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“Carta desde La Cárcel de Birmingham”

Martin Luther King.


(…extremista de la acción no violenta)

Introducción

Carta desde la Cárcel de Birmingham, Alabama, es hoy en día un documento


histórico, emotivo y quemante, escrito en el marco de la luchas por los derechos civiles de
los afroamericanos en Estados Unidos, en abril de 1963, por el pastor bautista Martin Luther
King (1929 – 1968), que encabezaba esta pelea reivindicativa, justamente cuando apoyaba
una movilización contra la segregación racial en esa ciudad.
La batalla y conquista de y por los derechos de las personas a lo largo de la historia
de la humanidad siempre ha sido difícil, compleja, controversial y heroica. Nada ha sido
obtenido con pleitesías o sólo buenas intenciones y las formas para conseguirlo han sido
variadas y con distintos niveles de eficacia. El fundamento de su acción no violenta se
inspiró en las formas propuestas ejercidas por Gandhi, su fuente valórica se halla en la
religión y en el mandato de amor de Dios a todos los hombres para alcanzar la dignidad y
felicidad que todos merecen esta Tierra.
Uno de sus argumentos políticos frente a toda la comunidad norteamericana y
mundial estaba anclado precisamente a La Declaración de Independencia de Estados
Unidos, del 4 de julio de 1776: “Todos los hombres son creados iguales,… dotados por su
Creador de ciertos derechos inalienables; entre los que están la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad…”, invocado vehementemente junto a otro de los derechos
fundamentales consagrados en la misma Constitución “…el derecho de todo hombre a
reclamar sus derechos civiles”.
Resumen Descriptivo

Martín Luther King, estando detenido, escribe una senda carta con el fin de
responder a una declaración sacerdotes y ministros de fe (compañeros, los llama) que
consideraban y calificaban sus actividades reivindicativas como poco hábiles e
inoportunas.
Las primeras líneas reflejan su serenidad intelectual y su capacidad de comprensión
para quienes parecieran no entender el alcance de sus propuestas y acciones, pero
prontamente con un lenguaje figurativo, lleno metáforas y simbolismos propios de un
ministro de fe religioso se abalanza de lleno, con pre-claridad y franqueza descarnada, a
detallar la sufriente e indigna realidad que viven los segregados de color y a explicar sus
fundamentos para luego enrostrar a sus detractores y conminar a la sociedad
norteamericana y todos a enfrentar la hipocresía de entendimiento y el cinismo de sus
reclamos frente al accionar reivindicativo de la comunidad negra.
Denuncia sin ambages la brutal, vergonzosa e irracional discriminación de la que son
víctimas los negros desde que se comienza a construir su democracia en Norteamérica y
la inaceptable connivencia y complicidad de quienes esperando el paso del tiempo han
perpetuado los abusos y de aquellos que repudiando los inconvenientes de las
manifestaciones (entiéndase lucha) responsabilizan a las víctimas de los conflictos.
Expresa sin disimulo su temor por el por la complicidad silente del ciudadano medio,
la que considera tan o más peligrosa que la de aquellos que entrando en el mar de la
desesperanza optan por la vía violenta, proporcionando así argumentos a los partidarios
del racismo y las políticas represivas.
El encaramiento honesto, pero respetuoso, va dando paso a la un manifiesto
apasionado, implícito en todo luchador social incluyendo a Cristo mismo a quien no vacila
en llamar extremista, extremista del amor al prójimo, al oprimido, al excluido; un extremista
de la acción no violenta, pero valiente, disciplinada, coherente, consistente y permanente.
Reconócese a sí mismo como otro extremista y acepta ser llamado como tal: un extremista
de la acción no violenta en pos de los derechos civiles, de la justicia y del bien.
Comentario analítico-crítico.

Frente a la anetematización de la que eran víctimas por partida doble los luchadores
antirracismo el documento (mezcla de carta, crónica socio-histórica y manifiesto político
poético, apologista) de Martín Luther King, hombre profundamente religioso y convencido
de la urgencia y justeza de sus propósitos, así como de sus formas de accionar, plantea
con vehemencia las ideas utilizando todo el arsenal argumentativo cristiano y político que
es propia, además, de la idiosincrasia de los E.E.U.U. Pero, frente a la irracionalidad y
connivencia del moderado y correcto norteamericano común con el fanatismo obtuso de
quienes tienen por fe la religión del racismo, este extenso escrito, por completo y
convincente que parezca, se transforma en una oda más en la lucha contra la indiferencia,
la intolerancia y la injusticia.
Su muerte en 1968, y los cambios pendientes de la hazaña protagonizada por la
comunidad negra, a pesar de haber tenido incluso un presidente de ascendencia
afroamericana, nos permiten aquilatar lo complejo que es el avance de las batallas por
cambios éticos profundos en las ideas de la humanidad y las estructuras sociales de los
pueblos. Conseguido el voto universal para mujeres y hombres de color esta revolución
política por los derechos civiles de la comunidad negra salta en la historia y se enclava en
la cúspide de las más nobles y trascendentes hechos.
La propuesta de acción directa pacífica fundamentada y explicada con toda claridad
junto a sus consecuencias, así como las argumentaciones contrarias parecen haber sido
escritas hace unos días atrás en cualquier parte donde halla discriminados y marginados
movilizándose. Pareciera que también han atravesado el tiempo los detractores y
fustigadores que no soportan ver a otros seres humanos reclamando por sus derechos,
sean negros, húngaros, latinos o mapuches.
Reaparecen en el tiempo, en los rincones más lejanos y las culturas más diversas
los impacientes y los desesperados, los amigos del statuos-quo y los que acuerdan ponerle
tiempo al tiempo del desarrollo social y económico de los pobres y excluidos que soportan
o pagan el costo del desarrollo. Esta carta pareciera haber sido escrita para el futuro, mas
fue escrita para los de entonces, y reaparece en cada época y lugar donde la injusticia se
combate en forma decidida, honesta e inteligente. Ciertamente, entrega, informa, justifica y
señala una vía de actuar, pero es más que eso, es un mandato social, un mandato humano
a todos los hombres de buena voluntad. Es también una crónica de denuncia y crítica
certera a todos los que han optado por impedir o negociar lo que no es negociable: los
derechos inalienables e inherentes del ser humano, de las personas.
La retórica poética pletórica e hiperbólica era intencional y funcional al propósito de
conmover y zarandear a quienes han normalizado en sus mentes e ideas la ralentización
del empuje reivindicativo, pero hemos de ser realistas, quienes se oponen también han
perfeccionado sus propias retóricas -desde siempre-, no sólo son sus medios de
comunicación detentados y controlados, nos sólo es la falta de elocuencia de los líderes
progresistas (término exterminado?) y su escasa educación en otros casos; es también la
trampa de la desesperanza aprendida. Contra esta trampa Martin Luther King enarboló este
documento-carta, contra la pérdida de fe, no únicamente la fe religiosa -este líder era un
iluminado profundo y brillante- sino la fe en el quehacer de los hombres que anhelan la
justicia donde quiera que se quebrante o falte.
Esta epístola excarcelada fue hecha para acusar, instruir, reivindicar y convertir en
extremistas de la acción no violenta a todas las comunidades y personas discriminadas
víctimas de la miseria económica, política y social…para la cordura, la lucidez, la
responsabilidad y la esperanza de las personas.

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