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MARES CÁRDENAS, GUADALUPE

Análisis de la obra Teoría de la conducta: un análisis de campo y paramétrico
Psicología y Ciencia Social, Vol. 5, Núm. 1, sin mes, 2003, pp. 39-46
Universidad Nacional Autónoma de México
México

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Psicología y Ciencia Social

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Análisis de la obra Teoría de la conducta: un análisis
de campo y paramétrico1
Analysis of the work Theory of behavior: A field and parametric analysis

G UADALUPE MARES CÁRDENAS*

Resumen
El texto contiene un análisis de la obra Teoría de la conducta: un análisis de campo y paramétrico de Emilio Ribes y Francisco
López. En la primera parte, se ubica el libro como una obra que se aleja de varios de los supuestos que han caracterizado
a la teoría conductual más difundida del siglo XX. La obra rompe con la explicación causal de la conducta, el análisis atomista
de la misma, la elaboración aditiva del desarrollo psicológico y el supuesto de la equipotencia funcional entre especies. En
la segunda parte, se discute la necesidad de romper no sólo con el supuesto de la equipotencia funcional entre especies sino
también de distanciarse de manera explícita de los supuestos de la equipotencia funcional entre estímulos y entre respuestas.

Vol. 5, núm. 2
En la tercera parte, se propone una lógica de clasificación de los estímulos y de las respuestas, la cual permite distinguirlos
con base en diferentes potencias funcionales para impulsar el desarrollo psicológico de los seres humanos.
Palabras clave: Teoría de la conducta, interconductismo.

Abstract
This is an analysis of the book Theory of behavior: a field and parametric analysis written by Emilio Ribes y Francisco López.
In the first part, the book is situated as literature that draws away from several assumptions that characterised the most

•
pervasive theory of behaviour in the 20th century. This book breaks away from the causal explanation of behaviour, the
atomistic analysis of such, the added elaboration of psychological development and the functional equipotential among

Psicología y Ciencia Social

species. In the second part, we discuss the need to break with not only the functional equipotential among species but also
to explicity separate research from the assumption of functional equipotential between stimuli and responses. In the third
part, a logic to classify stimuli and responses is proposed in order to establish the difference between them based on the
diverse functional potentialities to impel psychological development in human beings.
Key words: Theory of behavior, interbehaviourism.

Introducción ceptuales asumidas por la teoría del condicio-

El libro de Ribes y López de 1985 surgió con la
clara intención de ofrecer una salida a las anoma-
lías mostradas empíricamente por la teoría del
condicionamiento, y simultáneamente con la in-
tención de ofrecer desde el conductismo, recu-
perando el trabajo experimental generado desde
la teoría del condicionamiento, una opción no
reduccionista para abordar la conducta humana.
La obra puede ser interpretada como un intento
de Ribes y López de alejarse de la teoría conduc-
tista que más impacto tuvo en el siglo XX y, simul-
táneamente, de ubicarse o afianzarse como
conductistas en un sentido amplio. El alejamien-
to de la obra de Skinner ocurre como un esfuerzo
de ruptura y superación de las elecciones con-
namiento que han demostrado su agotamiento, y
su afianzarse en el conductismo ocurre como un
acercamiento a Schoenfeld y al interconductista
Kantor. De este último, como los autores lo indi-
can en su obra, recuperan entre otras cosas, una 39
redefinición del objeto de estudio de la psicolo-
gía y, ligado a ello, una unidad de análisis distinta
de la ofrecida por Skinner. Curiosamente, no se
adopta el término con el que se autodefine el
propio Kantor: “interconducta”, sino que la obra
se titula Teoría de la conducta. El término conduc-
ta adopta el contenido de la interconducta de
Kantor.
La obra Teoría de la conducta: un análisis de
campo y paramétrico se puede dividir en dos con-
tenidos básicos: a) la crítica a la teoría del condicio-

1
La primera versión de este trabajo se presentó con motivo del décimo aniversario de la obra en una mesa redonda en el
I Congreso Interamericano e Iberoamericanao de Análisis de la Conducta, realizado en Veracruz, Veracruz, en 1996.
* Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM.
 namiento y b) la alternativa que los autores ofre-
cen. La crítica a la teoría del condicionamiento se
concentra en 4 puntos: 1) la explicación causal o
mecánica de la conducta, 2) el análisis atomista
de la misma, 3) la carencia de una teoría evolu-
tiva y de una teoría comparada de la conducta y
4) la extrapolación de los conceptos analíticos a
procedimientos tecnológicos o aplicados.
A la explicación causal de la conducta se con-
trapone y se ofrece como alternativa una explica-
ción de campo que no plantea la relación “A, B
y C determinan a D”, sino que A, B, C y D cons-
tituyen un sistema interrelacionado.
Como reacción al análisis atomista de la con-
ducta se ofrece un estudio cualitativo de la mis-
ma que incorpora un análisis de tipo paramétrico.
El análisis cualitativo está dado por la taxonomía
conductual propuesta, mientras que el análisis
cuantitativo expone las variaciones que pueden
asumir los distintos elementos que conforman la
relación contingencial, e incluye también a los
diferentes valores asumidos por las relaciones par-
ciales entre los elementos contenidos en la rela-
Guadalupe Mares Cárdenas
ción contingencial amplia.
Ante la carencia de una teoría evolutiva y de
una teoría comparada de la conducta, que puede
ser parcialmente explicada por la ausencia de
relaciones contingenciales jerárquicas en la teoría
del condicionamiento, los autores proponen cin-
co tipos de relación contingencial (funciones con-
ductuales) jerárquicamente organizados que abren
la posibilidad de construir una interpretación de
la “evolución ontogenética del comportamiento”.
Estas funciones conductuales, además de estar
jerárquicamente ordenadas son inclusivas, la fun-
ción más elemental está incluida en la de mayor
complejidad y así sucesivamente; con base en
esto, la función más compleja, al incluir a la in-
mediata anterior, incluye simultáneamente a to-
40 das las anteriores de manera modificada. Al mismo
tiempo, cada tipo de relación contingencial es
subdividido en varios casos que guardan también
una jerarquía funcional entre ellos. Al adicionar
estos elementos a una interpretación conductual
del objeto de estudio se ofrece una concepción del
desarrollo ramificada, en donde las distintas cla-
ses interactivas de respuestas o competencias con-
ductuales pueden encontrarse simultáneamente,
en distintos niveles de desarrollo funcional.
Ante la práctica de extrapolar los conceptos
analíticos a procedimientos tecnológicos o apli-
cados, Ribes y López señalan la necesidad de
formular teorías específicas que permitan adaptar
el conocimiento científico a las condiciones iden-
tificadas como pertinentes a su aplicación.
En esta sección analizaré hasta qué punto la
alternativa ofrecida en la obra ya citada permite
superar los problemas conceptuales de la teoría
del condicionamiento para abordar de manera no
reduccionista el estudio de la conducta humana.
Me concentraré en un grupo de problemas no ex-
plícitamente tocados en la crítica hecha por los
autores y no totalmente resueltos en las propues-
tas: los problemas derivados de la equivalencia
entre estímulos, entre respuestas y entre especies
con respecto a sus potencias (posibilidades) fun-
cionales, asumidas no sólo por el conductismo
skinneriano sino por el conductismo en general
(Seligman,1970; Bolles, 1970; Pozo, 1995).
La teoría del condicionamiento formulada por
Skinner (1938/1966) considera para propósitos del
condicionamiento dos tipos de respuestas: las pro-
vocadas, que pueden ser condicionadas a través
del condicionamiento clásico o pavloviano, y las
respuestas emitidas que pueden ser condiciona-
das a través del condicionamiento operante. Los
estímulos son divididos funcionalmente en: estí-
mulos discriminativos o delta (antecedentes) y es-
tímulos consecuentes (reforzadores y castigos).
Con relación a las respuestas, Skinner ini-
cialmente asoció las posibilidades funcionales de
las respuestas atendiendo a características bioló-
gicas; así formuló que las respuestas controladas
por el sistema nervioso autónomo y vinculadas
a la musculatura lisa podían ser condicionadas a
través de condicionamiento clásico, mientras que
las respuestas controladas por el sistema nervioso
central y vinculadas con la musculatura estriada
podían modificarse a través de condicionamiento
operante. Esta distinción basada en característi-
cas anatómico-fisiológicas de las respuestas fue
posteriormente abandonada a consecuencia de
las demostraciones experimentales que hicieron
evidente su falta de correspondencia con los datos
generados.
Con relación a los estímulos antecedentes, que
son los estímulos neutrales que van a adquirir su
funcionalidad como discriminativos, deltas y como
reforzadores o castigos condicionados, no existe
alguna restricción en cuanto a la posibilidad de
que los distintos estímulos tienen de adquirir cual-
quier función a través del condicionamiento. Con
excepción de los estímulos biológicamente impor-
tantes (comida, agua, sexo), todos los estímulos
son equivalentes en su posibilidad de adquirir di-
ferentes funciones. Así, el estímulo discriminativo
puede ser una copa de cristal, un niño, una línea
inclinada, cualquier tipo de relación espacial, una
longitud de onda particular, una sensación inter-
na, la relación de igualdad, semejanza o diferen-
cia entre dos objetos —o dos dibujos o dos pa-
labras —, una palabra o una frase: “dame un vaso
de agua”, “los mamíferos al nacer se alimentan
de un fluido materno”, “con el calor la cera se
derrite”, etc. A pesar de la distinción que Skinner
hace entre estímulos verbales y no verbales, to-
dos ellos son equivalentes porque todos pueden
adquirir, por condicionamiento, la función de
discriminativo; lo único relevante es el tipo de
relación contingencial que se establece entre los
estímulos y las respuestas y, como consecuencia
de lo anterior, no existe una diferencia relevante
entre ellos que afecte de manera importante su
posibilidad funcional.
El supuesto de la equivalencia entre los estí-
mulos y las respuestas con respecto a sus posibi-
lidades funcionales se vio debilitado por los datos
experimentales, que demostraron la existencia de
respuestas del organismo que se asocian más fá-
cilmente con ciertos estímulos que con otros
(Bolles, 1970; Hinde y Stevenson-Hinde, 1973;
Rachlin, 1976; Seligman y Hager, 1972). Un ejem-
plo de esto lo constituyen los trabajos realizados
sobre condicionamiento clásico, en los cuales se
requiere de muy pocos ensayos para que las ratas
respondan a la asociación sabor-enfermedad,
mientras que la asociación sabor-choque eléctri-
co resulta prácticamente imposible de alcanzar a
través de los mismos procedimientos experimen-
tales.
Lo anterior implica que existen diferencias
entre los estímulos “neutrales” en cuanto a su
potencia para funcionar como “discriminativos”
de respuestas específicas; implica también que
existen restricciones en cuanto al aprendizaje que
no pueden ser explicadas mediante una interpre-
tación aceptada por la teoría del condicio-
namiento: a través de recurrir a las características
anatómico-fisiológicas de las respuestas.
La equivalencia en cuanto a la potencia fun-
cional entre especies se logra, en la teoría del
condicionamiento, mediante las relaciones ope-
rante y respondiente como formas exclusivas y
generalizadas de elaborar las relaciones de los
organismos con el ambiente. Así, las distintas
especies se vuelven equivalentes, en el plano
conceptual, en cuanto a su potencia funcional
psicológica, como consecuencia del uso de estas
formas generalizadas para entender las relacio-
nes entre los distintos organismos y los diversos
ambientes, esto es, todas las especies tienen como
posibilidad funcional importante “la relación ope-
rante”.
La puesta en duda de la equipotencia funcio-
nal de los estímulos y de las respuestas no nece-
sariamente cuestiona a las relaciones operante y
respondiente como formas de entender las rela-
ciones organismo-ambiente. Así, es posible acep-
tar ciertas predisposiciones biológicas que afectan
la potencia funcional de los estímulos y de las
respuestas durante el proceso del condiciona-
miento sin cuestionar la relación operante mis-
ma. Sin embargo, el supuesto de equivalencia en
cuanto a la potencia funcional psicológica entre
las especies no está desligado del supuesto de la
equivalencia en cuanto a la potencia funcional
entre los diferentes estímulos y las diferentes res-
puestas. Al cuestionar a la relación operante como
forma generalizada de entender las relaciones psi-
cológicas y, como consecuencia de ello, propo-
ner otras formas de relación contingencial para
organizar las distintas relaciones psicológicas, el
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problema de la equipotencia de los estímulos y
de las respuestas se pone nuevamente en juego.
¿Cualquier estímulo y cualquier respuesta pueden
participar en cualquier tipo de relación psicológi-
ca?, ¿cualquier especie puede participar en cual-
quier tipo de relación psicológica?
•
La equivalencia entre especies con respecto a
sus posibilidades de funcionar con los mismos
Psicología y Ciencia Social
principios del aprendizaje, esto es, de regirse bajo
las mismas leyes del condicionamiento operante,
también ha sido fuertemente cuestionada al inte-
rior de la teoría del condicionamiento, dando
origen a propuestas contemporáneas que la reba-
san (Hayes y Hayes, 1990; Ribes y López, 1985,
y Sidman, 1986). Los trabajos experimentales rea-
lizados sobre discriminación condicional y aqué-
llos sobre programas de reforzamiento con sujetos
humanos cuestionan esta equivalencia (Baron y
Galizio, 1983; Hayes, Browstein, Zettle, Rosenfard
y Korn, 1986 y Lowe, Beasty y Bentall, 1983). En 41
dichos trabajos se hizo evidente que la inclusión
de humanos en procedimientos experimentales
diseñados para los infrahumanos produce una
fuerte alteración de los datos obtenidos regular-
mente con infrahumanos. Esta evidencia cuestio-
na que los principios del aprendizaje sean los
mismos entre las especies comparadas. Al interior
de la lógica de la teoría del condicio-namiento y
de la lógica del conductismo en general, se con-
sideró que la conducta verbal de los humanos
podría ser la causa de las diferencias encontra-
das. Inicialmente, la conducta verbal de los suje-
tos humanos fue tratada como algo que debería
ser controlado para tener una preparación expe-
rimental adecuada, esto es: las anomalías obser-
 vadas fueron interpretadas dentro de una lógica
del método. Posteriormente, ante la acumulación
de datos anómalos, los teóricos del
condicionamiento empezaron a tratar la conduc-
ta verbal como algo ligado al origen de las dife-
rencias; esta atribución cuestiona no sólo la
equipotencia funcional entre especies, sino tam-
bién la equipotencia funcional entre los estímulos
y las respuestas.
Los datos acumulados han proporcionado evi-
dencia sobre tres aspectos relevantes a la teoría
del condicionamiento: a) las relaciones de con-
tingencia operante y respondiente como catego-
rías para reproducir la realidad psicológica se
muestran rebasadas por los datos, de tal manera
que se requiere de nuevas categorías analíticas
(otros tipos de relaciones contingenciales) para
ubicar los datos que no se ajustan claramente a
las relaciones operante o respondiente, b) los
mismos principios del aprendizaje no se aplican
a todas las especies, y c) los estímulos y las res-
puestas verbales (al formar parte de un sistema de
Guadalupe Mares Cárdenas
relaciones más amplio y convencional) no son
equivalentes en términos de su potencia funcio-
nal a otros estímulos o respuestas.
Aun cuando Ribes y López no vinculan, a tra-
vés de la discusión, los problemas tratados en su
obra con los problemas derivados de la equiva-
lencia entre estímulos, entre respuestas y entre
especies con respecto a su potencia funcional, al
ubicarse como una continuación de la obra de
Kantor —quien no adopta el principio de la
equipotencia funcional— y, simultáneamente,
proponer una taxonomía conductual funcional-
mente jerarquizada, introducen, sin discutirlos, los
problemas de la equipotencia funcional entre
estímulos, respuestas y especies.
La equipotencia funcional entre especie se re-
42 chaza en la propuesta de clasificación de la con-
ducta elaborada por Ribes y López. En esta
propuesta de clasificación, los autores postulan
cinco formas de relación contingencial organis-
mo-ambiente que guardan entre sí una relación
funcional jerárquica. Afirman también que los
infrahumanos muestran relaciones contingenciales
correspondientes a los tres primeros niveles fun-
cionales: contextual, suplementario y selector,
mientras que los humanos son capaces de alcan-
zar debido al lenguaje dos niveles funcionales más:
sustitutivo referencial y sustitutivo no referencial.
De manera simultánea, al rechazo de la equipo-
tencia funcional entre especies se postula una
continuidad funcional psicológica entre especies.
¿Cómo se establece la continuidad y en dónde
ocurre el corte? La continuidad se establece al
afirmar que los humanos y los infrahumanos com-
parten los tres primeros tipos de relación funcio-
nal; el corte se establece al afirmar que los niveles
sustitutivos son exclusivos del ser humano. El in-
tento de dar continuidad se hace evidente cuan-
do Ribes y López afirman que los tres primeros
niveles funcionales son prelingüísticos mientras
que los últimos niveles funcionales son verdade-
ramente lingüísticos.
El rechazo conceptual al supuesto de la
equipotencia funcional entre especies asumido
por los conductistas, pero no por el intercon-
ductismo de Kantor, también se nota al postular
—como una forma distinta de elaborar la idea de
Kantor— que el medio de contacto puede ser
físico y normativo, siendo el segundo caracterís-
tico de los humanos.
La equipotencia funcional entre estímulos y res-
puestas resulta cuestionada cuando Ribes y López
(1985) proponen tres tipos de estímulos: los físi-
cos (E), los organísmicos (Eo) y los convencionales
(Eô), que simultáneamente están asociados con
diversas relaciones contingenciales. Para Ribes y
López los estímulos organísmicos tienen una fun-
ción realmente organísmica sólo cuando otro or-
ganismo reacciona a ellos en una relación
contingencial selectora, y los estímulos conven-
cionales (lingüísticos convencionales) alcanzan
una función realmente convencional sólo en
interacciones (relaciones contingenciales) de
naturaleza sustitutiva. Congruente con lo anterior,
en el texto de Ribes y López los estímulos or-
ganísmicos (o) aparecen a partir de las relaciones
selectoras y no antes; de la misma manera, los
estímulos convencionales (ô) aparecen sólo for-
mando parte de las relaciones de contingencia
sustitutiva; ello significa que la naturaleza del
estímulo es relevante para los autores sólo cuan-
do forma parte de una relación de contingencia
psicológica particular, cuando no es así la natura-
leza del estímulo desaparece, su potencia funcio-
nal distinta de los otros estímulos no queda
representada y, por lo mismo, es normalmente ol-
vidada.
Lo anterior también indica que aunque los ni-
veles funcionales inferiores incluyan respuestas y
estímulos verbales, dichos estímulos y respuestas
verbales no son realmente lingüísticos, porque no
forman parte de interacciones sustitutivas. No
existe un reconocimiento explícito sobre la posi-
ble diferencia en potencia funcional que pudie-
ran tener estímulos o respuestas —lingüísticos o
no lingüísticos— con características distintas en-
tre sí. En este artículo, se afirma que el asignar
potencias funcionales distintas a las distintas pro-
piedades de lo que existe aumenta la fuerza
heurística del nuevo sistema conceptual
Con relación a este punto, en la obra analiza-
da se presume que la potencia funcional de un
estímulo o de una respuesta no depende, en forma
exclusiva, de la naturaleza de la estructura psico-
lógica en donde esté inserto, sino centralmente
de la relación ecológica establecida entre espe-
cie-ambiente, a través del largo camino de la
evolución de las especies y, en forma simultánea,
de las características anatómico-fisiológicas de las
respuestas particulares surgidas de dicha relación
y de las propiedades relacionales de los estímulos
surgidas de la relación ecológica. Así, las caracte-
rísticas del mundo físico condicionan las rela-
ciones ecológicas y a su vez, de la relaciones
ecológicas surgen nuevas propiedades de los
cuerpos ahora ya no sólo físicas. En el contexto
de dichas relaciones, de las que a su vez surgen
las relaciones sociales humanas, sólo ciertas pro-
piedades relacionales de los objetos (ciertas na-
turalezas) hacen posible ciertas estructuras
psicológicas.
Cuando Ribes y López afirman que los inter-
cambios sustitutivos sólo pueden alcanzarse a
través de un sistema de reacción convencional
—el lenguaje como sistema reactivo—, están de
hecho cuestionando el supuesto de la equi-
potencia funcional entre estímulos; sin embargo,
la fuerza y extensión del supuesto de la equi-
potencialidad entre estímulos y entre respuestas,
presente en el conductismo, los atrapa y les im-
pide alcanzar, en esa obra, otras consecuencias
de dicha afirmación. El texto de Ribes y López
constituye una transición de una concepción li-
gada al conductismo de Skinner hacia una con-
cepción que se aleja de muchos de los supuestos
intrínsecos de la teoría del condicionamiento. La
obra interpretada como transición se hace eviden-
te en algunos textos posteriores de Ribes, particu-
larmente en la obra de Ribes, Cortés y Romero
publicada en 1991. En la primera parte de esta
obra, Ribes y cols., recuperando a Wittgenstein,
profundizan en las diferencias humano-infrahu-
mano a través del papel asignado al lenguaje como
circunstancia y medio en las interacciones psico-
lógicas humanas.
De la misma manera que el concepto de ope-
rante, al convertirse en los anteojos a través de
los cuales la realidad es vista, vivida e interpreta-
da, lleva a afirmar que el hombre es igual que los
animales en la dimensión “aprendizaje a través
del condicionamiento” y lo que de ahí se derive.
El concepto de estímulo lleva a igualar entre sí
objetos, organismos, situaciones, leyes, normas,
reglas, dimensiones físicas, propiedades
relacionales, etcétera. El concepto de estímulo es
el término en el cual está intrínsecamente conte-
nido el supuesto de la equipotencia funcional
entre lo que existe, mientras que el concepto de
respuesta es el término en el cual descansa intrín-
secamente el supuesto de la equipotencia funcio-
nal entre las posibilidades relacionales de los
distintos organismos.
El uso del término estímulo como práctica de
investigación y análisis cotidiano —que contiene
en sí el supuesto de la equipotencia funcional entre
estímulos— limita que Ribes y López asignen un
papel especial a las distintas propiedades rela-
cionales de los objetos derivadas de su papel en
la configuración de las relaciones ecológicas,
Vol. 5, núm. 2
en las cuales ocurren las relaciones psicológicas.
La naturaleza de los distintos seres (sus distin-
tas propiedades relacionales) con los que el orga-
nismo interactúa desempeña un papel relevante
en el desarrollo psicológico de un individuo. Las
propiedades relacionales de los objetos y organis-
•
mos, generan una fuerte presión para desarrollar
un sistema reactivo que posibilite interactuar con
Psicología y Ciencia Social
objetos y organismos que se relacionan, y por lo
mismo, generan una fuerte presión para que el
niño interactúe con relaciones que sólo pueden
ser comunicadas y que son simultáneamente trans-
formadas por el acto mismo de su expresión a
través de los sistemas lingüísticos socialmente
construidos. Como consecuencia de lo anterior,
en la relación psicológica debe asignarse un pa-
pel especial a las distintas propiedades relacionales
de los objetos. Los adjetivos al sustantivo estímu-
lo son insuficientes para eliminar la fuerza unifi-
cadora, surgida de la tradición experimental que 43
dicho término conlleva.
La potencia funcional psicológica de los distin-
tos seres y de sus propiedades relacionales no se
ancla en sus relaciones psicológicas, sino en sus
relaciones ecológicas que finalmente dan origen
a lo social humano.
Potencia funcional psicológica de los objetos
y de sus propiedades relacionales
En este apartado se sugiere un clasificación de las
propiedades relacionales de los objetos con las
cuales el ser humano puede entrar en contacto y
que impulsan de manera diferencial su desarrollo
 cognoscitivo-lingüístico. La clasificación toma
como base el tiempo y el espacio que ocupan las
diferentes relaciones.
El agrupamiento particular en el espacio de la
materia da origen a los objetos únicos o integra-
dos. De manera independiente de sus posibilida-
des reactivas, inicialmente el ser humano
interactúa con objetos u organismos integrados y
únicos. La madre, el biberón, la sonaja, etc., cons-
tituyen seres que entran siempre en contacto de
manera integrada con el niño independientemen-
te de la manera en la cual el niño reacciona a
ellos. Resulta difícil imaginar que aparezca la mano
de la mamá de manera desarticulada del resto de
su cuerpo.
Estos objetos y organismos se transforman len-
tamente (permanecen en el tiempo) y ocupan un
solo lugar en el espacio. Como consecuencia de
ello, los objetos y organismos pueden entrar en
contacto de manera directa, prolongada y en
repetidas ocasiones con los seres vivos a través de
distintas formas sensibles ligadas a múltiples siste-
Guadalupe Mares Cárdenas
mas reactivos biológicos y psicológicos. La unici-
dad de los objetos posibilita que algunos de los
seres vivos reaccionen psicológicamente a ellos
como objetos únicos a través de la integración de
distintos sistemas reactivos —entre los cuales está
incluida la acción de los receptores.
Existen distintas propiedades de los objetos que
se transforman lentamente (permanecen en el
tiempo) y simultáneamente ocupan espacios dis-
tintos. Estas propiedades, al permanecer en el
tiempo, pueden estimular de manera directa y
prolongada la sensibilidad de los seres vivos y, al
encontrarse en objetos distintos —lo cual implica
espacios distintos—, presionan (o predisponen o
posibilitan) para que los seres vivos desarrollen una
reactividad psicológica que les permita igualar o
44 distinguir a través de sus sistemas reactivos —es-
pecialmente a través de las acciones receptoras o
sensibles— los objetos particulares. Ello posibili-
ta, originalmente, las reacciones —receptoras o
efectoras— de igualdad, semejanza o diferencia
entre objetos y, posteriormente, otro tipo de re-
acciones que van más allá de la reacción sensible
y motora individual. Ejemplo de estas propieda-
des fijas y simultáneamente comunes de los ob-
jetos que proporcionan la base para las respuestas
de comparación entre objetos son: el olor, la tem-
peratura, la textura, el tamaño, la forma, el peso,
el color, etc. En este mismo grupo también es
posible incluir las relaciones espaciales entre ob-
jetos, ya que éstas pueden transformarse lenta-
mente (permanecer en el tiempo) y al mismo
tiempo implican la relación entre objetos que ocu-
pan espacios distintos.
En este mismo grupo se incluyen también las
relaciones entre varios objetos u organismos que
ocupan espacios distintos y que suceden de
manera contigua en el tiempo. Estas propiedades
presionan, si son relevantes a los seres vivos, para
que se desarrolle una reactividad que vaya más
allá de nuestra posibilidad reactiva a lo presente
o inmediato, presionan para que se desarrolle una
opción reactiva psicológica que extienda las fron-
teras espaciales de nuestras reacciones sensibles,
que nos permita responder a lo que no está en un
espacio cercano pero que, simultáneamente,
puede ser relevante al organismo, presiona para
el desarrollo de una posibilidad reactiva a las
señales producidas por los otros; inicia la “comu-
nicación”. En el ser humano esto se ha alcanzado
a través de la creación de un sistema que permite
tanto la permanencia de un suceso en el tiempo
como la integración de lo que sensiblemente no
es posible integrar: el lenguaje socialmente ela-
borado por el hombre.
En tercer lugar tendríamos las propiedades de
los objetos únicos que se transforman rápidamente
y ocurren en un espacio contiguo o en el mismo.
Estas propiedades de los objetos únicos ocurren
como transformaciones secuenciales del mismo
objeto. Un ejemplo sería las transformaciones de
los estados de la materia, de sólido a líquido, de
líquido a gas, etc. Al ocupar estas propiedades
espacios constantes y tiempos distintos, y ser
importantes para los seres vivos, propician que se
desarrolle una reactividad psicológica que vaya
más allá de las fronteras temporales impuestas por
las posibilidades reactivas sensibles a la presencia
de las propiedades de la materia, una opción
reactiva que permita integrar los cambios ocurri-
dos a lo largo de una secuencia temporal.
También existen propiedades de los objetos
únicos que se transforman rápidamente (no per-
manecen en el tiempo) y que ocurren en espa-
cios distintos. Estas propiedades de los objetos
únicos ocurren como una secuencia de transfor-
maciones de la materia —o de lo que de ella se
derive— y simultáneamente ocurren como rela-
ciones múltiples no limitadas espacial y temporal-
mente; cada parte de la secuencia o de la relación
ocupa un “instante” en el tiempo y simultánea-
mente cada parte ocurre en espacios distintos. Al
ocupar estas propiedades momentos y espacios
distintos, no es posible que los seres vivos respon-
dan de manera sensible directa a esta propiedad
relacional de los objetos, la respuesta sensible
necesariamente es fraccionada y, por lo mismo, si
el suceso es importante a los seres vivos, presiona
para que se genere una reactividad psicológica
que vaya más allá de la sensibilidad directa e
inmediata de los órganos sensoriales, que vincule
lo que necesariamente se presenta como fraccio-
nado en el tiempo y en el espacio. Ello puede ser
una opción reactiva que logre la permanencia en
el tiempo o la transformación lenta que el suceso
mismo no tiene, y que simultáneamente logre la
integración del suceso que no puede ser alcanza-
da de manera exclusivamente sensible.
Potencia funcional psicológica de las opciones
reactivas ancladas en los sistemas lingüísticos
De la misma manera que la potencia funcional
psicológica de los objetos y de sus propiedades
es anterior a la relación psicológica por anteceder
a la existencia de la vida, la potencia funcional de
los sistemas lingüísticos es anterior a la relación
psicológica por el hecho de ser condición de
existencia humana. La potencia funcional de la
reactividad psicológica —y de la reactividad psi-
cológica ligada a los sistemas lingüísticos—, se
ancla en las posibilidades que genera de trascen-
der la reactividad sensible en cinco dimensiones:
• Posibilidad de desarrollar interacciones con
los objetos únicos.
• Posibilidad de desarrollar interacciones con
objetos fraccionados o con sus elementos
• Posibilidad de desarrollar interacciones dis-
tales.
• Posibilidad de desarrollar interacciones que
superan el tiempo.
• Posibilidad de desarrollar interacciones que
integran simultáneamente lo distante en el es-
pacio y lo distante en el tiempo.
Los sistemas lingüísticos humanos, al constituir-
se en sistemas reactivos psicológicos, se distinguen
de otras formas de reactividad psicológica por
formar parte de un sistema amplio, compuesto
por subsistemas y creado por el hombre que
posibilita la relación a distancia entre los hom-
bres y que en forma simultánea posibilita la re-
presentación abstracta de la realidad. La potencia
funcional de este tipo de sistemas de reacción
deriva entonces de: 1) ser compartido y, 2) for-
mar parte de un sistema complejo compuesto por
subsistemas sobrepuestos (la materia, la
reactividad biológica y psicológica de los seres
vivos a la materia y la reactividad biológica y
psicológica del humano en el contexto del desa-
rrollo de la humanidad) y departamentalmente
organizados (los afectos, la escuela, el trabajo, el
juego, la ciencia, la política, etcétera).
Las características morfológicas, sintácticas y del
tipo de relación guardada con la realidad, de los
sistemas reactivos convencionales permiten posi-
bilidades interactivas distintas, tanto respecto de
lo que puede ser elaborado sobre lo que existe,
como en términos de las posibilidades de interac-
ción con los otros, con los objetos y con sus pro-
piedades. Por ejemplo, el dominio profundo de
la lengua escrita posibilita que el individuo inte-
ractúe integrando lo que está simultáneamente
distante en el tiempo y en el espacio, sin embar-
go, aumenta la probabilidad de interacciones
menos cercanas a nuestras impresiones sensibles
de los objetos, los otros y sus relaciones que aque-
llas interacciones favorecidas por sistemas que in-
Vol. 5, núm. 2
cluyen la imagen fija o en movimiento (el dibujo
y la mímica) o por sistemas que incluyen a la
imagen y al lenguaje oral (el cine, el teatro y la
ópera). Integrar la reactividad lingüística escrita a
otros sistemas más cercanos a nuestras impresio-
nes sensibles de los objetos, los otros y sus rela-
ciones tales como el dibujo, la mímica y el habla
•
cotidiana permite tanto un desligamiento de lo
sensible como una profunda correspondencia
Psicología y Ciencia Social
entre nuestra reactividad psicológica y las propie-
dades relacionales de los objetos.
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