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TITULO: EL LADO CORRECTO DE LA FE CRISTIANA

TEXTO: Mateo 7:21-27


INTRODUCCIÓN:
En el texto que vamos analizar, Jesús nos enfrenta consigo mismo, coloca ante
nosotros la elección radical entre obediencia y desobediencia, y nos llama a una
entrega incondicional de mente, voluntad y vida a sus enseñanzas. La forma que lo
hace es mostrándonos que hay dos acciones inaceptables para Él: primero una
declaración de fe meramente verbal y segundo, un conocimiento de Él meramente
intelectual. Los dos párrafos finales del Sermón del Monte son muy similares. Ambos
ponen en contraste las respuestas erróneas y correctas a las enseñanzas de Jesús.
Ambos párrafos muestran que la neutralidad es imposibles y que hay que hacer una
elección definitiva.
1. EL PELIGRO DE UNA DECLARACIÓN DE FE MERAMENTE
VERBAL (MATEO: 7:21-23).
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día:
Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca
os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”
Las personas que Jesús describe aquí confían en sus propias declaraciones de fe, es
decir, de lo que dicen de Jesús o lo que le dicen a Él: “No todo el que me dice…” y
“Muchos me dirán en aquel día…”. Pero lo marca la diferencia entre los suyos, no es
lo que dicen sino lo que hacemos; la declaración verbal de nuestra fe en Cristo, be ir
acompañada de la obediencia incondicional a sus enseñanzas.
Ahora bien, una declaración verbal de nuestra fe en Cristo es indispensable, el Apóstol
Pablo afirmó que: “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” (Rom 10:9). Y una
verdadera confesión es imposible sin el Espíritu Santo: “nadie puede llamar a Jesús
Señor, sino por el Espíritu Santo.” (1Co 12:3). Llamar a Jesús Señor, es reconocerlo
con Dios y Juez; pero la forma de la declaración en Mateo 7, es más entusiasta: “Señor,
Señor”, como si el que lo pronunciara quisiera dirigir la atención hacia la fuerza y celo
de su devoción.

Por otra parte, la declaración de fe que hacen este grupo de personas, es más publica
que privada. Algunos han profetizado en el nombre de Jesús, de hecho han tenido un
ministerio público: “hicimos muchos milagros”; cualquiera podría decir que se tratan
de verdaderos cristianos. Sin embargo, las declaraciones públicas de la fe en Cristo y
aún ejercer un ministerio o servicio a Cristo, no es lo que nos salvará el día del juicio,
ya que aunque hay una confesión pública de Cristo, esta no es real en sus vidas.

Así que Jesús también hará una declaración pública pero verdadera: “le declararé:
Nunca os conocí…” Aunque ellos habían utilizado el nombre del Cristo, Cristo no
conocía el de ellos. La razón es porque la confesión de su fe, sólo era verbal pero no
vivencial. Llamaban a Jesús Señor, pero no se sometían a su voluntad. La diferencia
vital está entre el decir y el hacer, la pregunta de Cristo sería: ¿Por qué me llamas
Señor, y no hace lo que yo digo? Ellos dicen hacer obras prodigiosas, pero Jesús dice
que son “hacedores de maldad”.

2. EL PELIGRO DE UN CONOCIMIENTO MERAMENTE


INTELECTUAL (MATEO 24-27).

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada
sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé
a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y
vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y
fue grande su ruina.”

Aunque esta parezca ser una parábola sencilla, en realidad es un comentario sombroso
y poderoso sobre las personas que tienen un conocimiento intelectual acerca de Jesús
pero corazones vacíos. Los párrafos anteriores trataban sobre de “hablar”, estos
últimos párrafos del Sermón del Monte tratan sobre el oír: “el oye estas palabras” en
el versículo 24 y 26. Los dos personajes construyen una casa, pero uno es llamado
“prudente” y el otro “insensato”.

Veamos las similitudes de los dos personajes; en primera instancias, ambos


construyeron casas, las cuales representan estructuras espirituales. Segundo,
probablemente construyeron sus casas en el mismo lugar, ya que los dos viven el
mismo fenómeno natural. Tercero, las fachadas y diseños eran iguales, ya que Jesús
sólo hace la diferencia en los cimientos, porque estos no se ven.

Lo mismo podríamos decir las dos clases de cristianos que el texto no muestra para
hoy, uno genuino y el otro falso: Primero, Los dos construyen sus vidas espirituales.
Segundo, los dos asisten a la misma iglesia y participan de las mismas actividades.
Tercero, Los dos practican las mismas disciplinas espirituales. Los dos oyen las
enseñanzas de Jesús, eso es lo que se puede ver, pero sólo uno obedece al Señor, este
es el cimiento que no podemos ver.
El edificar sobre la roca, no se trata de creer sólo en Jesús, sino de hacer lo que oímos
de Él: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32). “Pero sed hacedores de la
palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” (Santiago
1:22). “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus
mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y la verdad no está en él.” (1Juan 2:3-4).

Cuando ves tu vida, ¿ves un corazón que anhela hacer la voluntad de Dios? O ¿ves
que en repetidas ocasiones busca excusas para justificar tu desobediencia? La
obediencia a su Palabra es la única evidencia de que somos genuinamente cristianos,
es entonces cuando nuestra fe está fundamentada en la roca. El no obedecer lo que Él
dice y sólo escucharlo, es una fe fundamentada en la arena y esto traerá como final la
“la ruina”.

ADVERENCIA FINAL:

No puedo terminar con una conclusión porque el texto no me lo permite, debo hacer
la advertencia que hace Jesús acerca de la condenación al que lo rechaza. No basta
con decir y oír, esto no prueba que somos genuinamente cristianos; la fe real es visible
en el que obedece las enseñanzas de Jesús. Creo que la manera más fácil de saber de
qué lado estamos en la historia es preguntarnos si estamos en las listas de 1 Corintios
6:9-10 y Gálatas 5:19-21.

Usted puede ser respetuoso en cuanto a Cristo, puede ser ferviente y activo en la
devoción privada, puede estar muy atareado en la proclamación pública del evangelio
y las actividades espirituales de su iglesia, puede estar edificando su vida religiosa en
una comunidad de verdaderos cristianos, y su casucha religiosa puede verse igual a la
de ellos. Pero cuando venga el juicio, su casa quedará arrasada si es que fue construida
sobre la arena de su propio criterio antes que en la roca de la obediencia a la Palabra
de Dios. Cerciórese de poner su cimiento espiritual en Cristo y en la sólida roca de la
obediencia a su Palabra.

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