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RESUMEN

El Inmortal
El testimonio de un hombre que habla de un río que “purifica de la muerte” y la existencia de una ciudad
habitada por inmortales, es el detonante para que alguien más, se decida a encontrarla. En Roma se le
advierte: “Dilatar la vida de los hombres era dilatar su agonía y multiplicar el número de sus muertes”. Al
hombre, le son proporcionados doscientos soldados, recluta a varios mercenarios y se lanza a su empresa.
Durante el camino, aparece la desesperación y los motines. El hombre huye acompañado de unos cuentos
fieles y, herido, duerme y sueña con un laberinto. Al desenredarse –no habla de despertar- de la pesadilla, el
hombre encuentra la ciudad de los inmortales y a sus habitantes: Los trogloditas. Alentado por la sed, el
hombre bebe de un agua oscura y cae en un sueño profundo no sin pronunciar, inexplicablemente, unas
palabras en griego. Éste hombre, militar del imperio Romano, se recupera y dirige sus pasos a la ciudad de los
inmortales. Los trogloditas, que no pronuncian palabras, lo dejan ir en paz. La ciudad de los inmortales, es
descrita con cámaras y pasillos, arquitectura simétrica y sin fin. A su salida de la ciudad de los inmortales, el
hombre intenta conversar con un troglodita a quien puso el nombre de Argos –nombre del perro de Ulises de
La Odisea- Al troglodita le cuesta trabajo hablar griego, pero sabía quien era Argos a pesar de que hablaban
de un relato contado cien mil años atrás. El hombre tiene que encontrar el agua que lo devolverá a su
condición de mortal. Antes nos hablará de sus numerosas experiencia. El cuento termina con una serie de citas
que tildan a ésta historia de falsa pero el autor mantiene sus dudas.

El muerto
El relato nos cuenta la historia de Benjamín Otálora quien luego de darle muerte a un enemigo, parte en busca
de Azevedo Bandeira. Esa noche, en un altercado, desvía una puñalada dirigida precisamente a Bandeira.
Bandeira le propone a Otálora traer consigo una tropa. Éste acepta y parte con rumbo a Tacuarembó. Al año,
Otálora se hace gaucho y aprende a manejar una hacienda. Se hace hombre de Bandeira y se sabe temido por
ese hecho. Pronto, Otálora descubre que Bandeira se dedica al contrabando y desea ascender lo más pronto
posible. Pasa otro año. Otálora atiende a un enfermo Bandeira, siente que sus ambiciones se verán pronto
recompensadas. Otálora ambiciona el poder, el caballo y la mujer de Bandeira. Resuelve ganarse la amistad
del capanga –guardaespaldas del patrón- y éste le promete ayudarlo en su planeado asenso. Otálora manda a
la tropa y duerme con la mujer de Bandeira. En el último día en la vida de Benjamín Otálora se hace un
descubrimiento. Muere a manos del capanga comprendiendo que desde un principio, su final había sido
planeado.

Los teólogos
Un libro de una biblioteca de monjes se salva de un incendió. En él, se narra una enseñanza de Platón y que
“todas las cosas recuperarán su estado anterior”. Un siglo después, se nos presentan a dos hombres: Juan de
Panonia y Aureliano. Ambos sostienen diversas posturas con respecto a Dios y a las cosas. Además, se
presenta a un grupo conocido como Los Histriones, quienes creen que todo hombre es en realidad dos
hombres y que además, sus actos son directamente invertidos, es decir: mientras uno duerme, el otro está
despierto, si uno es bueno el otro malo etc. Y así, estos teólogos se ocupan de los conceptos de Dios. Sin
embargo, entre Juan de Panonia y Aureliano sucedía algo poco común, no sólo mantenían discrepancias sino
que algo más allá de alguna manera los relacionaba. Juan de Panonia es acusado por el propio Aureliano de
profesar corrientes herejes. Juan se defiende y mantiene sus ideas. Es acusado a morir en la hoguera.
Aureliano presenció la ejecución y posteriormente, luego de profundas reflexiones sobre sus actos y los de su
némesis, muere rodeado de un incendió. En el cielo, Dios recibe a Aureliano y a Juan de Panonia como a una
sola persona.

Historia del guerrero y de la cautiva


Dos historias alejadas por el tiempo se cruzan. El guerrero Droctulft y una inglesa amiga de la abuela del
autor. Droctulft se rebeló contra los suyos y se prestó a defender Roma. Su acto, más que de traición fue de un
converso. Borges lee la historia de Droctulft y de inmediato el recuerdo de un relato de su abuela lo asalta. La
abuela de Borges, inglesa exiliada, encuentra a otra paisana y ambas platican. El abuelo muere poco después y
posteriormente, la abuela encuentra a su paisana bebiendo la sangre de una oveja degollada. Borges junta esos
dos destinos. La del bárbaro que se presta a defender lo atacado y de la inglesa alejada de su país en un lugar
extraño. La relación va más allá de lo terrenal.

Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)


Tadeo Isidoro Cruz, hijo de Isidora y de un hombre asesinado posteriormente con el cráneo partido. El gaucho
Tadeo, cierta noche da muerte a un borracho. La policía lo sigue. Tadeo pelea a muerte y es atrapado y
enlistado como soldado raso. Participó de muchas batallas y fue herido varias veces. Después lo encontramos
casado y con un hijo. Luego, es nombrado sargento de la policía rural en el lugar mismo de su origen. El
destino de Tadeo se acerca a él. Para Borges, el destino consta “de un solo momento: el momento en que el
hombre sabe para siempre quién es”. En 1870, Tadeo recibe la orden de atrapar a un asesino de dos víctimas.
El hombre se defiende valientemente. Tadeo siente la impresión de que ese momento lo ha vivido con
anterioridad. Tadeo desertó entonces del ejercito para unirse al rebelde Martín Fierro (Héroe nacional de
Argentina)

Emma Zunz
El relato comienza cuando Emma Zunz, trabajadora en una fábrica textil, recibe una carta que notifica el
suicidio de su padre. Emma recuerda entonces la confesión de que Aarón Loewenthal, antes gerente ahora
dueño de la fábrica, es el ladrón. Lo anterior se lo afirmó su padre la última noche que se vieron. Emma
medita un plan que piensa llevar a cabo. Llama a Loewenthal y le dice poseer información sobre la huelga que
se gesta en su fábrica. Llegado el día, escoge a un hombre y se entrega a él. Piensa en su madre, en su padre, y
en la humillación de la que alguna vez fue objeto. Una venganza metafísica esconde su acto. Emma camina
para encontrarse con Loewenthal con la intención de matarlo, hecho que en efecto sucede, salvo que Emma
no pudo decir el discurso que tenía preparado. Loewenthal murió sin saber su causa. Emma llama por teléfono
y acusa a Loewenthal de haberla citado y al querer abusar de ella lo había matado. La historia increíble es
creída pues todo lo relatado por Emma Zunz era cierto salvo las circunstancias “y uno o dos nombres
propios”.

La casa de Asterión
El Asterión, acusado de soberbia y misantropía, vive en su hogar infinito. Reflexiona permanentemente pues
nada más tiene que hacer salvo recibir cada nueve años a nueve hombres para que sean librados del mal. El
Asterión espera a su redentor que quizá lo lleve a otra casa menos intrincada y con un fin. El laberinto del
Asterión lo ha acompañado durante toda su existencia. Es todo lo que conoce.
El relato termina cuando Teseo da aviso de haber matado al Minotauro de Creta –nuestro Asterión-.

La otra muerte
Un narrador –desde luego el propio Borges- nos cuenta que recibió una carta dónde le notificaban, al final, de
la muerte de don Pedro Damián. El narrador recordó haberlo visto en 1942 y su imagen... fantasmal... Pedro
Damián era un veterano militar que había peleado en muchas batallas. Posteriormente, el narrador acudió con
el coronel Tabares quien recuerda a un Pedro Damián que murió cobardemente en la batalla de Masoller. El
narrador nos confiesa su intención de escribir un relato fantástico sobre el sitio de Masoller. Acude de nuevo a
casa del coronel Tabares y encuentra a otro veterano militar que recuerda a un Pedro Damián que murió
valientemente en la batalla de Entre Ríos. Tabares ya no recuerda al cobarde Pedro Damián. El asunto se
complica cuando el narrador reencuentra a su amigo de la carta del principio, quien tampoco se acuerda de
Pedro Damián. Dios es otro personaje más en este complicado cuento y concedió al cobarde redimirse en otra
batalla. Al final el narrador duda de los recuerdos propios y ajenos e incluso de la existencia del mismo Pedro
Damián.
Deutsches Requiem
Últimas reflexiones de un criminal nazi quien espera la hora de su ejecución. Lo notorio es su extrema
inteligencia, amante de la música de Brahms, lector de Shakespeare, Nietzsche y Splenger. Su discurso, es su
postura ante la vida, en la hora de su muerte.

La busca de Averroes
Averroes, un escribiente de ascendencia árabe, trabaja en un texto de Aristóteles y se detiene ante la aparición
de dos palabras de dudoso significado: tragedia y comedia. Nadie, en el ámbito del Islam sabían su sentido.
Luego de una discusión con varios colegas sabios, Averroes descubre a la comedía y a la tragedia en el
Corán. Luego desaparece con su biblioteca. Al final, el autor explica su intención y relación con su propio
personaje que bien pudo haber sido él mismo.

EL Zahir
El Zahir es una palabra que representa una moneda. Una moneda que llega a manos de Borges y lo remite a la
muerte de una mujer de la cual estuvo enamorado: Teodelina Villar. El descubrimiento del narrador de todos
los significados del la palabra Zahir lo perturban al grado de deshacerse de la moneda pues se intuye que atrás
de aquel objeto se encuentra Dios.

La escritura de Dios
En una cárcel yace Tzinacán, mago de la pirámide de Qaholom. Un muro lo separa de un jaguar. El mago
sabe que Dios escribió en algún lugar la solución para curar los males terrenales. Tzinacán recuerda desde su
cautiverio sus andanzas en busca de aquella inscripción. Tal vez el jaguar mismo lo sea. Una noche, Tzinacán
sueña que la arena lo cubre y que se encuentra dentro de otro sueño que a su vez se encierra en otro. El mago
despierta y tiene una mística experiencia mientras es torturado. Tzinacán sabe las catorce palabras escritas por
Dios y sabe que al pronunciarlas será todo poderoso. Tzinacán no las pronuncia para que el misterio muera
con él.

Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto


Dunraven narra a su amigo Unwin, la muerte del rey Abenjacán el Bojarí a manos de su primo Zaid. Las
causas permanecen en el misterio. El rey vivía en un laberinto y un negro acompañado de un león eran los
principales aunque improbables sospechosos. Unwin duda de la narración de Dunraven. Esa noche, los
amigos pernoctan en el laberinto. Pasados los días y luego de varias conjeturas, Unwin cita a Dunraven y
resuelve el caso. La necesidad de Zaid al matar al rey iba más allá de su desaparición; tenía que deshacerse
del rey para tomar su lugar, aunque sea por un día.

Los dos reyes y los dos laberintos


Un rey de Babilonia manda a sus sabios proyectar un laberinto. Fue tan perfecto que nadie se atrevía a entrar.
Los temerarios continúan perdidos. Cierto día, el rey recibe la visita del rey de Arabia y lo reta a entrar al
laberinto. El rey de Arabia entra y por poco no haya la salida. Éste, le dice a su anfitrión que en su país existe
un laberinto más complejo que con gusto le enseñará. Cuando regresó a sus tierras, juntó a su ejercito e
invadió Babilonia. El rey es apresado y dejado por su homólogo en su laberinto: el desierto.

La espera
Un hombre llega a un lugar al cual no pertenece y toma una identidad que tampoco lo es. El señor Villari se
mantiene al margen; no hace amistades, suele ir al cine y lee una sola sección del periódico. Procura no ser
visto y de una simple discusión, se encierra cinco días por miedo a salir. Por las noches, soñaba que dos
hombres y el verdadero Villari acudían a matarlo. En sus sueños se defendía con la pistola que mantenía
guardada en la vigilia. Se calma y reconoce los síntomas del sueño. De modo que una noche, convencido de
que dormía, se enfrentó a su sueño. La descarga de la pistola lo desmintió.

El hombre en el umbral
Disturbios suceden en una ciudad musulmana, por ello, las autoridades mandan a un hombre temido a poner
orden, su nombre: David Alexander Glencairn. Pronto, la ciudad encontró paz. Tiempo después Glencairn
desapareció. La posibilidad de un asesinato era palpable puesto que todos en la ciudad, parecían haber jurado
guardar un secreto. Un juez es mandado a buscarlo y encuentra mentiras y versiones encontradas sobre el
paradero de Glencairn. Un anciano narra que desde niño se busca al juez. Cuando terminó su narración,
cientos de hombres y mujeres salieron de su casas pues festejaban que un hombre, acababa de dar muerte a
Glencairn.

El Aleph
El narrador empieza por contar la muerte de Beatriz Viterbo y el profundo dolor que dejó en él y su familia.
Cada año acudía a la casa de la extinta mujer para convivir con una agradable familia que bien lo recibía.
Entre ellos, el primo de Beatriz, Carlos Argentino Daneri, quien comparte sus inquietudes literarias con el
narrador. Pasado el tiempo, el narrador sospecha que Daneri pretende que él escriba el prólogo de su obra.
Para ello tiene que acabar su poema en casa, junto a El Aleph. La primera definición que el narrador nos
ofrece es: “uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos”. Daneri advierte que El Aleph es
solamente suyo y que lo descubrió en su niñez. El narrador lo considera un loco y se muestra interesado en
conocer a El Aleph. Daneri accede y lo lleva a su casa. Y ahí, mientras observaba uno de los tantos retratos de
Beatriz, Borges le habla a su extinta amada. Daneri dicta unas precisas instrucciones para que Borges vea a El
Aleph y éste, un tanto escéptico, las acata. Finalmente, Borges se encuentra con una esfera de dos o tres
centímetros de diámetro donde todas las cosas suceden: Borges ha encontrado a El Aleph. Todo sucede al
instante, todo el universo se refleja en El Aleph y El Aleph en todo el universo.
Seis meses después, la casa que ocultaba a El Aleph fue destruida. Danineri publico sus poemas y obtuvo
incluso un premio nacional.

Jorge Luis Borges

(Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986) Escritor argentino. Jorge Luis Borges procedía
de una familia de próceres que contribuyeron a la independencia del país. Su antepasado, el
coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas a la victoria en la mítica batalla de Junín;
su abuelo Francisco Borges también había alcanzado el rango de coronel.

Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición familiar se
empleó como profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada Leonor
Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la casa de los abuelos donde
había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de Palermo, a la calle Serrano 2135, donde
creció el aprendiz de escritor teniendo como compañera de juegos a su hermana Norah.

En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Haslam y,
como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo acompañarían
durante toda su vida. Apenas con seis años confesó a sus padres su vocación de escritor, e
inspirándose en un pasaje del Quijote redactó su primera fábula cuando corría el año 1907:
la tituló La visera fatal. A los diez años comenzó ya a publicar, pero esta vez no una
composición propia, sino una brillante traducción al castellano de El príncipe feliz de Oscar
Wilde.

En el mismo año en que estalló la Primera Guerra Mundial, la familia Borges recorrió los
inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un admirable coronel, sino
por un ex profesor de psicología e inglés, ciego y pobre, que se había visto obligado a
renunciar a su trabajo y que arrastró a los suyos a París, a Milán y a Venecia hasta radicarse
definitivamente en la neutral Ginebra cuando estalló el conflicto.

Borges era entonces un adolescente que devoraba incansablemente la obra de los escritores
franceses, desde los clásicos como Voltaire o Víctor Hugo hasta los simbolistas, y que
descubría maravillado el expresionismo alemán, por lo que se decidió a aprender el idioma
descifrando por su cuenta la inquietante novela de Gustav Meyrink El golem.

Hacia 1918 lee asimismo a autores en lengua española como José Hernández, Leopoldo
Lugones y Evaristo Carriego y al año siguiente la familia pasa a residir en España, primero
en Barcelona y luego en Mallorca, donde al parecer compuso unos versos, nunca
publicados, en los que se exaltaba la revolución soviética y que tituló Salmos rojos.

En Madrid trabará amistad con un notable políglota y traductor español, Rafael Cansinos-
Assens, a quien extrañamente, a pesar de la enorme diferencia de estilos, proclamó como su
maestro. Conoció también a Valle Inclán, a Juan Ramón Jiménez, a Ortega y Gasset, a
Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego... Por su influencia, y gracias a sus
traducciones, fueron descubiertos en España los poetas expresionistas alemanes, aunque
había llegado ya el momento de regresar a la patria convertido, irreversiblemente, en un
escritor.

De regreso en Buenos Aires, fundó en 1921 con otros jóvenes la revista Prismas y, más
tarde, la revista Proa; firmó el primer manifiesto ultraísta argentino, y, tras un segundo viaje
a Europa, entregó a la imprenta su primer libro de versos: Fervor de Buenos Aires (1923).
Seguirán entonces numerosas publicaciones, algunos felices libros de poemas, como Luna
de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929), y otros de ensayos, como Inquisiciones,
El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos, que desde entonces se negaría a
reeditar.

Durante los años treinta su fama creció en Argentina y su actividad intelectual se vinculó a
Victoria y Silvina Ocampo, quienes a su vez le presentaron a Adolfo Bioy Casares, pero su
consagración internacional no llegaría hasta muchos años después. De momento ejerce
asiduamente la crítica literaria, traduce con minuciosidad a Virginia Woolf, a Henri
Michaux y a William Faulkner y publica antologías con sus amigos. En 1938 fallece su
padre y comienza a trabajar como bibliotecario en las afueras de Buenos Aires; durante las
navidades de ese mismo año sufre un grave accidente, provocado por su progresiva falta de
visión, que a punto está de costarle la vida.

Al agudizarse su ceguera, deberá resignarse a dictar sus cuentos fantásticos y desde


entonces requerirá permanentemente de la solicitud de su madre y de su amigos para poder
escribir, colaboración que resultará muy fructífera. Así, en 1940, el mismo año que asiste
como testigo a la boda de Silvina Ocampo y Bioy Casares, publica con ellos una espléndida
Antología de la literatura fantástica, y al año siguiente una Antología poética argentina.

En 1942, Borges y Bioy se esconden bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq y entregan a


la imprenta unos graciosos cuentos policiales que titulan Seis problemas para don Isidro
Parodi. Sin embargo, su creación narrativa no obtiene por el momento el éxito deseado, e
incluso fracasa al presentarse al Premio Nacional de Literatura con sus cuentos recogidos
en el volumen El jardín de los senderos que se bifurcan, los cuales se incorporarán luego a
uno de sus más célebres libros, Ficciones, aparecido en 1944.

Género
Narrativo – Cuento

Personajes Principales:

Benjamín Otálora: Es el personaje principal del cuento. Otálora se deja llevar de sus
ambiciones, y cae en un estilo de vida peligroso, ya que forma parte de un grupo de
troperos contrabandistas. Este es quien busca reemplazar a Bandeira.

Azevedo Bandeira: Jefe del bando de troperos. Quien le da entrada a Otálora en su banda, y
quien se hace el ignorante cuando descubre que Otálora busca usurparlo.

Ulpanio Suárez: Es el guardaespaldas de Bandeira, que se hace amigo de Otálora, sólo para
traicionarlo, luego de que se entera del plan de Otálora contra Bandeira.

Mujer de pelo colorado: Es la mujer de Bandeira, que luego tiene un romance con Otálora,
y al final es obligada a besar a Otálora delante de Bandeira.

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