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PREDICAR EL EVANGELIO
Toda persona salva que ha creído en el Señor debe predicar el evangelio y se deleita en
predicar el evangelio. La vida de Dios que hemos recibido en nosotros es tal vida. Mientras
más predicamos el evangelio, más se libera esta vida y más crecemos.
I. LO QUE ES EL EVANGELIO
1) Las alegres nuevas, las buenas nuevas: “Del que trae alegres nuevas ... que publica
salvación” (Is. 52:7); “De los que anuncian las nuevas de cosas buenas” (Ro. 10:15).
El evangelio es las alegres nuevas y las buenas nuevas de gran gozo, el cual Dios pidió que
Sus siervos anunciaran a los hombres.
El contenido principal del evangelio es Jesucristo, el Hijo de Dios (Jn. 20:31). El es tanto
Dios como hombre (Ro. 1:1-4), quien ha venido a ser el Salvador de los pecadores (Mt. 1:21).
2) “El evangelio que os he anunciado ... Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a
las Escrituras” (1 Co. 15:1-4).
El contenido principal del evangelio es también la muerte de Cristo —por la cual El llevó
nuestros pecados—, Su sepultura y Su resurrección. Lo que Cristo es, Su persona como el
Dios-hombre, y lo que Cristo ha hecho, Su obra de redención, constituyen el contenido del
evangelio.
2) Llevar gente al Señor: “Andrés ... halló primero a su hermano Simón ... y le trajo a
Jesús” (Jn. 1:40-42).
3) Sembrar: “Recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente
con el que siega” (Jn. 4:36).
4) Segar la mies: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que lance obreros a Su mies” (Mt.
9:38).
5) Pagar una deuda: “Deudor soy [a los hombres] ... pronto estoy a anunciaros el
evangelio” (Ro. 1:14-15).
6) Llevar fruto: “Yo [el Señor] os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y
llevéis fruto” (Jn. 15:16).
En las seis porciones anteriores de la Escritura, testificar por el Señor, llevar gente al Señor,
sembrar, segar la mies, pagar una deuda y llevar fruto son otras designaciones de la
predicación del evangelio.
2) “Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda la creación” (Mr. 16:15).
Después que el Señor Jesús efectuó la redención que Dios había planeado para Su pueblo
escogido a través de Su muerte y resurrección, y cuando El estaba por dejar la tierra y
ascender al cielo, comisionó a Sus discípulos a que fueran por todo el mundo y predicaran el
evangelio a toda la creación, haciendo discípulos a todas las naciones y bautizándolos en el
Dios Triuno. Esta es una comisión solemne. Fue dada no solamente a los discípulos que
estaban con el Señor, sino también a todos los que han creído en El y han recibido Su
salvación por todas las generaciones. Por lo tanto, debemos recibir seriamente esta comisión
para ir y propagar el evangelio del Señor.
2) Ser enardecido en espíritu: “Su espíritu fue provocado viendo la ciudad llena de
ídolos” (Hch. 17:16).
4) Estar dispuesto a sacrificar nuestra posición: “Por lo cual, aunque soy libre de todos,
me he hecho esclavo de todos para ganar a mayor número ... Me he hecho débil a los
débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que de todos modos
salve a algunos. Todo lo hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de
él” (1 Co. 9:19-23).
5) Gastar y ser gastado alegremente: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun
yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas” (2 Co. 12:15).
6) No temer las aflicciones: “Sufre el mal junto con el evangelio según el poder de
Dios” (2 Ti. 1:8).
7) Dejar todo: “Ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o
padre, o hijos, o tierras, por causa de Mí [del Señor] y del evangelio” (Mr. 10:29).
Ser ardiente en espíritu, ser enardecido en espíritu, no estar avergonzado del evangelio, estar
dispuesto a sacrificar nuestra posición, gastar y ser gastado alegremente, no temer las
aflicciones y dejar todo, como se mencionó antes, son actitudes que debemos tener en la
predicación del evangelio. Que el Señor nos dé gracia para que podamos imitar los bellos y
excelentes ejemplos de los primeros santos.
La conducta de uno que predica el evangelio debe ser digna del evangelio del Señor.
El también debe ser uno que permanece en el Señor y permite que el Señor
permanezca en él, viviendo juntamente con el Señor sin ninguna barrera entre él y
el Señor.
A fin de que la predicación del evangelio sea eficaz, debemos ser personas de oración.
2) Ser llenos exteriormente del Espíritu Santo: “Todos fueron llenos del
Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hch. 4:31).
A fin de que nuestra oración por la predicación del evangelio se cumpla, se necesita
ser llenos exteriormente del Espíritu Santo.
Para poder predicar el evangelio, expresar la vida del Señor, y llevar el fruto de vida,
debemos seguir el guiar del Espíritu Santo.
A fin de tener resultados en la predicación del evangelio, uno no debe ser limitado
por el tiempo.
Amar a otros, gastar y ser gastado por ellos, es también una forma excelente y
maravillosa de predicar el evangelio.
Esta es la palabra que pronunció el apóstol Pablo quien fue fiel a lo largo de toda su
vida en predicar el evangelio para el Señor. El dijo que “¡ay!” de él si no predicara el
evangelio. No sabemos qué “¡ay!” pueda venir, pero ciertamente no será una cosa
agradable ni honorable. ¡Esto debe servirnos como una advertencia!
Estas son las palabras personales de advertencia del Señor Jesús para nosotros,
diciéndonos que el Padre quitará cada uno de Sus pámpanos que no lleve fruto; de
este modo, perderá todo el suministro y la bendición que provienen del hecho de ser
Su pámpano y de permanecer en El. ¡Qué advertencia es ésta!