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Estructura de la

significación:
sema, lexema,
semema

Semiótica
Las Estructuras semionarrativas
profundas
La estructura elemental de la significación: Sema, lexema,
semema.

Las estructuras semionarrativas profundas se forman mediante la unión de dos componentes:


Semántica fundamental y Sintaxis fundamental.

La Semántica fundamental
La Semántica fundamental (Zecchetto, 1999: 136) como parte del nivel más profundo de las
estructuras semionarrativas, se encarga de proveer al analista de las unidades mínimas que
hacen posible el sentido, es decir, muestra de qué está compuesto el sentido (Zecchetto, 1999:
136). La Semántica fundamental se ocupa del análisis del plano del contenido y se caracteriza
por su alto nivel de abstracción. Para ejemplificar, supongamos que estamos leyendo un cuento o
viendo una película en la que indistinta o alternativamente se alude a uno de los protagonistas
―hombre‖ como ―león‖ o ―fiera‖. ¿Cómo es posible que el lector o el espectador se den cuenta que
cada uno de esos términos aluden al mismo objeto semiótico? La significación existe, adquiere
presencia, de dos maneras: de manera inmanente y de manera manifiesta. Se toma contacto con
el modo manifiesto de la significación, es decir, con los términos que forman parte del discurso (en
nuestro ejemplo, los términos ―hombre‖, ―león‖ o ―fiera‖). Los términos que se manifiestan en los
discursos, Greimas los denomina fonemas o lexemas (Zecchetto, 1999: 137). Pero lo que liga a
esos términos dentro de esa producción cultural, dentro de ese discurso, no se percibe, es
abstracto. Ese es el nivel inmanente de la significación. En el nivel inmanente, el contenido de
cada uno de esos términos se llama semema (Zecchetto, 1999: 137). Se podría decir que el
semema es el sentido de los lexemas, en tanto que representa como una organización sintáctica
de las propiedades que componen o dan sentido a ese término. El semema, dice Greimas, es algo
así como la ―acepción‖ o ―sentido particular‖ de una palabra (Zecchetto, 1999: 137). Lo que
articula a las propiedades en común de los sememas son categorías sémicas (eje semántico) que
permiten vincular los términos del discurso y, en este ejemplo, darse cuenta de que dentro de esa
producción son todos tomados como equivalentes. ¿Y qué categoría sémica es la que vincula a
los lexemas ―hombre‖, ―fiera‖ o ―león‖? Por ejemplo, podría ser el término ―rudeza‖. Pero cada uno
de esos términos tiene otras propiedades que no son comunes a los otros. Por ejemplo,
―racionalidad‖ es una propiedad que ―hombre‖ no comparte ni con ―león‖ ni con ―fiera‖, y
―bestialidad‖ es una propiedad de las fieras y no (a veces) de los hombres (Zecchetto, 1999: 137).
Las propiedades de los términos, Greimas las llama semas (Zecchetto, 1999: 137). Los semas

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las unidades elementales de la significación, son propiedades o elementos de los términos y
éstos pueden definirse como una colección de semas. El sema es de naturaleza relacional. Esto
quiere decir que cada sema aislado no significa nada, pero en relación con otro sema
perteneciente a la misma red relacional produce un determinado resultado que adquiere un
determinado contenido en el acto de la articulación (Zecchetto, 1999: 137). Como se ve, en
Greimas la categoría sémica (rudeza) es lógicamente anterior a los semas que la constituyen
(dominio, fuerza, virilidad, etc.) y al tener éstos una función diferencial, sólo pueden ser
aprehendidos dentro de una estructura.

Una vez que el lexema forma parte de un enunciado, puede producir uno o más efectos de
sentido, significados o sememas. Esto depende de la presencia de semas contextuales que son
variables que nos permiten darnos cuenta de los cambios de los significados que se registran
dentro del discurso. Como su nombre lo indica, los semas contextuales están determinados
por el contexto (Zecchetto, 1999: 138). Siguiendo con nuestro ejemplo, si nos encontramos con
el enunciado ―la abrazó como una fiera‖, el sema /bestialidad/ operará como un sema contextual
que servirá para explicar (y diferenciar) el abrazo de una fiera del abrazo que puede dar un
hombre. Por último, hay que decir que, según Greimas, el sema es un elemento tanto del lexema
como del semema, y por lo tanto, está relacionado con los dos niveles de la significación: el de la
inmanencia y el de la manifestación (Zecchetto, 1999: 138).

La Sintaxis fundamental. El cuadrado semiótico como puesta en juego


y manifestación de la significación.
La Sintaxis fundamental se concibe como un conjunto de operaciones lógicas que ponen en
relación los elementos semánticos que configuran un determinado universo discursivo (Zecchetto,
1999: 138). Determina el cómo se articulan los componentes semánticos del sentido; descubre el
modo de existencia y el modo de funcionamiento de la significación a través de 2 operaciones
sintácticas que ponen en marcha la operatoria de la sintaxis fundamental. Esas operaciones
sintácticas fundamentales son la negación y la aserción que determinan espacios vacíos
(puestos o indicadores de lugar, en los ángulos del cuadrado semiótico). La negación es la
operación que se utiliza para manifestar una contradicción lógica (Zecchetto, 1999: 138). La forma
que asume es la de oponer a un término (por ejemplo, ―‖vivo‖) su negación (―no vivo‖). La
aserción, en cambio, vincula afirmativamente dos términos que son contrarios pero que pueden
cohabitar en el mismo eje semántico (vivo-muerto) (Zecchetto, 1999: 138). Es decir, lo que hace la
Sintaxis fundamental es articular la estructura elemental de la significación vinculando o
desvinculando aquellas unidades elementales. Es el aporte lógico relacional a la construcción del
sentido (Zecchetto, 1999: 138).

Este nivel que expone Greimas, está inspirado en su cuadrado semiótico, el cual está hecho en
base a oposiciones entre proposiciones universales afirmativas y negativas que son contrarias las
unas de las otras (entre las que puede haber algún medio); y entre proposiciones universales y
particulares que son contradictorias (entre las que no puede haber medio posible). Este cuadrado

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permite presentar lo que es un elemento junto a lo que no es, ya sea porque es su contrario, o
porque es su contradictorio, o bien, su complementario. En la teoría greimasiana se considera
que, este esquema binario extremadamente poderoso, permite indexar todas las relaciones
diferenciales que discriminan todo efecto de sentido, y se lo califica como "esquema
constitucional" para indicar que su proliferación permite escribir y poner en relieve las
significaciones más complejas. Este esquema de clasificaciones es el que permite entender, por
ejemplo, qué significa el término ―luz‖, por su definición por oposición a otro término: ―oscuridad‖.
Actúa como la representación visual de la significación, vinculando o desvinculando aquellas
unidades elementales y sus derivados (Zecchetto, 1999: 138).

Estas unidades se presentan en sencillas oposiciones binarias, que en su conjunto dan lugar a un
entramado puramente lógico. Las unidades mínimas constituyentes del componente semántico del
nivel profundo (es decir, de la semántica fundamental), se organizan de acuerdo con oposiciones
elementales que pueden ser descritas mediante un esquema universal al cual la teoría denomina
cuadrado semiótico. El cuadrado semiótico se funda en las operaciones más simples de la mente
que son la negación y la aserción, gracias a las cuales se formaliza la relación de presuposición
recíproca que mantienen los términos de una misma categoría semántica.

Detalladamente explicado por Greimas, constituye una pieza operativa que ha mostrado su
utilidad en contextos discursivos específicos. Mediante él, se representan las diferentes
posibilidades operatorias dadas en el universo semántico de los relatos. El cuadrado semiótico es
un esquema lógico de cuatro posiciones compuesto por una relación de contradicción (<—>),
de contrariedad (<- - - ->) y de complementariedad (—>) (Zechhetto, 1999: 138). Su recorrido
debe comenzar forzosamente, en la esquina superior izquierda, y desplazarse luego a la inferior
derecha y, después, a la superior derecha. Las líneas horizontales representan las relaciones de
contrarios. La diferencia entre contradicción y contrariedad es que, en el primer caso, los
elementos relacionados no pueden coexistir (blanco-no blanco), y en el segundo caso, sí pueden
(blanco-negro). Para comprender el sentido de las articulaciones representadas en el cuadro, se
desplegará el siguiente ejemplo:

Contrarios
Blanco Negro

Implicación Implicación

contradictorios

No negro No blanco

Subcontrarios

 Blanco - negro son contrarios que se oponen, pero uno no contradice al otro.
 Blanco - no blanco son contradictorios: la negación de uno es la afirmación del otro y

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viceversa: la presencia de uno es la ausencia del otro.
 Negro - no negro son contradictorios entre sí, en el mismo sentido que el anterior.
 Negro implica no blanco, pero no al revés: no blanco no implica negro, pues puede ser
otro color.
 No blanco - no negro son subcontrarios. Pueden estar articulados por un tercero: gris,
rojo u otro.

La Semiótica narrativa greimasiana ha devenido en un instrumento de análisis muy poderoso en el


campo de la comunicación social y el discurso periodístico, político y publicitario. Deberá
reconocérsele como una herramienta lógica útil que puede ayudar en un primer reconocimiento
descriptivo de lo que a nivel semántico ocurre en el conjunto de un discurso que circula
socialmente. La aplicación del modelo greimasiano forma parte de un acercamiento exploratorio a
este. En la gramática semionarrativa de Greimas, los valores semánticos son ordenados y
dinamizados por una sintaxis fundamental. Las estructuras de significación son parafraseables
como categorías semánticas que se articulan operativa o sintácticamente en el cuadrado
semiótico. El cuadrado semiótico es un nivel de representación canónica de las relaciones que se
establecen en los discursos. Sirve para expresar visualmente la lógica de los componentes de un
relato, que pueden traducirse en creencias, valores o propiedades de objetos (Zecchetto, 1999:
139).

Estructuras semionarrativas de superficie: Sintaxis narrativa y


Semántica narrativa. Cómo se representa el sentido.
Es a partir de la constitución de este nivel (Zecchetto, 1999: 140) donde el relato se va
construyendo plenamente. Entre el nivel discursivo y el profundo, hay un nivel intermedio que
permite captar la esencia de un esquema narrativo básico. En este nivel, el de las estructuras
semionarrativas de superficie, se ―corporiza‖ el esquema antes analizado, con personajes que
realizan acciones y se conducen de determinada manera concreta. Es el nivel intermedio entre las
estructuras profundas y las discursivas (Zecchetto, 1999: 140). Es un esquema narrativo básico,
en el que las partes en pugna en el relato pueden combatirse o pactar estratégicamente
posiciones. Es aquí donde los componentes del nivel profundo ahora se convierten
respectivamente en Sintaxis narrativa de superficie y Semántica narrativa. La primera, conduce
a la manipulación de enunciados de estado y de acción que son relaciones-funciones entre los
actantes. La segunda es la instancia de la actualización de los valores, inducida por los diferentes
enunciados de estado que se presenten en el relato. En este nivel, las posiciones se convierten en
valores buscados por los sujetos y los recorridos que hacen, en programas narrativos.

En el ámbito de la sintaxis narrativa las operaciones se realizan sobre los enunciados del relato.
De este modo, lo conceptual del nivel anterior pasa a lo figurativo, dándole forma a los
componentes del nivel anterior. Los sujetos y objetos que intervienen son de una determinada
manera, sufren transformaciones, hacen cosas y cumplen con determinadas finalidades
(Zecchetto, 1999: 140). Greimas divide a esta estructura en tres grandes grupos:

A) Los componentes figurativos


B) El programa narrativo y sus fases
C) El componente estructural (que relaciona los componentes entre si)

A) Los componentes figurativos:


A través de éste se pretende identificar las funciones fundamentales de un relato o conjunto de

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ellos; con éste modelo se identifican actores, funciones, ejes de acción, y asimismo, el modelo
permite organizar la información del relato. En este grupo se encuentra lo que el autor denomina
actantes. El actante es una categoría formal, alrededor de la cual gira el discurso narrativo, puede
estar representado por individuos o grupos (Zecchetto, 1999: 145). Quiénes son y qué hacen (es
decir combinarlos con las categorías del ser y el hacer) es fundamental para desplegar este
abanico narrativo. Un actante es lo que es (su ser) más lo que hace (su hacer). Es decir, que en
este nivel se formulan dos tipos de enunciados: de estado (ponen de manifiesto el ser del
actante) y de hacer (explicitan el conjunto de acciones de los actantes que les sirven para
transformar estados (los suyos o los de otros actantes) (Zecchetto, 1999: 145). Formular un
enunciado de estado o de acción es simultáneamente definir actantes como partícipes de la
relación establecida. La simplicidad de este modelo reside en el hecho de que está centrado sobre
el objeto del deseo perseguido por el sujeto, y situado, como objeto de comunicación, entre el
destinador y el destinatario, estando el deseo del sujeto, por su parte, modulado en proyecciones
de ayudantes y oponentes:

Destinador → Objeto → Destinatario


Ayudante → Sujeto ← Oponente

De esta forma, quedan establecidos seis pares de roles actanciales (Zecchetto, 1999: 145)
que Greimas divide en tres pares de dos roles cada uno:

Sujeto – Objeto: es el par más elemental. Toda narración está sustentada por la acción de un
sujeto que desea establecer un tipo de acción sobre un objeto, basado en su deseo (nexo). El
autor determina que- a su vez- hay dos tipos de sujetos:
 los sujetos de estado, cuya finalidad es la de unirse con el objeto deseado, y
 los sujetos de hacer que son los que realizan transformaciones en los estados de otros
sujetos, o en sí mismos (Zecchetto, 1999: 145).

El objeto, en cambio, se viste con el ropaje de una cosa, situación o hecho que son signos del
valor que el sujeto desea alcanzar, conquistar, vencer, obtener. En otras palabras, se transforma
en objeto de deseo por parte del sujeto. Se refiere a la posición actancial susceptible de recibir
conversiones o transformaciones, mediante la proyección del sujeto, de sus determinaciones o de
los valores con los que el sujeto está en función (Zecchetto, 1999: 146). Por ejemplo, en el caso
de las telenovelas o culebrones clásicos, el protagonista masculino tendrá por objeto alcanzar el
amor de la protagonista femenina. Tenemos que tener en claro que el actante es una posición
sintáctica dentro de la narración, y no tal o cual objeto en particular. Es una función sintáctica
dentro del relato.

Destinador - Destinatario: Este par de actantes están unidos por el nexo del Mandato
(Zecchetto, 1999: 147). El Destinador es quien manda, ordena un mandato, tarea o una misión
sobre el destinatario. Generalmente, pertenece a un universo trascendente. Es qué o quién motiva
al sujeto a cumplir su objetivo. Es una fuerza que mueve al sujeto a ejercer una función. Por
ejemplo en el caso de los mitos concretos, es un padre, o un dios que le encarga al héroe que
haga tal o cual cosa. Puede ser la conciencia, o un sentimiento. Por ejemplo, en la saga ―La
guerra de las Galaxias‖ ¿quién le ordena a Lucas Skywalker –el Destinatario- que luche para la
Fuerza? ¿La Fuerza misma? La Fuerza como representante de ‗El Bien‘, ¿del ―lado Bueno‖? No

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importa quien, es ése el Destinador, desde el punto de vista de la estructura narrativa.
El destinatario es quien o lo que recibe las meta-acciones del sujeto Destinador, y por lo general
este rol se funde con el del sujeto del relato (Zecchetto, 1999: 147).

Ayudantes – Oponentes: Son sujetos u objetos que en el transcurso del relato sirven a los
propósitos del destinatario (ayudantes) o los obstaculizan (Oponentes) (Zecchetto, 1999: 147). Los
ayudantes son quienes ayudan al héroe en el relato. Facilita la realización del programa narrativo
del sujeto. Por ejemplo, volviendo a Lucas Skywalker, Arturito y Tripio (los dos robots) asumirán
los roles de ayudantes a lo largo de todo el relato.

El Oponente, de acuerdo con Greimas, se refiere al rol de auxiliante negativo, correspondiéndole,


desde el punto de vista del sujeto del hacer un no-poder-hacer que como actor, obstaculiza la
realización del programa narrativo del sujeto y se opone al héroe en el relato. Su función es crear
obstáculos (Zecchetto, 1999: 147). Siguiendo con el ejemplo de La guerra de las galaxias, es el
caso del canciller Palpatine, que se constituye como oponente de los Jedi, pero como ayudante de
Dark Vader.

Tipos de relación:
Los actantes pueden sostener innumerables tipos de relaciones desde el punto de vista del nivel
narrativo, pero desde la semiótica, Greimas plantea dos tipos de relaciones: Las de conjunción y
las de disyunción (Zecchetto, 1999: 152). Estos tipos de enunciados están relacionados con un
status ontológico de los actantes: si sostiene una relación conjuntiva, es porque está ligado a
una función específica, que determina que un actante está ―en funcionamiento‖ y además lo define
en su ―ser‖. Los actantes no son personas, sino funciones semióticas, y por lo tanto, aparecen y
desaparecen en distintos puntos del relato. Para que aparezca, el actante debe tener algún tipo de
relación conjuntiva con el sujeto o el objeto de deseo. Lo opuesto es la relación de disyunción
que es cuando el actante está fuera del relato o de una secuencia del mismo, generando un
enunciado de disyunción frente a otros sujetos o al objeto de deseo (no está en contacto ni en
funcionamiento frente a estos últimos) (Zecchetto, 1999: 152).

De este esquema surge la combinación de relaciones de tres tipos:

a) Relación de deseo que liga al deseante (sujeto) y al/lo deseado (objeto). Así, se constituye el
eje fundamental de los enunciados narrativos elementales. Están dominados por la modalidad del
querer (deseo). Esta primera relación contempla al personaje en dos tipos de enunciados:
1) Enunciados del ser/estar: un sujeto de estado (vinculación conjuntiva o disyuntiva a un objeto
de valor).
2) Enunciados del hacer-transformador: un sujeto operador asegura una transformación
conjuntiva o disyuntiva de los enunciados básicos del ser/estar, dando lugar a los programas
narrativos. El programa narrativo consiste en que ―el hacer transformador‖ de un sujeto operador
tiene por objetivo transformar el estado inicial de un sujeto de estado y de un objeto de valor, en
un estado final de conjunción o de disyunción.

b) Relación de comunicación que en el plano de un contrato vincula al dador o Destinador y al


destinatario a través de un sujeto y su objeto de valor. El destinador es el que hace querer al
sujeto y el destinatario el que recibe el objeto y puede, a su vez, reconocer que el héroe ha
cumplido bien su contrato.

c) Relación de lucha puede dificultar e impedir las relaciones de deseo y comunicación. La


relación de lucha está dominada por la relación del poder y constituye un eje secundario, en el que
se incluyen otros dos tipos de sujetos (el ayudante y el oponente), a quienes Greimas denomina

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"participantes auxiliares".

Si se tuviese que analizar, por ejemplo, el relato de los estudios marxistas sobre la conformación
de la sociedad capitalista moderna, que explica la construcción de la riqueza y la división en
clases sociales de la sociedad, siguiendo el esquema antes propuesto, se distribuiría del siguiente
modo:

Sujeto Hombre
Objeto Sociedad sin clases
Destinador Historia
Destinatario Humanidad
Clase burguesa
Oponente
terrateniente
Clase
Ayudante
obrera/trabajadora.

En otras palabras y de manera más aproximativa, las estructuras semio-narrativas de superficie se


obtienen poniendo predicados (que representan las acciones de los actantes) y actantes en los
puestos de este esquema profundo. La puesta en relación verbal de sujetos y de objetos puede
descomponerse en dos grandes categorías: ser y hacer.

El llenado de las estructuras semio- narrativas de superficie se hará por medio de enunciados de
acción y enunciados de estado, tornándose la relación sujeto-objeto en la relación narrativa
primordial a la que se une una pareja actancial paralela (Destinador-Destinatario). De este modo,
si se toma de ejemplo un hecho noticioso donde ocurre una represión por parte del estado y las
fuerzas policiales a una protesta de estudiantes, se tendrían los siguientes elementos:

Sujetos Objeto Ayudantes Oponentes Destinador Destinatario


Estudiantes Denuncia, - Medios de - Policía. - Puede ser - La
de una Verdad de comunicación - Medios un Petitorio sociedad
sociedad lo - Sociedades oficiales o un toda.
determinada sucedido de defensa del poder. cuerpo de
en los de derechos - Gobierno. artículos de
hechos humanos Derechos
civiles.

Tipos de Transformaciones: Los actantes tienen dos componentes: el ser y el hacer. Es decir
son, pero además, hacen. Los enunciados referidos a su ser son los de estado. Respecto a los
que hacen, el autor los llama enunciados de hacer y aluden a las transformaciones, que según
Greimas pueden ser de dos tipos: Reflexivas y Transitivas (Zecchetto, 1999: 153).

En las reflexivas, el actante obtiene el valor en juego, y consecuentemente, ese valor recae sobre
sí mismo. Si está en una relación de conjunción con el objeto se estaría hablando de una
apropiación porque el actante, con su acción, obtiene ese valor que está juego. Por el contrario,
si se desprende del valor en juego, es decir, si las transformaciones en el relato están dadas por
una relación de disyunción, el actante no estaría obteniendo el valor en juego y expresan una
renuncia (el actante se desprende de ese valor en juego, no lo consigue para así) (Zecchetto,
1999: 153).

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En el caso de las transitivas, estas transformaciones son producto de la acción que el actante
ejerce sobre otro sujeto u objeto. Da o quita determinado valor. Si las transformaciones se
presentan en una relación de conjunción, expresan una atribución (el sujeto da un determina
valor u objeto). En cambio, si las transformaciones se expresan en una relación de disyunción
expresan un despojo (el sujeto quita un determina valor u objeto). La acción tiene resultado en
otros (no en sí mismo, como en las reflexivas) (Zecchetto, 1999: 153). Esto aparece, por ejemplo,
en el tema de las pruebas y los dones en los relatos míticos. El héroe, a través de una prueba
recibe un don. Este ―dar‖ y ―recibir‖ implica una transformación sustancial, ya que el recibir un don
implica, para el que lo dona, un despojo del mismo valor del actante relacionado con él.

B) Las fases del Programa Narrativo


El programa narrativo (Zecchetto, 1999: 153) es la estructura sintáctica elemental que le pone
movimiento al modelo actancial, a través de la relación entre el sujeto y el objeto. Constituye el
ritmo de transformación de los enunciados narrativos. El programa narrativo es una función (un
hacer), por la cual un sujeto de hacer, hace que un sujeto de estado, se separe, entre en conflicto
o disyunción de un objeto con el que estaba en conjunción, o inversamente. Existen unidades
simples y susceptibles de expandirse y complicarse en los programas narrativos. El sujeto está
investido por una parte, de un ―valor descriptivo‖ y por otra, de ―valores modales‖. Por ejemplo: el
sujeto como /estado/ desea un objeto, es decir, está modalizado por el /querer/, luego, para
conseguir el objeto de su deseo, pasa del estado a la acción gracias a un /hacer/ ayudado por el
valor modal /saber/ que lo transforma. El sujeto es un actante, así como lo son el ayudante y el
oponente. Los actantes son los seres o las cosas que participan en el proceso de la acción
narrativa. Es un tipo de unidad sintáctica, de carácter formal, anterior a toda investidura semántica
e ideológica. Son los que llegan a cumplir una función. No es el personaje pues éste tiene un solo
rol. En el discurso narrativo, el actante puede ser persona, animal, objeto o concepto y asumir
varios roles actanciales: puede ser héroe al inicio, no aparecer luego y anti- héroe al final. En el
cuadrado semiótico adquiere cuatro posiciones actanciales, de acuerdo a su ropaje modal o
modalizado. El sujeto es reducido a tres posiciones relacionales: la del sujeto mismo (en relación
con sus objetos valorizados), la del destinador (en relación con el sujeto-destinatario a quien
otorga mandato y sanciona respecto a los valores de los que están investidos los objetos) y la del
objeto (mediación entre el destinador y el sujeto). Un segundo dispositivo se dibuja, paralelo,
simétrico e inverso al modelo centrado en el sujeto, el del anti-sujeto. Estableciendo una relación
de oposición con el sujeto, el anti-sujeto se refiere a valores inscritos en la esfera de un anti-
destinador. De este modo, la dimensión polémica se encuentra instalada en el corazón de los
procesos narrativos. Los dos actantes son llamados a encontrarse y a enfrentarse, ya sea de
manera conflictiva (por la guerra o la competición), o bien de manera contractual (por la
negociación y el intercambio). Finalmente, todo programa narrativo se inserta en las esferas del
tiempo y el espacio. Una última etapa consiste en hacer aparecer los grandes conjuntos
semióticos analizables, en términos de estructuras modales, para aislar amplias esferas
semióticas reconocibles en toda clase de discurso, incluso fragmentariamente localizadas, mucho
más allá del relato propiamente dicho. De este modo, se dibujan las 4 fases del programa
narrativo (Zecchetto, 1999: 153):

Competencia
Performance
Manipulación
Sanción o Reconocimiento

Se le llama competencia a la condición de ser de los actantes: se refiere a la capacidad física o


mental que tiene el actante para realizar la acción. Es lo que debe poseer el sujeto para llevar a

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cabo su performance, debe estar dotado de un cierto número de modalidades que, en este caso,
estarían representadas por el poder-hacer y el saber-hacer (Zecchetto, 1999: 154).

Las acciones (hacer) del actante definen su performance, en tanto pueden transformar a otro o a
sí mismo. Se refiere en sí a la acción más importante o la que realizó en mayor medida el
cambio del estado inicial al estado final. La performance aparece como una transformación que
crea un nuevo estado de cosas (Zecchetto, 1999: 154).

Competencia y Perfomance son las fases centrales del esquema narrativo. Pero en los extremos
del esquema narrativo están las otras dos fases que ponen en marcha las secuencias: La
manipulación es la que ejerce al principio del relato un actante sobre otro para hacerle-hacer lo
que él desea (Greimas lo denomina hacer persuasivo) (Zecchetto, 1999: 154). En el otro extremo
está la sanción o reconocimiento en la que se evalúa el estadio de la acción, y se premia o
castiga al actante. Si el juicio sobre la acción o sobre la performance que se realiza en el relato es
positivo, entonces se premia o se compensa. En cambio, si el juicio sobre la acción es negativo la
sanción asume la forma de castigo (Zecchetto, 1999: 155).

Las modalidades: (Zecchetto, 1999: 156).


Aquí Greimas intenta ofrecer un cuadro que permite dilucidar qué cosas pueden hacer los
actantes. Infinitas, en principio. Para esto plantea 4 modalidades que van a combinarse a medida
que la historia del relato transcurra. Modalizar significa, desde el punto de vista del autor, afectar
la composición de un actante a partir de la modificación de uno (o ambos) componentes que lo
definen (el hacer y el ser) (Zecchetto, 1999: 156). Pero cuando se piensa en qué cosas pueden
hacer, está haciendo referencia a las posibilidades de acción. Greimas divide al conjunto de
acciones de los actantes en distintas estructuras modales (Zecchetto, 1999: 157):
1) Las básicas son las que se han definido como competencia y perfomance.
2) Las traslativas implican un sujeto modalizador y uno, modalizado. Las modalidades traslativas
pueden ser, a su vez:
2. a) Veridictorias: en este caso, el ser modaliza el ser. Se plantea en los casos en que, en el
mismo actante actúan dos sujetos (el que es y el que parece).
2. b) Factitivas: hay un sujeto modalizado que convence, seduce a otro modalizado para que
haga algo. Representan el hacer-hacer. Es el caso de la manipulación. Para ello, el sujeto
modalizador lo dota de conocimientos (hacer-saber) para que logre su propósito (hacer –ser). No
es que se le hace-hacer de forma involuntaria y autoritaria, sino que se lo persuade para que
obtenga una nueva competencia y sepa hacer. Para esto se requiere una comunicación eficaz que
permita persuadir y a la vez incorporar ciertas habilidades en el sujeto para que haga convencido.
Es el hacer de un sujeto lo que modaliza a otro, por lo tanto, hay una alta carga comunicacional
del sujeto modal al sujeto modalizado. Por ejemplo, esto se da en el caso de los ritos de iniciación,
en el que el sujeto modalizador (el Maestro) le hace incursionar en determinadas habilidades
(hacer- hacer) de combate (por ejemplo) a su alumno o discípulo (el sujeto modalizado) a través
de diferentes escalamiento de lecciones (función cognoscitiva).

3) Las Transitivas son las modalizaciones en las que las acciones del sujeto recaen sobre las
cosas, no sobre otros sujetos (Zecchetto, 1999: 157). Pero, siempre se llega a la polaridad binaria
de ser y hacer, sobre las que pueden recaer estas cuatro modalidades que son:

Querer / Deber / Saber / Poder

Estos predicados modales actúan tanto sobre el ser como el hacer (del ser) conformando ocho

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subgrupos, producto de la interacción del ser y hacer con estos cuatro predicados enunciados que
van a alterar y modificar los enunciados de estado. Esto da origen a la lógica plasmada en el
cuadrado semiótico construido por Greimas.

En este nivel se definen las modalidades que jerarquizan a las formas elementales de los
enunciados de acción y de los enunciados de estado: el poder, el deber, el saber y el querer. Así
por ejemplo, la relación de un profesional con su carrera es un querer-ser, como así también la
relación de un filósofo con su conocimiento o sus teorías es un querer-saber. En este nivel
también el programa narrativo se define y está constituido por recorrido narrativo que es una
secuencia de programas narrativos lógicamente concatenados (Zecchetto, 1999: 158). En
resumen: Lo que busca con el planteo de las Modalidades el autor, es dotar al analista de un
recurso para que entienda en toda su complejidad como se estructura el ser y el hacer de los
actantes a partir de categorías formales que contienen el infinito abanico de posibilidades que
posibilita el campo discursivo.

Relacionándolo con el otro autor de esta unidad, J. M. Floch retoma el planteo de Greimas para
plantear la existencia en los relatos de tres pruebas constitutivas del esquema narrativo, porque,
para Greimas, en el recorrido narrativo pueden reconocerse la circulación por tres pruebas en el
encadenamiento sintagmático del esquema (Floch, 1993: 77), a saber:

La prueba cualificante
Figura discursiva ligada al esquema narrativo, la prueba cualificante (situada en la dimensión
pragmática) corresponde a la adquisición de la competencia (o, más precisamente, de las
modalidades del saber-hacer y/o del poder-hacer): está lógicamente presupuesta por la prueba
decisiva. Desde el punto de vista de la sintaxis narrativa de superficie, la prueba cualificante
puede ser considerada como un programa narrativo de uso con relación al programa narrativo de
base (que corresponde a la performance) Lo que está en juego en la prueba cualificante es, pues,
la conjunción del sujeto con dos valores modales: el saber y el poder-hacer, constitutivos de la
competencia modal del sujeto de hacer.

La prueba decisiva
Figura discursiva ligada al esquema narrativo canónico, la prueba decisiva (situada en la
dimensión pragmática) corresponde a la performance: lógicamente presupuesta por la prueba
glorificante, ella a la vez presupone la prueba cualificante. Desde el punto de vista de la sintaxis
narrativa de superficie, la prueba decisiva representa el programa narrativo de base que conduce
a la conjunción del sujeto con el objeto de valor buscado (u objeto de la búsqueda).

La prueba glorificante
Figura discursiva ligada al esquema narrativo, la prueba glorificante se sitúa (a diferencia de las
pruebas cualificante y decisiva a las que presupone) en la dimensión cognitiva. En cuanto que
performancia cognitiva (y hacer persuasivo) del sujeto, exige (en el plano de la competencia
correspondiente -un poder-hacer-saber). En cuanto que sanción cognitiva del Destinador, en el
marco del componente contractual del esquema narrativo, equivale al reconocimiento. La prueba
glorificante es, de una parte, hacer cognitivo del sujeto, y en cuanto tal presupone una
competencia correspondiente, y de otra, sanción cognitiva del destinador que reconoce al sujeto
como héroe. En efecto, como se ha señalado, la prueba glorificante aparece como un
entrecruzamiento de un hacer cognitivo del sujeto y de la sanción cognitiva del destinador. ¿Quién
es el destinatario de este hacer cognitivo del sujeto? Indudablemente, el destinador final, a quien
el sujeto comunica la performancia realizada y le solicita lo reconozca como el autor de sus actos
y lo instituya como sujeto según el ser.

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C) El Componente Estructural: Aquí el autor se refiere a los programas narrativos como una
sucesión de transformaciones que van de un estado a otro y que son ni más ni menos que la
manifestación de los sentidos en un relato, mediados por la acción de uno o varios actantes. El
autor sostiene que ―...el sentido de superficie, dentro de la semiótica narrativa, no es mas que la
sucesión de transformaciones que definen el pasaje de un estado de situación a otro, mediado por
la acción (el hacer) de uno o varios actantes, calificados para llevar a cabo estas acciones. En
otras palabras, el sentido se estructura y se expresa en la realización de este Programa Narrativo
que es la unidad elemental de la sintaxis narrativa‖ (Zecchetto, 1999: 159).

En general, el programa narrativo está subdividido en un programa principal, que plantea el


esquema base, los lineamientos fundamentales de la historia (como un tronco de árbol y sus
principales ramas) y uno secundario, que enriquecen al primero (ramas menores y follaje) que
serían los programas narrativos parciales o de uso cuya función es oficiar de nexo para que se
puedan concretar los programas narrativos mas amplios o abarcativos. Greimas distingue 4 fases
de los programas narrativos, entre ellas las principales son entre competencia y performance.
En el campo discursivo, se puede decir que, para que un sujeto pueda realizar una performance
deberá adquirir la competencia necesaria realizando determinadas pruebas (generalmente
superadoras de obstáculos). Pero como toda performance presupone una competencia, todo
programa narrativo de hacer (performance) implica antes un programa narrativo de saber
(competencia). Esto origina un encadenamiento lógico entre performance, competencia y sus
modalizaciones, que se vieron desarrolladas anteriormente.

Del plano narrativo, el autor pasa al plano discursivo, en donde se manifiestan los contenidos del
relato, a través de una Sintaxis discursiva y de una Semántica discursiva.

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Bibliografía de referencias
Eco, U. (1999). Lector In Fabula. Barcelona: Lumen.

Zecchetto, V. (2005). Seis Semiólogos en busca del lector. Bs As., Argentina: La


Crujía Editores.

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