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Aranguren Echevarria, Javier: Antropología Filosófica: una reflexión sobre el carácter excéntrico de

lo humano. McGRAW-HILL, España, 2003.

CAPÍTULO 2
Vivir, sentir: los grados de vida [31]

1. DE LOS CUERPOS Y SU COMPOSICIÓN PRIMERA[32]

1.1. Tipos de cambio: substancia y accidente

¿Qué tipo de estructura tienen los cuerpos? ¿se da en ellos algún tipo de composición?, ¿podemos
llegar más allá de esa información de nuestros sentidos y desentrañar los principios ontológicos de
aquello que nuestros sentidos conocen? La respuesta es afirmativa. […] Para lograrlo, una buena
alternativa es detenerse a pensar un fenómeno que afecta a todos los cuerpos que entrar en el ámbito
de nuestra experiencia: el movimiento.
El estudio del movimiento desvela la estructura ontológica de los cuerpos físicos; es decir, en ese
estudio -por medio del uso de la razón- se transparentan los principios de la realidad material. Al
percatarse de lo que sucede en el cambio (algo deja de ser para ser otra cosa), se puede descubrir
qué es lo que queda, qué es lo que permanece, así dar cuenta de lo que hay.
Un primer modo de movimiento es el que se da, por ejemplo, en la traslación local. […] Es un
ejemplo típico de movimiento accidental: un cambio de circunstancias en el que lo que la cosa es se
mantiene, no ha sufrido variación.
[33]El estudio de los movimientos accidentales nos acerca, de ese modo, a una primera distinción:
la que hay entre sustancia y los accidentes. Sustancia viene de sub-stare, permanecer debajo.
Además del cambio accidental cabe otra posibilidad: que lo que mute no sea una circunstancia, sino
la cosa misma, lo sustancial. Es decir, que algo deje de ser lo que es y pase a ser otra cosa. Un
ejemplo típico es el proceso por el que un papel se quema...
Éste es un segundo modo de entender el cambio, al que se suele llamar cambio sustancial. En él la
cosa deja de ser lo que fue […] para pasar a ser otra cosa distinta... Algo que era una determinada
cosa ya no la es, y en cambio algo que no era es. Pero en ese cambio no se da aniquilación, sino que
hay un proceso continuo. En el cambio sustancial [34] «algo deja de ser lo que era para pasar a ser
otra cosa», pero el «algo» permanece: en todo movimiento sustancial hay un principio que otorga
continuidad...
Si no fuera así, en algún momento del proceso no habría nada. Sin embargo, la nada no puede
causar nada (la nada no es), por lo que la transformación en ceniza no podría tener lugar. El papel
va siendo ceniza, se transforma en otra cosa, pero en ningún momento hay saltos: en el cambio
sustancial cambia la definición de la cosa (y por lo tanto la cosa misma, el cuerpo que era papel
ahora es otro tipo de cuerpo que es ceniza) pero al mismo tiempo algo permanece (aquello en lo que
se da el cambio, y que es tal que tiene la cirtualidad de dejar de ser papel para pasar a ser ceniza).

1.2. Forma y materia, coprincipios de los cuerpos

A partir de este análisis que parte de la observación de un proceso absolutamente cotidiano, se


puede caer en la cuenta de la composición primer de los cuerpos. Para eso, Aristóteles utiliza los
términos forma y materia (primera). La forma es precisamente lo que algo es: la definición, la
esencia de una cosa, lo que hace que algo sea lo que es. Por ese motivo, la forma también se
entiende como acto; es decir, es el principio de la realidad que actualiza (organiza) la materia de un
modo tal que esa materia es tal cosa y no otra. La forma es acto del cuerpo que hace que un cuerpo
sea tal cuerpo y no otro.
La materia sería lo que permanece en el cambio sustancial. No es fácil conseguir una definición de
materia primera (o primera), ya que se trata de uno de los conceptos fundamentales, y la posibilidad
de retrotraerse en las definiciones es limitada. Una manera interesante de hacerlo es la siguiente
expresión: «Materia es lo que sin ser algo, tampoco es nada» (J. Choza). […] La materia no es algo
porque el ser algo (ser una determinada cosa y no otra) pertenece a la forma, al acto de un cuerpo;
pero tampoco es nada porque el estudio del cambio sustancial nos señala su presencia como aquello
que permanece en todo cambio, ya que la nada -insistimos- no causa nada. Por este motivo a la
materia se le llama potencia, de modo inverso a como a la forma se le llama acto: lo que está en acto
es ya «algo determinado»; lo que está en potencia puede ser muchas cosas. La materia tiene la
potencia, el poder, la capacidad de ser una determinada cosa y otra, a resultas de la forma que la
actualice, del principio organizativo que la tenga.

[35] ...¿qué es la materia?, ¿y qué es la forma?». La clave de la propuesta aristotélica, y su mayor


dificultad, está en entender que esta pregunta no es adecuada. ¿Por qué razón? Porque ni la materia
ni la forma son ningún qué, sino que lo que es en el mundo material son, precisamente, los cuerpos:
la materia formalizada. En verdad, los cuerpos tienen esa composición primera de materia y de
forma, pero lo que es, es precisamente ese compuesto, el cuerpo. Dicho de otro modo: en el mundo
materia no existen formas sin materia,[...]. Igualmente no se da la materia prima, sino que siempre
toda materia está actualizada (formalizada) de algún modo: toda materia primera es «algo
determinado», si bien en la composición primera de todo lo determinado (es decir, de cualquier
cuerpo del cosmos) hay un principio de composición al que llamamos precisamente materia
primera, principio que se puede decir a raíz del análisis del cambio sustancial, cambio en el que
necesariamente tiene que hacer algo que permanezca.

[…] Por ese motivo, en el cambio sustancial, quien cambia es la forma: el acto, la acción verbal, la
definición, la esencia, lo que la cosa es. Forma y materia, acto y potencia, esos son los componentes
últimos (o primeros) de la realidad física.

2. LOS CUERPOS Y OS CUERPOS VIVOS

2.1 Cuerpos naturales y cuerpos artificiales: el ser y la unidad

¿Y qué tipos de cuerpos son lo que componen la realidad física? Una primera distinción sería la de
cuerpos artificiales y cuerpos naturales. Los primeros, fruto de la acción de la mano del hombre, son
en realidad un agregado de cuerpos naturales, y [36] se definen por el tipo de función que ejercen.
[...] En los seres artificiales, la función les otorga el ser o, mejor dicho, son lo que son en la medida
en que funcionan. Pero lo más propio en ellos es que tanto su ser como su unidad son accidentales:
no tienen en sí mismos nada que los haga uno, que los dote de un sí mismo, y por ese motivo su
realidad es tan tenue.
Se cuenta que el barco de Teseo encalló contra la orilla quedando tendido en la playa. Los hombres
decidieron conservarlo como recuerdo de las heroicas acciones que habían tenido lugar en él. Mas
el mar es mal amigo de la conservación, y la fuerza del oleaje, las algas y moluscos que al casco se
adherían fueron estropeando la nave que poco a poco se fue echando a perder. Para evitarlo, los
hombres empezaron a sustituir las piezas más dañadas por otras nuevas, pero era tal la devoción que
sentían por la nave que no querían tirar las maderas retiradas, y las almacenaron en lugar seguro y
seco. Pasando un tiempo, algunos habitantes de la ciudad empezaron a recomponer el barco a partir
de esas maderas viejas, que además habían aumentado en número, pues la decadencia de la nave
original era por entonces completa. En un momento dado, se encontraron con dos barcos de Teseo,
el nuevo y el viejo. Ahora bien, ¿cuál era el nuevo, el que estaba en la orilla del mar, o el que se
había construido en la ciudad?; ¿y cuál era el verdadero barco de Teseo, el que había sido reparado
poco a poco, o el que acababa de construirse a base de remedios? Algunos incluso dudaban de que
tal barco hubiera existido.
¿Cuál es el problema del barco? Que su entidad es mínima, del mismo modo que su unidad
también. Hay un dicho ecolástico que dice que «algo es un la misma medida en que es uno». Si la
unidad de un ser es accidental, su ser también.
2.2. Cuerpos naturales: lo vivo y lo inerte

Los cuerpos naturales pueden, a su vez, dividirse en dos tipos: los inertes y los vivos.

«A lo que parece, entidades son de manera primordial los cuerpos y, entre ellos, los cuerpos naturales: éstos
constituyen, en efecto, los principios de todos los demás. Ahora bien, entre los cuerpos naturales los hay que tiene
vida y los hay que no la tiene; y solemos llamar vida a la autoalimentación, al crecimiento y al envejecimiento»
(aristóteles: Acerca del alma, libro II, 412a 10-15)

¿En qué se distinguen los cuerpos naturales? De un modo radical en que estén vivos o no lo estén.
¿Y cuál es la diferencia entre unos y otros? Precisamente esa, la vida. Vivir no es algo accidental
para el viviente: no ocurre que está vivo y luego no lo está, sino que precisamente el viviente cifra
su entidad en vivir.[...] Como dice el mismo Aristóteles: «para el viviente, vivir es lo mismo que
[37] ser»...
[…] Y en realidad resulta uqe en el mundo material los vivientes son cuerpos vivos.
La distinciḉon a la que hace referencia Aristóteles es justamente ésta: cuerpo inerte, cuerpo vivo. Lo
que vive es cuerpo, el viviente es un cuerpo que en potencia tiene vida. Dicho de otra manera: el
modo del cuerpo de un viviente es siempre viviendo...[...] Vivir -se insiste- es lo mismo ser para el
viviente: un viviente es lo que es (sustancia, algo concreto) en la medida en que está vivo, en la
medida en que es un cuerpo vivo.

3. CARACTERÍTICAS DEL VIVIENTE [38]

...tenemos que detenernos en la descripción de las características propias de los seres vivos para
sacar a luz en qué modo se distinguen de los inertes.

3.1. Automovimiento: algo más que cambiar de lugar

Lo primero que llama la atención en lo vivo es el movimiento. […] Lo inerte no se mueve, y en


cambio lo vivo sí.[...]...lo vivo se mueve a sí mismo y desde sí mismo. Una advertencia: esto no
quiere decir que en todo viviente haya movimiento consciente.[...] Automovimiento no señala tanto
saber que uno se mueve como el hecho de que, efectivamente, en la realidad hay cosas que cambian
no sólo por acción de lo externo sino por sí mismas y desde sí mismas.
Este movimiento «desde sí» no quiere decir que se trate de un movimiento voluntario. La voluntad
es una potencia específica del alma humana: parece importante no antropomorfozar el conjunto de
lo real.[...] En el caso del ser humano, la perspectiva se enriquece: su crecimiento físico es desde sí,
análogo al de un árbol […]; también se puede mover a causa de respuestas más o menos
condicionadas; pero, a demás, él mismo llega a ser causa eficiente y no solo formal de sus acciones
en la medida en que desde sí mismo se plantea objetivo y se pone metas. A esta posibilidad se suele
llamar libertad.
¿Qué tipo de movimiento puede darse en el vivente?[...] …un movimiento radical es la generación.
[...] Junto a ella está el proceso de crecimiento y el de nutrición: ambos implican un cambio
constante («la vida está en el movimiento»), que se produce en el viviente desde el mismo viviente,
haciendo suyo parte del mundo circundante (eso es alimentarse: que algo incorpore a sí lo que antes
era extraño, si bien al precio de la destrucción de esa cosa) y desarrollándose en él.
[39] Además de la generación, el crecimiento y la nutrición también puede tener lugar el
movimiento local.[...] Un tipo de automovimiento más […] es aquel que se hace no desde la
necesidad, sino desde la decisión voluntaria. En la actividad de la voluntad, el nivel de
independencia respecto de las determinaciones materiales parece mucho mayor, y el hecho de que
sea uno mismo quien se ponga sus propios fines permite caer en la cuenta de la posibilidad de que
con la persona humana aparezcan estrictas novedades en el universo, porque por ella se dan
acciones completamente nuevas.
3.2. Unidad: contra la fragmentación

La segunda característica de lo vivo responde a una frase escolástica a la que ya se ha hecho


referencia con anterioridad: «algo es en la misma medida en que es uno».
La unidad del viviente es más fuerte que la existente en el mundo inerte, y por eso su ser también.
[40] A menos unidad, menos grado de ser, y se muere menos.

3.3. Perfeccionamiento: siempre más // Autorrealización

Otra característica propia de todo viviente -junto al movimiento y la unidad- es que su existencia se
lleva a cabo dentro de un proceso de perfeccionamiento, o de autorrealización. El crecimiento es, en
buena medida, la ejecución del propio programa genético: hace explícito lo implícito […] significa
crecer. [un viviente no se encuentra concluido]. «Nace, crece, se reproduce, muere». Adquiere
cosas, pierde otras, aprehende lo circundante bien sea de un modo físico (alimentación) o de una
manera inmaterial o intencional (sensación y conocimiento).
Un ser humano tiene una capacidad indefinida de perfección, hasta el punto de que puede afirmar
que «nada humano me es ajeno» porque [41]todo es potencial objetivo de su interés...

3.4 Inmanencia: la realidad de un dentro

...el ser vivo hay un dentro desde el que se ejecuta el automovimiento, crecer y nutrirse. La
distinción fundamental respecto de lo inerte es que en el viviente, de un modo más o menos tenue,
siempre hay un sí mismo. Este es el único modo por el que se puede sostener todo lo anterior. Frente
a la disgregación de lo inerte (su unidad es solo accidental), en lo viviente se da un orden, un
programa, un equilibrio, que coincide con el ser, el ser uno y el desarrollo de ese mismo ser vivo.
¿Qué implica la noción de sí mismo? Que algunas de las operaciones que ejerce el ser vivo redunda
en su propio beneficio, tienen en el viviente su origen (su causa) y el efecto beneficia al mismo
viviente.[...] A las acciones cuyas consecuencias quedan en el mismo sujeto se les puede llamar
acciones inmanentes. El origen de la palabra es la expresión latina manere-in, permanecer dentro.
Lo propio de todo ser vivo es que en todos existe un dentro.
...los grados de unmanencia varían.

3.5. «Para el viviente, lo mismo son vivir que ser»

Estas cuatros características […] no son accidentes para el viviente. Es más, el único modo de
hablar de un viviente es desde estos cuatro principios.
[42] «Para los vivientes, vivir es lo mismo que ser» (Aristóteles). Vivir no es una característica que
se añada a un cuerpo determinado; por ejemplo, al cuerpo de un perro, sino que sólo existe tal
cuerpo y tal perro porque, en efecto, ese perro está vivo. Hay perro en la medida en que hay perro
vivo. Entre los vivientes es lo mismo decir «cuerpo» que «cuerpo vivo»: la vida no es un accidente:
el perro es lo que es en primer lugar por estar vivo.
Si no es accidente, entonces la vida coincide con lo sustancial del viviente: para el viviente, el único
cambio sustancial es empezar a vivir (generación) o dejar de hacerlo (corrupción). A lo largo de
todo su periplo vital podemos hablar de cambios accidentales (del embrión a feto, de feto a bebé, de
bebé a joven, de joven a adulto), pero la unidad y la interioridad del viviente se mantiene desde el
inicio de ese automovimiento perfectivo en que consiste vivir. La doctrina del programa genético
resulta acorde con esa propuesta: cambia el nivel de implementación del programa; pero, desde el
inicio hasta el final, el código genético (el individuo, la sustancia) se mantiene.
En el viviente se da una novedad frente a lo que no tiene vida. Esa novedad es el añadido de la
actividad, de capacidad de obrar -y con eso de ser- que hay en lo vivo.

4. El PRINCIPIO VITAL
4.1. Definición biológica de «alma»

Hemos visto hasta el momento las características propias del viviente. La observación de los
cuerpos nos han permitido distinguir entre los cuerpos inertes y los vivos. Ambos coinciden
precisamente en ser cuerpos. De ese modo, si nos preguntamos «qué es lo que hace que algo viva»,
ya podemos responder que eso no es el cuerpo... [43]Los dos coinciden en la corporeidad, se
diferencian en la vida. ¿Cómo es posible que un cuerpo viva y otro no?
La respuesta nos llega recordando lo dicho acerca del cambio sustancial.[...] En el cambio, se decía
que lo que permanece es la materia y lo que muda es el modo en que una determinada materia era
organizada. El principio de organización recibe el nombre de forma: la forma es lo que hace que
algo sea lo que es, su esencia, definición, principio de orden, lo que causa que una determinada
entidad sea tal y no otra. En el caso del viviente a ese principio formal se la da el nombre de alma.
¿Qué es el alma? Un principio que organizan cuerpo de tal forma que ese cuerpo tienen vida. El
acto de un cuerpo que en potencia tiene vida. Aquello por lo cual un cuerpo es tal que se mueve a sí
mismo, tiene unidad, se perfecciona o crece y tiene un sí mismo o inmanencia.
La noción de alma es, en realidad, sencilla: alma es el nombre que damos al principio que organiza
un cuerpo de modo que ese cuerpo tiene vida. Y como lo que organizamos es la forma, se dice
también que, en el viviente, el alma es la forma del cuerpo. Es importante señalar dos cosas. La
primera, que la noción del alma propuesta no tiene nada que ver con motivos de índole espiritual o
religioso. En nuestro caso, alma se dice tanto de un hombre como de una planta o de cualquier
animal. Sencillamente, si sucede que un ser se mueve a sí mismo, diremos que tiene alma.
...la palabra alma únicamente como principio de vida del viviente, por el cual tal cuerpo está
organizado de forma que es un cuerpo vivo; es un cuerpo que, en potencia, tiene vida, es un cuerpo
que sólo es cuerpo en la medida en que vive («para el viviente, vivir es ser»).

Ánima forma corporis, el alma es la forma del cuerpo. Este adagio latino nos sirve para apuntar a la
segunda característica que quería señalar. A saber: el alma es la forma del cuerpo, de lo material del
viviente. Eso quiere decir que ella misma no es material, sino el principio de organización de la
materia. Por lo tanto, y por definición, el alma es inmaterial, tanto si se trata de la del hombre, como
de la de una planta o de la de un animal. Lo dicho puede sorprender, especialmente a aquello que
piensen que inmaterial es lo mismo que espiritual. Pero no es lo mismo: lo espiritual [44] persiste
tras la destrucción del compuesto, o incluso existe sin composición alguna... Lo inmaterial no.
Sencillamente se habla de inmaterial porque se está diciendo que eso (el alma, la forma) es el
principio de orden de la materia.
...el alma es la forma, el acto, lo que hace que ese cuerpo sea lo que es. El alma es intrínseca al ser
vivo, como lo es el cuerpo. No puede pensarse el viviente sin la una ni sin el otro. Alma y cuerpo se
relacionan no como lo hacen dos cosas (pues no lo son), sino como coprincipios de lo que sí es una
cosa: el viviente.
Los cuerpos tiene una composición básica de forma y materia. En los cuerpos vivos, a este principio
formal le llamamos alma, y por ese motivo se dice que «el alma es forma del cuerpo». El alma es lo
mismo que la forma. Se debe por tanto, recordar un punto clave: ni la forma ni la materia son reales,
sino que ambas son coprincipios de la realidad material que está constituida por cuerpos. Es decir,
no existe materia prima, sino que toda materia tiene una cierta organización (es algo determinado),
y por eso siempre se da bajo cierta formalidad o actualización. De modo análogo, toda forma es en
una materia. Lo real son los cuerpos. En el caso de los vivientes ocurre lo mismo: no hay almas
vegetales a la espera de encontrarse con un tallo adecuado, sino que lo que existen son cuerpos
vivos que son vegetales.

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