Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
FACULTAD DE HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN
1
Durante la historia del profesorado han surgido diferentes tradiciones docentes que han
determinado la labor de los maestros, especialmente por lo que el Estado y las diversas
instituciones y organismos públicos como privados esperan de ellos, la última de estas
tradiciones es la profesional, que se comienza a desarrollar a partir de la segunda mitad del
siglo XX dentro del marco económico, político y social del sistema neoliberal. A partir de
esta situación se comienza a generar un debate sobre el concepto de profesión, que genera
lógicas de significados que son antagónicas y también diferentes entre sí. Todo esto da cuenta
de un largo camino que aún está por definirse. Dentro de la profesionalización se toman en
cuenta temas como: la valoración social de los profesores, el mejoramiento de la formación
inicial y en servicio, el manejo de un conocimiento especializado, el compromiso social, la
participación dentro de las reformas políticas y educativas, por último, el control sobre la
propia autonomía de su labor.
Bajo este contexto, la tradición profesional se da en un ambiente de transformación del orden
escolar reflejado en:
1) La masificación de la escolaridad que comenzó a gestarse en la década de 1980
2) Nuevos criterios de admisión en algunos colegios, que se caracterizaron en promover
la segregación social ,acordes al nuevo sistema imperante
3) Cambios en las relaciones entre generaciones que trajeron como consecuencias una
crisis de la “autoridad del profesor”
La introducción de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación han
generado en el profesorado, una sensación de obsolescencia, es decir, ellos han sentido que
podían llegar a ser reemplazados por estas nuevas tecnologías.
De acuerdo con el Observatorio Chileno de Políticas Educativas (OPECH) (2009), la
profesión docente, al igual que otros conceptos que se relacionan con el ámbito educativo se
pueden conceptualizar o comprender de muchas maneras dependiendo del criterio que utilice
la sociedad, las autoridades o las mismas casas de estudios. Estas visiones que aportan la
sociedad se fusionan con las experiencias personales que tiene cada docente para
desempeñarse dentro de una cultura escolar ya institucionalizada. Es por eso esta
concepciones sobre la tarea docentes están inmersas en este discurso que se ha ido
construyendo social e históricamente.
Es por eso que se destaca, con mayor énfasis los discursos, prácticas y las políticas que se
asocien a esta situación “que podrían señalarse corresponde, centralmente, a tres maneras
de entender al docente y su quehacer: 1) autoridad responsable de la socialización; 2)
técnico que aplica metodologías y técnicas de enseñanza; 3) profesional reflexivo y crítico o
transformativo”. (Observatorio Chileno de Políticas Educativas, 2009, p. 89).
Para entender netamente lo que trata la profesionalización docente y el por qué ha surgido
este debate y discurso, antes debemos comprender la esencia sobre la cual surge, es decir, el
profesionalismo clásico y cómo éste se manifiesta dentro de nuestra sociedad. Este
profesionalismo es la base por la cual los organismos internacionales toman para utilizarla
dentro del marco de la educación y que posteriormente genera controversias las cuales son
manifestadas y generan el debate del cual estamos hablando. Generalmente se le asocia el
2
término del profesionalismo a los tópicos más conocidos como el del médico o el abogado y
es que precisamente son quienes comienzan la tradición de este término.
Contreras (1997) nos explica que una profesión debe tener ciertas características que son
propias de ellas, por ejemplo; 1) que contengan un saber específico y global dentro de su
profesión; 2) la disposición que contenga a acatar a sus decisiones; 3) la actitud de servicio
que tenga frente a la sociedad; 4) la autonomía que tenga la profesión; 5) el prestigio social
y reconocimiento legal y público de su status y por último; 6) una subcultura profesional
especial, es decir, que dicha profesión contenga su propia cultura dentro de la sociedad lo
que a su vez le daría una categoría excluyente.
Si vemos estas características y las colocamos en el caso de la docencia, se generaría una
discrepancia pues no se cumple a totalidad los requerimientos que se pide para esta sea
considerada como una profesión, ante esto se señala que:
Así, cuando se ha comparado a los enseñantes con estas características, la conclusión más habitual a
la que se llega es que la única denominación que se les puede aplicar es la de semiprofesiones, ya
que se les considera faltos de la autonomía respecto del Estado, que fija su práctica, carentes de un
conocimiento especializado propio y si una organización monopolista propia que regule el acceso y
el código profesional.
3
Las ocupaciones que son definidas como profesiones adquieren una posición especial dentro de la
sociedad. Se les otorga ciertos privilegios y derechos, a veces respaldada por disposiciones legales,
que se niega a otras ocupaciones. Algunas de ellas logran convertirse en organismos de gran
influencia y poder.
4
educación depende la formación inicial que reciban los docentes; 2) la carrera docente ya en
calidad de profesional debe poseer un reconocimiento social y respeto de sus pares; 3) por
último se tiene que considerar dentro de la labor docente que además de que sean personas
que contengan conocimientos especializados, deben ser personas que estén comprometidos
responsables por la sociedad y la comunidad educativa.
Por otra parte y continuando lo dicho por Menghini (2001) otro organismo internacional que
podemos mencionar es el Banco Mundial que se enfoca en el área económica dentro de la
profesionalización docente, pues la propuesta que ofrecen es la financiación de distintas
estrategias para la formación en servicio de los docentes, pues consideran que resulta más
eficaz y con menor costo de lo que costaría la formación inicial ya que su costo resulta ser
más alto.
Menghini (2001) menciona que entre las inversiones que realizan estos organismos en la
financiación de la formación en servicio se puede destacar que:
... entre los elementos reconocidamente eficaces de formación en servicio se cuentan la presentación
de nuevas teorías o técnicas, las demostraciones de su aplicación, la práctica, el intercambio de
información y el entrenamiento continuado. Como lo indican eso elementos, la formación en servicio
es más eficaz cuan está directamente vinculada a la práctica en el aula y cuando la imparte el jefe de
docentes… Los programas de educación a distancia para la formación pedagógica en servicio (y
anterior al servicio) suelen ser más eficaces en función de los costos que los programas de enseñanza
en internados.
5
ventajas como también las desventajas de esta, afirman que este planteamiento resurge a
través de variados informes, los cuales critican la labor de los docentes, por lo que la idea de
profesionalización surge como una ayuda para el prestigio de la institución. Skyes (autor
citado en el texto) afirma que profesionalizar la docencia podría generar variadas
preocupaciones, por lo que propone adaptarla a los ideales de la docencia y sugiere un
proceso más democrático. Ambos autores aportan que con la profesionalización de la
docencia se adquiría de características y la obtención de privilegios, pero estos presentan
razones históricas y sociológicas de porque la docencia no se ha profesionalizado, como la
de ser una carrera altamente feminizada, el origen social de los profesores y la confusión por
parte de los profesores de autonomía a individualismo.
De igual manera, otros escritores plantean la idea de una nueva profesionalización, la cual
consiste en tomar algunos rasgos de la profesión para insertarlas dentro de la docencia, pero
en esto, los autores analizan las consecuencias que traería esta idea. Además, los autores se
niegan a una profesionalización en la docencia, agregando que “la retórica del
profesionalismo constituye una base ineficaz para conseguir tales objetivos, tanto si los
reformadores utilizan el término «profesional» en su sentido tradicional como si lo hacen en
el contexto del «nuevo profesionalismo».” (Burbules & Densmore, 1992, p. 69)
Burbules y Densmore (1992) señalan que la profesionalización de la docencia es una
ideología, la cual en educación genera un conflicto, ya que oscurece las cosas realmente
importantes, además de que la sociedad da su propia interpretación dependiendo de la
situación o interés, y a la vez se vuelven restrictivas cuando ocultan los conflictos reales y
promueven la aceptación de disposiciones políticas, por así llamadas aceptables.
Siguiendo la línea sobre la concepción que se tiene de la profesionalización como ideología
y de acuerdo con Contreras (1997) se sostiene que los rasgos de las teorizaciones que se hace
sobre las profesiones no son más que supuestos ideológicos que éstos utilizan para dar un
carácter legítimo a su status y los privilegios que poseen. En otras palabras, se puede decir
que “[...] las profesiones deben ser entendidas y estudiadas como un mecanismo por el que
ciertos grupos ocupacionales han desarrollado estrategias para controlar el ejercicio
profesional impidiendo el acceso a extraños, recurriendo para ello al Estado para que éste
garantizara este monopolio”. (Contreras, 1997, p. 38).
Como se ha visto, la cuestión de la profesionalización de la docencia se ha tornado un tema
complejo con el devenir de los años, llegando incluso hasta nuestros tiempos actuales. Cabe
preguntarnos entonces, cuál es la situación que se está viviendo en nuestro país en relación a
la docencia, sus problemáticas pero también sus desafíos.
Es significativo realizar una mirada retrospectiva de la historia de la profesión docente en
Chile para así entender nuestro presente. A comienzos del siglo XX la docencia significó
meramente un sentimiento de servicio o vocación en el que no tenía nada que ver las
implicaciones económicas, sino más bien, prevalecía una figura apostólica dentro de un
marco educativo que carecía de formalidad enfocada en alguna institución representativa o
de formación.
6
En contraste con el párrafo anterior Valenzuela (2005) plantea que recién, el primer período
de profesionalización en Chile se inicia con la creación de las primeras Escuelas Normales y
es en este mismo contexto en donde aconteció la llegada a Chile de pedagogos alemanes
contratados por el Estado para entregar a la población una educación más exigente, esto tuvo
como consecuencia que a los profesores se les atribuyeran mayores responsabilidades, de
modo que fueron considerados como funcionarios especializados, capaces, responsables y
autónomos, otorgándoles una remuneración acorde con el trabajo realizado, lo que significó
el aumento de los sueldos de los docentes.
Con el paso de los años se crea el Instituto Pedagógico, fundado en 1879, en el que junto a
las Escuelas Normales coexisten hasta 1973. Este acontecimiento define y regula el trabajo
docente a través de una formación inicial de calidad, posibilitando así la especialización en
diversas disciplinas. Posteriormente, la formación entregada por el Instituto Pedagógico
influenció a la Universidad de Chile a desarrollar programas de formación de profesores
cuyos egresados recibieron el título de Profesor de Estado. Es así como se sella una relación
contractual entre el Estado y los profesores, formando el camino hacia una progresiva
profesionalización de la carrera docente aun cuando esta carece de dos elementos claves que
definen una profesión: autonomía y colegialidad. Sin embargo, este proceso de paso a una
nueva etapa de profesionalización.
El segundo período de profesionalización de la docencia según Valenzuela (2005) se inicia
a partir de la década de los 1990, y está caracterizado por su condición de carrera universitaria
además de poseer un estatuto profesional, en esta etapa el Estado chileno crea el Estatuto
Docente con el objetivo de agilizar el proceso de profesionalización de los profesores, sin
embargo, la aprobación y la vigencia de este proyecto de ley no mejoró la situación del
magisterio, debido a que no se les entregó la posibilidad de ser ellos mismos los participes
de la elaboración de dicho estatuto y por ende, no se generó una identificación con él. Con
este hecho crucial, a medida que pasaba el tiempo, se fue provocando una cierta sujeción por
parte del Ministerio de Educación en contra de los docentes, estableciéndose para los últimos
un fenómeno de acatamiento de órdenes emanadas por otros con el fin de concretarse en el
aula, es así como lo afirma Valenzuela:
Lo que el profesor experimenta es, más bien, un sometimiento a las prescripciones del poder central,
dado que en la práctica son los expertos, es decir, los profesionales ajenos a la escuela, quienes toman
las decisiones, formulan conceptualizaciones, proveen guías y explicaciones para desempeñarse en el
aula.
7
En este sentido, la colegialidad ha funcionado y ha nacido como una instancia que rompería
con el tradicional aislamiento que experimentan los profesores al momento de establecerse
en la escuela dado que su trabajo dentro de la sala de clases es totalmente individualizada y
por otro lado les dotaría, tal como se establece el párrafo anterior, de una reflexión sistemática
de manera grupal sobre sus prácticas pedagógicas. Pero, a pesar de existir una voluntad
política por parte de la Reforma Educacional en otorgarle la oportunidad a los profesores de
convertirse en protagonistas del cambio educativo, el Estado no consideró que en la práctica
lamentablemente esto no es posible por razones de tiempo, básicamente debido a las
múltiples actividades docentes a las que se dedican, por lo que no se les permite dedicar horas
extras para estas actividades. Dada estas problemáticas, la profesionalización como la
identidad de la docencia han tenido dificultades para salir adelante y reconocerse como tal
en nuestro país, presentadas las circunstancias, nuestra reforma educacional seguirá con
vacíos si no se toma en cuenta las voces de los propios docentes que han sido dejadas de lado
por los investigadores externos que han estudiado la realidad educativa como un objeto
estático sin considerar los significados existentes en las escuelas. Dicho esto, Fanfani expresa
que:
Si lo que se quiere realmente es modificar el modo de hacer las cosas en el aula para mejorar la calidad
de los aprendizajes efectivamente desarrollados por los niños en los próximos años las políticas
educativas deberán poner en el centro de la agenda la cuestión de la profesionalización de los docentes,
desde una perspectiva integral.