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Por otra parte, la declaración de fe que hacen este grupo de personas, es más publica
que privada. Algunos han profetizado en el nombre de Jesús, de hecho han tenido un
ministerio público: “hicimos muchos milagros”; cualquiera podría decir que se tratan
de verdaderos cristianos. Sin embargo, las declaraciones públicas de la fe en Cristo y
aún ejercer un ministerio o servicio a Cristo, no es lo que nos salvará el día del juicio,
ya que aunque hay una confesión pública de Cristo, esta no es real en sus vidas.
Así que Jesús también hará una declaración pública pero verdadera: “le declararé:
Nunca os conocí…” Aunque ellos habían utilizado el nombre del Cristo, Cristo no
conocía el de ellos. La razón es porque la confesión de su fe, sólo era verbal pero no
vivencial. Llamaban a Jesús Señor, pero no se sometían a su voluntad. La diferencia
vital está entre el decir y el hacer, la pregunta de Cristo sería: ¿Por qué me llamas
Señor, y no hace lo que yo digo? Ellos dicen hacer obras prodigiosas, pero Jesús dice
que son “hacedores de maldad”.
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada
sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé
a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y
vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y
fue grande su ruina.”
Aunque esta parezca ser una parábola sencilla, en realidad es un comentario sombroso
y poderoso sobre las personas que tienen un conocimiento intelectual acerca de Jesús
pero corazones vacíos. Los párrafos anteriores trataban sobre de “hablar”, estos
últimos párrafos del Sermón del Monte tratan sobre el oír: “el oye estas palabras” en
el versículo 24 y 26. Los dos personajes construyen una casa, pero uno es llamado
“prudente” y el otro “insensato”.
Lo mismo podríamos decir las dos clases de cristianos que el texto no muestra para
hoy, uno genuino y el otro falso: Primero, Los dos construyen sus vidas espirituales.
Segundo, los dos asisten a la misma iglesia y participan de las mismas actividades.
Tercero, Los dos practican las mismas disciplinas espirituales. Los dos oyen las
enseñanzas de Jesús, eso es lo que se puede ver, pero sólo uno obedece al Señor, este
es el cimiento que no podemos ver.
El edificar sobre la roca, no se trata de creer sólo en Jesús, sino de hacer lo que oímos
de Él: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32). “Pero sed hacedores de la
palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” (Santiago
1:22). “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus
mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y la verdad no está en él.” (1Juan 2:3-4).
Cuando ves tu vida, ¿ves un corazón que anhela hacer la voluntad de Dios? O ¿ves
que en repetidas ocasiones busca excusas para justificar tu desobediencia? La
obediencia a su Palabra es la única evidencia de que somos genuinamente cristianos,
es entonces cuando nuestra fe está fundamentada en la roca. El no obedecer lo que Él
dice y sólo escucharlo, es una fe fundamentada en la arena y esto traerá como final la
“la ruina”.
ADVERENCIA FINAL:
No puedo terminar con una conclusión porque el texto no me lo permite, debo hacer
la advertencia que hace Jesús acerca de la condenación al que lo rechaza. No basta
con decir y oír, esto no prueba que somos genuinamente cristianos; la fe real es visible
en el que obedece las enseñanzas de Jesús. Creo que la manera más fácil de saber de
qué lado estamos en la historia es preguntarnos si estamos en las listas de 1 Corintios
6:9-10 y Gálatas 5:19-21.
Usted puede ser respetuoso en cuanto a Cristo, puede ser ferviente y activo en la
devoción privada, puede estar muy atareado en la proclamación pública del evangelio
y las actividades espirituales de su iglesia, puede estar edificando su vida religiosa en
una comunidad de verdaderos cristianos, y su casucha religiosa puede verse igual a la
de ellos. Pero cuando venga el juicio, su casa quedará arrasada si es que fue construida
sobre la arena de su propio criterio antes que en la roca de la obediencia a la Palabra
de Dios. Cerciórese de poner su cimiento espiritual en Cristo y en la sólida roca de la
obediencia a su Palabra.