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Ciencias De La Salud
ESCUELA PROFESIONAL:
Obstetricia.
ASIGNATURA:
Antropologia filosófica .
DOCENTE:
Vitor Rangel.
ALUMNA:
Díaz Eugenio Maryori.
Herrera Quintos Lesly.
Hoyos Arriola Karen.
Vásquez Zamora Verónica.
CICLO ACADEMICO:
I Ciclo
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DEDICATORIA
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AGRADECIMIENTO
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I. CAPITULO
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo nos ha conducido a hacer un análisis respecto a la
personalidad del ser humano y sus actitudes frente a las incidencias del que
hacer diario y de hechos importantes frente a realidades que podrían afrontar
como ser humano. Su actitud frente a la vida se sustenta en el trípode de la
personalidad y en el equilibrio que debe de existir, para una toma de
decisiones lo mas acertada, que no dañe ni perjudique a nadie.
Los sentimientos no solo son el amor, sino además el odio y la ira, por lo tanto
los autores no hace ver que merecen una valoración positiva y nos hace ver en
el sentido de que el ser humano lo puede todo siempre que haya una razón
poderosa por que luchar. Esa razón poderosa nos puede hacer soportar lo
indecible hasta lograr la meta o lo anhelado; sin embargo cabe precisar que es
importante que el actuar en forma desequilibrada puede incluso poner en
riesgo hasta su propia vida, por ello es que muchas veces algunos en el
fracaso llegan hasta el suicidio y es justamente debido a la falta de voluntad.
Muchas veces puede llevar el desequilibrio o los sucesos que nos afectan a
fracasar en la soluciones, pero dentro de esas soluciones esta también la parte
medica, que puede hacernos superar por ejemplo la tristeza o la depresión. En
ese orden de ideas, lo que realmente nos aclara el autor, es que si bien es
cierto, existe la posibilidad de que el humano sobre la base de la calma y el
equilibrio, pueda tomar decisiones acertadas en situaciones difíciles y en caso
de no superarlas recurrir a los amigos e incluso a la medicina ejemplo mediante
la cual, podría superar casos de depresión o tristeza.
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INDICE
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1.
II. CAPITULO
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MARCO METODOLOGICO
2.1 TIPO DE INVESTIGACIÓN:
Se sustenta en el tipo de investigación cualitativa consistente en la
recolección de datos en aras de comprender y entender el comportamiento
humano y las razones que predominan para su realización como ser.
A diferencia de
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III. CAPITULO
LA DIMENSION SENTIMENTAL
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Los sentimientos se suelen dividir en dos campos generales, a razón del
tipo de objeto que entre en juego. Es decir se actua por sentimientos
denominado Apetito concupiscente y Apetito Irascible.
Del mismo modo en que el gozo hace que el tiempo se pase volando, y
que uno se encuentre en una situación de plenitud (así son siempre las
grandes fiestas: en ellas el tiempo vuela, y en ellas nos decimos:
«Estoy en donde debo estar»´
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especiales. Este ha sido un tema constante en la poesía y en la
canción. Su contrario también. En el desamor, la distancia se vive lejos,
y el paso del reloj enloquece, resulta inacabable. En cambio en el amor
todo parece poco, y se vive con cierta desazón el sucederse de las
jomadas que nos acercan tal vez hacia la muerte.
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ya es algo presente; o el mal que se pretendía evitar ha pasado de largo
sin tocamos o se ha convertido en un bien, y la consecuencia como con
el amor y el deseo es la alegría de poder disfrutar de un bien presente,
el gozo, estar en el fin.
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sucede en el cuento de Borges- acabaría confundiéndose con la
realidad, y mataría la frescura de la iniciativa de cada cual.
Es así como que por amor se puede alcanzar el gozo; sin embargo ante
un obstáculo devendría el sentimiento de odio o ira, lo que podría poner
en peligro el gozo; sin embargo parece la esperanza de que puede
vencer el obstáculo y con audacia podría lograr el gozo hasta que ese
deseo desaparezca.
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El exceso de compostura, es la puerta para una eficacia triste que
puede acabar por hacer de la vida algo difícil de aguantar. lo báquico,
del anarquismo, despreciar la seriedad; sin embargo de fondo prevalece
la misma desesperanza .
Nos hace saber el autor que, todo hombre, y todo lo que pertenece a
ese hombre, tiene un precio. Los motivos para estar en una empresa
son económicos, no el ideal que pudiera guiar ese trabajo. El trabajador
es un mercenario (también -o sobre todo- en los cargos directivos), y lo
único que deja a las generaciones venideras es como ganar batallas
con un mínimo de bajas. El trabajador es buen si en mejores
circunstancias se va de la empresa, antes que el barco se hunda
poniendo en practica un estilo maquivélico.
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en serio -ha recordado Spaemann- a la postre es destruirlo: no somos
razón pura, ni debemos ser medidos exclusivamente por nuestro grado
de eficacia. Romper la existencia en dos vertientes incomunicadas en
la que se separa lo publico de lo privado y que ha sido forzado a
renunciar a sus convicciones propias con la excusa de que eso debe
quedar reservado para la intimidad ; ese hombre acaba encamando lo
que Musil llamaba el hombre sin atributos, y su situación es de
desarraigo, de carencia de identidad, de existencia cosificada.
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c. La pasión habla del estado de un sujeto antes que de la realidad. Por
ello se dice que la pasión es ciega: no mira hacia el ser de las cosas
sino al propio percibirse de sí mismo que tiene el sujeto. Por 4eso
muchas veces se dan los crímenes pasionales a los que ñle dan la
reducción de la pena, por que la excusa es que no sabia lo que hacían.
Puede decirse que el «amor apasionado» es, altamente inestable toda
pasión se pasa y se apaga. La pasión nos hace ciegos a la realidad y
su exceso representa un obstáculo para la inteligencia, y provoca un
desequilibrio en el trípode de la personalidad.
¿Por qué pensamos como pensamos?, ¿las ganas no son lo mismo que
lo que nos proporciona la ingestión diaria de televisión? Se anda, con
frecuencia, detrás de emociones: se quiere ver algún muerto cada día (y
los noticieros nos proporcionan las imágenes), alguna miseria ajena (y
llegan para ellas los llamados «programas del corazón» o los «festivales
de realidad» -reality shows-), la encarnación de un sueño (en ese
concurso en el que los chicos cantan, o responden a preguntas
presuntamente culturales, o se convierten en el ganador del coche, del
apartamento en el rascacielos a pie de playa o del millón que tan bien
nos vendría a todos).
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La realización de una catarsis colectiva nos seduce, y nos hace asistir
algo embobados a eso que algunos tildan de fenómenos de masas.
Vestimos todos igual; comemos la misma comida rápida aquí que en
Moscú o en San Luis Obispo (California); nuestras opiniones quedan
bien si son correctas y equilibradas; somos dóciles en maestros juegos,
en los libros que leemos, en nuestros votos. Se lleva a cabo una vida
bien prevista, a menudo desde fuera. Y resulta máximamente agradable
este estado del bienestar en el que se nos da lo que merecemos, tanto
en el sueldo como en respuesta a nuestro gasto. Pero algunas dudas
quedan en pie: esa vida suave, ¿es también libre?, ¿es una existencia
auténtica? ¿Es el sujeto en ella el protagonista de su propia historia, o
tal vez un actor de una historia ajena en la que apenas aparece como
figurante o comparsa? Y es que reducir la pretensión de felicidad a
poder decir «estoy vivo y no me duele nada» no resulta un objetivo
especialmente alentador.
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afán de culpabilidad del cónyuge matando la posibilidad de una relación
equilibrada y sana. Y la amistad pasa por el mismo trance. Y la vida.
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humano seguir avanzando en la investigación de los «cuidados paliativos»
y las llamadas «unidades de dolor»? Estando en juego lo que está en juego
(el valor objetivo de la vida humana) parece un propósito plausible.
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prácticas de Mengele en los campos de concentración del nazismo, aunque
ahora las víctimas no sufran dolor físico alguno.
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«sentimos algomuy especial el uno por el otro», «nos presenta a su nuevo
amor» (que se estrenacomo quien cambia de zapatos), «pasean su pasión por
las calles de Punta del Este»,etcétera. Esa mentalidad suele ir acompañada de
otra: «se nos marcho el amor»,«hemos roto amigablemente porque ya no
sentíamos nada el uno por el otro». El amores tratado como algo que viene y
que se va, y ahí se cifran todas sus posibilidades.
¿Es a eso a lo que aspiran de modo máximo los amantes?, ¿a algo que no
depende deellos sino de unas circunstancias a menudo inexplicables? Claro
está que entonces cabe preguntar al amante si lo que quiere es a la otra
persona o más bien a las sensaciones, emociones o pasiones que esa otra
persona despierta en él En ese segundo caso, el amante no sale de sí: está
preocupado por si mismo (si se encuentra a gusto, si la relación le produce
satisfacciones, si esta lleno) centrado en tomo al propio yo de modo narcisista,
pero no abierto a la realidad del otro (eso que venimos llamando excentricidad).
De ese modo, ¿cuántas parejas en realidad no son más que conjuntos de
individuos solitarios embarcados juntos a la busqueda del propio interés? Eso
no es otra cosa que el fracaso del amor. Ademas, si resulta que el otro quería al
amante por el amante mismo y no por lo que este despertaba en él, ¿no resulta
entonces que ha sido perfectamente engañado?, ¿no sufrirá la mayor de
lasinjusticias?, ¿no habrá sido acogido en brazos de la mentira?
Se entiende así el creciente número de fracasos matrimoniales (a menudo, no
por que el amor se marche, sino porque éste nunca había existido), o el miedo
a la paternidad (porque los hijos son realidades, y una responsabilidad que
queda en pie también cuando el juego del sentimiento se ha venido abajo). Y
se desvela la característica esencial del amor humano: no tiene éste tanto que
ver con el sentimiento (elemento necesario para iniciar una relación, y muy
conveniente cuando esta relación está en marcha) como con la voluntad; esto
es, con la capacidad de decir que si mas allá de las ganas o del estado de
ánimo.
El filósofo griego dice que esa sería una sociedad propia de niños.
¿Acaso no lo es la nuestra? El hombre consumista, atento
fundamentalmente a sí mismo, que no quiere ver las posibles
consecuencias de sus acciones y decisiones sobre el tejido de la
realidad, ¿no se está comportando como un niño? La superficialidad,
propia del sentimental que no sabe ni entender ni querer el hondón de
las cosas, tiene como con secuencia el infantilismo.
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todo no acepta las consecuencias negativas de sus acciones. Un niño
puede estar jugando al balón en el salón de su casa porque le divierte, o
porque afuera llueve, y en un momento de éxtasis romper el valioso
jarrón que decora un aparador, o la foto de la boda, y su reacción
-después de comprobar que las piezas no se sueldan por mera presión
ni por la fuerza de su deseo de que se unan- será la de esconderse en
su cuarto haciendo que estudia, a la espera del estallido de su madre.
¿No le ocurre lo mismo a quien no quiere reconocer que su fracaso
matrimonial puede tener origen en su propio comportamiento?, ¿o al
que echa la culpa del aborto a su novia presionada por sus padres, sin
incluirse él nunca como una de las causas del «problema»?
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entró no hace mucho a trabajar con él y que piensa que tiene el poder
de devolverle las ilusiones perdidas.
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funcionarán, no basta con intentarlo, no se dispone de tiempo para eso):
velocidad que se convierte en vértigo.
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que carecen de tiempo. El hombre o la mujer educados ceden el paso,
cambian de asiento, excusan una conversación excesivamente
pragmática cuando el contexto no es el conveniente; no corren detrás
de un autobús que se les escapa, sino que prefieren esperar al
siguiente, ni se juegan la vida (y la de otros) adelantando a «ese cretino
que se va a enterar de lo que es conducir un coche»: no se pican por
tonterías -y casi nunca por cosas serias- porque no se ven en la
necesidad de ir continuamente demostrando nada: no son unos
acomplejados y por eso tampoco les gustan las bravatas. No bajan su
cabeza hacia la sopa, aunque tarden más tiempo en tomarla y se les
puedan caer unas gotas (pero por eso no llenan nunca la cuchara hasta
rebosar) ni visten del modo más cómodo posible, sino que prefieren
hacerlo con buen gusto, y eso aunque todo el mundo haga lo contrario.
No hablan de sí mismos, ni se incluyen dentro de la «cultura de la
queja» (R. Hughes): su yo no es la razón de su vida, y su virtud más
propia es el señorío, de modo que se encuentran alejados de la
subordinación al contexto y dispensan la necesidad con su actitud.
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«la capacidad de aplazar la gratificación es el fundamento del desarrollo
de la inteligencia y del comportamiento libre.» Si la recompensa es algo
que se quiere ya, inaplazable, entonces se perderán de vista los bienes
arduos, ya que éstos puede que no lleguen y, en caso de que lo hagan,
siempre será más adelante en el tiempo. Ahora bien, resulta que lo
arduo coincide con frecuencia con lo valioso: solamente merece la pena
el esfuerzo por lo grande, por lo que se consigue con tesón. Un ser
humano incapacitado para lo difícil será también una persona sin
ambiciones, que tenderá al cabo -como la zorra de la fábula- a declarar
que las uvas están verdes, que los esforzados son unos infelices, que la
vida muelle es la única realmente valiosa.
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de ser el primero, o de no conocer el fracaso, tiene una doble
consecuencia Por un lado toda persona se convierte en competencia,
ya que los bienes siempre son escasos. Por otro, precisamente el
miedo al fracaso puede llevar al conformismo y a renunciar a lo
excelente o a lo heroico: nos queda una sociedad en la que nadie se
atreve a ser héroe, en la que tanta gente se niega a buscar grandes
metas, y muchos andan des engañados porque no tuvieron en su día la
valentía de hacer lo que realmente les gustaba por miedo a quedarse
atrás, desentonar o equivocarse.
El honor es algo que se tributa siempre desde fuera: nadie puede hacer
alabanza publica de sus méritos sin verse petulante, y sin convertirse en
motivo de broma. Lo que sí se puede es disimulan, la persona que tiene
afán de honores guardara las apariencias evitando aparecer como los
demás mortales. Por eso tienden a parecer perfectos, y sus vidas no
tienen los problemas de las nuestras y sus sonrisas son estudiadas, y
sus coches deportivos, porque en esos detalles se juegan tantas cosas
y están convencidos (y tantas veces nosotros con ellos) de que «las
apariencias no engañan».
Mas, por lo mismo, se puede decir que el honor entra a formar parte de
la exterioridad, de modo de presentarse ante los ojos que tiene
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determinado personaje- quien depende del honor, quien requiere el
éxito para sentirse a gusto, se encuentra siempre a expensas del juicio
de los demás, juicio que, con frecuencia, se centrará en lo aparente, y
que lleva a darle un papel tan relevante al «qué dirán» que, en
ocasiones, puede llegar a ser enfermizo (en un actor, pero también el
que está obsesionado de qué opinan acerca de su trabajo, o la que
quiere integrarse en un reducido círculo social). Y por eso en
determinados ambientes la naturalidad es una virtud imposible, porque
sin ser «como debes ser» quizá te quedes fuera, y las conversaciones,
y el charloteo, y la crítica, y las gracias terminan haciéndose
terriblemente tediosas, de nuevo previsibles, y tantas veces tan poco
inteligentes como poco libres.
Ya que el éxito hace de la vida algo duro, y provoca una tensión terrible
en quienes subordinan su propia historia a él, lleva también al desprecio
de los que fracasan, o de los que renuncian a ese tipo de metas. Por
eso mismo, el miedo a la caída aumenta, y la subordinación a los
ambientes y trabajos que puedan otorgar el marchamo de honorabilidad
que tanto se necesita se hace más grande, y la solidaridad hacia los
pobres o los débiles (el emigrante, el enfermo, el niño, el anciano) tiene
que vivir sea golpe de ley, o por las manos de gente tan «loca» que
renuncia al aplauso del mundo a cambio de dar un poco de consuelo, o
de esconderse en los abandonados terrenos de lo contemplativo
(estudio, oración, pensamiento, lo que se quiera).
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propio exista -y así, cuando de pronto esa caja se estropea, reinando el
silencio entre los comensales, se dan cuenta de que no tienen nada que
decirse, de que apenas se conocen-; para acabar la jornada
escuchando bajito un programa deportivo o uno más de los cientos de
consultorios de asuntos amatorios que pueblan las ondas.
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pero también lo es que, con frecuencia, el sujeto no está capacitado, o
carece de algunas facultades para llevar a cabo esas tareas y cuesta
mucho aceptarlas.
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3.7. LA NECESIDAD DE SENTIDO. LA VIRTUD
3.7.1. Quien tuviera un buen qué...
El apoyo químico no basta para lograr el equilibrio afectivo. Es
imprescindible descubrir un sentido a ese equilibrio, tener una razón
para aspirar a algo arduo que pudiera estar más allá del placer
presente; tener una razón que aspira a unas metas que a menudo van a
entrar en conflicto con las ganas o con lo que en ese momento nos
apetece. Es importante siempre tener el porque vivir, el porque luchar,
para que te de la fortaleza de alcanzar las metas y en ese sentido es
necesario que hacer camino junto a otros seres como nosotros, donde
aprendamos de ellos, nos ayuden a solventar los problemas y sobre
todo resistir las dificultades y salir de ellas ya a que la vida practica
exige que el fin es el principio de la acción»,
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Las virtudes son habilidades, hábitos que se adquieren solamente por
medio dela actuación. La virtud no pertenece a la teoría, sino a la vida
práctica, que es la que a fin de cuentas necesita de ese equilibrio y que
se aprende haciendo o en la vida practica.
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Habitualmente, se han señalado cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza.
¿Significa esto que se podría ser prudente sin ser justo, o sin ser fuerte
o moderado? Evidentemente no. En ese caso se estaría tratando de
falsa prudencia: las y virtudes cardinales se dan juntas, guardan una
estrecha relación de unidad. Por ese motivo es tan sospechosa la
honradez pública de una persona que no sea justa en su dimensión
privada: la vida particular de los políticos debe importar a los
ciudadanos.
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IV. CAPITULO
39
CONCLUSIONES
4. Lo que hace magnánimo al ser humano son las virtudes la que se aprenden en
el curso de la vida.
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BIBLIOGRAFIA
1.
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ANEXOS
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ANEXO Nº 01
ANEXO Nº 02
43
ANEXO Nº 03
SENTIMENTALISMO
Pasión viene de «padecer». Dominio político.
A-
Valoración subjetiva. No se abre a la realidad.
B-
Ceguera: «no saben lo que hacen». Subordina la inteligencia.
C-
Poco libre: vida dirigida sin decidir ella a dónde. Subordina la voluntad.
D-
¿Quién causa las ganas? El dictado del marketing y de la moda. Consumismo.
E-
¿Quién causa las ganas? La domesticación de la cultura como fenómeno de masas.
F-
La exageración de lo necesario: supremacía del tener sobre el ser. Emotivismo como
G- forma de la vida privada.
ANEXO Nº 04
VIRTUDES CARDINALES
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ANEXO Nº 05
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