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Los aportes de las prácticas de orientación psicosociológica1

Dominique Fablet

El trabajo que se hace con los dispositivos de análisis de las prácticas apunta, entre otras
finalidades, a la evolución de la identidad profesional de los practicantes en sus
diferentes componentes: reforzar las competencias requeridas en las actividades
profesionales ejercidas, aumentar el grado de expertisse, facilitar la elucidación de los
determinismos y desafíos específicos de sus universos socio-profesionales, desarrollar
capacidades de comprensión y de ajuste a los otros…Para la aplicación de los
dispositivos de análisis de las prácticas profesionales pueden entrar en juego diversos
parámetros:

-La experiencia más o menos importante de los profesionales en cuestión, teniendo en


cuenta su campo de actividades2: ¿se trata de desarrollar las aptitudes de los practicantes
experimentados, de acompañar a los jóvenes profesionales en el momento del comienzo
de sus funciones, o de sensibilizar a los futuros profesionales en los aspectos específicos
de las acciones que deberán emprender, sabiendo que a veces ese trabajo de elaboración
puede dirigirse también a profesionales que deben cambiar sus funciones, por ejemplo,
cuando enfrentan una especialización, o en ocasión de una reconversión profesional?

-La naturaleza de los vínculos entre profesionales que participan en el trabajo de


análisis: ¿se trata de practicantes dispersos que ejercen en distintos contextos, o que
trabajan en el seno de la misma organización, incluso del mismo equipo? De allí la
necesidad de prever dispositivos adaptados.

-La forma de participación de los profesionales en el proceso de análisis: ¿se trata de un


trabajo de investigación y de elucidación que llevan a cabo los profesionales ayudados
por un animador a partir de sus discursos sobre las situaciones encontradas en la
práctica, o el procedimiento emprendido responde a una preocupación de formalizar
prácticas gracias a aproximaciones llevadas a cabo desde el exterior?

-El o los sistemas de referencias teóricas a los que recurren: ¿qué impacto tiene
respecto del marco de trabajo propuesto? ¿cómo se organiza el tratamiento de los datos
obtenidos de la experiencia profesional? ¿cuáles son las dimensiones privilegiadas en
los procesos de análisis?

Es este último parámetro el que trataremos aquí reteniendo, entre las diferentes
disciplinas en ciencias humanas y sociales, a la psicosociología, tomando en cuenta los
aportes de esa ciencia bisagra (Maisonneuve, 1997) para el análisis de las interacciones,
las aclaraciones indispensables que ella propone en relación al trabajo de los grupos,
como así también las perspectivas que abre en lo que concierne al problema del cambio,
es decir, tres aspectos imposibles de dejar de lado en el análisis de las prácticas
profesionales.
En tanto sistema de referencias teóricas la psicosociología o psicología social constituye
seguramente una de las principales fuentes que contribuyó al desarrollo de las

1
Texto extraído del libro Fuentes teóricas y técnicas del análisis de las prácticas profesionales,
editorial L´ Harmattan, París, 2001.
2
La distinción aristotélica entre “poiesis” y “praxis” retomada por Castoriadis permite diferenciar esos
campos de actividades profesionales.
2

aproximaciones específicas de análisis de las prácticas profesionales. J. Maisonneuve


(1997) emplea en forma indiferenciada las dos expresiones, mientras que otros autores
establecen distinciones teniendo tendencia “a reservar una de esas expresiones a la
investigación fundamental, la otra a prácticas sociales de intervención en relaciones
humanas” (a propósito de este debate: Connexions N º 42, 1984). La psicosociología
aparece así como un conjunto que reagrupa saberes teóricos y saberes de acción
(Barbier, 1996). M. Moreau-Ricaud, (2000) señala en su biografía de Michael Balint 3
que “el grupo Balint no es un método completamente made in england sino un híbrido
creado a partir de dos filiaciones, una psicosocial, (de método de grupo y de case work
con Enid Balint), la otra analítica, (de grupo con Bion, y húngara con el análisis de
control y Vilma Kovács); por otra parte como lo indican en esta obra J. M. Miron y A.
Presseau, la influencia de los trabajos de Kurt Lewin, sobre todo a partir de su
concepción de investigación-acción, queda claramente establecida en lo que se refiere a
la aproximación reflexiva iniciada por P. Schön y C. Argyris.
Habiéndose reconocido los aportes que la psicosociología ha brindado a los abordajes
más conocidos, propongo detallar un conjunto de puntos de referencia que apuntan a
aprehender la contribución particular de la orientación psicosociológica al desarrollo de
los dispositivos de análisis de las prácticas profesionales dentro de dos grandes campos
de actividades4: el de la formación y el de la intervención.

Psicosociología y formación: aprender de otra forma

La dinámica de grupo

Es difícil, hablando de formación psicosocial, no evocar en primer lugar esa experiencia


formativa singular y un poco desconcertante que consiste en participar en un grupo de
dinámica de grupo. El dispositivo que ha recibido múltiples denominaciones y durante
largo tiempo se consideró como el prototipo de toda formación psicosociológica es el
que reúne durante una semana, o varios fines de semana, en un residencial o no, una
docena de participantes, que no se conocían previamente, alrededor de un animador 5
cuya única tarea es el análisis de las interacciones y los fenómenos colectivos que se
producen en el aquí y el ahora del grupo. Ya sea que se hable de Training group, de
grupo de diagnóstico, de grupo de base, de grupo centrado sobre grupo o incluso de
grupo de evolución, las diversas expresiones remiten a los sistemas de referencias
utilizados que tienen como origen dos terrenos pertenecientes a la dinámica de grupo –
la formación y la psicoterapia- y que se sitúan, ya sea en la línea de Kurt Lewin y los
psicólogos sociales del Nacional Training Laboratory del Bethel en Estados Unidos, ya
sea en la de W. R. Bion y los psicoanalistas ingleses del Tavistock Institute of Human
3
Michael Balint, médico y psicoanalista inglés de origen húngaro inventó un tipo de dispositivo de
análisis de la práctica original que tenía un doble propósito: el de la formación y el de la investigación.
Este dispositivo estaba particularmente destinado a practicantes en cuya esfera profesional la relación cara
a cara juega un rol importante: relación terapéutica (Balint formalizó su experiencia animando grupos de
médicos clínicos), pero también relaciones de ayuda, relaciones pedagógicas, relaciones formativas,
relaciones educativas…
4
Hemos elegido no tratar un tercer tipo de actividades, el de los estudios y las investigaciones, y sobre
todo de las prácticas de investigación-acción, ya que quisimos privilegiar aquí las prácticas de orientación
psicosociológica que se inscriben en una aproximación desde el interior, es decir, aquellas que invitan a
los profesionales a implicarse en el análisis y a trabajar en la construcción de sentido de sus prácticas
(este es uno de los rasgos entre otros de nuestra definición inicial del análisis de las prácticas
profesionales; Blanchard Laville y Fablet 1996-2000).
5
Durante largo tiempo se utilizó el término “monitor” mientras que en lo que concierne a las formaciones
técnicas se hablaba de “instructor”.

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Relations6, sabiendo asimismo que en Francia la influencia de orientación no directiva


de Karl Rogers fue muy importante en los años 60´ (Visscher, 1991).
Participar de un grupo de dinámica de grupo para descubrir desde el interior, en otras
palabras, a través de un abordaje intelectual, los fenómenos de grupo parecía en los años
70´ una experiencia necesaria, un punto de pasaje casi obligado en la formación de todo
formador deseoso de animar grupos de formación, mientras que el entusiasmo por este
tipo de prácticas disminuyó considerablemente a partir de principios de los años 80´.
Paralelamente, animar grupos de formación de dinámica de grupo, “grupo centrado
sobre grupo” o “grupo de sensibilización” 7 permitía habitualmente ser reconocido como
“psicosociólogo” en los medios de la formación 8. Muchos fueron los trabajos
publicados a lo largo de las décadas 60´ y 70´, escritos por quienes reivindicaban ese
título y trataban sobre esta experiencia pionera (Aubrt, de Gaulejac, Navritis, 1997;
Enriquéz, 1999).
Sin embargo el aporte de la dinámica de grupo al análisis de las prácticas profesionales
parece relativamente indirecto en la medida en que varias condiciones requeridas para el
buen desarrollo de esta experiencia, tales que la ausencia de conocimiento mutuo previo
entre los participantes, la situación de aislamiento cultural (reforzada por el desarrollo
de los cursos en residencial), o incluso la centración casi exclusiva sobre el análisis de
las interacciones que se desarrollan en el aquí y ahora, parecen muy alejadas de un tipo
de trabajo que consiste en tratar situaciones encontradas en el ejercicio de las
actividades profesionales. Si se puede considerar como un aporte éste sólo se refiere a
una forma de comprensión de las interacciones y de los fenómenos llamados a
desarrollarse en diferentes tipos de grupos, entre ellos aquellos que se proponen analizar
las prácticas profesionales, como así también a la naturaleza del proceso que permite
acceder a esta comprensión, el cual proviene más de una toma de conciencia que de un
aprendizaje en el sentido clásico del término.
Otros tipos de dispositivos deben entonces ser considerados, como “los grupos
centrados sobre un grupo y la tarea” que apuntan al mismo tiempo al aprendizaje y a la
evoluación de los participantes, sobre todo porque ha sido a partir de ellos que, desde
hace 40 años, se han desarrollado la mayoría de las actividades de formación psicosocial
en Francia, y esto es así aún cuando parecen haber suscitado menor interés, y en todo
caso muchas menos publicaciones que aquellas referidas a la dinámica de grupo.

Los cursos de formación psicosocial

Lo que caracteriza ante todo a la formación psicosocial son las modalidades


pedagógicas utilizadas y los tipos de objetos tratados en los cursos. Se trata de crear un
medio diferenciado de las situaciones habituales de trabajo, frecuentemente sentidas
como coercitivas, y que se diferencien de las formas escolares tradicionales que se
encuentran más comúnmente en las actividades de aprendizaje 9. Efectivamente no es
6
Lo mismo sucede con dos de las tres corrientes que están en el origen de la investigación-acción según
M. Liu (1997).
7
A diferencia de la experiencia inicial, muy abierta en el marco de un “grupo centrado sobre grupo”, en
un grupo de sensibilización el abordaje de los fenómenos de grupo se efectúa a partir del aprendizaje en
situaciones de ejercicio de comunicación, de juego de roles, de estudio de caso.
8
Incluso cuando esta denominación de “psicosociólogo” puede parecer impropia (durante mucho tiempo
sirvió para designar un animador de cursos de formación); parece efectivamente más justo hablar de
“formador”, de “consultor” o de “terapéuta”, quiénes en el ejercicio de su actividad utilizan un sistema de
referencias psicosociológicas.
9
Recordemos que en el curso de las décadas del 60´ y 70´, período de desarrollo de la formación
psicosocial, la pedagogía en uso no se destacaba por su carácter particularmente innovador. Exceptuando
los métodos de formación psicosocial en sentido amplio, únicamente los abordajes fundados en la

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tanto la adquisición de un saber-hacer técnico a lo que se apunta prioritariamente, sino a


la evolución de las actitudes de los participantes en relación a los otros, a ellos mismos,
como así también a la transformación de la mirada que dirigen sobre sus actividades
profesionales y el contexto organizacional e institucional en el seno del cual se
desarrollan. Para lograr esto parece imponerse el recurso a métodos activos.
El rol del formador consiste entonces esencialmente en favorecer la iniciativa y la
actividad de los participantes, permitiéndoles explorar, observar, interrogar. Ni los
objetivos a alcanzar ni el desarrollo del curso de formación están totalmente
predefinidos al comienzo de una sesión de formación; cuando mucho el formador
dispone de una trama constituida de un conjunto de momentos de trabajo posibles que
introducirá en función de los sujetos abordados y de las interacciones grupales. Trabajo
de subgrupos, estudios de caso, ejercicios de comunicación que conducen al
diagnóstico, juego de roles... El abanico de modalidades pedagógicas es suficientemente
variado ya que lo que se busca es facilitar la expresión individual, como así también el
aprendizaje de la cooperación. Aún cuando lo que se tiende a privilegiar son los
intercambios entre los participantes en el análisis de las conductas vividas en grupo, no
se excluyen los aportes del formador cada vez que aparece el interés por ellos.
Es en un marco de esta naturaleza que se introducirán las secuencias de análisis de la
práctica en función de las temáticas más particularmente tratadas en las sesiones de
formación10. Se trata de establecer vínculos entre los aspectos explorados en grupos de
formación y las situaciones encontradas por los participantes en su contexto profesional
a fin de extraer de ellas las significaciones atribuibles a las conductas registradas. Por
ejemplo, en circunstancias de una sesión de “conducción de reunión” se invitará a los
participantes a interrogarse sobre el dispositivo de comunicación establecido en su
empresa o su organismo a fin de reconocer sus principales características; en otro
momento se podrá igualmente indagar acerca de los estilos de animación específicos de
las jerarquías intermedias que trabajan en aquellas organizaciones de pertenencia de los
participantes ... El espacio instaurado por el curso otorga a los participantes la distancia
indispensable para cuestionarse sobre sus formas de hacer y de pensar, como así
también sobre ciertos rasgos particulares de su contexto organizacional que determinan
parcialmente comportamientos e interacciones inscriptos en el corazón de su universo
profesional. Se percibe así el interés de esta búsqueda de vínculos y de sentidos cuya
emergencia se ve favorecida por esos momentos de análisis de la práctica que
contribuyen así a producir modificaciones en la identidad profesional.

Los grupos de análisis de la práctica

De manera más sistemática, las secuencias de análisis de la práctica pueden constituir


pos sí mismas la modalidad de trabajo que caracteriza al curso de formación; en ese
caso se hablará de “ciclos de evolución profesional” inspirados en los grupos Balint
(Maisonneuve, 1968) o también de grupos de análisis de la práctica. Aunque antes
señalamos las dos filiaciones de los grupos Balint –una psicosocial, la otra

alternancia y aplicación por el equipo abordado por B. Schwartz en Nanci, pueden considerarse como
profundamente innovadores en esta época (Laot, 1999).
10
En un artículo publicado en la revista Connexion (Fablet, 1998), tuve la ocasión de dar testimonio de mi
experiencia como formador e interventor interno en un importante organismo de la seguridad social en el
curso de la década del 80´. Desde esta época continúo animando, pero de manera mucho más esporádica,
algunos cursos de formación, especialmente de “conducción de reuniones”, mientras que dedico mucho
más tiempo a actividades de intervención-formación o de formación intrainstitucional, principalmente
dirigidas a profesionales de organizaciones de acogimiento familiar (Fablet, 2000).

4
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psicoanalítica- en definitiva casi no resulta sorprendente que el tipo de marco inventado


por M. Balint haya sido retomado desde una perspectiva psicosociológica.
En estos dispositivos dirigidos a la evolución profesional se trata de reunir un pequeño
grupo de alrededor de una docena de profesionales calificados, cuyas actividades sean
suficientemente homogéneas, e invitarlos a hablar por turno de las situaciones
encontradas en sus experiencias profesionales. El rol de monitor-animador,
psicoanalista, y en general de una profesión idéntica a la de los participantes, consiste en
facilitar el trabajo de análisis, y la toma de conciencia de los aspectos transferenciales y
contratransferenciales en juego en las situaciones profesionales de interacción. Al cabo
de algunos años -Balint estimaba que eran necesarios por lo menos dos años- los
profesionales tienen la posibilidad de registrar una evolución en su forma de ejercicio.
Hay que decir que la apelación de “grupos Balint” fue tan utilizada para designar
grupos de trabajo en los que los profesionales se reúnen para tratar su relación con la
práctica, que se ha dado la tendencia a perder un poco de vista las propuestas iniciales
de Balint (Lucas, 1982).
¿Cuáles son los criterios que permiten distinguir los grupos Balint de los grupos de
análisis de las prácticas? Según M. Soula-Desroche (1996-200)

- El registro analítico o no del trabajo: mientras que el análisis de los movimientos


transferenciales y contratransferenciales de los practicantes interventores sobre la
realidad psíquica de los sujetos de los que se ocupan, constituyen el principal
objetivo de los grupos Balint, en los grupos de análisis de las prácticas se trata de un
registro psicosocial.

- La actividad profesional: son entonces los valores, representaciones, normas,


creencias en relación con las situaciones profesionales relatadas por los
participantes, que serán el objeto del trabajo de exploración en los grupos de análisis
de las prácticas, de allí una importancia menor acordada a la profesión que a la
actividad profesional efectiva11, mientras que en los grupos Balint la atención a
procesos inconscientes será lo privilegiado.

- La forma de implicación o de investidura: concierne al practicante “en tanto actor


social si se trata de un análisis de la práctica y en tanto sujeto en relación con su
propia historia si se trata de un grupo Balint” (Soula-Desroche, 2000).
Más allá de sus diferencias tanto los grupos Balint, los grupos de análisis de la
práctica, como las secuencias de análisis de la práctica en los cursos de
perfeccionamiento de la práctica, están todos ellos referidos a actividades de
formación cuyo propósito esencial es el cambio de las personas: modificaciones
identitarias en el caso de la formación continua; sensibilización si se trata de la
fomación inicial. Cuando el análisis de la práctica se dirige a profesionales en
formación inicial, es decir, en una fase de construcción de la identidad profesional,
se tratará ante todo de sensibilizar a esos futuros profesionales en relación a los
procesos en juego en las situaciones de interacción que serán las propias cuando
ejerzan, situaciones que habrán podido encontrar ya en el curso de sus pasantías en
los medios profesionales. Los futuros practicantes tienen la posibilidad, al participar
durante su formación inicial en sesiones de análisis de la práctica de orientación
psicosociológica, de descubrir el interés de una “puesta en palabras” de las

11
Como lo indica J. Chami (1998) la cuestión de la homogeneidad profesional del grupo de análisis de las
prácticas reviste una importancia crucial a partir del momento en que el trabajo sobre la identidad
profesional aparece como el desafío mayor de la actividad formativa.

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emociones y afectos ligados a las interacciones en el contexto profesional. Estos


profesionales muy habitualmente se centran exclusivamente en los aspectos
operatorios de la actividad profesional que además intentan “dominar”.
¿Pero qué sucede cuando un trabajo de elucidación característico del análisis de las
prácticas se ejerce en situaciones que escapan a un contexto clásico de formación, o
en las que aparecen dimensiones de intervención, es decir, cuando se trata de
“grupos reales” constituidos por profesionales que pertenecen al mismo
establecimiento o al mismo servicio? ¿qué aspectos particulares aparecen cuando la
perspectiva, lejos de limitarse a la evolución de los sujetos, concierne sobre todo a
una dinámica colectiva?

Intervenciones en las organizaciones y consultas a equipos psicosociológicos

Prácticas diversificadas

De uso frecuente en el lenguaje común el término intervención designa, en una acepción


más técnica, un tipo de actividades híbridas vinculada al mismo tiempo con:

- prácticas de investigación en ciencias sociales y humanas,


- prácticas de formación, particularmente los métodos de formación psicosocial,
- prácticas de debate social que pueden asumir múltiples formas,

es decir las tres fuentes técnicas de intervención psicosociológica reconocidas12 por


J.Dubost (1987).

Por otro lado varios rasgos contribuyen a estructurar toda situación de intervención: la
enunciación de una demanda que emana de un colectivo y le concierne (establecimiento
o subconjunto organizacional de un establecimiento en el caso-tipo de una intervención
intra-organizacional), cuando ese colectivo enfrenta una situación problemática para
cuyo tratamiento no se considera, con razón o no, preparado y busca la colaboración de
un tercero, consultor o interventor (individuo o equipo).
Las situaciones de intervención se revelan muy variadas según el tipo de colectivo del
que se trate – el sistema cliente- (tamaño de la organización y campo social: empresa,
establecimiento educativo, organismo sanitario o social), del tipo de situación-
problema, del interventor contactado (sus elecciones epistemológicas y sus apuestas
ideológicas).
Cuando de lo que se trata es trabajar en el análisis de las prácticas profesionales dentro
de una cierta estructura, el lugar que se les otorga a los practicantes puede ser más o
menos importante. Si el procedimiento es más bien de tipo investigativo la intervención
estará dirigida a reunir un conjunto de datos referidos a las prácticas (a través de
observaciones, cuestionarios, entrevistas…), luego procederá a su análisis antes de
restituir los resultados de su trabajo a los profesionales involucrados. Pero cuando el
propósito de cambio prima por sobre el de conocimiento otra vía, menos externa, y que,
a nuestro juicio, caracteriza más un abordaje de orientación psicosociológica, consiste
12
Las expresiones en las que encontramos el término intervención se multiplicaron en el curso de los años
sesenta y setenta, tanto cuando se trataba de precisar el tipo de disciplina a la cual se hacía referencia
preferentemente – sociología, psicosociología, psicoanálisis- como cuando se trataba de afirmar un
sistema de orientaciones o un tipo particular de procedimiento a partir de distintas apelaciones:
intervención entonces socio-analítica, socioanalítica, socio-pedagógica, sociopsicoanalítica, etc.
Destacamos la publicación reciente de dos obras colectivas referidas a la sociología: Uhade (2001); y
Vrancken y Kuty (2001).

6
7

en proponer, como sucede en la formación psicosocial pero en un contexto ajeno a ella,


dispositivos en los cuales el análisis de las prácticas se lleva a cabo a partir de los
relatos que hacen los profesionales sobre sus experiencias dentro de “grupos reales” o
“grupos naturales”.

Analizar las prácticas sociales en situación de intervención

La intervención se diferencia de la formación aunque muchas veces se hable de


“formación intra” o de “formación in situ” para distinguirlas de las acciones de las
formaciones designadas como “inter-empresas” o “stages-inter”. Pero esas expresiones
producen algunas ambigüedades en la medida en que al usarlas no se está
caracterizando la naturaleza de la acción, el tipo de proceso pedagógico en marcha.
Se está significando simplemente que la acción se desarrolla en el lugar de trabajo de
los participantes en la capacitación, que el formador ha acudido allí para animar el
curso, y generalmente se invocarán razones presupuestarias o financieras que justifican
ese desplazamiento. En situación de intervención las dimensiones colectivas aparecen
de forma más pregnante; el cambio ciertamente involucra a los sujetos pero también a
las estructuras organizacionales dentro de las cuales ellos son conducidos a evolucionar.
La pertenencia a un mismo colectivo de trabajo constituye un parámetro fundamental y
descuidado, e incluso ignorado, con demasiada frecuencia, y desde el momento en que
uno se dirige a un grupo de profesionales que mantienen vínculos obligados de trabajo
las dimensiones de intervención están necesariamente presentes. Utilizamos entonces el
término intervención en los casos en los que se inicia un trabajo a partir de una demanda
que involucra sujetos pertenecientes a una misma organización, a un colectivo de
trabajo común. En ese caso la finalidad de la acción no es solamente el cambio o la
evolución de las personas que participan de ella, sino también, en alguna medida, el
cambio de su colectivo de trabajo. 13
En una acción de esta naturaleza las interacciones entre los participantes se diferencian
de las existentes en los grupos de formación, es decir, en los grupos que se reúnen, de
manera episódica y limitada en el tiempo, como conjunto de profesionales que ejercen
en estructuras diversas. Al presentar las situaciones de trabajo que los interpelan los
profesionales no se refieren solamente a las representaciones que tienen sobre esas
situaciones, sino directamente a los problemas enfrentados por los integrantes de un
grupo “real” o “natural”, es decir, inscriptos en un contexto institucional determinado, lo
cual no es nada obvio en la medida en que los profesionales que tienen vínculos
obligados de trabajo pueden no acordar sobre la manera de ejercer, o estar atravesando
conflictos interpersonales inducidos por la organización del trabajo.
De manera secundaria -ya que ante todo lo determinante es la pertenencia o no a un
mismo colectivo- es en función de la(s) categoría(s) de profesionales y su tipo de
actividad, de las misiones de su servicio, de las características de los clientes, usuarios o
beneficiarios involucrados, pero también de la posición del interventor (interno o
externo), de su identidad profesional y de su inscripción institucional si es externo (free
lance, asalariado de un organismo, docente universitario…), de sus referencias teóricas
(psicosociología pero con filiaciones posibles con la sociología, el psicoanálisis…), de
sus opciones técnicas y de las reglas de funcionamiento que instaure (respecto de la
13
Basta con interrogar a los profesionales que vuelven de una sesión “en inter” en su establecimiento. Si
bien frecuentemente dan testimonio de modificaciones que, en su opinión, resultan de su participación en
esa reunión, al mismo tiempo dicen constatar posteriormente, muchas veces con amargura, que el
encuentro no tuvo efecto en sus colegas, y que cuando ellos no están las formas de funcionamiento
permanecen intactas.

7
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actividad de los profesionales ¿privilegia el aspecto procedimental, o su implicación en


la acción y la relación que mantienen con los usuarios?, ¿qué lugar le otorga al trabajo
de y en grupo?, que las modalidades del trabajo de análisis pueden resultar muy
diversas.

Supervisión y consulta

Según cuales sean los aspectos en los que se centra el trabajo de elucidación
distinguimos con J.C.Rouchy (1987/1998) la supervisión de la consulta.
En supervisión consideramos ante todo el tipo de procedimiento o de abordaje
implementado en relación a los clientes, usuarios o beneficiarios de los que se ocupan
los profesionales; y esto desde un registro psicoanalítico cuando la elucidación de los
movimientos transferenciales y contra-transferenciales presentes en la prácticas del
grupo de profesionales constituye el eje de trabajo elegido; pero si esos profesionales
intervienen prioritariamente sobre la realidad de las personas a las que se dirigen el
abordaje será más bien psicosociológico.
En un trabajo de consultoría las dimensiones exploradas difieren. Se focalizan las
formas de funcionamiento institucional, el proyecto del servicio o del establecimiento,
su modo de organización, las relaciones entre profesionales, los valores que orientan su
práctica…
De cualquier modo cuando se analizan las prácticas profesionales en situación de
intervención, y esto cualesquiera sean los ejes de investigación que se hayan
privilegiado al comienzo, es raro que el trabajo exploratorio no toque en algún momento
aspectos de orden institucional y relacional. En la medida en que el trabajo se focaliza
sobre las dimensiones colectivas, los procedimientos de supervisión o de consultoría
aparecen como una de las vías posibles para acompañar al cambio organizacional, o
para contribuir a la regulación institucional, sobre todo gracias a la elucidación de los
conflictos de equipo.

Conclusión

Como otras formas de análisis de las prácticas profesionales, los abordajes de


orientación psicosociológica son susceptibles de contribuir positivamente a la
construcción de la identidad profesional de los practicantes, especialmente de aquellos
cuya actividad otorga un lugar preponderante a la relación con el otro, permitiéndoles
acceder a una mayor comprensión de la especificidad de sus actividades. Ya sea que los
dispositivos inspirados en ellas provengan del campo de la formación o de la
intervención, que apunten más al reforzamiento de la calificación profesional y/o al
desarrollo de las dinámicas institucionales, se percibe claramente su importancia y el
interés que habría en promoverlos a fin de que colaboren en el mejoramiento de las
prácticas profesionales en distintos campos.

Traducción: Lic. María José Acevedo.

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