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CONSIDERACIONES EN TORNO AL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA

FILOSOFÍA MEXICANA EN MARIO TEODORO RAMÍREZ


César Adolfo Arceo Arévalo
Filosofía en México e Iberoamérica
Maestría en Filosofía de la Cultura
U.M.S.N.H.

La asignatura Filosofía en México e Iberoamérica fue un curso que permitió,


mediante la forma de seminario, reconocer el desarrollo de la filosofía en México. Gracias a
esta revisión, dimensionamos los retos sobre su ubicación y sistematización. El seminario
también admitió el análisis y la discusión sobre las temáticas, corrientes y posturas de
distintos pensadores mexicanos, desde una actitud crítica.

El curso fomentó la reflexión sobre los alcances, la pertinencia y los diversos objetos
de estudio de la filosofía en la historia de México. Se realizó un repaso por el pensamiento
precolombino, la llegada del positivismo, la filosofía en la época de la revolución y
finalmente el pensamiento del siglo XX. Esta exploración fue transversalizada por la
problematización sobre la autenticidad de la filosofía mexicana y latinoamericana. El
problema de la identidad mexicana también estuvo presente a lo largo del curso. Ambos
temas presentan una relación íntima y recíproca manifestada en su afectación mutua.

El presente trabajo tiene por objetivo rescatar algunas ideas centrales del texto
Recreando la tradición. Cómo estudiar la historia de la filosofía mexicana1 de Mario
Teodoro Ramírez. Se intenta destacar tres cosas: la pregunta sobre la autenticidad de la
filosofía mexicana, el riesgo latente de su comparación con la tradición europea y la filosofía
como praxis cultural. Sirviéndose de estos temas, Ramírez presenta una serie de argumentos
sobre la filosofía mexicana, así como de su correcto estudio.

Ramírez inicia considerando el estudio de la tradición filosófica mexicana como una


condición necesaria para el desarrollo óptimo de la práctica filosófica. Advierte que si bien,
la historia de la filosofía remite directamente a una tradición europea-occidental, no debe
pasarse por alto el carácter universal que le hace presente en distintas culturales. Ramírez

1
Ramírez, Mario Teodoro, “Recreando la tradición. Cómo estudiar la historia de la filosofía mexicana”, en
Ciencia Nicolaita No.9, Julio 1995, pp. 5-13.

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considera que esta presencia filosófica en las culturas despliega rasgos particulares que son
resultado de los contextos, así como de situaciones sociales e históricas específicas.

Todo pensamiento filosófico, incluido el europeo-occidental, es resultado de un


contexto específico. Filosofía y contexto cultural son unidades inseparables. Ambos
experimentan una afectación mutua. La cultura nacional en su totalidad forma parte de la
tradición filosófica mexicana. Sus temas y objetos de estudio son también productos
culturales.

Ramírez avanza destacando que, el análisis de la tradición filosófica mexicana se ve


constantemente afectado por la comparación recurrente con la tradición europea. Sostiene
que su estudio no debe implicar ejercicios de descalificación o invisibilización del desarrollo
y logros obtenidos. Frente a este panorama, propone una serie de condiciones necesarias para
la práctica filosófica con la intención de interrogar a la propia filosofía mexicana en su
desarrollo.

Ramírez enlista tres condiciones para la práctica filosófica. Primero, la congruencia


del trabajo filosófico con la tradición universal. A partir de ella se puede ver una conexión,
ya sea consecuente o crítica con los modelos, las perspectivas y las estructuras conceptuales
que se han desarrollado en la historia de la filosofía. Segundo, la pertenencia del trabajo
filosófico desarrollado con los problemas, los discursos y los objetos filosóficos de estudio.
Y tercero, la contextualización histórico-cultural del trabajo filosófico. Con ello, se enfatiza
que la práctica filosófica forma parte de las manifestaciones de la cultura. Se permite
reconocer que la cultura se determina por un tiempo, un espacio. Esta determinación genera
una perspectiva desde la cual se relaciona y se permite afectar por el mundo.

Sobre la última condición, Ramírez agrega que deben considerarse las circunstancias
actuales alrededor de los paradigmas de pensamiento. Desde su opinión, estos paradigmas se
encuentran en crisis. Precisamente el espíritu crítico de la filosofía ha puesto en cuestión a
los marcos de pensamiento. Esta crítica ha subrayado el ánimo de dominio colonizador que
en ellos habita. Con la ayuda del ideal de la cientificidad, estos marcos lograron fomentar
una tradición universalista que posicionó a Europa como el eje etnocéntrico del mundo. Así,

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se generó la determinación de una visión de la realidad y de la historia desde la perspectiva
europea.
De acuerdo con Ramírez, el etnocentrismo europeo filosófico tuvo por lo menos dos
presentaciones con las cuales aseguró su vigencia y validez. Por un lado, se ha presentado
como un pensamiento universal, abstracto e indiscutible. En este sentido, el desarrollo de la
filosofía europea parece atender los problemas de la humanidad en su totalidad. Por otro lado,
la universalidad de la filosofía europea generó una sobrevaloración de su historia y de su
cultura. Esto promovió la subordinación del mundo ante ella. Ambos rasgos ubicaron a
Europa como un modelo al cual otras culturas aspiran y persiguen. Como resultado de ello
se impulsó una idealización de Europa que duró varios siglos.

Ramírez puntualiza que existe una distribución universal de la capacidad crítico-


racional. Esta idea que habita al interior del espíritu filosófico, ha sido la base para la crítica
a la tradición eurocéntrica. Para Ramírez, el fundamento de un universalismo verdadero
admite un universalismo crítico, el cual desmantela toda idea de superioridad y predominio.
Por el contrario, este universalismo conecta la diversidad y la alteridad en la humanidad.
Fomenta la aparición de un ser que se pregunta por ello.

La capacidad crítica al universalismo eurocéntrico ha sido una de las características


más relevantes de la filosofía contemporánea. Se ha afectado al propio concepto de la
filosofía y se ha generado, en palabras de Ramírez, una explosión del pluralismo en la cultura.
En este panorama, la hermenéutica y su modelo de reconstrucción de procesos histórico-
culturales han triunfado. Desde esta perspectiva, se opera un supuesto dialógico con el cual
se reconoce la existencia de una verdad en el objeto a reconstruir y no en el marco teórico-
analítico desde el cual se estudia.

Este posicionamiento hace del intercambio entre palabra y escucha una fuente de
conocimiento, la cual no se opone directamente a la universalidad, sino a su planteamiento a
priori. Se valora en cambio la comunicación intercultural, sin dejar de atender la dificultad y
el reto que ella representa. También, se incluye a la autocrítica como parte del proceso de la
comprensión desde la reflexión hermenéutica. Ramírez afirma que el interés por el estudio
de la tradición cultural es una exigencia filosófica que se adhiere a nuevo universalismo

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caracterizado por ser pluralista y dialógico. Con ello, argumenta que el interés por la tradición
propia tiene un fundamento intrínsecamente filosófico.

Poniendo lo anterior como terreno, Ramírez se pregunta ¿existe filosofía en México?


Recuerda que esta interrogación ya ha sido planteada con anterioridad. Al respecto, hace un
repaso breve y general de las respuestas que se han generado. Destaca una respuesta que
señala la necesidad de incorporación del trabajo filosófico mexicano a la tradición occidental.
Desde esta perspectiva, tal afiliación debe realizarse sin reticencias, arriesgándose a una
repetición, o bien apoyando en su desarrollo. Otra respuesta ha sido desde una perspectiva
nacionalista. Esta visión aboga por la exigencia de una filosofía propia, nacional, desde y
sobre la realidad mexicana. Cualquier seguimiento a la tradición occidental sería, desde esta
perspectiva, una asimilación inauténtica y en todo caso de sumisión.

Entre ambos extremos, Ramírez ubica otras opciones. Una de ellas propone la
ampliación del regionalismo a toda Latinoamérica. Con ello los problemas sociales y
políticos se suman a los temas de estudio de la filosofía. Otra respuesta propone una crítica
radical al pensamiento filosófico occidental y apuesta, por el contrario, a la construcción de
un pensamiento no etnocéntrico. Finalmente, se ubica una respuesta que aboga por la
inclusión de temas relacionados con la realidad de sociedades marginadas y grupos
vulnerados.

Ramírez apuesta por una posición que se ubique en la tradición propia. Una posición
que tome los aportes del pensamiento universal para preguntarse a sí misma, desde un
momento y lugar teórico, conceptual y mental. Ramírez considera a la tradición como una
realidad que existe en constante construcción y reconstrucción. La entiende como una
tradición viva a la que hay que interrogar. El camino que se recorre es desde el presente hacia
el pasado. Este recorrido permite interrogar, interpretar y comprender al pasado. En
consecuencia, la historia se dota de sentido. Se reconoce su proceso y desarrollo. Se
resignifica al presente, al aquí y el ahora. Se adquiere guía y brújula hacia otros tiempos.

Esta es la razón por la cual Ramírez destaca las posiciones y concepciones


metodológicas que se han realizado en el estudio de la historia filosófica en México. Destaca
la perspectiva que se limita a desarrollar un relato cronológico sin análisis conceptual o
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interpretativo. También señala la perspectiva que niega la existencia de la filosofía mexicana
y suscribe que el pensamiento filosófico mexicano solo ha sido una extensión y una
continuación de la tradición europea. Finalmente Ramírez subraya la posición que valora el
pensamiento filosófico mexicano en cuanto su función social, cultural y política. Ramírez
considera que las últimas dos posturas ofrecen elementos de reflexión.

De acuerdo con Ramírez, se puede debatir sobre la originalidad en la filosofía


mexicana. Sin embargo, presta más atención a la consideración del pensamiento filosófico
mexicano en su contexto socio-político. Esta postura permite observar, en consonancia con
la visión de Leopoldo Zea, la manera en que las ideas filosóficas en México han respondido
a los intereses de determinados grupos sociales en la historia del país. Es la interrelación de
los componentes del todo social, lo que permiten engarzar al contexto socio-cultural con el
análisis de la historia de las ideas y en concreto con la historia de la filosofía.

Para Ramírez, la relación entre historia y filosofía es intrínseca. Esta relación es una
mediación que se mueve en dos planos: el de las ideas y el de la realidad. En esa mediación
cultural y simbólica, la filosofía se muestra como un elemento de la cultura. Aceptar este
hecho, es para Ramírez una posibilidad de apertura de la propia filosofía para su
entendimiento, autocomprensión, problematización e interrogación. La cultura no es
únicamente la fuente de los temas de reflexión de la filosofía. La filosofía es una forma de
praxis cultural. La filosofía es una forma de consciencia, de autocomprensión y por lo tanto
de autocrítica. De esta manera, Ramírez argumenta que la historia de la filosofía en México
es la historia de la formación de la consciencia filosófica en México.

Suscribiendo las ideas de Ramírez, el estudio de la filosofía en México, requiere de


una actitud abierta que permita: a) el reconocimiento del contexto histórico, social y cultural,
b) la corroboración sobre la pertinencia de los temas y objetos de estudio y c) la consideración
de la filosofía como un ejercicio de introspección nacional.

REFERENCIAS
Ramírez, Mario Teodoro, “Recreando la tradición. Cómo estudiar la historia de la filosofía
mexicana”, en Ciencia Nicolaita No.9, Julio 1995, pp. 5-13.

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