Sunteți pe pagina 1din 3

LAS TRES ESCUELAS O MODELOS DE MEDIACIÓN MÁS CONOCIDOS.

El modelo tradicional-lineal o directivo de la escuela de Harvard


Roger Fisher y William Ury, representantes de esta escuela,
establecen cuatro elementos básicos en cualquier negociación: 1) Las
personas. Es necesario separar a las personas del problema y para ello hay
que atender las relaciones entre las personas examinando y tratando sus
percepciones, las emociones y la comunicación. 2) Los intereses. En otros
términos, podríamos hablar de necesidades reales, que son las que hay que
conciliar para poder superar las posiciones de partida. 3) Las opciones. Se
trata de abrir posibilidades, con ayuda del mediador, que antes no habían
contemplado y que pueden satisfacer a las partes. 4) Criterios. Hay que
basarse en criterios objetivos (las leyes, precios de mercado, etc.), dejando al
margen las interpretaciones subjetivas.

El mediador guía a las personas implicadas en el conflicto focalizando la


comunicación hacia los puntos en común y concentrándose en el contenido del
conflicto. El éxito de la mediación consiste en llegar a un acuerdo que resuelva
el problema y satisfaga las necesidades de las partes.

Uno de los riesgos de este modelo al perseguir el acuerdo como único


fin, es el de convertir la mediación en directiva. Como dicen R. A. Baruch
Bush y J.P. Folger criticando este modelo: “el mediador escucha el problema,
diagnostica el problema, formula lo que considera una solución eficaz, y trata
de persuadir a las partes para que acepten esta solución”. De este modo se
sustrae el protagonismo a las partes que no podrán decidir de manera
autónoma y participar y cooperar democráticamente para transformar
constructivamente la situación.

Se considera el conflicto como algo negativo que provoca un


desacuerdo y al llegar al acuerdo el conflicto desaparece. No repara en los
aspectos positivos del conflicto, que como dice R. Alzate “los conflictos son
inevitables, necesarios, y pueden tener aspectos beneficiosos, ayudan al
desarrollo a la identidad, a la reflexión y a la mejora, en general, del individuo y
de la sociedad”. Naturalmente el acuerdo es siempre deseable, pero si en vez
de centrarnos en el acuerdo o en la consigna ganar-ganar, nos orientamos
hacia el restablecimiento de la relación, construir espacios comunes, propiciar
el diálogo y las soluciones de futuro, alcanzaremos un acuerdo mucho más
sólido y duradero.

El modelo de Harvard es válido en temas económicos que enfrentan a


dos partes, como una negociación asistida. Está muy limitado para mediar en
conflictos sociales o comunitarios donde el protagonismo de las partes, sus
emociones, la necesidad de reconciliación… exigen una evolución natural del
modelo, que se produce hacia un enfoque transformador.

La escuela transformativa
Las figuras más destacadas de esta escuela son los investigadores
citados, Bush y Folger, el objetivo prioritario de la mediación según este
enfoque consiste en trasformar las relaciones de las personas implicadas en el
conflicto a través de la revalorización y el reconocimiento. Para ellos la
revalorización se da cuando una persona “recupera la calma y la claridad,
adquiere confianza, capacidad organizativa y poder de decisión, y, por
consiguiente, obtiene o recobra cierto sentido de su fuerza como para asumir el
control de la circunstancia”. (En este sentido se corresponde con lo que otros
autores han denominado empowerment, empoderamiento.) Por otra parte, el
reconocimiento implica la empatía y la comprensión de la situación del otro.
Otra característica importante de la mediación trasformadora es el que las
partes adquieren la responsabilidad del resultado; son las verdaderas
protagonistas y las que toman las decisiones. Pearson y Thoenes entienden
que es “un proceso participativo y consensual cuya finalidad es la
transformación de los participantes”.

Se concibe así el conflicto como una oportunidad para el crecimiento y la


transformación. En esta línea de ver el conflicto como algo positivo destaca
para mí la posición de F. Cascón: “-Consideramos la diversidad y la diferencia
como un valor. Vivimos en un solo mundo, plural y que la diversidad, desde la
cooperación y la solidaridad, es una fuente de crecimiento y enriquecimiento
mutuo. Convivir en esa diferencia conlleva el contraste y, por tanto, las
divergencias, disputas y conflictos.”

Obviamente, no persigue el acuerdo como meta fundamental, no


obstante, el entendimiento, la mayor comprensión y la transformación de las
actitudes, llevan a un acuerdo siempre más profundo y consistente.

La escuela circular-narrativa
La autora que encarna esta escuela es Sara Cobb, siendo
posteriormente sistematizada por Marinés Suares. Persigue el objetivo de
llegar a un acuerdo, si bien se pone el énfasis en la comunicación y en la
interacción de las partes. Sara Cobb define la mediación como un “proceso que
estructura la intervención de las partes involucradas en modos que favorecen
su participación y legitimidad, asumiendo responsabilidades para diseñar la
resolución de sus disputas.” En esta línea autores, como J. Giró, han llegado a
afirmar que la mediación “no tiene otra finalidad que la comunicación”. La
mediación se orienta así hacia la comunicación cooperativa. La narración de
las historias particulares de las personas implicadas en el conflicto debe
transformarse en una historia alternativa común que facilite el cambio. También
ocupa un papel importante la legitimación, es lo que da sentido al proceso de
mediación. El mediador tiene que sentirse legitimado para responsabilizarse
del proceso de mediación, y las partes tienen que legitimarse la una a la otra
para acceder a la participación y poder avanzar de una forma constructiva. La
legitimación permite poner a cada uno en su lugar. Sólo cuando se encuentra
un lugar positivo se puede pasar de la confrontación a la interacción positiva
para finalizar colaborando. Se busca que las partes vean las cosas desde un
nuevo marco teniendo en cuenta que para ayudar a solucionar un problema,
ese marco deberá adecuarse a las necesidades, creencias y valores de las
personas implicadas en el conflicto. En cierto modo la legitimación es para la
escuela circular narrativa lo que la revalorización y el reconocimiento es para la
transformativa.

En cuanto a la concepción del conflicto, esta escuela también aprovecha


sus aspectos positivos. Asocia el conflicto a procesos mentales fruto de
circunstancias y del punto de vista de la observación causado por múltiples
factores. Para M. Munne y P. Mac-Cragh la mediación se basa en deshacer
los procesos mentales que llevan al conflicto (deconstrucción) y crear nuevos
procesos mentales que lleven a entender el conflicto de otra forma
(reconstrucción) para formular posibles soluciones.

Similitudes y diferencias

Prácticamente las hemos ido viendo en la exposición de cada modelo.


Naturalmente las similitudes las podemos observar en sus aspectos más
generales. Todas las escuelas plantean la resolución o superación de conflictos
por vías pacíficas, negociadas, dialogadas. Sobre esa esencia se produce una
evolución en función de las necesidades sociales que van surgiendo. Desde el
dotar de contenido racional y metodológico a una negociación de tipo
comercial, que podríamos decir que es el origen de la escuela de Harvard,
hacia la incorporación de elementos progresivamente más sociales,
emocionales, psicológicos… que incorpora el modelo transformativo y el aporte
enriquecedor de la comunicación en el modelo circular-narrativo. En la medida
en que el planteamiento de Harvard supone una base sólida de negociación, el
resto de modelos lo utilizan. Por lo tanto, las diferencias son relativas y
podemos observarlas sobre la base de la incorporación de elementos sociales.
La concepción del conflicto como una oportunidad para el cambio, es algo que
no podía contemplar Harvard, así como la búsqueda de la transformación de
las partes por encima del acuerdo o el protagonismo de los participantes.
Ningún mediador se adhiere por completo a una u otra escuela, sino que
combina las aportaciones de todas ellas, aunque se oriente principalmente por
una u otra. Además, en función del conflicto de que se trate convendrá aplicar
unas u otras técnicas destacadas por una u otra escuela.

José Antonio Peña Quesada.

S-ar putea să vă placă și