo en los ojos su amor queda satisfecho,
y andarse cuchicheando y con no más que una acción
con el Infante, buscando libró á don Juan, de prisión;
rincones, son trampantojos. á su Elena, del estrecho
Anoche estuvo con él, en que está, y yo medro albricias
y no sé lo que la dió, que el pie me saquen del lodo;
ACTO TERCERO 353
luego serán para todo ¡En una hora, en un instante,
provechosas mis malicias. amor y aborrecimiento,
Pero ¡ay cielos! «¿quién se esconde desdén y consentimiento,
aquí? ¿Si acaso me oyó? facilidad y firmeza!
Juan. (Deteniéndola.) No temas, Engracia. ¿Tendrán tanta ligereza
Engrac. ¿No? el ave, la pluma, el viento?
Pues ¿quién sois vos? ¿Qué importó romper razones
Juan. Soy el Conde. por no obligarse á creellas,
Engrac. ¿Conde, y no más? ¿Sin abrazos? si después, para leellas,
No habéis vos dichas oído volvió á juntar sus renglones?
que mi gozo inadvertido ¡Qué de necias presunciones
desperdició; acorto plazos. al honor han despeñado!
Conde, no hay artillería, Leyóle, y como el cuidado
sacre, esmeril, escopeta, no dió crédito al temor,
que en una mujer discreta rasgó honesta el borrador
allanen la batería y, torpe, guardó el traslado.
como un papel sazonado,
que vuela por lo ligero,
mueve por lo lisonjero, ESCENA IX
hechiza por su estudiado El Conde y Don Alonso.— Don Juan, retirado
y por lo amoroso abrasa: de los dos.
poco las palabras valen,
que por donde entran se salen, Conde.
y un papel se queda en casa, En el alma me pesa
que repite la lección, de mi resolución y vuestra priesa.
y sin perdonar al sueño, Mandéos darle la muerte;
patrocinando á su dueño, mas no os creí de modo ejecutivo,
facilita la ocasión. que, presuroso en malograr su suerte,
Más pudo vuestro papel muerto me asombre quien me ofende vivo.
que promesas, amenazas, Vos fuisteis, en efeto,
blanduras, rigores, trazas, más fiel que yo quisiera á mi preceto.
pues mi señora por él Don Alonso.
os llama, os quiere, os admite,
y puesto que no os escriba, Gran señor, el deseo
por ser yo respuesta viva, que tuve de agradaros...
franca la puerta os permite, Conde.
donde, obligándoos galán, Déboos esa fineza, ya lo veo;
en fe de lo que os estima, desempeñarme pienso con honraros
con sus desgracias redima cual merecéis; llegó mi piedad tarde.
la vida de su don Juan. Andad con Dios.
Ya conocéis su recato:
á escuras, Conde, os espera, Don Alonso.
que la luz es bachillera. Milaños Él os guarde. (Vase.)
Entrad solo de aqui á un rato,
y gozad, pues os le ofrece, ESCENA X
de las sombras el sosiego;
que, como el amor es ciego, El Conde y Don Joan, retirado.
las tinieblas apetece. (Vase.)
Conde.
¡Ah, joven malogrado!
ESCENA VIII Mi amor desbaratado,
Don Juan, solo. bárbaro jardinero,
cortó las flores de tu Abril primero.
¡Válgame Dios! ¿Qué he escuchado? ¡Oh, si como el poder las vidas quita,
¿Qué me ha dicho esta mujer? pudiera restaurarlas!
¿Arrojaráseá creer El Cielo para el bien nos le limita,
imposibles mi cuidado? y nos deja el pesar para llorarlas.
¿Tan cerca, honor lastimado, ¡Pluguiera á Dios me hiciera el desengaño
puede en la belleza andar poderoso en el bien como en el daño!
el querer del desdeñar, Diviértase mi pena
del negar el permitir, con la tiniebla oscura
que sea el fin del despedir que, propicia á mi amor, torcer procura
principio del otorgar? el rigor invencible de mi Elena.
j Al Condel ¡Cielo! ¡Al Infante, En busca voy de Engracia;
quien, para vengarse de él, si me promete mi papel su gracia,
mil piezas hizo el papel de puro amante, loco,
que admiró su fe constante! poco premio es mi estado, el reino poco. (Vase.)
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA.—TOMO II 23
354 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

ESCENA XI olvidado de mí, siente


siglos las horas que tarda.
Don Juan, solo. ¡Oh indicios averiguados!
A mi deshonra acude. No imaginé yo creeros;
¡Qué fácilmente darle muerte pude! mas para ser verdaderos
-% bastaba ser desdichados.
\ ¡Qué de ello á mi respeto me he debido!
A mí mesmo me estoy agradecido. No por darme libertad
Vamos, honor, á averiguar quimeras, atropella obligaciones
que aún dudo si las sueño: quien de breves dilaciones
no morirá el Infante, que es mi dueño; se queja á la oscuridad.
yo si, pesares, moriré de veras, Solamente en su firmeza
ya que lo estoy fingido, se conservaba mi vida;
si es verdad que mi esposa me ha ofendido muramos, ésta perdida,
y estima en más mi vida que su fama; ella y yo, pues no hay belleza
•»_4ue no teme el morir quien su honor ama. que ye resista constante.
(Vase.)
Elena. (Ap.) Parece que habla entre sí
no sé quién. ¿Si conseguí
mi esperanza? ¿Es el Infante?
ESCENA XII (Lléganse y Don Juan disimula la P°{.)
(Sala de la casa de campo.) Juan. Soy quien, como acostumbrado
Doña Elena, de luto, con una pistola.
á desprecios y rigores,
incrédulo á los favores
(Está á obscuras ) que amor me ha facilitado,
Elena. Simbolizan los horrores admirando lo que escucho,
de esta negra oscuridad dudo de lo que no veo.
con la viuda soledad Elena. Imitáis á mi deseo,
de mis difuntos amores; que os juro, Conde, que ha mucho
vístanse de mis colores, que trazaba esta ocasión,
pues unos y otros mortales, puesto que el vivir mi esposo
á imitación de mis males, sirvió de estorbo forzoso
iguala una misma suerte que enfrenó su ejecución.
las tinieblas y la muerte, Mas pues ya le goza el cielo,
que á todos nos hace iguales. y vos, por librarme de él,
De las dos valerme entiendo, de puro amante, crüel,
porque, injurias castigando, aseguráis mi recelo,
muera contenta matando, dueño de mi libertad,
__pues ya viviré muriendo. dispondré de ella y de mí.
ETtiescuido está durmiendo; Juan. ¿Luego, ya sabéis que abrí
despierte en mí mi cuidado; puerta á mi felicidad
veréis, dueño malogrado, con su muerte?
gue ni amor sabe temer, Elena. En sus despojos
ni es poderoso el poder, me enseñaron mal vertida
si apura demasiado. la sangre, que el homicida,
poniéndomela á los ojos,
quiso que en exceso tanto
ESCENA XIII mi pesar la costa hiciese,
Salen Don Juan y Buñol.— Dicha. porque por ellos vertiese
la sangre el alma en mí llanto.
BuÑOL. (Hablando aparte con su amo.) Juan. (Aparte.) (Don Alonso fué sin duda
Esta sala es la que habita, quien, sin permisión del Conde,
y aquélla en la que reposa; experimentó hasta adonde
su oscuridad temerosa, llegó su fe, y si se muda
verla te imposibilita. viuda quien ejemplo ha sido
Guiándote voy á tiento, de la virtud desposada.)
que de las veces que entré, Todo esto, Condesa amada,
de memoria el sitio sé: puede un amor atrevido
refrena tu sentimiento, que llevaba mal el veros
por Dios, y hacia aquí te esconde; empleada en desiguales
sabré sí vino el Infante, coyundas, cuando las reales
y avisaréte al instante. (Vase.) recelan el mereceros;
puesto que, amándole tanto,
ESCENA XIV admiro el que os consoléis
Dichos, menos Buñol. tan presto.
Elena. Vos sólo hacéis
Elena. ¡Oh, si ya llegase el Conde! oposición á mi llanto:
Juan. ¡Vive el cielo! que le aguarda, porque es de suerte el deseo
y que su amor impaciente, que me1 llama á esta ocasión,
ACTO TERCERO 355
y tal la satisfacción Mira que el Conde está en casa;
que he de sacar de este empleo. peligros, cuerdo, resuelve.
que, á pesar de mis desvelos, Juan. Ven y alumbra, que si vuelve
estimo el aseguraros mi bien en sí (¡ay suerte escasa!)
tanto, que aun no quiero daros, en albricias de su vida,
llorando, á un difunto celos. gozoso permitiré
Juan. Extremos de tanto amor que el Conde muerte me dé.
no con palabras presumen, Buñol. Borremos esa partida
(Ap) (¡Ah, cielos! que me consumen y en esta cuadra te encierra
las ansias de mi dolor.) donde acostumbra á dormir,
mis dichas satisfacerlos. que esto, señor, de morir,
Dadme de esposa la mano. huele á puf y sabe á tierra.
Elena. (Aparte.) (para vengarme, tirano, (Vanse, llevándose Don Juan, desmaya
no para corresponderos.) da, á Doña Elena.,)
Está la diestra impedida,
que, en efeto, se la di
á don Juan, y le admití ESCENA XVI
por dueño en ella, y no olvida, El Conde y Engracia, con lu$.
aunque difunto, la fe
de su amor, puesto que en vano, Engrac. Hasta aquí, señor Infante,
y estando viuda esta mano, se extiende todo el distrito
no es fineza que la dé; de mi solícita agencia;
estotra sí, que, más cuerda, esotro está á vuestro arbitrio.
excusó esa obligación, Sangre real os ennoblece;
y el lado del corazón ¿quién duda que en el archivo
la autoriza, aunque es la izquierda; de vuestro pecho se esconda
(No se la da.) este piadoso delito?
que hasta en esto me debéis Logradle, y quedaos con Dios.
primores que amor procura. (Vase y deja la lu$ sobre un bufete.)
Juan. (Aparte.)
(¡Ah aleve! ¡Ah ingrata! iAh perjura!)
¿Qué andáis buscando? ¿Qué hacéis? ESCENA XVII
Elena. El pecho la mano os toca El Conde, solo.
recelosa, y con razón,
que no afirma el corazón Hicieron mis desatinos
lo que publica la boca; inútiles mis promesas;
que juzgo en vos muy distante mal la daré á don Juan vivo
el alma de vuestros labios. si le sepulta mi engaño;
Juan. (Ap.) Vengad, honor, mis agravios. pero ya es usado estilo
Elena. (Ap) Muera, honor, el cruel Infante. en imposibles como éste
(Tiéntale con la mano izquierda el pe jurarlos y no cumplirlos.
cho hacia el corazón, y apuntale con la Consiga yo mi esperanza,
derecha la pistola; quiere disparársela,
y üon Juan, sacando la daga, darla con que, si las suyas marchito,
ella; y sale Buñol, con luz.J consolárase con otras,
que el tiempo amansa suspiros.
Guiad vos, amor, mis pasos.
ESCENA XV (Quiere entrar y detiénese viendo sobre
la puerta el retrato de Don Juan.)
Buñol.— Dichos. La imagen de don Juan miro
Buñol. (Saliendo alborotado.) valientemente copiada.
El Conde ha venido ya. ¡Ah, joven inadvertido!
¿Si con don Juan ha" encontrado? Competísteme soberbio,
Elena. ¡Jesús! Difunto adorado! despeñásttte á ti mismo.
¡Feliz muerte en vuestros bra...! ¿Qué esperabas, confiado I
[Cae desmayada en brazos de Don Juan ) en el liviano presidio
Buñol. Bracos pronunciar quería, de una mujer que juzgaste
y el nos del desmayo fiero inexpugnable á los tiros I
quedósele en el tintero. del poder en la pobreza?
Juan. ¡Ay, prenda del alma mía! Resistiránseal principio
¡Qué costosos desengaños ímpetus de honor franceses,
mis sospechas aseguran! que al cabo mueren vencidos.
¡Qué presto eclipsar procuran Vivo te juzga y te agravia,
felicidades mis daños! que, en efeto, siempre ha sido
Si murió, ¿qué es lo que espera la mejor mujer, mujer,
mi necia averiguación? y el más firme vidrio, vidrio.
Buñol. (Ap.) (¿La pistola al corazón? No estorbarás más mi intento.
¡Oh inclemente epistolera!) (Va á entrar y cae el retrato, cubriendo
la puerta.)
356 LA FIRMEZA EN LA HERMOSURA

¡Válgame Dios! Ofendido porque le han encarecido


en estatua, por la honra los deudos de los que agravias,
vuelve el pintado del vivo. apadrinados de amigos,
Ajuntóse con la puerta el estado en que los tienes.
de suerte, ¡extraño prodigio! Conde. No es el primero tu aviso;
que parece consultado las pinturas me lo han dado,
lo que sólo fué fortuito. los difuntos me lo han dicho.
¡Qué valiente es la razón! Cegáronme amor y celos;
¡Qué pusilánime el vicio! del real perdón soy indigno;
¡Qué independiente el imnerio cruel será su piedad,
del tálamo en su dominio! si es en mi muerte remiso.
¿Hay valor que se le atreva? (Al retrato.)
¿Cuál yo el rey fué tan temido ¡Ah, malogrado inocente,
como yo el dueño y esposo? por honrado perseguido,
Mas es blasón más antiguo por buen amante mal muerto!
y debe reconocerse, ¡Qué tarde, cielos, que vino
pues tuvo á Dios por ministro, la piedad tras la venganza,
y el primer progenitor el pesar tras el delito!
1 antes que rey fué marido. Alonso. No tan tarde, gran señor,
Por Dios, que le estoy temblando; que si con él te mitigo,
cobarde su copia miro. no venga á echarse á tus pies
¿Qué hiciera en mí el verdadero seguro, gozoso y vivo.
cuando me asombra el fingido? Fingí su muerte piadoso.
Respetemos su presencia, Conde. ¿Qué dices, Alonso amigo?
(Quitase el sombrero ) Deberéte, si esto es cierto,
deseos inadvertidos, el alma, que fiel te rindo.
porque unesposo, aunqueen sombra,
de veneración es digno.
Estotra puerta está franca, ESCENA XIX
ciego amor, por ella os sigo;
desmientan atrevimientos Doña Eiena y Don Juan, de gala y de las manos.—
lo que malogran hechizos. Doña Josefa, también de gala. — Engracia y Buñol.
(En la puerta del otro lado aparece —Dichos.
Don Juan con la espada desnuda, la punta
al suelo, en cuerpo y sin moverse.) Juan. Las nuestras, ¡oh heroico Infante!
¡Válgame el Cielo piadoso! tendrán desde hoy más alivio
¡Jesús mil veces! ¿Qué he visto? en tu amparo generoso.
O desatina mi idea, Conde. Todas mis venturas cifro
ó mis ciegos descaminos, en estos brazos que os doy.
para alumbrar escarmientos De patrones necesito
despeñándose conmigo, que enojos del Rey aplaquen;
ejecutor de mi muerte en vuestras manos benigno
me ponen al que he ofendido. dejará justos agravios.
¡Allí don Juan retratado! Juan. Verán en ellos cumplidos
¡Aquí, Cielos, don Juan vivo! sus gozos nuestros deseos,
¿Dos esposos en dos puertas que les faltaba el arrimo
y en entrambas dos el mismo? de tal dueño, tal señor,
Hasta los sepulcros se abren, tal príncipe, en quien el siglo
adelantándome avisos; presente venera á un nieto
¡yo, yo, rebelde á los cielos, del Monarca más invicto
buscando mi precipicio! que conoció nuestra España.
(Éntrase Don Juan.) Josefa. Yo, don Juan, que he merecido
No, desengaños piadosos; veros libre de naufragios
no, descompuestos sentidos; crüeles, cuanto prolijos,
no, aduladores deseos; para hacer mayor la fama
no, pensamientos lascivos. de mi amor constante y limpio,
(Llamando á voces) contenta con sus memorias,
¡Condesa, Engracia, criados! no casarme determino,
por que hereden mis estados
mis hermanos y sobrinos.
ESCENA XVIII Y al Conde le doy mil gracias,
Don Alonso y Beltrán.— £/ Conde. pues, venciéndose á sí mismo,
generoso os favorece,
Beltrán. Infante: el Rey ha venido si os persiguió competido.
en secreto y á la posta, Postraréme á los pies reales,
tan indignado contigo, en fe de que en ellos fío
que peligra tu cabeza, clemencias en vuestro abono.
ACtO TERCERO 357
Buñol. Y habremos comedia visio sin curas y sin padrinos,
que no acaba en casamientos. una comedia soltera.
Engrac. ¿Luego no piensas conmigo Engrac. Deseábalo infinito.
celebrarlos? Juan. Senado: el perfecto amor
Buñol. Ni por pienso. no sabe temer peligros;
Engrac. Pues ¿por qué causa, atrevido? ejemplo los dos seamos,
Buñol. Porque pueda rematarse, venturosos, si os servimos.
EL CABALLERO DE GRACIA
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

El Caballero de Gracia. Conrado, caballero. Don Juan.


Ricote, lacayo. Ginés. El Rey Felipe IL
Isabela, dama. Paulo Adorno, caballero. Inés, criada.
Decio, criado. El Cardenal Espinosa. Roberto.
Lamberto, caballero. Don Cristóbal de Moxa. Un Angel.
Julio Cataño. Don Pedro, caballero. Un Capitán.
Esperanza, criada. Fisberto, caballero. Un Criado y Un Paje.
Camilo, caballero. La Princesa Doña Juana. Un Pintor.
Sabina, dama. Don Diego, caballero. Músicos.

JORNADA PRIMERA Caball. Resistí


á mis padres tantos años
el peso del casamiento,
Argel de penas y engaños,
ESCENA PRIMERA sirviéndome de escarmiento
Sale el Caballero de Gracia y Lamberto, su cuñado. sucesos propios y extraños,
que ya en mis amigos veo,
Lambert. Pues á mi cargo has quedado, ya entre mis parientes toco,
tu remedio está á mi cuenta, ya en varias historias leo,
y así quiero darte estado. ¿y quieres volverme loco
Caball. Si tu amor honrarme intenta, violentando mi deseo?
trueca el nombre de cuñado Lambert. Lo que no pudieron ellos
en el de hermano apacible; podrá hoy mi autoridad.
no fuerces mi inclinación, Caball. Nunca enlaza amor dos cuellos
mira que es cosa terrible, por fuerza, ni hay voluntad
sabiendo mi condición, que vaya por los cabellos.
casarme. Lambert. En individuos tributo,
Lambert. Ya es imposible ¿será bien que tú seas menos
deshacerse este concierto. que un roble tosco, que un bruto?
Caball. ¿No ves que ya mi edad pasa Caball. Ya que tú casado estás
de los límites, Lamberto, con Isabela, mi hermana,
que piden bodas? el ser resucitarás
Lambert. Tu casa, de nuestra casa.
como sin hijos han muerto Lambert. ¡Qué vana
tus padres, reduce en ti excusa á mis ruegos das!
mi nobleza y sucesión. No se estima por mujer
Palabra á Jacobo di la línea que ilustra al hombre
de casarte, y nc es razón y da al hijo todo el ser,
no cumplilla. pues del padre toma el nombre
JORNADA PRIMERA 359
quien se quiere ennoblecer. j que empiezas á adorar
Deja de filosofar [o que, por no conocer,
y advierte que me encargó hasta aquí te dió pesar;
que te obligase á casar que esto de amar y comer
tu padre, cuando murió. no está en más que en'comenzar;
Y que á Sabina has de dar, voy á llamar quien te vista
mi hermana, lamano y sí, de vistas, porque has de ir luego.
pues de Ferrara ha venido (Vase.)
sólo á este efecto, ó de aquí Caball. Mejor me fuera el ir ciego .
has de irte. que á tales vistas con vista.
Caball. No es mal partido Cielos: para que resista
el último para mí; tal violencia, dadme fuerza
pues si es el conyugal peso antes que Lamberto tuerza
de los cuerdos tan rehusado mi inclinación y la doble,
y á tantos priva del seso, que no es la voluntad roble
más vale estar desterrado que ha de dar fruto por fuerza.
que no vivir siempre preso. Yo estoy contento, mi Dios,
Mi natural es más quieto, con mi quieta soledad.
pues á la iglesia me inclino; ¡Aqu¡ de Dios! Libertad:
déjame, si eres discreto, ¿por qué no volvéis por vos?
seguir aqueste camino, Mas diréisme que entre dos
más seguro y más perfeto. conserva el amor su estado,
LAMBERT.Sabina es noble y honesta, que la soledad da enfado;
y en fin, mi hermana, que basta; mas sólo da luz Apolo,
á mi gusto está dispuesta; que más vale vivir solo
la mujer ilustre y casta que no mal acompañado.
ni es liviana ni es molesta.
De la tuya soy esposo,
si tú lo eres de la mía, ESCENA II
y á su dote caudaloso Sale Ricote con una fuente, capa y gorra con plu
juntas tu hacienda, sería mas, y aderezo de espada dorada.—El Caballero
un parentesco dichoso de Gkacia.
el nuestro, y no habrá poder
que en Módena nos iguale. Ricote. El novio recoleto
Ésto, Jacobo, ha de ser. á vistas, amor te llama;
Caball. La hacienda, hermano, ¿qué vale gorra con plumas, la fama
en manos de una mujer? te ofrece calza y coleto.
Gózala toda, y no intentes Módena te espera toda
cautivar mi voluntad con la novia en una quinta
con tantos inconvenientes. donde el Abril mayos pinta;
Lambert. Cuando mires su beldad, goza del pan de la boda
sus costumbres excelentes, que. te amasa la belleza
su discreción y valor, de una mujer, que ahora es
aunque un mármol fueses frío, miga toda, aunque después
te has de abrasar en su amor. se te ha de volver corteza.
Jacobo, este es gusto mío, Busca dientes de diamant?,
no provoques mi rigor, porque las mujeres son,
en una quinta te espero, por lo dulce, de turrón;
hoy las vistas han de ser; por lo duro, de Alicante,
imita á la primavera y buen provecho te haga.
en galas, porque es mujer Caball. ¡Ah, Ricote, que haya dado
de buen gusto, y no quisiera en casarme mi cuñado!
que en ti hallase imperfección Ricote. El nombre te satisfaga
que su amor desazonase. y haz lo que manda, no'gruña,
Hábíala con discreción que es cuñado con ventaja,
y finge, aunque no te abrase, y en fe de sello te encaja
que eres de su sol Faetón; su hepmana en lugar de cuña.
no apartes los ojos della, Vístete si has de ir allá.
suspira de cuando en cuando, Caball. Bien sabes tú cuán pesado
tómala la mano bella. tiene de serme este estado.
Si estás con otros hablando, Ricote. Si un yugo por premio da,
hazla entender que, por ella, ya sospecho las molestias
ni en lo que dices estás de una mujer que es verdugo,
ni á propósito respondes, que nunca se pone el yugo
y desta suerte verás si no es para domar bestias.
qué presto en tu pecho escondes Diérante á ti andar de día
el amor que huyendo vas de jubileo en sermón,
36o EL CABALLERO DE GRACIA

no dejar congregación, pues ya te has puesto las galas.


no perdonar obra pía, Caball. ¡Ay plumas, servidme de alas,
disminuyendo procesos, y de una mujer huirél
consultando confesores, Ricote. No me espanto que te pese,
reprehendiendo jugadores, que es carga de ganapán,
pagando deudas á presos, y si Dios se la dió á Adán
y de noche en hospitales, aguardó que se durmiese.
entre humildes ejercicios,
desopilando servicios
y bazucando orinales. ESCENA III
En oyendo el esquilón, Salen Sabina, Isabela y Camilo.
á pesar del lodo y vientos,
acompañar sacramentos, Sabina. ¡Bella quinta!
dar á pobres tu ración. Camilo. ¡Deleitosa!
Volver á casa desnudo En ella la primavera,
y rezando Ave Marías, que en estas bodas espera
cenar dos lechugas frías verte de Jacobo esposa,
y un huevo entre asado y crudo. también hace ostentación
Dormir sobre una tarima, de sus galas al Abril.
poco y mal, y cuando al alba Isabela. Mira en tazas de marfil
hacen los pájaros salva, brindar la murmuración
tener ya rezada prima. destas fuentes á la risa,
Que en este entretenimiento, que cuando á la std provocas
que otros llamarán castigo, por ti se hace todas bocas.
no estimarás en un higo Camilo. Mientras murmura te avisa,
el más rico casamiento. si no es que te reprehende,
Caball. Eso, Ricote, apetezco, del mal pago que á Conrado
y sin ello me hallo mal; con esta mudanza has dado.
mi inclinación natural Sabina. Mi hermano su amor ofende,
es, poco en ello merezco; que á casarme me ha traído
pero, en fin, me dan mujer. y es fuerza el obedecelle
RlCOTE. Casarte y tener paciencia, si por padre he de tenelle.
que no es mala penitencia Sabe Dios que he resistido
si la acostumbras á hacer; su voluntad hasta aquí;
que, en fe de lo que aprovecha, está mi dote á su cuenta.
puedes hacer, si te casas, ¿Qué he de hacer?
cuenta, señor, que te pasas Isabela. Mi esposo intenta,
á religión más estrecha. juntando tu hacienda ansí
Caball Más con eso me molestas. con la de mi hermano, hacer
Ricote Vístete si habemos de ir. de todas cuatro una casa.
Cabai.l. ¿Cómo he de poder sufrir Camilo. Cuando sepa lo que pasa,
tan terrible peso á cuestas? Conrado ha de enloquecer
Ricote. Como quien lleva la cruz de pena y celos.
del matrimonio excelente; Sabina. No hay ya
tú serás el penitente quien de celos pierda el seso.
y yo el cofrade de luz. Camilo. Que te adora te confieso.
Mas mira: si al fin te casas Sabina. La ausencia le curará,
y vivir seguro quieres, que en Ferrara hay medicina
haz cuenta que las mujeres y contrahierba de amor.
son castañas en las brasas. Camilo. Aunque el médico mejor
Regalallas y querellas, es el tiempo, en fin, Sabina,
mas, si en fe de tus amores, si es amor enfermedad,
se te suben á mayores mientras sus términos pasan,
porque no falten mordellas, ¿qué ha de hacer cuando le abrasan
ni tanta mano les des memorias de tu beldad?
que vengan á ser cabeza, Si él supiera que venias
ni muestres tanta aspereza á más que á ver á tu hermano,
que las trates como á pies. y que usurpalle la mano
Si destos extremos dos que suya juzgó querías,
quieres hallar el remedio, á otro Ariosto diera copia
la virtud consiste en medio, para escrebir sus locuras.
que no sin misterio Dios, Sabina. Orlando hacelle procuras,
cuando á la mujer ser da, aunqueen mí es la historia impropia,
en fe desta maravilla que ni Angélica me llamo
la formó de una costilla ni le dejo por un moro,
que en medio del cuerpo está. pues ni es, Jacobo, Medoro,
Y con esto emplúmate, ni con liviandad le amo.
JORNADA PRIMERA 36 I
A vistas vengo, ¿qué quieres? y dirá que es vanidad
Licito es ver. lo que el uso galas llama.
Camilo. Es verdad; Y si en muestras que me aína
mas tenéis la voluntad saca á luz la voluntad,
en los ojos las mujeres. que no será en todos días,
No saldrás libre de aquí; sino la Pascua de Flores,
avisar quiero á Conrado, en vez de decirme amores
aunque si él fuera avisado me rezará Ave Marías.
no se apartara de ti; ¡Buena vida me prometo!
porque es la mujer, en suma, Isabela. ¡Por ser compuesto ha perdido!
como el pájaro liviano, Sabina. Compuesto para marido,
que en abriéndole la mano mejor es para soneto.
vuela, y si deja algo es pluma. Quien no ha sido buen amante
(Vase.) mal buen marido será;
amor, aunque atado está
al matrimonio constante,
ESCENA IV no pierde su inclinación,
Dichos, menos Camilo. antes con él se aquilata.
Sabrosos regalos trata,
Sabina. En fin, Isabela hermosa, las galas su esfera son
¿tengo de ser tu cuñada? con que alivia los enojos
Isabela. Y aunque en el nombre pesada que el enfado solicita,
en las obras amorosa. ya su esposa necesita
Sabina. ¿Jacobo de Gracia es á no apartar dél los ojos.
discreto, cuerdo, apacible? Isabela. De tu condición me espanto.
¿Es riguroso ó terrible, Sabina. Viviré triste en extremo
conversable ó descortés? si por marido le temo
Que habiendo de vivir tanto y le respeto por santo.
con él, justo es que me informe
si es á mi gusto conforme.
Isabela. Mi hermano es, amiga, un santo; ESCENA V
no te pueden dar los cielos
Sale el Caballero de Gracia, muy galán; Ricote
más segura compañía;
Lamberto y Esperanza.— Dichas.
no temas, Sabina mía,
que te desvele con celos; LAMBERT.Por mostraros, mi Sabina,
que, jugándote tu dote, que en todo soy vuestro hermano,
tus joyas empeñe ó venda; un esposo de mi mano
que desperdicie tu hacienda, daros mi amor determina.
que tus deudos alborote, Que si en el vuestro se abrasa
porque no es de aqueste mundo, y os recibe por mujer,
y aunque á su simplicidad vendremos los dos á hacer
dan nombre de necedad, una hacienda y una casa.
cortesanos en quien fundo Estimadle, que yo espero,
todo el caudal en engaños, si el sí y la mano le dais,
en las cosas de importancia que por él no maldigáis
es cuerdo, aunque la ignorancia jamás al casamentero.
hace burla de sus años; Turbada estaréis, ¿quién duda,
é¡, en fin, es importante que, como hoy las vistas son,
para ser de ti querido en la novia es discreción
y mejor para marido, de turbarse y el ser muda?
hermana, que para amante. Si no os ciega beldad tanta
Sabina. Con eso me has enfriado el ser cortés os inclina.
el alma: ¡Jesús mil vecesl (A Jacobo.)
¿Marido santo me ofreces? Hablad,' Jacobo, á Sabina.
Simple, hermana, le has llamado. Caball. Dios, señora, os haga santa.
Si he de creer á la fama Sabina. ¿Por santidades comienza?
ya sé que, subiendo el precio, Ricote. Devota salutación
apacible nombra al necio para entrada de un sermón.
y sencillo al bobo llama. Lambert.EI novio tiene vergüenza,
El será, á lo que imagino, su turbación perdonad;
algún junípero llano, que el más discreto, cuando ama,
mentecato por lo humano, la primer vez que á su dama
devoto por lo divino. ve, dice una necedad.
Que andará desatinado, Ricote. ¿Una? El dirá más de ciento.
y dirá que es por llaneza; Caball. ¿Por necedad juzgáis vos
traerá baja la cabeza, el rogar, hermano, á Dios
el cuello tuerto ó bajado, que le haga santa?
362 EL CABALLERO DE GRACIA
Lambert. El intento Si yo por mujer la tengo,
es bueno, pero no viene ¿por qué sol la he de llamar,
á propósito. ni cómo podré afirmar
Caball. Confuso queá vella perdido vengo,
estoy. si no es porque el tiempo pierdo
Lambert. El amor y el uso de que á Dios he de dar cuenta?
su idioma y estilo tiene. Mentir un noble es afrenta;
Cabali.. Pues ¿qué había de decilla téngame por necio ó cuerdo,
á fuer de los cortesanos? cáusela gusto ó enfado,
Lambert. Bésoos, señora, las manos: mal ó bien conmigo esté,
y luego arrastrar la silla porque yo no mentiré
y preguntar: ¿cómo estáis? por cuanto Dios ha criado.
que es el común abecé. Lambert Anda, hipócrita, que están
Cabali.. Bisoos las manos, ¿por qué? por ti en pie, siéntate allí;
Necedad en mi llamáis lo que te enseño la di;
el decir que la haga santa sé cortesano y galán,
Dios, ¿y en el mundo no veis que ¡vive Dios! si en desprecio
si su mal uso os espanta? de lo que mando que digas
Estornuda un caballero, con amores no la obligas
y los que le corresponden, y te confirma por necio,
bésoos las manos, responden, que si hará, porque es discreta,
en pie, quitado el sombrero. que en Módena no has de estar
Y los que Diosos ayude un hora, ni has de gozar
dicen, ¿no son cortesanos, tu herencia.
en fin, que besan las manos Caball. Poco me inquieta
al otro porque estornude? la codicia de mi hacienda;
Miren qué merced les hace: pero voy por no enojarte.
traen luces cuando anochece, Isabela. Si basta, hermana, a obligarte
y descortés les parece mi amistad, aunque te ofenda
el cuerdo que satisface el poco curso que tiene
con decir que Dios les dé mi hermano en cosa de amores,
buenas noches; solamente házmele muchos favores;
al besamanos consiente enamórale, pues viene
el uso necio, ¿por qué, á domesticarse un bruto
si tú la luz no has criado, con la costumbre suave,
besarte es bien que permitas que, si lo que es amor sabe,
las manos y á Dios le quitas tú verás, Sabina, el fruto
las gracias, que te ha alumbrado? que sacas de ser su esposa,
Lambert. Calla, y la costumbre admite, y la vida que gozamos
que esto se usa en nuestro idioma. si juntas las dos estamos.
Caball. Y será ley de Mahoma, Sabina. Por darte, Isabel hermosa,
que disputas no permite. gusto, y agradar á mi hermano,
Yo no nací para esto; lo que mandas quiero hacer;
sácame, hermano, de aquí, el galán tengo de ser
y cásese otro por mi. esta vez, por lo que gano
Lambert. Jacobo, no seas molesto; de estar en tu compañía.
ya has venido, no es razón, Toma esta silla, señor.
si cortesano te llamas, Rico te. A I bar Ja fuera mejor.
que quedes entre las damas Sabina. Asentaos, por vida mía.
en mala reputación. Caball. No haré cierto, yo estoy bien,
No desdice el ser cortés sentaos, mi señora, vos.
de la virtud que te inclina; (Sacadmedesto, mi Dios.)
siéntate junto á Sabina; Sentaos, Lamberto, aquí.
dile amoroso después Lambert Bien.
la buena suerte y ventura No soy yo el que á vistas vengo,
que se te sigue de vella, aquese es vuestro lugar
que estás perdido por ella, y éste el mío, porque hablar
que al sol vence su hermosura, un poco á mi esposa tengo.
que su discreción te admira. Sabina. Por mi vida, que os sentéis.
Caball. ¿Eso he de decille? Cabai.l. Dos veces habéis jurado.
Lambert. Pues. * ¡Jesús! Yo ya estoy sentado
Caball. Tú debes de ignorar que es á trueco que no juréis. (Siéntase.)
pecado el decir mentira. Y si se hace el casamiento,
Lambert. Eso es encarecimiento quiéroos, señora, avisar
que usa el amor de ordinario. que nunca habéis de jurar,
Caball. Afirmando lo contrario porque es contra el mandamiento
de lo que imagino, miento. segundo.
JORNADA PRIMERA
363
Sahína. ¡Pobre de mí!
¿Esto escucho y no me muero? yo os prometo que no hallo
En muestra de lo que os quiero cosa, señora cuñada,
yo juro cumplillo ansí. que deciros de momento.
Caball. Pues no juréis otra vez. Sabina. Créolo, que amor desnudo
Sabina. ¡Qué necio y qué escrupuloso! (A?.) á los principios es mudo,
Libertad, con tal esposo y el propio efeto en mí siento,
ya desearéis mi viudez. que estoy .muy enamorada,
Esper. señor Jacobo, de vos.
Y él, ¿cómo ha callado tanto? Caball. Más vale estallo de Dios,
Ricote. No sé por dónde empezar
contigo, Esperanza, á hablar. que yo no os importo nada.
Espeb. Sabina. Amaros para marido
Pues qué, ¿da también en santo? no es con intento liviano.
Ricote. No; mas un poeta amigo,
que en la corte de Castilla Dadme, Jacobo, esa mano.
Caball. ¡Jesús! ¿la mano?
es águila y maravilla, Sabina.
hablando una vez conmigo, Encogido
me dijo, viendo el ensayo sois, dadle acá.
de una comedia famosa: Caball. No hay que hablar,
«Ya, hermano, es cansada cosa ó estas son vistas ó no.
que entre (regona y lacayo Sabina. Sólo á veros vengo yo.
siempre empiecen su papel Caball. Pues ver, pero no tocar.
con esto. ¿Y él no habla nada? Sabina. Mal debo de pa receros.
¿Y ella es soltera ó casada? Caball. No me parecéis muy bien.
Porque esto de y ella y él Sabina. Grosero sois.
Caball. Hago bien.
era sagrado y chorrillo
de toda plebeya masa, Sabina. Criado entre caballeros
y ya en la corte no pasa poco su trato se os luce.
_. . ,,. , (Leyántanse.)
lacayo con estribillo, ¡Quitaos alia, descortés!
y temo, si así le trato Si con vos el interés
y allá me ven algún día, que toda Italia produce
la grita y silbatería.» me dieran, no os estimara
Esper. Líbrenos Dios de un silbato. para calzarme el chapín.
Lambert. ¡Que se haya un hombre criado Tosco. ¡Miren á qué fin
en mitad de Italia, que es me trajeron de Ferrara!
madre del trato cortés, Cuando á vuestro cargo esté,
y que liciones ha dado Lamberto, el darme marido,
a mil bárbaras naciones porque vuestra hermana he sido
que su Imperio han adquirido, (que desde hoy no lo seré),
y en más estima han tenido haced de mí más caudal
que sus ricas posesiones que el que aquí os he visto hacer;
la urbanidad y crianza el matrimonio ha de ser
que de su trato sacaron en los consortes igual
y á sus patrias trasladaron cuando no se menosprecia,
con que el serde hombres se alcanza, y quien á un necio me da
y que este bruto, Isabela, por marido, claro está
criado en la policía que me ha tenido por necia;
de vuestra casa y caricia, y eso en mí es injuria al doble,
y en Módena, que es escuela sabiendo quién es Sabina.
del estilo y discreción, Buscad, Lamberto, una encina
hablar con una mujer con quien casar este roble,
no sepa! y hacelde antes desbastar,
Isabela. Si es menester que se está con su corteza
trato y comunicación y no podrá la riqueza
para cualquier arte y ciencia, sobre ella un tronco dorar.
y aunque en el siglo ha vivido Que, puesto que vine en vano,
Jacobo, nunca ha tenido casarme á mi gusto espero,
de sus cosas experiencia. pues para casamentero
La cortedad no os espante; tenéis tan pesada mano. (Vase.)
tratadle en cosas de Dios,
y veréis que quedáis vos
torpe con él y ignorante. ESCENA VI
Cásese él, que esos extremos
el tiempo los vencerá. Dichos, menos Sabina.
Lambert. Hablando con él está, Isabela. Enojada, y con razón,
lo que le dice escuchemos. va Sabina, hermana mía.
Sabina. En fin, ¿no me decís nada? ¡Qué necio es el que porfía
Caball. Nada os digo, pues que callo; forzar una inclinación! (Vase.)
3fj4 EL CABALLERO DE GRACIA

ESCENA VII del riguroso verdugo,


del naufragio el marinero,
Dichos, menos Isakki.a. del lobo el manso cordero,
la libre cerviz del yugo,
Lambert.S! hallara capacidad del pirata el mercader,
en ti para reprehenderte, y aun mayor mi dicha ha sido
castigárate de suerte pues que librarme he podido,
que de tu rusticidad Ricote, de una mujer.
quedaras arrepentido; ¡Oh, qué peso me han quitado
pero no lo sentirás, de encima del corazón!
porque tan bozal estás RlCOTE. Dicen que en cierta nación
que te falta hasta el sentido. era por rey adorado
Pero á las obras remito aquel que á cuestas tenía
lo que excuso de razones, la cosa de mayor peso,
si másen Módena pones saliendo con el suceso
los pies, si deste distrito quien más tiempo le sufría.
no te vas, ¡viven los cielos! Una vez se convocó
que como loco he de hacer al pueblo á elegir cabeza,
que te salgan ácorrer y hubo quien tal fortaleza
los muchachos: pagarélos entrelos demás mostró,
para que en calles y plazas que un enano, entero tuvo
te persigan: comunica día y medio, sin que hubiese
rústicos, en quien si aplica quien competir se atreviese
el vil natural que abrazas. con él; y al tiempo que estuvo
Por la caperuza trueca casi el reino en su poder
las plumas, galas del noble; y el pueblo le engrandecía,
v, hiere con el hacha el roble, salió otro que traía
derriba su leña seca, á cuestas á su mujer,
y vendiéndola, sustenta y la gente convocada
tu bárbara vida ansí, én su favor sentenció,
porque, si vuelves aquí que con la mujer no halló
en tu daño y en mi afrenta, otra cosa más pesada.
yo vengaré el menosprecio Mas si toca Dios de un hueso,
que hoy con mi hermana has tenido ¿dónde piensas ir?
con el castigo debido Cabai l. No sé.
que se suele dar á un necio. (Vase.) RíCOTE. Con capa y gorra y á pie,
¿qué dirán de nuestro seso?
Si tomas mi parecer,
vuélvete, señor, á casa,
ESCENA VIII que todo enojo se pasa.
Caball. Casa que huele á mujer
Dichos, menos Lamberto.
no me la mientes, Ricote.
Esperan. Ricote, adiós. Ricote. Casarte han querido en ella,
Ricote. Esperanza: mas dan dineros con ella,
¿es amarme el irte ansí? que no hay esposa sin dote.
Esperan. Ya no la tengas de mí, Sólo á quien casar se atreve
pues por aquí va la danza; dineros y hacienda dan,
participas de tu amo que es pagar al ganapán
la poca dicha, perdona: la carga, por que la lleve.
la maza va con la mona, Caball. Deudos en Bolonia tengo,
necio es el necio y el amo. á estudiar y á conoccllos
Mientras con él estuvieres iré.
necias serán tus demandas Ricote. ¿Deudos? ¡Fuego en ellos!
que, en fin, dime con quién andas. Mal los conoces; no vengo
Ricote. Vaya. en eso, aunque seguir quiero
Esperar Y diréte quién eres. (Vase-) tu buena ó mala fortuna.
Caball, Este traje me importuna.
Ricote. Una capa y un sombrero
tengo allí, con ella irás
ESCENA IX mejor, si hemos de ir á pie;
ven por ella.
¿/Caballero yRicote. Caball. ¡Que hoy librél
Voluntad, ya os tengo en más;
Ricote. ¡Buenos habemos quedadol que, aunque en tan terrible trance
¿Qué habemos de hacer, señor? me habéis costado mi hacienda,
Caball. Libróse del cazador bien podré, preciosa prenda,
el pájaro, el sentenciado decir que os compré de lance.
JORNADA PRIMERA 365
ESCENA X sepa del mundo, que harto de Dios sabe.
No me ha de entrar en casa en todo este año.
Salen Lamberto, Conrado, Isabela y Sabina.
Conrado.
Lamberto. Pues sabed que acusaros he venido
Yo solo en vuestros celos soy culpado; de un huésped que os tendréis, si no me engaño,
como Jacobo corre por mi cuenta, de no poco valor: hoy ha partido
su hacienda trajo, y siendo su cuñado, veinte millas de aquí Ju'io Cataño,
por mi industria y gobierno se acrecienta, estimado en Italia y conocido
parecióme, poniéndole en estado en Roma por sus letras, sangre y celo;
y dándole á Sabina, que su renta su tío es Cardenal de.San Marcelo:
junta á la mía, la aumentara doble, Juan Cataño.
y una casa fundara rica y noble.
Lamberto.
Ni Jacobo ha tenido entendimiento
para estimar la dicha deste día, Este es en quien ha puesto
ni yo noticia del honesto intento la silla de San Pedro su esperanza.
aue os ha obligado á honrar la sangre mía. Si muere Sixto quinto es manifiesto
Mi hermana, con el mismo pensamiento, que le ha de suceder.
a mis consejos resistencia hacía, Conrado.
y aunque su honestidad cuerda callaba, En su privanza
sus ojos me decían que os amaba. presumo entrar, porque ha vacado un puesto
Yo alabo su elección, y que os escoja que, si mi dicha y el favor le alcanza
por dueño suyo, sosegaos con esto. y con Sabina desposado quedo,
Conrado. enriquecer vuestros parientes puedo.
Fáltale el secretario, y como supe
Si por esto amor, por ser niño, se enoja, que á Roma se partía, convidalle
también, Lamberto, se apacigua presto.
con esta quinta quise.
Sacóme de Ferrara la congoja
furiosa de los celos que me han puesto Lamberto.
en términos de hacer un desatino; Desocupe
mas tras la tempestad el iris vino. su espacio nuestro amor para hospedalle.
Yo os perdono mi agravio. Conrado.
Sabina. Primero que otro aquesta plaza ocupe,
Y yo os adoro si os parece, Lamberto, pienso hablalle
con más estima agora que primero, esta noche.
que poco precia, mi Conrado, el oro Lamberto.
quien no conoce el hierro y el acero. Haréis bien, que la tardanza,
Quien nunca empobreció no ama el tesoro, como el provecho vuela, no le alcanza.
á más ejemplos aplicarme quiero, ¿Vas, Isabela, á prevenir la cena?
que si los ojos hoy en otro he puesto, Isabela.
más claro sale el sol junto á su opuesto.
Pavos hay y capones.
Conrado. Lamberto.
En fin, ¿Jacobo me hizo competencia? Esta sala
Isabela. cuelguen de telas, que es capaz y buena.
Pluguiera á Dios que fuera para tanto. Conrado.
En esta quinta no hay ninguna mala.
Conrado.
Yo á lo menos envidio su inocencia. Lamberto.
Maten vitelas.
Lamberto.
Conrado.
Que es un bruto.
En la casa llena
Conrado. fácilmente se sirve y se regala
Mejor diréis un santo (i), á un Príncipe, aunque venga de repente.
¿'^ue es dél?
Lamberto.
Lamberto.
Camas ahí prevenid para la gente.
¿Había de venir en mi presencia? (Vase Isabel».)
De Módena le eché.
Conrado. ESCENA XI
De vos me espanto. Sale Ricote, después un Criado . — Dichos, menos
Lamberto. Isabela.
Hágase hombre, si en su esfera cabe;
Ricote.
Lamberto, caballeros, dad ayuda
(i) Iin el original dice «con esto*. á Jacobo de Gracia, que, salteado
366 EL CABALLERO DE GRACIA

de bandoleros, morirá sin duda, Caballero.


no siendo de vosotros ayudado;
su bárbara codicia le desnuda Harto ha sido
y á un roble tosco de ese monte atado dejarme vivo; ser piedad confieso.
los dineros le piden que no tiene; Ricote.
huyendo mi temor la muerte viene. ¿Piedad cuando te quitan el vestido?
¿Qué aguardáis? Cerca está, si tardáis tanto,
dadle por muerto. Vamos, caballeros. Caballero.
Lamberto. ¿Qué quieres? ¿no ves tú que viven deso?
O es hipócrita Jacobo ó es santo. Ricote.
Si es santo, ¿de qué teme bandoleros? Discúlpalos también.
Dios volverá por él, causando espanto
á ese escuadrón de salteadores fieros; Caballero.
si es hipócrita, pague con la vida Agradecido
lo que merece su virtud fingida. á quien le libra debe ser el preso.
Criado. Ricote.
Monseñor está en casa. Donosa flema; no has de ser tan bue:io
que te dejes echar la silla y freno.
Lamberto.
Pues salgamos Caballero.
á recebille. Dame esa capa, cúbreme y avisa
Ricote. á mi hermana, si puedes, en secreto
de mi desgracia.
Que obligar no puede
vuestra crueldad. Ricote.
Conrado. Si está en camisa
Lamberto, mala noche te prometo.
A socorrelle vamos.
Caballero.
Lamberto.
Haz tú que no lo sepa y vuelve aprisa,
Dios le socorrerá, no tengáis miedo.
mientras aquí me escondo.
Sabina. Ricote.
Más razón es que á Julio recibamos. Eres discreto,
Lamberto. que en viéndote Sabina repudiada,
Ojalá le matasen, pues heredo fiestas les ha de hacer tu encamisada. (Vase.)
por mi mujer su hacienda.
Ricote. ESCENA Xlll
Al fin, cuñado.
Salen Julio del cobe-rtizo del camino, Lamberto
Sabina.
y Conrado, y velos.
De su desprecio el cielo me ha vengado.
{Vanse,sino es Ricote.) Julio.
Ricote. Bien sabéis obligar, señor Lamberto;
Miren qué hay que esperar de aquesta gente. al hospedaje quedo agradecido.
¡Maldiga Dios quien en cuñados fia, Lamberto.
viles madrastras cree, suegras consiente:
que estos tres hacen una cofradía! No ha un hora, Monseñor, que estaba incierto
desta dicha, que hubiera prevenido
con la casa que ofrece este desierto,
ESCENA XII y regalos de Módena, el debido
hospicio que se os debe y era justo.
Sale Ei. Caballero de Gracia, desnudo— Ricote.
Julio.
Caballero. Lo que no se previene da más gusto.
Ricote: ¿estás ah¡? lAgradable jardín! Yo no he rezado
Ricote. algunas horas; mientras se adereza
la cena quiero echar este cuidado
Señor.
aparte.
Caballero.
Lambkrto.
Detente
¿No le habláis?
y no des voces, que excusar querría
las injurias y enojo de Lamberto, Conrado.
que, si me ve cual vengo, será cierto. ¿Cómo, si reza?
Ricote. Julio.
Qué, en fin, ¿te desnudaron? Déjenme solo.
JORNADA PRIMERA 367
CplADO. y unos pocos de dineros,
Todo está aprestado. me dejaron con la vida.
Volvíme aquí despojado,
Conrado. y entretanto que un criado
¿Adónde ha de dormir? envío para que pida
otro vestido á mi hermana,
Lamberto. aquí me quise ocultar
En esta pieza. de Lamberto y excusar
Conrado. de su cólera inhumana
Si me acomoda Julio con su tio el enojo y la pasión.
y sale Papa, enriquecer confío. (Vanse.) Salió Vuestra Señoría,
y cuando rezar quería,
llevóme mi inclinación
ESCENA XIV tras sí, y aunque sea verdad,
que no es fuerte esta disculpa,
Juno empieza á rezar santiguándose, y responde perdóneme, que no hay culpa
el Caballero de Gracia desde donde está escon donde falta voluntad.
dido. Julio. Yo os la he cobrado notable.
Julio. iQué apacible sencillez!
No hagáis temor que esta vez
Deus in adjutorium meum intende. Lamberto enojado os hable;
Caballero. remediar esta desgracia
Domine ad adjuvandum me festina. quiero.
Julio. Caball. Del cielo tengáis
¿Quién respondió? ¿qué es esto? el premio.
Julio. ¿Cómo os llamáis?
Caballero. Caball. Señor: Jacobo de Gracia.
¿Qué pretende, Julio. ¿Noble sois?
Cielos, mi natural que á esto me inclina? Caball. Bueno quisiera
Sin querer respondí; mas, si se ofende saber ser, que es de estimarse,
y hacerme dar castigo determina, que sólo el saber salvarse
viéndome asi, ¿con qué disculpa intento es nobleza verdadera.
disminuir mi necio atrevimiento? Julio. . Tal sea mi vida. ¿Habéis
Julio. ¿Quién es el que está escondido estudiado?
tras esta murta? Caball. Señor, sí;
Caball. ¿En qué dudo? artes en Bolonia oí.
Un hombre, señor, desnudo Julio. Bueno, y ¿qué pluma tenéis?
del ingenio y del vestido. Caball. Razonable, aunque alabada
No mirando lo que hac¡2, de algunos que bien me quieren,
cuando comenzó á rezar que siempre amigos prefieren
respondí, sin reparar lo que vale poco ó nada.
que era Vuestra Señoría Julio. Huélgome de saber eso.
el que estaba aquí, llevado ¿Gustaréis de estar conmigo?
de un natural, que me obliga Caball. Yo, Monseñor, soy amigo
que cosas devotas siga. de hablar verdades; confieso
Julio. ¿Cómo estáis ansí? lo bien que me puede estar
Caball. Un cuñado, el serviros y estimaros;
que sabe mirar mejor pero no sabré adularos,
por mi bien que yo estimalle, porque, ni sé lisonjear,
es causa que deste talle ni dejaré reprehender
me esconda de su rigor. lo que mal me pareciere
Julio. ¿Quién es ése? por cuanto tesoro adquiere
Caball. Es Lamberto. todo el humano poder.
Julio. ¿Y él os hizo desnudar? Querránme mal los criados, ,
Caball. Quísome, señor, casar, que mi buen ánimo ignoran,
que es peor; soy poco experto porque en Palacio desdoran
en materia de querer, á quien no dora pecados,
trájome á vistas aquí, y quien vicios no consiente
no se contentó de mí mal con señores lo pasa.
la buena de la mujer; Julio. Este servicio á mi casa
riñó Lamberto conmigo, le faltaba solamente,
de casa me desterró y vos le habéis de ocupar.
y el cielo, que conoció Reprehéndeme á mí el primero,
cuán digno soy de castigo, que eso busco y eso quiero:
me entregó á unos bandoleros, un hombre deseo hallar
á quien quedo agradecido, que las verdades me diga.
pues, quitándome el vestido jHolal
368 EL CABALLERO DE GRACIA

ESCENA XV no poco désta obligado,


Sale Dkcio.— Dichos. , como tengáis en su corte
los dos pleito ó pretensión
Decio. Monseñor. y en ella. mi intercesión
Julio. Vestid alguna cosa os importe,
este hombre; un baúl abrid. contento haré la jornada,
Escuchad. y si no, saldré corrido
Caball. ¡Que me persiga cual huésped que no ha tenido
la inquietud desta manera! con qué pagar la posada.
Libréme de ser casado Conrad. Buena ocasión se me ofrece,
y del palacio el cuidado, que le habléis por mí me importa.
agora, cielos, me altera. Lambert. Aunque siendo ésta tan corta
¿Qué he de hacer si Dios lo quiere? tanta merced no merece,
El me tenga de su mano. quien pretende de ordinario
(Háblate al oído.) no pierde tiempo ó favor.
Julio. Un vestido de mi hermano Conrado sabe, señor,
le dad, y cuando estuviere que buscáis un secretario,
en el traje que es decente, y porque para este oficio
me avisaréis. sé lo que es bien que presuma
Caball. ¿En efeto de su ingenio y de su pluma,
he de servir? estando en vuestro servicio
Julio. En secreto quedaremos él y yo
le tendréis, que es conveniente obligados; determina
por agora. ser de mi hermana Sabina
Decio. Harélo ansi. esposo, y no se atrevió,
Julio. Idos con ese criado, si no es por mí, á suplicaros
secretario. que esta merced nos hagáis.
Caball. Buen cuidado Julio. Tarde, Conrado, llegáis;
llevo; ¿secretario á mí? no puedo en eso ocuparos,
¿Qué pretendéis, vanidades? pero mejoraros sí
Julio. Andad, que si sois discreto, con dueño más principal.
yo os confiaré mi secreto, De mi tío el Cardenal
y vos me diréis verdades. -(Vanse.) de San Marcelo entendí
que desea acrecentar
ESCENA XVI su casa; ya sabéis que es
en nobleza ginovés
Sale Isabela.— Julio. y en opinión singular,
y que le han pronosticado
Isabela. Bien puede vueseñoría que á Sixto ha de suceder;
cenar, si ha rezado ya. pues le voy agora á ver,
Julio. Quien en vuestra casa está, yo haré de suerte, Conrado,
señora, excusar podía que su secretario os haga,
el camino, que ya siento, y á Lamberto camarero,
pues, según me han regalado, que así el hospedaje quiero
por no ir mal enseñado,
en ella quedarme intento. satisfacer.
Lambert. Si ansí paga,
Monseñor, vueseñoría
ESCENA XVII de dos horas el hospicio,
Salen Conrado y Lamberto. — Dichos. ¿qué espera el que en su servicio
su aumento y vida confía?
Isabela. Pluguiera á Dios, monseñor, Julio. Al secretario llamad,
que, como lo encarecéis, Decio.
os sirviéramos. Decio. Voy señor por él. (Vase.)
Conhad. ¿Queréis Julio. Negociad los dos con él
que, por no darle favor, y una memoria le dad
muera Jacobo en desprecio para que me acuerde en Roma
de quien sois? lo que los dos pretendéis,
Lambert. Impertinente que presto lo alcanzaréis
estáis; ¿quién hay tan valiente si él á su cargo lo toma.
que pueda matar á un necio?
Julio. ¿Es hora ya de cenar?
Lambert. Presto lo poco se guisa. ESCENA XVIII
Julio. La jornada me da prisa; Sale Ricote; después el Caballero de Gracia con
yo suelo siempre pagar otro vestido.
la posada adelantado,
v asi quisiera hacello hoy. Ricote. Tras mi desnudo escondido
A Roma, cual sabéis, voy, ando, y se ha desparecido.
JORNADA SEGUNDA 36g
Mas ¿Monseñor está aquí? Lambert. De puro corrido...
Caball. ¿Qué manda vueseñoria? Caball. Callad, no hagáis deso cuenta.
Lambert. ¿Qué es lo que vemos, Conrado? Dichosa fué mi desgracia;
Conrado. Jacobo es, vuestro cuñado. gracias á Dios puedo dar.
Lambert. ¡Mi cuñado! Ricote. Y desde hoy te has de llamar
Conrado. No desvaría el Caballero de Gracia.
la vista que en él me pinta
su imagen.
Lambert. Bueno por Dios:
locos estamos los dos.
No ha un hora que de la quinta JORNADA SEGUNDA
le ech,é, y avísannos luego
que le roban salteadores,
¿y había de ser él?
Conrado. Favores ESCENA PRIMERA
son de su virtud, no niego
Sale Don Cristóbal de Moka, del hábito de Cristo,
lo que decís; mas tampoco
el Caballero de Gracia y otros.
lo que veo oso negar.
Ricote. Mi amo es éste á pesar Cristób. Las cartas que de favor
de bellacos, ó estoy loco. la Princesa ha recibido »
Julio. Jacobo de Gracia: ved del Cardenal, Monseñor,
lo que Lamberto y Conrado las ha Su Alteza leído
os dicen. con muchas muestras de amor;
Conrado. ¿Veislo? y las reliquias que aplica
Lambert. Encantado para el monasterio real
estoy. que á las Descalzas fabrica
Julio. Y cuenta tened agradece al Cardenal,
de avisármelo después. y por ellas significa
Lambert. ¿Qué es esto? ¡fortuna escasa! el favor que desea hacer
Julio. Aunque mal, tendrá en su casa á vuesa merced.
el Cardenal á quien es Caball. En eso
en la suya tan avaro, muestra la Princesa ser
que á vos della echaros pudo, hija de quien tuvo en peso
y cuando volvéis desnudo la Iglesia, que iba á caer
no le osáis pedir amparo. p.ir la imriedad luterana
Los dos vuestra pretensión que enfrenó en tiempo sucinto
le referid, si os agrada, contra la furia alemana.
porque no saldréis con nada Cristób. Heredó de Carlos quinio
si no es por su intercesión, la Princesa doña Juana
que me he inclinado á querelle, su cristiandad y valor,
al paso que vos, Lamberto, y de Felipe segundo,
le aborrecéis, y estad cierto su hermano y nuestro señor,
oue en agradalle y creelle el celo con que en el mundo
consiste el favor y gracia es de la Fe defensor.
que buscáis, y no la espere Hame mandado Su Alteza
en mí á quien no se la hiciere que por extenso me infirme
el Caballero de Gracia. (Vase.) de su persona y nobleza,
porque con ella conforme
cuerdamente la largueza
ESCENA XIX con que merced le ha de hacer
Dicrios, menos Julio. mientras en Madrid asista.
Cabatl. Aunque es arrogancia el ser
Caball. No estéis, hermano y señor, de sí mismo coronista,
de verme, triste y confuso. fuerza es el obedecer.
Dios estas cosas dispuso, Módena, ciudad ilustre
tercero y intercesor. estimada en Lombardia
Con Monseñor diligente por una de las mejores
prometo ser, sin venderos que honran aquella provincia
embelecos por dineros, desde inmemorables tiempos
mohatras del pretendiente; dió solar y casa antigua
pues, contra las vanidades al apellido de Gracia,
con que la mentira vive, blasón de nuestra familia.
hoy Monseñor me recibe Cuento noblezas del mundo
para decir las verdades, por dar á vueseñjiía
y porque á cenar se asienta, verdadera relación,
los brazos, hermano, os pido. puesto que de más estima
Vamos. es la virtud que la sangre.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II
370 EL CABALLERO DE GRACIA
Cristób. Una y otra califican, una noche se conciertan
y cuando las dos se hermanan de esconder tras las cortinas .
el valor inmortalizan. de mi cama una mujer
Caball. Dióme á Jacobo de Gracia de las que en Roma hay perdidas.
por padre el Cielo y mi dicha, Mizo esta hazaña el dinero;
de aquella ciudad espejo, meten la engañosa espía,
y por madre á Margarita, acuéstome descuidado
noble y célebre matrona, y al Cardenal luego avisan,
apacible, recogida, que, incrédulo de tal cosa,
ni en el gobierno severa, entra en mi aposento, y mira
ni en el castigo remisa. aquel caballo troyano,
En fin, casi con las partes vil preñez de su malicia.
que en la mujer fuerte pinta Llueven luego acusáciones
Salomón en sus Proverbios, sobre mí, mofas y risas,
si es desta hipérbole digna. el torpe honesto me llaman,
Dióme también una hermana de hipócrita me bautizan;
á su virtud parecida, pero, sin precipitarse
de su v:ilor heredera el Cardenal, examina
y, en fin, de tal madre hija. en mi rostro la inocencia,
Casáronla con Lamberto, donde es la vergüenza firma.
en quien su ascendencia cifra Llama á la mujer aparte,
el valor que dió á su casa amenázala que diga
sangre generosa y limpia. la verdad, y sobre el potro
Quisieron hacer lo propio del temor, en fin, publica
conmigo, mas no se inclina los cómplices de mi agravio,
mi natural á este estado; los ardides de la envidia,
otro más noble me obliga, la fuerza de la verdad
y después de mil trabajos y el poder de la justicia.
que ocasionaron mis dichas Los demás, avergonzados,
y ampararon mi inocencia, su insulto, mudos, confirman,
el ánimo noble inclina que la turbación es juez
y piedad de Monseñor que se condena á sí misma.
Julio Cataño, que iba Indignóse Monseñor,
á Roma á instancia del Papa, y á que dé cuentas obliga
que en su casa me reciba. á Lamberto de su hacienda
Hízome su Secretario, y que á los demás despida.
y al cabo de algunos días Mas salió dellas tan mal,
en que mereció alcanzar que en solas cuatro partidas
un capelo y una mitra, en cuarenta mil ducados
dió el cargo de Mayordomo le alcanza y le necesita
de su casa y su familia á vender toda su hacienda,
á Lamberto, mi cuñado; y no alcanzando estas ditas,
pienso que á intercesión mía. preso, y tarde arrepentido,
Cree! en crédito y amor, favores vanos mendiga.
y al mismo paso la envidia Yo, que de aquel testimonio
creció en los interesados; libré, gracias infinitas
pero sin ella ¿quién priva? di al cielo, busco terceros
Verdad es que ocasionó que por mí al Cardenal pidan
mi condición enemiga dé licencia á mi quietud,
de callar faltas ajenas, en el palacio oprimida,
siendo tan grandes las mías, para que, libre con ella,
su enojo, porque, avisando seguro de enredos viva.
al Cardenal lo que vía Tanto pudieron los ruegos,
digno en casa de remedio, mis lágrimas y porfía,
fui causa de algunas riñas. que, su voluntad forzando,
En fin: por esto ó por todo, me vino á decir un día:
con mi cuñado conspiran «No quiero, Jacobo, creer
mis domésticos contrarios; que ingratitud os obliga
mas no me desautorizan á que por vos mi afición
con Monseñor, pues, discreto, no sea bien correspondida.
testimonios averigua, Sé vuestro natural quieto,
que á la verdad hermosean lo que en palacio peligra
afeites de la mentira. la virtud siendo envidiada,
Afrentados, pues, de ver y aunque por mí conocida
que sus intenciones sirvan contra todos os defiendo,
de escala, por donde suba soy hombre, y tal vez podrían
mi privanza más arriba, verisímiles engaños
JORNADA SEGUNDA 37i
acreditar sus mentiras. y con su celo cristiano
Muchos contrarios tenéis, la fiesta nuestra autorice
y para que no os persigan, y aumente su devoción.
es bien que salgáis de Roma. Diego. Será la consagración
A la Infanta de Castilla, con su presencia felice.
Princesa de Portugal, PftINCEs. Ya mis Descalzas desean
el Cardenal mi tío envía que se pase el Sacramento
para el Monasterio ilustre á su Iglesia, y así intento
y el Hospital que edifica que este mes cumplido vean
en Madrid, entre otras cosas, su esperanza religiosa,
una caja de reliquias, porque con su esposo estén,
que son, de su devoción, y á las reliquias también
las prendas de más estima. que con mano generosa
Partid con este presente, me ha enviado el Cardenal
veréis la mejor provincia de San Marcelo, deseo
de Europa, donde la Iglesia hacer un rico trofeo
da á la fe segura silla; luego que del Escurial
donde las ciencias florecen, venga mi señor el Rey;
donde la nobleza habita, con ellas le haré un convite,
donde el valor tiene escuela que sé el gusto con que admite
y donde el mundo se cifra. las joyas de nuestra ley.
Si os queréis quedar en ella CRISTÓb. Aquí, gran señora, está
(que á todos su corte hechiza), quien las trujo desde Roma,
llevando en vuestro favor y quien á su cargo toma
cartas de mi tío y mías, su aumento, la servirá
Su Alteza os hará merced, con satisfación debida,
y si en su reino os prohija, que su virtud y nobleza
yo os impetraré del Papa merecen que Vuestra Alteza
alguna prebenda rica.» le haga merced tan cumplida.
Vi el cielo abierto con esto, Princes. Yo tengo deso cuidado,
dile las gracias debidas, pues sois hombre de valor.
deseaba ver á España, El Rey, mi hermano y señor,
dispuse, en fin, mi partida. ocho encomiendas me ha dado
Llegué á esta corte famosa, de Cristus en Portugal,
di las cartas y reliquias por que á mi disposición
á la señora Princesa, las dé á sujetos que son
recibiólas de rodillas, de sangre noble y leal.
y á don Cristóbal de Mora Como aquí vivir queráis
me manda acudir, que es dicha y á vuestra patria olvidéis,
no pequeña el enviarme, una dellas gozaréis
señor, á vueseñoría, si en Portugal os prohijáis.
cuya fama y cristiandad ¿Qué decís?
hasta nuestra Italia admira, Caball. Que el interés
y en cuyo favor espero de servir á Vuestra Alteza
el buen fin de mi venida. tengo por naturaleza.
Cristób. Yo, señor Jacobo, estoy Princes. Procurad prohijaros, pues,
contento con la noticia y á don Cristóbal de Mora
que de sus cosas me ha dado, por la encomienda acudid
y hago dellas justa estima. cuando volváis á Madrid.
Informaré á la Princesa, Caball. Inmortaliza, señora,
haciendo de parte mía la fama tal cristiandad.
lo que pudiese en su aumento; Cristób. Ya somos de una nación;
mas espere, que ella misma yo haré que la prohijación
sale de palacio. le den con facilidad.
Caball. Irá Acuda á verme después. (Vanse.)
á las Descalzas á misa. Cabai.l. Beso á Vuesa Señoría
Cristób. Y á ver á la Emperatriz, las manos. ¡Qué cortesía!
su hermana, doña María. Mas basta ser portugués.

ESCENA II ESCENA III


Sale la Princesa de viuda, Don Diego y acompaña- Sale Ricote.— El Caballero de Gracia.
miento.— Dichos.
Ricote. ¡Oh madre de gente extraña,
Princks. Al Rey, mi señor hermano, madre, punto y excelencia
he enviado á convidar de la real circunferencia
para que me venga á honrar con que te corona España!
372 EL CABALLERO DE GRACIA

Goce tu apacible puesto están. Babel español:


mi amo toda su vida, tus vinos son mis anzuelos. (Vanse)
sin que de ti se despida
jamás.
Caball. Ricote: ¿qué es esto? ESCENA IV
RlCOTE. ¡Oh, señor! enamorado Salen Paulo Ae/Orno, ginovés, y Sabina.
de Madrid, de gustos mar,
gracias la empezaba á dar Sabina. Paulo Adorno, sed cortés
por los amigos que he hallado. y advertid qne estoy casada.
Caball. ¡Amigos tan presto! Paulo. No repara amor en nada.
Ricote. Es villa Sabina Mirad que sois ginovés
que á todos hace merced; y os corre la obligación
los amigos que mi sed con que aquella Señoría
ha hallado son la Membrilla, estima la cortesía
la siempre enlutada y llana que ennoblece á su nación.
que salta sin dar enojos Paulo. Mirad vos que tengo preso
desde la taza á los ojos. á Lamberto, vuestro hermano,
Esquivias la toledana y que está sólo en mi mano
que con ósculos de paz acriminarle el proceso
se entra al alma por la boca, que á instancia del Cardenal
Burguillos que brinda á toca Monseñor Julio Cataño
y los Molodios de Orgaz le puede hacer mucho daño,
que se oponen á Ajofrín, pues, siendo poco leal
y contra injurias del cierzo á su casa, su servicio,
felpas que aforran el Vierzo provocando su venganza,
y martas de San Martín. en mil ducados le alcanza
Caball. ¡Buenos amigos! de sus cuentas y su oficio.
Ricote. Sí son Pues que librallos prometo
más leales los más viejos, y pagar esta cuantía
todos éstos, siendo añejos, por él, si á la pena mía
me roban el corazón. acudís con el secreto
Pero unos curas seglares, que merece vuestro honor,
que aquí llaman taberneros estimad la libertad
v andan bautizando cueros, de vuestro hermano, y librad
muestran, por darnos pesares, con su peligro mi amor.
que aquesta corte encantada Sabina. Quedó mi esposo Conrado
al vino imitar procura preso en Roma, y por no dar
pues ni en ella ruy verdad pura á atrevimientos lugar,
ni amistad que no esté aguada. que con el mismo cuidado
Pero, dejando esto, un pliego que vuestra locura engaña
tienes de Roma. intentó algún atrevido,
Cabai l. Pues ¿vino tuve por mejor partido *
el correo? venir con mi hermano á España,
y ya que perdió su hacienda
Ricote. De camino
mi hermano, no será bien
no ha media hora que á ver llego que su honra pierda también
apearse en un mesón y en mil ducados la venda.
cuatro padres carmelitas.
Pues, poniéndola en mi mano,
Yo, que nuevas exquisitas
quiso dejalla á mi cuenta,
busco siempre, veo que ton por deudas no será afrenta
romanos y conocidos,
el estar preso mi hermano.
y que el Cardenal con ellos
Mas, decid, si me deshonra
te escribe: Si quieres vellos
de vuestro amor el exceso,
sabrás casos sucedidos ¿no es mejor honrado y preso
en Roma, y el desconcierto
que salir libre y sin honra?
y mala cuenta que dió
Paulo. Mirad que declararé
de s¡ Lamberto, que huyó los insultos de Lamberto,
de la cárcel. porque de su desconcierto
Caball. ¿Quién? todos los excesos sé.
Ricote. Lamberto, Forzarásme á deshonralle,
tu cuñado, con Sabina, y no es bien, siendo mi amigo.
su hermana. Sabina. ¿Puede dalle más castigo
Caball. ¡Válgame Dios! la justicia que afrentalle?
Ricote. No se sabe de los dos. Pues si eso vuestra malicia
Caball. Donde viven me encamina intenta y le ejecutáis,
esos padres; hablarélos. ¿en qué os diferenciais
Ricote. Junto á la Puerta del Sol de la más cruel justicia?
JORNADA SEGUNDA 373
Idos, amigo inconstante, Paulo. ¿Vendré esta noche?
y esto os baste por castigo, Sabina. No sé.
que quien es tan ruin amigo Paulo. Cuando en sus faldas esté
mal puede ser buen amante. durmiendo el silencio oculto
Paulo. Básteme para venganza vendré, sin que pueda Apolo
de aquese desdén tirano ver lo que por mí arriesgáis;
que esté preso vuestro hermano; ¿qué decís?
quíteseos la esperanza Sabina. Que no vengáis;
de velle suelto jamás; mas, si venís, que sea solo. {Vase.)
poco su peligro os mueve Paulo. ¡Victoria, ciego interés!
y poco Lamberto os debe. Sujeta á tus pies está
Yo procuraré de hoy más, la honra; ¿mas qué no hará
ingrata, desconocida, en la corte un ginovés?
de que vuestro poco seso Pues aunque se suba al cielo
agrave más el proceso. amor, porque todo es alas,
Sabina. ¡Ay hermano de mi vida, cuando son de oro las alas
que pudiéndote soltar cualquiera le alcanza el vuelo.
tenerte preso cons enta!
Pero, ¡ay honor! vuestra afrenta,
¿no es más de considerar? ESCENA V
¿Qué haré en confusión tan grave, Salen el Caballero de Gnagia, Fisberto y Ricoth
donde el amor y la honra
concurren? Mas la deshonra Caball. El Cardenal, mi señor,
no afrenta si no se sabe. en esta carta me manda
Espera, Adorno, ¡ay de mil que ponga todo calor
Paulo. La dicha de vuestro hermano en la piadosa demanda
depende de vuestra mano. del Carmen, y que el favor
Sabina. ¿Guardaréis secreto? de la Princesa procure
Paulo.' Sí. para que sitio le den
Sabina. Luego os alabáis los hombres de un convento que asegure
en gozando á una mujer. la Religión, y es muy bien,
Paulo. Noble soy. aunque la vida aventure
Sabina. Temo perder, en tan cristiano cuidado,
por más que hidalgo te nombres, que honre la corte española
la fama, que sólo estriba el instituto sagrado
en la vulgar opinión, del Carmei , que estaba sola
y así, muera en la prisión sin este Orden celebrado.
mi hermano, como ella viva. Luego hablaré á la Princesa,
¡Vete ocasión de mi afrenta! Fisberto, con la eficacia
Paulo. ¿Voime? que pide tan jusia empresa.
Sabina. Aguarda, ¡ay vil temor! Fisbeiuo.Soís Caballeio de Gracia,
no pensé yo, amado honor, por vos el cielo interesa
poneros jamás en venta. la virtud que reconoce
En fin, ¿guardaréis secreto? en vuestro cristiano celo.
Paulo. Sí, que quien de veras ama Caball. Razón es que Madrid goce
guarda el honor de su dama. las gracias que da el Carmelo.
Sabina. Cuando es amante perfeto: ¿Cuántos padres vienen?
juradlo. Fisberto. Doce.
Paulo. Por esos ojos Caball. Al sacro Colegio imita
que hacen cielo aquesa cara. de Cristo; yo haré que aquí
Sabina. Pluguiera á Dios que cegara tenga la Orden Carmelita
honor, y no os diera enojos: un monasterio.
soltad mi hermano primero. Ricote. Eso sí,
Paulo. Haré que le den mi casa devociones ejercita,
por cárcel. que tú engoidarás con eso.
Sabina. La fama abrasa Caball. Ya que me he vuelto español
más que el honor el dinero. su celo y virtud profeso;
Paulo. Esta noche le tendré esta es la Puerta del Sol,
en ella, por que no impida bien estuviera, os confieso,
la ocasión, prenda querida, aquí el sitio desia casa,
que intenta gozar mi fe, que el concurso de la gente
si mi ardiente amor pagáis que por aquí al Prado pasa
y á la mañana en la vuestra es notable.
le tendréis. Fisberto. Y excelente
Sabina. Honor: en muestra vuestra elección, si es que pasa
de lo que á Lamberto amáis, por aquesto el Hospital
disimulad este insulto. de la Corte.
374 EL CABALLERO DE GRACIA

Caball. Dudáis bien, juntos, mal podréis los dos.


que es pobre,aunqueen nombre real, Salga de aquí, pues abrasa
demás que está aquí también la corte su vil noticia,
la Victoria y se hacen mal, verá la gente que pasa,
cuando las comunidades, si fué casa á la malicia,
por estar cerca, se quitan que es ya de la virtud casa.
provechos y utilidades En el corazón me ha puesto
de devotos que visitan Dios que aqueste sitio escoja
sus conventos y hermandades. para el convento propuesto,
Pero, decidme: ¿qué casa porque el alma me congoja
es aquella donde tantos que aquí el trato deshonesto
salen y entran? á toda la corte ofenda.
FlSBERTO Donde pasa Fisberto. Si lo alcanzarais, no hay duda
un trato no para santos. que es gran cosa.
RlCOTE. Donde Venus da á la tasa Ricote. ¿Y con qué hacienda?
Zupia que el seso derriba; Caball. Virgen: dadme vos ayuda,
feria donde abre sus tiendas que yo lo haré aunque me venda.
el vicio á gente lasciva, Pero aguardad, ¿qué príncipe es aqueste
y es, en fin, porque lo entiendas, que tanto coche y gente le acompaña?
rastro de la carne viva.
Caball. ¿Qué dices, loco? FlSBERTO.
Ricote. ¿Esto ignoras? El Cardenal don Diego de Espinosa
A fe que lo saben hartos; invicto Presidente de Castilla
lonja de gente ruin, que á la Victoria va.
de la basura rincón, Caballero.
y por no hablaren latín,
es, hablando con perdón, Dios me le ofrece
la casa pública, en fin. para que le suplique que al demonio
Caball. ¡Jesús! ¿La casa es aquesta quite el colegio vil de gente infame,
donde la gente perdida que en mitad de la corte á cada hora
vive ó muere deshonesta? con torpe amor la honestidad desdora.
¿Donde la vergüenza olvida Vámosle hablar. ¡Mi Dios, Virgen del Carmen:
la honra que tanto cuesta? dadme palabras que movelle puedan
¡Válgame Dios, ya que admite á que destruya aquestos que dan muerte
la costumbre y los engaños al alma, y son la gente más perdida.
que el vicio en la corte habite, Ricote.
y porque mayores daños
excuse, aquéstos permite. ¿Qué muerte si le llaman ,«de la vida»?
¿Es posible que consienta
que en esta publicidad ESCENA VI
tenga su casa el afrenta?
¿Que la deshonestidad Salen el Cardenal, Espinosa, Don Diego y otros.
pague aquí al infierno renta?
Junto á la calle Mayor, Cardenal.
por donde la gente pasa Consagra el Arzobispo de Toledo
de más caudal y valor, don Gaspar de Quiroga el templo santo
¿la torpeza tiene casa que á las Descalzas hizo la Princesa,
y á todos no causa horror? y va Su Majestad á honrar mañana
¿Qué doncella recogida, la devoción y fiesta de su hermana,
qué mujer noble y de suerte y asi es razón que todos los Consejos
verá esta gente perdida solícitos acudan á servilla.
al pasar, que no despierte Don Diego.
la pasión más reprimida?
¿A quién no ha de dar enojos, Y más un Presidente de Castilla.
siempre que por aquí venga,
el ver que en viles despojos,
esta nube Madrid tenga ESCENA VII
en las niñas de sus ojos? Salen el Caballero de Gracia, Fisberto y Ricote.
¿Donde el honor español Dichos.
vive, la deshonra puebla,
siendo de virtud crisol, Caballero.
la obscuridad ytiniebla No es, señor ilustrisimo, á propósito
junto á la Puerta del Sol? este lugar, para que en él reciba
Eso no, ¡¡Madre de Dios! memoriales y lea peticiones;
ya tengo casa que os dar; mas nunca pierde tiempo un pretendiente,
Del mundo salió por Vos ni tiene él juez perfecto reservado
el demonio, que habitar lugar adonde no entre la justicia;
JORNADA SEGUNDA 375
porque los Jueces y Ministros reales haga á Su Majestad Vuestra Ilustrísima,
consigo han de llevar los Tribunales. pues es su capellán, ese servicio,
Supuesta esta verdad y mi justicia, y á Madrid tan honesto beneficio.
no debe mi osadía de admiralle
si hace sala de Audiencia aquesta calle. Cardenal.
El celo alabo; pero no conviene
Cardenal. mudar el orden que la corte tiene;
Diga lo que pretende. gobiérnese á sí mismo, y no se meta
Caballero. en ajenos oficios y cuidados,
que Madrid tiene jueces y ministros
Digo en suma, que dispongan las cosas que les locan,
pues á Vuestra Ilustrísima compete y quien juntó esa casa en este puesto
de aquesta corte el régimen político, consideró primero lo que hacía,
que en su riñón y centro y á los ojos y yo no pienso variar el uso
de lo más principal que habita en ella, con que á Madrid la antigüedad dispuso.
hay una casa donde cada día
se ofende á Dios con juegos prohibidos Caballero.
pudiendo estar en partes más remotas. Señor, señor, perdóneme, y advierta
Ricote. que Dios interiormente me está dando
Y jugando al pasar, todas son pocas. impulsos para que esto se concluya;
la casa del demonio ha de ser suya.
Cardenal. Y si Vuestra Ilustrísima rehusare
¿Casa en Madrid de juego prohibido, hacer al Carmen santo este servicio,
y que públicamente se ejercite? harélo yo, y echando esas mujeres
desta publicidad una mañana
Caballero. con teclas y campanas verá el cielo
Y se sabe, señor, y se permite. la casa vil que es casa del Carmelo.
Cardenal. Cardenal.
¿Yo lo permito? Pues cuando llegue vuestro atrevimiento
Caballero. con indiscreto celo á hacer tal cosa,
El Rey y los Consejos. quitándoos la cabeza de los hombros
sabré yo dar el pago que merece
Don Diego. quien al Juez superior desobedece. (Vast.)
Este es loco.
Caballero.
No está su sitio lejos. ESCENA VIII
Cardenal. El Caballero de Gracia, Ricote y Fisberto.
¿Cómo se llama el dueño de esa casa?
Caballero.
Caballero. ¡Virgen! ¿con la cabeza me amenazan
Torpeza vil que la virtud abrasa. porque posada os busco? ¡Carmen mío!
Ilustrísimo Príncipe: ¿es posible ¿Casa dan al demonio en esta corte
que en mitad desta corte se consienta y os la niegan á vos? No lo permita
tienda al demonio que le pague renta? la devoción que vive en sus vecinos.
Las públicas mujeres deshonestas, Con la cabeza me han amenazado,
¿es bien que vivan en el mejor sitio si á su costa no más quito al demonio
de la corte que rige los tormentos aquesta lonja de sus vicios trato
el pecado mayor junto á la calle y casa os doy, comprado habré barato.
Mayor deste lugar, y esto se calle? Yo haré de suerte que mañana vea
Las leyes allá fuera de la corte, aquesta infame casa convertida
mujeres despeñadas de sus vicios la corte á mi buen celo agradecida.
entre barrancos y despeñaderos, A hablar voy la Princesa, que yo espero
que cuando está apestada alguna casa de su real cristiandad, cuando edifica
cerralla suelen cuando no se abrasa. monasterios á Dios y á sus Descalzas,
Los padres religiosos del Carmelo que no permitirá que el suyo tenga
buscan un sitio en que labrar palacio aquí el demonio; yo daré dineros
á la Virgen divina, su Patrona. para que busquen esas desdichadas
Cuando viene á la corte una Princesa, otro puerto á sus vicios conveniente
el Rey la hace dar casa de aposento; qus no ofenda los ojos de la gente.
conviértase esta casa en su convento.
No es bien que las tinieblas, señor, vivan Ricote.
junto á la Puerta que del Sol se llama; Cualquier partido, si las das moneda,
siendo Luna sin mácula María, te harán cuando las saques de su nido,
habitación tendrá más oportuna que por eso se llaman «del partido».
si á la Puerta del Sol viene la Luna; ¡Qué notable virtud!
376 EL CABALLERO DE GRACIA

Caballero. ¿Qué interesa en este tiempo?


¡Virgen divina! ¿Por qué me encierra esta noche?
Como vos tengáis casa en esta corte, ¿Veis si aprieta el argumento?
y della se destierre la torpeza, ¿Sabina sola y mujer;
¿qué importa que me corten la cabeza? (Vanst.) yo ausente, afligido y preso,
y él liberal y agradable?
No, honor, no puede ser bueno.
ESCENA IX Armado salió de casa,
Sale Lamberto, de noche. y yo, ya que no discreto,
por lo menos sospechoso,
Lambert. A las puertas de mi casa la palabra y cárcel quiebro
me han traído los recelos porque esté entero mi honor.
del honor, que anda por mi Desatinado y travieso
animando atrevimientos. he sido, mas siempre honrado;
Dióme la suya por cárcel no ha de ser mi hermana el precio,
la justicia á pedimiento por más que el oío conquiste
de Paulo Adorno, por quien de mil ducados, si puedo.
he estado hasta agora preso. Sed en estas puertas escoltas,
Mil ducados por mi paga, no inás que esta noche, celos.
y aunque, obl:gado, confieso Gente viene: aquí me encubro.
la libertad que me ha dado
y el interés que le debo,
si para discursos tristes ESCENA X
ofrece la noche tiempo, Sale el Caballero dk Gracia.— Lambfrto escondido.
de tal noche que mi honor
los haga en vuestro silencio. C^bai.l. En el encantado enredo
Llegué huyendo de itls vicios de palacio no han podido
á Madrid, piadoso cielo, hallar puerta hoy mis dcseos
sin hacienda y sin ventura, para hablar á la Princesa
y apenas en él me apeo y dar con su favor mt-dio
cuando las persecuciones, para el convento del Carinan;
de las desdichas correos, en balde he gastado el tiempo,
me apose .tan en la cárcel; no me dejaron entrar
que poco importa ir huyendo interesables porteros;
de su daño el que ignorante mas hablaréla mañana,
le lleva consigo mesmo, aunque ponga impedimentos
porque es alguacil el vicio la vil deshonestidad
que prende á su mismo dueño. pesarosa de que intento
Pues honor, si Paulo Adorno ganar para la virtud
de mi prisión fué p ¡mero el presidio del infierno.
autor, y á instancia de Roma Ni hallé á Ricote, ni sé
causas me intima y procesos, las calles por donde vengo,
si es su rigor mi fiscal, y pienso que me he perdido;
el interés avariento jlevadme á mi casa, cielos.
que me pide desterrado
mil ducados por lo menos,
sospechosa la codicia, ESCENA XI
Paulo, ni amigo, ni deudo, Sale Paulo Adorno.— Dichos.
¿qué ocasión puede obligalle
á que me suelte tan presto? Paulo. La obscuridad de la noche
Podrá ser que el Cardenal ampara con su silencio
le escribiese que, no habiendo mi pretensión amorosa.
de dónde cobre su alcance, En mi casa está Lamberto,
me suelte; fué al fin mi dueño; Sabina determinada
es generoso y ilustre y yo abrasado, ¿qué espero?
prometerme esto y más puedo Pero gente hay en la calle,
de su cristiandad hidalga. el ofrecido secreto
Bien, honor, estoy con eso; que Sabina me encargó
mas á ser así, decidme: es bien guardar aquí, quiero
¿á qué propósito ha hecho esperar á que se vayan.
darme su casa por cárcel,
y apacible y lisonjero
esta noche solamente, ESCENA XII
en su mesa y aposento Sale Sabina.—Dichos.
le mira mi libertad,
si por él mañana puedo Sabina. ¿Sí estará mi hermano suelto?
gozar seguro la mía? ¡Ay honor, á lo que obliga
JORNADA SEGUNDA 377
la sangre, pues á ofenderos del honor, sabré por ellos
me fuerza! Noche confusa: si hay firmeza, cuando él da
encubrid al vulgo necio á la necesidad tormento.
los peligros de mi fama. Lambert. ¿Que mis torpes desatinos
Si es Paulo Adorno el que veo en este trance hayan puesto
abridle, honra, que en la calle á mi hermana? ¿Y que su honor
el recato corre riesgo. haga la torpeza empeño?
¡Ay infelice Sabina! ¡Vive Dios, villano amante,
¡Ay desdichado Lamberto! si á sus honrados deseos
¡Ay ofendido Conrado! no correspondes cortés,
Cabai.l. ¿Qué escucho? ¡válgame el cielo! que he de travesarte el pechol
¿Lamberto y Sabina aquí, Caball. Sabina: si no me abrís
y Conrado entre lamentos y á mi amor buscáis rodeos,
piadosos á tales horas, haré volver á la cárcel
si son los tres que sospecho? al punto al hermano vuestro.
Sabina. ¿Sois Paulo Adorno, señor? Sabina. En fin: ¿no pueden con vos
Caball Por saber este suceso lágrimas, conjuros, ruegos
tengo que decir que sí. ni el valor de vuestra sangre?
Yo soy, señora, ese mesmo. Entrad, pues, aunque primero
Esta es la voz de Sabina. que ofendáis mi honestidad
Lambert. ¡Ay, qué á mi costa habéis hecho podrá ser, libre el acero,
verdad, honor, mi sospecha! la fama que tiranizan
Paulo. ¿Otro Paulo Adorno? Bueno. vuestros gustos deshonestos.
¿Descubriré me? Mas no, Caball. Abrid la puerta.
que así la palabra quiebro Paulo. Eso no,
del secreto prometido. ladrón de honras encubieiio;
Mejor es que el sufrimiento que asiste aquí de Sabina
aguarde ¿ ver en qué para el amante verdadero.
este disfraz, que mis celos, Lambert. ¡Villano! Antes que mi hermana
si prosiguiese en su engaño, agravies, tendrán ejemplo
no dej.irán que entre dentro. en tu muerte los que la honra
Sabina. Si Lamberto está ya libre, piensan comprar con dineros.
que lo supongo por cierto, Caball. Paulo Adorno: sosegaos;
en fe de vuestra palabra, Lamberto, hermano: teneos,
pues sois, en fin, caballero, que estáis los dos engañados.
mostradlo en esta ocasión, Sabina. Aquí está mi hermano, ¡ay cielos!
y vuestra pasión venciendo, Paulo. Lamberto supo, sin duda,
obligad prendas del alma la fuerza de mi amor ciego
sin injuriar las del cuerpo. y á vengar su injuria vino.
Vuestra nobleza agraviáis Lambert. ¿Quién eres?
si, cual tratante avariento, Caball. Hermano vuestro:
vendéis la necesidad, el Caballero de Gracia.
que mil ducados no es premio Lambert. ¿ Cómo?
equivalente al honor Pauto. ¿Qué escucho? ¿Otro enredo?
que necesitada os vendo. Lambert. ¿Jacobo de Gracia vos?
No afrentéis á una casada ¡Hola! sacad luces presto.
ni á un marido ausente.
Caball. ¡Cielos!
No en balde aquí me trujistes; ESCENA XIII
el perderme os agradezco.
Sabina es ésta, y si saco Sale Ricote con un hacha.—Dichos.
consecuencias de aquí, á precio
de su honor la libertad Ricote. Por una hacha fui á mi casa,
ha comprado de Lamberto; y cuando á palacio vuelvo
razón será, cuando quito por mi señor, no le hallo;
á la desvergüenza el templo suspensión del vino temo.
de la deshonestidad Caball. Ricote: llega esa luz.
y su casa librar quiero, Ricote. Topé con él; desde hoy
que libre la de mi hermano. un credo al Niño perdido.
¡Miren si he sido yo cuerdo Lambert. ¿Que he sido digno de veros,
en no casarme! ¡Oh cruel yugo, Jacobo, en esta ocasión?
de ti libre Dios mi cuello! Caball. Dad gracias á Dios por ello
¿Diré quién soy? Mas mejor que á los peligros acude.
es, por que me admita dentro, Lambert. ¡Qué de ofensas que os he hecho!
fingirme el interesado Caball. La que hoy hemos restaurado
deste afrentoso concierto, es razón que ponderemos,
que, apretando los cordeles y para que otras se excusen
378 EL CABALLERO DE GRACIA

quiero en mi casa teneros desde hoy á mi cargo y cuenta


con Sabina vuestra hermana. el mejoralle.
LAMBERT, No nos lo debéis. Caball. Bien puede
Caball. Sí debo, vueseñoría, aunque intenta
pues de perseguirme vos mi aumento, descuidar deso
mi buena suerte intereso. que mucho menos le basta
Yo haré que venga Conrado al estado que profeso.
libre de Roma, que espero Cristób. Sé cuán bien su hacienda gasta.
del Cardenal esto y más. Caball. Si trae la cruz mucho peso
Y vos, pues os hizo el cielo (-* Paulo.) podrá ser que á tropezar
rico, aprovechad mejor me obligue de tal manera,
vuestra hacienda, que el empleo que me estorbe su pesar;
de los vicios es caudal cuanto fuese más ligera
que se pierde con su dueño. será mejor de llevar.
Venid por los mil ducados No apetezco mucha hacienda,
á mi casa. la que me dió Monseñor
Paulo. Yo los suelto, y la de aquesta Encomienda
dándolos por bien empleados, me sobra, y siendo mayor
pues os conozco por ellos. mi quietud temo que ofenda.
Caball. La vergüenza de Sabina Cristób. El Rey sale con su hermana
impedirá los deseos la Princesa, mi señora.
que de verme habrá tenido: Caball. Mi dicha el peligro allana. (Aparte.)
andad con Dios, caballero, ¿Qué temo? Hablaréle agora,
y con vuestro oro fundad pues con su presencia gana
un mayorazgo en el cielo, el favor que he menester.
que no es hazaña de noble
echar sobre el honor censos.
Paulo. Este hombre parece santo. (Vase.) ESCENA II
Caball. Entrad, hermano. Salen el Rey y ¡a Princesa, Don Diego y Don Juan.
Ricote. ¡Qué es esto! Dichos.
Esta noche está borracha,
ó yo lo estoy, que es más cierto. Rey. Ya Vuestra Alteza estará
contenta, pues llega á ver
lo que deseado ha
tantos días.
Princes. Por tener
JORNADA TERCERA mi Monasterio acabado
y de su fábrica estar
Vuestra Majestad pagado,
puedo á mi ventura dar
ESCENA PRIMERA el parabién deseado,
Salen Don Cristóbal de Mora y el Caballero
y porque con su asistencia
nuestra fiesta ha sido real.
de Gracia con hábito de Cristo.
Rey. La Iglesia es por excelencia,
Cristób. Ha aumentado la afición y el comenzado hospital
que á vuesa merced tenía .va conforme el arte y ciencia.
la nueva prohijación Princes. Con esa satisfación
que á los dos desde este día no tendrá la obra defecto,
da una patria y profesión. pues la aprueba el Salomón
Ya es portugués adoptivo, de España, Rey y Arquitecto,
si yo lo soy natural, gloria de nuestra nación,
ya'á mi nación apercibo que el Escurial, en quien fundo
con hijo tan principal de Jerusalén el templo,
valor nuevo. que fué milagro del mundo,
Caball. Yo recibo le ha de llamar á su ejemplo
su noble insignia, señor, nuestro Salomón segundo.
bien que indigno de tal prenda, (Llégase el Caballero de Gracia, de ro
con obligación mayor, dillas, al Rey.)
pues servirle me encomienda, Caball: Vuestra Majestad, señor,
si me hace comendador castigue en mí un desacato,
y el ánimo solicito hecho con poco recato,
que vueseñoría me da aunque digno de loor.
con la Cruz, en que le imito, Junto á la calle Mayor
que buen ejemplo tendría, por donde el concurso pasa
si á sombra suya milito. de su Corte, tenian casa
Cristób. No sé si llega su renta las mujeres más perdidas
á mil ducados, mas quede de Madrid, con cuyas vidas
JORNADA TERCERA 379
la mayor virtud se abrasa. Allí á su regalo asisto
Supliqué á su Presidente mientras fuerza y salud cobra.
de Castilla que mudase Princes. No sólo en hábito, en obra
aquella gente y la echase sois caballero de Cristo;
á otra parte más decente, el celo que en vos he visto
y que el Carmen excelente es bien, Jacobo, que aliente;
fundase allí, y la esperanza quien sustenta tanta gente
de tan piadosa mudanza los gastos tendrá doblados.
diese á Dios, con dicha inmensa, ¡Hola! dadle mil ducados.
casa en que vivió la ofensa Cabai l. ¿Otros mil? El cielo aumente
y ya vive su alabanza. la católica virtud
Respondió con aspereza con que España se está honrando.
que si la devoción mía Princes. Encomendadme á Dios, que ando
novedad alguna hacía muy quebrada de salud.
peligraba mi cabeza. Caball. Como mi solicitud
Pero yo, que la torpeza lo que le falte asegure,
de aquesta gente mundana ¿qué habrá que yo no procure
aborrezco, una mañana para que su vida aumente?
hospedar á Dios dispuse, Mas Vuestra Alteza, ¿qué siente?
desterré al demonio y puse podrá ser que yo la cure.
celdas, iglesia y campana. Princes. Con oraciones sí haréis.
Holgóse la vecindad Caball. Dígame esto Vuestra Alteza.
libre de aquel vituperio, Princes. De estómago y de cabeza
ya es del Carmen monasterio mil dolores, que podréis
el de la sensualidad. remediar si instancia hacéis
Si esto Vuestra Majestad, á Dios.
siendo tan,cristíano y fiel, Caball. Valgo para eso
(Saca un cordel.) poco, y aunque no profeso
juzga por culpa, el cordel medicina, una receta
desde ayer traigo conmigo, tengo yo santa y discreta,
para que me de el castigo á quien debo vida y seso.
que he merecido con él. Cuando en Bolcnia estudiaba,
Pbinces. Vuestra Majestad le haga de suerte me perseguía
merced, porque es cosa mía. ese dolor cada día,
Rey. Devota es vuestra osadía; que por muerto me dejaba:
no es justo que se deshaga el médico me mandaba
casa de quien Dios se paga beber vino, si mi vida
y al vicio se pone freno. estimaba, consumida
Vuestro celo ha sido bueno, con el estudio y cuidado,
y aunque el Carmen en tal cabo mi estómago delicado,
está bien, el hecho alabo, el agua, y poca comida.
las circunstancias condeno. (.Vase.) Pero nunca Dios permita
que el vino haga en mí sosiego,
tocar en el alma á fuego
ESCENA III ni su vecindad admita.
Dichos, menos el Rey. Ibame al agua bendita,
¡mire que extraña simpleza!
Caball. ¡Qué compendiosa sentencia! y prometo á Vuestra Alteza
¡qué cristiana conclusión! que las pilas agotaba
Bien te llaman Salomón Debiéndola, y me aliviaba
en la justicia y clemencia: el estómago y cabeza.
prospere Dios tal prudencia. Desde entonces hasta agora
Princes. En fin: me habéis imitado; no he sabido qué es dolor;
un Monasterio he fundado no hay medicina mejor
y otro al Carmen dedicáis, que agua bendita, señora.
como un hospital hagáis Princes Quien vuestra virtud ignora
me habréis en todo igualado. juzgara por desatino
Caball. No puedo yo ser igual lo que el cielo á daros vino:
á hazañas tan excelentes, á ser mi fe cual la vuestra
aunque á los convalecientes hiciera en mi salud muestra
también he dado hospital. ese remedio divino.
La calle de Fuencarral Con la sagrada divisa
se honra con esta obra pía; de Cristus honrado estáis,
flaca la gente salía si es que servirme gustáis,
enferma y para volver, Jacobo, ordenaos de Misa,
gran señora, á recaer, pues vuestra virtud me avisa
¿de qué curallos servía? que con tan divino oficio
38o EL CABALLERO DE GRACIA

daréis de quien sois indicio, ESCENA VI


mi capellán os haré. Ricote solo.
Caball. Vuestra Alteza en mí no ve...
Punces. Hacedme aqueste servicio. ¡Que intente
(Vanse todos, sino es el Caballero.) traerme al retortero una picañal
¡Válgate el diablo, amor impertinente!
¿Una fregona á mí, una telaraña
me ha de coger cual mosca en su garlito?
ESCENA IV Sirviendo á un santo anur es gran delito.
El Caballero de Gracia, solo.
¡Ay si lo sabe, pobre de Ricote,
tras un sermón habíá despedimiento!
¿Yo sacerdote ¡mi Dios! ¿Que tenga yo por amo á un virginote
con suficiencia tan poca? y me tiente Inesilla? No consiento:
¿Yo señor de vuestra boca? emplee amor en otros su virote.
¿Cristo de mi boca, Vos? Mas, ¡ay Inés! no pidas casamiento
¿Tanta amistad en los dos y friega en este pecho tu retrato,
que, á mi palabra obediente, de tu esperanza apetecible plato.
bajáis, siendo Omnipotente, Esto de Inés, ¿qué voluntad no inclina?
cuando en el cielo asistís? Hay otros nombres ásperos: Olalla;
Mi Dios, si desto os servís ola en mujer, borrascas adivina;
hacedme vos suficiente. (V«i«.) Dominga, que el domingo han de guardalla;
Polonia está sin dientes; Catalina,
empezando por cata han de catalla
cuantos llegaren; pero Inés, ¡qué agrado!
ESCENA V ¡Ay Dios! ¿qué haré que estoy inenesado?
Salen Fisberto y Ricote.
ESCENA VII
FlSBERTO.
Sale el Caballero de Gracia. — Kicotk.
Mil ducados que ha dado la Princesa
para ayuda de costa á vuestro dueño Caballero.
os dejo en casa. Extraña confusión me habéis causado,
Ricote. católica Princesa. ¡Sacerdote
Buena mosca es esa; un pecador de crímenes cargado!
mas ¿qué importa, si es número pequeño ¿De Oza no temo el riguroso azote?
cuanto tesoro de Indias interesa Si muere, porque el arca toca osado,
el Rey para sus gastos? Yo os empeño ¿he de tocar yo á Dios?
mi palabra que dure poco en casa, Ricote.
aunque comemos con medida y tasa. Señor.
Ha hecho un hospital y en él sustenta
tantos convalecientes que es espanto; Caballero.
ochocientos ducados que le renta Ricote.
la Encomienda no bastan para tanto, Ricote.
á un pobre caballero que aquí intenta Mil ducados te envía la Princesa.
un mayorazgo, de su celo santo
ayudado socorre la pobreza. Caballero.
Déjame solo.
Fisberto.
Ricote.
Lastima más si cae sobre nobleza.
Inés, mi alma es Inesa. (Vas:)
Ricote. Caballero.
Ayer hizo vender toda su plata Los ángeles sin diezmo han alcanzado
y dió á una mujer noble el precio della la dignidad del sacerdocio eterno;
para dote de una hija, porque trata San Francisco, que fué vuestro traslado,
de empeñar su hermosura ú de vendella. no se atrevió á ordenar humilde y tierno.
Fisberto. Cortóse el dedo Marcos, con que ha dado
Es la necesidad madrastra ingrata, á la fe su Evangelio y el gobierno
no es en la corte la primer doncella sacerdotal rehusó, valiendo tanto,
que á falta de otras joyas su honra vende. ¡y osaré tocar yo vuestro Altar santo!
Ricote.
ESCENA VIII
¡Plegue á Dios que después no la remiende!
Salen un Capitán y Roberto.— Dicho.
Fisberto.
Vos tenéis un señor bien diferente Capitán.
de los que agora se usan en España, Pretender en la corte sin dinero,
dalde esa cantidad y adiós. (Vase.) alegando papeles y servicios,
JORNADA TERCERA 38 i
es pedir fruta y flores por Enero, ESCENA IX
que sólo el interés alcanza oficios, El Caballero be Gracia, solo.
pues ni el ser capitán, ni caballero,
ni en Flandes hazañosos ejercicios Agora importa avisar
bastan para alcanzar lo que pretendo; que con cuidado defienda
pobreza, á vuestra industria me encomiendo. su honra, casa y hacienda,
Aquí, Roberto, vive una casada la que ocasión pudo dar
rica en extremo, su marido ausente. á roballa á este soldado,
que al pobre con opinión
Roberto. hace agresor la ocasión
y la ocasión al pecado.
Nuestra necesidad es extremada, Pero, mi Dios, declarad
la noche á nuestro intento conveniente. las dudas que mi alma tiene:
Capitán. mandado me han que me ordene;
temo desta dignidad
Entremos encubiertos, que, negada, la pureza que procura
si sus joyas gozarnos no consiente, llegar cada día, mi Dios,
con ellas perderá vida y belleza. á vuestro altar. Si con Vos
el alma más limpia y pura
Roberto. es inmunda y pecadora,
¿quién no tiembla? ¿Qué señor,
Y su infame rigor nuestra pobreza. aunque tenga más amor
Cabai.l. ¡Oh cruel necesidad! á quien le sirve y adora,
¡que la falta de dinero si ve que con faltas llega
obligue asi á un caballero descompuesto y mal vestido,
á ofender su calidadl no le echa de sí ofendido
Quitar quiero la ocasión y su presencia le niega?
que le ofrece su pobreza Pues si nada se os esconde,
y socorrer la nobleza si caláis los pensamientos,
que desdora su opinión. si medís los elementos,
Caballero: yo he sabido si no hay parte ó lugar donde
que en la corte pretendéis de Vos puedan los humanos
los cargos que merecéis sus defectos esconder,
porque al Rey habéis servido ¿cómo os osaré tener
valerosamente en Flandes en mis atrevidas manos?
contra su gente enemiga; Al santo Papa León
la necesidad obliga
á emprender delitos grandes. primero, que en Roma un día
Tomad estos cien escudos con mil ansias os pedia
por hacerme á mí merced, de sus culpas remisión,
y en gastándolos, volved vuestra piedad satisfizo
por más, que ellos cual yo, mudos, diciendo que perdonados
socorrerán con largueza estaban ya sus pecados,
el aprieto con que estáis, fuera de aquellos que hizo
y aquí, ya que allá la honráis, en ordenar sacerdotes
no afrentéis vuestra nobleza sin virtud ni suficiencia.
poniendo cosas por obra Y volvió á hacer penitencia
que injurien vuestro valor, por excusar los azotes
porque, perdido el honor, de vuestra ira; pues, Señor,
ó tarde ó nunca se cobra. si á quien indignos ordena
dilata para más pena
(Dase/os.) el perdón vuestro rigor,
Capitán. Dios en mi remedio toca, ¿qué haréis al mismo ordenado
aquestos labios cristianos que el sancta sanctorum toca
con el socorro en las manos con las manos y la boca
con el consejo en la boca, y del cielo os ha abajado?
remedio de mi desgracia, Vos sabéis lo que deseo
¿quién mi dicha en ti apercibe? el ordenarme, Señor,
Caball. Andad con Dios, que aqui vive que es propiedad del amor
el Caballero de Gracia. cuyas llamas en mí veo
Capitán. Gracias doy agradecido juntarse á la cosa amada,
á tan hidalgo valor. y como os amo, querría
Volvamos por vos, honor, incorporar cada día
que os tuve casi perdido, mi alma en vos abrasada
y al que os socorre de gracia con la vuestra, pues con Vos
sin tener de mí noticia, junto, en fe de que os adoro
llamad de hoy por justicia mi ser realzo y mejoro
el Caballero de Gracia. iVansi.) haciéndome de hombre Dios.
382 EL CABALLERO DE GRACIA

No os indigne que mi pecho pasos que puedan besar


os busque, que es natural después labios de María?
el pretender cada cual, ¿De qué es esotra?
Cristo mío, su provecho. Pintor. Esta es
Decidme, por que no pene, del Redentor cuando estaba
con qué más os servire, de rodillas, y lavaba
¡con que en este estado esté, al falso Judas los pies.
mi Dios, ó con que me ordenel Caball. Con eso crecen mis dudas:
¿cómo, Omnipotente Dios,
por qué ha de ordenarse Vos
ESCENA X besando los pies de Judas?
Sale un Pintor.— Dicho. ¿Del hombre más atrevido,
más desleal, más traidor,
Pintor. Por saber que es tan curioso de quien le fuera mejor,
vuesa merced, y que estima mi Dios, nunca haber nacido,
pinturas, si las anima ¿vuestra boca en los pies fieros
algún pintor valeroso, ponéis, que os han hecho guerra,
para su oratorio tengo que están con el polvo y tierra
aquí dos cuadros de mano que pisó yendo á venderos?
del celebrado Pinciano. Si lo hacéis por que después
Caball. Con pinturas me entretengo; se hade ordenar Jesús, bueno,
veamos qué tales son. y yo también si me ordeno
Pintor. Por ser nuevo el pensamiento os he de ver á mis pies,
désta, ha de dalle contento aunque excuse lo que medro
y animar su devoción. en el altar por serviros,
Ésta es de Nuestra Señora, no lo haré, por no deciros
que en fe de la reverencia lo que al lavárselos Pedro.
que tenía á la presencia Perdóneme la Princesa
de un sacerdote, á la hora y mis deseos mal seguros,
que le vía, se postraba, que han de ser los pies muy puros
aunque Madre de Dios es, que Cristo regala y besa,
y en levantando él los pies Y él esos cuadros me lleve
sus impresiones besaba, á mi Oratorio, y después
que así María acredita concertaremos lo que es,
á quien da á Dios en sustento. dando lo que se le debe.
Escribe este pensamiento Pintor. Este hombre es sin duda santo:
San Dionisio Areopaguita, grande virtud he en él visto.
y es digno de que se note Caball. ¿Que un sacerdote de Cristo
y á espantar el mundo venga, con vos, Señor, pueda tanto?
que á la Madre de Dios tenga Si del talento quedais
á sus pies un sacerdote. y de la merced que hacéis,
Caball. ¡Válgame Dios y qué á punto, libros de caja tenéis
en castigo de mi mengua, y estrecha cuenta tomáis
hace el cielo un pincel lengua, y yo á pagaros no basto,
y con aqueste trasunto favor que es tan excesivo,
corrige el atrevimiento ¿qué mucho deje el recibo
que de ordenarme he tenido! teniendo alcance del gasto?
Angeles que habéis servido Juzgádome ha insuficiente
á Dios de escabel y asiento, el temor que en mí se esparce.
y en honra de las bellezas
de vuestras jerarquías santas,
ponéis debajo las plantas ESCENA XI
de María las cabezas;
¿cómo espanto no os provoca Salen Don Juany Don Diego.— Dicho.
que donde pone los pies
un sacerdote, después Juan. ¿Qué Rodrigo Vázquez de Arce
ponga María su boca? salió en fin por Presidente?
La que es en la gracia una, Diego. Presidente es de Castilla.
la que pisa serafines, Juan. ¿Que un letrado el mundo mande
guarneciendo sus chapines, cargo que es digno de un Grande
por ser de plata, la luna; de España, la primer silla
¿esa la tierra guarnece un jurista?
con su boca, que ha pisado Diego. Aunque se asombre
el sacerdotal estado? de un Presidente el poder,
¿No tiembla, no se estremece si un ángel no lo ha de ser,
el que ordenarse porfía, forzoso es el sello un hombre.
encargándose de andar (Vonse.)
JORNADA TERCERA 383
Caball. «¡Si un ángel no lo ha de ser sermón y despedimiento
forzoso es el sello un hombre!...» velle en un pie como grulla,
Esto se dice en mi nombre, que si vidas apetece
alma, dejad de temer. bodas tendremos después.
Bien es que el misterio note Inés. ¿Que te casarás?
que mi fe vino á animar, Ricote. Sí, Inés.
no puede un ángel gozar Inés. Júralo una vez.
el cargo de sacerdote. Ricote. Y trece; '
Hombre es fuerza que ejercite pero no ha de ser pesada,
tan suprema dignidad, que cantará si me hechiza
de nuestra fragilidad con Monsieur de la Paliza,
Dios tocarte en pan permite. «la bella malmaridada». (Entrase.)
Mi poco ánimo condeno, Esto está como ha de estar,
fe santa, alentadle vos, cuésteme lo que me cueste;
que el estar siempre con Dios mi amo antes que se acueste
me obligará á ser más bueno. las puertas hace cerrar.
Ayudada su efieacia, Mas ya está la ganga en casa,
si me da su gracia y fe, perdone su devoción,
llamarme mejor podré que no es mucho un refregón,
el Caballero de Gracia. pues si rizna, luego pasa.
Ya de sacerdote el nombre Coja yo vuestro cabello,
amo, pues llego á saber, ocasión, que si la dama
si un ángel no lo ha de ser, Iglesia después se llama,
que es forzoso sello un hombre. yo negativo y á ello.

ESCENA XII ESCENA XIII


Sale Inés con mantellina, y Ricote.
Sale El Caballero de Gracia y Fisberto. —Ricote.
Ricote. Inesilla, tu hermosura
es el hechizo español, Caball. Pues los clérigos menores
y siendo tu cara el sol á la corte á fundar vienen,
no hay contigo noche obscura. y como muebles no tienen,
Ella y el diablo me tienta, ni dineros, ni favores,
tu amor vinoso me abrasa. mil ducados que me ha dado
Aunque me eche de su casa la Princesa mi señora,
mi señor y hagamos cuenta, podrán cumplir por agora
tu belleza he de gozar mi deseo y su cuidado.
esta noche á letra vista, Compren un sitio con ellos,
y siendo amor organista, que hacia el Prado estarán bien,
tus teclas ha de tocar. y mientras labran, estén
Éntrate en este aposento, en mi casa, que en tenellos,
recámara de un lacayo, Fisberto, en mi compañía,
que en tu abril busca su mayo. gozaré la bendición
Inés. En no habiendo casamiento que Dios echó á Obededón.
no aguarde manifatura. Ricote. ¡Un convento cada dial
Ricote. Ya empiezas á congojarme: ¿Qué hacienda basta y caudal?
¡que no pueda yo librarme El Carmen fundaste ayer.
de los asaltos de un cura! No has acabado de hacer
Si bebo, un cura bautiza, á los pobres hospital
ó por decillo mejor, en que después convalezcan,
un tabernero el licor ¿y ya quieres dar posada
con que Noé se autoriza. á toda una clerigada
Si salir de noche intento en tu casa? Aunque merezcan
entre su tiniebla escura, todo eso y más, ¿quién te mete,
luego topo con un cura señor, en tantos extremos,
que va á dar el Sacramento. ni en casa cómo podremos
Si duermo, un cura soñado caber con tanto bonete.''
que me descomulgue topo; Caball. Pluguiera á Dios que pudiera
si entro en la iglesia, el hisopo como el gusto lo acomoda,
está de un cura agarrado. hacer yo una corte toda
Un cura, si no me caso, de Religiosos.
impedirme á Inés procura; Ricote. Y hubiera
en signo nací de cura, mucho que ver en Castilla,
pues los topo á cada paso. pues en fe de aquesa ley,
Entre, y no se me rebulla, hubiera de andar el Rey
que hay si la ven al momento, con bonete ó con capilla.
384 EL CABALLE O DE GRACIA

Caball. Llevadlos ese dinero, Caball. ¡Jesús! ¿Deshonestidades


y mañana á vivir vengan tn mi casa?
á mi casa, donde tengan
hospedaje, que, pues quiero
ser clérigo, en compañía ESCENA XVI
de los que clérigos son Sale Lamberto.— Dichos.
Menores, su perfección
dará materia á la mía; Lambert. ¿Qué es aquesto?
ve tú también con Fisberto. Caball. Oh Lamberto, deshonesto
Ricote. Mas quedo con mi ocasión: Ricote...
ciégamele San Antón, Inés. Hablando verdades,
que si la topa soy muerto. (Vanse.) no ha habido hasta agora nada.
Lambert. Pues ¿qué es lo que había de haber?
Caball., Llevadme aquesta mujer
ESCENA XIV á la galera.
El Ca3ali.ER° dE GRaCIa, Solo. Inés. ¡Ay cuitada!
Caball. Llevadla.
Dinero: echándoos de casa Inés. ¿Yo galeota?
echo del la al enemigo, ¡Señor, duélante mis quejar,
y á la avaricia castigo que diz que rapan las cejas,
mísera, necia y escasa. y allí una cómitra azota
Mi Dios: pues sois Rey, razón hasta que se cansa!
es que en la corte viváis, Caball. Ansí
y en muchas casas tengáis no ofenderéis á Dios más.
religiosa habitación. Inés. Si agora perdón me das,
¡Ojalá que yo pudiera yo os prometo desde aquí
en estas ocupaciones ser un ánima de Dios,
traer cuantas religiones una santa Catalina.
os sirven, por que viviera Caball. Lamberto: haced que Sabina
satisfecha la codicia la tenga encerrada, y vos
que alienta mi devoción, cuidad también de guardalla
porque las Ordenes son hasta que busquemos medio
tercios de vuestra milicia. con que la demos remedio.
Sin dineros me he quedado Inés. ¿Encerrarme? Más matalla.
aun para la costa corta Caball. ¿Casarcisos?
de mi casa, mas ¿qué importa? Inés. Eso si.
¿con Dios no los he gastado? Caball. Pues sed vos mujer de bien,
El nos dará de cenar, que yo haré que dote os den.
que no es deudor avariento. Ea, llevadla.
Pasos parece que siento. Lvmbert. Ven!.
¿Quién pudo adentro quedar, Inés. El verá qué bien apruebo
si Ricote fuera está como casamientos haya.
y en su compañía sola Caball. Tened cuenta no se os vaya.
vine? ¿Quién puede ser? ¡Hola! Lambert. A casa, hermano, la llevo. (.Vanse.)
¿quién anda ahí? Salga acá.
ESCENA XVN
ESCENA XV
El Caballero de Gracia, solo.
Sale Inés. — Dicho.
Que tenía en opinión
Inés. Ya salen, ¡válanos Dios! yo á Ricote de virtuoso,
Caball. ¿Qué es esto? mas siempre es dificultoso
Inés. Una mujer es conocer un corazón.
que no es nadie. Ya os entiendo, torpe vicio,
Caball. ¿Quién? que, como entrada no halláis
Inés. I"és- en mi casa, os contentáis
Caball. Pues ¿qué buscáis aquí vos? con el más frágil resquicio
Inés. Buscaba á mi matrimonio, de un criado, que el castillo
que es Ricote. de más defensa y poder
Caball. ¿Para qué tal vez se suele perder
le buscáis"vos? por el más flaco portillo.
Inés. Ya lo vé; Sin luz quiero aquí esperarle,
engañónos el demonio. que no acabo de creer
Caball. ¿Pues está con vos casado? sino que aquesta mujer
Inés. No, señor; pero podía. entró aquí para engañarle;
Caball. ¿Hay tan gran bellaquería? sabré á obscuras lo que pasa
Inés. Trátele bien, que es honrado. cuando la vuelva á buscar,
JORNADA TERCERA 385
y un instante no ha de estar Ricote. Pues qué, ¿hay ya despedidura?
si es que la trujo á mi casa, ¿Es por Inés por ventura?
que de la torpeza ciega Si la mirase jamás
rehuso la vecindad, un basilisco me mire.
y la deshonestidad Caball. No me repliquéis, salid;
es contagio que se pega. buscad señor en Madrid
á quien servir.
Ricote. No se admire
ESCENA XVIII de cosas, vuesamerced,
Sale Ricote.—Dicho. humanas.
Caball. ¿Cómo no is?
Ricote. De la mitad del camino Ricote. Si á la Red de San Luis
vuelve el temor mis pies, s vivimos y en una red
recelando que mi Inés pesca el demonio por uso
tope mi medio Teatino. tanto perdido mancebo,
Cerrado en su sala está, ¿qué se espanta si por cebo
porque á la quietud se inclina, una merluza me puso
y si no se disciplina, que picase en el anzuelo?
ó contempla ó rezará. Caball. Idos, aue os haré llevar
Aquí mi virtud quedó, á la cárcel.
el diablo me precipita.— Ricote. Perdonar
¿Inés; oyes, Inesita, los pecados manda el cielo.
amores, si se durmió? ¡Duélase de un pecador
Caball. ¿Hay tal cosa, que en travieso lacayo!
naya dado aqueste loco? Caball. Sois deshonesto.
Ricote. Basta ya la burla un poco. Ricote. Si se ha enojado por esto
Inés, aquí está tu hueso. yo me caparé, señor.
Caball. ¡Jesús, qué hombre tan perdidol Caball. Idos.
Ricote. ¿Inés, fregoncilla mía? Ricote. Iránse importunas
Yo soy; el diablo sería, tentaciones desde hoy;
Inés, que te hubieses ido. escarmiento, pues me voy
Ya está mi amo santurrón, despedido y en ayunas. (Vase.)
ó rezando, ó acostado,
mira que estoy rematado;
hábíame, mi corazón. ESCENA XX
O está durmiendo ó se fué, Sale el Capitán.— El Caballero de Gracia.
voy por luz para sabello. (Vase.)
Caball. No lo creyera á no vello. Capitán. En fe, señor, de la ayuda
¡Cielos, que en mi casa esté que no ha mucho que me hicistes,
hombre de tales costumbres! cuando mi honor socorristes,
Despcdiréle al momento. es fuerza que agora acuda
á ejecutar la palabra
que á mi pobreza habéis dado;
ESCENA XIX en Nápoles he alcanzado,
Sale Ricote con una lu$ que en fin la paciencia labra
de la justicia los pechos
Ricote. Mucho, Inés, tus burlas siento; la conducta que pedí,
basten ya las pesadumbres; y para salir de aquí
hábíame, ¡cuerpo de Cristol y pagar los gastos hechos,
que no hay temer embarazos; fuera de la cantidad
fregona, dadme esos brazos, que me distes, y vos debo, .
¡Ay, Jesús, qué es lo que he visto! culpad, si veis que me atrevo,
¡En las brasas hemos dado! mi muda necesidad,
¡Oh quién no hubiera nacido! otros doscientos ducados;
Cabai.l ¿Qué buscáis aquí? si me los dais, entended
Ricote. He perdido, que excusáis con tal merced
porque el rosario he quebrado, atrevimientos soldados;
unas cuentas por aquí, que, con algún desatino
y traje luz para alzallas. haré, negándolo vos,
Caball. Cuentas, que mal podréis dallas cosa en ofensa de Dios
de vos. que remedien mi camino.
Ricote. Algunas perdí, Cabai.l. Huélgome que despachado
y como rezo por ellas de Madrid salga tan bien,
pesadamente le llevo. y que en Nápoles le den
Caball. Andad, y de lo que os debo premios de tan buen soldado;
mañana volved á hacellas; pero vuesa merced viene
no estéis en mi casa más. en coyuntura terrible,
comedias de tirso de MOlINA. —TOMO II 25
386 EL CABALLERO DE GRACIA

por agora es imposible ESCENA XXI


socorrelle, que no tiene
esta casa un solo real; El Caballero de Gracia, solo.
pero procure volver Caball. No sé cómo cumplir pueda
mañana, que podría ser lo que tengo prometido
acudille. á este soldado afligido
Capitán. ¡Pesia á tal! el corto plazo que queda.
á mañana, y con podría Dentro de un hora vendrá
me remite; ¡juro á Dios! por los docientos ducados,
que he de salir á las dos y por excusar pecados,
de la noche. ¿qué no hallándolos hará?
Caball. Por un día Por remedialle con ellos
no es mucho que se detenga. he de buscallos; no hay prenda
Capitán. ¡Voto á Dios! que aunque procure mi Dios, que empeñe ni venda,
hurtarlo. ni traza para tenellos.
Caball. Paso, no jure. Socorred esta desgracia
Capitán. Pues no me diga que venga y volved, Señor, por mi;
tantas veces, que un hidalgo mas ¿qué es esto?
de mis prendas y valor
suele...
Caball. Dígame, señor: ESCENA XXII
¿por dicha débole algo? Sale un Angel en traje de caballero.--Dicho.
Capitán. Débeme mucho si mide
el empacho que me mueve, Angel. ¿Vive aquí
porque al noble se le debe el Caballero de Gracia?
lo que con vergüenza pide. Caball. Yo soy el que buscáis.
Mas no importa, que escalando Angel. Cierta persona me envía
un par de casas tendré á que en alguna obra pía,
con que pagar, y me iré de las muchas en que estáis
de hipócritas murmurando. todo el tiempo entretenido,
¡Voto á Cristo, que quien ruega gastéis docientos ducados
á quien guerras nunca ha visto! que os traigo en oro.
Caball. Pues ¿qué culpa tiene Cristo Caball. Cuidados,
de lo que un hombre le niega? el cielo os ha soconido;
Capitán. Es costumbre envejecida. no sé con qué os satisfaga
Caball. Prométame no jurar la ocasión a que llegáis;
por su vida, y le haré dar á Dios, señor, los prestáis,
lo que pide. segura tenéis la paga.
Capitán. ¿Por mi vida? (Saca un libro de caja.)
¿es censo? Aqueso sería En este libro apercibo
morirme yo. lo que yo á pagar no basto,
Caball. ¿Y por un año? en él asiento su gasto
Capitán. Es un siglo. y en él pongo su recibo.
Caball. ¡Vicio extraño! Firmad aquí que le dais
¿Un mes? esos docientos ducados
Capitán. Tampoco. á Dios, hidalgo, prestados.
Caball. ¿Y un día? Angel. ¿Para qué á Dios los cargáis
Capitán. Por un día, aunque es tormento si al fin los recibís vos?
vaya, yo lo cumpliré. Caball. Es esta costumbre mía.
Caball. ¡Jurará! Angel. Dios, Jacobo, os los envía,
Capitán. No juraré; agradecedlos á Dios.
¡por el Santo Sacramento! (Cáesele la capa y sombrero y vuela el
Caball. ¿Pues jura? Angel.)
Capitán. Esto es despedirme Caball. ¡Válgame el cielo! ¿Qué es esto?
del juramento postrero. Desapareció y se fué
Caball. Vuelva por ese dinero el que socorrió mi fe.
luego. De su talle, rostro honesto
Capitán. Tengo de partirme ¿será mucho que imagine
esta noche. que es Angel vuestro mi Dios?
Caball. Haré empeñar mas esto, juzgarlo Vos
cuanto tengo. cuando yo no determine
Capitán. Voy seguro; la verdad de esta ventura,
mas ¡voto... aunque en el tiempo que corre
Caball. ¿Jura? sólo es Dios el que socorre
Capitán. No juro: la pobreza á coyuntura.
¡voto á Dios que iba á votar! (Vase.) Buen fiador en Vos he hallado,
JORNADA TERCERA 387
pues mi palabra cumplí, volviéndole á recibir
y liberal no sufrís en su servicio y amparo,
que se quiebre. también reduce á Lamberto,
y su hacienda y mayorazgo
le restituye y perdona,
ESCENA XXIII por lo que debemos daros
Sale el Capitán.—Dicno. las gracias mi hermano y yo.
Caball. Dadme en albricias los brazos.
Capitán. ¿Habéis hallado Lambert. Partirémonos á Roma
aquel dinero, señor, al punto.
porque he de partirme luego? Caball. A la iglesia vamos
Caball. Nunca Dios despreciad ruego á dalle el pláceme á Dios,
de quien le pide favor. de su divino Vicario,
Tomad y partios seguro, que yo, después que en mi casa
vuestras deudas socorred; seguro hospicio haya dado
pero hacedme á mí merced á los clérigos Menores
de no jurar. de virtud espejos claros,
Capitán. Ya no juro, pienso partirme á Toledo
que, como os tengo por santo, á ordenarme de Orden santo,
si vuestro gusto no sigo, por que siendo sacerdote
temo del cielo el castigo. tome el cielo con las manos.
Caball. No es nobleza jurar tanto;
pues sois caballero vos
hablad como caballero. ESCENA XXV
Capitán. Seguir el consejo espero
que me dais. Adiós. (Vase.) Sale Ricote de clérigo menor con un gran bonete.
Caball. Adiós. Dichos.

Ricote. Del ocio y mundo repudio;


no más chanzas y barrancos,
ESCENA XXIV adiós, Inés fugitiva,
Sale Lamberto, Sabina, Fisberto y otros. ya renuncio tu estropajo.
El Caballero de Gracia. Fisberto Ricote: ¿qué traje es éste?
Ricote. Este es un traje esquinado
Lambert. Jacobo, dadnos albricias, con cuernos que no deshonran;
aunque por lo que ganamos jno me ven embonetado?
que os las demos es más justo; Pues por mí dicen que dijo
ya Juan Bautista Cataño, nuestro refrán castellano
Cardenal de San Marcelo lo de «á come de bonete».
el sumo Pontificado Caball. Huélgome que reformado
goza en la romana Silla, estéis de vida y costumbres.
y con el nombre de Urbano Ricote. Padre Ricote me llamo.
Séptimo tiene en sus hombros Caball. Vamos á ver la Princesa,
de toda la Iglesia el cargo. que no poco se habrá holgado
Por muerte de Sixto Quinto con la elección acertada
todo el Colegio Romano de Su Santidad.
le adora por vice Dios. Lambert Es tanto
Caball. ¡Gracias á los cielos santos! lo que de este caballero
Lambert. El Cardenal, mi señor, hay que decir, que lo guardo
su sobrino, ha perdonado para la segunda parte,
mis travesuras. por lo que habéis estimado
Sabina. Y libre al Caballero de Gracia
á vuestra instancia, Conrado, en Madrid sus cortesanos.
COMEDIA FAMOSA

LA ROMERA DE SANTIAGO
DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA (0


El Rey Ordoño. Relox, lacayo.
Linda, Infanta. Conde Garci Fernández.
Blanca, dama. Fbuela.
Ximeno. Ramiro.
Lauro. Urraca.
Doña Sol. Criados.
Ortuño. Música.
El Conde Don Lisuardo.

JORNADA PRIMERA como el valor mereció


de vuestra heroica persona,
puesto que para pagallo
es poco con tal vasallo
ESCENA PRIMERA partir, Conde, la corona,
Salen los que pudieren de acompañamiento, y el y por ver si corresponde
ConnE Don Lisuardo, de camino, y Ordoño, Rey de la paga al valor igual,
León, y Doña Linda, Infanta, su hermana, y sién quiero hacer un memorial
tanse el Rev y la Infanta. de vuestros servicios, Conde.
Cuando el moro de Navarra,
Ordoño. ¿Conde? en ofensa de León
Lisuard. ¡Señor! quiso hacer ostentación
Ordoño. Escuchad. de su persona bizarra,
La memoria de los reyes saliendo yo con la mía
hace asegurar las leyes del Marte alarbe navarro,
del temor y la lealtad, al paso, vos tan bizarro
con el premio y el castigo, anduvistes aquel día
que son los polos por donde que nos dimos la batalla,
suelen navegarse, Conde, que cuerpo á cuerpo le distes
estos dos mares que digo. muerte y en fuga pusistes
Porque la difinición toda la alarbe canalla;
de la justicia es igual y tanta africana luna
medida, que cada cual metistes de esta ocasión
con la pena ó galardón arrastrando por León,
da lo que le toca. Yo que envidié vuestra fortuna
estoy de vos obligado, más que la de haber nacido
y vos no tan bien pagado Rey, en fin, porque es mayor

(i) Figuran además, Bkrmudo, Favila y Pelato.


JORNADA PRIMERA 389
imperio el que da el valor Ordoño. Levántese, Linda, á dar
que el que en la tierra han tenido la mano al Conde.
los príncipes que nacieron Linda. Ocasión
con la dicha de hercdallo; es, según sus partes son,
queá tan valiente vasallo que se pudo granjear
Reyes llegar no pudieron. á costa de mis deseos.
Cuando sobre el feudo entró Lisuard. Llegar á tanto en tan poco
Garci-Fernández, el Conde me ha de hacer que goce loco
de Castilla, hasta adonde tan soberanos empleos;
el Esla los pies bañó traición parece que ha sido
á sus soberbios caballos, al gusto y á la ventura.
sobre la puente del rio Ordoño. Quien pagar, Conde, procura
no mostró el romano brío lo mucho que habéis servido,
de Oracio para estorballos de esta suerte lo ha de hacer.
el paso más valentía Vuestro valor os levanta
que vos, pues á voces dijo á la alteza de una Infanta.
que erais rayo, que erais hijo Lisuard. Sólo os puede responder,
del sol, Castilla, aquel día. Ordoño, en esta ocasión,
'Cuando el moro cordobés para no caer en mengua,
las cien doncellas pidió el silencio, que en la lengua
que Mauregato le dió, no hay sentimiento en razón
rey infame, vil leonés, riel saber encarecer
y le obligó mi respuesta tan nunca vistos favores.
a que pusiese en campaña Ordoño. Si pudieran ser mayores
de la morisma de España no los dudara de hacer.
cuanta gente al arco apresta, Dé la mano Vuestra Alteza,
adarga embraza y empuña, hermana, al Conde.
lanza jineta aprestando Lisuard. Dejad
otro berberisco bando que imagine que es verdad
por la gallega Coruña tanto bien, tanta grandeza
haciendo empeñar el suelo primero, Ordoño valiente,
y que el Africa se asombre, generoso, heroico y justo,
¿no levantastes el nombre porque el gusto como el susto
de Ordoño segundo al cielo? puede matar de repente.
Si estos los servicios son Con mil vidas que perdiera
del Conde don Lisuardo, por vos, con que derramara
y hacerle merced aguardo, de sangre un mar, no bastara
una Infanta de León, para que comprar pudiera
legítima hermana mía, lo menos del bien que aguardo
sola los basta á pagar, tan sin pensallo.
y hoy la mano os he de dar; Linda. Yo estoy
de más de que merecía pagada en saber que soy
vuestra sangre este favor, del Conde don Lisuardo.
que no será la primera Esta es mi mano y con ella
que honrar vuestra casa espera. el alma os rindo también.
Lisuard. A tanta merced, señor, Lisuard. Si no es sueño tanto bien,
ni sé responder, ni acierto loco estoy. Linda más bella
á agradecer con razones; que el sol en belleza y nombre,
bien que en tales ocasiones á tanto cristal, á tanto
es cordura el desacierto. del cíelo, y de amor espanto,
Considere Vuestra Alteza no hay alma que no se asombre
lo que propone mejor, y mil tener estimara
porque le viene el favor para ofrecer con la mano
muy sobrado á mi nobleza. á vuestro pie soberano,
Ordoño. Yo tengo considerado, prodigio de la más rara
Conde, el favor que os he hecho, belleza que ha visto el suelo,
y es justicia y es derecho, de cuya mano divina
razón y razón de Estado; con la mía el alma indina
porque á granjear los dos, mide al sol rayo de hielo;
Conde, venimos así: puesto que en empresa igual
tanto me conviene á mí más lince amor, que Dios ciego
como os está bien á vos. hoy trueca flechas de fuego
Linda, mi hermana, ha de ser á cometas de cristal.
vuestra esposa, y dad la mano Pero, señor, ¿con qué intento
á la Infanta. si esta merced me intentastes
Lisuard. El soberano hacer, ponerme mandastes
favor me ha de enloquecer. de camino? Un casamiento
3go LA ROMERA DE SANTIAGO
tan alto, ¿no requería que en pocos días las leguas
galas cortesanas, antes que hay desde allí hasta Plemúa
que cosas que tan distantes medirán, poniendo en ella
son para tan grande día duda al viento si son hijos
como las botas y espuelas? de su propia ligereza.
Perdonad, que enigmas son En aqueste pliego, Conde,
tan notable prevención va la carta de creencia,
de caminar, tantas veis- la instrucción y mi retrato.
de plumas en mis criados, Dadme los brazos y sepa
tremolando al aire ya, Ingalaterra por vos
adonde copiando está de la Corona leonesa
la primavera los prados la grandeza y el valor.
en las galas de colores Lisuard. Perdonara á Vuestra Alteza
y á quien el sol hace fiesta, la merced por la pensión
de cuya hermosa floresta que viene, Ordoño, con ella.
son clarines ruiseñores, Si fuera llevando á Linda
y tanto apercibimiento fuera donde el sol no llega,
como León sale á ver, adonde trueca en la Libia
dando, Ordoño, en qué entender por átomos las arenas;
al sol, al Abril y al viento, pero no sé con qué vida,
y todo tan diferente con qué esperanza sin ella
que obliga á esta admiración. podre llegar donde voy.
Ordoño. No ha sido sin ocasión; Ordoño. Con el gusto de la vuelta
escuchadme atentamente. la ausencia puede sufrirse.
Desde el día que tomé Lisuard. Como el rigor de la ausencia
la resolución postrera primero se ha de pasar,
de casaros con la Infanta, es necesario que sea
mi hermana, con su belleza el valor más confiado,
premiando vuestros servicios, más valiente la paciencia,
quise que las bodas nuestras más sufrida la memoria,
fuesen en un mismo día, la esperanza más resuelta;
para juntar ambas fiestas mas donde méritos faltan
y para mostrar el gusto justo es que haya en recompensa
que yo tengo, Conde, en ellas, tanto infierno á tanto cielo,
porque corramos los dos á tal gloria tanta pena.
en el estado parejas; Ordoño. Esto es tan forzoso, Conde,
pues para tomarle yo como veis, que por que fuera
fué necesario que hiciera á esta embajada con más
primero las de mi hermana, autoridad y grandeza
que es obligación y es deuda vuestra persoha, he querido
con que los varones nacen; honraros desta manera,
y aunque Polonia y Bohemia, dando primero la mano
Flandes, Borgoña y Castilla á la Infanta: de Su Alteza
me la han pedido, más fuerza os despedid, y adiós, Conde. ( *'«*«•)
las obligaciones, Conde,
que os tengo, me han hecho, y éstas
con la merced de la Infanta ESCENA II
aún no quedan satisfechas.
Esta es la causa de haberos Dichos, menos eí Rsy.
mandado con la grandeza •
que tenéis, Conde, aprestada, Lisuard. No tiene valor ni fuerza
que os pusieseis las espuelas para tanta empresa el alma.
para que, luego que á Linda Linda. Conde, Dios os guarde y vuelva
la mano dieseis, partiera á León con la salud
vuestra persona a tratar que, como es razón, desea
mis bodas á Ingalaterra quien ha de ser vuestra esclava.
con Margarita, segunda Porque, si es igual la ausencia,
hija de Enrico, tan bella, entre dos que están amando,
que la fama pasó el mar del que parte y del que queda,
hasta León con las nuevas, partamos los sentimientos
para cuyo efecto agora entre los dos, por que sean,
en la Coruña os esperan partidas y acompañadas,
cuatro bajeles, redondos Conde, menores las penas;
escollos que el mar navegan, que yo os aseguro, Conde,
tan valientes y veloces que lleváis á Ingalaterra
caballos en la carrera, un alma que os acompaña,
del campo de las espumas, tan fina y tan verdadera
JORNADA PRIMERA 3gi
amante, en fe de la mano les han dado de barato,
que os di, que podréis con ella aunque algunos se consuelan
tener del tiempo al pesar cuando ven los angelitos
penas y gustos á medias. pintados, pues con ser esta
V á Dios que os guarde. gente más honrada que ellos,
Lisuard. Esperad, en» cinco mil primaveras
dejad que deje en la esfera de edad jamás han barbado.
de la nieve de esas manos Lisuard. Siempre estás de una manera.
con la boca el alma impresa. ¡Oh lo que envidio tu humor!
Linda. En el alma queda, Conde, Relox. También tengo mis tristezas;
donde con firmeza eterna también gozo mis pesares;
ha de vivir; Dios os guarde. también lloro mis ausencias;
Lisuard. Haced, Oriente, esas rejas también hay Juana y Lucia,
para verme partir; nazcan Marina, Aldotiza y Quiteria
vuestros dos soles en ellas de quien despedirse el hombre;
otra vez, no se me pongan que llevo de una gallega
tan presto. en el alma atravesados
Linda. Conde, quien tenga trece puntos de chinela
menos causa de querer, que, á estar en un facistol,
menos razón de estar ciega, pudieran cantar por ellas
atreverse puede á tanto. un motete, porque anduvo,
Permitidme, pues es fuerza según la apariencia enseña,
el ausentaros, que escuche con esta nación de pies
el mal, y que no le vea, pródiga naturaleza;
y guárdeos Dios. (Vase.) y no tres puntos, seis puntos...
Lisuard. Dios os guarde. ¡Jesús! en unas talegas
Loco voy, y no me dejan traigo los pies, y son vainas
las mismas ansias partir. donde el juanete profesa
¡Mal haya, enemiga ausencia, tan gran clausura, que obliga
quien dé amor te llama olvido con las meninas tijeras
siendo pasión que te aumentas á la cuchillada en cruz,
en la misma privación! y dice abajo una letra:
«Aquí mataron á un callo,
rueguen á doña Teresa
ESCENA III que se calce un punto más,
porque desta suerte tenga
Sale Relox, de camino con fieltro.— Don I-isuardo. su apretado pie en descanso
de cordobán y de suela.»
Relox. No ha de ser mi norabuena Lisuard. Reirme has hecho sin gana
la postrera, ¡vive Dios! de tus disparates.
Perdone la palaciega Relox. Pecas
ceremonia el caminante mortalmente contra amor
traje de fieltro y librea y no has de hallar quien te absuelva.
que á pisar indignamente ¿Sin gana? ¡qué groseríal
éntre estas salas; y luengas ¡qué ingrata correspondencia!
edades goce Vusía, ¡qué poca fineza! ¿Cómo
vueselencia ó Vuestra Alteza te puede sufrir la tierra?
á la Infanta, mi señora, ¡Jesús, Jesús, qué notable
que se me ha puesto en la testa delito! Dios te convierta,
que ha de heredar á León, despojado Jeremías,
porque le he visto con muestras amante de la ley vieja,
de impotente al Rey notables. Heráclito de los Condes.
Lisuard. ¿De qué suerte? Lisuard. ¡Ah borracho!
Relox. Es cosa cierta: Relox. ¿Quién lo niega?
todo lampiño de barba Lisuard. Adiós, Linda; adiós, hermoso
y bigotes no procrea, cielo de amor, pues es fuerza
porque son en el varón dejaros, que hasta volver
señales de fortaleza, el alma en rehenes cjueda,
como en éstos de templanza, y adiós, que parto sin alma. (Vase.\
y si alguna vez engendran
en sus cluecos desposorios,
son aves para la Iglesia. ESCENA IV
Lisuard. ¿Cómo? Rei.ox solo.
Relox. Capón es no más
gente que trae sin vergüenza ¿Sin alma? ¡qué borrachera!
huevos de avestruz por caras, Dóysela de dos la una
que las pestañas y cejas á cualquier difunto. ¡Oh bestias
392 LA ROMERA DE SANTIAGO

de amor! ¡Oh locos amantes, Relox. Tengo muchas excelencias.


qué presto que el alma dejan, Linda. ¿Cómo te llamas?
y como quien no hace nada Relox. Relox.
se van por su pie sin ella Linda. iNotable nombre!
trecientas leguas! Bien haya Relox. A mi abuela
un lacayo, que si llega .' le debo, después de Dios,
á despedirse de Elvira, porque fui desde la teta
de Catalina ó de Menga, al relox tan semejante,
no trata de almas ni trata que no hay cosa que convenga
de más que de dar la vuelta tanto conmigo en tener
con alma y cuerpo y tomar puntualidad en la eterna
lo que le dan por fineza, vigilia de no dormir,
si son cuellos ó camisas porque tengo la cabeza
y sin lágrimas ni quejas, con notable sequedad;
suspiros ni otras embrollas, y no se halla quien duerma
se despide á media rienda menos que el relox, pues nunca
con un abrazo en aspón como frenético deja
y un beso de castañeta; de dar en su tema á voces,
y sin hacer más misterios como yo doy en mi tema,
él se va y ella se queda. en estar midiendo siempre
Yo le sigo; ¡ah, pobre Conde! el tiempo en aguar las fiestas,
¡Cuál baja las escaleras diciendo: «Las doce son,
de palacio! No me espanto las dos darán las primeras,
de que la causa merezca mañana es viernes, señores;»
este enamorado aplauso, y ya que en dar no parezca
que Linda, la Infanta, es bella, relox, en pedir lo soy;
y es Infanta de León. sólo doy en las tabernas,
que son mis parroquias, donde
tragos por horas me cuestan
ESCENA V por cuartos y por cuartillos.
Arriba en una ventana Linda y Blanca.— Dicho. Linda. Pues haz, Relox, que no sean
del tiempo á pesar las horas
Blanca. Del Conde es esta librea. tan largas en esta ausencia;
Linda. Llámale, por vida tuya, apresura al sol los pasos,
Blanca. los siglos al tiempo abrevia
Relox. Adiós, paredes llenas y te deberá la vida,
de nidos de golondrinas, aunque es tan á costa delía.
mondongas y urracas dueñas.
Adiós, patios de palacio ESCENA VI
donde tantas y tan necias
pretensiones paseadas Salen Garci-Fernández y Ximeno, criado. — Dichos.
hacen señal en las piedras.
Blanca. Hola, ¡ah, lacayo del Condel Ximeno. A gran cosa te aventuras
Relox. ¡Qué soberana belleza si el mismo día que llegas
en tiple me está oleando! enamorado á León
¿Quién sin ser cura me olea? en demanda desta empresa
Linda. ¿Partióse ya el Conde? al Conde don Lisuardo
Blanca. Mira da el Rey á Linda, pues quedan
que te está hablando Su Alteza. capitulados y dadas
Relox. Ya lo miro con dos ojos las manos, premisas ciertas
y con treinta reverencias. de que su esposo ha de ser,
Linda. ¿Partióse el Conde? luego que de Ingalaterra
Relox. Según vuelva el Conde.
su sentimiento y su flema Garci. Nunca amor
pienso que no. de lo más fácil se precia.
Linda. ¿No eres tú Garci-Fernández, el Conde
su criado? de Castilla soy, y heredan
Relox. Y de Su Alteza más altas obligaciones
muy servidor, porque soy, mi valor y mi nobleza.
hablando con reverencia, Y aunque me niegue su hermana
á quien tiene el Conde muchas por nuestras pasadas guerras
obligaciones y deudas, y diferencias, Ordoño,
de hacer merced por servicios, pretendo ser dueño della,
que de persona y de lengua Ó en la empresa he de morir.
le he hecho veinte años ha. Relox. Dadme, señora, licencia,
Linda. Privarás con él, que muestras porque el Conde, mi señor,
desenfado cortesano. á estas horas galopea
JORNADA PRIMERA 393
fuera de León, por dar Garci. ¿Qué dices?
más presto á veros la vuelta, Relox. ¿Yo? que me tengas
y soy de la infantería por tu amigo.
y he de caminar por fuerza Garci. Vete, pues.
delante de su caballo Relox. Ya me voy; pero...
ó al lado de su litera. Garci. ¿Qué esperas?
Linda. Dile al Conde... Rei.ox. Nada, por cierto; mas mira,
Garci. Damas hay, si es posible con más flema,
don Ximén, en estas rejas que es de la Infanta esa banda
que caen á los corredores. y que no hay burlar con ella
Relox. Guarde Dios á Vuestra Alteza. ni con el Conde, mi amo,
Garci. La Infanta es, y éste sin duda á quien se dirige, y fuera
que despidiéndose della razón tener cortesía;
está, es lacayo del Conde. y cuando no se la tengan
Linda. Dios te guarde. ausente, soy hombre yo
Relox. Adiós. que la banda de Su Alteza
Linda. Espera, con tanta superchería
y esta banda que te arroja tiranizada por fuerza,
Blanca, al Conde, Relox, lleva y en este lugar, sabré...
para que al cuello en mi nombre Garci. ¿Qué sabrás?
le acompañe en esta ausencia, Relox. Irme sin ella. (Vase.)
á quien le da mi esperanza
la color y mi firmeza
el oro, y vuélvale el cielo ESCENA VIII
con la salud que desean
mis ojos verle en León. Dichos, menos Rei.ox.
(Do la banda á Blanca y éntrase.)
Garci. Ximén, si no pareciera Garci. Loco con la banda voy.
Ximeno. ¡Notables cosas intentas!
locura de amor, matara Garcl Para ios pechos tan grandes
al lacayo. se hicieron grandes empresas.
Blanca. Relox, esta
es la banda; adiós. (Vanse.)
(Echa la banda y éntrase.)
Rei.ox. Adiós. ESCENA IX
[Llega Garci-Fernández y cógela al
vuelo.) Sale Linda.

Cansada ausencia, dolor


ESCENA VII en el alma tan asido,
parece que habéis nacido
Dichos, menos las damas. de un parto con el amor.
Vuestro enemigo rigor
Garci. Aparta, villano, y deja á un mismo tiempo sentí
trofeos de quien tus manos que del amor conocí
son tan indignas, y cuenta el movimiento primero,
á tu dueño cómo un hombre tanto que de ausencia muero
de más valor, de más prendas, desde que al amor nací.
enamorado y celoso, Cuando yo no conocía
con esta banda se queda; qué era amor, imaginaba
que me la pida del modo que quien á querer llegaba
que quisiere cuando vuelva de ningún pesar sabía;
de Ingalaterra, que yo mas agora cada día
le aguardo en León, si fuera tos daños de la apariencia
un Hércules, un Aquiles, desengañan la paciencia,
que no es razón que merezca que hallando á su mal testigos
favores tan soberanos va descubriendo enemigos
menos que quien dueño sea en el campo de la ausencia.
del mundo, como Alejandro, Pensaba yo que el mayor
para hacer á Linda reina era la ausencia no más,
del mundo, ó Garci-Fernández, y vanme enseñando más
Conde de Castilla, esfera las espías de mi amor,
donde esta banda ha de ser, porque celoso temor,
á pesar de la tormenta las sospechas y el olvido
de mis celos, arco hermoso acometen al sentido,
de la paz que amor desea. monstruos de tanto poder
Vamos, Ximén. que se dan á conocer
Relox. ¡Vive Dios! primero que hayan nacido.
394 LA ROMERA DE SANTIAGO

lo que es tan justo, hasta agora.


ESCENA X
¿Cómo estáis?
Sale Blanca.— Linda. Linda. Como quien llora
la ausencia del Conde.
Blanca. Señora. Garci. ¡Ay, cielos!
Linda. Blanca. Cuanto escucho y miro es celos.
Blanca. Tu hermano Linda. Que en bienes tan deseados
manda avisarte primero es centro de mis cuidados
porque cierto caballero, y blanco de mis desvelos.
embajador castellano, Garci. El de Castilla pudiera,
quiere besarte la mano, señora, formar de vos
y ¿l excusa darle audiencia quejas, pues siendo los dos
con esto, que en tu prudencia de un nacimiento y esfera,
libra el desengaño. permitís que los prefiera
Linda. Ya de vuestro hermano un vasallo.
entiendo al Rey. ¿Dónde está? Linda. Ya en él tantas partes hallo,
Blanca. Aquí, aguardando licencia. después que le he dado el si
Linda. Dile que entre, que su intento y que la mano le di
justamente de mí fía. de esposa, que aun igualallo
Notablemente porfía quien goza la monarquía
Castilla en mi casamiento; del Imperio no podrá;
en pie recibille intento, y desengañarse ya
por que no quiero obligarme, el de Castilla podría
que se siente con sentarme. sabiendo que no soy mia,
y que á sus cartas molestas
tan diferentes respuestas
ESCENA XI tiene de Ordoño, mi hermano.
Sale Garc-KernAndez con la banda puesta.— Dichos. Garci. Ama como castellano.
Linda. Son necias finezas éstas
Blanca. Llegá, que Su Alteza espera. cuando me ve en esperanzas
Garci. ¡Qué hermosamente severa de otro dueño.
el audiencia aguarda á darme! Garci. No es razón
¡No he visto mayor valor que hasta estar en posesión
con tan divina belleza! que tenga desconfianza;
Deme los pies Vuestra Alteza. y hasta agora prenda alcanza
Linda. Levantaos, Embajador. de esas manos, que á su amor
Garci. Como otra deidad de amor da esperanzas el calor
suspende, turba y admira con que á dar celos se atreve
á quien su hermosura mira. al sol, aunque no le lleve
Linda. O es deseo ó ilusión, otro bien su embajador,
ó hace la imaginación que está dando afrenta al día
casi verdad la mentira, de tus soles que hurtó al viento;
ó esta es la banda que di perdona el atrevimiento
para el Conde. Blanca, escucha. y sus colores confía,
Garci. Mucha es su cordura, y mucha que una amorosa osadía
su beldad; no estoy en mí. méritos gana.
Linda. ¿No es esta mi banda? Linda. Es verdad,
Blanca. Si, cuando está la voluntad
señora, ó tan semejante, de cobarde recatada;
, que es á engañaros bastante. mas prenda sin gusto hurtada
Linda. La semejanza me está tiene poca calidad;
quitando el sentido. porque tan necia osadía,
Garci. Ya y á persona como yo,
para poder ser amante si en delito no incurrió
más dichoso y confiado, no escapa de grosería;
en sus divinos despojos y no es bien que prenda mia
la Infanta ha puesto los ojos nadie goce á mi pesar,
con particular cuidado; que no quiero averiguar
siempre la fortuna ha dado de la manera que ha sido,
victoria al que es atrevido. sino dejarte corrido
Linda. Perdiendo estoy el sentido. con llegártela á quitar.
{Arráncasela del cuello.)
¡Qué notable confusión!
Garci. De tan justa suspensión De mi firma y de mi mano
como viéndoos he tenido, esta respuesta y no más
puedo valerme, señora, á tu dueño llevarás,
para salvar el cuidado embajador castellano;
de no haberos preguntado, y por vida de mi hermano
JORNADA PRIMERA 3g5
y del Conde, si en razón que primero murmuraron,
desto has hecho relación al zafiro de los cielos
de mi autoridad ajena, la esmeralda de los prados,
que te cuelguen de una almena, que á no gozallos tan triste
la más alta de León. (Vase.) de ausente y enamorado,
fuera pasar por el cielo.
Relox. Alabando estás de espacio
ESCENA XII los arroyos y los ríos,
cuando nos está brindando
Garci-Fernandez solo. Ribadavia, á quien venera
santa nación, por el santo
Garci. Esquivos arrojamientos, licor, que sobre un magosto
varoniles bizarrías de castañas, hace raros
contra obstinadas porfías milagros; perdonen todos
de imposibles escarmientos; cuantos hay, tristes y blancos,
que cuando los pensamientos que este es el rey de los vinos,
ciegos con su error se casan, ó el monarca.
más los límites traspasan Lauro. Eso está claro.
del fin en que se desvelan Lisuard. Fértil tierra.
con desengaños que hielan Relox. De esa suerte
y con desdenes que abrasan. (Vase.) bien puede un lacayo honrado
decir que es gallego agora.
Lisuard. ¿Por qué no, si estos peñascos
ESCENA XIII á Castilla y á León
Salen el Conde Don Lisuardo y Fruela, Lauro, tan honrada sangre han dado,
Ramiro y Relox, criados. que para gloria del mundo
basta el blasón de los Castros,
Lisuard. Ya me parece que es hora en Galicia tan antiguo?
de caminar, que los rayos Relox. Y los Relojes, ¿es barro
del sol, licencia á las sombras desde que se usaron horas?
por el ocaso van dando; Gente que siempre está dando,
que basta lo que hemos sido, á imitación de los Condes
mientras su fuerza ha durado, y Marqueses.
huéspedes de estos laureles Lisuard. Relox, paso,
y de estos cristales claros. no te desconciertes.
Relox. El Marqués de Mantua fuiste, Fruela. Siempre,
hoy con todos tus criados. cuando está desconcertado
Lisuard. ¿Cómo, Relox? el reloj, suelen decir:
Relox. Porque á todos, «el reloj está borracho.»
dando á la merienda aplauso, Relox. No quitando lo presente,
alrededor de una fuente , señor escudero, hablando
mandaste sentar. con reverencia.
Lisuard. . El campo Lisuard. En efecto:
nos brindó. ¿el camino de Santiago
Relox. ¿Qué te parecen es éste?
los de Galicia? Ramiro. Y en toda Europa
Lisuard. Retratos no hay camino más cosario,
de los jardines Hibleos. aunque éntre el de Roma y entre
Lauro. Los Elíseos los llamaron el del Sepulcro sagrado
muchos antiguos. de Jerusalén.
Lisuard. Tuvieron Lauro. No tiene
razón, que pienso que el Mayo el mundo provincia encuanto
de estos campos, de estas cumbres, el bautismo se predica
es eterno ciudadano, que á este antiguo santuario
y que pueden á cristales de nuestro Patrón no envíe
hechos en peñas pedazos, peregrinos, ni apartado
apostar el Sil y el Miño mar, adonde el pasajero
con Guadalquivir y el Tajo, y el piloto del naufragio
cuyas fértiles riberas, en la pared de su templo
para hacer por Abril palio no cuelgue tabla ó milagro,
al sol, parece que están ni en las mazmorras de Fez
flores á estrellas copiando. ó Argel, cautivo cristiano
Plata y verde es la librea que no traiga la cadena
que dan los montes bizarros, de su libertad,, pagando
siendo por faldas y cumbres las gracias en esto al cielo
los arroyos pasamanos, y al Patrón de España.
bendiciendo con las lenguas Fruela. Es tanto,
396 LA ROMERA DE SANTIAGO

que al camino que en el cielo Lisuard. Del mismo cielo parece


por causa de estar cuajado que las dos habéis bajado.
de estrellas llamó el gentil Merced me haced de correr
camino de leche, han dado á los rostros soberanos
en llamarle vulgarmente de los volantes dichosos
el. camino de Santiago. las cortinas.
Rki.ox. Y es de suerte, que viniendo Sol. No llegamos
cierto labrador cansado haciendo esta ostentación;
del campo á su casa humilde si sois servido de darnos
una noche de verano, limosna, hacednos merced,
queriendo hacelle su esposa y si no, el Apóstol santo
lisonja, en medio de un patio en esta jornada os guíe.
le puso la cama al fresco; Lisuard. ¡Esperad, esperad!
mas él, los ojos alzando Sol. Vamos
al cielo y mirando encima con diferentes intentos.
el camino de Santiago, Lisuard. No es cortés término darnos
dió voces á su mujer, con las espaldas tan presto,
y dijo: «¿No habéis mirado ni novedad suplicaros
dónde la cama habéis hecho? que los volantes quitéis.
¿Queréis que se caiga acaso Sol. A quien es tan cortesano,
un bordón de un peregrino tan caballero y señor,
de 'os que van caminando, no será razón negallo,
frasco lleno ó calabaza, por no parecer nosotrás
y que me quiebre los cascos?» descorteses también. (Descúbrense.)
Y creyéndolo los dos, Lisuard. ¡Raro
á un aposento, temblando, y más que admirable extremo
con más miedo que vergüenza, de hermosura! No me acabo
los colchones retiraron. de persuadir que es verdad
Lisuard. El cuento me ha dado sed. tan peregrino milagro
Relox. ¿Y risa no? ¡Caso extraño! de honestidad y belleza.
Lisuard. Basta la que aquella fuente Sol. Bebed, señor, y mandadnos
entre cristalinos labios dar limosna.
muestra, brindando á bebella. Lisuard. ¿Cómo pide
Lauro. ¿Quieres agua? limosna quien está dando
Lisuard. Tráela, Lauro, pródiga, al mundo hermosura,
en un cristal que compita rica, al sol rayos dorados,
con el hermoso y helado poderosa, al cielo envidia,
de esa fuente. (Va por ella.) divina, al tiempo milagros?
Relox. ¡Infame antojo! Quien ha menester pediros,
En mi vida me brindaron romera, ¿cómo ha de daros,
para beber fuentecicas ni qué ha menester pedir
ni arroyuelos despeñados quien almas viene robando?
por traidores contra el vino. Sol. Yo soy, Conde, una mujer
Siempre entre dientes hablando, de Castilla, noble tanto
y si por desdicha enferma como su Conde; hice voto
de tercianas un cristiano, de visitar el sagrado
no hay fuente que le socorra, sepulcro de nuestro Apóstol;
con andar por esos campos, de esta suerte caminando
sin tener que hacer baldías, á pie y pidiendo limosna,
y no puede ser aguado aunque traigo mis criados
sino un rocío. detrás con una litera
(Sale Lauro con un vidrio de agua.) para los forzosos pasos
Lauro. Aquí está del camino, vuelvo agora
el agua. después de haber visitado
Lisuard. Muéstrala, Lauro, su sepulcro y su Padrón,
y partamos. á Castilla, publicando
mi devoción en las conchas,
veneras y santiagos
ESCENA XIV de azabache y de marfil,
que, como es costumbre, traigo
Salen Doña Sol y Doña Urraca de peregrinas.
en sombrero y esclavina;
Dichos.
y quien sois, sabiendo acaso
Sol. ¿Señor Conde?... de los vuestros, á pediros
Lisuard. ¡Notable belleza! las dos limosna llegamos;
Sol. Dadnos ved si nos la habéis de dar,
limosna á estas dos romeras ó guárdeos Dios.
que vienen de Santiago. ' Lisuard. Alejandro
JORNADA PRIMERA 3g7
quedara corto, señora, que con dinero sepamos?
en esta ocasión. No hallo ¿Hay mayor donaire; hay cosa
para serviros, si no es de más hermosura?
esta cadena que alabo Sol. Tanto
los diamantes, cuando estén os hacéis desentendido
en vuestras hermosas manos, de lo que soy, que me canso
por los mejores que ha visto de estar cansada con vos
Ceylán. de advertiros y escucharos;
Sol. Nosotras no vamos hacedme merced de hacer
sino es pidiendo limosna como quien sois, y dejarnos
por el voto de que os hago, proseguir nuestro camino,
señor Conde, relación, sin que nos impida el paso
y los diamantes dejaldos poco decoro á la sangre
para quien tan bien los luce, que tengo, al antiguo y claro
que allá en Castilla no estamos blasón de algún apellido
las mujeres como yo que honra á España y que heredaron
tan faltas dellos, que traigo estos nobles pensamientos
algunos con que poder que veis, y que están brotando
serviros y regalaros, valor y honor por los ojos,
que pueden desafiarse por las palabras, por cuantos
con más de una estrella á rayos. átomos de sangre tengo
Y el cielo os guarde con esto, de ser mujer; que esto al alto
que me parece que estamos y al humilde suele siempre
los dos mal de esta manera: obligar y al más bizarro.
vos, el tiempo dilatando Sabed ser galán cortés,
de caminar; yo, con vos no grosero cortesano.
pasando ya del recato Lisuard. Dejadme besar la nieve
los límites que me debo, de una mano.
y que por quien soy me guardo, Sol. De mi mano
y es razón no detenerme, esperad, Conde, más castas
ni entreteneros hablando, hazañas, y reportaos;
caminaréis más aprisa no pasen las groserías
y beberéis más despacio. á poder llamarse agravios,
LlSUARD Detente, que, vive Dios, que ¡vive Dios! que mujer
que es rigor demasiado como soy, sepa dejaros
partirte de esa manera. con desengaños de libre,
Sol. Pues ¿qué quieres? con presunciones de ingrato,
Lisuard ¿Qué más claro con escarmiento de necio
te pueden hablar mis ojos y castigos de villano.
de lo que te están hablando? Vamos, Urraca. (Vanse.)
Relox. Y vos, dulce motilona,
de este hermoso castellano ESCENA XV
serafín, no os vais; mirad
que hay también quien os ha dado Dichos, menos Doña Sol y Ukraca.
más corazón que á Belerma.
Urraca ¿Y es Durandarte el lacayo? Relox. ¡Y por Dios
Relox. ¡Qué presto me conociste! que ella no es mal papagayo!
Urraca ¿No basta el fieltro por ramo Lisuard. ¡Mujer peregrina en todo!
del vinagre que vendéis? Lauro. ¿Has de beber?
Rei.ox. Romera de los diablos, Lisuard. No, me abraso;
poco á poco, que, por Dios, para tan poco remedio,
que somos de un mismo paño, reparte á esas flores, Lauro,
y qu« te haré una manera, ese cristal para perlas,
sin saber cómo ni cuando, y caminemos, que parto
en el alma. sin mi, dejando los ojos
Urraca ¿De qué suerte? en esc prodigio helado
Relox. Con un beso y dos abrazos. de amor, en ese desdén
Urraca Yo lo doy por recibido; peregrino, en ese mármol
pero sepa que me llamo imposible.
Urraca y soy de Castilla, Reiox. ¿Y Linda?'
y conmigo, señor Ganso, Lisuard. Linda,
no hay zorroclocos. de mi amoroso cuidado
Relox. Vertiendo ha de ser eterno dueño;
estás por ojos y labios y es en semejantes casos
seis mil ducados de renta. mujer propia, diferente
Urraca ¡Encarecimiento extraño! de la que ciego idolatro
Relox. ¿Pues hay más que encarecer por invencible y ajena.
398 LA ROMERA DE SANTIAGO

Rulox. ¿Apenas estás casado, de ese número la mía,


cuando al primer trascartón y llámala inclinación
quieres dar matrimoñazo? honesta, sin la ambición
LlSUARD. Déjame, necio. de la hermosa hipocresía,
Relox. Confieso que se precia, de ordinario,
que es verdad, que no te hablo de hacer arte del desdén.
al gusto, que eres señor Urraca. Pues que te parezca bien
al fin, y yo un mentecato. algún hombre es necesario,
Digo¿ que la peregrina siendo mujer y naciendo
es querubín soberano, de los hombres.
y que puede con los ojos Sol. Necia estás;
matar á Poncio Pilato; no hace diferencia más
y el contrapeso me deja un hombre presente viendo
perdido por sus pedazos, que de un árbol, una fuente,
y que pretendo ser tordo un edificio, un retrato.
de tan dulce Urraca. Urraca. Corazón tienes ingrato,
LlSUARD. Vamos, pues no hay hombre que te aumente
y pase la gente toda un poco más el deseo
delante, y sólo un lacayo, que lo que está inanimado.
que es Relox, quede conmigo, Sin duda que se te ha helado
y cuatro ó cinco criados, el apetito; no creo
que quiero ir un poco á solas. que para mujer naciste.
Relox. ¡Oh, mental enamoradol Sol. Esto á quien soy corresponde.
LlSUARD, Loco por tus ojos voy, Urraca. ¿Es posible que en el Conde
romera de Santiago. algunas partes no viste
que te pareciesen bien?
Sol. ¿Quién, dime, por vida mía,
JORNADA SEGUNDA te paga la tercería?
¿Quién te encargó mi desdén?
Pues cuándo sueles conmigo
ESCENA PRIMERA tener este atrevimiento?
Urraca. De tu mismo sentimiento
Salen Doña Sol y Urraca solas, de la misma suerte son hijos los que te digo.
que primero. Sol. iQué bien pareces criada,
pues una apenas se ve
Urraca. Notablemente sentiste en el mundo que no esté
que te pidiese favores para tercera pagadal
el Conde. ¡Oh, enemigos no excusados
Sol. Urraca, no ignoras de los dueños que ofendéis!
que esto hasta aquí me trae triste. Murmuráis y malqueréis
¡Que un señor, un caballero regalados y pagados.
que más cortés debe ser ¡Qué de cosas se excusaran
con una honesta mujer si excusaros se pudiera!
anduviese tan grosero! Urraca. ¿Mandaste que la litera
¿Diéronle acaso mis ojos, y los criados pasaran
Urraca, alguna ocasión? adelante?
Urraca. Cuando tan livianos son Sol. Urraca, sí;
animan á los antojos; poique quiero caminar
culpa á tu misma hermosura hasta este primer lugar
de su atrevimiento. á pie.
Sol. Calla, Urraca. Deberánte ansí,
que estas son disculpas que halla más que á Abril, flores los prados.
la necedad. ¿Por ventura Sol. Y yo á ti lo que callares,
estoy obligada á ser que no son pocos pesares
fea para no perderme sufrirte algunos enfados,
el respeto, sin valerme de mi condición ajenos
el que debe á una mujer . y nuevos en mí hasta agora.
cualquier hombre principal, Urraca. Perdón te pido, señora,
que es lo que se debe á si? y estos campos por lo menos
Urraca. Tienes razón; pero di: enamoren tu hermosura.
¿cómo te parecen mal Sol. La suya á la vida avisa
todos los nombres? en el marchitarse aprisa.
Sol. Urraca, Ya parece que procura
nací co.n esa aspereza. el sol entrarse en el mar;
Urraca. Siempre fué de la belleza un poco más caminemos,
la ingratitud sombra. Urraca, porque lleguemos
Sol. Saca con luz alguna al lugar.
JORNADA SEGUNDA 399
ESCENA II que ha hecho cuando se casa
estelionato eres tú.
Salen el Conde Don Lisuardo y todos sus criados ¿De qué suerte?
Lisuard
embobados, con bandas por las caras y las espa Si á la Infanta
Sol.
das desnudas.— Dichas. de León la has dado, Conde,
Lisuard. ¡Teneos! ¿cómo á un mismo tiempo tratas
Urraca. ¿Qué es esto, cielos? otro casamiento? Advierte
¡Perdidas somos! que vienes ciego y que pasas
Sol. Urraca, los limites de quien eres,
no te aflijas, no te turbes; y prosigue tu jornada,
que estas desnudas espadas que no es razón...
no quieren sangre. Lisuard. No hay razón
Urraca. ¡Ay, señora!; en amor.
pues ¿qué quieren? Sol. Ya se adelanta
Sol. Oro y plata; eso á locura.
que éstos son algunos hombres Lisuard. Tú misma
de obligaciones, que pasan me disculpas.
necesidad y procuran Sol. Y tú infamas
de esta suerte remedialla tu valor.
saliéndose á los caminos; Lisuard. Ya no hay valor.
deja que los hable. Sol. Tendréle yo.
Urraca. Acaba, Lisuard. No habrá humana
y sepamos lo que intentan resistencia al amor mío.
de esta suerte. Sol. ¿A un ciego apetito llamas
Sol. Camaradas: amor?
contra dos mujeres solas Lisuard. Amor ó apetito,
menos que una espada basta. yo he de gozarte.
Retiradlas, que si vuestra Sol. Ya manchas
determinación lo causa con las palabras mi honor.
necesidad de dineros, Lisuard. No han de ser solas palabras.
y dos mujeres honradas, Sol. Pues serán, Conde, las obras
que en este traje caminan, imposibles; lo que el alma
os parece que esa falta rigiese esta sangre noble,
pueden suplir, reportaos, animare estas entrañas,
y sin armas ni amenazas alentare este animoso
cortésmeate os serviremos. corazón, esta bizarra
(Descúbrese el Conde.) presunción tuviese en pie,
Lisuard, Romera hermosa y gallarda: ó dejaré de ser Lara;
sólo tu belleza busco. antes de mis padres hija,
Lírraca. ¡Hablara para mañana! doña Sol y castellana.
Sol. ¿Quién sois? Lisuard. Mi bien, mi gloria, mi dueño;
Urraca. ¿Al Conde, señora, mujer sois, amor me abrasa;
no conoces? vuestro soy, no me matéis
Sol. No son trazas con tanto desdén, con tanta
estas de hombres como el Conde, ingratitud y aspereza,
y así en quien era dudaba. que no hay ninguna inhumana
Lisuard. Amor me obliga, romera, tiera que no quiera bien
y tu desdén, que con tanta su semejante; las plantas,
violencia á buscarte vuelva; las peñas, fuentes y ríos
procura menos ingrata con ser insensibles, aman.
corresponderme, que estoy Aquel ruiseñor escucha,
perdido. y verás que cuando canta
Sol. Conde, repara amorosas quejas son;
en quien soy, y juntamente mira allí como se abrazan
que en hacerme ofensa agravias con los sauces y los olmos
lo más noble de Castilla; las hiedras enamoradas;
que soy doña Sol de Lara, hasta aquel peñasco está
Condesa de Lara y hija enamorando las aguas
de don Manrique, á quien llama de aquel cristal fugitivo.
España el nunca vencido; Sol. Mira entre esas semejanzas
que puesto que muerto falta de amor, si nadie por fuerza
á mi honor, dél heredé lo que le niegan alcanza.
sangre tan noble, que basta Amor es correspondencia
contra las locas porfías. entre dos iguales almas,
Lisuard. Pues yo te doy, Sol, palabra que la costumbre la engendra
de marido. y alimenta la esperanza.
Sol. Y el primero Las principales mujeres
40o LA ROMERA DE SANTIAGO

de la estimación se pagan, Lauro. Sobre la hierba ha caído,


y esta es hija de los días volviendo en coral la grama.
con el tiempo acreditadas, Lisuard. Perderé también la vida
que accidentes repetidos si á Sol la vida le falta.
de amor, finezas bastardas
cuando más arden, se hielan, ESCENA III
cuando comienzan, acaban;
que como del apetito Salen la Infanta Linda y Blanca.
más que del amor cansadas,
corren por la posesión Blanca. ¿Cartas del Conde, señora?
y sobre el olvido paran. Linda. Sí, Blanca, del Conde son,
Lo que no cuesta deseos cuyas letras con razón
no lo estima el gusto en nada, el alma besa y adora.
que á las fáciles empresas Blanca. Desde el camino te escribe;
siempre sigue la mudanza. finezas de desposado
Da tiempo al tiempo, enamora, y galán enamorado.
con estimación regala, Linda. Con estos socorros vive
sirve, ruega, desconfía, mi esperanza y mi deseo;
escribe, recela, aguarda que no tiene la paciencia,
y no atropelles por fuerza contra el rigor de la ausencia,
prendas de tanta importancia, otras armas.
pues no vienen á ser gustos Blanca. No te veo
los del cuerpo sin el alma. alegre como solías;
LlSUABD. De espacio estás, doña Sol; todo te cansa y da guerra.
y mis amorosas ansias Linda. Con el Conde á Ingalaterra
más presurosas caminan. se fueron mis alegrías.
Sol. No sé si hallarán posada. Como no has llegado á amar
Lisuard. Lleva mi amor privilegio. no has sabido qué es tener
Sol. Nunca recibe esta casa tristeza, llorar, temer,
huéspedes de esa manera, esperar, desconfiar;
porque tiene salvaguarda y mucho más que da el dueño
del honor y del valor. de esta ausencia, en cuya calma
Tu ciego amor desengaña, toda es recelos el alma,
que no ha de pasar apenas todo es temores el sueño.
los umbrales. Conde, aparta, ¡Ay, Blanca, qué confusiones
que el bordón de una romera quien quiere ausente padece;
con obligaciones tantas, y qué de miedo se ofrece
basta y sobra contra todas á las imaginaciones .
las viles armas villanas cuando discurre quien ama
de un descortés caballero. de veras! ¡Ay, Blanca mía!
Haz lo que yo hiciere, Urraca, ven acá. ¿El Conde podría,
ó mataréte también. acaso con otra dama,
Urraca. Haz cuenta que te acompaña darme en el camino celos,
una amazona. y en Ingalaterra, donde
Rei.ox. Urraquilla, las hay tan bellas?
aceituna sevillana: Blanca. El Conde
si á Relox no hay rindibú tendrá los mismos desvelos
te he de hacer á cuchilladas. acerca de tu memoria,
Urraca. De montante he de jugar; ó de tu olvido también,
lacayo: guardad la cara, pues te quiere el Conde bien.
que he de echaros las narices Linda. Blanca: del amor l¡» gloria
dos leguas de las quijadas. mientras la presencia falta,
Lisuard. Sol: aunque más rayos eches, tiene suspensiones todas.
tu defensa ha de ser vana, Blanca. Presto tus dichosas bodas
que eres Sol, y al paso mismo el temor que sobresalta
que te defiendes, abrasas. tu pecho sosegarán.
Sol. Por eso, villano Conde, Linda. Entretanto temo, espero,
te sabré quemar las alas. desconfío, vivo y muero,
Lisuard. Ríndete, Sol, á mi amor; que es, Blanca, el Conde galán,
pues al amor veces tantas y miro en él infinitas
se ha rendido el sol del cielo. partes para deseadas.
(Entranse, acuchillando á Doña Sol, y Blanca. A las tuyas obligadas,
dicen dentro:) ¿qué temores solicitas?
Sol. ¡Ay, que me has muerto! Linda. Verdad es; mas puede ser,
Lisuard. ¡Mal haya ya que la mano le di,
mi espada y mi ingratitud! que las mire el Conde en mí
Tened, tened las espadas. como de propia mujer.
FUTÍ-

JORNADA SEGUNDA 40i


Blanca. Tiene esta regla excepción tanto esa causa homicida
en quien son como tú eres, de tantos gustos hiciera
que, aunque son propias mujeres, en mi pecho enamorado;
deidades humanas son. y así, desde hoy, no te asombres,
Al Conde le tengo yo ni me lo cantes, ni nombres,
lástima, que irá perdido, basta que me den cuidado.
sin consuelo, sin sentido, Blanca. Siempre te he de obedecer.
pues ei bien que mereció Linda. ¿Quién viene?
por dicha, se le dilata Blanca. Su Alteza.
con tanto rigor la ausencia,
valiéndose la paciencia
de una esperanza que mata ESCENA IV
cuando comenzó el deseo Sale el Ret Okdoño.—Dichos.
de la misma posesión;
que una Infanta de León Ordoño. Hermana:
no es tan ordinario empleo, ¿tan á solas? la cuartana
que la privación de aquello de la ausencia debe ser.
que ha de volver á gozar ¿Cómo se halla Vuestra Alteza
no le mate hasta llegar de su gran melancolía?
á gozallo y poseello; Linda. Con Blanca me entretenía
y después de poseído cantando.
y gozado, nunca el bien, Ordoño. Tan gran tristeza,
que es tan soberano en quien sólo puede suspender
está pasando, es creído; la voz de Blanca.
que pasa cuando se alcanza Linda. Confieso
con la misma posesión que debo infinito en eso
el término á la razón, á Blanca.
el limite á la esperanza. Blanca. Si encarecer
Linda. ¡Qué bien que sabes hablar, lo que servirte deseo
sin tener, Blanca, experiencia con eso intentas ahora,
en tan peligrosa ausencia! toda la merced, señora,
Bi anca. Todo se viene á alcanzar que me estás haciendo creo.
con el humano discurso. Ordoño. Siempre la música ha sido,
Linda. Escuchar cantar quisiera, en el amoroso asedio,
porque quien amando espera diversión, si no remedio,
nunca tiene otro discurso. porque es calma del sentido,
¿Has traído el instrumento que esta es la razón de haber
contigo? fingido que suspendió
Blanca. Señora, sí; al infierno cuando entró
el instrumento está aquí; Orfeo por su mujer.
toma, señora, un asiento, Para encarecer as!
y templa con más prudencia la fuerza de la armonía
tu grave melancolía. un filosofo decía
Linda. Cántame, por vida mía, que era deidad de por sí.
algunas cosas de ausencia. Que en nuestro mundo inferior
Blanca. (Canta.) «Madre: aquella niña tienen partes soberanas
de los ojos lindos, y son deidades humanas
matadores de hombres amor, música y olor.
sin ser basiliscos. Linda. Si añadiera la poesía
De su dueño ausente, Vuestra Alteza, de otros cuatro
sus ojos son ríos, elementos al teatro
su música endechas, humano adornar podía;
sus bailes suspiros. que á la tierra, al agua, al viento
Suspensa parece y al fuego, los cuatro son
que la han dado hechizos, de tan igual proporción
sospechas de celos, como cualquier elemento.
temores y olvidos.» Primeramente la tierra
Linda. Blanca: no prosigas más, imita á la poesía
que parece que cantando, en la variedad que cría,
con los temores, hablando en la hermosura que encierra.
de mis recelos estás. La música al agua imita
V si como son recelos que va con músico estruendo
que se dan tanto á temer dulce consonancia haciendo
llegasen acaso á ser, cuando al mar se precipita.
Blanca, averiguados celos, Al aire toca el olor,
pienso que el seso perdiera; y la cuarta y la postrera
poco es el seso, la vida; del cielo, cercana esfera
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA.—TOMO II 26
402 LA ROMERA DE SANTIAGO

que es del fuego, es el amor, ESCENA VI


en cuya ardiente pasión,
Sale el Conde Carci-FebnAndkz.— Dichos.
para vengar los desvelos
de los humanos, los celos Garci. A Vuestras Altezas beso
/I fieras salamandras son; los pies.
que agua, fuego, tierra y viento Ordoño. Guárdeos Dios; tomad
tanto inficionando aquejan asiento y después hablad.
con su aliento que no dejan Garci. Porque sé lo que intereso
privilegiado elemento. en el servicio del Conde
Ordoño. Mal encubre la experiencia de Castilla, mi señor,
que es esta su enfermedad. solícito embajador
Linda. Diciendo estoy la verdad parezco.
en el potro de la ausencia, Ordoño. Cuando responde
que aunque á voces la confieso, de su embajada al intento
después que sin él me vi, el mismo suceso, está
ya me trae fuera de mí respondido el Conde ya.
como es dolencia del seso; Garci. Sólo deste casamiento
aunque á veces me confía que forme quejas ahora
el mismo amor y valor me manda el Conde; pues viendo
del Conde. la ventaja que está haciendo
Ordoño. Siempre el temor á un vasallo, la señora
ser de amor sombra porfía; Infanta niegas á un Conde
pero para que no salga de Castilla.
con la suya, es menester Ordoño. Embajador:
la imaginación vencer, al mérito del valor
y quedel tiempo se valga igual merced corresponde.
divirtiendo el pensamiento Y como yo me he preciado
el discursivo rigor. de justiciero en León,
con esta satisfacción
ESCENA V los servicios he pagado
de un vasallo tan valiente,
Sale OrtuSo.—Dichos. demás de que su apellido
dos veces ha merecido
Ortuño. Aquí está el embajador ser heroico descendiente
de Castilla, con intento de nuestra casa Real.
de hablarte, porque ha venido Esto al Conde responded,
á la audiencia que le has dado y que tengo por merced
para este día. el deseo.
Ordoño. Cansado Linda. En caso igual,
este embajador ha sido, también puede ser porfía.
tantos desengaños viendo Garci. Con ese nombre se infaman '
y tanta esquivez mostrando, las finezas de los que aman
en irle así dilatando con poca dicha.
lugar de escucharle. Linda. La mía,
Ortuño. Entiendo tan grande ha venido á ser,
que con la resolución que con las demás estoy
hoy volverse determina grosera.
á Castilla. Garci. Corriendo voy
Linda. ¡Peregrina por los celos, hasta ver
castellana obstinación! mil veces mi desengaño;
Ordjño. Aquí quiero darle audiencia, y cada vez que le veo
porque con más brevedad, nace de nuevo el deseo
viendo de tu voluntad y pasa adelante el daño.
y la mía la experiencia, SOL. ¡Dentro.)
se canse y se desengañe Dejadme entrar, no me impida
y dé la vuelta á Castilla. de todo el mundo el rigor,
Entre, y llegadle una silla. que me va en ello el honor,
(Vase Oriuño.) que es mucho más que la vida.
Linda. Hoy para que te acompañe Ordoño. ¿Qué es eso?
en esta audiencia me obliga *
sólo tu gusto, que estoy
obligada al que te doy; ESCENA VII
porque de ver que prosiga Sale Ortuño.— Dichos.
este embajador grosero
con tan cansada embajada, Ortuño. Una peregrina,
me tiene, Ordoño, cansada. y peregrina mujer
Ordoño. Que hoy quedes con gusto espero. que contra todo el poder
JORNADA SEGUNDA 403
de nosotros determina á pie, y limosna pidiendo,
entrarse furiosa á hablar. con esclavina y bordón,
Ordoño. Pues llega tan rigurosa, cuando, entre el Miño y el Sil
con razón viene quejosa, encontré al ponerse el sol
sin duda; dejalda entrar. del Conde don Lisuardo
Ortuño. Tanto valor ha mostrado, un cortesano escuadrón,
que ella se ha entrado primero. que para tratar tus bodas
Ordoño. Escuchar sus quejas quiero, iba por embajador
pues hoy estoy obligado, á Ingalaterra. Llegamos
como rey, por justa ley, otra compañera y yo,
á no esconder las orejas doncella mía, á pedille
á la justicia y las quejas, limosna, que ambas á dos
ó he de dejar de ser rey. íbamos del mismo modo
vestidas, con el valor,
devoción y honestidad
ESCENA VIII que pedía el ser quien soy,
mi estado, mi pensamiento
Sale Doña Sol con el cabello suelto — Dichos. y la peregrinación.
Pero poco importa todo,
Sol. Escúchame atentamente, si este monstruo, este escorpión
rey Ordoño de León, á quien llaman hermosura
á quien llama el justiciero (veneno fuera mejor),
el hemisferio español, este basilisco humano,
si es que te precias de serlo, esta esfinge que nació
ó para mí faltan hoy para vender á su dueño
todas las cosas que pueden de un parto con la traición,
ser, Ordoño, en mi favor, esta breve tiranía,
y alcanzará la fortuna esta lisonjera flor
el imposible mayor de la maravilla, aquesta
si á quien eres faltas tú, breve mortal ambición
porque sobre al mundo yo. para romper del respeto
Yo soy, aunque no quisiera los privilegios que dió
después que sin honra estoy, la cortesana hidalguía,
de don Manrique de Lara, no hubiese dado ocasión.
su heredera doña Sol. ¡Mal haya amigo tan falso!
Imagino que esto basta ¡mal haya bien tan traidor,
para decirte quién soy; tan villana tiranía,
que don Manrique en Castilla tan costosa adulación!
es el último -blasón. El Conde, al fin...
De visitar desde Burgos Linda. ¡Ay de mí!
á pie, en el traje que voy, Del aire pendiente estoy.
pidiendo limosna, hice Sol. Al fin, el Conde, resuelto
voto al gallego patrón con las alas del furor,
desde una borrasca, adonde libre como el apetito,
golfo lanzado corrió y ciegos ambos á dos,
al mar, de una enfermedad si mudos para el agravio,
la vida leño veloz. sordos para la razón,
En cuya fe, como en tabla, sin discursos, sin memoria
parece que me sacó de que hay justicia, trazó
al puerto de la salud la más fiera alevosía
esta piadosa intención. que usó humano corazón;
¡Pluguiera á Dios que primero que gustos desordenados
muriera! ¡Pluguiera á Dios, de poderoso ofensor,
Ordoño, que hubiera estado atrepellando á su dueño,
el cielo sordo á mi voz!; corren á la posesión.
que á veces sirve la vida, Al fin, el Conde, aquí tiemblo,
á quien más la deseó, aquí me falta la voz,
de dar armas á su ofensa aquí el aliento me falta...
y á la desdicha ocasión. Linda. Y estoy sin sentido yo.
Daba la vuelta á Castilla Sol. Haciendo pasar delante
dando al cielo que me dió sus criados, eligió
lugar para visitar cinco, que con él vinieron
del Apóstol español á tan infame facción,
el sepulcro, inmensas gracias, y con desnudas espadas
con la autoridad y honor al camino nos salió,
de criados, que importaba con bandas, como los cinco
á mi persona, aunque voy cubierto el rostro traidor.
404 LA ROMERA DE SANTIAGO

Salteadores bien nacidos que no es bien que falte en ti


imaginamos que son, por privanza ni pasión!
y con corteses palabras Y cuando falte, á los pies
llego á reportallos yo; me iré del Emperador,
cuando, descubriendo el Conde que tiene sobre los reyes
el aleve rostro, dió cesárea jurisdicción.
muestras de su infame intento Y si él remiso estuviere,
con ciega resolución. me iré al Papa, y cuando él no
Yo, con el valor de Lara, me quisiese hacer justicia,
remito altiva al bordón por eso en el cielo hay Dios.
la defensa de mi ofensa. Demás de que tengo deudos
Pero ¿qué importa el valor en Castilla y en León,
cuando la desdicha es más, que sabrán tomar las armas
cuando el poder es mayor, en defensa de mi honor.
el apetito es campal Que el Conde Garci-Fcrnández,
y está ciega la razón? Conde en Castilla lo es hoy
Una punta de su espada tan mío, que somos hijos
en la frente me alcanzó, de dos hermanos los dos,
cuando más mezclada andaba y vendrá de mejor gana
la batalla de mi honor. á volver por mi opinión
Sentí en los ojos la sangre, con las armas que á pedirte
y en el flaco corazón, el caballo y el azor.
como, al fin, de mujer hizo, Y cuando por desdichada
más que la herida, el temor. en ninguno halle favor,
Ciega de la sangre, en tierra para vengarme yo misma
el honor conmigo dió, y tomar satisfacción,
que siempre fué mal agüero piedras pediré á la tierra,
sangriento eclipse en el sol. al mar pediré furor,
A este tiempo, entre los brazos alas al aire, y al fuego
á recibirme llegó, rayos que arrojando estoy;
con piadosa tiranía, á las víboras veneno,
con tirana presunción, á los áspides rigor,
donde, haciendo á los demás ojos á los basiliscos,
que se aparten, comenzó al infierno obstinación.
á regalarme lascivo, Y entretanto morderé
á enlazarse adulador. la tierra que esto sufrió,
Si con la boca me limpia como una perra con rabia,
la sangre, con el dolor como una bestia feroz,
fingido, lágrimas vierte, sin osar alzar al cielo
que de cocodrilo son. sino es la imaginación;
Yo, sin aliento, sin alma, que doña Sol afrentada
ni oigo, ni siento, ni estoy no es justo que mire al sol.
para resistirle, y loco, (Arrójase á los pies del Rey y levántase
ciego y tirano intentó el Conde.)
mi desventura, mi infamia, Ordoño. ¡Raro suceso!
mi deshonra. Garci. Hasta aquí,
Linda. ¡Muerta soy! Ordoño, he representado
Sol. Y como en el apetito otra persona, llevado
que no es legitimo amor del celoso frenesí
suele el arrepentimiento de un amoroso cuidado.
seguir á la posesión, De ser dejo embajador
con la misma tiranía celoso, amante y galán;
en el campo me dejó que cesan las del amor
llena de sangre y de afrenta, cuando de por medio están
tan desdichada, que doy obligaciones de honor.
• quejas al cielo de verme Garci-Fernández, el Conde
con la vida en la ocasión de Castilla soy, á quien
que pudiera ser la herida toca este agravio, por donde
penetrante, porque yo se ha de restaurar también;
con la vida juntamente si al Conde el abismo esconde,
matara mi deshonor. que está mi sangre agraviada,
Pero, quedando con ella, en doña Sol y conmigo
vengo á pedirte, señor, por mayor deuda obligada.
justicia de aqueste agravio, Y así desde luego digo,
castigo de esta traición. puesta !a mano en la espada,
¡Justicia, Ordoño; justicia, que don Lisuardo, ei Conde,
por quien eres, por quien soy. es cobarde y es traidor,
JORNADA SEGUNDA 4o5
y á quien es no corresponde; obedecer y esperar
y que esto hará mi valor al Conde.
verdad presto aquí y adonde Ordoño. El es caballero
me diere el tiempo ocasión. tan valiente, que la cara,
Y conforme al valor mío, cuando sin rey estuviera
pondré con esta intención y vasallo no se hallara,
carteles de desafío á ninguno no escondiera
en Castilla y en León, de los Manriques de Lara;
en Francia, en Ingalaterra, pero las armas aquí,
en Italia, en Alemania; Conde, no han de sentenciar
sacándole, si se encierra, lo que me compete á mí.
como prodigio de Hircania Garci. La justicia, que en lugar
de las venas de la tierra. de Dios resplandece en ti. (Vase.)
De doña Sol la opinión,
teniendo deudos tan buenos,
verá con satisfacción, ESCENA IX
porque por Lara no es menos
que una Infanta de León. Dichos, menos el Conde.
Oh dono. Conde de Castilla, á mí Blanca. ¡Qué lastimoso suceso
me toca, como á su Rey,
la satisfacción, y así en tan divina belleza
por la justicia y la ley, y en tal beldad!
seré lo que siempre fui. Linda. Dios te guarde,
Pues me llama el justiciero mujer, cualquiera que seas;
León, con mi obligación retiradla.
cumplir como debo espero,
cuando fuera de León
el Conde sólo heredero. ESCENA X
Y entretanto á Sol tendré Sale Rei.ox con fieltro y botas.— Dichos, menos
de la Infanta en compañía, Doña Sol.
y su honor satisfaré,
como el de la hermana mía Relox. De tus bellas
quede juntamente en pie, plantas los chapines beso
que, como es público, ha dado y en los copos de la densa
la mano al Conde de esposa, nieve de las blancas manos,
x que no es pequeño cuidado, pongo este pliego que espera
en que el alma temerosa porte como de una Infanta
y confusa ha vacilado. que pretende ser Condesa.
Mas todo lo facilita Linda. ¿Quién eres?
la justicia y la prudencia, Relox. ¿No me conoces?
porque el Rey que á Dios imita, ¿Tan presto se olvidan prendas
con humana providencia de lo que se quiere bien?
lo que importa solicita. ¿Posible es que no se acuerda
Este caso pide más de Relox, lacayo suyo,
atención que otro ordinario, en tres semanas de ausencia?
que pienso que igual jamás ¿el que te habló á la partida
se ha visto, y es necesario y al que con tanta terneza
ir, Conde, con el compás del Conde, encargaste entonces
de la prudencia midiendo la brevedad á la vuelta?
la justicia y la ocasión, El mismo soy; aquí vengo
á quien acudir pretendo en figura de estafeta
con tanta satisfacción con botas hasta las ingles
como siempre en mí están viendo. más altas que una cuaresma
Vos á Castilla os volved, por Marzo, y Dios sabe cómo
Conde, hasta tanto que sea traigo las asentaderas,
ocasión, y agora haced que dejo al Conde embarcado
que esto más secreto sea, en la Coruña, y con estas
que es hacer á Sol merced, cartas me despachó, y quiere
hasta que el Conde haya dado que al desembarcarse vuelva
de Ingalaterra á León á recibille, señora,
la vuelta, y perded cuidado, de tu salud con las nuevas.
que yo tomo su opinión Relox soy; yo soy Relox.
por fni cuenta. Linda. Relox: en mal hora vengas.
Garci. Confiado Relox. Por cierto buenas albricias
en esa palabra quiero para quien viene por ellas
á Burgos la vuelta dar, de posta en posta, sin tripas
adonde tu gusto espero más de cuarenta y seis leguas.
406 LA ROMERA DE SANTIAGO

¡Mal haya el hombre que fia bien por esta confesión.


después que una vez se ausenta, Escribe, Ortún, de tu letra
en Infantas ni en rocines! los nombres de estos criados
Linda. ¡Hola!, colgad de una almena del Conde, y á éste le metan
á este villano. donde ninguno entretanto
Rei.ox. ¿Qué dices? ni verle ni hablarle pueda;
¿Hablas de burlas ó veras? y esté todo con silencio
Linda. Presto lo verás, infame esto en Palacio.
cómplice de mis ofensas, Relox. ¡Que venga
que en las cartas de ese ingrato á sólo esto un desdichado
me traes víboras por letras. por la posta tantas leguas
Relox. ¡Yo he llegado á muy buen tiempo sobre navajas, en silla,
para todas mis quimeras! sobre tarascas gallegas!
¡A linda ocasión, por Dios! Ordoño. Llevadle.
Cuando pensé que me hicieran Linda. Guárdete el cielo
Conde en aquesta ocasión por el socorro que intentas
por albricias de estas nuevas dar, Ordoño, á mis agravios.
y hallo tantas novedades. Ordoño. El pecho, Linda, sosiega,
Linda. ¡Hola! que ha de ser tu esposo el Conde
aunque se ponga la tierra
de por medio, y de tus celos
ESCENA XI las ciegas ansias desecha,
porque con el escarmiento
Sale el Rey Ordoño.— Dichos. de la suma de la pena
culpas de la mocedad
Ordoño. ¿Qué voces son éstas? fácilmente se descuentan.
¿qué tiene la Infanta? (ap.) Esta lisonja á la vida
Linda. Celos, y al sexo de Linda es fuerza
que es la pasión más inquieta hacer con arte.
que priva del albedrío. Linda. No mires,
Relox. Yo pienso que está Su Alteza Ordoño, pues que .deseas
de aquella cabeza leca. ser católico Trajano,
Linda. Antes, villano, estoy cuerda, ser Numa español; las prendas
pues que sé sentir. del Conde, mi amor, mis celos,
Ordoño. ¿Quién eres? mi vida, mi honor, la mesma
Relox. Un lacayo sin librea sangre que tienes, que es mía,
del Conde don Lisuardo, si á la justicia que enseñan
mi señor, que es la primera las leyes de tus pasados
vez que se ha visto en su vida has de faltar; pues sin ella
con botas y con espuelas, falta el poder al poder,
que dejándole embarcado el decoro á la vergüenza,
en la Coruña, desea el miedo á la majestad,
dar á Su Alteza este pliego el amor á la obediencia.
y volver con la respuesta Desnuda, Ordoño, el estoque •
al desembarcarse el Conde; de la justicia, no pierdas
que hallé estas puertas abiertas el nombre hasta aquí ganado;
y me metió el alborozo muera el Conde, aunque yo muera.
hasta los pies de Su Alteza, Ni la pasión te acobarde,
y cuando pensé salir ni la sangre te detenga;
con un juro para en cuenta que eso es política, en fin,
de un título de Vizconde, y en los Reyes que gobiernan
me manda colgar. más importa la justicia
Linda. En esa y para la paz la guerra.
relación de tu camino, Esto, Ordoño, contra sí
¿cómo olvidas la Romera una loca te aconseja,
de Santiago? que de llorar, solamente
Relox. Pues yo, morir le queda de cuerda;
¿qué culpa tuve, ó qué pena aunque es grande la desdicha
merezco, si á mí y á Lauro, que la muerte le consuela. (Vase.)
á Ramiro y á Fruela Ordoño. ¡Notable suceso ha sidol
nos mandó volver con él; Siguela, Blanca.
que nosotros en la empresa Blanca. ¡Qué fiera
servimos de tenedor pasión!
y él trinchó el ave? Ordoño. Camina, lacayo.
Ordoño. Confiesa Relox. ¡Oh, mal haya la Romera,
sin tormento la verdad, que siendo ella la gozada
y la información comienza padece Relox la fuerza!
JORNADA TERCERA 407
¿Cómo estáis?
Linda. Mucho mejor;
JORNADA TERCERA porque descuento el amor
en los agravios que veis.
Ordoño. ¿Qué ha sido la novedad
ESCENA PRIMERA de la gala?
Linda. Venir hoy
Salen Doña Blanca y Ordoño. el Conde y ser yo quien soy,
y ya que a la voluntad
Ordoño. ¡Blanca! no le debo esta alegría,
Blanca. ¡Señor! á la obligación responde
Ordoño. ¿Cómo está • de la venida del Conde
la Infanta? por precisa deuda mía;
Blanca. Tanto mejor, pues hasta agora no puedo
cuanto el agravio al dolor negar que el Conde es mi esposo,
dando desengaños va; y entretanto esto es forzoso.
porque ella la misma ha sido Ordoño. Admirado, Linda, quedo
en tan ciego pensamiento de tu raro entendimiento.
causa de su sentimiento, Linda. ¡Pluguiera al cielo que fuera
es de volverla el sentido; menos, porque no supiera
que estando la ofensa enmedio tener tanto sentimiento!
en una honrada mujer,
una propia viene á ser
la enfermedad y el remedio. ESCENA III
Ordoño. Bien dices, que en el amor Sale Ortuño.—Dichos.
lo que el tiempo no ha podido,
agravios con el olvido Ordoño. ¿Qué hay de nuevo, Ortún?
curan de celos mejor. Ortuño. Señor,
Hoy llega el Conde, en efeto. nuevas de que llegará
Bi anca. Que temo de la presencia muy presto el Conde, que ya
nueva celosa dolencia; para prevenir mejor
y como amor, es efeto, su entrada, en la sala adonde
de los ojos con los ojos le has de dar pública audiencia,
se aumentan, justos ó injustos, con peregrina advertencia
los agravios y los gustos que á tu ingenio corresponde,
las glorias y los enojos. del Conde un criado está
Ordoño. Bien ha menester más vidas, una cortina poniendo
sobre su rigor mirando, debajo la cual entiendo
á quien están esperando que con propósito va
dos mujeres ofendidas. de poner de Margarita
El cielo me inspire el modo el retrato hermoso y grave,
de suene que, por codicia, porque en el punto que acabe
ni pasión, á la justicia, la relación, solicita
no falte, que es faltar todo enseñártele con toda
el bien de un reino sin vella. aquesta veneración,
Blanca. Quien en tan floridos años como á Reina de León.
con tan altos desengaños Al lin tu dichosa boda
ha merecido por ella llegue, señor, para bien
el nombre que le da España, de tus reinos.
demás del mucho valor Ordoño. Dios te guarde,
de sus aciertos, señor, Ortún.
la experiencia desengaña. Linda. Aunque llegan tarde
Ordoño. Siempre he de ser el que fui. mis albricias para quien
Blanca. Su Alteza viene, señor. tan buenas nuevas ha dado,
en todo son de estimar.
Ordoño. ¡Qué valor quiere mostrar!
ESCENA II Linda. Toma, y llámame al criado,
Sale la lNfanTa,¡>í^arra.— Dichos. por que también se las dé.
(Le da una sortija )
Ordoño. La causa de su dolor Ortuño. ¡Vivas más años que el sol,
me tiene, Blanca, sin mí, milagro hermoso español!
cuando la pena la tiene Ordoño. Ortún, escucha. {Hablan aparte.)
consentimiento tan grande. Blanca. No sé
Hermana. si á tan bizarro valor
Linda. Ya á que la mande ninguno se ha de igualar.
Vuestra Alteza, Linda viene. Okdoño. Esto se ha de hacer sin dar
Ordoño. Favores son que me hacéis. sospechas de mi rigor,
4o8 LA ROMERA DE SANTIAGO

que es importante el secreto, ¿cómo te llamas?


como también el cuidado. Linda. De modo
Advierte, Ortún, si el criado la nueva me ha alborotado,
está en la lista. que estoy sin mí de alegría ;
Ortuño. A este efeto tanto en la fe pueden mía
te entré á hablar; en ella está. las reliquias que han quedado.
Ordoño. Pues hazle prender. Ortuño. Lauro es el último aquí
Ortuño. Yo voy. de la lista.
Linda. Hoy nombre á tu nombre doy Ordoño. Ellos vinieron
con el que valor me da como más menester fueron.
pues que te ayudo con él Prended á Lauro.
á la justicia: esa es sola. Lauro. ¡Ay de mí!
Ordoño. ¡Fénix divina española; Ordoño. Delitos del Conde son
el oro, el bronce, el laurel en que eres cómplice.
digno es de escribir tu nombre Lauro. ¡Ah, cielo!
solamente! No fué vano mi recelo.
Linda. Y del divino Señora...
tuyo solamente dino Linca. En esta ocasión
porque la tierra se asombre. no te he de poder valer.
Llevadle preso.
ESCENA IV Lauro. Sin duda
que contra el Conde se muda
Sale Lauro de camino.— Dichos. de la fortuna el poder. {Llévante.)
Lauro. De vuestra Alteza, señor, Ortuño. Pienso que el Conde está aquí.
beso los pies, y los vuestros, Ordoño. Sillas, y despeje, Ortún,
señora, pido, también, toda la gente común
añadiendo el parabién que hubiere, y al Conde di
de los que lo han de ser nuestros, adónde está la cortina.
pues llega tan presto el Conde Ortuño. A advertille al Conde voy.
á gozar el bien que aguarda. Linda. ¡Con qué sobresalto estoy!
Linda. Siempre para el alma tarda. Blanca. Tiene fuerza peregrina
Lauro. Justamente corresponde, amor, aunque esté ofendido.
señora, tan gran fineza
á la fe, al notable amor ESCENA V
con que el Conde, mi señor,
idolatra á Vuestra Alteza; Sale El Conde. — Dichos.
aunque ha estado con cuidado
de haber visto, y con razón, Lisuard Dadme á besar vuestros pies.
que á su desembarcación Linda. ¡Ay, alma! ¿Qué es lo que ves?
las cartas le hayan faltado. Ordoño. Seáis, Conde, bien venido.
Linda. Falta de salud ha sido. ¿Cómo venís? Levantad.
Toma, aunque merecen más, Lisuard. Deseando, por los vientos,
estas nuevas que me das. llegar con los pensamientos
(Dale una sortija) á los de la voluntad.
Lauro., Guarde, á pesar del olvido, Linda. ¡Ay, Blanca! Viendo presente
el tiempo, tus verdes *ños. al Conde, con el rigor
Linda. Inmortal debo de ser, de la ofensa y del amor
pues no han tenido poder tiemblo y ardo juntamente.
en mí algunos desengaños Mirándole estoy mortal.
para matarme. ¿Posible es que es éste á quien
Lauro. Recelo yo llegué á querer tan bien
que habla Linda sospechosa. y me ha pagado tan mal?
Linda. Margarita ¿es muy hermosa? Blanca. Señora: en esta ocasión .
Lauro. Las dos sois soles del suelo. más valor has de tener.
Su beldades peregrina; Linda. Forzoso, Blanca, ha de ser.
en la copia podéis ver Lisuard. Escuchad la relación.
que yo he venido á poner Luego que con tu estandarte
debajo de una cortina, los cuatro Marinos montes,
en la sala en que Su Alteza que al mar les diese obligaron
al Conde audiencia ha de dar, campo de cristal salobre,
cuando le llegue á besar prósperamente á tu fama,
la mano. lisonjero al viento entonces
Linda. Tanta belleza de la Coruña á Plemúa
merece este aplauso todo. en breve tiempo nos pone.
Ortuño. El Conde ha llegado ya Apenas sobre la espuma
á palacio. nos descubrieron las torres,
Ordoño. Ven acá; cuando intentaron juntar
JORNADA TERCKRA 409
dos elementos conformes; Lisuard. ¡Qué suceso
porque los alegres fuegos tan extraño!
fueron tan grandes, que sobre Ordoño. ¿No respondes?
el agua su ardiente esfera Lisuard. Señor, sí...
paces juró aquella noche. Ordoño. La turbación
Aquí pasé algunos días en el rostro, en las razones,
de Enrique esperando el orden, el más abonado ha sido
con la cual, desde este puerto, testigo que tienes, Conde,
partí á la corte de Londres. contra ti.
Honró mi recebimíento, Lisuard. Señor, señor...
dando grandeza á la corte, Ordoño. No te disculpes ni ignores
su Príncipe Feduardo que ha de ser contra tal yerro
con los ingleses conformes. el valor ni el blasón noble
Vine á apearme á Palacio parte para que te valgan
con todo este aplauso, adonde en culpas que son tan torpes
los Reyes nos esperaban de seguros privilegios
en los mesmos corredores. y de libres excepciones.
Llegué á besalles las manos, Yo te cortaré las alas
y al mismo tiempo se opone que tan ciegamente rompen
á escurecer Margarita del cielo en ofensa el viento
los reales esplendores. con soberbias presunciones.
Besé su mano, y hallé Lisuard. De Vuestra Alteza á los pies
más cristal que vale el orbe; postrado...
y entre rayos de oro y nácar Ordoño. No paséis, Conde,
prodigios de nieve y flores. delante; quedaos y haced
Levantóme con los brazos cuenta que para que cobre
de la tierra, y preguntóme su honor doña Sol no sois
por tu salud, juntamente hombre tan rico, tan noble,
con la de Linda, que gocen sino el más triste vasallo
largos años estos reinos, el más humilde, el más pobre
y á los Reyes que nos oyen, que hay en León; y por vida
y que me esperaban, vuelvo de mi corona, que tomen
y tus cartas doy entonces. en vos todos escarmiento
Leyéronlas, y contentos, y yo más heroico nombre. (Vase.)
con un sarao me responden
donde la beldad inglesa
dió hermosas adoraciones. ESCENA VI
Aposentáronme dentro
de Palacio, haciendo pobres Dichos, menos el Rey.
las grandezas de Alejandro
con varias ostentaciones. Lisuard. Señora, esposa, mi bien,
Y después de algunos días si de vos no se socorre
que conferimos la dote, mi esperanza, estoy perdido.
se firmaron los conciertos Hablad al Rey, no'se enoje
de las capitulaciones, sin escucharme.
y, remitiendo á las cartas Linda. No sé
lo demás, partí de Londres quién eres, que vienes, Conde,
para embarcarme á Plemúa, tan diferente, que aun tú
que estaba dándome voces pienso que no te conoces.
el deseo de llegar El Rey ha de hacer justicia,
á ver á Linda, que logren que son sus obligaciones;
mis esperanzas ausentes remédíete el cielo. (Vase.) \
el fruto de sus amores.
V para hacerte lisonja,
á la partida el Rey diómc ESCENA VII
de Margarita un retrato Dichos, menos la Infanta.
á su estatura conforme.
Debajo de esta cortina -isuard. Blanca,
que te descubro se esconde; sigue á la Infanta; y pues oye
su gentileza te admire lo que la dices tan bien,
y su hermosura te asombre. con palabras, con razones
{Correla cortina, y está debajo Doña encarecidas disculpa
Sol, de peregrina.) sus celos, no la apasiones
Ordoño. ¿Es ese, Conde, el retrato? tan á su costa, pues sabe
Lisuard. ¿Qué es esto, cielos? que son de la edad errores,
Ordoño. ¿Conoces y con halagos al Rey,
esta mujer? como puede, desenoje,
4io LA ROMERA DE SANTIAGO

porque le temo indignado; como yo, Ortún, se le pide


así dulcemente logres la espada? ¿A un hombre que sobre
tus esperanzas, así la luna y el sol ha puesto
tengas... con taníos hechos su nombre
Blanca. No me atrevo, Conde, y el de su rey, manda el Rey
á hablar en ello á la Infanta, dar la espada, cuyo corte
ni ella al Rey, porque conoce tanto católico acero
la condición de su hermano. y africano reconoce?
Busca oíros medios que importen. ¡Vive Dios!
(Vase.) Ortuño. Conde, estas cosas
no se negocian con voces.
ESCENA VIII Vasallo de Ordoño sois,
y es de vasallos traidores
Dichos, menos Blanca. no obedecer á sus reyes
y á los que los reyes ponen
Lisuabd. ¿Hay hombre más desdichado? en su lugar; á esto vengo,
Sol, templad los arreboles representando su nombre.
y serenad los celajes Obedecedle, ó mirad
que vuestros rayos esconden. que vienen doscientos hombres
Medie el Rey por ti mi culpa, hijosdalgo y caballeros
no pido que la perdones, conmigo, con orden, Conde,
que yerros de amor no es mucho de mataros, si intentáis
que tu misma luz los dore. defenderos. No provoque
Yo quiero ser tu marido vuestra cólera la ira,
si de mi mano depone en tan fuertes ocasiones,
la acción que tiene la Infanta, del Rey y de los que vienen
y esclavo tuyo; disponte á vuestra prisión.
á hablar al Rey, porque falto Lisuard. Bajóme
de su gracia, no sé dónde la fortuna hasta el abismo
tengo segura la vida. de las desdichas, que corren
¿Qué dices? ¿Qué me respondes? conmigo tormentas. Ortún,
Sol. Que el Rey sabe lo que debe sobre mi cabeza pone
hacer en esto, conforme mi lealtad la orden del Rey;
al blasón de la justicia toma la espada y no tomes
que mantiene y que dispone, ocasión para decir
y que cuando correr vea que no soy leal.
tu alevosa sangre, adonde Ohtuño. Es, Conde,
un verdugo la cabeza esa la mayor cordura
de tu vil garganta corte, y el mayor valor.
no me hartaré de bebella; Lisuard. Valores
que de la venganza, Conde, contra los reyes, no sirven
ha de quedar más sedienta de más que de agravios. ¿Dónde,
mi hidrópica sed entonces. si es licito el preguntallo,
(Quiere irse y la detiene.) Ortún, voy preso?
Lisuard. Espera, Sol, no te ausentes Ortuño. A las torres
de mí, que no soy la noche de palacio.
de Noruega, aunque estoy puesto Lisuard. Vamos, pues;
de tus desdenes ai norte. que no es bien que me congojen
Sol. ¡Ah, sirena, no me encantes! prisiones, pues las desdichas
¡Aspid libio, no me toques! se hicieron para los hombres. (/«««O
¡Basilisco, no me mires!
/Cocodrilo, no me llores! (Vast.)
ESCENA X
Lisuard. Echó la fortuna el sello
á mi desdicha. Salen Ximeno y el Conde Garci-Fernández.

GaRcr. ¿Y sabe el Rey que he llegado?


ESCENA IX Ximeno. Y llegas, Conde, á León,
Salen Ortuño y la guarda. —El Conde Don á tan famosa ocasión,
Lisuardo.
que hoy dicen que acompañado
de sus jueces, adonde
Optu.no. Daos, Conde, está su real consejo,
á prisión. siendo de otro Numa espejo
Lisuard. Ortún, ¿qué dices? asiste al pleito del Conde.
Ortuño. Que vengo, Conde, con orden (Jarci. El nombre de justiciero
de llevaros preso; dad le conviene conservar
la espada, y paciencia si quiere Órdoño reinar;
Lisuard. A un hombre si no, el castellano acero
JORNADA TERCRRA 4II

verá en su vega desnudo, la inclinación os perdí.


y el Ezla argentar las manos Garci. La misma, Ordoño valiente,
de los fuertes castellanos. debe al Conde de Castilla
Ximeno. De su prudencia no dudo Vuestra Alteza.
que sabrá Ordoño acudir Ordoño. La cuchilla
á darte satisfacción. desnuda y resplandeciente
Garci. O será Troya León; de mi justicia real
que no se ha de persuadir verán hoy, como primero,
el Conde don Lisuardo, ayudando á Sol, y espero
que menos que con la vida hacer mi nombre inmortal.
satisface la ofendida Garci. La fama, Ordoño, que en esta
sangre de Lara. edad habéis alcanzado,
Ximeno. Gallardo en caso tan intrincado
dicen que es el Conde. nos promete y manifiesta
Garci. Sí, que ha de tener el suceso,
y valiente caballero, que á todos nos esté bien.
que, aunque enemigo, á su acero Ordoño. Hoy quiero, Conde, también,
no niego el valor que vi que á ver del Conde el proceso
cuando cercando á León asistáis junto conmigo.
sobre el feudo de Castilla Garci. Sois de la justicia espejo.
la castellana cuchilla Ordoño. Venid, que me está el Consejo
temió el sol. esperando, Conde amigo, (Vanse.)
Ximeno. Tienes razón;
que igualó á Marte ese día.
Garci. Pero con esto ha borrado ESCENA XII
cuanta opinión ha ganado;
que es vileza y cobardía Sale el Conde Don Lisuardo con cadena.
que contradice al valor
ofender á una mujer, Lisuard. Desdichas, ¿qué me queréis?
y más tan noble. ¿Qué pretendéis de mi, agravios?
Ximeno. Al poder, No me persigáis, memorias;
á la fuerza del amor, dejadme morir, cuidados.
no hay valor, razón ni ley, ¿Qué infierno es este que miro
porque su furia amenaza adonde ya, por extraño
hasta lo invencible. y forastero del mundo,
Voces. (Dentro.) ¡Plazal los rayos del sol no alcanzo,
Garci. Debe de salir el Rey. si no son los de las iras
de otro Sol menos avaro,
en correr los paralelos
ESCENA XI de las fortunas que paso?
Mas, en parte, ¡oh! Sol hermoso,
Salen el Rey con memoriales, OrtuSo y acompaña muero contento, pensando
miento.—Dichos. que gozando á Sol, di al sol
celos y envidia á sus rayos.
Ortpño. Todo el Consejo te espera, Y si tu desdén supiera
y no ha quedado en León cuánto más me ha enamorado
letrado en esta ocasión la posesión, podría ser
á quien' la fama venera que te obligara el milagro.
que no asista en los estrados (Tocan dentro una guitarra.)
en la defensa y ofensa Si no me engaño, imagino
del Conde. que un instrumento han tocado;
Ordoño. Poca defensa, músicos deben de ser
casos tan averiguados del terrero de Palacio,
pueden tener. que, al silencio de la noche,
Ortuño. Aquí está fía sus ansias cantando
Garci-Fernández, el Conde algún amante. A tocar
de Castilla. vuelven, iqué ocioso cuidado!'
ORpoño. Y corresponde Voces. {Dentro cantan.)
al valor que tiene. «Preso tienen al buen Conde,
Garci. Y ya al Conde Don Lisuardo,
á besar tus manos llega. porque forzó una romera
Ordoño. Y yo con los brazos, primo, camino de Santiago.
tantas mercedes estimo; La romera es de linaje;
que cuando más en la vega ante el rey se ha querellado,
de León armado os vi, mándale prender el rey
jamás, el cielo es testigo, sin escuchar su descargo.»
que de pariente y amigo Lisuard. ¿Tan públicamente cantan
4i2 LA ROMEKA DE SANTIACiO

mi desdicha? ¡Extraño caso! Rei.ox. También me ha cabido á mi


Quiero escuchar, que imagino un poco de horca; no vamos
que prosiguen con el canto. muy lejos uno de otro;
Voces. (Cantan.) pero yo estoy consolado
«La prisión que le da el rey con que, en efecto, con esta
son las torres de palacio, postrera carta de pago
que compiten con el cielo han acabado conmigo
y confinan con sus cuartos. alguaciles y escribanos.
Las guardas que el Conde tiene Que salir del susodicho
todos eran hijosdalgo; no será el menor descanso
treinta le guardan de día que puede alcanzar con Dios
y de noche treinta y cuatro. un delincuente lacayo.
Ya levantan para el Conde Que me he visto en las parrillas
en la plaza su cadahalso, de un potro, pasando el trago
y para los delincuentes más agrio que pasar puede
hay dos horcas á los lados.» un cómplice sagitario;
que, á no valerme la lengua,
hoy era, por mis pecados,
ESCENA XIII cecina de la justicia.
Lisuard. ¡Cómo!
Asúmase Rei ox á lo más alto, preso con un tocador Relox. Confesé de plano.
en cuerpo.— Dichos. Lisuard. No esperé menos de ti.
Relox. Ni yo.
Relox. Cante otra vez, ruego á Dios, Lisuard. En efeto, villano.
en galeras el bellaco Relox. Luego vi, en- siendo Relox,
que la historia gargantea que habían de hacerme cuartos,
del Conde Don Lisuardo; aunque me importa primero,
por lo que me toca á mí, no estando desde tan alto,
que soy su menor criado, si es posible hacer contigo
por las nuevas de las horcas de mi conciencia un descargo.
y albricias de cadahalso. Lisuard. Pues descuélgate si puedes
¡Quién pudiera desde aquí, á esta plaza de armas.
músico de los diablos, Relox. Tanto
tirarte una almena! lo deseo, que he de hacer
Lisuard. ¡Ah, cielos! escala de los pedazos
Relox. Aquí abajo se han quejado. de dos mantas, donde he sido
¿Si fué del Conde el sospiro, siete durmiente empanado.
que, según lo que han cantado, Lisuard. La traza mejor elige,
debe de estar preso aquí? y baja, Relox.
Quiero sabello. ¿Ah de abajo? Relox. Ya bajo,
Lisuard. Pienso que de las almenas aunque al turco se lo usurpe. (\'ase.)
de este homenaje llamaron.
Relox. ¿Conde, mi señor?
Lisuard. ¿Quién es? ESCENA XIV
Rei.ox. ¿Quién en este campanario
puede estar, que no sea tordo El Conde Don Lisuabdo, solo
ó relox?
Lisuard. Relox, hermano. Cuanto por mí está pasando
¿Ah! estás preso? parece sueño: ¿si estoy
Rei.ox. Señor, despierto, si durmiendo acaso?
dos meses ha que aquí paso, Du uniendo debo de estar,
con arañas y ratones aunque yo sé que me engaño,
notables casos y es harto porque solamente sueña
tener narices y orejas la desdicha un desdichado.
á las horas que te hablo.
¿Qué hay del mundo por allá?
Que hasta agora que he escuchado ESCENA XV
tu suceso infausto y triste
cantar á este mentecato Relox.— Dicho.
músico de Bercebú,
que otra vez cante á Pilatos, Rei.ox. Gracias al cielo que llego
no supe que estabas preso á verte.
en las torres de Palacio. Lisuard. Dame los brazos,
Lisuard. Apenas á ver el cielo que estoy alegre de verte,
á esta plaza de armas salgo puesto que me has condenado.
esta noche, cuando escucho Rei.ox. Confieso, Conde, que soy
también de mi muerte el cuándo. para tormentos muy flaco,
JORNADA TERCERA 4l3
y que jamás en mi vida
de robusto me he preciado. KSCENA XVI
Pero ya que nací a! mundo
con estrella de ahorcado, Sale Blanca con una vela y la Infanta con una
un escrúpulo en tu amor llave.— Dichos.
te he de revelar.
Lisuard. Di.
Relox. Cuando Linda. Conde, yo soy;
te partiste de León . no os turbéis, que vengo á daros
á Inglaterra, me echaron la vida por esta puerta
para ti, desde unas tejas, que he abierto ahora en el cuarto
de las bellísimas manos del rey mi hermano, con esta
de Linda, una banda verde, llave maestra. He intentado
de cuya ocasión gozando que me debáis por postrero
un hidalgo forastero, bien el de la vida.
que en lo soberbio y bizarro, Lisuard. Tanto
en lo atrevido, en lo airoso os debo, que no imagino
me pareció castellano, con muchas poder pagaros.
me la arrebató en el viento, Relox. Dejando á una parte ahora
diciéndome que á mi amo las ceremonias, mi hermano,
le dijese cómo un hombre con todo el real consejo,
de más valor, de más altos á muerte os ha condenado,
merecimientos y prendas, que puesto que los jueces
celoso y enamorado y todos cuantos letrados
me la quitaba, y que aquellos tiene León, se conforman
favores tan soberanos en que pudierais casaros
merecellos no podía con Sol, porque las palabras
un caballero, un vasallo que nos dimos y las manos
como tú, menos que siendo fueron de tiempo futuro
monarca, como Alejandro, y sirvieron de un contrato
del mundo, ó Garci-Fernándcz, no más, por sólo el decoro
Conde de Castilla. que se debe al soberano
LtsuAHu. ¡Extraño nombre de hermana de un rey,
suceso! ¿Hay más? manda por razón de estado
Relox. Más. que muráis, satisfaciendo
Lisuard. ¿Que más? también con esto al agravio
Relox. ¿Qué más? Que yo di dos pasos, de doña Sol; no esperéis
y, requiriendo la espada, más, que amanece y los rayos
puesta en el puño la mano, del sol pueden ser espías
le advertí que le dejaba del que dejáis agraviado.
cen ella, y me fui, callando Fsa pesada cadena
hasta agora, por no darte recoged entre los brazos
pesadumbre, y procurando y caminad, que en el parque
satisfacer mi conciencia, hallaréis, Conde, un caballo
te lo digo al postrer paso. que, corriendo, con el viento
Lisuard. ¡A buen tiempo, vive Dios, compita para escaparos.
que estoy por darte, villano!... Sueldo os dará el cordobés
Relox. ¿De qué te enojas? ¿Habías, rey ó el moro sevillano
yendo entonces caminando, con que paséis, y adiós, Conde.
de matalle por poderes? Lisuard. Dadme á besar esas manos.
Lisuard. No; mas pudiera el agravio Linda. Conde, esto basta; partios,
á León volverme entonces; que la piedad me ha obligado
que las señas que me has dado de haber llegado á tener
de Garci-Fernández son, nombre de vuestra.
Conde de Castilla, bravo Lisuard. Yo parto
pretendiente de la Infanta, sin alma á escapar la vida.
que celoso y despechado Linda. Hasta salir de Palacio
quiso empeñarme con esa tendréis quien os guíe; adiós.
bizarría. Lisuard. Adiós.
Relox. Es temerario; Relox. Yo sigo tus pasos
un jayán me pareció. y azoto las ancas, Conde,
Lisuard. Es siempre el miedo muy alto. de ese hipógrifo, pues hago
Relox. Pienso que agora han abierto de motilón delincuente
una pueita, y siento pasos. la figura.
Lisuard. Los de mi muerte serán, Lisuard. Relox, vamos. (Vanse.)
pues que la estoy esperando.
¿Qué es eso?
4i4 LA ROMERA DE SANTIAGO

ESCENA XVII pues es su igual, saldrá al campo


con el Conde de Castilla,
Salen Pelatoj- Bermudo.
porque tiene de bizarro
y de valeroso Ordoño
Pei.ayo. Tanto al decoro del Rey en las ocasiones, tanto
se debe, que declarando como de rey justiciero.
que el de la Infanta no ha sido Pelayo. A ver este asombro vamos.
matrimonio, han sentenciado
á muerte al Conde, y levantan
en la plaza el cadahalso. ESCENA XIX
Bermudo. No puede haber sucedido
jamás tan notable caso. Toquen. Salen Ximeno, con bastón, y luego El Con
Pelayo. Con esto queda también de armado, y por otra parte Ordoño armado y
satisfecho el agraviado Ortuñocou bastón. Doña Sol armada, y por otra
honor de Sol, la opinión puerta La Infanta, armada, con la banda verde
de Ordoño inmortalizando. por el rostro, y Doña Sol con otra, y Blanca y
Bermudo. Espectáculo espantoso Urraca con bastones.
ha de ser.
Pelayo. ¡Qué alborotado Ordoño. Conde de Castilla: ya
por el caso está León! tienes á Ordoño en el campo,
Y es tan general el llanto que no es la primera vez
de los hombres y mujeres, que en él me ve el sol armado.
que en el lamentable aplauso Bien sabe el cielo que estoy
;e conoce lo que quieren libre de lo que imputando
al Conde don Lisuardo. me estás sin razón; mas debo
Bermudo. tra de todos bien quisto salir, Conde, como salgo,
por valiente y cortesano. (Cajas.) á tu desafio, viendo
Pero ¿qué cajas son esas* que eres mi igual; aquí estamos,
Pelayo. Corriendo va el vulgo vario resuélvete, que en la espada
de la ciudad á los muros. la mano puesta te aguardo.
Garci. Ordoño: ya ves que estoy
en la defensa empeñado
de doña Sol, y no puedo
ESCENA XVIII volver á Burgos dejando
sin satisfacer su honor;
Sale Favila.— Dichos. y el Conde don Lisuardo
faltando, es razón que tú
Bermudo. Favila: ¿qué es esto? me des, Ordoño, en tal caso,
Favila. Un raro suceso. por él la satisfacción.
Bhh mudo. ¿Cómo? Sol. Y yo también á tu lado,
Favila. Escuchad. Conde, con aquel valor
A notificar entrando, que tengo de Lara, aguardo
á don Lisuardo, el Conde, á la Infanta de León;
la sentencia el secretario, porque no hay duda que ha dado
alborotado volvió, ella libertad al Conde,
al rey de no haberle hallado á costa de mis agravios,
en la prisión, sin saber y así la reto y la obligo,
quién pudo ponerle en salvo. viéndome armada en el campo,
Garci-Fernández, el Conde que salga á satisfacerme
de Castilla, imaginando con las armas en la mano.
que de la Infanta ó del Rey Blanca. Doña Sol: á responderte
ha sido caso pensado, dos damas de su palacio
en la vega de León, por Linda vienen; espera
con cuatro mil castellanos que el Rey y el Conde hagan campo,
que trujo para este efecto que luego vernos podrás
de escolta en abierto campo, á las dos aquí.
desafió al rey y á todos Opdoño. ¿Qué estamos
cuantos en aqueste caso esperando?
han intervenido, deudos Garci. Que nos partan
y amigos del Conde, estando el campo y el sol.
de sol á sol en la Vega. Ordoño. Ya tasco
Después de habelle retado espuma y cólera, como
de cobarde, si no acude suele el andaluz caballo,
en aqueste mismo plazo cuando escucha la trompeta
á volver por su opinión por ver los aceros blancos
el Conde don Lisuardo. dando reflejos al día
Pienso que Ordoño, sin duda, y apurándole al sol rayos.
JORNADA TERCERA 4i5
ESCENA XX por los ojos la que dice,
quiero volverla á su mano
Sale Don Lisuardo armado, y Relox con bastón. del Conde, con esta mía
de esposa, porque en el campo
LlSUARD. Aguarda, Garci Fernández, defenderla mejor pueda
que ya va don Lisuardo, del Conde don Lisuardo;
y el sol, Conde de Castilla, que pues está declarada
aún no ha llegado al ocaso. la nulidad y han estado
Garci. ¡Notable valor! prendas mías en poder
LlSUARD. Aquí del de Castilla esperando
me tienes ya, castellano; esta elección, lo que he hecho
que el valor más que el peligro será al gusto de mi hermano,
conmigo ha podido tanto que si repara en que di
que, habiéndome dado Linda, la mano á don Lisuardo,
por una puerta del cuarto para besar cada dia
de Ordoño libertad hoy la doy á cualquier vasallo.
con piadoso pecho humano, Acuda á su obligación,
y sabiendo en el camino como es razón, entretanto
que me retabas llamando que del Conde de Castilla
á mi rey á desafío, soy mujer.
venciendo por el agravio Garci. Yo soy tu esclavo.
con el honor el temor Lisuard. Yo, hermosa Sol, si merezco
de la muerte, desarmando la tuya, digo otro tanto.
un soldado de los tuyos Sol. Tuya soy.
que hallé en el Ezla apartado Ordoño. Heroicamente,
de su cuartel, me presento Linda, el pleito has sentenciado;
antes que se haya ausentado dadme, Conde de Castilla,
el sol á volver por mí, los brazos.
como quien soy, disculpando Garci. Siempre mis brazos
á mi rey, y juntamente han de estar á tu servicio
á cobrar determinado con eterna amistad.
vengo una banda que tienes Lisuard. Danos
contra mi gusto, pensando tus manos á mí y á Sol.
que era tan sufrido yo un dono. Quiero también abrazaros.
como he sido desdichado. Relox. ¿No sobrará para mí
Garci. Soberbio vienes. algún codo de un abrazo,
LlSUARD. Resuelto pues soy de los delincuentes
dirás mejor. que se han vuelto á"Dios?
Garci. Tan bizarro Ordoño. A Lauro,
no te imaginé jamás. á Ramiro y á Fruela,
LlSUaRD. Pues has estado engañado; que están en esto culpados,
que esto que ves es lo menos haré contigo merced.
que parezco. Relox. Vivas tres hanegas de años.
Garci. ¿Qué aguardamos Ordoño. Vamos á León.
á palabras si hay aceros? Lisuard. Con esto
Lisuard. Eso es lo mismo que aguardo. da fin, dichoso senado,
Linda. Deteneos, y pues es para fines más dichosos
aquesta banda que traigo La Romera de Santiago.
EL COBARDE MÁS VALIENTE
COMEDIA FAMOSA DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA (Vi


Martín Pei.áez. Alvar Fá.ñez.
Payo Pei.ákz. ( Sancha.
Botija, /acaro. Muza.
El Rey. Abenamak.
Bermudo. Alvaro, criado.
Nuñu. El Rey Moro (2).
El Cid.

JORNADA PRIMERA al oro, el que es liberal?


Pues ¿qué pretendes, Martín,
entre montañeses fieros,
tan nobles como guerreros?
ESCENA PRIMERA Vete con Nuño y Laín,
tus primos, que con tu tío
Salen Mariín Peiaez, Pavo PelAez, Alvaro, criadv el Cid, su fama acreditan,
y Botija, villano. cuyas hazañas incitan
Payo. ¿Hasta cuándo pretendías á un mármol helado y frío.
afrentar nuestras montañas, Martín. Yo no estoy acostumbrado
pues al sol de otras hazañas á ver paveses y cotas.
lucen en ti valentías? Payo. Pues ¿á qué?
¿Tú eres mi hijo? No aguardes Martín. A buscar bellotas.
que te dé tal nombre aquí, Payo. Principio tiene el soldado.
que no han de llamarme á mi El Cid te dará valor.
padre de hijos cobardes. Botija. ¿Y si no quiere tomallo?
Tienes tuerzas superiores Payo. Traelde luego el caballo
al más robusto león, y las corazas. (Va Alvaro por ellas.)
y siempre tus hechos son
regalos, gustos y amores. ESCENA II
Cuando gano para ti,
labrando el campo, sustento, Dichos, menos Ai. vaho.
marcha tú al campo sangriento Martín. Señor,
por blasones para mí. ¿quieres queme maten luego?
¿No ves que parece mal Botija. Lástima le tengo al pobre,
un necio entre hombres discretos, que cuando fuerza le sobre
entre avarientos, sujetos á verle cobarde llego.

(i) Intervienen además: Uriiuño, Lidoro; Pedro Bermüdez, Amete, Cai.ín, Moros.
(2) Es el mismo que Abenamar.
JORNADA PRIMERA 4'7
Payo. ¿En los demás no es igual lidiando, me alcance luego.
el peligro de la vida? Menos pesado es mejor,
Martín. Padre, y ¿después de perdida? pues mi padre me destierra,
Botija. ¡No ha preguntado muy mal así partiré á la guerra.
el mozo! Payo. Y si muestra más valor
Payo. Siendo por Dios el moro, y llega á las manos,
y por su rey, no se pierde. sin armas te ha de herir.
Botija. Pues yo he visto, Dios me acuerde, Botija. Ahí entra bien el huir.
y aun sois buen testigo vos, Payo. Son consejos de villanos
á un ciento y más de soldados los tuyos.
cantalles requiem amén. Botija. Lo que yo hiciera
Martín. Dice Botija muy bién. digo no más, que mi amo,
Payo. Pues iréis acompañados cuando corra como un gamo
los dos. será todo.
Botija. Ya cantó el cuquillo Payo. Considera,
por mí. ¿En qué pequé, señor, si de quien eres no das
que no conozco á Almanzor muestra, como buen soldado...
sino es para servillo? Botija. Sí dará, que es hombre honrado.
Payo. Allá le conoceréis Payo. Que no has de verme jamás.
cuando con Martín salgáis Caballo y armas te doy,
al campo. que es de los nobles la herencia.
Martín. En poco estimáis Martín. ¿Tan presto vuestra presencia
á un hijo. me negáis?
Payo. Bien lo sabéis. Payo. Llorando voy,
La guerra os despertará que es hijo al fin.
adonde echaréis de ver Martín. ¡Ah, señor!
que en ella os puedo querer ¿Cómo sin echarme os vais
cuando os aborrezco acá. la bendición?
Botija. ¿Qué ha de echar de ver, señor? Payo. ¿Lloráis,
Eso al amor contradice, Martín? Yo tengo temor
que el santo Evangelio dice de su vida. ¡Ay, hijo mío!
que nos tengamos amor. Mas ¿qué digo? Vaya y muera
Nuestro Señor Jesucristo antes que afrentarme quiera.
dice también en su historia.... Al Cid, mi primo, os envío;
Yo tengo linda memoria. hijo, imitaréisle vos,
Payo. ¿Qué dice? pues hay tanta obligación,
Botija. Pues ¿no lo ha visto? y alcánceos mi bendición,
Que el que el peligro buscare buen Martín, con la de Dios.
muera muerte supetaña. Botija. Écheme también á mi
Payo. ¡Hay simpleza más extraña! su bendición, y veremos
De quien el alma arriesgare, cuál entre los dos extremos
habla Dios, del cuerpo no, vuelve primero.
cuando por él se aventura Payo. Si en ti
la vida. vive de Sancha el amor,
Botija. Mucho me apura. como la fama pregona,
Como me quedara yo, ya ves que es otra amazona
diera por buena la ida. en hermosura y valor
y hade buscar, cuando quiera
rendirse al yugo amoroso,
ESCENA lII al marido valeroso.
Sale Alvaro con las armas.— Dicho.
La guerra, Martín, te espera:
haz en ella alguna hazaña
Alvaro. Las armas están aquí. por amante y por soldado,
Payo. ¿Trajiste el caballo? que después, volviendo honrado,
Alvaro. Sí. te dará nuestra montaña
Botija. ¿Y alforjas? Que sin comida infinitos parabienes
no alzaré los pies del suelo. en los brazos de tu esposa.
Payo. Este arnés has de llevar, Martín. Fortuna menos dichosa
hijo; procúrale honrar, es la que aqui me previenes.
que fué de Sancho, tu agüelo. Si mi tierno amor conoces,
Botija Mucho estas casacas pesan. ¿por qué te quitas, señor,
Payo ¿No hablas? ¿no me respondes? que en prendas de tanto amor
Martín. Ño, porque en el pecho escondes regalados nietos goces?
las crueldades que profesan Permite que Sancha sea
las fieras; no soy tan ciego ^ mi esposa, y mándeme luego
que no vea que me han dado que donde trocado en fuego
carga, con que el moro osado, el sol su carro posea,
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO U 27
4i8 EL COBARDE MAS VALIENTE
viva entre bárbaros viles Martín. Pues di que brotando vienen,
ó adonde sauces y chopos sus bellas plantas hermosas
la borda cuajada en copos muchos claveles y rosas.
hilos de nieve sutiles. Botija. ¿No hay otras hierbas que tienen
¡Valientes fueron los godos, virtud para una ensalada?
su nombre á los siglos dieron, Cuanto pisa una mujer
espanto á Italia pusieron, luego dicen que ha de ser
mas no pelearon todos! ya la violeta morada,
Yo, que bien lo sabéis vos, lirio azul, blanco jazmín,
entre la paz me gobierno, bello adorno del verano,
porque soy... haciendo que sea hortelano
Botija. ¡Bobo es mi yerno! el cordobán del botín.
Es un ánima de Dios.
Por no matar un cochino
lo dejará de comer. ESCENA V
Payo. Mi voluntad se ha de hacer;
Sale Sancha.— Dichos.
ese es, Martín, el camino.
Si os es la guerra molesta Sancha. Martín: qué, por olvidarme,
y os volvéis, quiero advertiros ¿te vas á la guerra?
que saldrán á recibiros Martín. Asi
las garras de una ballesta. (Vo*«.) tuviera piedad de mi
quien de t¡ quiere apartarme.
ESCENA IV Como la mayor belleza
que en nuestro suelo español,
Dichos, menos Payo Peláíz. sirviendo de espejo al sol
formó la naturaleza
Botija. Ea, cerróse de campiña: tuviera celos de ti
¡No nos echara á la tarde cuando mi amor procuiara,
y no en ayunas! Aguarde. pues sabes que le negara
Alvaro. ¿Quién es? el corazón que te di.
Botija. ¿Cuándo se aliña Y porque no te parezca
jornada entre hombres cristianos lisonja, cuando mis labios
sin tocar de la dispensa? haciéndole al sol agravios
Payo, mi señor, ¿qué piensa? to que él matiza te ofrezca,
¿Somos cuerpos soberanos? pregunta en tu pejho hermoso
Alvaro. Los pueblos por donde has de ir al alma que te ofrecí.
que han de regalarte espero. Si parto, Sancha, sin mí,
Botija. Pues mientras llego al primero antes puedo estar quejoso
me puedo, hermano, morir; de que presa en tu poder,
hagamos la alforja yo y tú. mi alma á la tuya asida,
Alvaro. ¿Tú no ves que no hay lugar? me den tus ojos la vida
Adiós. para venirte á perder;
Botija. Tráguete la mar, pues, si habiéndome robado
criado de Belcebú. el alma, muerto quedara,
Fálteos, plegue á San Millán, mi padre no me ausentara
en poblado y en camino del sol que miro eclipsado.
casi el agua, todo el vino, Sancha. Y muerto, ¿qué habías de hacer
la carne os falte y el pan. en mis manos rigurosas?
Parece esta maldición Martín. El sol, padre de las cosas,
que me la han echado á mí. tiene divino poder
Martín. Amigo, vamos de aqui. para dar vida á las plantas,
Botija. Pidiendo están confesión y yo, como planta nueva
mis tripas. que á tus bellas luces prueba
Martín. No hay cosa alguna el ser á que me levantas,
en nuestra humana opinión pudiera, Sancha, decir,
que no tema con razón muerto en Fénix amoroso,
vaivenes de la fortuna. que era tu tema dichoso
Perderé á manos del moro que nace para morir.
sin saberme defender Sancha. ¡Oh, qué bien te has prevenido
la vida, para perder de que lisonjas no son!
con tiempo el fuego que adoro. Martín. Verdades del corazón,
Botija. Por lo que dices de fuego, ¿cuándo lisonjas han sido?
tu Sancha viene hacia acá Sancha. No te he visto tan discreto,
pisando hongos. ó por decirlo mejor,
Martín. Será tan amoroso pintor.
burla. Martín. Voy en tu ausencia sujeto
Botija. Pues, ¿soy yo ciego? á la muerte, y como suele
JORNADA PRIMERA 4i9
muriendo el cisne cantar, Sancha. Mira que dicen que tiene
quise agora celebrar Burgos, donde agora vas...
la mía. Martín. Pienso que celosa estás.
Botija. ¡Mucho nos niutle! Sancha. Eso mi amor te previene;
Señora Sancha, si gusta, si alguna mujer tocares
véngase su poco á poco. que no te abrases te digo.
Martín. Ya das de pesado en loco. Botija. Buen remedio.
Botija. Pues una mujer robusta Sancha. Dile, amigo.
no vendrá contando cuentos Botija. No hablar en caniculares.
á la sombra del rocín. Martín. Primero verás arder
Sancha. Como gustara Martín, las aguas, el aire, el fuego,
no me faltaran alientos y al sol de la lumbre ciego
para seguir á un soldado. precipitado caer,
Martín. ¡Que tal diga una mujerl y todo nuestro horizonte
Sancha. Para poderte volver sin las que á tu sol reservo,
el alma que tú me has dado vivir en el mar un ciervo
te quisiera acompañar, y un delfín en ese monte
que mal llevará la palma que yo te olvide jamás.
quien va á pelear sin alma. Sancha. Primero que yo te olvide,
Botija. Para es'o ¿hay más que sacar el tiempo, que el tiempo mide,
del purgatoiio un par dellas? le verás volver atrás.
Quédeme yo acá rezando Botija. Primero verás volver
y se las iré enviando. una lechuza que yo.
Martín. Tu amor te ha hecho importuna: Martín. Quien de tu luz me apartó
darás ocasión que diga no me concede lugar
el Cid que llevo á la guerra para que más me detenga.
afeminado el valor, Dame tus brazos, y adiós.
cuando entre espanto y rigor Botija. ¿Para abrazarse los dos
pienso matizar la tierra es menester tanta arenga?
con sangre morisca. Sancha. ¿Tantos rigores conmigo?
Botija. Aquí Martín. Sancha: adiós.
sin haber sido escolar Sancha. Adiós, Martin.
hay quien comienza á dudar Botija. Aliñemos el rocín,
de lo que has dicho. que mañana yo me obligo
M ARTÍN. ¡De mil que estas hembras tengan dueño
¿no sabes que á matar voy que un galápago soldado
mil moros? no ha de faltar.
Sancha. ¿Quién lo dudaba? Martín. Yo he quedado
Botija. Es verdad, no me acordaba, como el que en profundo sueño
Martín. Rayo de los moros soy. en dulces glorias gozaba
Botija. ¡Bien la medida le hinches! teniendo aquel bien por cierto;
Martín. Pienso matar, Sancha mía, pero, viéndome despierto,
diez mil moros en un día. echo de ver que soñaba.
Botija. Muchos son, aunque sean chinches. (Vansc Martín y Botija )
Martín. ¿Qué dices?
Botija. Que yo también
de un golpe, y tú lo verás, ESCENA VI
he de matar muchos más Sancha, sota.
como me los pongan bien.
Sancha ¡De un golpe solo! ¿Cómo podré yo acabar
Botija. ¿No basta? con mi amor, sufrir su ausencia?
SANCHa ¿Cómo? Imposible es la paciencia
Botija. Desta manera: en las que saben amar.
voilos poniendo en hilera Seguiréle, sin que intente
como si fueran de pasta, ver lo que me está mejor,
y con más fuerza que un toro, porque en contiendas de amor
dándole con un garrote muere el honor más valiente. (Vase.)
al primero en el cogote
topa en el segundo moro;
luego el tercero, sintiendo ESCENA Vil
el garrotazo que di, Salen el Rey y Bermudo por una parte, y el Cid,
cae sobre el cuarto, y así Nuño Laínez, Pedru Bermüdez y Ordoño por otra,
van topando y van cayendo. y acompañamiento.
¿Hay quien esto no le cuadre?
Esto es juntos y apretados, Rey. ¿Para ver á un rey salís
que si esperan apartados de tantos hombres armado?
venga á matarlos mi madre. Cid. Señor: hanme acompañado,
420 EL COBARDE MAS VALIENTE
si la verdad advertís, mostrad las heridas fieras,
aunque es gran dificultad sobrinos, á Alfonso agora,
que adonde llega primero que, si bien no las ignora,
la voz de algún lisonjero las juzgará por ligeras,
pueda caber mi verdad. que yo iré muy satisfecho
Y en prueba, Alfonso, que aqui, si dais para mi partida
con alma de engaños llena, un día por cada herida
os canta alguna sirena, de las que muestre su pecho.
basta no escucharme á mí. Ohdoño. Pues ¿tan caro ha de costar
Bermudo. i Al paso que sois guerrero que con sangre ajena y mía
os preciáis de mal mirado! se ha de comprar cada día
Cid. Callad vos, pues yo he callado de los que le habéis de dar?
el nombre del lisonjero. Nuño. Muy corta dais la licencia,
Mas, pues que vos desviáis cuando entre el despojo opimo
tan contra justicia y ley Alvar Fáñez, nuestro primo,
de las orejas del Rey queda cautivo en Valencia.
la verdad que me escucháis, P. Berm. Herido y preso quedó
sin duda que tenéis dentro por vos en sangrienta lid;
las mentiras que os escucha; merezca por él el Cid
acométenme en la lucha el término que os pidió. .
y hanme salido al encuentro. Rey. Doy á vuestro ruego aquí
Rey Advertid que estoy presente. nueve días y no más.
Cid. No temáis que muestre bríos, Cid. No fui tan corto jamás
porque los agravios míos en las victorias que os di.
llevo con serena frente. Desleal me habéis llamado,
No negará mi amistad si á alguno lo habéis oído,
el que más mi ofensa intenta, cuantos lo han dicho han mentido,
que yo perdono la afrenta y en esta campaña armado,
como al Rey trate verdad. cual noble hidalgo español,
Rry. Los que yo tengo á mi lado cuerpo á cuerpo los espero
me la dicen más que vos. desde que salga el lucero
Cid. Engañáisos ¡vive Dios! hasta que se esconda el sol.
Rey. A no haberos desterrado Y á no ser mi rey, es llano]
hiciera un nuevo castigo que me igualaran las leyes,
en vos; salios de mi tierra. pues sabes que muchos reyes
Cid. Si desta el Rey me destierra me han besado á mí la mano.
va está en su tierra Rodrigo. ¿Estes vasallos tenéis,
(Z>a unos pasos atrás.) Alfonso, y los desterráis,
Rey. De Castilla habéis de ir y ¡vive Dios! que os quedáis
en el plazo de tres días. con traidores?
Cid. Temeréis verdades mías, Rey. No me deis
pues no las queréis oir. á que os castigue ocasión,
Va partiré desterrado que hay fuerzas de rey en mí.
del reino; pero mirad Cid. Esas fuerzas yo os las di
que á hombres de mi calidad con mi guerr2ro escuadrón.
más término les han dado Aunque para hablar severo
para levantar su casa; basta que nombre tengáis
cuando desterrados van de rey, con que substentáis
á los ricos hombres dan al enemigo más fiero.
cuarenta días. Vos podéis hablar, señor;
Rey. No hay tasa pero no el que hablando lidia
en mi gusto; el plazo os niego. que llama, muerto de envidia,
Cid. Pues la ley también negáis, deslealtad á mi valor.
y claramente mostráis Ponelde freno en la lengua,
que de cólera estáis ciego, que son armas mujeriles,
pues ni en cuarenta podré, armas cobardes y viles
testigos mis infanzones, de nobleza y valor mengua.
cargar, señor, los pendones Rey. Pues yo gusto de amparallos.
que en vuestras guerras gané. Cid. Si tanto sabor os trueca,
No me neguéis lo que os pido, con las riendas de Babieca
por éstos, sino por mí, daré vuelta á castigallos.
á quien tantas veces vi Rey. ¡Cid!
defender vuestro partido. Cid. ¡Alfonso!
Oid, don Nuño Laín; Rey. Bueno está.
Pedro Bermúdez, llegad, Cid. No está, señor.
y en prueba de mi lealtad, Rey. ¿Qué decis?
para tan honroso fin, Cid. Rey Alfonso, esto que oís.
JORNADA PRIMERA 421
Rey. Vamos, Bermudo. este papel que le lleves,
Bermudo. El que va en cuyos renglones breves
con su rey disculpa tiene verá mi profundo amor,
si no responde. porque pienso en mis fortunas,
Rey. Es verdad; blasón del cristiano y moro,
id tras él, y procurad ofrecer al Sol que adoro
no andar sin él, que os conviene. postradas mis medias lunas.
(Vanse.) Alvar. ¿Dícelo el papel también?
Abenam. También el papel lo dice,
ESCENA VIII porque mi amor autorice.
Alvar. Muestra...
Salen Abenamar, Rey Aforo, Y Al.vaR FáñEZ Abenam. Denme el parabién
sin espada. las mismas glorias de amor.
(Rompe Alvar el papel .1
Abenam. Alvar Fáñez: no pretendo Alvar. Esto responde por mí
de tu persona el rescate, doña Sol.
aunque el mismo rey lo trate; Abenam. ¿Perdiste aquí
de que lo trates me ofendo. el seso? ¿Con qué valor
Vete en paz, y al rey, tu tío, se ha armado tu atrevimiento
dale este abrazo por mí. para tan gran desvarío?
Alvar. Jamás en bárbaro vi Alvar. No hubo más valor que el mío
tan piadoso señorío. que tu primer movimiento
Digo que en valor excedes castigó con divertir
á Alejandro. esa locura en que das,
Abenam. Al fin irás que á desvanecerte más
en casa del Cid, podrás fuera más dulce al morir
hacerme en ella mercedes. á manos de un tigre fiero
Alvar. Tú puedes, señor, hacellas que sufrir mi enojo y furia.
á quien se rinde á tus plantas. Abenam A un rey un cautivo injuria
Abenam. Tu puedes hacerme tantas, de quien ya vengarme espero.
que venga á ser rey por ellas. La muerte que ya te aguarda
Alvar. Pues ¿en qué las puede hacer te obliga á hablar desa suerte.
á un rey un soldado? Alvar. ¿Quién podrá darme la muerte
AbeNAM. (Aparte.) Dudo cuando mi voz te acobarda?
descubrilie el pecho. Pudo Pues te precias de soldado,
hoy conmigo merecer no te valgas de traiciones;
tanto tu valor... ¿Qué digo? arroja tus escuadrones;
Ya estoy ciego. como esté en el campo armado,
Alvar. No te entiendo. y porque acortes los plazos,
Abknam. En vano el alma defiendo prueba este brazo español,
del fuego que adoro y sigo. verás, sin que pare el sol,
Dícenme que Sol y Elvira, partir tu gente á pedazos;
del Cid, dos hijas doncellas, que del varón sabio y fuerte,
son, como los cielos, bellas. si en mí es la alabanza impropia,
Alvar. ¿A qué blanco el moro tira? todo el mundo es patria propia,
Abenam. Más que entre el bello arrebol infeliz ó adversa suerte.
de Elvira, divina aurora, Y quien en prisión sujeto
blandamente luce agora, permite mengua en su honor,
Sol, su hermana, como el sol. tiene al peligro temor
Alvar. Pues ¿qué me quieres decir lleno de infame respeto.
siendo moro, cuando es ella Mas bien sé que el no arrojarte
cristiana? á venganzas atrevidas
Abenam. Que es Sol muy bella. es por no perder las vidas
¿No me podrás permitir que sientes que ha de costarte,
que esto diga? pues matara mi furor
Alvar. ¿Por qué no, á tantos en tu presencia,
supuesto que no la ofendes? que no quedara en Valencia
Abenam. Piadosamente me entiendes. quien te llamara señor.
La fama, amigo, llegó Abenam Mal en los hombres parece
de su hermosura, de suerte, hablar.
que en veneno disfrazada Alvar. Engañado estás.
me dejó el alma abrasada. Dame una espada y verás
Tuviera á dichosa suerte cómo la lengua enmudece.
que tú le hablases por mí, La lengua, estando agraviada,
que ansí tu favor podría la honra tanto provoca,
vencer á mi cortesía. que revienta de la boca
Mas quisiera darte aquí por convertirse en espada.
422 EL COBARDE MAS VALIENTK
Abfnam. La que en la guerra perdiste que á El solo es bien agradezcan
con la libertad te doy, que en su ofensa no descubro
veré si ejecutas hoy mi espada y mi cruz bermeja.
lo que en la lengua ofreciste: Botija. ¿No llegas?
porque en la espantosa lid Martín. ' Tengo temor
donde te he de castigar de ver la grave presencia
quiero volverte á sacar del Cid; espanto me pone.
de entre los brazos del Cid. Botija. Si fueran moros, ¿qué hicieras?
Alvar. Con humilde cortesía Yo le diré que has venido.
mi libertad te agradezco Martín. Aguárdate, necio, espera.
y con mi espada te ofrezco Botija. Yo me arrojo. — ¡Ah, señor Cid!
lo que vale por ser mía. Ordoño. l'n corito á hablarte llega;
Vale una ciudad cercada, de lejas tierras parece.
y en pago de tu clemencia, Cid. Llegue en buen hora.
pienso ganarte á Valencia, Botija. Así sea.
y dártela por mi espada. (Vanse.) Martin. Si tanto temor me han puesto
sosegados en la iglesia,
¿qué será verlos lidiando
ESCENA IX al son de roncas trompetas?
Jamás me hubiera obligado
Salen Martín Peláez y Botija. de mi padre la presencia.
Botija. ;A buena ocasión llegamos, Cid. ¿Cómo no hablas?
que están haciendo novenas Botija No puedo.
á San Pedro pescador! Or¡. Despide el temor, sosiega.
Ponte muy firme de piernas, Di á lo que vienes.
habla gordo lo posible, Botija. Señor...
porque dicen que en la guerra venimos... soy de mi tierra
vale mucho un hombre ronco. y soy Botija también.
Cid. Pues ¿entre nosotros tiemblas?
Martín. En el alma el pecho tiembla Botija. Pues ¿no puedo yo temblar
de ver que á tales varones
un hombre cobarde ofrezca donde quisiere?
Martín. Mi afrenta
mi padre; la culpa es mía, va publicando su miedo.
y es bien que la pena sienta. Botija. Payo Peláez, bien se acuerda,
Botija. Ya salen en procesión, tuvo un hijo, y este hijo
y pardiez ¡que vienen hembras
con ellos! quieren decir malas lenguas
Martín. Serán mis primas, que salió travieso un poco,
Elvira y Sol. y salido, tenga en cuenta,
riñó su padre con él,
Botija. ¡Guarda fuera! después de muchas pendencias,
¿Sol se llama? Abrasará porque era acuchillador.
quien se abrazare con ella.
Martín. Desvíate á un lado, necio. Martín. ¡Divinamente lo enmienda!
Botija. ¿A un lado? ¿soy fartiquera? (i ) Botija. Por quítame allá esas pajas
le sacó una vez las muelas
á un barbero; pero fueron
las que colgaba á la puerta.
ESCENA X Díjole su padre entonces:
Salen el Cin, con pendón. Ñuño Laíii, Pedro vete, Martin, á la guerra,
Bermúoez y Ordo.ño.— Dichos. despidióse y despedíme,
y acá estamos todos.
Cid. Pendón bendecido y santo, Cid. Venga
hoy un castellano os lleva en buen hora mi sobrino.
por su rey mal desterrado, Martín. Porque á vuestros pies merezca
bien plañido por su tierra. nombre de vuestro soldado.
No ha hecho traición al rey Botija. ¿Venle aquí como una oveja?
por obra ni por semeja, Pues todo el año es así.
sino es que traición se llama Cid. El alma, Martín, se alegra
defenderle sus fronteras. de veros; seáis bien venido
Por lisonjas de cobardes á la militar escuela
busco las ajenas tierras, donde el honor se acrisola.
desde lejos arrojado, Martín. Quien goza vuestra presencia
que no osaren desde cerca. tendrá valor que le envidien
Pero agradézcanlo á Dios, las naciones contrapuestas.
Cid. Visitad á vuestras primas,
que Ximena yace enferma
(i) Asi en el original. Parece querer decir lakri- en Leon!
quera ó faldriquera. Martín. Voy á serviros.
/

JORNADA SEGUNDA 423


Cid. Como á bisoño en la guerra, Botija. Pues quiérome prevenir
quiero en sucintas razones para esconderme.
daros de su trato cuenta. Martin. Ya lloro
No hay trabajos insufribles entre las desdichas mías
que el soldado no padezca. mi ya. malogrado amor.
Botija. ¡Mira con qué le saludan! Botija. No hay sino mostrar valor,
¡Por Dios que es linda la flema! señor Martin.
Pues con buen compás de pies Martín. Pues ¿no fías
será bueno dar la vuelta de mí que sabré mostrar
águardar treinta borregos. ánimo y pecho gallardo?
Martín. ¿Quién hay que ignorancia tenga Botija. Por eso digo: aquí aguardo,
desos trabajos, señor? para tener que contar
Y más quien viene á hacer prueba tus hazañas á la vuelta.
del valor que me ha prestado Martín. Ya las espadas previene
mi conocida nobleza. el Cid; mostrar me conviene
Cid. ¿Qué os parece, caballeros? determinación resuelta
¿Podremos, con la defensa de morir, antes que vea
de tan gallardo soldado, la infamia que engendra el miedo.
buscar moros en su tierra? Empeñado estoy, no puedo
Botija. ¡Si lo pudiere excusar!... excusar la imagen fea
Cid. Serán las victorias ciertas de la guerra; amigo, adiós,
con su favor. que ya suben á caballo.
Martín. Padre ingrato, {Aparte.) Botija. ¿De "veras podré esperallo?
¿por qué permites que vean Martín. Si hemos de volver los dos
tu afrenta en mi cobardía? cargados de mil trofeos
¡Pluguiera á Dios que en la sierra para Sancha, claro está. O'ase.)
me hubiera muerto algún oso! Botija. Pues tráigase hacia acá
Cid. Sobrino, por nuevas prendas un rey moro. Los deseos
de mi amor, y porque espero de mi amo buenos son;
que en vuestra defensa tenga fuerzas y estómago tiene,
mi pendón lugar seguro, corriendo un carro detiene
mientras dure la novena de seis muías; no hay Sansón
le honraréis con vuestras manos. como él sida una puñada;
Martín, Donde hay tantos que merezcan pero diz que no está en eso;
este honor... ya temo algún mal suceso.
Cid. A vos se os debe.
Botija El hará lo que no deba.
Martín. Razón es obedeceros. ESCENA II
Botija. En oyendo las trompetas
lo verán. Hale Sancha en hábito de hombre.— botija.
Cid. Vamos.
Botija. ¿Y á mí Sancha. ¿Cuándo un alma enamorada
no me darán una vela? temió peligros de honor?
Iremos en procesión; Los imposibles mayores
si aguardan que la merezca, amor los convierte en flores,
Botija soy, y en Asturias porque es lisonjero amor.
es mi casa sola vieja. Buscando vengo á Martín
Ordoño. ¡Solariega! disfrazada en el vestido,
Botija. Y en mis armas aunque amor, como advertido,
las botijas de mi tierra mal puede encubrirse, en fin;
pintan un braguero de oro. pues, por templar los enojos
Ordoño. Pues ¿por qué? que causa mi ardiente fuego,
Botija. Porque se quiebra. pretende mostrarse luego
(Vanse,con quesería fln ala primera en el agua de mis ojos.
jumada.) Y así en el disfraz mayor
con que amor cubrirme quiere,
verá quien mis ojos viere
que vengo muerta de amor.
JORNADA SEGUNDA Si, como es Martín gallardo,
sustenta el alma animosa,
no habrá mujer más dichosa;
ESCENA PRIMERA verle solamente aguardo
que entre las escuadras lidie
Suena un clarín y salen Martín Peí áe/ y Botija. para dalle mis deseos
mil amorosos trofeos
Botija. Señor, ¿á qué toca el moro? que nuestra montaña envidie.
Martín. Dicen que toca á embestir. Estos son los pabellones
424 EL COBARDE MAS VALIENTE

del pueblo cristiano, y pienso tomaré resolución


que quieren lidiar. en vuestra comodidad.
Botija. Suspenso Sancha. ¿Cuándo volverá, señor?
por más de veinte razones Alvar. Si nos da el cielo favor,
me tiene el montañesillo no llegará á la mitad
que está en el valle parado. el sol sin que vuelva aquí.
Sancha. Hacia aquí viene un soldado; Sancha. Pues piense que ha vuelto ya
como él quiera he de servillo y recíbame, y verá
para encubrirme mejor. el favor que tiene en mí,
Botija. ¡Qué bien la vista repara! que pienso rezar por él,
¡Par Dios! cortada la cara aunque en guerreros estilos,
parece á Sancha. á San Domingo de Silos.
Alvar. Ya fuera, Sancho, cruel
ESCENA III . á tan buena voluntad
si no os recibiera.
Sale Alvar Káñez.—Dichos. Sancha. Digo
que mil veces le bendigo,
Alvar. Al temor Alvar. En ese monte esperad
de la castellana furia mi buena ó mala fortuna. (Vase.l
que arrojan nuestros reales,
recoge ya sus cristales
en urnas de plata el Turia. ESCENA IV
Pone el moro sus riberas
en banderas y pendones, Dichos, menos Alvar Fáñez.
el Cid pondrá á sus leones
por alfombras sus banderas. Sancha. Con victoria os vuelva el cielo.
(Tocan una caja.) Botija. ¿Qué le ha dicho este mozuelo,
Aquella caja señala si el preguntar no importuna?
la sangrienta acometida; Sancha. Este es Botija; ¡ay de mí!
aquí es bien perder la vida, que pierdo, si me conoce,
cuando en la fama se iguala mi pretensión.
un valeroso español Botija. No se emboce,
al Macedón, cuya gente que no estoy por bestia aquí.
pisó del Ganges la frente, A Sancha me huele el mozo.
nevada cuna del sol. Sancha. Pues ¿qué es lo que quiere?
Bien ha menester las manos Botija. Quiero
el fiero ejército vil, preguntar á lo barbero:
aunque trae noventa mil ¿por qué no le sale el bozo
para ocho mil castellanos. para que nos dé provecho,
Sancha. Pienso que volverse quiere, que aquese talle no es barro?
que le dan las trompas voces; Barba muy á lo guijarro
volarán mis pies veloces no es de hombre de pelo en pecho.
para decille que espere. ¿Tiene hoyo la barbilla?
¡Ah, señor! Sancha. ¿Con esas preguntas viene?
Botija. ¿Adónde va Botija. Dígolo, porque no tiene
el muchacho? de Adán más que la costilla.
Alvar. ¿Quién me llama? Sancha. ¿Sueña?
Sancha Quien quisiera daros fama Botija. Ayer soñaba yo,
sobre el sol y os servirá vaya conmigo, esté atento,
de paje en la paz y aqui que en cierto despedimiento
de llevaros si gustáis cierta mañana se halló
escudo y yelmo. su merced en cierto valle
Alvar. ¿Buscáis que con cierto montañés
á quién servir? se abrazó; lo cierto es
Sancha Señor, sí, que fué sueño, escuche y calle.
porque á la guerra me inclino, Lloraron mucho, y llorado,
y así me perdone Dios venímonos, y venido
que os sirva de balde á vos. sentimos mucho, y sentido
Alvar. ¡El muchacho es peregrino! hablamos al Cid, y hablado
Sancha Diga: ¿quiere ser mi amo? resultó que desperté
Alvar. Tiene gallarda presencia. diciendo: Sancha divina,
¿El nombre? la invención es peregrina,
Sancha. Con su licencia no te encubras por la fe
diré que Sancho me llamo. que debes á mi señor.
Alvar. Pues, Sancho, no hay ocasión Sancha. ¿Cómo, si es Martín mi dueño?
para que más me detenga; Botija. Pues ¿no le digo que es sueño?
cuando de la guerra venga ¡No ha estado linda la flor
JORNADA SKGUNDA 425
del señorito! Entre manos ESCENA VI
se me quiere hacer mujer.
Sancha. Soñé yo también por ver. Sale Alvar Fáñez. —Dichos.
Botija. No hay que ver, que hay sueños va-
Pero, dígame también, [nos, Alvar. Vamos,
¿qué dijo á aquel caballero? antes que el moro vencido
Sancha. Dije que servirle quiero. vuelva á ganar lo perdido.
Botija. ¿Halo mirado muy bien? Martín. Por eso á entender le damos
Porque llegar á servir siempre lo que pierde en ello.
al primero que topó, {Vanse Alvar Fáñez y Mariín Peláez.)
y más si acaso dejó
buen amo, da que decir, ESCENA VII
y tanto, que juro á Cristo
que estoy para hacer un hecho... Dichos menos Alvar y Martín.
Sancha. Ya está el alma en más estrecho;
va sin fruto me resisto. Cid. ¿Dónde Martín puede estar?
No fué liviandad, Botija. Su afrenta me ha de acabar,
Botija. ¿Estás borracho, muchacho? tengo el alma de un cabello.
Por no llamarme borracho Sancha. Sin duda el seso ha perdido;
me dió el nombre de vasija. ansí su infamia previene,
¿Qué dices? mas ¿quién tal ansí no tiene
Sancha. Que estoy soñando, vergüenza de haber huido?
y aun pienso que sueño ha sido, A la mesa se ha sentado,
porque aún no me he conocido. no es el que buscaba yo;
Botija. ¿Dónde has de estar esperando un mar de hielo cayó
á tu señor? sobre mi pecho abrasado.
Sancha. Que le aguarde, ¡Si viéredes más mis ojos
dijo, en este monte. me despedace un león!
Botija. Sube. Botija. ¿Dónde vas?
Sancha. Alguna dichosa nube Sancha. ¡Ay, corazón,
porque á sus ojos me guarde, muerto entre penas y enojos!
me dió en el disfraz el cielo. Pero por venganza honrosa
Botija. Pardiez, que hoy ha de saber del que tan sin honra vi
Martín quién es la mujer. al que por amo escogí
¿Amores buscáis al vuelo? daré la mano de esposa,
y á un villano, si faltare,
ESCENA V que una mujer ofendida
le dará el alma y la vida
Salen el Cid y Martín, cada uno de su parte.— al primero que topare. (Vase.)
Dichos.
Cid. Si premio hubiera faltado
de honor, á un riesgo mortal, ESCENA VIII
no tuviese un rey caudal Dichos, menos Sancha.
para pagar á un soldado.
Con agradecido amor Botija. Mas ¿qué, se va de vergüenza
es bien que lo satisfaga, de lo que mi amo ha hecho?
y no perdiendo en la paga Luego iré á templalle el pecho.
le dé ventajas de honor: Cid. Con buenos hechos comienza
que un soldado estropeado M artín á honrar á su tío.
no siente el dolor cruel, Ya en la montaña estarán
si sabe que dicen dél juzgándole capitán.
que peleó como honrado. ¿Qué diré en descargo mío
Martín. ¡Que mi afrenta y mi temor, que no multiplique enojos?
que con mi dolor compiten, Llamarále quien le vió
me traigan donde repiten infame, pues se atrevió
todos liciones de honor! á ser cobarde á mis ojos.
¡Qué he de hacer! Pero quiero divertir
Cid. Ea, capitanes, el ánimo triste un rato.
entrad. No merece hacer el plato
Botija. Bien es si te esfuerzas, á los que osaron morir
lo que perdiste en las fuerzas, tantas veces: ¿quién los ve
que con la industria lo ganes. comer con tanto sosiego
En tropa puedes sentarte, que juzgue un rayo de fuego
porque, viéndote á su lado, la estampa de cada pie?
pensarán que has peleado. ¿Quién no tendrá á maravilla
Martín. Mil abrazos quiero darte y á nuevo prodigio extraño
por el buen consejo. que recoja aquel escaño
426 £L COBARbE MÁS VALIENTE

la defensa de Castilla? y aunque el pan me habéis dejado,


Leones domesticados Rodrigo, advertiros quiero
parecen en sus decoros, que sin compralle primero
despedazando más moros no he de comer ni un bocado.
que están comiendo bocados. Laurel, teneldo guardado
Pero ¿quién es el que veo como en depósito fiel
junto á Alvar Fáñez? ¿Sí es él? y sed guarda tan cruel
Mas no fuera tan cruel que aun á mí, si os lo pidiere
la fortuna á mi deseo, no me lo deis, si no os diere
que el premio de avergonzallo una victoria por él.
nunca ha de osar admiiillo La, afrentas, acabad
quien tuvo ante su caudillo vuestro curso acelerado,
temor para conquistado. si en la cumbre habéis tocado
Mas como un cobarde está con la cabeza, bajad;
ciego en tan honrosas cuentas que tiene tal calidad
topa con honras y afrentas el honor precioso y bello
sin saber adónde va. que aunque luchéis por vencello
¡Vive Dios que no ha de estar ha de quedar superior,
más un momento en la mesa! (Vase.) porque es gran parte de honor
Botija. A alguna afrentosa empresa la vergüenza deperdello.
va el Cid: jen qué ha de parar? (Tocan al arma.)
(Knsf.) Ea, que el moro tocó
segunda vez á embestir;
ESCENA IX la ocasión puedo decir
que el cielo me la vendió;
Sal» el Cid sacando del brazo á Martín Pki ákz, con de mí he de vengarme yo
una servilleta, un panecillo y un cuchillo. tanto, que los que miraron
las afrentas que cargaron
Cid. Sobrino, advertiros quiero sobre mi ofendido honor,
que tiene mal proceder viendo ahora mi valor
quien se convida á comer presuman que se engañaron. (Vate.)
sin que le llamen primero.
El convidaros comienza
por acto de voluntad; ESCENA XI
ir llamado, es amistad; Salen Alvar KáSez, Nlño y el Cid.
sin llamaros, desvergüenza.
Y esto, para entre los dos, Cid. ¡Qué, no os dejaron comer!
que aunque son amigos caros, Alvar. Antes se lo agradecemos,
pues se fueron sin llamaros, á les buscar, porque iremos
quisieron comer sin vos. más ligeros al vencer.
Demás que aquí se reparte Cid. ¿Quién se ha querido ofrecer
la costa á los convidados, a la batalla primero?
y de los que veis sentados ¡Qué gallardo caballero!
puso cada uno su parte; Alvar. Martín es quien nos convida.
que como ellos han cortado Cid. ¿Veis como no fué huidor
cabezas que Africa llora, sino astucia de guerrero?
lo que están comiendo agora Socorramos á Martín,
por cabezas lo han echado; caballeros.
y así, no es razón que deis Nuño. Ya embistió;
ocasión por tantos modos por las batallas se entró.
á decir que compran todos Alvar. Engañámenos al fin.
lo que sin pagar coméis. (Vas*.) Nuño. Apenas oyó el clarín
cuando acometió valiente.
( Vanse todos, menos el Cid.)
ESCENA X
Martín Peláez solo. ESCENA XII
Vuestras razones notorias El Cid solo.
dicen del alma sentidas
que aquí se dan las comidas Ya desbarata la gente,
á precio de las vitorias. y cual segador, espigas
Si son los triunfos y glorias de cabezas enemigas
con lo que se han de comprar, tiene una muralla enfrente.
claro está de averiguar No vi más terrible osar;
que en vuestra mesa ofendida ya empieza el campo á temelle;
me negastes la comida con el contento de velle
porque la salga á buscar, se me olvida el pelear;
JOKNADA SEGUtfDA 427
mas ¿qué espada ha de faltar, Martín. Tuya es la batalla aquí;
si el mundo en la suya estriba mas si él te vence, ¿qué esperas?
para que la fama escriba Abenam. La muerte en sus manos fieras,
que la afrenta del huir pues á sus manos volví.
la quiere agora cubrir Alvar. Antes pagarte pretendo
con los cuerpos que derriba? la libertad de aquel día.
En no ayudarle acrisolo Abenam. Pues á tanta cortesía
el honor que restauró, hago mal si me defiendo.
que pues él solo huyó, Tu esclavo soy.
nane la victoria solo. Martín. N'o pretendo
Ya le ofrece el mismo Apolo que te adelantes jamás;
para que á la envidia asombre para vencerle no más
su laurel. te concedí eua victoria,
que yo he de ganar la gloria
ESCENA XIII de la vida que le das.
Rey: el poder escaparte
Salen peleando Arenamar, Lidoko, Muza y otros del peligro á que has llegado
con Martín. — El Cin. es por habernos juntado
Abenam. ¿Quién eres, hombre? dos hombres para matarte;
¿Alvar Fáñez, Laín ú Ordoño? sigue tu propicio Marte,
Martín. Soy un soldado bisoño mas confiésate rendido
del Cid, que aún no tengo nombre. de Alvar Fáñez, que él ha sido
{Entralos á cuchilladas.) el dueño desta amistad.
Cid. Ea, Martín, que fué el valor Abenam. ¿Y quién me da libertad?
mientras lo encubristes, mas Martín. El mismo que te ha vencido;
como el que da paso atrás que aunque parte desta gloria
para dar salto mayor. llegué á tener merecida,
Ya puede llamarse honor entre los dos repartida
su huida, que ofendellos, viene á ser corta victoria;
dando al cuchillo sus cuellos cifre tu famosa historia
por no darles honra ha sido; esta hazaña en mi presencia,
que por haber él huido mas huye, moro, á Valencia,
no quiere que huyan ellos. que si te vuelvo á encontrar,
Su espada es la vencedora, ni te podrá perdonar
Dios con vitoria la vuelva. ni yo le daré licencia.
Por una acerada selva Abenam. Parto á obedecer vencido
de lanzas se arroja agora, de vuestro heroico valor, (Vase.)
espada y brazo mejora,
y en su generoso aliento
se mezcla el Marte sangriento ESCENA XV
con el Rey: ¡heroica empresa! Sale Sancha.—Dichos, menos Abenamar.
ya bien merece la mesa,
que trae sobrado sustento. Sancha. Con vergüenza y con tem,or
Pero en tanto que pelean á su presencia he venido;
quiero su campo apretar, ya los celos que he tenido
que la ocasión y el lugar los han de pagar mis ojos.
no lloran si se desean. Alvar. No más triunfales despojos
honran el templo de Marte;
deja que llegue á abrazarte,
ESCENA XIV Martín.
Tocan al arma, y sale Ki. Rey Moro, Ai var FáSez Martín. En perdiendo enojos
y Martín PeláeZ. que recelos me han causado
podrás llegarme á abrazar.
Alvar. Así tus vitorias sean Alvar. Nadie se llegó á enfadar
á las de Alejandro iguales. conmigo.
Martín. ¿Qué pides? Martín. Pues yo me enfado.
Alvar. Que me señales ¿Qué tienes que responder?
sola esa batalla aquí. Alvar. Que, más que valor, ha sido
Martín. Pues ¿fáltame esfuerzo á mí soberbia la que has tenido.
para batallas reales? Pero déjame entender
Abenam. Antes te ha sobrado tanto, la causa por que te enfadas
que quiero competidor y saiisfación haré.
no de tan alto valor. Martín. Yo también te la daré.
Martín. Luego ¿doite más espanto Alvar. ¡A mí! ¿Cómo?
que Alvar Fáñez? Martín. A cuchilladas.
Abenam. Yo sé cuánto, Alvar. ¿Por una vez que has mostrado
pues una vez le vencí. valor, te quieres poner
428 EL COBARDE MAS VALIENTE

con el que supo vencer amigo, que tu señor


antes que fueras soldado? y Alvar Fáñez ¡ay, amor!
Martín. Por eso hay más que escribir para temerosa lid
los blasones que he tenido, se desafían.
pues en valor te ha vencido Botija. ¿Y va
el que una vez viste huir; con ellos alguna gente?
que, si lo que viendo voy, Sancha. Solos van.
baldón alguno me das, Botija. ¿Dónde?
tan descomedido estás Sancha. A la fuente
como yo sufrido estoy. del Cisne.
Y advierte que fué el temor Botija. Pues no tendrá
que estas glorias me previene lugar su furioso intento. (Vase.)
lunar hermoso que tiene
la imagen de mi valor;
pero la alabanza mía ESCENA XVIII
dejo librada en mi espada, Sancha sola.
con más honra acreditada
que da luz al mundo el día. ¡Que tanto los celos puedan
¿Hoy te ha llegado á servir que á toda amistad excedan!
un muchacho montañés? Iré en los hombros del viento,
Alvar. ¿Es aquél acaso? quizá les dará el amor
Martín. El es. algún pacífico medio;
Alvar. Pues ¿qué me quieres decir? que amoi suele hallar remedio
Martín. Que en mi casa se ha criado en el veneno mayor. (Vase.)
y por yerro te ha servido;
que me lo vuelvas te pido.
Sancha Ya está en el pecho turbado ESCENA XIX
el corazón; no quisiera Sale Martín Peláez con rodela.
ser de su daño ocasión.
Alvar. Aunque tuvieras razón Martín. Dicen que abrasarse en celos
y para dalla estuviera, es la causa no estimarse
por el modo que has tenido un hombre, porque presume
te la dejara de dar, que el competidor amante
que al pedir me han de rogar. tiene más mérito que él;
Martín Pues yo mando cuando pido, porque quien lo juzga sabe
y en la distancia que ves pues no conoce que el gusto
que hay del pedir al tomar, de errados desvelos nace.
te quise dejar lugar Si hubiera elecciones justas,
para que el paje me des; fuera amor carga suave,
pero, pues que no conoces hubiera paces dichosas
lo que en pedírtele ganas y casamientos suaves.
excusa ya voces vanas. Mas si del cuello de Adonis
Alvar. Tú eres el que das las voces. de la belleza una imagen,
Martín . Pues en la fuente del Cisne Venus mendigando gustos
te espero. va con Vulcano á casarse,
Alvar. Y allí verás ¿por qué no ha de tener celos
si importa rogarme á mí. el mismo Fénix de su áspid,
Martín . De rabia y de celos muero. si las mujeres escogen
(Vanse los dos.) lo más humilde por fácil?
Celos es razón que tenga,
ESCENA XVI no digo yo de Alvar Fáñez,
Sancha sola. que un esclavo, vive Dios,
recelo que me aventaje.
¡Que. así hayan puesto los celos Si conoce que es mujer
causados de mi venida no hay sufrimiento que baste;
en riesgo la mejor vida la amistad y el parentesco
que han dado aliento los cielos! los he de borrar con sangre.
No me atrevo, estoy corrida,
que yo á sus pies me arrojara
para que grillos le echara ESCENA XX
á su atención atrevida.
Sale Sancha.—Dicho.

ESCENA XVII Sancha. Amor, ¿por qué me acobardas,


si sabes que son bastantes
Sale Botija.—Sancha.
las disculpas de mi fe?
Botija. ¿Qué hay, mancebo? Mas si me atreví á dejarle
Sancha. Avisa al Cid, y mi inconstancia conoce,
JORNADA SEGUNDA 429
razón es que me acobarde Mas ya que se ha descubierto
la vergüenza, aunque sin culpa. otra fugitiva Dafne,
Martín. Amor, ¿es causa bastante otra Europa entre las flores
el ver á Sancha que el pecho y otra suspensión de París,
entre volcanes se abrase deje las selvas de Chipre
de celos? ¡Viven los cielos, amor, si ya de cobarde
que viene por Alvar Fáñez! no se atemoriza en verme
enamoróse de verle teñido de polvo y sangre,
galán, entró por su paje ganaré la montañesa
y creció su amor, por vernos si para mi ofensa trae
á el valiente, á mí cobarde. más escuadrones que el griego
¡Quién pudiera reducilla! trajo en sus preñadas naves.
que, aunque es en belleza un ángel, ¿He tardado mucho?
es en las demás acciones Sancha. No;
mujer y podrá mudarse. que para tratar de paces
entre parientes y amigos
jamás se ha llegado tarde.
ESCENA XXI En vuestra contienda injusta,
pues que de mi causa nace,
Sale Alvar Fáñez.— Dichos. bien es que yo sea tercero.
Mi señor Martín Peláez
Alvar. Cuando tan poco me importa me echó de su casa un día,
volvelle á Martín Peláez y yo, viniendo á buscarle,
el paje, ¿he de ser tan rudo entré, en tanto que le hallaba,
que olvide amistad y sangre? á serviros.
Que, aunque él procedió conmigo Martín. Dios te guarde
atrevido y arrogante, al paso de mis venturas.
no hubo agravio entre nosotros Alvar. Pues ya que conmigo entraste
para que el honor se manche. me has de servir ¡vive Dios!
Mas ya me espera en el puesto, porque no ha de ser bastante
y con risueño semblante el miedo que ya le tienes.
llega á hablar al pajecillo; Martín. Pues nos hace el campo iguales
delito será quitarle en la defensa y las armas,
su gusto; en hablando, pienso verás cuando aquí te mate
firmar nuestras amistades el respeto que me debes.
con lazo inmortal. Sancha. ¡Hay desdicha semejante!
Martín. Escucha, Señores, ¡que siendo amigos
para que después me mates. y tan parientes se maten!
Sancha. ¿Qué me quieres? Mas ya los cielos piadosos
Martín. Darte un alma trujeron quien los aparte.
que despreciada arrojaste Mirad al Cid, caballeros.
del cielo de tu hermosura. Alvar. ¡Cielos! ¿Quién pudo avisarle?
Alvar. No se le dicen á un paje, Martín. ¿Qué haremos?
Alvaro, aquestas razones. Alvar. Lo que yo hiciere.
Martín. Sancha: ¿tan presto quebraste
la fe de tu amor primero?
Aquellas finezas grandes, ESCENA XXII
aquellas lágrimas tuyas
que dejaron arrogantes, Recuestánse en el suelo y sale el Cid.
más que si fueran del alba
las flores de nuestros valles, Cío. Mal saben disimular,
que luego las consumieron? porque en ocasión que el campo
Mira que no es bien te iguales sigue el victorioso alcance
á los que en la corte viven para cercar á Valencia,
que sólo traiciones saben, no es bien que los Capitanes
y del valor que he podido á descansar se retiren;
entre moriscos alfanjes vendrán á desagraviarse
mostrar el valor del pecho de alguna afrenta, sin duda.
otros podrán informarte. Alvar. Tres veces envió á llamar
Alvar. Esta es mujer, y cual suele el Rey, alzóle el destierro.
el pajarillo ampararse Martín. Es en su corte importante
del águila que le sigue nuestro tío.
por el imperio del aire, Cid. ¡Qué bien fingen!
á mi amparo se ha venido, Alvar. Los casamientos que hace
encubriendo de su amante en orden á honralle ha sido.
el alma con los deseos Martín. Son ricos y principales
y el cuerpo con los disfraces. los Condes de Carrión,
43o EL COBARDE MAS VALIENTE

aunque, si verdades valen, antes qucei rojo pendón


no partieron muy contenías ajenas fuerzas le ganen.
nuestras primas. (Riñen.)
Alvar. Ya se sabe Cid. Cese el enojo, sobrinos,
que os amaba tiernamente que en valor y fuerza iguales
doña Sol. podéis hacer competencia
Martín. Amor constante en su quinto cielo á Marte.
os mostraba doña Elvira. Yo he de llevar el pendón,
Cid. ¡Qué tiernos discursos hacen por que ninguno se agravie.
para encubrir sus agravios! Vuestro recebido enojo
Que será bueno dejalles en el campo ha de quedarse,
reñir, que si agora estorbo porque no ha de haber agravios
las intenciones que traen donde el Cid hace las paces.
serán con la paz fingida, Daos los brazos.
en mi presencia cobardes, Sancha. Dete el cielo
y después como ofendidos por dilatadas edades
podrán volver á matarse. más que á Alejandro vitorias.
Más vale que en mi presencia ¡Que los he visto abrazarse!
riñendo se desagravien, Martín. Alvar Fáñez, dame á Sancho.
que con las espadas fuera Alvar. No quiero, Martín Peláez.
pienso que será bastante Martín. Pues yo os mataré en Valencia.
á :oncertarlos. Sobrinos, Alvar. Pues allá habrá quien os mate.
¿agora gozáis el aire Cid. Si los deudos son amigos,
cuando los demás trabajan? ¿qué contrario ha de esperarles?
Alvar. Como nos toca la parte
del mayor trabajo, es bien
que el espíritu descanse.
Cid. Hoy veré quién es Martín, JORNADA TERCERA
veré quién es Alvar Fáñez,
porque mi rojo pendón
quisiera verle colgarle
sobre la torre más alta ESCENA PRIMERA
del muro; mas no ha de darse
sino al mejor Capitán, Sale ühdoño dando voces.
al de valor más constante
en el peligro, que fuera Ordoño. ¡Ah, invencibles castellanos!
la desdicha más notable Al real que se recoja
que le viniera á Rodrigo la gente, que le despoja
si el rojo pendón ganase el moro; apretad las manos,
el Moro; y así querría, que si no nacéis resistencia
supuesto que os juzgo iguales, y aquí vengáis vuestro ultraje,
que miréis cuál de los dos os lleva todo el bagaje
puede al peligro arrojarse. el Rey moro de Valencia.
Alvar. Sólo yo llevarle puedo.
Martín. Yo sólo puedo llevarle.
Cid. Alte, pues, sólo el valor ESCENA II
es bien que del alma saque
la duda. Focan dentro á retirarse y sale Uermúdez con la
Martín. Dadnos licencia, espada desnuda.— Dichos.
veréis en pequeño instante
quién vuestro pendón merece. Bermúd. ¿Quién ha mandado tocar
Cid. Como eso no más se aguarde, á tai punto á recoger,
licencia y campo tenéis. cuando llegando á poner
Sancha. ¡Buen modo de concertalles! las escalas y á pisar
Todo en la guerra es furor, la corona de los muros
todo es duelo, todo es sangre. que el pagano defendía
Alvar. ¡Dichosa ocasión ha sido! casi vió el Cid este día
Martín. Agora podré vengarme. los castellanos seguros
Cid. Mirad que la cortesía y señores de Valencia?
ni la amistad no os engañen,
porque al que viere vencido
lo he de juzgar por cobarde. ESCENA IIÍ
Martín. Primero veréis mi muerte
Sale un Soldado.— Dichos.
que me dé atributos tales
vuestra lengua. Soldado. ¡Qué donosa retirada,
Alvar. En sangre mía cuando está medio ganada
veréis el campo bañarse la ciudad!
JORNADA TERCERA 43 I
ESCENA IV y no sé con que consejo
el campo se retiró;
Sale Alvar Káñkz. — Dichos. pero más sabe que yo
Alvar. ¡Que haya paciencia el Cid y es prudente y viejo.
que á la voz de un atambor
retirándose perdido
es la ocasión el ruido ESCENA VII
hechizo de algún traidor!
Sale Botija llorando.— Dicho.

ESCENA V Botija. ¡Ay, rocín del alma mía!


¿Qué hará Botija sin vos?
Sale el Cid.—Dichos. Para renegar de Dios
os lleva la morería.
Cid. A todos los atambores Muy bien pudiera el perrazo,
de mi campo haced colgar antes de entrar en Valencia,
de esos robles. ¿Retirar daros, mi rocín, licencia
á tal ocasión, traidores? siquiera para un abrazo.
¡Por vida de mi Ximena, Mas, como sois de importancia,
que á saber quién lo mandó!.. sin dejaros despedir,
Ordoñu. Rodrigo de Vivar, yo; ojos que vos vieron ir,
si merezco alguna pena. no os verán tornar á Francia.
Tocar hice á retirar Viendo me quedo este día,
porque, después de asaltado porque no tendrá, por Dios,
el muro, habiendo dejado otro rocin como vos
sin gente el real y robar toda la rocinería.
el bagaje y bastimento,, No se vió cabalgadura
por el moro que salió que tuviese, ya que empiezo,
encubierto y aguardó como vos cola y pescuezo,
á ver nuestro alojamiento una legua de andadura.
sin guarnición ni soldados, Allá os vais con el bagaje,
todo el despojo y tesoro mi rocín, mi pino de oro,
que en tantos meses al moro y afrentaréis, siendo moro,
quitaste, gente y ganados todo el rocinal linaje.
y mujeres, sin dejar Yo á pata y sin un real
cosa de importancia, lleva; diré de noche y de día:
ved si merece esta nueva ¿adónde estás, bestia mía,
que toquen á retirar. que no te duele mi mal?
Cid. Al alcance, pues, amigos, Martín. Botija, ¿qué llanto es ese?
que dejar sin guarnición Botija. ¡Ay de mí! Peláez Martín;
el real dió la ocasión renegó nuestro rocín;
á este daño; sean testigos ved si es justo que me pese.
ellos mismos por su mal En dándole medio pienso
del valor que os acompaña. por un haz de mielga fui,
¡Alarma! no diga España y apenas del real salí,
que el moro os despojó el real. cuando, menos que lo pienso,
Ordoño. Por las huertas van, seguid el moro robó el bagaje,
sus pasos. y Sancha; de hombre vestida,
Todos. ¡Alarma! va cautiva y afligida
Cid. Desto, sin aprovecharle el traje.
¿qué dirá Alfonso el sexto? Hasta el medio celemín
¿Qué dirá España del Cid? y el arnero se llevó;
{Vanse.) pero lo que siento yo
es el ver á mi rocín,
que, apenas el pobre toca
ESCENA VI la cebada que le di,
Tocan alarma, sale Martín 1'eláez con la espada
cuando llevárselo vi
desnuda.
con el bocado en la boca,
aunque sin albarda y cincha,
¿Qué alboroto puede ser y en medio de su tristeza
el que nuestro real provoca volvió el pobre la cabeza,
que agora á rebato toca y mirándome relincha,
y tocaba á recoger? diciendo: «Botija, adiós,
¡Buena ocasión ha perdido que, pues llevo amo segundo,
el Cid con su retirada! si no es en el otro mundo
Tuve una torre ganada no nos veremos los dos.»
y el moro casi rendido, Martín. ¿El bagaje lleva el moro?
432 EL COBARDE MAS VALIENTE

Botija. Sí, y el Cid le va siguiendo; Moro. ¡Ea, perro!


¿no oyes la grita y estruendo? Botija. Acabe ya;
Martín. Y mi Sancha, á quien adoro, ¿ha de durar esto'un año?
¿va cautiva? ¡Ah, Martín, que están matando
Botija. Y mi rocín á tu Botija! Ven presto,
llevado de los cabellos. dame un confesor.
¡Ah, perros! ¡Martin, á ellos!
¡démosles un San Martín!
Martín. No tiene amor quien espera, ESCENA X
mi Sancha, vuestra prisión. Hale Martín. — Dichos.
Botija. Librádmele, San Antón,
y os daré un rocín de cera. (Vanse.) Martín. ¿Qué es esto?
¿Qué tienes?
Botija. Aquí andan dando,
ESCENA VIII sin habellc hecho mal,
este moro de esta tarde
Tocan al arma y dase la batalla: después de algunas
en sacudirme.
salidas, sale Martín acuchillando á Amete y Ca-
Martín. ¡Ah, cobarde!
lín.
¿Es más de uno? ¿No es tu igual?
Maktín. No lograréis los despojos, Botija. ¿No ves que tira el perrazo
perros, que del real lleváis. como un trueno? Belcebú
Amete. ¡Favor, Alá! le espere.
Martín. ¿Tembláis? Martín. Tírale tú
Mientras no vieren mis ojos otro, pues tienes buen brazo.
á Sancha, que es la luz dellos, Haz cuenta que al pie de un roble
no ha de quedar moro á vida. con el hacha vas á darle
Calín. Oye. golpes hasta derribarle,
Martín. ¡A y, Sancha querida! que yo tuve miedo doble,
¿qué he de hacer si vivo en ellos? y empezando á pelear
(Vanse.) les perdí todo el temor:
gente es sin fuerza y valor.
Mira: así es como has de darle. IDale.)
ESCENA IX Moro. ¡Ay, Mahoma, que me han muerto!
Sale un Moro acuchillando á Botija, armado d lo Martín. Dale, llega, dale así.
gracioso. Botija. Estéseme quedo aquí
y verá cómo le acierto. (Dale.)
Botija. ¡Ay, que me matan, Martín! Moro. ¡Ay!
¡Ah, .Martín Pcláez! señor, Botija. ¡Matéle!
este moro esgrimidor Martín. ¿No lo ves?
tras llevarme mi rocín Botija. ¡Pardiez, que se murió presto!
me quiere matar. ¿Esto es matar moros?
Moro. ¡Ah, perro! Martin. Esto.
Botija. Martinico: ¿por qué no me vales, Botija. Déjeme con ellos, pues,
quegalgos me matan á tus umbrales? que yo les daré una mano
Moro. No huyas. que se espante quien me viere.
Botija. Hapa allá el hierro, Martín. Ven.
señor moro, así se vea Botija. Tan fácilmente muere
regidor de su lugar, un moro como un cristiano. {Vanse.)
ó si es que sabe cantar
misa, cante allá en su aldea .
Moro. Muerte he de darte. ESCENA XI
Botija. ¿Quién? ¿El? Salen Alvar Fáñez y üruoño.
Moro. Yo te tengo de acabar.
Botija. ¿Y si queda irregular Alvar. Entróse el moro en Valencia
descolgado de un cordel? con la presa que robó;
Que nueso alcalde, por Dios, sólo la gente dejó
si de matarme se huelga, que iba cautiva.
como perdices los cuelga Ordoño. Prudencia
del rollo, de dos en dos. digna de desgracia tal.
Moro. ¡Ea!
Botija. No hay por qué matarme,
que ya me muero de miedo. ESCENA XII
Moro. ¡Ah, cobarde! Sale el Cid.— Dichos.
Botija. Estése quedo;
¿no ve que puede lisiarme? Cid. ¿Una vez sola que falto
¡Válgame Dios, y qué extraño os vais todos al asalto
y qué porfiado está! y dejáis sin guarda el real?
JORNADA TERCERA 433
En vosotros mismos hoy ESCENA XV
tendréis el justo escarmiento.
Llevado os ha el bastimento Sale el Cid.— Dicho.
y hacienda; contento estoy Cid. Martín, ¡vivo vos! ¿se atreve
de que padezcáis la pena, á asaltar el real el moro
pues todos estáis culpados; sin que vuestro valor pruebe?
de pelear venís cansados, ¿Vos consentís que el tesoro
y el moro os lleva la cena. y el bastimento se lleve,
No tengo que os castigar, y no le quitáis la presa,
por mí el moro os da el castigo, ni á que os venguéis os provoca?
pues, como si fuera amigo, Yo se cuando, en cierta empresa,
le habéis dado de cenar. con el bocado en la boca,
El vuestra locura enfrene, os hice alzar de la mesa
que, mientras comiendo está, donde mi gente comía,
yo apostaré que dirá y vos, de aquesto afrentado,
que el que no guarda no cene. ( Vase.) comprastes desde aquel día
tan caro cada bocado,
que un moro el menor valía.
Desde entonces, bien segura
ESCENA XIII pensé yo tener con vos
mi mesa y vuestra ventura.
Dichos, menos el Cid. Juntos comimos los dos
en más de una coyuntura;
Ordoño. El Cid nos corrió y se fue. convidado vengo á ser
Alvar. Y con sobrada razón. vuestro agora: de cenar
¡No fuera en esta ocasión me dad, si os di de comer,
más temprano! y si no halláis que me dar,
Opdoño. ¿Para qué? el morp os podrá vender
Alvar. Para escalar ese muro lo que el descuido le ha dado
y quitarle de la mesa, de mis soldados seguros,
como harpía, vida y presa, pues mientras mi campo armado
que el moro goza seguro. desmantelaba sus muros,
No tenga en mis venas yo mi mesa ha desmantelado.
sangre noble y castellana Ea, á cenar con vos vengo,
si no vengare mañana siendo vuestro Capitán.
lo que hoy el moro causó. ¿Tenéis que darme?
Que restaurando la afrenta Martín. Sí tengo;
que del Cid á sufrir llego, en este árbol hay un pan
cenara, y yo hiciera luego con que mi valor mantengo.
sin la huéspeda la cuenta. (Saca del tronco de un árbol un pan y
Ordoño. O yo perderé la vida, una servilleta.) \
ó mañana en el asalto, Cuando, por ser yo cobarde,
de sangre y de vida falto, con la servilleta puesta
seré del moro homicida. y el pan hicistes alarde
En la ciudad y en las puertas, de lo que la fama cuesta,
dándolas al Cid abiertas, y yo volví, aunque tarde,
su agravio satisfaré, prudentemente avisado
verá el moro si le cuesta por vuestro castigo, en él
tan barato el robo. faltando el primer bocado,
Alvar. Vamos, puse el pan en el laurel
que si esta noche ayunamos que hasta aquí me lo ha guardado.
mañana será la fiesta. (Vanse.) Desde entonces, cada día
que alarma el tambor tocaba,
si temor en mí sentía,
ESCENA XIV el pan del laurel sacaba
y mirándole decía:
«Esfuerzo mi valor tome
Sale Martín Peláez. á ganar de comer hoy,
Martín, aunque el míedo os dome
¿Sancha cautiva, y vivo el que la adora de ver la espantosa lid,
¿Cómo pareceré, cielo, en presencia porque en la mesa del Cid
del gran Rodrigo y de su gente toda? quien no lo gana no come.»
¿Yo sin mi Sancha y él sin su Valencia? Y desta suerte el valor
Cubierto vengo de la sangre mora, he adquirido que te di;
que sin poder hacerme resistencia pues podré afirmar, señor,
el claro acero de mis armas mancha. que el pan que con vos comí
Mas ¿qué importa, si vuelvo sin mi Sancha? le- gané con mi sudor.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA.—TOMO II 28
434 EL COBARDE MÁS VALIENTE
Con él agora os regalo: Botija. El libertaros espera,
tomalde, que os aseguro yo vó á ver á mi rocín,
que al plato mejor le igualo, porque sin él no me muera.
y si os pareciere'duro, Mas si de aquestos galgazos
á buen hambre no hay pan malo. quiere excusar los pesares,
Mas diréis, según colijo, libraránle estos dos brazos,
que si á secas os le dan, él tirándolos á pares,
escaso banquete elijo, yo dando á nones porrazos.
y que no sólo de pan Desde que aprendí á matar
vive el hombre: Dios lo dijo. moros, no les tengo miedo.
Mas, por que no lo digáis Sancha. ¡Siempre de humor has de estar!
tené, el mío Cid, paciencia, Botija. Sin mi rocín, ¿cómo puedo,
que si un poco esperáis, Sancha mía, sosegar?
yo os buscaré en Valencia Mas, ¿cómo os vaá vos, decid
cosa con que lo comáis. después que estáis cautivada?
(Vase, desenvainando la espada.) Sancha, Trújome el Rey moro así,
y en fe que de mí se agrada
se quiere servir de mí.
ESCENA XVI Botija. Pues ¿sabe que eres mujer?
Sancha. En reputación estoy
El Cid solo. de hombre.
Martin Peláez, oye, espera; Botija. ¿Y -muestra placer
el Cid te manda que aguardes. en veros?
¡Ah, buen español ¡pluguiera Sancha, Dice que soy
á Dios que destos cobardes un ángel.
mil mi ejército tuviera! Botija. De Lucifer.
¡Oh, pan sabroso, el mejor No tenga después el Papa
que ha sustentado mi casa! que absolver.
La honra os dió harina en flor, Sancha. ¡Donoso estás!
con sangre mora os amasa Botija. Si mi amo no os escapa,
y en el horno del valor echaos una chapa atrás
os cuece el atrevimiento. y seréis mujer de chapa.
Hoy, mis nobles castellanos, Sancha. Sólo quiere que de paje
haceros banquete intento; le sirva.
Martín restauró en mis manos Botija. Si en vos repara
el robado bastimento. y os desconoce en el traje,
A un pan somos convidados habladle cara con cara,
que es fuerza que bien os sepa; que á traición no es buen lenguaje;
venid á comer, soldados, que si Martín desde hoy más
porque, aunque á bocado os quepa, sabe esto y pasa adelante,
valen mucho estos bocados. tendrá celos á un compás
Convidados de Martín de Alvar Fáñez por delante
somos; hacelde favor, y del moro por detrás.
que aunque es pan principio y fin, Sancha. Anda, necio, en estos baños
amigos, pan y valor que están fuera de Valencia,
no es pan á secas, en fin. aunque á sus muros extraños,
Y vos, Martín, á quien dan pueden en cualquier violencia
renombre inmortal, decid asegurarnos de daños.
que aunque es vuestro Capitán, El Rey servirle me manda
os podéis preciar que el Cid y agora á bañarse viene.
ha comido vuestro pan. Botija. Si Martin en tal demanda
de aquesto noticia tiene,
llevará el Rey una tanda...
ESCENA XVII Sancha ¡Buena flema y necedad
es la tuya! El'Rey es éste.
Sale Botija de moro gracioso y Sancha de cautivo. Botija. Pues, Sancha, disimulad
quien sois, porque no nos cueste
Botija. Sancha, si estáis cautivada, triunfo el decir la verdad.
acá estamos todos. Sancha Que te escondas es mejor,
Sancha.' Pues no sepa el Rey que has entrado
¿qué traje es éste? aquí, que es lugar vedado.
Botija. ¿Os agrada? Botija. Aunque ya perdí el temor,
Sancha. ¿Eres moro? me quiero esconder por ti,
Botija. Por un mes. y en requebrándote el galgo
Sancha. Como mozo de soldada. á darle dos cabes salgo
¿Dónde vais de esta manera? de los más lindos que vi.
¿Dó nde dejas á Martín?
JORNADA TERCERA 435
ESCENA XVIII De noche es ya; podrá ser
que obligado del calor,
Escóndese Botija y sale Auenamar.—Sancha. por resistirle mejor,
querrá el Rey ahora hacer
Abenam. ¡Sancho! en sus baños asistencia,
Sancha. ¡Señor! y que mi suerte sea tal
Abenam. ¿Estás solo? que, si él ha ganado el real,
Sancha. Solo ha rato que te espero. que le gane yo á Valencia.
Abenam. Solo yo también te quiero Al ejército he avisado
más que á Dafne quiso Apolo. que, en viendo en los muros fuego,
Botija. ¡Oste puto! que os chamuscan, á lo alto acuda luego.
moro, si en mi tierra os cogen. El Cid es mi convidado;
Abenam. Mis palabras no te enojen si por principio de cena
que lo que piensas no buscan. á Valencia le presento,
Yo he sabido con certeza convite le hago opulento.
que eres mujer. Ea, pues, noche serena,
Botija. Por ahí, vaya. á costa destos paganos
Sancha. ¡Yo mujer! No habrá quien haya dame para él esta presa;
dicho tal. ve que le dejo en la mesa
Abenam. Esa belleza y con el pan en las manos...
lo está diciendo á voces, Mas ¿con quién he tropezado?
y el alma que es adivina, (Tropieza con Botija.)
en fe que a tu amor se inclina ¿Quién está aquí?
quiere que mi reino goces. Botija. Desta vez
De mi esposa tendrás nombre; me juntan haz con envés
mira que por ti estoy loco; si me hallan en lo vedado.
dame... Martín. ¿Quién es?
Sancha. Señor, poco á poco, Botija. Eso no; ¡mal haya
que soy cristiano y soy hombre, quien en esto me metió!
y puesto que estoy cautivo Martín. ¿Quién es?
tengo valor castellano. Botija. ¿No ve que soy y o?
Abenam. El encubrirte es en vano, Martín. ¿Quién?
y advierte que si recibo Botija. Un moro de Vizcaya
desdén, en pago de amarte que ando en busca de un rocín.
harás que otro medio elija. Martín. Si ser posible pudiera,
Botija. El perrazo se embotija, que era Botija dijéra.
y aunque estoy en buena parte Botija. No dirán son que es Martin
escondido, á pocas veces mi amo, en la voz; quizá
que ladre, iré en su socorro, á buscar á Sancha vino.
y haráme que andando al morro Martín. ¿Quién sois?
le dé un pan como unas nueces. Botija. Moro vizcaíno.
Abenam. Cristiana, dame esos brazos; Martín. Eso no, que no hay allá
mi amor paga aquesta vez. moros; todos son hidalgos.
Sancha. ¡Vive Dios, si descortés ¿Quién sois?
fueres, que te hago pedazos! Botija. Porque no me aflija,
Mal sabes, moro, el valor yo soy el moro Botija,
que á estimar mi ley me esfuerza. que, andando á caza de galgos,
Abenam. ¡Cruel, ingrata, por fuerza siendo liebre, represento
has de dar fruto á mi amor! (Vanse.) agora un mundo al revés.
Botija. Tras ella voy en su ayuda. Martín. ¡Botija!
Galguito, si andáis salido Botija. ¿Mi Martín es?
aguardad; mas ¿qué ruido Loco me vuelve el contento.
en miedo mi ánimo muda? Martín, Cautivo debes estar.
Botija. ¿Yo cautivo? ¡Malos años!
Martín. Pues ¿quién te trujo á estos baños?
ESCENA XIX Botija. Mi rocín vengo á buscar
engerto en moro, y á vos
Sale Martín Peláez— Botija. Sancha os debe de traer;
pero si la queréis ver,
Martín. Subí al muro por la pica, daos prisa, pues, par Dios,
que si es honroso el trabajo, que el Rey, sabiendo que es hembra,
el más soberbio es más bajo. por la huerta va tras ella,
La ciudad se comunica que quiere probar si en ella
con estos baños y huertas, un par de Martines siembra.
que, aunque fuera della están, Martín ¿Qué dices, loco? ¿Está aquí
los que aquí vienen y van el Rey moro?
en sus muros tienen puerta. Botija. Requebrando
436 EL COBARDE MAS VALIENTE

á Sancha, que renegando no me afrentaran así


de sus amores la vi. infieles brazos.
Huye dél como una gama Martín. Sí estoy,
y si os la agarra, por Dios, Sancha; vuestro Martín soy.
que os nazcan dedos en dos Abenam. Pero, ¿quién te metió aquí?
y el moro os sople la dama. Martín. Soy tu muerte; para ella,
Martín. Mi ventura me na traído moro, no hay puerta cerrada,
á tan dichosa ocasión. que va, cobarde, en mi espada
Luces en el muro pon, que á mi Sancha has de ir por ella.
pues á tal tiempo has venido Abenam. ¡Mahoma! ¿cómo atropclla
que en los baños hallarás al Rey de Valencia as!
lumbre con que el Cid acuda solo un hombre?
v venga á darnos ayuda. Martín. Viene en mí
Botija. Pues, tú, señor, ¿dónde vas? todo un mundo de valor.
Martín. A dar á Sancha favor, Abenam. ¿Eres infierno?
muerte al descuidado Rey, Martín. . De amor.
Valencia al Cid y á mi ley Abenam. Ayuda, moros aquí.
y fin dichoso á mi amor. (Vansc los dos.)
Todo el campo está avisado,
y sólo espera del fuego
la señal. ESCENA XXI!
Botija. Voy por el fuego,
pues tú el temor me has quitado; Sale Botija. — Sancha.
sólo el rocín me da pena.
Martín. Hoy mi esfuerzo al Cid dará Botija. Con lengua de fuego llama
á Valencia, y no dirá la ocasión á nuestra gente.
que ha tenido mala cena. (Vase.) Sancha. ¡Ay Martín Peláez, valiente!
Bien pagará quien bien ama.
ESCENA XX ¿Botija?
Botija. ¿No ves la llama
Salen Sancha y Abenamar. que á nuestro ejército avisa?
Abenam. ¿De qué te sirve, cruel, ¿No escuchas tocar á prisa
á mi firme amor huir, a rebato?
si no te has de convertir Sancha. Sí.
como la ninfa en laurel? Botija.. El Cid viene;
Escarmienta, ingrata, en él, ea, que mañana tiene
y la fe con que te adoro de oír en Valencia misa.
estima. (Cajas, y dice el Rey moro dentro.)
Sancha. No hay fe en un moro; Abenam. Alarma, moros, que el Cid
déjame. asalta los baños reales.
Abenam. Mal dejará Botija. Almoneda de almanfales
la mesa el que hambriento está, tengo de hacer
y el que es avaro el tesoro. Abenam. Acudid,
Sancha. Que sov castellano advierte, y al cristiano resistid,
y que la sangre española si para él hay resistencia.
que me anima basta sola Botija. Remuérdeme la conciencia,
á librarme, y darte muerte. Sancha; escóndete, que voy
Abenam. Dámela, y sea de suerte á matar dos perros.
que á morir venga á tus brazos. Sancha. Hoy
Sancha. Será haciéndote pedazos. gana Martín á Valencia. (Vanse.)
(Tómala las manos.)
Abenam. A ser descortés comienzo,
por ver si tu rigor venzo, ESCENA XXIII
viniendo con él á brazos.
Sancha. Indignamente eres hombre, Dice dentro Ordoño y Alvar Fáñez sale acuchillán
pues, sin intentarlo el bruto, dose con dos Moros.
por fuerza apetece el fruto
de amor. Ordoño. ¡Vitoria! que los pendones
Abenam. Eso no te asombre. del Cid guarnecen los muros
Sancha. ¡Ah Martín Peláez!.. de Valencia, y ya seguros
la asaltan sus escuadrones.
ESCENA XXI Todos. ¡Vitoria!
Alvar. Gracias á Dios,
Sale Martín Peláez. — Dichos. deseos, que estáis cumplidos.
Martín. Mi nombre Moro i.° Muertos, sí; mas no vencidos
escucho. nos has de ver á los dos.
Sancha. A estar vos aquí Alvar. ¿Sabéis quién soy?
JORNADA TERCERA 437
Moro 2.° Bien sabemos Mas, oye que la presencia
que eres Alvar Fáñez. del Cid nos sale á alegrar.
Alvar. Pues Alvar. Entra, Martín, á triunfar
¿cómo no ponéis mis pies pues le has ganado á Valencia.
en vuestros cuellos, blasfemos?
Moro i.° Porque vivir sin Valencia
es vivir vida afrentada. ESCENA XXV
Alvar. Quebrádoseme ha la espada. Salen el Cid y Payo PelAez con acompañamiento.
Muro 2.° Morirás sin resistencia.
En ti podemos vengar Cid. Martín Peláez, bien cumplís
parte del mal que recibe vuestra palabra y promesa;
del Cid nuestra nación. ya podéis alzar el pan,
Alvar. Vive pues me habéis dado tal cena.
en mí, valor singular Venturosa cobardía
que más que la espada vale, para todos fué la vuestra;
y cuando muera, al fin muero pero el sol que sale tarde
vencedor. mejor alumbra y más quema.
Dadme vuestros brazos.
Martín. Señor,
ESCENA XXIV en otro plato quisiera
daros por postre á Granada
Sale Martín. —Dichos. como por ante á Valencia.
Cid. Como vos, Martín Peláez,
Martín. Ea, Cid, hoy quiero viváis, que me veré en ella
darte un convite que iguale por dueño. Hablá á vuestro padre.
al precio desta ciudad. Martín. Vengáis, señor, norabuena;
Mas ¿qué es lo que miro, cielos? dadme á besar vuestros pies,
¿No es la causa de mis celos que es lo que mi alma desea.
con quien tengo enemistad
éste que está sin espada
y muerte dos moros dan? ESCENA XXVI
Hoy mis agravios verán Salen Botija y Sancha, ya en hábito de mujer.
que la nobleza heredada
se sabe vengar aquí. Botija. Danos á besar tus pies:
Ea, Alvar Fáñez, á ellos; Sancha, tu dama, es aquesta
ya huyen, para vencellos que, temerosa de haber
amigo tenéis en mí, dado causa á tu celera...
{Huyen ¡os Moros.) Cid. La historia sé, y con licencia
y mientras se aposesiona de mi buen Payo Peláez,
de Valencia el Cid, hagamos, Sancha vuestra espora sea.
pues solos y á tiempo estamos, Yo la doto en una villa
nuestro desafío. y en un barrio de Valencia.
Alvar. Perdona, Payo. Yo de padre le doy brazos.
que con quien me dió la vida Martín. Yo el alma que vive en ella.
yo no he de tener pendencia. Sancha. Yo os beso, señor, las manos,
Martín. El Cid ha entrado en Valencia y me alegro de ser vuestra.
y el moro va de vencida. Botija. Yo pido que me den algo.
La respuesta es excusada, Martín. Yo enriqueceré tu hacienda;
haz la batalla conmigo, vamos, y os veré tomar
pues aquel moro enemigo, posesión.
se ha dejado aquí la espada. Cid. Valencia es vuestra.
Alvar. Martín, cuando yo quisiera Martín. No, sino vuestra, Rodrigo,
á tu Sancha con exceso, que la ganáis y desea
pues la vida, te confieso, ser hoy Valencia del Cid.
que me has dado, te la diera. Cid. Y este nombre es bien que tenga;
Yo no he de reñir contigo, llamaráse de esa suerte.
matarme puedes si quieres. Martín. Y tendremos suerte buena
Martín. Cortesano, Alvaro, eres; si esta historia os satisface,
desde hoy quiero ser tu amigo. perdonando faltas nuestras.

i\
LA NINFA DEL CIELO
CONDESA BANDOLERA Y OBLIGACIONES DE IIONOR (O

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA


Carlos, Duque de Calabria. Cardenio. Sileno, labrador.
Diana, su mujer. Fabio. El Diablo barquero.
Roberto, criado. POMPEYO. El Niño Jesús.
Ninfa, Condesa de Valdeflor. Una Mujer. Dos Marineros.
Alejandro. Un Correo. Alcino, labrador.
Laura. Un Labrador. Ergasto, idem.
César. La Muerte. Fileno, ídem.
Horacio. Un Angel. Músicos.
Julio. Anselmo, ermitaño.

JORNADA PRIMERA y lo mejor de tu edad,


pues pasas los (2) años verdes,
Carlos, en la soledad (3)?
ESCENA PRIMERA Donde vas tras un halcón
que, remontado y perdido,
Salen Roberto y Carlos de caza.
imita tu inclinación.
Roberto. ¿Dirás que no es necedad Carlos. Los criados siempre han sido,
la caza, en que el tiempo pierdes Roberto, de una opinión.

(i) Hemos elegido este texto, manuscrito núm. i6.6o8,dc la Biblioteca Nacional, con preferencia al impreso,
por ser más antiguo, más completo y más correcto, aunque es ya refundición de una primitiva comedia, tal
vez de Tirso, titulada La Condesa bandolera. EI presente manuscrito, después de los tres títulos que da á la
obra, lleva estas p.ilabras: «(Todo es uno la historia de ella)».
El impreso, que es una comedia suelta, sin lugar ni año de impresión, pero que se conoce ser de fines del
siglo xvii ó principios del siguiente, en 4.°, á dos cois., y i6 h. sin paginar, signaturas A-D 2, lleva este titulo:

LA CONDESA BANDOLERA
COMEDIA FAMOSA DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA
Hablan en ella las personas siguientes:
Ninfa, Condesa. Laura. Un Correo. La Muerte.
Carlos, Duque. Tres Marineros. Un Soldado. Anselmo.
Diana, Duquesa. Alejandro. Dos Músicos. Un Barquero.
Roberto. CÉSaR. Julio. Hortensio.
Eroasto. Lesbio. Horacio. Camilo.
Alcino. POMPEYO. Un Angel.
Pondremos en nota las más principales variantes que ofrece, pues las secundarias son muy numerosas. De
las demás refundiciones de esta comedia damos noticia al principio del tomo.
(2) «pues gozas tus» en el impreso.
(3) El impreso añade esios versos:
«Un filósofo decía Tú entre robles y entre tejos
que sólo un bruto podía gustas de andar todo el año,
vivir en ella contento; siempre de la corte lejos,
que al humano entendimiento sin que te escarmiente el daño
agrada la compañía. ni te enfrenen los consejos.»
JORNADA PRIMERA 439
¿Cuándo el gusto en el servicio (i) con oficio que embaraza
pareció del dueño bien? y á tantos nobles destierra.
Porque es murmurar su oficio, Responderás que la caza
y estar quejosos también es imagen de la guerra,
de poca lealtad indicio. que es de todos opinión
Nuestros altos pensamientos para que gusto no atajen
desdicen de los intentos á los que de aquéste son;
que tenéis siempre vosotros, y yo digo que á esta imagen
y nunca estáis de nosotros tengo poca devoción.
satisfechos ni contentos. Siempre que siendo aprendiz
Somos, cuando no gastamos, del mar, que es danés Urgel,
miserables; cuando hacemos, me pongo el guante infeliz
grandezas, locos estamos, y luego el halcón en él,
si callamos, no sabemos; me considero tapiz
si somos graves, cansamos; y pienso que estoy colgado
la llaneza nos estraga, en la sala de un letrado
nada intentamos sin paga; entre David y Sansón.
no hay cuando más les obliga Carlos. ¡Extraña imaginación!
hombre (a) que verdad nos diga Roberto. Estoy como halcón templado
ni bien de balde nos haga; y pueden cantar en mí.
nunca tenemos amigos, Carlos. ¿Dónde dejaste, Roberto,
porque son nuestros criados nuestros caballos?
necesarios enemigos. Roberto Allí
Roberto. Serán los poco obligados, los dejé arrendados.
que los fieles son testigos Carlos. Muerto,
que te sirvo como un perro por socorrer al neblí,
en el cuidado (3) y lealtad, traigo el bayo.
siguiendo de cerro en cerro Roberto. Mi alazán
tu caza ó tu necedad, quiso correr por los vientos,
siempre en perpetuo destierro; y pienso que quedarán
que desto no he murmurado aguados como contentos,
por costumbre de criado, según cansados están.
de quien no hay señor seguro; Carlos. No hay que tener del halcón (i)
como hombre humano murmuro por esta noche esperanza.
por tu gusto desterrado. Roberto Ni aun de cenar, ques razón;
A ser las garzas, señor, de quien hace confianza
que venimos á volar en viento, castigos son,
mozas, no fuera rigor que como camaleones
de un Marqués de Mantua andar hemos de gastar del viento
hecho siempre cazador- donde tu esperanza pones,
pero una garza que al cielo que son torres sin cimiento
sube, ¿qué me importa á mí las alas de tus halcones.
que un neblí la abata al suelo Carlos. Ningún cazador parece
si mi apetito es neblí de los míos, y anochece
de más ordinario vuelo? á más priesa, ¿qué haremos?
Toda mi volatería Roberto . Buscar adonde cenemos,
es conquistar á Lucía que fortuna nos ofrece
ó á Marina, que jamás aquí una hermosa alquería,
se resistieron, y es más aunque en edificios creo
descansada cetrería, poco de la suerte mía
comer bienj cenar mejor, hipócritas del deseo,
haciendo después, señor, todo vista y fantasía.
de la gala y del paseo Carlos. No es bien la desautorices,
alfa neques del deseo que del dueño nos ofrece
y tagarotes de amor; esperanzas más felices.
y no andar de sierra en sierra (4) Roberto . Todo es ventanas; parece
edificio de narices.
(i) En el impreso se añade en lugar de este verso y Más que dormir me remedia (2)
del que sigue: á mí el comer, y habrá sido,
«Dime: entre iodos, já quién como dicen, vida media,
el contento y ejercicio
pareció del dueño bien,» ya que nos hemos perdido
(2) En el impreso «nadie». como reyes de comedia.
(3) «trabajo* en el impreso. (Dentro relinchos y alegría.)
(4) Desde este verso hasta el que dice: ««Dónde de (i) Este y los nueve versos siguientes faltan en el
jaste, Roberto», faltan en el impreso. Hay, en cambio, impreso.
después del «y tagarotes de amor» este otro: (2) Omitidos éste y los cuatro versos que siguen en
«Carlos. Deja el gracejar y di.» et impreso.
440 LA NINFA DEL CIELO

Carlos. Gente suena. que para nuestros enojos


Roberto Labradores son basiliscos los ojos
deben de ser que de flores de la más bella mujer (i ).
dulcemente coronados Laura. Pues yo me los sacaré
son ladrones destos prados por no darte pesadumbre.
y cantando, ruiseñores. Ergasto Y verás por la costumbre
Carlos. El trabajo y la labor que tienes de ver.
deben de acabar. Laura. A fe
Roberto Es cierto, que no imaginé jamás
y se irán á Valdeílor. darte celos.
Carlos. ¡Alegre vida, Roberto! Ergasto No son celos,
Roberto. Para un jabalí, señor. sino unos nobles recelos
de estimarte, Laura, en más.
Carlos. Al fin. ¿Ninfa, la Condesa
de Valdeflor, vive aquí?
ESCENA II Mus. 3.° Gusta del campo, y así
la caza también profesa,
Salen los Músicos y la Música, todos de villanost porque después que heredó
con guirnaldas, y cantando esta letra.—Dichos. á Valdeflor esa villa
que está del mar en la orilla,
Músicos. «Que si viene la noche (i) aunque tan moza quedó,
presto saldrá el sole, se retiró á esta alquería,
que si viene la noche, donde desta suerte pasa
con la luna alegre que os he dicho.
presto saldrá el sole, Carlos. ¿No se casa?
destos campos verdes Mus. 2.° ¡Lindo es aqueso, á fe mía,
el día y la noche para su condición!
presto saldrá el sole.» Carlos. ¿Cómo?
Roberto. Buenas noches, gente honrada. Mus. 3.° Da en aborrecello en suma.
Mus. 2.° Vengan muy enhorabuena, Carlos. Mire que el tiempo es de pluma
que aliñada está la cena. para esperanzas de plomo,
Roberto. Más el embite me agrada y si le deja pasar,
que la música, ¡par diós! pensando verse empleada
Mus. 3.° Debemos de cantar mal. en un rey, vieja y burlada
Roberto. Traigo una hambre cerval, será posible quedar
aquí para entre los dos, sin dejarle á Valdeflor
y esa es la causa. heredero, porque dura
Mis. 2.° No habéis poco la humana hermosura.
llegado á casa vacía. Mis. 2.° No hay en Nápoles señor
Carlos. ¿De quién es esta alquería? que no la haya pretendido
Mus. 2.° ¿Sois noble y no lo sabéis? para casarse con ella,
Carlos. No estuve otra vez aquí, y ella á todos atropella
porque esta vez que lie venido porque no quiere marido;
ocasión la caza ha sido su inclinación solamente
por socorrer un neblí es el campo y ejercicio
que ha que seguimos tres leguas de la caza, y no otro vicio.
con este mismo cuidado, Roberto , Debe de ser impotente.
hasta que la noche ha entrado
Carlos. Calla, loco.
pidiendo al cansancio treguas, De los hombres,
Mus. 2.°
que los caballos están en tratándole, señor,
de cansados y rendidos de casamiento ó amor,
sobre la hierba tendidos. aborrece hasta los nombres;
Laura. Ergasto: ¿no es muy galán? y como si un hombre fuera, .
Ergasto. ¿Ya le has mirado? hace dos mil maravillas
Laura. ¡Pues no! á caballo en las dos sillas,
¿Estoy yo ciega? y á pie robusta y ligera.
Ergasto. Ojalá
quedes, pues Laura, lo está
la que antes, loca, miró. (i) En el impreso se añade:
Así fuerais las mujeres «No habéis menester oiJos
ciegas como la fortuna, ni lengua, que si son bellos
porque no hubiera ninguna y libres, tenéis en ellos
de tan varios pareceres; todos los cinco sentidos.
la vista os echa á perder, Que fuerais (no son antojos
sino experiencia de males)
bellísimos animales,
(i) Falta esta letra en el impreso. á haber nacido sin ojos.»
JORNADA PRIMERA 44'
No hay quien la gane á tirar (i) siendo mujer tan hermosa.
todo cuanto alcanza á ver, Tórtola debió de ser
quien la aventaje á correr antes que fuese mujer;
ni quien la rinda á luchar. no puede ser otra cosa, '
Fatiga al agua y el monte porque tanta soledad
con los perros diligentes sin admitir compañía
y con aves diferentes es de la sospecha mía
las que tiene este horizonte, prueba.
y así en el agua, en los vientos (2) Laura. Tañed y cantad,
y en la tierra poder tiene que la Condesa nuesa ama
y á ser absoluto viene viene.
dueño de tres elementos.
A competir con el sol,
á quien en belleza gana, ESCENA III
salió al monte esta mañana Sale la Condesa acompañada de muchos pastores, en
en un caballo español, un caballo, con halcón en la mano, como se ha
sobre cuya piel manchada dicho.— Dichos.
mostró tanta bizarría,
que acobardó los del día Carlos. ¡Gallardía excelente!
llenos de espuma dorada. Mus. 2.° Venga con bien.
Sobre una corta basquiña Carlos. Justamente,
un vaquerillo sacó, Roberto, Ninfa se llama.
que pienso que el sol bordó, Músicos. «Que si viene la noche
porque de rayos le ciña, presto saldrá el sole.
formando crespas espumas Uno. Que si viene la noche
de oro el cabello en su esfera con la alegre luna
con un sombrero ó montera presto saldrá el sole
hecho una selva de plumas; de nuestra hermosura.
espada pendiente al lado, Todo9. El día y la noche,
una pistola al arzón • presto saldrá el sole» (i).
y en esta mano un halcón. Ninfa. Pasead ese caballo
Carlos. ¡Bellamente la has pintado! antes que al pesebre vais
Parte de dicha habrá sido con él.
perderme, aunque puede ser Mis. 2.° Con «alud vengáis;
que de ver esta mujer, que no hay labrador vasallo
Roberto, esté más perdido. vuestro, señora, que en viendo
Roberto. No hayas miedo, que no tienes esa divina hermosura,
tan honrada inclinación; respete la noche oscura
si esta mujer fuera halcón, que entra estos campos vistiendo.
, pudiera ser. Agora empieza á nacer (2)
Carlos. ¡Lindo vienes! de vuestros ojos la aurora,
Mus. 2.° Estimará la Condesa y en estos prados, señora,
hospedar vuestra persona el Abril á florecer;
por lo que el talle os abona agora el sol ha salido
y su grandeza interesa, y las aves le han cantado,
que á muchos que por aquí él alba aljófar llorado
pasan lo mismo hacer suele. y estas fuentes se han reído.
Carlos. ¿No es hora ya de que vuele? Ninfa. Guárdeos Dios á todos. Pues,
Mus. 2.° Ya no tardará, que así ¿qué se ha hecho todo el día?
á recebilla salimos Laura. Desean, señora mía,
muchos, cantando y bailando estos prados, vuestros pies;
todas estas noches cuando vuestros ojos, estas fuentes;
viene de caza, y venimos vuestras doradas mejillas,
cantando delante de ella las alegres maravillas;
y bailando, que le agrada los jazmines, vuestros dientes;
esta llaneza, cansada que en tanto que estos favores (3)
de la corte. aguardan con vuestro aliento,
Roberto. No hay doncella buenas nuevas daba el viento,
de tan extrañas costumbres mensajero de las flores;
desde un mar al otro mar, y á vuestro hermoso arrebol,
amiga siempre de andar
entre brutos y legumbres,
(i) Falta en el impreso todo el principio de esta
escena.
(i) Faltan en el impreso éste y los ires siguientes (2) Hste y los siete versos que siguen no estan en
versos, el impreso.
í») También falta esta redondilla. (3) Omitida en el impreso esta redondilla.
442 LA NiNKA DEL CIELO
haciendo nosotros salva, por que no parezca bien.
como pájaros al alba, ¡Oh envidia! en cualquiera parte
esperábamos al sol. tu veneno se reparte.
Ninfa. A tus ojos, Laura, hacían Carlos. Tiemblo y ardo á su desdén
esas lisonjas, que son con ser mayor su hermosura.
albas de más perfección Roberto. Luego ¿estás enamorado?
que á las del sol desafían. Carlos. Y loco.
Mus. 2.° ¿Cómo os fué al fin por allá? Roberto. Aun ese cuidado
¿Hallastes en la laguna es disculpada locura.
garzas? Carlos. Quiero gozar la ocasión
Ninfa. Y entre muchas una, de haberme tan bien perdido.
que es cometa pienso ya. Ninfa. Vos seáis muy bien venido.
Mis. 2 ¿De qué suerte? ¡Hola! guardad ese halcón.
Ninfa. Yo llegué Carlos. Téngame vueseñoría
á la parte que esos cerros por su esclavo.
la cercan, y con los perros Ninfa. Yo lo soy.
del agua la levanté, Carlos. Roberto: temblando estoy.
y por dar al viento velas, Roberto. ¡Qué amorosa cobardíal
quité, luego que la vi, Carlos. Otro neblí me ha traído,
el capirote al neblí, que socorrer pretendí,
las lonjas á las pigüelas. más de tres leguas de aquí,
Hizo una punta en el cielo, ' donde tan dichoso he sido
y ella temiendo la punta, y espero tanto favor.
al mismo cielo se junta Ninfa.. La persona y ejercicio
desmintiendo al neblí el vuelo; • de la caza dan indicio
revuelve el halcón las alas, de vuestra sangre y valor.
y tan alta punta dió, Cuando os falte ese neblí
que encima della se vió y no le podáis cobrar,
poniéndole al cielo escalas; bien podéis en su lugar
vuelve á bajar como el viento serviros del que está aquí;
y el neblí sobre ella baja, que á fe que no es menos bueno
que parece que la ataja que el vuestro, y le estimo en más
por el mismo pensamiento; que á Valdeflor, pues jamás,
el pico en ella arrebola estando el cielo sereno,
dos veces y al viento iguala, se le escapó, si no es hoy,
y por debajo del ala en el viento martinete
le descompone la cola; ó garza que no sujete.
otra vez la garza sube Carlos. Puesto que buscando voy
con más furia que bajó, el que perdido no está,
y junto al sol pareció no es razón ni cortesía
él átomo y ella nube. quitalle á vueseñoría
Llegó el neblí á acometella, lo que estima tanto ya,
y pienso que en este estado antes presentalle entiendo
le dió en el cielo sagrado algunos que aún tengo más
el sol por alguna estrella, con que servilla.
que nunca más pareció; Ninfa. Jamás
y deslumbrado el neblí, cuando dar algo pretendo
hecho un Icaro, de allí di lo que menos estimo,
á la laguna bajó; porque no es dádiva aquella
socorríle, y á la tarde, en que el dueño no atropella
adonde la garza eché, grande valor.
dos martinetes volé. Carlos, No me animo
Mus. 2.° Muchos años Dios te guarde á ofreceros cosa mía,
para gloria, para honor que para vuestra grandeza
destos campos. corto don es la riqueza
Roberto. ¡Bien por cierto! que toda el Arabia cría.
Carlos. Admirado estoy, Roberto; Ninfa. Conforme á mi condición,
no vi gallardía mayor. no tiene cosa ninguna
Ninfa. ¿Quién es este caballero? de cuantas da la fortuna
Roberto. ¿No dirá ¡cuerpo de Dios! valor.
vueseñoría estos dos? Carlos Y tenéis razón.
Ninfa. Tenéis talle de escudero Ninfa. Sólo estimo en el presente
suyo más que de su igual. el valor de quien le da;
Roberto. De talle sois entendida; mas cesen ofertas ya,
mucho sabéis, por mi vida. que es lisonja impertinente,
Carlos. Aparta. y entrad donde descanséis,
Roberto. Trátame mal, que el halcón que habéis perdido
JORNADA PRIMERA 443
puede ser, si aquí ha caído, Carlos. Mayor belleza no vi.
que al nuevo sol le cobréis, Roberto Habla, atrévete, importuna,
que no es mala esta posada no acobardes los sentidos,
para una noche. pues á los más atrevidos
Carlos. El favor favorece la fortuna.
que ofrece vuestro valor, Carlos. Temo el natural desdén.
de que estáis acreditada, Roberto . Nunca quien temió venció.
y os rinde esta soledad, Ninfa Venid. (No me pareció
no puedo dejar, señora, hombre en mi vida más bien.)
de recibir. ¿Cómo os llamáis?
Ninfa. Desde agora Carlos. Yo, señora,
será vuestra la mitad, Carlos.
y toda entera también Ninfa. Buen nombre tenéis.
para cuando algunos días, Roberto Y para lo que mandéis,
venciendo melancolías yo Roberto, y seré agora
que los tráfagos os den por vos Roberto el Diablo.
de la corte, andéis ca/ando Ninfa. (Carlos, atrevido andáis;
y lleguéis á esta alquería, dentro del alma os entráis.)
que honráis. Roberto. ¿A quién digo, con quién hablo?
Carlos. Si vueseñoria También soy de carne y güeso;
de esa suerte me va honrando, labradora celestial,
quedaré para servilla que estoy herido del mal
siempre corto y obligado. de vuestros ojos confieso,
Ninfa. Si os hubiereis bien hallado que dentro el alma me ha hecho
mañana en esta casilla, cosquillas y estoy perdido;
y os quisiereis detener una mano sola os pido.
á divertir algún día Laura. Esa os hará mal provecho.
en caza ó pesca, os podría Eroasto Hidalgo, apártese un poco,
alguna lisonja hacer, no se le llegue tan cerca
porque el Duque generoso á la labradora.
de Calabria, cuyos pies Roberto ¿Es terca?
besan esos mares, que es ¿tira coces?
tan rico y tan poderoso, Carlos. Yo voy loco...
no me podrá aventajar. Roberto Y necio.
Roberto , Pienso que te ha conocido. Ninfa. ¿En qué ha de parar
Carlos. ¿Cómo, estando sin sentido? tanto porfiar, amor,
Ninfa. Questos campos y este mar que me güeles á traidor?
diferentemente arados ¡Ay Carlos!
rinden feudo á esta alquería Laura. Volvé á cantar.
cada noche y cada día Músicos. «Que si viene la noche
de cazas y de pescados presto saldrá el sole.»
que me tributa Neptuno ( Vanse todos cantando.)
con el anzuelo y las redes.
Carlos. Ser quiero i tantas mercedes ESCENA IV
agradecido importuno,
que por fuerza he de aguardar Suena ruido dentro de embarcación y Marineros.
algunos criados míos Marinero i.°
que por mar, valles y ríos Antes que sople más el viento, amaina (i),
perdidos deben de andar, tomaremos el faro de Mesina
y no sé si tanto ya con más próspero tiempo.
como yo.
Ninfa. No lo estáis mucho. Marinero 2.°
Carlos. ¡Ay cielo! ¿qué es lo que escucho? Echa el esquife,
Roberto. Picada pienso que está tomaremos de tierra algún refresco,
también; déjala poner ó por lo menos agua en esta playa.
en el anzuelo que mira Marinero 3.°
y luego el carrete tira, Amaina, echa las áncoras á tierra.
que también Ninfa es mujer. ¡Fondo, fondo!
Carlos. Roberto, es ninfa del cielo.
Roberto. Está en carne humana agora.
Ninfa. (¡Buen talle de hombre!) ESCENA V
Carlos. Señora, Sale Roberto por un lado del tablado ó en alto.
que soy grosero recelo Dichos.
en deteneros aquí. Roberto.
Ninfa. Vamos.
Carlos. No digas quién soy. ¡Notable vocería!
Roberto. Ya sobre el aviso estoy. (i) Faltan estos tres versos el ea impreso.
444 LA NINFA DEL CIELO

Marinero i.° Roberto.


De aquí saldremos á la luz del día. ¿De qué suerte?
Roberto. , Carlos.
Nave llegó á la playa y fondo ha dado, Con una dama suya me ha enviado
q*ue desde estos balcones con la luna á decir que me quiere hablar á solas;
las blancas velas amainar se han visio: í¡ue en abriendo la puerta de un retrete
ó viene de Mesina ó pasa el faro que en esta parte está, con el recato
cuyo estrecho de mar términos pone que es necesario llegue; y me apercibe
á las Sicilias dos, siendo de Ríjoles que como quien soy haga, y yo pretendo
el puerto de Mesina opuesta playa. engañalia, Roberto, con la mano
iQué calma goza el marl dátiles pide; de marido, y gozar la más felice
déselos, pues los tiene, Berbería. mujer que vió Calabria y que dió Grecia
¡Oh, mala bestia! ¿quién de ti se fía? á Troya para incendio.
Roberto.
ESCENA VI ¿Y si es Lucrecia
en los intentos castos?
Sale Carlos.— Roberto.
Carlos.
Carlos. ¡Ah Roberto!
¡Roberto! ¿Qué mujer hay en la ocasión tan fuerte
Roberto. que salga vencedora y no vencida
¿Qué hay, señor? de un hombre tan á solas persuadida?
Carlos: Roberto.
Dichosas nuevas. ¿Y qué piensas hacer después?
Roberto. Carlos.
¿Has heredado á Nápoles acaso, Estarme
o el neblí pareció? ¿Qué traes de nuevo? gozando su hermosura algunos días
alargando las vanas esperanzas
Carlos.
del casamiento, que te juro, amigo,
La aventura mayor que el cielo ha dado que fuera su marido si Diana
á un tierno, á un loco, á un firme enamorado. me faltara esta noche.
Roberto. Roberto.
¿Tan presto estás enamorado y tierno, A su Eselencia
foco y firme? ¡Notable viento corre! guarde mil años Dios, pues es tan justo,
Vuelve á cenar, que estás desvanecido que más vale su vida que ese gusto.
y yo lo estoy de haber mejor bebido;
porque en entrando aquí pregunté luego Carlos.
del santo botiller por la posada, Están locos y ciegos los amantes,
y con tanto jamón seis veces tuve y yo lo soy, Roberto, no te espantes.
del vino Pusilico las veces, Roberto.
aunque para mi sed bastaban heces. Ya han abierto la puerta, y la Condesa
Pero dime el suceso de tu historia. pienso que está á la puerta.
Carlos. Carlos.
Roberto: Ninfa pienso que me quiere,
Pues retírate.
ó me engaña mi propio pensamiento.
Roberto.
A mí me preguntó si eras casado, ESCENA VII
cuando entraba contigo. Asómase al paño Ninfa.
Carlos.
Ninfa.
¿Y qué dijiste?
A Carlos, mi señora está esperando.
Roberto.
Carlos.
Que no, por no decir verdad en nada.
Carlos. Y yo el alma en sus ojos abrasando.
(Entranse; queda solo Roberto.)
La mentira, Roberto, fué acertada. Roberto.
Roberto. Entróse, ¡vive Dios! La Ninfa quiere (i)
Preguntóme tu estado, y respondíle serlo esta vez, según las muestras miro,
que eras señor de doce mil ducados
de renta y de los buenos de Sicilia,
aunque era de Calabria tu familia. -
(i) Estos versos están así en el impreso:
Carlos. «Entróse, ¡vive Dios! aquesto es hecho:
Todo eso importa para el bien que aguardo; hágale al uno y otro buen provecho.
gozalla determino. Obligación», etc.
JORNADA PRIMERA 445
de la gorra del Duque de Calabria. que á Sicilia para Malta
Obligación me corre de esperaíle, viene por trigo, y sin falta
aunque mejor aquí que no en la calle. (Vase.) va á Mesina.
Roberto ¿Y la Condesa?
¿y Ninfa?
ESCENA VIII Carlos. No sé, Roberto;
Salen los Marineros.
ya sigo nuevos cuidados.
Roberto . ¿No esperas á tus criados?
Mar. i.° Ya con el alba parece Carlos Que se han vuelto es lo más cierto (i)
que empieza el viento á soplar. á la corte.
Mar. 2." Y del faro estrecho el mar, Roberto No te acabo
alegre pasaje ofrece (i). de entender.
Mar. 3.° Ninguna señal da el cielo Carlos. Bien fácil es,
3ue favorable no sea, si sabes lo que después,
onde la nave desea. cuando el apetito, esclavo
Mar. i.° De los vapores del suelo de sí mismo, se redime
á la parte de Levante con la vitoria alcanzada
unos celajes están cansa una mujer gozada
que esperanzas ciertas dan aunque el amor más le anime,
de viento. y mas si de las promesas
Mar. 2.° Y en el semblante resultan obligaciones.
de la luna nos señala Roberto . Pues ¿no gozan esenciones,
el cerco que os dije yo, Duque, las que son Condesas,
cuando anoche se escondió tan nobles, tan estimadas
al dar fondo en esa cala. que fueron soles y lunas?
Mar. 3.° Y ayer se vieron delfines Carlos. Roberto: todas son unas
en el mar; en conclusión, en llegando á ser gozadas.
que cuando muchos no son Roberto No ha duiado todo un hora.
prometen prósperos fines. Carlos. César en la impresa fui
Mar. i.° Nunca faltaron jamás que partí, Itegué y vencí,
esas señales, Leumeno, y vuelvo la espalda agora,
estando el cielo sereno. que es más triunfo.
Mar. Ya se ha declarado más Roberto ¿De qué suerte
el viento con la mañana. la dejas?
Mar. Pues las áncoras alcemos Carlos. Durmiendo queda,
y al dulce Levante demos porque persuadirse pueda
el trinquete y la mesana. que soñó cuando despierte.
Roberto Ésta vez, á su despecho,
en su tragedia cruel,
ESCENA IX hará de Olimpa el papel,
Salen Carlos y Roberto.— Dichos.
pues tú el de Vireno has hecho;
y á la nave y al mar cano
Carlos. Si ya á Mesina, Roberto, dará voces como loca
será desmentir espías subida en un alta roca,
dudando en las prendas mías. y será el quejarse en vano.
Mar. i. Gente hay, Leumeno, en el puerto. Carlos. Esta es la traza mejor;
Mar. 2. Deben de querer pasaje. que por tierra ser pudiera
Carlos. En ella nos embarquemos que, ofendida, me siguiera,
y de aquí á Sicilia iremos y fuera el daño mayor
con poco matalotaje; si llegara á los oídos
de allí, volviendo á pasar de la Duquesa.
el faro en una tartana, Roberto ¿El neblí
daré en Calabria mañana, al fin dejamos aquí?
que no hay diez de millas mar; Carlos. ¿No basta llevar sentidos?
que ésta es nave aragonesa, Mus. i.° El viento ha picado el mar
favorable al marinaje.
Mis. 2.° ¡Buen viaje!
(i) Después de este verso hay los siguientes en el Mus. i.° ¡Buen pasaje!
impreso: Mus. 2.° ¡Alto, á embarcar y á zarpar!
«Mar. 2.° Antes que otra vez el sol, Roberto ¿Estos fueron los amores
que vuela en doradas plumas, y finezas?
vuelva á la cama de espumas Carlos. Ten por cierto
por el ocaso español,
si este viento por bolina
dura, y en favor está,
fondo habremos dado ya (i) Faltan en el impreso los cuarenta versos que
en el puerto de Mesina » siguen.
446 LA NINFA DEL CIELO
que antes de gozar, Roberto, mejor, porque en la carrera
todos somos habladores. venceré el viento volando,
( Vunst todos.) que siempre amor alas lleva.
Mus. 2.° Ya están por él.
ESCENA X Ninfa. Ya se tardan.
ERgASTO.¿Qué novedades son éstas,
Sale Ninfa como que sale de la cama, medio desnuda. de amor y de honor, Ergasto?
Ninfa. ¡Hola, hola! ¿No hay ninguno Ninfa. ¿Qué esperáis?
que me responda? No vela Laura. Ergasto, vuela.
sino solo mi cuidado.
¡Hola! mi desdicha es cierta. ESCENA XII
¡Hola, hola! el eco mismo
me da escasa la respuesta, Sale un Pescador de la Condesa ü Pastor —Dichos
que una mujer desdichada
endurece más las piedras. Pescad. Si te ha ofendido, señora,
¡Hola! el que anoche en esta mesma
casa albergaste con tanto
noble decoro y grandeza,
ESCENA XI ya es imposible vengarte;
que esa nave aragonesa
Salen los dos Musióos como salieron al principio, de que al mar da velas agora,
filíanos y la Música con ellos, que es Laura, pas soberbia de verse en ella,
tora; Eroasto y Dicha. burlándose de tus iras,
Mis. 2.° ¿Qué mandas, señora? á tu ingrato güésped lleva,
Mus. 3.° Voces daba la Condesa. no sé si á España ó Sicilia,
Ninfa. ¿Sabéis de Carlos? á Francia ó á Ingalaterra,
Mrs. 2.° ¿Qué Carlos? que al primer reir del alba
Ninfa. Uno que el alma me lleva. le y¡ embarcándose en ella,
Laura. ¿Carlos le ha llevado el alma? viniendo de echar un lance
Loca está. * para que con varia pesca
Ninfa. ¿No se os acuerda tan vil güésped regalases,
del huésped que encontré anoche y alargandose de tierra
y le di posada y cena, dieron las velas, zarpando
y el alma con la posada que ya del viento se empreñan,
para partirse con ella? á cuya soberbia ayudan
Mus. 2.° ¿No quedó contigo á solas? los clarines y trompetas
Ninfa. ¿Por qué averiguo sospechas con la saloma ordinaria,
que están ya tan de su parte las flámulas y banderas;
mas vuelve, y verás la nave
del desengaño? (i) que ya del puerto se aleja.
Mus. 2.° ¿Qué ofensas
te ha hecho el güésped ingrato Ninfa. Calla, no más, que me matas,
que lloras y te lamentas, y esos clarines que suenan
para que tomando todos al viento, son en mi muerte
tus labradores sus yeguas, músicos de mis obsequias.
le sigamos, aunque el viento (Aquí tañen, y pasa la nave, si la hu
biese.)
tomar por sagrado quiera?
Ninfa. ¿Qué mayor ofensa, amigos, ¿Es verdad esto que miro?
que en el honor, en fuerza ¡Villano güésped, espera,
del gusto, en la libertad que te me vas con la paga,
del albedrío, en la prenda si no es la paga mi afrenta!
más respetada del alma, ¿Dónde me llevas el alma,
en la joya que más precia que con tan grandes ofensas
la noble sangre, en la vida, echará á fondo el navio
pues no se estima sin ella? que más que la tierra pesan?
Seguilde todos, seguilde, ¿Cómo, güésped enemigo,
y si hiciere resistencia, por dulces abrazos truecas
para no volver, matalde... olas del mar y una casa
No le matéis... Pero muera... que á tantos vivos encierra.
No, esperad... Mostro fiero, en quien las jarcias (i )
Mus. 2.° ¿Qué determinas? parecen nervios y venas,
Ninfa. No sé, amigos. Dadme apriesa caballo del mar con alas
un caballo tan veloz que para mi daño vuelas.
que á mi pensamiento exceda, Cárcel movediza, arado
que yo seguiré su alcance de las olas, que no dejas
(i) Faltan éste y los tres versos que siguen en el
(i) En el impreso: *¡Ah, ingrato Carlos!» textn impreso.
JORNADA SEGUNDA 447
acabando de pasar mano ingrata que esas tablas
la señal del surco apenas; con resina, pez y brea,
monte arrojado en las aguas, juntó para mi desdicha
cuyas secas arboledas y para tantas ofensas!
son mástiles y mesanas, Pero ¿de qué cosa pudo
raíses (i), cables y cuerdas; en la mar como en la tierra
caballo griego preñado ser la codicia inventora
de traiciones y promesas, que no fuese inorme y fea?
para fuego de la Troya ¡Qué lejos va de los ojos!
que dentro en mi pecho queda. Ya parece que al sol llega
¡Plcga á Dios que en un escollo tendidas las alas pardas
ó en algún banco de arena el águila de madera.
dejes la gavia y las jarcias ¡Oh, aleve máquina! Bajes
y la quilla en las estrellas! al centro pedazos hecha,
¡Rayos los cielos airados por que enseñes las entrañas
en tu plaza de armas lluevan; que tantos males encierran,
el viento te beba el árbol (a), y ese ingrato que llevas
el agua las obras muertas; cuando todos escapen, sólo el mueral
á la pelota contigo
de la mar y de la tierra
jueguen los vientos y falta
hagan en alguna peña, JORNADA SEGUNDA
y ese ingrato que llevas,
cuando todos escapen sólo el muera!
MUs. 2.° Mira quién eres, señora.
Vuelve en ti. ESCENA PRIMERA
Ninfa. Dejadme, afuera, Salen Carlos y la Duquesa.
que estoy loca, que me abraso.
Laura. ¡Hay desdicha como aquésta! Duquesa. Tristeza sin ocasión,
Ninfa. Dejadme todos, dejadme, llámela vueseñoría
que en el mar... natural melancolía.
Mus. 2.° Señora, espera. Carlos. Duquesa, tenéis razón;
Ninfa. Dejadme morir, amigos. triste sin causa me siento.
¿Qué importa que yo perezca? Duquesa. ¿Cuándo vos serlo soléis,
MUs. 2.° Mucho importa á tus vasallos. si no es, Duque, que lo estéis
Ninfa. ¿Para qué queréis Condesa de algún nuevo pensamiento?
y una señora afrentada Siempre la melancolía
con la culpa desta pena? es efeto natural,
Pero yo m« vengaré y desde el principio mal
deste agravio, desta ofensa, que con la sangre se cría.
aborreciendo las vidas Esta es imaginación,
de los hombres de manera no propia naturaleza;
que hasta encontrar con mi ingrato llamalda, Duque, tristeza
he de matar cuantos vea; que habrá tenido ocasión.
porque es bien que paguen todos Carlos Tristeza ó melancolía,
lo que un hombre solo peca, yo estoy sin gusto.
y saliendo á los caminos Duquesa. Será
como víbora sedienta de alguno nuevo.
de su sangre, me pregono Carlos. Ya está
por pública bandolera, cansada vueseñoría. (Vase Carlos.)
y de no tener, al cielo
juro, con hombre clemencia
hasta morir ó vengarme. ESCENA II
Mus. 2.' ¿De quien eres no te acuerdas,
señora? ¡.a Duquesa sola.
Ninfa. Ya de la nave
no se descubren apenas La que llega á cansar á su marido
los penoles de las gavias. no ha menester en las celosas (lechas
¡Mal haya, amén, la primera averiguar testigos de sospechas,
ni hacer linces los ojos ni el oído.
(i) Ey el impreso «raizes». Ni importará sacar contra su olvido
(3) En el impreso dice: de amor las paces una vez deshechas,
«El viento te sorba el agua con suspiros, con lágrimas y endechas,
y el agua las olas muertas.» agua del alma y fuego del sentido.
Pero es de creer que la buena lectura sea: Excusar dél querellas me parece;
El viento te rompa el árbol. haga su curso amor, que es apetito,
el agua las obras muertas. y aquello que le privan apetece,
448 LA NINFA DEL CIELO

que si estrecharle á celos solicito ¡Mal haya tan mala gente,


es prisión en que más se ensoberbece, aunque éntre con ellos yo!
y añadirá á un delito otro delito. Duquesa. ¿Cuándo, Roberto, se vió
condenarse el delincuente
sino es dándole tormento (i)?
ESCENA III Roberto. Esos músicos cobardes
Sale Roberto.— Dicha. hacen en Palacio alardes,
sin él, de culpas de viento.
Roberto. Aqui la Duquesa está. Duquesa. Roberto: lo que yo veo
Siempre que por no encontralla no lo he menester oir.
determino barajalla Roberto. ¿Qué es lo que quiere decir
más veces la encuentro. vuecelencia?
Duquesa. Ya Duquesa. Que deseo
viene en su busca Roberto, que al Duque no divertáis;
y de encontrarme le pesa. que sé que os sirve la caza
Roberto. Va me [ha] visto la Duquesa. de estratagema y de traza
Duquesa. ¿Habrán hecho algún concierto para lo que deseáis,
para sus melancolías? y que sabéis, con achaque
Roberto. ¿No estaba^ señora, aquí de socorrer un neblí,
el Duque, mi señor? perderos los dos, y ansí,
Duquesa. Si, sin que otro ninguno os saque
Roberto. ¿Qué le querías? de rastro en más de seis días
Roberto. Yo, servir á su ecelencia; donde más gusto tenéis,
llamóme, y vine á buscalle. libres os entretenéis
Duquesa. ¿Adónde quieres llevalle? á costa de penas mías.
¿Hay nueva dama en Cosencia? Esto y otras cosas sé,
¿Ha venido fruta nueva aquí y fuera del lugar,
á la corte á que llevar que se pueden remediar,
al Duque, que en el lugar ó yo las remediaré.
antes que nadie la prueba? Roberto. Mire vueselencia bien
¿Tráesle recado ó papel (i) que me está tratando mal;
de alguna impresa que alcanzas? que al Duque le soy leal
¿Hay ya nuevas esperanzas? y á vueselencia también;
¿Muéstrase menos cruel? que más que á mí no es razón (2)
¿Dice que hablará esta noche dar crédito á aduladores;
al Duque, cuando dormido mas ya es plaga en los señores
esté el padre ó el marido? la primera información.
¿Quiere joyas, pide coche? Duquesa. Esto séde cierta ciencia;
¿Qué tenemos?' procurad vos que se impida,
Roberto. Vueselencia que os haré quitar la vida
hacerme merced solía. por vida de su excelencia.
Duquesa. ¡Qué gentil hipocresía! (Vase la Duquesa.)
Ya me falta la paciencia.
¿Qué merced os he de hacer,
si sé que sois su alcagüete? ESCENA IV
Roberto. Que á vueselencia respete
siempre forzoso ha de ser; Roberto solo (3).
pero miente el lisonjero, ¡Oh, palacio cruel, casa encantada,
vueselencia me perdone, laberinto de engaños y de antojos,
que de envidia mal me pone adonde lodo es lengua, todo es ojos;
con quien agradar espero cualquier cosa es mucho y todo es nada.
más que al Duque mi señor, Galera donde rema gente honrada
porque ven que en su privanza y anda la envidia en vela haciendo enojos;
tanto mi ventura alcanza. hospital de incurables, que á hombres cojos
Antigua plaga y rigor das siempre una esperanza por posada.
de criados á señores,
que en viendo alguna ocasión,
como no los oigan, son
lisonjeros y habladores. (i) Esic y los tres siguientes versos no están ea el
No tienen penas pequeñas, impreso,
por los chismes que engendraron, (2) Falta esta redondilla en el texto impreso.
los primeros que inventaron (3) En el impreso, en lugar de este soneto, hay la
los escuderos y dueñas. siguiente redondilla:
«Sentencia de muerte oí
y ¡por Dios! que hay que temer
(i) Faltan en el impreso este y los siete versos que de una celosa mujer.
siguen. Pero el Duque viene aqui »
JORNADA SEGUNDA
449
Calma del tiempo, sueño de los días; al bazo quiero agradar
pues son viento las pagas de tus gajes; con pretendelle llevar
vano manjar de camaleones buches. chismes de aquí para allí,
Sean tus escuderos chirimías; luego el hígado está malo
órganos tus lacayos y tus pajes; y anda en mudanzas de luna
tus dueñas y doncellas sacabuches. el hombre en baja fortuna,
aquí el mando y allí el palo.
Ya el bazo mucho se enfría,
ESCENA V ya el hígado se calienta,
ya la opilación se aumenta,
Sale Caklos.— Robekto. ya se engendra hidropesía;
uno es flaco y otro es fuerte,
Carlos. Pues, Roberto, ¿dónde vas,? y ambos á dos embarazo,
Roberto. A pedille á vueselencia, y ando con hígado y bazo
para dejalle, licencia. entre la vida y la muerte.
Carlos ¿Qué dices? Carlos. ¿Qué es lo que te ha sucedido
Robkrto. No pienso más de nuevo?
serville en toda mi vida. Roberto. Llamóme agora
Más quiero estarme en mi casa alcagüete, mi señora;
que aguardar la dicha escasa dándome de prometido,
de una esperanza perdida. por lo menos de la vida,
No lo pasaré muy bien; tan escasas esperanzas,
mas con mi pobre caudal que me estorban tus privanzas.
vendré á hallarme en menos mal Carlos. De celos está perdida.
y más dichoso también, Roberto. Pues ¿hay novedad agora
que me basta el no servir con repentina afición?
y la quietud por riqueza. Carlos. Memorias pasadas son
Carlos. Vaguidos traes de cabeza;
gana me das de reir, que el alma por sueños llora.
Roberto. ¿Cómo memorias pasadas?
y en el estado en que estoy Carlos. Ninfa me tiene sin mí.
no es pequeña maravilla. Roberto. ¿Con eso sales aqui?
Roberto. Rico con una escudilla Carlos. Pienso que fueron soñadas
como el filósofo voy, las glorias que gocé entonces,
que le pareció después y envidio, Roberto, agora,
que le sobraba advirtiendo pues su ausencia me enamora.
uno que estaba bebiendo Roberto. l.a afición tienes de gonces,
con la mano. que la vuelves á mil partes.
Carlos. No me des Arpón de amor te has tornado;
más pesadumbres, Roberto, no te entenderá un tejado.
pues sabes que nadie alcanza Carlos. Tiene amor extrañas artes,
conmigo mayor privanza. Roberto, de perseguir
Roberto. Que me haces mercedes, cierto; al que dél piensa que sale
pero es con grande embarazo, libre cuando al viento iguale
que quien sirve á señor ya y ufano piensa vivir.
casado es como el que está Después que llegué á Cosencia,
malo del hígado y bazo; Roberto, con las memorias
que lo que aprovecha al uno de tantas sonadas glorias
suele hacer al otro daño. pierdo el seso y la paciencia;
Carlos. Ha sido el ejemplo extraño. que el ausencia las más veces
Roberto. Pues yo no seré importuno acrecienta la pasión *
en aplicar el ejemplo. y despierta el afición.
Carlos. Ya estoy aguardando, di. Roberto. De más colores pareces
Roberto. En mi señora y en ti que el arco que pinta el cielo.
bazo é hígado contemplo. Carlos. El amor me ha condenado
Tú eres el hígado, y ella (i) la ingratitud en cuidado
ha de ser por fuerza el bazo; y la mudanza en recelo;
remedios de agrado trazo loco estoy, Ninfa me abrasa;
ayudado de mi estrella, ¿qué haré, Roberto?
de entretener y servirte, Roberto. No sé,
y el bazo, que es mi señora, que al bazo dañar podré.
sospechas y celos llora Carlos. Eso de límite pasa.
de agradarte y divertirte; Deja necedades ya,
y si dejándote á ti, acude al remedio mío.
Robertu. Por fuerza habrá de ser frío
para el calor con que está,
(i) Faltan éste y los veintitrés siguientes versos en del hígado vucelencia,
el impreso. olvidos son menester.
COMEDIAS BE TIRSO DE MOlINA. —TOMO II
45o LA NINFA DEL CIELO

Carlos. Esos ¿cómo pueden ser satisfecha no estuviera


si más me abraso en su ausencia? mi hidrópica sed tirana;
Roberto. Pues al remedio acudamos (i) y siendo eterna homicida,
del clavo que uno á otro saca. no tendrá con la que vierte
Carlos. Esa no es buena triaca mayor amigo la muerte,
para mi veneno. mayor contrario la vida.
Roberto. Vamos Que con la fiereza extraña
á \ ella. que al paso esperando estoy
Carlos. Ese es el mejor. un risco, un escollo soy
Roberto. Cuando es tan grave dolencia de aquel mar, desta montaña;
aplica al dolor de ausencia tanto, que llego á temer
ungüento de ojos, amor. que han de venirme á faltar
Mas ¿con qué traza ha de ser vidas que poder quitar,
si mi señora por traza, muertes que poder hacer;
ha condenado la caza y de mi cólera fiera
con que la pudieras ver pienso, de crueldad armada,
á costa de otro neblí, que no he de quedar vengada
puesto que así no podías cuando todo el mundo muera.
gastar allá muchos días? Alejand. Quien mira tu gentileza
Carlos. Pues ello ha de ser ansí. publica, Ninfa, que bajas
Yo he de fingir que he tenido á matar con dos ventajas:
del Rey mañana una carta de hermosura y fortaleza;
en que me manda que parta que dando á los enemigos
á Nápoles; advertido muerte fiera con tus manos,
que con diligencia sea, con tus ojos soberanos,
que en la corte mi persona no perdonas los amigos.
á cosas que á la corona Mira, si á todos maltratas,
son importantes, desea, de qué modo han de seguirte
y así con pocos criados, los que vienen á servirte,
y por la posta, saldré si de guerra y de paz matas.
de Cosencia, y fin daré Todos tus armas tememos,
con Ninfa á tantos cuidados, porque vienen más armados
que ya me tienen á pique tus ojos que tus soldados;
de morir; y claro está pero ya que no podemos
que á mis disculpas dará escapar de ser despojos
crédito que certifique de tu valor invencible,
la fineza de mi amor. enséñanos, si es posible,
Roberto ¿Piensas hablalla verdad á defender de tus ojos.
en lo que á tu calidad Ninfa. Alejandro: yo te he hecho,
toca? á ti y á César, mi honor
Carlos. Ya fuera rigor, fiando y viendo el valor
Roberto, el fingido trato. del uno y el otro pecho,
Roberto. ¿Y el casamiento? capitanes de quinientos
Carlos. No sé. hombres que se me han llegado,
Vamos, que yo trataré escogiendo por sagrado
como no parezca ingrato de sus vivos pensamientos
y estará toda sospecha esta montaña en que estoy
segura con lo que trazo. del real camino y playa
Roberto ¡Plcga á Dios no dañe al bazo más vigilante atalaya,
lo que al hígado aprovecha! (Vanse.) donde en mi venganza soy
un esfinge cada día
dando, despeñando, muerte
ESCENA VI á cuantos su corta suerte
Sale» por el monte abajo, de salteadores, todus los y dichosa suerte mía
que puedan, y Ninfa detrás con' bastón y de ban traen á morir á mis manos;
dolero. y lo mismo te prometo
si me pierdes el respeto,
Ninfa. Este es buen puesto por hoy: ¡por los cielos soberanosl
en los que he mandado estén porque no estoy con los hombres
esos soldados con quien tan bien que he de perdonallos.
dando guerra á Italia estoy Pues ves que salgo á maiallos
y al mundo; que aunque la humana aborresciendo sus nombres,
sangre toda dél vertiera, tus locos atrevimientos
puedes desde hoy refrenar,
porque sabré castigar
(i) Omitidos en el impreso éste y los tres versos palabras y pensamientos.
que siguen. Alejand. Perdona si te ofendieron,
JORNADA SEGUNDA 45 i
que á tu valor no vencido hoy gozo la libertad
atrevimientos no han sido; sobre las alas del viento.
alabanzas solas fueron Ninfa. ¿Dónde vas, hombre?
que yo estimo. POMPEYO A buscarte,
Ninfa. No es materia si eres, Ninfa, la Condesa.
para hablaren ello más. Ninfa. Aunque ser quien soy me pesa,
A lejano. Con razón airada estás. quién soy no puedo negarte.
César. Hoy por fuerza de la feria ¿Qué quieres?
de Salerno han de pasar Pompeyo Como he sabido
percachos y mercaderes. que, ofendida y agraviada,
Ninfa. No ofendáis á las mujeres; con la pistola y la espada
los hombres podéis matar, rayo de Calabria has sido
robándoles cuanto llevan, y que en ella son tus hombres,
que yo solamente quiero Ninfa, mostro del amor,
las vidas: tomá el dinero Condesa de Valdeflor
vosotros y no se atrevan y enemiga de los hombres,
á hacer ofensa á ninguna y que en Calabria has juntado
mujer, porque colgaré todos los más animosos
á quien gusto no me dé. valientes y sediciosos,
Toda la mala fortuna yo, á tu valor inclinado
corran los hombres, que son y á este famoso ejercicio
los que me ofenden no más, con que matas tantos hombres
y escarmiente á los demás de tan diferentes nombres,
mi fiera satisfacción. porque agradarte codicio
César. De diferentes cabezas y servirte juntamente,
tienes llenos estos tejos, colgada dejo de un roble
?ue parecen desde lejos á mi mujer, que aunque es noble,
ruta que dan sus malezas, discreta, cuerda y prudente,
sin las que ha tragado el mar. es propia mujer, en fin,
Ninfa. ¿A cuántos di muerte ayer? que le basta por delito,
César. Noventa deben de ser. y al viento en tu busca imito,
Ninfa. ¡Qué, no pudieron llegar Ninfa. lia sido para tu fin;
á ciento! Corta tarea; que yo no amparo crueldad
yo la llenaré otra vez, contra mujer, que esa es sola
que hoy han de ser ciento y diez. la impresa que sigo. ¡Hola!
Alejand. No hay quien de una mujer crea de ese roble le colgad
extremo tan inhumano. adonde le puedan ver,
(Dice dentro una Mujer lastimosa.) y la misma muerte siga
Mujer. ¡Justicia, cielos, os pido! con un letrero que diga:
Ninfa. A ver qué es ese ruido; «Por traidor á una mujer».
id luego y no será en vano, Pompeyo. ¡Señora!
que parecen de mujer Ninfa. Llevalde.
estas quejas. Pompeyo. El cielo
Alejand. Los dos vamos me castiga ustamentc.
á servirte.
César. Entre estos ramos
ESCENA VIll
sin duda deben de ser.
Ninfa. Si es mujer no permitáis Alejandro y César sacan á la Mujer (i)
que la ofendan.
Alejand. Será ansi Alejand. Esta es la mujer.
como lo mandas. Ninfa. Detente.
Ninfa. O aquí Mujer. Mayor desdicha recelo.
donde estoy y donde estáis Ninfa. ¿No la dejaste colgada?
colgaré al que la ofendiere Alejand. Con las espadas cortamos
de un roble. el cordel cuando llegamos.
Alejand. ¡Justo rigor! Ninfa. La intención ejecutada
Ninfa. Y lo demás no es valor, merece el propio castigo
sino vileza. á su pensamiento doble;
(Vanse Alejandro y Cesar.) colgadle del mismo roble.
Mujer. Señora: aunque es mi enemigo,
es mi marido en efeto;
ESCENA Vil no le matéis.x
Sale Pompeyo.—Dichos. Ninfa. ¿Qué mujer
llegar pudo aborrecer
Pompeyo. Si fuere cuando tuvo amor perfecto?
tan dichoso queá mi intento
corresponda mi crueldad, (i) «Con la soga á la garganta», en el impreso.
452 LA NINFA DEL CIELO

Mi ejemplo he mirado en ti; Correo. Señora:


levanta, mujer, no muera, de Nápoles.
v será la vez primera Ninfa. ¿Qué se dice
que hombre he perdonado aqui; allá de mi?
y agradezca que ha traído Correo. Apenas hice
por padrino á una mujer, venta en Napoles un hora
que con mirarse ofender cuando me hicieron con esto
á ser su vida ha venido, partir á Trenio.
que no se escapara ansí. Ninfa. Si fuera
Pompe yo. Beso tus pies, que yo voy á esotro mundo, pudiera
arrepentido y no estoy, ser que llegaras más presto.
después que te miro en mí, Cohheo. ¿De qué suerte?
que te pintaban más fiera César. Hay un despacho
de lo que señales das. para el infierno; ¿qué dudas?
Ninfa. Soilo con hombres no más; Correo. Debéis de escribir á Judas,
hasta que un ingrato muera que fué catabrés.
tú te quedarás conmigo; César. ¡Borracho!
agora, y á tu mujer ¿quieres que te dé?
podrán soldados volver Ninfa. Abrid luego,
á su lugar. entretanto, esa maleta
POMPEYO. Pues contigo que descansa la estafeta,
seré un Pompeyo, que así y no dejéis ningún pliego
es mi nombre. que no abráis, para saber
Ninfa. ¿De adónde eres? lo que hay de nuevo en la corte,
Pompeyo De Casano. porque puede ser que importe.
Ninfa. Sí no fueres Correo. ¿Qué descanso ha de tener
hombre de importancia, aquí quien vuestro rigor espera
no te faltara castigo sin daros más ocasión?
como al que á infamias se atreve Ninfa. Acabad
y no es bien consigo lleve Correo. Mirad que son
tu mujer á su enemigo. despachos del Rey.
Mujer. Como muerte no le des, Al.EJ¿ND Que fuera.
hácesme muchas mercedes. Ninfa. Id deshaciendo los pliegos.
Ninfa. Partirte á Casano puedes César. Mostrad acá; ¡qué cruel
luego. embarazo de papel!
Mujek. Bésote los pies. Ninfa. ¡Qué de engaños, qué de ruegos,
Ninfa. Una escuadra de soldados qué de avisos, quéde amores,
haced que baje con ella, qué de agravios, qué de miedos,
porque no pueda ofendella qué de mentiras y enredos,
nadie. qué de trampas, qué de flores,
Al.EJAND. Ya están aprestados. de falsas correspondencias,
Mujer. Dete la fortuna el bien de engañadas amistades,
que darte, señora, puede. de veras, de necedades,
Pompeyo. Como yo sin ella quede buenas y malas ausencias
viva mil siglos, amén. deben de venir ahíl
{Llevan la Mujer.) César: empieza á leer.
CÉSaH Aquí dice: «A mi mujer.»
ESCENA IX Ninfa Abre el pliego.
Césah Dice ansí:
Sacan in Correo con una maleta con cartas (i ).
«Dos meses ha...»
CÉSAR. Entra, borracho. Ninfa No prosigas,
Ninfa. ¿Qué es eso? que en su afrenta se aconseja
Correo. Mi mala suerte. hombre que dos meses deja
CéSAR. l'n correo. á su mujer.
Ninfa. Días ha que le deseo. César Bien la obligas
César. Lleva la maleta peso. si ella llegara á escuchar.
Correo Todas son cartas. «A Lisarda», dice aquí.
Ninfa. Tú llevas Ninfa Abre y lee.
tamosa mercadería César Comienza así:
pues vas la noche y el día «Dueño mío: si de amar
de papel cargado y nuevas. tu soberana hermosura,
¿De.dónde vienes? el amor no me pagara
volviéndome loco...»
(i) Falta toda esta escena en el impreso. Sin embar Ninfa. Pára;
co en el reparto figura, como se ha visto, l'n Correo' que ese es ingrato y procura
Jo cual demuestra que la escena fué suprimida al im engañar á esa mujer;
primir la obra. porque s¡ bien la quisiera,
JORNADA SEGUNDA 453
adonde ella está estuviera. ESCENA X
Rompe.
Llevan el Corbbo y sacan das Músicos de camino, las
César. Ya empiezo á romper. capas al hombru y las guitarras debajo del bra$o.
Ninfa. ¿Qué pliego es ése? — Dichos.
César. «A Sisberto,
mercader», dice. Al.EJaND Llegad.
Ninfa. Será Ninfa. ¿Quién son éstos?
cédula alguna. Mes. i.° Dos
César. Aquí está. músicos míseros somos.
Ninfa. Que fué para mí es más cierto. Al.EJaND, Y tenéis muy buenos lomos
¿Qué es la cantidad? para un remo.
César. Dos mil Mfcs. 2.° Guárdeos Dios
ducados á letra vista. por la merced.
Ninfa. ¿A quién? Ninfa. ¿Dónde vais?
César. A Claudio Bautista Mis. i.° A Nápoles.
y á Juan María Gentil. CÉSaR. ¡Buena gente!
Ninfa. Ginoveses son, por Dios, Ninfa. ¿Y es música solamente
que se han de dar por la posta; ía pretensión que lleváis?
estos de ayuda de costa Mus. 2.° Señora, sí, que en la corte
se tomen para los dos, suele estimarse.
César y Alejandro. Ninfa. Cantad,
Alfjand. El cielo que yo os diré la verdad,
edades largas te guarde. y si no es cosa que importe,
Ninfa. Y partiránse esta tarde aquí os quedaréis mejor
á cobrallos. y excusaréis de cuidados.
César. Todo el suelo Mrs. i.° ¿Cómo?
de la Europa á tus pies sea Ninfa. De un roble colgados
alfombra no merecida, ó en el mar. Perdé el temor
y de tu fama y tu vida y cantad.
los eternos siglos vea. Mrs. 2.° Danos licencia
Ninfa. Pasa adelante. para templar.
César. «Gaceta», Ninfa. No cantéis
dice aquí, «á Celio». si habéis de templar, pues veis
Ninfa. Esas son que tengo poca paciencia:
nuevas. el uno cante no más.
César. El primer renglón, Mis. i.° Escucha.
si el pecho no te inquieta, Ninfa. Ya estoy atenta,
con tu nombre empieza. aunque no quiere mi afrenta
Ninfa. Di, que esté con gusto jamás.
que no hay cosa que mi pecho Mfrsico. «Bordaba el alba las flores
sobresalta, satisfecho que afrentó la noche fría;
del valor que vive en mí. cantaban al sol las aves,
lloraban las tortolillas,
César. (*.«) «Ninfa, Condesa de Yaldeflor, cuando, buscando los brazos
olvidándose de quién es y viéndose del Duque Vireno, Olimpa
burlada de cierto caballero, con qui sombras ciñe, engaños toca;
nientos hombres y más anda roban despierta, llora y suspira,
do por los caminos de Calabria y salta del desierto lecho,
abrasando los lugares convecinos, y corre al mar, su arena pisa,
hoy por mandado del Rey han pre y de la peña más alta
gonado su talla en diez mil escudos la nave del Duque mira.»
y libertad desus delitos, y si fuere Ninfa. Arrojad esos villanos (i)
compañero suyo el que trujere su de aquesas peñas vecinas,
cabeza, muchas más mercedes.» que son cisnes que cantando
Ninfa. No pases más adelante, hoy mi muerte solicitan;
que á la estafeta que lleva y dejadme todos sola,
ese pliego, por la nueva porque no quiero á la vista
quiero dar porte importante. tener ningún hombre.
¡Hola! echad esa estafeta, CéSAR. Vamos, (Réjanla sola todos.)
para que pueda llegar
presto al infierno, en la mar,
y en el cuello la maleta. (i) Después de este verso, sigue en el impreso:
Correo. ¡Piedad! «á la mar, pues con Olimpa
Ninfa. No hay piedad, villano; y con Vireno me cantan
llevalde luego de ahí. ejemplos de mi desdicha.
Cesa r . Por el viento desde aquí íMOsico i." Señora...
le verás ir a! mar cano. Ninfa. Arrojadlos luego.»
454 LA NINFA DEL CIELO

ESCENA XI vengo: matame si quieres,


como tú contenta vivas,
Ninfa. que yo sé que no podrás
¡Ay, memorias enemigas, sacarte del alma mía.
qué fuego habéis en el alma Ninfa. ¡Ay sirena! ¿Otra vez cantas?
revuelto; qué de mentiras, Vuélvete al mar, no me rindas.
qué de promesas y agravios, Carlos. Por que entiendas, Ninfa hermosa,
qué de palabras fingidas! de la suerte que te estima
¡Ay, Vireno! Fiero el mar, el alma, hablarte verdad,
cuyas mudanzas'imitas amor y sangre me obligan.
con ingratitudes tantas, El Duque soy de Calabria,
te dé sepulcro. casado por mi desdicha
con Diana la Duquesa,
del Rey de Nápoles hija.
ESCENA XII Ninfa. ¡Qué dices!
Salen Cabios y Roberto, desnudas las espadas, y
Carlos. Esto que escuchas.
acosándolos Alejandro, César y otros Bandole
Ninfa. No me vengas con mentiras.
ros.— Ninfa. Carlos. Esta fué ocasión, señora,
para dejarte ofendida,
Carlos. Las vidas que amor, antes de obligado,
hemos de vender muy bien; imposibles facilita.
que también pólvora espiran Sirvió de nube la nave
y balas estos cañones, que iba entonces á Mesina
y son de acero estas limpias para encubrirte quién era
espadas. si los pasos me seguías.
Alejand. ¡Rendios, villanos! Pensé vivir sin tus ojos,
Roberto. ¡Mentís! y las obras sirvan y es imposible que viva,
en lugar de las palabras, y vuelvo loco á buscarlos.
bandoleros de mentira. Amor fué, no fué malicia;
(Ahora salen todos.) cuando llegué á ese repecho
Ninfa. Teneos; ¿qué es esto? Apartad; que el camino determina
no los ofendáis. de Nápoles á Calabria,
Carlos. ¿No es Ninfa desnudando las cuchillas
ésta, Roberto? y calando las pistolas
Roberto. Señor: con gallarda bizarría
ó es su imagen ó ella misma. estos soldados diciendo:
Ninfa. ¿No es aqueste Carlos? ¡Cielos,! «Detente» al paso salían.
¿Es del alma fantasía? Matáronme el postillón
¿Es sueño? antes de dejar la silla,
César. Los tres están y por no morir tendido,
suspensos. con villana cobardía,
Carlos. ¡Notable dicha! de las postas á la tierra
Ninfa. Ven acá: ¿cómo te llamas? salté, haciendo que me sigan
Carlos. Carlos. con Roberto dos criados
Ninfa. ¡EI es! que en mi servicio venían.
Carios. ¿Qué te admira? A la primer rociada
Ninfa. Pienso que ha sido ilusión. mueren los dos, y á la vista
Carlos. Y para mí el verte, Ninfa. poniéndonos las pistolas
Ninfa. No acierto á tomar venganza, de las nuestras no vencidas,
con ^star de ti ofendida temerosos hasta el puesto
y haber sido la fatal en que estamos nos retiran,
ocasión de mis desdichas. donde, como por milagro,
Por ti sólo, ingrato Carlos, las hermosas maravillas
poniendo la sangre mía de tus ojos nos dan puerto,
en olvido y los agüelos nos dan gloria, nos dan vida;
que mi nobleza acreditan, que puesto que entre la gente
soy pública bandolera vulgar, escuchado había
del cielo y suelo enemiga, esta novedad, jamás
no perdonando, agraviada, la di crédito.
á ningún hombre la vida, 'César. ¿Qué miras?
y hoy la tuya, ingrato güésped, Alejand. Loco estoy, César, ¿qué quieres?,
me pagará... muero de celos y envidia.
Carlos. No prosigas, ¡Vive Dios, que favorece
que es tuya, Ninfa, y no es bien en extremo a solas Ninfa
que acabes tu vida misma. á este cobarde, á este ingrato!
A buscarte, cielo hermoso, César. ¿Eso en mujeres te admira,
y á disculpar mi huida y más en ésta, Alejandro?
JORNADA SEGUNDA
455
Carlos. Mi bien, traza determina conmigo, pues tengo postas
tu gusto. que á los vientos desafían
Ninfa. Mata á Diana. mientras esta furia pasa,
Robehto. Sentencia es definitiva; ya que segura la vida
si yo apelare por ella en ninguna parte tienes.
á nueva chancillería Ninfa. Vamos, que tuya es la mía,
mil y quinientos me peguen y sálvese quien pudiere.
con un cable en la barriga: Cahlos Las postas, Roberto, aprisa.
tanto puede en qualquier pecho Robert. Mas ¿que ha de haber de nosotros
un agravio. libros de caballería?(vansí..)
Carlos. Si mil vidas
tuviera, mil le quitara.
Ninfa. Duque de Calabria, mira ESCENA XIV
que me has dado la palabra, Horacio y Adriano.
y si desta fe te olvidas,
Troya volveré á Cosencia, Horacio. Aguarda, enemiga, aguarda.
hasta mirar sus cenizas. ¿Dónde vas, ingrata Ninfa?
Carlos. Esta palabra te doy, Tras un centauro que ya
y mano desde este día al viento en el curso imita.
de esposo. ¿Tan presto nos desamparas?
Ninfa. Tuya soy, Carlos. ¿Cuando es menester te eclipsas (i),
Alejand. Celoso estoy, ¡muera Ninfa! sol escaso de Noruega?
pues sirvo al Rey y á mis celos. Amigos, muera, seguilda,
(Encara el arcabuz contra Ninfa y no y ese Paris de Calabria
da fuego.)
Cayóseme, ¡qué desdicha! muera con ella en la misma
Ninfa. ¿Qué es esto? ¡Villano! Troya que con su belleza
Alejand. Espera, su amor soberbio fabrica.
detente. ¡Muera Ninfa! Ea, soldados,
Carlos. ¡Qué alevosía! pues se ausenta y nos olvida.
Ninfa. ¿Qué te obliga á darme muerte? ¡Muera Ninfa!
Alejand. ¡Señora! (Vase Horacio y el compañero, metiendo
mano a las espadas, y dicen dentro.)
Ninfa. Habla.
Todos. ¡Ninfa muera,
Alejand. Codicia
de tu talla y celos; dame y el Rey de Nápoles viva!
muerte, que es bien merecida.
Ninfa. Yo te perdono; levanta,
que aunque las causas pedían ESCENA XV (2)
castigo, más es tu infamia, Sale Ninfa sola, como que se ha perdido en el monte.
y hoy he de hacer de las vidas
merced á cuantos pudiere, Bien te llaman, ¡oh, noche! imagen muda
de mi venturaen albricias, de temor y la muerte, pues con tantos
y vete, porque un traidor ojos apenas ves tus sombras negras,
no es segura compañía. y siempre lloras y jamás te alegras.
César se vaya con él, A Carlos he perdido en este monte,
pues los secretos se fían y cansado el caballo dió conmigo
y son amigos tan grandes. en este laberinto de jarales,
César. ¡Señora! sin estribos ni riendas, ¡bravo paso.
Ninfa. ¿Qué me replicas? pienso que encuentro un monte á cada paso
Este es mi gusto y es justo. ¿Qué haré, que estoy confusa? ¿Iré adelante?
César. Obedecerte es justicia. ¡ Ah, Carlos, Carlos! Nadie me responde;
Vamos, Alejandro. sólo el silencio el eco ha interrumpido, '
Alejand. César, que entre estas hojas respondió dormido.
celoso voy y sin vida. Rendida estoy, quiero pasar la noche,
(Vanse los dos.— Suena dentro ruido de á quien muy corto término da el día
cajas.) al parecer, sobre esta verde grama,
Ninfa. ¡Hola! ¿Qué cajas son éstas?
pues no hay para quien quiere mejor cama.
Sueño, ocupad un poco los sentidos
ESCENA XIII poniendo un rato á mis recelos tregua,
hasta que pase la tiniebla obscura,
Salen Horacio y Pompkvo.— Dichos, menos Alejandro que poco á un desdichado el bien le dura
y CÉSaR.
Pompeyo. En nuestra demanda, Ninfa, (i) Falta en el impreso íste y los nueve versos que
se ha descubierto en el campo siguen.
un tercio de infantería. (2) Esta escena es algo diferente y más corta en el
Ninfa. Diligencias son del Rey. impreso. Las variantes, aunque muchas, no son de
Carlos. Escapar te determina importancia ni mejoran el texto.
456 LA NINFA DEL CIELO

Llegue el día que aguardo, llegue el día, que más hermoso lugar
y en los brazos que adoro, regalada, te han dedicado.
descanse el afligido pensamiento. Ninfa. ¿Quién eres?
¡Carlos, Carlos! mas ¡ay, que abrazo el viento! Ángel. Un amigo, el más amigo
(Echase á dormir, y diceentre sueñas. que en tus sucesos tuviste;
¡Ay, gloría del amor, poco segura, que desde que tú naciste
qué poco á un desdichado el bien le dura! ha andado siempre contigo.
Si no me engaño, pienso que amanece, Ninfa. No te conozco.
y suena gente y música: ¿qué es esto? Angel Después,
Ceñidos vienen de diversas flores, Ninfa, me conocerás,
aunque no me parecen labradores. y si me sigues, tendrás
(Salen los labradores, íies Bailadores y van ca- bien de mayor interés.
yendo en el pozv, como lo dice NÍDt'a, al son de folias Ninfa. Ya seguirte no recelo;
o villano.) llévame á cualquier lugar.
Alrededor de un pozo, que está en medio Andel. Deja el ser ninfa del mar
de aquellas verdes hayas, que ya el día que has de ser ninfa del cielo.
distintas muestra ya todas las cosas,
se ponen á bailar ¡extraño caso!
cerca de un pozo, habiendo campo raso.
Uno de los más mozos que bailaban JORNADA TERCERA
cayó en el pozo, y los demás suspensos
se han quedado mirándole, y ahora
vuelven al baile y al primer estado ESCENA PRIMERA
olvidados de aquello que ha pasado.
Otro ha caído agora, y se suspende Ninfa sola.
el que ha quedado, cual la vez primera;
ya éste vuelve á bailar; no los entiendo, Humanos desengaños,
en lo que paran contemplar pretendo. hacedme solamente compañía,
El último ha caído, y yo presumo y vosotros, engaños
que debe de ser burla, y que es el pozo del mundo, allá os quedad desde este
fingido al parecer; llegarme quiero basta lo que dormidos [día;
y ver si dentro están, como han caído, á la verdad tuvistes mis sentidos.
todos los que bailaban de esta suerte. Como culebra quiero
para otra nueva vida renovarme,
donde clemencia espero,
ESCENA XVI si acierto de una vez á desnudarme
Asómase por el po$o y aparécese la Muerte. del hábito que ha hecho
la vil costumbre de mi ingrato pecho.
La Muerte. (K<ise quitando las armas, el ristre y
bonete, y yalos colgando de las ramas, de
¿Qué buscas en el pozo de la muerte? algún clavo á propósito.)
Ninfa. Quedad por estos pobos,
¡Válgame el Cielo! ¿Es sombra del abismo, bárbaros instrumentos de la muerte,
ó es sueño? No; que esta medrosa imagen de insultos y de robos,
con mis ojos he visto. En esta selva que con el dueño de la misma suerte
debe de estar mi muerte y mi desdicha. merecistes castigo
El cielo me persigue, y no sin causa á no tener el cíelo por amigo;
en ella me he perdido. Grandes culpas á cuya hermosa cara ( i )
cometí contra el cielo, pues que tengo los vergonzosos ojos alzo apenas,
á cargo tantas vidas, tantos robos. viendo que, aunque me ampara,
Todo es sombras y miedos cuanto miro; tantas ofensas de crueldades llenas
no me puedo salvar, ya está cerrado contra él he cometido,
de mí sentencia el último proceso; á quien piedad de tantas culpas pido.
amigos y enemigos me persiguen, Volad, plumas, al viento,
cielo y tierra: ¿qué hare, que ya no puedo galas del loco abril de mis antojos,
en cuanto mira el sol estar segura? y las del pensamiento
Desde aquí se ve el mar; este peñasco sirvan para traer agua á mis ojos;
triste teatro de mi muerte sea, y queden los cabellos
de tantos enemigos ofendida, para esconderse mi vergüenza en
porque ninguno triunfe de mi vida. Monte, en lo más espeso [ellos.
de tus obscuras lóbregas moradas,
á un güésped nuevo, á un preso
ESCENA XVII recibe entre las ramas intrincadas
Va á arrojarse y sale un Anoel y detiénela .

AnGei.. Ninfa, no te' desesperes, (i) Faltan éste y los cinco versos siguienics en
que no has de serlo del mar, el impreso.
JORNADA TKRCERA 457
del laberinto tuyo, Carlos. Que Ninfa es muerta.
que en ti, á Dios me presento y resti- Roberto. Señor:
Perdóname, entretanto [tuyo(i). siempre recela el amor
que tu soledad santa reverencio, el más dañoso suceso;
si violare con llanto que el amor todo es recelos
y debidos suspiros tu silencio. en las sospechas y celos,
Carlos. (Dentro.) ¡Ninfa, Ninfa! en la ausencia, en el desdén,
Ninfa. Ya es tarde. hasta que seguro el bien
Del mundo, Carlos, huyo; Dios te corre al engaño los velos.
[guarde. Carlos. Roberto: espera.
(Vase.) Roberto. ¿Qué dices?
ESCENA II Carlos. ¡Son antojos del deseo
Salen Carlos y Roberto. de mis venturas felices
lo que en estas ramas veo!
Carlos. ¡Ninfa, Ninfa! Roberto. Serán hojas y raíces.
Roberto. ¿Dónde vas, Carlos. No es sino Ninfa, Roberto,
siguiendo, Carlos, el viento? ó el deseo me ha engañado.
¿No miras que es por demás Roberto. Eso será lo más cierto.
aunque asi á tu pensamiento Carlos. ¿No es aquel ristre bordado
alas sin provecho das? y aquel bonete cubierto
¿Dequé sirve ninfear de plumas prendas dichosas
por la tierra y por la mar, de su beldad celestial?
si te la ha escondido el cielo Roberto. Hoy en tu centro reposas.
ó se la ha tragado el suelo Carlos. ¡Ninfa, Ninfa!
y no te la quiere dar? Roberto. Al viento igual
Toda una noche y un día exceder sus plantas osas,
hemos andado tras ella que debe de huir de ti,
llamándola. pues no responde á las voces
Carlos. ¡Ninfa mía! que le has dado desde aquí.
¿dónde estás? Carlos. Mal un amante conoces. —
Roberto. Culpa tu estrella, Mi bien, aguarda; ¡ay de mí!
pues yendo en tu compañía Como sombra me has burlado
supiste tener tan poco cuando te toqué engañado.
cuidado que... Roberto. Como delincuente ha sido
Carlos. Yo estoy loco; que de tus manos ha huido
Roberto: no me des más y la capa te ha dejado,
pesares. porque hacerte toro á ti
Roberto. ¿No me dirás fuera la comparación
el fin, si no te provoco más pesada.
á enojo también, adonde Carlos. Estoy sin mí;
vamos hechos caballeros ciertas mis sospechas son.
andantes? Carlos: responde. Roberto, ¿Cóma?
Carlos. Tras los hermosos luceros Carlos. A Ninfa han muerto aquí,
de Ninfa. ó la está despezando
Roberto. Si los esconde alguna fiera; yo voy
el cielo para alumbrar pasos por su sangre dando.
con ellos la tierra y dar Roberto A Píramo y Tisbe estov
al sol rayos y arrebol, en Ninfa y en ti mirando.
Carlos, pídelos al sol, Carlos. Su misma muerte has de ver.
que no los podrá negar, Arboles que habéis de ser
que entre sus rayos dorados de mi desdicha testigos,
por su resplandor divino á un triste mudos amigos
estarán aposentados. si amigos puede tener;
Carlos. ¡Ay, Roberto, que imagino peñas duras, troncos huecos,
que están sin luz y eclipsados! cuevas lóbregas, sombrías,
Roberto. ¿Qué quieres decir en eso? monte oscuro, prados secos
Que no te entiendo, confieso. á quien da lenguas tardías
el aire de vuestros ecos;
escasas y turbias fuentes,
(i) En el impreso, después de este verso, siguen arroyos que sois serpientes
estos otros: desta cumbre despeñados,
«Arrugadas cortezas primero hielos atados,
sean mis coleaduras de damascos; ya desatadas corrientes;
sírvanme tus malezas ansí todos os veáis
platos de hierba en mesas de peñascos, con lo que más deseáis
y denme, entre esos troncos, por la generosa mano
cania de campo tus silvestres troncos.» del sol rubio y del verano,
458 LA NINFA DEL CIELO

que de Ninfa me digáis herida y llena de fuego


adónde está Ninfa, ¿adónde? vengo, como cierva al agua.
¿Dióle muerte alguna fiera? Ninfa soy ya de los ríos,
Nadie á mis voces responde. y la cabeza bañada
Roberto. Aguarda, señor, espera, de la espuma saco á tierra
y á quien eres corresponde. cortando las líneas plata.
Carlos. Déjame morir, Roberto; Aquí ha de estar mi remedio,
sepulten mi cuerpo frío conforme la soberana
las grutas deste desierto; voz del cielo me dió aviso
de Ninfa soy, no soy mío, que por su Ninfa me aguarda.
sin ella mi fin es cierto. La noche obscura se cierra
Prendas queridas y halladas y las estrellas más claras
por mi mal, de vuestro dueño de negras nubes reboza
dadme nuevas regaladas, y tempestad amenaza.
porque me parecen sueño
todas las glorias pasadas .
¿Dónde está Ninfa? y ansiosa el agua apetece
Señor: deste río, donde ya
Roberto.
¿cómo te han de responder? el nevado pecho ofrece.
Ya dejó la blanca arena
Carlos. Alma les dará mi amor; y entre la nevada espuma
pero Ninfa no es mujer,
aunque nació en Valdeflor, parece ahora sirena
para que pueda morir. con quien no es bien que presuma
Viva está, yo he de seguir ser hermosa la que suena
mis suspiros j alcanzalla, en el mar napolitano
y en las estrellas buscalla despeñada y enriquece
cuando de mí quiera huir. el campo de cristal cano.
Carlos. Roberto: á Ninfa parece.
Roberto ¡Quién tal de tu amor creyera!
Carlos. Mi bien, aguárdame, espera, Roberto. Darle voces será en vano,
que si al cielo te has subido que no nos podrá escuchar.
alas al amor le pido. Carlos. Lleguémonos á la orilla
donde las podamos dar.
Roberto ¡Linda está la ventolera!
Amadís y Galaor Roberto. La noche podrá cncubrill.1,
andamos hechos de amor que ya comienza á bajar;
sin que la dicha nos sobre, ya no se ve.
hasta que en la Peña Pobre Carlos. ¿Qué ocasión
estés penando, señor. puede movella, Roberto?
Roberto. No sé.
Carlos. Roberto: amor lo concierta; Carlos. ¡Extraña confusión!
á Ninfa en tierra ó en mar
he de buscar viva ó muerta. Roberto. El querella es lo más cierto;
que esta es propia condición,
Roberto. Comiénzala á vocear. Carlos, de toda mujer
Carlos. ¡Ninfa, Ninfa! á quien más amor obliga.
Roberto. A esotra puerta.
(Vanse.) Carlos. Roberto: ¿no puede ser
que, enamorada, me siga,
ESCENA III (i) y que llegase á entender
que fué por darme ocasión
Sale Ninfa sola. para dejalla, y que asi
huyo de la obligación?
No hay cosa, Señor, que pueda Sigueme.
estorbarme que con tanta Roberto. Ya voy tras ti.
diligencia os busque y siga, Carlos. ¡Ninfa, Ninfa! (Vase.)
que vos propio me dais alas, Labrador Locos son.
y como de amor me habéis Ni al hombre ni á la mujer
herido, Señor, el alma, entiendo que podrá ser.
Ahora se han arrojado
al rio y pasan á nado
(i) Antes de esta escena hay en el impreso lo si
entrambos, al parecer;
guiente. pero no es muy seguro el paso.
«Sale un Labrador.
Voime, que la noche empieza,
Labrador. Si buscáis una mujer con mis cabras paso á paso.
de hermosura celestial, (Dicen dentro Carlos y Roberto:)
diosa ó ninfa, al parecer, Carlos. ¿Vienen?
por este blanco arenal Roberto. San Juan de cabeza.
al aire intenta vencer. Carlos. ¡Ninfa, Ninla!
No sé qué lleva; parece Labrador ¡Extraño caso!
cierva herida, sepún va, (VVisc, y sale Ninfa de pobre.)
JORNADA TERCERA 459
Ya con agua y con granizo haya hecho en carne humana:
los lóbregos senos rasgan, que he ofendido mucho al cielo.
y al soplo del viento gimen Anselmo. Esa contrición bastaba
sacudidas estas ramas, para infinidad de cuJpas.
y contra mí, al parecer, Levanta, Ninfa, levanta,
agora con justa causa y pluguiera á Dios que yo
se conjuran noche y nubes, en cuarenta años que pasan
vientos, peñascos y plantas. que ha que vivo en esta cueva
Pero allí, entre aquellas peñas, vestido de secas palmas,
diviso una luz; sin falta siendo hierbas mi sustento
la cueva debe de ser . y dos peñascos por cama,
de Anselmo, cuyas hazañas hubiera medrado, Ninfa,
heroicas pregona el cielo. en la conciencia, en el alma,
Esta es la dichosa entrada tanto como tú en un día
y esta es la puerta. ¿Qué bien no más.
á esta pobreza se iguala? Ninfa. ¡Qué humildad tan santa!
¿qué corte i esta soledad? Anselmo. Entra en esta cueva, adonde
á este palacio, ¿qué alcázar? jamás entró humana planta
á esta humildad, ¿qué grandeza? después que yo vivo en ella
¿qué ventura á dicha tanta? sino tú agora, y aguarda
Quiero llamar, aunque rompa del cielo largas mercedes,
de su tranquila bonanza que la mano soberana
las treguas. ¡Anselmo, Anselmo! de Dios quiere hacerte Ninfa
¡Anselmo, Anselmo! del cielo.
Anselmo. (Dentro.) ¿Quién llama? Ninfa. En las penas largas
Ninfa. Una mujer que el rigor del infierno mis delitos,
de las nubes besa y baña Anselmo, apenas se pagan. (Vanse.)
con lágrimas tus umbrales.
Abreme, Anselmo, levanta.
Anselmo. Perdona, mujer, que yo ESCENA V
no puedo abrir; pasa, pasa
delante y déjame solo Salen Carlos y Roberto mojados, que han pasado á
en mi quietud, que no faltan nado.
adonde ampararte cuevas.
Ninfa. Tu persona es necesaria, Carlos. Ya piso tierra, Roberto.
Anselmo, para mí agora, Roberto. ¡Lindamente, Carlos, nadas!
que he venido en tu demanda; Carlos. Gracias á Dios que la arena
mira que me envía el cielo. toco, á pesar de las aguas.
(Sale Roberto como nadando en seco.)
Roberto. Aún estoy yo todavía
ESCENA IV en el golfo.
Carlos. Pára, pára,
Sale Anselmo, ermitaño, muy piejo y vestido que va estás nadando en seco.
de palmas, con linterna. Roberto. ¡Hablara para mañana!
Anselmo. ¿Quién eres? Nunca más burlas con ríos,
Ninfa. Soy una esclava que tienen bellacas armas;
del demonio, una mujer nade un delfín que lo entiende,
la mayor y la más mala (i) hijo y vecino del agua,
pecadora que ha tenido que de aquí adelante soy,
la tierra entre todas cuantas si el demonio no me engaña,
ha sustentado y sustenta. de parte de los mosquitos
Soy, al fin, Ninfa. que en pipas de vino nadan.
Anselmo. Levanta, ¡Buenos estamos, por Dios!
ya te conozco; ¿qué quieres? Pasados destotra banda
Ninfa. Anselmo, echada á tus plantas por el agua como huevos.
vengo á confesar mis culpas ¡Oh! cinco veces mal haya
y á que me limpies el alma, quien sirve á loco señor;
que por la mano piadosa quien tras vanos cascos anda,
de Dios, Anselmo, guiada, hecho fantasma en la tierra
á nado pasé este río, y hecho labanco en el agua!
adonde supe que estabas. Pues la noche nos ayuda,
Dame, Anselmo, la más fiera, agua, Dios, hasta mañana,
la más dura, la más rara agua abajo, y agua arriba,
penitencia que mujer ella es famosa empanada.
Tiempo pato, tiempo sopa,
tiempo hongo, tiempo rana,
(i) «La peor y la mis Haca», en el impreso. tiempo muela de barbero,
460 LA NINl'A DEL CIELO
tiempo arroz, tiempo linaza (i): que la belleza de Ninfa
¿en qué ha de parar aquesto? es inmortal, y no basta
¿Soy garbanzo, soy patata, la muerte á vencella.
soy abadejo, soy berro? (Suena ruido.)
¿Qué me quieres?
Roberto. ¿Escuchas?
Carlos. Ninfa, aguarda. Ya se acerca la fantasma.
¿Adónde estás, dónde huyes? Carlos. No temo nada, Roberto.
Roberto. Roberto. Ya sé, y mucho más batalla
Roberto, ¿Qué es lo que mandas? con estómagos de viento,
Carlos. ¿Divisas á Ninfa? que pasan las estocadas
Roberto ¡Bueno! por el aire y queda un hombre
¡la pregunta está extremada! en brazos de una tarasca
Pues no sé si estás ahí que le hace harina los güesos,
sino sólo cuando hablas, sin mirar, ni tocar nada.
¿y dices si la diviso?
¡Famosamente despachas (Suena ruido.)
mis servicios! De veras va esto: se acerca.
Carlos. Pues, Roberto, Carlos. No temas, que la mañana,
vamos los dos á buscalla. desmentidora de sombras
Roberto Estoy aguado, no puedo de la noche oscura helada,
y á un rocín, sin tener alma, abrelas puertas al sol
cuando lo está, no le corren, y reciben las montañas
ó de corrido descansa, en fuentes de peña viva
aunque si ya los criados racimos de oro y de nácar,
plaza de rocines pasan, y no hay temor que amedrente
ya he cerrado en tu servicio; cuando á la tierra acompañan
viejo estoy, échame albarda, los rayos del sol.
ponme á una noria, que suelen Roberto. Agora
al caballo de más fama entre aquellas peñas pardas
cuando ya no es de provecho, parece que un mostro viene
en las más prósperas casas andando hacia acá y á rastra,
dar este pago los dueños una cadena por tierra.
y las dueñas ó las amas, ¡Pesada, espantosa carga:
y más si sabe estas cosas notablemente me asombra!
la Duquesa de Calabria. Carlos. No es mostro, cosa es humana
Carlos. No hay Calabria ni hay Duquesa; que con el largo cabello
sola Ninfa es la que manda lleva cubierta la cara
dentro del alma, Roberto. y el cuerpo de pardas pieles.
Roberto ¡Nunca yo á vella llegara, ¡Prodigiosa vista!
nunca yo la conociera! Roberto. Espanta.
Garios. La más lóbrega y extraña Carlos. Una calavera lleva
noche es que he visto. en la mano izquierda y rasga
(Suena dentro ruido de cadenas arras con la derecha y con una
trando.) piedra el pecho.
Roberto. ¿No escuchas, Roberto. Ella es extraña
si no es que el miedo lo causa, penitencia.
Carlos, un son de cadenas? (Sale Ninfa como se ha dicho por una
Carlos. Los sentidos acobarda. puerta y éntrase por otra.)
Roberto ¿Nosotros, señor, habremos Carlos. Ya se vuelve
venido á parte que vayan huyendo, que al viento iguala
nuestros nombres solamente como nos ha visto.
á Cosencia? Roberto. Pienso
Carlos. ¡Cosa rara! que es mujer.
Roberto. En este desierto debe Carlos. Y no te engañas.
de andar penando alguna alma El alma me da, Roberto,
de las que ha sacado Ninfa que es Ninfa, y me lleva el alma.
con la pistola ó la espada (2), Roberto. ¿Ninfa vestida de pieles (i)
sino es acaso la suya, con cadena y con la amarga
que á la violencia del agua de la muerte imagen fea,
rindió la tirana vida rompiendo la no tocada
que ha sido... nieve de su pecho? Es sueño,
Carlos. Roberto, calla, es burla.
Carlos. Mujer, aguarda,

(i) Estos cuatro versos tallan en el impreso.


(2) Este verso y los diez y siete que le siguen no (i) No aparecen íste y los cuatro versos siguientes
constan en el impreso. en el impreso.
JORNADA TERCERA 46í
si eres Ninfa ó sombra suya ESCENA VIII
á mi voluntad ingrata.
Carlos soy. Salen Huberto y Carlos.
Ninfa. (Dtntr'o.) ' No le conozco;
hombre, no me sigas. Carlos.
Carlos. Pára, Sombra debió de ser, Roberto, aquélla,
refrena el ligero curso. que el viento la llevó.
Ninfa. Busca á Dios.
Huberto. Ese te valga, Roberto.
y desta sombra te libre Los que han perdido
que te sigue y no te alcanza; todo es antojos cuanto ven. Concluye
y ansí me da un amo cuerdo, imaginando que perdiste á Ninfa
que no es pequeña ventaja. (Vase.)
y que si bien te quiere ha de buscarte,
y que si no, que es imposible cosa,
ESCENA VI aunque corras la tierra en busca suya,
ni aunque surques el mar á vela y remo,
Sale Ninfa sola como antes de penitencia. que la mujer olvida con extremo.
Advierte que eres Duque de Calabria,
Si esta persecución, Señor, importa que tienes por mujer tan gran señora,
para regalo mío, vengan muchas, que lo menos que tiene es ser legítima
que siendo Vos mi amparo no las temo, hija de un Rey de Nápoles, y mira
aunque me sigan con mayor extremo. no tp castigue el cielo.
Anselmo, á cuyos pies mis culpas dije
y me dió la divina Eucaristía, Carlos.
dándome esta cadena en penitencia, Como cuerdo,
que fué cilicio suyo y esta dura Roberto, me aconsejas; yo estoy loco.
peña con que mi pecho y mis entrañas Dar vuelta procuremos á Cosencia
con la memoria de la muerte fiera
de acero duro las convierte en cera, Roberto.
y aquestas pieles de animales fieros, Hace como quien es vuestra eselencia.
segunda vez pasar me manda el río
y que apartada dél en la otra banda Ninfa {Dentro da voces.)
en la gruta más áspera procure ¡Que me ahogo! ¡Socorro!
adelante llevar mi pensamiento,
porque vemos ejemplos cada d¡a Carlos.
del mal que causa nuestra compañía. Voces suenan.
Barca parece que hay dentro del río Roberto.
y el barquero ha saltado en tierra agora,
Serán de ganaderos.
que con la lluvia de la noche oscura
soberbio raudal lleva, y la creciente Ninfa.
es imposible que pasalla intente, ¡Que me ahogo!
menos que en puente ó barca, y quizá el ciclo Carlos.
por esta parte me encamina.
Voces son de mujer; guia, Roberto,
á la puente.
Roberto.
ESCENA VII
¡Notable desconcierto! (Vanse.)
Sale un Barquero.— Ninfa.

Barquero.
ESCENA IN
¿Quieres
pasar, mujer, el río? Sale el Barquero arrastrando á Ninfa de los cabellos
Ninfa. por el tablado.
Sí, quisiera,
que me importa pisar la otra ribera. Ninfa.
Barquero. ¡Que me ahogo, piedad!
Entra en la barca, pues. Barquero.
Ninfa. No saldrás, Ninfa,
No tengo cosa con lo que intentas esta vez, ni el cielo
que darte. ha de poder librarte, ni ese viejo
Barquero. Anselmo, mi enemigo. ¡Muere, ingrata!,
que el mismo á quien serviste ése te mata.
Eso no importa, si eres pobre. No has de lograr la penitencia ¡muere!
Vamos, camina aprisa.
pues has sido mi esclava en mi servicio,
Ninfa. que no te has de alabar de la vitoria
El bien te sobre. (Vanse.) del haberme dejado á tan buen tiempo.
462 LA NINFA DEL CIELO

ESCENA X de lo que estamos tratados,


Sale el Custodio.— Dichos.
pues tien vasallos honrados.
Duquesa. No os aflijáis, labrador.
Custodio. Hacelde dar lo que vale,
Ya no es tu esclava, cese tu castigo; y vuélvanle luego el ganso.
Ninfa es del ciclo: apártate enemigo. Pastor. Dios le dé mucho descanso,
porque la presencia iguale
Barquero. siempre á tan grande valor
¿Hasta aquí me persigues? ¿Qué me quieres? como muesa aquese pecho.
Custodio. Duquesa. Venid acá: ¿qué se ha hecho
Quitarte á Ninfa. Ninfa?
Pastor. Dejó á Valdeflor,
BARQUEkO. y por su bellaquería
Vesla ahí. ó poco recato, en fin,
Custodio. la gozó un hombre roín
Barquero estando allá en su alquería,
infernal, vete agora. y burlada la dejó;
Bakqukro. y ella, loca y agraviada,
por quedar déste vengada
Yo me parto; bandolera se tornó;
mas yo me vengaré. hasta que enviando el Rey
Custodio. un tercio de infantería,
su furia huyó en compañía
Vete, enemigo. de un caballero sin ley
Sigueme, Ninfa. que dicen que era casado,
Ninfa. y aun hay quien ha dicho aquí
Ya, mi bien, te sigo. que era el Duque...
(Vanse.) Duquesa. Acaba, di.
Pastor. De Calabria, y que le ha dado
la palabra de matar
ESCENA XI á su mujer, que diz que es
una santa, y aue los pies
Sale la Duquesa y todos los que puedan con ella no le merece él besar.
de casa. ¿De qué lloráis?
Uno. Aquí vueselencia puede, Duquesa. Hame dado
si quisiere, descansar. compasión esa mujer.
Duquesa. Ya no hay, Ortensio, lugar Pastor. Otra tal encontré ayer
para mi descanso; excede viniendo tras mi ganado
la pena al mayor descanso, de esa montaña al pasar.
el pesar al mayor gusto, Sentíla que caminaba,
que puede mucho un disgusto. que atrás el viento dejaba
sin volver, hasta llegar
al río, donde se echó,
ESCENA XII y un hombre que la seguía
con otro en su compañía
•We el Pastor quesalió al principio de la jornada. dándole voces, corto
Dichos. también el agua tras ella.
Duquesa. ¿Cómo la llamaba?
Pastor. Tienes de pagarme el ganso. Pastor. El nombre
Duquesa. ¿Qué tiene ese labrador? no le escuché bien.
Pastor. Señora, pues me ha escuchado: Duquesa. ¿Y el hombre?
un criado mal criado Pastor. Era de presencia bella
tuyo entró por Valdeflor y que moviera á respeto
cuando pasó por allí á cualquiera su persona.
agora su señoría, Duquesa. A fuego y sangre pregona
con toda la fantasía en publico y en secreto
que en toda m¡ vida vi; la fortuna contra mí
y al pasar della laguna guerra de celos cruel.
una pedrada tiró El Duque es éste, y si es él
á un ganso, y me le mató ya el bien y la paz perdí;
sin heíle cosa ninguna, porque, aunque son ilusiones
y no me quiere pagar los celos imaginados,
lo que vale. cuando son averiguados
Duquesa. ¿Quién ha sido? son ciencia sin opiniones.
Pastor. A fe, si hubiera querido Quiero averiguallos más.
la señora del lugar ¿Conoces á Ninfa?
que estuviéramos mejor Pastor. No;
JORNADA TERCERA 463
porque después que murió ¡Ay, que me abraso, por vos! (i)
su padre, nunca jamás Volved, gloria de mi vida,
los de Valdetlor la vimos, que estoy de amores perdida;
hasta que, siendo mayor. tomad el alma, mi Dios.
por el campo á Valdeflor Volved, no me deis enojos,
trocó, aunque todos sentimos porque, entretanto que voy
. el faltar de su lugar tras vos, mi bien, Ninfa soy
en extremo. de las fuentes de mis ojos.
Duquesa. ¿Esa mujer Arboles, fuentes y peñas,
que encontraste, puede ser al alma no le ascendáis,
de ese modo? que porque de él me digáis,
Pastor. Que pensar yo os daré todas las señas.
con aqueso me habéis dado; Es á la parda avellana
porque huyendo del furor semejante su cabello;
del Rey, con tanto valor al blanco marfil, su cuello;
puede ser se haya escapado sus mejillas, á la grana;
y yo no la conociese; su frente es nevada falda,
pero el galán, ¿quién seria, que de mil claveles rojos
que tan loco la seguia? termina, un valle; sus ojos
Duquesa. Puede ser que el Duque fuese. son dos soles de esmeralda;
Pastor. La presencia era, pardiez, corona las niñas bellas
de Duque ó de gran señor. de celajes carmesíes;
Duquesa. Llevad este labrador, sus labios llueven rubíes;
que he de salir esta vez, sus dientes nievan estrellas.
Ortensio, de mi sospecha. ¿Hay quién dél me diga, hay quién
Pastor. ¿Dónde me quieren llevar? me le enseñe? Peñas duras,
Duquesa. Guía hacia el mismo lugar arboledas, fuentes puras,
que dices. decid: ¿dónde está mi bien?
Uno. No te aprovecha
querer dar excusas ya.
Duquesa. Llevadle. ESCENA XIV
Pastor. ¡Señoral El Cristo en la fuente.— Ninfa.
Duquksa. El coche,
¡holal Cristo. ¡Ninfa!
Pastor. ¡Vine de allá anoche Ninfa. Señor, ¿dónde estáis?
y he de volver hoy allá! Cristo. Aquí en esta fuente estoy.
Uno. ¿Qué importa, pues interesa Ninfa. Allá á ser Narciso voy,
paga, que mil leguas ande? si vos, Señor, me miráis.
¿No basta que te lo mande Cristo. Llega, llega.
mi señora la Duquesa? Ninfa. ¡Esposo mío,
Pastor. ¡Nunca yo pidiera el gansol (i) mi bien, mi Señor, mi Dios!
Duquesa. ¡Qué me cuestas de desvelos, Cristo. Presto, Ninfa, de los dos,
Carlos!; mas ¿cuándo los celos ya que en tu valor confio,
dieron al alma descanso? el desposorio verás;
{Vanse todos).
confía aquesto de mí (2).
Presto partirás de aquí
y al sol belleza darás,
ESCENA XIII y para no ser ingrato
amante, lo que esté ausente,
Sale Ninfa sola. Ninfa mía, en esta fuente
Tente, aguarda, esposo amádo; te dejaré mi retrato,
aunque es imposible estar
¿cómo te vas y me dejas, ausente de nada yo.
y de mis brazos te alejas? Ninfa. ¡Mi bien, Señor!....
¿Qué nuevo amor te ha llevado? {Desaparece el Cristo.)
¿Tampoco estás satisfecho,
dejándome en triste calma
.del que me enamora el alma ESCENA XV
y del que me abrasa el pecho? Asúmase Carlos en lo alto, encima de la misma
Dormida me habéis dejado fuente.
y os vais, Señor, ¿cómo es esto?,
volved á casa tan presto; Carlos. No igualó
¿me habéis, mi bien, olvidado? al viento vela en el mar,
como tras Ninfa me lleva

(i) Este y los tres versos que siguen faltan en el (i) También éste y los tres que le siguen.
impreso. (2) En el impreso: «que a las vistas vengo asi».
464 LA NINFA DEL CIELO

el pensamiento forzado porque con esta cadena


de mi enemigo cuidado que arrastro por tierra en pena,
en demanda de su cueva; y prisión de mi pecado,
que mudando el pensamiento justamente le castigo
del amor que me tenía, toda la noche y el día,
en estos montes porfía que ha sido del alma mía
ser prodigioso portento. mi más mortal enemigo.
Y así tras sus pasos voy, Todas las cosas se acaban,
celoso y determinado, Carlos, y la edad ligera
que de ver que me ha olvidado lleva nuestra primavera
corrido en extremo estoy; á la muerte y no se alaban
y aun rabio de vella ansí los homenajes apenas
de otro dueño enamorada. que pudieron resistir
Toda esta es peña tajada, á los tiempos sin rendir
/ no puedo pasar de aquí. á la tierra sus almenas.
Ninfa. Mi bien, no os vais tan aprisa, Carlos, tu vida gobierna
dadme un abrazo, Señor, en lo mejor de tus años,
que quedo muerta de amor. pues ves tantos desengaños,
Carlos. Aquella que se divisa que hay muerte y hay pena eterna.
sobre aquella fuente agora (Vase.)
es Ninfa, si no me engaño. Carlos. Venturosa penitente,
Ninfa. ¿Por la imagen de mi daño ya que esa causa te aleja
truecas la que el alma adora? de mí, que te bese deja
Fuente, ¿qué es esto? ¡ay de mí! las plantas. Ninfa, detente.
pues donde el cielo me honró, (Vase también.)
del perro que me mordió
el retrato miró en ti. '
(A/j5<i los ojos arriba y quiere huir.)
Allí está el original: ESCENA XVI
huir quiero.
Carlos. ¡Extraña cosa! La Duquksa, Roberto y toda la compañía con ellos.
Mi bien, aguarda, reposa.
Ninfa. Causa de todo mi mal,
déjame. Roberto. Señora: en esta ocasión
Carlos. Aguarda, ó si no que debes tanto á Roberto,
me despeñaré de aquí. siguiendo sin seso al Duque
Ninfa. Si se despeña de allí como á tu cuidado pienso
vengo á ser la causa yo injustas ó justas cosas
de perderse un alma, y son quien no obedece sirviendo
los peligros que recelo á su dueño, y más en éstas
extraños, si aguardo; ¡ay cielo! que no han tenido remedio.
¿qué haré en tanta confusión? Para el suyo te ha traído,
Carlos. ¿Cómo es posible que olvidas sin duda, señora, el cielo,
tanto amor y voluntad? porque en estos montes anda
Ninfa. Sigo, Carlos, la verdad sombra y engaños siguiendo.
del cielo; el bien no me impidas. Duquesa. Aunque el Duque me aborrece,
Déjame, que ya no soy, Roberto, le adoro y quiero
Carlos, la qué conociste; más que á mí misma, y ansí
ya soy una sombra triste, ansiosa á buscarle vengo.
ya con otro dueño estoy. La fama, que siempre ha sido
Dios ha tenido de mí (i) de todas nuevas correo,
lástima, y me ha remediado, me avisó de la jornada
y matiimonio he tratado del Duque y de su suceso.
con El, Carlos, vuelve en ti; Sin poderme resistir
que ya soy de Dios esposa, partí de Cosencia luego,
y tuya no puedo ser; encaminada á este bosque
vuélvete con tu mujer, de mi amor y de mis celos,
que es honesta y virtuosa. que con sola mi persona
Ya yo no estoy de provecho reducir acá ios pienso
para el mundo, que me tira sin darle á entender que han sido
otro pensamiento; mira causa mis rabiosos celos.
hecho pedazos el pecho, Pártete con la mitad
sangriento el cuerpo y llagado, de mis criados, Roberto,
hasta que el Duque encontréis,
diciéndole cómo quedo
(i) Este y los d¡e¿ y nueve versos que le siguen cazando en el bosque á causa
faltan en el impreso.
de haber venido á este puerto
JORNADA TERCERA 465
en devota romería Duquesa. ¿Quién eres?
á ver la ermita de Anselmo, Ninfa. Un mostro fiero
un varón santo que dicen de Calabria, un basilisco,
que vive en este desierto, una víbora, un incendio.
y me entretengo cazando Duquesa ¿Quién eres, mujer, al fin?
en tanto que á velle vuelvo, Ninfa. Ninfa soy.
encubriendo lo posible Duquesa. ¡Válgame el cielo!
que ha sido otra causa. ¿Tú eres Ninfa?
Roberto. Hoy veo Ninfa. Yo soy Ninfa,
en ti un romano valor. que pago lo que te debo;
Duquesa. Que he sabido que á lo mesmo perdóname en este trance
se ha detenido, y que estoy las ofensas que te he hecho,
loca de gusto y contento. porque morir á tus manos
Roberto. Vamos. son soberanos secretos.
Duquesa. Quizás pondré ansí Duquesa. Admirada estoy. ¿Qué hacías
á mis desdichas remedio. de tal suerte?
Roberto. Huélgome, porque salgamos Ninfa. Estaba haciendo
de ser amantes del yermo. (Vos».) penitencia de mis culpas.
Uno. Puesto que de tus sospechas
hayas visto los efetos,
diviértete, si es posible,
que te matarán los celos. ESCENA XVII
Otro. ¿Quieres que echemos un gamo Sale Carlos. — Dichos.
porque le mates?
Uno. Yo creo Carlos. ¡La Duquesa aquí! ¿Qué es esto?
que uno corta aquellas ramas ¿Quién te ha muerto, Ninfa?
agora. Ninfa. Carlos:
Duquesa. Matalle quiero; no te alteres, que es del cielo
haré verdad el achaque en mi predestinación
y con él lisonja al dueño inexcrutable rodeo.
que adoro y huye de mí. Pensando que era animal
Uno. Tírale y pásale el pecho tu esposa misma me ha muerto,
con el venablo. que, para descanso mío,
Duquksa. Camilo: es de mi muerte instrumento.
rayo será de mis celos. Carlos. Déjame besar mil veces
Otro. Cayó en tierra. esas heridas.
(Tira el venablo la Duquesa y dice Nin Ninfa. Al cuerpo
fa dentro.) no me toques; tente, Carlos.
Ninfa. ¡Muerta soy! Carlos. Haré locuras y extremos.
Duquesa. Voz humana fué. Ninfa. Carlos: lo que importa más
Ninfa. (Sale con el venablo atravesado.) es buscar á Dios, que aquesto
Ya el cielo es regalo para mí.
venganza de tantas vidas
ha tomado en mí, que en tiempo
ninguno puede faltar
la verdad de su evangelio: ESCENA XVIII
quien á hierro mata es justo Aparece el Cristo bajando en una peana,
que muera también á hierro. y va subiendo Ninfa en otra.
Duquesa. Llegad y mirar quién es.
Ninfa. ¿Eres tú la que me has muerto? Cristo. ¡Ninfa esposa!
Duquesa. ¿Quién eres? Ninfa. ¡Amado dueñol
Ninfa. Una mujer Cristo. Nuestras bodas se han llegado;
que ha ofendido mucho al cielo vestido de boda espero;
y que pago mis pecados venid, hermosa paloma,
desta suerte. que ya ha pasado el invierno,
Duquesa. ¡Él es portento y en el inmortal Abril
prodigioso! las flores aparecieron.
Ninfa. Ya, señora, Llegad á mis brazos, Ninfa,
que en las manos vuestras muero, y Ninfa sólo del cielo.
decid quién sois. Ninfa. Mi bien, mi gloria, mi esposo,
Duquesa. La Duquesa por vuestro costado quiero
de Calabria, que entendiendo entrarme en Vos.
que eras algún animal, Cristo. Ya estáis, Ninfa
entre estas ramas he hecho y querida esposa, dentro.
cosa que me pesa tanto. Ninfa. Apretadme más los brazos,
Ninfa. Justamente me habéis muerto, mi bien, mi amor, mi remedio,
porque os he ofendido mucho. que en ellos...
COMEDIAS BE TIRSO DE MOlINA.—TOMO II 3o
466 LA NINFA DEL CIELO
Chisto. Valor, esposa. Llevemos el santo cuerpo
Ninfa. Mi espíritu os encomiendo. para que dé admiración
(Currase la carlina cuino se abrió.) la santidad y el suceso.
Carlos. ¡Oh, prodigio soberano! Duquesa. Con la majestad debida
Altos son vuestros secretos, y ostentación la llevemos
Duquesa. Señor, notables favores para patrona.
á una mujer habéis hecho. Carlos. Y aquí
Carlos. Esto el cielo ha permitido, da fin La Ninfa del Cielo,
Diana, para bien nuestro. cuya prodigiosa vida,
Perdonad, que yo daré por caso admirable y nuevo,
de mi vida tal ejemplo Ludovico Blosio escribe
que admire mi penitencia. en sus morales ejemplos.
EL HONROSO ATREVIMIENTO
COMEDIA FAMOSA POR EL MAESTRO TIRSO DE MOLINA

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA 0)


LlSAURO. Dos Embajadores [venecianos|.
Candado, gracioso Verino.
El Duque de Ferrara. Diodoro.
Honorato, viejo. Fulgencia, mujer de Lisauro.
El Dux de Venecia. Efigencia, su hija.
Marcio, gentilhombre. Decio.
Lelio, caballero. Julio.
Filiberto, caballero.

JORNADA PRIMERA que es tan casero y manso aquí que fragua,


cual veis, en vez de piedras, calles de agua.
Mas, ¿qué ocasión la ha dado á que el consejo
de vuestras canas no haya reprimido
vuestro enojo, Honorato?
ESCENA PRIMERA
Honorato.
Sale Lisauro, como en su casa; Honorato, viejo; Es en el viejo
Diodoro y Verino, desenvainadas las espadas. la ira más cruel, cuando, atrevido
el mozo á su respeto, que de espejo
Lisauro. le ha de servir, se arroja: hame ofendido
Cogido nos habéis de sobresalto, un mozo mercader; pero ¿qué importa
y del són que venís tanto me pesa ser hielo la vejez si el hielo corta?
cuanto me hallo de socorro falto. Averiguando cuentas Feliciano
Honorato. conmigo, porque aquesta señoría
El peligro, Lisauro, nos da priesa; en Marte y en Mercurio cortesano
funda la dicha de su monarquía,
siguiendo me vendrán desde Rialto quiso, tras un mentís, alzar la mano;
mis enemigos, que tendrán la presa pero la mía, aunque caduca y fría,
por cierta, y su venganza por sin duda, sacó la daga que en su pecho necio
si no nos dais para huir ayuda. vengó su atrevimiento y mi desprecio.
Lisauro. Acudieron sus deudos y parientes,
Acostados están todos en casa, y tomando por suya aquesta ofensa,
y no os será seguro el despertallos, sacaron armas, convocaron gentes,
ni mientras el furor que tenéis pasa y la que vino fué, Lisauro, inmensa;
de Venecia os podrán sacar caballos, mas Verino y Diodoro que, obedientes,
porque en ella la tierra es tan escasa dieron á mi valor nueva defensa
cuanto pródigo el mar porexcusallos; y á su amor filial fama debida,

(i) Figuran además Marcelo, un Criado; Labradores y Soldados.


468 EL HONROSO ATREVIMIENTO

vida me dieton, si les di la vida. ESCENA II


Sacáronme en los brazos, y saltando
en una de las góndolas compuestas Salen Fiubkkto, como justicia; Lelio y otros.
que, en vez de coches, olas van surcando Filibert. No quede en toda la casa
por calles de agua á su humedad opuestas, pieza que dejes sin ver.
á pesar de los deudos que gritando
[Entran algunos dentro )
hacían sus injurias manifiestas,
doblando esquinas, con la noche escura Lelio. Visto los han esconder
nos trajo á vuestra casa mi ventura. en ella.
Considera cuán cierta está mi muerte Filibert. {Aparte.) El amor me abrasa
si no me da favor vuestra nobleza. de Fulgencia, esposa bella
Lis A URO.
de Lisauro, y ha buscado
mi amor con andar vendado
Aunque el Senado de la misma suerte esta ocasión para vella.
castiga á quien ayuda \;< flaqueza Lelio. {Aparte.) Los amores de Fulgencia
del que huye su rigor; por ser tan fuerte me traen tan fuera de mí,
la ocasión y importaros la presteza, que esta ocasión busqué aquí
por lo menos la vida, noble viejo, para gozar su presencia.
obras os quiero dar. palabras dejo. Filibert. Lelio: ¿á qué has venido acá?
En mi góndola entrad los tres conmigo, Lelio. ¿Qué haces aquí, Filiberto?
que, con la oscuridad, de marineros Filibert. Yo he sido amigo del muerto,
vestidos, llegaremos á Rovigo, y su venganza me da
seguro asilo de sucesos fieros; ocasión para prender
en ella os dejaré, Honorato amigo, al autor de esta crueldad.
crédito en mercaderes y dineros, Lelio. Y yo debo á su amistad
que la justicia ya os tendrá embargada tanto, que me obliga á hacer
vuestra copiosa hacienda, bien ganada. las diligencias debidas
Honorato. á su venganza.
Filibert. ¿Qué oficio
No es bien que tal valor, Lisauro, ofenda de justicia tan propicio
con agradecimientos que, prolijos, del muerto te hace que pidas
del lisonjero suelen ser la hacienda,
pagando en viento beneficios fijos; su venganza?
si permite la ley que un padre venda Lelio. ¿Pues tú tienes
en la necesidad sus mismos hijos, cargo acaso de prender
estos mis hijos son, servios con ellos, ó soltar, que á reprender
aunque no es presentároslos vendellos. de aqueste modo me vienes?
Filibert. El dux de Venecia es
Verino. mi padre.
En el cielo, Lisauro amigo, espero Lelio. Yo soy tu hermano.
que ocasión me dará en que satisfaga Filibert. Yo el mayor.
la merced que al silencio dejar quiero. Lelio. Y yo el que gano
DlÓDORO. fama de más interés
en Venecia; mas ¿qué importa
Si Aristóteles dijo que no hay paga el ser mayor ó menor?
que iguale al beneficio que es primero, ¿Es mayorazgo el amor
pues por más que un amigo después haga, que ha de heredarse? Reporta
siempre se queda en pie el habelledado tus Ímpetus, no me den
su amigo el beneficio adelantado, ocasión que sin prudencia...
mal podremos pagar; mas quien ofrece Filibert. Yo vengo á verá Fulgencia.
lo que tiene, Lisauro, libre queda. Lelio. Yo vengo á vella también.
Lisauro. Filibert. ¿Sabes que es mujer casada?
Tiempo habrá, amigo, aunque veis florece (i) Lelio. Pues ¿eres tú su marido?
mi dicha, en que cobrar de los tres pueda Filibert. No; pero si aquí he venido
esta amistad que vuestra fe merece; es por que sea respetada,
y quiera Dios no sea en la moneda si está su marido ausente,
misma que os doy. de la justicia atrevida
Honorato. que en busca del homicida
suele tratar libremente
Las almas obligamos. y aun sin respeto á cualquiera
Lisauro. que se le opone, y volver
Segura es la hipoteca; vamos. por una noble mujer
que fácilmente se altera
Todos. es forzosa obligación
Vamos. (Vanse.) de quien nobleza profesa.
Leí. io. ¿Qué sola la causa es ésa?
Filibert. Temo que la confusión
(i) Suplida esta palabra que falta en el original. de ver de noche en su casa
JORNADA PRIMERA 469
la justicia ha de inquietalla, pienso que está. ¿Quién me trajo
y así vengo á sosegalla, á sufrir tantos enojos?
no porque su amor me abrasa. Al.G. 2.* ¿Vístele?
Por más sospechas que cobres Candado Por estos ojos.
sólo defendella intenta Alg. 2.° ¿Qué talla tiene?
mi nobleza. Candad. Altibajo,
Lelio. Pues ¿qué cuenta aunque luengo de estatura,
tienes, Judas, con los pobres? bermejo, barbiponiente,
Como jamás has tenido dos berrugas en un diente,
en aquesta casa entrada mulato en la catadura.
solamente dedicada Alg. i.° ¡Villano!; ¿disparatáis?
al honor de su marido; Candado ¿He de hablar verdad?
como dádivas desprecia Alg. i.° ¿Pues no?
y papeles no recibe, Candado .Señores, mal haya yo
aunque satisfecha vive si sé por quien pescúdáis.
de que es el dux de Venecia Si alguna mujer buscáis
tu padre y sabe el poder que en mercancía se vende,
de tu libertad liviana; y como lechuza ó duende
como ni en calle y ventana huye, ¿qué me pescudáis?
ni en puerta la puedes ver, No gasto esa fruta yo;
por más trazas que imaginas, otros pisen ese lado,
pues, cuando en casa no está que yo estoy del mismo modo
la góndola donde va que mi madre me parió,
lleva echadas las cortinas, tan virgen como una miel,
¿qué perseveras tu entrada que si en tienda, sin habella,
en esta casa? venden carne de doncella,
Filibert. Pintado yo soy carne de doncel.
te has á ti mismo, que has dado Y con esto adiós, que tengo
á malicia tan fundada un sueño que reposar.
principio, siendo su autor, Alg. 2.° No hay aquí disimular;
porque si yo vine aquí llevadle preso.
es por defender de ti Candado No vengo
su reputación y honor; en eso; ¿porqué pecados?
que eres mi hermano y no es justo Alo. i.° ¡Vaya!
que sufra que á tal mujer Candado Señor alguacil,
mi hermano intente ofender. ¿mas que si soplo el candil
Leí. io. Eres un santo; yo gusto que quedan descandilados?
de verte tan reformado
que á mí me reformas ya;
pero si el honor te da ESCENA IV
de aquella dama cuidado, Sale Fulgencia.— Dichos,
salgamos los dos de aquí
y quedaré satisfecho, Fui.r,enC.¿Qué alboroto es éste, cielos?
porque lo mismo sospecho ¿Lisauro, esposo, señor,
que tú sospechas de mí. vos ausente y mi temor
Lajusticia hará su oficio formando tristes recelos?
quedando sin detrimento ¿Qué gente es ésta? ¡Ay de mí!
Fulgencia. Candado. La josticia es que codicia
Filibert. Yo soy contento. her de nosotros josticia.
Lelio. Vete, pues, que eso codicio. Fulgenc. ¡Ciclos! ¿la justicia aquí?
Filibert. No te quedes tú aquí, pues. A Lisauro ha sucedido
Lelio. ¿Yo quedarme? Ya me voy. algún infeliz suceso.
(Luego vuelvo.) ¿Ls muerto Lisauro? ¿Es preso?
Filibert. (Luego soy Alg. Decid: ¿dónde está escondido
aquí.) el homicida, señora,
Lelio. ¿Vaste? pues le tenéis encubierto?
Filibert. ¿No lo ves? (vanse.) Fulgenc. A alguno Lisauro ha muerto.
¡Ay de mí!
Alg. i.° Bien finge y llora.
ESCENA III ¡Linda cosa!
Salen Candado, medio desnudo, con un candil y dos
Alguaciles. ESCENA V
Alg. 2.° Llevadle preso si niega Sale Filiserto.—Dichos.
dónde tienen escondido Filibert. Si á Fulgencia
al homicida atrevido. adoro, y si la ocasión
Candado. Señores: en la bodega favorece mi opinión,
47o EL HONROSO ATREVIMIENTO

¿cómo estoy sin su presencia? Candado. Temo algunas travesuras


¿Cómo vivo si es que muero, que ofendan á mi señor,
sin ella estando y sin mí? que, como es ciego el amor,
A mi hermano eché de aquí; hace sus cosas á escuras.
Fulgencia es ésta; ¿qué espero? Y el dimoño es tan sotil
Fulgenc. ¡Ay, ilustre Filiberto! que, cuando luz os dejara,
¿De noche en mi casa vos aun sospecho que quedara
sin mi bien, siendo los dos la honra á moco de candil,
tan amigos? El ha muerto cuanto más en tentación.
á algún oculto enemigo Fulgenc. Necias sospechas produces.
envidioso del valor Candado. Plegue á Dios no hagáis dos luces
de Lisauro, mi señor. como candil de mesón.
Poco ha que estaba conmigo Mas ya á amanecer comienza,
con menos sosiego y gusto y con luz, aunque haya amor,
del que su amor me promete; no haréis nada, que el honor
pero ¿á quién hay que no inquiete con luz está á la vergüenza. (Vase.)
la injuria de un pecho injusto?
Filibekt. Señora...
Fulgenc. Si os hizo Dios ESCENA VII
hijo del dux de Venecia, Fulgencia y Filiberto.
y suele la adversidad
ser prueba di la amistad Fulgenc. Solos habemos quedado,
que más al amigo precia que el deseo de saber
cuanto le ve en más aprieto, de Lisauro pudo hacer
échase ahora de ver mi honor menos recatado
lo mucho que puede hacer que acostumbra, Filiberto.
un amigo tan discreto, Decid: ¿qué desgracia ha sido
que un padre tan poderoso la que el cielo ha permitido
tiene; ¿qué le pediréis por mi mal? ¿A quién ha muerto
al dux que dél no alcancéis mi esposo? que pierdo el seso.
por vuestro amigo y mi esposo? Fii.ibert. (Ap.) ¿Qué haré yo, pobre de mí,
Fii.ibert. (Ap.) Basta; que piensa Fulgencia que ha tanto que le perdí?
que es Lisauro el matador Fulgenc. No dilatéis el suceso.
que buscan; astuto amor, Fii.ibert. No haré. ¿Quién duda, señora,
hoy por vuestra diligencia que sabréis qué es afición,
mi esperanza ha de alcanzar pues su tirana pasión
el fín de su gusto extraño, os sale á la cara ahora?
porque con un sabio engaño Llamaron sol al amor
á Fulgencia he de gozar. por ser tan universal
¡Hola! andad con Dios, que aquí, que no hay planta ni animal
cuando el homicida esté, que no goce su favor.
conmigo le llevaré Y si es su eficacia tanta
preso. que hasta las plantas rindió,
Alg. 2.° Sea, señor, así. ¿qué milagro que ame yo,
Filibert. Es noble y no es bien le lleve, pues soy hombre y no soy planta?
Fabio, otro menos que yo. Ama el hombre su trasunto;
Alo. i.° Comisión el dux nos dió; que tengo amor os confieso.
vos haréis lo que se debe Fulgenc. Pues ¿qué tiene que ver eso
á la justicia y mandato señor, con lo que os pregunto?
de vuestro padre, y así Filibert. Importa á la libertad
nos vamos. (Vanse los dos.) de Lisauro apetecida
que ame yo, porque su vida
pende de mi voluntad.
ESCENA VI No está Lisauro hasta ahora
Dichos, menos los Alhuaciles. muerto, preso y ofendido,
que le ha guardado y servido
Filibert. Yo quedo aquí: quien os tiene amor, señora.
idos vos, porque el recato ¿Veis lo mucho que importó
y secreto es de importancia. el amor que en vuestro amparo
Fulgenc. Candado, vete. y de Lisauro os declaro?
Candado. (Ap.) Por Dios Que vive él porque amo yo.
que me despiden los dos; Fulgenc. Porque le amáis, es verdad,
no os arriendo la ganancia, que mi esposo tendrá vida,
Lisauro. (Alto.) Dejaros quiero que es una alma repartida
el candil aquí colgado. en dos cuerpos la amistad.
Fulgenc. Anda, necio: ¡qué pesado Y repartida en los dos,
eres siempre y qué groserol no es mucho que procuréis
JORNADA PRIMERA 47i
que él viva, que quedaréis Filibert. Cansado predicador,
si él muere, sin alma vos. ¿qué es loque buscas aquí,
Filibert. Como vos queráis, bien cierto qué me reprendes á mí
es que Lisauro tendrá siendo mi hermano menor?
la vida que á riesgo está, Tienes envidia á mi amor
porque á un ciudadano ha muerto. y cúlpasle; pero en vano,
Yo os amo, Fuigencia mía; que hoy tengo que ser tirano
ningún imposible os pido, de quien sin seso apeteces.
y el premio que os he ofrecido Lei.io. Venturoso Adán mil veces
imposibles merecía. porque nunca tuvo hermano,
El Dux de Venecia es y á no tener reverencia
mi padre, yo vuestro amante; á la fama y el honor
el peligro está delante que, contra tu torpe amor,
y delante el interés. honra, villano, á Fuigencia,
Dad gusto á mi amor violento, efectos de mi impaciencia
pues con él aseguráis vierais presto.
vuestro esposo, y nos dejáis Filibert. Este lugar
á él con vida, á mi contento. no es decente para dar
Lisauro... á tus injurias castigo;
Fulgenc. Al discurso necio mas sigueme.
poned fin, vil mercader. Lelio. Ya te sigo.
¿Yo el honor en tal vil precio? Fulgenc. ¡Que esto he venido á escuchar!
Allí en las tiendas falidas, (Vanse los dos.)
de las famas que ofendéis,
vuestros gustos compraréis, ESCENA IX
que venden honras á vidas; Sale Lisauro. -Fulgencia.
que aquí, donde no llegó
el precio de esas deshonras, Lisauro. ¿Qué es esto? ¿qué turbación
con vidas se compran honras, siento en mi casa? Salido
mas vidas con honras no. han dos personas. ¿Quién son?
Y adiós, que ese torpe intento Fulgenc. ¡Ay, mi bien! ¿Vienes herido?
me ofende y causa temor, ¡queserá'en mí corazón!
porque es espejo el honor Lisauro. ¿Yo herido, esposa querida?
y le mancha hasta el aliento. ¿Por qué y cómo?
Filibert. Si no bastan cortesías Fulgenc. No encubráis
para quien no las entiende, lo que me tiene afligida.
amor es rey y no ofende. ¿Cómo venís? ¿cómo estáis?
FuLCenC.Un rey no hace tiranías. Ya sé que dejáis sin vida
Filibert. Dadme esos brazos por fuerza, á un hombre, y así, mi bien,
que el amor es guerra ya, escondeos y no demos
y cuando no se la da lugar y venganza á quien
puede rendir una fuerza. entre dudosos extremos
Fulgenc. Suelta las manos, villano. ofende al honor también.
Filibert. Ten de mis males clemencia. Lisauro. ¿Que me esconda yo? ¿Por qué?
Fulgenc. Todo lo que ha sucedido
he sabido. '
ESCENA VIII Lisauro. Mi bien, ¿qué?
Sale Lelio.— Dichos. Fulgenc. Un hombre habéis muerto.
Lisauro. ¿Yo?
Lei.io. Todo es muerte sin Fuigencia; ¡Jesús!
mas con ella está mi hermano. — Fuloenc. No sé si os dé fe,
Suelta, atrevido, la mano, pues, por no darme disgusto
ó soltaré á la ira el freno disimuláis y encubrís
que tu torpe amor condeno, más de lo que fuera justo.
pues en aquesta ocasión Poco os debo.
te hallo, como el ladrón, Lisauro. ¿Qué decís,
la mano en tesoro ajeno. que jamás con tanto gusto
Suelta, que no es lazo igual ni tan libre de temor
el que tu amor manifiesta, he estado? Salí á librar
porque en mano tan honesta á un amigo, que el favor
la tuya parece mal. no le ha el noble de negar.
Si amor con lazo inmortal Fulgenc. ¿Eso es cierto?
nudo de almas puede hacer, Lisauro. Sí, mi amor.
Alejandro sabré ser Fulgenc. Pues hanme contado á mí
que, contra el tuyo importuno, lo contrario.
mostraré que todo es uno Lisauro. Pues, bien mío,
el desatar y el romper. si fuera verdad, decid,
472 EL HONROSO ATREVIMIENTO

yo que de vos me confío, como á doncella tan noble,


¿negaríalo? las palabras y papeles?
FULGENC. Estuvo aquí ¿Quiso sacar de mí casa
quien con engaños, señor, esa prenda de mis bienes,
ha intentado derribar el mayor y más guardado,
los muros de vuestro honor. para su dichosa suerte?
LlSAURO. ¿Cómo? Fulgenc. No, señor; porque no fuera
FULGenC Ya fuera el callar ese amoroso accidente,
hacer traición á mi amor. si ella puede ser su esposa,
Lisauro, señor, esposo, digno de llamarse aleve.
veneciano ilustre y fuerte A mí me quiere ofender,
á quien dió el piadoso cielo mi amor dice que pretende,
mayor valor que á otros bienes. mis memorias le enamoran
No temas, serena el rostro y mi rigor le entristece.
si de estos incendios temes Díjome, porque desea
la pérdida del honor con sus cautelas vencerme,
que eterno mi amor conserve; que á una persona muy noble
veinte años ha que soy tuya, diste en palacio la muerte.
aunque me parecen breves, Ofrecióme su favor,
que amor recíproco gasta conocido muchas veces
el tiempo pródigamente. que por precio de justicia
Testigo eres tú, bien mío, algunas honras se venden.
del favor y las mercedes De lo que le respondí,
que yo en tu pecho recibo, mis ojos que están presentes
que todo este amor me debes. fueron honrosos testigos,
Sien sabes que en tantos años como suelen serlo siempre.
no se ha ofrecido accidente Esta, señor, es la causa
que nuestro constante amor de que mi temor procede,
le divida ni le altere. y la turbación que el rostro
Nació entre sus tiernos brazos, con sus colores ofrece.
como de su casta fuente, Lisauro. Mucha más gloria recibe
Efigencia, nuestra hija, quien vence á sus enemigos
que guarde Dios como puede. que quien sin tenerlos vive;
Lisauro. No dilates más, señora, que ellos sirven de testigos
lo que sabes me conviene; con que su valor se escribe.
que alargas más las sospechas Y así de vuestra victoria
que con discursos suspendes. me resulta mayor gloria
Fulgenc. Esta vida y esta gloria que de las paces pudiera,
ha mudado en pena y muerte que entonces no se tuviera
Filiberto, hijo del Dux, de vuestro valor memoria.
á quien por amigo tienes. De algún modo á Filiberto
Pasea con blandos pasos le quedo en obligación,
la calle, que los consiente pues al mundo ha descubierto
mirando con tiernos ojos, con su vana pretensión
no á mí, sino á mis paredes. el valor que en vos advierto;
Cuando lo vine á saber, y así, mi esposa querida,
temí que el descuido fuese no le he de quitar la vida
de mi casa la ocasión por el honor que os ofrece,
para el amor que pretende; que la virtud resplandece
que yo siempre imaginaba al paso que es perseguida.
que, cuando el amor se atreve, (Ap) Esto digo, aunque en mí siento
era por darle ocasión el justo enojo y pasión
las poco cuerdas mujeres. de su loco atrevimiento,
Di luego en cerrar ventanas que él por sí ya dió ocasión
y establecí nuestras leyes á mi agravio sentimiento.
de honestidad y recato Fulgenc. Mira, mi bien, que sospecho
que grandes peligros vencen. que pones duda en mi fe,
Mas él, galán y atrevido, y cuando estás satisfecho,
buscó la ocasión presente dudas, acaso, si fué
de visitar hoy mi casa; de tanto valor mi pecho.
la justicia y los jueces Lisauro. Eso fuera ya dudar
entró en ella y descubrió, de la luz que el sol ofrece,
con las palabras que suele de la inmensidad del mar
un poderoso atrevido, y del amor que merece
su libre amor fácilmente. tu amor, mi bien, ensalzar.
Lisauro. ¿Pretende ese caballero Yo estoy ahora ocupado
á mi hija, á quien ofenden, en un negocio.
JORNADA PRIMERA 473
Fulgenc. A morir Candado.
si te vas me has condenado; Con cosquillas de celos mi amo viene.
que nunca suele venir Verino.
seguro quien sale airado.
Lisaubo. Luego, ¿no te fías de mí? La merced de mi padre es propia mía,
Fulgenc. De mis desdichas no fío. pues es mi sangre quien la estima y tiene
¿Vas airado? el fruto de ella.
Lisauko. Ya perdí Diodoro.
todo el enojo. Ya partió á Ferrara,
Fulgenc. Bien mío; que á fugitivos de Venecia ampara.
¿has de volver presto? Lisauro.
Lisauro. Sí. Hoy acudí al peligro y al recelo
Fulgenc. Y qué, ¿no reñirás? de vuestro padre, y plega á Dios que sea
Lisauro. No. muy próspero el suceso, y le dé el cielo
Fulgenc. Júralo. lo que su casa y mi afición desea.
Lisauro. Por tu hermosura. Adiós, amigos.
Fulgenc. ¡Nunca te dijera yo
mi desdicha! Verino.
Lisauro. Está segura. Tu amistad y celo
Fulgenc. No lo queda quien amó. (Vanst.) te prometo pagar siempre que vea
que hay ocasión, pues no faltará alguna
á quien sujeto vive á la fortuna.
ESCENA X (Vanse los dos.)
Salen Lelio y Fii.iberto.
FllIBERTO. ESCENA XIII
Porque la obligación miro y respeto Lisauro, Candado y Filiberto más lejos.
que á mi padre y señor el Dux se debe,
no he puesto ya mi cólera en efeto Lisauro.
con la venganza que á furor me mueve. Filiberto está allí, llegar deseo
Lelio. y no ofenderle, á prevenir mi daño.
Siempre el considerado y el discreto, Filiberto.
cuando por ser cobarde no se atreve, Paréceme que allí á Lisauro veo
sabe excusar mejor su cobardía y le he de hablar con amoroso engaño.
pavonando el temor con cortesía. Candado.
FilIBERTO. Ningún suceso venturoso creo
Eres menor que yo, y así no he hecho que puede resultarme de este año;
estima de tu necio enojo y ira; enfrente están los campos, soy cobarde;
pero si alteras más el quieto pecho, mejor es huir temprano que no tarde. {Vast.)
por ti, rapaz, y por tu vida mira.
Lelio. ESCENA XIV
Yo buscaré ocasión que satisfecho
me deje más que ahora, si retira Lisauro y Filiberto.
el ver mi padre enfermo mi venganza, Lisauro.
que si no, yo cumpliera mi esperanza. (Vase.) ¿Oh, señor Filiberto?
Filiberto.
ESCENA XI lOh, señor mío!
Fii.iberto solo. ¿Qué se ha ofrecido en que serviros pueda,
Descomedido amor, infame cuenta que no me ha de faltar poder y brío,
de mi sangre y valor habéis hoy dado, y el mismo tiempo por testigo os queda?
que mal hicisteis, voluntad exenta, Lisauro.
en pretender gozar sabor forzado. De vuestra noble discreción confío
Villano anduve; pero si violenta que á vuestra edad y mi esperanza exceda,
su fuego amor, sus penas el cuidado, pues con justa razón toda Venecia
¿quién podrá resistir su pena fiera? como á imagen del Dux os ama y precia.
Gozárala yo y fuera como fuera. Filiberto.
¿Ofrécese dineros, mercancías,
ESCENA XII cédulas, cambios, créditos, fianzas?
Salen Lisauro, Candado, Diodoro y Verino. Porque la industria y las riquezas mías
cumplieron siempre honestas esperanzas,
Lisauro. y más á vos, Lisauro, que ha mil días
Yo estimo, amigos, tanta cortesía que pretendo ocasiones y mudanzas
como es razón. Adiós, que me conviene porque pueda ofrecérseos cosa alguna
entrar en el palacio y señoría. en que alentar sucesos de fortuna.
474 EL HONROSO ATREVIMIENTO
Si en casos de favor y de justicia, y estar contento con cualquier fortuna.
pretensiones ó pleitos se ofreciere Pues yo la vuestra estimo y reverencio,
ocasión y lugar, ya os doy noticia yo no pienso escuchar quien me importuna,
cuánto el Dux, mi señor, estima y quiere. ni esos puntos de honor los diferencio,
(Ap.) El veneno mortal de mi malicia ni los entiendo, que por buen respeto
le doy en vaso de oro, y si bebiere, les guardo á los casados el secreto.
que quizá beberá, y tendrá experiencia
de lo que puede el interés, Fulgencia. Lisauro.
Lisauro. Esa respuesta es bárbara y liviana,
y á no estar en palacio y señoría,
Quisiera yo, señor, que vuestro intento yo castigara la traición tirana
no fuera el que yo sé, porque pudiese de quien sin honra maltrató la mía.
estimarse ese noble ofrecimiento
y ponerle el valor que mereciese: Filiberto.
pero como adivino el pensamiento; Libre es mi voluntad, y fuerza humana
recelo y temo que su blanco fuese no la puede torcer, como confía;
no el hacerme merced, como es la muestra, honraos de que á Fulgencia sirve y precia
sino otra alguna pretensión siniestra. el hijo del Dux noble de Venecia.
Y por no atormentar con el secreto Si yo quisiere cumpliré mi gusto,
vuestro dudoso pecho y mi memoria quedéis ó no sin ese honor ligero,
que recelosa y mártir en efecto aunque mire Fulgencia más disgusto,
ya desea la muerte ó la victoria, que contra el oro no hay pechos de acero.
con confianza que tendréis secreto (Sacan las espadas)
como mi honor merece y vuestra gloria, Lisauro.
diré mi pena, mi pasión y enojos Ya, justiciero amor, no será justo
poniendo en tierra los honestos ojos. sufrir más este agravio.
Filiberto. Filiberto.
No sé qué pueda ser el accidente ¡Ay Dios, que muero!
que con tanta retórica y colores
es necesario se publique y cuente, Lisauro.
aunque el último fin fuese de amores. Paséle el pecho, salga por la herida
el alma que á mi honra fué atrevida.
Lisauro. Dentro en palacio estoy, delito grave
Aunque se queja un mudo, es elocuente es el que he cometido; pero admito
y transforma en palabras sus dolores; la muerte por la honra, que no sabe
que el hijo del rey Creso, siendo mudo, quien honras guarda recelar delito.
rompió la voz porque callar no pudo. Venecia se alborota; aquella nave
Filiberto. partirse quiere, á nado solicito
Pensaréis vos, Lisauro, que paseo alcanzalla y huir, si no me anega. (Vase.) (j)
por Efigencia, vuestra hija hermosa,
y que me muero de un traidor deseo
de gozar su beldad de amor ociosa. ESCENA XV
Lisauro. Salen Lelio, Marcelo y utros.
Ojalá fuera asi, que á lo que creo,
aunque me honrara á mí en ser vuestra esposa, Le lio.
igual es á la vuestra su nobleza, Seguid al homicida, venecianos,
si bien os aventaja la riqueza. que al hijo del Dux vuestro tiene muerto;
A mi esposa Fulgencia estoy muy cierto vuestra ley y estatutos soberanos
que pretendéis quitar su honor y fama; ha roto, castigad su desconcierto.
aunque no llegaréis al dulce puerto ¿Será bien que se os vaya de las manos
que llama dueño á quien la estima y ama, el que á las suyas deja á Filiberto
suplicoos cortésmente, Filiberto, la vida cara? ¿Iráse sin castigo
mate el valor vuestra imposible llama, quien del Dux y la patria es enemigo?
y sin negarme la verdad, que es cierta, Su hermano soy, mi padre enfermo y viejo,
jamás paséis aquella honrosa puerta.
faltándole el apoyo de su vida
Filiberto. dará con ella en tierra siendo espejo
Cuando yo enamorado pretendiera de esta ciudad, por él tan bien regida.
de esa señora el amoroso gusto, Si no os queréis privar de su consejo
ningún respeto ni razón hubiera privad de libertad al homicida.
que atajara mi amor, que en serlo es justo. ¡Muera Lisauro y su arrogancia fiera!
No será vuestra esposa la primera Seguidle, que se os va.
que haya tenido pensamiento injusto Todos.
y que en ofensa de su noble esposo
haya cumplido algún deseo amoroso. ¡Lisauro muera!
No hay que poner al mundo ley ninguna,
sino guardar los ojos y el silencio (i) Falta el último verso de esta ociava.
JOPNADA SEGUNDA 475
Marcelo. su facción, y en esta guerra
éntre también en la liga.
Sosiega, Lelio, el alterado pecho, Ven. I.° Su capitán general
que ya Venecia corre á la venganza os hace la Señoría.
del que este agravio á su Senado ha hecho, Duque. Yo haré que en la Lombardía
y muestra que eres fuerte en la mudanza. quede su nombre inmortal,
Lelio. por más que sus potentados
contra ella se confederen.
Tan sosegado estoy y satisfecho, VtN. 2.° Con Venecia poco pueden
Marcelo, como cierta la esperanza sus escuadrones armados.
que tengo de gozar en el ausencia Ven. i." La principal condición
de Lisauro los brazos de Fulgencia. que habéis, señor, de guardar,
De las voces que doy, del sentimiento es que nunca habéis de dar
que muestro, tan segura el alma queda, por ningún caso ó razón
que en ella vislfe galas de contento favor á los foragidos
si por de fuera el luto galas veda. de Venecia, y los que están
¿Nunca has visto llorar por cumplimiento en Ferrara se echarán,
al hijo gastador que al rico hereda? dentro de ocho días cumplidos
Pues yo también, llorando á Filiberto, de todo el Estado vuestro.
gracias ocultas doy al que le ha muerto; Duque. Así lo prometo y juro.
sin competencia; quedará por mía Ven. i.° Por tener aquí seguro
de Fulgencia, Marcelo, la belleza; y estar tan cerca del nuestro
los ruegos, amenazas y porfía vuestro Estado, han sucedido
derribarán, al fín, su fortaleza, mil libertades y insultos
su hacienda usurpará la señoría, que tiene Ferrara ocultos,
y mujer sin marido y con pobreza hasta haber un foragido
ya está rendida. dado muerte á Filiberto,
Marcelo. hijo del Dux.
Pensamiento vano. Duque. ¡Caso grave!
Ven. 2.° Si acaso alguno dél sabe,
Lelio. y le lleva, vivo ó muerto,
Si la gozo, bien muerto está mi hermano. la Señoría perdona
cualquiera delito ó yerro,
alzando cualquier destierro
á quien le entregue en persona,
JORNADA SEGUNDA y dándole juntamente
diez mil escudos.
Duque. Con eso
presto le llevarán preso,
ESCENA PRIMERA porque en su busca la gente,
si tan grande el premio es,
Sale el Duque de Ferrara y dos Venecianos. no perdonará lugar,
Un Criado y mal se podrá escapar
buscándole el interés.
Duque. Cumplióme el cielo el deseo A lo menos en mi Estado
que de las paces tenía no será favorecido
con la ilustre señoría él ni ningún foragido.
veneciana; y pues las veo Ven. i.° Aquesopideel Senado.
puestas en ejecución, Duque. Échese un bando esta tarde
las condiciones acepto de que salgan de Ferrara
que habéis propuesto, y prometo cuantos defiende y ampara.
guardarlas. Criado, Haráse así.
Ven. i.° Aquestas son Duque. El cielo os guarde.
que esta minuta declara. (Vanse los Yenecisnos.)
Ven. 2.° Vuestra excelencia, señor,
conserve el antiguo amor
que á los Duques de Ferrara ESCENA II
la República ha tenido Duque solo.
de Venecia, y manifieste
que es el Duque Alfonso de Este Las paces y la amistad
en quien ha resplandecido de Venecia le ha importado
el justo agradecimiento, á mi venturoso Estado
virtud que el que es noble precia. toda su seguridad.
Duque. Mi padre fué de Venecia Que es Venecia un enemigo
capitán, y en cumplimiento que á reyes pone temor,
de su amor, es justo siga y ha mostrado su valor
con mis armas y mi tierra cuán útil es para amigo.
47<3 EL HONROSO ATREVIMIENTO

ESCENA III ¿dirélo, cielos? forzarla.


Mas, como el vicio es cobarde,
Sale Lisauro con la espada desnuda.—Dicho. prevalecieron las armas
Lisauro. Excelentísimo Alfonso, de la virtud invencible;
digno duque de Ferrara, echó á Tarquino de casa
gloria de la sangre estense, más honrada que Lucrecia,
luz del mundo y sol de Italia. que no es disculpa una daga
Si el príncipe es aquel árbol á consentimientos necios
que el rey Nabuco soñaba, que de cualquier modo infaman.
á cuya sombra y favor Entré yo entonces en ella,
tantos se arriman y amparan, halléla triste y turbada,
príncipe eres y árbol noble, recibióme con suspiros
en cuyas ilustres ramas, y preguntando la causa
contra borrascas de injurias, fué, si hasta allí en e/icubrirla
amparo afligidos hallan. discreta, en decirla sabia,
Ciudadano de Venecia que de algún modo consiente
soy y blanco de desgracias; mujer que á tal tiempo calla.
Lisauro tengo por nombre Pidióme que la sacase
y mi desdicha^por patria. de su peligro y mi patria,
Nobleza heredé y hacienda, conjuró mi justo enojo,
que, aunque una y otra medianas, y como si se comprara
aumenté con mercancías, [a paz á peso de perlas,
que dan su provecho avaras. lloraron sus ojos tantas,
Dióme el cielo por consorte que las bebí para dar
la misma virtud y gracia; con ellas píctíma al alma.
hermosa para discreta, Soseguéla y soseguéme,
y para mujer honrada. que la ira desbarata
De quince años logró amor, las leyes de la prudencia
por fruto y primicia casta, y triunfos de la templanza.
una hija en la hermosura Fui á buscar á Filiberto;
y virtud su semejanza. entré en el palacio y casa
Vivimos los tres tres lustros del Dux, llegué comedido,
con la dulce consonancia pedí con nobles palabras
que hace la paz conyugal reprimiese intentos mozos,
entre dos conformes almas, cortando á esperanzas vanas
sin mezclar el descontento pasos que pisan honores
su aborrecible cizaña y lenguas que ofenden famas.
en los sembrados del gusto No obligó mi cortesía,
que amor recíproco guarda. (0
Cansóse de esto la envidia, que lo que al cuerdo refrena
y la ociosidad liviana al necio enciende y abrasa;
de la juventud lasciva pues aun no me dió en respuesta
tocó contra mi honra el arma. excusas acaloradas
Filiberto, hijo del Dux con palabras comedidas
de Venecia, dando entrada que valen hoy tan baratas;
á imposibles pensamientos díjome, y para que yo
y inutiles esperanzas, lo diga, pongo la cara
vió á mi Fulgencia, y siguióse y los ojos en el suelo;
tras el verla desearla, díjome, en fin, en mis barbas
tras desear pretenderla que con pretender mi esposa
y tras pretender rondarla. y con pasear mi casa
Porque como amor es yerro, más honra que merecía
sus eslabones enlaza mi humilde sangre me daba.
de este modo, que los vicios Que si el recato hasta allí
unos á otros se llaman. tuvo sus gustos á raya,
Pero fué intentar Nembrot daría rienda desde entonces
escalar las naves altas, á la pasión desbocada.
llegar Tántalo á la fruta Juzga tú, principe invicto,
y alcanzar sediento el agua, si á tan bárbaras palabras
el conquistar su firmeza y descorteses injurias
y combatir su constancia, fuera la paciencia infamia;
que no teme tiros torpes volvió por mí la razón,
y desnudando las armas,
Llegó á tanto su licencia, dos veces abrió salida
por ser su locura tanta, á su vida mi venganza.
que en mi ausencia pretendió...
(i) Falta un versoen el original. (i) Falta otro verso.
JORNADA SEGUNDA 477
Alborotóse Venecia, y uno para hallarlos basta.
y toda ella conjurada Corrido estoy por ser esta
contra mi honor defendido, la primera vez que hallan
que al poder todos le amparan. necesidades de vida
«Prendedle», decían á voces; en mí las puertas cerradas.
mas cuando en tropel llegaban Mas, para aliviar en parte
los ministros codiciosos, las que la pobreza os causan,
arrojándoles la capa, que á las de la misma muerte
como á toros, de la hacienda, ó se aventajan ó igualan,
tomé en la boca la espada, tomad aqueste diamante,
y hecho mi sagrado el mar, y perdonad que le faltan,
la vida entregué á sus aguas. cuando no puedo dar obras,
Llegué, á pesar de los tiros, al sentimiento, palabras. (Vase.)
voces, góndolas, pedradas,
á una nave ginovesa ESCENA IV
que á la boca de la barra
á los vientos daba velas Lisauro solo.
y dió ayuda á mi desgracia, Lisauro. ¡Oh generoso valor
deuda al agradecimiento qué bien disfrazado dejas
y á su valor nuevas alas. con dádivas tu rigor,
Llegué á Rovigo, y en él, pues abres puertas á quejas
rindiéndole justas gracias, y echas candados de amor!
pedí me echasen á tierra, Despides y favoreces,
parando al fin en Ferrara, niegas para consolar,
asilo de desdichados, , y si severo pareces
porque de mi esposa amada con una mano al negar,
el amor, no da licencia diamantes con otra ofreces.
que me aleje de mi patria. Mi desdicha me destierra,
De toda mi larga hacienda no tu valor celebrado,
sólo me queda esta espada que, como ella me hace guerra,
y esta vida, excelso duque, vengo á ser tan desdichado
que de tu sombra se ampara; que aun no me admite la tierra.
empléala en tu servicio
y defiende la venganza ESCENA V
de un agraviado marido
Sale Candado.— Dicho.
y una mujer injuriada
Duque. No hay para un hidalgo pecho Candad. En busca de mi señor
cosa más dura y pesada salgo huyendo de Venecia,
como el ver necesidades donde el popular furor
y no poder remediarlas. muestra lo mucho en que precia
La vuestra me ha enternecido al interés bullidor.
de suerte, que si llegara No sé dónde irle á buscar;
no ha media hora á mi noticia, mas no hay cosa que más sobre
no admitiera por su causa en cualquier parte ó lugar
las paces que ha establecido que el hombre necio y el pobre:
la señoría veneciana pobre es, yo le vendré á hallar.
conmigo, aunque de no hacellas Lisauro. ¡Candado!
mi persona aventurara. Candado. ¡Miren qué presto
Una de las condiciones pareció! ¿Qué haces aquí,
prometidas y juradas si el precio sabes que ha puesto
es no admitir foragidos Venecia, y que anda tras ti
y mandar que luego salgan por acá el vulgo molesto?
cuantos están de Venecia Huye, quedan un tesoro
en mis estados; ahora acaban á quien te llevare allá,
de irse los Embajadores; y el interés sin decoro
culpad á vuestra desgracia ya ves cómo correrá
y guardad vuestra persona, con diez mil pies, y esos de oro.
porque al que la entregue, mandan Lisauro. No hagas caso de mi vida;
diez mil escudos de oro, de mi Fulgencia me di.
perdonan delitos y alzan ¿Llora mucho? ¿está afligida?
cualquiera pena y destierro. Candado. Ya lo ves, como sin ti,
Ciudades hay en Italia sin hacienda y perseguida
donde podéis, disfrazado, no le ha dejado un rincón
esperar en las mudanzas la justicia en que vivir.
del tiempo y de la fortuna, Lisauro. ¡Tales mis contrarios son!
porque en toda esta comarca Candado. Ni una cama en que dormir.
os buscan diez mil escudos, Lisauro. ¡Ay prenda del corazón!
478 EL HONROSO ATREVIMIENTO

Candado Con una hija casadera probaré mi dicha corta,


á cuestas, ya tú verás y si vendo este diamante,
loque teme y lo que espera, remediaré de algún modo
la que ya no tiene más de mi esposa el mal sin tasa.
de esta hacienda; si ella fuera Candado. A seguirte me acomodo.
madre al uso no quedara Lisauro. Es ciego, por todo pasa
tan pobre, que puesta tienda amor y lo abrasa todo. (Vanst.)
su daño no remediara,
pues no es la peor hacienda ESCENA VI
una hija de buena cara.
Mas ¡bonita es mi señora, Salen Fulgencia y Efigencia.
en medio de su pobreza! Efigenc. Siquiera por el amor
Sólo tus peligros llora, que me tienes, será bien
siendo un mármol en firmeza. que treguas tus ojos den
Lisauro. No en vano el alma la adora. á tu llanto y mi dolor;
Mas deudos tiene presentes mira que tengo temor
que la acudan. que, siendo de ti homicida,
Candado ¡Desatino he de quedar combatida
indigno de hombres prudentes! de quien tu fama atropella:
Siempre el pobre es peregrino cuando no por mí, por ella
que está sin tierra y parientes. es bien conservar tu vida.
Si se quiere socorrer Si el peligroso recelo
de sus parientes, Fulgencia, de mi padre te acobarda,
aunque más llegue á tener, no temas, pues, que le guarda
negarán la descendencia su razón y el justo cielo.
de Adán, por no la valer. Si te causa desconsuelo
No fíes de su favor el dejarme á mí en pobreza
ni esperanza de ellos cobres, desigua! á tu nobleza,
porque igualmente el mejor eso no te dé temor,
recibe, cuando son pobres, pues para dote el mejor
deudos y deudas, señor. es tu invencible firmeza.
Lisauro. Si esos faltan, allá dejo Fulgenc. ¡Ay Efigencia, retrato
amigos que acudirán del padre que el ser tedió,
á mi esposa. su discreción te dejó,
Candado Mal consejo que es de tu virtud ornato!
tus esperanzas te dan. ¿Qué importa que el tiempo ingrato
¿El amigo no es espejo y aquesta persecución
de su amigo? haya hecho ejecución
Lisauro. Y muy seguro. en mis bienes, males ya,
Candado Pues si es espejo el más fiel, pues quitarte no podrá
como de ti conjeturo, bienes que del alma son?
¿podráste mirar en él Tu discreción resucita
puesto el espejo en lo escuro?' mi esperanza con pensar
Di que no, no estés perplejo. que no la puede quitar
Pues así es la amistad, el que la hacienda nos quita;
porque el amigo más viejo, la crueldad nos necesita
en viendo laescuridad de Lelio, mas será vana
del trabajo, no es espejo. su intención necia y tirana,
Lisauro. Candado, ya la amistad porque contra su torpeza
de la corte se retira es mi honra fortaleza
al destierro y soledad que por hambre no se gana.
que allá reina la mentira EfiGenc. No digas de Lelio mal,
y aquí vive la verdad. madre, si me quieres bien,
No me espanto que haya hallado que, aunque es justo tu desdén,
mi desdicha ayuda en ti, le tengo amor inmortal.
que es tu patria el despoblado, Cuando casi era su igual
y á la amistad como á mí en hacienda y en valor,
noblemente has hospedado. del alma le hice señor,
Yo he de volver aunque muera deseando ser su prenda;
á Venecia, por sacar hanos quitado la hacienda
mi esposa querida afuera; y hame dejado el amor.
trazas sabe el amor dar Sin la hacienda no me atrevo
para todo. á decille que le adoro,
Candaco Esa es quimera. que amor caza con el oro
Lisauro. Muchas hace el firme amante. que en las flechas trae por cebo;
Candado . Señor, tu intento reporta. callando su rigor pruebo,
Lisauro Con un disfraz importante que el amor que está desnudo,
JORNADA SEGUNDA
479
si es ciego, también es mudo, ESCENA Vil
y si á ti se manifiesta,
una voluntad honesta Sale Lisauro como mercader con una caja como
es la qire obligarme pudo. portugués y muchas cintas decolores, y Candado
Fui.oenc. Pero ¿qué es esto? ¡ay de mí! detrás como lencero con un fardo.
á su combate ordinario Candad. ¿Compran lienzo:
viene mi torpe contrario.
Cambray, Ruan, Caniguí?
(Aparte d Lisauro.)
ESCENA VII Mira cuál ando tras ti.
Salen Lelio y Marcio.—Dichas. Lisauro. El amor todo es quimeras.
¿Compran tocas, tranzaderas?
Efigenc , (Aparte:) ¡Ojalá fuera por mil ¿Qué es esto, triste de mí?
Lelk). Marcio: Fulgencia está aquí, Lelio mi afrenta procura
ya tiemblo y desconfío. y mi esperanza alborota,
Amado tormento mío, y continuada una gota
¿hasta cuándo imitarás traspasa una peña dura.
en no volver paso atrás Lelio. Con una mano asegura
al tiempo veloz y al rio? mi amor, tu esposo y hacienda.
En la tormenta aligera, Marcio. Dale una mano por prenda
quien no se quiere anegar, de que tu rigor se ablanda.
la nave, arrojando al mar (Métese Candado por enmedio de los dos.)
la hacienda, que su muerte era;
bella ingrata: ¿quién creyera Candad. ¿Compran tocas, lienzo, Holanda?
que echando al mar mi venganza Lelio. Nunca falta quien me ofenda.
tu hacienda, menos bonanza Andad con Dios, que no hay
hallara en ti mi deseo, quien lienzo haya menester.
pue; cuando estás pobre veo Lisauro. ¿No mandásiedes ayer
que se anega mi esperanza? que os trujese hoy el Cambray?
Hábíame, que me maltratas Fulgenc. ¡Ay, cielos!
en silencio; amada fiera, Efigenc. ¿De qué es el ay?
dame palabras siquiera, Fulgenc Lisauro y Candado son
pues valen hoy tan baratas. causa de mi confusión
Piedra muda que me matas y de su muerte si aquí
callando por que pregone los conocen. ¡Ay de mí!
tu crueldad; mas ¿quién me pone Efigenc. Disimula tu pasión,
temor? Seré mi homicida, pues que vienen disfrazados.
{Saca la daga.) Lei.io. ¿De qué es, Efigencia, el susto
quizá al quitarme la vida de mi bien?
medirás Dios te perdone. Efigenc. Todo es disgusto
Marcio. Lelio, ¿estás loco? de los presentes cuidados.
Efigenc Señor, Como en los tiempos pasados
sosegaos, que no sabéis se vió tan rica, y ahora
cuantas vidas quitaréis tan pobre se ve que ignora
si os mata vuestro furor. de dónde puede sacar
Lelio. ¿Qué, no te obliga mi amor dineros para comprar
ni su hidalga cortesía, un poco de lienzo, llora.
bronce duro, piedra fría? Lelio. ¿Por eso no más? Comprara
Dame una mano no más, una lágrima mi amor
que con ella aplacarás derramada en mi favor,
parte de la pena mía. aunque mi hacienda empeñara.
Ni que á Lisauro se ofenda ¿Qué hacéis? Ocupad la vara;
ni que tu honor pierdas pido, comenzá á medir las dos.
yo te daré á tu marido; Lisauro. ¿Habéislo de pagar vos?
yo te volveré tu hacienda Lelio. Medid; no os dé eso cuidado.
si me das, hermosa prenda, Lisauro. ¿Daréle muerte, Candado?
una mano. Candad. Midamos, ¡cuerpo de Dios!
Efigenc . (Aparte.) En ella os diera y advierte que sin medida
el alma yo, si pudiera. te pierdes, si no reparas
Lelio. ¿Qué rigor te enmudeció? que vendiendo el lienzo á varas
Hábíame y dime de no pasas á dedos la vida.
porque consolado muera. Lisauro. Aquesta, señora, es caza.
Si con lágrimas me vengo, Fulgenc . (Aparte.) Mi bien: en balde será
ten lástima de que llora la que el interés me da.
un hombre. Lisauro. Sí, pero mucho adelgaza.
Marcio. Acabad, señora. Fulgenc Tiene muy bellaca hilaza.
Lelio. De nuevo á penar comienzo Lisauro. ¿Quién?
mi bien, mi mal. Fulgenc Nuestro perseguidor.
480 EL HONROSO ATREVIMIENTO

Lisauro. ¡Ay, dulce esposa! Lisauro. Lelio combate y porfía,


Fulgenc. ¡Ay, amor! poco importa ser Lucrecia,
Lisauro. ¿Cómo estáis? si al fin Tarquiho se precia
Fulgenc. Como sin ti. de que fué su violador.
Lisauro. ¡Pobre y perseguida! Fulgenc. Pues ¿qué remedio?
Fulgenc. Sí. Lisauro. El mejor
Lisauro. ¡Sin hacienda! es sacarte de Venecia.
Fulgenc. Y con honor. Fulgenc. Esto ¿cómo será ansí,
Calla, mi bien. si á mi casa ha puesto guarda
Lisauro. Desespero. la señoría, que aguarda
Marcio. El dinero es un tercero prenderte, mi bien, por mí?
que el bronce más duro ablanda; No te detengas aquí,
con achaque de la holanda ni ofenda tu pensamiento
la puedes dejar dinero más mi casto y noble intento,
y partirte satisfecho que dando á mi honor quilates
de que su amor gozarás, seré contra sus combates
que hasta recibir no más roca al mar y torre al viento.
resiste el más firme pecho; ¿Dónde piensas ampararte
pues que lo más tienes hecho, de diez mil contrarios mudos,
lo menos traza y ordena. digo, de diez mil escudos,
Pagad con esta cadena mi bien, que van á buscarte?
y estos doblones ahora ¿Tendrá el mundo alguna parte
el lienzo, y después, señora, donde puedas esconderte
con menos crueldad mi pena. del oro que va á prenderte?
(Echa encima del fardo ¡a cadena y un Lisauro. Sí, Fulgencia; mi sagrado
bolsillo, y vanse los dos.) es la lealtad de Candado,
asilo contra la muerte;
á pesar del interés,
ESCENA VIII su casa me da favor.
Dichos, menos Lelio y Marcio. Candad. Disfrazado de pastor
por verte, vengo cual ves,
LlSAURO. (Toma el dinero y cadena en la mano y hecho un asno portugués.
íiiee:)
¡Oh, mal haya el inventor Fulgenc Ejemplo de lealtad
que del centro de la tierra serás.
sacó para hacernos guerra Candad. Prólogos dejad
tu peligroso valor! y vámonos, que es cruel
Pestilencia del honor, el peso de este fardel.
por ver lo que al mundo dañas Lisauro. Este diamante tomad,
te echó á cuestas mil montañas Fulgencia, porque en la fe
naturaleza propicia; de vuestra lealtad se engaste,
pero la infernal codicia que no habrá quien os contraste
te sacó de sus entrañas. si le imitáis; dueño fué
Como abortivo has nacido suyo un Duque en quien se ve
abriendo el vientre en que naces, la magnificencia rara
que eres mal nacido y haces de su sangre ilustre y clara,
las obras de mal nacido. y yo espero, esposa, en Dios,
El color tienes perdido, que tendrá el valor en vos
que es propiedad del traidor que en el Duque de Ferrara.
andar siempre con temor, Fulgenc. Qué ¿os vais, señor de mi vida?
por eso de ti sospecho Lisauro. A veros vendrá Candado
que por los males que has hecho cada día.
naces perdido el color. Fulgenc Con cuidado
Si eres fuego que á abrasar quedo, hasta saber que estáis
vienes mi fama y sosiego, libre del riesgo en que vais.
para matar tanto fuego Lisauro. Mayor el vuestro me ha dado.
necesario es todo un mar, ¿Dejaréisme?
en él te quiero arrojar; Fulgenc. Es imposible.
(Arrójalo todo al vestuario.) Lisauro. ¿Si os persiguen?
sus aguas quema y abrasa, Fulgenc. Resistir.
que si la pobreza escasa Lisauro. ¿Hasta cuándo?
te da hospedaje y consiente, Fulgenc Hasta morir.
tú eres tal, que brevemente Lisauro. ¡Gran fortaleza!
te alzarás con honra y casa. Fulgenc Invencible.
¡Esposa del alma mía! Lisauro. ¡Que os dejo!
¡Efigencia de mis ojos! Fulgenc. ¡Pena terrible!
Fulgenc. ¡Dulce paz de mis enojos! Lisauro. ¡Que os quedáis!
Efigekc. ¡Centro de nuestra alegría! Fulgenc Quedáis en mí.
JORNADA TERCERA 48i
Lisauro. ¿Sois mi esposa? no te ha de dejar Candado,
Fulgenc. Mi bien, sí. por más que el tiempo cruel
Lisauro. ¿A quién amáis? apartarme de ti crea,
Fulgenc. Sólo á vos. pues cuando por ti y por él,
Lisauro. ¡Ay mi bien, adiós! rico y dichoso no sea,
Fulgenc. Adiós. á lo menos seré fiel.
Candad. ¡Compren lienzo, caniquí! (Vanse.) Candado soy y cerrado
para guardarte, y aunque eres
infeliz y desdichado,
mientras que tú no la abrieres,
JORNADA TERCERA mi lealtad va con candado.
Mira del modo que intentas
favorecer á tu esposa, .
ESCENA PRIMERA porque con nuevas tormentas
la riqueza poderosa
Salen Lisauro de labrador y Candado. maquina trazas violentas.
Lelio, que por bien no alcanza
Lisauro. No pongo en cosa, Candado, la posesión de su amor,
mi gusto que me le dé; abre puerta á la venganza,
contra mi se ha conjurado y en los brazos del rigor
todo el mundo, ¿adónde iré alimenta su esperanza.
para no ser desdichado? Porque no pueda salir
Que la amistad ponga trato de Venecia, hace guardar
con el interés, ya ha sido su casa, sin permitir
ley del mundo sin recato; irla nadie á visitar.
no me espanta del olvido Lisauro. Menos mal fuera morir.
del amigo que es ingrato. Pues ¿qué come, si es que tiene
Pero que también persigan ya mi esposa que comer?
las cosas inanimadas, Todo contrario me viene;
á un desdichado, y que sigan ¿luego no podrá vender
leyes en vicio fundadas, el diamante?
que ála ingratitud obligan, Candado. Ni conviene,
esto me asombra y me espanta; que quien le quitó la hacienda
hasta la tierra que piso mejor quitará el diamante.
parece que se levanta Lisauro. ¡Ay cara y hermosa prenda!
contra mí. Cuanto diviso, Muera tu esposo delante
aire, fruto, piedra, planta, de tus ojos y no ofenda
parece que se conjura mi desdicha de esa suerte
y con semblante inclemente tu constancia no rendida;
huye de mi desventura. yo voy á morir y á verte,
Para mí llora la fuente que por remediar tu vida
cuando reirse procura. quiero que me den la muerte.
Ya en tu casa me aborrecen Candado, ¿Estás sin seso, señor?
tus hijos y tu mujer; Lisauro. Morir quiero.
mis desdichas lo merecen. Candado Desear
Candad. ¿Pues qué hicieran á saber la muerte más es temor
quién eres y lo que ofrecen y flaqueza que alcanzar
los que tu ventura escasa nombre digno de valor.
persiguen? Lisauro. ¿No podré ver á Fulgencia
Lisauro. Tu esposa dice otra vez dando disfraz
que desde que entré en tu casa que me lleve á su presencia?
cuanto tiene es infelice: Candado .Nunca el capitán sagaz
los trigos el cierzo abrasa, tienta, si tiene prudencia,
cómese el lobo al ganado, la fortuna poco fuerte
y, en fin, viñas, prados, gente, dos veces, porque si funda
todo por mí ha desmedrado. en la primera su suerte,
Candad. Parécense extrañamente suele estar en la segunda
la tiña y el desdichado. la celada de su muerte.
Como es la mala fortuna Yo iré á Venecia cual suelo,
tina y peste, donde llega que soy menos conocido
no deja cosa ninguna, y me es más piadoso el cielo.
sarna que luego se pega Del carbón que hemos cocido
su contagión importuna. haré cargas, venderélo,
Pero si en tiempo apestado y dándole el precio dél
se conoce la lealtad á Fulgencia, que conmigo
del amigo y del criado no será Lelio cruel,
y es peste tu enfermedad, ni creerá que á un su enemigo
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA.—TOMO II 3i
482 EL HONROSO ATREVIMIENTO

cubre mi tosco buriel. con el crédito y hacienda


Dándome entrada segura que por Lisauro tenía,
remediaré su pobreza, cuya nobleza no ofenda
daré alivio á su hermosura, jamás la fortuna impía.
y alentaré su firmeza Pero hala vuelto á perder
mientras tu destino dura. como el crédito ha faltado
Esto quiero, y es razón de Lisauro, y no ha de haber
que aqueste gusto me des, otro Lisauro estimado
Lisauro. ¡Ay leal Efestión! que le vuelva á socorrer.
ni te vence el interés También él anda por todo
ni te obliga la opinión desterrado y afligido,
de la fingida amistad; y, aunque donde habita ignoro,
quisiera Alejandro ser por su vida ha prometido
para pagar tu lealtad. diez mil escudos de oro
Candado. El carbón voy á poner; el veneciano Senado,
hoy entrará en la ciudad, volviendo á la patria y tierra
sufre tu infeliz estado; á cualquiera desterrado
que aquél, si fuere animoso que le lleve.
estará, aunque despreciado, Lisauro. Tanta guerra,
más cerca de ser dichoso cielos, ¡contra un desdichado!
que fuese más desdichado. (Vase.) Pero ¿qué es esto? ¿No veo
á Diodoro y á Verino?
O me engaña mi deseo
ESCENA II ó en ellos el favor vino
LlSaURO SOlO. que en otros hallar no creo.
A su padre di la vida
Correspondencias y tratos con la hacienda y libertad
en Italia tenía yo, que ahora lloro perdida.
con mercaderes que, ingratos, ¿Es mucho de esta amistad
la necesidad buscó que los réditos les pida?
sus partidas y contratos. Quiero llegar.
Pues si es verdad lo que digo, Diodoro, Avisado
los amigos, ¿dónde están, está mi padre que aquí
que siempre andaban conmigo? venga á hablarnos.
Alas las hormigas no van Lisauro. Ea, cuidado,
á las eras si no hay trigo. ¿qué teméis? ¿Llegaré? Sí...
El que ve la golondrina Mas no, que soy desdichado.
en el verano labrar Y aunque Verino y Diodoro
casa firme, ¿no imagina de mi amistad son testigos,
cuán de asiento quiere estar lo que en ellos tengo ignoro,
por su huéspeda y vecina? que más querrán por amigos
¿No parece el nido eterno diez mil ducados de oro.
que ha fortalecido tanto? Diodsro. ¿Eres Lisauro?
¿No le alegra el canto tierno? Lisauro. Solía;
Pues nido, hospedaje y canto ya soy pelota del tiempo
todo lo deja al invierno. que hasta el cielo subía
¿Qué me quejo, pues, en vano sirviendo de pasatiempo
si mi invierno va conmigo? á la fortuna algún día.
Faltó el sol y faltó el grano; Ya me ha abatido de traza
si es golondrina el amigo, que, despedazada y rota,
él volverá en el verano. según lo que me amenaza,
si del tiempo fui pelota,
ya soy de la muerte chaza.
ESCENA III De cuantos amigos tengo,
Sale Verino y Diodoro.— Dichos. ó por mejor decir, tuve,
sóloá descubrirme vengo
Verino. El Duque de nuevo ha echado á los dos; dudoso estuve;
de Ferrara á los bandidos mas ya mi dicha prevengo
que Venecia ha desterrado; en vosotros, que el valor
y así somos compelidos que os ilustra y ennoblece
á sacar de aqueste Estado y el ofrecido favor
á nuestro padre Honorato, á vuestro padre, merece
cuya vejez afligida que satisfagáis mi amor.
remediar, Diodoro, trato. Verino. La mayor satisfacción,
Diodoro. ¿Cómo, si contra su vida Lisauro, es la natural;
se conjura el cielo ingrato? á esto inclina la razón
Verino. Rico en Ferrara vivía y la deuda filial,
JORNADA. TERCERA 483
que es precisa obligación. que vida que dió la vida
Mi padre está desterrado; á un padre y á dos hermanos
á quien te lleve á Venecia hoy por ellos sea vendida?
vivo, el destierro han alzado; ¿La vida ponéis en venta
en tanto, Lisauro, precia de Lisauro? ¿La lealtad
darte la muerte el Senado. del mundo que honralle intenta?
(Cógenle por detrás y atante á un árbol.) ¿Esto es darme libertad
Diodoro. Perdona, que á la amistad ó es darme perpetua afrenta?
siempre el amor se antepone ^Con qué cara podré yo
del padre. a mi patria restaurado
Lisauro. ¡Ah infames! soltad, ir? Este es quien vendió
si no queréis que pregone ingratamente al Senado
la fama vuestra crueldad. al que la vida le dió.
Siquiera por descubrirme ¿Ya tenéis las lenguas mudas?
á los dos y por fiarme Pero si, que en tales tratos
de vuestra lealtad no firme os convencerán mis dudas;
habíades de guardarme, símbolos de los ingratos,
no prenderme y perseguirme. con vosotros ya hay tres Judas.
Verino. Somos hijos; el amor ¿Quién pudiera con dos lazos
puede más que la amistad; daros la muerte como á él?
mi padre pide favor. Desate mi amor los brazos,
Lisauro. ¿Y esto es dalle libertad? Lisauro, de este cordel
Infamia diréis mejor, para que me den abrazos.
y si á la experiencia llego (Desátale y dale una espada.)
de ver pagar mal por bien, Y para que aquesta espada
desde hoy diga el vulgo ciego: cobre venganza debida,
«Haz mal sin mirar á quien, su muerte es bien empleada:
haz bien y guárdate luego.» no son mis hijos, la vida
les quitad ya deshonrada.
ESCENA IV Lisauro. A tal nobleza y valor
no hay satisfacción ni precio;
Sale Honorato.— Dichos. con los brazos es mejor
pagaros; el celo necio
Honor. Aquí mis hijos dijeron de vuestros hijos fué amor.
que me esperaban. Y aunque no hay obligación
Lisauro. Atad natural por quien la cuadre
manos que tan sueltas fueron á hacer al hijo traición,
que su hacienda y libertad hijos de tan noble padre
á vuestro padre ofrecieron. merecen por él perdón.
Honor. Hijos, ¿qué es esto? Yo os le doy, escarmentado
Diodoro. Señor: en mí mismo; y porque siente
ya el cielo ocasión ha dado pena y vergüenza el culpado
con que, por nuestro favor, siempre que tiene presente
á Venecia restaurado á persona que ha injuriado,
goces tu hacienda y valor. quiero con vuestra licencia
El Senado ha prometido partirme.
libertad al que entregare Honor. Cifróse en vos
á Lisauro foragido la lealtad y la prudencia.
y vivo allá le llevare, Lisauro. Amigos, adiós.
líánosle el cielo ofrecido Honor. Adiós.
aquí, y aunque formes quejas Lisauro. ¡Ay mi querida Fulgencia! (Vase.)
de que le pagamos mal,
deudas y amistades viejas,
la obligación natural
nos cierra al fin las orejas. ESCENA V
Honor. A poder desengendraros, Dichos, menos Lisauro.
¡infames! por honra mía,
el ser volviera á quitaros Honor. Quitaos delante de mí
que os di. ¡Maldito sea el día afrenta de la virtud,
que hijos pude llamaros! y de la sangre que os di,
¿La vida que tengo yo centro de la ingratitud,
y la vuestra no es toda una? y no os llaméis desde aquí
Pluguiera al cielo que no, mis hijos, que no merece
á pesar de la fortuna. tal nombre vuestra traición.
¿Lisauro no me la dió? Verino. Cordura el callar parece
Pues ¿será paga debida, que convence la razón.
desconocidos, villanos, Diodoro. Y la traición enmudece. (Vanst.)
484 EL HONROSO ATREVIMIENTO

ESCENA VI Lelio.
Bella Efigencia, si por vos no obligo
Salen Lelio y Marcio. á vuestra madre, sin remedio quedo.
Vuestro padre murió; Fulgencia hermosa
Lelio. os pujde remediar siendo mi esposa.
He publicado que Lisauro es muerto Efigencia.
y por Venccia corre aquesta fama, Dcbéisme, Lelio, tanto, que he antepuesto
tanto que no hay persona que por cierto á mi difunto padre vuestro gusto;
no la publique. mi madre por mi causa...
Marcio. Lelio.
¡Pobre de quien ama! Decid presto.
Lelio. Efigencia.
Antes espero así salir al puerto En medio de sus penas y disgusto
de mi esperanza y obligar mi dama admite vuestro amor casto y honesto.
á que, muerto su esposo y mi enemigo,
su mal remedie por casar conmigo. Lelio.
Fingiré desposarme en secreto, ¡Oh nueva venturosa, oh premio justo
que en público, recién muerto su esposo, de Jacob por Raquel perseverante!
querrá guardalíe el luto y el respeto ¡Oh venturoso fin de un firme amante!
á las lenguas del vulgo licencioso; Efigencia.
y si una vez mi amor pongo en efecto
y aplaco aqueste fuego riguroso En respuesta del vuestro, Lelio, envía
que entre esperanzas leves, entretengo este papel, no de su propia mano,
gezo á Fulgencia y á mi hermano vengo. que no quiere dar muestras en un día
tan grandes, que su amor llaméis tirano;
Marcio. pero bastan que vengan de la mía.
La traza es extremada, aunque indecente Lelio.
á tu valor. ¡Qué tal escucho, cielo soberano!
Lelio.
Marcio.
¿Decencias, Marcio, pides?
¿No sabes que es amor guerra inclemente ¿No te lo dije yo? ¿Ves como el oro
y que en guerra son lícitos ardides? enjuga perlas?
No repares en ése inconveniente Lelio.
si con la vara del peligro mides De contento lloro.
el que corre mi vida en verdes años, Efigencia.
si á Fulgencia no gozan mis engaños. Este diamante solo que ha quedado
Aquí sus ojos vierten el tesoro perseverante entre la mucha hacienda
de las Indias del Sur de su hermosura que nos hizo quitar Dux y Senado,
por su fingido muerto; aquí la adoro, sin que su amor permita que se venda,
y aquí mi amor su libertad procura. también os le presenta
Marcio. Lelio.
Quien llora perlas, si con lienzos de oro Ya he llegado
enjuga el llanto, juzgara aventura al colmo de mi dicha; ¡oh rica prenda!
por quien el oro la ofreció el verterlas, no por la clara luz que en ti el sol cría,
porque son muy parientes oro y perlas. sino por el valor de quien te envía
Pero á E Agencia, que á su madre imita la boca pongo en ti una y mil veces.
en la virtud, belleza y en el llanto, Efigencia.
sale al encuentro.
Fué la joya primera que mi padre
la dió, y en fe que suceder mereces
ESCENA VII en su amor y lugar, la da mi madre.
Sale ErigeNCla.— Dichos. Lelio.
Esta cadena toma, pues me ofreces
Efigencia. tal dicha, tanto bien; y porque os cuadre
Amor: ¿cómo no os quita mi gozo á todos; escuchad ahora
el poder que tenéis tormento tanto? lo que escribe Fulgencia mi señora.
¿Al que mató á mi padre y solicita (Lee.) «A tanta perseverancia vuestra y desdi
a mi madre adoráis? ¡Parece encanto! cha mía no me puedo persuadir sino que el
Un padre muerto lloran mis desvelos; cielo está de'vuestra parte y quiere que, muerto
Lelio me causa amor, mi madre celos. mi señor y esposo, sucedáis en su lugar y amor.
Pero presente tengo á mi enemigo, Temeridad será el resistille; mas sólo os su
si así llamar á quien adoro puedo. plico deis lugar á que el sentimiento y luto
Amor enredador, sed vos conmigo, cumpla con la obligación que le tengo y con
que me importa la vida cierto enredo. las lenguas del vulgo, que bien podéis entrete
JORNADA TERCERA 485
ner deseos con esperanzas tan ciertas como la Quiérole mucho; á mucho, amor, me atrevo;
firmeza de este diamante, única prenda y bien grande es mi ingenio, pero provechoso;
estimada de mi primer esposo y ahora del que pues si es mi dueño Lelio, de Lisauro
ha de serlo segundo. No escribo de mi mano, guardo el honor y su valor restauro. (Vase.)
porque hasta dárosla tiembla de vergüenza.
Guárdeos el cielo y hágaos más dichoso que ESCENA IX
vuestro antecesor. Vuestra,
Fulgencio.» Salen Julio y Decio y Candado asido.
¡Oh letras venturosas, breve suma Julio. De Lisauro sois criado
de la vitoria que mi dicha pinta! y cómplice en su delito.
¡Bendiga el cielo al que inventó la pluma, Candad. Lo primero yo lo admito,
el que el papel halló, letras y tinta; lo segundo os ha engañado;
jamás el tiempo viciador consuma porque yo ni á nadie he muerto
su nombre ilustre, sino que en sucinta ni hice tal bellaqpería.
y breve historia en bronce esculpa y grabe Decio. ¿No huísteis con él el día
su nombre ilustre y su memoria alabe! que dió muerte á Filiberto?
Marcio. Candad. ¡Válanos Dios! Yo no huí,
A tu dama celebra y deja ahora sino viendo que quedaba
las letras, el papel y su alabanza. sin amo y que él se escapaba,
á mi aldea me volví,
Lei.io. y ahora traigo carbón
¿Que Fulgencia, Efigencia, es mi señora? que vender.
¿Que el premio ofrece ser de mi esperanza? Julio. Venga al Senado,
A no temer el alma que la adora que eso es mentira.
los daños y el rigor de una tardanza, Candad. (Aparte) Candado:
perdiera el seso quien su amor contempla. ya estás en la tentación.
Efigencia. Julio. El Dux lo manda; ea, andemos.
Por eso el gusto con pesares templa;
pero no tanto, Lelio, que te impida ESCENA X
el hablalla esta noche; si la ruegas
que de la luna el resplandor despida, Salen Lelio y Marcio. — Dichos.
y, pues amor es ciego, venga á ciegas, Lelio. Marcio: no ama quien es cuerdo;
yo haré que á una ventana prevenida de contento el seso pierdo.
puedas hablalla, si á las doce llegas Marcio. El amor todo es extremos.
con la traza que pide el que es discreto. Lelio. ¿Qué es esto?
Lelio. Candad. Señor: yo soy,
Solícito vendré, solo y secreto. ó fui, si á decirlo acierto,
Efigencia. criado antaño del muerto
Lisauro; hele visto yo
Pues vete ahora, y quita inconvenientes finar, y vengo á cobrar
de quien aquí te viere tan contento. lo que el Dux ha prometido
Leljo. á quien hubiere sabido
Bien dices; tus consejos son prudentes, su muerte. Entré en el lugar
grande er. mi obligación, un casamiento y, apenas en él me vi,
ilustre te prometo. Adiós. (Vase.) cuando aquestos dos alanos
me echaron tmbas las manos;
hacen presa y pinta en mí.
ESCENA VIII Lelio. ¿Morir á Lisauro has visto?
Efigencia, sola. Candad. Sí, señor, por estos ojos
que tien de comer gorgojos;
No intentes ya habrá cenado con Cristo.
darme otro esposo sino el que yo intento, Lelio. Marcio: ¿hay ventura mayor?
que es á ti mismo. Amor ciego y desnudo, ¿Que la muerte que he fingido
• á enredos ciegos das un ciego nudo. verdadera haya salido?
Adoro á Lelio, y finjo que mi madre Marcio. Está de tu parte amor;
por esposo le admite, cuando llora no me espanto.
más que Aganipe por mi muerto padre, Lelio. En mi servicio
y más que por Memón la fresca Aurora. quiero que estés desde hoy;
En su nombre escribí, que aunque me cuadre dueño de Fulgencia soy
fama y nombre, desde hoy, de enredadora, y ser tu dueño codicio.
ya sabemos que amor no tiene hazañas, Que si á Lisauro sucedo
sino solos enredos y marañas. y es mi esposa su mujer,
El diamante la hurté, que, en fin, no es nuevo de;de hoy le he de parecer
ser ladrón el amor; si á ser mi esposo en todo.
le obligo, aquesta noche el premio llevo Candad. Con vos me quedo.
que merece un ingenio cauteloso. Mas ¿qué decís de Fulgencia?
4^6 EL HONROSO ATREVIMIENTO

Lelio. Que es mi esposa y mi bien ya. nogal, mi suerte me nombra,


Candad. ¿La viuda? por fuerza te ha de alcanzar
Marcio. Claro está; la desdicha que me asombra,
Candad. ¿Pues no es cargo de conciencia pues te quisiste arrimar
que tan presto olvide el luto? á tan desdichada sombra.
Lelio. Esta noche he de ir á vella.
Candad. ¿A su casa?
Lelio. Sí.
ESCENA XIII
Candad. ¿Y con ella?... Sale Candado.— Dicho.
Lelio. Con ella, pues.
Candad. ¡Oste putol Candado. No le quisiera traer
Lelio. Vamos, y en llegando á casa las nuevas á mi señor
de noche, me vestiré. que le traigo, que han de ser
Candad. (Aparte.) Yo y todo me escurriré muerte suya y de su honor;
y le diré lo que pasa mas si las ha de saber
á mi amo. por otro, sepa por mí
Lelio. ¿Qué he de ser el mal que por su honra pasa.
tu esposo, Fulgencia amada? LlSaiiRO. ¿Candado?
¡Gran dicha! Candado. Ya enmudecí.
Candado ¡Viuda y casada LlSAURO. Ya el cielo quemó tu casa
en un día!, ¡oh, roin mujer. (Vanse.) porque yo en ella viví.
De tu lugar me han echado,
¡tanto mi desdicha pudo!
ESCENA XI tú solo firme has quedado;
Sale Lisai :r<i y t¡ as ¿I Labrador! ...
habla; ¿de qué estás mudo?
Candado. Candado está con candado.
Labr. i. °Echadle con el pecado. LlSaiiRO. ¿Cómo queda mi Fulgencia?
Labr. 2.° Después que está en el lugar ¿Cómo mi Efigencia está?
todos hemos desmedrado, ¿Consolólas tu presencia?
hasta venirse á quemar ¿Callas? No por bien será.
la casa que le ha hospedado. No pruebes más mi paciencia.
Labr. 3.° ¡Válgate la maldición, ¿Venció el interés cruel
por hombre ó por desventura! á la pobreza inconstante?
Labr. 4.° La desdicha es contagión. Candado. No hay resistencia con él:
Labr. i.° Por verdad mos dijo el cura ¿conoces este diamante?
el otro día en el sermón, LlSAURO. Sí.
que se ahogaban en el mar Candado. Pues mira este papel.
todos los que iban con él. (Lisauro lee para si.)
Labr. 2.' En él lo habíamos de echar. Tu enemigo ha publicado
LlSAURO. Ea, fortuna cruel, por Venecia que eres muerto;
acábate de vengar. creyólo el Dux y Senado,
Echadme, no tengáis pena, lloró Fulgencia, por cierto
que el mar me recibira, lo que tenía deseado.
pues la tierra me condena; Llegó Lelio la mañana
mas para mí aun no tendrá de la nueva, ofreció ser
todo el mar una ballena. su esposo, y es cosa llana
Labr. 3.° Yo os juro á Dios, si os volvéis que esto de boda en mujer
al puebro, que os he de ahorcar. es tentación de manzana.
Labr. 4.° ¿Qué diabros con vos traéis?. Porque el mismo día y punto
Labr. i. °Dejadle. que oyó casamiento, dió
Labr. 3.° Volveos á entrar, á la parroquia el difunto,
que vos mos la pagaréis. (Vanse.) el luto en verde aforró,
triunfó Roma de Sagunto,
y Efigencia, que también
ESCENA XII la tentación de marido
LlSaURO SOlO.
le hace andar á ten con ten,
de secretaria ha servido,
Ea, Fortuna convoca y como tus ojos ven,
toda la furia y violencia este papel escribió
que contra mí se provoca, por su madre, á quien ofrece
porque para mi paciencia a Lelio, y con él le dió
toda tu potencia es poca. el diamante que merece
¡Ah, Candado, por leal no serlo, pues se mudó
mi desdicha has heredado! tan presto. Llegó Candado
Si la sombra del nogal con las cargas de carbón;
significa al desdichado conocióme en el mercado
que á cuanto alcanza el mal, un alguacil socarrón,
JORNADA TERCERA 487
quiso llevarme al Senado. • ESCENA XVI
Dijeque muerto te había Salen Lelio y Marcio, como de noche.—Dicha.
y que por el justo precio
del homicidio venía; Marcio. Mira que está en la ventana
creyóle el amante necio, tu dama.
llevóme en su compañía, Lelio. ¡Oh, piadosos cielos!
y yo, hurtándole el diamante ¡Sol de noche, luz á escuras,
que te di con el papel, gran milagro! Marcio, llego.
he venido de portante
á que conozcas por él
lo que refiere importante. ESCENA XVII
Concluyo con que á Fulgencia Sale Lisauko desnudo y mojado. —Dichos.
esta noche ha de ir á hablar
el que te hace competencia, Lisalro. En las alas de las olas
y tu honra se ha de quedar del mar, para todos fiero,
á la luna de Valencia. sólo para mí piadoso,
si es piedad no haberme muerto,
LlSAURO. llegué volando, señal
Calla, no digas más, la boca cierra, que á ver mi deshonra llego;
tan elocuente á pronunciar mi muerte. porque el bien siempre es pesado,
Ya dió con toda la fortuna en tierra, como los males ligeros.
la honra derribó mi triste suerte, Esta es mi casa, ¡ay de mi!
¿Mi Efigencia y mi esposa me hacen guerra; dos hombres hablando veo
la firme, la mujer constante y fuerte, á mi adúltera ventana;
tan presto se mudó que me ha olvidado? arrimad escalas, ctlos,
Mas todo le persigue á un desdichado. que aun una espada no traigo;
Afuera, ropas, que en venir conmigo pero ¿para qué la quiero,
se os pegará la peste que me abrasa; pues no hace el acero falta
afuera, seso, no me seas testigo cuardo el honor tiene aceros?
del mal que por mi fama y honra pasa. Lelio. ¿Ah del oriente dichoso
Aquesta noche asalta mi enemigo donde el sol que reverencio,
mi honor por las paredes de mi casa, á pesar de mis desdichas,
defenderle ó morir, que si es honrado, da luz á mis pensamientos?
no seré en eso solo desdichado. (Vase.) efigenc. ¿Ah del amor más constante
que vió en sus siglos el tiempo
poderoso i conquistar
mi ya agradecido pecho?
ESCENA XIV Fulgencia soy; si llorosa
por Lisauro, ya con Lelio
Candado soto. tan ufana, que no iguala
mi pesar á mi contento.
Al mar se echó, que para tanto fuego Lisauro. ¿Que lo escucho y no doy voces?
el agua, con ser tanta, aún no es bastante; ¡Jesús! Fulgencia, ¿tan presto
las olas corta, si á ayudalle llego, mudable? Llora la aurora
desde una nave le seré importante. perlas que enjuga el sol luego.
Góndolas hay aquí, desasosiego Lei.io. Mi bien, si soy yo vuestro esposo,
de celos confirmados, ya á un amante ya es la dilación tormento
dais tormento, ¿qué haréis al que es casado? del alma donde vivís,
Leal tengo de ser, si él desdichado. (V««.) como salamandria al fuego.
No permitáis que padezca
en el riguroso infierno
ESCENA XV del temor quien de la gloria
goza que en amaros tengo.
Sale Efigencia á la ventana. Enr.ENC. Lelio, ya yo no soy mía,
y así, ni quiero ni puedo
Enr.enC, Noche hermosa, en cuyos brazos negar el alma que os guardo
duerme seguro el sosiego, cuando la pide su dueño.
y para no despertalle ¿Daisme palabras de ser
escolta le hace el silencio. mi esposo?
Así jamás rayos rojos Lelio. Por todo el cielo,
ofusquen tus ojos negros por el valor de mi sangre
ni el sol en brazos del alba y por la ley que profeso,
te salga á inquietar tan presto, juro de haceros señora
que favorezcas mi amor del mayorazgo que heredo
y des ayuda á mi enredo y del alma en que vivís.
para que, en vez de Fulgencia, Efige.nc. Pues en ese juramento
goce Efigencia de Lelio. fiada, aguardad, señor,
488 EL HONROSO ATREVIMIENTO

que daros posesión quiero


del alma, donde Lisauro ESCENA XXI
invencible vivió un tiempo. (Vase.)
Sale Lisauro por la puerta enfrente de Fulgencia.
—Dicha. «
ESCENA XVlII
Lisauro. No ha de quedar cosa en pie,
Dichos, menos Efigencia. desde los infames techos,
Leljo. Marcio, mira si soy yo que no abrase mi venganza.
quien esto escucha; si es cierto; Fulgenc. ¡Ay, Jesús! ¿Qué es lo que veo?
Lisauro. <sin verla.)
si es Fulgencia la que baja; ¡Ay, Fulgencia, pluma fácil!
si vivo, si estoy despierto. El interés dió en el suelo
Marcio. No me espanto que lo dudes, con tu firmeza.
que lo veo y no lo creo; Fulgenc. ¡Lisauro!
pero en mujer sola y pobre ¡gloria de mis pensamientos!
¿qué no podrá tu dinero? Lisauro. ¡Jesús! ¿quién eres, mujer?
Fulgenc. ¿Quién soy, dices? ¿No era espejo
yo de tus ojos, Lisauro?
ESCENA XIX Fulgencia soy.
Lisauro. No lo creo;
Sale Efigencia con manto.— Líenos.
no puede haber dos Fulgencias.
Efigeno ¡Venciste, Lelio querido! Fulgenc. Bien dices, sola merezco
Lelio. ¡Oh, venturosos tormentos fama eterna, sola soy
padecidos por Fulgencia en el amor que te tengo.
pues tan dulce fin tuvieron! Lisauro. ¿Lelio no te llevó ahora?
(Llega Lisauro y detieneá Lelio.) Fulgenc. No ha podido llevar Lelio
Lisauro. No tanto que vuestra muerte, de tu esposa una palabra,
traidores, no venga en ellos; un mínimo pensamiento.
Lisauro soy, inconstante; Lisauro. ¿Qué es esto, desdichas mías?
¿Mis ojos mismos no vieron
Lisauro soy, vivo vengo. á Lelio llevar mi esposa?
Lelio. Marcio: llévala en los brazos Fulgenc. Tu esposa no, que mintieron;
á la góndola. (Llévala.)
pero escucha, pues que vives
Lisauro. Primero para mi bien, que sospecho
vengaré con vuestra muerte lo que ha podido engañarte:
mi injuria y deshonra. Efigencia ha mucho tiempo
Efigenc. ¡Ay, cielos! que ama á Lelio, y pudo ser
Lelio. Aunque pudiera matarte que, ser tu esposa fingiendo,
ó mandar llevarte preso le engañase de ese modo.
donde la muerte pagaras Lisauro. ¿Ah, Efigencia? (Llámala.)
de mi hermano Filiberto, Fulgenc. Aquesto es cierto,
no hay venganza que se iguale mi bien, pues que no responde.
á la que hoy hacer pretendo,
no en tu vida, en tu honra sí, Lisauro. Palabra de casamiento
para blasón y trofeo la dió Lelio; pero ¿quién
de mi venganza, pues goza, cree palabras si son viento?
vivo tú, á Fulgencia, Lelio. El intenta mi deshonra:
Fulgencia amada, ¿qué espero?
Lisauro. Espera, no huyas cobarde; Al Dux voy á presentarme
dame la muerte primero, que,aunqueestáagraviado,escuerdo,
pues por no tener espada todo el Senado me busca,
ir con la vida te dejo, (Vase.) vénguese en mí, porque muerto
muera conmigo mi agravio.
Fulgenc. Dulce esposo, amado dueño
ESCENA XX oye, escucha: ¿así me dejas?
Sale Fulgencia por otra puerta. Lisauro. Muriendo, Fulgencia, intento
dar en Venecia principio
Fui.GenC.De aquesta voz lastimada á un honroso atrevimiento. (Vase.)
temerosa y triste vengo, Fulgenc. Y yo de nuevo á mi llanto;
de mi Lisauro parece; cuando te cobro te pierdo.
muerto está; pero, aunque muerto, Dueño desdichado mío,
su espíritu diera alivio tras ti voy; perdone el miedo,
á mi eterno desconsuelo. el recato y la vergüenza
¡Ay, Lisauro de mis ojos! que encerrada me tuvieron;
¿cuando permitirá el cielo que no hay paciencia que baste
que se acompañen las almas al tropel de mis tormentos. (Vase.)
pues ya no pueden los cuerpos?
JORNADA TERCERA 489
ESCENA XXII por Lelio perdiese el seso.
Fingió, pues, que mi Fulgencia
Salen el Dux, viejo, y el Duque de Ferrara; locan le amaba, su esposo muerto,
cajas y salen Soldados, y el de Ferrara con escribióle en nombre suyo,
bastón. dióle prendas, concluyendo
en que esta noche viniese
Dux. La victoria, Duque ilustre, por ella, y al fin, ¡ay cielos!
que $Je los contrarios nuestros creyendo que era mi esposa,
por vos hemos alcanzado á Efigencia goza Lelio.
era cierta, conociendo Si la justicia, ¡oh gran Dux,
el valor del capitán Senado ilustre! es espejo
y los hazañosos hechos en que el juez se ha de mirar
de los Duques de Ferrara. para enmendar sus defectos,
Duque. A vuestra excelencia beso dos cosas vengo á pediros,
las manos por tal favor. si es que alcanzarlas merezco:
Dux. Por vuestro valor espero la primera, que se cumplan
que Venecia ha de cobrar palabras y juramentos
cuanto usurpa el turco fiero. dadas por Lelio á Efigencia;
Levántaos la fama estatuas, la segunda, que, pues vengo
y con armas y trofeos á entregarme yo a mí mismo
publique la Señoría y es el prometido precio
las hazañas que os debemos. diez mil escudos por mí,
Pedid al Senado, Duque, me quitéis la vida y luego
lo que quisiéredes, cierto la pobreza de mi esposa
de que se os concederá mandéis remediar con ellos;
cualquiera difícil premio. acabarán con mi vida
las desgracias con que el cielo
me persigue, y daré nombre
ESCENA XXIII á mi honroso atrevimiento.
Duque. A tan piadosa demanda,
Sale Lisauro.— Dichos. pues licencia de vos tengo
para pediros mercedes,
Lisauro. Excelentísimo Dux, sólo que perdonéis quiero
Senado ilustre y supremo, á Lisauro, invicto Dux.
por quien conserva la patria
la libertad de su imperio.
La defensa del honor, ESCENA XXIV
caudal que estima el que es cuerdo
más que la vida, que al fin Salen Lei.io y Marcio.— Dichos.
se acaba y él queda eterno,
hizo que Lisauro diese, Lei.io. Marcio, tan alegre vengo
después de diversos medios del engaño de Efigencia,
que despreció la ambición, que, enamorado de nuevo,
justa muerte á Filiberto. • por esposa he de pedirla
Huyó; buscóle el Senado á mi padre.
á pregones prometiendo Dux. ¿Qué es aquesto?
diez mil escudos por él, Lelio. Señor: si de tu valor,
alzando cualquier destierro; nobleza, piedad y celo
confiscóle la justicia vuela la ligera fama
sus bienes, no permitiendo por uno y otro hemisferio,
salir su esposa de aquí muestra perdonar injurias
riguroso mandamiento. la nobleza de tu pecho.
Quedó pobre, pero honrada, Efigencia de Lisauro,
sin que bastase el dinero el que mató á Filiberto,
de Lelio, que sucedió con tu licencia es mi esposa.
á su hermano en pensamientos, Duque. Señor: por él intercedo.
á derribar su firmeza, Dux. Si el cielo lo quiere así,
por más engaños y enredos alto, yo también lo quiero;
que el poder pudo inventar, á Lisauro doy perdón,
milagro para estos tiempos. su hacienda y patria le vuelvo,
Publicó Lelio mi muerte y á Efigencia, vuestra hija,
dando fe de casamiento por hija desde hoy acepto.
á Fulgenciasi alcanzaba Duque. Inmortalice tu nombre
la ejecución sus deseos. la fama á pesar del tiempo.
Pero amor, que no consiente Lisauro. Eres gloria de este siglo.
poner límite en sus reinos, Lelio. De nobleza eres espejo
hizo que Efigencia, mi hija, Marcio. Lisauro está perdonado.
49o EL HONROSO ATREVIMIENTO

ESCENA XXV ESCENA XXVII


Sale Candado.— Dichos.
Sale Kulgencia.— Dichos.
Candad. A gozar viene Candado,
Fulgenc.A los venturosos ecos entre tantos, un día bueno.
del perdón de mi Lisauro Lisauro Con la mitad de mi hacienda,
ya á besarte los pies llego. pues cuanto tengo te debo
por leal y por constante.
Candad. Va tus daños fenecieron.
ESCENA XXVI Lisauro. A Honorato, desterrado,
habéis de alzar el destierro.
Sale Efigencia.—Dichos. Dux. Ya no os puedo negar nada.
Vamos, Lisauro, y daremos
Efigenc. Y yo á pedirte perdón. principio á vuestra ventura,
Lisauro. ¡Dulce esposa! á vuestras penas consuelo.
Fulgenc. ¡Amado dueño! Lisauro. Y fin, con vuestra licencia,
al Honroso atrevimiento.
HABLADME EN ENTRANDO

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Don Pedro de Bustos. Don Luis Hurtado de Mendoza.


Don Alonso. Toribia, labradora.
Don Diego Hurtado de Mendoza. Lucía, criada.
Juancho, vizcaíno. Mendo, viejo labrador.
Doña Ana Hurtado de Mendoza. Sancho, su hijo.
Rodrigo, criado. Músicos.

ACTO PRIMERO Juancho. ¿Tienes gana de comer?


¿Cómo no las necesitas?
juancho, matas holandeses
y ya que piensas venías
juras á Dios á matar
ESCENA PRIMERA holandeses del Barriga.
Salen Don Pudro de Bustosy Don Alonso.su amigo, ¿Cantadoreas detienen?
di noche, con Músicos, por una parte, con un Criado
¡Al diablo les das venida! (Vasc)
con una escala, y por otra Don Diego Hurtado de
Mendoza, de camino, con botas y espuelas, y Juan
ESCENA II
cho, vizcaino, cargado con el cojín y la maleta en
la cabeza, ridiculamente vestido. Arrimanse á una Dichos, menos Juancho.
parte, y mientras cantan vayan paseando el ta
blado Don Pedro y Do\ Alonso. Diego. Ya que nos trujo la suerte
cuanto piadosa propicia
Músicos. {Cantan.) «Si no velaran mis ojos en tan dichosa ocasión,
no celebraran las dichas encubramos esta esquina
de los que durmiendo matan, hasta ver de estos galanes
de los que matando hechizan. el intento.
Si no durmieran los tuyos, Alonso. ¿Qué? ¿porfía
glorificaran su vista la doncelleja?
los palpitantes despojos Pedro. Es de suerte,
de las más seguras vidas. que regalos y caricias,
¡Ay, ay, qué desdicha! dádivas que son de amor
A quien mira su alma, deja sin vida.» la mayor artillería,
Alonso. ¡Extraño recogimientol pasando necesidades,
Pedro. ¡Doña Ana, doña Ana! no han bastado á persuadirla
Diego. Avisa, á que le niegue al honor
Juancho, al mozo que las muías lo que su sangre le dicta.
aleje donde, escondidas, Vengo resuelto...
aguarden, y vente luego. Diego. Esto es malo, (Ap)
Juancho. ¿No las asas y las pringas; Pedro. A escalar...
aún no llegas, ya las tienes Diego. Función indigna
currucami'entos? de un pecho hidalgo.
Diego. Ves aprisa Pedro. Su casa,
492 HABLADME EN ENTRANDO

si piadosa no acredita esa oriental celosía,


con terneza los favores saldrá para el cielo el sol
que me debe, pues me anima y para mi noche el día.»
mi amor, mi agravio, ia noche, Pedro. ¡Ah doña Anal ¡ah dulce dueño!
no tener quién me lo impida Abre, pues mi amor te anima.
por estar su hermano ausente Músicos. «Rayos fulminan tus ojos
en esta ocasión. que á un tiempo matan y miran.
Alonso. Pues mida ¡Ay, ayl qué desdicha:
tu gusto su voluntad, que quien mira sin alma deja sin vi-
que á tu lado estoy. Ida.»
ESCENA IV
ESCENA III
Sale Doña Ana Hurtado de Mendoza á la ventana.
Sale Juancho.—Dichos. Dichos.

Juancho. Retiras Ana. Caballeros, si lo sois,


muías al mozo, la guardas pudiera la cortesía
en un callejón metidas, moveros á no infamar
gruñes mozo, muías dije los blasones que autorizan
no comen paja vizcaína, estas antiguas paredes
no sabe de burlas Juancho que, aunque ausentes, vivifican
darle en coz en la barriga, los Hurtados de Mendoza,
confesión pides, bien puedes solar desta casa antigua.
ser su confesor. ¿Qué pretendéis desluciendo
Diego. No impidas el honor que me acredita,
con tus voces la ocasión á quien el sol presta rayos
que, piadoso, en mis desdichas y a quien el cielo da envidias?
me ofrece el cielo. ¿Que fineza en mí habéis visto,
Alonso. ¿Mejor qué señales, qué premisas
no fuera, si pretendía de mal nacidos deseos,
tal rompimiento tu amor, de esperanzas mal perdidas?
que, sin despertar vecinos, Caballeros que pretenden
curiosos linces de noche, con apariencias fingidas,
parleros duendes de día, si pensáis que antiguos bandos
te valieses del silencio? y enemistades antiguas
Porque la música avisa han de amedrentar mi honor
á los descuidados ojos para que su fuerza os rinda,
y á la vecindad incita no debéis de haber mirado
á curiosidad. que alientan la sangre mía
Pedro. No, primo; de los Hurtados Mendozas
porque primero querría las no manchadas reliquias;
ver si puedo con ternezas, idos luego de la calle,
con músicas, con caricias, ó por las luces divinas
ablandar este imposible (que en escuadras mal formadas
dulce hechizo de mi vida, mis pretensiones animan),
si me ofreciese esperanzas, que en defensa de mi honor,
más piadosa, más rendida, que en mi pecho se acredita,
qua entreteniendo deseos rayos fulmine mi diestra,
paguen finezas debidas, aborten mis ojos iras.
iré engañando temores, Juancho. Dicho lo dicho señora,
y si en prudente porfía firme como vizcaína;
se resiste, atropel lando Juancho tienes, tente en buenas
respetos del oprimirla Curtusca perra judía.
á que por fuerza mitigue (Ka á salir y Don Diego le detiene.)
mis pasiones. Diego. Juancho, detente. ¡Bien haya
Alonso. Pues prosiga quien á los suyos imita!
tu gusto su intento. Juancho. ¡Juras á Dios!...
Pedro. Canten, Pedro. Ana hermosa:
y á aqueste balcón te arrima cánsate de ser esquiva
para obligalla á que salga con quien hoy se obliga á honrarte
si se resistiera. dándote para que vivas
Diego. Mira, hacienda, note resuelvas,
Juancho, que no te divisen. y advierte que si porfías
Juancho , Juras á Dios que barriga no estimando ofrecimientos
tienes junto á puerta falsa ni acreditando caricias,
y resuello que le quitas. que, forzado del amor
Músicos . «Abre, pues, divina aurora, que mis deseos animan,
ACTO PRIMERO 4g3
alborotando memorias venganza bien satisfecha,
que muertos hoy resucitan, y á poca costa adquirida!
me arrojaré... ¿Con una dama rigores?
Ana. (¡Cómo es eso? Mas no es mucho, ¡por mi vida!
Pedro. A que por fuerza... que valientes de alfeñique
Ana. No digas tomen venganzas de almíbar.
razones que, imaginadas, Esta sí, ¡cuerpo de Dios!
ofenden antes que dichas. era acción bien parecida,
¿Tú has de atreverte á violar con propia sangre ganada
el solio donde autoriza y á estocadas adquirida,
mi castidad su pureza, no con mujeres. Acaben,
mi virtud su esencia misma? dejen la calle.
¿No te cansan altiveces? Ana. ¿Hay tal dicha?
¿no te ofenden demasías, Pedro. Hombre ó diablo, ¿quién te obliga
que ocasionando á mi padre, á que incites mi rigor?
le forzaron á que viva Ana. Hombre ó ángel, ¿quién te envía
ausente, si ya no es muerto, á que mi casa defiendas?
dejando al tuyo sin vida Diego. Sólo la razón me incita.
por desmentirle? Ana. Señor, ¡zis, zas!
Pedro. Doña Ana, Pedro. Si eres loco,
esas memorias me animan; presto tendrá tu osadía
abre, ó llegaré una escala, el castigo con la muerte.
pues hacerlo facilita Alonso. ¡Matadle! ¡Mueral
no tener reja el balcón. (Embisten todos con él.)
Ana. ¡Que esto los ciclos permitan! Diego. Oprimida
¡Villano! ¿Con tal vileza la cólera por los ojos,
piensas lavar el antigua ardientes rayos conspira.
mancha de tu casa? Diego Hurtado de Mendoza
Diego. ¡A h pesia! soy, canalla.
Juancho. ¿Qué pesia, que te imaginas? Ana. ¡Hermano!
¿que le aguardas, que no sales, Diego. Grita,
y ¡zis, zas? que á castigar mis ofensas
Pedro. Apercebida el mismo cielo me envía.
la traigo, llegadla aquí. Pedro. ¡Muera, matadle!
(Uéganla al balcón ) Juancho. ¡Zis, zas!
Alonso. Abre, acaba. ¡Muera esta perra judía!
Ana. ¡Fementida (Mátenlos d cuchilladas Don Diego y
canalla! si no del suelo, Juancho.)
del cielo aguardo justicia. Ana. ¡Dios te libre!
Pedro. ¡Oh, pesia tanta paciencia! Pedro. (Dentro.) ¡Muerto soy!
(Sube Don Pedro )
Alonso. Huyamos.
Ana. ¡Justicia, cielosl Criad. i. ° A la justicia
Juancho. ¡Maldita, llamen.
ánima seas! ¿qué esperas?
(Sale Juancho y apártale don Diego.) ESCENA V
Diego. Quita, aparta. Bien podía.
Baje acá, hidalgo, aunque miento; Salen Don Diego y Juancho—Dichos.
que quien con mujeres libra Juancho. ¡Juras á Dios, liebres,
las venganzas de su espada si aguardas hago cecinas!
tiene mucho de gallina. Diego. Muerto queda.
(Baja de la escalera.) Juancho. Ya le mueres,
Considere que esta casa patadas des en el Chinas;
es, según tengo noticia, confites pides.
de un Hurtado de Mendoza Diegs. ¡Hermana!
á quien la fama acredita Ana. Diego, ¿estás herido?
con valerosas hazañas; Diego. Aprisa,
de quien, si acaso se olvida, échate por esa escala.
dará entera relación Ana. Ya me arrojo.
el luto de la capilla Juancho. Escucha, mira;
adonde su padre yace; si tienes algo que comas,
mudo ejemplo que le avisa arroja.
que no se atreva soberbio Ana. No.
á derramar valentías Diego. ¿Que eso pidas?
con quien por mujer no tiene Juancho. ¿Ni vino?
fuerzas para resistirlas. Ana. Tampoco.
¡Por cierto, brava facción; Juancho. ¡El diablo
empresa honrosa y altiva; juras Dios, que caminas!
494 HABLADME EN ENTRANDO

Diego. Juancho: las muías volando nos queda, no hay una legua
saca de León aprisa si ya no me acuerdo mal.
al camino de Rioseco. Rodrigo. Sabe, pues, que es arenal
Juancho. ¿En ayunas? este que pisamos.
Diego. Qué, ¿aún porfías? Luis. Tregua
Juancho. Lleva el diablo las muelas pone al cansancio el gozar
que tienes si no ejercitas. (Vase.) destos árboles y fuentes,
Uno. (Dentro.) Saquen luces á esas rejas. cuyas honradas corrientes
Otro. A don Pedro, ¡gran desdicha! aun no saben murmurar.
han muerto. Cuando pasé por aquí,
Otro. Por aquí van. mis hijos, aun por criar,
Diego. La confusa vocería sin madre á quien apelar
nos cerca; ponte en mis brazos, de mi ausencia, iba sin mí.
que en la diligencia estriba La yegua que me llevaba
nuestro remedio. dos mil veces maldecía,
Ana. ¡Ay de mí! y al paso que ella corría
Hermano: salva tu vida, mi corazón arrancaba.
que yo no importo. ¡Cuántas veces por los dos
Diego. Acabemos. hijuelos quise volver!
(Cógela en brazos.) Y lo hiciera á no tener
¡Adiós, pues, ciudad antigua; temor y respeto á Dios.
adiós, casa solariega, Envidia á tener llegara
que mis pasados tenían del muerto, y al mismo punto
por defensa, por sagrada, su rostro heíado y difunto
que mi fortuna me obliga recelé que me llamaba.
que deje vuestras paredes! Veinte años ha que partí
Ung. (Dentro.) Por acá. desta ciudad, y otros tantos
Dieqo. Mas si porfía ha que entre tristeza y llantos
Diego Hurtado de Mendoza, á mis desdichas nací.
que sus blasones no olvida, No he sabido de mi casa
clavará un clavo en su rueda en este tiempo, y de mí
por que pare en sus desdichas. no han sabido.
(Vanse.) Uno. (Dentro.) por aqu¡,
Otro. Seguidlos.
Diego. (Dentro.) ¡Ah, suerte escasa
ESCENA VI
que me persigues!
Salen Don Luis Hurtado de Mendoza y Rodriuo, Luis. ¿Qué es esto?
criado, y otros de camino; Don Luis con hábito de Rodrigo. Como ya va amaneciendo
Calatrava. un hombre admiro corriendo,
señor, hacia aqueste puesto.
Luis. Rodrigo: dile al cochero Luis. Voces distintas escucho.
que por allí era mejor, Otro. (Dentro.) Ataja; por aquí van.
que éste es mal paso.
R odrigo. Señor,
sabe... ESCENA VII
Luis. Rodrigo, no quiero; Sale Don Dieoo con Doña Ana.— Dichos.
déjame ver este campo
que ha veinte años que deje. Diego. ¿Dónde, desdichas, Irán
Rodrigo. La noche lo impide. mis pasos? Pero no es mucho,
Luis. A fe si de vosotras nací,
que adonde la planta estampo que me persigáis. ¿Qué es esto?
he venido más de dos En más peligro estoy puesto;
veces á cazar, y allí ya la esperanza perdí.
diviso, sí, ya la vi, Ana. Diego, procura librarte.
la casa, ¡válgame Dios, Diego. Sin ti, ¿cómo he de poder
cuánto me alegro de vella! dejándote á perecer?
de placer de don Rodrigo. Ana. El corazón se me parte.
Fué mi verdadero amigo; Luis. ¿Quién va allá?
todo el tiempo lo atropella, Diego. Un cuerpo sin alma
pues murió en la juventud á quien persigue la muerte,
de su edad, buen caballero, y como el alma le falta,
de cuya desdicha infiero aunque le mate, no muere.
que también en la quietud Mas ¿quién lo pregunta?
llega presto el ramalazo Luis. Un alma
de la muerte. Este arroyuelo que á buscar su cuerpo vuelve,
me ha servido de consuelo. que ha días que le perdió
Ya á León corto pedazo y no vive hasta tenerle.
ACTO PRIMERO 495
Diego. La risa de la mañana, Luis. Tomad, señora, mis brazos,
que sólo en esto parece que, como padre, os ofrecen
que me es el cielo propicio, defenderos y serviros.
ilustre señor, me advierte ¿Cómo os llamáis?
vuestro venerable aspecto; Ana. Si mi suerte
que aquesas sondas de nieve me hubiera dado ventura,
son el iris que bonanza de noble sangre deciende,
á mis naufragios promete. Ana Hurtado de Mendoza.
Esa cruz que os cruza el pecho Luis. Ea, las lágrimas no pueden
me anima, porque no puede dejar de salir. Rodrigo,
pecho con tan nobles armas ve al punto que el coche espere
no ser piadoso y prudente. y mete aquesta señora
Soy noble, aquesta es mi hermana; en él, y por que no lleguen
mujer sabia, ilustre y fuerte, á conocerla, un volante
afrenta de las pasadas, cubra su rostro, y advierte
envidia de las presentes; al cochero, si llegasen
de vos me atrevo á fiarla, á reconocer, que siempre
seguro que un noble siempre digo que es doña Ana mi hija
de honor favorece y honra y que al camino atraviese
á quien dél quiere valerse. de Oviedo, que no he de entrar
Si vais á León, os pido ya en León.
que procuréis que no lleguen Ana. El cielo aumente
á vengarse mis contrarios tu vida.
con su infamia ó con su muerte, Rodrigo. Vamos, señora.
metedla en un monasterio; ¡Confuso voy!
si vais á otra parte, denme ÍVanse Doña Ana y Rodrigo.)
vuestros labios la noticia,
para que, si el cielo quiere
librarme, vava á serviros. ESCENA IX
Luis. Caballero, tiempo es este Don Luis solo.
en que no importan palabras;
el rey me ha hecho mercedes, ¿Qué me quieres
en premio de mis servicios, fortuna? ¿cómo dispones
de que en Oviedo gobierne mis desdichas desta suerte?
su distrito, y voy ahora ¿Cuando pensé que venía
á tomar posesión; quede entre los brazos alegres
por mi cuenta la opinión de mis hijos, los apartas
desta señora, que en este de mis ojos y previenes
punto la he constituido otras mayores desdichas?
por mi hija, y aunque pese Cánsate ya de ofenderme.
al mundo, la he de amparar Bien me pareció el rapaz.
aunque mil vidas perdiese. alentado es y valiente,
Con esto partid seguro; es hijo de buena madre.
mirad que llega la gente. ¿Qué le obligará que deje
Diego. Guárdeos el cielo. su casa? ¡Qué confusión!
Luis. Acabad, Dios te libre y Dios te lleve
avisadme á Oviedo. á mis ojos. La rapaza
Diego. Queden es como un oro y parece
mis esperanzas con vos, varonil. ¡Dios me la guarde!
que si el tiempo les concede Uno. (Dentro.) Ataja, que ya está cerca.
á mis desdichas alivio, Otros. Por aquí, por aquí.
que me prodiguen y ofenden,
Diego Hurtado de Mendoza
pagará tantas mercedes. (Vase.) ESCENA X
Sale Juancho con dos frenos y ¡a espada desnuda.
ESCENA VIll Dicho.

Dichos, menos Don Diego. Juancho, Lleves


el diablo quien tanto corres.
Luis. ¿Cómo, cómo? Aguarda. Luis. ¿Quién va allá?
Rodrigo. Al viento Juancho. Un hombre que tienes
en la ligereza excede. mucha gana de comer
Luis. ¡Válgate Dios por rapaz y menos de que le cuelgues.
lo que has crecido! Luis. ¿De quién huyes?
Ana. Que llegue Juancho. De gallinas
á vuestros pies no os asombre plumas escribanos tienes,
quien ya por su padre os tiene. garras tienes alguaciles,
49^ HABLADME EN ENTRANDO

alones tienes corchetes, O Rey Mauregato,


y cuerpo tienes soplones, menguado y traidor,
muías quitas lo que sientes al cordobés moro
el freno arranco y les dejo en feudo las dió.
sin timón que les gobierne. Dios nos guarde el Rey
¿Tiénele pan su merced? que las libertó
Luis. Sin duda criado es este que ya as doncelas de León
de Diego. Decid, soldado, libertadiñas son.»
si acaso decir se puede: Toribia. Locía.
¿servís á don Diego Hurtado Lucía. ¿Qué mandas?
de Mendoza? Toribia. Ten
Juancho. Mi amo es ese, esos güeyes aguidados
aunque pese al mundo. y pazcan en esos prados
Luis. ¡Ah noble sin las coyundas tarríbién;
nación! Pues no es tiempo aqueste échales heno.
de dejarle; aquesta bolsa Lucía. El mohíno
tomad, amigo, y diréisle en la laguna bebió;
que su padre se la envía. pero luego que acabó
(Da/e una bolsa.) la echó por otro camino,
Juancho. Su padre ha mucho que mueres,
¿qué diablos dices? aunque poco más sobida
Luis. Andad, de color.
que yo sé bien que él me entiende; Toribia. Mis güeyes son,
atravesad ese monte, Locía, en toda ocasión,
que esos riscos que pretenden de condición muy comprida,
ser columnas en que estriban si un arroyo se desata
del hemisferio los ejes y beben por su decoro,
le esconden. al punto pagan en oro
Juancho. Pues ¿hacia dónde lo que bibieron en prata.
camina? Cuando los hace cosquillas
Luis. A mí me parece el prado alegre y sotil,
que á Oviedo. si le comen peregil
Juancho. ¡Juras á Dios le vuelven albondiguillas.
que si no vienes la muerte Cuando desta sierra el rizo
que le tienes de seguir, de la nieve el hielo afila
aunque el diablo se le lleve! y á estas faldas se destila
Mas sin bebes y sin comes; con perpetuo romadizo,
buen consejo me parece si de cualquiera manera
abrigo los damos luego,
poner el freno del muía, tortas nos dan para el huego
así entretendrás los dientes, de bizcocho de galera.
(Pórtese un freno delante y otro detrás.)
Juancho, y el hambre también. Corteses por maravilla
Ya el uno puesto lo tienes son siempre, si en mi conciencia,
y esotro póngole aquí, que hacen una reverencia,
que, pues no comes ni bebes que quiebran una costilla.
ya pues de nada le sirves Todas las virtudes se hallan
hasta que el tiempo le llegues, en ellos, pues, divertidos,
bien es, Juancho sin ventura, son güenos para maridos
que ambos agujeros cierres. que 6ufren, comen y callan.
(Vase con los dos frenos.) Lucía. Esto de ser satírica,
Lurs. Ya el coche va atravesando. ¿cuál diablo te lo ha enseñado?
Diego, Dios te libre y lleve Toribia Cualquier villano es Iletrado
á mis brazos y á mis ojos; si á las malicias se aprica.
Ana, venturosa suerte Desunce los güeyes.
te dé el cielo por que entrambos Lucía. Voy.
seáis en dolor tan fuerte Verá lo que hace el bragado
el báculo de mi vida zagüey.
y el descanso de mi muerte. (Vase.) (Vase.)
Toribia, En aqueste prado
me asiento, cansada estoy.
ESCENA XI ¡Válgame Dios que es de ver
Sale Tombía con capa aguadera, á lo asturiano, y amanecer la mañana
con aguijada, y Lucía, su criada, de la misma con su capote de grana
suerte; haya ruido de carretas y cantará Lucía al cuando juega al esconder
son del ruido de la carreta. el sol, que aún no conocido
con halagos lisongeros,
Lucía. «Que ya as doncelas de León mos viene haciendo pucheros
libertadiñas son. tembrando y recién nacido!
ACTO PRIMERO
497
¡Válganme en esta ocasión parientes tiene y también
todos los siete durmientes! la justicia, háme guardado
(Echase al pie del monte á dormir, y el cielo para que ahora
dice Lucia dentro:) viniese á dar en tus manos.
Lucía. ¿Qué toyes? ¡Huego en los dientes Toribia. Afligido caballero,
zagüey con la maldición! á buen puerto habéis llegado;
(Canta Lucia ) bajad, no tengáis temor,
«Las tres periñas do ramo, ¡oy! que por los cielos sagrados,
son para vos meo amo.» que á quien intente ofenderos,
que á quien presuma enojaros,
como si fueran gorriones
ESCENA XII los mate con ese palo.
Mientras va cantando asoma por lu alto de un monte
Estas montañas habita
Don Üiiüo, lleno de polvo y mirando abajo.— Di-
mi padre, un nobre serrano;
es dueño de cuanto miran
CIIOS.
vuesos ojos, que esos pagos
Dieuo. Ya apenas puedo mover, todos le rienden tributos
valor, los cansados pasos; y le sustentan ganados.
no sé por dónde descienda, Tiene dos hijos, que somos
que sois tan fragosos y altos, yo y Sancho Díaz mi hermano;
que incontrastables os miro vengo ahora de León
y os admiro temerarios. de vender en esos carros
Con las nubes competís la manteca y el carbón
y ansí podéis alabaros uno prieto y otro blanco,
de que en tan alto habéis puesto ca cá non damos concetos
un hombre tan desdichado. como allá los cortesanos.
Si esta senda permitiera, Sentaos, que seguro estáis
por dicha, bajar al llano, y comeréis entre tanto,
fuera alivio de mis penas. que allá en casa se os aliña
(Va bajando.) algún locido regalo
Parece que ha abierto paso pan y queso, que aquesto es
el cielo á mis desventuras; el más sabroso en el campo.
algún arroyo ha dejado Sentaos y descansaréis.
esta mal formada senda; (Siéntase y saca de las alforjas pan y
gente parece que abajo queso.)
asiste; unos bueyes miro Diego. Sólo con veros descanso.
paciendo, y allí cantando Toribia. Pues si descansáis con verme,
está un pastor; llamar quiero, id comiendo y descansando,
quizá llevará un bocado que yo me pondré aquí enfrente.
de pan. ¡Ah, pastor amigo! Dieuo. En vos, sin duda, juntaron
¡Hola!: ¡ah, pastor! la piedad y la hermosura
Toribia. (Recuerda.) ¿Quién diabros mucha gracia en pocos años. (Come.)
mos corrompe el sueño?
Diego. ¡Ciclo!
¡parece que estoy soñandol ESCENA XIII
Toribia. ¿A quién gritas ó qué quieres?
Diego. Zagala, que esos peñascos Sale Juancho por lo alto de otro monte con tos
parece que por deidad frenos puestos.— Dichos.
para mi bien te guardaron:
sabe, pues, que vengo huyendo Juancho. ¡Juras á Dios que esta tierra
de mí mismo; porque traigo, es buena para milanos!
por sombra de mis acciones, Campo lleno de verrugas,
la desdicha de mis hados. ¿cuándo llegarás al llano?
Nací en León, donde anoche, Tú, Juancho, ya que no comes,
apenas recién llegado cantando siéntate un rato. ,
de Cádiz, donde á mi Rey, (Siéntase y canta mirando abajo.)
resuelto y determinado «¿Quién quieres pan que lo arrojo,
quise ofrecerle mi vida tres días ha que no como?»
por víctima de mis años, Diego. ¡Vive Dios que aquella voz
arriesgada en su defensa, la conozco! ¡Juancho, ah Juancho!
en el furioso rebato Juancho. ¿Quién llamasJuancho?¿quc es esto?
que el inglés le presentó, Diego. Juancho, baja, que aquí tengo
bien á costa de su daño, que comas.
al fin llegando fué fuerza Juancho. Estáis soñando,
que, intentando hacerme agravio, pues no tienes por adónde
á un caballero le diera mejor bajarás rodando.
muerte; siguiéronme cuantos (Echase á rodar.)
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA —TOMO II 32
498 HABLADME EN ENTRANDO

¡El diablo llevas el frenos,! aquí, en los ojos, cosquillas;


las narices me he quebrado. aquí, en el pecho, milanos.
Diego. ¿Cómo los traes ansí? (Vanse asidos)
Juancho. No es tiempo para contarlo;
hartaré pan y después
dirélo. ¿Quién te le ha dado? ACTO SEGUNDO
Diego. Esta serrana piadosa
que hoy ha de ser nuestro amparo.
Juancho. ¡Oh serrana panadera! ESCENA PRIMERA
Deja besaré el zancajo. Salen Toribia y Lucía.
Toribia. Levantaos, Juancho, comed;
que después podréis besarlo. Toribia. Como digo de mi cuento,
en la carreta sobió
cansado, y lo que pasó
ESCENA XIV prega á Dios que sea en descuento
Sale Lucía.— Dichos. de mis pecados, amén:
porque cuando me miraba
Lucía. Ya es hora, si te parece, blandos ojuelos me echaba,
que nos vamos. ¡San Hilario! más que fruta de sartén.
¿con hombres estás, Toribia? Yo, que estaba corrompida,
Toribia. Calla, que es un hombre honrado queriendo desimular,
caballero de León, aun no le osaba mirar
que, huyendo por ciertos casos, vergonzosa y encogida,
llegó triste y afligido y con palabras fulleras
oor entre esos riscos altos comenzándome á agarrar,
á pedirme pan, y á fe pardiez, que quería pasar
que lo hubiera perdonado, de las burlas á las veras.
porque no sé qué cosquillas Yo, que turbiada miré
siento en el alma. al mozo, con bravo ahinco
Lucía. Es gallardo. rempujéle, y con un brinco
¿Y estotro quién es? de la carreta salté.
Toribia. Estotro Llegamos á casa, al fin,
diz que es Juancho, su criado. él triste, yo mesurada,
Lucía. Pues, Toribia, á Juancho alojo, que este honor, esta nonada
porque si hubiera arrebato es de los gustos mal fin.
adonde muriese Ero Mal haya su opiñón vana,
es bien que muera Leandro; pues, en casos diferentes,
en el alma encaramado les hace hacer á las gentes
le tengo ya. lo que no tienen en gana.
Juancho. ¿Qué me dices? Lucía. Crudelia fuiste con él,
Hasme un puchero. Toribia, sí en mi verdad,
Lucía. Y aun cuatro. que un pecilgo no es maldad
Juancho. Si le tienes algo dentro que corrompió el arancel.
comeremos un bocado. Mi Juancho hué más cortés,
Lucía. ¡Alto, á subir! en la carreta sobió,
Juancho. Vamos, pues, y á la larga se tendió
matada me llevas, Juancho; encaramando los pies
al diablo ledas amor. sobre una estaca, y mohíno
(Vanse los dos.) , porque el vino le faltó,
Diego. No eres para panciflacos. al columpio se durmió
Toribia. Ya unce Locía, vení roncando como un cochino.
y no me engañes. Nuesa carreta chillaba
Diego. Si engaño y él, al paso que groñía,
te hago, muera, Toribia, el contrabajo llevaba.
á tus bellísimas manos. Yo pasé muy malos ratos
Toribia. ¡Qué de embustes, qué de enredos porque, como era á porfía,
hechiceros cortesanos, todo junto parecía
algún diabro os trujo aquí! una capilla de gatos:
Diego. ¿Queréis darme una mano, la carreta el ponedor
que estoy cansado? donde los libros están,
Toribia. Y aun dos. el pértigo el sacristán
{Ásense de las manos, y va Toribia ti
rando dél.) que los vuelve alrededor,
¡Ay Dios, qué blancos pedazos y porque esto viene á punto,
de ñeve; no sé qué siento una capilla tan brava
parece que estoy temblando, el un gúey les enseñaba
y á un tiempo mismo parece con la cola el contrapunto.
me acucian con gozo y llanto, Toribia. Padre viene.
ACTO SEGUNDO 499
ESCENA II Mendo. Descansad, por vida mía,
aquí esta noche.
Salen Mendo, piejo, y Sancho su hijo, de villanos, Luis. No vamos
y Rodrigo, Don Luis y Doña Ana.— Dichos. para sosegar, que ponen
Lins. El coche queda de aquí á Oviedo cinco leguas.
á la falda desos riscos, Mendo. Poned al cansancio treguas,
á quien coronan lentiscos pues mis venturas disponen
y apacible murta enreda. que tenga esta humilde choza
Es tan fragoso el camino, todo el bien que ha deseado.
que por él precipitado, Luis. Un afligido cuidado
siendo mirador del prado, mal con temores reposa:
fui de las nubes vecino; hoy á Oviedo he de llegar,
viendo imposible el remedio que, como os he dicho, allí
en fortuna tan cruel, voy á gobierno.
sacar á mi hija del Ana. ¡Ay, de mí!
tuve por más sano medio, Mendo. Alto, pues; haz aliñar,
y al fin con ella en la yegua Toribia, algo que comer.
vengo á que le encaminéis. Luis. ¿Es hija?
Mendo. Bien presto verle podéis, Mendo. En casa nació
que aun no hay un cuarto de legua. y mi mujer la parió,
Sancho: salta en la tordilla y entonces había de haber
y por el collado abajo, dos años que nos casamos.
le guía por el atajo Luis. Buenas señas.
que para en la fuentecilla Mendo. Llega acá,
del Olmo, que por allí mochacha.
vendrá á placer. Luis. Razón será,
Sancho. A eso voy; cuando en vuestra casa estamos,
descansad, mientras que doy señora, que nos mandéis
á vuestro cuidado ansí en que os podamos servir.
sosiego, hermosa señora. Ana. No procuréis encubrir
Si el coche cuidado os da dos mil gracias que tenéis.
no lloréis, porque vendrá Toribia. ¿Dos mil gracias? ¿Soy la cuenta
presto. Por el coche llora; de perdón?
¡quién fuera coche! ¡ay de mí! Luis. ¡Donosa ha andado!
Me.vdo. Sancho: vuela, acaba pues. Ana. Sois tan bella que he dudado
Sancho. De promo tengo los pies si alabaros es afrenta,
después que estos ojos vi. porque alabanza no cabe
¡Voto al sol! ojos serenos, en la perfección mayor.
si es que el coche os causa enojos, Toribia. ¡Alabáme vos, señor,
que os traiga el coche en mis ojos que no hay acá quien me alabe!
y esto será lo de menos. {Vase.) Desta suerte, padre, vos
alabá aquesta señora;
decidle que es sol y aurora
ESCENA III y estaremos dos á dos.
Luis. ¿Quién es esotra serrana?
Dichos, menos Sancho. Lucía. ¿Quieren alabarme?
Toribia. Sí;
Luis. Hija, divierte el cuidado también habrá para ti.
que tus tristezas te dan, Lucía. Alaben hasta mañana,
que yo espero que tendrán no doy más que esto.
consuelo presto. Luis. El despejo
Ana. Si enfado aumenta más su hermosura.
os causa, señor, el ver Toribia. Acá nos requiebra el cura,
afectos del corazón, pero es amante á lo viejo;
son hijos de una pasión para toda la semana
á quien no puedo vencer. tiene requiebros bastantes,
Si un bien solo que tenía, que, como los estudiantes,
cuando apenas le gocé, los enjugó una mañana.
ya su muerte contemplé Los días de carne diz
y entre su muerte la mía, que es nuestro rostro hechicero,
que celebre no os espante más sabroso que el carnero,
con lágrimas mi dolor. más tierno que la perdiz.
Tobibia. A esa Te hirió el amor Los sábados no hay morcilla
por detrás ó por delante; que esté al humero segura,
pues trae dolor semejante, es nuesa boca asadura,
para Dios que no tengamos nuesos ojos pajarilla.
algo en que entendel, Locía. Mas yo, á mi mal entender,
5oo HABLADME EN ENTRANDO

he llegado á pergeñar Mas esto no es para ahora,


que él pide con requebrar entremos en casa.
lo que quijera comer. Luis. Vamos.
Ana. Vos sois discreta y hermosa Mendo. Puesto que no merezcamos
y en las dos cosas perfeta. veros alegre, señora,
Mendo. Rapaza: ¿quién te ha mostrado entrad y descansaréis.
aquesas bachillerías? Comeremos un bocado.
Lucía. Ellas vienen con los días, Ana. En aqueste verde prado
que, aunque mos hemos criado os suplico me dejéis
con las cabras y los gíieyes un rato por divertir
en buena conversacion con sus flores mi tristeza.
entre estos riscos que son Mendo. Pensión es de la belleza
su corte, si ellos sus reyes, tener siempre que sentir.
también sabemos habrar. Luis. Ana, procura alegrarte;
Luis. Donosa es la labradora. conmigo estás y yo soy
Mendo. Entrad, hermosa señora, quien fe y palabra te doy
donde podáis descansar, que no tengo de faltarte
que á fe que vendréis cansada. aunque mil vidas perdiera.
Mochadlas, á componer Ana. Mi sentimiento, señor,
lo que habemos de comer. no pone duda en tu amor.
Lucía. La olla está aderezada. Luis. Sabe el cielo que quisiera
Mendo. Asa un poco de jamón; tu contento y tu quietud
Toribia: ve á la cocina, más que el mío; si, ¡por Dios!
haz matar una gallina, Vamos, señora, los dos.
y si no mata un capón. (Ap.) ¡Quién pudiera esta inquietud
Lucía. ¿Qué capón han de matar? consolar! Mas no conviene,
¡hamos de matar aquí hija, callemos, quizá
lo que hamos criado! (Llora.) el callar importará
Mendo." Sí. al remedio que previene
¿Por aqueso has de llorar? mi amor en tan triste suerte,
Lucía. Herodes desos capones pues no siendo conocido
han sido esos caballeros. valdré á mi hijo querido
Toribia, Calla, no hagas pucheros. librándolo de la muerte.
Lucía. No he de sufrir sinrazones... (Vanse Mendo y Don Luis.)
Toribia, Dalos á la maldición.
L ocía. parteá matallos,
que hay capones que son gallos ESCENA V
en llegando la ocasión. Doña Ana sola.
Lucía. Eso siento si lo dudas,
que es quedar, aunque lo abones, Ana. ¡Buen lance habemos echado!
quitándoles los capones Tras de tantas desventuras
muchas gallinas viudas. que en mi daño mal seguras
Toribia, ¿Onde el mi querido hué? ni cesan ni se han cansado,
Lucía. Como acabó de almorzar, yo he llegado
cansado, se entró á acostar, á la desdicha mayor,
y durmiendo le dejé. pues cuando esperé favor
El mi Juancho en el pajar para mis daños,
ronca como un descosido. hallo de súpito en años
Toribia, Esta ninfa ca venido recién nacido el amor.
ma dado que sospechar, Cuando, huyendo de mi suerte,
no quijera que lo vea... infelices pasos daba
¡Prega á Dios!... y tímida tropezaba
Lucía. ¿Qué pregas? en los brazos de la muerte,
Toribia, ¿Qué? ¡trance fuertel
Vamos y te lo diré; ¡triste estrella! ¡adverso hado!
prego que orégano sea. advierto en mi triste estado
(Vanst las dos.) ¡qué rigor!
que es la desdicha menor
morir para un desdichado.
ESCENA IV
Dichos, menos Toribia y Lucia, ESCENA VI
Sale Sancho.—Dicha.
Luis. ¿Y ha mucho que estáis aquí?
Mendo. Más de treinta años habrá Sancho. Ya por quebrarle los ojos
que aquesos presumo que ha á quien os le pudo dar
que para vivir nací. el coche truje á pesar
ACTO SEGUNDO 5oi
suyo, cesen los enojos, que en aquesta casa tengo.
que en despojos Mis contrarios me persiguen
de tan celestial pintura, tan furiosos y soberbios;
le pediré á mi ventura que desos riscos umbrosos
por favor, habrán contado los senos.
que ya que me dió e! amor, No sé qué remedio intente.
no me niegue esa hermosura. Juancho. Al diablo le das remedio
Pardiez, si he de hablar verdad, y pulgas le das al diablo,
bien se me puede creer que en aquel pajar tenemos
que sois la primer mujer hoy pulga, ¡juras á Dios!
que rindió mi voluntad, que piensas que eres barbero
y pensad y pes pega un picotazo
que me siento tan glorioso que dejasá Juancho muerto.
en este lance amoroso, Pulga hay que bien puede ser
que he creído con cordel mozo de ciego;
que siendo vuestro vencido una pulga reverenda
he quedado victorioso. toda vestida de negro,
¡Mala Pascua me dé Dios piensa que es fraile benito
si en el punto que os miré que te sales del convento.
de la suerte no dudé ¡Muerto vienes, pobre Juanchol
cuál fué mayor en los dos!
Admiro en vos
una perfección discreta, ESCENA VIII
por miraros,
que la vista más perfeta Asómase Toribia al paño con un asador en la mano.
entre prodigios tan raros Dichos.
se exhala como cometa,
y quisiera preguntar, Toribia. ¡Mal sosiega el pensamientol
porque deseo saber, De la cocina me salgo
¿cómo enseñáis á querer y á mi padre en ella dejo,
á quien nunca supo amar? que un quillotro no me deja
Que es de admirar poner los pies en el suelo.
que á tantos en las cadenas Huí en busca de mi querido
enlacen á manos llenas y no está en el aposento;
vuestros labios mas helos adonde están.
á cuchilladas de agravios Dieoo. Este es el mejor consejo,
y á puñaladas de penas. á Madrid parto esta noche
Ana. Quien tan bien sabe decir si me dejan. ¡Ana!
lo que desea explicar, Ana. ¡Diego! (Abrázanse )
si es que no ha sabido amar, ¿Es posible que mis ojos
¿cómo ha sabido sentir? tan gran ventura tuvieron?
Séos decir Toribia. ¡Concertáme estas medidas!
que si os falta sentimiento, Diego. No creerás á qué buen tiempo
que en tan amargo tormento te ven los míos, doña Ana.
puedo enseñaros Sin duda ha querido el cielo
á sentir con obligaros dar consuelo á mis desdichas
sintiendo lo que yo siento; con tu vista.
y si es que acaso es verdad Juancho. ¿No merezco
que os debo alguna afición, que Juancho besas tus manos?
débaos en esta ocasión Ana. ¡Juancho! los brazos es premio
gozar desta soledad. muy corto de tus servicios.
Sancho Ordenad Toribia. Para todos hay refresco.
lo que fuéredes servida; ¡Qué socorrida mujer!
la obediencia me convida, ¿Qué haré, que rabio de celos?
porque espero Ana. No habrá una hora que llegamos,
que conozcáis lo que os quiero, porque ignorando el cochero
pues me aparto de mi vida. (Vase.) el camino, nos perdimos
después de varios sucesos,
que en esos montes pasamos
ESCENA VII esta noche, hasta que el cielo,
con la luz de la mañana,
Salen por otra puerta Don Dieoo y Juancho. nos dió en esta casa puerto.
Doña Ana. En ella os halló ventura,
que sólo pudiera serlo
Diego. No he podido sosegar, entre tan grandes desdichas
Juancho, porque considero como nos siguen; bien veo
la poca seguridad que os ha de añadir disgustos
502 ÍIABLADME EN ENTKANDO
lo que contaros pretendo, ESCENA IX
pero acudo al menor daño.
Diego: aqueste caballero Sale Rodrigo. — Dichos.
en cuyo poder quedé Rodrigo. Ya está esperando
no me agrada, porque es cieno la comida; ¡santos cielos!
que goza de la ocasión, Señor ¿en aquesta casa?
como otros muchos lo han hecho. Diego. Ansí el cielo lo ha dispuesto;
Desde que me vió la cara, ¿dónde está vuestro señor?
con ternezas, con requiebros, Rodrigo. Aquí esperando le dejo
apretándome las manos, á mi señora doña Ana
dando suspiros al cielo, para comer.
me ha declarado su amor, Diego. Vamos luego,
aunque con termino honesto. que quiero besar sus manos.
Es poderoso, y va á ser Rodrigo. Será excesivo el contento
Gobernador en Oviedo, que tendrá con vuestra vista.
cosa que puede animarle Diego. Mayor le tuviera entiendo {Aparte.)
á conseguir sus intentos. de no verme. Ven doña Ana.
Pues la suerte os trajo aquí, Juancho. Juancho, vamos allá dentro;
no conviene ni lo quiero buena noche se te espera
que en su poder me dejéis. trotando por esos cerros
Diego. ¡Ea, desdichas: á un tiempo como ahora, y harta el tripa,
todas juntas, que ya es hora que quizá le vendrá tiempo
de cumplir vuestros deseos; en que cuando quieras carne
matadme, que poco falta! matarán al carnicero.
Juancho ¡Llévese diablo por viejo! Diego. Lo dicho, dicho, doña Ana.
¡Juras á Dios que le tienes Ana. Y lo dicho, dicho, Diego.
las propiedades del puerco! Juancho. Dicho lo dicho, barriga. (Vanse.)
Tombía. ¡Hemos negociado bien!
Diego. ¡Alto!: vamos al remedio,
que las determinaciones ESCENA X
son hijas de los discretos. Toribia sola.
No quiero que con él vayas
ni que te quedes, que es cierto Hábrame en entrando, pienso
que aquí no has de estar segura. caquesta noche ha de ser,
Ésta noche, en el silencio sin duda, mi finamiento.
de su obscuridad, sin dar ¡Qué bien lo amasó el traidor
á ninguno cuenta desto, que con fingidos requiebros
'te prevén, que he de llevarte, embaducar pretendía
tomando por instrumento los mis sencillos deseos!
de las muchas dese prado, ¡Qué he de hacer, triste de mí,
dos yeguas, hijas del viento, que me espachurran los celos!
para hacerlo. ca cá dentro juegan cañas,
siendo la praza del cuerpo.
Juancho Ya le tienes ¡Llorad tristes ojuelos,
juras á Dios lindos frenos que amor os tira y son sus frechas celos
y yo sabes donde hay sillas, y por sentir las que os están tirando
y por el corral podemos decí Toribia, así: «hábrame en entrando.»
echarlas.
Diego. Bien lo has pensado.
Toribia. Muy buen despacho tenemos. ESCENA XI
¿No hay son echar y frcir, Sale Lucía.— Dicha.
como si hueran buñuelos?
Diego. A las diez en esta puerta Lucía. Toribia, padre te llama.
has de estar, porque al momento ¡Verá el diabro lo que ha hecho!:
que Juancho ensilla las yeguas ¿el asador te trajiste?
nos vamos. No me ha quedado abujero,
Ana. Bien lo has dispuesto; tizón, artesa, vasar,
pero, porque la fortuna horno, cocina, humero,
no atrepelle mis deseos, espetera, despensilla,
cuando las tengas á punto, que he perdido el sufrimiento
hábíame en entrando recio, buscándole. ¿No respondes?
porque á la voz te conozca. ¿Qué tienes que haces pucheros?
Diego. Bien dices, y por más cierto, Toribia. Tengo un bien que no me entiende,
será el hablarme en entrando, tengo un mal que no le entiendo.
la seña. ¿Has vido al ninfo y la ninfa
Ana. De aquese acuerdo juntos?
quedamos. LucIa. Sí.
Toribia. Pues eso tengo.
ACTO SEGUNDO 5o3
Lucía. Ya de comer acabaron, no me habéis conocido, que yo os juro
y ella, desmayos fingiendo, que á conocerme...
diz que se quiere acostar, Don Diego.
y yo la cama le he hecho
en la cámara de arriba. ¡Ay cielos,
Topibia. Ya esos desmayos entiendo. sin duda al viejo le atormentan celos!
¡Mal desmayo le dé Dios! Me he desengañado
Pues se acuesta, ocasión tengo del falso trato que conmigo ha usado.
para corromper sus gritos En mi poder está...
y para lograr mi intento; Don Luis.
procura tú desnudarla No está.
y con sotil fingimiento Don Diego.
los vestidos que le quitas
los trascuela á mi aposento ¿Qué es esto?
con secreto, que me importa. Don Luis.
Lucía. ¿Qué es lo que has de hacer con ello? Dañosas rapazadas. ¡Alto, presto!
Toriíia. Calla, y haz esto que digo. pongan el coche y vamos.
Lucía. Callo, y hacerlo emprometo. Rodrigo.
Toribia. Al cura le oí decir Ya está puesto,
que vestido de pellejos señor.
le hurtó la bendición Don Luis.
un Jacome al heredero
della; y ansí pienso hacer, ¿A qué aguardamos?
que esa ropa será el vello Quedaos con ella que, por vida mía,
que la bendición que busco que os acordéis de mí quizá algún día.
magarre por los cabellos. (Vanse.) Llévola yo á mi casa;
¡ay hija amada, el alma se me abrasa!
y venís á quitalla
ESCENA XII de quien le daba honorl ¿Queréis llevalla
Salen Don Diego y Don Luis.
á que guarde ganado?
¡Pobre muchacha, lástima me ha dado!
Don Luis. Don Diego.
Si estáis determinado ¡Si no mirara...
no será porfiaros acertado. Don Luis.
Don Diego. ¿Cómo es eso, cómo?
Yo estoy agradecido Canas de acero calzan pies de plomo.
al gran amor que en vos he conocido; Yo soy quien he tenido
llámanme obligaciones lo que no puede ser bien parecido.
que no puedo excusar. Si hacerlo no os agrada,
Don Luis. no miréis en respetos, que mi espada,
cansada de matar los enemigos,
Las ocasiones bien sabrá responderá losamigo's.
que pueden suceder mirad primero,
que es la hermosura un enemigo fuerte Don Diego.
y á quien la adversa suerte Ya apretáis demasiado.
tanto le dió, camina hacia la muerte Aquí en vuestra presencia he reparado
con mayor brevedad. no sé qué soberanos
Don Diego. impulsos me enmudecen que las manos
Esos deseos... aun no acierto á movellas,
En sus palabras ya su intención veo. (Aparte.) debe ser unión de las estrellas
¡Que no le haya obligado lo que aquí me detiene;
siendo noble el haberle confiado idos con Dios, pues tanta fuerza tiene
mi honor! Pierdo el sentido. que no habiendo temido,
temo venceros por quedar vencido,
Don Luis. y no pudiendo hablaros
Que, en efecto, señor, solo y perdido temo el oiros, temo el replicaros. (Vase.)
huyendo de la muerte, Don Luis.
¿os queréis encargar de aquesa suerte
de una mujer hermosa? Muerto va y solo quedo.
No lo acertáis, y adviértoos una cosa, Rodrigo.
por el hábito santo Declárate señor.
de San Benito, á quien venero tanto; Don Luis.
por la sangre heredada Eso no puedo
tan limpia y noble como desdichada, que ahora no conviene,
que estaba en mi poder esa señora que quiero ver si algún remedio tiene
más bien guardada que no queda ahora, con el cargo que hoy llevo
y quererla llevar no os lo aseguro; su libertad.
5o4 1IABLADME EN ENTRANDO

Rourigo. Toribia. No estiraces tanto,


Ya se ha escondido Febo, que me harás caer.
quédate aquesta noche Lucía. Todo está atacado;
en esta casa. ¿qué quieres ahora?
Don Luis. Toribia. Dame ese refajo.
No: camine el co:hc; Lucía. Allá va; ¿qué es esto?
(Las enaguas.)
pica á Oviedo que importa.
Toribia. ¿Qué trojiste, diabro?
Rodrigo. ¿es frontal de igreja?
A Oviedo pica. Ten de aqueste lado.
Don Luis. (Extiéndelas todas, que han de estar co
La jornada es corta; sidas por delante.)
¡qué triste fué el mozuelo! ¿Quieres apostar
Más triste quedo yo, sábelo el cielo. que trojiste acaso
¡Ay, mi hija querida, la funda del coche?
aún no gozada cuando ya perdida! Lucía. No, que es muy galano.
¿Cuándo querrá mi suerte Toribia. Ya caigo en lo que es:
que alegre os goce hasta esperar la muerte? manta de caballo.
(Vanse.) Lucía. ¿Tan larga?
Toribia. Alto, pues;
ESCENA XIII voime rodeando
esta faja al cuerpo.
Sale Lucía con un candilón y los vestidos y Tombia.
(Va dando vueltas Toribia, dándose las
enaguas, y Lucia teniendo el otro canto.)
Toribia. ¿Cerraste la puerta?
Lucía. Si, ya la he cerrado. Lucía. Muy bien lo has pensado,
Toribia. Cuelga el candilón casi la traía.
en aquese cravo. Toribia. Ata esos dos cabos;
¿Sintióte la ninfa? venga ahora esotro
Lucía. Ño, ca al ir entrando, presto.
por no her roído, Lucía. No ha quedado
quité los zapatos. ya más que la ropa.
(Púnese la ropa.)
Toribia. Pues desnuda presto.
Lucía. Ya tienes quitado Toribia. ¡Qué cuello tan alto!
la saya y sayuelo. Lucía, parece
(Siéntase en el suelo.) pescuezo de ganso.
Toribia. Desprende el tocado Lucía. ¿Por qué ansí lo hacen?
apriesa, Locía, Toribia. Porque yo he pensado
mientras me descalzo. que los traen ansí
(Queda en mantegüelo.) éstas, por si acaso
Lucía. Ya todo está hecho; algún caballero,
¿por qué tas quitado tierno enamorado,
los zapatos? quiere visitar
Toribia. ¡Bestia! sus compuestos labios,
¿cabrán en los zancos? con el pie de amigo
Dácalos acá. no pueden lograrlo.
(Dale los chapines.)
Lucía. Esta caja vino
Lucía. Aquí están acá entre los hatos.
Toribia. ¡San Pablol
Llega acá, Locía; Toribia. ¿Qué hay dentro?
Lucía. Cabellos.
llega, que me caigo.
Lucía. Quítatelos, pues. Toribia, ¿Si sa trasquilado
Toribia. Yo me iré enseñando, con el berrenchín?
ca amor es maestro Lucía. Que son del tocado
tienen trazaderas,
en aquestos casos. si no es que me engaño,
Daca los corpiños. estos son pericos.
Lucía. Como están cerrados
por delante... Toribia. Pon, que no me espanto
que caiga quien tiene
Toriria. Enseña, perico en los cascos.
oigan el diabro, Daca la valona.
por detrás se atacan. Está como un mayo:
(Púnese el jubón.) Lucía.
Lucía. Las damas de hogaño, toma no te ahoje.
siguiendo lo culto, Toribia ¿Y padre?
huyen de lo craso. Lucía. Sentado
Toribia. Pon presto. quedaba en el huego
Lixía. Ya pongo. con Sancho tu hermano,
¡Cristo soberano, que destas visitas
cuántos agujeros...! quedaba cansado.
ACTO SEGUNDO 5o5
Toribia. Si por mí pregunta sin prevenir la venganza
di que me he acostado. la trujo el cielo á mis manos
Lucía. ¿Qué hará la señora (Llévasela.)
cuando ande buscando
sus vestidos? ESCENA XVI
Toribia. Muera,
pues me está matando. Sale Doña Ana mal vestida de villana.
Arrímate á mí.
(Toma el candil Lucia, arrímast a To ¿Si habrá mi hermano venido,
ribia y vanse entrando.) que no sé quién me ha quitado
Lucía. Válgate el calvario los vestidos que tenía
de Nueso Señor. prevenidos para el caso,
¡Linda estásl y en buscar esos que tengo
Toribia. ¿Te agrado? presumo que me he tardado?
Vete poco á poco. Si bien más segura voy
Lucía. Si jo huera macho en este traje.
todo estaba hecho.
Toribia. ¡Ay! amante falso,
aquesto mobriga; ESCENA XVII
«hábrame en entrando.» (Vanse.)
Salen Don Luis y Rodrigo.—Doña Ana.
ESCENA XIV Luis. Cansado
Salen Don Alonso dk Bustos y otros tres, con llego; mas ¿cómo, Rodrigo,
pistolas, botas y espuelas. tendré sin vida descanso?
Rodrigo. Señor: del camino vuelves;
Alonso. Los caballos apartad ¿qué piensas?
detrás de aquese ribazo, Luis. He imaginado
que, según traigo noticia, el peligro en que á mi hija
presto atajaré los pasos
del que ya segunda vez dejé entre aquestos villanos,
. más afrentas ha intentado. y ansí he resuelto decirle
Los caballos aun no pueden, quién soy, y llevarla.
consumidos del cansancio, Ana. Pasos
pacer la hierba. siento. ¿Si es Diego?
Cab. 2.° El postrero Luis. ¿Qué es esto?
ha sido bellaco rato Un bulto, si no me engaño,
que han llevado. miro á la puerta. ¿Quién va?
{Llega y agárrala.)
Cab. 3.° La noticia Ana. ¡No es Diego, ay Dios!
que nos dió aquel aldeano Luis. Sosegaos.
de los bueyes importó. Ana. Ya os conozco, ya os conozco;
Alonso. Ahí os quedad retirados, mirad que vendrá mi hermano,
veré si en aquesta casa y que si intentáis mi ofensa
quizá quieran hospedarnos tengo valor, tengo manos
sólo por aquesta noche. para mataros.
(Vanse los tres.)
Yo apostaré que acostados Luis. . ¡Ay, hija:
estarán ya. ¡Ah, buena gente! dame mil veces tus brazos!
(Da golpes.) Soy tu padre, Luis Hurtado
Abrid. Habladmeen entrando. de Mendoza. Trae, Rodrigo,
la yegua.
(Va Rodrigo por ella.)
ESCENA XV Ana. ¡Oh, padre amado!
Sale Toribia. — Don Alonso.
¿es posible que te veo?
Dame otra vez esos brazos.
Toribia. La seña es ésta, aquí estoy
aguardando, Diego Hurtado.
Doña Ana soy. ESCENA XVIII
Alonso. ¡Santos cielos! Asúmase l-vcíxá la puerta y velos abrazar.—Dichos,
¿Qué es esto? menos Rodrigo.
Toribia. ;Esian aliñados
los caballos? Lucía. ¡Eso sí, cuerpo de tal!
Alonso. (Ap.) Fingir quiero. Luis. Vente conmigo.
Ya están á punto. Ana. ¿Y mi hermano?
Toribia. Pues vamos. Luis. Por ahora no conviene
(Ap.) ¡Voto al sol, que habéis de ser que sepa quién soy.
mi marido! Ana. Pues vamos.
Alonso. El cielo santo ¿Ni ha de saber dónde voy?
5ot'¡ IIABLADME EN ENTRANDO

Luis. Después.
Ana. Besaré tus manos
dos mil veces. ACTO TERCERO
ESCENA XIX ESCENA PRIMERA
Sale Rodrigo.— Dichos.
Salen Toribia, Don Alonso y tres más
Rodrigo. Ya está aquí
la yegua. Alonso. Pues ¿qué te obligó á decir,
Ana. ¡Cielos sagrados, pastora, que eras doña Ana?
tal suerte en tanta desdicha! TORIBIA. A ser vos mi confesor
Luis. ¡Vamos! [Vansey luyansela.) podiera decir la causa;
mas ¿qué mayor la queréis
que mirarme ataviada?
ESCENA XX Con don y unos atavíos
LrcÍa sola. á cualquier mujer honrada
la sacan de sus casillas.
¡Hábrame en entrando! Alonso. ¡Oh, nunca saliendo el alba
Hoy despacha el viejo verde; desengañara las dudas
paidicz, lindo lance ha sido. de mi dichosa venganzal
¡Hola, bao! que se la lleva. Toribia. Dalde á los diabros, que á todos
¡Oh Mendo, oh señor, oh Sancho! mos mata y mos desengaña,
de que he podido escurrirme.
ESCENA XXI Pero ¿quién, por mi desgracia,
la seña os dijo?
Salen por una puerta Don Diego y Juavc.iio, y por Alonso. Es refrán
otra Sancho.— Lueía. que acostumbro; y como á tantas
Sancho. ¿De qué das voces? ¿qué ha habido? voces nadie respondió,
Di rgo. Alguna desdicha aguardo. pareciendo que callaban
Lucía. ¡Que se llevan á doña Ana! ó por temor ó por sueño,
Diego. ¿A quién? acaso lo dije. Extraña
Sancho. ¿A quién? manera de vestir: ¿cómo
Lucía. ¡San Hilario! os pusiste las enaguas,
(A Diego.) labradora, desa suerte?
¿Vos estáis aquí? Toribia. Decidme: ¿cómo se llaman?
Diego. Aquí estoy. Alonso. Enaguas.
Lucía. Pues otro «hábrame en entrando» Toribia. ¡Líbreme Dios!
se lleva á Toribia. Cab. i.° ¡Graciosa es la labrador;.!
Sancho. ¿Mi hermana? Alonso. Y tiene extremada cara:
Diego. ¡Cielo santo! ya que hemos errado el tiro,
¿Qué desdichas son aquéstas? entretanto que descansan
Juancho ¡Bien habemos negociado! los caballos, recostaos,
Diego. Pues ¿quién se lleva á doña Ana? que aquestas umbrosas hayas
Lucía. Ese viejo á cuyo cargo serviran de pabellón,
vino aquí. cuando os ofrece la cama
Diego. ¡Ah falso, ah traidor! huésped, si bizarro Abril
Sancho. Y á mi hermana, ¿por qué ó cuándo ella florida y bizarra.
la llevan? Toribia. Todos podremos hacerlo,
Lucía. Eso no sé. que, pardiez, de buena gana
Sancho. ¿Y quién hué? durmiera yo á sueño suelto
Lucía. «Hábrame en entrando.» como un lirón.
Diego. Juancho, vengan esas yeguas; Cab. i.° ¡Linda gracia!
ponte en una al punto, Sancho, ¿Piensas dejarnos durmiendo
que yo en estotra tras ellos y en un caballo serrano
al viento ligero igualo; tomar las de Villa Diego?
busca á tu hermana, que yo Toribia. Nunca malicias os faltar,.
busco la mía. ¿Pues eso había de hacer?
Sancho. Yo parto Yo os empeño mi palabra
sin alma, pues que el honor que heis de echarme menos cuasi
y el amor me han robado. me vaya.
Lucía. Adiós, Juancho. Cab. 2.° Bien lo declara;
Juancho. Adiós, Locía, mas será después de ida.
que allá me llevas mi amo. Toribia. Pues ¿cuándo?
Lucía. Si encontrares á Toribia Cab. 3.° Denle una estampa
dile... por el aviso.
Juancho ¿Qué? Toribia. Y sepamos,
Lucía. «Hábrame en entrando.» si yo no soy de importancia
ACTO TERCERO 507
ni en nada les he ofendido, Toribia. ¿Pensabas que aunque aldeana
¿qué me quieren? rústica, en aquesas sierras,
Alonso. Que te vayas; entre sus peñas criada,
mas será después... no tengo valor ni manos
Toribia. ¿De qué? para defender osada
Alonso. De que sepas que me abrasas. el honor, preciosa joya,
Toribia. Pues apártese de mí. vivo caratiel del alma?
Alonso. Será apartarme del alma. Engañáisos, que en defensa
Toribia. Pues ¿quién se la tiene? suya os mataré.
Alonso. Tú. Alonso. Ya pasa
Toribia. ¿Dónde? de locura, lo que emprendes,
Alonso. En esa hermosa cara. y por esa misma causa
Toribia. El alma de todo un cuerpo te he de gozar, ó la vida
¿cabe en mi cara? has de perder.
Alonso. Serrana: Toribia. ¡Brava hazaña,
en esos ojos la tienes. para un nobre caballero
Toribia. Aunque fuera de avellana es ensangrentar su espada
es imposible caber. en una humilde mujer!
Alonso. Ese donaire me mata Mas no importa; ensangrentadla
sin piedad y sin justicia, si podéis, que ¡vive Dios!
que eres dueño de mi alma; caballero de mohatra,
que esos labios de coral que teniendo de mi parte
y esas mejillas de grana la razón que me acompaña,
me tienen muerto de amores la nobre sangre que heredo
y que me abraso, serrana, pienso haceros mil tajadas,
por servirte. que los galanes de hogaño
Toribia. Gloria á Dios, gastan en calzón y mangas.
que entramos en la posada; Embestí.
ya no hay que pasar de ahí. Alonso. ¡Viven los cielosl
Alonso. Pues ahora sólo falta que en esta ocasión me holgara
que, pues el sitio convida, que en tu defensa tuvieras
conmigo no seáis ingrata; quien estorbar ¡atentara
vamos, gozaré tus brazos. mi gusto. Acabad, ¿qué es esto?
Toribia. ¿Gozarme? Aqueso no es nada; Si se defiende, matadla.
mire si quiere otra cosa; Sancho. No matarán, que aquí está
el hombre es práctico. quien, saliendo á la demanda,
Alonso. Acaba: os cumplirá ese deseo.
¿no te determinas? Pues Toribia. ¡Hermano, toquen alarma:
considera que á tu casa muera esta gente roín!
no has de volver si primero Alonso. Agora saco la espada
no haces mi gusto. para castigarte.
Toribia. (Aparte.) j Mal haya Cab. 2.° Huid.
mi desdicha y no tener Sancho. ¡Huid vosotros, canalla!
en aquesta ocasión armas! Hayo seré de esas vidas.
Alonso. Quedaos vosotros ahí. (Mátenlos á cuchilladas Sancho y Tori
Vamos, mi bien. bia.)
Toribia. ¿Esto pasa? (Aparte.) Cab. 3.° Esos caballos desata;
¿Ello no puede ser menos? ¡huyamos!
Alonso. ¡Por ningún caso! Alonso. ¿Qué es esto? ¿ahora
Toribia. Pues vaya una espada os acobarda?
con el diabro. Cab. i.» ¡Pica!
Alonso. Vamos, pues. Cab. 2.° ¡Correl
Loco voy. Cab. 3.° ¡Vuela!
[Van andando,)' al pasar por junto á Alonso. ¡Cielos!
los criados, Toribia le quita la espadad si no vengo injurias tantas,
uno.)
Toribia. ¡Fiera canalla! ¿para qué quiero la vida. (Vanse.)
Amansad vuesos deseos
con la punta desa espada.
Alonso. ¿Qué intentas, bárbara? ESCENA III
Sancho y Toriiia.
ESCENA II Sancho. Al viento ligero igualan;
Sale Sancho Díaz.—Dichos. mas ¿por qué culpo la suya
si tu ligereza es tanta
Sancho. Creo, que, atropellando respetos
si la vista no me engaña, de tu sangre y de tu casa,
que llegamos á buen tiempo. como una infame ramera
5o8 HABLADME EN ENTRANDO

te sales della y te apartas tu padre pudiera ser


de tu padre y de tu hermano, que no tu amante!
desluciendo con infamia Toribia. Ya es falta
nuestro honor? Dime: ¿qué ha sido propia en la hermosura siempre
deste traje la mudanza, el mal gusto; pero calla,
desta deshonra el origen, que por dicha podrá ser
y desta humildad la causa? que sin pensarlo mos salga
¿quién della ha sido ocasión? un padre que á tí te quiete
Toribia. Ell amor. como me quietó una hermana.
{Hace ana reverencia.) (Vanse.)
Sancho. Aquesta daga ESCENA IV
te le sacará del pecho,
y pues mis ofensas callas, Salen Don Luis con vara, Doña Ana, Rodrigo
ella me abrirá otra vía y acompañamiento.
que me la diga. Luis. Ha mostrado la ciudad
Toribia. Si basta su lealtad y su valor;
decirlo, yo lo diré. débolas un gran amor.
Sancho. Di, pues, acaba. Ana. Es de mucha calidad
Toribia. La causa lo noble della.
es muy larga para ahora. Luís. Pues no,
El vestido, de doña Ana, las reliquias de los godos,
que, por gozar la ocasión de quien descendemos todos,
que ella venturosa alcanza, de aquí su origen tomó.
me le puse, que el amor Para no estar prevenido,
del forastero que en casa ha sido el recebimiento
estaba, dempués que vino muy cumplido.
ha metido tal cizaña, Rodrigo. Estuve atento
que él ha de ser mi marido al aseo del vestido
cumpriéndome la palabra y del tocado de aquellas
que me ha dado; aquesto es hecho, que delante iban bailando
aunque le peseá la ingrata, de tu persona, admirando
que por él melancoliosa algunas más que el sol bellas.
tantos enredos trazara, ¡Extraño traje!
ó no seré yo Toribia. Luis. ¡Extremado!
Sancho. Calla, bestia, que es su hermana. Es la nobleza de Oviedo
Toribia. ¿Mas por Dios? esa que bailaba.
Sancho. Y aquesta noche, Ana. Puedo
el viejo á quien encargada decir que no me he alegrado
la dejó, se la ha robado. tanto como hoy ningún día.
Toribia. ¿Qué me cuentas? Rodrigo. La Iglesia mayor es cosa
Sancho. Lo que pasa; excelente.
á Oviedo partió tras ellos. Luís. Milagrosa.
Toribia. ¿Y qué? ¿es de veras su hermana? Ana. Mientras que se proseguía
Sancho. Sin duda. el recibimiento, a mí
Toribia, ¡Válgame el cielo! las reliquias me enseñó
Parece que ahora el alma el señor Obispo.
por el cuerpo se pasea. Rodrigo. Y yo
Sancho, Aquesa yegua desata; también, señora, las vi
vamos, porque he de ir tras él contigo, y quedé admirado.
que también á mi me alcanza Luis. Es este antiguo sagrario
gran parte de sus desdichas, un divino relicario
queá su hermana adoro. de Europa, á quien han llamado,
Toribia. Basta; Roma de España.
que baselisco el amor Ana. Si aquí
corrompió toda la casa. nuestro ausente se hallara,
Vamos, hermano, que yo con más sosiego gozara
te sigo á Oviedo, y las sayas de las grandezas que vi.
renuncio y en otro traje Luis. Dios lo dispondrá; no digas
si el mi querido se halla, á nadie que hermano tienes,
pardiez, tengo de valelle pues con eso previenes ^
y en su defensa esta espada aumento á nuestras fatigas.
pasará á Oviedo á cuchillo.
Sanx.ho. Vamos á casa, que en casa ESCENA V
se dispondrá, y á mi padre Sale Juancho.—Dichos.
daremos cuenta- ¡Ay, doña Ana,
que mereciese tu amor Juancho. Juancho, si vienes cansado
un hombre que con más causa sabes lo Dios.
ACTO TERCERO 509
Ana. ¿No es aquel Luis. Pues alto, vamos de aqui,
Juancho? que no quiero que me aguarde.
Luis. Disimula. Ana. ¿Adónde vas?
Juancho. Aquí Luis. Aquí voy.
estáis á quien busco yo Juancho. ¡Juras á Dios, vizcaíno!
hayas mal quien me parió solo vas, viejo, al camino,
si no fué clérigo, si muchos palos que le doy.
no vinieras Juancho ahora, ( Vanse Don Luis y Juancho,)
sólo de Bilbao pruebas,
y al viejo verde te llevas
antes que pasa un hora, ESCENA VI
á que gobiernes infierno.
¿Queréis algo? Doña Ana y Rodrigo.
Luis.
Juancho. Para vos Ana. Rodrigo; temblando quedo;
traigo este. (¡Juras á Dios ve tras ellos.
que te despacho el gobierno!) Rouriuo. Sí, haré,
(Dale un papel y empuña la espada.) y más gente llevaré.
Ana. ¡Juancho, mira! Ana. Que no aguarde tengo miedo
Juancho ¡Fuego, fuego, mi hermano, que es arrojado,
en vosotros! ¿qué me quieres? y sin advertir razones,
Llevar el diablo mujeres; en viéndole, ejecuciones
la mejor quemarla luego. dará á un caso desdichado;
Ana. ¿Dónde está mi hermano? que Juancho me dijo agora
Juancho. Ha ido que á mi padre está esperando
á cazar grullas. en el campo; estoy temblando.
Ana. Di adónde. Rourigo. Perdé el recelo, señora,
Juancho. Juancho en su vida responde que prevenido estaré
á mujer. para lo que sucediere,
Ana. ¿Tienes sentido? y la gente que trujere
Juancho., A fe que estoy sospechando retirada dejaré
después que os fuisteis los dos para que, sin embarazos,
no digáis, ¡juras á Dios! se desengañen los dos.
ahora, «habladme en entrando» Ana. Padre, hermano, traigaos Dios
Ana. ¡Bárbaro! ¿qué dices? á mis ojos y á mis brazos. (Vanse.)
Luis. ¡Cielos!
Esto escribe y dice ansí.
¡Ay hijo amado, ayde mi, ESCENA Vil
quién quietara tus desvelosl
Sale Don Diego so/u.
(Lee.) «Ni sois caballero ni puede
ser que seáis bien nacido, porque Basta, cansada memoria,
quien no corresponde á las obligacio que dais en atormentarme;
nes de serlo, niega lo uno, deslucien cuando afligido juzgaba
do lo otro. Fiéme en vos; no acudis que si la vida faltaba
teis á vuestras obligaciones, cosa que honor tenía.
no hicierais en tener buena sangre. Memoria, si la perdía
Débeos de animar el verme persegui más vitorioso quedaba,
do; pero para que os desengañéis de pues ahora que el honor,
que en cualquier estado tengo el va que fué la prenda mejor
lor que heredé de Don Luis Hurtado que he tenido,
de Mendoza, mi ilustre padre, os me la arrebató atrevido
quedo esperando junto á la cruz del de la fortuna el rigor,
Vierzo, donde os guiará ese criado. memoria, si bien se advierte,
Solo estoy y mis armas son una es acordando el trance fuerte,
pada y daga; si os pareciesen pocas, ¡qué pesar!
traed las que quisiéredes, y si no os ¡sois la piedra de amolar
atrevéis solo, venga quien os acom del cuchillo de la muerte!
pañe, que, siendo como vos, tanto ¡Que una mujer que entendía
monta. — Don Diego Hurtado de que en poco el mundo tenía,
Mendoca.* ¡qué crueldad!
¡Bien haya quien te parió! intentase sin piedad
Si mi valor heredaste, tan notable alevosía!
Diego, ahora lo mostraste. ¡Que un noble me persiguiese,
¡Qué resuelto que escribió! que la palabra me diese
Es valiente. Dios le guarde. y la quebrase!
¿Vos me habéis de guiar? ¡Que afligido me dejase
Juancho. Sí. y que con mi honor se fuese!
5io HABLADME EN ENTRANDO

ESCENA VIII me ha de aplacar, y mi agravio


pierde la satisfacción.
Salen Don Luis y Juancho.— Dichos. Pues no queréis meter mano,
haber si ahora lo hacéis.
Diego. Espera junto al caballo (Tírale y mete Don Luis mano.)
por si fuese menester. Luis. ¿Qué es esto, cie!os sagrados?
Juancho. Señor, el que está agraviado ¡Amado hijo, yo soy...
no tiene que hacer más que Diego. Un caballero villano
en llegando metes mano, que cuando dél me fié
y de primer antubión mi deshonra ha intentado.
el diablo llevas contrario,
que satisfación si esperas
no vales higo. (V««J ESCENA X
Dice Rodrigo dentro y luego sale con todos los que
pudiesen y embisten á Don Diego.— Dichos.
ESCENA IX
Rodrigo. Caminad presto, que ya
Dichos, menos Juancho. los aceros han sacado.
(Dentro.) ¡Favor aquí á !a justicia!
Luis. Aguardando Diego. Con celada y con engaño
me está ya. Guárdeos el cielo. saliste, ¡no importa!
Diego. Hasta que pueda mataros 2.° ¡Muera!
solamente lo deseo, Luis. Ya no he de poder librarlo,
vil caballero, que cuando que si declaro quien soy,
de vos me fío, mi afrenta no será posible caso
ejecutáis. valerle; quiero callar.
Luis. Reportaos ¡Hola, prendedlo ó matadlo!
y escuchadme. 3.° ¡Muera!
Diego. ¡Qué diréis! 4.° ¡Muera ó dese preso!
¿Que por remediar el daño Diego. Ha de ser hecho pedazos.
mayor, piadoso trujisteis (Mélenio á cuchilladas.)
esa mujer, que me ha dado
para mi deshonra el cielo, Luis. Rodrigo, Rodrigo, mira
para mi aflicción los hados? no me lo hieran, cercadlo;
¿Acaso, pregúntoos yo, bien se resiste, ¡ay de mí!
sois mi tutor? Mucho le van acosando,
Luis. El muchacho parece que le han herido.
está resuelto: ya es tiempo ¡Teneos!
preciso de declararnos. (Salen sobre él y él herido, y cae d lus
pies del padre y quita las armas)
Diego, veinte años ahora...
Diego. ¿Qué tienen que ver veinte años Diego. ¡Cielos airados,
con mi agravio? ¡Vive el ciclo que me perseguís! ¿qué es esto?
que debéis de haber pensado A los pies de mi contrario
que soy loco! ¡Alto, sacad vine á caer.
la espada! Luís. ¡Deteneos,
Luis Terrible caso insolente temerario!
será que no me escuchéis. ¡vive Dios que habéis de ver
Diego. Más terrible fué llevaros en un alto cadahalso
á mi hermana. Acabad luego, vuestra cabeza! ¡ay de mí!
¿qué os detenéis? Meted mano. ¡Rodrigo, mira si es algo!
Luis Digo que veinte años ha Rodrigo. En la cabeza es la herida.
que por aquel desastrado Luis. ¡Mal hayan amén las manos
caso. que se la dieron! ¿Qué es esto?
Diego. ¿Qué gastáis arengas? ¿Estáis herido? Llegadlo
Yo no tengo de escucharos. acá.
Luis. ¡Vive Dios que habéis de hacerlo! Diego. ¡Airada fortuna!
Diego. ¡Vive Dios que he de mataros Es este el último estado
si la espada no sacáis! en que pudiste ponerme.
Luis. No es nada; bien empleado
(Sácala Don Diego.)
fuera el haberos abierto
Luis. ¿Vióse caso más extraño? la cabeza y aun mataros.
El muchacho está perdido. (No lo quiera Dios.) Tomad
¡Alto! vamos abreviando. (A Rodrigon
¡Hijo de mis ojos! Yo... ese lienzo y apretadlo
Diego. ¿Ya os acogéis al sagrado en aquella herida.
de la humildad? Pues conmigo Diego. ¡Ah, pesia!
no ha de valeros. Si aguardo (.*/>-) Luis. A ver si está bien atado:
más razones, este viejo llegad acá, no está bueno.
ACTO SEGUNDO 5ll
ESCENA XI del enemigo por ti,
¡oh, pastora! que aunque extraño
Salen Toribia y Lucía de hombres, vestidas d lo el traje de hombre conozco
say agüés, Sancho y Mendo, y Juanciio por otra
tu valor, por los sagrados
puerta.
cielos, que te he de pagar
J üancho. Juras á Dios que anda el diablo mi libertad, obligando
suelto, cazolada tienes mi palabra al beneficio.
de gente el viejo bellajo Lums. ¡Vil canalla! ¡Ya me canso
escondida. de sufrir! ¡hola, prendedles!
Topibia. Anda, Lucía. si se resisten, matadlos.
Lucía. Pardiez que son güenos ajos (Embisten con ellos, y en la refriega
suelta Rodrigo á Don Diego, y Toribia le
éstos. da su espada y desciñese la honda.)
Sancho. ¿Qué gente es aquesta? Sancho. ¡Padre, á ellos!
Mendo. Justicia pienso. Mendo. ¡Hijo, á ellos!
Sancho. O me engaño, Juancho. ¡A ellos tú también, Juancho!
ó es Diego Hurtado el que llevan Toribia. Por ese lado, Locía,
entre aquellos agarrado. valiente, ve espechonando.
Padre: ¿qué habremos de hacer? Lucía. Ya te sigo.
Mendo. Eso pudieras mirarlo " ¡Mueran!
antes de salir de casa; ' ¡Mueran!
pero después de hecho el daño, (Mótenlos los villanos á cuchilladas.
llegar, librarle ó morir, Salen por otra puerta Rodrigo, asido de
ya que estamos empeñados. Don Diego y Don Luis.)
Sancho. ¡Alto, puesl ¡Hola! ¿á quién digo? Uno. (.Dentro.) ¡Cielos santos, gran furor?
Mendo. ¡A mochacfiosl retiraos ¿son rayos ó hombres?
á aquesta parte. (Hace que se esconde.)
Lucía. ¡Oh, qué bueno!
no queremos retirarnos.
Toribia. ¿Reti... qué? aguardad un poco. ESCENA XII
¡Hola, fariseos! dadmos Sale Don Luis.— Dichos.
el preso.
Lucía. Dadmos el preso. Luis. Rodrigo:
Luis. ¡Vive Dios que los villanos haz lo que diré...
del lugar quieren librarle! Rodrigo Libraos,
Quizá del cielo guiados Diego Hurtado de Mendoza;
vengan muy en hora buena. idos, ya estáis desatado.
¿Qué es lo que emprendéis, serranos? Diego. Yo pagaré este servicio.
¿No miráis que estoy aquí? Luis. Tenedle, que se ha soltado.
Sancho. Por aquese mismo caso Diego. ¿Qué me persigues? ¿qué quieres?
lo intentamos. Luis. Dios te libre.
Luis. ¿Qué es aquesto? íVase Rodrigo y Don Luis.)
¿Sois locos?
Mendo. Locos ó sabios ESCENA XIII
esto ha de ser ó sobre ello...
Toribia. Suelten all hombre. Sale Toribia.— Don Diego.
Luis. Tal caso Tombía. Diego Hurtado.
no he visto. Diego. Toribia.
Toribia. Suelten all hombre. Toribia. Pues ya estás suelto,
Luis. ¡Ah villanos, reportaos!
toma esta espada en la mano,
Mirad que el gobernador líbrate, no tengas pena,
de Oviedo os está hablando. que yo seguire tus pasos
Toribia. ¡Mentís, que no es caballero en sabiendo dónde vas.
quien intenta hacer agravios! Diego. ¿Cómo he de poder pagaros,
Luis. ¿Yo, agravios? Toribia, con una vida,
Lucía. Lo dicho, dicho. tantas como me habéis dado?
Toribia. Claro está, que neis de negarlo Toribia. No es tiempo de taravillas:
porque sois un... En deleto huid.
suelten all hombre. Diego. Obedezco y parto. (Vase.)
Luis. En llegando
á las manos, tú, Rodrigo,
le suelta, que por milagro, ESCENA XIV
á medida del deseo, Salen Sancho y Mendo, acuchillándose, por una
Dios trujo esta gente. parte, y por otra, Lucia, Toribia y Juancho.
Juancho. Juancho,
buen paliza se te aliña. Toribia. Mueran, ó dense á prisión.
Diego. Si me libro de las manos Sancho. Antes muerto que entregado.
5i2 HABLADME EN ENTRANDO
ESCENA XV ESCENA XVI
Salen Don Luis y Rodrigo. Sale Don Diego solo por lo alio del monte.

Asperos y intrincados laberintos,


Luis. ¡Teneos, teneos! «jQué es aquesto? claro y undoso río
Después que habeis alcanzado á quien paga el rocío
el intento á que venisteis, en tributos distintos
¿por qué queréis, temerarios, obediente al que debe
abalanzar vuestras vidas cobrando el que la nieve
cuando miráis alterado desos montes destila
á Oviedo y que es imposible cuando el invierno afila
con las vidas escaparos? sus frígidos bostezos,
Daos y creedme, que os juro porque con esperezos
si por la fe de soldado el sol mal abrigado
y por la de caballero, sale á invadir de luz el verde prado,
por el hábito que traigo y la escarcha en sus faldas
y por la vida del rey perlas le ofrece en ramos de esmeral-
(que guarde Dios muchos años), si lastimáis mi suerte [das;
que si os entregáis ahora piedades lograréis dándome muerte.
debajo de la que he dado, Algo cansado y afligido llego,
que no recibáis ofensa, fuente, á vuestra corriente,
antes protesto ayudaros, en vos, sed ardiente
pues sabéis que debo hacerlo mitigaré que llevo;
por tenerlo granjeado bulliciosa os contemplo
con las pasadas caricias, de mi inquietud ejemplo,
con vuestro noble agasajo. sed piadosa conmigo.
Juancho. No le creas, no le creas ¿Qué es esto? A mi enemigo
con esto quieres pescamos, en aquel risco veo,
y luego estirar el nuez ¡ah infeliz deseol
y allá vas con el diablo. el agua me persigue
Mendo. ¿Qué haremos, hijo? porque mi sed en ella aun no mitigue.
Sancho. Señor, Caballero, que esos montes
si es imposible el librarnos, quizá pisáis por mi causa
damos con este seguro. para añadirme desdichas,
Mendo. Sea ansí. como si á mí me faltaran,
Lucía. Ante todos casos, bajad, decended al llano,
señor, ¿soltaron all hombre? que en él un hombre os aguarda
Toribia. Sí, bestia, ya le soltaron. que, como nunca ha vivido,
Lucía. Pues ahora, aunque me ahorquen, no sa-be cómo se llama,
no importa, ca quí está Juancho. sólo sabe que la muerte
Juancho. Más valiera no estuvieras. bien alegre en sus desgracias,
P-odrkjO. La gente se va acercando. ya como cosa perdida
Luis. ¿Qué resolución tomáis? ni le deja ni le mata.
Mendo. De que debajo tu amparo Si acaso me conocéis,
nos entregamos, y advierte ¿cómo no movéis las plantas?
que el que es noble está obligado bajad, matadme, con eso
á libertar á su amigo tendré vida y vos venganza.
de semejantes trabajos.
Luis. Eso es cierto; vamos, pues,
entregad las armas. ESCENA XVII
(Entréganlas todos.) Sale Don Alonso. — Don Diego.
Sancho. Vamos. Alonso. Caballero, á quien conozco
¡Ay doña Ana, si pudiese, para mi daño: dudaba
yaque en tus soles me abraso, hasta ahora que mi suerte
merecer un rayo dellos! en mi bien se conformara,
Juancho. Allá le llevas á Juancho, cierto della, aunque avarientas
plegad á Dios que verdugo me niegan paso estas ramas,
no le des carta de pago. menospreciando su altura
Toribia. Loca voy con que mi Diego, esculpiré mis estampas
Locía, se haya librado. m (Arrójase abajo )
Lucía. Yo con ver que en la prisión en la arena de ese valle,
tendré, Toribia, á mi Juancho. y ya que iguales nos halla
{Vanse.) la suerte, pues en la mia
también es fortuna avara,
conformes en el cansancio,
iguales con las desgracias,
ACTO TERCERO 5i3
por lo menos no diréis despojo del vencedor,
que os he muerto con ventaja. si en vos ha sido desgracia?
Diego. La soledad deste sitio Alonso. Cuando yo quiera negarlo,
es tan grande, que no se halla vuestra dicha lo declara.
que hayan violado sus hierbas Diego. ¿Ya no estáis muerto?
hasta ahora humanas plantas. Alonso. Sí estoy,
Siendo nobles, es forzoso más que de temor, de rabia.
que quede en esta batalla Diego. Si estáis muerto, perdonadme,
el uno de los dos muerto, como disteis la palabra,
si no es que la stierte iguala que el testigo que pusisteis,
los sucesos, y es razón cuya pureza sin mancha
que aquí nos demos palabra adoro, atento nos mira,
de que el que vivo quedara, á quien no podéis negarla;
que es una facción hidalga, y para que echéis de ver
lleve al otro á que le den que no me incitan venganzas
la sepultura sagrada, á que este perdón os pida,
y hasta tanto no le deje, tomad, tomad vuestra espada,
que será desdicha extraña tomad la mía también,
que al difunto se la den (Dale las dos espadas.)
una fiera en sus entrañas. que aquí rendido os aguarda
Pena de mal caballero, quien ya humilde no os resiste
si no lo cumpliere... cuando soberbio os mataba.
Alonso. Es tanta (Hincase de rodillas y levántale con los
brazos Don Alonso.)
razón, que juro cumplirlo, Alonso. ¡Oh, afrenta de los varones
y porque también se haga ilustres, á quien la fama
lo que la nobleza dicta, eterniza! Aquesos brazos
si llegara vuestra espada me da mil veces, que basta
antes á mi pecho, abriendo tu generosa hidalguía
puerta por do salga el alma, para que te perdonara,
yo os perdono desde aquí, no la muerte de mi primo
y á la Aurora soberana, de quien soy parte, mas cuantas
madre del Sol verdadero, injurias hacer pudieras
que estrellas lucientes calza, á mi sangre y á mi casa,
pongo por testigo. y si quieres que quedemos
Diego. Y yo, en facciones tan bizarras
y en fe dello ya os aguardan iguales, dame la muerte,
mis brazos. que pienso, con perdonarla,
(Atraíanse.)
Alonso. Aquestos míos siendo imposible hacer más,
confirmarán mis palabras. que no me lleves ventaja.
Diego. ¡Alto, pues, aquesto hecho! Diego. Correspondes á quien eres.
Empiece nuestra batalla. Alonso. Vamos á Oviedo, que el alma
Alonso. Ya os aguardo con la mía, acreditará con obras
meted mano á vuestra espada. lo que ofrece con palabras;
Diego. ¡Fuerte pulso! que en León no te está bien
Alonso. ¡Gran presteza! entrar hasta que, acabadas,
Diego. ¡Rayo airado! estén estas diferencias,
Alonso. ¡Furia extraña! mientras el perdón se alcanza
Mi desgrana estoy temiendo. de su majestad.
Diego. Gran desdicha me amenaza Diego. Amigo,
Alonso. ¡ Ah débil mano! ¿Qué es esto? tu favor me es de importancia
¿agora pierdes las armas? en Oviedo, que esta noche,
(Cáesele la espada de la mano, va á co si sus tinieblas me amparan,
gerla y detiénele Don Diego y cógele la es pienso, cortando dos cuellos,
pada.)
Diego. Teneos, que ya esta ventura lavar de mi honor la mancha.
para mí estaba guardada. Alonso. Dispón de mí, pues soy tuyo.
Alonso. Dadme la espada. Diego. Vamos pues. ¡A y falsa hermana!
Diego. No quiero, ¡ay aleve amigo! el cielo
porque es necedad extraña me deje tomar venganza. (Vanse.)
dar armas al enemigo
con que logre su venganza. ESCENA XVIII
Alonso. Pues matadme, acabad presto. Salen Don Lvis, Toribia, Lucía, Menoo, Sancho,
Diego. ¿Confesáis, viéndoos sin arma, Duna Ana, Rodrigo, Juancho y gente.
que tengo agora en mi mano
vuestra vida, y que no hay cosa Luis. Haced que se les aliñen
que me lo impida, pues es camas en aquese cuarto,
haber perdido la espada y con la guarda bastante,
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II 33
5i4 HABLADME EN ENTRANDO

Rodrigo, y con el cuidado ESCENA XIX


necesario, en su prisión
los tened, que debo honrarlos Salen Don Diego y Don Alonso y cogen la llave.
por el buen alojamiento
de su casa, aunque han andado Dirgo. A tiempo
esta tarde inadvertidos. me parece que llegamos.
Rodrigo. De hacerlo tendré cuidado. Cerrad presto.
Ana. ¡Ay, señor! ¿vienes herido? Alonso. Ya está hecho;
Luis. No, pero vengo cansado. la llave se quedó acaso
Ana. ¿Qué tal refriega tuviste, en aquesta cerradura.
y adónde queda mi hermano? (Dale una llave.)
Luis. Pregúntalo á quien fué causa Diego. Echad la loba; arrimaos,
que él escapase á mis manos. don Alonso, en esa puerta,
Ana. ¿Qué es esto? ¿qué traje es este, no se alboroten hidalgos,
Toribia, que habéis tomado? que acá estamos todos.
Toribia. Acá es un ciento de nueces; Luis. ¡Cielos!
dejadme; ¡os con el diabro, ¿No es este Diego?
que vuesas habilidades Rodrigo. Soñando
nos tienen en este estado. estoy. ¿Y también no adviertes
¿Por qué os huíste, golosmera, que le viene acompañando
y dejasteis vuestro hermano? don Alonso, su enemigo?
JüANCHO, Porque hombre y vino le quiere Ana. Alguna desdicha aguardo.
esta mujer de un tamaño. Toribia. ¡Ay, Diego del alma mía!
Ana. I Vaya con Dios, qué os parece Juancho. Juras á Dios que es mí amo.
cuál me ponen los villanos! Diego. No quiero gastar el tiempo
Mendo. No son villanos, señora, en quejas de vuestro trato,
los que estáis vituperando; que esas las publica el mundo
tan buenos son como vos, y por aqueso las callo.
que los Díaz asturianos Tampoco quiero quejarme
no deben nada en Oviedo de aquesa mujer que al lado
á los más nobles hidalgos. tenéis, que al fin es mujer,
Luis. Teniendo aquesc apellido y la más fuerte, de barro;
noble, yo no he de faltaros. la pendencia de esta tarde
Escuchadme aparte. tampoco quiero acordaros,
(Hablan Momio y Don Luis, aparte.) que aquesa yo os la perdono,
Ana. ¡Ay cielos! pues por ella he granjeado
¿De qué estás tan triste, Sancho? á don Alonso de Bustos
Muy agradecida estoy por mi amigo y por mi hermano;
que por librar á mi hermano al fin, yo no vengo á quejas,
te pongas en tal peligro. sólo vengo á que la mano
Sancho. A no haber visto tan claro deis luego á aquesa señora.
que merece vuestro amor ¿Qué miráis? ¿Qué estáis dudando?
quien hoy os está gozando ¿Podéis vos ser mejor que ella?
y quien de mi casa os trujo, No, ¡voto á Dios! esto es llano;
fuera poco por libraros vuestra mujer hade ser;
volver á Oviedo en ceniza, aquí estamos encerrados;
débil Troya de mis brazos, esta es la llave, acabemos,
y le hiciera por mi amigo, ó os haré tantos pedazos
¡viven los cielos sagrados! que en el aire...
matando á quien le ha ofendido Luis. Caballero,
si no fuera... escuchadme y reportaos.
Ana. Sancho, Sancho, En cuanto á ser su marido,
reportaos, quizá algún día, eso no puedo negarlo
cuando estéis desengañado, que conque un impedimento
yo podré corresponderos allanéis fácil, es llano
y vos podréis sosegaros. que me casaré con ella.
Lucía. Juancho, cansada me siento En cuanto haberos quejado
y aquesto va muy de espacio; de queá vuestra hermana truje,
¿quieres que aquí mos echemos? respondo, señor, que es tanto
Juancho ¡Dónde! lo que la quiero, que un punto
Lucía. En el suelo. fuera imposible apartarnos
Juancho, Estar blando sin que muriera, y ansí
mucho para mis costillas. el amor en este lazo
Toribia. Quien tuviera entre los brazos me disculpa, y pues que estoy
á Diego. ¡Ay ausente mío! á cuanto me pedís llano,
Lucía. Gusto me ha dado escucharos contadme vuestro suceso
y conoceros. con don Alonso.
ACTO TERCERO 5l5
Alonso. No es caso Diego. ¿\Es posible, padre amado
que admite corto progreso; que llegue á ver este día?
sólo sabéis que obligado Luis. Dale tú la mano á Sancho,
del valor, de la hidalguía, Ana, que estoy satisfecho,
digna de esculpirse en mármul, de que es por linaje hidalgo.
de don Diego, á quien le debo Ana. Con mucho gusto la doy.
la vida, le he perdonado Sancho. Yo estoy loco en bienes tantos.
la muerte, pues que soy parte, Diego. Siendo así, Toribia mía,
por ser deudo el más cercano según me siento obligado,
de mi primo, y autorizo no hago nada aunque entrego
esta amistad con mis brazos. el alma con esta mano.
Diego. Ya que habéis sabido aquesto, Toribia. Honor de los zaragüelles,
qué se ha de allanar sepamos; aceto.
porque en habiendo imposibles LucU. Querido Juancho,
los allane con mataros. ¿quieres ser mi matrimonio?
Sancho. ¡Santos cielos, esto es hecho! Juancho. Pues que tocas á rebato,
En brasas estoy temblando. Juancho, ¿qué puedes hacer?
Luis. En fin: ¿no puede ser menos jJuras á Dios que me caso!
sino que hemos de casarnos? Diego. Don Alonso, á mi prima,
Diego. O morir en la demanda. que es un ángel soberano,
Luis. Pues alto, traigan despachos te ofrezco.
de Roma. Alonso. Su cielo adoro,
Diego. Pues ¿para qué? v ansí quedo bien premiado.
Luis. Para que se case, es claro, Luis. Por el perdón partan luego
una hija con su padre. de su majestad, y en tanto
Dadme esos brazos, amado te doy la ciudad por cárcel.
hijo, que tu padre soy. Menüo. Gocéisos muy largos años.
Diego. ¿Mi padre? Rodrigo. Ya es hora que descanséis.
Toribia. «Habramc en entrando.» Toribia. Y si acaso os ha agradado
Luis. ¡Ay hijo! ¡ay prenda querida! esta comedia, os suplico
Dadme vos también los brazos. que premiéis nuestro trabajo
(A Alonso.) y deseos, con decirnos
Alonso. Seré desde hoy vuestro hijo. jvitor! habladme en entrando.
LA JOYA DE LAS MONTANAS
COMEDIA FAMOSA

Y VERDADERA HISTORIA DE SANTA OROSIA


DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA

PERSONAS

El Rey de Aragón. Eurosia, princesa de Bohemia.


Fortunio Garcés, príncipe. Cornelio, principe.
El Conde de Aznar. Arcisclo, obispo.
Mosquete, gracioso. Bodoque, lacayo.
Leonor, dama. Atanael, capitán moro.
Laura, criada. Tarife, moro.
Un Angel. Mecot, moro.

JORNADA PRIMERA con tan dañosa porfía


quieres resistirte, necio,
á tan soberana dicha?
ESCENA PRIMERA Bodoque. Ya estuviera convertido
si no por aquella lista
Salen Eurosia y Bodoque. de los mandamientos.
Eurosia. ¡Cómo!
Bodoque. Yo lo pensaré despacio. ¿Tanta gente convertida
Eurosia. Tu desatención me admira. no te mueve?
¿No basta que yo te ruego? Bodoque. No muy mucho,
Bodoque. Si, señora; mas, ¡por vida porque mi abuela decía
de Bodoque! que á cualquiera que de espacio se arrepiente
que tiene ley conocida, quien se determina aprisa.
no pasando á mejorar, Eurosia. ¿Es posibie que no bastan
el mudar le hará cosquillas. tantas pláticas divinas
Eurosia. El mejorar en la ley de Metodio á convertirte?
es verdad bien clara y limpia, Bodoque. Sí, señora; mas las tripas
v pues razones no bastan me dicen que no importa
á postrar tu rebeldía, seguir aquella doctrina
basta ver que todo el pueblo que me obligará á ayunar.
y aun el reino lo confirma, Lurosia. Esta ley es tan benigna
pues que ya desengañada que sólo obliga á quien puede
de la ciega idolatría, abstenerse algunos dias
toda Bohemia promete, de alimentarse á deshora;
con inspiración divina, y quien con acierto mira
seguir á Cristo; ¿y tú sob las cosas de Dios, bien puede

J
JORNADA PRIMERA 5i7
experimentar debidas de vuestra ley; y en despojos
abstinencias en la ley de sus vencidos arrojos,
para conseguir la dicha con la debida humildad
de ser amado de Dios. os doy mi virginidad,
Bodoque. Harto bien me solicita; y con entera afición,
mas agora, muerto de hambre, alma, vida y corazón,
que no he comido en dos días, con pureza y castidad!
¿cómo quiere que yo crea
en ayunos, aunque diga
que son buenos, si, al contrario, ESCENA III
conozco por mi desdicha
que los días que no como Sale Bodoque corriendo y comiendo un pedazo
no tengo más malos días? de carne. — Eurosia.
Eurosia. ¡Qué mal entiendes, Bodoque, Bodoque. Señora: que viene allí
de aquella esencia infinita vuestro hermano en compañía
los impulsos soberanos! del Obispo de Lusacia.
La gula sólo apadrinas Eurosia. ¿Qué querrá su señoría?
para estorbo á tantas luces ¡Oh, quién pudiera, Bodoque,
de católicas doctrinas. diferir esta visita!
¿No has oído en el sermón Bodoque. Deben de querer comer,
las historias repetidas que está á punto la comida.
de tantas dichosas almas Eurosia. ¿Qué es esto? Sucio, asqueroso,
que con esta fe divina ¿carne comes este día?
de la gracia resplandecen, Bodoque. Señora: que no la como.
fulgentes rayos de Cintia, Eurosia. ¿No sabes que está prohibida
en el cielo? por la Iglesia?
Bodoque. No me acuerdo. Bodoque. Sí, señora;
Eurosia. ¡Qué neciamente te olvidas! mas acá dentro, en las tripas,
Bodoque. ¡Si siempre me da el sermón tengo un rincón donde guardo
un sueño tan sin medida! esta poca fiambrería
Yo pienso dar en letargo para alguna colación.
si mucho más me predica. EuROStA. ¡Ah, qué necia es tu porfía!
Eurosia. ¿A dormir vas al sermón?
Tu necedad me lastima.
Bodoque. Señora: con eso cumplo ESCENA IV
con lo que el sermón decía,
que en latín, si no me engaño, Salen Arcisclo, obispo, y Cornei.lo. —Dichos.
como á quien se lo entendía, Arciscl. ¡Con qué espíritu y fervor
me dijo: dormite jam, el predicador inclina
y fué en mi moción tan v'iva, las almas con santo celo
que me convertí al instante, á proseguir la divina
pues todo el sermón dormía. carrera de la virtud!
Eurosia. Tus necedades rrre cansan, Cornei.. Es Metodio quien aspira
y pues tan necio porfías á la salvación del alma
en resistirte á mis ruegos, desterrando idolatrías
yo haré que mi padre siga que en toda Bohemia andaban,
mi parecer y te saque y con eso se ejercita
de palacio. (Aparte.) ¡Luz divina: á dar en pláticas santas
no neguéis vuestro esplendor el fruto de su doctrina.
á quien mi amor solicita! Arciscl. A la Princesa he de hablar
Bodoque. Ya parece que acá dentro y deseo que reciba
me están con virtiendo aprisa. con cariño la embajada
Eurosia. De Dios fío este favor; sola, en vuestra compañía.
un poquito te retira, Cornei.. El cuarto de Eurosia es éste,
que á solas quiero quedarme. y mi hermana la que miran
Bodoque. Bien está; mas, tripas mías, como enojada mis ojos:
si á la cocina llegare sin duda estará ofendida
no tendréis muy mala vida. (Vase.) de vernos aquí, que pasa
en virtud tan fuera mida,
ESCENA II que el retiro la recata
ó el recato la retira;
Saca Eurosia un retrato de un crucifijo, que tendrá pero en conociendo, creo,
en el pecho. hoy á vuestra señoría,
reconocerá dichosa
Eurosia. ¡Divina luz de mis ojos: lograr tan buena visita. —
alumbrad los corazones ¿Hermana Eurosia?
que están haciendo baldones Arciscl. ¿Cornelio?
5i8 LA JOYA. DE LAS MONTAÑAS
Cornel. Dios te guarde, hermana mta. decirme treinta y tres misas
Nuestro tío es quien desea, y treinta y cinco sermones.
así Dios se lo permita, Eurosia. ¿Por qué?
hablar con los dos de espacio. Bodoque. Porque el otro día,
Eurosia. La obediencia solicita estándose espeluznando,
corresponder cariñosa y hay quien dice tiene tiña
en ocasión tan precisa. . porque está todo pelado,
Bodoque. Algún sermoncito habrá; pasó una ave de rapiña,
mala la verán mis tripas y con furioso ademán
si esto dura tanto ó cuanto. le quitó la gorretilla.
Arciscl.' Escucha, hermosa sobrina, Cayósele luego al punto
que, pues estamos á solas, junto á casa de Llocinda,
antes que otra compañía y ella que la vió caer
sea de la atención estorbo, á su casa la retira,
deseo darte noticia sin duda para limpiarla,
de algunas cosas que á todos que la muchacha es muy limpia,
nos han de ser de alegría. y el otro día cenando
Eurosia. ¡Ay, señor, válgame el cielo! en su casa, que por dicha
Nunca mi Dios me permita me convidó, por mi suerte
la menor inobediencia; la hallé dentro una morcilla.
sólo quisiera este día Eurosia. ¡Y que esa limpieza alabes!
servir al suelo de alfombra Bodoque ¡Es para mí cosa rical
por las plantas que le pisan. Eurosia. Ya te he dicho muchas veces
Arciscl- Estimo vuestra humildad. no te ausentes de mi vista
Eurosia. Ser vuestra esclava es gran dicha. sin mi licencia.
Arciscl. Esclavitudes hay nobles Bodoque Está bien.
que ensalzan á los que humillan. Eurosia. Sepa vuesa señoría,
Bodoque. Esto se anda en cumplimientos-, tío y señor, que mi anhelo
y lleve el diablo sus vidas es conservar, si por dicha
si el Obispo no anda á caza pudiese, en este criado
de alguna sobrada mitra. la cristiana disciplina,
Arciscl. Importa que ese criado pues de sus primeros años,
se vaya. antes que mi madre en cinta
Bodoque. ¡Qué brava risa! de mí estuviese, y aun antes
¿Cuánto me dará que vaya que de la idea divina
y no vuelva acá en mi vida? donde todos los posibles
Cornei.. Señor: este es un criado tienen su ser, á la dicha
que desde su niñez misma de ser actual persona,
ha vivido en el palacio cpn inspiración de vida
de mi padre y es la risa la omnipotencia de Dios
de toda la corte, y pienso, me trasladase propicia,
según acá se imagina, en servicio de mis padres
que por ser poco constante estaba ya muchos dias
en lo poco á que se inclina, sirviendo de bullicioso,
y haberse vuelto cristiano, y no quisiera, advertida
hoy mi hermana solicita de su inocencia, malogre
tenerle consigo siempre, de ser cristiano la dicha.
por lo poco que en él fía. Con este celo, señor,
Arciscl. Pues quede acá, que no importa; de la virtud noble guía,
que capacidad sencilla á las razones de estado
á nadie puede ofender. he faltado inadvertida;
Bodoque. Pues gánome las albricias perdón os pido, señor,
y me quedo. ¡Ah, señora!, y si vos mandáis que os sirva,
¿iré á avisar á Llocinda en cuanto os fuera de agrado
que haga algún guisado nuevo? os serviré de rodillas.
Eurosia. En comida ó en bebida Arciscl. Alzad, ilustre señora,
es todo tu anhelo siempre. querida y noble sobrina,
¿No es mejor oir la misa, que en princesas como vos
acudir pronto al sermón, tanta humildad no se estila
pegarse una disciplina, Eurosia. De cualquier modo, señor,
tener continua oración, á vuestra planta es debida
ayunar algunos dias esta acción. <'i/>-)¡Ay, Jesús mío!
y servir á Dios gustoso ¿Qué será esto á que aspira
con la conciencia muy limpia? mi tío?
Bodoque. Todo aqueso lo concedo; Arciscl. Escucha, señora,
por señal que el otro dia que, pues la «casión obliga,
el cura me prometió sobre cosas de importancia
JORNADA PRIMERA 5l9
quiero hablaros este día, con una cierta embajada
si me diéredes licencia. á vuestros padres; y creo
Eurosia. Vuestra voluntad es mía. que quiso honrar mi persona
Arciscl. Pongo toda mi embajada sólo por ser vuestro deudo.
en palabras muy sucintas. Comuniqué á vuestros padres
Eurosia. ¡Ah, Bodoque! la voluntad del Supremo
Bodoque. Ya te entiendo; Pontífice, y me responden
por Bodoqu." rastra sillas. que será el mayor contento
(Siéntanse.) que puede darles el mundo
Arciscl. Bien sabes, Princesa ilustre, si se lograre su intento.
aquel estrago tremendo Importa, pues, noble Eurosia,
de la destrucción de España que como tal os venero,
el año de setecientos perdone el sacro decoro,
y diez y seis, según dicen que sin ajar tu respeto
los coronistas del tiempo, ríe de arrojarme á deciros
y que parcial causa fué que para el sacro himeneo
de tan lastimosos hechos con Don Fortunio Garcés,
el rey inicuo Ubitiza varón justo y verdadero
porque introdujo en el reino y Príncipe de Aragón
tantas enormes costumbres os tiene escogida el cielo.
contra Dios y contra el cielo Vuestros padres lo desean,
que, por ser tan manifiestas, y yo os suplico, rindiendo
referirlas es superfluo. mi persona á vuestras plantas,
Dió complemento á la causa, no se malogre mi afecto,
aunque no sé yo si es cierto, así vea á vuestra alteza
que aunque el mundo lo publica con las dichas que deseo.
puede ser falso el concepto. Eurosia. ¡Ay de mí! ¿Qué turbación
El rey de España Rodrigo, es la que tiene mi pecho?
de los godos el postrero, ¡Si acertaré á responder!
dicen que estupró á Florinda, Deme su favor el cielo.
¡desdichado atrevimiento! Tío y señor, mucho estimo
hija del conde Julián, vuestra voluntad y afecto.
y sentido el caballero (Cielos: ¿he de resistirme?)
de tan deshonesta acción, Angel. (Dentro.) El fin es bueno y honesto.
pasó en Africa, con celo Eurosia. Una voz oigo que dice:
de levantar escuadrones «el fin es bueno y honesto.»
de bárbaros sarracenos Si es el ángel de mi guarda,
para destruir á España que así lo juzgo y lo creo,
y dar al rey el más cierto bien podré yo dar el sí
pago de su vil acción; sin que Dios se ofenda de ello,
y prosiguiendo su intento que si le ofrecí gustosa
puso por ejecución mi virginidad al cielo,
su bárbaro pensamiento. no ha de permitir me falte
En España perseveran, valor para el complemento.
¡extraño rigor del cielo! Pues digo, señor, que admito
de aquel pérfido Mahoma lo que me tenéis propuesto,
las leyes y los decretos. y me pena haber tardado
Sólo se excepta Aragón, á resolverme, pues tengo
que de sus montes soberbios por cierta mi dicha, estando
hacen fortines que espantan vuestra persona por medio.
los mauritanos intentos, Arciscl. Sois muy prudente, sobrina.
defendiendo valerosos Eurosia. ¿Qué te parece, Cornelio?
la ley del manso Cordero Cornel. Yo estoy, hermana, que adoro
que, sacrificado en aras tan bien acertado intento.
de aquel sagrado madero, Tomar estado es cordura,
sacó á los hombres que estaban diferirlo no es acierto;
en el común cautiverio. vuestra edad apenas entra
García Iñiguez, su rey, en los tres lustros y medio,
empuñó el sagrado cetro, y podrá ya coronarse
y ya el segundo Adriano, del puro y sacro himeneo;
Vicario de Dios supremo, yo os ofrezco, hermana mía,
le apadrina desde Roma si no me falta el aliento,
como merece su afecto, acompañaros gustoso.
cuya beatitud sagrada, Arciscl. Pues yo lo mismo prometo.
con amor y santo celo, Bodoque. ¿Y yo piensan que no iré,
me quiso honrar con mandarme a darme entre burla y juego,
viniese á Bohemia luego cuatro ó cinco buenos días?
520 LA JOYA DE LAS MONTANAS

Eurosia. Con tales socios bien puedo ¡Ay, Leonor, extraño caso!
ir. iHermoso Sol divino, Cuando Marte más me busca
acompañad mis deseos! el niño dios más me ofusca.
Bodoque. Estos deben ser los sucios, ¡Que me quemo, que me abraso!
porque según de mi pienso, Hermosísima Leonor:
soy un hombre muy pulido, ¡qué veloz mi amor se fragua!
y crean que si me afeito Mosq. Pues arrójate en el agua
no hay muchacho como yo si tienes mucho calor.
para andar en casamientos. Conde. ¡Ay, Mosquete, cómo ignoras
Cornel. De dicha tan singular del niño ciego los tiros!
parabienes me prevengo. Son envenenados giros
Arciscl. Bien podéis creer, sobrina, de Circes encantadoras.
que estoy loco de contento. ¿Quién como yo desdichado
Eurosia. A mi cuarto me retiro tiene de qué se quejar?
á dar á Dios lo que debo. Mosq. La triaca puedes tomar
Cornel. Hermana, el cielo os asista por si estás envenenado.
y os haga ilustre dueño Conde. ¿No sabes que una mujer
de la corona de España. es de mi alma hermoso nicho?
Arciscl. Sobrina, ayúdeos el cielo. Mosq. Pues si nunca me lo has dicho,
Eurosia. Adiós, tío; adiós, hermano. (Vase.) ¿cómo lo puedo saber?
Conde. Leonor, aquella ingrata,
ESCENA V con su desdén me atropella;
Leonor es la centella
Dichos, menos Eurosia. que con incendios me mata;
Leonor es por quien vivo
Bodoque. Ojalá que empuñe el cetro, amante de sus rigores,
aunque me cueste de casa y entre estos mis ardores
lo que Dios quiera por ello. muero de su amor cautivo.
Cornel. Y yo, por dar á mis padres Mosq. ¡Jesús y qué disparates
noticias de este suceso, en tu grave pecho encierras!
voy al punto. ¿Agora en tiempo de guerras
Arciscl. Yo también con mujercillas combates?
soy nuncio de su contento. (Vanse.) Dices que Leonor te mata,
Bodoque. El Obispo se hace Nuncio; que ella tiene tu alma viva,
¿cómo puede ser? Mas cierto ella dices te cautiva
que debe andar á la parte y te favorece grata;
de la ganancia, y por eso todas son contradiciones
en lo público es Obispo, de una loca fantasía,
pero Nuncio en lo secreto; y si das en la manía
para ganar las albricias de tan necias presunciones,
corro por llegar primero. (Van.) ¿qué diablo te ha de entender?
Conde. Damas hay de mucha estima,
ESCENA Vi mas como mi hermosa prima
no tiene el mundo mujer.
Salen el Conde di Aznar y Mosquete envainando Mosq. No' me espanto estés tan tierno
las espadas. por esa dama Leonor;
Conde. Mejor van descalabrados mas presumo que su honor
de lo que yo presumí. . llevarás aún al infierno.
Mosq. Escondámonos aquí Conde. Siempre á mi gusto te opones
por si vienen más soldados con muy toscas necedades.
de estos morazos. ¡Qué fiero Mosq. Pues si va á decir verdades,
iba aquel calzaparrillas! soy tu amigo. ¿Qué dispones?
¡Ay, pobres de mis costillas! Conde. „ Importa, Mosquete amigo,
Conde. ¿Adónde vas, majadero? si quieres darme consuelo,
Mosq. A esconderme aquí. que aqueste papel de un vuelo
Conde. Pues ¿cómo? le lleves. ¿Estás conmigo?
¿qué temes, si estás conmigo? Mosq. Sí, señor.
Mosq. Temo siempre que te sigo Conde. Pues mira, advierte
porrazos de tomo á lomo. que si al príncipe topares
Apenas los dos herejes no le digas mis pesares,
seguiste, cuando vinieron porque fuera darme muerte.
seis ó siete, que me dieron, Toma, vete. (Dale el papel.)
sin que de mi honor te quejes, Mosq. Ya tercero
mil cuchilladas aquí. me voy haciendo á mi ver
Conde. Pues ¿por eso has de esconderte? Conde. ¿Por que?
Villano, has de ser muy fuerte Mosq. Nunca puedo se;
ó jamás irás con mi. ni segundo ni primero.
JORNADA PRIMERA 52 1
Conde. Cuando el amor es honesto ESCENA X
no es deshonra fomentarle. Salen el Rey y el Príncipe.— Dichos.
Mosq. Pues yo imagino obligarle
honestamente, y con esto Leongr. Ya no os podéis apartar,
me llaman todos Mosquete, porque entiendo que os han visto.
que es algo más que alcabuz; Rey. La fortuna se mejora,
pero en mí, por esta cruz, pues en este mismo día
que es lo mismo que alcahuete. la victoria da alegría
{Vase.) y otra nueva me atesora
el bien que más convenía.
ESCENA VII Pero ¿no es aqueste el Conde?
Conde. A vuestros pies, gran señor,
El Conde solo. postro mi alma y mi valor.
Sale el sol por el cielo luminoso Rey. A mis brazos corresponde
las nubes pardas de oro perfilando, vuestra lealtad. ¿Leonor?
y con su luz los montes matizando Leonor. Señor, postro agradecida
ilustra el campo su zafir hermoso. mi humildad á vuestras plantas.
Veloz pasa su curso muy furioso Rey. Levanta.
y cuando la quietud solicitando Príncipe. Prima querida:
halla otro mundo que voceando belleza tan recogida,
al sol le pide su esplendor hermoso, ¿cómo sale á luces tantas?
á la campaña salgo defendido Leonor. Acaso, señor, salí
de fuertes rayos de mi estoque ardiente á divertir un cuidado
á quien se rinde el bárbaro vencido. con esta criada, y vi,
Y cuando de el descanso solamente sin saber que estaba aquí,
busco un instante, torpe mi sentido al Conde con su criado.
me acomete el amor eternamente. Rey. Y Mosquete, ¿también fué
á la campaña?
Mosq. Acomete
ESCENA VIII como un rayo, porque sé
que no vale mi amo un ce
Sale MosguETE corriendo.— Dicho. sino va con él Mosquete.
Rey. Las gracias. Conde, os doy
Mosq. Señor, el Rey viene aqui de la victoria pasada.
y el Príncipe, no sé á qué; Conde. Vuestro leal vasallo soy.
á Leonor no la topé Príncipe. Muy asegurado estoy
en su casa, y advertí del valor de vuestra espada.
lo que después te diré. No sin causa el mundo todo
Conde. No quisiera que me vieran de la guerra os llama rayo,
ocioso en esta ocasión, pues con valeroso modo
que al verme así coligieran sois venganza del rey godo,
de mi semblante, ó tuvieran del sarraceno desmayo.
sospechas de mi pasión. Conde. A vuestro lado, señor,
Mosq. ¡Ay, que llegan! cualquier soldado es valiente.
Conde. Ven conmigo; Príncipe. Con solo vuestro valor
abrevia el paso, apresura. ha de extinguirse el furor
Mosq. En cualquiera conjetura de aquel bárbaro insolente.
como sea huir te sigo. Mosq. Tomad, Leonor, esta carta
que un caballero os envía;
ESCENA IX perdonadme la osadía,
que el oficio me descarta
Al irse topan á Leonor y Laura que salen.— Dichos. de cualquiera cortesía.
Leonor. Sin saber de quién, la tomo;
Conde. ¡Ay cielos, y qué ventura! mas el corazón advierte
Leonor. ¿Adónde, Conde y señor? cúyo es el papel, de suerte
¿adónde vais tan de prisa? que adivina; no sé cómo
Conde. ¡Ay de mí, bella Leonor! mis disimulos acierte.
Tocando al arma es forzoso Príncipe. ¿Cúyo es el papel?
dar alas á mi valor. Mosq. ¿Señor?
Leonor. Siempre vais muy ocupado Príncipe. A mi prima, ¿quién le escribe?
en negocios de la guerra. Mosq. Otro primo que aquí vive,
Conde. Con mucho ardor abrasado, que es pariente de Leonor,
los que hoy mi pecho encierra, y sus despachos recibe.
me tienen puesto en cuidado. Príncipe. ¿Quién con tanto atrevimiento,
Mosq. Vamos luego sin tardar, sabiendo que yo la adoro,
porque llegan, ¡votoá Cristo! se arroja á tener intento
Conde. Sin ti me voy á penar. de escribirla?
)22 LA JOYA DE LAS MONTAÑAS
Mosq. ¿Hay tai cuento? Conde. Fío mucho en tu constancia,
Ayer lo supe de coro pero no en amor, que es niño.
y hoy á vistas no lo sé. Leonor. Tus intenciones son claras;
Yo pienso que lo escribí, ya estás enfendido, Conde.
y turbado me engañé, ¿Quieres que contigo vaya
que el papel de Laura fué, hecha enternecida Venus,
aunque á Leonor le di. disfrazada en fuerte Palas
Conde. ¿Hay desatención igual? aunque muera? Desde aquí
¿Hay simple como Mosquete? no tengo de estar en Jaca,
Aparta, bruto, animal. contigo tengo de ir siempre,
Mosq. Eso tiene el alcahuete siempre he de seguir tus plantas,
que sirve tan puntual. soldado he de ser valiente
Príncipe. ¿No es éste vuestro criado? en la más cruel campaña
¿cómo es tan inadvertido? que el más tirano enemigo
Rey. ¿Qué es aquesto? ordenase, y con mi lanza
'Conde. Cielo airado, he de hacer tales estragos
¿en qué os tengo yo ofendido? y he de ser tan arrojada,
Leonor. Mal Mosquete lo ha entendido. que pueda perder la vida
Príncipe. Del semblante conocí, para que puedas contarla
prima, del papel el dueño. entre las que se perdieron.
Leonor. Señor, nunca presumí... Conde. Tente, tente, que me matas;
Príncipe. No es tiempo de dar aquí perdona, hermosa Leonor,
satisfacción del empeño. de tus enojos la causa.
Rey. Retiraos á esotra parte, Mosp. Pues hable claro, señora.
que á solas tengo que hablar Diga usted, señora Laura:
con Fortunio. ¿ha tenido nunca amor?
Mosq. ¡Lindo azarl Laura. Nunca estuve de eso falta
Vamos, Laura, que contarte después acá que te vi.
quiero lo que has de estimar. Mosq. No estás mucho enamorada
(A una parte el Rey y Fortunio, rf otra cuando no me das un beso.
el Conde y Leonor y á otra Mosquete y Laura. Vaya en mucho enhoramala,
Laura.) que es un picaro.
Rey. Fortunio, el retrato es éste; Mosq. No tal;
contempla la hermosa cara . ¿por pedírtelo me tratas
de Princesa tan ilustre de esta suerte? Pues ya sé
y de Reina tan cristiana que tienes alguna falta.
para que cases con ella, Laura. ¿Yo falta? Mientes, villano,
que es la dicha más extraña. que de todo estoy sobrada.
El Príncipe de la Iglesia Mosq. Por lo menos, sí de lengua;
con santo celo te llama mas de juicio, ¡calabaza!
dichoso esposo de Eurosia, Príncipe. Al original me apelo,
de cuya virtud la fama pintura hermosa dfl alma,
por todo el orbe extendida que me provoca el pincel
sus perfecciones esmalta. á ser amante idolatra.
Príncipe. ¿Qué es esto, cielos divinos? Rey. Dichoso serás, Fortunio,
¡Qué pintura tan bizarra! si con tu mano se enlaza
¿Puede haber más perfección? la de esta Princesa ilustre,
Ninguna pienso la iguala y es muy evidente y clara
en cuanto calienta Febo tanta dicha, porque el cielo
ni en cuanto Neptuno baña. es quien aboga esta causa.
Conde. Y en tanta ausencia, mi bien, Conde. Sé que el Príncipe te adora
¿puede haber alguna falta? y su mano soberana
Leongr. Soy bronce en esta materia, se llevará la que el cielo
soy noble y tan obligada crió para mi desgracia.
á cumplir lo que prometo, Leonor. No llevará, que primero
que antes quedaré sin alma ha de ser mi pecho aljaba
que sin tus memorias viva. ó túmulo de una flecha
Rey. Es su pintura extremada. para que me quite el alma;
Príncipe. ¡Qué humildad tan excelente! y si no estuviera aquí
Conde. Logro de mis esperanzas el Rey, mi señor, miraras
serás, mi bien; mas es cierto en mi mismo corazón
me voy con tristeza tanta la verdad, y si faltara
que aunque dentro el corazón instrumento para abrirme
te llevo, joyel del alma, el pecho, con esta espada,
temo, ¡ay de mí! perderte. ¡vive el cielo!
Leonor. ¡Y qué poca confianza Conde. No te inquietes,
haces de mi noble pechol que el Príncipe tus palabras
JORNADA PRIMERA 523
atiende, aunque divertido Rey. Valeroso Conde amigo:
en lo que su padre le habla, sobrina Leonor amada:
y el Rey llegará á entender dadme alegres norabuenas;
de tu semblante la causa mientras que gozaba el alma
de tu justa alteración, se está previniendo alegre
porque, convertida en nácar, á la dicha más extraña.
haces tu mejilla rosa Esta es célebre sin duda,
lo que fué azucena blanca. pues hoy mi Fortunio ensalza
Mosq. Pues toma aqueste pellizco, sus estados y persona
porque no me digas, maña, á divinidades altas.
que jamás te he dado cosa. La princesa de Bohemia,
Laura. ¡Ay, Jesús, que me maltratas! en hermosura y en gala
Mosq. No te trato sino bien. luciente sol que en grandeza
Laura. ¡Los diablos lleven tu alma, al del Olimpo aventaja,
que el corazón me has sacado! ha de casarse con él,
Mosq. Ya estás descorazonada. que así lo dispone y manda
Laura. ¡Picaro, necio, insensato, el Pontífice, y presumo
avestruz: aparta, aparta, que será esta dicha tanta
que si no fuera tener que sólo con este medio
en mi presencia á mi ama, ha de quedar ensalzada
te diera treinte reveses! la fe de Cristo, á pesar
Mosq. Yo á ti treinta bofetadas. de la bárbara canalla;
Laura. ¿El á mí? porque la virtud de Orosia
Mosq. Y ¿por qué no? merece ser colocada,
A ella y á todas cuantas según la fama publica
me enfadaren, ¡voto á Diosl y según el mundo aclama,
y aun aquí si más me enfada, más allá de las estrellas,
le daré á la muy puerca siendo en la celeste estancia
más de veinte mil patadas. blandón hermoso de luces
Laura. Quien á patadas defiende á cuyos rayos, turbadas,
con una mujer su causa se avergüencen las febeas
no es digno que siendo bestia puestas en su misma patria.
lleve ceñida una espada. Príncipe. V si consigo esta dicha,
(Quítale la espada y dale.) y si esta dicha alcanza
¡Toma, picaro, bufón! mi corazón, nadie dude
Mosq. ¡Aquí, señor, que me mata! que ya la fortuna avara
Príncipe. ¿Qué es aquesto? es pródiga en este día,
Conde. ¡Vive Diosl pues la más hermosa dama
¿Mosquete? que en Bohemia resplandece,
Leonor. ¿Qué es esto, Laura? por inspiraciones altas
Laura. Señora: aqueste criado... ha de ser esposa mía.
Mosq. Señor: aquesta criada... Y si mira á luces claras
Laura. Que es más negro que avestruz. ese rutilante Febo
Mosq. Que es más bestia que una parda. que desde la esfera cuarta
Príncipe. Cesen estas competencias. hace diáfanos los aires
¿Quién, desatento, profana con sus madejas doradas,
el sagrado de mi padre? hecho de la hermosa Cintia
Mosq. Este dimoño de Laura. amante, sino idolatra,
Laura. Ese picaro embustero. la hermosura de esta Reina,
Leonor. Laura: vuélvele esa espada. la virtud, donaire y gracia,
Conde. Toma esa espada, Mosquete. aunque celeste criatura,
Mosq. Venga. no fuera mucho ostentara
Laura. Tome; mas es harta envidia de la grandeza
desdicha que lleve estoque cuanta hoy mi amor aguarda.
quien puede llevar albarda. Conde: Leonor: sin duda
Mosq. Alguna vez nos veremos de vuestro cariño esmalta
los dos solos, zarpa á zarpa. en mi pecho la atención
Príncipe. Siempre, Mosquete, has de ser debida á tanta esperanza.
quien busca todas las causas No puedo negar que tuve
de inquietud, y muchas veces algún tiempo á la argentada
se vuelven veras tus chanzas. flecha de aquel niño dios
Leonor. La necedad de Mosquete una sujeción extraña.
y desatención de Laura Y pues ya el tiempo permite
piden perdón, pues se debe perdonen las nobles canas
de posesión esa gracia. de mi padre aqueste arrojo,
Príncipe. Por vos, hermosa Leonor, que yo declare la causa
¿qué mármoles no se ablandan? de mis inquietos suspiros
524 LA JOYA DE LAS MONTANAS

y de mis continuas ansias, Mosq. Oigan, que se quema Laura;


y digo, que á Leonor, mi prima, que me casaré contigo
con atenciones tan castas si te enmiendas.
como en el sacro himeneo Laura. iNoramala
se sacrifican, miraba, para el picaro bufón!
por ser la que en sangre noble Mosq. ¡Qué lindamente me trata!
á la mía más se iguala; Laura. ¿En qué delitos me ha hallado?
y no dejé de advertir Mosq. A fe que si yo te hallara
con desabridas palabras la primera al escondite,
desprecios de la grandeza que pagaras la ganancia.
que con mi mano heredaba Laura. ¿Qué dominio tiene en mí?
afectos que sólo nacen Mosq. Mira, no te enojes, Laura,
de virtud más soberana que eso lo echaré por coste
que la corona y el cetro; y lo tomaré de gracia.
y tuvo sospecha el alma Laura. No me trate de esa suerte
que de otro nuevo amor si conmigo quiere chanzas,
os llevó, prima, arrastrada ni me aplique sus mentiras.
la inclinación amorosa Mosq. Esas no te saben malas,
que á muchos hace idolatras. porque si digo verdad,
El Conde, prima Leonor, las verdades siempre amargan.
es quien ilustra y levanta Rev. Vamos, que deseo dar
el árbol dela nobleza estas nuevas á mi Urraca.
que conservan las montañas; Príncipe Adiós, divina Leonor.
nadie con mejores prendas Leonor. Vuestra Alteza con Dios vaya.
puede pretender la gracia Conde. Adiós, dueño de mi vida.
de vuestro sagrado alecto, Leonor. Adiós, Conde de mi alma.
y advertir que mi esperanza, Conde. Yo cumpliré mi promesa.
que yerta algún tiempo estuvo, Leongr. Yo cumpliré mi palabra.
quedará muy bien pagada Conde. ¿Irás conmigo?
siendo el Conde quien consiga Leonor. Sí iré.
la posesión; pues mi alma Conde. Mas ¿adónde?
aspira ya deseosa Leonor. A la campaña.
á la unión más soberana Mosq. Adiós, Laura; ya me entiendes.
con sacrosanto himeneo Laura. Adiós digo, y eso basta.
de la más noble bohemiana. (Vanse los caballeros por una puerta y
Conde. Por tanto favor, señor, las damas por otra.)
goce vuestra Alteza larga
vida, y á pesar del mundo,
tanta bárbara canalla
postre su cerviz altiva JORNADA SEGUNDA
á vuestras cristianas plantas.
Rey. El orgullo de los moros
temo, que de su arrogancia
puedo presumir no faltan ESCENA PRIMERA
á daros nueva batalla. Salen /Itanaei., capitán; Tarife y Mecot, moros, de
Príncipe. De la divina piedad s,tldadns, con espadas y rodelas.
tengo tanta confianza,
que ha de volver, si lo intenta, Atanael.
con la cabeza quebrada.
Conde. S¡ hasta aquí he sido Conde, ¡Que tenga el montañés atrevimiento
en adelante mi espada en su favor para que glorioso
ha de conquistar de Marte triunfe de mí con excesivo aliento!
la corona soberana. ¡Oh, pesia á mi fortuna, qué gozoso
Rey. "Ven, Fortunio; vamos, Conde. ha de estar el cristiano, y qué contento
Leonor, sobrina amada, de quedar contra tantos victorioso!
quedaos con Dios. Pues con razón, al ver huir mi gente,
Leonor. Norabuenas yo quedé amedrentado y él valiente.
me doy á mí misma tantas Tarife.
de las dichas que previene
de aquella infinita estancia No hay espantar, señor, que se os huyeran
la divina Omnipotencia tantos soldados, que en las ventajas
á vuestras ilustres casas. no pudo asegurarse que ellos eran
No va malo esto, por Dios; en número más. hombres, pues las cajas
Mosq. que en el aire sonaban pospusieran
ello va de buena data;
yo rabio ya de contento un número mayor, y si no atajas
si es que el Príncipe se casa. por otro nuevo rumbo tanta ayuda,
Laura. Pues ¿qué interesas, Mosquete? temo que con encanto nos sacuda.
JORNADA SEGUNDA 525
Atan ael. Tarife.
Viste aquel escuadrón que yo traía, A tu lado he de estar, que aunque viniese
setenta y seis cornetas valerosos García Iñiguez con tanta gente
y de ia más lucida infantería cuantos vasallos su poder tuviese,
que siguieron escuadras belicosas, yo sólo venceré su ardor valiente.
y también de gentil caballería,
pues fué de las naciones más famosas, Mecot.
seis regimientos cuando al fuerte lado Y aunque aquel mismo conde fuese
de Abén Lope me hallé acuartelado que en la campaña anduvo tan ardiente
y en las riberas de Aragón corriente y acá viniese tan desesperado,
acometió el cristiano las trincheras? no le temiera por seguir tu lado.
Aquel Conde Aznar, el más valiente, Atanael.
retiró batallones y banderas
hasta el agua, y de toda nuestra gente De vuestro gran valor dais gran testigo
poblaron degollados sus riberas y del marcial estruendo hacéis alardes.
tantos soldados muertos, que los peces Mosquete. (Dice dentro:)
bebieron sangre, y aun caliente á veces. Del cielo os venga, infames, el castigo;
Mecot. luterianos, apóstatas, cobardes.
Que alfanjes en el aire parecían
sin que fuerza exterior los gobernase,
y tanto estrago en nuestra gente hacían, ESCENA li
que presumí ninguno se escapase.
Sale Mosquete, cubierto de ceniza.—Dichos.
Tarife.
Algún hechizo creo que tenían Mosquete.
con que nuestro valor amedrentase. Aunque me han de matar, las tropas sigo.
Atanael. ¡Jesús, San Lesmes y qué malas tardes
¡Oh, villana canalla!; la fortuna se me previenen! Hoy estos morazos
ha de ser algún día de mi luna, las costillas me harán á mí pedazos.
y desvaneceré el atrevimiento Tarife. ¡Detente, traidor, aleve!
de resistirse con dos mil soldados. Dime: ¿quién eres villano?
Tarife. Mosq. ¡Ay de mí!
Tarife. Habla, inhumano.
Que tengas poca gente es lo que siento; Mosq. Sov el dimoño que os lleve.
mas agora ya quedan castigados Atan. Matadle, pues que profana
quemando los casares con que al viento ese cristiano insufrible
dan las vidas y quedan abrasados mi decoro, y es posible
más de cien montañeses, que en manojos no quede sangre cristiana.
de fuego son cenizas y despojos. Mecot. ¡Muere, traidor!
Mecot. Mosq. ¿Yo, porqué?
Páguennos los cristianos la matanza ¿qué culpa le tengo yo,
que han hecho en nuestra gente. si mi amo los mató?
Yo no lo vi ni lo sé.
VOCEs. (Dicen dentro:) Atan. Déjale, por ver si acaso
¡Fuego! ¡Fuego! es oculta centinela;
Atanael. pregúntale con cautela.
Mejor es que la sangre la venganza. Mosq. Este será el primer paso,
Voces. (Dicen dentro:) sin duda, de mi pasión.
¡Que se quema el casar, remedio luego! Tarife. ¿Quién eres, dime, soldado?
Mosq. IJn hombre que paso á vado
Tarife. por el rio de Cedrón.
Aún piden favor con arrogancia. Mecot. Di quién eres, majadero,
Mecot. si no te mato al instante.
Imposible es ya ningún sosiego. Mosq. Téngase, no se adelante,
que entrar ai huerto es primero.
Atanael. Tarife. Este se burla de mí,
Ya los villanos andan alterados; pues muera.
así me vengaré por mis soldados. Mosq. No me haga mal:
Las armas prevenid, por si escaparen ¿puede haber desdicha igual
algunos montañeses valerosos que quiera empezar así?
que en las pavesas ígneas se encontraren, Atan. La vida puedes ganar
porque de estos castigos tan penosos, si la verchd confesares.
aunque aquí tan confusos nos toparen, Mosq. Que se queman los casares
coléricos, sangrientos y furiosos te confieso sin tardar.
contra nosotros dieran, ya advertidos Atan. ¿Han muerto algunos soldados
que somos los que causan sus gemidos. en las ardientes pavesas?
526 LA JOYA DE LAS MONTAÑAS

Mosq. Más de veinte montañesas, ESCENA IV


y montañeses honrados
más de ciento; porque, heridos Dichos, menos los Moros.
de la campaña pasada,
les diste cura abreviada Mosq. Esto sí que va de veras:
con cauterios encendidos. ¡por Dios! huyen como galgos;
Atan. Pues ¿cómo escapar pudiste ¡que sangrienta está mi espada!
de aquel voraz elemento? Yo les haré con los diablos
Mosq. Tengo grande entendimiento que se acuerden de Mosquete
para prevenir un chiste. más de cuatrocientos años.
Unos. (Dentro.) ¡No se escapen por abajo, Príncipe. ¿Qué es aquesto, Conde amigo?
ocupad esas florestas! ¿Ya nos han dejado el campo?
Atan. ¿Qué voces serán aquéstas? Conde. ¿A quién faltará valor
Unos. {Dentro.) ¡Cuidado con el atajo! animándose al sagrado
Atan. Estos, sin duda soldados del lado de vuesa Alteza
son del cristiano que vienen para coronar con lauros
á ver si vengarse pueden las repetidas victorias
por ellos y los quemados. de nuestros antepasados?
Tarife. Valor nos infunde Marte Príncipe. Con vuestra ayuda, á mi ver,
para resistirnos fuertes, ni el más cobarde soldado
Mecot. Hoy he de hacer dos mil muertes, tiene que temer ruina
si Alá está de mi parte. si le ampara vuestro lado.
Atan. A prevenir nuestra gente De vuestro valor confío
vamos al punto, que creo que antes de tiempo muy largo
será menester, pues veo, sujetaréis la cerviz
si mi corazón no miente, de este bárbaro tirano;
un valeroso escuadrón. id á recoger la gente
Tarife. Tan buena ocasión no pierdo. que está esparcida en el campo,
Mosq. Lanzada de moro izquierdo y dad órdenes que importen
te atraviese el corazón. como sabéis; yo me parto
Mecot. ¿Y este picaro insensato á dar la nueva á mi padre
dejamos con vida aquí? del suceso ya pasado
Atan. Déjalo, que importa asi. y dar el treudo debido
Mecot. Pues démosle de barato. (Dante.) á la quietud y al descanso.
Mosq. ¡Ay mi cabeza rompida! Conde. A vuestra Alteza dé el cielo
¡Que me matan, mi señor! de vida tan largos años
Atan. ¿Quién te puede dar favor? como deseo, /al punto
cumpliré, con el cuidado
debido, en todo aquello
que me dejáis ordenado.
ESCENA III Príncipe. Así lo fio y lo creo.
Adiós. (Vase.)
Salen el Príncipe y el Conde, con espadas desnudas.

Conde. Yo, y te quitaré la vida. ESCENA V


Príncipe. ¡Oh traidora, vil canalla! Dichos, menos el Príncipe.
¿con fuego queréis vengaros?
Ea, Conde, que ya es tiempo, Conde. Adiós, luego parto.
venguemos estos agravios. Vamos, Mosquete. ¡Ay de mí!
(Acométense á cuchilladas cristianos y que Leonor, si no me engaño,
moros.) intrépida y arrojada
Conde. Hoy seréis, cobardes moros, salió varonil al campo
de mi fuerte espada el blanco. por sólo satisfacerme
Príncipe. ¡Bravamente se resisten! ios recelosos agravios
Mosq. Pues ríndanse los borrachos que le ocasione, celoso
ó si no, los mato al punto. del grande amor obligado
Atan. Valientes son los cristianos. que le tengo, sin que otra
Tarife. Ya me canso en resistirme. ocasión me hubiese dado,
Mecot. De resistirme me canso. que es su perfección divina,
Mosq. Con aquesta zambullida y por abreviar el paso,
si no se me huyen los mato. con el Príncipe salí
Atan. No falte el valor, amigos. á la defensa, avisados
Mosq. ¡Vive Dios que llevan jacos! de los que en cenizas yacen
T. y Mec. No podemos resistirnos. cadáveres sepultados
Atan. Pues huyamos. del fuego que el enemigo
Los dos. Pues huyamos. aplicó, ¡rigor extraño!
(Vanse.) á los casares y albergues
JORNADA SEGUNDA 527
de los heridos soldados; que el cielo ha dado á los hombres
y pues no pude esperarla y mayor cuanto más sabios.
ni ella seguir mis pasos, aquí se acabó mi vida
vamos, que entre mis suspiros y aquí también se acabaron
la podrá topar mi llanto. mis esperanzas, que al fin
Mosq. Y también Laura con ella cayeron hechas pedazos;
debió salir; vamos, vamos. he de perder el sentido
Mas oye, señor, advierte si no vengo tus agravios.
que si á cazarlas andamos Leonor. Espera, espera, mi bien,
por ser conejas, será no me dejes en el lazo
menester algún azado. de mis mortales congojas;
Conde. ¿Por qué lo dices, Mosquete? mi vida se va acabando.
Mosq. Porque esta noche he soñado Conde. Antes el vital aliento
que un morisco cazador me falte que, desdichado,
l« echó el hurón alzado, vea empañar esos soles,
y si esto es verdad, sin duda llore mi desdicha en tanto.
que las dos han renegado. Mosq. Y tú, Laura, ¿estás herida?
Conde. Deja chanzas, que yo estoy ¿Hate alguno maltratado
de sus desdichas temblando. de los moros?
Laura. También tengo
mi poquito de trabajo.
ESCENA VI Mosq. ¡Ay, desdichado de mí!
Pues ¿qué venías buscando?
Salen Leonor y Laura de camino con espadas.- ¿por dónde tienes la herida?
Dichos. dime, Laura.
Laura. Por abajo.
Leonor. ¡Válgame el cielo y qué fin Mosq. Si tiene la herida cura
á mis desdichas has dado! yo voy por un cirujano.
¿Quién me trajo tanto mal? Laura. No vayas, no.
Conde, causa de mis daños, Mosq. Pues no voy,
dime si ya estás contento. que si te mueres acaso
Conde. ¿Qué estoy oyendo y mirando? estoy de pesares lleno;
¿Es esta alguna ilusión? mas ya se me va pasando.
¿Estoy durmiendo ó velando? Leonor. ¿Conde?
¿Es Leonor la que se queja? Conde. ¿Leonor, mi bien?
Leonor. La misma. Leonor. ¡Ay de mí!
Conde. El alma me ha dado Conde. Yo voy volando
sospechas que estás herida. á buscar algún remedio,
¿Eres Leonor? que mi amor presume hallarlo,
Leonor. Soy, ingrato, para dar vida á los dos.
una mujer desdichada, Leongr. Detente, reporta el paso,
á quien, por quererte tanto, ya no es menester remedio,
hoy han quitado la vida. que cuanto dije es engaño
Conde. ¿Qué dices? Estoy turbado. para conocer tu amor.
¿Cómo quedo yo con vida? Conde. ¿Engaño?
Tenia, Mosquete, en los brazos Leonor. ¿Qué estás dudando?
mientras voy tras el traidor. No estoy herida ni soy
Leonor. ¡A buena ocasión! tan necia, que me he guardado
Conde. Pues ¿cuándo de los peligros muy bien.
con más razón? ¿Qué locurá Mosq. ¡Hay embuste más extrañol
con pecho desesperado Conde. Temblando estoy, ¡vive Dios!
te llevó á morir, mi bien? Mosq. Pienso que han resucitado,
¿Cuál fué el bárbaro tirano porque todas las mujeres
que quitó á la tierra el sol, tienen astucia de gatos.
escureciendo los rayos Pues yo me acuerdo haber visto
con que esos divinos ojos agora cuatro ó diez años,
le estuvieron alumbrando? con una herida de á geme
¡Oh quién te hubiera creído! á una mujer de los diablos,
que el dejarte fué pensando y no hacía caso de ella
que no habías de atreverte aunque se iba desangrando.
á salir conmigo al campo, Leonor. Pues ¿pensabas tú que había
que si imaginara yo de ponerme á los flechazos
que amor te obligara tanto, de un turco por tus celos
antes perdiera mil vidas ni por mi amor? ¡Malos años!
que dejarte de mi lado, Pero di, si me quenas,
antes sufriera mis celos, como agora lo has mostrado,
con ser el mayor cuidado y si sabes que mi pecho
528 LA JOYA DE LAS MONTANAS

es incontrastable mármol, que no son esos cabellos


¿cómo permitiste, necio, tuyos, Laura.
que contigo fuera al campo? Laura. Sí, son míos.
Conde. ¡Ay, Leonor, hermoso dueño! Mosq. No son tuyos, es engaño;
Mi corazón abrasado porque yo sé por muy cierto
se sabe fraguar sospechas que esos cabellos rizados
de celosos agasajos. son de la mujer del baile
Nunca hay celos sin amor. que murió hace cien años.
Leonor. Y si los hay, son villanos. Laura. ¡Mal haya quien no te quita
Conde. Mis celos nacen de amor las narices á bocados!
que es divino y soberano, Conde. Vamos, Leonor hermosa,
como lo publica el alma nueva Palas, que al asalto
con este amoroso abrazo. primero que diste al pecho
Leongr. Quita allá, que las mujeres más varonil y esforzado
sufren desprecios amando, le venciste. Vamos luego,
y siendo amadas se vengan que si en pláticas estamos,
de los pasados agravios. el campo queda sin orden
No me quisiste en salud, y sin guía los soldados.
pues me dejaste en el campo No hay de qué tengas temor.
para blanco de los turcos, Leonor. No le tengo ya á tu lado;
y cuando me estoy quejando gocemos de los despojos
de que me muero, me dices que dejaron en el campo;
requiebros enamorados. tú de los que en él venciste
¿Qué tenemos las mujeres y yo de los que has dejado
que muertas os agradamos? cuando te das por vencido.
¿Cuál hombre no llora entonces? Conde. Ser vencido de tus manos
Mosq. Esto corre muy de llano, tengo por mayor victoria
que es más linda la mujer que las que tuvo Alejando.
que no vive más de un año. Mosq. Vamos todos, que en pillar
Conde. ¿Qué es esto, bella Leonor'" no me ha de ganar el diablo. (Vanse )
El aliento me has quitado
segunda vez con desprecios.
Llonor. Merecido es este pago ESCENA Vil
á quien me llora difunta Salen Eurosia, Arcisclo, Cornelio y Bodoque,
cuando viva me ha dejado de camino.
en peligros de perderme.
Mosq. Dice bien, y es caso extraño, Cornel. Aquí, hermana, en esta alfombra
después de muchas pendencias, de hierba y flores te asienta.
ver un viudo muy barbado Euhosia. No pienso quedar contenta
llorar por una mujer, hasta que la fresca sombra
y con los ojos muy bajos de los montes aquitanos
decir: «¡Ay de mi, mezquino, me dé el contento y ventura,
qué presto se me ha acabado gozando de su frescura
el consuelo de esta vida! con los humildes cristianos.
Hijos míos, iqué temprano Arciscl. El coche parad, Lorente,
seos ha puesto el sol! ¡Ay Dios!» en esas verdes florestas.
Y sabido bien el caso, Eurosia. ¿Qué avecillas son aquestas
era una mujer á quien que cantan tan dulcemente?
por horas mataba á palos. Cornel. Aquel es el ruiseñor,
Laura. Así hicieras tú, bribón, que, con música suave,
si á mí me hubiera enterrado á su consorte le sabe
la chusma morisca, ¡ayl creo referir su tierno amor.
que aun no hicieras tanto Aquella vid abrazada
como llorar por saber en el álamo frondoso
que quedaba agonizando. pinta un bosquejo glorioso
Mosq. No llorara, Laura mía; de insensible enamorada.
pero te dijera un salmo Aquella copiosa fuente,
con Requies y con profundis, obligada de su amor,
que te llevara volando se despeña con rigor
adonde los taberneros por ser su Narciso ausente.
van á pagar sus milagros. Arciscl. Todo lo crió el Señor
Laura. Por vida mía que tienes en el eterno Paraíso
habilidades del diablo; con tal perfección, que quiso
no fiara en ti, Mosquete, enseñarnos con primor.
ni en tus promesas un clavo. Contempla aquella avecilla
¡Por vida de mis cabellos! que, en gorjeos concertados,
Mosq. No tienes por qué jurarlo, siendo vida de los prados,
JORNADA SEGUNDA 529
compone dulce capilla. Arciscl. De esta mujer me temí,
Aquel arroyuelo amante según tan triste venía,
que se despeña -furioso, que jamás se lograría
de tu vista muy glorioso, nuestro intento, y presumí
te baila el agua delante. de su virtud que, con celo
Por darte entretenimiento de ser mártir, deseaba
hacen todos maravillas, quedar en Bohemia y daba
fuentes, flores, avecillas, una rica joya al cielo.
sin tener entendimiento. Cornel. Agora ya no hay dudar
Eurosia. ¡Ay de mil ¿Cómo resiste que determina casarse.
mi corazón tanto halago? Bodoque. Eso no puede dudarse
Arciscl. En jamás me satisfago de cuantas saben hablar.
si estás cansada ó estás triste. Cornel. Ya todo el mundo atesora
Comnel. En esta margen frondosa norabuenas para mí.
de este bruñido arroyuelo, Sentémonos por aquí
que corre para ser hielo, para ver cómo enamora.
galán fino de la rosa, (Siéntanse y Eurosia se pone de rodi
te sienta. llas.)
Eurosia. Nada divierte Eurosia.
mis penas; todo me cansa. Dulce Señor, enamorado mío,
El agua que corre mansa ¿adónde vais con esa cruz pesada?
va murmurando mi muerte. Volved el rostro á una alma lastimada
Aquel pájaro jilguero, de que os pusiese tal su desvarío.
que gorjerillos levanta, De sangre y llanto entre los dos un río
es algún cisne que canta formemos hoy; y si á la vuestra agrada,
por mi, porque cisne muero. partamos el dolor, y la jornada,
¡Ay de mí! que de morir por Vos, en Vos confío.
Arciscl. ¿Por qué suspira ¡Ay, divino Señor del alma mía!
vuesa Alteza? no permitáis que otro nuevo esposo
Eurosia. No lo sé. me reconozca suya en este día;
Triste voy porque dejé bajad de vuestros cielos amoroso,
á mi hermana Draomira. y si merece quien con vos porfía,
Gornel. Pues Draomira, ¿no es, hermana, dadme estos brazos, soberano Esposo.
aquella gentil aleve Cornel. De rodillas está puesta:
la que á matarte se atreve? gran fuerza [tiene] su amor.
Eurosia. Sí; mas es por ser cristiana. Arciscl. Idólatra es en rigor
Cornei.. Luego, ¿deseas morir? en acciones como aquesta.
Eurosia. Por la fe de Cristo, hermano, Cornel. De su cristiandad no puedo
perder la vida un cristiano presumir error tan grave.
¿no es morir para vivir? Arciscl. Ni yo imagino que cabe
Cornel. Claro está. en su virtud tal denuedo.
Bodoque. Ella desea Bodoque. Mi señora, aunque parece
ser ahorcada; pues á fe que tiernamente suspira
que no la siga si sé por su esposo, si se mira
que por las horcas pasea. siempre se queda en sus trece.
Eurosia. Dejadme, que no reposo. Cornel. Llama, Bodoque, á mi hermana
Arciscl. Pues, señora, ¿en este día que parece tarde.
tienes tal melancolía Arciscl. Espera;
cuando te espera tu esposo? quien habla de esa manera
Eurosia. Aun por eso es mi dolor, será en cosa soberana.
que temo que no me adora. Eurosia.
Arciscl. ¿De qué lo sacas, señora? Virgen, paloma cándida que al suelo
Eurosia. Solamente del temor trajo la verde paz, arco divino,
que le tengo; mas un rato pues en los tres colores á dar vino
me quisiera ahí apartar, fe del concierto entre la tierra y cielo,
que quiero comunicar dadme remedio, pues sabéis mi celo:
con su pintura ó retrato. no case con Fortunio, que imagino
Cornel. ¡Oh, gracias á Dios del cielo que más dichosa soy, si más me inclino
que muestras algún cariño! á conservarme pura en blanco velo.
Bodoque. Ya parece que el dios niño No me dejéis, cristífera María,
la ha puesto en algún desvelo. favoreced mi intento puro y santo
Eurosia. Descansad un poco en tanto hasta que llegue de mi muerte el día.
que yo cumplo mi deseo. Mi pureza guardad, pues podéis tanto,
Cornel. Aún dudo lo que veo; si mereciere la esperanza mía
¡guíenos el cielo santo! que del sol que pisáis pase mi llanto.
{Apártase Eurosia y saca un retrato de (Queda como arrobada con los retratos
un Crucifijo y otro de la Virgen.) en las manos.)
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. — TOMO II 34
53o LA JOYA DE LAS MONTAÑAS

Cornel. Con la Virgen advertí y éste será en mi cuento


que hablaba mi hermana ahora; el que para blanco escojo.
aquel retrato que adora Llegaron con atención
no será el que presumí. al monte, pero en su entrada
Arciscl. Aun por eso, con recato al cojo, el alma turbada,
hace aquestas maravillas, le dió mal de corazón:
y cuando está de rodillas quedóse el cura turbado,
de Cristo será el retrato. y el sacristán quiso irse;
Bodoque. De estarse sola hace alarde mas el cura, sin partirse,
aunque nunca haya almorzado, se quedó todo cortado.
y para andar á poblado Dijo el cura aquesto viendo:
se va haciendo un poco tarde. «En sí luego volverá.»
Cornel. Llámala, Bodoque amigo. Dijo el sacristán: «No hará,
Bodoque. Voy volando. — Mi señora, que suena lejos su estruendo.»
mire que se acerca la hora Con esta grande locura,
de marchar. ¿Está conmigo? sobre este caso apostó
¿N'o responde? ¡Voto á tal! con que el sacristán llegó
Algún accidente fuerte (i), á apostárselas al cura.
que no hablando, grande mal. Dejaron al desdichado
(Levántanse.) en el monte con su mal,
Cornel. ¿Qué dices? ¡Hermana mía! que después de rato tal
¿Tú desmayada? ¿qué pena fué de su achaque dejado;
te ha quitado, estando buena, subió en su jumento allí,
Su valoren este día? y al verlo los apostantes,
Arciscl. Sin duda está arrebatada el sacristán dijo antes:
en éxtasis con su Dios, «Mírelo, no volvió en sí.»
que en las manos tiene dos —«Es engaño, pues se ve
retratos con quien hablaba. lo contrario claramente»,
Cornel. ¡Qué santidad singular! dijo el cura—. «Usted miente,
Mas no sé qué tengo en mí ¿no ve que no viene á pie?»
que hasta que haya vuelto en sí —dijo el el sacristán; y así
no puedo estar sin pesar. gano yo con fundamento;
¿Cuándo del sol brillarán que quien vuelve en su jumento,
luz y rayos refulgentes? ¿cómo ha de volver en sí?
Bodoque. Estos que vemos presentes Cornet. Ya parece que el desmayo
en su vida volverán. muy poco á poco la deja.
Cornel. ¿Porqué? Eurosia. ¡Dulce Jesús, dueño mío!
Bodoque. Porque es cosa cierta, ¿cómo tan presto te alejas
sin que nadie lo repare, de mi presencia? ¡Ay de mí!
que la mujer que no hablare Cornel. ¡Eurosia hermana, dulce prenda!
la podéis tener por muerta. Eurosia ¿Qué quieres, Cornelio hermano?
Cornel. Ya vuelve. Cornel. Presumí que tu belleza
Bodoque. Es frenesí, cubierta de un parasismo
y en esto estás poco atento; aquí se desvaneciera.
mas quiero decirte un cuento Esos retratos, Eurosia,
de esto de volver en si. que dentro tu pecho encierras
Con su sacristán el cura son causa, si bien adviertes,
se salió al monteá cazar, de tus amorosas penas.
que el no estar en su lugar Eurosia. Causar penas nunca pueden,
en algunos curas dura. antes bien, siempre me alegran,
Cornel. Calla, Bodoque, que irritas porque el uno es de mi Esposo,
con tu necedad al mundo. del corazón dulce prenda,
¡Qué caso tan sin segundo, y el otro de una Señora
Parca ingrata, solicitas! que, con sobradas finezas,
Arciscl. La desdicha me desmaya me estima sin merecerlo.
de tan extraño suceso. Arciscl. Ya vimos, sobrina bella,
Bodoque. Y yo prosigo con eso. que son de Cristo y su Madre
Vaya pues de cuento, vaya; los dos retratos que llevas;
que empezarle para mí á Cristo llamas tu esposo,
es gran pena no acabarle; con que entendidas las nemas
á mí mismo he de contarle, de tu cariñoso afecto,
soliloquiándome así. saco aquí por consecuencia
Acompañólos un cojo que de casarte no gustas,
á caballo en su jumento, y si vienes es por fuerza
de mi larga persuasión
y de la noble obediencia
(i) Falta un verso ¡i esta redondilla. de tus padres; mas si miras,
JORNADA SEGUNDA 53 I
ilustre y noble princesa, Cornel. Hermana mia, ya es tarde
que la ley de Cristo ensalzas-i y la lámpara febea
coronando tu cabeza quiere extinguir su luz pura
con el sagrado laurel en las olas, donde alberga
de Aragón, ccn que se espera sus rayos en cada noche,
que has de ser Atlante firme sepulcro de su madeja;
de la militante Iglesia, vamos alargando el paso,
asombro de los herejes que muy poco tiempo queda
y de aquella ley perversa para llegará poblado.
de Mahoma gran contrario. Eurosia. Vamos, pues.
Eurosia. ¿No podré sin ser yo reina Bodoque. Vamos apriesa,
triunfar de sus acciones? porque si mucho tardamos,
Arciscl. No será fácil que puedas nos quedaremos sin cena.
ensalzar tu nombre tanto Eurosia. iCielo divino, ayudadme!
que te conozca la tierra Arciscl. De Dios nos guie la diestra.
defensora de la fe Cornel. El te dé, si acaso importa,
si la voluntad no apruebas lo que más mi amor desea, (Vanse.)
de casar con don Fortunio.
Eurosia. La virginidad es prenda
que Dios tiene en mucha estima. ESCENA VIll
Arciscl. Es verdad; mas cosa es cierta Salen el Príncipe y el Conde.
que también estima Dios
las que honestamente intentan Príncipe. Por eso del alma sale,
llegar al sacro himeneo, Conde, á la lengua [el] amor.
y es proposición tan cierta, Conde. No hay pena, invicto señor,
que confirman su verdad que con la de amor se iguale.
las mismas sagradas letras. Príncipe. El retrato tengo aquí
Quiso Dios en el Paraíso de la que ha de ser mi esposa;
con milagrosa manera atended si es cosa hermosa
conservar á Elias virgen, por quien el alma rendí.
cuya castidad excelsa Conde. ¡Hermosa dama!
merece ser colocada Príncipe. Yo pienso
sobre todas las estrellas. que estudió naturaleza
Mas también favoreció la estampa de su belleza,
con igual correspondencia no por instrumento inmenso
al profeta Enoc, casado, de aquel poder soberano,
y de la misma manera mas hablando á nuestro modo,
si al Tabor subió á Elias porque parece que en todo
á enseñarle sus grandezas, puso cuidado su mano.
bien creo que por ser virgen Conde. Vuestra Alteza se rindió
mereció que allá subiera. justamente á la más bella,
Pero Moisés también, ilustre y noble doncella
que fué casado en la tierra, que en el mundo se crió.
subió con Cristo al Tabor; Príncipe. Mis potencias y sentidos,
para que, sobrina, entiendas justos fueron sus despojos,
que también estima Dios que antes de verla mis ojos
con su voluntad inmensa la aprobaron mis oídos.
al que, casado, le sirve, Con su virtud asegura
como al que, virgen, le ruega. mi elección en puridad,
El sagrado matrimonio, pues quiere su saptidad
con singular agudeza, competir con su hermosura,
le llamó el Apóstol grande y son las dos tan iguales,
sacramento de la Iglesia. que en la perfección que vieron,
Muchas matronas ilustres su nombre á Eurosia pusieron
dan de estas verdades pruebas, los pinceles celestiales.
y la misma Virgen fué, Ya creo que no están lejos,
aunque Virgen tan perfecta, que ayer vino embajador
casada con San Jose. de este sol que en su esplendor
Eurosia. Aseguró su pureza me dan vida sus reflejos,
con voto de castidad. y dice que llegará
Arciscl. No se niega á vuesa Alteza con brevedad á esta tierra;
que pueda ofrecer á Dios mas ¡ay, Conde! que la guerra
su virginidad; y advierta me presumo estorbará
que si la tiene ofrecida el salirla á recibir
á su Majestad inmensa, á la entrada de Aragón.
puede cumplir virtuosa, Conde. A mí cargo la ocasión
aunque case, su promesa. para que podamos ir.
532 LA JOYA DE LAS MONTANAS
A Leonor dejé perdida, hasta conseguir la dicha
que, intrépida y arrojada, ' de volverla á vuestros brazos,
por el campo hizo entrada y os promete mi afición
sin prevenir la salida; daros casta posesión
y aunque el bárbaro enemigo con indisolubles lazos.
hizo fuga en la ocasión, Conde. A prevenir nuestra gente
pudo disponer traición importa, señor, que vamos,
por llevársela consigo; porque temo si tardamos,
y si tan nobles despojos algún penoso incidente.
se me llevan, claro está A recibir lo primero
que mi corazón saldrá iremos á vuestra esposa,
derretido por los ojos; que, á pesar de la mañosa
mas la ciuz de aquesta espada traición del cancerbero,
saldrá siempre vencedora, no ha de parar mi valor
y el joyel que mi alma adora hasta poner con despecho (i)
he de cobrar, aunque armada y en mis brazos á Leonor.
esté la morisma junta Príncipe. En vuestro valor confío,
á pesar de su traición, Conde amigo, y es razón,
ó mi ardiente corazón que con vuestro corazón
ha de abrir aquesta punta. siempre va seguro el mío.
Príncipe. No es cierto, no, á mi ver Vamos, y sin más tardar,
que salga al campo Leonor, de la gente más lucida
que aunque tiene gran valor que tenéis más conocida
en efecto es de mujer. podéis un tercio alistar.
Conde. Fía en las veloces alas Conde. Si llevamos, á mi ver,
de un bruto que con razón con sus lucidos arneses
él es hijo de Aquilón un tercio de montañeses,
y ella de la diosa Palas. nada queda que temer. (Vanse.)
Príncipe. Sin duda se habrá escapado
si su valor conjeturas.
Conde. De mayores apreturas
otras veces se ha librado. JORNADA TERCERA
Lo que más mi pena aumenta
es que Mosquete quedó
en su guarda, y se alejó ESCENA PRIMERA
con presunción avarienta
de recoger los despojos Mosquete solo.
por el campo divertido,
y dejó puesto en olvido No hay hombre más desdichado
lo que llorarán mis ojos. que Mosquete en este día,
Dice que de lejos vió pues, por gran desdicha mía,
dos moros, y del temor, mi señor, muy enojado,
olvidado de Leonor, me pone en mosquetería.
cobarde se retiró. Porque á Leonor perdí
Príncipe. No es en vano tu temor; me castiga de este modo,
pero fío sin recelo no considerando en si
que la habrá librado el cielo que también me toca á mi
de aquel bárbaro furor. por perder á Laura y todo.
Pero ¿dónde anda agora ¡Oh, quién las pudiera hallar
Mosquete, vuestro criado? por aquí en algún rincón!
Conde. En busca, señor, le he enviado mas no las podré topar.
de la que mi alma adora, ¿Por qué no sabré rezar
advirtiendo que, si acaso el responso á San Antón?
Leonor está perdida, A Francia me iré á vivir,
he de quitarle la vida. y sabrá Aragón y Bearne,
Mas ¡ay de mí! ¡fiero caso que me quise despedir
fuera verla entre tiranos! por no quererle servir
No había de haber rigor siempre de su guardacarne.
que estorbase mi furor El buscar, cielos divinos,
hasta volverla á mis manos. me va doblando mis males,
Príncipe. Sin duda por verse ausente pues me llevan mis destinos
de vos, con sagacidad de noche por los caminos,
se retiró á la ciudad, de día por los jarales.
que es entendida y prudente; Mucha hambre y poca ropa
mas, si acaso por desdicha me traen por este cerro,
otra cosa pudo ser,
yo os ofrezco mi poder (i) Falta un vcrso.a esta redondilla.
JORNADA TERCERA 533
mas si el bárbaro me topa, Mosq. Yo no soy nadie aunque hablo.
yo temo que en vez de sopa Mecot. Di presto quién eres.
no me falte pan de perro. Mosq. ¡Ay!
Desde aquí quiero llamar, El alma de Garibay,
aunque me acosa el temor. que ni es de Dios ni del diablol
lEn vos; alta.) Tarife. Aqueste, si no me engaño,
¡Laura, señora Leonorl es el mismo que escapó
Por medio de aquel pinar del incendio y se burló
se siente ruido y rumor. de nosotros por su daño.
Moros. {Dentro.) No dejéis en la montaña Mecot. Pues Alá nos le ha traído
persona que á Cristo siga. para que tome venganza
Mosq. Aquesta es gente anemiga. del agravio; sin tardanza
¿Hay desdicha más extraña? morirás.
¿Adonde podré esconderme Mosq. Ya estoy perdido.
de este riguroso trance, Atan. No le quites aún la vida
que el fiero moro no alcance hasta saber dónde va,
en todo este monte á verme? que algún secreto tendrá
tan impensada venida.
¿Quién eres y adónde vas?
ESCENA II Mosq. No sabré decir quién soy,
Salen Atanael, Tarife y Mecot.— Dicho. ni menos adónde voy,
si no me prometes más.
Atan. ¡Que sea tan arrogante Atan. Ya tienes sobrada suerte,
este cristiano atrevido! que si dices la verdad
Por Alá que estoy corrido. te daré yo libertad,
Tarife. ¡Por vida de mi turbante y si no, te daré muerte.
que es muy valiente cristiano! Mosq. Pues, señor, con esa instancia
Atan. ¡Que se huyera as( la gente si no me matan, diré,
por un cristiano insolente! entre muchas cosas...
Tarife. Todo fuera muy en vano, Atan. ¿Qué?
porque su valor se encumbra Mosq. Un secreto de importancia.
tanto, que con fuerza y maña Atan. Pues di, que yo te aseguro
ha de sujetar á España de premiarte si es así.
y aun á cuanto el sol alumbra. Mosq. La verdad diré.
Atan. Detén, Tarife, la lengua; Atan. Pues di.
ese hombre no me alabes, Mecot. Si lo juras.
que en mi competencia sabes Mosq. Lo rejuro.
que alabar á nadie es mengua; Don Fortunio, mi señor,
y aunque huí con sutileza se quiere casar mañana
de su espada el gran furor, con una reina bohemiana,
no fué falta de valor, y mi amo con Leonor.
si fué sobra de destreza. Atan. ¡Qué dices! ¿esto es posible?
De Huesca soy ya señor ¿mañana luego ha de ser?
y del Rey ya capitán, Mosq. Yo no me pongo en saber
y cuanto blasón me dan el cuándo, porque es terrible
es poco con mi valor. mi amo el Conde, y yo sé
Cuanto el Tajo y Duero baña que nunca me dice un cuándo
con estruendo belicoso porque sabe que cantando
amedrenté valeroso todo lo que sé diré.
en mis principios á España. Pues es cierto que mañana,
Abén Lop, mi Rey, espera veinte días más ó menos,
acabar de conquistar tendremos seis días buenos
esta montaña, á pesar en una ú otra semana.
de la cristiana bandera; Atan. Rabia ya mi corazón.
pues dóblense nuestras lunas ¡Pesie la fortuna adversa
en las arrogantes astas. que tendremos más contrarios!
Mecot. Con esto, señor, contrastas Tarife, ¿Cuándo vino esa Princesa?
tú solo á tantas fortunas. Mosq. Señor, no vino, y si vino,
Por esta parte que sigo será cosa muy de verla,
se suena rumor de gente. porque dicen que es aguada
Mosq. Estoy muerto de repente y jamás entró en taberna;
si encuentran éstos conmigo. cosa cierto singular
Mecot. ¿Quién va allá? ¿No me responde? poco usada en esta tierra,
Mosq. Si no va nadie, ¿quién quiere que la taberna es de aguados,
que le responda? pues que todos los que ahí entran
Mecot. El que fuere, se aguan mucho, y hasta el vino
quien de cobarde se esconde. de puro aguado revienta.
534 LA JOYA DE LAS MONTANAS

Tarifk. Dinos claro si ha venido, que temo vuelvan acá


si no quieres que con esta si por desdicha se acuerdan
daga te dédos mil muertes. de las pendencias de marras
Mosq. ¡Qué barata fué la feria! y me rompan la cabeza;
¿Dónde las compró, señor? échome por estos riscos.
Guárdelas usted y crea Dios me la depare buena. (Va«.j
que las habrá menester
cuando tenga alguna suegra;
no me dé ninguna á mi, ESCENA IV
que bien diré lo que sepa,
porque nunca sé callar Saten Eurosia, Arcisclo, Gornemo y Bodoque.
cosa que secreto tenga.
Ya dispone mi señor Bodoque. Los caballos van perdidos
la jornada con su Alteza de tanto vulgar tropiezo,
y saldrán á recibirle, pues andan sin herraduras
porque saben que está cerca. descalzos, y á lo que veo,
Atan. Hoy he de vengarme, amigos, se habrán puesto á religión
de las injurias y ofensas y tan mediados en eso,
que del cristiano atrevido que con tantas cortesías
en las campañas postreras como todos van haciendo,
recibimos; y en verdad sobre tantas reverencias
que estoy tan corrido de ellas, quedarán muy reverendos.
viendo que tan poca gente Cornel. ¡Qué peñascos tan altivos,
atrevidamente pueda qué fragosos Pirineos
causar fuga á mis soldados, son éstos, que en altas cumbres
que se enmudece la lengua remontados y soberbios
al pronunciar que acobardan sus altas cimas ocupan
nuestras azules banderas la media región del viento!
sus cruzados estandartes. Arciscl. La Naturaleza quiso
Salga, pues, á la defensa dividir aquestos reinos
de tantas glorias perdidas con estos montes, Olimpos,
el valor que el pecho encierra. cuyos encumbrados cerros
Hoy hemos de cautivar son vergüenza de los Alpes.
la Princesa de Bohemia, Eurosia Que estoy cansada confieso.
y al Príncipe don Fortunio CoHNEL. ¿Qué mucho vengas cansada,
quitar la dicha que espera. hermana mía, si puedo
Mecot. A prevenir vuestra gente asegurar que en mi vida
vamos, Tarife, y entiendan con tanto desasosiego
que somos Atlantes firmes me vi, pasando en batallas
de las africanas fuerzas. las inquietudes que el tiempo
Taripe. Señor, nuestros escuadrones aborrascado ocasiona
harán las lunas sangrientas con el militar estruendo?
de la sangre de cristianos, Ni probando al mar sus fuerzas
aunque la fortuna adversa, que alguna vez en el centro
enemiga, nos ultraje. del arrojado Neptuno
Atan. No nos niegue el gran Profeta y ninfático elemento,
su favor, que con su ayuda me vi en borrascosas luchas
se asegura nuestra empresa. con tanta inquietud del viento,
Toquen las cajas, levanten que apenas dejó recurso
las lunas á las estrellas, á la piedad del cielo;
que aunque sean medias lunas jamás me vi tan cansado
han de llegar á ser llenas, ni derribado mi esfuerzo
que aun el sol no está seguro como agora.
con la creciente que llevan. (Vanse.) Bodoque. Algún demonio
nos lleva por estos puertos.
Eurosia. Todo por amor de Dios
ESCENA III bien admitirlo podemos,
Mosquete solo. que el trabajo no es trabajo
si con el divino celo
Ellos se olvidan de mí que los amados de Dios
con la algazara que llevan. le llevaron y ofrecieron
¡Cuánto me valió el secreto! le admitimos; que, sin duda,
Yo apostaré que me dieran los trabajos y tormentos
un millón por lo que dije. padecidos por mi Dios
Las carnes todas me tiemblan son escalas para el cielo.
de temor, y no sé cómo Apciscl. Tu peregrina virtud
me escape por estas breñas, nos da á todos gran consuelo.
JORNADA TERCERA 535
Esta tierra es ya de España, Eurosia. ¿De qué te asustas, Cornelio?
que las noticias que tengo ¿No estamos ya en Aragón?
me aseguran que estos montes Cornel. Es verdad que lo sospecho;
son los altos Pirineos mas queda suspensa el alma
que en pirámides fragosas hasta saberlo de cierto.
hacen murallas y cercos Eurosia. En las manos de mi Dios
dividiendo á España y Francia anda ya todo el suceso
con tan singular portento, de nuestra feliz jornada,
que el cielo parece quiso de que fin dichoso espero.
plantar mojones soberbios Arciscl. Vamos, antes que las sombras
que eternamente publiquen le arrastren capuz al Febo,
división de aquestos reinos. y el viento, monstruo de horrores,
Eurcsia. ¡Qué camino tan extraño sea etíope elemento,
debe ser éste! Sospecho, para que llegar podamos
según imagina el alma, en algunos de estos pueblos
que vamos hacia el desierto. que encierran estas montañas.
Cornel. Alguna desdicha arguyo Eurosia. No nos desampare el cielo.
de ver que en algunos pueblos Bodoque. Vamos pues, que los caballos
que acreditan estos montes se están comiendo los frenos,
de habitables, nunca vemos que piensan ser avestruces
persona que les habite, para digerir los hierros.
ni topamos pasajero ¡Voto al solí Si no me engaño
que pueda darnos de España por aquella parte veo
testimonio verdadero. que hacia acá se llega un hombre.
Bodoque. Yo pienso que vamos mal, Arciscl. También juzgo yo lo mesmo.
y que no voy bien: es cierto Cornel. Con eso se alegra el alma,
que si mala cena anoche, que por su medio sabremos
peor es hoy el almuerzo. dónde estamos.
Eurosia. ¡Qué alegría tiene el alma, Eurosia {Aparte.) ¡Ay de mí!
pues acá dentro en el pecho ¡Cielo divino! ¿qué es esto?
me está brindando alborozos, ¿qué glorias espera el alma
después acá que los senos en lo bronco de estos cerros
de tantas silvestres grutas que parece que en sus grutas
con tan humildes aprecios ha depositado el cielo
me convidan cariciosos el colmo de mi esperanza,
con sus humillados cetros! noble gozo del deseo?
Arciscl. ¿Esto te alegra, señora, Mosq. {Grita de dentro.)
cuando la corona y cetro ¡Laura, señora Leonor!
de Aragón te entristecía Bodoque. ¿Quién diablos es el estruendo
según colegí otro tiempo? que alborota aquestos montes?
Eurosia. Tío y señor, no sin causa ¿Quién va allá?
de estos montes hago aprecio, Mosq. En el infierno
pues de su fragosa estancia deben estar estas hembras,
colijo que son los yermos pues en todo aqueste tiempo
donde anacoretas santos no parecen en el mundo.
sacrificaron al cielo Bodoque. ¿Quién va alia?
sus vidas. (Aparte.) ¡Cielo divino,
amparad mis pensamientos!
Cornel. El alma toda turbada ESCENA V
me sobresalta en el pecho Sale Mosquete.—Dichos.
después acá que pasamos
la fragosidad del puerto Mosq. ¡Jesús, Santelmo!
sin topar persona viva, Bodoque .¿No responde?
con que claramente temo Mosq. ¿Si son estos
alguna desdicha enorme, algunos moros que buscan
pues estando á todo atento que les diga otro secreto?
veo andar las avecillas Cornel. Amigo, escucha.
con funesto y triste vuelo Mosq. ¿Quién llama?
mudando en endechas tristes Cornel. No te apartes, así el cielo
sus concertados gorjeos; te haga dichoso en cuanto
cubierto el sol y empañados ha intentado tu deseo.
sus encendidos reflejos Mosq. Qué ¿querías engañarme
con que enlutados los aires con halagos?
hacen fúnebres sus ecos; Cornel. No es mi intento
con que el corazón desmaya engañar á nadie.
hasta que, piadoso el cielo, Mosq. ¿No?
nos declare dónde vamos. Aun me pelen si lo creo.
536 LA JOYA DE LAS MONTAÑAS
¿Qué diré si me preguntan? Bodoque. ¡Han visto tal embeleco!
No sé qué decir; si quiero ¿Los diablos tienen mujer?
escaparme con huir, Mosq. ¿ Eso dudas? Pues yo entiendo
me alcanzarán al momento, que tienen tantas, que aina
porque estoy lleno de callos verás del primer empeño
con jamás tener silencio. que sacan á puntillazos
Bodoque. ¿Oye usted, señor hidalgo? á los diablos del infierno.
Mosq. No se acerque, señor perro, Eurosia. Dinos: ¿en qué tierra estamos,
que le tiro con un canto qué rey gobierna estos reinos
si se llega. y cómo tan despoblados
Bodoque. ¡Majadero! tiene todos estos pueblos?
Cornbl. Calla, Bodoque, no alteres Mosq. Si me aseguráis la vida
con amargos desatentos diré todo lo que siento,
á quien puede ser la guía que, aunque no parecéis moros,
de todos nuestros aciertos. presto podéis parecerlo.
Bodoque. Pues si perro me ha llamado, Cornel. De mi parte te aseguro,
¿he de callar? y por todos te prometo,
Eurosia. El silencio no sólo nunca ofenderte,
es el que logra dichoso pero el agradecimiento
en la prudencia el imperio; debido á merced tan grande.
este es hombre muy sencillo, Mosq. Si me habéis de agradecerlo,
de aquellos en quien el tiempo no sea en algunos palos.
de la inocencia guardó Eurosia. Esta sortija es lo menos
para varios escarmientos que te puede dar mi amor.
de la vanidad del mundo, Mosq. Ahora bien: yo me acerco
pues viviendo en estos cerros y con aquesta sortija
viven siempre muy gustosos estoy loco de contento.
sin los muchos devaneos Ya parece que estas cosas
que en la villa y ciudades van oliendo á casamiento.
á muchos les vuelven necios. Eurosia. Sácanos de nuestras dudas,
Habladle con humildad que, por mi Dios, te lo ruego.
y sabréis sus pensamientos. Mosq. Decid primero quién sois.
Cornel. Llégate, amigo, no temas. Cornel. Somos amigos bohemios.
Mosq. ¿Sois cristianos? Mosq. ¡Ta, ta, ta! Ya los conozco,
Bodoque. Y muy buenos, por la fama, desde lejos.
de los mejores del mundo, Cornel. Esta es mi hermana y el sol
flamantes, lindos y nuevos. en cuyo lucido espejo,
Mosq. Yo no me fío en cristianos se mira toda Bohemia.
que no son cristianos viejos. Mosq. Agora bien, yo doy en ello;
Arcisci.. Por amor de Dios, amigo, ¿qué mucho me calentare?
si lo merece mi ruego, Por Dios que sale á mal tiempo,
no te vayas. y plegue á Dios no se eclipse
Mosq. ¡Para el puto antes de salir San Pedro.
que no tuviera escarmiento, Eurosia. ¿Qué te alteró?
de haber topado otras veces Mosq. Grande mal.
quien me ha dado pan de perro! Eurosia. Diloal punto.
Eurosia. Escucha, noble cristiano, Mosq. No me atrevo.
y no extrañes el concepto ¡Gran desdicha!
de llamarte noble amigo, Eurosia. No dilates
porque quien en todo tiempo declarar tu sentimiento.
de padres cristianos nace, Mosq. ¡A y, señora! el moro lleva
es noble de nacimiento. con rigor á sangre y fuego
Mosq. Es verdad, voto á mi sayo, los pueblos de estas montañas,
y por eso, yo acá dentro que lo restante del reino
me sentía siempre un rey, todo es suyo.
ó algún marqués por lo menos. Eurosia. No respondes
(AP-)'jVive Dios que es muy hermosa todo lo que te he propuesto.
esta dama! Ya estoy cierto Mosq. Este es, señora, Aragón,
que no son moros. Si acaso con cuyo cristiano cetro
me cogiera en tal concepto el Príncipe Don Fortunio
que de mí se enamorase, te esperaba, y aun entiendo
por Dios me casara luego que te sale á recibir,
con ella, á pesar de Laura. por considerar el riesgo
Pero preguntarle quiero. que corres; mas no sabrá
¿Habéisme visto á Leonor? que pasaste ya los puertos,
Eurosia. Por quien preguntas no entiendo. porque, á saberlo, sin duda
Mosq. Una mujer de los diablos. que fuera más pronto en ello.
y
JORNADA TERCERA 537
Arciscl. ¡Gran desdicha! á dar al Príncipe luego,
Bodoque. ¡Para el puto si los moros no me zampan,
que pase de aqueste puesto! noticias de este suceso. (Vase.)
Cornel. Ya van saliendo verdades
las que iba el alma temiendo.
Eurosia. No temáis, tío y hermano, ESCENA ¡VI
fiad del amor inmenso
de aquel soberano Dios, Dichos, menos Mosquete.
que, ajustarulo nuestro intento
con su voluntad, no hay duda, Eurosia. Vamos luego, porque importa,
guiará, fanal excelso, > antes que el pagano adverso
la nave de nuestra vida nos descubra.
á tomar seguro puerto Cornel. Ya podrás
donde las mejores dichas subir, hermana, al excelso
nos quiera franquear el cielo. pirámide, señalado
Bodoque. Vuelta, rienda, que esto es malo; para nuestro albergue.
huyamos aqueste riesgo. Eurosia. ' Creo
Cornel. ¿Tiene mucha gente el Rey que la divina bondad
para resistirse? de mi Dios me dará esfuerzo
Mosq. Cierto para llegar á la cumbre,
que faltando, yo presumo donde consagrar espero
que ande todo por el suelo, mi vida á mi dulce Esposo,
que el moro tiene diez mil dulce fin de mis deseos.
y mi rey aun no diez cientos. Bodoq. Y los caballos, ¿qué harán?
Cornel. Con tanta desigualdad Arciscl. Eso viene á ser lo menos.
seguro está el vencimiento Vamos, pues, que yo confío
por los moros. ¡Qué desdicha! que nos ha de dar el cielo
Arciscl. ¡Cielo divino! ¿qué es esto? entre tantas inquietudes
¿Y andan moros por aquí? el más divino consuelo.
Mosq. No pienso que están muy lejos, Cornel. Las tristezas que hasta aquí
que, prevenidos, aguardan en alegrías convierto,
cogeros en cautiverio. pues me dice el corazón
Bodoque. Volvamos atrás, señores, acá, dentro de mi pecho,
hasta que en la Francia entremos, que tendrá nuestra jornada
que podremos esperar. felicísimo suceso.
Arciscl. ¿Qué te parece, Cornelio? Eurosia. Llevando la fe de Cristo
Cornel Tío y señor, gran desdicha por blanco de nuestro intento,
estoy mirando y temiendo. ¿qué moro nos acobarda?
Arciscl. Volver atrás es cordura. Arciscl. Sobrina mía, el consuelo
Cornel. No parece mal intento. que más alboroza el alma
Bodoque.No hay sujeto como yo es verte con tanto esfuerzo,
para dar un buen consejo. de la fe de Cristo Atlante,
Eurosia. ¿Qué es volver, tío y señor? que con esto nada temo.
¿Adónde, hermano Cornelio? Cornel. ¿Qué glorias puedo esperar
Después de tantas fatigas, quedando seguro y cierto
¿volver á pasar los puertos? de tu constancia, más vivas
Si el temor os acobarda, que las que dichoso espero,
¿no tiene el sagrado centro si en estas silvestres grutas
de estas ásperas montañas por la fe de Cristo muero?
naturales pavimentos Eurosia. Dichosa yo que he llegado;
en cuyas silvestres grutas mil veces dichosa puedo
sin tanta inquietud podemos llamarme, pues que llegue
esperar las ocasiones al colmo de mi deseo
en que con menores riesgos y acompañada de dos
podamos pasar al colmo columnas del sacro templo
más feliz de nuestro intento? de aquel Salomón divino,
Esta es la que solicito (Aparte.) con cuyo arrimo bien puedo
y la que ha guardado el cielo asegurarme constante
para más dichosos fines en el más divino empleo,
ocultos en sus secretos. hecha víctima dichosa
Mosq. En este monte podéis de mi esposo y de mi dueño.
esperar un poco tiempo Bodoq. No voy muy de buena ganaa,
subiendo por esta falda porque me presumo y temo
hasta llegar á unos huecos que daremos en las llamas
cubiertos de firmes rocas, pensando salir del fuego. (Vanse.)
que yo voy por estos cerros, Atan. (Dentro.) Cercad todos esos montes,
si acaso puedo escurrirme, que los caballos que tascan
538 LA JOYA DE LAS MONTAÑAS

esos prados pronostican que mi capitán os manda


que tenemos ya la caza que dejéis la fe de Cristo.
en sus senos escondida. Cornel. Eso no; antes la espada
misma que ya te rendí,
abra, moro, en mis entrañas
ESCENA VII puerta, por que el corazón
Salen los Moros. misteriosamente salga
á dar gracias á mi Dios
Mecot. He de abrasar la montaña de la vida que le aguarda.
si no topare en sus grutas Tarife. ¿Cómo esperas tener vida
lo que mi valor contrasta. si ia muerte te amenaza
Tariie. Subamos aquesta cuesta, sólo por seguir á Cristo?
que, por huir su desgracia, Cornel. ¡Oh, bárbaro, qué ignorancia
sin duda se habrán subido te ocupa el pecho! ¿No sabes
hasta la cumbre más alia; que el morir por Cristo es larga
pero no se han de escapar vida con que el justo vive
si la vida no me falta. en la bienaventuranza?
Mecot. ¡Qué penosa es esta cuesta! Bodoque. ¿Por dónde podré escurrirme?
Atan. Prosigue: el paso adelanta ¡Que no tenga puerta falsa
á esos riscos á quien ciñe esta casa de peñascos.
tanto plumaje de plata ni resquicios, ni ventanas!
de este arroyo, que es espejo Arciscl. Valor, amigos, que es hora
de tan excelsa montaña, de dar ya sacrificadas
que el corazón adivina las vidas á nuestro Dios.
que en habitación opaca Touos. Nunca el corazón desmaya
es toldo propicio á quien para tan divina empresa;
buscan con furor mis ansias. reciba Dios nuestras almas.
Tarite. . No ha de escaparse persona Mecot. Pues morid, fieros cristianos,
que siga la ley cristiana y mi cuchilla esforzada
de mi cuchillo arrogante. sea instrumento á quien
Mecot. Aunque toda esta montaña, de Mahoma la fe santa
como de plantas vestida, deba aplausos contra injurias
de gente fuera poblada, de la cristiana canalla.
temblara de ver desnuda (Entran y corren la cortina.)
esta corva cimitarra. Atan. Advertid: Si entre estos mismos
Atan. De vuestro valor confio está aquella hermosa dama
que, á la mayor repugnancia, que es Princesa de Bohemia,
daréis muestra de quien sois: sacaréisla acá, que él alma
hoy daréis nombra á la fama se promete reducirla
con la dicha que esperamos, á la secta mahometana.
que aquestas tiernas pisadas
me aseguran que han pasado
á ocultarse en la montaña ESCENA IX
los dueños de los caballos Eurosia y los Moros.
que están del monte á la falda.
Mecot. Ya parece que los tengo Micot. Ya quedan todos tendidos
hechos treinta mil miajas. en la tierra, cuyas ansias
Tarife. Detente, el paso reporta, publican en tristes quejas
que [en] aquella cueva opaca el rigor de mi arrogancia.
se suena rumor de gente. Tarife. Esta sola es la que Alá
Atan. Ea, pues, moros, al arma, con algún misterio guarda
no quede persona viva para esposa de mi Rey.
si fuere gente cristiana; Eurosia. (Ap.) ¡Divino Sol de mi alma,
pero advertid que si fuese alumbradme en claros giros,
aquella hermosa bohemia no malogre la esperanza
que buscamos, no le deis que tuve de ser dichosa!
la muerte. Atan. Lucero hermoso del alba:
¿eres la Princesa acaso
de Bohemia, cuya fama
ESCENA VIII extendida por el orbe
hizo publicar tus gracias?
Corren una carlina y se ve dentro i los cristianos. Eurosia. Yo soy Eurosia y bohema,
la mujer más desdichada
Tarife. ¡Qué grande caza! que tiene el mundo. (¿Si acaso
Nueve tenemos aquí. la corona me dilatas
¡Rendid, villanos, las armas! del martirio, Virgen pura?)
Mecot. ¿Qué gente sois? Advertid Atan. Dichosa serás si esmaltas
JORNADA TERCERA
53g
tus ojos, divinos soles, cristalina y aparente
en la secta mahometana. con que aliviarás tu pena.
Eurosia. (ap) ¿Qué es esto? Cielos, valedmc; Toma la vara y darás
¿cómo entre mis cantaradas con ella en la tierra dura,
yo sola quedo con vida? y á los tres golpes verás
¿Cómo tanto se dilata que raudales sacarás
la corona, Esposo mío, que coronen esta altura.
que tengo [tan] deseada? Eurosia Angel mío soberano,
Atan. Si dejas la fe de Cristo ¿qué favor tan singular
serás, ilustre bohemiana, me quieres comunicar?
la mas dichosa mujer No merezco que esa mano
del mundo, pues cuanto bañan me dé tanto que estimar;
los rayos de Febo y Cintia que padezca sed se ve
verás postrado á tus plantas. pues lo pinta mi dolor,
Eurosia. Mal conoces mi valor: pero tambien mi Criador
¡qué fácilmente te engañas! la padeció; pues ¿por qué
(Ap.) ¡Dulce Jesús de mi vida! no la ha de sufrir mi amor?
¿No es hora ya que mi alma Por que aumente mi dolor
triunfe de los tormentos la tierra tengo de herir
que crueles me amenazan? y la fuente ha de salir;
Atan. Resuélvete á lo que digo. mas á su vista mi amor
Eurosia. Tu porfía es excusada. esta sed ha de sufrir.
Atan. Olvida á Fortún Garcés, Ángel. No sólo en aquesta sierra
que, con Aben Lop casada, tu Esposo merced te fragua,
podrás feliz coronarte mas en cuanto el mundo encierra
por Reina de toda España. tendrás dominio en el agua
Eurosia. Nada estimo tus promesas, para que riegue la tierra.
que más noble Esposo aguarda Eurosia, Para el martirio, el valor
mi corazón; no dilates de mi pecho no se aparte.
con esa tirana espada /. ngel. Ya te asegura mi amor
hacer lo mismo que hicieron estar siempre de tu parte.
tus villanos enmaradas (Súbese el Angel. \
en los que, aunque yertos, viven
en la bienaventuranza.
Atan. Quitadla de mi presencia, ESCENA XI
y en esa cumbre más alta, Dichos, menos el Angel.
con la crueldad posible,
tomad en ella venganza Eurosia. Dios te conserve en su amor.
de la ofensa que á mis dioses Tierra, al Criador sabéis
hace aquesta vil cristiana. que el respeto obedencial
Tarife. Vamos, pues. os toca; si no tenéis
Eurosia. Cielo divino, agua ni os es natural,
doy las muy debidas gracias sacad, que sudar podéis.
á tanto favor; no olvides, (Da los tres golpes con la vara en tie
rra y sale agua.)
ángel santo de mi guarda,
esta feminil criatura ¡Qué milagro prodigioso!
que tienes encomendada. ¡Que merezca, Esposo mío,
dulce dueño, amado esposo,
tanto favorl Fervoroso
ESCENA X os da gracias mi albedrío.
Baja un Ángel de lo alto y caen los Moros ¡Qué hermosa fuente salió!
en tierra.— Dichos. ( Vuelven en si los Moros.)
Atan. ¿Qué turbación es aquesta?
Angel. ¿En qué quieres mi asistencia, Tarife Un resplandor me cegó
Eurosia, divina esposa bajando por esta cuesta
de Jesús? que el aliento me quitó.
Eurosia. A tu clemencia Mecot. Sin duda Mahoma ha enviado
postro toda mi obediencia algún garzón de su casa
para ser la más dichosa. y á esforzarnos ha bajado,
Angel. ¿Qué pasión más te atormenta aunque nuestra suerte escasa
en tan riguroso trance? nos haya puesto en cuidado.
Eurosia. La grave sed que avarienta Atan. Al instante dad la muerte
quitarme la vida intenta á esa cristiana atrevida,
antes que el martirio alcance. antes que otro amago fuerte
Angel. Con esta vara excelente, nos dé Mahoma de suerte
en esta montaña amena que nos deje aquí sin vida.
sacarás luego una fuente Tarife. Para que más gusto demos
540 LA. JOYA DE LAS MONTANAS

á nuestro Profeta santo, Mosq. ¿Qué es del Conde mi señor?


¿qué castigo le daremos? L aura. Con el Príncipe quedó
Mecot. La cabeza le cortemos. y creo que viene allí.
Eurosia. ¡Qué alborozo, cielo santo; Mosq. Hoy gano albricias aquí.
qué alegría tengo en mí Laura. ¿De qué?
con la sentencia que oí! Mosq. Ya me lo sé yo.
Atan. Atormentadla á porrazos,
cortarle piernas y brazos,
y en estando puesta asi ESCENA XIII
yo mismo, con mi destreza,
le quitaré la cabeza. Salen el Príncipe, el Conde y Leonor.— Dichos.
Mecot. Vamos, vamos.
Eurosia. Ya te sigo. Conde. La gente está prevenida;
¡Dulce Jesús, id conmigo! dispóngase la jornada,
Tarife. ¡Por Alá que es linda pieza! señor, al punto, que es cierto
Atan. Esto digo por si acaso hay peligro en la tardanza.
la reducirá el temor. Príncipe. ¿Qué número de soldados
No ames tanto tu dolor, es el que nos acompaña?
Eurosia, por ti me abraso; Conde. Cuatrocientos montañeses
convierte á mi ley tu amor. tan esforzados que bastan
Eurosia. Desengáñate, inhumano, á conquistar medio mundo.
que no tengo de dejar Príncipe. ¿Y están vestidos de gala?
á mi Esposo singular
por tu mala fe. Tirano,
¿qué pretendes conquistar?
Atan. Convertirte si es posible
á mi ley. Aquí acaba el manuscrito de la Biblioteca
Eurosia. Vas engañado Nacional. En la refundición de López Benavi-
con esa fe tan horrible. des, que mencionamos en el Catálogo, después
Atan. Ya me tienes apurado del martirio de la Santa y batalla y triunfo de
con esa flema insufrible. los cristianos, con auxilio de ella, termina asi:
Eurosia. Dulce Jesús de mi vida,
¿qué es del día tan dichoso Fortun. Notable victoria ha sido.
que ganándoos para esposo Conde. Victoria ha sido extremada.
he de hacer yo mi partida? Fortun. A ti, valiente Leonor,
Atan. Ya estoy contigo furioso. se debe.
Tarife. Paréceme que no acierta Leonor. Y á todas cuantas
en matarla ó estoy loco. vistieron esta librea;
Mecot. Yo rabio por verla muerta. que la Virgen soberana
Atan. Llévala, que poco á poco en una de su familia
podrá ser que se convierta. me dió la moda bizarra.
(Vanse y llevan á Eurosia.) Esta fué Orosia, que vive
en la celestial morada,
cuya cuchilla arrogante,
ESCENA XII por quien fué martirizada,
nos dió tan grande victoria
Salen MosyUETE y Laura. por timbre de nuestras armas.
Mosq. Laura mía, ¡que te veo! Fortun. Por tanto favor del cielo
¿Eres Laura ó eres diablo? á María sacrosanta
¡Sí, por vida de San Pablo, prometo un templo devoto
que te veo y no lo creo! con invocación sagrada
Laura. ¡Qué bien se ve lo que estimas de Virgen de la Victoria;
mi fino amor, bodeguero! y por seguir las pisadas
Mosq. ¿De cuándo acá á tabernero de la que amé por esposa
mi noble oficio sublimas? hasta la celeste patria,
Laura. ¿Qué oficio tienes, Mosquete, en el convento de Leire
que logra tan noble fama? daré fin á mi esperanza.
Mosq. Guardacarne de tu ama, Conde. Aquesta ciudad ilustre
y de mi amo alcahuete. dará á María las gracias
Laura. ¿Cómo nos fuiste á dejar el primer viernes de Mayo
solas en el campo, aleve? de merced tan señalada
Mosq. ¿Cómo? Como quien se atreve, todos los años; y á Orosia
os dejé y me fui á pillar. tendrá la ciudad de Jaca
Laura. Yo con mi ama Leonor por su ínclita patrona.
me volví luego al instante. Leonor. Estos moros á las plantas
Mosq. ¿No os cogieron? de vuestra alteza rendidos
Laura. Es constante. postran toda su arrogancia.
JORNADA TERCERA 54i
Conde. Y también de cuatro reyes de tantos moros vencidos
las cabezas coronadas. las banderas y las lanzas
(Sale Mosqeute con una bandera vieja.) añadiendo estas cabezas
Mosq. Y también esta bandera al escudo de sus armas.
que quité á bofetadas Mosq. Con esto, señores míos,
á veinte moros ya muertos ya parece cosa honrada
á pellizcos y á patadas. que ponga fin á su historia
Fortun. Con tan insignes trofeos La Joya de ¡as Montañas.
entronizan la cruz blanca
QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES
COMEDIA FAMOSA DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA

HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES (0


Doña Elena. Peynado.
Margarita. Ei. Marqués.
Calvete. El Príncipe de Parma.
Don Luis. Claudia.
Don Diego. Julio.
Marco Antonio. Carlos.

JORNADA PRIMERA obras, según me han contado,


y no son recelos vanos,
porque acá los italianos
dicen, aunque no de miedo,
ESCENA PRIMERA que tenéis los de Toledo
hasta en las palabras manos.
Salen Don Luis, estudiante, y Masoakita, dama.
Luis. Allá el decir es hacer;
Luis. Por vida vuestra... pero aunque este nombre cobran,
Margar. Es en vano. nunca saben ofender.
Luis. Sólp un rato. Margar. Con palabras que tanto obran
Margar. Ni un instante. mal parece una mujer,
Luis. Trato tengo cortesano. y por esto no os consiento
Margar. Sois español y estudiante, que me habléis.
iréisos del pie á la mano; Luis. ¿Qué detrimento
idos, ó haré que os vais. ¡Holal corréis si palabras son
(Da voces.) viento vano?
La quinta ha quedado sola. Margar. Hay opinión
Luis. Noble soy, perded el miedo. que en España engendra el viento.
Margar. Siendo mujer ¿cómo puedo, Luis. Es verdad. Andalucía,
si la licencia española de Marte y Minerva madre,
conozco y su inclinación? caballos veloces cría
Luis. Pues ¿qué tiene? que al viento tienen por padre.
Margar. Es tan extraña, Margar. Luego la sospecha mía
que, según nuestra opinión, no es mucho llegue á temer
nunca echó de ver España que aquí me habléis, pues con ser
si era calva la ocasión. palabras viento en el mundo,
Luis. Cortedad es [el) perdella si el de España es tan fecundo
cuando nunca usaron della riesgo corre una mujer.
manchando vuestro valor. Luis. Yeguas paren en España
Margar. Luego echáis la culpa á amor del viento, mujeres no.
y decís que os atrepella; Margar. Esa opinión os engaña,
basta lo que habéis hablado porque si el viento adquirió
y que con miedo os he oído. virtud tan nueva y extraña
Luis. ¿Palabras miedo os han dado? con los brutos sin razón,
Margar. Siempre las de España han sido y para su perfección

(i) Intervienen además Faiia y Labradores.


JORNADA PRIMERA 543
basta el aire que no calma, en decir que en paz y en guerra
¿qué harán palabras con alma, es escritorio del mundo
y más si españolas son? donde sus joyas encierra.
Luis. No corre ese riesgo en vos, Vimos á Bresa, Verona,
que os hizo de bronce Dios. Mantua, Ferrara, Cremona,
Margar. Idos, ó iréme... Pavía, Parma, Plasencia,
Luis. Un oído Módena, Lodi, Vicencia
sólo de limosna os pido. y todo lo que corona
Margar. Si no tengo más de dos, el Tesín y el Po lombardos,
¿por qué me pedís el uno? sin que la inmensa beldad
Luis. Porque mis quejas entienda. de sus ángeles gallardos
Margar. No he visto yo pobre alguno pudiese á la libertad
que la mitad de la hacienda enflaquecer los resguardos.
pida. Hasta que, ;ntrando en Bolonia,
Luis. Soy pobre importuno. aquí, donde su colonia
Margar. De limosna os lo concedo; tiene Apolo y donde, en suma,
abreviad, que atenta quedo. Atenas rindió su pluma
Luis. Un año ha, señora mía, y sus armas Babilonia,
que dejé la patria mía, mirando los privilegios
ya vos sabéis que es Toledo. que le dió naturaleza,
La mocedad, que violenta sus conventos, sus colegios,
consejos de un padre dados, su gobierno y la grandeza
que con su nobleza intenta de sus edificios regios.
dejarme diez mil ducados, Mientras que los ojos vían
entre otra hacienda, de renta, fábricas que entretenían
me obligó á ver novedades el gusto, entonces en calma,
de Italia, cuyas ciudades, asomóse á ellos el alma;
letras, armas, bizarría, cerráranse, pues podían,
autoridad, policía, pero fuera su crueldad,
nobleza y antigüedades y menos daño es, señora,
hacen venir á ofrecerla que pierda su libertad
y rendirle la ventaja el alma que os ve y adora
á cuantos vienen á verla, que el no gozar tal beldad.
pues dicen que Europa es caja Vi en vos el mal que contemplo
y en ella Italia es la perla. por bien, al salir de un templo
Gustó de venir conmigo, y entrar en una carroza,
por ver tierras, un amigo, cuarta esfera que el sol goza,
mi igual en valor y edad; y alumbra el mundo á su ejemplo.
que en la patria es calidad Y ciego el claro arrebol
el ser un hombre testigo que aquesta hermosura muestra,
de vista en otras naciones sospeché, á fe de español,
varias en leyes, y gente que era la eclíptica vuestra
con que en las conversaciones como me vi junto al sol;
convoca auditorio y miente informéme del estado,
sin peligro de objeciones. nombre y valor que os ha dado
Llegamos á Lombardía la fama que os acredita;
después de ver la abundancia, sé que os llamáis Margarita;
armas, valor, pulicía que sin padre habéis quedado
y hermosura con que Francia debajo de la cauteU
á Venus y á Marte cría. de Marco Antonio Gonzaga,
Y embarcados en Marsella hermano vuestro, que os cela
hasta Génova la bella como padre, y es bien lo haga,
advertimos lo que puede que el cuerdo siempre recela.
la industria sabia que excede Supe que vuestra riqueza
la naturaleza en ella. no iguala á vuestra nobleza,
Vimos al mundo en Milán que es milagro cuando aúna
abreviado, su riqueza, con los dotes de fortuna
las armas que se la dan, los suyos naturaleza.
su apacible fortaleza, Y supe, en fin, que en beldad,
tanto español capitán, en virtudes, en valor,
tanto príncipe de fama, nobleza y honestidad,
tanto caballero y dama, sois el ejemplo mayor
tanto mercader copioso, con que se honra esta ciudad.
tanto edificio suntuoso, Viendo, pues, daros la palma
que, no obstante que se llama de todo a todos, en calma
Milán por ser de la tierra mi esperanza mal segura,
el epílogo, me fundo adoré vuestra hermosura,
544 QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES
y vuestra virtud, el alma. lleva Marco Antonio mal
Quedéme aquí con color el verme mal empleada,
de estudiar, con que gané y así á mi gusto se aplica.
de mis padres el amor, Luis. Pues ¿es justo, prenda amada,
y hasta á mi amigo obligué que margarita tan rica
que escogiese por mejor en hierro viva engastada?
la escolástica apariencia ¿No es mejor engaste el oro,
á quien amor reverencia, pues por mi dueño os adoro,
más que galas arrogantes, de diez mil ducados?
que amor es dios de estudiantes Margar. Ya
y su facultad ya es ciencia. es imposible.
Seis meses ha que os molesto Luis. ¿Será
con los medios que ha podido de tanta estima el tesoro
el alma que os manifiesta con que Arabia se enriquece,
su amor, y no ha merecido como el que vuestra hermosura
aun para morir respuesta. con vuestra virtud me ofrece?
A esta causa vine aqui ¡Mal haya, amén, quien procura,
á informaros yo de mí, cuando casarse apetece,
que para pleitos de amor dotes de hacienda y riqueza,
no hay mejor procurador si la virtud y belleza
que el procurar para sí. dan sus dotes al amor,
Diez mil ducados heredo, pues sólo tienen valor
nobleza los acompaña dotes de naturaleza!
con que pretenderos puedo. Margar. Mirad quedais que notar
El nombre que me dió España aquí.
es don Luis de Toledo; Luis. ¡Volveos á secar,
sólo para que me sobre esperanzas mal logradas!
todo el bien, falta que cobre Margar. Palabras al cielo dadas,
mi dicha la mejor dita, ¿quién las osará quebrar?
que es por dueño á Margarita Luis. ¿Quién? Una dispensación.
del alma; sin ella, pobre. Margar. ¿De religión? Será en vano.
Margar Dejáisme tan obligada, Luis. Pues, amor, ¿no es religión?
señor don Luis de Toledo, Margar. Visto nos ha el hortelano:
cuanto imposibilitada tarde es; que os vais es razón.
de pagaros, porque quedo
de otra obligación prendada.
Porque nunca he confesado
deudas, que es trabajo inmenso; ESCENA II
pero vos estáis culpado,
pues echasteis ese censo Sale Carlos, de hortelano.— Dichos.
antes de estar informado
si hay hipotecas en mí Luis. Daros gusto determino,
con que pagaros, y así si de una mano el divino
perderá vuestro caudal cristal me dejáis besar.
réditos y principal.
Pues la libertad perdí, (Tómale la mano y apártalos Carlos.
Luis.
que era la joya mejor, Margar. Daré voces.
ninguna me satisface. Carlos. ¡Ah, escolar!
Pero ¿á quién tenéis amor? ¡Que pisáis el lechuguino!
Margar Notable ventaja os hace. Par Dios que nos dais la vida.
Luis. En dicha, si no en valor. Quitaos, que echáis á perder
Margar En todo, y porque cobréis la hortaliza.
sosiego y os consoléis, Luis. Si perdida
sabed, señor don Luis, mi esperanza vengo á ver
que es Dios con quien competís. y seca antes que nacida,
Luis. Luego ¿ser monja queréis? ¿qué importa?;
Margar Aqueste ha de ser mi estado. Carlos. ¡Buenas razones!
Luis. ¿Habéis hecho voto? Tomad con tiempo la puerta,
Margar Sí. porque en tales ocasiones
Luis. Pues ¿cómo no lo ha estorbado está temblando la huerta
vuestro hermano? de escolares y gorriones.
Margar Antes así ¿Mas que si la quinta cierro
aseguró su cuidado, y voy á soltar el perro
que como falta el caudal que ese quillotro se os quita?
para darme esposo igual, Margar. Adiós.
y la nobleza no es prenda Luis. iQue tal margarita
que se estima sin la hacienda, guste de engastarse en hierro! (Vase.)
JORNADA PRIMERA 545
ESCENA III sobre el Imperio bajó •
á Italia, sin estorballo
Dichos, menos Don Luis. el Papa Juan veintidós,
que ayudaba á Federico?
Carlos. ¿Qué es esto, esposa querida? Margar. Mi padre le dió favor
Margar. Locas diligencias son, contra el Papa y contra el rey
dueño amado de mi vida, Ludovico de Valoís,
de una vana pretensión, siguiendo los gibellinos;
como tal aborrecida. pero caro nos costó,
Carlos. ¡Gallardo español! pues muerto en una batalla
Margar. Y extraña que en las riberas del Pó
locura [la] que le engaña le dió el príncipe de Parma,
si cree que como ciudades á quien entregó el bastón
ha de rendir voluntades de la iglesia el Papa Juan.
la dicha y valor de España, Quedamos por su ocasión
y más llamándoos la mía sin patrimonio y hacienda;
dueño suyo un año ha. y mi hermano, que señor
Carlos. ¿Qué amante no desvaría, fué antes de tres ciudades,
y más si mirando está despojado recogió
la luz que ese sol le envía? á Bolonia las reliquias
Margar. ¿Cuándo, duque de Ferrara, de su nobleza y valor,
querrá la fortuna avara, conservándole cual veis
sin que el peligro os asombre, de tal suerte, que hasta hoy
que en público os dé este nombre? no ha podido hallar materia
¿Cuándo saldrá la luz clara contra él la murmuración.
de vuestra dicha, á pesar Carlos. Dejó, pues, á vuestro hermano
de tantos negros nublados su noble progenitor
que la intentan eclipsar? la enemistad que al de Parma
¿Y hasta cuándo mis cuidados tuvo como en sucesión;
han de temer y dudar y consérvala de suerte,
el poder gozar y veros que el más ilustre blasón
rotos los trajes groseros con que se honra es de enemigo
con que anda otra vez sujeto de cuantos le dan favor.
el desterrado de Admeto Margar. No es mucho que la venganza
entre toscos jardineros? precipite la razón,
Por vuestro hermano menor pues perdimos por su causa
os veis, duque, desterrado hacienda y reputación
de Ferrara, que señor y lo que es más, á mi padre,
os llamaba, y vuestro Estado pues dándosele á prisión
da la obediencia á un traidor. no quiso sino manchar
Cargos promete y hacienda con su sangre su valor.
á quien os dé muerte ó prenda, Pero bien nos ha vengado
y el vil interés, que ofusca el cielo, pues permitió
la razón, dicen que os busca que el Marques de Monferrato,
aunque la lealtad se ofenda. primo del Emperador
Sola yo, que disfrazado Federico, le quitase
ante ese sayal os vi, á Parma, y que de temor
porque no'andéis desterrado, #de su poder, él y un hijo
en vez de Ferrara os di "huyesen donde hasta hoy
toda el alma en un estado. no se sabe, habiendo un año
Reináis sin pena ó temor que, disfrazados los dos,
de que os quite algún traidor prueban la distancia que hay
la posesión de mis bienes, de ser pobre á ser señor.
pues os ha dado en rehenes Mas, decidme, duque mío,
mis pensamientos, amor. ¿á qué propósito son
Carlos. Margarita, muchas cosas tantos trágicos sucesos,
traigo de que daros cuenta, que estoy puesta en confusión?
tan nuevas como espantosas Carlos. Todos estos, Margarita,
para vos; estadme atenta, importan á nuestro amor,
que os han de ser provechosas. medianero entre enemigos,
¿No fué Filipo Gonzaga aunque de guerras autor.
vuestro padre, el que siguió Pero, decidme: si ahora
en bandos de Lombardia el príncipe que mató
la voz del emperador á vuestro padre se diese
Ludovico de Baviera, á vuestro hermano á prisión,
que siendo competidor olvidados sus agravios,
contra Federico de Austria ¿no le daría perdón,
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA. — TOMO II 35
546 QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES
á pesar de la venganza, que al salir de una carroza
que es de tiranos blasón? que á vuestras puertas paró,
Margar. Con ser mi hermano tan noble y á la luz de algunas hachas
sospecho, duque, que no, vi la luz de aqueste sol.
que es ya en la naturaleza Asomáronse a los ojos
la enemistad que heredó el alma y el corazón,
contra el principe de Parma; para tener un buen día
antes, de su inclinación entre tantos de rigor.
colijo que imitaría Pero apenas los vió en ellos
con él mi hermano á Nerón; el travieso enredador,
por dalle la muerte muere. alguacil de vagamundos,
Carlos. Margarita hermosa: y vos, cuando luego los prendió.
¿siguiérades su crueldad? Quiso resistirse el alma;
Margar. No lo sé; dudosa estoy. mas ¿de qué defensa son
La venganza en las mujeres las fuerzas de un hombre solo
es natural condición. contra las fuerzas de un dios?
Perdí con mi padre mucho; Enamorado y confuso •
pero, viendo al matador mandó juntar la razón
pedirme perdón humilde, las potencias á consejo;
soy de tierno corazón llevó al peligro el temor,
y sospecho que venciera discurrió el entendimiento,
la piedad á la pasión; la memoria presentó
mas ¿sabéis vos dónde está? papeles en pro y en contra,
Carlos. Sí. la desconfianza halló
Margar, ¿Dónde? una sierra de imposibles,
Carlos. Donde yo estoy que para mi pretensión
legítimo sucesor. sirvieron de espuelas y alas;
Margar. ¿No sois duque de Ferrara? y por más que [de] mostró
Carlos. Príncipe de Parma soy mi pobreza vuestro agravio,
y vuestro esposo, en quien vive el peligro y la ocasión
vuestra injuria y mi afición. que daba á vuestra venganza
(De rodillas ) no huyendo, mi perdición,
Tomad venganza en el hijo al fin que no me ausentase
del padre que os ofendió; la voluntad sentenció,
pero advertid que antepone que no tiene que perder,
el esposo al padre Dios como anda desnudo, amor.
y que soy esposo vuestro. Conocióme un jardinero
Margar. ¡Cielos, hay tal confusión! viejo, de quien fui señor
¿quién vió mezcla tan distinta en Parma y cultiva ahora
como agravios con amor? esta quinta, en que cifró
Alzaos, príncipe, del suelo; la fortuna vuestra hacienda;
aunque sois el agresor su lealtad me dió favor;
de mi injuria, corre ya el deseo, atrevimiento;
el peligro por los dos. mi diligencia, ocasión
Un año ha que sois mi esposo, para contaros mis penas,
cauteloso engañador, que fué, bien lo sabéis vos,
como á príncipe os la doy. al borde de aquesta fuente,
Que si el padre me quitaste, junto de este cenador.
para su satisfacción Fingí ser el de Ferrara,
prenda tengo en las entrañas á quien su hermano menor,
que os llamará padre á vos. como á mí el de Monferrato,
Pero ¿cómo me engañaste? de su estado despojó.
Carlos. Huíamos mi padre y yo Pues si verdad os dijera
del Marqués de Monferrato nunca llegara á sazón
y del popular furor mi esperanza, que no crece
que aclamando el gran poder sobre agravios el amor.
del injusto poseedor Hallé la correspondencia
al legítimo buscaba en vos, que me prometió
para dalle muerte atroz. vuestra apacible hermosura,
Fuese mi padre á Saboya, y como amor es unión
su duque le dió favor, de las almas, de tal suerte
y yo que en Venecia quise su yugo nos enlazó,
pasar la persecución que una sola está en dos cuerpos,
de la fortuna mudable, si aun en esto hay división.
disfrazado de pastor De esta suerte nos gozamos
entré en Bolonia una noche, hecho jardinero yo
á tan dichosa ocasión, del pensil de esa hermosura,
JORNADA PRIMERA 547
de cuya primera flor Mirad: cuando por mí no,
la astuta naturaleza, por el fruto de quien fuisteis
como divino pintor, á mí costa labrador.
quiso en una sola imagen ¿Quién duda que en mí y en él
retratarnos á los dos. ejecutará el rigor
Un hijo me prometéis, de su cólera mi hermano,
y ya aguardándole estoy, teniendo la culpa vos?
que son prendas que amor labra Libranzas dais á la ausencia
para su conservación; que jamás deudas pagó
al secreto y la ventura de amor si no con olvido,
convidando estaba hoy moneda vil de vellón.
para el parto que se acerca, Puerta abrís al interés
Dios mitigue su dolor, de la libertad, señor;
cuando el viejo jardinero á otra dama dais audiencia,
diciendo á voces llegó: cabellos á la ocasión.
«Albricias, Carlos ilustre, No, Carlos, con vos he de ir,
vuestra desdicha cesó. ó morir aquí con vos;
El príncipe, vuestro padre, seré sepulcro yo misma
siendo el duque intercesor de quien madre infeliz soy.
de Saboya, goza ya Denos mí hermano la muerte,
de Parma la posesión. vengue su injuria en los dos,
Julio viene en vuestra busca pues los dos habemos sido
y es alegre embajador los prodigios (i) de su honor.
de estas venturosas nuevas; ¡Hola, gente; hola, criados!
él os lo dirá mejor.» ¡Ah, Álarco Antonio; ah, señor!
Fué Julio mi camarero, aquí está vuestro enemigo;
y en lealtad y valor vengaos, que os hace traición.
otro Zópiro con Dario Carlos. Basta, esposa de mis ojos;
y otro Pitias con Damón. parad la enojada voz;
Loco, pues, de haberme visto, nunca mi padre me vea;
me dijo: «Deja, señor, nunca vuelva á Parma yo;
el tosco metamorfosis no soy su príncipe ya,
que disfraza tu valor. sólo vuestro esposo soy;
El Marqués de Monferrato más quiero ser jardinero,
y tu ilustre padre son gozándoos, que emperador.
amigos, y en parentesco Pero ¿cómo evitaremos
sus bandos traban los dos; de vuestro hermano el furor
su hacienda toda y estado que nos está amenazando?
le ha vuelto, con condición Margar. Ausentándonos los dos.
que con Claudia, su heredera, Carlos. ¿Adónde?
te cases.» Margar. Carlos, á Parma.
Margar. ¿Con quién? ¡Ay Dios! Carlos. Tengo del marqués temor,
Carlos. Sosegad, mi Margarita, pues, despreciando á su hija
que siendo mi esposa vos, y conociendo quién sois
yo cristiano y caballero, hará alguna crueldad.
en balde es vuestro temor. Margar Jardinero y labrador
Vuestro hermano Marco Antonio dentro en mi casa habéis sido;
ha sentido nuestro amor, jardinero seré yo,
y pienso que ha sospechado Carlos, en vuestro palacio,
á lo que vine y quién soy. que no es de menos valor
Ausentarme es de importancia, mi amor que el vuestro.
y tomar la posesión Carlos. Alto, pues,
de Parma condescendiendo á buscar á Julio voy
con la puesta condición. para que el rústico traje
Que una vez fortalecido os traiga; vendré por vos
y en mi Estado, verá amor, á media noche.
á pesar de toda Italia, Margar. ¿Habrá falta?
cuál cumplí mi obligación. Carlos. Antes la hará al cielo el sol.
Margar. ¿Cómo, príncipe? ¿Y es justo Margar. ¿No me olvidaréis?
que en la boca del león Carlos. Jamás.
dejéis á vuestra cordera Margar, ¿Sois mi esposo?
cuando os hago mi pastor? Carlos. Vuestro soy.
Decís que mi hermano tiene Margar. ¿Iréisos sin mí?
sospechas de que el ladrón Carlos. No puedo.
de su honra y de mi gusto
es su enemigo mayor, (i) Asi en el original; pero quizá deba leerse «pró
¿y en sus manos me dejáis? digos».
548 QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES

Margar. ¿Lleváisme? Peynado. ¿Pues puedolo yo saber?


Carlos. En el corazón. ¿no se habían de esconder
Margar. Dudando quedo. los dos de mí? Cosa es llana.
Carlos. ¿De qué? Si habran ó son amigos
Margar. Sois hombre. ni lo he visto ni lo pienso,
Carlos. Tengo valor. que no es testamento ó censo
Margar. ¡Ay, m¡ Carlos! para helio ante testigos.
Carlos. ¡Ay, mi bien! Mijor de aquesas congojas
Margar. Adiós. te sacará el cobertor
Carlos. Adiós. (.Vanse.) de este verde cenador,
pues hechos ojos sus hojas
quizá ves el cuándo y cómo
ESCENA IV saben en que remedaban
la tórtola y se arrullaban,
Sale Marco Antonio con una daga desnuda
hecho Carlos el palomo
y Peynado, jardinero viejo. y ella la paloma boba.
Marco. ¿Quieres que esconda (i) Que á pesar del verdugado
en aquese pecho infame que es en estas ocasiones (i)
hasta la cruz esta daga? de amor, el monte ha colmado,
Peynado. No, señor, por el lechón ¿qué buscas si lo ves?
que está junto á San Antón Marco. Basta,
y así buena pro le haga, que mi enemigo mayor
tras el torrezno y la polla ha triunfado de mi honor
la olla del mediodía, y que no es mi hermana casta.
pues dice la mujer mía Basta, que estando privado
que después de Dios la olla, por él de padre y de hacienda
que envaine y no me pescude una sola joya y prenda
más de lo que he confesado. que el cielo me había dejado,
AI príncipe disfrazado que es la honra de Margarita,
encobrí aquí cuanto pude, ésa me vino á robar.
porque, en fin, comí su pan; Pues ¿qué remedio? quitar
no imaginé yo que hacía la vida á quien honras quita.
en esto bellaquería. Su padre ha cobrado á Parma;
Si quillotrados están si mano á mi hermana ha dado
los dos, ¿en qué yo he pecado? de esposo, y con tal cuñado
Marco. ¿Tú sabes si fué liviana amor á Marte desarma,
con el príncipe mi hermana? no es justo mi enojo y furia;
Peynado. ¿Liviana? ¿Hela yo tomado mas, si, que la sangre clama
á cuestas? Bien gorda está. de mi muerto padre y llama
Yo comprara de su espeso á la venganza la injuria.
un lechón. No le trajo aquí el amor
Marco. Que no digo eso, á Carlos, ni es su trofeo
villano, ni excusará el disfraz, sino el deseo
tu muerte el disimular; de dejarme sin honor.
si lo niegas, ¡vive Dios! Ya le han picado sus pies;
que has de pagar por los dos. pues ¿quién me persuadirá
Peynado. ¿Por qué lo he yo de pagar que á mi hermana antepondrá
si no lo sé? ¿Só adivino? á la hija del Marqués
Marco. ¡Oh, infame! ¿Mentirme tratas? que á Parma le restituye,
Peynado. ¡Válganme las cuatro patas si casándose con ella
del caballo de Longino! goza estado y mujer bella
¿Diz que tengo de decir y á mí me afrenta y destruye?
lo que no he visto, ni sé, Pues á la venganza cuadre
sin por qué ni para qué? su muerte, que es medio sabio;
Marco. ¡Vive Dios que has de morir, satisfágase mi agravio,
disimulado traidor, vénguense mi honra y padre,
si no dices la verdad! muera mi hermana con él
(Cógele de los cabezones) antes que saque contenta
á luz su hijo y mi afrenta,
Peynado. Yo hablaré con claridad; que no han de mezclarse en él
suelta el pescuezo, señor. mi sangre y del homicida,
Marco. ¿Gozó el príncipe á mi hermana? pues mal las sangres podrán,
que tan contrarias están
(i) Este pasaje está defectuoso. Este verso (que es
incompleto) y el siguiente, parecen ser los dos últimos (i) También este pasaje está viciado; pues este ver
de una redondilla, asi como al que les antecede le so y el siguiente no forman redondilla, como debían,
falta la mitad de las silabas. con los dos que les anteceden.
JORNADA PRIMERA 549
dar juntas á un cuerpo vida. ¿Vos desde Toledo aquí,
De noche es; Carlos está en Bolonia y en escuelas?
ignorante de que sé Elena. Calzóme amor las espuelas,
quién es; vengarme podré, ¿qué mucho que vuele ansí?
pues, como suele, vendrá Diego. ¿Una mujer como vos,
á verle mi loca hermana, de tal valor y linaje,
y de un golpe hará el castigo en Italia y en tal traje?
venganza en un enemigo Elena. Hazañas son de amor dios;
y en una mujer liviana. ¿qué os espanta?
Este es bien que vivo esté Diego. Lo que escucho
para el secreto y recato y lo que veo.
por hoy, porque si le mato, Elena. O sois loco,
la quinta alborotaré ó no sabéis que ama poco
y Carlos huirá seguro; quien amando no hace mucho.
pero ha de estar encerrado, Don Diego: un mes hace curso
no le diga que me ha dado las escuelas de los celos,
cuenta de todo. dando penas y desvelos
Peynado. Yo juro liciones á mi discurso.
ser desde hoy hombre de bien Y en un mes que he estado aqui,
si de esta trampa me escurro. haciendo en vez de liciones
Marco. Ven conmigo. locas averiguaciones
Peynado. Tengo al burro que han salido contra mí,
andando la noria. no os he hablado ni he querido
Marco. Ven. darme á conocer; ya sé,
Peynado. Quiero ir á regar los nabos. si amor en don Luis sembré,
Marco. Sigueme, no tengas miedo. que vengo á coger olvido.
Peynado. Ya empiezo á decir el Credo; Quísole el alma ofrecer
mal huelo por todos cabos. la libertad que negó,
¡San Panuncio, San Benito! que, como avaro, dejó
Marco. ¡Eal de tomar por no volver.
Peynado. El me despachurra. Vínose huyendo de mí
Así le ayude la burra á Italia; mas, como amor
en que la Virgen fué á Egipto, . crece en brazos de un rigor,
que me deje her testamento disfrazada le seguí,
y luego me matará. atropellando mi fama
Marco. ¡Villano, acabemos ya! hasta aquí, donde he sabido
Peynado. Señor, por el monumento, que pretende, aborrecido,
por la tumpa y el guisopo, aborreciendo á quien le ama.
por la lámpara y su luz, Y como juntos vivís
por la manga de la cruz y sois un alma los dos,
y por todo cuanto topo esperando que por vos
cuando ando á escuras, que teng i ha de pagar don Luis
mancilla deste cuitado, mi amor constante, he querido
que no hallará otro Peynado darme, en fin, á conocer
si una vez enviuda Menga. sólo á vos; yo vengo á ser
Marco. Yo te aseguro la vida vuestro paje, y lo que os pido,
porque fuiste á tu señor por la nobleza española
leal. Ven, no hayas temor. con que vuestro nombre honráis,
Peynado. El alma tengo escorrida es que á nadie descubráis
de miedo; aquesto es verdad. quién soy; que esta traza sola,
Marco. ¿No vienes? si me ayuda la fortuna,
Peynado. ¿Hay mayor susto? hará, con vuestro favor,
Marco. ¡Eal que don Luis tenga amor
Peynado. Ya vamos, que es justo á doña Elena de Luna.
que hagamos su voluntad. (Vanse.) Diego. ¡Alto!; no hay aconsejaros,
que sois amante y mujer,
que habéis sabido querer
ESCENA V y sabéis determinaros.
Saltn Don Diego, de estudiante, y Doña Elena, Vuestro amor es tan constante
también de estudiante. que cualquier favor merece.
A don Luis merece (i)
Diego. ¡Jesús, Jesús! una mujer de diamante;
Elena. En Dios creo, y aunque bella y principal,
aunque traigo el alma en pena.
¿Qué os santiguáis?
Diego. Doña Elena: (i) Verso errado y defectuoso. Quizá deba leer
¿vos con sotana y manteo? «á don Luis no pertenece*.
55o QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES
pobre; y cuando se ablandase, Elena. ¡Albricias, amor,
no es bien que don Luis se case que esta nueva os resucita!
fuera de su natural. Diego. Restituyo á Margarita
Un año ha que estoy por él la opinión de su valor;
envuelto en aqueste luto, estado ha escogido al doble
oyendo textos sin fruto. honroso, que un monasterio
es ilustre cautiverio
y cárcel de gente noble.
ESCENA VI Mudad gusto.
Sale Don Luis. — Dichos. Luis. ¿Cómo puedo?
Diego. No es bien compeiir con Dios.
Luis. Prevénme casco y broquel. Luis. ¿Quién es el que está con vos?
Dugo. Este es. Diego. Un muchacho de Toledo
Elena. Di que de Toledo que el deseo de estudiar
soy y que á servirte vine. y verme le traen aquí.
Diego. ¿No será mucho que atine Luis. ¿Es de vuestra casa?
quién eres? Diego. Si.
Elena. No tengas miedo, Luis. ¿Cúyo hijo?
que me ha visto pocas veces, Diego. De Aguilar,
y siempre lo aborrecido de mi padre gentilhombre.
engendra en el alma olvido. Luis. ¿Buen talle?
Diego. Divinamente pareces Diego. ¡Maravilloso!
de estudiante. Luis. ¿Y el ingenio?
Elena. No es mal trueco- Diego. Milagroso.
el que he hecho. Pacheco tiene por nombre.
Diego. ¡Bello traje! Elena. ¿Qué manda vuesa merced?
¿Quién diré que eres? Diego. Pacheco, que conozcáis
Elena. Tu paje. á don Luis y le sirváis
Diego. ¿Y llamaréte? como á mí.
Elena. Pacheco. Elena. Mucha merced
Luis. ¡Oh, don Diego de Mendoza! recibiré que en su gusto
Diego. Salir querrás ya á rondar. me emplee.
Luis. A lo menos adorar Luis. ¿Habéis estudiado?
la casa que á mi sol goza. Elena. Gramática he comenzado,
¡Ay, don Diego, sentenciado aunque con algún disgusto.
vengo á mueriel Luis. ¿En qué andáis?
Diego. ¿Qué delito Elena. «Amo, amas.*
has hecho? Luis. ¡Buen verbo! ¿Y ha mucho?
Luis. Amar infinito Elena. Si,
á Margarita. no puedo salir de aquí.
D.ego. ¿I ¡asía hablado? Luis. Son laberintos sin llamas.
¿Mostrósete desdeñosa? ¿Pues sabéis ya declinar?
¿Reprendió tu libertad? Elena. ¡Plugiera á Dios lo ignorara,
¿No salió ( i } su honestidad porque si no declinara,
la empresa dificultosa? ya supiera conjugar!
¿Mas que te dijo con talle Luis. Decid, pues, esta oración:
severo, hecha otro Narciso: «Yo amo á Dios.»
«Mira, Zaide, que te aviso Elena. Es mentirosa,
que no pases por mi calle?» porque amándole á su esposa,
Por lindo modo te encanta . no le amáis y hacéis traición.
para cogerte después, Luis. Bachiller me parecéis.
donde no te irás por pies. Elena. Y aun licenciado.
Luis. ¿Qué dices, que es una santa? Luis. Decid:
Diego. ¿Santa? Bueno, hazla un altar. «yo amo».
Luis. ¡Plugiera á Dios que quisiera Elena. Aqueso sí; oid,
ser mi esposal y que la acierto veréis
Elena. ¡Ay, rabia fiera! sin temor de solecismo.
¿esto venir á escuchar? Luis. Donaire tiene por Dios.
Luis. Mas tan desdichado he sido Elena. Va: ego amo.
que quiere encerrar mis quejas Luis. ¿A quién?
entre paredes y reja s. Elina. A vos.
Diego. ¿De qué modo? Luis. ¿A mí amáis?
Luis. Ha prometido Elena. A vos mismo,
ser monja. que sois mi dueño y señor.
Diego. Su lealtad os ha obligado,
que como es vuestro criado,
(i) As en el original; pero acaso deba leerse «hizo». es razón que os tenga amor.
JORNADA. PRIMERA 55 I
Luis. ¿Mi criado? pisando bastardo barro,
Diego. Si lo es mío, puesta la vista en el Carro,
vuestro lo ha de ser también. las Cabras y la Bocina,
Luis. Desde aquí lo quiero bien. mientras se acuesta despacio
Elena. En esa palabra fío. quien esa pena te da,
y más sabiendo que está
tomada para Palacio?
ESCENA VII Si ha de ser monja, ¿de qué
te ha de servir el rondalla,
Sale Calvete, gorrón, con espada y broquel. suspirar y enamoralla?
Luis. ¿Comienzas ya? Déjame.
Calvete. Accipe el timebunt gentes. Calvete. Si á un torno y reja ha hecho [voto],
Con el broquel sufridor ¿qué provecho sacas de esto?
no traigo el casco, señor; Pero vendrás ya dispuesto
los tuyos son suficientes. á ser su negro devoto.
Luis. Pues ¿por qué? Y escogiendo el bobo estado,
Calvete. La ley lo veda, que caro te ha de costar,
que estando el tuyo vacío querrás desde hoy comenzar
ponerte otro, señor mío, el año del noviciado.
será seda sobre seda. Un amigo tuve yo
Luis. Ven conmigo, impertinente. que estuvo malo en España
Calvete. ¿Salimos ya á bobear? de esta contagión extraña.
Diego. ¿Aguardámoste á cenar? Luis. ¿Cómo?
Luis. Sí. Calvete. A una-monja sirvió
Diego. ¿A las cuántas? hecho muía de retorno,
Calvete. A las veinte. pechero de una andadera,
Luis. Luego 'vendré. paciente de una portera
Calvete. Cuando el día, y majadero de un torno;
el alba enrubia el copete. que al cabo de deseallo,
Diego. ¿No iré en lugar de Calvete más que verse libre un preso,
mejor yo en tu compañía? sin ser la monja de queso,
Luis. Ya sabes mi condición. se la daban por un rallo.
Diego. No te quiero replicar. Luis. Déjate de disparates,
Calvete. Estrellado he de cenar. y ¿qué hará mi ingrata, di?
Luis. ¿Qué hora es? Calvete. Una albarda para ti
Calvete. Las once son. con estribos y acicates.
(Kanse los dos.) Luis. ¡Ah, neciol
Calvete. A lo moscatel
amas; quizá es su ejercicio,
ESCENA VIII como andas en su servicio,
el estar ahora en él
Doña Elena y Don Diego. despachando provisiones
para quien sus puertas pasa.
Elena. A idolatrar las paredes
de su Margarita va.
Diego. Si determinada está
de entrarse monja, bien puedes ESCENA X
asegurar tus recelos.
Elena. Ven, sabremos cómo llora Sale á la puerta Fabia, criada, con una criatura
desdenes de la que adora envuelta. -Dichos.
y ayudaránle mis celos.
Diego. Si es tu gusto, enhorabuena. Lüis. ¡Vive Dios!
Elena. Amor loco: yo por vos Calvete. La de su casa
y vos por otro. abrieron; si te dispones
Diego. Y ¡por Dios! á saber quién entra ó sale,
que lo estás tú, doña Elena. (Vanse.) llega; mas mira por ti.
Luis. ¿La puerta han abierto?
Calvete. Sí.
ESCENA IX Luis. ¡Válgame Dios!
Calvete. Ya te vale.
Salen Don Luis y Cat vete. Luis. A tal hora es novedad
en tan recogida casa
Calvete. ¿Qué diablos has de sacar abrir puertas.
de andar cargado de hierro, Fabia. Ce, ¿quién pasa?
dando en que entender á un perro ¿Sois el príncipe? Llegad.
que nos comienza á ladrar; Luis. Calvete, príncipe dijo.
hecho cedulón de esquina, Calvete. Es verdad, príncipe oí.
552 QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES

Luis. ¡A y, cielos!
Calvete. Dilequesí.
Luis. El príncipe soy. JORNADA SEGUNDA
Fabia. Un hijo
os ha dado Margarita
que á Narciso se adelanta.
Luis. ¡Hijo! ¿Cómo? ESCENA PRIMERA
Calvete, ¡Oh es una santa!..
Salen Don Disco como de noche, y Doña Elena.
Luis. ¡Jesús!
Calvete, ¿Esta es la bendita, Diego. La calle es ésta, y aquella
la monja, la recogida? su casa.
Pero bien se recogió. Elena. Buena, en verdad.
Fabia. No ha un instante que parió Diego. Con haber en la ciudad
con peligro de la vida. tantas, esta es la más bella.
Pero el cielo soberano Elena. El estar en arrabal
tan propicio nos ha sido, disminuye su valor.
que en el jardín ha parido Diego. No es por aqueso peor.
sin saber nada su hermano. Elena. No está en calle principal.
Ha fingido un accidente, Diego. No, pero es más provechosa.
y ahora en la cama está. Elena. Mas ¿cómo?
Lo propuesto estorbará Diego. Demás de estar
por hoy este inconveniente; dentro y fuera del lugar,
mas presto os veréis los dos esta huerta deleitosa
en vuestro estado y sin pena. la hace más excelente,
Calvete. ¡Linda monjal que es gran cómodo el poder
Fabia. Gente suena; en una ciudad tener
tomad, principe, y adiós. (Vase.) casa y quinta juntamente.
Elena. Ya sé que (se] llama ésta
porque no me satisfagas,
ESCENA XI la quinta de les Gonzagas;
mas, si según manifiesta
Dichos, menos Fabia. la fama, su dueño pasa
pobreza, di que la venda,
Calvete ¿Qué te ha dado? que siempie la poca hacienda
Luis. La criatura. se corre en la grande casa.
Calvete Bueno; á quien hizo el cohombro D.EGO. No ha de obligar la pobreza,
di que se le eche en el hombro. por grande que venga á ser,
Luis. ¡Jesús! ¿Duerme por ventura? á que uno llegue á vender
Calvete No se durmió la señora. el solar de la nobleza.
Luis. Loco estoy de pena y celos; Y aunque hecha comparación
¡Jesús, Margarita, cielos! con la hacienda y el estado
Calvete. ¿Qué habremos de hacer ahora? que tuvo antes ha quedado
Luis. Dar finiquito á mi amor. pobre, según la opinión
Calvete ¿No la has de amar? del vulgo, más rico queda
Luis. ¿Cómo puedo el rico cuando empobrece
si desengañado quedo? que el pobre cuando enriquece.
Miremos por el honor Elena Para que quedallo pueda,
de Margarita, Calvete, empeñe esta Margarita
que al fin la he querido bien. que me da tanto pesar.
A buscar una ama ven. Diego. Vender sí, mas no empeñar,
Calvete De amante te hizo alcahuete. que no es prenda que se quita
Luis. Mañana quién es sabré la mujer, antes con ella
este principe encantado dan dineros.
que en costas me ha condenado, Elena Mucho tarda
y el hurto le volveré. don Luis.
Calvete El ama le criará, Diego. Como no aguarda
que nos sirve. su dama ni ha de vencella
Luis. ¿Está parida? con servilla y pasealla,
Calvete ¿Eso ignoras, por tu vida? quizá se hartó de rondar
Parida y preñada está. y dió la vuelta á cenar.
Luis. Pues bien viene. Elena La huerta han abierto, calla.
Calvcte ¡Qué bonito Diego. ¿Mas si le hubieren cogido
parece el chico! á don Luis entre dos puertas?
Luis. Cesó Elena Mis desdichas fueran ciertas.
mi amor. Diego. Una mujer ha salido
Calvete. ¡Ajó, niño, ajó! sola.
Llamaráse Margarito. (Vase.) Elena Dama debe ser
JORNADA. SEGUNDA 553
de Marco Antonio. Margar. ¿De qué reino?
Diego. No es hora Diego. De Toledo.
de salir damas ahora. Margar. ¿Y qué apellido?
Elena. Pues ¿cuándo? Diego. Mendoza.
Diego. Al amanecer Margar. Gracias al cielo que goza
salen muchas de aventura, tan noble amparo mi miedo.
que, como sobras de cena, Si el valor y la piedad
las mañanas, doña Elena, nobles atributos son
las echan con la basura. que ensalzan vuestra nación,
Elena. ¿Hate sucedido á tí? Mendoza ilustre, jurad
Diego. No sé; cuando no hay solomo, por la fe de caballero
mozo soy, de todo como. que mi honor irá seguro
en vuestro amparo.
Diego. Sí, juro.
ESCENA lI Margar. Que lo cumpliréis espero.
Sale Margarita con manto.— Dichos.
Venid, pues.
Diego. ¿Dónde?
Margar ¿Dónde iré, triste de mí? Margar. No sé.
¿Si habrá el Príncipe venido? Diego. ¿Qué lleváis?
Gente por la calle pasa; Margar. Mi triste suerte.
¿qué he de hacer? Volverme á casa Diego. ¿De quién huís?
no es posible, que ha sentido Margar. De la muerte.
mi hermano mi liviandad, Diego. ¿Quién sois?
y dar esta noche intenta Margar. Después lo diré,
fin á mi vida y su afrenta. que corre mi vida aquí
iTened, cielos, piedad mucho riesgo.
de mi vida! Diego. En mi posada
Elena. Consultando segura estaréis y honrada.
está por dónde ha de ir. Margar. ¡Ay, Principe!
Margar El temor me fuerza á huir, Diego. ¿Vamos?
y el honor está dudando. Margar. Sí. (Vanse.)
Volveréme.
Diego. Reina mía,
si estar indeterminada ESCENA III
es á falta de posada Doña Elena sola.
mientras sigue el alba el día,
en la nuestra está la cena Llevósele por lo honrado.
con ánimo de aguardar Dios ponga tiento en su amor,
convidados. que no es todo sino olor
Margar ¡Qué á escuchar á escuras y rebozado.
venga aquesto! Aunque si por la apariencia
Diego. Doña Elena, el juicio se ha de hacer,
¡qué bien huele, pesia tal! muestras ha dado de ser
Elena. Sí; pero no siempre suele de más prendas que prudencia.
oler bien quien siempre huele. A un príncipe pidió ayuda,
Diego. Así lo dijo Marcial.' que Carlos después llamó,
¿No merecemos respuesta? y al ver de dónde salió
Margar. (Da voces.) me ha puesto en notable duda.
¡Ah Príncipe! ¡Ah Carlos! Pero ejemplo tiene en mí
Elena. ¡Paso! cualquiera amorosa hazaña,
Diego. ¿Príncipe? ¡Notable caso! pues á Italia desde España
Elena. Mujer principares ésta: Don Luis me trae ansí.
volverme será mejor. Por aguardalle si acude
Diego. ¿Qué teméis, señora mía? aquí donde pierde el seso,
Margar . Alguna descortesía. no voy á ver el suceso
Diego. Gente somos de valor. de esta dama; amor la ayude
Margar Pues mostradle en no impedir si ha sido autor de sus penas,
mi camino. que teniendo que llorar
Diego. Andad con Dios, tantas yo, mal podré dar
aunque llevando á los dos oídos á las ajenas.
más segura podréis ir.
Margar El peligro considero
que llevo de noche y sola. ESCENA IV
¿Qué gente sois? Salen Don Luis y Calvete, como de noche.—Dicha.
Diego. Española.
Margar . ¿Sois noble? Luis. ¿Que estaba parida el ama?
Diego. Soy caballero. Calvete. ¿No lo has visto?
554 QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES
Luis. ¿Hay tal ventura? Elena. Una aventura
• Por el bien de la criatura gozar en casa procura.
la perdono. Luis. ¿Y qué haces tú solo aquí?
Calvete. ¡Oh, cómo mama Elena. Obligo cierto respeto.
el chicote! Mas ¿á qué Luis. ¡Tuyo!
volvemos á este lugar? Elena. ¿No soy yo persona?
¿Es por ventura á buscar Calvete. Para hacelle una mamona.
otra cria que nos dé Elena. Soy solícito y secreto,
en que entender? y por esta causa espero
Luis. El deseo ser venturoso en amores.
de conocer, si es posible, Calvete Todos salen bailadores
este principe invisible, en cas del tamborilero.
ya que sus efectos veo, Tenemos el amo amante,
me saca fuera de mí por fuerza habemos de amar;
y de mi casa á tal hora. desde hoy me hecho á enamorar,
Calvete. ¿Sabes tú si vendrá ahora? pues tú eres diciplinante.
Luis. Si le esperaban aquí Luis. ¿Qué príncipe imaginaste
á cosa que importa tanto, que era yo cuando me viste?
¿quién duda que acudirá? Elena. El mismo que tú entendiste
Catvete. ¿Has de acuchillarle? que era yo cuando me hablaste.
Luis. ¡Ya Luis. ¿Conócesle?
cesó mi amoroso encanto! Elena. Yo en mi vida
El fué mejor negociante le eché paja.
y más dichoso qne yo. Calvete O se ha escondido,
Si la cátedra llevó ó algún diablo se ha metido
que pretendí por vacante, príncipe.
¿qué he de hacer? Elena. Salió afligida
Calvete. Bien lo imaginas, de esa casa una mujer
aunque burla es, y no leve, de bravo talle y olor;
que el la cátedra te lleve tuvo de vernos temor,
y tú pagues las propinas. y queriéndose volver,
Ya parece que nos llama llegó don Diego, ofrecióla
otra mujer y nos da á lo tierno su posada,
otro niño que criará pero gritó alborotada:
á tu costa en casa otra ama; «¡Ah Principe! ¡Ah, Carlos! ¡Hola!»
y así puedes poco á poco, Sosegámosla los dos,
si lo sufre tu caudal, y paró en fin en sosiego
hacer tu casa hospital en llevársela don Diego
de expósitos. á casa.
Luis. Calla, loco. Calvete. ¡Bueno, por Dios!
Calvete. Harto más lo esquíen procura Luis. Calvete, ¿si es Margarita?
andar como tú, perdido, Calvete. ¡Jesúsl ¿eso has de decir?
pues rompiendo otro el vestido ¿Tal mujer ha de salir
te ha echado á cuestas la hechura. de noche, y sola? Bonita
Vamos á cenar, señor. es ella; alguna criada
Elena. Dos hombres vienen: ¿si acaso al príncipe fué á buscar
es este el príncipe? que se debió de pagar
Calvete. Paso, del convite y la posada,
que está tu competidor y envidiosa por ventura
á las puertas de tu dama. de lo que con su ama pasa,
Luis. Dices la verdad; este es querrá encuadernar en casa
el príncipe. con don Diego otra criatura;
Calvete. Llega, pues. no hay sino cunas y á ello,
Luis. Antes quiero ver si llama que llueven muchachos hoy.
á la puerta. Luis. ¿Quién será? Confuso estoy.
Elena. Hablalle intento. Calvete. En casa puede sabello.
Calvete. Acá se acerca, señor. Luis. Bien dices. ¡Ay, cielos,
Hablalle será mejor. si tengo en ella á mi bienl
Los dos. ¿Sois el príncipe? Calvete. Un hombre viene; detén
Calvete. ¡Buen cuento! el paso.
¡Válgate la maldición Elena. Ya tengo celos
por príncipe tan buscado! de este demonio ó mujer.
O es duende ó está encantado. ¿Si es Margarita? ¡Ay de mí!
Elena. Don Luis y Calvete son.
Luis. ¿Es Pacheco?
Elkna. Señor, sí.
Luis. ¿Y don Diego?
JORNADA SEGUNDA 555
ESCENA V Diego. Vamos, pues,
Sale Don Diego.— Dichos. que yo os quitaré el deseo.
Luis. ¿Cómo? ¿conocéisle vos?
Diego. ¿Si hallaré al príncipe aquí? Diego.. Muy bien.
mas éste debe de ser. — Calvete l Bendito sea Dios
¿Sois el príncipe, señor? que cumplir tu antojo veo!
Calvete, Oiro buscón de aventuras. Diego. Carlos, príncipe parmés,
¿Qué príncipe es este á escuras, os ganó la bendición,
qué brujo ó [que] encantador? y es esposo, en conclusión,
Diego. ¡Don Luis! de Margarita. Después
Luis. ¿Es don Diego? sabréis lo que ha sucedido.
Diego. ¡Buenol Luis. Pues ¿no estaba desterrado?
Dadme albricias. Diego. De hortelano disfrazado
Luis. ¡Ay, amigo! ha un año que es su marido;
¿qué te he dar si contigo y esta noche que parida
tienes el alma? estaba, huyó con temor
Calvete. El sereno de ver que sabe su amor
que pasamos. su hermano, y puso su vida
Luis. Mas ¿que sé y su honra en mi poder.
de qué á pedírmelas vienes? En mi casa deposita
Diego. ¿De que? amor vuestra Margarita;
Luis. A Margarita tienes vamos, si la queréis ver.
en casa. Luis. ¿Príncipe era el hortelano?
Diego. Tarde llegué. Con tan gran competidor,
¿Quién te lo ha dicho? temerario fué mi amor.
Luis. Mis celos, El apetito villano
que infiernos en mí se llaman. persuade al pensamiento
Cuéntame el cómo. mil quimeras, que no sé,
Diego. Los que aman si resistillas podré,
siembran gusto y cogen duelos. don Diego, si está al sediento
¿No sabes en qué ha parado brindando el arroyo claro,
la monja? si puede vivir el muerto,
Luis. Ya he sabido si el que navega ve el puerto,
que ha parado en que ha parido. si toca el oro el avaro,
Calvete. Las cabras nos han echado; si ve la joya el ladrón,
en casa el muchacho está. si el asaltó el capitán,
Diego. ¡Válgame Dios! al norte la piedra imán,
Luis. Hallé abierta y, en fin, amor la ocasión,
esta encubridora puerta, ¿no será cualquier reparo
poco más de una hora habrá; que le resista violento?
asomóse una criada Claro está; yo soy sediento,
con un niño, y como vió muerto, navegante, avaro,
que pasábamos, llamó; ladrón, capitán y amante;
llegué, el alma alborotada, pues si agua, vida, puerto, oro,
y oyéndome preguntar: asalto, ocasión, tesoro,
¿sois el príncipe? que sí, me ha puesto el cielo delante,
celoso ia respondí. ¿quién pondrá á mi gusto tasa
«Gracias, dijo, podéis dar cuando la ocasión le espera,
á Dios, de que ya tenéis ni quién la osará echar fuera
un hijo que á Margarita si ella misma se entra en casa?
y á vos en belleza imita, Elena. ¡Ay, sospechoso temor,
y porque os aseguréis mi desdicha averiguaste^!
de todo punto los dos, Diego. Contra amorosos contrastes,
Marco Antonio está ignorante don Luis, basta el valor.
de todo.» Dióme el infante Margarita tiene dueño:
y cerró con un adiós. ella es noble y vos honrado;
¿Qué os parece? de mi valor se ha fiado
Diego. ¡Caso extraño! y es mi palabra el empeño
Luis. Al ama, en fin, se la di, sobre quien su honor confía,
que está parida. y es razón que lo defienda,
Diego. Eso sí, pena de perder la prenda
no será estéril este año. que ella estima por ser mía.
¿Y habéis sabido quién es Bien sé que lo que decís
el príncipe? es sin veros al espejo
Luis. Ya estuviera de la razón y el consejo,
en casa si lo supiera; y que sois vos, don Luis,
eso aguardo. tan cuerdo, que cuando amor
556 QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES

la entrada segura os diera, El alma, la vida, el seso,


el apetito venciera que por su ocasión perdí.
vuestra nobleza y valor. ¿Piensas tú que soy Pacheco?
(Echa mano.) Calvete. Pues ¿quién eres?
Mas por sí, ó por no, dejad Elena. ¿Qué sé yo?
vuestra amorosa querella Un árbol que amor plantó,
en esta raya, ó en ella verde ayer y ahora seco.
dejaré vuestra amistad ¡Ay, confusos devaneos! {Aparte.)
por más prendas que en ella haya; ¿Así quién soy descubrís?
que ser amigo es deshonra (i) ¿Por qué, honor, no resistís
sus gustos no tiene á raya. mis frenéticos deseos?
Luis. Dame, amigo, aquesos brazos, Si aquéste sabe quién soy
que injustamente lo fueras á don Luis se lo dirá,
si enojado no rompieras y sin razón cortará
de mi amor los ciegos lazos. la tela que urdiendo voy;
Habló sin pedir licencia impórtame divertí lie
á la razón el deseo; de este pensamiento. Amor:
mi culpa y tu enojo veo; siempre sois enredador;
mas sirva de penitencia prevenidme qué decille.
mi justo arrepentimiento, Calvete. ¿Qué, no eres Pacheco?
que el fuego que me provoca Elena. No.
sacó el alma por la boca, Calvete. Dime, pues, ¿cómo te llamas?
porque estaba en mí, violento. Elena. Infierno de amor.
Tántalo soy; el manjar Calvetk. ¿Luego [amas]
que mi apetito interesa á Margarita?
me pone amor en la mesa Eiena. Enlazó
sin dejármele tocar. en sus brazos mi esperanza
Ven, que persuadido quedo, la hiedra que, ya marchita,
por mucho que pueda amor, adivina en Margarita
que podrá más el valor mi muerte por su mudanza.
de don Luis de Toledo. ¡Ay, si supieras quién soy!
Diego. Vamos, que esa hazaña sola Mas, si muero porque callo,
es digna de aquese pecho. poco importa declarallo
Pero ¿qué hazañas no ha hecho y morir, pues loco estoy.
la cortesía española? Calvete , ¿Quién eres?
Contra ti has de pelear. Elena. El desdichado
Luis. ¡Cielos, que viendo que abrasa príncipe de Parma.
el fuego el dueño á su casa Calvete ¿Quién?
no le ha de poder matar! ¿Tú príncipe?
(l'anse los dos.) Elena. Yo.
Calvete. ¡Oh, qué bien!
ESCENA VI Pocas muelas he mamado.
¿A mí engañifas?
Calvete y Elena. Elena. ¡Pluguiera
al cielo que no me honrara
Calvete. Pacheco: ¿qué suspensión con tal nombre, que no entrara
es esa? en Bolonia, que no viera
Elena. Es mi desventura, con Margarita mi daño,
es pena, es rabia, es locura que no pagara tributo
y es la misma confusión á mi amor el suyo en fruto
del infierno. ¿Margarita que sembré y cogí en un año!
en casa con don Luis? Del hijo de quien es madre
Celos, ¿aquesto sufrís, soy padre.
cuando amor os precipita? Serlo podéis;
¡Fuera vida, seso afuera, Calvete.
fuera inútiles disfraces! pero, pardiez, que tenéis
ruines barbas para padre.
Sepa quién soy. Pacheco: si ha sido gana
Calvete. ¿Qué es lo que haces? de darme papilla al niño
Elena. Muera Margarita y muera con ella, que sois lampiño,
don Luis. y yo extiendo toda harana (i).
Calvete. ¿Estás borracho? Elena. Vete, necio, que no estoy
¡Jes.ús! ¿qué te importa á ti para burlas ni quimeras
Margarita? cuando salen tan de veras
Elena. ¡Bueno es esol mis desdichas. Di que soy,
(i) Falta un verso después de éste; pudiera ser:
«•del que en ofensa de la honra» ú otro semejante. (i) Asi en el original.
JORNADA SEGUNDA 557
á Margarita, heredero discreción fué el escoger
de Parma desposeído, el serville, pues podía
por principe aborrecido andando en su compañía
v amado por jardinero. á mi Margarita ver
Di que, pues el español con don Luis cada instante
me afrenta y sus brazos goza, que á solicitalla fuera,
sin que el valor de Mendoza y mi amor en él tuviera
lo estorbe, que cuanto el sol siempre un tercero ignorante.
viste de oro y el mar baña, Calvete. Todo aquesto es evidencia;
tengo de peregrinar convencióse mi porfía,
hasta que pueda vengar perdóneme vusitía;
la injuria que me hace España. pero mal dije, vuslencia,
Dile que de celos muero que yo diré á mi señor
y que la vida me enfada; que es el príncipe.
pero no le digas nada, Elena. El secreto
que es don Luis caballero; me importa, mas yo os prometo
ella noble, y sin sentido de haceros mucho favor
mis celos, que sin querer si con debido recato
juzgan lo que puede ser mi estado y nombre encubrís,
como si ya hubiera sido. que es amigo don Luis
Calvete. Tú lo dices de tal suerte, del marques de Monferrato,
que cuando burlarme trates, y no menos que la vida
aunque ensartas disparates, en que lo ignore me va.
de lástima he de creerte. Calvete. Desde hoy la lengua estará
Pero ¿cómo puede ser, por ti al paladar asida.
rapaz, lo que dices cierto, Pero más satisfacción
si ha un año que está encubierto tu Margarita merece
en casa de esa mujer si por tu causa aborrece
el príncipe, y de su estado de mi señor la afición.
por el marqués excluido? Elena. ¡Ay, cielos! que su hermosura
Elena. Basta decir que yo he sido corre riesgo en su poder,
quien de pastor disfrazado, y amor no sabe perder
temeroso del marqués el tiempo ni coyuntura.
de Monferrato, la quinta Calvete. Don Luis ha prometido
donde á Chipre el amor pinta, no agravialla, y de su honor
cultivé por interés es don Diego el defensor;
de otra Venus en beldad firme ella, tú su rnarido,
que me dió un ángel que incita no hay trance que temer puedas.
a! amor. Elena. Ni hombre que pueda estar,
Calvete. Si á Margarita Calvete, junto al manjar
gozabas con libertad con hambre y las manos quedas.
hecho hortelano, ¿á qué efecto Mas, vamos, que mi presencia
dejaste el rústico traje la suya hará recatada.
y escogiste más ser paje Calvete. ¿Hay noche más enredada?
de don Diego? Elena. ¡Hola!
Elena. No hay secreto Calvete. ¿Qué manda vuslencia?
que permanezca si el ciego {Vanse)
descubre sus travesuras;
sembró sus gustos á escuras ESCENA Vil
y á luz sacó el fruto luego.
Supo su hermano el suceso, Salen Carlos y Peynado.
mandó ausentarme el temor,
mas, como, aunque niño, amor PEYNADO.En una sala encerrado
es temerario y travieso, hasta ahora me ha tenido,
por no ausentarme de aquí adonde el pobre Peynado
y saber de esta maraña á tragos por ti ha sorbido
al fin, el valor de España la muerte; de modo he estado
en mi favor escogí. esta noche en el encierro
Calvete. Pues ¿por qué más á don Diego ó prisión, que, si por hierro
que á otro? Marco Antonio me matara,
Elena. ¡Jesús, qué extraño en mis calzones hallara
sois, Calvete! Si en un año la cera para el entierro.
que cual mariposa al fuego Darme la muerte quería,
me abraso por Margarita, según por entre la puerta
sé que es don Luis su amante lo escuché, en viniendo el dia.
y que no hay hora ni instante Ya su hermana estará muerta...
que su amor no solicita, Carlos. ¿Qué dices? ¡Ay, prenda mía!
558 QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES

Peynado. A no romper la ventana la del hijo mal nacido


y escorrirme, esta es la hora y la vil de Margarita.
que me hace cenar sin gana Carlos. ¡Cielos, Marco Antonio es éste!
con Cristo, y que Menga llora Mil gracias rendiros quiero,
su luto y viudez temprana. pues se vino donde espero,
Todo lo sabe, par Dios; que aquí su castigo apreste.
por mataros á los dos Caín de manos crueles
juntos, esta noche ha sido más bárbaro y fiero que él,
disimulado, fingido; pues Caín mató un Abel
pero no hallándoos á vos, y tú has muerto dos Abeles:
ya habrá visto Margarita Herodes, cuyas hazañas,
la tierra de la verdad. para tu afrenta inclementes,
Carlos. Antes que el cielo permita es dar la muerte á inocentes,
tan inhumana crueldad, en cuya sangre te bañas.
venganza tan inaudita, Pide al cielo si permite
no admita otra vez el sol que un ángel vengado esté,
desde el sepulcro español que cada instante te dé
la oriental y hermosa cuna, mil vidas que yo te quite;
ni sirva otra con la luna que aun no igualara el valor
á la noche de farol. de todas cuantas les des
¡Ay mi adorada inocente! con la suya, que al fin es
Sien duda puede el temor un ángel y no un traidor.
darme la pena presente, Marco. Que vienes sin seso creo
averiguado el rigor ó por otro me has hablado,
de vuestro hermano inclemente, pues las obras has culpado
¿qué hará en mí? Pero es cristiano que aún no ejecutó el deseo.
y noble, y al fin su hermano; ¿A qué Abel mi enojo quita
no hará crueldad como esa. la vida que vengar quieres?
Peynado. Los golpes con que la huesa Carlos. ¿No sabes quién soy?
abrió el azadón villano Marco. ¿Quién eres?
sentí, aunque preso, señor, Carlos. El alma de Margarita,
y el intento oí después que en señal de su inocencia,
del airado matador, como la vengo á heredar,
porque bien sabéis que es no tuvo que me dejar
todo oídos el temor. sino es el alma en herencia,
De una mujer afrigida, su venganza solicita.
atormentada ó parida, Marco. ¿Eres Carlos?
sentí suspiros y llantos, Carlos. Carlos soy,
pedir reliquias y santos que con dos almas estoy,
y encomendallos su vida. porque vive Margarita,
Carlos. ¡Villano, loco, atrevido, bárbaro tirano, en mí,
vete, antes que el pesar pues cuando determinaste
crezca y no me dé lugar dividirlas, las juntaste
para serte agradecido! para venir contra ti.
( Vase 1Peynado).) Marco. Ya tengo que agradecerte
¿Cómo no me he vuelto loco? pues me excusas de buscarte,
Pero sin entendimiento y aunque en albricias de hallarte
fuera, esposa, el sentimiento te tengo de dar la muerte,
de tu injusta muerte poco. primero que te la dé
Para tu venganza invoco y con ella satisfagas
tu inocencia; entrad, amor, la injuria de los Gonzagas,
y sed vos el vengador, su sangre, nobleza y fe,
aunque el castigo no iguale quiero saber si perdida
á la culpa. Un hombre sale. la vida con el honor
murió mi hermana.
ESCENA VIII Carlos. ¡Traidor!
pues siendo tú el fratricida,
Sale Marco Antonio. —Carlos.
¿me lo preguntas á mí?
Marco. Huyó el príncipe traidor Yo no podré castigar
con mi hermana, y mi venganza, con tu muerte tu delito,
por tardar, no satisfizo pues si la vida te quito
mi agravio; mas ¿cuándo hizo aún no comienzo á vengar
cosa buena la tardanza? á mi esposa. Mas, traidor,
Si mi ventura le alcanza, gente viene; ven tras mí,
mi muerto honor resucita, que quiero cobrar de ti
á un tiempo tres vidas quita, como de mal pagador.
la de Carlos fementido, (Echan mano y Panse.)
JORNADA TERCERA 559
ESCENA IX Diego. Solamente don Luis
Salen Don Diego y Don Luis. de Toledo el favor goza
con que os sirve, y le debéis
Diego. Entretanto que no viere aún más de lo que pensáis;
el principe no tendrá disponer de ella podéis,
sosiego. que á la española nación
Luis. Celoso está no es mucho ofrecer la vida.
mi amor por lo que le quiere, Luis. Margarita está afligida,
y vengo huyendo del fuego recelosa, con razón,
que mis entrañas abrasa, de la enemistad antigua
que aun no oso quedar en easa que entre Marco Antonio y vos
con ella y sin ti, don Diego. . se conserva, pues que Dios
Diego. Con eso das testimonio, con tanta paz averigua,
don Luis, de tu valor. á pesar de la fortuna
Marco. {Dentro.) ¡Ah, príncipe engañador! vuestra, prolijas pasiones,
Carlos. [Dentro.) ¡Ah, tirano Marco Antonio! sean uno los corazones,
Diego. Al príncipe oí nombrar. pues que ya la sangre es una.
Luis. Yo á Marco Antonio, el hermano Las manos habéis de daros
de Margarita. de amigos.
Diego. No en vano Carlos. (De rodillas.) Más razón es
nos trujo á este lugar que os dé rendido á esos pies
el cielo; llega á apartarlos, mis armas para vengaros,
que se matan. pues viviendo Margarita
Luis. Caballeros, satisfecho moriría,
tened los nobles aceros, porque el agravio lo esté
que entre Marco Antonio y Carlos que á darme muerte os incita.
la amistad y el parentesco Para que os venguéis escojo,
han de ser los medios sabios Marco Antonio, este lugar,
con que se olviden agravios porque en él ha de guardar, (i)
antiguos. ó mi vida ó vuestro enojo.
Diego. Si es que merezco Luis. La nobleza en pechos sabios
esta merced en favor, olvidos de injurias cría.
príncipe, de que una dama Marco. Príncipe: la cortesía
que vive en mi casa os llama puede más que los agravios.
de su libertad deudor, Dadme aquesa noble mano
parad la espada y la mano, y esos brazos que yo os doy.
que morirá Margarita Carlos. Y yo nombre de mi hermano.
si esta pendencia le quita Vamos á ver á mi esposa.
á su esposo ó á su hermano. Diego. ¿Hay ventura más extraña?
Marco. Siendo medianera España
ESCENA X por fuerza ha de ser dichosa.
Carlos. ¡Que os voy á ver, cara prenda!
Salen Marco Antonio y Carlos.—Dichos. Luis. Don Diego: en esta ocasión
Carlos. Cómo, pues, ¿vive mi esposa? gozará, echando al ladrón
Diego. Y viva por muchos años. de casa, el alma su hacienda.
Marco. ¡Ay, sospechosos engaños!
Carlos. ¡Ay, prenda del alma hermosa!
Luis. En vuestro nombre me dió JORNADA TERCERA
un ángel, de quien sois padre,
que como es ángel su madre,
su semejanza parió. ESCENA PRIMERA
Y don Diego, que venía Sale Doña Elena, de hombre, y Margarita.
en mi busca, á vuestra esposa
encontró que, temerosa Elena. La lástima que me han hecho
de Marco Antonio, salía vuestras desgracias, señora,
de su casa; y porque os cuadre junio con mi inclinación
el contento, quiso Dios que por ser noble es piadosa,
que llevásemos los dos me ha obligado á buscar modo
á la nuestra el hijo y madre. con que el peligro socorra,
Carlos. Hoy vuelvo á vivir de nuevo. que corren á un mismo tiempo
Marco. ¿Quién en una noche vió vuestra vida y vuestra honra.
tanto enredo? De España vine á ser paje
Carlos. Sepa yo de don Dieg;i de Mendoza,
á quién tanta merced debo.
Luis. Por don Diego de Mendoza
á vuestra esposa adquirís. (i) Así en el original; pero parece deberá leerse-
«porque en él han de quedar.»
56o QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES
y aunque paje, bien nacido, y si viene, ¿quién le estorba
como hablan por mí [lasl obras. que rompiendo vuestro pecho
De vuestros amores supe con él su agravio no rompa?
aquesta noche la historia, Celos, peligro y temor
que aunque comienza en tragedia contra vos al arma tocan,
muchas el cielo revoca. qne es propio de las desgracias
También supe la ocasión convidarse unas á otras.
que os sacó de noche y sola Mirad si os ofrece el alma
de vuestra quietud y casa remedio al mal que os asombra,
librando la vida á costa y si no le halláis bastante
del qué dirán, monstruo vil - • y queréis poner por obra
en cuya bárbara boca el que os tengo prevenido,
tantas honras hemos visto con determinación corta
despedazadas y rotas. le ejecutad, porque os va
Alegre estaréis sin duda en la brevedad la honra.
de que en una casa propia Mangar. Días ha, amigo Pacheco,
halléis socorro, hijo y madre, que se ha hecho el alma sorda
en la nobleza española. á mil pronósticos tristes
¿Quién duda que aguardaréis que quieren cumplirse ahora.
que salga la blanca aurora El temor, que es adivino,
huyendo del sol, que ensarta revolvió las tristes hojas
en hilos de oro su aljófar, de mis desdichas, y en ellas
para que el principe venga leyó mi ventura corta.
y á vuestros pesares ponga Ya yo temí la mudanza
alegre fin, dando treguas de Carlos, que era forzosa,
á vuestro llanto y congojas? porque una mujer gozada
Pon Luis, que en casa ha visto es trato que anda de sobra.
la ocasión, vencido borra Pero, pues salieron falsas
promesas y obligaciones, las promesas que en lisonjas
y á los pies del gusta postra lleva el viento, y en mí ofensa
respetos y cortesías. goza á Claudia y me deshonra,
Si no huís dentro de una hora cuando venga Marco Antonio
á la luz de esa hermosura y me dé muerte, ¿qué importa,
será ciega mariposa, si á falta suya han de ser
que, aunque queme su nobleza verdugos mis manos propias?
las alas á la memoria, Carlos me ha menospreciado,
traerá otra vez el agravio y cuando no corresponda
que á Tarquino echó de Roma. don Luis ásu favor
Don Diego, como es su amigo, ni don Diego de Mendoza
ni os defiende ni reporta á su palabra y mi ayuda,
con el freno del consejo siendo los celos ponzoña,
su determinación loca. y yo basilisco de ellos,
Antes por dalle lugar matarélos si me tocan.
se ha ausentado de Bolonia; Déjame que en esas calles
ved vos, si se va el que os guarda, dando voces interrompan
¿qué hará el ladrón con las joyas? mis agravios el silencio,
El principe, que pudiera para que los hombres oigan
defenderos como á esposa, de un cruel hombre la inconstancia;
yéndole yo á dar aviso, deja que cual toro rompa
imposible es que os socorra, la imagen del padre ingrato
porque, según en corrillos en el hijo vil.
lo dice la ciudad toda, Elena. ¡Señora...!
dejando el tosco disfraz, Margar. Yo iré á Parma, falso Carlos;
tomó para Parma postas, Progne he de ser en tus bodas;
donde estableciendo paces tu hijo he de hacer pedazos
perpetuas, otra vez cobra para que sus carnes comas.
su estado, dando de esposo Elkna. Sosiégate.
la mano á la hija hermosa Margar. ¿Cómo puedo?
del Marqués de Monferrato Elena. Escuchándome.
y previniendo á sus bodas Marga». Estoy loca.
mil fiestas que á vuestro amor ¿Qué quieres decirme?
harán las fúnebres honras; Elena. Carlos
pues decir que vuestro hermano, no está casado hasta ahora.
aunque esta casa os esconda, ¿Qué sabemos si pretende
ha de ignorar dónde estáis, mientras que su padre toma
sabiendo que os sirve y honra la posesión de su Estado
don Luis, es ignorancia; que ha tanto que por él llora,
JORNADA TERCERA 56j
engañaras! al Marqués Margar. Fuerza es que escoja
para que en quietud dichosa, tus consejos saludables.
á pesar de sus contrarios, Elena. ¡Alto, pues!: vamos, señora,
te llame Parma señora, por el niño cuya vista
después? alivio dé á tus congojas,
Margar. • Con esas promesas
que el labrador nos espera,
su voluntad cautelosa y con tan bella pastora
entretuvo mi esperanza, brotará flores la quinta.
Pacheco, no ha muchas horas. Margar. Si vengo á ser más dichosa,
¿Qué me aconsejas? yo pagaré largamente
Elena. Yo he dado esta industria.
una traza milagrosa Elena. (Aparte.) ¡Amor, vitoria!
que, para que se ejecute, Ya está el enemigo fuera,
tu aprobación falta sola. ya no se abrasará Troya
El ama que á mis señores ni don Luis gozará
sirve es una labradora la ocasión que le provoca.
de aquí cerca, cuyo padre Margar. ¡Ay, Carlos, al fin mudable!
una milla de aquí mora, Elena. ¡Ay, industrias amorosas! (Vanse.)
y es quintero del Marqués
de Monferrato, el que toma
á Carlos todo su Estado.
Margar. Ese mi esperanza agosta. ESCENA II
Elena. Ya tú sabes que aquí cerca
Salen Marco Antonio, Julio y Carlos.
labró con soberbia y costa
una casa de placer Julio. El príncipe y el marqués
donde deposita Flora con Claudia estarán, señor,
su apacible primavera, en la quinta de Belflor;
~~- y donde Amaltea hermosa razón será que le des
vierte, á pesar del invierno, con tu presencia un buen día.
eternamente su copia. De Peynado el jardinero
Si este rústico te lleva saben, que en traje grosero
disfrazada con las ropas disfrazas la gallardía
de su hija, imaginando que ha envidiado Italia en ti,
que eres una labradora, y por esto á Belflor vienen,
a quien por querer yo bien donde prevenidas tienen
y que nadie te conozca tus bodas; no está de aquí
en su quinta, por mi cuenta sino una milla. ¿Qué aguardas,
que estés oculta me importa, viendo que te está esperando
podrás aguardar segura, Claudia, por siglos juzgando
si la fortuna mejora las horas que en verla tardas?
tus desgracias, excusando Carlos. Marco Antonio: si merece
los peligros que te asombran; que le deis fe mi valor,
y yo partiéndome á Parma nuestra amistad y el amor
haré con Carlos de forma que desde hoy en los dos crece,
que de Claudia la presencia para cobrar el estado
no destierre tus memorias. que me ha usurpado el Marqués,
Y cuando casarse intente, con cuyo favor después
como la fama pregona, el que á vos os ha quitado
buscaremos trazas nuevas restauremos, es forzosa
que estorbo á su intento ponga. hoy á Belflor mi partida,
¿Qué dices? y por que no me lo impida
Margar. Que no sé quién Margarita, que, celosa
en mi favor te provoca de Claudia, ha de pretender
cuando todos me persiguen. partir en mi compañía
Elena. Mi Inclinación que es piadosa. ó no dejarme ir, querría,
Al labrador tengo hablado antes de verla, poner
y á mi gusto se acomoda, mi intepto en ejecución.
de su hija prevenidas ¿Qué os parece?
las galas pobres y toscas. Marco. Aunque mudanza
El camino es breve, el tiempo temo, sé vuestro valor,
acomodado, pues, corta y que si es cuerdo el temor,
á la noche con tijeras es noble la confianza.
de plata el alba las ropas. Partid, príncipe, en buen hora;
A la puerta está el peligro cobrad á Parma, que es justo,
la diligencia negocia como reservéis el gusto
y es madre de la ventura. para quien en él adora.
¿Qué escoges? Pero, porque no le ofenda
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. — TOMO II 36
562 QUIEN DA LUEGO DA DOS VECES

cuando miréis la beldad ESCENA IV


de Claudia, al amor llevad
cual le pintan, con la venda Dichos, menos Calvete.
á los ojos. Luis. Debióse de adelantar
Carlos. A entender Carlos, y por prevenir
con aqueso me habéis dado el riesgo de u na ocasión,
que el amor cuando es honrado se la llevó. Ya sosiego;
sólo á su dama ha de ver, á buscar voy á don Diego.
quedando ciego en su ausencia; Extraños enredos son
pero, Marco Antonio amigo, los que aquesta noche ha habido.
al tiempo doy por testigo, Marco. ¿Qué hay, Don Luis valeroso?
por fiadora á la experiencia, Luis. ¡Oh, Marco Antonio famoso!
y por jueces á los dos, No por poco prevenido
de mi invencible constancia; el principe perderá
mi partida es de importancia; lo que es suyo de derecho.
presto os veré. Adiós. (Vase.) Poca confianza ha hecho
Marco. Adiós. de quien sirviéndole está.
Don Luis y don Diego viven Marco. ¡Cómo!
aquí; prevenillos quiero Luis. ¿No lo sabéis?
que a mi hermana hablen primero, Marco. No.
porque si no la aperciben Luis. A Margarita ha sacado
de la amistad que hemos hecho de casa desconfiado
el Príncipe y yo, el temor de que, por amalla yo,
de mi pasado rigor había de estar segura
que la matará sospecho. su belleza en mi poder.
Quiero llamar, pero aquí Marco. Eso, ¿cómo puede ser?
pienso que salen los dos. Luis Así quien lo vió lo jura.
Marco. Pues vase ahora de aquí
á Belflor determinado
ESCENA III de cobrar su antiguo Estado
á costa de dar el sí
Salen Don Luis y Calvete.—Marco Antonio. á Claudia, y porque por ella
mi hermana no le impidiese
Luis. ¿El príncipe? su camino ó le siguiese
Calvete. Juro á Dios á Belflor, se va sin ella,
que la llevó y que lo vi ¿y decís que la sacó
por éstos que han de comer de casa?
garrapatas. ¿Quieres más? Luis. Lo cierto es esto.
Luis. ¿Pues has visto tú jamás Marco. En confusión me habéis puesto
al príncipe? notable.
Calvete. Desde ayer Luis. Si se apartó
le he visto y comunicado; anoche de vos, es cierto
todo el suceso me dijo que vino por ella.
de su amor; suyo es el hijo Marco. Sí,
que nos dieron; disfrazado luego que me despedí
por Margarita ha ya un año de vos se fué. ¿Si la ha muerto
que goza de su beldad. por quedar libre y poder
Luis. Basta: todo eso es verdad. casarse con Claudia?
Calvete. A mí no hay hacerme engaño. Luis. No,
Celoso de que su amante que es noble y cristiano.
fueres estando ella aquí, Marco. Y yo
no ha media hora que la vi desdichado. Sin querer
llevarla; llegué arrogante, verá su esposa, partir
tentéla determinada, á Belflor con tanta prisa,
que es colérica y no espera, ¡qué tarde el alma me avisa!
saqué el pie derecho fuera, No quiso, por encubrir
conocíle y no hubo nada. su muerte, verla conmigo.
Al fin con gravedad nueva ¡Ah promesas lisonjeras!
me dijo: «Hola, á quien llegare ¡Nunca fué amigo de veras
si por ella os preguntare quien de veras fué enemigo!
decid: el Príncipe la lleva.» Testigo ha de ser Belflor,
Partióse, y fuíme á dormir. si al homicida hallo en él,
¿Quieres más? del castigo más cruel
Luis. No. que dió un agravio á un traidor.
Calvete. Voyme áechar. Luis. Si aqueso es cierto, el primero
(Vase.) seré en vengar su inocente
sangre.
JORNADA TERCERA 563
Marco. ¡Ah, principe inclemente! Príncipe. Vos respondistes mejor
Luis. Ir con vos á Belflor quiero. que [yo] supe preguntar.
Marco. ¡Ah, Margarita engañada! Marq. Vamos, démosla lugar
Luis. La quinta pienso abrasar. que con el deseo trate
Marco. ¡Que poco que hay que fiar de Carlos, y la retrate,
de amistad reconciliada! (Vanse.) que amor bien sabe pintar.
(Knnse los dos.)

ESCENA V ESCENA VI
Claudia, sola.
Salen el Marqués y el Príncipe viejos, Claudia
y otros. Si son propiedades ciertas
de amor que aún está en calma,
Marq. Menos la luz se estimara que para entrar en el alma
si no hubiera escuridad, los ojos le abran las puertas,
y á faltar la enfermedad ¿cómo en mí, no estando abiertas,
la salud no se preciara. me presenta sus despojos
b.l mar furioso declara mi padre por darme enojos?
lo que la bonanza encierra, pues de los cinco sentidos
realza al llano la sierra la fe escoge los oídos,
como la fea á la hermo:a, pero amor sólo; los ojos.
y así nunca es tan preciosa Déjeme verle y hablalle,
la paz como tras la guerra. sepa mi amor lo que merca,
Ejemplo de esta verdad que quien ha de estar tan cerca .
será, príncipe excelente, no es bien de lejos amalle.
la que establece al presente Sin ver su presencia y talle,
nuestra antigua enemistad: ¿cómo le podré querer?
para más conformidad En un paje suelen ver
tocó cijas al rigor el talle, el rostro y lenguaje,
de nuestro antiguo furor, pues ¿importa más un paje
mas ya con paz nos abraza que quien mi esposo ha de ser?
y de dos opuestos traza
nuestro parentesco amor.
Príncipe. Cuando la guerra prolija ESCENA VII
después de tantos enojos Salen Doña Elena, de galán, y Calvete.— Dicha.
no me diera más despojos
que por hija á vuestra hija, Elena. ¿Margarita está contenta
es justo, Marqués, que elija y segura de mi amor?
desde hoy mi dicha, la gloria Calvete. Contado le he á mi señor
y premio de la vitoria; todo el caso; pero intenta
porque cuando yo os venciera, estorbar que á Claudia veas;
¿con qué otra cosa pudiera con Marco Antonio vendrá
eternizar mi memoria? aquí, que dudoso está
¡Dichoso Carlos, que aguarda de que en Margarita empleas
ser dueño de tal belleza! todo el gusto, sin que tenga
Marq. Más merece su nobleza. Claudia en él alguna parte
Claudia juzgará que tarda, con que te obligue á casarte.
que aunque el temor la acobarda, Elena. Cuando Marco Antonio venga
con el femenil recato conocerá la firmeza
como desposalla trato de mi noble inclinación.
hoy deseará ver Claudia. ¿Qué gente es esta? ¿Si son
á quien su csdoso ha de ser pajes de Carlos? Ya empieza
y heredar á Monferrato. á prevenirse el deseo.
Príncipe. Nuestros pasados enojos ¿Si habrá el príncipe venido?
nunca les dieron lugar Caltete. Grande atrevimiento ha sido
para verse ni gozar traella aquí.
Carlos la luz de estos ojos. Elena. Ya lo veo,
Entre groseros despojos aunque estando su belleza
Bolonia le ha disfrazado; encubierta como está,
pero, pues ya está avisado de aquese modo será
del bien que el cielo le da, testigo de mi firmeza.
presto, señora, vendrá Claudia. Lo que hablan quiero escuchar.
humilde y enamorado. Calvete. Di, pues, quién eres, señor,
¿Habéisle cobrado amor? porque se alegre Belflor.
Claudia. Nunca mi gusto aborrece Claudia. Si Belflor se ha de alegrar
lo que estima y le parece con su venida, ¿quién duda
bien al Marques, mi señor. que es este el príncipe? ¡Ay, cielos!
564 QUIEN DA LUEGO DA. DOS VECES

Elena. Calvete, algunos recelos pintábaos el pensamiento


puesto me tienen en duda. un mata hombres, enseñado
Calvete. Si eres, Carlos, heredero más al acero templado
de Parma, ¿qué hay que temer? que al dulce entretenimiento
Elena. No he de darme á conocer con que el amoroso dios
sin ver á Claudia primero. hace en las almas su empleo;
Claudia. ¿Verme quiere? Mi opinión pero su retrato veo
sigue, que amor se conquista en lo niño y bello en vos.
solamente por la vista. Vamos, que quiero ganar
No previne la ocasión. las albricias del marqués,
¿Si está el cabello compuesto? aunque siendo el interés
¿Si tengo igual el vestido? mío, yo las puedo dar.
¡Qué sin pensar me has cogido, Elena. Impórtame por ahora
amor, en el lazo puestol que no sepan mi venida.
Calvete. El cielo las partes haga Claudia. Como mi dicha no impida,
de tu esposa. norabuena.
Elena. Sí, hará. Elena. No, señora;
Claudia. ¿Su esposa me llama ya? sólo es por cierto respeto
Recíprocamente paga que después os contaré.
mi amor, que es un ángel de oro Claudia. Vamos, pues, que yo os tendré
el principillo. con el debido secreto
Elena. No entiendas que pedís. Pero qué, ¿tanto
que interés, belleza ó prendas encubierto habéis de estar?
me han de vencer, que la adoro Elena. Lo que tardase en llegar
y es mi esposa. un amigo. MP) ¡Cielo santo,
Claudia Que me adora ya yo entré donde no puedo
dice. Perdone el temor salir si no me sacáis!
que le he de hablar... ¡Ah, señor, En buen peligro, alma, andáis
con tal silencio! por don Luis de~Toledo.
Elena. ¡Oh, señora! Claudia. ¿Hizo el cielo más hermoso
¿Conocéisme vos á mí? príncipe? Perdida voy.
Claudia El alma que profetiza Elena. Vamos, que habéis de ser hoy...
su dicha en vos solemniza Claudia. ¿Qué?
á Carlos. Elena. Mi esposa.
Elena. ¿Sois Claudia? Claudia. Y vos mi esposo.
Claudia Sí. (Vanse.)
Calvete . Por Dios que nos ha escuchado.
Elena. Dadme aquesa mano bella, ESCENA VIII
honraré mi boca en ella.
Claudia . Aunque sois tan deseado Calvete solo.
no sé si en parte me pesa
de que á verme hayáis venido. Zampáronse allá los dos.
Elena. Pues ¿por qué he desmerecido Yo no acabo de enunder
tanto bien? qué fin tiene de tener
Claudia No es la causa esa. tanto embeleco.
Elena. ¿Pues cuál?
Claudia Habéisme pintado
allá en la imaginación ESCENA IX
un ángel en perfección Salen Peynado y Margarita de labradora.— Dicho.
y hermosura, y engañado
agora, vendré á perder Peynado. Par Dios,
lo que en ausencia ganara que por más que os encubráis
si por tan bella quedara, sois Margarita Gonzaga.
porque jamás suele ser Margar. ¡Arre allá; apartaos de zaga!
igual el original Peynado. Yo no sé si en pena andáis
á lo que el deseo retrata. desque os mató vuestro hermano,
Elena Nunca con igualdad trata mas vuestra empergeñadura
lo humano á lo celestial, es su misma catadura;
y siendo Claudia infinita, encubriros será en vano.
tan rara beldad excede Un responso y media misa
á lo que mi ingenio puede si andáis, Margarita, en pena,
pintar. os haré decir.
Calvete ¡Pobre Margarita! Margar. ¿No es buena
Claudia De vos la misma razón la tenia en que da? Fenisa
alegar Carlos podría, me llamo. (.Ap.) Si me conocen
pues como visto no había en Belflor, perdida soy.
vuestro talle y discreción, Calvete. Señora: dichoso soy
JORNADA tercera 565
en haberte hallado; gocen Julio. El desposorio ha de ser
mis labios tus pies. hoy y luego la jornada,
Margar. ¡Verá que han de ir á dormir á Parma;
si escampan los desvarios! á Claudia voy á llamar.
Calvete. Calvete soy. Adiós. (Kase.)
Margar. ¡Hola, tíos;
ténganse les digo allá!
Calvete. ¡Oh! ¿zangamangas conmigo? ESCENA XI
Peynado. Vos no debéis de saber
que anda en pena esa mujer Dichos, menos Julio.
y está muerta: quitaos digo. Margar. ¿Hoy se han de casar?
Calvete. ¿Muerta?
Peynado. Sí, par Dios, yo oí Celos, toquemos al arma;
abrir su huesa en la huerta traedme el alma de Carlos,
do la enterraron. para que la atormentemos.
Peynado. Pues ¿soy yo corchete de almas?
Margar. uP.) Por muerta Margar. Tú eres el diablo Cojuelo.
me tienen. Peynado. ¿Cojo me quieres dejar?
Calvete. Quita de ahí,
páparo. ¿Quién diablos me metió en esto?
Margar. ¿Mas qué he de echarlos? Margar. Métele en el calabozo
¡Si no se van con mal huegol que llaman del menosprecio,
Peynado. ¿Veislo? donde con fuego y azufre,
Calvete. Yo la haré que luego que es azul, le quemen celos.
vuelva la hoja.— Aquí está Carlos, ¿No le traes?
Peynado. Ya voy por él.
{Al oído.)
y si no vas á estorbar Por el guisopo y caldero
que no hable á Claudia, par Dios, voy al cura y monacillos:
que se picotean los dos. ¡Abermincio, Jesús, credo! (Vast)
Margar. ¿Cómo? Espera.
Peynado. Es escolar
y conjúrala al oído, ESCENA XII
¿qué mucho se esté quedita?
Calvete. Vuestro hermano, Margarita, Dichos, menos Peynado.
todo el suceso ha sabido Margar. Pasa tú aquí, Asmodeíllo,
y presto vendrá á Belflor que en tu compañía quiero,
con don Luis y don Diego; como hay visita de cárcel,
Carlos está de amor ciego que haya visita de infierno.
por Claudia. Tú días ha que condenado
Margar. ¿Ciego de amor,
estás.
y por Claudia? Calvete. ¡Zape!, eso reniego;
Calvete. # Aquesto es llano ¿condenado?, ni aun de burlas;
si'á la vista he de creer; ¿por qué?
ahora acabo de ver Margar. Por alcabalero.
que se entraron mano á mano Calvete. Por alcahuete dirás.
donde, aunque esté Marco Antonio Margar. Sí, que también el infierno
confiado en él, par Dios, como el mundo, sin ser santos,
que deben estar los dos tiene su orden de terceros.
consumando el matrimonio. ¡Oh, qué de oficios que están
Margar. ¡Alto! echó fortuna el resto
de mi pena y su rigor; abrasándose!
Calvete. Acá dentro
hoy abrasaré á Belflor. no consienten vagamundos.
Margar. ¿Quién son éstos?
ESCENA X Calvete. Pasteleros.
Margar. O ladrones, ojaldreros,
Sale Julio.— Dichos. poca carne, mucho hueso,
Julio. Avisen á Claudia presto. moscas con caldo en verano,
Peynado. ¿Qué hay de nuevo? macho picado en invierno:
Julio. Que ha venido enhornarlos con sus pelos.
Calvete. Los de Italia serán esos,
Carlos. porque los de España son
Calvete. ¿Veslo? buenos cristianos.
Peynado. Ya me alegro. Margar. Muy buenos.
Julio. Con su padre y con su suegro Calvete. Todos los que ves son sastres.
está. Margar. ¿Sastres son todos aquestos?
Calvete. Habrále persuadido Calvete. Sí, que comen con las puntas
Claudia, después de gozada, de las agujas el huevo.
que se les dé á conocer. Margar. ¡Par diez!
566 QUIEN DA LUEGO DA D©S VECES

Calvete. Ellos son (i) de nobleza y discreción,


muy bellacos marineros, de gentileza y esfuerzo;
pues viendo siempre la aguja dale la mano y los brazos.
nunca atinaron al puerto. Carlos. Con los míos os ofrezco
¿No notas la multitud un alma, cuyas potencias
de poetas como perros, están suspensas de veros.
mordiéndose unos á otros, Claudia. ¿Qué engaño es este, señores?
no las carnes, mas los versos? ¿Vos sois Carlos?
Margar. Tal es la hambre que pasan. Carlos. No merezco
Calvete. Por eso se andan royendo ser vuestro esposo, mas soy
las uñas todos. Carlos, de Parma heredero.
Margar. No es poco Claudia. Eso ¿:ómo puede ser,
admitillos el infierno; si es Carlos un ángel bello
mas ¿cómo están con los sastres? de mi guarda, á cuyos ojos
Calvete. ¿Agora no sabes eso? se rinden mis pensamientos?
Porque cortan de vestir Marq. Estás sin seso. ¿Qué dices?
y mienten siempre con ellos. Claudia. Yo bien puedo estar sin seso;
Esta es la volatería, mas, dentro, en mi cuarto está
todo es plumas. el Carlos á quien yo quiero.
Margar. Ya te entiendo, Príncipe. ¿Hay confusión semejante?
que en el infierno también Marq. Id por él. ¿Qué es esto, cielos?
hay signos como en el cielo. Claudia. Yo le traeré y juzgaréis
¿No es Carlos este que está lo que gano con el trueco. ( Vase.)
con Vireno padeciendo
por ingrato? Olimpa soy;
¡ah, villano; aquí te tengol ESCENA XV
(Coge á Calvete.)
Salen Don Diego, Don Luis y Marco Antonio.
Con los pies te he de pisar
Dichos.
ese corazón blasfemo.
Quien tal hace que tal pague. Luis. Aqui están todos; veamos
Calvete. ¡Que me matasl el fin de aqueste suceso, "
Margar. ¡Tú me has muerto! pues si Carlos os ofende,
(Vanse.) que hasta ahora no lo creo,
y á Margarita dió muerte,
ESCENA XIII todos tres satisfaremos
vuestro agravio.
Salen Carlos, el Marqués y el Príncipe. Diego. Vida y honra
Marq. Otra vez me dad los brazos. por [vos] perderá don Diego.
Carlos. Y el alma, señor, con ellos. Marco. Sois españoles, que basta.
Príncipe. Dichoso finá sus canas
mis prolijos años dieron. ESCENA XVI
Marq. Vayan á llamar á Claudia,
que es á quien de este contento Sacan dos Labradores á Margarita de los brazos,
le toca la mayor parte; de pastora.— Dichos.
hoy os llamará su dueño
y hoy entraremos en Parma. Labr. i.° Cracias á Dios que en sí ha vuelto.
Carlos. ¿Cómo, gran señor, tan presto? Marq. ¿Qué es esto?
Marq. Sí, Carlos; que es importante. Labr. 2.° Mande su Esencia
Carlos. (Ap.) Si en ella una vez me veo poner en un aposento
no tendría Margarita esta mujer encerrada,
queja de mí, ni sus celos que habiendo perdido el seso
ocasión de nuevos llantos. da en decir que es Locifer
y Belflor es el infierno,
los que en ella estamos diablos,
ESCENA XIV y si no la detenemos
ya volara aquesta quinta
Sale Claudia.— Dichos. hecha polvos por el viento.
Claudia. ¿Carlos? No puede ser eso. Carlos. ¡Margarita de mis ojos!
Marq. Ya, Claudia, vino tu esposo; Margar. ¿De tus ojos soy y en ellos
en él tienes un espejo tienes á Claudia, traidor?
Carlos. {De rodillas.)
No lo permitan los cielos,
(i) Este pasaje está viciado; y aun esta escena y la sangre ¡lustre de Gonzaga.
anterior parecen interpoladas. La locura pasajera Si en los generosos pechos
de Margarita debía de ser mis trágica que satírica. pueden más que los agravios
aunque no son ajenos de Tirso estos rasgos que hoy la piedad que vive en ellos,
parecen extraños. tenedla de Margarita
JORNADA TERCERA 567
y de mí, que en yugo tierno Elena. Un paje soy, que este enredo
ha un año que soy su esposo en favor de Margarita
y en su casa jardinero, quise hacer.
ó dadme perdón ó muerte. Marq. Matadle presto.
Príncipe. ¿Qué es lo que oigo? ¡A y, triste viejo! Diego. Eso no, gran señor, que es
¿Quién es esta Margarita? una dama de Toledo
Carlos. Del mayor contrario vuestro, tan ilustre como hermosa.
aunque ya es hijo, es hermana. Calvete ¡Válgate el diablo el Pacheco!
Príncipe. Si es Marco Antonio, primero Luis. ¿Es doña Elena de Luna?
derramaré tu vil sangre. Diego. Sí, que vuestro olvido y celos
Margar. (De rodillas.) la han obligado á poner
La garganta humilde ofrezco, su vida y honor á riesgo.
como á mi padre y señor. La mano la habéis de dar
Marco. Y yo también este cuello de esposo.
si vuestra gracia no alcanzo. Claudia. ¡Extraño suceso!
Carlos. Mi Marco Antonio, aquí os tengo, Carlos. ¿Hay más cosas en un día?
ya no temeré la muerte. Calvete ¡Oh, príncipe embelequero!
Margar. Cielos piadosos, ¿qué es esto? Diego. Dadle esa mano.
¿Tendrán fin tantos pesares? Luis. En España
Carlos. Dadnos perdón. se la juro dar, don Diego.
Marq. Es muy presto. Diego. Quien da luego da dos veces.
Carlos. Quien da luego da dos vecen. Luis. ¡Alto, pues!; dóisela lueo0.
Ya el enojo es parentesco; Marq. Claudia la dé á Marco Antonio,
dos veces nos perdonáis á quien hago mi heredero.
siendo infinitas ejemplo Claudia, Obedecerte es mi gusto.
de príncipes. Marco. Esos pies humildes beso.
Marq. ¿Qué he de hacer, Luis. Gocéis, Carlos valeroso,
si ya no hay otro remedio? con Parma el dichoso empleo
Marco. Perdón, señor, os pedimos. de Margarita.
Margar. Padre sois. Carlos. A los dos
Príncipe. Yo os lo concedo cuanto soy y valgo debo,
como le alcance mi hijo y pues que ya tiene esposa
del Marqués. don Luis, para don Diego,
Marq. Pues ya está hecho, guardo una hermana, y con ella
si el dar luego es dar dos veces, cuatro villas.
yo os le doy. Diego. No merezco
Carlos. Eres espejo tanta merced.
de Italia y del mundo todo. Calvete Eche un guante
para mí.
ESCENA XVII Ca-rlos. ¿Qué quieres?
Calvete Quiero
Salen Claudia y Doña Elena de hombre.— Dichos. el ama que dió á mamar,
Carlos, á vuestro hijo bello,
Claudia. El príncipe á quien por dueño que yo haré venga á crialle.
confiesa el alma es aqueste. Luis. ¿A la parida?
Marq. ¡Cómo! Dadle muerte presto. Calvete ¡Oh, qué bueno!
¡Ah, villano cauteloso! Yo soy quien la emparidé.
Margar. Yo el dote, Calvete, os debo.
Venga á criarme mi hijo
ESCENA XVIII vuestra mujer.
Calvete Tus pies beso.
Sale Calvete.— Dichos.
Marq. Venid, que en Bolonia quiero
Calvete. A pagar de mi dinero celebrarlos todos juntos
que es príncipe y más. los ilustres casamientos.
Marq. Matadle. Carlos. Si es verdad, noble senado,
Claudia. Señor, por su vida ruego, que conforme estos ejemplos
(De rodillas.) quien da luego da dos veces,
si no aborrecéis la mía. dad perdón a nuestros yerros.
LAS OUINAS DE PORTUGAL
COMEDIA ESCRITA POR EL MAESTRO TIRSO DE MOLINA

PERSONAS

Don Alfonso Enri'quez, Conde Giraldo, viejo.


de Portugal. Ismael, rey moro.
Brito, pastor, gracioso. Leonor, dama.
Don Egas Muñiz. Zulema, moro.
Don Gonzalo. Algunos Moros.
Una Dama. Un Moro.
Algunos Portugueses. Un ALfaQuf.
Don Pedro. Un Niño que hace á Gusto.

JORNADA PRIMERA (mejor diré mazapiedra)...


¡Hao, que se mos descarría
ell hato!
Alfonso. Escucha.
ESCENA PRIMERA Brito. ¡Aún sería
el diablo! ¡verá la medra
Toda ¡a fachada del teatro ha de estar de arriba con que mos vino! ¡Arre allá,
abajo llena de riscos, peñas y espesuras, de matas, hombre del diabro!; ¿estás loco?
lo más virisimil y áspero que se pueda, imitando Ve abajando poco á poco,
una sierra muy difícil, con las circunstancias que
no por ahí, hancia acá,
se dirán después. Por lo más alto de estas breñas
¡Voto á San, si te deslizas!...
saldrá Brito, rústico, con un bastón largo, dispa
Alfonso. Acerca, dame la mano. {Azércanst.)
rando la honda, y por enmedio de las dichas peñas
Brito. Que has de llegar á lo llano
sale el Conde Don Alfonso Enriquez en hábito de
bueno para longanizas.
caza, en cuerpo muy bizarro.
(Dale el cabo del bastón y tiénenle am
Brito. ¡Hao, que espantáis el cabrío! bos.)
¡Verá por dóse metiól Agarraos á ese garrote:
¡Valga el diabro al que os parió! ¿Quién diabros por aquí os trujo?
Echad por acá, ¡jodio! (Bajando.)
¡Teneos el embigotado! Teneos bien, que si os rempujo
Alfonso. Enriscado me perdí: no doy por vueso cogote
pastor, acércate aquí. un pito.
Brito. Acercáosle, ¡qué espetado! Alfonso. ¿Qué sierra es ésta?
Pues yo os juro á non de San (Bajando Brito hacia el Conde, asidos
que si avisaros no bonda los dos al palo.)
y escopitina la honda Brito. La de Braga, hacia Galicia.
seis libras de mazapán Alfonso. ¡Notables riscos!
JORNADA PRIMERA 569
Brito. Se envicia I Brito. Ataréislas por traviesas,
hasta el cielo. que ya yo vi manos presas
Alfonso. ¡Extraña cuesta! por retocar lo dell arca;
Brito. Llámase Espanta ruines. Mari Pabros me pedía
Alfonso. No sé yo que haya en España la mía de matrimeño
más escabrosa montaña. y yo, como amor lo enseño,
Brito. Mala es para con chapines. dándole á esotra vacía
Dad acá la mano. burlada se quedaría
Alfonso. Toma. {Ya están abajo.)
{Júntame las manos y repara Brito fn
el guante.) si por Olalla la dejo,
Brito. ¿Hay mano con tal blandura? que hay mano que da el pellejo,
sois vagamundo ó cura. pero no la voluntad,
Echad por aquesta loma; y porque ya estáis abajo
con tiento ¡hao! que caeréis. adiós, que all hato me vó.
(Van bajando poco á poco de las manos.) Alfonso Quiero desempeñar yo
Alfonso. ¿Hay peñas más enriscadas? las deudas de tu trabajo:
Brito. ¡Manos de lana y peinadas! toma este anillo.
¡qué guedejas, hao! Me oléis Brito. ¿Este qué?
á poleo. ¡Pregue á Dios Alfonso. Sortija: es de oro.
que no encarezcáis la lleña! Brito. Verá;
Alfonso. No malicies. mijores las hay acá
Brito. Pues ¿hay dueña de prata. Se le daré
que las traiga como vos? á Mari Pabros. Señor:
Alfonso. ¿Nunca viste guantes? ¿qué es esto que relumbrina?
Brito. ¿Qué? Alfonso. Un diamante, piedra fina.
Alfonso. Estos. (Simple es el villano.) Brito. Lo que llaman esprendor
{Descálzase uno.) el cura y el boticario.
Alfonso ¿Quién?
Brito. ¡Aho, que os desolláis la mano!
Brito. Un par de entendimientos
¿Estáis borracho? A la hé
que, á falta de pensamientos,
que debéis ser fechicero.
mos habran extraordinario;
El pellejo se ha quitado
y hay en nueso puebro quien
y la mano le ha quedado
mos avisa esto que oís,
sana apartada del cuero.
Las mías ell azadón echan al centeno anís
para que mos sepa bien;
las ha enforrado de callos,
habran los dos tan prefundo
pues que sabéis desollallos
que los doy á Barrabás
hacedme una encantación;
y porque no es para más,
ó endilgadme vos el cómo
adiós, hasta el otro mundo. (Vase.)
se quitan, que Mari Pabros
se suele dar á los diabros
cuando la barba la tomo.
ESCENA II
Alfonso. (Bajando.) ¡Sazonada rustiqueza!
Brito. Por aquí, que poco falta Don Alfonso solo.
de la sierra.
Alfonso. Ella es bien alta Dudo que puedan hallarme
y escabrosa su aspereza. en tan distante espesura
Brito. Y decid, por vuesa vida: mis monteros. ¡Oh hermosura!
¿qué, se puede desollar tú has venido á enajenarme
la mano sin desangrar de mi gente y de mí mismo.
quedando entera y garrida? Es doña Elvira Gualtar
Alfonso. Anda, necio; la que ves objeto digno de amar, '
es una piel de cabrito pero en el hermoso abismo
ó cordobán. que mi memoria atropella,
Brito. ¡Pues bonito anegadas mis pasiones
soy yo! falto á mis obligaciones.
Alfonso. Adóbanla después Dos ángeles tengo en ella,
y ajusfándola á la mano dos niñas, que de mis ojos
del polvo y sol la defiende. niñas han venido á ser
Brito. ¿Sí? ¡Bueno! O sois brujo ó duende. para no dejarme ver
Vos pensáis por lo serrano más que sus bellos despojos.
burlarme. ¿No está apegada Soy conde de Portugal,
con la carne á esotra? y por la madre y las hijas
Alfonso No. ocupaciones prolijas
Brito No os la vi desollar yo? de un gobierno casi real
As
Alfonso 'staba en ella encerrada olvido. Pero ¿qué es esto?
como tu pie en esa abarca. (Suena musica.)
570 LAS QUINAS DE PORTUGAL

ESCENA III Giraldo. Con eso ha calificado


dignamente la elección
Abrtst toda la montaña desde la mitad abajo, que de su mucha discreción;
dando descubierta una cueva capaz, toda entapiza
pero ¿quién te ha derrocado
da de hiedra, flores y romeros, techos, paredes y por aquestos pricipicios?
suelo En medio de una mesa de hierbas, y asentado
Alfonso. Cazando, al conde perdí
en un peñasco, la cara á la gente, Giraldo, viejo
no muy distante de aquí.
venerabilísimo, vestido de estera de palma, con al
Giraldo. Son honestos ejercicios
gunos libros como que los estudia; á un lado de la los que imitan la milicia,
puerta de la cueva una palma, col g and . de ella ensayando entre las fieras
las armas que aquí se dicen: las peñas por donde burlas que enseñan las veras
bajó el Conde, levantadas agora, servirán á la cue cuando es menos la codicia
va de chapitel y toldo.
de esa noble ocupación
Alfonso. Los peñascos, obeliscos y goza de paz su estado.
de esta sierra, entre sus riscos, Yo sé que te habrá causado
dividiéndose, han compuesto justamente admiración
entre su nevado espacio el verme, cuando penetras
un modo de solio regio soledades enriscadas,
que de la aurora es palacio; colgar armas jubiladas
las peñas sus capiteles, y dar el ocio á las letras.
con majestad elevados, Alfonso. Dices, padre, la verdad.
techumbres suplen dorados; Gin aldo. Pues para que se la cuentes
hierbas sirven de doseles al conde, y los accidentes
que, entretejidas de flores, de la fortuna en mi edad
trepan sus ramas inquietas última con más consejos
por jazmines y mosquetas le hagan volver sobre sí,
con brazos escaladores. siéntate, joven, aquí,
Desde el verde pavimento que los líquidos espejos
hasta el florido artesón de esta fuente y lo habitable
da causa á la admiración de esta sombra, los acentos
que le juzga encantamento. de las aguas y los vientos
Una senectud se eleva harán mi historia agradable.
prodigiosa y venerable (Siéntanse sobre dos peñas.)
que, con respeto agradable,
el centro ocupa á la cueva; Giraldo.
trofeos son de esta palma En la ciudad de Oporto, donde el Duero,
la espada, yelmo y arnés. para que nazca mar, expira río,
Algún héroe portugués flor en botón, nací del cano Enero
por la milicia del alma de un tronco generoso, padre mío.
los materiales olvida; No sé, al nacer, lo que lloré primero,
libros, estudioso, ojea; ó su muerte ó mi vida que rocío
¡qué bien sus ocios emplea! consume el sol que llora la criatura
¡qué bien retirada vida! el breve tiempo que su aliento dura.
Amagos muestra divinos. Huérfano, en fin, en mi inocente infancia,
Toda el alma me ha robado. con poco amparo y menor herencia,
{Quiere retirarse asombrado y levántase la industria supo hacer á la ignorancia
Giraldo y sale, deteniéndole.) en mis primeros años resistencia.
Giraldo. Detén, huésped deseado, Entorpece ociosa la abundancia,
el paso á tus descaminos. y la penuria es toda diligencia.
Por dicha, ¿eres portugués? Esta, pues, que el valor no desperdicia,
Alfonso. Por dicha y mucha lo soy, me llevó, ya mancebo, á la milicia.
pues las dichas que medro hoy Vino á Castilla el Conde don Enrique,
en verte son interés hijo cuarto del Duque de Borgoña,
el más nuevo que jamás ramo del francés lirio á quien dedique
de mi discurso el exceso triunfos la flor que en Portugal retoña,
apeteció. porque eterno en Alfonso se fabrique
Giraldo. Según eso el regio asilo contra la ponzoña
al conde conocerás del Alcorán, y con mejor fortuna
Alfonso Enríquez. pise el sol de su cruz su media luna.
Alfonso. Criéme Sirvióse Alfonso el sexto de su espada,
en su casa y compañía, siempre fiel y á su lado vencedora;
y tanto de mí se fía, ya en su fortuna adversa, aunque amparada
que, para que más se extreme del toledano alarbe (si hay fe moraj
la privanza afectuosa ya en la propicia con la destinada
con que siempre me estimó, muerte del rey, su hermano, que en Zamora
podré decir que él y yo infancias dió á Bellidos y escarmientos
somos una misma cosa. á monarcas que quiebran juramentos.
JORNADA PRIMERA 57I
A la sombra, pues, yo de la milicia que en el Asia por él su fama vive.
del héroe Enrique, borgoñón famoso, Premióle, yerno suyo, con Teresa,
medré con su privanza, la noticia carísima hija suya, y le apercibe
del marcial ejercicio siempre honroso á que por juro de heredad posea
rey en León, Castilla y en Galicia, á Portugal y Conde suyo sea.
Alfonso el sexto, y para mas honroso Dióle en mi patria á la ciudad de Oporto,
blasón que siempre el africano lema áCoimbra, á Viseo y las amenas
imperial en sus sienes la diadema: regiones que en espacio y sitio corto
á nuestro Enrique con su gente envía bañan de Duero y Miño las arenas;
por capitán de la conquista santa la Beira y Tras os Montes; y le exhorto
que oprime la otomana tiranía, que debele las lunas sarracenas,
llora la iglesia y la blasfemia canta. á cuyos africanos desleales
Partí con él, y mereció en Suría diez y siete batallas dió campales.
por muestra del valor que le adelanta En Guimaraes su corte constituye,
del Papa Urbano, que quien es conoce, desde ella gana la ciudad de Ulises,
que uno le elija entre sus pares doce, la gran Lisboa, en quien el Asia incluye
presuma numerar los que desata profética opresión de sus países.
átomos, esa antorcha de los cielos, ¡Oh Menfis española! el tiempo que huye
oro en la arena, en las estrellas plata, con plumas de sus años, á que pises
al viento soplos y á las aves vuelos; te destina los indios Duliinanes,
¿quién á lo que hizo Enrique en Damiata dezamorines, chinos y hildocanes.
y en Antioquía atreva paralelos? Con católicas mitras las cabezas
que no hay bastante, cuando afecte suma, ciñó de Braga, hispana primacía,
bronces á estatuas ni á vitorias pluma. de Oporto y de Coimbra: ¿qué grandeza
Entró Godofredo, en fin, triunfante no adquiriría á quien Dios su culto fía?
en la ciudad gloriosa en que la vida En Viseo, en Lamego, entre asperezas
el Dios de amor perdió de puro amante, otras dos catedrales también cría.
ingrata, y de su púrpura teñida Salomón en la paz, cuyos ejemplos
de aquélla que creyéndola diamante pontífices colocan, labran templos.
Melquisedec fundó, y ennoblecida Siempre á su lado yo, siempre valido,
sobre cuantas el sol dora y conoce, aliento su valor, sigo su fama;
metrópoli amparó en los tribus doce. pero una vez, por verle divertido
Allí, después que nuestro Enrique alcanza en los amores ciegos de una dama,
fama inmortal, que encarecer no puedo, de mis fieles consejos ofendido,
único premio suyo, su alabanza, mariposa á la luz de inquieta llama,
le enriqueció el glorioso Godofredo de su corte y condado me destierra;
con el divino hierro de la lanza: trueco su indignación por esta sierra.
bañado en gozo al referirlo quedo, Vivido la he su huésped cuarenta anos,
hierro que abrió de amor todo el abismo, colgando de esa palma, entre trofeos,
sangre á la redención, agua al bautismo. escarmientos que medran desengaños,
Dióle más, una parte sacrosanta ambiciones que mueren en deseos.
de la diadema regia, la corona Las encinas robustas, los castaños,
que con tanta crueldad y espina tanta han suplido ai sustento los recreos
á Dios castiga, porque Dios perdona, de la gula, que á tanto vivo incita,
de aquel árbol un trozo, aquella planta dichoso quien lo menos necesita.
que la granada augusta nos sazona, Supe (no me preguntes de qué suerte),
pechi -abierta, purpúrea, coronada, que cumplió el magno Enrique con la paga
que en el altar es pan, si allí granada. fatal, ejecutora al fin la muerte,
Añadióle con esto una sandalia, y que con la condesa yace en Braga;
depósito preciso del aliño que Alfonso Enríquez, cuyo brazo fuerte
que produjo más flores que Thesalia, del valor heredero que propaga,
que vistió más purezas que el armiño, no sólo en sus Estados le sucede,
que el ámbar, que el almizcle, que la algalia, sino que aventajarle en triunfos puede.
que el amor, que el deleite, que el cariño, Que nació lastimando compasiones,
de Pafos de Pancaya en flores bebe, pegadas con las piernas las rodillas,
de María sandalia urna de nieve. que don Egas Muñiz con oraciones
De Magdalena, como blanca espuma mereció en su salud ver maravillas;
una toca de aquella enamorada que, joven, se sujeta á sus pasiones,
pirausta de su Dios, sin que consuma y en vez de valeroso reprimillas,
incendio tanto, tanta fe abrasada á una mujer las postra, por que iguale,
el brazo de San Lucas que en la pluma haciendo que hile, á Alcides con su Onfale.
y en el pincel nos feria trasladada (Levantanse.)
al oído la fe, copia á la vista, ¡Oh joven esclarecido! Tú eres éste,
su médico, pintor y evangelista. tu rama de Borgoña y de las Uses
Victorioso volvió con tanta empresa del sexto Alfonso nieto manifieste
á los brazos del Rey, que le recibe en ti su sangre, porque alarbes pises;
en Toledo, triunfante, y le confiesa huye esa Circe, contagiosa peste;
572 LAS QUINAS DE PORTUGAL
pues heredas á Clises, sigue á Ulises, á la esperanza y deseos;
y no te canses en hacer buscarme, los pies pido que nos des.
que hasta el mayor aprieto no has de hallarme. Brito. ¿Para qué querrán los pies?
(Éntrase en la cueva y ciérrase como primero.) Alfonso. Perdíme entre los rodeos
de este bosque y selva espesa.
Egas. Vuestra Alteza, conde, ha dado
ESCENA IV un susto á nuestro cuidado.
Alfonso solo. Brito. ¿Que se llama Cosme Artesa?
Sabrélo de aquí en delante.
Volvió á cerrarse la roca Gonzalo. Bueno Portugal quedara,
del prodigio pedernal, conde infante, si os llorara
y aun no ha dejado señal perdido.
de adónde tuvo la boca. Brito. ¿Cosme Elefante
Alma es que á su centro toca es también y Cosme Artesa?
la senectud venerable Tendrán por allá los hombres
de su huésped, cuanto afable, como las manos los nombres
digno tanto de respeto, á pares. Señor, me pesa
ocultómele, en efecto, de no herle mercé enfenito;
su depósito admirable. un pastor es ignorante,
¡Válgame Dios! ¡Que de suerte pues si él es Cosme Elefante
me haya el veneno adormido y Artesa, siendo yo Brito,
de una beldad! ¡Que haya sido es siempre la gente nuesa;
forzoso que me despierte pero su perdón me dé
un retrato de la muerte! que desde hoy le llamaré
¡Que sea tal el frenesí Cosme, Elefante y Artesa.
que sin seso apetecí, Alfonso. Cese, don Egas Muñiz,
que ocasione de este modo la caza que Marte ensaya;
á que se abra un monte todo Gonzalo Méndez de A maya,
para que yo vuelva en mí! Pedro Páez, Duarte Ruiz,
Predicóme un casi muerto logremos las esperanzas
que este sepulcro escondía, que el valor busca en las veras;
y aunque en desierto, alma mía, si hay moros, ¿para qué fieras?
no es predicar en desierto; ¿Para qué bosques, si hjy lanzas?
túmulo es el que se ha abierto No cubra el orín arneses
en este monte excesivo, que la ociosidad infama
y ya por él me apercibo cuando el asombro nos llama
á que, tirando la rienda, invencibles portugueses.
ni un mármol me reprehenda
ni un muerto predique á un vivo.
ESCENA VI
Sale Don Gonzalo con un escudo que tenga en campo
ESCENA V de plata una crut; a$ul atravesada, como está.—
Salen Don Egas, Don Gonzalo, Don Pedro, Brito Dichos.
y oíios.— Don Alfonso. Ai fonso. Dadme, Gonzalo, ese escudo;
Bfuto. Digo que, según las señas en él mi progenitor,
que á sus mercedes oí, por alentar mi valor,
es el mismo que por mí las azules bandas pudo
no dió desde aquesas peñas esmaltar que el blasón franco
al valle cogote abajo. á su ascendencia donó;
El ha de ser un garzón pero mi padre estimó
entre lampiño y barbón, en más, dejándolo en blanco,
que tieso lo pisa y huella, que con victoriosas pruebas
y al revés de los cristianos, sus hazañas laureadas,
tiene dos pares de manos en vez de las heredadas,
y sin sangre las desuella; le adquiriesen armas nuevas;
en lo demás muy buen hijo, y después que éstas á luz
pues cuando del puesto abaja, sacaron de esas proezas
por quitarme allá esta paja las no imitadas grandezas,
no da menos que un sortijo. puso la celeste cruz
(Muéstrasele.) en campo de limpia plata,
Gonzalo. Este es suyo. en fe que Jerusalén
Egas. Y este el Conde. las suyas quiere que den
Alfonso. Pues, amigos. premio á quien en Damiata
Oonzalo. Gran señor, triunfó del egipcio espanto;
el gozo tras el temor cruz azul, señal del celo
más alegre corresponde con que restituyó al cielo
JORNADA PRIMERA 573
de Dios el sepulcro santo. no alcanzárades su vuelo.
En esta cruz, pues, divina ¿Para qué os blasonáis dios,
jurad todos, yo el primero, si ni con flechas ni llamas
no desnudar el acero habéis podido vencer
{Chirimías.) el curso de una mujer?
mientras la alarbe ruina ¡Ah de mi gente!
á mi Portugal posea, (Arriba Doña Leonor.)
mientras la secta lasciva Leonor. ¿A quién llamas?
en nuestras comarcas viva. Alarbe loco: ¿qué intentas?
Esto, vasallos, desea Este castillo, ¿no sabes
vuestro conde, vuestro infante, que fía su guardia y llaves
sucesor de Enrique y nieto á un portugués que en sangrientas
de Alfonso rey. lides partió más turbantes
(De rodillas, cada uno la mano sobre la que seca Agosto amapolas,
cru$ del escudo.)
que el Tejo se viste de olas,
Egas. Yo prometo, que al cielo bordan diamantes?
mientras adorne el turbante ¿Sabes que es Vasco Cautiño
morisco la media luna, su alcaide y que mi padre es?
no desnudar el arnés. Ismael, Sé que es el sol portugués
Gonzalo. Valor tengo portugués; desde que el hermoso aliño
yo seguire tu fortuna. con que dora sus cabellos
Pedro. Lo mismo juro. á los vuestros trasladó,
Alfonso. Pues alto, para que, abrasado yo,
lusitanos belicosos, fénix me consuma en ellos.
despejad bosques ociosos, Sé que, aunque pena no os da
que si los muros asalto mi esperanza por vos seca,
de Santarén, y allí dejo sois mi Mahoma, mi Meca,
enarbolada la cruz, mi sol, mi cielo, mi Alá;
yo haré que el moro andaluz sé, en fin, siempre que os diviso,
nos desocupe á Alentejo. que á unirnos el ciego dios
Brito. ¿Y seré yo si le sigo' os preciara más á vos
también valiente, señor? que á todo su paraíso.
Egas. ¿No eres portugués, pastor? Leonor. Pues ¿tus moros qué dirán
Brito. ¡Y cuómo! contra tu Alcorán blasfemo?
Eoas. Vente conmigo, Ismael. ¿Qué moros, si á Alá no temo?
que el serlo sólo te basta. Vos sola sois mi Alcorán.
Brito. Mari Pabros, adiós, pues, Leonor. ¿Cómo á pasar te atreviste
que va Brito portugués de esotra parte del Tejo?
á her en Mahoma casta. Ismael. Por ver si todo su espejo
Pedro. ¡Viva nuestro conde infante, llamas de mi amor resiste;
sol de la luz portuguesa! mas son mis incendios tales
Brito. ¡Viva nuestro Cosme Artesa, que, después que le pasé,
Cosme Artesa y Elefantel (Vanse.) mi contagio le pegué,
y en vez de correr cristales
corre llamas, todo ardores;
ESCENA VII llamas sus vecinas ramas,
sus peces son todos llamas,
Salen retirándose de un Moro Doña Leonor y una llamas sus riscos y flores.
Dama suya. Leonor. (Cáesele un guante.)
Dama. Retírate, que se acerca. ¡Ay cielo! Cayoseme
Leongr. ¡Que se atreviese hasta aquí un guante. Déjale, moro.
esie bárbaro! Ismael. (Cógele.) ¿Que le deje cuando adoro
marfil de quien funda fué?
Cifraré en él mis venturas,
ESCENA VIII y ya que la mano no,
el telliz que la cubrió,
Sale Ismael. — Dichas. urna de cinco hermosuras,
plantel de tanta mosqueta,
Ismael. Perdí ocaso de tanto sol,
el lance; entróse en la cerca. nube de tanto arrebol,
Leonor. Subamos al homenaje; aljaba á tanta saeta,
veremos lo que este perro mi esperanza de él vestida
pretende. será mi mayor tesoro.
Ismael. Amor: de este encierro Leonok. Déjale, bárbaro moro,
sacad mi sol, que es ultraje que te ha de costar la,vida.
que, rayo de pluma vos, ¡Ah del castillo, ah soldados!
cuando se subiera al cielo, Ismael. Dile á tu Vasco Cautiño
574 LAS QUINAS DE PORTUGAL

que, mientras que con él ciño con el acero que monarca ciño,
un alma toda cuidados, al Tejo juntarán el Duero y Miño. ( Vase.)
por ser del alba española,
le procure restaurar,
que mi lanza ha de adornar ESCENA X
por divisa y banderola; Toquen marcha, y sale el Conde Alfonso Enhíquez,
que junto al Tejo, Ismael, Don Eoas, Don Gonzalo, Don Pedro y Soldados.
Rey de toda Extremadura
le aguarda, que su ventura Alionso. Lusitanos invencibles,
pruebe y que venga por él. luz del blasón portugués,
Leonor. No es digna suya esa empresa; asombro un tiempo de Roma
yo te quitaré arrogante, y rayos de su laurel,
con la torpe vida, el guante, (Al arma.) siempre la primera hazaña,
que soy Leonor portuguesa. (Vase.) si llega á lograrse bien,
alienta con más valor
ESCENA IX las que se siguen después.
Pasado habemos el Tejo;
Sale Zulema, moro. — Ismael. al margen hermoso de él,
sobre una peña tajada
ZlILEMA. se blasona Santarén
Defiende, Rey invicto, inexpugnable al asalto;
exaltación de lunas sarracenas, deleitoso, capitel
tu corona y districto, sirve á ese risco, diademas
si mientras que conquistas las ajenas, donde el sol asiente el pie.
esparciendo tus copias, Su fundación, que compite
no quieres esta vez perder las propias. con los tiempos, corto fué
Alfonso Enríquez, conde lusitano, de Avidis, que agricultor
infante de Castilla, heredó á Gargoris rey
nieto de Alfonso sexto soberano, la corona y las hazañas,
hijo de Enrique, á quien postrada humilla Gargoris heroico, aquel
la cerviz arrogante construidor de los enjambres
del otomano el célebre turbante, repúblicas de la miel,
el Tejo armado pasa aquí alimentando á Avidis
y con un escuadrón, si en suma breve, con su néctar, merecer
inmenso en el valor, incendio abrasa pudo á Santarén el nombre
tus tierras, rayos ellos, ellas nieve; deEscalabis(esto es
y por que tu diadema le corone, lo que en latín esca abidis,
á Santarén se acerca y sitio pone. manjar de Abidis), si bien
Ismael. le mudó la virgen mártir
¡Cobarde! ¿de eso muestras Santa Inés, en Santarén.
el miedo infame que en tu pecho mides? Desde el infelice godo
¿Anuncias dichas nuestras hasta ahora lo posee
y albricias no me pides, la blasfemia desbocada,
cuando si el Tejo por su daño pasa y en nombre suyo Ismael;
la dicha de tal bien se me entra en casa? descuidados tiene el ocio
¿No reino en Badajoz? Extremadura, sus bárbaros, y ya veis
¿no es noble herencia mía? que la presteza asegura
¿No tengo en lo mejor de Andalucía más victorias que el poder.
cuanto entre valles, riscos y espesura Escalémosla de noche,
ciñe Sierra Morena por que cuando el sol nos dé
con más vasallos que su falda arena? entre celajes del alba
Cinco reyes con parias me tributan, perfiles de rosicler,
á camellos, el ámbar, oro y plata, tremolando en sus almenas
las bengalas, el nácar y escarlata la cruz que á Jerusalén
con que al gusano tejedor disfrutan restauró mi padre Enrique,
y entre aromas arabios sus lunas postre á los pies.
estiman en mis pies poner sus labios. Pocos somos, si al asalto
Cada cual de éstos tiene cuenta del número hacéis,
cincuenta mil armígeros alarbes, si del valor infinitos,
que si ese Alfonso viene, porque cada portugués
los fosos, las murallas, los adarbes es un ejército, un campo,
cubrirán como á Ceres los manojos un escuadrón, un tropel
de cimitarras y bonetes rojos. que eminentemente cifra
Llegue ese mozo ciego; más héroes que Apolo ve.
la presunción se acerque lusitana, Pase del sueño á la muerte
que presto las orillas del Mondego, tanto Holofernes cruel;
reconociendo á las de Guadiana, Judit es nuestra justicia,

v
JORNADA PRIMERA 575
su alfanje en mis manos veis. que si el doctor cursos cuenta,
Dadme esta villa, soldados, ya pasan en mí de diez.
y con César cantaré Moro i.° Muere, perro, y no hables tanto.
desde hoy, veni, vidi, vici, (Da/e.)
vine, vi y llegué á vencer. Brito. ¿Perro yo? Debe querer,
Egas. No necesitas, gran conde, si me mata, dar conmigo
de alientos-para encender perro muerto á la mujer.
pechos que ya son volcanes, Quedo, ¿no ves que soy moro?
valor que ya es Mongibel. Moro i.° ¿Moro tú?
Gonzalo. Morir ó vencer juramos, Brito. Pues ¿no lo ves?
ó morir hoy ó vencer. Moro a.° ¿De Santarén?
Pedro. Del pavés sobre sus muros, Brito. Sí, señores,
ó muertos sobre el pavés. moro soy de santi-amén.
Alfonso. Estas son sus torres altas; Moro i.° Pues ¿por qué en cristiano traje?
el escalador cordel Brito. Estuve al cabo una vez,
nos facilita el silencio. y promedie á San Roque
Egas. ¿Qué es escala ó para qué? ó á su perro de traer
Arrimándome á una pica, esta ropa un mes entero.
talares llevo en los pies Moro 2.° ¡Oh, blasfemo! (Dale.)
para volar por sus muros, Brito. Pues un mes
no huyendo para correr. el hábito no hace al monje.
Alfonso. ¡Oh, portugués Viriatol
¡Oh, escuadrón invicto y fiel!
Viva la cruz! (Alarma.) ESCENA XII
Todos. ¡Viva Alfonsol
Alfonso. ¡Viva, decid, nuestra leyl Salen Don Egas y Don Alfonso.— Dichos.
(Desnudan las espadas y éntrame, y
dicen dentro, tocando d guerra.) Egas. Gracias al cielo se den,
Moro i.° ¡Aquí de la villa, Alarbes, que ya es Santarén cristiana;
las murallas socorred, ya Sión, si fué Babel.
que el cristiano nos la usurpa! Alfonso. Ea, don Egas Muñiz:
Moro 2.° ¡Que nos entra á Santarén! (Vase el un Moro.)
(Entrando y saliendo, pelean moros y ¡viva nuestra santa fe!
cristianos.) (Entrase el Rey.)
Egas. ¡Ah, perros! en vuestra sangre
pienso hoy apagar la sed
que ha tanto que me provoca. ESCENA XIII
Moro i.° Huye, Ha mete. (Arma.)
Moro 2.° Huye, Muley. Dichos, menos un Moro y el Rby.

Brito. Señor don Agraz Muñoz,


ESCENA XI socórrame su mercé,
que este moro da en pegarme
Salen dos Moros dando de cuchilladas d Brito, que sin por qué ni para qué.
sale de soldado gracioso. Egas. Pues ¿por qué tú no le matas?
Brito. Nunca en el quinto pequé
Brito. Estése quedo, le digo. ni he aprendido á matar galgos,
¿No hay son pegar y correr? porque no son de comer.
¡Verá la tema en que han dado! Egas. ¡Ah, cobarde!
Yo, ¿qué le he hecho? Brito. ¿Qué quería?
Moro i.° Vengaré, Egas. ¿Eso dice un portugés?
cristiano vil, en tu vida Brito. Péguelos en caperuza,
tantas muertes. (Vale en el broquel.)
quizaves me avezaré.
Br.t -. ¿Otra vez? Egas. Pues mira, así has de matarlos.
¿han vido y cómo sacude? (Dale al Moro.)
Moro 2.° No ha de quedar portugués
que no destroce este brazo. (Dale.) Moro i.° ¡Válgame Mahoma!
Brito. Médico debe de ser; (Cae muerto dentro.)
compre muía y traiga guantes, Brito Amén.
matará de cien en cien Egas. De este modo se pelea.
con los botes de botica, Brito. ¿V este murió? (Arma.)
balas de pugin y hamet, Egas. ¿No lo ves?
flechas de un récipe escrito, Brito. Muerte ha sido sopitaña,
pólvora en polvos de sen, no hiciera más á traer
espátulas por espadas, el alma el moro á la posta;
julepes de Locifer, pero, aguarde, y le daré
que yo, señor, no me purgo; al primero que topare,
mas si purgo, acérquese, como á esotro, pan y nuez. (Arma.)
576 LAS QUINAS DE PORTUGAL

ESCENA XIV La espada y la disciplina


hacen una consonancia
Salen otros Moros todos peleando.— Dichos.
de milagrosa importancia.
Moro 2.° ¡Yo veaderé bien mi vida! David era en Palestina
Brito. Pues yo vos la compraré. el más bélico monarca,
(Dale Brito, y cae el Moro dentro.) y entre sus triunfos diversos
Moro 2.° ¡A y, Alá! cantaba salmos y versos
Brito. Lo que hay allá, danzando delante el arca.
perrengue, es resina y pez. (Riéndose.) A Efod que se vestía
Pardiez, que caen como moscas; era lo mismo que ahora
si sale otro volveré la sobrepelliz, no ignora,
á asegundar coscorrones. quien sabe su valentía,
Moro 3.° La vida llevo á los pies. que él mismo, hablando con Dios,
Brito. Si vos libráis de mis manos. dice que se levantaba
á media noche, y cantaba
(Dale, y cae dentro.) sus loores; juzgad vos
Moro 3.° ¡Muerto soy! si es bien, cuando este interés
Brito. ¡Zape; pardiez nos postra rendido al moro,
que tras esta matación que Alfonso en el campo y coro
las manos me he de comer! sea David portugués.
¿Que aquesto era matar moros? Egas. Basta haberle edificado
De aprendice puedo ser al cielo tanto convento
protomédico de galgos; para obligarle que atento
pues yo os juro, á non de diez, su vida ampare y estado.
que yo desemperre á España. El célebre monasterio
Todos. ¡Victoria! de Santa Cruz de Coimbra,
Gonzalo. Ciña el laurel cuando conquistó á Cecimbra,
tus sienes, Alfonso invicto. y del africano imperio
{Entranse.)
sacó á Elvas, al Francoso
Serpa, Corbele, Alanquer
ESCENA XV y otros mil que en su poder
hacen su nombre famoso,
Salen tres Moros contra Brito. fundó rico con las rentas
Moro 2.°Rayo es este portugués: que á sus canónigos dió
huir, moros, de su furia. (Huyen.) cuando á Santarén cercó;
Brito. De mis manos no podréis, haciendo con su Dios cuentas,
porque estó engolosinado. ofreció por su conquista
Moro i. °Uno es solo y somos tres; al santo de Claraval
pues la fuga nos impide, pata un monasterio real
¡á él, amigos! (Arma.) cuanto alcanzare la vista
Todos. ¡A él! desde una cuesta eminente,
Brito. ¿A mí, alcurcuces, á mí? los campos y posesiones,
Pues agora lo veréis. siendo sus ojos mojones
de esta fábrica excelente.
(Mételos á cuchilladas y tocan al arma )
Mil monjes ahora encierra
este edificio gallardo.
Obligado San Bernardo
JORNADA SEGUNDA á patrocinar su guerra
y á alcanzarle sus victorias,
desde Francia, donde vive,
le comunica y escribe:
ESCENA PRIMERA materia dé á las historias
nuestro Alfonso con la espada,
Salen Don Egas Muñiz y Don Gonzalo. y los monjes del Cistel
recen y canten por él;
Gonzalo. Nuestro conde infante es santo, allá María elevada,
porque no es inconveniente y Marta acá solicite
ser religioso y valiente. con las manos el acero.
Egas. Séalo, pero no tanto
que le lleven á su coro
los canónigos seglares ESCENA il
y las armas militares,
que son espanto del moro, Sale Don Alfonso Enríquez y trae puesto sobre las
armas un roquete.— Dichos.
cubra la sobrepelliz
cada noche en los maitines. Alfonso. Egas Muñiz: lo primero,
Gonzalo. Ansí consigue sus fines porque amparo os facilite,
dichosos, Egas Muñiz. es Dios, que lición nos da
JORNADA SEGUNDA 577
de que su reino busquemos y partiendo el campo el sol,
y por él conseguiremos sino hurtando á las tinieblas
lo demás. ¿Por qué será la enlutada confusión
desdoro de un rey (que esfuerza de noche, más que soldado,
con oraciones su celo) codicioso escalador.
conquistar primero el cielo Précíate de la conquista
si el cielo parece fuerza? que su descuido te dió,
No se proporcionan mal pues huye siempre las luces
ni el tiempo se desperdicia el pirata y salteador;
con la terrestre milicia que yo (no con los engaños
la milicia celestial, del silencio obscuro, no
ni del valor portugués cohechando al sueño perezas,
será acción menos feliz tapando al bronce la voz),
con Dios la sobrepelliz sino en la mitad del día,
que con el moro el arnés. solo (si es que solo estoy
Lo uno y otro al cielo agrada cuando cuantos héroes viven
alentando el corazón, me llaman su comprehensión);
con Moisés en la oración á vista de esos cobardes,
y Josué con la espada, tímido y breve escuadrón
porque ésta sola promete que de Ulises descendiente
poca dicha; este es mi voto sus ardides le heredó,
y quitarme este roquete, digo que asaltar murallas
que desde el coro dirige de noche, sin prevención,
el cielo mejor mi estado. es infamia, es cobardía;
Egas. Yo hablé, en fin, como soldado, no es hazaña, no es valor.
sin saber lo que me dije. Ismael, me tiembla el orbe;
Pelead ¡cuerpo de Dios! rey me llama Badajoz,
y rezad también, Alfonso, su príncipe Extremadura,
con la espada y un responso la Vandalia su señor:
huirá el morisco de vos; sólo domina en mi pecho
comunicad serafines hermosa constelacion,
entre monjes en el coro, una beldad portuguesa;
y acobardaráse el moro feliz, pues su esclavo soy;
mientras vos cantáis maitines, doña Leonor es, Cautiño,
que yo desde ahora os juro porque sola tal Leonor,
seguir siempre vuestro lado por lo que de leona tiene,
engerto en fraile y soldado. amansara tal león.
Alfonso. Y yo el premio os aseguro. Conde, suyo es este guante,
Pero ¿qué es esto? del muro se le cayó;
en mi fe de más estima
que de Asia la posesión.
ESCENA III El castillo de Palmela,
Tucán un clarín y sale poco á poco Ismael sobre un
con las llamas de mi amor
alazán, con adarga y lanza, y en el extremo de
conquisté, dando á su alcaide
ella, en lugar de banderola, el guante de Doña
honras por matarle yo.
Leonor.—Dichos.
Llevéme á Leonor conmigo
imperiosa su prisión,
Pedro. La vega pues, cautiva, la obedezco
mide un moro airoso y fiero pues me vence vencedor;
sobre un alazán ligero. yo he jurado á su hermosura,
Egas. Hacia nuestros muros llega. si en vosotros hay valor,
Ai fonso. ¡Bizarro alardel por cada dedo del guante
Egas. ¡Infelice! un portugués, el mejor.
á lo menos, si me aguarda. De esta prenda y de su dueño
Alfonso. ¡Presencia ostenta gallarda! será la restauración
Veamos lo que nos dice. el que á vencerme se obligue,
Ismael. Conde Alfonso lusitano, uno á uno ó dos á dos;
que del árbol borgoñón al extremo de esta lanza
blasonas ser rama ilustre; sirve de airoso pendón:
pimpollo de aquella flor rescatadle, portugueses,
que pone Francia en sus armas, que salvoconduto os doy
nieto de Alfonso, león para los campos de Obrique,
que, conquistando á Toledo, donde Marte convocó
se intitula Emperador; cinco ejércitos alarbes
á Samarén me ganaste, de quien rey único soy.
no de valor á valor, Ducientos mil africanos
precediendo desafios enjambres inmensos son
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II 37
578 LAS QUINAS DE PORTUGAL

que al Tejo el cristal agotan, Eso no, mientras yo viva,


al valle y monte la flor. que es oprobio portugués;
Cobardes, allí os espera yo haré que postre á los pies
Ismael, Marte español. de mi adorada captiva
Parca que os hiela las vidas, la alarbe y torpe cerviz
rayo que Arabia forjó, el sacrilego arrogante;
segundo Alá, otro Mahoma yo haré finezas de amante
de Alcides competidor, y hazañas de Egas Muñiz;
pestilencia del baptismo, salvoconducto me da,
de su iglesia contagión, mas quien torpe desatina
cuchillo de portugueses, sin guardar la ley divina
Atila, azote de Dios mal la humana guardará;
y Ismael, que vale más juntemos la industria, pues,
que el cielo, que Alá, que el sol. al valor para librarla;
(Vase.) hoy tengo de restaurarla,
(Vuelve á tocar el clarín.) ó no seré portugués.
El artificio me ofrece
un discreto estratagema.
ESCENA IV
Dichos, menos Ismael.
ESCENA VI
Egas. Frenético, espera, arguarda. Síiíc Brito. — Dichos
Alfonso. Dejad que al cielo Nembrot
quimerice Babilonias, Brito. Estése el perro en su tema,
llorará su confusión. que yo me estaré en mis trece;
Las manos, y no las lenguas, yo le juro á non de tal
amigos, en la ocasión que si el guante le quitó
precisa consiguen triunfos el galgui cuzcuz, que yo
y dan asiento al valor; desagravie á Portugal.
de lengua es forma la espada, Egas. ¿Que es eso, Brito?
vocinglero el vil temor; Brito. Sentir
espere en su muchedumdre, que un morillo desafíe
que yo sólo espero en Dios. á nueso Conde, y que críe
Trece mil soldados tengo, humos, que le han de salir
cada cual un Cipión, en el alma, si yo puedo.
un portugués Viriato, Kgas. ¿Viste al bárbaro Ismael?
un Hércules vengador; Brito. Vi que en su lanza la piel
ducientos mil los infieles, ó el guante, por cada dedo
numerosa ostentación, á su íembra ha prometido
ceros que por sí son nada, una cholla portuguesa,
mosquitos de Faraón. y ¡voto al sol que me pesa
Lusitanos, alto, á Obrique, que se nos haya escorrido!
que cuanto fuese mayor ¿Cinco cabezas barbadas?
la suma de los contrarios, Pues con ellas, ¿qué ha de her
tanta más ganancia os doy la Leonor? Debe querer
de su despojo y riquezas; madurarla á cabezadas.
la cruz es nuestro blasón, Yo quedé tan golosmero
armas que dió á Portugal desque á lidiar aprendí
mi excelso progenitor; por vos, que no estaré en mí
con su señal Constantino hasta her un matadero,
los tiranos debeló; do por arseldes se pese .:
su mesmo celo me guia, carne mora.
yo Conde, él Emperador; Egas. ¡Desatino!
la victoria tenéis cierta. Brito. Mas huyendo del tocino
Gonzal. ¡Oh? gloria de tu nación! Barrabás que la comiese.
al arma, que la fortuna Egas. ¿Atreveráste tú á hacer
de César llevamos hoy. (Alarma.) conmigo una honrosa empresa?
(Vanse, si no es don Egas.) Brito. Si es la Leonor portuguesa,
y bondara ser mujer;
¿qué aguardamos vos y yo
ESCENA V que no la descaptivamos?
Don Egas solo. Egas. ¡Oh, Brito animoso! Vamos.
Brito. Desque el Conde se quitó,
¿Captiva mi Leonor? ¡Cielos! al encontrarle en la sierra,
¿Presa la beldad que adoro, sin cochillo, ni ganzúa,
usurpador suyo un moro lo que llamáis guante ó lúa,
y ya africanos mis celos? piel en paz, malla en la guerra,

V
JORNADA. TERCERA 579
cuidando yo que la mano una piedad rigurosa,
entonces se desollaba, y si mis súplicas sigues,
mal con los guantes estaba; una acción con que me obligues
mas agora que este alano en la otra vida.
Ismarrel tanto le estima Ismael. ¡Qué hermo;a!
que mos desafía por él, La aurora de tu semblante
desollándole la piel vierte perlas; si enloqueces
que trae el mastín encima, cuando llorando amaneces
la he de convertir en guantes. cada aljófar un diamante,
Egas. Arábigo sé escribir ¿qué hicieras perdido el ceño
y en hábito hemos de ir con que eclipsas su arrebol
de moros. amaneciéndome el sol
Brito. Haya turbantes, en dos orientes risueños?
almalafas, alquiceles, Tu padre murió á mis manos,
y déjame á mí con él. mas sírvate de consuelo
Eoas. ¿Te atreverás á Ismael? que he de conquistar el cielo
Bbito. Y á una recua de Ismareles. vencidos los lusitanos.
Egas. Pues sigueme, que si engañas Mi valor á cargo toma,
su atención, en mis venturas si su pavimento piso,
probarás que sin locuras que goce á Alá en su paraíso
nunca el amor logró hazañas. á la diestra de Mahoma;
De moro te vestiré. yo haré que con él dispense
Brito. Con tal que haya sopa en vino, el haber cristiano sido.
porque sin él y tocino
desde aquí desmórome. {Vanse.)
ESCENA VIII
ESCENA VII Salen de moros Don Egas, y Brito á lo gracioso.
Dichos.
Sale Doña Leonor llorando, y Ismael saca el guante
de Doña Leonor. Brito. Héteme aquí convertido
en morabito de Orense,
Ismael. Tu Conde me vió en su vega engerto un gallego en moro.
hacer de esta prenda alarde, Egas. Ya sabes lo que has de hacer;
y á su ejército cobarde, no te turbes.
no sólo el combate niega, Brito. La mujer
mas, multiplicando miedos, que buscas es como un oro;
las caras descoloridas con el mastín perrenquea.
tiemblan de ver que sus vidas Egas. A buena ocasión llegamos,
tu guante les mida á dedos. si mis ardides logramos.
Si estas finezas merecen Brito. Ojalá orégano sea.
en tu cielo algún agrado, Ismael. ¿Quién, sin avisar primero,
serenándose el nublado se atreve á entrar donde estoy?
que sus rayos entristecen, Brito. Señor, estafeta soy
alcance yo sin enojos, morisca, mas no arriero,
sin desdenes, sin agravios, ni en toda mi casta le hubo,
una razón de tus labios, ni quiera Dios, cuando venga
un resplandor de tus ojos. con cartas, que oficio tenga
Y advierte, Leonora mía, que el señor don Mahoma tuvo.
que si con rigor pretendes Ismael. ¿Cartas traes? Dime de quién.
helar mi fuego, le enciendes Eoas. Este necio lo ha de echar
con más rebelde porfía. á perder; quiero llegar.
Finge de burlas favores, (Llégase á él.)
podrá ser que desta suerte El Rey de Murcia y Jaén
más tibio llegue á quererte y el de Córdoba te escriben.
que duplicando rigores, Brito. Sí, señor; juntos están
porque en la amorosa escuela, con el Rey de Cordobán
la que por sus cursos pasa, murciélagos, porque viven
con hielos dicen que abrasa, de comer uvas jaenes,
con llamas dicen que hiela. y son tres reyes de bien
Leonor. ¿Posible es, torpe homicida, el murciélago, el Jaén
que tu ciego frenesí y el cordobán.
ose á amar á quien por ti Ismael. ¡Loco vienes!
llora á su padre sin vida? Egas. Hase, gran señor, turbado
Dame sepulcro con él; y gasta siempre este humor.
rasga, tirano, este pecho Brito. Humor gasto; sí, señor;
y habrás á mis ruegos hecho de una huente que han mandado
una fineza cruel, que en aqueste brazo me abra;
58o LAS QUINAS DE PORTUGAL
gracias á santa Loeía, mi Leonor y yo.
que casi casi no vía Brito. A eso vamos.
por un hartazgo de cabra (Abre el moro otra carta.)
que éste y yo nos dimos solos, ' Ismael. Dice Muley de esta suerte:
y aun es dicha si lo alcanzo, (Le«.) «El compañero del que ésta
métome, en vez de garbanzo lleva es el moro más sabio en las
toda una bola de bolos, ciencias de Astrología, Magia y fu
y en lugar de hoja de hiedra turos contingentes que conoce Egip
traigo una resma de estraza, to; envíosele á vuestra Alteza para
con que, aunque algo me embaraza, que, sirviéndose de sus habilidades,
puedo tirar una piedra, venza con ellas lo que dudo de sus
y her que la salud asista armas, porque el Conde de Portugal
en los ojos, aunque creyo tiene de su parte el valor de sus an
que cuando á su merced veyo, tecesores y la fortuna de los hados.
tengo muy bellaca vista. Guarde Alá á vuestra alteza, etc.
Egas. (4 él ap.) Necio, mira lo que dices. Muley, Rey de Córdoba.»
Ismael. ¡Salada es vuestra razón!
Brito. Tengo la sal de un jamón, ¡Válgame Mahoma!
y cómolos con perdices. Brito. Y lleve
Ismael. ¿Las cartas? por siempre jamás amén.
Brito. Helas aquí. (Dáselas.) (Mirando el Moro muy atento d Don
Egas.)
Ismael. ¡Donoso talle mostráis!
Brito. Sí, señor. Ismael. Ven acá.
Ismael. ¿Cómo os llamáis? Brito. Obedezco al ven.
Brito. El moro Zaquizamí. Ismael. Habla veras.
Ismael. ¿Tan alto? Brito. Pues sea breve, porque
Brito. En caramanchones en hablando en joicio,
empleo todo mi trato, luego me da torozón.
y vuelto de perro en gato (Hablan en secreto Leonor y Don Egas.)
ando á caza de ratones. Ismael. ¿Quién es éste?
Lea vuestra morería Brito. Es un varón
para que me vuelva luego. milagro del reino egipcio:
Ismael. ¿No esperaréis que á este pliego No sabe tanto el dimuño;
responda? cuantos diabros el infierno
Brito. Sí, morería. ahucha en su huego eterno
Ismael. Es Córdoba gran ciudad. todos los tiene en el puño.
Brito. Sí, morería. Ismael. ¿Qué dices?
Ismael. Y su rey, Brito. Que si le pruebas,
¿no se llama AIí Muley? tien tales encantaciones
Brito. Sí, morería. que hará llover naterones,
Ismael. Esperad. albaricoques y brevas.
( Leyendo para sí.) Ismael. Si él me supiera ablandar
¿Qué tiene, que está en la cama el rigor de una mujer
conforme me avisa aquí? que me obliga á enloquecer,
Brito. Sí, morería. yo le llegara á adorar.
Ismael. Decí: Bpito. Si de sus artes se fía,
¿qué mal tiene? déla por blanda. ¿Es aquélla?
Brito. Se derrama Ismael. La misma.
todo en mantas y en colchones. Brito. Ya habla con ella,
Egas. (Ap.) ¿Hay disparate como éste? porque sus cuitas sabía;
Brito. Y diz que es ramo de peste verá cuál se la madura.
la sarna con sabañones, Leonor ¡Ay, mi don Egas Muñiz! (Ellos ap.)
y el reye se rasca mucho. moriré más infeliz
Ismael. Este debe de ser loco. si inventas esa locura;
Egas. (A él ap.) Necio, vete poco á poco no arriesgues vida, que estimo
en hablar. lo que mi temor recela.
Brito. Yo no estoy ducho Brito. ¿No ve cómo se le enmiela? I-*' R'y-)
en esto de enfermedades; Egas. Leonor, en balde reprimo (.* '"« "/>-)
su morería perdone. la paciencia ni el acero.
Egas. (Ap.) Como Brito me ocasione Yo he de sacarte de aquí.
mientras teje necedades Ismael. ¡Vive Alá! que conseguí
á que hable á mi Leonor, toda la dicha que espero;
que aún no me ha echado de ver, tan domesticada está
comenzaré á disponer con él como si los dos
los ardides de mi amor. fueran hermanos.
(A él ap.) Entreténmele, y advierte Brito. ¡Par Dios!
que en el ínterin hablamos por no decir por Alá,
JORNADA SEGUNDA 58 i
que obrigue á una peña frtai Brito. Tened, el perro, por cierto
á que eche llamas, señor. que vos damos perro muerto. Mj>-)
Ismael. ¿Que hará que me tenga amor Ismael. Tú serias mi Mahoma,
Leonor? mi Alá, si me consintiere
Brito. SI, morería. que una mano la besase.
Ismael. Toma este anillo y cadena. (Dáselos.) Egas. Hasta que el término pase,
Brito. Sí, morería, sí tomo. no es posible.
¿Es el engaste de promo, Brito. En seco bese,
que pesa más que ell arena? chero decir, desde ahí,
Egas. Esto tenemos trazado que según unum modernum,
Leonor. ¡Qué buena suerte la mía! non besabis in ovternum.
Ismael. ¿Riyóse? Ismael. No te entiendo.
Brito. Sí, morería; Brito. Hablan ansí
los colmillos ha mostrado. nigromantes motilones.
Egas. Disimula con el moro Ismael. Luego ¿tú nigromancia
hasta que te libre de él. estudias?
LEONOR. (Esto ¡o dice recio.) Brito. Sí, morería;
Merece mucho Ismael. mire, do hay pares hay nones,
Ismael. ¿Qué dijo? chero decir, que preñada
Brito. Que es como un oro una mujer, ó se muere
su merced en la gallardía. ó habrá pares; si pariere,
Ismael. Que mucho Ismael merece y habrá nones que es nonada
le escuché. para vuesa morena,
Brito. Ansí me parece. como no tempre pesares
Ismael. ¡Gran suertel aguardándose dos pares
Brito. Sí, morería. de horas, hasta el mediodía,
Ismael. ¡Qué apacible y que en sazón que es cuando cesan los nones,
habla, pregunta y propone! y toca á nona el donado;
Brito. El verá que se la pone mas habiendo los dos dado,
más tierna que un requesón. que en todos los esquilones
Egas. ¿Oyes lo que al moro pasa • cuando dan dos dan un par,
con aquel loco? cesan entonces azares,
Leonor. Donoso porque, en fin, los dos pares,
é igualmente provechoso. si no llegan á parar,
Egas. De placer es esta casa, ¿cómo tienen de parir
en to despoblado está; el efecto del planeta,
para que te saque de ella ni comprirse la receta
fíngele amor, Leonor bella. de su amor? ¿Chéreio oir?
(Llégase Leonor al Rey muy afable.) Pues venga á her: esta mujer,
Leonor. ¡Mi rey! ¿no es nones? Sí, porque es una,
Ismael. ¡Soberano Alá, y con pares no hay ninguna /
que á oir tal he merecido hasta que llega á parir;
al sol que el alma ofrecí! él, aqueste moro y yo
Brito. ¿Mi rey dijo? hétele el mi; somos tres, no somos nones;
soberano Alá te he oído, en esto no hay opiniones,
hétele también el la, pues si el nones engendro
sol la llamaste después; la nonada, oiga estos puntos,
hétele á amor portugués hasta que lleguen á estar
con su re, mi,fa, sol, la. hombre y mujer hendo un par,
Egas. Señor, yo que por mis ciencias y no todos cuatro juntos,
de tu amorosa fatiga, si no le ama si se queje;
supe el incendio que obliga pero vuélvase después
á apacibles impaciencias, que nones quedamos tres,
vine á servirte de modo y como á los tres mos deje,
que ya es tuya Leonor bella; después de la nona dada,
pero si á solas con ella si vuelve á sus aficiones
nos dejas, para que en todo ya se habrán ido los nones
se te rinda este diamante, y parará el par en nada.
tu esperanza lograrás, Esto enseña la escretura,
en especial si me das que entre sus negros Macías
por sola una hora su guante, mordió el gigante Golías,
que impide por él el hado Galeno y Ñuño Rasura.
lo que el arte facilita, Ismael. Los principios de una ciencia
porque sus efectos quita son obscuros de saber;
cualquier favor violentado. no te he podido entender.
Ismael. Toma el guante, el alma toma. Egas. Pues, señor, es evidencia
(Dásele.) todo cuanto te he explicado,
582 las quinas dé p®rtugal
mas como son rudimentos
de nuestros encantamentos,
está su estilo intrincado; JORNADA TERCERA
vuelve aquí dentro un hora,
lograréis gustos los dos.
Leonor. Querido Ismael, adiós. ESCENA PRIMERA
Ismael. Adiós. ¿Volveráste mora? Salen marchando Don Alfonso Enríouez, Don Egas,
Brito. Conforme huere el moral. Don Gonzalo, Don Pkdro y los más cristianos que
Ismael. Adiós, luz de mi esperanza. pudiesen.
(V«se.)
Alfonso. No marchen más, hagan alto.
ESCENA IX Todos. Hagan alto.
Alfonso. Aquestos son
Dichos, menos el Moro. los campos que mi nación
llama de Obrique. En el alto
Brito. Si mora dice tardanza, cerro que mi gente agora
vendrá á ser mora, y qué tal. ciñe, y el sol siempre adula
Egas. Alto, á subir á caballo. (cuya cumbre se intitula
Brito. No hay, si dos (i). «Cabezas del Rey»), mejora
Egas. Vendrá en mi gropa; de sitio nuestro pequeño
yo Jove, Leonor mi Europa. ejercito; trece mil
Brito. Pues Galgui morisco, adiós. somos no más contra el vil
(Sttben desde el tablado á caballo los ismaelita. Ya mi imperio,
tres, ella á las ancas del de don Egas, y portugueses valerosos,
salen á las voces del moro Ismael y otros, de suerte adelante está,
y puédalos seguir á caballo y escara que el retirarnos será
muzar.) descrédito. En tan forzosos
Brito. {Adentro.) Aprisa, que mos espía lances, contra tanta suma
un perro, y temo que lluevan de infieles como nos cerca,
virotazos. tal vez el ánimo merca
Moro. ¡Que nos llevan dichas que jamás consuma
á Leonor! el tiempo; vuestro consejo
Brito. Sí, morería. con todo eso necesito,
Ismael. Seguildos, vasallos míos; vuestro valor solicito;
volad, cual vuelan mis celos. cada cual es un espejo
¿Sufriréis, ingratos cielos, de la fe que defendemos,
tal burla? de la fama que intentamos.
Brito. Sí, morenos. Los capitanes estamos
Ismael. Corred, que queda abrasada juntos aquí; consultemos
el alma entre mis pasiones. lo que en tan preciso caso
Brito. Acá corremos los nones, cada uno siente y desea;
y allá vos cupo nonada. pero con tal que no sea
Ismael. Tocad al arma, africanos, (ai arma.) dar atrás un solo paso.
mis ejércitos juntad: Gonzal. Gran señor: temeridades
por Alá eterna deidad que traen consigo imposibles
que he de hacer en los cristianos causan desastres terribles
tal destrozo, que no quede y anuncian adversidades.
memoria de su baptismo. Cinco ejércitos están
De incendios soy un abismo, á nuestra vista de infieles;
sufrirme el mundo no puede; contra tantos, ¿qué laureles
abrase la llama mía trece mil conseguirán?
cuanto el sol con rayos doma. De dudenlos y cincuenta
Brito. Perrazos, ¡cola Mahomal mil moros consta el blasfemo
Ismael. ¿Hay más mal? ¡ campo, que de extremo á extremo
Brito. jSí, morería! sumas que agotan su cuenta,
cubren valles y collados,
como nosotros nacidos
en nuestra España, escogidos
(i) Asi en el original; pero deben los dos redu
y en guerra experimentados,
cirse á un solo verso en esta forma:
veinte mil moros le toca
Egas. A caballo.
ácada cual portugués,
Brito. No hay si dos. que aunque de manos y pies
Egas. La dama vendrá en mi gropa, ele. se la ataran, á la poca
gente que la cruz ampara
de tus leales vasallos,
sólo para degollallos
tiempo y manos nos faltara.
JORNADA TERCERA '583
Extiende, señor, ios ojos Egas. Gran señor,
por los campos, verás olas Santarén es una villa
moriscas más que amapolas inexpugnable.
llenos de bonetes rojos; Alfonso. Esa silla
tentar á Dios no es cordura; me acercad.
acometer, perdición; Pedro. Tiempo mejor
morir, desesperación; el cielo te ofrecerá.
buscar milagros, locura. Alfonso. (Asiéntase.)
Todo tu ejército pierde Dadme esa Biblia y dejadme
el ánimo, y no me espanto, á solas. Egas, cerradme
porque entre bárbaro tanto, la tienda.
que agosta su sitio verde, Egas. Cerrada está. (Vast.)
cuando cada moro arroje
sólo una flecha no más,
¿cómo resistir podrás ESCENA II
docientas mil? No te enojes, Queda solo y asentado con la Biblia en las manos.
pues pides mi parecer,
que mi lealtad te aconseje Alfonso. A aconsejarse con vos
que aquesta empresa se deje, mi fe, libro santo, viene,
pues á veces suele ser pues cuanto en vos se contiene
más valor el retirarse lo escribió el dedo de Dios.
que alcanzar muchas victorias Consultémonos los dos,
Alfonso. Diga Muñiz. que por la parte que abriere,
Egas. Si es notoria lo que primero le vere
la pérdida, el despeñarse, eso tengo de seguir,
gran señor, no es valentía; que vos no sabéis mentir
aguardemos que se ausente ni errará quien os creyere.
el sol, y entonces tu gente, {Ábrela y lee.)
sin manifestarla el día, «Hi in curribus et hi in equis: nos
podrá entrarse en Santarén, autem in nomine Domini Dci uostri
que si el moro la cercare, invocabimus.»
lo que su sitio durare, ¡Qué pronóstico, aunque breve,
como avisados estén tan propicio á mi valor!
el de Castilla y León Aliéntame el rey cantor
con el navarro, no hay duda en el salmo diez y nueve;
que vengan en nuestra ayuda dice que el alarbe aleve
sin que falte el de Aragón; y los que nos desafían,
y entonces á la campaña en las máquinas se fían
podrás seguro salir, de sus carros y caballos,
y victorioso lucir . y en multitud de vasallos
la restauración de España. que contra el baptismo envían;
Demos al tiempo lugar, mas porque ningún siniestro
' si admites mi parecer, riesgo nuestra dicha asombre,
que el dilatar no es temer, invocaremos el nombre
prudencia, si, el conservar. del grande Señor, Dios nuestro.
Pedro. Esto tu ejército pide, ¡Oh profeta, rey, maestro
esto tu gente responde. de la milicia mayor,
Todos. Retirar, excelso Conde. vos nos quitáis el temor,
Otros. Retirar. nuestras medras confiamos
Alfonso. Cuando se mide en el nombre que invocamos
con recelos aparentes de nuestro Dios.y Señor.
lo que el temor dificulta, (Lee.) «jpSi obligati sunt et cecide-
rara vez de la consulta ritnt: nos autem surreximus et erecli
salen acciones valientes; sumus.»
algo habemos de dejar Prosigue el profeta santo:
á la fortuna, soldados, «Ellos nos acometieron,
mas ya estáis determinados pero postrados cayeron
al huir ó al retirar; entre el horror y el espanto;
déjenme solo en mi tienda, nosotros, que á nombre tanto
que otra consulta me falta como el de Dios aplaudimos,
más útil, cuanto más alta. restaurándonos vencimos,
Cuando sus horrores tienda sus escuadrones postramos,
la nocturna obscuridad triunfantes nos levantamos,
á juntaros volveré, y blasfemos oprimimos.»
y entonces abrazaré (Lee) al* omine salpuní fac regem:
lo que vuestra voluntad exaudí nos in die, quá mvocaveri-
resolviere. mus te.
584 LAS QUINAS DE PORTUGAL

Remata «el salmo pidiendo A Senaquerib mató


que libre al rey que le invoca, el celestial Paraninfo
que el corazón en la boca ciento ochenta y cinco mil
el alma le está ofreciendo. blasfemos, como él asirios.
Yo desta suerte lo entiendo: Trecientos solos hebreos
que le dé audiencia en el día con Gedeón su caudillo,
que invocándole se fía destrozaron de Madián
(no en las armas, que es en vano) los innumerables hijos;
en el nombre soberano la mandíbula, en la mano
de Jesús y de María; del nazareno prodigio,
que al rey conserve seguro dió muerte á mil filisteos.
pide el huésped de Sión: Dios, Alfonso, te es propicio;
no soy rey yo, ni blasón cuando oigas dentro tu tienda
tan arrogante procuro, el favorable sonido
Conde sí, defensa y muro de una campanilla sacra,
de Portugal, Dios su dueño, sal al espacioso sitio
que de tan preciso empeño de ese campo, alza los ojos,
tiene de sacarme airoso. que cuando los tengas fijos
¡Oh, cansancio fastidioso! en esos globos de estrellas
venció mi- sentido el sueño. que, engastadas en zafiros,
(Duérmes».) rosas del jardín celeste
le sirven al sol de anillos,
ESCUNA III verás lo que á la experiencia
Tocan al arma y dicen dentro los versos siguientes y á tus venturas remito.
y sale después Giraldo con el traje que en la cueva, No se atreve mi silencio
y se levanta Don Alfonso medio despierto sacando á más que esto, que no es digno
la espada, y detiénele Giraldo. lenguaje mortal y humano
á explicar lo que es divino.
Unc. (Dentro.) Alienta ¡oh gran portugués!
¡Al arma! invencible Alfonso, el pecho, pues te ha escogido
que el ejército morisco la Omnipotencia monarca
asalta nuestras trincheras. para que, en futuros siglos,
Todos. ¡Al arma! por casi cien lustros tengan
Alfonso. Nombre benigno, sus sucesores invictos
nombre de Jesús glorioso, el portugués solio regio,
aceite en tierra vertido ellos ramas, tú el principio.
por la ingratitud hebrea, Ya tiemblan de sus espadas
siendo la cruz vuestro olivo, la Etiopía, junto al Nilo;
favoreced nuestro celo. en Arabia el mar Bermejo;
Giraldo. Detente, joven invicto, en Asia, el Ganges y el Indo.
sosiega el pecho y repara Reinará tu descendencia
si acaso otra vez me has visto. hasta pararen Filipo,
Alfonso. ¡Oh senectud milagrosa! segundo en los castellanos
¿No eres tú el que entre los riscos y en el portugués dominio
andando yo derrotado, primero, el sabio, el prudente,
tesoro te hallé escondido; y tras él, el santo, el pío,
el que con sabios consejos, tercero en los de este nombre,
con celestiales avisos, heredando su apellido,
mis pasiones refrenaste con dos mundos á sus plantas,
despertando mis sentidos; el cuarto, el grande, el temido.
el que, cual perla en la concha, Esto te promete el cielo,
en el peñascoso hospicio, esto en su nombre te digo;
alma de su obscuro centro, ¿quién se atreverá á tus armas
cerrándote en sus retiros si Dios es tu patrocinio? (Vase.)
me advertiste ser en vano
buscarte hasta que el peligro
mayor ocasión te diese ESCENA IV
de volver á verme? Don Alfonso solo.
Giraldo. El mismo,
el propio soy, claro Alfonso. Profético viejo, espera;
Giraldo fué mi apellido, alienten tus vaticinios
en la milicia estimado pechos que, aunque belicosos,
y en los yermos reducido. temen tan arduo conflicto.
No temas la multitud ¡Oh nombre siempre inefable!
de bárbaros, si, infinitos, ¡oh grano eterno de trigo
tú Alcides, ellos pigmeos, que en Belén, casa de pan,
te asaltaren fementidos. de la espiga virgen quiso
JORNADA PRIMERA 585
nacer, para que muriendo pelea, yo estoy contigo;
en heredad del bapiismo, si á los infieles asaltas,
produjese mieses tantas vencerás en nombre mío.
como la fe ampara hijos! Alfonso. ¡Oh, serpiente misteriosa
Pan que maná en el desierto de aquel metal peregrino,
tierno, sabroso y melifluo, humano, por mis pecados
fortaleció cuarenta años si por vuestro ser divino,
el pueblo fiel contra Egipto. que en el desierto de un monte
Pan que contra Jezabeles, os colocan los heridos
viático en el camino del áspid que venenoso
de Oreb, alienta al profeta irritaron vuestros vicios!
celador y palestino: ¡Oh Juez, ya todo clemencia,
Pan panal, que, león primero, que para perpetuo olvido
cordero ya puro y limpio de las locuras humanas,
de la boca formidable aunque al mundo habéis venido
para Sansón almena hizo; á residenciar culpados,
pan que asegura victorias, sois de suerte compasivo
á Abraham contra los cinco que os echáis á las espaldas
reyes infieles, que á Lot la vara de los castigos!
osaron llevar captivo, ¡Oh pan que levanta el bieldo
en vos solamente espero, de la cruz en fe que limpio
en vuestro nombre confío, dice la vil sinagoga
en virtud vuestra me aliento, mitamus in panem lignutn!
yo en vos y vos conmigo. ¡Oh fruto de promisión!
(7"oean dentro chirimías y una campa pues en vos goza el racimo
nilla.) de la vid de ese madero,
¡Ay cielo! Esta es la señal la Iglesia (Moisés su tipo),
que el venerable me dijo; exprímaos la cruz lagar,
salgo temblándome el alma amáseos la cruz, mi Cristo,
al campo, aplazado sitio. porque en la mesa os gocemos
¡Qué densas obscuridades juntamente pan y vino.
al cielo entristecen viudos (Los ojos en tierra.)
del sol, su esposo, que á medias Mas no, mi Dios; no, mi amante;
parte con él luz y giros! no, mi bien, no necesito
Pero, válgame su amparo; veros con ojos corpóreos
un rayo (cuanto benigno mientras en la tierra vivo;
luciente) sirve de Apolo dejad que mi fe os merezca
á sus cóncavos jacintos (i); deseándoos mis suspiros,
cabellos de Ofir y Arabia creyéndoos con mis afectos,
peine en el aire dormido no viéndoos mis ojos tibios;
y entre el ocioso silencio á vuestro glorioso trono
regocijan sus bullicios. estas venturas remito,
aquí, mi Dios, se merezca
que allá os gozaré infinito.
ESCENA V Cristo. Alfonso, alabo tu celo,
Suena música y sobre un trono muy curioso baje un agradezco tus servicios,
Niño, que haga á Christo crucificado, con la decen tus afectos me enamoran,
cia que está advertida. finezas tuyas estimo;
no disminuyo tu fe,
Alfonso. Ya se añaden esplendores que el haberte aparecido
que en su oriente cristalino en la cruz corporalmente
perfilan nubes, espejos es por que, habiéndome visto,
cada cual un sol de vidrio te fervorice mi amor
sobre un querúbico trono tú y tu gente, y animosa
escabel de sus vestigios: postréis á mis enemigos.
ángeles son pedestales Buscáronte tus vasallos,
de un piadoso crucifijo. si con temor al principio,
(La capilla cante «Christus regnat-o, y ya por mí de esfuerzo llenos,
ténganse de rodillas.) porque en sus pechos asisto;
Postraos, alma; postraos, cuerpo; su rey han de coronarte
ojos de este objeto indignos, de Portugal; mis auxilios
reverencialde humillados, son impulsos de esta acción,
que yo con la fe le miro. no procures resistirlos.
Cristo. Alfonso Enríquez, no temas Las armas que á Lusitania
otorga mi amor propicio,
en cinco escudos celestes
(i) En otro manuscrito dice: «recintos'». han de ser mis llagas cinco;
586 LAS QUINAS DE PORTUGAL

en forma de cruz se pongan, sus ángeles las pintaron,


y con ellas, en distinto mi Dios su artífice ha sido;
campo, los treinta dineros venérenlas por más nobles
con que el pueblo fementido de hoy más los franceses lirios,
me compró al avaro ingrato, las barras aragonesas,
que después, en otro siglo, los leones y castillos;
tu escudo con el Algarbe eternizarlas promete
se orlará con sus castillos. por años, lustros y siglos,
(Desclava la mano diestra y dale la la omnipotencia del cielo;
bandera con las armas que ha de traer quien nos las dió fué Dios mismo.
uno de los ángeles.) Egas. Pues si Dios á Portugal
Yo te las doy de mi mano, con armas ha enriquecido,
yo con mi sangre te animo, rey se sigue que tengamos,
yo tu estandarte enarbolo, rey en su nombre pedimos.
yo victorioso te afirmo. (Trompetas.)
¡Alfonso, al arma! debela Todos. ¡Viva Alfonso, rey primero!
á un tiempo alarbes y vicios. Otros. ¡Viva Alfonso, rey invicto! (Músicas.)
Reinarás en Lusitania, (Sube Don Gonzalo en un pavés, y le
y eterno después conmigo. vantante en alto.)
{Música, y desaparece.) Gonzal. Portugueses, levantalde
sobre ese pavés conmigo.
Todos. ¡Portugal por don Alfonsol
ESCENA VI Alfonso. Ni repugno, ni resisto
Dichos, menos el Niño que hace de Christo crucificado. porque sé que Dios lo ordena,
puesto que yo no sea digno. —
Alfonso. Mi Dios, ¿esperanzas tales? Portugueses valerosos,
Tal favor, tales cariños, alentaos, apercibios
¿qué no engendrarán de alientos, para cuando nazca el sol
qué valor no, qué no bríos? en brazos del alba niño
¿Quién por otro gusto os deja? á envidiar vuestras hazañas.
¿Quién al amoroso silbo Todos. ¡Viva Alfonso esclarecido!
de tal pastor, tal amante Alfonso. Mi Dios, mi crucificado,
no pone al mundo en olvido? ¿qué más vivir que serviros? (Vanse.)
(De dentro.)
Todos. ¡Arma!
Alfonso. Ya apellidan mis soldados ESCENA VIII
el combate.
Sale Brito de moro gracioso.
Egas. ¡Alfonso invicto,
al arma, al acometerl Hambriento de carne mora,
Gonzal. ¡Muera el bárbaro morisco! el día que no la mato,
ó de engañarla no trato,
ESCENA VII ando mustio; á la Leonora
desemperramos ayer
Salen todos los Portugueses que pudiesen. y con su Muñiz está;
Don Alfonso. cercado el moro nos ha
celoso por la mujer;
Pedro. Gran señor, toda tu gente pues antes que el sol los riscos
pide la batalla á gritos: aforre de su oropel,
cada cual es un león, á pesar del Ismarrel
si hasta aquí cordero ha sido; me he de almorzar dos moriscos.
no los dejes entibiar. Aún me vengo enniahometado
Alfonso. Hoy del Apóstol divino, en mi alquicel y bonete,
heroico patrón de España, y con el nombre de Hamete
de nuestro Redentor primo, a su ejército he llegado.
es el día venturoso; Dios me la depare buena,
su nacimiento festivo que si á dos ó tres engaño
celebra la fe y la Iglesia haremos, año, buen año
lo mesmo es que su martirio. para el almuerzo y la cena;
Tantas dichas y favores mas, hételos á los dos
en un día á un tiempo mismo, que al cielo mi hambre pedía.
¿qué victorias no prometen?
Aqueste estandarte, amigos,
estas armas consagradas, ESCENA IX
que de los granates ricos Salen un Alfaquí y otro Moro.—Dichos.
de la redención del hombre
púrpura eterna ha teñido, Alfaquí. No escapará de este día
bajó á honrar nuestra corona el cristiano.
desde el alcázar impíreo; Moro. Siendo vos
JORNADA TERCEKA 587
morabito y alfaquí, tocino, ¿por qué se ofende?
llabráoslo ya revelado ¿De qué manera se entiende
M ahoma. el tocino de Mahoma?
Alfaquí. De él he alcanzado Porque hay mucha distinción,
su destrozo. según lo que yo imagino,
Brito. (a/'.) Perro, ansí, entre el jamón y el tocino
pues, estaos en ese tema, y no mos quita el jamón
que ambos me lo pagaréis. el que al tocino mos quita.
¡Ah de los moros! Moro. Pues ¿no es una carne propia?
Alfaquí. ¿Quién es? Brito. Esa es muy gentil gazopia.
Brito. Buzterona Alá y Zalima. Vamos andando; limita
{Hace una reverencia muy grande.) nueso profeta arriero
¿Quién es vuesa morería todo manjar embarazo,
que anda á estas horas en vela? el jamón es un pedazo
Alfaquí. ¿Quién sois vos? y el tocino es todo entero,
Brito. Só centinela si no, escochar la razón.
y hasta ahora he sido espía. Quien dice: compre un tocino,
Alfaquí. Yo tengo por Alfaquí entero á llamarle vino;
licencia. quien dice: compre un jamón,
Brito. No se debate, dice un pedazo, esto es vero,
moro alfaquin ó alfayate, y así la ley de Mahoma
dese preito más aquí, manda que nadie se coma
que ya mi enojo se apraca un tocino todo entero.
y es josticia que os respete. Alfaquí. Pues ¿quién le había de comer
Alfaquí. ¿Llamáisos? entero?
Brito. El moro Hamete. Moro. Bien lo adjetiva.
Moito. ¿Hamete? Brito. Mahoma nunca nos priva
Brito. Hamete y Hasaca, de lo que es fácil de hacer,
porque he sido pirinola. mas de lo imposible sí,
Alfaquí. Pues bien: ¿qué nos queréis? que es su ley muy apacible,
Brito. Que penitencia me deis y como es tan imposible
de una culpa que, aunque es sola, que un tocino quepa en mí
es la tal culpa mayor todo entero, hay privación
que dos puños. del tocino y no ha lugar
Alfaquí. ¿Contra Alá? en no poderse almorzar
Brito. Contra allá y contra acullá, lo menos, que es el jamón.
que soy grande pecador. Pero dejando esto á un lado...
Alfaquí. Pues yo que soy alfaquí Alfaquí. Vos blasfemáis ó estáis loco.
y el Alcorán he estudiado, Brito. (Andando poco d poco hacia el vestuari».)
si me decís el pecado Vamos andando otro poco;
sabré el remedio. el vino me da coidado,
Brito. Comí que es argumento distinto,
cuatro libras de jamón. porque Mahoma en su estanco
Alfaquí. ¿Y qué es jamón? no dijo tinto ni branco.
Brito. ¿Qué? Tocino. Alfaquí Privónos del blanco y tinto.
Alfaquí. Quitaos de allí. Brito. Sí; mas para remediallo
(Escupen con asco.) y comprir su mandamiento,
Brito. Y más que vino siempre queá beber me asiento
con chorizo, salchichón hago voto de mezclallo,
y una morcilla por cabo con que no le ofendo en nada
de escuadra, pero no fraca, ni hay en qué culparme pueda,
porque dije, si se saca que si el branco y tinto veda
un cravo con otro cravo, no veda la calabriada.
ya que hice tal desatino, Moro. ¿Adónde nos alejáis
porque Mahoma se apraque, del ejército? ¿Qué hacéis?
no es mucho que también saque Brito. (Echa mano.)
un tocino á otro tocino, Adonde, aunque más gritéis,
y más que hubo vino y pan. ningún socorro tengáis.
(Van andando los tres.) Coma tocino ó no coma,
Alfaquí. Tal bebida y tal vocablo alfaquin dell anticristo,
el Alcorán lo ha vedado. ó adorar en Jesucristo
Brito. Si le vedó el Alcorán, y errenegar de Mahoma,
por eso vos pido yo ó aparejar el garguero.
el perdón por mi dinero; Alfaquí . Luego, ¿no eres moro?
pero decidme primero: • Brito. ¿Cómo,
Mahoma, cuando mandó si almorzándome un solomo
al moro que nunca coma me bautizó un tabernero?
588 LAS QUINAS DE PORTUGAL

Acabar, que estó de prisa, sus culpas y en el convite


y alargarme los gaznates. incruento del altar
Alfaquí. Cristiano soy, no me mates. han recreado las almas.
Brito. Pues quedárseme en camisa Alfonso. Pues en fe del sacro Pan,
que soy ropero morisco (i), sol que entre nubes se absconde,
y quien cristiano ha de ser ambrosía celestial,
cristianas tien de traer cordero cuando pastor,
las ropas. amor que acechando está
Moro. ¿Y éstas? por viriles y canceles
Brito. Al cisco. de ese cándido cristal,
Acabemos. la victoria os aseguro;
Alfaquí. ¡Que al fin pudo dioses sois si á Dios lleváis.
burlarnos un portuguésl
Brito. ¡Ropa afuera: acabar, puesl ESCENA XI
Alfaquí. Ya acabo.
Moro. Ya me desnudo. Sale Ismael con alfanje y adarga.— Dichos.
(Desnudándolos saca al uno una servi Ismael. Alfonso desvanecido,
lleta y en ella un pedazo de jamón, y al rey de un instante no más,
otro una botella llena.) que te coronaste anoche
Brito. Hasta quedar en pelota. por que llegues á juntar
¿Qué hay en este borujón? el laurel á tus cipreses,
Un pedazo es de jamón. los gozos con el pesar,
Sigan: ¿y estotro? Una bota. ¿qué esperas que no te rindes?
Pues, hipócritas, picaños, Cercado, mísero, estás
alcahuetes de la gula, de trescientos mil infantes,
¿jamón y vino sin bula? tigre hambriento cada cual;
¿sois vosotros ermitaños? no necesitan de flechas,
(Tráiganlo al cuello debajo de la ropa.) no de alfanjes que esmaltar
Buenas reliquias al cuello en sangre que el temor hiela,
contra los rayos colgáis; que á soplos os matarán.
por Dios, si no os bautizáis, Yo mismo vengo en persona,
que os he de pringar con ello. compasivo de tu edad,
Éntrense en esa bodega á que uses de mi clemencia,
donde moros deposito acción que no hice jamás.
á quien ropa y vidas quito, Dame á Leonora por dueño,
que si cada cual me ruega desocupa á Portugal,
que le deje cristianado, niega la ley del Baptismo,
un tabernero vecino sigue la de mi Alcorán,
lo hará, pues, bota y tocino casaréte con Celima,
es tener lo más andado. deuda mia, y poseerás
Entrar, señor Alfaquín, á Jerez de Extremadura
mientras con llave los cierro. (Dales.) en dichosa y quieta paz.
Alfaquí. ¡Mahomal Alfonso. ¡Oh, bárbaro descreído,
Brito. ¿Qué dice el perro? que, descendiente de Agar,
Moro. ¡Alá! su esclavitud es tu herencia,
Brito. ¿Qué gime el mastin? pues ella lo fué de Abrahán!
Galgos, entrar y chitón, (Entranst.) ¿Tú persuadirme á que siga
mientras hacer determino la secta torpe y bestial
gorgoritos con el vino, de tus bárbaros errores,
pinitos con el jamón. de tu profeta infernal?
(Come, bebe y vase.) Saca el frenético acero,
que presto en éste verás
cuán poco te favorece
ESCENA X tu blasfema impunidad.
(Pelean los dos.)
Salen Don Alfonso y los otros tres Portugueses.
Ismael. Aguarda, desvanecido.
Marcha.
Mis alarbes, ¿qué esperáis?
Alfonso. Cumplirlas obligaciones Segura tenéis la presa;
del alma en primer lugar, sino es que saben volar,
animosos portugueses, no se os irá de las manos.
y alcanzaréis lo demás. (Al arma.)
Egas. Ya todos, rey generoso, Alfonso. Ea, héroes de Portugal,
confesados, llorado han, ¡cierra España, Santiago!
que en su fiesta peleáis.
(Peleando entran; y salen el Rey pe
leando, Egas contra los Moros y peleando
(i) En el segundo manuscrito se lee este verso: se entra, luego Doña Leonor peleando, lo
«que ese ropaje es morisco.» mismo los demás.)
JORNADA TERCERA 589
Moro. ¡Viva Ismael invencible, donde los chero embolsar
nuevo sol, segundo Alá, para herdellos baratillo;
competidor de Mahoma! aqueste se llama ¡zas! (Dales.)
Otro. Aquí de nuestro Alcorán; Otro. ¡Alá, favor!
que este prodigio del cielo, Brito. Allá busca,
este español Aníbal, pues por aquí van allá.
este Hércules portugués ( lint ra use peleando.)
es de bronce.
Leonor. Hoy vengarán
mis enojos á mi padre. ESCENA IV
Canalla torpe, esperad
á una mujer portuguesa, Salen todos de marcha.
porque á sus pies advirtáis
que hay Semíramis cristianas, Alfonso. Murió el blasfemo Ismael.
que amazonas castas hay, Todos. ¡Victoria por Portugal!
que hay en Portugal Minervas, Alfonso. ¡Victoria por nuestras quinas!
prodigios de nuestra edad. Gonzalo, Huyendo los moros van. .
(Éntrase tras los Moros,,y sale Giraldo Pedro. Innumerables han muerto.
peleando con el mismo traje.) (Ponen la bandera de las quinas en un
Giraldo. En defensa de la cruz, trofeo eminente, y al colocar la cru$ to
justo es, canas, que volváis quen chirimías y todos se hincarán de ro
al ya jubilado acero, dillas cuando lo diga Don Alfonso.)
pues Dios aliento nos da. Alfonso. Esas armas colocad,
{Vase peleando.) católicos portugueses,
sobre nuestro trono real;
ESCENA XII postrar todos las rodillas. —
«Cruz santa que al Leviatán
Sale Don Alfonso con la bandera desus armat siem
mortífero nos rendistes,
pre, y Don Egas conrea los Moros, y éntrese Don
árbol del segundo Adan,
Alfonso peleando y también los demás Portugue
que la fruta del primero
ses.
venenosa, remediáis
Alfonso. Ea, valiente Muñiz; con ese engerto pendiente,
ea, valeroso Páez; Dios eterno, hombre mortal;
fuerte Amaya, Fría, Coutiño, llagas por mi bien abiertas,
Viegas noble, destrozad, aunque las abrió mi mal,
romped, seguid los infieles; que hasta vuestro corazón
hierba es inútil que está la entrada nos franqueáis,
esterilizando torpe vuestra ha sido esta victoria;
la católica heredad. triunfad, mis llagas, triunfad,
Segadores de la iglesia y eternice en vuestras quinas
sois, su cizaña arrancad, sus blasones Portugal.»
que Dios, padre de familias, (Levántanse y música.)
os apercibe el jornal. Premiemos ahora, amigos,
De sus llagas soy alférez, hazañas que el lauro os dan.
Cristo es nuestro capitán, Yo he prometido á la cruz
¡vivan con tanto caudillo una Orden militar;
las quinas de Portugal! las aves que el vuelo alzaron
(Entranse peleando.) cuando nos dieron señal
de esta vitoria celeste
también á esta Orden darán
ESCENA XIII nombre que no eclipse el tiempo;
Sale Brito tras los Moros.
que, aunque de Alcántara es ya,
las aves del vaticinio
Brito. Pollos con agraz por Julio de Avís la han de intitular.
diz que es sabroso manjar; Sed vos su primer maestre
pues en el temor sois pollos su caudillo y capitán,
yo he de poner e,l agraz. valiente Gonzalo Viegas.
Vaya agora aqueste grumo. Gonzalo. Feliz si tus pies me das.
(Dalesy caen.) Alfonso. A vos, que en vejez dichosa,
Un MoRO.¡Ay, Mahoma! Giraldo, pronosticáis
Brito. ¡Y como que hay! laureles hoy conseguidos,
Hendo buñuelos de azufre os tengo de presentar
en el entresuelo está. para arzobispo y pastor
Otro. 1luye de este fiero lobo. Bracarense.
Brito No por ahi, por acá: Giraldo. Ya mi edad...
(Aeuchilladas los mete en la cueva.) Alfonso. Basta; haráme esta merced
métanse en la ratonera la romana santidad,
590 LAS QUINAS DE PORTUGAL

Gonzalo Méndez de Amaya si soy médico perruno,


adelantado será ¿quién los había de matar?
mayor, pues lo es en sus hechos, Alfonso. Doyte por cada cabeza
del reino de Portugal. cien cruzados.
Gonzalo Siglos en vez de años cuentes. Brito. Pues cruzan
Alfonso. A vos también, Pedro Páez, y vayan grande con chico,
mi alferez mayor os nombro. hételos adónde están,
Pedro. Premio es de tu mano real. (Descubre un montón de moros muertos
Alfonso. Déle á don Egas Muñiz unos sobre otros en diferentes posturas.)
por amante y por leal, Alfonso. Cobarde valiente fuiste,
Leonor, la mano de esposa, mayores premios tendrás.
pues es de mi casa ya De tu aldea eres señor.
caballerizo mayor. Brito. Pues no me pienso casar.
Egas. Llegó mi felicidad Alfonso. Vamos al templo celeste,
á lo sumo del deseo. á la mesa del Maná,
Alfonso, Y á doña Elvira Gualtar, á las aras del Cordero,
un tiempo amoroso hechizo al convite del altar,
de mis años, mejorar donde entre puros viriles
supo afectos religiosa, la fe nos muestra al Isaac
Teresa y Urraca están de su padre sacrificio,
á mi cargo y son mis hijas; del mundo felicidad;
la primera casará cantarále esta victoria
con don Fernando Martínez, himnos dulces en la paz,
Marte en guerra, Numaen paz, pues han triunfado en la guerra
siendo señor de Braganza, Las Quinas de Portugal.
y la segunda tendrá
al noble don Pedro Alfonso
de Viegas, nuevo Aníbal, Todo lo historial de esta comedia se ha sa
por consorte esposo y dueño. cado con puntualidad verdadera de muchos
Ya surca Matilde el mar, autores, ansí portugueses como castellanos,
bella infanta de Saboya, especialmente del Epítome de Manuel de Faria
para que pueda reinar, y Sousa, parte 3.°, cap. i, en la vida del pri
como mi esposa en mi pecho, mero Conde de Portugal, pág. 33q; üon Enri
como sol en Portugal. que, y cap. ii, en la del primer Rey de Por
tugal D. Alfonso Enríquez, pág. 349 ct per
totum; ítem del librillo en latín intitulado De
ESCENA XV vera regum Portugaliae Genealogía; su au
tor, Duarte Núñez, jurisconsulto, cap. í. De
Sale Brito.—Dichos. Enrico portugaliae comite, fol. 2 et cap. ii; de
Brito. Vengan á la almoneda. Alfonso primo Portugaliae rege, fol. 3. Pero
Aifonso. ¡Brito! esto y todo lo que además de ello contiene
Br:to. ¿Cherenme comprar esta representación se pone, con su autor, á
para agujetas de perro, los pies de la Santa Madre Iglesia y al juicio y
porque sino rabiarán, censura de lo que con caridad y suficiencia la
una hacina de moriscos? enmendaren.
Alfonso. ¿Haslos muerto tú? En Madrid á 8 de Marzo de i638.
Brito. Verá: El Maestro Fray Gabriel Téllez.
BELLACO SOIS, GÓMEZ
PERSON AS

Doña Ana. Doña Petronila.


boceguillas. Don Francisco.
Don Gregorio. Un Alguacil.
Montilla. Dos Corchetes.
Tres Cocheros. Melchora.
Tres Estudiantes.

ACTO PRIMERO Ana. ¡A y, francesas hosteríasl


Boceg. Dicen que el rico avariento
fué de Francia.
Ana. Anda, borracho.
ESCENA PRIMERA Pilatos, sí.
Boceg. Soy un necio.
Salen Doña Ana, de hombre, como de camino, con la (Dentro voces y riña.)
cruf de San Juan al pecho, y Boceguillas, gra
cioso. Est. i.° i Aquí de todo el Alcarria!
Coch. i.° ¡Aquí del cochista gremio!
Boceg. Esta es la venta maldita ¿Ramos? ¿Garrancho? ¿Palomo?
que intitulan de Viveros, ¿Juan el Zurdo? ¿Gil el Tuerto?
con su alameda, que enana, Ana. ¿Por qué serán estos gritos?
ha sido á tanto suceso
otra selva de aventuras.
Aquí tienen su colegio ESCENA II
los grajos de esta comarca,
cuyos pollos los venteros Salen con terciados tres Estudiantes, con giferos
bautizan en palominos; tres Cocheros, y Montilla, con daga, riñendo.—
Dichos.
y á todo escolar hambriento
le dan grajuna fiambre BOCEG. Pendencia es, sin duda, en cueros,
en lugar de perro muerto; vel jarros, pan cotidiano
aqui cuantos se ensotanan de sopistas y cocheros;
se matriculan primero; calla y verás maravillas.
en toda dama bullaque Ana. Pues aquí nos retiremos,
todo jácaro cochero; que gusto de carambolas
aquí, en fin, si hacemos noche, semejantes.
te espera, cuando cenemos, Boceg. Toma puesto.
vino del Monte Calvario, Est. i.' ¡Fuera dije!
pan como un veintidoseno, COCH. I.° ¡Vive Cristo!
rocin-ternera en adobo, ¡Téngase todo gifero,
barbo, esto sí, jarameño, todo gorrista terciado,
corto mantel de la Mancha, todo bribón de convento!
pie de taza por salero, ¡El codillo ha sido burro
y, en llegando el tanto monta, á pagar de mi dinero!
aceitunas de reniegos. Est. i. Pues repóngalo.
592 BELLACO SOIS, COMEZ

Montill. ¿Qué llama Enseñéles en la mano,


reponer, aunque sobre eso? para rematar el pleito,
Est. i.° No hay sobre eso ó sobre esotro; por última carta el basto.
yo soy juez y lo sentencio. Dicen, pues porque me meto,
Montill. Aunque lo sentencien cuantos habiéndole visto todos
aran y cavan. en la baraja y no le echo
en la mesa, que. fué burro;
que el codillo por él pierdo
ESCENA III y que reponga la polla.
Sale Don Grxgorio. — Dichos. ¿Sentenciara tal Gayferos?
Est. 2.° Sentenciáralo una muía.
Gbegor. ¿Qué es esto, Montill. ¿Por qué?
Montilla? Pues tú alborotas Est. i.° Porque dió recelos
la venta. de que jugó con diez cartas
Montill. Quieren con fieros, y, la décima, encubriendo
porcionistas y arremulas, debajo del basto, quiso
meternos aquí los dedos darnos papilla, con miedo
por los ojos. de que, echando los dos naipes
Coch. 2.° A él le digo en la tabla, y manifiesto
tenga un poco de respeto, el burro, no le pagase.
que aquí toda es gente honrada. Gregor. Ahora, amigos, chico pleito;
Montill. ¿Quién lo niega? sirva por mí este doblón
Gregob. ¿Por qué es ello? de montante. {Dásete.)
Est. i.° No es más que por treinta cuartos. Est. i.° ¡CabaIlerol
Gregor. ¿De qué los debe? ¡De veinticinco quilates!
Est. 2.° Del juego. ¡Por Cristol
Gregor. ¿A qué jugabas? Coch. 2.° Eche acá esos huesos,
Montill. Al hombre, que es muy honrado el Montilla,
y oiga vuested si los debo. y esta pendencia mojemos.
Yo era postre; salió un cinco (A Montilla.)
de bastos; robéle en premio Montill. Yo, por mí.
de que me entró el as garrote, Est. i.° Pues, yo, por mi.
el rey, la sota y, con ellos, (Danse las manos )
el tres, que hacen cinco triunfos; Coch. 2.° Chata, saca vino y queso.
baldéme de copas luego, Est. 2.° jVíctor el dona pecunias!
porque ya lo estaba de oros; ¡Víctor el accipe argentum!
los otros dos compañeros Coch. i.° Víctor también en romance:
casi todos carta blanca ¡Vive el coime!
pasaban; pero, soberbio Est. i.° ¿No bebemos?
el que era mano, se hizo hombre (Entranse Estudiantes y Cocheros.)
cuando se vió, escuche el cuento,
con la trinca coronada,
malilla, espada y tras éstos,
otros dos con el caballo ESCENA IV
y el as de oros. Dijo: «Empiezo»; Dichos, menos éstos.
sacó el rey doblón, ahorquéle;
el cinco de espadas juego; Boceg. En estacadas vinosas
atraviesa el socio un triunfo no hay otras leyes del duelo
con que el hombre sin remedio más de que, herido sin culpa,
se halló de otro rey baldado; ponga la sangre un pellejo.
lo mismo fué el rey tercero, Ana. Boceguillas, mal aliño
de copas, que imitó á Judas, en la dicha venta vemos
ahorcado de pie de perro; para pedir gollerías.
vuélvole por las espadas, Luna hace.
que se llevó sin remedio Boceg. ¿Y es barro el fresco?
el tal hombre, atravesando Ana. Pues alto de aquí. ¡A ensillar!
entonces los cuatro leños; Gregor. ¿Vais á Madrid, caballero?
triunfa con la espada; sirvo Ana. Voy; muy á vuestro servicio.
con el cinco; hago lo mesmo Gregor. Si desde aquí á allá merezco
con la sota, á la malilla, aliviaros lo penoso
y quedóse el pobre güero de la soledad, lo mesmo
con solo un triunfo á caballo, quisiera excusar con vos.
mas con el rey se le pesco; Ana. Interesado lo acepto.
vióse el dicho con tres bazas, Gregor. ¿De dónde venís?
con un par los compañeros, Ana. De Italia
yo con tres, y faltaba una y Nápoles, por lo menos.
tan solamente. Aquí es ello. ¿Y vos?
acto primero 5g3
Gregor. De Calatayud Ana. ¿Cómo dijistes?
agora; aunque ha poco tiempo Gregor. Toledo y Leiva soy.
que milité en Lombardía. Ana. (Ap.) ¡Cielos!
Ana. ¡Oh! pues, siendo ansí, tendremos, ¿Qué es lo que oigo? ( a «sí. ) Originario
para tres leguas que faltan, sois de España; pero deudos
gustoso entretenimiento. en Nápoles, generosos,
Ea: no hay sino picar. conozco yo que, herederos
Gregor. Sufrios un poco y cenemos: de aquel don Antonio, pasmo
Ana. En venta y con tanta bulla de Francia, por quien vió preso
hallaréis mal aparejo. el Alcázar de Madrid
Gregor. Yo traigo lo que nos baste al Valois de más esfuerzo,
para tomar un refresco. se juzgan ya italianos.
¡Mon tilla! dentro ese bosque, Gregor. Uno, don Gómez, soy de ésos;
que más parece bosquejo, más que noble, venturoso,
cenaremos sin ruido; si serviros á vos puedo.
busca el sitio más á cuento Ana. Bésoos las manos; querría,
y más libre de embarazos, en fe de lo que ya os debo,
y en él la cena prevennos. que algún buen hado me trujo
Montill. A registrar las ¿izaras á este sitio á conoceros,
voy como un lebrel. saber de vos cierta cosa.
Gregor. Traemos Gregor. Llave tenéis de mi pecho,
con cuatro frascos de vidrio, basta ser Avalos vos.
agua, vino y nieve en ellos, Ana. La mano otra vez os beso.
un corcho de Zaragoza Gregor. Es para mí ese apellido
que, empegado por de dentro fatal.
y de baqueta el ropaje, Ana. Y viene con eso
juzgo que no echaréis menos lo que yo he de preguntaros.
cantimploras cortesanas. Gregor. Decid, pues, que estoy suspenso.
Ana. Son prevenciones de cuerdo. Ana. Para más claras noticias,
Gregor. Acompáñale un jamón don Gregorio, lo primero
de Molina, y os prometo que supongo es que en Milán
que á Rute y las Algarrobillas servicios de vuestro acero
se las apuesta. os granjearon las plazas
Ana. Os lo creo. más honradas, y, ascendiendo
Gregor. Cocióse éste en vino blanco, por ellos, fuistes dos años
clavos, canela, romero, Maese de Campo de un tercio
y está tierno como un agua. de española infantería.
Ana. Me aplico mucho á lo tierno. ¿No es ansí?
Gregor. Vitela ó ternera en pan, Gregor. Estáis en lo cierto.
del mismo modo un conejo Ana. Lo segundo que supongo
y una caja para postre. es que, mediando ambos deudos,
Ana. Lo dulce es lindo: Lans Leo. pretendistes desposaros
Greoor. Anda, pues, y date prisa. en Nápoles ese tiempo,
Ana. Ayúdale tú. sin haberla jamás visto,
Boceo. Para eso con una dama, que os puedo
hallárame todo rumbo afirmar que en lo virtuoso
haldas en cinta. fué el prodigio de aquel reino.
Ana. Acabemos. Doña Ana Dávalos tuvo
(Vanse los dos.) por nombre, que ya recelo
que desaires no ajustados
á vuestros nobles empeños
ESCENA V la tienen sin nombre y vida.
Doña Ana y Don Gregorio. Gregor. Sentiríalo en extremo,
que es doña Ana el sol de Italia;
Gíegor. ¿Es vuestro nombre? pero mejor lo hará el cielo.
Ana. Don Gómez Ana. Ahora, pues, que confesastes
Dávalos. todos estos presupuestos,
Gregor. La que en el pecho decidme: ¿con qué motivo,
noblemente os califica habiéndola, en nombre vuestro,
abona blasones vuestros. dado la mano de esposo,
Ana. Nací en Nápoles. Mis padres ausente vos, un tercero,
de Rui López descendieron, rehusastes ejecuciones
el que en Castilla á validos en cosa de tanto peso,
dejó lástimas y ejemplos. desacreditando fácil
Pero ¿cómo os llamáis vos? la fe vuestra y su respeto?
Gregor. Don Gregorio de Toledo Pues si os admitió doña Ana,
y Leiva. no por amor, que, sin veros,
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. —TOMO II 38
594 BELLACO SOIS, GÓMEZ
mal pudiera enamorarse, en beldades de años tiernos,
sino obediente á consejos su inclinación adulaban,
de canas, por quien se rige, sino en el bridón travieso,
todos cuantos se los dieron con la escopeta y el dardo,
á instancia vuestra, agraviados, persiguiendo al lobo, al ciervo,
no juzgan vuestro desprecio al jabalí, al gamo, al oso,
menos que con causa mucha. discurrir bosques y cerros,
Y el escándalo, que ciego volar la garza, la grulla,
echa siempre á la peor parte matar la perdiz al vuelo;
con cualquiera fundamento, hojear en la quietud
en desdoro de doña Ana, de las tinieblas cuadernos
osa eclipsar el espejo filósofos, comentarlos,
más claro que vió la corte soltarles los argumentos
napolitana. y, hecha academia su casa,
Greuor. Diréos, las noches de los inviernos,
ya que como consanguíneo en disputas semejantes
tan de parte suya os veo, hurtar las horas al sueño.
tres suficientes motivos Yo, que imaginaba entonces
con que quedéis satisfecho, ser marido de un sujeto
y yo, con vos, disculpado. proporcionado á los nudos
Escuchad. del fecundo sacramento,
Ana. ¿Tres por lo menos rehusé esposa que usurpase
suficientes, Don Gregorio? las acciones á su dueño,
Decid, decid. y con mujer para tanto
Gresor. El primero, juzgué el tálamo molesto.
y que es más considerable, Salióme á esta coyuntura,
fue el saber los galanteos, en la corte de estos reinos,
después que por otra mano el lance más venturoso
me vi en sus coyundas preso, que pude pedir al cielo,
del marqués Pompeyo Ursino, porque doña Petronila
siendo relator él mesmo, Leiva y Osorio, que á empeños
que vino á ver nuestro campo, de amistad con un tío suyo
de favores que excedieron añade el del parentesco,
permisiones cortesanas, le hereda en un mayorazgo
y aunque muchas veces celos cuantioso; y agora el viejo
en quien ama perdidoso, castellano de Milán
suelen alargar el freno la enriquece en su gobierno;
á la pasión destemplada, este, que es íntimo mío,
y está indiciado Pompeyo, ha sazonado deseos
como mozo, en esta parte de que me acerque á su sangre
más que debiera, no es cuerdo con vínculo más estrecho,
quien ignora que en los puntos persuadiendo á su sobrina
del honor siempre valieron, lazos que alegren mi cuello
si hay indicios opinables, al tálamo, ya aceptado,
más los dichos que los hechos. y, en fin, el último pliego
Ana. ¿Pompeyo favorecido ía posesión me asegura
jamás de doña Ana? con un retrato tan bello
Greuor. Aquesto que, cuando á costa del oro
me afirmó no una vez sola. mienta el pincel lisonjero,
Servios, para que demos no la opinión, no la fama,
fin á cuentos tan pesados, que es, don Gómez, laque creo,
no interrumpir los progresos y me la pinta el milagro
que me mandáis que os resuma. de Madrid. Voy, en efeto,
Ana. Proseguidlos, que, si puedo, á llamarme esposo suyo;
me templaré lo que duren. pues siendo vos tan discreto
Gregor. Yo, pues, no á su amor sujeto, tendréis estos tres motivos
como ni esa dama al mío, por suficientes. Cenemos.
pues, como advertís, sin vernos Ata. Tiene más dificultades
fuera difícil amarnos, la cena, que ya no acepto,
y las sospechas tras esto, de lo que habéis vos juzgado,
de lo referido tuve y en ella el plato primero
noticia de que, saliendo ha de ser reconveniros
de la esfera esa señora en los desalumbramientos,
que piden las de su sexo, indignos de vuestra sangre,
no bastidores, no agujas, con que avergonzaros pienso;
no estrados nobles y quietos, intimaréoslos ahora,
no galas, común hechizo estéis ó no estéis atento,
ACTO PRIMERO 5q5
y Dios sabe, en acabando, Luego viene á reducirse
quién cenará ó no; yo vengo en el motivo tercero
desde Malta en vuestra busca, todo cuanto caviloso
donde, aunqe mozo, año y medio en los dos habéis propuesto.
cumplí con obligaciones Y este también, veldo vos,
del hábito que profeso. más parece fiscal vuestro
Doña Ana fué hermana mía. que agente en vuestras disculpas;
Gregor. ¡Doña Ana! Eso no, que tengo porque si, como os concedo,
certidumbre que ella sola el no haber visto á mi hermana
nació en su casa. fué causa que los incendios
Ana. Esto es cierto, de su amor no os abrasasen,
y falsa esa certidumbre; ausente en Milán, ¿qué fuego
el mucho amor que la debo, amoroso os dió sus alas
porque heredase á mis padres, para que, volando á tiento
me obligó á la cruz que al pecho á ver vuestra Petronila,
el yugo excluye amoroso; os hechizase tan presto?
baste lo dicho en cuanto esto, Diréis que el verla en retrato.
y en lo demás escuchadme, Diré yo lo que vos mesmo:
veréis cuán sin fundamento que son flojos incentivos
estriban vuestros engaños los pinceles y los lienzos;
en los motivos propuestos. el mayorazgo en la corte,
Pompeyo Ursino, que supo el interés avariento,
la fama que en menosprecio por más que aleguéis excusas,
de mi hermana publicastes, hizo vuestro amor logrero.
y del debido respecto Ya mi hermana, don Gregorio,
que se debe á tal Ursino, murió. Ya pide en el cielo
afirma con juramento, satisfacción de su agravio;
no sólo que no os ha hablado y yo, que en su nombre quedo
en su vida acerca de esto, sucesor de sus injurias,
más que nunca el competiros por ella y por mí pretendo
le pasó por pensamiento; acreditar sus desdoros,
porque, sin tener noticia probándoos no lo haber hecho
de mi hermana, otros empleos según las obligaciones
á su amor proporcionados que á toda mujer debieron
le llevaron los afectos; conservándoles la fama
sobre el caso os desafía los nobles y caballeros.
en una carta que dejo Desnudad la espada agora,
en la maleta, y no sé que en la justicia que alego,
si habrá de dárosla tiempo; (Sácala Doña Ana.)
veis aquí el primer motivo, fío que iréis á cenar
contra vos tan manifiesto, al otro mundo. Ea...
que en lugar de acreditaros Gregor. Templo,
os añade vituperios; rapaz, en fe de mis años,
como también el segundo, vuestros mozos desaciertos
porque en Italia no es nuevo: por los pocos, aún no abriles,
las mujeres de alta sangre que precipitáis soberbio.
desmentir ocios molestos Andad con Dios á la corte
en la caza y en los libros, y en ella me poned pleito:
porque de pocas sabemos, iráos mejor con letrados
de las prendas de mi hermana, que aquí con armas y fieros.
que no alcancen, cuando menos, Ana. ¡Don Gregorio! ¡Don Gregorio!
á entender letras latinas Si acostumbrado á desprecios
y ejercer por pasatiempo con bellezas de mi sangre
ya el cañón, que ¡mita al rayo; presumís hacer lo mesmo
ya el venablo y ya el acero. con los Avalos, varones,
No privó Dios á las tales engañáisos. ¡Vive el cielo,
los ejercicios honestos si no sacais la cuchilla,
de las letras y las armas que os mate!
si discurrir por ejemplos Gregor. Escarmentados (Sácala.)
sólo (entre las maldiciones con ella, como áun muchacho. (Riñen )
que en el delicio primero
echó á la primera madre)
fué el sujetarla al imperio ESCENA VI
del varón, consorte suyo; Sale Buceüuili.as. Entrame tos dos acuchillando y
y sé yo que este precepto luego sale Doña Ana envainando.
nadie con vos le guardara Boceo. ¡Fuera dije! ¿Qué es aquesto?
cual mi hermana, á ser su dueño. Gregor. ¡Jesús! ¡Muerto soy!
5g6 BELLACO SOIS, GÓMEZ

Boceo. Ahorróse sustituyóme un retrato;


de Avicenas y Galenos. es noble, es rico, es galán.
¡Para tanto, y tan lampiño! Júzgole ya tan cercano,
Ana. Su soberbia es quien le ha muerto. que, si en la corte no está,
Métele en esa espesura, brevemente llegará
no den con él al encuentro, á ejecutarme en la mano.
y enfrena á prisa. Ved, pues, si es lance forzoso
Boceg. ¡Bien dicho! cumplir esta obligación:
que la bulla de allá dentro, vos muerto en la estimación,
entre la taza y los naipes, y él de próximo mi esposo.
guarda á esta hazaña el silencio. Franc Gustosa habéis enviudado
Acógete tú entretanto. en la voluntad primera,
Ana. Junto á la Puente te espero. (Vase.) pues el medio año siquiera
Boceg. Desmentiremos caminos ei luto no habéis guardado.
echando hacia Paracuellos. (V«e.) Muchos años os gozad,
ya que en vos mi amor expira,
que quien me mató en mentira
ESCENA VII hará que salga verdad.
Salen Doña Petronila y Dun Francisco. Porque, volviéndome loco
los desengaños que escucho,
Petron. Diéraos los brazos yo agora, no harán en matarme mucho
en albricias de la vida si en fingirlo hicieron poco.
que juzgaba en vos perdida, (Hace que se va.)
á ser de ellos tan señora Petron. Oid, don Francisco, oid.
como otras veces. Esperad, que la templanza
Franc. Pues ¿quién logra tal vez su esperanza;
los brazos os enajena? dejad que llegue á Madrid
Petron. Quien, porque puede, me ordena el tal vuestro opositor,
que á nuevo dueño se den. y ambos á dos litigad,
Toda la corte ha creído que siempre es la voluntad
que en Tarragona os mataron. tibia sin competidor.
F"<anc. Si envidiosos desearon Alegue él en su derecho
que lo hiciese vuestro olvido, la acción que le da mi tío;
gracias, mi señora, á Dios, que libre está mi albedrío
vivo vuelvo, á que podáis, confesándoos que, en mi pecho,
con las nuevas que me dais, antes que á él os dió lugar;
matarme de celos vos. quíseos bien, y al forastero
Si del modo que os oí ni le aborrezco ni quiero,
más de una vez, me hospedara porque sin ver no hay amar.
vuestro pecho, conservara Luego hasta aquí preferido
las finezas que os creí, estáis en la antelación
y el alma, que no se inclina, de mi primera afición,
si bien quiere, á falsedades, y retiraros vencido,
pronosticara verdades cuando con ventajas tantas
por la parte de divina podéis litigar, sería
que tiene; echárame menos desairosa cobardía.
y, adelantándoos enojos, Franc. ¡Ay, Petronila, que encantas
no os consintiera los ojos y enamoras con rigores!
tan alegres y serenos. ¿Quién de ti pudo creer
Vos, sí, me matáis de veras, que en mi ofensa habla de hacer
no asaltos, tiros ni balas. pleito tu amor de acreedores?
Petron. De las nuevas, cuando malas,
siempre se creen las primeras;
las que tuvimos de vos ESCENA VIII
fueron de que os habían muerto; Sale Melchora. — Dichos.
quíseos bien, sabéis que es cierto;
pero no estando los dos Melch. Esta carta con su porte
desposados, si exteriores me dió un mozo para ti. (Dásela.)
demonstraciones hiciera, ¡Jesús! ¿Don Francisco aquí?
motivo á malicias diera ¿Vivo, sano y en la corte?
de atentos censuradores. ¡Válgame Dios, y qué susto
Venís vivo. ¡Diosos guarde! me hadado vuesa mesté.
Falsas nuevas desmentís; Franc. Vivo no, que mal podré
pero, aunque vivo venís, vivir si mata un disgusto.
para amarme venís tarde. Sano tampoco, Melchora;
Hame casado en Milán pues en la cama caí
mi tío; acepté el contrato; del desengaño; mas sí
ACTO PRIMERO 597
en la corte, que cada hora por lo que un camino ofrece.
muda amantes como galas. Petron. Tan obligada lo acepto
Melch. Llorado le hemos las dos como habéis de hallar después.
más de un mes. Líbrenos Dios
de nuevas que son tan malas.
Petron. (Aparte.) ¡Si fuese de don Gregorio ESCENA IX
la tal carta! Sale Doña Ana, de hombre, alborotada.— Dichos.
Melch. En buena fe Ana. ¡Señores! si es interés
que esta noche le soñé de nobles, que en un aprieto
que estaba en el Purgatorio. fortuito y peligroso
Franc. No hay muerte como una ausencia, se socorra á un desgraciado,
pues que las vidas aparta. á un hombre la muerte he dado
Petron. Lo que contiene esta carta contra mi honor alevoso;
veré con vuestra licencia. (Ábrela.) viene tras mí la justicia
Franc. Será del dueño felice y en sus manos casi estoy;
que ya tan cerca esperáis. amparadme, pues os doy
¡Adiós! de mis desgracias noticia.
Petron. No quiero que os vais; Petron. Entraos en ese aposento. (.Entrase.)
escuchalda, que así dice: Otra desdicha, Melchora.
{Lee.) «Don Gregorio, mi señor, Melch. Vienen á pares cada hora.
que iba á serviros y á veros, Petron. Ciérrale en él al momento.
en la venta de Viveros, Franc. Alabo vuestra piedad.
según nos dice el doctor, Petron. ¡Qué mozo es el delincuente!
dará fin triste á su amor; Franc. Siempre el agravio es valiente
porque de una leve herida y suple cualquiera edad.
está al Laus Deo de la vida
y ya el aliento le falta.
Diósela un capón de Malta ESCENA X
que sobra para homicida. (Asústase.) Salen un Alguacil y tres Esbirros.— Dichos.
Tómanle la sangre aquí
y el dinero; llevaráse Alg. Aquí entró. No hay escaparse.
á Rejas y cuidaráse Petron. ¿En mi casa la justicia?
de su cuerpo y alma allí; Señores: ¿qué es esto?
corre la cuenta por mí Alg. Casos
de dárosla; un pasajero que forzosamente obligan
es de aquésta el mensajero, á no mirar en respectos;
por cuya prisa concluyo; vuesas mercedes me digan
Montilia, lacayo suyo, dónde un mozo se escondió,
y de hoy más vuestro escudero.» de un caballero homicida,
¡Válgame Dios, qué desgracia! que en la venta de Viveros
Franc. No la tengo por tal yo. será milagro que viva.
Melch. Ni el que la carta escribió, Petron. ¡Ay, cielos! ¿Quién es el muerto?
que, á fe que estaba de gracia. Alg. Si su desgracia os lastima,
Petron. ¿Qué haremos, Melchora, en esto? el herido es don Gregorio
Melch. Sea mentira ó sea verdad, de Ley va Toledo y Silva.
el caso es de calidad, Petron. ¡Desdichada de mí! Que ese
que en virtud de él te amonesto que decís á ser venía
vayas á Rejas al punto. mi esposo desde Milán.
Petron. ¿Y si éste algún cómo fuese? Alg. Vengad, pues, vuestra desdicha
Melch. Dado que así sucediese, manifestándome al reo.
ó le hallásemos difunto, PETRON. (^ don Francisco y i Melchora, quedo.)
lucirá más la fineza ¡Pluguiera á Dios! Nadie diga
de quien dueño le aguardaba. que sabe de él.
Petron. ¡Que este susto me esperaba! Alg. ¿Dónde está?
Melch. Cuando por ellos empieza Petron. No ha entrado aquí; que la vida
amor y se muestra arisco diera yo por la venganza
dicen que después se deja de tal insulto.
ensillar. Alg. La vista
Petron. ¿Qué me aconseja no es posible que se engañe;
en tal caso don Francisco? por aquestas puertas mismas
Franc. Mi amor, que no vais allá; entró, huyendo de nosotros.
y que sí, mi cortesía. Melch. Debió de subirse arriba
Petron. La vuestra, desde este día, ó esconderse tras la puerta.
en mi estimación tendrá Petron. Los cuartos altos habita
el abono que merece. un conde; búsquenle en ellos;
¡Qué cuerdo y qué generoso! que yo prometo en albricias
Franc. Será el ir con vos forzoso, de su prisión un diamante.
5g& BELLACO SOIS, GÓMEZ

Alg. Será, pues, cosa precisa Ana. ¡Justicia en casa! Señores.


registrar toda esta casa, ¡Válgame Dios, qué desdicha!
ya que, por ser compasiva, Pues ¿qué ha sucedido en ella?
sois cruel con vuestro esposo. (Está presente el Alguacil.)
Petbon. Perdónoos esa malicia; Petron. ¡Qué cansada melindrizas!
mas mirad que á la en que estáis Va te han dicho que no es nada.
se le guardan cortesías Éntrate allá.
A i.o. No es agora tiempo de ellas.
Suban al cuarto de arriba
y examinen sus rincones, ESCENA XII
(Vanse dos.)
entretanto que registra Salen los dos Esbirros.— Dichos.
mi vista todo este cuarto (i). Air,. i.° No hay quien diga
Melch. (Ap.) El pobrecito peligra. cosa en casa de provecho.
(.4¿>r«n la puerta por donde entró Doña
Ana, y éntranse el Alguacil. Melchora y No he perdonado oficina,
el Esbirro.,) pieza, jardín, cofre, pozo,
Franc. No hará tal viviendo yo; hasta la caballeriza,
que quien los estorbos quita hasta debajo las camas;
á mi amor, y impide celos, pues ¡por Dios! que no alucinan
mi amistad y espada obliga. mis ojos, y que le vieron
Petron. Don Francisco, ¿estáis en vos? entrar por aquí.
¡Teneos! Alg. 2.° Allá arriba
Franc. Doña Petronila: todos se hacen ignorantes;
ó he de morir ó librarle. si bien una berberisca,
esclava en el apariencia,
no sé que pasos afirma
ESCENA XI que sintió en los corredores,
como de quien huye á prisa,
Salen Melchora y Doña Ana de mujer con un sere pero piensa que jugaban
nero en la cabeza.— Dichos. algunos de la familia.
Melch. Siempre el mal se multiplica. Alo. i.° Saltaría á esotra casa.
Ana. ¡Hasta mi cama dos hombres! Alg. 2.° Es sin duda.
¡Esto ha de sufrirse, primal Petron. No te diga
¿Y en casa vuestra? tercera vez que allá te entres.
Petron. ¿Qué es esto? Acabemos ya.
Melch. Disfraces por tropelía. Ana. ¡Quéesquival
Ya recelarás que el Conde,
(Anda el Aguacil entrando y saliendo,
como que busca al reo.) á título de visita,
Ana. ¿Tenéis tan poca confianza me ha de robar con los ojos;
de lo que mi honor estima pues sosiéguese tu envidia
su crédito, que las noches y acaba ya de casarte
que al reposo me retiran con él, sin que me persigas.
me echáis la llave vos propia, Pues todo se cae en casa
y hasta las once del día y en esotro cuarto habita,
no consentís que me vea ven tú á tocarme, Melchora. (Vase.)
el sol, con no ser su ninfa; Melch. Sazonado hermafrodita,
y cuando á dormir la siesta ¿quien te reveló mi nombre?
(Vaseésta.)
me encierro, medio vestida,
dais en mi aposento entrada Alg. Hecho habemos exquisitas
á dos hombres? diligencias, aunque en vano.
Franc. La justicia Perdonad, señora mía;
tiene licencia, señora, que en ministerios como éste
para tales demasías. no cumple quien no averigua.
No os asustéis, que no es nada. (Vanse éstos.)
(A Doña Petronila.)
Suplicote que prosigas
con esta ficción sabrosa; ESCENA XIII
pues es la persona digna,
Doña Petronila y Don Francisco.
que la inventó, por su ingenio,
de todo amparo y estima. Petron. ¿Oistes vos en novela
por sazonada, aplaudida,
suceso á éste semejante?
(i) Este verso y el anterior se hallan al margenen Franc. La necesidad afila
sustitución de otros tachados que decían:
los aceros al ingenio,
«Alguacil. Entre conmigo Valdivia.
vbran esta puerta. y el riesgo le sutiliza
Melch. ¡Ay, cielos!» etc. desenvoltura agradable.
aCtó primero 590
Petron. Cuando debiera, ofendida, ansí mi desvalimiento,
aborrecerle, me alegro mi esperanza resucita.
viendo que por mí se libra. Petron. ¿Quién os dijo á vos que un conde
Franc. Yo, á lo menos, seré ingrato sobre estas piezas habita,
si, con la hacienda y la vida, y el nombre de esa criada?
desde hoy más no le agradezco Ana. ¿Quién, mi señora? Vos misma
medras de su bizarría. al alguacil, deslumbrando
Llamémosle; mas él sale. violencias de su pesquisa,
y mandando que Melchora,
hasta en aquesto advertida,
ESCENA XIV con llave me asegurase.
Doña Ana, de mujer, y Melchora.—Drcuos. Petron. Decís bien; pero me admira
que os vistiésedes tan presto,
Ana. Si plumas no os eternizan, y que cuando lo examina
si no os celebran, señora, todo el interés, pues siempre
por la fénix de Castilla, dicen que es linceen la vista,
no hay conocimiento en ella, no reparase en la ropa
ni en mí, desde aqueste día, que os quitastes.
sangre que noble me llame, Ana. Mal podía,
fe que, como esclava, os sirva si me la puse debajo;
si, ingrato á tantas mercedes, cerróme el temor y prisa
toda el alma no os dedica, en esa cuadra, hallé en ella
la voluntad, la memoria, ropa, jubón y basquiña;
el aliento que respira, esta curiosa toalla
los pensamientos que engendra las almohadas cubría,
y las potencias que anima. que haciéndola serenero,
Petron. No os quiero empeñado tanto, los ministerios duplica;
que á mí propia me debía sirvió la capa de enaguas;
el socorro que aquí hallastes acomodé luego encima
y me le pago á mí misma, lo femenil, y al sombrero
si bien tiene circunstancias. un clavo tras las cortinas
Ana. Melchora me dió noticia de la cama; espada y daga
de ellas, y sé que de Italia también escrúpulos quitan,
caminaba el que venia durmiendo entre los colchones;
á intitularos su prenda; revuelvo sábanas limpias
mas, si no desacreditan entre la colcha y frazadas
la verdad enemistades, de manera que atestiguan
creed que no os merecía que me levantaba entonces;
y que, en Nápoles casado, entra la turba ministra,
debéis estar á la herida asústome á lo doncello
que le dieron mis ofensas salgo, si descolorida
de algún modo agradecida. ó no del tal sobresalto
Sabréis el por qué á su tiempo. los que lo vieron lo digan,
Franc. ¿Qué mejor que éste? Decilda y quedo libre y sin costas
mucho de eso, ¡lustre joven; por vos, señora divina,
proseguid siquiera en cifra, y por este caballero.
desempeñaréis deseos Ya la noche nos avisa
que no ha mucho se ofrecían que restituya disfraces; '
por vos á cualquiera lance. sácame, Melchora amiga,
Ana. Tendré el serviros á dicha. (Va por ello.)
Petron. Quédese eso por agora; sombrero, daga y espada,
que estimo en más vuestra vida que apenas dará la risa
{Desnuda el traje de mujer.)
que esa relación, no obstante
lo que me importa el oiría; . del alba mañana al campo
mirad que aquí corréis riesgo. los gajes que le matizan,
(Desnudándose.)
Ana. Siendo vos la imagen mía cuando volveré gozoso
del socorro, no osará á haceros una visita.
ofenderla la justicia. (Queda en cuerpo, la capa como falde
Petron. ¡Qué bien el traje os asienta! llín, que se pone en su lugar; y tiene la
Si yo ignorara el enigma, cru{ de San Juan en ella.)
Petron. Cumplidlo ansí, que hasta entonces
¡qué de celos fulminara
de vos! tengo de juzgar prolija
Ana. Basta, que fulminan la noche.
rayos, señora, esos ojos Franc. ¡Qué airoso mozol
que agradezco, mientras miran Petron. ¡Qué agradable bizarría!
á este caballero afables. Melch. Todo lo escondido traigo.
(Melchora con lo que pidió, y púneselo
Franc. Si los vuestros patrocinan Doña Ana.)
6 oo BELLACO SOIS, GÓMEZ

Ana. Venga. Favorable prima, y todas á costa mía,


adiós. Caballero, adiós. ¿cómo pueden ser en vano
Petron. ¿Volveréis? si, mientras á verle vais,
Ana. Por una vida y á un enfermo salud dais,
entre los dos empeñada. (Vase.) le quitáis la vida á un sano?
Franc. ¿Y qué ha de haber de partida Petron. Don Gómez: las cortesías
á Rejas? precisas no son amores.
Petron. Dormir sobre ello, Ana. Vos mal lograréis las flores
que agora estoy indecisa. de mis ya abreviados días.
Petron. Vino á casarse conmigo
no menos que de Milán;
es mi deudo, ¿qué dirán
si de mi sangre desdigo?
ACTO SEGUNDO ¡Ay, don Gómezl nunca Dios
esta casa os enseñara;
ó, ya que en ella os librara,
ESCENA PRIMERA nunca yo pusiera en vos
los ojos que lastimarse
DoSa Ana, de estudiante bizarro, y Doña Petronila. supieron, para encenderse,
pues les dió el compadecerse
Ana. Todo cuanto he referido motivos de desvelarse;
es infalible verdad. de mi piedad os valistes,
Petron. ¿Hombre de tal falsedad nunca el cielo permitiera
pretende ser mi marido? que yo tan piadosa fuera,
No lo permitan los cielos. pues cuando dama os fingistes,
Ana. Ansi engaña la presencia tan hermosa os llegué á ver,
de una agradable apariencia. mudado el hábito y nombre,
Petron. Y vos, que excusáis recelos que diera yo por ser hombre,
de que os prenda la justicia, para haceros mi mujer,
vengador de vuestra hermana, lo mismo que después diera
cubriendo con la sotana cuando el traje os desnudastes
la cruz de vuestra milicia, de mujer y os restaurastes
¿por qué el nombre no mudáis á vuestra forma primera.
de la suerte que el vestido? Pero esto para después.
Ana. Basta mudar de apellido. Vino á esta corte el herido
Petpon. Pues ¿de qué suerte os llamáis? por vos. Si con él he sido,
Ana. Don Gómez Portocarrero. visitándole, cortés,
Petron. ¿Y si el don Gómez hiciese y regalándole, noble
que alguno aquí os conociese? también os puedo afirmar
Ana. Nunca del nombre primero, que si llegara á ignorar
que de pila el vulgo llama, lo civil del trato doble,
se suele hacer mucha cuenta; que con vuesrra muerta hermana
no pudo verme en la venta usó, y vos me referís
quien para su esposa os ama; el amor que me atribuís
pues de noche y fuera de ella, y la sangre que cercana
como la luna que hacía, tengo suya, concluyera
por entre nubes nos vía, conmigo dificultades
ya era luna, ya era estrella; y, enlazando voluntades,
y ansí entre claro y obscuro al tálamo nos uniera;
lo que advirtió en mi semblante porque no me negaréis
con el hábito estudiante, lo que en él es tan notorio,
mi señora, lo aseguro; y que tiene don Gregorio,
estimo vuestros temores; aunque mal con él estéis,
¡ojalá fueran desvelos! . excelentes perfecciones.
pero tratemos de celos, Ana. La mayor es celebrarlas
que son sal de los amores. vuestro abono. (-* ,° triste.)
Diez días ha que mi enemigo Petron. El alabarlas
en Madrid, convaleciente, se quede en ponderaciones;
por veros á vos presente, no por esto os demudéis,
ved lo poco á que os obligo, que ya él acabó conmigo;
juzgándole por difunto, esto supuesto, prosigo
sin peligro y en pie está; para que me aconsejéis.
porque á vos, ¿quién os verá Volvistes á verme el día
que no resucite al punto? siguiente de aquel fracaso
Visitáisle cada día, que os abrió en mi casa el paso,
regaláisle de hora en hora; y añadióos la hipocresía
tantas finezas, señora, del científico disfraz
Acto segundó 60i
del trajedizo estudiante que no por ese defecto
tanto hechizo en lo galante, menos os he de querer.
tanta guerra entre la paz Ana. ¿Imagináisme mujer?
con que ese hábito asegura, Petron. Peor.
que ignorando el mal que encierra, Ana. jQué bajo concepto
tocó en mis ojos á guerra, habéis formado de mí!
en que abrasarme procura; Petron. ¿De vos yo? De dos renglones
que hace la superstición culpad manifestaciones
de estos siglos ignorantes, trabajosas.
en las viudas y estudiantes Ana. ¿Cómo así?
gala la recolección. Petron. Esperaos, y mostraréos
Si en mujer, pues, transformada, dos líneas solas; y en ellas
mis varoniles deseos la causa de mis querellas
me hicieron en sus recreos y estorbo de mis deseos.
celosa y enamorada, (Saca un papel; rómpele y enséñale dos
si después que os desnudastes, solos renglones.)
ya Adonis, Venus primero, Hacen mención de la herida
¡cuánto, galán lisonjero, pasada: ved vuestra falta.
mis potencias despeñastes! Ana. (Lee.) «Diósela un capón de Malta,
Y si, estudiante después, que sobra para homicida.»
sois tres veces mi homicida, En mi sobresalto poco
tres veces por vos perdida, conoceréis qué verdad
y mi alma obligada á tres: tenga aquesta falsedad:
á don Francisco, que alega sazonado anduvo el loco
mi primera voluntad; que intentó, necio y cobarde,
al que vuestra enemistad valerse de estos engaños;
hirió, y á casarse llega, yo tengo diez y nueve años,
y con más afecto á vos, los Avalos barban tarde;
pues en tan arduo interés veréis cuán presto desmiento
valéis vos solo por tres, malicias del delator;
y ellos no más que por dos. volvamos á vuestro amor;
¿Cómo saldré de este abismo, diréos en él lo que siento,
si no es que en vuestro consejo pues pedís que os aconseje.
libradas mis dudas dejo Don Gregorio no ha de ser
juez y parte de vos mismo? quien os llegue á poseer.
Ana. Esta mano he de besaros (Bésastla.) Este, señora, se deje,
antes que esa plaza admita, que vos no habéis de casaros
y aunque mi bien solicita, con quien me ha ofendido á mí.
primero he de preguntaros: Con don Francisco, eso sí;
¿Qué imposibles pena os dan que supo, firme, obligaros;
cuando mi esposa os espero? que supo, ausente, quereros;
Petron. Dos terribles considero: olvidándole, serviros;
una la Cruz de San Juan ofendiéndole, sufriros,
en el pecho, que deshace, y constante, mereceros.
casta toda y toda nieve, Es mi amigo; el otro no,
el yugo amoroso y leve y ansí, por mí, habéis de amarle,
que nuestras almas enlace. y al otro ni aun escucharle,
Ana. Ese está tan en mi mano basta gustar de esto yo.
como veréis algún día; Y pues juez me señaláis
el segundo, prenda mía, de esta causa, y prometéis
os falta decir. que de mí no apelaréis,
Petron. Que en vano fallamos que así lo hagáis.
piensa encubrir vuestra edad Pstron. ¿Cómo don Gómez, pues vos
naturales desengaños que, como juez, definís,
que han de pregonar los años siendo parte os excluís
en vuestra cara. sentenciando por los dos?
Ana. Aclarad iQué tibio amor! ¡Qué severo!
más ese enigma. ¡Qué presto quién sois dijistes!
Petron. Sí, haré; Ana. Asesor vuestro me hicistes,
pero excusad los colores la justicia es lo primero.
de la mía entre temores Petron ¿Es esa la voluntad,
que os han de enojar. tantas veces ponderada,
Ana. ¿Porqué? que me tenéis?
Petron. ¿Qué sé yo? Sabéislo vos, Ana. Comparada
y dudo manifestarlos. con la razón y amistad,
Sí vos queréis declararlos cuando á la justicia toca,
solos estamos los dos; ésta se ha de anteponer.
602 UELLACO SOIS, GÓMEZ

Petbon. ¡Qué poca debe de serl gruñe el uno, el otro fufa,


Ana. Esperad: veréis si es poca. y cada cual desenvaina
Boceguillas entra acá. dos cajas de á diez cuchillos
sirvióme á mi de zarcillos
la gaticia, que era zaina,
ESCENA II y colgóseme á una oreja,
Boceguillas y Melchora.— Dichas. que, pensándola orejón,
la sirvió de colación .
Boceg. Señor me llama, Melchora. á vueltas de una guedeja;
Melch. También llamará señora: el romo á la cara vuela
salgamos los dos allá. de mi amo, agraz de su boda,
Boceg. ¿Qué manda el dómine mío? y, pautándosela toda,
Melch. Acá vengo yo también. como muchacho de escuela,
Ana. Di tú, que lo sabes bien, dijo entonces, medio en sí:
pues siempre de ti me fío, «¡Oh, infame! ¿Tú me acuchillas?
qué finezas, qué desvelos ¿Estamos en Boceguillas?»
me hace esta ingrata pasar. «En él no, mas con él sí»,
Dilo. dije, y ambos lloraduelos
Boceg. Eso es nunca acabar: repetíamos á ratos:
ansias, llantos, quejas, celos; «Petronila, hasta los gatos
si fueran maravedises, nos artiñan por tus celos.»
llenáramos de vellón Salió el planeta membrillo,
desde Madrid al Japón, y en la cura del tal cuento
los Bajos y Altos países. se gastó un bote de ungüento
Ayudaba el otro día almartaga y amarillo.
á misa, que lo hace bien, Tanto te ama, ¡vive Dios!
y por responder «Amén», que con Pyramo se iguala.
dijo: «Petronila mía». Ana. ¡Anda, vete enhoramala!
Las noches tan desveladas Boceg. Y esto, aquí para los dos.
de claro en claro pasamos, Petron. En efeto. ¿En qué quedamos
que, aunque por dormir, tomamos vos y yo?
almidones y almendradas, Ana. En que si esta vez
una de éstas, entre sueños, pronuncié, en virtud de juez,
se levantó y dió tras mí, contra mi mismo el fallamos,
diciendo: «¡Ah, traidor!, aquí ya, como don Gómez, sólo
te tengo; de los empeños os pido, muerto por vos,
de mi honor será notorio que á ninguno de los dos
el desquite.» Desperté, améis; ni aun al mismo Apolo,
y díjele: «¿A mí? ¿Por qué, que hasta éste celos me da.
no siendo yo don Gregorio?» Petron. La mano de amigos ¡eal (Dásela.)
«Sí eres, dijo, que causar Ana. ¡Ojalá de esposo seal
á mi hermana te atreviste Petron. ¡Ay, Dios, qué tierno! ¡Ojalá!
la muerte, y pues la ofendiste,
no te has de petronilar.»
«Mira que soy, le respondo, ESCENA III
don Francisco.» «Ese es mi amigo,
replica, mas no me obligo Sale Don Francisco y velos de la mano. — Después
con celos á nadie.» Escondo MONTIlla.
la cabeza tras un poste;
mas tiró tal cuchillada, Franc. Falta de padrinos tiene
como quien no dice nada, este feliz desposorio, (.ceíoso.)
que me obligó á decir: «¡Ostel», pues...
pero olvidóseme el puto; Montill. Mi señor don Gregorio
súbome, huyendo, al desván á veros, señora, viene;
y él dijo: «A los de San Juan, siendo ésta la vez primera
ni Bajá ni Marabuto que los pies pone en la calle.
se les escapa.» Me aturdo Franc. Presto podréis despachalle
de miedo. Estaba allí un gato, si ser vuestro esposo espera,
si de Roma por lo chato, * pues le ocupa la posada
del infierno por lo zurdo, tan discreta prevención.
que una jácara maullaba Petron. Cumplir esta obligación,
á una gata pelivisca; cuanto precisa cansada,
preciábase ésta de arisca, es fuerza: esperad los dos,
y el miz que la requebraba, y con menos sentimiento,
encrespándose se atufa don Francisco, en un intento
creyéndonos pretendientes donde habéis tenido vos
y, mostrándonos los dientes, más parte que imagináis,
A.CTO SEGUNDO 6o3
pues es vuestro protector me tiene sin alma á mí,
quien juzgáis competidor. también él ha de penar. (Vanse.)
Ana. Si presto no despacháis
la visita juzgaré
que la recebís con gusto. . ESCENA V
Petron. Menos tiempo de lo justo, Salen Montilla y Bocecuii.i-as.
don Gómez, la ocuparé. ( Vase.)
Montill. ¡Ah, caballero!
Boceo. (.Ap-) Recelo
ESCENA IV que me conoció el Montilla.
Dichos, menos Doña Petronila. Montill. Caballero, no de silla,
sino de manta ó en pelo:
Ana. ¡Qué poca satisfacción una palabra.
los celos, amigo, danl Boceg. Abreviar
Pues, por la cruz de San Juan, con ella, y hablar sin fieros.
que los fundáis sin razón; Montill. En la venta de Viveros
porque en las manos ceñidas ¿no le vi yo ministrar
que maliciáis en los dos, al criminal por civil
fuistes la visagra vos desbarbado?
á vuestro amor reducidas: Boceg. , Sí vería,
quien bodas ausente ordena, puesto que no era de día,
para asegurar su amor, á la luz de algún candil.
nombrando un procurador, Montill. Pues, cómplice en el delito,
se casa por mano ajena. ¿cómo se anda por aquí?
Esto mismo á hacer me atrevo Boceg. Yo, Montilla, os asistí
por cumplir con mi amistad: en todo lo requisito
lograr vuestra voluntad de la tal cena fiambre,
y pagaros lo que os debo. y cuando mi amo le hirió
Celos son desconfiados al punto las afufó
y de pasión tan avara, dejándome con el hambre.
que nunca yo los osara Pasó entonces por la Puente
pedir dineros prestados. un caballero estudiante;
Dama tengo yo en Madrid, seguíle, aunque de portante
que habéis de ver esta tarde, volaba, y fue tan clemente
y hacer de mi dicha alarde. que, informado del suceso,
No me respondáis: venid, plaza en su casa me ha dado;
que os he de dejar corrido habémonos combinado,
Eor lo que habéis maliciado, yo mequetrefe, él travieso;
ar excusas no acusado sírvole de gentilhombre,
sospechoso siempre ha sido, porque lo soy, como ve,
y más con la calidad y, aunque las manos mudé,
de ese traje; que el engaño no han mudado ellos el nombre:
se matricula cada año don Gómez, como el primero,
en cualquiera facultad: el segundo; pero aquél
embelecos y estudiantes Avalos y Pimentel,
todo es uno. y estotro Portocarrero.
Ana. En conclusión, ¿Queda más por preguntar?
no hay regla sin excepción: Montill. Mucho más.
vos y yo somos amantes, Boceg. Estoy de prisa.
mas en distintos sujetos; Montill. ¿Qué causa tiene él precisa
lo que dure esta visita en esta casa?
vuestra amistad me permita Boceg. El estar
que os comunique secretos con don Gómez, de esta dama
conque hagáis, después, de mí, primo.
confianza más segura. Montill. ¿Quién los emprimó?
Franc. Vamos; que amor es locura, Boceg. Sus padres, ó ¿qué se yo?;
y celos su frenes!. ansí lo afirma la fama.
Ana. Verá otros nuevos secretos: Montill. Luego ¿él también será primo
don Gregorio, por cuidado, de la fámula Melchora?
todas las tardes al Prado Boceg. Si ella imita á su señora
sale de los Recoletos; y yo al amo, que es mi arrimo,
yo he de ir allá¿ y un engaño un mismo deudo tendremos;
me ha de lograr dos intentos: porque los sirvientes y amos
proseguir mis pensamientos por un estilo emprimamos
y vengarme con lo extraño; con las hembras que queremos.
su desvelo ha de aumentar Montill. Eso es lo que yo aguardaba:
mi industria; que pues aqui saque la espada.
6o4 BELLACO SOIS, GÓMEZ

BoCEG. No puedo. es faltarle lo sereno.


MONTIlL. ¿Cómo no? ¡Será de miedo! Pero no os quiero cansar.
Ana. (Dt dentro.) ¡Ah, Boceguillas! Acaba. Guárdeos Dios felices años,
BOCEG. ¿Velo? Por hoy se desarmen que, si curan desengaños,
pendencias. poco tardaré en sanar.
MONTIll ¿Pues porqué ho)? Petron. Quiéroos, señor, perdonar,
BOCEG. Es miércoles; y yo soy á trueco que estéis mejor,
devotísimo del Carmen, en materias de rigor,
y en él carne... ¡r.i aun la tocol aunque en ello os engañéis
MONTIll. ¡Ah, cobardel No te atreves. todo cuanto imaginéis.
Boceo. Hoy no; mas mañana es jueves, Gregor. Adiós.
y mañana... (Vanse éste y Montilla.)
MONTIlL. ¿Qué?... Petron. Adiós, mi señor.
Boceo. Tampoco. (Vase.)

ESCENA VIII
ESCENA VI
Doña Petronila y Melchora.
Salen Doña Petronila y Don Gregorio, por báculo la
Petron. Melchora: ¿no quedó aquí
espada.
don Gómez con don Francisco?
Petron. Convaleciente, señor, Melch. Llévanlo todo abarrisco
importará recogeros los celosos.
temprano. Petron. ¿Cómo ansi?
Grégor. Quien vive en veros, Melch. Descompadrados los vi
no viéndoos se halla peor. irse.
Petron. Estimoos ese favor; Petron. El coche haz, pues, sacar.
pero es muy á costa vuestra. Melch. ¿Dónde los piensas hallar?
Gregor. Si he de sacar por la muestra, Petron. ¡Qué sé yo! Amor nunca acierta
juzgando por lo exterior, sino errando.
hermosa señora mía, Melch. Es cosa cierta.
en vos la mercaduría Petron. Pues, errando, he de acertar. (.Vanse.)
no me enseña mucho amor
lo tibio con que me habláis.
ESCENA IX
Sale Doña Ana de mujer, con manto, y Boceguillas.
ESCENA VII
Sale Met chora. —Dichos. Ana. ¿La capa, espada y sombrero?
Boceo. Todo viene donde has dicho.
Petron. No siempre está el corazón Ana. Será el coche mi vestuario.
con una disposición, Boceg. Y el arquilla, entre el aliño
si afectos examináis. del cojín, que está á la popa,
Gregor. Más con eso me enfermáis hará las veces de Ovidio
que la peligrosa herida. en nuestro metamorfosis.
Petron. Deseo yo vuestra vida Ana. No hay amor sin artificio;
todo lo posible. hoy admirarás mi ingenio.
Gregor. Creo Boceo. Bien; pero ¿no seré digno
lo que decís; pero veo de darte un almud de quejas?
lo contrario en mi venida. Ana. ¿Tantas?
Juzgábame yo, en virtud Boceo. Oye, te suplico:
de tanto favor pasado, En Milán serví soldado
más bien visto en vuestro agrado. dos años; mas, fugitivo,
Petron. Tratad de vuestra salud deslumbrando Barracheles, •
y lógrese juventud á Génova me deslizo;
que tan bien en vos se emplea, halléte medio embarcado
que, aunque por vos no se crea, para España, y, compasivo
es mi mayor interés; de la falta de mi flete,
que ocasión habrá después me admitiste en tu servicio;
en que más gustosa os vea. desde entonces hasta agora,
Gregor. Daros fe será forzoso, tu confidente y valido,
aunque á mí mismo me engañe. no he alcanzado ni un secreto
Petron. Temo que el sereno os dañe, de tu pecho; no he sabido,
que en Madrid es peligroso. sino por mayor, que en Malta
Gregor. Juzgárame yo dichoso profesaste desde niño
y acabara de estar bueno la Cruz; del turco espantajo,
si ese cielo, por quien peno, coco común del morisco,
se serenara al mirarme; y que don Gómez te llamas
que á mí lo que ha de matarme juntándole al apellido
ACTO SEGUNDO 6o5
del Avalos generoso enamoradas congojas,
el Pimentel más antiguo; si es la soledad su alivio;
tomaste el Portocarrero gocen dichosos amantes
por solapar los peligros el frecuentado bullicio
que en la Venta ocasionaste, de tanto coche que al Prado
por ti don Gregorio herido. trasladaron los Elisios.
Ha que te sirvo diez meses, Déjame, Montilla, á so'as.
y en los diez que ha que te sirvo, Montill. Soy fámulo: no replico;
ni sé á qué veniste á España, mas mira que han de dañarte
ni penetro tus designios, serenos.
ni si estás enamorado, Gregor. No seas prolijo.
ni quién te feria suspiros. Montill. A estos álamos me asiento;
Tal vez te hallo hablando á solas; si el sueño dijere: «envido».
tal, generoso conmigo, diré: «topo»; y tu, entretanto,
sin tener necesidad, bucoliza á lo de Anfriso. [Apártast.)
me vistes como un palmito; Ana. (A BoceguiUas.) Boceguillas, ven acá.
tal me envías noramala, ¿No es este hombre?..
y si entonces te replico, Boceg. Será el mismo
ó va tras mí el candelero, que dices.
ó me ensordeces á gritos. Ana. ¿Cuál?
Ya Adonis, rindes beldades; Boceg. ¿Qué se yo?
ya Venus, postras Narcisos; Un hombre como Dios le hizo.
ya soldado, todo hazañas; Ana. , Necio: ¿este no es don Gregorio?
ya escolar, todo aforismos; Boceg. Yo agora no gregorizo,
estoy en duda si acaso que en crepúsculo la tarde
lo atiplado en lo lampiño llora del sol paraxismos
te mutiló sin saberlo y tengo la vista corta.
lo« que junta el que es latino Ana. Pues yo sí, que los delirios
á los pretéritos siempre; de mis celos me hacen Argos.
otras veces imagino Boceg. Según el aire y los visos,
que en esto del masque gemís él parece.
sólo tienes el vestido. Ana. Pues, aparta.
¡Por amor de Dios! señor, Boceg. Aparto; vaya de tiro.
señora ó término ambiguo, ( Apártase éste, y Doña Ana echa á la
que sepa yo con quién ando; cara el manto.)
conozca yo á quién ministro; Ana. Retírate; no nos oigas.
pues has hecho en mi lealtad Boceg. Si hay segundos desafíos
cuantas pruebas has querido, acójome á este convento.
sé cuenta de Santa Juana, {Vase llegando ella á Don Gregorio, ta
sácame el alma del limbo. pada, y los lacayos, cada uno par su
Ana. Para todos los criados parte, se les acercan)
discretos el uso ha escrito Montill. (.Aparte ) Hacia mi dueño enfermizo
tres preceptos provechosos, se apropincua una buscona,
que son, si entre éstos te admito, y yo á los dos me apropincuo
oir, y ver y callar; por ver este perro muerto.
que guardes éstos te pido; Boceg. (.Aparte.) Mi humor es antojadizo,
porque, en dando enjlos sanctorum, no he de sufrir que malpara;
medrarás poco conmigo. detrás deste olmo me arrimo.
Boceg. Echo á la boca unas trabas, Gregor. (Paseándose.) Hoy ceños, ayer agrados:
pongo á la lengua unos grillos, algo contra mí la han dicho;
sórbome todo deseo; pero, si son las mujeres
desde hoy moriré de ahito. pluma al viento, ¿qué me admiro?
Ana. Por lo ameno y por lo solo Ana. {Tapada, á éi.) Debemos de padecer,
hice elección de este sitio. caballero pensativo,
Boceg. ¿Y por qué no por lo santo, pues buscamos soledades,
si consagran este hospicio unos accidentes mismos,
para ejemplo de la corte y en fe de que de algún modo
Recoletos Augustinos? se consuelan afligidos,
Ana. ¿Y el coche? juntando penas con penas,
Boceg. Allí nos espera, juzgo que os hago servicio
para el disfraz que me has dicho. en interrumpir silencios;
pues, si no de divertirlos,
ESCENA X gustaré de acompañarlos
mezclándolos con los míos.
Salen Don Gregorio y Montilla.
Gbegor. Déboos, oculta piadosa,
Gregor. No quiero ir tan presto á casa: los socorros compasivos
desahogue este retiro que no me atrevo á pagaros;
6o6 BELLACO SOIS, GÓMEZ

y os confieso agradecido Gregor.


que, á ser menos riguroso ¿Quién sois?
Ana. Espíritu, no precito,
mi mal, sobraba el oiros pero sí preso por deudas
para arrancarle del alma; que no pagué en este siglo,
pero son, os certifico, y entre incendios inmortales,
mis penas tan... tan crueles en el otro las desquito:
que las connaturalizo el alma soy de doña Ana.
como á la sangre las venas: Gregor. ¿De doña Ana?
pues si no peno, no vivo. Montill iJesucristo!
Ana. ¡Qué poco conocimiento ¿Almas aquí de medio ojo?
debe tener el hechizo (Espantados los tres )
que con desdenes os tratal Boceg. ¡Santa Juana! ¡San Patricio!
Gbegor. Por ser tanto he colegido ¿Lacayo yo de entresuelos?
lo poco que yo merezco. Desde luego me despido.
Ana. ¿Qué sería si, en castigo Montill. ¿Yo con amo espiritado?
de malas correspondencias, Desde hoy hago finiquito.
os pagasen sus olvidos Ana. (A D. Gregorio )
ingratitudes de Italia? Impaciencias del desprecio,
Gregor. (Admirado.) ¿Qué decís? nunca con vos merecido,
Ana. Que os pronostico me llevaron, aunque en gracia,
venganzas de alguna ausente, con los afectos tan tibios,
que vos, sin haberla visto, que, para perfeccionarlos,
elegistes por esposa, en llamas los fervorizo;
y ella, sin veros, os quiso. y, porque no dudéis de esto,
Deudor le sois de la fama, sabed que Pompeyo Ursino
cuyo delicado vidrio en vuestra busca navega,
se mancha con los engaños, y que los franceses lirios,
se quiebra con los indicios por vuestro ejército rotos,
de la opinión mentirosa, á Turín han puesto sitio;
sin reparar que, ofendido, que supo vuestros engaños
fija contra vos carteles en Milán el noble tío
algún poderoso Ursino. de la dama que os desdeña,
Deudor de la vida y todo y que en este instante mismo
le sois, pues los descaminos la está escribiendo una carta
del amor interesable y en ella cuerdos avisos
que os previene precipicios para que la mano os niegue;
malograron su inocencia, si queréis más requisitos
amortajada en suspiros. de futuros contingentes
Sepultada en sus congojas que abonen lo que os afirmo
y llorada de infinitos, y os abran los ciegos ojos,
no os enmiendan las desgracias, yo os los ofrezco; pedidlos.
no os enfrenan los avisos; Gregor. Los dichos bastan y sobran;
pues recelad, don Gregorio, pero yo, que fui motivo,
al cielo, que el patrocinio bella alma, de vuestras penas,
de doña Ana tiene á cargo ¿cómo podré redimiros
y es tal vez ejecutivo. de su incendio?
Gregor. (Admirado.) Enigmática agorera: Ana. Con sufragios,
¿quién tantas cosas os dijo con misas, con sacrificios,
de mí, si no consultastes con satisfacer mi fama.
infernales vaticinios? Gregor. Eso postrero no admito,
¿Murió doña Ana? Si es muerta, aunque todo se atropelle,
y yo de cuanto he fingido si, como me habéis pedido,
me confieso avergonzado, en que me desdiga yo
¿qué puedo hacer? ha de estribar vuestro alivio
Ana. Desdeciros perjudicando mi sangre.
de ofensas que la habéis hecho Ana. Pues desgracias os intimo
por palabra y por escrito. que serán irremediables
Gregor. No sufren eso las armas; en vuestro mayor castigo,
antes he de descubriros y andaré por vos en pena
y saber quién sois. si no hacéis lo que os he dicho. (Vase.)
(Quiere destapalla y ella se aparta.) Gregor. Esposa, mujer ó engaño...
Ana. Tenéos os digo,
que quedaréis consumido ESCENA XI
en las llamas que padezco.
Gregor. ¿Qué llamas? Dichos, menos DoRa Ana
Ana. Tenéos os digo; Boceg. Acogióse al escondrijo
que ignoráis quién soy. de Requiem.
ACTO SEGUNDO 607
Montill. Fuese á Fidelium. es vusted! Aquí aguardamos
Boceg. Será un sepulcro su hospicio. mi señora y yo habrá un siglo.
Montill. No más amos. Franc. ¡Oh, señora! ¿Tal favor?
Boceg. No más almas. Ana. ¿Sois el señor don Francisco?
Gregor. ¿Qué es lo que me ha sucedido? (Ana tapada.)
„ ■ , (Aparte ) Boceguillas: di si es él.
¿Burlaréme de ilusiones? Boceg.
¿Creeré, cielos, lo que he visto? Como diez y tres son cinco.
Montilla: ¡alto! al coche. Franc. Débole tanto á don Gómez,
Montill. ¡Tiemblo! que, como entre los amigos
Boceg. Con ser Agosto, tirito. no hay venturas reservadas,
Gregor. ¡Lo presente! ¡Lo distante! darme parte de ésta quiso
¡Lo futuro! ¿Y no me inclino para que se la envidiase.
á daros fe¡ confusiones?
¿No soy cristiano?
Montill. Y lo afirmo. ESCENA XIV
_ . (Todo esto apote.)
Gregor. Divirtamos por el Prado Salen Doña Petronila y Melchora, con mantos.
los presagios ó delirios
que me están desvaneciendo. Petron. No hay, Melchora, descubrirlos;
Montill. Mucho huelo, y no es tomillo. plegue á Dios que no suceda
(Vanse estos dos.) la desgracia que adivino.
Melch. Mejor irás en el coche.
Petron. No iré tal; que ansí registro,
ESCENA XII sin nota, lo que no veo.
Sale Doña Ana, de mujer, mas no cubierta. Ana. Quiéreos mi dueño infinito,
Ana. Boceguillas: ¿qué te has hecho? y yo, por el mismo caso
Boceg. ¡Jesús! No me boceguillo; que sé que en esto le sirvo,
abrenuncio, alma capona. es fuerza que mucho os quiera.
Franc. Dichoso yo si á serviros
¿Qué me quieres? ¿No te sirvo? ese favor acertase.
Ana. ¡Ah, traidor! ¿Tú me escuchaste? (Quedan les dos hablando entre sí.)
Boceg. Que te apartes te suplico; Petron. Oye: aquél ¿no es don Francisco?
que entre mi miedo y tus llamas Mei.ch. Y la hermana compañera.
me van dando calofríos. Una de estas busca ruidos.
Ana. ¡Anda, borracho, que es todo
patarata cuanto has visto! Petron. ¿En el Prado y á tal hora
Don Gómez soy; ¿dequé tiemblas? dama tapada?
En cuerpo y en alma vivo; Melch. ¿Hay cilicios?
tocame, dame esa mano. Que ansí llamo yo'á los celos
Boceg. Eso no. ¡Por Jesucristo! por lo áspero y pungitivo.
Ana. Pues ¿qué temes? Petron. ¿Celos? No; mas sentimientos,
Boceg. algunos, aunque remisos;
Que al instante que el desprecio las mujeres,
me la conviertas en cisco.
(Tómasela por la fuerza.) sin que amemos, le sentimos.
Ana. ¿Aseguraráste agora? Retírate entre estas matas.
Boceo. ¡Ay, que me quemasl Quedito. (Acechándolos.)
Ana. ¿Estás ya desengañado? Ana. Tiene don Gómez hechizos
Boceo. Tanti quanti. (A don Francisco.)
Ana. A don Francisco que salen con cuanto quieren;
ofrecí que se viniese afírmame que es novicio
á estas horas y á este sitio, en la Cruz blanca, y lo creo,
vería en él á mi dama; que es muy mozo; con que
porque con este artificio fío en su amor y noble sangre,
desmienta celos que tiene, que brevemente ha de unirnos
creyendo que le compito. el tálamo deseado,
Boceg. Buena traza; mas ¿qué es de ella? viviendo en paz y en servicio
Ana. Yo soy dama de mí mismo. de Dios y vuestro.
Boceo. Puedes, porque ya sospecho... Petron. Melchora:
Ana. ¿Qué? peor es esto. ¡Ay, celos míos!
Boceg. Que eres hermafrodito; Melch. Quien escucha su mal oye.
mas hétele al ruin de Roma. Boceg. ¡Lo que ensarta el barbilimpio!
Franc. (a d.» Ana.) Aunque no merezcoveros,
ni es bien me atreva á pediros
ESCENA XIII sin orden suya favores
Sale Don Francisco. — Dichos. de estima tanta, os afirmo
que de su elección discreta,
Ana. (Cúbrese.) Llámale acá. sútil ingenio y jüicio,
Boceg. (A él.) ¡Qué tardío no es posible deje ser
6o8 BELLACO SOIS, GÓMEZ

vuestro amor del suyo digno, ó son fantásticas sombras


y que esposos os deseo. las que hospeda este distrito.
Ana. No querrá tan bien nacido ¿Yo sin verla? ¿Yo cobarde?
sujeto dejar bastardo Montill. Porque me fuerzas te sigo
á tan hermoso angelito, con más miedo que vergüenza.
pudiendo ligitimarle. Gregor. ¿No es ésta?
Franc. ¿Don Gómez tiene en vos hijo? Montill. (Temblando.) Sí, señor mío;
Ana. Tiene en uno un cielo todo, con otra para el lacayo.
su rostro, sus ojos mismos, Sobre calaveras piso.
hasta un lunar, Dios le guarde, Gregor. (a ellos.)
que ha de ser Cristobalico ¡Alma! ¡Fantasma! ¡Embeleco,
el Adonis de la corte, ó lo que sois! Yo imagino
la envidia de los Narcisos. que burlas vuestras.
Melch. Adobándose va el ojo. Petron. ¿Qué es esto?
¿No oyes esto? Hombre, ¿estáis en vos?
Petron. (Aparte.) ¡Ah, fementido!
Faltas que en ti sospechaba,
jqué caras las averiguo! ESCENA XVII
Ana. Sígole desde Florencia, Sale Doña Ana, de caballero, con la cruz,
puesta mi patria en olvido, y Boceguillas.
atrepellando respetos,
si arrojados, bien nacidos; Ana. (A Don Francisco.) Amigo:
concebí en Genova, y luego, ¿hallastes aquí á mi Greida?
en Madrid, clima benigno, Franc. Y en ella todo el prodigio
sacaron á luz dolores de la discreción y gracia;
un serafín en un niño. ¡qué de almíbar que os envidio!
Franc. ¿Y llamáisos vos, señora? De padre os doy parabienes.
Ana. Doña Greida. (Estos d un lado.)
Boceg. (Aparte.) Ya le aplico Gregor. Yo tengo de descubriros.
para estameñas y manchas. Petron. Yo notaros de grosero.
¡Válgate el Diablo por tipio! (Estos aparte.)
Ana. Lo que me ordenó mi dueño, Ana. ¿Y la cara?
como acostumbro, he cumplido. Franc. Nunca quiso
Tiempo es de dar vuelta á casa. mostrármela.
Franc. Iré sirviéndoos. Ana. Era ya noche.
Ana. No admito Pctron. Don Gregorio: si el juicio,
esa merced: Dios os guarde. como la salud, no os falta,
Franc. Y á vos, siendo yo el padrino, advertid que habrá castigos
os canten epitalamios, á desenvolturas vuestras.
aplausos y regocijos. (Porfiando descubrirlas.)
Ana. (Apártase de él, y dice á Boceguillas.) Melch. Aquí de los comedidos.
Boceguillas: llega el coche (A voces.) ¡Caballerosl ¡Ah, señores!
y saca de él el vestido (Descúbrelas. Júntanse todos )
varonil; cortinas echa. Ana. ¿Qué es esto?
Boceg. ¡Jesús! De ti me santiguo. (Vanse.) Gregor. (a Doña Ana.) Ya yo adivino
la causa de estas quimeras:
ESCENA XV puerta me abrió el laberinto.
Vos, don Gómez, más que diestro,
Dichos, menos éstos. venturoso ó atrevido,
Petron. Melchora: ¿que esto á mis ojos que el acero en una venta
haya pasado y respiro? osastes medir conmigo,
¿Esto yo misma he escuchado? del otro mundo buscáis
¿Y estoy viva? embelecos y artificios
Melch. ¿Qué hay perdido? que, mi amor desazonando,
Dos nos ruegan en que escojas os excusen de peligros;
don Gregorio y don Francisco; pero no os valdrán agora.
(Saca la espada.)
te pretenden y idolatran
á pares como zarcillos. Ana. Aquí soy lo que allá he sido.
(Desnudala suya.)
Petron. ¿Cuándo escogieron los celos?
Abrásome, desatino. Franc. Doña Petronila: ¿vos
aquí?
Boceg. (A Melchora.)
ESCENA XVI Y tú, ¿sales del Limbo?
Salen Don Gregorio y Montilla.— Dichos. Montill. ¿Quién te vistió de alma en pena,
Melchora?
Gregor. He de saber, ¡vive Dios! Boceg. De eso poquito;
si soñando quimerizo, que yo solo me enmelchoro.
ACTO TERCERO 609
MONTIll. Pues, mandilón, ¿tú conmigo? Boceg. No te entenderá un Pasquín;
Petron. Mataos todos y vengadme despachábale tu herida
los tres de. vosotros mismos, ó á la posta, ó á la brida,
que á todos os aborrezco; al infierno; sano, en fin,
todos me habéis ofendido. disfrázaste en alma en pena
Franc. Yo á vos, ¿en qué? porque le mate tu espanto,
Petron. En ser mudable. ¿y" agora le quieres tanto?
Ana. ¿Y yo? Ana. Cuanto más se me enajena,
Petron. Vos, por fementido, más sus diversiones siento.
(A Don Gregorio.) ' Boceg. Constrúyate el Anticristo.
como vos en ser grosero. Ana. Mira: celos son un mixto
Melch. (A los Lacayos.) de amor y aborrecimiento.
Y los dos por Gomecillos. Boceg. ¿Amortú?¿Poraué, siendo hombre?
Gregor. Don Gómez: seguid mis pasos. ¿Celos? ¿Por que, no mujer?
Ana. A atajároslos os sigo. Ana. Yo llegué tanto á querer
Fhanc. Yo tras vos. la difunta, no te asombre,
Petron. Y yo iras todos, que aún está viva mi hermana
que adoro lo que persigo. en mí y muerto en ella estoy.
(Vanse éstos.)
Montjli. ¿Y nosotros tres en raya? Ten por sin duda que soy
Buceo. Dígalo Melchora. más que don Gómez doña Ana;
Melch. Digo pues si amor nos encadena,
que de él no se me da un clavo, ¿ya de qué te admirarás?
y de él no se me da un pito. Boceg. Agora te juzgo más
(Al uno: al otro.) que la otra vez alma en pena.

ESCENA II
ACTO TERCERO
Don Gregorio. — Dichos.

ESCENA PRIMERA Gregor. Si tiene algo de fineza,


Salen Doña Ana de galán, con la cru$, don Gómez, el visitaros
y BOCEGUIllaS. y por la mano ganaros
én esto, para firmeza
Ana. Quedamos, en fin, amigos de nuestra nueva amistad,
interveniendo terceros. sírvaos de satisfacción
Boceg. Nunca manchan los aceros que tengo en el corazón,
pendencias en que hay testigos; en el alma y voluntad
mas ¿tienes seguridad cuanto os afirman los labios.
de amistad reconciliada? Ana. No fuérades vos, señor,
Ana. La suya es la interesada; tan noble, si ese favor
pues ya, sin dificultad (ya se olvidaron agravios)
de mi venganza y mis celos, las ventajas no me hiciera
ni la muerte he de pedirle que de vos mi pecho fía;
de mi hermana, ni impedirle y pedrá ser que algún día,
la que causa sus desvelos. (¡ojalá el presente fuera!)
Hase informado que estoy conozcáis lo que deseo
con doña Greida casado. serviros.
Boceg. De sí mismo enamorado: Boceo. (Aparte.) Ello dirá.
ayer don Gómez, Greida hoy. Gregor. Si á la experiencia se da
Que lo crea no es gran cosa; crédito, ya en vos lo veo.
pero ¿esto en qué ha de parar? Ana. Pues no lo digáis en vano,
Ana. En que no se ha de casar porque me oso blasonar
con la Petronila hermosa. que no os habéis de casar
Boceg. ¿Y la amistad? si no fuere por mi mano.
Ana. iQué sé yol Gregor. Eso es doblarme venturas.
No me apures tantas veces. Ana. Cualquier difícil amante
Boceg. Aqueso es volver las nueces necesita de un trinchante,
al cántaro. ¿Por qué no? que amor todo es coyunturas,
Ana. Porque en el alma he sentido y si una vez las erráis
no lograrle mi cuñado; nunca acertaréis con ellas.
don Gregorio, en lo aliñado, Gregor. No imagino yo perdellas
lo bizarro, lo entendido, si vos me las sazonáis,
no admite comparación. porque, ¿con qué no saldréis
¡Oh, si doña Ana viviera . si con la invención salistes
y esposa suya se viera, á que ayer me persuadistes?
qué proporcionada unión! Notable sois; no creeréis
COMEDIAS DI TIRSO DI MOLINA. — TOMO II h
6io
cuán, por sin duda, os juzgué Tarde es; mas ya se lo digo.
espíritu de doña Ana. Greoor. ¿Eso puédese creer?
Ana. ¿Cómo es eso? Ana. ¡Oh! Si llegáis á saber
Gregor. En sombra humana lo que ha pasado conmigo,
su alma misma imaginé mi crédito haré dudoso.
que á darme quejas venía. Gregor. Al punto mando decir
Ana. No os entiendo. las misas por no impedir
Gregor. ¿Cómo no? su descanso.
Ana. Don Gregorio: nunca yo Ana. Sois piadoso.
tuviera tanta osadía Gregor. ¡Por Dios! que anoche creí,
que el papel de un alma hiciese don Gómez, que érades vos,
que está gozando de Dios; cuando reñimos los dos;
pero ¿visteis algo vos porque como luego os vi
que mi hermana os pareciese? en el traje que ahora estáis
Porque, si he de hablar verdad y mis sucesos sabéis,
refiriéndoos lo que pasa, con la fama que tenéis
las más noches en mi casa, de las burlas que inventáis,
apenas la obscuridad dije: «¿Este mozo me incita
mata las luces al sueño, para otro riesgo segundo
cuando una voz lastimosa con cosas del otro mundo?»
nos despierta querellosa, Ana. Nunca el cielo tal permita;
al principio con pequeño los sufragios que os exhorta
estrépito; mas después, se hagan por ella mañana;
con cadenas, con gemidos, porque, difunta mi hermana
nos atruena los oídos, y en el cielo, ¿qué la importa
sin que hasta hoy sepa lo que es. que sea vuestra esposa ó no
Mudé posadas creyendo doña Petronila?
que era duende lo que os digo; Boceg. Poco.
pero mudóse conmigo Gregor. Tendréisme con eso loco.
con sus cadenas y estruendo. Ana. Otro estorbo temo yo
Gregor. ¿Qué decís? que es harto más importante
Ana. ¿Qué? Boceguillas: entre vos y vuestra dama.
cuenta tú lo que ha pasado, Gre<íor. ¿Cuál es?
pues, como yo, lo has lastado. Ana. Don Gómez se llama,
Boceo. Contaréle maravillas primo, galán, estudiante
á vuesasted que le obliguen y, sobre todo, bien visto
á santiguarse. Antenoche de la que es con vos cruel.
sentí en el desván un coche Gregor. Algo me han contado de él.
á quien seis jayanes siguen Ana. Matémosle.
arrastrando seis capuces Boceo. {Aparte.) ¡Vive Cristo!
con hachas de cera pez, que no es posible que sea
dando aullidos cada vez sino engendrado á jirones
que se apagaban las luces; de embelecos y invenciones
tras todos, de un blanco velo este tiple taracea.
cubierto un cuerpo miré, Grigor. Pues él ¿en qué os ha ofendido?
tan alto, que imaginé Ana. En el nombre lo primero,
que desollinaba el cielo; puesto que Portocarrero,
gemía de cuando en cuando en que se haya entremetido,
cual si de parto estuviera; mandón de la que os abrasa
bajaron por la escalera tanto, que podéis temer
seis cadenas arrastrando, que este primo se ha de hacer
y entraron en mi aposento primogénito de casa
sin perdonar escondrijo; en que su traje molesta
entonces un jayán dijo: á todos; pues al instante
«Este, que roncando siento, que un zafio ve á un estudiante,
y se llama Boceguillas, dice: «daca la ballesta»,
sirve á su amo de trainel; en que compita con vos
á la pelota con él y aumente vuestros desvelos.
juguemos.» Yo, de rodillas, Gregor. ¿Mas si tuviésedes celos
dije: «Si del Purgatorio de él ?
sois, ¿qué mal os hice yo?» Ana. ¿Yo celos? Bien, por Dios;
Y el alma me respondió: como de mí.
«Anda y dile á don Gregorio Gregor. ¿Negaréisme
que pena por él doña Ana, que no amáis á la que adoro?
porque si luego le avisas Ana. ¿Yo? Como al rejón el toro.
que diga por mí mil misas, Don Gregorio, amigo, ¿veisme?
me iré á los cielos mañana.» Pues á fe de caballero
ACTO TERCERO 6ll
que os amo más mucho á vos ESCENA III
que á esa dama y á otras dos. Dichos, menos Don Grbgokio.
La amistad es lo primero;
desde que nos conformamos Boceg. ¿Estás harto de tejer
sois dueño de mis acciones; marañas? ¿Sóbrate estambre
fuera, sí, de obligaciones para otras? ¿Tú de ti mismo,
que, si nos comunicamos, dama, maltés, estudiante?
sabréis. ¿Tú, contigo compitiendo,
Gregor. Ya me han referido a ti mismo has de buscarte?
de no sé qué Greida. ¿A ti mismo perseguirte
Ana. ¿Quién? porque á ti mismo te mates?
Greqor. Que os quiere y le queréis bien. ¿Qué habemos de sacar de esto?
Ana. ¡Por Dios! ¿Qué, lo habéis sabido? Ana. Boceguillas: pues no sabes
Pues yo os juro que es de suerte mis fines, no los censures.
lo que está conmigo unida, Boceg. Ya estoy en que me mandaste
que nos alienta una vida oiry ver y callar;
y nos espera una muerte. oigo y veo, que esto es fácil,
Boceg. (Aparte.) En esto no hay solecismo, pero querer que en el golfo
pero hay infinito enredo. de tanto embeleco calle,
Gregor. Confiado habláis. es poner al campo puertas.
Ana. Y puedo
del modo que de mí mismo.
Volvamos al estudiante ESCENA IV
que ha de morir. ¡Vive Diosl Sale Melchor* con manto.— Dichos.
por mí, cuando no por vos.
Greoor ¿De qué suerte? Melch. Señor don Gómez: Dios guarde
Ana. Es el rondante á vuesa merced.
y espadachín cuantas noches Ana. ¡Melchora!
llama el silencio al reposo, ¿Adónde bueno?
y en extremo tan celoso, Melch. A buscarte.
que en la calle cuantos coches «Mensajera sois, amiga»,
pasan ha de registrar, etcétera. El corretaje
cuanto aventurero andante, que traigo, no pide partes;
que, aunque al tal primo estudiante, mándame á que le cante,
vuestra dama dé lugar mi señora, ó que le rece,
y entrada cuando es de día, !• antiguo de aquel romance:
de noche no, que su puerta «Mira, Zaide, que te aviso
para ninguno está abierta; que no pases por mi calle,
puesto, aunque es malicia mía, ni mires á mis ventanas
que asistente en una reja ni...» Ya sabrá lo restante.
las más le sale á escuchar, Vuesa merced represente
y con él suele parlar el papel del dicho Zaide;
hasta que al indio el sol deja; porque está, si no lo cumple,
hánmelo mentido ansí á peligro que le maten,
y es bien que lo averigüemos; ó que sepa la justicia
la siguiente, pues, iremos, sus mujeriles disfraces
y si le hallamos allí, siendo nombre, y tan para hombre
acabaremos con él; que diz que le llaman padre
si no, os habéis de fingir ó taita Cristobalitos
don Gómez, y hacer salir y Greidas que le desmanchen.
la dama, creyendo es él; Mi sa doña Petronila
que con la seña engañada acaba ahora de sacarse
al instante acudirá, la muela que le ha dolido,
y allí vuestro amor sabrá si no mucho, lo bastante,
si está del primo prendada, siendo el gatillo sus celos;
para que con causa justa y, si bien escupe sangre,
de tramoyas os venguéis. hay Franciscos y Gregorios
Gregor. Las cosas que proponéis con que sus penas enjuague:
son extrañas; mas, pues gusta está en duda con cuál de ellos
vuestra amistad, no hay en mí brevemente se entalame,
dificultad. y hay consulta de parientes
Ana. A las dos en nuestra casa esta tarde;
os espero. teme que se la alborote,
Gregor, Amigo, adiós. y en mujer tan importante
Ana. ¿Queda esto ansí? ya verá lo que se arriesga
Gregor Quede ansí. (V«m ) con el más mínimo achaque.
Dije, y voime. Adiós, seor mío.
6l2 BELLACO SOIS, GÓMEZ

Ana No has de irte sin que te pague, Pues ¿cómo impedirle puedes
Melchora, tan buenas nuevas; que este otro agora se case,
será el premio este diamante. (.Dátele.) si para entrar en su casa
¡Gracias á Dios que saldremos tienes peligros tan grandes?
de empeños en que á engolfarme Pues sus deudos, también dijo
me llevaban, agua arriba, Melchora que han de matarte
obligaciones tan grandes! si entrar con ella te ven,
¡Qué discreta es tu señoral conque por ninguna parte
Con cualquiera que se case hay puerta para tu enredo,
de los dos, tan mis amigos, aunque más máquinas halles.
hallará dichas iguales Ana. Dije, y tengo de cumplirlo.
que den envidia á esta corte, ¿Dudas tú que á mí me falten
y yo excusaré desaires, medios con que entrarla á ver
si á Cristóbal legitimo, y mis cautelas la engañen?
que está temiendo su madre. Allá he de entrar luego al punto.
Dila esto, y adiós. Boceo. Luego, ¿los dos han de darle
Melch. I Tan seco! la mano á la Petronila?
¡Jesús! ¡Don Gómez! ¡Tan grave! iCon los maridos á pares?
Ana.
¿Vuesasted la quiso bien?
Pues ¿qué he de hacer?
Ana.
Boceo.
i1
''eránlo á pares, ó á nones.
Y, hecho el dicho maridaje
Melch. ¿Qué? Colgarse imposible, ¿con quién piensas
de una viga; dar suspiros casar tú?
que un neblí no los alcance; Ana. Contigo.
retar, celoso, á Zamora. Boceg. ¡Zape!
Ana Eso, amiga, solía usarse Ana. Boceguillas: lo del alma
en farsas matusalenas; en pena me es importante
no hallan celos ya á quién maten; que se apoye.
está muy cristiano amor Boceg. 4De qué suerte?
y tiembla de condenarse Ana. 'ú no sabes
si loco se desespera. dónde el don Gregorio vive?
Vete, y dila de mi parte Boceg. Lindamente: barrio y calle.
que la doy mil parabienes. Ana. ¿Tiene en casa otros vecinos?
Melch. Pues, mire: por más que trague Boceg. Pienso que ayer vi mudarse
hacia adentra sentimientos los que en el cuarto de arriba
y disimule pesares, moraban.
yo sé que tiene el pechito Ana. Si se quedase
con más agujas que un sastre. vacío, fuera esta suerte
Vaya allá vuesa merced, de mi sutileza examen.
pero no le diga á nadie Anda, vamos á saberlo.
que yo le di tal consejo, Boceg. Pues ¿qué tenemos?
porque, asi Dios me depare Ana. Donaires
marido que me merezca, que me saquen venturoso.
que me ha mandado que llame, Boceg. ¡Oh, casa de los orates! (Vanst.)
mi señora, deudos suyos
que en casa han de convocarse
para lo que le refiero.
Ana. Pues ¿qué quieres, si á intimarme ESCENA VI
que no vaya allá te envia? Salen Doña Petronila, Don Francisco
Melch. ¡Jesús! ¿Pues eso cree? Calle. y Don Gregorio.
¿Luego ignora que en los celos
son mizes todos los zapes? Petron. Digo, pues, señores míos,
Vaya luego allá, y adiós. (Kase.) que, sin consultar consejos
de mis deudos, aunque viejos,
primos, parientes y tíos,
ESCENA V no tiene mi elección bríos
Dichos, menos Mei.chora.
para ponerme en estado;
para esto los he llamado,
Ana. ¿Qué dices de esto? las muchas partes propuesto
Boceo. Que acabes de los dos; y según esto,
con todos: ó dentro ó fuera. libré en ellos mi cuidado.
Ana. Don Francisco ha de casarse Los bien nacidos pleitean
con ella, ó yo no ser hombre. como tales á lo igual,
Boceg. Pues ¿agora no acabaste litigan al tribunal;
de decir á don Gregorio Dero siempre que se vean
que te busque y que te mate es justo que amigos sean;
porque su dama se quede que yo, en habiendo quistión
sin estorbos que la embarguen? que cause murmuración,
ACTO TERCERO 6l3
desde luego les intimo en todo Madrid.
que más que el casarme estimo Petron. ¿Qué es esto?
mi fama y reputación. Ana. ¿Esto? Entrome acá, que llueve.
Gregor. Sois tan cuerda, mi señora, Petron. ¿Qué queréis?
que yo convencido quedo Ana. No se apitone:
y las ventajas le cedo un demonio de estudiante,
á mi opuesto desde agora; que siempre lo hallo delante,
vuestra suerte se mejora de suerte se descompone
en empleos de su amor, por dondequiera que paso
y yo, que de su valor, con pellizcos, con locuras,
aunque parte, soy testigo, malicias, desenvolturas,
le quiero más para amigo que, aunque de ellas no hago caso,
que para competidor. me ha obligado á que huya de él
Franc. Discreción y bizarría y me éntre sin ton ni son
airosamente juntáis; en su casa de rondón.
mas no es bien que me venzáis, Petron. ¿Estudiante es?
amigo, en la cortesía: Ana. Es la piel
yo os renuncio la acción mía, del diablo, que le engendró:
que amor que obliga beldades no me deja á sol ni á sombra.
no funda felicidades Petron. ¿Sabéis vos cómo se n'ombra?
la vez que elige mujeres Ana. Un su mozo le llamó,
en ajenos pareceres, porque otro lo pescudaba,
sino en propias voluntades. don Gomia Porchocarrero.
Esta señora os la tiene, Petron. Don Gómez Portocarrero
sus ojos la muestra os dan; diréis.
dejáis por ella á Milán, Ana. Sí; despacio estaba
y quien de tan lejos viene la moza para estodiar
no es justo que se enajene si es don Gómez, Gazmio ó rollo.
de prenda que suya fué. Petron. Mi primo es.
Yo, que muerto la causé Ana. Pues si es su pollo,
llantos que quiero debella, calcilla le puede echar.
volviendo á morir por ella ¿Quiere vuesasted cuajada
la plaza os desoejaré. para aquestos caballeros?
Petron. ¿Finezas entre los dos Petron. ¡Buena merienda!
á mi costa, caballeros? Ana. Sin sueros,
¿De qué podéis ofenderos limpia, fresca y sazonada;
vos, don Gregorio? ¿Ni vos? más dulce es que una conserva;
Soy noble; no quiera Dios al azúcar la aventajo;
que me resuelva arrojada pruébela, que no es de cuajo;
á cosa... á fe mía que es de hierba.
Ana. (Dentro.) ¡Y á la cuajada! (Saca una cucharada.)
Petron. Que al mundo dé que decir, Aunque esas manos, que pellas
pues yo no os he de elegir son de nieve en el color,
a deudos subordinada. venden cuajada mejor;
¿Por qué el uso no desprecio? comerse puede tras ellas
¿Porqué á los dos no os admito? las suyas un capitán. {Tómaselas.)
jPor qué mi estado remito Petron. ¡Aduladora!
á quien haga de él aprecio? Ana. A ver: llegue;
Reparad que es caso recio á fe que no es su jalbegue
el de esa resolución, de almendras ni solimán. '
cuando en vuestra discreción, ¿Con qué se las lava? ¡Rara
en fe de tan estimada, blancura! Amor: tú dirás
me fío. que lleve el diablo lo más
con un poco de agua clara.
Petron. Entre grosero y pulido
ESCENA VII sabéis aliñar primores.
Sale Doña Ana de cuajadera; loca de rebozo hasta
¿Visteis vosotros mejores
la nariz, sombrero, mangas y fundulas blancas; ojos?
naguas de cotonía; devantal, con pliegues, blanco;
Ana. No son lo que han sido.
una olla de cobre en una cesta, cubierta con unos Franc. Airosa es la cuajadera.
manteles que lleva en una mano, y en la otra un Gregor Corred la cortina ó toca
que nos priva de la boca.
cucharón de hierro.—Dichos.
Ana. Por otro tanto me diera
Ana. ¡Y á la cuajadal su sotana el estudiante;
¡Válgale la maldición! » no la hallara con sazón;
¿Han visto cuál se me atreve? atrevióse el neguijón
No hay escolar más molesto á uno de éstos de delante;
1
6i4 BELLACO SOIS, GÓMEZ

libre el cielo los que en vos me sirvió de guardarropa.


guarnece de carmesí; Petron. ¡Buena cuajada!
(a ella ap.) Écheme á los dos de aquí, Ana. Y tan buena,
que tengo que hablarla. que ha de cuajar mis venturas.
(A todos.) Adiós, (A Melchora )
que pierdo tiempo y es tarde. Allá esos vestidos entra,
¡Y á la cuajada...! llevarálos mi criado.
Petron. Esperad. Petron. ¿A quién?
Licencia los dos me dad. Ana- A una esclava negra
Greoor. Dios, bella señora, os guarde de mi huésped.
para que mucho os logréis Melch. Cotonías
con la prenda que os merece. son la gala de Guinea.
Petron. Si á mis deudos os parece (Mete Melchor» todo lo demás de este
que es bien que sobre esto habléis, embeleco.)
miraldo; y cada cual crea
que, sin hacer distinción
de entrambos, mi inclinación ESCENA X
acertar sólo desea.
Dichas, menos Melchora.
Gregor. No sé en eso lo que os diga. (Vase.)
Franc. Tampoco dichoso soy, Ana. Agora, pues, mi enojada,
que por excluso me doy. (Vase.) que no hay disfraces que temas,
¿sobre qué es la pesadumbre?
¿en qué estriban tus ofensas?
ESCENA VIII Petron. Que tal oses preguntarme,
Doña Petronila y Doña An». ¿llamárelo desvergüenza?
Ana. Pues ¿qué h« hecho yo contra ti?
Petron. ¿Yo qué he detiacer, pues, amiga? Petron. No es nada, la doña Greida
¿Qué hay de nuevo? para esposa apalabrada
Ana. Que acabemos cuando arrimes la encomienda,
con celos y impertinencias. y el señor Cristobalico
(Quita la toca, desnuda lo de mujer, que ligi times.
trae la espada debajo del vestido, d tas Ana. Quisieras,
espaldas, atada con el tahalí, queda en
cuerpo, como hombre; saca de la cesta la mi bien, tú, que antes de verte,
capa y la guarnición de la espada, que es entre hechicero y profeta,
de tornillo.) adivinara en Italia
Petron. ¡Jesús! ¿Hay tal osadía? mi ventura y tu belleza,
Ana. No ha sido ésta la primera y á pesar de lindas brides
en que tus desconfianzas conservara su entereza
la vida y gustos me arriesgan; el caballero del Sol,
tu condición es terrible.— reservado á la Princesa
Melchora: sal acá afuera; Claridiana ó Clariluna;
desnúdame de estas burlas antes es bien que agradezcas
para que hablemos de veras. certidumbres que te saquen
de malicias que me afrentan.
Petron. ¿Qué malicias?
ESCENA IX Ana. Las escritas
Sale Melchora.—Dichas.
en la carta de la venta
que me llaman mutilado:
Petron. Pues ¿qué dirán los que entraren ni bien hombre, ni bien hembra.
cuando aquí en cuerpo te vean? Petron. ¡Qué á la cara me han salido,
Ana. Veránme en cuerpo y en alma don Gómez, aunque lo sienta,
andar por tu causa en pena. lo que es más que imaginable!
(Desnudándola Melchora tienta la es En casarme estoy resuelta
pada á las espaldas.) con don Gregorio mañana.
Melch. ¿Qué es esto duro? Ana. ¿Con quién?
Ana. La espada. Petron. Ha de ser por fuerza:
Mei.ch. ¿La espada? ¿Quién tal creyera, no te canses.
ingenioso embelequista? Ana. Muchas horas
Ana. Melchora: amor que no inventa hay que entre esta noche median
no vale dos caracoles. y mañana para hacer
(Pone á la espada la guarnición, ciñese- que se acabe la tarea
la; púnese el sombrero .que trujo, y queda en Viveros comenzada;
galán con la cru$ al pecho.) veráste antes que amanezca
Mei.ch. Cada día hay cosas nuevas. viuda; prevén luto y tocas,
¿Y la guarnición, la capa, y adiós para siempre.
con lo demás? (Hace que se ya.)
Ana. Esa cesta Petron. Espera.
ACTO TERCERO 6l5
¿No sois ya los dos amigos? Ana. Me aprietan
Ana. ¡Gentil amistad! congojas no sé si el alma;
Petron. No sea no con vos crédito pierda
con él, pues lo sientes tanto; mi valor, que no es cobarde;
don Francisco te agradezca quien guarda para la guerra
la mano que de mi parte las manos, y para un susto
puedes ofrecerle. de amor los ojos y lengua.
Ana. En esa Petron. ¿Pues la Greida?
pongo yo el alma y los labios: Ana. Casaráse
(Bésasela.) con otro dándola hacienda
tal valor para tal prenda. suficiente; pues me excusa
PETRON. (Muy enojada.) esta cruz, que no dispensa
Pues ¡ingrato, fementido, tálamos embarazosos.
engañamundos! no creas Petron. ¿Y el Cristóbal?
que del uno ni del otro, Ana. Su nobleza
si hoy con la vida te dejan, le sirva de patrimonio.
logre su amor esperanzas. Melch. Si es natural, no es afrenta.
¿Han visto que sin dar muestra Ana. Echará, si se lograre,
de un pesar, aunque fingido, por las armas ó la iglesia.
la mano el traidor me besa? Petron. Si esa cruz, pues, os impide
¡Vete, falso á tu italiana! lazos lícitos con ella,
Palabras la desempeña; ¿cómo podréis ser mi esposo?
su bastardo legitima; Ana. Para la otra es cruz profesa;
pero, con tal que no vuelvas pero para vos, novicia.
á esta calle ni á esta casa, Petron. Ahora bien: templad tristezas
que, si su umbral atraviesas, y infórmeme yo, entietanto,
á un tiempo han de celebrarse de cosas que es justo sepa
mis bodas y tus obsequias. para asegurar temores.
Ana. Eso sí, mi Petronila. Ana. ¿Qué plazo asignáis?
¡Cuerpo de tal! Pique, escueza. Petron. Abrevian
Sepamos cuál de los dos los deseos, cuando abrasan,
trae más fina la pimienta. dilaciones que atormentan.
¡Qué villanos siempre han sido Ana. Comerme quiero esta mano
los celos! Si no se vengan á besos. (Tomala la mano.)
de aquellos que más adoran, Melch. No se la beba,
juzgan su amor por afrenta. que es de nieve y le hará mal.
¡Ea, pelillos á la mar! (Muy tierna.) Ana. Pues ¿cómo abrasa si nieva?
Celos me diste que queman, (Muérdesela.)
celos te he dado que abrasan, Petron. ¡Ayl
servido nos han de leña; Melch. ;Quedito! no muerda.
pues la brasa se ha encendido Ana. Envidia el corazón, labios
á que el amor se calienta y lengua.
y humo los celos se llaman, Petron. Bellaco sois,
echemos el humo fuera. don Gómez.
Yo te adoro ¡el cielo vive! Ana. Hechizo mío
Si no bastan para prueba ansí han de ser los hombres. (vanst.
de esta verdad los disfraces,
ya dama, ya cuajadera,
ya doña Ana, ya don Gómez, ESCENA XII
ya estudiante, ya alma en pena,
¿qué ha de bastar? Salen Don Grrgorio y Montilla.

Gregor. ¿Qué hora es?


Montill. Todo el cahiz
ESCENA XI conté menos una hanega.
Sale Melchor*. — Dichas. Gregor. Si un desengaño sosiega,
quien los admite es feliz.
Melch. Yo, señora, Pensé esta noche rondar
que he sabido, en mi conciencia, á mi ingrata; ya no quiero.
que ni duerme el pobrecito Montill. Róndela el Portocarrero
por ti, ni come, ni cena. y ¡altol señor: á acostar.
Si el bien se nos entra en casa, Gregor. Viva el dichoso estudiante,
¿qué diablos es lo que esperas? pues sus intentos logró.
Mira qué talle de alcorza; ¿Por qué he de matarle yo
mira qué cara de perlas; si el paso me echó adelante?
acaba: dale esa mano. Venme á desnudar, Montilla.
(Finge Doña Ana que llora.) Montill. ¡Gracias á Dios que una vez
Petron. ¿Qué es eso? ¿Lloráis? le hallo cuerdol El almirez
6i6 BELLACO SOIS, COMEZ

nos despierte, campanilla Ana. ¡Ay, remiso don Gregorio!


de todo poltrón galán. Boceg. ¡Ay, Montilla!
Gregor. No, Madrid, en ti más llamas.
Montill. ¡Fuego de Cristo en sus damas!
Gregor. Luego me vuelvo á Milán, (Vanse.) ESCENA XIV
En calzoncillos y camisa Montilla, con vestidos,
ESCENA XIII sábanas y mantas d cuestas.
Doña Ana, de hombre, y Boceguillas. Montii.l. Mil cadenas
Boceg. Tu ingenio se me ha pegado. siento que vienen tras mi,
Ana. ¿Cómo? y mil demonios con ellas
Boceg. Díjele al casero dando aullidos y querellas.
que quería un caballero, Boceg. ¡Ay, que me abrasol
a Madrid recién llegado, Ana. ¡Ay de mí!
ver el cuarto que alquilaba, Montill. Conjúrote por el Credo
porque, en saliendo contento, menos el Poncio JPilatos.
sería tu alojamiento; Ana. ¡Ay, hombres de viles tratos!
y él, aunque lo deseaba, Montill. Algalia sudo de miedo.
por no sé qué ocupación, ¿Qué me quieres, aullador?
respondió que hasta otro día Boceg. Misas.
mostrárnoslo no podía. Montii.l. ¿Soy yo San Gregorio?
Dile entonces un doblón ¿He arrendado el Purgatorio?
redondo, divina salsa ¿Fui yo acaso colector?
que á todos los gustos sabe,
fióme al punto la llave
y entré por la puerta falsa ESCENA XV
sin que nadie me sintiese, Sale Don Gregorio, en jubón y calzoncillos, con la
metí cadenas y grillos espada desnuda.—Dichos.
que ha de pasmar al oíllos
el tal, ¡oh, si ya durmiese!, Gregor. ¿Qué calabozos se pasan
y díte aviso al momento. desde el Infierno á este puesto?
Ana. Comiéncese, pues, la esgrima. ¿Montilla?
Bocbg. Estas piezas caen encima Montill. ¡Señor!
de su cama y aposento; Gregor. ¿Qué es esto?
á acostarse iban agora, Montill. ¡El Juicio!
que yo los vi diligente Ana. ¡Ay! ¡Que me abrasan
desde aquí. ' llamas sin luz invisibles!
Ana. Un convaleciente ¿Por qué en mis penas no avisas?
mejor duerme que enamora. Gregor. Visiones: ¿qué queréis?
¡Gentil modo de matar Los dos. Misas
al estudiante! Gregor. Yo os prometo las posibles.
Boceg. Una herida Ana. (A voces lastimadas. Mucho estruendo.)
teme otra, y no hay mejor vida Mientras que en el Purgatorio
que vivir. esté, porque tú lo quieres,
Ana. Vuelve á mirar tener sosiego no esperes
si se han traspuesto los dos. ni casarte, don Gregorio.
Boceg. ¿Por dónde? Gregor. ¡Sombras, que os juzgo infernales!
Ana. Esa cuadra acecha No os he de tener temor.
(Acéchalos.) Quita.
Boceg. Roncando, los soplos echa Montill. ¿Dónde vas, señor?
de á legua y media; ¡por Dios, GREGOR. (Cuchilladas al aire)
que es treinta Alcaldes Ronquillos. ¡Qué sé yo!
Ana. Alto, pues, no lo dilates. Montii.l. No son mortales
Boceg. ¿Qué falta? los que aúllan, sino sombras
Ana. Que la luz mates de azufre y hierro cargadas;
y anden los ayes y grillos. ¿de qué sirven cuchilladas?
Boceg. De mí mismo tengo miedo. Gregor. Quédate tú, que te asombras;
Ana. . Vaya. subiré al cuarto de arriba,
Boceg. Aquí empieza la historia. que en mí el espanto no cabe.
(Entranse, y allá dentro arrastran ca Montill. Si está la puerta con llave
denas, con ayes y todo estrépito.) sin persona que le viva
Ana. ¡Ay, que me impide la gloria por más que intentes, ¿qué harás?
un ingrato! El diablo aquí te hospedó.
Boceg. ¡Ay, que no puedo Gregor. Pues, ¿qué he de hacer?
salir, por él, de las penas Montill. Lo que yo:
inmensas del Purgatoriol afufa li as.
ACTO TERCERO 6i7
Gregor. ¿Dónde vas? desquitarán por las noches
Montii.l. Voime á la caballeriza: cohechos de sus ventanas.
refugio á todo lacayo Hagamos, pues, la experiencia.
donde jamás cayó rayo
ni fantasma atemoriza,
ni los riesgos ordinarios ESCENA XIX
de vientos y terremotos; Rebozado Don Franciscoy á la ventana Melchora.
los rayos son muy devotos,
que buscan los campanarios, Melch. A nuestras puertas se para
palacios y galerías. un hombre. ¿Si es el que espero?
Acójome á estercolar La noche está tan cerrada
el sueño. (Vase.y que diviso y no averiguo;
¿pero si no es el que aguarda
ESCENA XVI el que las piedras nos cuenta?
¡Eh caballero! ¿Quién pasa?
Dichos, menos éste. Franc. ( Aparte, y luego á ella.)
Ya tenemos un indicio:
Gregor. Si han de durar, don Gómez soy.
hasta que alumbren los días, Melch. ¡Acabara
todas las noches espantos de hablar yo para otro jueves!
semejantes, sin dormir, Bien venido.
mejor me estará salir Franc. (Aparte.)- La criada
y excusar estruendos tantos, es esta; mas ¿si se quieren
no de temor; todo el techo los dos?
se viene abajo. (Mucho ruido.) Melch. íah.) Echóse en la cama
(Arriba los dos, que se vean.) por esperarle vestida
Boceo. Sí hará. habrá dos horas el ama.
Ana. Boceguillas: bueno está; Dormilón es el don Gómez.
lucidamente lo has hecho. Franc. No ha causado mi tardanza
¡Alto, á la tal falsa puerta el sueño: los pliegos fueron
con todo el fantasmo ajuar! que he recibido de Italia.
Boceo. Bien puedo representar Melch. ¡Qué de ello me debe, amigo!
diez almas. Franc. Vos escogeréis la paga
Ana. No quede abierta á contento.
la casa. Ven. (Vanse.) Melch. Se la tengo
más que una cordera mansa;
no la diga pesadumbres.
ESCENA XVI Franc. ¿Yo, mi Melchora?
Don Gregorio solo. Melch. A llamarla
voy; retírese allá afuera,
Gregor. Saber quiero, que no sé á quién siento. (Vase.)
pues por hoy no he de dormir, Franc. (Aparte.) ¡Ah, ingrata!
si á su dama va á asistir ¿Para esto no hay llamar deudos
el primo Portocarrero que con vos consultas hagan?
y está á la reja admitido
de quien conmigo es cruel.
Podrá ser que vengue en él ESCENA XX
lo que en casa no he podido. (Vase.) Sale Montilla.—Don Francisco.
Montill. ¡Válgaos el diablo por pulgas!
ESCENA XVIII Peores sois que las almas.
(Púnese enfrente de la ventana.)
Sa le Don Francisco como de noche.
No he podido pegar ojo.
Franc. Esta vez, sospechas mías, Mi dueño dejó la casa
he de ver si salís falsas, á sus huéspedes en pena,
ó el duplicado don Gómez y como en las de amor anda,
con vil cautela me trata. que puesto que las ignoro,
He recelado que tiene las unas y otras abrasan,
como los nombres las caras, tendrá aquí su purgatorio.
como el ingenio las obras, Oigan allí lo que pasa.
y que me usurpa á mi dama; El es. ¿No lo dije yo?
en mis celos se deleita; Rebózome la fachada
en sus ojos se retrata, y sus querellas escucho. (Rebébase.)
pues siempre en ellos he visto Franc. Cogióme el puesto el que traza
que sus niñas le agasajan. con embelecos su muerte:
Si esto es así, lo que el día escuchemos en qué paran
á las malicias recata, estos oscuros conciertos.
6i8 BELLACO SOIS, GÓMEZ

ESCENA XXI Boceg. ¿Quién va allá?


Sale Don Gregorio, rebozado. ~ Dichos. Montili.. ¡Zape!
Boceg. ¿Quién anda
Montill. Otro salió á la parada. cedulón aquí de esquinas?
Gregor. ¿Dos hombres junto á su puerta? (Tópanse sin verse-.)
El cuerpo lo hacen de guardia Montill. Don Gómez.
¡Vive Dios! que he de saber Boceg. Tentad si es paja:
quién son, ó morir. ¿Quién pasa? todo Madrid se gozmenia.
(A Don Francisco.) Montill. Y él ¿quién es?
FraNC. {Aparte y lutgo i Don Gregorio.) Boceg. Don Gómez.
Su mismo nombre me vengue. Montill. Maula;
¿Quién lo pregunta? ¿mas si llamase esta corte
Gregor. Quien anda doñas Gozmas á sus dayfas?
buscando á cierta persona. Ana. Concluyamos, caballeros;
(Rebozados lodos.) no uséis mal de mi templanza:
Franc. Don Gómez soy. decid vuestros nombres proprios.
Gregor. ¿Y se llama Montill. (Ap.) Apostemos que son almas.
Avalos, Portocarrero que tras don Gregorio vienen.
ó cómo? Gregor. (.4D.aAna.; A vuestro lado las armas
Franc. Yo tengo entrambas os ofrezco con la vida. (Huíanse.)
noblezas y entrambos nombres. Ana. ¡Oh, amigo! ¿Vos sois?
Montill. (Ap.) Aquí comienza la danza. Gregor. Me sacan
de mi casa y de mi seso
visiones de vuestra hermana.
ESCENA XXII Ana. ¿Veislo? ¿No os lo dije yo?
Sale Doña Ana, de hombre, y Boceguillas — Dichos. Pues, ¿qué ha sido?
Gregor. Es cosa larga.
Boceg. Tres á tres los rondanditos. Para después lo dejemos.
Ana. Hacia esa esquina te aparta, Franc. Señores: antes que el alba
y déjame á mí con ellos. madrugue, que ya se acerca,
Boceo. ¡Qué lindo vocablo el hacia! por precisas circunstancias
(Arrimase Bocepuillas junto á ¡Hornilla, me importa que el un don Gómez
sin verle.) de los dos del mundo salga.
Ana. En forma estáis de pendencia; Ana. ¿Cuál es de ellos?
mas no lo sufre la casa Franc. El que finge
i cuyas puertas se forja, amistades que por falsas
que miro yo por su fama. dobleces, que por civiles
(Entre ¡os dos, rebozada.) le apresuran la mortaja.
Servios de mi cortesía Gkegor. Será, caballero, fuerza
y, con ella, de esta espada, reñir con los dos.
sabiendo yo, si ser puede, Franc. Ventajas
cómo os llamáis los dos. tiene mi razón y enojo
Gregor. Basta para más que vengan.
que vos lo pidáis ansí. (Sacan los tres las espadas.)
Yo soy don Gómez. Petron. Abran
Ana. ¿Quién? estas puertas.
Montili.. (Aparte.) ¡Vaya! Melcu. (Dentro.) Sí, señora,
Ya tenemos dos don Gómez. que á su don Gómez nos matan.
Fpanc. El que eso finge os engaña, Petron. Melchora: saca esas luces.
porque yo el don Gómez soy.
Boceg. (Ap.) Jueguen, pues, al tres en raya.
Ana. Adviertan vuesas mercedes ESCENA XXIII
que á la corte, desde Italia, Salen Doña Petronila y Melchora, con luces. —
y desde la cuna hasta ella, Dichos.
ese nombre me acompaña.
¿Tres don Gómez? ¿Qué apellido Montill. Vengan hachas.
los guarnece? Boceg. Vengan hachas.
Bsceg. (Aparte.) ¡Linda chanza! Serviremos de comedia,
Franc. Yo soy Avalos y luego si es que esto en bodas acaba.
Portocarrero. Petron. ¡Don Gómez! ¡Amado primo!
Ana. ¡Oh, qué gracia! ¿Con quién lo habéis? ¿Vos la espada
¿Y vuesa merced? desnuda?
Gregor. También Ana. Templad los sustos.
esos títulos se enlazan Petron. ¿Templar? ¿Pues qué es esto?
en mí con el de don Gómez. Ana. Nada.
Ana. No debe de ser sin causa Petron. ¿Quién está con vos?
el triunvirato Gomezio. Ana. Mi esposo.
ACTO TERCERO 6i9
Gregor. ¿Mi quién? Montill. ¡Oh, bien haya
Ana. Si valen palabras, la madre que te ha parido!
vos sois el esposo mío. De éstas vengan mil fantasmas.
Gregor. ¡Jesúsl ¿Qué decís? Ana. Bella doña Petronila:
Ana. El alma . enriqueced esperanzas
que por vos ha andado en pena de don Francisco que, pobre
soy de la ausente doña Ana. de ellas, mi amistad maltrata.
Gregor. ¿Alma vos? ¡Válgame el cielo! Petron. Lo que mandáis obedezco.
Ana. ¿Qué tenéis? (Se dan las manos.)
MONTIll Miren si escampa. Franc. Mi silencio os dé las gracias.
Ana. [JA Doña Ana?l
Alma soy, que un cuerpo anima;
cuerpo soy, que en ella os ama; Y á vos, señora, mi afecto
vida tengo, por vos muerta el Corazón. (A Doña Petronila.)
mi opinión y vuestra fama. Melch. ¿Quién se casa
Para que ésta resucite conmigo?
y estotra se satisfaga, Ana. Melchora: escoge,
peregrinaron deseos que, para que feries galas,
que atravesaron distancias, docientos de oro te libro.
inventaron sutilezas Melch. Vengan, aunque sean en plata.
y olvidaron á su patria. Montill. Aquí estoy yo.
Si amor tan firme merece Boceo. Y yo también.
que se corresponda... (Llora.) Melch ¿Ojearon la ganancia?
Gregor. Basta. Codiciositos me son.
No lloréis, bella señora; Pues yo he dado en ser beata.
que el cielo de vuestra cara, Ana. ¡Qué gran bellaco que ha sido
no alma en pena, cual fingisteis, e! Don Gómez! Si os agrada
alma en gloria os me retrata. la comedia ¡oh, gran concurso!
¡Si antes yo os hubiera visto! decid, supliendo mis faltas,
Petron. ¿Hay tal cosa? que han de ser ansí los hombres
Melch. cuando engertos en las damas.
¡Lo que pasa
en el mundo! «E bisto esta Comedia intitulado Bellaco sois
Boceo, Lacayo hembro gomez. Es su Argumento de una mujer que en
i he sido: denme matraca. abito de hombre se bale para casarse con un
Petron. No le creáis, caballeros: galán de trazas injeniosas y chistes donairo
advertid que aún nos engaña. sos. No tiene ningún incobeniente por ser
Ya sabéis sus artificios. toda un juguete, y así puede representarse, sa
Ana. Por vos, señora, me holgara. liendo la dama como se les tiene mandado por
Doña Ana de Avalos soy. el Señor don Antonio de Contreras y con en
Petron. ¿Y la Greida que os aguarda aguas hasta los pies, y quitando los juramen
con un hijo y mil promesas? tos, que ban reparados en ella, en Madrid, A 27
Boceo. ¿Qué Greidas, ó calabazas? de Abril de i643.» (La firma de este censor no
Petron. Vila yo por estos ojos. se lee por estar roída la hoja).
Ana. Vístesme á mi transformada Por Orden de V. S. el Señor Vicario General,
en Greida, en Portocarrero, he visto esta Comedia y en ella no hay cosa
en don Gómez y en doña Ana. contraria á Nuestra Santa Fee Catholica y bue
Gregor. Cuando no traigáis más dote nas costumbres; y assi podrá V. S. servirse en
que las sutilezas raras dar la licencia que piden para que se repre
de ese ingenio, que eternicen sente. Fecho en Valencia en el Convento de
plumas, buriles y estatuas, N.tra S.ra del Remedio, Orden de la S.">» Tri
merecen que yo os adore. nidad, á i de Setiembre, año i643.— El Maes
Dadme esa mano. tro Fr. Juan Baut.° Palacio, Cualificador
(Danse las manos.) del S.'o Officto.
\

APÉNDICE -

.v

1 . ^
¿fí-\
ít-'.':.

■a.;:

v
J
EL BURLADOR DE SEVILLA
Y

CONVIDADO DE PIEDRA
COMEDIA FAMOSA DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA (0

representola roque de figubroa (2)

HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES (3)

Don Diego Tengrio, viejo. Fabio, criado.


Don Juan Tenorio, su hijo. Isabela, Duquesa.
Catalinón, lacayo. Tisbea, pescadora.
El Rey de Nápoles. Belisa, villana.
El Duque Octavio. Anfriso, pescador.
Don Pedro Tenorio. Coridón, pescador.
El Marqués de la Mota. Gaseno, labrador.
Don Gonzalo de Ulloa. Patricio, labrador.
El Rey de Castilla. Ripio, criado.

JORNADA PRIMERA regalos y cumplimientos,


voluntades y amistades?
D. Juan. Sí, mi bien.
Isabela. Quiero sacar
ESCENA PRIMERA una luz.
Salen Don Juan Tenorio y Isabela, duquesa. D. Juan. Pues, ¿para qué?
Isabela. Para que el alma dé fe
Isabela. Duque Octavio, por aquí del bien que llego á gozar.
podrás salir más seguro. D. Juan. Mataréte la luz yo.
D. Juan. Duquesa, de nuevo os juro Isabela. ¡Ah, cielo! ¿Quien eres, hombre?
de cumplir el dulce sí. D. Juan. ¿Quién soy? Un hombre sin nombre.
Isabela. ¿Mis glorias serán verdades, Isabela. ¿Que no eres el Duque?
promesas y ofrecimientos, D. Juan. No.

(i) El texto de esta comedia que se reimprime es el de i63t'. Las principales variantes anotadas son del
de 1649, exactamente igual al de i654. Alguna pertenece á la comedia titulada Tan largo me lo fiáis, impresa á
continuación, y que no es más que un plagio del Burlador. Se han tenido, además, á la vista tres ediciones anti
guas, dos de ellas de Sevilla, y la moderna de D. Juan Eugenio Hartzcnbusch. Todas estas ediciones se descri
ben en el Catálogo que precede á este volumen.
(2) Falta esta advertencia en la edición de i641).
(3) Intervienen además Aminta, Pastores y Músicos.
624 EL BURLA.DSR DE SEVILLA

Isabela. ¡Ah, de palacio! ESCENA V


D. Juan. Detente. Don Pedro y Don Juan.
Dame, Duquesa, la mano.
Isabela. No me detengas, villano. D. Pedr. Ya estamos solos los dos;
lAh,del rey: soldadas, gente! muestra aquí tu esfuerzo y brío.
D. Juan. Aunque tengo esfuerzo, tío,
no le tengo para vos.
ESCENA II D. Pedr. Di quien eres.
D. Juan. Ya lo digo:
Sale el Rey de NárolES con una pela en un candilero. tu sobrino.
Rey. ¿Qué es esto? D. Pedr. (¡Ay, corazón!
Isabela. ¡El rey! ¡Ay, triste! ¡Que temo alguna traición!)
Rey. ¿Quién eres? ¿Qué es lo que has hecho, enemigo?
D- Juan. ¿Quién ha de ser? ¿Cómo estás de aquesa suerte?
Dime presto lo que ha sido;
Un hombre y una mujer. ¡Desobediente, atrevido!...
Rsy. (Esto en prudencia consiste.)
¡Ah, de mi guarda! Prended (i) Estoy por darte la muerte.
á este hombre. Acaba.
Isabela. ¡Ay, perdido honor! D. Juan. Tío y señor,
mozo soy y mozo fuiste,
(Vase Isabel».) y pues que de amor supiste,
tenga disculpa mi amor.
ESCENA III Y pues á decir me obligas
la verdad, oye y diréla:
Sale Don Pedro Tenorio, embajador de España, yo engañé y gocé á Isabela
y Guarda. la Duquesa.
D. Pedr. No prosigas;
D. Pedr. (2) ¡En tu cuarto, gran señor, tente. ¿Cómo la engañaste?
voces! ¿Quién la causa fué? Habla quedo ó cierra el labio.
Rey. Don Pedro Tenorio, á vos D. Juan. Fingí ser el Duque Octavio.
esta prisión os encargo. D. Pedr. No digas más, calla, baste.
Siendo corto, andad vos largo (3); (Perdido soy si el Rey sabe
mirad quién son estos dos. este caso. ¿Qué he de hacer?
Y con secreto ha de ser, Industria me ha de valer
que algún mal suceso creo, en un negocio tan grave.)
porque, si yo aquí lo veo, Di, vil: ¿no bastó emprender
no me queda más que ver. (Vase.) con ira y fuerza extraña (i)
tan gran traición en España
con otra noble mujer,
ESCENA IV sino en Nápoles también
Don Pedro, Don Juan y La Guarda. y en el Palacio real,
con mujer tan principal?
D. Pedr. Prendelde. ¡Castiguete el cielo, aménl
D. Juan. ¿Quién ha de osar? Tu padre desde Castilla
Bien puedo perder la vida; á Nápoles te envió,
mas ha de ir tan bien vendida y en sus márgenes tt dió
que á alguno le ha de pesar. tierra la espumosa orilla
D. PlDR. ¡Mataldel del mar de Italia, atendiendo
D. Juan. ¿Quién os engaña? que el haberte recibido
Resuelto en morir estoy, pagaras agradecido,
porque caballero soy, y estás su honor ofendiendo,
del Embajador de España. y en tan principal mujer.
Llegue, que sólo ha de ser Pero en aquesta ocasión
quien me rinda (4). nos daña la dilación;
D. Pedr. Apartad; mira qué quieres hacer.
a ese cuarto os retirad D. Juan. No quiero daros disculpa,
todos con esa mujer. que la habré de dar siniestra.
Mi sangre es, señor, la vuestra;
sacalda, y pague la culpa.
A esos pies estoy rendido,
(i) llartzenbusch corrigió «Prendí», que consuena y esta es mi espada, señor.
con «fué». D. Pedr. Alzate y muestra valor,
(2) En la ed. de i63o se lee: «Don Juan». que esa humildad me ha vencido.
(3) Tan largo me lo fiáis da mejor forma de este
verso así: «Si ando corto andad vos largo».
(4) Hartzenbusch completó este hemistiquio así: «él (i) Hartzenbusch corrigió: «Con ira y con fuerza
quien me rinda». extraña».
JORNADA PRIMERA 625
¿Atreveráste á bajar Rey. iQtá dices?
por ese balcón? D. Pedr. Digo
D. Juan. Sí atrevo, lo que ella propia confiesa.
que alas en tu favor llevo. Rey. ¡Ah, pobre honor! Si eres alma
D. Pedr. Pues yo te quiero ayudar. 'del honor (i), ¿por qué te dejan
Vete á Sicilia ó Milán, en la mujer inconstante,
donde vivas encubierto. si es la misma ligereza?
D. Juan. Luego me iré. ¡Hola! (Sale un Criado.)
D. Pedr. ¿Cierto?
D. Juan. Cierto. ESCENA VII
D. Pedr. Mis cartas te avisarán
en qué pára este suceso Dichos y el Criado, y después Isabela.
triste que causado has.
D. Juan. (Para mí alegre, dirás.) Criado. ¡Gran señor!
Que tuve culpa, confieso. Rey. Traed
D. Pedr. Esa mocedad te engaña. delante de mi presencia
Baja, pues, ese balcón. esa mujer.
D. Juan. Con tan justa pretensión D. Pedr. Ya la guardia
gozoso me parto á España. viene, gran señor, con ella.
(Vase Don Juan y entra (i) el Rey.) (Trae la Guarda á Isabela.)
Isabela. ¿Con qué ojos veré al Rey?
Rey. Idos, y guardad la puerta
ESCENA VI de esa cuadra. Di, mujer:
¿qué rigor, qué airada estrella
El Rey.— Don Pedro. te incitó que en mi palacio,
con hermosura y soberbia,
D. Pedr. Ya ejecuté, gran señor, profanases sus umbrales?
tu justicia justa y recta Isabela. Señor...
en el hombre (2). Rey. Calla, que la lengua
Rey. ¿Murió? no podrá dorar el yerro
D. Pedr. Escapóse que has cometido en mi ofensa.
de las cuchillas soberbias. ¿Aquél era el Duque Octavio?
Rey. ¿De qué forma? Isabela. Señor...
D. Pedr. Desta forma: Rey. No importan fuerzas,
Aún no lo mandaste apenas, guardas, criados, murallas,
cuando, sin dar más disculpa, fortalecidas almenas
la espada en la mano aprieta, para amor, que la de un niño
revuelve la capa al brazo, hasta los muros penetra.
y con gallarda presteza, Don Pedro Tenorio: al punto
ofendiendo á los soldados á esa mujer llevad presa
y buscando su defensa, á una torre, y con secreto
viendo vecina la muerte, haced que al Duque le prendan,
por el balcón de la huerta que quiero hacer que le cumpla
se arroja desesperado. la palabra ó la promesa.
Siguióle con diligencia Isabela. Gran señor, volvedme el rostro.
tu gente; cuando salieron Rey. Ofensa á mi espalda hecha
por esa vecina puerta, es justicia y es razón
le hallaron agonizando castigalla á espaldas vueltas.
como enroscada culebra. (Vaseel Rey.)
Levantóse, y al decir D. Pedr. Vamos, Duquesa.
los soldados: ¡muera, muera! Isabela. Mi culpa
bañado de sangre el rostro, no hay disculpa que la venza;
con tan heroica presteza mas no será el yerro tanto
se fué, que quedé confuso. si el Duque Octavio lo enmienda.
La mujer, que es Isabela ( Vanse y sale el Duque Octavio y Ripio,
(que para admirarte nombro) su criado.)
i curada en esa pieza,
dice que es el Duque Octavio ESCENA VIII
que, con engaño y cautela,
la gozó. El Duque Octavio y Ripio.—Luego un Criado,

Ripio. ¿Tan de mañana, señor,


(i) i649. «Sale.»
te levantas?
(2) Igualen las dos ed. —Debe ser «del hombre».
Octavio. No hay sosiego
Hartzenbusch lo interpretó asi:
«Tu justicia justa y recta. (i) Asi en todas las ediciones. Hartzenbusch corri-
El hombre...» gió acertadamente: «del hombre».
COMEDIAS BE TIRSO DE MOi.INA. — TOMO II 4o
"1
626 EL BURLADOR DE SEVILLA
que pueda apagar el fuego de lacayo ó lavandera
que enciende en mi alma amor. la boda.
Porque, como al fin es niño, Ripio. Pues, ¿es quienquiera
no apetece cama blanda una lavandriz mujer,
entre regalada holanda lavando y fregatrizando,
cubierta de blanco armiño. defendiendo y ofendiendo,
Acuéstase, no sosiega, los paños suyos (i) tendiendo,
siempre quiere madrugar regalando y remendando?
por levantarse á jugar, Dando dije, porque al dar
que, al fin, como niño, juega. no hay cosa que se le iguale,
Pensamientos de Isabela y si no á Isabela dale,
me tienen, amigo, en calma, á ver si sabe tomar, (sau un Criado.)
que como vive en el alma, Criado. El Embajador de España
anda el cuerpo siempre en pena (i) en este punto se apea
guardando ausente y presente en el zaguán, y desea,
el castillo del honor. con ira y fiereza extraña,
Ripio. Perdóname, que tu amor hablarte; y si no entendí
es amor impertinente. yo mal, entiendo es prisión.
Octavio. ¿Qué dices, necio? Octavio. ¡Prisión! Pues ¿por qué ocasión?
Ripio. Esto digo: Decid que éntre.
impertinencia es amar
como amas; ¿quieres escuchar? (2)
Octavio. Prosigue (3). ESCENA IX
Ripio. Ya prosigo. Dichos.—Entra Don Pedro Tenorio, con guardas.
¿Quiérete Isabela á ti?
Octavio. Eso, necio, ¿has de dudar? D. Pedr. Quien asi
Ripio. No; mas quiero preguntar: con tanto descuido duerme,
y tú ¿no la quieres? limpia tiene la conciencia.
Octavio. Sí. Octavio. Cuando viene Vuexcelencia
Ripio. Pues ¿no seré majadero, á honrarme y favorecerme
y de solar conocido, no es justo que duerma yo;
si pierdo yo mi sentido velaré toda mi vida.
por quien me quiere y la quiero (4)? ¿A qué y por qué es la venida?
Si ella á ti no Te quisiera, D. Pedr. Porque aquí el Rey me envió.
fuera bien el porfialla, Octavio. Si el Rey, mi señor, se acuerda
regalalla y adoralla de mí en aquesta ocasión,
y aguardar que se rindiera; será justicia y razón
mas si los dos os queréis que por él la vida pierda.
con una mesma igualdad, Decidme, señor, ¿qué dicha
dime: ¿hay más dificultad ó qué estrella me ha guiado,
de que luego os desposéis? que de mi el Rey se ha acordado?
Octavio Eso fuera, necio, á ser (5) D. Pedr. Fué, Duque, vuestra desdicha.
Embajador del Rey soy;
dél os traigo una embajada.
(i) Asi en todas las impresiones. Hartzcnbusch co- Octavio, Marqués, no me inquieta nada;
rrigió con acierto esta redondilla asi: decid, que aguardando estoy.
«Pensamientos de Isabela D. Pedr. A prenderos me ha enviado
me tienen, Ripio, sin calma, el Rey; no os alborotéis.
que como vive en el alma, Octavio. ¡Vos por el Rey me prendéis!
anda el cuerpo siempre en vela.» Pues ¿en qué he sido culpado?
(2) Así en las impresiones. Hartzcnbusch puso este D. Pedr. Mejor lo sabéis que yo;
verso asi: «Como... ¿quieres escuchar?» Pero tal vez la mas, por si acaso me engaño,
verdadera corrección sea; «como amas; ¿quiés escu escuchad el desengaño
char?» La contracción «quiés» per «quieres» no es in y á lo que el Rey me envió.
frecuente en los lacayos de Tirso. Cuando los negros gigantes,
(3) E1i. de i649: «Ea, prosigue » plegando funestos toldos (2)
(4) Id . Faltan los cuatro versos que siguen desde y del crepúsculo huyen,
aquí, y dice así el 5.°: tropezando unos con otros,
«Pues si los dos os queréis.» estando yo con Su Alteza
Faltan también en los impresos posteriores y en
Hartzcnbusch.
(5) Ed. de i649. Falta en ella éste y los once ver (i) Asi en el original; pero quizá deba leerse «su
sos siguientes. Lo mismo sucede en las impresiones cios».
sueltas y en Hartzcnbusch. Por no repetir advertire (2) En ambas ediciones se lee soidos. Es errata evi
mos ahora que, en general, todas éstas siguen el texto dente. Corregida ya en edición de José Padrino y por
de i649, de modo que las omisiones son comunes ¿ to Hartzcnbusch. También «toldos» en Tan largo me lo
das ellas, asi como á la de tiartzenbusch. fiáis.
JORNADA PRIMERA 627
tratando ciertos negocios como en la gloria hay contentos,
(porque antipodas del sol lealtad en el buen amigo,
son siempre ios poderosos), traición en el enemigo,
voces de mujer oímos en la noche escuridad (i)
cuyos ecos, menos roncos y en el día claridad,
por los artesones sacros, así es verdad lo que digo.
nos repitieron «¡socorro!» Duque. Marqués, yo os quiero creer.
A las voces y al ruido No hay cosa que me espante (2),
acudió, Duque, el Rey propio; que la mujer más constante
halló á Isabela en los brazos es, en efecto, mujer.
de algún hombre poderoso; No me queda más que ver,
mas quien al cielo se atreve, pues es patente mi agravio..
sin duda es gigante ó monstruo. D. Pedr. Pues que sois prudente y sabio,
Mandó el Rey que los prendiera; elegid el mejor medio.
quedé con el hombre solo; Duque. Ausentarme es mi remedio.
llegué y quise desarmalle, D. Pedr. Pues sea presto, Duque Octavio.
pero pienso que el demonio Duque. Embarcarme quiero á España
en él tomó forma humana, y darle á mis males fin.
pues que, vuelto en humo y polvo, D. Pedr. Por la puerta del jardín,
se arrojó por los balcones Duque, esta prisión se engaña.
entre los pies de esos olmos Duque. ¡Ah, veleta! ¡Débil caña!
que coronan, del palacio, A más furor me provoco
los chapiteles hermosos. y extrañas provincias toco
Hice prender la Duquesa, huyendo desta cautela.
y en la presencia de todos ¡Patria, adiós! ¿Con Isabela
dice que es el Duque Octavio hombre en palacio? ¡Estoy loco!
el que con mano de esposo (Vanse y sale Tisben, pescadora, con
la gozó. una caña de pescar *n la mano.)
octavio. ¿Qué dices?
D. Pedr. Digo
lo que al mundo es ya notorio ESCENA X
y que tan claro se sabe: Timba.
que Isabela por mil modos...
Octavio. Dejadme, no me digáis Yo, de cuantas el mar
tan gran traición de Isabela. pies de jazmín y rosa
Mas, ¿si fué su honor cautela? en sus riberas besa
Proseguid: ¿por qué calláis? con fugitivas olas,
Mas si veneno me dais sola de amor exenta,
que á un firme corazón toca, como en ventura sola,
y así á decir me provoca tirana me reservo
que imita á la comadreja, de sus prisiones locas.
que concibe por la oreja Aquí donde el sol pisa
para parir por la boca. soñolientas las ondas,
¿Será verdad que Isabela, alegrando zafiros
alma, se olvidó de mí las que espantaba sombras:
para darme muerte? Sí, por la menuda arena,
que el bien suena y el mal vuela. unas veces aljófar, •
Ya el pecho nada recela y átomos otras veces
juzgando si son antojos del sol que así le adora (3):
que, por darme más enojos, oyendo de las aves
al entendimiento entró, las quejas amorosas
y por la oreja escuchó y los combates dulces
. lo que acreditan los ojos. del agua entre las rocas;
Señor Marqués, ¿es posible ya con la sutil caña
que Isabela me ha engañado que al débil peso dobla
y que mi amor ha burlado? del necio pececillo
Parece cosa imposible. que el mar salado azota,
¡Oh, mujer! ¡Ley tan terrible ó ya con la atarraya
de honor, á quien me provoco que en sus moradas hondas
á emprender! Mas ya no toco prenden cuantos habitan
en tu honor esta cautela. aposentos de conchas,
¿Anoche con Isabela
nombre en palacio? Estoy loco.
D. Pedr. Como es verdad que en los vientos (i) Ed. de i649. «obscuridad.»
hay aves, en el mar peces (2) Id. «Ya no hay...»
que participan á veces (3) Así en los impresos. Harizenbusch enmendó:
de todos cuatro elementos; «del sol, que el ciclo dora».
628 EL BURLADOR DE SEVILLA

seguramente tengo Ya con vigüelas dulces


que en libertad se goza (i) y sutiles zampoñas
el alma, que amor áspid músicas me consagra,
no le ofende ponzoña. y todo no le importa,
En pequeñuelo esquife (2), porque en tirano imperio
y ya en compañía de otras, vivo, de amor señora,
tal vez al mar le peino que halla gusto en sus penas
la cabeza espumosa; y en sus infiernos gloria.
y cuando más (3) perdidas Todas por él se mueren,
querellas de amor forman, y yo todas las horas
como de todos río, le mato con desdenes;
envidia soy de todas. de amor condición propia,
¡Dichosa yo mil veces, querer donde aborrecen,
amor, pues me perdonas, despreciar donde adoran,
si ya, por ser humilde, que si le alegran (i) muere
no desprecias mi choza! y vive si le oprobian.
Obeliscos de paja En tan alegre día (2)
mi edificio coronan, segura de lisonjas,
nidos, si no hay cigarras, mis juveniles años
ó tortolillas locas. amor no los malogra (3);
Mi honor conservo en pajas, que en edad tan florida,
como fruta sabrosa, amor, no es suerte poca
vidrio guardado encellas no ver, tratando enredos,
para que no se rompa. las tuyas amorosas.
De cuantos pescadores Pero, necio discurso,
con fuego Tarragona que mi ejercicio estorbas,
de piratas defiende en él no me diviertas
en la argentada costa en cosa que no importa.
desprecio soy, encanto (4); Quiero entregar la caña
á sus suspiros, sorda; al viento, y á la boca
á sus ruegos, terrible; del pececillo al (4) cebo. —
á sus promesas, roca. Pero al agua se arrojan
Anfriso, á quien el cielo dos hombres de una nave,
con mano poderosa, antes que el mar la sorba,
prodigio en cuerpo y alma que sobre el agua viene
de todo en gracias todas (5); y en un escollo aborda (5).
medido en las palabras, Como hermoso pavón
liberal en las obras, hace las velas cola,
sufrido en los desdenes, adonde los pilotos
modesto en las congojas; todos los ojos pongan.
mis pajizos umbrales, Las olas va escarbando,
que heladas (6) noches ronda, y ya su orgullo y pompa
á pesar de los tiempos casi la desvanece.
las mañanas remoza, Agua un costado toma...
pues con ramos verdes Hundióse y dejó al viento
que de los olmos corta, la gavia que la escoja
mis pajas amanecen para morada ;uya,
ceñidas de lisonjas. que un loco en gavias mora.
(Dentro.) (ó) ¡Que me ahogo!
Un hombre al otro aguarda
que dice que se ahoga.
(i) Así en los impresos. Hartzcnbusch escribió: ¡Gallarda cortesía!
«.segura me entretengo, En los hombros le toma.
y en libertad se goza».
(2) Ed. de i649. Faltan estos cuatro versos que
siguen.
(3) Hartzcnbusch, escribió: «mil». (i) Asi en todos los impresos. Hartzenbusch corri
(41 En la ed. de Padrino «desprecio soy al canto»; gió con acierto «halagan».
Hartzcnbusch, «y encanto». (2) También enmendó Hartzcnbusch acertadamen
(5) La ed. de Padrino «de todo en gracias dota»... te: «vida».
Pero Hartzcnbusch corrigió mejor escribiendo: «dotó (3) Ed. de 1649. Faltan estos cuatro versos que si
de gracias todas». Sin embargo, en el verso anterior guen.
escribió «pródigo», que quizá no sea tan buena lección (4i Id. «el».
como «prodigio», que traen todos los impresos. (5) Id. Faltan los cuatro versos que siguen.
i6) En las impresiones sueltas: «e-lenas», y por eso (ó) Id. «Socorro, que me ahogo.» Este pasaje tan vi
Hartzenbusch (que no conoció otras) tuvo que corre ciado en todas las impresiones está, como puede verse,
gir «largas». abreviado en Tan largo me lo fiáis.
JORNADA PRIMERA 629
Anchises se (i) hace Eneas, que cosió el mar que dibuja
si el mar está hecho Troya. con astronómica aguja,
Ya, nadando, las aguas causa de tanto desastre!
con valentía corta, ¡Maldito sea Jasón,
y en la playa no veo y Tifis maldito seal
quien le ampare y socorra. Muerto está, no hay quien lo crea;
Daré voces: ¡Tirseo, ¡mísero Catalinón!
Anfriso, Alfredo, hola! ¿Qué fi) he de hacer?
Pescadores me miran, Tisbea. Hombre, ¿qué tienes
¡plega á Dios que me oigan! en desventuras ¡guales?
Mas milagrosamente Catalin. Pescadora, muchos males,
ya tierra los dos toman. y falta de muchos bienes.
Sin aliento el que nada Veo, por librarme á mí,
con vida el que le estorba. sin vida á mi señor. Mira
(Saca en brazos Catalinón á Don Juan, si es verdad.
mojados) (2). Tisbea. No, que aún respira.
Catalin. ¿Por dónde? ¿Por aqui?
Tisbea. Sí (2);
ESCENA XI pues ¿por dónde?
Tisbea. Don Juan y Catalinón.
Catalin. Bien podía
respirar por otra parte.
Catalin. ¡Válgame la Cananea, Tisbea. Necio estás.
y qué salado está el mar! Catalin. Quiero besarte
Aquí puede bien nadar las manos de nieve fría.
el que salvarse desea, Tisbea. Ve á llamar los pescadores
que allá dentro es desatino. que en aquella choza están.
Donde la muerte (3) se fragua, Catalin. Y si los llamo, ¿vernán (3)?
donde Dios juntó tanta agua, Tisbea. Vendrán presto, no lo ignores.
¿no juntara tanto vino? ¿Quién es este caballero?
Agua salada: ¡extremada (4) Catalin. Es hijo aqueste señor
cosa para quien no pesca! del Camarero mayor
Si es mala aun el agua fresca, del Rey, por quien ser espero
¿qué será el agua salada? antes de seis días Conde
¡Oh, quién hallara una fragua en Sevilla, donde va
de vino, aunque algo encendida! y adonde Su Alteza está,
Si de la agua que he bebido si á mi amistad corresponde.
escapo yo, no más agua (5). Tisbea. ¿Cómo se llama?
Desde hoy abernuncio della, Catalin. Don Juan
que la devoción me quita Tenorio.
tanto, que agua bendita (6) Tisbea. Llama mi gente.
no pienso ver, pornovella. Catalin. Ya voy.
¡Ah, señor! Helado está (7). ( Vase y coge en el regado Tisbea á Don Juan.)
¡Señor! ¿Si (8) está muerto?
Del mar fué este desconcierto ESCENA XII
y mío este desvano.
¡Mal haya aquel que primero Tisbea. — Don Juan.
pinos en la mar sembró,
y que sus rumbos midió Tisbea. Mancebo excelente,
con quebradizo madero! gallardo, noble y galán.
¡Maldito sea el vil sastre (9) Volved en vos, caballero.
D. Juan. ¿Dónde estoy?
Tisbea. Ya podéis ver:
(i) Ed. de i649. «le».
en brazos de una mujer.
(2) Id. Falta la palabra «mojados».
D. Juan. Vivo en vos, si en el mar muero.
(3) Id. «Mujer», por errata indudable.
Ya perdí todo el recelo
(4) Parece mejor lección la de Tan largo me lo
que me pudiera anegar,
fiáis, que dice: «¡Agua y salada: extremada»!
pues del infierno del mar
(5) Mejor texto en Tan largo... «hoy escapo, no
salgo á vuestro elaro cielo.
más agua».
Un espantoso huracán
(0) En Tan largo... «tanto, que aun agua bendita.»
dió con mi nave al través
(7) En Tan largo..
para arrojarme á esos pies
c¡Ah Señorl Helado y frío
que abrigo y puerto me dan.
está. ¿Si estará ya muerto?»
lección preferible á todas. (i) Ed. de ¡640, Falta el verbo «he».
(8) Ed. de i640. «si acaso», etc. (2) Id. Faltan los cinco versos que siguen con éste.
(9) Id. Faltan estos cuatro versos. (3) /¿.«Vendrán.»
¡T"*"

63o EL BURLADOR DE SEVILLA

Y en vuestro divino Oriente (i) D. Juan. Con tu presencia recibo


renazco, y no hay que espantar, el aliento que perdí.
pues veis que hay de amar á mar CoRiD.(i)¿Qué nos mandas?
una letra solamente. Tisbea. Coridón,
TlSBEA. Muy grande aliento tenéis Anfriso, amigos.
para venir soñoliento (2), Coridón. Todos
y más de tanto tormento buscamos por varios modos
mucho tormento ofrecéis. esta dichosa ocasión.
Pero si es tormento el mar Di lo (2) que nos mandas, Tisbea,
y son sus ondas crueles, que por labios de clavel
la fuerza de los cordeles no lo habrás mandado á aquel
pienso que os hacen hablar. que idolatrarte desea,
Sin duda que habéis bebido apenas, cuando al momento,
del mar la oración (3) pasada, sin cesar, en llano ó sierra,
pues, por ser de agua salada, surque (3) el mar, tale (4) la tierra,
con tan grande sal ha sido. pise el fuego, el aire, el viento.
Mucho habláis cuando no habláis, Tisbea. (Ap.) ¡Oh, qué mal me parecían
y cuando muerto venís estas lisonjas ayer,
mucho al parecer sentís; y hoy echo en ellas de ver
¡plega á Dios que no mintáis! que sus labios no mentían! —
Parecéis caballo griego Estando, amigos, pescando
que el mar á mis pies desagua, sobre este peñasco, vi
pues venís formado de agua hundirse una nave allí,
y estáis preñado de fuego. y entre las olas nadando
Y si mojado abrasáis, dos hombres, y compasiva
estando enjuto, ¿qué haréis? di voces que nadie oyó;
Mucho fuego prometéis; y en tanta aflicción, llegó
¡plega á Dios que no mintáis! libre de la furia esquiva
D. Juan. A Dios, zagala, pluguiera (4) del mar, sin vida á la arena,
que en el agua me anegara déste en los hombros cargado
para que cuerdo acabara un hidalgo ya anegado,
y loco en vos no muriera; y envuelta en tan triste pena
que el mar pudiera anegarme á llamaros envié.
entre sus olas de plata Anfriso. Pues aquí todos estamos,
que sus límites desata; manda que en tu gusto hagamos
mas no pudiera abrasarme. lo que pensado no fué.
Gran parte del sol mostráis, Tisbea. Que á mi choza los llevemos
pues que el sol os da licencia, quiero, donde, agradecidos,
pues sólo con la apariencia, reparemos sus vestidos
siendo de nieve abrasáis. y á (5) ellos regalaremos;
Tisbea. Por más helado que estáis, que mi padre gusta mucho
tanto fuego en vos tenéis, desta debida piedad.
que en este mío os ardéis. Catalin. ¡Extremada es su beldad!
¡Plega á Dios que no mintáis! D. Juan. Escucha aparte.
Catalin. Ya escucho.
ESCENA XIII D. Juan. Si te pregunta quién soy,
di que no sabes.
Dichos.— Salen Catalinón, Corioón ib) y Anfriso, Catalin. A mí,
pescadores. ¿quieres advertirme á mí (6)
Catalin. Ya vienen todos aquí. lo que he de hacer?
Tisbea. Y ya está tu dueño vivo. D. Juan. Muerto voy
por la hermosa cazadora (7).
f i) Ed. de i649. Faltan estos cuatro versos que si Esta noche he de gozalla.
guen. Catalin. ¿De qué suerte?
(2) Así en los impresos, exceptó en Tan largo...
que dice:
«Muy grande aliento tenéis (i) Ed. de i649. «Cat.»
para venir sin aliento,
y iras de tanto tormento (2) Id. «Di que nos...» etc.
muy gran contento ofrecéis.» (3) Id. «Sinque», por errata.
Esta parece buena lección. Hartzenbusch corrigió (4) Tan largo... «are» y el verso siguiente así:
«sin aliento»; y en el verso siguiente «tras» en vez de «tale el fuego y pare el viento.»
«más». (5) Ed. de i649. «y allí los regalaremos.»
(3) «Oración» en los impresos. Hartzenbusch con (6) Id. «aquí» en vez de á mi. Lo mismo en Tan
poco fundamento enmendó «ración». largo...
(4) Ed. de i649. «Pluviera.» (7) Así en todos; pero es evidente que debe decir
(5) Id. No se mienta á Coridón, que, sin embargo, «pescadora», y, en efecto, así consta en Tan largo me
figura luego en esta escena. ¡ofiáis.
JORNADA PRIMERA 63 1
D. Juan. Ven y calla. Rey. (i) Gustaré de oíllo. Dadme silla.
Coridón. Anfriso: dentro de un hora D. Gonz. Es Lisboa una octava maravilla.
los pescadores prevén (i) De las entrañas de España,
que canten y bailen. que son las tierras de Cuenca,
Anfriso. Vamos, nace el caudaloso Tajo,
y esta noche nos hagamos que media España atraviesa.
rajas y palos también. Entra en el mar Oceano,
D. Juan. Muerto voy. en las sagradas riberas
Tisbea. ¿Cómo, si andáis? de esta ciudad, por la parte
D. Juan. Ando en pena como veis. del Sur; mas antes que pierda
Tisbea. Mucho habláis. su curso y su claro nombre,
D. Juan. Mucho entendéis. hace un cuarto (2) entre dos sierras,
Tisbea. ' ¡Plega á Dios que no mintáis. (Vanse.) donde está (3) de todo el orbe
barcas, naves, carabelas.
Hay galeras y saetías
ESCENA XIV tantas, que desde la tierra
parece una gran ciudad
Salen Don Gonzalo de Ullóa y el Rey Don Alonso
adonde Neptuno reina.
de Castilla. A la parte del Poniente
guardan del puerto dos fuerzas
Rey. de Cascaes y Sangián (4),
¿Cómo os ha sucedido en la Embajada, las más fuertes dé la tierra.
Comendador mayor? Está, desta gran ciudad,
Don Gonzalo. poco más de media legua,.
Hallé en Lisboa Belén, convento del santo
al Rey don Juan, tu primo, previniendo conocido por la piedra,
treinta naves de armada. y por el león de guarda,
donde los reyes y reinas
Rey. católicos y cristianos
¿Y para dónde? tienen sus casas perpetuas.
Don Gonzalo. Luego esta máquina insigne
Para Goa me dijo; mas yo entiendo desde Alcántara comienza
que á otra empresa más fácil apercibe. una gran legua á tenderse
A Ceuta ó Tánger pienso que pretende al convento de Yobregas (5).
cercar este verano. En medio está el valle hermoso
Rey. coronado de tres cuestas,
que quedara corto Apeles
Dios le ayude, cuando contarlas (6) quisiera.
y premie el cielo de aumentar su gloria. Porque, miradas de lejos,
¿Qué es lo que concertaisteis? parecen piñas de perlas
Don Gonzalo. que están pendientes del cielo,
Señor, pide en cuya grandeza inmensa
á Serpa y Mora, y Olivencia y Toro; se ven diez Romas cifradas
y por eso te vuelve á Villaverde, en conventos y en iglesias,
al Almendral, á Mértola y Herrera en edificios y calles,
entre Castilla y Portugal. en solares y encomiendas,
Rey. en las letras y en las armas,
Al punto en la justicia tan recta,
se firmen los conciertos, don Gonzalo. y en una Misericordia
Mas decidme primero cómo ha ¡do que está honrando su ribera
en el camine, que vendréis cansado y pudiera honrar á España (7)
y alcanzado también. y aun enseñar á tenerla.
Y en lo que yo más alíbo
Don Gonzalo. desta máquina soberbia,
Para serviros, es que del mismo castillo,
nunca, señor, me canso. en distancia de seis leguas,
Rey.
¿Es buena tierra
Lisboa? (i) Ed. de i649. «Yo gustaré...» etc.
Don Gonzalo. (2) Asi en los textos. Hartzenbusch enmendó bien
«puerto».
La mayor ciudad de España; (3) Ed. de i640. «estáo.»
y si mandas que diga lo que he visto (4) Hartzenbusch. «San Juan».
de lo exterior y célebre, en un punto (5) En Hartzenbusch. «Jabregas.»
en tu presencia te pondré un retrato. (6) En la ed. de Padrino ya se corrigió esie dislate
escribiendo: «pintarlas».
(i) Verso suplido por el texto de Tan largo... (7) Ed. de i649. Faltan este verso y el siguiente.
632 EL BURLADOR DE SEVILLA

se ven sesenta lugares que junto á sus puertas pescan,


que llega el mar á sus puertas, que, bullendo entre las redes,
uno de los cuales es vienen á entrarse por ellas.
el convento de Olívelas, Y sobre todo á el llegar
en el cual vi por mis ojos cada tarde á su ribera
seiscientas y treinta celdas, más de mil barcos cargados
y entre monjas y beatas de mercancías diversas,
pasan de mil y docientas. y de sustento ordinario,
Tiene desde allí á Lisboa, pan, aceite, vino y leña,
en distancia muy pequeña, frutas de infinita suerte,
mil y ciento y treinta quintas, nieve de Sierra de Estrella
que en nuestra provincia Bética que por las calles á gritos,
llaman (i) cortijos, y todas puestas sobre las cabezas,
con sus huertos y alamedas. la venden. Mas ¿qué me canso?
En medio de la ciudad porque es contar las estrellas
hay una plaza soberbia querer contar una parte
que se llama del Rucio (2), de la ciudad opulenta.
grande, hermosa y bien dispuesta, Ciento y treinta mil vecinos
que habrá cien años y aun más tiene, gran señor, por cuenta,
que el mar bañaba su arena, y por no cansarte más,
y ahora della á la mar un Rey que tus manos besa.
hay treinta mil casas hechas, Rey. Más estimo, don Gonzalo,
que, perdiendo el mar su curso, escuchar de vuestra lengua
se tendió á partes diversas. esa relación sucinta,
Tiene una calle que llaman que haber visto su grandeza.
Rua Nova ó calle Nueva, ¿Tenéis hijos?
donde se cifra el Oriente D. Gonz. Gran señor,
en grandezas y riquezas, una hija hermosa y bella,
tanto, que el Rey me contó en cuyo rostro divino
que hay un mercader en ella se esmeró naturaleza.
que, por no poder contarlo, Rey. Pues yo os la quiero casar
mide el dinero á fanegas. de mi mano.
El terrero donde tiene D. Gonz. Como sea
Portugal su casa regia, tu gusto, digo, señor,
tiene infinitos navios, que yo lo acepto por ella.
varados siempre en la tierra Pero ¿quién es el esposo?
de sólo cebada y trigo Rey. Aunque no está en esta tierra,
de Francia y Ingalaterra (3). es de Sevilla, y se llama
Pues el Palacio Real, don Juan Tenorio.
que el Tajo sus manos besa, D. Gonz. Las nuevas
es edificio de Ulises, voy á llevar á doña Ana (i ).
que basta para grandeza, Rsy. Id en buen hora, y volved,
de quien toma la ciudad Gonzalo, con la respuesta.
nombre en la latina lengua, • (Vanse y sale Don Juan Tenorio y Ca
llamándose Ulisibona, talinón.)
cuyas armas son la esfera,
por pedestal de las llagas
que en la batalla sangrienta ESCENA XV
el rey don Alfonso (4) Enríquez Don Juan y Catalinón.
dió la majestad inmensa.
Tiene en su gran Tarazana D. Juan. Esas dos yeguas prevén,
diversas naves, y entre ellas pues acomodadas son.
las naves de la conquista, Catalin. Aunque soy Catalinón,
tan grandes, que de la tierra soy, señor, hombre de bien;
miradas, juzgan los hombres que no se dijo por mí,
que tocan en las estrellas. «Catalinón es el hombre»;
Y lo que desta ciudad que sabes que aquese nombre
te cuento por excelencia me asienta al revés á mí.
es, que estando sus vecinos D. Juan. Mientras que los pescadores
comiendo, desde las mesas van de regocijo y fiesta,
ven los copos del pescado tú las dos yeguas apresta,
que de sus pies voladores
(i) Ed.de i649. «Llamas», equivocadamente. sólo nuestro engaño fío.
(2) En una impresión suelta y en Harucnbusch,
«Rocío».
(3) Ed. de iG49. «Anglaterra.» (¡) Falta un verso después de éste para completar
(4) Id. «Alonso.» el romance.
JORNADA PRIMERA 633
Catalin. Al fin ¿pretendes gozar bajo la palabra y mano
á Tisbea? de esposo.
D. Juan. Si burlar D. Juan. Juro, ojos bellos,
es hábito antiguo mío. que mirando me matáis,
¿Qué me preguntas, sabiendo de ser vuestro esposo.
mi condición? Tisbea. Advierte,
Catalin. Ya sé que eres mi bien, que hay Dios y que hay muer
castigo de las mujeres. D. Juan. (¡Qué largo me lo fiáis!) [te.
D. Juan. Por Tisbea estoy muriendo, Y mientras Dios me dé vida,
que es buena moza. yo vuestro esclavo seré.
Catalin. ¡Buen pago Esta es mi mano y mi fe.
á su hospedaje deseas! Tisbea. No seré en pagarte esquiva.
D. Juan. Necio, lo mismo hizo Eneas D. Juan. Ya en mí mismo no sosiego.
con la reina de Cartago. Tisbea. Ven, y será la cabaña
Catalin. Los que fingís y engañáis del amor que me acompaña
las mujeres desa suerte tálamo de nuestro fuego (i).
lo pagaréis en la muerte. Entre estas cañas te esconde
D. Juan. ¡Qué largo me lo fiáis! hasta que tenga lugar.
Catalinón con razón D. Juan. ¿Por dónde tengo de entrar? ,
te llaman. Tisbea. Ven y te diré por dónde.
Catalin. Tus pareceres D. Juan. Gloria al alma, mi bien, dais.
sigue, que en burlar mujeres Tisbea. Esa voluntad te obligue,
quiero ser Catalinón. y si no, Dios te castigue.
Ya viene la desdichada. D. Juan. (¡Qué largo me lo fiáis!)
D. Juan. Vete, y las yeguas prevén. (Vanse y salen Coridón, Anfriso. Relisa
Catalin. ¡Pobre mujer! Harto bien y Musicos.)
te pagamos la posada.
(Vase Catalinón y sale Tisbea.)
ESCENA XVII
ESCENA XVI Coridón, Anfriso, Belisa y Músicos.

Don Juan y Tisbea.


CORIDÓN, Ea, llamad á Tisbea,
y los zagales llamad
Tisbea. El rato que sin ti estoy para que en la soledad
estoy ajena de mí. el huésped la corte vea (2).
D. Juan. Por lo que finges (i) ansí, Anfkiso. ¡Tisbea, Usindra, Atandria!
ningún crédito te doy. No vi cosa más cruel.
Tisbea. ¿Por qué? ¡Triste y mísero de aquel
D. Juan. Porque si me amaras, que su fuego es salamandria!
mi alma favorecieras. Antes que el baile empecemos
Tisbea. Tuya soy. á Tisbea prevengamos.
D. Juan. Pues di, ¿qué esperas, Belisa. Vamos á llamarla.
ó en qué, señora, reparas? Coridón. Vamos.
Tisbea. Reparo que fué castigo Belisa. A su cabaña lleguemos.
de amor el que he hallado en ti. Coridón. ¿No ves que estará ocupada
D. Juan. Si vivo, mi bien, en ti con los huéspedes dichosos,
á cualquier cosa me obligo. de quien hay mil envidiosos?
Aunque yo sepa perder Anfriso. Siempre es Tisbea envidiada.
en tu servicio la vida, Belisa. Cantad algo mientras viene,
la diera por bien perdida, porque queremos bailar.
y te prometo de ser Anfriso. ¿Cómo podrá descansar
tu esposo. cuidado que celos tiene?
Tisbea. Soy desigual (Cantan:)
á tu ser. «A pescar salió la niña
D. Juan. Amor es rey tendiendo redes,
y en lugar de peces,
que iguala con justa ley las almas prende.»
la seda con el sayal.
Tisbea. Casi te quiero creer;
mas sois los hombres traidores. ESCENA XVIII
D. Juan. ¿Posible es, mi bien, que ignores
mi amoroso proceder? Dichos.—Sale Tisbea.
Hoy prendes con tus cabellos Tisbea. ¡Fuego, fuego, que me quemo,
mi alma.
Tisbea. Yo á ti me allano que mi cabaña se abrasa!

(i) F.d. de i649. «Tálamo á nuestro sosiego.»


to F.d. de i649. «fingís.» (2) Id. Faltan estos seis versos que siguen.
634 EL BURLADOR DE SEVILLA

Repicad á fuego, amigos, Su locura y confianza (i)


que ya dan mis ojos agua. paró en esto.
Mi pobre edificio queda (Dice Tisbea dentro:) ¡Fuego, fuego!
hecho otra Troya en las llamas, Anfriso. Al mar se arroja.
que después que faltan Troyas Coridón. Tisbea, detente y pára (2).
quiere amor quemar cabañas (i). Tisbea. ¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua!
Mas si amor abrasa peñas ¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma!
con gran ira y fuerza extraña,
mal podrán de su rigor
reservarse humildes pajas.
¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua! JORNADA SEGUNDA
¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma!
¡Ay, choza, vil instrumento
de mi deshonra y mi infamia! ESCENA PRIMERA
¡Cueva de ladrones fiera,
que mis agravios ampara (a)! Sale el Rey Don Alonso y Don Diego Tenorio,
Rayos de ardientes estrellas de barba.
en tus cabelleras caigan,
porque abrasadas estén, Rey.
si del viento mal peinadas. ¿Qué me dices?
¡Ah, falso huésped, qué dejas Don Diego.
una mujer deshonrada! Señor, la verdad digo.
Nave (3) que del mar salió Por esta carta estoy del caso cierto,
para anegar mis entrañas. que es de tu Embajador y de mi hermano.
¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua! Halláronle en la cuadra del Rey mismo
¡Amor, clemencia, que se abrasael alma! con una hermosa dama de Palacio.
Yo soy la que hacía siempre
de los hombres burla tanta; Rey.
que siempre las que hacen burla, ¿Qué calidad?
vienen á quedar burladas. Don Diego.
Engañóme el caballero Señor, la Duquesa (3)
debajo de fe y palabra Isabela.
de marido, y profanó Rey.
mi honestidad y mi cama. ¿Isabela? (4)
Gozóme al fin, y yo propia Don Diego.
le di á su rigor las alas Por lo menos.
en dos yeguas que crié,
con que me burló y se escapa. Rey.
Seguilde todos, seguilde. ¡Atrevimiento temerario! ¿Y dónde
Mas no importa que se vaya, ahora está?
que en la presencia del Rey Don Diego.
tengo de pedir venganza. Señor, á Vuestra Alteza
¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua! no he de encubrille la verdad. Anoche
¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma! á Sevilla llegó con un criado.
(Vase Tisbea.) Rey.
Ya conocéis, Tenorio, que os estimo,
y al Rey informaré del caso luego,
ESCENA XIX casando á ese rapaz con Isabela,
volviendo á su sosiego al Duque Octavio,
Dichos, menos Tisbea. que inocente padece, y luego al punto
Coridón. Seguid al vil caballero. haced que don Juan salga desterrado.
Anfriso. ¡Triste del que pena y calla! Don Diego.
Mas ¡vive el cielo! que en él, ¿Adónde, mi señor?
me he de vengar desta ingrata. Rey.
Vamos tras ella nosotros, Mi enojo vea
porque va desesperada, en el destierro de Sevilla. Salga
y podrá ser que ella vaya (4)
buscando mayor desgracia.
Coridón. Tal fin la soberbia tiene. (i) En Tan largo... Dice Anfriso este verso Y el
medio que sigue.
(2) «Aguarda» en Tan largo... que parece mejor.
(i) Ed. de i649. Faltan los cuatro versos siguientes. (3) Hartzenbusch completó el verso escribiendo:
(2) Id. Faltan los cuatro versos siguientes. «Señor, es la Duquesa.»
(3) Id. <;Nube», que es mejor lección, (4) Hartzenbusch sustituyó ésta por la dc«¿Duque-
(4) Id. «y que vaya podrá ser», que también mejora sa?» que parece completar mejor el sentido de lo que
el texto. sigue.
JORNADA SEGUNDA 635
á Lebrija esta noche; y agradezca juzgando por más fácil el camino
sólo al merecimiento de su padre. en vuestra gran presencia.
Pero, decid, don Diego, ¿qué diremos
á Gonzalo de Ulloa, sin que erremos? Rey.
Caséle con su hija, y no sé cómo Duque Octavio.
le puedo ahora remediar. Octavio.
Don Diego. Huyendo vengo el fiero desatino
de una mujer, el no pensado agravio
Pues mira, de un caballero que la causa ha sido
gran señor, qué mandas que yo haga
que esté bien al honor de esta señora, de que así á vuestros pies haya venido.
hija de un padre tal. Rey.
Rey. Ya, Duque Octavio, sé vuestra inocencia.
Un medio tomo, Yo al Rey escribiré que os restituya
con que absolvello (i) del enojo entiendo. en vuestro estado, puesto que el ausencia
Mayordomo mayor pretendo hacelle. que hicisteis algún daño os atribuya.
Yo os casaré en Sevilla con licencia
y con perdón y gracia suya (i),
ESCENA II que puesto que Isabela un ángel sea,
mirando la que os doy, ha de ser fea.
Dichos.—Sale un Criado. Comendador mayor de Calatrava
es Gonzalo de Ulloa, un caballero
Criado. á quien el moro por temor alaba,
Un caballero llega de camino, que siempre es el cobarde lisonjero.
y dice, señor, que es el Duque Octavio. Este tiene una hija en quien bastaba
Rey. en dote la virtud que considero
¿E¡ Duque Octavio? después de la beldad, que es maravilla,
Criado. y el sol della es estrella de Castilla.
Sí, señor. Esta quiero que sea vuestra esposa.
Rey. Octavio.
, , Sin duda (2) Cuando este viaje le emprendiera
que supo de don Juan el desatino, á solo esto, mi suerte era dichosa
V que viene, incitado á la venganza, sabiendo yo que vuestro gusto fuera.
a pedir que le otorgue desafío. Rey.
Don Diego. Hospedaréis al Duque, sin que cosa
Gran señor, en tus heroicas manos en su regalo falte.
está mi vida, que mi vida propia Octavio.
es la vida de un hijo inobediente, Quien espera
que aunque mozo, es gallardo y valeroso en vos, señor, saldrá de premios lleno.
y le llaman los mozos de su tiempo Primero Alonso sois, siendo el onceno.
el Hector de Sevilla, porque ha hecho ( Vase el Rey y Don Diego, y sale Ripio.)
tantas y tan extrañas mocedades.
La razón puede mucho; no permitas
el desafío, si es posible. ESCENA IV
Rey. Octavio y Ripio.
Basta. Ripio. ¿Qué ha sucedido?
Ya os entiendo, Tenorio; honor de padre. Octavio. Que he dado
Entre el Duque.
el trabajo recibido,
Don Diego. conforme me ha sucedido,
Señor, dame esas plantas. desde hoy por bien empleado.
¿Como podré pagar mercedes tantas? Hablé al Rey, vióme y honróme.
César con el César fui,
ESCENA III pues vi, peleé y vencí;
y hace que esposa tome
El Rey y Don Diego.— Sale el Duque Octavio de su mano, y se prefiere
de camino. á desenojar al Rey
en la fulminada ley.
Octavio. Ripio. Con razón el nombre adquiere
A esos pies, gran señor, un peregrino, de generoso en Castilla.
mísero y desterrado, ofrece el labio, Al fin ¿te llegó á ofrecer
mujer?
(i) Ed. de i649. «absolverlo.» Octavio. Sí, amigo, mujer
(2) Id. «Pues entre» en vez del sin duda, y suprimi
dos todos los versos siguientes hasta la salida del Du (i) Ed. de iG4(>. «y también con perdón y gracia
que Octavio. suya.»
636 EL BURLADOR DE SEVILLA

de Sevilla; que Sevilla por Sevilla solamente


da, si averigua¡ lo (i) quieres, se puede, amigo, dejar.
porque de oíllo (2) te asombres, Octavio. Si en Nápoles os oyera
si fuertes y airosas hombres, y no en la parte que estoy,
también gallardas mujeres. del crédito que ahora os doy
Un manto tapado, un brío, sospecho que me riera.
donde un puro sol se asconde(3), Mas llegándola á habitar
si no es en Sevilla, ¿adónde es, por lo mucho que alcanza,
se admite? El contento mío corta cualquiera alabanza
es tal que ya me consuela que á Sevilla queráis dar.
en mi mal. ¿Quién es el que viene allí?
D. Juan. El que viene es el Marqués
de la Mota. Descortés
ESCENA V es fuerza ser.
Octavio. Si de mí
algo hubiereis menester,
Dichos. —Sale Don Juan y Catalinón. aquí espada y brazo está.
Catalin. (Y si importa gozará
Catalin. Señor: detente, en su nombre otra mujer,
que aquí está el Duque inocente, que tiene buena opinión.)
sagitario de Isabela, Octavio. De vos estoy satisfecho (i).
aunque mejor le (4) dijera (5) Catalin. Si fuere de algún provecho,
Capricornio. señores, Catalinón,
D. Juan. Disimula. vuarcedes continuamente
Catai-in. (Cuando le vende le adula.) me hallarán para servillos.
D.Juan. Como á Nápoles dejé Ripio. ¿Y dónde?
por enviarme á llamar Catalin. En Los Pajarillos,
con tanta priesa (6) mi rey, tabernáculo excelente.
y como su gusto es ley, (Vanse Octavio y Ripio y sale el Mar
no tuve, Octavio, lugar qués de la Mota.)
de despedirme de vos
de ningún modo.
Octavio. Por eso, ESCENA VI
don Juan amigo, os confieso (7)
que hoy nos juntamos los dos Don Juan, Catalinón y el Marqués de la Mota.
en Sevilla.
D.Juan. ¡Quién pensara. Mota. Todo hoy os ando buscando,
Duque, que en Sevilla os viera y no os he podido hallar.
para que en ella os sirviera, ¿Vos, don Juan, en el lugar,
como yo lo deseaba (8)! y vuestro amigo penando
Dejáis, mas aunque es lugar (9) en vuestra ausencia?
Nápoles tan excelente, D. Juan. ¡Por Dios,
amigo, que me debéis
esa merced que me hacéis (2)!
Catalin. (Como no le entreguéis vos
(i) Ed. de i649. «averiguarlo.» moza ó cosa que lo valga,
(2) /¿.«oírlo.» bien podéis fiaros dél,
(3) Id. «esconde.» que, cuanto en esto es cruel,
(4) Id. «lo.» tiene condición hidalga.)
(5) Así en los textos. Hart/cnbusch corrigió bien: D. Juan. ¿Qué hay de Sevilla?
«diré», que forma consonante con «dejé». Mota. Está ya
(6) Ed. de i(>49. «prisa.» toda esta corte mudada.
(7) llartzenbusch enmendó: D. Juan. ¿Mujeres?
«Por eso, Mota. Cosa juzgada.
Don Juan, sin culpa os confieso. D. Juan. ¿Inés?
¿Qué hoy nos juntamos los dos Mota. A Vejel se va.
en Sevilla?» D. Juan. Buen lugar para vivir
(8) Ed. de i649. También como aquí. Pero debe la que tan dama nació.
ser yerro por deseara. Mota. El tiempo la desterró
(y) El sentido de estos versos, que aquí resulta harto á Vejel.
oscuro, se aclara y cemplcta en el texto de Tan D. Juan. Irá á morir.
largo me ¡o Jiáis, que dice: ¿Costanza?
Octavio. ¡Quién pensara, Mota. Es lástima vella
Don Juan, que en Sevilla os viera! lampiña de frente y ceja.
D. Juan. ¿Vos, Puzol, vos la ribera
desde Parténopc clara
dejáis? (i) Ed. deii¡49. Faltan estos seis versos que siguen.
Octavio. Aunque es un lugar, ete. (2) Id. Faltan los cinco versos que siguen.
JORNADA SEGUNDA 637
Llámale el portugués vieja, porque en doña Ana de Ulloa
y ella imagina que bella. se extremó naturaleza.
D. Juan. Sí, que velha en portugués £>. Juan. ¿Tan bella es esa mujer?
suena vieja en castellano. lVive Dios que la he de ver!
¿Y Teodora? Mota. Veréis la mayor belleza
Mota. Este verano que los ojos del Rey (i) ven.
se escapó del mal francés, D. Juan. Casaos, pues es extremada (2).
por un río de sudores (i) Mota. El Rey la tiene casada,
y está tan tierna y recente (2) y no se sabe con quién.
que anteayer me arrojó un diente D. Juan. ¿No os favorece?
envuelto entre muchas flores. Mota. Y me escribe.
D. Juan. ¿Julia la del Candilejo? Catalin. (No prosiga:, que te engaña
Mota. Ya con sus afeites lucha. el gran burlador de España.)
D. Juan. ¿Véndese siempre por trucha? D. Juan. ¿Quién tan satisfecho vive? (3)
Mota. Ya se da por abadejo. Mota. Agora estoy aguardando (4)
D. Juan. El barrio de Cantarranas, la postrer resolución.
¿tiene buena población? D. Juan. Pues no perdáis la ocasión,
Mota. Ranas las más dellas son. que aquí os estoy aguardando.
D. Juan. ¿Y viven (3) las dos hermanas? Mota. Ya vuelvo.
Mota. Y la mona de Tolú (Vanse el Marqués y el Criado.)
de su madre Celestina Catalin. Señor Cuadrado
que les enseña doctrina. ó señor redondo, adiós.
D. Juan. )Oh, vieja de Bercebúl Criado. Adiós.
¿Cómo la mayor está? D.Juan. Pues solos los dos,
Mota. Blanca, sin blanca ninguna. amigo, habemos quedado,
Tiene un santo á quien ayuna. sigue los pasos (5) al Marques,
D. Juan. ¿Agora en vigilias dar que en el palacio se entró.
Mota. Es firme y santa mujer. (Vase Catalinón.)
D. Juan. ¿Y esotra?
Mota. Mejor principio
tiene; no desecha ripio.
D. Juan. Buen albañir (4) quiere ser. ESCENA VII
Marqués, ¿qué hay de perros muer-
Mota. Yo y don Pedro de Esquivel [tos?] Don Juan habla por una reja con una Mujer.
dimos anoche un (5) cruel,
y esta noche tengo ciertos
otros dos. Mujer. Ce, ce (6), ¿á quién digo?
D. Juan. Iré con vos, D. Juan. ¿Quién llamó?
que también recorreré Mujer. Pues sois prudente y cortés
cierto nido que dejé y su amigo, dalde (7) luego
en güevos para los dos. al Marqués este papel;
¿Qué hay de terrero? mirad que consiste en él
Mota. No muero de una señora el sosiego.
en terrero, queen-terrado D. Juan. Digo que se lo daré (8);
me tiene mayor cuidado. soy su amigo y caballero.
D. Juan. ¿Cómo? Mujer. Basta, señor forastero.
Mota. Un imposible quiero. Adiós. (Vase.)
D.Juan. Pues ¿no os corresponde?
Mota. Sí,
me favorece y estima.
D. Juan. ¿Quién es? (i) Así en los textos; pero debe de ser «sol», como se
Mota. Doña Ana, mi prima, lee en Tan largo me lo fiáis.
que es recién llegada aquí. (2) También aquí mejora el texto el de Tan lar
D. Juan. Pues ¿dónde ha estado? go... que dice: «Casaos, si es tan extremada.»
Mota. En Lisboa (3) Como se ve, esta frase aislada de D. Juan care
con su padre en la embajada. ce de sentido. Kn Tan largo... está claro.
D. Juan. ¿Es hermosa? «Ouien tan satisfecho vive
Mota. Es extremada, de su amor, desdichas teme.
í acalda, solicitalda,
escribida y engañalda,
y el mundo se abrase y queme.»
(i) Verso suplido por el texto de Tan largo .. (4) «Esperando» en Tan largo... que evita fa repe
(2) En la edición de Padrino y en Ilartzenbusch, tición en el cuarto verso de la redondilla.
«reciente». Lo mismo en Tan largo me ¡o fiáis. (5) Ed. de i649. '«¡suele el paso...»
(3) Ei. de i649. «vienen.» (6) Id. «Ce, ¿á quién digo?..»
(4) Id. «albañil.» (7) Id. « .adíe.»
(5) En Tan largo... «une.» (8) Id. «diré.»
«.T— "I

638 EL BURLADOR DE SEVILLA

ESCENA VIII Tú pretendes que escapemos


una vez, señor, burlados (i),
Don Juan.
que el que vive de burlar
Ya (i) la voz se fué. burlado habrá de escapar
¿No parece encantamento de una vez.
esto que agora ha pasado? t>. Juan. ¿Predicador
A mí el papel ha llegado te vuelves, impertinente?
por La estafeta del viento. Catalin. La razón hace al valiente (2).
Sin duda que es de la dama D. Juan. Y al cobarde hace el temor.
que el Marqués me ha encarecido. El que se pone á servir
Venturoso en esto he sido. voluntad no ha de tener.
Sevilla á voces me llama y todo ha de ser hacer,
el Burlador, y el mayor y nada ha de ser decir.
gusto que en mí puede haber Sirviendo, jugando estás,
es burlar una mujer y si quieres ganar luego,
y dejalla (2) sin honor. haz siempre, porque en el juego
¡Vive Dios, que le he de abrir, quien más hace gana más.
pues salí de la plazuela! Catalin. También quien hace y dice
Mas, ¿si hubiese otra cautela?, (3) pierde por la mayor parte.
Gana me da de reir. D. Juan. Esta vez quiero avisarte,
Ya está abierto el papel; porque otra vez no te avise.
y que es suyo es cosa llana, Catalin. Digo que de aquí adelante
porque aquí firma doña Ana. lo que me mandas haré,
Dice así: «Mi padre infiel y á tu lado forzaré
en secreto me ha casado un tigre y un elefante.
sin poderme resistir; Guárdese de mí un prior (3),
no sé si podré vivir, que si me mandas que calle
porque la muerte me ha dado. y le fuerce, he de forzalle
Si estimas, como es razón, sin réplica, mi señor.
mi amor y mi voluntad, D. Juan. Calla, que viene el marqués.
y si tu amor fué verdad, Catalin. Pues, ¿ha de ser el forzado?
muéstralo en esta ocasión.
Porque veas que te estimo,
ven esta noche á la puerta, ESCENA X
que estará á las once abierta,
donde tu esperanza, primo, Sale el Marqués de la M»ta.— Dichos.
goces, y el fin de tu amor.
Traerás, mi gloria, por señas D. Juan. Para vos, marqués, me han dado
de Leonorilla y las dueñas, un recaudo harto cortés
una capa de color. por esa reja, sin ver
Mi amor todo de ti fío, el que me lo daba allí;
y adiós.» ¡Desdichado amante! sólo en la voz conocí
¿Hay suceso semejante? que me lo daba mujer.
Ya de la burla me río. Dícete al fin que á las doce
Gozaréla, ¡vive Dios! vayas secreto á la puerta,
con el engaño y cautela que estará á las once abierta,
que en Nápoles á Isabela. donde tu esperanza goce
la posesión de tu amor;
y que llevases por señas
de Leonorilla y las dueñas
ESCENA IX una capa de color.
Sale Catalinón.— Dicho.
Mota. ¿Qué dices?
D. Juan Que este recaudo (4)
Catai.in. Ya el marqués viene. de una ventana me dieron,
D. Juan. Los dos sin ver quién.
aquesta noche tenemos Mota. Con él pusieron
que hacer. sosiego en tanto cuidado.
Catalin. ¿Hay engaño nuevo? ¡Ay, amigo! Sólo en ti
D. Juan. Extremado.
Catalin. No lo apruebo.
(i) Asi en los textos. Hartzenbusch enmendó con
acierto: «burlados, al fin, señor.»
(i) Ed. de i649. «y.» (2) Ed. de t649. Faltan éste y los once versos que
(2) Id. «dejarla.» siguen.
(3) «Isabela» en Tan largo... que parece mejor lec (3) Id. Faltan estos cuatro versos.
tura. (4) Id. «recado.»
JORNADA SEGUNDA 639
mi esperanza renaciera. D. Juan. Y la que tengo de hacer,
Dame esos brazos (i). pues á Su Alteza le agrada
D. Juan. Considera agora (i), ¿es larga también?
que no está tu prima en mí. D. Dieg. Hasta que el injusto agravio
Eres tú quien ha de ser satisfaga el Duque Octavio
quien la tiene de gozar, y apaciguados estén
¿y me llegas á abrazar en Nápoles de Isabela
los pies? los sucesos que has causado,
Mota. Es tal el placer, en Lebrija retirado
que me ha sacado de mí. por tu traición y cautela
¡Oh, sol! apresura el paso. quiere el Rey que estés agora (2):
D. Juan. Ya el sol camina al ocaso. pena á tu maldad ligera.
Mota. Vamos, amigos, de aquí, Catalin. (Ap) Si el caso también supiera
y de noche nos pondremos. de la pobre pescadora,
¡Loco voy! , más se enojara el buen viejo.
D. Juan. (Bien se conoce; D. Dieg. Pues no te vence castigo
mas yo bien sé que á las doce con cuanto hago y cuanto digo,
harás mayores extremos.) á Dios tu castigo dejo. (Van.)
Mota. ¡Ay, prima del alma, prima,
que quieres premiar mi fe!
Catalin. (¡Vive Cristo, que no dé
una blanca por su prima!) ESCENA XII
(Fose el Marqués y sale Don Diego ) Don Juan y Catalinón.

Catalin. Fuese el viejo enternecido.


ESCENA XI D. Juan. Luego las lágrimas copia,
Don Juan, Catalinón y Don Diego. condición de viejo propia.
Vamos, pues ha anochecido,
D. DlEG. ¿Don Juan? á buscar al Marqués.
Catalin, Tu padre te llama. Catalin. Vamos,
D. Juan. ¿Qué manda vueseñoría? y al fin gozarás su dama.
D. Dieg. Verte más cuerdo quería, D. Juan. Ha de ser burla de fama.
más bueno y con mejor fama. Catatin. Ruego al cielo que salgamos
¿Es posible que procuras dclla en paz.
todas las horas mi muerte? D. Juan. Catalinón
D. Juan. ¿Por qué vienes desa suerte? en fin.
D. Dieg. Por tu trato y tus locuras. Catalin. Y tú, señor, eres
Al fin el Rey me ha mandado langosta de las mujeres,
que te eche de la ciudad, y con público pregón.
porque está de una maldad Porque de ti se guardara
con justa causa indignado. cuando á noticia viniera
Que, aunque me lo has encubierto, de la que doncella fuera,
ya en Sevilla el Rey la sabe, fuera bien se pregonara:
cuyo delito es tan grave, «Guárdense todos de un hombre
que á decírtelo no acierto. que á las mujeres engaña,
¿En el Palacio Real y es el burlador de España.»
traición, y con un amigo? D. Juan. Tú me has dado gentil nombre.
Traidor, Dios te dé el castigo
que pide delito igual.
Mira que, aunque al parecer ESCENA XIII
Dios te consiente y aguarda,
Dichos.— Sale el Marqués de noche, con Músicos, y
su castigo no se tarda,
pasea el tablada, y se entran cantando.
y que castigo ha de haber
para los que profanáis Músicos. «El que un bien gozar espera,
su nombre, que es juez fuerte . cuanto espera desespera.»
Dios en la muerte. Mota. Como yo á mi bien goce,
D. Juan. ¿En la muerte? nunca llegue á amanecer (3).
¿Tan largo me lo fiáis? D. Juan. ¿Qué es esto?
De aquí allá hay gran jornada. Catalin. Música es.
D. Dieg. Breve te ha de parecer.

(i) Ed. de i649. «aora.»


(i) Así en los textos del Burlador; pero en Tan (2) Id. «flora.*
largo... dice: «esos pies», para que conste el verso. Lo (3) Estos dos versos sueltos no figuran en este lu
que añade luego D. Juan confirma la variante, que gar en Tan largo me lo fiáis, aunque sí más adelante.
también aceptó Hartzcnbusch. Quizá sean interpolados.
640 EL BURLADOR DE SEVILLA

Mo-A. Parece que habla conmigo la voz y el habla fingid.


el poeta. ¿Quién va? ¿Veis aquella celosía?
D. Juan. Amigo. D. Juan. Ya la veo.
Mota. ¿Es Don Juan? Mota. Pues llegad
D. Juan. ¿Es el Marqués? y decid: «Beatriz», y entrad.
Mota. ¿Quién puede ser sino yo? D. Juan. ¿Qué mujer?
D. Juan. Luego que la capa vi, Mota. Rosada y fría.
que érades vos conocí. Catalin. Será mujer cantimplora.
Mota. Cantad, pues Don Juan llegó. Mota. En Gradas os aguardamos.
M úsicos. [Cantan.) D. Juan. Adiós, Marqués.
«El que un bien gozar espera, Catalin. ¿Dónde vamos?
cuanto espera desespera.» D. Juan. Calla, necio, calla agora (i);
D. Juan. ¿Qué casa es la que miráis? adonde la burla mía (2)
Mota. De Don Gonzalo de Ulloa. ejecute.
D. Juan. ¿Dónde iremos? Catalin. No se escapa
Mota. A Lisboa. nadie de ti.
D. Juan. ¿Cómo, si en Sevilla estáis? D. Juan. El trueque (3) adoro.
Mota. Pues ¿aqueso os maravilla? Catai.in. ¿Echaste la capa al toro?
¿No vive con gusto igual D. Juan. No, el toro me echó la capa.
lo peor de Portugal Mota. La mujer ha de pensar
en lo mejor de Castilla? que soy él.
D. Juan. ¿Dónde viven? Músico. iQué gentil perro!
Mota. En la calle Mota. Esto es acertar por yerro.
de la Sierpe, donde ves, Músico. Todo este mundo es errar (4)
anda envuelto (i) en portugués; (Cantan.)
que en aqueste amargo valle «El que un bien gozar espera,
con bocados solicitan cuanto espera desespera.»
mil Evas que.aunqueen bocados (2), (Vanse, y dice Doña Ana dentro.)
en efeto, son ducados Ana. ¡Falsol, no eres el Marqués,
con que el dinero nos quitan (3). que me has engañado.
Catai.in Ir de noche no quisiera D. Juan. Digo
por esa calle cruel, que lo soy.
pues lo que de día es miel Ana. ¡Fiero enemigo,
entonces lo dan en cera. mientes, mientes!
Una noche, por mi mal,
la vi sobre mi vertida,
y hallé que era corrompida ESCENA XIV
la cera de Portugal.
D. Juan. Mientras á la calle vais, Sale Don Gonzalo con la espada desnuda.
yo dar un perro quisiera.
Mota. Pues cerca de aquí me espera D. Gonz. La (5) voz es
un bravo. de doña Ana la que siento.
D. Juan. Si me dejáis, Ana. ¿No hay quien mate este traidor
señor (4) Marqués, vos veréis homicida de mi honor?
cómo de mí no se escapa. D. Gonz. ¿Hay tan grande atrevimiento?
Mota. Vamos, y poneos mi capa, Muerto honor; dijo, jay de mí!
para que mejor lo deis. y es su lengua tan liviana
D. Juan Bien habéis dicho. Venid, que aquí sirve de campana.
y me enseñaréis la casa. Ana. Matalde.
Mota. Mientras el suceso pasa,
ESCENA XV
(i) En Tan largo... «i Adán vuelto», que es lo que Don Gonzalo. — Salen Don Juan y Catalinón con las
pide et sentido. espadas desnudas.
(2) Es evidente que estos dos versos deben de leerse
así: D. Juan. ¿Quién está aquí?
«mil Evas que, aunque en ducados,
D. Gonz. La barbacana caída
en efecto son bocados,»
ó, mejor aún, como figuran en Tan largo...
«mil Evas que, aunque dorados, (i) Ed. de i649. «aora.»
en efecto, son bocados (2) Este verso aparece suelto entre dos redondillas
con que tas vidas nos quitan.» en todos los textos.
(3) Ed. de i649. Faltan en ella los ocho versos que (3) En las ediciones sueltas y en Hartzenbusch, «tru
siguen. que»; en Tan largo... «trueco.»
(4) «Con él», en vez de «Señor», se lee en Tan lar (4) Verso suplido por el texto de Tan largo... si
go... y es mejor texto, puesto que se trata de la burla bien lo pone en boca de un criado.
llamada «dar perro muerto». (5) Ed. de i649. «Ea.»
JORNADA SEGUNDA 64I
de la torre de mi honor Catalin. A fe que los dos
echaste en tierra, traidor, mal pareja han de correr.
donde era alcaide (i) la vida. D. Juan. Huyamos.
D. Juan. Déjame pasar. Catalin. Señor, no habrá
D. Gonz. ¿Pasar? águila queá mí me alcance (i).
Por la punta desta espada. Mota. Vosotros os podéis ir,
D. Juan. Morirás. porque quiero ir solo (2).
D. Gonz. No importa nada. (Vanse y queda el Marques de la Mota.»
D. Juan. Mira que te he de matar.
D. Gonz. ¡Muere, traidor!
D. Juan. Desta suerte ESCENA XVII
muero.
Catalin. Si escapo desta (2), El Marqués de la Mota
no más burlas, no más fiesta.
D. Gonz. ¡Ay, que me has dado la muerte! (Dentro.) ¿Vióse desdicha mayor,
D. Juan. Tu la vida te quitaste. y vióse mayor desgracia?
D. Gonz. ¿De qué la vida servía? Mota. ¡Válgame Dios! voces siento
D. Juan. Huyamos. en la plaza del Alcázar.
(Vase Don Juan y Catalinón.) ¿Qué puede ser á estas horas?
D. Gonz. La sangre fría un hielo el pecho me arraiga.
con el furor aumentaste. Desde aquí parece todo
Muertosoy;no hay bien que aguarde. una Troya que se abrasa,
Seguiráte mi furor, porque tantas luces juntas
que es traidor, y el que es traidor (3) hacen gigante de llamas.
es traidor porque es cobarde. Un grande escuadrón de hachas
(Entran muerto á Don Gonzalo, y sale el
se acerca á mí, porque anda
Marqués de la Mota y Músicos.) el fuego emulando estrellas,
dividiéndose en escuadras.
Quiero saber la ocasión.
ESCENA XVI
El Marqués de la Mota y Músicos.—Luego Don Juan
y Catalinón.
ESCENA XVIII
Dichos.— Sale D»n Diego Tenorio y la guarda con
Mota. Presto las doce darán, hachas.
y mucho don Juan se tarda:
¡fiera prisión (4) del que aguarda! D. Dieg. ¿Qué gente?
(Salen Don Juan y Catalinón.) Mota (3). Gente que aguarda
D. Juan. ¿Es el Marqués? saber de aqueste riiído
Mota. ¿Es don Juan? el alboroto y la causa.
D. Juan. Yo soy; tomad vuestra capa.
Mota. ¿Y el perro?
D. Juan. Funesto ha sido. (i) Este pasaje tan profundamente alterado y en
Al fin, Marqués, muerto ha habido. que hay cuatro versos seguidos sin rimar, puede, á
Catalin Señor, del muerto te escapa. nuestro juicio, completarse, siguiendo el texto de
Mota. ¿Búrlaste? Amigo, ¿qué haré? (5) Tan largo... que dice:
Catalin. (Aparte.) y á vos os ha burlado (6). Marqués. Yo, Don Juan, lo pagaré
D. Juan. Cara la burla ha costado. porque estará la mujer
Mota. Yo, don Juan, lo pagaré, quejosa de mí.
porque estará la mujer D. Juan. Las doce
quejosa de mí. darán.
D. Juan. Adiós, Marqués. Como mi bien goce,
Marqués. nunca llegue á amanecer.
D.Juan. Adiós, Marqués.
Catalin. Muy buen lance
(O Ed. de i649. «alcalde.» el desdichado hallará.
(2) Id. «de aquesta.» D. Juan. Huyamos.
(3) Asi en todos los textos. Ilartzcnbusch enmendó Catalin. Señor, no habrá,
«que eres traidor, y el traidor». aguilita que me alcance. (Vanse.)
(4) Debe de ser «pensión,» como consta en Tan Marqués. Vosotros os podéis ir (A los criados.)
largo... todos á casa, que yo
(5) Este pasaje no tiene sentido. En Tan largo... he de Írselo.
está más explícito; Criados. Dios crió,
Marqués. ¿Burlásteisla? las noches para dormir.
D. Juan. Si, burlé. (2) Ed. de i649. «porque yo me quiero ir solo.»
Catalin. Y aun á vos os han burlado. (3) Así en el texto de i649. En el de i63° se lee «don
(6) Ed. de i649. «También vos sois el burlado.» Gonz.» por errata.
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINa. — TOMO II 4i
642 EL BURLADOR DE SEVILLA

D. Dieo. Prendeldo(i). Y entierro, bulto y sepulcro


Mota. ¡Prenderme á mí! quiero que á mi costa se haga.
D. Dieg. Volved la espada á la vaina, ¿Dónde doña Ana se fué?
que la mayar valentía D. Dieg. Fuese al sagrado, doña Ana,
es no tratar de las armas. de mi señora la Reina.
Mota. ¿Cómo al Marqués de la Mota Rey. Ha de sentir esta falta
hablan ansí? Castilla; tal capitán
D. Dieg. Dad la espada, ha de llorar Calatrava.
que el Rey os manda prender. ( Vanse todos.)
Mota. ¡Vive Dios!
ESCENA XX
ESCENA XIX Sale Batricio (i) desposado, con Aminta, Gaseno,
viejo, Bemsa y Pastores músicos.
Dichos. —Sale el Rey y acompañamiento.

Rey. En toda España (Cantan.) «Lindo sale el sol de Abril


no ha de caber (2), ni tampoco con trébol y torongil,
en Italia, si va á Italia. y aunque le sirve de estrella,
D. Dieg. Señor, aquí está el Marqués. Aminta sale más bella.»
Mota. Gran señor, ¿Vuestra Alteza (3) Batricio. Sobre esta alfombra florida,
á mí me manda prender (4)? adonde;' en campos de escarcha,
Rey. Llevalde luego, y poneIJe (5) el sol sin aliento marcha
la cabeza en una escarpia. con su luz recién nacida,
¿En mi presencia te pones? os sentad, pues nos convida
Mota. ¡Ah, glorias de amor tiranas, al tálamo el sitio hermoso (2).
siempre en el pasar ligeras, Aminta. Cantalde á mi dulce esposo
como en el vivir (ó) pesadas! favores de mil en mil.
Bien dijo un sabio, que había (Cantan.) «Lindo sale el sol de Abril
entre la boca y la taza con trébol y torongil,
peligro; mas el enojo y aunque le sirve de estrella,
del Rey me admira y me espanta. Aminta sale más bella.»
No sé por lo que voy preso. Gaseno. Muy bien lo habeis solfeado;
D. Dieg. ¿Quién mejor sabrá la causa no hay más sones en el kyries. .
que vueseñoría? Batricio. Cuando con sus labios tirres (sic)
Mota. ¿Yo? vuelve en púrpura los labios
D. Dieg. Vamos. saldrán, aunque vergonzosas,
Mota. ¡Confusión extraña! afrentando el sol de Abril (3).
Rey. Fulmínesele el proceso Aminta. Batricio, yo lo agradezco;
al Marqués luego, y mañana falso y lisonjero estás;
le cortarán la cabeza. mas si tus rayos me das,
Y al Comendador, con cuanta por ti ser luna merezco.
solemnidad y grandeza Tú eres el sol por quien crezco (4)
. se da á las personas sacras después de salir menguante,
y reales, el entierro para que el alba te cante
se haga; en bronce y piedras varias la salva en tono sutil.
un sepulcro con un bulto (Cantan.) «Lindo sale el sol, etc.
le ofrezcan, donde en mosaicas
labores, góticas letras ESCENA XXI
den lenguas á sus venganzas.
Dichos.— Sale Catalinóh, de camino.
(i) Ed. de 1649. «Prendedlo.»
Catalin. Señores, el desposorio
(2) Asi en las impresiones antiguas. En una de las huéspedes ha de tener.
sueltas «acabar». Hartzenbusch corrigió «escapar».
(3) Ed. de i649. «Gran señor, pues vuestra alteza.»
(4) También este pasaje alterado se perfecciona si (i) Claro que Batricio será errata ó forma rústica
guiendo el texto de Tan largo... por Patricio, que es como se lee en la enumeración de
D. Diego. Señor, aquí está el Marqués. los personajes al principio de la obra.
Marqués. ¿Vuestra Alteza á mí me manda (s) Ed. de i(149. Faltan todos los versos que siguen
prender? hasta la salida de Catalínón.
Rky. Llevalde y ponelde (3) Así en los textos, aunque tal vez deba de leerte
la cabeza en una escarpia. «Mayo», que asuena con «labios». La incorrección de
Hartzenbusch cambió las palabras para conseguir la este pasaje no permite suponer cómo seria el primi
rima. tivo, pues hasta el sistema de versos es diferente del
(5) Ed.de i640,. «Llevalde», «ponelde.» que le antecede y del que le sigue.
(6) Así en los textos de El Burlador; pero en Tan (4) Verso suplido según el texto de Tan largo me
largo... «venir», que es lección mejor. lo fiáis.
JORNADA TERCERA 643
Gaseno. A todo el mundo ha de ser delante de mí, señor,
este contento notorio. seréis de aquesa manera
¿Quién vive? el novio.
Catalin. . Don Juan Tenorio. D. Juan. Cuando lo fuera,
Gaseno. ¿El viejo? no escogiera lo peor.
Catalin. No es ese don Juan (i). Gaseno. Que es el novio...
Belisa. Será su hijo galán. D. Juan. De mi error
Batricio. (Téngolo por mal agüero, y ignorancia perdón pido.
que galán y caballero Catalin. ¡Desventurado marido!
quitan gusto y celos dan.) D. Juan. Corrido está.
Pues ¿quién noticia les dió Catalin. No lo ignoro;
de mis bodas? mas si tiene de ser toro,
Catalin. De camino ¿qué mucho que esté corrido?
pasa á Lebri-ja. No daré por su mujer
Batricio. Imagino ni por su honor un cornado.
que el demonio le envió. ¡Desdichado tú, que has dado
Mas, ¿de qué me alujo yo? en manos de Lucifer!
Vengan á mis dulces bodas, D. Juan. ¿Posible es que vengo á ser,
del mundo las gentes todas. señora, tan venturoso?
Mas, con todo, un caballero Envidia tengo al esposo.
en mis bodas, ¡mal agüero! Aminta. Parecéisme lisonjero.
Gaseno. Venga el Coloso de Rodas, Batricio. Bien dije que es mal agüero
venga el Papa, el Preste Juan en bodas un poderoso.
y Don Alonso el Onceno Gaseno. Ea, vamos á almorzar,
con su corte, que en Gaseno por que pueda descansar
ánimo y valor verán. un rato su señoría.
Montes en casa hay de pan, ( Tómale Don Juan la mano á la novia.)
Guadalquivires de vino, D. Juan. ¿Por qué la escondéis?
Babilonias de tocino, Aminta. Es mía (i).
y entre ejércitos cobardes Gaseng. Vamos.
de aves, para que las cardes (a), Belisa. Volved á cantar.
el pollo y el palomino. D.Juan. ¿Qué dices tú?
Venga tan gran caballero Catalin. ¿Yo? que temo
á ser hoy en Dos Hermanas muerte vil destos villanos.
honra destas viejas canas. D. Juan. Buenos ojos, blancas manos,
Belisa. Es hijo del Camarero en ellos me abraso y quemo.
Mayor. Catalin. ¡Almagrar y echar á extremo!
Batricio. Todo es mal agüero Con esta cuatro serán.
para mi, pues le han de dar D. Juan. Ven, que mirándome están.
junto á mi esposa lugar. Batricio. En mis bodas caballero,
Aún no" gozo, y ya los cielos ¡mal agüero!
me están condenando á celos. Gaseno. Cantad.
Amor, sufrir y callar. Batricio. Muero.
Catalin. Canten, que ellos llorarán.
ESCENA XXII (Vanse todos, con que da fin la segunda
jornada) (2).
Dichos. — Sale Don Juan Tenorio. '
D. Juan. Pasando acaso he sabido
que hay bodas en el lugar, JORNADA TERCERA
y dellas quise gozar,
pues tan venturoso he sido.
Gaseno. Vueseñoría ha venido ESCENA PRIMERA
á honrallas y engrandecellas. Sale Batricio (3) pensativo.
Batricio. Yo que soy el dueño dellas,
digo entre mi que vengáis Batricio. Celos, reloj y cuidado (4),
en hora mala. que á todas las horas dais
Gaseno. ¿No dais tormentos con que matáis,
lugar á este caballero?
D. Juan. Con vuestra licencia quiero
sentarme aquí. (i) Asi en los textos; pero debe de ser «No es mía»,
(Siéntase junio á la novia.)
Batricio. Si os sentáis como se lee en Tan largo...
(2) Ed. de i649. No hay esta acotación.
(3) Id. «Patricio» aqui y en los demas lugares de
(i) Ed. de iG4!j. «No ese Don Juan.» la obra en que jale.
(2) Así en los impresos del Burlador; pero quizá (4) Asi en los impresos. Hartzenbusch enmendó
deba leerse «lardes», como en Tan largo... bien: «Celos, reloj de cuidados.»
644 EL BURLADOR DE SEVILLA

aunque dais desconcertados (i). Batricio. (¿Mas que ha de venir á ser


Celos, del vivir desprecios, alguna desdicha mía?)
con que ignorancias hacéis, D. Juan. Que ha muchos días, Batricio,
pues todo lo que tenéis que á Aminta el alma le di
de ricos tenéis de necios, y he gozado...
dejadme de atormentar, Batricio. ¿Su honor?
pues es cosa tan sabida D. Juan. Sí.
que, cuando amor me da vida, Batricio. Manifiesto y claro indicio
la muerte me queréis dar. de lo que he llegado á ver,
¿Qué me queréis, caballero, que, si bien no le quisiera,
que me atormentáis ansí? nunca á su casa viniera.
Bien dije, cuando le vi Al fin, al fin, es mujer.
en mis bodas, ¡mal agüero! D. Juan. Al fin, Aminta celosa,
¿No es bueno que se sentó ó quizá desesperada
á cenar con mi mujer, de verse de mí olvidada
y á mí en el plato meter y de ajeno dueño esposa,
la mano no me dejó? esta carta me escribió
Pues cada vez que quería enviándome á llamar,
metella la desviaba y yo prometí gozar
diciendo á cuanto tomaba: lo que el alma prometió.
«¡Grosería, grosería!» (2) Esto pasa de esta suerte.
Pues llegándome á quejar Dad á vuestra vida un medio,
á algunos, me respondían que le daré sin remedio
y con risa me decían: á quien lo impida la muerte.
«No tenéis de qué os quejar; Batricio. Si tú en mi elección lo pones,
eso no es cosa que importe; tu gusto pretendo hacer,
no tenéis de qué temer; que el honor y la mujer
callad, que debe de ser son malos en opiniones.
uso de allá de la Corte.» La mujer en opinión
¡Buen uso, trato extremado! siempre más pierde que gana,
mas no se usara en Sodoma que son como la campana
que otro con la novia coma que se estima por el son.
y que ayune el desposado. Y así es cosa averiguada
Pues el otro bellacón que opinión viene á perder
á cuanto comer quería: cuando cualquiera mujer
«¿Esto no come?», decía; suena á campana quebrada.
«No tenéis, señor, razón»; No quiero, pues me reduces
y de delante al momento el bien que mi amor ordena,
me lo quitaba corrido. mujer entre mala y buena,
Esto bien sé yo que ha sido que es moneda entre dos luces.
culebra y no casamiento. . Gózala, señor, mil años,
Ya no se puede sufrir que yo quiero resistir,
ni entre cristianos pasar; desengaños y morir,
y acabando de cenar, y no vivir con engaños. (Vase.)
con los dos, ¿mas que á dormir
se ha de ir también, si porfía
con nosotros, y ha de ser, ESCENA III
el llegar yo á mi mujer,
«Igrosería, grosería!» Don Juan.
Ya viene, no me resisto.
Aquí me quiero esconder; D. Juan. Con el honor le vencí,
pero ya no puede ser, porque siempre los villanos
que imagino que me ha visto. tienen su honor en las manos,
y siempre miran por sí.
Que por tantas variedades
ESCENA II es bien que se entienda y crea
que el honor se fué al aldea
Batkicio. —Sale Don Juan Tenorio. huyendo de las ciudades.
D. Juan. Batricio. Pero antes de hacer el daño
Batricio. Su señoría le pietendo reparar.
¿qué manda? A su padre voy á hablar
D. Juan. Haceros saber... para autorizar mi engaño.
Bien lo sune negociar;
gozaila esta noche espero;
(i) Ed. de i640. Faltan los cuatro versos que si la noche camina, y quiero
guen. su viejo padre llamar.
(2) Id. Faltan estos doce versos que siguen. Estrellas que me alumbráis,
JORNADA TERCERA 645
dadme en este engaño suerte, D. Juan. •La burla más escogida
si el galardón en la muerte de todas ha de ser ésta.
tan largo me lo guardáis, (Vase.) Catalin. Que saliésemos querría
de todas bien.
D. Juan. Si es mi padre
ESCENA IV el dueño de la justicia,
y es la privanza del Rey,
Salen Aminta )' Belisa. ¿qué temes?
Catalin. De los que privan
Belisa. Mira que vendrá tu esposo; suele Dios tomar venganza
entra á desnudarte (i), Aminta. si delitos no castigan,
Aminta. De estas infelices bodas y se suelen en el juego
no sé qué siento, Belisa. perder también los que miran.
Todo hoy mi Batricio ha estado Yo he sido mirón del tuyo,
bañado en melancolía; y por mirón no querría
todo es confusión y celos; que me cogiese algún rayo
¡mirad qué grande desdicha! y me trocase en cecina (i ).
Di: ¿qué caballero es éste D. Juan. Vete, ensilla, que mañana
que de mi esposo me priva? he de dormir en Sevilla.
La desvergüenza en España Catalin. ¿En Sevilla?
se ha hecho caballería. D. Juan. Sí.
Déjame, que estoy sin seso (2). Catalin. ¿Qué dices?
Déjame, que estoy corrida. Mira lo que has hecho, y mira
iMal hubiese el caballero que hasta la muerte, señor,
que mis contentos me priva! es corta la mayor vida;
Belisa. Calla, que pienso que viene, que hay tras la muerte imperio (2).
que nadie en la casa pisa D. Juan. Si tan largo me lo fías,
de un desposado, tan recio. vengan engaños.
Aminta. Queda adiós, Belisa mía. Catalin. Señor...
Belisa. Desenójale en los brazos. D. Juan. Vete, que ya me amohinas
Aminta. ¡Plega á los cielos que sirvan con tus temores extraños.
mis suspiros de requiebros Catalin. Fuerza al Turco, fuerza al Scita (3),
mis lágrimas de caricias! {Vanse.)
al Persa y al Garamant,
al Gallego, al Troglodita,
ESCENA V al Alemán y al Japón,
al sastre con la agujita
Salen Don Juan, CatalinAn y üaskno. de oro en la mano, imitanJo
contino á la blanca niña. {Vase.)
D. Juan. Gaseno, quedad con Dios.
Gaseno. Acompañaros querría,
por dalle (3) de esta ventura ESCENA Vil
el parabién á mi hija. Don Juan solo.
D. Juan. Tiempo mañana nos queda.
Gaseno. Bien decís. El alma mía D. Juan. La noche en negro silencio
en la muchacha os ofrezco. (Vase.) se extiende, y ya las Cabrillas
D. Juan. Mi esposa decid. entre racimos de estrellas
el Polo más alto pisan.
Yo quiero poner mi engaño
ESCENA VI por obra. El amor me guía
a mi inclinación, de quien
Dichos, menos Gaseno. no hay hombre que se resista.
Quiero llegar á la cama.
D. Juan. Ensilla, lAmintal
Catalinón.
Catalin. ¿Para cuándo?
D. Juan. Para el alba, que de risa ESCENA VIII
muerta ha de salir mañana Don Juan.—Sale Aminta como que está acostada.
deste engaño.
Catalin. Allá, en Lebrija, Aminta. ¿Quién llama á Aminta?
señor, nos está aguardando ¿Es mi Batricio?
otra boda. Por tu vida, D. Juan. No soy
que despaches presto en ésta. tu Batricio.
(i) Ed. de i649. «ceniza», y lo mismo en todos los
(i) Ed. de 7649. «desnudarse.» demás .
(2) Verso suplido por el texto de Tan largo me lo (2) Así en los textos antiguos; pero Hartzenbusch
Jiáis. corrigió bien: «y que hay tras la muerte infierno.»
(3) Ed. de i649. «darle.» (3) Ed. de i649. Falta esto que dice Catalinón.
646 EL BURLADOR DE SEVILLA

Aminta. Pues ¿quién? que se encubren tus verdades


D. Juan. Mira con retóricas mentiras.
de espacio, Aminta, quién soy. Porque si estoy desposada,
Aminta. ¡Ay de mí! jyo soy perdida! como es cosa conocida,
¿En mi aposento á estas horas? con Batricio, el matrimonio
D. Juan. Estas son las obras (i) mías. no se absuelve aunque él desista.
Aminta. Volveos, que daré voces. D. Juan. En no siendo confirmado (i),
No excedáis la cortesía por engaño ó por malicia
que á mi Batricio se debe. puede anularse.
Ved que hay romanas Emilias Aminta. En Batricio
en Dos Hermanas también, toda fué verdad sencilla.
y hay Lucrecias vengativas. D. Juan. Ahora bien: dame esa mano,
D. Juan. Escúchame dos palabras, y esta voluntad confirma
y esconde de las mejillas con ella.
en el corazón la grana, Aminta. ¿Que no me engañas?
por ti más preciosa y rica. D. Juan. Mío el engaño sería.
Aminta. Vete, que vendrá mi esposo. Aminta. Pues jura que cumplirás
D. Juan. Yo lo soy; ¿de qué te admiras? la palabra prometida.
Aminta. ¿Desde cuándo? D. Juan. Juro á esta mano, señora,
D. Juan. Desde agora. invierno (2) de nieve fría,
Aminta. ¿Quién lo ha tratado? de cumplirte la palabra.
D. Juan. Mi dicha. Aminta. Jura á Dios que te maldiga
Aminta. ¿Y quién nos casó? si no la cumples.
D. Juan. Tus ojos. D. Juan. Si acaso
Aminta. ¿Con qué poder? la palabra y la fe mía
D. Juan. Con la vista. te faltare, ruego á Dios
Aminta. ¿Sábelo Batricio? que á traición y alevosía
D. Juan. Sí, me dé muerte un hombre... muerto:
que te olvida. que, vivo, ¡Dios no permita!
Aminta. ¿Que me olvida? Aminta. Pues con ese juramento
D. Juan. Sí, que yo te adoro. soy tu esposa.
Éminta. ¿Cómo? D. Juan. El alma mía
. Juan. Con mis dos brazos. entre los brazos te ofrezco.
Aminta. Desvía. Aminta. Tuya es el alma y la vida.
D. Juan. ¿Cómo puedo, si es verdad D. Juan. ¡Ay, Aminta de mis ojosl
que muero? Mañana sobre virulas
Aminta. ¡Qué gran mentira! de tersa plata, estrellada
D. Juan. Aminta, escucha y sabrás, con clavos de oro de tibar,
si quieres que te lo diga, pondrás los hermosos pies,
la verdad, que las mujeres y en prisión de gargantillas
sois de verdades amigas. la alabastrina garganta,
Yo soy noble caballero, y los dedos en sortijas,
cabeza de la familia en cuyo engaste parezcan
de los Tenorios antiguos, trasparentes perlas finas.
ganadores de Sevilla. Aminta. A tu voluntad, esposo,
Áli padre, después del Rey, la mía desde hoy se inclina:
se reverencia y estima, tuya soy.
y en la corte de sus labios D. Juan. (¡Qué mal conoces
pende la muerte ó la vida. al Burlador de Sevilla!) (Vanse.)
Corriendo el camino acaso,
llegué á verte, que amor guía
tal vez las cosas de suerte, ESCENA IX
que él mismo dellas se olvida.
Vite, adorete, abraséme Salen Isabela y Fahio, de camino.
tanto, que tu amor me anima
á que contigo me case: Isabela.
mira qué acción tan precisa. ¡Que me robase el dueño
Y aunque lo mormure el Rey, la prenda que estimaba y más quería!
y aunque el Rey lo contradiga, ¡Oh, riguroso empeño
y aunque mi padre enojado de la verdad! ¡Oh, máscara del día!
con amenazas lo impida, ¡Noche, al fin, tenebrosa,
tu esposo tengo de ser. antípoda del sol, del sueño esposal
¿Qué dices?
Aminta. No sé qué diga, (i) En Tan largo... y en la impresión de Padrino
«consumado», que parece mejor lectura.
(2) Ed. de i649. «infierno», y también en Tan lar
(i) Asi en ambos textos; pero debe de ser «horas». go... y en las impresiones sueltas.
JORNADA TERCERA 647
Fabio. ¡Maldito el leño sea
¿De qué sirve, Isabela, que á tu amargo cristal halló carrera (i)l
el amor en el alma y en los ojos, ¡Antojo de Medea,
si amor todo es cautela, tu cáñamo primero ó primer lino,
y en campos de desdenes causa enojos; aspado de los vientos
si el que se ríe agora para telas de engaños é instrumentos!
en breve espacio desventuras llora? Isabela.
El mar está alterado ¿Por qué del mar te quejas
y en grave temporal, tiempo socorre (i). tan tiernamente, hermosa pescadora?
El abrigo han tomado
las galeras, Duquesa, de la torre TlSBEA.
que esta playa corona. Al mar formo mil quejas.
Isabela. ¡Dichosa vos que en su tormento agora (2)
¿Dónde estamos (2)? dél os estáis riendo!
Fabio. Isabela.
En Tarragona. También quejas del mar estoy haciendo.
De aquí a poco espacio ¿De dónde sois?
daremos en Valencia, ciudad bella, TlSBEA.
del mismo sol palacio. De aquellas cabañas
Divertiráste algunos dias en ella, que miráis del viento heridas
y después á Sevilla, tan victorioso entre ellas,
irás á ver la octava maravilla. cuyas pobres paredes desparcidas
Que si á Octavio perdiste, van (3) en pedazos graves
más galán es don Juan, y de Tenorio (3) dándole mil graznidos á las aves (4).
solar. ¿De qué estás triste? En sus pajas me dieron
Conde dicen que es ya don Juan Tenorio; corazón de fortísimo diamante;
el Rey con él te casa, mas las obras me hicieron
y el padre es la privanza de su casa. deste monstruo que ves tan arrogante
Isabela. ablandarme de suerte,
que al sol la cera es más robusta y fuerte.
No nace mi tristeza ¿Sois vos la Europa hermosa
de ser esposa de don Juan, que el mundo que esos toros os llevan (5)''
conoce su nobleza;
en la esparcida voz mi agravio fundo, Isabela.
que esta opinión perdida Llévanme á ser esposa
es de llorar mientras tuviere
i
vida. contra mi voluntad.
Fabio. TlSBEA.
Allí una pescadora Si mi mancilla
tiernamente suspira y se lamenta á lástima os provoca
y dulcemente llora. y si injurias del mar os tienen loca,
Acá viene, sin duda, y verte intenta. en vuestra compañía,
Mientras llamo tu gente, para serviros como humilde esclava
lamentaréis las dos más dulcemente. me llevad, que querría,
( Vase Fabio y sale Tisbea.) si el dolor ó la afrenta no me acaba,
pedir al Rey justicia
de un engaño cruel, de una malicia.
ESCENA X Del agua derrotado
á esta tierra llegó don Juan Tenorio
Isabela y Tisbea. difunto y anegado;
amparéle, hospedéle en tan notorio
TlSBEA.
peligro, y el vil güésped
Robusto mar de España, víbora fué á mi planta el tierno césped.
ondas de fuego, fugitivas ondas, Con palabra de esposo
Troya de mi cabaña, la que de esta costa burla hacía,
que ya el fuego por mares y por ondas se rindió al engañoso:
en sus abismos fragua
y el mar forma (4) por las llamas agua.
(i) Hartzenbusch corrigió con acierto «camine!»
(2) Ed. de i649. «aora.»
(i) Asi en los textos. Hartzenbusch corrigió bien (3) Asi en los textos. Hartzenbusch enmendó
«riesgo se corre». «caen».
(2) Ed. de :64',. «.;Donde estamos aora?..» (4) Ed de i649. Faltan los seis versos que siguen.
(3) Así en los textos. Hartzenbusch enmendó: «y de (5) Así en los textos del Burlador; pero en 7'<jii
notorio». largo... se completa el verso asi: «que esos toros os
(4) Hartzenbusch corrigió «vomita». llevan á Sevilla?»
648 EL BURLADOR DE SEVILLA

¡mal haya la mujer que en hombres fía! Catalin. En la calle oculta.


Fuese al fin y dejóme: D. Juan. Bien.
mira si es justo que venganza tome. Catalin. La iglesia es tierra sagrada.
Isabela. D. Juan. Di que de día me den
¡Calla, mujer maldital en ella la muerte. ¿Viste
Vete de mi presencia, que me has muerto. al novio de Dos Hermanas?
Mas si el dolor te incita, Catalin. También le vi ansiado y triste,
no tienes culpa tú. Prosigue el cuento (i). D. Juan. Aminta estas dos semanas
TlSBEA. no ha de caer en el chiste.
La dicha fuera mia. Catalin. Tan bien engañada está,
Isabela. que se llama doña Aminta.
¡Mal haya la mujer que en hombres fía! D. Juan. ¡Graciosa burla será!
¿Quién tiene de ir contigo? Catalin. Graciosa burla y sucinta,
mas siempre la llorará.
TlSBEA.
(Descúbrese un sepulcro de Don Gonzalo
Un pescador, Anfrisa, un pobre padre de Ulloa.)
de mis males testigo. D. Juan. ¿Qué sepulcro es este?
Isabela. Catalin. Aquí
(No hay venganza que á mi mal tanto le cua- don Gonzalo está enterrado.
Ven en mi compañía. [dre.) D. Juan. Este es el (i) que muertedi.
Tissea. ¡Gran sepulcro le han labrado!
(¡Mal haya la mujer que en hombres fía!) Catalin. Ordenólo el Rey ansí.
(2) (Vanse y sale Don Juan y Catalinón.)
¿Cómo dice este letrero?
D. Juan. «Aquí aguarda del Señor
el más leal caballero
ESCENA XI la venganza de un traidor.»
Del mote reírme quiero.
Don Juan y Catalinón. ¿Y habéisos vos de vengar,
buen viejo, barbas de piedra?
Catalin. Todo enmaletado (3) está. Catalin. No se las podrás pelar,
D. Juan. ¿Cómo? que en barbas muy fuertes medra.
Catalin. Que Octavio ha sabido D. Juan. Aquesta noche á cenar
la traición de Italia ya, os aguardo en mi posada.
y el de la Mota ofendido Allí el desafío haremos,
de ti quejas justas da, si la venganza os agrada;
y dice al fin que el recaudo (4) aunque mal reñir podremos
que de su prima le diste si es de piedra, vuestra espada.
fui fingido y disimulado (5) Catalin. Ya, señor, ha anochecido;
y con su capa emprendiste vámonos á recoger.
la traición que le ha infamado. D. Juan. Larga esta venganza ha sido.
Dicen que viene Isabela Si es que vos la habéis de hacer,
á que seas su marido, importa no estar dormido,
y dicen... que si á la muerte aguardáis
D. Juan. ¡Calla! ' la venganza, la esperanza
Catalin. Una muela agora es bien que perdáis,
en la boca me has rompido. pues vuestro enojo y venganza
D. Juan. Hablador, ¿quién te revela tan largo me lo fiáis.
tanto disparate junto? (Vanst y ponen la mesados Criados.)
Catalin. ¡Disparate, disparate (6)!
Verdades son. ESCENA XII
D. Juan. No pregunto
si lo son. Cuando me mate Dos Criados.
Octavio: ¿estoy yo difunto? Criad. i. °Quiero apercibir la cena (2),
¿No tengo manos también? que vendrá á cenar don Juan.
¿Dónde me tienes posada? Criad. 2. °Puestas las mesas están.
¡Qué flema tiene, si empieza!
Ya tarda como solía,
(') En Tan largo... «es cierto», que forma conso- mi señor; no me contenta;
ñame con «muerto.» la bebida se calienta
M Ed. de i649. «Vanse y salen Don Juan Teno- y la comida se enfría.
rio y.. .» Mas ¿quién á don Juan ordena
(3) Asi en los textos del Burlador; pero en Tan esta desorden?
largo ... «mal estado »
c4' Ed. de i649. «y dice que fué el recado.» (1) En la edición de Padrino, «al»; en Tan largo ...
l!') Id. «fingido y disimulado.» «á quien».
(6) Verso suplido por el texto de Tan largo me lo (2) Asi en todos los textos. Hartzenbusch corriyiú
Jiáis. «pieza».
JORNADA TERCERA 649
ESCENA XIII D. Juan. ¿Quién te tiene, quién te mata (i)?
¿qué has visto?
Dichos.—Entra (i) Don Juan y Catalinón. Catalin. Señor, yo allí
vide cuando luego fui...
D. Juan. ¿Cerraste? ¿Quién me ase, quién me arrebata?
Catalin. Ya cerré como mandaste, Llegué, cuando después ciego...
ü. Juan. ¡Hola! tráiganme la cena. cuando vile, ¡juro á Dios!...
Criad. 2.° Ya está aquí. Habló y dijo (2), ¿quién sois vos?
D. Juan. Catalinón, respondió, respondí luego...
siéntate. topé y vide...
Catalin. Yo soy amigo D. Juan. ¿A quién?
de cenar de espacio. Catalin. No sé.
D. Juan. Digo D. Juan. ¡Cómo el vino desatina!
que te sientes. Dame la vela, gallina,
Catalin. La razón y yo á quien llama veré.
haré. (Toma Don Juan la vela y llega á la
Criad. i.° También es camino puerta. Sale al encuentro Don Gonzalo, en
la forma que estaba en el sepulcro, y Don
éste, si (2) come con él. Juan se retira atrás turbado, empuñando
D.Juan. Siéntate. (Un golpe dentro) (j). la espada, y en la otra la vela, y Don
Catalin. Golpe es aquél. (jonzalo hacia él con pasos menudos, y al
compás Don Juan, retirándose hasta estar
D. Juan. Que llamaron imagino. en medio del teatro.)
Mira quién es. D. Juan. ¿Quién va?
Criad. i.° Voy volando. D. Gonz. Yo soy.
Catalin. ¿Si es la justicia, señor? D. Juan. ¿Quién sois vos?
D. Juan. Sea, no tengas temor. D. Gonz. Soy el caballero honrado
{Vuelve el Criado huyendo.) que á cenar has convidado.
¿Quién es? ¿Dequé estás temblando? D. Juan. Cena habrá para los dos,
Catalin. De algún mal da testimonio. y si vienen más contigo,
D. Juan. Mal mi cólera resisto. para todos cena habrá.
Habla, responde, ¿qué has visto? Ya puesta la mesa está.
¿Asombróte algún demonio? Siéntate.
Ve tú, y mira aquella puerta, Catalin ¡Dios sea conmigo!
presto, acaba. ¡San Panuncio, San Antón!
Catalin. ¿Yo? Pues ¿los muertos comen, di?
D. Juan. Tú, pues. Por señas dice que sí.
Acaba, menea los pies (4). D. Juan. Siéntate, Catalinón.
Catalin. A mi agüela hallaron muerta Catalin No, señor, yo lo recibo
como racimo colgada, por cenado.
y desde entonces se suena D. Juan. Es desconcierto (3);
que anda siempre su alma en pena. ¡qué temor tienes áun muerto!
Tanto golpe no me agrada. ¿qué hicieras estando vivo?
D. Juan. Acaba. Necio y villano temor.
Catalin. Señor, si sabes Catalin. Cena con tu convidado,
que soy un Catalinón... que yo, señor, ya he cenado.
D. Juan. Acaba. D. Juan. ¿He de enojarme?
Catalin. ¡Fuerte ocasión! Catalin Señor,
D. Juan. ¿No vas? ¡vive Dios quegüelo malí
Catalin. ¿Quién tiene las ¡laves D. Juan. Llega, que aguardando estoy.
de la puerta? Catalin. Yo pienso que muerto soy
Criad 2.° Con la aldaba y está muerto mi arrabal.
está cerrada no más. [Tiemblan los Criados.)
D. Juan. ¿Qué tienes? ¿por qué no vas? D. Juan. Y vosotros, ¿qué decís?
Catalin. Hoy Catalinón acaba. ¿qué hacéis? ¡Necio temblar!
¿Mas si las forzadas vienen Catalin. Nunca quisiera cenar
á vengarse de los dos? con gente de otro país.
(Llega Catalinón á la puerta y viene co ¿Yo, señor, con convidado
rriendo, cae y levántase.) de piedra?
D. Juan. ¿Qué es eso? D. Juan. ¡Necio temer!
Catalin. ¡Válgame Dios! Si es piedra, ¿qué te ha de hacer?
¡Qué me matan, que me tienen!
(i) En los textos «tiene»; pero Hartzenbusch corri
(0 Sale en el texto de i649. lió como hemos hecho por ser tan grosera la errata.
Ed. de i649. «como.» (2) Asi en los textos, Hartzenbusch corrigió «Hablo
(3) &Dan un golpe dentro», en la ed. de i649. y digo.»
(4) Ed. de i649. Faltan en ella los ocho versos que (3) Ed. de 1649. «concierto», equivocadamente, sin
siguen. duda .
65o EL BURLADOR DE SEVILLA

Catalin. Dejarme descalabrado. que él es piedra, tú eres carne:


D. Juan. Hábíale con cortesía. no es buena resolución.
Catalin. ¿Está bueno? ¿Es buena tierra (Hace señas que se quite la mesa, y que
la otra vida? ¿Es llano ó sierra? den solos.)
¿Prémiase allá la poesía? D. Juan. ¡Hola! quitad esa mesa,
que hace señas que los dos
Criad. i .° A todo dice que sí nos quedemos, y se vayan
con la cabeza.
Catalin. ¿Hay allá los demás.
muchas tabernas? Sí habrá, Catalin. ¡Malo, por Dios!
No te quedes, porque hay muerto
si no se reside allí. que mata de un mojicón
D. Juan. ¡Holal dadnos de beber.
Catalin. Señor muerto, ¿allá se bebe á un gigante.
D. Juan. Salios todos.
con nieve? A ser yo Catalinón.
(Baja la cabeza.)
Así que hay nieve: Vete, que viene.
(Vanse,y quedan los dos solos, y hact
buen país. señas que cierre la puerta.)
D. Juan. Si oir cantar
queréis, cantarán. (Baja la cabeza.)
Criad. 2. Sí, dijo. ESCENA XIV
D. Juan. Cantad.
Catalin. Tiene el seor muerto Don Juan y Don Gonzalo.
buen gusto.
Criad. i.° Es noble, por cierto, D. Juan. La puerta
y amigo de regocijo. ya está cerrada. Ya estoy
aguardando. Di, ¿qué quieres,
[Cantan dentro.)
sombra ó fantasma ó visión?
«Si de mi amor aguardáis, Si andas en pena ó si aguardas
señora, de aquesta suerte alguna satisfacción
el galardón en la muerte, para tu remedio, dilo,
¡qué largo me lo fiáis!» que mi palabra te doy
Catalin. O es sin duda veraniego de hacer lo que ordenares (i).
el seor muerto, ó debe ser ¿Estás gozando de Dios?
hombre de poco comer. ¿Ditela muerte en pecado?
Temblando al plato me llego. Habla (2), que suspenso estoy.
Poco beben por allá. (Paso, como cosa del otro mundo.)
Yo beberé por los dos. (Bebe.)
Brindis de piedra, ¡por Dios! D. Gonz. ¿Cumpürásme una palabra
Menos temor tengo ya. como caballero?
(Cantan.) «Si ese plazo me convida D. Juan. Honor
para que gozaros pueda, tengo, y las palabras cumplo,
pues larga vida me queda, porque caballero soy.
dejad que pase la vida. D. Gonz. Dame esa mano, no temas.
Si de mi amor aguardáis, D.Juan. ¿Eso dices? ¿Yo, temor?
señora, de aquesta suerte Si fueras el mismo infierno
la mano te diera yo. (fla'« la mano.)
el galardón en la muerte,
¡qué largo me lo fiáis!» D. Gonz. Bajo esta palabra y mano,
Catalin. ¿Con cuál de tantas mujeres mañana á las diez estoy
como has burlado, señor, para cenar aguardando.
hablan? ¿Irás?
D. Juan. De todas me río, D. Juan. Empresa mayor
amigo, en esta ocasión. entendí que me pedías.
En Nápoles á Isabela... Mañana tu güésped soy.
Catalin. Esa, señor, ya no es(i) ¿Dónde he de ir?
burlada, porque se casa D. Gonz. A mi capilla.
contigo, como es razón. D. Juan. ¿Iré solo?
Burlaste á la pescadora D. Gonz. No, los dos;
que del mar te redimió, y cúmpleme la palabra
pagándole el hospedaje como la he cumplido yo.
en moneda de rigor. D. Juan. Digo que la cumpliré;
Burlaste ádoña Ana. que soy Tenorio.
Calla, D. Gonz. . Yo soy
D. Juan.
que hay parte aquí que lastó Ulloa.
por ella, y vengarse aguarda. D. Juan. Yo iré sin falta.
Catalin. Hombre es de mucho valor, D. Gonz. Y yo lo creo. Adiós.
(Va d la puerta.)

(i) Asi en los textos; pero en Tan largo... dice: (i) Ed. de if,49. «de hacer lo que me ordenares.»
«no es hoy», que restablece la rima. (2) Id. «Habita... ele.,»
JORNADA TERCERA 65 i
D. Juan. Aguarda, iréte alumbrando. Conde será desde hoy don Juan Tenorio
D. Gonz. No alumbres, que en gracia estoy. de Lebrija; él la mande y la posea,
(Vase muy poco á poco, mirando á Don que si Isabela á un duque corresponde,
Juan, y Don Juan á él, hasta que desapa ya que ha perdido un duque, gane un conde.
rece y queda Don Juan con pavor.) Don Diego.
Todos por la merced (i) tus pies besamos.
ESCENA XV Rey.
Don Juan. Merecéis mi favor tan dignamente,
que si aquí los servicios ponderamos,
¡Válgame Diosl todo el cuerpo me quedo atrás con el favor presente.
se ha bañado de un sudor, Paréceme, don Diego, que hoy hagamos
y dentro de las entrañas las bodas de doña Ana juntamente.
se me hiela el corazón.
Cuando me tomó la mano, Don Diego.
de suerte me la apretó, ¿Con Octavio?
que un infierno parecía: Rey.
jamás vide tal calor. No es bien que el duque Octavio
Un aliento respiraba, sea el restaurador de aqueste agravio.
organizando la voz, Doña Ana con la reina me ha pedido
tan frío, que parecía que perdone al marqués, porque doña Ana,
infernal respiración. ya que el padre murió, quiere marido,
Pero todas son ideas porque si le perdió, con él le gana.
que da la imaginación: Iréis con poca gente y sin ruido
el temor y temer muertos luego á hablalle á la fuerza de Triana,
es más villano temor, y por su satisfacción y por su abono
que si un cuerpo noble vivo, de su agraviada prima, le perdono.
con potencias y razón Don Diego.
y con alma, no se teme; Ya he visto lo que tanto deseaba.
¿quién cuerpos muertos temió? Rey.
Mañana iré á la capilla Que esta noche han de ser, podéis decille (a),
donde convidado soy, los desposorios.
por que se admire y espante Don Diego.
Sevilla de mi valor. (.Vase.)
Todo en bien se acaba.
Fácil será al marqués el persuadille (3)
ESCENA XVI que de su prima amartelado estaba.
Sale el Ret y Don Diego Tenorio y acompaña Rey.
miento. También podéis [á] Octavio prevenille (4).
Desdichado es el duque con mujeres;
Rey. son todas opinión y pareceres.
¿Llegó al fin Isabela? Hanme dicho que está muy enojado
Don Diego. con don Juan.
Y disgustada. Don Diego.
Rey. No me espanto si ha sabido
Pues ¿no ha tomado bien el casamiento? de don Juan el delito averiguado
Don Diego. que la causa de tanto daño ha sido.
Siente, señor, el nombre de infamada. El duque viene.
Rey.
Rey. No dejéis mi lado,
De otra causa procede su tormento. que en el delito sois comprehendido.
¿Dónde está?
Don Diego.
En el convento está alojada ESCENA XVII
de las Descalzas. Sale el Duque Octavio. -Dichos.
Rky.
Salga del convento Octavio.
luego al punto, que quiero que en palacio (i) Los pies, invicto rey, me dé tu alteza,
asista con la Reina más despacio. Rey.
Don Diego. Alzad, duque, y cubrid vuestra cabeza.
Si ha de ser con don Juan el desposorio, ¿Qué pedís?
manda, señor, que tu presencia vea. Octavio. Vengo á pediros,
Rey.
Véame, y galán salga, que notorio (i) Ed. de i649. «Y por esta merced...»
quiero que este placer al mundo sea. (2) Id. «decirle.»
(3) Id. «persuadirle».
(i) «el palacio» se lee en la ed. de i640. (4) Id. «prevenirle.»
652 EL BURLADOR DE SEVILLA
postrado ante vuestras plantas, ESCENA XVJII
una merced, cosa justa,
digna de serme otorgada. Octavio, Gaseno y Aminta.
Rey. Duque, como justa sea,
digo que os doy mi palabra Gaseno. Ests señor nos dirá
de otorgárosla. Pedid. dónde está don Juan Tenorio.
Octavio. Ya sabes, señor, por cartas Señor, ¿si está por acá
de tu Embajador, y el mundo un don Juan á quien notorio
por la lengua de la fama va su apellido será?
sabe, que don Juan Tenorio, Octavio. Don Juan Tenorio diréis.
con española arrogancia, Aminta. Sí, señor; ese don Juan.
en Nápoles una noche, Octavio. Aquí está; ¿qué le queréis?
para mí noche tan mala, Aminta. Es mi esposo ese galán.
con mi nombre profanó Octavio. ¿Cómo?
el sagrado de una dama. Aminta. Pues, ¿no lo sabéis
Rey. No pases más adelante. siendo del alcázar vos?
Ya supe vuestra desgracia. Octavio. No me ha dicho don Juan nada.
En efecto: ¿qué pedís? Gaseno. ¿Es posible?
Octavio. Licencia que en la campaña Octavio. Sí, por Dios.
defienda como es traidor. Gaseno. Doña Aminta es muy honrada
D. Dieg. Eso no. Su sangre clara cuando se casen los dos,
es tan honrada... que cristiana vieja es
Rey. ¡Don Diego! hasta los gilesos, y tiene
D. Dieg. Señor. de la hacienda el interés
Octavio. ¿Quién eres que hablas (!)•
en la presencia del Rey más bien que un Conde un Marqués.
de esa suerte? Casóse don Juan con ella
D. Dieg. Soy quien calla, y quitósela á Batricio.
porque me lo manda el Rey; Aminta. Decid cómo fui doncella
que si no, con esta espada á su poder.
te respondiera. ' Gaseno. No es juicio
Octavio. Eres viejo. esto, ni aquesta querella.
D. Dieg. Ya he sido mozo en Italia, Octavio. (Esta es burla de don Juan,
á vuestro pesar un tiempo; y para venganza mía
ya conocieron mi espada éstos diciéndola están.)
en Nápoles y en Milán. ¿Qué pedís, al fin?
Octavio. Tienes ya la sangre helada. Gaseno. Querría,
No vale/uí, sino soy. porque los días se van,
D. Dieg. Pues fui y soy. (Empuña.) que se hiciese el casamiento,
Rey. Tened; basta; ó querellarme ante el Rey.
bueno está. Callad, don Diego, Octavio. Digo que es justo ese intento.
que á mi persona se guarda Gaseno. Y razón y justa ley.
poco respeto. Y vos, Duque, Octavio. (Medida á mi pensamiento
después que las bodas se hagan, ha venido la ocasión.)
más de espacio hablaréis ( i ). En el alcázar tenemos
Gentilhombre de mi cámara bodas.
es don Juan, y hechura mía, Aminta. ¿Si las mías son?
y de aqueste tronco rama; Octavio. Quiero, para que acertemos,
mirad por él. valerme de una invención (2).
Octavio. Yo lo haré, Venid donde os vestiréis,
gran señor, como lo mandas. señora, á lo cortesano,
Rey. Venid conmigo, don Diego. y á un cuarto del Rey saldréis
D. Dieg. ¡Ay, hijo! ¡qué mal me pagas conmigo.
el amor que te he tenido! Aminta. Vos de la mano
Rey. Duque. á don Juan me llevaréis.
Octavio. Gran señor. Octavio. Que desta suerte es cautela.
Rey. Mañana Gaseno. El arbitrio me consuela.
vuestras bodas se han de hacer. Octavio. (Estos venganza me dan
Octavio. Háganse, pi es tú lo mandas. de aqueste traidor don Juan
y el agravio de Isabela.) (Vanse.)
(Vanse el Rey y Don Diego, y sale Ga-
scno y Aminta.')

(i) Como falta un verso, Hartzenbusch lo suplió


escribiendo: «que en Dos Hermanas mantiene.»
(i) En la impresión de Padrino '<mc hablaréis». (2) «Intención» dice el impreso de i6i9.
JORNADA. TERCERA 653
ESCENA XIX D. Juan. Sigueme y calla.
Catalin. ¿Que calle?
Salen Don Juan y Catalinón. D. Juan. Sí.
Catalin. Dios en paz (i)
Catalin. ¿Cómo el Rey te recibió? destos convites me saque.
D. Juan. Con más amor que mi padre. ¡Qué escura (2) que está la iglesial
Catalin. ¿Viste á Isabela? (Entran por una puerta y salen por otra.)
D.Juan. También. Señor, para ser tan grande...
Catalin. ¿Cómo viene? ¡Ay de mil Tenme, señor,
D. Juan. Como un ángel. porque de la capa me asen.
Catalin. ¿Recibióte bien?
D. Juan. El rostro
bañado de leche y sangre, ESCENA XX
como la rosa que al alba
despierta la débil caña (i). Sale Don Gonzalo como de antes, y encuéntrase con
Catalina Al fin, ¿esta noche son ellos.— Dichos.
las bodas?
D. Juan. Sin falta. D. Juan. ¿Quién va?
Catalin. Fiambres D. Gonz. Yo soy.
hubieran sido, no hubieras, Catalin. ¡Muerto estoy
señor, engañado á tantas (2); D. Gonz. El muerto soy, no te espantes.
pero tú tomas esposa, No entendí que me cumplieras
señor, con cargas muy grandes. la palabra, según haces
D. Juan. Di: ¿comienzas á ser necio? de todos burla.
Catalin. Y podrás muy bien casarte D. Juan. ¿Me tienes
mañana, que hoy es mal día. en opinión de cobarde?
D. Juan. Pues ¿qué día es hoy? D. Gonz. Sí, que aquella noche huiste
Catalin. Es martes. de mí cuando me mataste.
D. Juan. Mil embusteros y locos D.Juan. Huí de ser conocido;
dan en esos disparates. mas ya me tienes delante.
Sólo aquel llaman (3) mal día, Di presto lo que me quieres.
aciago y detestable D. Gonz. Quiero á cenar convidarte.
en que no tengo dineros; Catalin. Aquí excusamos lacena,
que lo demás es donaire. que toda ha de ser fiambre,
Catalin. Vamos, si te has de vestir, pues no parece cocina (3).
que te aguardan, y ya es tarde. D. Juan. Cenemos.
D. Juan. Otro negocio tenemos D. Gonz. Para cenar
que hacer, aunque nos aguarden. es menester que levantes
Catalin. ¿Cuál es? esa tumba.
D. Juan. Cenar con el muerto. Ü. Juan. Y si te importa,
Catalin. Necedad de necedades. levantaré estos pilares.
D. Juan. ¿No ves que di mi palabra? D. Gonz. Valiente estás.
Catalin. Y cuando se la quebrantes, D. Juan. Tengo brío
¿qué importa? ¿Ha de pedirte y corazón en las carnes.
una figura de jaspe Catalin. Mesa de Guinea es ésta.
la palabra? Pues ¿no hay por allá quien lave?
D. Juan. Podrá el muerto D. Gonz. Siéntate.
llamarme á voces infame. D. Juan. ¿Adónde (4)?
Catalin. Ya está cerrada la iglesia. Catalin. Con sillas
D. Juan. Llama. vienen ya los negros pajes.
Catalin. ¿Qué importa que llame? (Entran dos enlutados con dos sillas.)
¿Quién tiene de abrir, qué están ¿También acá se usan lutos
durmiendo los sacristanes? y bayeticas de Flandes?
D. Juan. Llama á este postigo. D. Gonz. Siéntate tú (5).
Catalin. Abierto Catalin. Yo, señor,
está. he merendado esta tarde.
D. Juan. Pues entra. D. Gonz. No repliques.
Catalin. Entre un fraile Catalin. . No replico.
con su hisopo y estola.

(i) Así en todos los textos. Hartzenbusch completó


(i) Como este verso no guarda la asonancia, Hart- el verso escribiendo «Ya callo. Dios en paz.»
zenbusch lo enmendó asi: «despierta y las hojas abre». (2) «Oscura» en la ed. de i649.
En Tan largo... se escribe: «revienta la verde cárcel». (3) O sobra este verso, ó falta otrj después de él
(2) Faltan versos, y el sentido está viciado en todo que guarda la asonancia.
este pasaje. (4) «¿Dónde?», en la ed. de i647.
(3) Ed. de 1640. «llamo» con mayor razón. (5) Suplido el «tú» por el texto de Tan largo..
'■""^w

654 EL BURLADOR DE SEVILLA

(Dios en paz desto me saque). D. Gonz. No hay lugar; ya acuerdas tarde.


¿Qué plato es este, señor? D. Juan. ¡Que me quemo! ¡que me abraso!
D. Gonz. Este plato es de alacranes ¡muerto soy!
y víboras. (Cae muerto.)
Catalin, ¡Gentil plato! Catalin. No hay quien se escape,
D. Gonz. Estos son nuestros manjares. que aquí tengo de morir
¿No comes tú? también por acompañarte.
D. Juan. Comeré D. Gonz. «Esta es justicia de Dios:
Si me dieses áspid y áspides quien tal hace, que tal pague.»
cuantos el infierno tiene. (Húndese el sepulcro de Don Juan y Don
D. Gonz. También quiero que te canten. Gonzalo, con mucho ruido, y sale Catali-
Catalin. ¿Qué vino beben acá? nón arrastrando.)
D. Gonz. Pruébalo. Catalin. ¡Válgame Dios! ¿Qué es aquesto?
Catalin. Hiel y vinagre Toda la capilla se arde,
es este vino. y con el muerto he quedado
D. Gonz. Este^ino para que le vele y guarde.
exprimen nuestros lagares. Arrastrando como pueda
(Cantan:) iré á avisar á su padre.
«Adviertan los que de Dios ¡San Jorge, San Agnus Dei,
juzgan los castigos grandes, sacadme en paz á la calle! (Vase.)
que no hay plazo que no llegue
ni deuda que no se pague.»
Catalin. ¡Malo es esto, vive Cristo! ESCENA XXI
que he entendido este romance,
y que con nosotros habla. Sale el RtY, Don Diego y acompañamiento.
D. Juan. Un hielo el pecho me abrasa (i).
D. Dieg. Ya el Marqués, señor, espera
[Cantan:)
besar vuestros pies reales.
«Mientras en el mundo viva, Rey. Entre luego, y avisad
no es justo que diga nadie: al Conde, por que no aguarde.
¡qué largo me lo fiáis!
siendo tan breve el cobrarse.»
Catalin. ¿De qué es este guisadillo?
D. Gonz. De uñas. ESCENA XXII
Catalin, De uñas de sastre Dichos.—Sale Batricio y Gaseno.
será, si es guisado de uñas.
D. Juan. Ya he cenado; haz que levanten Batricio. ¿Dónde, señor, se permiten,
la mesa. desenvolturas tan grandes,
D. Gonz. Dame esa mano; que tus criados afrenten
no temas la mano darme. á los hombres miserables?
D. Juan. ¿Eso dices? ¿Yo, temor? Rey. ¿Qué dices?
¡Que me abraso! No me abrases Batricio. Don Juan Tenorio,
con tu fuego. alevoso y detestable,
D. Gonz Este es poco la noche del casamiento,
para el fuego que buscaste. antes que le consumase,
Las maravillas de Dios á mi mujer me quitó;
son, don Juan, investigables, testigos tengo delante.
y asi quiere que tus culpas
á manos de un muerto pagues.
Y si pagas desta suerte (2),
esta es justicia de Dios: ESCENA XXIII
«quien tal hace, que tal pague.» Salen Tisbea, Isabela y acompañamiento. — Dishos.
D. Juan, ¡Que me abraso, no me aprietes!
Con la daga he de matarte. Tisbea. Si Vuestra Alteza, señor,
Mas ¡ay! que me canso en vano de don Juan Tenorio no hace
de tirar golpes al aire. justicia, á Dios y á los hombres,
A tu hija no ofendí, mientras viva he de quejarme.
que vió mis engaños antes. Derrotado le echó el mar;
D. Gonz. Ño importa, que ya pusiste dile vida y hospedaje,
tu intento. y pagóme esta amistad
D. Juan. Deja que llame con mentirme y engañarme
quien me confiese y absuelva. con nombre de mi marido.
Rey. ¿Qué dices?
Isabela. Dice verdad (i).
(i) En Tan largo... con mayor acierto se lee: «me
parte».
(2) Este verso parece interpolado. (i) «Verdades* en Tan largo... que es mejor lección.
JORNADA TERCERA 655
ESCENA XXIV que en el mundo ha sucedido,
y en oyéndome, matadme.
Salen Aminta y el Duque Octavio.—Dichos. Don Juan, del Comendador
Aminta. ¿Adónde mi esposo está? haciendo burla, una tarde,
después de haberle quitado
Rey. ¿Quién es? las dos prendas que más valen,
Aminta. Pues ¿no lo sabe (i)? tirando al bulto de piedra
El señor don Juan Tenorio, la barba por ultrajarle,
con quien vengo á desposarme,
porque me debe el honor, á cenar le convidó:
y es noble y no ha de negarme. ¡nunca fuera á convidarle!
Manda que nos desposemos (2). Fué el bulto, y convidóle;
y agora porque no os canse,
acabando de cenar,
ESCENA XXV entre mil presagios graves,
de la mano le tomó,
Sale el Marqués di la Mota.—Dichos.
y le aprieta hasta quitalle
Mota. Pues es tiempo, gran señor, la vida, diciendo: «Dios
que á luz verdades se saquen, me manda que así te mate,
sabrás que don Juan Tenorio castigando tus delitos.
la culpa que me imputaste Quien tal hace, que tal pague.»
tuvo él, pues como amigo, Rey. ¿Qué dices?
pudo el cruel engañarme; Catalin. Lo que es verdad,
de que tengo dos testigos. diciendo antes que acabase,
Rey. ¿Hay desvergüenza más grande? que á doña Ana no debía
Prerídelde y matalde (3) luego (4). honor, que lo oyeron antes
D. Dieg. En premio de mis servicios del engaño.
haz que le prendan y pague Mota. Por las nuevas
sus culpas, porque del cielo mil albricias pienso darte.
rayos contra mi no bajen, Rey. ¡Justo castigo del cielol
si es mi hijo tan malo. Y agora es bien que se casen
Rey. ¡Esto mis privados hacenl todos, pues la causa es muerta
vida de tantos desastres.
ESCENA XXVI Octavio. Pues ha enviudado Isabela,
quiero con ella casarme.
Dichos.—Sale Catalinón. Mota. Y yo con mi prima (i).
Catalin. Señores, escuchad, oid (5) Batricio Y nosotros
el suceso más notable con las nuestras, porque acabe,
El Convidado de piedra.
(i) Ed. de i649. «Pues ¿aún no lo sabe?»
Rey. Y el sepulcro se traslade
(2) O sobra este verso, ó falta después otro para el
en San Francisco en Madrid (2),
para memoria más grande.
romance.
(3) «Prendedle y matadle» en el texto de i649.
(4) Parece sobrar este verso, pues si no, carecía de
objeto la petición que sigue en boca de D. Diego. En
Tan largo... no le hay (i) Ed. de i649. «Yo con mi prima.»
(5) Ed. de i649. «Señores, todos oid.» En Tan lar (2) En Tan largo... se Ice este verso:
go... «Escuchad, oid, señores.» «desde aquí á San Juan dcToro.»
TAN LARGO ME LO FIÁIS
COMEDIA FAMOSA

DE DON PEDRO CALDERÓN

HABLAN EN ELLA LAS FERSONAS SIGUIENTES (0


El Rey de Castilla. Isabela, duquesa.
Don Gonzalo de Ulloa. Arminta.
El Embajador don Pedro Tenorio. Belisa.
Don Juan Tenorio. Doña Ana, criada.
Catalinón. El Rey de Napoles.
Una pescadora. Una Pastora.
Batricio. Alfredo.
El Duque Octavio. Tirseo.
El Marqués de la Mota.

JORNADA PRIMERA segura, con entender


que mi marido has de ser.
D. Juan. Digo que soy tu marido,
y otra vez te doy la mano.
Isabela. Aguárdame, y sacaré
ESCENA PRIMERA una luz, para que dé
de la ventura que gano
fe, Duque Octavio. ¡Ay, de mí!
Salen Isabela, duquesa, y Don Juan Tenorio, D. Juan. Mata la luz.
de noche. Isabela. ¡Muerta soy!
¿Quién ere-;?
Isabela. Salid sin hacer ruido, D. Juan. Un hombre soy
Duque Octavio. que aquí ha gozado de ti.
D. Juan El viento soy. Isabela. ¿No eres el Duque?
Isabela Aun así temiendo estoy D. Juan. Yo no.
que aquí habéis de ser sentido; Isabela. Pues di ¿quién eres?
que haberos dado en Palacio D. Juan. Un hombre.
entrada de aquesta suerte, Isabela. ¿Tu nombre?
es crimen digno de muerte. D. Juan. No tengo nombre.
D. Juan. Señora, con más espacio Isabela. Este traidor me engañó.
te agradeceré el favor. ¡Gente, criados!
Isabela. Mano de esposo me has dado, D. Juan. Detente.
Duque. Isabela. Mal un agravio conoces.
D. Juan. Yo en ello he ganado. D. Juan. No des voces.
Isabela. El aventurar mi honor, Isabela. Daré voces.
Duque, desta suerte ha sido ¡Ah del Rey, soldados, gente!

(i) Intervienen ademas: Anfriso, Salucio, Pastores, D. Juan Tenorio, el Viejo; Una Dama y Gaceno.
JORNADA PRIMERA 657
ESCENA II pues es forzoso el morir,
mi espada quiero rendir.
Sale el Rey de Napoles.— Dichos. D. Pedr. Agora más cuerdo estás.
Rey. ¿Qué es esto? Todos con esa mujer
Isabela. ¡Favor! ¡Ay, triste, á ese cuarto os retirad.
que es el Rey! Isabela. Tal traición, tan gran maldad,
Rey. ¿Qué es? ¿en hombre pudo caber?
D. Juan ¿Qué ha de ser? Diré quién soy, mas mi agravio
Un hombre y una mujer. á voces dirá quién soy,
Rey. (Esto en prudencia consiste, pues hoy sin honor estoy,
quiero el daño remediar.) y estoy sin el Duque Octavio. (Vanse.)

ESCENNA V
ESCENA III
Don Pedro y Don Juan Tenorio.
Sale el Embajador de España y Criados.— Dichos.
D. Pedr. Ya estamos solos los dos;
Embajad. ¡En tu cuarto, gran señor, muestra aquí tu esfuerzo y brío.
voces! ¿Quién causa el rumor? D. Juan. Aunque tengo esfuerzo, tío,
Rey. Haced prender y matar jamás le tuve con vos.
ese hombre y esta mujer. 1). Pedr. ¿Quién eres?
D. Pedb. ¿Quién son? D. Juan. Don Juan.
Rey. No es bien conocellos, D. Pedr. ¿Don Juan?
porque si aquí llego á vellos D. Juan. Si, señor.
no me queda más que ver. D. Pedr. ¿De aquesa suerte
Pues me venzo y me resisto, lo dices?
vosotros no me incitéis, D. Juan. Dame la muerte,
que en estos que ver queréis, y mis desdichas tendrán
sin verlos mi ofensa he visto. fin en tus manos.
Don Pedro Tenorio, á vos D. Pedr. ¡Traidor
esta prisión os encargo; alevoso! No imagino
si ando corto, andad vos largo, que eres, don Juan, mi sobrino,
y ved quién son esos dos. (Vase.j porque no tienes honor.
¿Tú, con dama en el Palacio
del Rey, y en ofensa mía
ESCENA IV haces tal alevosía?
D. Juan. Mi culpa no pide espacio;
Dichos, menos el Ret. tío, si me has de prender,
préndeme, llévame preso,
D. Pedr. Daos á prisión, caballero. y advierte que aqueste exceso,
D. Juan. No llegue ninguno á mí, por amor se pudo hacer.
si morir no quiere aquí. Amor es una cautela,
D. Pedr. Matadle. y es ciego y loco quien ama.
D. Juan. La muerte espero D. Pedr. ¿Quién es la dama?
por la punta desta espada. D. Juan. Es la dama...
Llegad á comprar mi vida, D. Pedr. Prosigue; ¿quién?
que ha de ser tan bien vendida D. Juan. Isabela.
como de todos comprada. D. Pedr. ¿La camarera?
D. Pedr. ¡Matadle! D. Juan. Señor,
D. Juan. ¡Qué mal lo adviertes! sí, que por el duque Octavio
Las fieras puntas desvía; la engañé.
considera que la mía D. Pedr. Mayor agravio
ha de costar muchas muertes. y desventura mayor.
A muerte estoy condenado, Tu padre desde Castilla
y, pues es cierta mi muerte, á Nápoles te envió
matándoos de aquesta suerte por insufrible, y te dió
moriré más consolado. cárcel la espumosa orilla
Que he de vender desie modo del mar de Italia, causando
mi vida, os quiero advertir, mil escándalos en ella,
y pues sé que he de morir, no reservando doncella,
quiero aquí morir por todo. ni casada reservando.
Sold. a.° ¡Muere, vil! Ya no te sufre la tierra,
D. Juan. ¿Quién os engaña? y estoy por matarte aquí;
Ved que caballero soy. pero como veo en ti
D. Pedr. Rabiando de enojo estoy. sangre que mi pecho encierra,
D. Juan. El Embajador de España por fuerza te he delibrar.
llegue sólo, que á él no más, ¿Tienes por dónde escaparte?
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA. — TOMO II
.1-
658 TAN LARGO ME LO FIÁIS

D. Joan. Aquí está un balcón. haciendo notable ofensa.


D. Pbdr. Colgarte Di voces, ¡muera! ¡matalde!
puedes por él y bajar y enlazando en una reja
al suelo. la capa, fué en el caer
D. Juan. Aunque está muy alto, Luzbel como en la soberbia.
por la capa bajaré. Acudí, y vi con la luna
D. Pédr. Baja, pues, porque no esté un hombre que por la tierra
el Rey con más sobresalto; llevaba el pecho arrastrando
que yo diré que te echaste como la cauta culebra.
por una ventana, huyendo Di voces, y en la distancia
de mí. que tardé en tomar la puerta,
D. Juan. Ya va amaneciendo. el que arrastrando huía,
D. Pedr. Pues tú este daño causaste, corrió con tal ligereza
pon remedio en él, partiendo que no pareció jamás;
de Nápoles luego á España, y no habiendo casa abierta,
que si agora el Rey se engaña pareció cosa imposible
de la suerte que pretendo, que escapárseme pudiera.
con la duquesa Isabela, Y porque lo que está oculto
si puedo, te casaré, en la corte no se sepa,
para que pagues con fe excusando el alboroto,
lo que hiciste con cautela. excusé las diligencias.
D. Juan. En todo, señor, me honráis. Rey. Mostrastes, Embajador,
D. Pedr. Pues vete con Dios, y advierte vuestra cordura y prudencia;
que hay castigo, infierno y muerte. pero mucho me ha pesado
D. Juan. ¿Tan largo me lo fiáis? de que el hombre no muriera.
D. Pedr. Esa presunción te engaña. ¿Y sabéis quién es la dama?
Llega, si es este el balcón. D. Pedr. Es, gran señor, la Duquesa
D. Juan. Con tan larga pretensión Isabela.
glorioso me parto á España. (Vanse.) Rey. ¿Qué decís?
D. Pedr Lo que escucha vuestra Alteza.
ESCENA VI Rey. Pues el hombre es de importancia,
y es más pesada la ofensa.
Sale el Ret. Id por ella.
D. Pedr. Ya la guarda
Envidian las coronas de los reyes viene, gran señor, con ella.
los que no saben la pensión que tienen,
y mil quejas y lástimas previenen,
porque viven sujetos á sus leyes. ESCENA VIII
Pero yo envidio los que guardan bueyes,
y en cultivar la tierra se entretienen,
Sale Isabela.—Dichos.
que aunque de su trabajo se mantienen,
ni agravios lloran ni gobiernan greyes. Isabela. ¡Con qué ojos veré al Rey!
Porque, aunque con más ojos que Argos v¡- Rey. Ya estoy corrido de verla.
y miren por la espalda y por el pecho [van, Isabela. Amor, dame aquí tus ojos,
los reyes, no proceden como sabios ya que me diste tu venda.
si del oir con el mirar se privan, Rey. Duquesa.
que un rey siempre ha de estar orejas hecho, Isabela. Señor, confieso
oyendo quejas y vengando agravios. mis culpas y mis (i) ofensas;
mas sírvame de castigo
ESCENA VII el verme en vuestra presencia.
Profané vuestro Palacio;
Sale Don Pedro Tenorio.— Dichos. discúlpenme Troya y Grecia,
si hay disculpa¡ gran señor,
D. Pedr. Ejecutando, señor, bastante en tanta bajeza.
lo que mandó vuestra Alteza, El Duque Octavio me dió
el hombre... mano de esposo, y con ella
Rey. ¿Murió? le di entrada y le di el alma
D. Pedr. Escapóse. y la más costosa prenda.
Rey. ¿Qué decís? Perdóname las palabras
D. Pebr. ¡Quién lo creyera! si las obras consideras,
Di con la guarda sobre él, que al punto que no fui casta
y él con la misma fiereza á ese mismo no fui honesta.
que un hombre desesperado Rey. ¿Qué, aquél era el Duque Octavio?
siempre en tales casos muestra,
juzgando flacas aristas
las valientes puntas nuestras,
con la suya se metía (i) Asi en el original; pero debe de ser «tus».
JORNADA PRIMERA 65g
Isabela. Sí, señor. la guarda del Rey, se apea
Rey. Al Duque prendan en el zaguán, y desea,
con diligencia y cuidado, con ira y fiereza extraña,
y á esa mujer llevad presa. hablarte, y debe de ser
Isabela. Gran señor: volvedme el rostro. para prenderte.
Rey. Ofensa á mi espalda hecha Octavio. ¿Prender?
es justicia y es razón ¿Por qué? Temer es locura,
castigarla á espalda vuelta. que una conciencia segura
(Vazeel Rey.) no tiene de qué temer.
D. Pedr. Su Alteza está justamente Dejalde entrar.
sentido de Vuexcelencia.
Isabela. No será tan grande el yerro ESCENA X
si el Duque Octavio lo enmienda.
D. Pedr. Vamos, señora. Sale el Embajador y gente.— Dichos.
Isabela. ¡Ay, amorl
Ya que me engañaste á ciegas, D. Pedr. Quien así
en este engaño me ayuda con tanto descuido duerme,
y en esta traición me esfuerza. sin culpa está.
D. Pfdr. Si puedo, yo haré que al Duque Octavio. Cuando á mí
le disculpe su inocencia, á honrarme y favorecerme
y que don Juan, mi sobrino, Vueseñoría ha venido,
se case con Isabela. (Vanse.) delito es no haber salido
á la calle á recebir
tal merced.
ESCENA IX D. Pedr. Fuerza es venir.
Octavio. Bien se ve que fuerza ha sido;
Sale el Duque Octavio y Criados. porque mi casa no tiene,
señor, el merecimiento
Criad. i. °Tan de mañana, señor, que á tal grandeza conviene;
te levantas. pero este humilde aposento
Octavio. No hay sosiego mi voluntad os previene.
á la inclemencia de amor, D. Pedr. Después, señor, de besar
porque si es fuego, del fuego vuestras manos, si lugar
nace el incendio mayor. nos da tanto caballero,
¿No habéis visto entre las olas, aquí á solas con vos quiero
cuando sus cerúleas colas cierto negocio tratar.
bate el mar agonizando Octavio. Dadnos lugar.
un derrotado, tragando Criad. i.° En buen hora.
el mar entre espumas solas? Octavio. La cámara despejad.
Pues así yo, mar haciendo Criad. 2.°Digo que es prisión.
la cama en la noche fría, Criad. i.° Ahora
me he anegado, padeciendo, echo de ver que es verdad.
y, en viendo la luz del día, Criad. 2. °Mucho una envidia desdora. (Vanse.)
del mar he escapado huyendo. Octavio. Ya estamos solos.
Criad. i. °Pues si te adora Isabela, D. Pedr. Pues vea
no tienes que recelar, Vue Excelencia este papel.
que, aunque amor todo es cautela, Octavio. Pendiente está el alma dél,
jamás te vendrá á olvidar, como el suceso desea.
porque en tu amor se desvela. {Lee.) «Prenderéis al Duque Octavio,
Vive cuando estás presente; y si se resiste, muera.
de tus colores se viste; Yo el Rey.» ¡Prender! ¿por qué agra-
siempre tus disgustos siente; D. Pedr. Si el alma la causa espera, [vio?
triste está si tú estás triste callar es acción de sabio.
y muerta si estás ausente. Sabed que en Palacio ha habido
Pues si está en tu voluntad esta noche un alboroto
la suya, ¿qué te desvela? desabrido para el Rey,
Octavio. No hay, amigo, aunque es verdad, para el pueblo escandaloso.
que sí me adora Isabela, Cuando los negros gigantes,
en amor, seguridad. mostrando funestos toldos,
Es al tiempo semejante ya del crepúsculo huían
el amor, y no te espante unos tropezando en otros,
que tema en la Primavera estando yo con su Alteza
invierno quien considera tratando ciertos negocios,
en el creciente y menguante. porque antípodas del sol
(Sale un Criado.) son siempre los poderosos,
Criad.2.° El Embajador de España, voces de mujer oímos,
á quien gallardo acompaña cuyos ecos medio roncos
66o TAN LARGO ME LO FIAIS
por los artesones sacros dulcemente en mi porfía,
nos repitieron ¡socorro! que es vuestra lengua sangría,
Sin darme licencia á mí, y la muerte no se siente,
tomó una luz el Rey solo, que morir tan dulcemente
y saliendo á ver quién era, lisonja á mi mal sería.
como gallardo, brioso, ¿Con otro hombre, y no conmigo
vió que en el salón estaban Isabela en el Palacio?
las causas deste alboroto. Mi mal no consiente espacio:
Salí con el capitán imuera el villano enemigol
de la guarda, y con él todos Pero ¿qué intento? ¿qué digo?
los nobles que le acompañan, ¿qué á locuras me provoco?
haciendo, Duque, lo propio. Y aún el sentimiento es poco
Prended ese hombre y mujer, si el alma en él se consuela.
nos dijo, y queriendo prontos Amigo, ¿con Isabela
conocerlos con la luz, hombre en Palacio? Estoy loco.
la desvaneció de un soplo. Embarcarme quiero á España
Dimos sobre el hombre, llenos y dar á mis dichas fin.
de lisonjeros enojos, D. Pedr. Por la puerta del jardín,
que en la muerte las lisonjas Duque, esta prisión se engaña.
hacen su oficio más propio; Octavio. ¡Ah veleta! ¡ah débil caña,
mas él, como suele en Libia fácil al viento más poco!
' tras el cazador famoso Ya extrañas provincias toco,
salir la parida tigre, huyendo de tu cautela.
se escapó de entre nosotros, Reino, adiós. ¿Con Isabela
y huyendo por un balcón hombre en Palacio? Estoy loco.
se nos fué, y nos fué forzoso, (Vante.)
por no alborotar la corte,
dejarle; y volviendo todos ESCENA XI
á dar cuenta desto al Rey,
para darla de nosotros, Sale la Pescador*.
la mujer, que es Isabela,
que para admirarte nombro, Pescad. Yo, de cuantas el mar
en la presencia del Rey, pies de jazmín y rosas
con lagrimas y sollozos, en sus riberas pisan
dijo que era el Duque Octavio matizadas alfombras,
el que con nombre de esposo en pequeñuelo esquife,
de su honor había gozado, ya en compañía de otras,
estimándola en tan poco. tal vez al mar le peino
Mandóla el Rey llevar presa, la cabeza espumosa;
y manda que haga lo propio ya con la sutil caña
con vos. Vuestro amigo soy: que el débil peso dobla
huid, ó poneos en cobro. del tierno pececillo
Octavio. Pienso que os estáis burlando, que el mar, pescado, azota.
ó pienso, amigo, que os oigo Sola de amor exenta,
en sueños. ¿Con Isabela como en ventura sola,
hombre en palacio? Estoy loco. tirana me entretengo
Primero las salamandras de sus prisiones locas.
verán los cóncavos hondos Que en juveniles años,
del mar, y serán los peces amor, no es suerte poca
y el fuego mar proceloso, no ver entre estas redes
que de Isabela imagine las tuyas amorosas.
traición; y me afrento y corro Anfriso, un pescador
de oiros. ¿Con Isabela á quien los cielos dotan
hombre en Palacio? Estoy loco. de gracia y bizarría,
D. Pedr. Como es verdad que hay estrellas, más que á los de la costa,
del cielo brillantes ojos; me sirve y me entretiene,
muerte, vida, pena, gloria, y yo todas las horas
bien, mal, contentos y enojos, le mato con desdenes;
así es verdad que Isabela de amor condición propia,
con vos, señor, ó con otro, querer donde aborrecen,
esta noche en el Palacio despreciar donde adoran.
la habemos hallado todos. Mis pajizos umbrales,
Octavio. Dejadme, no me digáis que heladas noches ronda,
tan gran maldad de Isabela; cubiertos amanecen
mas si fué su amor cautela, de flores sin lisonjas.
mal hacéis si lo calláis. Pero, necio discurso
Proseguid, que me matáis que mi ejercicio estorbas,
JORNADA PRIMERA 66 i
tirano no me ocupes Pescadora, muchos males,
en cosa que no importa. y falta de muchos bienes.
Quiero entregar la caña Veo, por librarme á mí,
al viento, y á la boca sin vida á mi señor; mira,
del pececilío el cebo. qué he de hacer.
Pero al agua se arrojan Pescad. No, que aún respira.
dos hombres de una nave, Catalin. Dichoso soy si es ansí.
que el mar escollo azota, Pescad. Ve y llama los pescadores
qué sobre aguada viene que en aquella choza están.
antes que el mar la sorba Catalin, Y si los llamo, ¿vendrán?
Un hombre al otro aguarda, Pescad. Vendrán luego, no lo ignores.
que dice que se ahoga. ¿Quién es este caballero?
¡Gallarda bizarría! Catalin. Es hijo aqueste señor
En los hombros lo toma. del Camarero mayor
Anchises se hace Eneas, del Rey, por quien ser espero
si el mar está hecho Troya. antes de diez días Conde
Ya, nadando, las aguas en Sevilla, adonde va,
con valentía corta. y adonde su Alteza está,
Daré voces: Anfriso, si á mi amistad corresponde.
Tirseo, Alfredo, hola. Pescad. ¿Cómo se llama?
Pescadores me miran; Catalin. Don Juan
ruego á Dios que me oigan. Tenorio.
Mas milagrosamente Pescad. Llama mi gente.
ya tierra los dos toman, Catalin. Yo voy. (.Vase.)
sin aliento el que nada,
con vida el que le estorba.
ESCENA XIII
ESCENA XIÍ Pescadora y Dos Juan.

Salen Don Juan Tenorio y Catalinón, mojados. — Pescad. Mancebo excelente,


Dicha. noble, bizarro," galán:
volved en vos, caballero.
Catalin. ¡Válgame la Cananea, D. Juan. ¿Dónde estoy?
y qué salado es el marl Pescad. Ya podéis ver,
Aquí puede bien nadar en brazos de una mujer.
el que salvarse desea, D. Juan. Vivo en vos, si en el mar muero,
que allá dentro es desatino, y en estos extremos dos,
donde la muerte se fragua. veo el mar manso y cruel,
Donde Dios juntó tanta agua pues cuando moría en él
¿no juntara tanto vino? me sacó á morir en vos.
Agua, y salada, extremada O sin duda el mar ordena
cosa para quien no pesca: tras del suyo otro pesar,
si es mala aun el agua fresca, pues sacándome del mar,
¿qué será el agua salada? vengo á dar en su sirena.
¡Ah! ¡quién hallara una fragua Y puesto que lo seáis,
de vino, aunque algo encendidol no pretendo á vuestras quejas
Si del agua que he bebido poner cera en mis orejas,
hoy escapo, no más agua. pues con los ojos matáis.
Desde hoy abrenuncio della, Ya muero en vos, que consiente
que la devoción me quita amor que seáis mi mar,
tanto, que aun agua bendita pues veis que hay de mar á amar
, no pienso ver por no vella. una letra solamente,
¡Ah, señor! helado y frío y en ver tormentos mayores,
está: ¿si estará ya muerto? crece amor en mis pesares;
Del mar fué este desconcierto y si moría de mares,
y mío este desvarío. desde hoy moriré de amores.
¡Mal haya aquel que primero Y pues tan dulce rigor
pinos en el mar sembró en vos he llegado á hallar,
y el que sus rumbos midió dejadme volver al mar
con quebradizo madero! para huir del mar de amor.
¡Maldito sea Iasón, Pescad. Muy grande aliento tenéis
y Titis maldito sea! para venir sin aliento,
Muerto está; no hay quien lo cre:i; y tras de tanto tormento
¡mísero Catalinón! muy gran contento ofrecéis.
¿qué he de hacer? Parecéis caballo griego
Pescad. Hombre, ¿qué tienes? que el mar á mis pies desagua,
Catalin. En desventuras iguales, pues venis formado de agua
662 TAN LARGO ME LO FIAIS

y estáis preñado de fuego. D.Juan. Escucha aparte.


Y si mojado abrasáis, Catalin. Ya escucho.
estando enjuto, ¿qué haréis? D. Juan. Si te preguntan quién soy,
Mucho fuego prometéis; di que no sabes.
ruego á Dios que no mintáis. Catalin. ¡A mí
D. Juan. A Dios, zagala, pluviera quieres advertirme aquí
que en el agua me anegara, lo que he de hacer!
sin que della me escapara D. Juan. Muerto voy
al fuego que en vos me espera; por la hermosa pescadora;
que amor, bien considerado, esta noche he de gozalla.
como este daño entendió, Catalin. ¿De qué suerte?
en el mar antes me aguó, D. Juan. Ven y calla.
y ardo en vos estando aguado. Alfhedo. Salucio: dentro de una hora
En agua abrasado llego, los pescadores prevén
que tal vuestro incendio ha sido, que cantan y bailan.
que aun el agua no ha podido Salucio. Vamos,
librarme de vuestro fuego. y esta noche nos hagamos
Pescad. ¿Tan helado os abrasáis? rajas y paños también. (Vanse.)
D. Juan. Tanto fuego en vos tenéis.
Pescad. Mucho habláis.
D. Juan. Mucho encendéis. ESCENA XV
Pescad. Ruego á Dios que no mintáis.
Quedan Don Juan, Catalinón y la Pescadora.

ESCENA XIV D. Juan. Muerto voy.


Pescad. ¿Cómo, si andáis?
Salen los Pescadores y Catalinón.—Dichos. D. Juan. Ando en pena, como veis.
Pescad. Mucho habláis.
Catalin. Ya vienen todos aquí. D. Juan. Mucho encendéis.
Pescad. Y ya está tu dueño vivo. Plscad. Ruego á Dios que no miniáis.
Catalin. Con tu presencia recibo (Vanse.)
todo el gusto que perdí.
Anfriso. ¿Qué es lo que mandas, Trisbea? ESCENA XVI
Que por labios de clavel
no lo habrás mandado á aquel Salen el Rey de Castilla y Don Gonzalo de Ulloa.
que idolatrarte desea,
apenas, cuando al momento, Rey.
sin reservar llano ó sierra, ¿Cómo os ha sucedido en la Embajada,
surque el mar, are la tierra, Comendador mayor?
tale el fuego y pare el viento.
Pescad. ¡Oh, qué mal me parecían Don Gonzalo.
estos requiebros ayer, Hallé en Lisboa
y hoy echo en ellos de ver al Rey Don Juan juntando gruesa armada
que sus labios no mentían! para los mares de la ardiente Goa;
Estando, amigos, pescando recibióme muy bien.
sobre este peñasco, vi Rey.
hundirse una nao, y allí, Temió la espada
entre las ondas nadando, en el famoso brazo de un Ulloa,
dos hombres, y compasiva cuyo esfuerzo y valor, cuyo decoro
di voces, que nadie oyó, tantas veces temor le ría puesto al moro.
y en tanta aflicción llegó, ¿Es buen lugar Lisboa?
libre de la furia esquiva Don Gonzalo.
del mar, sin vida á la arena,
déste en los hombros cargado, Es maravilla
este hidalgo ya anegado, octava: tanto puede y tanto vale,
y envuelta en tan triste pena Merece bien que vuestra regia silla
á llamaros envié. para corte del mundo la señale.
Tirseo. Pues aquí todos estamos; Rey.
manda que en tu gusto hagamos ¿Es mayor que Sevilla?
lo que pensado no fué. Don Gonzalo.
Pescad. Que á mi choza los llevemos
quiero, donde, agradecidos, Con Sevilla
enjuguemos sus vestidos, no hay ciudad en el mundo que se iguale,
y á ellos los regalemos, que si es Tajo á su mar su claro río,
que mi padre gusta mucho estacada es al nuestro el Betis frío.
desta debida piedad. Rey.
Catalin" Extremada es su beldad. ¿Tenéis hijos?
JORNADA PRIMERA
663
Don Gonzalo. Catalin. ¿AI fin pretendes gozar
Señor, sola una hija á Trisbea?
a mi vejez de bácu o prevengo, D. Juan. Si el burlar
en cuya frente rayos ensortija es hábito antiguo mío,
el sol, por quien sosiego y vida tengo. t ¿qué me preguntas, sabiendo
En ella mi vejez se regocija, mi condición?
y en ella mis trabajos entretengo. Catalin, Ya sé que eres
Rey. langosta de las mujeres.
Yo la quiero casar como merece. D. Juan. Por Trisbea estoy muriendo,
Don Gonzalo. que es buena moza.
Catalin. ¡Buen pago
¿Quién la merecerá si tsnto crece? á su hospedaje deseas!
Rey. D. Juan. Necio, lo mismo hizo Eneas
Sabed que hay en Italia un caballero con la reina de Cartago.
de sangre ilustre y de valor notorio. Catalin. Los que fingís y engañáis
Es hijo de don Juan, mi camarero, las mujeres desa suerte
conocido en España por Tenorio, lo pagaréis en la muerte.
hermano del famoso y gran don Pedro, D. Juan. ¿Tan largo m: lo fiáis?
por quien tanto en Italia crezco y medro. Catalin. Ya viene la desdichada.
Con título de Conde de Lebrija, D. Juan. Vete y las yeguas prevén.
villa que por servicios ha ganado Catalin.. ¡Pobre mujer! Harto bien
su padre, es vuestro yerno, aunque tal hija te pagamos la posada.
merecía más alto y digno estado.
Vuestra quietud el término corrija
al caballo del tiempo acelerado, ESCENA XVIII
que la inquietud de un padre en años puesto Sale la Pescadora.— Dichos.
al fin conduce del vivir más presto.
Pescad. El rato que sin ti estoy
Don Gonzalo.
estoy ajena de mí.
Dame esos sacros pies por honras tales. D. Juan. Aunque lo dices ansí,
Rey. crédito jamás te doy.
Salid á publicar vuestra alegría. Pescad. ¿Porqué?
D. Juan. Porque si me amaras
Don Gonzalo. mi alma favorecieras.
Jamás toque tu vida los umbrales Pescad. Tuya soy.
del olvido que yace en sombra fría. D. Juan. Pues di, ¿qué esperas?
Rey ¿Qué dudas? ¿En qué reparas?
Premios, como es razón, piden iguales Pescad. Reparo en que fué castigo
hechos notorios. de amor el que he hallado en ti.
D. Juan. Yo digo lo mismo aquí,
Don Gonzalo.
y para ver si te obligo,
La ventura mía palabra y mano te doy
por Sevilla diré, señor, á voces. de esposo.
Rey. Pescad. Soy desigual
Volvedme á ver. á tu ser.
Don Gonzalo. D. Juan. No digas tal,
Tu reino inmortal goces. Trisbea; en tu casa estoy,
y estimo ser más en ella
(Vanse.) un humilde pescador,
mereciendo tu favor
ESCENA XVII y tu mano hermosa y bella,
Salen Catalinón y Don Juan.
que las riquezas mayores
que el mundo puede ofrecer.
D. Juan Esas dos yeguas prevén Pescad. Casi te quiero creer;
pues acomodadas son. mas sois los hombres traidores.
Catalin. Aunque soy Catalinón, D. Juan. ¿No echas de ver por los ojos,
soy, señor, hombre de'bien- mi Trisbea, el corazón?
que no se dijo por mí Pues míos tus brazos son,
«Catalinón es el hombre», no me niegues sus despojos;
pues sabes que aquese nombre abrázame y dame en ellos
me asienta al revés aquí. el alma.
D. Juan. Mientras que los pescadores Pescad. Yaá ti me allano;
vari de regocijo y fiesta, mas con la palabra y mano
tu las dos yeguas apresta, de esposo.
que de sus pies voladores D. Juan. Juro, ojos bellos,
sólo nuestro engaño fío. que mirando me matáis,
de ser vuestro esposo.
664 TAN LARGO ME LO FlÁlS

Pescad. Advierte, debajo de fe y palabra


mi bien, que hay infierno y muerte. de marido, profanando
D. Juan. (¿Tan largo me lo fiáis?) mi honestidad y mi cama.
Ojos bellos, mientras viva, Gozóme al fin, y yo entonces,
vuestro cautivo seré. le di á su rigor las alas
Pescad. Esta es mi mano y mi fe. en dos yeguas que crié,
D. Juan. Y esta es la mía, si estriba con que me burla y me infama.
en ella vuestro sosiego. ¡Oh aleve huésped, que dejas
Pescad. l ues ya tu amor no me engaña, una mujer engañada,
ven, y será la cabaña nube que del mar saliste
tálamo de nuestro fuego. para anegar mis entrañas!
Entre estas cañas te esconde Pero bien lo ha merecido
hasta que tenga lugar. quien se fía de palabras,
D. Juan. ¿Por dónde tengo de entrar? Seguid al vil caballero;
Pescad. Ven, y te dire por dónde. mas no importa que se vaya,
D. Juan. (Ciega y satisfecha vais.) que en la presencia del Rey
Pescad. Esta voluntad te obligue, tengo de pedir venganza.
y si no, Dios te castigue. ¡Fuego, zagales, fuego, fuego y rabia;
D. Juan. (¿Tan largo me lo fiáis?) (Vanse.) amor, clemencia, que se abrasa el alma!
(Vase.)
ESCENA XIX Past. i Vayan tras ella al momento,
porque va desesperada,
Salen los Villanos cantandv y bailando. y podrá arrojarse al mar
buscando mayor desgracia.
Past. i.° ¡Holal llamad á Trisbea, Past. 2. Tai fin la soberbia tiene.
y las zagalas llamad Anfriso Su locura y confianza
para que en la soledad paró en esto. Al mar se arroja.
el huésped la corte vea. ¡Trisbea, detente, aguarda!
Anfriso. Estará muy ocupada Past. 2 Ya vuelve, tenelda todos,
con los huéspedes dichosos, tenelda, no se nos vaya.
de quien hay mil envidiosos. (Sálela Pescadora.)
Past. i.° Siempre es Trisbea envidiada;
á su cabaña lleguemos. Pescad. ¡Fuego, zagales, fuego, fuego y rabia;
Past. 2.° No vais, porque no hay lugar amor, clemencia, que se abrasa el alma!
tan bueno para bailar (Vanse.)
allá. De aquí la llamemos:
¡Trisbea, Lucinda, Antandra!
¿Hay descuido más cruel?
Anfriso. ¡Triste y mísero de aquel
JORNADA SEGUNDA
que en su fuego es salamandra!
(Cantan:) «A pescar sale la niña
tendiendo redes, ESCENA PRIMERA
y en lugar de pececillos
las almas prende.» Salen el Rey y Don Juan Tenorio, el viejo.

ESCENA XX Rey.
¿Que esto pasa?
Sale la Pescadora.—Dichos. Tenorio.
Pescadora. Señor, esto me escribe
¡Fuego, fuego, que me quemo, de Nápoles don Pedro, que le hallaron
que mi cabaña se abrasa! con dama en el Palacio, y apercibe
Repicad á fuego, amigos, remedio en este caso.
porque se me abrasa el alma. Rey.
¡Fuego, zagales, fuego, fuego y rabia; ¿Y le dejaron
amor, clemencia, que se abrasa el alma! con vida?
¡Oh choza, oh vil instrumento Tenorio.
de mi deshonra y mi infamia! Por don Pedro, señor, vive,
Rayos de ardientes estrellas que sin que se supiese le ausentaron;
en tus cabelleras caigan y la dama, inocente deste agravio,
porque abrasadas estén, agresor hizo desto al Duque Octavio,
si del viento mal peinadas. y ya en Sevilla está.
Yo soy aquella que hacía,
émula de las zagalas, Rey.
burla de amor; que así amor Sí; mas ¿qué haremos
á quien dél se burla paga. con Gonzalo de Ulloa, que le había
Engañóme el caballero tratado el casamiento?
JORNADA SEGUNDA 665
Tenorio. diciendo que en Palacio la he burlado;
Bien podremos mas el tiempo, que al cabo desengaña,
poner remedio, pues el tiempo envía dará á entender al Rey quién ha causado
ocasión, y en la mano la tenemos; esta inquietud en él, pues con engaño
que el Duque Octavio remediar podria por la cara que vió me hace este daño.
el yerro de don Juan, pues que su casa Rey.
á la de don Gonzalo llega y pasa.
Ya, Duque Octavio, sé vuestra inocencia,
Rey. y al Rey escribiré por que os reciba
No me parece mal, como no inquiete en su gracia, mostrando su clemencia,
al Duque la pasión que de Isabela cuando el enojo de su vista os priva;
con el amor que tuvo nos promete, y hoy os pienso casar, con su licencia,
en cuya confusión hoy se desvela; con una dama, en cuya gracia estriba
pues la ocasión tenemos del copete, de la beldad la octava maravilla
asirla, que es ligera y siempre vuela, y el sol de las estrellas de Sevilla.
y viene á ser aqueste el mejor medio, Don Gonzalo de Ulloa, un caballero
que á dos casos como éstos da remedio. á quien le ciñe la cruz roja el pecho
¿Y adónde está ese loco? que horror del moro fué, pues con su acero
su tierra siempre ha puesto en grande estrecho,
Tenorio. tiene una hija, y hoy con ella quiero
Jamás niego casaros en Sevilla, que sospecho
á vuestra Alteza cosa que pretenda que con aquesto vuestro bien ordeno.
saber, y cuando aquí pende el sosiego Octavio.
de don Juan, y con esto el yerro enmienda,
por quien se acaba el encendido fuego Primero Alfonso sois, siendo el Onceno.
que él comenzó, es ya justo que lo entienda, ( Vase el Rey y Tenorio.)
señor, tu Alteza. Ya en Sevilla asiste,
que así encubierto está mientras se viste.
Rey. ESCENA III
Pues decilde que della salga al punto,
Salen Dos Criados d:l Duque.—Dicho.
que pienso que es travieso, y la pasea,
por que el remedio desto venga junto. Criad. i. °¿Qué hay de nuevo?
Tenorio. Octavio. El gusto es tal,
A Lebrija se irá. que no he de decirlo bien.
Rby. Criad. 2.° Pues ¿qué tienes?
Mi enojo vea Octavio. Mucho bien;
en el destierro. tanto, que es pequeño el mal.
Tenorio. Con un amor desigual
Quedará difunto su Alteza me recibió,
cuando lo sepa. con que á mis trabajos dió
Rey. alivio y fin á mis males,
pues con favores iguales
Lo que digo sea mis fortunas eclipsó.
sin falta. Su Alteza me quiere hacer
Tenorio. quedar en Sevilla, y yo,
El Duque Octavio es el que viene. como quien lo deseó,
Rey. estoy loco de placer.
Decid que llegue, que licencia tiene. Criad. i .° ¿AI' fin te llegó á ofrecer
mujer?
Octavio. Sí, amigo, y mujer
de Sevilla, que Sevilla
ESCENA II da, si averiguarlo quieres,
Sale el Duque Octavio.—Dichos. porque de oíllo te asombres,
si fuertes y airosos hombres,
Octavio. las más gallardas mujeres.
Criad. 2.° Luego ¿ya no te desvela
A esos pies, gran señor, un peregrino, Isabela?
mísero y derrotado, ofrece el labio; Octavio. No.
juzgando por feliz este camino,
en vuestra real presencia el Duque Octavio.
Huyendo vengo el fiero desatino ESCENA IV
de una mujer, y el no pensado agravio
de un rey; aunque mal dije, que los reyes Salen Catalinón y Don Juan. —Dichos.
cristal son al espejo de las leyes.
Una mujer, al viento débil caña, Caialin. Detente,
pues lo fué en la mudanza que ha mostrado, que aquí está el Duque inocente,
á su Alteza, señor, sin causa engaña, Sagitario de Isabela,
666 TAN LARGO ME LO FIAIS
aunque mejor le diré llanos en que hoy coronada
penitente. lo mejor de Europa rige.
D. Juan. Disimula. Ennoblecióla de muro,
Catalin. Cuando le vende le adula. Zodíaco que la ciñe
D. Juan. Como á Nápoles dejé de doce signos, que en tantas
y la casa de mi lío puertas Sevilla se sirve;
por un pleito de su Alteza, y es la copia que entra y sale
Octavio, con tal presteza, por ellas tan increíble,
aunque fué el intento mío que para salir y entrar,
el despedirme de vos, unos á otros se impiden.
no tuve lugar. Son de sus lienzos las torres
Octavio. Por eso, pasamanos apacibles
Don Juan amigo, os confieso que en torno de la ciudad
que aquí nos vemos los dos. forman hermosos países,
D. Juan. En Sevilla. por cuyos círculos bellos
Octavio. ¿Quién pensara, mil soles, mil serafines
Don Juan, que en Sevilla os viera? discurren en escuadrones
D. Juan. ¿Vos, Pusol, vos la ribera para que el sol las envidie.
desde Partenope clara, El Betis besa sus pies,
dejáis? con cuyo llanto es el Tibre
Octavio. Aunque es un lugar una lágrima, y el mar
Nápoles tan excelente, de España menos humilde.
por Sevilla solamente Este en sus cristales funda
se puede, amigo, dejar. otra ciudad invencible,
D. Juan. ¿Cuándo llegasteis? cuyos edificios son
Octavio. Ayer. como en sus aguas movibles.
D. Juan. De su hermosa descripción En él verás por las tardes
os quiero hacer un borrón, en fugitivos jardines
puesto que la habéis de ver. y en fáciles primaveras
Sevilla ó Hispalis bella, hecho pedazos á Chipre;
que de Híspalo así se dice y en su margen más sirenas
ó de Hispán, de q«ien España que engendra el mar en sus sirtes,
tiene su primer origen, con quien no hay sordas orejas
aunque un escritor moderno, ni hay ingeniosos Ulises.
seis letras con que se escribe, Con esta calle de plata
á las cuatro del romano della á Triana dividen,
quiere también que se apliquen, arrabal en tal ciudad,
diciendo en ellas: «Seiiatus, y entre otras ciudad insigne.
equce, virtutis, iustitice, El imperio de sus aguas
legibus, Augustus», que es edificios no permite
blasón que mi lengua explique de piedra, que estando loco,
hoy ansí: «Senado igual, no es mucho que piedras tire.
para que más se eternice, Y así en diez y siete barcos,
de valor y de justicia, con que los hombros le oprime,
en leyes exenta y libre». un bucentoro se carga,
Y para que estas seis letras que en él parece un esquife
por los orbes se publiquen, este monte de madera,
de sus lábaros y escudos que está entre cadenas firme,
eran soberanos timbres; no leño á leño enojado,
aunque leídas después que astilla á astilla divide.
sin puntos, comas ni tildes, Es Babel de su Arenal,
en ingenioso anagrama, si no menfítica efigie,
Sevilla las seis repiten. la antigua Torre del Oro,
Fué de Hércules fundación, lisonja de los gentiles.
no el Tebano, de quien fingen Mirando su hermoso Alcázar,
tantos emblemas los hombres, Troya su Ilión olvide,
gloriosos como imposibles, y en sus muros Babilonia
sino del egipcio, hermano sus vividores pensiles,
del que con nombre de Osiris pues los que allá en las murallas,
dios se llamó, haciendo á Menfis acá en los cimientos sirven,
que inciensos le sacrifiquen; allá para que los vean,
cuyas caducas memorias acá para que los pisen.
en brazos del tiempo gimen, Veinte sierpes de cristal,
ruinas lisonjeadas que blancas piedras despiden,
de las hiedras que las visten. son de un estanque alimento,
Pero después Julio César dulce hospedaje de cisnes.
la trasladó á los felices De los jardines los cuadros
JORNADA SEGUNDA 667
ciernen en granos sutiles Sobre cuya postrer bola,
cristales, que por los aires cosa de creer difícil,
en átomos se dividen. el coloso, honor de Rodas,
Estos salpicando damas, á los vientos se corrige.
si en su marfil no se engríen, Estatua de rubio bronce,
dejan en gotas de plata que por sus giros le dicen
tachuelas en sus chapines. la Giralda, y por mujer
En un cuarto á sus Monarcas mudable, inconstante y libre.
media naranja le exprimen, Parroquias en que á la gente
tan rica, que á ser entera Sacramentos administren,
fuera de hacerlo imposible. con otra más que aumentara,
En la sala de los reyes contara dos veces quince.
parece que siempre asiste Solemnidades y fiestas
Júpiter en lluvias de oro, más célebres que imagines,
ó en ella el alma se ríe. viendo su Semana Santa,
El templo de Salomón es fuerza que las olvides,
ó el que vió Jonia subirse que en sesenta procesiones
en cien mármoles al cielo, que con majestad se rigen,
que hoy yace en cenizas viles, verás, dando en mar de sangre,
rasguño son, si no sombra á Dios, preciosos rubíes.
del que ves, donde se miden Tras inmensas obras pías,
el arte y la admiración, docientos dotes redimen
y la admiración se rinde. huérfanas, doncellas pobres,
Cincuenta y cuatro pilares que el serlo es Argel terrible.
tal pesadumbre reciben Tiene más de cien conventos,
sobre sus gigantes frentes, y entre ellos dos tan insignes,
con quien agobiados gimen. que en edificios y gente
Estos son todos tan gruesos, ciudades pueden decirse.
que dije mal cuando dije Sustenta doce hospitales
pilares, porque son torres, en que á pobres beneficien,
aunque en tal fábrica mimbres. y entrt? ellos el de la Sangre,
La longitud de su iglesia donde un Ribera eternices.
es tal, que se juzga lince Los edificios, las calles,
el que de una puerta en otra, los comercios que se impiden
entrando, un hombre divise. unos á otros los tratos,
Dos imágenes venera artes soberbios y humildes.
en dos capillas insignes, Las naos, que vieron alegres
adonde todos los dias de la aurora los confines
docientas misas se dicen. y los reinos de la noche;
En ella, después del cielo, perlas, coral, amatistes,
con más majestad se sirve bordados, brocados, telas,
á Dios, perdóneme Roma, pasamanos y tabíes,
si Toledo lo permite. y, al fin, cuanto el sol engendra
Es un edificio eterno y el mar y la tierra rinden
el monumento, y tan firme, para que el hombre lo goce,
que por sus huecos pilares lo gaste y lo desperdicie,
al chapitel más sublime en Sevilla está cifrado;
suben los hombres, adonde mas no es mucho que se cifre,
admirados despavilen si el mundo se cifra en ella,
' tal vez por hachas estrellas, y ella los orbes oprime.
que unas con otras compiten. Y en sí tanta gente encierra,
Como de cirios pascuales que por las calles se aflige,
otras iglesias se sirven, y los muros, reventando,
ésta de montes de cera, barrios levanta en que habiten.
donde por llama el sol vive, Los hombres son liberales,
que á no enfrenarla con agua gallardos como invencibles,
de la cárcel que derrite, inventores de las galas
desatada, se abrasara, que en toda España se viste.
tal lumbre de sí despide. Las mujeres son bizarras,
Referirte otras grandezas briosas, altivas, Circes
con que te asombres y admires en hablar, y en el obrar
no quiero, porque en su torre constantes, honestas, firmes,
todas las que has visto cifres. aunque á su cordura en coches
Que á ser hecha antes de aquella ya la vanidad embiste.
que de Babilonia escriben, Paladiones preñados
con la soberbia se alcanza de mil partos infelices,
y con su memoria insigne. vencerán su honestidad
668 TAN LARGO ME LO FJÁIS

como los coches porfíen, D. Juan. ¿Mujeres?


que es la más fuerte lisonja Marq. Cosa juzgada.
para la beldad esfinge. D. Juan. ¿Inés?
jMaldito tú, Faraón, Marq. A Vejel se va.
que los inventaste y diste D. Juan. Buen lugar para vivir
al mundo, aunque entre las aguas la que tan dama nació.
pagaste invención tan librel Marq. El tiempo la desterró
Mas ya que no de los coches, á Vejel.
Dios de cocheros nos libre, D. Juan. Irá á morir.
gente que por nuestras culpas ¿Su hermana?
entre nosotros permite. Marq. Es lástima vella:
Esta es Sevilla, que al huésped lampiña de frente y ceja.
por una legua recibe Llámanla en portugués vieja,
de calzadas, despreciando y ella imagina que bella.
los romanos arrecifes. D. Juan. Sí, que bella en portugués
Corto en su alabanza quedo, suena vieja en castellano.
pues verás cuando la habites ¿Y Teodora?
que es más la grandeza suya Marq. Este verano
que cuanto della se escribe. se escapó del mal francés
Octavio. Si en Nápoles os oyera por un río de sudores,
y no en la parte en que estoy, y está tan tierna y reciente,
del crédito que hoy os doy que antes de ayer me echó un diente
sospecho que me riera. en medio de mil favores.
Mas llegándola á habitar, D. Juan. ¿Julia la del Candilejo?
es, por lo mucho que alcanza, Makq. Ya con sus afeites lucha.
corta cualquiera alabanza D. Juan. ¿Véndese siempre por trucha?
que á Sevilla querráis dar. Marq. Ya se da por abadejo.
¿Quién es el que viene allí? D. Juan. El barrio de Cantarranas,
D. Juan. El que viene es el Marqués ¿tiene buena población?
de la Mota. Marq. Ranas las más dellas son.
Octavio. Descortés D. Juan. ¿Y viven las dos hermanas?
es fuerza ser. Marq. Y la mona de Tulú
D. Juan. Si de mí de su madre Celestina
algo hubiereis menester, que las adiestra y doctrina.
aquí espada y brazo está. D. Juan. ¡Oh, vieja de Bercebú!
Catalin. Si le importa, él forzará ¿Cómo la mayor está?
en su nombre otra mujer, Marq. Blanca y sin blanca ninguna,
que es valiente garañón. tiene un santo á quien ayuna.
Octavio. De vos estoy satisfecho. (Vase.) D. Juan. ¿Agora en vigilias da?
Catalin. Si fuere de algún provecho, Marq. Es firme y santa mujer.
señores, Catalinón; D. Juan. ¿Y esotra?
vuarcedes continuamente Marq. Mejor principio
me hallarán para servillos. tiene; no desecha ripio.
Criad. i. °¿Adónde? D. Juan. Buen albañir quiere ser.
Catalin. En los pajarillos, Marqués: ¿que hay de perros muer-
tabernáculo excelente. Marq. Yo y don Pedro de Esquivel [tos?
(Vanse los Criados.) dimos anoche uno cruel,
y esta noche tengo ciertos
ESCENA V otros dos.
D. Juan. Iré con vos,
Sale el Marqués de la Mota.—Dichos, menos Octavio.
que también recorreré
Marq. Todo hoy os ando buscando, ciertos nidos que dejé
y no os he podido hallar. en huevos para los dos.
¿Vos, don Juan, en el lugar, ¿Qué hay de terrero?
y vuestro amigo penando Marq. No muero
'en vuestra ausencia? en terrero, que enterrado
D. Juan. Por Dios, me tiene mayor cuidado.
amigo, que me debéis D. Juan. ¿Cómo?
ese favor que me hacéis. Marq. Un imposible espero.
Catalin. Como no le entreguéis vos D. Juan. Pues ¿no os corresponder
moza ó cosa que lo valga, Marq. Sí, me favorece y me estima.
bien podéis fiaros dél, D. Juan. ¿Quién es?
que en cuanto en esto es cruel, Marq. Doña Ana mi prima,
tiene condición hidalga. que es recién venida aquí.
D. Juan. ¿Qué hay de Sevilla? D. Juan. Pues ¿dónde ha estado?
Marq. Está ya Marq. En Lisboa,
toda esta corte mudada. con su padre en la Embajada.
JORNADA SEGUNDA 669
D.Juan. ¿Es hermosa? ¿Mas si hubiese otra Isabela?
Marq. Es extremada, Gana me da de reir.
porque en doña Ana de Ulloa Ya está abierto el tal papel.
se extremó naturaleza. Y que es suyo es cosa llana,
D. Juan. ¿Tan bella es esa mujer? porque aquí firma: «doña Ana,
¡Vive Dios que la he de ver! tu prima.»
Marq. Veréis la mayor belleza {Lee el papel.) «Mi padre infiel (i)
que los ojos del sol ven. dice al fin que me ha casado,
D. Juan. Casaos, si es tan extremada. y no contigo, y así
Marq. El Rey la tiene casada, quiero fiarme de ti
y no se sabe con quién. debajo de haberme dado
D. Juan. ¿No os favorece? palabra de casamiento.
Marq. Y me escribe. Aquesta noche vendrás
Catalin. No prosigas, que te engaña á las once, y hallarás
el gran garañón de España. abierto para este intento
D. Juan. Quien tan satisfecho vive cierto postigo, y por señas
de su amor, ¿desdichas teme? una capa de color
Sacalda, solicitalda, te pondrás, por que Leonor
escribilda y engañalda, la esclavilla y las dos dueñas
y el mundo se abrase y queme. te dejen entrar, bien mío,
Marq. Agora estoy esperando y adiós.» ¡Desdichado amante!
la postrer resolución. ¿Hay suceso semejante?
D. Juan. Pues nó perdáis ocasión, Ya de la burla me río.
que aquí os estoy aguardando. Gozaréla, vive Dios,
Marq. Pues, adiós. con el engaño y cautela
Catalin. Señor Cuadrado que en Nápoles á Isabela.
ó señor Redondo, adiós.
Criado. Adiós.
D. Juan. Pues solos los dos, ESCENA VII
amigo, habemos quedado,
sigue el Marqués.
Caatlin. El Marqués Sale Catalinón.— Dichos.
en el Alcázar se entró.
D. Juan. Ve tras él. Catalin. Ya el Marqués viene.
D. Juan. Los dos
ESCENA VI aquesta noche tenemos
que hacer.
Dentro una Dama y Don Juan Catalin, ¿Hay engaño nuevo?
D. Juan. Extremado.
Dama. Ce. Catalin, No lo apruebo,
D. Juan. ¿Quién llamó? sino que nos acostemos,
Dama. Si sois prudente y cortés dejando nuevos cuidados,
y su amigo, dadle luego que el que vive de burlar
al Marqués este papel. burlado habrá de quedar
Mirad que consiste en él pagando tantos pecados
de una señora el sosiego, de una vez.
y adiós. D. Juan. ¿Predicador
D. Juan. Yo se le daré; te vuelves, impertinente?
soy su amigo y caballero Catalin La razón hace al valiente.
también. D. Juan. Y al cobarde hace el temor.
Dama. Señor forastera, El que pretende servir
adiós. voluntad no ha de tener,
D. Juan. Ya la voz se fué. y todo ha de ser hacer
¿No parece encantamento? y nada ha de ser decir.
Sin ver por donde han hablado Sirviendo, jugando estás,
á miel papel ha llegado y si quieres ganar luego,
por la estafeta del viento. haz siempre, porque en el juego
¿Mas si fuese de la dama quien más hace gana más.
que el Marqués me ha encarecido? Catalin. Y también quien hace y dice
Venturoso en esto he sido. topa y pierde en cualquier parte.
España á voces me llama D. Juan. Esta vez quiero avisarte,
el burlador, que el mayor porque otra vez no te avise.
gusto que en mí puede haber Catalin. Digo que de aquí adelante
es burlar una mujer lo que me mandas haré,
y dejarla sin honor.
¡Vive Dios que lo he de abrir,
pues salí de la plazuela! (i) Así en el original; pero debe leerse «cruel»,
67c TAN LARGO ME LO FIAIS

y á tu lado forzaré Tenorio. Por tu trato y tus locuras.


un tigre y un elefante. En fin, el Rey me ha mandado
D. Juan. Calla, que viene el Marqués. que te eche de la ciudad,
Catalin. Pues, ¿ha de ser el forzado? porque está de una maldad
con justa causa enojado;
que, aunque me la has encubierto,
ESCENA VIII ya en Sevilla el Rey la sabe,
Sale el Marqués.— Dichos. cuyo delito es tan grave,
que á decírtelo no acierto.
D. Juan. Para vos, Marqués, me han dado ¿En el Palacio Real
un recado harto cortés traición? ¿Y con un amigo
por una reja, sin ver traición? Dios te dé el castigo
el que me le daba allí; que pide delito igual.
sólo en la voz conocí Mira que aunque, al parecer,
que me le daba mujer. Dios t« consiente y aguarda,
Díjome, al fin, que á las doce tu castigo no se tarda,
acudieras á la puerta, y que castigo ha de haber
que estará esperando, abierta, para los que profanáis
donde tu esperanza goce su nombre, y que es juez fuerte
la posesión de su amor, Dios en la muerte.
y que llevases por señas D. Juan. ¿En la muerte?
de Leonorilla y las dueñas ¿Tan largo me lo fiáis?
una capa de color. De aquí allá hay larga jornada.
Marq. ¿Qué decís? Tenorio. Breve te ha de parecer.
D. Juan. Que este recado D. Juan. Y la que tengo de hacer,
de una ventana me dieron, pues á su Alteza le agrada
sin ver quién. ahora, ¿es larga también?
Marq. Con el pusieron Tenorio. Hasta que el injusto agravio
sosiego á tanto cuidado. satisfaga el Duque Octavio
¡Ay, amigo, sólo en ti y apaciguados estén
mi esperanza renaciera! en Nápoles, de Isabela
Dame esos pies. los sucesos que has causado,
D. Juan. Considera en Lebrija retirado,
que no está tu prima en mí. por tu traición y cautela,
¿Mas piensas que yo he de ser quiere el Rey que estés ahora;
quien la tiene de gozar, pena á tu maldad ligera.
y me llegas á besar Catalin. Si el caso también supiera
los pies? de la pobre pescadora,
Marq. Es tal el placer, más se enojara el buen viejo.
que me ha sacado de mí. Tenorio. Pues no te venzo y castigo
¡Oh, sol! apresura el paso. con cuanto hago y cuanto digo,
D. Juan. Ya el sol camina al ocaso. á Dios tu castigo dejo. (Vase.)
Marq. Vamos, amigo, de aquí,
y de noche nos pondremos.
Loco voy. ESCENA X
D. Juan. Bien se conoce; D. Juan y Catalinón.
mas yo sé bien que á las doce
harás mayores extremos. Catalin. Fuese el viejo enternecido.
Marq. ¡Ay, prima, del mundo prima, D. Juan. Luego las lágrimas copia;
que quieres premiar mi fel condición de viejos propia.
Catalin. ¡Juro á Cristo que no dé Vamos, pues ha anochecido,
una blanca por su primal á buscar al Marqués.
(Vosee/ Marques ) Catalin. Vamos.
Al fin, ¿gozarás su dama?
ESCENA IX D. Juan. Ha de ser burla de fama.
Catalin. Ruego al cielo que salgamos
Salen Don Juan Tenorio, el viejo; Don Juan della en paz.
y Catalinón. D. Juan. ¡Catalinón
al fin!
Tenorio. Don Juan. Catalin. Y tú, señor, eres
Catalin. Tu padre te llama. langosta de las mujeres;
D. Juan. ¿Qué manda Vueseñoría? y con público pregón,
Tenorio. Verte más quieto querría, porque de ti se guardara
más cuerdo y con mejor fama. y á su noticia viniera
¿Es posible que procuras de la que doncella fuera,
todas las horas mi muerte? fuera bien se pregonara:
D. JuAN. ¿Por qué vienes desa suerte? ^Guárdense todos de un hombre
JORNADA SEGUNDA 67i
que las mujeres engaña Marq. En gradas os aguardamos
y es el garañón de España.» D. Juan. Adiós, Marqués.
D. Juan. Tú me has dado gentil nombre. Catalin ¿Dónde vamos?
D. Juan. Adonde la burla mía
ESCENA XI se ejecute.
Catalin. No se escapa
Salen los Músicos y el Marqués cantando.— Dichos. nadie de ti.
MÚSICO. El que un bien gozar espera, D.Juan. El trueco adoro.
cuando espera desespera. Catalin. Echaste la capa al toro.
D. Juan. ¿Qué es esto? D. Juan. Escapéme por la capa. (.Vanse.)
Catalin. Música es.
Marq. Parece que habla conmigo ESCENA XII
el poeta.
D. Juan. ¿Quién va? El Marqués, Criados y Músicos. Después la Dama.
Marq. Amigo.
¿Es don Juan? Marq. La mujer ha de pensar
D. Juan. ¿Es el Marqués? que soy yo.
Marq. ¿Quién puede ser sino yo? Criad. i. ° ¡Qué gentil perro!
D. Juan. Luego que la capa vi, Marq. Esto es acertar por yerro.
que érades vos conocí. Criad. 2° Todo este mundo es error,
Marq. Cantad, pues don Juan llegó. que está compuesto de errores.
Músico. El que un bien, etc. Marq. El alma en las horas tengo
D. Juan. ¿Dónde iremos? y en sus cuartos me prevengo
Marq. A Lisboa. para mayores favores.
I>. Juan. ¿Cómo, sien Sevilla estáis? ¡A y, noche espantosa y fríal
Marq. Pues ¿aqueso os maravilla? Para que largos los goce,
¿No vive con gusto igual corre veloz á las doce,
lo peor de Portugal y después no venga el día.
en lo mejor de Sevilla? Criad. i. °¿Adónde guía la danza?
D. Juan ¿Dónde viven? Marq. Cal de la Sierpe guiad.
Marq. En la calle Criad. i. °¿Qué cantaremos?
de la Sierpe, donde ves Marq. Cantad
á Adán vuelto en portugués, lisonjas á mi esperanza.
que en aqueste amargo valle {Cantan. ^E I que un bien gozar espera,
con bocados solicitan cuando espera desespera.»
mil Evas que, aunque dorados, (Vanse, y habla de dentro una Dama.)
en efecto, son bocados Dama. ¡Falso!, no eres el Marqués,
con que las vidas nos quitan. que me has engañado.
Catalin. Ir de noche no quisiera D. Juan. Digo
por esa calle cruel, que lo soy.
pues lo que de dia en miel, Dama. ¡Falso, enemigo,
de noche lo dan en cera. mientes, mientes!
Una noche, por mi mal,
la vi sobre mí vertida,
y hallé que era corrompida ESCENA XIII
la cera de Portugal. Sale el Comendador medio desnudo, con espada y
D. Juan. Mientras á la calle vais,
rodela.—La Dama, D. Juan y Catalinón.
yo dar un perro quisiera.
Marq. Pues cerca de aquí me espera D. Gonz. La voz es
un bravo. de doña Ana la que siento.
D. Juan. Si me dejáis Dama. ¿No hay quien mate este traidor,
con él, Marqués, ya veréis homicida de mi honor?
cómo de mí no se escapa. D. Gonz. ¿Hay tan grande atrevimiento?
Marq. Vamos, y poneos mi capa Muerto honor, dijo, ¡ay de mí!
nara que mejor le deis. y es su lengua tan liviana,
D. Juan. Bien habéis dicho: venid, que aquí sirve de campana.
y me enseñaréis la casa. Dama. ¡Mataldel
Marq. Mientras el suceso pasa, ¡Sale Don Jum.)
la voz y el habla fingid. D. Juan. ¿Quién está aquí?
¿Veis aquella celosía? D. Gonz. La barbacana caída
D. Juan. Ya la veo. de la torre de este honor
Marq. Pues llegad que has combatido, traidor,
y decid: «Beatriz», y entrad. donde era alcaide la vida.
D. Juan. ¿Qué mujer? D. Juan. -Déjame pasar.
Marq. Rosada y fría. D. Gonz. ¿Pasar?
Catalin. Será mujer cantimplora. Por la punta desta espada.
672 TAN LARGO ME LO FIÁIS

D. Juan. Oye. ESCENA XV


D. Gonz. No me digas nada.
D. Juan. Escucha. Dichos, menos Don Juan y Catalinón.
D. Gonz. No hay que escuchar, Marq. Vosotros os podéis ir
que ya he sabido lo que es todos á casa, que yo
con esas voces que han dado. he de ir solo.
D. Juan. Tu sobrino soy, que he entrado Criado. Dios crió
aquí. las noches para dormir.
D. Gonz. Mientes, que el Marqués (Van se y dicen dentro:)
de la Mota, mi sobrino, i.° ¿Vióse desdicha mayor?
tan grande traición no hiciera. 2.° ¿Y vióse mayor desgracia?
Mi honor viva, el traidor muera Marq. ¡Válgame Diosl Voces oigo
autor de tal desatino. en la plaza del Alcázar.
D. Juan. El Marqués digo que soy. ¿Qué puede ser á estas horas?
D. Gonz. Pues si eres el Marqués, piensa Un hielo me baña el alma.
que es en ti mayor la ofensa, Desde aquí parece toda
y más ofendido estoy. una Troya que se abrasa,
¡Muere, traidor! porque tantas hachas juntas
D. Juan. Dcsta suerte paren gigantes de llamas.
muero yo. Mas una escuadra de luces
Catalin Si escapo désta, se acerca hacia mí, ¿por qué anda
no más burla, no más fiesta. el fuego emulando al sol,
D. Gonz. ¡Ay, que me has dado la muertel dividiéndose en escuadras?
Mas si el honor me quitaste, Quiero preguntar lo que es.
¿de qué la vida servía?
D. Juan. Huye.
D. Gonz. Aguarda, que es sangría ESCENA XVI
con que el valor me aumentaste; Salen el Duque Octavio, Tenorio y Criados.
mas no es posible que aguarde, Dicho.
seguirále mi furor,
que es traidor, y el que es traidor Duque. ¿Qué gente?
es traidor porque es cobarde. Marq. Gente que aguarda
saber de aqueste alboroto
la ocasión.
ESCENA XIV Tenorio. Esta es la capa
que dijo el Comendador
Sale el Marqués. Después Don Juan y Catalinón.
en las postreras palabras.
Octavio. Préndanle.
Marq. ¿Prenderme á mí?
Marq. Presto las doce darán, Tenorio. Volved la espada á la vaina,
y mucho don Juan se tarda. que la mayor valentía
Criad. i. ° Fiera pensión del que aguarda. es no tratar de la espada.
(Salen Don Juan y Catalinón.)
D. Juan. ¿Es el Marqués?
Marq. ¿Es don Juan? ESCENA XVII
D. Juan. Yo soy; tomad vuestra capa. Sale el Ret.— Díanos.
Marq. ¿Qué perro?
D. Juan. Funesto ha sido; Tenorio. Señor: aquí está el Marqués.
al fin, Marqués, muerto ha habido. Marq. ¿Vuestra Alteza á mí me manda
Catalin. Señor, del muerto te escapa. prender?
Marq. ¿Burlásteisla? Rey. Llevalde y ponelde
D. Juan. Sí burlé. la cabeza en una escarpia.
Catalin. Y ansí á vos os ha burlado. ¿En mi presencia te pones?
D. Juan. Caro la burla ha costado. Marq. Señor: mi inocencia...
Marq. Yo, don Juan, lo pagaré, Rey. Basta.
porque estará la mujer Llevalde luego á una torre.
quejosa de mí. Marq. ¡Ay, glorias de amor tiranas,
D. Juan. Las doce siempre en el pasar ligeras
darán. como en el venir pesadas!
Marq. Como mi bien goce, Bien dijo un sabio, que había
nunca llegue á amanecer. entre la boca y la taza
D. Juan. Adiós, Marqués. peligro; pero el enojo
Catalin. Muy buen lance del Rey me admira y espanta.
el desdichado hallará. ¿No sabré por qué voy preso?
D. Juan. Huyamos. Tenorio. ¿Quién mejor sabrá la causa
Catalin. Señor, no habrá que vuestra señoría?
aguilita que me alcance. (Kanse.) Marq. ¿Yo?
JORNADA SEGUNDA 673
Tenorio. Vamos. Gaceno. ¿El viejo?
Marq. ¡Confusión extrañal (Vanse.) Pastor. No ese don Juan,
Rey. Fulmínesele el proceso sino su hijo el galán.
al Marqués luego, y mañana Téngolo por mal agüero,
le cortarán la cabeza; que en bodas un caballero
y al Comendador, con cuanta quita gusto y penas da.
solemnidad y grandeza Batric. Pues ¿quién noticias le dió
merece nobleza tanta, de mis bodas?
se le haga luego un sepulcro Pastor. De camino
de bronce y de piedra párea, pasa á Lebrija.
adonde góticas letras Batric. Imagino
den lenguas á su venganza. que el demonio le envió.
¿Dónde doña Ana se fué? Mas ¿de qué me aflijo yo?
Duque. Fuese al sagrado doña Ana
de mi señora la Reina. Vengan á mis dulces bodas
Rey. Ha de sentir esta falta del mundo las gentes todas;
Castilla y el reino todo mas con todo, un caballero
su defensa en esta espada, en mis bodas ¡mal agüero!
y tan gran Comendador Gaceno. Venga el Coloso de Rodas,
ha de llorar Calatrava. (Vanse.) el Cura y el Preste Juan
y don Alonso el Onceno
con su corte, que en Gaceno
ESCENA XVIII ánimo y valor verán.
Montes en casa hay de pan,
Salen los Villanosy cantan. Guadalquivid és (i) de vino,
Músico. «Lindo sale el sol de Abril, Babilonia es (2) de tocino,
por trébol y torongil, y enire ejércitos cobardes
y, aunque le sirve de estrella, de aves, ¿para qué los lardes,
Arminta sale más bella.» el pollo y el palomino?
Gaceno. Ya, Batricio, os he entregado Venga tan gran caballero
el alma y ser en mi Arminta. á ser hoy en Dos Hermanas
Batric. Por eso se baña y pinta honra destas nobles canas.
de más colores el'prado; Pastor. Es hijo del Camarero
con deseos la he ganado, mayor.
con obras la he merecido. Batric. Todo es mal agüero
Músico. Tal mujer y tal marido para mí, pues le han de dar
vivan juntos años mil. junto á mi esposa lugar.
«Lindo sale el sol de Abril Aún no gozo, y ya los cielos
por trébol y torongil.» me están condenando á celos.
Batric. •No sale asi el sol de Oriente Amor, sufrir y callar.
como el sol que al alma sale,
que no hay sol que al sol se iguale
de sus niñas y su frente; ESCENA XX
deste sol claro y luciente Salen Don Juan y Catalinón de camino.— Dichos.
que eclipsa al sol su arrebol,
y ansí cantalde á mi sol D. Juan. Pasando acaso he sabido
motetes de mil en mil. que hay bodas en el lugar,
Músico. «Lindo sale,» etc. y dellas quise gozar,
Arminta . Batricio: aunque lo agradezco, pues tan venturoso he sido.
falso y lisonjero estás; Gaceno. Vuestra señoría ha venido
mas si tus rayos me das, á honrallas y engrandecellas.
por ti ser luna merezco. Batric Yo, que soy el dueño dellas,
Tú eres el sol por quien crezco dígoos también que vengáis
después de salir menguante, enhoramala.
para que el alma te cante Past. i.° ¿No dais
la salva en tono sutil. lugar á este caballero?
Músico. «Lindo sale,» etc. D. Juan. Con vuestra licencia, quiero
sentarme aquí.
ESCENA XIX Batric. Si os sentáis
delante de mí, señor,
Sale un Pastor.—Dichos. seréis de aquesa manera
Pastor. Alcaldes: el desposorio el novio.
huéspedes ha de tener. D. Juan. Cuando lo fuera,
Gaceno. A todo el mundo hade ser no eligiera lo peor.
este contento notorio.
Batric. ¿Quién viene? (i) Así en el original; debe de ser «Guadalqui vires».
Pastor. Don Juan Tenorio. (2) De seguro «Babilonias».
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA. — TOMO II
43
674 TAN LARGO ME LO FIAIS

Gaceno. Que es el novio. con furia la desviaba


D. Juan. De mi error diciendo cuando llegaba;
y ignorancia perdón pido. «¡grosería, grosería!»
Batric. ¿Es posible que he de ser No se apartó de su lado
en todo tan desgraciado? hasta cenar, de manera
Catalin. ¡Desdichado tú, que has dado que todos pensaban que era
en manos de Lucifer! yo padrino, él desposado.
D. Juan. ¿Posible es que vengo á ser, Y si decirle quería
señora, tan venturoso? algo á mi esposa, gruñendo
Envidia tengo al esposo. me la apartaba diciendo:
Armint. Parecéisme lisonjero. «¡grosería, grosería!»
Batric. Bien dije que es mal agüero ¡Qué vea clara mi afrenta,
en bodas un poderoso. y no pueda yo decir
D. Juan. Hermosas manos tenéis el mal que me hace morirl
para esposa de un villano. No sé qué diga ó qué sienta
Catalin. Si al juego le dais la mano, en tan dudosa porfía,
vos la mano perderéis. pues llegándome á quejar
Batric. ¡Celos, muerte no me déis! á todos, todo el lugar
Gaceno. Ea, vamos á almorzar, con risa me respondía:
porque pueda descansar «Eso no es cosa que importe,
un rato su señoría. no tenéis de qué temer;
D. Juan. ¿Por qué la escondéis? callad, que debe de ser
Armint. No es mía. uso de allá de la Corte.»
Gaceno. Ea, volved á cantar. ¡Buen uso; trato extremado!
D. Juan. ¿Qué dices desto? Más no se usara en Sodoma,
Catalin. Que temo que otro con la novia coma
muerte vil destos villanos. y que ayune el desposado.
D. Juan. Buenos ojos, blancas manos, Pues el otro bellacón,
en ellos me abraso y quemo. á cuanto comer quería,
Catalin. Almagrar y echar á extremo; «¿esto no come?» decía,
con ésta cuatro serán. «no tiene, señor, razón»
D. Juan. Ven, que mirándome están. y de la mano al momento
Batric. Bien dije que es mal agüero me lo quitaba. Corrido
de mis bodas. estoy; pienso que esto ha sido
Gaceno. Cantad. culebra y no casamiento.
Batric. Muero. Ya no se puede sufrir
Catalin. Canten, que ellos llorarán. ni entre cristianos pasar.
Míisic. «Lindo sale el sol de Abril Ya acabado de cenar
por trébol y toronjil», ere. con los dos, ¿mas que á dormir
con mi mujer, pues es mía,
estorbo me ha de poner
y que ha de venir á ser
JORNADA -TERCERA grosería, grosería?
Mas el viene: ¿qué he de hacer?
Esconderme por no velle
antes que aquí me atropelle;
ESCENA PRIMERA mas ¡ayl que no he de poder.
Sale Batricio solo.
ESCENA II
Celos, átomos de amor, Sale Don Juan solo.— Dicho.
y entre los ojos gigantes,
á la muerte semejantes D. Juan. Batricio.
y al infierno en el dolor: Batric. ¿Qué es lo que manda
dejadme, no me canséis vueseñoría?
con iras y desconsuelos, D. Juan. El amor
que en azul parecéis cielos, con tal ira y tal furor
y como infiernos ardéis. en el alma se desmanda,
¿Qué me quieres, caballero, que lo que encubrir quería
que me atormentas aquí? la boca no ha de poder.
Bien dije, cuando le vi Batric. ¿Mas que ha de venir á ser:
en mis bodas, ¡mal agüero! «grosería, grosería»?
¿No es bueno que se sentó, D. Juan. Yo, ha muchos días, Batricio,
á cenar con mi mujer, que á Arminta el alma le di
y á mí en el plato meter y he gozado.
la mano no me dejó, Batric. ¿Su honor?
pues cuando llegar quería, D. Juan. Sí.
JORNADA TERCERA 675
Batric. Manifiesto y claro indicio Arminta. Destas infelices bodas
de lo que han visto mis ojos; no sé qué sienta, Belisa.
que si bien no le quisiera Di: ¿qué caballero es éste
Arminta. no permitiera que de mis gustos me priva?
contra mí tantos enojos. Todo mi Batricio ha estado
D. Juan. Yo al fin con nombre de esposo bañado en melancolía;
ha seis meses que soy dueño todo en confusión y en celos;
de su honor; mi amor te enseño mira qué grande desdicha.
en trance que es tan forzoso. ¡Mal hubiese el caballero
Esta es, Batricio, verdad, que mis contentos me quital
siendo por tan justo intento La desvergüenza en España
clandestino el casamiento se hace ya caballería.
y fingida esa amistad. Déjame, que estoy sin seso;
Por mi padre y por el Rey déjame, que estoy perdida.
entre los dos encubierto ¡Mal hubiese el caballero
tuvimos este concierto, que mis contentos me quita!
y así no es razón y ley Belisa. Entra, que pienso que viene,
que tú dos almas dividas, que nadie en el cuarto pisa
que aunque las gentes lo ignoran, de un desposado tan recio.
así se estiman y adoran, Arminta. Queda á Dios, Belisa mía.
ni este matrimonio impidas. Belisa. Desenójale en tus brazos.
Fuera de que de otra suerte Arminta. Plegue á los cielos que sirvan
satisfacerme podré, mis suspiros de requiebros,
y á todo el mundo daré, mis lágrimas de caricias. (Vanse.)
si me lo impide, la muerte.
Batric. Si tú en mi elección lo pones,
tu gusto pretendo hacer, ESCENA V
que el honor y la mujer Sale Don Juan, Gaceno y Catalinón.
son malos en opiniones.
El honor en opinión D. Juan. Gaceno: quedad con Dios.
siempre más pierde que gana, Gaceno. Acompañaros querría,
porque es como la campana por dalle de esta ventura
que se estima por el son. el parabién á mi hija.
Y así es cosa averiguada D. Juan. Tiempo mañana nos sobra,
que su honor viene á perder bien decís.
cuando cualquiera mujer Gaceno. El alma mía
suena á campana quebrada. en la muchacha os entrego.
Gózala, señor, mil años, D. Juan. Mi esposa diréis. Tú ensilla,
que yo quiero resistir Catalinón.
desengaños y morir, Catalin. ¿Para cuándo?
por no vivir con engaños. (Vase.) D. Juan. Para el alba, que de risa
muerta ha de salir mañana
ESCENA III deste engaño.
Catalin. Allá en Lebrija,
Don Juan, sólo. señor, nos está aguardando
D. Juan. Con el honor le vencí, otra boda; por tu vida
porque siempre los villanos que despaches presto en ésta.
tienen su honor en las manos, D. Juan. La burla más escogida
y siempre miran por sí. de todas ha de ser ésta.
Que por tantas falsedades Catalin. Sí, señor, mas no querría
es bien que se entienda y crea que saliésemos burlados,
que el honor se fué á la aldea ó nos costase las vidas
huyendo de las ciudades. esta fiesta.
Bien lo supe negociar: D. Juan. Si es mi padre
gozarla sin miedo espero. el dueño de la justicia
La noche camina, quiero y es la privanza del Rey,
su viejo padre engañar. ¿qué temes?
¡Oh, estrellas que me miráis: Catalin. De los que privan
dadme en este engaño suerte, suele Dios tomar venganza,
si el castigo, hasta la muerte, y con rigor los castiga
tan largo me lo fiáis! (Vate.) cuando cometen pecados
de Dios en la cara misma.
ESCENA IV Y si en las casas de juego
prenden también al que mira,
Salen Arminta y Belisa. yo he sido mirón del tuyo,
Belisa. Mira que viene tu esposo; y por mirón no querría
entra a desnudarte, Arminta. que algún rayo abrasador
676 TAN LARGO ME LO FIÁIS

me convirtiese'en ceniza. D. Juan. Sí, porque te adoro.


D. Juan. Vete á ensillar, que mañana Arminta. ¿Cómo?
he de dormir en Sevilla. D. Juan. Con mis dos brazos.
Catalin. ¿En Sevilla? Arminta. Desvía.
D. Juan. Sí. D. Juan. ¿Cómo puedo, si es verdad
Catalin. ¿Qué dices? que muero?
Mira lo que has hecho, y mira Arminta. ¡Qué gran mentira!
que hay castigo, pena y muerte. D. Juan. Arminta: escucha y sabrás,
D. Juan. Si tan largo me lo fías, si quieres que te la diga,
vengan engaños. la verdad, si las mujeres
Catalin. Señor. sois de verdades amigas.
D. Juan. Vete, que ya me amohinas. Yo soy noble caballero,
¡Vive el cielo, que te mate! cabeza de la familia
Catalin. Fuerza al turco, fuerza al scita, de los Tenorios antiguos
al persa y al agramante (i), ganadores de Sevilla.
al japón y al troglodita; Mi padre, después del Rey,
fuerza al etíope, al tracio se reverencia y se estima
y al sastre, con la agujita en la corte, y de sus labios
de oro en la mano, imitando penden las muertes y vidas.
contino á la blanca niña. (Vase.) Torciendo el camino, acaso
llegué á verte, que amor guía
tal vez las cosas de suerte
ESCENA VI que él mismo dellas se admira.
Vite, adoréte, abraséme,
Don Juan y Aíiiim a. y de suerte, que me obliga
á que contigo me case:
D. Juan. La noche aprisa los cielos mira qué acción tan precisa.
con pies de azabache pisa Y aunque lo murmure el reino,
huyendo de los mortales, y aunque el Rey lo contradiga,
en. cuya frente avecina, y aunque mi padre, enojado,
en ricos apretadores, con amenazas lo impida,
estrellas por piedras brillan. tu esposo tengo de ser,
Quiero llegar á la cama. dando en tus ojos envidia
Arminta. á los que viere en su sangre
Arminta. ¿Quién llama á Arminta? la venganza que imagina.
¿Es mi Batricio? Ya Batricio ha desistido
D. Juan. No soy de su acción, y aquí me envía
tu Batricio. tu padre á darte la mano.
Arminta. Pues ¿quién? ¿Qué dices?
D. Juan. Mira Arminta. No sé qué diga,
despacio, Arminta, quién soy. que se encubren tus verdades
Arminta. ¡Ay, de mil Yo soy perdida. con retóricas mentiras.
¿En mi aposento á estas horas? Porque si estoy desposada,
D. Juan. Estas son las horas mías. como es cosa conocida,
Arminta. Volveos, porque daré voces; con Batricio, el matrimonio,
no excedáis la cortesía ¿cómo puede ser que sirva?
que á mi Batricio se debe. D. Juan. En no siendo consumado,
Ved que hay romanas Emilias por engaño ó por malicia
en Dos Hermanas también, puede anularse.
y hay Lucrecias vengativas. Arminta. Es verdad;
D. Juan. Escúchame dos palabras, mas ¡ay, DiosI que no querría
y esconde de las mejillas que me dejases burlada
en el corazón la grana, cuando mi esposo me quitas.
en ti más preciosa y tibia. D. Juan. Ahora bien: dame esos brazos,
Arminta. Idos, que vendrá mi esposo. y esta voluntad confirma
D. Juan. Yo lo soy. ¿De qué te admiras? con ellos.
Arminta. ¿Desde cuándo? Arminta. ¿Qué, no me engañas?
D. Juan. Desde ahora. D. Juan. Mío el engaño sería.
Arminta. ¿Quién lo ha tratado? Arminta. Jura que me cumplirás
D. Juan. Mi dicha. la palabra y fe debida.
Arminta. ¿Sábelo Batricio? D. Juan. Juro á esta mano, señora,
D. Juan. Sí, infierno de nieve fría,
que te olvida. de cumplirte la palabra.
Arminta. ¿Que me olvida? Arminta. Jura á Dios que te maldiga
si no lo cumples.
D. Juan. Si acaso
(i) Debe de querer decir «garamanta». la palabra y la fe mía
JORNADA TERCERA 677
te faltare, ruego á Dios Don Pedro.
que á traición y alevosía Allí una pescadora
me dé muerte un hombre (muerto, está sobre un peñasco al mar mirando,
que vivo Dios no permita). y dulcemente llora,
Arminta Pues con ese juramento y al cristalino cielo quejas dando,
soy tu esposa. pidiendo esta venganza,
D. Juan. El alma mía perdida de algún bien ya la esperanza.
entre los brazos te ofrezco. Quiero llegar por ella,
Arminta. Tuya es el alma y la vida. para que aquí te haga compañía;
D. Juan. ¡Ay, Arminta de mis ojos! dirásle tu querella,
mañana sobre virillas y mientras yo con el sereno día
de tersa plata, estrelladas desembarco la gente,
con clavos de oro de Tíbar lamentaréis las dos más dulcemente. (Vase. )
pondrás los hermosos pies,
y en prisión de gargantillas Isabela.
la alabastrina garganta, ¡Que me robase el sueño
y los dedos en sortijas, la prenda que estimaba y más quería!
en cuyo engaste parezcan ;Oh riguroso empeño
estrellas las amatistas, de la verdad, oh máscara del día,
y en cuyas orejas pendan noche al fin tenebrosa,
transparentes perlas limpias. antípoda del sol, del sueño esposa!
Arminta. Tuya soy.
D. Juan. ¡Qué mal conoces
el burlador de Sevilla! (Vanst.) ESCENA VIII
Sale la Pescadora.—Dicha.

ESCENA VII Pescadora.


Salen Don Pedro Tenorio é Isabela. Robusto mar de España,
ondas del fuego en fugitivas olas,
Don Pedro. cuya costa el mar baña
dándole por tributo conchas solas,
¿De qué sirve, Isabela, aunque á veces preñadas
la tristeza en el alma y en los ojos, de traiciones en ti medio anegadas.
si amor todo es cautela Pues conoces mis quejas
y siempre da tristeza por despojos;
y sus mayores bienes y de ti mis tormentos han nacido,
son tormento, temor, pena y desdenes? á tus sordas orejas
Cuando de la ribera quiero dar voces, pues la causa has sido
de Nápoles partiste fué muy justo de que el honor perdiera
sentir su pena fiera, la que siempre cruel con hombres era.
mas ya puedes trocar la pena en gusto Isabela.
y mostrar alegría, ¿Por qué del mar te quejas?
pues se pone tu noche y sale el día. ¿Estás del mar celosa, pescadora?
Si ya don Juan te aguarda Pescadora.
para enlazar tu mano hermosa y bella,
aún el bien no se tarda: El mar parió mis quejas.
suspende el triste llanto y la querella, ¡Dichosa vos, que sin cuidado ahora
si es su casa en Sevilla dél os estáis riendo!
una de las mejores de Castilla. Isabela.
También furias del mar estoy sintiendo.
Isabela.
No nace mi tristeza Pescadora.
del ser esposa de don Juan, que el mundo ¿Sois vos la Europa hermosa
conoce su nobleza; que estos toros os llevan á Sevilla?
en la esparcida voz mi agravio fundo, Isabela.
y esta ocasión perdida Llévanine á ser esposa
he de llorar mientras tuviere vida. contra mi voluntad.
Don Pedro. Pescadora.
Muy presto entre sus brazos, Si mi mancilla
como el olmo y la hiedra vividora, á lástima os provoca,
os daréis tiernos lazos. mi llanto oid, pues por mujer os toca.
Del agua derrotado,
Isabela. á esta arena llegó un don Juan Tenorio,
Hasta verse en el tálamo que adoro, difunto y anegado.
el honor, afligida Amparéle, hospedéle en tan notorio
he de llorar esta opinión perdida. peligro, y el vil huésped
678 TAN LARGO ME LO FIAIS

vívora fué á mi planta en tierno césped. Catalin. En calle oculta.


Con engaño y mentira, D. Juan. Está bien.
dándome aquí de esposo la palabra, Catalin. La iglesia es tierra sagrada.
el que á robar aspira D. Juan. Di que de día me den
honor, me le quitó, que en traición labra en ella la muerte. ¿Viste
cuando, en vez de verdades, al novio de Dos Hermanas?
son sus dulces palabras falsedades. Catalin. Allí le vi ansiado y triste.
Isabela. D. Juan. Arminta estas dos semanas
Calla, mujer maldita; no ha de caer en el chiste.
vete de mi presencia, que me has muerto; Catalin. Tan bien engañada está,
mas si el dolor te incita, que se llama doña Arminta.
no tienes culpa tú; prosigue: ¿es cierto? D. Juan. Graciosa burla será.
Catalin. Graciosa burla y sucinta;
Pescadora. mas ella la llorará.
Tan claro es como el día. D. Juan. ¿Qué sepulcro es este?
Isabela. Catalin. Aquí
¡Mal haya la mujer que en hombres fía! don Gonzalo está enterrado.
Pero sin duda el cielo D. Juan. Este es á quien muerte di.
á ver estas cabanas me ha traído, ¡Gran sepulcro le han labrado!
y de ti mi consuelo Catalin. Ordenólo el Rey así.
en tan grave pasión ha renacido ¿Cómo dice este letrero?
para venganza mía. D. Juan. «Aquí aguarda del Señor,
¡Mal haya la mujer que en hombres fía! el más leal caballero,
la venganza de un traidor.»
Pescadora. Del mote reírme quiero.
Que me llevéis os ruego ¿Y habéisos vos de vengar,
con vos, señora, á mí y á un viejo padre, buen viejo, barbas de piedra?
porque de aqueste fuego Catalin. No se las podrá pelar
la venganza me dé, más que me cuadre, quien barbas tan fuertes medra.
y al Rey pida justicia D. Juan. Aquesta noche á cenar
deste engaño y traición, desta malicia. os aguardo en la posada,
Anfriso, en cuyos brazos y allí el desafío haremos,
me pensé ver en tálamo dichoso si la venganza os agrada.
dándole eternos lazos, Pero mal reñir podremos
conmigo ha de ir, que quiere ser mi esposo. si es de piedra vuestra espada.
Isabela. Catalin. Justo es estar prevenido,
Ven en mi compañía. si contigo ha de comer.
Pescadora. D. Juan. Larga esta venganza ha sido;
¡Mal haya la mujer que en hombres fía! si es que vos la habéis de hacer
(Vanse.) bien puedo vivir dormido,
que si á la muerte aguardáis
ESCENA IX la venganza, la esperanza
agora es bien que perdáis,
Salen Don Juan y Catalinón. pues vuestro enojo y venganza
tan largo me lo fiáis. (Vanse.)
Catalin. Todo en mal estado está.
D. Juan. ¿Cómo?
Catalin. Que Octavio ha sabido ESCENA X
la traición de Italia ya, Salen dos Criados con una mesa puesta.
y el de la Mota ofendido,
al Rey grandes quejas da. Criad. i. °Apercibamos la cena,
Dicen que viene Isabela que vendrá á cenar don Juan.
á que seas su marido, Criad. 2. °Las mesas puestas están;
y dicen... mas ¿quién á don Juan ordena
D. Juan. Calla. venir temprano á cenar,
Catalin. Una muela si á veces suele venir
en la boca me has rompido. cuando el sol quiere salir?
D. Juan. Hablador: ¿quién te revela Criad. i. °Para tener más lugar
tanto disparate junto? de rondar de noche, ordena
Catalin. ¿Disparate? cenar temprano.
D. Juan. Disparate.
Catalin. Verdades son.
D. Juan. No pregunto ESCENA XI
si lo son; cuando me mate Salen Don Juan j Catalinón.—Dichos.
Octavio: ¿estoy yo difunto?
¿No tengo manos también? D. Juan. ¿Cerraste?
¿Dónde me tienes posada? Catalin. Ya cerré como mandaste.
JORNADA TERCERA 679
D. Juan. ¡Holal Tráiganme la cena. hombre de poco comer.
Criad. 2. °Aquí está. Temblando al plato me llego.
D. Juan. Catalinón: D. Juan. Hábiale.
siéntate. Catalin. Vue señoría
Catai.in. Yo soy amigo ¿está bueno? ¿Es buena tierra
de cenar á solas. la otra vida? ¿Es llano ó sierra?
D. Juan. Digo ¿Préciase allá la poesía?
que lo hagas. D. Juan. A todo dice que sí
Catalin. ¡Fuerte ocasión! con la cabeza.
Ya voy. Catalín. ¿Hay allá
E>. Juan. También es camino muchas tabernas? Sí habrá,
éste, si cenas en él si Noé reside allí.
conmigo. (Golpes.) (Cantan.) «si este plazo me convida
Catalin. ¡Golpe cruell para que serviros pueda,
D. Juan. Que llamaron imagino. pues larga vida me queda,
Mira quién llama. dejad que pase la vida.
Criad. i.° Ya voy. Si de mi amor aguardáis,
Catalin. Si es la Justicia, señor. señora, de aquesta suerte,
D. Juan. Sea; no tengas temor. el galardón á la muerte,
(Retírase huyendo el Criado que fué á ¡qué largo me lo fiáis!»
ver quién llamaba.) Catalin. ¿Con cuál de las que has burlado,
Catalin. ¡Ay de mí! Confuso estoy. estos músicos, señor,
D. Juan. Habla. ¿Qué tienes? ¿qué has visto? hablan?
Catalin. De algún mal da testimonio. D. Juan. De todas me rio,
D. Juan. ¿Asombróte algún demonio? amigo, en esta ocasión.
¿Cómo el enojo resisto? (Golpes.) En Ñápoles á Isabela
Catalin. Más golpes dan á la puerta. burlé.
D. Juan. Corre tú, mira quién es. Catalin. Esa ya no es hoy
Catalin. ¿Yo, señor? burlada, pues que te casas
D. Juan. Mueve los pies. con ella, como es razón.
¿Quién llama? Burlaste á la pescadora,
y del mar te redimió,
pagándole el hospedaje
ESCENA XII en moneda de rigor.
Burlaste á doña Ana...
Sale Don Goznalo, el caballero que mató, armado de D. Juan. Calla,
punta en blanco, con el hábito.—Dichos. que hay parte aquí que lastó
por ella, y vengarse piensa.
D. Gonz. Yo. Catalin. Es hombre de gran valor,
D. Juan. ¿Quién? que él es piedra y tú eres carne;
D. Gonz. Soy el caballero honrado no es buena resolución.
que á cenar has convidado. (Hace señas el muerto que quiten la
D. Juan. Cena habrá para los dos, mesa.)
y si vienen más contigo, D. Juan. ¡Hola! quitad esas mesas,
para todos cena habrá: que hace señas que los dds
Ya puesta la mesa está: nos quedemos y se vayan
siéntate. los demás.
Catalin. Dios sea conmigo. Catalin. Malo; por Dios,
D. Juan. Catalinón: siéntate no te quedes, porque hay muerto
junto al muerto. que mata de un mojicón
Catalin. Ya he cenado; un gigante.
cena con tu convidado, D. Juan. Salios todos.
que yo no sé si podré. A ser yo Catalinón. (Hace señas.)
D Juan. Siéntate. Si oir cantar Vete. ¿Que cierre la puerta?
quieres, cantarán. Ya está cerrada, y ya estoy
Catalin. Sí dijo. aguardando lo que quieres,
D. Juan. Cantad. sombra, fantasma ó visión.
Catalin. Tiene el señor muerto Si andas en pena ó si buscas
buen gusto; es noble por cierto alguna satisfacción,
y amigo de regocijo. aquí estoy, dímelo á mí,
(Cantan los Músicos.) que mi palabra te doy
Músicos. «Si de mi amor aguardáis, de hacer todo lo que ordenes.
señora, de aquesta suerte ¿Estás gozando de Dios,
el galardón á la muerte, eres alma condenada,
¡qué largo me lo fiáis!» ó de la eterna región
Catalin. O es sin duda veraniego, dite la muerte en pecado?
ó el ser muerto debe ser Habla, que aguardando estoy.
•>^

68o TAN LARGO ME LO FIÁIS


D. Gonz. ¿Cumplirásme una palabra Don Pedro.
como caballero? Y disgustada.
D. Juan. Honof
tengo y las palabras cumplo, Rey.
porque caballero soy. Don Juan pondrá remedio hoy á su queja.
D. Gonz. Dame la mano, no temas. Don Pedro.
D. Juan. ¿Eso dices? ¡Yo temor! Siente, señor, el nombre de infamada,
Si fueras el mismo infierno, y viendo que de Nápoles se aleja,
la mano te diera yo. con disgusto llegó, aunque confiada,
D. Gonz Bajo esa palabra y mano, pues sus agravios hoy en manos deja
mañana á las diez te estoy de vuestra Majestad, en quien confía
para cenar aguardando. que trocará su llanto en alegría.
¿Irás?
D. Juan. Empresa mayor
entendí que me pedías. ESCENA XV
Mañana tu huésped soy. Sale el Duque Octavio.—Dichos.
¿Dónde he de ir?
D. Gonz. A la Capilla. Octavio.
D. Jvan. ¿Iré sólo? Huélgome, gran señor, que esté presente
D. Gonz No, id los dos, don Pedro, de don Juan gallardo tío,
y cúmpleme la palabra, para que á voces te publique y cuente
como la he cumplido yo. la justa queja del agravio mío.
D Juan. Digo que la cumpliré, De tu mano real está pendiente
que soy Tenorio. satisfacer mi honor, y así confío
D. Gonz Y vo soy que vuestra Majestad desta cautela
Ulloa. dará satisfacción hoy á Isabela.
D. Juan. Yo iré sin falta.
D. Gonz Yo lo creo; adiós. Don Pedro.
D. Juan. Adiós. Duque: siempre los nobles caballeros
Aguarda, te alumbraré. son cortos en palacio de razones.
D . Gonz . No alumbres, que en gracia estoy Octavio.
{Vase.)
Don Pedro: en la campaña tengo aceros.
ESCENA XIII Don Pedro.
Don Juan, solo. Yo tantos como aceros, corazones.
Octavio.
D. Juan. ¡Válgame Dios! Todo el cuerpo Yo almas.
se ha bañado de un sudor Don Pedro.
helado, y en las entrañas Yo potencias.
se me ha helado el corazón.
Un aliento respiraba, Rey.
organizando la voz, Caballeros:
tan frío, que parecía bueno está.
infernal respiración. Don Pedro.
Cuando me tomó la mano, ¡Vive Dios!
de suerte me la abrasó, Octavio.
que un infierno parecía
más que no vital calor. Si no te pones
Pero todas son ideas en medio.
que da á la imaginación Don Pedro.
el temor, y temer muertos Si no atajas lo que digo,
es más villano temor. ¡vive Dios!
Si un cuerpo con alma noble, Octavio.
con potencias y razón, ¡Vive Dios!
y con ira, no se teme,
¿quién cuerpos muertos temió? Rey.
Iré mañana á la iglesia Venid conmigo. (Vanse.)
donde convidado estoy,
por que se admire y espante ESCENA XVI
el mundo de mi valor, {Vase )
Queda el Duque Octavio.
ESCENA XIV Octavio.
Salen el Rey y Don Pedro Tkvoiuo. ¿A quién tan gran desdicha ha sucedido
como á mí me sucede? Confiado
Rey. en un traidor amigo, que hoy ha sido
¿Llegó, en fin, Isabela? Sinón fingido, por quien yo culpado
JORNADA TERCERA 68 i
de Isabela seré, pues ha perdido ¿Quién tiene de responder,
lo que en el mundo tanto se ha estimado. si duermen los sacristanes?
Mas si el Rey no la venga deste agravio, D. Juan. Llega á ese postigo.
la venganza ha de hacer el Duque Octavio. Catalin. Abierto
(Vase.) está.
D. Juan. Pues entra.
ESCENA XVII Catalin. Entre un fraile
con hisopo y con estola.
Salen el Marqués y Tenorio, el viejo. D. Juan. Sigueme y calla.
Catalin. Que calle...
Tenorio. Muy bien le podéis quitar (Entran por dentro del vestuario.)
las prisiones al Marqués. ¡Ay, de mí! tenme, señor,
Marq. Si para mi muerte es, porque de la capa me asen.
albricias os quiero dar.
Tenorio. El Rey os manda soltar
de la prisión. ESCENA XIX
Marq. ¿Si ha sabido
mi inocencia y el que ha sido Sale el Muerto.—Dichos.
desta maldad agresor? D. Juan. ¿Quién va allá?
Que callo por vuestro honor, D. Gonz. Yo.
aunque estoy tan ofendido. D. Juan. ¿Quién sois vos?
Tenorio. ¿Por mi honor? ¿Si á vuestro tío D. Gonz. El muerto soy, no te espantes.
matáis, soy culpado yo? No entendí que me cumplieras
Marq. Porque don Juan le mató, la palabra, según haces
y á mí la culpa me echáis. burla de todos.
A don Juan mi capa di. D. Juan. ¿Me tienes
¡Ah, engañoso caballero! en opinión de cobarde?
Sin culpa padezco y muero. D. Gonz. Sí, porque de mí huíste
Tenorio. ¿Qué decís? la noche que me mataste.
Marq. Que esto es ansí: D. Jijan. Huí de ser conocido;
un recado recebí mas ya me tienes delante:
para que á mi prima goce, di presto lo que me quieres.
de quien su error conoce, D. Gonz. Quiero á cenar convidarte.
pues, engañoso y cruel, D. Juan. Cenemos.
fué á las once para él, D. Gonz. Para cenar
y para mí fué á las doce. es menester que levantes
Y aunque siento que matase esa tumba.
á mi tío, más sentido D. Juan. Y, si te importa,
estoy y más ofendido levantaré esos pilares.
de que á mi prima gozase. (Vanst.) D. Gonz. Valiente estás.
D. Juan. Tengo brío,
ESCENA XVIII y corazón en las carnes.
D. Gonz, Siéntate tú.
Salen Don Juan y Catalinón. Catalin. Yo, señor,
he merendado esta tarde.
Catalin. ¿Cómo el Rey te recibió? Cena con tu convidado.
D. Juan. Con más amor que mi padre. D. Juan. Ea, pues, he de enojarme;
Catalin. ¿Viste á Isabela? siéntate, ataba.
D. Juan. También. Catalin. ¡Ay de mí!
Catalin. ¿Cómo viene? D. Gonz. También quiero que te canten.
D. Juan. Como un ángel. (Cantan:) «Adviertan los quede Dios
Catalin. ¿Recibióte bien? juzgan los castigos tarde,
D. Juan. El rostro que no hay plazo que no llegue
bañado de leche y sangre, ni deuda que no se pague.»
como la rosa que al alba Catalin. ¿Qué plato es éste, señor?
revienta la verde cárcel. D. Gonz, Este plato es de alacranes
Catalin. Vamos, si te has de vestir, y víboras.
que te aguardarán y es tarde. Catalin. Gentil plato
D. Juan. Otro negocio tenemos para el que trae buena hambre.
que hacer, aunque nos aguarden. ¿Es bueno el vino, señor?
Catalin. ¿Cuál es? D. Gonz. Pruébale.
D. Juan. Cenar con el muerto. Catalin. Hiel y vinagre
Catalin. Necedad de necedades. es este vino.
D. Juan. ¿No ves que di mi palabra? D. Gonz. Este vino
Catalin. Ya está cerrada la Iglesia. exprimen nuestros lagares.
D. Juan. Llama. ¿No comes tú?
Catalin. ¿Qué importa que llame? D. Juan. Comeré
682 TAN LARGO ME LO FIÁIS

si me dieses áspid á áspid las culpas que me imputaste


cuantos el infierno tiene. cometió, que con mi capa
D. Gonz. Otra vez quiero que canten. pudo el cruel engañarme,
(Cantan la copla postrera.) de que tengo mil testigos.
Catalin. ¡Malo es aquesto, por Cristo! Rey. ¿Hay desvergüenza tan grande?
Dime, señor, ¿no escuchaste
la canción? Contigo habla.
D. Juan. Un hielo el pecho me parte. ESCENA XXI
Catalin. Comedeste guisadillo.
D. Juan. Ya he cenado; haz que levanten Sale Catai.inón.—Dichos.
las mesas.
D. Gonz. Dame esa mano, Catalin. Escuchad, oíd, señores,
no temas; la mano dame. el suceso más notable
D. Juan. ¿Yo temor? Toma. ¡Ay de mil que en el mundo ha sucedido,
que me abraso; no me abrases y en oyéndolo, matadme.
con tu fuego. Llegando don Juan, mi amo,
D. Gonz. Aqueste es poco á Sevilla antiyer tarde
para el fuego que buscaste, y entrándose á retraer
y así, tienes de pagar en la iglesia donde yace
las doncellas que burlaste. don Gonzalo en el sepulcro
D. Juan. A tu hija no ofendí, que el Rey mandó se labrase,
que vió mis engaños antes. aguardando que la noche
D. Gonz. No importa, que ya pusiste para encubrirse llegase,
tu intento. acertó á ver un letrero
D. Juan. Deja que llame que al Comendador delante
quien me confiese y absuelva. del sepulcro le pusieron
T. Gonz. No hay lugar, ya acuerdas tarde. que dice espera vengarse
Las maravillas de Dios del que, sin temor de Dios,
son, don Juan, investigables, con alevosía tan grande
y asi quiere que tus culpas le dió muerte, y él haciendo
á manos de un muerto pagues. burla, llegó á convidarle
D. Juan. No me aprietes: ¡tente, tente! que fuese á cenar con él,
Con la daga he de matarte; y apenas pudo sentarse
mas ¡ay! que me abrasa el fuego, á cenar, cuando á la puerta
y serán golpes al aire. llegó, y para que no os canse,
D. Gonz. «Esta es justicia de Dios: después de cenar le dijo
quien tal hace que tal pague.» que á su iglesia se llegase
U. Juan. ¡Que me quemo, que me abraso! luego la noche siguiente,
¡Muerto soy I que él quería convidarle.
Catalin. No hay quien se escape. Fué don Juan, que nunca fuera;
¡San Panuncio, San Antón, pues, sin poder escaparse,
sacadme libre á la calle! asiéndole de la mano,
{Tiran el carretón ó se hunden.) comenzó el muerto á apretarle
diciendo: «Dios te castiga:
quien tal hace que tal pague;»
y él diciendo, «que me abraso,»
ESCENA XX murió, mas diciendo antes
que á doña Ana no ofendió,
Salen el Rey, Tenorio, el Marques de vá. Mota, que le conocieron antes.
Isabela, la Pescadora y acompañamiento. Yo arrastrando me escapé
de la iglesia y de tan grande
Tenorio. Ya el Marqués, señor, espera desventura.
besar vuestros pies reales. Marq. Por las nuevas,
Pescad. Si Vuestra Alteza, señor, mil abrazos quiero darte.
de don Juan Tenorio no hace Rey. Pues es ya muerto don Juan,
justicia, á Dios y á los hombres, puede Isabela casarse
mientras viva he de quejarme. con el Duque.
Derrotado le echó el mar; Octavio. Yo, señor,
dile vida y hospedaje, estimo merced tan grande,
y pagóme esta amistad pues está viuda Isabela.
con mentirme y engañarme Marq. Yo con mi prima.
con nombre de mi marido. Batricio Y nosotros
Rey. ¿Qué dices? con las nuestras, porque acabe
Isabela. Dice verdades. esta verdadera historia.
Marq. Pues es tiempo, gran señor, Rey Y el sepulcro se traslade
que á luz verdades se saquen, desde aquí á San Juan de Toro,
sabrás que don Juan Tenorio para memoria más grande.
LA VENGANZA EN EL SEPULCRO
DE

DON ALONSO DE CÓRDOVA Y MALDONADO


CRIADO DE SU MAJESTAD

hablan:
Don Juan Tenorio. Un Alguacil.
Colchón, gracioso. Doña Ana, dama.
El Marqués de la Mota. Inés, criada.
Don Gonzalo de Ulloa. Dos Criados.
El Asistente. Acompañamiento.
Un Alcaide. Músicos.

JORNADA PRIMERA dueño de mi albedrío,


lcuánto me cuesta ya!: que no es amante
el que ausente viviere un solo instante.
No permitas ¡oh, asombro de ti propia!
ESCENA PRIMERA traslados de tu copia,
tormentos de mi idea,
Sale Don Juan y Doña Ana, de camino. si no has de dar lugar á que te vea;
si no has de ser piadosa.
Don Juan. ¡Quién creyera que hermosa
me pudieras matarl ¡Oh, quién creyera
Detén, deidad hermosa, entrañas de una fiera
para no ser cruel, más cariñosa, en pecho de una diosa!
el curso acelerado: No me mates cruel, bástete, hermosa.
no revoques la dicha de mi estado.
Vuelve, vuelve á la fuente, Doña Ana.
que en el puro cristal de su corriente ¿Por qué mis pasos sigues?
prodigio te traslada, ¿Quién eres, di, que á una mujer persigues,
bien que ofendida por no bien pintada. pródiga de temor y sentimiento?
No desocupe tu esplendor el prado, ¿Quién te provoca á tan extraño intento?
de tu luz matizado Déjame, hombre ó fiera;
mejor que de sus flores, déjame, no me sigas.
pues son, los que matices, resplandores. Don Juan.
Tu beldad soberana,
cuyos rayos lucientes la mañana Oye, espera.
toda la hacen aurora, toda oriente, Doña Ana.
más propicia me escuche. ¡A y, Dios! detente, No puedo.
que, aun sólo imaginada, Don Juan.
ya me mata tu ausencia, ó cuando airada De estos riscos
se opone á rni quietud. Ya tu desvío, precipicio seré, porque obeliscos
684 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO
me den aquí á tus ojos sepultura si es que me escuchas atenta.
si no me escuchas. Caminé á Toledo, y antes
Doña Ana. de llegar una ú dos lleguas,
Abreviar procura; está un lugar donde había
di quién eres, prosigue, di quién eres, una boda, cuya fiesta,
porque despues me digas que me quieres. rústicamente ostentaban
banquetes, bailes y ofrendas.
Don Juan. Parecióme bien la novia;
Por eso empezaré; que lo primero acerquéme con sospechas
ha de ser el que sepas que te quiero. del novio que me atendía
Pero escucha, y sabrás á quién venciste, ya celoso. iQué cautela
porque admires en mí lo que supiste. no ha prevenido un villano
Sabrás, prodigio de luz, aun antes que tenga fuerza
milagro opuesto á la alteza en la intención! Y, en efecto,
de los rayos en que Febo su malicia ó su experiencia
da espíritu á las estrellas, dió luego con mi cuidado,
que fué Sevilla mi patria; tan mal sufrido, que arriesga
fuélo por nacer en ella, en una resolución
que el mundo patria común las vidas dél y cincuenta
lo es ya por gusto ó por fuerza. que me acometen furiosos
Don Juan Tenorio me llamo; con chuzos, dardos y piedras.
por el nombre ó por las señas Resistíles animoso,
pienso que ya me conoces; y pienso que si no huyeran,
pero, por si no te acuerdas, todos juntos ¡vive Dios!
don Pedro Tenorio, aquel que aun para llevar las nuevas
que vió sin menguante llena no sé si quedará alguno
por tantos años la luna Íde tantos. ¡Oh, cuánto es fea
de su privanza y grandeza, acción el huir, pues quita
fué mi padre, bien lo sabes; la victoria, que pudiera
no ha tanto que yace muerta ser mayor en los que huyen
su fama. El Rey de Castilla, que en los que muriendo dejan
que Dios guarde, á su cabeza opinión! Paso adelante,
fió del gobierno el peso, que aquesto es nada. La arena,
que los reyes, aunque reinan, piso del dorado Tajo,
cuando privados admiten, y habitando sus riberas,
no parece que gobiernan. porque el suceso pasado
Murió, en fin, como es notorio; no me aseguraba, un tema
mucho antes que muriera con cierto hidalgo de allí
dejando su casa, yo, tuve un día, que si es necia
de tres lustros aun no apenas, la porfía porque cansa,
Vdestino fué el resolverme, no lo es menos porque della
jsecreto tuvo de estrella, se ocasionan mil disgustos
Ipues ser hijo del privado que paran siempre en pendencias.
no pudo estorbar mi ausencia. Desmintióme, siendo luego
Partí, en fin, dejé la casa / un bofetón mi respuesta;
de mis padres, la grandeza, acudió á su obligación,
el regalo, la lisonja, ' sacó la espada; saquéla;
el lugar, la preeminencia, amotinóse de vulgo
la futura sucesión una tropa que me cerca
de la privanza, pues fuera á tiempo que ya arestados
por industria de mi padre una punta me endereza;
segura en mí. ¡Oh, cuanto yerra rebatila y por el filo
el consejo en poca edad, de su espada tan derecha
si consigo se aconseja corrió á su pecho la mía,
el que, cual yo, se resuelve que cuando al reparo entra,
por elección ó por tema! ya yo envainaba en su pecho
Con un criado que solo mi espada; que la pendencia
y que leal no me deja, la ha de acabar una herida,
partí como digo habrá si es de buen pulso ó si es diestra.
otros tres lustros. iQué ciega Cayó muerto, al tiempo mismo
obra la razón en tanto que aun esgrimiendo sangrienta
que el apetito no enferma! venganza de tanta turba
Fué mi designio ver mundo; como me acomete y cerca,
no sé si al mundo le pesa con su ofensa me defiendo:
de que le viese ó á mí éste muere, aquél pelea,
de haberle visto; resuelva uno huye, otro se arroja,
esta duda lo que oirás, pero todos escarmientan,
JORNADA PRIMERA 685
cuando, dejándome el campo, como allí en tu presencia,
vieron esmaltar su hierba me vieras lograr venganzas
ú de la sangre que'corre tan honrado que dijeras:
ú del miedo que la hiela, I «No es quien obra aquí lo fuerte,
Mas, paso, paso adelante, la sangre sí, por ser buena»:
que aquesto es nada. La sierra que de un poderoso nadie
fué forzoso que habitase, I se satisface ó se venga
porque del risco ó la cueya sin ser obra de valor
me amparase contra un mundo donde la sangre se prueba.
qjie me sigue. Estuve en ella Vila en sus brazos, en fin,
muchos aias. Desmintiendo y con la daga, tan cerca
espías y centinelas, de mi enemigo me arrojo,
bajé una mañana al valle, que se murió, sin que sepa
donde una serrana bella si fui yo quien le dió muerte,
me sale al paso; rindióme, pues ni á volver la cabeza
y esta fué la vez primera le dió lugar el aliento,
que'tuve atnoi^peiu uu, ya cadáver, ya tragedia
rio tuá a"mor, pues luego intento el cuerpo, pues, al amago
gozarla; apetito tue, — sobró el golpe de mañera
que quien la dicha no espera, que, cuando el alma lo siente,
sabiendo obligar, no ama, ya estaba el cuerpo sin ella.
apetece, sí, ú desea Mas, paso, paso adelante,
para ser la posesión que aquesto es nada, rué fuerza
olvido de tanta deuda. dejar la sierra. Huí á Cádiz,
Era hermosa la serrana adonde, en una galera
y, aunque serrana, discreta; me embarqué; surqué los mares,
miróme como ofendida, precipicios de mi estrella, ^ »—
escuchó menos severa, que me despeña atrevida,
y neutral en las acciones, que me provoca soberbia,
entre él agrado y vergüenza, siguiendo siempre, y, en fin,
me dijo: «Si es que habitáis en un navio en que trueca
señor, como yo estas selvas, la galera mi viaje
no será el postrero día atravesé á Ingalaterra
que nos veamos.» Quisiera y después á Flandes, donde
detenerla yo, mas viendo serví con una jinenta;
asomar por una cuesta y sabiendo que una noche
una tropa de caballos, desembarcaban en tierra
recelé, recatóse ella, cuatrocientos enemigos
fuese, y embosquéme yo. que en dos barcas holandesas
¡Pensión del que agravia, pena vinieron á nuestro campo,
del delito, que no importa les embaracé la empresa.
que el castigo no se tema, Dos cabos de nuestro campo, .
si es la concienciael impulso envidiosos de rfiTéstrella
cuando el ánimo se altera! (no quiero decir que fueron
Apenas, pues, otro día cobardes, pues no es flaqueza
comenzaba su carrera acometerme dos juntos, j
el dorado Febo, cuando temeridad sí que fuera
yo en el valle y en las selvas presumir uno de sí
ya estaba logrando auroras, lo que un escuadrón no piensa),
pues á un tiempo en competencia desafiáronme al campo;
Celia y la mañana salen, matélos y di la vuelta
pero más hermosa Celia. á España, y porque en Sevilla,
Halléla, en fin, mas ¡ay cielos! mi patria, sólo por nuevas
que aunque la hallé no era ella, mi valor se sabe,' quiero
porque una injusta mudanza se sepa por experiencia'
me hizo dudar de las señas. siendo horror, causando espanto,
Un Príncipe, dueño altivo asombro, temor y pena
de aquel distrito, á la sierra á los hombres, á los brutos,
salió á cazar este día, á los montes y á las fieras.
y siguiendo en la maleza Hoy á sus murallas llego,
del monte un corzo ligero, y hallándote fuera de ellas
al corzo dejó por Celia. en el cristal de esa fuente
Vióla el Príncipe ¡ay de mí! te vi primero tan bella,
vióla, enamoróse de ella; tan señora, tan bizarra,
hablóla amante, rindióse, tan hermosa y tan honesta,
pues, en sus brazos: quisiera que di primero á tu imagen
que repetido este agravio que á ti mesma la obediencia.
686 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO
Tuyo soy; yo he de servirte, monstruo te presumí, temí en efecto;
no á disgusto, no por fuerza, mas ya que humano veo
sabiendo obligarte, sí. el que temí Teseo,
Dime quién eres, no temas arroyuelo seguro que desata
acción que sea descortés en corriente veloz hilos de plata,
ni palabra que te ofenda. el ánimo sosiego,
Rendido, señora, tienes amante te escuché, mirote ciego.
el que horriblemente ostenta ¿Eres valiente cuando amante eres?
hazañas tan inauditas Triunfar de fieras y ofender mujeres
en entrañas tan sangrientas. no es acción del valor, pues no consiente
Este, pues, que así te pinto, ser á un tiempo cobarde y ser valiente.
éste que escucharte atenta, Tu amor me has dicho, ya héle escuchado;
alma de toda la ira, baste saber que estás enamorado;
rayo de toda la fuerza, déjame lo demás, no te apresures
tienes á tus pies postrado ni más que haberlo dicho aquí procures.
mi rendimiento; esta deuda Don Juan.
no me pagues mal, repara ¿No has visto, pajarillo aprisionado
en mi natural. Mas, ea, que, atento á su cuidado,
que no he de acabar por miedo y al son de contrapuntos y primores
lo que por amor empieza. lamenta de una jaula los rigores?
Tuya es la victoria, baste Ya ensaya libertades
que por tuya la confiesa con las alas, ya entona suavidades,
en el más valiente pecho
la más rendida fineza. y ya del contrapunto
Admite, pues, la disculpa, para dulces gemidos toma asunto,
porque olvidada la queja ya intratable, ya triste, ya halagüeño,
á tu gusto, á tu albedrío, cuando viniendo el dueño
á tu gracia, á tu clemencia, á darle de comer suelta un palillo
viva, si quieres que viva; por donde el pajarillo
muera, si quieres que muera. la prisión desocupa, •
D.E Ana. (Ap.) ¡Vióse mayor confusión el vuelo esgrime y otro sitio ocupa,
que la mía en riesgo tal! tan lozano y alegre, que publica
iQue una mujer principal su libertad si canta, vuela ó pica.
se vea en esta ocasión! Este, pues, pajarillo aprisionado,
¡Oh, nunca al campo saliera! en mi gusto eres tú, y en mi cuidado
Mas válgame aquí un engaño si le doy libertad, será el palillo
con que, remediando el daño, por donde el pajarillo,
me libre de aquesta fiera. dejándome engañado, ,
' D. Juan. Ya de vuestra suspensión mis esperanzas burle y mi cuidado.
mi rendimiento agraviado Doña Ana.
teme que, por despreciado, Don Gonzalo de Ulloa, un caballero
no hacéis dél estimación. á quien debe su acero
más triunfos y victorias
Doña Ana. que aquellos nueve de la fama glorias
¿No has visto un arroyuelo á los bronces y plumas,
que con plantas de hielo es mi padre, y ahora no presumas,
huye de la montaña puesto que ya mi calidad has visto,
entre juncia escondido y espadaña, que á tu amor me resisto,
ó en remansos que explayó licores no agradecida; pero ser liviana,
se aloja entre las flores, ¿cómo es posible que lo sea doña Ana
haciendo una represa de Ulloa? Aquesto baste,
con que parece que su curso cesa, si fácil me juzgaste.
hasta que, más seguro, se dilata De Sevilla esta tarde me he alejado
vertiendo perlas y sembrando plata? para coger de esa fuente en este prado
Pues yo en el campo así, yo en ese monte, las perlas que salpica
pirámide inmortal deste horizonte, de su cristal al alcatifa rica
de tu presencia huyendo, que, matizando Flora,
horrible entonces, porque huí temiendo milagro se repite cada aurora.
hallar donde esconderme procuraba; Halléte á ti donde busqué el recreo,
ya el curso aceleraba, ni lo extraño ni creo
ya detenerle intento que admirar ni creer á la fortuna
recogida la voz, torpe el aliento, es resolver sin experiencia alguna.
con paso desairado, Empeño de un acaso
con desaire alentado, este accidente fué: vamos al caso.
con aliento medroso, En Sevilla es mi casa, patria tuya;
fingiéndolo animoso con esto es bien concluya
tan dentro del aprieto, que, en decirte mi casa, así el engaño
JORNADA PRIMERA 687
verás; ¡suceso extraño Es hija de don Gonzalo
lo que he de hacer por tí! mas tú lo piensa, de Ulloa; conózcole bien,
que en decírtelo yo me hago ofensa. y su calidad también, K
Adiós, don Juan, adiós, que ya el ocaso que es tal que aun yo no le igualo. V
derivándose el sol me impide el paso. Mira, pues, si puede ser
que mujer de tan gran fama
Don Juan. me enamore como dama
¡Pues cómo! ¿Así te vas, así me dejas? y engañe como mujer.
Doña Ana. Colchón Sí puede ser, (i)
porque nacer principal
Injustas son tus quejas, no es haber mudado el ser,
pues me quedo contigo y es el engaño mujer,
cuando me ausento. De temor lo digo. según regla general.
Don Juan. D. Juan. Todas engañan, Colchón.
¿Que no me engañas? Colchón Todas engañan, don Juan.
Doña Ana. D. Juan. A mí no me engañarán.
Colchón De la mujer y el melón
No. cierto discreto decía
Don Juan. que antes que se alabasen
Jurarlo tienes. se probasen ó catasen
y nadie se engañaría.
Doña Ana. Mas di, si en la relación
Por ti. que de tu vida la hiciste
Don Juan. tan tremendo discurriste
¡Qué mayor dichai que te pintaste un león,
Doña Ana. ¿cómo concederte puedo
Inés: ¿no vienes? sobornaste su favor,
si en vez de tenerte amor
Don Juan. es fuerza te tenga miedo?
¿Quién es aquesa Inés? D. Juan. ¿Cómo, si aquí no estuviste,
Doña Ana. lo que la dije has sabido?
Una criada Colchón Como aplicando el oído
que allí, entre aquellos sauces retirada, escuché cuanto dijiste.
me espera. Adiós, don Juan. D. Juan. ¿Pudo, pues, desagradarla,
Don Juan. al pintarme tan león,
la rendida adoración
Detente un poco. con que procuré obligarla?
Doña Ana. Colchón, Si á lo crudo y á lo hampón
No puedo. Ven, Inés. se inclina su voluntad,
ganó tu temeridad
Don Juan. y venció tu condición;
Déjasme loco. pero tengo lo contrario
(Salen Inés y Colchón, y vanse las dos por otra por más conforme á una dama,
parte.) y que ninguna que ama
se inclina á lo temerario.
ESCENA II D. Juan. La prueba de amor mejor,
aun allá en lo irracional,
Don Juan y Calchón. es vencer el natural
por cariño ó por amor:
Colchón. ¿Qué has pescado? luego á mí, que de una fiera
D. Juan. La hermosura lo duro y áspero imito,
flor á flor en un jardín; el favor que solicito
un ángel, un serafín, por rendido se debiera;
y, en fin, la mayor ventura. mas al tiempo lo dejemos
Colchón. Pensarás que del anzuelo y dime cómo te fué
ya cuelga alguna lamprea con la criada.
y será algún sollo. Colchón Se fué.
D. Juan. Sea. D. Juan. ¿Y no hubo más?
Colchón. Que te ha de engañar recelo. Colchón. Dos extremos:
D. Juan. Colchón: ¿qué mujer, qué dama uno en ella de pedir
fué posible que engañase y en mí otro de no dar,
que manchada no quedase con que se quiso enojar
en la opinión ó la fama? y yo me quise reír.
Malicia es tuya, no mía, Llamóla en esto su ama;
que aquella rara belleza
es efecto de nobleza, (i) Este verso incompleto pudiera leerse de este
como de la luz el día. modo: «Pienso que si puede ser.»
688 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO
fuese y dejóme contigo,
que eres mejor para amigo ESCENA III
que no ella para dama. Don Gonzalo. El Marqués.
D. Juan. Con poco acompañamiento D. Gonz. Señor marqués de la Mota,
salió al campo. saber deseo qué día
Colchón. Una criada, resuelve vueseñoría
un coche y una emboscada casarse, por si se nota
de gentilhombres, que á ciento el que antes de casarse
llegaban, ¿es poco? me haga aqueste favor
D. Juan. No, con sus visitas.
si son tantos. Marq. Señor,
Colchón Note asombre lo que siento el dilatarse
que sólo en un gentilhombre sabe amor.
he mentido; en fin, salió, D. Gonz. Pero no creo
en coche y como te digo, que toma resolución.
y por la fe de español, Marq. En tan justa prevención
que si tiene coche el sol padecer tiene el deseo.
que no es el sol su enemigo. Es un siglo cada instante
D. Juan. Ea, vamos. ¿Si acertaré y una edad cada momento,
dónde es mi casa en Sevilla? mas tanto apercibimiento
Y no será maravilla me detiene; en tanto, amante,
si ha tanto que la dejé. para de aquí á quince días
Mi madre bien sé que vive, tengo resuelta la boda.
como que murió mi padre; D. Gonz. Algo me desacomoda,
si me estima como madre mas como sus bizarrías
veré en cómo me. recibe. conozco por experiencia,
Colchón..¿Y no me has de dar hallazgo? no es mucho tiempo el que pide;
D. Juan. ¿De lo que he perdido? mas advierta que le impide
Colchón No, las visitas mi licencia.
de lo que has hallado.
D. Juan. ¡Yol
Colchón..Heredar el mayorazgo ESCENA IV
de tu casa, ¿no es hallazgo? Sale Doña Ana.— Dichos.
D. Juan. Dios le perdone á mi padre. •Ana. Padre y señor.
Colchón. Como también á tu madre
el no quererse arrugar. Gonz, Mi doña Ana,
D. Juan. Si tantas, dichas me aguardan ¿cómo ayer tarde te fué
-Y t?TuñTe mos.de la tortuna.
Colchón. Como son llenos de Tuna, D.* Ana.
en el campo?
Bien logré
poco sus menguantes tardan. la tarde y aun la mañana.
D. Juan. En esa filosofía, En la tarde, pues, estaba
¿quién te mete? tal el campo á aquella hora,
Colchón. Mi experiencia. que dijeran que la aurora
D. Juan. Déjame, que mi conciencia entonets le saludaba.
es bastante profecía. Perdone vueseñoría
Colchón. Vamos; mas oye, que ahora que me lleve del afecto
me acuerdo que la criada de mi padre.
me dijo que está tratada Marq. Ese respeto
de casarse su señora. á sus canas se debía.
D. Juan. ¿Con quién? Siempre enseñáis cortesana
Colchón No sé; mas, espera; y persuadís tan discreta
¿no hay un marqués de la Rota que os conocen por perfecta
en Sevilla? del modo que por doña Ana.
D.a Ana. Eso será por favor
D. Juan. De la Mota
le hay. que le deba á vuestro afecto,
Colchón. Ese dijo. siendo mayor el objeto
D. Juan. Muera donde el mérito es menor.
si se me opone el marqués. Marq. Si ser mayor es así
> Hoy penetraré su intento, donde no hay merecimiento,
le estorboré el casamiento aquí de vuestro argumento
& y le verás á mis pies; me he de valer para mí.
pero ¿no echas ya de ver
si es doña Ana principal? ESCENA V
Colchón Yo hablo del natural '
por lo que mira á mujer. Sale Inés.— Dichos.
(Vansey salen Don Gonzalo, barba, y el Inés. Para entrar un forastero
Marqués.) pidiendo licencia está.
JORNADA PRIMERA 689
D. Gonz. Entre luego. ¿Quién será? pienso que me ha de matar.
Inés. Oyes, aquel caballero ¡Qué bien que supo privar
que te habló en el campo es. vuestro padrel ¡Con qué tiento
D.° Ana. ¡Ay de mí! Perdida soy. la privanza y la ambición
(Túrbase con demostración.) ajustaba! Nunca vi
D. Gonz. Decid que entre. se desvaneciese, y fui
D.* Ana. Yo me voy. quien tuvo su corazón
Marq. ¡Turbada doña Ana! en las manos, que un prudente
D.*Ana. Inés. nunca sin aconsejarse
(Vanse las dos.) del que llega á confiarse
Marq. (Ap) Con un forastero ayer en la ejecución consiente.
que habló en el campo me dijo En fin, él sólo privó
su criada, y lo colijo sin mudanza de fortuna;
de este turbarse y perder que logra llenos de luna
el color oyendo ¡ah, cielos! quien sin ambición subió.
que entraba. Celos y amor: Marq. Lo mismo decir podré;
dad oídos al temor no tuve amigo mayor.
para ser amor y celos. D. Juan. Tuvo del Rey el favor,
púdolo ser, y yo haré
por vos cuanto pueda.
ESCENA VI ¿Vos?
Marq.
Salen Don Juan, Don Gonzalo y El Marqués. D. Juan. Yo, pues.
Colchón. Marq. ¡Notable locura!
D. Juan. Mucho este hombre me apura
D. Juan. Ya, Colchón, vengo informado la paciencia, y ¡vive Dios
de los dos, que el uno es que si me enfado!
don Gonzalo, y el Marqués Colchón ¿Es posible,
el otro. es posible que hoy siquiera
Colchón. Pues ten cuidado. no dejarás de ser fiera?
D. Juan. Que le tendré cosa es llana; ¡Qué condición tan terrible!
pues que sólo es mi intención D. Juan. ¿No es éste de quien consorte
el buscar aquí ocasión doña Ana ha de ser?
de ver ó hablará doña Ana. Colchón Tratado
Dadme, señor don Gonzalo, está.
los brazos ó vuestros pies, D. Juan. Y así provocado,
y déme el señor Marqués ¿quieres que aquí me reporte?
la mano. Con vuestra licencia quiero
Colchón. No va esto malo. despachar con un recado
D. Gonz. Saber, caballero, á quién á un amigo este criado.
he de dar los brazos quiero. D. Gonz. Vuestro gusto es lo primero.
Marq. Yo también. Marq. Temerario es este mozo.
D. Juan. A un caballero D. Gonz. Cosas cuenta dél la fama
que puede á los dos también que asombran.
preguntar. D. Juan. Aquesta llama
D. Gonz. No prosigáis, no se reporta.
que no es mi intento ofenderos. Colchón A destrozo
Todos somos caballeros, como á jarrete que toquen
puesto que en eso os fundáis. sería bien donde estuvieres,
Llegad, llegad á mis brazos, pues no hay hombres y mujeres
y á los del Marqués después, seguros.
que aunque es primero el Marqués, D. Juan. No me provoquen
no lo han de ser sus abrazos. y lo estarán. Mas ¿de quién
Y ahora, pues, es razón saber podrás si doña Ana
conozcamos ta persona, está en casa, ó si, tirana,
porque el valor que la abona me olvida?
no pierda en la estimación. Colchón Como me den
D. Juan. De don Pedro, que murió entrada en su cuarto, yo
en la privanza del Rey lo sabré, y aun la diré
soy hijo. lo que padeces.
D. Gonz. Y por justa ley D. Juan, Y que
á quien más estimé yo. se acuerde de que dió
¿Sois don Juan Tenorio? la palabra de ser mis,
D. Juan. Sí. la di también, y después
D. Gonz. Volved, volved á mis brazos, como sé ya que el Marqués
porque en más estrechos lazos me ofende con su porfía;
conozcáis mi amor aqui. que me excuse estos desvelos
Don Juan Tenorio, el contento y no me dé estos enojos,
comedias de tirso de MOlINA.—TOMO II 44
6go LA VENGANZA EN EL SEPULCRO

o si no, que por sus ojos D. Juan. (Un volcán


juro de vengar mis celos. es mi pecho.)
Colchón. Ruégale á Dios que no elija Marq. (Aquesto es
por respuesta algunos palos, lo mejor.)
que veo muchos Gonzalos D. Juan. (Mal se reporta
deste Gonzalo en lo hija. mi enojo. ¡Que aquesto pase!)
D. Juan. Fuera perderme el respeto, Marq. (¡Que me olvide!)
y no lo llevara bien. £>• Juan. (¡Que se case!)
Colchón. Para mí el que me los den Los dos. (Al remedio, pues, que importa.)
es de ese lance el aprieto; (Vanse.)
mas yo voy. \Vase.)
ESCENA IX
ESCENA Vil
Sale Doña Ana.
Dichos , ments Colchón.

D. Juan. Poco estimara, ¡Qué desdichada que soy!


señor, lo que os debo y quiero, ¡Oh, nunca saliera ayer
no siendo vos el primero al campo, pues llego á ver
que en Sevilla visitara. los riesgos de ayer y hoy!
Vengo á veros y á pediros Ayer de mi honor temí
me elijáis para ocuparme, la mancha sin culpa mía,
pues sois quien ha de mandarme y hoy aquí, ¡qué triste día!
y yo quien hade serviros. que vacilaba le vi,
De esta suerte le entretengo (Aparte.) pues mi susto y turbación
por si. doña Ana á esta pieza al entrar don Juan fué tal,
sale, que es poca fineza que en ensayos de mortal
no sepa que á verla vengo. viví sin respiración;
D. Gonz, Tanto gozo he recibido señales de que se infieren
de veros, señor don Juan, culpas con tal evidencia
que llego á creer que están que hay muchos con inocencia
mis sentidos sin sentido; que de aqueste achaque mueren.
que aquesto puede un contenio Luego yo que me turbé
como tal vez un pesar, tan á vista del indicio,
puesto que suele matar que no hiciese allí su oficio
un gozo como un tormento. el castigo mucho fué.
No permite esos excesos Mudemos, pues, el intento
l) Juan.
voluntad tan bien pagada. y oigamos al desengaño,
l) Gonz. ¿Cómo de vuestra jornada que se experimenta el daño
no me decís los sucesos? para solo el escarmiento.
Mas mi padre viene. ¡Ay, Dios!
D. Juan. Son muy largos. Si en mi turbación acaso
D. Gonz. Mi atención reparó ¡qué triste caso!
no se cansará de oíllos.
D. Juan. Si es obediencia el decillos
yo buscaré otra ocasión.
M ARQ. "Mucho el indicio me estrecha, ESCENA X
mucho crece. ¡Oh, cómo son
verdugos del corazón Sale Don Gonzai-o.—Doña Ana.
cuidados de una sospecha!
D. Gonz. Que somos uno los dos D. Gonz. ¿Hay alguien aquí con vos?
advertid. D.a Ana. Sola estoy. Sin duda es esto.
M w<q. ¡Fieros tormentos! D. Gonz. Pues si estáis sola...
Mas yo sabré sus intentos. D.°Ana. ¡Aydemí!
D. Juan. Señor don Gonzalo: adiós. D. Gonz. Quiero que sepáis aquí
M \»q. Adiós, señor don Gonzalo. serán vuestras bodas presto
l). Gonz. Id, caballeros, con Dios; con el Marqués de la Mota.
no diferencio á los dos, D.a Ana. Ya respira el corazón.
pues en mi amor los igualo. (Vast.) Sin duda mi turbación
pasó sin que diese nota.
ESCENA VIII D. Gonz. ¡Qué vergonzosa! Desde hoy
en quince días os casáis,
Don Juan. — El Marqués. bien será que os prevengáis,
y adiós, que áun negocio voy.
D. Juan. (Yo he de hablar con el Marqués Volveré tarde; la puerta
claramente.) esté cerrada temprano,
Marq. (Con don Juan que, pues traigo llave, en vano
me declararé.) será el tenérmela abierta. (Vast)
JORNADA PRIMERA 69 i
ESCENA XI D.'Ana Diréis, pues, á vuestro amo,
Doía Ana.
puesto que á mí os envió,
que se acuerde que soy yo
J¿-
Siempre que mi padre vuelve doña Ana, y que Ulloa me llamo,
tarde de noche recelo y que excuse... ¿No escucháis?
algún mal suceso. El cielo Colchón. Sin perder punto.
D.a Ana. La nota
le guarde, y pues ya resuelve
casarme, no me ha de ver que ha dado, y que el de la Mota
el Marqués, porque el favor es mi dueño. Y no volváis
se le ha de negar mejor vos aquí, que haré que os den,
al que marido ha de ser. y no lo dudéis, la muerte;
Inés. y decildo de esta suerte
á vuestro amo también.
(Vase con Inés.)
ESCENA XII Colchón. Pues, por Dios, doña Lucrecia
que, según lo que imagino,
Sale Inés y Colchón,— Doña Ana. que habéis hallado un Tarquino
Inés. Señora. que os deje burlada y necia.
(Vase y sale el Marques, de noche.)
D.° Ana. ¿Qué hacías?
Inés. Estaba...
Colchón No estaba, hablaba ESCENA XIII
en un colchón que buscaba
para su cama. El Marqués.
D.» Ana. Podrías
con más recato. Celoso v desesperado
Inés. A entender... vengo donde amar solía
Colchón La culpa tuvo el colchón sin celos; mas en un día
por llegar en ocasión ¿qué cosa no se ha mudado?
que Inés le había menester. Vime, si nunca envidioso,
Díjome á mí: «Concertalde» de bien querido envidiado;
Mas el colchón, que lo oía, pero ¿quién fué desdichado
la dijo: «Señora mía, sin ser primero dichoso?
para su cama, de balde.» Que habló doña Ana, he sabido,
D.a Ana. Id con Dios. con don Juan ayer, y sé
Colchón ¿Me despedís que si hoy se turbó y se fué,
sin preguntarme quién soy, que él también la causa ha sido.
dónde vengo, dónde voy Salió conmigo de allí,
ó á quién sirvo? ¡qué altivo y vano don Juan!
D.a Ana. ¿A quién servís? para decirme que están
Colchón De don Juan el TeTnerario concertados ¡ay de mí!
lacayo he sido hasta ahora, de casarse ¡qué rigor!
pero después que te adora tan conformes ¡qué tormento!
me ha hecho su secretario; que será su casamiento
y, en fin, yo soy enviado tan presto ¡qué falso amorl
de mi amo á que te diga que no ha de pasar ¡ah, cielos!
el empeño á que le obliga desta noche, ú de que sea
la palabra que le has dado; suya doña Ana. Mas, ea,
que te adora, y que por ti que así mi amor y mis celos
se muere. serán muerte del dolor;
D.'Ana. No prosigas. mas ^cuándo, en dolor tan fuerte,
Colchón .Que los celos... fué medecina la muerte
D.° Ana. ¿No calláis? para que cese el rigor?
Colchón .Del Marqués... Esto desde ayer me tiene
D.° Ana. Idos de aquí (i). en un tormento mortal;
Colchón . Le han inquietado de modo... mas ¿cuándo, del bien, el mal
D.° Ana. ¿Qué es esto? á las espaldas no viene?
Colchón Que pueden... Que se casa ¡qué congoja!
D.a Ana. Baste. con él, me dijo, y mi espada,
Colchón. Dar... si allí se vió provocada
D." Ana. ¿Qué? dobló para aquí la hoja.
Colchón Con su amor al traste Decoro allí el reportarme
y en esto lo he dicho todo. fué de doña Ana y su casa:
veamos cómo se casa
sin vencerme aquí ó matarme.
(i) Este pasaje está muy viciado: ni redondilla ni Aquí le pienso esperar
aún versos completos tiene. para dejarle advertido:
695 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO

son ofensas de marido el ser vos la barbacana


las que resuelvo á vengar, para no rendir la fuerza
que un casamiento aceptado del castillo y de una ingrata.
posesión es ya que obliga D. Gonz. Don Juan Tenorio parece.
á la defensa: no diga Colchón. Don Gonzalo es con quien hablas.
lo contrario el que es honrado. D. Juan. Ya le conocí, y me pesa
Aquí, pues, le aguardaré, de matarle.
donde, con tanta razón, D. Gonz. Dad la causa
tomaré satisfacción de un atrevimiento igual.
y mis celos vengaré. D. Juan. Yo he de entrar en vuestra casa,
Esta es la calle y la casa porque en ella vuestra hija,
de quien puede ó no matarme; ó me cumpla una palabra,
mas bien será retirarme ó me dé la posesión
mientras esta gente pasa. de hermosura que es tan rara.
D. Gonz. Primero os haré pedazos.
(Acuchillándose.)
ESCENA XIV D. Juan. De que ya no estéis sin habla
me admiro; mas, es valiente;
Safe Don Juan y Colchón, con capas no hay sangre fría en sus canas.
diferentes.— Kl Marqués. Marq. Discurrir en lo que haré
fuera obscurecer mi fama,
D. Juan. ¿Doña Ana te dijo eso? cuando el matarse dos hombres
Colchón. Esto me dijo doña Ana, puede aquí estorbar mi espada.
y que á ti te lo dijese. ¡Ali, caballeros!
D. Juan. ¿Mis celos no me bastaban? D. Gonz. ¡Jesús!
Pues, ¡vive Dios! que he de ver ¡Confesión! {Cae muerto.)
cómo lo dice mañana. Marq. ¡Qué gran desgracia!
Gozarla tengo esta noche D. JLan. Esto es hecho; lo demás
que quiera ó no, mi palabra
cumpliéndole yo al Marqués,
pues le dije se casaba
conmigo esta noche. Entremos,
mas la puerta está cerrada
y un hombre en aquella esquina.
í es menester que se haga;
pero sin matar á este hombre
no es posible.
(Dentro.)
en la calle.
Cuchilladas
Colchón. La justicia.
D. Juan. ¡Qué estorbo! Ya mi esperanza
se perdió; pero estar preso
ESCENA XV es peor. Colchón, ¿qué aguardas?
Sigueme.
Sale Don Gonzalo.—Dichos. Colchón. Por esta calle.
(Vanse los dos.)
Colchón. Otro por la calle pasa. (Sale por otra parte el Asistente, Algu»-
ciiescon linternas.)
D. Juan. Pues á que pase aguardemos,
que aún otra industria me falta.
Mas parece que una llave
le hace la puerta franca. ESCENA XVI
De casa debe de ser.
(Hace que abre una puerta.) El Asistente y Alguaciles.— Marqués.
Sigueme, Colchón.
Colchón. ¿Qué trazas? Asist. Den, caballeros, las armas.
D. Juan. Entrar con él en abriendo; Marq. Yo á ninguno doy las mías.
matarle luego y la casa Asist. ¿Cómo no? Prendelde.
saquearle muerte á muerte Marq. Aguarda.
sin que quede cosa humana Asist. Llegad luz. ¡Señor Marqués!
que no muera en ella, pues Marq. ¿Q ué es esto que por mí pasa?
mi sed, mi rencor, mi rabia, Asist. No excuso vuestra prisión,
sólo es ya de beber sangre ya lo véis.
hasta verme con doña Ana. Marq. Es excusada,
Colchón. Llega, pues, no cierre. pues que sólo ponía paz
D. Juan. Hidalgo: por remediar tal desgracia.
el que otra puerta se abra Asist. Pues ¿quién ha muerto aquel hom-
donde una se cierra es justo. Marq. Ya quien le mató se escapa [bre?
Allá vamos todos. por esacalle.
D. Gonz. Falta Asist. Mirad:-
el saber si quiero yo. llegad la luz á la cara
D. Juan. Remitiéndolo á la espada del muerto. ¡Válgame el cielo!
servirá poco, buen viejo, Don Gonzalo es éste, y clara
:f
<
JORNADA SESUNDA 693
ya contra el Marqués la culpa.
A don Gonzalo á su casa
luego entre todos llevad. JORNADA SEGUNDA
Marq. ¡Vive Dios que en su venganza!..
Asist. Señor Marqués, á esta parte
me escuchad una palabra.
Marq. ¡Ah, don Juan Tenorio! El cielo ESCENA PRIMERA
vuelva hoy aquí por mi causa.
Asist. A doña Ana pretendéis
y á la puerta de su casa Salen Don Juan, Colchón, Doña Ana, Inés, y ellas
os hallo cuando á su padre de luto.
muerto aquí de una estocada;
la espada os hallé desnuda, D. Juan. El pésame vengo á daros,
que no es poca circunstancia. tan triste por lo que siento,
Sabe el cielo que quisiera, que consuelo mi tormento
y sabe Dios si me holgara si pretendo consolaros.
de no hallaros en la calle Y ¡vive Dios! que al Marqués,
cuando hallo esta desgracia. á no estar en la prisión,
Cumplir yo con la justicia le sacara el corazón
y conmigo en esta causa comiéndomele después.
dificultoso parece Ved, pues, lo que me mandáis;
sin vuestra prisión. resolved lo que queréis,
Marq. Me agravia que, como me lo encarguéis,
en esa resolución; vos veréis cómo os vengáis.
que si me dan ú doy causas Colchón. Goza, Inés, de la ocasión.
para matar, no las niego á esta parte te retira.
por excusarme la infamia Inés. Su desenfado me admira.
de vengarme sin valor; Colchón. Yo extraño tu condición.
que es cobarde la venganza Inés. Mi peligro es el que evito.
que no publica el castigo Colchón. Pues ¿qué defiendes?
donde agravios desagravia. Inés. Mi honor.
Asist. Como administro justicia, Colchón ¡Ah, falsa, que no es amor!
de consecuencia tan clara Inés. ¡Ah, traidor, que es apetito!
es fuerza que me desvíe. D. Juan. Si al dolor ó si al desdén
Marq. Averiguar lo que pasa atribuya el suspenderos,
le toca á vueseñoría. no resuelvo.
Asist. Y ¿cómo lo averiguara D.' Ana. Agradeceros
sin sustanciar este indicio? vuestro sentimiento es bien
Marq. Diciéndolo yo. y estimaros la venganza
Asist. No basta; que me ofrecéis; pero no,
que causas tan criminales no la acepto, porque yo
por lo escrito se sustancian, no he perdido la esperanza
que verbalmente no pueden. de vengarme. Viva estoy;
Marq. Cuando es tal la circunstancia tengo valor, tengo brío
de mi persona, sí puede. y sangre tal, que la fio.
Asist. ¡Hola! Ya esto me cansa. Pero quien sepa quién soy
Vaya el Marqués á una torre. nada de esto dudará,
Marq. ¡Señor Asistente!.. y cuando se dude de ello,
Asist. Basta. soy yo, sí, quien ha de hacello,
Marq. ¡Que he de pasar por aquesto y el tiempo quien lo dirá.
por no infamar á doña Ana! D. Juan. ¡Tanto valor! (O me engaño
Preso voy; vayan delante. ó el blanco de su amenaza
Algua :. Si el Asistente lo manda. he sido.)
Marq. Hombres como yo... D.° Ana. ¡Qué infame traza! (Aparte.)
Asist. No hacen ¡Qué alevosía, qué engaño!
delitos. D. Juan. Entre sí habla y me miía
Marq. ¡Por esa vara!.. vengativa en el semblante.
Asist. Y sin ella. Mas llevalde, D.* Ana. ¿Ofender el que es amante (Aparte.)
que en empeños de palabras puede? Es engaño, es mentira;
nunca fueron para jueces, luego el Marqués no, no ha sido
pues dan al reo las armas, quien mató á mi padre, no;
perdiendo por imprudentes luego don Juan le mató:
lo que por cuerdos ganaran. aleve y cruel Vellido.
D. Juan. Tan divertida...
D.a Ana. No hay duda.
D. Juan. Me escucháis...
D.° Ana. ¡Qué falso amor!
694 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO
D. Juan. Que me ofendéis. D.* Ana. (Hoy entrando en la prisión,
D/Ana. ¡Ah, traidorl disfrazada, del Marqués,
Pero si el cielo me ayuda... sabré el intento, y después
D. Juan. A no ser el sentimiento tomaré resolución.)
tan justo... D. Juan. iQué! ¿os volvéis á suspender?
D.*Ana. De mi venganza... De arrepentida parece.
D. Juan. Pensara... D.° Ana. Como en mí se fortalece,
D.aANa. Tengo esperanza. es mi palabra mi ser.
D. Juan. Que es otro ya vuestro intento. D. Juan. Eso me hace creer
En el campo meengañastes; que no es mi esperanza vana.
ser mía me prometisteis, D.* Ana. No hay mucho de aquí á mañana.
pero cuando en casa os visteis D. Juan. Mis deseos lo dirán.
vuestra palabra negastes. D.* Ana. ¡Válgate Dios por don Juan! Wase.)
Si vos hacéis deshonor D. Juan. ¡Válgate Dios por doña Ana!
pretensiones de marido, Inés. Adiós, y á más ver, Colchón.
¿qué sentirá el que ha perdido, Colchón. Oyes.
porque se rindió, el valor? Inés. Dilo presto.
D.* Ana. Soy mujer, donde el honor Colchón. Inés,
es vidro tan quebradizo, yo te lo diré después.
que al soplo con que se hizo Inés. ¡Qué taimado socarrón! (Vase.)
se suele tal vez quebrar,
sin que se pueda enmendar,
puesto que ya se deshizo. ESCENA II
Luego yo, que soy mujer,
\f luego yo, que tengo honor,
soy vidro que en vuestro amor
puedo quebrarme ó perder:
Don Juan y Colchón.

Colchón. ¿Tú eres el que decías:


no queráis, pues, deshacer, «Yo he de gozar á doña Ana
señor, con vuestra porfía antes que llegue mañana,
la luz con que alumbra el día, matando suegras y tías?»
pues tiene en su claridad D. Juan. ¡Qué quieres! Yo no sabía
mi honor en mi calidad qué era amor, ni qué hermosura.
como mi fama en ser mía. Sólo en condición tan dura
D. Juan, Pues mirad cómo ha de ser, predominó valentía,
que dejar mi pretensión desgarro, venganza, guerra
no es posible, ni es razón para las cosas de amor,
me deje en esto vencer. siendo un hielo y mi furor
Ya como á propia mujer otro azote de la tierra.
os miro y os galanteo; Mas no sé, Colchón, no sé
no soy dueño del deseo, qué encanto tiene, qué hechizo
porque tiene mi albedrío esta mujer que deshizo
y no volverá á ser mío este rayo que vibré,
en tanto que no os poseo. pues en este brazo el cielo
D." Ana Si á ser mi esposo aspiráis, parece puso la injuria
todo está ya en mi favor, á su enojo y de mi furia
pues me obligáis con amor para castigo del suelo,
cuando marido me honráis. y ya, tirano Cupido,
En el silencio os culpáis, ni es rayo, furia ni enojo,
pues entonces como aquí sino un rendido despojo
,-. \ no os declarasteis allí. á un ángel que me ha Vencido.
¡Oh, cuánto en un pensamiento Colchón. ¿Tú, de blanda condición?
facilita un casamiento! D. Juan. |Sí, sin perjuicio del brío,
Vuestra soy, vuestra nací. wue mi valor siempre es mío
(Si supiera que le engaño |con una resolución.
segunda vez.) Y ¡ay, Colchón! ¡ay de doña Ana
D. Juan, No lo creo, si me da con el Marqués
por lo que duda el deseo, celos! y ¡ay de ella, pues,
hasta ver el desengaño. si no es mía de aquí á mañana!
D.a Ana, Sólo un día... Colchón. ¿Desde aquí á mañana?
D. Juan. Será un año. D. Juan. Sí,
D.» Ana Os pido... porque palabra me dió
D. Juan. Acortad el día. de serlo.
D.° Ana De plazo... Colchón. Pues de otra yo
D. Juan Para ser mía. te quiero informar aquí,
D.* Ana Quién lo duda. (Con mi muerte.) si me escuchas.
D. Juan. Loco estoy, que de otra suerte D. Juan. ¿Qué te dijo?
no cumple bien mi alegría. Colchón. Que te diese tu recado,
JORNADA SEGUNDA 6g5
digo, el que ella me ha dado se eterniza en su loa,
para ti; de que colijo y á mí ¡qué desconcierto
que al instante que te vió me deja infame en la traición que advierto!
la enamoraste. Del aleve homicida
D. Juan. ¿Al instante? pago la culpa en la opinión que pierdo.
Colchón. Es de repente un amante Déjeme, pues, la vida,
si por los ojos entró. consejo aquí el más cuerdo,
Dijome, en fin, te dijese que apetecer la infame es desacuerdo;
había en Sevilla una dama mas no me deje; viva;
que te adora. que morir sin morir es gran tormento__j|6
D. Juan. Y que se llama, y si en vivir estriba^
¿cómo? jamás el sentimiento
Colchón. Eso quiso que fuese en la muerte me quite el vencimiento.
desvelo de tu cuidado, Grillos de delincuente,
adónde vive y quién es; si cadenas de amante, me aprisionan:
mas yo lo sabre, después delitos no consiente
te lo diré. mi sangre ni los triunfos que me abonan;
D. Juan. Es excusado. mas jayl que ya en la voz no me perdonan.
Colchón. Déjame saber quién es. Don Juan Tenorio ¡ay, triste!
D. Juan. De lo que dices te dijo con indicios me ofende y con desvelos
lo que puede ser colijo. juzgando que consiste,
Doña Ana es mi dueño, pues si mi muerte en mis celos,
mi esposa espero que sea, mi culpa en su traición. ¡Valedme, cielos!
tan amante de mi esposa Doña Ana me persigue,
que ella fea fuera hermosa si es cierto el ser mudable el ser tirana,
y esa hermosa fuera fea; sin esperar mitigue
ni es posible sea verdad su fiereza inhumana,
un amor tan repentino. que esto es estar celoso de doña Ana.
Colchón. Pues ¿qué ha de ser?
D. Juan. Descamino
de alguna facilidad. ESCENA IV
Vamos, que ver al Marqués
en la prisión determino. (Vase.) Salen Doña Ana é Inés, tapadas y disfrazadas.
Colchón. Toma del gusto el camino El Marqués.
y deja el del interés, D.»Ana. Si aquese mi nombre fuera,
Inés, porque á verte voy, que entraba en buena ocasión
y menos de honor te precia; á veros en la prisión,
pues no puede ser Lucrecia señor marqués, defendiera;
quien se rinde porque doy. mas sin que doña Ana sea,
(Vase y sale el Marqués en la prisión.) que esta piedad me debáis
quiero y que me permitáis
ESCENA III el que aquí tapada os vea.
Marq. Lo que os mueve me decid
El Mari.ii ís á verme con tal piedad.
D." Ana Si creéis que voluntad,
La prisión que padezco no recelaréis que ardid.
si el afecto La siente como injusta, Marq. Con tal agradecimiento
contento la obedezco: os estimo la visita,
por si doña Ana gusta que los recelos me quita
que á su rigor padezca, entonces justa; y me pone atrevimiento...
mi queja no es primero D/Ana. ¿Para qué?
que doña Ana, si gusto suyo ha sido. Marq. Para pediros
Que se casa con ella ¡oh, caso fiero! que os descubráis.
de don Juan he sabido; D.* Ana. No es posible.
mas ¿no puede don Juan haber mentido? Marq. Pero será convenible
Sí puede; pues detente, para que pueda serviros.
resolución, que ofendes aquel cielo D.° Ana. No quiero me agradezcáis
que padece inocente. lo que sólo es piedad mía
Mas ¡ayl que no es consuelo y que por cualquiera haría
ser opinión la culpa y no el desvelo. preso como vos estáis.
En tan fuerte mudanza Mas decidme; ¿queréis mucho
que no me olvide pido: á esa dama, á esa doña Ana
falsa proposición de la esperanza, que nombrastes?
pues posible no ha sido Marq. Soberana
haber mudanza sin haber olvido. es su belleza.
Don Gonzalo de Ulloa D.»Ana ¡Qué escucho!
vivo yace en su fama, pues ya muerto Marq. Y así es fuerza que la quiera,
6g6 LA. VENGANZA EN EL SEPULCRO

que la estime, que la adore porque con mi sangre cuadre,


y que sus mudanzas llore. no habiendo muerto á mi padre.
D.a Ana. ¡Sus mudanzas! ¿á qué espera Marq. Eso es quererme ofender.
mi sufrimiento? ¿Mudable Inés. Don Juan Tenorio.
esa dama os corresponde? D.a Ana. ¡Ay de mil
Marq. Mudable. Marq. Echad el manto antes que entre.
D.»AnA. ¿Por quién ó dónde?
Marq. Que en aqueso no se hable
favor me haced. ESCENA V
D.° Ana. Pues ¿por qué? Sale Don Juan y Colchón.—Dichos.
Marq. Por ser justo este decoro.
D.a Ana. ¿Justo? D. Juan. /Ruego al cielo que no encuentre
Marq. Sí, porque la adoro (con otros celos aquí,
con alma, con vida y fe. dignificaros mi pena
D.° Ana. ¿Y cómo se compadece no podré si no creéis,
ofenderla y adorarla? mas si así os entretenéis
Marq. Pues en que puedo agraviarla. tendréis la prisión por buena.
D.° Ana. ¿Qué otro título merece (¿Qué dices de estas mujeres
matarla á su padre? Digo, que me han puesto en mil cuidados?)
si esa doña Ana es su hija Colchón. Los indicios son fundados;
de don Gonzalo. sospecha lo que quisieres.
Marq. Corrija, D. Juan. Descubrirlas es el modo
hablando en eso conmigo, de averiguar la verdad.
las palabras vuestra lengua, Colchón. Como sea temeridad,
vuestro pecho la intención, tú te arrojarás á todo.
porque en mí fuera traición, Marq. Señor don Juan, la visita
fuera infamia, fuera mengua. os estimo como es justo.
No ser pública venganza D. Juan. Pruebe, Marqués, mi disgusto
su muerte si me ofendiera. la pena que le acredita
D.' Ana. Yo, si ella fuera, os dejara. el sentir vuestra prisión,
Mas en lo de su mudanza, de que sólo vengo á daros
¿cómo quedamos? el pésame y á envidiaros
Marq. A vos, la padezcáis sin razón.
¿qué os importa? Pero lo que fuera en vos
D.*Ana. Defender ó en otro curiosidad,
el crédito de mujer. es en mí temeridad.
Marq. Eso para entre los dos No puedo más; ¡juroá Dios!
ha de ser cuando la vea. Saber quién son las tapadas
D.°Ana. Pues decírselo podéis, (Descubriéndose.) pretendo.
que aquí á doña Ana tenéis, Marq. Perderos fuera.
y no es bien que ausente sea D. Juan. ¿Cómo, si yo no quisiera?
el ofender su opinión, Marq. Son mucho las embozadas.
señor marqués, sino aquí D. Juan. Eso es bueno para mí,
para que vuelva por sí cuando obro de la suerte
desmintiendo esa opinión. que el rayo, que en lo más fuerte
Desmintiendo, digo, pues puede más.
con deciros que yo soy, Marq. No es para aquí.
pruebo que segura estoy D. Juan. Si pide su ejecución
en mí misma; en mí, pues es aquí el rayo, aquí se espere.
mi valor bastante muro Marq. Si yo no lo defendiere.
para defender mi honor, D. Juan. Tomaré resolución.
pues donde hubiere valor D.a Ana. ¡Qué hombre tan temerario!
estará el honor seguro. Perdidas somos, Inés.
Marq. ¿No es deshonor la mudanza D. Juan. Excusad, señor Marqués,
que fuese arrepentimiento el tenerme por contrario,
ó por otro casamiento pues sabéis mi condición.
ú diferente esperanza? Marq. ¿Qué os obliga?
D.° Ana. Señor marqués, yo os he dado D. Juan. Una sospecha.
palabra de esposa, luego Marq. Presto la veréis deshecha.
mis obligaciones niego D. Juan. ¿Dónde?
si de intención he mudado. Marq. En mi satisfacción.
Marq. Según eso, ¿firme estáis D. Juan. ¿No es mejor que ellas lo digan?
en ser mi esposa? Marq. ¿Cómo?
D.'Ana.'2 Y tan firme D. Juan. Descubiertas.
que mi mano lo confirme Marq. No,
puesto que vos lo dudáis; porque estoy presente yo
mas esto se ha de entender, y á su defensa me obligan.
JORNADA SEGUNDA 697
D. Juan. Estáis preso. D.'Ana. ¿Quedáis
Marq. No lo estoy seguro de mí?
para lo que á mí me debo. Marq. Sí, ¿y vos,
D. Juan. ¿Pensaréis que no me atrevo? no lo vais de mí?
Marq. ¿Entenderéis que otro soy? D.»Ana También.
D. Juan. Pues ¡vive Dios que ha de ser! Marq. Pues adiós apriesa.
(Va á descubrirlas y sale el Alcaide, y se D.a Ana.
detiene Don Juan.)
Ven.
D.Juan. En fin, como os digo... (ai Alcaide)
D
"Ana. Adiós.
(Vanse Doña Ana y Inés.)
ESCENA VI

Un Alcaide.—Dichos. ESCENA VII

Alcaide. Ya es esto mucho desorden, Don Juan, el Marques y el Alcaide.


señor Marqués, y á la orden D. Juan. Lo malquisto se ocasiona
que tengo no se ha de hacer de no saber por oficio
violencia. Vueseñoría distinguir el ejercicio
sabe que no puede hablar esta de aquella persona.
con nadie, ni aquí ha de entrar Diferencia ha de tener
mujer ni hombre. el que es noble del vulgar,
D." Ana. Este día y el hombre particular
fué el postrero de mi honor, del que tiene gran poder.
séalo también de mi vida. Aun en astros é influencias,
Marq. Señor Alcaidejjjfitdida en cielos y jerarquías,
la libertar^ el yalnr . se ven estas mayorías
sueteobrar desesperado, porque hay estas diferencias.
y es éSo mucho apretar. Alcaide, Si del señor asistente
(Un ardid me ha de sacar hay la orden que sabéis,
de lance tan apretado.) ¿de mí por qué os ofendéis?
Valerme de vos aquí D. Juan. Es orden impertinente.
no excuso, señor don Juan. Alcaide. No puedo más.
Estas mujeres están Marq. Que podáis
á gran peligro por mí; ó que no, vuestro ejercicio
mujer y criada son es ese; haced vuestro oficio.
del Alcaide, que, fingiendo Alcaide. Yo haré...
salir fuera... Marq. ¿Qué?
D. Juan. Ya os entiendo. Alcaide. Lo que mandáis.
De harto riesgo es la ocasión, (Vase.)
mas remediarlo os prometo.
Sin que lo repare ahora,
despedid á esa señora; ESCENA VIII
yo le entretendré. Don Juan y el Marqués.
D.a Ana. iQué aprieto!
Marq. Eso habéis de hacer por mí. Marq. Si prolijos cumplimientos
D.° Ana. Perdidas somos, Inés. permitiera la amistad
'Alcaide. Yole agravaré al Marqués cuando aquí mi voluntad
la prisión. os rinde agradecimientos,
D. Juan. (a Colchón.) Vete de aquí, con voluntad y razones
porque aguardes en la calle os reconociera aquí
estas mujeres, que quedo lo que habéis hecho por mí.
sospechoso. D. Juan. Marqués, buscad ocasiones
Colchón. Y si es enredo, en que me hayáis menester,
¿qué he de hacer? en riesgos, penas ó gustos,
D. Juan. Desenredalle, pero de celos injustos
siguiéndolas hasta que os desviad.
sepas su casa y quién son. Marq. Responder
Colchón.¿Y si me dan trascantón? á esa proposición
D. Juan. No eres tú tan lerdo; ve. quiero; escuchadme.
Colchón.A mujeres no temellas D. Juan. Marqués:
es aprobar su embeleco; yo soy vuestro y vuestro es
tres años ha que no peco no darme tal ocasión
por no meterme con ellas. (Vase.) para sacaros de aquí.
Marq. Señora, que al punto os vais La prisión podré romper,
por esa parte conviene, mas sufrir no he de poder
mientras don Juan se entretiene vuestros celos.
con el Alcaide. Marq. ¡Ay de mí!
698 LA. VENGANZA EN EL SEPULCRO

D. Juan. A Doña Ana quiero bien; no salieron y dejélas:


será mi esposa Doña Ana, esta es la relación
de que habéis de ver mañana de las busconas buscadas,
que me dan el parabién. y si ellas son tan taimadas,
Vuelvo otra vez á deciros ¿qué culpa tendrá Colchón?
no me deis celos; mirad D. Juan. Ven, que por la iglesia quiero
que perderéis mi amistad: buscarlas.
no tengo más que advertiros. (Vase.) Colchón. Es por demás,
pues mil tapadas verás
ESCENA IX que habían entrado primero,
y es hacer una experiencia
El Marqués. que por locura tendré.
D. Juan. La dificultad se ve;
¿Qué es lo que pasa por mí? pero haré mi diligencia.
¿Habrá quien pueda creerlo, Colchón. Alto, pues; á visitar
si dudarlo y padecerlo las capillas empecemos.
me sucede á un tiempo aquí? D. Juan. Esta tiene mil extremos
Don Juan por mí se ha empeñado que son dignos de admirar;
dejándome en el empeño ¡qué fábrica, qué hermosura!
otra vez, parece sueño, ¿No miras en cada parte
y otra vez me ha despertado. un prodigio por el arte
Don Juan me quiso matar y un primor por la moldura?
con ardidoso fingir. Colchón. Y de ésta, ¿qué te parece?
Quiero á Doña Ana escribir, D. Juan. No es al discurso posible.
pues que no la puedo hablar; Colchón. ¿Y ésta?
diréla cuanto ha pasado D. Juan. Tiene el imposible
con Don Juan aquí, y diré que su admiración merece.
cuánto le debe á mi fe, Colchón. Pues aquí bien hay que ver.
pues no creyó, si ha dudado. D. Juan. Sí; despacio lo veamos
Esto es en cuanto á Doña Ana, y este letrero leamos.
que en cuanto á Don Juan, saldré
de la prisión y veré {Córrese una cortina; descúbrese un se
' si con ambición tan vana pulcro bien formado y adornado, y en él
Don Gonzalo de L'lloa como se vio el «Con-
en el campo ó en la calle
yidado de Piedra* antiguamente, y hay
hace y dice como aquí.
un letrero.)
¡Que se me atreviere asíl
¡Vive Dios! que he de buscalle, Colchón. Yo no le acierto á leer.
que no ha de ser mi prisión D. Juan. «Aguardo aquí de un traidor
eterna; salir espero, que Dios venganza me dé.»
volver á ceñir mi acero De esa sentencia apelé
y restaurar mi opinión. cuando fui el ejecutor
Cese prisión tan tirana, de vuestra muerte, buen viejo.
déjeme el cielo vengar Don Gonzalo es el que miras.
ó máteme luego. Entrar Colchón .¿DeUlloa?
quiero á escribir á Doña Ana. (Vase ) D. Juan. Si; ¿qué te admiras?
Colchón. De que tú en aqueste espejo
ESCENA X no te mires.
D. Juan. ¿Me predicas?
Sale Don Juan y Colchón. Colchón. Los dientes me hace crujir
el letrero.
D. Juan. Despéname; di, Colchón, D. Juan. A mí reir.
¿qué averiguaste? ¡Qué cosas tiene tan ricas
Colchón. La iglesia ¡a capilla!
donde se entraron. Colchón. Y del sepulcro,
D. Juan. ¡Oh, pesia!.. ¿qué dices?
Colchón. Déjame hacer relación. D. Juan. Que es cosa rara.
Digo, que apenas dejaron Colchón Un crítico le aplicara
la cárcel, cuando las dos para alabarle lo pulcro.
á dar mil gracias á Dios D. Juan. En fin, señor don Gonzalo,
en esta iglesia se entraron, ¿aguardáis que os vengue Dios?
de lo cual es bien arguyas ¿No es mejor vengaros vos?
que el socorro soberano Yo desde luego os señalo
las tuvo tan de su mano por campo mi casa; en ella
que las libró de las tuyas. esta noche á pelear
Entré en la iglesia, busquélas, os espero y á cenar.
encontré con una tuerta, Colchón ¡Lo que el valor te atropella!
púseme, en fin, á la puerta, ¿A un muerto un vivo convida?
JORNADA SEGUNDA 669
D. Juan. Y le pienso regalar ESCENA XII
como lo quiera aceptar.
Colchón. Señor muerto, por su vida Salen Don Juan y Colchón. Después Don Gonzalo.
que no lo acepte; mas ya Criado i.'
parece que lo aceptó,
pues la cabeza bajó. (Baja la cabeza.) Colchón. ¿No quitas capa y espada?
D. Juan. Vamos, pues. ¿Dónde estará D. Juan. La espada no; el sombrero
la tapada? toma. ¿No hay músicos?
Colchón. ¿Aún no dispensa*: (Vase Colchón.)
en eso? Criad. i Sí.
D. Juan. ¿Si se habrá ido? D. Juan Pues que canten allá adentro,
Colchón. Ya, señor, tendrás sabido que la música me suena
lo del perro; ¿por qué piensas mucho mejor algo lejos.
que se entró en la iglesia? Las cantimploras no oigo.
D. Juan. Entró Criad. i.°Fresco beberás.
por hallarla abierta. D. Juan. ¿Qué es fresco?
Colchón. Bien; Tan frío ha de ser que sea
pues por estarlo también toda la región del hielo.
la tapada se salió. Pongan otro asiento aquí,
D. Juan. A mi así me lo parece. porque un convidado espero. '
Ya sabes ceno temprano Criad. i.° ¿Traerán la cena?
estas noches de verano. D. Juan. Esperad,
Colchón. Pues á cenar, que anochece. que es persona de respeto.
D. Juan. A cenar me voy; venid, Colchón. (Sale.) El convidado, señor,
y no me hagáis esperar. tienes ya en casa.
(Corre la cirtina.) D. Juan. Recelos,
Colchón. ¿Con un muerto has de cenaq dejadme.
¡Vive Dios que eres un Cidl Criad. i.° Voy por la cena. (Vast.)
D. Jijan. ¿Qué fué el Cid para conmigo^ D. Juan. Sin respiración aliento.
¿No ves que es poco blasón Colchón. Tanto ha obrado mi temor,
para ser comparación aun antes de entrar el muerto,
de mi valor? (Vase.) que parece que he tomado
Colchón. Eso digo; uncías de ruibarbo ciento.
pero por este refrán D. Juan. Mira, Colchón, si le abren.
algún demonio fué padre Colchón. ¿Para qué, si ya está dentro
y alguna demonia madre, sin llamar ni abrirle?
sin duda, de este don Juan. (Vate.)

ESCENA XIII
ESCENA XI
Sale Don Gonzalo, en la forma del «Convidado de
Salen dos Criados que pondrán la mesa Piedra». — Dichos.
ostentosamente.
D. Juan. ¿Temes?
Criad. i.'Don Juan, mi señor, envía Pero ¿qué desmayo siento?
á decir que viene luego ¡Válgame aquí mi valorl
á cenar, pongan recado. Colchón. Yo no tengo para esto
Criad. 2. °La mesa falta. ánimo; déjame ir.
Criad. i.° Pues presto, D. Juan. ¿Qué es irte? ¡Viven los cielosl
pedid manteles y plata. que si de mi lado un punto
Criad. 2.° Ya lo ha dado el repostero. te desvias, que al infierno
Criad. i.°Pues mientras pongo la mesa te he de enviar á cenar
poned á enfriar. mientras con el muerto ceno.
Criad. a.° Ya tengo Colchón. ¡Que se obliguen los graciosos
en dos sepulcros de nieve de las comedias á esto,
dos cantimploras. siendo tan gran disparate
Criad. i Haremos pensar que puede set cierto
la razón con agua fría. que al lado de un muerto un vivo
Criad. 2.° ¿No es mejor con vino añejo? tenga humor para el gracejo!
Criad. i.° No, que hace gran calor. D. Jijan. No me deja un sudor frío.
Criad. 2.° Un fuego saca otro fuego, Ea, sentaos, por que cenemos.
Criad. i.' El aparador nos falta. Bien cumplís vuestra palabra.
Criad. 2.° Puesto le dejo allá dentro. La cena.
Criad. i. °Alto, pues, traigan la cena, (Salen con la cena dos ó tres; cáeseles lo
que viene mi amo. que traen y, rodando, se vuelven adentro.)
Criad. 2.' Vuelo. (/ase.) Criad. i.° ¡Válgame el cielo!
7oo LA VENGANZA EN EL SEPULCRO

D. Juan. ¿Qué es eso? ¿caducas mis esperanzas


Colchón Que con la cena ya presumís en sus riesgos?
ha dado el miedo en el suelo. No cantéis más, no.
No quedó paje, señor, Colchón Por señas
que, tropezando en su miedo, que la mesa levantemos
no cayese, y que, rodando, parece que dice.
no se volviese allá dentro. D. Juan. Si.
D. Juan. Pues sirve la cena tú. Colchón Yo la quito.
De beber. D. Juan. Ya os entiendo.
Colchón Temblando llego. Que quedemos solos dice.
D. Juan. No temas, y en otra copa Colchón Pues yo me voy.
le da al convidado. D. Juan. Vete luego.
Colchón Espero Colchón Si me voy de buena gana
á que lo pida. te asegure lo que güelo. (Vase.)
D. Juan. Bien haces. D. Gonz. Echad la llave á la puerta.
Colchón. Soy yo muy gran palaciego. D. Juan. Ya lo hice y os la entrego.
Pero no come bocado. (No la toma.)
D. Juan. Canten. D. Gonz. ¿Cumpliréisme una palabra?
Colchón. Que canten mi miedo. . Juan. De mi palabra me precio,
Músicos. (Dentro.) «Los placeres de esta vida
son engaño,
si se mira el desengaño
K porque sé mi obligación.
D. Gonz Ya sé que sois caballero;
dadme la mano también,
en su medida,
pues, en la edad más florida, y no temáis.
D. Juan. Si no temo
la juventud más lozana
es alba de la mañana á mil enemigos vivos,
que muere de su venida.» ¿cómo á uno, y ése muerto,
D. Juan. No prosigáis, porque en mí podré temer?
no están al tiempo sujetos D. Gonz. A esta hora
los placeres ni la vida. en mi capilla os espero
Todo dura lo que quiero; mañana á cenar conmigo.
todo se sujeta á mí No dejéis de ir, porque de esto
y nada obedece al tiempo. me dais la mano y palabra.
Colchón Blasfemavit. D. Juan. Y á darla de nuevo vuelvo.
D. Juan. D. Gonz. ¿De cumplirlo?
De beber. D. Juan.
Cantad, y no sea lo mesmo. De cumplirlo.
Brindis, señor don Gonzalo, D. Gonz. Pues adiós.
á vuestra victoria, puesto D. Juan. Y nuestro duelo,
que en levantando la mesa ¿adónde ha de ser?
es fuerza que peleemos. D. Gonz. Allá.
Colchón, Primero que la razón D. Juan. También para allá le acepto.
haga, que pruebe le ruego D. Gonz. ¡Gran valor!
este jamón en conserva, D. Juan. Siempre le tuve.
que si se come en el cielo D. Gonz. Quedad.
será este manjar, pues todos D. Juan. Abriros intento.
son allá cristianos viejos. D. Gonz. Sin que me abriesen entré.
D. Juan. ¿No cantáis? D. Juan. Haced ahora lo mesmo.
Colchón. Mientras que cantan, D. Gonz. Yo me voy por esta pan».
por esta parte me entro, D. Juan. Y yo por ésta me entro.
porque ya no puedo más, D. Gonz. En fin, mañana os aguardo.
¡juro á Cristo! aunque me esfuerzo. D. Juan. Y en fin, allá nos veremos.
D. Juan. Colchón, donde yo te vea.
Colchón Penetróme el pensamiento.
Músicos. (Dentro.) «¡Que loca la confianza JORNADA TERCERA
deste mundo,
si en ser tan caduco fundo
lo que alcanza!
No hay sin tormenta bonanza; ESCENA PRIMERA
mas aquí todo es tormenta
sin bonanza, porque mienta Sale el Asistente, Don Juan y Colchón
la más segura esperanza.» y acompañamiento.
D. Juan. Músicos impertinentes
si predicadores necios: Asist. No el Asistente, un amigo
¿queréis probar mi paciencia que os habla, señor don Juan,
con bárbaros documentos? me creed, y no, no es bien
Si el mundo me teme á mí que el escándalo seáis
y si yo al mundo no temo, de Sevilla. Todo es quejas,
JORNADA TERCERA 701
todo agravios, sin que ya, Colchón. Que vayas sin mí.
como administro justicia, D. Juan. ¿Qué más
lo pueda disimular. se esperaba de un gallina?
Corregid vuestras acciones Colchón. ¿Por qué le quieres matar?
y el natural enmendad, D. Juan. Porque imagino que trata
que el sabio y el noble deben de prenderme y no tendrán
los astros predominar por grande hazaña el matarle
cuando tuercen las costumbres los que me conocen.
por vicio ó por natural. Colchón Das
D. Juan. Vuestros consejos estimo venganza á tus enemigos.
por quereros respetar; D. Juan. Muy poco les durará,
que por lo demás tal sufro pues retirarme al principio
todo eso es por demás. es cuanto me ha de costar.
Asist. Esto como amigo os dije; Colchón. ¿Y dónde matarle intentas?
sabré como juez obrar, D. Juan. En resistencia será,
por vida del Rey, si vos porque su mucha ventaja
no os reducís y enmendáis. me pueda á mí disculpar.
(Doña Ana á llamar me envía, Colchón La justicia no disculpa.
que pienso que delatar D. Juan. Luego ¿los jueces no están
quiere contra él. ¿Quién duda en las pendencias también
de que en la muerte será obligados á lo igual?
de su padreó por indicio, Colchón No, que el Rey y la justicia
ó porque ella lo sabrá?) nunca se han de aventurar
Don Juan, adiós., pues ¿qué hacéis? para vencer; luego en ellos
D. Juan. Con vos he de ir. no hay ventaja desigual.
Asist. Quedad. D. Juan. Traiga, pues, el asistente
D. Juan. Dadme licencia. consigo al mundo y verá
Asist. Después que cuando el mundo le ayuda
nos veamos; no, no vais, vencer no puede á don Juan.
que no pasaré de aquí. Ven, que la mano me espera
D. Juan. Quedarme quiero. de doña Ana; ven, serás
Asist. Mirad testigo de tanta dicha.
que me veáis. (Su prisión (Aparte.) Colchón. ¿Sabes si lo cumplirá?
pienso esta noche trazar, D. Juan. Pues no, si el sí y la palabra
que es una muerte el indicio dos veces me ha dado.
y su vida el general Colchón. Dan
escándalo. Esto ha de ser palabra y sí las mujeres
sin que se dilate más.) (Vase.) con mucha facilidad;
mas dime, ¿cómo ha de ser
ir con el muerto á cenar
ESCENA II esta noche, y esta noche
desposarte?
D. Juan. Ya estarás
Don Juan y Colchón. trasudando de apretado.
Primero me he [de] casar,
D. Juan. Por dos veces que le vea cenar después con el muerto,
me ha dicho, cuando me da con lo que pasare más,
en lo que hablaba entre sí y volverme luego.
no poco que sospechar. Colchón. ¿Dónde?
Colchón. ¿Qué te suspendes? ¿Qué tienes? D. Juan. Con mi mujer.
D. Juan. Mataréle. Colchón Cenarás
Colchón. ¿Dónde vas con la novia; es mandamiento
con tu discurso? de las bodas.
D. Juan. Ea, muera, D. Juan. Muchas hay
muera el Asistente. donde no se cena; y caso
Colchón. Ya que obligue la cena, ¿hay más
de tu suspensión me ofendo. que cenar dos veces?
¿En mí no sueles hallar Colchón Yo,
los dos Consejos de Estado como á ti no te haga mal,
y Guerra? Pues ¿dónde yan vengo en ello; mas, escucha,
tus cuidados por salida, que otra dificultad me queda.
si soy quien se la ha de dar? D. Juan. ¿Y qué es?
D. Juan. De matar al Asistente Colchón. Isabela...
trato. D. Juan. ¿Qué
Colchón. Si le has de matar Isabela?
daréte un consejo. Colchón La que está
D. Juan. ¿Y es? muerta por ti. ¿No te he dicho
702 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO
hay en aquesta ciudad ESCENA IV
una dama que te adora,
cuyo estado y calidad Sale Don Juan y Colchón.—Dichas.
casa y nombre ya he sabido?
D. Juan Pues dila si por galán D. Juan. Llamar,
me quiere, que por marido después que llamé, juzgué
ya doña Ana me querrá. por excusado; mirad
Colchón .¿Isabela por tu dama? cuánto me precio de ser
D. Joan Isabela. dueño de esta casa ya.
Colchón Es principal. Inés. Don Juan es: ¡grande desdicha!
D. Juan. Pues ¿qué importa que lo sea? D." Ana. Dueño dijo: ¡qué pesar!
Si tiene facilidad, D. Juan. Contando atento las horas,
¿hela yo de agradecer he sido tan puntual,
lo que con todos hará? pasóse el día.
Colchón Un vestido y cien escudos, D.a Ana. ¡Yo muero!
señor, como del altar D. Juan. ¿En qué, decid, reparáis?
me quitas. Que me deis la msno aguardo.
D. Juan. Para alcagüete D.' Ana. ¿Quién tuvo congoja igual?
no es mucha tu habilidad. D. Juan. ¡Cielos! ¿qué mudanza es esta?
Colchón Pues qué ¿quieres que la engañe Para hoy, si os acordáis,
diciend} que á verla irás, tenéis resuelto el ser mía.
y que la coja el vestido? ¿Qué respondéis?
D. Juan. Eso digo. D.'Ana. Que es verdad,
Colchón ¿Y si me dan pero quisiera que un día
mitra de alcagüete? más de término...
D. Juan. Den, D. Juan. Formad
pues el llegará obispar un ave rompiendo el viento,
por ese camino es premio. un delfín cortando el mar,
Colchón Si, pero no es dignidad; un caballo en la carrera,
mas, en fin, ¿qué la diré? de una creciente el raudal,
D. Juan. Pues ¿ella te ha vuelto á hablar? que todo aquesto es más fácil
Colchón .Muchas veces pretendiendo que vuelva en su curso atrás
que á verla vayas. que yo en mi intento; que yo,
D. Juan. Dirás ni sufrido ni galán,
que allá, después de mis bodas, ni cortés ni enamorado,
quizá la veré. (Vase.) use con vos de piedad.
Colchón. ¿Quizá? Si luego aquí...
Desta respuesta, mujeres, D.° Ana. ¡Grande aprieto!
aprended á no rogar, D. Juan. Si luego digo...
que se pierde estimación D.'Ana. Esperad...
cuando no se gana un real. (Vase) D. Juan. La mano...
D.a Ana. ¡Terrible riesgo!
Oid primero... ¡áqué mal
ESCENA III llegó el extremo del mío!
D. Juan. ¿Qué tengo más que esperar?
D.1 Ana. Digo ¡ay de mí! que primero '
Salen Doña Ana é Inés.
me habéis, señor, de vengar. I
D. Juan. Tened; decidme de quién,
D.° Ana Gran dicha, Inés, el librarnos decidlo presto, acabad,
en la cárcel de don Juan, que de mí mismo si fuera
tan resuelto á conocernos. de quien agraviada estáis,
Inés. Es el marqués muy sagaz. os vengara con mi muerte.
D.'Ana El crisol de la prudencia D.a Ana. Yo lo acepto.
es el riesgo. D. Juan. Pues hablad;
Inés. Remediar decidme quién es, decildo.
no se pudo de otra suerte. D.'Ana. Es...
D.'Ana, Ni más bien. D. Juan. ¿Quién?
Inés. Tomar iglesia, D.a Ana. Don Juan.
por si fué curiosidad D. Juan. ¿Qué don Juan?
el seguirnos, no fué malo. D.° Ana. Tenorio.
D.» Ana Todo debió de importar. D. Juan. ¿En qué os ofendió?
Al asistente he llamado, D.° Ana. Matóme á mi padre.
con que pienso encaminar D. Juan. Mal
la libertad del marqués. se probará contra él
Inés ¿Cómo? Mas ¿quién llamaba? cosa de tanta impiedad.
D Ana. Inés, responde. ¿Si fuese (¡Vive Dios que es grande empeño!
el asistente? La palabra de vengar
JORNADA. TERCERA 7©3
su ofensa aun de mi la he dado, Colchón. ¿Todo lo has de matar,
cuando soy en la crueldad matador de por San Lucas?
del delito sólo el reo, ¿Puedes ser sino fatal,
/ y es también condicional parca que siega gargantas
que la he de vengar primero sin excepción al segar?
que me dé la mano. ¡Gran
confusión! Pero la industria,
¿cuándo no ha podido más ESCENA V
que el engaño? Y pues doña Ana
me ha pretendido engañar, Sale el Asistente con todo el acompañamiento
que yo la engañe también que se pueda —Dichos.
justo y aun forzoso es ya, Asist. A saber tenéis visita
el engaño y la cautela no entrara; bien que llamado
corriendo así por igual.) de vos he sido.
D.» Ana . Suspenso ha quedado. D.° Ana. Un cuidado
D. Juan ¿En qué, vuestra venida me quita
decid, señora, fundáis cuando me libra también,
el ser yo quien dió la muerte por bárbara pretensión,
á vuestro padre? de un riesgo en una traición.
D.»Ana De entrar Asist. ¡Traición y riesgo! ¿Con quién
en mi casa aquella noche le habéis tenido?
que le matasteis... D.° Ana. Si veis
D. Juan ¿No más? á ese tirano aquí,
D.» Ana Tratasteis; mas él iquepena! el preguntármelo á mí
defendiendo... es excusado.
D. Juan Lo demás Asist. ¿Queréis
diré yo. Saqué la espada decirme, pues no hay lugar
cuando él con valor igual de escribir, lo que sentís
la entrada me defendía. desta muerte que decís?
Peleamos; metió paz D.a Ana. Después podré declarar.
el Marqués, pero no á tiempo, Asist. Decidme á mí brevemente
pues le pude, en fin, matar. si averiguarse podría
Llegó el Asistente á punto contra don Juan...
que de otra temeridad D.a Ana. No es el día
se libró el Marqués, pues quise ni más claro ni evidente,
matarle; mas por no dar fuera de que en este instante
lugar á que me prendiesen, él aquí' lo ha confesado,
me ausenté. Ahora escuchad ó ya de desesperado,
lo que en orden á vengaros ó ya de muy arrogante.
intento. No ha de faltar Asist. Y aquí, con vos, ¿qué ha tenido?
mi palabra; yo os la di ¿Hase descompuesto?
de vengaros; que cumpláis D.°Ana. Y tanto,
de vuestra parte es forzoso... que estorba el dolor al llanto
Dadme esa mano, lugar por privarme del sentido.
dando á la venganza. Ea, D. Juan. Yo entro aquí...
¿qué os detenéis, pues? Pensad Asist. Señor don Juan,
que si yo de mí no os vengo, ¡vos libre, vos descompuesto!
no hay quien os pueda vengar. Si hacéis con mujeres esto,
D.* Ana. Mayor aprieto es aqueste. justamente entenderán
Inés. ¿Qué intentará? que vuestras hazañas son
Colchón ¿Si matar fingidas, pues como aquí
se quiere él mismo? os descomponéis así,
D.°Ana. Los cielos no excuso vuestra prisión.
me den socorro. D.a Ana. Pague don Juan su delito.
Colchón. En agraz D. Juan. ¡Ah, falsa! ¿Qué te parece?
el racimo de la vida Colchón. Que se venga y te aborrece.
no cortes; deja lograr Asist. Sobre todo, por escrito
en tu juventud lozana mañana declararéis.
lo florido de tu edad; D.a Ana. Si aquí con él me dejáis,
no desesperes, espera, temo...
y si has de desesperar, Asist. ¿Eso receláis?
horca elige, no cuchillo. Que aquí le prendo veréis,
D. Juan. ¡Vive Dios! y hoy también de la prisión
Inés. El Asistente. saco al Marqués, por que luego
Colchón .¡El Asistente! os dé la mano.
D. Juan Vendrá D.° Ana. No niego
á que le mate también. ser esa mi pretensión.
704 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO
Mirole ya como dueño que está sin mancha verán.
y estimole como á esposo. A un papel que del marqués
Asist. No sé cuál es más dichoso, he recibido, ¿es ya hora
pero ya es mío este empeño. que responda, Inés?
Lo que hago por vos veréis. Inés. Señora.
A que conmigo os vengáis D.* Ana. Que pongas recado, Inés,
aguardo. para escribir.
D. Juan. Pues aguardáis Inés. ¿Allá dentro?
lo que no conseguiréis, D.a Ana. SI.
y vos, si aquí lo intentáis, Inés. Yo voy. (Vast.)
con que sois el Asistente
y traéis toda esta gente,
veréis cuán poco duráis, ESCENA VII
porque si saco la espada,
porque si la capa tercio, Doña Ana.
un escuadrón, todo un tercio
Íiara resistirme es nada, ¡Qué mal sosiega
dos, pues, idos ahora mientras al centro no llega
que aún no me llegué á enojar lo que anhela por su centro!
por quereros perdonar Esta fuerza, esta violencia
por vos y aquesta señora. padece mi alma, pues,
Asist. Dejaros no he de poder; como es su centro el Marqués,
resistiros es perderos. no le goza por su ausencia;
D. Juan. Remitiilo á los aceros mas, á pesar del rigor,
el remedio habrá de ser. y de don Juan á pesar,
(Saca la espada.)- éntralos á todos acu
irá á su centro á parar
chillados.) impelida de mi amor.
Asist. ¡Matalde! Al Marqués cuanto ha pasado
Colchón. De espada sola con don Juan escribiré,
soy muy poco diestro; dame y de mi padre diré
un broquel. que la muerte ha confesado,
D. Juan. (Dentro.) Canalla infame: siendo mi aviso correo
todos moriréis. que despache el corazón
Colchón La bola alivio de su prisión
cuidando de mi deseo. (Vase.)
será mejor escurrir.
Inés. No te aventures, Colchón.
Colchón No haré, que mi salvación
la fundo, Inés, en huir. (Yase.) ESCENA VIll
Sale El Marqués.
ESCENA VI Que hoy á verme volviese
Doña Ana é Inés. á doña Ana escribí. ¿Si olvido fuese,
pues ya se pasa el día y no ha venido?
D.'Ana. Todos huyen. ¿De qué furia Mataráme su olvido,
se creyera tal destrozo? lloraré su mudanza.
Inés. 1Ap-) Lo valiente de este mozo ¡Qué loca es de un amante la esperanza!
me enamora. El que parece alivio me desvela,
D.° Ana. De mi injuria lo incierto me consuela,
tomaré venganza en él lo posible me engaña,
persiguiendo su malicia, la libertad me daña,
que es piadosa la justicia la prisión me divierte;
que castiga lo cruel. ya rehuso la muerte,
Él procura con su amor ya la vida me cansa,
mi agravio y mi ofensa, pues y en lo que sólo el corazón descansa
dió muerte á mi padre y es y en lo que padezco,
por quien padece mi amor; quizá porque obedezco
< que una fama en opiniones á doña Ana en prisión tan triste y dura;
nunca fué segura fama mas ¿pudo haber prisión demás ventura?
si fué la voz que la infama Pues désta la memoria
el juicio de intenciones; me está acordando siempre aquella gloria
\ luego es justa la venganza de haber sido primero
á que aspiro; luego debo de un ángel prisionero.
\ al valor por quien me muevo ¡Oh, suave prisión, no injusta y dura,
fiar lo que á mi esperanza. pues pudiste ser gozo y ser ventura,
/ ¡Ea, que sí; muera don Juan por memoria gloriosa,
í para que viva mi honor! de la prisión más dulce y más hermosa!
pues á luces del valor Mas ya doña Ana tarda. ¡Oh, si viniese!
JORNADA TERCERA

ESCENA IX Marqués.
Amor lo haga.
Sitie Inés con manto y un papel.— El Marqués.
Inés.
Inés. En su casa gozar de sus caricias.
Que este papel te diese Marqués.
doña Ana me ha mandado.. No por paga, recibe por albricias
Marqués. ese bolsillo, Inés, y adiós, que es hora.
No te perdono, Inés, lo que has tardado. ¿Qué le piensas decir á tu señora?
Mas ¿qué causa ha sido Inés.
de que ella no viniese? Yo, nada.
Inés. Marqués.
No ha podido Pues di: ¿quién?
por haberlo estorbado un accidente. Inés.
Marqués. Estos escudos,
¡Oh, cuán á riesgo está el que vive ausente! habladores al paso que son mudos. (Vanse)
Leer el papel quiero
con que disculpa por doña Ana muevo. (Lee.) ESCENA X
Inés.
Sale Don Juan y Colchón.
De albricias me prometo
una villa, si es como discreto D. Juan. Esta es la iglesia, Colchón,
liberal el Marqués; pues tales nuevas adonde estoy convidado
no se escuchan sin pruebas á cenar, y este el sagrado
de lo más liberal y generoso, que me libra de prisión.
que es lo que toca hacer al más dichoso. Colchón. No sé si te ha de valer
Marqués. la iglesia por resistencia.
Es verdad, ven acá; mas no, que sueño. D. Juan. Tendríamos otra pendencia
¿Sin duda, Inés, que veré á mi dueño en que hubiese más que ver.
teniendo libertad? No lo creo; Que son muchos los heridos
tan grande es mi deseo sospecho.
que ser duda ha podido. Colchón. Y muchos los muertos,
¿Que, en fin, don Juan ha sido cojos, mancos, ciegos, tuertos,
quien mató á don Gonzalo? Mis recelos corcovados y tullidos.
ciertos han sido; pero no mis celos. Mas, dime, cuando de ti
¡Oh, crisol invencible del decoro, en ti mismo la vengabas
doña Ana, en fin, de Ulloa, á quien adoro! á doña Ana, ¿qué intentabas,
qué quenas hacer allí?
Inés. D. Juan. Que la engañaba es muy llano
Porcia no fué más casta ni matrona. cuando vengarla creyese,
Marqués. pues sólo intenté me diese
Déla Sevilla, pues, otra corona. con aquel ardid la mano.
¿Que, con tal desengaño, Colchón. Allí sólo se creyó...
de don Juan el engaño D. Juan. ¿Qué?
se supo, el Asistente Colchón. Que matarte querías.
presente estando á todo? D. Juan. Si hay quien crea boberías,
¿tendré yo la culpa?
Inés. Colchón. No.
Y tan presente D. Juan. En fin, Colchón, se rebela
que escuchó de doña Ana doña Ana; en fin, me aborrece.
quejas contra don Juan, cosa es bien llana; Colchón. ¿Qué importa se esté en sus trece
como también lo es, yo fu! testigo, cuando te adora Isabela?
lomentó su prisión para el castigo. D. Juan. Importa no dar lugar
Marqués. algún secreto de estrella
Pues, Inés, si eso tiene aquese estado, á poder aborrecella
ya no soy desdichado. para poderla olvidar.
A doña Ana dirás, no que me vea; Entremos en la capilla,
dirásla, por que crea que ya parece que espera
que el papel he creído, don Gonzalo. La postrera
esperaré sufrido noche será de Sevilla.
á tener libertad para ir á verla, Colchón. Cerca de la sepultura
sólo en fe de adorarla y de creerla. no tiene eso buen sentido.
Siempre esta cena he temido.
Inés. D. Juan. Pues divertirme procura
Tu culpa es ya forzoso se deshaga, de ese presagio, Colchón.
con que podrás, señor... No sé qué accidente siento
COMEDIAS US TIRSO I» MOlINA.— TOMO II. 45
706 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO
que respiro sin aliento D. Gonz. No estéis mudo.
y se estrecha el corazón. Hablad y cenad, Don Juan.
Colchón. Aqui bien podrás pasar D. Juan. Traigan otros platos.
sin mí. D. Gonz. Muchos
D. Juan. Donde quiera puedo; os darán, mas siempre de éstos.
mas quiero pierdas el miedo D. Juan. ¡Qué equivocar tan confuso!
á mi lado. Colchón. Sin duda, debe de ser
Colchón. Por cenar en Guinea al otro mundo,
á no temer me acomodo pues cuanto se sirve es negro
en peligro tan urgente, y nada se mira rubio.
que es el hombre tan valiente D. Juan. Levantad la mesa.
que pierde el temor á todo. D. Gonz. Es presto.
¿Ya la cortina corrida? Canten.
El señor muerto te espera. Colchón. ¡Qué! ¿también hay músicos,
y también allá se templa?
Criado. Esa pena no era justo
ESCENA XI que entre las demás faltara.
Mas, oye una letra al uso.
Córrese la cortina y descúbrese Don Gonzalo en pie, CoLCHÓN.¿De allá ú de acá?
y luego la cena y aparato por tramoya, y todo Criado. De allá.
negro.— Un Criado y Dichos. Colchón. Crítica es, no lo dudo,
fc. (Dentro.) «Hoy á la noche postrera que en el infierno no cantan
la justicia te convida.» como lo entienda ninguno.
D. Juan. Ven, ven acá; ¿no... no oiste MÚSICOS. (Cantan dentro.)
aquella voz? «Hombre, tu plazo llegó;
Colchón. ¿Qué voz? No. esta es tu hora postrera.»
D. Juan. Lo mismo que dije yo, D. Juan. Pues que muera.
dijeron. Músicos. «Muera, muera
Colchón. ¿Lo que dijiste? quien viviendo no vivicu»
D. Juan. «Hoy á la noche postrera D. Juan. Nuevo temor nití cohíbate.
la justicia te convida.» Cuanto miro, cuanto escucho,
Colchón. Guarden los cielos tu vida presagios son de la muerte.
¿Será ilusión ó quimera? iQué terrible que la juzgo!
¡Vive Dios que va esto malo! D. Gonz. ¿No cenáis?
D. Juan. En un hielo, en un temblor D. Juan. De todo ceno,
titubea mi valor. ó por lo menos lo gusto.
Mas ya espera Don Gonzalo. D. Gonz. ¡Qué de amargo gustaréis!
¡Ea, temores, baste ya, Colchón. Paréceme que me escurro,
que se avergüenza mi acero! que está muy cerca del fuego
Buenas noches, caballero; quien participa del humo.
ya estamos todos acá.
D. Gonz. Pues á cenar nos sentemos, ESCENA XII
que os espera gran jornada.
Mas ¿por qué empuñáis la espada? Sale el Asistente con acompañamiento— Djchos
D. Juan. No sé. Cenemos, cenemos.
D. Gonz. Servid la cena. AsiST. ¿Cómo es posible escaparse?
Sacarle tengo, y os juro
(Sale debajo del tablado la mesa con
por los cielos soberanos
manteles y platos y luces que serán pelas
que en un cadahalso al punto
amarillas, y queda en el sitio donde están
le han de cortar la cabeza.
sentados y vense en los platos víboras.)
Alsuac. Resistirse tiene.
Colchón. ¡Aquí es ello! AsiST. Al mundo
De algún diablo ó de algún brujo puede hacer rostro la gente
tramoyero fué esta mesa. que cerca la iglesia.
Aquí es el quedar sin pulsos, Alguac. Dudo
aquí el desatar almizcle que si no es hecho pedazos
de mala pasta y mal tufo. se rinda.
Criado. ¿No cenas tú?' Asist. Junto- al sepulcro
Colchón. ¿Destos platos? de don Gonzalo, ó me engaño,
Criado. De éstos. determino algunos bultos.
Colchón. No son de mi gusto. Yo me acerco. Mas ¡qué veo!
¿A víboras y alacranes Cenando con un difunto
nos convida el seor difunto? don Juan está. ¡Caso raro!
Criado. Nuestros manjares son éstos. Desde aquí todos ocultos
Colchón. Pues á los vivos no es justo el fin de tan gran prodigio
tratarlos como á los muertos. esperemos.
No los quiero. Colchón. Ni un mendrugo
JORNADA TERCERA 707
de pan se ha visto en la mesa, D. Juan. No lo niego.
y cuanto se sirve es crudo. D. Gonz. Mas Dios, á quien lo atribuyo,
D. Gonz . Vuelvan á cantar. de vos la libró.
D. Juan. Ya es tarde. D. Juan. También
D. Gonz. Canten. confieso que en firme estuvo;
D. Joan. De cortés lo sufro. nunca conseguí un favor,
D. Gonz. Mucho tenéis que sufrir, solicitando á menudo.
por ser lo que dura mucho. Asist. fOh, valerosa doña Anal
D. Juan. Ya me cansan, ¡vive Dios! Esto el cielo lo dispuso
vuestros equívocos rudos; para librarse el marqués
más claro hablad, ó... y quedar yo sin escrúpulo,
D. Gonz. ¿Qué haréis? pues veo su inocencia cuando
D. Juan. De otro sudor me cubro. de doña Ana el valor juzgo.
Músicos. (Dentro.) «n0 se ha de decir D. Juan. Prometió darme la mano
racional aquel , de esposa.
que es la vida en él D. Gonz. No. es ese triunfo
nacer y morir. para vos; es del Marqués.
Quien ha de vivir D. Juan. ¡Cielos! ¡qué es esto! ¡qué escucho!
muriendo vivió. ¿Del Marqués? ¡Primero...
Hombre, tu plazo llegó; D. Gonz. . Ya
esta es tu hora postrera.» no podréis; que el Poder sumo
D. Juan. Pues que muera. las fuerzas os quita y quiere
Músicos. «Muera, muera que yo, porque en El me fundo, »
quien viviendo no vivió.» tenga de tantos agravios
D. Juan. Ya entre los dientes el alma la venganza en el sepulcro. '
parece que rompe el nudo Esta es justicia de Dios.
haciendo divorcio el cuerpo D. Juan. ¡Que me abraso!
á su pesar. ¡Qué trasunto Colchón. ¡Que me hundo!
el de la vida en la muerte! (Húndese con estallidos y truenos. Des
Asist. Tanto misterio descubro aparece Don Gonzalo, y Colchón rueda
en lo que miro, que estoy por las tablas.)
dudando y creyendo á uñ punto. \ Asist. ¡Prodigiosa maravilla!
Don Gonzalo es con quien cena, ' ¡Oh, cuán recto! ¡Oh, cuánto es justo
y algún celestial impulso Dios en su justicia, y cuánto
dispuso que yo llegase igual en sus atributos!
á este tiempo y que ninguno Misericordioso espera
de cuantos lo ven desmaye, para castigar más justo (i).
siendo asi que aun yo me turbo, De la prisión al marqués
¡Grande es sin duda el misterio! voy á sacar, por que al punto
Colchón Dígame el paje nocturno: la dé á doña Ana la mano (2).
¿hay plato de caracoles, ¡Qué triste fin! Vaya uno,
que son lindos avechuchos? y mientras yo al marqués,
D. Juan. Empiece el duelo. á doña Ana, luego al punto,
D. Gonz. Es de Dios este caso la relate.
mi venganza. Vamos presto.
D. Juan. ¿Cuando cumplo Colchón. O me rezumo,
de mi parte el desafío, ó el olor de tanto azufre
de otro os valéis? ha echado por otro rumbo.
D. Gonz. Resumo ¿Si he de acertar á salir
con que es juicio de Dios. de la iglesia? El fin que tuvo
D. Juan. Pues yo, si lo es, concluyo mi amo, mi conversión
con que á mataros mil veces ha de ser siendo cartujo. (Vase.)
volviera.
Asist. ¿Qué es lo que escucho?
¡A matarlel Luego ¿él ESCENA XIII
le quitó la vida, y pudo Sale Doña Ana, Inés y el Criado.
atribuirle al marqués
el delito que fué suyo? D.*Ana. ¡Notable suceso ha sido!
Verdad me dijo doña Ana Siento su condenación.
cuando contra él depuso.
D. Gonz. ¿Vos no me mataisteis? (i) De otra letra «insultas.»
D. Juan. Sí. (2) Alguien ha hecho aquí una reforma, que con
Asist. Que sí dijo. siste en suprimir todos los versos que siguen hasta el
D. Juan. Y no presumo fin, terminando la comedia con éstos:
que nadie lo ignore ya. «Y porque en sus juicios justos
D. Gonz. De mi hija, torpe insulto, tenga su fin portentoso
codicioso. la venganza en el sepulcro.»
708 LA VENGANZA EN EL SEPULCRO

Criado. Castigos, señora, son el lastimoso suceso


de quien tan mal ha vivido. de don Juan.
Inés. ¿Lloras? D.*Ana. Y que os confieso
I").» Ana. Si, que el sentimiento que con piedad lo he sentido.
es aquí muy natural. Asist. Disculpa en su confesión
Miro un alma racional al marqués; yo fui testigo,
eterna para el tormento. y asi, tan juez como amigo,
Mas mira quién entra, Inés. le saqué de la prisión.
Inés. Voy á verlo. El Asistente. Dadle la mano. Llegad,
señor marqués, lograréis
el premio que merecéis.
Marq. Corone mi voluntad,
ESCENA ULTIMA si es amor quien me le ofrece.
para premiar mi firmeza.
Salen el Asistente y el Mahovbi y D.a Ana. Si disputamos fineza
acompañamiento.— Dichas. sabe amor quién le merece.
Asist. Dentro de un grado á los dos
D.*Ana. Pues ¿i qué con tanta gente? ha premiado la esperanza.
Asist. A traeros al marqués. D." Ana. Dando fin á la venganza
Ya, señora, habréis sabido en el castigo de Dios.
LOS HERMANOS PARECIDOS
PERSONAS

Atrevimiento. Christo.
Hombre. Envidia.
Africa. Justicia.
Asia. Deseo.
Europa. Codicia.
América. Mujer.
Admiración. Buen Ladrón.
Engaño. Madalena.
Temor. Músicos.

Salieron el Atrevimiento, á lo soldado, con muchas Porque si en él no trabajas,


plumas, y la Admiración, de hombre. mal ganarás de comer.
Atrevim. No son mis prendas tan bajas
Atrevim. ¡Otra vez me vuelve á dar que, para adquirir sustento,
los brazos, Admiración! me obligue á degenerar
Admirac. ¡Bien me la puedes causar, de mi altivo nacimiento.
bravo mozol Con razón ¿Quién me puede á mi estorbar,
te puede el mundo llamar si soy el Atrevimiento,
honra suya, que contento cuanto produce la tierra,
vienes; y ¡que, á lo soldado! cuanto el mar inmenso cría
¡Bravas plumas das al viento! y el viento en su esfera encierra?
Atrevim. Por mi valor lo he ganado Yo he de poner algún día
todo. sobre una tierra otra tierra,
Admirac. Eres Atrevimiento: y, aunque les pese á las nubes,
¿á qué no te atreverás? he de cobrar el asiento
¿De dónde vienes? que perdieron los Querubes.
Atrevim. Del cielo; Admirac. Pues, hermano Atrevimiento,
donde no pienso entrar más. caerás si tan alto subes.
Admirac. Pues ¿nacido allá? Mas ya que al mundo has venido,
Atrevim. En el suelo ¿qué es lo que en él se te ofrece,
desde agora me verás; ó qué ocasión te ha traído?
que aunque del Querub nací, Atrevim. La fortuna favorece
que el monte del Testamento al osado y atrevido:
intentó asaltar por mí, Nombró el Rey, nuestro señor,
con ser yo el Atrevimiento, al Hombre, por ser su hechura,
como mi padre caí. virrey y gobernador
Echóme de allá la guerra, de este mundo, que procura
y así estoy determinado, hacerle su coadjutor.
pues mi patria me destierra, Puso casa en su grandeza
dejarla. augusta; pues, porque goce
Admirac. No es estimado de estos orbes la belleza,
ningún valiente en su tierra. le sirve y le reconoce
Pero, pues al mundo bajas, la misma Naturaleza.
¿qué oficio piensas tener? Tanto imperio, en fin, le ha dado,
7io LOS HERMANOS PARECIDOS

que hoy entra, según oí, su vicemonarca,


bizarro y acompañado su recreación,
debajo un palio turquí blanco de su gusto,
de diez altos de brocado, centro de su amor.
sembrado todo de estrellas, Sea bien venido
con tan gallarda persona por gobernador
que, aventajándose á ellas, el virrey del orbe,
con su vista perficiona el mundo menor.»
las criaturas más bellas.
Yo, que altas cosas codicio, Asia.
pretendo agora asentar Epílogo de todo lo criado,
en su casa y su servicio cifra de cuanto Dios por su contento
y en ella solicitar puso en aqueste globo concertado
la mejor plaza y oficio. que toca su poder como instrumento;
Tengo á su lado un pariente suma del mundo y como tal llamado
que á cuanto quiere le obliga, microcosmos, en cuyo noble asiento,
y una dama diligente como abreviado asombro y maravilla
muy su valida y amiga. el Rey nuestro señor pondrá su silla.
Admirac. Ansí harás buen pretendiente. Tú, en quien halla su ser toda criatur»,
¿Y es el pariente? la piedra cuerpo, vegetar la planta,
Atrevim. El Deseo. sentir el animal y la hermosura ,
Admirac. ¿Y su dama? del ángel entender con gracia tanta;
Atrevim. La Irascible. tú, en fin, en cuya imagen y figura
Admirac. Mucho puede con él. puso la Trinidad inmensa y santa
Atrevim. Creo su retrato en quien ser humano tengas,
que, á pedir un imposible, mil veces para bien del mundo vengas.
le alcanzara. Las cuatro partes de esta esfera baja,
Admirac. Yo bien veo que es tu jurisdicción, vienen á darte
que á los dos les está á cuento la obediencia debida, y la ventaja,
que entréis en Palacio vos; de cuantas cosas cría en cada parte.
pues si es el Deseo violento, Toda criatura la cerviz abaja
y Irascible, harán los dos y tus manos y pies llega á besarte
príncipe al Atrevimiento. reconociendo por señor al hombre
Mas ya han venido, y está que, conforme á su esencia, le dió nombre.
bien que seáis su privado, Y yo la primer parte destas cuatro,
porque si crédito os da, la más ilustre por antonomasia,
de suerte sois alentado, la princesa y señora á quien el Batro
que todo lo intentará. como oro pecha cinamomo y casia,
Atrevim. Por mí tiene de alcanzar los pies llego á besarte en el teatro
cosas imposibles. desta máquina hermosa; yo soy Asia,
Admirac. ¡Fiesta y el campo damasceno en mí se encierra,
brava! de quien Dios al formarte tomó tierra.
Atrivim. Ya debe de entrar Madre he de ser de toda la nobleza
tiunfando el Hombre. de Seth, tu mayorazgo, aunque tercero,
Admirac. Desde esta suceda su progenie en mi riqueza
parte lo puedes gozar. y Europa en la corona que primero
honró mis sienes y por más grandeza
Descúbrese un mundo, que encierra en su centro al de la tierra en que gozosa espero,
Hombre, asentado en un trono, con corona y que cuando asiento constituya á Roma
cetro, cuya parte superior, en forma de dosel, me librará del pérfido Mahoma.
será azul, sembrado de estrellas, con el sol y la
luna, y la inferior, pintada de llamas, de nubes,
Africa.
de aguas, árboles, peces, pájaros y brutos. A las Africa llega ádar, príncipe justo,
cuatro pzrtes, dos á un lado y dos á otro, estén la obediencia á tus plantas y el decoro
Asia, Africa, Europa y América, del modo que que debe á tu poder y imperio augusto,
ordinariamente se pintan, como que tienen el fértil en ámbar, perlas, marfil y oro;
mundo en forma de palio; toquen instrumentos no menosprecies el color adusto
y luego canten ¡os Músicos. de mi morena cara que, aunque lloro
el cautiverio de mi gente impía,
(Cantan.) «Sea bien venido la ley de Roma adoraré algún día.
por gobernador
el virrey del orbe, Europa.
el mundo menor, Europa, padre Adán, en quien el mundo
el retrato vivo ha de lograr en siglo venidero
de su mismo autor, el trono universal sobre que fundo
padre de las gentes, el mayorazgo que gozar espero,
juguete de Dios; la ley del celestial Adán segundo
LOS HERMANOS PARECIDOS 7ii
para remedio del Adán primero todo cuanto esta máquina desea,
defenderá, pues, porque triunfe el mismo, con diversas labores guarnecido
en mí ha de estar el solio del bautismo. de estrellas de oro que en su adorno emplea
América. y por chapas al sol y luna solos,
si por aldabas los opuestos polos.
Y yo portantos siglos escondida Gavetas eran suyas las criaturas,
á la noticia oculta de la gente, en géneros y especies divididas,
y después por España reducida conservadas en ellas y seguras
á que la cruz de amor honre mi frente, y á obedecer tu imperio reducidas.
mil parabienes doy á tu venida, No tienen las gavetas cerraduras
mandándome mi fe que te presente, para nosotros, antes prevenidas
pues América soy, parias bizarras, al apetito dan conservas bellas
¡a plata en cerros como el oro en barras. para que escoja el gusto en todas ellas.
Hombre. Una gaveta sola hallé con llave
y en sus molduras, caro esposo, escrito
Hermoso ornato en variedad distinta, «ciencia del bien y el mal», precepto grave,
de tanta esfera célebre en que puedo, cerrar la ciencia, Adán, que solicito.
pues el dedo de Dios la esmalta y pinta, Parecióme el manjar bello y suave,
decir que es la sortija de su dedo; porque esto de saber causa apetito;
el soberano Rey que hizo la cinta llegó el Engaño, que mi amor procura,
tachonada de estrellas donde el miedo y con él arranqué la cerradura.
jamás llegó, de donde el pesar huye, Comí el fruto más tierno, más sabroso
por vuestro vicediós me constituye. que ofreció á los sentidos la apariencia;
Mientras no quebrantare inobediente repara en la gaveta, caro esposo,
una ligera ley, solo un precepto pruébale y le hallarás por excelencia.
que me intimó su imperio omnipotente, (Saca una gaveta de manganas muy curiosa.)
al orbe todo he de tener sujeto;
el áspid venenoso, el león rugiente, Atrevimiento.
el cocodrilo, me tendrán respeto; Caso es, señor, pesado y riguroso
todo esto puede aquel que con Dios priva. que fruta que es del árbol de la ciencia
Uno. del bien y el mal te sea á ti vedada;
¡Viva nuestro Virrey! come la fruta que á tu esposa agrada.
Todos. Hombre.
El Hombre viva. Ciencias tengo yo infusas y prudencia
si dellas me aprovecho con cuidado;
Música. Sale la Vanidad muy bizarra y con ella el nombre di á cuantas cosas la potencia
Engaño y el Deseo; baja por una escala levadiza del Rey nuestro señor me ha encomendado.
el Hombre y cúbrese el trono. Vanidad.
Hombre. Esta es ciencia de Dios y justa ciencia,
A verme viene mi querida esposa. y pues su majestad nos la ha vedado,
cuando los dos podemos serle iguales,
Atrevimiento. dioses debe envidiarnos inmortales.
Baje vuestra Excelencia á recibilla. Come, esposo y señor, ó no me digas
que amor me tienes.
Hombre.
¡Oh, hueso de mis huesos, carne hermosa Hombre.
de mi carne, del mundo maravilla, En mi mal repara;
compañera del hombre deliciosa, mira, querida esposa, que me obligas
cuya materia ha sido mi costilla, á indignar nuestro Rey.
en fe de que saliendo de mi lado
sepas que me has costado mi costado; Vanidad.
dame esos brazos!
Justicia y vara
Vanidad. tienes; rey eres solo como sigas
Caro dueño mío, mi gusto.
después de nuestro desposorio honesto, Hombre.
acompañada fui de mi albedrío ¿Ves cuán presto sales cara,
á ver la corte y casa que te ha puesto mujer formada de costilla aposta,
el que te encarga el pleno señorío que en ser de mi costado, fué á mi costa?
de todo el globo esférico, compuesto
de criaturas tan bellas y bizarras, Atrevimiknto.
joyas de amor que me ofreciste en arras. ¿Qué temes? ¿No eres hecho á semejanza
Vi á un escritorio el mundo reducido, de Dios cuanto á la parte intelectiva?
labrado de ingeniosa taracea, Tu alma la unidad de Dios alcanza
donde el poder de Dios tiene esculpido por ser similitud de su ser viva;
7i2 LOS HERMANOS PARECIDOS

la Trinidad también para alabanza Vanidad.


de lo que tu valor con ella priva Pues vamos, que en las hojas
te retrató su copia peregrina de aquella higuera nuestras galas fundo.
una en esencia y en potencias trina.
También produce, Adán, tu entendimiento Vanse. Quéríanse el Atrevimiento,»/ EDgaño
el Verbo que el objeto representa . y el Deseo.
teniendo de ti el ser y nacimiento,
si bien es accidente cuanto intenta, Atrevim. Ea, Deseo, ya tienes
y destos dos como de fundamento satisfecha tu esperanza;
produce amor la voluntad exenta, tú eres sólo la privanza
pues por la voluntad amar pretendes del hombre que á servir vienes:
lo que en la mente viva comprehendes. en tu mano está el empleo
Pues si tu entendimiento al Padre imita de todo cuanto heredó;
y el concepto á su Hijo es parecido, perdióse porque cumplió
si el Espíritu Santo te acredita en ti su loco deseo.
como su amor el tuyo producido, Tú, sin límite ni tasa,
come de aquesta fruta, que infinita gozas su ciego favor;
hará tu dignidad. su mayordomo mayor
eres, pongámosle casa,
Vanidad. pues que la que Dios le puso
Dueño, marido, desbaratan sus pecados.
señor, mi bien, mi gusto: come agora. (Llora.) Deseo. Despedido ha los criados
antiguos.
Hombre. E ng ano. No son al uso,
¿A qué no obligará mujer que llora? que la Prudencia y Justicia,
Si he de ser como Dios y esta es la ciencia la Cordura y el Consejo
del bien y el mal, comer quiero: ¿qué dudo? visten y andan á lo viejo;
Atrevimiento, muestra. casas hay á la malicia
y criados ha de haber
Atrevimiento. á la malicia.
Tu excelencia Deseo. El Engaño,
coma y á Dios se iguale, pues que pudo que tiene donaire extraño,
(Come.) truhán suyo puede ser.
Hombre. Atrevim. ¡Oh! mal sabéis lo que puede
Esa fué la primera inobediencia en el palacio un truhán.
del ángel necio. Pero estoy desnudo: Ya los cargos no se dan
¿cómo, cielos, es esto? sino á quien se los concede
un bufón que tira gajes
Admiración. de cuantos él aconseja,
Tu malicia porque es corredor de oreja
te desnudó la original justicia. y habla en diversos lenguajes
en vituperio y favor,
Hombre. y por él premian los reyes,
castigan y ponen leyes.
Vergüenza tengo, abriéronse mis ojos, Deseo. El Engaño embustidor
ciencia del bien perdí y al mal presente hará ese oficio muy bien.
me condena el manjar, viles despojos; Atrevim. Casalde con la Lisonja.
será la muerte herencia de mi gente, Deseo. Esa dicen que ya es monja.
la tierra me dará espinas y abrojos, Engaño. ¿No era buhonera?
fruto debido al hombre inobediente; Atrevim. También.
Icaro soy, deshizo ei sol mis alas. Engaño. ¡Monja!
Atrevimiento. Atrevim. Monja se ha metido
y trata en ser conservera
Ea, que ya eres Dios, con él te igualas. después que no sale fuera;
Hombre. luego ¿nunca habéis comido
lisonjas de miel y azúcar,
El temor de mis culpas se comienza que, aunque tal vez empalagan,
á dilatar por mí: ¡tristes congojasl entre bizcochos halagan
¡Que una mujer con tanto imperio venza desde el estudiante al Fúcar?
á un hombre sabio! Deseo. Maestresala puede ser
Vanidad. la soberbia Presunción,
hermano de la Ambición
¿Contra quién te enojas? del servir y el pretender,
Hombre. paje de copa el Contento.
Engaño. Flojo oficio le habéis dado,
De mi insulto ha nacido la vergüenza porque gasta el vino aguado.
de verme ansí. Atrevim. Pues eso es lo que yo intento.
LOS HERMANOS PARECIDOS 7l3
Deseo. Darále la Liviandad los retazos del pendón
de vestir. tantos jirones me dan.
Engaño. ¡Qué de invenciones Atrevim. El Engaño y el truhán,
en valonas y en valones por otro nombre bufón,
sacará su vanidadl si de diversas colores
¡Qué de mangas por gregüescos, no se adornan, ¿de qué suerte
qué de gregüescos verán . llegaran á entretenerse
por mangas en el galán ni agradar á los señores?
ya ingleses y ya tudescos! Engaño. Bella dama te acompaña.
¡Qué de golas y alzacuellos Hombre. ¿No es del cielo su beldad?
diferentes del jubón! Deseo. Hermosa es la Vanidad.
¡Qué de ninfos que á Absalón Engaño. Será natural de España.
compran postizos cabellos Envidia. ¿Qué la primera mujer
para solapar desnudos fué la Vanidad?
cascos de pelo y juiciol Hombre. ¡Pues no!
¡Qué de calvos, que por vicio Por vanidad pequé yo,
con lazadas y con nudos y este nombre ha de tener.
por remediar sus flaquezas Engaño. ¡Oh, lleve el diablo el pecado!
nos han de dar que reir! No te acuerdes deso agora;
Atrevim. Mal se podrán encubrir entretenelde, señora.
remiendos en las cabezas. Vanidad. Por el jardín le he llevado
Pero, dejándonos deso, de la Murmuración.
¿no advertís cuán triste está Engaño. Bueno;
el príncipe? ¿haste divertido en él?
Engaño. Sentirá, Hombre. Gusto me dió su vergel,
como es justo, tanto exceso. que es variable y ameno;
Atrevim. Pues échese la Memoria de todo trata, no deja
de casa y éntre el Olvido; flor que no tenga.
y porque esté entretenido Deseo. Ni errara
llévele la Vanagloria si á la araña no hospedara
á su jardín, donde juegue y desterrara á la abeja.
y se divierta. Vanidad. Riega la Murmuración
Deseo. Sea ansí; sus cuadros con una fuente
mas él mismo viene aquí; de sangre fresca y reciente.
convidalde cuando llegue Atrevim. Siempre fué su inclinación;
á algún juego. sangre será de las venas
Engaño. Ansí se hará; del Señor que la derrama.
pero ¿qué juego ha de ser, Vanidad. Es verdad, porque se llama
si no tiene que perder fuente de famas ajenas.
quien la gracia perdió ya. Hombre. Sí, mas todo cansa al fin.
Engaño. Juguemos un poco, pues,
Salen ti Hombre, la Vanidad, la Codicia divertiráste después
y la Envidia. otro rato en el jardín
de la Hipocresía.
Vanidad. ¿Qué nueva melancolía Hombre. ¿A qué?
te aflige estando aquí yo? Engaño. AI ajedrez.
¿No eres tú el rey á quien dió Hombre. Da tristeza.
su imperio esta monarquía? Engaño. ¿Porqué?
¿No te estima y reverencia? Hombre. Comíle una pieza
Pues ¿de qué tienes cuidado? á Dios, que mi muerte fué;
Hombre. Hízome mal un bocado. era rey, ya soy peón.
Engaño. Esa es linda impertinencia; Envidia. Así el pecador se llama,
deja la memoria loca, mas no guardaste la dama,
que son tristezas sin frutos; soplótela la ambición;
anden, príncipe, los brutos no me espanto.
con el bocado en la boca; Atrevim. A la pelota
juega, canta, triunfa, olvida jugarás.
necedades. I Iombre. Atrevimiento
Hombre. ¡Ay de mí! pelota soy yo de viento
Engaño. ¿Yo no soy tu truhán? derribada agora y rota.
Vanidad, Sí. Quísele ganar la chaza
Engaño. Pues goza la buena vida. á Dios; cual Luzbel subí,
Hombre. ¿Quién, Engaño, te ha vestido pero volvióme y caí
tantos colores? donde el temor me amenaza.
Engaño. Hogaño Ya mi dignidad pasada
se metió sastre el Engaño, lo mismo que nada es,
yo me cosí este vestido, que soy Adán, y al revés
7'4 LOS HERiMANOS PARECIDOS

lo mismo es Adán que nada. Hombre. Vanidad de vanidades.


Engaño Ea, pon aquí una mesa, Vanidad. Ya yo mi caudal he puesto.
saquen naipes y al parar Codicia. Por la mano llego á alzar.
juguemos. Hombre. No vale mano, es en vano.
HOMBBE Gané al pintar Codicia. ¿Por qué?
y perdíme por la presa. Hombre. Porque por la mano
Al pintar Dios lo criado perdió el reino Baltasar.
con su divino pincel Engaño. Echó por copas, fué un necio.
gané cuanto puse en él (Al$an.)
con la gracia y principado; Envidia. Un tres de bastos.
hice presa cuando vi Hombre. A Amán
el árbol en que pequé, con él donde le ahorcarán.
y lo que al pintar gané Deseo. ¡Qué privanza!
por la presa lo perdí. Atrevim. ¡Y qué despreciol
Engaño Son suertes esas distintas. Codicia. Alcé un caballo de espadas.
Codicia. Y vos gran tahur, Engaño. I Iombke. Si es símbolo de la hidra,
Engaño. El tabardillo de hogaño sobre ese caballo mira
con todos juega á las pintas. á Saulo ciego, humilladas
Envidia Vaya al chilindrón. sus bravatas y fiereza.
Hombre Son vanos Deseo. ¿El caballo perderá
los lances del chilindrón; la espada? No, antes dará
jugó mi necia ambición por la espada la cabeza.
y cogióme Dios las manos; Hombre. Alzo un siete.
diómela la suya franca, Atrevim. A Madalena
y quebrantando su ley, se le dad.
creí que me entrara un rey Vanidad Siete pecados
y quedéme en carta blanca. tienen de darla cuidados.
Envidia. En blanco diréis mejor, Hombre. Algún día será buena.
que es de lo que yo me alegro. (Juegan d la primera )
Hombre En blanco no, porque en negro Envidia. No tengo puntos, yo paso.
queda siempre el pecador. Hombre. Mientras que la muerte envida
(Ponen una mesa, asientos y naipes.) pasad todos, que esta vida
Atrevim . Ea, juguemos primera. se acaba al fin paso á paso.
Hombre. No lo será para mí, Envidia. Envido un tanto: ¿en qué dudas?
pues que la gracia perdí Codicia. Quiero un tanto y luego el resto.
primera. Vanidad. ¿Quién ha querido todo esto?
Engaño Pesares fuera; Envidia. ¿Quién? la codicia de Judas.
vengan naipes. Hombre. ¿Qué es el resto?
Hombre La baraja Codicia. Mi conciencia.
que tanto el Hombre procura, Vanidad. Conciencia de despensero,
parece á la sepultura, mala cosa, no la quiero.
porque allí no hace ventaja Envidia. Yo sí; eche cartas.
el Monarca á sus vasallos, Codicia. Paciencia;
pues iguala de una suerte á flux voy.
la baraja de la muerte Envidia. Y yo á primera;
los reyes y los caballos. hasta ahora no he perdido.
Atrevim. Haced que traigan los tantos. Codicia. Pues mire.
Hombre. Los hipócritas jo sean, Envidia. Dadme el partido;
para que cuando los vean ¿qué manjar es el que espera?
los que los juzgan por santos, Codicia. Oros.
en acabándose el juego Envidia. ¿Oros? no hago cuerna
de la vida al pecador de partido; mire.
los echen por sin valor Codicia. Miro;
en la basura del fuego. no hice nada; tire.
(Siéntanse á junar el Hombre, ¡a Vani Envidia. Tiro.
dad, la Codicia y la Envidia.) Hombre. ¿Cuántas hizo de oros?
Engaño. Estos son los naipes. Codicia. Treinta.
Vanidad Vengan Hombre. Ese número ha de ser
Codicia. Dos papeles traen pegados. tu muerte.
Hombre. Son como amigos doblados. Codicia. Perdí el dinero
Envidia. ¿Quién duda que arena tengan y conciencia.
porque presto se despeguen? Un despensero,
Hombre. Como los gustos seran ¿para qué la ha menester?
del mundo, que los traerán Codicia. ¡No tuviera yo el ungüento
rotos primero que lleguen. que en Cristo vertió Alaría
Codicia. ¿Qué habemos de hacer de resto? Madalenal
Vanidad Las honras y dignidades. Hombre. ¿Qué valdría?
LOS HERMANOS PARECIDOS 7i5
Codicia. Trecientos reales que en viento los hombres que á restaurar
los volvió su perdición; viene Dios, bueno es comprar
¿no fuera mejor vendello vasos de tierra formados
para remediar con ello con el dinero que es precio
los pobres? en que á Dios Judas vendió.
Hombre. Sana intención; Hombre. Ya el desdichado se ahorcó.
mas cuando todos los cobres, Engaño, El murió como un gran necio.
tu piedad ¿qué es lo que intenta?
Codicia. Remediar pobres. Sale el Temor.
Atrevim. ¿Qué cuenta
tiene Judas con los pobres? Temor. Huye, señor, huye luego.
Envidia. ¿Queda más que jugar? Hombre. Pues ¿quién viene?
Codicia. Tengo Temor. La justicia
un Agnus Dei esmaltado de Dios, que tiene noticia
de oro y plata. (Sacaun Agnus de oro.) de aquesta casa de juego,
Hombre. Será hurtado. y tomarte residencia
Codicia. No sé; á vendérosle vengo. quiere.
Deseo. Buena es la iluminación. Hombre. ¡Ay, cielos! ¿dónde iré?
Hombre. Rayos arroja que, ardientes, ¿Adónde me esconderé? iVase.)
alumbran .todas las gentes. Temor. Como es de Dios su presencia
Deseo. ¡Admirable encarnación! y tú quebraste el mandato
Vanidad. De ver su hechura me espanto. que te puso, no sé adónde
Hombre. Encarnóle una doncella huyas.
rigiendo el pincel en ella Envidia. El hombre se esconde
el mismo Espíritu Santo. y huye por no dar barato.
Codicia. ¿Quién le compra? Atrevim. Vamos tras él.
Deseo. El judaismo. Deseo. Es avaro.
Envidia. ¿Cuánto pedís? Atrevim. Barato nos ha de dar
Codicia. Treinta reales ó el alma le ha de costar.
no más, y han de ser cabales. Envidia. Dirá: lo barato es caro. (Vanse todos.)
Hombre. ¿Por qué?
Codicia. Porque aqueso mismo Vuelve d salir por otra puerta el Hombre asombrado.
pensé yo hurtar del ungüento
de M adalen,i. Hombre. No hay lugar donde me esconda,
Envidia. Tomad que, con ser mudo el pecado,
los dineros y jugad. después que se ha cometido
Hombre. ¡Qué no hará el que es avariento! voces á Dios está dando.
Codicia. Perdonad, confusas dudas; ¡Riscos, caed sobre mí!
tomalde, pues le compráis. ¿Adónde iré, si arrastrando
(Bésate y dale.) llevo la soga infelice
Atrevim. Pues ¿vendéisle y le besáis? que mis insultos me ataron?
Hombre. Fiad en besos de Judas. No hay hierba que no recele
Deseo. ¡Bella joya! que es el juez que está tomando
Hombre. Puede dar á mis culpas residencia
su presencia vida y luz. donde han de acusarme tantos;
Envidia. ¿Véisle? pues en una cruz parece que en lo interior
le pienso hacer engastar, del alma me están llamando
aunque le tenéis por santo. á voces que, con ser loco,
Hombre. Con su luz eclipsará juicio severo aguardo.
la del sol, si en ella está. (.Pregúntase y respóndese á si mismo re
Vanidad. Sois la Envidia, no me espanto. presentando al Jue$ y al reo.)
Codicia. ¿No jugamos? — ¡Ah, del calabozo obscuro
Envidia. No con vos. de la culpa y del pecado!
Codicia. ¿Por qué, si me habéis ganado? —¿Quién llama?— Salga á la Audien-
Hombre. Ese dinero es hurtado. el hombre necio. — Ya salgo. [cia
Codicia. Volvedme el Agnus de Dios, Grillos de hierro en mis yerros
ó vuelva el juego. y esposas de vicios saco,
Envidia. Ni gusto, que el mundo que es cazador
ni ya dárosle podré, trata en prisiones y lazos.
porque ofendiste su fe. En la sala de la Audiencia,
Codicia. Vendí la sangre del Justo, sobre el trono soberano
tomad allá el vil dinero, del rigor y del poder,
que no faltará un cordel. me espera el Juez asentado.
{Arroja el dinero y vase.) El potro del pensamiento
Envidia. ¿El dinero? Dad con él vueltas al alma está dando,
en el campo de un ollero, donde sirven de cordeles
que si son vasos quebrados mis pretéritos pecados.
7 i6 LOS HERMANOS PARECIDOS

Dios es el Juez riguroso es impecable y yo santo.


que á voces me está citando. Hombre. A mí mismo en ti me veo:
—¿Por qué viene este hombre preso? ¿quién eres, hombre?
— Por ladrón. — ¿Qué es lo que ha Cristo. Tu hermano.
—La jurisdicción al Rey, [hurtado, Hombre. ¿Cuándo tuve hermano yo?
contra quien ha conspirado Cristo. Desde que tu ser humano
fiando dél el gobierno me vestí por tu remedio.
deste mundo. — ¡Oh, mal vasallo! Hombre. ¿Tú mi hermano!
digno es de echarle á galeras, Cristo. Y. mayorazgo
y así como tal, fallamos de la posesión eterna.
que le azoten y que vaya Hombre. De oirte y verte me espanto.
por eternidades de años ¡Oh, semejanza divina,
á la galera infelice que porque yo fui criado
donde reman los forzados á semejanza de Dios
en vez de salobres golfos en mi venturoso estado,
piélagos de ardiente espanto. — tú mi semejanza tomas
— Ya me sacan á azotar, por parecerme en trabajos
y pues que soy comparado si yo á Dios me parecí
al jumento, iré en mí mismo en el sosiego y descanso!
desnudo y avergonzado Grande amor. .
sin las ropas de inocencia Cristo. La semejanza
que perdí. Ya voy pasando le engendra; por ella te amo
las calles delos insultos de suerte que á pagar vengo
que mis locuras poblaron; deudas que te ejecutaron.
el rigor y la vergüenza Hombre. Los Hermanos parecidos
pregones en voz van dando, somos. '
oid: «Esta es la justicia Cristo. Serémoslo tanto,
que manda hacer el Rey sacro, que hemos de ser una cosa.
nuestro Señor, deste hombre Hombre. Pues, piadosísimo hermano:
por ladrón desatinado, la justicia en busca mía
que quiso ser como Dios; el mundo anda registrando,
mándale que sea azotado y ya que se acerca siento.
sin cesar por la memoria Cristo. Pues acógete a! sagrado
del bien que perdió su engaño, del hospital de la cruz,
que coma pan de sudor, que yo, que á librarte bajo,
que viva siempre en trabajos.» pagaré por ti, pues tengo
— ¡Ay, qué azotes tan crueles! caudal.
Paso, memoria cruel, paso. Hombre. Por verme dél falto
—No hay paso; matalde y diga y mis obras sin valor,
el pregón en gritos altos: señor, me escondo y no pago.
ansí castiga Dios á un desdichado, Cristo. En doblones de dos caras,
del cielo por soberbio desterrado; que para esta deuda traigo
grave es la culpa, denle pena grave: en mis dos naturalezas,
Ay cielos! Quien tal hace que tal pague. cobraré carta de pago
(Dicen de dentro) y la fijaré en mi cruz.
Atrevim. Por aquí va el pecador, Hombre. ¡Qué fiador tan abonado!
atajémosle los pasos. Mi Dios, la justicia viene.
Hombre. La justicia es esta: ¿adónde Cristo. Pues vete y dame los brazos.
tendrá mi desdicha amparo?
Despeñaréme. üntrase el Hombre y salen el Atrevimiento,
el Engaño y otros.
Quiere despeñarse y detiéneie Cristo, que saldrá
vestido de la misma suerte que el Hombre. Engaño. Que se levantó del juego
y por no darnos barato
Cristo. Detente. se fué.
Hombre. ¡Ay, cielo! ¿No es mi retrato Atrevim. ¿De qué le ha de dar?
el que delante los ojos Engaño. ¡De quél ¿No nos ha ganado
tengo? los pasatiempos, deleites,
Cristo. Sí. dignidades, honras, cargos
Hombre. Nuevo milagro. y riquezas deste mundo?
Hombre: ¿quién eres? Atrevim. Pues deso ¿qué le ha quedado
Cristo. Soy hombre sino sola una mortaja
Hombre. Luego pecador. que, como quien ha jugado
Cristo. Traslado y perdido, se congoja
de la culpa si más limpia con la baraja en las manos?
que esos cielos que he criado, Mas ¿no es este el hombre?
mi humana naturaleza Engaño. El es.
LOS HERMANOS PARECIDOS 7i7
Atrevim. Lleguemos. Sale la Justicia con una cruzen lugar de vara; salen
Engaño. Señor hidalgo, con ella el Deseo y la Envidia.
¿es él el pródigo, el noble,
el magnifico y el franco? Envidia. Aquí está el Hombre, Justicia,
Pues ¿á su bufón siquiera que, siendo primero hidalgo,
no le alcanzará el barato perdiendo la ejecutoria
de alguna joya? de la gracia, es ya villano.
Cristo. ¿Quién sois? Deseo. Pues si es villano, bien puede
¡ATREv.?|¿Quién? ir preso por deudas.
Engaño. ¡Linda pregunta, al cabo Justicia. Alto;
de todos nuestros servicios! llévele luego la Envidia.
Atrevim. ¡Gentil medra interesamos! Envidia. Hijo de Dios se ha llamado,
Engaño. ¿Al Engaño desconoce? líbrese agora á sí mismo.
Cristo. Yo no conozco al Engaño. Justicia. Yo haré ponerle en un palo
Atrevim. Bueno; el hombre se nos niega. donde pague puntualmente.
Kngaño. Mal modo de tripularnos. Cristo. Pues me tienen por mi hermano,
Atrevim. ¿Vos sois hombre de bien? sus culpas satisfaré.
Cristo. Sí. Padre: este cáliz amargo
Atrevim Pues, ladrón disimulado bebo por él, porque él beba
que á Dios le hurtastes el ser, la sangre de mi costado.
dadnos barato. Envidia. Ponedle á cuestas la vara
Cristo. No he hurtado de vuestra justicia.
el ser yo á Dios: su igual soy. Cristo. El cargo
Engaño. Este viento le ha quedado me derriba de su peso.
en la cabeza. (Pónete al hombro la vara, y cae con
Atrevim. Es un loco. ella.)
Enoaño. Dad barato, ó en un palo, Justicia. Es de yerros, no me espanto.
ladrón, entre dos ladrones Envidia. Venga y muera el hombre, ó pague.
os pondremos. Cristo.
Cristo. Eso aguardo,
si bien baratos prometo. Muera yo y viva mi hermano,
Atrevim. ¿A quién? pues esta es la justicia que ha mandado
Cristo. Al mundo, á quien amu hacer por él en mí mi mismo agravio,
de suerte que le he de dar que, pues siendo yo Dios quise fialle,
á mí mismo. justo es que quien tal hizo que tal pague.
Engaño. Bien medrado
quedará el mundo con vos. Llévante con la cruz á cuestas y sale el Hombre.
Cristo. No conoce lo que valgo; Hombre. A mi hermano llevan preso
pero él me conocerá porque ha sido reputado
después de resucitado. por pecador, y yo estoy
suelto y libre. ¡Oh amor raro!
Sale la Madalena. ¡Oh similitud preciosa!
¡Oh generoso retrato
Madal. Dadme barato, Señor. del Padre Eterno, en quien siempre
Cristo. ¿Quién sois? se está fecundo mirando!
Madal. Quien siete pecados Mil alabanzas te doy,
encerró dentro del pecho. pues del hombre enamorado
Cristo. Pues, Madalena, yo os hago hombre te quisiste hacer,
libre del los, yo os perdono. porque el hombre no sea esclavo.
(Vase Madalcna. Atrevim. ¿No es este el preso?
Engaño. Eso es mejor. ¿Quién te ha dado Envidia. El mismo es.
autoridad, que perdonas Atrevim. Si es él, ¿cómo se ha librado
casos á Dios reservados? de la divina justicia?
Vuelva preso.
Sale el Buen Ladrón. Hombre. Eterno hermano,
que me llevan á la cárcel.
B. Ladr. Un ladrón barato os pide.
Cristo. A feliz tiempo has llegado. Música.'Aparécese un cáliz muy grande y de en medio
Yo te doy mí paraíso, dél una cruz, y en ella Cristo, y al pie delta Jijado
á Juan mi pecho le he dado, un pergamino escrito; salen cinco listones car
á Pedro mi amada iglesia, mesíes como caños de sangre de los pies, manos y
mi doctrina doy á Pablo pecho de Cristo, que dan en el cáliz grande y dél en
y el espíritu á mi Padre otro pequeño que esté en un altar con una hostia.
cuando le ponga en sus manos. Cristo. Dejad á mi hermano caro,
pues que tan caro me cuesta
que por él la vida he dado.
7i8 LOS HERMANOS PARECIDOS
Llega, hermano parecido, Tiemblo de tan duro empeño.
y si del fruto vedado Cristo. Ya fenecieron tus daños;
comiste por ser cual Dios, borrada está, si lo adviertes,
este es de la vida el árbol, yo soy la carta de pago,
como Dios serás si comes; mis letras están heridas,
dándote antes agua manos cinco mil renglones traigo.
la fuente de tu dolor, Hombre. Cantad, músicos eternos,
más de lo que debes pago el amor nunca imitado
por ti, mas porque también de Dios al hombre, pues son
el fruto de mis trabajos los Parecidos hermanos.
te aproveche, haz de la tuya {Cantan.) «Por la imagen del hombre
lo que por mi ley te mando. Dios y hombre paga:
Tus obras han de salvarte ¡venturosa mil veces
valor de mi cruz medrando; tal semejanza!
fe con obras, hombre, pido. El hombre terreno
Hombre. Fe con obras, Señor, mando. comió la manzana,
Cristo. Llega, pues, come mi cuerpo, perdió la inocencia,
que es el fruto sacrosanto costóle la gracia.
deste árbol de vida; bebe El hombre celeste
la sangre que te derramo, en él se retrata,
que para que deste modo pagóle sus deudas,
más los dos nos parezcamos, llevóle á su casa.
yo en ti, tú en mí viviremos. Por la imagen del hombre
Hombre. ¡Oh amor de asombroso espanto! Dios y hombre paga:
Clavada miro en la cruz ¡venturosa mil veces
la obligación del pecado; tal semejanza!»
¿cómo comerá seguro (Encúbrese todo con mucha música.)
quien debe si no ha pagado?
AUTO SACRAMENTAL HISTORIAL ALEGÓRICO
INTITULADO

EL LABERINTO DE CRETA
POR EL MAESTRO TIRSO DE MOLINA

PERSONAS

El Rey de Etiopía. Minos.


Ariadna. Dédalo.
Un Tudesco. Risel, gracioso.
El Minotaubo. Fileno.
Teseo. Floriso.

Entrará Minos por la pla$a sobre un carro triunfa! en tantas diversidades


detrás de su ejército, y en el tablado gente de re y naciones de su esfera,
cibimiento del modo que se advierte en el papel por ser tu patria me espera
aparte, y Ariadna para recibir á Minos. con todas sus cien ciudades,
cien metrópolis, presuma
Ariadna. Mil veces triunfes en Creta. eternizar de edificios
loh, padre augusto; oh, monarca! inmortales, pues los vicios
asombro de cuanto abarca que la habitan son sin suma.
la luz del mayor planeta; Cuanto la escama y la pluma.
mil veces huelles sujeta el aire y el agua inquieta,
la redondez que ya tienes cuanto el monte se prometa
á tus plantas, pues que vienes delicioso, cuanto el valle,
de aquistar cuanto dilata, todo he dispuesto que se halle
y otras mil; Dafnes ingrata mejorado en nuestra Creta.
diadema ciña á tus sienes. Aquí nos colma Minerva
Honren mis labios tus pies. el espléndido licor,
Minos. No, Ariadna; no, hija mía, que el fuego consumidor
que eres alba de mi día para eterna luz conserva:
y celestial tu interés; aquí la caza en la hierba,
no es bien que los labios des la sierra sus salvajinas,
á los pies de quien te adora, y en sus entrañas las minas
si no es que con ellos Flora, de los monarcas metales
cuando me aprestas laureles, hechizo de los mortales
me aprisione en tus claveles, y de la virtud ruinas;
grillos ellos, tú su aurora. aquí, aunque en término angosto,
Creta, que en el mar del Ponto cuelgan joyeles racimos
ceñida de su profundo de los sarmientos opimos,
es lo mismo que este mundo oro potable en su mosto;
para el torpe vicio pronto, aquí pródigo el Agosto
[as veces que me remonto golfos de mieses que cría
á ejercitar mis crueldades ondea el viento cada día,
720 EL LABERINTO DE CRKTA
conque airoso el amor saco, cuando en sus fuerzas se fía.
porque sin Ceres ni Baco Demóstenes y Solones
dicen que Venus se enfría. besan, con los Salomones,
Este es mi reino, este Creta, los pies á mi idolatría.
patria de aquellos jayanes, Conquístéla, y en tributo
ya Cu retes ya Titanes, impongo á su rey Egeo,
que mi dominio sujeta; cuando en su trono me veo,
los que al son de la trompeta garias que entristezca el luto,
de mi voz inobediente ada año en trágico fruto
apenas en el Oriente han de enviarme sorteados
de sus instantes primeros siete mozos destinados
desnudaron los aceros para pasto miserable
contra el mismo Omnipotente. del monstruo que, formidable,
Estos y yo hemos vencido vive en sitios intrincados;
cuanto esos golfos abrazan; el Minotauro, prodigio
en mis deleites se enlazan de Pasife y aquel toro
cuantos son, serán y han sido; que adulteró mi decoro,
mis estampas he esculpido Cerbero del lago Estigio.
en los cuellos megarenses, Verá apenas el vestigio
porque triunfen los cretenses de el que el laberinto ignore
mientras el alfanje afila cuando, hambriento, le devore;
ingrata á su padre Scila pues su furor me promete
y tiemblan los atenienses. siete vicios para siete
Reinaba en Megara Niso, mancebos que Atenas llore.
y en un cabello fatal Dédalo fué su inventor,
fundaba el trono inmortal que es Dédalo el artificio
que perdió su poco aviso; en que se ofusca el juicio
en solo un cabello quiso del lascivo pecador.
que su reino eternizase No me ofende á mí el error
el hado, y que éste imitase de Pasife escandaloso,
de la púrpura al color, antes me tiene gustoso,
el cual, cortado, al rigor pues más conmigo merece
caduco se sujetase. aquel que más se entorpece
Significábase en ello y llega á ser más vicioso.
la vigilancia en la fe, Esta es, vasallos, la historia
tan delicada que esté de mi felice jornada.
en lo sutil de un cabello Grecia queda conquistada;
purpúreo, encendido y bello, Minos triunfa de su gloria;
porque la fe, toda llama, Minos, á quien la memoria
sangre en las aras derrama, dedique altares divinos,
y por su conservación cuyos lauros peregrinos
mil héroes dieron blasón en los templos y en las plazas,
al martirio y á la fama. si Minos dice amenazas,
Scila fué la incontinencia celebren eterno á Minos.
de Niso, hija y subcesora,
y ésta, al verme, se enamora Sale un Tudesco.
de mi hipócrita apariencia,
siendo sirena el delito Tudesco. Ya que á todos desafías
que en lo torpe solicito, y monarca te blasonas,
y cuando velar le importa, Minos, de las tres coronas
ella el cabello le corta que usurpan tus tiranías,
y yo la vida le quito. yo, que en las regiones frías
Conquístéle el reino luego, del Boreas postré los cuellos
y, como el que engaños vende de sus héroes y sobre ellos
al paso que sirve ofende, de la aurora y sol trasunto
al mar su perfidia entrego. su nieve y sus rayos junto
Esta es el escollo ciego en mi cara y mis cabellos
que tanto su golfo asombra, mientras al orbe restauro
que en la estrechez siciliana la libertad que le oprimes,
es de Caribdis hermana por más que ese bosque estimes
y Scila hasta aquí se nombra. cárcel de tu Minotauro,
Cerqué á Atenas, cuyo estrago, antes que merezca el lauro
á pesar de sus escuelas, que á luchar con él me obliga,
dominaron mis cautelas, porque mejor le consiga
temblándome su Areopago y ponga fin á tu exceso
deleites que alisto y pago. algún cretense me diga.
Vencen la filosofía, Dédalo. Tudesca es la presunción
EL LABERINTO DE CRETA 721
de tu traje y tus blasones, á cuantos hasta hoy día
república entre cantones sutiles se veneran.
dividida tu nación. Yo el inventor he sido
Mas, porque presto el Grisón, del barreno, la sierra,
por ser su soberbia mucha, el cepillo, el taladro,
hará en sacrilega lucha la plomada y la regla:
á la fe guerra infelice, y hallé la glutinosa
yo, que este laberinto hice, y siempre útil materia
te le he de explicar; escucha: que juma los divisos
Aquel jirón del mundo mármoles y maderas;
que intitulado Grecia pues si el licor faltara
de fábulas y engaños que sus cisuras pega,
dió asunto á los poetas; ni hubiera estatuarios
aquel que, dividido ni fábricas excelsas;
en infinitas sectas, yo solo, en vez de plumas,
monarca se blasona al leño que navega
de la milicia y letras, le di en alas de lino
cuya filosofía el uso de las velas;
de errores tantos llena yo, en fin, en simulacros.
á idólatras patriarcas para que envidia tengan
confusas dió materias, ios Fidias y Lisipos,
Metrópoli obedece á imágenes de piedra
á la facunda Atenas, doy casi ser y vida,
alcázar de las musas, pues hago que se mueran,
asilo de las ciencias, cual si hospedaran almas
si bien en opiniones sus ojos y cabezas.
contrarias y diversas, De suerte la ignorancia
filósofos alista, por todo esto me precis,
discípula y maestra. que altares me dedica
Allí Sócrates puso y divo me celebra;
antiguas sus escuelas mas como las liciones
que con moralidades socráticas, que enseñan
humanos vicios templan; á moderar costumbres
allí Platón dió fama y la verdad veneran,
y nombre á su Academia, conocen mis engaños,
como el esta¡;¡rita y que la corruptela
de la Naturaleza de mis cavilaciones
misterios averigua tantos simples despeña,
y el cínico desprecia juntando virtuosos
al Macedón monarca á muerte me sentencian
desde su cuba estrecha. si dentro de seis días
Alli, en fin, griego Apolo no desocupo á Grecia.
Homero al mundo deja Sali, en fin, desterrado,
la fama que eterniza y á Minos, rey de Creta,
sus versos y Uliseas, asilo de viciosos,
y el orador suave, se acogen mis tristezas;
bemóstenes, deleita i1 alie en su patrocinio
dueño de las pasiones privanzas y riquezas,
humanas su elocuencia. pues siendo él todo engaños,
Ln ésta, que es mi patria, yo todo estratagemas,
ilustre yo por ella, siempre la semejanza
mi padre fué el engaño, de inclinaciones fieras
mi madre la cautela, haciéndose acogida,
mi nombre el artificio se abrazan y se hospedan.
que en falsas apariencias, Era Pasife entonces
para ofuscar virtudes esposa y compañera
blasones sutilezas, de Minos, rey tartáreo,
Dédalo me intitulan, v ella de vicios reina;
sirviendo de corteza Pasife, que es lo mismo
á mis cavilaciones, que vil incontinencia,
para que más me teman, lascivia desbocada,
este apellido humilde, frenética torpeza,
si acaso no es que quieran. de un toro, que de Europa
porque invente dedales, ser robador pudiera,
que yo Dédalo sea. ó en el Abril florido
De todo lo ingenioso constelación etérea,
gané palma y diadema cuya armazón diamante
COMEDIAS DE TIRSO DE MOlINA. — TOMO II If¡
722 EL LABERINTO DE CRETA
vió el soto en su palestra venció en el toro el arte,
postrar rivales brutos pues brama sólo en verla,
llevándose la presa maromas despedaza
de la consorte- vaca; y encierros atrepella.
amor sin competencia, Entró entonces Pasife,
aun en los incapaces y de la junta horrenda
se apaga entre tibiezas, de tan bestial consorcio,
confusos remolinos, el torpe amor engendra
cuello, frente y cabeza al Minotauro infame
le arrugan, afectando en cuyo cuerpo median
robusticidad bella; lo irracional y humano,
la piel de dos colores casi hombre y casi fiera.
á manchas blanca y negra, Nació el bastardo monstruo,
en los efectos tigre nació en él la blasfemia
mejor que en la apariencia. de tantos heresiarcas
De este, pues, bruto torpe, contra la fe y la Iglesia,
Pasife, amante ciega, hijo, como este bruto,
de tal modo se abrasa, del vicio que sin rienda
con tal rigor se quema, por ensanchar lascivias
que, monstruo de apetitos, los rayos del sol niegan;
más desatinos ceba, temblaron los mortales,
mirándole lasciva, porque la voraz bestia
que el toro pace hierbas. destruye poblaciones,
La corte por los campos, abrasa cuanto encuentra.
intempestiva, deja, Mandóme entonces Minos
gozosa con su vista, que, de mis agudezas,
llorosa con su ausencia; se valga el artificio
celos irracionales para que al monstruo prenda,
el alma la atormentan y yo, por que segura
deseando transformarse de él viva nuestra Creta,
en la rival juvenca, un laberinto formo
tejiéndole guirnaldas con infinitas sendas
de rosa y madreselva, de calles enlazadas,
á sus vaqueros manda de marañosas selvas,
que le coronen de ellas; de verdes descaminos
sonoras campanillas que en medio el bruto de ellas,
hace que le suspendan por más que á la salida
al pecho, y que le adornen le buscan leves vueltas,
collares de oro y perlas. al paso que más andan
Asi se precipita más míseros se enredan.
la humana incontinencia, Aquí los condenados,
ya semejante al hombre, sirviéndole de presa,
al bruto y á la bestia. primero su muerte hallan
Desesperaba modos que la imposible puerta;
la adúltera resuelta, aquí cada año llora
piélago de imposibles, la tributaria Atenas
infierno de impaciencias, siete mancebos suyos
hasta que dos volcanes que al hambre brutal pechan,
la hacen caer enferma, señal de que si el sabio
dentro del alma el uno, al vil deleite entrega
pulsando el otro venas. la libertad del alma,
Contóme sus congojas, inútiles sus ciencias,
compadecíme de ellas. padece confusiones
Labré una hermosa vaca, de míseras tinieblas
que fué la copia mesma á manos de aquel monstruo
de la que el toro busca, que el Caos eterno encierra.
con una capaz puerta Cualquier desesperado
del modo que el caballo que, por mostrar sus fuerzas,
que á Troya dió tragedias. con este error del mundo
Degüello, en fin, la viva, inadvertido se entra
cubriendo la madera por nuestro Laberinto,
de estotra inanimada, en fe de su soberbia^
la piel aún no bien seca, sirviéndole de pasto
con propiedad en todo á muerte se condena;
tan símil á la muerta, y ya que tan dichoso
que el poderoso instinto en esto alguno sea
de la naturaleza que célebrele rinda
EL LABERINTO DE CRETA 723
y tanto se prometa, Yo, que al bruto jayán, cuyas espaldas
puesto que en los mortales sirven de pedestal á los castillos,
es bárbara quimera que bélicos abaten las guirnaldas
pensar que se halle hazaña de los muros, si llego á combatillos,
que postre su fiereza, y entre rubíes, diamantes y esmeraldas
como en lo marañoso atesoro el marfil de sus colmillos
de tanto árbol y selva y esquivo de sus últimos encierros
se le imposibilita á montones la plata, el oro á cerros.
la libertad y puerta, Yo, en fin, de quien el sol está envidioso
errante por sus lazos, y cada vez que de su carro augusto
forzoso es que perezca rayos fulmina su rigor fogoso,
en el estéril sitio, al ébano vital siempre robusto
ú de hambre ú de impaciencia. trocara, si pudiera, el luminoso
Esta es toda la historia, y dorado esplendor por el adusto
tudesco, que deseas color que baja mi abrasada esfera,
saber, si tu arrogancia porque etíope<al sol el mundo hubiera.
valiente persevera; Yo la conquista de tu Creta elijo,
este es el Laberinto, de tu infiel Laberinto yo el destrozo;
su entrada mortal ésa; su infernal Minotauro entre el prolijo,
su centro habita el monstruo, caos morirá en confuso calabozo.
con él venturas prueba, De Salomón y de Sabá soy hijo;
mas mira lo que haces, Jerusalén, en el festivo gozo,
que si una vez te enredas, conque asombró á mi madre aquel rey sabio,
muriendo no hay librarte, tálamo fué de su amoroso agravio.
por más que te arrepientas. A Etiopía ilustró su descendencia,
Tudesco. Por más que hiperbolices, la ley de su Moisén hemos guardado
por más que me encarezcas hasta que, humana ya la omnipotencia
peligros fabulosos del verbo Dios, pasible aunque increado,
que te ha enseñado Grecia, llegó á nuestra noticia su clemencia
no puedes ser bastante cuando Felipe, apóstol consagrado,
á que prodigios tema porque mi reino á todos se anticipe,
quien viene de Alemania bautizó en Palestina á otro Felipe.
á hacer su fama eterna. Candaces, reina, es la primer cristiana
Mis brazos en la lucha que merecieron ver los abisinos;
harán un mármol piezas, hijo soy suyo y, pues que Dios se humana,
y por tus embarazos postrara en su fe tus desatinos.
mi espada abrirá sendas. Ya, apóstata precito, la tirana
Ya, por entrar Alcides confusión pereció; ya, infernal Minos,
por la tartárea cueva, no han de oprimir los hombres tus venenos;
bostezo todo llamas Minos te llamas, ya has venido á menos.
de la prisión etérea,
también halló salida, Minos.
á su pesar, por ellas. Oh, prosapia de Cam, de Dios maldita,
Alcides soy segundo, aborto de la noche, todo sombra,
mas, ¿quién mi fama altera? del cafre descendiente y trogoldita
indigno que á mis pies sirvas de alfombra:
Tocan un clarín.— Sale el Rey de Etiopia sabre un entra en el Laberinto, solicita
camello, como el papel lo pinta. la muerte al monstruo, si es que no te asombra
su formidable forma; entra en las redes,
Rey. por que en sus lazos castigado quedes.
Apóstata, sacrilego del cielo, Rey.
peregrina impresión que tanto subes,
exhalación fantástica, en el suelo Espera, basilisco del infierno,
te precipitas más desde las nubes; que no te han de valer tus artificios.
Faetón, hechura del señor de Delo, Teseo viene y es monarca eterno
que, amotinando angélicos querubes, que te arroje á inmortales precipicios.
por presumir aleves desatinos Minos.
del averno dragón, te llaman Minos:
yo, el Rey de la Etiopía, que aparente Deleite del amor lascivo y tierno,
sólo construyo en montes de la luna, engolfalde en la selva de mis vicios.
de donde el Nilo nace en la eminente
pirámide que al sol sirve coluna, Rey.
y de sus plumas coronó mi frente ¿A él blasfemias? ¡Oh, dragón cobarde!
el pájaro prodigio cuya cuna
sepulcro, atrio, sala y parasismo Minos.
es Oriente y Ocaso de sí mismo. Vendrá Teseo á redimirte tarde.
724 EL LABERINTO DE CRETA
Vase y sale Risel, rústico y gracioso. las viejas que en ella están?
¿Para qué diabros serán
Risel. Ellos deben de cuidar buenas?, Fileno, las viejas
que es barro esto de morir: lleve á un sastre mal ladrón
¡qué hobiese yo de salir, que en la cruz de su tijera
entre tantos, á pagar colgado aplique en la fiera;
al tarascón el tributo, las tripas para el pendón
que esta tierra le prometel á un tabernero que imite
¡Que fuese yo de los sietel al signo Acuario mojado,
¡Ay, mi ruciol Poneos luto por que tragándole aguado
de hoy más por vueso Risel, la tarasca le vomite;
que ya no vos llevará á un mesonero barriga
arre acá ni arre acullá que venda el gato por liebre
al monte ni al alcacel. y las sisas del pesebre
mos pague vuelto en boñiga;
Sale Fileno. » pero ¿á un pobre labrador,
habiendo tantas mujeres?
Fileno. Animo, pues que la suerte Fileno. Risel, por tu patria mueres.
te cupo y lo quiere Dios. Risml. Morios vos, consolador.
Risel. ¿Tendrcdei, ánimo vos Fileno. El Laberinto de Creta
para el sorbo de la muerte? nos fuerza á tanta injusticia
¡Pardiez que es linda frema como ves.
con que animáis mi desmayo! Risel. El avaricia
Diz que un hombre con su sayo, decrépita no se meta
con su cáscara y su yema en hornos que el vino-en-tarros
se mama el diablo novillo, sin más ni más nos meriende.
y tal vez al que le toe* Fileno. Ya el mar, que el zafir extiende
se le cuela por la boca por campos de sol bizarros,
todo entero hasta el portillo. nos ha ofrecido á la vista
Fileno. El Minotauro es voraz. de Creta la injusta playa.
Risel. ¿El vino-en-tarros ha nombre? Risel. El Dimuño que allá vaya.
Y decid: si llega el hombre Fileno. Si Teseo la conquista
y le habla homilde y de paz, y á Minos llega á vencer,
con reverencia y mesura, ¿de qué es tu necio temor?
¿será tan desacatado Risel. De vino-en-tarros, señor,
que le coma? que á ser vino de beber
Fileno. Hanle cebado no temiera los desgarros
con toda humana criatura; de su selva y laberinto;
lo que de hombre participas mas leche, y no branco y tinto,
será su manjar y empleo. es lo que se bebe en tarros;
Risel. Yo os voto al sol, si me veo vino en tarros y avaricia
una vez dentro sus tripas decrépita es quien me aprieta.
y el estuémago le escarbo, Fileno. Del Laberinto de Creta
que en llegándome á sorber destrozará la malicia.
más le tengo de valer Voces. \Dentro.) ¡Tierra! ¡Tierral
que seis libras de ruibarbo. Teseo. Echa el batel.
Dejadme entrar allá dentro. Risel. Tierra dicen, hoy me entierran
Fileno. Pues ¿has de vivir comido? si en vino-en-tarros me encierran.
Risel. ¿Por qué no? ¿Vos no heis leído Fileno. Animo, y adiós, Risel.
que saliéndole al encuentro Risel. Luego ¿á Atenas os tornáis?
á un hombre sin más ni más Fileno. Aguárdanme sus vecinos.
cuando hueron á arrojalle Risel. ¿Y en poder de taños vinos
se le tragó sin liscalle sin más cuita me dejáis,
la ballena de Juan Bras? sin más arte ni más parte?
Fileno. Esa fué una maravilla Fileng. Dispónelo el hado ansí:
que usó Dios con su profeta. ¿qué quieres que haga por ti?
Risel. Dejad vos que allá me meta Risel. El que le deis de mi parte
y veredes la rencilla al mi rucio aqueste abrazo,
que el vientre conmigo tien; al mi caro compañero.
Fileno, yo os juro á un canto, Fileno. ¿A un jumento? ¡Anda, grosero!
que no han de armar preito tanto Risel. Diréisle que llegó el prazo
dos suegras y un escribén. del su Risel, ¡ah, mezquino!
Pero habrando ahora en juicio, {Llorando.)
decir: ¿no huera mijor pero si una vez me escurro...
que el reye, nueso señor, Fileno. ¡Estás loco?
llevara á ese sacrificio, Risel. Estoy sin burro,
sin dar á su corte quejas, que es peor.
EL LABERINTO DE CRETA 725
Fileno. iQué desatino! sin pensiones de cuidados,
Risel. Como no le heis conocido sin asaltos de deseos,
no lloráis cual yo le lloro, que la presupción humana
que era como un pino de oro; remite á la vanidad.
jumento más entendido Mi nombre era voluntad,
no le tuvo Grecia. sin ella soy Ariadna.
Fileno. Acaba. En esta prisión prolija
Risel. ¿Cuidas que miento? Decían quiere el tirano que sea,
que las burras le entendían porque cruel me posea,
cuantas veces rebuznaba, al tiempo que esclava su hija.
pues la vez que caminaba Apoderóse de mí,
tan cuerdo hué de día en día, y soy en mi adversidad
que siempre en todo caía voluntad sin voluntad,
ó al de menos trompicaba. pues vivo sin ella aquí.
Pues ¿sofrido? no hube her,
por más palos que le diese, Sale Floriso.
que se enojase ó corriese,
que él nunca supo correr; Floriso. Si, inquietando soledades
pues si acaso algún rocin aumentas, señora mía,
le guizgaba de repente, tus tristezas de día en día
le asentaba entre la frente y ansias á penas añades,
las virillas del chapín. ¿qué esperas mientras que llora
Estas gracias y más tien, prisiones tu adversidad
que es mi rucio sin segundo. sino que en tu tierna edad
Decid que vo allotro mundo juntes tu ocaso á tu aurora?
y que haga por mi alma bien; Pues lo crees y al sol deseas,
que para que me conorte, que humanando resplandores
cuando al infierno me parta, facilite tus amores
le enviaré de allá una carta y á la sombra su luz veas,
con un celemín de porte; durmiendo á la protección
que en mi lugar quedáis vos, de ese olmo alivian congojas,
y que os lleve por los barros, huecos que adulan las hojas
y que, en fin, del vino-en-tarros de sus llamas pabellón.
le libre el cielo, y adiós. Yo le aceché que salía
Teseo. (Dentro.) ¡Alto! á tierra, mis soldados. de la embarcación cansado
Fileno. No temas, que este es Teseo, Narciso, que enamorado
y ya triunfante le veo se miró á esa fuente fría
de los bosques intrincados. donde los rubios cabellos
Risel. Al mi rucio ¡hao! lo primero sus cristales perfilaban
y que de él me acordaré y aquí sólo le dejaban
cuando en la caldera esté sus siervos, porque sin ellos
del señor Pero Botero. (Vanse.) templase á la sed I 1i calina,
y cuando al agua llegó
Sale Ariadna tola. los labios, luego la halló
en dos búcaros con alma;
Ariadna. Isla, que en tanto destierro al besarlos se reía
prendes á tus naturales la fuente que los copiaba,
y con grillos de cristales y como el rostro bañaba,
sabes suplir los de hierro; juzgué que el sol se ponía,
de deleites infinitos porque empezó á obscurecerse
abundas que nos enlacen, la comarcana región,
mas ¡a.\ ! que no satisfacen que no hay mucha distinción
del todo los apetitos; entre el dormirse y ponerse.
experiencia de ellos hago
y advierto en su desazón Descúbrese Testo durmiendo, como dicen los versos.
lo amargo en la posesión
y en el hambre el empalago. Juzga, si en sueños abrasa
¿Qué importa que diferentes y á cierra ojos da la muerte,
conviden á la ignorancia qué ha de hacer cuando despierte,
si les falta la sustancia que yo doy la vuelta á casa, (y*"-)
y todos son aparentes? Ariadna. ¡Qué poco lo encareciste
Minos, tirano, me nombra en comparación tan bajal
hija suya, y soy su esclava. Concédale la ventaja
Dichosa yo cuando andaba el que de oro cumbres viste.
gozando de en sombra en sombra ¡Ay, cielosl en él asiste
los amorosos sesteos no sé qué oculta deidad
de las fuentes y los prados, con toda la actividad
726 EL LARERiNT0 DE CRETA

que obstenta naturaleza. Ariadna ingrata, por ti,


Océano es de belleza y en tus brazos me consumo;
que se atreve á inmensidad. dejas la luz por el humo,
Más es que amor el que admito por la infructífera arena
y el que adorarle me induce, la estación de el cielo amena
que éste limpiezas produce (delicias dél cornucopia)
y el otro engendra apetito. y siendo voluntad propia,
Abrásome sin delito voluntad te hiciste ajena.
y al paso que más le veo Ariadna. ¡Ay, gozo del pesar mío!
más honesta me recreo: Redímame tu eficacia.
¿qué será, si no es amor, Teseo. Omnipotente es mi gracia;
un ardor que sin ardor dame tu libre albedrío,
es deseo sin deseo? que de uno y otro confío
Atomos de aljófar suda efecto tan singular
y en rayos que al viento extiende que al monstruo puede postrar;
sol de si mismo se enciende. pero, aunque hombre y Dios nací,
¡Ay Dios! si abrasarse duda, quien te redimió sin ti,
compasión, démosle ayuda, sin ti no te ha de salvar.
no nos usurpen las flores Ariadna. Eso la fe lo celebra;
en tan pródigos favores tenme por tuya desde hoy,
dichas que dan al verterlas. mi libre albedrío te doy,
(Llega á enjugarle con un lienzo el su hilo es que el pecado quiebra;
dor, y Teseo despierta.) (Dale un ovillo de cordones de seda en
Teseo. ¡Oh selvas que de engañar carnada.)
ponéis escuela al fingir, pero en tus manos la hebra
qué avaras sois al cumplir, de aqueste ovillo indistinto
qué pródigas al pintarl en tu amante sangre tinto,
(Ve á Ariadna, levántase y cógela las aunque al Minotauro encuentres,
manos.) nos sabrá librar cuando entres
¡A y, cielos! si esto es soñar, de su mortal laberinto.
nunca el amor me despierte. Cada uno por mitad
Ariadna. No me toques, si perderte corte esta araña en los dos,
no intentas, joven hermoso, tú la gracia, que eres Dios,
que cuanto más presuroso yo mi libre voluntad.
más te acercas á la muerte. Temo la hambrienta impiedad
Cuanto ves en mí es engaño, de Minos, dragón cruel;
hechizos cuanto en mí admiras, ata al confuso vergel
un monstruo soy de mentiras, ese y lo que siendo así
áspid que en flor cubre el daño. no te librará él á ti,
Huye, peregrino extraño, tú sí á mí, por ti y por él. ( Va« )
Circe que entre esta aspereza
vendiendo falsa belleza Salen Minos, Dédalo y otros.
son las frutas de Segor,
dentro ceniza y horror Minos. ¿Nave en la plaza de guerra
y hermosas en la corteza. y en sus peñas no se ha roto?
Teseo. Dices, Ariadna, verdad; Dédalo. Afirman que es su piloto
si yo no te conociera, Teseo y que ya está en tierra;
si limpio mi amor no fuera, y si es él ya Creta sabe
huyera de tu beldad. que le tiembla y reconoce
¡Ay, humana voluntad! Neptuno.
¿qué bárbaro desvarío Minos. Traerá á los doce
del conocimiento mío Argonautas en la nave
te aparta? Hízote señora de la Iglesia.
la Omnipotencia criadora Dédalo. Su gobierno
de ti mesma y tu albedrío, huracanes atropella,
rindióte la torpe llama sin prevalecer contra ella
al basilisco de Creta, las puertas del mismo infierno.
que esclava vil te sujeta Minos. Habiendo yo atravesado
cuando hija suya te llama; tanto escollo en el camino,
la ponzoña que derrrama tanto del monstruo marino
su tiranía infernal que ninguno se ha escapado
te tiene, mi Ariadna, tal, desde el primer navegante
y tal mis ojos te ven, ni ha de escaparse el postrero,
que te hallas mal con el bien ¿cómo de su golfo fiero
y juzgas por bien el mal. sin romperse naufragante
Desde el trono regio y sumo una nave tiene audacia
de mi padre descendí, de surcar su mar remoto?
EL LABERINTO DE CRETA 727
Dédalo. Excepcionóla el piloto que un Dios muera y necesite
y preservóla la gracia. de mirra que le preserve
Mings. ¿Cuándo? y incorrupto le conserve,
Dédalo. En el primero insunte pues la razón no lo admite.
que comenzó á navegar, La sangre ofreció al cuchillo
y afirman que ha de quebrar de la ley mi amante llama,
con la quilla de diamante y quien su sangre derrama
la cabeza á la serpiente, no es Dios, sino hombre sencillo.
creyendo salirla al paso, Más dudará tu temor
para eclipsar con su ocaso de que Salvador me nombre,
la luz de su puro oriente. porque sin ser Dios un hombrc,
Minos. Pues ¿por qué, si se cortó ¿cómo será salvador?
la materia de esa nave De Herodes, rey idumeo,
de aquel tronco y árbol grave que á la inocencia destruye,
que la culpa corrompió, huyendo salí, y quien huye,
de los naufragios de Adán ni aun de hombre merece empleo;
no ha de tocarla ni una ola? mas ¿cómo Herodes cruel,
Dédalo. Porque es nave única y sola belicoso y arrogante,
que de lejos nos trae pan tembló de un desnudo infante
que de Angeles se intitula, si no halló deidad en él?
y con dos naturalezas, ¿Cómo hambriento si es divino?
entre cándidas cortezas, ¿Quién habrá que hombre le crea,
es Dios, y hombre la medula. si en Canán de Galilea
el agua transforma en vino?
Sale Teseo. Entre estas ambigüedades
y otras como ellas te ofuscas,
Pero ¡cielosl el que veo, mientras, ciego, atento buscas
¿no es el mismo de quien doy la luz por obscuridades.
noticia? • Atorméntate, homicida,
Minos. ¡Temblando estoy! verdugo tú de ti mismo
¿Hombre ú Dios eres, Teseo? torpe, errante en el abismo
Tesio. No eres digno tú, tirano, de mi misteriosa vida,
de que yo quién soy te diga; que enigma tuya he de ser
bien sé lo que te fatiga por que te aflija y asombre,
saber, si soy puro humano ya juzgándome puro hombre,
ó aquel amoroso enjerto ya Dios de inmenso poder,
de quien tiembla tu poder mientras el mundo restauro,
y te ha de desvanecer que ya por ti es calabozo,
tres veces en el desierto. tu Laberinto destrozo
Desvela tus confusiones, y postro á tu Minotauro. (Vase.)
busca entre la densidad Minos. Seguidle, vasallos míos,
de tu ciega obscuridad que un reino no admite á dos;
para uno y otro razones, ya sea hombre, ya sea Dios,
serás de ti mismo guerra. pruebe mis rabiosos bríos,
Cuando amor nacer me vió que, pues á su ser me igualo,
todo el cielo me cantó: si al monstruo llega á vencer,
¡Gloria á Dios, paz á la tierra! yo sabré hacerle poner
Di que Dios soy según esto. á la vergüenza en un palo. (Vanse.)
De un portal la choza baja
trigo me escondió entre paja Sale Risel, temblando.
al hielo y la nieve expuesto;
di, pues, que el que en tanta injuria Riskl. Los dimuños inventaron
nace, tiembla, gime y llora, tantas calles y revueltas,
no os Dios, porque á Dios ignora rodeos y encrocijadas,
la miseria y la penuria. atajos, ramblas y sendas.
Tres reyes me pagan censo Zampáronme dentro el bosque,
postrados en el portal y en acuita de la puerta,
por Dios, por hombre y mortal, sin topar con su salida,
con oro, mirra y incienso; he andado más de tres leguas
conjetura de estas parias como jumento de noria,
lo que soy, mas no podrás, y después que ell hombre piensa
que hasta en ellas hallarás que acaba con la espesura,
razones también contrarias. cátale en el medio de ella.
Porque si el incienso y oro ¡Válgate el diabro por trampa!
por rey y Dios me pronuncia, Devanadme esta madeja;
mortal la mirra me anuncia, al retortero el joicio
y juzgarás á desdoro y atili vobis la cuenda.
728 EL LABERINTO DE CRETA

Lo mismo heime aquí entrado que en peligros semejantes,


que mandarme que me metan por lo rezongoña y vieja,
en medio de un guarda infante huirá de su vista un toro
ú de unas calzas tudescas; sin que el diablo la acometa.
pues si ell hombre tiene sed, ¡Jesucristo, y cómo escarba!
decid que hay fuente ó alberca, {Escarba )
ni aun charco en que se remoje. Yo jamás, señora bestia,
Ello, si habramos de veras, habré mal del vino en tarros
(De rodillas.)
bella zahori soy de agua, ni contra su monstruencia
que pues siempre la despeñan dije chas ni mus jamás;
desde las nubes abajo, ansí, si es que tiene llenas
no debe de ser por buena; de limpio trigo los silos
pero ¿qué ha de her un pobre de ambos vinos la bodega,
huérfano de las tabernas, ' chero decir branco y tinto,
si llamando á un cuero, mama, en catorce años no llueva,
en vez de un pezón encuentra porque no se mos ahorque,
un cabrozo ó cabrahigo, y á gusto suyo lo venda;
ó los brindis de ell arena, ansí no acierte á su casa
que es lo mismo que topar la ejecución en las deudas,
con los pechos de una dueña? el huego de las vecinas,
Pues para matar ell hambre ni en sus sembrados la piedra
entrar y hallaréis la mesa que en otros se desayune;
en cada árbol que os convide porque si una vez me almuerza,
con frutas verdes ó secas. y no le echan veinte gaitas,
Bercebú lleve el piñón, soy de scstancia indigesta.
dátil, bellota, ciruela, Zámpese un médico á muía,
zarzamora, escaramujo, comeráse en una pieza
que he vido en toda la selva, treinta hespitales de viudas
que por más que haya espulgado en virtud de sus recetas.
nísperos, castaños, servas, Cómase á un pesquisidor
no me depare el dimoño (pero á este triste no, ahuera),
ni aun legumbres con ser huerta. que no le dejará entrañas,
A la hé, que si encerraran porque á todos mos las lleva.
á don Adán y doña Eva
(Acométele y huye por el tablado^ y
aquí en vez del Paraíso, luego anda alrededor de un árbol que ha
que nunca doña Culebra de naber, y el monstruo tras él dando gol
se topara tan á mano pes en el tronco.)
la barbirrubia camuesa, ¡Ay, que acomete á ojalarme!
y que, mal que les pesara, Esta encina me defienda;
ayunaran mil cuaresmas. ¡Zape, ahí me las den todasl
¡Andallo á la retortera!
Salt el Minotauro, como se dirá en el papel.
veremos, pues, si jugamos
los dos la gallina ciega,
¡Ay de mí, desmamparado! cuál, andando á la tahona,
Mas hétele dónde llega de los dos sabe más tretas.
el vino-en-tarros pantasma. Floriso. (Dentro.) Aquí, Teseo divino,
San Sansón, Santa Belerma, el Minotauro se encierra;
San Escápame de aquí, redímannos tus hazañas
San Sastre, ¿qué has dicho lengua? de tan formidable fiera.
(Vase el Minotauro )
pídele al cielo perdón, Risel. Ancia allá las patas guia;
que sastre y santo es blasfemia. vaya muy enhorabuena
De hombre tiene la fachada y ciégale Sant Antón
y de toro la zaguera; la vez que por acá vuelva.
el dimufio que pintase Mucho sudo, y no es almizcle.
dos feguras tan diversas.
De hueso trae los bigotes, Sale Floriso.
alquilalde la madera
para saleros de bodas, Floriso. Hoy el mundo se remedia.
que no os faltará pimienta; ¿Quién eres?
llamas por ellos vomita, Risel. ¿Quién lo pescuda?
y hué boba empertinencia, Floriso. La esperanza.
que toda armazón ganchosa Risel. Tarde llega,
del modo que injuria quema. que ya yo he desesperado;
Estas matas me agazapen; vuesasté se harte de hierba,
vióme, rematamos cuentas; pues es verde la esperanza
la cara hacia mí emberrincha, y serálo de las bestias.
transfórmeme Dios en suegra, Floriso. ¿Qué temes?
EL LABERINTO DE CRETA
7*9
Risel. Ya está temido. Floriso. Victoria, amorosa Iglesia;
Fi.oriso. Del Laberinto de Creta entonadle epitalamios
saldrás hoy. mientras al tálamo llega
Risel. Pues ¿por dó salen teñidas las vestiduras
dell avaricia discreta? de la sangre que en la guerra,
Floriso. Triunfará de el Minotauro por redimir vuestros hijos,
nuestro Teseo. derramaron dichas muestras.
Risel. No creiga
que cuando le despachare Sale leseo y todos los que pudieren
que á mí sus dichas me quepan.
Floriso. ¿Por qué? Teseo. Emprended fuego, mis fieles,
Risel. Porque, pues, jamás á ese laberinto y selva
las buenas suertes me aciertan. de deleites y lascivias,
Floriso. ¿Qué dices? de errores y de blasfemias;
Risel. Las letanías. mi fe sea inquisidora,
Floriso. Ponte á mi lado, no temas. pues á los herejes quema,
Risel. Si se hallare en todo ell orbe esparza el viento cenizas
quien más desdichado sea que contaminan la tierra,
que yo. y seguidme adonde todos,
Floriso. ¿Tiemblas? en delicias siempre amenas,
Risel. Tiemblo y sudo: mis triunfos gocéis conmigo.
olerásme si te acercas;' Floriso. ¡Viva edades sempiternas
¿quieres ver cuán venturoso Teseo, nuestro monarca!
soy? Pues escucha: Una siesta Risel. Viva, y siéntese á la diestra
soñaba que me había hallado por los siglos de los siglos
un bolsón y dos talegas de su misma omnipotencia.
de doblones de á dos caras,
tendidos sobre una mesa, Entrame, con música, y quedan Floriso y Risel.
y cuando empiezo á contarlos,
al instante me despiertan, Floriso. ¿Qué juzgas de esta victoria?
dejándome de la galla Risel. Que parece que la sueñan
sin permitirme siquiera los temblores que aún me duran,
que entre sueños recrease que si me llamó mi aldea
mis sentidos con su cuenta. el Recelo hasta este punto,
Soñé otra vez que me daban, ya es bien que aquel nombre pierda
sacándome á la vergüenza y el regocijo me llamen,
por las calles de mi villa, pues me hace el alma gambetas.
cuatrocientos de la penca. (Tocan dentro )
Iba yo, carivinagre, Floriso. Oye, pues, desus victorias
llorado de verduleras la música sacra y regia.
entre escribas y envarados, Risel. ¿Qué son éstas?
las espaldas berengenas, Floriso. Chirimías.
y á cada «esta es la josticia» Risel. Pues ¿por qué no chirinuesas?
me pespuntaba el gurrea Floriso. Porque son de la esperanza
los ribetes, cuatro á cuatro, cuando á posesiones llega.
cual le dé Dios la manteca.
Consideren, pues, qué tal Aparece Teseo en lo alto y el altar y cordero
¡ría mi reverencia como se dice en el papel.
que, vive Dios, que escocían
como si huesen de veras; Teseo.
pues fué mi ventura tal, Carísimos alumnos del baptismo
para que envidia me tengas, que en púrpura y cristal de mi costado
que hasta el último pencazo ve engendrados quedáis conmigo mismo
no desperté; de manera unidos al amor que os ha enlazado,
que cuando sueño doblones, del laberinto vil del torpe abismo
al primero me recuerdan, á costa de mi sangre os he librado;
y cuando azotes, me obligan oid de mis fierezas el empleo,
que hasta el cuatrocientos duerma. por que sepáis quién es vuestro Teseo.
¿Hay bestia más desdichada? Rey de Atenas intitulan
Sale Teseo luchando con el monstruo.
á mi padre, Dios inmenso,
porque en Atenas reinaron
Teseo. No hay al poder resistencia las ciencias del universo.
de mi brazo, que es divino. Y como soy de mi padre
Monstruo torpe, las cavernas la eterna sapiencia el verbo
infernales te sepulten. y el acto de intelección
(Cae el monstruo, húndese y salen lla que de su mente procedo,
mas, y éntrase Teseo.) a Atenas me dan por patria,
73o EL LABERINTO DB CRETA
esto es al entendimiento Agora, pues, que arruinado
que de la sabiduría el marañoso embeleco,
es potencia y es sujeto. del monstruo infernal hospicio,
Teseo tengo por nombre, la libertad os he vuelto,
que si en Grecia Dios y theos gozad, regalados míos,
es lo mismo sincopado, los bosques verdes y amenos
ser theos lo que Theseo. de mi jardín delicioso,
Que Egeo se llama afirman de mis floridos recreos.
á quien mi humano ser debo, En vez del vil Minotauro,
pues que egere es el ser pobre, la mansedumbre os ofrezco,
y yo de pobre me precio. que os sustente y que dé vida,
Después que á ser hombre vine, de este cándido cordero.
y lo fui con tanto extremo Desde el origen del mundo
que, las fieras en los montes os dice Juan que está muerto,
conocen su alojamiento, aunque para daros vida
los pájaros en sus nidos resucitó al día tercero;
y el hijo del hombre, siendo mas como se hace memoria
de la omnipotencia hijo, en el altar incruento
no tuvo dónde en el suelo de mi triunfante pasión,
la cabeza reclinase, vivo en la verdad y efecto
porque el ser pobre apetezco. y en la apariencia difunto;
La rebelde Sinagoga, entre accidentales velos
que de madre se me ha vuelto os convido á tres sustancias:
madrastra y supersticiosa divinidad, alma y cuerpo;
Medea es de encantamentos, tendréisme hasta el fin del mundo
ingrata me ha perseguido, tan continuo, tan perpetuo,
como dirá el menosprecio que desde ahora me llame
que hicieron de mi doctrina la fe yuge sacramentum;
escribas y fariseos. comeréismecada día,
La envidia de mis hazañas mas no como el alimento
fué el mortífero veneno que se convierte en sustancia
que provocó sus crueldades del que le come perdiendo
y consultó mis tormentos. el ser que hasta entonces tuvo,
Debelé las Amazonas, que aquí, con modo diverso,
los vicios, digo, superbos, el que come se transforma
estériles de virtudes, en el manjar, adquiriendo
pues que con no más de un pecho casi el ser del que es comido,
sólo las torpezas crían. porque amor invencionero
Di muerte al tirano fiero con finezas jamás vistas
de Tebas, quiero decir es pródigo y todo excesos;
al príncipe del Averno. negarémeá los sentidos,
Eché del mar los piratas, las almas conmigo uniendo,
del mundo los bandoleros, juntando á la posesión
de las cortes los engaños, la esperanza y los deseos,
los monstruos de los desiertos, porque con modo admirable
de Creta al dragón intruso, presente y ausente á un tiempo,
de su enmarañado enredo por lo ausente deis suspiros
al lascivo Minotauro; y por lo presente afectos;
bajé triunfante al infierno, no viéndoos os medrará
y sus puertas desquiciando, vuestra fe merecimientos
los predestinados presos y gozándome comido
saqué y dejé á los precitos, aliviaréis los destierros
porque allí nulla est redemptio. de esta peregrinación,
Si refieren las historias hasta que, con dulce vuelo,
que á Ariadna menosprecio poseáis tronos augustos
y con Fedra me desposo, en las sillas de mi reino.
sabed, fieles, que es lo mesmo
que haber dado de repudio FINÍS
el merecido libelo
á la Sinagoga ingrata, A PKTMKHO DE MaRZO DE MIl SEISCIENTOS T TREINTa T
que fué mi esposa primero, OCHO aÑOS
por vuestra gentilidad,
que es pasarse el Evangelio Si quid contra fidem aut bonos mores dictum
al lado diestro, dejando tanquam non dictum subicuntur enim omnia
como rebelde al siniestro qux hic continentur sanclee matris Ecksiec
en mi sacro santa misa Romance et ejuspiis doctoribus.
monarca de mis misterios. Por el Maestro Tirso de Molina.

■n
EL LABERINTO DE CRETA 73 I
Para inteligencia de este auto y satisfacción para pasto del Minotauro; hizo que Dédalo fa
de los que, por no haber leído lo material de bricase el decantado Laberinto, donde encerró
esta fábula desearen, sabiéndola, entender lo al monstruo Minotauro, y después, en castigo
metafórico de ella, pongo aquí lo que de las de haber el tal Dédalo hecho la vaca de madera,
personas que hablan en esta representación he en cuyo vacío entró Pasife y concibió del toro
visto en autores diversos. aquella bestia fabulosa, le metió con su hijo
Creta.—Es isla del mar del Ponto; su nom Icaro en lo más confuso de su enredo, para que
bre ahora Candia, célebre en otros siglos por dentro pereciesen, si bien los dos escaparon,
las cien ciudades, que primero tuvo sus límites: como en su lugar diremos.
al Septentrión, el mar Egeo y el golfo que lla Minotauro. —Monstruo, medio toro y me
man Crético; al Mediodía, el golfo Líbico; al dio hombre, parto de Pasife. Preso en el dicho
Occidente, las islas Egíla y Chitera, y al Laberinto, su manjar carne humana, al año
Oriente el golfo Carpacio. Tiene de largo du tercero, del tributo referido de los atenienses,
cíentas y setenta en nueve millas, y de ancho habiéndole cabido la suerte al príncipe Teseo,
cincuenta; baja mil quinientas y ochenta y por industria de Medea, su madrastra, llegó á
nueve millas. Sus principales ciudades ahora Creta, y enamorada de él Ariadna, hija de
son: Ignozca (su metrópoli), Gortin y Cidonia; Minos, por su industria mató al monstruo y
fué natural de la primera el famoso cosmó salió libre de aquel bosque enmarañado.
grafo Estrabón. Otras poblaciones hay meno Dédalo.—El invencionero y artífice más in
res; habítanla griegos y domina nía los vene genioso que conoció su siglo. Su patria Atenas.
cianos; no vive en ella animal venenoso, y Inventó la sierra, el taladro, la barrena, los de
mueren luego los que llevan de otras partes. dales y la cola. Halló el uso de las velas para
Sus vinos fueron y son excelentísimos, y por navios; labraba estatuas cuyas cabezas y ojos
antonomasia los llama Italia Candías, y á sus imitaban los humanos movimientos. Deste
vasos Candiotas. Dijo de ella Virgilio rróle su patria y se acogió á Minos. Hizo una
Creta, patria del gran Jove, vaca de madera en que se encerrase Pasife y
cubrióla con la piel de la verdadera, de que
en medio del Ponto yace andaba en celo el toro de quien Pasife se ena
célebre en ella el Ideo, moró tan bestialmente; encerróle á él y á su
que fué de Júpiter padre. hijo, el rey, en el laberinto, artificio de sus
Cíen ciudades generosas manos; pero haciendo cuatro alas de cera y
la ilustran inexpugnables plumas para entrambos, salió volando de su
que, divididas en reinos, encierro, remontóse Icaro y cayó, derretidas
se coronan de cristales. por el sol sus alas, en el mar que hasta hoy se
Llamóse primero Cureta por aquellos hé llama de su nombre. Voló su padre hasta Cer-
roes gigantes intitulados curetes; luego, sin deña, y desde ella á Nápoles. Labró en Cum-
copado, el nombre de Cureta quedó en Creta. mas un templo celebérrimo, dedicado á Apolo,
Otros la derivan de Crota, hijo de Júpiter, rey y en él dicen que yacen sus cenizas. De Pasife
de los dichos curetes. Eran sus vecinos, en no hay que decir de nuevo sino lo referido de
tiempo de los emperadores griegos, tan bárba su bestialidad y parto.
ros que, olvidados de la pulicía y fábricas, sólo Teseo. — Hijo de Egeo, rey de Atenas; su
habitaban las cuevas y espeluncas. Nótanlos, madre era hija de Piteo. Perseguido hasta la
naturalmente, de envidiosos, pérfidos, falaces muerte de su madrastra Medea, sorteado entre
y, por la mayor parte, dados á la gula, como los siete destinados al Minotauro, valióse para
lo manifiesta la crasitud y corpulencia de sus salir del Laberinto, muerto el monstruo, de un
vientres. ovillo de cordel que le dió Ariadna, enamorada
Minos. — Fué hijo de Júpiter y Europa. Su de sus hazañas, atándole á un árbol de la en
cedió en el dominio de Creta á su rey Xanto. trada y guiándose por él á la salida. Venció á
Fué el primero legislador de los cretenses. Casó las amazonas; mató á Creonte, rey de Atenas,
con Pasife, hija del sol, y tuvo en ella sucesión cruelísimo tirano; luchó y derribó en Atenas
fecunda de ambos sexos. Conquistó á los me- un robusto toro; mató á los salteadores de
garenses en Grecia, porque le mataron á su Grecia y á los piratas de sus mares; venció ¿
hijo Androgeo. Entró á Megara por trato de los centauros; fué grande amigo de Proteo y
Scila, hija de s,u rey Niso, porque, enamorán de Hércules; bajó al infierno, deseoso de robar
dose ésta de Minos, concertó con él que, dán á Proserpina; sacóle de allí Hércules, su amigo;
dole la mano de esposo, le entregaría á su pa echáronle de Atenas sus vasallos, y, recibién
tria y cortándole á su padre un cabello de dole por huésped el rey Licomedes, le quitó la
color de púrpura, en que consistía, mientras él vida.
durase, la conservación de su vida y reino. De esto, lo más he aplicado al auto presente
Lo puso todo en ejecución, pero desprecián moralizándolo casi todo, como constará de sus
dola después Minos y haciéndola echar en el versos. Por que haya más espacio que las már
mar de Sicilia, la convirtieron los dioses en genes del auto permiten, para advertir lo nece
aquel bajío y escollo formidable de que tanto sario en él, lo iré declarando aquí por sus sa
se valen los poetas y está enfrente de Caribdis. lidas.
Conquistó también Minos á Atenas, obli Salida primera. —Por la plaza, con ejército
gando después á su rey Egeo á que todos los marchando y instrumentos bélicos, sobre un
años le enviase siete mancebos súbditos suyos carro triunfal, el rey Minos, entrecano, con le
73a EL LABERINTO DE CPETA
traje que se pidió al alquilador de la ropa. Con hombre, con un casco en la cabeza semejante
música festiva por el tablado á recibirle los á la del toro, y dos cuernos por donde arroje
cretenses, y con ellos Ariadna, muy bizarra. fuego; lo demás, de toro, de manera que pa
Apéase el rey, sube arriba, siéntase en un tro rezca sube la mitad del cuerpo sobre la otra
no, á su lado su hija, y delante de él Dédalo y mitad, como le pintan.
otros. Sale después un tudesco y dice lo que el lia de haber un árbol, que después servirá
auto señala; tras él, sobre un camello, acom para la comedia, alrededor del cual ande el
pañado de negros, el rey de Etiopía, empara monstruo tras el gracioso. Después que el Mi
mentado el bruto, y el rey con el traje que se notauro, vencido de Teseo, se hunde abajo,
alquiló para él. salen llamas. Pueden, si quisieren, pelear Te
Segunda salida. — Ya está advertido el modo seo y los suyos, el etiope y tudesco contra Mi
de el gracioso pastor, y en esta salida no hay nos, Dédalo y los de su parte.
que añadir más. La última apariencia ha de ser arriba, y des
Tercera salida. — Puédese, si quieren, apa cubriéndose un jardín de flores y una mesa
recer, cuando dicen «tierra, tierra», un navio con sus manteles muy blancos y doblados, so
sobre el teatro, que dé vuelta por lo de arriba, bre ella un cáliz tan grande que quepa dentro
y si no, decirlo desde el vestuario. El traje de de él un cordero con su bandera y cruz, como
Teseo armado y bizarro, y la cabellera de oro lo pintan. Asentado á su mesa Teseo con las
que me dijo el señor Mayordomo que había potencias, ó rayos de oro, sobre los cabellos y
alquilado. sobre las armas una vestidura ó sayo, ricas
Cuarta salida. — Ya se sabe el modo con que todas las apariencias y mucha música. — Laus
el Minotauro ha de salir: de la cintura arriba Deo.
AUTO FAMOSO OE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

LA MADRINA DEL CIELO


DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA

PERSONAS QUE HABLAN EN ÉL; (')


Cristo. Doroteo.
La Virgen. Marcela.
Santo Domingo. Chinarro.
Un Anuel. Demonio.
Dionisio.

Salen Dionisio y Doroteo. el premio de mi esperanza.»


Y lo que más me atormenta,
Dionisio. Este es el sitio y la casa es que espero sin remedio,
do asiste el cándido cuello según he echado la cuenta,
que el cuerpo y alma se abrasa. que no se podrá hallar medio
Hizo Dios un ángel bello que á mi voluntad consienta.
debajo de humana masa; Doroteo. Olvida y muda de intento.
formó una excelsa escultura Dionisio. ¿No ves que se ha apoderado
de tan divina hermosura, del alma y del pensamiento,
mostrando su gran poder, que hallándole descuidado
que se viene á conocer hizo un (irme alojamiento?
el Criador por la criatura. Doroteo Entra y gózala por fuerza.
Hele dicho mi recuesta Dionisio. Cosa por fuerza gozada
publicando mi tormento ¿qué gusto tendrá? Que es fuerza
y lo que su amor me cuesta, que quede más obstinada
mas es dar quejas al viento, v no ha de haber quien la tuerza.
que es recogida y honesta. Doroteo. Podrá ser, viendo cogida
Con rostro apacible y grave la flor del vergel vedado,
me dijo: «Deso se deje, se te muestre agradecida
no entregue al vicio la llave, y que te ofrezca de grado
porque tiene obras de hereje, el remedio de su vida.
aunque se muestra suave; Dionisio. Quiero tomar tu consejo,
apártese deste trato, que muy bien me ha parecido,
que si le viene á entender, que el amigo es claro espejo,
conocerá que es ingrato y por ver que me ha ofrecido
y suele caro vender, la ocasión lo que deseo (2).
aunque le ofrece barato; Considera lo que hablo
y pierda la confianza, por estar solos los dos;
que en mí no ha de haber mudanza, de veras el caso entablo:
que en Dios he puesto la fe, entro en el nombre de Dios. (V«e.)
y con esto alcanzaré Doroteo. Entra en el nombre del diablo.

(i) Intervienen además Vicios, Virtudes y .Músicos.


(2) «Deseo» no consuena con «espejo» ni «consejo». Tirso quizás escribiría «la ocasion buen aparejo».
7 34 lA MADRINA DEL CIELO

Va á forzar una doncella que no alcanzarás el sí


y nombra de Dios el nombre ni pienso de jamás verte.
que forma contra él querella: DouoTEO.Has hablado á mi contento
sin duda que entiende este hombre y tu gusto has alcanzado;
que ha de ayudalle á movella. no tomes cosa de asiento;
Aquesto, si bien lo notas, si su persona has gozado,
de demonio es el oficio, dé agora quejas al viento.
que con sus obras remotas (Vanse los dos y queda Marcela.)
entre el deleite y el vicio Marcel. ¡Así te partes, cruel!
deja las conciencias rotas. Dejo la venganza á Aquel
Hacemos mil insolencias que es deshacedor de agravios:
sin tener á Dios temor mas tiene piadosos labios
ni escrúpulo en las conciencias, y hallarás clemencia en El.
(Puesta de rodillas.)
y pídele á Dios favor:
¡qué hermosas impertinencias! Divino Redentor, Celador santo,
Si habemos dado en saltear de aquesta sinrazón á vos apelo,
y entre piratas porfías porque quedo afligida y sin consuelo,
surcado habemos el mar, metida entre gemidos y quebranto.
¿de qué sirve hipocresías Muévaosácompasión mi triste llanto
si es su profesión robar? y ver rompido el virgíneo velo
No le acabo de entender: de que hice voto de llevar al cielo,
unas veces es afable, librándome del reino del espanto.
con humilde proceder, A vos, Sacro Señor, venganza os pido;
y otras no ha de haber quien le hable no pase sin castigo tan mal hecho
si quiere su amigo ser. y un delito tan feo y tan inorme.
Aunque si de otra cosa sois servido
y se mueve á clemencia vuestro pecho,
Entra Dionisio y Marcela asida de su capa con vuestra voluntad seré conforme.

Marcel. Arrojadizo Tarquino, Corren una cortina y aparezca Cristo


de Redención.
dime: ¿qué fruto has sacado
de un efecto tan indigno, Jesús. Marcela: tu sentimiento
que así has un pecho violado es muy justo que le tengas
dedicado al Uno y Trino? y que justicia prevengas
¿Por qué con tanta fiereza á tan grande atrevimiento,
cometiste tal delito? que, si el pecado consiento,
Caos de abatida bajeza, de su maldad formo queja,
¡que un gusano tamañito y aunque ves que éste se aleja,
se atreva á la Suma Alteza! no pierdas la confianza,
Qué, ¿no temes la sentencia y el tomar dél la venganza
ni del castigo el rigor? sobre mis hombros lo deja.
Pero sé por experiencia (Corren la cortina y cúbrese el Cristo.j
que le has perdido el temor Marcel. ¿Tan presto os vais, Jesús santo?
por ser la Suma Clemencia. No escondáis el resplandor
Mas, pues que ya ha sucedido, que al alma enriquece tanto;
muestre ese pecho piadoso divino afecto de amor
lo mucho que me ha querido; y obra de Espíritu Santo,
dame la mano de esposo, aguardad, Verbo humanado,
con lágrimas te lo pido. y de aquesta corderilla
Doroteo. ¡No le faltaba otra cosa recibí el pecho humillado,
sino meterse en el brete alta flor de maravilla
de dama bella y hermosa! que dió la muerte al pecado.
Muy bien medrara el probete Justo Juez os mostráis,
y además si es melindrosa. pues la carga de mi afrenta
Dionisio. Cualquier cosa hasta gozalla a vuestra cuenta tomáis,
se tiene en veneración que tomada á vuestra cuenta
hasta poder alcanzalla; cuerpo y alma consoláis
mas, llegada la ocasión, Mirad que salís fiador
el mejor pago es dejalla. que el delito ha de pagar;
Lo que te tuve de amor si no lo cumplís, Señor,
volvió en aborrecimiento; os tengo de ejecutar,
llegó á su punto el rigor, aunque os tengo grande amor.
y entre el deseo y contento Mas vuestra clemencia es de arte
puso ley el desamor. que en los malos se reparte;
Procura satisfacerte, pero advertiréis que hay ley,
que jamás temí la muerte; que nunca perdona el rey
quéjate al cielo de mí, si no perdona la parte.
LA MADRINA DEL CIELO 735
Vase y salen Santo Domingo y un donado llamado padre, que se aficionara,
Chinarro. que fui en poco tiempo rico.
Prestábales sobre prendas,
Domingo. Dígame: ¿por qué ocasión, dándome de prometido,
dejando el siglo, se vino si daba diez, doce y medio,
á entrar en la Religión? y si veinte, veinte y cinco.
Chinarr. ¡Por el Señor Uno y Trino Andaba la chirinola
que me causa gran pasión! hasta que ventura quiso
¿No basta que entre estas breñas, que el bodegón se alborota
¡pesia á quien aquí me trujo! porque de corto de cinco,
cuento mi mal á las peñas? sobre disputas de honor,
¿No fuera fraile cartujo como siempre honrado he sido,
porque me hablara por señas? corté á una mujer la cara,
Domingo. ¡Jesús, hermano! ¿qué es esto? dando muerte á su marido.
Considere que ha pecado. Maté un hidalgo en la plaza
¿Cómo está tan descompuesto? por un no sé qué me hizo
Chinarr. ¡Por Cristo crucificado á la una de mis damas;
que estoy por echar el resto! déle Dios el Paraíso.
Domingo. Hermano, nada no cuente; Ausentéme de la tierra,
esa es la Orden que profesa. y topando en el camino
Chinarr. ¡Por Jesús omnipotente, un fraile, le até á una encina,
que porque sé que le pesa desnudándole el vestido.
lo he de contar cabalmente! Domingo. Calle y por él le suceda, (i)
En la ciudad de Sagunto pues cometió tal delito
nací, padre fray Domingo, sin tener temor á Dios,
que cuando allí no naciera que osó tocar á sus Cristos.
nada se hubiera perdido. Chinarr. ¡Vive Dios! Domingo Padre,
No digo de nobles padres, pues hasta este punto ha oído,
porque no sé quién me hizo, que ha de acabar de oir la causa
según que mi madre era que á su casa me ha í raído.
afable con sus amigos. El fraile me dejo atado,
Bueno es ser el hombre afable, no supe lo que se hizo;
pero la mujer, no digo, Dios le perdone si es muerto,
que ha de ser como carrasca y á mí no ponga en olvido.
y amorosa á su marido. No hube dado muchos pasos
En fin: allí fui criado cuando topé un peregrino
hasta tener veinte y cinco y, por mi gusto no más,
años, haciendo insolencias, le maté en un ventorrillo.
no de las que hacen los niños. El ventero, que era honrado,
Tuve siempre tres mujeres de por medio se ha metido,
repartidas en tres sitios, con tajadas y colainas
las cuales rendían primicias á los dos nos hizo amigos.
sin ser el fruto caído. Domingo. ¿No dice que le mató?
Tres germanicos, muchachos Chinarr. ¿No ve que la hambre digo?
de los que en el laberinto Domingo. Así sería á los otros.
metían las dos colainas, Chinarr. Es verdad, Dios me es testigo.
se recogían en mi nido. A las Navas de Tolosa
{fíase de estar santiguando Santo lio- con don Alonso he partido,
mingo.) noveno rey de Castilla,
Tenía tabla de juego, que era mi íntimo amigo,
donde el menor ejercicio contra Miramamolín,
era echar votos por vidas, que contra España ha traído
reniegos de cinco en cinco. de moros seis mil millones.
Jugábanse los dineros, Domingo. Mire, padre, lo que ha dicho.
y después de haber perdido, Chinarr. Cuatro eran más ó menos,
las prendas suplían las faltas, y es la verdad lo que digo.
quedándose en cueros vivos; Echándome en oración
las joyas de las mujeres, al Altísimo he pedido
las arracadas y anillos, nos otorgue la victoria,
cadena, ajorca, manillas el cual al punto lo hizo.
y los diamantes más finos, Recogidos los despojos,
faldellines, sayas, ropas, los he al punto repartido
tocas, jubones, corpiños, al rey de Aragón don Jaime
quedando de Adán y Eva y al de Navarra don Iñigo;
hechos retratos al vivo.
Sacábales el barato,
que, si lo viera, le digo, (i) Quizás en vez de «suceda» deba leerst «ruegue».
736 LA MADRINA DEL CIELO

y aunque dicen que la cruz Domingo. Chinarro: tenga paciencia


fué causa de haber vencido, y hágalo sin que se mude.
sólo el valor de Chinarro (Desnúdase Chinarro y Sanio Domingo,
del caso la causa ha sido. y para desnudarse pone el rosario en la.
Domingo. ¡Vióse mayor disparate! tierra y prosigue.)
Pues es claro que se ha visto Está tan roto y deshecho,
bajar del cielo la cruz. señores, nuestro caudal,
Chinar». Fué porque yo lo he pedido, que de su valor sospecho
y pesándome de haber que antes les podrá hacer mal
ofendido al Uno y Trino, que género de provecho.
me vine á la Religión ¡Pluguiera á Dios que el valor
poniendo en olvido al siglo. fuera de tal gravedad
que mitigara el rigor
de su gran necesidad!
Salen Dionisio y Doroteo. Miren si les tengo amor,
porque dejando aburrida
la causa que tan sin rienda
Dionisio. Adoraba su belleza, les trae el alma perdida,
y después que la he gozado con el aumento de hacienda
ha entrado en mí tal tibieza habría enmienda la vida.
que aun el caso imaginado Dionisio. Padre: vuélvase á vestir.
me causa mucha tristeza. Doroteo. ¿Qué quieres?
Doroteo. Échala del pensamiento Dionisio. Dejarle ir:
y cesará su memoria, ¿soy yo empedernida roca?
y así vivirás contento, Piste de parte me toca,
que si promete amor gloria, y con él se ha de partir;
suele á veces dar tormento. (Tómale el rosario.)
Mas dejando eso, ¿no ves sólo este rosario quiero
dos religiosos venir? que me ha parecido bien.
Dionisio. ¿Si traen algún interés? Domingo. De aquesa razón infiero
Doroteo. La verdad me han de decir que os ha de suceder bien
atados manos y pies. en el tiempo venidero.
Domingo. ljeo gratias. Chinarr. Tengan descanso y salud
Doroteo. Enhorabuena, y déles el alto Dios
¿quién dice que se las quite mucho sosiego y quietud.
á quien las gracias condena? Doroteo. Hermano, no hablan con vos.
Chinarr. ¿Así las gracias admite? Chinarr. ¿Por qué no ha de usar virtud?
Doroteo. ¿Qué quiere el ánima en pena? Úsala su compañero,
Chinarr. ¿Qué modo de responder siendo también salteador;
es éste? ¿Han perdido el seso? ¿es por dicha él más grosero
Domingo. Muy bien lo pueden hacer;
ni tiene menos valor
¿quién le mete, hermano, en eso? siendo hidalgo y caballero?
Chinar)'. Yo, que me quiero meter. Doroteo. Desnúdese. ¿A mí chancitas?
Doroteo. Yo también meterme quiero Acabe el capigorrón.
un que se quite el vestido Tengo poca devoción
junto con su compañero, y las entrañas malditas.
y si trae algo escondido Chinarr. ¡Ay, qué ha dicho, cielo santo!
de preseas ú dinero, Domingo. Hermano: tenga paciencia.
quítense el vestido luego, Chinarr. ¿Cómo no me acaba el llanto?
si no quieren que me enoje Domingo. ¿Cómo no guarda obediencia?
y eche de los ojos fuego. Chinarr. No puedo guardarla tanto.
(Da á Chinarro un espaldarazo.) ¿Cómo no les ha mandado
Chinarr. ¿Qué dice? á éstos tener obediencia?
Doroteo. Que se despoje. Domingo. Era esc caso excusado,
Chinarr. De veras va aqueste juego: que para la sacra audiencia
¡hase visto tal maldad! está aqueste reservado.
Padre: ¿aquesto ha de sufrir? Chinarr. Ahora bien: tome el vestido,
Domingo. Hacello con humildad (i ). y pues que me descompone,
Chinarr. No lo quiero consentir ante Dios le sea pedido.
por la Santa Trinidad. (Dales el hábito. i
Domingo. Sin replicar se desnude, Domingo. Rucgue á Dios que le perdone,
hermano,, y guarde obediencia. y le será agradecido.
Chinarr. Su Paternidad no dude. ( V.i «se Santo Domingo y Chinarro.)
Doroteo. ¿Ya das, Dionisio, en franco
y de rosarios te precias?
Dionisio. No das muy lejos del blanco,
(i) ^Comunidad* dice el original. que aquestos que tú desprecias
LA MADRINA DEL CIELO 737
suelen dar el campo franco; la lámpara esté encendida,
que todas las calidades no la halle el esposo muerta.
no son más, Doroteo, Entra con muestras de amor
que tienen las voluntades y siembra entre ella cizaña;
diferentes el deseo que anda el lobo en la campaña,
y distintas propiedades. huye y teme su rigor.
Tú tienes riguridad, Demonio. Ya vuelven á dar aviso.
yo tengo alguna clemencia; ¿Con música los regalas?
tú aborreces la bondad, Lucifer, no estás remiso;
yo tengo por excelencia el veneno de tus balas
tener el don de piedad. los arroja en un proviso.
Bien puede ser pecador Dádoles he grande sueño
el hombre, porque le inclina con un sabroso manjar
de Adán el primer error; de un mortífero beleño;
mas á la esencia divina quiero ver sin recordar
no ha de perder el temor. s: al infierno los despeño.
No tienes que estar cansando, Desta vez perecerán,
que hacer á Dios resistencia si el cielo no me lo estorba,
es quebrantar su real bando que entre sus vicios están
y debe pedir clemencia y he de hacer que se los sorba
el hombre, aunque esté pecando; un mar de pez y alquitrán.
y dejemos de alegar, Heles mostrado un tesoro
pues el prado nos ofrece en este profundo sueño
sitio para descansar. de preciadas piedras de oro
Doroteo. El sueño v cansancio crece para robárselo al dueño
y te quiero contentar. y vayan á eterno lloro.
¡Ah, compañeros! venid.
Recuéstanse á dormir, y sale el Demonio. (Levantándose los dos.)
Doroteo. Vamos, que el tesoro es bueno.
Demonio. Dormid, que yo he de velar Demonio. Y entre los dos lo partid,
hasta llegaros al punto si no se os vuelve veneno
en que tenéis de acabar, con este famoso ardid.
aunque del cielo barrunto
que me lo quiere estorbar.
Mas, venga lo que viniere,
yo he de hacer mi diligencia Vanse y sale Chinarro en jubón y callón como
por si acaso sucediere, quedó cuando le quitaron el hábito, y capa y espada
si no, haga su Providencia y sombrero.
lo que mejor le estuviere.
Tengo un odio desigual Chinarr. Pues ¿conmigo, fanfarrón?
al hombre y cruel desdén Si á Chinarro conocieras,
sin causa para hacer tal, salteadorcillo lebrón,
y por quererle Dios bien, yo sé que no te atrevieras
por eso le quiero mal; temiendo tu perdición.
y aunque su poder me asombre, ¿A mí el hábito? ¡Ah! ¡paciencia!
siempre aborrezco su nombre que un tiempo solía temblar
y quiero mal á los dos, un rayo ante mi presencia.
y pues no me vengo en Dios, ¡Qué cosa es un hombre estar
he de vengarme en su nombre. sujeto á humilde obediencia!
Con la pasión que llevaba
{Canta una vof dentro esta letra) viéndome que iba desnudo
el corazón me temblaba;
(^fúsica.) que habla con cólera un mudo
Vela, vela, pecador, si la paciencia se acaba.
mira que el mundo te engaña, Y que el otro muy cortés
que anda el lobo en la campaña, al padre se le ha dejado
huye y teme su rigor. con muy pequeño interés;
Demonio. No en balde yo me temía sólo el rosario ha tomado,
que había de haber favor; que el padre le diera tres.
á pesar de quien le envía, De aquí no pienso partirme
contra Dios y su valor sin vengarme con los dos;
ha de creer mi porfía. bien sé que puedo medirme;
no iré de aquí, ¡vive Dios!
(Música.) que no tengo que vestirme.
Como desnudo he partido
Mí sicos. (Cantan.) Mira que llega á la puerta y al monasterio he llegado,
y con deleites convida; en ira y rabia encendido,
COMEDIAS DE TIRSO Df. MOlINA. — TOMO II. 17
738 LA MADRINA DEL CIELO

espada y capa he topado con hábito disfrazado.


de que vengo apercebido. Señor: Dionisio ha pecado
(Halla el hábito.) siéndoos rebelde y ingrato,
Mas el hábito he encontrado; en los vicios engolfado;
pero por Santo Tomás mas teníalo por trato,
que de miedo lo ha dejado; siendo á piedad inclinado.
mas no daré paso atrás Si alguna cosa quitaba,
sin que esté desagraviado. también con ellos partía
(Suena dentro la música y cantan.) de aquello que le tocaba,
y una mala compañía
(Música.) hace la virtud esclava.
Rezaba con devoción
Vuélvete á tu monasterio el sacrosanto rosario,
y á Dios la venganza deja, llamaba la intercesión
que sabe premiar al bueno del sagrado relicario
y castigar al que yerra. do obrasteis la Encarnación.
Vuélvete, y guarda los votos Bien sabéis la caridad,
de religión y obediencia, Señor, que conmigo usó
que á Cristo le desnudaron con tan profunda humildad,
con más oprobios y afrentas. y por suplicarlo yo,
Si quieres ganar el cielo, Señor, tened dél piedad.
imítale en la paciencia, Virgen. Hijo mío, haced su ruego,
pues te acogiste al sagrado pues que Domingo lo pide,
de su piedad y clemencia, no vaya al eterno fuego,
aborrece á los soberbios que á vuestro gusto se mide;
y á los humildes los premia; dadle, buen Jesús, sosiego.
á los justos quiere y ama En especial que ha tenido
y al más pecador espera. en mucha veneración
Vuelve los ojos y mira el rosario esclarecido,
entre justicia y clemencia otórguesele perdón,
de un pecador obstinado que como madre os lo pido.
la rigurosa sentencia. Cristo. Pues de mi mucha clemencia
los dos le habéis amparado,
Corren la cortina y aparece una cima con una pin
tura como boca de infierno, y Dionisio y Doroteo que doy por muy justa sentencia
los quiereel Demonio lanzar dentro, y Santo Domin que aquéste sea condenado.
go, que tiene echado un rosario al cuello de Dionisio y (A Doroteo.)
le tiene, y Cristo con una espada desnuda en la mano
y la Virgen al otro lado. Y aquéste á hacer penitencia.
(.4 Dionisio..!
Demonio. Digo que ha más de diez años Y miro que aquéste ha sido
que han andado en compañía del rosario muy devoto
haciendo males y engaños, y en sus cosas comedido,
sin que se pasase un día y aquéste un hombre remoto,
que no hiciesen graves daños; gran pecador y atrevido.
forzando viudas, casadas Doroteo. Virgen: ¿no hay intercesión?
y estrupando las doncellas Virgen. Cuando tuviste lugar
recogidas y guardadas, no gozaste la ocasión,
y en vez de satisfacellas, por donde vas á penar
ira dejallas robadas: al reino de confusión.
quitando á los pasajeros Continuo has vivido mal,
de cualquier manera ú suerte, tu vida siempre empeora,
las haciendas y dineros, y llegado á punto tal,
dándoles la cruel muerte en lugar de intercesora
como unos leones fieros. es mi oficio ser fiscal.
Nunca hicieron obra buena (Corren ¡a cortina y cúbrest todo)
que les fuese meritoria, Chinarr. ¿Eso pasa? Tira afuera.
y así, la ley les condena Al monasterio me vuelvo
á ser privados de gloria, y en aquesto me resuelvo,
padeciendo eterna pena. que es la Virgen medianera;
Jamás vieron celebrar mas si acabáis la carrera
el misterio de la Misa en vicios y haciendo mal
que les pudiera salvar; dice que ha de ser fiscal.
todo era contento y risa, Más vale hacer penitencia,
sin acordarse de orar. porque alcance la clemencia
Domingo. Espíritu condenado, del Redentor celestial.
como siempre, la maldad (Sale Santo Domingo.)
es adorno de tu estrado, Mas á Domingo el prelado
traes cubierta la verdad veo que acá se avecina;
LA MADRINA DEL CIELO 739
si esta vez no hay diciplina cómo al infierno ha bajado. .
yo quedo muy bien librado. Domingo. Dígame: ¿cómo lo ha visto?
Haré del disimulado; Chinarr. Porque pasó en mi presencia
bien es que el rostro arreboce cuando el Juez Jesu Cristo
para ver si me conoce, dió contra él la sentencia
y si viniere turbión, por ser un hombre malquisto.
callar es obligación También le víde allá estar
para que del cielo goce. y con pecho sublimado
(Embóbase.) por Dionisio suplicar.
Domingo. ¿Que en la casa no parece? Domingo. Pues Dios se lo ha revelado,
Quien de la casa se ausenta bien le debe de estimar.
cualquier castigo merece. Vámonos al monasterio
De que dé tan mala cuenta y considere que ha errado,
el corazón se entristece. aunque ha visto ese misterio,
¡Traerse capa y espada! y debe ser castigado
dado me ha que sospechar, por tan grave vituperio.
que venir con mano armada Chinarr. Primero que haga mudanza
fué pretenderse vengar, me ha de dar su bendición,
y su intento no me agrada; pues tanta virtud alcanza,
que no advertí en preguntar y me ha de otorgar perdón
por las señas de la capa debajo de confianza.
cuando le salí á buscar. Hágalo, por vida mía,
Un hombre está alli y se tapa: y me prometo enmendar,
allá me quiero llegar. pues que su virtud me guía,
¡Ah, buen hombre! si no lo he de publicar
Chinara.. Dios es bueno. que habla con Dios y María.
Domingo. También lo podéis vos ser, Domingo. Calle, que yo le perdono.
aunque El de bondad es lleno. Chinarr. (<*p.) Bueno es ponelle temor,
Chinarr. ¿Qué quiere? aunque era hablar en su abono.
Domingo. Querría saber... Con esta merced, señor,
Chinarr. Por saber yo muero y peno. verá cómo lo pregono.
Dominoo. Saber es cosa muy alta, Domingo. ¿Qué dice?
si se viene á merecer Chinarr. Que no hablaré,
y con virtudes se esmalta. padre, más que un dromedario.
Chinahr. Sólo quisiera saber... Domingo. Tenga con la Virgen fe,
Domingo. ¿El qué? rece su santo rosario.
Chinarr. Remediar mi falta. Chinarr. Padre mío, yo lo haré.
Domingo. Ese es el saber perfeto,
y el hombre que lo ha alcanzado
jamás se ha visto en aprieto. Vanse y sale Dionisio con un saco de penitencia.
Chinarr. Gran tiempo le he procurado
y me ha perdido el respeto. Dionisio. Ya vistes á vuestros ojos,
Domingo. Dejemos esa quimera. sin ser quimeras ni antojos,
Chinarr. Pues ¿por quién me preguntaba? alma, cómo os libertó
Domingo. Por un hombre. Aquel que en la cruz dejó
Chinarr. Ya sé quién era, tan soberanos despojos.
que aquese hombre aquí estaba Va visteis con la humildad
un poco antes que se fuera. que el Sagrario milagroso
Domingo. Eso será lo más cierto; de la Santa Trinidad
mas diga: ¿cómo hablar osa pedía al Hijo glorioso,
haciendo tal desconcierto? alma, tuviese piedad.
Chinarr. ¿Que me conoció? ¡Hay tal cosa! Ya vistes el gran caudal
No me conociera un muerto. que puso aquel templo santOi
Domingo. ¡Que me ha de dar ocasión por libertarnos de mal,
de que le venga á buscar! y cómo alcanzaron tanto
Chinarr. Mi padre: con la pasión las rosas de su rosal.
no le pude respetar; Ya visteis al religioso
le juro á mi salvación. que quisimos desnudar,
Domingo. ¿Qué ha jurado? Bese el suelo. con qué pecho tan piadoso
Chinarr. ¿No basta besar su mano? nos pretendía alcanzar
Domingo. Mire que ha enojado el cielo; de Dios eterno reposo.
haga lo que digo, hermano. Ya visteis cómo lanzado
Chinarr. De enojarle me recelo. fué al profundo del infierno
Domingo. ¿Cómo el hábito ha hallado? aquel que os ha acompañado,
Chinarr. Cuando vine le hallé aquí. y cómo del fuego eterno
Domingo. ¡Ya acabó el desventurado! el rosario os ha librado.
Chinarr. Es verdad, que yo le vi Ya sabéis que la sentencia
740 LA MADRINA DEL CIELO
dió el soberano Señor con apacibles deleites
en favor por su clemencia, y delicadas comidas?
y que os mandó con amor Dionisio. iQué deleites tan suaves
que hiciésedes penitencia. tuve gozando el amor
No hay agora amedrentaros de muchas mujeres graves!
sino en este más contenta Más ¿cómo, alma, sin temor
con esfuerzo abalanzaros, quieres entregar las llaves?
que pasada la tormenta Mus. i.° Resiste con fortaleza,
sé que tenéis de alegraros. porque si quedas desnudo
¿Queréis desierto de Egipto? del don de la fortaleza
Podréis imitar á un Pablo serás vencido en la lucha.
que entró allí desde chiquito, Dionisio Si rindo la voluntad
ú Antonio, á quien tentó el diablo confieso que soy perdido
y él le echó de su distrito. y doy puerta á la maldad.
¿Queréis en la cueva estar Virgen, vuestro favor pido,
que encubren Líbano y Cedro por vuestra santa humildad.
en escondido lugar? Mus. 2.° Gusta este manjar sabroso.
Allí hay lágrimas de Pedro Mús.,i.° Mira que es pildora oculta.
con que os podéis consolar. Mus. 2.° Es un deleite apacible.
Si os parece parte buena Mus. i.° Es tormento de garrucha.
peñas donde el aciprés Mus. 2.° Gusto que al cuerpo recrea.
comparado es baja almena, Mus. i.° Nublado que al alma ofusca.
hallaréis la desnudez Mus. 2.° Deseos con cumplimiento.
de una Santa Magdalena. Mus. i.° Cumplimiento en cosa injusta.
Extiende, alarga la vista Mus. 2.° Es paraíso del mundo.
si entre moradas angostas Mus. i.° Es infierno que pronuncia
quieres trabar la conquista contra ti cruel sentencia;
donde, comiendo langostas, mira que la gloria es mucha.
imitarás un Bautista.
Si quiés, sin que se entremeta
contigo persona alguna, Salen los Vicios por una puerta cantando y las
tener la vida más quieta, Virtudes por otra.
imita en una coluna
á Simeón anacoreta. Vicios. No te apartes del mundo,
Y si, por dicha, te inclinas goza sus gustos.
ó te inclina el apetito Virtud. No les vuelvas la cara,
á sensuales golosinas, que son injustos.
lánzate como Benito Vicios. El gusto y recreo
en medio de las espinas. te ofrece victoria.
Si quiés recibir martirio, Virtud. Si quieres la gloria
ponga en Jesús sus deseos refrena el deseo.
el corazón de Porfirio, Vicios. Es muy dulce arreo
y gozará los trofeos sabrosos gustos.
que ganó el cárdeno lirio. Virtud. No les vuelvas la cara
Sin cruz nadie ha de pasar, que son injustos.
alma mía, el paso estrecho Vicios. Gusta las delicias
que á la gloria va á parar; del tiempo amoroso.
quien quiere cruz en el pecho Virtud. Si quieres reposo,
trabajo le ha de costar. huye esas caricias.
Padeced con perfección Vicios. Goza las primicias
esta cruz que el cuerpo mixto de dulces gustos.
tiene por honra y blasón, Virtud. No les vuelvas la cara,
si no fuere en la de Cristo, que son injustos.
será en la del Buen Ladrón. Las virtudes se suben
(Cantan de adentro á una vnz.) al sacro cielo
Mus. i.° Acomete, buen soldado, y los vicios se parten
porque vencerás sin duda, para el infierno.
que las Jerarquías celestes
se aperciben en tu ayuda.
Dionisio. A embestir, que al arma toca Vase la Música, y sale un Ángel y el Demonio.
la caja del General;
la gente contraria es poca; Angel. ¿Ya no quedaste excluido?
aquí, alma, cada cual Demonio. Mientras en carne viviere
muestre el valor que le toca. de mí no se ha despedido;
{Suena música á otro lado.) mientras un cuerpo no muere
Mus. 2.° ¿Ansina olvidas los gustos sujeto está á mi partido.
á que el mundo te convida Desde que hice á Adán pecar
LA MADRINA DEL CIELO
74'
ninguno de mi tormenta volverse contra vos hecho enemigo.
no se ha podido escapar. De aquista condición fiera y inhumana,
Ángel. Tú mientes, y ten gran cuenta ¿qué se puede esperar, Dios poderoso,
que contra ti he de alegar. sino que mientras más, sea más tirana?
Jeremías ¿no ha salido Justicia pido, Dios santo y piadoso;
del vientre santificado? justicia pido, Dios santo y clemente,
Demonio. Sí, pero fué concebido . que os hará la razón ser riguroso.
en original pecado. Mas si es, buen Dios, acaso conveniente
Angel. ¿Qué importa, si no ha nacido? que se haya de mostrar vuestra clemencia,
También lo ha sido San Juan. su voluntad se cumpla eternamente
Demonio. Y en coyuntura ha pecado. dándome para el caso suficiencia.
Angel. Fué misterio, en conclusión, Corren una cortina y aparece Cristo atadas las
porque á Cristo ha asegurado ¡nanos, y hincase de rodillas Marcela.)
en la gentílica unión.
Y el profeta Samuel Cristo. Marcela: tu petición
también ha entrado en la lista, es justa conforme el celo
que gobernó al pueblo fiel, que tiene tu corazón;
v el gran Precursor Bautista mas ¿no ves que tiene el cielo
y la madre de Emanuel. más alta la perfección?
Demonio. Calla, que oyendo su nombre Los corazones humanos
me abraso con más rigor, quieren vengar su intención,
que en Ella Dios se hizo hombre cuando vienen á las manos
y fué un exceso de amor sin mirar la obligación
que no hay á quien no le asombre. que deben á sus hermanos.
A un Dios que su ser abarca Es del hombre condición,
los cóncavos tierra y cielo, que sí así la mía fuera
le encerró esa humilde arca no hubiera generación
y le hizo venir al suelo ni hombre ninguno no hubiera
para entregarle á la Parca. que alcanzara salvación.
¡Pesar de su nacimiento Es mi oficio perdonar,
y el día que fué engendrada dando diversos pregones,
para aumentar mi tormento! porque os vengáis a enmendar,
¡Que una niña delicada y tú, Marcela, me pones
tuvo tal merecimiento! culpa sin poder pecar.
Angel. Vade retro, Satanás; Tiene mis manos atadas
exímete del derecho Dionisio; ¿tú no las ves
que aquí pretendiendo estás; una con otra enlazadas?,
parte para el reino estrecho y ha puesto á mis sacros pies
y no vuelvas aquí más. cargas de plomo pesadas.
Demonio. ¿Ya tú te haces mandón? Ningún paso puedo dar
¿eres de masa más alta para en él hacer castigo,
que yo? Mas ya mi opinión porque no me da lugar
después que hice la falta las manos; tú eres testigo
perdió la reputación. que no las puedo mandar.
Angel. Dionisio, ten confianza Marcel. ¿No sois el Sumo Saber
y sírvate la experiencia y la Suprema Deidad?
de jamás hacer mudanza. ¿Esto cómo puede ser?
Abraza con penitencia Cristo. A mi mucha potestad
Fe, Caridad y Esperanza; esto le quita el poder.
ven conmigo, que el lugar Cúrrese otra cortina y aparece Dionisio desnudo,
donde la tienes de hacer salpicado de sangre y una deceplina en la mano con
te tengo de. señalar. sangre, y alrededor del cuello una soga, y Santo
Domingo con una lanza.
Dionisio. En todo he de obedecer.
Angel. Ansí podrás acertar. Marcel. ¡Jesús: qué gran compasión!
Cristo. Este es Dionisio, Marcela,
de quien quiés satisfacción,
Vanse, y sale Marcela.
que con gran cuidado vela
por imitar mi Pasión.
Marcela.
Su áspera penitencia
Poderoso Señor, Divina Esencia, dejó mis manos atadas
¿cómo la real palabra que habéis dado y se acogió á mi clemencia;
no cumplís pronunciando la sentencia? acábale tú á lanzadas,
¿El casto pecho es bien quede violado que á mí me hace resistencia.
y el delito se quede sin castigo Toma á Domingo esa lanza
que á vos, Señor, estaba dedicado? y con tu mucho rigor
Si el grande exceso que éste hizo conmigo ejecuta cruel venganza.
con él disimuláis, podrá mañana Marcel. Yo le perdono, Señor.
742 LA MADRINA BEL CIELO

Chisto. La virtud todo lo alcanza; porque sus cándidas rosas


has ganado gran victoria, con el olor tan suave
y serás remunerada y fragancias olorosas
por que quede tu memoria tienen del cielo la llave
en el cielo coronada para las almas piadosas.
con la corona de gloria. Siempre vivid con limpieza,
Perdonaste tu enemigo y del alma la quietud
y esto por amor de mí; guardaréis con gran pureza,
hallaste en el cielo abrigo, que guardan á esta virtud
y el que no lo hiciere ansí la Templanza y Fortaleza.
jamás podrá ser mi amigo. Y vamos, que á ser madrina
Si en la oración me decís viene mi sagrada madre
que perdonáis los errores con su beldad peregrina,
y de obra no lo cumplís, que la envía el alto Padre
alcanzaréis los favores con su música divina.
conforme lo que pedís.
El que perdonado hubiere
ese será perdonado,
y aquel que no lo hiciere Entra un Bailarín y Músicos cantando, y un Angtl
ese morirá en pecado con una fuente y en ella dos guirnaldas y la Virgen
si en vida no lo cumpliere. deti ás las manos puestas, y dan vuelta al tablado
Y porque humanos disfraces
á humildes Pedros y llanos Músicos. De la gloria ha bajado
no estraguen con antifaces, la Flor Divina,
dad acá entrambos las manos, por honrar á los novios
que quiero yo hacer las paces. y á ser madrina.
(Aparta las manos Baja la Princesa
Marcel . ¿Cómo tenéis desatadas de la Jerarquía,
las manos, sacro Señor, que da luz al día
que estaban con sus lazadas? su rara belleza;
Cristo. Finezas son del amor es mar de limpieza,
de mis entrañas sagradas. fuente cristalina
Para hacer bien y premiar por honrar á los novios
tengo mis manos abiertas, y á ser madrina.
que es mi oficio perdonar;
tengo aquestas cinco puertas
por donde pueden entrar. (Llega la Virgen y toma las guirnaldas y péneselas
(Llegan y danle tas manos derechas. d los desposados.)
Dionisio: ¿quiés por esposa
á Marcela? Virgen. Tened siempre en la memoria
Dionisio. ¿Quién podrá, el premio de la victoria,
Señor, hacer otra cosa, porque la bondad inmensa
ó quien se lo negará acá os da esta recompensa
á mujer tan virtuosa? y allá os ha de dar la gloria.
Cristo. Y vos, Marcela, ¿queréis Estimad con gran pureza
á Dionisio por esposo? el favor de su grandeza
Marcel. Señor, gran merced me hacéis, y el que mi Hijo os ha hecho,
que con lazo tan precioso la voluntad de mi pecho
cumplís lo que prometéis. • y vivid con gran limpieza.
Cristo. Guardaréis conformidad, De Domingo la oración,
y tomando mi consejo, del Angel la intercesión,
abrazaréis la humildad, de los cielos la asistencia,
y no quebréis el espejo de Dios la suma clemencia,
del don de la castidad. y en premio de la oración,
El rosal que ha producido cubiertos de casto velo,
los hijos de bendición recibiréis gran consuelo
queá los cielos han subido cuando os venga á la memoria.
rezaréis con devoción, Y aquí hace fin la historia
sin que haya punto de olvido, de la Madrina del Cielo.
ÍNDICE

Hágs.

Catálogo razonado del Teatro de Tirso La Ninfa del Cielo. . . . 438


de Molina I El honroso atrevimiento 467
Santo y sastre i Habladme en entrando 49i
Los Lagos de San Vicente 27 La joya de las montañas 5i6
Escarmiento para el cuerdo 55 Quien da luego da dos veces 342
La República al revés 83 Las Quinas de Portugal 568
El Aquiles i i5 Bellaco sois, Gómez. 5in
Quien no cae no se levanta i42
La vida de Herodes i73 APÉNDICE
La Dama del Olivar 2o8
La Santa Juana (Primera parte). . . . 238 El Burlador de Sevilla 623
La Santa Juana (Segunda parte).. . . 27o Tan largo me lo fiáis o50
La Santa Juana (Tercera parte). . . . 3o4 La venganza en el sepulcro 683
La firmeza en la hermosura 333 Los hermanos parecidos 7o9
El Caballero de Gracia 358 El Laberinto de Creta 7i9
La Romera de Santiago 388 La -Madrina del Cielo 733
El cobarde más valiente 4i6 Eratas y correcciones 745

21
ERRATAS DEL CATÁLOGO RAZONADO

PaS. COl. lín. lBaSK PáG. COl. lÍn. DICE lÉaSE

VIII 2o pagnolismo spagnolismo XXIX i i5 para la nuestra para nuestra


vIII 2o las la XXIX I i6 el tomo del tomo
VIII 4o elemeotos materiales XXX I .i4 á nombre á su nombre
XI n 2H luego El amor luego (fuera de la XXXI l 44 la otra la obra
de Tirso) R l amor XXXIII 2 ii de 0.a de ella, D.a
XvIII I 25 la que fa comedia que XXXIV 2 27 según dice Tirso según Tirso
XXIV 43 esta era quima esta quinta, era XXXVII I 33 Cuba era Cuba (ó sea Üu-
XXVI 2 i2 cede su elevación cede en elevación ¡bas) era

ERRATAS, VARIANTES Y ENMIENDAS DEL TEXTO

TÍG. COl. lín. DICB lÉaSE PáG. COl.. lín. DICB lÉaSE

9 2 la Sol su Sol 369 t 29 ¿Qué es esto?¡fortu- ¿Qué es csto,fortu-


'' 2 fo dizes dicen
estimaras
¡na escasa! ¡na escasa?
IO I ull. estimarás 383 2 2 velle vele
i3 I l5 más mal 3«5 '.' Si mi muda mi mucha
45 t 5 lloren llore 434 I i2 tené • tened
l '(2 la fuerte la suerte 4W '. ' 47 sonadas soñadas
^S i Madrefaba Madresaba 4'Ñ 2 2i ese lado, ese lodo,
ñ1 2
I
1 y de vejez
¡Ay Leonor!
y vejez
Man. ¡Ay Leonor!
48o l 2i Pagad con esa Lelio. Pagad con
¡esa
-'!
&, I i9 no ootilique me notifique .;s' 2 n. anda por todo anda, Diodoro,
70 I 2i D1aGUIT. Juan .tS9 I Levántaos Levánteos
73 2 9 á ti engañó á tí te engañó
envidie
<|ol 2 7, Barriga barriga
itt 2 i0 envidió 492 2 9 que quien mira sin que á quien mira,
iiK I 3-' colgarascla colgárasela alma deja sin vi su alma deja sin
I Clecie Cllcie da.» vida.»
i23 i % disfrace disfraza l 6i lo craso lo craro
i28 I 3o ¿qué esto? ¿qué es esto? 5o3 i 29 más afrentas mis afrentas
i33 i iota (i) Sobra; y mas en la' for na en que que- 5o6 2 i'i caballo serrano caballo, serrana,
dó. Se trata de dos endecasílahos para 5-22 2 V vaya en mucho vaya mucho
terminar, corno otras veces, un pasaje ^-, i 2 valerosos valerosas
m uy movido y que se escribirían asi: -ó 2 V y es posible y si es posible
D EIdaM. Perdone el Rey, q uc por Aquiles dejo '"..'7 ! 34 sospechas que estás sospechas de que
a Lisandro. y$2 I :!! [herida. ¡está herida.
A QUIl.ES ¡Ay mi bien! cs cierto es acierto
Dbidah. ¡Ay dulceducno! 536 ! 29 en la villa tja las villas
i39 i 25 asaltará Troya á asaltará á Troya ?44 I i2 • molesto molesta
¡Marte ¡Marte 570 2 pen. infancias infamias
'4| i 28 diente dientes b-2 l i9 de una beld id!¡Que de una beldad, que
i45 '2 i2 y i3 Estos dos versos han quedado mal 572 t 5i buen hijo buen rijo
P untuados. Léanse así: 58i 2 aj los dos las dos
que la toba limpia y come; S'7 2 3i respectos respetos
los dientes ha de estregarse (ii4 ' 20 Tampoco Tan poco
i*5 2 42 ¿Que es eso? ¿Qué es esto? fu i 2 34 lindas brides Lindabridis
i i No porque Valerio No porque á Valerio f.38 2 escapar quedar
:n?
i63
2
2H y á los negros
puestas
ya los negros
puertas
f,;<S
fMh
2
I 58
,á quien hace
el Rey
el que hace
el reino (en Tan
4 decilo decirlo largo... y es me
¡,7f 2 del valor dé el valor jor lectura.)

i02 2
il? antiparas
mudan/, a
antiparas
venganza
6 16 2 53 robase el dueño robase el sueño (en
Tan largo... que

232 i i8 la suya la saya parece mejor.)
2Ó8 I pen. mi Marica que mi Marica «47 I 2 el amor en el alma la tristeza en el al
268 i últ es diabros y los diabros ma (en Tan lar
279 2 5i alcabalas, alcabala, go... que es mej»r
3i3 i 46 hel de helde texto.)
i 23 vino VIvO l fiSii I i2 escucharte escuchaste
328 i 3» que acá ños que once años 7o5 I i6 Ana muevo. Ana muero.
r
»'«TÍ-!ífTirH'T''"-«'"nT«WMMW»IHír"T«imifniMKfft1TWir'r','"'«T,T-!i;'i;r"I?tTni

r
ALDERMAN LIBRARY
The return of this book is due on thc date
indicated below

Usually books are lent out for two weeks, but


there are exceptions and the borrower should
note carefully the date stamped above. Fines
are charged for over-due books at the rate of
five cents a day; for reserved books there are
special rates and regulatlons. Books must be
presented at the desk if renewal is desired.
i- i-7672044
.-n^

rv'"
O

.??£"
(S<«J,

VIRGINT' TI

S-ar putea să vă placă și