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UNIVERSIDAD DE LA SERENA

FACULTAD DE HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN

Examen parcial segunda unidad de aprendizaje: el debate en torno a la autonomía y


al estatuto profesional y epistemológico de la docencia.

Estudiantes: María José O’Ryan Jara


Javiera Loreto Román Carvajal
Carrera: Pedagogía en Historia y Geografía
Asignatura: Desarrollo Profesional Docente
Profesor: Richard Bravo Piñones
Fecha: 21/11/2016

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Durante la historia del profesorado han surgido diferentes tradiciones docentes que han
determinado la labor de los maestros, especialmente por lo que el Estado y las diversas
instituciones y organismos públicos como privados esperan de ellos, la última de estas
tradiciones es la profesional, que se comienza a desarrollar a partir de la segunda mitad del
siglo XX dentro del marco económico, político y social del sistema neoliberal. A partir de
esta situación se comienza a generar un debate sobre el concepto de profesión, que genera
lógicas de significados que son antagónicas y también diferentes entre sí. Todo esto da cuenta
de un largo camino que aún está por definirse. Dentro de la profesionalización se toman en
cuenta temas como: la valoración social de los profesores, el mejoramiento de la formación
inicial y en servicio, el manejo de un conocimiento especializado, el compromiso social, la
participación dentro de las reformas políticas y educativas, por último, el control sobre la
propia autonomía de su labor.
Bajo este contexto, la tradición profesional se da en un ambiente de transformación del orden
escolar reflejado en:
1) La masificación de la escolaridad que comenzó a gestarse en la década de 1980
2) Nuevos criterios de admisión en algunos colegios, que se caracterizaron en promover
la segregación social ,acordes al nuevo sistema imperante
3) Cambios en las relaciones entre generaciones que trajeron como consecuencias una
crisis de la “autoridad del profesor”
La introducción de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación han
generado en el profesorado, una sensación de obsolescencia, es decir, ellos han sentido que
podían llegar a ser reemplazados por estas nuevas tecnologías.
De acuerdo con el Observatorio Chileno de Políticas Educativas (OPECH) (2009), la
profesión docente, al igual que otros conceptos que se relacionan con el ámbito educativo se
pueden conceptualizar o comprender de muchas maneras dependiendo del criterio que utilice
la sociedad, las autoridades o las mismas casas de estudios. Estas visiones que aportan la
sociedad se fusionan con las experiencias personales que tiene cada docente para
desempeñarse dentro de una cultura escolar ya institucionalizada. Es por eso esta
concepciones sobre la tarea docentes están inmersas en este discurso que se ha ido
construyendo social e históricamente.
Es por eso que se destaca, con mayor énfasis los discursos, prácticas y las políticas que se
asocien a esta situación “que podrían señalarse corresponde, centralmente, a tres maneras
de entender al docente y su quehacer: 1) autoridad responsable de la socialización; 2)
técnico que aplica metodologías y técnicas de enseñanza; 3) profesional reflexivo y crítico o
transformativo”. (Observatorio Chileno de Políticas Educativas, 2009, p. 89).
Para entender netamente lo que trata la profesionalización docente y el por qué ha surgido
este debate y discurso, antes debemos comprender la esencia sobre la cual surge, es decir, el
profesionalismo clásico y cómo éste se manifiesta dentro de nuestra sociedad. Este
profesionalismo es la base por la cual los organismos internacionales toman para utilizarla
dentro del marco de la educación y que posteriormente genera controversias las cuales son
manifestadas y generan el debate del cual estamos hablando. Generalmente se le asocia el

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término del profesionalismo a los tópicos más conocidos como el del médico o el abogado y
es que precisamente son quienes comienzan la tradición de este término.
Contreras (1997) nos explica que una profesión debe tener ciertas características que son
propias de ellas, por ejemplo; 1) que contengan un saber específico y global dentro de su
profesión; 2) la disposición que contenga a acatar a sus decisiones; 3) la actitud de servicio
que tenga frente a la sociedad; 4) la autonomía que tenga la profesión; 5) el prestigio social
y reconocimiento legal y público de su status y por último; 6) una subcultura profesional
especial, es decir, que dicha profesión contenga su propia cultura dentro de la sociedad lo
que a su vez le daría una categoría excluyente.
Si vemos estas características y las colocamos en el caso de la docencia, se generaría una
discrepancia pues no se cumple a totalidad los requerimientos que se pide para esta sea
considerada como una profesión, ante esto se señala que:
Así, cuando se ha comparado a los enseñantes con estas características, la conclusión más habitual a
la que se llega es que la única denominación que se les puede aplicar es la de semiprofesiones, ya
que se les considera faltos de la autonomía respecto del Estado, que fija su práctica, carentes de un
conocimiento especializado propio y si una organización monopolista propia que regule el acceso y
el código profesional.

(Contreras, 1997, p. 37)


A raíz de esto, también se encuentran otros elementos que justifican aún más el por qué la
docencia no se puede considerar como una profesión, entre ellas están: 1) los rasgos del idea
se servicio o de vocación; 2) la autonomía frente a la sociedad (entiende esto desde el punto
de vista de los estudiantes) y 3) el trabajo no rutinario que se presenta en ocasiones. Debido
a esta situación, los enseñantes se reivindican sobre el status que desean adquirir y que sólo
la profesionalización les puede otorgar pues recibirían reconocimiento social, legitimización
y privilegios que una semiprofesión u oficio no les daría.
Debemos comprender que la definición del término de profesional contiene una multitud de
significados e interpretaciones por lo que según lo abordado en clases (el día 07 de
noviembre) tiene una falta de rigurosidad y el constante enfrentamiento por una definición y
aplicación única. La palabra profesional es aplicada y entendida de muchas formas, según
Gyarmati (1984), esta es una evasión, porque su definición es una problemática sin resolver,
es decir sin una explicación clara no se podría saber de qué es de lo que se está hablando.
Pone el ejemplo de un futbolista profesional, el cual recibe ingresos por esta actividad en vez
de hacerla por afición o por recreación, este ejemplo pone en debate el tema de que si cada
actividad fuera rentable, debería ser considerada como profesional, el autor señala que no, ya
que además del futbolista profesional, los gasfíter o campesinos de igual manera perciben
ingresos, pero no entran dentro del rango de profesional. De esto se deprende que un
profesional debería tener una cantidad de conocimientos mayor que se logra adquirir en
ciertas instituciones de educación superior. De este planteamiento surge otra nueva duda, ya
que bibliotecólogos o profesores de igual manera tienen un conocimiento especializado
adquirido en la universidad, pero sin embargo no entra dentro del mismo status o rangos
profesional que un abogado o un médico. Es por esto que el autor para resumir explica que:

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Las ocupaciones que son definidas como profesiones adquieren una posición especial dentro de la
sociedad. Se les otorga ciertos privilegios y derechos, a veces respaldada por disposiciones legales,
que se niega a otras ocupaciones. Algunas de ellas logran convertirse en organismos de gran
influencia y poder.

(Gyarmati, 1984, pág. 35.)


El autor agrega que en países de habla inglesa para dividir si una profesión tiene
conocimientos más amplios que otras, las dividen en semi-profesión, para-profesión y la
profesión verdadera, esta última tendría conocimientos más amplios y complejos. Pero
explica que estas distinciones serían solo un juego de palabras que otorgaría mayor prestigio
y estatus social. Gyarmati (1984) las divide en tres enfoques planteados por autores,
siguiendo la línea de una profesión verdadera para así poder distinguirse del resto, las cuales
resumidas serian: a) identificar y definir las características de una profesión y lo que las
distinguen de las no profesionales, b) distinguir cuales profesiones son más profesionales que
otras, y c) la evolución y funcionamiento de las profesiones.
De acuerdo con Menghini (2001) otra característica que se puede mencionar sobre la
profesionalización de la docencia es la identidad que adquieren los docentes dentro de este
discurso y la pugna que se ha generado a partir de dos puntos de vistas sobre cómo se debe
entender la docencia en la sociedad, con lo dicho nos estamos referimos si éstos deben ser
calificados como trabajadores de la educación o como profesionales.
Para aclarar esta situación debemos primero comprender el contexto en el cual ha surgido
esta problemática, más en específico, hay que enfocarnos en dichos términos en los que nos
estamos basando, primero mencionar y explicar uno para luego dar paso al otro término.
Menghini (2001) comienza analizando el término de “trabajadores de la educación” en los
que los docentes la utilizan como nombre para defender sus luchas como trabajadores dentro
de un conjunto de clase asalariada, surge a partir de los años 70 a partir de la motivación de
las agrupaciones gremiales, es decir, los primeros grupos sindicales no oficiales en pro de la
lucha de clases dentro de las ya consideradas profesiones, defendiendo a la docencia como
una carrera que no excluye y no segrega a quienes ingresan a ella como lo hace las carrera
que éstos consideran profesionales.
El calificativo de trabajador tuvo gran fuerza durante los años 70 y mantuvo su auge hasta
los años 80, pero en éste último tiempo se produjo un cambio, ya que comienza a adquirir
importancia el término de profesional que fue impuesto principalmente por los organismos
internacionales, en lo que se puede destacar a la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y organismos financieros internacionales
como el Banco Mundial. La idea de profesional surge como medio de impulso para que los
organismos pudieran utilizarlas en fomentar y financiar sus políticas y programas.
Las agencias internacionales anteriormente mencionadas poseen un papel importante dentro
del discurso pues son quienes promueven el origen de la profesionalización de la docencia,
Menghini (2001) menciona el papel que ha desarrollado la UNESCO, que se enfoca en el
área de las políticas neoliberales para guiarse en el concepto de la profesionalización docente,
entre las ideas que se puede destacar cabe mencionar las siguientes: 1) El progreso de la

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educación depende la formación inicial que reciban los docentes; 2) la carrera docente ya en
calidad de profesional debe poseer un reconocimiento social y respeto de sus pares; 3) por
último se tiene que considerar dentro de la labor docente que además de que sean personas
que contengan conocimientos especializados, deben ser personas que estén comprometidos
responsables por la sociedad y la comunidad educativa.
Por otra parte y continuando lo dicho por Menghini (2001) otro organismo internacional que
podemos mencionar es el Banco Mundial que se enfoca en el área económica dentro de la
profesionalización docente, pues la propuesta que ofrecen es la financiación de distintas
estrategias para la formación en servicio de los docentes, pues consideran que resulta más
eficaz y con menor costo de lo que costaría la formación inicial ya que su costo resulta ser
más alto.
Menghini (2001) menciona que entre las inversiones que realizan estos organismos en la
financiación de la formación en servicio se puede destacar que:
... entre los elementos reconocidamente eficaces de formación en servicio se cuentan la presentación
de nuevas teorías o técnicas, las demostraciones de su aplicación, la práctica, el intercambio de
información y el entrenamiento continuado. Como lo indican eso elementos, la formación en servicio
es más eficaz cuan está directamente vinculada a la práctica en el aula y cuando la imparte el jefe de
docentes… Los programas de educación a distancia para la formación pedagógica en servicio (y
anterior al servicio) suelen ser más eficaces en función de los costos que los programas de enseñanza
en internados.

(Banco Mundial, 1996 en Menghini, 2001, p. 253)


Una vez ya explicada a modo general los elementos en los que se invierte la formación en
servicio, si hablamos ya de una financiación más específica estaríamos hablando, por
ejemplo, de textos, materiales didácticos, capacitaciones, entre otras. Se concluye, entonces,
que se valora más la práctica que el conocimiento teórico del docente.
Otra temática que también se toca dentro del contexto del concepto del profesionalismo y
que trata Fernández (2001), son las problemáticas que vendrían con la profesionalización
seria la constante fiscalización por parte de mecanismos burocráticos y también los
mecanismos del mercado como la elección de un centro educacional. El autor señala que
existen distintos tipos de profesiones, las liberales (autónomas ante el mercado, como serian
arquitectura o abogacía) y burocráticas (las cuales no tienen ejercicio autónomo, como
militares o fiscales y su base recae en el estado). Pero en el ámbito educacional propone un
nuevo modelo, un modelo profesional democrático el cual estaría comprometido “con la
educación como servicio público: para el público (igualitario, en vez de discriminatorio) y
con el público (participativo, en vez de impuesto)”. (Fernández, 2001, pág. 55).
En palabras del autor, este modelo busca acabar con la educación como una mercancía o
imposición sino como un derecho, lo que provocaría que los centros de enseñanza sean
públicos en vez de privados o estatales, el cual dejaría de estar sometido al Estado y al
mercado.
Según Burbules y Densmore (1992) una de las convocatorias a favor de la reforma educativa
sería la de incorporar el status de profesional dentro de la docencia, en donde analizan las

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ventajas como también las desventajas de esta, afirman que este planteamiento resurge a
través de variados informes, los cuales critican la labor de los docentes, por lo que la idea de
profesionalización surge como una ayuda para el prestigio de la institución. Skyes (autor
citado en el texto) afirma que profesionalizar la docencia podría generar variadas
preocupaciones, por lo que propone adaptarla a los ideales de la docencia y sugiere un
proceso más democrático. Ambos autores aportan que con la profesionalización de la
docencia se adquiría de características y la obtención de privilegios, pero estos presentan
razones históricas y sociológicas de porque la docencia no se ha profesionalizado, como la
de ser una carrera altamente feminizada, el origen social de los profesores y la confusión por
parte de los profesores de autonomía a individualismo.
De igual manera, otros escritores plantean la idea de una nueva profesionalización, la cual
consiste en tomar algunos rasgos de la profesión para insertarlas dentro de la docencia, pero
en esto, los autores analizan las consecuencias que traería esta idea. Además, los autores se
niegan a una profesionalización en la docencia, agregando que “la retórica del
profesionalismo constituye una base ineficaz para conseguir tales objetivos, tanto si los
reformadores utilizan el término «profesional» en su sentido tradicional como si lo hacen en
el contexto del «nuevo profesionalismo».” (Burbules & Densmore, 1992, p. 69)
Burbules y Densmore (1992) señalan que la profesionalización de la docencia es una
ideología, la cual en educación genera un conflicto, ya que oscurece las cosas realmente
importantes, además de que la sociedad da su propia interpretación dependiendo de la
situación o interés, y a la vez se vuelven restrictivas cuando ocultan los conflictos reales y
promueven la aceptación de disposiciones políticas, por así llamadas aceptables.
Siguiendo la línea sobre la concepción que se tiene de la profesionalización como ideología
y de acuerdo con Contreras (1997) se sostiene que los rasgos de las teorizaciones que se hace
sobre las profesiones no son más que supuestos ideológicos que éstos utilizan para dar un
carácter legítimo a su status y los privilegios que poseen. En otras palabras, se puede decir
que “[...] las profesiones deben ser entendidas y estudiadas como un mecanismo por el que
ciertos grupos ocupacionales han desarrollado estrategias para controlar el ejercicio
profesional impidiendo el acceso a extraños, recurriendo para ello al Estado para que éste
garantizara este monopolio”. (Contreras, 1997, p. 38).
Como se ha visto, la cuestión de la profesionalización de la docencia se ha tornado un tema
complejo con el devenir de los años, llegando incluso hasta nuestros tiempos actuales. Cabe
preguntarnos entonces, cuál es la situación que se está viviendo en nuestro país en relación a
la docencia, sus problemáticas pero también sus desafíos.
Es significativo realizar una mirada retrospectiva de la historia de la profesión docente en
Chile para así entender nuestro presente. A comienzos del siglo XX la docencia significó
meramente un sentimiento de servicio o vocación en el que no tenía nada que ver las
implicaciones económicas, sino más bien, prevalecía una figura apostólica dentro de un
marco educativo que carecía de formalidad enfocada en alguna institución representativa o
de formación.

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En contraste con el párrafo anterior Valenzuela (2005) plantea que recién, el primer período
de profesionalización en Chile se inicia con la creación de las primeras Escuelas Normales y
es en este mismo contexto en donde aconteció la llegada a Chile de pedagogos alemanes
contratados por el Estado para entregar a la población una educación más exigente, esto tuvo
como consecuencia que a los profesores se les atribuyeran mayores responsabilidades, de
modo que fueron considerados como funcionarios especializados, capaces, responsables y
autónomos, otorgándoles una remuneración acorde con el trabajo realizado, lo que significó
el aumento de los sueldos de los docentes.
Con el paso de los años se crea el Instituto Pedagógico, fundado en 1879, en el que junto a
las Escuelas Normales coexisten hasta 1973. Este acontecimiento define y regula el trabajo
docente a través de una formación inicial de calidad, posibilitando así la especialización en
diversas disciplinas. Posteriormente, la formación entregada por el Instituto Pedagógico
influenció a la Universidad de Chile a desarrollar programas de formación de profesores
cuyos egresados recibieron el título de Profesor de Estado. Es así como se sella una relación
contractual entre el Estado y los profesores, formando el camino hacia una progresiva
profesionalización de la carrera docente aun cuando esta carece de dos elementos claves que
definen una profesión: autonomía y colegialidad. Sin embargo, este proceso de paso a una
nueva etapa de profesionalización.
El segundo período de profesionalización de la docencia según Valenzuela (2005) se inicia
a partir de la década de los 1990, y está caracterizado por su condición de carrera universitaria
además de poseer un estatuto profesional, en esta etapa el Estado chileno crea el Estatuto
Docente con el objetivo de agilizar el proceso de profesionalización de los profesores, sin
embargo, la aprobación y la vigencia de este proyecto de ley no mejoró la situación del
magisterio, debido a que no se les entregó la posibilidad de ser ellos mismos los participes
de la elaboración de dicho estatuto y por ende, no se generó una identificación con él. Con
este hecho crucial, a medida que pasaba el tiempo, se fue provocando una cierta sujeción por
parte del Ministerio de Educación en contra de los docentes, estableciéndose para los últimos
un fenómeno de acatamiento de órdenes emanadas por otros con el fin de concretarse en el
aula, es así como lo afirma Valenzuela:
Lo que el profesor experimenta es, más bien, un sometimiento a las prescripciones del poder central,
dado que en la práctica son los expertos, es decir, los profesionales ajenos a la escuela, quienes toman
las decisiones, formulan conceptualizaciones, proveen guías y explicaciones para desempeñarse en el
aula.

(Valenzuela, 2005, p 12)


Con esta situación permite darnos cuenta de que existe más bien una heteronomía profesional
en la cual los profesores dependen de otros en su desempeño profesional y que se ven
constantemente sujetos a las exigencias de la sociedad y de los mismos miembros de la
comunidad escolar. Se dice que últimamente, se han conquistado espacios de reflexión y
discusión en torno a las problemáticas que los afectan, sin embargo la realidad nacional
permite identificar escasas experiencias de reflexión y discusión entre los profesores de
manera sostenida y sistemática en el tiempo, que apoyen la construcción de su identidad
profesional.

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En este sentido, la colegialidad ha funcionado y ha nacido como una instancia que rompería
con el tradicional aislamiento que experimentan los profesores al momento de establecerse
en la escuela dado que su trabajo dentro de la sala de clases es totalmente individualizada y
por otro lado les dotaría, tal como se establece el párrafo anterior, de una reflexión sistemática
de manera grupal sobre sus prácticas pedagógicas. Pero, a pesar de existir una voluntad
política por parte de la Reforma Educacional en otorgarle la oportunidad a los profesores de
convertirse en protagonistas del cambio educativo, el Estado no consideró que en la práctica
lamentablemente esto no es posible por razones de tiempo, básicamente debido a las
múltiples actividades docentes a las que se dedican, por lo que no se les permite dedicar horas
extras para estas actividades. Dada estas problemáticas, la profesionalización como la
identidad de la docencia han tenido dificultades para salir adelante y reconocerse como tal
en nuestro país, presentadas las circunstancias, nuestra reforma educacional seguirá con
vacíos si no se toma en cuenta las voces de los propios docentes que han sido dejadas de lado
por los investigadores externos que han estudiado la realidad educativa como un objeto
estático sin considerar los significados existentes en las escuelas. Dicho esto, Fanfani expresa
que:
Si lo que se quiere realmente es modificar el modo de hacer las cosas en el aula para mejorar la calidad
de los aprendizajes efectivamente desarrollados por los niños en los próximos años las políticas
educativas deberán poner en el centro de la agenda la cuestión de la profesionalización de los docentes,
desde una perspectiva integral.

(Fanfani, 2004, p 86)

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