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El curso fomentó la reflexión sobre los alcances, la pertinencia y los diversos objetos
de estudio de la filosofía en la historia de México. Se realizó un repaso por el pensamiento
precolombino, la llegada del positivismo, la filosofía en la época de la revolución y
finalmente el pensamiento del siglo XX. Esta exploración fue transversalizada por la
problematización sobre la autenticidad de la filosofía mexicana y latinoamericana. El
problema de la identidad mexicana también estuvo presente a lo largo del curso. Ambos
temas presentan una relación íntima y recíproca manifestada en su afectación mutua.
El presente trabajo tiene por objetivo rescatar algunas ideas centrales del texto
Recreando la tradición. Cómo estudiar la historia de la filosofía mexicana1 de Mario
Teodoro Ramírez. Se intenta destacar tres cosas: la pregunta sobre la autenticidad de la
filosofía mexicana, el riesgo latente de su comparación con la tradición europea y la filosofía
como praxis cultural. Sirviéndose de estos temas, Ramírez presenta una serie de argumentos
sobre la filosofía mexicana, así como de su correcto estudio.
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Ramírez, Mario Teodoro, “Recreando la tradición. Cómo estudiar la historia de la filosofía mexicana”, en
Ciencia Nicolaita No.9, Julio 1995, pp. 5-13.
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considera que esta presencia filosófica en las culturas despliega rasgos particulares que son
resultado de los contextos, así como de situaciones sociales e históricas específicas.
Sobre la última condición, Ramírez agrega que deben considerarse las circunstancias
actuales alrededor de los paradigmas de pensamiento. Desde su opinión, estos paradigmas se
encuentran en crisis. Precisamente el espíritu crítico de la filosofía ha puesto en cuestión a
los marcos de pensamiento. Esta crítica ha subrayado el ánimo de dominio colonizador que
en ellos habita. Con la ayuda del ideal de la cientificidad, estos marcos lograron fomentar
una tradición universalista que posicionó a Europa como el eje etnocéntrico del mundo. Así,
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se generó la determinación de una visión de la realidad y de la historia desde la perspectiva
europea.
De acuerdo con Ramírez, el etnocentrismo europeo filosófico tuvo por lo menos dos
presentaciones con las cuales aseguró su vigencia y validez. Por un lado, se ha presentado
como un pensamiento universal, abstracto e indiscutible. En este sentido, el desarrollo de la
filosofía europea parece atender los problemas de la humanidad en su totalidad. Por otro lado,
la universalidad de la filosofía europea generó una sobrevaloración de su historia y de su
cultura. Esto promovió la subordinación del mundo ante ella. Ambos rasgos ubicaron a
Europa como un modelo al cual otras culturas aspiran y persiguen. Como resultado de ello
se impulsó una idealización de Europa que duró varios siglos.
Este posicionamiento hace del intercambio entre palabra y escucha una fuente de
conocimiento, la cual no se opone directamente a la universalidad, sino a su planteamiento a
priori. Se valora en cambio la comunicación intercultural, sin dejar de atender la dificultad y
el reto que ella representa. También, se incluye a la autocrítica como parte del proceso de la
comprensión desde la reflexión hermenéutica. Ramírez afirma que el interés por el estudio
de la tradición cultural es una exigencia filosófica que se adhiere a nuevo universalismo
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caracterizado por ser pluralista y dialógico. Con ello, argumenta que el interés por la tradición
propia tiene un fundamento intrínsecamente filosófico.
Entre ambos extremos, Ramírez ubica otras opciones. Una de ellas propone la
ampliación del regionalismo a toda Latinoamérica. Con ello los problemas sociales y
políticos se suman a los temas de estudio de la filosofía. Otra respuesta propone una crítica
radical al pensamiento filosófico occidental y apuesta, por el contrario, a la construcción de
un pensamiento no etnocéntrico. Finalmente, se ubica una respuesta que aboga por la
inclusión de temas relacionados con la realidad de sociedades marginadas y grupos
vulnerados.
Ramírez apuesta por una posición que se ubique en la tradición propia. Una posición
que tome los aportes del pensamiento universal para preguntarse a sí misma, desde un
momento y lugar teórico, conceptual y mental. Ramírez considera a la tradición como una
realidad que existe en constante construcción y reconstrucción. La entiende como una
tradición viva a la que hay que interrogar. El camino que se recorre es desde el presente hacia
el pasado. Este recorrido permite interrogar, interpretar y comprender al pasado. En
consecuencia, la historia se dota de sentido. Se reconoce su proceso y desarrollo. Se
resignifica al presente, al aquí y el ahora. Se adquiere guía y brújula hacia otros tiempos.
Para Ramírez, la relación entre historia y filosofía es intrínseca. Esta relación es una
mediación que se mueve en dos planos: el de las ideas y el de la realidad. En esa mediación
cultural y simbólica, la filosofía se muestra como un elemento de la cultura. Aceptar este
hecho, es para Ramírez una posibilidad de apertura de la propia filosofía para su
entendimiento, autocomprensión, problematización e interrogación. La cultura no es
únicamente la fuente de los temas de reflexión de la filosofía. La filosofía es una forma de
praxis cultural. La filosofía es una forma de consciencia, de autocomprensión y por lo tanto
de autocrítica. De esta manera, Ramírez argumenta que la historia de la filosofía en México
es la historia de la formación de la consciencia filosófica en México.
REFERENCIAS
Ramírez, Mario Teodoro, “Recreando la tradición. Cómo estudiar la historia de la filosofía
mexicana”, en Ciencia Nicolaita No.9, Julio 1995, pp. 5-13.