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•Harry se enamora de Hermione.

•Hagrid se queda con el dragón.

Hace unos meses mi vida solo giraba en torno a la monotonía de la casa de mis tíos, vivir en Prive
Drive no era del todo malo, había algunos días en los que gozaba de cierta tranquilidad y si trataba
de ser “invisible” para ellos podía incluso pasar hasta más de medio día sin escuchar un grito de
ellos, aunque no podía evitar el sentirme solo, no tenía amigos ni en el vecindario ni en la escuela,
Duddley se había encargado muy bien de ello. A mis once años estaba totalmente resignado a que
esa era mi vida y que nada podría llegar a cambiarlo. ¡Qué equivocado estaba!, de la noche a la
mañana mi vida cambió, mi propio mundo cambió, descubrir que era un mago me abrió un
universo totalmente desconocido y sentí el imperioso deseo de escudriñarlo por completo, todo
iba cobrando sentido poco a poco, lo primero fue lograr estar lejos de mis tíos, de sus regaños y
gritos. Fui aceptado en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, Hagrid, quien había ido a
llevarme mi carta personalmente, me había dicho que era la mejor escuela a la que un mago
podría ir, esto me emocionó demasiado. Hagrid me acompañó a tomar el tren y me explicó lo más
que pudo acerca del Colegio. Al llegar me sentí muy feliz, era como si reamente perteneciera aquí,
como si esta escuela fuera lo único en mi vida. Pero aún faltaba algo, seguía estando solo, seguía
existiendo un gran vacío. Por fortuna eso tampoco duró mucho, poco a poco me fui integrando, y
pese a que muchos sentían curiosidad por mí, por ese pasado que yo mismo desconocía, logré
hacer amigos, amigos que nunca en la vida me habría imaginado tener.

Sin embargo, de entre todos, había alguien que llamó mucho mi atención desde la primera vez que
la vi en el expreso de Hogwarts al pasar junto al compartimento donde estaba, era mandona, se
notaba a leguas, hablaba sin parar y repetía continuamente citas de libros que había leído, una de
las chicas que estaban en ese compartimento le hacía señas a otra y entre dientes le dijo “ésta se
siente una sabelotodo”, no supe por qué me sentí muy molesto en ese momento, no conocía a
nadie ahí, pero por el breve instante en el que nuestras miradas se cruzaron, supe que ambos
teníamos algo en común, nos sentíamos solos, no teníamos amigos.

Las clases iniciaron y de inmediato ella era la mejor, no había nadie que la igualara en la velocidad
para devorar libros y definitivamente no tengo idea de qué dispositivo o encantamiento mágico se
había hecho en el brazo, su velocidad para levantar la mano cuando algún profesor hacía una
pregunta era realmente sorprendente, a veces no me daba ni tiempo de asimilar el
cuestionamiento cuando ella ya había dado la mitad de la respuesta. Esa actitud desde luego
molestaba a muchos, pero no a mí, yo por el contrario me sentía intrigado por su personalidad y
ese rebelde cabello alborotado que se enredaba aún más cuando hacía viento me parecía lindo,
aunque claro, todo eso tuve que callármelo y me sentía cobarde por ello, sé que debí mostrarle
aún más apoyo, pero a veces no sabía ni cómo abordarla. No éramos amigos.

Como si la vida no hubiese sido ya lo suficientemente irónica conmigo, me tenía reservada una
gran sorpresa para el día de brujas, justo en el aniversario en el que perdí a mis padres un Troll
fue introducido al colegio con la finalidad de ponernos a prueba, el director del colegio tenía
extrañas maneras de celebrar, justo antes de iniciar el banquete, se paró y nos anunció que en el
colegio se encontraba un troll enorme y terrible y que para poder probar alimento esa noche,
primero tendría que ser atrapado pero no por los profesores, sino por nosotros mismos. Yo en mi
vida había visto un troll, ni siquiera me imaginaba cómo era, pero por la reacción de todos, supe
que la criatura sería sin duda aterradora. Todos de inmediato se levantaron, los de primero,
guiados por los prefectos de cada casa comenzamos a trotar, casi correr por entre los pasillos. Al
ir casi al final de la fila pude ver como ella se salía de la formación al pasar junto a un tapiz y se
ocultó en él, yo no dudé ni un instante y me oculté tras una armadura, sabía lo que pretendería y
no podía dejarla sola, era muy peligroso. Ella hizo un encantamiento en su mano y algo apareció
en ella, era una especie de brújula y comenzó a seguir el camino que le indicaba, la seguí no sé
por cuantos pasillos hasta que se paró frente a la puerta del baño de chicas y luego de un breve
titubeo, entró, corrí lo más rápido que pude hasta la puerta, la chapa se había trabado y no podía
entrar, adentro se escuchaban gritos, gruñidos y cosas siendo destrozadas, mi desesperación iba
en aumento hasta que algo golpeó la puerta y prácticamente la destrozo, ella estaba tratando de
ocultarse bajo los lavabos, pero el troll la atacaba. Francamente no supe ni cómo fue que salimos
vivos, bueno, debo admitir que Draco Malfoy nos ayudó bastante, gracias a él seguimos aquí, y
pues desde ese día nos hicimos los mejores amigos. Draco me había visto abandonar la fila de mi
sala común para seguir a Hermione, él ya se había percatado de que sentía algo por ella y que
obviamente correría a ayudarle, así que dejó la seguridad de su sala común y se fue detrás de mí.
Al llegar al baño se dio cuenta de que el Troll había destruido más de la mitad de los lavabos y que
Hermione estaba debajo de uno y yo me encontraba del lado contrario, lanzándole pequeños
pedazos de lavabo al troll, sin conseguir golpearlo. Draco fue el primero que logró captar su
atención al lanzarle un reducto al mismo tiempo que mi proyectil lo golpeaba en la oreja. Al estar
en sitios opuestos el troll no sabía a cuál de los dos atacar y aprovechamos ese titubeo para
golpearlo con los objetos que logramos elevar con el encantamiento levitador, cuando ese ser
estuvo en el suelo corrí hacia ella, la tomé de la mano y la saqué de ahí, Draco corriendo detrás de
nosotros. A lo lejos escuchaba las pisadas de gente acercándose. Entre sollozos Hermione intentó
darme las gracias, pero se detuvo al ver a Draco, estaba tan molesto con ella por haberse
arriesgado de esa manera que no podía controlarlo ¡Era una tonta! Pudo morir en ese momento.
Sin decir nada me alejé de ella, no sé si intentó seguirme, solo me fui. Draco fue detrás mío e
intentó hacerme sentir mejor. Pasaron semanas antes de que le dirigiera la mirada, durante todo
este tiempo Draco me hizo compañía, me hacía ver que Hermione solo trataba de demostrar que
era la mejor y que a pesar de que yo lo negara, él sabía que yo sentía algo por ella. Poco a poco el
coraje desapareció y decidí hablar con ella de nuevo, nos hicimos amigos y pasábamos mucho
tiempo juntos alejados de todos, a ella le molestaba los apodos que le habían puesto, y a mí me
molestaba el que la gente siguiera posando su mirada en mi cicatriz cada vez que iba por los
pasillos del colegio.

Le hablé a Hermione sobre Hagrid, de cómo fue a darme la noticia y me llevó a comprar todo lo
que necesitaba para el colegio, yo le tenía un gran cariño y por eso ella me acompañaba cada fin
de semana a visitarlo a su cabaña, cerca del inicio del bosque prohibido. A él le encantaban las
criaturas mágicas, si pudiera seguro realizaba un viaje como el que hizo el autor del libro de
“Animales fantásticos y dónde encontrarlos” que utilizamos en clase, aunque seguramente él haría
todo lo posible por volver con una esfinge, una mantícora y cualquier criatura que le pareciera que
está abandonada y necesita sus cuidados.

A veces me costaba creer lo mucho que había cambiado mi vida, en Hogwarts me sentía como en
casa y lo mejor es que había encontrado una familia, tal vez no unos padres, pero si gente que me
había llegado a importar mucho, tenía amigos y aun cuando había personas a las que estaba
consciente que no les agradaba, lo bueno superaba por mucho esos detalles.

Sin embargo hubo un momento en el que la amistad entre Hermione y yo peligró, en uno de esas
visitas a Hagrid descubrimos que un extraño le había regalado un huevo de dragón, obviamente
Hermione sabía que eso estaba prohíbo y se lo dijo de inmediato, cosa que Hagrid ignoró por
completo, su sueño siempre había sido tener un dragón y una vez que la oportunidad se presentó,
no iba a desaprovecharla, lo vimos calentar en la hoguera ese huevo y esperar pacientemente a
que se rompiera el cascarón y emergiera la criatura. Hagrid no cabía de la felicidad cuando eso
pasó y casi llora cuando su pequeño ridgeback noruego lanzó su primera mini llamarada. Pasamos
horas tratando de convencerlo de no quedarse con él, pero no hubo caso y llegada la hora de la
cena tuvimos que dejarlo. En el trayecto al castillo Hermione insistía en lo peligroso que era tener
ahí a un dragón y dijo con mucha firmeza que se lo diría a la subdirectora, la profesora
McGonagall, la discusión se hizo cada vez más intensa, Hagrid podía ser despedido por eso, no
podía permitir que se lo dijera, y terminamos distanciados, por semanas no nos dirigimos la
palabra, mientras Hagrid olía cada vez más a cabello chamuscado, seguro por los cariños que le
hacía su pequeño Norberto.

Yo la extrañaba, reía en compañía de mis amigos, pero la extrañaba mucho, antes de eso no había
sido consciente de lo bien que me hacía estar con ella. Pero seguía molesto y temeroso por
Hagrid. No sabía qué hacer.

Una helada tarde de enero, cuando terminaba de alimentar al calamar gigante del lago negro que
había a un costado del colegio, castigo que me puso el profesor Dumbledore por, aún no tengo
idea de por qué fue; Draco me dio el encuentro, iba sumamente agitado, apenas si podía articular
las palabras y me costaba trabajo entenderle, entre resoplos me dijo que unos alumnos de
tercero se habían enterado de que Hagrid tenía un dragón en el colegio y se lo dijeron a sus
padres, ellos inmediatamente enviaron unas lechuzas al ministerio haciendo la denuncia por la
peligrosidad que ello implicaba y decía que en ese momento las personas del ministerio estaban
por llegar a Hogsmeade, él se enteró gracias a su padre y corrió de inmediato a avisarme. Aunque
él no estaba de acuerdo de mi amistad con Hagrid, sabía lo que eso podía significar para mí y no
dudó en decirme. Juntos corrimos hacia la cabaña y sin tocar entramos y a gritos entrecortados le
dimos la noticia, él se paró de inmediato y comenzó a pasearse por la cabaña, ni él ni nosotros
sabíamos qué hacer, Norberto ya había crecido demasiado, no se le podía ocultar fácilmente. En
ese momento entró Hermione a la cabaña, los tres debimos ponernos pálidos por la sorpresa,
pero ella nos calmó.
- Tranquilos, yo tengo la solución, pero deben confiar en mí - Dudé por un momento al
recordar lo que dijo aquella noche sobre avisar a la profesora, debió verlo en mi mirada porque
insistió - Por favor Harry, tienes que confiar en mí. - Y ya no tuve ninguna duda.

- Confío en ti Hermione, con los ojos cerrados. – ella solo sonrió y extendió algo sobre la
mesa.

- Encontré este mapa en la biblioteca, aquí muestra una pequeña isla que está cerca del
extremo este del lago

- Pero nunca he visto nada en ese sitio - Dijo Hagrid con un ligero temblor en la voz

- Exacto, nadie puede verla porque está oculta por un encantamiento, Para poder verla se
debe agitar la varita diciendo “Ostende”. Si llevamos ahí a Norberto, estará a salvo.

- Pero… - Yo tenía mis dudas

- No hay tiempo, está por llegar, tengo una barca lista, pero solo podrán ir dos personas, por
el tamaño de Norberto no cabría nadie más

- Desde luego que iré yo, es mi dragón

- No Hagrid, tú debes de quedarte, cuando lleguen los del ministerio te deben ver aquí para
que no tengan dudas de que eres inocente de la acusación.

- Pero no puedo dejar que ustedes solos lo lleven

- No hay otra opción, y mejor hagámoslo ya, se nos hace tarde.

- ¿Y cómo haré para poder ir a verlo? Yo no tengo varita

- Yo te enseñaré como hacerlo Hagrid, no te preocupes, lo importante es que Norberto se


podrá quedar contigo.

No hubo tiempo de más palabras, entre Draco, Hermione y yo llevamos con trabajo al dragón,
Draco se quedó en la orilla del lago y vio cómo nos alejábamos.

- Gracias Hermione, no sabes lo agradecido que estoy por haber salvado a Hagrid y ayudarlo
a quedarse con Norberto.

- No tienes nada que agradecer, sabes que yo estaría dispuesta a todo con tal de ayudarte,
lo único que te pido es… por favor, no vuelvas a dejar de hablarme, te he echado mucho de
menos - dijo mirándome a los ojos, pero al empezar a sonrojarse esquivó mi mirada.

- Yo también haría cualquier cosa por ti Hermione, eres muy importante para mí… eres
alguien muy especial en mi vida.

Instintivamente tomé su mano, me hacía tanta falta sentir su calidez. La luz de ocaso iluminó su
perfil y en ese momento supe que me había enamorado de Hermione Granger, sonreí, pero a la
vez sentí algo de temor, ella era la mejor de la clase, la mejor persona que había conocido en la
vida, y yo simplemente era Harry, solo Harry.
El fin de año llegó y todos estábamos seguros de que Gryffindor ganaría debido a que todos le
atribuían a Hermione y a mí la derrota del Troll, Draco nunca dijo que él también nos había
ayudado. Dumbledore comenzó a dar puntos extras a Gryffindor, aunque creo que no era
necesario, me dio puntos a mí por usar lentes, a Neville por ser el mejor de Herbología, a Ron por
ser el mejor jugando ajedrez, puntos que todos consideramos innecesarios, como si quisiese
darnos la copa a nosotros, sin embargo, después de 10 minutos de dar puntos sin razón, se rindió
y por fin dijo al Ganador… Slytherin nos había ganado por 15 puntos, parecía que Dumbledore se
equivocó en sus matemáticas y al final sus puntos no fueron suficientes.

Todos los años fueron muy similares, con excepción del 6º año. Dumbledore se había vuelto muy
misterioso, siempre quería saber dónde me encontraba, Draco siempre me advertía que no
confiara en él, su padre le había dicho que todo lo que se decía de Lord Voldemort era mentira,
todos sus seguidores, afirmaban que él era el que en realidad había matado a mis padres, que sólo
quería hacerme creer que era una buena persona. No sabía que hacer o a quien escuchar, así que
decidí salir a caminar, Draco quiso acompañarme, pero me puse la capa de invisibilidad y corrí
hacia el bosque prohibido.

Después de haber estado todo el día afuera del castillo decidí entrar para ver que tocaba hoy de
cenar. Y de repente se sintió como cambiaba el cielo; empezó a haber viento y mucho frío, pero era
un frío triste no un frío invierno, el lugar que me rodeaba estaba totalmente desolado, sólo éramos
el cielo, el viento y yo. Hasta que sentí una presencia oscura y escalofriante, voltee a ver y vi que era
un anciano que cargaba con un alma oscura que horrorizaba a cualquiera que lo viera. Hace mucho
no veía algo así, y menos que sucediese en el castillo que algo tan oscuro nos quiera penetrar. Me
acerco para ver de quien se trataba esa mezcla de frío, amargo, oscuro y escalofriante anciano. Y
era Albus Dumbledore. Me sorprendí al verlo así, que esté tan destruido, con el alma repartido por
todos lados, que lo que deseaba era que todos los no magos sangre pura murieran, que tenía un
ego y una maldad que no le saciaba la sed de muerte y venganza hacia los muggles y los que él
llamaba sangre sucia todo por ser hijos de padres muggles. En los ojos de Dumbledore, que tenía la
mirada muy profunda, se veían millones de almas inocentes que pedían a gritos que los liberasen
de esa maldad en la que estaban metidos, también se veía tristeza y desolación, falta de atención-
Dumbledore se convirtió en lo que es por qué sintió la necesidad de generar el miedo en los demás
ya que cuando era un simple niño nadie lo tomaba en cuenta y muchos menos nunca nadie le tuvo
temor.

Dumbledore mató y torturó a muchos niños para en ellos dejar su legajo de existencia, cada niño
muerto se lleva una parte del alma de Dumbledore, un alma que no cualquiera quisiera cargar y
mucho menos un niño en la hora de su muerte.

A mi Dumbledore lo que me causa es más bien lástima por su aspecto a ser tenebroso a querer
mostrar algo para que se le tenga miedo, Yo soy Harry Potter el niño que se quedó sin padres cuando
era pequeño no le temo a enfrentarme a un anciano mediocre con un complejo de ser el amo de la
oscuridad la maldad eterna, tú lo que más das es Lástima anciano.

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