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Sociología General
Trabajo de investigación – Redes Sociales y el NARCISIMO.-
Germán O. Maidana
07/12/2018
Este trabajo de Investigación, aproxima a lector a las posibles causas de Narcisismo que se
producen y se generan con las diferentes prácticas en las redes sociales, enfocada en una en
particular “el WhatsApp”. Para tal análisis se realizó una relación dialógica entre los capítulos
N°2 y 3 del “Hombre Postorgánico” y los capítulos N° 3,4 y 8 de “La intimidad como
espectáculo”, ambos de Paula Sibilia; El capítulo de los likes de la serie “Black Mirror” y el
levantamiento/análisis de encuestas a personas entre 18 y 35 años de ambos sexos.
Profesorado de Portugués - Sociología General – Profesora: Contreras – Alumno: Germán O. Maidana.- 1
Para la elaboración de este análisis se utilizó una metodología con un énfasis interpretativo
por medio de entrevistas realizadas a 20 personas de diferentes niveles socio-económicos, de
ambos sexos, en el rango etareo de 18 a 35 años, estudiantes y profesionales.
Introducción
En toda sociedad existió y existe una puja de poder. Lucha constante en busca de alcanzar lo
máximo y dominar/controlarlo todo.
El poder conlleva un determinado “saber” que da sentido y significado a “la verdad” que una
comunidad acepta en un tiempo determinado, es decir, lo que fue verdad en el pasado, hoy
puede ser rechazado y en el futuro ser cuestionada esta verdad actual. Parafraseando a
Foucault “cada sociedad tiene la verdad que se merece”.
En la actualidad, con el avance tecnológico y más precisamente con la inclusión de internet,
diferentes conceptos han sido cambiados, tales como el de “vida/muerte”, “personalidad”,
“intimidad”, “privacidad”, “libertad”, “tiempo real”, “relaciones humanas”, entre muchos
otros.
En la cotidianidad del uso de Redes Sociales las relaciones humanas son mediadas por
pantallas, generando así practicas determinadas. Tales prácticas promueven “El Narcisismo”.
La idea de la vivir por más años, e incluso la de la vida eterna, ha rondado desde la antigüedad
en los deseos del hombre, y en la actualidad dichas aspiraciones no han caído en el olvido.
Asimismo, esto sumado a los grandes avances científicos y tecnológicos que se dan hoy en día,
ha llevado a muchas ciencias a estudiar cómo conseguir esto. De modo que no es raro ver
como los científicos, día a día, realizan diferentes avances en los conocimientos que les
permiten el dominio de la naturaleza con el fin de lograr que la muerte deje de ser un
obstáculo para el hombre.
Esto abre una puerta a la idea de crear máquinas con inteligencia propia, y nos hace pensar
que tan lejos está la posibilidad de que se vuelva realidad lo que muestran películas como
“Matrix”, “Inteligencia artificial”, “Yo, robot”, o “Terminator” ¿será que no es tan lejana “esa”
realidad de crear máquinas con inteligencia como los humanos o incluso transferir nuestras
conciencias a máquinas?
Lo que sí es real son los grandes avances de los que somos espectadores en la actualidad, y los
cuales nos hacen preguntarnos cuál es el punto que separa la ficción de la realidad, y sobre
todo hace que repensemos cuál es el papel que le asignamos a la técnica.
Según Paula Sibilia, apelando a los estudios del sociólogo y epistemólogo portugués Herminio
Martins, quien recurre a dos figuras mitológicas occidentales (Prometeo y Fausto) para analizar
las
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bases de nuestra tecnociencia, plantea tales mitos, como metáfora para identificar dos líneas
de pensamiento sobre la técnica.
En la mitología griega, Prometeo es un titán amigo de los mortales, a quienes les proporcionó
el fuego (y junto a él, la técnica), motivo por el que obtuvo el castigo de los dioses. De esta
manera la tradición prometeica tiene una visión netamente instrumental de la tecnología para
alcanzar así los conocimientos científicos, cuyo fin es el “bien común” de la humanidad. Sin
embargo también expone que hay límites con respecto a lo que se puede conocer, hacer y
crear.
Por su parte, Fausto (cuyo mito es de origen incierto) es quien hace un pacto con el Diablo
animado por ansias de crecimiento infinito, queriendo superar así sus propias limitaciones. Es
así que la tradición fáustica concibe a la tecnología como el objetivo primordial del
conocimiento científico, cuya meta consiste en superar la condición humana.
Por su parte, los nuevos avances en la teleinformática hacen que nos lleguemos a plantear en
la posibilidad de crear máquinas inteligentes, que lleguen a pensar como los humanos. Acaso
¿será posible crear un programa de computadoras que simule las redes neuronales que se
producen en el cerebro humano, y de esta manera poder incluso descargar nuestra esencia en
un software, descartando así nuestro perecedero cuerpo? De esta manera, ¿la esencia del
hombre es inmaterial, concentrada en la mente? ¿Y si la humanidad es sólo la información de
nuestra mente, no habría diferencia con las computadoras y los seres vivos?
El ser humano al conseguir una conciencia y generar su propio yo interior empieza a formar lo
que se conoce como una personalidad, algo que es único y propio y está conformada por las
experiencias y situaciones que cada persona ha vivido y las que espera vivir; aparte de este ser
también sobresale en cada persona un ser social al que le gusta relacionarse con su exterior y
los demás seres humanos a su alrededor. Por lo tanto se genera un conflicto personal o
dicotomía en ese ser humano entre cual de los dos seres debería prevalecer en cada ser
humano; el ser interior o el ser social.
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La privacidad era considerada como un bien muy preciado al punto que era protegido en una
esfera o centro de privacidad que era el hogar en el que se fortalecía el yo interior a través de
la reflexión, desarrollando la personalidad del individuo en el espacio de privacidad en el que
se encontraba. El constante cambio hace que los seres humanos comiencen a perder esta
privacidad llevando a que el planeta entero se convierta en una alcoba gigante en la que la
intimidad de un otro está al alcance y en donde es fácil enterarse de todo lo que ocurre tan
solo con el paso de unos segundo en las redes sociales.
Según Foucault “en el más solemne de los protocolos públicos y en la más recóndita intimidad,
tanto la ternura más desarmada como los más sangrientos poderes tienen necesidad de
confesión. Esas ceremonias aún están inscritas de manera tan profunda en nuestros hábitos,
que a veces no las percibimos como manifestaciones de un dispositivo de poder”.
Según Joyce “Una cotidianidad registrada con lujo de detalles y reproducible con algunos clics
del mouse”. Pero lo más probable es que ese puntilloso registro se limitase a una lista de
compras y preferencias de consumo: un lujo de detalles muy diferente de los flujos de
conciencia que componían la vida y el yo de aquel personaje literario inventado por Joyce. Algo
muy distinto es la evasión de la intimidad, es decir, la propia exposición voluntaria en la
visibilidad de las pantallas globales. En este caso, lo que se busca es otra cosa: aquí se trata
demostrarse abiertamente y sin temores, con el fin de constituirse como una subjetividad
visible.
Según Franzen “la intimidad pierde fatalmente su valor al dejar de definirse por oposición a
aquel otro espacio donde debería regir su contrario: lo no íntimo, el lugar donde ocurren los
intercambios con los otros y la acción pública”.
Según Rifkin “en una economía en la que los cambios son la única constante, en una sociedad
donde cambiar se convirtió en una obligación permanente, verbos como tener, guardar y
acumular pierden sus antiguos sentidos”. En compensación, mientras la subjetividad parece
liberarse de ese vínculo fatal con los objetos polvorientos que envejecen sin nunca perecer,
otros verbos se
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valorizan, tales como acceder y parecer. Y también otros sustantivos: las apariencias, la
visibilidad y la celebridad. En un contexto como éste, no sorprende que los hogares pierdan su
función de refugio privado para proteger la intimidad, atiborrados de una infinidad de objetos
significantes que se amarraban a las más profundas raíces de cada yo.
Ahora nos caracterizamos por la ficción creada desde la intimidad y la de exhibimos. Una
exposición de la vida privada. Las herramientas para exhibir la vida privada está en constante
oferta, desde los reality show en la televisión hasta la páginas de Internet, creadas en la
llamada cultura del entretenimiento, en otras palabras miento-entretuve, esto empezó en el
cine, brindando los medios para apoderarse de las apariencias proyectadas, elaboramos un
imagen de sí mismos para obtener efectos que se realizaron en las películas.
Ejercen un presión en nuestras subjetividades, para que en nuestros cuerpos actuemos de una
forma determinada, crearon así la sociedad del espectáculo, nos satisfacemos de la exhibición
de
El montaje del show del yo, un sueño que se cumple a través de todas las escenas de nuestra
vida, permitiendo escoger entre todas ellas la que se desean mostrar, exhibiendo
personalidades que podemos cambiar, a la apariencia que deseamos en momentos específicos
de nuestra vida. Nos ajustamos a los moldes hegemónicos que nos imponen en los medios
masivos de comunicación. El YO es un objeto de diseño, de auto creación, la personalidad pasa
a ser una marca, la obligación de ser diferente, dando origen al Show del YO.
En esta, la exposición continua de la privado/intimo hacia lo público nos hace perder la noción
de libertad. Libertad que puede ser mal entendida por publicar lo que “quiero”, sin filtrar nada
y libertad vista desde la falta de seguridad de no ser controlado.
Los comercios mundiales y sus publicidades crean en la sociedad la necesidad del consumo.
El aumento progresivo y acelerado del uso de la tecnología/internet/redes sociales ha
generado un cambio abrupto tanto en el “tiempo real”, entendido hoy por las grandes
empresas como el “momento” que dos personas establecen una comunicación a través de una
“pantalla”, como en el comportamiento del individuo y sus relaciones humanas (a través de
esta misma pantalla), relaciones mediadas por lo virtual, ritmo acelerado y falta de paciencia,
incomprensión en la comunicación, altas expectativas del otro generada de lo idílico.
Estas relaciones mediadas por las pantallas, generan un distanciamiento “real” entre las
personas y su manera de interactuar. Tal es este distanciamiento que lo que se sabe del otro
es lo que se “ve” o se “lee” en un determinado perfil o directamente en un “estado/historia”.
Ahora ¿es verdaderamente así lo que se muestra en esas imágenes? Puedo catalogar o
conocer realmente a otra persona desde lo virtual? ¿Qué nos dicen las imágenes que se
publican en las redes sociales?
Existe un alto porcentaje de imágenes elegidas por los usuarios a ser publicadas, entre ellas se
encuentran las selfies. El aumento de este tipo de imágenes en las redes sociales ha tenido
implicaciones en la forma que una persona tiende a comportarse frente a los demás.
El uso excesivo de las redes sociales visuales, la exposición constante y la necesidad de ser
“vistos” o participar de una “fama” imaginaria generan hábitos narcisistas.
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Las relaciones humanas han mutado con estas prácticas. Hoy, el ser humano, en un alto
porcentaje y en el rango entre 18 y 35 años de edad, convive con dos tipos de realidades, el
que busca su felicidad y la verdad en su interior y el que busca la felicidad a través de la
aprobación del otro por medio de la imagen. Puntualizando en este último, estudios
comprueban que la práctica y publicación casi instantánea del “selfie” podrían aumentar el
narcisismo.
Situación paradójica es el observar el fomento, en la actualidad en programas de tv,
publicidades y aplicativos, del uso de tal práctica.
Otra práctica, también muy utilizada en el narcisista, es el publicar todo o casi todo lo que
hace, seleccionando muchas veces las mejores opciones -la que más vende – para ser
aceptado o alcanzar un estatus determinado. En la serie de Netflick “Black Mirror”, en el
capítulo de los likes podemos encontrar representada esta realidad.
Conclusión
Después de haber recorrido el aspecto dialógico entre los elementos podemos inferir y
focalizar en el concepto de “extimidad”, entendida por la autora como el individualismo que
generan las redes sociales en la exposición contante de la intimidad personal. Esta exposición
produce un sentimiento de soledad y aislamiento.
Podemos demarcar también que las practicas que se desarrollan dentro de las redes sociales,
al parecer, obliga al usuario a mantener una determinada característica o parámetro,
respetando ciertas reglas, para seguir perteneciendo a un grupo determinado. Si estas “reglas”
fueran quebrantadas, generalmente se producen los llamados “castigos sociales”, ser
bloqueado, eliminado o en otros casos la pérdida de interés o enojo por parte de otro usuario,
un claro ejemplo de esto es el “me clavó el visto”. La NO respuesta inmediata a un mensaje en
WhatsApp, ya sea “importante” o no para el usuario que escribe y espera esa respuesta
genera un cierto malestar ubicando al dueño de la respuesta en un lugar poco privilegiado y
condicionado a ajustar sus tiempos o necesidades al otro.
Encuesta:
1. ¿Cuándo fue la última vez que subiste un estado y cuantos estados en el día?
2. ¿Qué contenidos subís a tu estado, selfies, vos en un grupo, memes o frases?
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Muestra 1
Sexo: Masculino
Edad: 28
Ultima conexión: 5 minutos
Tilde azul: NO
Foto suya: SI
Estados: NO
1. Hace 5 días.
2. Selfies y en grupo.
3. Si usa su foto de perfil
4. Porque si activo me mandan mensaje todo el tiempo.
5. En 13 grupos, si en 10, no participo en 2.
6. Estudio, amigos.
7. Mandan videos de maltrato y muerte y no salgo porque hay gente que me importa en
el grupo.
8. 78 personas bloqueadas.
9. 32 excluidos.
10. Si el mensaje que mandé es con urgencia y no me responden, me da bronca.
Muestra 2
Sexo: Masculino
Edad: 31
Ultima conexión: NO
Tilde azul: SI
Foto suya: SI
Estados: NO
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Muestra 3
Sexo: Masculino
Edad: 18
Ultima conexión: SI
Tilde azul: SI
Foto suya: NO
Estados: NO
Muestra 4
Sexo: Masculino
Edad: 30
Ultima conexión: NO
Tilde azul: SI
Foto suya: NO
Estados: NO