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LIMPIEZA URBANA EN MADRID (1638-1684)

MIGUEL LÓPEZ PÉREZ


Madrid, a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII era una ciudad
insalubre en cuanto a la higiene urbana se refiere. De ello quedó constancia en
varias ocasiones, como la de Camilo Borghesse en su diario 1, o la de Hendrick
Cock en su Mantua Carpetana, donde señala que la afluencia de personas
procedentes de otros puntos de la Península, además de un sinfín de
extranjeros, mayoritariamente europeos, era un punto más para dificultar un
aspecto con cierto grado de limpieza2.

Un problema grave era el de la eliminación de las aguas sucias. Desde el


asentamiento definitivo de la Corte en Madrid, el gobierno de la Villa fue
detentado por dos instituciones: el Ayuntamiento y la Sala de Alcaldes de Casa
y CuarteI3. En el año 1580 se crea la Junta de Urbanismo, a instancias de
Felipe II y bajo la supervisión de su arquitecto mayor Juan de Herrera. La
evolución de esta Junta vino de la mano de la precaria salud de Herrera. Su
inoperancia se fue agudizando con los años. De su esfuerzo salieron
interesantes medidas para establecer los límites geográficos de la ciudad-
capital y para normalizar la construcción de inmuebles, aunque no pareció
ocuparse de las cuestiones relativas explícitamente a sanidad e higiene
urbanas, que recabaron, en cambio, la atención del Concejo y de la Sala de
Alcaldes, no como asunto específico y diferenciado, sino más bien como una
atribución más de sus respectivas jurisdicciones. En el año 1590 se crea la
Junta de Ornato y Policía, para velar

"por lo que toca al beneficio y aumento desta Villa de Madrid, y para que en ella
haya limpieza, ornato y policia que conviene… con mucho provecho y utilidad
que destas cosas resultará para la salud y purificación de los aires que con la
basura, lodo y polvo en invierno y verano, y con los muladares que suelen
corromper y inficcionar… lo qual se escusaría si de una vez se hiciere lo
necesario"4.

Tras la muerte de Felipe II, la Junta quedó desamparada. El nuevo rey


comenzó a restarle medios y atribuciones, haciendo que fracasara un postrer
intento de rehabilitación protagonizado, en 1599, por los miembros de la
Corporación. Felipe III le asestó un nuevo golpe al decidir, en 1601, el traslado
1
BORGHESE, C., l'Espagne au XVI et XVIIème siècles, París, 1594
2
COCK, H., Mantua Carpetana, 1584, dedicada al Cardenal Granvela. Biblioteca Nacional de
París, fondo latino, 8590. Reeditada por Antonio Rodríguez Villa en Madrid, D. G. Hernando,
1883. En concreto resaltó el bullicio "grande de la villa, la confusión que resulta de tantas
naciones mezcladas, mercaderes flmencos, buhoneros franceses, ohatreros genoveses,
sanguijuelas del oro de Indias..." (pp. 368-377). También hace hincapié en la suciedad de
Madrid en la página 337.
3
GONZÁLEZ DE AMÉZUA, A., "Las primeras ordenanzas municipales de la Villa y Corte de
Madrid", RBAMA, III-2 (1926), pp. 401-429, donde también explica el origen, funcionamiento y
competencias de la Sala de Alcaldes, antes y después del establecimiento de la Corte en
Madrid, en relación con el gobierno municipal de la Villa; VARÓN VALLEJO, A., "Rondas de los
Alcaldes de Casa y Corte en los siglos XVI y XVII", RBAMA, I (1924), pp. 148-174 y
GUERRERO MAYLLO, A., El gobierno municipal de Madrid (1560-1606), Madrid, IEM, 1993.
4
GONZÁLEZ DE AMEZUA, A., "El Bando de Policía de 1591 y el Pregón General de 1613 para
la Villa de Madrid", RBAMA, I (38) (1933), pp. 141-179; IÑIGUEZ ALMECH, F., "Juan de
Herrera y las reformas en el Madrid de Felipe II", RBAMA, XIX (59-60) (1950), pp. 3-108;
IÑIGUEZ ALMECH, F., "Límites y ordenanzas de 1567 para la villa de Madrid", RBAMA,
XXIV(69) (1955), pp. 3-38.
de la corte a Valladolid. Desde el principio de su reinado, Felipe III había ido
restando competencias a la Junta de Ornato y Policía hasta el punto de
proceder a su disolución en 1608. Desaparecida la Junta de Ornato, se
transfirieron sus competencias a la Sala de Gobierno del Consejo Real, con
intervención del ayuntamiento madrileño a través de su corregidor y sin
mención expresa de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte 5.

El cuartel de San Andrés

La anterior Junta de Ornato y Policía que creara Felipe II y que tuvo a su cargo
la solución de los problemas de la higiene urbana, fue vaciada de contenido de
forma progresiva, para llegar a su desaparición en el año 1608 6, como se ha
dicho, por lo que el asunto, como problema, siguió durante el resto del siglo
XVII. En 1613 la Sala de Gobierno constituye un órgano ejecutivo y judicial
para atender privativamente los asuntos de limpieza urbana, con obligación de
vigilar el cumplimiento de las normas promulgadas, denunciar a los infractores
y punir las faltas cometidas7. Organizado jerárquicamente de menor a mayor
categoría, estaba compuesto por:

5
TOVAR MARTÍN, V., Arquitectura madrileña del siglo XVII, Madrid, 1983, p. 49.
6
Sobre esta Junta: BLASCO ESQUIVIAS, B., ¡Agua va! La higiene urbana en Madrid (1561-
1761), Madrid, Caja Madrid, 1998, pp. 21-38.
7
Archivo de la Villa de Madrid, sección ASA (en adelante ASA), 1-4-23. En los expedientes 1-2-
9 y 1-1-18 existen copias completas, incluyendo las últimas disposiciones sobre los "Alguaciles
y porteros de la pulicia" y sobre la necesidad de aumentar el número de cuarteles de la Villa.
1 Alguaciles de la limpieza, en número de seis, uno por cada cuartel y
encargados de vigilar el aseo del cuartel encomendado

2 Porteros de la pulicia, en número de seis uno por cada cuartel y encargados


del orden público y el gobierno de cada zona

3 Visitador general de la limpieza, uno por cada cuartel y encargado de


efectuar inspecciones periódicas a cada cuartel y facultado para elegir cuatro
porteros de policía que le asistiesen en sus tareas.

El siglo XVII se abre con las propuestas de numerosos arbitristas, destinadas a


intentar mejorar las condiciones sanitarias de la villa y corte, con una serie de
medidas higiénicas8 como las que propusiera Julio Antonio Brancalasso, en el
año 1609 en su Labirinto de Corte9 donde recoge toda la ciencia urbanística del
momento, con una visión muy clara de los problemas municipales y propone la
adopción de medidas destinadas a dotar a Madrid de la necesaria
infraestructura de servicios sanitarios, tales como el empedrado, limpieza y
riego de calles, la instalación de lavaderos, baños, estufas y pozos fecales en
las casas y la creación de hospitales para contagiosos. Por su parte, Juan de
Xerez y López de Deza10, con ideas muy avanzadas, esbozaron las ventajas de
una red general de alcantarillas, y propusieron la instalación del alumbrado
público, la nominación de las calles e incluso la construcción del canal del
Jarama. Ninguna de estas propuestas se llevó a efecto en los años siguientes y
habremos de esperar hasta el corregimiento del marqués de Vadillo, durante el
reinado de Felipe V, para constatar la puesta en práctica del alumbrado público
y de alguna otra medida de ordenación urbana que escapa a nuestros
intereses actuales.

La nefasta costumbre madrileña de arrojar aguas sucias a la vía pública desde


las casas se convirtió en el aspecto más determinante del problema sanitario
de Madrid. Esta costumbre de arrojar a la calle, por puertas y ventanas, las
aguas inmundas y fecales, así como los otros tipos de desperdicios y basura
producidos cotidianamente en el interior de las viviendas, se practicaba entre
los vecinos de Madrid desde antes del establecimiento de la Corte. Demos un
repaso a la normativa vigente desde su origen:

El 2 de marzo de 1496, en las normas acordadas por el municipio se condena


el vertido de basuras y aguas inmundas a las calles y plazas desde el interior
de los inmuebles:

"Otrosi, qualquier que echase agua que hieda en la calle, o cebada, de


ventana, pague 24 maravedis, e por la puerta e albañal doze maravedis"11
8
El estudio más completo de este aspecto se encuentra en GONZÁLEZ DE AMEZÚA, A.
(1933).
9
BRANCALASSO, J. A., Labirinto de Corte con los diez predicamentos de cortesanos,
Nápoles, Juan Bautista Gargano y Lucrecio Nucci Empressores, 1609 (Biblioteca Nacional, en
adelante BN, R/14521)
10
XEREZ, J. de y DEZA, L. de, Razón de Corte, s.l., s.a. (BN, mss. 6549, texto original firmado
por los autores, y mss. 909, copia del anterior)
11
CAMBRONERO, C., "Policía urbana del siglo XV", Revista Contemporánea, 84 (1891), pp.
519-520.
Se castigaba con especial dureza el vaciado a las vías públicas de "servidor" o
de "agua que hieda" y, dentro de este supuesto, se condenaba más el vertido
desde las ventanas que desde las puertas y albañales de los inmuebles, por
considerarse estos lugares como más a propósito o menos dañinos para
efectuar dichas tareas, aún dentro de la prohibición general. En el año 1585 se
emitió un Pregón General para la buena gobernación desta Corte 12, publicado a
instancias de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte. En el artículo 65 se
ordenaba que:

"ninguna persona sea osada de echar, por las ventanas en las calles publicas
agua ni inmundicia ni otra cosa" so pena de castigo corporal, multas e incluso
destierro para el infractor13.

La fuente de la Mariblanca en la Puerta del Sol

La medida es endeble por su falta de consistencia jurídica, pues, al condenar


únicamente la evacuación residual por las ventanas, fomentaba
inopinadamente el uso de las puertas para estos menesteres y sin peligro de
incurrir en falta alguna. Era, además, inconsistente porque condenaba una
práctica habitual y necesaria sin ofrecer una alternativa viable o sin intentar, si
quiera, regular el vertido para paliar sus daños. Algunos meses después de
emitir el antecedente Pregón, ya en el año 1586, la Sala consiguió un avance
de relativa importancia en la búsqueda de soluciones, aunque no fue porque
adoptase medidas infraestructurales, sino porque mostró una actitud distinta
ante el problema. Aceptó oficialmente la práctica del vertido desde los
inmuebles, pero siempre que se sometiera a una serie de condiciones
asequibles que perseguían dos objetivos: disminuir en lo posible un daño
12
La provisión de la Sala de Alcaldes responde a un loable afán de compilar las normativas
parciales promulgadas hasta entonces. Se enunciaron un total de 79 cláusulas de contenido
muy diverso. Se trata de problemas genéricos de orden social, considerando como tal el asunto
del vertido por los conflictos cotidianos y las consiguientes alteraciones que pudiera generar en
la convivencia, aunque le otorga un tratamiento similar al de los otros asuntos y castiga esta
infracción con gran dureza.
13
BN. VE/39-59. BLASCO ESQUIVIAS, B. (1998), pp. 27-28.
inevitable y facilitar el control y castigo de la trasgresión. A este fin, la Sala
ordenó que el vertido se realizase exclusivamente por las ventanas y que sólo
se hiciese después de las doce de la noche o, en caso de ser imprescindible,
también durante el día, aunque avisando por tres veces de la intención con el
grito de ¡agua va!14.

La Plaza de la Cebada y su fuente hacia 1666

El 28 de junio del año 1590 se emite un extenso informe remitido por la Junta
de Ornato y Policía a Felipe II para informarle de sus actividades y proyectos
urbanísticos más recientes, relativos a la ordenación de las calles principales,
de la Plaza Mayor y de las zonas comerciales de la Villa; a la reconstrucción y
conservación de los lavaderos; al reajuste de las fuentes para evitar su
contaminación; a la limpieza general de la Villa; a la demarcación de límites
urbanos y a la normalización de las rejas en el pañeo de los inmuebles 15. Aquí
se hace referencia, por primera vez, a las ventajas que conllevaría la creación
de una red de canales o alcantarillas de desagüe, por donde los particulares
pudieran verter sus aguas residuales a una cloaca general 16.

14
MARTÍNEZ KLEISER, L., Guía de Madrid para el año 1656, Madrid, 1926, p. 67.
15
El documento original se encuentra en el Instituto Valencia de Don Juan (IVDJ), caja 47, nº
295. ANDRÉS, G. de, "Ordenación urbanística de Madrid dada por Felipe II en 1590", AIEM, XII
(1976), pp. 15-31.
16
16 Los vecinos y moradores de Madrid sólo disponían de dos sistemas para sacar fuera de
su habitación las inmundicias y las aguas fecales: bien mediante su evacuación por las puertas,
ventanas o cualquier otro vano del inmueble o bien mediante la instalación alternativa de
secretas, necesarias o letrinas. Restringido cada vez más el uso de puertas y ventanas, por las
sucesivas normas promulgadas al respecto, podríamos presuponer que se generalizó la
fabricación de vertederos reglamentarios durante el siglo XVI. Sin embargo, estas
instalaciones, que precisaban un hueco específico a ras del suelo dentro del inmueble o en
patios vecinales, no debieron ser habituales en edificios particulares sino sólo en el ámbito de
algunas comunidades religiosas, cuyo propio aislamiento y la congregación de muchos
individuos dificultaba la evacuación de inmundicias fuera de las tapias del recinto y aconsejaba
la adopción de estas medidas higiénicas
En cuanto a la regulación del vertido de inmundicias a la calle, se subraya la
necesidad de lograr que los vecinos y moradores:

"no vacien por las ventanas ningun genero de servicios, sino que lo bajen a
vaciar abajo; esto mientras se provee y da orden en la limpieza general"

Sólo trece días después de la anterior medida, la Junta decidió pregonar un


vertido "controlado" desde las ventanas, estipulando los horarios con más
precisión y de un modo más estricto que antes. A partir de la publicación de
estas medidas, el vertido debería efectuarse desde las diez de la noche en
verano y desde las nueve en invierno 17. El 4 de julio de 1592, la Junta insistió
en delimitar con mayor precisión los horarios de vertido. Desde el día 1 de abril
hasta el 30 de septiembre debería efectuarse a las 11 de la noche; desde el 1
de octubre hasta el 31 de marzo, después de las 10 18 . Pese a estas iniciativas,
no se consiguió la limpieza anhelada y abundan los testimonios sobre el
incumplimiento sistemático de las normas promulgadas y el empeoramiento
progresivo del problema. Para explicar el fracaso sistemático de las iniciativas
emprendidas por el gobierno de Madrid durante el siglo XVI pueden esgrimirse
numerosas razones, como el crecimiento desordenado de la ciudad, la escasez
de medios técnicos y humanos para efectuar las tareas de limpieza y, sobre
todo, para vigilar y hacer cumplir las medidas impuestas. También las trabas
que puso siempre la Corte a las pretensiones municipales, las conflictivas
relaciones entre el Ayuntamiento y la Junta de Ornato y Policía, como
consecuencia de sus respectivas (y, a veces, contrapuestas) competencias, la
ingente tarea urbanística que tuvo que afrontar la Junta para adecuar la Villa a
su nueva dignidad, el progresivo declinar de la Junta y su inoperancia en los
últimos años del siglo XVI19.

Ya el 4 de julio de 1608, la Junta acordó notificar a la Sala de Gobierno los


perjuicios que ocasionaba el uso indebido de los canalones altos de cocina, por
donde se arrojaban inmundicias y aguas sucias, instando a que se proveyese
un auto para obligar a los interesados a quitar estos apéndices en el plazo
máximo de tres días desde la fecha de su publicación, so pena de fuertes
multas20 . Además se trata el tema del uso continuado e indiscriminado de
albañares para los mismos fines, tratando de atajar el daño que se infringía al
precario empedrado de la Villa por el estancamiento de los residuos sólidos y
líquidos expelidos desde tales conductos. En este sentido, la Junta se limitó a
exponer los daños ocasionados y tanteó la posibilidad de remediarlos con
intervención del Consejo:

"mandando que cada uno hiciese en su casa un sumidero donde echen el agua
y la demás basura y la guarden hasta que la lleven al campo"21

17
ANDRÉS (1976), p. 31.
18
ÍÑIGUEZ ALMECH (1950), p. 46.
19
BLASCO ESQUIVIAS (1998), p. 38.
20
ASA, 1-73-30. BLASCO ESQUIVIAS (1998), pp. 57-58. La Junta no consiguió el propósito
perseguido y, durante mucho tiempo, los canalones altos de cocina siguieron utilizándose para
verter las aguas sucias a la calle.
21
ASA, 1-73-30. BLASCO ESQUIVIAS (1998), pp. 57-58. A este respecto habrá que
esperar a las ordenanzas de Juan de Torija (1666) o a las de Ardemans (1717), más
El 13 de julio de 1610, el nuevo organismo encargado de la higiene urbana de
la Villa y Corte, la Sala de Gobierno del Consejo, emitió un Auto que
proporciona nuevas noticias sobre la organización y administración de la policía
y la limpieza urbanas. Se enuncian un total de ocho "reglas de policía",
centradas en la recogida de basuras de las vías. En el tema tocante a vertido
de aguas sucias, mantiene el mismo horario estipulado en 1592, reforzado con
la medida de realizar el vaciado de inmundicias, basuras o aguas de todo tipo
sólo por las puertas de los inmuebles, con exclusión terminante de utilizar para
estos menesteres las ventanas, azoteas o cualquier otro vano alto. El 26 de
mayo de 1612, la Sala de Gobierno del Consejo estableció:

"Que ninguna persona de qualquier calidad que sea no consienta ni de lugar que
ningun criado ni criada de dia ni de noche no eche a ninguna hora ni vacie ningun
genero de ynmundicia ni agua sucia ni limpia por las ventanas ni açoteas de sus
cassas, sino que lo echen y bacien por las puertas principales o falsas dellas en
mitad de la calle y no en otra ninguna parte. Y las ynmundiçias no las puedan
echar ni echen sino fuere en verano, desde primero de abril hasta fin de
septiembre, despues de las once de la noche y en el invierno desde primero de
octubre hasta fin de marzo despues de las diez, so pena de seis mrs., y los dueños
de las cassas y moradores dellas avisen a sus criados y criadas que de aquí en
adelante lo guarden y cumplan porque las dhas penas se han de cobrar de los
amos y se les reserva su derecho a salvo para que del salario de sus criados y
criadas lo puedan cobrar"22

A pesar de sus buenas intenciones, la Sala de Alcaldes no logró erradicar los


usos adquiridos por el pueblo de Madrid y se vio obligada a reeditar
periódicamente el Pregón General, cuyo contenido se incumplía de modo
sistemático. Algo parecido debía suceder con los autos y disposiciones
pregonados por orden de la Sala de Gobierno del Consejo, que se vio obligada
a reemitir en 1638 las Providencias dadas en 1612. En cualquier caso, en el
año 1608 se estableció que:

"lo que en ella se trataba fuese al Consejo para que de allí en adelante se
tratase y confiriese en la Sala de Gobierno según y en la forma que en la Junta
de Policía se hacía conforme a lo contenido en las Cédulas que para hazer la
Junta se habían despachado y que el Corregidor desta Villa y el Regidor que
en virtud de la Cédula del año de seiscientos siete la Villa había de nombrar en
cada un año para asistir a la Junta, diesen que tan ahora de los señores de la
Sala de Gobierno el que por S.M. fue nombrado de todas las cosas que se
ofreciere tocantes al ornato, pulizia y limpieza desta villa para que el Señor del
Consejo lo diga en la Sala de Gobierno y en ella se tome la resolución que
contiene."23

Calles del Cuartel de Santa María

Así, la Sala de Gobierno del Consejo Real, por un lado, y la Sala de alcaldes,
por otro, con sus conflictos incluidos, asumieron lo que a la limpieza urbana se
refiere. Recuérdese que el Consejo de Castilla, como miembro de la Junta de
Urbanismo24, que dirigía uno de sus miembros, y como institución estatal
estaba implicado directamente en el regimiento de la Villa. Hasta la creación de
la Junta de Limpieza y Empedrado, en el año 1659, hay un espacio temporal
donde se van acumulando tareas a los nuevos encargados del área sanitaria
urbana de Madrid. Una de sus primeras disposiciones, del año 1606 (4 de
mayo), fue la división territorial urbana de Madrid en seis cuarteles, cada uno
con sus calles, procurando facilitar, precisamente, la limpieza y empedrado 25.
Es ahora cuando vemos que se van acumulando actuaciones específicas,
cuando se van concretando, y se van determinando su regularización, en un
proceso que culminará, a mediados del siglo XVII en la concreción de las
funciones desarrolladas anteriormente y su atribución a cargos específicos,
como veremos más adelante.

Por ejemplo, una de estas funciones, ahora en manos del Consejo, es la


conformación de las tareas de limpieza. El Corregidor Gonzalo Manuel, que
ocupó este cargo entre 1607 y 1612, escribía un informe remitido a la Sala de
Gobierno del Consejo de Gobierno en los siguientes términos:

"... la orden que ha habido y ay en esta Villa para la Limpieza della es de


treynta y dos carros que V.A. a mandado que aya están repartidos en seis
quadrillas, quatro de a cinco carros y dos de a seis; para los quales ay seys
sobrestantes que nombra la Villa y estos acuden al corregidor a dar quenta de
los que hacen cada dia, a ora señalada, y aviendo entendido lo que han hecho
y las partes donde ay mas necesidad de acudir los envia a ella y les tiene
ordenado que cada sobrestante acudir al Regidor Comisario que le toca darle
quenta de la parte donde va para que pueda ir a ver donde cumplen con lo que
se les ordena..."26

Un texto sumamente importante para el tema que nos ocupa fue el pregón
general de 14 de marzo de 1613 que emitió la Sala de Alcaldes de Casa y
Corte, con un contenido que regulaba prácticamente todos los aspectos de la
higiene urbana del Madrid de esos años 27. Tal fue su importancia que fue
reeditado posteriormente cada año. El contenido más relevante es el siguiente:

"Otro sí mandan que ninguna persona desta Corte echen, ni consientan echar
de día, ni de noche por las ventanas agua, ni inmundicia, so pena de quatro
años de destierro, y veinte ducados a los amos que lo consintieren y de cien
azotes, y seis años de destierro a los criados, y criadas que lo echaren, y de
pagar los daños que hicieran. Y que ninguna persona eche, ni consienta echar
inmundicias por las puertas hasta diez dadas de la noche, so pena de cada vez
veinte ducados, y dos años de destierro. Y assi mismo que todos los vezinos y
moradores desta Corte, cada uno de ellos tenga bien limpia la pertenenzia de
su casa, y tenga por embargadas todas las fábricas de cantería, albañilería,
enmaderamiento de casas, y otras cualesquiera obras que ocupare la calle. Y
que nadie sea osado echar en ella Piedra, cal, ladrillos, texas, maderos, ni
ninguna suerte de material para obras sin tener licencia para ello del comisario
de la limpieza, no pudiendo la proseguir ni començarse otra alguna sin la dicha
licencia incurriendo en ella el dueño de la obra, y el maestro a cuyo cargo
estuviere, cada uno de ellos en la dicha cantidad. Y assi mismo que todos los
vecinos, y moradores no echen en ella cosa alguna, sino fuere la inmundicia de
los servicios a las horas acostumbradas, y no antes. Y assimismo que todos los
que tuvieren en sus casas tierra que sacar, o hizieren cuevas, sea
concertandose primero con los carreteros que la han de llevar, que desde sus
casas la saquen al carro sin echarla en la calle. Y que nadie sea osado echar
desde las ventanas aguas de ninguna suerte, sino fuere desde la puerta de dia.
Y de noche desde donde pudiesse, avisando primero tres vezes con la seña de
agua va. Y assimismo que no echen en la calle basura, tierra, trapos viejos, ni
retazos, vidrios quebrados, cascotes, cascos de ollas, o tinajas, retaços de
papel, esteras o espuertas viejas, estiercol de cavallos, ni otro animal,
verduras, cascaras de fruta, ni pluma de ave, ni otra alguna de ningun genero
que sea, ni cosa que pueda ensuziar la calle sino es inmundicia de las
servicios, que no se puede escusar, la qual los peones de la limpieza han de
recoger, y recogida en espuertas, o otra cosa, la han de dar a los peones de los
carros de la limpieza, sin pagar por ello cosa alguna. Y assimismo que las
casas que tuvieren muchos moradores, podrán entre ellos concertarse por
semanas, o meses como mejor les pareciere a cumplir con la limpieza, so pena
que en las faltas que en tal pertenencia huviere se executara la pena en el
morador que se quisiere de la tal Casa sin mas averiguacion. Y assimismo que
todos los caxones de las plaças, postes de Piedra, y de las verduleras, tengan
sus pertenencias como las demas, y las basuras que huvieren recogido las
tengan juntas, cada uno a un lado de la pertenenzia, para darlos al carro
quando pasare por ella, y no se entiende por basura los terreros de las obras,
granças, casca de vendimias, estiercol, porque todo esto sus dueños han de
hazer llevar a su costa."

El incumplimiento sistemático de dicho pregón se debe, según Amezúa a que


era pregonado en los mismos sitios y oído por prácticamente las mismas
personas. En cambio, Blasco Esquivias lo achaca a la solapación de
competencias entre las distintas instituciones encargadas de la materia de
limpieza urbana y a la carencia de un órgano adecuado que vigilase la
aplicación de la normativa.

Un personaje relevante de estos años fue Antonio Rizi. Interesado en la


limpieza de la ciudad en los primeros años del siglo XVII, elaboró un sistema de
limpieza basado en la recogida de la basura y el barrido de las calles,
concretamente en el año 1612 28. La importancia de su sistema de limpieza
radica en que el Consejo, reticente a otras propuestas, vio bien ésta. Consistía,
en esencia, en una jerarquización de la higiene aplicada en las vías públicas
dividida en tres niveles. El primero consistió en una actuación diaria de
recogida de basuras y barrido. En el segundo, barrido semanal y recogida
diaria. Y en el tercero, recogida semanal y barrido mensual. Establecidas ya la
figura del Comisario de Limpieza en cada cuartel, y las atribuciones de un
Visitador General, (especialmente la de supervisión), faltaba concretar la
práctica, algo que se hizo en el Cuartel de Santa Cruz. Ésta consistía en la
obligación de limpieza a una persona concreta por cada cuartel, sometida a la
jurisdicción y a la autoridad de los cargos anteriormente citados. Era la figura
del "obligado". Dicha figura aceptaba las condiciones de limpieza que él mismo
había ofertado en una puja pública que se efectuaba tras pregonar la
necesidad de la Villa en tal sentido. Así, en 1648, Antonio Aguado era el
"obligado" de la limpieza y empedrado de la Plaza Mayor, cobrando en el mes
de mayo de dicho año 1191 reales de vellón. El obligado del cuartel de Santa
Cruz, Mariano de Sabogal, cobró 2000 reales de vellón por el mes de julio del
mismo año. Tomás de Fuenlabrada cobró también 2000 reales de vellón por
limpiar y empedrar el cuartel de Santo Domingo.

Fuente, Plaza y Convento Real de Santo Domingo

En ocasiones, bien cuando se acababa la "concesión" o cuando el anterior


obligado era sancionado a dejar su tarea, o fallecía, se pregonaba de nuevo y
nuevas ofertas salían a la luz. Fue el caso de Nicolás Sánchez y el cuartel de
Santo Domingo, que cobrara por su limpieza 1290 reales de vellón un mes
después de que lo hiciera Tomás de Fuenlabrada sin que tengamos constancia
del porqué del cambio. No debemos imaginarnos que los fondos eran tales que
pudieran satisfacer a tiempo todos los salarios comprometidos a los obligados.
La mayoría de las mensualidades sufrían de una demora de entre dos a cuatro
meses. Peor era cuando surgían gastos extraordinarios fuera de lo acordado.
Por ejemplo, Juan Concejo, que era el "obligado" del empedrado del cuartel de
San Miguel cobraba su trabajo en partes. En concreto, de un total que nos es
desconocido, cobró 1000 reales de vellón en julio de 1648, como parte de la
"deuda de empedrado". También se ajustaban los compromisos económicos,
llegando a cobrar uno de estos obligados, Alonso Serrano, de la limpieza y
empedrado del cuartel de Santa María, la mínima cantidad de 4 reales de
vellón. Como vemos, además, los salarios o pagos a los obligados variaban, en
función de la extensión del cuartel. Damián González, encargado de la limpieza
y empedrado del cuartel de San Hermenegildo, cobraba mensualmente hasta
3000 reales de vellón, como igualmente cobrara Lucas Gámez, el obligado del
cuartel de la Merced, o Gómez de Vrossa, del cuartel de San Miguel. La
cantidad que hemos encontrado por un pago mensual por estos conceptos es
la de 4595 reales de vellón que cobró Francisco Martín, en mayo de 1648 por
el cuartel de Santa Cruz. Este obligado seguiría cobrando dos años después,
en 1650 la cantidad de 4059 reales de vellón por la limpieza del mismo
cuartel29. Estas variedades son poco significativas y tampoco puede deducirse
de las mismas una constante variedad de la cantidad cobrada por el obligado.
En el caso de Antonio Aguado, ya citado, por serlo de la Plaza Mayor, seguía
cobrando la misma cantidad en el año 1650 que dos años antes, es decir: 1191
reales de vellón.

No todos los pagos se realizaban a personal encargado de la limpieza y


empedrado a la vez. En ocasiones, el empedrado se realizaba separadamente,
desconociendo los motivos. En cualquier caso ya hemos visto que Juan
Concejo cobraba sólo por empedrar. También un tal Antonio de Tapia,
empedrador de oficio cobró 670 reales por empedrar parte de la "calle de
encima de los Caños del Peral por donde passan los coches de Su
Magestad"30. No debemos pensar que la tarea del empedrado fue algo que
avanzó significativamente durante el siglo XVII. Por ejemplo, la Plaza de la
Cebada tuvo su "medida y planta" en el año 1623 31, su fuente, que estaba
situada lateralmente, fue mudada hacia el centro en el año 1692 32 , pero no fue
empedrada hasta más de un siglo después, entre los años 1720 y 1722, como
también ocurriera con la Puerta de Toledo, Atocha, Alcalá y Recoletos 33.
También percibían cantidades otras personas, que podemos relacionar con la
limpieza de la ciudad. Antonio Martín, "escrivano de Su Magestad", recibió 300
reales de vellón "por averse ocupado en el registro de los empedrados de los
obligados desta Corte de 13 de marzo a 5 de julio acudiendo a las calles donde
se empedraba cada dia para hacer dicho registro".

Hemos mencionado antes que los arrendamientos para la limpieza y el


empedrado de Madrid tenían una duración determinada. Ésta fue, durante el
siglo XVII variable: de seis años, cinco, o cuatro. Para ello se ponía en práctica
una mecánica de varias fases que pasamos a explicar con más detalles. En
primer lugar es necesaria la existencia de la normativa a hacer pública. Toda
vez que existe la misma se pasa a otra fase, en la cual la misma se pregona
públicamente, momento en que son conocidas las condiciones que la
institución emisora ha establecido. Conocidas públicamente por los asistentes
al pregón, cuya lectura está previamente fijada, los mismos entra en la puja
("puxa") por obtener la "concesión". Ésta se hacía a la baja y no tenía por qué
ser sobre el global de las condiciones, sino que se podía tratar un tanto por la
limpieza y otro tanto por el empedrado, como ya hemos visto que ocurrió en
ocasiones. En tan sólo un día el pregón, el cierre de la puja y la aceptación de
las condiciones por parte del nuevo obligado quedaban cerrados 34. Contamos
con algunas de estas condiciones, como las existentes para el periodo 1638-
164435, 1656-166236, 1662-166837 y 1669-167238.En las mismas se fijan las
calles de cada cuartel, la mecánica del trabajo, la necesidad de los aperos y los
lugares donde depositar los desperdicios. Todas ellas, sin embargo,
redundaban en las "condiciones generales" de 1636 39 . En el mismo acto se le
daba al recién obligado un papel sellado, el mismo que era guardado por "la
parte contratante". En el caso del cuartel de Santa María, en la concesión que
fue desde el 13 de julio de 1638 hasta seis años después, se lee:

"La limpieza empedrado y riego del quartel de Santa maría remato por seis
años que comenzaron a correr desde treze de julio deste año de mill y seis
cientos y treinta y ocho en diego de Magadan en cinco mill seteszientos y
cinquenta ducados cada año que se le an de pagar por los dos meses de pasar
un año como parece de las posturas remate obligacion y fianza que otorgo ante
mi. Firmado en Madrid a iiij de setienbre de 1638 años. Pedro de Castro."40

Con todo, ni la insistencia política en la emisión de normativas, ni la adecuación


de los proyectos a la realidad, ni la eficacia de la recepción de los pregones ni
la sintonía entre lo deseado y la práctica fueron capaces de lograr que Madrid
fuese una ciudad limpia. Al contrario, una falta de resultados absoluta
conllevaba la acumulación de desperdicios en las vías públicas 41 conforme
pasaba el siglo. Uno de los factores que impedían el normal funcionamiento del
sistema de limpieza era, evidentemente, su interrupción por causas
extraordinarias, ya sean de carácter trágico o festivas. Un acto público
precisaba de un entorno más o menos limpio. Para ello se solía enarenar el
espacio donde iba a celebrarse, y la subsiguiente desarenización finalizado
dicho acto. Pero estos actos públicos eran tan cotidianos que la labor de los
obligados se multiplicaba42. Por ejemplo, actos que precisaban de limpieza
fueron las luminarias celebradas por la elección del emperador de Alemania, en
el año 1619, el traslado del cuerpo de San Isidro a Casarrubias del Monte para
la salud de Felipe III, en el año 1620, las luminarias por la beatificación de San
Francisco de Borja, las trompetas, atabales y luminarias por la beatificación de
la infanta Doña Sancha, en el año 1626, las fiestas de toros por el casamiento
del rey en 1620; las fiestas y lucha de animales en la Plaza de la Priora del año
1629 y 1631; las luminarias por el parto de la reina en el año 1630, el mismo
año en que se celebraron otras luminarias por el nacimiento del Príncipe de
Gran Bretaña, o la primera fiesta de San Isidro, celebrada en 1630, la traída de
la virgen de Atocha a las Descalzas para pedir bendiciones en el mismo año y
un largo etcétera. Del lado trágico, o negativo para la buena marcha de la
limpieza están las lluvias torrenciales; y debido a ellas, o no, los hundimientos
de calles, como la Calle de la Cruz, hundida en 1690 tras una fuerte tormenta 43.
Fijémonos en un caso concreto. En el apartado de "Gastos extraordinarios" del
año 164144 hay uno de ellos otorgado al "Vissitador de la Limpieza de la Villa",
cargo detentado por entonces por Juan González Cabezón. El cargo fue de
300 reales de ayuda de costa "que se le dieron por la ocupacion y trabajo que
tuvo en el parque desde las tres de la tarde y las siete della todos los dias
haciendo regar la plaza del dicho parque para hacer la levas de cavallos y por
ser excesivo el trabajo que se passa en llamar a los obligados de la limpieza".
Tampoco podemos olvidar que la labor también se multiplicaba por motivos
climáticos. Una fuerte nevada o varios días de lluvia intensos provocaban más
acumulación de desperdicios y rebajaban el nivel de higiene, ya que era
materialmente imposible una retirada de la nieve inmediata. Por supuesto, la
idea de Madrid como una ciudad lluviosa queda descartada, y su adecuación a
tal eventualidad era bastante deficiente. Más bien diríamos lo contrario. La
escasez de lluvias provocaba que, incluso, se pidiera por ella, como fue el caso
de las rogativas que se hicieron a la Virgen de Atocha en el año 1617 45.

La situación de la limpieza urbana matritense fue empeorando hasta que Felipe


IV, el 2 de febrero de 1649 daba al Corregidor todos los asuntos de limpieza
urbana en un Real Decreto que decía que:

"La limpieza y empedrado desta villa no tiene el cobro conveniente antes son
muchas y continuas las quejas que sobre esto me llegan y consistiendo en ella
mucha parte de las salud pública particularmente en este tiempo que tanto
debemos recatarnos del contagio de la peste, y se padece, y reconociendo que
la gravedad de las acusaciones que estan a cargo de los del consejo no les
deja cuidar de esta comisión he resuelto encargarla enteramente al corregidor
como propia de la obligación de su oficio y uno de los capítulos de su
residencia, sin que en ella intervengan más comisarios ni superintendentes,
ejecutárase así dándose por el Consejo los Despachos que fueren menester;
en cuyo cumplimiento ordeno a VS que luego trate de executar esta comision
con el cuidado y vigilancia que requiere y se espera de su zelo, advirtiendo que
qualquiera falta que se reconozca se sentirá en los casos que fuere necesaria
su autoridad para cumplir enteramente con esta obligación."46

La aparición de esta nueva normativa pudo verse acelerada y provocada


debido a una situación inmediatamente anterior que calificamos de caótica.
Meses antes se intentó una reorganización urgente de la estructura encargada
de la limpieza por parte de la Sala de Alcaldes, del consejo y del Corregidor;
una labor cuyo resultado no fue, ni mucho menos satisfactorio, algo que se
vería un año después, con la aparición de la Cédula Real anterior, y una
década después, con la creación de la Junta de Limpieza y Empedrado.

Fuente de la Plazuela de la Villa

Por causa de estos deseos urgentes de renovación, Rizi, que ejerció como
visitador General de la Limpieza hasta el año 1648, fue sustituido por Simón
González, nombrado por los "señores del Consejo de Su Magestad" 47. El
sueldo de este funcionario era de 639.296 reales de vellón cada año. Esto
incluye varios conceptos, además del salario, como son el de ayuda de costa y
la "paxa para su caballo". La ayuda de costa era un concepto que hoy
podríamos calificar como ingresos extraordinarios por labores realizadas,
también extraordinariamente. Por ejemplo, Simón González cobró 86 reales por
ayuda de costa cuando "avisó" a caballo de su próxima visita a "los lugares de
Ballecas, Vicalvaro y Villaverde". Y esta era una de sus ocupaciones
principales: la visita a los diferentes sitios de Madrid. Lo hacía para verificar que
se cumplía, por parte de las personas encargadas, el compromiso de limpieza y
empedrado de las calles. Resulta curioso que en el nombramiento se haga
mención a la buena labor que ejerciera su antecesor, Rizi, ya que podemos
leer, que es nombrado Visitador General de la Limpieza "para que exerca como
Antonio Rizi".

También, en el año 1648, Cristóbal de Moscosso y Cordova, perteneciente al


Consejo de Su Majestad, fue nombrado Superintendente encargado de la
Limpieza, llegando a cobrar doscientos ducados por un año en concepto del
ejercicio del cargo que tuvo asignado. Otro puesto relevante fue el del Alguacil
visitador de Limpieza y Empedrado. En el mismo año de 1648, dicha función
era ejercida por Simón González. También era nombrado "por los señores del
Consejo". En este caso, Simón González parece ser el primero en ocupar dicho
cargo. Aunque ello no implica que antes otras personas ejercieran la misa
función sin que estuviera creada, hecho que ocurrió en la persona de Antonio
Rizi, quien ejerció estas funciones previamente a las que hiciera Simón. Esto
nos da luz sobre un detalle respecto del cambio que se quiso hacer. Parte del
mismo consistió en la diversificación de funciones, o, si se quiere, en un reparto
más realista y adecuado de las mismas que facilitase el cumplimiento de las
funciones. Sin embargo, ni esto resultó ser suficiente. La estructura de la
limpieza urbana no pudo con una higiene pública que llegó a ser inexistente.
Todos los esfuerzos al efecto sólo sirvieron para alargar, durante la década
siguiente una situación que parecía imposible de arreglar. Por ello, de hacer
algún otro esfuerzo para mejorar la situación, vistos los intentos fracasados
anteriormente (intercambio de funciones, reparto de responsabilidades, y
otros), debería de ser prácticamente nuevo y debería también evitar todos los
errores anteriores. Así, previo informe del Corregidor sobre el estado de la
limpieza al Consejo y de este órgano al Rey, se creó, por Real Decreto de 6 de
junio de 1659 la Junta de Limpieza y Empedrado 48. Algunos de los errores a
evitar salieron de las contradicciones que había en algunos aspectos
concretos. Por ejemplo, en los utensilios, carros, mulas y demás aparejos. En
un informe del ayuntamiento al Corregidor, de 1659, se dice que:

"... todo nace de que no se cuida que los obligados traigan los carros y
cabalgaduras de su obligación y las que traen son tan malas y con tan malas
mulas que es lo mismo que no traerlos, y esto no se debe tolerar sino obligarles
a que tengan carros con mulas de servicio, y que juntamente con ellas anden
los mozos y cabalgaduras menores con sus serones conforme a la
obligación..."49.

Pero mal arreglo podría tener esta situación, si los licitadores a la obligación de
limpieza y empedrado eran escogidos por el remate de la subasta a la baja. De
esta forma, el dinero disponible no era lo suficiente para poder obtener una
calidad óptima en la limpieza urbana y, por extensión, en el mantenimiento de
la higiene. En las condiciones de la subasta, el licitador, como se ha dicho,
podía ofrecer una cantidad para la limpieza, otra para el empedrado y otra para
pagar a los subalternos y carros y mulas. Sin embargo no era eso lo que se
consideraba, sino la suma total. La menor, la que sería menos gravosa al
ayuntamiento, era la considerada, sin reparar en la división de la misma.

Por ejemplo, en el año 1633 se le libraron a Marcos de Sabugal 1250 reales


por libranza del Corregidor y del consejo de "Su Magestad" para la limpieza del
cuartel del que era obligado (el de la Merced). Además, el Superintendente de
la Limpieza le libró otros mil reales "para que fuesse comprando carros y mulas
en conformidad con la ultima baxa y remate" 50.

Igualmente ocurría con los aparejos para la limpieza. En ocasiones, a la rotura


de los instrumentos no le sucedía la compra de otros nuevos. Al contrario, se
costeaba su reparación. No sabemos cuántas veces era reparado algo. Pero sí
sabemos que se hacía. Por ejemplo, en el año 1650, la plaza de Palacio se
regaba con una bomba y a cubos entre dieciocho mozos. Estos trabajaron por
entonces con dicha bomba rota ("quebrada"). En una pequeña memoria se
informa de algunos de sus gastos, donde se dice que 30 cubos costaron 95
reales y medio ("veinte a tres reales y diez a tres y medio"). La bomba era
mantenida con clavos, que costaron 3 reales, además de los 12 reales que
costó "un palo de alamo negro con abrazaduras de hierro" y los 24 reales que
se le pagaron la maestro plomero Alvar Mangas por poner en la bomba una
arandela51.

Creada la Junta de Limpieza y Empedrado, sus labores administrativas y de


control parecieron verse reflejadas en la práctica, hecho visible a través de sus
múltiples resoluciones. Las mismas abarcaron desde el registro de todas las
personas relacionadas con la limpieza hasta el más mínimo detalle, como el
interesarse por dar las órdenes de pago por sisa a cantidades minúsculas. Esta
nueva dinámica, según se desprende de toda la documentación revisada se
acogió a una inercia en la cual intervinieron otros factores externos y no
previstos inicialmente. Así, la meticulosidad de los encargados de librar las
cantidades fue algo de suma importancia. Hasta tal punto consideramos esto
así que si un encargado no libraba cantidades si antes no eran aprobadas por
acta en la Junta de Limpieza no podía autorizar, ni autorizaba, a su vez, el
pago. Y un pago podría ser para la compra de carros o enseres. La demora de
la libranza del dinero podría suponer un retraso significativo en el cumplimiento
de las obligaciones. Este hecho podría resultar fatal para todos. Por un lado, el
obligado cometía sus "faltas" de limpieza, por lo que podría ser multado.
Además, la consecuencia de un aspecto sucio de su cuartel, y la propia
suciedad por falta de medios para eliminarla podría ser vista, para los
conocedores del funcionamiento interno del sistema de Limpieza y Empedrado,
como una dejadez y desidia por parte de cualquier otra persona que o fuera el
propio obligado. Es decir: por el personal administrativo. Si un cuartel no estaba
como las condiciones exigían y no era por causa del obligado, el visitador o el
escribano no podía informar en este sentido a un superior que, a su vez, no
había dado orden para reponer los medios necesarios. Y esto, en realidad,
ocurría con cierta frecuencia. La emisión de órdenes de pago no iba
acompañada inmediatamente por la recepción del dinero al obligado. Antes
debía pasar por el receptor de las sisas, quien, a su vez, autorizaba la libranza
y la registraba. Por tanto se había creado un sistema de limpieza y empedrado
exigente para una maquinaria que debía estar siempre perfectamente
engrasada.
Pero ocurría que, durante todo el siglo XVII Madrid fue creciendo en población
y en densidad52. Nuevas calles y más personas que generaban más suciedad
nunca fue un factor de previsión. Al contrario, la adaptación de nuevos sistemas
de limpieza aparecía siempre cuando surgía el problema a resolver. Y la
solución dada sólo se limitaba a resolver dicho problema sin mirar más allá, a
cuándo y cómo aparecería el siguiente. De seis cuarteles para limpiar y
empedrar en 1638 se pasó a doce en 1684. Evidentemente el obligado de la
limpieza y empedrado de fines de siglo en un Madrid con más población no
podía contar con los mismos medios que el obligado de principios de siglo.

Otro elemento que no ha sido considerado generalmente en los estudios sobre


la higiene urbana madrileña ha sido que Madrid no sólo era Villa; también era
Corte. Y como tal ha de verse, máxime en un siglo en que la formación y
estructuración del Estado caminaba a pasos agigantados en cualquiera de sus
aspectos, especialmente el administrativo. Por supuesto, no podemos olvidar
que también el Estado desarrolló su aparato de propaganda cuyo receptor
principal era el pueblo y el escenario las calles. Unas calles de una ciudad, la
de la Corte, que se vieron "invadidas". Los motivos para esta invasión
propagandística eran muy variados y continuos. Desde las fiestas de toros,
tarascas, luminarias nacimientos paces, elecciones de papas, juramentos de
príncipes y un sinfín de causas.

Avanzando el siglo, pues, el sistema de limpieza hubo de acomodarse a las


circunstancias. Uno de los cambios fue que, hacia 1670 se decide la compra de
diez carros suplementarios de ayuda al resto. Eran los llamados "carros
bolantes" con unos encargados que cobraban de forma semejante como si
tuvieran un cuartel que limpiar. Blasco Esquivias nos dice que sólo cinco de
ellos llegaron a ponerse en funcionamiento y sugiere, a falta de documentación,
que lo hicieron durante un solo año 53 . Sin embargo funcionaron los diez y por
bastantes años, al menos desde 1675 hasta el año 1684, último periodo en que
los hemos visto reflejados en las sisas. Estos diez carros se "obligaban" a dos
personas, cinco a cada uno, como se puede ver en las tablas correspondientes,
cobrando 3954 reales cada mes cada obligado 54.

Otro cambio importante fue, a principios de los años 60 del siglo XVII, la
separación de las obligaciones. Al menos desde 1662 la obligación de limpiar y
la de empedrar aparece diferenciada en la documentación revisada. Con ello
se pretendió agilizar y acelerar el empedrado de Madrid. La falta de
documentación sobre los motivos exactos nos impiden certificar este cambio,
aunque no el reflexionar sobre ellos y suponer que los fines fueron los dichos:
agilización y acortamiento de tiempo de ejecución. Lo cierto es que cada
obligado de los cinco carros volantes estuvo funcionando, al menos durante
más de dos décadas. Parece ser que los plazos de esta obligación eran
ligeramente distintos a los de la limpieza. El maestro empedrador, que así era
llamado, se obligaba durante cinco años:

"Hácese cargo a Blas López, maestro empedrador a cuyo cargo está por
obligación el empedrado del cuartel de la Merced por tiempo de cinco años que
empezaron a correr en 1º de este mes de marzo y cumplirán en fin de febrero
de 1678 de cuatro mil reales que se le libran por los mismos que se le han de
prestar y anticipar conforme a su obligación al principio de cada uno de los
cinco años para hacer prevención de herramientas, pertrechos y demás cosas
necesarias, los cuales se le han de bajar en las seis primeras mesadas de cada
uno de dichos años y estos son por este de 1673, por libranza de Madrid de 30
de marzo de 1673."55

Por cierto, que Blas López hubo de hacerse cargo el mismo año del inicio de su
"obligación" de gastos extraordinarios, como el de los reparos que sufrió la
Calle de la Merced en el año 1673 56. Pero, como se ha dicho, el empedrado,
unido o no a la tarea de limpieza, empezó a principios del siglo XVII. Por
ejemplo, en el año 1628 se empedraron las calles de San Buenaventura, San
Mateo, la Plaza de San Salvador y Las Maravillas 57. Dos años antes ya estaban
empedradas las Cuesta de la Vega, la Casa de La Cruzada y se preparaban
para ello los alrededores de la torre de San Salvador 58 . En 1623 se
empedraron el puente de Toledo y los alrededores con ocasión de celebrar las
fiestas de San Isidro59 y un año después en 1624, estaba empedrada la Plaza
de Palacio60, aunque sus zaguanes, junto a los del Buen Retiro, no se
terminasen hasta 163461; y en 1618 ya estaba empedrada la calle del Espíritu
Santo62.

En conclusión, y en cuanto a la limpieza urbana se refiere, podemos decir que,


a pesar de una evidente voluntad por parte de las instituciones y a todos los
niveles, la efectividad de la misma fue siempre deficiente. Estas deficiencias
parten de varios factores. Así, la escasa colaboración ciudadana y el
crecimiento urbano y de población se nos presentan como determinantes. En
cualquier caso, la limpieza no fue en detrimento, sino que avanzó en calidad,
aunque salvando graves inconvenientes.
TABLA 1. Periodo 1632-1638 (inicio: 14-7-1632)

CUARTEL OBLIGADO VISITADOR SALARIO LEGAJO


La Merced Marcos De 6763.5 22,1630/36,171
Sabugal m/dia

específicas. Torija, J. de, Ordenanzas de la villa de Madrid, y policia de ella, para todos los
que tuviessen, ó administrassen casas, huertas, jardines, tahonas, molinos y todo género
de possesiones, y para lo que han de observar los alarifes, y maestros de obras, Madrid,
1666. Ardemans, T. de, Ordenanzas de Madrid y otras diferentes que se practican en las
ciudades de Toledo y Sevilla, con algunas advertencias a los alarifes y particulares,
Madrid, 1717.
22
ASA, 1-4-23 (artículo 12 de las Providencias del Consejo de 1612. LÓPEZ SALABERRY, J.,
Discurso de recepción en la Real Academia de Bellas Artes, Madrid, 1904, pp. 43-48.
23
ASA, 1-4-23. BLASCO ESQUIVIAS, B., 1998, 44

24
Gómez Iglesias, A., "La transformación de Madrid durante el reinado de Felipe II y la creación
de las primeras Juntas de Urbanismo, Villa de Madrid, 22-23 (1961), p. 35; ÍÑIGUEZ ALMECH,
F., (1950), pp. 41-42.
25
ASA, 1-1-68. Cf.. BLASCO ESQUIVIAS, B., 1998, 45. Más tarde llegaría a haber hasta 14
"quarteles".
26
ASA 1-1-63
27
27 Pregón general mandado guardar por los señores de la sala de Alcaldes de Casa, y Corte
de su Magestad pparael buen gobierno della, publicado en esta Villa de Madrid, Madrid, Cosme
Delgado, 1613, BN, VE 213-39.
28
BLASCO ESQUIVIAS, B. 1998, p. 48. El informe se encuentra en ASA, 1-13-84.
29
Archivo de San Ginés (en adelante ASG), legajo 13, 1650, 25.
30
ASG, 13, 1648, 40.
31
ASG, 1, 1623, 184
32
ASG, 8, 1692, 31
33
ASG, 10 (1720-1722), 70-145. Atocha fue previamente calzada en el año 1680 (ASG, 10, 75),
como el jardín del duque de Lerma, que fue empedrado en 1684 (ASG, 10, 73)
34
Sobre esta cuestión: TOVAR MARTÍN, V., 1983, p. 51-52.
35
ASA 1-4-251.
36
ASA 1-14-6.
37
BN ms. 18205-11, BN VE 1328-11
38
BN VE 1328-11
39
ASA, 1-4-25
40
ASG, 22, 1638, 98.
41
En el año 1636 se publicaban unas insistentes Condiciones con que se han de obligar a la
limpieza, empedrado, y riego de las calles y plazas de esta Corte, y calzadas; y a enarenar y
desarenar a sus tiempos para las fiestas las plazas y calles aquí contenidas. Todo por seis
años que han de comenzar a correr desde 13 de julio de 1636, (ASA, 1-4-25).
42
Ver los legajos 8 a 12 del Archivo de San Ginés.
43
Archivo General de Palacio (AGP), 10 (1690-1699), f.1.
44
ASG, 22 (Sisas ordinarias desde el año de 1630 hasta el de 1648 y uno por ciento para
fuentes hasta el año de 1640), 1641, 106-106v.
45
ASG, 12-1617-51: "Rogativas a la Virgen de Atocha por el agua".
46
ASA, 1-14-6.
47
ASG, 13, 1648, 5.
48
ASA, ms. 194, 195, 196, 197, 198 199 y 200. Van desde 1659 hasta 1766.
49
Cf.: BLASCO ESQUIVIAS, B., 81 y ASA 1-6-20.
Juan 1100 22,1630/36,244
González d/año
Cabezo
Santa Cruz Marcos De 6164 22,1630/36, 188
Sabugal m/dia
Juan 6164 22,1630/36, 188
Henriquez m/dia
Carpi
Juan 1100 22,1630/1636,249
González d/año
Cabezo
Santo Juan 6369.5 22,1630/36,198
Domingo Henriquez m/dia
Carpi
Antonio Ruiz 1200 22,1630/1636,240
de la Peña d/año
Santa Diego De 6608 22,1630/36,198
María Magadan m/dia
Simón 1050 22,1630/1636,256
González d/año
San Miguel Francisco 5788 22,1630/36,216
Delgado m/dia
Simón 1050 22,1630/36,256
González d/año
San Pedro 5822 22,1630/36,226
Hermenegil Gutierrez de m/dia
do España
Pedro 1200 22,1630/36,244
Cuéllar d/año
Plaza Francisco 1489 22,1630/36,233
Mayor Causols m/dia

50
ASG, 22 (1630-1636), 171.
51
ASG, 13 (1650), 50.
52
En el año 1617, Madrid contaba con 133.195 habitantes y en 1645 con 392.175. BONET
CORREA, A., "La arquitectura y el urbanismo", en MENÉNDEZ PIDAL, R. (dir), Historia de
España, Madrid, 1986, t. XXIV, p. 579.
53
BLASCO ESQUIVIAS, B., 101.
54
ASG, 15.
55
ASG, 15, 259.
56
ASG, 8, 1673, 81.
57
ASG, 12-1628-114-117.
58
ASG, 12-1627-114-115.
59
ASG, 1623, 12- 36 y 37 respectivamente.
60
ASG, 12-1624-57
61
ASG, 22-1633-1635, 43.
62
ASG, 12, -1618-170.
Juan 1100 22,1630/36,249
González d/año
Cabezo

TABLA 2. Periodo 1638-1644 (inicio: 13-7-1638)

CUARTEL OBLIGADO VISITADOR SALARIO LEGAJO

Plaza Mayor Juan 229r/mes 22,1642,25


González
Cabezón

Claudio De 1050 m/dia 22,1638,92


Castro

Santa María Simón 229 r/mes 22,1642,19


González

Diego De 5907,5 m/dia 22,1638,97


Magadan

Juan De Ocaña Sustituyó A 5989.5 m/dia 22,1640,9


Magadán El 13 De Julio De
1638

Santo Thomas De 2101 m/dia 22,1638,102


Domingo Fuenlabrada

Juan Vélez 100 d/año

Diego De 3035.5 m/dia


Madagan

San Miguel Simón 3540.5 m/dia 22,1642,25


González

Pedro Gómez 4828 m/dia 22,1638,112


De Vrossa
4700 d/año

Santa Cruz Juan 229 r/mes 22,1642,25


González
Cabezón

Marcos De 5136 m/dia 22,1638,117


Sabogal

Francisco 5136 m/dia 22,1638,117


Martín

La Merced Juan 229 r/mes 22,1642,25


González
Cabezón

Francisco De 4600 m/dia 22,1638,124


La Torre
Cosme 4600 m/dia 22,1638,124
Crespo

San Juan Delgado 4666 m/dia 22,1638,131


Hermenegildo
Alonso Ruiz 100 d/año
Albornoz

TABLA 3: Periodo 1644-1649

CUARTEL OBLIGADO VISITADOR SALARIO LEGAJO

Plaza Mayor Antonio 229 r/mes 22,1945,10


González
Cabezón

Antonio 1191 r/mes 13,1648,11


Aguado

Santa Cruz Nicolás de 100 d/año 22,1645,8


Paz

Marcos De 2000 r/mes 13,1648,13


Sabogal

Cobrado por su viuda María


Fernández

Santo Thomas de 2000 r/mes 13,1648, 15


Domingo Fuenlabrada junio 1648

Nicolás 2000 r/mes 13,1648, 17


Sanchez julio 1648

San Miguel Juan Concejo 1000 r/mes 13,1648,21

Santa María Simón 1430 r/mes 22,1648,242


González

Alonso 13,1648, 23
Serrano

San Antonio 229 r/mes 22,1645,10


Hermenegildo González
Cabezón

Damián 3000 r/mes 13,1648,27


González

La Merced Lucas Gómez 3000 r/mes 13,1648,30

Francisco de la Torre le
sustituye en junio de 1648,
cobrando 2000 reales

Santa Cruz Francisco 4595 r/mes 13,1648,34


Martín

San Miguel Simón 1430 r/mes 22,1648,242


González

Pedro Gómez 3000 r/mes 13,1648,36


De Vrossa

TABLA 4: Periodo 1649-1654

CUARTEL OBLIGADO VISITADOR SALARIO LEGAJO


Santa Cruz Francisco 4059 r/mes 13,1650,25
Martín
Plaza Simón 1751 m/dia 13,1650,8
Mayor González
3000 r/mes
TABLA 5: Periodo 1674-1679

CUARTEL LIMPIEZA ALGUACILES SALARIO LEGAJO


San Luis Antonio Fernández, 4258 15, 1679
preso en 1679 r/mes
Lucas Valbuena 91.5 r/mes
Plaza Mayor Francisco Vellorito 1703
r/mes
Juan Álvarez 91.5 r/mes
Sma. Trinidad Simón de la Calle 4000
r/mes
Tomás de Álava 91.5 r/mes
Sto. Domingo Juan Lope 3954
r/mes
Juan Tello 91.5 r/mes
San Ildefonso Juan Escoto 3406
r/mes
Francisco 91.5 r/mes
Cámara
S. Hermenegildo Juan Escoto 3406
r/mes
Francisco Sixto 91.5 r/mes
El Carmen Diego Gómez 3406
r/mes
José García 91.5 r/mes
Santa Cruz Alonso Baraona 5110
r/mes
Domingo 91.5 r/mes
Rodríguez
La Merced Domingo Cirujano 5110
r/mes
Juan Coca 91.5 r/mes
San Miguel Francisco Suarez 5110
r/mes
José Loche 91.5 r/mes
San Gerónimo Ignacio de la 5110
Fuente r/mes
Ribadeneira 91.5 r/mes
Atocha Juan de la Peña 91 r/mes
Santa María Juan López 4258
r/mes
Domingo 91.5 r/mes
Rodríguez
San Sebastián Isidro Alonso 2555
Medina r/mes
5 carros volantes Francisco Vellorito 3954
r/mes
5 carros volantes José Doblado 3954
r/mes
TABLA 6: Periodo 1680-1684

CUARTEL LIMPIEZA EMPEDRADO VISITADOR SALARIO LEGAJO


Santa Cruz Miguel de Gaspar de 4745 r/mes 15, 1680-
Salinas Castañeda 84
Manuel Díaz Cobraba: 8000 r/mes
Plaza Mayor Francisco 1581 r/mes
Vellorito 6000 reales
de salario
Antonio más 9000 1000 r/mes
González que le
estaban
Sta. María Juan Lope señalados, 3954 r/mes
Antonio más 2200 8000 r/mes
González de ayuda de
costa más
Sto. Juan Lope 294 para 3954 r/mes
Domingo sustento de
María de la 8000 r/mes
un caballo.
Villa
El Carmen Diego Total: 3163 r/mes
Gómez
17494
María reales 7000 r/mes
González mensuales
S. Ildefonso
Tomás de la 6000 r/mes
Noza
S. Juan Escoto 3163 r/mes
Hermenegil
do José de la 6000 r/mes
Calle
S. Isidro 4745 r/mes
Gerónimo Fuente
(cede en
1682 a Juan
Pérez)
Domingo de 13000
Careaga r/mes
S. Isidro 2372 r/mes
Sebastián Alonso
Andrés 5000 r/mes
Gonzáles
Sma. María 2372 r/mes
Trinidad Ramírez
Simón de la 7000 r/mes
Calle
La Merced María 2372 r/mes
Ramírez
Blas López 6000 r/mes
S. Miguel Francisco 4745 r/mes
Suárez
Juan de la 12000
Peña r/mes
San Luis Juan Escoto 3954 r/mes
5 carros Francisco 3954 r/mes
Vellorito
5 carros Francisco 3954 r/mes
Palomares

Salario medio de personas relacionadas con la limpieza y


empedrado

CARGO SALARIO MEDIO FECHA


Obligado de limpieza y empedrado 4980 maravedíes/día 1640
Superitendente de la ciudad 200 ducados/año 1641
Alguaciles 91.5 reales/día 1679
Visitador de cuartel 100 ducados/año 1648
APROVISIONAMIENTO PARA EL EMPEDRADO DE LOS CUARTELES EN
EL PERIODO 1662-1668

*Entre paréntesis el número en el periodo 1669-1672 si existe variación.


Fuente: ASG, 15 (1680-1684)

Cuartel Carros Cubas Cabalgaduras Empedradores


Plaza Mayor 2 2 2 2
Santa Cruz 5 4 4 5
San Gerónimo 5 4 4 5
San Miguel 5 4 4 6 (5)
San Sebastián 3 2 2 3
Sma. Trinidad 4 3 3 4
La Merced 4 (3) 3 3 4 (3)
Santa María 4 3 3 4
El Carmen 4 3 3 4
San Luis 4 3 4 4
S. Hermenegildo 4 3 3 4
Sto. Domingo 4 3 4 4
S. Ildefonso 4 3 4 4

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