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ARTICULO 849
Sin embargo debe advertirse que las normas procesales regulan de forma
incompleta las facultades de los administradores judiciales, a tal punto que en el artículo
773 del Código Procesal Civil, al tratar de las atribuciones del administrador, vuelve a
realizar una remisión al Código Civil, señalando que sus atribuciones serán aquellas que
les conceda esta norma.
La doctrina reconoce hasta tres grupos de actos que los administradores pueden
realizar:
1. Actos conservatorios: Que comprenden todos los actos destinados a proteger
los bienes de la masa hereditaria, como ser todos los actos que realiza el
heredero y que no implican aceptación. Se comprende entre estos actos aquellos
referidos a la continuación del giro comercial a fin de evitar perjuicio, la
recolección de frutos, la venta de la producción, el cobro de las deudas, el pago
de reparaciones urgentes, los servicios de vigilancia, etc.
CAPÍTULO SEGUNDO
PARTICIÓN
PARTICIÓN TESTAMENTARIA
ARTICULO 852
CONCORDANCIA:
En lo que toca a exceso de lo permitido por ley, me parece que solamente podría
postularse si con la J:)artición se menoscaba la legítima, en cuyo caso es de aplicación
cabal el artículo 807. Esto es, cuando el valor neto de lo adjudicado particionalmente a
un legitimario sea inferior a lo que por derecho debe recibir. Naturalmente, habrá que
tener en cuenta las posibles liberalidades que el causante hubiera hecho en favor del
legitimario.
Otro tipo de exceso que el artículo no contempla es el que pueda producirse por falta de
equivalencia entre las cuotas fijadas a los herederos voluntarios y lo que se les asigne
en pago de las cuotas. Aunque la asignación de los bienes por el testador no requiere
de su previa determinación de la cuota a la que asignan, la hipótesis de exceso que
menciono entraña un caso de interpretación de testamento y se ilustra con el ejemplo
de quien, en una de las primeras disposiciones del testamento, dice instituir a varias
personas en determinadas cuotas y en otra disposición les adjudica bienes por valor
igual al de las cuotas, pero que resulta diferente al momento de apertura de la sucesión.
En este supuesto, habrá que determinar si la voluntad del causante fue hacer prevalecer
las cuotas de participación sobre aquello en la que las concreta, o a la inversa.
Personalmente creo que en caso de duda extrema habrá que privilegiar la cuota, porque
el valor de los bienes puede variar por circunstancias ajenas a la voluntad del testador.
Una cuestión final: ¿pueden pactar por unanimidad los copartícipes una partición distinta
de la dispuesta por el testador? La sentencia de la Corte Suprema del10 de agosto de
1955 (Exp. 1129-54), en discordia, declaró por mayoría que sí, mientras que la minoría
de votos consideró que la demanda de división y partición era inadmisible. En realidad
la respuesta depende de cómo se enfoquen las cuestiones de hecho y derecho, que el
texto de la ejecutoria no explicita. De todos modos, a mi juicio, hecha la asignación
testamentaria agotando todos los bienes, ya no hay más particiones sucesorias que
hacer porque no surge comunidad.
Cosa distinta es que por efecto de la partición testamentaria algunos copartícipes hayan
quedado como copropietarios de bienes, y esa partición sí puede pedirse para la
extinción de la copropiedad, no con efectos de extinción de comunidad sucesoria, que
nunca llegó a existir, porque la sucesión se abre bajo el imperio de un testamento que
deja todo dividido.
DOCTRINA
ARTICULO 853
Cuando todos los herederos son capaces y están de acuerdo en la partición, se
hará por escritura pública tratándose de bienes inscritos en registros públicos.
En los demás casos, es suficiente documento privado con firmas notarialmente
legalizadas.(*)
(*) Texto según modificatoria introduCida por el Código Procesal Civil (D.Leg. 768), cuyo
Texto Único Ordenado fue autorizado por R.M. 01 0-93-JUS de 23-04- 93.
CONCORDANCIA:
La versión original del artículo 853 establecía: "cuando todos los herederos son
capaces y están de acuerdo en la partición, pueden hacerla por escritura pública o ante
el juez, por acta que se protocolizará".
Debe repararse, asimismo, en que la disposición alude a Registros Públicos. Esto es,
no hace falta escritura pública cuando los bienes estén inscritos en registros privados
como lo es, por ejemplo, la matrícula de acciones de una sociedad. El artículo tiene
como excepción la contenida en el artículo 855, que estatuye preceptiva partición judicial
en los casos que menciona. Lo dispuesto en el artículo 854 no es, en verdad, un caso
que siempre concluya en partición judicial.
Nótese que la regla del numeral 853 no establece que la formalidad es ad solemnitatem,
bajo sanción de nulidad. Consecuentemente, solo cumple función de prueba, a tenor de
lo dispuesto en el artículo 144 del Código.
DOCTRINA
ARTICULO 854
CONCORDANCIAS:
Comentario
Wilder Tuesta Silva
1. Plan de exposición
2. Antecedentes
El texto original (artículo 194 del Anteproyecto y artículo 900 del proy cto de la Comisión
Reformadora) de este artículo era el siguiente: "Si el causante o hizo la partición en su
testamento, ni la hicieron los herederos por acuerdo ent ellos, y no existe un régimen
legal de indivisión, cualquiera de los herederos o lo acreedores de la sucesión o de
cualquiera de ellos puede pedir la partición judicia e la herencia"(LANATTA, p. 138). Si
se compara este texto con el del artículo 854, se advertirá fácilmente que de los tres
supuestos en los cuales, según el texto original, procedía la partición judicial, la
Comisión Revisora suprimió a los dos primeros, a saber: 1) Si el causante no hizo la
partición en su testamento; y, 2) ni la hicieron los herederos por acuerdo entre ellos.
Solo los bienes indivisos pueden ser materia de partición. Lo obvio que resulta esta
afirmación podría explicar el por qué la Comisión Revisora modificó el texto original de
esta norma, suprimiendo la referencia a los dos primeros supuestos antes indicados.
Hacer esta precisión resultaba evidentemente innecesaria, pues con ella se estaba
aludiendo al fundamento mismo de la necesidad de partición: que no se haya hecho la
partición. Resulta indiferente que la indivisión se mantenga por inacción del testador o
de los herederos. El estado de indivisión siempre será el único presupuesto de
procedencia de la partición; en consecuencia, no requiere ser aludido expresamente, su
existencia resulta obvia.
3. Régimen de indivisión
El único caso donde, no obstante existir una situación o estado de indivisión, no podrá
solicitarse la partición judicial, es cuando existe un régimen de indivisión, el cual puede
afectar a todo o a parte de los bienes de la herencia. En efecto, de lo dispuesto en el
artículo 854, se advierte fácilmente que si existe un régimen de indivisión, no procede la
partición judicial de la herencia.
Dentro de la lógica funcional del artículo 854, el simple estado de indivisión de hecho
que surge a la muerte del causante que no hizo partición testamentaria, no constituye
propiamente un régimen de indivisión, sino más bien un estado de indivisión, una
circunstancia fundamentalmente fáctica. En efecto, en el contexto del artículo 854, la
existencia de un régimen de indivisión constituye un impedimento, un factor que limita o
suspende la posibilidad de partición, lo cual no sucede con la simple indivisión de hecho,
ésta no constituye una limitación para solicitar la partición, por el contrario, constituye el
presupuesto fáctico de la partición. Ver al respecto lo sostenido en el rubro antecedentes
de este comentario. En consecuencia, la simple indivisión de hecho no está
comprendida dentro del régimen de indivisión al cual alude el artículo 854.
El texto original del artículo 854, tal como ya se ha visto en los antecedentes, establecía
que la procedencia de la pretensión judicial de partición requería que el causante o sus
herederos no hubieran dispuesto la partición y que, además, no existiera un "régimen
legal de indivisión". La Comisión Revisora también acertó al eliminar el adjetivo legal y
referirse únicamente a la inexistencia de un "régimen de indivisión", así en términos más
generales, con lo cual el supuesto se amplía hasta comprender a todos los casos donde
exista un régimen de indivisión, independientemente de que el origen de dicho régimen
sea estrictamente legal o se sustente en un acuerdo de los sucesores.
a) Indivisión por voluntad del testador (846).- En este caso, el propio testador es el que
establece la indivisión hasta por un plazo máximo de cuatro años, tratándose de los
herederos. En el caso de los legatarios, dicho plazo podrá ser mayor, ya que en este
supuesto, a diferencia del caso de los herederos voluntarios -donde solo pueden
imponerse condiciones y cargos como modalidades (738)-, el causante está facultado
para establecer un plazo como modalidad de la institución de legatario (768); en
consecuencia, este plazo, en tanto modalidad del acto jurídico de institución de legatario,
no está sujeto a limitación temporal alguna.
Cabe precisar finalmente en este punto que el plazo del pacto de indivisión no es
absoluto, pues de conformidad con lo dispuesto por el artículo 8 ,si se presentan
circunstancias graves que lo justifiquen, el juez puede arde r, a petición de cualquiera
de los herederos, la partición total o parcial de los bienes hereditarios antes del
vencimiento del plazo de indivisión. Consideramos que lo mismo puede suceder con la
indivisión dispuesta por la voluntad del testadoro
c) Indivisión legal.- Esta limitación se presenta cuando existe un mandato legal expreso
que prohíbe la partición. En relación con el régimen de indivisión legal, será útil advertir,
a título de ejemplo, algunos supuestos específicos donde la norma legal establece
expresamente un régimen de indivisión:
- El artículo 125 del C.C. establece expresamente que mientras esté vigente la
asociación no inscrita, el fondo común, integrado por los aportes y las cuotas de los
asociados, así como por los bienes que adquiera la asociación no inscrita, no puede ser
objeto de división y partición.
De acuerdo con lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 852, no cabe en ningún
supuesto la partición en tanto permanezca vigente el procedimiento concursal al que se
encuentra sometida la sucesión indivisa. Tal previsión concuerda con el principio de
universalidad regulado en el artículo IV del Título Preliminar de la Ley General del
Sistema Concursal (los procedimientos concursales producen sus efectos sobre la
totalidad del patrimonio del deudor) y con la norma contenida en el numeral 14.4 del
artículo 14 de la misma ley (en las sucesiones indivisas formarán parte de la masa
concursallos bienes materia de la herencia).
- En concordancia con la tutela jurídica que brinda el Código Civil al concebido, el artículo
856 establece que en el caso de existir un heredero que se encuentra en estado de
concepción, la partición se suspende hasta su nacimiento.
Hasta aquí la falta de legitimación de los legatarios encuentra sustento jurídico, pero...
la duda no ha sido satisfecha en su integridad: ¿qué sucede si el legatario adquiere una
parte alícuota de un bien que pertenece a la sucesión indivisa? Entre nosotros, cuando
menos, dicha posibilidad no es una elucubración teórica sino una opción legal
expresamente admitida en el Código Civil; en consecuencia, la doctrina sustentada por
Hernández Gil no nos es útil, antes, por el contrario, nos demanda mayor interés y
necesidad para sustentar los fundamentos de nuestra opción legislativa. En efecto, el
artículo 756, si bien establece que el testador puede disponer a título de legado "de uno
o más de sus bienes", también permite que tal disposición se realice respecto "de una
parte de ellos". Más concretamente, el artículo 759 admite expresamente el legado de
parte alícuota: aquel mediante el cual el testador no asigna como legado un bien cierto,
sino derechos sobre el patrimonio no determinado que contiene la sucesión indivisa.
Resulta especialmente ilustrativo para el análisis que venimos haciendo el hecho de que
Zannoni afirme que el legatario de cuota es un sucesor universal (ZANNONI, p. 80). Por
su parte Hernández Gil, como se vio precedentemente, a la vez que niega la posibilidad
de la existencia de legado de cuota, precisa que toda participación propiamente alícuota
en el patrimonio hereditario es herencia y no legado de cuota. A nuestro parecer, cuando
la doctrina antes citada ubica o identifica allegado de cuota dentro de la sucesión
universal y no propiamente como supuesto de sucesión a título particular, no hace otra
cosa que reconocer la existencia real de una situación de comunidad jurídica en la que
se encuentra este tipo de legatario con relación a los otros cotitulares del bien respecto
del cual tiene derecho en virtud del legado.
En tal contexto, se podría concluir en que si somos concientes de que el Derecho tiene
que fundarse en la esencia de los hechos y de las cosas, tal como se presenta en la
realidad y no pretender sacrificar ésta para preservar la tradición o la coherencia lógica,
entonces, mientras exista el legado de cuota en nuestro derecho positivo, no nos debe
parecer subversivo sostener que el legatario de parte alícuota sí tiene derecho a solicitar
la partición, sí tiene legitimación activa, sí tiene interés para obrar solicitando la partición
judicial a fin de determinar e individualizar su derecho.
El artículo 854 no hace distinción entre heredero forzoso y heredero voluntario, por lo
que se tendría que asumir que ambos se encuentran legitimados para solicitar la
partición, pues donde la ley no distingue, no es posible realizar ninguna distinción. Sin
embargo, creemos que es posible demostrar que tal conclusión no es exacta.
Si bien el artículo 689, sin mayor limitación subjetiva, faculta expresamente a utilizar en
las disposiciones testamentarias las normas generales sobre las modalidades de los
actos jurídicos; sin embargo, según los artículos 733 y 736 la institución de heredero
forzoso debe ser un acto simple, no modal; y según el artículo 738, solo es posible
establecer condiciones y cargos a los herederos voluntarios y legatarios, y en el caso
de estos últimos, según el artículo 768, también será posible establecer un plazo como
modalidad.
El Código Civil español no otorga legitimación activa para solicitar la partición a los
herederos sujetos a condición, sin precisar si dicha limitación opera para aquellos
condicionados suspensiva o resolutivamente o en ambos casos. En efecto, el artículo
1054 establece que "los herederos bajo condición no podrán pedir la partición hasta que
aquélla se cumpla (...)". Sin embargo, una lectura más atenta al texto citado nos
permitirá advertir que dicho artículo supone una condición suspensiva, no una resolutiva.
Solo así se puede entender que recién cuando cumple con la condición se pueda pedir
la partición, lo cual no podría su der si el artículo citado supusiera una condición
resolutiva, pues de cumplir e ésta, se extinguirían los efectos jurídicos de la institución
de heredero; y en co secuencia, no podrían solicitar la partición hereditaria. Antonio
Hernández Gil (p. 818), con el mismo razonamiento que acabamos de exponer,
considera que el artículo 1054 alude a una condición suspensiva. Luis Roca-Sastre
Muncunill (p. 348), por su parte, considera expresamente, sin detenerse a fundamentar
dicho criterio, que el artículo 1054 se refiere a una condición suspensiva. Diez-Picazo y
Gullón (p. 572) también consideran que el heredero sujeto a condición suspensiva no
tiene legitimación para solicitar la partición.
Sin embargo, si bien estos sucesores no tendrían legitimación activa para solicitar la
partición sí podrían participar en la partición iniciada por otro legitimado de conformidad
con el artículo 854; sustento este criterio en dos consideraciones: a) estando pendiente
la condición suspensiva, el adquiriente puede realizar actos conservativos (768 y 173).
En el caso de estos sucesores, su participación en el proceso de partición ya iniciado
bien puede ejercitarse como un propósito con servativo de su expectativa de derecho
(Lohmann es del mismo criterio); y b) de acuerdo con el Código Procesal Civil, estos
sucesores tendrían, cuando menos, la calidad de terceros con interés, y como tal
podrían participar en el proceso de partición, sin mayor inconveniente.
Los sucesores subordinados a una condición resolutiva tienen derecho actual sobre los
bienes de la herencia. En consecuencia, sí podrían solicitar la partición, aun cuando la
existencia de la modalidad imprima cierta incertidumbre a este derecho. Para concluir
esta parte, sin la pretensión de ahondar en el análisis dada la finalidad del presente
comentario, únicamente consideramos necesario advertir que el efecto resolutivo de las
modalidades en materia sucesoria no es pacífico en la doctrina; las propias legislaciones
o guardan silencio o niegan su existencia. Nuestro Código Civil está entre las primeras.
Al parecer esta actitud es un producto de la tradición romana. En el Derecho Romano
operaba el principio de la perdurabilidad o perpetuidad del heredero aceptante (semel
heres, semper heres), el cual se encuentra motivado por la concepción que considera
al heredero como continuador del causante.
DOCTRINA
JURISPRUDENCIA
"En el juicio de división y partición deben intervenir todos los herederos del causante,
no solo para que se les reconozca la proporción en que deben participar, sino para
intervenir en la partición de los bienes y absolver la reconvención que se plantee sobre
exclusión de determinado bien" (Exp. N° 698-95-Cajamarca, Diálogo con la
Jurisprudencia W 6, p. 245). "En el juicio de partición se debe citar a todos los
interesados con derecho en los bienes materia de la partición, porque de otro modo la
sentencia solo surte efecto respecto de aquéllos que siguieron el juicio" (Exp. N° 396-
91-Loreto, Zárate del Pino, Juan. Curso de Derecho de Sucesiones, p. 380).
ARTICULO 855
La partición judicial es obligatoria en los siguientes casos:
1.- Cuando hay heredero incapaz, a solicitud de su representante.
2.- Cuando hay heredero declarado ausente, a solicitud de las personas a quienes
se haya dado posesión temporal de sus bienes.
CONCORDANCIAS:
Comentario
Guillermo Lohmann Luca de Tena
La disposición debe ser entendida en su justo sentido y concordada con el inciso 2) del
artículo 448 del Código Civil, al que a su vez se remiten el 167, el 532 inciso 1) Y el 568.
En otras palabras, la partición puede realizarse extrajudicialmente y de manera
convencional, pero requiere de aprobación judicial cuando el heredero (o legatario de
parte alícuota) sea incapaz o haya sido declarado ausente. Por eso algunos autores la
llaman partición mixta (PÉREZ LASALA y MEDINA, p. 189).
Si la decisión judicial considera que no han sido respetados tales derechos, se limitará
a no aprobar el acto particional, pero no puede reemplazarlo por otro diferente con
estipulaciones distintas, creando o modificando voluntades, que no solamente son de
quien intervino en la propuesta de acto particional en nombre del incapaz o ausente,
sino que también lo son de los demás coherederos, que, por cierto, no son parte del
trámite judicial no contencioso.
b) Si no hay acuerdo con los demás copartícipes, el representante del incapaz o los
poseedores de bienes del ausente tendrán que solicitar la orden judicial de partición,
legitimados por lo dispuesto en el inciso 1) del artículo 854.
DOCTRINA
CONCORDANCIAS:
Comentario
1. Antecedentes
Nuestro Código Civil presta una especial atención en cuanto se refiere a los derechos
patrimoniales del concebido. Ello lo podemos apreciar del texto de los artículos 1, 2,
598, 617 Y 805 inciso 1, situación que ha sido heredada del Derecho Romano y más
recientemente del Derecho Civil francés y español (conforme lo señala BERCOVITZ).
En el segundo párrafo del artículo 1 del Código Civil vigente encontramos el fundamento
para la comprensión de lo prescrito en el artículo 856 bajo comentario. Por ello, todo
análisis referido a los derechos del concebido debe efectuarse en concordancia con lo
dispuesto en este numeral en razón de que se trata -como ha dicho MONGE- de una
norma de orden público y de carácter imperativo. De ahí que sea lógico que todos los
artículos que en el Código Civil tratan al concebido deben ser analizados e interpretados
a la luz del artículo 1 que le sirve de fundamento.
Según nuestro Código Civil, el concebido es "sujeto de derecho" para todo cuanto le
favorece. Ello significa que posee capacidad genérica de goce tanto tratándose de
derechos personales como de patrimoniales. Estos derechos los pierde si muere
durante el proceso de gestación o en el instante del nacimiento. Es por ello que siendo
el concebido "sujeto de derecho", los derechos patrimoniales de que goza están sujetos
a condición resolutoria por lo que goza de sus derechos de manera actual durante su
existencia, y este goce se confirma si nace con vida y se convierte en "persona natural".
Sin embargo, los derechos dejan de existir si él muere. De lo contrario no sería un "sujeto
de derecho".
En otros términos, según la teoría de la ficción, el concebido "es lo que no es" desde
que, cuando realmente existe como tal no es aún concebido desde que para ser tal debe
esperar el hecho del nacimiento. Y cuando se produce este acontecimiento, el
concebido "ya no es" pues surge la "persona natural". En conclusión, el concebido nunca
"es", nunca existe como tal, para la teoría de la ficción. Se trata, como se puede apreciar,
de un escamoteo legal de la realidad.
Cabe señalar que la posición que venimos sosteniendo en cuanto a la calidad de "sujeto
de derecho" que posee el concebido y de lo que de esta calidad se desprende en cuanto
a sus derechos, encuentra un lejano antecedentes en el Código Civil argentino de 1869.
En el artículo 70 de este cuerpo legal se prescribe que las personas, "antes de su
nacimiento, pueden adquirir algunds derechos, como si ya hubiesen nacido". Según este
enunciado se reconoce la calidad de "sujeto de derecho" del concebido. En el
mencionado artículo 70 se agrega, luego del enunciado antes referido, que los derechos
adquiridos por el concebido durante su existencia "quedan irrevocablemente adquiridos
si los concebidos en el seno materno nacieren con vida". Es decir, se reitera de esta
manera que los derechos realmente adquiridos por el concebido, en cuanto "sujeto de
derecho", se extinguen si muere pero que quedan irrevocablemente adquiridos si nace
con vida.
3. La partición
Lacruz-Berdejo definen a la partición como "el negocio jurídico que impide o pone fin a
la comunidad hereditaria mediante la distribución entre los coherederos de las
titularidades activas contenidas en la herencia" (citados por ZANNONI). Se trata de un
acto jurídico en el que se da a cada quien lo que legítimamente le corresponde. En razón
de ello, los herederos no están obligados a mantener indivisos los bienes. La regla es
que se debe terminar con el estado de indivisión. Sin embargo, existen excepciones,
unas absolutas (decretadas por el testador) y otras relativas (caso del heredero
concebido) (PALACIO PIMENTEL).
El tema, sin embargo, ha merecido una larga y amplia discusión teórica. Figueroa Yáñez
hace referencia al sector de la doctrina que califica a los derechos patrimoniales de
derechos modales, mientras que, para otros autores, son derechos sujetos a condición
suspensiva (SOLAR, ALESSANDRI, SALAS, PESCIO), derechos eventuales
(GALECIO), derechos especiales o sui géneris (SOMARRIVA). De manera más general,
algunos autores refieren que se trata de casos en los que encaja perfectamente el
esquema conceptual propio de las situaciones de derechos en pendencia
(BERCOVITZ). Dentro de esta última posición y con un mayor desarrollo, un sector de
la doctrina italiana ha dicho que, dado que los derechos "reconocidos" a favor del
concebido se encuentran por disposición legal subordinados al evento del nacimiento,
antes que ocurra este evento se establece un estado de pendencia, durante el cual la
tutela del "interés del concebido" debe estar coordinada con la observancia de los
criterios objetivos de una correcta administración de los bienes hereditarios (NATOLl). A
mayor detalle se sostiene que la posición del concebido implica una situación de
interinidad, en la que la masa de bienes o derechos que se le destinan y puede llegar a
adquirir, si nace, se encuentran en una situación de pendencia (LETTE DEL RíO).
Para que no quepa duda de que con la muerte del heredero se extinguen sus derechos
patrimoniales, incluyendo los sucesorales, en el proyecto de reforma del artículo 1 del
Código, que data de 1997, se aprobó por la Comisión respectiva que, producido el
evento de la muerte, los bienes los readquiere el titular original o, en su caso, sus
sucesores. De conformidad con esta redacción aclaratoria del texto del mencionado
artículo 1, no existe duda que, producida la muerte del concebido antes o durante el
parto, los bienes que había adquirido a título de heredero retornan a la masa hereditaria
acrecentándose, de este modo, las cuotas correspondientes a los coherederos. Esta
aclaración hubiera sido innecesaria si se hubiese comprendido por todos -y no solo por
algunos intérpretes- que, siendo el concebido un "sujeto de derecho", la condición a que
se alude en el artículo 1 del Código no tiene un carácter suspensivo sino, más bien, es
resolutoria. Es decir, en otros términos, que la calidad de heredero, que es inherente al
concebido por ser "sujeto de derecho", solo se extingue con su muerte y, en esta
situación, no se abre ninguna declaratoria de herederos sino que los bienes adquiridos
retornan a la masa hereditaria tal como se ha señalado anteriormente.
Dada la calidad del concebido de ser un "sujeto de derecho" especial y más aún
tratándose de la defensa de sus intereses y los de sus coherederos, es que la ley
establece una excepción en cuanto a la partición de la masa hereditaria. Es así que la
presencia del nasciturus en la sucesión fija uno de los casos de suspensión ex lege del
derecho a la división, la que se fundamenta en la incertidumbre sobre el número posible
de participantes en la partición del patrimonio sucesora!. Ello se justifica bajo el
argumento de evitar una nueva división una vez que se haya resuelto aquella situación
de incertidumbre (DE CESAR E), lo que explica el mencionado aplazamiento (VON
TUHR). Este esquema legal se presenta como una medida precautoria (LETTE DEL
Río) es decir que, gozando el concebido de un derecho a la herencia, la misma merece
ser protegida en tanto se produzca su nacimiento, allí se encuentra la medida de cautela
y defensa.
Una redacción más clara del artículo bajo comentario podría haber sido, en nuestro
concepto, la siguiente: En aquellos casos en que uno de los herederos sea concebido,
la partición será suspendida hasta su nacimiento. Véase que con esta propuesta no es
necesario referimos a la calidad de los derechos pues de por sí la partición está referida
solo a aquellos derechos cuya calidad es la patrimonial. Partiendo de un análisis objetivo
llegamos a la conclusión de que lo que se suspende es el acto jurídico de la partición,
de manera que esta no se va a realizar hasta que se produzca el nacimiento con vida.
Reiteramos, por lo expuesto, que no debe entenderse por ninguna razón que el artículo
bajo comentario implica una limitación á la calidad de "sujeto de derecho" que posee el
concebido ni que la suspensión de la partición está referida a sus "derechos".
Cabe reiterar una vez más a este respecto que Fernández Sessarego expresa, con
claridad y precisión, que existe un conjunto de derechos del concebido que están
sometidos a una condición resolutoria y que en esta última situación se encuentran los
derechos sucesorios y la donación, o sea los derechos de orden patrimonial. Es decir,
si el concebido no nace vivo se resuelven tales derechos patrimoniales.
El Código Civil español trata otras situaciones, aparte del nacimiento del concebido, en
los que se puede realizar la división, como es el caso del aborto y la verificación de que
la viuda no está gestando. Así, el artículo 966 de dicho Código establece que: "La
división de la herencia se suspenderá hasta que se verifique el parto o el aborto, o
resulte por el transcurso del tiempo que la viuda no estaba encinta". Por su parte, el
artículo 715 del Código Civil italiano permite expresamente que el juez, previa cautela
de los derechos del concebido, autorice la partición, caso en que la misma estará sujeta
a condición resolutoria en razón de la existencia de algún nuevo heredero (DE
CESARE). De otro lado, cabe señalar que el artículo 966 del Código español indica que
"oo. el administrador podrá pagar a los acreedores, previo mandato judicial".
Sobre la base de los argumentos antes expuestos es que el artículo 856 consagra la
figura del hijo póstumo (posthumus) -aquel cuyo padre muere estando simplemente
concebido-, teniendo este el derecho a recibir la porción hereditaria que le
correspondería si hubiese nacido antes de la muerte de su padre (VALENCIA ZEA).
7. Casos especiales
El artículo 856 permite la generación de situaciones especiales que, si bien no están
tratadas de manera expresa en el supuesto de la norma, pueden desprenderse de un
análisis objetivo de la misma. Lo casos en mención son los siguientes:
b) Que los coherederos del concebido puedan adquirir la herencia, no la libre gestión,
de una manera provisional. A mayor referencia véase el artículo 965 del Código español
que exige la seguridad y administración de los bienes de la herencia en tanto se
produzca el nacimiento del heredero.
c) El que se pueda cumplir con las obligaciones del de cuyus previa decisión judicial y
en resguardo de los intereses de los herederos (artículo 966 del Código Civil español).
d) La situación del concepturus (aquel que habrá de ser concebido) debería ser tratada
en este artículo, tal como lo hace el Código Civil italiano, en el sentido de que si se trata
de un concepturus se podrán entregar a los coherederos los bienes materia de la
herencia por disposición judicial y siempre que se cautelen los intereses del concepturus
(artículo 715 del Código Civil italiano). O como refiere el Code Francés que el hijo
todavía no concebido en el momento de la donaciónpartición dispondrá de una acción
semejante para satisfacer o completar su legítima (artículo 1077-2).
e) Los embriones crioconservados, que por ser concebidos y por tanto sujeto de
derecho, tienen vocación hereditaria, por lo que debe aplicárseles tam én la limitación
legal de la partición de sus derechos patrimoniales. Claro ue la situación aquí sería más
complicada (el caso normal del plazo para la partición del concebido in utero es
determinada, máximo será de 300 días), pues en la hipótesis del concebido ex utero la
espera sería un plazo indeterminado, situación que sí perjudicaría los intereses de los
demás herederos. Frente a ello se debe establecer un tiempo para su implantación, o
mejor dicho para la transferencia del embrión al útero de la madre a efectos de que su
gestación implique el momento del cómputo del plazo de la suspensión de la partición
de sus derechos patrimoniales.
DOCTRINA