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1 y 2 Crónicas
CONTENIDO
1. MENSAJE UNO: INTRODUCCION
2. MENSAJE DOS: LA REPRODUCCION DE DIOS
3. MENSAJE TRES: LA GENEALOGIA QUE SE EXTIENDE DESDE ADAN HASTA
LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL
4. MENSAJE CUATRO: LA CUMBRE DEL EVANGELIO DE DIOS
5. MENSAJE CINCO: SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE DAVID
6. MENSAJE SEIS: SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE LOS REYES DE JUDA (1)
7. MENSAJE SIETE: APEGARSE FIELMENTE A LA VERDAD Y ANDAR CONFORME
AL ESPIRITU QUE LO ES TODO
8. MENSAJE OCHO: APRENDER DE LOS REYES DE JUDA A CONDUCIRNOS COMO
DIOS-HOMBRES EN NUESTRA VIDA DIARIA
9. MENSAJE NUEVE: SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE LOS REYES DE JUDA (2)
10. MENSAJE DIEZ: SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE LOS REYES DE JUDA (3)
11. MENSAJE ONCE: VIVIR A CRISTO PARA EXPRESAR A DIOS
12. MENSAJE DOCE: CONCLUSION DEL SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE
LOS REYES DE JUDA
13. MENSAJE TRECE: LA SIMILITUD ENTE DIOS Y EL HOMBRE EN IMAGEN
Y SEMEJANZA
Esdras
CONTENIDO
14. MENSAJE UNO: LA NECESIDAD DE VOLVER DEL CAUTIVERIO
15. MENSAJE DOS: INTRODUCCION
16. MENSAJE TRES: EL REGRESO DEL CAUTIVERIO BAJO EL LIDERAZGO REAL
DE ZOROBABEL
17. MENSAJE CUATRO: EL REGRESO DEL CAUTIVERIO BAJO EL LIDERAZGO
SACERDOTAL DE ESDRAS
18. MENSAJE CINCO: SE NECESITAN MUCHOS ESDRAS, PERSONAS VERSADAS
EN LA PALABRA DE DIOS
Nehemías
CONTENIDO
19. MENSAJE UNO: INTRODUCCION DEL LIBRO E HISTORIA DE LA RECONSTRUC-
CION DEL MURO DE LA CIUDAD DE JERUSALEN BAJO EL MANDO DE NEHEMIAS
20. MENSAJE DOS: EL DINAMISMO DE NEHEMIAS
21. MENSAJE TRES: EL RESTABLECIMIENTO DE LOS ELEGIDOS DE DIOS (1)
22. MENSAJE CUATRO: El RESTABLECIMINETO DE LOS ELEGIDOS DE DIOS (2)
23. MENSAJE CINCO: EL LIDERAZGO DE NEHEMIAS EN EL RESTABLECIMIENTO
DE LA NACION DE LOS ELEGIDOS DE DIOS
Ester
CONTENIDO
24. MENSAJE UNO: UNA INTRODUCCION Y EL CUIDADO SECRETO QUE EL DIOS
QUE SE ENCUBRE TIENE DE SUS ELEGIDOS MIENTRAS ESTOS ESTAN
DISPERSOS Y OPRIMIDOS
25. MENSAJE DOS: LA SALVACION MANIFIESTA QUE EL DIOS QUE SE ENCUBRE
EFECTUA EN SECRETO A FAVOR DE SUS ELEGIDOS LOS CUALES SON
PERSEGUIDOS DURANTE EL CAUTIVERIO
26. LA ESCATOLOGIA EN CUANTO A LA IGLESIA SEGUN LA REVELACION DIVINA
HALLADA EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE UNO
INTRODUCCION
Lectura bíblica: 1 Cr. 1:1-27
El Antiguo Testamento contiene doce libros históricos. Los tres primeros son Josué,
Jueces y Rut, y los tres últimos, Esdras, Nehemías y Ester. Entre estos dos grupos de
tres libros cada uno, figuran tres pares de libros: 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, y 1 y 2
Crónicas. Con este mensaje damos inicio al estudio-vida de 1 y 2 Crónicas, Esdras,
Nehemías y Ester. El objetivo principal de este estudio se puede expresar en las cuatro
cláusulas siguientes:
2. El disfrute que los creyentes tienen de Cristo depende de cuánto ellos lo busquen y
le sean fieles, y el mayor logro que obtienen en esta búsqueda es reinar juntamente con
El en Su vida divina, por medio de Su abundante gracia (Fil. 3:13-14; Ro. 5:17b, 21b).
3. El cautiverio que sufren los creyentes en manos del enemigo constituye el peor fra-
caso que ellos experimentan en cuanto al disfrute de Cristo, el cual obedece a que no
conocen el poder de Su resurrección ni viven por el suministro abundante del Espíritu
de Jesucristo (Fil. 3:10; 1:19b).
4. El Dios Triuno omnipresente y omnipotente llegó a ser el Dios que se encubre y que
cuida con gran sabiduría y en Su elevada soberanía a Su pueblo escogido, el cual había
sido disgregado y llevado cautivo (Est. 1—10).
La Biblia en esencia habla de una sola cosa: la economía eterna de Dios, la cual brota
de Su beneplácito. Nuestro Dios es magnífico, y sin duda debe tener un beneplácito.
Con base en él, concibió una economía eterna, cuyo centro, meta y realidad es el Cristo
excelente que lo es todo. La Biblia gira exclusivamente en torno a esta economía.
Al estudiar los doce libros históricos no nos debe distraer la historia que ellos presen-
tan. Entonces, ¿a qué debemos prestarle atención en estos libros? Para contestar esta
pregunta, debemos tener presente que toda la Biblia gira en torno a la economía de
Dios, de la cual Cristo es la realidad, el centro y la meta. Al leer los libros históricos,
debemos orar y buscar la interpretación adecuada de todos los tipos y profecías conte-
nidos en ellos. Debemos descubrir el significado intrínseco de todos los tipos, y prestar
especial atención al centro de todos ellos, que es Cristo, el centro de la economía de
Dios. Por consiguiente, en tanto procuramos conocer el significado intrínseco de lo que
relatan los libros históricos del Antiguo Testamento, debemos esforzarnos por relacio-
nar estos libros con la economía de Dios. Esto es lo que pretendemos hacer en este
estudio-vida.
II. EL ESCRITOR
El autor de 1 y 2 Crónicas fue probablemente Esdras (compárese 2 Crónicas 36:22-23
con Esdras 1:1-3a). El hecho de que este pasaje de Esdras se repita en 2 Crónicas, podría
indicar que él, además de escribir el libro que lleva su nombre, redactó también 1 y 2
Crónicas.
III. LA EPOCA
El primer libro comprende aproximadamente cuarenta y un años, desde 1056 hasta
1015 a. de C., sin incluir el tiempo que abarca la genealogía de los padres; el segundo
libro comprende unos cuatrocientos setenta y nueve años, desde 1015 hasta 536 a. de
C.
IV. EL LUGAR
Los dos libros se escribieron probablemente en Jerusalén, después de que Esdras vol-
vió del cautiverio.
V. EL CONTENIDO
Los libros de 1 y 2 Crónicas describen la genealogía de la humanidad, de Adán a
Abraham; la genealogía de los elegidos de Dios, desde Abraham hasta la familia de
Saúl; y la historia de Israel, a partir del rey Saúl hasta que Israel vuelve del cautiverio.
Así vemos que 1 y 2 Crónicas comprenden tres historias: la historia que se extiende
desde Adán hasta Abraham, la cual tiene que ver con el mundo en general; la historia
que abarca de Abraham a Saúl, que gira en torno a los antepasados del linaje israelita,
antes de que se convirtieran en una nación; y la historia del reino de Israel, desde la
época de Saúl hasta que regresaron del cautiverio.
Debemos visualizar el mover de Dios en la historia del hombre. ¿Ha oído alguna vez
las palabras: “El mover de Dios en la historia de hombre?” ¿Cree usted que a pesar de
la situación mundial tumultuosa de hoy, Dios sigue obrando en la historia humana?
Debemos creer que El ha obrado y sigue obrando en la historia del hombre, y por medio
de ella. Dios hizo algo en la historia de Adán y obró también en la de Abel. El actuó en
ellos en el aspecto positivo. Dios incluso realizó ciertas cosas en la historia de Caín;
pero fue una obra en el aspecto negativo.
Después de haber observado la situación mundial desde 1918, y haber estudiado las
profecías bíblicas, puedo dar testimonio sin lugar a equivocarme, que Dios ha estado
obrando a lo largo de la historia del hombre. Examinemos por ejemplo el conflicto que
desde hace varios siglos se libra entre judíos y árabes, los cuales reclaman Palestina,
esto es, la buena tierra, como propiedad suya. ¿Quién es el propietario o dueño legal
de la buena tierra? ¿Israel o los árabes? Los judíos afirman que Palestina es la tierra de
sus padres, mientras que los árabes dicen que pertenece a sus antepasados. Este pro-
blema no se ha resuelto, y aún continúan las negociaciones. Los gobernantes involu-
crados son personas insensatas, pues aunque no conocen ni a Dios ni Su Palabra, la
Biblia, siguen discutiendo sobre las cosas de Dios. Dios es el propietario de Palestina,
y sólo El puede resolver el problema relacionado con esa tierra. Pienso que mientras
los gobernantes discuten acerca de quién es el dueño de la buena tierra, el Señor está
en los cielos riéndose de la necedad de ellos (Sal. 2:4). La decisión con respecto a la
buena tierra no la tomarán los gobernantes, sino el que está en los cielos. El Señor
Jesús vendrá pronto y resolverá este asunto. Cuando El aparezca, tal vez dirá a los go-
bernantes del mundo: “Este no es asunto suyo; todo depende de Mí”.
Las secciones que abarca este estudio incluyen: la genealogía que va desde Adán hasta
las doce tribus de Israel (1 Cr. 1-9); el suplemento a la historia de David (1 Cr. 22:2-
29:30); y el suplemento a la historia de los reyes de Judá (2 Cr. 11:5-23; 13:1-21; 14:6—
15:15; 17:1-19; 19:1—20:30; 21:12-18; 24:14b-24; 25:5-16; 26:6-21a; 28:8-15; 29:3—
32:8; 33:11-17; 34:3-7; 36:20b-23). Por consiguiente, este estudio abordará tres temas:
la genealogía de la humanidad, el suplemento a la historia de David y el suplemento a
la historia de los reyes de Judá.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE DOS
LA REPRODUCCION DE DIOS
Lectura bíblica: Gn. 1:26; 3:15; 22:18; 2 S. 7:12-14; Jn. 12:24
En este mensaje deseo hablar de un tema extraordinario: la reproducción de Dios.
EL HOMBRE ES CREADO
CONFORME A LA ESPECIE DIVINA
Después de que Dios creó los cielos y la tierra, uno de Sus ángeles, Satanás, se rebeló
contra El y se convirtió en Su enemigo. Esto arruinó la creación original. Luego, Dios
intervino y restauró el universo. Al llevar a cabo esta restauración, creó adicionalmente
billones de seres vivientes y todo género de aves y animales. Sin embargo, ninguno de
estos seres se parecía a El. Entonces, Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza
(Gn. 1:26). Así que, el hombre no fue creado según su propia especie, sino conforme a
la especie divina. Dios no creó el género humano; El creó al hombre conforme a la es-
pecie divina.
Una vez que hubo creado a la primer pareja, Adán y Eva, observó todo lo que había
hecho. Al mirar la tierra y todo lo que en ella había, nada le deleitó tanto como Adán y
su compañera; ellos eran Su deleite. Sólo ellos le satisfacían, porque sólo ellos eran de
Su especie. Cuando Dios miró a Adán, tal vez se dijo: “Me agrada contemplar al hom-
bre. El es mi placer, pues pertenece a Mi especie”. Sin embargo, el beneplácito de Dios
no era completo, pues cuando el hombre fue creado, sólo tenía la imagen y la semejanza
de Dios, pero no tenía Su vida ni Su naturaleza. En otras palabras, el hombre poseía la
imagen de Dios, mas no tenía a Dios mismo.
Nuestro Dios es muy paciente, pues aunque le prometió a Eva, después de la caída, que
El mismo vendría como la simiente de la mujer (Gn. 3:15), esperó miles de años antes
de hacerse hombre. Si yo hubiera sido Su compañero, le habría dicho: “Dios, ya que el
deseo de Tu corazón es hacerte hombre, ¿por qué no lo haces ahora mismo? Le prome-
tiste al hombre caído que vendrías como simiente de la mujer, ¿por qué tienes que es-
perar tanto para cumplirlo?” Si a Dios se le hubieran hecho esta pregunta, El habría
contestado: “Yo no soy tan pequeño como tú. Yo soy demasiado grande, de modo que
para Mí, mil años son como un día”.
Aproximadamente dos mil años después de haber hecho la promesa de Génesis 3:15,
Dios le prometió a Abraham que le daría un descendiente, el cual sería una bendición
para todas las naciones (22:18). Dios parecía decirle: “Abraham, tendrás una simiente;
Yo mismo seré esa simiente; me haré hombre con el fin de ser una bendición para toda
la tierra”. Abraham, no sabiendo esperar, hizo lo que Sara le había sugerido, esto es,
que tuviera un hijo de su criada Agar. Por consiguiente, en lugar de producir la simiente
prometida, Abraham produjo a Ismael, una simiente equivocada. Dios, sin embargo,
siguió esperando hasta que llegara el momento de hacerse hombre.
Mil años después, en la época de David, Dios aún no se había hecho hombre; no obs-
tante, le dijo a David que de él saldría una simiente que sería el Hijo de Dios (2 S. 7:12-
14). Este Hijo sería el propio Dios. Dios profetizó a David acerca de esta simiente; sin
embargo, tampoco vino en forma de hombre durante esa época.
Finalmente, después de otros mil años, esto es, cuatro mil años después de haber sido
creado a Adán, Dios se hizo hombre; fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació
de una virgen humana (Mt. 1:20, 23). Después de esto transcurrieron treinta años más,
y ni aun entonces se dio cuenta la gente que El era Dios hecho hombre, el Dios-hombre.
Lo que más le agrada a Dios es reproducirse en todos los países alrededor del mundo.
Dios es feliz multiplicándose, porque aquellos que El produce se parecen a El, hablan
como El y viven como El. Dios se infunde en Su reproducción, y ésta posee Su vida, Su
naturaleza y Su constitución. ¡Esta es una verdad maravillosa!
En nuestra vida diaria, es posible que seamos Dios en determinado momento, un es-
corpión en otro momento, y más tarde, aun Satanás. Puesto que ésta es nuestra verda-
dera condición, requerimos ser transformados. ¿Sabe usted lo que nuestro Dios está
haciendo hoy? El está llevando a cabo pacientemente una obra transformadora en no-
sotros.
Finalmente, esta economía producirá la ciudad santa, la Jerusalén, la cual será la tota-
lidad de las visiones y revelaciones contenidas en las Escrituras. El Dios Triuno y el
hombre tripartito conformarán una hermosa pareja por la eternidad, una entidad que
será humana y a la vez divina. Lo divino morará en lo humano y lo humano en lo divino,
y la gloria de Dios se expresará en el hombre de manera radiante y esplendorosa.
Espero que los santos de todas las iglesias de la tierra, sobre todo los colaboradores y
los ancianos, reciban esta revelación, y le pidan a Dios que nos dé un nuevo aviva-
miento, un avivamiento sin precedente en la historia.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE TRES
LA GENEALOGIA QUE SE EXTIENDE DESDE
ADAN HASTA LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL
Lectura bíblica: 1 Cr. 1—9
En este mensaje hablaremos de la genealogía que se extiende desde Adán hasta las doce
tribus de Israel, de la cual tratan los nueve primeros capítulos de 1 Crónicas.
D. Un descendiente de Judá
ofrece una oración particular
En 4:10 leemos de una oración muy particular que ofreció uno de los descendientes de
Judá: “E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensan-
charas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no
me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió”. Dios contestó a la oración de Jabes. Espero
que todos ofrezcamos este tipo de oración, pidiéndole a Dios que ensanche el territorio
del disfrute que tenemos de la buena tierra y que extienda la frontera del deleite que
tenemos de Cristo. Todos deberíamos orar así: “Oh Dios, ensancha mi frontera para
obtener más de Cristo y disfrutarlo cada vez más”.
A. Los hijos de Rubén, los gaditas, junto con media tribu de Ma-
nasés, derrotan a sus
enemigos y toman posesión de sus tierras
Los rubenitas, y los gaditas, junto con media tribu de Manasés derrotaron a sus enemi-
gos y los despojaron de sus tierras con la ayuda de Dios, debido a que clamaron a Dios
en la batalla y confiaron en El (vs. 18-23). Este es un buen ejemplo para nosotros hoy.
Nosotros debemos también clamar a Dios, diciéndole que deseamos ganar más de
Cristo, poseer más de El y disfrutarlo aún más.
B. Un descendiente de Aarón
es llevado cautivo a Babilonia
Un hijo de Aarón, Josadac, fue llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor (v. 15).
El hecho de que incluso un descendiente de la tribu sacerdotal fuera llevado cautivo a
Babilonia, fue algo lamentable.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE CUATRO
LA CUMBRE DEL EVANGELIO DE DIOS
Lectura Bíblica: 1 Ti. 1:4; Gn. 1:26; Jn. 12:24; 1 Co. 10:17; Col. 3:11
En este mensaje, siento la carga de hablar de la cumbre del evangelio de Dios, a saber,
que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas
sin ser objeto de adoración.
Dios hizo al hombre conforme a Su propia especie. Esto significa que antes de la caída
del hombre, no existía el género humano; sólo el divino. A diferencia de las definiciones
de los diccionarios, desde la perspectiva de Dios, la expresión género humano es nega-
tiva, pues no debería existir dicho género, sino un hombre creado por Dios según Su
especie. Sin embargo, una vez que el hombre cayó y se apartó de Dios, se originó el
género humano. Satanás se aprovechó de la caída del hombre y provocó un caos total
en el mundo.
De este mundo caótico y confuso Dios escogió a Abraham, cuyos descendientes forma-
ron la nación de Israel. No debemos pensar que esta nación es una nación más, pues
aunque figura entre las naciones, originalmente no era parte de ellas. La nación de Is-
rael era un pueblo apartado, santo, santificado para Dios. Al elegir al pueblo de Israel,
Dios daba a entender, en tipología, que El obtendría un pueblo para Sí en el futuro,
escogiéndolo de entre todo el género humano caído.
Así como se acuñan nuevas palabras para describir los nuevos avances de la cultura
humana, también nosotros necesitamos crear nuevas palabras y expresiones para des-
cribir las verdades de nuestra cultura espiritual. El género divino-humanoconstituye
una de dichas expresiones. En Cristo, Dios y el hombre han llegado a formar una sola
entidad: el Dios-hombre. En la creación no existía el género humano, sólo estaba el
hombre creado según la especie divina. El género humano llegó a existir a consecuencia
de la caída del hombre. Un día, Dios se hizo hombre con el fin de multiplicarse en serie
y producir así una nueva especie. Esta especie no es ni el género divino, ni el género
humano, sino la especie de los Dios-hombres. Ahora nosotros, los creyentes en Cristo,
somos el género divino-humano; somos los Dios-hombres.
Desde el día en que fui salvo, le expresé al Señor que de allí en adelante viajaría por
todos las aldeas de China para predicar la Biblia y hablar de Jesucristo. Mi intención
era hablarle solamente a mis compatriotas, y nunca soñé que estaría en los Estados
Unidos, ni mucho menos que hablaría ante santos de cincuenta naciones. En esto ve-
mos que Dios ha acercado los pueblos con el fin de que podamos compenetrarnos y
formemos un solo Cuerpo.
En 1938, recibí una carta de una hermana de Pekín, en la cual enviaba dos cheques. La
hermana me decía en su carta, que ella tenía el sentir que Dios me iba a enviar a los
Estados Unidos, y que uno de los cheques estaba destinado para cubrir los gastos de
mi viaje de ida y vuelta, y el otro, para suplir las necesidades de mi familia mientras yo
estuviera fuera. Le respondí diciéndole que yo no sentía ninguna carga por ir a Estados
Unidos, pero ella insistió que guardara los cheques, ya que tarde o temprano el Señor
me enviaría allí. Veinte años después visité este país, y más tarde, me naturalicé. Esto
fue obra del Señor. Hechos 5:31 revela que el Señor Jesús, en Su ascensión, es el Líder,
el Salvador y el Señor de todos los reyes de la tierra (Ap. 1:5), y fue El quien me envió.
Dios creó la tierra e hizo al hombre según Su especie. Pero el hombre cayó y se convirtió
en el género humano, y de este género caído, Dios escogió a Abraham para que fuese
el padre de otro linaje. Dos mil años más tarde, Dios se hizo hombre y vivió en la tierra
como Dios-hombre. Estoy contento de haberme hecho ciudadano americano, pero es-
toy aún más contento de ser un Dios-hombre. Soy norteamericano por naturalización,
pero la regeneración me ha constituido un Dios-hombre.
¿Sabe lo que Dios desea hoy? Es correcto afirmar que Su deseo es que haya muchos
cristianos, que muchas personas crean en Cristo; pero la realidad es que El desea algo
más, desea obtener un grupo numeroso de Dios-hombres. Estoy seguro de que nuestro
Dios, quien está sentado en los cielos, se pone feliz cada vez que presencia una reunión
de Dios-hombres, sobre todo cuando se reúnen Dios-hombres de cincuenta naciones.
En este tipo de reuniones se puede ver la expresión de los Dios-hombres.
Debemos entender que ser parte del género humano es algo negativo. Ante Dios, el
género humano es una expresión negativa que alude al hombre caído. Nosotros, como
creyentes de Cristo e hijos de Dios, no pertenecemos al género humano, sino al género
divino-humano. Darnos cuenta de esto, nos cambia radicalmente. Cuando compren-
damos que hemos llegado a ser Dios-hombres, declararemos: “Señor, Tú eres el primer
Dios-hombre, y nosotros somos los muchos Dios-hombres que te siguen. Tú llevaste
una vida humana, no viviendo por Tu propia humanidad, sino por la vida de Dios, con
el fin de expresarle. Los atributos de El se convirtieron en Tus virtudes. Viviste en la
tierra muriendo diariamente; fuiste crucificado para vivir. Señor, Tú eres mi vida y mi
persona, mi propio ser. Por tanto, yo también debo morir; debo ser configurado a Tu
muerte; debo ser crucificado y morir diariamente a fin de expresar la vida de un Dios-
hombre, es decir, una vida humana que se niegue a sí misma y que viva por la vida
divina, una vida en la que Tu vida y Tu naturaleza sean mi constitución, con miras a
expresarte y manifestar Tus atributos divinos, los cuales se expresan en mis virtudes
humanas”. Esto no sólo nos constituye cristianos o creyentes de Cristo, sino también
Dios-hombres, de la misma especie de Dios. Esta es la verdad cumbre del evangelio de
Dios.
PREGONAR LA VERDAD DE QUE DIOS SE HIZO
HOMBRE PARA QUE EL HOMBRE SE HAGA DIOS EN
VIDA Y NATURALEZA Y VIVIR COMO DIOS-HOMBRES
CON MIRAS A PRODUCIR EL NUEVO AVIVAMIENTO
Y CONCLUIR ESTA ERA
El evangelio revela que nosotros caímos, y que Cristo murió por nosotros. Al creer en
El y recibirlo, obtenemos vida eterna y llegamos a ser hijos de Dios. Los cristianos re-
conocen que todos los que creen en Cristo son hijos de Dios, pero no se atreven a reco-
nocer que los creyentes son Dios. Al final de esta era, enseñamos y predicamos la ver-
dad de que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios, iguales a El en
vida y naturaleza, mas sin ser objeto de adoración. Es una gran bendición oír esta ver-
dad.
Después de escuchar que Dios desea tener un grupo de Dios-hombres, ¿qué otra cosa
podría satisfacernos?, ¿qué otra cosa nos gustaría ser? ¿Le gustaría seguir siendo un
chino o un norteamericano típicos? ¿Se conformaría con ser simplemente un cristiano
o creyente de Cristo? Debemos declarar que nuestro mayor deseo es vivir como Dios-
hombres. Finalmente, los Dios-hombres saldrán victoriosos; ellos serán los vencedo-
res, el Sión que está en Jerusalén. Esto producirá un nuevo avivamiento sin precedente
en la historia de la humanidad, y llevará esta era a su conclusión.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE CINCO
SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE DAVID
Lectura bíblica: 1 Cr. 22:2-29:30
En 1 Crónicas 22:2—29:30 se presenta un suplemento de la historia de David.
David obtuvo los materiales para el templo a través de muchas aflicciones, tribulacio-
nes y de haber ganado muchas batallas, lo cual tipifica que Cristo obtuvo la rica provi-
sión con la que se edifica la iglesia de Dios, también a través de las pruebas que expe-
rimentó y de la victoria que obtuvo sobre Satanás y sobre las potestades de las tinieblas.
El Nuevo Testamento relata la vida de lucha que Cristo llevó, en la que combatió prin-
cipalmente contra Satanás, el enemigo de Dios. Finalmente, el Señor salió victorioso,
y obtuvo así los materiales para la edificación de la iglesia de Dios.
II. LA COMISION QUE DAVID ENCARGA A SALOMON
En 1 Crónicas 22:6-13 y 16b vemos que David le manda a Salomón que construya el
templo de Dios en paz. David, el padre de Salomón, fue un guerrero que tuvo que luchar
para conseguir las provisiones. En cambio, su hijo Salomón, no fue un guerrero, sino
un rey pacífico. Salomón disfrutó en paz de todos los logros obtenidos por las victorias
de su padre.
6. A una parte de los levitas se le asigna la custodia de los tesoros de la casa de Dios
Una parte de los levitas es designada para custodiar los tesoros de la casa de Dios y los
tesoros de los presentes consagrados por el rey David y los jefes y capitanes, el botín
que habían obtenido en las batallas y que se usaba para reparar la casa de Jehová, y
todo lo que Samuel, Saúl, Abner y Joab habían consagrado (vs. 20-28). Esto muestra
que mientras David preparaba los materiales para la construcción del templo, otros
derrotaban a los enemigos de Israel, los despojaban de sus bienes y ofrecían el botín a
Dios, para el mantenimiento de Su casa. Podemos comparar esto con la etapa que vive
la iglesia actualmente. En cierto sentido, Cristo ya edificó la iglesia mediante Sus após-
toles, y lo que nosotros hacemos ahora es mantener y reparar lo que ya fue edificado.
A. Se dirige a la asamblea
En 28:2-8, David dirige la palabra a la asamblea.
1. Alaba a Dios
Primero, David alaba a Dios por Su grandeza, poderío, esplendor, victoria y majestad
(vs. 10-12).
2. Agradece a Dios
Luego, David agradece a Dios porque fue por la mano de Dios que él y todo el pueblo
pudieron ofrecer voluntariamente todas las cosas que habían recibido de El (vs. 13-17).
Ellos habían recibido muchos bienes de parte de Dios, así que, de lo que habían reci-
bido, le devolvieron a Dios para la edificación de Su casa.
E. La respuesta de la asamblea
Los versículos 20-25 presentan la respuesta de toda la asamblea.
1. Bendicen a Jehová
El pueblo bendijo a Jehová, le ofreció sacrificios y le adoró (vs. 20-21).
Es necesario que conozcamos estos detalles históricos; sin embargo, no siento mucha
carga de hablar de ellos, pues el centro, la realidad y la meta de la Biblia es la economía
de Dios. La economía divina consiste en que Dios llegue a ser hombre y el hombre lle-
gue a ser Dios en vida y naturaleza, mas no como objeto de adoración, y así producir la
Nueva Jerusalén, el aumento y expresión del Dios Triuno por la eternidad. La Nueva
Jerusalén se edifica al forjarse Dios en el hombre y hacerlo así igual a El en vida, natu-
raleza y constitución, con miras a que el hombre y Dios lleguen a ser una entidad co-
lectiva.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE SEIS
SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE LOS REYES DE JUDA
(1)
Lectura bíblica: 2 Cr. 11:5-23; 13:1-21; 14:6—15:15; 17:1-19; 19:1—20:30
Los libros de 1 y 2 Crónicas constituyen un suplemento a los demás libros históricos del Anti-
guo Testamento. En 1 Crónicas se presenta un suplemento a la historia de la humanidad. Esto
se puede apreciar en el hecho de que 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes no incluyen la genealogía del
linaje humano, la cual se narra en 1 Crónicas 1—9. En el mensaje anterior abarcamos el suple-
mento de la historia de David, y en éste, empezaremos a examinar el suplemento de la historia
de los reyes de Judá.
I. LA HISTORIA DE ROBOAM
En 2 Crónicas 11:5-23, se habla acerca del reino de Roboam.
Los ancianos deben aprender de esta lección. Ancianos, es posible que ustedes honren la base
de unidad y que sean fieles a las verdades bíblicas, pero ¿cuál es su meta al laborar? ¿Laboran
realmente por los intereses de Dios, o por los suyos? Si sólo se ocupan de sus intereses, con-
vertirán la iglesia local en una monarquía, en su pequeño imperio, y no en una parte integral del
reino de Dios.
Asa era un rey bueno, pero según el capítulo dieciséis, hizo algunas cosas malas.
Cuando Baasa rey de Israel subió contra Judá, Asa concertó una alianza con el rey de
Ben-adad, rey de Siria (16:1-6). Hanani el vidente vino a Asa y lo reprendió por confiar
en el rey de Siria y no en Jehová (vs. 7-9). Entonces Asa se disgustó con el vidente y lo
echó a la cárcel. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo (v. 10). En el
trigesimonoveno año de su reinado, Asa se enfermó severamente de sus pies, “y en su
enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos” (v. 12). Finalmente, murió en el
año cuarenta y uno de su reinado (vs. 13-14).
Los casos relatados acerca de estos reyes muestran que debemos aprender a conducir-
nos apropiadamente. Aunque Dios es grandioso, El presta atención a los detalles pe-
queños. Tal vez nos preocupemos por actuar correctamente en las cosas principales,
pero descuidamos los detalles. No pensemos que las cosas insignificantes no tienen
importancia. En principio, es muy grave errar al blanco, tanto en asuntos grandes como
pequeños. Al leer la crónica de los reyes de Judá, vemos cómo Dios los disciplinó to-
mando en cuenta cada detalle de su conducta, sin importar si el asunto era grande o
pequeño.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE SIETE
APEGARSE FIELMENTE A LA VERDAD Y ANDAR CONFORME AL ESPI-
RITU QUE LO ES TODO
Lectura bíblica: 2 Cr. 11:5, 13-14; Ro. 8:4; Gá. 5:16, 25
En este mensaje, quisiera hablar sobre la necesidad de apegarnos fielmente a la verdad y de
llevar una vida conforme al Espíritu compuesto, vivificante, que lo es todo.
Pasa lo mismo con nosotros ahora. Honrar la base de unidad de la iglesia es vital, y ceñirnos a
la fe también es de vital importancia. Los cristianos contemporáneos pretenden apegarse a la
verdad, pero lo hacen parcialmente; ellos no aceptan todas las verdades. Al paso de los años
hemos hecho todo lo que hemos podido (por la misericordia y la gracia de Dios) por apegarnos
fielmente a la verdad, es decir, adoptar la verdad de manera íntegra y no sólo parcialmente.
Nuestro hermano Nee siguió luchando por la verdad, y más tarde, presentó la verdad acerca de
que Cristo es nuestra vida y que debemos experimentarlo como tal. Esta fue otra verdad que los
misioneros jamás expusieron ante los creyentes de China. Una vez que los creyentes tenían la
certeza de ser salvos, debían darse cuenta de que Cristo estaba en ellos como vida y que por
ende, debían tomarlo como tal y vivir por El.
En el primer versículo del libro de Apocalipsis encontramos la palabra, señales: “La revelación
de Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a Sus esclavos las cosas que deben suceder pronto;
y la declaró en señales enviándola por medio de Su ángel a Su esclavo Juan”. Esto indica que
la revelación de este libro se compone de señales, es decir, de símbolos que poseen significado
espiritual, como los siete candeleros, que representan las siete iglesias, y el Cordero, que repre-
senta a Cristo el Redentor como el único sacrificio que efectúa la obra redentora eterna de Dios.
Incluso la Nueva Jerusalén es una señal, la última y máxima señal de la Biblia, que representa
la consumación final de la economía de Dios. En los pasados cincuenta años, la verdad en
cuanto a la Nueva Jerusalén se nos ha revelado más y más. Esto se ve reflejado en nuestro
himnario, el cual contiene muchos himnos sobre la Nueva Jerusalén.
Poco después de que empecé a enseñar que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a
ser Dios en vida y naturaleza, me enteré de que la Iglesia Católica también comenzaba a pres-
tarle atención a la verdad de la deificación. Hace poco, un hermano me mostró que el Catecismo
de la Iglesia Católica, de reciente publicación, presenta lo siguiente:
ARTICULO 3
Así vemos que la Iglesia Católica enseña que los creyentes de Cristo pueden llegar a ser Dios.
Además, otro hermano me habló de un libro que escribió un sacerdote católico en el idioma
árabe, el cual declara lo mismo, que el hombre puede llegar a ser Dios. Si hemos de aceptar la
fe completa, debemos entender claramente esta gran verdad, la verdad de que Dios se hizo
hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas no en ser objeto de
adoración.
Dios disciplinó a todos los reyes buenos de Judá conforme a la ley de Moisés en cada detalle
contenido en ella. Todo aquel que actuaba en contra de la ley, aunque fuera en algo mínimo,
perdía gran parte del disfrute de la buena tierra. Esto significa que hoy debemos conducirnos
conforme a la ley espiritual, y esta ley es el Espíritu mismo, el Espíritu compuesto.
Debemos ser cuidadosos en cada detalle de nuestra vida. Por ejemplo, cuando hablamos con
nuestro cónyuge, debemos hacerlo conforme al espíritu. En todos las cosas debemos andar con-
forme al espíritu (Ro. 8:4). Debemos estar alertas en todo lo que decimos, hacemos, expresa-
mos, en nuestra actitud, nuestro espíritu y nuestras intenciones. Todo debe ser purificado por el
Espíritu vivificante, compuesto, que lo es todo. De lo contrario, perderemos en gran parte el
disfrute que tenemos de Cristo, nuestra buena tierra actual.
Al estudiar los libros históricos del Antiguo Testamento, debemos aprender las lecciones de
todos los detalles narrados en ellos. Consideremos el caso de Asa. El fue un rey bueno e hizo
muchas cosas positivas. Sin embargo, ofendió a Dios al formar una alianza con Ben-adad rey
de Siria (2 Cr. 16:1-6). Además, se enojó con el vidente que lo reprendió por confiar en el rey
de Siria en lugar de confiar en Jehová. Es posible que esta ofensa haya sido el motivo por el
que Asa se enfermara de sus pies, y muriera a causa de ello (vs. 7-10, 12-13).
Los casos narrados en los libros históricos muestran que Dios no sólo es amoroso, sino también
temible. Por ende, como lo declara Pablo en Filipenses 2:12, debemos aprender a ocuparnos de
nuestra salvación con temor y temblor.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE OCHO
APRENDER DE LOS REYES DE JUDA A CONDUCIRNOS COMO DIOS-
HOMBRES EN NUESTRA VIDA DIARIA
Lectura bíblica: 2 Cr. 3:1; 11:5, 13-16; 15:9-10; 2 Co. 3:17-18; Ro. 8:29;
Fil. 3:13-14; Ro. 5:17b, 21b
Oración: Señor, cuánto te agradecemos por esta ocasión, en la que podemos reunirnos contigo
y con los santos de todas partes del mundo. ¡Gracias por la oportunidad de compenetrarnos, no
sólo unos con otros, sino también contigo! ¡Aleluya, qué compenetración tan hermosa, que
nosotros los hombres tripartitos podamos mezclarnos con el Dios Triuno! Señor, danos un co-
razón que valore esta ocasión. No permitas que salgamos de este lugar sin habernos compene-
trado contigo. Creemos que estamos bajo Tu unción, la unción del Espíritu compuesto, vivifi-
cante, que lo es todo, el cual es la consumación del Dios Triuno que mora en nosotros. Señor,
te alabamos por concedernos la dicha de vivir en los días que consumarán esta era y Tú volverás.
Señor, gracias por Tu presencia. Gracias por abrirnos Tu Palabra. Nos sentimos agradecidos de
que no sólo tenemos la Palabra impresa, sino también la Palabra abierta e interpretada. Tú nos
has abierto Tu Palabra, y ahora esperas que la tomemos. Ayúdanos, Señor. Somos débiles; no
somos nada; te necesitamos. Amén.
LOS REYES DE JUDA SE MANTIENEN
EN LA BASE AUTENTICA DE LA UNIDAD
El suplemento de la historia de los reyes de Judá narrado en 2 Crónicas, muestra que estos reyes
se mantuvieron en la base de unidad apropiada, a saber, Jerusalén, el lugar que Dios había
escogido y establecido (Dt. 12:5-18). Deuteronomio 12 muestra claramente que ese lugar fue
la base de unidad que Dios eligió conforme a Su deseo. Debemos estudiar este capítulo con
detenimiento.
Jerusalén fue el lugar que Dios escogió como centro de adoración para toda la tierra. Hoy los
gobernantes y los líderes del mundo debaten sobre quién debe ser el dueño de Jerusalén. Este
debate es una insensatez, y los involucrados no saben lo que dicen, pues no se dan cuenta de
que Dios es el dueño de Jerusalén. Jerusalén, el centro donde se adora a Dios, pertenece al Dios
Triuno.
Podemos afirmar que el hecho de que Dios escogiera a Jerusalén como centro de adoración se
revela por primera vez en las palabras que El dirigió a Abraham en Génesis 22:2. El le pidió a
Abraham que fuera a la tierra de Moriah y ofreciera a Isaac (que tipificaba a Cristo) sobre uno
de los montes que Dios le mostraría. Este lugar, el monte Moriah, donde Abraham ofreció a
Isaac, fue el mismo sitio, el monte de Sion, que Dios escogió para edificar el templo (2 Cr. 3:1;
2 S. 24:25). En realidad, Sion es la cima del monte Moriah. Cuando Salomón se preparaba para
construir el templo, no fue necesario que él escogiera el lugar, pues Dios ya lo había escogido
y ya se lo había dado a conocer a David. Ese sitio fue el lugar mismo donde Abraham ofreció
a Isaac en sacrificio a Dios. Este lugar se escogió por disposición divina.
Los reyes de Judá permanecieron en Jerusalén, la base de unidad que Dios había escogido,
mientras que los reyes de Israel abandonaron dicha base. Jeroboam incluso estableció otros
centros de adoración en Bet-el y en Dan (1 R. 12:29-30). A los ojos del Señor eso fue una
abominación. Los reyes de Judá honraron la base de unidad. La base correcta y única que Dios
escogió, ordenó y estableció, representa la base sobre la cual se debe poner en práctica hoy la
vida de iglesia.
Sin embargo, debemos considerar algo más. Ya vimos que los reyes de Judá se mantuvieron en
la base de unidad apropiada, en Jerusalén, y que guardaron la fe fundamental, pero ahora debe-
mos examinar la manera en que se comportaron.
Los libros de 1 y 2 Crónicas nos proporcionan muchos ejemplos de cómo los reyes de
Judá se condujeron en la buena tierra. Estos ejemplos muestran cómo eran ellos, cómo
se comportaban, cómo hacían las cosas, cómo encaraban las diversas situaciones, qué
intenciones tenían, cuáles eran sus intereses y sus metas al fungir como reyes en la
buena tierra. Estos ejemplos reflejan la manera en que debemos comportarnos en
nuestra vida diaria.
Pensemos por un momento en la vida matrimonial que llevamos diariamente. Tal vez
honramos la base de unidad de la iglesia y guardamos la fe, pero, ¿cómo le hablamos a
nuestro cónyuge? ¿Cómo lo tratamos? ¿Cuál es nuestra actitud hacia él? ¿Andamos
conforme al espíritu en nuestra vida matrimonial? ¿Llevamos la vida de un Dios-hom-
bre ante nuestro cónyuge?
Si hemos de vivir como Dios-hombres, tenemos que ser crucificados. Debemos morir
para vivir. Si llevamos una vida crucificada en nuestra vida matrimonial, entonces vi-
viremos como Dios-hombres.
Los reyes de Judá alcanzaron una posición en la que pudieron disfrutar, en su reinado,
la buena tierra de Canaán. Ellos fueron reyes que disfrutaron de la buena tierra. La
proporción de su disfrute fue determinada por lo que ellos eran, por la conducta que
llevaban, y por las metas, intereses e intenciones que tenían. Debemos aprender de
ellos a llevar una vida de Dios-hombre en todos los detalles de nuestra vida.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE NUEVE
SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE LOS REYES DE JUDA
(2)
Lectura bíblica: 2 Cr. 21:12-18; 24:14b-24; 25:5-16; 26:6-21a; 28:8-15
En este estudio, que presenta un suplemento a la historia de los reyes de Judá, abarca-
mos los detalles complementarios de doce de los veinte reyes de Judá, ya que no se
incluyeron en 1 y 2 Reyes. Además, el suplemento de 1 y 2 Crónicas no incluye a nin-
guno de los reyes de Israel, debido a que ellos abandonaron la base auténtica de unidad,
a saber, Jerusalén, y dejaron la fe fundamental que Dios les había dado por medio de
Moisés. Así que, debido a su apostasía, Dios los abandonó.
En este mensaje, continuaremos estudiando el suplemento de la historia de los reyes
de Judá, mirando los ejemplos de Joram, Joás, Amasías, Uzías y Acaz.
V. LA HISTORIA DE JORAM
En 2 Crónicas 21:12-18 se narra la historia de Joram.
Por misericordia de Dios, Joás fue el único hijo que se salvó. Fue criado por el gran
sacerdote Joiada, quien lo cuidó con el fin de que fuera príncipe. Al principio de su
reino, Joás era bueno, y recordó lo que Joiada había hecho por él, pero cuando éste
murió, él escuchó a los líderes del poder militar que vinieron a él, los cuales lo some-
tieron y él los siguió en el culto a los ídolos. Finalmente, Joás conspiró para martirizar
a Zacarías, el hijo de aquel que tanto lo había cuidado. Olvidándose de toda la bondad
que se le había mostrado, Joás se unió a los que conspiraron la muerte del hijo de
Joiada. El año siguiente, el ejército sirio atacó, “por cuanto habían dejado a Jehová el
Dios de sus padres. Así ejecutaron juicios contra Joás” (v. 24b).
El relato de los libros de Crónicas revela que Dios es justo en cuanto a la disciplina que
le aplica a Su pueblo. No debemos pensar que Dios no se ocupará en disciplinarnos
cuando actuamos indebidamente, aun en detalles pequeños. Dios dispone de mucho
más tiempo que nosotros, y si nosotros tenemos tiempo para cometer un error, El cier-
tamente empleará el tiempo necesario para disciplinarnos.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE DIEZ
SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE LOS REYES DE JUDA
(3)
Lectura bíblica: 2 Cr. 29:3—32:8; 33:11-17; 34:3-7; 36:20b-23
En los mensajes anteriores hablamos de nueve reyes de Judá que fueron un ejemplo
en cuanto al disfrute que tenemos de la buena tierra dada por Dios, la cual tipifica al
Cristo que lo es todo. En este mensaje, hablaremos de tres reyes más.
X. LA HISTORIA DE EZEQUIAS
En 29:3—32:8 se narra el reinado de Ezequías, quien fue uno de los mejores reyes,
aunque tenía un defecto escondido. Este defecto no se menciona en 2 Crónicas, pero sí
en 2 Reyes y en el libro de Isaías.
B. Restablece la Pascua
En 30:1—31:1 vemos que Ezequías restablece la Pascua, la cual había quedado en el
olvido, pues el pueblo ya no la guardaba.
C. Arregla la distribución
de los sacerdotes y los levitas
En 31:2-21 Ezequías arregló la distribución de los sacerdotes y los levitas. Esto repre-
senta a Cristo, la Cabeza, quien distribuye los servicios que Dios administra en la igle-
sia.
1. Arregla la distribución
de los sacerdotes y de los levitas
Ezequías arregló la distribución de los sacerdotes y los levitas conforme a sus turnos,
para que ofreciesen ofrendas y alabasen dentro de las puertas del templo de Jehová (v.
2).
4. Hace lo bueno, lo recto y lo fiel delante de Jehová Su Dios con todo su corazón
Ezequías hizo lo que era bueno, recto y fiel delante de Jehová su Dios con todo su co-
razón, en todo Judá, según se narra en los versículos 4-19, y fue prosperado (vs. 20-
21). El era la clase de persona que había de prosperar.
Sin embargo, ni aun Ezequías fue perfecto. Aunque 2 Crónicas no menciona sus defec-
tos, él tenía intereses y deseos egoístas. Esto se ve claramente en 2 Reyes 20:1-19 y en
Isaías 38 y 39.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE ONCE
VIVIR A CRISTO PARA EXPRESAR A DIOS
Lectura bíblica: Ex. 20:1-17; 25:16; Col. 1:15; Ro. 8:4; Fil. 1:19-21a
En este mensaje veremos que la ley, además de ser el testimonio de Dios y un tipo de
Cristo, tiene que ver con la economía neotestamentaria de Dios.
LA LEY DE DIOS
Al estudiar la historia de los reyes de Judá vemos que Dios buscaba un pueblo sobre la
tierra para poder encarnarse y entrar en la humanidad. Además, necesitaba una tierra
en la cual formarlo como una nación y establecer Su testimonio conforme a Su ley.
Todos debemos entender qué es la ley de Dios. Algunos cristianos afirman que la ley
de Dios consiste principalmente de los diez mandamientos (Ex. 20:1-17), es decir, de
la ley moral. Sin embargo, los diez mandamientos con sus estatutos y ordenanzas sólo
abarcan unos cuantos capítulos de Exodo, a saber, del 20 al 24. Pero la ley completa no
sólo abarca estos capítulos, sino todos los capítulos desde Exodo 20 hasta el final de
Levítico. Entonces ¿de qué consiste el resto de la ley de Dios? Consiste de la ley cere-
monial. En resumen, la ley de Dios comprende la ley moral (Ex. 20—24) y la ley cere-
monial (Ex. 25—Lv. 27).
LA LEY MORAL
La ley moral incluye los Diez Mandamientos con sus estatutos y ordenanzas. Los pri-
meros cinco mandamientos se refieren a la relación que tenemos con Dios y con nues-
tros padres. Los tres primeros están relacionados directamente con Dios; el cuarto, con
el día de reposo; y el quinto, con nuestros padres. Los últimos cinco mandamientos
giran en torno a la relación que tenemos con los demás, y son: no matar, no cometer
adulterio, no robar, no dar falso testimonio contra otros y no codiciar. Estos manda-
mientos o leyes, son breves, pero abarcan la manera de relacionarnos con nuestros se-
mejantes.
Con el tiempo, la ley moral, los diez Mandamientos, ha llegado a ser la base del derecho
civil de muchas naciones. Por ejemplo, la ley romana, que ha sido imitada por todo el
mundo, se basaba en los últimos cinco mandamientos.
¿Podría usted decir que jamás ha codiciado? Tal vez cuando estaba en la escuela haya
visto a un compañero que traía un lapicero muy bonito, e inmediatamente lo codició,
deseó que fuera suyo. Incluso en nuestra vida familiar codiciamos ciertas cosas. Su-
pongamos que una familia numerosa come postre después de la cena, y cada uno de
los hijos recibe un pedazo de pastel de queso. Es posible que uno de los hijos, al mirar
la rebanada de los demás, se queje de que su pedazo es más pequeño, y quizás pregunte
por qué no le dieron una rebanada más grande. Eso se llama codicia. Nadie puede afir-
mar que jamás ha codiciado nada.
Las leyes por lo general reflejan a las personas que las emiten. Por ejemplo, si los asal-
tantes pudieran emitir leyes, sin lugar a dudas establecerían alguna ley que legalizara
el robo. Asimismo, si se eligieran personas malas en el Senado de los Estados Unidos,
de seguro promulgarían leyes injustas y pecaminosas. Dichas leyes serían un reflejo de
las personas malignas que las hicieron. Por otro lado, la gente buena siempre establece
leyes buenas.
Debido a que la ley es el retrato de Dios, Su imagen misma, a ésta se le llama el testi-
monio de Dios; y el arca en la que fue puesta la ley se le llamaba el arca del testimonio
(Ex. 25:22).
Este Espíritu mora en nosotros, sin embargo, ¿qué expresamos en nuestra vida diaria?
`¿verdaderamente vivimos a Cristo? Tal vez lo vivamos en las reuniones de la iglesia,
pero, ¿lo vivimos en nuestra casa con nuestro cónyuge y con nuestros hijos? Necesita-
mos urgentemente un verdadero avivamiento que nos lleve a vivir como Dios-hombres,
a una vida abnegada en la que somos crucificados a fin de vivir a Cristo y expresar a
Dios.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 CRONICAS
MENSAJE DOCE
CONCLUSION DEL SUPLEMENTO
A LA HISTORIA DE LOS REYES DE JUDA
Lectura bíblica: He. 4:12; 5:12-14
En este mensaje presentaremos la conclusión del suplemento a la historia de los reyes
de Judá.
Tanto el pueblo de Judá como el de Israel ciertamente eran pueblo de Dios. Sin em-
bargo, el pueblo de Israel abandonó a Dios haciéndose igual a los demás pueblos. Como
pueblo elegido por Dios, Israel debió haberse santificado, apartado para el Dios santo;
sin embargo, todos ellos, y en especial los reyes, abandonaron a Dios, se volvieron a los
ídolos y establecieron centros de culto fuera de Jerusalén. Esto ofendió profundamente
a Dios. Israel se condujo de manera semejante a una esposa que abandona a su marido
para ir en pos de otro hombre. Dios, el marido de Su pueblo, no podía tolerar esto.
Los reyes de Judá permanecieron en la base de unidad que Dios había escogido y no
abandonaron a Dios. En esto Dios se agradó de ellos. Aunque la conducta de estos reyes
no era del agrado de Dios, El fue complacido con el hecho de que permanecieran en la
posición correcta y de que guardaran la fe fundamental conforme a la palabra que Dios
les dio por conducto de Moisés. El hecho de que mantuvieran su posición, permitió que
Dios poseyera un pueblo sobre la tierra, el cual permaneció de Su lado y se esforzó por
guardar Su palabra.
Hasta cierto punto, ésta puede ser la situación que prevalece hoy en algunos lugares en
el recobro. Hay personas que honran la base de unidad y que defienden la fe, no obs-
tante, viven en la carne, en el yo y en el hombre natural. Tales personas son egoístas y
siguen sus propios intereses; buscan recibir gloria y ser exaltados. Peor aún, muchas
veces son personas ambiciosas, lo cual es abominable a los ojos de Dios. La raíz de cada
rebelión que se ha suscitado entre nosotros en los últimos setenta y dos años, ha sido
este horrendo factor llamado ambición.
A. La sección moral
La sección moral (Ex. 20—24) constaba principalmente de los diez mandamientos, de
los cuales, los primeros cinco se referían a la relación del pueblo con Dios y con sus
padres. Así, el mandamiento de honrar a los padres se hallaba en el mismo nivel de
importancia que los que trataban de la relación del hombre con Dios. Los últimos cinco
mandamientos se centraban en la relación que el pueblo de Dios debía tener entre sí.
B. La sección ceremonial
La sección ceremonial de la ley (Ex. 25—Lv. 27) constaba de las leyes en cuanto al ta-
bernáculo, las ofrendas, el sacerdocio y las fiestas. Estas cuatro cosas tipifican a Cristo.
La ley de Dios es Su propio retrato, Su fotografía. Las leyes humanas siempre describen
a las personas que las emiten. Esto puede verse en las leyes que decretan los países. Lo
mismo se aplica a nuestra vida familiar. Las leyes y reglamentos que establecemos en
nuestra casa, nos describen a nosotros mismos. Este principio también se aplica a la
ley de Dios, la cual es Su retrato. La ley de Dios refleja qué clase de Dios es El.
Israel, el pueblo escogido de Dios, debió ser diferente del resto de las naciones. Ellos
debían haber sido el testimonio de Dios, es decir, Su propia expresión. Si tan solo hu-
bieran vivido conforme a la ley de Dios, ciertamente lo habrían expresado, pues guar-
dar la ley equivalía a expresar a Dios. Los reyes de Judá permanecieron en la base de
unidad que Dios estableció, y guardaron la fe en Su Palabra, pero no le expresaron,
pues no guardaron la ley que El les dio. No vivieron ni se comportaron conforme a
dicha ley.
La ley, como descripción y testimonio de Dios, tipifica a Cristo. Cristo es el fin de la ley
(Ro. 10:4); El es la totalidad y consumación de la ley. Puesto que la ley es la imagen
misma de Dios, guardar la ley equivale a reflejar la imagen de Dios y expresarlo.
Hoy Cristo es la buena tierra (Col. 1:12), y nosotros hemos entrado en El, hemos sido
trasladados a El. Por lo tanto, debemos mantenernos en la base apropiada de unidad y
guardar la fe, tal como lo hizo Pablo (2 Ti. 4:7). Además, debemos vivir y andar en
Cristo (Col. 2:6), conducirnos conforme a Dios, y ser Su expresión. Entonces le disfru-
taremos, y de esta manera, se agrandarán los límites del deleite que tenemos de El,
nuestra buena tierra (1 Cr. 4:10).
En Génesis 1:26 Dios creó algo conforme a Sí mismo, una réplica de Sí mismo. Si Dios hubiera
hecho diez mil pedazos de barro a Su imagen y conforme a Su semejanza, esas diez mil piezas
habrían sido figuras del propio Dios, la producción en serie de El mismo.
ESTUDIO-VIDA DE ESDRAS
MENSAJE UNO
LA NECESIDAD DE VOLVER DEL CAUTIVERIO
Lectura bíblica: 2 Cr. 36:14-23; Esd. 1:1-5
En este mensaje llegamos a los tres últimos libros históricos del Antiguo Testamento:
Esdras, Nehemías y Ester.
Cuando Dios llamó a Abraham a salir de Caldea, la tierra de Babel, le prometió la buena
tierra, la tierra de Canaán (Gn. 12:1, 7), a la cual le trajo más tarde. Así que, Abraham
fue el primero de los elegidos de Dios que entró a la buena tierra. Más adelante, las
doce tribus abandonaron la buena tierra y fueron a Egipto, donde permanecieron por
cientos de años (Ex. 12:40-41). Durante todo este tiempo, las doce tribus de Israel se
convirtieron en una nación de aproximadamente dos millones de personas. Allí fueron
usurpados, esclavizados y afligidos por el Faraón, rey de Egipto. Finalmente, clamaron
a Dios, quien envió a Moisés para sacarlos de esa tierra de esclavitud y llevarlos a la
buena tierra. Dios condujo al pueblo de Israel hacia el monte Sinaí, para entrenarlos y
darles Su pacto, Su testamento, que incluía tanto la ley moral como la ceremonial. Al
entregarles la ley, el deseo de Dios era que ellos fueran una nación de sacerdotes.
Cuando el pueblo de Israel estaba por entrar en la tierra de Canaán, Dios les ordenó
por medio de Moisés que mataran a todos los cananitas, y que destruyeran los ídolos y
todo lo relacionado con ellos. Josué obedeció dicho mandato y fue fiel en cumplirlo,
pero no de manera total, pues en lugar de inmolar a todos los cananitas, permitió que
algunos permanecieran en la tierra.
En la ley que Dios les dio en el monte Sinaí, El estipuló la manera en que el pueblo de
Israel debía relacionarse con El y los unos con los otros. Dios no quería que ellos lo
abandonaran a El, fuente de agua viva, y cavaran para sí cisternas (ídolos) rotas que no
retienen agua. Además, Su deseo era que ellos se amaran unos a otros y que no come-
tieran asesinatos, adulterios, robos, ni que mintieran ni codiciaran. Ellos debían preo-
cuparse por su prójimo e incluso devolver las cosas perdidas a su dueño. Esa era la
clase de vida que Dios les ordenó llevar. Era una vida celestial practicada por un pueblo
terrenal. A un pueblo que vivía de esa manera, ciertamente podía llamársele el reino
de Dios.
Sin embargo, una vez que entró en la buena tierra, Israel no fue fiel a Dios. Los israeli-
tas le fallaron y se dividieron en el reino de Judá y el reino de Israel. El reino de Israel
cayó en apostasía, pues abandonó a Dios y estableció otros centros de adoración ade-
más del centro único, el cual estaba en Jerusalén. Finalmente, los asirios capturaron el
reino de Israel, y más tarde el reino de Judá fue capturado por los babilonios. Durante
esa época, la ciudad de Jerusalén fue capturada y no fue devuelta a Israel sino hasta el
año de 1967.
Cuando Jeremías vio todo esto, sentado en la cumbre del monte de Sión, desde donde
veía hacia abajo, hacia Jerusalén, se lamentó amargamente. Todos sus compatriotas,
príncipes y nobles, habían sido llevados cautivos a Babilonia, y sólo algunos pobres
habían permanecido en la tierra. Con razón Jeremías se lamentó. Finalmente, él tam-
bién fue llevado cautivo a Egipto, donde se le dio muerte. ¡Qué situación más triste!
Esta situación continuó durante setenta años, según el propio Jeremías lo había profe-
tizado. Mientras Jeremías se lamentaba, Dios vino y lo consoló diciéndole que el cau-
tiverio no duraría para siempre, sino por setenta años únicamente (Jer. 25:11). Dios le
aseguró que la miseria en que se encontraba su país, su pueblo, el templo y la ciudad
santa, sólo duraría setenta años. Algunos de los cautivos, como Daniel, vivirían hasta
el final de los setenta años. En el tiempo en que Zorobabel condujo el primer grupo que
volvió de Babilonia a Jerusalén, Daniel aún vivía en Babilonia. Así que, Dios consoló a
Jeremías prometiéndole que, así como había entregado el pueblo al cautiverio, así tam-
bién los haría volver. Sólo que no los haría volver como cautivos, sino como guerreros
triunfantes.
EL REGRESO DEL CAUTIVERIO FUE PROPICIADO
POR EL DIOS QUE SE ENCUBRE Y QUE OBRA SECRETAMENTE
AL CUIDAR A SU PUEBLO
Después de 1 y 2 Crónicas, tenemos los libros de Esdras, Nehemías y Ester. El libro de
Esdras habla de que [el pueblo de Dios] regresa a Jerusalén con el fin de reconstruir el
templo, mientras que el de Nehemías gira en torno a la reparación o reconstrucción de
la ciudad. El libro de Ester, por su parte, muestra cómo el Dios omnipresente y omni-
potente protege ocultamente a Sus elegidos que se hallan cautivos y dispersos.
Dios no hacía nada por Su pueblo de manera descubierta, pues El es el Dios que se
encubre (Is. 45:15). Esta es la razón por la que el libro de Ester no utiliza ningún título
divino para identificar a Dios. No menciona a Dios directamente; de hecho, ni siquiera
usa la palabra Dios. No obstante, este libro muestra que Dios siempre está presente
con Sus elegidos de una manera encubierta, y que El ejerce sabiamente Su soberanía
para protegerlos. A esto se debe que, aunque ellos sufrieron gran persecución durante
su cautiverio, pudieron sobrevivir y multiplicarse de tal manera que un día Dios pudo
traerlos de regreso a la tierra de sus padres.
Dios permitió que Su pueblo fuera capturado y esparcido, que la tierra santa fuese
usurpada y ocupada, y que la ciudad de Jerusalén fuera asolada. Aparentemente el Dios
omnipotente y omnipresente no hacía nada por el pueblo de Israel, pero en realidad,
los protegía y preservaba secretamente.
Si aplicamos esto a nuestra experiencia, cada creyente que ha sido derrotado en la vida
espiritual, ha sido capturado, y permanecerá cautivo hasta que se arrepienta. Su arre-
pentimiento propiciará su restauración. Si caemos en cautiverio, perdemos el disfrute
de Cristo, pero nuestro arrepentimiento nos trae de nuevo a El, y lo volvemos a disfru-
tar.
Estoy persuadido de que estamos en las manos del Dios omnipresente y omnipotente,
quien aunque obra secretamente, ejerce Su sabiduría y Su soberanía para protegernos,
guardarnos y salvarnos. Aunque todos se nos opongan o nos persigan, no debemos
preocuparnos. Debemos creer en el Dios que obra secretamente, quien es sabio y sobe-
rano, y ejerce Su autoridad conforme a Su sabia soberanía.
ESTUDIO-VIDA DE ESDRAS
MENSAJE DOS
INTRODUCCION
Lectura bíblica: Esd. 1:1-5
En este mensaje presentaremos una introducción al estudio-vida de Esdras.
II. EL ESCRITOR
El autor del libro de Esdras fue el propio Esdras, cuyo nombre significa “ayuda” o “ayu-
dador”. El era descendiente de Aarón (7:1-5); además, era sacerdote y escriba, versado
en la ley de Moisés (vs. 6, 11-12). En la Biblia se mencionan tres Esdras: uno era el
sacerdote que regresó con Zorobabel (Neh. 12:1), otro era descendiente de Caleb (1 Cr.
4:15-17), y el tercero fue el que escribió este libro.
III. EPOCA
El contenido de este libro abarca un período de aproximadamente ochenta años, entre
536 y 457 a. de C.
IV. CONTENIDO
Es muy importante conocer el contenido del libro de Esdras. Este libro relata el regreso
del cautiverio de dos grupos de israelitas. El primer grupo lo dirigió Zorobabel, un des-
cendiente de la familia real de David (capítulos 1—6). Zorobabel debía ser el sucesor al
trono de David, mas Ciro lo nombró gobernador de Judá. El segundo grupo lo dirigió
Esdras, sacerdote y descendiente de Aarón (capítulos 7—10).
El hecho de que Zorobabel fuera de la tribu real (Judá), y que Esdras fuera descen-
diente de una familia sacerdotal, reviste gran importancia. Los sacerdotes se encarga-
ban de hablar por Dios, mientras que los reyes, gobernaban por El. Todas las acciones
de Dios dependen de Su oráculo y Su gobierno.
V. PUNTOS CRUCIALES
El libro de Esdras se centra en el regreso de los hijos de Israel de la cautividad. Esto es
crucial en cuatro aspectos.
Como nación, se supone que los hijos de Israel debían ser el testimonio de Dios. Pero
¿de qué manera lo serían? Para contestar esta pregunta debemos ver que la ley que
Dios les dio por medio de Moisés era llamada “el testimonio” (Ex. 25:16, 21), pues ella
era un retrato de Dios. Dios les dio la ley, y ésta retrataba lo que El era. En particular,
los Diez Mandamientos son el testimonio de Dios. Al arca también se le llamaba el arca
del testimonio (25:22; 26:33), y al tabernáculo, el tabernáculo del testimonio (Nm.
1:50, 53).
Los Diez Mandamientos, que fueron inscritos sobre dos tablas de piedra, se dividen en
dos grupos de cinco mandamientos cada uno; así como los diez dedos de nuestras ma-
nos están divididos en dos grupos de cinco dedos cada uno. Cada grupo de cinco man-
damientos consta de cuatro más uno.
En el primer grupo, los tres primeros mandamientos tienen que ver con Dios, y nos
exhortan a no tener ningún otro dios, a no adorar ídolos y a no tomar el nombre de
Dios en vano. En otras palabras, Dios debe ser nuestro único Dios.
El cuarto mandamiento tiene que ver con guardar el Sábado. El verdadero significado
de esta observancia es cesar de toda actividad para dedicarse a Dios. Aquellos que no
guardaban el Sábado, tal vez ganaban un día para ellos, pero perdían a Dios. Este man-
damiento también está relacionado con Dios; así que, los cuatro primeros mandamien-
tos tienen que ver con El.
El quinto mandamiento, el de honrar a nuestros padres, los ubica a ellos al mismo nivel
que Dios y señala a Dios como el origen. Nuestro origen es nuestros padres, y el origen
de nuestros padres es Dios. Cuando los honramos a ellos, honramos al propio Dios. Así
que, honrar a nuestros padres es algo muy importante.
El segundo grupo de cinco mandamientos tratan de las relaciones entre unos y otros.
Estos son los mandamientos que hablan de no matar, no cometer adulterio, no robar,
no mentir y no codiciar. Cuán maravillosa sería nuestra sociedad si no hubiera críme-
nes, adulterio, hurto, mentira, ni codicia. Si todos fuéramos amables, puros, genuinos
y serviciales, ciertamente éste sería un lugar maravilloso. El pueblo que cumpliera es-
tos cinco mandamientos sería un verdadero testimonio de Dios, un pueblo que daría
testimonio de que su Dios es un Dios de amor, pureza, compasión y veracidad. Indu-
dablemente un pueblo como éste sería el pueblo especial de Dios, Sus escogidos, o sea,
un pueblo apartado para Dios y santificado por completo para El.
Después de que el hombre que Dios creó hubo caído, el género humano se degradó
cada vez más, hasta que en Babel se corrompió por completo. Allí Dios abandonó al
linaje creado y más tarde llamó a Abraham, a cuyos descendientes les entregó la ley
como testimonio Suyo. El esperaba que los descendientes de Abraham fueran un pue-
blo cuyo único Dios fuera Jehová, cuyo reposo fuera ser uno con su Dios, que honraran
su origen y que se amaran unos a otros con pureza y honestidad. Este pueblo sería
semejante a Dios en expresión. Sus ciudadanos serían las muchas réplicas de Dios so-
bre la tierra y darían testimonio de que existe un solo Dios en el cielo. Este era el pro-
pósito por el cual Dios había llamado y separado a los israelitas. Sin embargo, los hijos
de Israel le fallaron, quebrantando cada uno de los diez mandamientos, y se degrada-
ron al mismo nivel del resto de la humanidad.
El testimonio de Dios consiste en manifestar que tenemos un solo Dios, que cesamos
de toda actividad a fin de ser uno con El, disfrutándolo y poseyéndolo como nuestro
todo, y que lo honramos como nuestro origen, representado por nuestros padres. En el
caso de Israel, ellos fueron llevados cautivos, y Dios perdió dicho testimonio. Cierta-
mente Dios los había llamado con el fin de que fueran Su testimonio, pero este propó-
sito quedó anulado cuando ellos fueron hechos cautivos. No obstante, el regreso de los
hijos de Israel de su cautiverio recobró el propósito de Dios.
Los que están cautivos se hallan lejos de la buena tierra, alejados de Cristo. Los israe-
litas que fueron llevados cautivos a Babilonia estaban lejos de la buena tierra. De la
misma manera, los cristianos que están en las denominaciones son cautivados por mu-
chas cosas, y alejados del disfrute de Cristo. Ellos poseen el nombre de Cristo, pero no
disfrutan a Cristo mismo. Si desean disfrutar a Cristo, deben salir del cautiverio y vol-
ver a la debida base de unidad, donde está Cristo, nuestra buena tierra.
¿Dónde están hoy la casa de Dios y Su reino? Satanás, el enemigo de Dios, ha usurpado
la tierra y ha hecho de ella su casa y su reino. Esto ha provocado un gran problema.
¿Por qué necesita Dios un pueblo hoy? Porque desea tener una casa donde El sea el
Padre, y un reino donde El sea el Rey. El necesita obtener Su casa y Su reino para llevar
a cabo Su economía eterna. Esta es la razón por la que Dios necesita que Su pueblo
vuelva del cautiverio. El requiere una casa y un reino, y para ello necesita tener un
recobro.
Todos los puntos cruciales que hasta ahora hemos mencionado son tipos del recobro
actual de la vida de iglesia, que equivale a salir de la gran Babilonia, donde está cautiva
la iglesia (Ap. 17:1-6), y volver a la única base de unidad que Dios escogió.
A. En el séptimo mes
Ellos reconstruyeron el altar en el séptimo mes del año de su regreso (v. 1a).
A. Cuestionan la reconstrucción
y la remiten a Darío
Tatnai, gobernador de la tierra del otro lado del Río (es decir, al poniente de Jordania),
y sus compañeros, inquirieron acerca de la reedificación, y fueron remitidos a Darío
rey de Persia (vs. 3-17).
A. Prósperamente
La reconstrucción se completó con prosperidad por medio de las profecías emitidas
por los profetas Hageo y Zacarías (vs. 13-14).
A. Con gozo
La dedicación se hizo con el gozo de los sacerdotes, los levitas y los que habían nacido
en la cautividad (v. 16).
En la actualidad muy pocos creyentes se interesan por edificar en su localidad una igle-
sia local apropiada como casa de Dios. Esto significa que Dios se queda sin casa. El
tiene un hogar en los cielos con los ángeles, pero requiere una casa edificada con la
humanidad, que concuerde con Su deseo. Dios anhela esta casa.
A nosotros en el recobro del Señor no nos gusta ver que los santos sean esparcidos. La
intención del recobro es que todos se unan y se edifiquen mutuamente como casa de
Dios en cada ciudad. Por medio de esta casa, Dios obtendrá Su reino.
Debemos anhelar ser librados del yo y de la vida natural para ser edificados con los
demás (véase Himnos, 358). Si queremos ser edificados, debemos ser corregidos, dis-
ciplinados y transformados. Entonces podremos juntarnos y ser edificados como casa
de Dios en cada localidad.
ESTUDIO-VIDA DE ESDRAS
MENSAJE CUATRO
EL REGRESO DEL CAUTIVERIO
BAJO EL LIDERAZGO SACERDOTAL DE ESDRAS
Lectura bíblica: Esd. 7—10
Dios hizo volver a Su pueblo del cautiverio para cumplir la promesa que había dado
por boca de Jeremías, de que el cautiverio sólo duraría setenta años (Jer. 25:11-12; Dn.
9:2), y los hizo volver en dos secciones. El primer grupo regresó bajo la dirección de
Zorobabel, un descendiente de la familia real, mientras que el segundo, bajo el lide-
razgo de Esdras, un sacerdote.
1. La genealogía de Esdras
La genealogía de Esdras presentada en 7:1-5 indica que él era descendiente de Aarón,
el sumo sacerdote.
El libro de Esdras no habla del Espíritu de Dios, pero sí menciona la mano de Dios en
varias ocasiones (7:6, 9, 28; 8:31). ¿Cuál es la diferencia entre el Espíritu de Dios y la
mano de Dios? Cuando el Espíritu de Dios labora interiormente, El es el Espíritu; y
cuando lo hace exteriormente, es la mano de Dios.
3. Ordena a todos los tesoreros que concedieran prontamente todo lo que les pidiera
el sacerdote Esdras para la casa de Dios
El rey ordenó a todos los tesoreros que estaban al otro lado del gran río, el Eufrates,
que suministraran al sacerdote Esdras con todo lo que les pidiese para la casa de Dios
(vs. 21-23).
C. El registro genealógico
En 8:1-20, vemos la genealogía de los que regresaron del cautiverio a Jerusalén.
B. La reacción de Esdras
Los versículos 3-15 describen la reacción de Esdras.
C. La reacción de la congregación
En 10:1-5, vemos cómo reaccionó la congregación.
1. Lloran amargamente
por su infidelidad hacia su Dios
El pueblo reaccionó llorando amargamente por su infidelidad hacia su Dios al contraer
matrimonio con las mujeres de los pueblos circunvecinos (vs. 1-2).
D. La decisión final
Esdras 10:6-44 relata la decisión final. Se proclamó a todos los hijos de Israel por toda
Judá y Jerusalén que debían reunirse en Jerusalén dentro de tres días (vs. 6-9). Luego
decidieron separarse de los pueblos de aquella tierra y de las mujeres extranjeras (vs.
10-14, 16-17). Sin embargo, algunos se opusieron a tal decisión, apoyados por un levita
(v. 15). Finalmente, se estableció una lista de todos los hombres que habían contraído
matrimonio con mujeres extranjeras (vs. 18-44).
Hemos visto que Esdras da mucho énfasis al asunto de la mano de Dios. Por Su mano,
Dios entregó a los hijos de Israel a la cautividad; y también por Su mano, los sacó de
su cautiverio y los volvió a la tierra de sus antepasados. Así vemos que el mismo Dios
hizo dos cosas diferentes: entregó Su pueblo en manos de sus enemigos como cautivos,
y luego los liberó del cautiverio y los devolvió a su patria. Esdras, un hombre sabio,
entendía esto perfectamente.
Esdras se dio cuenta de que el primer regreso no fue perfecto, ni completo, y que se
necesitaba alguien versado en la ley de Dios para que ayudara al pueblo a conocer a
Dios no sólo de manera general, sino conforme a lo que Dios había hablado. Esdras
tenía tal capacidad, y se ofreció para presentarse ante el rey y solicitar de él un decreto
que les permitiera a los judíos hacer todo con libertad.
El capítulo uno de Esdras revela que Dios despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia,
para que proclamara la reconstrucción de la casa de Dios (vs. 1-2). Este capítulo mues-
tra también que Dios despertó el espíritu de los jefes de las casas paternas de Judá y de
Benjamín, de los sacerdotes, y de los levitas para que subieran a Jerusalén y edificaran
la casa de Dios (v. 5). Dios se mantuvo oculto, pero al final de los setenta años, vino y
despertó el espíritu de Ciro. Ciro debe de haber estado contento de que el gran imperio
de Babilonia estuviera en sus manos, y con respecto a los judíos, él pudo haber querido
hacer algo opuesto a lo que los babilonios habían hecho. En términos humanos, Ciro
tomó la iniciativa de promulgar el decreto. Pero en realidad, Dios mismo inició esto de
una manera oculta. Por consiguiente, fue Dios quien inició el primer regreso de Babi-
lonia a Jerusalén.
ESTUDIO-VIDA DE ESDRAS
MENSAJE CINCO
SE NECESITAN MUCHOS ESDRAS,
PERSONAS VERSADAS EN LA PALABRA DE DIOS
Lectura bíblica: Esd. 7:6, 10; 1:7-11
La Biblia es única, y todo lo que contiene reviste gran importancia. Al comienzo de ésta
vemos que Dios creó a Adán como una criatura según Su especie (Gn. 1:26). Adán per-
tenecía al género divino en imagen y semejanza, mas no en vida, naturaleza ni consti-
tución. Pero el anhelo de Dios era que Adán fuese de Su especie no sólo en semejanza,
sino también en vida, en naturaleza y aun en constitución.
En primer lugar, Dios escogió a Abraham, cuyos descendientes cayeron en Egipto. Des-
pués, envió a Moisés para que los sacara de allí como una gran nación de aproximada-
mente dos millones de personas, y él los trajo al monte de Sinaí, donde permanecieron
casi un año siendo educados por Dios. Dios deseaba que Israel fuera Su testimonio,
pero la cultura egipcia en la que habían estado sumergidos, los convertía más bien en
un testimonio de Egipto. Por esta razón, Dios los mantuvo en el monte de Sinaí para
darles los Diez Mandamientos, los estatutos de los Diez Mandamientos, las ordenanzas
de los estatutos, el tabernáculo con todo su mobiliario y todas las ofrendas, el sacerdo-
cio, y todas las fiestas; todo esto con miras a forjar en ellos una constitución celestial y
divina, en lugar de la constitución egipcia que tenían.
Sin embargo, al poco tiempo, los hijos de Israel ya no expresaban a Dios, y El los dejó
morir en el desierto. Entonces Dios levantó la segunda generación, y fueron ellos quie-
nes cruzaron el río Jordán mediante un gran milagro. Como un ejército celestialmente
constituido, llegaron a Jericó. Así que, cuando gritaron, la ciudad de Jericó cayó. Este
era el testimonio de Dios, Su mover en la tierra, la vida de los Dios-hombres, era Dios
mismo avanzando. No obstante, cuando llegaron a la ciudad de Hai, uno de ellos los
hizo fracasar. Desde aquel momento, los israelitas sólo conocieron la degradación. Dios
envió profetas para que les advirtiera y los hiciera volver a Dios, pero ellos se negaron.
Finalmente, Dios trajo a los babilonios para que conquistaran la buena tierra y llevaran
al pueblo de Israel cautivo a Babilonia, a fin de que fuesen disciplinados y castigados.
SE NECESITABA UN ESDRAS
Sin embargo, el pueblo seguía desobedeciendo a Dios, porque su constitución era ba-
bilónica. Por ende, se requería un Esdras, un sacerdote que sirviera a Dios y que fuera
un escriba, es decir, un erudito versado en la Palabra de Dios, experto en la ley de Moi-
sés (Esd. 7:6, 11). El poseía la constitución y cultura celestial y divina. Esdras reunió al
pueblo y no sólo confesó su propio pecado, sino también el de todo Israel, y se propuso
volverlos a la Palabra de Dios.
Tomemos por ejemplo la invocación del nombre del Señor. Invocar al Señor, ¿es una
verdad? No, no lo es, es una práctica. Invocar el nombre del Señor es necesario, y de-
bemos practicarlo a diario, pero no constituye una verdad. Asimismo, el bautismo, el
presbiterio, el lavamiento de los pies y el orar-leer, no son verdades. Por otra parte, la
justificación por la fe sí es una verdad. La regeneración, la santificación, la renovación,
la transformación, la conformación, la transfiguración, el ser hechos Dios en vida y
naturaleza mas no objeto de adoración, sí constituyen verdades.
Algunos ancianos hablan de las prácticas de vida, tales como invocar al Señor, orar-
leer, orar sin cesar, no apagar al Espíritu y no menospreciar las profecías, pero no saben
enseñar las verdades a los santos. Por ejemplo, si se les pregunta acerca de la santifi-
cación, tal vez sólo contesten que ser santificado significa ser separado para Dios. Si se
les pregunta en cuanto a la diferencia entre la santificación y la renovación, quizás no
sepan contestar. Por consiguiente, vuelvo a decir que todos los ancianos deben conocer
las verdades y tener la capacidad de enseñarlas a los demás.
Los ancianos deben dedicar mucho tiempo a estudiar las verdades. Este es su deber, su
responsabilidad. Todo aquel que acepta el nombramiento de anciano, debe cumplir
esta responsabilidad. Como Esdras, todos los ancianos y colaboradores deben ser ver-
sados en la Palabra de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE NEHEMIAS
MENSAJE UNO
INTRODUCCION DEL LIBRO E HISTORIA DE LA RECONSTRUCCION
DEL MURO DE LA CIUDAD DE JERUSALEN BAJO EL MANDO DE
NEHEMIAS
Lectura bíblica: Neh. 1—7
Con este mensaje empezamos el estudio-vida de Nehemías.
I. INTRODUCCION
A. El libro de Nehemías relata la historia de
la reconstrucción del muro de la ciudad
de Jerusalén
El libro de Esdras narra la historia del regreso de Israel de su cautividad y la recons-
trucción de la casa de Dios, como inicio del recobro que Dios lleva a cabo entre Sus
elegidos, quienes son Su testimonio en la tierra conforme a Su economía. El libro de
Nehemías habla de la reconstrucción del muro de la ciudad de Jerusalén, lo cual cons-
tituía la continuación de dicho recobro, el cual hace posible que Dios obtenga Su testi-
monio y cumpla así Su economía.
B. El escritor
El autor de este libro es Nehemías, cuyo nombre significa “el consuelo de Jehová”. El
era copero del rey (1:11b). El libro describe la confianza que Nehemías tenía en Dios en
medio de las pruebas y los ataques de sus enemigos.
C. La época
El contenido del libro abarca un período de aproximadamente doce años, entre 446 y
434 a. de C.
D. El contenido
El contenido de este libro es la reconstrucción del muro de la ciudad de Jerusalén, que
había sido destruida por los enemigos de Israel, y el subsecuente recobro del servicio y
la adoración de Israel a Dios. En estos mensajes, emplearé la palabra constitución para
definir dos asuntos: el servicio y la adoración. El servicio más la adoración equivalen a
la constitución.
E. El énfasis
El énfasis del libro de Nehemías es que la ciudad de Jerusalén tenía como fin servir de
salvaguardia y protección para la casa de Dios, que se ubicaba en ella. Esto significa
que la casa de Dios, Su morada y hogar en la tierra, requiere que Su reino se establezca
como un dominio o esfera para salvaguardar Sus intereses sobre la tierra, con miras a
Su administración, esto es, para llevar a cabo Su economía. La reconstrucción de la
casa de Dios tipifica que Dios recupera la iglesia degradada, y la reconstrucción del
muro de la ciudad de Jerusalén habla de que Dios recupera Su reino. Vemos que la
edificación de la casa de Dios y la edificación de Su reino van juntos (Mt 16:18-19). La
casa de Dios sobre la tierra requiere que el reino de Dios la guarde, y lleve a cabo Su
economía eterna.
F. Las secciones
El libro de Nehemías consta de dos secciones, que son: la reconstrucción del muro de
la ciudad de Jerusalén bajo el mando de Nehemías (caps. 1-7) y el restablecimiento de
los escogidos de Dios (caps. 8-13).
Por una parte, los hijos de Israel se preparaban para pelear; pero por otra, confiaban en que Dios
lucharía por ellos. También en esto eran diligentes. Los cobardes pueden argumentar que no
hay necesidad de hacer nada porque Dios lucha por ellos, pero la realidad del caso es que Dios
ayuda a los que se ayudan. Si usted no se ayuda a usted mismo, Dios no le ayudará. La historia
muestra que Dios no ayuda a los cobardes. Las personas diligentes fueron las que recibieron
ayuda de parte de Dios.
Nehemías, sus hermanos y sus siervos habían dado ejemplo al prestar gratuitamente dinero y
grano a los demás, así que ordenó a los nobles y los oficiales que dejaran de cobrar interés (vs.
10-11). Los nobles y los oficiales respondieron que harían lo que Nehemías había determinado.
Entonces Nehemías convocó a los sacerdotes y les hizo jurar solemnemente, advirtiéndoles que
Dios despojaría de su casa y de sus posesiones al hombre que no cumpliere esta promesa (vs.
12-13a). La asamblea respondió: “¡Amén!” alabando a Jehová y actuaron conforme a lo pro-
metido (v. 13b).
Nehemías recibió ayuda de Dios para llevar a cabo con gran éxito la obra de reconstruir
el muro de la ciudad de Jerusalén. Vale la pena que nosotros hoy en día, sobre todo los
responsables en las iglesias, consideremos bien su ejemplo.
ESTUDIO-VIDA DE NEHEMIAS
MENSAJE DOS
EL DINAMISMO DE NEHEMIAS
Lectura bíblica: Neh. 1:1—2:8, 17-20
En este mensaje hablaremos del dinamismo de Nehemías y de la necesidad de experi-
mentarlo en el recobro actual del Señor.
El liderazgo de Zorobabel
Al final de los setenta años del cautiverio babilónico, el Dios omnipotente y soberano
se movió de manera secreta y despertó en el rey Ciro la determinación de liberar a los
cautivos israelitas para que volviesen a su propia tierra y edificaran el templo de Dios
(Esd. 1:1-4). Además, el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Dios, que Nabucodo-
nosor había tomado de Jerusalén y había puesto en la casa de sus dioses (v. 7). Dichos
utensilios fueron devueltos a Jerusalén (v. 11). Este regreso del cautiverio se efectuó
bajo la dirección real de Zorobabel, un descendiente de la familia real de David (2:1-2).
Si estudiamos con detenimiento la crónica bíblica, veremos que él era un gobernador
firme y muy capaz para dirigir al pueblo.
El liderazgo de Esdras
Más adelante, hubo un segundo regreso del cautiverio, que se llevó a cabo bajo el lide-
razgo sacerdotal de Esdras, un descendiente de la familia sacerdotal. Esdras no era un
oficial de alto rango en Persia; él era un sacerdote y un escriba versado en la ley de
Moisés (7:6). A pesar de no tener una posición elevada, fue muy valiente, fuerte y di-
námico cuando presentó la petición al rey de Persia. Y el rey le concedió todo lo que
pidió.
En realidad, quien inició la petición no fue Dios, sino Esdras. Con esta iniciativa, él
mostró que confiaba en Dios y que era uno con El. Ciertamente Esdras era versado en
la Palabra de Dios y conocía el corazón de Dios, Su deseo, Su economía. Debido a esto,
era una persona de excelente carácter y gozaba de buena reputación delante del rey. Si
no hubiera sido así, el rey no habría permitido que nombrara gobernadores y jueces (v.
25).
El liderazgo de Nehemías
Nehemías, hijo de Hacalías, no era ni consejero del rey ni capitán del ejército. El era
un simple copero, es decir, el que servía vino al rey, pero su vida y su conducta deben
de haber sido ejemplares, pues se ganó el respeto del rey. Nehemías nunca había estado
triste en presencia del rey (Neh. 2:1), y un día, éste le preguntó: “¿Por qué está triste tu
rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón” (v. 2). Nehemías
era muy dinámico y aprovechó esta oportunidad, diciendo: “Para siempre viva el rey.
¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres,
está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?” (v. 3). El rey le preguntó que cuál
era su petición, y Nehemías le pidió al rey que le enviara a Judá para reconstruir la
ciudad de sus padres (v. 5). Nehemías añadió que se le dieran cartas para los goberna-
dores para facilitarle el paso. Además, pidió una carta para Asaf, guarda del bosque,
para que le diera madera (vs. 7-8). Y el rey concedió a Nehemías todo lo que había
pedido.
No hay duda que Nehemías era una persona dinámica. El se ofreció a sí mismo, en
cierto sentido no a Dios, sino a su carga. El sentía la carga de reconstruir la ciudad de
Jerusalén, y Dios usó mucho su dinamismo.
Ciertamente hoy en el recobro del Señor hay muchos santos íntegros, pero la mayoría
carece de dinamismo. Si entre nosotros hubiera al menos cinco mil hermanos dinámi-
cos, afectaríamos a todo el mundo. Si tan solo hubiera setecientas personas dinámicas
en cada continente, avanzaría mucho la economía de Dios.
Muchos pensamos que llevar algo a la cruz quiere decir eliminarlo. En cierto sentido,
esto es correcto. Sin embargo, según el verdadero significado de la cruz de Cristo, la
cruz no significa solamente que se le pone fin a algo, sino que se elimina lo natural para
que resurja en resurrección. La cruz de Cristo le da muerte a todas las cosas naturales
y las sepulta, pero la Biblia enseña que la sepultura es seguida por la resurrección. Por
tanto, la sepultura es el umbral de la resurrección. Todo lo sepultado, resucitará. Según
Juan 12:24, un grano de trigo cae en la tierra, muere y queda solo, pero éste no es su
fin, pues después de que es sepultado, algo brota en resurrección.
El ejemplo de Moisés
Veamos el ejemplo de Moisés. Yo diría que Moisés tuvo un carácter firme y que, en su
constitución natural, él era más dinámico aun que Nehemías, pues a la edad de cua-
renta años se ofreció con determinación a salvar a Israel de la mano de Faraón, rey de
Egipto, pero Dios intervino para limitarlo, permitiendo que fracasara y se desanimara.
Entonces Moisés fue “sepultado” en el desierto durante cuarenta años. Finalmente, el
Dios que resucita intervino y lo “resucitó” (Ex. 3:2-6).
El Ejemplo de Pedro
Dios nos creó y nos concedió ciertas virtudes y capacidades en nuestra constitución
natural. Mateo 25:15 dice que los “talentos” son dados de acuerdo con nuestra “propia
capacidad,” es decir, nuestra capacidad natural, la cual se compone de lo que somos
como seres creados por Dios y de nuestro aprendizaje. A esta capacidad debe ponérsele
fin y ser introducida en la resurrección.
Esta fue la experiencia de todos los apóstoles capaces, como Pablo y Pedro. Pedro, por
ejemplo, estuvo en la “tumba” durante tres años y medio. Cada vez que se salía de su
“tumba”, el Señor Jesús lo devolvía a ella. La noche en que el Señor fue traicionado,
Pedro fue tan audaz y resuelto, que dijo al Señor: “Aunque me sea necesario morir con-
tigo, de ninguna manera te negaré!” (Mr. 14:31). Además, aseguró que aunque los de-
más lo abandonaran, él nunca lo haría. ¡Cuán audaz fue! ¡Qué gran dinamismo! Pero
el Señor dijo a Pedro: “De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes de que el gallo
haya cantado dos veces, me negarás tres veces” (v. 30). Una vez más, Pedro fue puesto
en la cruz y sepultado.
Entrar a la resurrección
Si nuestra capacidad, habilidades y virtudes naturales no son eliminadas, nos causarán
muchos problemas y originarán errores graves. Pero si permitimos que ellas sean pues-
tas en la cruz y mueran, ciertamente resucitaremos, y en resurrección, esta capacidad,
habilidades y virtudes serán de mucha más utilidad que lo que eran según la vida na-
tural. Estos talentos todavía nos pertenecen, pero después de pasar por la muerte y la
sepultura, están ahora en resurrección. Esto significa que nosotros mismos, con nues-
tra capacidad, habilidades y virtudes, hemos entrado en resurrección. Ciertamente se-
guimos existiendo, pero nosotros, juntamente con nuestra capacidad natural, hemos
sido introducidos en la resurrección.
Esta ha sido la situación con muchas personas capaces que entraron en el recobro y
que se quedaron algún tiempo. Ellos se dieron cuenta finalmente de que en el recobro
no había ninguna oportunidad para usar su capacidad natural. Finalmente, abandona-
ron el recobro y establecieron una obra aparte según sus propios intereses. Ellos no
estaban dispuestos a aceptar la crucifixión y la sepultura, que les hubiera permitido
entrar en la resurrección. No quisieron tomar la cruz. Por esta razón, algunas personas
capaces que han entrado en el recobro, no han permanecido.
Dios necesita personas preparadas. Por ejemplo, necesitó a alguien como Moisés,
quién fue “enseñado en toda la sabiduría de los egipcios” (Hch. 7:22). Si Moisés no
hubiera sido una persona preparada, Dios no habría podido usarlo para dar la ley. No
obstante, no debemos confiar en nuestra sabiduría ni educación naturales. Es muy pe-
ligroso poner nuestra confianza en estas cosas. Por el contrario, debemos ser uno con
Dios, y si lo somos, pondremos nuestra sabiduría y educación naturales en la cruz.
Cuanto más hagamos esto, más estaremos en resurrección.
La palabra de Dios nos restablece. Todos tenemos nuestra propia manera de ser, nues-
tros propios hábitos, pero Dios puede restablecernos por medio de Su palabra. Por eso
necesitamos leer la Biblia. La palabra de Dios cambia gradualmente nuestra mente,
nuestra manera de pensar. La palabra de Dios está unida al Espíritu (Ef. 6:17). Cuando
la palabra obra en nosotros, el Espíritu obra por medio de ella, impartiendo espontá-
neamente en nosotros la naturaleza de Dios con el elemento divino. Tal vez ni estemos
conscientes de esta impartición; pero esta es la manera en que somos restablecidos.
La constitución de una persona proporciona la base para forjar una nación. Una nación
apropiada no es solamente una organización sino también una constitución. Pasa lo
mismo con el ejército de un país. Por ejemplo, el ejército de los Estados Unidos está
constituido de muchos elementos, los cuales permiten que los soldados a nivel indivi-
dual reciban los elementos que los constituyen como parte del ejército. De modo que,
el ejército es una constitución y no solamente una organización.
El deseo de Dios en cuanto a Israel era tener en la tierra un pueblo que poseyera una
constitución divina, a fin de que fuera Su testimonio. El pueblo de Dios, para ser Su
testimonio, debía recibir la palabra de Dios. Así, mediante Esdras y Nehemías, el pue-
blo de Israel, que volvió de la cautividad, fue restablecido colectivamente por Dios y
con El, mediante Su palabra, con el fin de formar una nación que llevara el testimonio
de Dios.
La palabra de Dios es la base sólida sobre la cual el Espíritu de Dios, quien es Dios
mismo, nos imparte el elemento divino y forja a Dios en nosotros. Debemos experi-
mentar esto día tras día. Cuando nos reunimos, debemos leer la palabra de Dios; al
hacerlo, gradualmente se forjará en nosotros la constitución divina.
Si deseamos que se forje en nosotros una nueva constitución, debemos leer muchas
veces los sesenta y seis libros de la Biblia. Yo he leído la palabra por más de sesenta y
cinco años, y puedo testificar que tengo otra constitución, gracias a que leo la palabra
todos los días. Cada día crece en mí este nuevo elemento.
2. Nehemías, Esdras y los levitas exhortan al pueblo a santificar ese día para
Jehová su Dios
Nehemías el gobernador, Esdras el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al
pueblo, exhortaron a todo el pueblo a santificar ese día para Jehová su Dios y a no
lamentarse ni llorar, porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la ley. Nehe-
mías les exhortó que celebraran no con tristeza, sino con gran gozo y alegría. Al pueblo
le resultó difícil hacer esto, ya que habían sido convencidos y sometidos por la palabra,
y se dieron cuenta de que eran pecaminosos (vs. 9-10a). Nehemías les dijo: “No os en-
tristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.” (v. 10b). Entonces “todo el
pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría”
(v. 12).
Los versículos 14-18 afirman que se halló escrito en la ley, que Jehová había mandado
a los hijos de Israel que habitaran en tiendas durante la fiesta solemne del mes séptimo
(la fiesta de los tabernáculos) y que anunciaran y pregonaran en todas sus ciudades y
en Jerusalén, que subieran al monte y trajesen ramas de olivo y de otros árboles para
hacer tabernáculos; y toda la asamblea lo hizo así por siete días con gran regocijo, y
cada día Esdras leía en el libro de la ley de Dios. Al octavo día hubo una solemne asam-
blea, según estaba ordenado. Esto indica que lo hicieron todo conforme a la ley, con los
mandamientos, los estatutos (los suplementos a los mandamientos), y las ordenanzas
(incluyendo los juicios). De modo que tuvieron un gran avivamiento y llegaron a ser
una nueva nación, forjada por medio de la palabra y con ella.
Todos estos asuntos tienen que ver con el restablecimiento del pueblo de Israel. El Is-
rael “salvaje” asimiló una constitución divina, lo cual lo designó como un pueblo sepa-
rado, particular, santificado, como testimonio de Dios sobre la tierra.
ESTUDIO-VIDA DE NEHEMIAS
MENSAJE CUATRO
El RESTABLECIMIENTO DE
LOS ELEGIDOS DE DIOS
(2)
Lectura bíblica: Neh. 11—13
Los libros de Esdras y Nehemías tienen un significado intrínseco para el recobro actual
del Señor. No debemos pensar que el Antiguo Testamento no tiene nada que ver con
nosotros. La Biblia se escribió en dos secciones: el Antiguo Testamento y el Nuevo Tes-
tamento. La primera sección contiene cuadros, y la segunda, el cumplimiento de lo que
ellos representan. Si uno no entiende intrínsecamente la tipología del Antiguo Testa-
mento, difícilmente entenderá el cumplimiento neotestamentario de la economía de
Dios.
En aquel tiempo, morar en Jerusalén representaba una verdadera carga. Con la ame-
naza constante de una invasión extranjera, pocos estaban dispuestos a vivir allí. Por
tanto, el método que se empleó para escoger a los moradores era echar suertes. De lo
contrario, no habría suficientes habitantes que morasen en la ciudad de Jerusalén. A
aquellos que les tocaba vivir en Jerusalén, se les exigía mudarse allí. Sin embargo, al-
gunos se ofrecieron voluntariamente a emigrar a Jerusalén, y todo el pueblo los ben-
dijo. Hoy los que se ofrecen voluntariamente a servir de tiempo completo serán bende-
cidos por todos los demás.
Una vez que Nehemías realizó todas estas cosas, pidió a Dios que se acordara de él y
que lo perdonara según la grandeza de Su misericordia (13:14, 22b, 31b).
ESTUDIO-VIDA DE NEHEMIAS
MENSAJE CINCO
EL LIDERAZGO DE NEHEMIAS
EN EL RESTABLECIMIENTO DE LA
NACION DE LOS ELEGIDOS DE DIOS
Los líderes de los que volvieron de la cautividad fueron Zorobabel, de la familia real,
Esdras, de la familia sacerdotal, y Nehemías, de una familia común. Entre todos los
líderes de la historia de Israel, estos tres fueron los más prominentes. Nehemías era
una persona ordinaria, sin rango. No hay ningún indicio de que su familia tuviera una
posición elevada en la sociedad, y él mismo no tenía una profesión sobresaliente. El
servía en el palacio del rey de Persia, pero no era más que un sirviente de la casa.
A pesar de ser una persona ordinaria, sin ninguna posición, Nehemías fue elevado a un
puesto muy importante, el cual implicaba una relación estrecha con el rey, pues era su
copero (Neh. 1:11b). Cuando el vino estaba delante del rey, Nehemías lo tomaba y lo
servía al rey (2:1a). Finalmente, el rey nombró gobernador de Judá a este copero.
No fue fácil para Dios obtener una persona como Nehemías. Aunque su rango y profe-
sión eran inferiores, él amaba a Dios y se preocupaba por Sus intereses; de tal modo
que oraba por ellos, tenía comunión con Dios, confiaba en Dios y llegó a ser uno con
El. Estas son las características particulares de Nehemías en su relación con Dios.
Totalmente generoso
En su relación con el pueblo, Nehemías era una persona generosa. En él no había am-
bición. Aunque logró una posición elevada, la de gobernador de Judá —en realidad él
desempeñaba la función de rey de Judá, representando al rey de Persia— él nunca am-
bicionó nada para sí mismo. En Nehemías no había ningún interés propio. El estaba
siempre dispuesto a sacrificar lo suyo por el pueblo y por la nación. El era el goberna-
dor, pero no se aprovechó de las ventajas de su oficio durante doce años, porque se dio
cuenta que la construcción del muro representaba una carga pesada para el pueblo
(5:14-18), y no quiso aumentar la carga sobre ellos. En lugar de recibir beneficios, él
mismo proveyó las necesidades cotidianas de más de ciento cincuenta hombres.
Nehemías se encontraba siempre entre los que estaban dispuestos a luchar contra el
enemigo y él mismo participó en la vigilia nocturna (4:17-23). No simplemente delegó
estos asuntos a otros, sino que participó en ellos.
No se entregó a la concupiscencia
Es interesante observar que no se menciona nada del matrimonio de Nehemías. Yo
creo que, en contraste con los jueces y los reyes, Nehemías tuvo una sola esposa. El no
se entregó a los placeres sexuales. David y Salomón cayeron ambos en eso. La concu-
piscencia sexual fue el factor principal de la degradación de la familia de David y el
factor principal y latente que llevó a David y a sus descendientes a perder el reino.
Nehemías, sin embargo, era totalmente diferente.
Pienso que en los seis mil años de historia humana, no ha habido otro como Nehemías.
El pueblo nunca se quejó de él. Todos lo apreciaron y le expresaron su gratitud. Pode-
mos declarar que Nehemías fue un anciano sobresaliente, el mejor ejemplo de lo que
debe ser un anciano hoy en la iglesia. Desearía que todos los ancianos de las iglesias
fueran como Nehemías.
EL RESTABLECIMIENTO REQUIERE
UNA NUEVA EDUCACION
El restablecimiento del pueblo de Dios exige que ellos sean educados con la palabra
que sale de la boca de Dios, la cual expresa a Dios. Esto significa que restablecer al
pueblo de Dios equivale a educarlos con la palabra de Dios, hasta que sean impregna-
dos de ella.
Los israelitas habían estado en Egipto por lo menos cuatrocientos años, durante los
cuales deben de haber asimilado la educación egipcia. Más adelante, fueron llevados
cautivos a Babilonia durante setenta años. Zorobabel, Esdras y Nehemías nacieron y
fueron criados entre los babilonios. Después de volver de Babilonia, el pueblo de Israel
se mezcló con los cananitas. De este modo, se alojaron en los israelitas las culturas
egipcia, babilónica y cananita. No obstante, ellos regresaron para ser el testimonio de
Dios. Pero ¿cómo podía un pueblo impregnado de las culturas egipcia, babilónica y
cananita ser el testimonio de Dios, la expresión del Dios-hombre? Ese no era un pueblo
de Dios-hombres. ¿Cómo podían ellos expresar a Dios? Si habrían de ser el testimonio
de Dios, Su expresión, necesitaban ser reeducados en la palabra de Dios.
Antes de que Nehemías viniera a Jerusalén, la nación de Israel era un caos. No se sabía
cuáles eran los deberes de los sacerdotes, y nadie cuidaba de los levitas ni de los sir-
vientes. Los cantores estaban por allí, pero nadie los había preparado para cantar ni
formado en coros. Sin embargo, Nehemías, con la ayuda de Esdras, restableció total-
mente la nación. Entonces Israel se convirtió en una nación especial, santificada y se-
parada para Dios, una nación que expresaba a Dios. El pensamiento de Dios, los in-
tereses de Dios y todo lo que El es, se infundieron en ellos, constituyéndolos en la ré-
plica de Dios. Por medio de esta impartición divina, todos llegaron a ser Dios en vida y
naturaleza, y como resultado, se convirtieron en una nación divina, que expresaba el
carácter divino. Así, se forjó en ellos una nueva constitución, tanto a nivel personal
como colectivo, y esto los constituyó el testimonio de Dios. Los cautivos que regresaron
se convirtieron en el testimonio de Dios, mediante el restablecimiento que dirigió
Nehemías.
La idea central y crucial de los libros que hablan del recobro, que concluyen con Nehe-
mías, es una cuestión que se centra en el liderazgo apropiado. La crónica del liderazgo
que encontramos en los libros de Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, y 1 y 2 Crónicas es
algo oscura, pero en Esdras y Nehemías, el liderazgo es luminoso. En los libros de Es-
dras y Nehemías se mencionan tres líderes: Zorobabel, Esdras y Nehemías. Todos eran
excelentes líderes, pero entre ellos el mejor y más destacado fue Nehemías. El fue un
líder perfecto, el mejor líder en la historia de la humanidad. Sólo bajo el liderato de
personas como Zorobabel, Esdras y Nehemías, Israel pudo ser restablecido para con-
vertirse en el testimonio de Dios, la expresión misma de Dios sobre la tierra, un pueblo
completamente diferente de las naciones gentiles. Esta es la tipología acerca de lo que
Dios desea hoy para la iglesia.
ESTUDIO-VIDA DE ESTER
MENSAJE UNO
UNA INTRODUCCION
Y EL CUIDADO SECRETO QUE EL DIOS
QUE SE ENCUBRE TIENE DE SUS ELEGIDOS
MIENTRAS ESTOS ESTAN DISPERSOS Y OPRIMIDOS
Lectura bíblica: Est. 1—2
Con este mensaje empezamos el Estudio-vida del libro de Ester. Este libro es muy agra-
dable, y abarca como tema central, el cuidado secreto y la salvación manifiesta que el
Dios que se encubre brinda a Su pueblo cautivo. Dios es omnipresente y omnipotente,
pero El permanece oculto; nadie sabe dónde está.
Por una parte, Dios usó a las naciones gentiles como instrumentos para disciplinar a
Su pueblo. Pero por otra, el Dios que trabaja en lo secreto estaba con el pueblo de Israel,
cuidando de ellos. Finalmente, Dios usó el imperio medopersa para derrocar al imperio
babilónico. Ciro, rey de Persia, fue llamado el pastor de Dios, aquel que cumple Su de-
seo (Is. 44:28), y Su ungido, uno que sirve al propósito de Dios (45:1-4). Así vemos que
el Dios que se esconde hizo muchas cosas por Israel de una manera secreta.
I. INTRODUCCION
Consideremos ahora algunos asuntos introductorios.
A. El autor
El autor del libro de Ester fue probablemente Mardoqueo (Est. 9:20, 23). Como primo
de Ester, él fue quien la crió.
B. La época
El contenido de este libro abarca por lo menos un período de diez años, durante el
reinado de Asuero (486-465 antes de Cristo).
C. El contenido
El libro de Ester nos presenta un relato vívido de cómo el Dios de Israel, el Dios que se
encubre, cuidó secretamente a Sus elegidos oprimidos durante su dispersión, y cómo
los salvó abiertamente durante su cautiverio.
E. Las secciones
El libro de Ester consta de dos secciones: (1) el cuidado confidencial del Dios que obra
en lo secreto, viendo por Sus elegidos oprimidos en su dispersión (caps. 1—2) y (2) la
salvación abierta del Dios que opera en secreto para cuidar a Sus elegidos perseguidos
durante su cautiverio (caps. 3—10).
Puedo testificar de eso por experiencia. Hace más de cuarenta y cinco años, varios de
mis colaboradores y yo, fuimos arrestados y encarcelados por un pequeño ejército
chino que traicionó a China y laboraba para la policía militar japonesa. Toda la comu-
nidad cristiana de aquella ciudad estaba aterrada, porque sabían que nos podían eje-
cutar fácilmente, como lo hicieron con otros chinos que habían caído en manos del
ejército invasor japonés. No sabíamos lo que nos aguardaba, pero el Dios que se encu-
bre intervino de una manera maravillosa, usando a una persona especial como Ester.
La esposa del capitán del ejército chino bajo el mando de la policía militar japonesa
había sido esposa de un condiscípulo mío que había muerto de tuberculosis. Cuando
éste estaba agonizando, su esposa me pidió que lo visitara, y tuve una conversación
íntima con él. Finalmente él murió, y después de cierto tiempo, ella se volvió a casar.
Después de mi arresto y encarcelamiento, un médico que se reunía con nosotros y con
otros cristianos se enteró de mi situación, y habló con aquella mujer, quien se había
casado con el capitán de ese ejército chino. Los dos eran amigos íntimos, y el doctor
que se reunía con nosotros le dijo a la mujer que algunas personas y yo estábamos en
la cárcel y que ella debía pedirle a su marido que nos soltara. Ella habló de nosotros a
su marido ese mismo día. El la amaba mucho y estuvo dispuesto a cumplir su deseo.
Esa misma noche, el capitán vino con el fin de tomar una decisión en cuanto a nuestro
caso. Nos sacaron de nuestras celdas y comparecimos ante él para ser juzgados. Yo fui
el primero en ser examinado. El me miró, y me preguntó mi nombre; después me dijo
que todo estaba bien, que estaba libre de volver tranquilamente a mi casa. El dijo lo
mismo a los otros que habían sido arrestados conmigo. En ese momento, ninguno de
nosotros sabía lo que había sucedido detrás de las circunstancias. Después me di
cuenta que, en Su sabiduría secreta, el Dios que obra secretamente nos había prepa-
rado una Ester. El había levantado a una viuda china, para que se casara con el hombre
que juzgaría nuestro caso. Así como el rey de Persia escuchó a Ester e hizo lo que ella
le pidió a causa del amor que le tenía, así también este hombre escuchó a su esposa y
nos liberó de la prisión. Indudablemente éste fue el cuidado del Dios que obra en lo
secreto.
Hoy debemos darnos cuenta de que el Dios omnipotente que servimos todavía se es-
conde, sobre todo para ayudarnos. No podemos verlo, y al parecer El no hace nada por
nosotros. Pero en realidad, El está continuamente con nosotros y, de una manera es-
condida, hace muchas cosas por nosotros.
ESTUDIO-VIDA DE ESTER
MENSAJE DOS
LA SALVACION MANIFIESTA QUE EL DIOS
QUE SE ENCUBRE EFECTUA EN SECRETO
A FAVOR DE SUS ELEGIDOS LOS CUALES SON
PERSEGUIDOS DURANTE EL CAUTIVERIO
Lectura bíblica: Est. 3—10
En este mensaje, abarcaremos los capítulos del tres al diez.
1. Un agagueo llamado Amán es puesto sobre todos los príncipes que estaban con el
rey
Los agagueos eran enemigos de Dios. Dios había ordenado a Saúl que matara a todos
los agagueos, pero él no obedeció y eso ofendió a Dios.
Un agagueo llamado Amán fue ascendido (sin lugar a dudas por las maniobras de Sa-
tanás, el adversario de Dios) al puesto más elevado sobre todos los príncipes que esta-
ban con el rey. El rey había ordenado a todos sus siervos que se arrodillaran y se incli-
naran ante Amán, pero Mardoqueo no se arrodillaba ni se humillaba, por causa de su
creencia judía en el Dios único (vs. 1-4). El creía en un solo Dios y se negaba a arrodi-
llarse ante nadie que no fuese Dios mismo.
2. Amán se llena de ira y hace un complot para matar a Mardoqueo y para destruir
a todos
los judíos que había en el imperio
Amán se llenó de ira y creó un complot para matar a Mardoqueo, quien se negaba a
inclinarse ante él, y también acordó destruir a todos los judíos que había en el imperio.
El logró que el rey enviara un decreto a toda provincia de su imperio con el fin de des-
truir a todos los judíos, jóvenes y mayores, hijos y mujeres, en un mismo día, el deci-
motercero día del duodécimo mes, y de apoderarse de sus bienes (vs. 5-15). Así que,
Amán tenía la maligna intención de destruir a todos los judíos y apoderarse de sus
bienes.
B. Mardoqueo confronta el complot de Amán valiéndose de la re-
lación de Ester con el rey
En 4:1—8:2 vemos que Mardoqueo confronta a Amán valiéndose de la relación de Ester
con el rey.
5. Mardoqueo fue el segundo después del rey Asuero, y llegó a ser grande entre los
judíos
Mardoqueo fue hecho el segundo después del rey Asuero, y llegó a ser grande entre los
judíos y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su
pueblo, es decir, de todos los hijos de Israel (10:1-3).
IV. CONCLUSION
A. Un factor crucial y escondido
La historia del libro de Ester constituye un factor escondido y crucial para el cumpli-
miento del llamamiento que Dios hizo a Abraham con relación a la tierra, la descen-
dencia (un pueblo), y la bendición a todas las naciones (Gn. 12:1-3; 22:17-18).
ESTUDIO-VIDA DE ESTER
MENSAJE TRES
En su primera epístola a los corintios, Pablo reprende a los creyentes porque ellos pre-
tendían dividir a Cristo. En Corinto existían diferentes partidos. Unos afirmaban: “Yo
soy de Pablo”; otros: “Yo de Apolos”; y aun otros: “Yo de Cefas”. Incluso habían algunos
que, creyéndose más espirituales, decían: “Yo [soy] de Cristo” (1:12-13a). Así vemos
que había cuatro divisiones. La iglesia de Corinto ciertamente era parte de la iglesia
original, pero se había degradado; había perdido algo. A estas alturas, Pablo les escribe
sus epístolas, las cuales pueden considerarse libros de recobro; pues ellos restauraron
la iglesia de esa ciudad.
Al leer la segunda epístola que Pablo escribió a Timoteo, podemos ver que para la época
de Pablo, la iglesia ya se había degradado. Algunos habían abandonado la fe; otros,
como Alejandro el calderero, se oponían rotundamente al apóstol (4:14). No obstante,
Pablo declaró que él había guardado la fe (v. 7). Así vemos que 2 Timoteo también es
un libro de recobro. La iglesia original existió durante aproximadamente medio siglo.
Los apóstoles la habían establecido en un período de no más de cincuenta años. Sin
embargo, mientras aún vivían Pedro, Juan y Pablo, la iglesia cayó de su estado original,
se degradó, se deformó; hasta podemos decir que se transmutó. Por esta razón se es-
cribieron las epístolas. Después de escribirse las primeras epístolas, las demás que se
escribieron (2 Pedro, 2 y 3 Juan, 2 Corintios, etc.) todas fueron epístolas de recobro;
pues estaban destinadas a restaurar la iglesia, la cual se había degradado.
Durante la época de Juan ya había algunos que negaban que Cristo hubiera venido en
la carne (1 Jn. 4:2-3; 2 Jn. 7). Otros afirmaban que originalmente Cristo no era Hijo de
Dios, sino que llegó a serlo (1 Jn. 2:22-23). La iglesia en general se había degradado, se
había transmutado, había sufrido un cambio de naturaleza. Por esta razón escribió
Juan a los creyentes, para restaurarlos. Durante la época de los apóstoles, existía tanto
la iglesia original como la iglesia recobrada.
Durante los primeros cinco siglos, sólo existió la iglesia original y la iglesia recobrada.
Luego, para fines del sexto siglo, surge la Iglesia Católica. Durante ese tiempo, se reco-
noció al papa como la máxima autoridad de la iglesia Católica. La Iglesia Protestante
brota en los tiempos de Martín Lutero, cuando se da inicio a la Reforma, en el siglo
dieciséis. Estas tres clases de iglesias existen hasta el día de hoy.
El recobro siempre toma el camino estrecho, y los que participan en él aprenden las
lecciones elevadas de la vida cristiana, tales como conocer a Cristo, conocerse a uno
mismo y conocer la carne. Aprenden a experimentar la cruz para vivir como Dios-hom-
bres. Todos los miembros de la iglesia recobrada deben ser Dios-hombres, es decir,
personas deificadas. La verdad cumbre de que Dios se hizo hombre para que el hombre
llegue a ser Dios en vida y naturaleza mas sin ser objeto de adoración, la descubrieron
los padres de la iglesia en el segundo siglo. Esta fue una gran verdad que el Señor re-
cobró. Entre nosotros, el recobro comenzó en China hace setenta y dos años. Podemos
decir que en la actualidad existen tres clases de iglesias: la Iglesia Católica, la Iglesia
Protestante y la iglesia original recobrada. Debemos estar en esta última, pues ésta es
la iglesia auténtica.
LA VERDADERA CONDICION DE
LA IGLESIA CATOLICA Y SU FINAL
La verdadera condición de la Iglesia Católica y su final se revelan claramente en Apo-
calipsis 17; los primeros seis versículos describen su condición, y los últimos tres, su
final. Para describir su condición se emplea la figura de un cáliz de oro (v. 4). Un cáliz
representa algo que se ofrece a una persona para que beba de él y sacie su necesidad.
El cáliz de oro da a entender que en apariencia la iglesia Católica apóstata tiene algo de
Dios. La Iglesia Católica reconoce que Cristo es Dios, que nació de una virgen, que mu-
rió por los pecados de los pecadores y que resucitó. En el catecismo publicado recien-
temente, incluso se afirma que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser
Dios. Por otro lado, las iglesias protestantes de hoy, por ejemplo, los modernistas, no
creen que Cristo es Dios, ni que nació de una virgen ni que murió en la cruz como Re-
dentor. Ellos tienen a Cristo simplemente como un mártir, pero no creen que El resu-
citó.
Aunque el cáliz que la mujer sostiene en su mano es de oro, está lleno de abominaciones
y de las inmundicias de la fornicación de ella (Ap. 17:4). En figura, el oro representa la
naturaleza de Dios. Por ende, la iglesia apóstata tiene algo de Dios, pero al mismo
tiempo está llena de maldades, tales como herejías, prácticas paganas, fornicación es-
piritual y aun física. El hecho de que una mujer practique la fornicación significa que
tiene muchos maridos. La iglesia genuina debe estar unida a Cristo y a la verdad con-
tenida en la Biblia, pues no sólo Cristo es el Marido, sino también lo es la verdad, es
decir, la Palabra de Dios. La Palabra de Dios y Cristo son uno. Es verdad que la Iglesia
Católica acepta a Cristo y la Palabra de Dios, pero también abriga muchas herejías e
ídolos. Esto la ha constituido una fornicaria espiritual.
Las catedrales católicas están llenas de ídolos. G. H. Pember señala que la Iglesia Ca-
tólica Romana tiene como uno de sus santos a Buda (véase el estudio-vida de Apoca-
lipsis, mensaje 51, pág. 569). En Manila, a la entrada de una catedral, se halla una es-
tatua, supuestamente de Jesús, cuyos pies la gente ha tocado y besado tanto que están
completamente desgastados. Esto es idolatría, aunque esté en un “cáliz de oro”.
Un joven, miembro de una familia católica, recibió al Señor Jesús y fue a sus padres
para contarles que ahora el Señor Jesús vivía en él. Ellos, señalando a un cuadro del
supuesto Jesús, le respondieron que ya tenían a Jesús. Para ellos, tener aquel cuadro
era tener a Jesús. En 1937, mientras viajaba en el interior de China, me presentaron un
caso en el que una mujer había sido poseída por un demonio. Les expresé que en prin-
cipio esto obedecía a que en la casa de ella había pecado, ídolos o imágenes. Más tarde,
me di cuenta que en la pared de su casa ella tenía un cuadro del supuesto Jesús, y le
recomendé que lo quemara. Desde el momento que lo hizo, el demonio la dejó. La Igle-
sia Católica está llena de ídolos, herejías y toda índole de prácticas paganas. Esto des-
cribe la verdadera condición que prevalece dentro ella.
Apocalipsis 17 también habla del final de la Iglesia Católica. Al fin de esta era, el Anti-
cristo hará un pacto con los judíos por siete años. A la mitad de este período, quebran-
tará el pacto (Dn. 9:27) y se exaltará a sí mismo “sobre todo lo que se llama Dios o es
objeto de culto” (2 Ts. 2:4). Entonces perseguirá a todas las religiones, la primera de
las cuales será la Iglesia Católica. Esto se debe a que tanto el Anticristo como la Iglesia
Católica estarán situados en Roma. Apocalipsis 17:16 declara: “Y los diez cuernos que
viste, y la bestia, aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán
sus carnes, y la quemarán con fuego”. Esto significa que el Anticristo y sus diez reyes
perseguirán a la Gran Babilonia y la quemarán. Este será el final de la Iglesia Católica.
Al regreso del Señor, los vencedores que hayan sido transformados en oro, plata y pie-
dras preciosas, obtendrán como galardón el estar en la Nueva Jerusalén, en el reino
milenario. El libro de Apocalipsis revela que la Nueva Jerusalén será el Paraíso de Dios
para los vencedores durante esos mil años (2:7). Pero la obra de los que produzcan
madera, heno y hojarasca, será quemada cuando el Señor regrese, y ellos mismos serán
salvos, aunque así como pasados por fuego. El Señor los disciplinará por mil años, a la
postre, mediante la paciencia del Señor, ellos también serán perfeccionados y transfor-
mados en materiales preciosos para el edificio de Dios. Cuando hayan concluido los
mil años, ellos también participarán en la consumación de la Nueva Jerusalén. Esto
describe la condición genuina de la iglesia original recobrada, y su final.
Debemos ser los vencedores que continuamente viven a Cristo y lo magnifican. Debe-
mos ser los que siguen a Cristo a cualquier precio; los que dejan el pasado atrás y se
extienden para ganar a Cristo. De hecho, ganar a Cristo es vivirlo y magnificarlo. Vivi-
mos y magnificamos a Cristo llevando una vida crucificada con relación a nosotros mis-
mos, nuestra carne, nuestra vida natural y todo lo que no sea Cristo. Tomamos la cruz
en cada oportunidad a fin de vivir a Cristo, por la abundante suministración del Espí-
ritu de Jesucristo. De esta manera, no sólo le vivimos, sino que también le magnifica-
mos. Cuánto de El obtengamos depende de cuánto le magnifiquemos. De esta manera
viven los Dios-hombres, los vencedores.
No debemos declarar a la ligera que somos Dios-hombres, pues esto no es algo super-
ficial. Es correcto alabar al Señor por habernos revelado la cumbre de la revelación
divina, que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y natura-
leza mas sin ser objeto de adoración. Pero además de esto, debemos decir: “Señor, ne-
cesito Tu misericordia y Tu abundante gracia. De otro modo, ¿cómo podré llegar a ser
Dios en vida y naturaleza? Cada día necesito llevar una vida crucificada para ganar y
magnificar a Cristo”.