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Biocomplejos utilizados como

radiofármacos de diagnóstico o
terapia: estrategia de diseño,
química, estructura y ejemplos
Monografía final para el curso de Química Bionorgánica –
Modalidad Flexible

Noviembre de 2018

Franco Vairoletti Taborda – CI. 4.952.364-5


Introducción

El uso de fármacos conteniendo radionucleidos es actualmente una herramienta


diagnóstica y terapéutica de vital importancia en la atención sanitaria. Se estima que en
países desarrollados, se realizan 16 procedimientos incluyendo un radiofármaco cada 1000
habitantes anualmente, y la repercusión que estas técnicas tienen en la salud de los
pacientes son evidentes. Además, la investigación en el campo es numerosa y relevante.

Actualmente, la variedad química que presentan los radiofármacos es amplísima,


cubriendo un espectro que va desde especies simples como las sales inorgánicas utilizadas
para la imagenología ósea (32P-Fosfato de sodio o 89Sr-Cloruro de estroncio) y los
agregados simples de radionucleidos (coloides o macroagregados) hasta los biocomplejos,
en los que se asocia químicamente un radionucleido con una biomolécula, por marcaje
directo de la misma o conjugación con un compuesto de coordinación. Suele agruparse a los
radiofármacos en tres generaciones: la primera constituida por las sales inorgánicas, los
coloides y los macroagregados; una segunda generación dominada por los compuestos de
coordinación “clásicos” de bajo peso molecular y la tercer generación, con la aparición de los
biocomplejos de radionucleidos. El desarrollo de estos fármacos viene dado de esta manera
por un trabajo interdisciplinario, en el que se reúnen esfuerzos de la química bioinorgánica y
de coordinación, la fiscoquímica, la química orgánica y farmacéutica, la farmacología, la
biología molecular, la biotecnología entre muchas otras.

Radiofármacos de tercera generación

Uno de los objetivos en el diseño de radiofármacos, del mismo modo que en los
fármacos en general, es la búsqueda de selectividad. El concepto de “bala mágica”,
introducido por Paul Ehrlich en 1906, es un horizonte constante en la química medicinal. En
el caso de la medicina nuclear, esta noción es de vital importancia, ya que el alto potencial
tóxico de la energía nuclear en general y de los radiofármacos en particular provoca que
tengan un estrecho margen terapéutico.

Para las aplicaciones diagnósticas la selectividad por una estructura, tejido u órgano
también es deseable, ya que aumenta significativamente la sensibilidad y el valor
diagnóstico del radiofármaco. Ya en el diseño de compuestos de coordinación englobados
en la segunda generación, la preocupación por la obtención de selectividad dirige la
búsqueda, al explorarse el espacio químico de los ligandos según sus propiedades
fisicoquímicas y farmacocinéticas. Sin embargo, la generación de compuestos de
coordinación con ligandos de bajo peso molecular presenta limitaciones. Los grupos que
pueden introducirse mediante esta metodología están limitados a las posibilidades de la
síntesis orgánica de los ligandos. Por otro lado, los requerimientos especiales que tiene la
producción de radiofármacos (esterilidad, síntesis rápida y de ser posible en un único paso,
condiciones suaves, etc.) provocan que, al menos hasta el momento, los radiofármacos del
tipo segunda generación se utilicen generalmente en aplicaciones sistémicas.

Un enfoque muy útil en el diseño racional de radiofármacos selectivos consiste en


sacar provecho de la especificidad que tienen dos tipos de interacciones de las
biomoléculas: las de receptor-ligando y las de un anticuerpo con su antígeno. Esto permite
aprovechar especificidades seleccionadas evolutivamente durante millones de años impulsó
el desarrollo de radiofármacos de tercera generación.
La estrategia sintética para generar radiofármacos de tercera generación depende de
la naturaleza química del radionucleido, de la molécula con la que se conjugará y de la
aplicación médica que se pretenda. Básicamente, pueden agruparse las metodologías
sintéticas según el radionucleido sea o no metálico, así como según la biomolécula puede
hablarse de biocomplejos con glúcidos, péptidos y anticuerpos. Un esquema de las
estrategias de marcaje o conjugación se muestran en la siguiente figura.

Figura 1. Tres estrategias de síntesis de radiofármacos unidos a proteínas. A. Marcaje directo (en general por
reacciones orgánicas), B. Marcaje indirecto por unión covalente de un compuesto previamente marcado. C.
Unión de un agente quelante bifuncional.

Radiofármacos basados en anticuerpos

Tras el advenimiento de la tecnología de producción de anticuerpos monoclonales, las


investigaciones en torno a la aplicación terapéutica de los mismos fueron en ascenso. La
metodología de producción de estos anticuerpos desarrollada por Köhler y Milstein en 1975
permite producir convenientemente cantidades suficientes de anticuerpos a partir de la
fusión de células productoras de inmunoglobulinas con células inmortales provenientes de
neoplasmas de médula ósea (mieloma). Estos anticuerpos están por tanto dirigidos contra
una única molécula (grandes biomoléculas, toxinas, etc.) con una alta afinidad y
especificidad.

El objetivo de los radiofármacos basados en anticuerpos es combinar esta alta


especificidad de los anticuerpos monoclonales, o sus fragmentos, por un blanco molecular
definido con la potencia diagnóstica de los radionucleidos o su capacidad citotóxica. Las
principales aplicaciones de esta estrategia han sido para aquellas estructuras o patologías
que se caracterizan por un marcador molecular relevante y homogéneo, siendo los procesos
neoplásicos la apliación más típica, tanto en diagnóstico como terapéutica. Con esta idea
como punto de partida, el desafío consiste en desarrollar metodologías que permitan asociar
químicamente radionucleido y anticuerpo.

En este sentido, las estrategias exploradas han dependido de la naturaleza del


radionucleido. Éste es seleccionado según la aplicación buscada, prefiriéndose emisores
gamma para los fines diagnósticos y emisores de partículas (particularmente beta) para
ejercer acción citotóxica. Una vez seleccionado el radionucleido, debe establecerse una
metodología sintética compatible con las especies disponibles del mismo, así como las
condiciones que puede soportar el anticuerpo para ser conjugado. Debe recordarse que por
su naturaleza proteica, la conjugación debe hacerse en condiciones muy suaves, con un
control estricto de temperatura, pH, fuerza iónica y potencial redox.

La principal estrategia para generar biocomplejos de radionucleidos metálicos es el


uso de agentes quelantes bifuncionales. Éstos son ligandos multidentados que además
presentan un grupo adecuado para ser unido covalentemente al anticuerpo en condiciones
suaves. En general se utilizan grupos capaces de reaccionar con residuos de lisina para
formar grupos amida, hidracina, tiourea o guanidilo; de cisteína para generar puentes
disulfuro, etc. Ejemplos de agentes quelantes y grupos linker a proteínas se muestran en la
siguiente figura.

Figura 2. Ejemplos de unión de agentes bifuncionales a proteínas. Como se observa, puede distinguirse el
esquema proteína-grupo conector-agente quelante bifuncional-ión metálico.

En el diseño de agentes bifuncionales, debe prestarse especial atención a la afinidad


que el centro metálico tendrá por el mismo, considerando además que el fármaco deberá
competir con la gran cantidad de agentes quelantes que se encuentran naturalmente en el
medio biológico. Estas afinidades suelen racionalizarse en base a factores cinéticos y a los
conceptos de dureza de Pearson. El nitrógeno ha sido sin dudas el átomo dador más
utilizado, pero también se recurre al azufre en tioles y tioéteres y al oxígeno en alcoholes,
ácidos y cetonas principalmente. Además, se puede aprovechar fácilmente el efecto
quelante de ligandos polidentados. Los derivados del agente bifuncional DOTA son de los
más utilizados por su versatilidad, ya que se une con una alta estabilidad, pudiendo unir
cobre, itrio, indio, lutecio, samario entre otros, todos metales que presentan radionucleidos
relevantes. La estabilidad del complejo formado no solo debe tenerse en cuenta para la
elección del agente quelante bifuncional, sino que también se ve condicionada por la especie
en la que se encuentre el radionucleido de partida. El estado de oxidación es una de las
características que más influyen en la estabilidad del complejo. Un ejemplo es la síntesis de
biocomplejos de 99mTc. Éste es producido como pertecnetato, que en general debe ser
reducido previo a su bioconjugación. Además, debe evitarse utilizar agentes metálicos para
reducir al pertecnetato (para otras aplicaciones radiofarmacéuticas suele utilizarse Cu (I) o
Fe (II) como agentes reductores) ya que compiten por los sitios de quelación en los
bioconjugados.

Ejemplos de radiofármacos basados en anticuerpos

 99mTc-Arcitumomab
Este biocomplejo fue diseñado para el
diagnóstico y evaluación de carcinomas en el
tracto gastrointestinal. Consiste de 99mTc unido a
la fracción variable del anticuerpo murino IMMU-
4, dirigido contra el marcador tumoral CEA
(antígeno carcinoembrionario) expresado por este
tipo de neoplasias. La estrategia de
bioconjugación es por reducción in situ de pertecnato por dos tioles de cisteína,
transformándose la fracción del anticuerpo en un ligando bidentado. El 99mTc es un típico
emisor gamma, utilizado por tanto con función diagnóstica.

 111In Capromab pentetide


Este biocomplejo está dirigido contra PSA
(antígeno específico prostático) y se utiliza para el
seguimiento y evaluación del tratamiento de cáncer
prostático (el 111In es un emisor gamma). El marcaje
con 111In se realiza a partir del cloruro de In-111
mediante la tecnología GYK-DTPA, un tripéptido de
glicina, tirosina y lisina unido covalentemente a
través de este último aminoácido al agente quelante
DTPA, mientras la glicina se une por enlace amida
con la cadena peptídica del anticuerpo. Este anticuerpo es también un buen ejemplo de
especiación previa a la conplejeación, ya que se genera como intermediario acetato de indio
(a partir del cloruro de indio-111 comercial) para permitir que el metal permanezca soluble en
las condiciones de pH compatibles con la conjugación. El 111In en este biocomplejo presenta
un índice de coordinación de 7 y su esfera de coordinación está completamente ocupada por
el agente bifuncional, lo que hace a este complejo muy estable, permitiendo que alcance los
sitios sus principales sitios de acción (ganglios linfáticos o médula ósea en algunos casos)
incambiado.

 90Y-Ibritumomab-tiuxetán

Este biocomplejo consiste en un anticuerpo monoclonal


dirigido contra el antígeno CD20, expresado por linfocitos B.
Utiliza el radionucleido 90Y, un emisor beta utilizado por su
capacidad citotóxica para depletar el pool de linfocitos del
paciente. El agente quelante tiuxetán, una versión modificada del
DTPA, permite aprovechar el alto índice de coordinación de este
centro metálico (de ocho como se observa en la figura) para
estabilizar el metal con el ligando quelante. La estabilidad cobra
en los radiofármacos terapéuticos especial importancia, ya que
se pretende que las células neoplásicas estén el mayor tiempo
posible en contacto con el fármaco.
Otros radiofármacos de tercera generación

La estrategia de combinar radionucleidos con antígenos o anticuerpos específicos de


procesos patológicos para su diagnóstico o tratamiento trajo aparejada la utilización de
numerosas biomoléculas. Entre ellas pueden mencionarse, a modo de ejemplo, los péptidos
marcados. De ellos pueden destacarse los que hacen uso de radionucleidos metálicos. Un
ejemplo es el compuesto 111In-DTPA octeótrido. Este biocomplejo aprovecha al análogo de
la somatostatina octeótrido para dirigir al radionucleido hacia células neoplásicas que
sobreexpresan el receptor para este neuropéptido. También existen complejos de octeótrido
con 99mTc.

Un ejemplo no peptídico lo constituyen los biocomplejos generados mediante la unión


covalente de quelantes bifuncionales del tipo N2S2 con hormonas esteroideas. Estos
compuestos son capaces de coordinar con 99mTc y otros radionucleidos metálicos, y su
finalidad es el diagnóstico imagenológico de tumores urogenitales, detección de metástasis,
etc.

Las estrategias organometálicas, es decir, con radionucleidos metálicos incorporados


a moléculas orgánicas mediante enlaces comienza a tener relevancia en la búsqueda de
radiofármacos selectivos, y muy probablemente comiencen a verse este tipo de compuestos
en etapas avanzadas de ensayos clínicos en los próximos años. La principal utilidad que se
le busca a estos compuestos está relacionada con el marcaje de receptores hormonales,
muy comúnmente alterados en neoplasias, pero también en enfermedades para las que el
diagnóstico imagenológico ha sido marginal, como las demencias o las enfermedades
neurodegenerativas.

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