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Luis Pablo Lorencez Santillán

3. La ola de rebeliones que recorrieron al mundo de Túnez a Nueva York y de


Madrid a Santiago tiene varias cosas en común pero también importantes
diferencias. También vimos un artículo de Slavoj Zizek en el que cuestiona a los
rebeldes por propugnar rebeliones sin revolución. ¿En qué consiste la crítica de
Zizek? ¿Qué tipo de respuestas se pueden hacer a sus planteamientos? ¿Cómo
se empalma esto con Rancière, quien plantea que los revolucionarios inventan
un pueblo antes de inventarse su futuro, y con Amador Fernández, quien ve a
experiencias como el 15M como una política literaria?

Manuel Castells apunta a una característica en común bastante novedosa en algunos


de los movimientos sociales contemporáneos más relevantes como los levantamientos
árabes, el 15-M en España y Ocuppy Wall Street en Estados Unidos: el uso de
sistemas de redes posibilitado y potenciado por las tecnologías de comunicación
inalámbricas. La llamada autocomunicación de masas, señala, genera una profunda
transformación en sentido organizativo de todos los aspectos de la vida cotidiana, pero,
sobre todo, en la estructura y coordinación de nuevos movimientos sociales.

Por otra parte, para Zizek, resulta inquietante la acción violenta, los disturbios o
cualquier manifestación pública de los movimientos contemporáneos en tanto que
éstos resultan incapaces de llevar a cabo un programa de cambio sociopolítico o
alguna forma de reorganización de la vida social. En contraste, para Castells, la falta de
programas y el desinterés de canalizar las reivindicaciones por medio de las
instituciones tradicionales es precisamente la desconfianza que dichos canales
generan. El objetivo de las movilizaciones, sigue Castells, no se limita al cambio
sociopolítico, sino que la misma autoreflexión y el proceso de concienciación son, en sí
mismos, victorias de las protestas. En este mismo sentido Daniel Cohn-Bendit señala,
en entrevista con Sartre, que la fuerza de los movimientos radica en su “espontaneidad
incontrolable” y los programas sólo implican una suerte de asfixia hacia el movimiento.

El debate y la reflexión en el seno de un levantamiento son elementos necesarios para


lograr una política de emancipación según Rancière. En un sentido más específico, la
política literaria o ficción política, que implica la creación de un actor colectivo, la
interrupción y creación de un nuevo orden, se hace posible mediante la deliberación
pública y el consecuente reconocimiento de un daño a la igualdad. Un ejemplo de esto,
como señala Amador Fernández, es el 15-M, donde se puede observar un proceso de
desclasificación o bien, de desdoblamiento, que incluye también la creación de nuevas
identidades.

De regreso a las particularidades los movimientos sociales contemporáneos, Castells


hace notar que las redes sociales y las tecnologías de la comunicación revolucionaron
la dinámica de los movimientos sociales en general e incluso, han sido factor decisivo
para el estallido de muchos de ellos. Ya durante el movimiento, las redes sociales
siguen conectando al movimiento, como actor colectivo, con otros movimientos e
internamente permite la interacción de nodos para la deliberación y coordinación.
Luis Pablo Lorencez Santillán

En función de la organización en el espacio virtual y el físico, Castells apunta a un


esquema de red en el cual existen gran cantidad de interconexiones y otras tantas
conexiones con el exterior. De tal forma, se pueden aseverar algunos enunciados. En
primer lugar, la conexión con redes externas permite la discusión con otras
experiencias y otros movimientos, lo que define el carácter global de los movimientos.
Asimismo, la conexión a través de Internet permite el contagio viral del movimiento, es
decir, su expansión a otros espacios físicos y digitales.

En otro sentido, los límites de la red son bastante difusos, lo que permite a la red
continuar abierta y reconfigurar, de acuerdo a las eventualidades, su propia
composición. Por otra parte, la interconexión de nodos otorga a los movimientos un
carácter estrictamente horizontal, más democrático y menos vulnerable, en sentido de
que ningún nodo resulta indispensable para el funcionamiento de la red. La omisión de
líderes no sólo resulta estratégica, sino que forma parte de la naturaleza del rechazo a
la delegación de poder y se mueve en la lógica del autogobierno.

Para Zizek el fenómeno de los movimientos sociales contemporáneos no implica la


aparición de un sujeto revolucionario, sino que empata mejor con la idea de “chusma”
de Hegel y sus formas violentas y anárquicas resultan en una “negatividad abstracta”.
La pura violencia, señala, sin ninguna exigencia es síntoma de una era posideológica.

La violencia como tal no sería el problema, sino la falta de un programa. La revuelta sin
revolución hace alusión a la imposibilidad de encausar las demandas del movimiento a
las instituciones del Estado, esto como consecuencia, precisamente, de la
desconfianza en la clase política y la burocracia del Estado. La rabia se muestra
superior a la capacidad de proponer un esquema de cambio social.

Zizek tiene razón al señalar que pocos movimientos resultan exitosos o parcialmente
exitosos. Ciertamente, tampoco suelen contar con programas elaborados, lo cual se
puede explicar por la espontaneidad de su surgimiento, que va relacionada también
con la pronta fecha de caducidad de cada uno. Los movimientos no son permanentes.
De hecho, tienen una existencia temporal en muchos casos, bastante limitada.

Sin embargo, el movimiento tiene una capacidad transformadora en tanto pueda tener
una influencia cultural extendida. Lo decisivo, señala Castells, “a la hora de valorar el
efecto político de un movimiento social es su impacto en la conciencia de la gente […]”
(Castells, 2012:192). En este sentido, la batalla definitiva es la que ocurre en la mente
de las personas.

Las múltiples motivaciones que impulsan a la movilización encausan, a menudo, en las


instituciones políticas en las que no se confía. Asimismo, los actores políticos,
representantes de estas instituciones, no aceptan los valores emanados del
movimiento y por ello, la influencia del movimiento suele ser limitada, salvo en casos
excepcionales que la crisis rebase en tal grado las instituciones que se haga necesario
un nuevo comienzo. De tal forma, Castells desestima la necesidad de un programa,
Luis Pablo Lorencez Santillán

aunque señala que la posibilidad de encausar las demandas del movimiento por las
instituciones políticas tradicionales es latente y, ciertamente, deseable.

Por otra parte, Daniel Cohn-Bendit en entrevista con Jean Paul Sartre, a propósito de
las movilizaciones de 1968 en Francia, señalaba que la violencia en realidad es
funcional en el sentido de que las fuerzas más moderadas retoman estas demandas y
se ven reflejadas en acciones concretas, en un sentido más bien reformista que
revolucionario.

Líneas después, Sartre hacía mención de la crítica, en el mismo sentido que la hace
ahora Zizek, de la falta de un programa. Dany el rojo tiene bastante claro que la
espontaneidad y la anarquía son la fuerza del movimiento, en tanto que el Estado no
encuentra forma de anularlos, por el contrario, crear un programa tendría
consecuencias paralizantes. Pero más importante aún, en sintonía con Castells, pone
de relieve la importancia del propio proceso de debate y reflexión de la siguiente
manera:

“Ante la repentina libertad de palabra en París, se hace preciso que en


primer término la gente se exprese. Dicen cosas confusas, vagas, a menudo
sin interés, porque se las han dicho cien veces, pero eso les permite,
después de haber dicho todo eso, plantearse la siguiente pregunta: "¿Y
ahora?" Eso es lo más importante, y lo que gran parte de los estudiantes se
pregunta: "¿Y ahora?" Sólo después podrá hablarse de programa o de
estructuración. […] Primero hay que hablar, reflexionar, buscar fórmulas
nuevas. Las encontraremos. Pero no hoy.” (Cohn-Bendit, 1968).

Por otra parte, el debate, la reflexión y la comunicación son elementos nodales e


indispensables en la tarea de la creación de un actor colectivo, que es una de la tres
operaciones, junto con la producción de una realidad nueva y la interrupción de la
prexistente, en torno a la política literaria. Es decir, la desclasificación de un orden que
se sustenta en una cuenta que daña la igualdad.

La creación de un nuevo espacio de subjetivación se alcanza a través del


desdoblamiento, proceso mediante el cual se realiza una desclasificación de la
naturalidad de las cosas, o bien, del lugar otorgado en el contexto de un estado policial
y, posteriormente, una reincorporación a un espacio redefinido con base en la igualdad.
Resulta un espacio ficticio en tanto permite simular que se cuenta como, al momento,
no se es contado.

La cuenta policial estigmatiza y crea estereotipos que, mediante la ficción, se


resignifican, otorgando un nuevo sentido a la identificación preexistente. La ficción se
materializa al momento en que el actor colectivo comienza a actuar en función de la
nueva cuenta y, con ello, genera una reorganización y la consecuente emancipación.

Por su parte, Amador Fernández encuentra que en el marco del 15-M se llevó a cabo la
resignificación del término “Indignados” así como la creación de un actor colectivo,
desidentificado de las múltiples identidades otorgadas y con diversos nombres como
Luis Pablo Lorencez Santillán

“personas”, “somos el 99%”, “Sol” o simplemente “15-M”. Asimismo, la ocupación del


espacio público, la dinámica de las discusiones y de la organización en el espacio
ocupado se inscriben en esta narrativa ficticia y performativa.

1402 palabras

Bibliografía:

Amador Fernández-Savater, “Política literal y política literaria (sobre ficciones políticas y


15M)”, 2013, http://www.eldiario.es/interferencias/ficcion-politica-15-
M_6_71452864.html

Jean Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit. UN DIÁLOGO ENTRE JEAN PAUL SARTRE Y
DANIEL COHN-BENDIT. 07/12/2018, de FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS
DE LA EDUCACIÓN UNLP (Publicado por Le Nouvel Observateur, 20 de mayo de
1968) Sitio web: http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-3/fuentes/el-68-1/un-
dialogo-entre-jean-paul-sartre-y-daniel-cohn-bendit

Manuel Castells, Redes de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en la


era del Internet, Alianza Editorial: Madrid, 2012

Slavoj Žižek, “Ladrones del mundo, uníos”, London Review of Books, 19 de agosto de
2011, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=134886

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